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dinero que cada español paga a la familia real, entonces el Rey tampoco tendría
derecho a opinar, ya que se le paga la pensión a él y a toda su familia. Porque todos
sabemos que el Rey no le importa cuántas personas han sido desahuciadas, jóvenes que
no pueden estudiar en la universidad o gente que no tiene un trabajo decente con un
sueldo decente.
Es triste ver como el Gobierno no es capaz de hacer las cosas bien, y es más triste
todavía saber que probablemente ganará las próximas elecciones generales. ¿La gente
reconocerá que la culpa no sólo es de los catalanes sino de toda la sociedad española?
Mientras tanto, la justicia sigue y estaremos a la espera de saber quién es M. Rajoy.
Àngels Gallardo
¿Las mujeres tienen peor salud? Se produce una paradoja: las mujeres tienen una vida
más larga que los hombres, pero sufren más trastornos crónicos e incapacidades. Sobre
todo problemas musculo esqueléticos, ansiedad y depresión. Son problemas que no
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matan, pero no dejan vivir. En realidad, no es que nosotras vivamos más, es que ellos
viven menos que nosotras.
¿Cómo? Desde el momento en que nacemos, los valores, las actitudes y las conductas
que nos transmiten, en la familia, en la escuela o en los medios de comunicación, son
diferentes entre sexos. La sociedad configura como correcto que los hombres arriesguen
más que las mujeres. Que ellos mantengan una conducción temeraria y tengan trabajos
más arriesgados.
"Las mujeres tienen una vida más larga que los hombres pero sufren más trastornos e
incapacidades"
¿Y? Los hombres tienen más accidentes de todo tipo. Las características de la
masculinidad o de la feminidad son fácilmente identificables. La sensibilidad y el
cuidado de los demás es muy femenino. La ambición y el poder, son masculinos. Los
hombres no han de llorar y nosotras no podemos ser ambiciosas. Esa socialización
también es negativa para ellos.
¿Y explica que vivan menos? Sí. Todo eso explica la mortalidad prematura en los
hombres, en Barcelona, en el resto de España y en toda Europa. Las muertes por
violencia son más frecuentes entre ellos, al igual que el consumo de drogas. Y, en
general, llegan más tarde que las mujeres ante la consulta del médico. A cambio, tienen
más poder.
¿Diría que en estos momentos, tras diez años de crisis, hay una bolsa de problemas
de salud mental no identificados? Ha aumentado la incidencia de la ansiedad y la
depresión, y el consumo de los fármacos con que se tratan. Pero no han crecido las
cifras de suicidios.
¿Por qué sufren más cánceres? Si soy una camarera de planta de hotel, con hijos
pequeños, y tengo un contrato laboral temporal, difícilmente haré valer mis derechos.
Viviré en la impredictibilidad y, por supuesto, me dará igual si fumo 15 cigarrillos a
diario o si no me preparo la mejor dieta del mundo. Cuidaré poco lo que como, no haré
ejercicio y, en general, protegeré poco mi salud. El cáncer aumenta ante ese cúmulo de
circunstancias.
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"La incidencia de cánceres, diabetes y problemas cardiovasculares es superior en
trabajos precarios"
¿Por qué? Quienes los asumen reúnen las condiciones para enfermar. Los empresarios
los utilizan para ajustar su demanda de trabajo, flexibilizan el trabajo a su gusto. La ley
se lo permite. Son lo peor. El trabajo a tiempo parcial crea personas indefensas,
afectadas por lo que se conoce como resignación aprendida. La indefensión es total, no
hay posibilidad de alcanzar cargos de responsabilidad y cotizan menos. En España, lo
sufren un 24% de las mujeres y un 4% de los hombres.
Más información
1.
Miriam G. al-Mayiriti
2018/01/21
Muy interesante. El problema nacional en España es un buen jaleo, consecuencia del
proceso histórico de la formación del capitalismo y su desarrollo. Que podemos resumir
diciendo que, aquí, el capitalismo no fue capaz de alcanzar las metas planteadas por la
necesidad del proceso histórico, en concreto la formación del Estado-nación, y así se da
la paradoja de estar en una sociedad plenamente capitalista, en que el capitalismo es casi
indiscutido, y finalmente acabó produciendo un desarrollo económico comparable al del
resto de Europa Occidental, por lo que en este sentido puede decirse que el capitalismo
ha triunfado plenamente, y sin embargo se trata de un capitalismo que ha fracasado en
resolver los problemas del desarrollo social y político que le daban razón de ser.
Distinguiría claramente el s. XIX del XX, siendo el primero el de la lucha por el
proyecto liberal, incluyendo la formación del Estado-nación, que naufraga o fracasa a
finales de siglo (pongamos como hito, solo a modo de fecha de referencia, 1898). Sigue
un interregno en el que las clases populares saltan a escena y pasan a ocupar el centro de
la escena política con la II República, y su sometimiento y la retoma de las riendas por
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la oligarquía con la dictadura y hasta hoy. El proyecto social del gran capital y resto de
clases y estamentos dominantes, que incluye la formación del Estado-nación en
consonancia con ese gran capital ya unificado nacionalmente, al haber pasado ya su
impulso de formación de la nueva sociedad frente al antiguo r3gimen, ya solo se podía
hacer de forma forzada, y luchando no ya contra ese viejo régimen ya desaparecido sino
contra las clases populares, cambia el impulso y el enemigo, lo que fue progresista y
revolucionario se convirtió en reaccionario. La historia del siglo XX hasta hoy.
El proceso de formación de la nación y del Estado-nación, aquí como en todas partes de
Europa Occidental, si en su esencia ocurre respondiendo a las tendencias y procesos del
desarrollo, a la base social, se “implementa” como un proceso de arriba-abajo, desde el
Estado, que en nuestro caso surgió en el s. XVIII con los borbones y los decretos de
Nueva Planta como Estado unificado. Tanto en lo positivo (formación del Estado nación
España) como al naufragar el proyecto liberal a fines del XIX en lo negativo, pues este
fracaso implicó el surgimiento de los procesos nacionales paralelos al español y los
consiguientes nacionalismos, que surgen no por casualidad en esa época.
Si en el s. XIX todas las burguesías se implican con ilusión y positivamente en el
proyecto nacional español, el naufragio del proyecto liberal hace que se retome la
borbónica vía de formar la nación española a base de aniquilar los otros pueblos y
naciones y digerir sus restos. Sigue siendo el proyecto de la oligarquía, de donde surge
el odio implacable a lo catalán y a lo vasco, etc., y solo se admitan como componenda
coyuntural para irlos digiriendo. Este proceso, no completado, pues su compleción
supondría la plena absorción de esas otras naciones y pueblos hasta que la nación
española coincidiera en su extensión con el Estado español, es el causante del actual
barullo nacional en España. Aquí, en Madrid, quizás sea difícil de percibir, pues aquí no
hay más nación que la española, pero en muchos otros lugares, Cataluña, País Vasco,
Valencia, Galicia… el panorama es complejo pues coexisten una nación española a
medio formar junto a esas naciones, llamémoslas sin ánimo peyorativo, periféricas.
Las clases populares hemos de dar nuestra propia alternativa al problema nacional.
Quien no tenga una respuesta a este problema no puede obviamente plantearse el
presentar una alternativa social y política, Negarlo por ser un problema “burgués” como
hacen algunos “marxistas”, es obviamente negarse a ser alternativa y, desde luego,
negar al sector o clase social implicado ser vanguardia de nada, a diferencia de lo que
pretenden. Y no puede ser aceptar el proyecto del gran capital -u otros capitales- pues
esto es situar al pueblo a su zaga y apoyar su proyecto social (situación en la que ya
estamos, así que para ese viaje, las alforjas…). Y debe ser una alternativa materialista,
nacida del estudio de las tendencias del desarrollo social y los obstáculos que este debe
barrer. Por resumir, me entraría en el motor de ese desarrollo, el conflicto entre el
desarrollo de las fuerzas productivas y las constricciones que les imponen cada vez con
más fuerza las relaciones sociales de producción, en este caso, capitalistas. Y así
tenemos las tendencias a la internacionalización de dichas fuerzas que ya pugnan por
sobrepasar la nación como fundamento de la sociedad con ese capitalismo para el que el
Estado-nación es un prerrequisito con lo que esas tendencias solo se manifiestan en las
monstruosas formas del imperialismo, el globalismo, su ideología justificadora el
cosmopolitismo, y también, caso de nuestro país, la necesidad para nuestro gran capital
de la opresión nacional al tiempo que la crisis del capitalismo viene reforzando cada vez
más, desde la segunda mitad del s.XX y sobre todo con la última crisis, los
nacionalismos periféricos. Por tanto, crear las bases para esa nueva sociedad, del
desbloqueo de las tendencias del desarrollo de las fuerzas productivas (pensemos en la
ciencia-técnica, la más representativa de nuestra época y que tiene un carácter
consustancialmente internacional, una ciencia nacional es algo que no puede existir, si
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acaso contribuciones nacionales a la ciencia, algo muy distinto) el fundamento de
nuestra alternativa, debe ser la eliminación de toda forma de opresión nacional, como
condición sine qua non del gran fundamento, que debe ser la fraterna. Así, el
internacionalismo que se origina en el desarrollo de la base social, no es simplemente un
aspecto político, y del que emana la necesidad de la fraternidad, entre otros aspectos,
ente las diversas naciones o pueblos, y que permita la formación de sociedades y
Estados que se puedan ir armonizando y progresivamente confederando, o cualquier
otra forma que estos procesos vayan tomando.
EL pasado lunes, seguí, como otra mucha gente, la intervención del president
Puigdemont en la Universidad de Copenhague, auspiciada por el Centre for European
Politics, de la Universidad de Copenhague, dirigido por usted, profesora Marlene Wind.
Esta intervención fue emitida en directo por el canal público catalán 3/24 y parcialmente
en directo por cadenas de televisión de ámbito estatal español; tuvo nulo seguimiento,
por el contrario, por la televisión pública española, TVE, lo cual le puede dar una pista
de cómo se maneja la información por parte del gobierno español.
Tras la charla del president Puigdemont, usted hizo una intervención en la que hubo
elementos de mucho interés, como por ejemplo el marco del respeto a la ley y a la
Constitución del Estado, a las que luego me referiré. Pero también hizo usted unas
afirmaciones que, dicho sea con el mayor respeto, reflejan un profundo
desconocimiento de la realidad social y política catalana y que abundan además en unos
tópicos que, por mucho que hayan sido difundidos -y de manera muy reiterada por
autoridades y medios de comunicación españoles-, no dejan de ser graves inexactitudes,
cuando no mentiras, simple y llanamente.
Vayamos al grano.
Achacaba usted al president Puigdemont comparar Polonia y Hungría con lo que estaba
sucediendo en Catalunya. No, lo que tanto el president Puigdemont como una gran
mayoría de catalanes denuncia es que la Unión Europea (UE) critique públicamente
determinados comportamientos de las autoridades de esos Estados mientras que calla de
una manera vergonzosa ante las violaciones de los derechos de los ciudadanos
catalanes: represión violenta de manifestaciones pacíficas, violencia contra decenas de
miles de personas que defendían pacíficamente las urnas, violación de correspondencia,
asalto a medios de comunicación, prohibición de manifestación de gente de edad que
piden la libertad de nuestros presos, prohibición de pancartas que reclaman
“democracia”, prohibición de lucir públicamente prendas de color amarillo (distintivo
de nuestra lucha pacífica), encarcelamiento -llevan ya más de tres meses en prisión- de
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los líderes de organizaciones civiles, encarcelamiento de nuestros ministros -llevan más
de dos meses en prisión-, etc. Eso es lo que se denuncia, no que España sea Polonia y
Hungría. Aunque, después de lo que le he dicho, quizás España se parezca en algunas
cosas más a Turquía que a un estado de la UE.
Decía usted también que España es un país más descentralizado que la República
Federal Alemana (país del que proviene, por cierto, mi familia). Pues mire, no. El
Estado Libre de Baviera tiene una gran delegación en Bruselas, justamente enfrente del
Parlamento Europeo, mientras que en España se discute y se persigue nuestro derecho a
que Catalunya o el País Vasco tengan delegaciones en el extranjero. Los estados
federados alemanes participan de la creación de opinión que defiende el conjunto del
Estado alemán ante las autoridades de la UE e incluso ministros regionales llegan a
presidir sin ningún problema reuniones de ministros de Estado
Hay, además, un hecho relevante, y que explica lo que le quiso transmitir el president
Puigdemont. Los catalanes aprobaron en septiembre de 2005, con el 90% de escaños de
su Parlamento, la propuesta de Nuevo Estatuto;aquella propuesta, muy recortada, fue
aprobada por el Congreso y el Senado de España, ratificada en referéndum en Cataluña
en junio de 2006 y firmada por el rey. No obstante, cuatro años después, el Tribunal
Constitucional, a instancias del Partido Popular y muchos notables del Partido
Socialista, declaró inconstitucional gran parte de aquel Nuevo Estatuto. Aquella
decisión, que algunos constitucionalistas españoles, como el profesor Pérez Royo,
calificaron como “golpe de Estado constitucional”, desencadenó las grandes y
multitudinarias manifestaciones pacíficas en Catalunya durante los últimos siete años,
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así como el llamado “proceso catalán” que reclama el ejercicio del derecho de
autodeterminación.
Por lo tanto, cuando hablamos de respetar las leyes y la Constitución, pregunte usted
cómo es posible que una región europea que depositó su confianza en la Constitución de
1978 esté hoy reclamando, muy mayoritariamente, el derecho de autodeterminación.
Debo informarle de que sondeos publicados a lo largo de los últimos ocho años revelan
que el 80% de la población catalana (tanto para votar sí como no) quiere ser consultada
sobre su futuro, que las fuerzas republicanas partidarias del derecho de
autodeterminación representadas en el Parlamento suman el 55% y que las que están de
acuerdo en un referéndum pactado suman, por otra parte, el 69%, según datos de las
elecciones del 21 de diciembre de 2017.
También hablaba usted de la estabilidad en Europa, que estaría en peligro por el proceso
catalán y una hipotética extensión a otras regiones europeas, llegando a decir que ello
haría feliz a Putin. Mire usted, lo que Europa no puede hacer es esconder la cabeza e
inhibirse de los problemas dentro de sus Estados, máxime cuando se atenta contra los
derechos reconocidos en la Carta Europea de Derechos Humanos. Hace años que se han
hecho propuestas, por ejemplo, en la Comisión Constitucional del Parlamento Europeo,
para llevar a cabo la “ampliación interna” de la UE. La respuesta siempre ha sido un
golpe de puerta, cerrazón absoluta.
Y déjeme preguntarle algo: ¿Hay alguna región europea en la que a lo largo de siete
años se hayan movilizado entre uno y dos millones de personas? Iimagine usted
manifestaciones, siete años seguidos, de unos cinco millones de habitantes de Renania
Westfalia, o, por ponerle una hipótesis próxima, de más de 1,5 millones en Dinamarca.
¿Piensa usted que en Alemania o en Dinamarca un gobierno no habría iniciado, por lo
menos, un proceso de diálogo? No caricaturicemos, como ya hace Jean-Claude Juncker,
cubriendo las espaldas del gobierno español;no hay ninguna región europea en la que
esté sucediendo lo que pasa en Catalunya, y, además, es precisamente no afrontar los
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problemas lo que puede llevar a, entre otras cosas, que los ciudadanos de la UE recelen,
cada vez más, de las instituciones comunitarias, lo cual no deseamos en absoluto.
Habló usted también de “dividir Europa en 200 estados étnicamente puros en el sentido
de tener una única identidad”, lo cual revela su profundo desconocimiento de la realidad
catalana. El independentismo catalán puede ser muchas cosas, pero nunca algo basado
en propuestas étnicas;sí, en cambio, en la defensa de la cultura y lengua catalanas,
nunca en contradicción con los cientos de culturas que conviven en Catalunya.
Barcelona acogió la primera y gran manifestación prorrefugiados (otra vergüenza
europea) en febrero de 2017, a la que asistieron más de 500.000 personas;el gobierno
catalán lleva años formando personas para poder tutelar la acogida de estas personas y
urgiendo a Madrid (que tiene la competencia) para poder acoger los refugiados que se
dejan morir en el Mediterráneo. Catalunya es una tierra en la que se vive la
multiculturalidad con total libertad y naturalidad y en la que, dicho sea de paso, a nadie
se prohíbe expresarse en lengua castellana o española. Su afirmación de que en
Catalunya se prohíbe hablar castellano no es solo una gran mentira, es realmente una
afirmación ofensiva que solamente puede hacerse desde el desconocimiento más
absoluto de la realidad catalana.
Creo, señora Wind, que necesita usted darse un paseo por Catalunya. Me ofrezco
personalmente a acogerla, para que pueda usted, libremente, formarse una opinión. Creo
también que el propio Parlamento catalán estaría encantado en invitarla a Catalunya,
para que hable también con absoluta libertad con todos sus representantes políticos y
sociales, con el fin de poder formarse una opinión cabal de la sociedad catalana actual.
Eso sí, señora Wind, para visitar a los más significados líderes cívicos, Jordi Sànchez,
presidente de la Asamblea Nacional Catalana, y Jordi Cuixart, presidente de Omnium
Cultural, deberá usted desplazarse a las prisiones en que están encarcelados. Eso sí que
no sucede ni en Polonia ni en Hungría. Para vivir algo semejante, deberá usted ir a
Turquía o a la muy democrática República Popular China.
Atentamente.
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