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salido de la cueva"
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April 8, 2018
Algunas feministas la comparan con Hitler, pero a la pionera en temas de la mujer y autora
superventas no le importa ser polémica. Publica 'Feminismo pasado y presente' (Ed. Turner)
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Algunos presentan a Camille Paglia (Nueva York, 1947) como la feminista a la que odian las
feministas. Natural. La escritora y profesora de Humanidades de la Universidad de las Artes
de Filadelfia huye de lo políticamente correcto. «Creo en las mujeres fuertes que se protegen
solas, no en las que corren a refugiarse en un comité», afirma en esta entrevista exclusiva.
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una corriente que se centraba en las burguesas de profesiones liberales, principalmente
profesores, periodistas... Ese tipo de feminista que cree saber qué es lo mejor para las
mujeres. Pero lo cierto es que sólo están centradas en hacer carrera y no se dan cuenta de lo
distintas que son sus vidas de las mujeres de clases trabajadoras que pretenden representar.
Hay una actitud muy elitista en el feminismo. Y las periodistas y las que se llaman
intelectuales tienen mucha culpa.
En uno de sus ensayos usted critica que el feminismo haya prescindido de Freud en
favor de autores como Derrida y Foucault.
Tampoco se trata de mitificarlo, pero el desprecio a Freud es un desastre para el feminismo
porque es incapaz de entender o analizar las relaciones sexuales. Sin Freud no se explica lo
que pasa entre hombres, mujeres, hermanos... Y por eso el feminismo es incapaz de construir
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una teoría del sexo. La realidad es que la única aportación de este feminismo es un análisis
desde el punto de vista político. ¡Una locura! El sexo no se puede explicar con política. Lo que
pasa es que estas burguesas, las feministas, lo que buscan es una forma de religión. Quieren
un dogma y eso es lo que han encontrado en las identidades. Y si la gente contempla la
política como si fuera su salvación, su dogma, pues acabas de crear el infierno. ¡Otro!
Es evidente que las mujeres deben ser protegidas. ¿No?
En mi generación pedíamos a las autoridades que no se metieran en nuestras vidas privadas.
Cuando llegué a la Universidad en 1964, los dormitorios de las chicas se cerraban a las 11 de
la noche. Sin embargo, los hombres no tenían toque de queda y podían pasarse toda la noche
por ahí. Pensábamos que era una vergüenza pero en la universidad nos respondían que eso
no podía ser porque el mundo era peligroso. Y nos quejamos al rector: «Denos libertad
aunque eso acarree el riesgo de que nos violen». Y lo logramos porque aceptamos los
peligros. El problema es que a nosotros nos educaron personas que habían ido a la Segunda
Guerra Mundial y vivido la Gran Depresión. Nuestros padres entendían lo que era la realidad
y nos advertían de los riesgos. Por lo que, aunque estábamos muy protegidos, nos habían
explicado los peligros del mundo y habíamos desarrollado una personalidad que nos permitía
afrontar las contrapartidas de la libertad. Hoy, dos generaciones después, la gente joven, de
clase media, es blanda e incapaz de sobrevivir. Viven en un entorno protegido, educados para
no ser ofendidos. No se les enseña la sucesión de horrores que ha sido la Historia. Sólo se les
habla de esta basura identitaria y victimista.
¿Infantiles?
La cosa es que las chicas creen que se pueden vestir como Madonna (en los 80) para ir por
una calle oscura en mitad de la noche y que no les va a pasar nada. Y tienen perfecto
derecho a creerlo, pero yo les advierto que si lo hacen tienen que estar preparadas para todos
los peligros a los que puedan enfrentarse. Entre ellos, los que representan unos pocos
hombres que no sólo son abusivos sino psicóticos. Pero a los chicos de hoy en día les han
enseñado que todo el mundo es bueno y que la única forma en la que te conviertes en malo
es mediante la injusticia social.
Habla de psicópatas pero el movimiento Me too...
La revolución sexual que liberó a mi generación y que fue fabulosa no está afectando de
idéntica forma a las nuevas generaciones. Está forzando a las niñas a tener relaciones mucho
antes de lo que ellas quieren y creo que eso también está alterando la relaciones entre sexos.
De esta forma, las mujeres están perdiendo dignidad y estatus. Para los hombres es
fantástico porque tienen un acceso al sexo inimaginable. ¡Y no quiero pensar en todas esas
citas que se hacen ahora por teléfono! El sexo se ha hecho demasiado banal... Creo que hace
falta una reasignación de la sociedad contemporánea para que hombres y mujeres vuelvan a
valorar los códigos del cortejo. Los hombres y las mujeres ven el sexo de manera diferente. Y
éste es otro error del feminismo. Ha abandonado la biología y dice que no hay diferencias
entre sexos.
Es que...
Es de locos. Si se crean estudios de género, qué menos que incluir el estudio de la biología,
esencial incluso cuando, como sostienen algunos, se trata de una mera construcción social.
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Por eso yo digo que los estudios de género son mera propaganda y no son una disciplina
académica. No hay diferencia entre este discurso y la propaganda fascista durante la II Guerra
Mundial. Es mentira que el género sea totalmente una construcción social porque, como
expliqué en 'Sexual Personae', se trata más bien de una intersección entre la cultura y la
naturaleza.
Usted sostiene que hay una crisis de masculinidad.
Ahora hay una crisis de roles de género y un debate centrado únicamente en las necesidades
de las mujeres. Mientras, a los hombres se los retrata como violadores, criminales y todo lo
masculino se desprestigia. Hasta llegan a decir que los hombres son mujeres incompletas. ¡El
feminismo ha conseguido envenenar la atmósfera cultural con su aversión a lo masculino!
Claro, los muchachos ven esto como algo terrible y yo lo siento mucho por ellos. Atravesamos
un periodo de caos. Es cierto que tenemos muchos privilegios, lujos... pero la gente es
miserable.
¿Por qué?
En realidad durante muchos milenios hombres y mujeres tuvieron poco contacto. Ellos se iban
de caza (o lo que fuera) y ellas se quedaban en casa haciendo lo que tuvieran que hacer.
Hoy, hombres y mujeres trabajan juntos, pero las mujeres dicen que los hombres las
discriminan y las acosan. El feminismo debería abstenerse de seguir con esa retórica tan
antihombre porque no está ayudando a que sus niños se conviertan en adultos. La culpa de
los males de las feministas no la tienen los hombres, sino este sistema profesional en el que
vivimos.
¿Y el heteropatriarcado?
No existe. Es una estupidez que descalifica cualquier análisis. En Occidente, las mujeres no
viven en ningún patriarcado.
A menudo usted recalca que en EEUU las mujeres de la frontera, del Oeste, obtuvieron
el derecho al voto antes que las cultivadas señoras de la Costa Este.
En las sociedades agrarias, más familiares, los hombres miraban a las mujeres más como sus
iguales porque hacían mucho trabajo físico. En Nueva York las mujeres eran delicadas y
llevaban corsé y tomaban el té. Las mujeres trabajadoras tratan más como iguales a sus
hombres y les hablan más claro que esas mujeres de clase media y alta que son incapaces de
lidiar con su jefe en la oficina. Se debe a que están educadas para comportarse de una forma
burguesa, a moderar su voz a complacer, a ser pasivas. Por eso yo llamo a mi feminismo un
feminismo de la calle. Yo creo en las mujeres fuertes, que son capaces de crecer y protegerse
solas. No en las que corren a refugiarse en las leyes o en un comité.
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