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Hoy en día mucho se habla sobre la equidad de género y la desventaja que asume la
mujer en las sociedades de muchos países del mundo y los esfuerzos que se hacen por
alcanzarla.
Sin embargo, digo yo: ¡Mujer! ¡Hombre!... qué más da… Ambos humanos…un todo, un
complemento…una necesidad…Entonces, ¿Por qué diferenciar?... ¿Por qué el
machismo? ¿Por qué el feminismo? ¿Porqué luchar?...si al final de cuentas ambos son
indispensables para coexistir.
Por lo tanto, es imperativo entender que la desigualdad no es eliminar las diferencias, sino
valorarlas y darles un trato equivalente para garantizar las mismas oportunidades y
condiciones a mujeres y hombres.
Un modelo de equidad de género va mucho más allá que odiar a los hombres, o decirse
100% feminista, de quererse emparejar bebiendo alcohol y trasnochando en las
discotecas, es más que adoptar una actitud prepotente e injusta cuando se llega a un
puesto importante y por supuesto no es una escusa para desatender a los hijos y la
estructura familiar…
No, no lo es, por el contrario es la oportunidad de compartir los roles con los hombres
para unir fuerzas y desempeñar mejor las funciones en todos los ámbitos de la sociedad,
es ver niñas, jóvenes o adultas, solteras, casadas, divorciadas, viudas, con las mismas
oportunidades de estudiar, trabajar y trascender, es ver mujeres, en puestos directivos, es
ver mujeres obteniendo remuneraciones en base a su capacidad, es ver mujeres jugando
futbol, emprendiendo un negocio o manejando un taxi porque así lo desea, es ver una
sociedad fortalecida en la igualdad y equidad de género y consolidada en la dignidad
humana…