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Reporte No.

6 La Sencillez
18 de octubre 2017

Síntesis
La sencillez es libertad, esta nos trae gozo y equilibrio.
Mientras la doblez nos trae esclavitud, afán y temor. En
Eclesiastés se menciona: "Dios hizo sencillo al hombre, pero él
se complicó con muchas razones" (Eclesiastés 7:29; Biblia de
Jerusalén). Muchos estamos experimentando la libertad que
Dios da por medio de la sencillez, esta disciplina es en
realidad interna, pero da como resultado un estilo de vida
externo. Estos dos aspectos son esenciales. Pero el hecho de
querer intentar arreglar algo externo en nuestra vida, sin
atender el lado interno, solo nos llevara a una moral
legalismo.

Cuando hay sencillez, la conversación llega a ser verdadera y


sincera. No hay un deseo por adquirir condición o posición,
dejamos de manifestar extravagancia. Nuestros vienes están
a disposición de los demás. Pero lamentablemente la cultura
contemporánea carece de sencillez y del estilo de vida que
produce. Esto es debido a falta de un centro divino, lo cual nos
lleva a una insana adhesión de las cosas. Ese deseo
apasionado de acumular riquezas en nuestra sociedad es
psicótico. Y esto es verdadero debido a que se pierde por
completo el contacto con la realidad.

Deseamos cosas que realmente no necesitamos ni


disfrutamos. Compramos cosas que en realidad no queremos
para impresionar a personas que en realidad no nos importan.
A esta condición le llamamos ambición. Esta acumulación de
riquezas es llamada prudencia y a la avaricia le llamamos
industria. Necesitamos modos de vida diferentes, nuevos y
más humanos. La disciplina espiritual de la sencillez no es
algo perdido. Pero si es una visión recurrente a través de la
historia. Afortunadamente hoy podemos recuperarla, es
necesario.
La Biblia y la sencillez
La biblia no habla sobre la explotación de los pobres, la
acumulación de riquezas y desafía todos los valores
económicos de la sociedad contemporánea. La tierra le
pertenecía a Dios en el Antiguo testamento, nadie podía
poseerla o tener perpetuidad sobre ella. Un ejemplo de ello
era el año del jubileo, donde todo volvía a su propietario
original. Esto daba como mensaje que todo le pertenecía a
Dios y no al hombre. Así mismo esto ayudaba a que los ricos
no se hicieran más ricos y los pobres aún más pobres. El cual
es un problema fuerte en nuestros tiempos.

La biblia hace mucho hincapié constantemente al espíritu


interno de esclavitud que trae consigo el apego y las riquezas.
“Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas",
aconseja el salmista (Salmos 62:10). El décimo mandamiento
de la ley de Dios va dirigido contra la codicia, aquel
apasionado deseo interno de "tener", que conduce al robo y a
la opresión. El sabio entendió que "El que confía en sus
riquezas caerá" (Proverbios 11:28)

Jesús está en contra del materialismo de sus días. En arameo


mammon se traduce riquezas. Jesús condenó a las riquezas
como a un rival de Dios: "Ningún siervo puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro”. Jesús
hizo claro que donde esta nuestro corazón, allí esta nuestro
tesoro (Mateo 6:21). Por ello Jesús dijo “No hagáis tesoros en
la tierra…”. Su consejo era que las personas acudieran a Dios.

Jesús hablo sobre la cuestión económica más que de otro


asunto social, si el mismo Jesús hizo hincapié en esto,
nosotros debemos prestar atención y tener cuidado. Pablo
dijo: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y
lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a
los hombres en destrucción y perdición" (1 Timoteo 6:9). El
obispo debía ser "no avaro" (l Timoteo 3:3). Los diáconos no
debían ser "codiciosos de ganancias deshonestas" (1 Timoteo
3:8).
La avaricia fue comparada con el adulterio y el robo, y declaró
que los que viven en esas cosas no heredarán el reino de
Dios. También aconsejó, además, que los ricos no confíen en
sus riquezas, sino en Dios, y a que compartan generosamente
sus riquezas con los demás (1 Timoteo 6:17-19). Aun así, cabe
mencionar que la pobreza obligada es mala, y hay que
renunciar a ella. La Biblia tampoco tolera el ascetismo. Pues
este establece una división anti bíblica, entre lo espiritual y el
materialismo; el ascetismo y la sencillez son mutuamente
incompatibles.

La sencillez puede regocijarse por esta provisión de la


bondadosa mano de Dios. La sencillez es lo único que puede
reorientar suficientemente nuestra vida, de tal modo que
disfrutemos genuinamente de nuestras posesiones sin
destruirnos. Esta disciplina provee la necesaria perspectiva.

Un punto de apoyo
Arquímedes declaró: "Dadme un punto de apoyo, y moveré la
tierra". Esta frase es muy cierta para todas las clases de
disciplinas, pero aún más en la disciplina de la sencillez. Pues
esta es la más visible y por lo tanto la más expuesta a la
corrupción. Esto es simple, pues desafía directamente los
intereses que tenemos invertidos en nuestro estilo de vida.
Lamentablemente lo que toman en serio la disciplina de la
sencillez, se ven expuestos a severas tentaciones hacia el
legalismo.

Esto lo hallamos en las palabras de Jesús (Mateo 6:25-33). El


punto central de la disciplina de la sencillez consiste en
buscar primero el reino de Dios y la justicia de su reino; y
luego, todo lo necesario vendrá por añadidura. Enfocarnos en
el reino produce la realidad interna y con ella no
degeneraremos en trivialidades legalistas. Esto nos libera de
la idolatría. Jesús menciona que la libertad de los afanes es
una de las evidencias internas de que estamos buscando el
reino de Dios primero. Este estilo de vida nos envuelve en una
vida de regocijo y despreocupación por las posesiones; un
espíritu interno de confianza.
Pablo nos enseñó que el amor al dinero es raíz de todos los
males, y a menudo los que tienen menos dinero son los que
más lo aman. Es posible que una persona esté desarrollando
un estilo de vida externo de sencillez, y que aun así esté llena
de ansiedad. Si lo que tenemos lo recibimos como un don de
Dios, esto es cuidado por Dios y está a disposición de los
demás, solo así nos libraremos de los afanes. Esta es la
realidad interna de la sencillez.

Vivimos por gracia, dependemos de Dios para los más


sencillos elementos de la vida: aire, agua, y sol. Lo que
tenemos no es un resultado de nuestra labor, sino del
bondadoso cuidado de Dios. la cerradura de la puerta de la
casa no es la que la protege. Por ello debemos tener cuidado
de caer en pensar que nuestras acciones son las que nos
libran del mal o de la perdida. Todo está bajo control de Dios y
le pertenece a Dios. Martín Lutero dijo en alguna parte: "si
nuestros bienes no están a la disposición de la comunidad,
son bienes robados".

La manifestación externa de la sencillez


La realidad interna no es una realidad mientras no tenga una
expresión externa. Foster describe diez comportamientos que
son características de una expresión externa de la sencillez.

1) Compra cosas por la utilidad que representan y no por el


nivel social que sugieren.
2) Segundo, rechaza cualquier cosa que te produzca
propensión. Aprende a distinguir entre una necesidad
real psicológica como un ambiente placentero, y una
propensión.
3) Desarrolla el hábito de regalar cosas.
4) Niégate a dejarte programar por los custodios de la
fabricación de modernos artefactos superfluos.
5) Aprende a disfrutar las cosas sin poseerlas.
6) Desarrolla un aprecio más profundo hacia la creación.
7) Mira con un saludable escepticismo todo lo que diga:
"Compre ahora y pague después".
8) Obedece las instrucciones de Jesús con respecto a un
lenguaje sencillo y sincero: "Pero sea vuestro hablar: Sí,
sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede"
(Mateo 5:37).
9) Rechaza cualquier cosa que alimente la opresión hacia
otros.
10) Evite cualquier cosa que lo distraiga de su meta
principal.

Que Dios nos dé el valor, la sabiduría y la fuerza para tener


siempre como primera prioridad de nuestra vida el "buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia", y que
entendamos todo lo que eso implica; hacer eso es vivir con
sencillez.

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