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El medio ambiente y su lugar en la política

No obstante, la cultura política en Colombia se ha caracterizado por priorizar los intereses Formatted: Left

de la derecha, que al parecer priman ante la necesidad de resolver las problemáticas

sociales y ambientales que hoy nos ubican como el segundo país más desigual de América

Latina.

Por Jefferson Martínez Santa Formatted: Font: Bold

Lo sucedido en Barrancabermeja, las consultas populares en contra de la minería a

cielo abierto y las alertas ante las propuestas del candidato presidencial Iván Duque, nos

están indicando que, con urgencia, Colombia debe atender a las problemáticas

medioambientales. Esto se debe a que el territorio colombiano cuenta con un gran

patrimonio natural al cual se le atribuye que hoy seamos reconocidos como un país

megadiverso. Sin embargo, al buscar atender los intereses privados y la inversión

extranjera, eEl Estado no le ha dado un verdadero lugar al medio ambiente desde la

política.

Para el siglo XXI, uno de los retos que sobreviene para los diferentes estados del

mundo es la apuesta por un mundo más sostenible que propenda por la conservación de los

diversos ecosistemas y la reducción del calentamiento global. Por lo tanto, esto implica que

los estados deben generar prácticas políticas de las cuales deriven regulaciones en torno al

medio ambiente.
LLas formas en las que se administra el capital ambiental no son ajenas a las prácticas que Formatted: Indent: First line: 0"

promueven la inequidad social. La explotación indebida de los minerales es un claro

ejemplo de cómo la destrucción de los ecosistemas y la contaminación de los ríos y cauces

vulneran el derecho vital al agua de las comunidades aledañas al eje de extracción de

recursos; este es este el ccaso de lLa Guajira y otras regiones de Colombia.

No obstante, la cultura política en Colombia se ha caracterizado por priorizar los

intereses de la derecha, que al parecer priman ante la necesidad de resolver las

problemáticas sociales y ambientales que hoy nos ubican como el segundo país más

desigual de América Latina. Esto es el resultado de que nuestra agenda política no sea

coherente con el transcurrir de la actualidad, pues la emergencia urgencia por privatizar la

propiedad pública ha ido en detrimento de la calidad de la educación, la salud y la

promoción de la cultura. Es decir, que los intereses de las élites han puesto en riesgo la

seguridad colectiva y el principio de calidad de la vida humana.

En una entrevista con Sapiens, Gustavo Petro asegura que el cambio climático no es

en su totalidad todo el problema ambiental, pero si no se generan acciones reguladoras, la

vida en el planeta seguirá estando en riesgo; esta vez con una cercanía en el tiempo que no

serán precisamente milenios sino en tiempos que serán decenios.

Por esta razón, hay un llamado a las acciones políticas inmediatas, puesto que en algunas

décadas la magnitud del daño ambiental no permitirá un retroceso. Por lo tanto, desde su
punto de vista, ‘el debate’ por el castrochavismo y ‘el devenir de Colombia en Venezuela’

no es un tema asunto de relevancia para el debatela esfera de lo público cuando en

momentos en que el mundo se está debatiendo en cómo mitigar el cambio climático.

Ver entrevista a Gustavo Petro en Sapiens

El castrochavismo, la expropiación en Colombia y el comunismo no son más que

una cortina de humo que busca ocultar las realidades del país de tal manera que la

ciudadanía deposite sus votos en los candidatos de ‘centro derecha’ -–no se en dónde está

su configuración como grupos de centro–- que aseguran un cambio para Colombia, sin

siquiera poner en debate la reforma a la Ley 100 que es uno de los temas álgidos del

momento.

Por otro lado, desde la primera formulación de los acuerdos de paz, la derecha se ha

mostrado en contra de este proceso de cese al conflicto armado. Probablemente, porque

temas aspectos como la restitución de tierras y la Ccomisión de la Vverdad despiertan

temores en aquellos gobernantes que se han beneficiado de manera directa de los ejercicios

de la parapolítica.

En esta coyuntura, Colombia necesita un gobierno que trabaje en función del

proceso de paz y que le dé paso a un proyecto político enmarcado en resolver las

problemáticas del siglo en curso, donde el medio ambiente tenga un lugar. El cambio

climático implica que tengamos que adaptarnos para los cambios que trae consigo; en este
sentido, Gustavo Petro afirma que la demanda actual es por un ordenamiento territorial

alrededor del agua como política nacional.

Para su efecto, Petro pone en común el caso de Cartagena, que es la segunda ciudad

del mundo, después de Miami, más vulnerable ante el ascenso del mar, donde alrededor de

26.000 familias tendrían que ser reubicadas. Sin embargo, hoy el gobierno se ha mostrado

indiferente ante estas situaciones y no es la primera vez que se hace caso omiso a este tipo

de alertas, como quedó evidente hace 32 años. De lo contrario, con la actitud negligente de

El Estado no hubiese terminadoque terminó en la tragedia de Armero hace 32 años.

Finalmente, queda como llamado a los lectores de esta columna pensar en cuál es el

lugar que el medio ambiente, como escenario que también posibilita la construcción de la

paz, debe tener en el ámbito político-administrativo. Vale la pena que antes de ir a las urnas

reflexionemos sobre cuál es la transición que debe hacer el país para construir políticas en

función de dignificar las víctimas del conflicto armado, defender la protección del

patrimonio ambiental y generar nuevas prácticas de inclusión social.

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