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La lengua en los siglos xviii y xix

Durante los siglos XVIII y XIX, la lengua española no experimenta grandes transformaciones como
las que conoció en el período anterior; en lo esencial, ya ha escogido sus formas, organizado sus
estructuras, fijado sus normas, a lo cual contribuyeron ciertamente los escritores de ideales
renacentistas, que supieron equilibrar lo culto y lo popular, lo clásico y lo tradicional.

Sin embargo, a pesar del peso que pudo haber ejercido la literatura de la época anterior, no existía
aún una uniformidad general respecto a ciertos usos, pues los modelos literarios y los preceptos
gramaticales de los autores del XVI y del XVII no tuvieron la suficiente fuerza reguladora. Es en
este ambiente, donde se enfrentaban posturas conservadoras y progresistas, en que va a hacer su
aparición la Real Academia Española.

La Real Academia española


Fundada, a imitación de las Academias Francesa y Toscana, en el mes de junio de 1713 por don
Juan Manuel Fernández Pacheco, Marqués de Villena, y aprobada y puesta bajo la protección de
Felipe V el año siguiente, tuvo como propósito defender la pureza de la lengua española y
convertirse en ente regulador, objetivo bien manifiesto en su lema «Limpia, fija y da esplendor».

la primera tarea que se impuso la RAE fue la redacción de un diccionario, publicado en seis
volúmenes entre 1726 y 1739 con el título de Diccionario de la lengua castellana, en que se explica
el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los
proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua, conocido comúnmente como
Diccionario de Autoridades porque cada acepción va respaldada con citas de los buenos escritores
que hasta el siglo XVII habían enriquecido el caudal léxico de la lengua

Tal tarea le planteó a la Academia, desde el primer momento, el problema de la ortografía58, la cual
estaba al arbitrio de cada autor, de cada escribano, de cada maestro de escuela, de cada impresor de
acuerdo con sus opiniones, gustos y prejuicios. En este punto de la ortografía, podemos distinguir
las tres corrientes siguientes en que aquéllos se agruparon:

-la que sostenía que la ortografía debía representar la pronunciación,


-la etimologizante, según la cual la forma de las palabras debía reflejar su origen,
-y entre ambas, buscando cierto equilibrio, la corriente representada por los partidarios del uso y de
la no confusión.

Ante el caos reinante, la Academia, en el Prólogo al Diccionario, señala su preocupación y declara


que la ortografía empleada en aquél es «para su próprio uso», sin intención normativa, afirmación
meramente retórica, pues de hecho va a imponer normas siguiendo el criterio etimologizante,
temperado, no obstante, por el uso.

- Fija <y> y <v> para los sonidos consonánticos, quitándoles así


tal función a <i> y <u>, pero mantiene <y> con valor vocálico en
las palabras de origen griego (mártyr, sýmbolo)

- Fija <b> y <v> con criterio etimológico: <b> cuando en latín hay
<b> o <p> o cuando se duda del origen
- suprime la <ç> y la reemplaza por <z>.
- Representa el fonema /x/ con <x> y <g> con criterio etimológico
(exemplo, elegir) y con <j> en los otros casos (paja, juego), excepto
si las voces tienen en su origen <s>, como caxa (< capsa), xabón
(< sapone).
- Mantiene el dígrafo <qu> también por razones etimológicas
(que, qüestion) y ciertas consonantes dobles sólo cuando «el
uso y manéra naturál de su pronunciación las ha conservado»
(accidente, immaculado, annual).

Pero pronto la Academia se dio cuenta de los problemas y dificultades que se le planteaban con la
escritura de ciertas palabras, y decide elaborar entonces un tratado de ortografía «que facilitasse la
escritura en quanto fuesse posible, sin tanta dependencia del origen de las voces». Es el origen de
la Orthographia, publicada en 1741 y cuyo criterio de selección será el siguiente: «Cuando se
contradicen la etimología y el uso hay que atenerse [...] al uso.Cuando se contradicen la etimología
y la pronunciación hay que atenerse a la pronunciación».

- La adopción del acento circunflejo sobre la vocal siguiente para


indicar que <ch> y <x> precedentes deben pronunciarse [] y [],
respectivamente, y no [] y []: châridad, exâmen.
- En cuando a las grafías <th, rh, ps>, considera que su mantenimiento
es erudición, por tanto no es gran error escribir, por ejemplo, teatro,
reuma, salmo en vez de theatro, rheuma, psalmo.

En las ediciones sucesivas, la Academia irá dando nuevos pasos


hacia la ortografía de base fonológica;

La ortografía académica se hace obligatoria a partir de 1844


cuando Isabel II, dispuesta a acabar con las vacilaciones y
apreciaciones individuales en esta materia, impone, por Real Orden
de 25 de abril, la enseñanza de las normas de la Academia, con la
generalización de las cuales iría desapareciendo la relativa anarquía
que existía al respecto.
Al Diccionario y a la Ortografía de la Real Academia se suma la Gramática castellana, publicada
en 1771 e impuesta a todas las escuelas del Imperio de manera oficial en 1780 por disposición de
Carlos III. Esta no presenta novedad alguna; excesivamente sujeta a la tradición clásica, analiza la
lengua moderna bajo la óptica y las categorías de la gramática latina, metiendo a la fuerza el
español en los moldes de la lengua del Lacio.

Dos grandes gramáticos del siglo XiX: Salvá y Bello

Vicente Salvá tiene el mérito de haber sido el primer gramático español que rompe con el imperante
y tradicional logicismo gramatical59 con su Gramática de la lengua castellana según ahora se
habla, publicada en París en 1830. Con esta obra “se instituye en la investigación lingüística
hispánica la observación y descripción minuciosa del uso lingüístico de las «personas doctas»”
Salvá reduce a tres las partes de la oración(nombre, verbo y partículas)

Uno de los puntos más interesantes de la Gramática de Salvá es la eliminación del condicional
como tiempo del subjuntivo y su inclusión en el indicativo.
La Gramática de Salvá fue la primera gran obra dedicada a la descripción sincrónica del español y
preparó el camino que habría de seguir Bello.

El caraqueño Andrés Bello publicó su Gramática de la lengua


castellana destinada al uso de los americanos en 1847 en Santiago
de Chile, su patria adoptiva, animado por el deseo de educar a sus
hermanos de Hispanoamérica en el buen uso de la lengua y así evitar
la eventual disgregación lingüística –como producto de la reciente
desmembración del imperio español y la subsiguiente creación de
las nuevas repúblicas hispanoamericanas– por la formación de multitud de dialectos irregulares,
licenciosos,
bárbaros; Su ideal, pues, era la unidad de la lengua castellana en todo el
mundo de origen hispánico:

La Gramática de Bello tuvo –y tiene– una importancia capital en la lingüística hispánica por ser “un
cuerpo de doctrina gramatical, el primer gran cuerpo de doctrina gramatical del castellano”

) Los hechos gramaticales deben explicarse prescindiendo


de su significación en el mundo de las cosas, para hacerlo por su
comportamiento dentro del sistema de la lengua

) Hay que deslatinizar la gramática castellana y construirla


de acuerdo con el sistema propio de esta lengua.
una enorme novedad introducida por Bello es el
análisis del sistema de los tiempos verbales, expuesto en 1841 en
su Análisis ideolójica de los tiempos de la conjugación castellana,
y retomado, por supuesto, en la Gramática. En lugar de seguir
la nomenclatura de perfectos, imperfectos y pluscuamperfectos,
que tenía sentido en latín, donde era esencial el aspecto acabado
o no de lo significado por el verbo, Bello parte del concepto del
tiempo como algo relativo; para él, la significación fundamental
de los tiempos verbales castellanos es una cuestión de relatividad
temporal, y esto debe reflejarse en la terminología. Por eso propone
otra nomenclatura, cuyas equivalencias con la de la Academia –allí

donde hay discrepancias.

4º) La clasifcación de las palabras debe hacerse sobre criterios


exclusivamente funcionales

el Prólogo de la
Gramática que demuestran a las claras la importancia que daba
bello al uso y lo que él entendía por pureza de la lengua.

La importancia de la Gramática de bello fue reconocida por la


Real Academia al incorporar en la suya, a partir de la edición de
1850, las novedades de bello junto con las de salvá.

Propone, en consecuencia, la siguiente reforma de la ortografía


castellana:
1) Escribir siempre <j> para representar el fonema //: ideolójico,
jeneral.
2) Escribir siempre <i> como representante de la vocal //: lei, i.
3) Suprimir la <h>: onor, ombre.
4) Escribir siempre <rr> cuando se trata de la vibrante múltiple:
rrei, onrra.
5) escribir <z> en todos los casos de ce, ci: zienzia, azer.

6) suprimir la <u> de <qu, gue, gui>: qerer, gerra, giso.


7) Usar la <q> en lugar de la <c>: qasa.
Extrañamente mantenía la distinción entre <b> y <v>, que
Bello creía (¿erradamente? ¿o era usual entre los americanos del
momento?) que se distinguían en la pronunciación.

Mientras tanto, en España, como ya lo comentamos, se tomaba


la decisión de oficializar la ortografía de la Academia mediante la
Real Orden de 1844 de Isabel II, ortografía que paulatinamente fue
imponiéndose no sólo en España sino también en América gracias a
la presión editorial y a la aspiración de los escritores americanos de
que sus libros se difundieran en Europa. También a ello contribuyó,
y no en poca medida, el surgimiento, en los distintos países de
habla española, de “Academias correspondientes [de la Española]
que van a establecer una especie de virreinato lingüístico como no
existió realmente en la época colonial” (Rosenblat 1951 (1981):
cxxviii); surgen, así, durante el siglo XIX las academias colombiana
(1871), ecuatoriana (1874), mexicana (1875), salvadoreña (1876),
venezolana (1883), chilena (1885), peruana (1887) y guatemalteca

3.3. Enriquecimiento del vocabulario

En el siglo XIX las diversas corrientes literarias van a contribuir,


de diverso modo, al desarrollo del vocabulario, unas veces
creando, otras recuperando vocablos que, ya existentes, no eran
hasta entonces tan usuales. El Romanticismo aporta el lenguaje
emocional; el Realismo introduce la lengua de la calle, de la fábrica,
del campo, convirtiendo en material literario lo que se oía y decía en
los distintos ambientes de la vida cotidiana; el Modernismo, por suparte, toma arcaísmos, inventa
neologismos, busca extranjerismos
en su afán de sonoridad y expresividad sensual.
Pero no menos importante fue el influjo extraliterario; en efecto,
el desarrollo de los conocimientos científicos y de las técnicas, la
transformación de las realidades políticas, económicas y sociales
propios de este siglo, determinaron la incorporación en la lengua
de un abundante vocabulario para poder nombrar las nuevas
condiciones de vida, los nuevos conceptos, las nuevas cosas que
iban surgiendo; en ocasiones se tomaron formas existentes a las que
se les dio una nueva acepción, en otras se crearon palabras a partir
de elementos griegos y latinos, unas veces se hicieron derivados o
compuestos de voces españolas, otras, en fin, se adoptaron palabras
de otras lenguas adaptándolas a la fonología española.
LA COMUnidAd HisPAnOHAbLAnTe
deL siGLO XX
1. el español en el mundo
Aquel inmenso y dilatado imperio español –que comenzó a
formarse en los albores del siglo Xvi y que se desmoronó a lo
largo del XIX– se continuó, sin embargo, en algo que habría de
quedar como huella indeleble del pasado político: la lengua.

En los países hispanohablantes, la situación del español puede


ser una de las siguientes:
• el español como única lengua ofcial en contacto con algunas
otras lenguas autóctonas; es el caso de buena parte de los países
hispanoamericanos y de Guinea ecuatorial.
• el español como lengua coofcial con otra(s); es el caso de
españa y de Puerto Rico.
• el español como lengua minoritaria: caso, por ejemplo, de
Filipinas y los estados Unidos.
sobre la situación actual de la lengua española en cada territorio
en particular y del judeoespañol nos ocuparemos en los capítulos
que siguen.

En el plano fonético-fonológico:

-Es de notar también que el único fonema continuo posterior


de la lengua, /x/ (el sonido de la jota), se realiza de muy diversas
maneras según las regiones. Sin dejar de ser una consonante
continua, su lugar de articulación se extiende desde el paladar
hasta la glotis; así, la palabra ‘jefe’

En el plano morfosintáctico:

Pronombres. En la inmensa mayoría de los que hablan español han desaparecido del uso las formas
correspondientes a la 2ª persona del plural (vosotros, os), reemplazada por ustedes. En esta misma
área de los pronombres, se observa el uso del pronombre personal singular le referido a un
complemento plural, sobre todo en función catafórica o anticipadora: «le tomé asco a los barrios
del centro»de modo similar, lo (pronombre personal en función de objeto directo) se convierte muy
a menudo en los.

Finalmente, hay que notar la persistencia, en algunas regiones,


de los fenómenos llamados leísmo, laísmo y loísmo, consistentes
en la confusión de los pronombres le, la, lo en sus funciones de
objeto directo e indirecto. Así, no es raro oír e incluso leer frases
como éstas: a María le vi hace un mes, la dije que viniera, lo pegó
una bofetada,

Esfera del verbo


) Pluralización de haber y hacer impersonales, haciéndolos
concordar en número con el sustantivo que sigue. Este sustantivo
que, de acuerdo con la gramática, es complemento directo, es sentido
como sujeto, de allí la concordancia,

) Uso del gerundio en construcciones que la norma académica


considera incorrectas, principalmente cuando sustituye a una
oración relativa especifcativa o cuando denota una acción muy
posterior a la expresada por el verbo principal.

Desaparición en la lengua corriente del futuro de subjuntivo.


La forma simple (cantare) y la compuesta (hubiere cantado), han
desaparecido totalmente del habla sustituidas por el presente y el
pretérito perfecto, respectivamente, de indicativo o subjuntivo: si
alguien hablare, lo haré callar > si alguien habla...~en caso de
que alguien hable...; si no hubiéremos vuelto antes de las tres, no
nos esperen > si no hemos vuelto.

Queísmo y dequeísmo. el primer fenómeno consiste en suprimir


la preposición aneja al verbo de la oración principal: me acuerdo
que..., aspiro que..., insisto que..., cuando lo canónico es me
acuerdo de que..., aspiro a que..., insisto en que... el dequeísmo,
por su parte, es el añadido innecesario de la preposición de antes
de una subordinada introducida por que: yo pienso de que..., yo
creo de que..., oraciones cuya forma correcta, de acuerdo con la
gramática normativa, es yo pienso que..., yo creo que...

En el plano léxico

Las grandes transformaciones e innovaciones de la vida ocurridas en este siglo se reflejan,


precisamente, en el vocabulario, más rico, flexible e
incluso volátil que el de épocas anteriores. Muchas de las nuevas
palabras y acepciones son traducción o transposición de términos
surgidos en otras lenguas (principalmente en inglés y francés),
algunos bien aclimatados en español, otros con forma que revela
su origen foráneo. En el área científco-tecnológica, un número
importante de voces han sido creadas a partir de raíces latinas y
griegas, lo cual ha permitido, evidentemente, su fácil españolización
al ser incorporadas a nuestra lengua.

3. La labor de la Academia de la Lengua


A lo largo de los años transcurridos de este siglo, la Real
Academia y los Congresos de la Asociación de Academias de la
Lengua Española han decidido introducir reformas en la ortografía,
incorporar nuevas palabras y acepciones en el vocabulario, aceptar
ciertos usos sintácticos, respondiendo así a los cambios que ha
experimentado el español común y que constituyen no meras
modas pasajeras. de este modo, la Academia ha consagrado formas
y usos que, o bien son novedades, o bien eran considerados en
tiempo pasado como incorrecciones. Consciente de que la lengua
le pertenece al pueblo que la habla, ha incorporado en la norma lo
que el uso ya había consagrado.

-es potestativa la reducción de los grupos consonánticos iniciales


cultos gn-, mn-, ps-: gnomo o nomo, mnemotecnia o nemotecnia,
psicología o sicología.

-) Se autoriza escribir <x> con valor de <j> en grafías conservadas


por tradición, como México, Ximena, etc.
3) Para efectos de acentuación gráfica, se considera la <h>
intervocálica como inexistente, por lo tanto, la tilde es obligatoria
en los casos de hiato: prohíbe, búho, rehúsa.

5) Se suprime el acento en los monosílabos verbales fui, fue, vio,


dio.
6) La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento
ortográfico si con ello se ha de evitar anfibología, como en
el ejemplo siguiente: “le encontrarás sólo en casa”; aquí es
conveniente acentuar dicha palabra, que equivale a solamente,
únicamente, para evitar la posible confusión con “le encontrarás
solo en casa (en soledad, sin compañía)”11.
7) La partícula aun llevará tilde (aún) sólo cuando equivalga a
todavía. En los demás casos, es decir, con el signifcado de hasta,
inclusive (o siquiera, con negación) se escribirá sin ella.

n el X Congreso de
la Asociación de Academias de la Lengua española reunido en
Madrid en abril de 1994, de suprimirles a <ch> y <ll> el carácter
de letras independientes; de ahora en adelante tales combinaciones
tendrán su puesto en el que les corresponde en las letras c y l,
respectivamente. Con esto vuelve la Academia al orden tradicional
del alfabeto latino, del que se había apartado en 1754 al confundir
letras y sonidos12.

CH. [...] No está sufcientemente justifcado el que la ch


en el alfabeto español constituya una letra independiente,
contra la práctica de todas las demás lenguas cultas, que al
alfabetizar la consideran siempre como una combinación
más de c con consonante. [...] La razón que se ha alegado
una y otra vez en defensa de la «letra» ch es que la c unida
a la h representan en español un sonido simple. [...] Lo
que debemos hacer, en realidad, es lo contrario: dejar
de considerar «letras» la ch y la ll y sumarnos al uso de
todos los demás idiomas, en los que, por cierto, también
la combinación ch representa a menudo un sonido simple.
Tenemos que recordar que el alfabeto ordena letras y no
sonidos; que, aunque las letras representen sonidos, no son
lo mismo ni muchas veces hay correspondencia entre unas
y otros.
el argumento es similar para el caso de ll:
LL. [...] si en otros idiomas se hubiera seguido este criterio
[el de la representación de un sonido simple], el alfabeto
portugués tendría una letra lh, el francés una letra gn, el
inglés una letra sh, etc. si la formación del alfabeto hubiese
de regirse por criterios fonéticos, dentro de nuestro propio
idioma deberíamos considerar diferentes letras la c que
precede a a, o, u, y la c que precede a e, i. [...] Sería de desear
que nuestros diccionarios se uniformasen de acuerdo conel uso internacional, quitando a estas dos
combinaciones
la categoría de «letras»; pero esto solo podría llevarlo
a cabo con efcacia una autoridad lingüística ofcial: la
Academia.14
Y fue lo que se hizo en ese X Congreso de Academias de la
Lengua15.
Pero en la nueva Ortografía de 1999, las combinaciones
consonánticas <ch> y <ll> son tratadas de un modo inconsistente y
contradictorio con lo acordado en 1994. en efecto, aunque la Real
Academia reconoce que “ch y ll son dígrafos, signos ortográfcos
compuestos de dos letras”, y recuerda que “la Asociación de
Academias de la Lengua española acordó en su X Congreso
(Madrid, 1994) reordenar esos dígrafos en el lugar que el alfabeto
latino universal les asigna”, afrma, sin embargo, que el abecedario
español consta de veintinueve letras, y al hacer el inventario de las
mismas cuenta ch (‘che’) y ll (‘elle’) como unidades, estando la
combinación <ch> entre <c> y <d>, y <ll> entre <l> y <m> (pág.

eL esPAÑOL en esPAÑA
1. Situación lingüística de la España actual

El plurilingüismo histórico de España ha sido consagrado por


la Constitución de 1978, la cual, aunque afrma que “el castellano
es la lengua española ofcial del Estado”, reconoce que “las demás
lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas
Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos” (artículo
3º). Las lenguas que son coofciales con el castellano de acuerdo
con los estatutos vigentes son las siguientes:
• catalán en la Comunidad Autónoma de Cataluña;
• balear en la de las Islas Baleares;
• valenciano en la Comunidad Valenciana; éste y el balear son,
de hecho, dialectos catalanes;
• gallego en Galicia;
• euskera en Euskadi y zonas vascoparlantes de Navarra.

Como se ve, hay una situación ofcial de bilingüismo en dichas


Comunidades Autónomas españolas, aunque en el uso la situación
es más bien de diglosia1.
La variedad lingüística peninsular no se limita a las lenguas
españolas señaladas; existen también los dialectos y las variedades
regionales siguientes:
a) en el norte, el astur-leonés y el navarro-aragonés;
b) en el sur, el andaluz (dialecto que, como ya vimos, es el resultado
de la evolución del castellano implantado en esa región) y las
denominadas hablas de tránsito o de transición (por hallarse en
ellas, por razones geográfcas o históricas, elementos de diversos
dialectos), a saber, el extremeño, el murciano y el canario2.
De ninguno de esos dialectos nos ocuparemos aquí3; sólo nos
limitaremos a presentar algunos de los grandes rasgos dialectales
caracterizadores del castellano septentrional y del meridional.

El español en America

La presencia europea en América transformó el modo de


vida de los indios, pero al mismo tiempo las culturas indígenas
causaron un impacto en los usos y costumbres de los europeos.
es necesario tener en cuenta el momento histórico en que tienen
lugar los contactos entre colonizadores e indígenas, y también
la influencia del cristianismo y los fenómenos de mestizaje para
comprender las crisis derivadas de los contactos que llevaron a
coexistir, de manera más o menos sutil, a hombres provenientes
de diversos lugares de la tierra. desde el caso de la extinción o
exterminio de los indígenas en unos lugares, hasta el de otros
en que los indígenas eran la masa dominante de población, los
resultados del encuentro entre colonizadores y naturales ofrecen matices variados según las
características de los protagonistas de
ese encuentro. Esto repercutiría en la estructura social y cultural
de las distintas regiones americanas sometidas al dominio de la
corona de Castilla.

Hacia comienzos del siglo XiX, el territorio americano sujeto


a españa estaba dividido en las cuatro circunscripciones de
primera jerarquía (o virreinatos) siguientes (entre paréntesis, año
de creación de la entidad):
Nueva España (1535): abarcaba México y parte del sur y el
oeste de lo que hoy son los estados Unidos.
Perú (1542): circunscripción territorial que comprendía toda la
América del Sur bajo dominio español, excepto la costa venezolana;
fue perdiendo extensión con la creación de los virreinatos de
Nueva Granada y del Río de la Plata, hasta quedar reducido al
actual Perú.
Nueva Granada (creado en 1717, fue suprimido en 1724,
para ser reconstituido en 1739): comprendía Panamá, Colombia,
venezuela y ecuador.

Río de La Plata (1776): comprendía las actuales repúblicas de


Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y bolivia.

. La implantación del español en América4


El proceso de hispanización lingüística de América comenzó
hace cinco siglos, cuando se inició el trasplante a nuevos y extensos
territorios de la lengua oriunda de Castilla. el español americano
es, por tanto (y valga la perogrullada), una extensión del español
europeo: no puede soslayarse, en efecto, el hecho histórico
irreversible de que la lengua española tuvo una expansión colonial.
Por ello se ha comparado el proceso, y con razón, al de expansión
del latín en Europa.

La hispanización de América fue, por consiguiente, un proceso


lento. A medida que avanzaba la conquista, los españoles se
encontraban con nuevas lenguas, lo cual los desesperaba. La Corona
recomendaba la enseñanza del español pero los que estaban en el
lugar de los acontecimientos, particularmente los misioneros, veían
que esto era imposible debido tanto al desinterés de los indios por
aprenderlo como a la difcultad que implicaba para ambas partes
habérselas con lenguas de estructuras tan disímiles.
dos elementos, sin embargo, fueron decisivos en este proceso
de hispanización: la introducción de la imprenta (la primera, en
México en 1535) y la creación de una estructura educativa colonial.
Es sabido que las escuelas y colegios impartían las asignaturas en
la propia lengua del territorio, y que no es sino a partir del siglo
Xviii cuando se introduce la enseñanza del español debido a las
órdenes reales que insistían en ello.

Pero, a decir verdad, lo que parece que impulsó realmente la


hispanización de América fue el mestizaje. en efecto, las uniones
de españoles e indias fueron el puente más frme y seguro entre
los dos pueblos y culturas. siendo los españoles escasos y las
españolas más escasas aún, sin los mestizos no habría sido posible
ni la conquista ni la hispanización del nuevo Mundo.

de esta manera el español se fue americanizando9 al mismo


tiempo que las lenguas indígenas se iban hispanizando

Quisiéramos para concluir este apartado retomar las nociones


de sustrato, adstrato y superestrato aplicadas esta vez a la historia
del español comprendida su expansión americana. En esta óptica,
el sustrato estaría constituido, también, por aquellos elementosde lenguas autóctonas desaparecidas
que dejaron huellas en el
español general, por ejemplo, las palabras procedentes del taíno
que se hablaba en las Antillas, como ají, barbacoa, batata, bohío,
cacique, canoa, enagua, guayaba, hamaca, huracán, maíz, maní,
sabana, etc. El adstrato lo formarían los elementos procedentes de
una lengua aún viva introducidos a consecuencia de una situación
geográfica o social particular; es el caso, por ejemplo, del morfema
español {-eco, -a} de origen náhuatl. El superestrato, en fin, lo
constituirían los elementos africanos que entraron al español con la
llegada de los esclavos negros; sus lenguas desaparecieron no sin
antes dejar huellas (mínimas, como ya sabemos) en la nuestra; valgan
como ejemplos las palabras banana, mambo, quilombo, etc.
5. Características generales del español en América51
Pretender exponer las características generales del español
americano es casi una temeridad, e incluso una contradicción, si
recordamos lo dicho sobre la diversidad de la lengua. Pero como
no es menos cierto que hay una serie de elementos que le dan
una relativa homogeneidad (que no uniformidad) respecto a otras
modalidades del español, es por lo que nos atrevemos a dar unavisión sucinta, general y ciertamente
simplifcada de los rasgos más
sobresalientes que le imprimen ese color particular a la lengua usual
de los americanos. no quisiéramos que el lector perdiera de vista
lo expuesto sobre los rasgos defnitorios del español en América,
lo cual le permitirá apreciar en su justa dimensión en qué consiste
lo característico, la gran originalidad de esta modalidad: en
la incorporación y asimilación, al mismo tiempo, de una serie de
elementos hispánicos que en españa están dispersos en el tiempo
o en los espacios dialectales; esa síntesis, en la que se hallan,
por supuesto, aportaciones lingüísticas de otro origen, es lo que
nos permite afrmar, y no creemos exagerar, que América es un
compendio de la dialectología hispánica.

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