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EN CRISTO
EN SU CRUZ
INTRODUCCIÓN

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el


Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
S. Juan 3:14-17

Dios amó al mundo eternamente, pero su amor debía ser expresado. Él no


sólo nos ama, sino que nos ama de una manera. Su manera de amar fue
Jesucristo. Su cruz fue la mayor expresión del amor del Padre y la mejor
noticia que podemos oír.
El evangelio es de aquellas cosas que no puede ser encapsulado en frases,
conceptos ni recetas humanas. Hablar las palabras correctas no nos asegura
estar predicando el evangelio. Es por eso que los apóstoles entendían que el
evangelio debía ser anunciado por medio de una acción directa Espíritu
Santo. Oír correctamente el evangelio puede marcar la diferencia entre una
vida plena en Dios y Su realidad o pasar la vida peleando con la carne
intentando salir de la ignorancia.

La palabra evangelio puede ser traducida como “buena noticia”. Su original


contiene la palabra “ángel” o “mensajero”, lo que da a entender que no sólo
se trata de un mensaje, sino que ese mensaje se traslada aferrado a un
mensajero. Evangelio no sólo significa “el buen mensaje”, sino también “el
buen mensajero”.

Como generación debemos reconocer la necesidad de ser despojados de


todo evangelio extraño. Cualquier evangelio que no sea el que predica el
Espíritu Santo no puede ser considerado evangelio. La mayor y más exitosa
estrategia de las tinieblas para detener en el tiempo la manifestación del
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propósito eterno de Dios en usted y su generación es confundir,


distorsionar o imitar el mensaje del evangelio.

EL EVANGELIO VIVO
Es de esperarse que las expresiones verbales del evangelio se oigan como
una verdadera locura para aquellos que carecen de fe verdadera. La esencia
del evangelio es una palabra espiritual que se dirige primeramente al
espíritu. Es una palabra viva. Eso es lo que dijeron los discípulos a Jesús:
“tus palabras son espíritu y son vida”.
Necesitamos oír la palabra del evangelio que ha nacido de Dios y desechar
todo otro evangelio. No hablamos de una experiencia mágica eventual, sino
de una palabra cargada de la vida de Dios. En los días de la iglesia primaria
ya habían surgido otros evangelios, los cuales eran considerados los más
peligrosos tropiezos para la madurez de la Iglesia. (Gálatas 1:8, 2 Corintios
11:4).
Si el evangelio que hemos creído es el que proviene de Dios, se volverá la
vida que nos sostiene y se abre camino hasta dar los frutos que Dios espera
de nosotros. Si creemos otro evangelio, podremos llevar una vida religiosa
pero sin posibilidad de una verdadera y profunda madurez, peleando
constantemente con el producto de la naturaleza humana, con nuestras
propias fuerzas.
Algunos piensan que la predicación del evangelio es una necesidad única
para el momento en que “recibimos al Señor como nuestro salvador”. Sin
embargo, podemos ver en las cartas apostólicas la necesidad de recordar,
corregir y confirmar constantemente este evangelio, para evitar que se
pierda o se modifique su importancia.

LA PALABRA DEL EVANGELIO.


El evangelio anuncia que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, quien murió en
la cruz para sacarnos de la muerte en la que estábamos y ser trasladados a
Su vida, de las tinieblas a la luz. Ante esta palabra sólo hay dos resultados
posibles: creer o no creer. Si creemos a esa verdad y lo confesamos con
nuestra boca, estamos siendo testigos de dos grandes y sorprendentes
milagros:
1- Del regalo de Dios a nuestras vidas: LA FE.
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2- La resurrección de nuestro espíritu, la vida eterna y la salvación de


nuestras almas.

SER LIMPIOS DEL ENGAÑO


Vemos en nuestra generación serios obstáculos a la madurez de los santos.
Sea que usted ha oído el mensaje del evangelio hace años, o ha sido una
experiencia reciente, debe saber que aceptar las mezclas en el evangelio,
provocará interrupciones una y otra vez en su crecimiento espiritual. Es por
eso que debemos pedir a Dios constantemente: “hazme limpio de todo
evangelio que no proviene de ti y háblame tu evangelio por tu Espíritu
Santo”. Es una gran oración para hacer todos los días, hasta tener la plena
certeza de que la palabra del evangelio absorbe todo nuestro ser con
entendimiento y el poder transformador de Dios.

EL ORIGEN DEL ENGAÑO


Debemos entender que la predicación incorrecta del evangelio puede
provenir de corazones bien intencionados. Eso no le añade veracidad ni
disminuye su capacidad de dañar, sino que expone el origen de la
ignorancia y el engaño que detiene generaciones. Vamos a descubrir ese
origen.
Cuando Jesús comenzó su ministerio llamó a sus discípulos, les enseñaba,
pero no vemos verdaderos resultados de transformación en ellos hasta
después de la cruz. La razón es clara: ellos no habían recibido vida en su
espíritu y todas las palabras de Jesús eran procesadas desde una naturaleza
humana muerta. Jesús enseñaba con parábolas a las multitudes y él mismo
confesó a sus discípulos que lo hacía de esa manera para que la gente no
entendiera lo que él quería decir. Sin embargo las multitudes lo buscaba y
lo seguían. ¿Porqué las multitudes seguían a un maestro al que no podían
entender? La respuesta es muy sencilla: Jesús solucionaba sus problemas.
Jesús antes de la cruz está ofreciendo cosas que la gente está dispuesta a
demandar. Si usted tiene un producto que todo el mundo necesita,
seguramente encontrará multitudes buscando lo que ofrece. Jesús sanaba
sus enfermedades, resucitaba muertos, les daba de comer milagrosamente y
era una fuente de asombro que alimentaba su necesidad de ver cosas
nuevas. Pero haciendo todas estas, el evangelio no había sido manifestado
aún. De hecho, Jesús entendía que ese aspecto de Su ministerio, sólo lo
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acercaba más y más a la razón de su vida en la tierra: la cruz. Recuerde las


palabras de Jesús a María cuando ella le pidió hacer un milagro: “mi hora
no ha llegado aún”, una expresión que él usaba para referirse a la cruz.
El evangelio fue expresado en la cruz, porque esa era la hora del Señor.
Allí fue consumada la tarea de Jesucristo. Pero mire allí. Observe con
detenimiento. ¿Cuántas personas quedaron de todos ellos? Ni uno sólo.
Todas aquellas multitudes desaparecieron, porque el Jesús de la cruz ya no
ofrece soluciones. La oferta del Padre estaba en esa cruz: El Hijo de Dios
estaba siendo levantado para que alguien pueda creer en Él.
He aquí una llave para entender el evangelio: nuestra alma nunca
demandará el evangelio. Sólo puede ser demandado desde el espíritu. Es
por eso que necesitamos fe para creer en Él. Por la fe nos es dado el salir de
la muerte y ser trasladado a la vida sólo por aceptar la oferta de Dios.
Pero en el afán de lograr mayor “éxito” en términos humanos, las religiones
crean mensajes que se parecen al evangelio. Esos mensajes comienzan con
una pregunta: ¿Qué necesitan las personas? O más bien, ¿Qué creen
necesitar?
Si aquello que nos liga a Dios es una necesidad personal y humana, es
cuestión de tiempo para que seamos robados, distraídos o arrastrados por
filosofías humanas. Pero si oímos el evangelio que es predicado por el
Espíritu Santo, cada día de nuestras vidas, sin duda llegaremos a expresar
la plenitud de la vida de Cristo en nosotros.

OTROS EVANGELIOS
- EL EVANGELIO DEL ESCAPE. EL CIELO E INFIERNO.
Predicar que Jesucristo murió para salvarnos del infierno y llevarnos al
cielo tiene su atractivo para el alma. Se conecta con el temor a la muerte
que opera en todas las personas que no han sido alumbradas con la verdad.
Provee a las personas un sentimiento de “escape de la realidad”. La vida
para las personas que han abrazado este evangelio se trata de sobrevivir y
soportar los días. Generalmente conectan con este evangelio personas que
atraviesan una y otra vez con situaciones difíciles y lo atractivo de este
mensaje es que no es necesario ofrecer respuestas a esas situaciones, ya que
lo importante viene después de la muerte.
Este evangelio nos habla de que nuestra vida en la tierra sólo es una espera
en tolerancia, a la espera de nuestra muerte en el cuerpo, o experimentar la
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venida del Señor. Es un evangelio que no nos propone ningún beneficio


sobre la madurez, sino que sólo discute si la salvación se pierde o no y
cómo conservarla si fuera necesario. Pero Jesús dijo: “yo edificaré mi
Iglesia” y eso no tiene nada que ver con enviar a personas al cielo después
de la muerte. Según las personas, ir al cielo es lo importante, cuando de
religión se trata. Pero si oímos el evangelio que predica el Espíritu Santo
descubriremos que éste se centra en la esperanza, en la expectativas y en las
intenciones del Padre, no las nuestras. El evangelio no se ofrece al hombre
para resolver su necesidad, sino para proveer al Padre lo que Él espera.
Quienes creen este tipo de evangelio experimentan contradicciones en su
alma continuamente. Han sido llamados a la vida, pero desprecian la vida
día a día. No hay una pasión por madurar y manifestar la vida que les fue
dada. La santidad es un objetivo que sólo se quiere alcanzar en forma de
sacrificios necesarios para “ir al cielo”, pero que sólo termina reduciéndose
a las apariencias. Quienes anuncian este tipo de mensajes utilizan una y
otra vez el temor a las tinieblas y a la condenación, lo cual es
absolutamente contrario a lo que Jesucristo vino a expresar. Pidamos al
Padre ser libres de este tipo de palabras que han detenido a nuestra
generación. Atención: estas palabras no intentan menospreciar o negar la
existencia del cielo o el infierno, sino que estamos hablando de la
necesidad de oír más perfectamente el evangelio.

- “CREA EN DIOS Y ÉL SOLUCIONARÁ SUS PROBLEMAS”.


Si la mala noticia que leemos todos los días son los problemas que
experimentamos, entonces la buena noticia que necesitamos es que dichos
problemas serán solucionados. Es por eso que decirle a las personas que
“Cristo es la solución a sus problemas” puede ser muy popular y altamente
demandado.
Este evangelio tiene un problema sustancial: si los problemas son
solucionados, ya no necesitamos más evangelio; y si los problemas no se
solucionan, entonces el evangelio no funciona.
Toda mi vida he experimentado el poder de Dios trayendo soluciones a
problemas puntuales de mi vida y he sido testigo de eso en muchas
personas. Es atractivo anunciarle eso a las personas que viven alejados de
Dios. Podría tan sólo contar esas experiencias y ofrecerle el producto “con
tres simples pasos”. Hemos creído que eso es lo que Dios nos está
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pidiendo, sin darnos cuenta del retroceso que producimos en nuestra


generación.
Cuando las personas se dan cuenta de que el evangelio te soluciona
problemas, pero te ofrece “mejores y mayores problemas” entonces ya no
pueden entenderlo. Entonces se produce una traba a la madurez y nos
damos cuenta cómo las personas van de congregación en congregación
buscando el “lugar ideal”, donde no se encuentren tantos problemas y se
ofrezca un mejor disfrute. Observe lo que el Apóstol Pablo le dice a la
iglesia en Corinto:
1 Corintios 11:19 dice: “Porque es preciso que entre vosotros haya
disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son
aprobados”.

Este tipo de pasajes es imposible de ser entendido por personas que han
tomado el evangelio como la noticia de una vida en mayor comodidad, o
una vida plena juzgada desde el alma. El apóstol explica la importancia de
los conflictos, ya que el objetivo debe ser alcanzado: hombres y mujeres
aprobados. La Iglesia se edifica con personas aprobadas.
Recuerde: La Iglesia no se mide en cantidad de personas, sino en cantidad
de Cristo manifestado.

- EL EVANGELIO DE LOS MILAGROS.


No entender la buena noticia del evangelio proviene de confundir la mala
noticia que le precede. Cuando la mala noticia que le precede al evangelio
es una enfermedad, entonces crearemos un mensaje equivocado: “venga a
Dios que Él lo sanará”. He visto carteles en locales evangélicos que
anuncian: “Cristo sana”. La pregunta es: ¿Cristo sana? Claro que si! Pero
ese no es el evangelio. Es por eso que tenemos la referencia de toda una
nación recibiendo los milagros y prodigios constantes de parte de Dios.
Israel en el desierto recibía sanidades contantes, era alimentado
milagrosamente, contaban con calefacción de noche y refrigeración de día,
sus calzados no se gastaban, pero Dios no se agradó de ellos y quedaron
todos desechados. El mensaje es claro: ninguna persona es transformada
por experimentar los milagros de Dios. Es por eso que los milagros de
Jesús no eran parte de la buena noticia. La cruz es la buena noticia: la vida
en el espíritu del hombre, la resurrección, la existencia eterna.
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- EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD.
Los pasajes bíblicos que hablan sobre abundancia, riquezas, prosperidad,
multiplicación, son abrumadores. Tenemos una serie de principios que
pudieran ser correctos: Tenemos un Padre Rico. Somos hijos del Rey. Dios
concede las peticiones de nuestros corazones. Todo esto es bíblico y
correcto, pero nos ha sido dado para entenderlo desde un espíritu vivo y un
evangelio verdadero. Sin lugar a dudas la madurez espiritual nos quita de la
pobreza humana y nos otorga una mente de abundancia y riqueza. La
madurez espiritual nos hace confiables para administrar riquezas sin que
éstas nos roben la vida y nos distraigan. Pero hay quienes hacen de eso el
evangelio. La razón es concreta: el alma humana siempre estará buscando
vivir en riquezas materiales y temporales. Si a eso podemos ponerle
excusas bíblicas y apariencias espirituales, entonces será un evangelio que
muchos comprarán. El secreto de toda acción de marketing es conectar con
necesidades instaladas en las personas y proveerle una respuesta.
El evangelio verdadero nos prepara para ser siempre ricos, aún cuando
estamos en circunstancias financieras difíciles. Para una personas que está
en proceso de madurez y ha abrazado el evangelio que predica el Espíritu
Santo, aún cuando se encuentre en una circunstancia temporal de limitación
y escasez, sabe que es rico, por realidad eterna.
Este tipo de evangelio crea ámbitos extraños de alto contenido humano y
pocos frutos del Espíritu. Toda persona que ostente resultados financieros
favorables entenderá que el evangelio “le está funcionando en la vida
práctica” y a quien se vea en limitaciones sentirá que el evangelio no
funciona.

- EL EVANGELIO QUE SE CONCENTRA EN LAS TINIEBLAS.


Cambiar el mundo es un impulso del alma humana. No se requiere creer en
Dios para querer cambiar el mundo. Las religiones creen que el mundo
puede ser cambiado con Dios y los humanistas creen que el mundo sólo lo
pueden cambiar las voluntades humanas. El error está en querer alcanzar un
objetivo válido y noble, incluyendo a Dios en esa empresa, sin haber oído
Sus intenciones. Sin lugar a dudas el evangelio activa un gran poder
transformador, pero sus formas y objetivos no tienen nada que ver con los
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que presentan las religiones y el humanismo. Ambos tienen puntos de vista


extremadamente opuestos en algunos aspectos, pero comparten una visión
del mundo: todo está sumido en caos, corrupción y tinieblas y eso debe
revertirse.
Este tipo de evangelio pone en primera plana el accionar de las tinieblas en
la tierra. Todo el tiempo está observando a las tinieblas para “dar una
versión diferente” de lo que el hombre consume. La soberanía de Dios es
un dogma que sólo es estudiado en los institutos bíblicos, pero no es
entendido, explicado y mucho menos demostrado en la vida de las
personas.

LA PALABRA DE LA CRUZ.
Muchos predicando el evangelio tienen expresiones como estas: “Cristo
murió en la Cruz, pero resucitó”. OJO: EL “PERO” ESTÁ DE MÁS. Ese
“pero” tiene el poder de menospreciar la muerte y hacerla ver como un
trámite intermedio, pero eso no es lo que anuncia el evangelio. Jesús dijo
estas palabras: “CONSUMADO ES”. Eso no fue dicho luego de resucitar,
sino en la cruz. La cruz ES LA VICTORIA MISMA del Señor y es
justamente lo que debemos oír para recibir el evangelio. Si entendemos ese
evangelio, no sólo tendremos un testimonio de Su resurrección, sino que
seremos una expresión de esa vida.
La palabra de la cruz nos habla de:
1- La reconciliación con el Padre.
2- La justificación completa en la cruz.
3- El ámbito de justicia que nos es ofrecida por el Señor.
4- La Gloria de la Sabiduría de Dios.
5- La obra completa y consumada eternamente y la propuesta para
nuestra vida en la tierra: EL NUEVO PACTO.
6- El camino abierto.
7- El parámetro de éxito de Dios para nuestras vidas.
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