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Aprendiz : CARLOS ENRIQUE ACUÑA

Celular : 3217919309
Email : Hastafin1975@hotmail.com
Tutora : YAMILE DAMARIS ORDOÑEZ GUERRERO
Curso : Ética en lo personal y laboral No. 1658452
Celular : 3006451005
Email : dayam@misena.edu.co

Foro Actividad Dos

Que papel cumple la ética en la sociedad

Ética en la sociedad: ética y sociedad


Es una tarea difícil tratar de resumir las distintas posiciones ideológicas y filosóficas que
fundamentan la diversidad de posiciones en muchos temas referentes a la ética de la vida
humana, o de la vida en general, de la bioética, y también las diferencias en las legislaciones
de cada país. Intentaré realizar una síntesis, sin entrar por falta de espacio en el análisis de
cada cuestión.

LA BIOÉTICA: LOS MODELOS ÉTICOS DE REFERENCIA. Ética en la sociedad: ética y


sociedad

Definición de la Bioética ( referencia: Bioética en la Enciclopedia de Bioética: bioeticawiki)


Históricamente, la bioética ha surgido de la ética médica, centrada en la relación médico-
paciente. Respecto a ésta última, la bioética supone un intento de conseguir un enfoque
secular, interdisciplinario, prospectivo, global y sistemático, de todas las cuestiones éticas
que conciernen a la investigación sobre el ser humano y en especial a la biología y la
medicina.

Las definiciones que se han dado son muy diversas y reflejan, en cierta forma, la variedad
de enfoques y concepciones. Una de las primeras señala que “La Bioética es el estudio
sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y del cuidado de
la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios
morales”(Reich, 1978). Se aportan aquí importantes precisiones sobre el objeto de estudio: la
conducta humana en dos terrenos específicos, las ciencias de la vida (biología) y los cuidados
de la salud; y este objeto es estudiado a la luz de los valores y principios morales y de forma
sistemática (Gracia, 1989; Ruiz Retegui, 1987: 7-51).

Algunos ponen más de relieve la necesidad de responder a los nuevos problemas planteados
por las ciencias biomédicas. Así, “la bioética es la búsqueda ética aplicada a las cuestiones
planteadas por el progreso biomédico”; otros acentúan los aspectos sociales o comunitarios:
“La bioética es el estudio interdisciplinar del conjunto de condiciones que exige una gestión
responsable de la vida humana ( o de la persona humana) en el marco de los rápidos y
complejos progresos del saber y de las tecnologías biomédicas”. O señalan su papel de
solución a “los conflictos de valores” en el mundo de la intervención bio-médica (Durant,
1992).

Existen bastantes divergencias en cuanto al contenido de la bioética. Algunos la ven como


un simple marco de reflexión y de investigación interdisciplinaria sobre los desafíos a raíz
de los progresos técnico-médicos. Otros van más lejos y ven en la bioética un “método de
análisis” que ayude en los casos de toma de decisiones. O más aún, si se considera que forma
parte de la ética o es una forma de ética, se puede entender como una “búsqueda
normativa” del deber ser en el ejercicio profesional.
Dentro de esta búsqueda de normas que orienten la acción, cabe una posición pragmática
que considera imposible el consenso en las cuestiones de fondo dentro de una sociedad
pluralista, y propone por tanto una ética de mínimos aceptables que siga el parecer de la
mayoría, en la búsqueda de compromisos prácticos. “La bioética es la ciencia normativa del
comportamiento humano aceptable en el dominio de la vida y de la muerte”. En esta
posición, se borra prácticamente la diferencia entre ética y derecho.

Otra posición distinta es la que destaca la perspectiva ética de la palabra y de la reflexión,


buscando una sistematización, el análisis de los valores y postulados fundamentales que
están en juego y una búsqueda ética personal: “la bioética es el estudio de las normas que
deben regir nuestra acción en el terreno de la intervención técnica del hombre sobre su
propia vida”. Si quisiéramos precisar aún más esta definición, tendríamos que enumerar
esos principios o valores fundamentales, que son el respeto a la persona humana, con la
protección de las personas concretas, y el respeto y promoción de la vida humana en sí
misma. Es una concepción que podríamos llamar personalista de la bioética: “Llamamos
bioética a la búsqueda del conjunto de exigencias del respeto y de la promoción de la vida
humana y de la persona en el sector bio-médico”.
Como puede verse, son distintas concepciones y distintos ámbitos de aplicación, más o menos
extensos.

Principios, reglas y valores de la ética en la sociedad: ética y sociedad

Como comenta Guy Durand, “la reflexión bioética se basa en los hechos y en principios y
reglas. La bioética no quiere principios determinados de forma abstracta y que se impongan
a la realidad de forma autoritaria. Tampoco quiere un sistema de principios que
funcionaran como prohibiciones incuestionables… quiere concluir en los hechos, pero
necesita sin embargo de principios y reglas (Durand, 1992: 41).

Existen dos principios fundamentales, unánimemente reconocidos, que son


complementarios: el respeto a la vida humana, que pertenece al orden de la objetividad y
debe servir de finalidad a la actuación ética; y el principio de la autodeterminación de la
persona, que remite al dominio de la subjetividad y es esencial en la ética. Estos dos grandes
principios no suprimen las reglas y normas más concretas y específicas: el precepto de no
matar, la noción de medios proporcionados, el principio de totalidad, el acto de doble efecto,
el consentimiento libre e informado, etc.

Hay que tener en cuenta asimismo las reglas clásicas específicas de la deontología médica,
como el principio de beneficencia, el principio de benevolencia y la confidencialidad; y
también principios más recientes que influyen en la consideración bioética: el principio
utilitarista de buscar el mayor bien para el mayor número de personas; el principio de
universalización que propone siempre a la persona como fin y nunca como un medio; el
principio de igualdad en dignidad y valor de todas las personas humanas; el principio de
justicia y equidad, que puede compensar el utilitarismo primando la ayuda a los menos
favorecidos.

Estos principios designan, por tanto, una orientación fundamental, inspiradora de la


acción. Las reglas están en cambio más cerca de la misma acción, la determinan y
enmarcan, y en definitiva, permiten la aplicación concreta de los principios.
La palabra valor incluye dos aspectos, la significación y la orientación a la acción, por lo
que también puede utilizarse en relación con los principios, aunque en su acepción filosófica
una moral de valores se opone a una moral de principios. Los valores pertenecen al orden
del bien o del ser, como el valor de la vida, la dignidad de la persona o la autonomía del
hombre como ser libre. El respeto a esos valores funda los principios éticos de respeto a la
vida, prohibición de matar, autodeterminación, etc. Los principios y reglas -las normas-
deben estar al servicio de los valores y traducirlos en términos operativos.

Como puede verse, el equilibrio entre todos estos principios y valores no es siempre fácil. En
el ámbito de la bioética nos encontramos frecuentemente con conflictos de principios y
valores que es necesario jerarquizar o regular, en los casos concretos y a nivel teórico. De
cualquier manera, está claro que toda reflexión bioética de la persona está condicionada
por sus propios valores, por sus opciones y creencias, por la manera de entender al hombre,
la vida y la medicina. Son decisivas las opciones fundamentales sobre el sentido de la vida
humana y su definición, el sentido de la persona, del sufrimiento, de la vejez y de la muerte,
el sentido de la procreación y de la sexualidad, y por supuesto, el sentido de la misma ética.
En este sentido, es de enorme interés la actual discusión, especialmente en los Estados
Unidos, sobre si la bioética debe basarse en los principios o en la virtud: en un sistema
normativo basado en principios o en una ética de la virtud personal (Palazzina, 1992: 59-85).
Según esta postura,”frente a una ética científica, que antepone el conocimiento, y la ética
profesional que dicta los límites deontológicos sin establecer el contenido humano como
único fundamento del acto médico, hay que levantar la ética del médico: hacer cuanto
pueda y sepa para el bien del enfermo… supeditando el método científico al acto médico…
entendido como compromiso interpersonal” (AAVV, 1989). También se está poniendo de
relieve, en definitiva, la importancia de la actitud ética del médico y la formación de su
propia conciencia, que puede llevar a su realización como persona y como científico, o a su
destrucción desde el punto de vista moral (Sonnenfeld, 1991). Ambas posiciones no son
excluyentes y depende también su relación del modelo ético que se tenga.

Modelos éticos de referencia


Aunque la bioética trata siempre de permanecer cerca de las situaciones concretas, las
teorías éticas están siempre presentes en las discusiones y en las soluciones que se apunten.
Podemos distinguir cuatro teorías principales:

a) La ética ontologista. Existe una moral objetiva, una bondad y una malicia intrínseca; es
decir, que hay actos siempre y en sí mismos aceptables y otros, al contrario, condenables,
cualquiera que sea la situación. Por tanto, la rectitud moral no es subjetiva ni situacional,
ni arbitrariamente fijada por el hombre o por Dios: el bien existe en las propias cosas.
Existen principios que se imponen al hombre como absolutos.

b) La ética utilitarista. El núcleo de la moralidad -para esta corriente- se encuentra en la


maximización de la felicidad y la minimización de la miseria y del sufrimiento. Una acción
es buena si tiende a este fin y mala si se aleja de él. Por tanto, la moralidad depende de las
circunstancias, de la situación. En definitiva, el fin justifica los medios. Algunos autores
toman en consideración sólo el propio interés personal como fin; otros tienen una visión más
altruista, con el principio utilitarista de “el mayor bien para el mayor número de gente”, de
modo que se vean las ventajas e inconvenientes y se escoja la que más ventajas aporte a
todas las personas implicadas en la acción.

c) El deontologismo. Se opone a las anteriores teorías. Un acto es moral, no porque sea bueno
en sí o porque sea útil, sino porque es correcto; la rectitud le viene de la voluntad, pues el
bien se impone como un deber, un imperativo. Dentro de esta corriente, unos siguen a Kant,
fijando grandes principios universales inevitables, y otros aceptan reglas, pero con
excepciones en algunas circunstancias. Para otros, finalmente, sólo cuenta la evaluación del
acto en la situación singular y única que le rodea.

d) La ética personalista. Podemos reunir en esta corriente todos los esfuerzos que se han
hecho para evitar el utilitarismo y el deontologismo, sin volver por ello exclusivamente a la
escuela ontologista o, al menos, tratando de evitar sus excesos, o de conciliar objetividad y
subjetividad en una ética de los valores. Esto se ha llevado a cabo desde diversas posiciones,
algunas fuera de todo apoyo en una ontología, y otras basadas en la metafísica del ser. Se
trata de dar importancia al sujeto, a la persona, no en oposición pero sí en preeminencia
frente a una ley objetiva que se impondría desde fuera. A esta corriente se debe la
importancia que se da desde hace algunos años a los derechos fundamentales de la persona,
con un interés manifiesto por las declaraciones de derechos, incluidos los de los enfermos, y
la insistencia en unos determinados principios bioéticos. Estos principios son, en breve
resumen, una concepción personalista de la corporeidad humana, el valor fundamental de
la vida física, el principio de totalidad o terapéutico, el de la libertad y responsabilidad, y el
principio de socialidad o subsidiariedad (Sgreccia & Notarfonso, 1992: 123-129).

Más allá de las perspectivas de fondo, pueden encontrarse semejanzas entre algunas de
estas teorías en lo que se refiere a la reflexión bioética concreta, y los límites entre ellas a
veces no están tan claros.

De todas maneras, la aplicación de esas teorías da lugar, de hecho, a unos diferentes


modelos éticos de referencia práctica, con muy desiguales consecuencias y jerarquía de
valores a la hora de evaluar cualquiera de las cuestiones debatidas y, sobre todo, a la hora
de enfrentarse con las dos cuestiones fundamentales de la bioética, que antes
mencionábamos: el respeto a la dignidad de la vida humana y la defensa de la libertad de la
persona. Al menos podemos mencionar cuatro: el modelo liberal radical, el pragmático-
utilitarista, el modelo sociobiológico y el personalista (Sgraccia & Notarfonso, 1992: 119-123;
Ruiz Retegui, 1987: 12-14).

a) El modelo liberal-radical.
La referencia última y suprema del juicio ético es la libertad: es lícito lo que es libremente
querido, libremente aceptado y no daña la libertad de los demás. Así, respecto a la
ingeniería genética, se sostiene la “libertad de investigación”: el investigador debe ser
objetivo en la evaluación de los resultados y no debe tener ninguna regla ética más.

Se advierten bien las conclusiones de este modelo en la vida cotidiana: la liberalización del
aborto, la elección del sexo de los hijos, el cambio de sexo por parte del que lo desee, la libre
actuación en la fecundación “in vitro”, la libertad de decidir el momento de la propia
muerte, etc.

En este modelo no se profundiza suficientemente en la verdad de la libertad humana. En el


fondo, se defiende “la libertad para algunos, solamente para los que pueden hacerla valer …
se trata de una libertad de los vínculos y no de una libertad para un proyecto de vida y de
sociedad que se justifique por su finalidad. Se trata, en otras palabras, de una libertad sin
responsabilidad” (Bonete, 1995).

Desde un punto de vista estrictamente ético, en la jerarquía de los valores, la vida antecede
a la libertad: todo acto libre, lo es de un hombre que actúa libremente. Sin vida humana, no
es posible ser libre.

b) El modelo pragmático-utilitarista.
En el terreno de la bioética, este modelo se basa en la teoría de la praxis y una justificación
del utilitarismo social. Es una posición bastante difundida en algunos centros y comités de
bioética. El entendimiento humano no puede llegar a alcanzar ninguna verdad de tipo
absoluto y, por tanto, tampoco puede definirse una moral válida para todos y para todos los
tiempos. Es necesario recurrir a una moral “comedida”, pragmática: la moral del cálculo de
la utilidad evaluable, de la relación entre costo y beneficio.
Ese cálculo, imprescindible en cualquier intervención médica, por ejemplo, se aplica
también entre el valor de la vida humana y los valores económicos, sociales o simplemente
de progreso científico, de forma que se puede llegar a un utilitarismo extremo de corte
pragmático. El criterio de la utilidad no puede ser nunca el último en bioética: siempre debe
considerarse la utilidad respecto a quién o a qué, es decir, respecto a la finalidad del propio
acto médico, que es la salud de una persona enferma. El fín lo marca de modo último la
propia persona enferma.

c) El modelo sociobiológico.
Según este modelo, la vida y la sociedad están sujetas a la evolución biológica y sociológica,
y los valores morales deben también modificarse de modo evolutivo. El motor es el “egoismo
biológico” que da lugar al derecho y la moral, como expresiones culturales. Desde esta
perspectiva, el único valor ético es el que permite mantener el equilibrio evolutivo del
ecosistema, en continuo progreso. Todo lo que esté a favor de ese progreso, está bien, y lo que
comprometa el equilibrio, está mal.

Es preciso, sin embargo, que el progreso haga referencia a un valor que lo haga auténtico,
por el que pueda medirse. Además, el hombre está rodeado de hechos y valores que le
acompañan siempre y a los que debe encontrar significado, por encima de las variaciones
culturales o de costumbres: la muerte, el dolor, la verdad, la solidaridad y finalmente, su
propia libertad.

d) El modelo personalista.

En el panorama cultural actual, la concepción personalista es la que mantiene el primado y


la intangibilidad de la persona humana, considerada como valor supremo, punto de
referencia, fin y no medio. Dentro de las diversas posiciones, la que pensamos más
fundamentada es la que remite la persona al ser: la persona humana “es digna” porque “es
más”. Sólo a partir de este fundamento es posible construir una bioética plenamente
respetuosa con la dignidad última de la persona humana. Esta dignidad es la que exige el
máximo respeto y una efectiva tutela, en el terreno de la bioética, desde el momento de la
concepción al de la muerte natural, y siempre que se muestre necesitada de ayuda.

Cuáles son los principales beneficio que tiene para un individuo adoptar principios
éticos en su conducta habitual.

Códigos de conducta de empresa. Autorregulación sectorial.

En estrecha relación con el principio de transparencia y como vehículo de expresión de las


políticas de RSE, tenemos los códigos de empresa, que como se ha indicado, fija la empresa
de forma unilateral.

Cada vez son más las empresas que formulan su propio código. Desde el punto de vista de
los empleados y directivos es clave ya que, al pasar a formar parte de la empresa, aceptan
el compromiso moral de asumir dicho código en su conducta profesional. Estamos ante un
mensaje que se lanza a la sociedad en el sentido de expresar el compromiso de la empresa a
asumir determinadas responsabilidades.

El término "autorregulación", generalmente, se usa como el antónimo de "regulación",


situándose el discurso entonces en la contraposición genérica entre voluntariedad y
normatividad. Esta autorregulación puede entenderse en clave de empresa individualmente
considerada, pero también de sector, o territorial.
Sin lugar a duda, las empresas las precisan para corregir los impactos negativos que genera
el desarrollo de su actividad y que se emiten para influir en las prácticas de sus socios de
negocio globales, y como una manera de informar a los consumidores sobre los principios
que se siguen en la producción de los bienes y servicios que manufacturan o venden.

Estamos ante instrumentos muy relevantes para la promoción de los derechos humanos,
laborales y medioambientales, así como de las medidas contra la corrupción, en especial en
aquellos países en los que las autoridades públicas no aplican normas mínimas.

Pero este rápido desarrollo de los códigos, como herramienta de RSE, puede ser percibido
como una peligrosa tendencia hacia la privatización de los derechos sociales. Así, por
ejemplo, sólo pueden complementar, y no sustituir, la legislación nacional o internacional, el
diálogo social o la negociación colectiva.

La clave está en si este mecanismo es suficiente para corregir los defectos de mercado y la
economía global.

Sin duda las empresas que importan productos de países con escasa protección de los
derechos humanos tenderán a adoptar códigos para evitar las críticas, especialmente si sus
ventas dependen en buena medida de la imagen de la marca y de la buena voluntad del
consumidor. Además del previsible impacto positivo sobre la reputación corporativa, la
adopción e implementación de los códigos de conducta pueden aportar otros beneficios
empresariales, como una mejora en la relación con los socios, la promoción del buen
gobierno corporativo y del cumplimiento legal en los países de operación, y una mejora en
la calidad y en la productividad como resultado de un mejor clima laboral.

Demanda de la sociedad.
La sociedad del Primer Mundo demanda que existan unos estándares de comportamiento,
que haya códigos, que se comprometan cuyos compromisos sean, de alguna manera,
palpables, y medibles.

Ahí reside, justamente, el principal desafío que plantean estos instrumentos: asegurar una
aplicación, verificación y control eficaces.

Una forma de facilitarlo, alentada por la Comisión Europea, por ejemplo, la adhesión de las
empresas a los códigos de conducta definidos por las organizaciones internacionales.
Veamos sus palabras: "La Comisión considera necesario que los códigos de conducta:

Tengan como normas mínimas comunes de referencia los convenios fundamentales de la


OIT y las directrices de la OCDE para las empresas multinacionales.

Incluyan mecanismos adecuados de evaluación y control de su aplicación, así como un


sistema de evaluación de la conformidad.

Impliquen en su elaboración, aplicación y control a los interlocutores sociales y otras partes


interesadas, inclusive de los países en desarrollo.
Divulguen las experiencias y prácticas correctas de las empresas europeas".

El valor y la fortaleza de un código dependerán de su credibilidad y transparencia. Y


ambas están en función del grado en que los trabajadores, los sindicatos, los socios
comerciales y los proveedores, los consumidores y otros grupos de interés de la empresa sean
conscientes de:
Su transparencia. Esta se basa en la diseminación y comunicación del código a todos los
empleados, y a las empresas subsidiarias y contratistas.

Su credibilidad. Esta depende de su alcance, amplitud y de los mecanismos de refuerzo y


evaluación. Pueden usarse diferentes fórmulas para monitorizar y verificar la aplicación
efectiva de un código: a través de equipos internos de cumplimiento; por medio de
auditorías realizadas por instancias ajenas, como consultoras; o por medio de una
monitorización independiente que envuelva a terceras partes como ONG locales,
instituciones académicas o religiosas.

Beneficios del Comportamiento Ético:

Una gestión empresarial ética genera, sin duda, beneficios. Veamos algunos.
Genera confianza. Todo negocio se construye sobre relaciones con proveedores, clientes,
empleados y otros grupos. La fuerza de esas relaciones es en su mayor medida función de la
cantidad de confianza que las partes tienen una con otra. En ese sentido, la conducta ética
es un factor indispensable para la generación de confianza porque tiene la capacidad de
otorgar credibilidad a quienes lo practican. Puede, incluso más efectivo y conveniente que
muchos controles externos, como la regulación gubernamental.

Captación de Buenos Clientes, Proveedores, Empleados, Distribuidores… El hecho de no


engañar a los demás, de cumplir con lo que se ofrece, de transmitir una imagen de
profesionalismo o de respetar las leyes y reglamentos vigentes. Es como un imán que atrae a
personas que suelen comportarse de la misma manera porque se sienten identificados con
esas acciones.

Protección contra la Publicidad Negativa. Cuando las actividades y son consideradas


éticas, es difícil que la publicidad negativa se produzca. Por tanto, el comportamiento ético
protege a la empresa contra la publicidad negativa.

Satisfacción del personal. Ayuda a los empleados a identificar lo que su empresa reconoce
como prácticas aceptables de negocios generando, de un lado mejores decisiones y por otro
lado una mayor fidelidad de sus trabajadores y colaboradores, que desearán seguir
trabajando en ella haciendo su labor de la mejor manera posible.

Qué factores considera usted que intervienen de manera positiva o negativa en el desarrollo
y formación del carácter ético en una persona.

“Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a
su patria”. José Martí. “Hay algo que vale más que la estimación de los extraños; la
estimación propia”. José Martí.

Personas Elementos Esenciales


En esta parte del tema estudiaremos las acciones y la conducta de los individuos que
conllevan al desarrollo del comportamiento en la actividad laboral.

Verdaderamente muchos son los aspectos que ejercen influencia sobre el comportamiento
para que el trabajador alcance un rendimiento adecuado.

Algunos son adquiridos por el hombre en su etapa de formación y desarrollo, otros forman
parte de la personalidad del individuo y otros son elementos externos al hombre, pero que
actúan sobre éste.
Entre estos elementos podemos citar:
Conocimientos y habilidades.
Talento.
Experiencia laboral y en la actividad a realizar.
Valores que posea. Serán estudiados en tema aparte.
Esfuerzo desplegado.
Estrés sobre la persona.
Incentivos o recompensas.
Conocimientos y habilidades
El aprendizaje y la obtención de conocimientos son de una utilidad sustancial para
garantizar buenos rendimientos en la labor que se realiza. Tanto los conocimientos
generales que permiten un mejor y más profundo desarrollo intelectual, como los
relacionados con la actividad que se realiza que garantizan poder realizar la tarea con
eficacia y eficiencia tienen mucha influencia en el rendimiento laboral. Las habilidades
adquiridas en la vida en general y en el trabajo en particular son también grandes
contribuyentes en la obtención de elevados rendimientos.

Los conocimientos y las habilidades son aspectos que se pueden enseñar a las personas por lo
que es muy provechoso que se tomen las medidas pertinentes en las organizaciones para la
elevación y profundización de estos aspectos en todos los trabajadores.

Buckinham, M. & Coffman, C., en Primero, rompa todas las reglas (Pág.83), plantean que el
conocimiento se puede dividir en “objetivo: que son las cosas que la persona sabe” y en
“vivencial: que son las nociones que se ha apropiado el individuo a lo largo del tiempo”, el
primero plantea que se puede enseñar y el segundo es menos tangible por lo que es más
difícil enseñar.

Talento
Cuando hablamos de talento en las personas o personas con
talento pensamos en aspectos exclusivos de seres
conceptualmente distintos y que como decimos vulgarmente
“están fuera de serie” lo cual no es totalmente cierto y para dar
una explicación al respecto veamos como lo expresan
Buckinham, M. & Coffman, C., en Primero, rompa todas las
reglas (Pág. 65) “ el talento es un patrón recurrente de
pensamiento, sentimiento o comportamiento que puede
aplicarse de manera productiva”.

Lo expresado anteriormente no limita el talento a seres


exclusivos sino que todas las personas de una forma u otra lo poseen siempre que este
comportamiento se manifieste repetidamente, o sea de forma recurrente, lo que sí es
innegable es que cada persona no posee el mismo talento, sino diferenciado en dependencia
de las características personales de cada individuo.

La importancia en el ámbito laboral está, en que debe ante todo determinarse las
características de cada persona para hacer corresponder su talento con la labor a realizar
y así intentar obtener los mejores resultados laborales e incrementar la satisfacción laboral
en el individuo.

Hay consenso en que el talento no se aprende sino que es innato, lo que sobre la base de éste
es posible desarrollarlo en la medida que se amplíen o se aumenten, los conocimientos, la
experiencia, las habilidades y otros aspectos.
El talento en una persona no es una garantía absoluta de que la actividad que realice será
de excelencia, pero si es un aspecto potencial de gran importancia para la obtención de
buenos resultados bajo la concordancia de sus posibilidades con la tarea a realizar.

Experiencia Laboral
La experiencia es otro de los aspectos potenciales que contribuyen a la obtención de un buen
rendimiento laboral, ya que el conocimiento del escenario laboral, la confianza que brinda
el dominio de la actividad que se realiza, así como el dominio de las actividades y tareas
que se realizan son aspectos muy importantes para alcanzar buenos resultados laborales.

Esfuerzo Desplegado
El esfuerzo que una persona aporta sobre cualquier actividad (en nuestro caso laboral) está
en función de la energía que de manera consciente (o inconsciente) despliega en la
realización del trabajo como contribución a que se puedan alcanzar rendimientos acorde a
los necesarios.

Es preciso plantear que todas las personas no tienen la misma energía, no obstante, esto no
quiere decir que aquellas que físicamente posean mayor energía siempre realizarán un
mayor esfuerzo en su trabajo, por lo que es necesario garantizar una adecuada motivación
para que de acuerdo a las individualidades planteadas cada uno aporte al máximo de sus
posibilidades, lógicamente sin llegar a afectar la salud física o mental.

Estrés
El estrés es un factor que actúa sobre la persona, el cual puede surgir en el entorno laboral o
en el familiar u otro medio del entorno personal, el cual si no es controlado en los niveles
adecuados no sólo puede influir negativamente en el comportamiento laboral, sino también
en la salud física y/o mental del individuo.

Según McGrath, J. E. (Stress and behavior in organizations), en Stonner J. F.


Administración (Pág. 604) expresa que…..”existen posibilidades de estrés cuando se piensa
que una situación ambiental presenta una exigencia que amenaza exceder las capacidades
del sujeto y sus recursos para satisfacerla”.

Un aspecto importante y decisivo es la percepción del individuo, con relación al estrés ya


que se plantea que el proceso sicológico de percepción es el elemento intermedio entre el
estimulo recibido por la persona y la respuesta dada por ésta. Teniendo en cuenta que la
percepción es un proceso por el cual la persona se relaciona y da significado a su entorno y
que ese significado depende de los aspectos cognitivos que él posea como, sus conocimientos,
experiencia y otros.

Por lo anteriormente visto una misma causa puede tener efectos distintos sobre distintas
personas. Los elementos que originan el estrés se les denominan estresores, los más comunes
son cuando un individuo debe realizar un trabajo cuyo volumen necesita más tiempo para
realizarlo que el que realmente posee o también cuando no tiene las capacidades,
competencias, habilidades, necesarias para acometer la actividad. Determinados factores
ambientales pudieran ser causantes de estrés entre los que se encuentran: las condiciones
anormales de trabajo, altas responsabilidades sobre personas u otro aspecto importante
para la persona, cambios estructurales o de dirección.

Otro aspecto a tener en cuenta es, que tanto la intensidad del estrés como la magnitud del
período de tiempo que perdure el mismo son muy importantes en los resultados.
Investigaciones realizadas demuestran que el estrés puede dar origen a determinadas
enfermedades no sólo síquicas sino físicas también, entre las que de destacan: la
hipertensión y problemas cardiacos, úlceras, además tenemos las depresiones,
insatisfacciones, fatiga laboral y otras.

No siempre los directivos y jefes en las organizaciones laborales están conscientes y actúan
consecuentemente con relación a las posibles causas que, las tareas de los puestos de trabajo,
el clima laboral, el tratamiento y atención a los trabajadores y demás aspectos de la vida
laboral pudieran originar estrés en los trabajadores, así como actuar con el objetivo de
eliminarlas o llevarlas hasta los niveles que no originen efectos nocivos.

Existen determinadas formas y métodos para contrarrestar el estrés a través de: ejercicios
físicos, técnicas de relajación, o mediante: la mejora de la comunicación organizacional,
incrementando la participación de los trabajadores, delegando autoridad, garantizando un
equilibrio entre el trabajo, las capacidades de los empleados y el tiempo de trabajo.

No obstante, conocer que este fenómeno no es fácil de entender ni de solucionar,


recomendamos a todos los jefes y directivos que estén al tanto del mismo y que trabajen
sobre lo siguiente:

Qué es el estrés y que trabajadores pudieran estar afectados.


Cuál es la causa (o causas) que lo origina en esa (s) persona(s).
Qué efectos pudiera ocasionar.
Tomar las acciones correspondientes para su eliminación.
Garantizar un control sistemático sobre este aspecto.

Incentivos
Los incentivos (o recompensas) son elementos contribuyentes también a la obtención de altos
rendimientos laborales. Visto en un amplio sentido una persona puede estar incentivada
por cuestiones externas que influyan positivamente para que su labor alcance buenos
resultados, como ejemplo podemos citar el salario o cualquier incentivo material, las
condiciones de trabajo, los equipos o herramientas utilizados y otros, los elementos internos,
como la educación y valores que posea, el deseo de ser útil, su disciplina y otros contribuyen
como incentivo posibilitando la obtención de un buen rendimiento.
A la motivación se le atribuye por este autor, por muchos otros también, una importancia
decisiva en el rendimiento laboral.

Ética
Elementos esenciales y concepto de la Ética
Los seres humanos, tanto en la vida familiar como en la laboral, manifiestan una conducta
a través de determinadas actuaciones, que pueden ser correctas o no, la cual debe ser
regulada, esta función la realiza la moral.
La moral expresada a través de conceptos, principios morales, cualidades, juicios y otros,
ejerce su influencia en los individuos y en la sociedad en su conjunto exponiéndose en
determinados pasos como: la moral existente por la práctica de todos, conforma el ser
moral; lo que deseamos alcanzar de manera inmediata, el deber ser; y los objetivos a largo
plazo que deseamos lograr, el ideal moral.
La moral constituye el objeto de estudio de la ética, o sea, esta última la investiga y trata de
explicarla.

En sentido general, podemos decir que la moral está conformada por fenómenos de la vida
de las personas, ahora bien quien estudia esos fenómenos es la ética, la que es capaz de
descubrir en los seres humanos elementos de valía que fortalecen positivamente la
actuación.

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