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Mujer
educadora
de la mujer, los
niños y los
jóvenes
La pedagogía de Madre María Berenice se sitúa
claramente, distante de la labor puramente
asistencial y benéfica que era la norma general de
la mayoría de las Congregaciones.
Es difícil encontrarse con un
proyecto educativo tan claro, con
una visión tan certera de la
educación como la que tiene
Madre María Berenice. Este hecho
solo puede estar apoyado en una
mujer con unas cualidades
especiales para el magisterio y con
una aguda visión, de lo que es la
escuela.
El magisterio de Madre María
Berenice nace en su alma
como vocación, lo vive como
don que brota de lo natural y
transparente en la docencia de
cada día.
Conocemos su pensamiento
pedagógico a través de los
sencillos reglamentos que
diseñó, a través de la sintonía
con el carisma Anunciato.
Madre María Berenice postula y
vive un magisterio distinto a la
repetición de los modelos, con
los que ella estaba,
esencialmente, en desacuerdo.
El suyo es un magisterio nuevo
y creativo que busca la
expresión del AMOR, la
orientación de la personalidad,
el desarrollo de todas las
capacidades. Y esto lo hace
con el cariño de Madre, con
el celo de Apóstol y con la
energía del Santo.
Respetó siempre a sus alumnas con un
respeto sagrado.
Su comportamiento fue ejemplar.
Las alumnas para ella fueron su gran objeto
de cariño.
La corrección utilizada con sus alumnas fue
misericordiosa y constructiva, nunca humilló
a nadie.
Fue sobre todo maestra de oración.
Preparó y orientó a sus alumnas para la
vida.
Fue para todas una verdadera madre.
Fue maestra de consagradas.
• Una preocupación por la
situación de la mujer y la
familia.
• Una vida entregada a la
educación de los niños y
jóvenes.
• Fundar una
congregación para la
mujer, siguiendo el
modelo de inspiración
en la Anunciación.
• Vida en comunidad y
entrega a la humanidad.
La maestra debe
adaptarse a la
capacidad de las
alumnas,
estudiando los
modos y los
medios que más le
acerquen a cada
niña, a sus propias
características
personales.
Al reprender y
castigar a un
alumno, hay que
tener en cuenta su
edad, su carácter y
temperamento.
Pues el castigo que
serviría para corregir
a uno puede servir
para rabiar y
empeorar a otro.
La Hermanita debe saber con rigor todo lo que
ha de enseñar, y ella misma ha de ser piadosa
encontrando en la oración el medio más poderoso
para adquirir las virtudes del magisterio.