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SENTENCIA NÚMERO:

Córdoba, diez de abril de dos mil quince.- Y VISTOS: Estos autos caratulados: “S. C. F.

P.S.A. HOMICIDIO EN OCASIÓN DE ROBO” - Expte. N° 1340629 -, radicados en este

Juzgado Penal Juvenil de Cuarta Nominación, Secretaría Número Tres, en los que ha tenido

lugar la audiencia de debate para tratar la eventual imposición de pena de C. F. S., integrando

el Tribunal el Juez Penal Juvenil de Cuarta Nominación, José H. González del Solar, con la

participación de la Sra. Fiscal Penal Juvenil de Cuarto Turno, Nora Gudiño de Stimolo, a

cargo de la Fiscalía Penal Juvenil de Segundo Turno, la Defensora Oficial Ana María Las

Heras, Asesora de Niñez y Juventud de Segundo Turno, y el encausado C. F. S., alias

“Nonito”, D.N.I. Nº 37.619.893, argentino, soltero, de veintiún años de edad, nacido en

Córdoba Capital, el día veintitrés de enero de mil novecientos noventa y cuatro, hijo de C.

Fabián S. (F) y de Olga Fabiana Moreno, con último domicilio en calle Garzón Maceda nº

708, de barrio Alberdi de esta ciudad, Prio. N° 1.111.714 sección A.G., quien se encuentra

actualmente alojado en el Establecimiento Penitenciario nº 2 Rvdo. Padre Luchesse de la

localidad de Bower.- DE LA QUE RESULTA QUE: Por sentencia número diecinueve, de

fecha veintidós de julio de dos mil once, la Cámara en lo Criminal de Quinta Nominación,

Secretaría Diez (fs. 291/315), resolvió declarar la responsabilidad penal de C. F. S. como

coautor del delito de Robo calificado por el empleo de armas reiterado -tres hechos-, en

concurso real (arts. 166 inc. 2º-segundo párrafo-, 45 y 55 del C.P.), por su accionar en el tercer

hecho, y autor del delito de Portación ilegal de arma de guerra, por su accionar en el hecho

denominado quinto (art. 189 bis, inc.2º, 4to párrafo del C.P.), todo en concurso real (art. 55

del CP), ambos de la requisitoria fiscal de citación a juicio obrante a fs. 265/276. Por

sentencia número treinta y dos, de fecha catorce de septiembre de dos mil doce, la Cámara en

lo Criminal de Octava Nominación, Secretaría Quince (fs. 245/266), resolvió declarar la


responsabilidad penal de C. F. S. como coautor del delito de Homicidio en ocasión de robo

agravado por el uso de arma de fuego (hecho único de la requisitoria fiscal de citación a

juicio de fs.443), en los términos de los arts. 45, 165 y 41 bis del C.P.- En ambas sentencias

las Cámaras en lo Criminal actuantes resolvieron no imponerle pena al nombrado en razón de

la edad con la que contaba a la fecha de comisión de los delitos, remitiendo copia al Tribunal

a sus efectos (ley nacional 22.278). Los hechos quedaron fijados como sigue: Primer hecho:

“Con fecha veinticuatro de marzo de dos mil diez, minutos antes de las dieciséis horas con

cincuenta y tres minutos, en momentos en que los damnificados C. G. P. y L.Y.Ñ.G acababan

de ingresar al domicilio sito en calle Humberto Primo Nº 2146, de barrio Alto Alberdi de la

ciudad de Córdoba, y en momentos en que la última citada cerraba el portón de ingreso al

garaje de tal vivienda, se hicieron presentes en el lugar los incoados R. .O. G. y C.F.L.S., de

dieciséis años de edad, con fines furtivos, e ingresan en contra de la voluntad presunta de

quien tenía derecho a excluirlos, la Sra. N.I.G.R. -portando ambos armas de fuego-, el citado

C.F.L.S. un revólver color plateado, calibre 38, sin marca visible, matrícula 149011, con

cuatro cartuchos en su interior y una vaina servida, en tanto el coencartado restante -Ghía-,

portaba un revólver, calibre 32, color negro, marca “Doberman”, matrícula Nº 08848, con

un proyectil en su interior. Seguidamente, la relacionada L.Y.Ñ.G. se refugia en el baño de la

vivienda, en tanto el incoado C.F.L.S. procedió a apuntar con el arma en la cabeza al citado

Ponce, al tiempo que le refería “no me mires, date vuelta”, procediendo a trasladarlo hacia

el sector del comedor al cual se hace presente al Sra. N.I.G.R. Mientras ello ocurría, Guía se

avocaba a sustraer la motocicleta que se hallaba estacionada en el garaje de propiedad de

Ponce, siendo la misma marca “Cerro”, 150 cc., color verde, dominio 914-EGL. Una vez en

el comedor, C.F.L.S. le exige a Ponce le dé “la plata”, y las llaves de la motocicleta,

procediendo aquel a entregarle el teléfono celular de su propiedad, marca “Nokia” N73, en


tanto le aclara que las llaves en cuestión habían quedado colocadas en el rodado.

Seguidamente, el coincoado C.F.L.S traslada a Ponce y a N.I.G.R. al interior del dormitorio

de ésta, apoderándose de una billetera de su propiedad, color negra, conteniendo en su

interior la suma de veinte pesos y un MP5; lugar al cual también es ingresada por parte del

restante enrostrado,-a punta de revólver- la damnificada L.Y.Ñ.G, quedando las víctimas en

el lugar custodiadas por C.F.L.S.- Así, Guía se dirige hacia una habitación ubicada en el

sector de ingreso de la vivienda, donde se encontraba la Sra. Irene Alvites, a la cual y al

tiempo de ser apuntada por aquel en el sector de la mejilla, le exige que le diga “donde está

la plata”, y al manifestar aquella que no tenía, que llamaría a la policía, es que el mismo se

dirige hacia la cocina, procediendo a apoderarse de un radiograbador redondeado, color

amarillo con negro, de propiedad de N.I.G.R. Que mientras ello ocurría, el coenrostrado

C.F.L.S. procede trasladar a L.Y.Ñ.G. al interior de su dormitorio, exigiéndole la entrega de

“todo”, por lo que ésta le da diversos elementos de su propiedad, tales como una cámara

digital marca Lumix, un teléfono celular marca Samsung con tapa deslizable, un Mini Ipod

táctil color negro, una billetera color rojo conteniendo en su interior la suma de trescientos

pesos aproximadamente , ordenándole seguidamente que se encierre en el baño, dándose los

coencartados Guía y C.F.L.S., raudamente a la fuga a bordo de la motocicleta mencionada

ut-supra” (corresponde al tercer hecho de la sentencia número diecinueve de fecha veintidós

de julio de dos mil once dictada por la Cámara Quinta Nominación en lo Criminal, fs.

291/315). Segundo hecho: “Con fecha veinticuatro de marzo de dos mil diez,

aproximadamente a la hora diecisiete con cuarenta y cuatro minutos, en oportunidad en que

personal policial se encontraba avocado a la persecución de los coincoados C.F.L.S. y R.o

O. G., es que los mismos ingresaron al domicilio sito en calle Igualdad Nº 2090, de barrio

Alberdi de esta ciudad, contra la voluntad presunta de quien tenía derecho a excluirlo, la
Sra. Susana Díaz, para lo cual se arrojaron desde una tapia que separa el patio de la

vivienda sita en Martínez Remonda Nº 708 (domicilio del imputado Lucas Daniel Vera) y el

patio del domicilio de la Sra Díaz. En dicha ocasión ambos imputados portaban armas de

fuego aptas para el disparo y cargadas, sin tener la debida autorización legal para ello, a

saber: el mencionado C.F.L.S., el arma de fuego tipo revólver, calibre 38, color cromado,

conteniendo cuatro proyectiles calibre 9 mm., sin marca visible Nº serie 149011, la cual

arrojó en el sector de la cocina; en tanto que el coincoado Guía portaba entre sus ropas a la

altura de la cintura, el arma de fuego tipo revólver calibre 32, color negra, marca

“Doberman Extra”, con numeración 08848-T, conteniendo en su tambor un proyectil marca

“Orbea”, procediendo el personal policial actuante a efectuar en el interior del domicilio

mencionado la correspondiente aprehensión de los coincoados C.F.L.S. y Guía , juntamente

con el secuestro de las armas mencionadas”. (corresponde al quinto hecho de la sentencia

número diecinueve de fecha veintidós de julio de dos mil once dictada por la Cámara Quinta

Nominación en lo Criminal, fs. 291/315). Tercer hecho: “Con fecha once de enero de dos mil

once, siendo aproximadamente las dos horas con cincuenta minutos, en oportunidad que

Domingo Eduardo Villarreal, junto a sus hijos Ezequiel Eduardo, Ana Ximena y Yaquelin

Cecilia Villarreal, se encontraban en el interior de la vivienda sita en calle Humberto

Primero Nº 3268, de barrio Alto Alberdi Norte, de esta ciudad de Córdoba, se apersonaron

en el lugar con propósitos furtivos, los imputados M.s E.l S. y C. F. S. -menor imputable de

dieciséis años de edad-, quienes -en recíproca colaboración- tras dar un fuerte puntapié a la

puerta de acceso a la vivienda, provocaron que el pasador que esta tenía como medida de

seguridad se rompiera. En ese mismo instante, uno de ellos manifestó a viva voz: “…esto es

un asalto, no te movás…”, oportunidad en que Domingo Eduardo Villarreal corrió y empujó

fuertemente la puerta, intentando cerrarla nuevamente mientras forcejeaba con los sujetos
que permanecían del lado de afuera de la vivienda, para luego tomar un palo y trabar la

puerta apoyando uno de sus extremos en el piso y el otro en la puerta, logrando de este modo

que los malvivientes quedaran afuera; inmediatamente, el imputado C. F. S., con total

indiferencia, efectuó con el arma de fuego que portaba (escopeta calibre 16,de unos

cincuenta cm. de largo ), un disparo a través del ventiluz (que posee la puerta de ingreso en

su parte media superior) en dirección al interior de la vivienda ,disparo que impactó en el

cuerpo de Ezequiel Eduardo Villarreal, quien con motivo del hecho se había levantado de

su cama al escuchar ruidos extraños en la morada, habiendo transitado unos pocos metros

dentro del interior de la vivienda hasta asomarse al sector de la casa destinada a living

comedor -desde donde provenían los ruidos- siendo allí alcanzado por los perdigones del

arma disparada, volviéndose sobre sus pasos nuevamente hacia su cama, lugar éste en el que

cayó tendido y minutos más tarde perdió la vida. Que el shock hipovolémico debido a las

lesiones contusas debido a proyectiles múltiples (escopeta) en cuello, toráx y abdomen, han

sido la causa eficiente de la muerte de Ezequiel Eduardo Villarreal, Mecanismo de

muerte:shock hemorrágico” (corresponde a la sentencia número treinta y dos, de fecha catorce

de septiembre de dos mil doce dictada por la Cámara Criminal de Octava Nominación,

Secretaría Quince, fs. 569/590).- Y CONSIDERANDO QUE: Al pasar a deliberar, el

Tribunal se planteó las siguientes cuestiones a resolver: PRIMERA: ¿Es necesario imponer

pena a C. F. S. y en caso afirmativo, cual?; SEGUNDA: ¿Hay que regular honorarios e

imponer costas?.- A LA PRIMERA CUESTION, EL SR. JUEZ JOSE H. GONZALEZ

DEL SOLAR, DIJO: I) C. F. S. ha sido traído a juicio al haber sido declarada su

responsabilidad penal como coautor del delito de Robo calificado por el empleo de armas

reiterado -tres hechos- (arts. 166 inc. 2º segundo párrafo, 45 y 55 del C.P.), y autor del delito

de Portación ilegal de arma de guerra (art. 189 bis, inc.2º cuarto párrafo del C.P.), por
sentencia número diecinueve, de fecha veintidós de julio de dos mil once, de la Cámara en lo

Criminal de Quinta Nominación, Secretaría Diez (fs. 291/315); y como coautor del delito de

Homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego (arts. 45, 165 y 41 bis del

C.P.), por sentencia número treinta y dos, de fecha catorce de septiembre de dos mil doce, de

la Cámara en lo Criminal de Octava Nominación, Secretaría Número Quince (fs. 245/266).-

II) Los hechos de los que surge la responsabilidad penal han sido transcriptos en el exordio de

este pronunciamiento, y se ha verificado el cumplimiento de los demás requisitos que

contempla el art. 4º de la ley nacional 22.278, ya que el encausado ha superado los dieciocho

años de edad (fs. 128), ha sido declarado penalmente responsable por los delitos cometidos,

como consta en el resultando, y se ha agotado el tiempo del tratamiento tutelar.- Cabe ahora

examinar si cabe o no la imposición de una pena con arreglo a la responsabilidad penal

emergente de las resoluciones referidas y las normas aplicables a los delitos cometidos en la

niñez. Es lo que -como muchas veces hemos dicho- ha previsto la ley nacional 22.278 al

introducir en el proceso judicial para estos delitos la llamada cesura del juicio, esto es la

decisión en dos momentos: el primero sobre la responsabilidad penal, y el segundo sobre la

necesidad penal. Esto así para que medie entre ambos pronunciamientos un tiempo de prueba,

que la ley ha querido denominar tratamiento tutelar, el cual, valorado en su conjunción con

otras pautas que la ley enuncia, tiene luego incidencia en el segundo decisorio con efecto

condenatorio o absolutorio.- IV) Como invariablemente lo he sostenido sea en doctrina desde

“Delincuencia y Derecho de menores” (1ra. Ed. Depalma, Bs. As., 1986, 2da. Ed. Depalma,

Bs. As.1995), sea en la jurisprudencia de este Tribunal desde “Gómez, Gabriela Yanina”

(18/03/1998), el llamado régimen penal de la minoridad, cuyos lineamientos sienta la ley

nacional 22.278, hoy a luz de la Convención sobre los Derechos del Niño, la ley nacional

26.061 de “Protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes dictada en


consecuencia, y la jurisprudencia cimera desde “Maldonado” (Corte Suprema de Justicia de la

Nación, 07/12/05) y “Tapia” (T.S.J., 10/10/01), se dirige a la recuperación de quien ha sido

declarado penalmente responsable por delitos cometidos en la niñez, y sólo excepcionalmente

admite la imposición de pena, es decir el tratamiento penitenciario como instrumento de

reinserción social, cuando las medidas sociopedagógicas dispuestas han resultado

insuficientes para alcanzar la finalidad legal.- Con tal objeto se ha incorporado al debate

material probatorio consistente en: a) Documental: copia de sentencia número diez de fecha

veintidós de julio de dos mil once, dictada por la Cámara en lo Criminal Quinta Nominación

(fs. 639/680); copia de la sentencia número treinta y dos de fecha catorce de septiembre de

dos mil doce, dictada por la Cámara en lo Criminal de Octava Nominación (fs. 569/590);

copia de actuaciones por tentativa de evasión (fs. 144/192); copia de actuaciones por captura

(fs. 721/740); partida de nacimiento de C. F. S. (fs.128); auto interlocutorio número ciento

tres de fecha veinte de diciembre de dos mil doce, dictado por este Juzgado Penal Juvenil,

por el cual se determinó el tratamiento tutelar de C. F. S. (fs. 625/627), oficios que disponen

capturas (fs.109, 320 y 536), certificación de antecedentes judiciales (fs. 10) y planilla

prontuarial (fs.790); b) Informativa: informes técnicos fs. 14/18/20, 94, 193, 221, 236, 243,

254, 345/346, 516/518, 527, 531, 533, 548, 558, 629/631, 633/634, 688, 698/699, 701/702,

707/709, 714, 745, 765, 769, 797; informes de aprehensión y reinternación (fs. 118, 333,

550), informes de fuga (fs. 95, 533, 535, y 744), informe del registro nacional de reincidencia

(fs. 785); c) Pericial: Pericias psicológicas (fs. 496/499, 774/776).- V) Las pautas de

valoración están explícitas en los extremos previstos por el art. 4º de la ley nacional 22.278

consistentes en: modalidad del hecho, antecedentes, impresión directa y personal y resultado

del tratamiento tutelar.- La intelección de la norma y su proyección al caso concreto debe

hacerse a la luz de disposiciones constitucionales como las previstas en los arts. 37 y 40 de la


Convención sobre los Derechos del Niño, art. 14.4 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos

de las Naciones Unidas, que gozan de tal rango según el art. 75 inc. 22 de la Constitución

Nacional enriquecidas con las proposiciones explícitas previstas en los reglas 5.1 y 17 de la

Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores

(Beijing, 1985), y las disposiciones más recientes de la ley nacional 26.061, que integran el

“corpus iuris minoritatis” en la muy autorizada opinión de la C.I.D.H. (Opinión consultiva

Nº 17, 22/08/2002), y así lo sostuvo la C.S.J.N. en “Maldonado” (07/12/2005).- VI) La

modalidad de los hechos permite apreciar que C. F. S. no ha tenido una presencia ocasional

o esporádica en la delicción sino más bien habitual contra la propiedad ajena, valiéndose de

un proceder violento en que imponía la supremacía del número –ya que se acompañaba de

otros jóvenes para ello- y del uso de armas, con marcada indiferencia hacia sus víctimas como

lo muestra descarnadamente el hecho aquí nominado tercero, en el que, evidenciando que

obraba dispuesto a todo, disparó el arma que esgrimía y dio muerte a una de sus víctimas tan

sólo porque otra contenía la puerta y le impedía entrar a la casa, siendo que esa resistencia no

le deparaba ningún riesgo personal ni comprometía en lo inmediato su impunidad.- VII) En

cuanto a los antecedentes, es muy necesario destacar que C. F. S. no ha sido traído a juicio

por una seguidilla de hechos delictuosos que mereciera una única intervención policial y

judicial. No; su propensión a delinquir contra la propiedad ajena lo sometió más de una vez a

proceso: ya, cuando era inimputable por su edad, se le había atribuido la comisión de hechos

que caían en previsiones legales, de tentativa de robo calificado por escalamiento el dieciséis

de septiembre de dos mil ocho, y de tentativa de robo calificado el veintitrés de junio de dos

mil nueve, actuaciones radicadas en el Juzgado Penal Juvenil de Séptima Nominación (fs. 10).

Después, siendo ya imputable por su edad, vino a proceso en dos momentos: el primero, con

motivo de la secuencia a que se refieren los hechos aquí nominados primero y segundo, lo que
fue motivo de medidas cautelares tendientes a apartarlo de las condiciones que podían estar

interfiriendo en su desarrollo personal y su integración social, medidas que desafió al punto de

terminar imputado como autor de tentativa de evasión el catorce de septiembre de dos mil diez

(fs. 144/192). Y por último, tras el gravísimo episodio, con resultado mortal, en el hecho

nominado tercero, al que arribó pese a que ya las intervenciones judiciales precedentes lo

habían llamado al orden y habían proveído a ese fin, como se dijo.- VIII) Para evaluar el

tratamiento tutelar cumplido en autos, tomamos como punto de partida el relevamiento que se

hizo inicialmente respecto a su personalidad y su entorno sociofamiliar. La primera

informativa, en marzo de dos mil diez, dice que para ese entonces C. F. S. trabajaba en la

empresa de mudanzas de un vecino, había abandonado la escuela primaria en el colegio

Vieytes debido a su mal comportamiento, y denotaba un déficit intelectual asociado a la

escasa estimulación recibida. Se encontraba bajo la guarda de una tía materna, Marisa

Gabriela Moreno, propietaria de un remís, y su familia guardadora estaba integrada por la

nombrada y sus hijas Daiana, de diecinueve años de edad, estudiante de martillero público y

Catherine Ibarra, de dieciocho años de edad, quien cursaba quinto año de la escuela

secundaria y trabajaba a su vez en una estación de servicio. La vivienda contaba con espacio y

mobiliario suficiente para el grupo familiar. La guardadora manifestaba en esa oportunidad

que el joven tenía buen vínculo con la familia, estaba entusiasmado en continuar sus estudios

en el colegio San Jerónimo de barrio Alberdi de esta ciudad. En ese tiempo, su madre Olga

Fabiana Moreno vivía a pocas cuadras con su abuela materna Mercedes Moreno y trabajaba

como empleada doméstica. Su padre había fallecido en la cárcel mientras cumplía una

condena. Que había estado incorporado a los programas Enraisur y Programa Sol por sus

problemas de adicción, pero no había tenido continuidad (fs.14/18/20).- De todo ello se infiere

que había tenido su infortunio en lo familiar, perdiendo la presencia física de su padre, la


convivencia con su madre y su instrucción escolar, pero también que había contado con

recursos para sobreponerse y progresar, a partir de la guarda de su tía, en una familia con

espíritu de superación, recursos que estaba desaprovechando.- Una vez puesto bajo guarda

institucional, en junio de dos mil diez (auto interlocutorio número cuarenta, el tres de junio de

dos mil diez), el joven no presentó dificultades en un principio, por lo que el treinta de junio

de ese mismo año accedió a un permiso experimental para salir al hogar (fs. 94), no

retornando al establecimiento de guarda (fs. 95), por lo que se dispuso su captura (fs. 109).

Fue habido en septiembre de ese año, y devuelto a internación (fs. 118); cuando era trasladado

al Centro de Admisión del Complejo Esperanza, intentó darse a la fuga, siendo aprehendido

tras una persecución (fs. 146/147). Al ser reintegrado al establecimiento, el joven manifestó

que al tiempo de su aprehensión se encontraba viviendo en el domicilio materno y trabajando

en un taller de chapa y pintura de propiedad de su abuelo paterno, y que no había regresado al

establecimiento de internación tras el permiso porque tenía problemas con los adultos de ese

lugar (fs. 193).- En el mes de octubre de dos mil diez comenzaron nuevamente los permisos

de salidas al hogar, que se cumplieron regularmente (fs. 221), con lo que cabía colegir que

había cobrado conciencia en cuanto a lo que de él se esperaba con las medidas dispuestas a su

respecto. Sin embargo, al otorgársele un egreso a prueba por el término de cuarenta días, en

diciembre de dos mil diez (fs. 236), bajo el cuidado de su progenitora, se vinculó nuevamente

con pares de riesgo relacionados con el delito y la droga, corroborado esto por dichos de su

propia madre quien hizo saber que ya no convivía con ella (fs. 243). Luego de reiteradas

citaciones, a las que no respondió, se ordenó su retiro preventivo pero no se pudo ubicar el

paradero (fs. 254).- Su contumacia tuvo su momento culminante cuando la Fiscalía de

Instrucción de Feria ordenó su captura como supuesto coautor del delito de homicidio

agravado, hecho de fecha once de enero de dos mil once (fs. 320). Es lo que explica que en el
mes de marzo S. se presentara ante la Unidad Judicial Homicidios, con intervención de la

Fiscalía Distrito Uno, Turno Dos (fs. 333).- Reintegrado al establecimiento de internación,

fue trasladado para su alojamiento al Instituto Horizontes en el mes de marzo de dos mil once.

Bajo guarda institucional, puso inicialmente de manifiesto buena disposición para el trabajo,

activa participación en los talleres de capacitación, buen comportamiento, trato adecuado con

las autoridades del establecimiento, siendo incorporado al taller de sensibilización ante su

problemática con drogas (fs. 345/346). Tuvo su oportunidad en cuanto a la instrucción, ya que

durante el tiempo de internación completó el nivel primario y cursó todo el secundario (fs.

517/518).- El veintidós de julio de dos mil once se declaró su responsabilidad penal en los

hechos nominados primero y segundo (fs. 639/680), que llamaba a establecer modalidades de

un régimen de prueba con arreglo al art. 4° de la ley nacional 22.278.- En ese contexto, se

practicó una pericia psicológica en agosto de dos mil once, de la que surge: a) Una

intelectualidad y capacidad de pensamiento empobrecida, que probablemente guardaba

relación con el abandono de la educación formal y la escasa estimulación recibida de su

entorno; b) No había toma de conciencia en relación al impacto de sus acciones y la dificultad

en el control de sus impulsos, lo cual lo llevaría a mantener conductas de riesgo, exponiéndose

a ellos a la vez que expone a otros; c) Había experimentado comportamientos conflictivos y

desajustados desde temprana edad, que había sido detenido por primera vez a los quince años,

y que estas conductas se habían repetido sistemáticamente, incrementándose

considerablemente los montos de violencia; ch) Había comenzado a consumir drogas a corta

edad, sin poder sostener tratamiento alguno; d) Su historia vital denotaba que el joven había

crecido en una familia donde la transgresión tenía persistencia, su padre y sus tíos habían

estado detenidos en diversas ocasiones, y había muertes de etiología dudosa; e) El ciclo vital

de la familia estaría atravesada por la ausencia de la figura paterna por extensos períodos, por
privación de libertad primero y luego por la muerte de su padre en la cárcel; f) Su contexto

social resultaba amenazante, ya que residía en la denominada zona roja en relación a la

comercialización de drogas; g) Los profesionales concluían que el joven conservaba escasa

posibilidad de reflexión y autocontrol frente a situaciones que implicaban riesgos como su

exposición a la droga o hechos delictivos graves, y destacaban que las huellas de la historia

familiar implicaban importantes obstáculos en el joven y su grupo familiar, que le permitieran

responsabilizarse de los hechos en tantos daños ocasionados (fs. 496).- La oportunidad de

avanzar en su instrucción, y de adquirir con ello recursos para su integración social, no fue

óbice para que, a partir del mes de junio de dos mil doce, su evolución institucional mostrara

un F. retroceso (fs. 527), y que llegara a autoagresiones en su habitación (fs.531), problemas

con el personal de seguridad en los traslados, amenazas a los guardias, intervención en peleas

entre los jóvenes internos e intentos de fuga, todo lo cual motivó su traslado al Centro

Socioeducativo Módulo III (ex Pasos de Vida) en el mes de julio de ese mismo año (fs. 533),

y el veintitrés de ese mes (fs. 535) se dio a la fuga previo violentar un candado de la puerta

trasera del edificio, razón por la cual el veinticinco de julio (fs. 536) se ordenó nuevamente su

captura. En el mes de agosto de dos mil doce (fs. 548/550) se presentó ante el Juzgado Penal

Juvenil de Séptima Nominación y se dispuso su alojamiento en el Centro Socioeducativo

Módulo I (fs. 558). El catorce de septiembre se declaró su responsabilidad penal como

coautor responsable del delito de Homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma

de fuego (fs. 569/590), con lo que, con participación del ministerio público fiscal y su defensa,

se fijó el tratamiento tutelar previsto en la normativa vigente (art. 4º, ley nacional 22.278), que

debía cumplirse hasta alcanzar los veintiún años de edad (auto interlocutorio número ciento

tres, del veinte de diciembre de dos mil doce, fs. 625/627). Y aquí empezaba a correr el

tiempo útil para ponderar si había necesidad de pena, objeto del presente pronunciamiento.-
El informe de conducta producido en marzo de dos mil trece (fs. 629/631) registra cronológica

y circunstanciadamente los numerosos incidentes en los cuales ha intervenido C. F. S. en los

distintos lugares de alojamientos: Antes de iniciarse el tratamiento tutelar: el veintinueve de

abril de dos mil doce, motín con toma de rehenes, principio de incendio y destrucción parcial

del sector C; el cinco de julio de dos mil doce, rotura de malla metálica del sector C, con fines

de evasión; el diecinueve de julio de dos mil doce incitación a la violencia en alcaidía de

Tribunales II hacia el personal de Servicio Penitenciario, incidente en el móvil de traslado,

intento de evasión al comunicar el traslado al Módulo III; el veinticuatro de julio de dos mil

doce, evasión del Módulo III; el dieciséis de octubre de dos mil doce, personal del área de

educación informa sobre tenencia de sustancias prohibidas, similar a marihuana; el veintitrés

de octubre de dos mil doce intento de evasión del area de educación y posterior reingreso; y el

seis de diciembre de dos mil doce, intento de evasión durante acto escolar. Ya dentro del

tratamiento tutelar, y relevante aquí y ahora, el veinte de febrero de dos mil trece, una pelea a

golpes de puño con otro joven; y el primero de marzo de dos mil trece, agresión con

elementos corto punzantes hacia otros internos. Es en consecuencia que la Secretaría de

Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) terminaba solicitando su derivación a un ámbito

carcelario dado que, habiéndose agotado todas las medidas de contención y recursos con que

contaba la administración para la reeducación del joven, el mismo no se había adaptado a las

normas institucionales, era promotor de conflictos entre sus pares, transgresor en cuanto al

régimen de vida, y no tenía aceptación por parte de la población del instituto, lo cual

comprometía su integridad física (fs. 633/634).- Dado que era legalmente inviable la solución

que proponía el titular del Órgano de Protección, se dispuso su traslado al Centro

Socioeducativo de Admisión y Diagnóstico (C.A.D.), lugar en que halló ámbito propicio y

oportunidades para su progreso, iniciándose un abordaje integral a fin de elaborar un proyecto


de vida viable en el afuera, que contemplara su reinserción socio familiar, laboral y

educacional (fs. 688). En este sentido, mostró significativos avances, cursando el sexto año

del ciclo secundario, para lo cual los docentes concurrían al establecimiento de internación

los días martes y jueves. No tuvo dificultades para el aprendizaje y rendimiento escolar, y

además practicaba deportes cotidianamente, lo cual destacaron los profesionales

intervinientes. En el mes de agosto de dos mil trece fue trasladado al Centro Socioeducativo

Semiabierto (C.I.C.) (fs. 698/699, 701/702, 707/708), y en este establecimiento también

logró adaptarse progresivamente a la normativa vigente. El joven continuó cursando los

últimos módulos de la escolaridad secundaria bajo la modalidad CENMA, con el propósito de

culminar el ciclo, participó de actividades deportivas y recreativas, y se manejó

adecuadamente con pares y adultos dentro del establecimiento. También a nivel individual se

observaron avances relevantes en cuanto a la toma de conciencia y autocrítica. No surgieron

elementos indicadores de necesidad de consumo de sustancias psicoactivas, y refirió su interés

para continuar sus estudios en el ámbito universitario. Por todo ello, los profesionales

estimaron que estaban dadas las condiciones para iniciar un proceso de reinserción familiar y

social. En el mes de diciembre de dos mil trece, desde el equipo técnico se realizaron las

gestiones necesarias para la preinscripción en la Universidad Nacional de Córdoba (fs. 709), y

durante el mes de enero de dos mil catorce fue apoyado para aprender y manejar materiales de

estudio por parte de una docente dependiente de la SENAF, quien concurrió al centro de

internación pese a estar de vacaciones. A principios del mes de febrero de ese año inició el

cursillo de ingreso obligatorio que exige la carrera de abogacía, haciéndose cargo de su

traslado hasta la Facultad de Derecho, el personal del establecimiento de internación (fs.

714).- Todo ese esfuerzo desplegado para brindarle apoyo al joven sujeto a prueba se

desmoronó cuando, el veintiséis de febrero de dos mil catorce, aprovechando que había sido
llevado al espacio universitario, se sustrajo a la internación, siendo aprehendido el mismo día

por personal policial en barrio Almirante Brown, que cumplía un operativo de saturación,

cuando se conducía en una motocicleta con otro joven de manera peligrosa y cruzando un

semáforo en rojo (fs. 721/740).- La reinternación fue seguida de nuevos desajustes , con una

conducta proclive a traspasar las normas, límites y confianza que logró parcialmente. Con sus

pares tuvo roces ocasionalmente, procurando posicionarse favorablemente mediante

mecanismos de manipulación. Esto, motivó una serie de reconvenciones en cuanto a cómo

debía comportarse, pero no respondió, llegando incluso a introducir sustancias tóxicas dentro

del establecimiento. Evidenció una tendencia irrefrenable a traspasar o transgredir límites y

normas impuestos. Los profesionales aprecian que se trata de un joven con un historial

marcado por un déficit adaptativo institucional y social, y hacen notar un marcado retroceso a

los logros parciales que se pudieron lograr en este último período, fracaso para adaptarse a las

normas sociales, tendencia a perpetrar repetidamente actos que son motivo de sanciones o

reconvenciones a las que responde positivamente por corto tiempo, predisposición a la

deshonestidad indicada por mentir repetidamente o procurar estafar a otros para obtener

beneficios personales, despreocupación para planificar su futuro e incapacidad para mantener

un proyecto superador. Exhibe remordimientos carentes de convicción, procurando siempre la

justificación de sus actos, y dificultad para internalizar pautas y normas sociales e

institucionales (fs. 745, 765) .- Su acentuada inestabilidad llevó a que en mayo de dos mil

catorce se dispusiera una reevaluación, solicitada por la Dirección del Centro de Asistencia a

las Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos “Dr. Fernando Ulloa”, dependiente de la

Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación

(fs. 756). Dado que revestía la condición de familiar directo de una persona afectada por

graves violaciones a los derechos humanos -delito de apropiación y sustitución de identidad-,


esto había impactado sobre el grupo familiar, generando condiciones de vulnerabilidad

extrema de quienes lo padecían y habían marcado las sucesivas generaciones.- La pericia

psicológica realizada por el Equipo Técnico de Niñez y Juventud del Poder Judicial, con el

contralor de los licenciados Héctor Valenzuela y María Molas y Molas, pertenecientes a la

institución requirente, corroboró y amplió el conocimiento de su historia familiar, ya que su

abuela materna Mercedes Moreno había estado ilegalmente privada de su libertad durante dos

meses en tiempos del último gobierno de facto (1976- 1983), oportunidad en que había dado

a luz una hija la cual fue apropiada y de la que recién se pudo conocer su identidad hacía

pocos meses, en el marco de recuperación de nietos. Que la historia de la abuela materna y

otros episodios de la historia familiar acentuaban el impacto de un contexto de violencia

social e institucional que el grupo había intentado reparar sin el acompañamiento político

institucional.- Que, por otra parte, se apreciaban cambios importantes en la modalidad de

relación del joven S. con su familia, así como también cambios conductuales, implementando

procesos reflexivos frente a situaciones que le venían generando cierta tensión emocional.

Que el abordaje había favorecido el abandono de ciertas sustancias tóxicas, y consideraban

que se debía seguir trabajando en espacios específicos a fin de obtener mayores logros, que el

joven pudiese dimensionar de algún modo los alcances de su accionar, así como también el

impacto que éste tenía en terceras personas una vez ejecutados (fs. 774/776).- En los últimos

meses, C. S. ha conseguido mantener su comportamiento dentro de los parámetros esperables

(fs. 765, 769), procurando autojustificar su comportamiento y brindar una imagen positiva de

sí mismo, y se advierte un cambio positivo en general (fs. 797), aunque incipiente. Participa

de las distintas actividades del establecimiento, ha concluido el ciclo secundario, no se

involucra activa o al menos ostensiblemente en situaciones de transgresión.- IX) En lo

tocante a la impresión directa y personal recogida durante el proceso y al momento de la


audiencia conclusiva, coincide con las observaciones que han ido virtiendo profesionales,

técnicos y educadores antes y después de determinarse el tratamiento tutelar: un joven que

abrazó un estilo de vida antisocial, en circunstancias que lo promovían pero que también le

dieron oportunidad para sobreponerse, y que bajo fuertes estímulos institucionales para

modificar actitudes y hábitos de ilicitud, no ha dado una respuesta efectiva y estable al cabo de

años de intervención pública y con aplicación de todos los recursos disponibles en nuestro

medio.- X) El Ministerio Público Fiscal se ha expedido por la necesidad de imponer pena.

Con relación a la modalidad de los hechos, sostiene que quien adoptó mayor protagonismo

criminal en las circunstancias fácticas de los mismos fue el encausado C. F. S.. Asimismo,

hizo referencia a sus antecedentes y en la reiteración y el incremento de violencia en los

mismos. En cuanto al resultado del tratamiento tutelar, luego de considerar detalladamente los

informes institucionales, refiere que nunca aceptó las pautas y normas institucionales,

presentando un comportamiento conflictivo, liderazgo negativo, escasa posibilidad de

reflexión autocrítica. Resalta que cada vez que se articuló alguna acción en pos de su

reinserción social, las mismas resultaron infructuosas y destinadas al fracaso por la propia

conducta del encausado, quien no ha logrado internalizar las consecuencias de sus actos, ni

responsabilizarse por ellos. Dice que, luego de valorar en conjunto los extremos legales del

art. 4º de la ley nacional 22.278, se impone la necesidad de una pena en el caso concreto, y

teniendo en cuenta el monto de las penas de cada uno de los delitos cometidos, habiendo

tomado sólo en cuenta la escala penal prevista para la tentativa en cada uno de ellos, con

prescindencia de la escala resultante del concurso material, solicita se imponga a C. F. S. la

de quince años y dos meses de prisión.- XI) Por su parte, la defensa oficial solicita que se dé

por compurgada la pena con el tiempo de privación de libertad que lleva cumplido el

encausado S. a título cautelar , y que ya supera los cuatro años de prisión, evitándole así el
ingreso en el régimen penitenciario. Funda su pretensión en el principio de mínima suficiencia

y en la normativa internacional vigente de los derechos del niño, que entiende no ha tenido

presente el ministerio fiscal al estimar la condena que pretende. Con respecto al resultado del

tratamiento tutelar, entre otras consideraciones, sostuvo que se debe tener en cuenta los

efectos negativos del encierro y que no recibió la asistencia psicológica adecuada. Por otra

parte, sostuvo que la respuesta punitiva debe ser inferior a la de los mayores de edad,

teniendo en cuenta la edad y su falta de desarrollo. Asimismo, destacó que su representado

terminó los estudios primarios y secundarios, y sostuvo la importancia que tiene que el joven

continúe acompañado en el afuera.- XII) Concedida la palabra al encausado C. F. S.,

agradece el acompañamiento de su familia y personas que lo apoyan, pide disculpas por los

errores que ha cometido, manifiesta que está arrepentido y solicita una oportunidad para

rehacer su vida.- XIII) El Ministerio Público Fiscal y la defensa oficial han coincidido en la

aplicabilidad de pena aunque difieren profundamente respecto a quantum. Parecería bastante

para dejar respondida la cuestión que se trata, pero no es así ya que ambas partes podrían estar

errando sobre el punto, por lo que no exime al juzgador de pronunciarse haciendo explícitos

sus fundamentos. He hablado de las modalidades y los antecedentes que lucen en el obrar

delictuoso de C. F. S., los que resultan más que suficientes per se para sustentar la

reprochabilidad emergente en el marco de la ley penal. Ni el tratamiento tutelar cumplido a

modo de probación ni la impresión directa y personal recogida la neutralizan, ya que el tiempo

transcurrido desde que se perpetraran los hechos de la causa, extenso y exhaustivo en cuanto

al fin que le asigna la ley nacional 22.278, no ha sido aprovechado por el encausado para

adquirir y consolidar, de manera inequívoca, el respeto por los derechos humanos y las

libertades fundamentales de terceros, ni la capacidad para reintegrarse con una función

constructiva en la sociedad (art. 40 in principio, Convención sobre los Derechos del Niño), lo
que recién –al cabo de tantos años- estaría en ciernes según la última pericia realizada.- C. F.

S. ha desperdiciado esta oportunidad que le acordaba el régimen jurídico excepcional, no

obstante que el tratamiento tutelar se ha desarrollado dentro de las posibilidades que brinda el

sistema institucional con que cuenta la Provincia, debiéndose destacar el esfuerzo aplicado en

el quehacer docente y la labor proactiva de los profesionales, con algunos avances

momentáneos y algunas adquisiciones –como la instrucción primaria y secundaria- pero

infructuoso al cabo cuando -como en el caso que nos ocupa- falta la docilidad del educando,

indispensable para tenerlo como protagonista de su propia recuperación.- XIV) Así,

conjugados los parámetros previstos en el art. 4° de la ley nacional antes citada, la respuesta

penal se impone. Por un lado, porque la potestad punitiva del Estado -cuya legitimidad goza

de pleno reconocimiento en declaraciones, convenciones y pactos iushumanistas que

comprometen al país en el concierto internacional- debe ejercerse en salvaguarda de los

derechos fundamentales. Y por otro lado, porque la alternativa a la pena que ofrece el

régimen penal de la minoridad cede si ésta deviene necesaria, lo que sucede cuando la

reprochabilidad subsiste al conjugar las modalidades de los hechos, los antecedentes, el

resultado de la probación y la impresión directa y personal (como lo he dicho in re “Bulacio

Javier Oscar y otros p.ss.aa. Robo en grado de tentativa”, S. Nº 4, 30/04/2009).- La pena se

erige entonces como el medio inevitable en que el reproche se expresa para satisfacer una

función de bien común, ya que – en palabras de Gunther Jakobs, de rigurosa actualidad-

“procura restablecer las condiciones básicas de la coexistencia social” (Cfr. “La

imputación objetiva en el Derecho Penal, Ed. Civitas, Madrid, 1996, pág. 61).- XV) Ante la

necesidad de imponer pena al encausado, debo hacerlo como medida que, a la vez que exprese

el reproche social subsistente, procure in extremis su corrección e integración social, sea por la

conminación que surge de la misma imposición, sea por la modalidad de ejecución. En esa
dirección, la especie de pena aplicable a los delitos cometidos por C. F. S. es la de prisión.

Para cuantificarla, debo atender en primer término a la posición del Ministerio Público Fiscal,

que solicitó se le imponga la pena de quince años y dos meses de prisión. Y digo que debo

atender a ello por fija un límite a la potestad punitiva dentro de la escala legal para el concurso

material (art. 55 del cód. Penal), que en el caso que me ocupa iría desde un mínimo de trece

años y ocho meses de prisión hasta un máximo de cincuenta años de prisión.- XVI) A fin de

individualizarla, tengo en cuenta en primer término que, tal como lo recuerda la Corte

Suprema de Justicia de la Nación (in re “Maldonado”, 07/12/2005), la culpabilidad del niño

es, en abstracto, inferior a la del adulto, razón por la cual la regla a aplicar debe ser la de

atenuación de de pena que autoriza el art. 4º de la ley nacional 22.278, y que, de acuerdo a los

arts. 42 y 44 del Código penal, lleva la escala aplicable que va desde un mínimo de ocho

años, diez meses y veinte días de prisión a un máximo de treinta y tres años y cuatro meses de

prisión. En segundo término, que las normas fundamentales a la luz de las cuales hay que

aplicar la citada ley nacional 22.278 exigen que esa individualización responda a principios

de proporcionalidad y mínima suficiencia (art.37 y 40 de la CDN); y para cuantificarla debo

atender a las previsiones que hacen los arts. 40 y 41 del Código Penal. En tal sentido, debo

recuperar históricamente los hechos en su modalidad de ejecución y en su resultado dañoso,

los que ponen de manifiesto que C. F. S. desenvolvía una conducta transgresora de gravedad,

encaminada al desapoderamiento ilegítimo y violento de bienes ajenos, aumentando su poder

ofensivo mediante el empleo de armas de fuego que utilizó para reducir a la víctimas, y que

dispuesto a todo no trepidó en usar la que esgrimía para imponer su voluntad de rapiña,

poniendo fin a una joven vida plena de posibilidades ya que Ezequiel Villarreal contaba recién

con dieciocho años de edad.- En cuanto a las circunstancias personales y sociofamiliares, C. F.

S. creció en un contexto familiar violento, marcado por transgresiones a la ley y carente de


contención, agravado por una historia familiar que afectaba su misma integridad y sus

derechos fundamentales, contexto que muy probablemente ha incidido en sus

comportamientos conflictivos y desajustados desde temprana edad. Tuvo su oportunidad al ir

en guarda junto a su tía, en una familia con vocación de estudio y de trabajo, pero no lo supo

apreciar, desertó de ella y se lió con pares de riesgo, todo lo cual obstó a su socialización y

retardó su educación e instrucción formal, la que recién completó durante su guarda

institucional.- Los principios constitucionales de legalidad, humanidad, razonabilidad y

mínima suficiencia (arts. 37 y 40 Convención sobre los Derechos del Niño) como igualmente

la mínima suficiencia que exige el art. 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño, me

llevan a estimar justa la pena de nueve años y seis meses de prisión, con adicionales de ley

(art. 12 del Código Penal).- Para ello, tomo también en consideración la responsabilidad que

atañe a los jueces en cuanto a los resultados de sus sentencias, y que la Corte Suprema

nacional recuerda en sus pronunciamientos (ver Augusto M. Morello, “La Justicia, de frente a

la realidad”, Ed. Rubinzal Culzoni, Bs.As., 2002), pues esa incipiente recuperación que

insinúa el joven incoado puede encontrar oportunidad propicia para desenvolverse en el afuera

–lo que pide en su alegato la defensa- durante la etapa de prueba que se abre al cumplir la

mitad de su condena, para lo cual restan pocos meses en este caso, si pone especial cuidado en

satisfacer los requisitos que prevén las normas penitenciarias para acceder al beneficio.- Dejo

así respondida la cuestión.- A LA SEGUNDA CUESTION, EL SR. JUEZ JOSE H.

GONZALEZ DEL SOLAR, DIJO: I) Hay que regular honorarios profesionales de la

defensa oficial Ana María Las Heras por la labor desarrollada en esta etapa conclusiva y, en

mérito a la cuantía del asunto, el resultado obtenido y demás pautas legales de mensuración,

estimo justo fijarlos en la suma equivalente a veinticinco (25) jus, con destino al Fondo

Especial del Poder Judicial (arts. 24, 31, 36, 39, 69, 88, 90 y ccs. de la ley pcial. 9.459, y art.
34 de la ley pcial. 7.982, y art. 2 de la ley pcial. 8.002).- II) También corresponde regular los

honorarios profesionales de las peritos oficiales Licenciadas Stella M. Depasquale y Andrea

Fernanda Machado, por la labor desarrollada en esta etapa conclusiva, y, en mérito a las

pautas de mensuración vigentes, las aprecio en la suma equivalente a veinte jus para cada una,

con destino al Fondo Especial para el Poder Judicial (arts. 31,36,39,49,69, 81 y cts.. de la ley

pcial. 9.459 y 1º de la ley pcial. 8.002).- III) Cabe imponer costas al encausado C. F. S. en

esta etapa procesal en atención al pronunciamiento que recae, arts. 550, 551 y cctes del

Código Procesal Penal.- Doy así por satisfecho el punto.- Por todo ello; RESUELVO: I)

Declarar a necesidad de imponer pena a C. F. S., ya filiado en autos, como coautor de

responsable del delito de Robo calificado por el empleo de armas reiterado -tres hechos- en

concurso real, en los términos previstos por los arts. 166 inc. 2do, segundo párrafo, 45 y 55

del Código Penal, y autor del delito de Portación ilegal de arma de guerra (art. 189 bis, inc.2º,

4to párrafo del C.P.), todo en concurso real (art. 55 del CP); y autor del delito de Homicidio

en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego, en los términos de los arts. 45, 165

y 41 bis del Código Penal, todo en concurso real.- II) Imponer al nombrado para su

tratamiento penitenciario la pena de nueve años y seis meses de prisión, más adicionales de

ley y costas (art. 12, 41 42 y 44 de demás ccts. del Código Penal, arts. 4, 8 y demás

concordantes de la ley nacional 22.278, arts. 37, 40 y ccts. de la Convención sobre los

Derechos del Niño; art. 105 de la Ley Provincial 9.944, y arts. 412, 551 y cts. del Código

Procesal Penal).- III) Regular los honorarios profesionales de la defensora oficial Ana María

Las Heras, por la labor desarrollada en su carácter de defensora en esta etapa, en la suma

equivalente a veinticinco (25) jus, con destino al Fondo Especial para el Poder Judicial (art.

25, 36, 39, 90 y cts.. de la ley pcial. 9.459; art. 34 de la ley pcial. 7.982 y 1º de la ley pcial.

8.002).- IV) Regular los honorarios profesionales de las peritos oficiales Licenciadas Stella
M. Depasquale y Andrea Fernanda Machado, en la suma equivalente a veinte jus cada una,

con destino al Fondo Especial para el Poder Judicial (arts. 31, 36, 39, 49, 69, 81 y cts. de la

ley pcial. 9.459 y 1º de la ley pcial. 8.002).- V) Corresponde imponer costas en esta etapa

procesal en atención al pronunciamiento que recae, arts. 550, 551 y cctes. del Código Procesal

Penal.- PROTOCOLICESE, HAGASE SABER.-

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