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LICENCIATURA EN DERECHO
MATERIA DE ESTUDIO:
DERECHO PENAL I.
TEMA EN CUESTION:
ESTUDIANTES:
Las atenuantes no son más que circunstancias del delito que disminuyen su gravedad,
y que favorecen al reo durante el proceso, disminuyendo la condena en proporción a la
atenuante que le es atribuida a la acción condenada.
1. Eximente Incompleta.
Establece el arto. 35, inc.1º Pn que constituyen circunstancias atenuantes: “Las causas
expresadas en el capítulo anterior, cuando no concurrieren todos los requisitos necesarios
para eximir de responsabilidad en sus respectivos casos”. La llamada eximente
incompleta se diferencia claramente de las demás circunstancias atenuantes, porque
genera una reducción de pena muy superior (art. 68 Pn). Incluso puede pensarse que
no se trata de una circunstancia atenuante en sentido estricto, sino de un peculiar
supuesto en el que se aprecia una gran disminución del injusto o de la culpabilidad, lo
que autorizaría tan importante reducción de pena. La relación de las eximentes
incompletas con el injusto o la culpabilidad excede lo que puede considerarse como
contingente o accidental. Adviértase que en las eximentes incompletas hay una
aproximación muy importante a la eximente completa, ya que es indispensable la
constatación de algunos de los requisitos que convertirían ese comportamiento en
justificado o en la obra de un inimputable (supuestos de eximentes completas).
Esta atenuante, excluye eximentes establecidas en el Arto. 34, inc. 2 Pn, tales como las
anomalías causadas por ingestión de drogas y el trastorno mental transitorio, pues el
juez lo que debe valorar en este casos como enfermedad siquiátricas, pero con menor
afectación en el autor. Por eso no se le otorga algunas de las eximentes establecidas en
el Arto. 35, inc. 1 o 3 Pn.
3. Confesión del delito
Concepto.
A los fines de hacer valer esa defensa material, el acusado cuenta con la declaración
testimonial, por medio de la cual expresa todas las razones que hacen a su defensa. Así
considerada la instructiva, se presenta como disculpa total del imputado. Puede
ocurrir, no obstante, que con ocasión de la instructiva, el reo no niegue la imputación,
sino que, por el contrario, la admita. En este supuesto, su declaración se presenta más
bien como medio de prueba que de defensa. Estamos ya frente a la confesión. También
es posible que el imputado niegue el hecho en la instructiva y lo admita con
posterioridad. De nuevo nos encontramos con la confesión.
Condiciones de validez de la confesión
La confesión, para que tenga el valor que le hemos apenado, es menester que reúna
los requisitos que la doctrina enseña como referida al sujeto, al objeto o contenido y a
la forma, tal como ocurre respecto del testigo propiamente dicho.
• Como primera condición tenemos la referida al estado mental. Si el confesante tiene las
facultades mentales alteradas, es lógico que pierda todo el valor la confesión como
medio de prueba.
• A la inversa, si es una persona que razona con toda tranquilidad y con pleno goce de su
estado mental, la confesión cobra la condición de ser plenamente comprendida por el
confesante. Si el estado del imputado al cometer el hecho era de exaltación emocional,
es posible que su confesión no sea todo lo precisa posible, pues muchas veces en ese
estado se suelen escapar una serie de circunstancias o verlas algo deformadas. Muchos
son los casos que resultan con tales deficiencias en los homicidios cometidos bajo un
estado de emoción violenta.
• Si el confesante es una persona que le debe una serie de favores al sospechado como
autor; o si es un familiar de grado muy próximo; o si es un "pobre diablo" y el
sospechado una persona de cierta posición económica, disminuye el valor que pueda
darse a la confesión,
Estas son las condiciones más importantes de valuación, porque la práctica nos enseña
que a ellas se refieren las mayores impugnaciones de la confesión. Estas condiciones se
refiere: a) Que se preste en juicio criminal ante el juez de la causa, b) Que se haga con
precisión del lenguaje. c) Que sea espontánea o libre.
Si alguien confiesa bajo los efectos de los golpes que se le propinan o el proveniente de
un estado de sufrimiento, como ser privación de agua y de descanso, aquella no merece
valor. Llama la atención que en nuestros tiempos se sostenga que "si existiese un medio
de coerción que ofreciese tales garantías revelar un secreto sin ocasionar notables
daños al cuerpo del inquirido, no habría ninguna razón para que no fuese acordado".
Hoy es una cuestión aceptada de que el juez y con mayor razón los funcionarios
policiales no pueden valerse del uso de medio coercitivo de orden físico o psíquico
encaminado a obtener la confesión. En tal virtud, el hipnotismo, "el suero de la verdad",
o sea barbitúricos inyectables, el registro gráfico del pulso y la respiración, el reflejo
del examen galvano-psíquico (máquina atrapa pillos), etc., son medios prohibidos para
la finalidad expuesta, aunque muy usados en Estados Unidos de Norteamérica.
Establece el artículo 35, inc. 3 del Código penal que es circunstancia atenuante «la
de haber procedido el culpable, antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige
contra él, a confesar la infracción a las autoridades.
Se trata de un comportamiento pos delictivo y por lo tanto no se aprecia disminución
alguna del injusto ni de la culpabilidad del autor. Simplemente, el legislador premia la
confesión, pues puede obtener de esta forma grandes ventajas desde una perspectiva
probatoria. En cualquier caso, la atenuante por confesión debe tener una limitación
temporal. El artículo 35, inc. 3 del Código
Penal establece claramente ese momento, al hacer valer la atenuante, momento que
debe ser la primera declaración ante juez o tribunal competente.
Dispone el artículo 35, numeral 4 del Código penal la atenuación “de aquel que obre
por estimules tan poderosos que hayan producido arrebato, obcecación (Alteración del
verdadero ánimo o propósito) u otro estado pasional de entidad semejante”. Se trata
del llamado estado pasional, que afecta necesariamente a la culpabilidad. Se da la
misma situación que en el supuesto anterior, pues el estado pasional puede llevar
según su intensidad, a una situación de trastorno mental transitorio, de eximente
incompleta (arto. 35, inc. 1 Pn) o bien de simple atenuante. El estado pasional supone
una situación de excitación momentánea o persistente, que conduce a la realización de
un hecho delictivo.
Dice el artículo 35, inc. 5 del Código penal que constituye una circunstancia
atenuante “La de haber procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víctima,
o disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad a
la celebración del acto del juicio oral”. Este supuesto, al igual que el anterior, se
estructura como comportamiento pos delictivo y por lo tanto no supone una
disminución del injusto ni de la culpabilidad. Se busca alcanzar un objetivo político-
criminal muy importante, como es el resarcimiento a la víctima del cielito, que en
muchos casos no se consigue por la insolvencia del condenado, por no descubrir a los
autores del delito, etc. Dado el especial interés que tiene el Estado en la reparación, el
momento para poder hacer efectiva esta circunstancia es mucho más amplio que en el
supuesto referido a la confesión: cualquier etapa del procedimiento, siempre que sea
anterior al juicio oral.
6. Discernimiento e instrucción.
Discernimiento, es el "juicio por cuyo medio” o "por medio del cual se percibe y
declara la diferencia que existe entre varias cosas". Lo que implica tener "criterio", es
decir; una norma, modelo de valores o principios considerados una autoridad moral;
como tradiciones, filosofías o preceptos; culturales, sociales o religiosos; para conocer
la consecuencia o inconveniencia de las cosas.
El legislador ha querido obligar al juez a tomar en cuenta estos elementos, pues está
clara la intención, por parte del primero, de que no sean juzgadas de igual manera
personas que poseen educación y conocimientos distintos. Un iletrado no tendrá la mis
valoración y discernimiento sobre un acto delictivo, que el que podría tener sobre ese
mismo hecho un abogado.
Está claro, que no se toma solamente en cuenta el nivel de educación, pues una persona
del campo pudo haber concluida su secundaria, pero al conducir su auto móvil por la
capital, puede que cometa algunas infracciones, incluso podría provocar accidentes, y
esto no es por la falta de educación, sino por la realidad distinta que representa el
conducir en vías, sumamente transitadas y señalizaciones complejas, como son las de
la capital. Así, el juez deberá ser muy reflexivo ante elemento del conocimiento e
intelecto que posea el imputado. El codificador, busca que sea tomado en cuenta el
nivel de conocimiento así como su volumen de discernimiento del imputado.
7. La minoría de edad
8. La pena natural
“Cuando el reo haya sufrido a consecuencia del hecho que se le imputa, daño físico o moral
grave” Artículo 35, numeral 8 Código Penal.
Muchos de los casos de aplicabilidad del mencionado principio, tienen una incidencia
en el Derecho penal sustantivo, pero especialmente el llamado pena natural genera
serios cuestionamientos a los fundamentos de la teoría del delito y de la pena sin dejar
de vislumbrarse la inconstitucionalidad de aplicar en un caso concreto una pena de las
determinadas por la ley y que de forma abstracta la conducta prohibida per se no
genera repulsa constitucional.
Habrá o no desproporción en querer aplicar una pena privativa de libertad a una abuela
sorda que al no oír los gritos de su hija atropelló y mató a su propio nieto, cuyo
remordimiento la acompañará sin duda hasta el día de su muerte; desde el momento en
que dio fin a la vida de su nieto esa abuela cumple una cadena perpetua de recriminaciones
endógenas y exógenas por parte de la familia. Querer continuar con el proceso penal en su
contra significaría no solo congelar la muerte de un nieto sino aumentar el dolor de esa
familia con una abuela presa.
Ante el caso planteado solo nos parece exagerada la reacción estatal punitiva en el caso
concreto por las consecuencias para el autor, porque nadie se cuestiona -en forma general-
la constitucionalidad de la sanción de un homicidio culposo ocasionado en la circulación
vial.
Incluso desde la teoría del delito, se sostiene que “en estos casos se prescinde de la pena,
por un lado, porque la culpabilidad del autor ha sido compensada por las graves
consecuencias del hecho, que para él tienen efectos similares a una pena (poena naturalis)
y porque, por otro lado, por dicha razón no se reconoce ninguna necesidad preventiva”.
De esta cita nace la pregunta de si ¿la pena natural cumple los mismos fines que la norma
exige de la pena judicial? Para tal efecto revisemos la normativa relativa a los fines del
sistema de ejecución penal. Al tratar el régimen penitenciario nuestra Constitución
Política de la República le dedica un artículo, el 38, el cual determina en su primer inciso
la finalidad constitucional: la educación del sentenciado y su capacitación para el trabajo,
a fin de obtener su rehabilitación que le permita una adecuada reincorporación social.
El sufrir en carne propia los efectos del ilícito penal cometido consideramos que tiene
mejores efectos preventivos especiales negativos (de readaptación y de prevención de
reincidencia) que cualquier “tratamiento penitenciario” que nuestra realidad carcelaria
latinoamericana ofrece.
Atenuante Analógica