You are on page 1of 27

Revista Espiga

ISSN: 1409-4002
revistaespiga@uned.ac.cr
Universidad Estatal a Distancia
Costa Rica

Azofeifa, Johny
El Malestar en la cultura: De la vigencia de Freud en la Modernidad
Revista Espiga, núm. 18-19, enero-diciembre, 2009, pp. 121-146
Universidad Estatal a Distancia
San Pedro de Montes de Oca, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=467847231009

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
El Malestar ABSTRACT
The following investigation emphasizes

en la cultura: the relevance of the magnificent approach


given by the creator of the psychoanalysis,

De la vigencia Sigmund Freud. This approach improved


the cultural and reflexive comprehension

de Freud en la of that period so significant for human


history like it is know in Modern Times.

Modernidad To do so, in a general descriptive way, we


will revise some topics and issues about
one of this mayor works Civilization its
Johny Azofeifa* Discontents.

KEYWORDS
RESUMEN
Sigmund Freud image, Culture,
El presente trabajo tiene como objetivo Civilization, Main Topics, Reviews,

APORTES
enfatizar la relevancia del inconmensu- Psychoanalysis, Modern.
rable aporte del creador del psicoanálisis
Sigmund Freud en la comprensión crítica
y reflexiva de ese periodo tan significativo ¡Hijo de analisio,
para la historia humana, como es el de la Freud, divina llama!
Modernidad. Para ello, de manera general Tú no precisas homenajes:
y divulgativa, nos abocamos a revisar algu- sabes bien de tu fama.
nos temas y valoraciones sobre una de sus Tu genio está mal dirigido
mayores obras: El Malestar en la cultura. Creemos a fines de inhibidos,
pero si te queremos reprimir,
violamos el principio de placer.
PALABRAS CLAVE ¡Deja en paz la libido¡
Imagen de Sigmund Freud, cultura, civili- Aunque muchos son hoy
zación, temas fundamentales, valoraciones, los que viven sin temor
y lo deben a Freud.
psicoanalisis, modernidad.
Todos los hombres de bien
te aclaman, y con sus voces
saludan a coro en ti
* Licenciado en Filosofía por la al Caballero de la Neurosis.
Universidad de Costa Rica. Profesor
de la Escuela de Estudios Generales (Poema aparecido en un diario
de la UCR y de Estudios Generales Vienés en los años 30’s)
de la Escuela de Ciencias Sociales y
Humanidades de la UNED. (Q.D.E.P.).

Rec. 12-9-08 Acep. 16-9-09

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 121


INTRODUCCIÓN expansión sin precedentes de las
fuerzas productivas y a la creación
Qué cosa es esa de la Modernidad?
de un mercado mundial: la globali-
Un intento de caracterización.
zación tan llevada y traída hoy.
Es diagnóstico ampliamente cono-
A juicio del teórico chileno Jorge
cido el que las tres más famosas
Larraín, las transformaciones que
versiones conocidas de los llama-
la modernidad (los últimos cuatro
dos padres de la ciencia social
siglos) ha producido se traducen
“los clásicos”, respecto a la com-
en los logros de la burguesía revo-
prensión de los aspectos cruciales
lucionaria que, al decir del padre
de la llamada modernidad, ellos
del socialismo científico, puso fin a
enfatizan su complejidad y multi-
todas las relaciones idílicas, patriar-
dimensionalidad que requiere ser
cales y feudales, que sustituyó las
hoy; –a principios del siglo XXI–
relaciones personales feudales por
abordado desde varios ángulos y
el nexo del dinero, que ahogó los
perspectivas.
fervores religiosos, los entusias-
En efecto, los tres paradigmas del mos caballerescos y los sentimen-
pensamiento clásico más importan- talismos filisteos con el agua de los
tes y aceptados dentro del pensar cálculos egoístas, que resolvió el
social representados por –sirvién- valor de la persona en el valor de
donos de la atinada expresión de cambio, que en lugar de las nume-
Ricoeur serían los otros “maestros rosas libertades reconocidas públi-
de la sospecha”-Marx, Durkheim y camente estableció la libertad de
Weber-, constituyen los esfuerzos comercio, que despojó de su halo a
más denodados por comprender todas las ocupaciones honorables,
y sancionar este rico y siempre que arrancó de la familia su velo
debatido tema de que constituye el sentimental y que no puede vivir
fenómeno de la modernidad. sin revolucionar constantemente
los instrumentos de producción.
Cada uno, según sus particulares
intereses, destaca un ángulo distin- En Durkheim, aunque el punto de
to. Para Marx lo que está en la base partida es igual que el de Marx, la
de la modernidad es el surgimiento sociedad feudal destaca menos el
del capitalismo y de la burguesía surgimiento de la burguesía como
revolucionaria, lo que lleva a una nueva clase revolucionaria y casi
no se refiere al capitalismo como

122 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


el nuevo modo de producción incalculables que entren a jugar,
implementado por ella. El impulso sino que uno puede, en principio,
fundamental de la modernidad es dominar todas las cosas por medio
más bien el industrialismo acom- del cálculo. Esto significa que el
pañado por las nuevas fuerzas mundo se ha desencantado. Uno
científicas. Estos dos elementos ya no necesita más el recurso a los
no solo lograron destruir el viejo medios mágicos para dominar o
orden sino que además, bajo su implorar a los espíritus, como lo
influencia, un nuevo orden social hacía el salvaje para quien tales
comenzó lentamente a surgir en el poderes misteriosos existían. Sin
seno de la sociedad antigua. embargo, los procesos de raciona-
lización y desencantamiento eran
Este nuevo orden tiene la ventaja concebidos por el llamado Marx
sobre el anterior de ser pacífico burgués como fenómenos milena-
y no militar; promover la indus- rios en la historia de la humanidad y
tria que ofrece a las naciones no sólo como ocurrencias típicas de

APORTES
medios para llegar a ser ricas
Occidente. Por lo tanto, la pregunta
y poderosas y reemplazar las
sobre su relación con la moderni-
enseñanzas de los sacerdotes
por la superioridad demostrada
dad era para Weber más especifica
de las proposiciones científicas. y tenía que ver con la forma espe-
Como a la larga ninguna socie- cial de racionalización que sólo se
dad puede ser estable si contiene había dado en Occidente con valor
elementos contradictorios e inco- y significado universales.
herentes, Durkheim pensaba que
“las sociedades modernas sólo Por eso, el maestro alemán admi-
conseguirían un equilibrio com- te que sólo en Occidente se da
pleto cuando se organicen pura- la ciencia que reconocemos como
mente sobre una base industrial. válida y que también allí el arte
(Larraín, 1996, 18) y la arquitectura adquieren carac-
terísticas únicas. Sin embargo, lo
En su justamente célebre Economía que caracteriza la modernidad por
y Sociedad, Weber señala cómo la sobre todo es la racionalización
modernidad aparece en estrecha que penetra las organizaciones
asociación con los procesos de racio- humanas constituyendo las buro-
nalización y desencantamiento del cracias: la “jaula de hierro” en su
mundo. Estos procesos implican atinada expresión.
“que no hay fuerzas misteriosas

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 123


Vemos entonces como, que además cen inmaduras, incompletas,
de industrialismo, capitalismo y subdesarrolladas o inferiores”
racionalización, sea necesario agre- (Larraín, 1996, 19)
gar otras dimensiones. El término
“moderno” puede definirse también Por supuesto, -señalemos- siguien-
como una forma de autoconciencia, do en esto al mayor pensador de
con un modo específico de vida y esta época, el padre del Idealismo
como una experiencia vital. Por un alemán, Jorge Guillermo Federico
lado, ha sido frecuentemente usado Hegel: el grado de autoconciencia
para expresar la conciencia de una de la modernidad no se adquiere
época que se considera nueva en de súbito sino que va evolucionan-
relación con un pasado antiguo e do históricamente. Para un autor
inmóvil. Lo moderno no respeta su de moda M. Berman, a quien sigue
propio pasado y se mira a sí mismo el mencionado Larraín; la clasifica-
como el resultado de una transición ción tiene tres etapas:
de lo tradicional a lo nuevo.
Una primera: desde principios del
La edad moderna se define a siglo XVI hasta el final del siglo
sí misma como el reino de la XVII, los niveles de conciencia
razón y de la racionalidad, que son bajos. Aunque los primeros
han desplazado a la religión, a escritos que muestran una con-
los prejuicios y supersticiones, ciencia acerca de la modernidad
a las costumbres tradicionales. como algo nuevo en oposición
De allí nace en ella el sentimien- a la sociedad feudal comienzan
to profundo de confianza en sí muy temprano, –por ejemplo en
misma, de superioridad tanto la obra de autores tan relevantes
con respecto al pasado como
como–: el genial secretario floren-
con respecto a otras sociedades
tino Maquiavelo, Rousseau, Bacon
donde todavía no ha llegado.
Esta fe en sus principios y en la
y Descartes, en general estos auto-
superioridad de su propio modo res todavía luchan por encontrar el
de vida, de acuerdo con Bauman vocabulario adecuado y por expre-
(el sociólogo alemán de moda sar una realidad que aun no com-
Y.A.S), lleva a la elite intelectual prenden plenamente.
europea a considerarse un punto
de referencia para la interpreta- La segunda fase, a partir de la ola
ción de la historia, medida de revolucionaria de fines de siglo
otras formas de vida que pare- dieciocho, cubre todo el siglo die-

124 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


cinueve. En este periodo el público Por otro lado, siguiendo el excelen-
comparte la experiencia de vivir te estudio del mencionado Larraín,
una época nueva y revolucionaria. señalemos cómo el concepto de
La idea de modernidad recibe su modernidad se refiere también a
formulación definitiva a partir del un modo de vida y de organiza-
discurso ilustrado del siglo de las ción social que surge en Europa
luces que destaca las ideas de cien- en el siglo XVI y se expande sub-
cia, progreso y razón: secuentemente por todo el mundo
conocido. Este modo de existencia
El mundo medieval poseía una combina valores y prácticas confor-
visión del mundo religiosa y madoras (disciplinantes Foucault
metafísica de carácter unificado, dixit) del modo de vida occidental
que expresaba una racionalidad que hoy enajenadamente nos tiene
objetiva. La modernidad cultu-
al borde de la extinción del plane-
ral que trae la Ilustración, por
ta: la democracia con el industria-
el contrario, es un intento por
lismo, la educación generalizada

APORTES
desarrollar la ciencia, la moral y
el arte como tres esfuerzos autó- con la cultura de masas, los merca-
nomos o esferas de acuerdo a su dos globales con las grandes orga-
lógica interna. Habermas sostie- nizaciones burocráticas. Esta edad
ne que Hegel fue el primer filo- nueva, denominada modernidad,
sofo que desarrollo un concepto tiene algunas discontinuidades
claro de modernidad en cuanto fundamentales con el pasado:
hablo de ella, en un contexto
histórico, como de edad nueva”. Hay que señalar en primer
(Larraín, 1996, 20) lugar que una de las caracterís-
ticas filosóficas principales de la
La tercera fase, que recién termina- modernidad es que sitúa al ser
mos o estaremos atravesando –esa humano en el centro del mundo,
es la discusión que hoy tenemos lo erige en la medida de todas
en los círculos académicos- en el las cosas, en contra de la visión
siglo XX, presencia la expansión del mundo teocéntrica que pre-
de los procesos modernizadores a valecía en la Edad Media. El ser
humano pasó a ser “el sujeto”,
todo el mundo, con el consecuen-
la base de todo conocimiento,
te desarrollo de una conciencia
el señor de todas las cosas, el
universal acerca de dicho proceso punto de referencia necesario de
modernizante. todo lo que sucede. El mundo
deja de ser el orden creado por

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 125


Dios y pasa a ser “naturaleza”, ticas de gobierno; en lo económi-
con una lógica propia y autóno- co: la formación de la economía
ma que el sujeto debe controlar. capitalista mundial, el surgimiento
De allí el interés de los pensado- de la industrialización y de los
res ilustrados por desarrollar la
mercados y el crecimiento de las
ciencia y la razón de acuerdo a
grandes organizaciones y sistemas
su lógica interna, liberada de la
burocráticos de administración; en
tutela religiosa. De allí también
su irrestricta confianza e interés lo social: la formación de clases y
en una educación secularizada el surgimiento de la división avan-
y autónoma que actué como zada del trabajo, y en lo cultural:
agente difusor y transmisor de el surgimiento de la educación
la ciencia, la moral y el arte”. universalizada y de una cultura
(Larraín, 1996, 20) secular y de masas, crecientemen-
te controlada por los medios de
Un segundo tipo de discontinui- comunicación o más bien de inco-
dad dado por el acelerado ritmo municación masiva.
de cambio que caracteriza a las
sociedades modernas, en lo que Pero la modernidad –enfaticémlo–
parte resulta de la separación del es también una experiencia vital.
espacio y el tiempo y en parte tam- El surgimiento de la modernidad
bién del desarrollo autónomo de la se asocia con una experiencia de
ciencia, el arte y el derecho. movilidad y cambio social, con
un sentido de lo dinámico y con-
Un tercer aspecto novedoso es el tingente. La modernidad expresa,
ámbito ampliado de los procesos por un lado, una conciencia aguda
de cambio: la modernidad acelera de lo efímero y transitorio, de lo
el proceso de interconexión entre contingente y fragmentario.
diferentes áreas del mundo y por
eso los procesos de cambio tienden El énfasis simultáneo en el cambio
a ser globales. y en el poder irrestricto de la cien-
cia se manifiesta en la persecución
Por último las instituciones típicas de un mejoramiento e innovación
de la modernidad son también incesantes propios de una relación
específicas y distintas. Podemos con la naturaleza y la sociedad libe-
enumerar las siguientes: en lo polí- rada de toda prescripción sagrada
tico, el surgimiento de las nacio- de cómo debe ser el mundo
nes-estado y de formas democrá-

126 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


La experiencia vital de lo efímero Terminemos este apartado de nues-
y de lo contingente –para decirlo tro artículo, donde hemos tratado
con el famoso dictum marxista: de dar una somera caracterización
–“Todo lo sólido se desvanece”– se de este fenómeno tan complejo y
agudiza en períodos de acelera- paradójico de la modernidad con el
ción del cambio y de crisis hasta acertado dictamen marxista sobre
el punto de que la realidad puede el mismo. En efecto, esta ambigüe-
empezar a vivirse como caos y que dad fundamental de la modernidad
sentimientos de desorientación y adquiere importancia con Marx. La
fragmentación se apoderan de los rebelión de las fuerzas producti-
individuos. Estos sentimientos, vas desemboca en crisis periódicas
fruto de una radicalización y exa- que crecientemente amenazan la
cerbación de la experiencia vital de existencia de la sociedad burguesa.
la modernidad, llevan a algunos Y en estas crisis, son destruidos
autores –sobre todo de los centros muchos de los productos y de las
dominantes del imperialismo– a fuerzas productivas mismas. De

APORTES
plantear el surgimiento de una allí que Berman sostenga que en el
nueva época de la historia: la lle- Manifiesto Comunista Marx esta-
vada y traída Postmodernidad: blece la polaridad que va a animar
y dar forma a la cultura del moder-
La imagen del mago evoca tanto nismo del siglo venidero:
el sentido maravilloso de sus
poderes y potencialidades como El tema de los deseos e impulsos
el terror a un mundo demónico insaciables, la revolución per-
(sic) que se vuelve incontrolable. manente, el desarrollo infinito,
Es esta idea la que está detrás la perpetua creación y renova-
de esa dualidad de la moder- ción en cada esfera de la vida;
nidad que, al decir de Berman, y su antítesis radical, el tema
“nos promete aventura, poder, del nihilismo, la destrucción
alegría, crecimiento, transfor- insaciable, el aniquilamiento y
mación de nosotros mismos y consumo de vida, el corazón
del mundo y, al mismo tiempo, de la oscuridad, el horror. Marx
nos amenaza con destruir todo muestra cómo ambas posibili-
lo que somos, todo lo que sabe- dades humanas están infundi-
mos” (citado Larraín, 1996, 23). das en la vida de cada hombre
moderno por los impulsos y pre-
siones de la economía burgue-
sa”. (Larraín, 1996, 24)

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 127


El inconmensurable incontrastables de hechos reales
registrados por la memoria). Las
aporte de Sigmund Freud razones del reciente descrédito
al entendimiento de la del psicoanálisis son sin embargo
modernidad múltiples: la mala práctica de
Como bien ha señalado reciente- algunos de sus adeptos; las teme-
mente el filósofo italiano Remo rarias derivas teóricas a las que
ha estado expuesto, cuando ha
Bodei, ninguno de cuantos hemos
sido utilizado como passepartout;
respirado el ambiente intelectual
su no infrecuente transformación
del fenecido siglo XX podemos sus-
en un (caro) taller de reparación
traernos a la obligación (o a la fas- del alma. Pero el psicoanálisis
cinación) de entendérnoslos con el está pagando también, paradó-
psicoanálisis. Tal saber se ha difun- jicamente, por su propio éxito:
dido invadiendo terrenos situados venciendo anteriores resistencias,
más allá de los límites específicos se ha convertido en parte inte-
de la disciplina, convirtiéndose en grante de nuestra cultura, que lo
una coiné o lengua franca que se ha interiorizado y metabolizado,
utiliza para interpretar múltiples proporcionándonos beneficios
fenómenos, sea en el ámbito de las enormes que tendemos a olvi-
dar”. (Bodei, 2006, 6)
ciencias humanas (suaves), sea en
la frontera entre éstas y las ciencias
Acertadamente enfatiza el suscrito
naturales (duras):
comentarista, que si bien no se
Ocurre con frecuencia que las puede asegurar cuándo volverán
teorías se distancian del senti- los días gloriosos de la teoría y la
do común para luego mezclarse terapia psicoanalíticas, ya hemos
nuevamente con él, tal vez para absorbido e incorporado lo más
quedar allí atrapados. Hoy está valioso del psicoanálisis. Freud –y
de moda hablar mal del psicoa- con él, en diversa medida, Jung,
nálisis, sobre todo en Estados Klein, Bion, Winnicot, Lacan, o
Unidos, donde se produce un más recientemente los frankfurtia-
proceso de negación de los fun- nos- se ha convertido a pesar de
damentos de la teoría freudiana
todo en un clásico. En su produc-
(con el ataque politically correct
ción científica, y sobre todo her-
a la hipótesis de que los abusos
sexuales en la infancia son gene-
menéutica, que si bien ha agotado
ralmente considerados resultado la capacidad subversiva de sus
de fantasías infantiles y no datos inicios, hoy descubrimos necesa-

128 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


riamente partes que han quedado vez más notable sobre la imagen del
caducas. Pero también, a un siglo hombre, de sus actividades psíqui-
o muchos decenios de distancia, cas y de sus productos culturales.
continúan produciendo, por ger- No existe hecho humano que no se
minación, nuevas ideas. Porque, encuentre afectado y transformado
justamente, los clásicos se parecen por la doctrina psicoanalítica: el
a viejos árboles que, una vez poda- niño se convierte en un “perverso
dos, vuelven a florecer en todas las poliforme”; el “pecaminoso” sexo
estaciones. Pero el mérito, también de la tradición se coloca en pri-
y sobre todo, corresponde a quien mer plano, con objeto de explicar
desarrolló y renovó el psicoanáli- la vida normal y, sobre todo, las
sis y a quien todavía, con esfuerzo enfermedades mentales; el “yo” y
y resultados a veces excelentes, su desarrollo se enmarcan dentro
continúa renovándolo. de una nueva teoría; las enferme-
dades mentales se afrontan ape-
Premonitoriamente este diagnós- lando a técnicas terapéuticas antes

APORTES
tico contemporáneo lo tuvo muy impensadas; los hechos del tipo de
en cuenta desde su Viena natal los sueños, los actos fallidos, los
a finales del siglo XIX, el genial olvidos, etc. –considerados por lo
creador de uno de los paradigmas general como hechos extraños, pero
fundamentales para entender y irrelevantes para la comprensión
diseccionar los complejos sucesos del hombre-se vuelven instrumen-
y problemáticas de nuestras atri- tos que sirven para contemplar la
buladas y enfermizas sociedades profundidad humana; fenómenos
modernas y ya casi cuasi postmo- como el arte, la moral, la religión
dernas: Sigmund Freud. e incluso la educación se ven ilu-
minados por una luz que todavía
Efectivamente, en el opúsculo Para hoy –inicios del siglo XXI- muchos
la historia del movimiento psicoanáliti- califican de “perturbadora”:
co (1914) Freud escribió: “El psicoa-
nálisis es (…) una creación mía.” Las costumbres se modifican
Esta “nueva ciencia” creada por debido a su choque con la teo-
Freud y (combatida al principio por ría psicoanalítica, y los términos
la mayoría, y aún hoy por bastan- fundamentales que ésta utiliza
tes) se hallaba destinada a ejercer (complejo de Edipo, represión,
censura, sublimación, incons-
una enorme influencia a la vuelta
ciente, “superyó”, transferencia,
de pocas décadas, un influjo cada

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 129


etc.) son ya parte integrante del ción personal con el creador del
lenguaje ordinario y -para bien psicoanálisis: el peruano Honorio
o para mal, con más o menos Delgado, psiquiatra e introduc-
propiedad, con razón o sin ella- tor del psicoanálisis en su país.
constituyen herramientas inter-
Delgado fue un gran germanófi-
pretativas del desarrollo más
lo que hablaba alemán y visitó a
global de la existencia humana.
Freud en Viena en 1923. Su libro
(Reale y Antiseri, 1988, 805)
Sigmund Freud (1926) cierra con la
Médico. psiquiatra, filósofo, inicia- siguiente evocación de su encuen-
dor e instigador de un movimien- tro con el maestro –el único testi-
to cultural de difícil y enormes monio sobre el encuentro de Freud
delimitaciones, Freud judío (como con un latinoamericano–:
no) nacido en Moravia, la antigua
Para concluir, resumiremos en
Checoslovaquia en 1856 y muerto
algunas palabras nuestra impre-
en Londres en 1939 está directa- sión personal del maestro.
mente presente con sus artículos Figura esbelta, fina, ligeramente
y obras, y su influjo se siente en encorvada. Sus movimientos no
múltiples aspectos de la cultura son del todo fáciles; se nota la
y de la vida contemporánea. Al influencia de los años. La fisono-
decir de Ricoeur sería uno “de los mía, morena, de rasgos nobles,
maestros de la sospecha” junto a textura delicada: se ve el espíritu
Marx y Nietzsche develadores de vigilante que anima y consume.
los secretos de la sociedad moder- Revela muchos dolores pasados y
na. Su peso e influencia van más acaso cierta tristeza. La mirada es
penetrante: esos ojos tienen toda
allá del ámbito de los especialistas,
la potencia acumulada de miles
invadiendo y transformando la
de años de voluntad dominado-
cultura literaria, filosófica, antro- ra, de ascetismo inmemorial, que
pológica y política de Occidente, han debido ponerse a prueba
en particular después de 1920. infinitas veces para lograr impo-
ner a los hombres el fruto de su
Biográficamente, nos parece inte- creación, como el héroe mitoló-
resante señalar que en una investi- gico que solo a costa de cruentas
gación reciente, acerca de los libros hazañas llega a la posesión de su
que Freud se llevó a su exilio en legítimo dominio…En conjunto,
Londres, en castellano figura un el semblante, sin ese sello de
único autor que tuvo una rela- extrema austeridad que se mues-
tra en la más conocida de sus

130 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


fotografías, obliga a reverencia e (…) Por algo ha dicho el mismo
invita a la cordialidad. Viéndole, Freud: “Es una pesada tarea la de
ocurrió a mi mente, impresionán- tener por paciente al género huma-
dome el parecido, la imagen del no íntegro”. (Gallo, 2006, 21)
“Séneca” de Rubens, de la pino-
teca antigua de Munich. (Gallo, La conciencia de la presencia de una
2006, 20) vida psíquica que no es del todo
controlable por la todopoderosa
En este retrato cálido y agradecido razón, presencia de lo inconciente,
del discípulo lejano, la personali- no se expresa sólo en el uso de crite-
dad de Freud: rios fútiles que han entrado a formar
parte del lenguaje cotidiano, como
Impresiona muy gratamente, sin
los relativos al lapsus significativo o
hacer él lo mejor por lograrlo.
al olvido no casual, sino sobre todo
¡Qué sencillez, qué bondad! Esto
es lo que más me ha impresio-
en las formas de la introspección
nado, mejor dicho, conmovido, por las que todos estábamos con-

APORTES
al hallarme ante el ímpetu de dicionados, en una mayor atención
la vida, sin vértigo, sin parpa- a las dinámicas impersonales no
deo, sin vacilar un momento, conscientes de la vida afectiva, en
con soberana lucidez, mirando una dimensión psicológica de la
hacia atrás, y que, marchando pedagogía, en el mismo modo de
en contra de la corriente, ha vivir la vida erótica.
remontado el curso hasta sus
fuentes, espantable criadero de En este sentido la presencia de
monstruos. Freud, y por tanto del psicoaná-
Cuando le pregunté sobre su lisis, en la autoconciencia de lo
salud, repúsome que no iba cotidiano, en forma indirecta o
bien. “Es natural –replique- ¡con mediata, en la cultura alta y en la
tanta labor!” “¡Oh! Exclamó- con mediana, pasa de los ámbitos res-
la guerra todo lo hemos perdido tringidos de los especialistas a los
y hay que trabajar mucho!” Sin más populares. Pero se trata tam-
embargo, la nota dominante de
bién de una presencia directa, con
su persona es, a no dudarlo, la
sus escritos y con su nombre, con
serenidad. La grandeza espiri-
tual y afectiva de este hombre
ese nombre simbólico del Padre
de genio, es comparable a su Freud en las estrategias políticas
fuerza mental –de ello tenemos de la iniciativa privada:
pruebas–.

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 131


Como escritor resulta fascinante Freud el burgués no puede ya
y seductor y no está conside- creer identificarse con su propia
rado un autor difícil, sino que buena voluntad: no se legitima
puede ser disfrutado por cual- ya según el modo de presentarse.
quiera y de hecho se dirige a Sabe que existe una contradicción,
cualquiera. Sus reflexiones no
y quizá un abismo, por debajo de
están dirigidas en principio a los
las apariencias; no puede preten-
especialistas, sino a la mayoría
de la clase burguesa culta. Y la
der convencer ni convencerse de
burguesía ha sido transforma- que todos sus actos son buenos,
da por él. Después de Freud expresados con buena fe o con-
la burguesía ya no fundamenta firmados por su éxito. En otras
sus propias certezas y su pro- palabras, al igual que los maestros
pia legitimación en una inves- de la sospecha citados anterior-
tidura de carácter religioso (el mente, Freud retoma, ejemplariza
alma como huella vital de la y sistematiza una duda, una grieta
trascendencia, fuente continua en la autocomplacida autoconcien-
y misericordiosa de una identi- cia moderna: retoma y acentúa
dad inatacable) ni tampoco en
una crisis. Nos demuestra que el
el mecanismo de autolegitima-
individuo burgués –liberal-, que
ción racional que por un tiempo
creyó que podía ser el espejo de
el hombre occidental no sabe ver-
su identidad: esperanza de un daderamente por qué actúa de un
momento de máxima expansión cierto modo: contra veinte siglos de
colonial y máxima confianza en pretendido racionalismo; la clave
la ciencia, cuando la idea de de las acciones humanas no está
progreso, como luz que avanza en su justificación moral oficial y
lentamente en el tiempo y en no puede ser aprehendida direc-
los espacios geográficos, parecía tamente con una buena voluntad
asegurar en el hombre europeo introspectiva que aparece, ahora,
la certeza serena de estar en lo con ribetes –para citar la famosa
justo. (Jervis, 286)
expresión de otro maestro de la
sospecha del siglo que acaba de
De manera implacable e intem-
fenecer, J.P. Sartre mala fe–.
pestiva, el padre del psicoanálisis
contribuyó a destruir definitiva- En justicia, el maestro vienés es un
mente la legitimación religiosa y racionalista crítico: el psicoanálisis
también la ilusión de la autotrans- no es la psicología de la crisis, es
parencia victoriana. Después de un instrumento de dominio de la

132 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


racionalidad sobre la psique. La Podemos asegurar, por nuestra
misión del analista, según Freud, parte que, contrario a percepciones
no es poner en tela de juicio el trasnochadas como las del positi-
modo de actuar burgués, sino pro- vismo o como las popperianas, la
porcionar a la conciencia un nuevo ciencia psicoanalítica, más allá de
instrumento que asegure una mejor sus aplicaciones terapéuticas, es
operatividad. En el centro del pen- una forma de autoconciencia críti-
samiento freudiano, en palabras ca, de hermenéutica, no una forma
del teórico italiano G. Jervis, hay de autocompasión. Freud fue –al
una hipótesis fundamental: modo socrático- un moralista rigu-
roso, extremadamente exigente
No existe civilización ni pro- hacia sí mismo y no menos seve-
greso sin la utilización social de ro hacia los demás, fuertemente
las energías instintivas indivi- motivado para la productividad
duales, que es al mismo tiempo intelectual y el crecimiento y afir-
represión del empuje personal
mación del movimiento psicoanalí-

APORTES
dirigido a obtener a cada instan-
tico, poco tolerante de disidencias,
te el máximo placer. Si es cierto
que el precio de esta represión
decididamente negativo respecto
es la neurosis de todos, tam- a la posibilidad de transforma-
bién es cierto que el sufrimien- ción político-social, hostil hacia los
to manifiesto es el resultado nacientes movimientos socialistas,
de un desconocimiento de los poco simpatizante con sus alum-
propios mecanismos represivos nos más jóvenes que optaban por
que coincide con una mala ges- la adhesión a la izquierda y por
tión de la energía instintiva. La posiciones antinazistas. Fue hasta
misión indicada por Freud con- sus últimos días una persona de
siste en abrir nuevos caminos, enorme estatura moral e intelec-
a través de los cuales la energía
tual y tuvo el don de conjugar la
instintiva pueda doblegarse a
originalidad y la capacidad de sín-
las exigencias de lo social sin
perder su propio vigor, ni diri-
tesis, que son quizá las principales
girse contra sí misma, con el características del genio:
fin de producir el máximo de
operatividad y de cultura con el Pero el mensaje freudiano,
mínimo de sufrimiento”(Jervis, menos rigurosamente objetivo
1985, 287) y científico de lo que quería su
fundador, es de hecho poco fun-
cional para la razón burguesa.

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 133


Mirándolo bien, por debajo de inocencia del niño o en el seno de
la proclamada confianza freu- la institución familiar; reivindicar el
diana en la razón, está presente papel subversivo de la sexualidad;
un profundo pesimismo. No es mostrar las vertiginosas profundi-
solamente cierto aquello de que
dades de la psique; liberarnos, al
“donde estaba el Ello deberá
menos parcialmente, de las angus-
estar el Yo”, sino que también
tias sin nombre que fermentan en
es cierto que “el Yo no es dueño
de su propia casa”; no es tan la intersección (en la interfaz –en el
superable el contraste entre las lenguaje al uso–) entre conciencia e
exigencias instintivas y las exi- inconciente -ese nuevo continente
gencias de represión social; y descubierto por Freud–. El psicoa-
no es tan fácilmente sanable la nálisis nos ha enseñado –lo que no
tensión que lleva a todo hombre es poca cosa– a mirar (more socra-
a esperar, y a sucumbir, en las ticum), dentro de nosotros, a ver el
propias ilusiones. Más allá de un alma dividida, no compacta, frágil a
proyecto de integración, la idea veces en sus delicados equilibrios:
de Freud conserva un carácter
molesto (y por lo tanto revul- Nos ha hecho descubrir el incon-
sivo en potencia) de lo que no ciente en un sentido dinámi-
deja de interpelar a la conciencia co; ha explicado los sueños, el
sin proporcionar las respuestas chiste, las neurosis. Ha mostra-
seguras que quisiéramos en cada do cómo, cuando educamos a
momento. (Jervis, 1985, 288) nuestros hijos, el que habla o
impone reglas y prohibiciones
no es nuestro Yo, sino nuestro
La última teoría de la Superyó, esa figura psíquica, en
civilización de Freud: un parte inconciente, que es la here-
breve análisis del dera de todos los mandamientos
El Malestar en la cultura y la suma de todas las figuras
que alguna vez tuvieron influen-
El psicoanálisis, en efecto, ha con- cia y autoridad sobre nosotros.
seguido destapar la olla de grillos a Lo que significa que educamos
la que se habían arrojado desorde- a nuestros hijos repitiendo nor-
nadamente los contenidos y las for- mas más antiguas que aquellas
mas de nuestros conflictos, de nues- de las que tenemos conciencia,
tras aspiraciones y nuestros deseos, normas que hemos interiorizado
revelar la maraña de efectos ambi- y pertenecen a la cadena de las
guos que se agitan en la supuesta generaciones pasadas. Por otra

134 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


parte, el psicoanálisis nos ha nadie puede sentirse de entrada
enseñado a ver –en la familia y “normal”: la normalidad es un
en el individuo– un fenómeno punto de equilibrio que se alcanza
que no deja de manifestarse: la tras una serie de luchas internas y
presencia de enormes conflictos externas, un estado que nunca
que ni la familia ni el debilita- está garantizado. Estos legados
do individuo están capacitados del psicoanálisis, integrados en
para contener y controlar. Nos el campo más vasto de la cultura,
ha permitido por ello ver cómo son ya imposibles de eliminar.
la hipertrofia del Yo se relacio- (Bodei, 2006, 9)
na tanto con la pérdida de la
autoridad de la tradición y las Creemos sumamente interesante,
instituciones, sedimentadas en contraponer –en este momento– a
el Superyó, como con la presión esta positiva y afirmativa valora-
ya no suficientemente contenida ción del psicoanálisis, y en par-
de los deseos. (Bodei, 2006, 8-9)
ticular de la obra de Freud, esta
otra opinión, –que sin duda–, nos

APORTES
Lúcidamente, el historiador de la
muestra otra cara del evidente-
filosofía italiano, enfatiza cómo de
mente controversial proyecto psi-
este modo el Yo se ha expandido
coanálitico:
y debe continuar expandiéndo-
se para conquistar porciones de Despiadada escuela de egoísmo,
un Ello saneado, pero que se ha el psicoanálisis se encarniza con
vuelto más débil, más indefenso, el mayor cinismo contra mucha-
más expuesto a los ataques com- chas un poco asombradas por
binados y complementarios de las la vida a las que transforma en
mayores exigencias de satisfacción unas criaturas innobles de un
pulsional y de la desorientación de egocentrismo delirante, ya que
las instancias del Superyó: sólo pueden suscitar un legítimo
disgusto… Mezquindad, egoís-
Es como si, caídas las barreras del mo, arrogante estupidez, ausen-
individuo “liberal” responsable, cia completa de sentido moral,
se hubiese dado vía libre a la incapacidad crónica de amar:
satisfacción de deseos que el prin- he aquí el retrato exhaustivo de
cipio de realidad lograba antes una mujer analizada… Su psi-
controlar, puesto que han desapa- coanálisis la transformó en una
recido los frenos e inhibiciones de verdadera basura, sin tripas, sin
carácter institucional y familiar. conciencia… (…) cuanto más
Después del psicoanálisis, en fin, innobles sean mejor les irá…

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 135


todo un programa; pero ella iba y posterior rechazo de sus mejores
a ponerlo en aplicación punto discípulos, la lucha cotidiana con-
por punto. (Bardotti, 2007, 6) tra el cáncer (con el cual tuvo que
lidiar 16 dolorosos años y 33 ope-
Señalemos cómo, en la última fase raciones) y, como telón de fondo,
de su larga y productiva vida, el la crisis europea que conduciría a
padre del psicoanálisis prestó cada la Segunda Guerra Mundial y el
vez mayor atención a las cuestio- abrupto ascenso del nazismo que
nes relativas a la civilización, sus finalmente lo obligará a exiliarse
raíces y su efecto en la psicología en el año 1939 a Inglaterra.
humana. Estaba particularmente
interesado en determinar cómo la Contrario a estos enfoques un tanto
cultura en su totalidad ayudaba o unilaterales, por nuestra parte cree-
dificultaba el ingente deseo huma- mos que la explicación de un texto
no por alcanzar la felicidad. Freud se encuentra en él mismo. En este
trató –fundamentalmente- esta sentido, El malestar en la cultura
problemática en dos libros muy indicaría un punto en el cual el des-
conocidos, El porvenir de una ilu- cubridor del psicoanálisis, después
sión (1927) y El malestar de la cultura de alcanzar una meseta en su ela-
(1930) y ¿Por qué la guerra? (1933). boración teórica, se vuelve y con-
templa el horizonte que se desplie-
Se ha señalado que, evidente- ga a sus espaldas desde la atalaya
mente, El malestar en la cultura de sus últimos trabajos. Para tener
es la expresión del pesimismo de una medida de esta obra, conviene
Freud en el ocaso de su vida. Pero entonces inscribirla en la corriente
haría falta determinar la índole del de un pensamiento en perpetuo
malestar en cuestión y, por ende, devenir, que nunca dejó de cons-
el objeto del pesimismo freudiano. truirse contra sí mismo, carácter
La crítica erudita -que nunca se que explica su tensión, contenida
siente incómoda cuando explica la por un estilo de sencillez clásica
obra por medio del hombre-, atri- pero perceptible a la distancia de
buye frecuentemente la amargura sus más de setenta años de escrita.
del último Freud a las vicisitudes
de su vida: la imborrable marca Su discípulo (uno de los pocos que
del traumatismo que fue para él lo siguieron hasta el final) y más
la Primera Guerra Mundial, los famoso biógrafo Ernest Jones, nos
duelos de su familia, la defección

136 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


brinda una vivida presentación de que –en cuanto es posible hacer-
dicho texto: lo así aquí, sin contar con una
biblioteca- acaba la obra. Trata
En 1929 Freud reanudó su activi- ésta de la civilización, conciencia
dad literaria y escribió otro libro. de culpabilidad, felicidad y pare-
Comenzó a hacerlo en julio y cidas excelsas cuestiones, y se me
terminó el primer borrador al antoja, a mi entender con toda la
cabo de un mes más o menos. razón, muy superflua en contra-
El título que en un comienzo le posición a mis primeras obras, en
quiso poner era Das Unglück las que siempre había un impul-
in der kultur (La desdicha de so creador. ¿Pero que otra cosa
la cultura), pero luego lo cam- podría hacer? No puedo pasarme
bio por Das Unbehagen in der todo el día fumando y jugando a
kultur (El malestar en la cultu- las cartas, no debo andar dema-
ra). Unbehagen fue una pala- siado, y la mayoría de lo que hay
bra para nosotros de difícil tra- para leer ya no me interesa. Así
ducción, puesto que el término que me puse a escribir, y el tiem-

APORTES
inglés más apropiado “dis-ease” po transcurría de esta forma muy
(desazón) resultaba anticuado. agradablemente. Al escribir esta
El propio Freud sugirió “Man’s obra he descubierto de nuevo las
Discomfort in Civilization” (El verdades más triviales. (Jones,
desasosiego del hombre en la 2003: 614)
civilización), pero finalmente se
tituló Civilization its Discontents Nos permitimos –en este momen-
(El descontento en la civilización) to– transcribir el importantísimo
–en la versión castellana El males- resumen valorativo que de esta
tar en la cultura)-. En el plazo de obra realiza este significativo
un año se agotó por completo la autor, que fue sin duda uno de los
edición de 12.000 ejemplares, y primeros que la leyó:
hubo de reeditarse. No obstan-
te el mismo Freud quedó muy En El malestar de la cultura
insatisfecho por el libro. Así lo Freud hacía la más comple-
notificó a Lou Andreas Salome: ta exposición de sus ideas en
“Su acostumbrada perspicacia le el campo de la sociología, un
habrá hecho suponer por qué he campo que, tal como dijo en
demorado tanto la respuesta a su alguna ocasión, “no puede ser
carta. Ya le ha dicho Anna que otra cosa que una psicología
estoy escribiendo algo, y hoy he aplicada”. El libro comienza con
terminado la última frase, con la el problema más amplio posible:

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 137


la relación del hombre con el uni- constituir el objeto del universo,
verso. Su amigo Romain Rolland y las posibilidades de infelicidad
le describió una emoción mística se hallan más a nuestro alcance.
de identificación con el universo, Las causas de esta última son
a la que Freud llamó sentimiento el sufrimiento corporal, los peli-
“oceánico”. Sin embargo, Freud gros del mundo exterior y los
no podía hacerse a la idea de que problemas de nuestras relaciones
esto fuera un elemento prima- con nuestros semejantes, acaso
rio del espíritu, y lo recondujo la más dolorosa de todos ellos”
al estadio más primitivo de la (Jones, 2003, 615)
infancia, a una época en que no
se establecía distinción alguna Sigue diciendo el discípulo irlan-
entre el yo y el mundo exte- dés, que moriría en 1958, dos años
rior. Freud planteaba entonces la después de finalizar su opus magna
cuestión del objeto de la vida. En sobre el padre del psicoanálisis:
su opinión este planteamiento
no tenía sentido estrictamente A continuación se ocupaba de
hablando, al basarse en premisas las relaciones sociales, el verda-
no demostradas; como observa- dero origen de la civilización.
ba, se trata de un problema que Éste tenía lugar merced al des-
raramente se plantea respecto cubrimiento de que un cierto
al mundo animal. Por tanto, se número de hombres que fijaban
centró en la más modesta cues- límites a su propia satisfacción
tión de cúal es el fin que pone eran más fuertes que un hombre
de manifiesto la conducta huma- solo, por fuerte que éste fuera,
na. Éste le parecía sin discusión que se hubiera acostumbrado a
la búsqueda de la felicidad, no gratificar sus impulsos sin res-
sólo de la felicidad en su sentido tricción. “La fuerza de este cuer-
más limitado, sino también de po unido se contrapone como
la dicha, placer, tranquilidad de “Derecho” a la fuerza de cual-
espíritu y contento: la satisfac- quier individuo, que se condena
ción de todos los deseos. La vida como “fuerza bruta.” La susti-
se halla sujeta al principio placer- tución del poder de un hombre
dolor. En su forma más intensa solo por el poder de un grupo
ello solo tiene lugar como fenó- unido representa el paso decisi-
meno episódico; cualquier conti- vo hacia la cultura. Su carácter
nuación del principio del placer esencial reside en la circunstan-
se experimenta únicamente como cia de que los miembros de la
un tibio bienestar. La felicidad comunidad han restringido sus
humana, por tanto, no parece

138 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


posibilidades de satisfacción, fia.” Estas restricciones imponen
mientras que el individuo no un duro tributo en forma de
reconocía semejantes restriccio- neurosis generalizadas que se
nes. Por consiguiente, el primer acompañan de sufrimientos y
requisito de una cultura es el de de la consiguiente reducción de
la justicia, es decir, la seguridad la energía cultural disponible.
de que, una vez establecido un
¿Por qué la comunidad civiliza-
orden jurídico, no será infrin-
da no podría consistir en pare-
gido en beneficio de cualquier
jas de individuos felices ligados
individuo. (Jones, 2003, 615)
entre sí únicamente por intere-
ses comunes? ¿Por qué necesita
A continuación sigue relatando el además extraer una energía que
distinguido biógrafo y uno de sus deriva de una libido cuyo fin
primeros discípulos: está inhibido? Freud halló una
clave al interrogante conside-
Esta situación conduce inevi- rando el precepto “amarás al
tablemente a un interminable prójimo como a ti mismo” no

APORTES
conflicto entre las pretensiones sólo como poco práctico, sino
de libertad del individuo para indeseable por muchos concep-
obtener satisfacción personal y tos. Esta gran carga impuesta
las demandas de la sociedad por la sociedad tiene lugar por el
que con tanta frecuencia se les fuerte instinto de crueldad agre-
oponen. Entonces Freud pasaba siva del hombre. “Debido a esta
a discutir la cuestión, tan vital primordial hostilidad entre los
para el futuro de la civilización hombres, la sociedad civilizada
de si era o no este conflicto se ve constantemente amenaza-
irreconciliable. A este respecto da de desintegración. La cultura
fijaba una lista impresionante tiene que recurrir a cualquier
de restricciones que pendían esfuerzo que sea necesario para
sobre la vida sexual del hombre: levantar barreras a los instin-
prohibición de autoerotismo, tos agresivos del hombre.” Esta
impulsos pregenitales, incesto tendencia a la agresión, que en
y perversiones; limitación a un opinión de Freud representaba
sexo, y en última instancia a un el obstáculo más formidable a
compañero. “La vida sexual del la cultura, es “una disposición
hombre ha sido seriamente per- humana innata, autónoma e ins-
judicada, y en ocasiones produce tintiva. (Jones, 2003, 615)
la impresión de ser una función
que se halla en proceso de atro-

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 139


En su valoración final, el fiel dis- su expresión aparente constituye
cípulo y continuador de la revolu- un sentimiento de angustia, de
cionaria saga freudiana señala: malestar general o infelicidad”.
La intención de presentar el sen-
La forma más típica de hacer timiento de culpabilidad como
frente a esta realidad de la agre- el problema más importante de
sión consiste en interiorizarla la evolución de la cultura, seña-
en la parte del yo denomina- lando que el precio pagado por
da superyó o conciencia. Ésta el progreso de la cultura consiste
experimenta entonces la misma en la pérdida de felicidad a que
tendencia de dura agresividad se llega con el aumento del senti-
hacia el yo que el yo le hubiera miento de culpabilidad.
gustado ejercer contra los demás. …El malestar en la cultura se
La tensión entre los dos constitu- nos presenta como el despliegue
ye lo que se llama el sentimiento de las tesis metapsicológicas de
de culpabilidad. Un sentimiento Freud a escala de la comunidad
de culpa no procede de un sen- humana, siguiendo la línea de
timiento innato de pecado, sino Tótem y Tabú y Psicología de las
del miedo a la pérdida del amor. masas y análisis del yo. Con diez
Y cuando el superyó se halla años de intervalo, esos dos textos
firmemente constituido, enton- habían planteado ya, en efecto, el
ces, el temor a la desaprobación principio que sustenta El malestar
se hace incluso más fuerte que en la cultura: que no se puede
el miedo a la desaprobación de estudiar el destino del individuo
las otras personas. La simple por fuera del de la comunidad
renuncia a un acto prohibido no en la cual ésta inserto, que uno
libera ya a la conciencia, como y otro son partes solidarias de
bien saben los santos, porque una misma estructura. Situado
todavía subsiste el deseo. Por en este contexto, El malestar en
el contrario, la privación, y más la cultura no aparece ya como un
todavía la desgracia, intensifican ensayo de sociología, así como
el sentimiento de culpa porque Tótem y Tabú no era un ensayo
se consideran como merecedores de antropología: a partir de algu-
de castigo, llegados a este punto, nos materiales clínicos o míticos,
Freud adelanta la original idea reales o fantasmáticos, los dos tex-
de que el sentimiento de culpa es tos articulan una lógica subjetiva
la respuesta concreta a la agresi- cuyas conclusiones, retrospectiva-
vidad reprimida. Puesto que es mente, se revelan premonitorias
hasta tal extremo inconsciente, (Rey-Flaud, 2005, 11)

140 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


Como hemos señalado anterior- se hace posible renunciando al nar-
mente, a fines de la década de los cisismo para ingresar a un mundo
veinte y principios de los treinta, de límites, es decir al mundo de la
Freud retoma esa empresa en tres castración y de la muerte. No obs-
escritos que plantean la cuestión tante, agrega, ese renunciamiento
del destino de los hombres a través jamás se consumará del todo pues
del destino de las comunidades el recuerdo del yo primordial “ili-
humanas: El porvenir de una ilusión mitado” mantendrá en lo más pro-
(1927), El malestar en la cultura fundo del hombre una reivindica-
(1930) y ¿Por qué la guerra? (1933). ción que ninguna represión podrá
Siguiendo el principio expuesto en extinguir y que alimentará un odio
el primero de estos textos, El males- irreprimible contra todo lo que se le
tar en la cultura reconstruye la filo- presente como invocación al orden
génesis de la civilización a partir del renunciamiento. La auténtica
de la ontogénesis del sujeto. Esta fuente del sentimiento religioso se
vez, Freud parte del “sentimiento asienta sobre este principio: “la nos-

APORTES
oceánico” que su amigo el escritor talgia por la protección del padre”.
francés Romain Rolland propuso
en calidad de fuente del senti- Debe hacerse notar que, al expo-
miento religioso. Freud da cuenta ner este proceso, Freud se ubica
de ese “sentimiento” interpretán- en una segunda disposición que
dolo como una reminiscencia del no es ya la del “yo realidad”
(Real-Ich) sino la del yo-pla-
yo-real originario, sin borde, sin
cer (Lust-Ich). Esta disposición
temporalidad, del cual el sujeto-
corresponde a un momento en
realidad “acabado” guarda un que el corte encarnado en la
oscuro recuerdo bajo la forma del pérdida del pecho materno ya
sentimiento del infinito. ha acaecido, y el hombre ha sido
arrojado al desamparo de un
Ese estado mítico originario, figura mundo en el que no le queda
del primer narcisismo, nos presenta otro recurso que apelar al Otro
un mundo en el cual no pasa nada, todopoderoso para restablecer
puesto que nada puede acontecer el estado “oceánico original des-
en ese apeiron que no ofrece al acto trozado”. La invocación al padre
hito alguno de lugar o de tiempo. es, por lo tanto, una demanda de
Freud, entonces, invierte el argu- amparo dirigida a un “salvador”
que podrá proteger al hombre
mento de Romain Rolland y mues-
de la castración y de la muerte,
tra que para el hombre la vida sólo

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 141


en un mundo donde la castra- al hermano. –El engaño ontológico
ción y la muerte ya han aconte- del Otro y la rebelión del sujeto– La
cido” (Rey-Flaud, 2005, 26) civilización es expresión del deve-
nir subjetivo individual–.
Siguiendo a Rey –Flaud, hagamos
en este momento una pequeña y El núcleo del renunciamiento al
somera enunciación de los prin- goce narcisístico que está en el
cipales temas de la obra referi- origen del “malestar” que fustiga
da: Los dos primeros capítulos al hombre culturalizado esclarece
introductorios de El Malestar en la de manera especial la represión
Cultura plantean la cuestión de la de la sexualidad que se expone
nostalgia del narcisismo y pasan en el capítulo IV. Las limitaciones
revista a los posibles caminos de que impone la naturaleza hostil:
retorno a ese estado primordial; en la Ananké (el trabajo)– Devenir de
el primer capítulo, Freud se lanza Eros: “El día en que el hombre se
a resolver de manera psicoanalí- irguió”. Las metamorfosis de Eros:
tica el verdadero valor del “senti- nacimiento del amor. Los avatares
miento oceánico” refiriéndolo al de la sublimación: la amistad y el
tema del surgimiento de la actitud amor por la creación entera.
religiosa como sustituto del des-
amparo infantil– La religión sería Después de esta exposición sobre
una ilusión, una neurosis social–. la génesis y las distintas declinacio-
En el capítulo segundo: La obra nes del amor, Freud aborda en el
nos refiere al trabajo anterior “El capítulo V lo que se resiste al man-
Porvenir de una ilusión” –donde dato del amor y es fundamento del
contrapone El Principio de Placer “malestar en la civilización”: el odio.
al Principio de Realidad– Ejes de Arqueología del odio: el odio por lo
la Economía Libidinal extraño en sí mismo. El redoblamien-
to del odio: odio contra el Otro del
A partir del capítulo III, Freud ingre- lenguaje. Los “individuos dobles”,
sa de lleno a la problemática de la la elección obsesiva. El tabaco como
civilización y se pregunta cómo se remedio del malestar de la civiliza-
constituye la matriz del orden de ción. “Amarás a tu prójimo como a
la civilización. El orden de la cul- ti mismo”. El amante de la verdad.
tura confirma que está instituido Las tres pasiones del ser humano: la
por la muerte del Otro primordial indiferencia, el odio y el amor.
y que está consagrado por el odio

142 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


En el capítulo VI, Freud expone el A MODO DE CONCLUSIÓN
principio de sus últimas concep-
La lucha por la liberación de la
ciones mito-lógicas, según las cua-
“economía libidinal” en el nuevo
les la vida del hombre es producto
siglo: Podemos concluir señalando,
del entrelazamiento de la pulsión
como según Freud, lo era hace 70
de vida y de la pulsión de muerte:
años, hoy a inicios del siglo 21, en
Eros y Tánatos. La civilización ante el
una –paradójicamente– bautizada
enfrentamiento entre Eros y tánatos.
como Edad del conocimiento: El mayor
La conquista del fuego. La Eiapopeia
peligro para el futuro de la humanidad,
del cielo. El canto de la nodriza,
es la prohibición de pensar. Y pen-
analogon del discurso religioso, le
sar significa cuestionar, interrogar,
recuerda a Freud la problemática del
interpretar, sin asignar un sentido
El Porvenir de una ilusión, desplazada,
fijo o inmutable a las proposiciones
sin embargo, pues no indaga aquí la
teóricas, así como no asignamos un
esperanza “ilusoria” sino lo que resta
sentido definitivo a un síntoma o
de esa “ilusión” y que, paradójica-

APORTES
a un sueño, sin por ello dejar de
mente, la alimenta la culpa. Ese será
buscarlo. Pero pensar significa tam-
el tema del capítulo VII.
bién reconocer los límites del pensar
mismo, límites que Freud recogió en
En este capítulo desarrolla: Origen
el concepto de Ananké: la creencia
de la culpa y del Superyó. Acerca
de que todo es interpretable, la bús-
del enigmático origen del senti-
queda de sentido a todo cuanto le
miento de la culpa. La defensa del
sucede al ser humano y cuanto suce-
padre ideal. ¿Porqué defiende el
de en él, no es más que una nueva
hijo la figura del padre ideal?. El
Weltanschauung que nos promete la
destino de la civilización. La función
ilusión de un saber absoluto, a juicio
de la repetición-Ideal, ideal del yo y
de un estudioso:
superyó. La pareja Eros y Ananké.
No hay Eros sin Ananké. ¿Es posible La estrategia de atacar el psicoa-
desecar el Zuydersee?. ¿Es conce- nálisis poniendo en duda la his-
bible una civilización mundial?. El toria heredada y cuestionando la
desquite de Tánatos. Lo que encubre figura de Freud pone en evidencia
el amor a la humanidad. Al final, en una dificultad esencial, como dice
el capítulo VIII trata el tema del eter- el historiador de la ciencia Frank
no combate entre Eros y Tánatos. J. Sulloway de la Universidad de
con lo que concluye de manera pesi- Berkley (sic): “En tanto historia-
mista, la citada obra freudiana. dor de la ciencia que ha estudia-

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 143


do la vida de científicos como Cuando nos enteramos lo conje-
Copérnico, Newton y Darwin, a tural de los hechos sobre los que
menudo me he encontrado con construyeron la sorpresa es aún
leyendas fundadoras análogas mayor. La incommensurabilidad
(es decir, más o menos heroicas, de paradigmas salta a la vista ya
el científico o pensador solitario que en el comienzo del artículo
que emprende la dura lucha de que se propone leer a Freud a
cambiar la manera de pensar a la luz de los avances neurocien-
una época, el hombre honesto y tíficos. “Para algunos, trazar el
desinteresado sin otra ambición balance de lo que queda hoy de
que la verdad). Desde este punto la teoría freudiana puede parecer
de vista diría sin dudarlo que injusto; nadie puede esperar que
nunca una leyenda de los oríge- una teoría formulada en el siglo
nes había sido desarrollada de XIX pueda anticipar los descu-
manera como ésta. El psicoanáli- brimientos que se han producido
sis –agrega Sulloway– es la única después de ella, con los medios
teoría que exige que su propia y conocimientos de los que ella
historia sea perfectamente cohe- misma no pudo disponer.
rente con la teoría elaborada por Bien mirada, la idea de que
su inventor... Desde este punto Freud construyó y no descubrió
de vista historiográfico, este géne- los hechos sobre los cuales basó
ro de lógica circular puede ser su doctrina se dice de viva voz
nefasto. Si la teoría de Freud fuera todos los días: al psicoanálisis
verdadera en un ciento por cien- no le interesan los hechos del
to, habría sido posible hacer una mundo. El epistemólogo que
buena historia con este enfoque cada psicoanalista lleva adentro
conceptual. Pero en tanto esta dice: la teoría de la verdad como
teoría es problemática lo que se correspondencia (es decir, soste-
obtiene es forzosamente una his- ner que “la paciente tuvo fanta-
toria problemática, y de manera sías de tener relaciones con su
más verosímil aún, una historia padre” es verdadero y sólo si la
complaciente y llena de defectos” paciente tuvo fantasías de tener
(Bardotti, 2007, 6). relaciones con su padre) es ideo-
logía cientificista. La paradoja
El juicio del citado analista italia- es que el psicoanálisis jamás se
no, enfatiza como: habría podido abrir paso sin
ofrecer hechos, sin ofrecer una
El solo hecho de que se sigan dis- cura, sin garantizar resultados
cutiendo casos clínicos escritos mejores, mucho mejores que sus
hace un siglo es sorprendente. oponentes. (Bardotti, 2007, 7)

144 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009


Siguiendo al pensador latinoame- lización genital y por ello repro-
ricano Helio Gallardo, quien lúci- ductiva o natural (y sin paradoja,
damente señala que el mundo pasa también pornográfica de las rela-
por una serie de cambios mundiales, ciones entre los géneros, en cir-
cunstancias que esta prolonga-
que algunos bautizan como crisis
ción resulta innecesaria desde
de civilización, este grave acon-
hace medio siglo. Para América
tecimiento que se expresa entre
Latina la focalización genital ha
otros hechos como: la constitución implicado reproducir y estimu-
irresuelta de desafíos mundiales, lar una moral religiosa cátolica
la intensificación de la sobrerrepre- centrada en el sexo culpable y
sión libidinal –como ya lo anuncia- que identifica el cuerpo con el
ba el pensamiento freudiano– y la demonio y el pecado. En estas
intensificación de una polarización condiciones, genitalización,
entre incluidos e excluidos del sis- pecado, sexo reproductivo, y
tema.,-para no señalar la inconte- ausencia de gratificación erótica
nible crisis ambiental, el rampante constituyen factores de una cul-

APORTES
tura libidinal determinada por
armamentismo nuclear, la inseguri-
impulsos violentos, agresivos y
dad, codicia y empobrecimiento, y
excluyentes enteramente cohe-
todas esas patologías sociales, que
rentes con el fetichismo econó-
hoy aquejan a nuestras sociedades- mico del consumo compulsivo
solo podrán ser resueltas política y (Gallardo, 2006, 7, 8).
humanamente de un modo positivo
por nuevos movimientos y movili- Como ya lo anunciaba la monu-
zaciones sociales gestados en y por mental obra freudiana, en el siglo
la crisis y cuyas acciones tengan pasado, de allí su vigencia impe-
alcance estratégico, entendido éste recedera de cara al nuevo siglo, la
como prácticas que imposibiliten la lucha contra la represión libidinal,
reproducción económica y libidinal esa energía pulsional descubier-
del actual desorden mundial y gesten ta por el padre del psicoanálisis,
y realicen en el mismo movimiento sobrerreprimida por el superyó
condiciones alternativas de existen- cultural y religioso, impide a esta
cia plenamente humanas. energía instintiva orientarse a la
gratificación y al cuidado de sí,
Desde el punto de vista de la como condición de sabiduría polí-
sensibilidad cultural, el some-
tica (Foucault). En este capitalismo
timiento de las mujeres y de lo
salvaje y rapaz que hoy bajo el
femenino ha prolongado la foca-
ropaje de una globalización neoliberal

ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009 145


domina la sensibilidad de las socie- BIBLIOGRAFÍA
dades occidentales, esta energía se Asson, Paul Laurent. (1982). Freud La filo-
desplaza de manera agresiva y des- sofía y los filósofos, Ediciones PAIDÓS,
tructiva hacia objetos ¨exteriores¨ a Barcelona.

los que destruye o adora: al ¨otro¨ Bardotti, Santiago.(2007).“Disección sobre el


y a su medio de vida ecológico en diván”, en Semanario Universidad. San
José Bodei, R. y Jervis, G. (1985). La
el primer caso, y el consumismo Cultura del 900, t. 3, México: Siglo XXI
ostentoso y el sexismo desenfrena- editores.
do en el segundo caso. Bodei, Remo (2006). “¿Qué queda de la
herencia del psicoanálisis?”. Revista de
Las luchas de los movimientos femi- Occidente, Madrid, Diciembre, n.° 307.
nistas con teoría de género, princi- Calvino, Italo (2007). “Por qué leer los clási-
palmente, han puesto en evidencia, cos”. Periódico OJO, Julio, San José.
cómo el fenómeno de represión libi- Freud, Sigmund (1984). El Malestar en la
dinal, históricamente como lo anun- Cultura. México: Alianza Editorial.
ciaba proféticamente Freud, ligado Gallo, Rubén (2006). “La Biblioteca Española
a la reproducción de una cultura de Sigmund Freud”. Revista de Occidente,
Madrid, Diciembre, n.° 307.
de la escasez y de la infelicidad, lo
que produce el malestar anuncia- Gallardo, Helio (2007). “Cambios Mundiales”
Inédito
do, constituye hoy un reto impos-
tergable, al que debemos enfrentar Jones, Ernest (2003). Vida y obra de Sigmund
Freud. Barcelona:Anagrama.
hombres y mujeres sin ningún mira-
miento; este es, sin duda alguna, el Larraín, Jorge (1996). Modernidad, razón e
identidad en América Latina. Santiago,
mejor homenaje que se le debe ren-
Editorial Andrés Bello.
dir al gigante del pensamiento que
Le Rider J y Rey-Flaud. (2005). Sobre El
se llamó Sigmund Freud.
malestar en la cultura de Sigmund Freud.
Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión.
¡Lo cuenta Carl Jung en alguna
Reale, G. y Antiseri, D. (1988). Historia del
parte: En su primera visita a los Pensamiento Filosófico y Científico. T.3,
Estados Unidos: ¨Freud exclama- Barcelona: Editorial Herder.
ría mirando hacia la estatua de la Tubert Silvia. (1999). Malestar en la palabra.
Libertad en la ciudad de Nueva Madrid: Biblioteca Nueva.
York: ¿No saben que les llevamos
la plaga? Para bien de la humani-
dad, pensamos nosotros, esta plaga
se ha difundido beneficiosamente.
¡Loado sea!

146 ESPIGA 18-19, ENERO-DICIEMBRE, 2009

You might also like