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UNIDAD 1 ACTIVIDAD 1.
Evolución Histórica del Derecho Procesal Penal.

Los procesos de reforma en materia procesal penal de la República Dominicana y de los


demás países latinoamericanos tienen un origen común, el Código Procesal Penal Tipo o
modelo para iberoamérica. El ideólogo de esta normativa modelo fue el eminente jurista
Don Niceto Alcalá Zamora y Castillo. Fue el primer presidente del Instituto Iberoamericano
de Derecho Procesal Penal, organización no gubernamental, formada por procesalistas de
Latinoamérica, España y Portugal, dedicados al estudio del derecho procesal en diversas
áreas, con el objetivo de fomentar la unificación legislativa a nivel iberoamericano, cuyos
estatutos fueron aprobados en las primeras jornadas latinoamericanas de derecho procesal
en el año 1957.

La Carencia de inmediación y Oralidad y, por otra parte, la secretividad con que se


manejaba el proceso. Como ejemplos de esto, se encontraban disposiciones del Código de
Procedimiento Criminal dominicano que autorizaban la lectura en juicio de las
declaraciones dadas por los testigos, en la fase de instrucción, en caso de incomparecencia
de los mismos; no obstante la debida citación.

La falta de inmediación e introducción con respeto a la oralidad de los medios de prueba,


principalmente la testimonial, no sólo vulneraba el derecho de las partes a rebatir y
confrontar las pruebas, ejerciendo de forma efectiva su derecho a la defensa, sino que
privaba al juzgador de captar toda la información que a través del lenguaje corporal podía
aportar el testigo, tales como la coherencia y verosimilitud de su versión como
consecuencia de la firmeza de sus declaraciones.

Para Eugene Florian, la acción penal es el poder jurídico de excitar y promover la decisión
del órgano jurisdiccional sobre determinada relación de derecho penal. La acción penal,
domina y da carácter a todo el proceso: lo inicia y lo hace avanzar hasta su meta
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La prohibición del ejercicio de la autodefensa en el Estado moderno determina la exigencia


de dotar a los particulares y al Ministerio Público, en su caso, de la facultad (en los
particulares) y del poder (en el Ministerio Público) que permita provocar la actividad de los
órganos jurisdiccionales para la tutela del derecho; esta facultad o potestad es la acción o
derecho de acción.

La acción es un derecho subjetivo público, derivado de los preceptos constitucionales que


prohíben la autodefensa y que, haciéndola innecesaria, crean órganos específicos
encargados de ejercer la función jurisdiccional y establecen los lineamientos generales del
proceso.

El derecho de acción entraña así, una doble facultad: la de provocar la actividad


jurisdiccional, dando vida al proceso, y la derivada de la constitución de éste, que permite a
su titular la realización de los actos procesales inherentes a su posición en el mismo.

La acción ejercitada por el Ministerio Público en los casos en que la ley le impone esta
actividad no puede considerarse como un derecho subjetivo público, sino como una función
pública atribuida a los miembros de ésta Institución por considerarse de interés para la
sociedad.

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