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INTRUDUCCION
Si bien en África vive el 15% de la población mundial, la región solo cuenta con el 9% de los
recursos hídricos renovables disponibles a nivel mundial, distribuidos de manera desigual
(Wang et al., 2014). La mejora de los niveles de vida y el cambio en los patrones de consumo
contribuyen al aumento en la demanda de agua. Una gran cantidad de personas depende de
las aguas subterráneas como fuente principal o alternativa de agua, pero la contaminación y la
extracción excesiva atentan contra estos recursos hídricos (Banco Mundial, 2012).
El panorama es todavía más desolador en el caso del saneamiento, ya que 695 millones de
personas no cuentan con saneamiento básico y ningún país del África Subsahariana ha
alcanzado la meta de los ODM relacionada con el saneamiento (UNICEF/ OMS, 2015).
Las principales industrias de la región son la minería, el petróleo y el gas, la explotación forestal
y la manufactura. Todas estas industrias producen aguas residuales que con frecuencia se
vuelcan al medio ambiente sin tratamiento o con un tratamiento mínimo.
Si bien las aguas residuales agrícolas e industriales son fuentes reconocidas de contaminación
en la región, en este capítulo se aborda especialmente el tema de las aguas residuales
urbanas, ya que estas son fundamentales respecto a las nuevas oportunidades que pueden
surgir de una mejor gestión, en el contexto de un crecimiento urbano acelerado.
Examinan los desafíos cruciales que plantean los asentamientos urbanos de rápido crecimiento
en África y las oportunidades que conlleva la utilización de aguas residuales.
Asentamientos urbanos
Los principales problemas en relación con las aguas residuales en África es la falta
generalizada de infraestructura para recolección y tratamiento. Los elevados costos de la
energía y la falta de reinversiones (Nikiema et al., 2013), esto provoca la contaminación de
recursos hídricos superficiales y subterráneos que ya de por sí son escasos.
Otro factor que impide que los países africanos puedan gestionar adecuadamente las aguas
residuales es la capacidad insuficiente para realizar un control eficaz de estas aguas antes y
después del tratamiento. En Nigeria, por ejemplo, un estudio reciente (UNESCO, 2016a) reveló
que son pocos los laboratorios del país que pueden detectar contaminantes emergentes.
Un tema crucial, que limita la posibilidad de establecer políticas adecuadas para la calidad del
agua, es la falta de datos sobre aguas residuales. En el África Subsahariana existen muy pocos
datos cuantitativos sobre la generación, el tratamiento, la utilización y la calidad de las aguas
residuales.
Además, la legislación y las leyes existentes para el sector hídrico en todos los niveles del
gobierno no suelen tomar en cuenta las aguas residuales. En la mayoría de las leyes federales
y estatales de Nigeria, por ejemplo, se hace escasa o nula mención al tema de las aguas
residuales (Ajiboye et al., 2012; Goldface- Irokalibe, 1999 y 2002; Goldface-Irokabile et al.,
2001).
En 2013, la tasa de crecimiento anual de la población urbana (ver Figura 9.1) en los países en
desarrollo del África Subsahariana (6%) fue tres veces mayor que la de la población rural (2%).
Se prevé que la proporción de personas que viven en áreas urbanas en África aumente del
40% al 45% entre 2015 y 2025 (DAES, 2014). Estas cifras indican que probablemente se
registre un incremento masivo en la producción de aguas residuales en las ciudades de la
región (Banco Mundial, 2012).
Las ciudades africanas crecen rápidamente y sus sistemas actuales de gestión hídrica no
pueden acompañar el aumento de la demanda. Se ha estimado que aún resta construir la
mitad de la infraestructura urbana que constituirá las ciudades africanas en 2035 (Banco
Mundial, 2012).
CONCLUSION:
Camino a elegir una mejor estructura de gobernabilidad, instituciones y políticas eficaces, una
infraestructura más adecuada para la recolección y el tratamiento de aguas residuales y un
mejor mantenimiento de dicha infraestructura. Otros elementos fundamentales son: el
incremento de la creación de capacidades humanas e institucionales para el tratamiento de
aguas residuales, el control y la gestión de datos, un marco regulatorio más sólido y la
supervisión del cumplimiento de las normas.
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LA REGIÓN ÁRABE
La región árabe es la más seca del mundo: 18 de los 22 países árabes se ubicaban por debajo
del umbral de pobreza hídrica de 1.000 m 3 per cápita en 2014.
El 84% de las aguas residuales recolectadas en los países del Consejo de Cooperación del
Golfo que tienen escasez de agua recibió un tratamiento terciario y el 44 % del volumen total
de aguas residuales con tratamiento seguro se utilizó más adelante. En la región árabe se está
utilizando el 23% de las aguas residuales con tratamiento seguro, sobre todo para riego y
recarga de aguas subterráneas.
El suministro de agua, saneamiento y tratamiento de aguas residuales para los refugiados que
viven en campamentos, asentamientos informales y comunidades de acogida en los Estados
árabes se ha vuelto un grave problema. Los conflictos y desplazamientos internos de personas
en Iraq, Libia, Palestina, Somalia y Siria también han puesto en jaque la capacidad operativa
de las instalaciones de aguas residuales y han dañado las redes de alcantarillado.
Los planes maestros relacionados con las aguas residuales pueden quedar desactualizados
con rapidez en virtud de la dinámica regional (ver Cuadro 10.1). A su vez, los arreglos
institucionales para la gestión de aguas residuales también pueden ser poco claros.
CONCLUSION:
El Consejo lanzó la Iniciativa MDG+ para supervisar e informar sobre el suministro de agua, el
saneamiento y los servicios de aguas residuales en los Estados árabes, sobre la base de un
conjunto de indicadores específicos para la región que analizan el agua y las aguas residuales
en el contexto de entornos con escasez de agua (CESPAO, 2013).
Jordania y Túnez abordan el tema de las aguas residuales en el contexto de sus planes y
políticas nacionales vinculados al agua. En febrero de 2016, Jordania adoptó la Política de
Sustitución y Reutilización del Agua, que formaliza el uso de aguas residuales tratadas como
política nacional e incluye planes para fijar tarifas para la utilización de aguas residuales
tratadas y aguas residuales con tratamiento mixto (MWI, 2016a).
Se han realizado distintos esfuerzos para tratar y utilizar el agua generada durante la
extracción de petróleo. La Universidad Sultan Qaboos en Omán (Pillay et al., 2010) también
investigó la despetrolización del agua generada y encontró que podrían utilizarse humedales
artificiales para eliminar el agua generada y tratada.
Las aguas residuales tratadas en la actualidad también se utilizan para respaldar la recarga
artificial de aguas subterráneas y el almacenamiento de agua en la región árabe, que tiene
escasos recursos hídricos. En Bahrein, el 7% de las aguas residuales tratadas se utiliza para
recarga de aguas subterráneas (LEA/CESPAO/ACWUA, 2015). A su vez, algunos Estados
árabes están redireccionando las aguas pluviales y las aguas residuales tratadas hacia
acuíferos como forma de controlar los eventos de lluvias extremas y aumentar las reservas
hídricas, como hizo Egipto en la costa del Mar Rojo.