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DESARROLLO DEL URBANISMO EN LAS CIUDADES RUSAS

YOLANDA LLORET OLLER

Características generales: el desarrollo de los primeros núcleos urbanos .......................................... 2


Los primeros siglos del desarrollo urbano ........................................................................................... 3
La evolución de Moscú como capital .............................................................................................. 3
Moscú en el siglo XVII.................................................................................................................... 6
El desarrollo social y urbano de moscú en la segunda mitad del siglo XVII .................................... 7
La fundación de San Petersburgo en el siglo XVIII ......................................................................... 8
La planificacion de San Petersburgo ............................................................................................ 10
La terminación de San Petersburgo en la segunda mitad del siglo XVIII ...................................... 13
Moscú en el siglo XVIII ................................................................................................................ 15
La relación establecida entre el Kremlin y el resto de la ciudad ................................................................ 16
La situación en otras ciudades durante el siglo xviii.......................................................................... 18
Siglo xix: coyuntura general ............................................................................................................. 19
Evolución urbanística y arquitectónica......................................................................................... 21
Moscú en el siglo XIX ................................................................................................................... 22
San Petersburgo en el siglo XIX ................................................................................................... 25
Otras ciudades del imperio ruso ........................................................................................................ 31
Kiev .............................................................................................................................................. 31
La economía de Kiev ............................................................................................................................... 33
Odessa.......................................................................................................................................... 35
Varsovia ....................................................................................................................................... 37
Riga.............................................................................................................................................. 39
El período de transición: la ciudad soviética ..................................................................................... 42

DESARROLLO DEL URBANISMO EN LAS CIUDADES RUSAS

Características Generales: el desarrollo de los primeros núcleos urbanos

A pesar de los diversos orígenes de las ciudades que conformaron el imperio


ruso, pueden destacarse una serie de características afines a todas ellas, imprescindibles
para comprender la evolución urbanística de las mismas, especialmente durante el
período comprendido entre los siglos XVIII y XX. En términos generales, podemos
considerar que la ciudad rusa ha formado una cierta unitariedad con su paisaje y, en
definitiva con los edificios que, de forma diseminada, han sido edificados en su territorio.
Se establecía, en cualquier ciudad del territorio ruso, una perfecta división entre la parte
formada por las construcciones del Kremlin y barrios adyacentes, en el que residían
religiosos, nobles y mercaderes (la parte denominada gorod), y la posad, conformada por
los suburbios y situada en la parte extramuros de la ciudad. Por las especiales
características del desarrollo urbano en Rusia durante el período moderno, cabe decir
que éste no fue igual a la evolución de las metrópolis de la Europa occidental.

Si se exceptúan ciudades como Nóvgorod, Pskov y Tver, que hicieron de sus


relaciones con Occidente la base de su floreciente economía, el nacimiento de las nuevas
ciudades en Rusia, fenómeno que puede generalizarse entre los siglos XIV y XV, estuvo
ligado a la libertad de movimiento de los campesinos, que emigraban de forma constante,
talando nuevas regiones en busca de suelo cultivable. La rapidez con que se agotaba este
suelo provocaba el asiduo movimiento migratorio en busca de terrenos más adecuados,
por lo que no puede hablarse de poblaciones rurales estables hasta la primera mitad del
siglo XV.

Otro factor a considerar en el nacimiento de los nuevos núcleos urbanos es la


generalización y el establecimiento de las órdenes monásticas, y la colonización realizada
por dichos monasterios, lo cual reforzaba la economía de las comunidades monásticas en
detrimento de las campesinas, que pasaron a estar bajo la tutela de las primeras, haciendo
del trabajo agrícola un instrumento de poder.

Se iniciaba de esta manera el primitivo desarrollo de las primeras comunidades


urbanas. A los centros monásticos de mayor envergadura, rodeados de las tierras de
labranza, se le sumaban actividades adicionales, como la militar y comercial y ya,
finalmente, el embrionario nacimiento de la industria, durante los siglos XVIII y XIX,
como respuesta a las necesidades militares (las primeras fábricas surgidas son arsenales
militares y fábricas de armas). Los centros monásticos más importantes a partir de los
cuales empiezan a desarrollarse las ciudades pertenecen a la Rusia septentrional. En
ocasiones, la creación de una comunidad monástica se debía al deseo de contrarrestar la
importancia del crecimiento económico de otras ciudades rivales y vecinas.

Con el paso de los siglos, y ya iniciándose el período preindustrial, las ciudades


acusan el impacto del rápido desarrollo industrial y comercial y, como consecuencia, el
aumento de población debido a la gran migración interna. Los nuevo núcleos de
población crecieron de forma hostil, bien por los problemas derivados de las distintas
etnias que se situaban en los suburbios de las ciudades, bien por los conflictos de clase
surgidos entre proletarios y capitalistas en las ciudades industriales, a lo que hay añadir
las nuevas políticas municipales, dotadas de mayor autonomía que propiciaron el
surgimiento de regímenes autocráticos. Las nuevas perspectivas urbanas proporcionan
un claro foco de tendencias fundamentalmente alteradas por las relaciones políticas y
sociales en las décadas anteriores a la caída del imperio.

Vamos a examinar las principales ciudades que conformaron los antiguos


territorios rusos, haciendo especial hincapié, como es natural, sobre Moscú y San
Petersburgo, ciudades que por sus especiales características histórico-sociales, han
tenido singular relevancia en los acontecimientos históricos de Rusia. Se realizará,
asimismo, un repaso sobre otras ciudades como Riga, Odessa, Kiev, de especial
importancia económica, Varsovia, que durante algunos siglos perteneció al imperio ruso,
y otras ciudades menores.

LOS PRIMEROS SIGLOS DEL DESARROLLO URBANO

La evolución de Moscú como capital


En lo referente a la estructura y a los distintos elementos que constituyen la
ciudad de Moscú, sin duda ésta sigue dominada por las condiciones históricas de su
desarrollo, mostrando el conflicto entre el orden palaciego de las construcciones de la
ciudad mayor y la génesis de la ciudad menor, conflicto que es posible derivar de la
histórica y clara distinción entre Gorod y Possad, donde los centros monumentales se
oponen a las sucesivas ampliaciones de la ciudad a lo largo de su desarrollo. La
evolución de la ciudad la ha dotado de unas características peculiares que perduran a
través de los siglos y que seguirán intactas hasta bien entrado el siglo XIX, cuando la
ciudad asuma su definitiva faz.

El origen de la ciudad de Moscú no debió diferenciarse mucho de otras ciudades


menores. Fundada en 1147 por el príncipe de Suzdal Iurii Dolgorukii, Moscú no fue
inicialmente más que un pequeño núcleo defensivo destinado a preservar los límites de
los territorios de Suzdal. En aquel momento, el Kremlin, situado en una pequeña colina,
y en la confluencia de los ríos Moscova y Neglinnaia, ocupaba una posición estratégica
para el comercio y la defensa de las zonas del noreste.

Los príncipes moscovitas fueron convenientemente situados para controlar las


rutas comerciales desde Europa Central y el Báltico hacia Asia, vía el Volga, y para
cobrar derechos de paso a todos aquellos que transitaban por la zona. El progresivo
aumento de la población, con la llegada de nobles, príncipes, eclesiásticos, comerciantes
y órdenes monásticas, dotaron pronto al emplazamiento de una gran vitalidad,
proveyéndolo de una base social y económica lo suficientemente importante para el
asentamiento de una ciudad fuerte. Como resultado, en un período inferior a dos siglos,
Moscú desarrolló un centro administrativo, era foco de comercio y transporte y un
importante eje de producción. A partir del siglo XV, momento en que su poder
hegemónico empezó a consolidarse, la ciudad empieza a perfilarse, siendo estos los años
de la inmigración de técnicos y arquitectos procedentes de Europa y de Italia.

Las primeras penetraciones de la cultura europea en Rusia durante este siglo se


inician con la llegada de arquitectos italianos para trabajar en la reconstrucción del
Kremlin, aunque en estos momentos tan sólo se trata de actuaciones aisladas,
estrechamente relacionadas con el círculo que rodea al soberano, sin llegar a extenderse
el estilo italianizante por todo el estado moscovita.

A nivel urbanístico, el modelo alternativo, al menos hasta el predominio


moscovita ya en el siglo XV, eran Nóvgorod y las ciudades que mantienen una estrecha
relación con el área hanseática. En Nóvgorod se desarrolla un verdadero éxodo de los
nobles hacia el campo, atrayendo órdenes monásticas fundadoras de numerosos
monasterios, favoreciendo la clara distinción entre la economía urbano-mercantil y la
agrícola-monástica. Por lo que respecta a Pskov, dotada igualmente de una estructura
política republicana y rival de Nóvgorod, el período de los siglos XII y XIII se enriquece
de acontecimientos arquitectónicos de entre los más elevados de la arquitectura rusa
antigua.

Por su parte, la ciudad de Moscú se fue desarrollando en núcleos concéntricos


alrededor de la ciudadela y con barrios formados por calles rectas y de trama rectangular,
denominada "Ciudad Amurallada", por encontrarse esta zona resguardada por murallas
que se extendían desde el Kremlin, situado en la actual Plaza Roja, hasta los límites de
dicha zona. En este tramo se establecieron tiendas, comercios y talleres, por lo que
pasaría a denominarse la zona Torgovye Riady, (filas de tiendas), completadas por los
famosos almacenes o Gostiny Dvor (hoy día denominados DUM). Tras el cinturón de
tiendas, se extendía una vasta tierra (podol), a lo largo del río, marcando los límites
territoriales de la ciudad. Alrededor de la zona amurallada y en el lado opuesto, se
expandían grandes extensiones de tierra sin habitar.

Será realmente a partir del siglo XVI, con la introducción de nuevas influencias
comerciales, económicas y políticas externas, cuando observamos influencias de
occidente sobre el desarrollo urbano de las ciudades rusas. En la fundación de nuevas
ciudades, el impulso de la colonización interna de Siberia, la construcción de recintos
amurallados en mampostería (sustituyendo a los de tierra) y el gran desarrollo de la
capital en este período, es posible observar reminiscencias claramente originarias de la
Europa Occidental, como más tarde veremos.

La aceleración de los contactos con occidente a fines del siglo XVI llevará a los
soberanos a actualizar sus instrumentos urbanísticos, con una visión más moderna sobre
la función del estado y a modificar las estructuras de las ciudades con la finalidad de
adaptarlas a las pretensiones de los estados enemigos, especialmente Suecia. Sin
embargo, estas sucesivas modificaciones conllevan una crisis en las estructuras
tradicionales rusas, sobre todo en el campo, asistiendo de esta forma a la ruptura entre la
historia antigua y moderna de Rusia, con la consolidación del Estado Absoluto en
detrimento de la feudalidad marcada por la sociedad de los boyardos.

Una figura de especial significado en este período será el zar Iván el Terrible
(1530-1584), cuyo reinado se caracterizará por el expansionismo militar (es en esta
época cuando se abre la posibilidad de salida al mar Negro y la conquista del reino de
Siberia en 1582), introduciendo cambios ostensibles en la estructura de Moscú. La
capital había seguido su desarrollo durante la primera mitad de siglo, con la ampliación
de las obras del Kremlin, circundadas por un terraplén y un foso con agua, y con la
construcción de un primer recinto amurallado, denominado Kitaigorod. Este recinto
amurallado supondrá el inicio de la fase de crecimiento de la ciudad, favorecido más
tarde por la política del zar Iván. Durante este período, algunos pequeños centros caían
bajo la protección de Moscú. Tal es el caso de Vologda, convertido en centro de interés
y protección por parte de Iván. Esta población, que durante cuatro siglos (entre 1100 y
1500), había crecido únicamente con edificios de madera, inició un proceso de
transformación limitado sólo a los edificios principales, a base de construcciones en
piedra, convirtiéndose más tarde en el modelo al que referirse para la edificación de los
nuevos edificios urbanos y monumentales de Moscú. Así, el Monasterio de Priluki, la
muralla fortificada, el centro de la ciudad, rico en edificios monumentales y edificios
auxiliares, formando un coherente conjunto arquitectónico y el Kremlin de Vologda,
alrededor del cual, cercano al río, se habían dispuesto monumentos en franca
coexistencia con la vegetación y las viviendas particulares, siendo un ejemplo a imitar
cuando se tome en serio la planificación urbanística y la construcción de nuevos edificios
en Moscú.

El período constante de guerras en esta época, las numerosas obras públicas que
atraen mano de obra a la ciudad, la institución del servicio militar obligatorio, el
poblamiento de las nuevas tierras conquistadas y la supresión de las antiguas estructuras
territoriales feudales, provocan una catástrofe agrícola, con un masivo abandono de las
tierras por parte de los campesinos, lo que obligará al zar Iván a tomar una serie de
medidas, entre las que se encontraban la prohibición a los campesinos a cambiar de tierra
y de patrón. Estos acontecimientos abren el camino a un nuevo equilibrio sobre la base
del estado absoluto, con el predominio de una nueva capital, Moscú, cuyas renovadas
estructuras están en disposición de administrar los nuevos territorios.

Por estas fechas, Moscú todavía es una pequeña capital de 80.000 habitantes,
dotada de un pequeño núcleo fortificado y una gran área periférica con construcciones de
madera. En 1547, un gran incendio destruye la ciudad, dando lugar al inicio de una
reestructuración, que se dirigirá exclusivamente hacia los núcleos monumentales. Es en
estos momentos cuando podemos referirnos al desarrollo del urbanismo en la capital.

De esta manera se levantó entre 1555 y 1561, fuera de la puerta del Kremlin, la
catedral de San Basilio, símbolo del reinado de Iván. En los siguientes años se
construirán en el interior del Kremlin el Palacio de las Embajadas (1565), y en el exterior,
el Palacio de la Imprenta (Petchatny Dvor).

Tras la muerte del zar, la ciudad de Moscú experimentará dos sucesivas


ampliaciones del recinto amurallado. Formalmente, la ampliación de Moscú se asemeja a
la ordenación de Nóvgorod, sometida a finales del s. XV, con una ciudad sobre el río,
amurallada en media luna, y un suburbio menor en la orilla opuesta, igualmente
amurallado. Con la expansión de la ciudad, vemos como Moscú aparece concebida como
centro de un estado en plena expansión.

La construcción de las murallas tendrá una importancia significativa en el


desarrollo urbano y social de la capital ya que, con su edificación, se establece una
jerarquía de la ciudad de tipo occidental por fajas concéntricas. El primer recinto
amurallado es de mampostería y comprende un gran área a la derecha de Moscú en torno
a San Basilio. Los suburbios exteriores y la parte izquierda de Moscú quedarán incluidos
en otro recinto circular construido en madera con 57 torres.

Moscú en el siglo XVII


Durante el siglo XVI el estado Moscovita ha ido ampliándose y, ahora, en el siglo
XVII, será cuando se alcance un gran desarrollo gracias a la expansión de sus fronteras
especialmente hacia dos direcciones: por un lado, en dirección al estado turco y, por
otro, hacia Siberia.

Las continuas expansiones dirigidas hacia la apertura de nuevas fronteras,


provocan el surgimiento de numerosos núcleos de población, realizados básicamente a
base de madera y tierra, y diseminados en unos territorios escasamente habitados y con
recursos poco aprovechados. Estos núcleos, denominados ostrog, disponen de una parte
alta fortificada y de unos suburbios, situados en las partes bajas de la población. Esta
tipología de asentamientos cuentan en general con iglesia, centro administrativo, sede
municipal, tribunal, granero, arsenal, prisión, residencia del gobernador y el osadn dvor,
un local cuya función es la de refugio en caso de guerra o insurrecciones. En esencia, se
trata de un tipo urbano distinto a los modelos de Europa occidental y a los
emplazamientos de Nueva España. Los ostrog siberianos son esencialmente núcleos
fortificados que desarrollan a la par funciones de etapas para los viajeros, para caravanas
y expediciones de comerciantes contratistas. El sistema de colonización siberiano
recogía, además, la forma de construir de las antiguas ciudades rusas, cuyas estructuras
fundamentales se resumían en un núcleo político y militar (el Kremlin), y rodeado por la
possad o zona artesanal y comercial.

Por su parte, la capital, Moscú, obtiene ventajas considerables de la colonización


de Siberia, consiguiendo de esta manera una salida al Pacífico. La ciudad se hallará
inserta en una amplia red de intercambios comerciales, favoreciendo el desarrollo de la
industria pesada, la metalurgia y la producción de material para la artillería.

A comienzos del silo XVII, la configuración urbana de Moscú, se presenta


bastante compleja, resultado del desarrollo experimentado durante los siglos anteriores:
dos recintos de murallas rodean la zona del Kremlin y la Kitai Gorod, siendo éstos el
corazón antiguo de la ciudad. El tercer cerco, Bièly Gorod (Ciudad Blanca), construído
entre 1586 y 1593, se superpone al cuarto circuito, levantado entre 1591 y 1592, el
Zemlianoi Gorod. Entre ambos recintos se extiende una amplia zona de suburbios, pobre
y bastante despoblada, en la que conviven con una serie de burgos o sloboda,
distribuidos según la connotación étnica y artesanal de la población. Al otro lado de
Moscú, en la parte exterior de las murallas, se asientan los extranjeros, los griegos y los
tudescos (los provenientes del occidente europeo), conformando la possad.

Las continuas invasiones suecas provocan notables daños y destrucciones en esta


parte de la ciudad, lo que provoca que, al término de la guerra contra los suecos, el zar
Miguel Fedorovich (1613-45) inicie una activa obra de reconstrucción y ampliación de la
ciudad. En dicha reconstrucción, muchos edificios de madera serán sustituidos por
construcciones de mampostería. Entre 1637-1640 se sustituyen las murallas quemadas
con bastiones de tierra y en 1643 es llamado de Estrasburgo Falk Christler, que elaborará
el primer proyecto de puente de piedra a través de Moscú, que no será edificado hasta
finales de siglo.

Especialmente reseñable es la actividad reconstrutiva del zar Alexis Mikhailovich


en 1652, al tener una influencia determinante en la formación de Pedro el Grande,
actuando como vehículo de contacto cultural con el mundo centroeuropeo. Este zar puso
especial énfasis en ordenar el confuso tejido de la possad, que escapaba al control
administrativo y político del Estado. El primer acto significativo de reorganización de
estos territorios, será el censo de hogares, efectuado a efectos fiscales entre 1646-48. Sin
embargo, la situación de desorden administrativo, fiscal y urbano en estos territorios
persistirá durante muchos años.

El desarrollo social y urbano de Moscú en la segunda mitad del siglo XVII


Durante el transcurso de la segunda mitad del siglo XVII se producen una serie
de acontecimientos determinantes para el posterior desarrollo urbano de la ciudad. La
possad seguía creciendo de forma descontrolada, debido principalmente al deseo de
eludir los gravámenes fiscales impuestos por los sucesivos zares, de ahí la orden dada por
el zar Alexis Mikhailovich para la realización del censo de hogares. El descontento por
las nuevas obligaciones fiscales provoca el estallido de una gran rebelión en Moscú en el
año 1648. Con inusitada rapidez, el levantamiento irá extendiéndose a otras ciudades
desde Oustiog, en el noroeste, a Tomsk en Siberia, hasta Ucrania. Reprimida en todas las
poblaciones, la rebelión finaliza con un devastador incendio que redujo a cenizas la mitad
del interior de la ciudad de Moscú.

Los innumerables daños causados por el incendio obligan, en 1649, a la


reconstrucción de esta parte de la ciudad, obras asumidas por el Estado, lo que supone el
preámbulo de la cristalización del asentamiento que caracteriza a la estructura urbana de
Moscú. La primera actuación va encaminada a reintegrar a los burgos, diseminados por
la possad a la jurisdicción de la ciudad y, como contrapartida, a la obligatoriedad de
pagar impuestos a todos sus habitantes. Los mercaderes ricos, pobladores de otras
ciudades, son obligados a trasladarse a la capital, castigando incluso con la pena de
muerte para quién intente pasar de una población a otra, en el año 1658.

Durante el reinado del zar Alexis se reconstruye el burgo de los tudescos, que
había quedado completamente destruido con las invasiones suecas. El nuevo núcleo
estará ubicado al norte de Moscú. La ordenación es de calles regulares y rectas con
influencia urbanística occidental, poblándose de casas con jardines. La atracción que este
nuevo centro de población produce es muy grande, no sólo por parte de los extranjeros,
sino también a los nativos, atraídos por el modo de vida de los primeros, de costumbres
más libres respecto a los rígido hábitos locales, así como de la posibilidad de asimilar
todas las novedades de la moda y las nuevos avances tecnológicos provenientes del
extranjero. La Nueva Nemetskaia aparece pues como una verdadera ciudad, con una
gran cantidad de iglesias y un aspecto eminentemente europeo.

Definitivamente, el símbolo de la consolidación de las relaciones de Rusia con el


occidente lo conforma, a mediados de siglo, la construcción del Gostiny Dvor, o Corte
de los Mercaderes, edificado en pleno centro de la ciudad entre 1660 y 1665. Las
características del edificio son semejantes a los grandes complejos del mundo islámico:
un gran rectángulo con cuatro torres angulares, organizado racionalmente con tiendas en
su interior y abierto a todos los mercaderes extranjeros. La Corte de los Mercaderes
indica claramente la transformación de la capital con funciones administrativo-militares, y
residencia de la corte, a verdadera ciudad con todas sus articulaciones.

Entre 1680 y 1683, años caracterizados por la difícil lucha por la sucesión,
anteriores a la toma de poder de Pedro el Grande, se construyen en Moscú otros
edificios civiles: el hospital y el conjunto de los Prikazes, o palacios administrativos.
En este período, la verdadera escuela de Pedro el Grande será el burgo de los
tudescos, dónde técnicos holandeses inician al futuro zar en la cultura occidental,
constituyendo una fuente importantísima de inspiración cultural y política que más tarde
contrapondrá a la vieja tradición del palacio y de la sociedad de los boyardos. En sus
viajes a Occidente, Pedro el Grande entablará contactos con los astilleros holandeses y
aprenderá al detalle aspectos de la tecnología europea, en cuya ignorancia él atribuye uno
de los motivos principales de la dependencia y el subdesarrollo de las poblaciones rusas.

La fundación de San Petersburgo en el siglo XVIII


Será el zar Pedro el Grande quien inicie el giro decisivo hacia la modernización y
occidentalización del país. Durante su reinado someterá las atrasadas estructuras feudales
a un proceso acelerado de europeización, aunque su éxito, fuera de los ambientes
cortesanos y militares, sólo será parcial. En sus esfuerzos por transformar Rusia de
estado asiático a gran potencia europea, con estructuras políticas y administrativas
centralizadas, tendrá una gran importancia la fundación de una nueva capital, San
Petersburgo.

Conquistada una salida al mar Báltico, Pedro el Grande decide en 1703 la


fundación de una nueva ciudad en el delta del Neva, a modo de cabeza de puente contra
Suecia. Más tarde, en 1712, cuando el primer asentamiento tan sólo cuenta con pocos
años de vida, el zar traslada la capital desde Moscú a San Petersburgo.

El nacimiento de la ciudad, cuyo acto fundacional se realiza en mayo de 1703, fue


el símbolo de la determinación de Pedro el Grande de abrir su estado hacia el exterior y
de establecer relaciones diplomáticas, comerciales y artísticas con los países de la Europa
Occidental. Igualmente, intentará emular en la mayor medida posible las ciudades que él
ha visitado en sus numerosos viajes a Occidente, entre otras; Amsterdam, Londres,
Dresde y Viena.

Urbanísticamente hablando, la ciudad es concebida en principio en forma


lacustre, es decir, a manera de las ciudades holandesas, con canales paralelos y
concéntricos, pero una visita a París, hace que Pedro se traiga consigo al arquitecto
francés Le Blond, primer artífice de la elaboración de un plan general para la ciudad. Este
acontecimiento supone la entrada oficial del arte occidental en Rusia.

En adelante, el interés suscitado por Occidente ya no se limita a los encuentros ni


a los intercambios, ya no es mera curiosidad. Con la fundación de San Petersburgo se
pretenderá otorgar una permeabilidad a toda la realidad de los territorios rusos con
respecto a la influencia europea, se quiere reformarla partiendo de cuanto las otras
naciones han sabido ya expresar. "San Petersburgo, ventana abierta a Europa", será una
expresión que refleje el intento de Pedro el Grande de abrir una vía en el inmenso
territorio ruso a través del cuál hacer penetrar su espíritu reformador.

En estos momentos se asiste al surgimiento de la denominada ciudad áulica,


producto del poder absolutista moderno, que toma cuerpo a partir del s. XVIII, contraria
al surgimiento espontáneo de la urbanización propiamente rusa, con la planificación del
momento, de tal forma que San Petersburgo fuera capaz de evocar el mito de la tercera
Roma surgiendo con ello, una nueva capital que la haga comparable a cualquiera de las
más importantes de Occidente.

Inmediatamente, las relaciones con el resto de países de la órbita Occidental se


ponen en marcha. Esto trae como consecuencia que Pedro piense en arquitectos,
urbanistas y artistas procedentes de occidente, como los más indicados para llevar a cabo
el proyecto de urbanización y construcción de la nueva capital. En primer lugar, fue
llamado Lambert, planificador de las fortalezas de Luis XIV, y precursor de la moderna
figura del técnico sumergido en su propia misión social. Se llamó también a Domenico
Trezzini, con una aportación típicamente europea, consecuencia de sus numerosos viajes
a través de Europa, a la vez que de clara formación italiana, dedicado a la construcción
de la fortaleza.

Queda por establecer sí y en que medida Pedro participó en la determinación de


las primeras directrices para la construcción de la ciudad. Como la mayoría de los
historiadores han observado, Pedro estaba dotado de la facultad de llenarse de
entusiasmo y de voluntad, pero no era apto para traducirse en una obra constructiva
metódica y ordenada. Suyas, posiblemente, fueron las pautas encaminadas a solicitar
apoyos a la nobleza y a la clase mercantil, y suyo sería el deseo de edificar la ciudad en la
isla de Vasily. Pero, es probable que sus influencias no fueran más allá de las indicaciones
y decisiones que indirectamente podían influír sobre las grandes elecciones urbanísticas.

La ciudad, por lo demás, permanecía al final de su reinado aún sin definir, por lo
que a su estructura respecta. Se habían esclarecido algunas premisas arquitectónicas,
para la determinación de las relaciones visuales y funcionales entre diversas zonas, pero
estas no llegaban a tener más que un mero carácter episódico y se resistían a identificarse
en un proyecto totalitario de conjunto.

La Planificacion de San Petersburgo


El propio zar debió darse cuenta que, a pesar de todos los avances realizados por
Trezzini, dedicado a la construcción de la fortaleza, y a pesar de los intentos de otros
arquitectos extranjeros como Andreas Schlüter y Gottfried Schädel, la ciudad seguía sin
tener predefinida una estructura urbana coherente. Así pues, en 1714, Pedro le
encomendó al propio Trezzini y a Härbel la tarea de elaborar un proyecto de
urbanización, donde la isla Vasily constituiría el núcleo central y de elemento ordenador
de la ciudad.

En 1717 se realizó otro proyecto, esta vez por parte de Mattarnowy donde, al
igual que en el mencionado anteriormente, la isla Vasily era considerada como un
elemento autónomo, con escasos contactos con el resto de la ciudad, circundada por una
serie de fortificaciones, y cuya superficie estaba rodeada por una red de canales
elaborados de tal manera que formaban parcelas regulares.

La visita de Nicolás Léblond forzosamente ha de reavivar el deseo de Pedro de


igualar al rey Sol francés imitando, en lo posible, incluso sus rituales de mecenazgo y su
ostentación por la cultura cortesana, palaciega y celebrativa. En 1717 Léblond presenta
un plano de San Petersburgo, constituído por un óvalo, comprendiendo las tres islas
principales de la ciudad, con los ejes ligeramente desplazados con respecto a los ejes
naturales del golfo y la línea tangente al litoral. La ubicación del nuevo centro está
prevista en la isla Basilienses, ubicándose en ella los grandes palacios, el puerto
comercial y el palacio del zar. La isla del Almirantazgo debía ser destinada a actividades
marineras y a los astilleros y la isla de los Abedules a actividades artesanas. Todo el
centro está compuesto de un esquema biaxial. El eje mayor conforma las directrices de
los bloques menores, el denominado "lugar fortificado" (Plaza de las Armas), así como el
gran núcleo monumental, formado por el parque y el palacio, estando situada, por
último, tangente a la Academia de las Ciencias y a los Jardines del Palacio de
Menschikov, en la desembocadura del Pequeño Neva.

El plano de Léblond, caracterizado por su gran abstracismo, debido a su trazado


geométrico formando un óvalo, no llegó a tener en cuenta la situación efectiva de la
ciudad, aunque expresaba un concepto grandioso que, por otra parte, ya se mostraba
obsoleto. Un plano, todavía barroco en líneas generales, que presenta en definitiva una
ciudad destinada a simbolizar la solidez del poder y la agresividad militar, pero inscrita en
un paisaje variable.

A Pedro le suceden, después de un corto período con los reinados de Catalina I y


Pedro II, las zarinas Ana e Isabel, ligadas, sobre todo, a la influencia germánica, con
tendencia al conservadurismo, y preocupadas por la continuidad del poder. Después de
las reformas realizadas por Pedro, dentro del ámbito de la estructura en el poder, van
ahora concretándose los papeles del aparato burocrático, al igual que el de las
"profesiones liberales". Ahora no puede separarse la aportación creativo-ideológica de
los artistas individuales, de las decisiones de los órganos encargados de la planificación.
Para la construcción regular de San Petersburgo, Ana se confió a arquitectos y
urbanistas de la talla de Zemstov y Korobov, constructor, entre otros, del nuevo
Almirantazgo. Es en este momento cuando, definitivamente, se configuran los tres ejes
confluyentes en un punto de fuga central (la aguja del Almirantazgo) y que estructuran
todo el sector sur de la ciudad, según nuevos principios visuales y funcionales. La
Perspectiva Nevsky es una de las tres avenidas que forman parte de este tridente urbano,
constituyendo el eje más importante de la metrópoli.

Este es el momento de la plena expansión en Rusia de la arquitectura barroca,


influída por Rastrelli, pero sin perder sus tipísmos rusos, lo que la convertirá en tiempos
de la emperatriz Isabel, en peculiar. Arquitectónicamente, los palacios que surgen en
estos momentos, al amparo de una ordenación urbanística más o menos compleja,
combinarán las tradiciones locales con la influencia extranjera, debida a Rastrelli.

La Perspectiva Nevsky, uno de los ejes del tridente de San Petersburgo, se


concibió como la nueva arteria abierta entre 1712 y 1718 para comunicar el centro de la
ciudad, defendido por el Almirantazgo, con el antiguo camino hacia Nóvgorod, en
sustitución del antiguo y tortuoso camino. Un cierto aire campestre diferenciaba
notablemente este sector de la ciudad de la zona de mayor prestigio, aunque la
perspectiva, la precisión y el cuidado de las obras de urbanización indicaban la voluntad
de crear un espacio urbano de calidad, hasta el punto de llegar a convertirse con el
tiempo en la parte de la ciudad tradicionalmente contrapuesta a las más monumentales y
palaciegas.

Las Perspectivas (a la Bolsahia Doroga se añadió, en 1717, la Vosnesensky


Prospekt, actualmente Maiorov), eran mejoradas y adoquinadas para incitar con ello a la
construcción de nuevas casas y, al mismo tiempo, ya antes del tridente, para controlar el
desarrollo urbano. Esto último era todavía bastante episódico . La alineación unía puntos
con diferentes características, como el Almirantazgo, coronado ya por la torre y la aguja,
aunque no rodeado de canales y terraplenes. Entre el Moika y el Fontanka no había
ninguna edificación. El lugar del Gostiny Dvor, existía un terreno pantanoso. Todavía
más al sur, se extendían los suburbios. Los terrenos adosados a los lados del recorrido
del Fontanka eran cedidos a los nobles, los cuáles construían sus fincas palaciegas, con
las fachadas mirando al río, cuyas orillas continuaban en su estado natural, exentas de
calles y atracaderos.

A lo largo del Bolshaia Doroga, por el contrario, se iban realizando importantes


obras arquitectónicas (puente de Anickov, 1715 y 1720, ambos de madera), mientras que
hacia la parte sur, a la entrada de la ciudad, se empezaba a levantar una gran casamata,
con edificio de guardia. Cuando más tarde, en 1710, concluyó la construcción del
Monasterio de Alexandr Nevsky, se había procedido a unir también esta última con el
camino de Nóvgorod, dando lugar a un nuevo trazado, denominado Staroneievsky que
más tarde se convertirá en la prolongación de la misma Nevsky Prospekt.

Esencialmente, el tridente creado no hace sino confirmar y conferir una forma


coherente a todo cuanto se ha ido acumulando en el transcurso del tiempo, ya sea como
obras individuales o bien como infraestructura. Lo que sí cambia, si acaso, es la actitud
de los planificadores. Mediante la urbanización del tridente se pretende desplazar hacia el
sur el baricentro de la ciudad. La idea de la estructuración del sector sur en ejes
perspectivos, se remontaba, en cuanto a sus efectos, a la época de Pedro, en busca de
una mejora y de una calificación formal de la entrada a la ciudad desde tierra firme,
aunque sin la intención de dar mayor consistencia al desarrollo urbano en aquella
dirección.

De hecho, este sector de ciudad continúa separado del centro ideal de la ciudad,
allí donde ha sido concebido por los primeros planificadores y lejos del centro
geométrico de las primeras intervenciones arquitectónicas, coincidente con el espejo de
agua fronterizo con la Strelka y que al sur halla la barrera del Almirantazgo y del Palacio
de Invierno.

El marco estructural de la ciudad, por lo demás, debía apoyarse en especial sobre


la construcción de los ejes de perspectiva, de los que se excluía a los monumentos
principales que, por lo general, estaban separados y apartados, desvinculados por
consiguiente, de relaciones visibles. Desde este punto de vista, la época de Pedro y los
años que preceden a la mitad del siglo están caracterizados por una acusada carencia de
homogeneidad de lenguajes, y por baches y caídas de potencial.

Con Isabel se atraviesa la fase más aristocrática y palaciega del Barroco


dieciochesco. Los palacios de la nobleza son cada vez más numerosos y ostentan una
magnificencia del todo exterior. El Palacio de Anichkov, de Zemtsov, donado por
Isabel a su favorito Razumovsky, se caracteriza, por ejemplo, como un complejo
arquitectónico bastante rico y articulado; en la parte que da a la Nevsky Prospekt y el
Fontanka, y por consiguiente a una zona relativamente central, el esquema es de nuevo el
de las fincas rurales, con la construcción en retroceso dentro de una parcela amplia y
profunda, con la fachada mirando hacia el Fontanka y la columnata de madera que separa
el patio del exterior. En la parte opuesta del río, desde la Nevsky Prospekt, hasta la
Sadovoie, se extiende un jardín con un diseño bastante regular. Por lo tanto, es violado el
principio de la edificación frontal, la norma rígida de las alineaciones sobre el perfil de la
calle.

El Palacio Stroganov, de Rastrelli, se califica como uno de los más típicos


ejemplos del barroco palaciego, aunque aparezca estructurado desde un punto de vista
urbano, alineado a la altura del Moika.
Más allá del canal, siguiendo en la intersección entre el Moika y la Nevsky,
Rastrelli construye la sede provisional del Palacio de Invierno. Esta precaria
construcción, destinada más tarde a ser desmantelada y destruída, debía ocupar un área
enorme, entre la Nevsky, el Moika y la actual calle Gogol, y fue realizada en un solo
plano, en madera y decorada con tallas sobre la fachada. Rastrelli, vinculado
estrechamente al poder de Isabel, parece buscar un resurgimiento del espíritu "panruso"
de la Moscovia.

La terminación de San Petersburgo en la segunda mitad del siglo XVIII

Es a mediados del siglo (1753), cuando la ciudad ha alcanzado ya la expansión,


que se mantendrá constante a lo largo de todo el siglo XIX. En la planimetría de
Majaev, la ciudad ocupa de hecho un territorio que comprende ya las zonas donde,
aunque sea mediante grandes transformaciones formales, se elevarán los edificios
dieciochescos. En el proyecto de Majaev, la Perspectiva Nevsky se prolonga hasta más
allá del Fontanka, el Gostiny Dvor (que al principio surge en la isla Vasilly), aparece
edificado sobre la Nevsky. En planta es una de las edificaciones más notables, ya sea por
sus dimensiones o su calidad. En el vecino Jardín de Verano se observa, por el contrario,
un gran laberinto, en tanto que el Parque, con sus formas geométricas, llega por la parte
meridional hasta la Nevsky.

En dos grabados en perspectiva realizados por Majaev, uno desde el puente


Anichkov y el otro desde el Moika mirando hacia el Fontanka, se observa, todavía, una
densidad de edificios bastante reducida. Contrapuesta al palacio Stroganov, se entrevé en
el lado izquierdo (parte soleada) de la Nevsky una serie de casas de planta baja (entre las
que se encuentra la de Léblond). Existen aún grandes zonas vacías en las partes
intermedias entre las construcciones, con huertas y jardines cercados por vallas de
madera. A ambos lados de la calle hay dos hileras de árboles (abatidos alrededor de
1780).

Vemos, pues, la forma en que, paulatinamente, la ciudad se va enriqueciendo


constantemente. Liberada del yugo impuesto por Pedro, la evolución de las formas, sin
embargo, es lenta y gradual. El lenguaje barroco, al que aún siguen fieles artistas
extranjeros como Vallin de la Mothe, Rinaldi, Brenna o Felten, y rusos como Starov y
Bazhemov, va cediendo de un modo gradual ante la nueva forma clasicista, y todo el
período que va entre el barroco áulico de Rastrelli y el neoclasicismo de Quarenghi es
denominado "período de orientación hacia el clasicismo".

Con Catalina II todo el panorama político-institucional, así como el cultural,


pasa a modificarse de un modo profundo y, en consecuencia, cambia también el gusto
oficial. La emperatriz se rodeará de importantes arquitectos extranjeros, contando con la
presencia de Quarenghi, modélico intérprete de un carácter palaciego contenido y
destacado, o de Cameron, representante del importante nivel alcanzado por el
clasicismo nórdico, refinado y sensible a los talantes más sutiles de la época.

En la segunda mitad del s. XVIII, el sistema de planificación puesto en práctica


es el de la coordinación estructural de partes enteras de la ciudad, de "Conjuntos". Las
décadas de 1760-1770 fueron las de mayor intensidad. En 1763 se anuncia un concurso
internacional para la planificación de la ciudad. La Comisión, a su vez, interviene entre
1764 y 1767 en todos los barrios, y los pequeños proyectos se insertan dentro de un
plano de conjunto. Es la primera vez que la ciudad, en la edad moderna, es concebida
como un "organismo unitario".

La ciudad sobre la que debe actuar la Comisión es la que nos presentan las
planimetrías de Majaev en 1753. Petersburgo aparece dividida en tres partes diferentes
separadas por los ramales del Neva. De estas, únicamente el barrio del Almirantazgo
presenta una idea definida desde el punto de vista formal, en función, sobre todo, del
tridente. En la isla Vasily, por el contrario, los polígonos rectangulares, herencia de la
época de Pedro, no muestran nuevos núcleos urbanos de gran importancia.

El intento de síntesis realizado por la Comisión resulta extremadamente


ambicioso: en la Petersburgskaia Storona se proyecta un nuevo tridente, cuyas
directrices convergen hacia la fortaleza. La similitud con el otro tridente es clara, a pesar
de que al sistema muy complejo del Almirantazgo y de las zonas adyacentes a éste,
caracterizadas por los canales y por las turgencias arquitectónicas, corresponde, en este
caso un establecimiento centrípeto más elemental. Los dos tridentes forman un nuevo
sistema simétrico, cuyo eje coincide con el Neva. Esto correspondería, no sólo a la
necesidad de relacionar el Palacio de Invierno con el Jardín de Verano, lugar preferido
por la aristocracia para pasear, sino que subraya, precisamente, la existencia de dicho
nuevo eje urbano, desvinculado de las Perspectivas.

La función de capital desempeñada por la ciudad requiere, por otra parte, que se
exalte siempre el palacio imperial y el tramo del río al que mira la fachada, por lo que el
Almirantazgo puede constituír el nexo de unión entre las nuevas proyecciones y el
tridente.

Paralelamente, se llevaron a cabo importantes obras en el área del Almirantazgo.


Con el nuevo plano, dos grupos de construcciones insisten en el prado que lo circunda,
siendo estas construcciones el futuro límite de lo que luego serán las plazas Dvorcovaia
y Admiralteiskaia, dándose, sin embargo, las mayores novedades en la Plaza del Senado.
De la Mothe, Felten y Quarenghi, durante 35 años y de una manera ininterrumpida,
llevaron a cabo un ciclo de trabajos unitario y homogéneo, sin precedentes en la historia
por sus dimensiones.
Entramos en el período de finales del S. XVIII, caracterizado por el hito de la
construcción del edificio de la Bolsa, por Thomas de Thomon, observándose una serie
de cambios de este tiempo, con respecto a lo que será la entrada en el nuevo s. XIX. Si
en s. XVIII el ideal normativo y nivelador, bajo unos ciertos aires de aristocraticismo,
tendía a impregnarlo todo, incluyendo las manifestaciones constructivas, el XIX
considera, por el contrario, ese ideal desfasado y utópico, ya que las intervenciones
arquitectónicas ahora serán programadas en base a su función específica, a la par que son
utilizadas de modo más consciente dentro del espacio urbano.

Sólo aparentemente el carácter áulico decimonónico no difiere del dieciochesco


más que por la discontinuidad de la estructura urbana cuyos "Conjuntos" se identifican
cada vez más con los monumentos individuales. De hecho, podría decirse que los
principios que movieron a los urbanistas del s. XVIII -llenar el centro de las ciudades de
aislados palacios aristocráticos y plazas Regulares, así como de dotar a todas las
manzanas de casas de perspectivas continuas- resultaron prácticamente inaplicables,
siendo sutituídos por otros, a principios del s. XIX, siendo estos: construír en algunos
puntos clave del centro los pocos palacios de gran volumen y relieve artístico
efectivamente realizables, situándolos entre sí en una relación espacial que indujera al
observador a dirigir su atención de uno a otro, casi sin darse cuenta de la arquitectura
"ordinaria", de las grises zonas situadas entre un monumento y otro.

Moscú en el Siglo XVIII


Frente a las grandes obras que se llevan a cabo en San Petersburgo, la actividad
que se desarrolla en el resto del país pasa a un segundo plano.

La antigua capital había sido ignorada deliberadamente y excluída de la historia


política de Rusia. Pedro I prefirió la potenciación de una nueva ciudad administrativa
(Lefortovo, situada a orillas del Yauza), antes que pensar en la reactivación de la ex-
capital, mientras que Catalina II había ordenado la reconstrucción del Kremlin de manera
que se disimulara su primitivo carácter antiguo ruso.

Entre tanto, Moscú en el siglo XVIII no es más que un agregado de


construcciones urbanas, fortificaciones, calles tortuosas, conventos, catedrales y
palacios, consecuencia de las sucesivas ampliaciones llevadas a cabo durante los últimos
siglos. Un primer levantamiento topográfico, bastante exacto de la ciudad (el
denominado plano Michurin) no se concluye hasta 1739. A partir de 1760 se refuerzan
en Moscú las actividades productivas y se amplía la demanda residencial. En 1762 se
inicia el estudio de planes particulares (cuya necesidad se hace más urgente como
consecuencia del incendio de 1773), aprobados en el 75. Entre las propuestas realizadas
está la formación de una serie de plazas en torno al Kremlin y en el barrio de Kitaigorod
(la zona comercial de la ciudad), de boulevards en el área de los bastiones que se han de
demoler en la Ciudad Blanca y de algunas instalaciones portuarias a orillas del Moscova.
En los años siguientes se inicia la realización de boulevards, del acueducto y de algunos
equipamientos administrativos, entre los que cabe citar el Palacio de Justicia, en el
Kremlin, obra de Kazakov.

A partir de 1780, Quarenghi construye el Gostini Dvor, un gran emporio


comercial de tres plantas. En cambio, queda como simple letra muerta un proyecto
encargado por Catalina y redactado por V. I. Bajenov para la total demolición de un
amplio tramo de las viejas murallas del Kremlin, con idea de construir en los espacios así
obtenidos un enorme complejo apto para albergar todas las instituciones del gobierno, las
entidades administrativas de todo tipo, las asociaciones científicas y una buena parte de
los equipamientos comerciales de la ciudad. La actividad privada, sobre todo de las
familias de la nobleza, constituye otro estímulo favorable a la renovación de Moscú,
determinando la construcción de residencias (con frecuencia a lo largo del Moscova y de
los demás canales interiores), como el palacio de la familia Pashkov, de 1784, obra de
Bajenov. Nuevas residencias señoriales vienen pronto a enriquecer también el aspecto de
la provincia moscovita (una de las más conocidas es la realizada por el príncipe Galitzin
en Arjánguelskoie, de formas romanizantes).

A fines del siglo XVIII el área de población urbana se extendía en un radio de


cuatro o cinco kilómetros desde el Kremlin hasta el anillo de jardines, Sadovoe kol, tso.
En el transcurso de los siglos vemos como la ciudad se ha constituído a base de la suma
de cinco zonas urbanas: el Kremlin (fortaleza o bastión fortificado), la Kitai Gorod
(parte central), la Bely Gorod o Ciudad Blanca, llamada de esta manera por la presencia
de las clases nobiliarias y de las comunidades blancas, la Zemlianoi Gorod, ciudad de
tierra, rodeada por un terraplén, como última zona, el Zamoskvorech, en el extrarradio
de Moscú. Las cuatro primeras se alzan sobre la orilla izquierda del río.

El Kremlin se presenta bajo el aspecto de ciudadela fortificada dentro de un


perímetro de dos kilómetros de longitud y formado por murallas de 20 metros de altura,
siendo desde sus orígenes, centro político-religioso, constituído exclusivamente por
residencias principescas y las basílicas de la iglesia ortodoxa.

La Kitai Gorod se junta por oriente al área del Kremlin y es definida a su vez por
una muralla. Era el sector urbano comercial por excelencia y, más tarde, el
administrativo. En ella estaban tradicionalmente la Bolsa, el Gvostiny Dvor o centro
comercial, los bancos, y las principales sedes de representación. Tras la Revolución, se
instalaron en ella casi todos los comisariados del pueblo, los grandes trusts y las centrales
administrativas. Esta zona de Moscú es la que ha estado sometida a las mayores
demoliciones, por lo que resulta difícil reconstruir su aspecto primitivo.
Dentro del trazado concéntrico formado por las antiguas murallas, la Bely Gorod,
adosada al Kremlin, se constituye como sector residencial aristocrático y burgués de la
ciudad. Esta zona se encuentra vinculada al corazón urbano del Kremlin y a la Kitai
Gorod por una serie de calles radiales que la atraviesan, prolongándose hasta el límite de
la zona urbana más exterior. Representaban las zonas de mayor animación y vitalidad y
en ellas se elevaban (y aún todavía) gran cantidad de edificios públicos, institutos,
centros universitarios, museos, etc. La iglesia del Redentor (proyectada en formas
antiguas rusas y realizada entre 1837 y 1883), se localizaba en el barrio, siendo demolida
en 1931 para la construcción del Palacio de los Soviets.

La Zemlianoi Gorod, correspondía a la antigua tercera línea de los bastiones. Al


principio era zona periférica y durante mucho tiempo estuvo conformada por las
tipologías de una población vinculada a la agricultura primero y después a la industria.
Posteriormente estuvo condicionada por la presencia de la pequeña nobleza.

Por último, el Zamoskvorech, suburbios sobre el arco nororiental y noroccidental


de la capital, sólo constituyen las franjas de la ciudad de tierra, destinada más tarde a ser
interrumpida por las penetraciones de las líneas del ferrocarril. En la orilla derecha del río
se creó una vasta área militar, la Strelechkaia Sloboda o Barrio de la Guardia, centro
estratégico de las tropas que actuaban en la ciudad y que más tarde se convertiría en
zona industrial, con una población mayoritariamente obrera.

La relación establecida entre el Kremlin y el resto de la ciudad


Por la importancia simbólica, arquitectónica y urbanística que constituye esta
zona de Moscú, merece hacer una breve revisión de la misma.

La primera fase de la historia del Kremlin, no se aleja de las demás fortalezas de


madera de la Edad Media Rusa. Hasta el siglo XIV no ordenaría Iván Kalita (1321-1333)
la edificación de las tres catedrales que permanecen hasta nuestros días tras sucesivas
reconstrucciones: la catedral de la Asunción o Dormición, la Catedral del Arcángel y la
Catedral de la Anunciación, a las que se añade el Campanario dedicado a San Iván que se
alza junto a los volúmenes de las iglesias.

A fines del siglo XV, con Iván III, y después de dos siglos de lucha para obtener
la unificación de Rusia y la formación del más grande Estado centralizado de Europa es
cuando se realiza en intento más importante del renacimiento ruso, mediante la llamada
de los artistas y técnicos italianos y rusos. El Kremlin se somete a una reconstrucción
total, en pro de afirmar la absoluta primacía del presente ante el pasado histórico del
imperio.

Mientras tanto, los arquitectos de Psokv inician la reconstrucción de la catedral


de la Asunción (1485), (en la que se confirma todavía una continuidad con respecto al
pasado), la rehabilitación de la catedral del Arcángel y la demolición del viejo Palacio del
Príncipe, edificándose el nuevo, tallado en facetas, al estilo italianizante. Se inicia
asimismo el Palacio del Terem con un aspecto igualmente italianizante aunque
completado con formas barrocas de tipo ruso en los planos superiores. Por último, las
murallas del Kremlin son sometidas a una restauración completa, el modelo lo constituye
el castillo Sforzesco de Milán y las fortificaciones, bastante difundidas, de la Italia
Septentrional.

Todo el conjunto aparece dominado por el Campanario de Iván (1505-1508), de


planta poligonal, que desarrolla la idea de la tradicional iglesia-torre de madera. Moscú
toma posesión de los bienes artísticos del pasado y los acumula en el Kremlin, museo y
laboratorio de las imágenes simbólicas. El Kremlin, y las iglesias que completan su
conjunto, permanecen como elemento dominante del paisaje urbano, imagen que los
moscovitas pueden admirar desde distintos puntos de la ciudad y, para que resulte aún
más evidente, se demolieron los edificios anteriormente construídos sobre el lado
opuesto del Moscova y a lo largo de la Nellinaya.

Con la llegada del período barroco, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, el
diálogo entre el Kremlin y el resto de la ciudad se hace todavía más complejo,
apareciendo las imágenes del pasado, inspiradas en la antigua arquitectura popular y de
madera que ahora se intentará traducir es estructuras de mampostería. Se recupera el
decorativismo del folklore, el arte jovial y expresivo y a partir de los siglos XVI y XVII
Moscú podrá considerarse una ciudad fundamentalmente barroca, en complementariedad
con la arquitectura puramente nacional.

Así, las tradicionales cúpulas bizantinas se sustituyen por capas dispuestas en


pirámide, que provienen de la arquitectura de madera, realzando el techado en forma de
cúspide. Al mismo tiempo que Ogurtsov termina en el interior del Kremlin el Palacio de
Terem (1635), reavivando con largas hileras de ventanas los pisos superiores del edificio,
evoluciona el lenguaje barroco, filtrado a través de la experiencia polaca y ucraniana
gracias al decorativismo que proporciona el empleo de la madera, bastante difundido en
los países de origen.

Los precedentes al éxito alcanzado por el estilo barroco en Moscú hay que
buscarlos en dos ejemplos que se ejecutan en el siglo XVI. La Iglesia de la Ascensión en
Kolomenskoie (1532), evocando las antiguas formas piramidales de las construcciones
de madera del norte de Rusia, y la Catedral de San Basilio de Moscú, a extramuros del
Kremlin (1554-1560), como nexo de unión entre el recinto amurallado y el resto de la
urbe, considerado como el precedente por excelencia del barroco ruso.
La situación en otras ciudades durante el siglo XVIII
La política de Catalina respecto de las ciudades, en su conjunto, se ve frenada por
una serie de factores. La zarina se da cuenta de las ventajas que ofrece una moderada
descentralización administrativa a fin de conseguir una renovación urbana, pero duda en
ponerla en práctica ante el temor de originar diversos centros de poder. En 1785 se
promulgan normas que reforman el gobierno de las ciudades, pero su incidencia real es
bien escasa por la escasa autonomía concedida a los entes locales.

Sin embargo Catalina, promoverá una amplia obra de urbanización con la


creación de nuevos asentamientos por iniciativa del gobierno o mediante concesiones
otorgadas a particulares, con el objetivo de colonizar nuevos territorios y, en particular,
de reforzar las conquistas logradas en las costas del mar Negro a partir de 1770, tratando
de alejar a las poblaciones nómadas o de fijarlas en esas tierras. Un decreto de 1762
invitaba a los extranjeros (con excepción de los judíos) a establecerse en las tierras a
colonizar, adquiriendo en ellas propiedades hereditarias en condiciones muy ventajosas.
Esta labor de fomento de la colonización se acentúa cuando, en 1774, el Tratado de
Kuchuk-Kainarzhi, que pone término a la guerra ruso-turca, da a Rusia la efectiva
posesión de la orilla septentrional del mar Negro: Sebastopol (1784), Ekaterinoslav
(1787), Ekaterinodar y Odessa (1794) se cuentan entre las realizaciones urbanísticas más
importantes, planteadas esencialmente a base de combinaciones de sistemas ortogonales
(es importante, sobre todo, Odessa, cabeza de puente en el mar Negro, obra de técnicos
franceses inmigrados).

Por otro lado, en las poblaciones menores se observa una mayor variedad de
tipos de asentamiento, tal y como se testimonia en Odoievo (1779), población dispuesta
en forma de abanico; Semionov (1781) y Bogorodsk (1784), de forma cuadrangular, o
Lyoubim (1788), que recuerda los trazados de Palmanova y Granmichele. Sin embargo,
los resultados no siempre corresponden adecuadamente a las intenciones primarias, tal y
como ocurre en el caso de Ekaterinoslav, cuya construcción se decide en 1784 conforme
a un proyecto que prevé una enorme extensión de la ciudad, con un frente sobre el
Dnieper de 25 kilómetros y una superficie afectada de 300 kilómetros cuadrados. El
grandioso plan que comprende la realización de parques públicos, estanques y un gran
número de fábricas, además de un centro equipado con mercado, bolsa, teatro, escuela
de música, universidad y una catedral que tiene por modelo a la basílica de San Pedro de
Roma, tan sólo llega a realizarse en una mínima parte.

Los nuevos asentamientos productivos van acompañados de la realización o


potenciación de las redes de intercambios. Desde 1720 a 1746 se trazan en Rusia más de
720 kilómetros de carreteras, para conseguir el enlace entre San Petersburgo y Moscú;
en 1781 se inicia la ruta siberiana, desde Moscú a Perm, Tobolsk e Irkutsk. Se
construyen canales navegables entre el Báltico y el Caspio, y un canal a distinto nivel
enlaza el Neva con el Volga.

Siglo XIX: Coyuntura general


La Revolución de 1889 en Francia y las campañas del zar Alejandro I contra
Napoleón propician el desarrollo de grupos sociales que participan activamente en las
nuevas ideas iluministas. Estas élites, procedentes de diversas clases sociales, son
capaces de juzgar el contraste existente entre las instituciones de las naciones
occidentales y las estructuras de Rusia, bastante más atrasadas.

El movimiento decembrista constituye la primera organización revolucionaria que


apoyará ideas tales como el sufragio universal, la constitución, la abolición de la
esclavitud, la igualdad de derechos cívicos y la libre iniciativa, este primer movimiento
culmina con el fracaso de la conjura decembrista contra el zar Alejandro en 1825. El zar
Nicolás I, que comienza a reinar a finales de ese mismo año, mostrará una clara rigidez
frente a las ideas liberales. Fruto de ese descontento se contabilizan oficialmente, entre
los años 1826 y 1854, 712 revueltas de campesinos, que con frecuencia llegan a adoptar
formas violentas y destructoras.

Artísticamente hablando, en el reinado de Nicolás vuelve a presentarse el


conflicto, ya conocido en la tradición intelectual de Rusia, entre las corrientes
occidentalistas y las eslavófilas. Aunque ambos grupos parten de premisas opuestas, son
decididamente contrarios al régimen zarista: los occidentalistas, en nombre de la libertad
de pensamiento y de iniciativa, de la ciencia y de la razón, mientras que los eslavófilos,
apostando por un retorno a las fuerzas más auténticas y populares de la tradición,
representada por las comunidades rurales, consideradas modelo de organización social,
frente al capitalismo destructor. Los occidentalistas componen un elemento importante
de relación con las naciones europeas; y los eslavófilos desarrollan las corrientes
populistas, que atribuyen una potencialidad revolucionaria al mundo campesino.

Al morir Nicolás, en 1855, la derrota de Crimea testimonia la inadecuación de las


estructuras del Imperio. El nuevo zar, Alejandro II intenta llevar a cabo un programa de
reformas, puesto en marcha a partir de 1861, cuyo pilar fundamental se basa en la
emancipación de los siervos y en la reforma agraria. Después de 1870 comienzan a
difundirse en Rusia las ideas socialistas y marxistas, de las que surgen movimientos y
organizaciones que tratan de establecer un contacto directo con las masas campesinas.
En 1895 Lenin funda en San Petersburgo la Liga para la liberación de la clase obrera, y
desarrolla una labor de organización y propaganda entre intelectuales y obreros. En ese
tiempo se constituye un partido social-revolucionario y un partido liberal, con programa
democrático, carentes de una línea coherente de acción política.
En 1905 estalla una sangrienta revuelta en San Petersburgo (matanza de obreros
del «Domingo Rojo»), seguida de huelgas generales y de la sublevación de varias
ciudades (Odessa, Járkov y Ekaterinoslav). En San Petersburgo se crea el Soviet,
compuesto por 500 delegados elegidos en representación de 200.000 obreros. La
represión gubernativa hace fracasar cualquier intento insurreccional, por lo que los años
siguientes están marcados por la nueva fase de la reforma agraria, concebida con la idea
de formar una clase de campesinos propietarios, y por el fracaso de la Duma, el
parlamento con sistema de elección selectiva otorgado por el zar, que no consigue
afirmarse como elemento de conciliación entre los programas liberales y la autocracia.

La evolución de las estructuras sociales y territoriales de Rusia desde mediados


del XIX hasta la Revolución soviética se efectúa a través de la reforma agraria, el
desarrollo de la industria y el crecimiento de las ciudades, aspectos que influyeron
decisivamente en el uso del territorio.

En el momento en que se inicia la reforma agraria, 22 millones de campesinos (el


53% de la población rural), son siervos (el resto son campesinos de Estado o pertenecen
directamente a la familia imperial). La reforma del 61, responde sobre todo al objetivo de
potenciar la productividad agrícola, evitando la disolución de las viejas estructuras
sociales, con la idea de eludir la creación del proletariado, y con el mantenimiento de la
vieja comunidad rural (la óbschina). Con la reforma, las condiciones en que viven los
campesinos empeoran, aunque la productividad agraria aumentan notablemente lo que
permite a Rusia, hacia finales de siglo, el mantenimiento de una balanza comercial activa,
sobre todo como consecuencia de las masivas exportaciones de grano.

Hacia mediados del XIX la geografía industrial de Rusia sigue siendo la que se
delineó a partir de Pedro el Grande, con las típicas ciudades fluviales en los bosques de
los Urales, fundadas en el siglo XVIII por industriales del hierro y por el mismo Estado.
En las provincias centrales, se han desarrollado las industrias textiles, existiendo también
manufacturas metalúrgicas y textiles en las provincias del Norte, en San Petersburgo y
Narva. A partir de 1840 se desarrolla la industria del algodón en Moscú, Vladimir y San
Petersburgo, comenzando ya a emplearse mano de obra asalariada.

En los años 60, el impulso dado a las industrias siderúrgicas no será bastante para
el desarrollo de la industrialización, a lo que debe sumarse la escasa y poco cualificada de
mano de obra. Habrá que esperar a la década de los noventa para que se inicie un
despegue real, en el que influyen decisivamente los capitales y técnicos extranjeros. Se
explotan los yacimientos carboníferos de la cuenca del Donets y se crean en Bakú las
primeras empresas petrolíferas. En estos años van tomando forma áreas bien definidas de
producción industrial, en torno a Moscú, San Petersburgo, en Polonia, en los Urales, en
Bakú, en las provincias sudoccidentales y en la región transcaucásica. Este desarrollo
inicial se encuentra con una grave traba, la depresión de 1900, lo que pone de manifiesto
la rigidez del mercado y el gran retraso de la sociedad zarista.

Con algunos problemas, la recuperación se produce en el primer decenio del


nuevo siglo: se ponen en marcha procesos de industrialización de Ucrania; Járkov y
Ekaterinoslav. Las grandes sociedades adquieren ahora la obligación de proporcionar
viviendas, escuelas y otros equipamientos a los obreros de sus fábricas, aunque ello da
como resultado la creación de poblados míseros, formados por barracones con
comedores comunes, aprovechándose el paternalismo empresarial para imponer salarios
en especie, en víveres y mercaderías. Con frecuencia la oferta de alojamiento es
insuficiente, y los lugares de producción recogen la mano de obra de un sector muy
amplio del territorio.

Entre los centros de mayor tamaño, Moscú se convierte en el polo industrial de


mayor importancia, sustituyendo a San Petersburgo, aunque este enclave cuente también
con grandes empresas textiles y metalúrgicas. Riga y Tallin siguen en la escala jerárquica
a las dos metrópolis mayores. La estructura industrial evoluciona hacia formas de
organización de carácter monopolísticos, sin que a este fenómeno corresponda en modo
alguno un incremento de la capacidad productiva. La guerra de 1915-18 pondrá de
manifiesto la inferioridad del país en este campo, en relación con las naciones
industrializadas del Occidente europeo.

Por lo que respecta a las comunicaciones, la primera línea férrea que se crea en
Rusia es para uso privado de la Corte de San Petersburgo, enlazando la capital con
Tsárskoie Seló. En los años cincuenta se inicia el desarrollo de la red nacional, por obra
de una compañía en la que se asocian el Estado y capitales franceses, holandeses e
ingleses con el fin de comunicar los centros de producción de cereales con los mercados
y puertos. De esta forma, entre 1861 y 1880 la red pasa de 1.600 a más de 20.000
kilómetros. En 1891 se inicia la construcción del Transiberiano, para establecer y
consolidar el poder del gobierno central sobre la provincia de Vladivostok en peligro de
infiltraciones chinas, y en el que se depositan grandes esperanzas en relación con la
colonización de los territorios del Este. La línea, de 6.000 kilómetros de longitud, cuya
construcción se financia con capital francés, se va realizando con graves dificultades,
terminándose en 1903. Aunque favorece el movimiento hacia las regiones del Este, no
provoca los efectos esperados.

Sin embargo, la colonización de nuevos territorios se verá favorecida por el


control adquirido sobre las provincias asiáticas con la penetración desde el Caspio hacia
el Sur (1869) y con la fundación de Krasnovodsk, más al Norte, mientras que al Este, se
conquistan, a los emiratos y a las tribus locales: Tashkent en 1865, Samarcanda en 1868.
En 1882 los kanatos de Bujará, Jiva y Kokand son incorporados al nuevo Estado del
Turkestán, mientras que las fronteras del Imperio llegan a Persia, China y Afganistán.
Por esta causa, a fines del XIX el Imperio ruso ofrece una notable variedad de
expresiones urbanas: a las dos metrópolis de San Petersburgo y Moscú, con diversos
grados de europeización, se añaden otros centros subregionales de carácter
administrativo (Smoliensk, Vítebsk, Poltava), ciudades-mercado con amplio radio de
influencia (Nizhni Nóvgorod, la futura Gorki) y las capitales nacionales incorporadas al
Imperio (Kiev y Kazán), que presentan un aspecto de pueblos grandes.

Evolución urbanística y arquitectónica


Durante todo el siglo XIX, Rusia mantiene constantes los caracteres propios de
un país esencialmente agrícola; el crecimiento de la población es lento, incluso después
de iniciarse la fase de industrialización. La población urbana, en 1851 llega tan sólo al
7,8% del total, siendo todavía inferior al 10% en 1863. Esta población se ubica en su
mayoría en las grandes ciudades: así, entre 1897 y 1914 San Petersburgo pasa de
1.265.000 a 2.118.500 habitantes; Moscú, de algo más de un millón a 1.762.700;
Odessa, de 400.000 a 500.000; Riga, de 282.000 a 558.000; Kiev, de 247.000 a
520.000.

La situación de los centros habitados es de extremo retraso. En las ciudades


mayores (incluida Moscú) todavía perviven grandes áreas de barrios compuestos de
viejas casas de madera, de construcción artesanal, con unas condiciones de vida primitiva
y rural. Las condiciones de vida se agravan aún más con la revolución industrial, cuando
se forman miserables poblados industriales de gran densidad, en los que el hacinamiento
llega a niveles muy elevados. Por ejemplo, en San Petersburgo las viviendas obreras
ofrecen, por término medio, un espacio de 3,1 metros cuadrados por persona, y en la
ciudad textil de Ivánovo-Voznesiensk esa superficie habitable se reduce a dos metros
cuadrados por persona. En 1914, en más de mil ciudades de población superior a los
5.000 habitantes, sólo 227 disponen de abastecimiento público de agua, al que, además,
gran parte de los edificios ni tan siquiera están conectados.

La arquitectura refleja las ideologías que se expanden entre la burguesía y la


intelligentsia rusas en la que, junto a la perpetua oscilación entre la simpatía a la
civilización occidental y la exaltación, por el contrario, de las raíces eslavas, se agrupan,
en diversa forma, fermentos populistas, inmovilismos reaccionarios y progresismo
elitista.

La labor de los europeístas más convencidos provoca la penetración en Rusia de


corrientes de procedencia occidental: el revival gótico, el eclecticismo estilístico y, más
tarde, con la presencia más activa de la burguesía en la vida social, incluso los productos
del Art Nouveau y de la Secesión vienesa. A estas tendencias se oponen los eslavófilos,
partidarios de las tradiciones de la Gran Rusia y del primitivismo ruso. El revival ruso es
desarrollado por un arquitecto alemán, Thon, autor de la iglesia de Santa Catalina,
modelo para otras muchas obras de arquitectura «rusa» de la época. Después de él el
inglés Sherwood perpetua el estilo (Museo Histórico de Moscú), seguido luego por
Parland, ruso de origen escocés (iglesia de la Resurrección de San Petersburgo). El
gusto que se expresa en estas arquitecturas monumentales, que vuelven a proponer
formas y materiales procedentes de la arquitectura de pueblos y aldeas (madera tallada,
policromía) se hace con el favor de la burguesía y de las clases empresariales ricas,
popularizándose sobre todo en las villas y hoteles de la periferia y en las dachas. Contra
este primitivismo folklorista, surge otra corriente de arquitectos, interesada igualmente
en la revalorización de la historia nacional, tomando como modelo los estilos y las
realizaciones neoclásicas de la época de Catalina II y de Alejandro I (en esta línea están
Schukó y Fomín, en San Petersburgo, y Joltovski, en Moscú).

Moscú en el siglo XIX


La invasión napoleónica provocará una gran devastación en Moscú que, en estos
momentos ofrece todavía, en gran parte, el aspecto de un pueblo grande. Después de la
guerra se procede a una rápida labor de restauración, con la recuperación del Kremlin y
la reconstrucción de la Universidad. Una vez más, vuelve a proponerse, más allá de las
antiguas murallas, la estructura radial y concéntrica, en las sucesivas etapas del
crecimiento exterior. En su interior la ciudad se enriquece con nuevos monumentos
neoclásicos (teatro Bolshoi, de O. I. Beauvais) y más tarde con obras del renacido estilo
"ruso" (el ya citado Museo Histórico, de V. O. Sherwood, en la Plaza Roja de Moscú y
el palacio de la Duma, de D. Ghicagov, de fin de siglo).

La estructura del Moscú preindustrial empieza a adquirir su definitiva faz,


caracterizada por la división de la ciudad por zonas sociales ya no coincidentes con las
antiguas líneas concéntricas, al menos, de una forma inmediata.

Al oeste de la Tverskaia (la actual calle Gorki), los barrios son habitados
mayoritariamente por obreros. Hacia el noroeste, el Skolnichesky Raion, en su parte más
periférica se ubican las tres estaciones más representativas, la actual Oktiabrsky Voksal,
Yaroslavsky, Kazansky, y con el nuevo y espacioso parque de Sokolniki. Hacia el sur y
suroeste se extienden otros barrios, caracterizados por una construcción de tipo obrero,
mientras que hacia el sudoeste, en la ribera derecha del Moscova, las construcciones
dejan lugar a las leves alturas boscosas de los Montes de los Pájaros, que han sido desde
siempre el mirador natural de la ciudad.

De forma progresiva, la ciudad recobra su posición de importante centro terciario


e industrial, y los barrios centrales se transforman en función de los usos comerciales. La
población, con un millón de habitantes en 1897, alcanzará la cifra de 1.750.000 sujetos
en vísperas de la primera guerra mundial.
En la ciudad se fijan, como islas separadas, las zonas planificadas según un
esquema ajedrezado (hacia el nordeste, el norte y el noroeste), habitadas principalmente
por obreros. Por último, la formación de nuevas zonas de parque público (por el norte),
muestra de qué manera la normativa decimonónica intenta, mediante tales instituciones,
compensar las condiciones alienantes y la degradación ambiental debidas a la presencia
de industrias en el interior de la ciudad.

En la segunda mitad del siglo XIX, el distrito propio para los negocios se sitúa
definitivamente en la Gorod o la City y Tver, Miasniki, Arbat, Prechistenka, Sretenka y
Iauza se definen como zonas residenciales de lujo. La proximidad entre los centros de
lujo, mercantiles, burocráticos y económicos de las zonas despobladas y al aire libre
aumentan las diferencias ofreciendo una doble imagen de la ciudad, entre sofisticada
metrópolis y ciudad vieja.

Tras el anillo de jardines, durante el siglo XVII de desarrollan áreas de


poblaciones, ocupadas por comerciantes que aumentarán sus contactos con la parte
central de la ciudad, a la vez que se juntarán los límites, a partir del siglo XIX. En 1900
los distritos de las afueras contenían las principales factorías y fábricas de tejidos,
enlazadas con estaciones de ferrocarril.

Durante el boom de la construcción que se vive a finales del siglo XIX, se


continúa construyendo con materiales de mala calidad para los inmigrantes en las áreas
más alejadas del centro de la ciudad. La proporción de viviendas de madera aumenta con
respecto a otras épocas, por ser éste un material barato y por la rapidez de su
construcción. Las construcciones de varios pisos proliferan, en 1882 se generalizan las
de dos o tres alturas, mientras que el 1915 éstas habían aumentado a cuatro o cinco
pisos. La alta densidad de población provoca la obligación de tener que compartir las
viviendas con familiares. Podría decirse que en este período se observa una gran
degradación de las condiciones ambientales de la ciudad, de vida, especialmente de los
trabajadores más pobres y de sus viviendas.

A finales del siglo XIX son aún claramente legibles las cinco zonas del desarrollo
urbano de Moscú, que en gran parte abarca todavía la ribera izquierda del Moscova.
Desde el sudoeste y el sudeste, los espacios libres del territorio natural se insertan a lo
largo del río, hasta tocar el núcleo del Kremlin. Sin embargo, sobre estos primeros
estratos se superpone la nueva realidad de una expansión que tiende a irradiar en
distintas direcciones, siguiendo los trazados de las líneas ferroviarias, ahora ya
completadas. El desarrollo tiende luego a acentuarse hacia la parte nordeste, más allá de
la denominada zona ferroviaria por la presencia en aquel sector de la mayor
concentración demográfica del territorio.

A finales de siglo la ciudad, de más de un millón de habitantes, ofrece a su


población una superficie habitable de unos 12 millones de m2 cuadrados, está casi por
completo desprovista de servicios sociales privados, y escasamente dotada de
infraestructuras, está enrarecida y hundida en la periferia y congestionada en el antiguo
centro, donde se agolpan bancos, grandes almacenes y restaurantes, y donde no se pone
límite a la construcción de edificios representativos, como los edificios del Museo
Histórico, de la Duma, del Museo de las Artes Figurativas, del Banco de Estado, del
Hotel Metrópoli, etc. y , donde, precisamente, van siendo distribuidas sobre dos planos
las estructuras de los mercados cubiertos de las Rady (los actuales GUM).

A principios del siglo XX Moscú será una gran ciudad de más de un millón de
habitantes, siendo una de las ciudades más pobladas en el mundo, y con el mayor
desarrollo poblacional hasta la primera guerra mundial. Durante el período 1900-1914, la
ciudad crece a un ritmo del 4% por año. Es una ciudad con una gran cantidad de
inmigrantes, (al menos tres cuartas partes de la población). La economía de la ciudad se
diversifica entre los inmigrantes y la población nativa. Los inmigrantes llegaban a una
media entre 100.000 y 150.000 por año, tal y como lo demuestra el censo de la
población de 1882 y 1902. A esta población le tocó cargar con los trabajos más penosos
y duros, viviendo en condiciones infrahumanas. Será en estos años cuando las
autoridades locales lleven a cabo las obras de asfaltado y ordenación de las calles, del
alumbrado público, del alcantarillado y de canalización del Neglinka. Este lento proceso
de modernización y crecimiento viene acompañado por el nacimiento de nuevos barrios
obreros y burgueses.

San Petersburgo en el Siglo XIX


La capital de Rusia completa su fisonomía en los últimos años del siglo XVIII y
primeros decenios del XIX, con un extraordinario enriquecimiento de grandes complejos
arquitectónicos. Al comienzo del reinado de Alejandro I, la articulación estructural de la
ciudad aparece ya completamente definida por los ejes monumentales aislados que dan al
Neva y por el tridente de las calles que convergen en dicho lugar: la de la Ascensión, la
del Almirantazgo y la Perspectiva Nevsky. En este momento, las intervenciones
arquitectónicas se orientan hacia la construcción de conjuntos orgánicos. La gran
dimensión del neoclásico se lleva a sus más extremas consecuencias.

Las primeras construcciones que aparecen con el inicio del siglo son espacios
para las paradas militares y complejos urbanos destinados a hospedar distintas
instituciones públicas. La zona del Almirantazgo y la adyacente al Palacio de Invierno
son afectadas por las operaciones más importantes.

La catedral de Kazán, iniciada por Voronijin en 1801, en la Perspectiva Nevsky,


parece confirmar este sistema de intervenciones e imponer asimismo, a la institución
religiosa, el tono de la oficialidad y la autoridad estatal.

Quarenghi, que había iniciado su actividad profesional en Rusia con Catalina II,
sigue construyendo también durante los reinados de Pablo I y de Alejandro I (Instituto
de Damas Nobles de Smolni, picadero de la Guardia Montada, hospitales de Liteini y de
Pavlovsk, palacio de Alejandro en Tsárskoie-Seló, arco de triunfo para conmemorar el
retorno de Alejandro tras su victoria sobre Napoleón); sin embargo, es la presencia de un
arquitecto italiano crecido en el ambiente ruso, Carlos Rossi (Karl Ivánovich Rossi), la
que determina un verdadero giro de la situación. Con la victoria sobre Napoleón, parece
que lo que impera es el papel hegemónico de la potencia militar rusa, propugnado por
Alejandro I, de ahí la existencia de un estilo referido no tanto a la arquitectura como al
propio espacio urbano, que puede cobrar importancia gracias a la excepcionalidad
dimensional de la nueva escala de intervención. Así, la atracción de la antigua Roma,
ideología imperial, encuentra en Rossi un gran intérprete, intentando, con sus obras, la
recuperación de los esplendores arquitectónicos vividos en tiempos de Agripa, Adriano y
Caracalla.

Los primeros trabajos de Rossi se desarrollan en las fincas campestres de Pavlosk


y Elagin. Alejandro I encarga al arquitecto la reconstrucción de una residencia destinada
a la emperatriz madre, el Palacio de Elagin, situado en una pequeña isla en la
desembocadura del Neva (proyecta el invernadero para naranjas, el Cuerpo de guardia,
las caballerizas, las cocinas). En San Petersburgo, su primera actuación importante es la
construcción del palacio del Gran Duque Miguel, con el conjunto de los edificios
circundantes y de la plaza a la que confluyen, obras que se inician en 1819. El palacio
aparece constituido por un gran bloque unitario que encuadra la plaza con sus alas,
articulado en temas menores mediante el empleo de una distinta densidad de volúmenes y
vacíos; la plaza sirve de acompañamiento al tema principal edificado, con el contraste
creado por el enorme plano horizontal, originariamente imaginado como completamente
libre, y los edificios situados en sus márgenes. La fachada posterior del palacio, formada
por una monumental columnata, se abre al parque, donde Rossi edifica un pabellón para
fiestas y el picadero.

El papel de instrumento normativo asignado al espacio urbano en su totalidad,


confiado totalmente a la "Comisión para la edificación de albañilería", se transforma en
un papel secundario y complementario de control sobre la construcción menor, entre
aquellos edificios situados en los espacios intermedios de las grandes construcciones. La
influencia del control directo de la autoridad sobre las operaciones urbanas comporta la
existencia de un "programa", más que de un auténtico plan de reconstrucción.

El "programa", surgido en 1819, se refiere en especial a las Cinco Plazas y a la


Perspectiva Nevsky, fundándose en obras arquitectónicas notables. En la zona alrededor
de las Cinco Plazas sobresalen las obras de perfeccionamiento de los grandes complejos:
la apertura de una brecha en el Palacio del Estado Mayor, que después se transformaría
en el arco de unión de la Dvortsovaia con la calle Lugovaia, la consecución de la simetría
entre las fachadas, y el perfeccionamiento de los espacios que quedaron sin definir, como
el situado detrás de la catedral de San Isaac.

Rossi trabaja activamente en el gran complejo del Estado Mayor, desde 1819 a
1827, gran hemiciclo que se levanta frente al Palacio de Invierno de Rastrelli. Rossi ha de
afrontar aquí, llevando a cabo una hábil intervención de reestructuración, la ordenación
de un aspecto del centro áulico de la ciudad, que hasta ese momento todavía no había
sido resuelto: unifica la fachada irregular que da frente al Palacio de Invierno,
aprovechando el ángulo ligeramente agudo formado por la línea de las construcciones
existentes; éstas quedan enlazadas en un conjunto armónico mediante una exedra
monumental, en eje con el palacio, interrumpida en el centro por un arco triunfal, bajo el
cual se abre un pasaje abovedado que sirve para resolver funcional y escenográficamente
el problema del acceso a la plaza de la Gran Morkaia. Con este dispostivo se viene a
unificar el frente de dos manzanas, constituyendo un paramento continuo de doble
longitud que la fachada del Palacio de Invierno. El orden gigante que une el segundo y el
tercer piso encuadra al arco central y se repite después en las dos fachadas rectilíneas del
palacio del Estado Mayor, con efectos de claroscuro y de diseño capaces de
individualizar ejes visuales y centros de referencia, sin interrumpir la continuidad de los
planos, modulados repetitivamente en enormes dimensiones.

El conjunto de las Cinco Plazas constituye sin duda la red estructural sobre la que
se basa el sistema central. El nuevo Almirantazgo representa la charnela de éste, y en su
entorno se perfeccionan y adecúan los trabajos relativos a los dos "Conjuntos", el de la
Dvortsovaia (confiado a Rossi), y el de la Catedral de San Isaac (confiado a
Montferrand).

El propio Rastrelli se había preocupado ya de la sistematización de la


Dvortsovaia, proponiendo la inclusión de una parte del prado frente al Almirantazgo,
dentro de una columnata circular. Las construcciones que definen las Plazas son
homogéneas desde el punto de vista arquitectónico y de altura constante, y los ejes de las
distintas directrices confluyen en dirección al Almirantazgo, cuyo centro se identifica con
el del sistema.

A lo largo de la Perspectiva Nevsky, después de la fase inicial de los proyectos de


Rossi desde 1818, que subrayan la importancia de los empalmes transversales sobre todo
hacia el Neva, sobresalen operaciones de creación ex novo de grandes complejos
urbanos, como el del Teatro Aleksandrisnsky, el de la nueva Biblioteca y el del Palacio
Mijailovsky, o bien la exaltación de los ya existentes, como la proyectada columnata
ante la catedral de Kazán.
Es evidente que los dos sistemas, el de las Cinco Plazas y el de la Nevsky, aún
cuando bastante diferentes en su estructuración, son en realidad dos partes de un diseño
único, debido al papel dominante de la burocracia imperial, por un lado, y el de la
burguesía empresarial y militar, por el otro. De todas formas, sólo es posible así explicar
su perfecta combinación basada en la común identificación de los distintos estratos
sociales, y en el confinamiento en un único eje portante del espacio urbano, la
Perspectiva Nevsky, de las actividades económicas típicamente mercantiles y ciudadanas,
a su vez nuevo símbolo, necesaria institución social. Es muy significativa la gradual
evolución que ha experimentado esta famosa arteria, evolución cuyos estudios casi se
identifican con las sucesiones de los diferentes tratamientos, partiendo del Almirantazgo
hasta el Monasterio Nevsky.

En el s. XVIII, entre la década de los setenta y de los noventa, se realizan los


primeros actos de urbanización. En primer lugar, comparecen los edificios de madera,
entre el Fontanka y la Plaza Snamenskaya (hoy Vostania). Más allá del canal Ligovsky,
hasta el Monasterio Nevsky, la calle se abre aún a las vistas externas, mientras que a su
lado se extiende un terreno pantanoso. Hasta la última década de este siglo no se
construirán los primeros edificios en piedra, entre el Fontanka y el Ligovsky.

Esto tiene lugar cuando la Comisión para los trabajos en albañilería se dedica a
los grandes trabajos de sistematización de los ríos y los canales, que inciden de manera
notable sobre el trazado y la entera fisonomía de la ciudad. Al igual que se hizo sobre el
Neva, también para el Fontanka se realizan diques y rampas descendientes hasta el agua,
en granito. A lo largo del río se construyen, alrededor de los años ochenta, siete puentes
iguales y dotados de pequeñas torres en las extremidades. El puente de madera de Kazán
es sutituído por un puente construído en granito con una estructura en forma de bóveda,
al mismo tiempo que se crea un canal de unión entre el Moika y el Fontanka.

Entre finales de siglo y la primera década del s. XIX también las riberas del
Moika se ven revestidas de granito y se construye el primer puente metálico, con una
estructura de cajas de hierro fundido, unidas por tuercas y colocadas en forma de
bóveda.

Con el inicio del s. XIX, la edificación de viviendas civiles adquiere mayor


densidad y la parte más interesada en su construcción es la que va del cruce con el
Fontanka hasta la Plaza Snamenskaia.

De esta forma, empieza a definirse un tercer trazado que, para quién llegue del
exterior de la ciudad, asume, mediante sus construcciones decimonónicas, regulares y
exentas de elementos de relieve, una función introductiva en sordina, en preparación a la
zona central, más fuertemente caracterizada.
En esta última tiene gran importancia la distribución de la tierra y los arbolados.
Alrededor de 1780, entre los puentes Anichkov y de la Policía, fueron abatidos los
árboles que allí existían y, en su lugar, fue creado un boulevard con abedules y tilos. En
1819, ese boulevard es eliminado a su vez. Se construyen las aceras amparadas por dos
hileras de árboles trasplantados y, en lugar del boulevard, se crea por último un vial para
el tráfico de las carrozas, que obtiene un gran éxito y se convierte en el símbolo de la
capital renovada.

Los nudos vienen subrayados generalmente por la presencia de importantes


núcleos civiles, entre los que se encuentra el Gostiny Dvor, constituyendo un ejemplo
singular dentro de la tipología arquitectónica urbana. Es un auténtico enclave, en cuyo
interior se desarrolla una inmensa actividad comercial, animada por una variopinta
muchedumbre. Trezzini inició la construcción en este sector alrededor de 1740, limitando
el volumen a la planta baja. Más tarde, entre los años 1784 y 1790, también Quarenghi
trabajaría en él, iniciando la construcción de galerías abiertas al exterior, a través de
bóvedas, acabadas en 1805. El complejo arquitectónico aparecerá ante el Neva mediante
un arco neoclásico a lo largo de un trazado de considerable longitud.

Alrededor de 1802 se construye, siempre sobre el trazado central de la


Perspectiva, una torre de varios pisos, destinada a alojar el Ayuntamiento, del arquitecto
Ferrari, con claras reminiscencias a las torres de los municipios italianos. Esta torre
asume tal evidencia entre los elementos del perfil urbano que pronto será utilizada para el
telégrafo óptico y, posteriormente, como torre para el avistamiento de los incendios.

Los conjuntos arquitectónicos más representativos siguen estando presentes por


el sistema de construcciones del teatro Aleksandrinsky, y el nuevo cuerpo de la
Biblioteca, anexo al preexistente de Sokolov, además de los edificios de la Plaza del
Senado.

Los motivos más adecuados para calificar el porqué las instituciones civiles
habían tenido tanta importancia en la ordenación del espacio urbano, sugieren una
solución compleja y articulada a gran escala. En este sentido, Rossi concibe para el teatro
un conjunto que comprende dos Plazas -Teatrainaia, cuadrada y asomada a la Nevsky-,
y la Chernischev, -semicircular y tangente al Fontanka- unidas por un corto eje viario,
cuya unidad estilística viene dada mediante la fuga perspectiva de una elevada columnata
adosada a las quintas laterales de los edificios, y que resalta, sobre el fondo, el volumen
del verdadero edificio teatral. El Teatro Alexandriski surge retranqueado respecto a la
Perspectiva Nevsky en el eje formado por una calle menor, la Calle del Teatro, que
apunta hacia el nudo de la Calle Chernisev. Se separa de la Perspectiva por una
plazoleta-jardín que se interpone entre el parque Anickov y la Biblioteca Pública, obra de
Sokolov, y para la que Rossi proyectará una nueva fachada. La calle del Teatro recibe el
tratamiento de complejo unitario, en una fuga perspectiva de columnas que se desarrolla
a ambos lados de la calle, en el consabido orden de origen palladiano. Vista por el lado
contrario, la calle del Teatro aparece cerrada al fondo por la fachada posterior del teatro;
por su otro extremo se abre a la plaza Chernisev, con su forma en semicírculo dirigido
hacia el paseo de la Fontanka, para recoger un tridente de calles. La arteria central del
tridente penetra en la plaza mediante la habitual solución del arco triunfal de enlace entre
los edificios (aquí, en una versión de triple arcada, de las que dos se corresponden con la
plaza y la tercera sirve de acceso al Palacio de los Ministerios. El proyecto es de tal
magnitud que, desde su concepción (1816) hasta la definitiva realización, pasarán doce
años.

En la Teatrainaia, lateralmente, se elevará más tarde el edificio de la Biblioteca,


que con su fachada-galería adornada por estatuas de filósofos y artistas clásicos resuelve,
por entero, el "Conjunto".

Rossi emplea las mismas soluciones tipológicas y arquitectónicas en el Palacio


del Senado y del Sínodo, que cierran la margen oriental del foro monumental de San
Petersburgo. Nicolás I da órdenes de reconstruir el primero, siendo aprobado un
proyecto en 1829, de Rossi. Será en un segundo proyecto, presentado por él mismo,
donde plantee la posibilidad de rehabilitarlo con otros dos contiguos. También en este
caso las dos manzanas se unifican en un solo tema imponente de fachada con el enlace de
un arco triunfal. El lado del edificio que da al Neva, que enlaza frontalmente con la plaza
mediante una superficie curva, constituye asimismo una grandiosa fachada monumental
basada en el orden gigante, en medida apta para contrastar, esta vez, con la extensión de
las aguas del Báltico. La calle Galernaia, que separaba ambos complejos, se convertirá en
el eje del nuevo conjunto.

El conjunto de la Plaza Mijailovskaia (hoy de las Artes) contiene el palacio que


había de servir de residencia al hermano del zar Nicolás, Mijaíl. Se presenta este
complejo como una especie de modelo de la propiedad urbana, denotando, a pesar de
todo, un interés por la organización conjunta de espacios y volúmenes. En 1834, Rossi
siente la necesidad de asomar el palacio a la Nevsky, mediante la apertura de una calle
nueva, Mijailovskaia.

Junto a las ordenaciones urbanísticas de Rossi se sitúa el complejo de la Bolsa


marítima de San Petersburgo, debido al arquitecto francés Thomas De Thomon (que
también reconstruye el teatro de 1784). El proyecto de De Thomon para la Bolsa, de
1803, engloba el edificio preexistente, de estilo holandés, en una columnata dórica, por
encima de la cual se levanta un frontón con un gran arco lucífero. La Bolsa forma parte
de una ordenación de conjunto del extremo de la isla de Vasili Ostrov: un quai de
granito, en forma de gran semicírculo dotado de espolones, que cumplen funciones de
faros o puntos de luz para facilitar la navegación nocturna por el Neva. El edificio se
terminará en 1813. En San Petersburgo, la obra de los arquitectos de importación (entre
los que se cuentan, además de los ya citados, los italianos L. Rusca, G. Bove, G. Luchini
y los hermanos Adamini) se ve completada por los edificios realizados por los
arquitectos rusos de los años del reinado de Alejandro I: la catedral de Kazán, de A.N.
Voronjinin (1801-1811); el Almirantazgo, de A. D. Zajárov (1806-10), y la puerta
Triunfal, de V. P. Stasov (1832), además de las obras menores y de ornamentación. E1
período clásico de la arquitectura imperial de San Petersburgo se cierra con la catedral
de San Isaac, de Auguste Ricard de Montferrand, erigida, tras la celebración de un
concurso, a partir de 1817 (obra que no se termina hasta 1858), marcada ya
estilísticamente por el cuño del eclecticismo. El Ermitage, de Leo von Klenze, construido
entre 1839 y 1849, viene también a confirmar las concesiones, ahora cada vez mayores,
que hace el estilo áulico al decorativismo en boga hacia mediados de siglo.

Hacia la década de 1830 se entra en una nueva, y bastante diferente, fase de la


vida urbana y social. Al tiempo que van terminándose los trabajos alrededor de los
mayores complejos arquitectónicos y urbanísticos, la ciudad sufre la pesadez del clima
político de la Restauración. Es la época de Nicolás I, que gobierna sobre un estado
sacudido por la crisis de confianza que siguió a la frustrada revuelta de los Decembristas,
en 1825. A su vez, la cultura petersburguesa se fracciona sistemáticamente en corrientes
opuestas, unas veces eslavófilas, otras occidentalistas. Igualmente en arquitectura, se
vuelve por primera vez en la capital a los estilos del pasado, al primitivismo ruso.

Se difunde el lenguaje ecléctico. El aspecto ambiguo de la propia Nevsky, lejos


de afirmar, más bien anula toda sugestión del famoso "mito de San Petersburgo",
acusada de tener en su haber cantidad de aportaciones extranjeras, incapaz de asimilar.

La ciudad no está preparada para recibir la gran avalancha de población que se le


viene encima, consecuencia de la Guerra de Crimea y de la crisis del campesinado. La
rigidez de las estructuras y la tipología compleja de las ordenaciones centrales excluyen y
rechazan el advenimiento de una economía productiva, basada en la fuerza de trabajo
salida del campo y en busca de una nueva colocación.

Mientras los suburbios ven cambiar considerablemente su aspecto, el centro de la


ciudad está absorbido en las obras típicas de las metrópolis decimonónicas: se inauguran
líneas de tranvías, se hacen las conducciones más eficientes, se mejora la iluminación y la
pavimentación. Se crean los primeros jardines públicos, como el de Aleksandrovsky o el
del Almirantazgo, etc..

En 1851 se inaugura la línea de ferrocarril Moscú-San Petersburgo, finalizando


en le Estación Nikolaisky, junto a la Nevsky, convirtiéndose en un nuevo centro
periférico de una zona de interés para la industria, en cuyos alrededores florece la
edificación especulativa. En 1892 se construye el canal Ligovsky, lo cuál facilita e
incrementa la explotación de los terrenos convertidos en urbanizables, sobre todo en
dirección al Monasterio Aleksandr Nevsky.

Hoy día, el aspecto de la Perspectiva es muy diverso; casas del s. XVIII se


alternan con edificios levantados en el s. XX. La explicación a este fenómeno la
encontramos en que, antes del s. XIX, el río Fontanka era la frontera meridional de la
ciudad. De ahí que el sector de la Nevsky, construído entre el Almirantazgo y el
Fontanka, se levantó mucho antes que los barrios comprendidos entre el Puente de
Anichkov y la Laura de Alejandro Nevsky, distinguidas por su aspecto abigarrado y
ecléctico.

En los años de posguerra, la Avenida fue urbanizada, se suprimieron las vías del
tranvía, se construyeron pasos subterráneos, estaciones de metro y, enfrente del Gostini
Dvor y en las calles adyacentes a la avenida, se plantaron tilos.

Entre las otras ciudades del Imperio, además de San Petersburgo y Moscú, deben
recordarse las capitales de los territorios de Polonia y Finlandia.

OTRAS CIUDADES DEL IMPERIO RUSO

KIEV
Desde las primeras épocas en la historia de Rusia, y especialmente desde la
cristianización, la ciudadela de Kiev ha tenido una importancia relevante en el desarrollo
de los acontecimientos históricos de Rusia. El príncipe de Kiev tenía bajo su mando las
tribus eslavas del este y controlaba el territorio, llegando a alcanzar a mediados del siglo
XI unos límites que se extendían desde el Báltico hasta el Mar Negro, con más de 30.000
habitantes, convirtiéndose Kiev en una de las ciudades más grandes del mundo en aquel
momento. En el siglo XIX y en época del emperador Alejando II (1818-1881), Kiev era
considerada como la Jerusalén de los territorios rusos.

Las invasiones mongolas de 1240 provocan la destrucción de la ciudad,


controlando la misma y las tierras situadas bajo su jurisdicción durante el siglo y medio
siguiente. En el siglo XIV, el príncipe de Lituania extiende su control sobre Kiev y parte
de Ucrania. En estos momentos la ciudad se reconstruye, se fortifica y, aun a pesar de
estas obras, nuevamente es arrasada por los tártaros de Crimea, en 1416 y 1482. Los
lituanos ganaron una serie de derechos, como el autogobierno de la ciudad al final del
siglo XV. Los polacos vuelven a dominar el estado lituano en 1569 y la influencia
católica polaca es bastante grande sobre la zona, lo que provoca numerosas revueltas de
tipo religioso, destacando la de 1654, que deja dividida la zona de Ucrania en dos. Por
un lado la Rusia Moscovita y Polonia, situada a lo largo del río Dnieper. La fundación de
una orden religiosa en 1615 fue una gran influencia que divide las fuerzas entre los rusos
contra los polacos. Pero también Kiev, además de importante núcleo de fuerzas políticas,
es en estos tiempos uno de los centros más emergentes de toda la zona de Ucrania,
llegando a convertirse en el centro de la vida nacional ucraniana.

La ciudad se emplaza en la parte derecha del río Dnieper, siendo anexionada al


imperio ruso formalmente en 1686. Las provincias rurales ucranianas de la parte derecha
del río (Kievskaia, Podolskaia y Volynkaia en Rusia), se quedaron en Polonia, con la
repartición de tierras de los años 1772, 1793 y 1795, finalizando el período de estado
independiente que habían disfrutado estas zonas hasta ahora. Rusia se anexionó el resto
del imperio ucraniano durante los repartos y la ciudad de Kiev se convirtió en la principal
ciudad administrativa de la Rusia Central.

A lo largo de este tiempo, la estructura urbana de la ciudad se componía,


básicamente, de una serie de núcleos de pequeño tamaño, separados entre sí y aislados
por accidentes naturales, como colinas y gargantas. En el siglo XVIII la población de la
ciudad había crecido considerablemente, pasando, en 1702 de 10.000 habitantes a 30.000
en 1750. A la ciudad arriban órdenes monásticas, que construyen sus monasterios, de
gran tamaño, como en el Monasterio de Pecherskaia Iavra (Monasterio de la Cava),
fundado en 1703. La ciudad se fortifica, al constituir un bastión defensivo contra pueblos
invasores como los polacos, turcos otomanos y tártaros de Crimea, deseosos del control
de Ucrania, mediante la dominación del centro mercantil y económico que era Kiev. Una
factor decisivo en el aumento de la población de la ciudad lo constituye la estancia
permanente de un gran número de tropas destinadas a la defensa de la ciudad.

El comercio constituía la fuente principal de riqueza de la metrópoli. Por tierra y


agua, las rutas hacia Polonia, Hungría, Persia y el Imperio Otomano, pasaban
necesariamente por este enclave, y la sal y otros productos apreciados, provenían de los
Urales, vía el Dnieper y el Volga. Los monasterios, por otra parte, atraían a la ciudad a
numerosos peregrinos y fieles, sin desaprovechar esta oportunidad, fundando prósperos
negocios como tabernas y hospederías. El Monasterio de la Cava, por ejemplo, regentaba
14 tabernas en el distrito de Pechersk en 1758, una en cada calle. En 1766 la producción
de vodka y otras bebidas alcohólicas eran una de las fuentes principales de riqueza de la
ciudad.

Kiev se expansiona tras la anexión a Rusia, llegando al litoral del Mar Negro
opuesto a Odessa en 1794. Por otra parte, las relaciones con occidente se desarrollan
tempranamente, (la introducción de las nuevas corrientes occidentalistas penetran en
Kiev de la mano de los monasterios durante los siglos XVII y XVIII), a lo que hay que
añadir las relaciones comerciales del comercio del azúcar.

En 1800 la ciudad se encuentra estructurada en tres zonas separadas (Pechersk,


Staryi Kiev, llamada la vieja ciudad o la ciudad alta, y Podol). No existen puentes que las
unan y la comunicación entre éstas resulta bastante complicada. Cada zona se encontraba
fortificada con sus propias murallas y cada una de estas zonas tenía apariencia de ciudad
independiente, por lo que resultaba difícil catalogarla como una ciudad con una unidad
coherente.

La zona de Pechersk se desarrolla a lo largo del Dnieper e incluye el Monasterio


de la Cava, cuyas altas torres proporcionan a la ciudad una silueta muy característica. La
fortaleza se extiende en sucesivos períodos, ampliándose por última vez en 1830. En el
siglo XIX este barrio pierde la importancia adquirida en los períodos anteriores, debido
al desplazamiento de la industria y del comercio. Se trata de un barrio heterogéneo
habitado por soldados, peregrinos y todo tipo de clases sociales, representando el viejo
espíritu de la ciudad.

El barrio de Stari Kiev, se localiza, al igual que el primero, sobre una colina, pero
algo más alejado del Dnieper. El lugar de la iglesia de Santa Sofía y las ruinas de la Gran
Puerta constituían la zona más popular de la antigua Kiev. Rápidamente, durante el siglo
XIX, el desarrollo del comercio y la llegada de residentes al barrio, le proporcionan una
mayor vitalidad. La universidad de San Vladimir se funda en el distrito en 1834. Muchos
de los comercios y hombres de negocios más conocidos del momento, se concentran en
el barrio, en la que destaca la Calle Sviatoslavskaia.

El Barrio de Podol o ciudad vieja, se despliega a lo largo de la ribera del río.


Mencionado por primera vez en fuentes escritas en 1111, permanece como uno de los
barrios más populosos y de mayor tamaño a mediados del siglo XIX. El Podol
proporcionaba ambiente a la ribera del río, al puerto y a la zona comercial de la ribera,
sin tener aspecto de ciudad habitada. Los almacenes no se prodigaban, no había una
estructura uniforme en la ordenación urbana y arquitectónica. Viviendas de madera,
junto con monasterios, iglesias, calles estrechas y tortuosas conformaban la fisonomía del
barrio.

A principios del siglo XIX Kiev crecía de forma progresiva, con una población,
entre habitantes y soldados, que alcanzó en 1874 la cantidad de 127.251 habitantes. En
1897 dicha cantidad a ascendió a 247.723 y en 1891, 626.313 habitantes. Los espacios
abiertos entre los históricos distritos de Kiev se completan en este período. El distrito del
Palacio de Dvortsovaia, llamado también Lipki, se desarrolló entre las zonas de Pechersk
y Stari Kiev, evidenciándose por primera vez las rentas de alquiler de viviendas.

Con la expansión de la ciudad, nuevos barrios se crean. El distrito de Ploskaia,


llamado en los manuscritos antiguos Bolon´e o Obolon, se expande por la parte externa
de la Podol. Se componía en su mayor parte por artesanos, por lo que también se le
denominaba Meshchanskaia. Este barrio, situado junto a las riberas del río, sufría
especialmente las crecidas del mismo en la primavera, lo que lo hacía muy vulnerable a
las inundaciones y al cólera. Nuevas áreas se desarrollan a partir de las vías del
ferrocarril, comenzado en 1860. Los nuevos distritos de Bul´varnyi y Lybed, Luk´ianova,
Shuliavka, Solomenka y Demievka, absorben en su gran mayoría el nuevo y abundante
proletario, artesanos y campesinos que llegan a millares en busca de una oportunidad
laboral.

Sobre el año 1900 la ciudad de Kiev ha perdido su aspecto originario, a base de


barrios separados por colinas, absorbiendo los espacios que los separaban, a los que hay
que sumar las nuevas áreas desarrolladas a partir de las vías de comunicación abiertas. La
ciudad se presenta como una de las más grandes ciudades de Europa, convirtiéndose en
el símbolo de una gran ciudad industrial, gracias al emplazamiento natural del valle de
Kreshchatik, que se ha convertido en el símbolo de la ciudad burguesa, industrial y
financiera. Denominado Valle de Kreshchatoi, en sus orígenes estaba compuesto por
caminos rurales, cobertizos, casas de madera y destilerías que comunicaban Pechersk con
la ribera del río hacia Podol. El fuego había destruido Podol en 1811, volviendo a
reconstruirse hacia 1830, con la ampliación de las murallas.

Sobre 1800 Kreshchatik mejoras sus infraestructuras con la construcción de casas


de madera mejor dotadas, restaurantes, tabernas, etc. Los comercios del valle estaban
dominados conjuntamente por rusos y germanos, destacando la ausencia de judíos en el
mercado local. Conforme Kiev se desarrolla Kreshchatik va modificando su fisonomía:
edificios de cuatro o cinco alturas y construcciones de ladrillos, sustituyendo a las de
madera, empiezan a generalizarse. El Ayuntamiento se localizará en este emplazamiento,
así como los grandes bancos, hoteles importantes, comercios de lujo, y grandes
empresas. El desarrollo del lugar lo convierten en una de las zonas mejor dotadas de la
ciudad, comparable a la importancia adquirida por la Perspectiva Nevsky en San
Petersburgo.

La economía de Kiev
La agricultura, armamento y varios productos de consumo han sido las fuentes de
riqueza tradicionales de la ciudad. En 1764, era la metrópoli con el mayor Arsenal del
Estado. En 1914, la industria de la alimentación, bienes de consumo y servicios
dominaba la economía de la ciudad. Nuevas industrias se desarrollan durante este
período, especialmente de maquinaria, metalurgia, maquinaria de construcción, aunque la
más importante era la industria azucarera, respaldada por la agricultura.

El desarrollo del ferrocarril favorece la industria en todo el territorio ruso, y Kiev


no será la excepción. La línea enlaza la ciudad con Moscú, vía Kursk, construyéndose
desde 1863 hasta 1868 y, desde ese mismo año hasta 1871, se completa hasta Odessa,
vía Balta. Por su parte, nuevas líneas, la Kovel y Poltava, se construyen entre 1901 y
1902. La Compañía del Ferrocarril del Sudoeste, responsable de la construcción de estas
vías de comunicación, amenaza con llevarse a sus trabajadores a Odessa si la ciudad no
facilita tierras despobladas para que los trabajadores del ferrocarril se instalen. Nace así
el Distrito Bul´varnyi, conocido también como la Colonia de las Vías del Ferrocarril, un
emplazamiento compuesto por barracones de madera, un hospital, una escuela y un
instituto técnico, además de un puente elevado que lo comunica con la ciudad. El
número de empleados del ferrocarril alcanzó la cifra de 2.500 en 1890, disminuyendo
hacia 1913, siendo por aquel entonces 1.600.

Kiev en 1912 tiene 15.000 trabajadores que trabajan en el sector industrial,


aumentando en 1916 hasta 21.000 cuando la producción de productos para la guerra se
encuentra en pleno auge, pero no podía asemejarse a una ciudad típicamente industrial,
como Moscú o San Petersburgo al no disponer, como en estas ciudades, de industrias de
gran tamaño (allí era frecuente industrias con más de 1.000 trabajadores), mientras que
en Kiev tan sólo había 6 industrias con más de 500 trabajadores a principios de siglo XX.
Artesanos, pequeños comercios, servicio personal y campesinado continuaban siendo los
pilares básicos de sustento económico de la metrópoli.

El siglo XX, con el desarrollo de las nuevas comunicaciones y medios de


transporte, cambian la fisonomía de la urbe. En 1887 se construye el primer aeroplano y
en 1914 uno de estos artefactos logra sobrevolar en tres horas la distancia que cubre
Kiev a Odessa. Ese mismo año se instalan clubs de automóviles y empiezan a verse por
las calles Fords, Opels y Mercedes, entre otros modelos que unían Kiev y Moscú en 16
horas. En el interior de la ciudad, nuevos modelos de transporte se generalizan. La
primera línea de tranvía eléctrica opera desde Podol, pasando por Kreshchatik en 1892.
En 1911 una compañía privada de autobuses inaugura ocho líneas, y empiezan a verse
taxis desde 1913. El primer alumbrado público, a base de queroseno, se instala en 1869.
Por su parte, la iluminación de gas se localiza en Kreshchatik en 1872 y la iluminación
eléctrica empieza a instalarse alrededor del año 1900.

Sin embargo, la mala calidad del agua y, en ocasiones, su escasez, provocan


numerosos problemas higiénicos. Las epidemias de cólera de 1830 y 1872, mermando la
población en un 15%, fueron especialmente severas. La situación era tan complicada que
se llega al extremo, en 1871, de utilizar agua procedente del río para el consumo
humano. Las primeras compañías privadas de agua potable no harán su aparición hasta la
década de 1890. Sin embargo, la batalla contra el cólera continua bien entrado en siglo
XX, con una epidemia que arrasa en 1907, forzando la construcción de canales de agua
potable que llegaran a la máxima cantidad de población posible. Todavía, en 1914 sólo
2.900 de los 7.000 hogares de Kiev disponían de agua potable.

En resumen puede decirse que Kiev creció muy lentamente hasta el período de las
grandes reformas, su población fluctuaba constantemente, debido a la presencia de
tropas, peregrinos, a lo que hay que añadir, las constantes epidemias de cólera y peste
que mermaban a menudo a la población. A fines del siglo XVII y durante el siglo XIX, la
situación cambia, convirtiéndose la ciudad en una de las más activas, comercial y
económicamente hablando, sin presentar una fisonomía típicamente industrial, al carecer
de grandes fábricas que propiciaran esta situación. La clase trabajadora de Kiev vivía
gracias a la existencia de pequeñas fábricas, comercios o de la construcción del
ferrocarril, propiciando la extensión de la urbe, como ya se ha visto, a lo largo de las vías
de comunicación abiertas gracias a este medio de transporte, lo que provoca la aparición
de nuevos barrios y la unión de las primeras zonas de desarrollo de la ciudad, separadas
por accidentes naturales. El barrio mejor tratado de la ciudad, sin duda, lo constituirá
Kreshchatik, zona que se origina para albergar a la clase trabajadora, y acaba siendo el
núcleo principal de la ciudad en el que se concentran las mayores comodidades
(iluminación eléctrica, agua potable, bancos, zonas comerciales, etc.), perdiendo
definitivamente, al igual que otras ciudades de Rusia, su carácter eminentemente rural
para pasar a ser una ciudad con todas las características que son afines a este tipo de
emplazamientos.

ODESSA
Ninguna ciudad puede ilustrar de mejor manera el proceso de modernización,
especialmente desarrollado a finales del siglo XIX y principios del XX que este puerto en
el Mar Negro. Ciudad joven, fundada en 1794, Odessa experimenta uno de los
crecimientos más significativos de todas las ciudades del Imperio Ruso, despuntando
durante décadas como uno de los centros comerciales más importantes del sur y una de
las ciudades líderes del Imperio. En 1860 era una de las cuatro ciudades más pobladas
después de San Petersburgo, Moscú y Varsovia, el segundo puerto más activo, tras el de
San Petersburgo, la principal rival de Kiev como centro cultural y, sin ninguna duda, una
de las ciudades mejor planeadas, urbanísticamente hablando de todo el imperio.

La ciudad contaba con una población bastante elevada (de las 2.349 personas
inscritas en su censo en los primeros años de existencia de la urbe, a 96.444 en 1852 ó
403.815 en 1897). Una pequeña porción de esta población estaba compuesta por la clase
noble, el clero, ciudadanos honorarios y militares, no llegando a alcanzar el 13% del total
de la población a mediados del siglo XVIII, disminuyendo dicho porcentaje a medida que
el siglo avanza. A pesar ser considerada una ciudad comercial por excelencia, sólo unos
pocos individuos controlaban sector comercial. La gran mayoría de la población se
situaba en los estratos sociales más bajos, estando empleados en el servicio doméstico,
tabernas, hospederías, construcción, o industrias de manipulación de alimentos,
denotándose un alto índice de prostitución. Otro pequeño porcentaje (aproximadamente
el 24,1%) lo componían las clases burguesas, formadas sobre todo por profesionales
liberales, comercio y propietarios. Hablando en términos económicos, y a pesar de la
pobreza que envolvía a las capas sociales más bajas, constituían los pilares de la
economía de la ciudad.

Otra característica de la ciudad es la diversidad étnica que la compone. Como


resultado de la colonización tártara, llegan muchos inmigrantes procedentes de esa zona,
a lo que había que sumar la presencia de franceses, griegos, italianos, albanos alemanes y
búlgaros, entre otros. También encontramos ingleses, españoles, judíos, checos, polacos,
rumanos, eslovenos, armenios, turcos, egipcios y persas. Cada etnia disponía de sus
barrios, así los alemanes, que llegaron a miles a mediados de siglo, ocupaban los barrios
de Bol´shoi Libental, Malyi Libental y Liustdorf. Los artesanos se situaron en la calle
Remeslennaia.

Al ser Odessa una ciudad joven, la planificación urbana de la misma pudo hacerse
sin ninguna dificultad, siguiendo las pautas propias de la época. Con el zar Alejandro I,
que se tomó como algo personal la planificación de la ciudad, así como la construcción
de edificios que la embellecieran, durante el primer cuarto del siglo XIX, se la proveyó
de los materiales necesarios, mano de obra y fondos para convertirla en el mayor centro
comercial, con más de 30.000 habitantes, y con cualquier tipo de comodidad y servicios
que cualquier ciudad preindustrial del imperio. El corazón de la población estaba
formado por dos plazas, situadas a 45 grados una frente a la otra. La mayoría de edificios
se construirán, a falta de madera en la zona, con ladrillo, extraído de canteras situadas en
las cercanías. En 1814, algo más de 2.600 hogares se habían edificado, estos se
localizaban en las áreas externas al centro, donde un par de almacenes avituallaban de
efectos a la población. En el distrito central existían varios almacenes de lujo, separados
por jardines o alamedas, y centros comerciales que en sus plantas principales contenían
comercios. En el propio centro se ubicaba el teatro, el ayuntamiento y el barrio más
lujoso de la villa, Bul´varniyi.

Los problemas para el desarrollo de Odessa se manifiestan ya con el reinado de


Nicolás I. No sólo ocurrió que el zar perdió interés en el proyecto urbanístico del
enclave, quizá por considerarlo un nido de conspiradores, sino porque el rápido aumento
de la población no iba emparejado con la poco eficiente burocracia, y las estructuras
financieras sobre las que se asentaba la ciudad resultaron ser más débiles de lo que
parecía. Mientras tanto, la ciudad sigue su rápida expansión especialmente en el
desarrollo de los suburbios, con los barrios de Peresyp, en el norte, Moldavanka y el
futuro emplazamiento de Slobodka Romanovka en el este y Mel´nitsy al sur. También se
diseña y se construye el Boulevard Nikolaevskii, elegante arteria plagada de edificios
neoclásicos. Sin embargo, la calidad de vida todos los habitantes de Odessa no era igual
para todos. En general, las calles se encontraban en un estado deplorable y adolecían de
agua potable, lo que provocaba innumerables epidemias y una gran mortandad.

En 1865 se inaugura el servicio de ferrocarril, empleando a numerosos


trabajadores de los suburbios de Moldavanka. Otras innovaciones urbanísticas de la
época incluyeron la construcción de plazas, tal y como testimonian los barrios de
Moldavanka y Peresyp, y la construcción de calles rectas y bloques de edificios que se
entremezclaban con las industrias y graneros que poco a poco iba absorbiendo la ciudad.
Por otro lado, en la planificación urbana del barrio de Slobodka Romanovka, la
construcción de viviendas pobres para trabajadores, convierte a la zona en una de las más
desasistidas de la ciudad, ante su falta de servicios públicos. La llegada del ferrocarril, la
facilidad de obtención de créditos blandos (por la recién creada Sociedad Municipal de
Crédito de Odessa), el aumento poblacional y las nuevas medidas tomadas por el
gobierno, conllevan un boom constructivo durante los años 1870 a 1890, con un término
medio de 1000 edificios por año.

Además, en este período, se inician las obras de modernización del puerto y los
servicios públicos empiezan a extenderse hacia los barrios periféricos. Así, en el puerto,
los antiguos muelles se modernizaron y se construyeron dos más; se ejecutaron las obras
de la canalización de agua potable, en 1870, conectando 73 tuberías de plomo en toda la
ciudad con el río Dniester, la iluminación eléctrica llegó hasta los barrios más alejados,
las líneas férreas se extendieron paralelas a la costa. La zona central, los barrios
adyacentes y muchas áreas del extrarradio de la ciudad se pavimentaron con bloques de
granito, instalándose aceras para peatones y los transportes municipales se desarrollaron
con la introducción del tranvía eléctrico.

En resumen, puede decirse que los planes urbanísticos de Odessa se


caracterizaron por una considerable distinción durante los años de la era de reformas
municipales, encaminadas a la transformación del centro de la ciudad sin tener en cuenta
la situación de los barrios más pobres de la urbe y el rápido aumento de la población

VARSOVIA
Aunque en la actualidad Varsovia no pertenece a Rusia, cabe hacer una pequeña
mención, por la importancia que tuvo durante los años en los que formó parte del
imperio ruso.

Varsovia, Varshava para los rusos, era la tercera ciudad del Imperio Ruso en el
siglo XIX y primeros años del XX, al mismo nivel que Moscú o San Petersburgo. Sin
embargo, Varsovia no puede considerarse como una ciudad rusa por excelencia. Rusia se
había hecho con su control y el de la región circundante tras la desastrosa campaña de
Napoleón contra Rusia en 1812, por lo que la fisonomía de la ciudad se encontraba
bastante definida por aquel tiempo. Se convirtió en la principal ciudad del imperio ruso
en representación de las provincias polacas, conocida también la zona como el reino
polaco, el congreso polaco y la región del Vístula.

La urbe había sido la capital de la confederación polaca-lituana durante los siglos


XVII y XVIII, dividiéndose los territorios de esta confederación entre Rusia, Austria y
Prusia, a finales del XVIII. Varsovia aparecía así como el símbolo de la Polonia dividida,
simbolizando los ideales del nacionalismo polaco.

La ciudad se funda alrededor del 1300 en la región denominada Mazovia, cercana


a la frontera noreste no muy lejos de Lituania. En los siguientes tres siglos la ciudad
crece lentamente, aumentando los lazos con sus vecinos, hasta que en 1569 la Unión de
Lublin reúne a ambas zonas en una vasta confederación.

La ciudad asumió las funciones de capital de la nueva alianza , creciendo de


forma significativa durante los siglos XVII y XVIII, con la anexión de nuevos centros
como Cracovia, Poznan, Lviv y Vilius. En 1790, los últimos años del apogeo de la
confederación, Varsovia contabilizaba alrededor de 100.000 habitantes.

En cuanto al aspecto de la metrópoli, en 1910 no era más que una pequeña


ciudad, dividida por el río en dos zonas comunicadas por un puente de hierro,
presentando grandes contrastes entre las diversas áreas de la ciudad, según el tipo racial
o social que las ocuparan. Las distintas áreas de la ciudad se comunicaban además, por
un teleférico y por los transportes públicos (ómnibuses). Abundaban los edificios altos,
con tejados a dos aguas, utilizando como elementos decorativos balcones del hierro
forjado. La plaza central, atestada siempre de gente se encontraba coronada por la figura
del rey Zigmunt.

Varsovia, sin duda, era una ciudad de contrastes evidentes. Sus barrios se
diferenciaban ostensiblemente, dependiendo de su carácter socioeconómico y de las
etnias que los habitaban. De esta manera pueden distinguirse: el centro de la ciudad,
zona acomodada; la ribera del río, en la que habitaban clases sociales bajas; el noroeste,
poblada por la comunidad judía; el overwhelmingly, en el oeste junto al Vístula y, por
último, Praga, en el banco oriental del río.

El centro discurría a lo largo de una serie de calles que corrían de forma paralela
al río: Krakowskie Przedmiescie, la cual desembocaba en dirección sur a Nowy Swiat; y
la Avenida Ujazdowski, hacia el sur de la urbe. Krakowskie Przedmiescie marcó los
límites hacia el norte siendo la arteria más frecuentada e importante de Varsovia, en la
cual se concentraron instituciones públicas y educativas, los hogares de la clase adinerada
y las mayores iglesias (Iglesia de la Visitación o la de Santa Cruz).

La Avenida Ujazdowski, se encontraba jalonada de villas espléndidas, siendo el


lugar favorito de los residentes de Varsovia para pasear, y circundada por algunos de los
parques más representativos de la ciudad.
Al este de estas avenidas y parques, en la ribera del río, se situaba el barrio de
Powisle, el distrito industrial de la ciudad, el más deteriorado y empobrecido. Zonas
despobladas, se relacionaban con áreas con edificios de varios pisos de ventanas tapiadas
con papel o trapos y chozas con tejados de pajas, viviendas de obreros y artesanos, todas
ellas en estrechas callejas.

Ambas zonas, el área adinerada en el centro de la metrópoli y los suburbios


empobrecidos, eran los barrios más representativos de la ciudad. El noroeste de Varsovia
se encontraba habitado por la comunidad judía más grande de toda Europa. El desarrollo
de esta gran área judaica tiene sus orígenes en el siglo XIX, cuando esta comunidad se ve
obligada a habitar en zonas especialmente designadas para ellos. Al abolirse estas
restricciones, en 1860, esta zona ya era el lugar principal de residencia Judaica en la
ciudad. La principal área de concentración judía se ubicaba en la Calle Nalewk, el
corazón comercial de Varsovia y, por extensión de todo el reino polaco.

En el propio barrio judío, la calle Mila tenía reputación de adinerada. En la misma


habitaban los comerciantes propietarios de las tiendas de Nalewki. Su continuación,
llamada Nowomila, era una zona de pobreza, en la que artesanos, mercaderes,
vendedores, personas de ocupaciones indeterminadas y desempleados, se ubicaban.

Por su parte, Praga, en el este de la vía fluvial, llevó en muchos sentidos, una vida
separada de la ciudad. Era una zona tranquila, lo que atraería la atención de los
residentes que vivían hacinados en la parte este de la metrópoli. Hasta la segunda mitad
del siglo XIX, Praga era un pequeño núcleo en la campiña con comercio agrícola y
ganadero. A partir de este período, la población de Praga creció más rápidamente que
cualquiera de las otras partes de la ciudad. Así, en 1882 pasó de 16.000 hasta 100.000 en
el período previo a la Primera Guerra Mundial. En este lapso de tiempo, los mercados de
ganado, que antaño habían estado en el centro de la ciudad (lo que pasó a ser la Calle
Targowa), se han trasladado a las afueras del barrio y se han edificado nuevas zonas, a la
vez que se introdujeron algunas mejoras como albergues, pavimentación de las calles y
trabajos públicos.

Sin embargo, los factores más determinantes para el desarrollo de Praga fueron la
construcción del ferrocarril y la edificación de los primeros puentes permanentes de
Varsovia sobre el Vístula en 1860 y 1870. Praga se convirtió entonces en el nexo de
unión entre la Varsovia industrial y los mercados exteriores, especialmente el imperio
ruso.

RIGA
El enclave báltico de Riga se ha considerado como una de las grandes ciudades
del Imperio Ruso con tintes europeos, aunque, especialmente marcada por sus relaciones
con Alemania. Fundada a finales del siglo XIII por el Obispo Alberto de Buxtehude, sus
orígenes se inician con la construcción de una fortaleza, situada en los límites orientales
de la cristiandad medieval latina, cuya finalidad era la de convertirse en defensora del
catolicismo en la zona del litoral. La mayoría de los habitantes de la Riga medieval eran
colonos procedentes del este, especialmente de Lubeck, Bremen, y otros pueblos
alemanes que se instalaban en el enclave, atraídos por las excelentes perspectivas
comerciales. El río Dvina suponía una excelente vía de transporte para el comercio de
madera, arenque, y pieles.

El siglo XVI trae consigo la Reforma luterana. Con ella llegó el fin de la regla
eclesiástica y el principio de un período de cambios políticos. Hasta 1581 Riga había
tenido entidad política propia. Después, siguió un período de independencia bajo la
dominación polaca y tras ésta, la hegemonía sueca. La incorporación al Imperio ruso no
llegará hasta 1710, cuando se conquistó la ciudad a los suecos por las tropas de Pedro el
Grande.

La incorporación al Imperio ruso no rompió los lazos de Riga con la Europa


Occidental ni alteró el carácter alemán del enclave, cuya vida cultural e intelectual ha
permanecido con tintes alemanes desde los mismos orígenes del emplazamiento. Por lo
que respecta a las relaciones comerciales con Europa, y a pesar de la emergencia de San.
Petersburgo como una de sus principales rivales, Riga siempre ha jugado un papel
fundamental en dichas relaciones.

Una característica peculiar de la historia política de Riga era el sistema de


gobierno por clases privilegiadas. El gobierno municipal de la ciudad, durante los siglos
anteriores a la conquista rusa, había sido la confluencia de tres clases poderosas de índole
corporativa: un gremio mercantil, un gremio de artesanos, y un tercero de magistrados,
compuesto por veinte comerciantes y abogados. Dicha organización representaba la
cúspide de poder y prestigio, defendiendo su autoridad contra cualquier intento de
intrusismo.

Con la incorporación de Riga al imperio ruso se producen una serie de cambios:


las capitulaciones de 1710, definieron los términos de dominio ruso en el Báltico,
eliminando cualquier tipo de poder de estas clases privilegiadas, exceptuando su propio
poder sobre las propiedades, aunque estos cambios tan sólo tuvieron efecto sobre el
papel pues, en la práctica, esta élite siguió controlando el gobierno de la ciudad.

La población de Riga ha sido una mezcla de comunidades procedentes de


diferentes nacionalidades y religiones. Mientras la presencia alemana jugó un papel
principal en vida local, la clase más humilde de la ciudad la constituía el campesinado
procedente del campo circundante que, desde la edad media, y de forma constante,
emigraba a la metrópoli en busca de nuevas oportunidades laborales. Otra comunidad
bastante numerosa la constituían los rusos ortodoxos que se establecieron durante los
primeros años del siglo XVII formando, ya en el siglo siguiente, una próspera colonia de
comerciantes. Otros grupos incluyen a los judíos, quienes empezaron a llegar durante el
siglo XIX, e inmigrantes de Inglaterra y Escandinavia. La diversidad nacional y religiosa
era habitual, lo que causaba en alguna ocasión algunas fricciones en la Riga de fines del
XVIII.

La emergencia de la ciudad se produce a mediados del siglo XIX, figurando el


enclave como una de las ciudades de provincia de mayor importancia de la época. Era el
tercer puerto más activo, después de San Petersburgo y Odessa, además de un centro
comercial internacional.

Por estas fechas, la población de Riga era de unos cien mil habitantes, la quinta
más importante del imperio. En 1867 el censo muestra que el 40% de la población era
alemana, el 1% de origen ruso, el 23,5% letón, y el 1% judío. La comunidad alemana
representó no sólo el grupo más grande, sino también dominante social y políticamente.
Después de siglo y medio, aún con la dominación rusa, la herencia alemana de Riga
permanecía intacta. El idioma que podía escucharse entre la mayoría de sus habitantes
era el alemán, siendo la lengua utilizada para los negocios, finanzas y la vida cultural,
constituyéndose pronto la comunidad de origen alemán como el estrato social más alto,
una especie de patriciado mercantil poseedor del comercio, mansiones, profesiones
liberales, militares y dominador de la política municipal. El resto de la población,
especialmente rusos, judíos y letones, pequeños comerciantes y mercaderes. Según el
censo de 1867, el 74,5% de profesionales y el 78,8% de funcionarios era alemán.

La base de la economía de Riga la constituía el comercio. La industria todavía se


encontraba en sus inicios. El pequeño complejo industrial de la metrópoli disponía de una
fábrica de la porcelana, un par de aserraderos de vapor, una fábrica de hilados del
algodón, unas pequeñas factorías de tabaco, dos molinos de lino, dos molinos de lana, y
algunas fábricas de procesado de alimentos y bebidas. En 1864 sólo se contaban en Riga
veinte fábricas que empleaban a algo más de cincuenta obreros. La empresa de mayor
tamaño era el aserradero, posesión de un británico, con 570 trabajadores.

A fines de 1860, se producen una serie de cambios profundos en la ciudad. Las


últimas décadas del siglo XIX son un período de crecimiento rápido y modernización. El
tráfico comercial por el puerto de Riga subió entre 1870 y 1913, mientras que el
desarrollo industrial era igualmente llamativo, hasta convertirse en uno de los centros
industriales de mayor importancia del imperio.

Varios factores contribuyeron a estas transformaciones. Se construye el


ferrocarril en 1861, con la línea que une la ciudad con Varsovia y San. Petersburgo, vías
que permiten a la ciudad el acceso directo a las regiones del sur, hacia el Océano Pacífico
y el Lejano Oriente. El ferrocarril constituyó un estímulo poderoso para el crecimiento
económico, la abertura hacia nuevos mercados y el desarrollo industrial. Como muchas
otras ciudades rusas, Riga también se vio beneficiada con el patrocinio del estado, que se
tomó grandes esfuerzos para alentar el desarrollo industrial. El levantamiento de
aranceles que le permitieron la importación de género para la fabricación de tejidos, las
inversiones extranjeras y la fácil disponibilidad de préstamos, contribuyó
significativamente al crecimiento industrial. El papel de los empresarios locales, no debe
pasarse por alto, pues controlaron mucha de la industria de Riga.

A pesar del gran desarrollo industrial de la ciudad, éste se realiza de un modo


desigual. Entre 1870 y 1880 es el momento del desarrollo de la fabricación de maquinaria
de equipamiento pesado, gracias al desarrollo del ferrocarril ruso-báltico. En 1890 Riga
participó activamente en el desarrollo general de la industrialización rusa. Maquinaria
para la construcción y metales, industrias ligeras de acabados de la madera y textiles,
creció de forma extraordinaria. Entre 1890 y 1900 la mano de obra de las fábricas de
Riga se triplicó. La depresión que afectó a la industria rusa durante los primeros años del
siglo XX afectó al desarrollo urbano, donde su efectos contribuyeron negativamente en
los acontecimiento sangrientos y tumultuosos de 1905. Con la recuperación de la
depresión y el tumulto revolucionario que inspiró se llega a 1907, con un período de
crecimiento que duró hasta el inicio de guerra en 1914.

El desarrollo económico se acompañó por el crecimiento desmedido de la


población y por una serie de cambios en la composición étnica y social de la ciudad.
Entre 1867 y 1913, grandes cantidades de campesinos letones huyen pobreza rural y de
la opresión de los propietarios aristocráticos, representando la ciudad una vía de escape a
sus míseras condiciones de vida. Los primeros años del siglo XX siguen atrayendo a
letones, pero el desarrollo de la red del ferrocarril rusa y la expansión económica de la
zona representan un imán para el campesinado ruso, polacos, y lituanos.

Estos cambios se reflejan en la composición de la población en los censos de


1867, 1881, 1897, y 1913. Por primera vez, la comunidad alemana decrece, hasta
representar menos de una sexta parte del total. En contraste el pueblo letón aumentó su
proporción, emergiendo como la población numéricamente dominante. Rusos, polacos,
judíos, y lituanos también aumentaron su proporción.

La estructura urbana de la ciudad, que hasta ahora había formado una sola unidad
y las diversas comunidades que la conformaban sufrieron, como consecuencia de los
cambios anteriormente vistos, profundas modificaciones. Los alemanes, a pesar de su
presencia decreciente, defendieron su posición económica y política preponderante. No
obstante, otros grupos hicieron incursiones substanciales. Éste era el caso de los letones,
cuya conciencia de clase se había desarrollado, pasando a formar parte de las clases
medias y altas de la sociedad, mezclándose con la comunidad alemana. Sin embargo, y ya
en vísperas de la I Guerra Mundial, Riga, a ojos de los rusos, todavía seguía siendo una
ciudad sustancialmente alemana.

El período de transición: La Ciudad Soviética


Con la llegada del nuevo siglo se desarrolla un estilo ecléctico de gran vistosidad
en la arquitectura individual, en el que se observa la proliferación de sugerencias exóticas
y bárbaras. Se trata de construcciones de gran calidad y no exentas de alto nivel
tecnológico. En la mayoría de los casos, estas iniciativas enlazan con las corrientes
arquitectónicas de carácter modernista de la Europa Occidental. La aparición, en la
primera década del siglo XX, de edificios en Moscú como los talleres tipográficos de
Utro Rossi, la banca Riabusin o el Palacio de la Calle Stroganov, las casas de comercio
de Petrogrado, o el Delovoy Dvor, demostraban a las claras la existencia de nuevas
tendencias arquitectónicas que más tarde desembocarían en una corriente que
proclamaría la prioridad de la función.

La nueva burguesía rusa, ante el fenómeno de desarrollo del proletariado urbano


y el hecho de no haber alcanzado un nivel europeo en los modos de intervención sobre la
ciudad, intenta adaptar a la situación lo que se considera el modelo universal de la
ideología urbanística internacional, el modelo de ciudad-jardín.

Al principio, el modelo se aplica a la ordenación de núcleos de residencias


individuales, pero seguidamente se extiende de forma más consecuente y ambiciosa. Un
buen ejemplo de ello lo tenemos en la primera ciudad-jardín proyectada y realizada, de V.
N. Semenov, cerca de la estación Prozorovskaya, en la línea de Kazán, con la intención
de hacer de ella una ciudad modelo, símbolo de la voluntad reformista de la nueva
burguesía liberal. A los trabajadores que dependían de los ferrocarriles y que se
desplazaban cada día a Moscú, se les ofrecía una estructura residencial desvinculada de
la ciudad, una especie de ciudad de reposo.

El emplazamiento se estructuraba alrededor de una gran calle arbolada, que


constituye el eje principal de la intervención, desembocando en el teatro, además de
proporcionársele una importante dotación de servicios y espacios verdes. La ejecución
de la ciudad respondía a la necesidad de adaptar las estructuras urbanas a los nuevos
modelos europeos, situando a Rusia al mismo ritmo que el resto de Europa.

En este sentido, también hay que entender la novedad en respuesta a las


crecientes exigencias de alojamiento. Se desarrolla la construcción cooperativa y se
constituyen asociaciones de inquilinos que se ocupan de los problemas higiénicos, y de
dotar a los barrios más poblados de servicios comunes, como comedores y bibliotecas.
Es el período de la construcción de las primeras viviendas colectivas, como dormitorios,
hospicios o residencias de ancianos.

Con la Revolución de Octubre, el clima de guerra civil y la total ruina productiva,


se abre el breve período de comunismo de guerra, en el que el vuelco de las situaciones y
los papeles sociales, la caída y sustitución de las instituciones burguesas y la llegada de la
revolución cultural, la propaganda y los rituales políticos de masas, modifican
sensiblemente la situación. Ahora el proletariado puede instalarse donde quiera,
sustituyendo a las clases burguesas en las partes centrales de las metrópolis, en aquellas
zonas dónde ésta ha sido expulsada definitivamente, donde los intelectuales, los políticos
y los ideólogos ven la posibilidad de erigir un estilo de vida totalmente renovado.

Así, la arquitectura es investida totalmente por la ideología de la revolución


cultural y la producción de estos años se encuentra dominada por la búsqueda de temas
típicos de la vida cotidiana. Los principios del retorno a la naturaleza y del colectivismo
que caracterizan aquellos años, se convierten sobre todo en los signos estilísticos del
nuevo urbanismo y de la nueva arquitectura.

Las primeras ideas sobre la planificación se refieren especialmente a los


problemas de ordenación territorial, mediante la recuperación del ideal comunitario,
cuyas raíces se funden con el tradicional mir campesino, a la exaltación de la función
conseguida por el proletariado urbano mediante la revolución. Populismo y énfasis
proletario se funden en los proyectos de una nueva ordenación del territorio, mediante la
conciliación del mundo campesino con el proletario, el retorno a la naturaleza y la
conquista del espacio urbano.

De esta manera, entre 1918 y 1920 se asiste a la proliferación de aldeas obreras


construídas al lado de nuevas industrias y de las numerosas centrales eléctricas, sin
diferenciarse demasiado de aquellas que se estaban levantando en Europa Occidental. La
presencia en estas aldeas jardín a base de edificios colectivos constituye una novedad,
debido a la maduración de las nuevas relaciones sociales y a la demanda de alojamiento.

Por lo demás, los nuevos barrios levantados a las afueras de Moscú y San
Petersburgo adoptan un significado propagandístico. No faltarán en estos años
experiencias y realizaciones de comunas de habitación obreras, como la existente en la
central eléctrica de Kizhelov en 1920, los proyectos de casas colectivas para San
Petersburgo, favorecidas por las nuevas leyes sobre el matrimonio y la familia,
difundiendo entre los jóvenes los modos de vida colectivos. La vanguardia arquitectónica
soviética nace, pues, en el ámbito de aquellas experiencias que han privilegiado la
comunicación inmediata, donde la palabra y la imagen tienden a recuperar todo su valor
material, con un intento de revivir lo antiguo, lo primigenio y lo auténtico.
El productivismo histórico, en el intervalo entre capitalismo tardío y socialismo,
da sus primeros pasos. Para los teóricos de esta corriente, el teatro tendrá un papel
fundamental, tal como se evidencia en las experiencias de Ekster, Popova, Stepanova,
Vesnin y Stenberg, mediante la realización de sus construcciones teatrales, para los
cuales la ciudad representa el ideal y el punto de referencia, el campo al que referir los
desarrollos creativo-constructivos de la revolución cultural. Mientras tanto el
constructivismo (la más vasta corriente que recoge las distintas tendencias de la
vanguardia positiva) reunirá en sus postulados las tendencias del suprematismo y las
experiencias planificadoras de los productivistas. Los constructivistas se consideran
artistas que señalan la muerte del fin en sí mismos, concediendo gran importancia a las
tendencias estéticas.

Con el concurso para el Palacio del Trabajo, en 1923 se cierra la fase del primer
constructivismo y se abre un nuevo período, caracterizado por un acercamiento a los
problemas reales de la producción y un perfeccionamiento cada vez más articulado de los
medios técnico-expresivos. Énfasis revolucionario y ruptura con los estilos del pasado
parecen caracterizar el planteamiento y los resultados de este concurso.

La ciudad del Productivismo Histórico.


En el transcurso del comunismo de guerra no faltaron iniciativas para mejorar el
nivel de las fuerzas productivas, ligadas a las condiciones de un país predominantemente
agrícola, a la vez que turbado por las destrucciones y los trastornos políticos de la guerra
civil.

Especial atención se presta a la electrificación del país, de la industria, de los


transportes y la agricultura. Con la aparición del plano GOELRO empieza la historia del
productivismo en la U.R.S.S., teniendo como pilar fundamental el proceso de
modificación de la inmensa realidad territorial soviética, en función de la elevación del
potencial productivo industrial.

Se llevan a cabo diversas propuestas para la planificación de ciudades, tanto de


nueva planta como las ya existentes. Un buen ejemplo lo constituye el plano de Sakulin
para la ciudad de Moscú. Transfiere al territorio ruso el modelo de las ciudades-jardín
satélite, confiriendo especial importancia al papel representado por la industria y los
transportes, e incluyendo una extensión de 90.000 km2 sólo para el área de influencia de
Moscú, extendiéndose (ya en un segundo proyecto) a todo el territorio de la región
industrial central.

En cualquier caso, y este es un hecho que afecta a todas las corrientes artísticas
del primer cuarto del siglo XX, a la imagen urbana de la ciudad se le atribuye un
significado simbólico y activo desde el punto de vista ideológico. El resultado práctico
de todos estos postulados podemos observarlos en varios ejemplos realizados durante
este período, como la estructura de herradura para Moscú, propuesta por Ladovsky (la
Parábola de Ladovsky), mediante el desarrollo paralelo de los barrios de viviendas, la
función industrial que se les asigna, o el concepto de ciudad verde que todas estas
actuaciones conllevan. Todas las teorías en torno al desarrollo urbano de este período
coinciden en un punto: "la arquitectura deberá corresponder a las nuevas formas de vida
cotidiana, teniendo en cuenta la transformación que está sufriendo y lo que queremos
que sea" 1.

Hemos visto diversas tendencias en cuanto a planificación urbanística (ciudad-


jardín o vede, en función de la industria o agricultura que la sustenta, ciudades satélites o
en anillo). Un modelo alternativo de planificación lo constituirá la ciudad lineal. Este tipo
de planificación intenta llevarse a cabo en Stalingrado, en el que existían precedentes de
un amplio desarrollo industrial y donde la estructura fluvial del territorio parecen
predisponerse a la realización de este tipo de actuaciones, consistente en la creación de
nuevas estructuras urbanas según franjas paralelas. La planificación de la ciudad preveía
un desarrollo de la misma para más de 42 km., el área urbanizada viene estructurada
según una sucesión lineal de cinco ciudades de entre 75 y 90.000 habitantes.

Un caso modélico para el crecimiento urbano basado en núcleos satélites es el de


Novosibirsk, alzada sobre la orilla derecha del Ob, mientras que en la ribera izquierda,
cerca de las industrias, se levanta una nueva zona residencial satélite. En este proyecto se
recupera la idea de centralidad del espacio urbano, mediante la construcción de un
esquema en forma de estrella y compacto en el que se distribuyen viviendas de tipo
colectivo, espaciadas por unidades verdes.

El papel desempeñado por los arquitectos occidentales en la proyección de


nuevas ciudades industriales será significativo. El gobierno soviético confió a éstos la
tarea de coordinar la fase inicial de esta planificación, posiblemente por la falta de
técnicos cualificados nativos. De esta manera, técnicos alemanes, húngaros, suizos,
holandeses, etc, procedentes de las filas de los racionalistas europeos se encargarán de
esta fase de planificación.

A finales de 1930 llegan a la URSS dos grupos de arquitectos alemanes, el


dirigido por Ernst May y el de Hannes Meyery sus colaboradores de la Bauhaus de
Dessau. Todos ellos son portadores de la ideología radical europea y están deseosos de
construír ciudades soviéticas, que rompan con los hitos del pasado ruso, aunque pronto
estas ideas se tornan en el llamamiento al fundamento económico, consistente en que la
proyección de ciudades y de viviendas obreras debe tener un país planificado cuyo único
objetivo es la producción económica.

1
Lunacharsky
Ante las duras normativas urbanísticas impuestas por el estado soviético (basadas
en la igualdad y uniformidad de todas las viviendas de nueva construcción), Meyer, en
1931, revaloriza el concepto de arte aplicado a la arquitectura. Estos postulados se
llevarán a la práctica con la reestructuración de las ciudades ya existentes, especialmente
de Moscú.

La industrialización ha afectado grandemente a la capital (antes de la revolución


la industria ligera suponía el 75% sobre el total), mientras que en estos momentos
prolifera la industria metalúrgica y electrotécnica, pasando a ocupar en la década de los
30 la industria pesada un 53%. Asimismo, la población ha aumentado de 1.618.000
habitantes en 1912 a los 2.800.000 de 1931. Moscú se presenta entonces como el
laboratorio perfecto para estudiar la experiencia de la edificación socialista. Por lo que
respecta a las viviendas, todavía un 62% de las mismas son de madera y el 45% de un
solo piso. Además, existe una carencia extrema de superficies habitables. Por esta razón,
se promueven nuevas construcciones y se prepara una buena conservación de las ya
existentes. Se dota a la ciudad de un sistema de agua potable completo y se multiplica la
producción de gas y energía eléctrica para dotar de suministro a la ciudad. Por último, se
afronta la cuestión de la red viaria y los transportes, cuyos resultados, hasta el momento
no habían sido brillantes. Para ello, se inicia la construcción de líneas ferroviarias
electrificadas, del metro de Moscú y la descongestión del tejido urbano mediante el
alargamiento o la apertura de nuevas calles, unidas a la descongestión del tráfico en
superficie. Asimismo, se potencia la idea de los servicios generales a partir de las zonas
centrales.

Las primeras directrices para la reconstrucción de la ciudad provendrán de Le


Corbusier que, en 1930, entra en contacto con numerosos arquitectos soviéticos y
conoce las nuevas ideas para la Ciudad Verde a realizar en las proximidades de Moscú.
En 1931 realiza un plano, a propuesta de las autoridades soviéticas, al mismo tiempo que
se presentan diversas proposiciones, llevadas a cabo tanto por técnicos extranjeros como
nativos (por un lado E. May, H. Meyer y K. Meyer, representando la corriente extranjera
y, por otro, Krasin, Kratiuk, Ladovsky y VOPRA, como muestra de los urbanistas
soviéticos), suscitando intereses y polémicas bastante vivas.

Los proyectos de E. May, H. Meyer, G.B. Krasin y K. Meyer confirman la


estructura radial anular de Moscú formada históricamente, pero comprometida por el
crecimiento anómalo del período del capitalismo tardío, por la presencia cada vez más
masiva de la industria, concentrada alrededor de los depósitos de agua y por los cortes
en la estructura urbana, debidos a las líneas y a los nudos ferroviarios. E. May intentará
mediatizar la estructura histórica con un sistema a base de centros colectivos-satélites
dispuestos sobre la prolongación de los principios radiales, situados a 15 km. del centro,
sin invertir grandes capitales en la transformación de la parte histórica. H. Meyer, por su
parte, cree posible reconvertir toda la estructura radial-anular sobre la que se localizan
todos los centros satélites, bajo un esquema radial-elipsoidal y diferenciándose del
centro. K. Meyer introduce ligeras variantes a esta idea, en la cual introduce una corona
de barrios-complejos dorados de núcleos industriales y administrativos propios, creando
una ciudad en forma de estrella y reconstruyendo el centro.

El segundo grupo de proyectos (Kratiuk, Ladovsky, VOPRA), parten de las


zonas más rígidamente consolidadas del actual esquema, logran plantear esquemas
urbanos nuevos. Al proyecto de Kratiuk se le puede comparar con la estructura lineal, el
de Ladovsky (su famosa parábola) se concibe como un eje sudeste-nordeste, presentando
en los márgenes externos una franja de industrias. Las zonas residenciales están situadas
dentro de la parábola entre las franjas industriales y las destinadas a tareas de dirección.
Por último, el proyecto de la VOPRA, presenta un esquema estructurado a base de cinco
barrios-compuestos y separados por franjas formadas por residencias y núcleos
administrativos.

En 1935, y tras un consenso entre políticos y urbanistas, se aprueba el plano


definitivo, basado en una ciudad compacta, edificada con pisos de seis o siete alturas. El
sistema de basa en dos ejes ortogonales, el nordeste/sudoeste, que relaciona al centro, el
Kremlin, con las partes nuevas de la ciudad, y el gran recodo natural del río, junto con el
reforzamiento de la estructura radial-anular del centro, mediante la rectificación de las
antiguas arterias y la prolongación de los anillos de circunvalación interna. El proyecto se
acompañará de una normativa arquitectónica-urbanística. Al mismo tiempo, se desarrolla
el concepto de diferenciación de las viviendas y de la exigencia de diferenciar las
soluciones en función de las particularidades nacionales. Los que definitivamente dan el
visto bueno al nuevo plano de Moscú, entienden que se trata del camino para liquidar la
contraposición entre el centro y la periferia, transformando en su totalidad la ciudad: el
centro y la periferia. Esta transformación de la ciudad, al elevar las condiciones de las
viviendas, de la población, de los ex-barrios periféricos y cambiar su aspecto no logrará
la unificación de ambas partes, porque la parte central, simbólica y representativa, surge
como categoría arquitectónica de mayor peso. 2

Las primeras intervenciones se hacen en el centro, para su reconstrucción, a base


del principio de la mayor representatividad del mismo: el Ojotny Riad, el Teatralny
Proiez, la Mojovaia, las plazas Novaia y Staraia, las plazas del gobierno y Smolenskaia,
la Plaza Roja, son objeto de una drástica operación de acabado, reunidas dentro de un
sistema central y único que aísla al Kremlin. En 1939, se centrará el interés en Sadovoie y
los radiales (Gorki, entre el Gobierno y la Plaza Maiakovsky, la Perspectiva Kirov, etc.)
y sobre todo se dedicarán a la construcción de grandes infraestructuras: el metro, el canal
Moskva de 128 kms, etc.

2
Tsapenko
Este será el momento en qué Moscú asuma de una manera definitiva su auténtico
rostro de ciudad capital, de ciudad símbolo, mediante la complementación de grandes
sistematizaciones arquitectónicas del área central. Los siete rascacielos estalinianos de
Moscú, acabados de construir en la década de los 50, constituirán la imagen más
concreta de un diseño con elementos sugestivos, como es el hecho de asumir un modelo
formal válido para todas las ciudades de la Unión Soviética, aunque Moscú ha sido su
propio campo privilegiado.
REFERENCIAS

De Feo, Vittorio, La Arquitectura en la URSS, 1917-1936, Alianza Editorial,


Madrid, 1979.

Guidoni, Enrico; Marina, Angela, Historia del Urbanismo: el siglo XVII, Instituto
de Estudios de Administración Local, Madrid, 1982.

Hamm, Michael F., The City in late Imperial Russia, Indiana University Press,
Kansas, 1983.

Kopp, Anatole, Ville et Révolution, Editions Anthropos, París, 1967.

Quilici, Vieri, Ciudad Rusa y Ciudad Soviética, Gustavo Gili Editores, Barcelona,
1978.

Sica, Paolo, Historia del Urbanismo: el siglo XVIII, Instituto de Estudios de


Administración Local, Madrid, 1982.

Sica, Paolo, Historia del Urbanismo: el siglo XIX (2vols.), Instituto de Estudios de
Administración Local, Madrid, 1981.

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