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PERSONAJES:
Ismene a Antígona: “¿Qué ventaja podría sacar yo, oh desdichada, haga lo que
haga, si las cosas están así?” (p. 61, v. 40)
o Ismene: “Es preciso que consideremos, primero, que somos mujeres, no
hechas para luchar contra los hombres, y, después, que nos mandan los
que tienen más poder, de suerte que tenemos que obedecer en esto y en
cosas aú más dolorosas que estas”. “Yo por mi parte, pidiendo a los de
abajo que tengan indulgencia, obedeceré porque me siento coaccionada a
ello. Pues el obrar por encima de nuestras posibilidades no tienen ningún
sentido”. (p. 62, v. 60-70) Ismene: cautela, no ir más allá de nuestras
posibilidades, no forzar la situación. No cuestionar ni salir del lugar
de mujeres
o Ismene: “deseas cosas imposibles”.
Antígona a Ismene: “Yo le enterraré. Hermoso será morir haciéndolo. Yaceré con
él, al que amo y me ama, tras cometer un piadoso crimen, ya que es mayor el
tiempo que debo agradar a los de abajo que a los de aquí. Allí reposaré para
siempre. Tú, si te parece bien, desdeña los honores a los dioses”. (p. 62) Antígona:
moriré sin dudas. No hay vacilaciones. Actuar de agrado a dioses
Creonte: “al que tiene en mayor estima a un amigo que a su propia patria no lo
considero digno de nada. Pues yo -¡sépalo Zeus que todo lo ve siempre!- no podría
silenciar la desgracia que viera acercarse a los ciudadanos en vez del bienestar, ni
nunca mantendría como amigo mío a una persona que fuera hostil al país,
sabiendo que es este el que nos salva y que, navegando sobre él, es como
felizmente haremos los amigos. Con estas normas pretendo yo engrandecer la
ciudad”. (p. 67) Creonte: más importante es la patria y la ciudad, y más amor
a ella que a los amigos.
Antígona: “No fue Zeus el que los ha mandado publicar, ni la Justicia que vive
con los dioses de abajo la que fijó tales leyes para los hombres. No pensaba que
tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera transgredir
las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Estas no son de hoy ni de
ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron. No iba yo a obtener castigo
por ellas de parte de los dioses por miedo a la intención de hombre alguno”. (p.
78) Antígona: las leyes de los dioses son mucho más poderosas que las de los
hombres. Es a ellas a las que hay que obedecer
Coro: “Para lo que sucede ahora y lo que suceda en el futuro, lo mismo que para
lo que sucedió anteriormente, esta ley prevalecerá: nada extraordinario llega a la
vida de los mortales separado de la desgracia”. (p. 86) Coro: mortales siempre
son vulnerables a la desgracia
Hemón: “Padre, los dioses han hecho engendrar la razón en los hombres como el
mayor de todos los bienes que existen. Que no hablas tú estas palabras con razón
ni sería yo capaz de decirlo ni sabría. Sin embargo, podría suceder que también
en [/] otro aspecto tuviera yo razón”. (pp. 88-89)
o “No mantengas en ti mismo solo un punto de vista: el de que lo que tú
dices y nada más es lo que está bien. Pues lo que creen que únicamente
ellos son sensatos o que poseen una lengua o una inteligencia cual ningún
otro, estos, cuando quedan al descubierto, se muestran vacíos”. (p. 89)
o “nada tiene de vergonzoso que un hombre, aunque sea sabio, aprenda
mucho y no se obstine en demasía. Puedes ver a lo largo del lecho de las
torrenteras que, cuantos árboles ceden, conservan sus ramas, mientras que
los que ofrecen resistencia son destrozados desde las raíces”. (p. 89) “es
preferible con mucho que el hombre esté por naturaleza completamente
lleno de sabiduría. Pero, si no lo está -pues no suele inclinarse la balanza
a este lado-, es bueno también que aprenda de los que hablan con
moderación”. (p. 90) Hemón: no hay mayor bien que la razón.
Propone, no impone / Hay que considerar muchos puntos de vista / No
hay nada de malo en aprender y cambiar de opinión, ser moderado
Hemón a Creonte: “Tú gobernarías bien, en solitario, un país desierto”. (p. 91)
“¿Pretendes decir algo y, diciéndolo, no escuchar nada?” (p. 93) Hemón: el tirano
solo se escucha a sí mismo
Mensajero: Creonte comprobó que “entre los hombres la irreflexión es, con
mucho, el mayor de los males humanos”. (p. 113) Mensajero: mayor mal es la
irreflexión