Bajo el capitalismo la producción de mercancías adquiere un carácter general. Se
convierte en mercancías no solo el artículo producido por el hombre, sino también su fuerza de trabajo. La compraventa de fuerza de trabajo fue el punto de partida del desarrollo que transformó la producción mercantil de los propietarios privados en forma dominante de relaciones económicas. La producción mercantil escribió Lenin, es un sistema de economía en el cual “…los productos son elaborados por productores particulares, aislados, y cada productor se especializa en la elaboración de un producto cualquiera, de forma que, para la satisfacción de las necesidades sociales, es imprescindible la compraventa de los productos (que, a consecuencia de ello, se convierten en mercancías) en el mercado. Rasgos fundamentales La producción mercantil se caracteriza por dos rasgos fundamentales: a) la división social del trabajo b) la propiedad privada sobre los medios de producción. La división social del trabajo posibilita la especialización de los productores en la elaboración de un producto cualquiera. La existencia de la propiedad privada por otro lado separa a los distintos productores de forma tal que para satisfacer sus necesidades personales y productivas es necesario la compraventa de los productos. Producción mercantil simple Producción basada en la propiedad privada de los medios de producción y en el trabajo personal de los productores, que elaboran artículos destinados a la venta en el mercado. Los representantes más típicos de la producción mercantil simple son los pequeños campesinos y los artesanos que no explotan trabajo ajeno. Dicho tipo de producción constituye un régimen económico que ha existido en diversas formaciones económico-sociales. Por su naturaleza, la producción mercantil simple posee un doble carácter. Como quiera que se basa en la propiedad privada sobre los medios de producción, el pequeño campesino o el artesano es un propietario y esto le aproxima al capitalista. Por otra parte, la producción mercantil simple tiene su raíz en el trabajo personal, el productor es un trabajador, y esto le aproxima al proletariado. La producción mercantil simple y la capitalista se diferencian entre sí por la fuente de que emana la propiedad privada sobre los medios de producción. En el primer caso, dicha propiedad se basa en el trabajo personal del productor; en el segundo se basa en la explotación de los obreros asalariados. En la economía mercantil simple son mercancía únicamente los productos del trabajo humano, mientras que en la capitalista, la propia fuerza de trabajo del hombre se convierte en mercancía. La producción mercantil simple se desarrolla bajo la acción de la ley del valor, ley que, mediante la fluctuación de los precios de las mercancías y de la competencia en el mercado regula espontáneamente la distribución de los medios de producción y de la fuerza de trabajo entre las diferentes ramas de la producción. En la producción mercantil simple, la acción de esta ley lleva al desarrollo espontáneo de las fuerzas productivas. La magnitud del valor de la mercancía es determinada por el trabajo socialmente necesario. Los productores que utilizan una técnica más elevada y que organizan mejor la producción, producen sus mercancías con menos gastos que los socialmente necesarios. En cambio, la venta de las mercancías se efectúa a los precios que corresponden al trabajo socialmente necesario. Ello hace que el productor obtenga un excedente de dinero y se enriquezca, lo cual induce a los demás productores a introducir métodos de producción más perfeccionados. La producción mercantil simple es inestable. La acción espontánea de la ley del valor, las fluctuaciones de los precios y la competencia hacen que la economía mercantil simple se descomponga y que los productores se diferencien: unos (la minoría) se enriquecen; otros (la mayoría) se arruinan. El proceso de diferenciación de los productores en determinadas condiciones históricas - concretamente: cuando existe la propiedad privada sobre los medios de producción y la fuerza de trabajo se convierte en mercancía- da origen a la burguesía y al proletariado, engendra el capitalismo, constituye la base inicial para que nazca el modo capitalista de producción. Mas esta no implica la desaparición absoluta de la producción mercantil simple. En el momento mismo de la revolución socialista, la producción mercantil simple se mantiene en la mayor parte de los países, y abarca importantes capas de la población. El Estado socialista, en consonancia con el plan cooperativo formulado por Lenin, incorpora a los pequeños productores de mercancías a la vía socialista de desarrollo. Producción mercantil capitalista La producción mercantil simple es la base sobre la que se desarrolla la producción capitalista. Pero la propia producción capitalista es producción mercantil, por ello los rasgos fundamentales de la producción mercantil simple les son inherentes al capitalismo. El capitalismo es la forma más universal de la producción mercantil. En la producción capitalista todos los productos del trabajo son creados para el cambio, es decir, son mercancías incluyendo la propia fuerza de trabajo del hombre. En la empresa capitalista los medios de producción pertenecen a los capitalistas, mientras que los obreros están privados de los medios de producción. El capitalista explota el trabajo asalariado y se apropia gratuitamente de una parte considerable del producto del trabajo ajeno. El trabajo conjunto de muchos obreros bajo el control del capitalista, se utiliza para que este obtenga ganancias. El proletariado (del latín proles, linaje o descendencia) es el término utilizado para designar a los trabajadores o clase obrera que carece de propiedades y medios de producción por lo que, para subsistir, se ve obligado a arrendar su fuerza de trabajo a la burguesía, propietaria de los medios de producción.1 Un proletario es el miembro de la clase obrera o proletariado. En oposición a la burguesía, el proletariado es la clase económica social baja de la edad contemporánea que, en el modo de producción capitalista, carece de medios de producción y solamente posee su fuerza de trabajo. La burguesía es la propietaria de los medios de producción y constituiría la clase social alta. El lumpemproletariado es el término con el que se designa a la población situada socialmente por debajo o al margen del proletariado y constituye el último estrato social y al que se considera que carece de conciencia de clase. Eso provocó que el proletariado se encontrara explotado, para poder obtener el mayor número de beneficios para el empresario. De ahí que aquel conjunto de obreros se identificara por tener las siguientes señas de identidad: • Vivían en las ciudades y numerosos de aquellos habían dejado sus hogares en el campo y sus trabajos agrícolas o ganaderos para pasar a formar parte de las industrias. • Se encontraban sometidos a pésimas condiciones laborales, tanto en cuanto a higiene como a duras y largas jornadas laborales. Todo sin olvidar tampoco la inseguridad de empleo que poseían en todo momento. • Estaban alienados y su desesperanza hizo que muchos de ellos no sólo enfermaran sino también que intentaran ahogar sus penas en el alcohol. Además de todo ello, hay que saber que en aquel momento el proletariado se encontraba conformado por trabajadores cualificados, por otros empleados que no tenían ni experiencia ni cualificación así como por las mujeres y los niños. Estos dos tipos de ciudadanos eran los que peores condiciones laborales tenían, de ahí que se colocarán como el escalón más bajo dentro del proletariado. Proletariado alude a aquella clase social más baja, existente durante la edad moderna, la cual se ve forzada a prestar servicios a la burguesía a cambio de una remuneración por carecer de los medios de producción. Y cabe destacar que a cada uno de los miembros que pertenecen a esta clase se le denomina como proletario. Durante la Roma Imperial el proletariado estaba constituido por los ciudadanos que compartían la clase más baja, cuyas propiedades eran inexistentes, y solo tenían la posibilidad de brindar hijos o como se les denominada para ese entonces “proles”, con el fin de aumentar los ejércitos del imperio existente. Por otro lado diferenciándose del proletariado, la burguesía era aquella que disponía de los medios de producción, constituyendo la clase social alta. Y la población que se clasificaba socialmente por debajo del proletariado, constituyendo así el último de los estratos sociales, que además se le consideraba que carecía de conciencia de clase, se les llamaba lumpenproletariado. Fue entonces el filósofo y militante comunista alemán Karl Marx, quien abordo el término nuevamente cuando realizó sus estudios de Derecho Romano en la Universidad de Berlín, con el propósito de identificar la clase baja o clase obrera, que no poseían recursos y que solo podían tener hijos y trabajar, para diferenciar proletariado y lumpenproletariado, colocándole como grupo antagónico a la clase burguesa o capitalista. Como se mantienen y se desenvuelven económicamente los obreros asalariados La sociedad capitalista se apoya en la existencia de dos clases sociales: la clase capitalista o burguesa y la clase obrera o asalariada. Mientras que el resto de clases y capas sociales intermedias (pequeños campesinos, comerciantes, artesanos, etc.) son residuos de estructuras económicas antiguas y atrasadas, y oscilan en su desenvolvimiento entre los capitalistas y los asalariados, la clase obrera es el producto más genuino del sistema económico capitalista. Mientras más desarrollada se encuentra la economía capitalista, mayor es la fuerza numérica y el peso social de los asalariados. En todos los países capitalistas desarrollados, sin excepción, la clase obrera representa en torno al 75%-85% de la población activa. Y en la mayoría de los países ex coloniales y subdesarrollados adquiere una fuerza creciente, teniendo en muchos de ellos el mismo peso numérico y social que en sus antiguas metrópolis. La economía capitalista necesita de dos condiciones fundamentales para poder existir: a) La existencia del trabajador libre. Entendiendo aquí como libre la ausencia de ataduras sociales que impidan al trabajador vender su fuerza de trabajo al propietario de una empresa a cambio de un salario. b) La separación del trabajador asalariado de la propiedad de sus medios de trabajo. La propiedad de éstos (herramientas, máquinas, materias primas, etc.) la ostenta el capitalista, el empresario. Así pues, el trabajador asalariado se encuentra en una situación doblemente antagónica en relación a la propiedad: por una parte, no pertenece en propiedad a su patrón (como sí ocurría con quienes trabajaban bajo la esclavitud y, hasta cierto punto, bajo la servidumbre feudal), pero tampoco posee en propiedad los medios de trabajo que le permitan adquirir por su cuenta sus medios de vida, pues de otro modo sería un pequeño propietario: campesino, artesano, tendero, profesional por cuenta propia, etc. La existencia del trabajador libre así entendida es la condición que necesita el burgués para poder disponer de la masa de obreros suficiente para desarrollar su labor productiva en una empresa capitalista. Una clase social es un grupo humano que tiene una identidad de intereses derivada de su relación con la producción y la reproducción de sus medios de vida y de trabajo. En cada época, lo que determina la aparición y el carácter de dichas clases sociales es la manera en cómo se producen y cómo se apropian los productos del trabajo social. Así, la identidad de intereses de las diferentes clases sociales está determinada por el papel que juegan en la producción social y la manera en que se apropian de los productos del trabajo social. Bajo el sistema capitalista, los productos del trabajo social asumen la forma de mercancías, es decir, la forma de objetos producidos por el trabajo humano destinados a la venta, y que se dividen en medios de consumo (medios de vida) y en medios de producción (medios de trabajo). Los capitalistas son los propietarios de los medios de producción y, por lo tanto, de las mercancías producidas por éstos y por los trabajadores asalariados. De esta manera, el conjunto de los capitalistas forman la clase capitalista. No todos los capitalistas individuales se dedican directamente a la producción de mercancías. También dentro de la clase capitalista existe una división del trabajo. Hay capitalistas que se dedican exclusivamente al comercio y distribución de mercancías (capital comercial), al préstamo de capital y dinero (capital bancario), y a otras actividades, muchas de ellas fusionadas con la propia producción fabril. Todas estas actividades son un complemento indispensable para que el complicado engranaje de la economía capitalista pueda desarrollar su tarea fundamental: la producción y venta de mercancías. Los trabajadores asalariados sólo pueden acceder a sus medios de vida (esto es, a su propia existencia como seres humanos bajo las condiciones que impone la moderna sociedad capitalista) trabajando para los capitalistas por un salario con el que compran a éstos dichos medios de vida[1]. Por esto constituyen la clase obrera (la clase que trabaja), independientemente de la diversidad de oficios y ocupaciones en que se ramifica el trabajo asalariado. Al obrero no se le retribuye completamente, en salario, todo el valor que incorpora a las mercancías durante el proceso de trabajo. En su obra monumental, El Capital, Marx explica detalladamente cómo durante una parte de la jornada laboral el obrero incorpora un valor que, convertido en dinero, equivale a su salario (tiempo de trabajo necesario); pero otra parte de la jornada laboral trabaja gratis para el capitalista (tiempo de trabajo excedente). Así, el valor del producto del trabajo no retribuido al obrero se lo apropia el capitalista. Este valor recibe el nombre de Plusvalía, y es la fuente de donde surge la ganancia del capitalista. Con el dinero obtenido de la venta de las mercancías, el capitalista paga el salario a los obreros y repone los demás elementos materiales que intervienen en la fabricación de mercancías (materias primas, desgaste de las máquinas, energía, etc.); lo que sobra es su ganancia, después de descontar una parte para el comerciante que le vende las mercancías, los intereses de los créditos del banco, el alquiler de los terrenos donde se levantan sus instalaciones, los impuestos del Estado, etc. Así pues, todos los sectores de la clase capitalista (fabricantes y terratenientes, comerciantes, banqueros, etc.) y el Estado, todo ellos viven del trabajo de la clase obrera. Qué papel juega la alta tecnología desarrollada dentro del sistema capitalista La Razón DigitalEl capitalismo ha transformado nuestra percepción social del mundo, reduciendo su rica y compleja realidad a mercancía. Se ha erigido en verdadera dictadura que controla el poder político y militar de los estados y rige las relaciones internacionales. Son temas que he desarrollado en anteriores artículos. Hay que preguntarse entonces: ¿de dónde proviene este enorme poder del capitalismo? ¿Se debe a que expresa la forma más alta de organización racional de la economía y la sociedad? Tal cosa mantienen sus teóricos y defensores. Pero yo sostendría que, muy lejos de ello, la fuerza del sistema capitalista no reside en su capacidad de organizar positivamente la sociedad, sino en el modo en que, a través de él, una minoría dueña de la economía se ha apropiado de los logros de la revolución científica y técnica de la Edad Contemporánea. Al ponerlos a su servicio, ha obtenido un enorme poder y, al mismo tiempo, ha degradado un potencial capaz de elevar la vida del conjunto de la humanidad. Surgió, en efecto, el modo de producción capitalista con una primera apropiación por parte de el sector más dinámico de las clases dominantes: la de la maquinaria creada en los talleres por la inventividad y esfuerzo de los trabajadores manuales, de los artesanos, y de los ingenieros dentro de la que Mumford ha designado como «revolución paleotécnica». La acumulación de tales recursos levantó las grandes fábricas, inaugurando la radical oposición entre propietarios de los medios de producción y proletariado. Y, apoderándose del rendimiento industrialmente incrementado del trabajo a través de la plusvalía, se crean la enorme fortunas de los capitalistas. Al par que, la aplicación de este desarrollo industrial al terreno militar permitió consolidar el reparto colonial del planeta. Después vendrá una segunda apropiación: la de la investigación científica, que se produce en la fase «neotécnica», también según la terminología de Mumford, al hacerse el desarrollo industrial dependiente de los descubrimientos, de los nuevos horizontes abiertos por la física de los campos electromagnéticos y por la química. La ciencia planificada y financiada por los intereses capitalistas es crecientemente desplazada de su carácter de investigación desinteresada y de su posible servicio al desarrollo humano, para supeditarse al beneficio de las empresas y a la creación de nuevos armamentos, en el modelo de universidad irradiado desde la John Hopkins. Toda esta primera, pero larga, etapa del capitalismo está guiada por el afán de productividad, no sólo cuantitativa sino capaz de lanzar productos sólidos y fiables al mercado, susceptibles de imponerse en él por su calidad. Tales ideales se rompen en el neocapitalismo de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, con la superproducción de mercancías de «usar y tirar», sostenida por el estímulo para la compra permanente. Asistimos a una nueva apropiación. Ahora, es la de las ciencias sociales y la psicología, funcionando en la tecnología de la publicidad, con el soporte que los nuevos medios de comunicación y facultan, y cultivando e una inexhausta necesidad consumista. Surge entonces la explotación no ya sólo del trabajador, sino del mismo comprador. Aunque su explotación sea ciertamente incomparable con la del trabajo, no por ello deja de ser alienante y deshumanizadora, representando en este sentido una poderosa arma de integración. Pero si en ambas etapas el capitalismo mantenía más o menos degradado un ideal productivo, en los últimos tiempos tal productividad ha sido inmolada en el altar de la especulación y también de la corrupción más absoluta, No otra cosa representa la llamada «globalización», en cuanto, junto al tradicional esfuerzo por ampliar el mercado, ha introducido, como rasgo más típico e innovador, la facilidad y rapidez en la transferencia de los capitales financieros buscando maximizar beneficios. Y desestabilizando, así, la economía de los estados. Es la última apropiación; la de las nuevas tecnologías.
Tal es, en síntesis, la trayectoria de un sistema que, en beneficio de una minoría,
ha despojado de su poder liberador a la ciencia y la tecnología modernas.
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