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El derecho penal ambiental

y las dificultades para su


aplicación
El presente artículo se desarrolla con la intención de promover el
interés de la rama ambiental del derecho, a fin de que esta logre
mitigar la dramática situación ambiental actual dentro de los
parámetros legales.

Sumario: 1. Introducción. 2. Justificación. 3. Planteamiento del


problema: ¿Existe una adecuada aplicación penal-ambiental en
el Estado peruano? 4. Desarrollo del tema. 4.1. De la legislación
ambiental peruana. 4.2. Sobre las entidades de fiscalización
ambiental (EFA). 4.3. De las Fiscalías especializadas en materia
ambiental. 5. Problemática presente en la aplicación penal-
ambiental. 6. Conclusiones.

1. Introducción

De los últimos acontecimientos legales-ambientales se habla muy poco.


Obviamos delitos que deberían de preocuparnos, pues no son
sancionados pese a estar tipificados; más aún si tomamos en cuenta las
catastróficas repercusiones que son producto de su incumplimiento; y
es que sobre legislación ambiental se habla muy poco en las aulas de las
facultades de Derecho y ni mencionar sobre el ámbito penal–ambiental,
tema del que propongo en este artículo se le dé la prioridad que este
merece.

El considerable aumento poblacional, el que a su vez va de la mano con el


aumento de requerimientos para satisfacer las necesidades de toda una
sociedad son cada vez más elevados, las figuras económicas de oferta y
demanda de bienes y servicios también van en aumento a nivel
estadístico conllevándonos a una tamaña problemática interdisciplinaria:
social – ambiental – económica, estos tres aspectos empleados como
base del derecho ambiental se ven vulnerados día a día. Un claro ejemplo
son los conflictos sociales que en su gran mayoría se producen ante la
omisión del cumplimiento legal principalmente por parte de personas
jurídicas que dentro de sus actividades fundamentalmente requieren
hacer uso de recursos naturales produciéndose el fenómeno económico
de la externalización de los costos, es decir, una curiosa situación en la
cual la sociedad en general termina asumiendo el precio de una actividad
dañina para todos pero beneficiosa sólo para quienes la realizan.

Encontramos pues omisiones que casi no son sancionables por las


entidades fiscalizadoras ambientales (EFA), sanciones que se pierden en
el tiempo durante el trámite brindado a nivel administrativo que nuestro
sistema legal ofrece, fiscalías especializadas en materia ambiental que
pareciera necesitan poner las barbas en remojo y darle mayor relevancia
a su accionar sancionador. La norma existe, pero entonces: ¿Por qué
tanta dificultad al momento de aplicarlas?

Lea también: Responsabilidad penal de las personas jurídicas y delitos


medioambientales, por Laura Zúñiga Rodríguez

2. Justificación

 El presente artículo se desarrolla con la intención de promover el


interés de la rama ambiental del derecho, a fin de que esta logre
mitigar la dramática situación ambiental actual dentro de los
parámetros legales.

 Poner en conocimiento sobre el accionar a nivel administrativo y


penal del derecho ambiental peruano, con la finalidad de que su
trámite sea conocido en la práctica.

 Analizarn el Estado peruano con motivo de percibir cuales son los


comunes errores presentes en estos.
3. Planteamiento del problema: ¿Existe una adecuada
aplicación penal-ambiental en el Estado peruano?

En la actualidad los temas vinculados al medio ambiente se han


incrementado: basta con revisar el amplio cuerpo normativo que el Perú
presenta respecto a los recursos naturales, es más, hallamos que su
desarrollo está acompañado de prácticas científico–tecnológicas, no
siendo ajeno en el ámbito del derecho.

Lea también: Acuerdo 9-2017-CSJLL: Competencia judicial en los


delitos aduaneros, tributarios, de mercado y ambientales

Años atrás era difícil poder apreciar un procedimiento adecuado que


permita un buen accionar por parte de las entidades pertenecientes al
Estado ante daños, faltas o descompensaciones para con el medio
ambiente, los tiempos cambian y somos vivos espectadores de lo que se
viene provocando en el territorio donde vivimos. Nos encontramos
pasivos, observando el acontecer ambiental sin mayor preocupación
alguna, mientras nuestra riqueza y calidad de vida se va agotando con el
transcurso de los días.

Lamentablemente los esfuerzos para contrarrestar estos daños son


pocos, a pesar de que el Perú está catalogado como uno de los países
con mayor cantidad de recursos naturales, se observa una escasa
aplicación de la legislación ambiental y afines, en especial en el campo
del derecho penal-ambiental. Esto muestra, entonces, el poco valor de
persecución delictiva ambiental que se le brinda al mencionado campo,
limitándose el ius puniendi ante los ilícitos ocasionados por
determinados agentes, dicho esto, es necesario no solo “tomar
conciencia”, sino verificar cuál es la situación legal ambiental actual que
se aplica en nuestro Estado y la problemática que impide darle la
prioridad que se merece.

4. Desarrollo del tema

4.1. De la legislación ambiental peruana


El Estado peruano empieza a darle importancia a la temática ambiental
desde el año 1990 con la publicación del Código del Medio Ambiente y
los Recursos Naturales. De esta manera, se le da lugar a la protección del
bien jurídico medio ambiente. Siendo una de las primeras legislaciones
que se enfocaban en la materia, marcó un precedente a fin de seguir
implementando instrumentos, buenas prácticas así como la
implementación de una correcta política ambiental, actividades que si
bien es cierto no se dan como desearíamos vienen implementándose (de
manera sosegada). Resultados tales como el de preservación de
diversidad biológica, sistemas de gestión ambiental e incluso el uso del
derecho penal como medio de control aplicado al campo de la legislación
ambiental para el resguardo de esta; muestran que su inducción a la
legislación peruana no ha sido en vano.

El mencionado Código tenía en su cuerpo normativo –Capitulo XXI–, las


iniciales tipificaciones ambientales, y no es hasta pocos meses después
de su uso que este queda sustituido por el Código Penal de 1991, que
recoge figuras delictivas prescritas en el primero. A la fecha la tipificación
penal-ambiental existente es la del Código Penal de 1991, pero ante el
poco éxito a nivel de aplicación, el 2 de octubre de 2008, mediante Ley
29263se modifica el Título XIII “Delitos Ambientales”, dividiéndolo en
cuatro capítulos que se enfocan de la siguiente manera:

Lea también: Casación 74-2014, Amazonas: Elementos objetivos del tipo


penal en el delito de alteración de ambiente o paisaje

Capítulo I – Delitos de contaminación (Art. 304 – 307)

Este capítulo expone los tipos de contaminación ocasionados contra el


medio ambiente, así como sus formas agravadas, haciendo énfasis en el
aspecto de responsabilidad penal producto de la omisión respecto al
incumplimiento de normas en el manejo de residuos sólidos, tráfico
ilegal de residuos peligrosos e inclusive sobre la obstaculización para
con las entidades fiscalizadores en materia ambiental.

Capitulo II – Delitos contra los recursos naturales (Art. 308 – 313)


El segundo capítulo presenta un enfoque más relevante: el de los
recursos naturales. Aspecto de vital importancia si es que de medio
ambiente se habla, teniendo un ámbito más complejo por su propio
contenido, que sanciona el tráfico ilegal tanto de flora y fauna silvestre
protegida, el tráfico ilegal de especies acuáticas de flora y fauna
silvestre protegidas, la depredación de flora y fauna silvestre
protegida, el tráfico ilegal de recursos genéticos, sus formas agravadas,
los delitos contra los bosques o formaciones boscosas, el tráfico ilegal
de productos forestales maderables, la obstrucción de procedimiento,
formas agravadas, utilización indebida de tierras agrícolas, autorización
de actividad contraria a los planes o usos previstos por la ley y la
alteración del ambiente. Véase pues el número de elementos que
integran este capítulo, su campo científico-legal puede incluso causar
desconocimiento para los propios fiscales y profesionales del derecho. A
su vez nótese que este capítulo empieza a dar cuenta sobre la
interacción social–ambiental–económica.

Capítulo III – Responsabilidad funcional e información falsa (Art. 314 –


314B)

El tercer capítulo toma relevancia no solo en cuanto a los temas


ambientales propiamente dichos, sino que involucra a quienes laboran de
manera negativa en el sector ambiental, incluye delitos tales como el
de responsabilidad de funcionario por otorgamiento ilegal de derechos,
responsabilidad de los representantes legales de las personas
jurídicas y la responsabilidad por información falsa contenida en
informes; es así que, la legislación no solo aborda la punibilidad en
cuanto al daño al medio ambiente, sino también a aquellos individuos
que sean desleales para lo confiado en sus labores.

Capítulo IV – Medidas cautelares y exclusión o reducción de penas (Art.


314 C, 314 D)

Sobre el último capítulo, tenemos presente a las medidas cautelares, que


el juez cree por conveniente dictaminar respecto de los delitos del Título
XIII, y cómo olvidar al tan notorio derecho penal premial, que beneficia a
quienes se encuentren dentro del proceso siempre y cuando adopten
actitudes que le “faciliten” o mejoren el avance del proceso de
investigación.

Lea también: El riesgo como factor de atribución de la responsabilidad


extracontractual objetiva

4.1.1. De la norma administrativa a la ley penal

Partiendo de la legislación penal-ambiental vigente es necesario


mencionar de que no es la única que se enfoca al tema ambiental o de
recursos naturales, tenemos pues que tener conocimiento sobre la
existencia de otras normas que se muestran a nivel administrativo o con
derivación penal; sea el caso de la Ley 29338 – Ley de Recursos Hídricos;
Ley 29763 – Ley Forestal y de Fauna Silvestre; Ley 27867 – Ley Orgánica
de Gobiernos Regionales; Ley 27972 – Ley Orgánica de Municipalidades;
Reglamento para la extracción de materiales de canteras y cauces de
dominio público por las municipalidades; Ley 28611 – Ley General del
Medio Ambiente; entre otras. Leyes que, ante su incumplimiento, adoptan
actitudes sancionadoras administrativas y/o de ser el caso derivan en
sanción penal bajo la respectiva entidad de fiscalización
ambiental acorde a la competencia del caso. Los delitos ambientales
previstos en el Título XIII son tipos penales en blanco ya que el supuesto
de hecho hace referencia a otra norma, en este caso a leyes o normas de
índole administrativa.

“Encontramos la parte penal en blanco o indeterminada de la norma penal


en el supuesto de hecho, es decir, en la descripción de la conducta
delictiva”[1]. Las conductas que adopten los agentes que realizan la
contaminación tienen adecuación en el tipo penal del Título XIII en
contrariedad a lo estipulado a nivel administrativo. Se destaca que estas
normas encajan en la clasificación de tipos penales en blanco, cuya
legitimidad en el derecho penal ha dado lugar a numerosas críticas en la
doctrina que ha entendido por tales a aquellos cuyo supuesto de hecho
se halla consignado total o parcialmente en una norma de carácter
extrapenal[2]. La vinculación del derecho penal con el derecho
administrativo (ambiental), se advierte en la especie de subordinación a
que se somete la punición a un acto típico de la administración [3].
4.2. Sobre las entidades de fiscalización ambiental (EFA)

Las entidades de fiscalización ambiental (en adelante EFA), son aquellas


entidades públicas de ámbito nacional, regional o local que tienen como
atribuidas alguna o todas las acciones de fiscalización ambiental, en
sentido amplio. Estas forman parte del Sistema Nacional de Evaluación y
Fiscalización Ambiental (en adelante SINEFA), por lo que si bien ejercen
sus competencias con independencia funcional del Organismo de
Evaluación y Fiscalización Ambiental (en adelante OEFA), en tanto se
rigen por sus propias normas; deben cumplir con las normas
establecidas en la Ley 29325 – Ley del SINEFA, con las disposiciones y
lineamientos que el OEFA emite en su calidad de ente rector del SINEFA,
de estos se desprenden:

 EFA Nacional: Algunos ministerios y organismos técnicos


especializados ejercen funciones de fiscalización ambiental a través
de sus direcciones, áreas u oficinas ambientales, o las que hagan sus
veces. Tales como: la Autoridad Nacional del Agua supervisa la
calidad ambiental de los recursos hídricos.

 EFA Regional: Los gobiernos regionales ejercen funciones de


fiscalización ambiental a través de las áreas de recursos naturales,
energía, minas e hidrocarburos, salud ambiental, acuicultura y pesca
artesanal, o las que hagan sus veces. Ejemplo: los gobiernos
regionales tienen a su cargo la fiscalización de la pequeña minería y
minería artesanal.

 EFA Local: Las municipalidades tanto provinciales y distritales ejercen


funciones de fiscalización ambiental a través de las unidades
orgánicas ambientales, las áreas de fiscalización u otras que hagan
sus veces. Ejemplo: los gobiernos locales tienen la función de
fiscalizar en materia ambiental a sus administrados, respecto de la
emisión de humos, gases, ruidos, residuos sólidos, residuos de la
construcción y demolición; y, aguas residuales en la vía
pública, respetando las competencias sectoriales[4].
Para la práctica de la fiscalización ambiental a su cargo, estas han de
cumplir con una serie de condiciones tales como: aprobar una tipificación
de infracciones y sanciones ambientales; aprobar los instrumentos
legales y técnicos; contar con el equipamiento técnico necesario, y
recurrir a laboratorios acreditados o de reconocida competencia técnica;
cumplir con la elaboración, aprobación, ejecución y reporte de su Plan
Anual de Fiscalización Ambiental (PLANEFA); contar con mecanismos
que permitan medir la eficacia y eficiencia del ejercicio de la
fiscalización ambiental; reportar al OEFA el ejercicio de las acciones de
fiscalización ambiental realizadas.

4.2.1. El OEFA

Creado en el año 2008 mediante Decreto Legislativo 1013 – Decreto


Legislativo que aprueba la Ley de Creación, Organización y Funciones
del Ministerio del Ambiente, inicia sus actividades de fiscalización
ambiental a partir del año 2010, como organismo público técnico
especializado, adscrito al Ministerio del Ambiente, encargado de la
fiscalización ambiental y de asegurar el adecuado equilibrio entre la
inversión privada en actividades económicas y la protección ambiental,
siendo además el ente Rector del Sistema Nacional de Evaluación y
Fiscalización Ambiental presenta como funciones:

 La función evaluadora que comprende la vigilancia y monitoreo de la


calidad del ambiente y sus componentes (agua, aire, suelo, flora y
fauna). Además, abarca la identificación de pasivos ambientales del
subsector hidrocarburos.

 La función de supervisión directa que contempla la verificación del


cumplimiento de obligaciones ambientales fiscalizables que a su vez
comprende la facultad de dictar medidas preventivas, mandatos de
carácter particular y requerimientos de actualización de instrumentos
de gestión ambiental.

 La función de fiscalización y sanción que comprende la investigación


de la comisión de posibles infracciones administrativas, y la
imposición de sanciones, medidas cautelares y correctivas
dependiendo del caso.

 La función de aplicación de incentivos con la cual se administra el


registro de buenas prácticas ambientales otorgándose
incentivos para promover el sobrecumplimiento de la normativa
ambiental vigente.

En la actualidad, el OEFA presenta competencia en los sectores de


minería (gran y mediana minería), energía (hidrocarburos y electricidad),
pesquería (procesamiento pesquero industrial y acuicultura de mayor
escala) e industria manufacturera (rubros de cerveza, papel, cemento,
curtiembre, fundición de metales, biocombustible, elaboración de
bebidas, elaboración de azúcar y otros). Las demás actividades
económicas se encuentran bajo la competencia de las Entidades de
Fiscalización Ambiental (EFA) de ámbito nacional, regional o local, que
conforman el SINEFA, tema que abordamos renglones atrás. Respecto de
dichas entidades, el OEFA ejerce una función normativa y una función
supervisora a las EFA.

La fiscalización ambiental promueve una tutela ambiental efectiva a


través de la transparencia, la participación de la población, así como la
capacitación en fiscalización ambiental. Para ello, cuenta con el Servicio
de Información Nacional de Denuncias Ambientales (SINADA), por
medio de la cual todo ciudadano puede presentar una denuncia respecto
a hechos que podrían constituir infracciones ambientales y realiza
diversos talleres, foros, entre otros espacios académicos y actividades
dirigidas a la población en general[5].

4.3. De las Fiscalías especializadas en materia ambiental

Mediante Resolución de fiscalía de Junta de Fiscales Supremos 038-


2008-MP-FN de fecha 13 de marzo de 2008, se ve por conveniente crear
las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental, mientras que con
resolución de Junta de Fiscales Supremos 054-2008-MP-FN de fecha 25
de Julio del 2008, se amplía la competencia a las Fiscalías Provinciales
Especializadas de Prevención del Delito de los distritos judiciales donde
no se hayan creado las mencionadas. De esta manera ante ilícitos
ambientales el sistema penal-ambiental, dichas fiscalías presentan
similar accionar que en otros delitos.

La responsabilidad penal recae sobre el sujeto activo ya siendo esta una


persona natural o jurídica (en su gran mayoría son jurídicas), mientras
que el sujeto pasivo viene a ser el afectado producto de la comisión del
delito, usualmente una colectividad de individuos que han de constituirse
como parte civil dentro del proceso, con la finalidad de que se les haga
entrega de la reparación civil fijada en la sentencia expedida por el
juzgado correspondiente.

Usualmente los delitos ambientales son cometidos por personas


jurídicas, y por tanto, he ahí la interrogante: ¿las personas jurídicas
pueden delinquir? Conforme al principio societas delinquere non potest no
lo podrían hacer al no presentar dolo, es más siendo todo un conjunto
sistematizado ¿cómo aplicaríamos la pena? A simple vista no habría
como atribuirle cargos en su calidad de persona jurídica; pero si bien no
pueden delinquir tampoco se les exime de responsabilidad alguna, ya
que el juez puede adoptar para estos casos medidas tales como lo que
prescriben los artículos 105, 23 y 27 del Código Penal.

Curiosamente lo mencionado renglones arriba causa cierto


cuestionamiento en la población que entiende de derecho y es que, al dar
cuenta sobre lo prescrito en el art. 314-A, atribuyendo responsabilidad
penal a los representantes legales ante el accionar negativo de las
personas jurídicas que estos representan, deja mucho que desear lo que
menciona este precepto, dejando como “conejillo de indias” a quienes
asuman el mencionado cargo, pese a solo abordar temas de
representación legal, mas no aplicativa en el ámbito de contaminación
o alguna actividad que se vincule con el daño al medio ambiente.

4.3.1. Sobre el informe fundamentado en la investigación


penal en los delitos ambientales
El informe fundamentado es el documento con valor jurídico, que ha de
ser elaborado por la autoridad ambiental competente acorde con la
afectación producida en el ilícito penal, puede ser brindada a solicitud de
la autoridad fiscal encargada del caso; es pues un requisito de
procedencia en las investigaciones por la presunta comisión de delitos
ambientales, es decir, una condición de valor legal para el ejercicio válido
de la acción penal contra el o los imputados.

Su valoración en cuanto a su contenido ha de darse por la autoridad fiscal


en la etapa intermedia del proceso a fin de concluir si es necesaria o no
formular la acusación del caso o el sobreseimiento de la misma. De
conformidad a lo dispuesto en el art. 149.1 de la LGA, el informe
fundamentado podrá ser solicitado por el Fiscal en cualquier momento
de la etapa de investigación preparatoria y hasta antes de emitir
pronunciamiento en la etapa intermedia del proceso penal. Esto significa
que antes de pasar a juicio oral o antes que el fiscal emita su decisión de
acusar o archivar el caso, la exigibilidad del informe fundamentado en la
etapa de la investigación preparatoria, se da lo establecido en el nuevo
Código Procesal Penal, que en su art. 321 respecto a la finalidad de la
investigación preparatoria indica que esta etapa, persigue reunir los
elementos de convicción, de cargo y de descargo, que permitan al
fiscal decidir si formula o no acusación y en su caso, al imputado
preparar su defensa.

4.3.2. Autoridades ambientales competentes para la


elaboración y presentación del informe fundamentado

Por disposición en el DS 009-2013-MINAM, que reglamenta el numeral


149.1 de la LGA, la autoridad administrativa ambiental responsable de la
elaboración y presentación del informe fundamentado es la Entidad de
Fiscalización Ambiental nacional, regional o local (EFA) que ejerza
funciones de fiscalización ambiental, respecto de la materia objeto de
investigación penal en trámite. En caso de duda respecto a la EFA
competente para elaborar el informe fundamentado, el fiscal se
encuentra en las posibilidades de solicitar orientación al OEFA, cabe
señalar que el informe fundamentado deberá ser elaborado y remitido al
fiscal por la EFA competente, dentro de un plazo no mayor a treinta (30)
días hábiles, contados desde la recepción del pedido del fiscal de la
investigación preparatoria. El incumplimiento en la elaboración y remisión
del informe fundamentado por parte de la EFA competente, genera
responsabilidad funcional, de conformidad a lo establecido en el artículo
149.1 de la LGA y de lo establecido en la Ley de Procedimiento
Administrativo General[6].

5. Problemática presente en la aplicación penal-


ambiental

5.1. Confusión a nivel de competencias de las EFAS y


presunta corrupción

De todo el cúmulo de normas a aplicar se desconoce el enfoque


verdadero o la aplicación a brindarle, en múltiples ocasiones las EFA
desconocen su propia competencia, dilatando el tiempo e inclusive
derivando informes redactados de manera errónea a las Fiscalías
Especializadas en materia ambiental, el trámite administrativo no logra
perdurar de manera satisfactoria durante su trámite y muchas veces
queda en espera, la pluridad de las entidades; así como las propias
legislaciones o normativas de estas causa confusión en sus funciones,
atribuciones y competencias.

Por citar un ejemplo veamos el sector minero. Gran y mediana minería


está a cargo del OEFA, mientras la pequeña y artesanal minería queda
bajo supervisión de la Dirección Regional de Energía y Minas, la que
muchas veces presenta un alto grado de desconfianza en sus
labores, por sus altos índices de corrupción; gracias a los presuntos
cupos que toman de las pequeñas mineras a fin de no accionar contra
ellas, limitando una buena y correcta supervisión por parte de la
mencionada entidad.

5.2. Limitada especialización del personal fiscal


El Ministerio Público no está ajeno a la situación, y es que las pocas
fiscalías especializadas en esta materia así como el poco personal no
pueden cubrir a totalidad las denuncias formuladas, la complejidad de la
aplicación dificulta al personal fiscal la identificación propia del ilícito
penal trabajando teorías que en muchas ocasiones no son
acertadas, requiriendo ayuda del OEFA en la mayoría de oportunidades.

Recordemos que en derecho ambiental vamos más allá de la propia


legislación ya que se tiene que trabajar con recursos naturales, tema del
cual no se profundiza en aspectos de acusación para con el Ministerio
Publico, es más, estas fiscalías no se encuentran dentro de las zonas de
influencia de las actividades realizadas por las empresas o ni siquiera se
ubican dentro de las capitales de departamento. Por citar un ejemplo el
caso de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Áncash se
encuentra lejana de la capital del departamento, exactamente a unas
cinco a cuatro horas de la capital de Áncash.

5.3. Zonas vulnerables e impedimento de fiscalización


ambiental

El último punto a tratar sobre la problemática recae principalmente en la


sociedad, la poca cultura ambiental de la población es lamentable,
inclusive los jefes de familia ni siquiera brindan ciertas pautas a quienes
los siguen para al menos disminuir en algo tanto daño al medio
ambiente.

De otro lado las zonas donde se desarrollan los ilícitos ambientales son
ricas en recursos naturales tales como agua, minerales, flora, fauna y
demás, pero el problema surge cuando algunos pobladores de dichas
zonas defienden a quienes extraen algunos de los mencionados
recursos, impidiendo el acceso tanto de las mismas entidades de
fiscalización ambiental, prensa e inclusive al propio personal fiscal.

6. Conclusiones
 La reforma penal ambiental si bien ha tenido las intenciones de
proporcionar mejoras al mencionado sistema, ha ocasionado que con
la abundante legislación, tanto a nivel administrativo como penal
cause confusión al momento de su aplicación.

 Un aspecto que se ha dejado de lado por parte del legislador es la


de introducir aspectos científicos en cuanto al desarrollo de la
investigación penal, dificultando el entendimiento de lo que
verdaderamente se suscitó en la comisión de alguno de los delitos
mencionados al inicio del presente artículo.

 La sociedad de riesgo como tema sociológico no debe dejarse de


lado en este ámbito, así como definir posturas en cuanto a la
disyuntiva entre aplicar la normativa administrativa o la penal ante las
afectaciones para con el medio ambiente.

 Sobre las fiscalías especializadas en materia ambiental estas


requieren capacitación en esta área del derecho y definir las áreas a
las que se aboquen, el solo hecho de pretender perseguir cualquiera
de los delitos puede ocasionar problemas al momento de la
acusación, ya que se habla de distintas ciencias en la cuestión
ambiental: edafología, silvicultura, hidrología y demás. Una correcta
especialización e individualización puede llevar a tener mejores
resultados al momento de acusar como de investigar.

 Los esfuerzos del personal fiscal así como de las entidades de


fiscalización ambiental no son suficientes, se requiere intensificar el
apoyo desde lo legal hasta lo científico-tecnológico, la problemática
como vemos limita el buen trabajo de las mencionadas instituciones
no logrando una adecuada aplicación penal-ambiental en nuestro
vapuleado país.

VILLAVICENCIO, Felipe. Derecho Penal Parte General. Grijley. Lima.


[1]

2010, p. 93.

[2]
VELÁSQUEZ, F. Derecho penal. p. 345.
TIEDEMANN, K. “Relación entre Derecho Penal y autorización jurídico-
[3]

administrativa”. En:Temas de Derecho Penal Económico y Ambiental.


Traducción de José Luis de la Cuesta. p. 160.

[4]
Véase.

[5]
Véase.

[6]
Entidades de fiscalización ambiental – SPDA, p. 15.

"La responsabilidad penal recae sobre el sujeto activo ya siendo esta una
persona natural o jurídica (en su gran mayoría son jurídicas), mientras
que el sujeto pasivo viene a ser el afectado producto de la comisión del
delito, usualmente una colectividad de individuos que han de constituirse
como parte civil dentro del proceso, con la finalidad de que se les haga
entrega de la reparación civil fijada en la sentencia expedida por el
juzgado correspondiente."

Según los tipos penales ambientales, el agraviado es el Estado,


representado por el Procurador del Ministerio del Ambiente. Y los
juzgados ambientales únicamente reconocen como actor civil al
agraviado.
No estoy de acuerdo con esta posición asumida, pero no ha habido
reparaciones a particulares.

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