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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
Santiago, Chile
Septiembre de 2016
Este estudio es parte del proyecto de investigación Fondecyt Nº 11130095 denominado:
“Procesos de construcción de identidad en el trabajo en el Chile actual: el caso de
trabajadores de grandes empresas del retail. Aportes empíricos y conceptuales al debate
sobre el trabajo e identidad en América Latina”, a cargo del académico de la Universidad
Diego Portales, Dr. Antonio Stecher Guzmán.
II
DEDICATORIA
A Juan Pablo Correa y Antonio Stecher, no sólo por sus comentarios y observaciones a esta
obra, sino por brindarme su ejemplo como investigadores.
III
AGRADECIMIENTOS
Además, se extienden los agradecimientos a KREA ACCION, Andrés Pinto y Cecilia Baeza,
y a Jessica Román por el apoyo brindado en la fase de campo del proyecto.
IV
“El reconocimiento, desde un punto de vista conceptual, debería ser tratado como lo
contrario de las prácticas de dominio o sumisión. Estas formas de ejercicio del poder deben
ser concebidas como fenómenos de reconocimiento escatimado, de menosprecio y
humillación calculados, de modo que el reconocimiento mismo nunca pueda caer en la
sospecha de ser funcional a un modo de dominación”
Axel Honneth.
“Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa
del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”.
Simone de Beauvoir.
V
RESUMEN
VI
Abstract
VII
TABLA DE CONTENIDOS
I. INTRODUCCIÓN __________________________________________________ 1
1. Aspectos generales ________________________________________________ 1
2. Planteamiento del problema de investigación________________________ 8
II.- OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN ________________________________ 17
1. Objetivo General __________________________________________________ 17
2. Objetivos Específicos: ____________________________________________ 17
III.- PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN ________________________________ 18
1. Pregunta guía de investigación ____________________________________ 18
IV.- MARCO TEÓRICO-REFERENCIAL ______________________________ 19
1. Mujeres y trabajo productivo ______________________________________ 19
1.1 Orden de género y trabajo femenino productivo en las sociedades industriales __ 19
1.1.1 Género y trabajo productivo___________________________________________ 19
1.1.2 Las grandes transformaciones de las sociedades y del trabajo contemporáneo
________________________________________________________________________ 23
1.1.3 El orden de género y el mundo del trabajo en las sociedades
contemporáneas _________________________________________________________ 29
1.2 Mujeres y trabajo en el Chile actual ________________________________________ 33
1.2.1 Las formas de sociabilidad de género en América Latina y en Chile ________ 34
1.2.2 La Modernización postfordista en Chile _________________________________ 38
1.2.3 El trabajo femenino en el Chile actual __________________________________ 40
2. Trabajo, teoría crítica y reconocimiento ____________________________ 43
2.1 Teoría crítica y trabajo ___________________________________________________ 44
2.2 La teoría crítica de Axel Honneth: La lucha por el reconocimiento y las patologías
sociales____________________________________________________________________ 51
2.2.1 Teoría del reconocimiento: cuatro aproximaciones _______________________ 51
2.2.2 Los fenómenos de reificación como patologías sociales __________________ 64
3. Reconocimiento y mundo del trabajo contemporáneo: Hacia un
concepto ampliado del reconocimiento _________________________________ 68
3.1 El trabajo como esfera de valoración social _________________________________ 69
3.2 Más allá del mérito. El reconocimiento del trabajo y la visión ampliada del
reconocimiento _____________________________________________________________ 76
3.3 El objeto teórico de la presente investigación: Las Formas de reconocimiento
vinculadas al trabajo desde una perspectiva ampliada del reconocimiento __________ 83
4. La industria del retail y el sector supermercadista en Chile ____________ 87
4.1 Retail: De sector económico a industria ____________________________________ 87
4.2 La industria del retail y el desarrollo del sector supermercadista en Chile _______ 90
4.3 Los Escenarios laborales de los supermercados _____________________________ 94
4.4 El puesto de cajero/a de grandes supermercados____________________________ 95
VIII
V. MARCO METODOLÓGICO ______________________________________ 100
1. Modelo de producción de conocimientos __________________________ 100
2. Enfoque teórico-metodológico____________________________________ 103
3. Métodos y técnicas de reproducción de información _______________ 105
4. Estrategias de producción y acceso al campo de investigación _____ 106
4.1 Unidad de análisis ______________________________________________________ 106
4.2 Procedimiento metodológico _____________________________________________ 107
5. Procedimiento y técnicas de análisis de datos _____________________ 111
6. Aprendizajes y lecciones metodológicas __________________________ 113
VI. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN _________________________ 116
1. Escenario laboral de los grandes supermercados y del puesto de cajera
116
1.1 Locales, operarios y clientes _____________________________________________ 117
1.2 Rol de cajero/a: Caracterización de la función, régimen contractual _______ 119
1.3 Relación de los/as cajeros/as con otros roles y áreas _______________________ 123
1.4 Composición del grupo de cajeros y modalidades de contrato ________________ 124
2.- Formas de reconocimiento en el trabajo ____________________________ 125
2.1 Las formas del mérito de las cajeras de supermercados _____________________ 126
2.1.1 La cajera como la cara del supermercado _____________________________ 127
2.2.2 La antigüedad como un diferenciador de estatus entre las cajeras ________ 134
2.2 La esfera del derecho en los supermercados _______________________________ 139
2.2.1 Los derechos básicos en los grandes supermercados ___________________ 140
2.2.2 El auto-reconocimiento de las cajeras como asalariadas_________________ 145
2.2.3 Los supermercados como haciendas-burocráticas ______________________ 150
2.2.4 “El cliente siempre tiene la razón”: El testimonio del abuso avalado por el
supermercado___________________________________________________________ 154
2.2.5 Las cajeras como agentes de resistencia ______________________________ 160
2.2.6 La ciudad de las cajeras: la Cajera “pilla” ______________________________ 163
2.3 El Reconocimiento en la esfera del amor __________________________________ 164
2.3.1 La visibilidad por parte de la jefatura. El punto mínimo del reconocimiento _ 165
2.4 Reconocimiento del trabajo ______________________________________________ 167
2.4.1 El supermercado como un gran sistema de control sobre la labor de las cajeras
_______________________________________________________________________ 168
2.4.2 La función de descarga de las cajeras con respecto a los clientes ________ 171
2.4.3 La Cajera-terapeuta ________________________________________________ 174
2.4.4 Conexión y encierro: Las cajas y el escamoteo del cuerpo femenino ______ 179
2.5 Esfera existencial del reconocimiento: la presencia y pregnancia de la reificación186
2.5.1 Estatus degradado: entre la desvaloración reificante y al demanda de igualdad
de trato_________________________________________________________________ 186
2.5.2. La cajera como mujeres-madres sacrificadas __________________________ 191
2.6 Análisis de los discursos como formas de reconocimiento ___________________ 199
3. Interpretación/ reinterpretación de las formas de reconocimiento _____ 212
3.1 El trabajo en las cajas como una experiencia de heteronomía y agravio: la cara
presente y la mujer ausente _________________________________________________ 213
3.2 La construcción del trabajo de cajera como una esfera de valor ______________ 221
IX
ANEXOS_________________________________________________________ 253
Anexo Nº 1: Guión de presentación de grupos de discusión ____________ 254
Anexo Nº 2: Pauta de observaciones de corte etnográfico a locales de
grandes cadenas de supermercados en Santiago de Chile ______________ 255
Anexo Nº 3: Carta consentimiento para entrevistas grupales ____________ 256
X
I. INTRODUCCIÓN
1. Aspectos generales
1
Se debe precisar que cuando se hable aquí de trabajo femenino remunerado, se hace referencia
específicamente a aquel ejercido fuera de la esfera doméstica y de ámbitos organizaciones informales,
dado que muchas veces las mujeres, en efecto, se han vinculado al trabajo remunerado pero no han
abandonado la esfera del hogar, ni tampoco se ven beneficiadas con protecciones formales, como los
contratos de trabajo, como ha ocurrido históricamente en Chile – ¡y aún ocurre!- respecto al trabajo
textil ejercido dentro de los hogares. Para mayores detalles del desarrollo histórico del trabajo
femenino, ver por ejemplo el libro “El Calibán y la bruja” de Silvia Federici (2010) y para el caso
chileno, a Zárate M. & Godoy, L. (2005). “Análisis crítico de los estudios históricos del trabajo en
Chile”. Santiago: Centro de Estudios de la Mujer.
En cuanto a los antecedentes y al contexto de la presente investigación -
como condiciones desde las cuales emergen las razones anteriormente
detalladas- se debe mencionar, en primer lugar, que la teoría del
reconocimiento, principalmente en la versión que efectúa de esta Axel
Honneth (Honneth, 1992, 2006 a, 2006 b, 2009, 2010 a) y que es, en lo
fundamental, una visión antropológica del desarrollo moral de los individuos y
la sociedad de raigambre filosófica, ha sido aun escasamente explorada y
utilizada por parte de los estudios psicosociales del trabajo, enfoque
disciplinario desde el cual se articula esta investigación, y que tiene como
principal eje el análisis de los procesos subjetivos que experimentan
individuos y colectivos en los escenarios laborales surgidos tras las grandes
transformaciones acaecidas en el mundo del trabajo de las sociedades
capitalistas contemporáneas (Sisto, 2012; Soto, Espinoza & Gómez, 2008;
Stecher, 2014).
2
precisamente la valoración social de los sujetos, sino además porque esta
teoría brinda un marco analítico que permite relacionar e integrar diversos
fenómenos psicosociales del mundo laboral, los cuales van desde las
relaciones interpersonales establecidas en el mundo del trabajo, pasando por
sus marcos sociales y jurídicos, hasta llegar, inclusive, a analizar las
experiencias y afectos morales -como el sentirse valorado o despreciado-
que tiene lugar en la arena del trabajo (Vasilachis de Giardino, 2009).
3
se ve atravesado por dinámicas de dominación, resistencia y búsquedas de
emancipación individual y colectiva, las cuales pueden ser vinculadas tanto a
formas institucionalmente establecidas de reconocimiento y desprecio
sociales como a formas de patología social, tal como muestra la tradición de
la Escuela de Fráncfort (Leiva, 2005; Stecher, 2013).
4
reconocimiento, serán incorporadas al marco analítico del presente trabajo,
en una síntesis que será denominada, siguiendo a Benno Herzog (2013),
como “perspectiva ampliada del reconocimiento”.
5
2008; Guadarrama, 2008; Instituto Nacional de Estadísticas, 2015; López,
Zamora & Cuevas, 2008; Programa de Naciones Unidas, 2010; Todaro &
Yáñez, 2004).
6
por mujeres, muchas veces no cuenta con la aprobación de otros
compañeros/as de local, puesto que éstos consideran que allí “no se trabaja
lo suficiente”. Todo ello, agregado a una bajo nivel de sociabilidad y
autonomía, hacen del trabajo de cajeros/as en grandes cadenas de
supermercados una labor altamente estresante y poco valorada socialmente
(Stecher, 2011; Stecher, Godoy & Díaz, 2010).
7
contextualizándolo en rubro de los grandes supermercados en Santiago de
Chile; luego, los objetivos y las preguntas de investigación, para pasar al
marco teórico-referencial de la misma, el cual se compone de cuatro grandes
capítulos: una exposición de las condiciones del trabajo femenino a nivel
global y en Chile; la teoría del reconocimiento de Honneth, en el marco de la
teoría crítica y de las discusiones con otros autores; un apartado referido a
las relaciones posibles de establecer entre reconocimiento y trabajo y,
finalmente, una caracterización de la industria del retail y del sector
supermercadista en el país.
8
estructurales, institucionales y culturales de las sociedades capitalistas, ha
generado un creciente interés dentro de las ciencias sociales (Abramo &
Valenzuela, 2006; Díaz, 1999; Guadarrama, 2008; Godoy & Stecher, 2008;
Morini, 2014; PNUD; 2010; Todaro & Yañez, 2004).
9
regímenes de acumulación capitalista, la incorporación masiva de las
mujeres en el ámbito del trabajo productivo y la entronización de las
condiciones de precarización laborales, en especial para el sexo femenino en
las últimas décadas (Connolly, 2016; Morini, 2014).
10
Esta modernización desbalanceada o con huellas autoritarias en las
grandes empresas chilenas (Ramos, 2014) ha confluido, asimismo, en que
se sigan replicando, en la esfera laboral, los patrones más verticalistas de
relaciones de sociales género que se han mantenido en la cultura de nuestro
país (Narbona, 2012; Oyarzún, Errázuriz, Erazo, Vidaurrázaga, Estério,
Rozas & Coñomán, 2006; PNUD; 2010).
11
se producen al interior de éstas entre las esferas societales normativas y los
ámbitos sistémicos de la acción social. Todo ello, en pos de la búsqueda de
un horizonte normativo global en el cual se superen la dominación y se
acceda con ello a un orden social más justo y democrático (Cortina, 2008;
Habermas, 1984; Hernández & Herzog, 2011; Honneth, 2011; Leiva, 2005).
12
formas de reconocimiento positivo, adquiriendo con ello un tipo de auto-
relación saludable consigo mismo: auto-confianza en la esfera del amor;
auto-respeto en la esfera del derecho y autoestima en la de la valoración
social (Basaure, 2011; Honneth, 1997; 2010 a; Vasilachis de Giarardino,
2009). Por el contrario, debido diversos fallos sociales, si a un individuo no le
es brindada alguna forma de valoración, sufre una merma psíquica, la cual,
correlativamente a los modos de reconocimiento mencionados, corresponde
a las formas de agravio o desprecio vinculadas al maltrato, la falta de respeto
y la “deshonra” (Honneth, 1997, 2010 a; Ricoeur, 2005).
13
comprender los mundos del trabajo contemporáneos. Así, autores como
Hermann Kocyba, Stephan Voswinkler o Christophe Dejours han ampliado la
base de lo que puede entenderse como reconocimiento en la esfera laboral,
así como las formas de patologías sociales que pueden derivarse de la
organización contemporánea del trabajo (Dejours, 2012 B; Haber, 2009;
Kocyba, 2011; Schweinger, 2010; Voswinkler, 2012; Voswinkler, Genet &
Renault, 2007). Otros autores, por su parte, han adicionado consideraciones
antropológico-marxista a la visión estrictamente normativo-moral de Honneth
(Angella, 2016; Deranty, 2012; Haber, 2009; Smith, 2009;) o han
complementado sus ideas con consideraciones sistémicas, de género y
sociológicas (Connolly, 2016; Patersen & Willig, 2004; Renault, 2000, 2007
a, 2007 b; Smith, 2009).
14
En nuestro país, la industria del retail se compone de un conjunto
heterogéneo de grupos económicos que gestionan formas de comercio
minoristas, en rubros tales como los supermercados, tiendas de
departamento, mejoramiento del hogar, entre otras y que, en la actualidad,
incluso ha extendido sus modelos de negocio hacia el sector financiero, el
inmobiliario y la gestión de marcas propias (Lira, 2005; Stecher, 2012; 2013).
Junto con ello, actualmente este rubro ocupa un lugar destacado en términos
modernización, empleabilidad y establecimiento de nuevas estrategias de
gestión y flexibilidad laboral, siendo notorio, además, cómo en las dos
últimas décadas experimentó un crecimiento exponencial que lo ubicó como
una de las áreas más activas de la economía nacional (Fundación Sol, 2013;
2007; Stecher, 2013).
15
transformaciones al interior de los grandes supermercados, es el de cajero/a,
puesto ocupado fundamentalmente por mujeres jóvenes y adultas en nuestro
país.
16
II.- OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN
1. Objetivo General
2. Objetivos Específicos:
17
III.- PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
18
IV.- MARCO TEÓRICO-REFERENCIAL
19
sociales, ya sea para modificarlas o verse transformadas por aquellas (Marx
& Engels, 2014; Pérez, 2001). Desde una perspectiva de género, habría que
puntualizar que la esfera laboral no sólo expresa las relaciones de poder que
se entablan entre capital y el trabajo, sino también aquellas de colaboración,
control y dominio que se entablan entre hombres y mujeres (Conway,
Bourque, & Scott, 2000; Oyarzun et. al., 2006).
20
ha existido en toda sociedad humana conocida, esta división ha estado lejos
de ser homogénea y estricta, puesto que, por ejemplo, han existido
sociedades en las cuales las mujeres asumen las labores de “proveedoras”
o, de forma inversa, otras en donde los hombres se dedican a las tareas de
cuidados en los hogares (Gómez, 2001; Oyarzún et. cols., 2006; PNUD;
2010).
Fue sólo recién a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX que comenzó a
prevalecer el orden normativo de género que relegó simbólicamente a las
mujeres hacia el ámbito familiar de la reproducción social e invisibilizó su
participación –no obstante continua- en el ámbito del trabajo productivo
(Castel, 2010; Coriat, 2000; Federici, 2010; Morini, 2014; Todaro & Yañez,
2004). Esta época, que Robert Castel denominó como “sociedad salarial” –y
que también coincide con el momento histórico que diversos autores han
denominado como “modernidad media” (Beck, 2006; Lash, 1997) o también
21
modernidad sólida u organizada (Bauman, 2000)- se ordenó socialmente en
torno al trabajo remunerado, estructurado este a partir de un capitalismo
industrial y bajo un régimen de acumulación de tipo fordista-taylorista (Castel,
2010).
22
existiesen importantes diferencias sociales y de clase en cuanto a los grados
de acceso a trabajos más formales, co-existiendo, por ejemplo, movimientos
de mujeres obreras con el de trabajadoras altamente precarizadas que
laboraban fuera de todo tipo de contrato salarial, como las comentadas
lavanderas o mujeres dedicadas al servicio doméstico (Salazar & Pinto,
1999; Zárate & Godoy, 2005).
23
de algunos autores, el paso de sociedades de modernidad “media” hacia
sociedades de modernidad “tardía” (Beck, 2006; Giddens, 2001), el fin de la
sociedad salarial (Castel, 2010) o hacia conformaciones “postmodernas”
(Hervey, 1998)- que se ha traducido, en términos concretos, en el tránsito
desde las paradigmáticas sociedades estado-céntricas del siglo XX, de fuerte
regulación keynesiana, intercambio mercantil acotado y de pleno empleo –
por lo menos durante los denominados “treinta gloriosos” en el primer mundo
(1940-1970)- a sociedades de un creciente desregulación neoliberal de la
economía, junto a una mundialización de la producción y el intercambio y una
transformación del mercado laboral, el cual se ha vuelto cada vez más
“dualista”, es decir, signado por un creciente índice de desempleo estructural
y un aumento de formas precarizadas de integración social (Antunes, 2001;
Beck, 2006; Borón, 1999; Castel, 1998; 2010; Castells, 1997; Harvey, 1998;
Stecher, 2014).
Como segundo eje de análisis, ahora dentro del ámbito estricto del
mundo del trabajo, se ha producido una transformación global en las
lógicas de acumulación capitalista, o en lo que diversos autores
denominan como “paradigmas tecno-socio-productivos” o simplemente como
paradigmas productivos. Éstos corresponden a ensamblajes, más o menos
coherentes, de elementos tecnológicos, administrativos, gerenciales y
relativos a las relaciones laborales, que dan cuenta de una forma de dirigir
los procesos productivos dentro de un ámbito o área laboral (Stecher, 2014).
24
dar cuenta de las transformaciones globales acaecidas en el mundo del
trabajo dadas por el paso desde un paradigma tecno-socio-productivo
taylorista-fordista, hegemónico de la modernidad industrial o “sólida”, hacia
un paradigma postfordista o flexible, propio ahora de la época de la
modernidad tardía, “líquida” o del actual capitalismo en red de regulación
neoliberal (Antunes, 2001; Bauman, 2005; Castel, 2010; Coriat, 2000;
Harvey, 1998; Stecher, 2014).
25
demanda o reduciendo los costos fijos de las empresas (Soto, Espinoza &
Gómez, 2008; Pérez, 2001; Stecher, 2014)2.
Las formas de gestión flexibles, como las derivadas de las prácticas just-
in-time, el principio del mejoramiento continuo o “Kaizen” o similares
adaptados de los formatos del “toyotismo” japonés u otros, han hecho que se
reduzcan los tiempos de producción. No obstante, también esto ha
provocado una intensificación general del trabajo a nivel global, saturando los
tiempos de las personas y los equipos en los escenarios laborales y extra-
laborales (Morini, 2014; Ramos, 2009).
2
Siguiendo a Soto, Espinoza & Gómez, se puede caracterizar a las estrategias de flexibilidad laboral
de acuerdo a dos dimensiones fundamentales, a saber: si se da en relación a recursos cuantitativos o
cualitativos o si se hace en relación a recursos internos de la empresa o recursos del entorno. En
relación a ello, puede hablarse de cuatro formas de flexibilidad:
26
auge del “trabajo inmaterial”, entre otras (Lazzaratto & Negri, 2001; Morini,
2014).
27
condiciones particulares del trabajo de servicios, tales como el de “trabajo
emocional”, que implica todos los casos de regulación de emociones que
deben ejercer los trabajadores para fines organizacionales, en particular,
frente a clientes en contextos de atención directa (Leidner, 1999; Martínez
Íñigo, 2001). Cabe agregar que el trabajo emocional, en cuanto corresponde
a una estrategia desplegada por las empresas, puede verse también como
una innovación para optimizar el trabajo y por tanto como un tipo de
flexibilidad funcional -en particular a una funcional, como la descripta en la
anterior nota al pie de página- (Stecher, 2014).
Como último gran eje de análisis, que se hibridan a los cambios socio-
estructurales y los cambios internos en las lógicas del trabajo, se deben
mencionar las mutaciones en los marcos culturales e institucionales,
referidas ahora a la radicalización de los procesos sociales de individuación,
entendida esta última como un proceso de producción y socialización de
sujetos, típica de la época de la modernidad tardía, en la cual los individuos
se encuentran menos vinculados a lazos comunitarios o institucionales
estables, lo cual redunda en que éstos construyen sus biografías de forma
cada vez más reflexivas, dando lugar a trayectorias vitales cada vez más
particularizadas y sujetas a constantes reconstrucciones, todo ello con la
consecuente obsolescencia de los grandes referentes modernos de
identidad, tales como la familia, sindicatos o el propia centralidad que tuvo
trabajo en la sociedad salarial (Araujo & Martuccelli, 2012; Beck, 2006;
Bauman, 2005; Dubar, 2002; Giddens, 2001; Jorquera, 2012; Honneth, 2009;
Lenkowicz, Cantarelli, Grupo 12, 2003; Stecher, 2014).
28
El concepto de “escenario laboral” es una herramienta analítica que
permite concretizar a una realidad local o un sector productivo particular las
formas en que se mixturan diversos elementos estructurantes de un
paradigma productivo u otro. Así, por escenario laboral se entenderá un tipo
de locación particular o situación de trabajo, en este caso, las tiendas de los
grandes supermercados en la región metropolitana de Santiago y de manera
más específica, el puesto de cajero dentro de éstos (Soto, 2014; Stecher,
2014).
29
En el contexto de las grandes mutaciones socio-históricas acaecidas en
las esferas societales y del trabajo anteriormente referidas, el contrato
normativo de género de la sociedad salarial se ha visto parcialmente
modificado, aunque se siguen manteniendo algunas de sus principales
características, es decir, se han producido grandes mutaciones culturales
que tienen, no obstante, un valor aún ambiguo en orden de permitir una
mayor autonomía femenina en la esfera productiva.
30
Esta feminización, como han mostrado diversos autores, ha implicado,
en la práctica, un fenómeno de segregación laboral, esto es, que la
presencia femenina en el trabajo productivo se ha concentrado en
rubros de poca valoración sociales, tales como la educación, los
servicios y el comercio, en los cuales se vehiculizan, asimismo,
tradicionales estereotipos de género asociados a la enseñanza o el
servicio vistos como actividades inherentemente “femeninas”,
fenómeno que también se conoce como “discriminación horizontal” en
el trabajo (Alós, 2008; Bregas, Durán & Sáez, 2015; Gómez, 2001;
PNUD, 2010; Salazar & Pinto, 1999; Wainermar, 2003).
31
dispositivos anticonceptivos-, les ha permitido a las mujeres inclinarse
y, al menos hasta cierto punto, optar por una u otra alternativa (PNUD,
2009).
33
1.2.1 Las formas de sociabilidad de género en América Latina y en Chile
3
Para construir este concepto particular de formas de sociabilidad de género, se ha considerado tanto
la noción del género como una forma de relación normada entre hombres y mujeres, presente en
Oyarzún et al. (2006), como la idea más general de Durkheim sobre la “solidaridad”, en tanto
conformación general del lazo social imperante tanto en una época de la modernidad, como un modo
de comprensión de cambio de la propia época moderna -desde la menor diferenciación de los agentes
sociales, hacia la mayor individuación presente los las formas de lazo más “orgánicas”-, así como
también a la diferenciación, de raigambre foucaultiana, entre formas de poder “soberanas”,
disciplinarias y gubernamentales. Para una introducción a la noción Durkheimiana, véase Avendaño,
O.; Canales, M. & Atria, R. (2012). Sociología. Introducción a los clásicos. Santiago: Lom ediciones.
Por su parte, para una visión panorámica de la concepción de Foucault sobre las formas de poder
social, revisar Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado,
liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Siglo del hombre editores.
34
del mundo del trabajo en Chile, configurando un particular escenario para las
formas de reconocimiento laborales para las mujeres.
35
Al respecto, siguiendo los análisis antropológicos de José Bengoa, puede
señalarse que los modos patriarcales de relaciones de género, que
traspasan por igual las esferas pública y privada de la sociedad, tienen su
modelo –y que en el caso chileno inclusive habrían impregnado al propio
Estado- en las haciendas latinoamericanas que existieron desde el siglo XVII
hasta entrado el siglo XX. Estas, vistas tanto como realidades empíricas
como un orden normativo, fueron el arquetipo desde el cual se conformaron
una de las formas de sociabilidad de géneros preponderante hasta el día de
hoy en nuestra cultura, al construir una estructura de poder que no sólo
traspasaba las esfera del trabajo productivo y privado, sino también
conjugaba el dominio de clases con el de género (Bengoa, 1996).
36
latinoamericanos, imbuidos éstos por las tendencias “civilizatorias” y
homogeneizantes del pensamiento ilustrado. Estas acciones modernizantes
habrían impuesto paulatinamente a los heterogéneos grupos humanos y
comunidades del subcontinente, el ideario de la familia nuclear y la división
sexual moderna del trabajo, conformando una realidad análoga a la
alcanzada en las sociedades salariales europeas (Bengoa, 2006;
Domingues, 2009; Godoy, Stecher, Toro, Díaz, 2014).
37
género que se impone actualmente en las sociedades tardo-modernas
contemporáneas, el cual se caracteriza, tal como ya se señaló, por la
radicalización de los procesos de individuación.
38
visto moduladas de acuerdo a las condiciones particulares de nuestro
contexto socio-geográfico y político (Domingues, 2009).
Para el caso particular de Chile, Ramos (2009) afirma que tras el retorno
a la democracia, los grandes rubros del país se modernizaron bajo el
régimen legal e institucional heredado de la dictadura, en particular, en
cuanto al rol subsidiario del Estado en la economía y el marco jurídico de
relaciones laborales.
39
En síntesis, todos estos elementos combinados permiten afirmar que,
merced a algunas reformas acotadas de los últimos años, en términos
generales, la modernización de las grandes empresas en Chile, si bien ha
sido eficiente a niveles macroeconómicos, se afianzó, bajo modelos que han
resultado en general perjudiciales para los trabajadores (Ramos, 1999;
Narbona, 2012).
40
a diversos datos de organismos públicos, ésta, al año 2015, se mantiene en
un 48% con respecto a dicho porcentaje de mujeres en edad de trabajar
(Brega, Durán & Sáez, 2015; INE, 2015; Mauro, Godoy & Diaz, 2009).
Fuente: Bregas, Durán & Sáez (2015), efectuado en base a micro-datos de la Encuesta
Nacional de Empleo, Dic 2014/Ene 2015.
41
Los rubros laborales anteriormente referidos en los cuales se concentra
la mayor participación femenina en el mercado laboral -sin contar el trabajo
de tipo informal- concentran también por lo general a los trabajos de menor
prestigio social y remuneraciones, división que también es de género, por lo
cual puede hablarse, tal como ya ha sido señalado anteriormente, de una
segregación sexual o discriminación horizontal en el ámbito laboral, sobre
todo en mujeres con menores recursos (Alós, 2008; Brega, Durán & Sáez,
2015; INE, 2015; PNUD, 2010; Wainerman, 2003).
42
de trabajo femenina corresponde a un 57% dentro de un universo de trabajo
de 49.059 “colaboradores”, Cencosud, a través de sus distintas plataformas
de negocios, muestra una dotación de un 51,6 % dentro de un universo de
61.635 trabajadores en Chile (Cencosud, 2016; Walmart Chile, 2016). Sólo
en el holding de Falabella, su dotación de operarias alcanza un 45,9% de un
total en Chile de 106.094 trabajadores (Falabella, 2014).
43
2.1 Teoría crítica y trabajo
44
(Honneth, 1995; Hopenhayn, 2001; Marcuse, 1983; Noguera; 2002; Pérez,
2001).
45
comprometerse en una labor, los individuos desarrollan y liberan su propia
capacidad de creación/transformación del entorno, y con ello transforman su
propia “naturaleza”. Todo este proceso de subjetivación por medio del trabajo
es lo que Marx denomina “trabajo vivo” (Marx, 1975; Dejours, 2013 A; 2013
B).
46
particular, en el “manifiesto” del grupo escrito por este primer autor en 1937
(Horkheimer, 2000).
47
acometer la crítica a las sociedades capitalistas contemporáneas,
propulsando, junto con autores como K. O. Apel, el desarrollo de la segunda
generación de la Escuela de Frankfort (Cortina, 2008; Hernández & Herzog,
2011; Leiva, 2005).
48
meramente técnico, lo cual lo haría ajeno a todo proyecto emancipatorio
(Habermas, 1984; 1993; 1999). Esta lógica es comparable a la que se pone
en juego en los planteamientos de Hanna Arendt (2005) quien, de forma
análoga al representante más famoso de la segunda generación de la
Escuela de Frankfurt, diferencia taxativamente, como formas de actividad
humana, al trabajo –diferenciado éste, a su vez, en labor reproductiva de la
vida y trabajo productor de la sociedad- de la “acción”, en tanto esfera
prototípica de la política y de las posibilidades de emancipación y la libertad
humanas (Honneth, 1995; Noguera, 2002).
49
“Trabajo y acción instrumental” de 1982 (Honneth, 1995), pretende
reconstruir un concepto crítico del trabajo, que en cierta medida reconcilie las
lógicas instrumentales y comunicativa, arguyendo que el trabajo en sí mismo
posee una dimensión interpersonal y que posee potenciales de realización
personal. Para llevar a cabo este objetivo, Honneth, en base a los aportes de
la sociología francesa del trabajo y en especial en la obra de Phillipe
Bernoux, arguye que, en el contexto laboral, los sujetos buscan apropiarse
subjetivamente de su propia obra, y que experimentan auténticas
experiencias afectivas de agravio moral cuando perciben que, por medio de
formas burocratizadas y mecánicas de organización del trabajo, se les ha
“arrebatado” dicho producto (Honneth, 1995).
50
sabido, se ha construido en base tanto al diálogo con otros autores del
pensamiento social, como en relación a luchas y movimientos sociales que
cada vez más tematizan sus demandas en torno al reconocimiento (Basaure,
2011; Honneth, 2006 b; Honneth, 2010 a).
Tal como ya fue señalado, la obra de Axel Honneth puede ser entendida
como una teoría crítica tanto de las injusticias sociales como de las formas
de racionalidad imperantes en la sociedad moderna. Así, si en un primer
momento este autor perfiló un giro recognoscitivo a la teoría crítica,
posteriormente, el mismo Honneth volverá a las preocupaciones clásicas de
la Escuela de Fráncfort, en tanto ofrecerá su propia versión de una crítica a
las patologías sociales.
51
brindan recíprocamente los sujetos en la vida social está sedimentado en
marcos normativos más o menos institucionalizados, siendo dichos marcos
los mecanismos básicos para la integración social (Basaure, 2011; Cortina,
2008; Fraser, 2000; Herzog & Hernández, 2012; Honneth, 1997, 2009, 2010
a; Tello, 2011).
Por ello, para caracterizar lo que Honneth y otros autores entienden por
“reconocimiento”, se debe proceder por medio de un acercamiento en
diferentes planos de teorización, a fin de poder captar esta noción en su
propio mérito y poder evaluar así su pertinencia para los estudios
psicosociales del trabajo.
52
Siguiendo este debate, se puede realizar una cartografía de los
principales lineamientos implicados en la teoría del reconocimiento, los
cuales han sido ampliamente desarrollados en el terreno de la filosofía
política, pero aún no se han suficientemente explorados desde una
perspectiva empírica. De esta forma, se presentarán diversas
aproximaciones al tema del reconocimiento, las cuales pretenden abordarlo
estableciendo un campo de significaciones alrededor de este concepto,
permitiendo distinciones aplicables al trabajo investigativo.
53
acuerdo con la relación existente… Mientras que con el conocimiento de una
persona nos referimos a su identificación, que se puede incrementar
gradualmente, como individuo, con el “reconocimiento” podemos designar el
acto expresivo mediante el cual es conferido a aquel conocimiento el
significado positivo de una apreciación” (Honneth, 2011, p, 169-170).
De modo que este tipo de acto social, que son las prácticas de
reconocimiento, se basa en la valoración. Sin embargo, esto no implica
postular un modelo unidireccional -del colectivo hacia el sujeto- de
construcción de subjetividad. En este punto se asume, tal como lo señala
Taylor (2001), el carácter dialógico de la experiencia humana, la cual no se
constituye simplemente al asumir de forma pasiva o solipsista determinadas
imágenes o referentes sociales, sino que, al contrario, el sujeto o los grupos
pueden reaccionar, desde la instancia autónoma de su subjetividad a
aquellos, lo cual les permite no sólo asumir una postura, sino que, incluso,
oponer una resistencia a las imágenes que la sociedad les brinda como
54
reflejo de sí mismos (Honneth, 1997; Mead, 1999; Taylor, 2001, Thayer,
Córdova & Ávalos, 2013).
55
reconocimiento que este autor denomina como “recíprocas”. No obstante,
antes de proceder a caracterizarlas, se debe hacer un comentario general
sobre su sentido como modos de interacción sociales.
4
De hecho, esta situación será discutida en las conclusiones, puesto que implica uno de los resultados
más notables del presente estudio.
56
A partir de esta postura intersubjetiva, este autor distingue tanto diversos
tipos de reconocimiento y sus fundamentos institucionales, como el modo en
que las luchas sociales se basan en ellos5.
5
Es importante aquí volver a referirse un elemento que ya había sido nombrado en el planteamiento
del problema de la presente investigación y que tiene que ver con la particular noción de “lucha” que
estaría implicada en el marco crítico de Axel Honneth. De acuerdo a Herzog y Hernández (2012), la
teoría social del filósofo de Frankfort opera un doble desmarque: por un lado, se aleja de cualquier
planteamiento funcionalista, pues insiste en que las sociedades modernas se desarrollan y mantienen
un orden en base al conflicto y no por una especie de equilibrio o el establecimiento de una especie de
“pacto” perpetuo –como sostienen las teorías neo-contractualistas al estilo de John Rawls-; pero, a su
vez, insiste en que la lucha social, que implica agencia, tampoco opera desde un telos completamente
negativo, puesto que estas luchas, institucionalizadas en diversos marcos –o como se verá más
adelante, en “esferas de reconocimiento”-, son, precisamente, el modo en que las sociedades
aprehenden y desarrollan su moralidad. Nuevamente aquí Honneth se basa en Hegel más que en
Hobbes al plantear un sentido positivo a la lucha social y no uno meramente entrópico que requiera un
Leviatán que imponga una racionalidad y una moralidad externa a los sujetos sociales. Por ello: « el
conflicto social no es sólo el conflicto de intereses entre grupos sociales, sino también la emergencia
de la tensión entre experiencias morales grupales que apuntan a la discrepancia entre una sociedad con
mayor justicia y la realidad social vigente” (Herzog & Hernández, 2012, pág. 614).
57
La primera esfera de reconocimiento, que corresponde a lo que Honneth
denomina como “esfera del amor”, es entendida como todo modo de
valoración a los sujetos derivada de sus relaciones afectivas con otros.
Dentro de esta primera esfera: “los sujetos se confirman recíprocamente en
su naturaleza necesitada y se reconocen como entes de necesidades… esta
relación de reconocimiento está ligada a la existencia corporal del otro y los
sentimientos de uno al otro proporciona una valoración específica” (Honneth,
1997, p. 118).
58
Taylor, 2001). Desde estas transformaciones históricas, habrían surgido los
dos siguientes modos de reconocimiento recíproco que distingue Honneth: el
derecho moderno y la esfera de la valoración social (Honneth, 1997, 2006 b).
59
sino que requiere de la empatía solidaria de un grupo social (Honneth, 1997;
2009; Ricoeur, 2005; Voswinkler, Genet & Renault, 2007).
Por esta razón, las formas de la valoración social presentan una amplia
diversidad, siendo una esfera de reconocimiento más amplia que el amor y el
derecho, pero que depende de los valores presentes en un colectivo, los
cuales se nuclean alrededor de la noción general del mérito social del
individuo (Honneth, 1997, 2006 b). Esto abre la posibilidad de valoración del
sujeto en sí mismo de forma particular. Sin embargo, los valores de una
sociedad no señalan de por sí las directrices de valoración del mérito
personal, sino que se necesita de sistemas culturales interpretativos para
acometer aquello, los cuales, a su vez, están en un constante proceso de
desarrollo y reinterpretación social por parte de los individuos (Honneth,
1997, 2010 a).
60
reconfiguración constante por parte de individuos y grupos, ello tras la
pérdida de referentes sociales para la justificación del orden social (Honneth,
1997, 2009).
6
Esto se apreciará de forma más nítida en el apartado teórico sobre reconocimiento y trabajo, en el
cual se profundiza en las formas históricas, más colectivas o individualistas, que ha adquirido el mérito
en el trabajo durante el capitalismo, considerando, en lo fundamental para esto, los aportes de Stephan
Voswinkler.
61
reconocimiento7. En el reconocimiento recíproco, Honneth menciona como
sus formas negativas a los modos de desprecio sociales que dañarían la
relación práctica con uno mismo lograda en las esferas del amor, el derecho
y la valoración social, las cuales serían, respectivamente, la autoconfianza, el
auto-respeto y la autoestima (Honneth, 1997; 2009; 2011).
7
Se preferirá la denominación de formas o valencias positivas o negativas de reconocimiento, en vez
de simplemente aludir al reconocimiento o desprecio como lo hace Honneth, para abarcar también las
distintas valoraciones de formas de reconocimiento derivadas de su crítica a la racionalidad, como
asimismo, el reconocimiento del trabajo, las cuales serán presentadas más adelante.
62
Esta última acotación hace justificable que, volviendo a las formas
positivas de reconocimiento, si lo que está en juego en la primera esfera no
es sólo la confianza sino que la visibilidad del sujeto en su sentido social más
fundamental, que se opte en esta investigación, siguiendo la recomendación
ricoeuriana, de entender a la primera esfera no sólo como de “amor”, sino
como una aprobación (Ricoeur, 2005). Al hacer esto, se ampliaría lo que Axel
Honneth comprende como ámbito de necesidades, ya que éstas se
extendería a todo lo que ya Abraham Maslow entendía como “necesidades
de déficit”, pues aquellas, además de ser las vinculadas estrictamente a la
supervivencia, implican la visibilidad básica del sujeto ante otros, todas las
cuales requieren de un otro concreto para ser satisfechas – y por extensión
insatisfechas- (Maslow, 1993).
63
los diversos modos de reconocimiento intersubjetivos de la teoría
honnethiana, en particular: i) su origen o fuente, ii) lo que es “reconocido” en
cada persona –que en el esquema es denominado el objeto del
reconocimiento y que Honneth alude de forma general como la dimensión de
la “personalidad” implicada-; iii) La autorrelación que propugnan si es un
reconocimiento positivo; iv) su forma negativa o el resultado como modo de
desprecio.
8
Fuente: Elaboración propia a partir de Basaure (2011), Correa (2016), Honneth (2009c; 2011) y
Tello (2011).
64
Tal como se apuntó al principio del presente capítulo, Mauro Basaure
(2011), en su reconstrucción de la trayectoria intelectual de Axel Honneth,
planteó que la crítica de las patologías sociales se basa en consideraciones
distintas a la crítica de las injusticias que servía de fundamento para la teoría
del reconocimiento, ya que, a diferencia de éstas, las patologías sociales
afectan el decurso de toda la sociedad, pues coartan las formas logradas de
vida en las colectividades humanas. Las patologías sociales, en tanto praxis
anómalas que afectan a todo el conjunto social, no pueden fundamentarse,
pues, en los criterios normativos ya aceptados por este grupo, sino en
consideraciones ontológico-social o antropológico-filosófica, que brinden
modelos de relaciones sociales intactas o no patológicas (Basaure, 2011;
Honneth 2009).
Para construir este tipo de reconocimiento, que actúa como un nuevo tipo
de praxis pre-científica, tal como la razón comunicativa en Habermas, pero
ahora en clave de teoría de la racionalidad, Honneth se basa aquí en los
planteamiento clásicos de Georg Lukács, en relación a la cosificación social
producida por la generalización de la forma mercancía en el capitalismo
(Lukács, 2008).
66
que estará en primer plano es: “el modo originario en que cada individuo se
concibe a sí mismo, percibe a los otros y a la naturaleza exterior. Honneth
traslada la perspectiva de análisis desde la evaluación crítica de la calidad de
las relaciones sociales a la de las formas de percepción del mundo interior y
exterior” (Basaure, 2011, p. 81).
67
Lo anterior implica que puedan interpretarse como reificación situaciones
que vayan desde la auto reificación del sujeto inducida desde ideologías o
prácticas sociales –por ejemplo, asumir una identidad cosificada-, a la
reificación como una práctica intersubjetiva que operen los grupos sociales; y
que, a nivel de contenidos, pueda considerarse como reificación a
situaciones tan diversas como el tráfico de órganos, las relaciones
ritualizadas de cortejo, los setting de entrevistas de trabajo, la actitud
reduccionista de las neurociencias frente a la investigación del cerebro,
etcétera (Honneth, 2007).
68
mientras que dentro del contexto del nuevo management se habla de
“reconocimiento” en un sentido cercano a los constructos tradicionales de
motivación en el trabajo o de la nueva “gestión sutil” de los recursos
humanos (Burn & Dugas, 2002; Narbona, 2012), desde los planteamientos
anteriormente expuestos, se pretende, más allá de definir un herramienta
blanda de gestión, exponer una tipo de praxis que pueda actuar como
elemento pre-científico para la crítica inmanente al orden capitalista
neoliberal y del estatus actual del propio trabajo.
69
social y que determina la transformación y el desarrollo de las esferas del
reconocimiento en la modernidad (Tello, 2011; Voswinkler, 2012).
70
Así, premunido con esta nueva visión normativa, referida al trabajo como
ámbito de reconocimiento de las capacidades y las aportaciones individuales
a la reproducción social, Axel Honneth asume la tarea de entregar una
perspectiva histórica del trabajo en tanto esfera de valoración social en las
sociedades capitalistas. Ante todo, él nota que si bien se puede considerar
como un progreso normativo la ascensión del logro como valor social
democrático -frente a la noción pre-moderna y estamental del “honor”-, ello,
no obstante, no implica que este valor cultural se haya posicionado sin
conflictividad en el ámbito público y privado del trabajo (Honneth, 2006 b;
Honneth, 1997).
71
La concepción básica del mérito de Honneth, puede ser complementada
con una perspectiva que ahora establece una diferenciación histórica en los
significados específicos que adquiere el logro en diversas épocas de las
sociedades modernas. Al respecto Stephan Voswinkler, sociólogo asociado
al círculo de Honneth, argumenta que se pueden distinguir dos concepciones
básicas de mérito en el trabajo, diferenciables, a su vez, en cuanto a sus
grados de relevancia para el mundo social: El Aprecio y la Admiración
(Schweiger, 2010; Voswinkler, 2012; Voswinkler, Gernet & Renault, 2007).
72
hegemonía de la producción de tipo fordista (Castel, 2010; Voswinkler,
2012).
73
En el contexto actual post-fordista se vuelven ahora hegemónicas los
modos de reconocimiento basados en la admiración. Ésta, en contraste al
aprecio, no es un modo de valoración del trabajo per se, sino que del sujeto
en una clave de excepcionalidad (sería equivalente a la idea del “honor” en
Taylor), vale decir, ahora se despreciaría el servicio normal y el sacrificio
cotidiano en el trabajo, y se buscaría, más bien, la acción extraordinaria
asociada al individuo destacado. Sería una forma de mérito no sólo basada
en la distinción de un individuo respecto a una comunidad, sino también a un
énfasis en el ascenso de estatus con respecto a un estamento laboral. Para
citar nuevamente a Voswinkler: “La Admiración corresponde al prestigio, a la
clase elevada, al éxito en el mercado y por lo tanto es un reconocimiento
vertical, de abajo hacia arriba” (Voswinkler, Gernet & Renault, 2007: 65,
traducción propia).
74
implica tanto su mayor participación en el mercado laboral como su lucha en
compatibilizar el trabajo productivo con el reproductivo (Araujo & Martuccelli,
2012; Todaro & Yañez, 2004).
75
condiciones de gestión dentro del capitalismo contemporáneo, como
Petersen & Willig (2004), Renault (2000) o Vasilachis de Giardino (2009).
3.2 Más allá del mérito. El reconocimiento del trabajo y la visión ampliada del
reconocimiento
76
acción un reconocimiento, ya que por medio de su ejecución adquieren
aprendizajes y destrezas y, de ese modo, se subjetivarían a sí mismos, tal
como sostenía el joven Marx. Del mismo modo, la perspectiva de Honneth no
permite apreciar que los trabajadores libran una lucha colectiva en pos de
mantener el control del proceso productivo frente a la amenaza tanto de
alienación del valor-trabajo como de pérdida de la relación con otros en el
trabajo que operarían los modos capitalistas de organización laboral
(Angella, 2016; Deranty, 2007; 2012; Dejours, 2012; 2013 B; Smith, 2009).
Por otro lado, esta consideración del acto mismo de trabajo como un
modo de reconocimiento también permite superar lo que otros autores
denominan los déficits “sociológicos” que poseería la teoría honnethiana, la
cual, al enfatizar lo normativo, pierde de vista los factores socio-contextuales
y sistémicos ligados al reconocimiento. Ello en virtud que la lucha de los
sujetos por mantener o lograr el control de su trabajo se da frente a modos
concretos de administración u organización de tareas, es decir, frente a
dispositivos no sólo normativo-discursivos sino también socio-materiales
gobernados por lógicas sistémicas (Dejours, 2012; Deranty, 2012; Herzog,
2012; 2013; Mendel, 1993; Petersen & Willig, 2004).9
9
Que es precisamente el énfasis de este trabajo, al posicionarse este desde un enfoque crítico-
interpretativo que comprende las producciones simbólicas en contextos socio-estructurales.
77
como lo fueron en su tiempo también desechadas por los miembros de la
primera generación de Frankfort, tal como se revisó más arriba-, pueden ser
mantenidas aún como criterios de crítica al mundo laboral contemporáneo si
se consideran algunos elementos adicionales en la discusión.
78
no panificable que requiere la inventiva particular del que la realiza, tal como
señalará también, por su parte, Richard Sennett (2009).
Es en relación a este tipo de trabajo frente a “lo real” que los individuos
buscarían reconocimiento de pares de oficio -lo que Dejours denomina los
juicios de efectividad y de belleza-, lo cual implica un esfuerzo por controlar
el trabajo propio. Como puede verse este autor francés ha reconstruido, por
10
En este punto –puesto que no es objetivo primario de la investigación situarse en una discusión con este autor-
puede establecerse un esbozo de crítica a Dejours en relación al ambiguo estatuto que tiene aquello que él ha
denominado “lo real del trabajo”: si bien en la experiencia cotidiana de los trabajadores podría razonablemente
suponerse que ellos enfrentan constantemente situaciones que no han sido previstas por los sistemas
administrativos, de ello no se derivaría sostener que la realidad per se se manifiesta a ellos –y no al marco
administrativo. Podría argumentarse, en términos Rortyanos, que más bien ambas comunidades obedecen a fines
distintos –una el trabajo y al otra el control del trabajo- y que esto marca las diferencias en los resultados que
obtienen de su actividad. Para sostener esto aquí se hace una analogía con lo que Richard Rorty argumenta con
respecto a las comunidades lingüísticas y en especial con respecto a si la ciencia puede ser comprendida como una
comunidad construida desde la “solidaridad”. Véase en especial los textos “La Ciencia como solidaridad” y
“Textos y Terrones”, en Rorty. R. (1996). Objetividad, relativismo y verdad. Barcelona: Paidós.
79
afirmarlo así, el vínculo vivo del trabajo como productor de la subjetividad, así
como también ha puesto en evidencia las formas en que los nuevos sistemas
de control del trabajo coartan dicho vínculo inmanente. Es decir, Dejours ha
fundamentado que las relaciones de reconocimiento y las luchas por el
control individual y colectivo del trabajo se relacionan internamente con el
reconocimiento (Dejours, 2013; Deranty, 2007; Marx, 2006; Petersen &
Willig, 2004).
80
descansan en una categorización similar, sobre todo en sus formas
negativas –es decir, la alienación y la reificación-, compartiendo un campo
semántico y teórico común en la teoría crítica e incluso en la tradición
marxista (Pérez, 2001), tal como señala Haber, el concepto de reificación –
en consonancia con la crítica anteriormente planteada a la teoría
recognoscitiva de Honneth- no mantiene el anclaje propiamente sistémico del
sujeto laborante en un entorno socialmente configurado, en el cual se
produce la apropiación capitalista de su fuerza de trabajo, sino que sigue
dependiendo, como las formas recíprocas del reconocimiento del filósofo
alemán, de pautas o esquemas culturales de interpretación (Haber, 2009).
81
prácticas sociales de valoración, en las cuales se conjugan, de forma no
apriorísticamente determinable, la agencialidad y los poderes sistémicos, así
como lo discursivo-normativo con lo estructural-contextual (Fairclough, 2003;
Herzog, 2013).
82
del reconocimiento y que sustenta la definición de las formas de
reconocimiento que se detallarán a continuación.
83
sociedad o –dicho en términos Habermasianos- del mundo de la vida
(Battistini, 2004; Soto, 2008; Stecher, 2013; 2014).
84
crítica a la racionalidad social, basadas, a su vez, en una concepción teórica
de la enajenación, serán denominadas en conjunto como formas de
reconocimiento fundadas en la dimensión subjetivación-enajenación, pues lo
que está en juego en ambas es la construcción de la autonomía versus su
pérdida, ya sea la que se ejerce en el propio trabajo o como agente social.
85
valor, de
acuerdo a
diversos
criterios de
mérito definidos
por dicha
comunidad.
86
del trabajo o heteronomía Construcción de un colectivo cosificación en el trabajo,
experimentada en el trabajo, o el trabajo vinculadas a prácticas de
en el ejercicio como un oficio (Dejours, control; definiciones
concreto de un 2013, A; B; Sennett, 2006). heterónomas del propio
trabajo. trabajo, individualización de
su práctica, etcétera.
(Dejours, 2013 a).
87
Históricamente, el retail o comercio minorista en su formato moderno se
desarrolla primeramente a partir de las grandes galerías comerciales que
surgieron en Europa a fines del siglo XIX – como es el caso de la famosa
“Galería Lafayette”, surgida en París en 1893-, las cuales fueron los
antecedentes de las actuales tiendas por departamento, que es el primer
formato que el sector exploró sistemáticamente. Al interior de estas galerías
comerciales -que se expandieron rápidamente por el viejo continente,
llegando ulteriormente a toda América a principios del siglo XX- ya se
contaban con secciones diversas para distintos productos, atención de
vendedores especializados e incluso acceso a crédito (Calderón, 2006;
Gálvez, Henríquez & Morales, 2009).
88
El sector del retail ha logrado su nivel de desarrollo actual en virtud del
juego interrelacionado de tres factores. En primer lugar, la ya comentada
traslación desde la economía industrial hacia el desarrollo del sector terciario
o de servicios, lo cual tuvo como efecto inmediato, dentro del rubro, una
nueva redistribución del poder comprador de los minoristas frente a los
proveedores, por medio, por ejemplo del desarrollo de las marcas propias
que desafiaron el posicionamiento de aquellas de grandes proveedores. En
segundo lugar, porque este sector emergió como un moderador más eficaz
entre la oferta y la demanda más inmediata, y en tercer lugar, mediante el
uso masivo de las TIC´s, por la incorporación de nuevos modos de gestión –
tales como las lógicas del “justo a tiempo” o los sistemas de suplemento de
fondo de demanda- que agilizaron las formas de mercadeo de productos,
refinando la oferta y terminando con los tiempos muertos generados entre la
producción y el consumo final, surgiendo lo que dentro del rubro se conoce
como el “lean retailing” o mercadeo flexible (Wrigley & Lowe, 2010).
89
Dentro de este sector, son precisamente los sub-sectores de comestibles
y de consumo inmediato –o “food/grocery retail”, vale decir, productos más
típicos del stock de los modernos supermercados -, los que han liderado o
consagrado las grandes transformaciones modernizadoras en todo el retail,
lo cual hace que este formato sea actualmente uno de los más
representativos del sector (Durand & Wrigley; Vergara, 2012; Wrigley &
Lowe, 2010).
90
mejoramiento del hogar e incluso actualmente el sector inmobiliario, las
agencias de viajes, los seguros y la gestión de marcas propias (Fundación
Sol, 2013; Stecher, 2012; 2013).
Por otro lado, al igual que los rubros económicos más dinámicos, el retail
chileno se adhirió a las tendencias mundiales hacia la “financiarización”
(Harvey, 1998), lo que ha conllevado que actualmente uno de sus ítem más
destacados dentro de su marco de negocio sea, precisamente, el
otorgamiento de créditos, rubro que es movilizado a través del uso masivo de
tarjetas electrónicas desde los años ochenta en todas las modalidades de
servicio del retail, generándose competencias entre las cadenas en torno
otorgamiento y mantención de dichas líneas de crédito (Calderón, 2006;
Stecher, 2013; Vergara, 2012).
91
No obstante, al igual que lo que ocurrió en el resto del retail, desde los
años noventa, el sector supermercadista experimentó un sostenido proceso
de modernización y crecimiento, lo que permitió que, mediante la adquisición
paulatina de líneas de competidores menores, se generase una progresiva
concentración del negocio por parte de grandes operadores, tales como han
sido las familias Ibáñez, Calderón, el grupo Solari, o el grupo del empresario
alemán nacionalizado Horst Paulmann (Gálvez, Henríquez & Morales, 2009;
Vergara, 2012).
92
Actualmente, en Chile y particularmente en Santiago, existen cuatro
competidores principales en el rubro de los grandes supermercados, los
cuales se describen a continuación (CENCOSUD, 2016; CERET, 2016;
Gálvez, Henríquez & Morales, 2009; Durán & Kremermann, 2007; Falabella,
2014; Walmart Chile, 2016):
93
participación en el mercado es de un 8% y registra un nivel de ventas
anuales de $MM 667.358.
94
mejoramiento del hogar, jardinería, vestuario, zapatería, entre otros (Lira,
2005). En Chile, a diferencia de los supermercados más tradicionales, este
formato ha aumentado su participación en el mercado, siguiendo la tendencia
mundial de concentrar la oferta de servicios (Durán & Kremerman, 2007; Lira,
2005).
Sin pretender efectuar aquí una descripción exhaustiva del rol y puesto
de cajero de supermercado -tarea que por sí misma implicaría un proceso de
investigación propio- se presentarán algunos elementos de este cargo,
recogidos tanto en la literatura de investigación social como en la
administrativa. Al respecto, si bien la información existente sobre este puesto
de trabajo es más bien escasa, de todas formas se pueden consultar, por un
lado, los análisis más globales de funcionamiento administrativo de los
supermercados, tales como los de Lira (2005), Stecher (2013), Toro, Stecher,
& Godoy (2010, 2012) o Vergara (2012); y por otro, para tener una idea de
las condiciones organizacionales y materiales del puesto de cajero, algunas
descripciones de corte ergonómicas, tales como la de Morihovitis (1998),
Shinnar, Indelicato, Altimari & Shinnar (2004), y, en nuestro país, González,
González & Yagode (2009).
95
Premunido con estas fuentes de información, se describirán los
elementos fundamentales, tanto de las tareas como del entorno laboral que
conforma esta función, considerando, a modo sucinto, los modos de gestión
implicados, tecnologías, sistemas de contratación, culturas organizacionales
prototípicas y los principales perfiles laborales que lo caracterizan.
96
Por otro lado, es común el uso de estrategias de flexibilidad numérica de
tipo interno, propias de las lógicas neo-tayloristas de producción.
Típicamente, esto se refleja, en primer término, en la compleja estructura de
remuneraciones existente, la cual tiene una base, correspondiente al sueldo
mínimo, y un conjunto de bonificaciones, que, variando en componentes de
acuerdo a la cadena de supermercado considerada, se compone de bonos
por presentismo y ausencia de atrasos. Además de ello, la flexibilidad en el
control se expresa en la diversidad de formas de contratación y de horarios,
los cuales son establecidos de modo automatizado por medio de lo que se
conoce como mallas mensuales de turnos (Stecher, 2013).
97
identidad profesional muy ligada al oficio, mientras que el sector de cajas
cuenta con una mayoritaria presencia femenina, siguiéndose en esto la
tendencia general del retail en cuanto a división sexual del trabajo entre
hombres y mujeres (De la Garza, 2010; Durán & Kremermann, 2007; PNUD;
2010; Stecher, 2013; Stecher & Godoy & Toro, 2010).
98
Además de los trastornos de orden físico, el cajero de supermercados
enfrenta un tipo particular de estrés psicológico, al estar en un puesto
relativamente aislado de otras funciones, que permite poca autonomía en la
toma de decisiones y presentar lo que autores como Du Gay denominan
“trabajo emocional”, que consiste en una exigencia constante en gestionar
las propias emociones y las de los propios clientes (Du Gay, 2002; Toro,
Stecher & Godoy, 2012).
99
V. MARCO METODOLÓGICO
100
Con respecto a la relación de la perspectiva crítico-interpretativa con los
actuales estudios psicosociales del mundo laboral, se puede señalar que
este enfoque ha guiado diversos análisis que se contraponen a la aparente
neutralidad y objetividad de las tradicionales investigaciones de corte neo-
positivista que han primado en el campo laboral y organizacional. Ello,
debido a que se ha vuelvo relevante identificar las experiencias del
trabajador y su capacidad agencial en relación a los cambios que han
acontecido en la esfera laboral en los últimos cuarenta años (Sisto, 2005;
Sisto & Fardella, 2008; Soto, 2008; Stecher, 2013). Como corolario a este
punto, se puede afirmar que los estudios psicosociales del trabajo también se
destacan tanto por su interdisciplinariedad –cobijando el esfuerzo
mancomunado de sociólogos, psicólogos y otros cientistas sociales-, como
por el énfasis en situar los cambios subjetivo en el trabajo en el contexto más
amplio de las transformaciones del mundo del trabajo y del capitalismo
contemporáneo (Stecher, 2014).
101
estrictamente discursivas. Por ello, se asume que los discursos en sí mismos
tienen un carácter estratégico (Íñiguez en Íñiguez, 2006; Martín-Criado, 2014;
Ruiz, 2009), ya que pueden confirmar o manipular -para trasformar- los
sentidos de las propias prácticas sociales no discursivas, con lo cual los
discursos también pueden confirmar o socavar determinadas estructuras y
relaciones de dominación social (Canales & Peinados, 1994; Martín, en
Íñiguez, 2006; Iñiguez & Antaqui, 1995).
102
evidentes en éste, pues desde la mencionada estrategia pragmática del
lenguaje, se entiende que los discursos son parte de las prácticas sociales
en estas crean sentidos, o dicho de otra forma, crean semiosis, es decir,
significación. Para enfatizar este punto de modo negativo: no se sostiene que
el discurso simplemente “refleje” de forma externa a las formas de
reconocimiento, como si estas fuesen una realidad “pre-linguística”, sino que
el discurso forma parte integrante de dichas prácticas sociales de
reconocimiento, configurando éstas la reproducción o mutación de aquellas
(Fairclough, 2003; Rorty, 1996). Asimismo, como sostienen Cornejo,
Albornoz & Palacios (2016), los discursos expresan relaciones sociales que
se dan dentro de un sistema social específico, en el que existen desiguales
condiciones para la creación y circulación de dichos discursos.
2. Enfoque teórico-metodológico
103
sociólogo inglés J. B. Thompson (Thompson, 1998). Dentro de esta
perspectiva, lo que el autor denomina como “formaciones simbólicas”,
entendidas éstas como producciones de sentido, que en este caso
corresponde a discursos, fueron analizados no sólo en sus características
textuales intrínsecas, sino considerando los elementos estructurales y
materiales del contexto social que las mediatizan y las conforman como
productos históricos, puesto que todo producto cultural se configura en un
determinado campo socio-histórico en el cual los actores están envueltos en
determinadas relaciones de conflicto y poder, y en los cuales éstos, para
actuar, cuentan con recursos socio-materiales desigualmente distribuidos
(Bourdieu, 2007; Geertz, 2005; Thompson, 1998).
104
del discurso, aunque éstas son más internamente discursivas que
la propuesta de Thompson (Ibáñez, 2000; Canales, 2014).
105
para cada uno, visitas todas ellas consignadas en un diario de campo
(Rodríguez, Gil & García, 1999).
106
4.2 Procedimiento metodológico
107
Siguiendo el criterio del muestreo teórico, se estableció la composición
de los grupos de discusión de acuerdo a decisiones del investigador
fundadas a partir de análisis preliminares de los mismos. De esta
forma, se estableció un primer grupo de discusión combinado tanto
trabajadoras de jornadas completas como part-time, en búsqueda de
un criterio que permitiese acotar teóricamente la muestra en los
grupos siguientes.
108
4 51 Sta. Isabel Full-time (45 Técnico Sup.
Est. Central horas) Stgo. Centro 8 años completa
5 25 Tottus Plaza Part-time (20 Tec. Superior
Egaña horas) La Florida 2 meses incompleta
6 30 Jumbo -Las Full-time (45 Tec. Superior
Condes horas) Est. Central 7 años completa
7 23 Jumbo - Part-time (30 Ens. Media
Kennedy horas) La Reina 5 años completa
8 40 Jumbo Alto Full-time (45 Ens. Media
Las Condes horas) Stgo. Centro 11 años completa
GRUPO
2
(Full-
time)
1 Líder Full-time (45 Ens. Media
49 Apoquindo horas) Las Condes 5 años completa
2 Líder Full-time (45 Ens. Media
58 Peñalolén horas) Macul 15 años completa
3 Líder Las Full-time (45 Técnico Sup.
45 Condes horas) Stgo. Centro 8 años Completa
4 Líder La Full-time (45 Ens. Media
46 Florida horas) Pte. Alto 5 años completa
5 Líder Las Full-time (45 Ens. Media
36 Condes horas) Macul 2 años completa
Grupo 3
Cajeras
de más
de
cinco
años de
experie
ncia
(Full &
part-
time)
1 Ens. Tec.
Jumbo Part-time (20 profesional
50 Kennedy horas) Maipú 6 años completa
2 Técnico
Líder Estación Full-time (45 profesional
50 Central horas) Lo Prado 11 años completa
109
3 Líder Estación Full-time (45 Quinta Ens. Media
54 Central horas) Normal 8 años completa
4 Full-time (45 Ens. Media
49 Jumbo Bilbao horas) La Florida 16 años completa
5 Part-time (30 Ens. Media
31 Jumbo Bilbao horas) El Bosque 10 años completa
6 Jumbo Alto Part-time (20 Ens. Media
39 Las Condes horas) Peñalolén 14 años completa
((Doble paréntesis)): Utilizado para referir tanto a los comentarios del investigador como al
intercalamiento de voces en la discusión. Se optó por esta nomenclatura para ambos casos,
pues se la consideró sencilla y facilitadora del análisis.
::: Extensión de letra o vocal.
Subrayado: Énfasis no verbal del discurso.
Cursiva: Elemento destacado del discurso por parte del investigador.
(0.1): Pausas distinguibles de tiempo en el discurso.
110
grandes supermercados, como de forma directa, abordándolas a la salida de
sus jornadas laborales o durante sus turnos de descanso.
111
Estas funciones del discurso, si bien son el objeto fundamental del
análisis, no son inmediatamente pesquisables. Para llegar a su
develamiento, Potter & Wetherell estipulan que debe observarse la
variabilidad del discurso, es decir, la forma diferencial y muchas veces
paradójica de establecerse los sujetos y objetos del discurso, lo cual es
complementado, finalmente, con el establecimiento de los repertorios
interpretativos.
112
Finalmente, tal como ya fue señalado, una vez definidas y caracterizadas
globalmente cada forma de reconocimiento, como etapa sintética del análisis,
se relacionaron estas con sus contextos socio-estructurales e institucionales,
procediéndose con ello al cierre interpretativo que propone el método de la
hermenéutica profunda.
113
manifestaciones afectivas, para así considerar cómo podrían abordarse éstas
mediante estrategias discursivas.
114
ya que, en efecto, se vio que algunas cajeras se conocían -o por lo menos se
habían visto anteriormente- debido a que participaban en los mismos
sindicatos o porque se constató que trabajaban en los mismos
supermercados, aunque en distintos turnos.
115
VI. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
116
elaborados, tal cual se desprende de la metodología de la hermenéutica
profunda.
117
el apartado teórico sobre el sector supermercadista. De acuerdo a lo
observado en terreno, la variedad de productos no sólo se establece de
acuerdo al formato de locales, sino también por sector socio-económico, lo
cual hace que exista, dentro de los formatos “híper”, una nueva
diferenciación de productos que fundamentalmente se relacionan con
productos importados, frutas y verduras orgánicas, productos para
celebraciones especiales como el 4 de julio (!), entre otros.
118
locales cuentan con sistemas de locomoción para facilitar el traslado de sus
operarios tanto hacia el local como a sus residencias. Asimismo, estos
trabajadores cuentan con uniformes y sistemas de identificación visibles para
los clientes. No obstante que se cuenta con una dotación de trabajadores de
planta, también estos locales trabaja con personal externo, entre los cuales
destacan reponedores de algunas marcas de productos comercializados por
los locales –ya que también existen reponedores internos de los propios
supermercados-, guardias de seguridad, personal de aseo y personal part-
time de apoyo en todas las secciones. Estos últimos también cuenta con
contratos indefinidos y se los recluta para cubrir en general turnos de alta
afluencia de público –horarios peak-time-.
119
Ahora, se hará referencia específica al rol de cajero de supermercado. En
primer término, éste puede ser o no definido como de dedicación exclusiva a
las cajas, ya que, dependiendo de la cadena de supermercado y de las
condiciones establecidas en los contratos que se firman con cada cajero en
sus respectivos locales, se puede estipular que éstos ejerzan funciones
anexas a la atención a clientes en sus respectivas terminales, las cuales
pueden ir desde el apoyo a sus compañeros de cargo, la publicidad de
servicios, hasta la suplencia de otros operarios en el supermercado, ya sea
en las secciones internas o en otras cajas no relacionadas directamente con
la venta (por ejemplo, de servicios de cafetería que tienen algunos grandes
supermercados). Pueden evidenciarse aquí, por tanto, diversas estrategias
de flexibilidad funcional, o en específico una estrategia de polifuncionalidad
de tareas asignadas a este rol. También se ha constatado el uso de
estrategias de “enriquecimiento” de la propia función de cajero, dentro de la
cual es cada vez más común la asignación de tareas anexas, tales como los
pagos de cuentas, la recarga de tarjetas de locomoción colectiva, etcétera.
De acuerdo a la información de la cual dispone el investigador, se puede
afirmar que la primera estrategia (la polifuncionalidad) es más común en la
cadena Jumbo, mientras que la segundo (enriquecimiento puesto) lo es de
Líder, aunque todas las grandes cadenas han enriquecido el trabajo en las
cajas.
120
de mañana (de ocho y media a tres y media) o tarde (tres y media a veintidós
horas).
Los cajeros, como la gran mayoría de los operarios de las tiendas del
retail, ven controlados tanto la llegada como la salida de sus jornadas
laborales. Así, una vez marcado su entrada en lo que se conoce como reloj
control, los cajeros se disponen a efectuar diversas tareas preparatorias para
su trabajo efectivo en las terminales, tales como colocarse sus respectivos
uniformes, reportarse con sus supervisores, quienes los acompañarán a
revisar y retirar los depósitos diarios de dinero con los cuales inician sus
turnos, luego de lo cual llevan sus gavetas a la caja designada por la jefatura
para iniciar sus turnos de atención, o, de acuerdo al supermercado, ellos
comienzan a realizar diversas labores anexas a la atención a clientes, tales
como la limpieza de su propio terminal o la búsqueda de la dotación de
bolsas plásticas para sí mismas y sus demás compañeros de turno.
Una vez instaladas en las cajas, los y las operarias proceden a accionar
un sistema general de control de inicio de turno asociada a su propio
terminal. Este sistema, denominado comúnmente como sit-down, contabiliza
las horas efectivas que el cajero ha estado instalado en su puesto de trabajo,
por lo cual se deben establecer protocolos específicos para interrumpir su
marcaje si la operaria debe ausentarse del mismo. Si bien existen
variaciones en cuanto a que si los y las cajeras de alguna cadena tienen más
autonomía o no para “cerrar” su caja si éstos presentan algún inconveniente,
esta licencia depende básicamente tanto de si es autorizada por alguna
jefatura o control de caja, como de si el flujo de clientes permite que alguna
caja se cierre temporalmente; ello hace que, por ejemplo, en supermercados
Jumbo –dadas también las “promesas” que establece la gerencia con
respecto a que no habrán cajas cerradas si hay más de cinco clientes por
fila-, las cajeras sean “sacadas” de sus terminales, mientras que en la
cadena Líder, si bien aquellos pueden cerrar en la práctica, ello también
121
depende del flujo de clientes, lo cual puede retrasar los horarios de colación
y descanso –sobre todo si son, como comentan la cajera informante, fechas
peak como navidad o fiestas patrias.
122
1.3 Relación de los/as cajeros/as con otros roles y áreas
123
1.4 Composición del grupo de cajeros y modalidades de contrato
12
Desde este punto, se optará por no mencionar las marcas de las cadenas supermercados referidas en
las voces de las cajeras. Esto no se hizo antes ya que se comprende que era importante especificar
condiciones estructurales de cada local.
125
2.1 Las formas del mérito de las cajeras de supermercados
126
2.1.1 La cajera como la cara del supermercado
127
Tal como se mencionó más arriba, se expresa que las cajas son una
especie de “última parada” para consumar la venta, puesto que as cajeras
aluden que los productos a comprar por parte de los clientes están
posicionados en un “adentro” del supermercado, con lo cual se establece una
distinción con respecto a un “afuera” de los locales, representando las cajas
este puesto de límite o de frontera en relación a ambos espacios. Esto, por lo
demás, es coherente con algunos resultados anteriores de investigaciones
que señalan que las divisiones funcionales en los supermercados conllevan
diferentes tipos de experiencias para sus operarios (Stecher, Godoy & Toro,
2010, 2012).
Sin embargo, por otro lado, ser las “soportes” finales de la venta se
trastoca y pasa a ser la imagen de una “piedra de tope”, es decir, un mero
128
objeto que es puesto por otro como un obstáculo en el camino de salida del
cliente. ¿Cómo una columna se transforma en un obstáculo? Se podría
afirmar que lingüísticamente, los dos metáforas –“columna” y “piedra de
tope”- refieren a dos actores distintos, ya que lo que es central y actúa como
la base de la venta es, en efecto, el puesto de caja como tal, mientras que
sus “ocupantes” son las que se vuelven el obstáculo que los compradores
deben sortear, o algo sobre lo cual sobre lo que ellos pueden “descargar” –se
volverá más adelante a los sentidos del término “descargo” -, debido, tanto a
los errores en que ellas pueden incurrir en la atención, como por las fallas
que pueden producirse desde el propio sistema de atención como conjunto.
“…Uno por ejemplo, yo tengo buena disposición, pero como dice [una
compañera], siempre uno está expuesta a todo tipo de cosas ((otra dice: eres
la cara visible de la empresa)), sí, entonces uno es la piedra del tope, de ya
vienen saliendo de todas las secciones habiendo comprado en todas las
secciones ((otra dice: pelearon en todas secciones y llegan a pelear con la
cajera por el precios))” (G II: 6).
129
En particular, puede notarse que la voz principal de la narración, en
ambos fragmentos, se ve acompañada con un “coro”, o una voz superpuesta
que le contesta a la enunciación principal. Ello podría interpretarse, a nivel
simbólico, como una especie de diálogo meadeano entre un “yo” y un “mí”
social, es decir, entre un sujeto en primera persona que, en una función
expresiva, enuncia su malestar ante el alter del rol quien, esta vez en función
social o meta-lingüística (Alonso, 1994), es decir, en una posición reflexiva, le
“responde” señalándole el mandato social de encarnar a esta “cara” del
supermercado frente al cliente, significante equivalente en su función acá a la
imagen de ser una “columna”, en cuanto elemento identificatorio presente en
el acervo cultural del grupo.
130
efecto, expresado en su discurso, de “sujetarlas” –como diría Butler- a esta
posición metonímica, es decir, el control de la imagen genera esta posición
de ser “representantes” de todo el sistema.
Junto con una demanda de mayor valoración del puesto por parte de un
otro que acá no se explicita, se sigue expresando una especie de mandato
de mantenerse, en cuanto “cara” del supermercado, dentro de cierto estado o
disposición frente a los clientes (“yo no puedo pararme…”); es como si las
cajeras afirmaran estar compelidas a mantener siempre cierta posición y
“rictus” frente a un otro que, no obstante, puede agredirlas en cualquier
momento. Sin embargo, ahora se hace un contraste con lo que ocurriría, sin
atisbo de dudas de acuerdo a la voz citada, en los demás puestos de
atención dentro del supermercado: se afirma que ser cajeras no sólo consiste
en encarnar una cara, sino que también es “dar la cara”, lo cual no
realizarían los demás operarios del supermercado –es como si los
vendedores mismos de otras secciones lo dijeran-, imagen que nuevamente
condensaría la situación paradojal de las cajeras, de estar en primera línea
de la atención y a la vez, quedar en un último lugar, ya que deben asumir la
función final de representar al supermercado frente a la queja o los
problemas de atención que surgen en otro espacio del local.
131
lenguaje figurado sobre la función de la cara, sino que transitan, como diría
Paul Ricoeur, desde el registro de las metáforas “muertas”, es decir, desde la
enunciación opinática –como cuando señala el tropo o lugar común de que
ellas son solo “números” para una empresa- al de las metáforas “vivas”, es
decir, cuando significan con estas metáforas una situación social concreta y
no sólo la aluden externamente, por así decirlo (Román, 2007). Con ello, su
relato aumenta en dramatismo, ya que ahonda más el agravio real que vive
la cara del supermercado. Véase como esto se lleva a un extremo en el
siguiente párrafo:
“Como los cables [del Check out] están debajo de sus pies, y el cliente no los
ve, nos da lo mismo que si usted se electrocuta, mientras el cliente no la vea
no hay ningún problema ((otra dice: no hay ningún problema, exacto)). O sea
si se va a electrocutar por favor que sea cuando la gente esté… o sea muy
temprano antes que ingrese el público, o muy tarde cuando el local ya se
haya cerrado y usted esté contando su dinero pa´ entregarlo, ojala que se
electrocute en ese momento ((se ríen)), para que el cliente no lo vea” (G II:
32).
Obsérvese cómo se narra esta anécdota desde una especie de voz del
supermercado y no desde la propia (“si se va a electrocutar…”). La situación
relatada no sólo ilustra de otro modo la condición de la cara del
supermercado, sino que revela que esta función no se reduce a la re-
presentación del rostro “amable” del servicio, sino también el ocultamiento de
los aspectos negativos de los locales. Ello da a entender también que,
finalmente, la fachada que se mantiene frente a los clientes va más allá de la
atención, ya que involucra también invisibilizar el agravio o incluso el peligro
que se corre en las cajas, en este caso, de trabajar en una terminal con
cables eléctricos sin aislación y no denunciarlo.
Es así como la imagen de la cara, más que ser una expresión que alude
al sentido común de estar adscrito a una firma, adquiere un sentido
132
dramático de referir a una situación de sumisión a un puesto, que, sin
embargo, se reconoce como relevante por parte sus propias ejecutantes.
133
servicios, conlleva el mandato oculto que éstas actúen como agentes de
exculpación de las fallas del sistema.
134
(más allá de algunas part-time no participen de algunos espacios, como el
sindical).
64: “Yo he visto como la gente transpira en la caja cuando le pasan una caja
al tercer día, sin ninguna instrucción ((otra dice: sí, pobrecitos)), sí, yo he
visto. Entonces… me…
66: Pero estos niñitos también no son muy responsables, porque por
ejemplo… ((Otra dice: “no duran, sí po no duran”)) toman niños jóvenes…
67: Es que esa es la contrapartida por ejemplo de las empresa toman niños
jóvenes para el fin de semana, porque al fin y al cabo los chiquillos son muy
irresponsables, faltan mucho”.
135
convirtiendo discursivamente la juventud en puerilidad, ligada, asimismo, a la
falta de permanencia en el puesto (“no duran”, “faltan mucho”). Prosigue la
conversación:
70: Ese es un… ahí uno podría pensar y decir, bueno por qué no nos valoran
más ((claro)), la gente… yo nunca he faltado ((ahí viene la valoración de
nosotros)), nunca he faltado y no llego tarde, porque a mí me enseñaron de
que tenía que ser responsable, yo a mí hijos jamás los dejé faltar al colegio,
aunque me dijeran que les dolía la cabeza. Entonces es una cosa de que te
enseñaron ((exactamente)). Entonces los niñitos que vienen llegando ahora,
que son los que están estudiando y que dejan algún tiempito para ganar
algunas lucas, eh… tienen esta concepción de la vida.
71: Es que ellos no tienen temor, porque estos cabritos como van al pasar,
les da lo mismo que los echen o no los echen. Si le tienen que rebatir al
cliente, y si le tienen que discutir al jefe porque le cambiaron el horario ((otra
dice: lo van hacer)), y él dice no´ po, porque yo ya tenía turno de tarde, no
me ponga de mañana porque no voy a venir. Y si le hace presión la jefatura,
a los cabros no le importa, le da lo mismo y se van ((otra dice: “y no van”)), y
ellos no tienen miedo ((otra dice: “es la responsabilidad”)) y los más mayores
tenemos temores, por qué, porque tenemos responsabilidades, tenemos
gastos…
136
suturar las faltas en el supermercado (ese “hoyito” que queda cuando un
trabajo no asiste a su puesto).
Sin embargo, al mismo tiempo que se enuncia esto desde una postura
de sufrimiento, también se expresa cierto narcisismo vinculado a ocupar la
posición de la “más antigua” o “mayor” como se afirma en la voz 71. Sobre
esto, en particular llama la atención los modos lingüísticos que se presentan
en la voz 70, en el sentido de la afirmación de una especie de perfeccionismo
en el cumplimiento del trabajo, que se enuncia de forma taxativa mediante
una frase conjugada en pretérito perfecto compuesto, relacionando el tiempo
presente de enunciación con el pasado (“yo nunca he faltado”, en vez de, por
ejemplo, “yo nunca falto”, que quedaría, como acción, simplemente en el
pasado sin conexión con el momento de enunciación).
137
Acá puede evidenciarse, asimismo, que las cajeras veteranas efectúan
una distinción de grupo basada en la atribución de una pertenencia una
cultura común, la cual trasciende el espacio laboral y se la juzga superior a la
que representarían los cajeros jóvenes, la cual los hace, por otro lado,
desprolijos en el trabajo (este tópico se relaciona con el repertorio de las
cajeras como oficio de trato al cliente, tal como se apreciará más adelante).
138
73: Y claro porque en el retail aceptan gente de mayor edad, 40 años, 45,
hasta 60- hasta 70 años, pero en otro tipo de empresa de trabajo no lo
aceptan, porque tienen un límite de edades.
139
derechos, sentidos que muchas veces no implican una visión universalista de
éstos, sino el establecimiento de lo que podría denominarse sistemas
particularistas de justicia grupal.
No obstante, por otro lado, ello no implica una aceptación total, por parte
de estas operarias, de las condiciones de justicia que imperan en los
supermercados, ya que existe conciencia de que éstas podrían verse
mejoradas. Al respecto, es interesante constatar cómo se presentó y
desarrollo dicha inquietud en la propia discusión de los grupos.
140
supermercados, dejaron de hablarle a un otro y se apelaron a sí mismos de
dos modos:
88: ((Cajera de cadena B)) Cuánto les pagan… ¿eso cuánto es?
89: ((Cajera de cadena A)) Sí todo va englobado, todo pasa uno, cuánto es…
$ 115.000 (otra dice: $140.000), $ 140.000 ((Cajera de cadena B)): Y si no te
descuentan todo eso?)) […] sí todo te van descontando… ((Otra cajera de
cadena B: y si marcaras no más?))”
(…)
94: ((Cajera de cadena A)) “Pero cuando uno llega atrasado no (otra dice: ya
ahí te lo quitan), cuando uno llega atrasado te lo quitan, te lo quitan todo”.
95: ((Cajera de cadena B)) “O sea estamos en la gloria nosotros…” ((ríe)). (G
I).
532: “yo no pido permiso para ir al baño, yo me aguanto todo el turno, hasta
que me mandan a almorzar a las tres y media, a las 4 o qué sé yo. Yo el
desayuno paso por alto, todo eso”.
533: con todo eso, yo amo al supermercado ((risas)) (G III: 532-533).
Por otro lado, los temas de los derechos y reivindicaciones fueron puestos
en la conversación por dirigentas sindicales que asistieron a los grupos, las
cuales, además de referirse a éstos, también performaron su rol por medio
de la apelación al propio grupo de cajeras en relación a condiciones de
agravios superados. Esto podría indicar se diría que las dirigentas hacen una
141
“evangelización” in vivo de sus accionar en el propio grupo, a la vez que, con
esta acción, éstas operaron una distinción con respecto a aquel:
“Bueno pero no digas ah… porque antes nosotras igual éramos así, cuando
estábamos con Ibáñez, nosotros teníamos que andar con moño ((otra dice:
esas cosas se van ganando chiquillas)) (G I: 112).
“…hace muy poco nos dieron un bono de término de conflicto, que también
es bajo, pero lo que a mí más me alarma es escuchar entre pasillos decir:
“bueno si es una plata que no la tenías”, yo dije, oye es una plata que se
pelea y todos debemos pelearlas. Entonces me llama mucho, mucho la
atención, lo tan chilenitos que somos, tan apocaditos ((otra dice: mediocres,
mediocridad se llama eso)), así como, “no importa, está bien”” (G II: 32).
142
En contraste con esto, se efectúa las estrategias de descripción de las
propias dirigentas y la del adversario. Es notorio que, en ambos casos, se
usa una estrategia discursiva de construcción de objetividades, es decir la
forma en que se construyen hechos en el discursos que avalan lo
argumentado (Potter, 1998).
“…y soy la única que exijo yogurt, porque eso está dentro de un contrato
colectivo, entonces yo lo he pedido al encargado de local y ella me ha dicho
“que eres complicada con esto”, y yo digo, es que no soy complicada, si lo
dice en un contrato colectivo, yo quiero yogurt” (G II: 19).
Tanto la alusión aquí al ejemplo del “yogurt” como al dinero que amasa la
empresa aludida, concretizan una descripción de sí y del otro, es decir las
hacen “reales” en el discurso, actuando como categorías disponibles para las
relaciones y luchas sociales (Potter, 1998; Reicher, 1996).
143
y a la vez no poseen los “defectos” que impedirían a las demás tomar una
postura más abierta de lucha por mejorar sus condiciones de trabajo.
Así mientras la comparación les sirve para testar el realitario del puesto
en otras realidades (“estamos en la gloria nosotras parece”), la apelación a la
lucha transmite una visión de cambio más allá de este realitario.
144
2.2.2 El auto-reconocimiento de las cajeras como asalariadas
“Sí, ese estímulo que tiene Walmart es malísimo porque al fin y al cabo la
gente no trabaja por estímulo (…) trabaja por dinero y es la condición que
ellos nos ofrecen, pero aun así, aunque sea por dinero, igual es mala, igual
es mala, porque uno no puede desarrollar ningún vínculo con la gente” (G II:
213).
145
Acá el sujeto discursivo explicita una especie de contrato psicológico con
el supermercado: al sostener la preponderancia de una motivación
pecuniaria por sobre una intrínseca por el trabajo (lo que en la primera voz
citada se denomina “el gusto” que puede tenerse en cualquier trabajo), se
afirma que la adscripción al trabajo está dada en primer lugar por la
subsistencia, lo cual es concordante con las caracterización que efectúa
Stecher de una identidad laboral de tipo obrero, es decir, de una cuyo sentido
del trabajo pasa por constituirse desde la manutención de la familia (Stecher,
2012).
146
198: Es que lamentablemente es todo una cadena, nosotros vamos a querer
ganar más dinero, si es que hay que vender chocolate, ¿lo vamos a hacer o
no?...((otra dice: “sí, por supuesto”))… pero yo no voy a vender un chocolate
pa´ que me den una medalla toda piñufla ((otra afirma: “no”)), que me la
pongo aquí donde está la credencial, porque eso es lo que dan ((otra dice: yo
trabajo por plata)), entonces no hay estímulo… para nosotras el estímulo que
existe en este momento y lo que nos vincula a la empresa es la parte
monetaria. Yo cumplo mi trabajo para que me paguen.
147
que se identifican como dirigentas sindicales- sino más bien desde un gesto
de protesta por la falta de reciprocidad que se da entre las tareas exigidas
desde la administración y el sistema de remuneraciones y pagos efectivos
recibidos, ya que, en efecto, muchas tareas anexas al trabajo de cajas, tales
como los reemplazos a secciones o las solicitudes de donaciones efectuadas
a los clientes, no son remuneradas. Al respecto, repárese en el siguiente
apartado:
“… A veces la jefa que tiene buena onda “lo estaí haciendo bien”, “te
conectaste mal”, “me parece bien”, ese es nuestro forma de reconocimiento.
Creo que antes existía mucho más, más ((otra dice: reconocimiento))
reconocimiento, incentivo para… incluso para el Hogar de Cristo ((otra dice:
sí ´po, te regalaban una torta)), había una venta de chocolate donde te daban
un bonito ((otra dice: te daban un bonito))… (G II: 197).
“… nosotros no tenemos eso, nosotros es… tenemos que seguir todo […],
tenemos que pasar al cliente incognito, pa´ poder ganar no sé cuánto 15
lucas, más un bono, para… no tenemos que pasar el tema de las promesas,
148
porque si se bonifica el cliente, ya pierde otras 10 lucas más ((otra dice: ¿y
pierde el cajero eso?)), y pierde toda la sección ((otra dice: la sección”; otra
dice: “qué extraño”)). Nosotros no vamos por venta, nosotros no vendemos,
nosotros no vamos por venta, nosotros vamos por la marcación ((otra dice:
por eso son más lentas, ríe)), nosotros somos del tema del… no sé… la hora
peak es de 11:00 a 2:00 de la tarde ((otra dice: sí nosotros también)) y de
5:00 a qué hora… a 9:00 que es la que tenemos que marcar más de 500
productos… por hora ((otra dice: ¿quinientos productos?)”) (G I: 86).
149
94: Pero cuando uno llega atrasado no ((otra dice: ya ahí te lo quitan)),
cuando uno llega atrasado te lo quitan, te lo quitan todo.
Sin embargo, queda claro que aunque ellas –por así decirlo- “asuman el
juego” gerencial de los locales, están concientes de la precariedad de su
posición, puesto que si no logran cumplir todos los “ítem” que implica el logro
de un pago “normal” dentro de la lógica flexible, simplemente no pueden
obtener un salario mínimo para su necesidades; este es el sentido final que
se desprende de las palabras con que evocan su situación: el trabajo como
un juego de apuestas (“cuando uno llega atrasado te lo quitan, te lo quitan
todo”).
150
Al respecto, las relaciones que se generan entre operarios, mandos
medios y sistema gerencia en los locales aparecen en los discursos bajo
imágenes que construyen estos entornos como lugares en los cuales se
conjugan tanto el trato verticalista como el personalismo y la arbitrariedad en
la toma de decisiones. En este sentido, el término “hacienda burocrática” se
utilizará aquí, por tanto, para referirse metafóricamente a un repertorio
interpretativo que nos habla sobre la combinación de formas autoritarias de
sociabilidad junto con modos de gestión de corte fordista, situación que,
como ya se adelantó en el marco teórico, es una condición de la
modernización de las empresas chilenas (Narbona, 2012; Ramos, 1999).
“Yo la verdad, es que creo es que… que digamos los dueños de las grandes
empresas, quieren más y ellos presionan a su comitiva que serán los
gerentes, los administradores, porque ellos ganan bien y de ellos va la base.
Ellos estresan a los jefes y los jefes llegan estresados a nosotros” (G I: 195).
151
Se puede apreciar cómo se representa el entorno laboral como una
cadena, o más bien, una línea de sumisiones que proviene directamente de
una cúpula que culmina en una o unas pocas figuras solitarias –
curiosamente, masculina-. Llama la atención la literalidad de la
representación: se asume que directamente un sólo sujeto (que, incluso
puede ser un agente “Walmart” antropomorfizado), obligue a otro que lo
sigue en jerarquía a efectuar diversas tareas; acá la imagen denotaría el
sentido final de esta cadena, como una representación moderna de un
“patrón” de un fundo, quien presiona o “aprieta” directamente a determinados
funcionarios –comitiva son incluso llamados, o sea un grupo de personas que
acompaña a un otro importante-, quienes “apretados” por estas exigencias,
de forma inexorable, finalmente, terminan presionando a las mismas cajeras.
“Entonces claro, la jefa debería hacer las cosas más gratas, yo diría el
mandamás” (G I: 195).
“Yo digo como empleadores siguen siendo muy insensibles, porque las
mujeres somos volubles, las mujeres no somos un ejército que va así todos
152
los días, aunque algunas somos más que otras […] Entonces esa parte no se
logra ((otra dice: no se ha afinado)), no para nada… Es difícil que se pueda
afinar si Walmart, siendo masculino lo pueda hacer ((otra exclama: sí))” (G II:
168).
“Yo pienso de que la empresa lo que tiene que hacer es capacitar a los jefes
que tenemos nosotros directos porque si bien pensamos que toda la gente
que llega a jefatura de caja, el caso de nosotros que nosotros que somos
153
cajeros, son personas que tienen cuarto medio, más allá no tienen más
estudios y la empresa no gasta en capacitarlos, en hacerles un curso de
relaciones humanas ya que van a estar a cargo de tanta gente ellos tienen
que tener un curso de relaciones humanas para tratar con todos los
diferentes caracteres, porque no tienen esa llegada, no tienen un diálogo
bueno, de aceptación, de empatía, eso impacta a nuestros jefes de caja,
porque nosotros siempre los temas, los problemas así de salud, de familia,
nosotros los tenemos que hablar con ellos, los jefes de caja y de ahí tenimos
que seguir escalando, entonces qué pasa que no nos dejan ir más allá si no
que pasamos primero por ellos” (G III: 28).
Todo ello, como función del discurso, implica elaborar una explicación
coherente del funcionamiento efectivo y muchas veces contradictorio del
supermercado, puesto que se crea la noción de que estos establecimientos
se encuentran regidos por una arbitrariedad que imperaría bajo un aparente
dominio de normativas y modos de gestión impersonales. Por tanto, este
repertorio interpretativo se constituye como una forma de reconocimiento
negativo no recíproco, ya que describe una condición genérica de los
supermercados que afecta tanto a la cajera particular como a sus
compañeras. Por medio de este discurso, las cajeras sostienen que, tras un
velo de normatividad, operaría en estos locales más bien la arbitrariedad, lo
cual parece erosionar cualquier posibilidad de reconocimiento de derechos
universalizable en este ámbito laboral.
2.2.4 “El cliente siempre tiene la razón”: El testimonio del abuso avalado por
el supermercado
154
La imagen hacendal-burocrática de los grandes supermercados no sólo
corresponde -nuevamente refiriéndonos a Ricoeur- a una metáfora muerta
(Román, 2007) que se posa en el discurso para construir un juicio
desvinculado de un contexto de enunciación, sino, por el contrario, para
construir una imagen discursiva imbricada con situaciones concretas de
injusticia que se experimentarían en este trabajo.
Sin embargo, como podría intuirse, la voz de reclamo del comprador con
respecto a la voz de defensa de la cajera parece no tener la misma
ponderación para estas jefaturas, quienes a menudo “fallan” en contra de las
cajeras, a pesar de que estas denuncien que los clientes profirieron un trato
desconsiderado y abusivo hacia aquellas. Esto lleva a situaciones fragantes
de injusticia, como la que se detalla a continuación:
“(…) a mí en una ocasión me pasó (…) como cajera una clienta me humilló,
me dijo lo que quiso y el encargado le dio todo el apoyo a ella al cliente ¿y
nosotros cómo quedamos?, la clienta me trató de india, yo estaba en todo mi
derecho de haberla demandado pero el jefe en ese momento no, me sacó de
caja y ya pasemos a la clienta por otra caja y atendámosla bien y el
trabajador, la cajera ¿dónde está? (G I: 3).
155
anteriormente referidas, es una situación más bien excepcional; dicha
situación configurada como un abuso, es relatada como un testimonio, es
decir bajo una forma lingüística de la una narración de hechos para apoyar
un argumento (Potter, 1998).
“Con la palabra excepción ella se puede sacar muchas cosas y uno no… uno
como cajera, en el puesto de estar sentada pasando cosas no… realmente
no logra nada, uno tiene que prácticamente decir bueno hay que atenderlo,
uno le gustaría decir sabe que pase por otra caja y que le atienda otra
persona, pero realmente uno no tiene como el apoyo suficiente que
deberíamos… o no se siente apoyada por los jefes, nos dan unos
reglamentos que ni ellos mismos lo cumplen, entonces no…” (G I: 6).
156
“Y si lo vemos fríamente… disculpe compañera que la interrumpa, siempre la
cuerda se corta por el lado más débil ((otra dice: sí)), el cliente reclama
porque la cajera no le respeto el precio, aunque no tenía la razón, pero el
cliente siempre es el dueño de la razón, y nuestro empleador, que somos
todas de Walmart, nuestro empleador que dice que el cliente tiene la razón,
el cliente es lo primero ((otra dice: sí, exactamente)), para Walmart es así,
entonces que pasa… que la cajera tiene la culpa, no dijo nada, no hizo nada,
pero por no haber nada, por no haber dicho nada” (G II: 7).
157
aludiría a los sujetos sin considerar sus diferencias de clase, género, u otras-
, pero, por otro lado, que se tiene plena conciencia de que es el propio
funcionamiento del sistema el que actúa como un dispositivo de
desvalorización de estatus y que, respecto a éste, los jefes practican una
especie de confirmación tácita de que las cajeras deben exponerse a esta
violencia en sus trabajos.
158
normativo que debiese ser exigible para todo sujeto en las sociedades
modernas (Honneth, 2009; Tello, 2011).
159
“Sí, es verdad (varias asienten), por lo menos en mi caso como lo veo yo, en
realidad no me importa el tema plata, porque si me van a asaltar se entrega
todo y punto, no me interesa contar plata delante de… no tengo temor de
eso, pero lo que si me incomoda es la relación con la gente” (G II: 6).
160
operario, no estaría disponible para todos los cajeros, puesto que para
acceder a ella se deben cumplir, de facto, diversas condiciones.
161
Sin embargo, la antigüedad no es el único factor que le permite a las
cajeras “suspender” las normas de atención y enfrentar los abusos que ellas
reciben en sus trabajos. Aquí puede verse otro ejemplo, esta vez referido a la
pertenencia a sindicato como un signo de distinción:
“…a la gente le da miedo que la despidan. Están todo el rato bajo presión y
es como que un cliente lo reta, lo insulta, lo grita, se quedan callados y
agachan la cabeza. Yo no:::, si los he echado de mi caja “chao, váyase”
((otra dice: yo también)), “chao”, me paro y me voy, pero es porque uno
tiene… ((otra dice: porque tú tienes esa característica)), no, no, no, porque
yo siendo súper honesta me aprovecho de mi condición sindical (otra dice:
claro) y yo sé que no pueden echar y llega mi jefa y me dice: “pucha X, no
haga eso”, ya jefa, lo prometo que siempre lo haré cuando me falten el
respeto. Pero los cajeros no lo hacen por temor a que los despidan” (G II:
20).
63: Oye entonces podríamos decir, que ese es como el bautizo de un cajero,
porque al final y al cabo, pajarito nuevo la lleva ((se ríe)). (G II).
163
desfase, nosotros en eso somos pillas, porque ponte tú, porque si entramos
a las cuatro treinta podemos marcar a las cuatro treinta y ocho y nos
ganamos el bono, y ponte tú, y de cuando uno va a salir…. ((Otra dice:
podemos marcar diez minutos después)) hemos ido de voz en voz, le
decimos a las chiquillas, pero marca siete minutos, marca ocho minutitos
más y te ganas el bono igual, y esos siete u ocho minutitos te los tienen que
pagar ((otra dice: te los pagan)). Y nos pagan todo eso… y si tú sumas ocho
minutos, ocho minutos, a lo mejor no es tanto, pero no sé doce mil o siete
pesos más suman” (G I: 99).
164
o ideo-facturas, sino también la construcción de un mundo común y por tanto
de un sistema de relaciones sociales y afectivas (Dejours, 2012; 2013 b).
“Nosotros tuvimos un gerente a cargo, estuvo poco tiempo sí, don Francisco,
un siete, sabis que él por ejemplo donde te veía te saludaba, que a veces es
lo mínimo, lo mínimo, pero sabis que él como que todo el mundo lo amaba,
porque a veces algo tan mínimo que te diga, no sé, algo, no sé po, bien ((que
te miren)), cualquiera cosa… porque el líder de ahora de nosotros siempre a
veces te ve y a veces no te ven, es así la cosa ((sí)) (G III: 77).
“Por ejemplo a mí me pasó un día que fue algo chistoso, que el dueño de
Cencosud estaba de cumpleaños y…hizo la media fiesta, le pagó a no sé
cuanta gente y nosotros ese día fuimos a tomar once a las 9… Yo digo claro,
ellos tienen plata la gastan como quieran, está bien, cualquiera puede
165
emprender. Pero deberían darnos un poquito de… mejor trato, un poquito,
porque yo creo si por último cambian las sillas de un día para otro, uno está
más feliz. O no sé po, ponen una carita feliz en el mural… ((otra dice: “es que
no sé…”)) cambia el día” (G I: 195).
166
La visibilidad demandada, por tanto, podría interpretarse como un
mecanismo que permitiría asegurar que las cajeras, a pesar de todos los
agravios y las diferencias de estatus existentes, se mantuviesen en sus
puestos de trabajo.
“Yo creo que nos miran solamente cuando hay fila, cuando está lleno el
supermercado y como hay gente que está presionando y gritando ahí están
las cajeras. Y nos miran… y para qué nos miran, para ya pu´ qué pasa,
apúrate, sí y presionan, pero no para decir qué te falta, qué necesitas (G I:
198).
167
2.4.1 El supermercado como un gran sistema de control sobre la labor de las
cajeras
168
“A ver, en el local (…) en realidad, te exigen un script, que decir al cliente,
que buenos días, que buenas tardes, tanto, tanto, acumula puntos, como
decía ella si tú no cumples el script… te dicen ya, en el arqueo noventa y seis
por ciento, ochenta por ciento, a nosotros nos exigen mucho todos los días,
pero de repente no tenemos las condiciones que necesitamos pa trabajar […]
en el caso de una compañera que le preguntó al cliente ¿desea hacer un
avance en efectivo?, el cliente le dijo “tú crees que esta hüea es banco”
((risas de cajeras))” (G I: 3).
“…por ejemplo, no sé, decirle que el cliente no puede pasar por esta caja
porque es preferencial o es exclusiva, sin embargo nos exigen que cuando
cumplamos como los reglamentos que tiene la empresa pero en el momento
de que el cliente llegue y pase por esa caja yo le digo no, no puede pasar por
esta caja porque es exclusiva entonces, ¡pero cómo, si no estás haciendo
nada! ((voces superpuestas)), entonces viene el jefe, viene todo pase,
entonces eso también es como… o sea, uno queda como la mala de que no
quiere hacer las cosas, tratando de cumplir los reglamentos que dice la
empresa…” (G I: 4).
169
“… además que venga tu jefa y te trate mal o que te venga a dar indicaciones
cómo tratar a la gente, nosotros siempre decimos siéntese ustedes, yo en mi
caso yo le he dicho siéntense, yo le invito, al administrador de mi local, al sub
administrador yo les he dicho siéntese, por qué no se sienta usted…” (G I:
10).
170
2.4.2 La función de descarga de las cajeras con respecto a los clientes
“…he usado harto la psicología como pa´ sobrellevar esta situación, porque
en realidad porque yo creo que todas tenemos que ser un poco psicólogas
pa´ trabajar en caja, porque pucha que hay que tener cuero de chancho pa´
soportar a los clientes eh… que son sumamente despectivos en muchas
ocasiones ya, y como se llama, y siempre eh… y siempre en cualquier tipo
de ámbito nosotros somos siempre el desquite pa´ ellos, en cualquier
momento” (G II: 6).
171
el desquite”). En referencia a estos agravios, ya ha emergido un significante
determinado, que en la última voz, la del grupo II: 6, se ha denominado
desquite, pero que anteriormente fue aludida –por ejemplo, en la voz del GI:
29- como “descarga”.
“…La otra diferencia que yo veo, es que debiera sobre todo en un caja, como
caja es el último lugar que donde el cliente… la última porque pasa en todas
las secciones comprando y llega al final a caja… Sería bueno tener como un
psicólogo, y una vez a la semana por último, y las cajeras como una forma
de desestresarse contar lo que le ha pasado en la semana en caja ((otra
dice: hacer los descargos)), hacer los descargos, porque eso es lo que
lamentablemente uno lo tiene, aunque alguno que otro tiene un buen
compañero que le cuenta todo lo que le pasa, no es lo mismo, no es lo
mismo, poder desahogarse con otra persona ((otra dice: eso lo encuentro
difícil)), no, pero… (G II: 177)”.
172
Es interesante apreciar aquí, en relación al término empleado, cómo se
concibe como una necesidad la atención psicológica para las cajeras, en el
sentido de que aquí no sólo se apela a la idea de “descargarse” de algún
modo de las presiones sufridas en el puesto, principalmente de parte de los
clientes, sino que se posiciona al psicólogo/a en el lugar de la mediación
entre el puesto y las instancias de gerencia con respecto a las condiciones
del trabajo (puede apreciarse que el término “hacer los descargos”, tiene
tanto una connotación psicológica como una legal). Por ello, el apoyo
horizontal que se brindan las propias cajeras no es suficiente para tramitarlo,
puesto que éste, como ocurría con el abuso directo, se vuelve parte de una
situación de maltrato en la medida que se ve asociada a la particular posición
dentro del proceso de atención en los locales.
“[Narrando un altercado con un cliente]… porque está claro que usted viene
a descargarse con nosotras, porque en su casa no puede hablar, y como en
su casa no lo dejan hablar me viene a gritonear a mí…” (G I: 220).
173
hablar”), pero sí puede ser “descargada” frente a estas mujeres en esta
función.
2.4.3 La Cajera-terapeuta
“Yo creo que no van a servir mucho [la cajera se refiere a la instalación de
cajas automáticas en una cadena de supermercados]… porque ya lleva
cuántos años lleva… 3, 4 años en el Jumbo, en el Alto ((otra dice: y
necesitan de alguien)) y realmente yo creo que el cliente necesita hablar con
alguien, pelear, hablar ((otra dice: alegarle)), conversar ((otra dice:
descargarse))” (G I: 214).
174
eh… tú… yo… no sé ((otra dice: te cuenta cosas x, como que se
desahogan)), claro sin ofender [entiéndase al conductor del grupo] yo no
tengo educación de psicóloga, pero uno es como psicóloga de algunas
personas de la gente mayor sobre todo. Va y te cuenta sus cosas y es
entretenido y esa parte también es bonita” (G I: 22).
“Yo una vez le dije eso a un caballero, que un caballero, era un viejo, que
venía de por allá reclamando, gritando, yo estaba en una caja express,
entonces reclamaba, yo me hacia la loca, yo marcaba nomás. Lo escuchaba,
me decía oye, y me chiflaba y todo y yo… viejo de mierda…Y vai a llegar
aquí […] Llegó al lado mío y me empezó a insultar, me dijo lo que quiso, yo lo
miré, lo miré, como yo tenía tanta rabia no le quise contestar, porque quizás
qué le iba a decir. Era capaz de pegarle un combo, entonces después ya… y
175
lo miré a los ojos, se desahogó, quedó tranquilo, quedó conforme…. Ya vaya
a su casa ahora porque en la casa lo van a retar ((risas))” (G I: 220).
“A pesar de que en lo personal me gusta mucho ser cajera ((otra dice: sí, a
mí igual)), me divierte por lo que dice la compañera. Porque en casos
particulares, muy particulares, una clienta en particular, una vez llegó muy
enojada, yo le dije “por qué es tan enojada, tan apurada”, es que no sé qué,
no sé cuánto y gritaba la Sra. estaba acelera”, le dije qué le pasó, por qué
está tan apurada […] Y la señora paga y la tarjeta le rebota, porque no tenía
fondo, yo le dije “sabe qué en vez de correr por la vida, de enojarse por la
vida, y estar tan molesta, tiene media hora y agarre el auto y vaya a buscar a
los niños y alcanza de más, preocupe de que su marido no la engañe, no ve
que su marido la está engañando por eso no le deposita plata en la tarjeta”…
y la señora me miró se mató de la risa y dijo “ tenís toda la razón”… yo le dije
si su marido la está engañando porque si es eso lo que está haciendo,
porque no le deposita plata, pa ´qué está hueviendo con un hombre así,
176
búsquese otro marido y san se acabó”, te lo juro la señora se mató de la risa
y se fue, y se fue feliz” (G II: 218).
“Hay un tema bien importante dentro de eso que hablas tú, porque resulta
que la gente joven no sabe cómo tratar a un cliente, ya, independiente de
que sigan o no sigan los script, está la atención del cliente, el mirarle a los
ojos o de repente te saludan, te abarcan un tema, te preguntan, en
intercalar… ideas, ya, es atraer al cliente, ya. Entonces ellos no manejan
eso, entonces hay muchas gente que dice: ¡ay!, que ese niño me atendió
aquí, me atendió pésimo” (G III: 1:10:04).
177
En cuanto forma de reconocimiento, la reivindicación de oficio acá
efectuada está relacionada no sólo a una forma de reconocimiento de un
estatus de mérito como sostiene Honneth (2006 b), sino que al perfilamiento
de la actividad del trabajo invisibilizada por el sistema de gestión, como
afirmaría Dejours (2013 a, 2013 b).
Sirva como mostración de esto, la voz de una cajera part-time del primer
grupo de discusión mixto:
“Yo por ejemplo nunca he tenido problemas con los clientes, pero es que yo
como… ((Ríe)) veo así una gente, una persona ya que se vaya, entonces lo
atiendo rápido pa´ que se vaya, y se fue y listo, mi mente descansa.
Entonces viene otro y ya sí, fuera, rápido váyase (risas de cajeras). Entonces
trato de no mirarlos, de no hablarles, seguir el script y listo, chao. Entonces
178
yo evito ((otra dice: “como un robot”)), claro es que la gente de allá es muy
mala onda ((otra dice: “mecanizado”)) (G I: 181).
Por tanto, queda como elemento para una discusión posterior, si nos
encontramos acá frente a una auténtica identidad de oficio invisibilizada, o,
por el contrario, frente a un mero uso estratégico del discurso para justificar
la existencia del puesto.
La apropiación que se hace del plus valor del trabajo, se apoya siempre
en el uso de diversos dispositivos de control, que, como se ha visto en este
trabajo, implican desde los mecanismos más clásicamente fordistas, que
buscan directamente regular los movimientos de las personas en un
escenario laboral, tal como fue prototípicamente el control en las cadenas de
montaje, a técnicas de gestión de personal neo-manageriales, que, más bien,
apelan a discursos sobre el compromiso subjetivo, y que persiguen la
179
identificación del trabajador con “su” empresa (Montes, 2005; Soto, 2014;
Stecher, 2013).
“Es que ellos lo único que se preocupan que… las cifras, porque nosotros en
realidad somos números que hay cosas, imagínate tú no te conectas como
Juanita, como María, un número y ese número tienes que rendir al final del
día, (G I: 166).
180
En primer término, la metáfora de “estar conectada”, en tanto inicio de la
fachada de cajera, alude a un proceso de despersonalización (“tú no te
conectas como Juanita”), que tiene diversas dimensiones. En primer lugar, el
discurso narra una situación de escisión, vivida primero como represión
corporal. Véase estos dos párrafos:
181
coerción que ya efectúa la administración del supermercado para que las
cajeras mantengan un tipo de presentación personal, tal como ya se comentó
más arriba, conlleva mantener en funcionamiento un circuito constante de
venta y de movimiento de filas, proceso que, además de ser controlado por
los propios clientes, es reforzado por todas estas figuras humanas y no
humanas de control.
“Y si tiras licencia por estrés te tratan como que ah, ya, exageraste, es algo
que no debías ((otra dice: lo inventaste)), realmente uno no se puede
enfermar, no se puede hacer nada, porque uno para la empresa es un cacho.
Si uno se enferma es un cacho, si uno no sé… si uno se resfría es un cacho,
si uno está embarazá ((otra dice: peor)) pero, si uno tiene un hijo es un
cacho, todo ellos lo ven un cacho realmente. Entonces nosotros no tenemos,
nosotros no podemos tener sentimientos, no podemos tener familia, no
podemos tener vida afuera, no podemos tener nada (GI: 167)”.
182
“…Quieres ir al baño, me acuerdo nosotros antes, por ley nosotros teníamos
media hora de colación, no nos parábamos de las cajas, nos llevaban un
agua y una galleta, te acuerdas… no nos parábamos a tomar once, no
llevaban un agua y una galleta o una bebida y más encima, nosotros
decíamos pucha si en el protocolo dice que nosotros no podemos estar
comiendo aquí, por qué me trae el agua y la galleta. Yo quiero pararme mi
media hora, quiero desconectarme de esto, yo estoy cansada, yo no quiero
estar aquí. Traigan otra persona, instálenla aquí, pero yo quiero ir al baño
tranquila, quiero comerme por último la galleta que me van a dar, pero me la
quiero comer allá (GI: 198).
“(…) yo trabajo part time, yo estuve como dos o tres meses full, que son
cuarenta y cinco horas, yo la verdad que no aguanté, yo encontraba que era
mucho, que es súper estresante estar ahí encima con unas tremendas filas y
a mí eso me sobrepasó, entonces yo lo otro que había hecho antes era como
más libertad, que no era estar encerrada, entonces eso a mí me molestaba
mucho estar encerrada, yo soy más de estar en espacios y con mi familia”
(GI: 1).
183
“No´ po, yo también trabajaba al principio ((otra dice: ¿usted es de 30
horas?)), sí, yo en principio también hacía 45 horas y yo me cambié, le pedí
a mi jefa que me cambiara por lo mismo, yo no soy… o sea es obvio que yo
necesitaba la plata y todo… pero yo sopesé cosas… o sea, yo también
puedo hacer otra cosa en otro lado, pero no estar encerrá ahí…((otra dice:
“sí, el desgaste psicológico”)), claro y entonces yo soy más mamá. Yo lo
siento, yo…” (GI: 222).
“Yo una vez le dije igual a una compañera, yo le dije, yo admiro a las full les
dije, pero yo no podría, porque si yo fuera full me daría depresión ((otra dice:
“Sí)) (G I: 223).
184
de repetición, en una especie de temporalidad sin tiempo (esto, en la alusión
a un anónimo “estar ahí con unas tremendas filas”).
“lo otro es que el cliente siempre dice voy a reclamar, vaya a reclamar le dice
uno, vaya a servicio al cliente, reclaman allá y allá viene el cliente (viene…)
el jefe y, claro, y le da la razón a él. Entonces ahí uno dice bueno qué estoy
haciendo yo aquí, yo, o sea, yo aquí soy un… yo me siento que soy un objeto
que tengo que marcar, marcar, marcar y lo que el otro diga cuando el cliente,
como él siempre a una persona se le ocurrió decir que el cliente siempre…”
(G I: 7).
185
terminal de caja, en una rutina, imagen que se redobla en la expresión de
permanecer sentada, o como se señala en los discursos referidos a las
cajeras más antiguas full-time, una sensación de “encierro” en el puesto.
186
Anteriormente, se caracterizó a los clientes desde una voz de agravio y
sufrimiento, lo cual fue interpretado básicamente como una forma de
desprecio desde el derecho. Ahora bien, aquello que estaría a la base de
dicho trato discriminatorio es un modelo asimétrico de relación impuesto que
se actualiza en el vínculo cliente-cajera, el cual, a su vez, descansa en
distinciones de clase y género que, al modo de las formas de sociabilidad
patronal ya referidas, reifica a la cajera en un modo de trato desigual y
subordinado.
“Yo lo que podría opinar (risa), algo tan súper personal, es que yo cuando
entré a trabajar como cajera como que decía chuta, yo nunca hubiera
pensado que iba a trabajar de cajera, así como que lo veía algo tan, tan
(risa), poca cosa, eh… (G I: 1).
187
directa esta aprehensión. La conversación continúa en el grupo de discusión
3:
3: No, yo, bueno los clientes sí ((risas de las demás)), las clientas siempre,
así como que no te da pa más, sólo para cajera ((otras dicen: “claro”)), pero
yo también siento así, como que… bueno, me gusta mi trabajo, me llevo bien
con los clientes, todo, pero como que yo quería más, me siento estancada
ahí.
22: Y uno comparte eso, pero digamos lo más grande es eso, la gente, no sé
yo siempre percibo eso, que la gente cuando tiene plata como que se
transforma.
23: Eso iba a decir yo, que cuando estamos a fin de mes ((una señala: “a fin
de mes”)) la gente se transforma, se transforman todos, es otra persona
((otra dice: sí, es otra persona)). Tengo plata y yo pago y tú eres mi
188
empleada ((otra dice: sí)). Y yo te estoy pagando para que tú seas mi cajera
y pásame las cosas luego.
189
gente a vivir, porque se están haciendo muchos edificios nuevos, entonces la
gente tiene un poquito más de estudio y de verdad que tratan a los cajeros
como, no sé, muy bajo, que para eso estamos, para servirlos a ellos, como
tienen un poquito más de educación creen que están por sobre de nosotras y
yo creo que no es así” (G I: 19).
“Y no es una cuestión de educación, porque yo creo que igual hay gente que
tiene, hay todo en las cajeras… ((Otra dice: “educaciones”)). Hay chiquillos
que están estudiando leyes ((otra dice: “psicología” –risa-)), profesores ((otra
dice: profesores)) y están trabajando ahí part-time para poder ((otra dice:
solventarse sus estudios)), claro y sacar sus estudios adelante. Entonces no
es sólo, yo creo que antes a lo mejor era así, lo desconozco” (G I: 24).
190
cuales se ve reificada una forma de trato asimétrica, es uno de los anhelos
más sentidos de la población del Chile postdictatorial contemporáneo.
“es que tenís que respetar el precio, es que yo te digo que soy esto (…) y
nos insultan y nos descalifican no como trabajador, sino que como persona
nos descalifican (G II: 5).
Desde este repertorio, las mujeres cajeras presentan una forma de auto-
reconocimiento desde la cual se presentan a sí mismas como agentes
sociales y laborales, bosquejando las motivaciones y sentidos que les
adscriben a su propio trabajo y a las conflictivas que experimentan al tratar
de conciliar lo laboral con la esfera familiar.
191
Ahora, ¿por qué denominar a este repertorio interpretativo como “Mujer-
madre sacrificada” y, más aun, por qué adscribirlo a una forma de
reificación? Esto alude principalmente a que, desde esta voz, las mujeres se
auto definen como tales a partir de una identificación esencializada entre su
ser mujeres y el ser madres; ello sin importar si, por ejemplo, una hablante
empírica que efectúa en un momento una alocución que vehiculiza esta
imagen, es efectivamente o no una madre. Además, la maternidad para
estas trabajadoras se relaciona de inmediato con asumir diversas acciones o
aceptar determinadas situaciones que implican diversos grados de sacrificio
personal. Al respecto, obsérvese el siguiente fragmento:
Como puede apreciarse en esta cita, el tener que ausentarse del hogar
para salir a trabajar –situación proyectada y reforzada en el texto a través de
la referencia a otra mujer en el rol de madre- se significa desde la lógica del
sacrificio (denunciándose, además de pasada, la lectura parcial que hacen
de la ley de descanso dominical los empresas, mediante el mismo
significante de “sacrificar”).
192
mayor bienestar material de su grupo familiar (Martín-Criado, 2014). En el
contexto latinoamericano, por lo demás, las connotaciones positivas del
sacrificio femenino son muy comunes, dado un ethos cultural mariano, de
familias monoparentales y trabajos femeninos desprotegidos, tal como se
comentó en el marco teórico a propósito de los patrones de sociabilidad de
género (Montecinos, 2014; Stecher, 2014).
193
235: Hasta la iniciativa la toma la mujer ((se ríen)).
236: Y aunque no tengamos gente detrás, simplemente por el hecho de ser
mujer, aunque no tengamos a nadie detrás.
194
denuncia: se pone en práctica un discurso de mujer-madre sacrificada en
situaciones en las cuales las condiciones adversas, ya sea del trabajo o de
remuneración, las agravian y ello, precisamente, en un aspecto fundamental
de su persona, es decir, precisamente en cuanto “mujeres”. Analícese este
párrafo:
“Que lata así sentirse en un trabajo, que tú eres un número que no te valoran
en ningún aspecto, ni siquiera como mujer, porque nosotros eh… o sea yo lo
veo así porque yo… yo de una u otra forma yo me quiero y me valoro.
Nosotros a esta sociedad aportamos gentes, mujeres, hombres de bien que
van a la sociedad, que para ellos, para los empresarios, van a ser personas
que van a trabajar para ellos mismos, porque mi hijo si está estudiando, se
está esforzando y yo estoy trabajando para darle una educación, que sea
algo más que yo, para quién va a trabajar… para ellos mismos. Entonces son
mano de obra para ellos y que lata que ellos sean tan insensibles y no
valoren eso a nosotros como mujeres. Yo creo que la sociedad a nosotros
como mujeres nos debería de valorar mucho más, porque nosotros
aportamos hijos, aportamos grandes cosas a esta sociedad, y además
trabajamos. Cuidamos nuestros hijos, cuidamos los abuelos, porque cuando
las abuelas, nuestras mamás están enfermas, o mi suegro está enfermo,
quién la cuida… no la cuida mi marido, tengo que postergarme yo, para
cuidarla y aparte de eso ((otra dice: somos multifuncional)) claro, aparte de
eso como puedo trabajar ahora menos horas y necesito mis lucas, pucha
aquí el (…) me dio la oportunidad, voy a trabajar estas poquitas horas porque
puedo trabajar, cuidar a mi suegra, ver a mis hijos, cuidar a mi hijo más chico
que no se vaya a tener problemas, porque o si no se mete en el droga, si lo
dejo mucho tiempo solos. Entonces yo creo que el sentir de todas nosotros y
de la mayoría del retail, es que somos mujeres. Porque como tú lo decías
también, cuando tú ves que una mamá sale tan temprano en la mañana con
su hijo arropado entero, con lluvia, con frío los pobres cabros, son hijos…. O
sea de chiquititos son hijos trabajadores, hijos del rigor, hijos de mujeres
obreras, trabajadoras. Estamos todas en la misma, entonces que la lata,
cuando las chiquillas decían que las que son de planta las jefas las miren así,
con esa cara, si somos mujeres todas. Estamos todas en las mismas” (G I:
208).
195
mayormente su función como forma de apelación y defensa de las cajeras
ante las condiciones laborales adversas de la tarea. “Que lata así sentirse en
un trabajo, que tú eres un número que no te valoran en ningún aspecto, ni
siquiera como mujer”: el término “ni siquiera” presenta en el texto la
connotación de un “como mínimo” o como “lo básico”, dando a entender que
la condición de mujer – no en abstracto, sino de una mujer-madre que debe
dejar a sus solos a sus hijos- debería valorarse de por sí antes que la de
trabajador, situando, por tanto, a esta condición como una esencia construida
en el discurso (Potter, 1998). Desde esta posición esencializada, el sujeto
enunciante del discurso afirma un forma de auto-reconocimiento, pero que no
trastoca la situación imperante de desprecio en este escenario laboral (La
frase “de una u otra forma, yo me quiero y me valoro”, como respuesta a que
el otro no visualiza a la cajera “ni siquiera como mujer”).
196
reiterándolo, estas condiciones no sólo las vulnerarían como a un trabajador
cualquiera, sino que las agravian en una condición más elemental de su ser-
persona: léase, la de ser mujer-madre que trabaja, que “aporta” hijos a la
sociedad –nótese que el término “aportar” implica entregar un don, algo sin
pedir nada a cambio- y que se sacrifica en la esfera laboral.
“Lo que decían las chiquillas, que se… las discriminan a ellas por ser part
time y tener menos tiempo. Que lata eso… somos todas iguales, somos
todas compañeras. Hacemos todas la misma pega, al revés deberíamos
apoyarnos, porque al final la mayoría de la gente que trabaja en el retail,
somos mujeres y tenemos los mismos valores, los mismos sentimientos.
Imagínate dejamos hijos en las casas, tenemos que ir a reuniones, de
repente no nos da el tiempo” (G I: 160).
197
realizan los sujetos en tanto actores y representantes de diversos grupos, los
cuales, por medio de este acto constructivo, toman posiciones en referencia
tanto a diversas estructuras de acción como a relaciones y luchas sociales
con otros colectivos, en este caso, mujeres trabajadoras frente a
empleadores en determinado escenario laboral (De La Garza, 2000; Reicher,
1996).
198
Esta situación real modula la imagen descontextualizada que tenían de sí
mismas las mujeres qua mujeres-madres.
En estas voces se dan, como dos caras de una misma moneda, los dos
aspectos anteriormente referidos de este repertorio interpretativo: el “deber-
ser” frente al “poder-ser”. Así, mientras que en la voz 239 se mantiene el
mandato de seguir adelante siendo una mujer que se incorpora tras toda
caída, en la voz 240, mediante el distanciamiento del humor, se construye la
expresión contradictoria de sí mismas de tener las “rodillas peladas pero con
dignidad”. A través de esta última imagen del discurso se condensan –en el
sentido freudiano del término- las experiencias de sujeción al poder (es
precisamente frente al poder que cabría esperar que alguien se “arrodille” y
quede herido por ello) y las de resistencia frente al mismo, por medio de la
mantención de la dignidad propia, término que se reitera en la última voz, ya
que de esta forma, a pesar de todo, las cajeras afirman mantener la decisión
ética y conciente de sacrificarse por los suyos.
199
repertorios interpretativos de la “cara del supermercado” junto con el de las
“cajeras antiguas”, muestran, a grandes rasgos, que, frente a las condiciones
de trabajo que se han expuesto, las cajeras elaboran diversas estrategias
discursivas para reivindicar su función dentro de este escenario de trabajo.
200
desenmarcan de un grupo de cajeros descritos como “jóvenes”, e incluso
como “niños”.
201
forma de auto-reconocimiento en relación a una falta de reconocimiento o
incluso a una forma de invisibilización o ausencia de hétero-reconocimiento
(ni siquiera, por tanto, estamos hablando aquí de una forma de desprecio
como tal, por lo menos en el ámbito del mérito), abriéndose la interrogante
sobre cómo podría comprenderse esta situación desde el paradigma de la
“lucha por el reconocimiento” que plantea Honneth, tema al cual se volverá
más adelante.
202
ámbitos de justificación moral o distintas “ciudades de justicia”. Así, mientras
que, a nivel superficial, en los supermercados se establecería un orden de
justicia basado en una lógica estratégica-organizacional -o desde una
“ciudad de industria”-, los discursos de las cajeras aducen que lo que en
verdad acontece en este escenario laboral es que operan dos órdenes de
justificación moral contrapuestos e impulsados desde lo “doméstico” o desde
lógicas grupales: el de la gerencia y las jefaturas –presente en la imagen
“hacendal-burocrática” de los supermercados- y el que establecen por su
parte las propias cajeras en tanto agentes de “resistencia” o de “pillería”.
Estos órdenes de justicia, asimismo, parecen mantener, de acuerdo al relato
de las cajeras, un tipo de relación especular. Esta situación también podría
ser leída desde la perspectiva de los sistemas de sociabilidad de género, es
decir, que frente a un sistema implícito de trato “patronal” las cajeras ponen
en juego sistemas de solidaridad horizontales, tal como ocurría en las
haciendas, de acuerdo a la apreciación referida de Bengoa (2006).
203
una toma de posición de los sujetos en relación a los derechos dentro del
supermercado (Correa, 2016).
204
supermercados como “haciendas burocráticas” (este es el sentido que puede
desprenderse de fragmentos discursivos como éste: “que te miren
solamente, eso alegra el día…”).
205
como un entramado discursivo en el cual siempre las expectativas de
reconocimiento pueden ser diferentes de los requerimientos y agravios que
efectivamente llevan a una lucha dentro de una práctica social determinada
(Renault, 2007 b). Se volverá a enfatizar este punto en las conclusiones de
este trabajo.
206
operarias del puesto, y que por tanto no puede existir uno sin el otro, podría
afirmarse que lo que vuelve el momento de la descarga una forma de
desprecio serían los grados de cosificación que operan los clientes en su
trato a las cajeras, es decir, el grado en que por ejemplo las “descargas” de
los compradores objetivan a la operaria de caja, al reducírsela a ser -como
diría Pichon-Riviere- una depositaria de los aspectos negativos del grupo
social, en decir, un “chivo emisario” –cuando las cajeras denuncian que la
descarga emocional del cliente hacia ellas tiene relación con elementos de
clase y sexistas- (Girard, 1986; Pichon-Riviere, 1997). Puede repararse
ahora también en que condición de chivo emisario se engarza fácilmente a la
representación femenina de una mujer que se “sacrifica” por otros.
Por otro lado, la “apropiación” o control del trabajo que intentan operar
las cajeras es cercenado tanto por los dispositivos anónimos de
administración como por los agentes de control del supermercado, todo lo
cual las reduce a ser operarias individualizadas de un trabajo altamente
estandarizado y predefinido por otros. Esta situación coincide con lo que
clásicamente se ha denominado como alienación desde la tradición marxista,
en el sentido de que se produce una separación de los sujetos tanto con
respecto a su producto como con respecto a su colectivo de trabajo,
mediante el ejercicio de individuación que operan los sistemas de control
respecto al trabajo efectivo (Angella, 2016; Dejours, 2013 b; Haber, 2009).
207
confianza de las cajeras, es decir, el disponer libremente del propio cuerpo
en el trabajo (Honneth, 1997, 2009, 2010 a).
208
experimentados durante los intercambios de compras con los clientes se
vuelven una forma de reificación en la medida en que no sólo se traducen en
maltratos o meras “descargas”, sino en formas de trato asimétricas basada
en consideraciones de clase y de género, que las cajeras –aunque las
resistas- por sí mismas no pueden remontar, puesto que, por otro lado, son
institucionalizadas como formas “normales” de subordinación por parte de la
cultura dominante y las jefaturas de los supermercados (Voswinkler, 2012).
Se entiende, como se dijo, que ésta es una forma de reificación y no de
alienación, ya que responden a preceptos culturales y a no a la dinámica
misma del trabajo.
209
defensa del grupo frente a modos de agravio moral o incluso frente a otras
formas de reificación que les impongan a ellas un exo-grupo, tal como se vio
en el apartado anterior con respecto a las condicionantes del puesto o la
vejación clasista de los clientes. Ello permite, además de “desreificar” a esta
forma de reificación, sostener que aquella presenta un sentido positivo.
210
que Honneth establece entre ambos conceptos (Honneth, 2007)-. Sin
embargo, si se analizan los ejemplos que este mismo autor brinda sobre
formas de reificación -desde el tráfico de órganos hasta las estrategias de
“venta de sí mismo” que se ejercen en las entrevistas laborales-, podría
sostenerse razonablemente que, si bien todos aquellos fenómenos
corresponden en rigor a modos en que se ve socavada la agencialidad de los
sujetos, no todas ellos implican los mismos grados de pérdida de capacidad
de acción. Por tanto, puede concluirse que la reificación, en cuanto es
entendida no sólo como un “olvido” del reconocimiento, sino como toda forma
de pérdida de la contingencia en lo social, en un sentido rortyano (Correa,
2016; Rorty, 1996), puede ser estipulada bajo distintas modalidades y con
distintas valencias que son necesarios de analizar en cada caso.
211
cajera como “mujer-madre”, cumple en este caso una función adversativa o
defensiva que aúna al grupo y que, puesta en un contexto de lucha social
(Reicher, 1996), busca, sino romper la lógica instituida de explotación –
puesto que se reconoce la subordinación laboral- al menos cambiar la
invisibilización de la trabajadora en este escenario laboral, aunque esto se
haga apelando a un elemento simbólico que tradicionalmente ha estado
ligado al comentado contrato tradicional de género que fue hegemónico en
las sociedades modernas de corte salarial.
212
estructurales e institucionales que las contextualizan, siguiendo para ello la
tercera fase de interpretación/reinterpretación del modelo de análisis de la
hermenéutica profunda propuesta de John Thompson (1998).
213
apunta a perfilar al trabajo de cajera de grandes supermercados desde la
heteronomía y diversas experiencias de agravio y maltrato.
Creemos que los sentidos que estas operarias elaboran para “habitar” el
rol de cajera, entendido éste desde los elementos tecno-socio-productivos
del escenario laboral y desde la matriz cultural relacional anteriormente
descrita, son los presentes en los discursos de “la cara del supermercado”.
En efecto, si bien en este repertorio interpretativo -en tanto forma de aprecio-
se observa que las cajeras se valorizan a sí mismas ejerciendo su función en
las terminales de atención, en tanto ésta es una representación y un punto
cúlmine de toda la cadena de servicios ofertada por estos locales, también se
muestra la invisibilización que estas trabajadoras, en su condición de
personas y mujeres, padecen “tras” el ejercicio de este rol.
214
Si se considera al discurso de “la cara del supermercado” como el
elemento central de articulación de esta meta-formación del reconocimiento,
podemos ver que desde este núcleo de sentido se establecen diversos y
variados nexos entre discursos y contextos del trabajo de cajera.
215
No obstante, si nos atenemos ahora a las prácticas que se fraguan al
interior de estos escenarios laborales, observamos que las cajeras
cotidianamente se ven expuestas a diversas formas de reconocimiento
negativo que tensionan las formas de valoración anteriormente descritas.
Por otro lado, emergen los discursos sobre los agravios derivados ahora
de las relaciones laborales y de servicio que se tejen en los grandes
supermercados. Como se recordará, diversos repertorios interpretativos
construían imágenes sobre los maltratos sufridos cotidianamente por las
cajeras en los check-out. Las cajeras, como cara del supermercado, deben
soportar las “descargas” de los clientes, ligadas éstas a su implícito trabajo
emocional con éstos y a su aún más implícita posición de ser los “chivos” o
216
depositarios sociales de maltratos y “desquites”; asimismo, debe lidear con la
invisibilización que las jefaturas hacen de los maltratos que les propinan los
clientes -como se revisó en el repertorio referente a que “los clientes
siempre tienen la razón”. Finalmente, puede verse que los maltratos no
sólo implican un elemento puntual de agravio, ya que muchas veces éstos se
imponen a través de todo un sistema de menosprecio estatutario, lo cual fue
interpretado como un modo de reificación denominado “estatus denegado”.
217
Es interesante reparar, por un lado, en las imágenes que se derivan de
los grandes supermercados a partir de estas dos situaciones de agravio que
experimentan las cajeras como las caras del supermercado, y por otro, en las
demandas de reconocimiento que ellas formulan a jefaturas y clientes,
respectivamente.
218
presente en el país, de acuerdo a Araujo & Martuccelli (2012)-, con respecto
a sus empleadores se reivindica más bien el mero reconocimiento de ser
“miradas”, ya que esta condición, en tanto punto cero del reconocimiento,
opera como una especie de pre-condición o alianza para el ejercicio de
derechos (Basaure, 2011; Honneth, 2009 b; Ricoeur, 2005). Si recordamos
ciertos elementos del repertorio interpretativo de las caras de los
supermercados, se entiende que esta demanda de visibilidad pueda
considerarse como una forma de verse validadas y empoderadas para hacer
frente a este maltrato diario, ya que las cajeras comprenden que asumir este
maltrato es parte, por decirlo así, de la agenda oculta de su propia tarea en
cuanto “caras” de la atención en los supermercados (recuérdese, además,
los límites que las cajeras establecen en cuanto al maltrato “legítimo” en el
repertorio de las “descargas”), por lo tanto ello, desde otro lenguaje, es
normalizado como una forma de trabajo emocional intrínseco a su función.
219
Además de ello, debe agregarse que dicha demanda de reconocimiento
no sólo apela al componente idealizado de esta imagen esencializada de la
“mujer madre”, sino también al aspecto “realitario” de dicho discurso, en la
medida en que la queja en torno a la impotencia que las mujeres tienen para
cumplir sus múltiples roles también debería ser atendida, incluso no sólo por
el supermercado, sino también incluso por parte de sus propias familias.
220
Figura Nº 1: Meta-formación de reconocimiento 1: La cara visible y la mujer-
madre invisible
Variables
institucionales y
LA CARA DEL SUPERMERCADO culturales:
Patrones de
DEMANDA A
sociabilidad de
LAS
JEFATURAS: género y clase
“VISIBILIDAD” autoritarios que
perviven en la
cultura chilena.
Violencia y agresión en el puesto de
trabajo: Descargas e invisibilización del Modernización
maltrato por parte del supermercado y “cultura del
Reificación social: Ser “empleadas” -> consumo” y de
Estatus denegado
Invisibilidad y ser objeto de “empleo”
la figura del
cliente.
Autoreificación: DEMANDA A
LOS
Demanda de visibilidad desde una CLIENTES:
identidad de género esencializada “RESPETO”
De “mujer – madre”, en su
componente “ideal” y “realitario”
221
supermercados se visualiza como una esfera de valor social, es decir, una
actividad construida colectivamente por el grupo, dotada de sentido, que
contribuye a la reproducción general de la vida social y desde la cual sus
sujetos validan solidariamente sus capacidades individuales (Honneth, 1997,
2006 b, 2009).
222
supermercados como sistemas de control-, que estas operarias erigen un
conjunto de tácticas y estrategias paralelas que ellas ponen en juego al
momento de atención con el cliente, es decir, diversos trucos de oficio que no
están a disposición de todas las cajeras, puesto que éstos requieren que la
operaria ostente antigüedad para sentirse validada (lo que las cajeras
refieren como “perder el miedo”, supra, pág. 154), ya sea para enfrentar el
abuso o simplemente para empoderarse en este oficio de trato al otro. Estas
prácticas de “resistencia” al trabajo prescrito (Abal, 2007; Dejours, 2013 b),
son construidas por este grupo movilizando diversos referentes simbólicos y
capitales culturales.
223
se recordará, esta forma de mérito se posiciona desde una dimensión
colectiva, puesto que su objetivo no es la distinción verticalista e individual de
los sujetos, sino la conformación de un modo de vida común en el trabajo.
Así, son la reivindicación de la función de ser la “cara” de los locales, pero
sobre todo la de la antigüedad en el puesto, las que crean un referente
identificatorio a partir del cual las cajeras se reapropian de un sentido
colectivo de su labor. Puede verse cómo ahora cómo el repertorio de la cara
del supermercado es utilizado bajo una estrategia distinta a la revisada
anteriormente, que es la de nuclear al grupo en relación a una tarea valiosa
socialmente.
224
Lo anterior puede apreciarse, asimismo, en aquella forma de
reconocimiento del derecho ligada a ser “asalariadas”, en la cual, si bien las
cajeras legitiman la lógica de los pagos flexibles, lo hacen rechazando, o al
menos minimizando, la relevancia de los incentivos más bien simbólicos y/o
“emocionales”, percibiéndolos como una forma de manipulación o, en
términos de la teoría del reconocimiento, como una mera forma de valoración
instrumental (Kocyba, 2011).
225
puede, a diferencia de los hombres, levantarse tras los tropiezos de la vida
(imagen idealizada).
226
Figura Nº 2: Meta-formación de reconocimiento 2: Construcción colectiva del
trabajo de cajas como un “oficio de atención”
Trabajo de cajera de
supermercados como
Esfera de valor
Núcleo identificatorio:
“Mujer-madre sacrificada como “deber
ser”
227
Ahora, después de este análisis, se ha obtenido un modelo compuesto
por estas dos metaformaciones de reconocimiento. Sin embargo, se debe
tener consideración que, lejos de postularse aquí una simple articulación
entre estas, se propone considerarlas en su contraposición.
228
VII. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
(i)
En primer lugar, con respecto a las formas de reconocimiento
intersubjetivas, se reitera algo ya insinuado en el análisis, referente a que las
formas de valoración positiva vinculadas al mérito, así como las
229
correspondientes a la valoración de un marco básico de derechos en el
trabajo presentes en los discursos de las cajeras –tales como solidaridades
grupales, contratos laborales indefinidos, espacios de asociación sindical,
etcétera-, muestran que ellas se ven reconocidas en prácticas laborales más
ligadas a los imaginarios colectivistas del trabajo, los cuales perviven aún en
este tipo de empresas y escenarios laborales a pesar de las
reestructuraciones modernizantes y las lógicas flexibles e individualizadoras
de gestión de los recursos humanos que ha experimentado y aún
experimenta el rubro supermercadista en Chile. Por tanto, y más allá de que
las cajeras también puedan valorar algunos aspectos de la gestión flexible
como las bonificaciones monetarias, por lo general, éstas se sentirían más
reconocidas en el trabajo bajo lógicas que siguen el modelo del aprecio
(Honneth, 2006; Schweinger, 2010; Voswinkler, Genet & Renault, 2007).
230
de volverse cada vez más anacrónicas en un escenario laboral que
fragmenta constantemente al trabajo y a sus formas de evaluación, y que, al
mismo tiempo, entroniza el criterio de logro individualista de la admiración
(Holgrave, 2001; Voswinkler, 2012; Voswinkler, Genet & Renault, 2007). Ello
lleva incluso a que el propio aprecio –es decir, cumplir adecuadamente el
trabajo rutinario- se trastoque en una forma de desprecio al no adecuarse a
la lógica del logro sobresaliente e individual hegemonizada por el sistema
administrativo del trabajo, al cuales, además, se rigen por preceptos más
ligados al éxito de ventas más que a la ejecución adecuada de un rol
(Holgreve, 2001; Hartmann & Honneth, 2009; Voswinkler, 2012). La
problemática que implica la admiración es concordante con la lectura que
efectúa Vincent de Gaulejac del estatuto paradójico que tiene el éxito en el
trabajo contemporáneo, puesto que si éste es medido contantemente bajo
los estándares de la “excelencia”, finalmente deja de ser un objetivo
plenamente alcanzable en la medida que el desempeño concreto se compara
con un ideal puesto siempre más allá incluso de un resultado técnicamente
adecuado (De Gaulejac, 2005; Aubert & De Gaulejac, 1993).
231
de orden individual o colectivo; por ejemplo, hablar de la invisibilidad
(Honneth, 2011) o de diversas formas de patología social (Basaure, 2011;
Honneth, 2006, 2007). Por otra parte, estas formas de reconocimiento
intersubjetivo basados en el patrón de auto-reconocimiento e invisibilidad
social, pueden ser leídas como una complejización de la noción honnethiana
de lucha social, puesto que si bien se comparte con el filósofo de Frankfort el
planteamiento de posicionar al conflicto como el dinamizador del desarrollo
moral de las sociedades, ello no deriva necesariamente en sostener un
modelo de conflictividad como proceso meramente reivindicativo. De este
modo, aquí comulgamos con lo establecido por Emmanuel Renault, con
respecto a que el reconocimiento social no siempre sigue un modelo
estrictamente agonístico, por lo cual formas de alianza, sincretismos u otras
dinámicas intergrupales pueden perfectamente coexistir como momentos
dentro de una dinámica general de lucha por el reconocimiento (Renault,
2007 b).
( ii )
En segundo lugar, con respecto a la dimensión del reconocimiento
denominada como subjetivación-alienación, se establecen tres conclusiones
específicas. Primeramente, se afirma la pertinencia analítica de la distinción
entre alienación y reificación para vislumbrar aspectos distintos de la
cosificación que un agente o grupo pueden experimentar en un contexto
laboral, tal como ha sido destacado por distintos cientistas sociales dentro
del campo del reconocimiento del trabajo, enfatizando, por tanto, la
importancia que los elementos socio-estructurales y materiales poseen con
respecto a las lógicas de valoración moral de las necesidades, cualidades y
estatus de los sujetos en el campo laboral (Angella, 2016; Connolly, 2016;
Deranty, 2007; Haber, 2009).
232
metaformación de reconocimiento, constructo utilizado como herramienta de
análisis para el caso particular de las cajeras de grandes supermercados, al
mostrar el modo en que diversas formas y registros de reconocimiento se
sitúan en un contexto social y material determinado como es este escenario
laboral, bosquejando los modos complejos en los cuales pueden presentarse
las formas de reconocimiento en el trabajo.
233
función de que un conjunto de trabajadoras, situadas en determinado
escenario laboral, movilizando diversos recursos simbólicos y capitales
culturales, y que además se encuentran en relaciones mayormente
agonísticas y/o consensuadas con otros colectivos sociales y laborales,
establecen tanto una base normativa de mérito para su labor, como una
definición propia de su práctica, la cual la posiciona como un oficio más allá
de las prescripciones instrumentales definidas para aquel rol por parte de los
sistemas administrativos operativos para su función.
234
virtud de que, al igual que la noción honnethina, éstas actúan como una
forma de identificación común que surge desde la praxis de sujetos que
comparten una cultura y diversos intereses, oponiéndose a otros grupos que
comparten un mismo campo social, tal como expresa el sentido del trabajo
que construyen las cajeras de grandes supermercados en oposición al de
jefaturas y clientes. Sin embargo, si se atiende lo que precisamente nos
muestra este ejemplo, puede señalarse que la noción de esfera de valor que
se esfuerza por presentar acá, a diferencia de lo que señalan los autores
aludidos, se acerca más a preceptos marxistas, puesto que ésta sí se
constituye desde el trabajo común ejercido, siempre y cuando se entienda a
éste como un trabajo no prescrito, tal como lo hace, por ejemplo, la
perspectiva psicodinámica de Christophe Dejours (2013 b).
235
2002; Stecher, 2012). Por su parte, para el marco más general de los
estudios psicosociales del trabajo, la noción de esfera de valor puede ser una
forma de re-visitar la dimensión de oficio de todo trabajo y cómo esta se
expresa en el marco fragmentador de labores y colectivos del postfordismo.
Esta idea está volviendo a ser considerada -además del citado Dejours- por
Richard Sennett en sus obras más recientes sobre cultura materia y trabajo
colaborativo (Sennett, 2009; 2014).
236
Aunque podría darse a la anterior interrogante –si la alienación también
puede ser comprendida desde esta visión- una tentativa respuesta afirmativa,
creemos que estamos lejos aquí de poder sostener una argumentación más
detallada respecto a este tema, ya que ello no sólo implicaría profundizar en
los actuales debates que se están dando en el campo de la teoría social en
torno al estatuto de la alienación como clave analítico-crítica de las
sociedades contemporáneas (Haber, 2009; Ollman, 2012; Renault, 2009),
sino alejarnos del tema central de la tesis, que es visualizar estos fenómenos
desde la teoría del reconocimiento. De este modo, por el momento, se
concluirá aquí afirmando que la teoría del reconocimiento en el trabajo y los
estudios psicosociales del trabajo contemporáneo se ven beneficiados por la
inclusión de una perspectiva analítica de los fenómenos de la alienación, y
que para llevar a cabo pesquisas empíricas fundamentadas desde esta
concepción se requiere no sólo atender a las consideraciones marxistas
clásicas sobre este fenómeno, sino a la actualizada discusión que se está
dando en torno a aquella noción en el campo crítico de los estudios del
trabajo (Angella, 2016; Haber, 2009; Renault, 2009).
( iii )
237
trabajo y a las jefaturas directas se les demanda visualizar el trabajo de cajas
como un oficio; por otra parte, a sus propias familias y por extensión a toda la
sociedad, se les demanda una mayor consideración del sacrificio que
realizan las cajeras fuera de sus hogares, sometidas a las lógicas de la doble
presencia o la doble carga de labores entre el trabajo y la familia.
238
Las conclusiones que podrían formularse a partir de estas dos lógicas de
demandas de reconocimiento, es, por un lado, desde la perspectiva de
género, que a pesar del mayor grado de individuación social femenina, la
cual se evidencia en la mayor presencia de las mujeres en el ámbito
productivo y un relajamiento de los contratos de genero tradicionales, aún
dentro del mundo del trabajo perviven barreras para que las mujeres logren
una mayor emancipación, dado que ellas asumen que hay una barrera de
poder que limita sus expectativas de reconocimiento. De ahí, por ejemplo, la
demanda de visibilidad dirigida a la administración de los supermercados, la
cual, como se acotó, mantiene la verticalidad, lo cual incluso puede asociarse
a una legitimación de los marcos culturales de sociabilidad hacendal
descritos anteriormente, dados el carácter sexista del referente “otro” a que
las cajeras apelan. Por otro lado, dichas barreras que experimentan las
mujeres no sólo se deben a diferencias de poder, sino también a la
fragmentación de los colectivos sociales dentro de los escenarios laborales,
lo cual hace que en este caso, comparando a las cajeras de carrera con los
“novatos”, las lógicas de aprecio no sólo se constituyan a partir de diferencias
de género sino también a partir de diferencias generacionales, hallazgo
compatible a lo que muestran otras investigaciones con respecto a los
sentidos diferenciados del trabajo en el retail en colectivos separados por
edad, procedencia económica, entre otros factores (Stecher, Godoy & Toro,
2010, 2012; Toro, Stecher & Godoy, 2012).
( iv )
239
que, en rigor, no son iguales para todas las cadenas analizadas. Es por ello
que se cree que es necesario seguir la pesquisa empírica abordando casos
particulares de cadenas de supermercados, para poder determinar de modo
más fino las relaciones entre los elementos socio-estructurales y las
prácticas discursivas que vehiculizan las formas de reconocimiento en dichos
escenarios laborales.
En seguida, aunque no del todo como una limitación sino más bien como
una alternativa de análisis, podría pensarse en la pertinencia metodológica
del análisis de discurso y de las metodologías grupales para analizar el
tópico de reconocimiento en el trabajo. Si bien el diseño de la investigación
posibilitó la emergencia de un discurso grupal, podrían explorarse
metodologías narrativas u otras para abordar aspectos del agravio moral que
pudiesen ser invisibilizados en las voces colectivas. Al respecto, Herzog &
Hernández argumentan que nuevos enfoques discursivos como los
derivados de la Sociología del Conocimiento o el análisis de dispositivos de
Bührmann & Schneider, pueden ayudar a visualizar en el discurso vivencias
más individuales de agravio, como las situaciones de “exclusión discursiva”,
240
que analizan estos autores (Herzog & Hernández, 2012). Asimismo, si se
trata de considerar la conjunción entre discursos y aspectos socio-
estructurales, en vez de una perspectiva como la de Potter & Wetherell,
podría ser quizás más pertinente un enfoque como el del análisis crítico del
discurso de Norman Fairclough (2003) o incluso perspectivas analíticas como
las derivadas de enfoques foucaultianos como el de Siegfred Jäger (2003),
que pretenden analizar discursos en conjunción con prácticas no discursivas.
241
(v)
242
trabajo de cajeras de grandes supermercados como un oficio que mostró
esta investigación, lo cual también apoya el precepto del sentido
emancipador que aún puede mantener la esfera del ámbito productivo para
las mujeres que trabajan (Díaz, Godoy & Stecher, 2005).
243
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ANEXOS
253
Anexo Nº 1: Guión de presentación de grupos de discusión
Preguntas complementarias:
254
Anexo Nº 2: Pauta de observaciones de corte etnográfico a locales de
grandes cadenas de supermercados en Santiago de Chile
255
Anexo Nº 3: Carta consentimiento para entrevistas grupales
Por ello es que se solicita su colaboración para participar en la siguiente entrevista grupal, la
cual pretende obtener información directa de las cajeras de supermercados seleccionados, y
que tiene una duración aproximada de noventa minutos.
Se expresa que toda la información que usted aporte durante esta entrevista será tratada
de manera absolutamente confidencial, de acuerdo a la ley 19.628 de 1999, sobre
protección de la vida privada o protección de datos de carácter personal. Esto significa que,
a la información generada en las entrevistas -la cual será registrada en una grabadora digital
para su posterior transcripción y análisis-, sólo tendrá acceso el investigador responsable del
proyecto. Por este medio también se asegura que no se dará a conocer la fuente de los
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datos, salvo que ello sea exigido por alguna autoridad competente. Asimismo, se guardará
absoluto anonimato con respecto a tanto los locales involucrados en el estudio, como la
pertenencia de la entrevistada a alguno de ellos.
La información grabada en audio estará en posesión del investigador del proyecto por un
periodo mínimo de un año y un máximo de dos.
Por este medio, igualmente, se indica que no habrá pago de ningún tipo por la participación
en el estudio.
Finalmente, se señala que si usted siente de alguna forma vulnerados sus derechos en la
presente investigación, puede dirigirse al comité de ética de la Universidad Alberto Hurtado
(coniteetica@uahurtado.cl), ubicado en Almirante Barroso Nº 10, en la comuna de Santiago.
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