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Como puede observarse, la diversidad de aspectos sobre los que han recaí-
do estas modificaciones impide atribuirles una ratio común. No obstante, pue-
de señalarse que como resultado de todas ellas ha operado (una vez más)
una ampliación del escenario punitivo, generado, en gran parte, por la abierta
desvinculación del sentido más garantista del principio de culpabilidad (para
justificar la presencia de la reincidencia y la habitualidad) y del principio de
proporcionalidad (para habilitar las penas privativas de libertad en las faltas).
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presentación
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La reincidencia y la habitualidad
La reincidencia y la habitualidad
Especial referencia a su tratamiento
en los acuerdos plenarios
I. INTRODUCCIÓN
Con la vigencia del Código Procesal Penal de 2004 (CPP de 2004), de
alguna u otra manera se ha dado inicio a una nueva política garantista en
nuestro sistema penal peruano. Sin embargo, aún es posible preguntarnos
si realmente nuestro sistema penal sustantivo y adjetivo son garantistas o,
(*) Abogado por la Universidad Nacional de Trujillo. Profesor de Derecho Penal y Procesal Penal en la
Universidad César Vallejo - Filial Piura. Responsable del área penal de Muñiz-Ramírez-Pérez Taiman &
Olaya Abogados - Filial Piura.
(**) Abogado por la Universidad Privada César Vallejo. Profesor de Derecho Penal en la Universidad Privada
César Vallejo - Filial Piura. Miembro del área penal de Muñiz-Ramírez-Pérez Taiman & Olaya Abogados
- Filial Piura.
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(1) BINDER, Alberto. Introducción al Derecho Procesal Penal. 2ª edición, AD-HOC, Buenos Aires, 1993,
p. 39.
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ácidamente por otros, estas figuras no son más que el producto final de
una política criminal que responde a pasiones sociales y manifiesta la ino-
perancia de otras instancias de control social formal en nuestro país.
Además, esto será contrastado con los acuerdos plenarios que han tra-
tado y desarrollado estas instituciones, hasta arribar al análisis del texto
expreso contenido en el Código Penal.
(2) Vide PANTA CUEVA, David Fernando, “La constitucionalidad de la reincidencia y habitualidad en la
sentencia N° 0014-2006-PI-TC, emitida por el Tribunal Constitucional peruano. ¿Decisión correcta?”.
En: Diálogo con la Jurisprudencia, N° 111, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2008.
(3) GUZMÁN DÁLBORA, José Luis. Una especial versión del autoritarismo penal en sus rasgos funda-
mentales: La “doctrina” de la seguridad ciudadana. Conferencia pronunciada en el XIV Congreso de
Derecho Penal y Criminología celebrado en Valparaíso, Chile, 2002, pp. 7 y 8. Disponible en <www.
iuspenalismo.com.ar> (consulta: 20 de febrero de 2008).
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Las críticas vertidas en este acuerdo plenario son mucho más precisas
que las del anterior pleno, por cuanto aquí nuestros magistrados recurren
a la proscripción del Derecho Penal de autor. Esto es, señalan que el cas-
tigo debe estar referido a lo que se hace, no a lo que se es, ni mucho
menos a lo que se piensa hacer. Además, se recurre al ne bis in idem para
sustentar lo absurdo de condenar por un hecho ya sentenciado en un mo-
mento anterior.
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(5) En un trabajo anterior se puso en evidencia de manera crítica una forma antigarantista de interpretación
del principio de culpabilidad en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Vide ALDANA DOMÍN-
GUEZ, Rogger. “Una interpretación antigarantista del principio de culpabilidad”. En: Gaceta Consti-
tucional. Análisis multidisciplinario de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Gaceta Jurídica,
Tomo 13, enero de 2009, pp. 233-242.
(6) Fundamento 12, apartado cinco-B del Acuerdo Plenario Nº 1-2008/CJ-116.
(7) Fundamento 12, apartado cinco-C del Acuerdo Plenario Nº 1-2008/CJ-116.
(8) Ídem.
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(10) Citado por ROXIN, Claus. Dogmática Penal y Política Criminal, traducción y edición por el profesor
Dr. Manuel Abanto Vásquez, 1ª edición, Idemsa, agosto de 1998, p. 172.
(11) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal - Parte General I. 3ª edición, Grijley, Lima, 2005,
p. 598. Del mismo parecer es PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho Penal - Parte General. 3ª
edición, Grijley, Lima, 1997, p. 77. ROY FREYRE, Luis. Culpabilidad penal en una visión moderna de
la Teoría del Delito. Ministerio de Justicia, Lima, 1998, pp. 92-94.
(12) ROXIN, Claus. Ob. cit., pp. 176 y 177.
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Importantes son las palabras de Roxin cuando afirma que: “Del re-
chazo a la retribución se deriva que los objetivos del Derecho Penal son
de naturaleza puramente preventiva (…). Entonces, la culpabilidad nunca
exige una pena; solamente su ausencia excluye la pena y su magnitud de-
termina la frontera máxima de la pena”(17)(18).
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la pena que debe ejercer dicho principio”(22). Por lo demás esta toma de
postura es consecuente con los postulados dogmáticos propuestos por
Roxin, los cuales orientan el concepto de responsabilidad penal contenido
en nuestro Código Penal y que la propia doctrina nacional reconoce. Pero
lo más interesante de este razonamiento es que se distancia del denomi-
nado principio de “culpabilidad constitucional” esbozado por nuestros
magistrados constitucionales, con ocasión del examen de la reinciden-
cia y la habitualidad desde el principio de culpabilidad. Esto es sin duda
un paso importante, en aras de no regresar a planteamientos de antaño
como la “culpabilidad por la conducción de vida”, bosquejada en su mo-
mento por el autor alemán Edmundo Mezger, con las consecuencias que
conocemos(23).
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legales en virtud del artículo 46-B del Código Penal, tiene lugar
la segunda operación adicional –efectos punitivos concretos de
la reincidencia–, con la que culmina la individualización de la
pena”(25).
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(34) Fundamento expuesto en el último párrafo del argumento décimo segundo, apartado cinco-C, del Acuer-
do Plenario Nº 1-2008/CJ-116.
(35) AGUDO FERNÁNDEZ, Enrique. Ob. cit., p. 512.
(36) Ibídem, p. 518.
(37) Ibídem, p. 519.
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Una vez más podemos advertir que los argumentos utilizados no son
del todo congruentes, sino que resultan contradictorios. En principio,
nuestros jueces supremos dejan claramente establecido que la reinciden-
cia resulta ajena a la culpabilidad por el hecho y que solo se puede funda-
mentar en criterios de prevención especial derivados de la tendencia del
autor (peligrosidad) y que el plus de pena se orienta a reformar aquella
tendencia delictiva. En esa medida y según la doctrina citada, es posible
incluir criterios preventivo-especiales al momento de determinar la canti-
dad de pena, pero teniendo como límite la culpabilidad por el hecho. No
obstante terminan por sobreponer criterios preventivo-especiales en de-
trimento de la culpabilidad por el hecho. Adicionalmente, como segundo
examen, amplían la culpabilidad por el hecho, teniendo en consideración
que el artículo 46-B del Código Penal permite ampliar el margen de pena
contemplado en el tipo penal. Pero, a pesar de seguir sosteniendo que la
reincidencia no se fundamenta en el principio de culpabilidad, el argu-
mento que sirve como colofón a nuestros magistrados es precisamente es-
bozado por aquel sector de la doctrina que encuentra el fundamento de la
reincidencia en la mayor culpabilidad por el hecho. Por último, aun cuan-
do sea posible afirmar que el plus de pena al reincidente se fundamenta
en consideraciones de prevención especial (para nuestros jueces, consi-
deraciones de tipo positivas), resulta totalmente alejado de la realidad el
argumento de que a mayor pena corresponde una mayor posibilidad de
resocialización. Si por el contrario, la reincidencia y la habitualidad se
fundamentan en consideraciones de tipo preventivo-especiales negativas
(inocuización) carecerían de legitimidad en un Estado Social y Democrá-
tico de Derecho.
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(44) PANTA CUEVA, David Fernando y ALDANA DOMÍNGUEZ, Rogger. Ob. cit.
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(45) ZAFFARONI, Eugenio Raúl/ ALAGIA, Alejandro/ SLOKAR, Alejandro. Manual de Derecho Penal.
Parte general. 2ª edición, Ediar, Buenos Aires, 2006, p. 56. Estos autores incluyen dentro del concepto
de pena las lícitas (legales) y las ilícitas (torturas, secuestros, ejecuciones sin procesos, etc.).
(46) El concepto negativo de pena, a juicio de estos juristas, se debe construir considerando a la pena como:
“a) una coerción, b) que impone una privación de derechos o un dolor, c) que no repara ni restituye, y, d)
ni tampoco detiene las lesiones en curso ni neutraliza los peligros inminentes”. La pena es agnóstica (en
sentido metafórico pero con toda intención), porque se parte del desconocimiento en cuanto a su función,
siendo su presunta utilidad positiva un mero acto de fe: “La fe en un Dios omnipotente se desplazó en
parte a la fe en la omnipotencia del poder punitivo del Estado” ZAFFARONI, Eugenio Raúl /ALAGIA,
Alejandro/ SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 56.
(47) Ibídem, p. 61.
(48) Ibídem, p. 24 (cursivas en el original).
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(49) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. “Culpabilidad por vulnerabilidad”. En: Iura, Nº 4, Universidad Privada
Antenor Orrego, diciembre de 2006, p. 17- 40. Disponible también en Internet: <www.carlosparma.com.
ar/raulzaffaroni.htm>.
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señala: “Nadie está libre de ser víctima o acusado (…) en esos momentos
nos necesitarás, ahí estaremos (…)”.
(50) Acertadamente: ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Criminología - Aproximaciones desde un margen. Vol. 1,
Temis, Bogotá, p. 26.
(51) ZAFFARONI, Eugenio Raúl/ ALAGIA, Alejandro/ SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., pp. 773 y 774.
(52) ZAFFARONI, Eugenio Raúl haciendo suyo lo señalado por Mittermaier. “Reincidencia”. En: Ius et
Praxis, Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, Nº 17, junio de 1991, p. 138.
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(53) ZAFFARONI, Eugenio Raúl/ ALAGIA, Alejandro/ SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., pp. 773 y 774. En
sentido análogo Terradillos Basoco señala que la dignidad humana “constituye el anclaje doctrinalmente
más reiterado del principio de culpabilidad y, con él, del concepto de culpabilidad como conjunto de
elementos inicialmente condicionantes de la punición del comportamiento” En: Culpabilidad - Respon-
sabilidad, p. 338. Disponible en: <www.unifr.ch/ddp1/ derechopenal/anuario/03/Terradillos.pdf>.
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Muy por el contrario, se trata de figuras que solo pueden ser expli-
cadas infringiendo los cánones establecidos por la Parte General del
Derecho Penal. La fundamentación que se les ha dado carece de bases
dogmáticas.
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IX. CONCLUSIONES
1. Los postulados garantistas buscan ganar terreno en nuestro sistema
penal con la puesta en vigencia progresiva del Código Procesal Penal. Sin
embargo, existen figuras aún reguladas en el Derecho Penal sustantivo
que se resisten a materializar tan anhelado proyecto, como son la reinci-
dencia y habitualidad. Se trata de la relación dialéctica entre el Estado de
Derecho y el Estado de policía.
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(*) Profesor de la Academia de la Magistratura. Magíster en Ciencias Penales por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Título de posgrado en Derecho Procesal Penal por la Universidad Castilla-La
Mancha (Toledo-España). Ex asesor del Despacho de la Fiscalía de la Nación. Fiscal Provincial Titular
del Distrito Judicial de Lima.
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aquellos medios de control social con los que cuenta el Estado, para pre-
venir, controlar y sancionar los comportamientos que puedan propiciar
una afectación a dicho interés jurídico.
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(1) Vide al respecto, REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. “La contaminación ambiental como delito en el Códi-
go Penal”. En: Estudios de Derecho Penal. Parte especial. Jurista Editores, Lima, 2009, pp. 171-172.
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(2) CALDAS VERA, Jorge. “Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente”. En: Lecciones de
Derecho Penal. Parte especial. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, p. 58.
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(3) JORDANO FRAGA, Juan. La protección del derecho a un medio ambiente adecuado. Bosch, Barcelona,
1995, p. 106.
(4) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “Del ambiente y los recursos naturales”. En: La Constitución comen-
tada. T. I, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 918.
(5) CAILLAUX ZAZZALI, Jorge. “Política ambiental”. En: La Constitución comentada. T. I, ob. cit.,
p. 931.
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(6) SCHÜNEMANN, Bernd. “Sobre la dogmática y la política criminal del Derecho Penal del medio am-
biente”. En: Temas actuales y permanentes del Derecho Penal después del milenio, p. 203.
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naturales, por una parte, y como elemento generador del progreso, pues
la protección ambiental no puede detener el desarrollo de la sociedad, por
otra parte(7). Una planificación inteligente puede y debe armonizar los re-
cursos renovables y los no renovables que deben ser tratados en forma
distinta, pero con prudencia y sabiduría(8).
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(13) Vide PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Derecho Penal Económico. Jurista Editores, Lima,
2009, pp. 92-101.
(14) REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. cit., p. 173.
(15) CARMONA SALGADO, Concepción. “Delitos contra los recursos naturales, el medio ambiente, la flora,
la fauna y los animales domésticos. disposiciones comunes”. En: Derecho Penal Español. Parte especial.
Coordinado por Manuel Cobo del Rosal, Dykinson, Madrid, 2005, p. 51.
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El artículo 135 de la Ley General del Ambiente dispone que: “El in-
cumplimiento de las normas de la presente Ley es sancionado por la auto-
ridad competente en base al Régimen Común de Fiscalización y Control
Ambiental. Las autoridades pueden establecer normas complementarias
siempre que no se opongan al Régimen Común. En el caso de los go-
biernos regionales y locales, los regímenes de fiscalización y control am-
biental se aprueban de conformidad con lo establecido en sus respectivas
leyes orgánicas”.
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(32) Vide PRATS CANUT/ MARQUÉS I BANQUÉ. Comentarios a la Parte Especial del Código Penal.
T. II, Pamplona, 2005, p. 1171.
(33) Así, TIEDEMANN, Klaus. “Relación entre Derecho Penal y autorización jurídico-administrativa”. En:
Temas de Derecho Penal Económico y Ambiental. Idemsa, 1999, p. 160.
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(…)”.
Han sido pues los compromisos contraídos con los Estados Unidos y
no la discusión respecto a los actos involucrados, los que han incidido en
la reforma político-criminal de los delitos ambientales. Esto, sin embargo,
no significa que en todos los casos la reforma penal sea equivocada.
(38) De aplicación supletoria según lo dispuesto en la tercera disposición final y complementaria de la Ley
Nº 27444.
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Por lo demás, debe decirse que como hemos referido supra la protec-
ción jurídico-penal del medio ambiente no corresponde ya a una visión
en puridad antropocéntrica, sino más bien etnocéntrica.
(40) Borja Jiménez, Emiliano. Curso de política criminal. Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 228.
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I. INTRODUCCIÓN
El Güernica es quizás una de las pinturas más emblemáticas de Pica-
sso. El dolor y la insanía humana en su máxima expresión quedan plas-
mados en esta obra que debe su nombre a la villa vasca bombardeada por
la aviación alemana el 26 de abril de 1937. La pintura había sido encarga-
da por el Gobierno de la Segunda República, que sufría los embates de las
huestes franquistas apoyadas militarmente por Hitler y Mussolini. Se dice
que el pintor malagueño, tras el bombardeo de Güernica, solo necesitó
un mes para culminar su obra. Presentada en la Exposición Universal de
París (1937), tuvieron que pasar 44 años para que el Güernica regresara a
España. La razón: Picasso había dispuesto que la obra solo fuese llevada
(*) Abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctor por la Universidad de Salaman-
ca, España. Magíster en Ciencias Penales por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Diplomado
en Marcas, Patentes, Derechos de Autor y Competencia en el Instituto de Derecho Industrial de la Uni-
versidad de Santiago de Compostela, España. Profesor de Derecho Penal de la Universidad de Lima.
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Como puede apreciarse, las obras nos acompañan en nuestra vida co-
tidiana, y mucho más de lo que a veces pensamos. Se protegen a través
del derecho de autor y, en lo que ahora nos interesa, del Derecho Penal.
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(1) GÓMEZ SEGADE, José Antonio. “La mundialización de la propiedad industrial y el Derecho de autor”.
En: Tecnología y Derecho. Estudios jurídicos del Prof. Dr. H. C. José Antonio Gómez Segade recopila-
dos con ocasión de la conmemoración de los XXV años de cátedra. Madrid, Marcial Pons, pp. 31 y 32.
(2) BAYLOS CORROZA, Hermenegildo. Tratado de Derecho Industrial. Propiedad industrial. Propiedad
intelectual. Derecho de la competencia económica. Disciplina de la competencia desleal. 2ª edición, Ci-
vitas, Madrid, 1993, pp. 48-49.
(3) GÓMEZ SEGADE, José Antonio. “La propiedad industrial en España”. En: Tecnología y Derecho. Estu-
dios jurídicos del Prof. Dr. H. C. José Antonio Gómez Segade recopilados con ocasión de la conmemo-
ración de los XXV años de cátedra. Marcial Pons, Madrid, p. 91.
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exclusiva temporal –patente– dentro del cual podrá gozar de los resulta-
dos económicos de la explotación de su creación(4).
(4) Vid. BAYLOS CORROZA, Hermenegildo. Ob. cit., pp. 49-50. Señala que el régimen de patentes de
invención trata de evitar que el inventor, ante el peligro –inherente a toda idea– de que su invención sea
copiada por otros, decida mantenerla y explotarla en secreto, con lo cual la sociedad quedaría privada del
conocimiento de una aportación técnica, en sí misma interesante, pero más estimable aún como medio
del que partir para nuevos descubrimientos e invenciones. Frente a lo cual la legislación de patentes
quiere garantizar al inventor o a la empresa que ha adquirido los derechos, la seguridad de que durante
un cierto tiempo podrá explotar esa invención pública y abiertamente, sin temor a que nadie lo copie o
imite, a cambio de que él comunique a la sociedad lealmente cuál es su invento y cómo puede realizarse.
Lo que constituye un factor importante de progreso técnico.
(5) FERNÁNDEZ-NOVOA, Carlos. Tratado sobre derecho de marcas. 2ª edición, Marcial Pons, Madrid,
2004, pp. 28-29.
(6) ORÉ SOSA, Eduardo. La infracción del derecho de marca. Palestra, Lima, 2007, p. 26.
(7) En el mismo sentido, BAYLOS CORROZA, Hermenegildo. Ob. cit., pp. 48-49.
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2. Obra protegible
Una obra es una creación intelectual, personal y original. Esta es una
definición legal a partir de la cual podemos extraer la naturaleza de lo
protegido por el derecho de autor. Estamos ante un bien inmaterial, ca-
rente de una existencia sensible per se; y que solo puede ser percibido en
tanto es fijado y reproducido en un soporte material.
El valor o mérito de una obra son indistintos para que una obra sea
susceptible de protección por el derecho de autor. Por lo demás, así lo
señala también el primer párrafo del artículo 3 de la LDA. Y es que la va-
loración de una obra, sea esta artística o científica, tiene una carga subje-
tiva tan grande como para hacer depender de ella la protección que deba
brindar el Derecho(8).
(8) A este respecto Lipszyc señala: “Se trata de una cuestión de gustos cuya consideración corresponde al
público y a la crítica, no al Derecho. Lo contrario podría dar lugar a toda clase de arbitrariedades, en
particular en una materia que presenta numerosos ejemplos de grandes obras que en ocasión de ser re-
presentadas, ejecutadas o expuestas por primera vez, fueron abucheadas y que, con el correr de los años,
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lograron un reconocimiento y un prestigio notables (…)”, vid. LIPSZYC, Delia. Derecho de autor y de-
rechos conexos. Zavalía, Buenos Aires, 1993, p. 67.
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a) El derecho de divulgación.
b) El derecho de paternidad.
c) El derecho de integridad.
f) El derecho de acceso.
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a) La reproducción de la obra.
b) La comunicación pública.
c) La distribución al público.
(11) Más allá de un criterio cuantitativo (número de personas) para determinar si un acto de comunicación
es público, la autoridad administrativa toma en cuenta: el tipo de obra que está siendo comunicada, el
ámbito espacial en el que se ha efectuado el acto de comunicación, a fin de descartar aquellos actos
privados que se efectúan en el seno familiar, de amigos o allegados; etc., vid. Resolución N° 182-2007/
ODA-INDECOPI del 24 de mayo de 2007, acápite 4.3.4.2.
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5. Derechos conexos
Los derechos conexos no protegen obras, al menos en el sentido del
derecho de autor. Pero sí protegen las interpretaciones o ejecuciones ar-
tísticas; los derechos de los productores de fonogramas; los derechos
de los organismos de radiodifusión sobre sus emisiones, etc. Como dice
Rangel(14): “Existen trabajos de naturaleza intelectual que aun cuando no
pueden considerarse una creación en sentido estricto, se asimilan a ella
por revelar un esfuerzo de talento que les imprime una individualidad de-
rivada ya sea del conocimiento científico, de la sensibilidad o de la apre-
ciación artística de quien los realiza”. En caso de conflicto entre estos de-
rechos y los del autor, priman los de este último.
(14) RANGEL MEDINA, David. Derecho Intelectual. McGraw-Hill, México D. F., 1998, p. 115.
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ley –tanto por el contenido como por el plazo– es menor (artículos 143 a
145 de la LDA).
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(16) Nota aparecida en el diario El Comercio, el 11 de setiembre de 1994, p. A-9. Según esta información,
la entidad de gestión había solicitado un anticipo de 15 mil dólares, como pago parcial, para realizar el
concierto.
(17) Como se sabe, el artículo 153 j) de la LDA señala: “Los gastos administrativos no podrán exceder del
treinta por ciento (30%) de la cantidad total de la remuneración recaudada efectivamente por la utiliza-
ción de los derechos de sus socios y de los miembros de las sociedades de gestión colectiva de derechos
de autor y de derechos conexos extranjeras o similares con las cuales tenga contrato de representación
recíproca”. Estos contratos de representación recíproca con entidades extranjeras sirven a la finalidad de
una mejor gestión de estos derechos –de autor y conexos de carácter patrimonial– a nivel internacional,
pues sería sumamente oneroso para una sociedad de gestión colectiva ejercer sus funciones en todos los
países en los cuales las obras que administran pudieran ser usadas (para empezar, tendrían que contar
con la autorización oficial de cada país, así como estar en condiciones de llevar a cabo actos de control y
recaudación en el lugar).
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(18) Resolución N° 0274-2007/ODA-INDECOPI del 17 de agosto de 2007. Esta resolución fue confirmada
por el Tribunal del Indecopi en algunos de sus extremos: existió infracción al literal j) del artículo 153
del Decreto Legislativo Nº 822 por el periodo correspondiente al año 2004; confirma buena parte de las
sanciones impuestas, vid. Resolución N° 1018-2008/TPI-INDECOPI del 28 de abril de 2008.
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Por supuesto que algunas veces los tipos penales se nos presentan un
tanto incomprensibles, en el sentido de que no estamos seguros de qué es
lo que se intenta reprimir, lo que es natural, por un lado, por la esencia
misma del lenguaje –las palabras suelen adoptar más de un significado–,
y, por otro, por el empleo, en la redacción de los tipos penales, de térmi-
nos amplios que sin pretender agotar todas las formas en las que puede
manifestarse el comportamiento prohibido, son susceptibles de ser con-
cretados judicialmente mediante la interpretación normativa ya sin dete-
nernos en el empleo de elementos normativos y leyes penales en blanco.
(19) Lo que conculcaría los principios de proporcionalidad, legalidad y lesividad. Echar a andar todo el rigor
del poder punitivo del Estado frente a conductas que no suponen un serio riesgo a las normas básicas de
convivencia y del sistema social no sería sino violencia penal innecesaria. La importancia del bien jurídi-
co en la configuración del tipo es incuestionable. Así, según la naturaleza del bien jurídico en cuestión, el
legislador suele recurrir a fórmulas de lesión o de peligro, a tipos completos o incompletos, etc.
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Pues bien, el bien jurídico protegido en las figuras penales ahora ana-
lizadas es el derecho de autor y, en algunos casos, los derechos conexos.
La protección penal se encamina a perseguir aquellos comportamientos
que supongan una vulneración tanto de las facultades morales como patri-
moniales, con cierta preeminencia de estas últimas. En efecto, si bien se
reprimen conductas que suponen la afectación de derechos morales tales
como el derecho a la paternidad, a la integridad y a la no divulgación de
la obra, lo cierto es que buena parte de los comportamientos delictivos
–con más razón desde la entrada en vigor de la Ley Nº 29263 que incor-
pora nuevas figuras típicas– tienen que ver con actos de comunicación,
distribución, reproducción e importación atentatorios contra las faculta-
des patrimoniales de los derechos de autor y conexos.
Debe tenerse en cuenta que entre los derechos de autor (que atiende
en sentido estricto a los creadores) y los derechos conexos (esto es, de los
intérpretes o ejecutantes, de los productores de fonograma y de los orga-
nismos de radiodifusión) se pueden establecer vasos comunicantes:
“Lo que se observa sin mayor esfuerzo es que las obras de los
autores son el insumo o la materia prima de la cual se valen los
titulares de los denominados derechos conexos o vecinos, y a su
vez los autores encuentran en los titulares de derechos conexos
sus mejores aliados en la labor de dar a conocer y de difusión
(20) De ahí el interés en retrasar el ingreso al dominio público de algunas creaciones (como sucede en el caso
de Mickey Mouse); por eso el afán de limitar el intercambio de contenidos (música, videos, etc.) a través
de la red; por ello las empresas dedicadas a la producción de fonogramas o a la distribución de películas
exigen, con tanta razón como insistencia, que se persiga y reprima la piratería.
90
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
(21) RÍOS RUIZ, Wilson Rafael. “Derechos de autor y derechos conexos en la televisión por satélite y te-
levisión por cable - cable distribución. Señales portadoras de programas de satélite”. En: La propiedad
inmaterial. Universidad Externado de Colombia, N° 6, 2003, p. 47.
(22) Para un buen estudio sobre el reconocimiento constitucional de los derechos intelectuales, vid. KRE-
SALJA, Baldo. “Los derechos intelectuales en el constitucionalismo peruano”. En: Anuario Andino de
Derechos Intelectuales. N° 1, 2004, pp. 15-53.
91
Eduardo Oré Sosa
3. Figuras penales
Antes de analizar las figuras penales incorporadas en virtud de la Ley
Nº 29263, haremos un breve repaso de las conductas que ya estaban pre-
vistas con anterioridad a ella.
92
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
93
Eduardo Oré Sosa
Las conductas típicas tienen que ver con afectaciones tanto a los
derechos morales (no modificación), como a los patrimoniales (distribu-
ción, comunicación, reproducción, etc.). Estas conductas se realizan sin
la debida autorización del titular del derecho (de autor o conexo), salvo
el supuesto previsto en el literal d), en el que hay autorización, pero la
reproducción, comunicación o distribución se hace en mayor número al
autorizado.
94
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
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Eduardo Oré Sosa
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La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
97
Eduardo Oré Sosa
(24) LATORRE, Virgilio. Protección penal del derecho de autor. Valencia, Tirant lo Blanch, 1994, p. 202. Se
trata de un supuesto, como señala, Lipszyc, de falsa atribución de paternidad, vid. LIPSZYC, Delia. Ob.
cit., pp. 167-168.
98
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
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Eduardo Oré Sosa
100
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
101
Eduardo Oré Sosa
(28) RODRÍGUEZ GÓMEZ, Carmen. La tutela penal de las marcas y demás signos distintivos en el nuevo
Código Penal. Tesis doctoral, Ignacio Berdugo (dir.), Universidad de Salamanca, 1996, p. 344.
102
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
(29) MIRÓ LLINARES, Fernando. Internet y delitos contra la propiedad intelectual. Fundación Autor, Ma-
drid, 2005, p. 159.
(30) Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel. Actos preparatorios, tentativa y consumación del delito. Grijley, Lima,
1997, p. 139, donde señala: “La punición de determinados actos preparatorios radica en estimaciones
político-criminales centradas fundamentalmente en la consideración de que existe un peligro potencial
implícito en estos actos para la seguridad de los bienes jurídicos, los que en razón de su alta significancia
penal y características propias los hacen merecedores de tutela previa a la ejecución de los delitos a lo
que tienden tales aprestamientos humanos, produciéndose entonces una extensión de tipicidad legalmente
establecida, que en la mayoría de códigos penales se dirigen principalmente a los delitos político-sociales
y que en otros va más allá abarcando una protección generalizada de los bienes jurídicos y de la vigencia
de la norma”.
103
Eduardo Oré Sosa
(31) MATIZ BULLA, Carlos Alfonso. “Delitos contra los derechos de autor en el nuevo Código Penal (Ley
599 de 2001)”. En: La Propiedad Inmaterial. Universidad Externado de Colombia, N° 5, 2002, p. 12.
(32) Sobre este punto, vid. ORÉ SOSA, Eduardo. La protección penal de la marca en el Derecho español.
Alternativas, Lima, 2006, p. 284. Hay consenso en la futilidad de la inclusión de los fines comerciales en
estos delitos, pues esta circunstancia no agrega nada al tipo, es obvia e innecesaria.
104
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
Esto último resulta importante pues permite apreciar qué fue lo que
nuestro legislador pretendió al estructurar el segundo párrafo del artículo
220-D del Código Penal: “La misma pena será impuesta al que distribu-
ya o importe para su distribución información sobre gestión de dere-
chos, a sabiendas que esta ha sido suprimida o alterada sin autorización;
o distribuya, importe para su distribución, transmita, comunique o
ponga a disposición del público copias de las obras, interpretaciones
o ejecuciones o fonogramas, a sabiendas que la información sobre ges-
tión de derechos ha sido suprimida o alterada sin autorización”.
105
Eduardo Oré Sosa
Una valoración final sobre este nuevo hecho punible que conecta
con los problemas interpretativos anteriormente advertidos lleva a cri-
ticar la amplitud del tipo penal. Parece indiscutible que la necesidad de
tutela de la información para la gestión de derechos “(...) no solo deriva
de esa importancia de la información, sino también de la facilidad con la
que la misma puede ser suprimida o alterada, sin que quienes accedan de
una u otra forma a las copias alteradas o a copias de las mismas puedan
percatarse de ello”(33). No obstante, debemos apuntar que la protección
de este tipo de información cobra más sentido en un contexto donde la
(33) BERCOVITZ, Rodrigo. “La tutela de los derechos de propiedad intelectual en el ámbito digital”. En:
Anuario Andino de Derechos Intelectuales. N° 3, 2007, p. 128.
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La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
El artículo 220-F del Código Penal reprime a aquel que elabore, co-
mercialice, distribuya almacene con fines comerciales manuales o licen-
cias no auténticas para un programa de ordenador. Debe señalarse que los
programas de ordenador constituyen obras protegidas por el derecho de
autor, de ahí que para la protección penal de los derechos sobre un pro-
grama de ordenador se pueda echar mano de las mismas figuras delictivas
previstas para la infracción de los derechos de autor en las que estén in-
volucradas otro tipo de obras protegidas. Por lo demás, el artículo 69 de
la LDA señala que los programas de ordenador se protegen en los mismos
términos que las obras literarias.
107
Eduardo Oré Sosa
(35) El principio de intervención mínima parecería desaconsejar la persecución penal de estos comportamien-
tos. Como anota González Gómez: “Desde el punto de vista práctico, ni las autoridades judiciales, ni los
(posibles) perjudicados han mostrado un particular interés en la persecución de copias ilícitas de soft-
ware, si son para uso privado. Antes bien, se han centrado en la distribución profesional de aquellas y
en la denuncia de grandes empresas que utilizan, con fines comerciales, copias piratas de software”, vid.
GONZÁLEZ GÓMEZ, Alejandro. El tipo básico de los delitos contra la propiedad intelectual. De la
reforma de 1987 al Código Penal de 1995. Tecnos, Madrid, 1998, p. 211.
108
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
5. La incautación y el comiso
El artículo 221 del Código Penal señala:
109
Eduardo Oré Sosa
(36) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. Manual de Derecho Procesal Penal. Idemsa, Lima, 2004, p. 837.
(37) GARCÍA LUENGO, Ramón Bernabé. “Posibilidad de ejercitar acciones civiles y penales. Acciones civi-
les que puede ejercitar el titular de la marca”. En: Alberto Bercovitz (dir.) y José Antonio García-Cruces
(dir. adj.). Comentarios a la Ley de Marcas. Aranzadi, Navarra, 2003, p. 628.
110
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
Puede darse el caso de que los ejemplares ilícitos que han sido in-
cautados no sean, en sí, de comercio prohibido, caso en el cual conside-
ro de aplicación lo previsto por los artículos 197 c) y, más precisamente,
197-A de la LDA(38), pues, al fin y al cabo, es mejor estar en estos casos
a la voluntad del titular del bien jurídico protegido. Y es que una cosa es
pretender que se devuelva productos piratas al infractor(39), lo que debe
rechazarse, y otra muy distinta es impedir al titular a que disponga lo que
considere mejor con relación a ejemplares incautados que per se no son
ilícitos. Así, por ejemplo, si se llegó a un acuerdo con aquel que vulneró
el derecho a no divulgar la obra o que la distribuyó más allá de lo autori-
zado, no se ven razones para impedir que los ejemplares incautados sean
entregados, devueltos o distribuidos según lo disponga el titular de los
derechos.
111
Eduardo Oré Sosa
TÍTULO VII
CAPÍTULO I
Por esta misma razón, esto es, por una cuestión de sistemática, en-
tendemos que el delito previsto en el artículo 222-A del Código Penal
vigente, que reprime los actos de alteración de datos de un terminal ce-
lular, debe encontrar otra ubicación (quizás en el Título V Delitos contra
el patrimonio), pues dicho delito no tiene por bien jurídico protegido el
derecho de autor ni algún derecho de la propiedad industrial. Como seña-
la la Exposición de Motivos del Proyecto de Ley N° 13855/2005-CR, que
sirvió de antecedente a la Ley Nº 28774, que incorporó esta nueva figura
penal, el objetivo era que los terminales telefónicos que hayan sido repor-
tados como robados, hurtados o perdidos no fuesen reactivados, ya sea
mediante clonación o la adulteración de los terminales celulares. Lo que
poco tiene que ver con la protección de la propiedad intelectual, llámese
derecho de autor o propiedad industrial.
(40) NOVAK, Fabián y SALMÓN, Elizabeth. Las obligaciones internacionales del Perú en materia de dere-
chos humanos. Fondo Editorial de la PUCP, 2002, pp. 44-51.
112
La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
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Eduardo Oré Sosa
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La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
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La actual regulación de los delitos contra el derecho de autor
117
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
Las faltas, al igual que los delitos, constituyen infracciones que llevan apareja-
da una sanción penal. Para el autor, el desinterés que ha mostrado la doctrina
y la jurisprudencia (nacional y extranjera) respecto a las faltas no encuentra
justificación dado que estas, al tener una mayor incidencia que los mismos
delitos, producen un mayor acercamiento y contacto del sistema judicial con
la ciudadanía. Por tal razón, analiza las recientes modificaciones realizadas
por nuestro legislador a través de la Ley Nº 29407 del 18 de setiembre de
2009 que, entre otras cosas, introdujo la posibilidad, en determinados su-
puestos, de aplicar para las faltas la pena privativa de libertad.
(*) Magíster en Derecho con mención en Ciencias Penales por la Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos. Profesor de Derecho Procesal Penal en la Universidad César Vallejo, investigador del Instituto Dere-
cho y Justicia (D’ JUS). Fiscal penal en el Distrito Judicial de Lima.
(1) Me parece que hasta el momento el único trabajo que sobre la materia se ha publicado en nuestro país,
intentando una aproximación a su análisis dogmático y procesal, es mi libro Las faltas en el ordenamien-
to penal peruano. Un estudio sustantivo y procesal. Grijley, Lima, 2008.
121
Hamilton Castro Trigoso
(2) CARMONA RUANO, Miguel. “El principio acusatorio y el derecho de defensa en el juicio de faltas”.
En: SAAVEDRA RUIZ, Juan (dir.). Cuestiones de Derecho Procesal Penal. Consejo General del Poder
Judicial, Madrid, 1994, p. 285.
(3) JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. Tomo III, 5ª edición actualizada, Editorial Losa-
da, Buenos Aires, 1992, p. 157.
(4) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. 3ª reimp. de la 1ª ed., Grijley, Lima, 2001, p.
939.
(5) La propuesta fue presentada por la congresista Mercedes Cabanillas, pero no prosperó.
122
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(6) Vide CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Las faltas en el ordenamiento penal peruano. Un estudio sustanti-
vo y procesal. Grijley, Lima, 2008, p. 21.
(7) ZAFFARONI, Eugenio Raúl et ál. Manual de Derecho Penal. Ediar, 1ª reimpresión de la 2ª edición,
Buenos Aires, 2007, p. 138.
123
Hamilton Castro Trigoso
(8) ARMENTA DEU, Teresa. Criminalidad de bagatela y principio de oportunidad: Alemania y España.
Promociones y Publicaciones Universitarias S.A., Barcelona, 1991, p. 24.
(9) ARMENTA DEU, Teresa. Ob. cit., p. 23.
(10) ZAFFARONI/ ALAGIA/ SLOKAR. Ob. cit., p. 138.
(11) ZAFFARONI et ál. Ob. cit., p. 138.
124
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
A través del Derecho Penal las agencias del Estado ejercen el con-
trol social formal una vez que determinados individuos han incurrido en
conductas consideradas desviadas, léase tipificadas como delitos o faltas.
La regulación de las faltas se inscribe precisamente en el marco del con-
trol formal. Pero, contrariamente a lo que se suele pensar, tal regulación
reviste una singular importancia en el abanico de mecanismos del con-
trol formal, por las razones precedentemente explicadas, a tal punto que
puede afirmarse que no existe justificación alguna para el histórico aban-
dono del estudio y tratamiento de las faltas.
(12) Véase al respecto, GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Tratado de Criminología. 2ª edición, Ti-
rant lo Blanch, Valencia, 1999, pp. 76-80.
125
Hamilton Castro Trigoso
a) Los que sostienen que los bienes protegidos en ambos casos son
diferentes. Así, se dice que el delito constituye una violación de
un derecho protegido por la ley penal. En las faltas únicamen-
te se protegería la prosperidad a partir del principio de utilidad
(Carrara).
(13) JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. T. III, 5ª ed., Losada, Buenos Aires, 1992,
p. 140.
(14) BECCARIA, Cesare. De los delitos y de las penas. 3ª reimpresión de la 3ª edición, Temis, Bogotá, 2003,
p. 61.
126
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
Así, las faltas de hurto simple, daños y lesiones contienen los mis-
mos elementos que los delitos correspondientes y regulados en el Código
Penal, salvo la diferencia en cuanto al valor patrimonial del objeto o la
gravedad de las lesiones según prescripción cuantitativa. El artículo 11 de
nuestro Código Penal estatuye que “(...) son delitos y faltas las acciones u
omisiones dolosas o culposas penadas por la ley”. El legislador nacional
no ha establecido una diferencia sustancial u ontológica entre los delitos
y las faltas. Es por ello que el profesor Villavicencio Terreros afirma que
“(...) las diferencias entre delito y falta son esencialmente cuantitativas o
legales”(16).
(15) SEGRELLES DE ARENAZA, Iñigo, en AA.VV. Curso de Derecho Penal español. Vol. II, Marcial Pons,
Madrid, 1997, p. 977.
(16) VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima, 2006, p. 230.
(17) CALDERÓN CEREZO, Ángel/ CHOCLÁN MONTALVO, José. Derecho Penal. Parte especial. Vol. II,
Bosch, Barcelona, 1999, p. 1304.
127
Hamilton Castro Trigoso
(18) JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Trad. de Joaquín Cuello Contreras y José Luis Serra-
no Gonzales de Murillo, Marcial Pons, Madrid, 1997, pp. 68 y 69.
(19) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Civitas, Madrid, 1997, pp. 72 y 73.
(20) JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. 5ª edición actualizada, tomo III, Editorial Losa-
da, Buenos Aires, 1992, pp. 158 y 160.
(21) Ídem.
(22) SEGRELLES DE ARENAZA, Íñigo. En: CARMONA SALGADO, Concepción et ál. Curso de Derecho
Penal español. Vol. II, Marcial Pons Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., Madrid, 1997, p. 979.
128
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
delitos en miniatura que no difieren mucho de los delitos, “(...) pero otras
veces son más bien puras infracciones administrativas, que solo por la
tradición se incluyen en el Código Penal”(23).
(23) MUÑOZ CONDE, Francisco. Teoría general del delito. Reimpresión de la 2ª edición, Editorial Temis
S.A., Santa Fe de Bogotá, 1999, p. 5.
(24) TIEDEMANN, Klaus. Constitución y Derecho Penal. Palestra, Lima, 2003, p. 96. El trabajo específica-
mente consultado e incluido en el libro citado es Derecho Penal administrativo y Estado de Derecho. Un
panorama sobre el Derecho alemán de contravenciones.
(25) Vid. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 53. El ilustre jurista alemán precisa que autores como James Goldschmit,
Erik Wolf y Eberhard Schmidt ya habían planteado que “(…) el Derecho Penal tiene que proteger bienes
jurídicos previamente dados, (…) mientras que las infracciones de las reglamentaciones estatales, que no
protegen bienes ya existentes, sino que se dictan solamente al servicio de las misiones públicas de orden
y bienestar, en cuanto desobediencias éticamente incoloras, o sea en cuanto contravenciones, deben casti-
garse con sanciones no criminales”.
(26) Ídem, p.53.
129
Hamilton Castro Trigoso
130
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(32) Vide, al respecto, ZÚÑIGA RODRÍGUEZ, Laura. Ob. cit., p. 242, quien sostiene que “Con la consoli-
dación constitucional del Estado Social y Democrático de Derecho, el proceso histórico de todos estos
países converge para requerir que toda forma de intervención en la esfera personal tiene que estar regida
por los principios de legalidad y proporcionalidad”.
(33) ZAFFARONI/ ALAGIA/ SLOKAR. Manual de Derecho Penal. Parte general. 1ª reimp. de la 2ª ed.,
Ediar, Buenos Aires, 2007, p. 9.
131
Hamilton Castro Trigoso
(34) GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Tratado de Criminología. 2ª edición, Tirant lo Blanch, Va-
lencia, 1999, pp. 880-883.
132
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(35) BINDER, Alberto M. “Tensiones político-criminales en el proceso penal”. En: La realidad de la reforma
procesal penal en el Perú, Ediciones BLG, Trujillo, 2009, p. 29.
(36) Binder va mucho más allá ya que, tras afirmar que “el recurrir a las amenazas del uso de la violencia es
una figura retórica que esconde la poca predisposición de tomarse en serio la solución de un problema”,
pues “para muchos sectores políticos es, por otra parte, una forma sencilla de demagogia política”, habla
de la existencia, entre otros, de un mercado de la seguridad privada y de una industria política que se ali-
menta de la sensación de inseguridad y del miedo, y es apuntalada por el amarillismo de ciertos medios
de comunicación masivos (loc. cit.).
133
Hamilton Castro Trigoso
134
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(37) El sistema del sursis fue introducido en nuestro país por el Código Penal de 1924 con el nomen juris de
condena condicional.
135
Hamilton Castro Trigoso
prisión para ladronzuelos de poca monta podrían ser más bien contrapro-
ducentes pues en la cárcel podrán encontrar una suerte de escuela de per-
feccionamiento en el crimen, lo que terminará multiplicando los hurtos y
lesiones de bagatela que se pretenden combatir en la sociedad a través de
la pena privativa de libertad efectiva. La irracionalidad de la reforma es
por demás evidente. Lo lamentable es que quien termina pagando los pla-
tos rotos de estas irracionales reformas penales es la ciudadanía a la que,
paradójicamente, se dice defender.
Sin embargo, no resulta del todo acertada la posición del llamado Máxi-
mo Intérprete de la Constitución, pues el rechazo de la reincidencia y la
habitualidad como expresiones de un Derecho Penal de autor no responde
únicamente a una toma de postura doctrinal, como se señala en la senten-
cia citada, sino principalmente a la vulneración de principios tan importan-
tes como el nullum crimen sine conducta, nullum crimen sine lege y nullum
crimen sine culpa, pilares del Derecho Penal correspondiente al Estado de
136
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(40) Véase al respecto, ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Civitas, Madrid, 1997, p. 177. Igual-
mente, ZAFFARONI et ál, Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 49.
(41) ZAFFARONI/ ALAGIA/ SLOKAR. Ob. cit., p. 773, en relación con los requisitos y fundamentos justi-
ficantes de las posiciones que defienden la reincidencia, sostienen que “ninguna de ellas logró salvar la
objeción de que el plus de poder punitivo que habilita la reincidencia se funda en razón de un delito que
ya fue juzgado o penado, por lo que importaría una violación constitucional al non bis in ídem. De este
modo, la idea tradicional de reincidencia como inevitable causa de habilitación de mayor pena deviene
en inconstitucional”.
137
Hamilton Castro Trigoso
(42) Cfr. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima, 2006, p. 702.
Igualmente, QUINTERO OLIVARES, Gonzalo. Manual de Derecho Penal. Parte general. 2ª edición,
Aranzadi, Navarra, 2000, p. 748.
(43) Ídem.
(44) No obstante, Felipe Villavicencio Terreros considera que originalmente el artículo 50 del Código Penal
adopta el criterio de la acumulación jurídica, de tal modo que primero el juez tendrá que “precisar una
pena para cada delito independiente, luego tomar de ellas la que establezca la pena más grave para final-
mente aplicar una pena agravada del delito más grave”. Así se lograría una diferencia en la punibilidad
entre el concurso ideal y el concurso real, en la medida que para este se establecía la pena del delito más
grave pero teniendo en cuenta las circunstancias previstas en los artículos 45 y 46 del Código sustantivo.
Ob. cit., pp. 707-708.
138
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
(45) Puede consultarse al respecto el diario de los debates del Congreso en el portal web <www.congreso.gob.
pe>, sesión matinal del jueves 10 de setiembre de 2009.
139
Hamilton Castro Trigoso
(46) Véase al respecto mi libro Las faltas en el ordenamiento penal peruano. Un estudio sustantivo y proce-
sal. Grijley, Lima, 2008, pp. 27-35.
140
las faltas y las últimas modificaciones introducidas por la Ley Nº 29407
141
Hamilton Castro Trigoso
V. CONCLUSIONES
a) El control social ejercido por el Estado a través de la regulación
de las faltas es de la máxima importancia, dado que es a través de
ella que el poder punitivo controla a las grandes mayorías.
b) La última reforma de las faltas, introducida por Ley Nº 29407 del
18 de setiembre de 2009, es expresión de un Derecho Penal sim-
bólico que no resuelve las verdaderas causas del fenómeno crimi-
nal sino que, por el contrario, las deja intactas.
c) La modificación más resaltante en el ámbito de las faltas que ha
producido la Ley Nº 29407 es la que ha recaído sobre el texto del
artículo 440 del Código Penal, tornando obligatoria la imposición
de pena privativa de libertad efectiva en caso de reincidencia en
faltas dolosas de lesiones, hurto simple y daño.
d) Una vez más se ha recurrido a la respuesta puramente penal para
resolver un problema que debe ser enfrentado principalmente en
otros ámbitos y por actores diferentes a los jueces. Es claro que
las modificaciones introducidas en el tratamiento de las faltas no
resolverá el problema que se pretende enfrentar. Las estadísticas
no mentirán. Con toda seguridad en algunos años volveremos a
hablar con preocupación de la alta incidencia en nuestra sociedad
de las infracciones penales conocidas como faltas, especialmente
las de hurto, daños y lesiones. Esta reforma, como todas aquellas
que son irracionalmente concebidas, deja intactas las causas del
problema.
e) Es posible que la introducción de la pena privativa de libertad de
corta duración para los reincidentes en faltas tendrá el efecto con-
trario al buscado. Servirá para que ladronzuelos de poca monta
perfeccionen sus “técnicas delictivas” en las escuelas del deli-
to que son las cárceles. Esto, como es fácil de inferir, tendrá un
efecto delictual multiplicador en la sociedad y es posible que el
remedio sea peor que la enfermedad.
142
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(*) Magíster en Derecho Penal por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Doctorando en Derecho
en la Universidad Autónoma de México. Docente de la Escuela Judicial del Estado de México. Instructor
del Instituto de Capacitación y Formación de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México,
así como de la Defensoría Pública del Estado de México. Investigador del Centro de Investigación en
Ciencias Jurídicas, Justicia Penal y Seguridad Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad Autó-
noma del Estado de México. Ex Fiscal Adjunto Superior.
145
Hesbert Benavente Chorres
(1) En la última década, en el marco de las nuevas políticas de seguridad, se acuña el concepto de seguridad
ciudadana para expresar de manera más integral las necesidades de la población y la responsabilidad del
Estado en materia de seguridad. Este es un concepto alternativo y democratizador, que redefine el papel
de las fuerzas de seguridad en la vida política y social con el fin de afirmar el Estado de Derecho. En
ese orden de ideas, se la entiende como la preocupación por la calidad de vida y la dignidad humana en
términos de libertad, acceso al mercado y oportunidades sociales. Es decir, es el grado de protección que
el Estado brinda a sus habitantes frente a riesgos y amenazas. En términos policiales, es entendida como
un conjunto de medidas sistematizadas de carácter preventivo, tendentes a eliminar o por lo menos dis-
minuir las posibilidades de generar conflictos o violencia que produzcan víctimas y ofrecer a las personas
amplias garantías de seguridad moral y física que garanticen su vida y sus bienes. Para mayores detalles,
véase: YHONNY MOLLERICONA, Juan/ TININI, Ninoska/ PAREDES, Adriana. La seguridad ciuda-
dana en la ciudad de El Alto. Fronteras entre el miedo y la acción vecinal. Fundación PIEB, La Paz,
2007, p. 7.
(2) RICO, José María/ CHINCHILLA, Laura. Seguridad ciudadana en América Latina. Siglo XXI Editores,
México, 2002, p. 11.
146
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(3) PÉREZ, Alonso Francisco. Seguridad ciudadana. Editorial Pons, Madrid, 1994, pp. 14-15.
(4) JIMÉNEZ DÍAZ, María José. Seguridad ciudadana y Derecho Penal. Editorial Dykinson, Madrid-Espa-
ña, 2006, p. 20.
(5) SORIA VERDE, Miguel Ángel. La víctima entre la justicia y la delincuencia. Aspectos psicológicos,
sociales y jurídicos de la victimización. Editorial PPU, Barcelona, 1993, p. 49.
(6) CARRO FERNÁNDEZ-VALMAYOR, José Luis. “Sobre los conceptos de orden público, seguridad
ciudadana y seguridad pública”. En: Revista Vasca de Administración Pública. Nº 7, País Vasco, 1990,
p. 41.
147
Hesbert Benavente Chorres
(7) IZU BELLOSO, Miguel José. “Los conceptos de orden público y seguridad ciudadana tras la constitu-
ción de 1978”. En: Revista Española de Derecho Administrativo. Nº 58, Madrid, 1988, p. 252.
(8) LÓPEZ-NIETO Y MALLO, Francisco. La policía municipal. Publicaciones Abella, Madrid, 1986, p. 23.
Asimismo, en este texto se podrá encontrar el análisis sobre diversas empresas y profesiones relacionadas
con la seguridad: detectives privados, vigilantes nocturnos, empresas privadas de seguridad, vigilantes,
etc.
(9) YHONNY MOLLERICONA, Juan et ál. Ob. cit., p. 65.
148
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
149
Hesbert Benavente Chorres
(10) HURTADO MARTÍNEZ, María del Carmen. La inseguridad ciudadana de la transición española a una
sociedad democrática (1977-1989). Universidad de Castilla-La Mancha, 1999, p. 28.
(11) MUÑOZ CONDE, Francisco. “La reforma de los delitos contra el patrimonio”. En: Documentación jurí-
dica. Número monográfico sobre la PANCP, volumen I, Madrid, 1993, p. 669.
(12) Memoria del Fiscal General del Estado de 1980, p. 64.
150
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
Por otra parte, la crisis económica es, en mi opinión, una de las cau-
sas que incide en el aumento de las infracciones penales. Aunque no
puede, normalmente probarse una relación causal, sí que puede suponerse
una conexión entre desempleo y criminalidad, al menos, juvenil. Proba-
blemente las diferencias de socialización conducen tanto al desempleo ju-
venil como a la delincuencia de las personas jóvenes(13). Recuérdese que
el espacio social como resultante de la actividad humana, hay que consi-
derarlo fundamentalmente como espacio de producción y como espacio
de consumo, que invita al logro de los bienes de uso, buscando a ultranza
los medios para su adquisición, dando lugar a la realización de prácticas
delictivas, base de la inseguridad ciudadana.
151
Hesbert Benavente Chorres
(14) Para mayores detalles, vide ACERO VELÁSQUEZ, Hugo. La seguridad ciudadana, una responsabi-
lidad de los gobiernos locales en Colombia. Programa Departamentos y Municipios Seguros, Bogotá,
2005.
(15) BELIZ, Gustavo. “¿Hacia una nueva generación de reformas en seguridad ciudadana?”. En: ¿Cuál es la
salida? La agenda inconclusa de la seguridad ciudadana. Banco Interamericano de Desarrollo, Nueva
York, 2007, p. 2.
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(16) Para mayor información, vide FERNÁNDEZ LORES, Guillermo. “Espacio público. Heterogeneidad de
uso e inseguridad”. En: Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX, Nº 1, Universidad Alberto Hurtado,
Santiago, 2005.
(17) BELIZ, Gustavo. Ob. cit., p. 5.
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Hesbert Benavente Chorres
154
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(23) “Artículo 32.- El delincuente sorprendido en flagrancia podrá ser aprehendido y llevado ante el juez por
cualquier persona. Si los agentes de la autoridad lo persiguieren y se refugiare en su propio domicilio,
podrán penetrar en él, para el acto de la aprehensión; si se acogiere a domicilio ajeno, deberá preceder
requerimiento al morador”.
(24) Los representantes de los Estados de Guatemala, El Salvador y Honduras, reunidos en Asamblea Nacio-
nal Constituyente, en cumplimiento del pacto de unión, firmado en San José de Costa Rica, el 19 de enero
de 1921, dictaron en el citado año la Constitución Política de la República Federal de Centroamérica.
(25) “Artículo 51.- Nadie puede ser perturbado en sus derechos ni molestado en su persona, familia y do-
micilio, sino en virtud de mandato escrito de autoridad competente que motive la causa legal del pro-
cedimiento. Solo la autoridad podrá librar orden de detención, de conformidad con la ley. Esa orden se
extenderá y firmará por duplicado, entregándose un ejemplar al detenido.
Se exceptúa el caso de delito in fraganti, en el cual, además de la autoridad y sus agentes, cualquiera del
pueblo puede aprehender al delincuente y a sus cómplices o encubridores.
Ninguno puede ser detenido o preso sino en los lugares que determine la ley”.
(26) “Artículo 287.- En los casos previstos en los incisos 1, 2 y 4 del artículo 284; los particulares serán fa-
cultados para practicar la detención, debiendo entregar inmediatamente al detenido a la autoridad judicial
o policial”.
(27) “Artículo 235.- Las autoridades de policía podrán aprehender a toda persona, aun sin orden judicial,
cuando:
a) Haya sido sorprendida en flagrante delito o contravención o sea perseguida inmediatamente después
de intentarlo o cometerlo.
b) Se haya fugado de algún establecimiento penal o de cualquier otro lugar de detención.
c) Existan indicios comprobados de su participación en un hecho punible y se trate de un caso en que
procede la prisión preventiva.
Asimismo, en caso de flagrancia, cualquier persona podrá practicar la aprehensión e impedir que el
hecho produzca consecuencias. La persona aprehendida será entregada inmediatamente a la autoridad
más cercana.
La autoridad policial que haya aprehendido a alguna persona deberá ponerla, con prontitud, a la orden
del Ministerio Público, para que este, si lo estima necesario, solicite al juez la prisión preventiva. La
solicitud deberá formularse luego de realizar las diligencias indispensables y, en todo caso, dentro de las
veinticuatro horas contadas a partir de la captura.
Si se trata de un delito que requiera la instancia privada, será informado inmediatamente quien pueda
instar y, si este no presenta la denuncia en el mismo acto, el aprehendido será puesto en libertad”.
(28) “Artículo 161.- Detención por delito flagrante
Los agentes de la Policía Judicial o de la Policía Nacional pueden aprehender a una persona sorprendida
en delito flagrante de acción pública o inmediatamente después de su comisión; y la pondrán a órdenes
del juez competente dentro de las veinticuatro horas posteriores. En caso del delito flagrante, cualquier
persona está autorizada a practicar la aprehensión, pero debe entregar inmediatamente al aprehendido a
la policía y esta, a su vez, al juez competente”.
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Hesbert Benavente Chorres
156
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(32) Para Eguiguren, la libertad personal “comprende una libertad física o ambulatoria, que reconoce a toda per-
sona la facultad de desplazarse libremente, sin otras limitaciones que las impuestas por el medio en que se
pretende actuar y las establecidas por las normas constitucionales para preservar otros derechos o valores
igualmente relevantes”. EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios constitucionales. ARA Editores, Lima,
2002, pp. 27-28.
(33) Exp. Nº 1091-2002-HC/TC, fundamento jurídico 1, de la parte referida a los alcances constitucionales de la
libertad personal.
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Hesbert Benavente Chorres
(34) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Hábeas corpus, amparo y hábeas data. ARA Editores, Lima, 2004, p. 318.
(35) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Elementos de una teoría general de los derechos constitucionales. ARA Edi-
tores, Lima, 2003, p. 37.
(36) Cita tomada de CASTAÑEDA OTSU, Susana. “El proceso de hábeas corpus en el Código Procesal Consti-
tucional”. En: Introducción a los procesos constitucionales. Comentarios al Código Procesal Constitucional.
Jurista Editores, Lima, 2005, p. 93.
(37) Cfr. EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Ob. cit., pp. 27 y 28.
(38) Espinosa-Saldaña acota que, en rigor, el término debería ser la libertad personal, dado
que, de lo que se está hablando es del pleno ejercicio de la dimensión más bien física de
aquel derecho y valor que se conoce con el nombre de libertad. Como es de conocimien-
to general, esta faceta de la libertad (entendida al mismo tiempo como autodeterminación y no
interferencia) es doctrinariamente conocida con el nombre de la libertad personal. ESPINOSA-
SALDAÑA BARRERA, Eloy. “Hábeas corpus contra resoluciones judiciales: Entre la evolución
del concepto ‘proceso regular’ y la determinación del ámbito de acción del juez constitucional”. En:
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
Ahora bien, el arresto que el artículo 260 del Código Procesal Penal
faculta a cualquier ciudadano que ha sorprendido a una persona en fla-
grancia delictiva (y a quien debe entregar inmediatamente a la autoridad
policial más cercana) ¿es inconstitucional al afectar el derecho constitu-
cional a la libertad personal?(39)
Jurisdicción constitucional, impartición de justicia y debido proceso. ARA Editores, Lima, 2003,
p. 146.
(39) En ese sentido, de acuerdo a la configuración constitucional de la libertad personal, física o ambulatoria,
es posible establecer, en general, tres hipótesis de afectación:
1. La vía de hecho: Un acto de vulneración de la libertad física o ambulatoria al margen de cualquier
respaldo normativo, sea constitucional o legal.
2. La aplicación de una norma inconstitucional: Se trata de la aplicación de una norma que extien-
da los supuestos de detención constitucionalmente establecidos o que restrinja la libertad personal
sin cumplir con las exigencias de legalidad o las que se derivan de los principios de razonabilidad y
proporcionalidad.
3. Interpretación y aplicación inconstitucionales de una norma constitucional: Se trata de la afectación
de la libertad personal como consecuencia de la interpretación y aplicación inconstitucionales de una ley
que establezca restricciones legítimas en los términos antes señalados y, en esa medida, conformes a la
Constitución.
(40) Sobre las definiciones de estos principios de interpretación constitucional, vide ABAD YUPANQUI,
Samuel. “¿Qué es la interpretación constitucional?: Principios e intérpretes de la Constitución”. En: Ac-
tualidad Jurídica. Tomo 137, Lima, 2005, p. 154.
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
(46) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso. Exégesis del Nuevo Código Procesal Penal. Editorial Rodhas,
Lima, 2006, p. 697.
(47) “Fugaz” en opinión de Vázquez Rossi. Vide VÁZQUEZ ROSSI, Jorge. Derecho Procesal Penal. La rea-
lización penal. Tomo II, Rubinzal - Culzoni Editores, Buenos Aires, 2004, p. 248.
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Hesbert Benavente Chorres
(48) Debido a la especial relevancia de los derechos constitucionales se opta por un criterio de interpretación
a favor de ellos, de ahí que se afirme la existencia de un principio favor libertatis. Y es que, si la Consti-
tución tiene por finalidad limitar el poder para garantizar los derechos de las personas, resulta coherente
acoger este criterio interpretativo. Se reconoce, además, como límite, el hecho de que el legislador no
pueda desconocer el contenido esencial de los derechos fundamentales.
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
inusual que transite por sus calles lo cual, en aras a su mayor eficacia
intimidatoria, se recuerda mediante los correspondientes indicadores ca-
llejeros o policías de proximidad, una de cuyas funciones específicas es
recoger la mayor cantidad posible de información vecinal, en principio,
delictivamente intrascendente(54).
(54) DIEZ RIPOLLÉS, José Luis. “El nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana”. En: Revista Electróni-
ca de Ciencia Penal y Criminología. Nº 6, 2004.
(55) Ídem.
(56) Ídem.
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Hesbert Benavente Chorres
Franco Cordero opina que esta figura constituye únicamente una sub-
cautela, que debe ser pasajera por provenir de poderes extrajurisdiccio-
nales y convalidada (a través de la entrega inmediata a la Policía). Esto
mismo quiere decir que terminadas las diligencias de esclarecimiento que
justifican la presencia del detenido y siendo leve el hecho ilícito (que no
sea posible, por ejemplo, la imposición de una pena privativa de libertad,
la Policía debe poner en libertad al afectado).
(57) RODRÍGUEZ DEVESA, José María y SERRANO GÓMEZ, Alfonso. Derecho Penal español. Parte espe-
cial. Dykinson, Madrid, 1995, p. 781.
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(58) MOMETHIANO SANTIAGO, Javier Ysrael. Derecho Procesal Penal. Editorial Fecat, Lima, 2001,
p. 98.
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
o cómplice del delito; con tal que esto suceda en un tiempo próximo o
inmediato al del delito”.
(59) CORDERO, Franco. Procedimiento penal. Editorial Temis, Bogotá, 2000, p. 408.
(60) JIMÉNEZ MAYOR, Juan. Jurisprudencia en materia constitucional. Selección, clasificación y comenta-
rios. Editorial Consejo de Coordinación Judicial, Lima, 2000, p. 115. ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual
de Derecho Procesal Penal. Editorial Alternativas, Lima, 1999, p. 346.
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B. Flagrancia material
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
C. Flagrancia evidencial
El artículo 259.2 del CPP de 2004 señala que este tipo de flagrancia
se configura cuando el agente “(…) es sorprendido con objetos o huellas
que revelan que acaba de ejecutarlo”.
175
Hesbert Benavente Chorres
(61) Que puso en vigencia en todo el país los artículos 259 y 260 del CPP de 2007 a partir del 1 de julio de
2009.
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El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
La regulación jurídica de la
flagrancia delictiva(*)
I. A MANERA DE INTRODUCCIÓN
Podríamos empezar este escrito señalando que la expresión delito
flagrante es en verdad un concepto jurídico indeterminado, que siempre
parece inconforme con la definición legal que de él intentan los legislado-
res, y que determina la necesidad de ahondar sobre el particular a efectos
de esbozar algunos trazos fundamentales para lograr una definición que
alcance cierto consenso.
(*) Este artículo fue realizado con la colaboración de Ronal Hancco Lloclle.
(**) Catedrático de Derecho Penal y de Derecho Procesal Penal de la Universidad Andina del Cusco.
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(1) CABEZUDO BAJO, María José. La inviolabilidad del domicilio y el proceso penal. Iustel Publicacio-
nes, Madrid, 2004, p. 262.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
Ahora bien, la existencia de una referencia legal –en rigor, los su-
puestos en los que habría flagrancia– no significa la inexistencia de pro-
blemas, pues tratándose de una disposición o texto legal, queda pendiente
su interpretación. Aquí precisamente se aprecia el aspecto más problemá-
tico de la cuestión; en tanto, la interpretación de la normativa en juego
con las particularidades del caso concreto, debe llevar a afirmar la exis-
tencia o no del delito flagrante.
Con lo dicho hasta aquí quedan reveladas las razones por las cuales
la cuestión que pretendemos abordar resulta importante y compleja, pero
a la vez de urgente tratamiento.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
(3) STC 141/1993 del 12 de noviembre, f. j. 8, citada por CABEZUDO BAJO, ob. cit., p. 271.
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(4) CABEZUDO BAJO, ob. cit., p. 261. RIVES SEVA, Antonio Pablo. La prueba en el proceso penal. Doc-
trina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Editorial Aranzadi, Navarra, 1996, p. 246.
(5) RODRÍGUEZ SOL, Luis. Registro domiciliario y prueba ilícita. Editorial Comares, Granada, 1998,
pp. 110 y 111.
(6) Ibídem, p. 112.
186
La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
Una apreciación crítica que nos parece necesario adelantar aquí está
referida a la confusión que existe entre el delito flagrante (que en rigor
es un hecho percibido inmediatamente por otro sujeto) y la habilitación
de actuaciones procesales a que eventualmente da lugar. Ello puede verse
claramente en la apreciación de Rodríguez Sol sobre la cuasiflagrancia,
pues en esta se alude en primer término a la detención o persecución in-
mediata del autor del delito, cuando en rigor debería hacerse referencia al
hecho de que el presunto autor del delito es sorprendido inmediatamen-
te después de la comisión del delito. Es cierto que el flagrante delito da
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
(12) En ese mismo sentido la sentencia del Exp. Nº 01958-2008-PCH/TC, del 31 de octubre de 2008, f. j. 6.
(13) En ese mismo sentido la sentencia del Exp. Nº 6142-2006-PHC/TC, del 14 de marzo de 2007, f. j. 4.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
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(14) Es verdad que la verificación de la flagrancia corresponde a los ciudadanos cuando se trata del arresto
ciudadano, pero este supuesto únicamente es aplicable para dicha actividad.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
(16) CALDERÓN CRUZ, Edmundo P. y FABIÁN ROSALES, Ayme. La detención preliminar. Ministerio
Público y control constitucional. Idemsa, Lima, 2008, p. 79.
(17) RODRÍGUEZ SOL, ob. cit., p. 112.
(18) CABEZUDO BAJO, ob. cit., p. 274.
(19) CABEZUDO BAJO, ob. cit., p. 277.
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(20) HINOJOSA SEGOVIA, Rafael. La diligencia de entrada y registro en lugar cerrado en el proceso penal.
EDERSA, Madrid, 1996, p. 105.
(21) Citado por RODRÍGUEZ SOL, ob. cit., p. 125.
(22) RODRÍGUEZ SOL, ob. cit., p. 116; GONZÁLEZ-CUÉLLAR SERRANO, ob. cit., p. 125.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
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(24) Considera que en este supuesto no puede hablarse de flagrancia, HINOJOSA SEGOVIA, ob. cit., p. 105;
y también se adhiere a este parecer RODRÍGUEZ SOL, ob. cit., p. 112, nota al pie 58.
(25) RIVES SEVA, ob. cit., p. 246. También GONZÁLEZ-CUÉLLAR SERRANO, ob. cit., p. 125, hace alu-
sión a que en el delito flagrante el delincuente es sorprendido cuando está cometiéndolo o en un momen-
to inmediatamente posterior.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
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Así las cosas, desde una posición de lege ferenda estimamos que la
regulación debería exigir únicamente que se trate de un delito flagran-
te; pero como toda posición de esta clase apunta a una modificación
de la normativa, nos parece que la mejor salida jurídica de producirse
un supuesto como el aquí planteado, sería la aplicación del numeral 4
del artículo 336 del Código Procesal Penal de 2004, que concretamente
establece la acusación directa sobre la base de la suficiencia acreditativa
–tanto del hecho delictivo como de su autoría– de las diligencias preli-
minares, en las que cabe contar la percepción del delito flagrante. Como
podrá verse con esta salida se habrá logrado materialmente lo que preten-
de el proceso inmediato: prescindir de la investigación preparatoria.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
(26) LUZÓN CUESTA, José María. La prueba en el proceso penal derivada de la entrada y registro domici-
liario. Editorial Colex, Madrid, 2000, p. 49.
(27) LUZÓN CUESTA, ob. cit., p. 51.
(28) CABEZUDO BAJO, ob. cit., p. 278.
(29) RODRÍGUEZ SOL, ob. cit., p. 128.
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La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
207
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
I. CUESTIÓN PREVIA
Antes de analizar dogmáticamente los supuestos delictivos por los
cuales se lesiona o pone en peligro concreto el patrimonio social de una
persona jurídica, considero pertinente dejar establecido de modo breve las
siguientes cuestiones que en doctrina son temas de vivo y nada pacífico
debate:
(*) Fiscal Adjunto Superior Titular de la Fiscalía Superior Especializada en Criminalidad Organizada. Pro-
fesor en la Academia de la Magistratura. Especialista en Derecho Penal y Procesal Penal. Representante
alterno del Ministerio Público ante la Comisión de Redacción del Código Penal.
211
Ramiro Salinas Siccha
(1) Por su parte, García Cavero sostiene que “El legislador penal de 1991 ha procedido a ampliar el ámbito
de lo punible a otros supuestos de administración fraudulenta”. GARCÍA CAVERO, Percy. Fraude en la
administración de personas jurídicas y delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios. Palestra,
Lima, 2005, p. 29.
212
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
(2) Afirma García Cavero que parece adecuado ampliar el ámbito de aplicación del artículo 198 del Código
Penal también a las sociedades irregulares. Ibídem, p. 37.
(3) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho de las personas. Lima, 1988, p. 148.
(4) En tanto que García Cavero, siguiendo a De Castro y Bravo define a la persona jurídica como “Un grupo
de personas (tipo asociación) o una organización (tipo fundación), que constituyen unidades cerradas
herméticamente, con propia e inviolable zona íntima; y, siempre como la persona física, con la capacidad
de ser sujeto de derechos y obligaciones, participando como tal en el tráfico jurídico por medio de sus
órganos”. GARCÍA CAVERO, Percy. Ob. cit., p. 29.
213
Ramiro Salinas Siccha
En esa línea, para saber cuándo una persona natural tiene la condi-
ción de administrador, representante, auditor interno o auditor externo así
como para conocer en qué consiste un balance, cotizaciones, acciones o
títulos, utilidades, etc., no queda otra alternativa que recurrir a la legisla-
ción extrapenal como es el Código Civil o la Ley General de Sociedades.
Actualmente, con la incorporación del artículo 198-A en el Código Penal
por la Ley Nº 29307, también debemos recurrir a la Ley Orgánica del Sis-
tema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República(5) y
los reglamentos de auditoría externa e interna de la Superintendencia de
Banca y Seguros.
(5) Ley Nº 27785 del 23 de julio de 2002. En el artículo 3 de la citada ley se dispone que las normas conte-
nidas en la presente ley y aquellas que emita la Contraloría General son aplicables a todas las entidades
sujetas a control por el sistema, independientemente del régimen legal o fuente de financiamiento bajo el
cual operen.
Dichas entidades sujetas a control por el sistema, que en adelante se designan con el nombre genérico de
entidades, son las siguientes:
(...) g) Las entidades privadas, las entidades no gubernamentales y las entidades internacionales, exclusi-
vamente por los recursos y bienes del Estado que perciban o administren.
214
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
Sin embargo, teniendo en cuenta que una persona jurídica muy bien
puede ser socia de otra (persona jurídica), resulta pertinente poner sobre
el tapete, de manera tangencial, si le asiste responsabilidad penal a aque-
lla persona jurídica cuando en su beneficio patrimonial sus representantes
perfeccionan algunos de los supuestos delictivos previstos en el artículo
198 del Código Penal.
(6) Consulta Nº 3963-1996. En: Guía rápida de jurisprudencia penal y procesal penal. Gaceta Jurídica,
Lima, 2001, p. 45.
215
Ramiro Salinas Siccha
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Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
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Ramiro Salinas Siccha
218
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
No le falta razón a Caro Coria(13) cuando sostiene que con ello el le-
gislador peruano ha zanjado definitivamente la cuestión de la responsabi-
lidad penal de las personas jurídicas, cuando menos en lo formal, a favor
del societas delinquere non potest, dado que las consecuencias accesorias
previstas no forman parte del catálogo de penas (artículo 28 del Código
Penal) ni de medidas de seguridad (artículo 71 del Código Penal). “No
son, un complemento dependiente o accesorio a una pena principal que
se imponga al autor del delito. Su calidad accesoria, vicaria o paralela
deriva, más bien, de un requisito o condición esencial que implícitamente
exige la ley para su aplicación judicial, cual es la necesaria identificación
y sanción penal de una persona natural como autora del hecho punible en
el que también resulta conectada, por distintos y alternativos niveles de
imputación, un ente colectivo (...) Se trataría, de una especie de exigencia
normativa que opera como una condición objetiva de imposición de con-
secuencias accesorias”(14).
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Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
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Ramiro Salinas Siccha
(17) Según la exposición de motivos del proyecto de la Ley Nº 28755 esta inclusión “Tiene particular impor-
tancia en el caso de los sistemas financiero, de seguros y privado de pensiones, por cuanto la opinión de
los auditores internos y externos de las empresas de dichos sistemas constituye una importante referencia
para la labor de supervisión de la Superintendencia. En ese sentido, si los auditores ocultan o distorsio-
nan información crítica, que han encontrado al revisar los estados financieros o las operaciones de una
empresa supervisada, pueden afectarla seriamente, pues se generaría en el supervisor y en el público en
general una idea distorsionada de la situación real de dicha empresa, impidiendo, de ser el caso, tomar las
medidas correctivas necesarias” (Proyecto de Ley Nº 9465/2003).
(18) Así también en la exposición de motivos del Proyecto de la Ley Nº 28755 se afirma que la modificación
pretende persuadir a los miembros del directorio o gerentes, entre otros, para que no oculten a los audito-
res la información relevante de la que tienen conocimiento.
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Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
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Ramiro Salinas Siccha
(21) El auditor interno es nombrado por la administración de la persona jurídica y trabaja en ella, es el en-
cargado de verificar las fortalezas y suficiencia de los controles que se aplican dentro de la empresa. Su
estudio es de alcance total de la empresa, es decir, abarca las operaciones financieras, administrativas
y de cualquier otra índole. El informe que realiza proporciona todos los datos relevantes respecto a la
efectividad y eficiencia de las operaciones, de la suficiencia y confiabilidad de la información financiera
y del aspecto administrativo. En tanto que el auditor externo es nombrado por la junta de accionistas, la
designación siempre recae en un contador ajeno y externo a la persona jurídica. Aquel realiza un examen
de las operaciones financieras de la empresa con el fin de emitir una opinión sobre la razonabilidad de
las cifras contenidas en los estados financieros basado en los principios de contabilidad de general acep-
tación, dando a conocer los resultados de su examen a fin de aumentar la utilidad que la información
posee.
(22) Cfr. GARCÍA CAVERO. La responsabilidad penal del administrador de hecho de la empresa: criterios
de imputación. Barcelona, 1999, p. 39.
(23) GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. 1999, p. 101.
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Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
225
Ramiro Salinas Siccha
Asimismo, de la lectura del inciso primero del artículo 198 del Có-
digo Penal se advierte que la conducta delictiva por la cual se oculta la
verdadera situación económica de una persona jurídica puede traducirse
en la realidad hasta de tres formas o modos:
226
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
omite indicar los beneficios o pérdidas, sino que se las distorsiona o alte-
ra, es decir, el agente indica o expresa en el balance los beneficios o pér-
didas ocasionadas durante determinado periodo, pero lo hace alterando
o distorsionando los datos o cifras de modo que al final en el balance no
aparece la real situación patrimonial de la persona jurídica.
El objeto material por medio del cual se puede cometer el delito será
un inventario, informe o memorias. Asimismo se constituirán en medios
materiales aquellos informes por medio de los cuales se da cuenta de lo
que se decidió en asambleas o juntas generales pasadas para apreciar la
227
Ramiro Salinas Siccha
228
Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
Aquí el agente por cualquier fraude que incluye desde simples men-
tiras o falsificaciones, promueve o fomenta cotizaciones erróneas con la
finalidad de lesionar o poner en peligro el patrimonio de terceros o de
la persona jurídica. El actor simula u oculta hechos o circunstancias que
pueden incidir en la disminución del valor de las acciones o participacio-
nes o en su caso, hace entender hechos o circunstancias falsas que incidi-
rán en el aumento ficticio del valor de las acciones títulos o participacio-
nes. La conducta delictuosa estará orientada a presentar acciones, títulos
o participaciones con un valor patrimonial que en realidad no tienen o no
podrán alcanzar en el mercado(32).
(32) PEÑA CABRERA. Ob. cit., p. 226; GARCÍA CAVERO. Ob. cit., 1999, p. 41.
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valor real por debajo del crédito que se solicita; no obstante, hace caso
omiso a dicha prohibición y realiza la operación, poniendo de ese modo
en peligro el patrimonio social de su representada.
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(43) García Cavero. Ob. cit., 1999, p. 42. Ibídem, 2005, p. 71.
(44) García Cavero. Ob. cit., 2005, p. 72.
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Para finalizar este apartado, cabe poner en evidencia con García Ca-
vero(51) que la redacción cerrada del tipo penal del artículo 198 del Có-
digo Penal respecto del círculo de destinatarios de la norma trae como
consecuencia que en determinadas situaciones se generen intolerables
vacíos de punibilidad, pues no se abarca a los órganos de administración
fácticos de una persona jurídica, mientras no estén reconocidos de acuer-
do a las normas de la materia. Tampoco se comprende a los socios ni a
aquellas personas que cumplen labores de asesoramiento como abogados
o contadores de la persona jurídica. La participación de estas personas en
la realización de conductas de administración fraudulenta solo podrá ser
castigada como participación en el delito, pero no a título de autor, situa-
ción que ha podido corregirse con la Ley Nº 29307, sin embargo, solo
parcialmente.
(50) Resolución Superior del 22 de abril de 1998. Expediente Nº 5299-97-A-Lima. En: ROJAS VARGAS/
BACA CABRERA/ NEIRA HUAMÁN. Ob. cit., p. 337.
(51) GARCÍA CAVERO. Ob. cit., 1999, p. 35.
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(52) BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto / GARCÍA CANTIZANO, María del Carmen. Manual de
Derecho Penal. Parte especial. Editorial San Marcos, Lima, 1997, p. 362. En igual sentido, GARCÍA
CAVERO, 2005, p. 76.
(53) GARCÍA CAVERO. Ob. cit., 2005, p. 76.
(54) GARCÍA CAVERO sigue afirmando que “Incluso la admisión jurídico-penal de una situación de error
tampoco lleva necesariamente a la impunidad, ya que este supuesto debe pasar aún por otro filtro norma-
tivo –la vencibilidad– para decidir el tratamiento punitivo correspondiente”. Derecho Penal económico,
Lima, 2003, p. 567. El mismo, 2005, p. 76.
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Los delitos de administración fraudulenta de personas jurídicas
V. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que el operador jurídico ha determinado que la conducta
efectuada por el agente es típica, corresponderá determinar si en el actuar
de aquel no ha concurrido alguna causa de justificación. Si por el contra-
rio se llega a determinar que el autor actuó por alguna causa de justifica-
ción prevista en el artículo 20 del Código Penal, la conducta será típica
pero no antijurídica y, por lo tanto, penalmente irrelevante. Muy bien por
ejemplo, al asumir un crédito para la persona jurídica, el agente puede ac-
tuar por un estado de necesidad justificante, pues era el único modo para
evitar que su representada caiga en estado de insolvencia. En este caso
habrá tipicidad en la conducta pero no antijuridicidad.
VI. CULPABILIDAD
Después de verificar que la conducta es típica y antijurídica, corres-
ponderá al operador jurídico determinar si la conducta es imputable o
atribuible a su autor. En este aspecto se verificará que el agente aparte
de ser imputable, haya podido actuar de modo diferente a la prevista por
alguno de los supuestos delictivos y además, se verificará si el agente al
momento de actuar conocía la antijuridicidad de su conducta. Esto es, el
agente deberá tener conciencia que su actuar es ilícito.
(55) VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte especial. II-A: Delitos contra el patrimonio. Editorial San
Marcos, Lima, 2001, p. 169.
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Sin embargo, hay que indicar que en la praxis judicial no son presen-
tados como argumento de defensa estos supuestos de error de prohibición
previstos en la segunda parte del artículo 14 del Código Penal.
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VIII. PENALIDAD
Después de un debido proceso, de encontrarse responsable de cual-
quiera de los supuestos delictivos interpretados, el agente será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años,
correspondiendo al juzgador graduar el quantum de la pena al momento
de individualizarla en el caso concreto.
244
Índice
general
Presentación............................................................................................... 5
1
David Fernando Panta Cueva / Rogger Aldana Domínguez
La reincidencia y la habitualidad.
Especial referencia a su tratamiento en los acuerdos plenarios
I. Introducción................................................................................................. 9
II. Tratamiento de la reincidencia y la habitualidad en la doctrina jurispruden-
cial............................................................................................................... 11
III. Reincidencia y culpabilidad......................................................................... 19
IV. Culpabilidad y determinación de la pena.................................................... 23
V. Reincidencia y prevención especial............................................................ 26
VI. Habitualidad y concurso real....................................................................... 29
VII. ¿Tenían otra alternativa nuestros magistrados supremos frente a la rein-
cidencia y habitualidad?.............................................................................. 34
VIII. Análisis de la Ley N° 29407........................................................................ 39
IX. Conclusiones............................................................................................... 43
245
índice GENERAL
2
Alonso R. Peña Cabrera Freyre
La nueva regulación de los delitos ambientales
3
Eduardo Oré Sosa
La actual regulación de los delitos
contra el derecho de autor
I. Introducción................................................................................................. 73
II. Derecho de autor y derechos conexos. Marco teórico................................ 74
III. Protección penal......................................................................................... 88
IV. Propuesta de lege ferenda.......................................................................... 112
4
Hamilton Castro Trigoso
Estudio sobre las faltas y las últimas modificaciones
introducidas por la Ley Nº 29407
246
índice GENERAL
5
Hesbert Benavente Chorres
El arresto ciudadano en el Código Procesal Penal de 2004
6
Percy Velásquez Delgado
La regulación jurídica de la flagrancia delictiva
7
Ramiro Salinas Siccha
Los delitos de administración fraudulenta
de personas jurídicas
247
índice GENERAL
248