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Nombre: Adalmarys de los Ángeles Barrios Marín

CI: 26.881.346
Carrera: Administración de Empresas
Materia: Economía General

HIPERINFLACION

Destaca que la hiperinflación es un fenómeno más propio del siglo XX y


que no solía darse en países petroleros, por lo que el caso venezolano
sería una excepción.

Las alzas de precios, súbitas y brutales en los últimos meses, tienen un


nombre: hiperinflación, una zona oscura de la economía y de la vida
cotidiana de las sociedades que un puñado de países ha sufrido desde
hace un siglo, entre ellos varios vecinos de América Latina donde hubo,
como ocurre en Venezuela, un manejo desordenado de las cuentas
fiscales y la emisión de dinero sin respaldo económico que perdía
rápidamente valor y del que todos buscaban deshacerse antes de que
los precios escalasen más y más. Para atajar ese perverso proceso fueron
necesarios programas de estabilización.

En Bolivia, los empleados que almorzaban en el restaurante de la cuadra


ordenaban la comida y la cuenta al mismo tiempo: el precio del plato
podría duplicarse cuando llegasen al postre. En Argentina, en la mañana
de pago al trabajador, su esposa tomaba rápidamente el sobre con el
dinero para correr a hacer compras antes de los aumentos de precio de
cada tarde. En Brasil, las diarias alzas y remarcajes de precios dispararon
las ventas de calculadoras de bolsillo de la empresa Dismac: anécdotas
de la cotidianidad en América Latina de tres décadas atrás, que
asombran, pero ya no tanto, a quienes viven en Venezuela.

La inflación venezolana en 2017, aún sin las cifras del Banco Central, fue
de 2.616%, según calcula la Comisión de Economía de la Asamblea
Nacional. La firma Ecoanalítica la estimó en 2.735%. Fue en octubre
cuando la inflación mensual fue superior a 50%, cota reconocida por los
estudiosos de la economía, desde hace 60 años, para marcar el ingreso
de un país en el túnel de la hiperinflación: una inflación que no solo es
muy alta sino que avanza aceleradamente, destruyendo la capacidad
de compra de la moneda.

“Aunque la hiperinflación suele ser definida como episodios en los que la


tasa de inflación excede 50% en un mes, muchos expertos consideran
que existen episodios hiperinflacionarios cuando es alta y se acelera
continuamente, incluso si la tasa mensual no llega a 50% pero la tasa
anual excede 100% por tres o más años consecutivos. La hiperinflación
refleja el rechazo de la población por el dinero local”, señaló Javier
Escobal, doctor en Economía por la holandesa Universidad de
Wageningen e investigador principal en el peruano Grupo de Análisis
para el Desarrollo.

Venezuela tuvo su último año de inflación con solo un dígito (6,2%) en


1983; entre 1984 y 2012 promedió 32% anual; en 2013 alcanzó 56,2%, en
2014 fue de 68,5% y en 2015, último año con cifras del BCV, se le ubicó
oficialmente en 180,9%. Para 2016 los economistas independientes la
estimaron en 550% y, tras la disparada de 2017, asoman negros presagios
para el año que comienza.

La inflación “puede llegar a 10.000% si el BCV sigue financiando al


gobierno”, advirtió el diputado opositor José Guerra, ex director de la
Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela. Tamara
Herrera, de Síntesis Financiera, ha hablado de 6.000%. La firma Torino
Capital la proyectó a 10.554%: precios 100 veces más altos que al cierre
de 2017.

De modo que, mientras la inflación se anuncia cada año, para la


hiperinflación se toman en cuenta periodos más cortos, principalmente
mensuales.

Las hiperinflaciones por lo general se producen como consecuencia de


círculos viciosos, en los cuales en cada nuevo ciclo se crea más inflación.

Debido a la emisión de dinero inorgánico (sin respaldo en la economía


real) la liquidez monetaria en Venezuela pasó de 2 billones de bolívares
en 2015 a 10,4 billones al terminar 2016 y 127,3 billones al cierre de 2017,
con incrementos de hasta 16% en una sola semana. Entretanto, la
economía no creció: el producto interno bruto (totalización de bienes y
servicios producidos durante un año) estaba el año pasado 35% por
debajo del de 2014 y el gobierno informó que solo en 2016 hubo una
contracción de 16% del PIB.

Lo más probable es que el aumento salarial decretado recientemente


por el presidente Nicolás Maduro agrave las condiciones de
hiperinflación, no solo por aumentar los costos operativos de las
empresas, sino también por forzar al Banco Central de Venezuela a emitir
más dinero para financiar el alza de sueldos-, sostiene Abarca, tras
aclarar que la situación es particularmente preocupante ante el
incremento exacerbado del gasto público en los últimos meses.
Causas y consecuencias

Causas

La principal causa de hiperinflación se debe a un incremento rápido y


masivo de la cantidad de dinero existente en el mercado y que no se
encuentra apoyado por crecimiento en la producción de bienes y
servicios. Esto genera en un desequilibrio entre la oferta y la demanda de
dinero (incluyendo moneda y depósitos bancarios), que suele venir
acompañado por una completa pérdida de confianza en dicha divisa.

Cullen Roche habla también de las causas de la hiperinflación en un


artículo de Business Insider, y comenta puede ser causada por diversos
factores, tales como la pérdida de una guerra, o colapso del régimen, o
una caída masiva de la producción nacional. Pero una cosa está clara:
no es causada por malos tecnócratas.

Una de las causas inmediata de una hiperinflación es la decisión del


gobierno de imprimir billetes en grandes cantidades (Conocido como
dinero inorgánico) para financiar un déficit fiscal.

Lo que se traduce en un exceso de la oferta monetaria no compatible


con el crecimiento de la producción de bienes y servicios. Esto puede
introducir a un círculo vicioso que crea más inflación sin llegar nunca al
equilibrio o estabilidad del mercado.

La discusión de la hiperinflación ha tomado protagonismo en el debate


de políticos y economistas desde mediados de 2015. Luego de seis meses,
aún no existen acuerdos acerca de la velocidad en la que crece el costo
de la vida en Venezuela.

Parte de esto, es responsabilidad del Banco Central de Venezuela (BCV),


ente que no publica cifras oficiales desde diciembre de 2014.

Frente a las escandalosas cifras que se han colado entre los medios de
comunicación social, de una inflación de 270,7% al cierre del año
pasado, se suman las alarmas de especialistas como el diputado José
Guerra quien alertó que el país, en específico su economía, “está
montado sobre una bomba hiperinflacionaria”.

La Hiperinflación consiste en la pérdida del poder adquisitivo de una


moneda a un ritmo muy alto. Ocurre cuando se dispara sin control el
fenómeno de la inflación, generando que los precios de los bienes y
servicios aumenten de manera generalizada y acelerada.
El Gobierno no ha entrado en el debate, sin embargo el recién nombrado
ministro de Economía Productiva, Luis Salas, pidió dejar de lado el
“catastrofismo,” puesto a su juicio no es la crisis más pronunciada que
haya vivido la nación petrolera, indicando en sus estudios que la
“inflación no existe en la vida real”.

“En Venezuela tenemos antecedentes y experiencia acumulada para


superar esta coyuntura”, dijo en una entrevista en la televisora Telesur.

Lo cierto es que la hiperinflación básicamente destruye la economía ya


que hay un rápido aumento en la cantidad de dinero circulante que no
está correspondido por un aumento similar en la cantidad de bienes y
servicios existentes en la economía.

Consecuencias

Los efectos de la hiperinflación son devastadores para la población ya


que elimina el poder adquisitivo de ahorros públicos y privados,
distorsiona la economía en favor de un consumo extremo y la
acumulación de bienes reales, causa la fuga del país de la base
monetaria, y ahuyenta cualquier tipo de inversión en el país afectado.

En Venezuela, según la Encuesta de Condiciones de Vida desarrollada


por tres universidades caraqueñas, en 2016 la pobreza casi se duplicó al
abarcar 82% de la población versus 48% tres años antes. “Más de la mitad
de la población, 51%, tenía dificultades para mantener una dieta básica
de alimentos. Podemos decir que la situación ha empeorado, puesto
que la inflación en alimentos suele ser superior al promedio inflacionario.
A alguien le podrá alcanzar el ingreso para comprar un cartón de huevos
mañana, pero no pasado mañana”, ejemplificó González.

La hiperinflación llega a Venezuela no solo bajo un cuadro recesivo de su


economía sino en una grave situación en cuanto a servicios como el de
la salud, que se torna inaccesible por la precariedad de la oferta
hospitalaria, la escasez de medicamentos y el que equivale, en América
Latina, al mayor gasto de bolsillo para ese tema tan vital, señaló Marino
González, también miembro de la Academia Nacional de Medicina.

El gasto de bolsillo mide lo que cada persona eroga en salud, como pago
de honorarios médicos, hospitalización, pólizas de seguro y compra de
medicamentos e insumos médicos.

Con los últimos datos disponibles, de 2014 –“y la situación ahora está más
deteriorada”, apuntó González–, Venezuela tenía el mayor gasto de
bolsillo de la región: de cada 100 bolívares dirigidos a atender esa
necesidad, 65 provenían del bolsillo de las personas.

Hay en Venezuela deterioro además en los sistemas de seguro privado,


pues por los costos asociados a la hiperinflación la persona puede perder
el seguro completo o se hace irrisorio el monto por el que está amparado
y puede serle retribuido.

“Es, con la disminución de la capacidad de comprar alimentos, otra


manifestación de que no hay un fenómeno más destructivo, en términos
sociales, que la hiperinflación”, concluyó González.

¿Cómo salir de la hiperinflación?

Todas las hiperinflaciones en el mundo se han detenido cuando la


autoridad monetaria deja de financiar el déficit del sector público, y este
logra balancear sus ingresos y gastos. ¿El ajuste es doloroso? Sí. Lo es. Pero
más doloroso es continuar transfiriendo riqueza de los pobres a los ricos a
través de ese impuesto llamado inflación.

Para Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, es necesario dar un giro


total dentro de la política económica: “Se debe ir a un esquema de
disciplina fiscal, restituir la autonomía del BCV, menguar el control
cambiario y solicitar auxilio internacional, de organismos o del Fondo
Monetario Internacional, que puedan proveer de liquidez para hacer
frente a todos los problemas”.

A Venezuela, le urge el diseño de un plan profundo de reconstrucción de


la economía en el que la prioridad sea resolver el problema
hiperinflacionario. “Con pañitos calientes no se va a lograr. La historia de
los países que han pasado por hiperinflaciones demuestra que cuando
no se hacen los giros de raíz en las políticas que la generaron, la
enfermedad no desaparece”.

González destaca que la hiperinflación, con su angustioso cambio casi


diario en los precios de bienes esenciales, no está en el primer plano del
debate en la agenda venezolana. Al menos no en la de sus dirigentes.
No lo está en la del gobierno, que no se plantea un plan o medidas que
traten de contener la hiperinflación, ni tampoco en los movimientos de la
oposición política, a pesar de que es el gran tema que castiga a toda la
población.

Hay además, insistió González, un agravante: “La hiperinflación es como


un tobogán, en cuyo comienzo es posible devolverse, pero no cuando la
inclinación es muy prolongada y es mucho mayor la velocidad de la
caída. Así, los precios se duplicarán cada vez más rápidamente, el
episodio hiperinflacionario podría durar más tiempo y perjudicará sobre
todo a los que están fuera de la economía formal, a los más pobres”.

La hiperinflación venezolana, después de la de Zimbabue; la primera en


América Latina en casi tres décadas y la primera en un país petrolero que
no está en guerra. “Se requiere un programa de estabilización que en el
corto plazo desmonte los controles sobre los precios y los tipos de cambio.
Como señaló John Maynard Keynes (el influyente economista británico
que vivió entre 1883-1946) hace casi un siglo, no hay efecto más
destructivo para una sociedad “Tienes que cambiar el modelo
económico, que es lo que está causando el problema”, así lo expresó
Guerra en sus últimas declaraciones, coincidiendo con Francisco
Martínez, presidente de Fedecámaras, quien además instó al Gobierno a
tomar de manera urgente las medidas necesarias para enrumbar la
economía.

Martínez, un poco más positivo, espera que el nuevo Gabinete


económico, nombrado por Maduro, tome en cuenta la reforma del
sistema cambiario, la flexibilización del control de precios y el cese de los
ataques a la propiedad privada.

La participación del sector empresarial es fundamental para estimular la


producción, en especial a los sectores básicos, así como la industria en su
conjunto. Asimismo, es imperante activar mecanismo que generen otra
fuente de entrada de divisas al país, además del petróleo. Sin estas
rectificaciones no será posible la recuperación económica.

Especialistas más radicales apuntan a dolarizar la economía o crear una


nueva moneda atada al dólar, para poder proteger a la población.
Aunque para José Guerra y Luis Vicente León, presidente de Datanálisis,
esta teoría no es válida debido a que aceptar el dólar como moneda de
circulación nacional no tendría buenas consecuencias si no se hace un
trabajo responsable.

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