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Los hechos históricos son lo que son y la mayoría de los protestantes (y católicos) no son
conscientes de los siguientes acontecimientos y creencias, mientras que por otro lado,
siempre escuchamos acerca de la “vergonzosa y escandalosa” Inquisición Católica, que no
suele ser muy precisa o justa del todo. Si los lectores se conmocionan o sorprenden con el
título de este tratado (como sospecho puede ser el caso), debería ser un precedente y es
parte de mi justificación y propósito de enseñanza. Con tal finalidad y objetivo en mente,
ofrezco este vasto tratado con todo respeto a mis hermanos Protestantes y con cierta
inquietud también.
Contenido
Bibliografía
.
I. La Intolerancia Protestante: introducción y visión general
1. La visión de historiadores protestantes y católicos
En la Historia no hay nada más incorrecto que aseverar que la Reforma Protestante fue
un movimiento a favor de la libertad intelectual. La verdad es que fue todo lo contrario.
Para los luteranos y calvinistas, es cierto, representó su libertad de conciencia, pero el
concederles esto a los demás, es falso, no mientras ellos dominaran la escena. La
eliminación completa de la Iglesia Católica y de todo lo que se les oponía en su camino
fue considerado por los reformadores como algo perfectamente natural. (Grisar, VI, 268-
269; Dollinger: Kirche und Kirchen, 1861, 68)
B. Preserved Smith
Si alguien todavía alberga el típico prejuicio de que los primeros protestantes eran más
tolerantes, debe ser desengañado. Salvo por algunos dichos liberales de Lutero,
correspondientes a sus primeros años cuando carecía de influencia, es casi imposible
encontrar algo en los líderes reformistas a favor de la libertad de conciencia. Tan pronto
como tuvieron a su alcance el poder para dominar, lo ejercieron. (Smith, 177)
C. Hartmann Grisar
Los Reformadores como Lutero, Beza y en forma especial Calvino, fueron tan intolerantes
al disentimiento, como la Iglesia Católica Romana lo fue. (Cross, 1383)
Ahora, aceptando sin conceder, que todo lo que se dice con frecuencia de las persecuciones
católicas fuese cierto, los protestantes no tendrían ningún derecho a denunciarlas, como si
esto fuese una característica exclusiva de los católicos. Las personas que viven en casas
de cristal, no deberían arrojar piedras a los demás.
Es incuestionable que los campeones del protestantismo: Lutero, Calvino, Beza, Knox,
Cranmer y Ridley defendieron el derecho de las autoridades civiles para castigar el crimen
de herejía. Rousseau dice con exactitud: La Reforma fue intolerante desde su cuna, y sus
autores, tiranos universales.
La intolerancia del Protestantismo no fue menos tiránica que aquella que se le achaca al
Catolicismo. (Philosophie Positive, IV, 51)
En todo caso, el argumento de que, las persecuciones por herejía, perpetrados por los
católicos, constituyen una razón por la que no se debe entrar en la Iglesia Católica, no
tiene una partícula de mayor fuerza que un argumento similar construido en contra de la
entrada en la Iglesia protestante. Ambos han merecido culpa en este sentido, y lo que se
aplica a uno se aplica también al otro. (Stoddard, 204-205, 209-210)
En Massachussets, por ser reincidente en las faltas, un Cuáquero podía sufrir la pérdida
de una o de las dos orejas, la perforación de la lengua con un hierro candente y algunas
veces, la muerte. En Boston, unos cuáqueros, tres varones y una mujer, fueron ejecutados
en la horca. El bautista Roger Williams fue desterrado de Massachussets en 1635, después
fundó la tolerante Rhode Island (Stoddard, 208).
Y dándole crédito, permaneció tolerante, una excepción a la regla, como lo fue William
Penn, quien fue perseguido por los protestantes en Inglaterra y fundó la colonia tolerante
de Pensilvana. El cuaquerismo (la fe de Penn) tiene una honorable historia de tolerancia
dado su extremo carácter subjetivo e individualista entre todas las sectas protestantes,
así como su predecesor, el Anabaptismo, que rehuye a asociarse con el “mundo”
(gobiernos, milicia, etc.), en donde se encuentra el poder necesario para perseguir. Así, los
Cuáqueros iban a la vanguardia del movimiento abolicionista en América, en la primera
mitad del siglo XIX.
A. Martin Marty
Baltimore acogió entre los inmigrantes ingleses, incluso a los odiados por los puritanos,
es decir, a los católicos. En enero de 1691, el nuevo régimen trajo dificultades para los
católicos, los protestantes clausuraban sus iglesias y les prohibían enseñar en forma
pública. Pero el pequeño puesto de avanzada de tolerancia práctica católica había dejado
su huella en la comunidad. (Pilgrims in Their Own Land: 500 Years of Religion in
America, New York: Penguin, 1984, 83, 85-86)
Por primera vez en la historia todas las iglesias serían toleradas y ninguna sería el agente
del gobierno. Católicos y protestantes en términos de igualdad y tolerancia,
características desconocidas en la madre patria. El esfuerzo fue en vano, los puritanos en
octubre de 1654 rechazaron el acto de tolerancia y proscribieron a los católicos,
condenando a diez de ellos a muerte, cuatro de ellos fueron ejecutados. Desde 1718 hasta
el estallido de la Revolución, los católicos de Maryland fueron separados de la
participación en actos públicos, por no hablar de las leyes en contra de sus servicios
religiosos y escuelas de instrucción católica. Durante el medio siglo que los católicos
gobernaron Maryland, no fueron responsables de un solo acto de opresión religiosa.
(American Catholicism, Garden City, NY: Doubleday Image, 1956, 36, 38-39)
En el siglo XVII los más notables casos de tolerancia fueron las colonias de Maryland,
fundada por Lord Baltimore y católicos perseguidos, en 1632, quienes ofrecieron asilo
también a los protestantes; y de Rhode Island, fundada por Roger Williams. (Cross, 1383)
El principio que la Reforma había sostenido durante sus primeras fases, el derecho a la
libre interpretación, fue por completo rechazado por los líderes protestantes, como lo
hicieron los católicos desde su principio. La tolerancia fue menor después de la Reforma
que antes de ésta. (Durant, 456; referring to the year 1555)
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El protestantismo estuvo plagado de disensión desde el principio, aunque sea una religión
que hace hincapié en el individualismo y la conciencia, no pudo estar exenta de esas
contrariedades y promover el mutuo respeto. El mito de la magnanimidad protestante y la
coexistencia pacífica (sobre todo en los inicios), sin duda muere una vez que se pasa del
dicho al hecho.
2. Lutero habla de Zwinglio y sus seguidores
Zwinglio fue un gran codicioso, no ha aprendido nada de mí. Escolampadio considera que
ha aprendido o escuchado suficiente de mí. (Grisar, IV, 309; in Table Talk, 1540)
Los zwinglianos luchan en contra de Dios y los sacramentos como los más inveterados
enemigos de la Palabra divina. (Janssen, V, 220-221; LL, III, 454-456)
Sería mejor anunciar la eterna condenación antes que la salvación, frente al estilo de
Zwinglio o Escolampadio. (Daniel-Rops, 85)
Ellos piensan mucho sobre sí mismos, lo cual, por supuesto, es la causa y la fuente de
todas las herejías. Así, Zwinglio y Bucero presentan una nueva doctrina, cosa muy
peligrosa es el orgullo en el clero. (Grisar, VI, 283; WA, Vol. 38, 177 ff.)
Un chismoso, reprobado una y otra vez, desconfío de él, Pablo dijo (Tito 3:10) Un hereje,
después de la primera y segunda advertencia, evítenlo. (Grisar, VI, 289; Table Talk, ed.
Mathesius / Kroker, 154, 253)
¿Qué pensar sobre Lutero?, no lo sé, su firmeza se mezcla con una buena dosis de
obstinación. Nada está a salvo mientras su ira contenida nos agita. Lutero nunca será
capaza de unírsenos en la verdad pura de Dios. El ha pecado de vanagloria, también de
ignorancia y de la más burda extravagancia, por los absurdos que nos ha impuesto,
¡cuando dijo que el pan es el verdadero Cuerpo!, un error muy grave. ¿Qué puedo decir de
su partidarios?, ¿no fantasean ellos mucho más de lo que lo hacía Marción respecto al
Cuerpo de Cristo? Por tanto, si usted tiene influencia o autoridad sobre Martín, úsela
para que se rinda a la verdad, a la que ataca de manera manifiesta en la actualidad.
Ingénieselas para que Lutero deje de llevar esa carga. (Dillenberger, 46-48; letter to Martin
Bucer, January 12, 1538)
Esos son herejes y apóstatas, siguen sus propias ideas en lugar de la tradición de la
cristiandad, por pura malicia inventan nuevas formas y métodos. (Grisar, VI, 282-283;
WA, VII, 394)
Grisar añade:
En su estado de ánimo, se hizo imposible para él, darse cuenta de que su hostilidad y la
intolerancia hacia los ‘herejes’, podría redundar en sí mismo. (Grisar, VI, 283)
Les estoy pisando los talones a los Sacramentalistas y Anabaptistas, los retaré a pelear y
los pisotearé. (Daniel-Rops, 86)
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III. El saqueo como un agente de la revolución religiosa
1. Observaciones Generales
A. Hillaire Belloc
B. Will Durant
C. Henri Daniel-Rops
En Suecia, Gustavo Vasa privó a la Iglesia de todas sus tierras. La proporción de las
tierras en poder de la corona durante su reinado aumentó del 5,5% al 28%. La de la
Iglesia, del 21% a cero. (Dickens, 191)
5. Escocia e Inglaterra
Los “grandes” nobles escoceses, respaldaron a la revolución religiosa ya que ésta les
otorgó el poder de saquear a la Iglesia y a la monarquía al por mayor. (Belloc, 112)
De la misma manera, la Reforma Inglesa fue llevada a cabo, de forma principal, mediante
el saqueo perpetrado desde los más altos nivel del poder.
El gran pensador europeo y hombre de letras, Erasmo, quien favorecía la Reforma en sus
inicios, se tornó en contra de ésta al observar sus frutos, unas semanas antes de la Dieta
de Worms, el 10 de mayo de 1521 escribía acerca de quienes codician los bienes de la
Iglesia:
Esto sin duda le da un giro a los acontecimientos, si las propiedades de los sacerdotes les
son quitadas por los soldados de esa manera tan inicua, para que éstos las usen de la peor
manera, desperdiciándola a su propio beneficio, entonces nadie sale beneficiado.
(Erasmus, 157)
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Janssen nos relata acerca de la visión de algunos líderes de la reforma, sobre este tema:
Lutero estaba complacido con la expulsión de los católicos. Melanchthon estaba a favor
de proceder en contra de ellos con castigos corporales. Zwinglio sostenía que, en caso de
necesidad, se debía aniquilar a los obispos y sacerdotes como un mandamiento de Dios.
(Janssen, V, 290)
La Misa fue abolida en Zurich en 1525 (Dickens, 117). ¿Cómo pudo Zwinglio esparcir sus
ideas? Su progreso estuvo fundamentado en la destrucción de iglesias y a la quema de
monasterios. Los obispos de Constanza, Basilea, Lausana y Ginebra fueron forzados a
abandonas sus sedes. (Daniel-Rops, 81-82)
3. Farel en Ginebra
William Farel, quien precedió a Calvino en Ginebra, ayudó a abolir la Misa en agosto de
1535, capturó todas las iglesias y cerró sus cuatro monasterios y un convento de monjas.
(Harkness, 8)
Sus sermones en la iglesia de San Pedro, causaron amotinamientos, las estatuas fueron
destruidas, retratos destrozados y los tesoros de la iglesia, con un costo de diez mil
coronas, desaparecieron. (Hughes, 226-227)
4. Bucero en Augsburgo (Augusta), Ulm y Estrasburgo
Martín Bucero, aunque ansioso de ser valorado como respetable y pacífico, defendió de
manera abierta el poder de la autoridad sobre las conciencias. No descanso hasta que en
1537 provocó la supresión de la Misa en Augsburgo. A su instigación, muchas bellas
pinturas, monumentos y antiguas obras de arte en las iglesias, fueron destrozados con
arbitrariedad. Aquella persona que se negara a asistir al culto público, se le daba un plazo
de ocho días para salir de los límites de la ciudad. A los ciudadanos católicos se les
prohibió el asistir a los lugares de culto, bajo severos castigos. En otras ciudades, Bucero
actuó con no menos violencia e intolerancia, por ejemplo, en Ulm, en donde afianzó a
Escolampadio en 1531, y en Estrasburgo. Aquí en 1529, después de un concilio popular, se
prohibió el culto católico. Los predicadores solicitaron a los consejeros que emitieran un
reglamento en el cual se hiciera obligatoria la presencia al nuevo culto, y de esta manera
llenar los templos. (Grisar, VI, 277-278)
En Escocia, John Knox y sus seguidores aprobaron la siguiente legislación: fue prohibida
la Misa así como asistir a ésta, bajo la pena de perder todos los bienes y el azotamiento si
es la primera infracción, para la segunda, el destierro; si la tercera, la muerte. (Hughes,
300)
Knox, como casi sin excepción todos los fundadores protestantes, fue persuadido de que
“todo lo que nuestros adversarios hacen es diabólico”. Él se regocijaba en creer que “es
perfecto el odio que engendra el Espíritu Santo en los corazones de los elegidos de Dios, en
contra de los condenados por sus santos estatutos” (John Knox, History of the
Reformation in Scotland, New York: 1950, Introduction, 73)
En contra de nuestros malditos oponentes (es decir los católicos), todos los medios están
justificados, mentiras, traición (Ibíd., I, 194 and note 2), manipulación de las leyes aunque
sean contradictorias. (Durant, 610; Knox, ibid. Introduction, 44. See also Edwin Muir,
John Knox, London: 1920, 67, 300)
7. Lutero
En una tarea de las autoridades el resistir y castigar la blasfemia pública. (Grisar, VI,
240)
Lutero decidió en 1527 que el hombre despreciaba el Evangelio e insistió en que fuera
obligado por la fuerza de la ley y la espada. (Grisar, VI, 262; EA, III, 39; letter to Georg
Spalatin)
Incluso aquellos que no crean, deben, no obstante, ser conducidos a la predicación, para
que al menos en apariencia sean obedientes. (Grisar, VI, 262; in 1529)
Aunque no podemos ni debemos forzar a nadie a creer en nuestra fe, las masas deben ser
conducidas hacia ésta para que así conozcan el significado del bien y el mal. (Grisar, VI,
263; WA, XXX, 1, 349; Preface to Smaller Catechism, 1531)
Más tarde, en 1623, en la Sajonia, incluso las confesiones y la Eucaristía eran obligadas
por ley de manera estricta, castigables con el destierro. (Grisar, VI, 264)
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V. Radicalismo violento y la revolución protestante
1. La revolución de improperios de Lutero
Si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería fuego. ¡Al fuego
todos ellos! (Grisar, VI, 247; Table Talk [edited by Mathesius], 180; summer 1540)
Es una obligación el vencer al Papa usando la fuerza. (Grisar, VI, 245; EN, IV, 298)
Los poderes espirituales, así como los temporales, tendrán que sucumbir al Evangelio, ya
sea por las buenas o por las malas, como se puede ver el ejemplo en la historia bíblica.
(Janssen, III, 267; letter to Frederick, Elector of Saxony, 1522)
2. Zwinglio
Zwinglio había llegado demasiado lejos y declararó que la masacre de obispos era
necesaria para el establecimiento del Evangelio purificado. En 4 de mayo de 1528 escribió:
Los obispos no desistirán a su fraude, hasta que el segundo Elías aparezca y una lluvia de
espadas caiga sobre ellos. Es más prudente arrancarse un ojo inútil que dejar el cuerpo
sujeto a la corrupción. (Janssen, V, 180; Zwingli’s Works, VII, 174-184)
Zwinglio murió junto con 24 predicadores afines a él, en la batalla de Kappel, a unas
cuantas millas al sur de Zurich el 11 de octubre de 1531. Ante esta noticia, Lutero
reaccionó con alegría. Este acontecimiento ayudo a que Bullinger sucediera a Zwinglio,
siendo el más leve y moderado de todos los fundadores protestantes.
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Hay quien enseña contradicciones a algunos reconocidos artículos de fe, con evidencia
fundamentados en la Escritura y que son creídos por buenos cristianos en todo el mundo,
como se les enseña a los niños en el Credo. Herejes de esta calaña no deben ser tolerados,
sino castigarlos como manifiestos blasfemadores. Si alguno desea predicar y enseñar,
debe demostrar su vocación para hacerlo o permanecer en silencio. Si no permanece en
silencio, entonces las autoridades civiles deberán conducir al sinvergüenza con su
maestro, llamado Master Hans (esto es, el verdugo de la horca). (Janssen, X, 222; EA, Bd.
39, 250-258; Commentary on 82nd Psalm, 1530; cf. Durant, 423, Grisar, VI, 26-27)
Los artículos de doctrina sediciosos deben ser castigados por la espada, sin necesidad de
pruebas. En cuanto a los Anabaptistas, que niegan el bautismo en la infancia, el pecado
original y la inspiración, lo que no tiene relación con la Palabra de Dios y con certeza se
opone a ésta, las autoridades civiles también están obligadas a limitar y castigar sus
falsas doctrinas. Tan solo piensen ¿qué desastre resultaría si los niños no fuesen
bautizados? Además, los Anabaptistas se separaron de las iglesias y crearon un
ministerio propio, lo cual es contrario al mandamiento de Dios. Por todo lo anterior,
resulta claro que las autoridades civiles están obligadas a imponer un castigo corporal a
estos agresores. También, cuando se trata de un sólo caso de defensa de algunos
postulados espirituales, tales como el bautismo infantil, el pecado original y la
separación innecesaria, entonces, llegamos a la conclusión de que, los obstinados
sectarios deben de ser aniquilados. (Janssen, X, 222-223; pamphlet of 1536)
Bullinger notó la contradicción de Lutero, quien apelaba a la tradición para castigar a los
herejes, pensó que era en realidad ridículo y que debía situarse en la realidad de que la
Iglesia había hecho esto por largo tiempo. Si el argumento de Lutero basado en que “así se
ha interpretado siempre” fuese admitido, entonces, la propia doctrina de Lutero se cae por
su propio peso, ya que su doctrina no es la misma que ha enseñado la Iglesia de Roma.
(Grisar, VI, 259; letter to Albert, Margrave of Brandenburg)
La consistencia lógica nunca fue uno de los puntos fuertes de Lutero. Grisar comenta:
Cada seguidor de su evangelio que discrepaba con su visión, estaba destinado a ser
encasillado como un hereje impío. Lutero nunca dudó que había descubierto un nuevo
evangelio. (Grisar, VI, 238)
Son bien conocidos los hechos de Lutero, referidos por fuentes no católicas acreditadas,
acerca de sus prácticas persecutorias en contra de protestantes no-luteranos.
En 1530 perseveró en el criterio de que dos ofensas deberían ser castigadas, incluso con la
muerte, éstas son la sedición y la blasfemia. Lutero interpretó como sedición incluso
alguna abstención en el gobierno o la milicia, y el rechazo a algún artículo de los
Apóstoles como blasfemia. En un memorando de 1531, escrito por Melanchthon y firmado
por Lutero, un rechazo de la oficina gubernamental fue descrito como una blasfemia
insufrible, y la desintegración de la Iglesia como sedición en contra del orden eclesiástico.
En un memorando de 1536, otra vez por escrito y firmado por Melanchthon y Lutero, la
distinción entre los Anabaptistas pacíficos de los rebeldes, fue borrada. (Bainton, 295)
Bajo los múltiples criterios de Lutero acerca de la herejía, la sedición y la blasfemia, los
siguientes grupos hubieran merecido la pena de muerte: Bautistas, Pentecostales, muchos
de los Evangélicos independientes, Operación Rescate activistas en pro de la vida,
activistas a favor de los derechos civiles, Abolicionistas, Los Padres Fundadores de
América, muchos Liberales y Conservadores, Comunistas y Socialistas, miembros de
comunas, los Hermanos Libres (Plymouth Brethren), Menonitas, Cuáqueros, Amish,
humanistas y ateos, todas las religiones no cristianas, los teólogos liberales, cultos, etc.
Es muy significativo observar cómo Lutero se trasladó de la tolerancia a la tiranía
religiosa, y cómo fue creciendo ésta en él.
En 1520 decretó: “cada hombre es un sacerdote” y agregó “debemos vencer a los herejes
con libros, no con la hoguera” (Open Letter to Christian Nobility, Luther’s Works,
Philadelphia, 1943, I, 76, 142)
Incluso los incrédulos deben ser forzados a obedecer los Diez Mandamientos, asistir a la
iglesia, que se ajusten en lo exterior. (Letter of August 26, 1529 to Joseph Metsch)
Debemos notar, no obstante lo anterior, que hacia el final de la vida de Lutero, éste
retorno a sus primeros sentimientos de tolerancia. En su último sermón aconsejó el
abstenerse de combatirla.
De nueva cuenta, como en el caso de la Revuelta de los Campesinos, fue muy tarde para
corregir el camino, su fin llegó. Durant nos ofrece ejemplos de persecución de
“reformadores” después de Lutero (Durant, 423-425): Bucero urgió la desaparición de toda
falsa profesión de fe, junto con sus esposas, hijos y ganado (Bax, Ibíd., 352). Melanchthon
insistió en usar la pena de muerte para los que rechazaran la Presencia Real de Cristo en
la Eucaristía, a los que negaran el bautismo a los niños (Smith, 177), y la creencia de que
algunos paganos se pueden salvar (Janssen, IV, 140-141). Demandó la desaparición de
aquellos libros que se opusieran o estorbaran a la doctrina luterana (Janssen, XIV, 503).
Los estados protestantes suprimieron el culto Católico y se apoderaron de sus bienes
(Janssen, VI, 46-63, 181, 190, 208-214, 348-349). La censura a la prensa fue adoptada
(Janssen, IV, 232 ff.), junto con la excomunión (por ejemplo en la Confesión de Augsburgo
de 1530).
La iglesia invisible que Lutero esperaba establecer en los corazones de todos los fieles, se
había convertido en una institución muy humana y visible. Lutero se encontró a sí mismo
obligando y forzando, en contra de sus principios de libertad individual y tolerancia. Los
ideales de libertad espiritual, libre interpretación y sentimientos de introspección de
Lutero, en realidad nunca proliferaron en la estructura de su iglesia. La mayoría de sus
ideas que provocaron la separación con Roma, tuvieron que refugiarse en aquellas sectas
que las tres iglesias reformadas (zwingliana, calvinista y luterana) perseguían con el
fuego y la espada. (Germany: 2000 Years, I, New York: Ungar, revised edition of 1961, 235,
237)
Uno puede adivinar cómo vivían los judíos en esta atmósfera de intolerancia entre los
cristianos, los verdaderos o los que así se hacían llamar, Lutero aconsejaba:
Destruyan y destrocen sus casas. Quítenles sus libros de oración y Talmuds, sus Biblias
también. Prohíbanles a sus rabinos, bajo pena de muerte, el volver a enseñar. Prohíbanles
el paso por calles y carreteras. Prohíbanles que ejerzan la usura y quítenles todo su dinero
y sus tesoros de oro y plata. Y si esto no fuera suficiente, destiérrenlos, como si fuesen
perros rabiosos.
(EA, XXXII, 217-233; Durant, 422; About the Jews and Their Lies, 1543; Durant cites as his
source Janssen, III, 211-212)
Lo triste del caso es que tiempo antes Lutero había hablado acerca de ser más tolerantes
con los judíos. Ahora, en su vejez, atacado por la enfermedad, la frustración, la discordia
y la duda (y muchas veces también con la duda de sí mismo), otra vez soltaba la lengua
con consecuencias incalculables.
2. Melanchthon
Aunque pueda parecer cruel el castigarlos con la muerte, es más cruel para ellos el no
enseñar ninguna buena doctrina y perseguir a la doctrina verdadera. (Grisar, VI, 251)
3. Zwinglio
Jóvenes estudiantes de la Biblia, que alguna vez habían sido instruidos por Zwinglio,
proponían una reforma más radical, se negaban a bautizar a sus hijos amparándose en
sus primeras ideas. En enero de 1525, Zwinglio concluyó que ellos merecían la pena de
muerte por “desgarrar el tejido de una sociedad cristiana sin fisuras”. (John L Ruth.,
“America’s Anabaptists: Who They Are,” Christianity Today, October 22, 1990, 26 / cf.
Dickens, 117; Lucas, 511)
En sus diálogos de 1535, Bucero llamó a los gobiernos a exterminar por medio del fuego y
la espada toda profesión de falsa religión, ya sean mujeres, niños o ganado.” (Janssen, V,
367-368, 290-291)
5. Knox
Sus convicciones recordaban las prácticas más obscuras de la Inquisición. Cada hereje
debía ser condenado a muerte, las ciudades con predominio de los herejes debían ser
golpeadas con la espada y destruirlas al final.
“Para el hombre “carnal” esto pudiera parecer un juicio muy severo. Sin embargo, no
haremos excepciones, y todos serán conducidos a la muerte cruel. En estos casos, la
voluntad divina desiste del razonamiento para dar paso a la ejecución de sus
mandamientos”. (Durant, 614; Edwin Muir, John Knox, London: 1920, 142)
6. Inglaterra
Seis monjes cartujos y uno de la orden Brigidina fueron colgados, el obispo de Rochester,
san Juan Fisher, fue decapitado. En mayo y junio de 1535, otros fueron desollados en vida,
ahogados y descuartizados, por negar que Enrique VIII fuera la Cabeza Suprema sobre la
tierra de la Iglesia de Inglaterra. (Hughes, 181-182)
Se decretó una definición de herejía que nos hace la vida segura a todos los que creemos en
la Trinidad y la Encarnación. Esta ley deja intacto el principio que dice que la herejía es
castigable con la muerte. Cualquier “Servet inglés” pudo haber sido condenado a la
hoguera bajo el reinado de Elizabeth, y de hecho, en 1589, condenó a la hoguera a un
Arriano. (Hughes, 274)
No fue hasta 1679 cuando fue abolida la pena de muerte por herejía en Inglaterra, por un
decreto del Parlamento bajo Carlos II. (Hughes, 274)
Las ejecuciones comenzaron con rapidez, alrededor de 800 al año durante casi la última
mitad del siglo XVI. Hallam, protestante, relata que las ejecuciones de sacerdotes
jesuitas, en el reinado de Elizabeth, estaban caracterizadas por el salvajismo y el
fanatismo, que no estoy seguro que la Inquisición haya sobrepasado. Los detalles de tales
atrocidades no complacerían a los lectores Protestantes, acostumbrados a pensar que
todas las persecuciones religiosas han sido llevadas a cabo por los católicos.
Es más placentero para ellos decir que están en contra de la persecución y calificar como
infernal a la Inquisición, que el considerar sus propias asuntos y obras en este sentido.
(Stoddard, 131-132, 135; citing Henry Hallam, Constitutional History of England, I, 146)
Stoddard nos relata más sobre la persecución en Inglaterra de los que se oponían a la
Iglesia Anglicana. Los Presbiterianos, por ejemplo, fueron calumniados, encarcelados,
mutilados e incluso condenados a muerte. Unos cuantos Anabaptistas y Unitarios fueron
quemados vivos. (Stoddard, 205)
En Irlanda, dos obispos fueron ejecutados por los ingleses en 1578, y otros tantos en 1585
y 1611. En 1652 hubo un intento por exterminar a todos los sacerdotes católicos en
Irlanda.
En un acta firmada por los Comisionados del Parlamento de Inglaterra, decretaron que
cada “sacerdote romano” debería ser colgado, decapitado, descuartizado, sacarle las
entrañas y quemarlas, colocar su cabeza sobre un poste en un lugar público. Al final,
fueron escasísimos los sacerdotes que quedaron en toda la isla. (Stoddard, 206)
Opositores en Irlanda también soportaron horribles sufrimientos. Hubo casos registrados
en los que se les arrancaron a tirones sus dedos, a los que se les chamuscó el cuerpo por
medio de hierros candentes, a los que se les rompían las piernas. Sus esposas también eran
azotadas en público. (Stoddard, 207)
7. Calvino
A. En general
Durante el gobierno de Calvino en Ginebra, entre 1542 y 1546, cincuenta y ocho personas
fueron condenadas a muerte por herejía. (Durant, 473)
Aunque no recomendaba usar de manera directa la pena de muerte por blasfemia entre los
judíos, sí defendió su uso en contra de éstos. (Harkness, 102)
B. James Gruet
En enero de 1547, en la Ginebra calvinista, James Gruet, una especie de librepensador, fue
acusado de haber publicado una nota en la que se implicaba que Calvino debía salir de la
ciudad: fue arrestado con rapidez y se buscó de casa en casa a sus cómplices. Esta acción
fue inútil para revelar nada, excepto que Gruet había escrito en uno de los panfletos de
Calvino: “son tonterías”. Los enjuiciadores lo torturaron en el potro dos veces al día,
mañana y noche, por todo un mes, fue sentenciado a muerte por blasfemia y decapitado el
26 de julio de 1547. ¡La libertad evangélica había llegado al punto de que sus campeones
habían tomado la vida de un hombre por el simple motivo de una sátira! (Huizinga, 176;
cf. Daniel-Rops, 82-83)
Medio muerto, fueron atados sus pies a una estaca mientras le tiraban de la cabeza hasta
desprenderla. (Durant, 479)
En mayo de 1555, ocurrió un disturbio de borrachos, provocado por un grupo que objetaba
el exceso de refugiados extranjeros en Ginebra. Estos opositores a Calvino fueron
calificados como “libertinos”.
Los hermanos Comparet, dos humildes barqueros, fueron ejecutados y las partes de sus
cuerpos desmembrados, regados en las salidas de la ciudad. (Daniel-Rops, 192)
Los otros miembros del grupo se fugaron, sin embargo fueron sentenciados a muerte en su
ausencia. (Daniel-Rops, 192)
D. Miguel Servet
La ejecución más infame en Ginebra fue la de Miguel Servet, un médico español que
negaba la Trinidad, fue una especie de gnóstico panteísta. Había conocido a Calvino y
éste último declaró, el 13 de febrero de 1547, en una carta a Farel:
Daniel-Rops dice respecto a este episodio, que los historiadores protestantes lo refieren
con vergüenza. (Daniel-Rops, 187)
El hecho no puede ser disimulado, Calvino mandó a Servet a la Inquisición y luego trató,
por medio de una mentira o un subterfugio, cubrir su participación en el asunto.
(Harkness, 42)
Espero que Servet sea condenado a muerte, aunque me gustaría que se librara de la peor
parte del castigo, se refería al fuego. (Daniel-Rops, 190)
Las observaciones de Calvino respecto a esta horrible muerte, mediante una lectura
repugnante:
Servet, de hecho, fue quemado no sólo por sus herejías sino por las ofensas que había
propinado a Calvino muchos años antes, que parecieron haber exasperado el tremendo
temperamento del reformador, para hacerle pagar por los dichos por los que al final lo
ejecutó. Así, en el segundo periodo de la Reforma, aquellos síntomas repugnantes que
habían aparecido en un periodo más temprano como la desunión, la violencia, la
obcecación y la intolerancia se arraigaron y crecieron hasta hacerlos incurables. (Hallam,
Ibíd., I, 280)
Esta deshonra, sin embargo, es compartida por muchos otros “reformadores”, que
elogiaron su atroz venganza:
Melanchthon, en una carta a Calvino y Bullinger, dio gracias al Hijo de Dios y llamó a
tal ajusticiamiento, un santo ejemplo, memorable para la posteridad. Bucero declaró en
su púlpito en Estrasburgo, que Servet merecía haber sido desollado y desmembrado.
Bullinger, en general humanitario, coincidió en que los magistrados civiles deben castigar
la blasfemia con la muerte. (Durant, 484)
En 1554 Calvino escribió su tratado En Contra de los Errores de Servet, en el cual trató de
justificar su cruel acción:
Mucha gente me ha acusado de que con feroz crueldad quisiera matar de nuevo a aquel
hombre que aniquilé. No sólo soy indiferente a sus comentarios, sino que me regocijo en el
hecho de que me han escupido a la cara. (Daniel-Rops, 191)
Esta fue la actitud de Calvino ante el castigo de los herejes. De qué modo, digo yo, ¿es él
superior en su moral que todos aquellos que cometieron atrocidades por medio de la
Inquisición?
8. Tortura protestante
El teólogo protestante Meyfart, fue testigo de las torturas que más tarde describió. El
ingenioso español y el astuto italiano se horrorizan ante estas bestialidades y
brutalidades. En Roma no se acostumbra someter ni a un asesino, una persona incestuosa
o a un adúltero a tortura por espacio de más de una hora, pero en Alemania, se mantiene
la tortura por un día completo, día y noche, por dos días, incluso cuatro días, después de
lo cual, todo vuelve a comenzar. Hay historias tan horribles y repugnantes que ningún
hombre puede escucharlas sin estremecerse. (Janssen, XVI, 516-518, 521)
Meyfart nos ofrece otro ejemplo típico de cómo se trataba a los Anabaptistas:
En Augsburgo, en la primera mitad del año 1528, de manera casi ciento setenta
Anabaptistas de ambos sexos, o bien fueron encarcelados o fueron desterrados por orden
del nuevo Consejo Popular. A algunos se les cortó la lengua. (Janssen, V, 160)
9. Conclusión
La persecución, incluyendo la pena de muerte por herejía, no es una exclusiva falta del
catolicismo. Con claridad es una falta protestante también y un punto ciego de la Edad
Media, de modo similar al aborto en nuestros “civilizados” días. Además, es una mentira
afirmar que el protestantismo, en su presentación inicial, abogó por la tolerancia. La
evidencia presentada hasta el momento refuta este concepto más allá de cualquier duda
razonable.
IR A CONTENIDO
En las ciudades protestantes, numerosos predicadores con gran celo y con la ayuda de las
autoridades municipales se movilizaron para suprimir los escritos de las corrientes
opositoras. Cuando Lutero comenzó a escribir sus libros se decía, recordando a Frederick
Staphyllus (1560), que “sería contrario a la libertad cristiana si los cristianos y la gente
común no tuvieran la posibilidad de leer toda clase de libros”. Ahora, sin embargo, los
luteranos mismos estaban prohibiendo que se adquirieran y leyeran los libros de sus
oponentes, miembros apostatas y de las sectas. (Janssen, XIV, 506-507)
Los príncipes protestantes amaban y promovían la censura, porque con ésta se acallaba
la bien merecida denuncia en contra del robo de los bienes de la Iglesia o de otros hechos
de interés propio e incluso actos criminales. (Janssen, XIV, 507)
La violación a las órdenes de censura, eran castigadas con severidad en todas partes.
(Janssen, XIV, 234)
Cuando la controversia sobre “La Última Cena del Señor” comenzó en Wittenberg, se
tomaron las máximas precauciones para prohibir los escritos de los reformadores suizos y
de los predicadores alemanes que compartían su punto de vista con los suizos. Con la
instigación de Lutero y Melanchthon, el Elector Juan de Sajonia publicó un edicto con el
siguiente efecto: No será permitida la venta y lectura de libros y panfletos (de los
Anabaptistas, Sacramentalistas, etc.). Y aquellos conscientes de la violación de estas
órdenes y no las denuncien, serán castigados con la muerte y la pérdida de sus
propiedades. (Janssen, XIV, 232-233; BR, IV, 549)
4. Universidades Protestantes
Por otro lado, el antagonismo también creció entre las Universidades Protestantes. Una
reprochaba a otra ser promotora y fuente de falsa doctrina. Wittenberg, en estos últimos
tiempos considerada como “la cuna de la nueva revelación y de la recién espabilada
Iglesia de Cristo”, en 1567 fue llamada “apestoso pozo del diablo”. (Janssen, XIV, 231-
232)
Los casos, por supuesto, son múltiples, se han escogido los más ilustrativos en cuanto a
la hostilidad protestante hacia la libertad de prensa.
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