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1.INTRODUCCIÓN.
Definir nombre no es tan sencillo, debido a los diferentes criterios que se han adoptado
durante la historia de la gramática para clasificar las palabras. Intentaremos
siguiendo a Alcina y Blecua, hacer un breve recorrido histórico por el concepto
de nombre.
Uno de los intentos más importantes para perfeccionar la exposición tradicional
lo constituye, sin duda, la teoría de los rangos de Otto Jespersen. Esta teoría se
aplica a palabras de base lexemática (palabras de significado léxico).
Así, morfema lememático+morfema (s) categorizador(es) =clases de palabras.
Según esta fórmula, el nombre sería
morfema lexemático+género+número+artículo.
Alarcos (Gramática 1995) hace la siguiente caracterización funcional del sustantivo:
“Es sustantivo toda palabra capaz de cumplir en los enunciados llamados oraciones la
función de sujeto explícito (por ejemplo, “Sale humo”, “Pasan coches”) o la de objeto
directo (por ejemplo “Hay humo”), sin necesidad de ningún otro elemento.” Este mismo
punto de vista es compartido por Molina Redondo.
A modo de resumen, si recogemos todos esos criterios podremos dar una definición más
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compleja, pero completa, de lo que es un nombre:
“Palabra que designa realidades (entes, cualidades, ideas, acciones, estados,
procesos...) que no necesitan apoyarse en otras para ser pensadas, cuyos
morfemas categorizadores son género, número y artículo y que son
capaces de funcionar como sujeto o complemento directo sin necesidad de
ningún otro elemento”.
2. CLASIFICACIÓN DEL NOMBRE.
2.1. SEGÚN SU CONTENIDO.
Por la tradicional vinculación entre el estudio filosófico y el gramatical, en casi todas
las gramáticas se incluye una clasificación “semántica” del sustantivo:
Nombre propio/ Nombre Común.
Los sustantivos llamados nombres propios son una subclase de palabras que
solamente designan, sin significar, e individualizan a las personas o elementos
designados. Mientras que cualquier otro nombre nos es dado con su significado, el
nombre propio no hace más que particularizar al individuo. Por ejemplo, Martínez,
Himalaya designan a una persona y a una cordillera respectivamente,
individualizándolas.
Nombre colectivo/ individual.
Frente al referente “individuo” o “grupo, multiplicidad”, el nombre puede representar
un continuum sin límites precisos. Se dice que tienen referente disperso aquellos
sustantivos que para referirse a una realidad lo han de hacer forzosamente
recurriendo a realidades distintas, como el sujeto en que se da o la causa que lo
produce.Tienen este carácter los nombres de materia (agua, mármol, arroz), nombres
de color (rojo, azul), estados o fenómenos físicos o psíquicos (ahogo, melancolía,
visibilidad), cualidad (fuerza, maldad), acción (salto, saltar), etc.
Abstractos/ Concretos.
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La Gramática Tradicional distinguió una compleja categoría de sustantivos: los
abstractos, que se oponían a los concretos. Por concreto se entendía un sustantivo cuyo
referente era algo perceptible por los sentidos o mensurable. Según esto, un sustantivo
como “malestar” ¿sería concreto o abstracto? Dado que, como afirmó Amado Alonso, “es
imposible trazar la división exacta entre los nombres concretos y abstractos”,
preferimos hablar de referente disperso, donde estarían englobados todos los
abstractos.
ERA: ceguera / URA: espesura / EZ: candidez / AD: hermandad / ANCIA: prestancia / ANZA:
esperanza / ENCIA: indolencia / IDA: crecida / ADA: guarrada / CIÓN: preocupación / SIÓN:
pasión / XIÓN: crucifixión[1]
[1]Andrés Bello limitó el valor de los abstractos simplemente a los que designan cualidades o atributos de los objetos,
separadas del objeto u objetos en que pueden aparecer. Dice Bello que esta independencia no está más que en las palabras y no
consiste en otra cosa que en representarnos, por medio de sustantivos, lo mismo que originalmente nos hemos representado
mediante adjetivos (verde) o verbos (temo) [>verdor, temor].
2.2. SEGÚN SU GÉNERO.
EL GÉNERO DEL SUSTANTIVO.
Esta categoría en nuestra lengua afecta al sustantivo, al adjetivo y al pronombre,
así como a elementos como el artículo.
En español no hay un sistema general válido para todas las “partes de la oración”;
mientras el artículo y algunos pronombres conservan la distinción formal
latina entre masculino, femenino y neutro, en el nombre sólo se conservan
masculino y
femenino
.
En los nombres españoles no existen representantes no sexuados o neutros, ya que los
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neutros latinos se convirtieron en masculinos o femeninos.
El neutro, para Salvador Fernández Ramírez es:
“un género de pura referencia objetiva o anafórica, que podríamos llamar inconceptual
para señalar enunciados complejos acerca de los cuales no es fácil elaborar
prontamente un concepto nominal”.
En español tenemos varios tipos de nombres según su género:
1. Heterónimos. La heteronomia consiste en usar palabras completamente distintas
para el masculino y para el femenino: hombre/mujer, padre/madre, yerno/nuera,
padrino/madrina, macho/hembra, caballo/yegua, toro/vaca.
2. Sustantivos con moción. La forma más frecuente y fecunda de distinguir el
género gramatical consiste en usar un sufijo que marque el femenino frente al
masculino, que es la forma menos caracterizada. A este recurso se le denomina
moción. Las oposiciones más frecuentes son o, e, cons/ a que puede distinguir sexos
o aportar otras informaciones:
Parejas con distinción de sexo son las siguientes: vecino/vecina;
león/leona.
A veces la moción se lleva a cabo mediante el artículo, es decir, un
sustantivo o un adjetivo no varía formalmente, pero utiliza un
“morfema independiente” el artículo para marcar diferencias
genéricas. Sucede en palabras como oculista, electricista,
idiota, pelma, reo, testigo, cónyuge, huésped, mártir, etc.
Por último veremos como la moción se marcan no sólo diferencias
semánticas. Eso ocurre tanto con sufijos como en casos de moción de
artículo.
Distinguiremos varios tipos:
Tipo el trompeta/la trompeta: Instrumento en femenino, hombre en
masculina.
Tipo el gallina/la gallina: El hombre posee la cualidad que expresa el
femenino, o el que se le supone figuradamente.
Tipo el policía/la policía. El masculino es un individuo del conjunto
que designa el femenino.
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3. Sustantivos ambiguos.
Son sustantivos de forma única que se emplean con artículo masculino o femenino
indistintamente, es decir, sin que ello provoque cambio alguno de significado. Se trata
de “abstractos” en or (calor, olor) y otros analógicos (sudor). Lo mismo ocurre con
sustantivos como mar: El mar. La mar. ¡Sólo la mar! Rafael Alberti.
4. Sustantivos de una concordancia.
Son aquellos que sólo presentan una forma, ya sea masculina o femenina. Son la
mayoría del caudal léxico de nuestra lengua. Puede referirse tanto a seres
sexuados como no sexuados.
Entre los primeros podemos citar casos como el elefante o la tórtola. Para
indicar sexo suelen utilizarse los sustantivos clasificadores macho/hembra: El
elefante macho/hembra, la tórtola macho/hembra. Para los nombres de animales con
una concordancia la gramática tradicional utiliza el nombre de
epicenos.
2.3. NÚMERO DEL SUSTANTIVO.
El número es el segundo morfema constitutivo del nombre. Afecta no sólo al
sustantivo, sino también a adjetivos, pronombres y al verbo. En el nombre, la distinción
fundamental que establece el número es la distinción entre pluralidad/ no
pluralidad, no entre pluralidad y unidad.
Plano formal del número.
En español el número tiene dos formas, singular y plural, cuyos morfos ( Ø , s)
son sobradamente conocidos, se unen directamente al morfema de género o, en su
defecto, directamente al lexema.
Existen casos en que estas oposiciones morfológicas de número se neutralizan. Se trata
de los PLURALIA TANTUM/ SINGULARIA TANTUM.
PLURALIA TANTUM son sustantivos acabados en “S” en los que la oposición de
número está neutralizada, es decir, pueden referirse con la misma forma tanto a una
pluralidad como a un solo objeto. Pertenecen a ámbitos conceptuales muy diversos:
alimentos (víveres, provisiones...), cantidades de dinero (emolumentos, finanzas,
honorarios..) etc.
Muchos de ellos son sustantivos incontables, como los ejemplos mencionados arriba.
En otros casos, más que ser incontables propiamente, lo que ocurre es que se refieren a
una realidad que es única en el mundo. Esto se puede ver fácilmente con los nombres
de los puntos cardinales. Solamente hay un norte, un sur, un este o un oeste y eso
explica que normalmente nos refiramos a ellos en singular.
Como suele ocurrir en lingüística, el uso en singular de estos sustantivos no ha de
entenderse como algo absoluto. Lo normal será que se presenten en singular, pero
ocasionalmente los podremos encontrar también en plural (a algunos con más facilidad
que a otros). La pluralización dará lugar a diversos efectos. A veces son de tipo
estilístico. No producen el mismo efecto en el lector las oraciones (1) y (2):
(1) El viento agitaba los trigos de Castilla
(2) El viento agitaba el trigo de Castilla
Ese plural introduce un elemento heterogeneizador y multiplicador en lo que
normalmente concebiríamos como una masa única y uniforme.
A veces puede tener un efecto enfático:
(3) Déjate de constitucionalidades, que no tengo hoy humor para andar discutiendo
Puede utilizarse también para referirnos a tipos o variedades diferentes de una misma
materia o realidad:
(4) Los aceites españoles ya están tan cotizados como los italianos
4. ESTRUCTURA DEL SINTAGMA NOMINAL.
El sintagma nominal homogéneo consta de los siguientes elementos siguiendo a B.
Pottier.
(Determinantes) + NÚCLEO + (Adyacentes)
4.1. LOS DETERMINANTES
LOS DETERMINANTES cumplen la función de actualizadores (o presentadores)
cuando aparecen delante del núcleo. Los actualizadores inciden no sólo sobre el
sustantivo, sino también sobre el resto del SN, por eso los determinantes ocupan una
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posición más externa a la de los complementos.
Según Leonetti (Los determinantes), la categoría de los determinantes se origina de la
necesidad de indicar cuáles y cuántas entidades pretende aludir el hablante
al utilizar el SN. Por eso, dentro del conjunto de los determinantes señalamos,
siguiendo a Leonetti, dos clases fundamentales: la de los determinantes en sentido
estricto (o determinantes identificadores) y la de los cuantificadores. Serán
determinantes propiamente dichos el artículo definido, los demostrativos y los
posesivos. El resto serán cuantificadores.
El rasgo semántico característico de los determinantes propiamente dichos es la
definitud que consiste en determinar que el referente del SN sea identificable para el
receptor en el contexto de uso. Dicho de otra manera, con el determinante el receptor
puede tener una representación mental adecuada del referente:
No me gusta este profesor. Llevas la camisa sucia. Me voy con mi novia. En los
ejemplos citados profesor, camisa, novia están claramente determinados, es decir,
identificados por el demostrativo este, el artículo el y el posesivo mi. Sin embargo, los
cuantificadores precisos o imprecisos (numerales o indefinidos) no identifican los
objetos. Los cuantificadores carece, por tanto, del rasgo definitud. En “Compró tres
libros” o “Compró varios libros”, no están identificados los libros comprados sino sólo
cuantificados, de un modo preciso en el primer caso “tres” e impreciso en el segundo
“varios”. Contrástese con “ Compró estos libros”, en que libros queda claramente
identificado con el demostrativo “estos”.
Veamos un poco más a fondo estos determinantes propiamente dichos.
El artículo.
Las dos funciones básicas del artículo son: actualizador de sustantivos virtuales de
lengua (con el artículo, el sustantivo se identifica de un modo concreto en el acto de
habla); y sustantivador de discurso. Como sustantivador es un transpositor de
palabras a la categoría sustantiva: “El sí de las niñas”.
En cuanto a la significación, el artículo puede tener valor individualizador. Es decir
indica que el referente es unívocamente identificable, de ahí la alternancia entre un/el
se explica por la oposición presentador/ reconocedor: He visto a un hombre. El hombre
llevaba un sombrero.
El artículo, además de valor individualizador, en otros casos puede aportar un valor
generalizador. Por ejemplo, en “El hombre es mortal”, el sustantivo hombre se refiere
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al conjunto de toda la clase de seres designados por el sustantivo y no a un hombre
determinado.
Para A. Alonso, la presencia del artículo sitúa al nombre en la esfera de los objetos
existenciales, la ausencia, en la esfera de los objetos esenciales. La presencia del
artículo remite a los objetos, la ausencia a nuestras valoraciones subjetivas de los
objetos.
Los demostrativos.
Son palabras que se usan para señalar, es decir, tienen fundamentalmente un valor
deíctico. La deixis consiste en indicar la situación de lo referido en el espacio o en el
tiempo. El sistema de tres demostrativos (como el de los posesivos) se relaciona con las
tres personas gramaticales. Tomando como centro el hablante, se marcan las
distancias: este (esfera del hablante), ese (del oyente) y aqué (relativo a la tercera
persona). Las distancias pueden producirse en el espacio (esta casa / aquella casa) o en
el tiempo (este día/ aquel día): También pueden señalar partes anteriores del discurso
(anáfora): (Eso que ha dicho es mentira) o respecto a algo que se dirá más adelante
(catáfora) (Esto es lo que digo: ten cuidado). Según esto, los demostrativos son muy
dependientes del contexto situacional o discursivo.
Por lo que se refiere a la forma, presentan variación de género y número en
concordancia con el sustantivo al que acompañan.
Pueden aparecer antepuestos al núcleo (serán incompatibles con el artículo) o
pospuestos. Pospuestos pueden tomar un cierto carácter despectivo o irónico: ¿Qué se
creerá el chico ese?, aunque otras veces, como señala Alarcos, el sentido es más
enfático o afectivo.
Las formas tal/tales son también determinantes demostrativos cuando preceden al
sustantivo: en tal caso.
Los posesivos.
Expresan posesión, petenencia u otro tipo de relación entre el objeto al que se refieren
y las personas gramaticales. En muchos casos la idea de posesión no define bien la
realidad expresada: mi mujer, indica no posesión, sino relación con la primera persona.
Tienen valor deíctico pues se relacionan con las personas gramaticales.
Las formas de los posesivos se distribuyen en dos series: las formas plenas (tónicas)
son complementos, y las formas apocopadas (átonas) son actualizadores porque acupan
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la posición prenominal.
Los posesivos pueden funcionar como determinantes del núcleo del sintagma nominal
y como pronombres.
Si aparecen antepuestos al núcleo no pueden ir precedidos del artículo (*El mi libro)
(Sí en castellano antiguo: el su reino); en cambio, si aparecen puespuestos, es
obligatoria la presencia del artículo determinado antepuesto al núcleo (El libro suyo).
Aunque fuera del sistema formado por los posesivos, podemos incluir por su valor
posesivo al determinante relativo cuyo con función actualizadora.
Los determinantes posesivos y exclamativos tienen las mismas variaciones
morfológicas que los relativos de los que proceden, pero salvo quién, pueden ser
modificadores del sustantivo ¿qué libro? Los interrogativos aparecen en oraciones de
modalidad interrogativa y se refieren al elemento desconocido por el hablante. Los
exclamativos expresan en las oraciones exclamativas intensidad o cantidad, por eso su
estudio estaría mejor en el tema relativo a las formas de cantidad.