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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES


MELINA TORRES ÁVILA

Dahl, Robert A. (s/f) La Poliarquía. Participación y oposición. Ed._____ País_____

Capítulo 1. Democratización y oposición pública


En este primer capítulo Dahl se propone a definir varios conceptos y la metodología que siguió para
realizar su análisis de lo que significa la democratización. Expone que la rivalidad y la competencia
entre el gobierno y sus antagonistas es una faceta importante en el proceso democrático, pero
aclara que los procesos de democratización y de desarrollo de la oposición no son idénticos.

Para Dahl, el gobierno democrático se caracteriza fundamentalmente por su continua aptitud para
responder a las preferencias de sus ciudadanos, sin establecer diferencias políticas entre ellos. Para
lo cual Dahl establece que el término “democracia” sirve para designar el sistema político entre
cuyas características se cuenta su disposición a satisfacer entera o casi enteramente a todos sus
ciudadanos. La democracia es un sistema hipotético, o un ideal que puede servir como contraste
para valorar el grado de aproximación de los diferentes sistemas al ideal teórico. Además, establece
que un gobierno debe de ofrecer igualdad de oportunidades para:

1. Formular sus preferencias


2. Manifestar públicamente dichas preferencias entre sus partidarios y ante el gobierno,
individual y colectivamente
3. Recibir por parte del gobierno igualdad de trato: es decir, éste no debe hacer discriminación
alguna por causa del contenido del origen de tales preferencias

Pero para analizar si hay una democratización hay que tomar en cuenta dos dimensiones teóricas:
en la historia hay cambios dentro de los regímenes, y dependiendo en como garanticen las ocho
condiciones, que propone Dahl, es como se puede comparar los distintos regímenes, de acuerdo
con la amplitud con que facilitan la oposición, el debate público o la lucha política. Pero esto no es
suficiente, porque podría facilitar una pequeña oposición, por lo tanto, Dahl propone otra
dimensión la cual es una escala que expresa el derecho a participar en el debate público que permita
comparar los diferentes regímenes de acuerdo a su capacidad de representación. Cuando un
régimen garantiza este derecho a algunos de sus ciudadanos, se abre a un debate público más
amplio, por lo que el régimen será tanto más representativo cuanto mayor sea el número de
ciudadanos que gocen de este derecho. Dahl señala que ha habido cambios notables en este siglo,
comparado con el siglo XVIII, ya que se ha aceptado que es legítimo que la más gente participe en
el gobierno.

También se necesita de otras dimensiones para clasificar a los países y saber si hay una
democratización, ya que sólo tomar en cuenta el derecho a participar, ya sea en un debate público
o en elecciones, no asegura que se obtengan datos concretos, sino más bien resultados anómalos y
sesgados. Por lo tanto, como primera instancia se debe de tener, por lo menos, dos dimensiones: el
debate público y el derecho a participar. La relación que existe entre ellas se explica a través de un
diagrama donde las dimensiones de “Derecho a participar en las elecciones y en gobierno” y “debate
político” están acomodas de tal forma que se puede hacer una medición en cuanto a su avance,
dependiendo de si un régimen abre las posibilidades a sus ciudadanos.
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Dahl usa términos como “hegemonía cerrada” cuando en un régimen no está abierto al debate
público ni a que sus ciudadanos participen en la toma decisiones. Puede existir que un gobierno no
admita al debate público pero que haya elecciones solamente (procedimental). O puede existir un
gobierno en el que se tolere el debate público, pero no que haya elecciones. todas estas
consideraciones las toma en cuenta Dahl y es así como termina usando una terminología para
explicar cómo puede evolucionar un régimen, de acuerdo a estas dimensiones. Oligarquías
competitivas se refiere a que hay una liberalización al debate público, pero no hay una participación
abierta, y las hegemonías representativas son aquellas donde hay elecciones, pero no se admite el
debate público.

Para Dahl, la “democracia” necesitaría muchas otras dimensiones para saber si existe en algún país,
para lo cual él expresa que en realidad no existe ningún régimen totalmente democratizado, por lo
cual usa el término de “poliarquía” y la describe de la siguiente manera: como regímenes
relativamente (pero no completamente) democráticos, es decir que las poliarquías son sistemas
sustancialmente liberalizados y popularizados, muy representativos a la que vez que francamente
abiertos al debate público. Un régimen “casi” poliárquico puede ser bastante representativo, pero
presentar en cambio, restricciones más severas para el debate público que la poliarquía total. O
puede ofrecer oportunidades de discusión pública semejantes a las de una poliarquía plena y ser,
en cambio, menos representativa que ésta.

Dahl explica que el libro trata de las condiciones que hacen posible el desarrollo y la existencia de
los sistemas de debate público y sobre todo a la democratización. La democratización, especifica,
que comprende de ciertas transformaciones históricas, que pueden ser las siguiente: el tránsito de
una hegemonía y oligarquía competitivas a regímenes casi poliárquicos que se dio en el siglo XIX; la
modificación de las cuasipoliarquías en poliarquías plenas tuvo lugar en las tres décadas que van
desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial; el tercero es la plena democratización
de las poliarquías, pero este proceso que va después de la Gran Depresión se ve interrumpido por
las Segunda Guerra Mundial. Muchos de los países han pasado por la primera etapa, y hay alguno
que se encuentran en la segunda, pero por el momento no hay países con una plena
democratización.

Cuando los regímenes hegemónicos y las oligarquías competitivas evolucionan hacia la poliarquía
aumentan las oportunidades de participación y de debate auténticos, y por consiguiente el número
de individuos, grupos e intereses cuyas preferencias hay que considerar al ejercicio del poder
políticos. Pero esto puede traer como consecuencia que aquellos que detentan el poder puedan ser
sustituidos por nuevos individuos, grupos e intereses. Toda transformación que ofrezca a los
opositores al gobierno mayores oportunidades para traducir sus metas en actos políticos
respaldados por el Estado, implica la posibilidad de conflicto con los individuos, grupos o intereses
a los que deponen en tal gobierno. Lo que significa que entre más profundo sea el gobierno y la
oposición, mayores serán las posibilidades de que cada uno niegue al otro la participación efectiva
del ejercicio del poder político. Es decir que cuanto más fuerte sea el conflicto entre un gobierno y
sus antagonistas, más alto será el precio que cada uno tendrá que pagar para tolerar al otro. Por lo
que Dahl propone los siguientes axiomas:

Axioma 1. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumenta en la medida que


disminuye el precio de dicha tolerancia
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Axioma 2. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición crece en la medida en que aumenta
el precio de suprimirla.

Axioma 3. En la medida en que el precio de la supresión exceda al precio de la tolerancia, mayores


son las oportunidades de que se dé un régimen competitivo.

Axioma 4. Las probabilidades de que un gobierno tolere la oposición a su régimen aumentan a


medida que disminuyen los recursos que dicho gobierno cuenta para suprimir a sus adversarios, en
relación con las fuerzas de la oposición.

Axioma 5. La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumenta al reducirse su capacidad


para utilizar la violencia y las sanciones económicas encaminadas a suprimir dicha oposición.

En resumen, y como lo explica Dahl, en cuanto más bajo es el precio de la tolerancia más seguidores
tiene el gobierno. Cuanto más alto el precio de la supresión mayores son los seguidores de la
oposición.

Capítulo 2. ¿Tiene importancia la Poliarquía?

Dahl expone que se puede pensar que no importa las diferencias que haya entre los regímenes,
dado que al final de cuentas en todo régimen siempre hay una minoría rectora que es la que
verdaderamente gobierna (cita a Gaetano Mosca), pero este juicio está basado principalmente en
la creencia de que la transformación de un régimen debe tener, necesariamente, consecuencias
grandiosas para los ciudadanos de un país, o cuando sucede un cambio de régimen es sólo
superficial porque, a veces, se reduce a simplemente variar de personas, retórica o los preceptos
constitucionales vacíos de contenido. Con esto Dahl trata de ejemplificar que mucho varios teóricos
estaban muy poco convencidos o en total desacuerdo con la poliarquía, ya que no encontraban que
fuera mejor que otras formas de gobierno.

Pero estas opiniones son el reflejo de una época en la que todavía la democracia no era popular y
no parecía ser una buena forma de gobernar. Las opiniones, plasmadas por Dahl, corresponde a
teóricos italianos que no veían con buenos ojos el “parlamento italiano” y están situados en una
época antes de la Primera Guerra Mundial y de la unificación y el ascenso del fascismo a Italia.
Después de los horrores vividos durante ese periodo, se comienza una revaloración de lo que es una
democracia, y concluyen que, a pesar de no ser perfecta, es la mejor forma de gobierno que puede
ser perfectible. Por lo que, la transformación de un régimen hegemónico en otro más competitivo
o de una oligarquía competitiva en una poliarquía, puede producir significativas consecuencias:

1. Las consecuencias que podrían ser significativas, pero que a la vez pueden pasar como algo
natural, como una herencias de escasa identidad son: las libertades de corte liberal clásico
que forman parte de la definición del debate público y de la participación, o sea, las
oportunidades para oponerse al gobierno, para formas organizaciones políticas, para
expresarse libremente en materias políticas sin miedo a las represalias del gobierno, leer y
oír puntos de vista distintos sobre una misma cuestión, emitir voto secreto en elecciones
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donde los candidatos de los distintos partidos luchen por obtener esos votos, y las derrotas
sean aceptadas pacíficamente. Este fue el tipo de libertades que los críticos del régimen
parlamentarios dieron por poca cosa sin prever el grado de opresión que podría causar un
nuevo régimen.
2. En la medida en que nuevos sectores/clases son incorporados al sufragio, los candidatos
afines a las características de este electorado recién incorporado, más escaños o puestos de
elección ocuparán, ya que se votará más por ellos. Pero esto no se traduce a que un
parlamento esté dominado por un grupo en específico de legisladores, ya que en las
Cámaras legislativas actuales la clase media, y las profesiones liberales están súper-
representados numéricamente, mientras que los obreros están sub-representados, así
como otras categorías como los campesino y amas de casa. Pero aun cuando la clase política
no sea nunca una muestra representativa de las categorías sociales y económicas de un país,
el sufragio universal junto con la rivalidad política, dan lugar a parlamentos son en general
más representativos, individual y políticamente que ningún otro sistema.
3. Cuando se amplía el sufragio y el acceso al debate político, esto tiene como consecuencia
que los partidos puedan cambiar su estructura o hacer cambios de ideología y de
integrantes para así atraer al nuevo electorado. También puede ocurrir que nuevos partidos
se formen o, en la mayoría de los casos, se formalicen y entren en la competencia electoral,
por lo que cada vez habría elecciones con más partidos de oposición y con controversias.
Por lo tanto, los partidos “viejos” tienden a modernizarse para así no quedar atrás en la
competencia, ya que si quieren sobrevivir tendrán que buscar a sus miembros,
simpatizantes, seguidores y votantes potenciales de otra manera, y no sólo en sus redes de
notables. A modificarse la organización de los partidos y penetrar cada vez más
profundamente en las zonas rurales y urbana aún acaecen más cambios en la vida política:
aumentan la competencia y la participación. Este cambio varía de país en país, pero tienen
casi las mismas características, cuando se trata de un proceso de larga duración.
4. En todos los países, cuantas mayores oportunidades haya para expresar, organizar y
representar las preferencias políticas, mayor seré el número y variedad de preferencias e
intereses políticos, lo que se traduce que en un país donde haya un cambio hacia la
poliarquía, aumentará los cambios de este tipo, esto se da en cualquier país.
5. Hay que tener en cuenta cómo un régimen puede impactar de forma directa en la forma de
gobierno de los países. En regímenes hegemónicos se puede apreciar cómo son oprimidas
las minorías, en comparación con países con poliarquías o casi poliarquías, puede existir
cierta exclusión sobre algunas minorías, pero no es una opresión tan fuerte como en otros
regímenes (Dahl da el ejemplo de Alemania con Hitler o de Rusia con Stalin, en donde
murieron millones de personas por pensar diferente o pertenecer a una religión en
específico). Dentro de las poliarquías existe la exclusión de ciertos grupos de personas, por
ejemplo, los extranjeros.
6. Se podría especular sobre las consecuencias derivadas de las diferencias entre los
regímenes. Cabe la posibilidad de que, si las diferencias persisten durante períodos de
tiempo muy prolongados, los distintos regímenes influyan en las creencias, actitudes,
cultura y personalidad de los ciudadanos. Lo que se traduce que en las poliarquías puedan
afectar de diversas formas en cómo se desarrolla el país, pudiendo ampliar el debate público
y la participación abierta.
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Cabe mencionar que Dahl pretende es defender y realzar, a favor de la poliarquía, las
características que la pueden diferenciar de una hegemonía o de cualquier otra forma de
gobierno. Y que, pesar de que existen fervientes opositores de la poliarquía, es evidente que el
proceso histórico ha demostrado que puede existir un cambio que favorezca la aparición de un
régimen poliárquico, así como su subsecuente democratización.

Capítulo 3. Secuencias históricas


Dahl plantea que existen tres caminos o secuencias históricas que llevan hacia una poliarquía. Éstas
son las siguientes:

1. La liberalización precede a la capacidad de representación:


a) Una hegemonía cerrada aumenta las oportunidades de debate público y, por tanto, la
transformación en una oligarquía competitiva.
b) La oligarquía competitiva se transforma entonces en una poliarquía, al aumentar la
capacidad de representación del régimen.
2. La capacidad de representación precede a la liberalización:
a) La hegemonía cerrada se abre haciéndose representativa
b) La hegemonía representativa se transforma seguidamente en una poliarquía al
aumentar las oportunidades de debate público.
3. La vía rápida: una hegemonía cerrada se convierte abruptamente en una poliarquía al
otorgarse de forma repentina el derecho al sufragio universal y al debate público.

Pero a pesar de poner de una forma esquemática estos tres caminos, en la realidad no fueron así,
aunque es una forma de exponer los sucesos que acaecieron en los diferentes países. Dahl señala
que la señala que la secuencia que más comúnmente comparten las poliarquías más antiguas y
estabilizadas estén muy próximas a la primera trayectoria, es decir que primero hubo una apertura
en la participación. Si bien esta participación se dio primero con un grupo de élite y sólo sus
familiares o los de su misma clase podían participar, con el tiempo, se fueron agregando más
estratos sociales transformando el sufragio a algo universal.

Cada camino hacia la poliarquía tiene sus peligros, pero de los tres, el que es más inusual es tercero,
ya que sólo han existido tres países que se pueden considerar en un cambio abrupto: Alemania,
Japón e Italia, y ciertamente fue porque sufrieron una derrota y sobre todo, fue una fuerza
extranjera que instaló instituciones democráticas en contra de la voluntad de dichos países
derrotados, pero aparte de estos casos, no han existido más por lo que son únicos.

El segundo cambio también tiene sus riesgos, cuando se amplía el sufragio antes de las elites hayan
dominado y aceptado los métodos políticos competitivos, lo más probable es que la búsqueda de
un sistema de garantías mutuas sea muy compleja y lleve mucho tiempo. La tolerancia y la seguridad
mutuas tienen más probabilidades de desarrollo en una pequeña élite que comparta perspectivas
similares, que entre la complicada y heterogénea colección de dirigentes que representen estratos
sociales cuyas metas, intereses y actitudes abarquen los matices más diversos. Por lo tanto, como
se ha visto, el primero de los cambios antes señalados, es más común que se den, ya que es más
probable que un régimen hegemónico sea también representativo, y una vez concedido la
ampliación del voto, es muy poco probable que éste sea suspendido, aunque pueden existir
excepciones.
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Dahl sintetiza sus argumentos en cuatro enunciados:

1. El primer camino tiene más probabilidades de llevar al grado de seguridad mutua necesario
para la estabilidad de un régimen de debate públicos.
2. Pero en esta trayectoria ya no es viable para la mayoría de los países con regímenes
hegemónicos.
3. De aquí que la liberalización de las casi-hegemonías corra grave riesgo de fracasar debido a
lo difícil que es elaborar un sistema de seguridad mutua en caso de sufragio universal y de
acción política de las masas.
4. Ahora bien, se pueden reducir los riesgos de fracaso si las medidas liberalizadoras se
acompañan de la búsqueda tenaz y fructuosa de garantías mutuas.

Dahl se hace la pregunta de si ¿tiene importancia la forma de iniciarse un régimen competitivo?


Dahl contesta que sí es importante debido a que es cómo se sabrá de qué modo se hará la
instauración de un régimen competitivo. Por lo que establece un esquema, de acuerdo al origen:

1. En el seno de una nación-estado independiente:


A. El antiguo régimen se transforma mediante un proceso evolutivo: el nuevo régimen lo
inician desde el poder líderes que acceden, más o menos pacíficamente, a las demandas
en favor de cambios y participan en la instauración de la poliarquía o casi poliarquía.
B. El antiguo régimen se transforma mediante una revolución: nuevos líderes inician el
nuevo régimen y derrocan el régimen existente, instaurando una poliarquía o casi
poliarquía.
C. El antiguo régimen se transforma por medio de la conquista militar: tras la derrota
militar, las fuerzas de ocupación contribuyen a instalar una poliarquía o casi poliarquía.
2. En un país dependiente y hasta entonces dominado por otro Estado:
D. El antiguo régimen se transforma mediante procesos evolutivos: el nuevo régimen se
nutre de la población autóctona cuyos líderes inician la poliarquía o casi poliarquía in
un movimiento nacional de independencia o una lucha contra la nación colonizadora.
E. El antiguo régimen se transforma, como parte de la independencia nacional, en el curso
de una “revolución” contra el poder colonial; el nuevo lo inician los nuevos dirigentes
del movimiento nacional de independencia que instauran la poliarquía o casi poliarquía
durante la lucha por la independencia nacional o tras la victoria.

Dahl hace la aclaración de que el proceso de las poliarquías no ha sido un proceso uniforme en su
iniciación. También aclara que las poliarquías actuales han seguido el proceso uno y el proceso
cuatro, es decir que evolucionaron de una forma pacífica dentro de un Estado independiente o de
evolucionaron pacíficamente dentro de un Estado dependiente. Por lo tanto, la legitimidad del
antiguo régimen se transfiere de manera automática al nuevo régimen. En cuento al segundo
proceso, de una instauración después de un colapso abrupto o el derrocamiento revolucionario del
antiguo régimen es poco frecuente y de ellos ha emanado un régimen inestable, ya que no existe
una verdadera legitimidad y la misma revolución se vuelve contra sí misma provocando que los
primeros años de la existencia de este nuevo régimen sea críticos.

El tercer proceso ha probado sobradamente que puede llevar a poliarquías sorprendentemente


estables. El quinto proceso es el más familiar a los americanos y también el más afín con ellos. El
movimiento de independencia fundió la idea nacionalista con la ideología del gobierno
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representativo y del liberalismo políticos, de forma que la idea democrática se vio reforzada por la
del nacionalismo: atacar a la democracia representativa era atacar a la nación. Pero existe muy
pocas probabilidades de que en el futuro se establezcan poliarquías duraderas a través de este
quinto proceso. Esto debido a que el sentimiento de nacionalismo en una nación de reciente
independencia esté en contra de la oposición, ya que la ve como una amenaza para la frágil y
naciente nación por lo que es poco probable que acepte las disidencias y trate de suprimirlas.
También, en este momento de la historia, es casi imposible este quinto camino debido a que ya no
hay imperios coloniales y casi todos los países son Estados soberanos. El proceso histórico acota aún
más las posibilidades de otros procesos para la iniciación de un régimen competitivo, por lo que sólo
quedan dos caminos: en los actuales regímenes hegemónicos el sistema competitivo habrá de
iniciarse por evolución o por revolución. Tanto en el futuro como en el pasado, las poliarquías
estables y las cuasi poliarquías son más factibles partiendo de procesos evolutivos sumamente
lentos y no por el derrocamiento revolucionario de las hegemonías existentes.

Pero para Dahl, este proceso lento ya no debe de ser así, como lo fue en siglos pasados, ya que
existen modelos de sobra y el camino ya está trazado por otros países que hay gozan de una
poliarquía. Por esta razón es que se ha dado una tercera ola democrática en el siglo XX.

Capítulo 4. El orden socioeconómico: ¿concentración o dispersión?

En este capítulo Dahl trata sobre cómo el gobierno en el poder trata a la oposición y cuáles son las
herramientas con las que cuenta para suprimirla. Parte de los axiomas mencionados antes, el
Axioma 4 y Axioma 5, y principalmente el punto qué tan costoso es para un gobierno tolerar la
oposición.

Los principales resortes de que valen los gobierno para suprimir a sus antagonistas son de dos tipos:
1) la coacción, persuasión e instigación violentas a cargo de la policía y del ejército; 2) los medios no
violentos de coacción persuasión e instigación o sanciones económicas, que se aplican controlando
los recursos económicos, los medios de comunicación y procesos de educación y socialización
política. Dos circunstancias de carácter muy general pueden limitar la capacidad del gobierno para
utilizar la violencia o las sanciones socioeconómicas contra la oposición. En primer lugar, ocurre que
algunas veces no se puede echar mano de dichos factores como recursos políticos. Esa posibilidad
se aplica sobre todo al caso en que, para ejercer la violencia contra sus oponentes, el gobierno se
valga del ejército y de la policía y estas fuerzas sean escasas o estén despolitizadas. En segundo
lugar, estos y otros recursos políticos pueden estar tan desperdigados que ningún grupo unificado,
gobierno inclusive (o un grupo de dirigentes dentro del gobierno), tenga el monopolio de dichas
fuerzas.

Dahl explica los casos de Inglaterra del siglo XVIII y de Estados Unidos, donde en ningún país contaba
con un monopolio de la fuerza que ayudara a la cohesión interna, ya que existían (en el caso de
Inglaterra) militares de profesión dispersos en los condados y bajo el control de los señoríos locales
y en Estados Unidos había una profusión de armas entre la población. Pero en los países en que el
ejército es numeroso, centralizado y jerárquico (en la mayoría de las naciones hoy en día) es
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necesario, por fuerza, que estén despolitizado para que los militares permitan que civiles gobiernen.
Las circunstancias que más favorecen la política competitiva son aquellas en que tanto al gobierno
como a la oposición se les niega el acceso a la violencia y a las sanciones socioeconómicas. Las
circunstancias menos favorables se dan cuando únicamente el gobierno puede ejercer la violencia
y las sanciones socioeconómicas se niegan a la oposición.

Como bien señala Dahl, es difícil que se den casos puros, pero pueden existir de manera temporal
en la que los recursos económicos de un país estén monopolizados por un pequeño grupo de
personas o que haya un gobierno a cargo de militares (Dahl menciona a los países de América
Latina). Para aclarar este punto Dahl propone un esquema en donde la situación más favorable para
la acción política competitiva sería el que denomina como “orden social pluralista”, en cambio la
situación menos favorable para la acción política competitiva es el “orden social centralizado”.

SOCIEDADES AGRARIAS

En este apartado Dahl hace un análisis histórico de porqué existen, hoy en día, países
predominantemente agrícolas y otras industriales. Tres son las condiciones fundamentales que más
perecen haber intervenido y que pueden infundir cierto dinamismo. El primero es la convicción de
la igualdad y las opiniones sobre ésta. El segundo es respecto al grado de equidad en la distribución
de la tierra, ya que en la sociedad agraria la característica determinante del status, los ingresos o la
riqueza, es la posesión de la tierra o el derecho a sus productos, resulta que la desigualdad en la
posesión de la tierra equivale a desigualdad en la distribución de los resortes políticos. El tercer
factor es la acción de la tecnología militar. La parte que a ésta le cabe en las medidas coercitivas
aplicadas por determinadas personas. En algunas épocas la tecnología militar sirve para reforzar las
desigualdades poniendo a disposición de una pequeña minoría el monopolio de los instrumentos
de coacción. En la sociedad campesina tradicional estos tres factores actúan en la misma dirección.
Las desigualdades cumulativas de status, riqueza ingresos y medios de coacción equivalen a
desigualdades manifiestas en la manipulación de las fuentes de acción política.

Entonces se tiene que, en las sociedades agrarias, donde existe un monopolio de la tierra y de la
coacción y fuerza por parte de una minoría, existirán más desigualdades y éstas se irán acentuando.
Sólo algo un acontecimiento de gran escala puede cambiar la dinámica de esas sociedades (como la
muerte de inanición del campesinado, malas cosechas, epidemias, levantamientos de los
campesinos, etc.). Mientras que en sociedades agrarias donde existía un campesinado libre, y la
distribución era más o menos pareja, aunque no totalmente igualitaria, al igual que los instrumentos
de coacción, podía existir una sociedad donde se diera más la igualdad social y política, lo que daba
a pie a un orden social pluralista.

SOCIEDADES COMERCIALES E INDUSTRIALES

Históricamente las sociedades comerciales e industriales han dado a la política competitiva mayor
cavidad que las sociedades agrarias, esto se traduce en que la política competitiva exige una
economía competitiva. Se argumenta que por lo mismo que la tolerancia de la oposición y la
existencia de un gobierno representativo exigen un orden social pluralista, así también el orden
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social pluralista exige una economía capitalista competitiva. Esto es porque en una economía
socialista se necesita que las sanciones sociales, económicas y físicas estén monopolizadas y
centralizadas, generando un régimen hegemónico. Esta argumentación favorece que se opte por
una economía capitalista competitiva, ya que ésta asegura que haya libertades, cosa que no sucede
en una economía socialista.

Pero para Dahl, estas ecuaciones son sesgadas, ya que la propiedad privada no es condición
suficiente para que haya una economía competitiva. Es necesaria, pero no es suficiente. Hay casos
que dan cuenta de ello (Japón, Alemania e Italia). Las ecuaciones se refieren a condiciones
necesarias, pero no suficientes, estrictamente hablando tales planteamientos dejan el argumento
intacto. Pero hay casos de países en donde existe una poliarquía pero que han cambiado de un
capitalismo puramente competitivo por sistemas capitalistas mixtos logrando preservar el orden
social pluralista. Esto demuestra que no siempre las alternativas del sistema capitalista tienden al
centralismo. Las economías socialistas descentralizadas prueban su capacidad para resolver con
suficiente acierto los problemas más graves, por lo que no hay razón alguna para que el socialismo
no pueda desarrollar y mantener un orden social pluralista y una política competitiva.

Dahl concluye que un régimen políticamente competitivo o poliárquico tiene pocas probabilidades
de mantener sin un orden social pluralista. En donde haya una intervención de los militares en la
política no puede mantenerse un régimen competitivo. Las sociedades agrarias pueden
desarrollarse de dos maneras, una que sea tradicional y se incline a desarrollar un régimen político
hegemónico y una sociedad de campesinos independientes que puedan desarrollar un régimen
competitivo y evolucionar hacia una poliarquía representativa. Y, por último, la propiedad privada
no es condición suficiente para que existe un orden social pluralista. Es necesario que haya una
economía descentralizada, sin importar la forma que adopte la propiedad para que haya una
sociedad pluralista y pueda existir el debate público y la poliarquía.

Capítulo 5. El orden socioeconómico: nivel de desarrollo


Dahl sostiene que un alto nivel de desarrollo socioeconómico no sólo favorece la
transformación de un régimen hegemónico en una poliarquía, sino que también ayuda a
mantenerla.
Si un país es relativamente pobre o relativamente rico, su pobreza o su abundancia se manifiesta no
ya sólo en los ingresos por persona, sino de manera muy diversas. Existe una correlación significativa
e indiscutible entre el nivel socioeconómico y el “desarrollo político”: cuanto más alto es el nivel
socioeconómico de un país, mayores son las oportunidades de que tiendan un régimen competitivo.
Cuanto más competitivo sea el régimen político de un país, mayores son las probabilidades de que
dicho país tenga un alto nivel de desarrollo socioeconómico.

Esto se puede traducir en que, si existe un nivel socioeconómico alto, se puede dar una poliarquía y
si existe este tipo de régimen es probable que hay un alto grado de desarrollo económico, por lo
que se puede su estrecha relación, así como una evidente correlación entre los hechos. En
conclusión: las oportunidades de pluralidad política dependen del nivel socioeconómico de la
sociedad.
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Pero esto no significa que no haya divergencias en algunos países, en donde a pesar de una baja
renta per cápita (como la India) exista una poliarquía, o en el caso de Alemania del este y de la URSS,
donde la renta per cápita es de 600 dólares, pero no hay un régimen competitivo. Y también están
los países de América Latina, que son casos de divergencia ya que no cumple con la premisa de “alto
nivel de desarrollo, régimen competitivo, ergo alto desarrollo económico”. Haciendo una revisión
histórica, y tomando en cuenta lo estudiado por Tocqueville, Estado Unidos en 1800 su desarrollo y
renta per cápita era demasiado bajo y aun así había un alto grado de política competitiva que daría
pie al desarrollo de una democracia o poliarquía representativa. Por lo tanto, la conclusión de que
la pluralidad política esté inevitablemente asociada al desarrollo socioeconómico no parece muy
satisfactoria, debido a que no toma en cuenta los casos divergentes.

Dahl se plantea las siguientes preguntas: ¿acaso los niveles altos de organización socioeconómica y
de productividad originan las formas políticas competitivas? O ¿es que la pluralidad política lleva al
desarrollo socioeconómico? Lo que está claro es que existe una relación, pero no se explica sus
causas, por lo tanto, se tendría que crear una teoría causal muy compleja, ya que la evidencia no
respalda la hipótesis de que para que se den métodos competitivos es condición necesaria o
suficiente un alto grado de desarrollo socioeconómico.

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