You are on page 1of 2

Ser almas

de oración
en el siglo XX!

Estas preguntas pueden servir para plantearse algo decisivo en nuestra vida:

¿Soy alma de oración?

 ¿Rezo verdaderamente? ¿Dialogo, hablo, con Jesucristo?


 ¿Le escucho?

“La oración -escribe san Gregorio de Nisa– es una conversación o coloquio con Dios”.

 ¿Me voy enamorando de Dios? ¿Se lo doy todo? ¿Qué le estoy negando a
Dios? ¿Deseo quererle cada vez más?

Existe otra oración interior y continua -recuerda San Agustín– que es el deseo.
Aunque hagas cualquier otra cosa, si deseas el reposo en Dios, no interrumpas el
deseo. “Si no quieres dejar de orar, no interrumpas el deseo” (Comentarios sobre los
Salmos).

 ¿Le cuento al Señor las cosas que he hecho hoy, en qué he ocupado mi
cabeza, mi corazón… cuáles son mis ilusiones?

Santa Teresa de Jesús define la oración como “tratar de amistad, estando muchas
veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.

 ¿Medito el Evangelio?
 ¿Tomo notas que aviven mi oración, de un texto de la Liturgia, por ejemplo?
 ¿Hago actos de amor? Por ejemplo:“Jesús, te quiero y me gustaría quererte
cada día más…”.

«Orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?» -¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas,
éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias…, ¡flaquezas!: y
hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle
y conocerte: «¡tratarse!»”.

 ¿Le doy gracias? “Gracias, Jesús, porque esto y aquello me ha salido bien, y
he sido capaz de vencerme –con tu ayuda– en aquello que me costaba…”.
 ¿Le pido por alguna persona? “Jesús, te pido por este hermano mío, que no
va a Misa, por este amigo mío, que lo está pasando mal por unos problemas
que tiene…”.
 ¿Le pido ayuda con sencillez?

Recomienda san Agustín: “cuando reces, abre paso a la piedad, no a la palabrería”.


“Jesús, quiero ser santo, ayúdame a conseguirlo…”.

 ¿Me desahogo con Él? “Jesús, estoy cansado, un poco harto de esto o de lo
otro…, ayúdame”. ¿Le hablo de mis deseos, le cuento mis ilusiones? “Me
gustaría acordarme más veces de Ti durante el día…”.
 ¿Me abandono en Él? “Jesús, no he sido capaz de vencerme en este detalle
en el que te había dicho que iba a poner más empeño. confío en Ti: sé que
juntos lo conseguiremos…”.
 ¿Le pregunto?“¿Cómo podría hoy demostrarte mi amor? ¿En qué te gustaría
que fuera más generoso esta semana?
 ¿Le digo jaculatorias con el corazón?

Construir la interioridad no es cosa de un día. Es un trabajo arduo, exige el esfuerzo


cotidiano, la lucha del día a día con nuestras propias pasiones, con nuestros criterios
y con los del mundo (que muchas veces están todavía muy vivos en nosotros) con la
tendencia a comunicarnos irreflexivamente, con nuestra racionalidad” Madre
Concepción.

 ¿Es Dios lo más importante en mi vida? ¿Soy consciente de que hace falta
estar desprendido para seguir a Cristo? ¿Qué cosas me atan?
 ¿Valoro como medio de santidad las pequeñas cosas de cada día...o más bien
suelo quejarme de todo y de todos?
 ¿Trabajo en el control de mis miradas, mis palabras, mi curiosidad, para
construir día a día mi interioridad?
 ¿Miro a la Sma Virgen con el cariño de un buen hijo? ¿Le pido ayuda?
 ¿Me intereso por conocer la vida y las enseñanzas de nuestra Madre
Fundadora?
 ¿Soy un instrumento de unión, de alegría y de bondad dentro de mi familia,
mis amistades, grupos?

You might also like