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La historia de redención en el libro de los Jueces

Una frase célebre cuya autoría es atribuida a Charles Spurgeon, el príncipe de los
predicadores, dice lo siguiente: “puedo olvidar absolutamente todo, pero hay solo una cosa
que necesito recordar con urgencia, soy un gran pecador, y Cristo es un gran Salvador”. De
cierta forma se podría decir que esta gran verdad que Spurgeon comprendía es el mismo
resumen del mensaje que la Palabra de Dios transmite a los santos; por una parte, está la
condición del hombre nada merecedora de salvación como puede ser y por el otro la gran
salvación que Cristo efectuó con su muerte y resurrección. Sin embargo, en tiempos
recientes el enemigo trabajó arduamente quitando este glorioso mensaje de salvación de la
compresión de los santos al acercarse a leer las Santas Escrituras. De hecho, así como
algunas religiones totalmente contrarias al cristianismo negaron la veracidad de las
enseñanzas bíblicas con respecto a temas troncales como la trinidad, iglesias cristianas se
volvieron de la verdad bíblica enseñando lo mismo, y aún más dejando de lado doctrinas
como la justificación por la fe entre otras. A pesar del entendimiento que muchos creyentes
de hoy en día puedan tener, la Palabra de Dios no cambia, y aún transmite el mismo
mensaje de salvación a través de sus páginas tanto del Nuevo como en el Antiguo
Testamento en el cual se encuentra el libro de los Jueces en el que hay una forma peculiar
de mostrar el mensaje de salvación divina a un pueblo tan pecador y alejado de Dios en
todo el sentido de la palabra.

En primer lugar, es de suma importancia notar la necesidad de entender el mensaje que


transmite el Antiguo Testamento. Muchos creyentes tienen pasajes favoritos en las
escrituras, y muchas veces estas están en el Nuevo Testamento, considerando que dos
tercios del total de las Escrituras está compuesta por el Antiguo Testamento, se deja fuera
de los pasajes favoritos cristianos una gran cantidad de la revelación divina. En otros casos,
el Antiguo Testamento es usado y citado con frecuencia, pero no con el fin de extraer su
significado correcto, sino que, aprovechando su dificultad interpretativa a causa de la gran
brecha histórica y cultural entre los tiempos antiguos y los modernos, se tuercen las
Escrituras a fin de apoyar ideas erróneas que llegan a terminar en movimientos como el
actual evangelio de la prosperidad.
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Una de las cosas más importantes a la hora de buscar una interpretación del Antiguo
Testamento es entender que la unidad que este posee. Una de las causas de malas
interpretaciones es ir en contra del tema central que el autor original quiso transmitir, y lo
que los receptores entendieron; Vaughan Roberts escribe acerca del tema: “Aunque la
Biblia contiene una gran cantidad de material, escrito por muchos autores humanos durante
un largo periodo de tiempo, mantiene su unidad. Fundamentalmente es un solo libro escrito
por un solo autor, con un tema principal” (Roberts, El Gran Panorama Divino, La Biblia de
comienzo a Fin, 2015). De hecho, el tema central de la Biblia, abarcado por los escritos del
Antiguo y del Nuevo Testamento, es afirmado por Cristo cuando declara “[las escrituras]
son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39) poniéndose el mismo como el centro
especialmente del Antiguo Testamento, ya que en los tiempos de Jesús aún existía un canon
como el moderno. Así mismo, luego de haber resucitado, camino a Emaús enseña a dos
creyentes lo que las escrituras decían, y Lucas escribe: “Y comenzando por Moisés y
continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a él en todas las Escrituras”
(Lucas 24:27) y a sus discípulos del dijo más adelante: “Esto es lo que yo os decía cuando
todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está
escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44). Finalmente, el
apóstol Pablo toma en cuenta las escrituras como las únicas que llevan un mensaje útil para
la salvación por medio de Cristo Jesús cuando escribe a Timoteo: “desde la niñez has
sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación
mediante la fe en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15)

Ahora, con la base del tema central de la Biblia, se puede ingresar a ver el libro de los
Jueces. Este libro pertenece a los libros históricos, y pretende una estructura gramatical
narrativa. Su autoría y el año en el que fue escrito son difíciles de determinar, ya que en las
mismas escrituras no existe evidencia contundente al respecto, sin embargo, el inicio del
libro lo sitúa inmediatamente tras la muerte de Josué (Jueces 1:1) lo que puede dar una idea
del año de su escritura. Este libro narra de forma particular el tiempo entre el éxodo y los
reyes de Israel, pero demuestra un estado de decadencia en el pueblo santo. Se puede hacer
una división del libro en dos partes, del capítulo 1 al 16 que demuestran un ciclo repetitivo
en la historiad e Israel y del 17 al 21 que demuestran el estado espiritual del pueblo previo a
la elección de un rey. (Scott, 2002)
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A su vez, el comienzo que plantea este libro afirma una idea acerca del estado espiritual
de Israel. De hecho, el punto de partida sitúa al lector en la muerte de Josué hijo de Nun,
aquel hombre elegido por Dios que había guiado al pueblo durante la recta final del éxodo,
la palabra de Dios afirma en este punto que “también toda aquella generación fue reunida a
sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra
que Él había hecho por Israel” (Jueces 2:10). De hecho es evidente que el pueblo no había
guardado las palabras de Señor, específicamente el mandamiento familiar dado desde
Abraham cuando le dijo “En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después
de ti por sus generaciones” (Genesis 17:9) y ratificado con mucha fuerza en el libro de
Deuteronomio cuando Dios impone la enseñanza a los hijos como el medio por el cual
recordarían las maravillas que Dios hizo con ellos “y las repetirás a tus hijos, y hablarás de
ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las
atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás
en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:7-9).

El mandamiento de la enseñanza generación a generación es algo fundamental en la


palabra de Dios, de hecho, el deber familiar del padre para con sus hijos expresado en el
libro de los proverbios “Instruye al niño en su camino” (Proverbios 22:6) tiene que ver con
este mandamiento dado por el Señor al pueblo de Israel. Es por eso que este pecado
causante del castigo al que Dios los entrega está en el inicio de lo que se convierte en un
ciclo repetitivo dentro el relato del libro de los jueces. Al comienzo de cada periodo dentro
del ciclo se hace presente la cusa por la cual Dios manda un nuevo juez, estos periodos se
hacen obvios dentro los capítulos 1 al 16, la frase que aparece al comienzo de cada periodo
es “los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová” (cap. 2 v. 11, cap. 3 v. 7,
12, cap. 4 v. 1, cap. 6 v. 1, 33, cap. 10 v. 6, cap. 13 v. 1). Seguido por un acto salvífico por
parte del Señor, pero terminando nuevamente en el alejamiento del pueblo.

Sin duda esta fue una época difícil para el pueblo de Israel, el estar en la nueva tierra
Canaán había sido un gran triunfo para ellos, pero el mezclarse con los pobladores y los
dioses de aquella tierra (Jueces 3: 5-6), sumado al hecho de haber dejado de lado los
mandamientos de Dios, resultaron en un pueblo del que no se podía esperar mucho. De
hecho “fue una época de pluralismo espiritual. La sociedad de Canaán (la tierra que Dios
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había prometido darle a su pueblo y donde ahora ellos estaban viviendo entremezclados con
otras naciones) fue una mezcla de gente creyente y pagana” (Keller, 2015) entonces con se
puede describir al pueblo en el libro de los jueces como “gente despreciable que hace cosas
deplorables, y como cuentos perversos sobre personajes disfuncionales” (Keller, 2015) y
esto llego a tal punto que incluso los héroes que Dios envía para librar al pueblo, al final
son corrompidos llegando al mismo estado de necesidad de Salvación.

Sin embargo, a pesar de toda esta maldad que expresa el pueblo a través de la narrativa
de jueces, Dios no se olvida de los pecadores, sino que Él es el que va en busca de su
pueblo y lo preserva aun siendo rechazado por ellos una y otra vez. Una cuestión que puede
surgir con respecto al libro de los jueces esta aplicada justamente al cómo de la transmisión
del mensaje central de la Biblia con respecto al plan eterno de Dios. El autor del libro de los
Jueces hace un énfasis muy grande en las desgracias de Israel, de hecho, es por esa razón
que muchos pueden decir que este libro no presenta ejemplos morales con valor religioso, a
excepción de algunos pocos como Débora, pero al mismo tiempo el énfasis resalta en la
ayuda que es prestada para con este pueblo que, aunque según la narrativa del libro parecen
ser los jueces enviados cada periodo a rescatar al pueblo, la gloria recae sobre aquel que
está por encima de ellos, Dios mismo el que los envía. De esta forma la narrativa comienza
a mostrar la gran salvación divina.

El mensaje que transmite el libro de los jueces, al igual que el resto de la narrativa de la
Biblia no debe ser ignorada, el apóstol Pablo estaba consciente de que todo lo que está
escrito es de suma importancia para enseñar al Pueblo de Dios, es por eso que el declara
hablando del éxodo de Israel “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas
para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintos
10:11). Así mismo el libro de los jueces puede transmitir un mensaje para la iglesia
moderna, el pueblo de Israel está sirviendo de ejemplo haciendo un contraste de lo correcto
con el pecado. Así como el pueblo elegido de Dios estaba siempre tentado a ir tras los
dioses de las tierras que conquistaba, la iglesia de nuestros días está totalmente minada por
ídolos y baales, Timothy Keller escribe con respecto a esta comparación “Vivimos y
trabajamos entre una gran variedad de dioses, no solo los de otras religiones formales, sino
también los dioses de la riqueza, la popularidad, el placer, la ideología, el logro. Nuestra
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época se puede caracterizar por la frase que resume el libro de Jueces: “Cada uno hacía lo
que le parecía bien ante sus ojos” (Jueces 21:25)” es por esto que el libro comienza a
aplicarse a cada creyente en la modernidad.

Así mismo, la otra cara de esta preciosa de moneda de oro refinado enseña también que
el Señor que prometió preservar su pueblo lo preservará hasta el fin. La Biblia enseña que
el único que provee la salvación es Dios así como dice el salmo 3 en el verso 8 “La
salvación es del Señor”, el prometió proveer una salvación para sus elegidos y lo cumplió
desde Abraham cuando proveyó un sustituto para Isaac (Génesis 22:13) o con el pueblo de
Israel, cuando proveyó la cura frente a la mordedura mortal de serpientes en el desierto
(Números 21:8-9) de igual manera la forma en la que el pueblo de Israel es salvado en cada
ciclo durante el relato de jueces, es por la provisión que hace Dios de un salvador. Cada
uno de estos héroes que aparecen durante la narrativa pueden tomar un papel dentro del
escenario, pero es siempre el Señor quien guía la obra. De hecho, es así mismo como Dios
guio la obra hasta llegar a la iglesia de hoy. Cuando sus elegidos necesitaban de salvación,
Dios mismo envió el salvador, Juan el Bautista lo reconoció cuando afirmó “He ahí el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29) Y Jesucristo se vio a sí mismo
como aquel que el Padre había enviado (Juan 6:44, 8:18; 12:49) es por eso que todos
aquellos jueces que fueron enviados por parte de Dios, liberarían al pueblo de Dios solo por
un periodo de tiempo, pero el juez y salvador perfecto enviado más adelante liberó a su
pueblo eterno por la eternidad.

Por último, no se puede dejar de lado a segunda parte del libro de los jueces, de los
capítulos 17 al 21. En esta segunda sección la narrativa muestra con sumo cuidado la
situación espiritual del pueblo. En el comienzo de la sección el autor menciona “en aquellos
días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien” (Jueces 17:6) y
esta nueva frase se convierte en la marca de lo que ocurría realmente con el pueblo, se
repite en varias ocasiones (cap. 18 v. 1, cap. 19 v.1 y Jueces 21:25) y es la frase con la ce
culmina el libro. Al no aceptar el reinado de Jehová el pueblo de se sumergió en una
anarquía que no permitía que alguno mandare sino por lo que le parecía, a causa de esto el
pueblo se levantó contra el pueblo, las naciones pelearon entre sí, pero nuevamente la
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narrativa prepara al lector para el ingreso de un Rey, uno que al pueblo le hace falta con
suma urgencia.

A pesar de que cada uno de los jueces, y posteriormente los reyes pueden mostrar una
sombra del verdadero juez y rey que es Cristo, en el libro de jueces no se puede ver nada
sino imperfección de parte del pueblo escogido de Dios, incluso los mismos jueces que
Dios provee terminan siendo imperfectos y necesitados de la gracia de Dios, así como
Gedeón, Barac, Sansón y Jefté, a los cuales Dios acudió y puso sus nombres junto a la lista
de aquellos ejemplos de fe (Hebreos 11:32) aun así, esta gran imperfección mostrada por
ellos solo puede poner en contraste la perfección de Cristo quien a diferencia de estos
salvadores imperfectos, fue perfecto ante los ojos de Dios y de los hombres, y por la misma
razón pudo ser el único capaz de cargar con la gran imperfección del pueblo escogido de
Dios.

Ese es el mensaje que transmite el libro de los jueces, detrás de la narrativa hay una
historia de salvación incondicional a un pueblo desdichado, pecador y del todo
desmerecedor de todo bien que no puede ser obrada por manos ni voluntad humana, sino
que es una salvación que solo puede salir de las manos de Dios.

Bibliografía
González, J. L. (2010). Diccionario Manual Teológico. Barcelona, ES: EDITORIAL CLIE.
Kaiser Jr., W. C. (2000). Hacia una Teología del Antiguo Testamento. Miami, FL: Editorial
Vida.
Keller, T. (2015). Jueces Para tí. Medellin, CO: Poiema Publicaciones.
Roberts, V. (2015). El Gran Panorama Divino, La Biblia de comienzo a Fin. Bogotá, CO:
Torrentes de Vida.
Scott, J. B. (2002). El Plan de Dios en el Antiguo Testamento. Miami, FL: Logoi Inc.

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