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Las interjecciones.

Las interjecciones son palabras generalmente únicas, que no tienen variaciones y se


emplean habitualmente en forma aislada de una oración — por lo que funcionan como
una oración completa —.

Expresan sentidos admirativos o de asombro, alegría, saludo o bienvenida, alarma,


asco, y similares, en forma exclamativa.

Se escriben entre signos de admiración.

Existen asimismo algunas interjecciones de sentido interrogativo, o confirmativo de lo


antes expresado, que ocasionalmente se intercalan en una oración; y que, obviamente,
se escriben entre signos de interrogación.

Clasificación de las interjecciones.

Las interjecciones se clasifican en:

 Interjecciones propias — o propiamente dichas, que se componen de una única


palabra comprendida entre signos de admiración o de interrogación:
o ¡AH! — que expresa asombro, comprensión de lo oído, sorpresa, placer.
o ¡OH! — que expresa asombro, admiración.
o ¡AY! — que expresa dolor. Es una interjección que puede ir seguida de
una expresión confirmatoria, por lo que cabe integrarla en una oración;
pero como las interjecciones forman una unidad en su entonación oral,
se separa con una coma:

¡Ay!, ¡cómo me duele!

o ¡EH! — que expresa rechazo, sorpresa.


o ¡HEY! — que expresa llamada de atención, saludo.
o ¡UY! — que expresa asombro, sorpresa por algo insólito.
o ¡PUAJ! — que expresa asco, fuerte desagrado.
o ¡HOLA! — que expresa bienvenida, saludo, satisfacción por el encuentro
con la persona a quien es dirigido.
o ¡OJALÁ! — que expresa un deseo de que algo se realice. Sería una
palabra de origen árabe, proveniente de los tiempos históricos en que el
sur de la península ibérica estaba ocupada por los moros, siendo
contracción de al alá, equivalente a Dios lo quiera. Es una palabra que
frecuentemente no es empleada como interjección, incorporándose a una
oración:

Ojalá que no llueva.

o ¿EH? — siendo una forma interrogativa, expresa duda de haber


comprendido lo oído, o una solicitud de que se repita algo que no fue
atentamente escuchado. También se emplea en el contexto de un
discurso, como una suerte de consulta acerca de si se ha comprendido lo
expresado, o si se está de acuerdo con ello. Es una de las pocas
interjecciones que eventualmente pueden intercalarse en una oración,
con ese sentido:

Camina con cuidado para no caerte; ¿eh?

 Interjecciones impropias — que no son interjecciones idiomáticamente


originarias, sino sustantivos, verbos o adverbios, que ocasionalmente son
empleados como interjecciones, por su significación usual: ¡socorro!, ¡diantre!,
¡caracoles!, ¡caramba!, ¡diablos!, ¡córcholis!

 Interjecciones de expresión — que son locuciones usuales, las que son


empleadas igualmente como interjecciones: ¡mi madre!, ¡Dios santo!, ¡ay de mí!

Las interjecciones presentan algunas peculiaridades en su empleo idiomático:

 Generalmente se emplean en forma aislada, como una expresión de entonación


independiente. pero cuando se incorporan en una oración lo común es que
aparezcan al principio: ¡ay!, ¡qué dolor!
 Cuando se insertan en una oración quedan estrictamente fuera de su secuencia,
como si fueran un paréntesis: Lloró la niña, ¡ay!, ¡cómo sufría!
 Algunas asumen la forma de expresiones no idiomáticas, u onomatopéyicas,
(que imitan sonidos): ¡Puáj!, ¡chit!, ¡plásh!, ¡páf!, ¡pif!
 Algunas se unen frecuentemente a los nombres propios, en la forma de los
vocativos o expresiones que se emplean para llamar o atraer la atención:
¡Eh, Ernesto!
 También se unen a diversas clases de partículas, en diversas expresiones
exclamativas:
¡Ay del que se anime a contrariarlo!

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