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Integración

y cultura

Sociología
General

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Integración y cultura
¿Por qué problematizar la cultura desde la sociología?
¿Podría pensarse una sociedad sin cultura? Claramente, la respuesta es:
no. La cultura posibilita la integración de una sociedad. Generalmente, los
integrantes de una sociedad se identifican con una cultura determinada.
Aunque hay muchas sociedades que son multiculturales, la cultura define a
una sociedad. No se podría explicar el mantenimiento del orden social si no
fuera a partir del concepto de cultura. Los padres de la sociología se han
referido a alguno de sus componentes para explicar cuestiones centrales
tales como la solidaridad social, la cohesión, la anomia, la acción social o la
reproducción de la desigualdad. Ya sea en un sentido crítico o funcional, la
cultura ha sido objeto de reflexión y estudio para los autores que hemos
denominado “clásicos” y a los que ya nos referimos en el módulo 1.

En el caso de Marx, planteamos la relación propuesta por él mismo entre la


estructura y la superestructura, en donde esta última – compuesta por los
elementos ideológicos de una sociedad– está condicionada por las
relaciones presentes en un modo de producción dado, de tal forma que la
posición social de los individuos define su conciencia. De esta manera, las
instituciones ideológicas de una determinada sociedad (religiosas, políticas,
legales, educativas) posibilitarían la reproducción de las relaciones de
explotación de una clase sobre otra.

En el caso de Durkheim, nos hemos referido a elementos culturales cuando


hablamos del nivel de integración y regulación social que mantiene la
cohesión social, según lo plantea en la obra El suicidio. Coherentemente
con esta mirada, el paradigma funcionalista observa la cultura en su
función de consolidar las pautas de conductas que son necesarias para el
mantenimiento de esa sociedad.

En el caso de Weber, desarrollamos la explicación ofrecida por el mismo


acerca del espíritu del capitalismo y su relación con la esfera cultural
religiosa: la ética protestante. Debe resaltarse el papel atribuido por Weber
a las ideas, los valores y las creencias, como motor de cambio. A raíz de
esto es que sus explicaciones de la modernidad se refieren a una nueva
forma de ver el mundo, ya no basada en los valores tradicionales, sino en la
racionalidad. Incluso al explicar el poder y la dominación, Weber insiste en
la cultura como constructo explicativo, ya que de acuerdo a su propuesta
son las creencias las que legitiman el ejercicio del poder.

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Como se puede observar, la cultura –aún bajo el rótulo de ideología,
conciencia, valores, etcétera— ha sido problematizada desde los orígenes
de la sociología y se ha recurrido a la misma para analizar y explicar el
comportamiento de los individuos en sociedad.

En el punto siguiente hablaremos de la amplitud del concepto de cultura,


de las nociones asociadas al mismo y de la relación entre cultura y
sociedad.

Descubriría que cultura es el muñeco de barro heco por


artistas de su pueblo, así como la obra de una escultor, de
una gran pintor, un gran místico, o de un pensador. Que
cultura es tanto la poesía realizada por poetas letrados omo
la poesía contenida en una cancionero popular. Que cultura
es toda creación humana (Freire, 1969, p. 97)

Cultura. La cultura en el discurso común


El concepto de cultura puede resultar amplio y difuso. Dentro de él se
incluyen nociones tales como ideología, mentalidad, representaciones
sociales, imaginario social, doxa y hegemonía.

Intentaremos en este primer punto hacer un abordaje inicial del concepto,


partiendo del origen de la palabra y puntualizando las distintas acepciones
que, de acuerdo a cada época, se han otorgado al concepto de cultura.

En primer lugar, la palabra “cultura” se asocia a una acción (cultivar) y a un


estado (cultivado), lo cual en última instancia nos remite a la idea de un
sujeto poseedor de cultura, o de ciertos objetos que serían parte de esta.

Durante el siglo XVIII la cultura, además de concebirse como un concepto


totalizante (esto es, en un sentido que va más allá de lo personal), estaba
asociada a un ideal de vida colectiva. Desde esta acepción, la cultura se
constituía en ciertos rasgos histórico-sociales que caracterizaban a una
nación y garantizaban la identidad colectiva de los pueblos (Fichte, como se
cita en Giménez Montiel, 2005). Tal era la función de la cultura.

Al mismo tiempo, se promovían ciertos valores utilitarios, bajo el nombre


de civilización y civilidad, que poseían la función de promover el ideal de
progreso material de la burguesía. Este proceso civilizador implicaba
ciertos tipos de control de la conducta y de las relaciones entre los
hombres, y se distinguía explícitamente de las manifestaciones del espíritu

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que se organizaban bajo el concepto de cultura. Retomaremos este punto
al hablar de orden social.

Es así como, durante el transcurso del mismo siglo XVIII, la cultura se


“autonomiza”, es decir, se desprende de sus funciones y se convierte en un
campo autónomo. Imaginemos la diferencia entre este nuevo tipo de
sociedad y las sociedades preindustriales: mientras que en las sociedades
preindustriales las actividades culturales se desarrollaban como
continuación de la vida cotidiana y tenían una función específica –religiosa,
práctica, ceremonial, etcétera–, en las sociedades modernas la cultura
aparece desligada de sus funciones, como un hecho per se.

Piensa en nuestra sociedad: ¿estas actividades forman parte de nuestra


cotidianeidad?, ¿o acaso hay espacios destinados a la experiencia cultural tales
como museos, teatros o centros culturales?

A partir de este distanciamiento entre la cultura y sus funciones iniciales se


constituye el campo cultural como un ámbito especializado y autónomo. Es
importante destacar cómo se separa el tiempo destinado al ocio y la
actividad cultural del tiempo de trabajo destinado a “ocupaciones serias”.
Lo más notable de este proceso es la forma en la que se impone la
perspectiva de que la cultura sólo puede ser obra de una minoría que no
sólo puede disponer del tiempo, sino además que posee cierto gusto
particular que le distingue del resto.

Sobre gustos… ¿no hay nada escrito?

En su obra El sentido social del gusto (2010), Pierre Bourdieu intenta


desmitificar la idea, que forma parte del sentido común, acerca de que el
gusto es un acto individual. Bourdieu se propone comprender la relación
entre lo económico y lo simbólico a partir de las relaciones de clase, pero
también tiene en cuenta otras formas de poder que contribuyen a la
diferenciación social. Es decir, no sólo el nivel socioeconómico del individuo
define la diferenciación entre clases, sino también la escuela a la que
asiste, los lugares en donde vacaciona, las cosas que consume, etcétera.

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Figura 1: El sentido social del gusto

Fuente: Bourdieu, 2010, http://goo.gl/27BqCS Último acceso: 21/01/2015.

Desde su perspectiva, ningún gusto es un acto individual ni existe la


creación intelectual libre. No existe la “genialidad” del artista o del escritor,
sino que toda creación está relacionada a la producción simbólica de una
época histórica. Esto implica que los criterios que definen una obra artística
como buena o bella son finalmente sociales y dependen del momento
histórico y el espacio en el cual se desarrollan. Al mismo tiempo el gusto,
construido socialmente e incorporado como una segunda naturaleza,
configura una predisposición a que algo guste o no, predisposición que
luego desarrollaremos bajo el concepto de habitus.

En dicho texto Bourdieu analiza minuciosamente las reglas que


determinan, en cada campo de producción cultural, qué se considera
valioso y qué no. Habla de la “purificación” de la cultura y de su
alejamiento del mundo cotidiano como resultado de relaciones sociales
específicas.

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Dice Bourdieu:

La estadística revela que el acceso a las obras culturales es el


privilegio de la clase culta. Pero ese privilegio tiene todas las
apariencias de la legitimidad, puesto que los únicos
excluidos son los que se excluyen. Dado que nada es más
accesible que un museo y que los obstáculos económicos
apreciables en otros ámbitos son allí escasos, al parecer se
justificaría invocar la desigualdad natural de las
“necesidades culturales”. (Bourdieu, 2010, p.43).

Bourdieu evidencia que en las clases menos instruidas hay una cierta
resistencia, quizás inspirada en un sentimiento de ineptitud o de
incomodidad, a visitar estos lugares lejanos a su cotidianeidad. De esta
manera, relaciona el gusto más con la disposición del sujeto (que depende
especialmente de la posición que ocupa) que con experiencias de
naturaleza individual.

La autonomización de la cultura
La autonomización de la cultura es un proceso que merece nuestra
reflexión por lo siguiente:

 por una parte, la cultura se aleja de sus funciones iniciales que le


otorgaban sentido;
 por otra, se separa de las esferas política, económica y científica, las
cuales se vinculan a la noción de civilización;
 finalmente, se impone la idea de que la cultura sólo puede ser obra de
una elite.

De acuerdo al análisis de Hugues de Varin (1976 en Giménez, 2005) que, la


cultura autonomizada ha ido pasando por diferentes fases, a saber: la
codificación, la institucionalización y la mercantilización.

La codificación de la cultura

El objetivo de por esta etapa era el de fijar y jerarquizar valores culturales.


Así, se definen estratos, tal como en el caso de las clases sociales, que de
manera completamente jerárquica poseen los bienes culturales
considerados “válidos”. La cultura se homologa a las bellas artes
(arquitectura, escultura, danza, música, pintura, literatura, cinematografía)
y representa el conjunto valorado por ser “de buen gusto”, distinguido,

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legítimo, artístico. En un segundo nivel, se ubica la cultura “tolerada”, es
decir, las manifestaciones artísticas que aun sin considerarse elementos de
distinción se incorporan a la sociedad. Ejemplo de la misma es el jazz, que
aunque no era considerado música erudita, se incorporó a la sociedad
masivamente. Finalmente, la cultura “marginal” incluye elementos no
tolerados (o no incluidos bajo el rótulo de “cultural”) que hoy podríamos
ejemplificar a través de la cumbia villera.

Lo interesante aquí, y que no debe pasar inadvertido, es que esta


tipificación se realiza en función de un ideal de valor asociado
fundamentalmente al cristianismo y a ciertos rasgos culturales europeos,
que distan bastante de la herencia y realidad latinoamericana.

La Institucionalización de la cultura

La segunda fase se da, según el autor, a partir de 1900, época en la cual se


observa un esfuerzo por parte del Estado por lograr el control y la gestión
global de la cultura, para lo cual diseña instituciones político-
administrativas que le permiten unificar y centralizar la cultura. Como
indica Giménez Montiel: “en esta fase se consolida la escuela liberal
definida como educación nacional obligatoria y gratuita; aparecen los
ministerios de la cultura como nueva extensión de los aparatos de Estado”
(Giménez Montiel, 2005, p. 37).

Retomaremos este punto al hablar de socialización.

Mercantilización de la cultura

En esta fase se observa la subordinación masiva de los bienes culturales a


la lógica del valor de cambio. La cultura se valora como factor de
“crecimiento económico” y es convertida en mercancía, es decir, se somete
a la ley de maximización de beneficios.

La mercantilización de la cultura provoca, por una parte, la desmoralización


de los creadores y reveladores de la cultura, que se convierten en meros
“operarios” de una fábrica de objetos culturales.

Por otra parte, y por esta misma concepción fabril de la cultura, genera la
estandarización de todas las culturas a escala internacional.

Cabe entonces preguntarse en dónde queda la especificidad de la cultura


como operador de identidad social, de comunicación y de percepción del
mundo.

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Referencias
Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
[Versión electrónica] Recuperado de http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/bo
urdieu_sentido_social_del_gus to.pdf Último acceso: 02/02/2015.

Freire, P. (1994). La Educación como práctica de la libertad. Buenos Aires: Siglo


XXI editores.

Giménez Montiel, G. (2005). Teoría y Análisis de la Cultura. México: Conaculta-


Icocult.

Referencias web:
Aki frases. En: http://akifrases.com/frase/196830 Último acceso: 22/01/2014.

Centro Cultural Proletario. En: http://proletario.cl/chavez-gramsci-y-la-


hegemonia/ Último acceso:
21/01/2015.

Encyclopedia of Marxism. En: https://www.marxists.org/glossary/people/l/e.htm


(Traducción propia del redactor) Último acceso: 21/01/2015.

Norbert Elias Fundation. En: http://www.norberteliasfoundation.nl/ Último


acceso 21/01/2015.

Portal de la educación Intercultural. En: http://aulaintercultural.org Último


acceso 21/01/2015.

Sitio Web Educar. En: http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=90007


Último acceso: 21/01/2015.

Video Milly y Moli (transmitido por Discovery Kids) y Como Hermanos


(transmitido por Disney XD). En:
https://www.youtube.com/watch?v=HlFKuXcTyv0 Último acceso: 21/01/2015.

Sitio web Le Proyect White (Elaboración propia sobre la base de caricatura


extraída de Velasco Reguero). En:
http://leproyectowhite.blogspot.com.ar/2012/04/pierre-bourdieu-1930-
2002.html Último acceso 21/01/2015.

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