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Dentro de las religiones de línea abrahámica hay una especie de jerarquía que permite
distribuirlas de acuerdo con los criterios del inmanentismo y del trascendentalismo.
La religión que puede ser considerada la religión por excelencia, es, por supuesto, el
judaísmo. Y sobre todo, la forma de judaísmo que se desarrolló después de la llegada de
Jesucristo, que rechaza no sólo la Persona y misión de Jesús, sino el principio del Dios
inmanente, Emmanuel (que en hebreo significa "Dios con nosotros"). El abismo entre el
Creador y la creación en el judaísmo es máxima, y en general, el concepto de la
creación misma, el "creacionismo", es de origen judío. El judaísmo encarna el
apofatismo abrahámico llevado hasta su extremo lógico.
El cristianismo del contexto abrahámico es el polo opuesto al judaísmo. De todas las
religiones, el cristianismo es la más catafática, gnóstica y esotérica. La figura central del
cristianismo es Dios Hijo, en el plano religioso sustituye al principio metafísico del ser
puro. En cierto modo, el cristianismo primitivo de hecho coincidió con el esoterismo
judío, incluyendo muchos aspectos de diversas enseñanzas judías - esenios, merkaba,
gnosis, etc. También era al mismo tiempo judío, además de gnóstico religioso y
universal, como lo demuestran las palabras de San Pablo en relación con el rango de
Melquisedec, que encarna el aspecto supra-abrahámico de la Tradición (¡hay que
recordar que Abraham ofreció diezmos a Melquisedec como el más alto!), y un sumo
sacerdote que es del orden del propio Cristo.
Por último, el Islam se encuentra entre estos dos polos abrahámicos opuestos, por un
lado, tendiendo a la perspectiva cristiana, y por el otro lado, haciendo hincapié en el
trascendentalismo de Dios, incluso más radicalmente que el judaísmo ("Di: Allah es
Uno, Dios eterno, no engendrado y no generado, y no hay otro como él"). Además, todo
el Islam esotérico - sufismo, chiísmo, etc - hace especial hincapié en el principio de la
divinidad inmanente. El sufismo sunní afirma "la luz de Mahoma" como la realidad
central, inmanente en toda la creación, la luz del ser puro. En el chiísmo esta función es
realizada por el "imán" o "luz del imamato", lo que a veces es incluso "la naturaleza
divina de los espíritus de los imanes". Y en versiones extremas del chiísmo - ismailí,
aleví, etc. - el concepto de una divinidad inmanente se centra en la persona de Qayím, el
Imán escatológico, el "hijo perfecto", que se considera está en un orden secreto a toda la
creación, que lo aproxima no sólo a la perspectiva cristiana en general, sino a los
aspectos más esotéricos y gnósticos del cristianismo.
Pero ahora es importante prestar atención especial al hecho de que la religión, sobre la
base del apofatismo, sólo refleja de forma implícita una perspectiva metafísica que se
sitúa en su centro. Por lo tanto, siempre dentro del marco de la religión, incluso el
orientado hacia lo gnóstico, tratamos sólo con los objetos de la fe, y por lo tanto la
gnosis es aún incompleta, y el principio del Dios inmanente es probable que se aplique a
alguna modalidad interna, y no al ser puro. Esto significa que, si la religión esotérica no
es ajustada continuamente hacia el interior por el esoterismo, el objeto central
inevitablemente se desliza por la jerarquía ontológica, convirtiéndose en un ídolo, un
fetiche. Por lo tanto un símbolo del ser puro puede fusionarse de manera inseparable
con la manifestación del Intelecto Primero, luego con el "alma del mundo" (Anima
Mundi) y, por último, como una unidad lógica corporal del cosmos. Estos pasos se
pueden ver fácilmente en el declive histórico del cristianismo occidental, que en sus
doctrinas teológicas, y especialmente en los conceptos de algunas de las sectas
cristianas más o menos contemporáneas, secuencialmente desplazan hacia abajo la
Persona de Cristo a través de la jerarquía ontológica, hasta Su proclamación como un
simple (aunque excelente) hombre, como en algunas corrientes del protestantismo.
En el otro extremo del abrahamismo, en el judaísmo, tampoco hay ninguna garantía de
no caer en la idolatría: en primer lugar, la nada metafísica dentro de la religión también
se proyecta en el interior de la ontología y sólo simbólicamente actúa en su realidad.
Esto conduce lógicamente al caso de pérdida del secreto en las proporciones
correspondientes - tal necesidad de secreto pertenece a la esfera del esoterismo puro. Y
en segundo lugar, cuando el principio es considerado demasiado apofáticamente, tarde
o temprano se comienza a no tener en cuenta, se considerará simplemente no existente.
Esto puede dar lugar a la ilusión de la inevitabilidad, y la suficiencia de la protección
del medio ambiente material específico, lo cual no significa simplemente idolatría, sino
una grave forma de materialismo de consumidor.
Así que ambos polos abrahámicos, en caso de pérdida del conocimiento de las
proporciones relevantes, corren el riesgo de transformarse en una parodia perversa no
sólo en la tradición como tal, sino también en la propia religión en su sentido verdadero
y tradicional.
En cuanto al Islam, está en el medio de la escala abrahámica, tiene cierta inmunidad
respecto al uno y al otro y respecto a la posibilidad de distorsión. El Islam es más
religioso y menos gnóstico en comparación con el cristianismo, y por lo tanto es estable
con respecto a los peligros de una excesiva y no autorizada inmanentización. Por otro
lado, es menos religioso que el judaísmo, de ahí que sea menos probable que se escinda
de forma irreversible de la fuente, y como resultado caiga así en el materialismo
práctico y en la abstracción que asesina el espíritu mismo de la religión.
Sin embargo, la solución de los grandes problemas acerca del significado de la
emergencia del Ser a un nivel religioso es imposible. Pertenece al campo del
esoterismo, lo que significa que incluso para formular este problema de manera
adecuada, es necesario ir más allá del abrahamismo, llevar, al igual que el mismo
Abraham, diezmos simbólicos para el Dios que lleva el nombre de "El Elyon", el "Dios
Altísimo", es decir, Dios, que es mayor y superior a todos los demás dioses.
La solución de este gran problema metafísico está conectado con el misterio de la
tradición esotérica, que se basa en símbolos extraídos de una variedad de contextos
sagrados, pero que está más allá del alcance de estas formas. El momento de la elección
definitiva realizada dentro de esta tradición, lógicamente deberá coincidir con el punto
más crítico de la existencia no sólo de las tradiciones de la tierra, sino también de la
totalidad del ser.
De acuerdo con la doctrina islámica, el profeta Mahoma fue el último de los profetas, el
último instaurador y reformador de la ley tradicional, "el sello de los profetas". Pero el
esoterismo chií establece que al final del ciclo debería aparecer el último de los
intérpretes esotéricos de la Revelación, el "sello esotérico". Con él y sus compañeros,
todo el significado metafísico de la pregunta acerca del sentido y la finalidad del origen
secreto del Ser se restablece conforme a las limitaciones inherentes a las tradiciones y
religiones, firmemente establecidos en la perspectiva metafísica adecuada.
Esta teofanía escatológica afecta significativamente a todas las religiones y tradiciones,
dejando al descubierto su núcleo oculto.
Pero el papel principal en este evento escatológico se le asigna al cristianismo - la
tradición de llevar la clave del misterio que supera incluso el gran y completo silencio.
Ya en fecha tan lejana como los años 80 del s. XX, el representante francés de la “nueva
derecha” (“Nouvelle Droite“) Alain de Benoist, prestó atención a las ideas de Gramsci
desde el punto de vista de su potencial metodológico. Benoist, tanto como Gramsci,
reveló la fuerza de la metapolítica como un tipo especial de actividad intelectual que
prepara (en forma de “revolución pasiva”) el futuro progreso político y económico. El
éxito de la “Nueva Izquierda” en Francia y en Europa en general demostró la eficacia de
este método.
A diferencia de la mayoría de los intelectuales franceses de la segunda mitad del siglo
XX, Alain de Benoist no apoyó el marxismo, lo cual hizo de su posición algo un tanto
aislado. Al mismo tiempo, de Benoist construyó su filosofía política a partir del rechazo
radical de los valores liberales y burgueses, negando el capitalismo, el individualismo,
el modernismo, el atlantismo geopolítico y el eurocentrismo occidental. Por otra parte,
opuso “Europa” y “Occidente” como dos conceptos antagónicos: “Europa” para él es el
campo donde se despliega un logos cultural especial, que procede de los griegos e
interactúa activamente con la riqueza de las tradiciones celta, alemana, latina, eslava y
otras tradiciones europeas; y “Occidente” es el equivalente de la civilización
mecanicista, materialista y racionalista basada en el predominio de la tecnología por
encima de todo. Después de O. Spengler, Alain de Benoist entiende “Occidente” como
la “decadencia de Occidente” y, junto con Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, se
convenció de la necesidad de superar la modernidad como nihilismo y el “abandono del
mundo por el Ser (Sein)” (Seinsverlassenheit). Occidente, a su entender, era sinónimo
de liberalismo, capitalismo y sociedad burguesa – todos lo que la “Nueva Derecha”
demandaba superar. La “Nueva Derecha”, al mismo tiempo, estaba de acuerdo con el
significado fundamental de la esfera de la “sociedad civil” dado por Gramsci y sus
seguidores. Así, Alain de Benoist llegó a la conclusión de que el fenómeno llamado
“hegemonía” es un conjunto de estrategias, actitudes y valores, que consideró en sí
mismo un “mal absoluto”. Esto condujo a la proclamación del principio del
“gramscismo de derecha”.
El “gramscismo de derecha” significa el reconocimiento de la autonomía de la
“sociedad civil en el sentido de Gramsci” con la identificación del fenómeno de la
hegemonía en este área y la elección de su propia posición ideológica en el lado opuesto
de la hegemonía. Alain de Benoist publica la obra titulada “Europa, Tercer Mundo. El
mismo combate”, que está construida en su totalidad sobre los paralelismos entre el
Tercer Mundo y la lucha contra el neo-colonialismo burgués occidental, y el deseo de
las naciones europeas de liberarse de la dictadura burguesa de la sociedad de mercado,
la moral liberal y la práctica mercantil, que sustituyeron a la ética de los héroes (W.
Sombart).
La gran importancia del “gramscismo de derecha” para la TMM, es que esta
comprensión de la “hegemonía” puede asumir una posición más allá del discurso
marxista y de izquierda, y rechazar el orden burgués en la superestructura (la sociedad
política y civil), así como en la base (la economía), y hacerlo no después de que la
hegemonía se convierta en un hecho planetario total y global, sino en sustitución suya.
Esto es lo que implica el matiz en el título de otra obra de Alain de Benoist, “Contra el
Liberalismo”, a diferencia del libro “Después del liberalismo” de Immanuel Maurice
Wallerstein. Como para Benoist es imposible en cualquier caso confiar en el “después”,
y no se debe permitir que el liberalismo se haga realidad como un hecho consumado,
debemos estar contra el liberalismo ahora, hoy, combatirlo en cualquier posición y en
cualquier parte del mundo. La hegemonía ataca a escala planetaria, encontrando sus
partidarios tanto en las sociedades burguesas desarrolladas como en las sociedades
donde el capitalismo no se ha establecido completamente. Por lo tanto, la contra-
hegemonía debe ser aceptada más allá de las limitaciones ideológicas sectarias. Si
queremos crear un bloque contrahegemónico, debemos incluir en su composición a
todos los representantes de las fuerzas anticapitalistas y antiburguesas – izquierda,
derecha, o no susceptibles de clasificación (el propio Benoist enfatiza constantemente
que la división entre “izquierda” y ” derecha” está obsoleta y que no satisface la
posición escogida; hoy es mucho más importante saber si alguien está a favor de la
hegemonía o contra ella).
El “gramscismo de derecha” de Alain de Benoist nos lleva de nuevo al “Manifiesto
Comunista” de Marx y Engels que, al margen de su llamada exclusiva y dogmática a
“deshacerse de otros compañeros de viaje”, insta a la creación de la Alianza
Revolucionaria Global que reúna a todos los enemigos del capitalismo y de la
hegemonía, a todos los que se oponen esencialmente a ella. Al mismo tiempo, no
importa qué se asume como alternativa positiva; en este caso, es más importante la
presencia de un enemigo común. De lo contrario, de acuerdo con la “Nueva Derecha”
(cuyos representantes rechazan ser llamados de “derecha”, el nombre se lo pusieron sus
opositores), la hegemonía será capaz de dividir a sus opositores por razones artificiales,
para oponerlos unos a otros con el fin de derrotar con éxito a todos ellos por separado.
La denuncia del eurocentrismo en la sociología histórica
Las teorías clásicas de las RI, particularmente el realismo, dividen a los países entre
aquellos que están satisfechos con la situación actual y con el equilibrio de poder en el
orden mundial, y aquellos que no están satisfechos y querrían un cambio a su favor.
Los primeros son los denominados “apologistas del status quo”, y los segundos son los
llamados “revisionistas”. Las fuerzas del mundo que, independientemente de su tamaño
e influencia, pasaron a la hegemonía y están satisfechas con ella, representan la mitad de
los seres humanos pensantes; los revisionistas, la otra mitad. Por supuesto, la élite
contra-hegemónica considera a todos los “revisionistas” como un recurso propio. Son
los “revisionistas”, se den cuenta de ello o no, quienes necesitan la TMM. La necesidad
de la TMM puede ser bastante inconsciente, pero incluso aunque asumamos el modelo
de “cesarismo” y sugiramos que muchas figuras políticas sean ocupadas exclusivamente
con los procesos “transformistas” (transformismo), la TMM les da un argumento
adicional para oponerse a la presión de la hegemonía. En otras palabras, la élite contra-
hegemónica (en el sentido amplio, en la manera estructurada descrita anteriormente –
más allá de la izquierda y la derecha), tiene el poderoso recurso natural que representan
los “revisionistas”.
Para que este recurso esté disponible no es en absoluto necesario que la élite política
gobernante de los países “revisionistas” esté de acuerdo con la contra-hegemonía o
acepte la TMM como guía para su política exterior. Y ahora es el momento de recordar
la importancia del discurso intelectual en su estatuto autónomo (aquel en el que el
neogramscismo insiste). Es suficiente con que los intelectuales de la Alianza
Revolucionaria Global sean conscientes del significado y las funciones de los regímenes
“cesaristas” en el campo mundial de la hegemonía; los propios “revisionistas” actúan
intuitivamente, mientras que los representantes del pacto contra-hegemónico lo hacen
conscientemente. Los intereses a medio plazo de ambos coinciden. Y eso hace del pacto
contra-hegemónico una fuerza clave: el hardware es proporcionado por los
“revisionistas”; el software, por parte de la élite revolucionaria global.
Los “revisionistas” del mundo moderno representan un gran número de estados-nación
avanzados y poderosos, que debido a diferentes circunstancias históricas son situados
por parte de la hegemonía mundial en un ambiente tal, que los mismos se sienten
desfavorecidos, en desventaja. Su ulterior desarrollo, de acuerdo con la lógica impuesta
por el discurso global, inevitablemente dará lugar, o a consecuencias no deseadas para
las élites políticas actuales, o a un mayor deterioro de la situación en estos países. Los
“revisionistas” son muy diferentes entre sí: algunos se inclinan por negociar con la
hegemonía, mientras otros tratan por todos los medios de escapar a su influencia. Sin
embargo, el campo de acción para las actividades de la elite revolucionaria global está
en todas partes.
La unión más seria de países “revisionistas” es la de los BRICS. Cada uno de estos
países es un recurso muy importante en sí mismo, y la administración del club del
“Segundo Mundo” está objetivamente interesada en la multipolaridad – por lo tanto, no
hay nada que impida el avance de la TMM como su programa estratégico de política
exterior.
Toda la constelación de las mayores potencias regionales gravita en torno a los países
del “Segundo Mundo”, concretamente: Argentina, México, en Iberoamérica; Turquía,
Pakistán, en el centro y el sudeste asiatico; Arabia Saudita, Egipto, en el mundo árabe;
Vietnam, Indonesia, Malasia, Corea del Sur, en el Lejano Oriente, etc. Cada uno de
estos países podría también hasta cierto punto ser incluido entre los “revisionistas”, y
cuenta con una impresionante lista de ambiciones regionales difíciles o imposibles de
alcanzar en el sistema hegemónico. Esos países tienen aún más temores y desafíos por
su propia seguridad, y la hegemonía no facilita ningún tipo de protección en relación a
eso. Además, hay toda una serie de países en directa oposición a la hegemonía (Irán,
Corea del Norte, Serbia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.), que proporcionan a la
Alianza Revolucionaria Global lugares estratégicos privilegiados.
En el siguiente nivel sub-estatal se necesita un análisis más detallado para identificar a
los “revisionistas” a nivel político, es decir, a los partidos y movimientos políticos que,
por razones ideológicas o de otro tipo, rechazan el discurso hegemónico en algún
elemento esencial. Tales fuerzas políticas pueden ser de derecha o de izquierda,
religiosas o laicas, nacionalistas o cosmopolitas, parlamentarias o de oposición, de
masas o de élites. Todas ellas pueden ser integradas en la estrategia de la élite contra-
hegemónica. Al mismo tiempo, tales partidos y movimientos pueden ubicarse tanto en
el ámbito político de los “revisionistas”, como en el campo de los países en los que la
hegemonía se estableció firmemente y por completo. Bajo ciertas circunstancias, sobre
todo en condiciones de crisis o de reformas, se abren ciertas puertas para las fuerzas no
conformistas y para su (relativo) éxito y progreso, incluso dentro de esas potencias.
En el segmento de la sociedad civil, las oportunidades de la contra-hegemonía son
incluso más amplias ya que los portadores del discurso hegemónico actúan aquí
directamente, sin máscaras y mediaciones. En el campo de la ciencia, de la cultura, de
las artes y de la filosofía, los portadores de la contra-hegemonía que dominaron la
sintaxis son capaces de resistir con eficacia a los adversarios ideológicos, en la medida
en que la cantidad y el peso en este entorno son de mucha menor importancia. Un
intelectual de la contra-hegemonía preparado y con talento puede valer por miles de
opositores. En la esfera no política de las ciencias, la cultura, el arte y la filosofía, la
contra-hegemonía puede utilizar un enorme arsenal de medios y métodos, contando
desde los religiosos y tradicionalistas hasta los de la vanguardia y el posmodernismo.
Guiado por un correcto entendimiento de la sintaxis contra-hegemónica, el despliegue
de las diferentes estrategias intelectuales que desafíen la “axiomática” occidental de
estilo modernista será extremadamente fácil. Este modelo puede ser fácilmente aplicado
no sólo en las sociedades no occidentales, sino también en los países capitalistas
desarrollados, repitiendo en la nueva situación histórica la exitosa experiencia del nuevo
“gramscismo de izquierda” en Europa, en los años 60 y 70 del siglo XX.
El conjunto de estructuras políticas subestatales y la zona transfronteriza de la “sociedad
civil” (en la interpretación de Gramsci), nos da el mesonivel, mientras que los Estados
“revisionistas” pueden tomarse ellos mismos como macronivel para la práctica de la
expansión contrahegemónica.
Y por último, el micronivel, que son los individuos independientes, quienes bajo ciertas
condiciones también pueden ser portadores de la contra-hegemonía, ya que el campo de
batalla de la TMM es la persona en sí misma en todas sus dimensiones – de la personal
a la social y la política. La globalidad debe ser entendida antropológicamente.
Así recibimos la enorme reserva de recursos que está a disposición de la potencial élite
revolucionaria global. En una situación en la que las reglas son establecidas por la
hegemonía, y la “pre-hegemonía”, o simplemente la “no-hegemonía”, resiste
pasivamente, este recurso es, o neutralizado, o involucrado hasta un grado infinitesimal
en situaciones estrictamente locales, es decir, no se consolida, se dispersa y es expuesto
a la entropía gradual. Para la propia hegemonía en sí, en este caso, esto no es más que
un obstáculo pasivo, una inercia, y un objetivo a conquistar, “domesticar” o desmantelar
(así, la construcción de carreteras requiere talar el bosque o drenar el pantano). Pero
todo esto se convierte en un recurso de la contra-hegemonía cuando la contra-
hegemonía se convierte en una fuerza consciente de sí misma, en un sujeto histórico, en
el fenómeno. Todo esto se transforma en recurso cuando tenemos a la élite
revolucionaria global orientada hacia la TMM como su base teórica. Antes de eso y sin
eso, todo lo que se ha mencionado no existe en tanto recurso.
Contrahegemonía y Rusia
Todavía tenemos que proyectar los principios de la contra-hegemonía en el contexto de
la TMM, en la situación rusa.
En un contexto de análisis neogramscista, la Rusia moderna representa el clásico
“cesarismo” con todos sus atributos típicos. La hegemonía, por su parte, coloca a Rusia
con firmeza en la cadena de los “Otros” (el resto), y construye su imagen de acuerdo
con la sintaxis clásica: “autoritarismo” = “corrupción” = “necesidad de modernización”
= “incumplimiento de los derechos humanos y de la libertad de prensa” = “el Estado
interfiere en los asuntos de negocios”, etc.
Subjetivamente, la administración rusa está ocupada por los procesos de
“transformismo”, en constante equilibrio entre las concesiones a la hegemonía
(participación en organizaciones económicas internacionales como la OMC,
privatizaciones, el mercado, democratización del sistema político, puesta a punto de las
normas educativas occidentales, etc. ), y el impulso de preservar la soberanía y al
mismo tiempo el poder de la élite dirigente apoyado sobre los estados de ánimo
“patrióticos” de las masas. Al mismo tiempo, en las relaciones internacionales, Putin se
adhiere personalmente de forma inequívoca al realismo, mientras que el gobierno y la
comunidad de expertos gravita obviamente hacia el liberalismo, lo que provoca un
“doble pensar” típico del “transformismo”.
Para la TMM y la élite contra-hegemónica, esta situación crea un ambiente favorable
para la expansión de la actividad autónoma, y representa el enclave natural que
promueve su desarrollo, fortalecimiento y consolidación. Rusia es inequívocamente
relacionada con el campo “revisionista” en el sistema internacional, después de haber
perdido su posición como uno de los dos super-Estados en los años 90 del siglo XX, y
haber reducido drásticamente la esfera de su influencia incluso en sus fronteras. La
unipolaridad del orden mundial y el fortalecimiento de la hegemonía en las últimas
décadas (=globalización), trajeron a Rusia exclusivamente resultados negativos porque
ambas fueron construidas – geopolítica, estratégica, ideológica, política y
psicológicamente – a sus expensas. Y aunque las condiciones previas para una venganza
activa no están maduras todavía, el ambiente general y las principales tendencias
objetivas ayudan a establecer la TMM, y a promover el fortalecimiento y la
cristalización del segmento ruso de la élite revolucionaria contra-hegemónica global.
Además, muchas medidas adoptadas por Putin en temas de política exterior, dirigidas a
fortalecer la soberanía de Rusia, sus intenciones de construir la Unión Euroasiática, su
crítica del mundo unipolar y de la dominación de Estados Unidos, y también
declaraciones afirmando que la multipolaridad es el más deseable orden mundial – todo
esto amplía el campo de oportunidades para la creación orgánica de una completa y bien
fundada teoría de la contra-hegemonía en el contexto de la TMM.
Notas
1. Dugin A. G. Theory of Multi-polar World. M., Eurasian Stir, 2012.
2. Waltz tomó la confrontación entre los EEUU y la Unión Soviética como un ejemplo
de dos hegemonías hasta el final de la “guerra fría”. Actualmente, se inclina por la idea
de una nueva bipolaridad, donde China es el contrapeso a la hegemonía estadounidense.
3. “Podemos establecer ahora dos niveles superestructurales principales: uno que se
puede llamar «sociedad civil», esto es, el conjunto de organismos llamados
comúnmente «privados», y el otro el de la «sociedad política» o estado. Estos dos
niveles corresponden, por una parte, a la función de la «hegemonía» que ejerce el grupo
dominante a través de la sociedad y, por otra, a la de la «dominación directa», o mando
ejercido a través del estado y del gobierno «jurídico»”, escribió Gramsci. Gramsci
A.Prison Books. Part 1. – M. Publishing house of Political Literature, 1991.
4. Sombart Werner. Bourgeois, M. “Nauka”, 1994.
5. Hegel F. G. Phenomenology of spirit. St. Petersburg. “Nauka”, 1992
6. Gramsci A. Prison Books.
7. Cox R. “Gramsci, Hegemony and International Relations: An Essay in
Method”,Millennium 12, 1983.
8. Gill S. Gramsci, Historical Materialism and International Relations. Cambridge:
Cambridge University Press, 1993.
9. El neo-gramsciano Nichols Pratt define la contrahegemonía como “la creación de
hegemonía alternativa en el área de la sociedad civil para la preparación de un cambio
político”. Pratt. N. “Bringing politics back in: examining the link between globalization
and democratization”, Review of International Political Economy. Vol. 11, No. 2, 2004.
10. Marx K., Engels G. Communist Manifesto / Marx K., Engels G. Essays – 2nd ed. –
T. 4. –M.: State publishing house of Political Literature. 1955. P. 419-459.
11. Wallerstein I. After liberalism. Moscow: Editorial URSS, 2003.
TRANSHUMANISMO
http://katehon.com/es/directives/transhumanismo
https://www.youtube.com/watch?v=25k0r3b6bWQ
Saludos, están viendo Dugin’s Guideline. Hoy vamos a hablar sobre el fenómeno
denominado como transhumanismo.
El transhumanismo actual está ganando popularidad en todo el mundo, y sobre todo en
Occidente, donde se originó. Su símbolo es un círculo con la letra latina H, de human, el
ser humano, y el signo + (más). Los partidarios de este movimiento asumen con
entusiasmo todos los datos de la tecnología moderna, y llevan la idea de progreso a su
conclusión lógica. El perfeccionamiento tecnológico, en su opinión, conduce a la
humanidad a un estado de transformación de la especie humana a través de la creación
artificial de los seres humanos más perfectos. Esto se logra mediante la perfección de
todas las partes del cuerpo humano a través de la sustitución de esas partes por otras
artificiales, no distinguibles de las partes del cuerpo y de los órganos. Esto incluye la
simulación de la tecnología del conocimiento o la grabación de la conciencia en los
portadoras individuales: cartografía o 'mapping' cerebral. Los últimos descubrimientos
en el campo de la estructura del genoma, permiten el ajuste de los organismos para
mejorar su calidad a un nivel básico.
La letra H y el signo más, en su simbología, representan al post-humano libre de
enfermedades y de imperfecciones que, finalmente, llega a la inmortalidad física. El
cuerpo puede ser cambiado o corregido, y después de algún tiempo, incluso impreso en
una impresora 3D. Las redes virtuales se convertirán en un nuevo hábitat que desplazará
gradualmente nuestra realidad habitual. En el contexto del "H+", la utopía o distopía de
Matrix, se convierte en algo arcaico y superado.
El transhumanismo no es sólo un hobby de excéntricos, fanáticos y diseñadores del
progreso tecnológico. Este vector es el resultado de los últimos siglos, a lo largo de los
cuales, la humanidad seguía creyendo en el mito del progreso y la evolución.
El "H+" es la última conclusión lógica de toda la época del Nuevo tiempo, de la Edad
Moderna. La idea principal de la Edad Moderna fue la liberación del hombre de todas
sus limitaciones vinculantes, empezando con la religión, la Tradición y la sociedad de
clases. Después atacaron al Estado y a la nación a favor de la sociedad civil,
suprimieron la idea normativa de los sexos y de una familia normal, legalizando las
diversas formas de mutaciones y deformaciones de género. Todos estos hechos
ocurrieron en el contexto de las mejoras tecnológicas: las nuevas formas de producción,
la tecnología informática, la programación y el progreso en la síntesis de nuevos
materiales. Poco a poco, la ideología y la tecnología se han fusionado en algo íntegro e
inseparable. El progreso tecnológico se ha convertido en un factor ideológico, y la
ideología, a su vez, se ha convertido en tecnología. Por esta razón, los politecnólogos
están sustituyendo las formas clásicas de la política.
Y así llegamos a la última fase de la liberación de la humanidad de sus límites.
Occidente ya no tiene religión, ni un Estado en el sentido pleno de la palabra, no hay
jerarquías políticas, y no hay familias normales. Todas las formas de superar los límites
o la transgresión son completadas en su totalidad. Sólo queda una por hacer, que seria el
último paso: cruzar los límites de la especie humana. Se trata del "H+": la última
palabra del liberalismo. El transhumanismo no es un extraño efecto secundario del
desarrollo tecnológico, sino un final lógico de la Nueva Era. Hemos tenido que llegar a
esto: a la era de los cyborgs, de los híbridos, los mutantes y quimeras, y lo hicimos.
Por supuesto, hoy en día, la gran mayoría de la humanidad no está preparada para
convertirse en un cyborg o un mutante. Pero, ¿quién le va a preguntar a esta mayoría de
la humanidad? Toda la historia está hecha por las élites. Las masas nunca están
preparadas. Pero esto no tiene la menor importancia. Si no están preparadas, las
prepararán, tanto es así que nadie se dará cuenta. El transhumanismo es inevitable si
nosotros aceptamos la tendencia principal de los tiempos Modernos, que es la creencia
en el progreso, el desarrollo y la perfección de la humanidad. Esta religión, o más bien
pseudorreligión, ha traído a Europa y al mundo el progreso de la educación. Poco a
poco, esta herejía ha sustituido o expulsado a la periferia a todas las formas
tradicionales de la religión, especialmente el cristianismo. El progreso es imposible
pararlo a medio camino. Si pronunciamos la letra "a" entonces estamos obligado a decir
"b", "c", "d", y todas las otras letras del abecedario. El "H+", es la letra después de la
cual comienza el lenguaje informático.
Los tradicionalistas consistentes y fundamentales, son los únicos que están en el lado
opuesto del post-humanismo. Pero ellos rechazan no sólo esta última mutación, sino
todo el Modernismo: la misma idea de progreso, del desarrollo, la imagen científica del
mundo, la democracia y el liberalismo. En cambio, los tradicionalistas afirman y
seguirán afirmando a Dios, a la Iglesia, el Imperio, el Estado, lo estamental y las
costumbres populares, pero ningún progreso. El mundo moderno no es un resultado del
progreso, sino de la disminución. Es el reino del Anticristo. Luchar contra el "H+" para
rechazar su última transformación, que es dictada por la lógica de la ideología liberal de
la modernidad, y aceptar en cambio los otros aspectos de la modernidad, no tiene
ningún sentido. El transhumanismo es el inevitable día del mañana si estamos de
acuerdo con nuestra actualidad. Si queremos cambiar nuestro destino, debemos
retroceder en el tiempo y comprender ¿dónde hemos cometido un error fatal?
Adiós, ha estado viendo Dugin’s Guideline sobre el transhumanismo.
La Sagrada Tradición confirma que el diablo puede hacer casi todo, pero no puede crear
a un humano. Sólo es capaz de crear una parodia, un simulacro. El "H+" es, claramente,
idea suya.