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El Adviento (en latín: adventus Redemptoris, ‘venida del Redentor’)?

es el primer período
del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación espiritual para la
celebración del nacimiento de Cristo. Su duración suele ser de 22 a 28 días, dado que lo
integran necesariamente los cuatro domingos más próximos a la festividad de
la Natividad (celebración litúrgica de la Navidad)

Durante el Adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de
ramas de pino, llamada corona de Adviento, con cuatro velas, una por cada domingo de
Adviento. Hay una pequeña tradición de Adviento: a cada una de esas cuatro velas se le asigna
una virtud que hay que mejorar en esa semana, por ejemplo: la primera, el amor; la segunda,
la paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.

Gaudete es el nombre que recibe el tercer domingo de Adviento en el calendario litúrgico de


diferentes denominaciones cristianas.1

En latín «Gaudete» quiere decir «regocijaos», «alégrense», «estad alegres». Se define así a
este día por ser «Gaudete» la primera palabra que se menciona en la celebración litúrgica,
específicamente en el introito. El uso del término deriva de un pasaje de la Epístola a los
filipenses, que en esa celebración constituye la segunda lectura dominical del ciclo C de la
liturgia católica,2 tomada por otras denominaciones cristianas después del Concilio Vaticano
II.3

La Corona de Adviento

Origen:

La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en
prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara
con su luz y calor durante el invierno.

Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas.
Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una
gran variedad de símbolos:

La forma circular:

El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin
fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes:

Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de
los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en
nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

El follaje verde perenne (que puede ser de ramas de pino, oyamel o hiedra) representan que
Cristo está vivo entre nosotros, además su verde color nos recuerda la vida de gracia, el
crecimiento espiritual y la esperanza que debemos cultivar durante el Adviento.

Las cuatro velas:

De Color Morado (para recordarnos el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos
tener par prepararnos a la llegada de Cristo)

De color Rosado (manifiesta la alegría de que el nacimiento del Señor está muy cerca)
Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de
Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de
salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se
disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más
cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.

Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los
cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
El 24 de diciembre se enciende una ultima vela color Blanco simbolizando el Nacimiento de
Jesús.

Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con
Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del
Salvador Universal.

El listón rojo:

Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de


adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo
para ser bendecida por el sacerdote.

Del 27 de noviembre al 24 de diciembre del 2016

En algunas parroquias o colegios se hace la bendición de las Coronas de


Adviento. Si no sepuede asistir a estas celebraciones, se puede hacer la
bendición en familia con la siguiente oración:

Señor Dios, bendice con tu poder


nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros
el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para
que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta
Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de
Jesús.
a) Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este
momento para motivar a los niños platicándoles acerca de esta costumbre y su
significado.
b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de
preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos
recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para
ese momento.
c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas.
Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y
comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita
de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante
que podemos tener en nuestra familia.
d) Es conveniente también distribuir las funciones entre los miembros de la familia
de modo que todos participen y se sientan involucrados en la ceremonia.

Las virtudes cardinales son: Prudencia Justicia Fortaleza Templanza


La Corona de Adviento lleva cuatro velas, que se van encendiendo una a una cada domingo
previo a la Navidad. Indican la Luz, que es Cristo, que se va acercando. Las oraciones que
siguen se suelen hacer antes del almuerzo de cada domingo de Adviento. Conviene poner la
corona en un lugar visible, como en medio de la mesa familiar o junto a la TV. Cada domingo
dirige la oración uno distinto de la familia.

Primer Domingo de Adviento: La Fe


Tema: Semana de la Fe. Esta Corona de Adviento tiene cuatro velas, que representan la Fe, la
Esperanza, la Caridad y la Venida de Jesús. Son los cuatro domingos de Adviento. Hoy
encendemos la primera vela: la Vela de la Fe. Fe es confiar en Dios Padre-Madre. (Se enciende
la primera vela).
LECTOR: Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (1Cor 13, 13): “Ahora nos quedan
tres cosas: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más grande es el amor”. Palabra de
Dios. Todos: Te alabamos, Señor.

LÍDER: Estas tres virtudes teologales son el termómetro de nuestra vida espiritual. Si
avanzamos en ellas, nos parecemos más a Jesús.

Oremos: “Oh Señor. Hoy recordamos la virtud de la Fe de María en La Anunciación. Ella, como
el pueblo judío, esperaba la venida del Salvador, rezaba, leía, meditaba y guardaba las
Sagradas Escrituras en su corazón. Te pedimos que seamos capaces de decir como ella: ‘He
aquí la esclava del Señor’”. Todos rezan el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria al
Padre.
Segundo Domingo de Adviento: La Esperanza
Tema: Semana de la Esperanza. Esta es la virtud por la cual confiamos en el Padre y en sus
promesas. Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un
símbolo, encendemos estas dos velas. (Se enciende dos velas). El viejo tronco está
rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece, porque Dios se ha
sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas, y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, no tardes!

LECTOR: Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (5, 23-24): “Que el mismo Dios
de la Paz les consagre totalmente, y que todo el espíritu, alma y cuerpo de ustedes, sea
custodiado sin reproche hasta la venida del Señor Jesucristo. El que les ha llamado es fiel y
cumplirá sus promesas”. Palabra de Dios. Todos: Te alabamos, Señor.

LÍDER: Oremos: “Dios Padre, ayúdanos a que aprendamos a aceptar tu Voluntad, a darnos
nuesta de que todo lo que viene de Ti es bueno para nosotros y para nuestra salvación, y
cuando creamos que no encontramos salida a nuestros desalientos, sepamos apoyarnos y
confiar en Ti Padre. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén”. Todos rezan el
Padre nuestro, el Ave María y el Gloria.
Tercer Domingo de Adviento: El amor
Tema: Semana del Amor. (Se encienden tres velas)
LECTOR: Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (1Cor 13, 4-7): “El amor es paciente,
es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca
su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la
injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta”. Palabra de Dios. Todos: Te alabamos, Señor.

LÍDER: Oremos: “Concédenos, Señor Padre Nuestro, permanecer alerta a la venida de tu


Hijo, para que cuando llegue y llame a la puerta, nos encuentre velando en oración y cantando
su alabanza. Pidámosle al Niño Jesús que así como Él es el centro de este nacimiento, sea Él
todos los días el centro de nuestra familia y de nuestra vida. Padre de bondad, queremos
pedirte un corazón limpio y sencillo, como el pesebre en que Tú naciste. Te lo pedimos por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén”. Todos rezan el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria.

Cuarto Domingo de Adviento: La Venida de Jesús


Tema: Semana de la Venida de Jesús. Estamos en el cuarto domingo de Adviento, que
significa ‘Venida’. Hoy encendemos las cuatro velas, que representan la Fe, la Esperanza, la
Caridad y la Venida de Jesús. (Se encienden las cuatro velas). Estamos esperando con los
brazos abiertos la llegada de Jesús, que significa ‘Salvador’, y es la Luz del mundo. (Todos
abren sus brazos).
LECTOR: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (2, 6-7): “Y sucedió que, mientras
ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo
primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento”. Palabra de Dios. Todos: Te alabamos, Señor.

LÍDER: “Dios Padre de bondad, te agradecemos infinitamente que hayas mandado a tu Hijo a
ser luz para nuestra vida. Te pedimos que nos mantengas siempre unidos a Ti y podamos llegar
contigo a la vida eterna.

Señor, quiero que mi corazón sea generoso, comprensivo y sincero, para que Tú vivas en él.
Jesús, quiero que nazcas en mí, que me llenes de tu amor. Virgen María y San José, ayúdenme
a conocer más a Jesús. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Todos rezan el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria.


Hay dos grandes tipos de virtudes: las infusas y las naturales. Las primeras las da
Dios directamente y las segundas son el resultado de un continuo repetir actos
buenos. Dentro de las virtudes infusas hay una subdivisión más: por una parte
están las virtudes teologales y por otro las cardinales.

Las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) ordenan todas nuestras


capacidades y fuerzas al fin sobrenatural que es Dios. Las virtudes cardinales
(templanza, prudencia, justicia y fortaleza) disponen esas mismas capacidades y
fuerzas pero a los medios que conducen al fin: ordenan los actos humanos a Dios.

Se llaman cardinales porque son como la bisagra o gozne (herraje articulado con
que se fijan las hojas de las puertas y ventanas al quicial para que, al abrirlas o
cerrarlas, giren sobre aquel) sobre el que descansa toda la vida moral humana.
También las llamamos así porque son como ciertas condiciones necesarias para
cualquier otra virtud.

Desde antiguo se han reducido las virtudes a cuatro principales. Filósofos como
Sócrates, Platón, Aristóteles, Macrobio, Plotino y Cicerón hablaron expresamente de
ellas considerándolas virtudes quiciales. La Sagrada Escritura nos habla de ellas en
el libro de la Sabiduría (Sap 8,7) al afirmar que nada hay más útil a la vida del
hombre que la templanza, la prudencia, la justicia y la fortaleza: “Y si amas la
justicia, los frutos de la sabiduría son las virtudes, porque ella enseña la templanza
y la prudencia, la justicia y la fortaleza, las virtudes más provechosas para los
hombres en la vida”. Sin embargo, fue san Ambrosio quien las llamó por vez
primera cardinales.

¿Por qué son importantes? ¿Por qué escribir sobre ellas? Por su influencia sobre
tantas otras anejas y subordinadas. Para entender el gran mundo de las virtudes
sobrenaturales hay que ir a sus bases. O lo que es lo mismo: si queremos cortar
con un vicio debemos ir a la raíz del vicio, no lo periférico o a lo inmediato como
podría considerarse a la virtud opuesta. Y es que las virtudes cardinales comunican
su modo, su manera de ser, su influencia a todas las otras.

Cada una de las virtudes cardinales tiene un cúmulo de derivadas. La prudencia


abarca las virtudes acerca del conocimiento (memoria, entendimiento, docilidad,
sagacidad, razón, circunspección, providencia y precaución), para el gobierno
(política, económica y militar) y otras más como la eubolia (virtud que ayuda a
hablar convenientemente), la synesis (virtud que nos ayuda a juzgar según las
reglas comunes) o el consejo.

La justicia comprende virtudes como la religión, la piedad, la obediencia, la dulía


(obediencia debida al superior), la gratitud, el justo castigo, la fidelidad, la
simplicidad, la afabilidad, la liberalidad y la equidad.

Ligadas a la fortaleza están virtudes como la magnanimidad, magnificencia,


paciencia, longanimidad, perseverancia y constancia.
A la templanza relacionamos virtudes como la vergüenza, honestidad, abstinencia,
sobriedad, castidad, virginidad, continencia, mansedumbre, clemencia y modestia.

En esta campaña titulada “Corona de Adviento”, Virtudes y valores te quiere ofrecer


un artículo sobre cada una de las virtudes cardinales durante las próximas cuatro
semanas que coincidirán con el periodo de Adviento. Queremos ayudar así para que
tú personalmente y todos los que te rodean vivan una mejor Navidad.

La templanza es la virtud cardinal que recomienda moderación en la atracción de los


placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados.

PAZ FE AMOR ESPERANZA

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