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INTRODUCCIÓN

Los comportamientos suicidas en adolescentes constituyen un serio


problema de salud en nuestro país e incluso en países desarrollados. En éstos, el
suicidio es la segunda causa de muerte en población joven, después de los
accidentes de circulación vehicular. Por otro lado, todo un conjunto de factores
constituyen serias dificultades en el manejo asistencial de estos adolescentes. En
este trabajo se revisan los aspectos los factores de riesgo haciéndose un especial
énfasis en los factores sociales. También se realizan una serie de recomendaciones
tanto en lo que atañe a la detección de las conductas suicidas como en lo que se
refiere a los aspectos institucionales. Los suicidios y las tentativas de suicidio
constituyen un problema grave de salud pública que comprende cuestiones
características de la adolescencia. En efecto, cuestiones como el problema de la
muerte, la depresión, el ataque al propio cuerpo y al marco familiar, son inherentes
a este período de la vida denominado adolescencia; concepto que hay que
interpretar no sólo en clave neurobiológica sino, y esto es quizá más relevante, en
clave psicosocial. Esto es así en la medida en que la adolescencia, a diferencia de
la pubertad, no es ajena al marco histórico y social en el que se desarrolla, en
consecuencia, la adolescencia pone en tela de juicio lo social y amenaza con crear
un conflicto de generaciones.
La problemática del suicidio y de la tentativa de suicidio en la población
adolescente no es tampoco ajena a la crisis que acompaña, de manera indefectible,
a este período de la vida de todo sujeto. Esta crisis debe entenderse bajo dos
aspectos. En primer lugar, la crisis del adolescente comporta el momento en el que
habrá de decidir su futuro, y ello en diversas áreas de la vida: laboral, formativa,
afectiva, etc. En segundo lugar, la crisis de la adolescencia supone el momento en
el que la neurosis más o menos latente del sujeto se declara con cierta violencia o
cierta urgencia.
Esto, además, puede complicarse en aquellos sujetos con una estructura
psicótica que puede haber permanecido silenciosa durante la infancia pero
mostrarse con toda crudeza a partir de la pubertad, sin dejar de mencionar
situaciones heredadas o vividas por los padres. Momento de elegir, momento de
urgencia, ambas circunstancias colocan al adolescente ante una nueva situación
que le obligan a poner en marcha todo un conjunto de mecanismos defensivos. Sin
embargo, esos mecanismos no siempre se dan o bien resultan insuficientes para
resolver la crisis de manera satisfactoria. El suicidio y la tentativa de suicidio
constituyen las manifestaciones dramáticas del fracaso del sujeto adolescente al
enfrentarse con ese nuevo mundo, con situaciones nuevas en donde debe aceptar
responsabilidades, roles desconocidos, toma de decisiones personales y todavía a
sus 15,16, 17 años la presión de decidir una carrera que se supone tendrá gran
significado para toda su vida.
Con la investigación realizada no solo planteamos el problema, los riesgos
sino también planteamos factores de protección, información que toda persona que
se relaciona o que trabaja con adolescentes debe conocerla para poder ayudar,
auxiliar o por lo menos proporcionar un gesto de seguridad, de comprensión y sobre
todo de esperanza para los jóvenes que en su inmadurez viven angustias y
desesperaciones que al final tienen soluciones o que simplemente son parte de la
vida.
TRASTORNOS DEPRESIVOS

Definición de trastornos depresivos en adolescentes:

Depresión es un trastorno afectivo, cognitivo y conductual que experimenta


un adolescente que se traduce en una serie de síntomas en los cambios del humor,
abatimiento, tristeza, falta de energía, que modifican la neurotransmisión entre los
hemisferios cerebrales originando alteración funcional de mecanicismos
cerebrales.

Los trastornos depresivos son un conjunto de cuadros clínicos en los que


predomina el síntoma subjetivo de disminución del estado de ánimo (puede no ser
manifiesto) y una bajada del interés. Se presentan en el transcurso de los
trastornos del estado de ánimo uni o bipolares (afectivos), trastornos somáticos,
trastornos de adaptación causados por situaciones difíciles, intoxicaciones, efectos
adversos a medicamentos, otros trastornos psiquiátricos tales como los trastornos
esquizoafectivos, como la depresión post-psicótica, trastornos mixtos depresivos y
de ansiedad, neurastenia o síndromes de abstinencia.
La persona con depresión siente una tristeza profunda, visceral, extrema, que
le hace creer que nada tiene sentido en su vida, como si estuviera en el fondo de
un pozo y no viera ni un atisbo de luz por ninguna parte. Este sentimiento está
acompañado por un progresivo aislamiento social y una pérdida de los lazos
comunicativos con las personas de su entorno, ya que quien padece la enfermedad
siente que todos le presionan pero no le ayudan y suele irritarse ante cualquier
comentario. También se pierde el interés en cosas que antes disfrutaba y se
abandonan actividades habituales. En este contexto, empiezan a encontrar su
hueco pensamientos oscuros vinculados con la muerte o el suicidio.

Aunque en el lenguaje de todos los días solemos decir indistintamente que


estamos “tristes” o “deprimidos”, está claro que no son la misma cosa. Mientras que
lo primero es un sentimiento pasajero bastante frecuente, la depresión es una
enfermedad que suele tener una manifestación primaria en nuestro estado de ánimo
pero que también afecta otras facetas de nuestra vida, como el estado físico o las
relaciones con los demás.

El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro),


el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y
duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno
piensa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza.
No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse a
voluntad. El depresivo está enfermo de su voluntad, y desgraciadamente los
familiares y amigos, para estimularlos le piden “¡Tener Voluntad!”,
Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir
simplemente "ya basta, me voy a poner bien". Sin tratamiento, los síntomas pueden
durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas
que padecen de depresión pueden mejorar con un .tratamiento adecuado.
Características descriptivas y trastornos mentales asociados. Los sujetos con un
episodio depresivo mayor se presentan a menudo con llanto, irritabilidad, tristeza,
rumiaciones obsesivas, ansiedad, fobias, preocupación excesiva por la salud física
y quejas de dolor (p. Ej., cefaleas o dolores articulares, abdominales o de otro tipo).
Durante un episodio depresivo mayor algunos sujetos presentan crisis de angustia
con un patrón que cumple los criterios del trastorno de angustia. En los niños puede
presentarse una ansiedad por separación. Algunos sujetos refieren problemas en
las relaciones personales, interacciones sociales menos satisfactorias o problemas
en la actividad sexual. La consecuencia más grave de un episodio depresivo mayor
es la tentativa de suicidio o el suicidio consumado. El riesgo de suicidio es
especialmente alto para los sujetos con síntomas psicóticos, historia de tentativas
de suicidio previas, historia familiar de suicidio consumado o consumo concomitante
de sustancias. También puede haber una tasa aumentada de muertes por
enfermedades médicas. Los episodios depresivos mayores a veces van precedidos
de algún estrés psicosocial (p. Ej., la muerte de un ser querido, la separación
matrimonial, el divorcio). El parto puede precipitar un episodio depresivo mayor.
Los síntomas de un episodio depresivo mayor suelen desarrollarse a lo largo de
días o semanas. Antes de que comience puede haber un período prodrómico con
síntomas ansiosos y síntomas depresivos leves, que puede durar semanas o
meses. La duración de un episodio depresivo mayor también es variable. Lo habitual
es que un episodio no tratado dure 6 meses o más, independientemente de la edad
de inicio.

Tipos de depresión:

La depresión es frecuente en los tiempos que corren, y es habitual que la


gente recurra a los fármacos para aliviar el dolor que se siente con esta patología.

La depresión forma parte de los trastornos del estado ánimo y afecta a nuestro
bienestar, nuestra interacción social, nuestro apetito y deseo sexual. Ya que existen
muchos tipos de depresión y cada uno con sus características, a continuación te
presentamos los distintos tipos de depresión:

 La depresión mayor:
Es el tipo de depresión más grave. Se caracteriza por la aparición de uno o varios
episodios depresivos de mínimo 2 semanas de duración. Suele comenzar
generalmente durante la adolescencia o la adultez joven. La persona que sufre este
tipo de depresión, puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre las
fases depresivas que pueden durar meses o años. Se clasifica dentro de los
episodios unipolares puesto que no hay fases de manía, y puede producir
problemas muy serios para el paciente si no es tratado de manera eficaz.

La depresión mayor es un trastorno del humor, constituido por un conjunto de


síntomas, entre los que predominan los de tipo afectivo (tristeza patológica,
desesperanza, apatía, anhedonia, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar) y
se pueden presentar también síntomas de tipo cognitivo, volitivo y físicos. Podría
hablarse, por tanto, de una afectación global del funcionamiento personal, con
especial énfasis en la esfera afectiva. Muchos casos de depresión son claramente
apreciables en la práctica clínica, aunque no suele presentarse de forma aislada
como un cuadro único, sino que es más habitual su asociación a otras entidades
psicopatológicas. Así, por ejemplo, la asociación entre trastorno depresivo y de
ansiedad es alta y con diversas combinaciones sintomáticas en sus
manifestaciones.
 Insomnio o hipersomnia
 Baja autoestima
 Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones
 Sentimientos de culpabilidad
 Pensamientos suicidas
 Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
 Molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de
estómago, fatiga)
 Intentos o amenazas de escaparse del hogar
 Hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo
 Irritabilidad, hostilidad, agresión

 Distimia:
Dentro de los tipos de depresión, la distimia es menos grave que la depresión
mayor. Es un tipo de depresión unipolar (no incluye síntomas maníacos) e interfiere
en el funcionamiento normal y el bienestar del individuo que lo sufre.
La característica esencial de este trastorno es que el paciente se siente depresivo
durante la mayor parte del día, la mayoría de los días durante al menos 2 años.
Muchas personas con distimia también pueden padecer de episodios depresivos
severos en algún momento de su vida.

 Síntomas de la distimia
 Pérdida o aumento de apetito
 Insomnio o hipersomnia
 Falta de energía o fatiga
 Baja autoestima
 Dificultades para concentrarse o para tomar decisiones
 Sentimientos de desesperanza
 Depresión maníaca

Este tipo de trastorno, también llamado Trastorno bipolar se clasifica como un tipo
de trastorno del estado de ánimo. Pese a que podemos incluirlo dentro de los tipos
de depresión, combina estados depresivos con estados de manía, es decir, existen
altibajos extremos. El trastorno bipolar es una patología seria, y no debe confundirse
con un estado inestabilidad emocional.
El tratamiento es distinto al de una depresión, y requiere estabilizadores de humor.
Los síntomas depresivos pueden incluir:

 Sentimientos persistentes de tristeza


 Sentimiento de desesperanza o desamparo
 Baja autoestima
 Sensación de ineptitud
 Culpabilidad excesiva
 Deseos de morir
 Pérdida de interés en las actividades habituales o que antes se disfrutaban
 Dificultad en las relaciones
 Perturbación del sueño (por ejemplo, insomnio, hipersomnia)
 Cambios del apetito o del peso
 Disminución de la energía
 Dificultad para concentrarse
 Disminución de la capacidad de tomar decisiones
:
 Autoestima exagerada:

 Menor necesidad de descanso y sueño


 Mayor distracción e irritabilidad
 Excesiva participación en actividades placenteras y de alto riesgo que
pueden provocar consecuencias dolorosas, por ejemplo comportamiento
provocativo, destructivo o anti-social (promiscuidad sexual, conducción
imprudente, abuso del alcohol y de drogas).
 Aumento de la locuacidad (por ejemplo aumento en la velocidad del habla,
cambios rápidos de tema, intolerancia a las interrupciones)
 Sentimientos de "excitación" o de euforia
 Marcados cambios de estado de ánimo, por ejemplo inusitadamente feliz o
tonto, extrañamente enojado, agitado o agresivo
 Mayor deseo sexual
 Mayor nivel de energía
 Escaso sentido común en personas sensatas

 Trastorno depresivo estacional (SAD)


Este estado depresivo recibe el nombre de y se caracteriza por ocurrir durante
una cierta época del año, generalmente durante el invierno.
Los síntomas generalmente se intensifican de manera lenta a finales del otoño y en
los meses de invierno. Estos síntomas son muy parecidos a los que se presentan
en otros tipos de depresión:

 Desesperanza

 Aumento del apetito con aumento de peso


 Aumento del sueño (el poco sueño es más común con otras formas de
depresión).
 Menos energía y capacidad para concentrarse
 Pérdida de interés en el trabajo y otras actividades
 Movimientos lentos
 Aislamiento social
 Tristeza e irritabilidad
 También existe otra variante del SAD y que lo sufren algunas personas en
verano:
 Falta de apetito
 Pérdida de peso
 Insomnio
 Irritabilidad y ansiedad
 Inquietud

 Depresión psicótica

La depresión psicótica es un subtipo de depresión mayor el cual se presenta cuando


una enfermedad depresiva severa incluye algún tipo de psicosis. A diferencia de los
demás tipos de depresión, se caracteriza por la presciencia de síntomas psicóticos:
alucinaciones y/o delirios

Factores de riesgo:

Un factor de riesgo es toda circunstancia o situación que aumenta las


probabilidades de desarrollar una enfermedad o de que ocurra un evento adverso.
Los factores de riesgo no son necesariamente las causas, sino que se asocian con
el evento, y, como tienen valor predictivo, pueden usarse para la prevención60, 61.
La depresión en niños y adolescentes es una enfermedad compleja que tiene
múltiples factores de riesgo, que en ocasiones interactúan entre sí y pueden tener
un efecto acumulativo. Es improbable que un único factor pueda explicar el
desarrollo de la depresión, reducir la probabilidad de ocurrencia o que su control
sea suficiente para prevenir la depresión.

 Factores familiares y del entorno:


Los factores familiares y el contexto social podrían jugar un importante papel en el
desarrollo de la depresión, fundamentalmente aquellos que están fuera del propio
control, que ocurren como un acontecimiento no predecible en el ambiente diario y
que son recurrentes a lo largo del tiempo.
 Riesgos familiares
La depresión en los padres se considera un factor de riesgo importante, que se
asocia con depresión en su descendencia. Se ha visto que los hijos de padres con
depresión presentan una probabilidad entre tres y cuatro veces mayor de desarrollar
trastornos del humor y en concreto, la psicopatología materna se considera un
predictor de depresión en el niño.
El alcoholismo familiar también se ha asociado a una mayor probabilidad de
depresión.
El contexto familiar en el que vive el niño o el adolescente parece jugar un
papel trascendental en el desarrollo de depresión. Los factores de riesgo más
comunes son la existencia de conflictos conyugales o las dificultades emocionales
entre uno de los padres y el niño.
Son también factores de riesgo asociados con la depresión, las distintas
formas de maltrato como el abuso físico, emocional, sexual y la negligencia en el
cuidado, así como los eventos vitales negativos, el divorcio o el trabajo de los padres
fuera de casa, ingresos económicos bajos o vivir en áreas desfavorecidas, si
ocurren de forma independiente, no parecen presentar una fuerte asociación con el
desarrollo de depresión en los niños o adolescentes.

 Riesgos en relación con el entorno:


La depresión juvenil se asocia en muchas ocasiones con la existencia de conflictos
interpersonales y de rechazo de diferentes miembros de su entorno social, lo que
incrementa los problemas de relación social. De esta manera, los niños y
adolescentes con pocos amigos presentan una mayor probabilidad de desarrollar
depresión, así como trastornos de conducta y mayor aislamiento social.

Otros factores también asociados con un número mayor de síntomas


depresivos son el vivir en estructuras familiares diferentes de las de los padres
biológicos, problemas de salud en los adolescentes, o una mala adaptación a la
familia, amigos, escuela, trabajo y pareja.

 Sexo
Antes de la adolescencia, los trastornos depresivos son prácticamente iguales en
niños que en niñas. Sin embargo, en la primera mitad de la adolescencia, estos
trastornos son dos o tres veces más frecuentes en el sexo femenino. Las posibles
explicaciones podrían ser los cambios hormonales que se producen, un incremento
del estrés y la mala respuesta a este, diferencias en las relaciones interpersonales
y tendencia a pensamientos rumiativos.

 Factores de riesgo genéticos y bioquímicos:


Como ya se ha comentado anteriormente, hasta un 20-50% de los niños o
adolescentes con trastornos depresivos presentan historia familiar de depresión o
de otra enfermedad mental.
En los adolescentes los síntomas tanto cognitivos como afectivos adquieren
en carácter crecientemente interiorizado y además se presentan con una frecuencia
e intensidad mayores que en otras etapas.
Algunos síntomas como las quejas son episodios que suelen ir asociados a
trastornos disociales, por déficit de atención, de ansiedad, relacionadas con
sustancias y también de la conducta alimentaria.

 Factores de riesgo en la adolescencia:


Es toda circunstancia o situación que aumenta las probabilidades de desarrollar
una enfermedad o de que ocurra un evento adverso. Los factores de riesgo no son
necesariamente las causas, si no que se asocian con el evento y como tienen los
valores predictivos, pueden usarse como prevención. La depresión en los
adolescentes es una enfermedad compleja que tiene múltiples factores de riesgo
que en ocasiones interactúan entre si y pueden tener un efecto acumulativo.
La depresión mayor es además uno de los principales factores de riesgo de
suicidio en los adolescentes a nivel mundial, uno de los datos más preocupantes
es el aumento del suicidio en edades jóvenes, sobre todo en varones.

 Factores neurológicos
Son alteraciones de los sistemas serotoninérgico y corticosuprarrenal podría estar
implicado en la biología de la depresión con historial depresivo de familia, un
desequilibrio con la serotonina puede ser el factor depresivo de una sicosis unipolar
o bipolar.
También están el incremento de cortisol y de dehidroepiandrosterona predice el
comienzo de la depresión, en sub grupos psicosociales que involucradas las
hormonas de crecimiento prolactina y cortisol en jóvenes en riesgo de depresión.

 Factores psicológicos:
Tenemos la personalidad, el temperamento, entra la emoción habilidad
Y la presencia de síntomas como anhedonia o pensamiento de muerte e
incrementan de forma significativa el riesgo de presentar es en adolescentes.

 Factores de género:
Las mujeres presentan entre tres o cuatro veces más síntomas que los adolescentes
varones y las ´posibles explicaciones podrían ser los cambios hormonales,
incremento de estrés y un incremento a la diferencia a las relaciones interpersonales
y a pensamientos rumiaticos como consecuencia mayor existencia de
retroalimentación externa.

 Factor ambiental
El contexto familiar en el que vive el adolescente parece que juega un papel
trascendental en el desarrollo de depresión, el alcoholismo familiar también se ha
asociado a la mayor probabilidad de depresión.
Y el factor más común son los conflictos conyugales o dificultades
emocionales entre uno de los padres del adolescente.
Y sobre todo las distintas depresiones de forma de maltrato físico, emocional y
sexual.
También los eventos negativos como el divorcio o separación de padres,
pérdida de amistades o la muerte de un ser querido o familiar.

 Factor el entorno:
La depresión juvenil se asocia en muchas ocasiones con la existencia de conflictos
interpersonales y de rechazo de diferentes miembros de su entorno social, lo que
incrementa los problemas de relación social de esta manera los adolescentes con
pocos amigos presentan una mayor probabilidad de desarrollar depresión, así como
trastornos de conducta y mayor aislamiento social.

 Factor escuela
Es un ambiente que influye poderosamente sobre el comportamiento depresivo
durante la adolescencia representa un espacio que despliega sus competencias a
nivel intelectual y social las cuales predispone una depresión.
El fracaso escolar son problemas relacionados con la depresión es que muchas
veces se confunde con dificultades de aprendizaje, siendo en realidad un problema
una manifestación sintomatología del trastorno depresivo y no un diagnostico en sí.

El descenso del nivel de aspiraciones en el adolescente supone una debilidad


en su motivación para su trabajo, con el cierto desvalimiento frente a la situación lo
que genera incapacidad para afrontar adecuadamente las tareas que impone el
medio escolar, el bulín y la humillación son también factores de riesgo de depresión
en los adolescentes.

También influye en el adolescente el riesgo de presentar trastornos mentales


adolescentes en hogares o que están recluidos en centros de refugios o con
antecedentes de delincuencia especialmente por la adicción a la nicotina, el abuso
de alcohol o consumo de drogas que son considerados como factor de riesgo
asociados con la depresión.

 Factores de enfermedades
En ellas encontramos enfermedades mentales con depresión tienen trastornos
comorbidos, enfermedades físicas como el lupus, VIH, diabetes, cáncer y parálisis.
Los objetivos de un tratamiento de acuerdo con los expertos son:
-Dar sentido a los síntomas de malestar que sufre el adolescente.
-Restaurar su relación con sus seres cercanos y con su entorno.
-Comprometer al adolescente a ir con especialistas de otras áreas si lo fuera
necesario.
Señales de alerta de la depresión del adolescente:

Algunos de los siguientes síntomas comunes de la depresión. Si estos


síntomas duran 2 semanas o más, debe buscar ayuda.

 Irritabilidad frecuente con brotes repentinos de ira.


 Mayor sensibilidad a la crítica.
 Quejas de dolores de cabeza, de estómago u otros problemas corporales. Es
posible que su hijo vaya mucho a la enfermería de la escuela.
 Retraimiento de personas como los padres o algunos amigos.
 No disfrutar de las actividades que por lo general le gustan.
 Sentirse cansado durante gran parte del día.
 Sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.
 Problemas para dormir o está durmiendo más de lo normal
 Un cambio en los hábitos alimentarios, como no tener hambre o comer más
de lo habitual
 Dificultad para concentrarse
 Problemas para tomar decisiones
 Desmejoramiento en las calificaciones escolares, la asistencia, no hacer las
tareas
 Comportamientos de alto riesgo, como conducir de manera imprudente, tener
sexo sin precaución o el hurto en tiendas
 Alejamiento de la familia y los amigos y pasar más tiempo a solas
 Bebida o consumo de drogas
 Trastornos de ansiedad
 Trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA)
 Trastorno bipolar
 Trastornos alimentarios (como la bulimia o la anorexia)

Factores de protección

Factores de protección (reducen la probabilidad de depresión en presencia


de factores de vulnerabilidad o de activación):
Los Adolescentes de 15 años consideraron como principal factor protector al
apoyo y contención familiar. Los de 17 años, además del apoyo familiar y de los
amigos, tuvieron en cuenta la fortaleza de la personalidad para no caer en
conductas de riesgo y la búsqueda de la espiritualidad.

Los Padres plantearon como estrategia de crianza, para prevenir que sus
hijos tuvieran dificultades, el diálogo y la escucha de sus hijos. Los Profesores
también apostaron al diálogo con los alumnos, al trabajo en grupo, a aumentar su
autoestima, a diversas y variadas estrategias de enseñanza, y a la consulta al
gabinete psicopedagógico como estrategia preventiva.
Los Psicólogos, al hablar de algunas intervenciones clínicas eficaces,
consideraron el construir alianza con el adolescente, (lo que implica escucharlo
atentamente y demostrarle interés); trabajar con intervenciones de alianza y
vivencia-les, darles el control del cambio, y aumentar su autoestima a través de
técnicas de autoestima y auto concepto.

Importancia del diálogo con el adolescente, y la escucha atenta de sus


opiniones, como un valioso factor de protección. Justamente, la familia debe actuar
durante este periodo como un grupo operativo cuya tarea es ayudar al hijo
adolescente a lograr su adultez. Esto puede lograrse a través del diálogo atento y
comprometido entre padres e hijos, como ya los había señalado, entre otros.

1- Ejercítate
Cuando el cuerpo comienza a realizar actividad física aumenta el nivel de
endorfinas, hormonas que permite sentir alegría, bienestar y actúan en contra de la
sensación de dolor.

2- Formas alternativas de manejo del estrés


Hay muchas formas de enfrentar y equilibrar el estrés; las más comunes son
la meditación, yoga, ejercicio, etc.

3- Comunicar emociones
En la vida es fundamental contar con los amigos y la familia en quienes
puedas confiar cuando necesites contar algún problema o expresar una inquietud.
Al mismo tiempo, expresar los sentimientos o pensamientos difíciles te
quitarán un peso de encima y tu estado anímico mejorará notablemente.

4- Comprométete con un grupo


Mantenerse ocupado y enfocar tu energía en alguna actividad propositiva es
primordial para no dejarse abatir por la depresión y la ansiedad.
Estar al mando de un grupo de personas para realizar actividad física, social
o administrativa, es una buena opción, ya que preocuparse del medio ambiente o
de la salud de la gente es una motivación para luchar por algo y tener resultados
satisfactorios.

5- Escribir
Para subir el ánimo no hay nada mejor que expresar los sentimientos y
emociones. Si eres desconfiado o no hay nadie cerca a quien puedas recurrir para
contar lo que te aqueja, toma un cuaderno o diario y comienza a escribir, es una
buena manera de liberar los pensamientos negativos.

6- Alcanzar la tranquilidad espiritual


Un método para luchar contra la depresión y la ansiedad es pasar tiempo en
contacto con la naturaleza, meditar, orar o refugiarse en un ambiente religioso.
Estas actividades te permitirán conectarte con algo en concreto y canalizar tus
problemas o tristezas para encontrar consuelo y tranquilidad.
7- Descubrír qué te hace feliz
¿Qué es lo que te motiva día a día para cumplir con tus objetivos? Esto es lo
que debes preguntarte y sobre todo si sentís que comienzas a deprimirte o llegas a
sentirte ansioso.
Existen diferentes actividades que pueden ayudarte a mejorar el estado de
ánimo. Podes poner en práctica actividades que te den placer,
Quizá lo tuyo sea la comida, y en tal caso existe la opción del mundo gourmet.
Podes inscribirte a catas, cursos de cocina, de coctelería, etc.

La florería y jardinería también son recomendase como terapia para la relajación.

8- Ayuda al otro
Inscribirte a un voluntariado es una forma adecuada para encausar tus
sentimientos hacia algo positivo, y elevar el autoestima. Esto es porque este tipo de
actividades ayuda a comprender y aprender nuevos valores. Ayudar a los demás
conlleva una sensación de bienestar física, emocional e intelectual.

9- Aprende a pasar el tiempo con vos mismo


Cuando sientas ansiedad o depresión es primordial que te enfoques en hacer
algo que te haga sentir mejor. Algunas ideas pueden ser pagar por buen un masaje
de relajación, ver una película o darle seguimiento a una serie televisiva, pasear por
el parque junto a tu mascota, disfrutar de una comida, o bien, interesarte por la
lectura.

10- Adopta una mascota


Al comienzo puede ser un trabajo más en tu vida, pero adoptar una mascota
puede ayudar a que te sientas acompañado, enfocando toda la atención hacia él.
Los animales proporcionan amor incondicional siempre, y pueden ser útiles en
momentos depresivos.

11- Toma nota de tus actividades


Es recomendable que lleves un registro de todas las actividades que realizás
a lo largo del día. Esto te ayudará a darte cuenta de que todo lo que hacés conlleva
valores positivos y negativos.
Darte cuenta de la diferencia es importante para valorar los buenos
momentos del día y hacer un esfuerzo por cambiar lo negativo.

12- El sentido del humor


Es esencial que siempre mantengas el buen sentido del humor, porque esta
acción es terapéutica. Reír hace que tu ánimo aumente y tengas una perspectiva
de la vida más sencilla, sin agobiarte por problemas o situaciones desagradables.
La mayoría de los adolescentes se sienten deprimidos algunas veces. Tener el
apoyo y buenas habilidades para hacerle frente a esto les ayuda a superar estos
períodos de bajo ánimo.
Hable con sus hijos con frecuencia. Pregúnteles acerca de sus sentimientos.
Hablar sobre la depresión no empeorará la situación y puede ayudarles a conseguir
ayuda más rápidamente.
Conseguir ayuda profesional para hacerle frente a los estados de ánimo bajos.
Tratar la depresión de manera temprana puede ayudarle a sentirse mejor más
rápido y puede prevenir o retrasar episodios futuro.

Consecuencias de trastornos

El bajón anímico de la depresión también hace mella en el estado físico. En primer


lugar, en la imagen, porque la persona con depresión suele descuidar su aspecto
físico, la higiene y la vestimenta. Pero también en lo biológico, porque la depresión
genera sensación de cansancio y fatiga y provoca una serie de perturbaciones
físicas, como dolores de cabeza, problemas digestivos o gástricos, problemas
sexuales, y trastornos del sueño.

TRANSTORNO DE ANSIEDAD: La ansiedad es el síntoma predominante en dos


casos: los desórdenes que suponen pánico ante situaciones concretas y los
trastornos ansiosos generalizados.
En las fobias y las neurosis obsesivo-compulsivas, el pánico aparece cuando el
individuo intenta dominar otros síntomas: el miedo irracional, desmedido, a una
situación, objeto o animal concretos que altera su vida cotidiana. Entre las más
perturbadoras está la agorafobia, miedo a los espacios abiertos o muy cerrados
(claustrofobia), tras el cual se oculta en realidad un miedo desmedido a la muerte o
al propio pánico, y que impide a los que la sufren salir a la calle. Por otro lado, las
obsesiones, neurosis cada vez más frecuentes (frente a la histeria, que ha ido
disminuyendo su frecuencia), consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o
ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sin embargo sometida a
ellos. Por último, la compulsión es la tendencia irrefrenable a repetir mecánicamente
comportamientos inútiles, rituales de comprobación o de previsión.

ESTRÉS: El estrés es un programa inteligente del cuerpo que se pone en marcha


cuando hay una situación de alarma. Provoca la liberación de una enorme cantidad
de energía que queda a disposición del organismo. Cuando el hombre primitivo se
encontraba frente a un león o un tigre, el estrés ponía alas en sus pies y agudeza
en su inteligencia para escapar del peligro. Cuando necesitaba cazar para
sobrevivir, sucedía lo mismo. Pero ahora, ¿qué hacemos con toda esa energía
cuando la crisis sucede frente al ordenador o mientras hablamos por teléfono? O
¿Cuándo hay un estrés permanente en nuestras vidas? Retenemos esa energía y
luego nos sentimos agotados porque se obtiene a expensas de las reservas del
organismo. Como no se le da una salida muscular, pasa a acumularse en el sistema
nervioso en forma de tensión. Por eso es necesario que aprendamos a reciclar el
estrés y convertirlo en energía positiva.
CONDUCTAS SUICIDA

Definición:

El suicidio es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. El


comportamiento suicida es cualquier acción que pudiera llevar a una persona a
morir, como tomar una sobredosis de fármacos o estrellar un automóvil de forma
deliberada.

El suicidio (del latín moderno: suicidium) es el acto por el que una persona
de forma deliberada se provoca la muerte. Por lo general es consecuencia de
desesperación, derivada o atribuible a una enfermedad física, enfermedad mental,
como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno límite de la
personalidad, el alcoholismo o abuso de sustancias.5 A menudo influyen en él
diversos factores estresantes como dificultades financieras o problemas en las
relaciones interpersonales. Entre las medidas empleadas para prevenirlo se
encuentran: limitar el acceso a los métodos, como armas de fuego y venenos, el
tratamiento de la enfermedad mental subyacente o del abuso de sustancias y la
mejora de las condiciones financieras. Aunque son comunes las líneas de crisis,
hay poca evidencia sobre su efectividad.

Tipos de suicidio:

I) Suicidio consumado:

El suicidio consumado suele producirse más a menudo en los últimos años


de la adolescencia. En muchos países industrializados, el suicidio es la segunda
causa de muerte en población de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años,
siendo la primera los accidentes de circulación. Se ha señalado que en los niños y
adolescentes las tasas de suicidios aumentaron entre los años 1979 y 1992, pero
disminuyeron entre los años 1998 y 1999. En Francia, el 7,9% del conjunto de
fallecimientos por suicidio afectaba a jóvenes de edades comprendidas entre los 15
y los 24 años. La mortalidad media por suicidio en dicho período de edad es de 7,7
por 100.000; en Estados Unidos, es de 1,5 por 100.000 a los 10-14 años y de 8,2
por 100.000 a los 15-19 años. La relación por sexos es de 8 varones por dos chicas.
Los Métodos usados tienen un fuerte potencial letal: ahorcamiento, armas
de fuego, defenestración. La relación de los actos suicidas (suicidios consumados)
con los trastornos Psicopatológicos es muy claro. Así, en un estudio realizado en
1991 (8) se pudo Establecer que sobre 53 suicidios de adolescentes de 13-19 años,
un 94% presentaba algún tipo de trastorno psiquiátrico. Desglosando por categorías
diagnósticas se obtuvieron los siguientes datos: 51% tenían depresión; 26%
alcoholismo y un 21% tenían trastornos adaptativos. Además, uno de cada 3
suicidados presentaba un trastorno de la personalidad. De ello se infiere la
importante correlación existente entre actos suicidas y trastornos mentales. De
éstos, los estados depresivos (depresión mayor, trastorno adaptativo depresivo)
resultan los más importantes. Debe destacarse, sin embargo, la circunstancia de
que una proporción considerable de los adolescentes que se suicidaron no habían
recibido ningún tipo de atención psicológica antes del acto. Se ha constatado,
además que el suicidio consumado puede producirse, entre jóvenes que ya tenían
tendencias suicidas, a partir de tener conocimiento del suicidio de otra persona. El
tratamiento que dan actualmente los medios de comunicación a los actos suicidas
puede, en ocasiones, no ser el más adecuado ya que favorece los fenómenos de
identificación, a los que tan proclives son los adolescentes. Dos son las enseñanzas
que se desprenden. Por un lado, es claro que las conductas suicidas tienen un
trasfondo psicopatológico muy heterogéneo, que se debe articular con el contexto
psicosocial y con la capacidad de comunicación del individuo. Por otro, que muchos
casos de adolescentes pre-suicidas pasan desapercibidos en los servicios
asistenciales o bien su gravedad no es apreciada. Es aquí donde hay que poner el
acento: en muchos casos, los actos suicidas han estado precedidos de tentativas
suicidas o bien de ideaciones suicidas o actos que suponen una situación de alto
riesgo. No valorar de manera adecuada dichos actos comporta no apreciar una
situación de alto riesgo y, en consecuencia, no adoptar las medidas oportunas para
su prevención.

II) Tentativa de suicidio:

Si bien la frecuencia del suicidio tiende a disminuir, no ocurre lo mismo con


las tentativas de suicidio, que en población joven de los países desarrollados tiende
a aumentar en los últimos años. Se ha constatado que los intentos de suicidio
empiezan a producirse a la edad de 12 años, con un aumento de la incidencia que
alcanza un pico a los 16-18 años. El perfil típico en individuos que cometen intentos
de suicidio es el de una chica, de edad entre los 15 y los 17 años, que lleva a cabo
el intento ingiriendo una dosis pequeña o media de un analgésico o bien algún otro
medicamento utilizado por algún miembro de la familia. El acto tiene las
características de un acto impulsivo, es decir, un acto escasamente reflexionado,
que aparece en el contexto de un conflicto familiar o de pareja. Las manifestaciones
clínicas son la irritabilidad, la agitación, el comportamiento amenazador y un deseo
de morir. Algunos autores han señalado dos tipos de intentos de suicidio. El primero
de ellos, que los autores denominaron “maligno”, se caracteriza por ser un acto
impulsivo, muy peligroso, vinculado con una estructura y un proceso
psicopatológicos que han marcado la historia previa del individuo, y sin que se
puedan detectar factores desencadenantes claros. Sobre este punto, sin embargo,
debe ponerse un interrogante ya que los factores desencadenantes se pueden
localizar, siempre que se les busque con la suficiente atención. Este tipo de acto se
caracteriza, además, por comportar una ruptura del vínculo con la realidad, con el
entorno, con los otros. No hay, por tanto, una llamada al otro, no hay una petición
de ayuda. El segundo tipo, el “benigno”, se caracteriza por tratarse de un acto
compulsivo, de menor peligrosidad, de características reactivas ante situaciones de
cambio o pérdida, en un contexto clínico de tono depresivo. Aquí, no hay ruptura de
vínculo con la realidad, sino un intento – a veces desesperado – de re-establecer
vínculos con los otros. Es una petición de auxilio, que debe ser escuchada y
atendida de manera adecuada. Los intentos de suicidio malignos se desarrollan, en
la mayor parte de las ocasiones, en la calle, sin testigos, lo que es indicativo de que
el sujeto busca un lugar en el que no resulte posible ayudarlo.
Por otro lado, la peligrosidad de los medios utilizados en los intentos de
suicidio malignos indica la búsqueda de la muerte como finalidad primordial. Esta
prevalece sobre otras posibles significaciones en juego.

En este mismo estudio se destacan las diferencias entre los efectos en uno y otro
tipo. Así, después de un intento de suicidio maligno se produce un agravamiento de
la tensión emocional y de la persistencia del deseo suicida. Por el contrario, después
de un intento de suicidio benigno lo que se produce es, a menudo, un alivio de la
tensión llegando a expresar el individuo un cierto arrepentimiento de lo
realizado. En general, en los casos benignos se puede afirmar que algo ha ocurrido,
algo se ha consumado, y ese algo promueve un cambio de dirección y de las
perspectivas del sujeto. A partir de ese momento sus relaciones con el entorno
básicamente el entorno familiar y las relaciones con los dispositivos asistenciales
variarán y se darán las condiciones para reconducir la situación, claro está, siempre
que ese entorno esté por la labor de hacerlo.

Factores de riesgo suicida en adolescentes:

Muchos son los factores de riesgo suicida en los adolescentes. Desde el provenir
de medios familiares desestructurados hasta la presencia de trastornos
psicopatológicos como la depresión o el abuso de sustancias, sin olvidar la
exposición a situaciones de riesgo suicida, como es el caso de haber tenido
problemas con la justicia, todos ellos constituyen un campo heterogéneo que
conviene revisar.

Estos factores pueden clasificarse en tres grandes grupos:


a) individuales;
b) familiares,
c) sociales.

A) Individuales

Dentro de los factores individuales cabe destacar los siguientes:

- Antecedentes de haber realizado tentativas de suicidio anteriores. Algunos autores


han señalado que aproximadamente un 25 % de los adolescentes que realizaron un
intento de suicidio lo habían realizado con anterioridad. La tentativa de suicidio
multiplica por treinta el nivel de riesgo. Por otro lado, se considera también que el
nivel de riesgo es mayor cuanto más joven es el suicida.
- Patología psiquiátrica. Ya ha sido señalado que una proporción muy elevada de
individuos suicidas presentan patología psiquiátrica. Esta circunstancia también se
cumple en población adolescente. Los estados depresivos, los trastornos de
ansiedad, el abuso de alcohol y de otras drogas, los trastornos de la personalidad y
los trastornos psicóticos, son todos ellos estados psicopatológicos que comportan
un riesgo de conductas suicidas. Sin embargo, los más relevantes son las
depresiones, cuya existencia eleva el riesgo suicida hasta un 27% con respecto a
la población general. La esquizofrenia, clásicamente citada como un factor de riesgo
suicida en población adulta, no desempeña el mismo papel en población
adolescente. Ello puede ser debido, entre otras razones, a que es precisamente en
este período cuando suele iniciarse por lo que no se suelen dan las condiciones que
favorecen el pasaje al acto suicida (por ejemplo, la toma de conciencia de las
consecuencias sociales que tiene el trastorno. El sujeto se ve, de un día para otro,
aislado de su entorno, ve que ha perdido su lugar en la red social)

- Factores biológicos.
Es ya clásico citar cierto tipo factores neurobiológicos como los causantes o
desencadenantes de todo un conjunto de comportamientos anómalos. En este
contexto, los desequilibrios en diversos sistemas de neurotransmisores ocupan un
lugar destacado. En consecuencia, no resulta sorprendente que también en el caso
de los comportamientos suicidas se hayan documentado ciertas disfunciones en los
neurotransmisores. La más citada es la disfunción en el sistema serotonérgico. De
hecho, la hipótesis de un desequilibrio serotonérgico constituye uno de los
principales argumentos neurobiológicos del trastorno depresivo, la patología más
suicidógena,

B) Familiares

En el apartado de factores de riesgo inherentes a la familia se han citado los


siguientes:
- Existencia de trastornos psicopatológicos en los padres. En los padres de
adolescentes suicidas es frecuente encontrar trastornos psiquiátricos. Los más
habituales son los estados depresivos y el abuso de sustancias tóxicas. Estos datos
son susceptibles de diversas interpretaciones. Se pueden interpretar en términos de
vulnerabilidad determinada genéticamente, pero también pueden pensarse en
términos del impacto que dichos trastornos pueden ocasionar en el adolescente.
Resulta claro que unos padres que se encuentran en una precaria situación
personal, que comporta para ellos mismos un importante riesgo suicida, no van a
poder ayudar a su hijo a enfrentarse con todo lo que la adolescencia supone, tal y
como se ha explicado en la primera parte del artículo.
- Antecedentes de tentativas de suicidio o de suicidio en los padres. Se ha
constatado que en el caso de muerte por suicidio de la madre o del padre el riesgo
de tentativa de suicidio en el hijo adolescente se multiplica (por 2-5).
- Maltrato y abuso sexual. Se ha constatado la existencia de correlación entre el
maltrato en la infancia y la conducta suicida. Además, las conductas violentas en el
seno familiar, tanto si el adolescente es testigo de ellos como si es víctima, también
presentan una correlación positiva con los comportamientos suicidas.
- Otros factores, como el divorcio o las relaciones entre los padres y los hijos
adolescentes pierden peso específico si se tienen en cuenta tanto los factores
psicopatológicos asociados como los factores de riesgo psicosocial.

C) Factores sociales

En el apartado de los factores sociales resulta obligada la referencia a la obra de


Durkeim, sociólogo francés que destacó el importante papel de los factores sociales
en el desencadenamiento de conductas suicidas. Este autor resaltó en su libro El
suicidio, de 1897, que el suicidio era un fenómeno mucho más social que
psicológico, ya que, según él, el hombre está desbordado por una realidad
circundante que es la colectividad en la que está inmerso, quiéralo o no. En la
monografía citada, el autor señala la conocida influencia que tuvieron las crisis
económicas sobre el suicidio. Para ilustrarlo citó los casos de Viena, ciudad que
entre los años 1873 y 1874 sufrió una crisis financiera cuyo correlato fue un
incremento de los casos de suicidio del 41% (referido a los casos de suicidio
registrados en 1874 y 1873). Sin embargo, el mismo autor añadió que dichos
incrementos no se podían explicar simplemente por un empobrecimiento de la
población ya que ciertos períodos de prosperidad podían también acompañarse de
incrementos en las tasas de suicidios. Para poder explicarlos, Durkheim recurrió a
la noción de anomia, concepto clave de la sociología que, sin embargo, ha sido
usado con significados diferentes. Así, en La división del trabajo social, Durkheim
concibe la anomia como una ruptura de la solidaridad. La anomia, en esta primera
acepción, es expresión de una crisis de diferenciación, que es consecuencia de una
división del trabajo coercitiva, que tiene una influencia disolvente en la sociedad.
Por tanto, en esta primera acepción la anomia sería un vacío de las reglas.
En cambio, en la segunda acepción, la que aparece en El suicidio, la anomia es
concebida como el fracaso de la norma para regular los comportamientos
individuales. En otras palabras, la anomia no sería el resultado de la ausencia de
normas, sino el hecho de que éstas hayan perdido eficacia en la sociedad. En este
caso, la anomia se manifiesta como transgresión de normas por parte de individuos
que se resisten a ser integrados en la sociedad. La anomia expresa la incapacidad
del individuo para poner coto a sus deseos y traduce la existencia de un tipo de
personalidad mórbida a la que lugar la sociedad moderna. Para Durkheim, el
hombre que siempre lo ha esperado todo del porvenir, que ha vivido con los ojos
puestos en el futuro, nada tiene en su pasado que lo consuele de las amarguras del
presente, pues el pasado sólo ha sido para él una serie de etapas impacientemente
atravesadas. Si este hombre que vive con su mirada en el horizonte, en lo que ha
de venir, ve, de pronto, detenida su marcha hacia ese ideal, se encontrará con que
no hay nada ni detrás ni delante de él que le sirva de soporte.
En consecuencia, el desencanto y la depresión pueden hacer mella en él.
Esta es la hipótesis durkheimiana, hipótesis que es preciso articular con
otras aportaciones. Así, Sennett , plantea en La cultura del nuevo capitalismo, que
el hombre posmoderno debe hacer frente a diversos desafíos, el más importante es
el que se refiere a cómo desprenderse del pasado. Se trata de un fenómeno
característico de la época actual, marcada por las condiciones sociales de
inestabilidad y fragmentariedad. Es una época en la que los servicios prestados en
el pasado no garantizan al empleado un lugar en la empresa. La noción de mérito
ha entrado en crisis y en su lugar aparece una nueva versión de sujeto caracterizada
por su habilidad y presteza en poner entre paréntesis las experiencias vividas. Se
trata de asumir un yo orientado al corto plazo, centrado en la capacidad potencial.
Un tipo de personalidad que se asemeja más al consumidor que al propietario que
se aferra a lo que ya posee.
Nuestros adolescentes han de enfrentarse, pues, a un nuevo marco social
que les plantean unas exigencias que sólo unos pocos estarán en condiciones de
asumir. Para los adolescentes actuales, la idea de proyecto tiene escaso o nulo
sentido, de ahí que muchos no puedan responder a la pregunta sobre sus planes
para el futuro. De hecho, ni se la plantean más allá de un ideal de felicidad basado
en el nivel económico pero con poca inversión personal. Es esta configuración social
la que constituye un marco que puede favorecer los comportamientos suicidas, tal
como las historias de adolescentes que han realizado tentativas o suicidios
consumados nos enseñan.
En este contexto social emerge un factor que ha ido cobrando importancia en
los últimos años: el escolar. Las dificultades escolares, el llamado fracaso escolar
y, sobre todo, las situaciones de acoso moral en el ámbito educativo, constituyen
factores de riesgo de comportamientos suicidas. El caso Jokin, el adolescente de
14 años del pueblo de Hondarrabía, que se suicidó tras sufrir humillaciones y
agresiones de sus compañeros, constituye una señal de alarma al tiempo que debe
ser motivo de serias reflexiones sobre lo que ocurre en las aulas, reflejo muchas
veces, de lo que ocurre en el medio familiar. Más aún, las aulas constituyen un
marco complejo en el que las demandas y expectativas de los diversos actores
implicados (adolescentes, padres y docentes) se entrecruzan de manera no
armoniosa dando lugar, en bastantes ocasiones, a desencuentros que pueden
devenir en serios conflictos.

Señales de alerta del comportamiento suicida


Las causas del suicidio en adolescentes pueden ser muy difíciles de
establecer pero, la depresión es un factor que siempre se presenta. Durante la
adolescencia, los jóvenes viven hechos que generan un estado de mucho estrés,
como: castigos, fracasos, problemas académicos, rupturas sentimentales, muerte
de seres queridos, humillaciones, bullying; abusos sexuales, emocionales y físicos;
pobre comunicación con los seres queridos o idealización de figuras adolescentes
que se han suicidado. Todos estos acontecimientos y la forma de percibirlos o
exagerarlos pueden ser resultado de algún trastorno psiquiátrico del adolescente
que culmine en la decisión de quitarse la vida.

Síntomas de alerta en el adolescente:

 Frecuentes problemas de salud como fatiga, malestar general, sin motivo.


 Aburrimiento.
 Bajo rendimiento escolar.
 Descuido en su apariencia general.
 Trastornos del sueño.
 Aislamiento.
 Comportamiento impulsivo, agresivo y pre delictivo (robo-chantaje)
 Fugas.
 Cólera,
 Pesimismo,
 Falta de motivación e interés por las cosas que antes lo divertían,
 Pensamientos tristes,
 Percepción negativa de sí mismo,
 Ideas de muerte y de suicidio,
 Intencionalidad suicida con planificación.

El suicidio juvenil es una tragedia que afecta a todos. Es considerado a menudo


como un fracaso personal de los padres, amigos, maestros, médicos y psicólogos,
que se reprochan el no haber percibido las señales de alerta; y de la comunidad,
pues no procura un entorno sano y contenedor en el cual los niños y adolescentes
puedan crecer y desarrollarse.

Estos hechos no se pueden prevenir por eso es recomendable que los padres
mantengan una buena comunicación con sus hijos y reorganicen su entorno de vida
para que asuman la adolescencia con mayores herramientas y destrezas. Si el joven
vulnerable inicia una crisis es necesario actuar con rapidez y asumir una postura
muy directa en donde intervengan profesionales de la salud mental.

Las instituciones educativas deben proporcionar información a padres,


docentes y estudiantes; y, si hubiere sospechas de adolescentes en riesgo,
gestionar intervención con los profesionales de salud mental y la familia.

Factores de protección del comportamiento suicida

Entre los factores protectores del suicidio se encuentran los siguientes:

1. Tener capacidad de autocontrol sobre su propio 'des-tino', como dijera el poeta


chileno Pablo Neruda, cuando expresó: 'Tú eres el resultado de ti mismo'.
2. Poseer y desarrollar una buena adaptabilidad, responsabilidad, persistencia,
perseverancia, razonable calidad de ánimo y de los niveles de actividad.
3. Aprender a perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando sea
necesario.
4. Tener buena autoestima, autoimagen y suficiencia.
5. Ser receptivo a las experiencias ajenas y sus soluciones, principalmente
aquellas que han tenido exitoso desenvolvimiento.
6. Desarrollar inteligencia y habilidades para resolver problemas.
7. Saber buscar ayuda en momentos de dificultades, acercándose a la madre, el
padre, los abuelos, otros familiares, un buen amigo, los maestros, el médico,
el sacerdote o el pastor.
8. Saber pedir consejos ante decisiones relevantes y saber elegir la persona más
adecuada para brindarlos.
9. Ser receptivo a las experiencias ajenas y sus soluciones, principalmente
aquellas que han tenido exitoso desenvolvimiento.
10. Ser receptivo ante las nuevas evidencias y conocimientos para incorporarlos a
su repertorio.
11. Estar integrado socialmente y tener criterio de pertenencia.
A estos factores habría que añadir la capacidad para hacer utilización de las
fuentes que brindan salud mental, como las consultas de consejería, de psicología
o psiquiatría, las unidades de intervención en crisis, los servicios médicos de
urgencia, los médicos de la familia, agencias de voluntarios en la prevención del
suicidio, etc. Se debe educar a los adolescentes en el aprovechamiento de la
fuentes de salud mental existentes en la comunidad, cuándo hacer uso de ellas, qué
beneficios se pueden obtener, qué servicios o posibilidades terapéuticas se les
puede brindar y favorecer con ello que se haga un uso racional de las mismas.

Las consecuencias comportamiento suicida


 Tristeza y rabia

En la primera fase de shock predomina un fuerte sentimiento de tristeza que


coexiste con síntomas físicos, dolores precordiales, hipersensibilidad, sentimientos
de irrealidad, trastornos de apetito y sueño… Luego aparecerá una fase de rabia
que puede ir dirigida hacia uno mismo por no haber sabido o podido evitarlo, hacia
los médicos por no haber sido capaces de impedir la trágica decisión del ser querido,
hacia el suicida por haberse dado por vencido y haber rechazado la ayuda que se
le prestó o se hubiera estado en disposición de prestarle en sus momentos más
depresivos o hacia el mismo Dios, cuya ausencia en semejante trance no se
comprende… No faltará la angustia y el desconcierto por no haber previsto el fatal
desenlace, la frustración por no haber tenido oportunidad para saldar las diferencias
con el difunto, las fantasías acerca de los motivos que le llevaron a su
autodestrucción, la invasión de pensamientos obsesivos y de recuerdos del
fallecido.

 Sentimiento de culpabilidad

La muerte por suicidio no implica sólo una dolorosa ausencia, sino que es
vivenciada como una acusación por lo que se hizo o se dejó de hacer, lo que se dijo
o lo que se silenció. Es éste un sentimiento común a toda pérdida, pero se acentúa
en el caso del suicidio. La culpabilidad pesa como una auténtica losa en la familia
del suicida. Se explicaría por la sensación de fracaso que se experimenta por no
haber podido evitar la muerte del ser querido, de no haber sido capaces de detectar
los pensamientos depresivos que presagiaban la conducta autodestructiva, por no
haber atendido las llamadas de atención del finado, no haber facilitado que éste
expresara sus ideas suicidas, o por no haber sabido tomar a tiempo las medidas
que hubieran podido impedir la tragedia.

 Fracaso de rol

Unido al sentimiento de culpa, el suicidio produce una frustrante vivencia de


fracaso de rol, sobre todo en las madres que, al tener más interiorizado su papel
nutricio de cuidadoras encuentran muchas dificultades para entender que sus
desvelos, sus cuidados, sus intentos de protección y sus esfuerzos de contención
hayan sido ineficaces a la hora de evitar la tragedia.

 Miedo

El miedo es también una emoción muy presente en casi todos los familiares del
suicida y tiene que ver con una especie de vivencia que les hace sentirse
vulnerables y en riesgo de repetir la conducta suicida o de padecer una enfermedad
mental que les empuje a ello. Este sentimiento que afecta sobre todo a los más
jóvenes queda reforzado cuando cada uno entra en contacto con los propios
sentimientos autodestructivos. Aparece un vago temor al destino o a una cierta
predestinación y, en algunos ambientes, miedo también al futuro del ser querido,
“más allá de la muerte” (infierno, condena eterna).

 Sentimientos de traición y abandono

Otras de las consecuencias del suicidio en los miembros de la familia son los
sentimientos haber sido traicionados o abandonados. Preguntas como “¿por qué lo
hizo?”, “¿cómo me pudo hacer tanto daño?”, “¿acaso nos merecíamos esto?”, etc.,
son redundantes en casi todas las familias de suicidas. Por eso ese tipo de muerte
despierta un angustioso sentimiento de haber sido traicionado por el suicida que
con su conducta se mostró finalmente impermeable al cariño que se brindó y ajeno
a las atenciones que se prestaron.

 Preguntas para las que no hay respuestas

Las familias se sienten perdidas en un laberinto de confusión al que no se le


encuentra salida. Se amontonan las preguntas para las que no se halla respuesta.
Experimentan una urgencia irreprimible de encontrar una justificación
racional al suicidio, un motivo o una causa que lo explique de forma mínimamente
aceptable.

 El estigma

Es otro aspecto nada irrelevante al que toda familia se enfrenta más o menos
expresamente. Aunque las cosas van cambiando y la sociedad ha evolucionado y
madurado, la mayoría de las familias viven el suicidio como un verdadero estigma
que les llena de vergüenza y que no les es fácil sobrellevar. Y esto parece ser así
incluso aunque desde el entorno se evite todo señalamiento negativo, se haga el
mayor esfuerzo de comprensión y se les trasmita todo el apoyo posible.

 Pensamiento distorsionado

Es otra de las variables que se hace presente en la vivencia de la experiencia


de un familiar suicida. Hace su aparición por la necesidad de intentar ver la conducta
de la víctima no como un suicidio, sino como una muerte accidental, lo que
contribuye a crear pautas de comunicación distorsionadas que buscan enmascarar
una realidad extremadamente dolorosa. Se fabrica así un verdadero tabú respecto
a lo que en verdad le ocurrió a la víctima, ocultando la causa real de la muerte. No
deja de ser una forma de protección de algo que no se quiere aceptar porque resulta
más amenazante de lo que uno está dispuesto o capacitado para soportar.
CONCLUSIONES

Todo adolescente está expuesto en algún momento de su vida a trastornos


depresivos, por diferentes causas, por lo que es necesario la atención de la familia,
escuela y la comunidad.

Las depresiones están relacionadas a cambios de conducta, lo que permite


a los familiares notarlos y aunque son normales ciertos cambios en los adolescentes
se deben tomar en cuenta que si estos persisten por más de dos semanas significan
que requieren atención.

La mayoría de acontecimientos negativos que afronta un adolescente puede


ser causa de trastornos depresivos por lo que al momento que un joven sufra
pérdidas de seres queridos, pobrezas extremas, decepciones amorosas etc., es
momento de poner más atención en su forma de comportarse y de expresarles
afecto y seguridad.

Estadísticamente se ha encontrado que la población con mayor riesgo son


los jóvenes, asimismo se encontró que la forma preferida de suicidio es ahorcarse
en su casa, seguido por disparos con arma y en la carretera. También se ha
encontrado una correlación positiva entre los suicidios efectivos y el género, siendo
los hombres quienes tienen mayor éxito al realizar esta práctica, pero las mujeres
presentan más intento de suicidio, pero regularmente es inefectivo.

El suicidio normalmente tiene antecedentes, es por pautas, no se consume


de un momento a otro, sino que se premedita el lugar y la forma de hacerlo.

Los suicidios pueden evitarse, teniendo conciencia de la vulnerabilidad de los


jóvenes ante acontecimientos negativos, es responsabilidad de la familia, de los
docentes, de los grupos religiosos y demás grupos comunitarios el brindar apoyo a
los jóvenes al detectar tendencias suicidas
RECOMENDACIONES

Todo adolescente debe ser supervisado, no debemos ignorar que aunque


traten de no decirlo necesitan de un apoyo moral, la seguridad y el cariño de su
familia.

Evitar la soledad, ya que esta no es un comportamiento normal en los


adolescentes puesto que es una edad en donde les gusta liderar, tener amigos,
molestar en grupo etc. Además la soledad los lleva a depresiones hace que creen
pensamientos de maldad provocando ideas hasta de suicidio, por esa razón
consideramos que todo joven debe involucrarse en actividades donde practiquen
una sana convivencia, dejando por un lado todo pensamiento negativo que pueda
hacerles sentir solos o deprimidos, practicar su deporte favorito puede hacerlos
sentir bien, incluso es buena alternativa para aquellos jóvenes a quienes sus padres
los dejan solos por mucho tiempo, involucrarlos en cursos extra aula de pintura
música, natación etc.

En el caso de los padres, es necesario ser un poco flexible con el trato a los
adolescentes, con respecto a permisos, a rendimiento escolar a ciertos tipos de
peinados, vestuarios, siempre y cuando lo que elijan hacer no les provoque
consecuencias negativas.

Poseer confianza en sí mismo, para lo cual debe ser educado destacando


sus éxitos, sacando experiencias positivas de los fracasos, no humillarlos ni crearles
sentimientos de inseguridad.

En niños y adolescentes con presencia de factores de riesgo de conducta


suicida se recomienda realizar una amplia evaluación psicopatológica y social. La
evaluación deberá seguir los mismos principios que en los adultos aunque
considerando los aspectos psicopatológicos propios de la infancia y adolescencia y
prestando especial atención a la familia y su situación social.

En la evaluación del riesgo de suicidio en el niño o adolescente se considera


que debe realizarse preguntas directamente sobre la presencia de ideación suicida
o planificación, conducta suicida pasada y otros factores de riesgo, así como ampliar
la evaluación a personas cercanas (padres o profesores).

Con respecto a los decentes deben valorar el entorno, la calidad de vida y las
expectativas del joven, ser observador e investigador con respecto a cierta
información de cada joven y saber por ejemplo, con quién vive, presencia de apoyo
y relaciones socio familiares que tiene, capacidad de auto cuidado y desarrollo de
actividades de la vida diaria, presencia de desesperanza, actitud del adolescente
hacia la vida y la muerte.
EGRAFÍA
https://www.institutoneurociencias.med.ec/categorias-guia/item/868-senales-alerta-
suicidio-adolescentes

http://www.psicologia-online.com/ebooks/suicidio/protect.shtml

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001554.htm

http://www.cuidatusaludemocional.com/consecuencias-del-suicidio.html

http://www.guiadeladolescente.es/egpc/conducta_suicida/herramientas/recomenda
ciones.html de Google. Se trata de una captura de pantalla de la página tal como
esta se mostraba el 3 Abr 2017 03:02:26 GMT.
Es posible que la página haya sufrido modificaciones durante este tiempo

http://www.euregenas.eu/wp-content/uploads/2015/10/Herramienta-ambito-
escolar_def.pdf.

http://www.osamcat.cat/cat/Publicacions/Articles/ConductaSuicida.pdf.

http://www.psicologia-deladolescente.com/ebooks/suicidio/adoles.shtml de Google.
Se trata de una captura de pantalla de la página tal como esta se mostraba el 6 Abr
2017 17:11:43 GMT.

http://empendium.com/manualmibe/chapter/B34.II.21.3.
http://www.guiasalud.es/egpc/depresion_infancia/completa/apartado04/definicion.h
tml
http://www.depresion.psicomag.com/que_es_trast_depre.php

https://psicologiaymente.net/clinica/tipos-de-depresion#!

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https://prezi.com/bcp8mham5ylx/factores-de-riesgo-de-la-depresion-en-la-
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http://www.vivosano.org/es_ES/Informaci%C3%B3n-para-tu-
salud/Persona/Relaci%C3%B3n-mente-
cuerpo/Estr%C3%A9s.aspx?gclid=CjwKEAjw8ZzHBRCUwrrV59XinXUSJADSTE5
kF2rookPTujFo5IC_sziinFqhPKbiQPM8DuRYqIIk8xoCZrLw_wcB
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 1
TRASTORNOS DEPRESIVOS ...................................................................................................... 3
Definición de trastornos depresivos en adolescentes: ................................................................... 3
Tipos de depresión: ......................................................................................................................... 4
Factores de riesgo: .......................................................................................................................... 7
Señales de alerta de la depresión del adolescente: ...................................................................... 11
Factores de protección.................................................................................................................. 11
Consecuencias de trastornos ........................................................................................................ 14
CONDUCTAS SUICIDA ................................................................................................................ 15
Definición: ..................................................................................................................................... 15
Tipos de suicidio: ........................................................................................................................... 15
Factores de riesgo suicida en adolescentes: ................................................................................. 17
Señales de alerta del comportamiento suicida ............................................................................ 20
Factores de protección del comportamiento suicida .................................................................. 21
Las consecuencias comportamiento suicida ................................................................................ 22
CONCLUSIONES ........................................................................................................................... 25
RECOMENDACIONES.................................................................................................................. 26
EGRAFÍA ......................................................................................................................................... 27

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