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LA GRANDEZA DE UN SÍ

Iglesia de San Sebastián. Vigilia de la Inmaculada 7-12-17

MOTIVACIÓN
Esta es una noche de encuentro con María. Con ella queremos comenzar a preparar la
venida del Señor. María vivió este tiempo de espera con intensidad, con fe. Por eso,
siempre estuvo disponible para acoger en silencio la Palabra divina en su corazón.
Nos queremos acercar esta noche con confianza a María.
Necesitamos avivar en nuestro interior el deseo de que llegue Jesús. Anhelar
vivamente la venida del Señor; aspirar con ilusión a conocerlo, a encontrarnos con Él,
a crecer en amistad con Él. María con su presencia amorosa y su ejemplo de corazón
entregado nos ayude a reavivar nuestro deseo de encontrarnos con Jesús.
CANTO

ORACIÓN
Santa María, pobre y humilde,
enséñanos a vivir con sencillez
y a vaciarnos de nosotros mismos,
para llenarnos de Dios.
Todos: Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén.

Santa María, fiel y obediente,


escuchaste la Palabra de Dios y la guardaste,
supiste confiar y ponerte en sus manos;
ayúdanos a escuchar, creer y confiar.
Todos: Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén.

Santa María, Madre de misericordia,


haznos sensibles al dolor de quienes sufren,
solidarios con cuantos nos necesiten;
ayúdanos a cambiar nuestro duro corazón
por un corazón como el tuyo.
Todos: Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén.

María, mujer de silencio y escucha,


modelo de contemplación,
enséñanos a orar, a meditar,
a guardar la Palabra de Dios hasta que dé fruto.
Todos: Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén.
Gracias, María, por tu apertura a la llamada de Dios.
Gracias, porque supiste aceptar dócil y generosamente el Plan de Dios en tu
vida. Enséñanos a decir con alegría: Sí, Amén, ¡Señor, cuenta conmigo para lo
que quieras!

Todos: Madre de todos los hombres enséñanos a decir Amén.

ESCUCHA
Del Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida en
matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se
llamaba María.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se
preguntaba qué significaría tal saludo.
Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor
de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás por
nombre Jesús. Será grande, será llamado Hijo del Altísimo, el Señor Dios le
dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de
Jacob y su reinado no terminará jamás.»

Reflexión:
Esta noche, María merece nuestra felicitación, y Dios nuestro agradecimiento, por
todo lo que entonces aconteció. No nos cansemos de dar gracias por todo ello, esta noche...
y todos los días.
Sin embargo, aquel encuentro ya pasó. Lo grande de esta noche, lo llamativo, lo
impresionante es que el mismo Dios que un día visitó a María, hoy, ahora mismo, quiere
actualizar aquel encuentro con cada uno de nosotros.
Esta noche Dios nos llama a no tener miedo, a dejarnos contagiar por su alegría, a estar
abiertos a lo que nos pueda proponer, porque va a ser algo grande...
Y ahora, pidamos la fuerza del Espíritu para que esta noche Dios nos encuentre con el
corazón abierto a la escucha de su Palabra. Hoy Dios nos habla desde la experiencia de
María, pero también desde la experiencia de los pobres, de la gente que sufre, de quienes
aún no conocen de verdad a Dios, ni se han sentido visitados por Él...
SILENCIO BREVE
CANTO
ACOGIDA
Del Evangelio según San Lucas

María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?»
Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será
llamado Hijo de Dios.

También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque


no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo; porque
para Dios, nada es imposible.»

Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has
dicho.» Después la dejó el ángel.
q María se fió; lo puso todo en manos de Dios y creyó de verdad que para Él
nada es imposible. ¡Gracias, María! ¡Porque te fiaste de Dios, fue posible el
nacimiento de nuestro Salvador!

REFLEXIÓN
Hoy nuestro mundo sigue necesitando testigos de la fe; personas que, como María,
respondan con generosidad a la llamada de Dios. Seguimos necesitando laicas y laicos de
buena calidad cristiana; pero también necesitamos con urgencia sacerdotes, religiosas,
religiosos... todas esas vocaciones específicas que entre todos tenemos que cultivar y
potenciar.
¿Cuál es la llamada que Dios te ha hecho? ¿Cómo estás respondiendo? ¿Te preocupas de
apoyar las distintas vocaciones de quienes te rodean?
No tengas miedo y atrévete a decirle a Dios, una vez más: ¡Aquí me tienes para lo que
quieras! ¡Cuenta conmigo! Y si Dios te pide generosidad en tu respuesta, no mires tu
pequeñez y tu fragilidad. Haz como María: confía y recuerda que para Dios nada es
imposible.

SILENCIO
CANTO
ENTREGA
Del Evangelio según San Lucas

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a


un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.


Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la
madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre.

REFLEXIÓN
Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.
María no se quedó ensimismada, ni se creyó la reina del mundo, por la visita de Dios o por
su respuesta generosa.
El ángel le había hablado de su parienta Isabel, alguien que la necesitaba en su ancianidad;
y allá se fue, “aprisa”, nos dice el Evangelio, a la montaña. María había entendido bien que
decir Sí a Dios, conlleva decir Sí a los hermanos que nos necesitan.

SILENCIO
CANTO

GESTO DEL SÍ

MAGNIFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su sierva.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
a favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre.

PADRENUESTRO

ORACIÓN FINAL
María, queremos aprender de tí a esperar a Jesús.
Queremos caminar contigo y como tú, Madre Inmaculada,
hacia el encuentro con Jesús.
María, ayúdanos a disponernos a celebrar la venida
de tu Hijo,
Tú eres la estrella que nos guía a Jesús.
Ayúdanos, María, a reavivar el fuego de nuestra esperanza
en este tiempo de Adviento. Amén

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