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OBJETIVOS
CONTENIDO
1. Introducción.
2. Definición de Suelos Orgánicos.
3. Origen y Composición de la materia orgánica.
3.1. Las turbas.
3.1.1 Propiedades.
3.1.2 Tipos.
3.2. Pedogenesis.
4. Propiedades de los suelos orgánicos.
5. Uso y Manejo de los suelos orgánicos.
6. Clasificación taxonómica de los suelos orgánicos.
7. Distribución de los suelos orgánicos en Colombia.
8. Conclusiones.
9. Referencias Bibliográficas.
1. INTRODUCCION
Los suelos orgánicos se forman independientemente del clima y la litología, siempre que
se den las condiciones topográficas que favorezcan la acumulación de materia orgánica en
forma más rápida que su mineralización, lo que ocurre comúnmente bajo condiciones de
saturación con agua casi continua que restringe la circulación del oxígeno a través del suelo.
La lentitud resultante en la descomposición de la materia orgánica permite su acumulación
(Jaramillo, 2002). El material parental de estos suelos está constituido por restos de musgos
y otras plantas superiores que se han depositado en ambientes escasos de oxígeno, con
exceso de agua, a través de períodos importantes de tiempo. Los depósitos formados por
estos materiales los definen varios autores, citados por Clymo (1983) y por Abad y Noguera
(1998), como turberas y, a los minerales en si, como turbas (Jaramillo, 2002).
Los suelos orgánicos se forman casi siempre in situ. Muchas veces la cantidad de materia
orgánica, ya sea en forma de humus o de materia no descompuesta o en estado de
descomposición, es tan alta con relación a la cantidad de suelo inorgánico que las
propiedades que pudieran derivar de la porción mineral quedan eliminadas. Esto es muy
común en las zonas pantanosas en las cuales los restos de vegetación acuática llegan a
formar verdaderos depósitos de gran espesor, conocidos con el nombre genérico de turbas.
Los residuos orgánicos sin descomponer están formados por: hidratos de carbono simples
y complejos, compuestos nitrogenados, lípidos, ácidos orgánicos (cítrico, fumárico, málico,
malónico, succínico); polímeros y compuestos fenólicos (ligninas, taninos, etc.) y elementos
minerales. Todos estos componentes de la materia viva sufren una serie de
transformaciones que originan lo que conocemos como materia orgánica propiamente
dicha. En el suelo coinciden los materiales orgánicos frescos, las sustancias en proceso de
descomposición (hidratos de carbono, etc.) y los productos resultantes del proceso de
humificación. Todos ellos forman la materia orgánica del suelo. Usualmente están
saturados con agua y presentan una gran capacidad de retención, aunque la mayor parte
del agua se encuentra llenando los poros más gruesos, agua gravitacional, o en los
extremadamente finos, agua en el punto de marchitamiento, que no está disponible para
las plantas (Histosoles, 2010). En este trabajo, se busca investigar generalidades respecto al
origen, características, usos y manejos de los suelos orgánicos.
Tipo específico de suelo caracterizado por presentar una enorme cantidad de materia
orgánica en su composición básica. Se entiende por materia orgánica todos aquellos
elementos de origen biológico (residuos animales y vegetales en etapas de descomposición)
que vienen a constituir la fracción orgánica de los suelos y siempre ubicados en
el horizonte edáfico más superficial, es decir, en el denominado con la letra A.
El suelo recibe una gran cantidad de restos orgánicos de distinto origen, entre estos, restos
de las plantas superiores que llegan al suelo de dos maneras: se depositan en la superficie
(hojas, ramas, flores, frutos) o quedan directamente en la masa del suelo (raíces al morir).
Otras dos fuentes importantes son el plasma microbiano y los restos de la fauna habitante
del suelo.
Del 75 – 90 % de los restos orgánicos están constituidos por agua. Una fracción pequeña de
MOS está constituida por carbohidratos, aminoácidos, ácidos alifáticos, proteínas, grasas,
etc., y en su mayor parte están formadas por las llamadas sustancias húmicas, que son una
serie de compuestos de alto peso molecular. Estas sustancias húmicas han sido divididas
grupos de acuerdo a su solubilidad en soluciones ácidas y básicas concentradas: ácidos
húmicos, ácidos fúlvicos, huminas. Los ácidos húmicos son moléculas más grandes y
complejas que los ácidos fúlvicos, además presentan contenidos más altos de N, pero
menor de grupos funcionales.
Los aminoácidos: Son la base de las proteínas. La polimerización de ellos con lleva a la
Formación de dipéptidos y tripéptidos. Existen muchos factores que influencian la presencia
de los aminos ácidos en los suelos como: condiciones de humedad, tipo de planta, estado
de crecimiento, adición de residuos orgánicos, prácticas culturales.
Grasas, ceras y resinas: Las grasas son sustancias de reserva que se acumulan en diferentes
órganos de las plantas especialmente en las semillas y derivan de la glicerina esterificada.
Ligninas: Derivan del fenilpropano substituido. Actualmente se aceptan dos estructuras
básicas del fenol en las ligninas de acuerdo a la existencia de uno o dos radicales –OCH3.
Las ligninas son componentes básicos de los tejidos leñosos y constituye el sostén de las
plantas.
Ácidos Húmicos: En el grupo de los ácidos húmicos están englobados las materias que se
extraen del suelo por distintos disolventes (NaOH, KOH, NH4OH, Na2HCO3, Na4P2O7, NaF,
oxalato sódico y otros), y que al acidificarse con ácidos minerales se precipitan de las
soluciones obtenidas en forma de un gel oscuro. A pesar de la diversidad de los ácidos
húmicos en los distintos suelos, turbas, restos vegetales en descomposición, éstos
conservan sus principios de estructura muy semejantes. Los grupos característicos de los
ácidos húmicos son los carboxilos e hidroxilos fenólicos, cuyo hidrógeno es susceptible a las
reacciones de sustitución.
Los ácidos húmicos son ácidos polibásicos de débil disociación que tienen el punto de
equivalencia cerca de un pH de 8,0-9,0, como indica el carácter de las curvas que se obtiene
en la valoración potenciométrica. A parte de los grupos carboxílicos, fenólicos y alcohólicos,
hay en los ácidos húmicos grupos metoxílicos OCH3, cuya cantidad en los distintos
representantes es oscilante. Se ha constatado que el contenido de los grupos metoxilos es
mayor en los representantes menos maduros (6-8%) menor en los ácidos húmicos ya
formados (1-2%).
Ácidos Fúlvicos: Los ácidos fúlvicos se distinguen de los ácidos húmicos por su coloración
más clara, por el Contenido relativamente bajo en carbono (menos del 55%) y por su buena
solubilidad en Agua, alcohol, álcalis y ácidos minerales. Los fulvoácidos pertenecen al grupo
de los ácidos hidroxicarboxílicos y en la hidrólisis ácida forman sustancias reductoras y
furfural. Tienen alta capacidad de cambio (hasta 700 meq por 100 g de sustancia). Actúan
destructivamente sobre los minerales, son propensos a formar complejos R2O3 que poseen
gran movilidad.
Por tanto parece ser que ya no existen dudas sobre los ácidos fúlvicos como grupos
independientes de materias húmicas con propiedades distintas a la de los ácidos húmicos.
A parte de los ácidos fúlvicos propiamente dicho se han descubierto hidratos de carbono,
glucósidos, sustancias de naturaleza fenólica ácidos urónicos y ácidos orgánicos
nitrogenados. Datos obtenidos de espectroscopía infrarroja, dan testimonio de la presencia
de elementos de naturaleza aromática en los ácidos fúlvicos. Sobre la baja aromatización
de los ácidos fúlvicos hablan los datos de la composición elemental en el cual el porcentaje
de carbono es significativamente más bajo y el de hidrógeno supera el de los ácidos
húmicos.
Los ácidos fúlvicos al igual que los húmicos, contienen nitrógeno. Bremmer (1954) al
hidrolizarlos con HCl6N, encontró que el 20-30% de su nitrógeno pasa a la solución, en la
que descubrió diversidad de aminoácidos, este nitrógeno presenta gran movilidad. Los
ácidos fúlvicos poseen en esencia unidades estructurales similares a la de los ácidos
húmicos, se caracterizan por la presencia de una fracción nuclear poco pronunciada con
predominio de cadenas laterales, por esto se les considera los representantes menos
maduros del grupo de las sustancias húmicas.
Las propiedades comunes de los ácidos húmicos y fúlvicos son la falta de homogeneidad y
posibilidad de separación en una serie de fracciones por distintos procedimientos
(mediante precipitación fraccionada por ácidos y soluciones buffer, métodos de
ultracentrifugación, electroforesis y cromatografía.
Las huminas del suelo representan en sí ácidos húmicos, en general muy próximos a los
ácidos húmicos extraídos del suelo y la pérdida de su capacidad para disolverse en álcali se
así como por la firmeza de su unión por la parte mineral del suelo. Sin embargo, no en todos
los casos el grupo de las sustancias orgánicas denominadas huminas están representadas
por los ácidos húmicos. Así en suelos turbosos, éstos pueden contener gran mezcla de
restos vegetales que no están del todo humificados.
3.1. TURBAS
3.1.1. PROPIEDADES
Abad y Noguera (1998) resaltan las siguientes:
La densidad aparente puede llegar máximo hasta 0.6 Mg m-3.
La porosidad total puede llegar a ser mayor al 95%.
El pH puede variar entre 3.5 y 8.5.
Presentan alta CIC: mayor a 100 cmol (+) (kg de suelo)-1.
Tienen un bajo nivel de fertilidad.
Clymo (1983) reporta, para varias propiedades de las turbas, valores de diversos autores,
de los cuales pueden extraerse:
Si están poco descompuestas, tienen alta conductividad hidráulica: 0.1 a 0.001 cm
s-1.
La gran mayoría de las veces sólo tienen, como máximo, 20% de sustancias húmicas.
La mayor parte de la carga es variable.
3.1.2. TIPOS
En las clases propuestas por Clymo (1983), el mismo autor indica que, en los sistemas bog,
el principal componente vegetal que se encuentra es el musgo Sphagnum, acompañado por
un escaso número de especies de plantas vasculares, principalmente del género
Eriophorum; en cambio, en los sistemas fen, con aguas enriquecidas en solutos (eutróficas),
se presenta una mayor variedad de especies de plantas vasculares que dominan la
composición vegetal del sistema.
Para la clasificación de las turbas, Clymo (1983) presenta algunos sistemas que se utilizan
para hacerlo, de los cuales se expone uno general en la Tabla 18.2.
El Soil Survey Division Staff (SSDS, 1993), reúne, con un sentido meramente descriptivo y
práctico, los diferentes tipos de turbas en cuatro grupos:
Turba sedimentaria: Depósito orgánico compuesto principalmente por restos de
plantas acuáticas flotantes y de residuos de material fecal de animales acuáticos.
Turba de musgo: Compuesta por residuos de musgos, incluyendo Sphagnum.
Turba herbácea: Compuesta por residuos de plantas herbáceas como juncos.
Turba de madera: Formada por residuos de plantas leñosas como árboles y
rastrojos.
Además, el SSDS (1993) restringe el uso del término turba (peat) para aquellos materiales
que están lo suficientemente frescos como para poder identificar las plantas de origen.
Cuando el material ya ha sufrido un grado de descomposición que sólo permite la
diferenciación de algunas partes vegetales en él, entonces se denomina muck y, si ha habido
una descomposición tan intensa que buena en parte del material no se puede reconocer,
entonces se llama turba mucky.
3.2. PEDOGENESIS
Según Buol et al (1997), la acumulación de materiales orgánicos puede ser el estado final
de colmatación de lagos y de otras depresiones. Este proceso de acumulación es llamado
paludización.
La magnitud y el tipo de los cambios que se pueden producir por la maduración de los
sedimentos orgánicos dependen de la composición de los residuos, del contenido de
materiales inorgánicos presentes en el depósito y de la calidad de las aguas que alimentan
el sitio, así como de la altura del nivel freático y/o de la condición de drenaje que presente
el mismo.
Uno de los cambios físicos más notable es la disminución de volumen en el material aireado,
es decir, la presencia de un proceso de adensamiento. Químicamente, se presenta la
mineralización de una parte muy pequeña de la materia orgánica y el resto es sometido a
un proceso de humificación. Los principales procesos biológicos que se presentan
involucran la reducción en el tamaño de las partículas orgánicas, la mezcla de materiales
orgánicos y la formación de agregados y de otros rasgos pedológicos: bioturbación (Buol et
al, 1997).
Las fibras se definen, según el SSS (1999), como aquellas partes de los tejidos vegetales
(excluyendo raíces vivas) que son lo suficientemente grandes para que sean retenidas en
un tamiz de 100 mallas, cuando son cernidas, tienen evidencias de estructuras celulares de
las plantas de las cuales se han derivado y tienen 2 cm o menos en su dimensión más
pequeña o tienen una descomposición suficiente como para que sean aplastadas y
desmenuzadas con los dedos.
Tienen una alta CIC, comúnmente mayor de 100 cmol (+) kg-1 de suelo, medida a
pH 7.
Presentan un alto contenido de carbono orgánico.
Son muy variables propiedades como el pH, el contenido de bases, la acidez
intercambiable y el contenido de nutrientes.
Tienen muy baja o ninguna plasticidad y pegajosidad.
Para ilustrar lo relacionado con las propiedades de estos suelos, en la Tabla 18.4 se
presentan los valores de algunas de ellas en el horizonte superficial de dos Histosoles
colombianos (Tropohemists), uno de clima cálido y otro de clima frío. En éstos es notoria la
diferencia entre la saturación de bases que poseen (coincidencialmente también de
magnesio), debida probablemente a diferencias en las aguas que inundaron los respectivos
depósitos orgánicos que les dieron origen.
En la Tabla 18.4, el suelo de clima cálido está ubicado en una zona de marisma del municipio
de Turbo (Antioquia) (IGAC, 1980), en tanto que el de clima frío, proviene de una planicie
palustre del municipio de San Miguel de Sema, en el altiplano cundiboyacense (López y
Cortés, 1978). La diferencia en el contenido de fósforo puede estar muy influenciada por el
uso pecuario del suelo de clima frío.
Como norma general, en los suelos orgánicos, al aumentar el grado de descomposición del
material orgánico, se incrementan la densidad aparente, la CIC variable, el contenido de
carbono orgánico y la microporosidad, mientras que se disminuye la permeabilidad y se
desmejora la condición de drenaje.
Según Buol et al (1997), los suelos orgánicos tienen posibilidades de ser utilizados en
actividades agrícolas, principalmente hortícolas, en explotaciones ganaderas de leche, con
pastos mejorados o nativos, en plantaciones forestales comerciales o de protección,
siempre que se hagan las adecuaciones de manejo necesarias para llevarlas a cabo; también
son importantes, ecológicamente, como santuarios para la protección de vida silvestre o
como áreas aptas para la recreación.
Los materiales orgánicos de estos suelos se han utilizado como acondicionadores físicos
para los suelos minerales, como combustible, como material para limpiar aguas residuales,
como fuente de productos químicos para algunas industrias (ceras, grasas, resinas y otros
compuestos) y como relleno en los fertilizantes químicos (Buol et al, 1997), como sustrato
para cultivos bajo invernadero (Abad y Noguera, 1998) y como soporte para inoculantes
microbiológicos (Orozco, 1999).
Cuando se van a establecer usos agropecuarios en estos suelos, las prácticas de manejo que
se deben implementar, generalmente, son: drenaje, fertilización y riego.
Las condiciones de baja fertilidad de estos suelos que se manifiestan en el bajo contenido
de bases y de nutrientes para las plantas, hacen que, normalmente, se tengan que fertilizar
con macro y microelementos. Además, las condiciones de alta acidez requieren de
encalamiento. Eventualmente, dependiendo de la composición química de los suelos, se
puede requerir la aplicación de enmiendas para contrarrestar la presencia de sulfatos.
La mecanización en estos suelos puede hacerse en forma relativamente fácil ya que, por lo
general, están en superficies planas y son muy poco pegajosos; éstas condiciones implican
que se debe usar maquinaria liviana para no compactarlos. Debe recordarse, sin embargo,
que a medida que avanza la maduración en estos suelos, se va incrementando su densidad,
por lo que puede ser necesario el uso de maquinaria o de implementos un poco más
pesados en aquellos suelos cuyos materiales orgánicos están más descompuestos.
López y Cortés (1978) llaman la atención acerca de que el cultivo en estos suelos tiende a
destruir fácilmente su estructura, convirtiéndolo en un material suelto y polvoriento. Esta
condición de degradación hace aconsejable el uso de equipos para compactar, con el fin de
reducir las pérdidas de suelo por erosión.
La aplicación de riego puede ser requerida en estos suelos durante algunas épocas secas
del año para suministrar agua a las plantas. También puede tenerse la práctica del riego
como una estrategia para mantener el nivel freático a una profundidad adecuada, así como
para controlar incendios.
En Colombia se utiliza el sistema USDA para llevar a cabo la clasificación taxonómica de los
suelos. Este sistema hace una diferenciación práctica entre lo que son materiales orgánicos
y materiales minerales (inorgánicos) de los suelos, así como entre los suelos que se derivan
de cada uno de ellos.
Los materiales orgánicos son aquellos materiales que cumplen uno de los dos requisitos
siguientes:
1. Están saturados con agua menos de 30 días acumulativos al año, la mayoría de los
años normales y contienen más de 20%, por peso, de carbono orgánico.
2. Están saturados con agua 30 días o más, acumulativos, al año, la mayoría de los años
normales, o están drenados artificialmente y, excluyendo las raíces vivas, tienen un
contenido de carbono orgánico, por peso, de:
a. Más de 18%, si la fracción mineral contiene 60% o más de arcilla, o
b. Más de 12%, si la fracción mineral no tiene arcilla, o
c. Más de [12 + (porcentaje de arcilla multiplicado por 0.1)] %, si la fracción mineral tiene
menos de 60% de arcilla.”
“Los suelos orgánicos son suelos que tienen materiales orgánicos que:
1. No tienen propiedades ándicas en 60% o más del espesor comprendido entre la superficie
del suelo y alguna de las siguientes profundidades (la que sea más superficial): hasta 60 cm
o hasta un contacto denso, lítico o paralítico o hasta un duripán.
En términos generales, un suelo se clasifica como orgánico cuando más de la mitad de sus
primeros 80 cm son orgánicos o cuando el material orgánico, de cualquier espesor,
descansa sobre la roca o sobre material fragmental cuyos intersticios están llenos con
material orgánico (SSS, 1999). Muchos Andisoles, debido a la gran acumulación de materia
orgánica que pueden exhibir, originada en la formación de complejos estables al humus,
pueden cumplir los requerimientos de contenido orgánico como para que sean clasificados
como suelos orgánicos; sin embargo, según el SSS (1999), debido a la importancia que tiene
la fracción inorgánica en las propiedades de estos suelos, ellos se deben clasificar como
suelos minerales.
El SSS (1999) establece que un suelo mineral no debe tener cantidades mayores de
materiales orgánicos que las establecidas para los epipedones hísticos, los cuales se definen
como:
“Una capa (uno o más horizontes) que está saturada con agua 30 días o más, acumulativos,
y que presenta reducción durante algún tiempo en años normales (si no está drenada
artificialmente) y que:
En la taxonomía de suelos del USDA (SSS, 1999, 1998; ver Capítulo 20), los suelos orgánicos
se clasifican en el orden Histosol y en el suborden Histel del orden Gelisol. Para establecer
las categorías de suborden, gran grupo y subgrupo se utilizan los siguientes criterios
diferenciales:
Suborden:
Gran grupo:
Subgrupo:
Con los criterios expuestos en el párrafo anterior se definieron las clases de suelos que se
presentan, en el orden Histosol (terminación ist en la columna de suborden) y en el
suborden Histel, en la Tabla 18.5.
Al nivel de familia, en los Histosoles y en los Histels se definen las clases mediante los
siguientes criterios:
- Tamaño de partículas.
- Mineralogía, incluyendo la naturaleza de los depósitos límnicos.
- Reacción.
- Régimen de temperatura.
- Espesor.
En Colombia los suelos orgánicos se presentan en todos los pisos climáticos, siendo
abundantes en planicies lacustres de páramos y altiplanos fríos y templados, así como en
basines de clima cálido en el bajo Magdalena (Jaramillo et al, 1994).
Según estudios del IGAC, reportados por López y Cortés (1978) y por Malagón et al (1995),
las áreas más extensas con este tipo de suelos se presentan en el valle del río Atrato, en
planicies costeras y mal drenadas de los litorales caribe y pacífico, en los páramos altos, en
el altiplano cundiboyacense y en el valle del Sibundoy, en el Putumayo. Según Mejía, citado
por Malagón et al (1995), los suelos orgánicos, en Colombia, ocupan un área de 230 000 ha.
En el país se han publicado muy pocos estudios relacionados con estos suelos, siendo los
más completos los que se realizaron en los valles de Sibundoy (Putumayo) y de San Miguel
de Sema (Boyacá), por López y Cortés (1978).
8. CONCLUSIONES
Del trabajo podemos concluir la importancia de la materia orgánica de acuerdo a sus usos
y manejos.
1. En los Suelos:
2. En la Agricultura:
9. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
[3] OSCAR EDUARDO SANCLEMENTE REYES, MATERIA ORGANICA DEL SUELO, UNIVERSIDAD
NACIONAL DE COLOMBIA SEDE PALMIRA, 2011. PPT
ANEXOS
BANCO DE PREGUNTAS