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OPINIÓN

EDITORIAL:

Un paso importante
EL PAÍS

8 DIC 1988

EL DISCURSO de Gorbachov ante las Naciones Unidas ha confirmado con creces las
expectativas suscitadas. Los anuncios concretos contenidos en su intervención -sobre
todo en materia de desarme- se inscriben dentro de una concepción general, distinta de la
propugnada por la URS S hasta ahora, ante los problemas del universo. Desde 1960,
ningún líder soviético había hablado en la ONU. Entonces lo hizo Jruschov y su tesis
central fue que el socialismo y el capitalismo estaban frente a frente, y que el primero
derrotaría irremediablemente al segundo. El "nuevo pensamiento" de Gorbachov, por el
contrario, pone el acento en las tareas comunes que la humanidad tiene que resolver
mediante la cooperación. Como ejemplos concretos, el líder soviético citó la necesidad de
medidas internacionales para la defensa del medio ambiente y para reconvertir una parte
de las industrias militares a la producción de bienes civiles. También estuvo presente en su
discurso el problema de los derechos humanos: al destacar que uno de: los objetivos de la
perestroika es garantizar la democratización del país, modificando la legislación penal,
Gorbachov ha asumido, en cierto grado, las críticas que los países occidentales han
dirigido al sistema soviético.Pero el momento culminante del discurso -esperado por la
opinión pública mundial- ha sido el anuncio de la reducción de sus fuerzas armadas en
500.000 hombres. Y en este marco, retirar de la RDA, Checoslovaquia y Hungría seis
divisiones de tanques, que serán luego desmanteladas. La reducción irá acompañada de
cambios en la estructura de las unidades que permanezcan en estos países, para que
tengan -según la expresión de Gorbachov- un carácter defensivo. No se trata de
propuestas para una negociación, sino de una decisión unilateral que la URSS se ha
comprometido pública y solemnemente a llevar a cabo, sin condicionarla a lo que ocurra
en las futuras negociaciones sobre fuerzas convencionales.

La
  consecuencia más inmediata del discurso de Gorbachov -además de confirmar una
línea favorable al desarme ya plasmada en etapas anteriores- es la de situar las
negociaciones sobre armas convencionales, que deben abrirse en fecha próxima, en unas
bases más positivas y flexibles que las que existen ahora, con las que no ha sido posible
avanzar prácticamente nada. En este tiempo, ni siquiera se han llegado a definir de modo
conjunto las fuerzas de que dispone cada bloque en el teatro europeo. Hace unos meses,
Gorbachov reconoció ya que existía una situación asimétrica y que estaba dispuesto a
eliminarla; el paso dado ayer en la ONU confirma esta disposición. Entre las palabras y los
hechos existe siempre una distancia; pero los occidentales necesitan prepararse para
negociar en un clima influido por el hecho de que la URSS estará inmersa en un ritmo de
retiradas y reducciones de tropas y de maquinarias de guerra, que disminuirá la
superioridad de la que hoy goza.

El anuncio de que la URSS retirará tropas de varios países del Pacto de Varsovia tiene, por
otra parte, una significación concreta para la evolución de las relaciones entre el Este y el
Oeste en el continente europeo. En los países directamente afectados, este gesto
estimulará el deseo de los pueblos de seguir una política más nacional, más autónoma en
el escenario de nuestro continente, tal como algunos de ellos estaban reclamando ya
desde hace años. La situación interna es muy distinta en Checoslovaquia y la RDA, con
Gobiernos reacios a la perestroika, y en Hungría, cuyos avances reformistas superan los de
Moscú. Pero la retirada de tropas tiene un valor en sí misma porque refuerza, en todos los
casos, las tendencias favorables al diálogo.

El discurso de ayer no puede separarse de los graves problemas interiores a los que se
está enfrentando Gorbachov, sobre todo en el terreno económico. Existe un vínculo
profundo -que hechos anteriores ya pusieron de relieve- entre la política exterior soviética
y los imperativos interiores de dinamizar la economía y mejorar unos niveles de vida
angustiosos. La perestroika es imposible sin una disminución del peso -hoy abrumador- de
los gastos militares. La existencia de ese vínculo confirma la seriedad de las iniciativas de
Gorbachov en el terreno del desarme y da garantías ciertas a los países occidentales sobre
la sinceridad de sus propósitos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de diciembre de 1988

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