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JOSÉ ANTONIO CABALLERO LÓPEZ

JOSÉ MIGUEL DELGADO IDARRETA


CRISTINA SÁENZ DE PIPAÓN IBÁÑEZ
(EDITORES)

ENTRE OLÓZAGA Y SAGASTA:


RETÓRICA, PRENSA Y PODER

Gobierno de La Rioja
Instituto de Estudios Riojanos
Ayuntamiento de Calahorra
Logroño
2011
Entre Olózaga y Sagasta: retórica, prensa y poder / J.A. Caballero López, J.M. Delgado
Idarreta, C. Sáenz de Pipaón Ibáñez (editores). – Logroño : Instituto de Estudios Riojanos ;
Calahorra : Ayuntamiento de Calahorra, 2011
480 p. ; 24 cm. – (Colección Quintiliano de Retórica y Comunicación ; 14)
D.L. LR. 155-2011. – ISBN 978-84-9960-013-0
1. Retórica. I. Caballero López, José Antonio. II. Delgado Idarreta, José Miguel. III. Sáenz de
Pipaón Ibañez, Cristina. IV. Instituto de Estudios Riojanos. V. Calahorra. Ayuntamiento. VI.
Título. VII. Serie.
946.0”18”:82.085
82.085:946.0”18”

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse,
registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por
ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia,
grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright.

Todos los textos incluidos en esta monografía han sido sometidos a evaluación por parte del Consejo
Científico de la colección.

Primera edición: mayo 2011


© José Antonio Caballero López, José Miguel Delgado Idarreta y Cristina Sáenz de Pipaón Ibáñez (eds.)
© Ediciones Instituto de Estudios Riojanos (Gobierno de La Rioja)
C/ Portales, 2
26001 Logroño
www.larioja.org/ier

© Cubierta ICE Estudio S.L.

Realización Gráfica: Miguel Ángel Bezares Muro


Imprime: Gráficas Quintana. Logroño. La Rioja

ISBN: 978-84-9960-013-0
Depósito Legal: LR-155-2011

Impreso en España - Printed in Spain


Este libro se enmarca dentro del proyecto
“Retórica e Historia. Los discursos parlamen-
tarios de Salustiano de Olózaga (1836-1843)”,
subvencionado por el Ministerio de Ciencia e
Innovación (Ref. FFI2008-04419)
ÍNDICE

PRESENTACIÓN
José Antonio Caballero López, José Miguel Delgado Idarreta
y Cristina Sáenz de Pipaón Ibáñez (eds.) ................................................................ 13

I. RETÓRICA Y PODER

El mundo inventado: las metáforas del discurso político


Stefano Arduini .................................................................................................... 19

Il potere della parola “evidente”: le soluzioni della retorica


antica dinanzi alla forza delle immagini
Francesco Berardi ............................................................................................... 33

Olózaga y Sagasta: estilo, oralidad y acción retórica


José Antonio Caballero López ............................................................................... 43

Cáncer, gangrena y lepra: uso retórico del alegorismo médico


e infeccioso en los editoriales de La Iberia
Honoria Calvo Pastor ............................................................................................... 61

El arte del disfraz y el Discurso sobre la libertad religiosa (1869)


de Emilio Castelar
Claudia M. Carlos ................................................................................................ 75

El discurso político desde la lingüística: los artículos


de El Faro (1847) de Donoso Cortés
Manuel Casado Velarde ....................................................................................... 85

Palabras que hablan al espíritu: El Discurso sobre la libertad religiosa


y la separación entre la Iglesia y el Estado, de Emilio Castelar
Fátima Coca Ramírez .......................................................................................... 99

Retórica, comportamiento y poder en el discurso político


Javier de Santiago Guervós ................................................................................ 117
Castelar: arquitecto de las palabras
José Antonio Hernández Guerrero ..................................................................... 143

La imagen del político como líder. Su construcción retórica


a través del discurso y su efecto persuasivo
Sara Molpeceres Arnáiz ..................................................................................... 155

El ideario político femenino: la búsqueda del espacio público


para la discusión política en el siglo XIX
Isabel Morales Sánchez ...................................................................................... 165

La concepción del constitucionalismo histórico español a través


del recurso retórico del exemplum en Salustiano de Olózaga
Naiara Pavía Dopazo ........................................................................................ 181

Políticos e intelectuales andaluces en las Cortes de 1881:


contexto y caracterización
Mª José Ramos Rovi ........................................................................................... 193

Sagasta y la retórica política liberal


José J. Sanmartín ..................................................................................................... 213

Oratoria, literatura y política en tres coetáneos de Sagasta:


Gaspar Núñez de Arce, Tomás Rodríguez Pinilla y Fernando de Castro
Rafael Serrano García............................................................................................. 229

II. PRENSA Y PODER

La prensa política española, de portavoz a cuarto poder (1834-1874)


Celso Almuiña Fernández.................................................................................. 251

Oratoria pasada por tinta: la difusión de la palabra viva


en la prensa política y la opinión pública
Jean-François Botrel........................................................................................... 277

La profesionalización de la política: Congreso de propietarios,


parlamento de abogados
Margarita Caballero Domínguez ...................................................................... 295
Miguel Salvador y la crítica musical como apología de lo moderno
Teresa Cascudo García-Villaraco ....................................................................... 303

Olózaga, Sagasta y la prensa del siglo XIX


José Miguel Delgado Idarreta ............................................................................ 317

La labor periodística de Eugenio de Ochoa en la prensa madrileña


Rosalía Fernández Cabezón .............................................................................. 343

La forja del rey conciliador: Alfonso XII bajo el prisma de


La Época y de La Ilustración Española y Americana
Rafael Fernández Sirvent ................................................................................... 355

Utilización propagandística de la figura de Alfonso XII: El rey enamorado


Cristina González Lozano ................................................................................. 371

La prensa: sujeto y objeto de la política exterior de la Unión Liberal


Juan Antonio Inarejos Muñoz ............................................................................ 395

El periodista y político del siglo XIX: de la tribuna


de papel al escaño parlamentario
Gema Martínez de Espronceda .......................................................................... 405

La construcción simbólica del mito frente al poder: el calendario


republicano español a principios del siglo XX a través de la prensa
Martín Muñoz Zafra .......................................................................................... 415

Pedagogía contra retórica.- La figura de Sagasta en los escritos


políticos del Marqués de Riscal
Simone Saillard .................................................................................................. 433

Eladio Carreño Valdés (1834-1901): periodista, orador


y político republicano-federal
Sergio Sánchez Collantes .................................................................................... 445

La “opinión privada” en el primer liberalismo.


La correspondencia como red social de poder
Rebeca Viguera Ruiz .......................................................................................... 457
EL MUNDO INVENTADO:
LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO
STEFANO ARDUINI
Università di Urbino

1. (…) Los vientos revuelven el mar: mas si no se le agita es de todo


cuanto existe lo más justo1
Con esta metáfora, tal como sugiere Bruno Gentili2, Solón aúna la idea del
equilibrio natural con la del equilibrio del pueblo que no se agita y respeta la
virtud cardinal de la diké hasta que no se produce un abuso o irrumpe una
usurpación. Una metáfora que tendrá una gran fortuna, y a la que posiblemen-
te Solón llega gracias al enorme repertorio de metáforas que son los poemas
homéricos, pues, como sugiere Gentili, el mar picado, revuelto y quebrado
contra los escollos, implica visualmente, en el segundo libro de la Ilíada, la
tumultuosa asamblea de los dánaos y los gritos de los argivos. Parece como
si las imágenes del mar recorrieran el tumulto de la asamblea política desde
distintas áreas perceptivas, desde la vista y el oído. Gentili añade que se trata
de una metáfora que se transformará en un lugar común de la cultura antigua
para indicar la naturaleza tranquila del pueblo hasta que no es sacudida por
sus dirigentes. Sería interesante también subrayar que, en este sentido, se nos
ofrece otra analogía del pueblo con el mar, y es la de cómo el pueblo adquiere
el carácter de quien lo gobierna, de la misma manera que el mar toma la na-

1. En B. Gentili, Poesía y público en la Grecia antigua, Barcelona, Sirmio-Quaderns Crema,


1996, pág. 94
2. B. Gentili, Poesia e pubblico nella Grecia antica, Roma-Bari, Laterza, 1989.

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STEFANO ARDUINI

turaleza de los vientos que lo turban. E, incluso, cuando Solón quiere recordar
cómo los atenienses caerán bajo la tiranía de Pisístrato por escuchar a sus jefes,
recurre a la metáfora de la tempestad, a través de una tormenta de granizo y
nieve que, desde las alturas, anuncia el desastre político que va a desplomarse
sobre la ciudad3.
Pero existe una metáfora que circula entre los distintos modos de concep-
tualizar la política: la metáfora de la naturaleza. Se trata de una metáfora que
adopta múltiples formas en el curso de la historia y que representa visiones
totalmente distintas en la vivencia y en el pensamiento que la política suscita.
En Aristóteles, por ejemplo, es la idea de la naturaleza como physis del ser
viviente. En este caso, el sistema de la política queda definido como aquello
que gobierna el sistema natural que a su vez regula el grupo particular de los
animales que es la sociedad humana. Y todas las desviaciones se entenderían
como enfermedades, en el sentido hipocrático, del organismo político. Se trata
de una metáfora que nos lleva de nuevo a una época arcaica ligada a la tierra,
a sus cambios y ciclos.
La metáfora aristotélica de la política como organismo ha tenido un éxito
enorme a lo largo de los siglos. A ella se puede contraponer una metáfora mo-
derna, la de la política como artificio.
Ejemplar es en este sentido el Leviatán de Hobbes, en el que puede leerse:

“La Naturaleza está imitada de tal modo, como en otras muchas cosas,
por el arte del hombre, que éste puede crear un animal artificial”4.

Por tanto, la política se transforma en un artefacto y, de este modo, la metá-


fora hobbesiana se opone a la aristotélica, pues la política sería la cara opuesta
del estado de la naturaleza y, es más, permanecer en ella supondría alcanzar
la máxima confusión. Esto es así gracias a la diferencia que hace Hobbes en el
capítulo XIV entre derecho natural y ley natural. De hecho, el verbo utilizado
por Hobbes para la ley natural es precisamente find out, descubrir. Y creo que

3. Por cierto, también en Shakespeare.


4. T. Hobbes, Leviatán. O la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. Fondo
de Cultura Económica, 2006, pág. 3. La cita completa es: “La Naturaleza (el arte con que Dios ha hecho
y gobierna el mundo) está imitada de tal modo, como en otras muchas cosas, por el arte del hombre,
que éste puede crear un animal artificial”.

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EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

esto tiene mucha relevancia respecto del concepto moderno de certeza o va-
lidez que se hace concreto y explícito en la Crítica de la Razón Pura de Kant.
Una sociedad desprovista de gobierno lleva al desastre de la guerra civil,
es un no valor.
He querido comenzar expresamente con ejemplos clásicos para recalcar
cómo el empleo de la metáfora en política no sólo es un elemento importantí-
simo en el debate contemporáneo sino que, más bien, es constitutivo de la po-
lítica misma. Y ¿por qué? Una solución podría ser la teoría de que la metáfora,
así como el resto de figuras, contiene la capacidad de hacer más aceptable, en
cuanto estéticamente más estilizada, la presentación de pensamientos y accio-
nes políticas. En este sentido, el amplio uso de metáforas que encontramos en
la política tendría una función especialmente ornamental, no constitutiva de la
experiencia política y, al fin y al cabo, prescindible en un discurso político que
pretendiera ser claro y directo. Aquí se encuentra la concepción de que las me-
táforas tienen una función persuasiva en cuanto engañan. Se olvida, desde esta
perspectiva, que para los griegos las metáforas engañan porque realizan apáte,
que es precisamente un acto del intelecto creativo que transforma algo, como
sucede por ejemplo en la Teogonía, donde Hesíodo distingue bien la apáte de
lo falso, cuando las Musas colocan la primera cerca de la verdad.
Mi opinión es precisamente la contraria a la de aquellos que encuentran en
la metáfora un tipo de artificio de la política. Yo creo que las metáforas son
constitutivas, no sólo y no tanto del lenguaje político, sino de la política en
cuanto tal.
Cuanto decimos tiene como punto de partida una concepción del lenguaje
figurado que no solamente rechaza una interpretación exornativa, sino que
tampoco acepta la idea de la figura como desvío respecto de un plano neutro,
ya sea entendido en términos de lenguaje común o científico, ya sea entendido
en el plano denotativo.
En el fondo, estamos tratando de la confrontación entre dos ideas de la
retórica. Una distinción que podremos ilustrar mediante la contraposición en-
tre una concepción aristotélica y una concepción pitagórica de la retórica. Se
ha sostenido, no por error ciertamente, sino quizás por haberse limitado a un
solo aspecto, que la concepción pitagórica de la retórica debe remontarse a
Parménides, quien había distinguido entre un mundo de la verdad, regulado
por el razonamiento científico, y un mundo de la doxa, sometido al engaño de

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STEFANO ARDUINI

la palabra, y que los pitagóricos habrían aprovechado este aspecto engañoso


y mágico de la palabra en su retórica. En realidad podríamos considerar que
aquí encontramos, en el origen de la cultura occidental, la oposición entre una
concepción del lenguaje como conocimiento, consustancialmente metafórico,
inseparablemente unido al mundo y que, además, lo construye con sus inven-
ciones, y una concepción del lenguaje como reflejo del mundo, mundo que
constituye el punto de partida fundamental. Es una oposición radical sobre el
papel del lenguaje, y sobre cómo éste entra en la vida.

2. Metáforas y estructuras cognitivas


Para tratar de explicar mi punto de vista considero necesario partir de la
idea según la cual la metáfora tiene que ver con el modo en el que organiza-
mos nuestra conciencia del mundo y es, por tanto, un hecho del pensamiento
más que del lenguaje. En esta dirección han avanzado las investigaciones de lo
que aquí en España se ha llamado la “Retórica General Textual”, y así también
en el marco de la lingüística cognitiva.
En realidad, la idea de que la metáfora desempeña un papel en la cognición
posee una larga historia. Ya en Problemas de lingüística general Benveniste5
había reflexionado, análogamente con Jakobson6, sobre el hecho de que las fi-
guras retóricas constituyen una suerte de estructura cognitiva, común a diversos
ámbitos, que van desde la literatura hasta el sueño7. Igualmente, en un contexto
filosófico, Ivor Armstrong Richards8 se encuentra entre los primeros que han
rechazado la concepción de la metáfora como una similitud abreviada, subra-
yando la imposibilidad de que el contenido metafórico pueda ser expresado sin
metáforas. En este sentido creo que estos autores han adelantado muchas de las
conclusiones cognitivistas. Richards ha negado, por ejemplo, que la metáfora sea
un simple fenómeno de sustitución, y esta concepción se percibe en la tripar-
tición fundamental que el autor distingue entre tenor, vehicle y ground. Tenor
sería el concepto que se quiere expresar. En el fenómeno de la metáfora el tenor

5. E. Benveniste, Problemi di linguistica generale, Milano, Il Saggiatore, 1971.


6. R. Jakobson, Saggi di linguistica generale, Milano, Feltrinelli, 1966.
7. Véase J. M. Jiménez Cano, “La humanización de la lingüística estructural: Los problemas
de lingüística general de Émile Benveniste”, Tonos digital: Revista Electrónica de Estudios Filológicos,
7 (2004).
8. I. A. Richards, La filosofia della retorica, Milano, Feltrinelli, 1967.

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EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

permanece ausente ya que la presencia física pertenece sólo al vehicle, es decir,


al lexema que materialmente leemos y oímos. Por ejemplo, en la expresión “eres
un león”, “león” es vehicle y el tenor sería la idea de “valentía” o fuerza. El tercer
elemento es el ground, o terreno común entre tenor y vehicle. Mediante la apa-
rición de este tercer elemento, apreciamos que vehicle no sustituye simplemente
a tenor. Sería, efectivamente, una operación sin sentido, porque si “león” susti-
tuyese simplemente “valiente”, no se comprendería el usar aquél en el lugar de
éste. En realidad, en vehicle conviven tanto el significado de vehicle, en sentido
estricto, como el del tenor. Lo que equivaldría a decir, en otras palabras, que la
metáfora es mucho más que el significado de dos términos (ausente y presente)
tomados singularmente como si fueran algo distinto del ground, la parte común
a tenor y vehicle. Para Richards la metáfora es una tercera cosa, adelantando así
la idea de blending que introducirá Fauconnier9, pues es interacción del pensa-
miento entre dos cosas distintas. En este sentido, la metáfora no sustituye a nada,
en cuanto el concepto expresado en su recorrido no puede ser expresado de
otro modo. Esta necesaria identidad de la metáfora nos permite leer en la misma
dirección los trabajos de Max Black10, pues, para él, la metáfora tiene la función
de construir una imagen del mundo y, por este motivo, es insustituible. Así, las
metáforas construyen en este sentido un elemento esencial para la construcción
del discurso, son su núcleo generador. Por ejemplo, cuando decimos que al-
guien es un “zorro”, suprimiendo algunos de los semas del lexema y poniendo
de relieve otros que muestran algunas características del zorro, construimos una
imagen que nos ofrece las coordenadas con las que “leemos” a una persona. No
se trata de enriquecer una expresión para hacerla más evidente o más clara, sino
de construir por medio de ella una sección de mundo. La metáfora se convierte
entonces en un medio de organización de lo real. No existe un término que indi-
que referencialmente un estado de cosas, u otro término construido a partir del
aquél que lo deforme figurativamente, sino que la realidad misma se construye
mediante metáforas. Black propone para ilustrar su propia teoría un ejemplo
que subraya el valor cognitivo de la metáfora y que nos recuerda los ejemplos

9. Véanse de G. Fauconnier, Mental Spaces (2nded.), Cambridge, Cambridge University Press,


1985 y Mappings in Thought and Languague, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, y de G.
Fauconnier y M. Turner, “Blending as a central process in grammar”, en A. E. Goldberg (ed.), Conceptual
Structure, Discourse and Language, Stanford, California, CSLI Publications, 1996, págs. 113-131.
10. M. Black, Modelli, archetipi, metafore, Parma, Pratiche, 1983.

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STEFANO ARDUINI

que utilizará Lakoff. Supongamos ahora que quisiera describir una batalla con
palabras que pertenezcan al vocabulario del juego del ajedrez. Los lexemas de
este juego determinarán un sistema de inferencias que dominará mi descripción.
La elección de este vocabulario hará que algunos aspectos de la batalla sean su-
brayados, y que otros pasen a un segundo plano, pues el vocabulario del ajedrez
filtra y transforma, y no selecciona meramente, sino que hace emerger algunos
aspectos del combate que de otro modo no serían visibles11.
No se trata, entonces, de una anomalía semántica, sino del modo de conec-
tar el sistema conceptual abstracto con nuestra experiencia, y así construir un
posible conocimiento. En esta dirección ha surgido, a partir de la mitad de los
años 80, el trabajo sobre las figuras desarrollado en el interior de la retórica
general-textual12 y, en una dirección ya psicológica, en la lingüística cognitiva.
Los estudios inaugurados en los años 80 por George Lakoff y Mark John-
son13 han contribuido a presentar una alternativa a la concepción formal de la
mente y del propio significado, interpretando la metáfora como un hecho del
pensamiento y no del lenguaje. La metáfora, en este sentido, se considera un
modo para estructurar los conceptos que permiten comprender abstracciones
como “amor” o “amistad”.
Un ejemplo ofrecido por Lakoff y Johnson, y que nos permite observar lo
que entienden al decir que la metáfora es una cuestión de conceptos, queda
reflejado en la metáfora conceptual “La discusión es una guerra”14. Podemos,
ciertamente, compartir su observación, y decir que esta metáfora está presente
en muchas expresiones comunes. Los dos autores dan los siguientes ejemplos,
que en la traducción italiana y en la española funcionan perfectamente:

“Tus propuestas son indefendibles”; “Ella ha atacado todos los pun-


tos débiles de mi argumentación”; “Sus críticas han dado en la diana”;
“He derrumbado su argumento”; “Ella ha demolido todos mis argumentos”.

11. Idem.
12. Cfr. T. Albaladejo, Retórica, Madrid, Editorial Síntesis, 1989; S. Arduini, “La figura retórica
como universal Antropológico de la expresión”, Castilla. Estudios de literatura, 18, (1993), págs. 7-18 y
Prolegómenos a una teoría general de las figuras, Murcia, Universidad de Murcia, 2000.
13. Véanse G. Lakoff, Women, Fire and Dangerous Things: What Categories Reveal about the
Mind, Chicag.o, University of Chicago Press, 1987 y G. Lakoff y M. Johnson, Metáfora e vita quotidiana,
Milano, Bompiani ed., 1998 o Metaphors we live by, Chicago, University of Chicago Press, 1980.
14. G. Lakoff y M. Johnson, 1998, op. cit, pág. 22.

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EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

Lo que de estos ejemplos conviene subrayar es que representar la argu-


mentación en forma de guerra no es sólo una cuestión de palabras, sino que
comporta una serie de consecuencias mediante las cuales vencemos o perde-
mos la discusión, la cual vivimos en términos de combate. Y esta metáfora, de
esta manera, estructura nuestro comportamiento e influye en nuestro modo de
discutir.
La metáfora “la discusión es una guerra” es una metáfora estructural me-
diante la cual un concepto se estructura en los términos de otro. Del mismo
tipo son metáforas como “El tiempo es oro” o las tres metáforas que estruc-
turan nuestro modo de hablar sobre los lenguajes, que son: “las ideas (o los
significados) son objetos”; “las expresiones lingüísticas son contenedores” y, “la
comunicación es el acto de enviar algo”.
Junto a las metáforas estructurales encontramos las metáforas de orienta-
ción, que estructuran sistemas enteros de conceptos y que tienen que ver con
la orientación espacial. En las metáforas espaciales toma especial importancia
el rol del cuerpo, ya que están basadas en la experiencia corpórea y cultural.
Esto supone que una metáfora puede servir de vehículo para comprender un
concepto sólo en virtud de su fundamentación en la experiencia15.
De este hecho se derivan algunas consecuencias importantes. La primera
es que nuestros conceptos fundamentales quedan estructurados mediante los
términos de las metáforas espaciales. Las metáforas, además, tienen una siste-
matización interna y una sistematización externa entre las distintas metáforas,
por lo que si “bueno” es metaforizado con “arriba” también “contento”, “salud”
etc., serán metaforizados con “arriba”. Si la experiencia física ofrece las bases
para la metaforización, cada cultura después la desarrollará según sus caracte-
rísticas propias. Finalmente, la estructura metafórica de los conceptos centrales
de una cultura modelará los valores de esta cultura de manera que los haga
coherentes.
Pero las metáforas de orientación no son suficientes para determinar el
cuadro de los conceptos, pues junto a éste tenemos las metáforas ontológicas,
que tienen que ver con la experiencia de los objetos físicos y de las sustancias
que van más allá de la orientación espacial. Comprender nuestras experiencias
en términos de objetos o de sustancias nos permite seleccionar secciones de

15. Idem, pág. 37.

25
STEFANO ARDUINI

nuestras experiencias y considerarlas como entidades discretas o sustancias de


tipo uniforme16.
Las experiencias relacionadas con objetos físicos ofrecen la posibilidad de
estructurar muchos conceptos que tienen que ver con eventos, emociones o
actividades. Las metáforas de este tipo son abundantes. Se pueden mencionar
las metáforas de entidad y de sustancia, aquellas que implican una concep-
tualización de experiencias como recipientes (en este sentido, por ejemplo, la
idea de que el campo visual sea un recipiente) y la metáfora de personifica-
ción. Lakoff y Johnson consideran, por ejemplo, con respecto al primer tipo,
el conjunto de metáforas reducibles a la metáfora ontológica “la mente es una
entidad”. Unidas a ésta encontramos expresiones que indican que la mente es
una máquina como “mi cabeza hoy no funciona”, “hoy estoy un poco oxida-
do”, y expresiones que se refieren a la mente como un objeto frágil, como, por
ejemplo, “me estoy haciendo pedazos” o “se ha hundido con el interrogatorio”.
Metáforas como éstas son muy comunes y son parte integrante del modelo que
de nuestra cultura tenemos en la mente.
Esta concepción tiene consecuencias importantes en cuanto afecta al fun-
cionamiento de nuestro sistema conceptual. La idea es que en el proceso de
la conceptualización pasamos de aquello que está claramente más delineado
a aquello que lo está menos. Así, a partir de los conceptos que emergen di-
rectamente, como arriba-abajo, dentro-fuera, objeto-sustancia, o a partir de los
conceptos que se construyen metafóricamente basándose en nuestra experien-
cia, como el hecho de que el campo visual y la experiencia sean un recipiente,
somos capaces de construir conceptos más abstractos que nos permiten actuar
en el mundo.
Es importante añadir a todo lo dicho que las experiencias a partir de las
cuales construimos conceptos son siempre experiencias estructuradas y ello les
permite ser coherentes. Por ejemplo, si estamos inmersos en una conversación
sabemos que deben respetarse algunas características como el hecho de que
existan partes, estados, turnos y participantes. ¿Cómo llegamos a entender que
de una conversación estamos pasando a una discusión? Porque algunos de los
elementos que caracterizan la estructura de la experiencia “conversación” tien-
den a transformarse en otros que caracterizan la estructura de la experiencia

16. Idem, pág. 45.

26
EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

“discusión”, como la presencia de un conflicto de estrategias de victoria o de


defensa, etc.
La idea recuerda, en parte, la noción de frame o marco introducida por
Minsky17, que la había utilizado para representar el conocimiento del ordena-
dor. Un frame, según Minsky, es un núcleo central de conocimiento que ofrece
todos los caracteres centrales de una situación comunicativa.
Es posible pensar, inspirándonos en Norbert Elias18, que la estructura de la
experiencia “conversación” corresponde al frame JUEGO, mientras que la es-
tructura de la experiencia “discusión” corresponde al frame GUERRA.
En cuanto imponemos el frame JUEGO a aquello que está sucediendo, es-
tamos preparados para percibir las acciones de hablar y escuchar como tipos
particulares de experiencia y, en concreto, como la experiencia específica de
la conversación. Cuando percibimos las dimensiones de nuestra experiencia
como correspondientes al frame GUERRA, nos hacemos conscientes de que
estamos participando en otro tipo de experiencia, es decir, en una discusión.
De este modo, clasificamos nuestras experiencias particulares, y necesita-
mos clasificarlas para poder comprenderlas.

3. La política entre politics, policy y polity


De todo lo que hemos dicho resulta evidente que en la elaboración de las
metáforas activamos los procesos cognitivos que construyen una imagen del
mundo y operamos después con las imágenes que construimos En otros térmi-
nos, las metáforas tocan nuestras acciones, condicionándolas de algún modo.
Así, metáforas distintas permiten comportamientos distintos, sea en el ámbito
de la actuación privada como en el de la pública.
La esfera de la actividad humana que denominamos política no es, natu-
ralmente, extraña a todo esto. Que el lenguaje político está lleno de metáfo-
ras y de figuras retóricas es un argumento ampliamente estudiado, así como
la función persuasiva de este fenómeno. Quisiera, sin embargo, salir de esta
perspectiva para poder ver cómo el uso de los diversos tipos de metáforas que
hemos señalado anteriormente se mantiene en relación con distintos momen-

17. M. Minsky, “A Framework for Representing Knowledge”, en P. Wiston (ed.), The Psychology of
Computer Vision, New York, McGraw-Hill, 1975, págs. 211-277.
18. N. Elias, La società di corte, Bologna, Il Mulino, 1997.

27
STEFANO ARDUINI

tos de la actividad política. Dicho con otras palabras, creo que a las tres clases
de metáforas que hemos señalado (metáforas estructurales, de orientación y
ontológicas) les corresponden momentos diversos de la actividad política y
diversos modos de manifestarse en su desarrollo.
Sin embargo, queremos evitar hablar simplemente de “política”. El uso ge-
nérico de este término puede ser una de las causas de su confusión, en cuanto
que acoge una realidad y diversos comportamientos. Quisiera servirme, con
alguna adaptación, de las tres esferas que la ciencia política ha individualizado
para distinguir tres modos diversos de entender el concepto de política. En
inglés se dispone para ello de tres términos: politics, policy y polity.
Con politics se entiende aquello que tradicionalmente ha sido estudio de la
política por lo menos desde tiempos de Aristóteles. Me refiero a las dinámicas
que tienen los distintos grupos para alcanzar el poder. A partir de los griegos, el
binomio política-poder ha sido efectivamente el centro de la reflexión de la filo-
sofía política, primero, y de la ciencia política, después. En este ámbito, el centro
del problema reside en interrogarse sobre el origen del poder político, sobre
su naturaleza, sobre los principios de su legitimidad, sobre quién o quiénes lo
deban poseer y sobre cómo deben ejercitarlo, en qué forma y con qué límites.
El concepto de policy se refiere a un estadio posterior a la obtención del
poder, y es el momento en el que la política llega a ser gobierno. En este
sentido, la política se convierte en el instrumento para afrontar y resolver con-
cretamente los problemas de un grupo o de una comunidad. Aquí entran las
policies, en otros términos, las políticas públicas. Éstas son un conjunto vasto
y más bien heterogéneo de acciones, disposiciones, decisiones, que van de las
acciones infinitamente pequeñas (por ejemplo, el ayuntamiento que organiza
las fiestas de la ciudad), a las infinitamente grandes (como la intención por
parte de un gobierno de reformar el sistema de pensiones o de modificar los
niveles estándares de las prestaciones sanitarias públicas). En otros términos,
con este segundo aspecto de la política nos referimos a las acciones que quien
gobierna acomete para gestionar los problemas concretos de los miembros del
cuerpo electoral y de todos los ciudadanos.
El término polity, sin embargo, ha sufrido variaciones a lo largo del tiempo
en su significado, pasando de indicar simplemente la forma de gobierno, a sus
problemas legales, hasta llegar a la definición de la identidad y de los confines
de una comunidad política (y aquí estoy pensando en la identidad europea).

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EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

Uso este concepto y este término en un sentido diferente de aquél que


está normalmente en uso en la ciencia política, para indicar la construcción
de la identidad de una parte política, por ejemplo, de un partido. Sobre todo,
esta segunda acepción de la palabra no es un ámbito que haya que infrava-
lorar, porque nos conduce a las dinámicas mediante las que un grupo intenta
definirse en un perfil bien delineado respecto de otro. De hecho, nuestras
identidades políticas están constituidas por un gran número de elementos
diversos, que, además, cambian con el transcurso del tiempo. Podemos pen-
sar que no existe un núcleo sensible de la identidad política y que, por lo
tanto, no es posible ni siquiera recuperar los valores originales o auténticos
de una identidad. Las identidades políticas son representaciones inestables
que activan relaciones en continua transformación. Por consiguiente, no nos
encontramos ante esencias definidas, sino ante productos policéntricos y en
definitiva híbridos. En el pasado, los partidos políticos encontraban su iden-
tidad organizándose en torno a las grandes corrientes de pensamiento del
siglo XIX: liberalismo, socialismo, etc., pero hoy los puntos fijos de referencia
han queda do anulados y tanto las policies como las politics tienden frecuen-
temente a superponerse. Precisamente porque no pueden reclamar puntos
de referencia fijos, los partidos políticos contemporáneos sienten la necesi-
dad de caracterizar fuertemente su propia identidad construyendo una serie
de límites reconocibles que señalen las diferencias respecto de los demás
partidos. Y la construcción de esta identidad no es más que la construcción
de una narración que debe utilizar todas las potencialidades de la expresivi-
dad metafórica.

4. La creación de metáforas como medio de afirmación del poder, de su


gestión e identidad
Tal como he señalado anteriormente, mi propuesta es que las metáforas
estructurales, las de orientación y las ontológicas corresponden a los diversos
momentos de la política, permitiendo a los partidos construir imágenes del
mundo, propias y alternativas, en su narración.
Las metáforas estructurales serían los instrumentos esenciales de las politics
y de la construcción de la propia identidad. Éstas sirven básicamente, como he
dicho antes, para estructurar una perspectiva en los términos de un conjunto
de conceptos ya conocidos.

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STEFANO ARDUINI

En el ámbito de las politics, el uso de la metáfora parece decir: “mi progra-


ma no va contra lo que tú ya piensas”. En efecto, un programa político debe ser
innovador, pero las novedades deben encontrar un espacio cognitivo que sea
adecuado para los interlocutores. Se trata por tanto de presentar las propuestas
como si ya pertenecieran al ámbito de las convenciones del auditorio.
Otras metáforas típicas de este campo son las metáforas deportivas y las
metáforas bélicas. Este tipo de metáforas se ha visto reforzado en Italia por el
progresivo desarrollo de un sistema bipolar, como sucede si pensamos en la
metáfora del match (partido) tal como se usa en el deporte, según un modelo
que llega a Italia prestado de los Estados Unidos, que convierte una metáfora
en la realidad física de un cara a cara. Y entre las del modelo bélico podemos
recordar por ejemplo la “gioiosa machina da guerra”19 del secretario del PCI,
Achille Ochetto.
En cuanto a lo que se refiere a la identidad del partido, el efecto que tienen
las metáforas estructurales es el siguiente: “mi identidad y especificidad polí-
tica, aquello que me identifica como partido, es el espacio en el que pueden
tener espacio tus ideas”. En este sentido se encuentran todas las metáforas de
la casa, en el ámbito italiano: “la casa comune dei moderadi” (la casa común de
los moderados); “la casa della sinistra italiana” (la casa de la izquierda italiana),
frecuente en el período en el que los partidos italianos tradicionales entran en
crisis y aparecen nuevos actores en la escena. Con la crisis de la política italiana
de los primeros años noventa la palabra “partido” comenzó a estar desacre-
ditada y prevalece el uso de términos metafóricos principalmente botánicos
(Quercia, encina o roble; Ulivo, olivo) que se dirigían a una realidad ligada a
la tierra y por tanto a los padres, para después orientarse hacia una metáfora
tranquilizadora como es precisamente la de la casa.
En lo que se refiere a las metáforas de orientación y a las ontológicas, se
trata de instrumentos de la policy, es decir, del momento en el que las pro-
puestas se convierten en acciones políticas. Así, se encuentran en los ámbitos
concretos, que van desde las imágenes del cuerpo hasta los objetos y, por tan-
to, intentan dar a las acciones políticas el aspecto de un dato dado por sentado
(sopra, sotto, etc.). El cuestionamiento de las policies tendría evidentemente
un efecto de crisis en la consideración de quien gobierna. Justo es por ello

19. Trad.: “La alegre máquina de guerra”.

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EL MUNDO INVENTADO: LAS METÁFORAS DEL DISCURSO POLÍTICO

que el mejor instrumento sea aquel que muestra la actuación de las policies
como si fueran algo inevitable, inseparables de los datos concretos que son
las referencias espaciales o las ontológicas. Entran de nuevo en este ámbito
todas las metáforas del Estado como un cuerpo viviente y, en cuanto tal, como
algo natural. Pero también forma parte de esta área la metáfora positiva de la
economía que “tira” del país que ha “levantado cabeza”, o que está “arriba”, así
como en su implicación negativa, cuando hablamos del “desplome” interna-
cional o de la “bajada” del producto interno20. Esta última es particularmente
interesante, porque decir que la economía sufre una bajada y, por tanto, que se
sitúa por necesidad sobre un plano inclinado, significa construir un cuadro de
referencialidad en el que las dificultades vienen imputadas no tanto a las po-
líticas elegidas, sino a la situación objetiva, del mismo modo que el deslizarse
por una bajada no puede ser acusado al escaso equilibrio, sino a un dato de
hecho, propio del terreno.
Muy interesante resulta aquí la metáfora de orientación que considera la ac-
ción política como un “caminar” o un “proceder” en una dirección. Esto supone
que la acción del gobierno puede también ir “hacia delante” o “hacia atrás”. Un
ejemplo de esto podemos encontrarlo en el discurso de Sagasta ante las Cortes
del 28 de febrero de 1855 sobre la libertad religiosa, comentado magníficamen-
te en varios trabajos por José Antonio Caballero López21:

“Necesario es, pues, señores, en materia tan delicada marchar con


pies de plomo, proceder con circunspección, caminar con prudencia
para no caer en un abismo. ¿No podría suceder, señores, que por querer
avanzar demasiado sin tener en cuenta las circunstancias que nos rodean,
viniésemos a parar en un retroceso?”22

¿Cuál es aquí la función de la metáfora? Creo que resulta bastante evidente


que se trata de mostrar concretamente el fin de una acción política, y de ha-

20. A propósito de las metáforas del discurso de la economía es de gran interés R. Sarmiento,
“Sobre la lengua del discurso económico en los medios de comunicación”, en R. Sarmiento y F. Vilches
(coords.), Neologismos y sociedad del conocimiento, Barcelona, Ariel-Fundación Telefónica, 2007, págs.
111-129.
21. Véase J. A. Caballero López, “Retórica del ethôs (imagen de sí) en la oratoria de Práxedes
Mateo-Sagasta”, Rhêtorikê: Revista Digital de Retórica, 1 (2008) págs. 1-21.
22. P. Mateo-Sagasta, Discurso de 28 de febrero de 1855, en Los discursos parlamentarios de
Práxedes Mateo Sagasta, Logroño, Fundación Práxedes Mateo-Sagasta, presentación de J. A. Caballero
López en: http://www.unirioja.es/buscasagasta/listados.jsp.

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STEFANO ARDUINI

cerlo como ningún otro discurso abstracto sería capaz. Sagasta dice, de manera
viva e incisiva, que cualquier decisión sobre la libertad religiosa no puede ser
tomada sobre las bases de ideologías contrapuestas, pero tiene la necesidad
de tener en cuenta muchos factores. Sirven la prudencia y la sagacidad. Te-
nemos aquí el frame del “ir hacia delante” o “hacia detrás” que construye una
estructura cognitiva en la que todos los oyentes pueden reconocerse. Es mu-
cho más que la pura habilidad retórica, pues aquí está presente una metáfora
que perfila un tipo de política. Sagasta nos está diciendo que ciertas policies
que parecen muy avanzadas conllevan en realidad reacciones que echan a
perder todas las conquistas logradas y, por tanto, que hacen retroceder más
que progresar. Es decir, nos encontramos aquí con todo un programa político
reconvertido en una metáfora.
En conclusión, podemos observar que las políticas, por la posibilidad que
ofrecen las metáforas de inventar la realidad, encuentran en éstas un campo
de actuación particularmente interesante. Estos ejemplos, a mi juicio, testimo-
nian el siguiente hecho preciso: que la experiencia política se estructura según
procesos cognitivos en gran parte metafóricos que permiten pasar de grandes
sistemas abstractos a la acción concreta. En este sentido, las metáforas políticas
no son un mero instrumento formal, ni simplemente argumentativo, sino que
construyen un mundo, ofrecen un panorama posible en el que referencialmen-
te podemos situarnos.

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“Por ajustarse a los principios de la naturaleza,
una opinión pública pudo producirse en todos los tiempos
y en todos los lugares, si bien la vitalidad de aquella
facultad depende de las condiciones de la civilización
y de la historia particular de un pueblo.
Es cierto que no hace mucho que se ha acuñado
la palabra opinión pública, así como que, al inventariar
todo el saber humano, la Enciclopedia francesa no le ha
dedicado ningún artículo. Sin embargo, no por eso ha dejado
de existir una misma manera de opinar sobre los
acontecimientos del Estado”

Livio Minguzzi, La teoría de la opinión pública


en el Estado constitucional, 1893

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