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Estas páginas contienen los mensajes electrónicos que intercambié, durante los primeros
meses de 2007, con el escritor y traductor colombiano Jorge Bustamante García, sobre
el caso Sergéi Esenin. Por aquellos días, leía el número 33 de la revista Alforja y noté
que un poema del poeta ruso, “Hombre negro”, traducido por Carlos Maciel, se atribuía
—erróneamente y tal vez a causa de una involuntaria imprecisión, me dije— al también
escritor ruso, Anri Volojonsky. Mi desconcierto me animó a contactar a Bustamante
García, gran lector y admirador de la poesía rusa, traductor de Poemas de Anna
Ajmátova, Cinco poetas rusos y El instante maravilloso: poesía rusa del siglo XX,
quien, además, residió durante ocho años en Rusia, país al que regresa con frecuencia
desde México, donde reside. Nadie mejor que Bustamante García podía dar peritaje
sobre la autoría del poema, bello y trágico, uno de los más perturbadores de la obra de
Esenin, que demuestra las consecuencias del difícil conflicto espiritual y moral que
castigó al poeta en los últimos años de su breve vida. Felizmente, ese contacto dio
asiento para dialogar con más detenimiento sobre la vida y obra del pelirrubio poeta
campesino —hooligan de la poesía—, sobre los traductores de sus versos y el urgente
momento histórico que lo rodeó, sobre los entusiastas y detractores de su poesía y, por
último, sobre su “Hasta luego querida, hasta luego”, texto que, según una leyenda,
escribió Esenin —el amante de la bailarina Isadora Duncán, el esposo de una de las
nietas de Tolstoi, el último poeta del campo, el golfo terrible de la lírica rusa— con su
propia sangre, antes de suicidarse el 28 de diciembre de 1925, a la edad de treinta años,
en una habitación del Hotel Angleterre de Leningrado, hoy San Petersburgo.
HOMBRE NEGRO
El hombre negro
pasa el dedo por un libro horrible,
ganguea sobre mí
como sobre el muerto un monje:
me lee la vida
de un bribón y un perdido
y me llena el alma de angustia y pavor.
El hombre negro,
negro, negro.
«Escucha, escucha
—me susurra—,
el libro trata de asombrosas
ideas y planes.
Ese hombre
vivía en el país
de los más asquerosos
matones y charlatanes.
En diciembre allí
la nieve es blanca a más no poder
y las ventiscas mueven
alegres ruecas.
Aquel hombre era un aventurero,
pero, eso sí,
de la mejor marca.
Era elegante,
poeta además,
con poquitas fuerzas,
pero tesonero,
y a una mujer
de cuarenta y pico
la llamaba canalla
y niña querida».
En épocas de tormenta
y en el frío de la vida,
cuando pierdes a alguien
y cuando sientes pena,
aparentar alegría y calma
es la mayor de las artes».
«Hombre negro:
¡No tienes derecho!
No es tu quehacer
el bucear.
¡Qué me importa la vida
de un poeta camorrista!
Anda, vete a otros
a leerlo y contarlo».
El hombre negro
me mira muy fijo
y sus ojos se empañan
de una vomitona azul.
Parece decirme
que soy un bandido y un ladrón
que descaradamente
despojé a no sé quién.
…………………………………………
Noche helada.
Hay silencio en la calle.
Solo a la ventana,
no espero a invitados ni amigos.
La llanura está cubierta
de cal movediza y blanda,
y los árboles, como jinetes,
se han citado en nuestro jardín.
Llora lejos
un siniestro pajarraco nocturno.
Los jinetes de madera
siembran un repique de cascos.
Otra vez ese negro
Se sienta en mi silla,
levanta el cilindro
y recoge con desenfado el faldón.
«Escucha, escucha
—me chilla a la cara,
y se inclina
más y más sobre mí—:
nunca he visto
a un canalla
que de forma tan tonta
padeciera insomnio.
Acaso me equivoque:
hoy es noche de luna.
¿Qué más puede desear
este mundo cargado de sueño?
Si se presenta “ella”
con sus muslos gordos
eres capaz de recitarle
tu lírica canija y cursi.
No sé, no recuerdo,
en un pueblo,
tal vez de Kaluga
o tal vez de Riazán,
en una familia campesina
vivía un niño
de pelo rubio y ojos azules…
Y se hizo mayor,
y, además, poeta,
con poquitas fuerzas,
pero tesonero,
y a una mujer
de cuarenta y pico
la llamaba canalla
y niña querida».
«Hombre negro:
eres un mal huésped.
Hace tiempo que vas
Arrastrando esa fama».
Airado, furioso
le tiro el bastón
a la jeta,
apuntando a la sien…
……………………………………
… La luna murió,
en la ventana azulea el alba.
¡Ay, qué noche!
¿Qué has hecho, noche?
Llevo puesto el cilindro.
Conmigo no hay nadie.
Estoy solo…
Y el espejo roto…
(Traducción de José Fernández Sánchez)
Febrero 7 de 2007
Jorge, leyendo la revista Alforja, No. 33, encontré un poema titulado "Hombre
negro", traducido por Carlos Maciel y atribuido al poeta Anri Volojonsky. Me sorprendí
mucho cuando leí esto porque entendía que su autor era Sergéi Esenin, o al menos así
aparece en El último poeta del campo, publicado en 1974 por Visor, con traducción
directa del ruso de José Fernández Sánchez. Usted, sé, conoce bastante de poesía rusa y
ha traducido a Esenin, poeta por cuya vida y obra siento apasionada admiración desde
muchacho. Le ruego, por favor, me de una pista para aclarar este caso de autor en
entredicho, la cual agradecería sumamente. ¿Dónde está la explicación al asunto? Le
envío, mientras tanto, desde Medellín, un saludo cordial.
Robinson
Febrero 8 de 2007
Jorge
Febrero 8 de 2007
¿No es maravilloso? Hay poetas que se leen, pero pocos se hacen prójimos
cercanos. Con Esenin me pasa esto, siempre. "Hombre negro" es de sus poemas más
oscuros y delirantes. Me encantó desde la primera lectura por el desenvolvimiento de su
trama y, claro está, me conmovió también por su dolorosa confesión. Va, Jorge, un
abrazo grande.
Robinson
Febrero 10 de 2007
Jorge
Febrero 20 de 2007
Quedo a la espera de sus señales sobre estos poemas, querido Jorge. Mientras
tanto, va un estrecho abrazo.
Robinson
Marzo 1 de 2007
Hola, Robin, su mensaje tan lleno de pasión y expectativa por Rusia, por sus
paisajes, sus mujeres, su "luz y tiniebla", me conmueve y me emociona. Yo
viví allí 8 largos años y luego he regresado numerosas veces, y ahora estoy
seguro, a estas alturas del partido para mí, que allí dejé parte de mi alma,
o más bien que el alma de Rusia y de sus gentes, me ha acompañado por el
resto de mi vida. No es un fenómeno que me pase sólo a mí: conozco a muchas
personas latinas que estudiaron allá y que, de alguna manera, les pasa lo
mismo. Todo lo de Rusia está presente en mí, como todo lo que viví en
Colombia en mis primeros 20 años viaja conmigo a todas partes.... Pero hablemos otra
vez de Esenin, amigo Robin. De los poemas que menciona, me gustan sobre todo
"Carta a mi madre" (recuerdo todavía la ocasión en que visité la tumba del
poeta en el cementerio de Vagankovski de Moscú en octubre de 1975, con
motivo de los 80 años de su nacimiento. Mucha gente llegaba al lugar con
flores y muchos decían los poemas de Esenin frente a su tumba. De pronto una
mujer se acercó a la lápida y recitó “Carta a mi madre”, que es de 1924, y todo quedó en
silencio, sólo su voz se escuchaba entre las ramas y las hojas de los
abedules:
¿Vives aún, viejecita mía?
Yo también. Salud tengas, salud.
Derrámese sobre tu casucha
esa luz indecible crepuscular.
No te preocupes, querida.
Es sólo una penosa pesadilla.
No soy un borracho tan perdido
que vaya a morir sin verte.
Pero hay otro poema, también a la madre, de 1925, que trae versos como estos:
"No dejes nunca a tus ojos/ mirar con tristes miradas"; ¿lo conoce?
“El perro de Kashalov” también me gusta y comparto su opinión de que
se trata de algo a la vez tierno y doloroso y los versos que cita de
“Shagané” son muy musicales en ruso, los escuché muchas veces en distintas
circunstancias y siempre me parecieron encantadores por su sonido.
Cuántas cosas se pueden decir de Esenin, cuántos de sus poemas se pueden
traer a cuento, sus difíciles y ambivalentes relaciones con otros poetas
como Maiakovski, las opiniones poco complacientes de grandes poetas como
Mandelstam y Brodski sobre su poesía, en fin, una multitud de aristas que
podremos ir desentrañando si usted quiere en próximas comunicaciones. Un
abrazo y mis mejores saludos.
Jorge
Marzo 1 de 2007
Jorge, siempre pienso en Rusia, por su inconmensurable territorio de estepas,
como un país sin fronteras, como un reino cuyos lindes nunca se divisan, "una comarca
del Asia", como la sentía Esenin, en la que sus litorales son la lejanía. Lo que cuenta en
su correo sobre la mujer rusa que, apenas recitó "Carta a mi madre", hizo el silencio, es
conmovedor. "Carta a mi madre" lo leo en las sesiones de mis talleres literarios; el
poema toca de una vez. Es asombrosa la solidaridad que se despierta por el poeta, no
tanto por la madre, en el lector. Lo que conmueve es la historia del hijo que no fue
pródigo, del hijo mal alado y sin consuelo. Y "Shagané, dulce Shagané", como dice
usted, es arrebatador por su música. Esenin era un músico del lenguaje, preferido de
Orfeo, hermano melódico de Aurelio Arturo y José Asunción Silva; la mayoría de sus
poemas los escucho como canciones, hermosas canciones que canta un muchacho
errante, jovial y triste a la vez, un Rimbaud fugado de casa que necesita memorar el
paraíso de su niñez para no derruirse en el camino. Pero me intriga, Jorge, lo que me
comenta sobre los contradictores de la poesía de Esenin: Mandelstam, Brodsky,
Maiakovski… ¿Cuál es el argumento que presenta cada uno para desdecir de sus
poemas? Conozco la semblanza que de Esenin dejó escrita Máximo Gorki, retratándolo
como un borracho patético, enajenado, y un amante baboso de la Duncan. ¿Qué me
puede comentar sobre esas cosas? Le deseo lo mejor.
Robinson
Marzo 18 de 2007
Querido amigo Robin: además del texto de Gorki sobre Esenin, existen también
las aproximaciones afortunadas que realizaron Trotski y Anatoli Lunacharski (no se si
las habrá leído, pues existen en castellano). Pero además hay un mar de recuerdos
escritos sobre el poeta, por parte de muchos de sus contemporáneos (poetas y no), entre
ellos Maiakovski, quien tras la muerte de Esenin le escribió un poema carta en la que
reprochaba su suicidio y, sobre todo, el sentido de los dos últimos versos de su poema
de despedida: "En esta vida morir no es nuevo/ y vivir tampoco nuevo es" ("V étoi
zhísni umirát ni nóva/ a i zhit konéshno ni noviéi"). Maikovoski, con chispa genial,
termina su poema-carta con dos versos igual de fuertes, pero que se contraponen en
sentido a los de Esenin: “En esta vida, morir es cosa fácil./ Hacer vida,/ es mucho más
difícil”. Puedes comparar la gran musicalidad y rima y la gran calidad de factura de los
dos versos de los dos poetas.
Maiakovski con motivo de su poema-carta escribió después un texto con
ambiciones didácticas y explicativas de cómo y por qué lo había escrito y lo tituló
"¿Cómo se hacen los versos?, sobre Sergéi Esenin", en donde rememora el día que se
conocieron y, después, sus múltiples encuentros. La relación entre estos dos poetas
siempre fue ambivalente y difícil, fluctuando siempre entre la admiración mutua y un
cierto desdén. En realidad siento que eran muy diferentes en todo: en carácter, en
personalidad, en sensibilidad, en lecturas, en la visión del mundo y en su personalísima
percepción de la poesía. Y los dos lograron a través de su obra y su poética ensanchar el
mundo. Ambos son estimados y queridos por sus numerosos lectores, que en ocasiones
son los mismos. Muchas veces hasta se injuriaban: "Aprendiz juerguista y sonoro" dijo
de Esenin una vez Maiakovski. En otra ocasión, Esenin citando los versos de
propaganda de Maiakovski en los que figuran los campesinos Tit y Vlas, le comentó al
escritor Ilia Ehrenburg: "Tit y Vlas... ¿Qué entiende él de esto? Y aunque comprendiera
¿hay poesía en ello?... Maiakovski es poeta para algo, mientras yo soy poeta por algo".
A esas mutuas apreciaciones llegaban sus escaramuzas. Pero, en general, la crónica de
los poetas rusos de las tres primeras décadas del siglo pasado está llena de historias
parecidas. Le transcribo unos apartes del texto de Maiakovski sobre Esenin:
A Esenin lo conocía hacía mucho, tal vez diez, doce años. La primera vez
que lo vi vestía alpargatas y una camisa con ciertos bordados de cruces.
Esto ocurrió en uno de los nuevos apartamentos de Leningrado. Al saber
con qué gusto el mújik verdadero, y no el decorativo, cambiaba su
vestimenta por botas y chamarra, yo a Esenin no le creí. Me pareció
postizo, de opereta. Tanto más porque ya por entonces escribía versos
que gustaban y, evidentemente, le alcanzaba el dinero para las botas...
Después Esenin se fue a América y a algún otro lugar y regresó con una
pasión clara hacia lo nuevo. Por desgracia, en ese periodo uno solía
encontrarlo más en las crónicas policíacas, que en la poesía…
Nuestro último encuentro me produjo una difícil y gran impresión. Me
encontré en la caja del Gosizdat a una persona que se arrojó sobre mí con
su cara hinchada, la corbata deshecha, un gorro que apenas se sostenía,
asido a un mechón castaño claro. De él y de sus dos oscuros (al menos
para mí) acompañantes se desprendía un aliento alcohólico. Con trabajo,
literalmente, reconocí a Esenin…
Jorge
Marzo 16 de 2007
Querido Jorge, quiero, para dar término a este inesperado y propicio diálogo en
torno a Esenin, que me de claridades sobre su último poema:
¿Qué me puede aclarar al respecto? ¿Qué debe entender un lector que por
primera vez se asoma a ambas versiones?
Robin
Mayo 2 de 2007
Caro amigo Robin: voy ahora a sus preguntas sobre el último poema de Esenin.
Creo que fue el primer poema que traduje de él al inicio de los ochenta. Era un texto que
me seducía desde mis años de estudiante en Moscú y que leíamos en tertulias con
amigos: nos inquietaba e impactaba la leyenda de su escritura momentos antes de que el
poeta se colgara en el sótano de un hotelito de Leningrado y de tanto repetirlo nos lo
aprendimos de memoria. Esa despedida, aunque triste, suena en ruso magistralmente
musical. Cuando traduje el poema, en alguna noche extraviada de San José de Costa
Rica, no conocía la traducción que menciona de José Fernández Sánchez y debo
confesarle, sin asomo de pedantería, que apenas la conozco. No dudo que sea de gran
calidad, pues ha logrado captar su emoción y su atención de poeta y eso es más que una
garantía para que una traducción funcione.
Sin embargo, el primer verso del poema se refiere literalmente a un amigo:
"Dosvidania, drug mói, dosvidania..." "Hasta pronto, amigo mío, hasta pronto". En ruso
la palabra "drug" significa literalmente "amigo". El femenino "amiga" es "padrúga".
Aunque podría caber cierta ambigüedad en la palabra aquí utilizada por el poeta, que
significa en realidad amigo y amiga; él se despedía del ser humano en general, no de
alguien en particular, de todos aquellos (mujeres y hombres) que habían sido sus
compañeros en el viaje de la vida, que habían padecido y gozado como él, con los ojos
abiertos. Los dos versos finales, creo que se acercan mucho en las dos traducciones. No
puedo afirmar que mi versión revele mayor fidelidad a lo que el poeta quiso expresar.
Sólo puedo decir que ese poema rondó en mi cabeza durante años antes de que me
decidiera aproximarlo al español.
Un abrazo fuerte desde Morelia.
Jorge
Mayo 10 de 2007
Querido Jorge, tal vez todo poema que se escribe es un signo de adiós. Quien lo
compone se despide siempre de algo; del asunto que lo tramó, por ejemplo, y del poema
mismo. Pero tal vez sea verdad también que todo poema que se escribe es un signo de
reencuentro; con el poema que lo forjó y, de hecho, con el propio texto. El poema es el
lugar del adiós, pero asimismo el del reencuentro. Lo mismo vale para el lector. Falta
que, después de este cruce de correos, nos veamos personalmente, alrededor de un
vodka y los versos de Esenin. Gracias por la conversación. Y no olvide que cuando se
desean “gracias”, se desean dones divinos, festividades.
Robin