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L I O DEL ESFORZADO CABALLERO DOS TRISTAN DE L E O l

Y DE SOS GRANDES HECHOS EN ARMAS

EL PBOHEMIO Juan de Cerey, señor de Chumay, el qual,


desseoso del bien común, la mando boluer en
Por quanto la memoria es poca y muy común vulgar francés, por que las infinitas
caediza, y la natura humana por su fragili- virtudes del dicho cauallero Tristan de Leo-
dad es muy mudable, fue assi ordenado que nis fuessen a todos manifiestas e conoci-
las razones en que se concluyen los dichos das. E la traslado el honrrado varón Phelipe
y autoridades de los santos e sabios nues- Camus, licenciado en vtroque. E, como vi-
tros predecessores, e no menos las historias niesse a noticia de algunos castellanos dis-
y exenplos dignos de memoria, fuessen as- cretos y desseosos de oyr las grandes caua-
sentados por escriptura, por que fuessen los Uerias y cosas hazañosas deste cauallero
por venir sabidores de aquellos, y les fues- susodicho, preguntaron y trabajaron con
sen las tales obras exemplo para bien biuir, mucha diligencia por ella. A cuyo ruego, y
e, finalmente, camino real para la saluacion por el passatierapo, fue trasladada de fran-
de sus almas. Otrosí, como sea cosa conosci- cés en romance castellano y emprimida con
da que muchas e diuersas escripturas, las mucha diligencia, e puesta de capitulo en
quales nos eran ocultas y muy caras ele al- capitulo su hystoria por que fuesse mas fru-
cancar, sean agora a todo el mundo por la tuosa e aplazible a los lectores e oydores.
ingeniosa e muy frutifera arte del emprenta
muy patentes y publicas y por pequeño pre-
cio otorgadas, algunos discretos han traba-
jado el boluer de latin en común hablar al- COMIEWgA LA OBRA
gunos libros, assi de theologia e filosofía
como de otras sciencias y artes, reuelando y I
publicando las virtudes y prouechosas ope-
raciones de nuestros antecessores. E, por E n Cornualla y en Leonis ouo vn rey que
consiguiente, las historias de los grandes oiio nonbre Felipe, e ouo tres hijos e dos
principes animosos y esforzados señores e hijas, de las quales la presente hystoria no
caualleros pregonan sus marauillosas haza- fara mención; y el vno de los hijos ouo
ñas, dignas de loable memoria, porque pu- nombre Mares, y el otro Meliadux, y el otro
diessemos regir y reglar nuestras vidas e Pernan. E quando vino a tienpo que el
apartar del vicio, floresciendo en virtudes rey Felipe, por edad de senetud, enfermo,
en exemplo de aquellos. Entre las quales hys- quiso repartir sus tierras, e dio a su hijo
torias fue hallada vna en las crónicas del Meliadux el reyno de Leonis, que fuesse
rey no de Inglaterra, que se dize La historia clencle rey e señor. E dio a Mares su hijo el
de, don Tristan de Leonis, hijo del rey Me- reyno de Cornualla, que fuesse otrosi rey e
liadux. El qual, por sus grandes virtudes, señor. E a Pernan, .que era menor de los
y por ser inclinado mas a honrra que a los hermanos, mando que quedasse con el rey
transitorios plazeres, passo grandes y diuer- Mares, que era el mayor. E las gentes de
sas y marauillosas fortunas, de las quales ambos los reynos fueron contentos de la
todas por su fiel amor, caridad y lealtad, partición que el rey Felipe hiziera a sus
alcaneo buena salida, dexando señalada me- fijos. E assi partidos los reynos, y recebidos
moria ele sus grandes hazañas y proezas. cada vno en sus ciudades, villas e castillos
E fue la dicha hystoria por excelencia leua- por rey y señor, passaron algún tienpo en
da en el reyno de Francia e venida en po- paz e sossiego, e mucha justicia, y la va-
der del generoso y famoso cauallero don riada fortuna, que nunca esta en sossiego,
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que sienpre haze mudanzas en los cora- II
cones humanos, puso en coracon y en su
determinada voluntad a Morlot de Yrlanda, De como el rey Meliadux salió vn clia a eaca
de venir en aquella tierra de Oornualla que con sus gentes, y se perdió en la floresta
el rey Mares a la sazón poseya, e darle cruel peligrosa.
guerra o tener forma como algún tributo
cada año del pucliesse adquirir. E mando Agora os diremos del rey Meliadux, que
luego aparejar muchas naos, e gran armada, fue buen cauallero de armas, e auia en el
e armas, e prouisiones, e todas las cosas ne- mas cortesia que en otro rey; y estuuo vn
cessarias que para en seguramiento de su tienpo en Leonis, e ouo por muger vna noble
viaje le hazián menester. E, con seguro dueña que auia nonbre doña Ysabel. e plugo
tienpo, aleadas las ancoras y tendidas las a Dios que la reyna fue preñada de vn in-
velas, se metió con toda su compaña a los fante, y quando se sintió preñada, dixo al
piélagos hondos del mar, e dioles Dios tan rey: «Señor, sabe que s o y preñada». E
prospero tienpo, que en pocos dias llega- quando el rey lo supo, fue alegre, e dixo que
ron con su flota al reyno de Oornualla, e por amor de la reyna que era en cinta, que
salidos en tierra con mucha animosidad y quería y r a caca; e salió fuera de la cibdad,
esfuerco que en su poderoso braco traya. e con el gran conpaña ele caualleros con gran
Morlot de Yrlanda embio a dezir aí rey Ma- alegría, e fueron a caca a la floresta peligro-
res que le diesse tributo, si no, que le faria sa, e vna donzella encantadora lo espero en
perder toda su tierra. Y el rey, sin mas de- el camino, e dixole: «Señor, sí soys buen
liberación ni consejo que con sus gentes cauallero, seguime, y lleuarvos he a la mejor
ouiesse, como supo la gran flota y esforcada auentura e mas fermosa que jamas vistes, ni
gente que venia, el se acordó de dar el tri- ningún cauallero vio». Y el rey dixo: «Se-
buto. E Pernan su hermano fablo, e dixo ñora, ruegoos por cortesia que me lleueys
con saña a l ' r e y que no conuenia a ningún alia donde es essa auentura que dezis»: e la
rey que con miedo flziesse tributo a otro, que donzella clixo: «Bien meplaze». E caualgoy
fuesse rey ni de mayor estado e j)oder. Y el fuesse quanto pudo contra donde la donzella
rey fue ayrado destas palabras que su her- lo lleuo, y lleuolo a la torre peligrosa, e
mano le dezia, e dixo que le daria el tribu- tanto que entro dentro, luego lo ouo encan-
to queriendo el o no. Entonce dixo Pernan tado. Assi que al rey no se le vino mientes de.
que si el no quisiesse conbatirse por defen- la reyna, ni reyno. ni del mundo, sino tan
der su tierra e reyno, que dexasse la coro- solamente de la donzella que lo auia encan-
na del reyno, que bien auria cauallero que tado allí. Y estuuo assi encantado en la torre
la defendiesse. Y el rey clixo que no quería, siete meses. E quando la reyna vio que el rey
e que haria en esto y en todo su voluntad, su marido no venia de caga, fue muy triste e
queriendo el o no. Y Pernan hizo gran amo- muycuytacla, e todos los del reyno lo fueron
nestación al rey, diziendo quan dura y tra- mucho, e fazian por el gran duelo, e la reyna
bajosa cosa era los libres hazerse subditos e embio caualleros por tocias partes de la flores-
sieruos, que menos duro era agora de lo de- ta que lo fuessen a buscar, e buscáronlo gran
fender e morir por ello, que en ló sofrir des- tienpo, e quando vieron ya que no lo podían
pués; e nada desto a Pernan no le fue oydo. hallar, tornáronse, e contaron estas nuenas a
Assi dio el tributo a Morlot de Yrlanda por lareyna. E quando la reyna entendió que a su
siete años, y propuso en si; voluntad el rey señor el rey no lo hallauan, comenco fuerte-
Mares que el auria venganca de Pernan su mente a llorar e hazer muy gran llanto, e
hermano a todo su poder. Y dende a poco todos los de la cibdacl con ella, e touieron
tiempo, el rey Mares fue a caca y lleuo con- este llanto con ella quinze dias, e tomo en
sigo a su hermano Pernan, e fueron a la coracon la reyna de yr a buscar al rey su se-
fuente del León, e allí mato a su hermano ñor. E quando vino otro dia, ella se adereco
Pernan. E assi fue muerto enceladamente, de lo que ouo menester, y lleuo consigo vna
que ninguno no lo supo hasta que lo descu- donzella e no mas, e dixole: «Amiga, pues
brió Merlin. que los caualleros no pudieron hallar al rey,
vámoslo a buscar vos e yo». Y luego caualg,
Agora clexa la hystoria de contar desto, la reyna en vn palafrén, e la donzella en otro-
por dezir de lo que acónteselo al rey Melia- e assi salieron de la corte ascondidamente
dux, que fue padre de Tristan, porque haze que ninguno lo supo, y fueronse para la fioo
mas a nuestro libro, pues que la hystoria de resta a buscar al rey su señor, e buscáronlo
don Tristan ha de ser recitada en el. Y el vn gran tiempo con gran afán e con grandes
rey Mares quedara para en su lugar, e con- lloros y sospiros. Y anduuieron tanto, hasta
tara de lo que a la historia fara.
DOÜf T E Í S T A S DE LEOSTIS Ul
que llegaron a vn Talle, y encontraron con togelo punto por punto. E ella assi estando,
vil lionbre, e la reyna le dixo:- «Hombre los dos caualleros se tornaron a vna parte, e
Meno, vos ¿saberme vades dezir de vn ca- dixo el vno al otro: «Matemos a este infante
uallero que se llama el rey Meliadux?» En- y seremos señores del reyno, ca nos somos
tonce hablo el hombre, que auia nombre parientes del rey, e diremos que hallamos a
Merlin, e dixole: «Cosa perdida no se puede la reyna muerta» . Y quando la donzella en-
jamas hallar, y el rey Meliadux no es per- tendió estas palabras, dixo a los caualleros:
elido, mas vos nunca lo vereys de vuestros «Señores, non mateys este infante, que yo
ojos». Entonce se partió Merlin de la reyna, me yre a tal parte que en ningún tiempo
e fuese por su camino, e la reyna no pensó oyays nueuas del ni de mi». A esto se acorda-
en cosa ninguna de lo que Merlin le dixera, ron los caualleros y ella se fue con el infante.
e tomóle luego el dolor del parto, e caualga- E los caualleros pusieron atrauessada a la
ron ambas a dos en sus palafrenes por vna reyna en vn palafrén suyo, y leñáronla a la
gran montaña entre vnas peñas muy altas, ciudad con mucho trabajo e afán. E quando
y el dolor del parto le aquexo tan fuertemen- la gente de la ciudad vieron a su señora la
te, que no lo pudo mas suffrir, y entonce dixo reyna muerta, luego entendieron que auia
a la donzella: «Tanto me aquexa este dolor, parido, que sabían que yua preñada, e dixe-
que nunca pienso de aqui salir». La donzella ron a los caualleros: «"Varones, ¿que es d é l a
le dixo: «Señora, ¿no podeys andar fasta criatura que parió la reyna nuestra señora?»
tanto cjue seamos en alguna villa o castillo, Ellos dixeron que no sabían, que assi la
que son muy cerca de aqui?» Y la reyna le aman hallado muerta. Ellos estando hablan-
clixo: «En ninguna manera puedo ni podría do, llego Merlin, e dixo a los de la ciudad:
mas andar». Entonce echóse sobre su manto, «Señores, prended a estos dos caualleros
e parió vn hijo varón. E quando ella ouo pa- malos e falsos; que ellos hallaron la reyna
rido, dixo a la donzella que le pusiesse su muerta e la criatura biua en los bracos de la
fijo en los bracos; la donzella hizolo assi. E donzella, e quisieron ser señores del rey no,
quando ella le tomo y le YÍO tan apuesto, e la donzella entendióles sus falsos pensa-
dixo: «¡0 mi fijo!, ¡como tu eres nascido en mientos que ambos a dos pensarían, y pi-
gran tristeza y en gran dolor! Ca después dióles por merced que no matassen el infante J
que tu fueste engendrado, perdí a tu padre, y que ella lo Jleuaria a lugar donde nunca lo
agora eres nascido e n gran tristeza; y o viessen en el rey no de Leonis. Y ellos, por
quiero que ayas nonbre Trislan, e seas esta razón, dixeron y pensaron ser señores
bendito de Dios e de mi. E ruego a Dios que del rey no. Y sabed que el infante es biuo,
las mis bendiciones delante de Dios se pre- sera muy buen cauallero y muy venturoso,
senten, e seas assi buen cauallero, que nin- y llegaran a fin los sus dias».
guna auentura no venga de cauallero, ni de Luego los de la ciudad prendieron los ca-
dueña, ni de donzella, que tu no la lieves a ualleros, e rogaron a Merlin que les dixesse
buen fin. e que sienpre sea la tu lionrra nueuas del rey Meliadux; el dixo: «Sabed
adelante, e no te vea dueña ny cauallero que que es biuo, mas esta en la torre peligrosa,
no dessee el tu amor e la tu compañía, e que lo tiene en cadenas la donzella peligro-
ayas loor e ventaja mas que ningún caua- sa, en tal guisa, que no se le miembra de
llero». Y después besóle tres vezes en la rey no ni del mundo, tanto es puesto su
boca, y bendixole, e santiguóle, e diole luego amor con la donzella, por encantamiento que
a la donzella. Y la reyna se boluio a la otra le hizo». E dixeron: «Pues que el es biuo,
parte, por el gran dolor que sentía e auia por amor del vos rogamos que nos mostreys
por su señor que no auia hallado; y passose esta torre peligrosa, y librarlo hemos desta
luego deste mundo al otro. E quando la don- auentura». Y Merlin dixo: «Bien me plaze.
zella vio que su señora la reyna era muerta, Dadme compañía de diez caualleros, que yo
comencé muy fuertemente a llorar e a dezir: vos lo fare auer»,
«¡Ay la mi señora!, ¿e como me dexays assi
sola?» Ella estando assi faziendo muy gran- Y la gente fue muy alegre, e dieronle
des llantos e ansias, dos caualleros de su diez caualleros. Y Merlin e los diez caua-
casa passaron por la floresta, e oyeron dar lleros partiéronse luego de la ciudad, e fue-
grandes bozes a la donzella, e llorar e gritar. ron en demanda del rey Meliadux su se-
E los caualleros fueron alia donde grita.ua, e ñor, y Ueuolos a la peligrosa torre donde
quando la vieron, conoscieronla-, e dixeron: el rey su señor estaua. Y quando los caua-
«Donzella ¿que aueys o por que llorays?» Y r lleros llegaron en demanda del rey su señor,
ella les contó todo el fecho, e como les con- Merlin dixo a los diez caualleros: «Entrad
tesciera a su señora la reyna e a ella, y con- todos muy de presto en la torre e matad
' la donzella, y el rey vuestro señor sera
342 LIBROS DE CABALLERÍAS
librado. T mirad muy bien que si la clexays esta». Entonce fue el rey muy alegre, e di-
bina, por ventura le encantara otra vez». Y xole: «El mi buen amigo leal, muchas gra-
los caualleros entraron en la torre con gran cias a vos por tan señalados seruicios como
astucia, y ansi mataron la clonzella. E des- me hazeys».
pués de muerta tomaron al rey con gran- Entonces aparejo diez caualleros, e a (jor-
de alegria, como a aquellos que auian- saca- nalan, que le dio por ayo, y despidióse del
do a su señor de eaptiuidad. E ansi ya to- rey, e fueronse su camino, e yuan hablando
mado, sacáronle luego de la torre e torná- de la grande traycion que los caualleros
ronse a la cibdad muy alegres. E salieron querían fazer, y que muy bien auian meres-
de la cibdad a pie e a cauallo a rescebir a cido la cruda muerte que se les auia dado.
su señor con gran alegria, y llenáronlo al Quando llegaron a la fuente del León, Mer-
palacio. E quando el rey fue en el palacio, lin llamo a Grorualan, e dixole que si sabia
demando por la reyna. E los caualleros le leer. Grorualan dixo que si. «Pues aqui en
dixeron que era muerta en la floresta j>or estas letras dize que aqui mato el rey Mares
buscar a el. E como ania llenado consigo a Pernan su hermano. E digovos que después'
vna donzella, la qual auia estado a su fina- que vino Dios en nuestra Señora, nunca fue
miento, y tenia consigo al infante que auia hecha traycion como fue esta, y fue el ma-
parido. É fue ventura que en aquella sazón yor agrauio que nunca hermano hizo a otro.
auian llegado alli do la reyna estaua muer- Que si el rey Mares ouiera creydo lo que
ta dos caualleros de su casa, e hallaron assi Pernan le dezia, creed que fuera mas su
la reyna, e a la donzella, e al infante, y honrra que auer hecho tal traycion, e tiem-
ellos preguntaron a la donzella como auia • po verna que lo que no quiso creer a Per-
sido aquella auentura, la qual les contó to- nan no le ouiera hecho daño, y le pesara ele
das las cosas que le auian acaescido. E los su muerte». Entonces le dixo que tres caua-
falsos caualleros, como malos y desleales, lleros auian de ser los mejores del mundo.
querían matar al infante, por quedar ellos «E sera el vno Tristan, y el otro Lancarote,
en el reyno por señores. La donzella conos- y el otro Gralaz., e tu, Grorualan, ternas el
ció sus malas intenciones, e rogóles que no vno destos en guarda, e puedeste llamar
hiziessen tal cosa, que ella se yria con el clon- bienauenturado». E desde alli fueron a vna
de jamas fuesse vista, la qual lo hizo assi. «E cueua donde la donzella estaua con el infan-
nos no sabemos della, y tenemos, señor, aqui te. E la donzella, quando los vio, ouo gran
estos caualleros para liazer de ellos justicia, miedo, y tenia la teta en la boca del infante
la qual podeys, señor, vos hazer. E todo lo porque non llorasse, y ella no auia leche. E
que auemos dicho lo sabemos por boca de comenco ele huyr quanto pudo, e dixo: «Se-
Merlin, al qual podeys preguntarlo, que os ñores caualleros, yo demando en merced
lo dirá mas por estenso. E creemos que tam- que no me mateys este infante, porque es
bién sabrá del infante donde esta». de tal linaje, que si lo conociessecl.es le fa-
Quando el rey oyó esto, fue muy ayrado e riades toda honrra». Y Merlin le dixo: «Don-
triste, e hizo muy grande duelo, y metióse zella, no ayays miedo». Y ella se fue para
en vna cámara, y estuuo alli aquel dia e el, e Merlin dixo a los caualleros: «¿Que os
aquella noche, que ninguno no lo podia conor- parece ele los caualleros malos, que tal in-
tar. E quando vino otro dia, mando que los fante como este querían matar?» «Por Dios,
caualleros fuessen justiciados de muchas dixeron ellos, mal seso auian pensado.» E
justicias. E ansi fue hecho. Merlin tomo el infante, e diole al ama que
le diesse a mamar, que gran menester lo
auia. E dixo a la clonzella: «Sobid en vues-
III tro palafrén y lleuemos el infante al rey
De como el sabio Merlin dixo al rey Melia- Meliadux su padre, que os clara buen ga-
dux que le traería a su hijo don Tristón. lardón por el seruicio que le aueys fecho».
La donzella dixo: «¿Do es el rey mi señor?»
Merlin dixo: «En la ciudad». Quando oyó
Entonce vino el rey Meliadux a llamar a
éstas nueuas, fue muy alegre, e comenco ele
Merlin, e dixole: «Mi buen amigo, vos me
llorar, e clixo: «¡Ay mi señora, que fuerte
auedes seruido lealmente, e por esta quiero
ventura es la mia!, porque yo torno sin vos,
siempre vuestra compañía y que hagays de
¿que me clira el rey mi señor, e con qual ra-
mi reyno lo que os pluguiere. Ruegovos, mi
zón yre ante el rey e ante los ele su corte? E
buen amigo, que vos me busqueys al infan-
pluguiesse a ti, señor, que yo no fuesse biua».
te, y que le trayays». E Merlin clixo: «A mi
Estas e otras cosas dezia la clonzella, que
plaze, dadme ama que le de a mamar, e ca-
era lastima de oyr. E los caualleros la con-
ualleros que le acompañen, que yo se donde
DQ2T T R I S T A N D E LEOOTS 343
solaron quanto pudieron. Y luego cabalga- quando el rey vio esto, fue muy ayraclo e
ron todos, e anduuieron tanto que llegaron sañudo, e dixo: «Yo quiero saber quien me-
a la corte y entraron por el palacio, y Mer- tió este breuaje en este barril». Y fuese lue-
lin tomo el infante a la donzella, y presen- go a la reyna, la espada sacada por la ma-
tole al rey. Quando el rey vio al infante tan tar. Y la reyna ouo temor que la mataría,
hermoso, ouo gran plazer, e dixo a la don- e dixo: «Señor, merced, que yo lo puse ay
zella: «MI leal donzella, tomad el infante y por dar muerte a Tristan». Y el rey mando
tenecllo en guarda, que. después de Dios, a luego quemar a la reyna.
vos lo cleuemos agradescer». E después lle- Tristan era entonce de hedad de siete
góse el rey a Merlin, y echóle el braco al años, y andana por la corte, e paro mientes
cuello, e áixole: «Mi leal amigo, ¿que deue e vio que todos los de la corte anclarían muy
ser deste infante?» Y Merlin dixo: «Deste fijo tristes, e llamo a vn caballero, e dixole:
vuestro sera todo bien, que tres cananeros «Amigo, dezidme: ¿que ha esta gente?, ¿por
serán en el mundo, y sera el vno dellos». que anda tan triste?» E dixo el: «Señor, por-
Y desto fue el rey muy alegre, e hizole lue- que manda vuestro padre quemar a la reyna».
go baptizar, e púsole nombre Tristan, assi Tristan dixo: «Por buena fe, mi señor padre
como ia donzella dixo que le auia puesto su ha pensado gran crueldad, y desto no hará
madre, e hizo a Merlin mucha honrra, e el nada si yo puedo». Y luego sin mas tardar
dixo que tomasse lo que quisiesse. fuese para el rey, e hinco los ynojos ante el,
Después el rey llamo a Grorualan, e dixo: e dixole: «Señor, pidoos por merced que me
«Yo TOS do en encomienda al infante mi hijo, deys vn don». Dixo el rey: «Demandad vos,
y que vos seays guarda del, y que le ense- hijo, todo lo que vos quisierdes, que otorga-
íleys todos buenos enseñamientos y costum- do vos sera». E Tristan dixo: «Señor, yo vos
bres que pertenecen a hijo de rey». Grorua- demando en merced a la reyna, que no mue-
lan dixo que assi lo faria, con toda la mejor ra». El rey, quando esto oyó, fue muy sañu-
guarda que el pudiesse. Y assi estando el rey do e muy marauillado, e dixole: «Hijo, de-
en su reynado hasta dos años bínelo, al cabo zidme quien vos lo ha consejado»; e dixole:
destos dos años tomo por muger a vna dueña «Señor, no ninguno, mas yo se bien que, si
de alto linaje. Y estuuo con ella vn tienpo la matassedes, que seria gran mal e gran
que no pudo auer hijos en ella, y pensó la desacuerdo». Y el rey dixo: «Hijo, ¡bendito
reyna que, si el rey muriesse, que Tristan seas tu de Dios, que das a entender la buena
seria rey y señor del rey no, e que ella sal- naturaleza donde vienes!» Y la gente e los
dría del reyno, pues que no podia auer fijos. caualleros pidieron este don que non mu-
Y busco manera como matasse a Tristan, e riesse. El rey, vista la petición de Tristan y
tomo arsénico, y destemplólo con el vino, j de los caualleros, que tan ahincadamente la
metiólo en vn barril de plata muy secreto, e pidian, dixo que, avnque le era muy caro
púsolo a vna finiestra a la cabecera de Tris- mudar su proposito, pero que lo quería acep-
tan, e dixo entre si mesma: «Quando Tristan tar. Y cíesele allí adelante tomo el rey a la
ouiere sed, no aura entendimiento, y beuera reyna, y empreñóla de vn hijo. E quando el
deste Yino e morirá». E Tristan era assi cas- infante fue nascido e criado, la reyna pensó
tigado, que no osaua comer ni beuer sino por en si mesma que, si Tristan biuia, que su
mano de Grorualan. Y estando assi, el rey se hij o no heredaría cosa del reyno y que siem-
fue auer plazer con Tristan. porque el rey jire seria subdito de Tristan, y que nunca
auia grande plazer quando le veya assi fer- temían bien paz ni concordia; y pensó en si
moso. E al rey tomóle sed, e paro mientes a mesma que seria bien de dar la muerte a
la finiestra, e YÍO el barril a la cabecera ele Tristan, porque el hijo della quedasse pjor
Tristan, e dixo entre si mesmo: «Este YÍIIO rey después ele la muerte del rey. Y luego
ha aqui puesto Grorualan para que beiía el in- tomo del mismo arsénico que de antes, y
fante» ; e dixo: «Hijo, dadme a beuer deste mezclólo con el vino, y metiólo en vn barril
Yino». E Tristan se leuanto en pie, y lleno de plata, e púsolo otra vez a la cabecera de
vna copa de oro, e hinchóla de aquel vino, e Tristan. Y vino vn dia el ama del infante su
di ola al rey. E teniéndola en la mano lleuan- fijo, y entro en la cámara ele Tristan con el
ciola a la boca para beuer, violo la reyna, e infante, e hazia calura, e demandóle de be-
comenco a dar bozes e gritos, e dixo al rey: uer, y el ama vio el barril, e fue a dar a
«¡Non beuays!» Y el re}T, quando lo oyó, beuer al infante, y luego el infante cayo
dixo: «¿Que es esto, reyna?, ¿por que no be- muerto en los bracos del ama. E luego que
uere deste vino?» Respondió: «Porque no es el ama vio que el infante era muerto, co-
buen breuaje para vos»; e llamo a su can, y menco a dar bozes y a llorar fuertemente, y
diole a beuer, y el can fue luego muerto. Y en que la reyna oyó estas bozes, vino muy
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corriendo, e dixo: «jAy traydora, turne has reyna. E quanclo las tablas fueron puestas,
muerto mi fijo!» Ella dixo: «Por buena fe tocios los altos hombres e caualleros y escu-
yo no lo he muerto, antes lo mato aquella deros, se assentaron a las mesas, y los man-
persona que metió el breuaje en aquel ba- jares fueron traydos a cada vno. E la reyna
rril»; e llego alli el rey luego, e dixo: «¿Por mando embiar a Tristan, muchos manjares,
que me lias muerto a mi fijo?» E dixo ella: ' mas el no quiso comer de ninguno dellos,
«Señor, sed cierto que yo no merezco mal, fasta que Grorualan hizo traer su vianda. Y
mas aquel o aquella que metió el breuaje en entonces comenco a comer, y de ninguna
el barril, aquello mato»; e dixo: «Por buena vianda que la reyna embiasse no quiso comer,
fe, esto fizo la rey na, que me pensó hazer por lo'qual era la reyna muy triste. E des-
mal y que ella no ouiesse parte; ella pensaua pués que fueron contentos, e vieron la inten-
matar a mi fijo, e tan locamente ha muerto ción que laTeyna tenia del combite, Gorua-
al suyo, mas en esto no puedo mas hazer, !, an clixo a Tristan: «Esta vuestra madrastra
que tan buena parte ha ella como yo del mal vos quiere gran mal, e no busca sino como
que ha hecho». vos pueda matar. Por ende me pareseeria
bien que nos partiessemos del reyno de Leo-
IV nis, pues que el rey es muerto, y que nos
vayamos a la corte del rey Feremondo de
De como mataron al rey McUachix. e como Gírala, que alli podeys aprender todo aquello
Tristan se fue a la corte del rey Feremondo. que a cauallero haze menester. Y esto digo,
porque ya querria que fuessedes cauallero»..
Dize la historia que después que esto passo, Y Tristan le dixo: «Gorualan, yo soy bien
el rey fue vn dia a caca y lleuo en su conpa- presto de hazer tocio aquello que me man-
ñia a Tristan, e a Gorualan, e a otros caua- days». Entonces tomo Gorualan aquellos que
lleros de su corte. E quanclo ellos fueron a la fueron menester que fuessen con el, e apare-
fuentedelLeon,hallaron endeocho caualleros jólos muy bien a todos de cauallos e atauios,
armados, e fueronsse para vn cauallero que e dio vn cauallo hermoso a Tristan. Y en la
• aula nombre Cornualla, e dixeronle: «¿Viene mañana caualgaron, e fueronse encubierta-
aqui Tristan?» y el dixo que no, que en la mente, que ningunos lo supieron, saluo los
corte quedaua. E preguntaron que qual era que yuan con ellos, e anduuieron tanto por
el rey, e dixoles: «Aquel que caualgaua en el. sus jornadas, que llegaron a la corte del rey
cauallo blanco». Entonce se dexaron yr los Feremondo cíe Gaula. Y ellos, quanclo fueron
caualleros contra el rey, e derribáronlo del entrados dentro en la ciudad, fueronse para
cauallo.'E matáronlo, que nunca hombres el rey, e Tristan dixo: «Señor, yo soy aqui
los conocieron. T quanclo Gorualan vio esto, venido por os seruir e fazer todo aquello que
comenco de huyr con Tristan derechamente vuestra merced mandare, e yo recebire mer-
a la cibdad. E desque los de la ciudad su- ced que me reciba por suyo». Y el rey luego
pieron que el rey era muerto, comentaron de le recibió muy bien, e hizole mucha honrra.
hazer gran llanto, e fueron para alia, e tru- Preguntóle ele que tierra o ele que linaje era,
xeronlo muy honrradamente, y enterráronlo e Tristan clixo: «Señor, 3^0 soy de luenga
muy honorablemente en vna abadia de mon- tierra, e soy de tal linaje, que estoy de gana
jes, e Tristan quedo por rey del reyno de de os seruir». Y el rey conoscio que se que-
Leonis. Y la reyna su madrastra quedo en n a encobrir, y no le pregunto mas, saluo que
la ciudad en el reyno de Leonis por su vida. le recebia por suyo, y que. faria por el todo
T estando assi la reyna, pensó de combidar lo que fuesse su honz-ra. Entonce comenco
a Tristan, y que el no se guardarla, y que le Tristan ele servir al rey muy bien e mesura-
daria poncoíia con que muriesse. Y l a reyna damente en todas las cosas, que todos quan-
hizo el combitemuy rico e muy honrrado. E tos le veyan se marauillauan de su gran her-
Grorualan tenia castigado a Tristan en tal mosura. Y deziah que nunca vieran tan
manera, que el no comia sino por su mano. apuesta ni tan cortes criatura, ni tan bien
E Grorualan dixo a Tristan: «Pues que la acostumbrada en tocias las cosas. Y Tristan
reyna vos ha conbidado, quiero, si a vos pía- comencaua a caualgar a cauallo, e jugar de
ze, que váys alia, que. si alia no fuessedes lanca, e saltana y echaua barra, e hazia todas
seria gran villanía de nuestra parte. Mas las cosas que pertenecían a su hedad, y es-
tanto vos mando que no comays ninguna gremia con los otros clonzeles; e tan sotil era
vianda que venga a la tabla, sino de aquello e ingenioso, que inuentaua muchas cosas e
que yo vos mandare»; o Tristan dixo: «Yo maneras ele juegos, que todos quantos en la
haré lo que vos mandardes». E a la mañana corte eran, folgauan de le ver en todas las
fueronse Tristan e (jornalan al palacio de la cosas, tanto que tocios hablauan del. Y pas-
DOH T R I S T A Í D E L E O N I S 345
saudo assi estas cosas, en la corte estañan en cer pudiere, que yo aure en mi poder e a mi
mucha alegría. voluntad a Tristan». E vn dia, estando Be-
Vn día acaescio que vino a-la corte del rey lisenda en el palacio, vio por ay a Grorualan,
Feremondo el buen cauallero Morlot ele Yr- e dixole: «Grorualan, quiero descobrir a vos
landa, con gran conpaña de caualleros del mi cor agón, e quiero que digays a Tristan
reyno de Londres, el qual venia por ver al de mi parte que el sea donzel de mi amor,
rey que era de su sangre. T quando el rey porque yo no amo a mi ni a otro tanto como
fue cierto que venia Morlot, ouo muy gran a el». E Grorualan le dixo que lo haria muy de
plazer de su venida, porque era su pariente, buenamente, y pensó en si mesmo que del tal
e salióle a recebir muy honrradamente, e amor non rescibiria Tristan ningún beneficio,
holgó en la corte algunos dias. E vn dia, el e no sabia si lo dixesse o no, e al fin no oso
rey e Morlot estauan a la tabla, y seruialos estar sin lo dezir, e quísole prouar, y luego
Tristan, y Morlot paro mientes a Tristan, e fue Grorualan a Tristan, e dixole: «Bien vos
dixo al rey: «Este es el mas íermoso donzel, deueys tener por bien auenturado donzel, e
y el mas enseñado que yo nunca vi». Y el rey yo assi lo tengo cierto que Dios e la buena
dixo: «Cierto sed que de dos años acá es en dicha nos ha trayelo a esta corte, porque
mi corte, y en verdad os juro que no se quien este dia la infanta Belisenda me llamo, e
es, ni de donde viene; y creo que, según sus con muy ansiosas querellas me ha recontado
mañas y enseñamientos, que de gran linaje la mucha afición e gana de vuestros amores
viene, e a gran hecho querrá venir». Enton- que tiene, e non supo a quien mejor lo des-
ces dixo Morlot: «Dios le faga buen honbre, cobrir que a mi, e quiere que le deys el
que quanto la apostura, no es en el falle- vuestro amor, que ella quiere ser donzella
cida» . Y vn enano que entonces era ay, clixo del vuestro, e vos que seays donzel del
a Morlot: «La su apostura avn te costara suyo».
caro»; e Morlot contengo a reyr e a hazer es- E Tristan dixo a Gorualan: «¿Consejarme
carnio, y el rey le dixo: «No hagays escarnio vades que yo amasse a la hija del rey mi
de lo que dize el enano, que el otro dia llego señor? Cierto, sed que yo no la amaría en tal
aquí vn cauallero, y comiendo a la- tabla, manera, porque yo no haga desonrra a
dio vna pierna de capón a este enano, e dixo: aquel que me faze honrra». «¿Como?, dixo
«Por esto como yo esta pierna de capón, por- Grorualan, ¿en tal manera huydes vos el amor
que nunca otra darás a otro»; e a la mañana, de la donzella, que no la ameys assi como
qnandoel cauallero fue leuantado, estándose hombre deué amar a su señora?» «Si, dixo
lauando las manos, vino a el vna donzella, e Tristan, mas no porque la ame por amores».
dixole: «Cauallero, dadme un don»; y el dixo: Estas palabras dezia Grorualan a Tristan por
«Demandad lo que vos quereys»; e la donzella ver su seso, e fue mucho alegre por las pa-
le dixo: «Dadme vuestra espada»; y el caualle- labras que Tristan auia dicho, e fuese
ro se la dio, e la donzella tomo la espada e para la infanta, e dixo: «Señora, sabed que
corto la cabeca al cauallero. Y de muchas el donzel vos embia mucho a saludar, y
cosas que ha dicho el enano, son ciertas, e tieneos por señora, assi como hija de su
por esto os digo que os guardeys del donzel». señor. E dize que os quiere seruir en todas
E Morlot comenco a fazer escarnio, e quan- cosas assi como a hija de su señor. Mas en
do vino la mañana, Morlot partió dende con en esto que vos demandays, dize que no
toda su gente. Y el rey salió con el fuera de hará nada por cosa del mundo». Ella,
la cibdad, e dixo a Morlot: «Catad no pon- desque esto oyó, fue mucho triste, e dixo
gays en burla lo que el enano ha dicho». En- entre si misma: «O yo moriré, o lo aure
tonce se torno el rey para su palacio, e Mor- en mi poder». E acaescio que vn dia Tris-
lot se fue por su camino. tan e otros caualleros saltauan y esgrimían,
assi que la hija del rey estaua donde lo vía
bien, y estaua encendida por su amor, y de-
Y zia entre si: «¡Ay Dios, e agora touiesse Tris-
tan comigo en mi cámara!» E después qxie
De como hmieron a don Tristan para cortar Tristan se partió del juego, e Belisenda lo
la cabeca, porque no quería amar a Beli- vio yr, fuesse a parar entre dos cámaras a
senda, hija del rey Feremondo. vn lugar escuro, e Tristan passaua por allí,
e la donzella, quando lo vio, fuese para el,
Dize la hystoria que Belisenda, hija del y echóle los bracos al cuello, e comencolo de
rey Feremondo, como vía a Tristan assi abracar como muger que estaua salida de
apuesto donzel, que era mucho enamorada seso por su amor. E teníalo en tal manera,
del, y dezia: «Acaezca de mi lo que acaes- que non se podia partir della, diziendo: «¡O
346 L Í B E O S DE 0.
amigo, ruegovos que me deys vuestro amor!» Y el rey dixo: «Si aquesto es verdad, yo lo
Tristan dixo: «Donzella, en ninguna manera sabré de mi fija, e yo la prouare en tal ma-
lo haré, porque me seria mal contado y pues- nera, que vos digays que yo mantengo dere-
to a gran traycion; mas, si quereys, seruiros cho»; e partióse Grorualan del rey e fuese
he como a hija de mi señor. Pero, cierto, para su cámara. E fue assi que en aquella
otra cosa de mi no se podra auer por cosa del sazón tenia vn primo de Belisenda su hijo
mundo». Belisenda respondió, e dixo: «Por preso, el qual auia muerto vn cauallero en
Dios e por su clemencia, os ruego que no la corte, por que el auia de ser muerto. E el
vseys comigo ele tanta crueldad como debaxo rey tomo a su hija por la mano, e llenóla a
de vuestra mano me teneys, porque si assi vna cámara, e dixole: «Hija, vos soys de he-
se flziesse, el fin de mis dias seria presto, e dad que vos deuo de hazer plazer e honrra;
si vos a mis ruegos y ansias no proueys, yo yo vos quiero dar vn don sin que me le
vos liare morir de mala muerte». E fuele pidays. Ya sabeys que este vuestro primo
abracarían brauamente, que ayna lo matara, ha de morir por la muerte que ha hecho, y
e requiriólo otra vez de amor, y el dixo que este donzel deue morir porque quiso fazer
no lo faria. E quanclo ella vido que el no deshonrra de vos; el vno destos querría que
quería su amor, fue muy triste; assi, como escapasse, y el otro que muera; esto quiero
se vio que estaua fuera de entendimiento, dio que determineys vos». E Belisenda pensó vn
vn gran grito, e dixo: «¡ Acorredme, caualle- poco, e dixo en su coracon: «Si yo tomo este
ros!» Esto hazia como aquella que no estaua donzel, e muere mi primo, todos me t e m a n
en su seso. E quanclo los caualleros que esta- por falsa, e dirán las gentes que yo lo he
llan en la sala oyeron aquella boz que la in- hecho matar»; e dixo: «Si muere el donzel,
fanta dio, ellos fueron alli muy presto, o vie- no podre biuir sin el»; y estando assi en
ron como tenia abracado a Tristan muy fuer- gran pensamiento, que no sabia que se dezir,
temente. E de verguenca que la infanta ouo el rey dixo: «¿Como estays? dezidme qual
quando vio a los caualleros, dixo: «Señores, quereys, o qual no»; y ella dixo: «A mi pri-
este mal donzel me queria liazer vna gran mo» . El rey mando que cortassen la cabe-
villania». Los caualleros le dixeron: «¿Como, ca al donzel. E luego le fue echado vn paño
donzel, - resabiendo vos tanta lionrra y mer- por los ojos, para le cortar la cabeca. Ella,
ced del rey. vos le andays buscando des- como vio que querían cortarla cabeca, dixo:
onrra? Cierto que vos os arrepentireys». E «Ay, padre e señor, por Dios; no muera, ca
quando el rey lo supo, mando que fuesse yo me arrepiento mucho de como escogí,
metido en prisión, e Gorualan fue muy tris- ca este donzel quise yo tomar». El rey dixo:
te. E quando andana por la corte, dezianle «El que escogistes de primero, este conuíe-
todos: «¿Como? ¿tan bien teniades castigado ne que ayays, e conuiene que corte la cabeca
a este vuestro criado, que faziendole el rey a este otro». E dixo Belisenda: «¿Como?,
tan gran honrra, queria cometer tal villa- señor, ¿no me lo quereys dar?» El rey dixo:
nía?» E dixo entre su coracon que si Tris- «No os lo daré en ninguna manera». E pues
tan tomasse muerte, que el no seria para bi- dixo ella: «Dadme vn don que os quiero de-
uir en este mundo. E fuese luego (jornalan mandar» ; y el rey dixo: «Demandad lo que
para el rey, e tomólo por la mano y apar- vos quisierdes, que yo os lo daré, en tal que
tolo a vna parte, y pidióle por merced que le no sea el donzel». Y ella dixo: «Dadme el
escuchase, y que le daria cuenta de la culpa espada con que han de matar el donzel». El
que Tristan tenia. «Señor, dixo Grorualan, rey ge la hizo dar. E la infanta tomo la es-
sabed que Belisenda vuestra hija me llamo pada, e puso la mancana della en tierra, e
el otro dia, y dixome que fuesse su mensaje- la punta derecho del coracon, e dixo: «Señor
ro a mi criado f1), e le dixesse en como ella rey, si no me days el donzel, conuiene que
le amana mas que a ssi mesma, y que queria yo muera luego sin mas tardar, que yo mas
ser donzella del su amor y que ella queria quiero morir que no ver cortar la cabeca al
que fuese del suyo. E yo dixelo a el, por donzel, e assi muririen ambos». Y quando
prouar de que seso era. E la respuesta que el rey vio esto, conoscio que el donzel no
el me dio, fue esta: que la tenia por su seño- tenia culpa, y perdonóle, e hizo cortar la
ra y assi como hija de su señor, y que haria cabeca a su primo de Belisenda, e torno
por ella todo aquello que honrra le fuesse; Tristan en gracia de todos como de primero.
mas de aquella razón, que el no faria nada». Desto fueron todos muy alegres, y seruio
al rey con diligencia como solia. Y Belisen-
da dixo a Grorualan: «Pues vuestro criado no
(*) Esta palabra se toma aquí en su sentido literal me quiere dar el su amor, de oy mas guár-
y propio; es decir, en el de persona criada ó educada dese de mi. que yo haré que muera». Y Gror-
por otro, como el ahom-tms latino (de tsío=alimentar). '
DON T R I S T A N D E L E O N I S 347
tialan. se fue a Tristan, e dixole: «Hijo, ya i fe dio plaxer. E no se como podiste acabar
vistes como el otro ¿lia llegastes al punto de contigo de querer que pereseiesse por la cruda
la muerte; sabed que la infanta vos tiene muerte aquella que tan sin merecer fue de ti
muy mala voluntad, y es menester que to- desamparada. E si la muerte sobrettdniera,
memos consejo antes que acaezca otro tal ye- no fuera razón de te fa%er age.no de mis alfé-
rro como el otro». Entonces dixo Tristan: rez, desfauorescer ('). Eyo vi tales cosas en ti,
«Pues ¿que quereys que yo haga?» Grorualan que no se por de que calidad te jtozgue, quel
dixo: «Yo quiero que nos partamos desta cor- estado y merecer de Belisenda ¿quando me-
te e no estemos aqui mas». E fueronse luego reció la pena que le diste? Assi que qual-
delante del rey, e Tristan hablo e clixo: «Se- quiera -mudo buscara lengua prestada para
ñor rey, nosotros hemos estado en vuestra recontar los disfauores que fasta la muerte,
corte por sentir a vuestra real excelencia, me diste; y la crueldad que contigo mesma
Pero agora queremos tornar a nuestra tie- time es tan grande, que ocupara los oydos de
rra, e buscar nuestra auentura, e JDÍCIOS |Dor los biuientes. ¡O! ¡quaniopor el mundo bo-
merced que nos cleys licencia, y recibiremos tara, claro sera de conoscer que tan crescido
señalada merced». El rey dixo: «No vos fue tu desconocimiento! E si no pudieras te-
clare tal mandamiento si no me dezis vuestro nerme verdadero amor, a lo menos cauteloso
nombre y de que parte soys». «Señor, dixo lo deuieras mostrar, por no dar ocasión a la
Tristan, vos ¿prometeysme como rey que mi tan rauiosa muerte. Y bien se e conozco
no nos deterneys aqui?» El rey ge lo otor- que entre las gentes no aura otro razonar sino
go, e Tristan dixo: «Señor, yo soy llama- mi yerro. Consuélame qioe tanta culpa se dará
do Tristan de Leonis, hijo del rey Melia- a tu desconoscimiento como a mi yerro. Y si
dux». Desto fue el rey muy alegre, porque algún disfauor a los amadores de oy mas les
del rey Meliadux auia salido tan hermoso viniere, de ti se podra dezir que les emano. E
hijo; e de la otra parte era triste, porque no avnque tu mereseer no sea tal como mi condi-
le auia hecho mas honrra, e porque se quería ción, no puedo acabar de no te embiar algo
yr». E el rey le dixo: «Sabed, Tristan, que que de mi tengas en la muerte, pues en la vida
vos soys mi pariente, e por esto no querría no lo quisiste, y embiote esta espada, que en
que vos partiéssedes de mi reyno». Tristan virtud íraspassa a todas las que oy son, con
dixo: «Señor, conuieneme hazer lo que yo la qual yo mesma me he dado la mtterte; y
quiero: tornarme en mi reyno». T luego el embiote este cauallo, que ha tal virtud que
rey le dio gran auer e caualleros, e tomaron jamas no cansa, e encomiendole este escudero,
su camino contra la corte del rey Mares de que siempre sea en tu conpañia, y que le fagas
Cornualla. E quando Belisenda supo como mercedes por que llegue a buen estado.—Aca-
el rey auia dado licencia a don Tristan y que bada de escreuir la carta, Belisenda hizo ju-
era ydo, metióse en vna cámara a llorar muy rar al escudero que hiziesse su mandado, y
fuertemente, y llamo vn escudero su criado, el escudero lo prometió bien y lealmente, e
y dixole: «Amigo, ¿prometesme que faras tomo luego la espada, e púsola derecha con-
mi mandado?» El dixo que si faria. Dixo tra el coracon, e lamancana en tierra, e cargo
ella: «Traeme tinta e papel»; e el truxogelo fuertemente sobre ella, assi que le passo de la
luego. Ella comenco de escriuir vna carta otra parte. E luego el escudero fue muy es-
que dezia: O Tristan desconocido, bien tenia pantado quando vio hazer la crueza a tan
creydo que en quitarte la muerte y darla aquel virtuosa señora, y el escudero no quisiera
que en generación me tacana, que algim galar- auer lo visto, y tomo la espada, e caualgo, e
dón meresciera. E por dar yo a ti la vida, dis- fue por aquel camino mesmo que yua Tris-
te tu a mi agora la mortal ratoia con dolor tan. E quando el rey Peremondo supo que su
sin medicina. No se con quales palabras co- hija era muerta en tal forma, fue triste, e
mience a recontar tus culpas, pues das lugar dixo: «En mal punto vino Tristan a mi cor-
que muera la fama de tu disposición con obras te para mi»; e luego fizo tomar su fija, e
a ella mal conformadas. ¿Quien podría mi- fizóla enterrar honrradamente en vna rica
rarte, que crea auer en ti tantos males quan- sepultura, e hizo escreuir letras en que dezia:
tos Belisenda pregonar puede? Ni se como AQUÍ TAZB BELISEXDA, FIJA D E L B E Y PERE-
podiste ser tan enemigo tuyo, que quien tal MONDO, LA QTJAL SE HATO POR AMORES DE T n i S -
como a mi tuuiera por suya, de ninguna
TAW DE LEOBTS; e todos los del reyno hizie-
prosperidad pudiera ser desseoso. Y los que
ron muy gran llanto. E después desto, yendo
discreto conoscer tienen, fungando la tu crue-
Tristan por su camino, dixo Gorualan: «Se-
za, te culparan de no claro conoscimiento, e
ñor, vn escudero veo venir detrás de nos a
parescerles ha que la perfecion del mundo, es
a la tu condición contraria, y lo imperfeto
i {') El texto ofrece aquí obscuridad.
348 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
gran correr»; e Tristan dixo: «Dexalde venir,
veamos que embaxada trae». T en tanto llego f dio de hincar al tablado, y de justar; e auia
a ellos el escudero, e dixo: «Señor, mensajero mas honrra que ninguno de los caualleros, e
soy de Belisenda, la fija del rey Peremondo» ; era amado de todos, y a poco tienpo se mo-
y Tristan dixo: «Vos seays bien venido»; y uio Morlot de Irlanda con gran flota de naos
el escudero púsole la carta en la mano, e y galeas contra el rey Mares de Cornualla.
quando vio que la donzella era muerta por su
amor, fue muy triste o no quisiera ser ñas-
cido para que por el ouiesse acaescido tal des- VII
aventura, y rescibio la espada y el cauallo; Gomo Morlot de Trlanda armo gran flota
y el escudero dixo: «Señor, ruegoos que sea para contra el rey Mares de Cornualla.
vuestro para os seruir, que no osasse tornar a
la corte del rey Feremonclo en ninguna ma-
nera»; y Tristan dixo al escudero: «Si tu Acaescio assi que vn dia Morlot fue llega-
quieres y r en ini conpañia, a mi plaze, mas do al puerto de Tintoyl. E quando la gente
con vna condición: que has de jurar quel mi del rey Mares vieron tamaña flota, fueron
nonbre no digas en ninguna parte». Y el es- muy tristes, e comencaron de dolerse del
cudero dixo que le plazia de buena voluntad mal y daño y escarnio que esperarían auer,
de lo assi fazer, e assi lo prometió en manos y Tristan oyó el roydo, y pregunto que por
de Tristan. Y después desto passado, comen-, que fazian aquel duelo, y ellos respondieron;
carón a anclar por el camino de Cornualla «Porque aquella flota viene por destruyr este
quanto podían, e yuan hablando en la muer- reyno», y Tristan dixo: «Bien pareceys ca-
te de la donzella fija del rey Peremondo, y tiua gente, e ¿como? ¿entre vosotros no ay
espantauase de la gran crueza que Belisen- ningún buen caudillo o cauallero que os de-
da consigo mesma auia tenido; y assi cami- fienda desta gente por fuerca de armas?»; y
naron fasta que llegaron a la cibclad. Agora ellos dixeron que no. Entonces Morlot des-
dexemoslos y r por el camino de Cornualla, cendió a tierra con su gente, y pusieron tien-
que siguieron fasta la cibdad. das riberas de la mar, y desque assentados
con todo lo que auian menester, Morlot hizo
llamar a los caualleros e ricos hombres que
venían en su conpañia; e quando fueron jun-
VI tados, acordaron que se deuiessen embiar al
De como Tristan llego a la corte del rey Ma- rey Mares dos caualleros, e que si por vía
res de Cornualla, e de lo quel enano dixo de yguala se pudiesse algo fazer, que esto
ante quel viniesse. era lo mas necesario; y assi se acordó. Morlot
luego embio dos caualleros al rey Mares, que
le demandassen el tributo de su parte, e los
En aquella sazón el rey Mares tenia en su caualleros fueron al rey Mares, e dixeronle:
, corte vn enano que se pagaua ríe adeuinar, «Señor, Morlot de Yrlanda vos embia dezir
y este enano era hijo de vn rey, y era de que le embieys el tributo de siete años que
tan mala figura y tan nescio, que lo ouieron ge lo deueys, e si no, que os aparejeys para
de echar fuera de la corte de su padre, y vn la batalla». Y el rey abaxo la cabeca, e esta-
dia dixo aquel enano al rey Mares: «Señor, ña pensando y no respondía cosa alguna, ni
sabed que oy entrara en vuestra corte el mas ningún cauallero de su casa, e Tristan sele-
noble cauallero del mundo». Y el rey dixo: uanto, e dixo a los caualleros: «Tornad a Mor-
«¿Sera cauallero que me fara honrra?» Y el lot, que a la mañana aureys la respuesta de
dixo: «Si, quanto a la corona, mas en otras mi señor»; y los caualleros dixeron: «Señor,
cosas os fara desonrra y verguenca». «Pues este donzel ¿habla por vos?» Y el dixo: «Si».
a la corona me ha de hazer honrra. no me do E los caualleros se tornaron para su señor; e
nada, el sea bien venido». después de oydos los mensajeros, Tristan
Y luego entro Tristan por el palacio, e dixo al rey: «Señor, yo he estado poco tien-
omillose delante del rey Mares, e dixole que po en vuestra corte, que avn no me conuie-
le quería seruir, e el rey Mares lo recibió. E ne-de demandar ningún don, mas empero
preguntóle que de qual tierra era, o como se quiero os lo demandar, con confianca que de
llamaua. Tristan respondió: «Señor, de que vuestra virtud tengo, e tanbien porque otor-
tierra soy e mi nonbre saberlo heys algún gar el don no deshará vuestra honrra». Y el
tienpo. que soy de luenga tierra». Y el rey dixo: «Demandad todo aquello que os plu-
vio que se quería encubrir, e no le pregunto guiere, que no os fallecerá». Y el dixo: «Se-
mas; y Tristan le comenco a seruir e tratar- ñor, yo os pido merced, que vos me fagays
se en las armas lo mejor que podía, y apren- cauallero»; y el rey dixo que le plazia de vo-
DON T R I S T A N DE L.EONIS 349
hurtad, porque el via que merescia bien serlo, ros se tornaron a su señor, y le contaron
y tenia del mucho contentamiento, «Mas si como era fijo de rey e cauallero, e se auia de
vos quereys atender para otro tienpo. yo lo combatir con el dende en tercero dia en la
liaría con mayor honrra e alegría, como vos ysla sin ventura. Y ellos dixeron que seria
lo meresceys»; e respondió Tristan: «Señor, moco de catorze o quinze años, e parescia
a erescidos seruicios me obliga tan gran mer- poderoso y bien valiente, «porque os supli-
ced, y el tienpo no le haga inconueniente, camos, sí a vos pluguiere, que esta batalla
porque, avnque agora parezca ocasión para quede». E Morlot dixo con saña: «Mucho me
tristura, plazera a Dios que sea causa para pareceys catiua gente e sin esfuerco, que por
mas gloria»! Tiendo el rey el animoso ra- un nueuo cauallero de catorze años dexe la
zonar de Tristan, llamo a su mayordomo, e batalla, que, según mis fuereas, lo matare o
dixole: «Aparejad, las cosas que menester le echare del campo».
sean para armar cauallero»; y el respondió
que lo faria. Y esso mesmo Tristan e (jor-
nalan velaron aquella noche en la yglesia, TIII .
las rodillas fincadas antel altar, y Tristan
era de hedad de catorze años en aquel tien- De como don Tristan se conbatio con Morlot,
po. T quando vino la mañana, el rey le fizo . e lo venció e mato.
cauallero, con gran alegría e fiesta por toda
la corte. Y estando en este solaz, los cana- Tenido era el dia de la batalla, e Morlot
neros de Morlot llegaron al rey, e dixeronle: caualgo en su cauallo, e púsose en la ysla
«Rey, Morlot os enbia clezir que acuerdo sin ventura. E Tristan subió en su cauallo,
aueys auido de lo que os embio a dezir por aparejado de todas sus armas, y dixole el
nos». E el rey abaxo la cabeca, e no respon- rey: «Cauallero, ruegoos que, si quereys fa-
dió nada, y los mensajeros dixeron: «Se- zer esta batalla por mi, que me digays vues-
ñor, ¿queresponcleys?» E no respondió nada, tro nonbre». Y Tristan dixo: «Mucho me
ni cauallero que ay estaua, e luego Tristan tardo en fazervoslo saber que lo sepays; sa-
se leuanto, lleno de malenconia porque el bed que soy vuestro sobrino, fijo del rey Me-
rey estaua assi, y dixo a los caualleros: «Dezi liadux, y he nombre Tristan». Y el rey, en
a Morlot que si el ha auido el tributo fasta que lo supo, fue alegre, y ele la otra parte
aqui, que lo ha tomado mal e falsamente, y triste porque la batalla se auia de liazer, y
de aqui adelante no le darán nada, que aqui dixole: «Pues vos soys mi sobrino, quiero
ay cauallero que ge lo defenderá a fuerca de que esta batalla quede, que mas quiero pa-
armas». Los caualleros dixeron: «Bey, esto gar el tributo que no [que] se faga la batalla,
que dize este donzel ¿sera assi?» Y el rey que Morlot es .mas fuerte cauallero, que vos
dixo: «No es donzel, mas es cauallero». Y soys moco y no soys para fazer batalla; por
ellos dixeron: «Si no es donzel o si es caua- ende quiero antes pagar el tributo». Y Tris-
llero, sealo en buen hora, mas ¿si fabla por tan dixo que no dexaria la batalla con Mor-
vos?» Y el rey dixo que si; y ellos se torna- lot, «que creo que ayudara Dios al derecho»;
ron a Morlot, e dixeronle: «Señor, el rey e luego caualgo con gran caualleria, y füe-
Mares os enbia a dezir que quiere defender ronse Tristan y el rey a Morlot, y Tristan en-
el tributo a fuerca de amias, e sabed que vn tro en la barca, y Gorualan le metió el caua-
cauallero j oven se quiere conbatir con vos». llo, y dixole: «Hijo, si por mi voluntad fues-
E entonces respondió Morlot: «¿Tos aueys se, esta batalla no se faria, empero, pues que
puesto el día de la batalla? ¿en que lugar?» assi quereys, es menester que fagays en ma-
Y ellos dixeron que no. E Morlot dixo: «Tor- nera que honrreys vuestro linaje». E dixo
nad alia, e sabed si es fijo de rey o si es otro Tristan: «No se puede escusax, que mas
cauallero, que en otra manera no me conba- amo morir con honrra que biuir con cleson-
tire con el». E los caualleros fueron antel rra entre caualleros de Cornualla». Y entro
rey, e dixeronle: «Señor, el rey Morlot os en la ysla. E quando fue en ella, saco su
embia a clezir que aquel cauallero que se ha cauallo e dio del pie a la barca por fuerca,
de combatir con el, si es hijo de rey o caua- que la desuio lexos, e subió en su cauallo
llero, ca en otra manera no se conbatira con apuestamente. E Morlot le dixo: «¿Que has
el». Y Tristan respondió; «Dezid a vuestro fecho, cauallero? ¿Por que has embiaclo tu
señor que si el es cauallero, yo soy caua- barca? Y agora ¿en que tornaras?» Y el dixo:
llero; e si es fijo de rey, yo soy fijo de rey. «Qualquier de nos conuiene aquí morir, e
E por esso me quiero conbatir con el». qualquier que quedare, assaz basta esta
E pusieron el clia ele la batalla, y que vuestra». Y Morlot dixo: «Aquesto hazes
fuesse en la ysla sin ventura; e los caualle- I con mocedad e poco seso». Y dixole: «Ca-
350 LIBROS DE CABALLERÍAS
uallero, vos soys mucho 111090, porque os aueys fecho esto, que ha sido villanía?» Y el
consejo que dexeis esta batalla». Y Tristan dixo: «Assi me conuiene hazer, porque con
dixo: «Cauallero, plazeme. con Yna cosa: mi condición no pude otra cosa acabar.
que me deys vuestro cauallo y armas, y de- Pero fazed de mi todo aquello que vos que-
xeys el tributo para sieiaprej y lo que aueys. rreys;>. Tristan dixo: «Por Dios, vos aueys
lleuado lo restituyays». Y a esto respondió fecho gran traycion e falsedad, mas yo no
Morlot que no faria ninguna cosa de aquello faria a vos mal, saluo cortesía y mesura, e
que le dezia, y dixo; «Esto os digo, caualle- ydvos a buena ventura» .Y luego vinieron sus
ro, por piedad, que os veo tan 111090». Y caualleros a Morlot con barcas para lo lleuar
Tristan dixo: «Dexemos la fabla y comence- a su flota, e recogiéronse desonrradamente, e
mos la batalla, que no se ha de librar por algaron vela y singlaron por la mar, y dioles
razones». Luego se arredraron el vno del Dios prospero viento, e fueronse a Yrlanda,
otro, y aquellos que estauan mirando roga- y assi quedo Tristan en el canpo con mucha
uan a Dios cada vno por su cauallero; y los honrra. E vino el rey Mares a recebirlo hon-
caualleros se cubrieron de los escudos, y r a d a m e n t e , y tornaron a la cibdad. e flzie-
abaxadas las langas, se fueron ferir el vno ron gran ñesta, e pusieron en obra de curar
al otro, y tan grandes golpes se dieron, que a Tristan.
cayeron en tierra amortecidos, que todos
cuydauan que eran muertos. É a cabo de IX
vna pieca, leuantaroo.se en pie, e pusieron
mano a las espadas y ñieronse ferir el vno De como Morlot arribo con s%i flota
al otro brauamente, y desta primera batalla en Yrlanda.
se dieron grandes golpes. Dixo Morlot entre
si: «Este no da golpes de moco, autos los da Como Morlot fue arribado en Yrlanda, lue-
como honbre de fuerga y de gran c o i r ó n » . go fue afistolada la llaga y murió a cabo de
Y quando fueron enojados, tiráronse afuera nueue dias, que no le tuuo proueeho ningu-
por descansar y por cobrar huelgo y fuerga. no maestro ni medecina que le flziessen, ni
E a cabo de vna pie9a, tornaron a su bata- le aprouecho su hermana, que era la mejor
lla, y fueronse a dar grandes golpes, que maestra del mundo. E quando ella lo vio
todos se marauillauan de los ver, que de las muerto, e vio que no le auia podido guare-
espadas e yelmos fazian salir fuego. Assi cer, dixo: «Por buena fe, yo veré de que
que Tristan se conbatio tan mortalmente, murió mi hermano, que nunca vino a mi
que Morlot dezia en su cora9on que si ver- honbre que yo curasse que muriesse. Por-
güenza no le íuesse, quel dexaria el tributo. que me tengo por la mas desdichada e sin
E quando fueron combatidos, tiráronse afue- ventura de las que en el mundo son; mas
ra el vno del otro por cobrar fuerga, y quan- cierto, avnque es cosa de crueldad, que yo
do ellos ouieron folgado vna gran pieca, veré que cosa fue esta por que murió». Y
tornáronse a ferir ele la tercera batalla, con tomóle y abrióle la llaga y llorando de sus
gran saña y yra que auian el vno del otro, ojos que páresela fuente; y después que ge
e conbatieronse fuertemente, de manera que la ouo abierto y bien buscada la llaga, falló-
a Morlot le menguaua la fuerga. E Tristan le en la cabega la desgranadura de la espa-
echo su escudo al cuello, e tomo su espada da de Tristan, y dixo entonce: «Esto ha
con anbas manos, e fue a dar a Morlot vn muerto mi hermano». Y tomo la desgrana-
gran golpe encima de la cabega quel yel- dura y guardóla en vna arca, y después des-
mo le corto. E metióle el espada por la ca- to fecho, fueron a soterrar a Morlot con
be9a, y al tirar que tiro la espada, desgrano grandes lloros, que era lastima de lo ver,
vna gran desgranadura, e fue luego en tie- que nunca tal fue fecho en Yrlanda, y en
rra, y quedo la desgranadura en la cabega, especial la reyna su hermana, la qual, con
e Morlot quedo mal ferido. E Tristan fue sentibles e lastimosas palabras de oyr, de-
luego encima del, e dixole: «¿Que es esto, zia: «¡Ay mi buen hermano Morlot, cabo de
cauallero?, ¿quereys mas conbatir?» E Mor- -alabanga de caualleria; y qual fue la cles-
lot dixo: «Cauallero, aya merced, que ya uentura que tal sentencia dio, y como aba-
me tengo por vencido, e ruegoos que no me xaron la gran fortalega, e como caj^o el te-
mateys, mas me ayudeys y r a la mi barca». mido escudo, y como pereció la no vencida
Y quando llego a la barca, Morlot acordóse espacia! ¡E que ceguedad fue la mia, o como
de vn arco que tenia en la barca, e tiróle perdi el sentido de no ver la" desgranadura
vna flecha con yerna e dio a Tristan en la que tenias! ¡Ay mi bien, que mas me valdría
pierna vna gran ferida, e Tristan, que se morir! ¡Ay esfuereo mió, que si yo conos-
sintió ferido., dixo: «Cauallero, ¿por que me ciera la tu ferida, la cruda muerte no te
D O N TRISTArT DE L E O N I S 351
traspassara». Todas estas palabras clezia la X
reyna consigo mesma, que llorar no podía,
que estaua tan. traspassada. T fue enterrado De como Tristan fue a buscar por lámar sus
Bíorlot con lagrimas e sospiros por todos los auenturas do f/uareciesse, y como llego al
de la cibdad. reyno de, Yrlanda.
E agora tornemos a contar de Tristan,
como estaua muy mal doliente de la llaga Tenido era aquel agradable tiempo del ve-
que le auia fecho Morlot con la saeta de yer- rano, quando el plazentero mes de mayo mos-
na, que, quando pensaua que estaua sano, traua los campos alegres vestidos de hojas y
entonce se le reírescaua la llaga, y estaua en flores, que presentauan los cercanos frutos
gran pena porque no podia sanar. Y estimo que por venir eran, quando Tristan entro en
assi emponcoñada bien dos años en vna cá- los hondos lagos del mar, que andnuo naue-
mara. Y dixo vn dia que lo lleuassen a las gando oras a vna parte, oras a otra, donde
finiestras, y el rey mando que no lo lleuasse la ventura lo Ueuaua. Y andouieron assi nue-
ninguno alia, por quanto era lionbre des- ue meses con infinitos dolores y trabajos. E
esperado y enojado de su vida, por la ferida acaescioles, por la voluntad de Dios, que vna
que tenia, y se podría echar de la finiestra noche llegaron al puerto de Yrlanda, 3^ quan-
por el gran dolor que tenia. Y vn dia estan- do fueron en el nuerto, dixo Tristan a Gror-
do assi, vino vn juglar a Tristan por lo co- ualan: «Bendito sea Dios, que somos llega-
nortar, y dixole: «río os desconorteys mas; dos a vn puerto donde ay guarida», e aleo las
pues que no pocleys fallar consejo ninguno, manos al cielo e dio muchas gracias a Dios
yos a otra tierra, por ventura fallareys algu- «porque a este lugar nos ha traydo, que ya
na persona que os sane»; y en esto acordó si mas tienpo en la mar nos detivuieramos,
Tristan, e fizo llamar al rey, y dixole; «Se- no pudiera ser que no muriera; y bendita sea
ñor, ya vuestra merced sabe que tanto tien- la madre de Dios que prouee a los que están
po ha que padezco infinitos dolores en esta en necessidad; avnqué indignos, hale plazido
enfermedad, y he prouado tantos maestros, y a nosotros proueer». Y dicho esto, demando
ninguno no me ha puesto remedio, y esto ago- la harpa, que era vn instrumento quel sabia
ra peor quel primer dia, y viendo esto, he bien tañer y con que passaua tienpo para en
acordado ele yr a prouar si aure algún reme- remedio de Ja cuyta que auia, y con dolores
dio en alguna parte; y yo he oydo dezir que comenco de la templar y hazer dulce son. Y
en otra tierra ay maestros, e por ventura, el rey Languines (!) de Yrlanda, que estaría
o moriré del todo, o sanare. E por esto que en vna cámara de vn palacio que estaua so-
he pensado, os pido por merced que me fa- bre el mar, quando oyó tañer aquel son, ouo
gays aderecar vna nao en que pueda llenar gran plazer, eleuantose de la cámara, y fues-
vianda para dos años, si caso fuere que no se a vna finiestra quanto mas pudo. Y Tris-
llegare a puerto». Y el rey dixo: «Sobrino, tan dexo de tañer la harpa, y dio vn gran
no querría que assi enfermo entrassedes en sospiro, diziendo: «¡Ay cauallero catiuo y sin
la mar, que a los sanos y buenos faze mal, ventura, y como mueres de gran dolor!» Y
quanto mas a los que están como vos. Mas, esto clezia el por el gran dolor que sentía de
pues a vos plaze y lo aueys a voluntad, esto la llaga, que el anima le traspassaua. Y" el
fare de buena gana». Y mando que fuesse rey, de que oyó esto, quitóse de la finiestra e
bastecida la nao de vituallas, y fue fecho e fuesse acostar en su lecho, y a cabo que passo
bastecida bien de viandas y de todas las cosas vn poco, Tristan demando la harpa, e comen-
que eran menester, y aparejada, Tristan co a tañer dulcemente, y el rey escucha-
entro en ella, y lleuo a Grorualan consigo y ualo, que auia gran plazer, y marauillauase
gran tesoro, y bien aparejados de lo que mucho del cauallero, y púsose a la finiestra
auian menester; y quedaron en Cornualla fa- otra vez por escuchar aquel tañer. Y quando
ziendo gran' duelo por la partida de Tristan, Tristan ouo tañido vna gran pieca, puso la
e dezian todos: «Dios traya sano a Tristan, harpa, y dio vn gran grito, sospirando assi
que en harta auentura de la vida va, e gran como ante auia hecho; y el rey se marauillo
marauilla sera si torna sano, porque la mar mucho, y dixo entre si mesmo: «No puede
luego le estragara la ferida y se la afistolara ser que este cauallero no sea de gran valor» Y
mas». E con este pensamiento que todos mando a sus escueleros que fuessen abaxo al
tenían de ser mas cierta la muerte para el puerto y dixessen aquel cauallero que vinies-
que no la vida, por la llaga que tenia muy se a su palacio y que tomase del merped; y
mortal y incurable, rescebian mayor dolor
en sus personas que ellos mostrarían, y assi
le despidieron con la gracia de Dios, I1) En el Amadis de (iaula se habla repetidas ve-
ces del rey de JSucociit Laugutnes, padre de Agrajes.
O r. •>
LÍBEOS DE CABALLERÍAS
los escuderos se fueron al bordo de la nao, y dixole: «Euegoos que cureys deste caualle-
dixeron: «Cauallero, embiaos rogar el rey, ro lo mejor que podreys, que por Dios creo
señor desta tierra, que por cortesía' que os que es de linaje, según su parecer». Y ella
vayays a su palacio, y que recibireys mer- dixo: «Pues que a mi hermano Morlot no
ced del». E Tristan dixo que le plazia de vo- pude guarescer por saber que supe, no he
luntad, y pregunto a los escuderos que hon- mas gana de guarescer ningún otro caualle-
bre era el rey y como se llamaua, y si auia ro; embiacl por vuestra hijaYseo, que sabe
en su corte algún maestro, o dueña, o donze- mas que yo, y ella lo podra guarescer». Y el
11a, que supiesse curar heridas o enferme- rey embio por su fija, y vino luego, y el rey
dades. Los escuderos dixeron que si, que la dixo: «Hija, ruegovos que, por amor mió, a
reyna y su fija eran grandes maestras. este cauallero que os pongo en encomienda
Quando Tristan esto supo, fue alegre. E que me lo torneys sano lo mas ayna que
aparejóse luego de'yr, y (jornalan con el. pueda ser». Y la infanta respondió: «Señor,
ya vuestra merced sabe como después que al
señor mi tio no pudimos yo ni la reyna cu-
XI rar, que esto propuesta en voluntad de no
curar a persona del mundo, y si desto que
De como clon Tristan fue a hazer reuerencia agora me manda no ouiesse enojo, no me
al rey, y fue sano de la herida que le dio querría poner en ello». El rey dixo: «Hija,
Morlot de Yrlanda con el arco. yo quiero que esto hagays por mi amor, por-
que este cauallero me parece que es persona
Muy alegres se fueron Tristan y Grorualan mucho de pro». La infanta, visto el proposi-
al palacio del rey, y dexaron la nao a los to del rey, aceptólo, e tomo jior l a mano a
marineros y dixeronles que no dixessen sus Tristan, e lleuolo a vna cámara, e católe la
nombres a persona del mundo. Y quando en- llaga, y viola mala y de mala guisa; e púso-
traron por el palacio y vieron al rey, salu- le tales vnguentos e medicinas, que dende en
dáronlo muy humilmeníe y muy cortesmen- quinze días fue sano; e luego que fue sano,
te. T el rey los rescibio m u y bien, y pin- la infanta le dixo: «Cauallero, prouad a sal-
góle mucho con su venida. E dixoles: «Yos- tar» ; e Tristan salto treynta y dos pies en
otros, señores caualleros, seays bien veni- dos saltos, y al saltar que salto, rebentole la
dos» . E Tristan se omillo cortesmente al rey, llaga por do era emponcoñada, e tornóse
y el rey les hizo dar bien de cenar, y quando como de primero, y la infanta dixo: «Cierto,
ouieron cenado, fueronse acostar en vna cama que si la llaga no es emponcoñada, que vos
que el rey les hizo dar. E quando el dia fue soys en condición de muerte, e si es enpon-
bien claro, el rey se leuanto y se vino luego coñada, tened por cierto que soys guarido».
a Tristan, y dixole; «Señor cauallero, Dios Y hizolo lleuar al sol y mostrar la llaga, y el
os de buena ventura». E Tristan le torno las sol entro en ella, y pareció en ella la ponco-
saludes con buena gracia, y el rey comenco ña, y comenco a bullir, y ella dixo: «Caua-
a demandar de qual tierra era y de que lu- llero, agora vos deueys tener por guarido»;
gar, e como auia nonbre; y el le dixo: «Nos e púsole vn tal vnguento, que a los quinze
somos caualleros estraños y de luenga tierra, dias fue bien sano, e la infanta le hizo saltar
mas nuestros nonbres no .os diremos agora, muchas vezes, y no rebento la llaga. E Tris-
pero tienpo venia que los sabreys». Y el tan se touo por bien guarido, e fue alegre, y
rey entendió que eran caualleros que se que- esso mesmo Grorualan, y dixeron: «Muchas
rían encobrir, y dexolos, que no les quiso mas gracias aya Dios, que tan señalada merced
preguntar; y Tristan dixo: «Señor, la causa nos ha hecho». Grorualan dixo a Tristan:
de mi venida a vuestra corte ha sido por ver «En buen punto a esta corte fuystes llegado,
si podre hallar algún remedio para guarecer y bien teneys que agradecer al rey y a la in-
de vna herida emponcoñada que en la pierna fanta, por que yo querría que mucho los sir-
tengo, e ha gran tienpo que padezco infinitos uiessedes, que gran bien e honrra aueys re-
dolores della que mi anima traspassan. Pol- ceñido». Tristan dixo que assi lo entendía
lo qual, señor, si vuestra excelencia en algo hazer en quanto el pudiesse; y la infanta se
me puede iproueer, señalada merced recibi- fue al rey su padre, y dixole: «Señor, tomad
ré». El rey respondió: «Por cierto, yo fare el cauallero sano, loado sea Dios». Y el rey
todo lo que podre, y si llaga es que puede dixo: «Hija, de Dios y de mi seays bendita,
auer remedio, vos soys venido a lugar que os y de Dios aureys el galardón»: Después que
la curaran». Tristan fue sano, el rey de Escocia, y el rey
de los cient caualleros, y otros reyes corona-
El rey, como vio que estaua Tristan lla- ' dos y caualleros, bastecieron vn torneo, y el
gado e mal tratado, enbio por la reyna, y
DON TRISTA2N DE LEONIS 353
rey Languines tenia la parte del rey de Es- !i esto conoscer, e pareceme que se bastezca
cocia, y quando vino el tienpo que quiso yr otro torneo; assi se podra saber quien fue el
al torneo, hizo llamar todos sus caualleros e cauallero». E ambos acetaron que era buen
ricos honores ele tocio el reyno, y mando acuerdo. E luego el rey Languines se torno
aparejar todas las cosas que ouo menester, a su reyno, e hallo en el camino el cauallero
assi de armas, cavallos, e viandas y cenada, de las armas negras e de las dos espadas. E
y todos los atauios que a justa conuenian; luego el rey fue a el alegremente, y echóle el
y pensó en si mesmo que seria bien de dezir braco-al cuello, e dixole: «Cauallero, yo vos
a Tristan si quería yr alia, y mandóle lla- ruego que vos vays comigo a mi corte, e
mar, y Tristan vino ante el, y el rey dixo: hazerme hezeys honrra y aueros he que
«¿Quereys vos yr al torneo?»; y el dixo: agradecer». Y el dixo que haría su manda-
«Señor, de voluntad yria, mas avn no osaría do. E luego se fueron el rey y los caualle-
traer armas, que avn no so bien sano del ros, y el cauallero negro con ellos, e quando
mal que he passado, y suplico a vuestra mer- fueron en la corte, luego fue aparejado de
ced que me perdone, que en otra cosa se po- comer, y el rey hizo honrra al cauallero, e
dra gemir de mi, avn que agora en esto no lo durmieron aquella noche en solaz; e asi es-
sea». T el rey, como lo vio que no tenia gana tuuo el cauallero en la corte diez clias. Y vn
de yr, no le clíxo mas, y luego el y su ca- dia, estando assi, la infanta Yseo, e vna su
ualleria caualgaron, y anduuieron tanto por donzella que auia nonbre Brangel, dixo a
sus jornadas, hasta que llegaron en Escocia. Yseo: «¿Qual de los dos caualleros amariades
Y desque fueron llegados fueron bien rece- vos ante, al cauallero de las dos espadas, o al
biclos, y luego que fueron ayuntados todos, cauallero que vos sanastes de su llaga?» E
concertaron que el torneo fuesse luego acle- los caualleros estauan donde oyan estas co-
recado, e que acetassen en el lugar que se sas, e Yseo dixo: «Si el cauallero que sane
auia ele hazer, e fue luego fecho e armadas fuesse tal cauallero como el de las dos espa-
tiendas, e tablados, y miradores para las das, yo le amaría mas que a tales quatro ca-
dueñas y damas e para otras gentes. ualleros» . Y en esto, Tristan y el cauallero
se catauan mala voluntad assi como morta-
les enemigos, e el cauallero negro la requi-
XII rió de amores mientra estaua en la corte,
que quería ser su cauallero, y que le diesse
De como se hizo el torneo, y de como Tris- • vna su joya. E ella dixo que no le daría
tan fue conoscido e puesto a peligro de ninguna. E vn dia se partió el cauallero ne-
muerte por la muerte que el ama dado a gro de la corte con gracia del rey, e fues-
Morloi. se por su camino. En tanto que esto passo,
llegóse el tienpo de los veynte días del tor-
El torneo era grande y rico, e fue comen- neo que se auia de fazer, y el rey dixo a
cado de los caualleros de vna parte y otra Tristan: «Yos ¿quereys yr al torneo?» E
muy áspera y duramente. Assi que el rey Tristan dixo: «Avn me siento flaco, e non
de Escocia lo hizo bien, mas mejor lo hizo podría traer armas, mas yd vos con la buena
el rey de los cient caualleros. Assi que los ventura». E luego el rey se fue con su caua-
trayan a todos en condición; y en tanto llego lleria, y Tristan quedo en la corte, y estaua
vn cauallero con vnas armas negras, y traya pensando en que manera podría yr al torneo
dos espacias, e hirió en la parte de los cient encubiertamente si tuuiesse armas e cauallo;
caualleros, e hizo tanto cíe armas, que en y Yseo e Brangel se fueron a el, y le dixe-
poca de ora no hallo cauallero que se le osas- ron: «Cauallero. ¿como andays assi pensan-
se parar delante, que assi huyan ante el do?» E Tristan dixo: «Brangel, ¿que me
como las ouejas del lobo, tan duros eran sus valdría a mi avnque os lo dixesse?» Y ella
golpes. Assi que fue vencido el rey de los dixo: «Q.uica que si». E Tristan le dixo:
cient caualleros y toda la otra gente, e fue «Yos ¿prometeysme consejo cierto?» Dixo
partido el torneo, e cada vno se torno a su ella: «Si daré, si puedo». E Tristan dixo:
lugar; e el rey Languines y el xey de Escocia «Sabed que esto pensoso porque no vo a
fueron alegres. Y dixo el rey de Escocia: este torneo, ni he amiga ni clonzella que me
«Rey Languines, mucho querría saber quien de su joya porque fuesse su cauallero». (Ca
fue el cauallero que venció el torneo». Y el en aquel tienpo era costunbre que todo ca-
rey Languines respondió: «Señor, pareceme uallero auia amiga de que traya joya, e por
que seria trabajo de lo saber, que creo que aquella hazia cauallerias e ardimientos). Y
ninguno le ha conosciclo». El rey de Esco- ella dixo: «Por buena fe no quedareys vos
cia dixo: «Buena manera es de buscar para assi, si yo puedo». E fuese para Yseo, e
LÍBEOS DE CABALLEBÍAS.—23
354 LIBBOS DE ABALLEBIAS
contole toda la razón. E dixo ella: «Para la Tristan, yendo su camino, encontró vna
mi fe, no quedara con esto, que yo quiero donzella, e dixole: «Cauallero, ¿venís del
quel sea mi cauallero, e quiero ser su don- torneo?» «Si», dixo Tristan. Dixo la donze-
zella». Y enbiole su anillo, y hizole dar ca- lla: «Pues dezidme quien venció el torneo;
uallo y armas, y Brangel le dixo en como ¿vencióle el cauallero de las dos espadas?» Y
la fija del rey queria ser su donzella y que el dixo: «No de aquesta vez». E dixo ella-
le enbiaua su joya y aquellas armas y aquel «Pues ¿quien le venció?» Y el dixo que no
cauallo; y el fue alegre, e dixo que mucho sabia. Y ella dixo: «Pues agora, cauallero,
eran buenas armas. «Por Dios, dixo Bran- ruegoos que alceys la visera, porque os vea
gel, jamas las truxo ninguno, que aques- la.cara». Y el leuantola, y ella le miro, e'
tas fueron de Morlot el buen cauallero, her- dixole: «Si vos soys tal cauallero de armas
mano de mi señora la reyna, el que Tristan como soys fermoso, deueyslo agradecer a
mato». E quando esto Tristan oyó, mudose- Dios». E partióse el vno del otro, e la don-
le la color, e armóse, y subió en su cauallo, zella fue su vía, y encontró con don Gral-
e fizóle prometer que no dixesse nada a nin- uan ('), sobrino del rey Artur, e quando ella
gún hombre. E Tseo diole dos hermanos de lo conoscio, demandóle nueuas del torneo, y
Brangel que fuessen con el, porque viessen el dixo: «Halo vencido vn cauallero que trae
lo que hazia e fuessen sus escuderos. E ca- vnas armas blancas, y creo sea .Langarote., e
ualgaron todos tres, y fueron su camino por esso vo en pos del». Y ella dixo: «Tor-
adonde se fazia el torneo; e quando ellos nad vos, que aquel cauallero de las armas
fueron llegados al torneo, se comencaua re- blancas no es Langarote, que yo le he visto
ziamente. E don Tristan fue a posar de yuso la cara».
de vn pino encubiertamente, e quando el E tornóse Tristan a la cibdad encubierta-
torneo fue bien mezclado, e que vio como lo mente con sus escuderos, que ninguno no le
fazia bien el rey de los cient caualleros, conoció. E Yseo e Brangel, estando a las
mas mejor lo hazian de la parte de los dos flniestras, vieronlo venir, e Brangel fue lue-
reyes. Y en tanto llego el cauallero negro de go a el, e quando entro saludólo cortesmente,
las dos espadas orgulloso, el qual cauallero y ella le ayudo a desarmar, e dixole: «Buen
se llamaua Palomades ('), e firio en la ma- cauallero, ¿quien venció el torneo?» El dixo
yor presa de los caualleros. E hizo tanto que no sauia. Y ella dixo: «¿Yenciolo el ca-
daño en poca de ora, que no hallo cauallero uallero de las dos espadas?» Y el dixo: «JSTo,
que se le parasse delante, tan grandes gol- - esta vez». E Brangel no le quiso mas dezir;
pes daua. E Tristan, que paraua mientes pero bien pensó que el lo habia vencido. E
aquella parte e conosciolo bien, endereco su fuesse para sus hermanos, e demandóles
cauallo contra el, y diole tal golpe, que lo quien auia vencido el torneo, y ellos dixe-
echo en tierra del cauallo amortecido. E des- ron que no dirían nada, que jurado lo auian;
pués el metió mano por los otros caualleros y ellos auian voluntad de lo dezir. E Bran-
e hizo tanto daño, que en poca de ora no gel les dixo: «Yo vos digo e vos conjuro como
hallo cauallero que contra el pudiesse durar, a hermanos que me lo digays luego». E di-
de los grandes golpes que el daua. Y en tanto xeron ellos: «Sabed que este cauallero lo ha
Palomades se leuanto, e caualgo en su ca- vencido». E quando Brangel esto oyó, fue
uallo, e comenco de yr su camino. E Tris- alegre, y tornóse a la cámara de la infanta,
tan, desque lo vio yr assi.. llamólo, e dixo: e contoselo todo, y ellas hizieron a Tristan
«Cauallero, no vos vayays assi, que agora gran honrra. E desque el torneo fue acaba-
sabreys qual es mas digno de auer de Yseo, do, el rey Languines se torno a su tierra, e
TOS o yo». E diziendo estas palabras Tristan, hizieron gran fiesta y "alegría por la cibdacl,
se fue para el, e diole vn gran golpe por en- e púsose el rey a cenar, e mientra estáua a
cima del yelmo, que dio con el del cauallo la tabla, ouieron en mientes el torneo, e dixo
en tierrra. E Tristan se salió del torneo, e el rey a los caualleros que mas amaría saber
fuesse a sus escuderos, e tornóse a.Yrlanda; quien venció el torneo que no ganar aque-.
e Palomades subió en su cauallo lo mejor lia cibdad en que estaua. E Brangel, quando
quel pudo, doliéndose fuertemente, y dizien- oyó, llegóse ante el rey, e quísolo dezir, e
do: «Ay mezquino, ¿que sera de mi que yo Tristan la entendió, e hizole señas que ca-
no se quien me ha derribado? Mucho soy llasse, e ella retornóse, y el rey entendióla
deshonrrado, que agora me conuiene de- bien.
xar la vna de las dos espadas, pues halle
cauallero que me clerribasse a tierra». E

0) Véase la Demanda del Sanoto Grial, donde


(*) Aparece en la Demanda del «anoto (frial. Galbán. desempeña importantísimo papel.
DON T R I S T A N DE L E O N I S 355
XIII fiestas para festejar a Tristan, ca no creyera
que en su corte pudiesse auer cauallero por
De como el rey fizo venir ante si a Brangel, quien tanta honrra e prez alcancase, como
y le declaro como Tristan era el qiie ven- por don Tristan en aquel torneo alcancaua;
ció el torneo. y que, pues la honrra de tal torneo por su
causa alcancaua, razón era todos honrrarlo
Asi que, guando la mañana vino, el rey en aquella fiesta. Y duro la fiesta y alegrías
hizo venir delante si a Brangel, y dixole: quinze días, y estando todos en estas ale-
«Di, Brangel, ¿que es lo que tu me querías grías, ¿quien podra contar las cosas que en
dezir a la noolie a la tabla, y después te arre- sus pensamientos Yseo' y Brangel trastorna-
pentiste?» Dixo ella: «Señor, no lo osaría de- uan? que cada vna deltas y ambas juntas fa-
zir». Y el rey le dixo: «Brangel, conuienete blauan en la nobleza y bondad del cauallero.
dezirío, tu quieras o no». T luego dixo ella: Y assi passauan su vida esperando en que
«Señor, vos dexistes anoche a vuestra tabla pararía su fazienda de Tristan. Y estando vn
que queriades saber antes quien venció el dia Tristan hablando con el rey, entro vn es-
torneo que auer otra tal ciudad como esta». cudero xaor medio del palacio del vej, y aques-
Y el rey le.dixo: «Verdad dizes». Y Brangel te, escudero era el que lleno el cauallo e la
le dixo: «Señor, sabed que el que venció el espada a Tristan de parte ele Belisenda, y
torneo es cauallero que esta en vuestra cor- fue para Tristan, e omillose, e quísole besar
te, y es aquel que vuestra hija sano», «Non las manos. E Tristan fizo señas que no diesse
puede ser», dixo el rey. Y Brangel dixo: a entender que le conoscia, y el escudero
«Señor, verdaderamente assi es, e avn por mudo las nueuas, e dixo: «Señor cauallero,
mas cierto yo le di cavallo y armas y, si vos yo querría ser cauallero por mano de mi se-
las muestro, ¿conoscerlas heys»? «Si conos- ñor el rey, mas yo os ruego sea hecho caua-
cere», dixo.el rey. E fue por ellas y, mostró- llero por vuestra mano, porque vos aueys
selas, y el rey las conoció, e dixo: «Agora vencido el torneo, y serme ya gran honrra,
vos digo que es verdad, y por nuestra seño- si a vos pluguiesse»; e Tristan dixo: «No lo
ra, que no creyera que tan buen cauallero faria fasta que aya gracia de mi señor el rey»
fuesse este». Y Brangel dixo como sus her- e dixole: «Señor, yo vos pido por merced que
manos auian ydo con el por sus escuderos, querays que me arme cauallero este cauallero
de los quales el rey mucho se informo, assi que venció el torneo». El rey dixo: «Bien
que fue dello muy cierto y supo toda la ver- me plaze quel aya esta honrra»; e mando el
dad por entero. rey tener cortes, e hazer grandes alegrías, e
Y luego mando el rey por toda su corte a Tristan lo fizo cauallero ante toda la compa-
pregonar que fuessen todos ayuntados en su ña, porque lo conosciessen que era de honrra-
palacio, y alli fueron lodos ayuntados, du- do lugar. Y estando vn clia Tristan con el
ques, condes, caualleros, e dueñas, e donce- cauallero noble en los baños que eran dentro
llas. Y alli ante todos, el rey hizo llamar a en el palacio, y la cámara de Tristan quedo
Tristan, e dixole: «Cauallero, yo vos ruego abierta, fue ventura que la reyna passaua
que, por amor de mi, e por honrra de mi por la puerta de la cámara, y viola abierta,
corte, e por la sanidad que mi hija Yseo en y paro mientes contra el lecho y vio la espa-
vuestra persona puso, que me digays vues- da de Tristan a la cabecera, e parecióle her-
tro nombre, y de que tierra soys, y de que mosa, de oro y de plata bien guarnida, e dixo
linaje, e otro si vos veneistes el torneo de la reyna: «Yo pensaua que este cauallero no
Escocia». Tristan dixo: «Señor, mi nonbre, auia tal espada ni tan rica»; y metió mano a
ni de que linaje yo soy, poco haze a vuestra la espada, y vio la espada desgranada y pen-
merced ni a los de su corte saberlo; en lo só como su hermano Morlot de Yrlanda mu-
que dize si yo venci el torneo de Escocia, riera de vna desgranadura como aquella, la
es cierto, que de mi condición es mucho qual le auia ella sacado de la cabeca, y
apartado que las tales cosas, quando por mi juntóla con la espada, y vino muy justa. E
ouiessen sido hechas, nunca a ninguno ma- luego pensó la reyna que aquella era la es-
nifestarlas. Pero, pues por vuestra merced pada con que auian muerto a su hermano
con tan afectuosas palabras me ha manda- Morlot de Yrlanda, y por esto, y por el non-
do este torneo le dixese si yo le auia ven- bre que no quería dezir el cauallero cuya era
cido, avnque con harta verguenca, digo que la espada, entendió que aquel era don Tris-
si, y aueysme hecho dezirlo, que no pen- tan (*) el que auia muerto a su hermano Mor-
se, ante toda vuestra corte». Y entonces fue
el rey muy alegre, e hizo tañer tronpetas e
{') En los fragmentos de Godof redo de Estrasbur-
atabales, e muchos instrumentos y señaladas go, la misma Iseo es quien hace este descubrimiento.
356 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
lot. E tomo la espada, e comento a gritar y Mas la reyna le quería muy gran mal, e
a dar grandes bozes, y dezir: «¡Muera el tray- don Tristan entendió que no lo fazia bien
dor que mato a mi hermano!» Y corrió contra estar en la corte, porque esperaua mengua
el baño a gran priessa, diziendo a los caualle- en estar mas que honrra rescebir. E con
ros: «Salid, salid fuera, caualleros, que aqui gracia del rey e de toda la corte, y de la
esta el trayclor de clon Tristan, que jo mes- reyna Yseo, ele la que era cauallero, se par-
ma quiero tomar venganoa del con esta es- tió clon Tristan ele Yrlanda, e acogióse a
pada con que mato a mi hermano!» A estas su ñaue el e Grorualan, e ñieronse a Cornua-
palabras llego el rey, y dixo: «Beyna, tiracl- 11a, e dioles Dios tal tienpo, que en pocos
vos afuera, y dexad hazer a nos aquello que I clias llegaron al puerto de Tintoyl, e Gorua-
razón sea;>; y ella tiro la espada de la mano. lan salió en tierra, e fallo vn clonzel de la
Y en tanto vistióse Tristan, y salió del ba- corte del rey Mares de Cornualla, e clixole:
ño, y Grorualan salió en la sazón, y dixo: «Donzel, yo querría que por mi amor vos
«Tristan, esta venida a esta tierra, mejor quisiesedes ser mensajero». E el dixo que
fuera estar por fazer, avnque en ella aueys si faria ele buena voluntad. E Gorualan le
recibido sanidad de vuestra llaga. Pero, des- dixo: «Yo vos ruego que os vays al rey Ma-
pués de sano, quisiera yo que fuerades y do res de Cornualla mi señor, y le digays que
clesta corte, que otros lugares ouiera donde clon Tristan es llegado al puerto, y que es
pudierades ganar tanta honra y prez como bien sano de su llaga». E quando el clonzel
aqui». E púsole la espada en la mano, con oyó esto, fue alegre con las nueuas que auia
que se defendiesse. Y Tristan pensana entre dicho (jornalan ele don Tristan. E dixo que
si mesmo que consejo tomaría, y al fin acor- a toda la ciudad plazeria con su venida.
do que era mejor ponerse en la mano del rey,
que era justiciero, e fuesse para el, y hinco
las rodillas delante del, diziendo: «Señor, XIV
verdad es que no puedo negar que no soy
Tristan, y es cierto que yo mate a Morlot, De como Tristan llego a Cornualla, e como
mas non le mate a traycion, mas lealmente, la dueña del lago del Espina le enbio a dezir
como hombre que defiende su derecho e diñen- que se fuesse a ver con ella.
de su persona. Mas, vos digo ciertamente,
que después que lo oue vencido e derribado El donzel se fue a la corte del rey Mares e
en tierra, que no le ñze villanía ni deshonrra dixo al rey: «Mensajero soy de don Tristan,
ninguna, antes le fize mucha cortesía e hon- e sabed que es bien sano e alegre e guarido
rra, e metile en su barca, e quando el fue en ele su llaga». E el rey ouo muy gran plazer con
la barca, vso de villanía, y fizóme esta llaga, estas nueuas e con su venida de clon Tristan,
la qual me aueys fecho sanar. Mas por todo e mando el rey luego pregonar por toda su
esto yo no lo quise hazer descortesía ningu- corte que todos sus caualleros e toda la otra
na, lo qual el no guardo comigo, mas ante gente fuessen a la mar, qual a pie, qual a
le dexe yr a la buena uentura». Eespondio el cauallo, paia recebir a don Tristan. Luego el
rey e dixo: «Tristan, vos esperays por tres rey salió de la ciudad a recebir a Tristan
cosas ser libre: La vna porque venistes a mi con gran honrra e con gran alegría, e
corte a punto de muerte, e avn yo vos digo quanclo el rey vio a Tristan, comencole a
que mi hija Yseo me dixo muchas vezes que dezir con muy dulces palabras: «Tristan
vuestra vida estaua bien cercana a la muerte el mi sobrino, vos seays bien venido, e ben-
mas que a guarecer; e agora, si vos matasse, dito sea el soberano Dios que vos traxo
seria muy mal exemplo, y la otra porque vos sano». E Tristan le torno las saludes muy
soys biien cauallero, e cortes, y ele buen li- cortesmente, e con grande humildad e muy
naje. La tercera, porque, si vos matastes a dulces palabras, e Tristan y Grorualan caual-
Morlot en defensa de vuestra persona e tie- garon en muy buenos cauallos que el rey les
rra, hezisteslo por le quitar yugo de serui- hizo dar. E el rey se torno con clon Tristan
clumbre e tributo. Por lo qual toda honrra se I a su palacio, haziendo muy grandes alegrías,
le deue al que haze libres los pecheros, y yo j por la tornada de Tristan, e fizieron muy
quiero que vos seays señor de vos yr donde I gran fiesta a Tristan, que duro quinze dias.
vos quisiercles a toda vuestra voluntad», E j
Tristan respondió y dixo: «Muy grandes mer- I E luego el rey Mares fizo assentar vn tor-
cedes; Dios me allegue a tiempo que os lo | neo por amor de Tristan, e justaron; y esto
pueda seruir tanto bien y tanta honrra como j fazia el por mas festejar a don Tristan y por
me mostrays». E assi escapo Tristan de la i amor de la dueña del lago del espina, e por-
muerte, y el rey le fazia muy gran honrra. j que la jmdiesse auer, porque la amana mas
que a cosa del mundo. E hizo mandamiento
DON T R I S T A N DE LEOOTS 3§7
que todas las dueñas y donzellas de toda la no jamas lo sabrá, y te prometo de fazer se-
tierra viniessen al torneo, porque la dueña ñaladas mercedes». Y el enano dixo: «Señor,
ouiesse razón de venir allí guando la corte vuestra alteza bien conosce si es razón que
fuese ayuntada. Assi que el solaz e alegría tal traycion yo fiziesse a mi señora. E avn-
fue grande a marauilla que no fue visto en que yo lo quissiese, vos, señor, era razón
gran tierra mayor, e la dueña del lago del me lo mandassedes al contrario». Y el rey
Espina vino ende muy poliposa, a marauilla, dixo: «Enano, hazerlo te conuiene que jo
e paraua mientes a Tristan, e Tristan a ella; vaya a la posada, que quieras o no». E dixo
y en esto todo paraua mientes el rey, e el enano: «Esto faria yo de buena voluntad si
quando fue venida la noche y el solaz fue no fuesse llamado traydor». Y el rey le dixo:
partido, mando el rey que cada vno se tor- «Haz tu, que yo haré en manera que no seas
nasse a su lugar, e fue hecho su mandado traydor». «¿Como?» dixo el enano. El rey
assi como e l l o mando. E la dueña del lago respondió: «Haz tu desta manera. Tu yras
del Espina, como aquella que en lieruor y con Tristan según que tienes concertado, e
cobdieia que tenia del amor,de don Tristan yo yre sobre mi cauallo, e yre armado de
estaua inflamada, mando a vn su enano que todas armas, e yrme he yo al passo del lago
fuesse a don Tristan, que le dixesse de su del Espina, e alli esperare yo a Tristan hasta
parte que le rogaua que, quando la noche vi- que venga, y después derribarlo he del ca-
niesse, que fuesse para do ella posaua, que uallo en tierra; y des que lo ouiere derriba-
queria hablar con el cosas de que el mucho do, yo quiero que tu me metas en el lecho
folgaria, y que lleuasse todas sus armas, que con la dueña en lugar de Tristan». Y el
no sabe hombre que va por el camino lo que enano dixo: «¿Como sabeys vos que os po-
le puede acontecer. E el enano se fue para dreys librar de Tristan, e solamente porque
Tristan, e dixole: «Señor, mensajero soy de dizen los hombres que es el mejor cauallero
mi señora la dueña del lago del Espina, e del mundo? Por que vos consejo que no me-
mandavos dezir por mi que vayays esta no- tays vuestro cuerpo en auentura, porque no
che a su posada e hablareys con ella. E dize ayays de recebir muerte».
que lleueys vuestras armas todas, que no Y entonce no dixeron mas el enano ni el
sabe honbre quien va o quien no por el ca- rey. Y el enano fuesse, e salió fuera del pa-
mino». E dixo Tristan: «Bien me plaze». Y lacio prestamente, e quando lo vio don Tris-
el rey era entonces en lugar donde ova to- tan, dixole: «Enano, sábete que soy apare-
das estas cosas, e fizo venir el enano ante si, jado, ¿es hora que vamos?» Y el enano le
e dixole: «¿Que jtoridad es aquella que has dixo que avn no era hora, que esperasse
traydo e hablado con Tristan mi sobrino?» fasta que la noche fuesse venida. Y el rey
«Por buena fe, dixo el enano, esso no os lo llamo vn escudero, e dixole: «Aparejadme
diré». Luego dixo el rey: «Yo te digo que tu las armas y ensilladme el cauallo, e sacád-
le has dicho alguna cosa, e tu me lo dirás, melo fuera de la ciudad, que quiero esta no-
si no yo te cortare la cabeca»; y el rey, por che caualgar»; y el escuelero hizolo como el
le meter miedo, puso mano a la espada. El rey lo mando. El rey caualgo en su cauallo
enano dixo con miedo: «Señor, no me hagays bien armado de sus armas, e fuese al passo
mal, que yo os diré la verdad» . El rey dixo: del lago del Espina, y el rey leuo consigo
«Enano, sabe que yo quiero tanto de bien a al escudero, y estuuo atendiendo quando
esta, que no puedo ver ni oyr a otra dueña, Tristan vernia; e después que fue noche,
saluo a ella. E agora veo que ando angañado Tristan caualgo armado de todas armas. El
con ella, e que ella escogió lo peor». «¿Como? enano no quiso yr con el, e dixole que se
dixo el enano, ¿escogió lo peor? ¿Como? fuesse, quel queria quedar aquella noche en
¿Vos no sabeys que Tristan es el mejor ca- la cibdad. Mas Tristan no sabia de lo quel
uallero del mundo?» «Cierto, dixo el rey, rey fazia, e fuesse por su camino.
que es mesurado e buen cauallero». «Por
Dios, dixo el enano, mejor que non vos». Y
desto fue el rey muy sañudo, y echo mano a
XY
la espada e amagóle con ella por le dar en
la cabeca, e dixo al enano: «¿Como, falso De como el rey se combatió con Tristan
traydor, el es tan buen cauallero como yo?» de Leonis.
E dixo el enano: «Cierto, no es tan buen
cauallero como vos». E dixo el rey: «Enano,
agora quiero que me lleues en lugar de mi Quando el rey sintió venir a Tristan por
sobrino, e yo te prometo mi fe real, como la claridad de la luna, demando la lanca al
quien soy, de te guardar secreto que ningu- escuelero, y el escudero le clixo: «¿Como, se-
ñor, recaudador soys vos fecho de aquella
358 LIBROS DE CABALLERÍAS
vuestra tierra, que salteays los cauaTleros' ] solaz, llamo a la puerta del castillo su marido
que buscan sus auenturas? Por buena fe, se- | de aquella dueña del lago del Espina. E
ñor, que descortesía fazeys, e las gentes que quando la dueña lo sintió, llamo con gran
lo supieren a mal vos lo contaran, e deshaze priessa a Tristan, e dixole: «Tristan, Tris-
mucho en vuestro : honor». Y el rey callo e tan, leuantadvos, que viene mi marido». E
no dixo nada, antes caualgo en su cauallo, e Tristan leuantose a priessa quanto pudo, e
fuesse para Tristan, E Tristan, quando lo vio armóse bien y descendió fuera, en tal mane-
venir, hizo la señal de la cruz en la frente, ra que se fue por su camino adelante. E el
pensando'que era diablo que le quería enga- marido de la dueña entro por la puerta del
ñar, e cubrióse de su escuelo, e fuese para castillo, y desque ouo descaualgado, entro en
el rey. E el rey hirió a Tristan de manera su cámara e vio la dueña echada en la cama,
que le passo el escudo y metióle la lauca en y preguntóle: «¿Como estays?» Y ella dixo:
el cuerpo. E Tristan firio al rey en manera «¡Ay, mi buen señor, que muy mala he es-
que le passo escudo, y metióle la lanca por tado esta noche, que mucha sangre me ha
la carne e lo echo en tierra del cauallo amor- salido de las narizes!»; y el cauallero aleóla
tescido, e si el golpe fuera mas baxo, muerto ropa de la cama e vio la sangre, e dixo:
fuera el rey sin falta. E Tristan tomo su ca- «¿Que sangre es esta? que por cierto no es
mino para la posada de la dueña del lago del de las vuestras narizes». Luego con gran
Espina, e fallo allí el enano avnque le auia enojo puso mano a la espada, e dixo:
dicho que en la cibdad se quedaría; e dixolo «¿Quien durmió esta noche aqui con vos?
por no yr con el por no ver lo que entre el Dezidmelo, si no yo os matare». La dueña,
rey y el auia de passar. E Tristan le dixo: con miedo que ouo del marido, cliso: «Señor,
«Ve a la dueña e clile que vengo mal herido, merced; fazed de mi todo lo que quisierdes e
que si quiere que suba, o si descendira acá». fuere vuestra voluntad, que esta sangre que
Y el enano subió prestamente e dixole aque- aqui esta es de Tristan». E contole toda la
llo que le auia mandado Tristan, y ella dixo: razón e manera por estenso. E el cauallero
«Td a el y fazedle subir». T el enano fuesse tomo con la mayor priessa quel pudo las ar-
para Tristan su señor, e dixole que subiesse mas e el su cauallo, e su lanera y escudo, e an-
arriba^ e Tristan descaualgo so vn pino, e dullo tanto que en poca de ora lo alcanco, e
subió arriba. E fallo a la dueña del lago del llamóle a grandes bozes, e dixole: «Tornad-
Espina, que se vestía vn ropón de seda muy vos, que caro os costara el mal e la gran des-
rico, e Tristan, quando la vio tan apuesta honrra e adulterio que me aueys fecho». E
assi en el atauio, ouo gran plazer. E assi Tristan, en que lo vio venir, boluio su cauallo
quando ella vio a don Tristan, fue muy a el, y el cauallero fuesse contra el, e diole tal
alegre con su venida, e la dueña le dixo: golpe de la lanca, que le metió el hierro por la
« M señor Tristan ¿quien vos ha llagado? a carne. E Tristan le dio vn tan gran golpe del
mala dicha tengo que, por venir a ver a.mi, espada, que la metió por el yelmo que le llego
ayays rescebido esta ferida». «Por Dios, dixo a la cabeca, en manera que dio con el en
Tristan, yo, señora, creo no fuesse hombre tierra; y al caer que cayo el cauallero, no res-
carnal, mas algún diablo, porque ha salido pondió, e Tristan pensó que era muerto, e di-
tan de traues e sin dezir cosa alguna, que xole: «Cauallero, ¿por que me feristes? por-
no creo fuesse cauallero bien andante». E que yo pienso que no vos podreys dende
ella lo hizo desarmar, e católe la llaga qiíe el alauar». E luego se partió Tristan del caua-
rey le auia fecho, e viogela bien, e hallo que llero, que no hizo mas mención del. El qual
la llaga no era de peligro, e dixo: «Mi señor cauallero auia nombre Lambagues. E assi
Tristan, esforcadvos, que la llaga, con ayuda que don Tristan se torno muy malo para su
de Nuestro Señor, no es cosa, antes es ligera palacio; mas quando Grorualan vio a Tristan
de sanar; e ya pluguiera a Nuestra Señora malamente ferido, escomenco a fazer muy
que yo no os ouíera mandado llamar, que gran llanto, y dezia: «¡Ay mezquino, que
mas quisiera auer yo padescido el detrimen- mala ganancia me vino, e mala guárela he
to quel vuestro amor me pudiera dar, que no fecho en vos quando vos soys tan malamente
verlo padecer a vuestra persona». E fueron herido!» Y Tristan le dixo: «ISTo temays nin-
a cenar,, e luego que ouieron cenado fueron- guna cosa, que no tengo herida que no me
se acostar en vna rica cama, e'alli comenca- guarezca muy ligeramente»; e luego Grorua-
ron vna tal obra, que Tristan no auia fecho lan fizo que fuessen muy presto a llamar a
en toda su vicia, ni sabia que cosa era amor los maestros, e luego vinieron e catáronle las
de muger; e mucho le dañaua la herida que llagas, e hallaron qué la llaga que auia res-
tenia. E assi estouieron en gran solaz v ale- cebido después de la del rey era mas peli-
gria fasta la media noche, y estando en aquel • grosa que la. primera. E después que el rey
D02Í T R I S T A N D E L E O N I S 359
Mares supo como Tristan estaua en la cama muy virtuoso señor, os quiero pedir por mer-
de su feríela, clixo al escuelero que lo auia ced que me otorgeys vn don, el qual sera tal,
acompañado: «Tu piensas que yo oue lo peor que me lo deys que lo pueda leuar comigo».
de la batalla, mas yo puedo bien dezir que Y el rey dixo: «Cauallero, demandad aque-
oue lo mejor, que yo lie poder de yr o de ve- llo que vos quisiercles». E el cauallero dixo:
nir, e Tristan no se puede leuantar; mas yo «Yo os demando la dueña del lago del Espi-
quiero yr a ver como esta». T el rey luego na» . Y el rey se la dio, y ol cauallero tomo
fue a la cámara de Tristan e dixole: «So- la dueña, e subióla en vn palafrén, e fue su
brino, ¿como os va?» El clixo: «Mejor que camino.
querrían, algunas personas». Y el dixo: «Tris-
tan, agora podeys ver que en este reyno ay XYI
assaz de buenos caualíeros como vos soys.
¿Sabeys quien vos firio?» E Tristan dixo: De como Lanbagues, marido de la dueña
«Si no lo se, saberlo he adelante»; e quando del lago del Espina, vio que se yua el caua-
el rey oyó aquello que Tristan clezia, bien llero con ella, fue en pos del e combatióse
pensó que lo dezia por el, e partióse del con el, e Lanbagues fue herido, y el caua-
luego, e tornóse para su palacio. E Tristan . ro lletio a la dueña.
estuvo x x . dias que no pudo traer armas,
porque las llagas que tenia eran en tal lugar Mas agora clize la hystoria que Lanbagues,
que estauan malas de curar, e tan bien por marido de la dueña del lago del Espina, vido
no auer en la sazón ningún buen maestro en en como el cauallero era y do con la dueña,
la cibdad. Mas al fin Tristan fue muy bien tomo sus armas e su cauallo, e tanto andu-
guarido, y el rey Mares mando pregonar por no que en poca de hora alcanco al cauallero
todo su reyno que todos los caualíeros vi- en vn prado. Luego Lanbagues, que vio yr
niessen a la corte cada vno con su dueña e al cauallero, comengo a priessa a. dar gran-
donzella, so pena de ser traydores. T esto des bozes, e dixole: «¡Cauallero, guardaos
hazia el |>or amor de la dueña del lago de- la de mi desaño!» E quando el cauallero que
Espina. E quando Lanbagues, marido de lleuaua la dueña oyó las bozes, boluio e vio
aquesta dueña, supo el pregón, ouo gran venir a Lanbagues que lo Uamaua a la ba-
miedo de Tristan, e la dueña le clixo: «No talla; fueron el vno contra el otro, e abaxa-
tomeys miedo de yr, que de don Tristan yo ron las langas, e fueronse a ferir tan fuer-
os seguro»; e luego se fue el cauallero con su temente, que las langas ñzieron bolar en
dueña a la corte del rey Mares, y el hizole piecas; mas el cauallero que lleuaua la due-
muy gran honrra por amor ele la dueña del ña, firio a Lanbagues tan mal, que le echo
lago del Espina, a la qual el amaua de todo en tierra, e tomo su dueña. E si alguno me
su coracon, e nunca pensaua en otro sino preguntase quien era el cauallero, yo le di-
como buscaría maneras para della se seruir e ría quel era Brioberis, con el que Tristan
aprouechar; e luego mando el rey que fuessen se fuera de buena gana a combatir porque
puestas cinco tiendas ribera del mar,. ca se lleuaua la dueña, sino por miedo del rey
quería yr a deportar. E luego se fue el rey e Mares, que sabia que la amaua mucho de
sus altos nombres e caualíeros con las due- coracon, e por esto no fue Tristan a se con-
ñas y donzellas, e assentaronse a comer, e batir con el. E ellos estando assi, passaron
comieron con gran alegría. T ellos estando dos caualíeros delante de las tiendas arma-
assi comiendo, acaso de vna ventura vino vn dos de todas armas, e yu.au por el camino
cauallero armado de todas armas e muy del desierto de Eecilate e no saludaron al
apuesto a marauilla, el qual yua a buscar sus rey ni a ninguno ele su corte, c luego clixo
auenturas, e vínose derechamente a las tien- el a Echides: «Ye en pos de aquellos caua-
das del rey llares, e paro mientes en los ca- líeros, y diles de mi parte y de los de mi
ualíeros por ver quien era el rey, e quando corte que tornen acá y me cligan nueuas a
lo conoscio, dixo: «Rey Mares, yo so vn ca- mi y a los de mi corte del rey Artur y de la
uallero andante que ando buscando mis auen- reyna Ginebra, e como les va a los buenos
turas por muchas partes, e so cauallero noble caualíeros de la Tabla Redonda, e sabremos
y de buena sangre, e no he demandado nin- dellos si ay algunas auenturas de nueuo en-
gún don a cauallero ni a ningún rey, e ten- tre los caualíeros de la Tabla Redonda». Y
gome por de buena ventura que seays vos el Echides dixo al rey: «Señor, esto fare yo de
primero a quien yo algo pido, porque he voluntad». E luego subió Echides encima
oydo :de vuestra nobleza ser grande, y creo de vn cauallo, e fue en pos de los caualíeros
que a mi no fallecerá mas que a los otros ha con la mayor priessa que pudo, e tanto an-
fallecido, y es de su condición. E por esto. duuo, fasta que los alcanco en vn valle.
360 LIBROS D E CABALLERÍAS
Echid.es llamo de lexos, e los caualleros como yo la conozco, ellos no vos amarían
atendieron por ver que los quería. E quan- vn dia tan solamente, e mucho son ellos
do Eehides llego a ellos, dixoles: «Señores desonrrados en estar vos con ellos tanto
caualleros, el rey Mares os embia a dezir tienpo. E yo vos he dicho estas palabras
por mi, que os torneys para el, que os quie- que me aueys oido, porque me fueron enco-
re preguntar por nueuas». E los caualleros mendadas por mi señora. E agora me tor-
le dixeron: «Dezid al rey que nos quiera nare para ella, pues que he echo su man-
perdonar, e rogamosvos que nos escuseys damiento que me fue mandado». Y el rey
del, ca nos no podemos tornar a el, porque dixo: «Donzella, cleziclme, ¿en que vos ha
ymos agora en vna auentura, mas a la tor- desseruido mi sobrino, por que le aueys di-
nada que tornaremos, pasearemos por aqui cho tantas descortesías?» E la donzella no le
y verlo hemos mucho de grado». Y Bchides respondió a lo que el rey le dixo, antes se
dixo: «Essa villanía no fareys vos de no tor- partió de las tiendas e fuesse por su camino,
nar a el, porque el os lo embia dezir por e tanto anduuo que alcanco a la dueña del
mi». E los caualleros dixeron: «ISÍo tornare- lago del Espina. Mas Tristan, que estaua
mos en ninguna guisa». Eehides dixo: «Si en la tienda con su tío, fue triste e ouo gran
fareys, por mi fe, e no os reyreys». Assi pesar de las palabras que la donzella le aiiia
traxo al vno por la rienda e quísole volver, dicho, e dixo que se quería meter en auen-
y el dixo: «Non soys cauallero mesurado tura por y r buscar a la donzella. E luego
quando por fuerca me cuydays leuar; ¿no tomo sus armas e su cauallo, e Grorualan fue
saueys que, quando yo quisiere, me puedo con el, y leuole el escudo e la lanca, e par-
bien librar de vos?» Luego el cauallero echo tiéronse de las tiendas. E Grorualan dixo a
mano a la espada e dixo: «Ahora me dexad, Tristan: «Yos soys metido en gran verguen-
cauallero». Y Eehides no respondió nada, ea por las palabras que vos dixo la donze-
antes se lleuaua el cauallero. El cauallero lla, y metedos en auentura por saber quien
aleo la espada, e dio a Eehides de llano en es la donzella que vos ha dicho la villanía
la cabeca que lo derriuo del cauallo. E luego delante del rey e s\is caualleros». Y ellos
se fueron los cavalleros ambos por su cami- yendo assi hablando, encontró a Eehides
no, y Eehides se leuanto lo mas ayna que que estaua todo lleno de sangre, e dixo
pudo, e tornóse a las tiendas del rey Mares Tristan: «Eehides, ¿quien te ha herido?» Y
de Gornualla. E quando la dueña fue yda, el dixo: «Dos caualleros andantes». E dixo
e vio que Tristan no le venia a socorrer ni Grorualan: «Para la mi fe, Eehides, yo se
a tornar del cauallero que la lleuaua, embio que ningunos caualleros anclantes no te fa-
vna donzella que le dixesse y estrañasse la rian pesar si tu no les fiziesses por que». E
descortesía que auia fecho contra ella. E dixo Eehides: «Bien fue verdad, que el rey
después que la donzella fue llegada a las me embio em pos de dos caualleros, que les
tiendas del rey Mares, que estaua con sus dixesse de su parte que tornassen a el; e yo
altos honbres e caualleros, comenoo a mi- dixelo a ellos, e dixeron que no querían tor-
rar al rey e a los caualleros, sin mirar a nar por mi, e yo tome el vno dellos por el
ninguno dellos. E el rey dixo a la donzella: freno e trayalo comigo. e porque no le que-
«Mucho aueys parado mientes sin dezir nin- ría soltar, por esta razón me firieron los ca-
guna cosa». Dixo la donzella: «Porque yo ualleros». E Grorualan dixo: «Por buena fe,
no veo el cauallero que busco». Y el dixo: Eehides, tu no eres cauallero cuerdo, quando
«¿Qual es este cauallero? Yo vos lo haré por fuerca piensas tomar al cauallero andan-
venir aqui, si puede ser auido o si es en te. E por esto, Tristan, consejóos que no os
mi corte». E la donzella dixo: «Yo demando conbatays con los caualleros, que si con ellos
por Tristan vuestro sobrino, que aqui le te- os combatís, no podeys escusar peligro». E
neys por bnen cauallero, [e] el es mas couar- yendo por el camino, vio Tristan los caua-
de cauallero que puede ser anido». El rey, lleros, e dio de espuelas al cauallo e alcan-
quando oyó palabras tan desaguisadas, fizo zólos, e dixoles: «Caualleros, aparejadvos,
llamar a Tristan. E quando la donzella vio que yo os desafio». E abaxo la lanca el vno
a Tristan, como aquella que venia mucho de los dos caualleros e fue a ferir a Tristan,
indignada de su señora, dixole: «Cauallero, que le quebró la lanca en el escudo e otro
vos seays muy mal venido, asi como el mas mal no le fizo. E Tristan fue contra el tan
falso cauallero y el mas desleal que yo nun- furiosamente, que le dio tan gran golpe que
ca pudiesse fallar en tierra del mundo, e por le cosió el escudo con los pechos y echólo en
la vuestra deslealtad sereys perdido. E si tierra del cauallo, e saco la espada e fues-
el rey e los altos honbres que aqui son vos se para el otro cauallero, y el otro, desque
conosciessen la vuestra gran deslealtad, assi lo vio venir, abaxo la lanca e diole tal gol-
DON T R I S T A N DE LEONIS 361
pe sobrel escudo, que quebró la lanca. E durmieron allí aquella noche; e quando vino
Tristan le dio con la espada por encima del la mañana, Tristan se leuanto, e armóse e
yelmo en la cabeca, que le derribo en tie- subió en su cauallo, e paróse en el camino a
rra del cauallo. E don Tristan fue a Bolli- esperar al cauallero, e en tanto quel sol salía
cies, que lo estaua esperando, e clixole: por todas partes, Brioberis salió con su dueña
«Yclvos para las tiendas y no digays nada fuera. E Tristan, quando lo vio venir, abaxo
desto». Y el dixo que assi faria. Ecbides se el escudo, e dixo: «Cauallero, combatir vos
fue para la corte del rey, y el, quando lo conuiene o clexar la dueña». Brioberis puso la
vio venir, preguntóle que quien lo auia ferí- dueña en tierra e fuese furiosamente para
elo, y el ciixo: «Señor, el vno de aquellos ca- Tristan, e Tristan contra el, e friéronse a fe-
ualleros que vos mandastes tornar, mas para rir de mortales golpes, en manera que caye-
la mi fe, que yo soy bien vengado». Y el rey ron en tierra, que ellos ni los cauallos no se
dixo: «¿Que venganza has auiclo?» Y el le pudieron leuantar dencle a gran pieca, quel
elixo: «Señor, Tristan mi primo me ba ven- ver y el oyr se les quito a ambos a dos. E des-
gado, que ambos los caualleros derribo ma- pués que fueron tornados en su acuerdo, le-
lamente feridos». Y el rey se marauillo de uantaronse muy brauamente, e pusieron ma-
los fechos de Tristan, e todavía rogaua a Dios no a las espadas, e fueronse a ferir e a dar
que nunca lo tornasse a su corte, que gran grandes golpes, que esto era marauilla ele ver
miedo le hazia auer su lauca, por aquello que de las espadas salia fuego. E tanto se con-
que le emíteselo la noche quando le estaua batieron, que a mal de su grado se ouieron de
aguardando en el passo de la dueña del lago tirar afuera el vno del otro por cobrar fuerca,
del Espina, para matarlo si el pudiera. y estuuieron vn poco, e después tornaron a
su pelear. E dieronse tantos y tan grandes
golpes, que los pedacos de los escudos y de
XVII las laucas cayan en tierra. E tanto se conba-
tieron los caualleros ambos, que les hizo me-
De como don Tristan se partió de la corte nester folgar, e entonces se arredraron el vno
del rey Mares de Comucdla su tio, en bus- del otro otra vez, e después que ouieron hol-
ca de la donxella qioe le aiáa vltrajado de- gado, cornenoaron su batalla como de prime-
lante del rey e de los caualleros de su corte; ro. Mas siempre la ventura lo ordena quel
y de la, dueña del lago del Espina que lle- mas fuerte va sienpre mejorando y el ñaco
uema el cauallero. empeorando; e assi contecio a Brioberis. Y
dezia entre si mesmo: «Yo me combatí con
Después que don Tristan se partió de los don Langarote del Lago mi pariente y con
elos caualleros y de Echides, comenco lo mas otros muchos caualleros, mas nunca halle
ayna que pudo andar por vna floresta, e a la quien tan fuertes golpes me cliesse, e bien
descendida de la floresta, don Tristan vio a creo que no le poclre sofrir los golpes que
Brioberis que se entraua con la dueña en vn este cauallero me da. Cauallero, ¿quien soys
castillo. E quando Tristan vio esto, ouo gran vos que tan grandes golpes me days?» Dixo
pesar, e dixo: «¡Ay catiuo de mi! ¿Que haré, Tristan: «Yos mi nombre no podeys saber
que ya se entra el cauallero en el castillo con fasta que me digays el vuestro». Y el dixo:
la dueña del lago del Espina e no me podre «Yo lie nonbre Brioberis de Graones». E Tris-
esta noche combatir con el? Por que soy muy tan dixo que auia nonbre Tristan de Leonis,
triste, que no se que haga». «E ¿como? dixo «a cuyas manos aueys de morir». Y el dixo
(jornalan, ¿no podreys esperar fasta la ma- assi: «Tristan, yo quiero que esta batalla
ñana?» E dixo: «¿Eb veys vos que terna el quede entre vos e mi. E yo he oydo la vuestra
cauallero la dueña esta noche a su voluntad, caualleria e bondad, e por esto quiero yo cle-
y la dueña puede dezir que la donzella me xar esta batalla.» E Tristan dixo: «Antes me
llamaua desleal cavallero con razón e con dareys vos esta dueña, e si no me la days,
derecho?» Assi ancluuieron hasta que llega- Brioberis, yo os Hamo a la batalla, pues della
ron al lugar, e tomaron posada en casa de librar no vos podeys». E Brioberis dixo:
vna buida, e allí descaualgaron. E la dueña «Tristan, yo os ruego que vamos vos e yo a
de casa tenia vn hijo, e conoció a Tristan, e la dueña, y ella tome qual de nos quisiere, y
dixo: «Señor, ¿no soys vos don Tristan, el el otro que se vaya a buena ventura». E dixo
que venció el torneo de Escocia y derribastes Tristan: «Deso me plaze». E entonces fueron
el cauallero de las dos espadas?» Y Tristan ambos a la dueña, e dixeronle: «Dueña, la
dixo que nunca fuera en aquella tierra, ni paz es fecha entre nos ambos, y en tal ma-
era el Tristan; y el donzel vio que se quería nera que tomeys qual de nos quisierdes, y
encobrir, e callóse; e dieronle de cenar, e el otro que se vaya a la buena ventura. E la
362 LIBROS DE CABALLEBIAS
dueña dixo: «Pues assi es y en tal manera, l qual parte somos arribados?» Y el dixo que
digo que vos,. Tristan, tuestes el mas desleal en el reyno de Londres; e Tristan mando
caballero del mundo, que me dexastes llenar que sacassen su eauallo en tierra, e vna
de la corte a vn solo cauallero; por esto quiero tienda, e todas sus armas, e dixo que queria
yo que ayays esta verguenca, porque se vos estar allí vn poco, que mucho era enojado
acuerde por toda vuestra vida, e tornaos, que de la mar. E luego fue hecho su mandado; e
yo me quiero yr con Brioberis, por desonrra mando poner a la puerta de la tienda su es-
vuestra y de la corte del rey Mares», E Tris- cudo, e salieron fuera los caualleros,- edixe-
tan subió en su eauallo y encomendólos a ron a don Tristan: «Señor, no. se deue poner
Dios, e fuesse vergoncoso por su camino con- escudo fuera de la tienda, porque si por aqui
tra la corte, e Brioberis se fue con su dueña. passare algún cauallero andante, demanda-
E agora tornemos a Tristan, a contar de sus ra luego justa, e nos no ymos por tal razón».
altos hechos. E Tristan dixo: «¡Por Dios, por aquesta
razón quiero yo que el escudo este fuera
XVIII de la tienda!» E mientra ellos estauan en
la tienda, fue ventura de dos caualleros de
De como don Tristan se torno a la corte y Londres que passauán por alli, y el vno de-
peso al rey Mares con el; y de como le em- llos era nueuo cauallero. E luego demanda-
bio a Yrlanda por • Yseo la brunda, por que ron justa, y los caualleros despertaron a
lo matassen alia. Por quanto la reyna, Tristan, que estaña durmiendo. E Tristan
muger del rey Languines, lo quería mal despertó, y tomo su eauallo e armas, e fuese
• porque mato a su hermano Morlot; e la contra los caualleros. E aquel que era vsado
truxo consigo por su buena eaualleria. primeramente en armas, fuese para Tristan,
e diole tal golpe por medio del escudo, que
Muy triste fue el rey quanclo Tristan fue la lanca le paso a la otra parte. Mas no le
en la corte, que antes quisiera que fuera pudo saltar las armas, e Tristan le fue a he-
muerto. E Jpenso de lo enbiar a lugar do rir de tal. fuerca, que lo echo en tierra del
nunca jamas tornasse; y después que el solaz eauallo malamente herido, e tiro la lanca e
e la fiesta fue passada. vn día el rey hizo fuese para el otro cauallero; y el, en que
llamar a Tristan a su cámara, e dixole: «So- vio a su conpallero caydo en tierra,, boluio
brino, a ,mi;-.ha /venido voluntad de tomar contra Tristan, e diole tal golpe en el yelmo,
muger, e, si vos quisierdes, yo la aure, ea que la lanca quebró e otro mal no le fizo; e
yo la quiero tomar de vuestra mano». Tris- Tristan le dio en tal manera, que la lanca le
tan dixo: «Señor, yo ha-re de buenamen- metió en el escudo y salió por el costado, e
te todo lo que vos mandardes». Y el le dixo: dio con el del eauallo en tierra. E los caua-
«¿Prometeyslo vos como leal cauallero?» Y el lleros dixeron: «Merced, señor, no muramos,
dixo que si prometía. E luego el rey diso: y rogárnosos que nos digays vuestro nombre,
«Yo soy enamorado ele-Yseo lá brunda, fija que mucho iros marauillamos en como puede
•del rey Languines de Yrlanda, porque he ser assi nos auer derribado». E Tristan dixo:
oydo loar su hermosura; por que os ruego que «Sabed que vos ha derribado cauallero de
vos vays alia, e yo daros he conpaña de ca- Cornualla». Y ellos, quando esto oyeron, di-
ualleros quantos vos quisierdes». E Tristan xeron que qual diablo truxera alli cauallero
bien entendió que no lo embiaua sino porque de Cornualla, que no solian ellos derribar
muriesse alia. E Tristan dixo: «Señor, yo los caualleros de Londres. «E por la mi fe,
haré todo lo que mandardes e conplire-vues- dixo el vno de los caualleros, que yo no to-
tro mandado; mas, dadme caualleros que me mare mas armas», e fizo gran duelo; y el
aconpañen». Y el mando hazer sus fus- otro cauallero fuese por su camino. E sabed
tas, e hizo fazer grandes aparejos para los que de los dos caualleros, el vno auia nom-
caualleros. E quando los caualleros que auian bre Leonel y el otro Bores (*), e fueronse
de yr con Tristan supieron que auian de yr su camino hasta lá corte del rey Artur para
a Yrlanda, fueron tristes, e pensaron morir. contar aquellas nueuas.
E desque las naos fueron bastecidas de lo que • E clon Tristan se torno para las tiendas, e
auian menester, e'pxiestos los caualleros en los caualleros de Cornualla, quando vieron
ellas, don Tristan e (jornalan se despidieron que Tristan fazia tan grandes cauallerias,.
del rey e de la corte, e alearon vela contra ellos se marauillauan del, y fueron alegres y
Yrlanda, y ouieron mal tiempo quinze días. pagados. Dize la historia que mientra Tris-
E assi aportaron en el reyno de;Londres,
y :• quanclo ¿. ellos fueron al 'puerto "llegados, (' I Sus Hombrea figuran en La Demanda del Sancto
Tristan dixo al maestro de la nao: «¿En Grial.
DON T R I S T A N DE L E O N I S 363
tan y los caualleros estañan en aquella ale- donzella de gran amor, y el ni ella • no
gría, allegóse en aquel puerto vna nao que fazen amor carnal, sino assi como los veys
venia de Yrlanda, e en aquella venia el rey pintados en este escudo, e piensan que nin-
Languines de Trláñela, e traya ende su con- guno sepa de su amor sino ellos, e por esto
pañia, y venia a Camalot al rey Ártur, por que vna dueña sabe toda su fazienda, les
escusarse de vna culpa que le auia leoantado ernbia este escudo. E luego que ellos ayan
de traycion, Brauor, sobrino de Lanearote hecho amor carnal en vno, luego el escudo
del Lago, que auia muerto a traycion en su sera cerrado». E encomendáronse a Dios,
corte a vn su sobrino. E luego, desque ouie- e fuese cada vno por su camino. Y entran-
ron amarrado su nao, el rey Languines pre- do la donzella en la floresta, topo con vn
gunto ele quien era aquella nao y aquella cauallero y demandóle el escudo, e ella dixo
tienda, e los marineros dixeron que era de que non quería, e luego el cauallero ge
don Tristan, y el rey, quando lo supo, fue lo tomo, e hirióla con el cuento de la lanca,
muy alegre, e dixo: «Señor Dios, si yo pu- E la donzella se torno para las tiendas dando
diesse acabar con Tristan que hiziesse la ba- bozes a Tristan, y quando la vio venir, di-
talla por mi, todos tienpos seria muy alegre, xo: «Donzella, ¿que has?» «Señor, tope con
que yo no podría durar contra Brauor, que vn cauallero que me ha tomado el escudo,
es mucho mejor cauallero que n o yo>> • E por que os ruego que me ayudeysa cobrarle».
quando el rey fue fuera, demando luego por E Tristan llamo a Grorualan, que le truxiesse
Tristan, e los caualleros dixeron a Tristan armas e cauallo porque acorriesse a la donze-
que vn rey lo clemandaua. E luego salió lla. «Por Dios, dixo Grorualan. a mi parece
Tristan fuera de la tienda, e como vio al rey, locura en querer prouar todas las auenturas».
luego lo conoció, y nielo a abracar e Mzole Dixo Tristan: «No seria cortesía que esta
muy gran honrra, assi como a rey pertene- donzella quedasse desondrada, e esta bata-
cía; y entráronse en la tienda. E desque el lla de mi y del cauallero no se puede escusar
rey e Tristan fueron assentados, Tristan de- si le hallo». E armóse e subió en su cauallo,
' mando al rey de su haziencla, e qual ventu- e fue donde la donzella lo lleuo, y anduuo
ra lo auia allí traydo, y el rey dixo: «Tris- hasta que alcanco al cauallero, y llamólo a
tan, sabed que muy malas nueuas os puedo alta boz, e dixo: «Cauallero, dexad el escu-
dezir, e jamas en ningún tienpo fui tan triste do, si no, aparejaos a la batalla». Y el caua-
como agora, e he seydo de poco tienpo acá» ; llero se boluio, y abaxo la lanca, e fue a
e Tristan le demando que en que manera. herir a Tristan de tal poder, que la hizo pe-
«Sabed que Brauor, sobrino de Lanearote, daeos, e Tristan le dio tal golpe con el cuen-
me ha acusado de traycion en la corte del to de la lanca, que dio con el en tierra. E
rey Artur, por vn cauallero que vino a mi esto hizo por no quebrar el escudo, e diole a
corte, e hize pensar del de todo aquello que la donzella, y ella le dio gracias por ello. E
le fue necessario, e fue ventura que murió, e Tristan saco la espacia por le cortar la cabe-
Brauor dize que yo lo mate a traycion, e por ca, y e l pidióle merced. E Tristan le dixo
esto me vo a desculpar; pero quieroos rogar que no lo haría si no le dixesse su nombre;
assi como aquel que mucho amo, que fagays y el dixo: «Yo soy Brines sin piedad. Eue-
esta batalla por mi con Brauor, porque el es goos, por Dios, que no muera». Tristan,
mas valiente que yo, e hazeros he juramen- quando lo supo^ fue triste por no le auer
to como rey que no soy en culpa desta muerto, e dixo Tristan: «No ayas miedo, que
muerte». E Tristan dixo: «Si vos me lo ju- no te matare, mas yo vos conjuro por la honrra
r&ys, yo haré la batalla por vos, si vos me de la caualleria y vos mando que vayays de-
prometeys vn don, qual vos le yo demanda- lante Graluan, luego derechamente, y empre-
re» . T el rey ge lo otorgo. E luego las tablas sentarvos heys a el de mi parte». Y Brines
fueron puestas e absentáronse a comer, e ge lo otorgó; mas antes quisiera el que Tris-
quando ouieron comido, el rey y Tristan se tan le cortara vno de sus miembros, que fazer
fueron a dormir. E quando vino la mañana, aquello. E luego se partieron el vno del
Tristan se fue a caca, e en el carflino se en- otro. E la donzella dixo a Tristan: «Señor,
contró vna donzella que traya vn escudo, y nueuas vos diré del rey Artur e del rey de los
en el eran figurados vn cauallero y vna don- cien caualleros y del rey de Escocia, e qua-
zella, y el escudo era hendido desde en- tro reyes son en Camalot contra el rey Lan-
cima hasta las bocas del cauallero y de la guines, e Brauor, sobrino de Lanearote». E
donzella. E quando Tristan vio el escudo, Tristan se fué a las tiendas, "e dixo al rey lo
saludo a la donzella, e dixo: «Donzella ¿de que auia dicho la donzella, e dixole: «Señor,
quien es este escudo?» Y ella dixo: «Señor, partámosnos luego para alia»; e fueronse a la
lieuole a Camalot vn cauallero que ama vna cibdad de Camalot.
364 LIBROS DE ( ABALLERIAS
XIX poder. Yleuantaronse donde estañan mirando
Bores y Leonel, que no quisieron ver morir
De como Tristan mitro en campo con Branor, a su primo a tal muerte, e fueronse por su
sobrino de Langarote, y lo mato, por esou- camino. E los dos caualleros tanto se conba-
sar al rey Langumes de vna traycion que tieron e tantos golpes se dieron, assi que
le aeusaucm. Brauor dixo: «Cauallero, mucho querría sa-
ber vuestro nombre, por tal que supiesse
Muy ricas tiendas y armas y ricos apare- quien me mata o a quien mato». E dixo
jos hizieron llenar luego; y el rey yua ves- Tristan: «Yo no vos diré mi nombre fasta
tido de ricos paños, e Tristan. yua armado que me digays vos el vuestro». T el dixo:
bien ele todas armas, encima de su cauallo, «Cauallero, yo he nombre Brauor, sobrino
por tal manera que ninguno no lo oonocies- de donLancarote del Lago». E Tristan dixo:
se; e vn cauallero le lleuaua la lanca, e otro To he nonbre don Tristan de Leonis, sobri-
el escudo, E anduuieron tanto, fasta que lle- no del rey Mares de Cornualla». E luego aleo
garon a Camalot, e allí fueron ellos bien re- el espada, e diole tan gran golpe e tan pode-
cibidos; e luego el rey Langumes se fue al roso, que el braco con el escudo le hecho en
palacio del rey Artur, e dixo: «Rey Artur, tierra, e cayo muerto. E Tristan, desque lo
yo soy venido aqui a vuestra corte por me vio muerto, sacólo del canpo, e subió en su
escusar de la traycion que Brauor me ha cauallo, e fuese a los quatro reyes, e dixoles:
opuesto, e por esto me quiero yo defender «Señores, aquel cauallero lo ha tan mal fe-
que aquello que el dize no es verdad; e por cho, que no j)odria peor, e por esso querría yo
esto quiero yo que este cauallero se conbata que metiessedes paz entre el rey Languines
por mi. que yo, en la muerte de aquel caua- con sus parientes, e que nos fagays vuestra
llero, no merezco mal» . E luego Braxior, que carta como auemos hecho lealmente maestra
estaua presente, se leuanto en pie, e fuese batalla, e como el rey Languines sea librado
a Tristan, e diole el gaje de la batalla. E y desculpado deste fecho». Luego los quatro
Tristan lo recibió; e otro dia fueronse los reyes dixeron: «Cierto, este cauallero es el
quatro reyes al campo por guardar derecho, mas cortes que nunca fue en el mundo, que
e Tristan aparejóse muy bien y espero al ca- ha muerto el cauallero y demanda paz»; e
uallero a la batalla, e luego vino Brauor e luego los reyes dixeron: «Yos y el rey libra-
vinieron con el Leonel e Bores de Graones, dos soys, y podeys yr sanos a vuestra volun-
sus primos, e tiráronse a vna parte, e dixe- tad; que vos fezistes lo que deuiades y sal-
ron a Brauor: «Agora es tienpo- de fazer uastesvos a derecho». E quando Tristan oyó
como valiente cauallero, porque no venga esto, luego salió del canpo, e dio despuelas
desonrra a vuestro linaje, que nos vemos al al cauallo e fizóle dar grandes saltos; e yua
caualiero encaualgado en buen cauallo, e tan buen cauallero y ele tan buen gesto, que
auemos miedo que no le podreys sofrir ni toda la gente se marauillaua del, y dezia que
endurar». E Brauor dixo: «Vos vereys que yo era de gran poder, que parecía que nunca se
haré tanto de armas, que, avnque fuesen auiaconbatido, según las cosas fazia encima
tales diez caualleros como el, yo les meteré de su cauallo, Luego el rey Languines salió,
so tierra». E pusiéronse dentro en el canpo e dixo a los reyes: «Señores, pues el mi ca-
y desaflaronsse los caualleros, e fueronse a uallero se va. yo me quiero yr, porque vos
herir de tal poder, que los cauallos e caualle- ruego que me deys licencia, que me quiero
ros cayeron en tierra, que todo honbre pen- tornar para mi tierra, pues que Dios me ha
saua que fuessen muertos; e luego los caua- ayudado en este pleyto». E los reyes le di-
lleros pusieron mano a las espadas, e fue- xeron que primero les diría el nonbre del
ronse a ferir de tales golpes, que era mara- cauallero, que en otra manera no le dexarian
uilla; e conbatieronse muy fuertemente de yr. Y el dixo:" «Sabed que es Tristan, hijo
la primera batalla, que todos los que los vian del rey Meliadux e sobrino del rey Mares».
se marauillauan. É tirauanse afuera los ca- E quando ellos esto oyeron, marauillaronse
ualleros el vno del otro por cobrar merca; e mucho confb Tristan era en aquellas partes.
no estuuieron mucho posados, que luego se E luego dieron licencia al rey, y el rey Lan-
leuantaron el vno contra el otro, e fueronse guines caualgo e fuese con su compaña con-
a ferir de las espadas tan mortalmente, que tra la mar, e anduuieron tanto hasta que lle-
fuego salia dellas. E tantos golpes se dieron, garon a Tristan. E Tristan, quando les vio
que las plecas de los escudos y de las lorigas venir, fue contento de su tornada, y estuuie-'
andauan por el suelo; e fueronse muy eno- ron en gran solaz en sus tiendas hasta que
jados de los golpes que se dauan, assi que a vieron el tiempo a derecado para entrar en
Brauor le yua ya menguando la fuerca y el sus naos, y el rey dixo a Tristan: «Señor
DON TRISTAN DE LEONIS 365
Tristan, ¿que sera de vos? ruegovos que me tan, porque el era su cauallero y ella lo auia
fagays compañía hasta mi tierra, e fazerme guarido. E toda la gente hazia grande hon-
eys señalada honrra». E Tristan le dixo: «Yo rra a Tristan. E luego caualgaron e fueronse
tengo de fazer mi viaje lexos, mas por vues- para el palacio del rey, e ouieron gran pla-
tra lionrra yo me yre con vos hasta Tiianda, zer e alegría. E las tablas fueron puestas, e
e alia vos contare mi haziencla». Y el rey e assentaronse a comer, e holgaron aquella
los caualleros fueron muy alegres, y reco- noche; e otro día de mañana, en leuantan-
gieron todos sus cauallos e armas a las naos, dose el rey, toda su corte se ayunto en el pa-
e alearon velas, e singlaron por la mar. É lacio, e fueronse a oyr missa; e aquella ale-
assi fueron su viaje muy alegres, e paga- gría íes duro quínze días. E Tristan estouo
dos en conseruacion la vna nao de la otra; gran tiempo en la corte e ganaua las volun-
e Tristan dixo a sus caualleros: «Agora ten- tades de los de Yrlanda, e hazian cada dia
gamos pora cabado aquello por que veníamos. justas e torneos; assi que en todas las cosas
Por ende, de oy mas no os cale auer miedo íleuaua Tristan el prez y el loor de toda la
de yr a Yrlanda, que mucho les he hecho gente, assi que toda la gente de la tierra le
gran honrra, por que es menester que vaya- auian gran amor, e le fazian grandes serui-
mos con el rey Languines». Y ellos hizieron cios quanto podían. E auia ya passado gran
gran alegría; e ouieron tal tiempo, que en tienpo que Tristan estaua en la corte, e
pocos dias fueron al puerto de Yrlanda, e siempre aguardaua tiempo oportuno para pe-
quando las naos fueron llegadas y los del dir al rey el don que le tenia prometido, e
reyno vieron los pendones y señas del rey, vn dia fue Tristan delante del rey e dixo:
e oyeron las trompetas y añaflles y el plazer «Señor, vuestra merced me oya; yo querría
que mostrarían, fueron alegres por su veni- que me diessedes el don que me prometistes
da, ca bien cuydauan que nunca tornaría su quando yo fize la batalla por vos». El rey
señor, e assi fuera sino por Tristan. dixo: «Demandad lo que vos plazera, que
dado vos sera». Dixo Tristan: «Yo vine a
vuestra corte por mandado de mi señor el
XX rey Mares, por que leuasse vuestra hija Yseo
que quiere por muger, e quiere ser vuestro
De como el rey Languines de Yrlanda e don amigo. Catad aquí sus cartas» . El rey tomo-
Tristan llegaron al puerto de Yrlanda. e las e leyólas, e respondió a Tristan e dixo:
de como la salieron a recebir la reyna e su «Mucho me tengo por honrrado si el rey
hija Yseo la brtmda. vuestro tio quiere mi fija por muger; pero
yo querría que vos la tomassedes y me ter-
ÍTo era bien llegado el rey al puerto, quan- nia por mas honrrado por ello». «Señor, dixo
do fueron las nueuas a la reyna. E toda la Tristan, muchas mercedes; esto no faria yo
corte se ayunto, e fueronse con gran alegría por ninguna cosa, mas ruegoos que me la
a la mar, qual a pie, qual a cauallo, para re- deys por que yo la lieue para mi tio el rey
cebir a su señor. E la reyna e su hija Yseo Mares, que yo ge la prometí bien y lealmen-
la branda fueronse derechamente para do el te». El rey dixo: «Pues ge la prometistes, a
rey auia salido, e estaua Tristan con el rey. mi plaze de buenamente que la leueys, que
E la reyna e su hija fueron a abracar al rey, le sea dada por muger por amor de vos». E
e hizieron grandes alegrías con el, ca mucho luego el rey fizo ayuntar su corte, e delante
lo auian desseado, e dixeronle: «Señor, vos todos diole a Tristan su hija, diziendo:
seays muy bien venido, que agora somos «Tristan, yo vos do mi fija Yseo en presen-
alegres, pues Dios vos ha traydo sano e con cia de todos los ele mi corte, y dovosla assi
honrra». E luego los altos hombres, e caua- como a buen cauallero, e ruego vos que le fa-
lleros, e dueñas y donzellas, le fueron a be- gays buena guarda». E Tristan la recibió
sar la mano, y el ge lo touo en gran seruicio, assi. E Yseo beso las manos al rey e a la
e dixo el rey: «Dueñas e caualleros, fazed reyna su madre, que ende estaua, assi como
grarr honrra y reuerencia a este cauallero, el hija, y se despidió de toda la corte; e todos
qual es Tristan, que ha hecho la batalla por ouieron gran plazer e alegría, e loauan a
mi, que si no por el, yo no fuera tornado a Dios, y dezian: «Agora auremos paz con
esta tierra ni con tan gran honrra». E la nuestros enemigos mortales de Cornualla»: e
reyna, quando supo esto, hizo grande honrra luego se acogieron todos en su nao. E la
a Tristan, e tanto auia el plazer con el e ale- reyna dio a su hija Yseo muchas joyas e
gría, que no se le nembraua de su hermauo buenas, e G-orualan y Brangel, la donzella
Morlot quel matara; e Yseo su hija la infan- de Yseo, leuauan todas las joyas. E dio la
ta fue muy alegre por la su venida de Tris- reyna a Brangel vn breuaje amoroso, e di-
366 L I B R O S DE C A B A L L E R Í A S
xole: «Amiga Brangel ('), aqueste breuaje da- vieron en grandes peligros y verguencas
reys vos a mi hija y al rey Mares la primera fasta la muerte.
noche que en vno durmieren, e lo que queda- E después que ouieron acabado su volun-
re derramaldo en tierra, e guardadlo bien tad el vno del otro, tornaron a acabar el
que ninguno no beua dello saluo ambos a juego del axedrez'que tenian comencado. E
dos»; y ella dixo que le plazia de lo fazer. E quando ouieron acabado, tomóles vna tor-
luego se despidieron vnos de otros, e la reyna menta en la mar, la qual les duro quinze
quedo triste quando della se partió, e hazien- dias, e ouieron por fuerca de correr en popa,
do gran duelo. y el viento era tan fuerte, quel mastel e los
timones y velas dio con todo en el fondo, e
la tormenta los echo en la ysla del Gigante.
XXI E quando ellos fueron al puerto, Tristan
pregunto q_ue en que ysla eran arribados. El
De como don Tristan e Yseo partieron de Yr- maestre le dixo: «Cierto, en mal lugar, que
landa, e de como los echo la tormenta en esta es la ysla del Gigante, e todo honbre
la ysla del Gigante] e como los prendieron que aqui es arribado, esta en peligro de
los de la ysla,. muerte o de prisión; e a nos assi conuiene
aqui morar, que la nao es aqui rendida». E
Después que Tristan e Tseo fueron dentro luego que fueron ay llegados, todos los de
en la nao, el tienpo les hizo bueno, e alearon la ysla se leuantaron e tomaron armas. T el
velas la via de Cornualla; y ellos yendo assi, señor de la ysla tenia costunbre que todo
vn dia clon Tristan e Tseo, jugando al axe- honbre que alli llegasse fuesse muerto o
clres, hazian gran fiesta, e no auia entre preso; luego llegáronse diez caualleros e di-
ellos ningún pensamiento de amor carnal, y xeron a los de la nao: «Sali fuera, si no, se-
ellos auian muy gran sed. E Tristan dixo a reys todos muertos». E quando los de la nao
(jornalan que les diesse a beuer, e dixo (jor- aquello oyeron, eomencaron rezio a sospi-
nalan a Brangel que les diesse a beuer a rar, e Tseo lloraua, e dixo: «Señor don Tris-
Tristan e a Tseo; y ella tenia las llaues del tan, vos me aueys trayelo en este lugar, don-
vino y de los letuarios. E Brangel estaua de ninguno de quantos aqui están no podra
amodorrida de la mar, e Grorualan tomo las escapar de prisión e yo de ser desonrrada».
llaues de la cámara que tenia el vino y el E dixole Tristan: «Señora, no desmayeys,
breuaje amoroso, y pensó que era vino e dio que mientra yo fuere biuo y esta gente a mi
a beuer a Tristan y a Tseo' dello, e torno la quisieren creer, verdaderamente yo vos de-
redoma en su lugar ( 2 ); e torno las llaues a fenderé; e bien sabeys vos que fortuna nos
Brangel, e a Brangel vinosele mientes del ha aqui traydo, e como a Dios ha plazido».
breuaje amoroso, y leuantose e fuesse a la E los marineros dezian que mejor era ren-
cámara, e hallo por la vista ele las redomas dirse que no morir en la mar. E los caua-
que les auia dado a beuer del breuaje, e fue lleros cíe la ysla tomaron las armas de todos
triste e muy cuytada por que tan mala guarda los caualleros, saluo la espada de Tristan,
auia fecho en lo que su señora la reyna le que metió Tseo so las faldas y teniala escon-
pusiera en guarda. E como quier que ella se dida. E luego fueron metidos en prisión, e
touiesse por culpada e se arrepentiesse, en- al tienpo de las vísperas, vinieron los diez
cubriólo, e no quiso dezir cosa, ni dar a caualleros, e Tristan les dixo: «Señores ca-
entender nada. E luego que Tristan e Tseo ualleros, bien sabeys que esta cortesía de ca-
ouieron beuido el breuaje, fueron assi en- ualleros, en especial a los que están en pri-
amorados el vno del otro, que mas no podia sión e fuera de su tierra como yo, dezir si
ser, e dexaron el juego del axedrez, e su- en alguna manera si podríamos salir desta
biéronse arriba en vna cama, e comencafon prisión». E los caualleros le dixeron: «JSTQ, y
de liazer vna tal obra, que después en su dezir vos hemos por qual razón. Sabed quel
vida no se les oluido, ni les salió del corason que fizo este castillo auia nonbre don Edon,
por miedo de la muerte, ni de otro peligro y era gigante, e auia cloze fijos, y esto era
que les acaescer pudiesse. Por lo qual se en .el tienjjo que Joseph Abarimatia vino en
esta ysla por predicar la fe de Christo, e con-
uertio gran parte ele las gentes, ca bien las
(') Esta doncella se llama Brenffwain en el Sir dos partes eran conuertidas a Jesuchristo'; e
Tristrem inglés, j Srenguien en los textos franceses. por esto fue el m u y triste, e fizo prender a
(2) En el Sir Tristrem, publicado por Walter Joseph Abarirnathia e hizole cortar la cabe-
Scott, hay un episodio de conmovedora delicadeza: un
perro, favorito de Tristan, llamado Hodain, lame las 9a a el e a onze de sus fijos, que eran con-
últimas gotas del brebaje, y su suerte queda indisolu- uertidos a la fe de Christo; e no le quedo
blemente unida á la de sus amos.
DON T K I S T A K B E L E O K I S 367
saino va hijo. E quando todos los ouo muer- dixo Tristan, por ambos essos caualleros no
to, tizólos echar en la placea-, por dar enxem- daria valia de vn dinero, e agora me aueys
plo e castigo a aquellos que eran conuertidos fecho dezir villania». Y quando los caualle-
a la fe ele Gliristo, e hizo venir a todas sus ros oyeron esto, fueron marauillados, e cli-
gentes, e dixoles; «Si alguno de vosotros no xeronle: «Cauallero, ¿traeys alguna dueña
quisiere vsar mi ley complida, esso mes- con vos?» E don Tristan dixo que si; y ellos
mo haré que flze de mis fijos». E luego fizo fueronla ver, e dixeron que mucho era mas
tomar los huessos de.sus fijos y de Joseph hermosa que la dueña de la ysla. E los caua-
Abarimathia, e fizo hazer el cimiento de lleros se tornaron a su señor, e dixeronle:
aqueste castillo sobre los huessos de aquella «Sabed que entre aquella gente que nos pren-
gente que tomo entonces martyrio por Jesu dimos ay vn cauallero que dize que se quie-
Christo, y esto fizo el por escarmentar la re conbatir con vos a la vsanca de la ysla,
gente estraña, que le fazian gran daño; e e trae consigo vna dueña la mas fermosa del
por esto, de entonces acá, es esta vsanca y mundo». E quando el señor de la ysla oyó
esta eostunbre: que todo honbre estraño que esto, dixo a los caualleros: «Mandovos que
aqui aportare, que sea muerto o preso, o me- me lo trayays delante, e yo quiero fazer la
tido en tal prisión que jamas dende salga batalla de la manera quel quisiere» . Y luego
por ninguna auentura, si no ay entrellqs los caualleros se tornaron por Tristan e Yseo,
algún cauallero que se conbata con el señor e dixeronles que leuassen consigo vn escu-
de la ysla por fuerca ele armas, e si el caua- dero e vna donzella; e tornáronles todo aque-
llero lo venciere, que quede por señor de la ' lio que les auian tomado; e dieronles vna cá-
ysla; e si el cauallero trae consigo alguna mara muy fermosa en que estuuiessen, e ata-
dueña, el que venciere el canpo ha de to- uiaronles vna cama muy rica en que se aoos-
mar la mas fermosa, e la otra que le corte tassen, e dieronles todo aquello que menes-
la cabeca. E agora vos airemos contado la ter ouieron, y estouieron en aquella cámara
verdad e la ventura deste castillo, e dende diez dias. E-Ios caualleros ordenaron la ma-
entonces acá es llamado el castillo del Flo- nera en que lugar seria la batalla, e como se
to». E dixeron: «Agora vos acordad si po- auian de conbatir. E quando vino el dia en
deys fazer aquesto, e assi saldreys de aques- que la batalla se auia de fazer, Tristan se
ta prisión, e si no, ni saldreys vos, ni los aparejo ele todo aquello que le era menester,
vuestros de aqui jamas». e salió primero, e después leñaron a la in-
fanta Yseo, e pusiéronla en vn alto miradero,
y leñaron otrosi a la dueña muger del caua-
XXII llero señor ele la ysla, cerca ele Yseo. E fue-
ron dezir al cauallero Brauor. como estaua el
De como Tristan se conbaiio con Brauor el cauallero en el canpo. E dixo Brauor: «Bien
gigante ('), señor de la ysla, e como lo ven- me plaze; ¿aueys leuado mi dueña cerca de
ció e mato, & Tristan e Yseo fueron señores la suya?» Y ellos dixeron que si. E la dueña
de la ysla. era fermosa, mas no era de ygualar con Yseo,
e toda la color se le auia mudado con temor
Desque Tristan houo entendido aquello que ele la muerte, asi que tocia la gente clezia que
los caualleros le cíezian, ouo muy gran pe- mas fermosa era Yseo, avnque toda la color se
sar, y mas porque Yseo era presa, e dixo le hauia mudado. Brauor llego luego bien
entre si mesmo: «Tristan, conuienete de ha- aparejado, e púsose en medio del campo como
zer por sacar ele prisión a tu señora Yseo y a buen cauallero, e dixo a Tristan: «Caualle-
toda esta compañía»; e con osadia e animo- ro, yo vos desafio a la muerte». E Tristan le
sidad respondió a los caualleros: «Señores ca- dixo que esso mesmo fazia el a el. Y fueronse
ualleros, aqui entre nos ay vn cauallero que ferir los caualleros, e dieronse tan grandes
se combatirá con esse vuestro señor». Y ellos golpes, que los caualleros e cauallos cayeron
dixeron: «¿Qual es?» E Tristan dixo: «Yo en tierra ele tan gran poder, que las gentes
soy»; y ellos dixeron: «Seria granmarauilla pensaron que eran muertos. Y luego se le-
si vos osassedes combatir con el; que non ay uantaron en pie muy brauamente, e pusie-
cauallero en el mundo que osasse esperar sus ron mano a las espadas, y fueronse ferir el
golpes, si no fuesse Laucar ote del Lago o don vno contra el otro de gran poder, e tan gran-
Tristan de Leouis». «xíssi me ayude Dios. des golpes se dauan, que muchas vezes se fa-
zian abasar las caberas de gran poder. Y
quando Yseo veja abasar la cabeca a Tris-
(') En Amadii de Gavia se llama Bravor al hijo tan, por los golpes que le elaua Brauor, era
del gigante Balan, señor de la llamada insola del Gi- muy triste, e quando Tristan auia lo mejor
gante (Líb. IV. c. 47).
368 L I B R O S DE C A B A L L E R Í A S
de la batalla, luego le venia vna color como Yseo e los caualleros estouieron assi en el
rosa. Los caualleros se tiraron afuera por castillo mucho a su plazer, e estauan muy
cobrar tuerca e holgar, que eran muy can- viciosos, tanto que no seles venia en mientes
sados. E quando ouieron folgado vna pieca, de parientes nin de amigos, ni de otra cosa
Tristan se leuanto primero con el espada del mundo.
en la mano, que era marauilla los golpes Estouieron en este plazer y alegría dos
que claua a Brauor y Brauor a el, que años.
muchas astillas de los escudos y de las lori-
gas andauan por el suelo, y tan grandes gol- XXIY
pes se dauan, que se pasauan las armas fasta
la carne, y salia mucha sangre dellas. E De como la fija de Brauor el gigante tomo el
como estauan cansados, tiráronse afuera, e cuerpo de su padre e la cabeca de su ma-
no estuuieron mucho que no se leuantaron, e dre, y se metió en vna ñaue para yr a bus-
fueronse a ferir ele mortales golpes. E Brauor car a Galeote su hermano, a le contar el
aleo el espacia y quiso ferir a Tristan, y Tris- daño que don Tristan de Leonis le auia
tan desuio el cuerpo, e dio tal golpe en tie- fecho.
rra, que la espacia fizo dos pedacos, y quan-
do Tristan vio esto, fue muy alegre, y dixo: Hauia vna hija Brauor, y tomo el cuerpo
«Gracias a Dios porque de tal golpe me ha de su padre e la cabeca de su madre, e me-
escapado». E el le daua tan espessos y gran- tiólos en vna nao de armada que iua hazia
des golpes de la vna parte y de la otra, que Cornualla, e pososse en tierra firme. E des-
lo traya a su voluntad. E Tristan aleo la es- pués que fue passada, fizo fazer vna carreta
pada, y diole tan gran golpe, que le corto el para lleuarlos, e anduuo tanto por los rey nos
braco, e Bratior cayo en tierra muerto; y e por muchas partes buscando a su hermano
ciuancío Tristan lo vio assi en tierra muerto, Galeote el brauo, señor de las Luengas Inso-
ouo gran plazer, porque el estaña fatigado de las. E a cabo de vn gran tiempo, la ventura
los graneles golpes que auia auido; e dixo la lleuo a vn castillo, el qual era llamado el
Tristan: «¿Que es esso, cauallero, assi me castillo de la Encantadora. E andando ella
xlexays solo en el campo?» assi con su compaña, encontró a vn caualle-
Brauor no respondió, ca era muerto. ro armado de todas sus armas, y ella le sa-
ludo, y el le torno las saludes, y ella le clixo:
«Señor cauallero, ¿sabreysme dezir de vn
XXIII cauallero que ha nombre Galeote, señor de
las Luengas Insolas?» E el dixo: «Donzella,
De como don Tristan, por la costumbre de ¿por que lo demandays?» Dixo ella: «Yo le
la tierra e de la ysla, fizo cortar la cabeca querría dezir nueuas de vn mal y daño que
a la dueña, de que ouo gran pesar, y hixo- ha hecho clon Tristan». «¿Que daño?», clixo el.
lo con mas no poder. «Por Dios, señor, dixo ella, el daño es este,
que el ha muerto 1 su padre e su madre». Y
Muy presto se fue Tristan a las guardas el dixo: «Donzella, ¿donde lo sabeys vos?»
ele la ysla, e dixoles: «Señores, yo he conpli- «Por esto lo se yo, clixo ella, porque soy su
do lo que de razón deuia deste cauallero; hija, y trayo el cuerpo de mi padre y la ca-
¿que mandays que haga?» T ellos dixeron: beca ele mi madre». El cauallero clixo: «Rue-
«Queremos que nos digays vuestro nombre». govos que me lo mostreys» . Dixo ella: «Esso
Y el dixo: «He nombre Tristan de Leonis, no fare yo hasta que me digays vuestro nom-
sobrino del rey Mares de Cornualla». Y ellos bre». Luego el cauallero algo la visera del
dixeron: «Conuiene de cortar la cabeca a la yelmo e comenco de llorar fuertemente. E
dueña de la ysla». El dixo que no haria tal ella lo conoscio que era su hermano, y torno
villanía; y ellos clixeron que assi conuenia contra el y fuelo a abracar. E alli fizieron
hazer por la costumbre de la ysla. Y Tris- muy gran duelo y llanto. E allego luego al
tan clixo: «Señor Dios, todos tiempos seré llanto el rey ele los cient caualleros, qué ve-
yo triste por esta dueña». E mando a vnb nia de caca, e quando los el vio llorar, co-
de aquellos que le cortasse la cabeca. E lue- noscio a Galeote, e marauillose porque 11o-
go los caualleros tornaron a Tristan y a Yseo raua, e preguntóle que auia o por que fazia
y lleuaronlos con gran honrra al palacio, e aquel duelo; e Galeote se fizo conocer a el, e
hizieronlos señores de la ysla del Ploto. E contole la razón como le era venido aquel
Tristan mando sacar de la prisión a sus ma- mensaje. E entonce el rey ele los cient caua-
rineros y caualleros, que se fuessen por la lleros comencolos ele confortar, y lleuolos a
ysla donde fuesse su voluntad, e Tristan e vn su castillo, e alli los fizo enterrar muy
DON T R I S T A N DE L E O N I S 369
honrradamente, e pusieron en que manera oyó esto, marauillose quien era el cauallero,
eran muertos, y escriuieron encima del mo- y pensó si era Lancarote; e Yseo e Gorualan
numento: AQUÍ YAZE BRAUOR, DE LINAJE DE pensauan quien podría ser el cauallero; e
LOS GIGANTES, SEÑOR QUE ERA DE LA INSOLA DEL Tristan dixo que qnalquier cauallero que
CASTILLO DEL P L O T O , E L A CABECA DE STJ MU- fuese de la corte del rey Artur, que no le
JER. L O S QUE LES MATO, T R I S T A N DE L E O N I S , diria de no. E dixo a los guardas quel faria
POR su AUENTURA. Estando- assi, Galeote dixo aquella batalla, y que mientras mejor fuesse
que buscaría a Tristan por se conbatir con el el cauallero, mas honrra alcancaria; y ellos
e por vengar aquesta desonrra que le flzie- tornáronlo a dezir a Galeote. Y otro dia ele
ra, e rogo al rey de los cient eaualleros que mañana leuantose Tristan, y armóse bien lo
fuesse con el, y el dixo que auia de yr a la mejor que pudo.
corte del rey Artur por algunas cosas que
auia de ver con don Lancarote. «E luego
que esto aya fecho, yo vos prometo lealmente XXY
que yo os seguiré, e rogare a don Lancarote
que vaya ende con vos; después podremos De como don Tristan peleo con Galeote, hijo
contra el, e prouaremos con,aquel que dize de Brauor el gigante, señor de la insola, que
que es tan buen cauallero; e vos atendernos mato Tristan.
heys». E Galeote dixo que no atenderia por
cosa ninguna. «E ante quiero alia passar A Yseo fizo vestir Tristan los mejores pa-
con vn escudero solo». Y el rey le rogo mu- ños que ella tenia, e hizola caualgar en vn
cho que lo quisiesse atender, y el jamas palafrén por que viesse la batalla. E el caua-
quiso. Y el rey le dixo que le prometía quel llero estaua ya en el campo; e Tristan caual-
y Lancarote passarian alia con caualleria a go en su cauallo y fuesse para el campo, don-
lo ayudar. «E podremos con Tristan, e por de mucho auia que lo esperaua el cauallero,
ventura que seremos alia el e yo ante que y lleuaua consigo a Gorualan e a otros, e
vos». Luego se partieron el vno del otro. Y preguntóles: «Yos ¿saberme yades dezir su
el rey se fue para la corte del rey Artur a li- nombre?» E dixeron que no; y fueronse al
brar con don Lancarote e passar en la insola; campo, y dixo a Gorualan: «Yd al cauallero
e Galeote se fue con su escudero para la mar; y saludaldo de mi parte, e dezilde que me
e fallo Galeote vna nao que yua a Yrlanda, e diga su nombre». E Gorualan se fue para el
metióse dentro en ella. E quando el fue lue- cauallero, e dixole: «Tristan vos embia dezir
ñe de tierra, el dixo al maestre de la nao que que le digays vuestro nombre». Y quando el
flziesse la via de la ysla del Gigante. El lo oyó, fue muy ayrado, porque pensó que ge
maestre le dixo: «Bien soys vos loco, caua- lo embiaua dezir por escarnio, e dixo: «Mu-
llero, que quereys que seamos todos muer- cho me ha desonrrado esse vuestro señor,
tos o presos. Sabed que no ha persona que mas vos me lo saludad como a enemigo mor-
alia vaya que escape de la muerte». E Ga- tal que yo tengo, e dezidle que yo so Galeo-
leote le dixo: «Por aquesta razón quiero yr te, el señor desta ysla, y so venido por le
alia». «Señor, dixo el maestre, no podeys y r matar y vengar la muerte de mi padre e
en aquesta nao». E Galeote, quando vio que madre». E Gorualan se torno a Tristan, y
no queria y r esta via, saco la espada, e diole contole lo que Galeote le dixera. Y quando
tal golpe, que la cabeca le corto; e tornóse Tristan lo oyó, fue alegre y dixo: «Señor
contra los marineros y dixoles: «Si no fazeys Dios, gracias vos do porque yo soy en campo
lo que vos mando, esto fare de vosotros que con tan honrrado cauallero». Luego se des-
hize al maestro». Y ellos, con miedo, dixe- afiaron, y fueronse ferir tan mortalmente,
ron que farian su mandado. E anduuieron por que los eaualleros y cauallos cayeron en tie-
mar fasta que llegaron a la ysla del Gigante. rra, y por el gran ardimiento que era en
E quando ellos fueron llegados, las guárelas ellos, luego se leuantaron en pie, e pusieron
vinieron contra ellos, e dixeronles: «Vos- mano a las espadas, y fueronse ferir tan
otros salid de la nao fuera, si no, todos se- mortalmente, que deílas fazian salir fuego, e
reys muertos». E Galeote dixo: «A my pla- dieronse tantos golpes el vno al otro, que
ze de salir fuera de la nao en tierra, ca por mal de su grado se ouieron de tirar afuera,
esso so aqui venido, por me conbatir con por cobrar fuerca; y a poca de ora se leuan-
vuestro señor». Y luego salió fuera, y me- taron en pie, y fueronse ferir de buena gana.
tióse en poder dellos, y ellos leuaronlo al E mientra ellos se conbatian, vieron venir
castillo del Ploto, y fueron a Tristan e con- vn .cauallero armado aquellos que guardauan
táronle toda la razón como el cauallero se el canpo, e dixeron: «¿Que cauallero es aquel
queria conbatir con el. Y quando Tristan que viene a entrar en el canpo?» Y fueronse
LIBROS DE CABALLERÍAS.— 2 4
370 L I B R O S DE C A B A L L E R Í A S
para el, j demandaron quien era e como auia ced, e dovos esta mi espada para que hagays
nonbre. El dixo: «Yo soy rey de cient caua- de mi toda vuestra voluntad, que yo auia lo
lleros, e agora llegue al puerto, e vengo peor de la batalla e vos auiades lo mejor».
ayudar a (raleóte». Y el royclo se leuanto E Galeote dixo: «Señor Tristan, gran corte-
entre ellos grande, diziendo: «Muerto es sia hallo en vos porque aueys fecho esto, e
Tristan, que no puede escapar». T el rey de yo os he mucho que agradecer, que bien sa-
los cient caualleros venia armado, e Tristan, bia yo que contra vos no lo pudiera sofrir,
quando sintió esto, boluio contra aquella que yo auia lo peor de la batalla, e avn po-
parte, e vio venir cient caualleros, los quales neysme el espada en la mano y demandays-
eran venidos con el rey. E todas las gentes me perdón; y pues assi es, yo os perdono
comencaron a fuyr. E los caualleros de Tris- todo mi mal querer, como quiera que non era
tan comencaron de armarse, que bien enten- ligero de perdonar; y perdonóos por tres co-
dieron que seria menester, según la gente sas: La vna porque se que no matastes a mi
recrecia. E (raleóte dixo a Tristan: «Agora padre a traycion, antes como nonbre que se
soys vos venido al punto de la muerte, e po- quiere librar de píisidñ, que no os calia ha-
dreys pagar los tuertos e agrauios que teneys zer otrar cosa, por la mala vsanca desta ys-
fechos a los señores de la ysla que son de- la. E la otra porque soys vno de los mejores
funtos. qne ved aquí el manifico rey de los caualleros del mundo¿ E la otra porque yo
cient caualleros do viene, e no podreys es- he voluntad de os lleuar a Lancarote, que es
capar de mis manos». E Tristan dixo: «Yos gran amigo mió y ha gran desseo de os ver
no me dezis esto sino por me espantar, mas e háuer vuestra conpañia, por las bondades
yo bien se que tan alto principe como vos que de vos dizen, y entonces seré yo él nias
soys no querriades que la batalla fuesse em- alto principe del mundo quando tales dos
pegada de vuestra mano e que se acabasse caualleros que tanto valen toüiere por ami-
por mano de otro, mientra que vos fuesse- gos; y ruegovos que vays cotnigo a la corte
des biuo; y aquesta batalla comencemos vos del rey Artur». E Tristan dixo que hariá
e yo, ambos conuiene la lleuemos a ñn, por- toda su voluntad. Y echaron los escudos y
que yo no me guarde de otro mientra vos fueronse a abracar con gran amor. E quando
seáys biuo; y vos muerto, después venga Yseo e la otra gente, que eran tristes, vieron
otro qualqtiiera, que yo me conbatire con la paz hecha, fueron alegres e abrieron las
el». Y en estas palabras diziendo, llego el puertas del castillo, e Yseo fuesse para los
rey de los cient caualleros con vna lanca en caualleros, e hizolos desarmar, y católes las
la mano y fuesse para Tristan para lo ferir, llagas, y hallólas mas peligrosas a Galeote
e Tristan dio vn salto contra Galeote, e dixo: que a Tristan, y luego que los ouo catado.
«Esto no es cortesia, ni honrra de eaualle- clixoles: «Caualleros, sed seguros destas lla-
ria». E Galeote hablo al rey de los cient ca- gas, que no aureys que temer, loado sea
ualleros, e dixole: «Señor, vos sereys nial Dios». E Tristan guarescio en qüinze diás,
andante si vos eonbatis con Tristan mientra y Galeote en dos meses. Y quando fueron
que yo fuere biuo, porque os ruego que os bien sanos, ouieron gran plazer ellos y toda
tireys afuera y dexadme conbatir con el, ca la gente de la tierra, y entonce demandaron
bien sabeys vos que la batalla fue comencada Galeote y el rey de los cient caualleros que
por mi, e quiero que se acabe por mi, que quien era aquella dueña, e Tristan dixo
yo haré todo mi poder hasta la muerte, y des- como era hija del rey Langúines de Yrlan-
pués que yo fuere muerto, fazed como buen da, e que la leüaua al rey Mafes de Cornua-
cauallero, que menester os sera». Y luego los l l á s u tio, qite la queria tomar por muger; y
caualleros se retiraron afuera. E quando don quando ellos oyeron estas palabras, fueron
Tristan vio la cortesia que Galeote dezia, tristes, por qUanto don Tristan no podia yr a
pensó en si mesmo el daño que le auia he- la corte del rey Artur con ellos. E dixeron:
cho de su padre y madre, que avnquel de- «Pues assi es que vos es encomendada la don-
xasse esta batalla que no le seria desonrra zella , no podeys yr a la corte del rey Artur,
alguna, e que peor seria si lo el matasse, que no seria cortesia que ella quedasse aqui;
que todos los caualleros de la Tabla Redon- mas ydvos con Dios. Empero rogamosvos
da, y el rey Artur y Lancarote, le querrian que luego que la ayays presentado al rey
gran mal. Luego Tristan tomo el espada por Mares, que vays a Camalot». E Tristan pro-
la punta, e finco las rodillas delante de Ga- metiogelo bien y lealmente. E cierto fuera,
leote, e dixole: «Galeote, yo vos he oydo de- sino que a poco tiempo murió Galeote, pol-
zir mucha cortesia, e conozco que vos tengo lo qual fue muy triste; y ellos estando en es-
gran tuerto, sin culpa, que yo no he, de vues- to, desfizieron el castillo del Ploto fasta los
tro padre ni madre, y vengo a vuestra mer- cimientos y desfizieron la mala vsanca de la
DOH T R I S T A N DE L E O N I S 371
isla, e Tristan hizo aparejar vna nao para si de Tintoyl, y salto fuera don Tristan, y em-
e para su compañía, y despidiéronse de Ga- bio quatro caualleros al rey Mares por que le
leote y del rey de los cient caualleros y de contassen las nueuas. E el rey, quando esto
la otra gente, y recogiéronse en la nao, e oyó, fue marauillado, porque el pensaua que
fueronse para Cornualla; e (raleóte finco en fuesse muerto, e cierto no fue alegre por su
la ysla por señor della, y escriuio vnas car- venida. Empero hizo semblante que le plazia
tas al rey Artur, y enfermo alli e murió. E con su venida. E luego mando pregonar por
las cartas que embio dezian assi: «A vos, se- la cibdad que todos saliessen fuera a recebir
ñor rey Artur, e reyna Ginebra, e Lancaro- a Tristan e Yseo la brunda. E caualgo el rey
te del Lago, e a todos los otros caualleros y con toda su caualleria, y fuesse para la mar,
dueñas de la corte, yo, Galeote, señor de las y fallaron a Tristan y a Yseo ya salidos en
Luengas Insolas, vos quiero confessar la ver- tierra con tocia su compaña; e Tristan, luego
dad. Sabed que después que sali de vuestra que vio al rey, hinco los ynojos ante el, y
corte, yo he hauido muchas auenturas, entre dixole: «Señor rey, yo vos traygo a mi seño-
las quales oue vna la mas dura y peligrosa ra Yseo, e pongovosla en vuestras manos para
que jamas cauallero del mundo pudiesse ha- que sea vuestra legitima muger». El dixo:
llar. Sabed qué Tristan de Leonis, sobrino «Mi amado sobrino Tristan, vos seays muy
del rey Mares de Cornualla, allego en la ys- bien venido j assi como el mas leal cauallero
la del Gigante con quarenta caualleros y con del mundo». Y el rey, quando vio a Yseo, la
Yseo la brunda, fija del rey Languines dé mas hermosa que jamas vio, plugole mucho,
Trlanda; assi qué le conuenia hazer la mala y comencola con gran alegría a abracar y be-
vsaníja de la ysla,.e si no, eonueniale ser sar^ y estuuieron aquel dia y aquella noche
preso el e toda su compaña, e por esto ouose haziendo grandes alegrías ribera de la mar.
de combatir con mi padre vno por vno, assi E luego al alúa del dia ellos se aparejaron y
coíno van las auenturas del mundo. E por- fueronse para la cibdad, e Yseo yua mucho
que Tristan es buen cauallero, e hizo tanto ricamente atauiada, como conuenia a noble
por fuerea de armas que mato a mi padre, e donzella; e todos los que la vian se agrada-
corto la cabeca a mi madre. E quedo el por uan mucho della, y dezian que bendito fuesse
señor de la ysla vn tiempo; y ño ha mucho el soberano Dios que tan noble señora les
que yo supe esto, e passe en la ysla, e con- auia dado. E fueron recebidos por todos los
batime coíi Tristan, persona con persona, e de la cibdad con grande honrra y alegría por
hálie en el tanta ele cortesia y de bondad de la venida de Tristan y de Yseo^ En vn do-
armas, que a la tercera batalla yo le perdo- mingo hizo el rey mandamiento que todos
ne mi mala voluntad que le auia, e hize con los caualleros viniessén a la corte, porque
el paz, e prometióme de ser en Camelot por quería tomar a Yseo por muger delante to-
ver a don Lancarote, luego que la reyna aya dos, y esto fue luego hecho, y toda la gente
presentado al rey Mares. E digovos que en el de la tierra vino ende aquel dia* E el rey en
mundo no ay sino dos caualleros e dos due- presencia de todos tomóla por muger, e oye-
ñas: ei vno Lancarote del Lago, el otro don ron missa con gran alegría e con juegos, y
Tristan de Leonis. E dueñas, la vña es la después fueronse para el palacio, e tuuieron
reyna Ginebra, e la otra es la reyna Tseo la muy nobles cortes, y quando vino la noche,
brunda. Y en aquestas quatro personas son que el rey auia de dormir con la reyna,
las bondades y las cortesias del mundo. E sa- Tristan llamo a Gorualan e dixole: «Amo,
bed que. yo he desfecho el castillo del Ploto e vos sabeys bien la manera que es entre mi e
la mala vsanca de la ysla, y vernos hemos Yseo, porque es menester que tomemos con-
ayna, si a Dios plaze». E quando el rey Ar- sejo que el rey no lo sienta». E Gorualan
tur e lá corte vieron aquellas cartas, ouieron dixo: «Esto, mi señor, dexadlo a mi, que yo
muy grande alegría, e hiziéron muy grande porne remedio en ello, en manera,que el rey
fiesta. En aquella sazón, non era Langarote no lo sienta»; e contole como lo haría y en
en la corte. que manera. E luego Gorualan se fue para
Brangel, e dixole; «Mi buena amiga Bran-
gel, esto que diré sea en poridad»; y ella
XXYI
dixo: «Dezicl todo aquello que os píazera».
De como don Tristan e Yseo nauegaron fasta E Gorualan le dixo: «Bien sabeys vos la
que llegaron a Tintoyl. razón que es entre Tristan e Yseo, porque
es menester que tomemos consejo sobre ello
por que ellos ni nosotros no ayamos mal, e
Dize la historia que, andando don Tristan vos podeys poner remedio si quisiercles». E
nauegando a vn cabo y a otro por la mar, Brangel dixo: «Yo haré toda cosa que cum-
fue voluntad de Dios que llegaron al puerto
372 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
pía a honrra e pro de mi señora Tseo y de Yrlanda, y por el somos libres e no tenemos
Tristan mi señor» • E Gorualan le dixo: «Vos, miedo mientra el biuiere, antes seremos te-
Brangel, es menester que os acosteys esta midos en todo tienpo y honrrados, e todo por
noche con el rey, e aura vuestra virginidad, su caualleria y esfuerco». E assi passo Tris-
e quando fuere hecho, Tristan e yo pornemos tan gran tienpo en la corte.
a la reyna en la cama, e vos saldreys fuera,
y esto haremos nos sin lumbre, y hazeros he
hazer tanto bien e honrra, que vos sereys
alegre, e darvos hemos a beuer tal breuaje XXYII
que no podays auer fruto del rey». E Bran- De como la reyna Yseo mando a dos escuderos
gel le dixo: «Por Dios, Grorualan, dura cosa que leuassen a vna floresta a Brangel y la
me paresce hazer tal cosa, pero yo fare tocio matassm alia.
esto por my señora por que no cayga en ver-
guenca». E quando vino la noche, el rey se
fue a su cámara con Tristan, y fallaron a la Asi esta.ndo el rey e la reyna y don Tris-
reyna acostada en la cama, e Brangel estaua tan y toda la corte en gran solaz bien dos años,
debaxo de la cama desnuda, e no quedo otro acontescio vn dia que el rey e Brangel esta-
con el rey sino Tristan; e quando el rey vio uan burlando, y el rey hablaua muchas ve-
a la reyna en la cama, comencose de despo- zes con Brangel, e la reyna, que vio esto,
jar, e mientra el se despojaua, salió la reyna ouo grandes celos, e dixo: «Por la mi fe, yo
de la cama y entro Brangel. E desque fue te mandare matar». Y en la mañana la rey-
despojado el rey, entro en la cama, e Tristan na mando venir dos escuderos, los quales
mato las hachas, y el rey dixo que por que eran venidos con ella de Yrlanda; hizoles ju-
las auia matado. E Tristan dixo;. «Assi es rar que hiziessen su mandado, y ellos ge lo
costumbre de Yrlanda, y es gran cortesia, prometieron, e la reyna les dixo: «Yosotros
porque la primera noche son las dueñas ver- yreys de mañana a la floresta, e direys que
gonzosas de sus maridos, y después que han ys por yeruas para hazer baño a mi, y quan-
fecho su conplimiento trahen la lunbre, por do fuerdes en el monte, vosotros matareys a
tal que vea el marido como la ha anido virgen; Brangel, que yra con vosotros». E los escu-
e yo lo he hecho por que la reyna su madre deros dixeron que harían su mandado, em-
me lo rogo por cortesia; pero, señor, de aqui pero que eran tristes por ello; e luego la reyna
adelante hazed aquello que vos plazera». hizo llamar a Brangel, e dixole: «Aparejaos
«Assi me salue Dios, dixo el rey, como para yr de mañana con estos escuderos en
aquesta es buena costumbre». E luego Tris- vuestro palafrén, e yreys al monte a traer de
tan salió de la cámara, e el rey hizo su ta- las yeruas para el baño»; y ella dixo: «Se-
lante con Brangel, y después que lo ouo he- ñora, de buenamente».
cho llamo a Tristan, y el vino, e dixo que . E quando vino la mañana, ellos caualgaron
quería lunbre, e Tristan traxo vna hacha de en sus cauallos e salieron fuera de la villa
cera encendida, e mientra que el rey salió por yr donde la reyna les auia mandado, y
de la cama entro Yseo, y entre tanto llego quando fueron en el monte, Brangel quiso yr
la lunbre, y el rey paro mientes a la cama por vna floresta; los escuderos dixeron que
e vio que la auia auido virgen, e dixo entre no era aquel buen camino, y lleuaronla a lo
si: «Por cierto, Tristan es el mas leal caua- mas espesso de la floresta, e apeáronla ma-
llero del mundo». E Tristan salió de la cá- lamente, e Brangel dixo: «¡Como! malos ca-
mara, y el rey quedo con la reyna en su so- ualleros, ¿quereysme desonrrar, o por que
laz, y quando el dia fue venido y toda la me apeays tan malamente?»
corte fue ayuntada, fueronse al palacio, y el Ellos le dixeron: «No os queremos des-
rey tomo a Tristan por la mano e dixole: onrrar, mas porque aueys aqui de morir, de
«Dios te de vida, e honrra, e salud, y ensal- la qual cosa somos tristes, mas la reyna nos
ce tu persona, assi como el mas leal caualle- lo manda, e non podemos al hazer».
ro del mundo, e yo te do este don delante de .Brangel, quando esto oyó, comenco a llo-
todos: que mandes en mi reyno asi como yo rar, e dixoles: «Amigos (') yo, os quiero de-
propriamente faria, e valga todo aquello que
fizieres e dixieres y mandares». E a esto (*) La novela en proaa francesa, dice así: aQnand
Tristan respondió e dixo: «Señor, grandes madame Yseult se partit d'Irland, elle avoit une fleur
mercedes»; e toda la corte dixo a vna boz: de liz qu'elle devoit porter au roy Marc; et une de sea
«Bendito sea Dios, que tal don como este per- demoiselles en avoit une aultre. Madame perdit la
sienne, dont eust esté nial baille: quand la demoiselle
tenesce a Tristan, ca el lo merece bien, ca por lui presenta par moi la sienne dont elle f ut saulvée et
el tenemos paz con nuestros enemigos los de cuide que pour celle bonté me fait-elle mourir; car
je ne sais aultre achoison».
DON TBISTA2T DE LEONIS 373
mandar vn don, pues tengo de morir, que resta e oyó aquel llanto, e ouolo a gran ma-
digays a mi señora la reyna que dos donze- rauilla, y boluio su cauallo contra aquella
llas partieron de su tierra para yr a otra tie- parte, e hallo vna gran espesura de monte,
rra, e cada vna dellas lleuaua vna flor, e la y en aquel lugar no podia entrar con el ca-
vna dellas perdió su flor por mala guarda, e uallo; y descaualgo, e saco la espada e co-
la otra diole la suya por cortesia, porque ella menco a cortar de las ramas, por hazer lugar
no houiese daño; y por esto que fizo, vino en por donde entrasse. Y ella de miedo estaua
muerte». E comenco Brangel a dezir: «Se- rogando a Dios que la guardasse, ca ella cuy-
ñor Dios, pues tu clemencia sabequanta leal- daua que fuesse alguna bestia que la yua a
tad yo en esto por que muero he tenido a comer. Y el cauallero, quando la vio, ouo
mi señora, humilmente te suplico de mi ani- pauor, e dio vna gran boz, e dixo: «¿Que
ma ayas piedad, pues ya del cuerpo no la cosa eres tu, eres cosa encantada, o eres mal
touieron, e pues yo tengo ya de padecer, no spiritu, o como eres metida en tal lugar?»
sea desonrrada por estos escuderos que con Brangel dixo: «Yo soy donzella carnal, que
tanta crueldad me han traydo fasta aqui, esto atada a este árbol por manos de dos es-
pues ellos sabían a lo que venian, mas que cuderos que me querian desonrrar, por que
diga yo agora que ellos no tienen culpa, que os ruego, señor cauallero, por amor de Dios
hazen el mandado de su señora, como yo e por vuestra bondad, que me libreys deste
mezquina le hize, por que soy venida en esto mal». El cauallero ouo della piedad, y cor-
que tengo». Estas y otras muchas cosas de- tole las cuerdas con que estaua atada, e sa-
zia Brangel, que no auia persona humana cóla de la floresta, y preguntóle si tenia ca-
que las oyesse que lastima no le hiziesse. E uallo. Ella dixo que si y que cerca deuia
los escuderos ouieron gran piedad, e dixo el estar, que los escuderos ge lo dixeron, e fue-
vno al otro que seria mal en matarla; y lue- ron hazia aquella parte, y halláronlo e ca-
go desnudáronle sus mejores vestiduras, e ualgaron cada vno en su cauallo, e salieron
atáronla a vn árbol, y ensangrentaron las de la floresta e fueronse por su camino, e
vestiduras en sangre de vn cabrón que ellos yendo assi pregunto de qual parte eran los
mataron, e ataron su palafrén cerca della, e escuderos o por qual razón la auian alia ata-
dixeron: «Mas vale que la coman las bestias do; e Brangel le contó como dos escuderos la
que no que la matemos nos». E partiéronse aiiian alli dexado de casa de su padre, que le
della, y fueronse para la reyna, y quando la auian muerto a su padre y que a ella pusie-
reyna vio los escuderos, llamólos a vna cá- ran alli por tal que muriesse. Mas no dixo
mara, e dixoles si la auian muerto, e dixe- ella nada de la reyna, que muy oculto lo tuuo,
ron ellos que si; y ved aqui sus vestiduras y el cauallero le dixo: «Señora, en qual par-
sangrientas, y nuestras espadas también. T te quereys vos yr, que yo os lleuare alia de
ella les pregunto si les dixera alguna cosa, buena voluntad». «Señor, dixo ella, yo no
e ellos dixeron que si. «¿Que?» dixo la rey- se donde vaya, mas ruegoos que me lleueys
na. «Que dos donzellas partieron de su tie- a algún monesterio de monjas, donde pueda
rra para yr a otra tierra, y que cada vna seruir a Dios e a mi señora Sancta Maria,
dellas lleuaua vna flor; que la vna perdió su que tanta merced me ha fecho en este punto
flor por mala guarda, e la otra por cortesia porque me ha librado de muerte; e do dello
que le diera la suya, y que porque ella ge la gracias a Dios e a vos». Estonce dixo el ca-
dio, padescia muerte». Quando la reyna esto uallero: «Donzella, yo os lleuare a vn mones-
oyó, coinenco fuertemente a llorar, e dixo: terio real, en el qual están hijas de reyes e
«Ay la mi buena donzella, como yo os fa- condes y de otros grandes caualleros, en' que
llesci deslealmente»; e dixo a los escuderos: podreys estar e saluareys vuestra anima; e
«Tornad alia e traedme su cuerpo ascondi- yo quiero buscar aquellos escuderos que han
damente, e pues que en la vicia le fallesci, muerto a vuestro padre e a vos assi han des-
en la muerte hazerle he honrra». E los escu- onrrado; e yo os vengare, si a Dios plaze, e
deros se fueron luego, e anduuieron mucho tornaros he en vuestra heredad, e cierto quie-
buscando por la floresta, e nunca pudieron ro morir por vos tornar en lo vuestro». La
hallar el lugar donde la auian dexado; e des- donzella le dixo: «Señor, muchas gracias,
que vieron que ya era^,noche, tornáronse ante yo vos ruego que no lo fagays, que mas
para la corte. E Brangel, quando vio la noche, amo yo seruir a Dios que no dañar a nadie e
comenco fuertemente a llorar, y dezia: «¡Sanc- poneros en auentura». E anduuieron fasta
ta-Maria, guárdame, que en gran cuyta soy!» que llegaron a vn monesterio, e llamaron a
Y touo aqueste llorar hasta la media noche; la puerta, y entraron dentro y descaualga-
e mientra ella assi Uoraua, fue ventura de ron, e ouieron mucho plazer e alegría las
vn cauallero andante que passaua por la flo- monjas, y ellas fizieronles mucha honrra y
L I B B O S DE C A B A L L E R Í A S
dieronles bien de cenar, y el cauallero les hallar el lugar donde dexamos a Brangel».
cliso: «Señoras, yo os traygo aqui esta don- La reyna dixo; «¿Como puede ser? Yosotros
; zella, que quiere estar y seruir a Dios». Ellas clexistes que la auiades muerto, por que a mi
le respondieron que de donde era la donzella pesaua mucho, y agora dezis que no l a p o -
o que ventura la auia allí traydo; y el les deys fallar; por la mi.fe, que si vosotros no
contó como la auia fallado en la floresta, e me dezis la verdad, que yo os haré matar
contóles el caso; e quando les ouo contado luego». T quando ellos esto oyeron, dixeron:
todo esto, rogóles que la ouiessen en su en- «Señora, nos vos diremos la verdad de la
comienda, y ellas fueron alegres dello, e di- donzella. Sabed que nos la metimos en la es-
xeronle: «Señor cauallero, nos la tememos, pessura del monte para la matar, y por aque-
y le liaremos toda honrra y plazer por amor llo que vos embio a dezir ouimos gran pie-
de vos, que cierto nos paresce ser la donze- dad della, y nos acordamos de la no matar,
lla, según su apariencia, de algún buen li- y atárnosla a vn árbol, y su palafrén cerca
naje». El cauallero les dixo que, en lo que della, y tornárnosla a buscar en aquel lugar,
della auia conocido y según el padre cuya y no la podemos hallar a ella ni a su caua-
hija ella le auia dicho era, que assi lo turnee- llo» . T quando la reyna entendió que era
sen; y encomendólas a Dios. E luego se biua, fue alegre, y dixo a los escuderos:
armo y caualgo en su cauallo, y encomendó «Tiradvos de ante mi y no vengays jamas
a Brangel a Dios, y fuesse a buscar aquellos do yo este por ningún tiempo, fasta que me
que le auian deshonorado; y el pensaua que traygays a Brangel biua o muerta». Luego
era assi como ella le auia dicho. los escuderos caualgaron y fueronse para la
floresta a buscar a Brangel, y la reyna Tsep
fazia gran llanto entre simesma,ydezia: «¡Ay
XXYIII mezquina, quanto de mal he passado des-
pués que no vi a la mi buena donzella Bran-
. De como Palomadas dexo a Brangel en el mo- gel!» Y el cauallero, quando oyó esto, cono-
nesterio y fue en busca de los candileros ció que era la reyna Yseo quel tanto amana
que la duian atado en la floresta por la e por ella se auia alexado de su tierra, e yua
vengar y y de lo que alli les acónteselo. a buscar donde ella fuesse por ver si la po-
dría auer en alguna manera, que la amana
Y luego caualgo el cauallero y anduuo por mas que a cosa del mundo. E luego creyó
su camino, y a.contesciole que, cerrada la que aquella donzella era suya quel auia lle-
noche, con la gran escuridad, se leuanto tal uado al monesterio, y descaualgo, y fuesse
viento y tempestad, que hizo venir a su ca- para ella, y dixole: «Señora, quien vos tru-
uallo con el en tierra. Entonce dezia el caua- xesse a Brangel, ¿que le dariades?» Y quando
llero: «No puede ser que. aquella donzella la reyna oyó dezir esto, fue muy alegre, y di-
que desate de la gran espessura del monte xole: «Cauallero, si vos ,me truxessedes a la
fuesse donzella, sino alguna diabólica, o mu-* mi donzella, no ay cosa en este mundo que
ger encantadora, pues que tal pago me da yo no haga por vos». El cauallero dixo: «Se-
agora por la honrra que le hize». Esto todo ñora reyna Yseo, yo vos prometo bien é
dezia el cauallero creyendo que del infortu- lealmente que vos la trayga aqui delante
nio en que se veya fuesse la causa la donze- vos de aqui a quatro dias». Y ella dixo: «Yós,
lla e no Dios, que mueue los tiempos según cauallero, ¿quien soys que tal cosa- me pro-
su querer. Passado ya el cauallero de aqueste meteys? É si lo vos asi fazeys, yo conplire
tiempo mal sossegado, siguió su caminar lo que he dicho». Y el cauallero le dixo:
tanto fasta que llego a Tintoyl. E quando «Señora, quien yo so, dezirlo he quando
llego, vio a cerca de la mar vnas tiendas muy tiempo oportuno me viniere; crea que soy vn
bien armadas, donde el rey liares y la reyna cauallero andante desseoso de vuestro serui-
Tseo e su compaña eran assentados; y estauan cio». Luego caualgo en su cauallo e se des-
en gran solaz en vn prado, y la reyna dexo el pidió de la reyna, e yua pensando como la
solaz, y apartóse de las dueñas e donzellas, y auia conocido, saluo que no creyesse ser ella,
fuesse a vn lugar apartado, y comenco a llo- . porque el sauia que Brangel tanto la ama-
rar y fazer su duelo por la muerte de Bran- na Yseo, que no seria possible que contra ella
gel. Y en esto el cauallero passaua por ende, tal cosa Yseo ouiésse cometido. El cauallero,
e entendió aquello que la reyna dezia de yendo por su camino considerando esto,
Brangel. Estando en esto, los escuderos que apressuraua su cauallo tanto, hasta que llego
la auian lleuado al monte vinieron ante ella, al monesterio.
,e dixeronle: «Señora, sabed que nos auenios Y dexemosla en el monesterio e.tornemos
buscado por toda la floresta y no podemos a la reyna, que se lauo su cara e tornóse
DON TRISTAN DE LEONIS 375
para su tienda con sus donzellas. E a la ma- yo_ vos otorgo el don bien e lealmente sobre
ñana el rey Mares, e Tristan, e toda la gente, mi corona». E el cauallero dixo: «Yo de-
comieron en gran solaz e con gran alegría. mando a l a reyna Iseo, que la quiero leuar
T dexemoslos estar e tornemos al cauallero, a mi tierra». Y el rey e todos los que ende
que estaua en el monesterio donde auia de- estauan fueron muy tristes; y el rey dixo:
xaclo la donzella; e llegado al monesterio «Cauallero, ¿assi quereys deshonrrar mi co-
entro dentro, e saludo a todas las dueñas e rona?» Y el dixo: «Si, señor, que por esso
donzellas que ende estauan. T ellas torná- vine a esta tierra». Y el rey preguntóle
ronle las saludes, e el demando luego por la que quien era. El dixo: «Soy Palomacles el
donzella que auia dexado allí, e uino luego, pagano». Y el rey se marauillo e dixo: «Que
e hizole gran reuerencia, y el cauallero le qual ventura lo auia alli trayclo»; y el dixo
dixo: «Señora donzella, caualgad en vuestro quel don no se lo podia ya negar, pues quel
palafrén e ydos comigo,, e yo os lleuare de- se lo auia prometido sobre su corona. E dixo
lante vuestra señora Yseo, que bien he saui- el rey: «Yo os do a la reyna en esta mane-
do toda la razón, entre vos y ella, avnque a ra: que si ouiere cauallero que vos la pueda
mi no descubristes la verdad; y ella QS per- tirar por fuerca de armas, quel clon no aya
dona todo su enojo e os dessea mucho ver». valor, e que en todo mi rey no no ayays con
E la donzella dixo: «Ay hpnrrado cauallero, ella que ver ni sea ele vos tocada». E clixo
yo fare todo aquello que vos plazera, que Palomacles: «Plazeme de voluntad». E luego
mas amo el mal que mi señora me hará, que tomo a la reyna delante de todos, e subióla
no el bien que otro me pueda fazer». E luego en el palafrén ele Brangel, e fuerqnse por su
caualgaron en sus canallas, e anduuieron camino.
tanto fasta que. llegaron a Tintoy], e fueronse Dexemos agora de contar desto, e torne-
para el palacio delante de la reyna. Y el ca- mos a contar ele Palomades de que linaje
uallero saluo a la reyna, e ella le torno las era. Sabed que Palomades (*) era hijo de vn
saludes, y el cauallero le dixo; «Señora cauallero que era ele linaje del rey Ebalato,
Yseo, veys aqui vuestra donzella sana e sin el qual era ydolatra, e no creya firmemente
ningún daño». E la reyna le dixo: «Oaualle- en Dios, e no era obediente a la corona del
ro, vos y ella seays bien venidos»; e dixo: imperio del rey Artur. E aquel rey Ebalato
«Ay la mi buena donzella, vos seays muy fue corrido e echado de su tierra por el rey
bien venida, assi como aquella que yo amo Mericliantes su vezino. Assi epae fue ventura
en mi coraeon, e vos ruego que me querays que viniessen en hueste y en batalla ambos
perdonar el mal que aueys soffrido por mi». a dos; e aqueste rey Ebalato traya vn es-
E la donzella le beso las manos y se omiUo cudo con vna cruz bermeja, el qual fue de
a sus pies, e la reyna la hizo leuantar, e la Joseph Abarimathia, que conquirio mucha
comenco a abracar y besar con el gran amor tierra y ensaloo la christiandad. En aquel
que le tenia. Y el cauallero le dixo: «Seño- punto fue la batalla del rey Mericliantes y
ra, dadme el don que me prometistes bien e de Ebalato, que por poco no fue vencido; e
lealmente, e quiero quel don que me aueys Ebalato, anclando assi en la batalla muy mal
de dar sea bueno e firme, e fag-ays al rey tratado e con mucho trabajo, por ver su
que lo otorgue». Ella dixo: «Bien me plaze». gente perecer, conoscio vn misterio, que el
Y luego el cauallero se fue ante el rey e escudo que traya, que por golpes que en el
dixole: «Señor, yo soy cauallero estraño de le diessen no le fazian mal ninguno, e dixo
luenga tierra, y he buscado muchas aiientu- en su coraeon que aquel escudo era de Jo-
ras, e agora yo he fallado aquello que buscaua seph Abarimathia, que fue gran amigo ele
en vuestra corte, e yo he fecho vn gran ser- Dios e de la sancta fe. Y quando vio que su
uicio a mi señora la reyna, por el qual ser- hecho yua tan mal y que no Ueuaua otro
uicio me ha prometido vn don qual quisiere remedio, propuso en su voluntad que, si
demandar, e ella me parece que sin vos no Dios le quisiesse ayudar e socorrer en aque-
le puede dar; e por esto yo quiero que vos le lla afrenta en que estaua, que se tornaría
conflrmeys». Y el rey dixo: «Por buena fe, christiano e recebiria baptismo. E luego es-
cauallero, no me demanclareys cosa del forco, e torno sus gentes, e cobraron fuerca
mundo, si ella os lo prometió, que no vos e coraeon, e fueron contra Me lidiantes. E
sera dado». Y el rey fizo luego venir ante si quando el fue en la gran batalla, e vio que
a la reyna, e preguntóle si era verdad aque- todas las feridas que dauan en el escudo
llo quel cauallero dezia: respondió que si y corrían sangre, entonces otio la creencia en
dixo; «Ruegovos que le sea dado de vuestra Dios conplida. E fizo tanto, que su gente
parte». E dixo el rey: «Cauallero, deman-
dad tocio aquella que a vos pluguiere, que
(i) Véasela. Demanda del Sanefo QriaJ.
376 LIBKOS DE CABALLERÍAS
desbarato a Meridiantes, e lleno la honrra mar, e la reyna no fazia sino llorar por el
del campo, e tornóse a su tierra, e baptizóse prometimiento del rey su señor, e dezia: «Ay
el e mucha gente escondidamente, por tal el mi caro amigo Tristan, ¿dondo soys vos?
quel pueblo no lo supíesse, ni le matassen, agora os topasse yo por este camino, por tal
ni le echassen fuera de su reyno. T el man- que me tirassecles deste mal cauallero. Ay,
teniendo la fe de los christianos, su pueblo agora fuesse yo muerta». E quando Paloma-
vino sobre el, e pusiéronle en grandes cárce- des saco la reyna de la corte, Tristan no era
les, e no le dauan a comer ni a beuer, antes ende, que era ydo a caca por la mañana. En
le venia de la gracia del Espiritu Sancto, aquel tiempo era venido en la corte vn ca-
según lo quenta en el libro de Merlin; e uallero, el qual era ferido de vna lanoada, e
prendieron a su muger, que era christiana, venia a la reyna que lo guareciesse; e aquel
fija del rey Palomades, e no la quissieron cauallero auia nombre Sagramor, e demando
matar porque estaua preñada, e dixeron que que por qual razón eran todos tristes, y ellos
la dexarian parir, e íarian crear el infante, le contaron como Palomades lleuaua a la
que, si el quisiesse mantener su seta, sí no, reyna, e luego dixo a vn escudero: «Yd al
que le echarían de la tierra. Assi que Eba- palacio, e ved si ay algún cauallero que tome
lato murió, e su muger parió dos hijos, e armas para yr em pos de Palomades». E el
desque fueron criados tuuieron la ley de los escudero paro mientes por todas partes, e no
christianos, y todo el pueblo los echo de la vio que ninguno tornasse armas, saluo que
tierra. Y deste linaje fue Palomades el paga- todos Uorauan e fazian gran duelo. Luego
no; e la causa porque no fue baptizado, fue Sagramor dixo: «Dadme el mi escudo e la
porque el tornasse en la tierra de su padre, la lanca, que no descaualgare de mi cauallo,
e por engaño de su madre, que no le dixo ávnque muriesse, íasta que halle el cauallero
verdad quel seria seflor de aquella tierra y que lleuaua la reyna, que, assi como assi,
que auia de cobrar y ganar grandes tierras y muerto so, e, si a Dios pluguiere, ella me sa-
ser valiente cauallero, e, si se baptizara, que nara, y seré preciado y amado entre los caua-
no auria señorío ninguno sobre aquellas lleros, que, por la mi fe, el no la lleuara sin
gentes; e por esta razón Palomades el paga- batalla-». El escudero dixo a su señor: «¿Gomo?
no no era christiano, ni quería tomar baptís- ¿tan aborrido soys que vos quereys matar y
mo, por aquella causa que su madre le auia meter en peligro de muerte, que avn no
dicho. Mas en parte el era buen creyente soys sano?» «Por mi fe, dixo Sagramor, mas
en la madre sancta yglesia, y entraua a oyr quiero morir a manos de buen cauallero, que
el sacrificio de Dios, que cierto esperaua ser no biuir entre los cobardes caualleros de
señor de aquellas gentes, e, si se baptizaua, Cornualla, que no osan defender a su señora
que auia miedo que lo matassen; e yuase de vn solo cauallero»; e el cauallero salió de
por las cortes de los buenos reyes e prouaua la corte, y anduuo tanto, fasta que alcanco
su persona, ca era valiente cauallero e fazia al cauallero que lleuara la reyna, e llamólo,
buenas cauallerias. Y entonce el dixo que e dixolo: «Esperad, cauallero, que conbatir
serya. a lugar donde el pudiesse auer la rey- os conuiene, o dexareys la reyna que lleuays
na Yseo la brunda, fija del rey Languines de falsamente». E Palomades se torno, e des-
Yrlanda, la qual el auia amado todo tienpo; mintióle, e dixole: «Por cierto, la reyna vos
e por ella vino en aquellas partes, e por pro- no la podeys llevar sin batalla». E volvióse
uar su cuerpo con don Tristan. el vno contra el otro, e dieronse tan grandes
golpes,
E tornemos agora a contar como el se yua tos, según que la reyna pensaua que eran muer-
con la rey na Iseo. la gran cayda que dieron; e al
caer qxie cayo Sagramor, reuentole la llaga
que traya, e corríale mucha sangre. Mas
tanto era el de buen cauallero, que no lo sin-
XXIX tió, antes se leuanto en pie con gran esfuer-
Ve como Sagramor siguió a Palomades, por zo, e pussieron mano a las espadas, e die-
qidtalle la reyna que lleuaua contra su vo- ronse grandes golpes que fuego salia de las
luntad e de toda la corte. espadas muy alto. E Palomades pensaua que
era Tristan, por los grandes golpes que le
daua Sagramor. E mientras ellos se conba-
Palomades, quando ouo sacado a la reyna tian, la reyna se metió por la floresta, e fues-
Iseo de la corte del rey Mares su marido, el se lo mas apriessa que ella pudo a vn char-
rey e toda la gente fueron muy tristes por co de agua, por se ahogar antes que la lle-
aquello, y en toda la corte no auia cauallero uasse Palomades, porque era gran enemigo
que osasse tomar armas contra Palomades; e de Tristan; que bien sabia ella que no era
Palomades se y vía con la reyna ribera del
DOS" TRISTAN D E LEONIS 377
don Tristan aquel cauallero, que en las ar- cibdadano que la auia lleuado, e dixole:
mas y en el cauallo lo conoscio. E quando «Dezid, señor, ¿no vistes vna dueña que ca-
ella se yua al charco, encontró con vn cibda- ualga en vn palafrén blanco?» Y el cibdada-
dano que yua a caca; e luego conoció que era la no dixo: «Cauallero, cierto, yo la tengo en
rey na, e corrió contra ella, e dixole: «Seño- vna torre mia, porque ella se me encomendó
ra, por Dios no vos ahogeys en esse mal lu- que yo la amparasse, e de aqui adelante
gar; ¿que es de vos o como soys aqui venida?» no podeys vos verla ni auer ningún señorío
Y ella le contó toda la razón punto por pun- sobrella». E Palomades fue triste e dixo:
to, que no le mintió nada, e dixo como se «¿Como? ¿vos soys aquel diablo que me ha
queria ahogar en aquel charco antes que nin- puesto tamaña tristeza en mi coracon? ¡por la
guno la ouiesse, saluo el rey su señor. T el mi fe yo vos castigare, que jamas fareys otro
cibdadano dixo: «Plazeme que os he hallado, pesar a ningún cauallero!» E saco la espada
que yo vos lleuare aqui cerca a vna mi torre, e diole tan gran golpe por encima de la cabe-
que ninguno no vos aura sino el rey, e se- ca, que lo abrió por medio e lo echo muerto
reys bien seruida de todo mi poder, porque en tierra. E caualgo, e fuesse por su camino
os ruego, señora, que no me digays de no». hasta que fue llegado a la torre que alli esta-
E la reyna fue alegre, e dixo que le plazia ua la reyna, y ella estaua a las flniestras, mas
de se yr con el. El cibdadano la lleuo de- la puerta estaua bien cerrada; y el dixo:
lante si, y anduuieron fasta que llegaron a «Señora, fazedme abrir la puerta, si a vos
la torre e alli descaualgaron, e metióse den- plaze, que bien y lealmente vos he ganado».
tro de la torre e fue bien seruida de grandes E la reyna dixo: «Assi me guarde Dios que
e pequeños. E agora dexemos la reyna con es verdad que vos demandastes el don falsa-
la muger del cibdadano, e el tomo su escudo mente e con gran engaño, e como mal caua-
y su lanca, e dixo que queria yr a ayudar a llero; e consejovos que vos partays de aqui,
Sagramor, mas el fue alia por mal de si. E si no, si don Tristan vos alcanca,no querriades
salió de la torre, e hallo a los caualleros que se ser nacido» .Y el dixo: «No me partiré de aqui
conbatian en el prado por amor de Yseo. Los mientra que vos aqui esteys, ca bien creo yo
caualleros se combatían mortalmente de la que Tristan no me tirara aquello que leal-
primera batalla, porque por fuerca les con- mente yo he ganado». E luego la reyna tiró-
uenia de se tirar afuera, por holgar vn poco; se de las flniestras, e Palomades tiro el freno
assi Palomades conoció que no era aquel a su cauallo, y echólo a pacer por el prado y
Tristan, que mucho le menguauá la fuerca; el echóse a dormir, con proposito de non se
e a poco de hora se leuantaron, e fueronse a quitar de alli hasta lleuar a la reyna Yseo o
ferir mortalmente, e a Sagramor le salia morir sobre la demanda. E assi estuuo alli
mucha sangre de la llaga de primero que le fasta que don Tristan vino en busca del, e lo
auia reuentado, mas con el ardimiento que fallo el y G-orualan.
en el auia, no sentía nada. E quando Pa- E agora tornemos a don Tristan, que era
lomades vio que le corría tanta sangre, di- venido de caca.
xole: «Cauallero, venid a merced, que ya
veys quanta sangre vos sale, e soys ya cerca
de • muerte». E Sagramor dixo: «Cauallero, XXX
para mientes en vos mesmo, que soys mas
cerca de muerto». E Palomades dixo: «No De como don Tristan fue en busca de Palo-
so yo tan cerca de la muerte como vos, e ¿no mades, que lleuaua a la reyna Yseo, y se
veys la sangre que esta en tierra?» E Sagra- combatió con el.
mor paro mientes en tierra, e quando vio la
sangre mucha que le salia, desmayo, e Palo- Dize la historia que quando Tristan fue
mades le dio vn gran golpe por encima de la venido de capa, era ya noche, e quando fue
cabeca a traycion, que dio con el en tierra. en el palacio, hallo todos los caualleros tris-
E Palomades pensó que le auia muerto, e ca- tes e desconortados, por su señora que auian
ualgo en su cauallo lo mas ayna que pudo, e perdido, e Tristan se marauillo, e dixo: «Se-
fue apriessa para donde auia dexado a la ñores, ¿como estays assi desconortados, ca
reyna Yseo, e miro a todas partes e no la yo vos dexe muy alegres, e agora soys en
pudo fallar; e fue muy triste, e comenco de tristeza?» E ninguno no ge lo oso dezir; y el
hazer gran duelo, e dezia asi: «Ay mez- se fue delante del rey, e dixole: «Señor,
quino ¿que sera de mi que assi he perdido a ¿como estays todos tristes?» Y el dio vn gran
mi señora la reyna Yseo e no se quien me la sospiro, e dixo: «Sobrino, después que vos
ha lleuado?» Y entróse por la floresta assaz de aqui partistes, vino aqui vn cauallero, e
triste, e andándola buscando, topo con el dixo que auia fecho vn gran seruicio a la
378 LLBBQS D E C A B A L L E R Í A S
-reyna, y que ella, por aquel seruicio que tan venir, aleo la eabeca e dixo: «Señor caualle-
señalado le hizo, que le prometiera vn don ro, por Dios os ruego que me ayudeys a le-
qual el demandasse, y el cauallero quiso que uantar». E n esto allego Tristan, e demando
le confirmasse yo, e yo confirinelo, no cre- al cauallero quien le auia fecho aquellas he-
yendo que tal don fuesse, e el demando a la ridas, e Sagramor respondió: «Señores caua-
reyna, e yo desto fue triste, e digela con esta lleros, por Dios, líamelas fecho dellas Palo-
condición: que en todo mi rey no del no fues- mades e dellas otra auentura que me auia
se tocada, e si algún cauallero ge la tirasse venido, e si ouiesse alguna buena ayuda, yo
por tuerca de armas, que el don no fuesse va- fio en Dios que presto guaresceria». Ellos lo
ledero; y el otorgólo assi, y el cauallero ha leuantaron de aquel lugar e pusiéronlo en
nonbre Palomades el pagano, e bien se yo su cauallo, e leñáronlo consigo fasta vn mo-
que el es vuestro amigo. Y en toda mi corte nesterio de frayles, para que lo guarescies-
no ouo cauallero que contra el osasse tomar sen y lo ouiessen en su encomienda. Y quan-
armas, saluo vn cauallero estraño, bueno e do llegaron al monesterio, Tristan dixo que
cortes, que estaña mal ferido, que venia a la llamassen al prior, el qual era el mas reue-
reyna que lo guaresciesse; e desque vio que rendo que auia en la tierra; e quando vino,
la reyna no era en la corte, que la auia lle- Tristan le fizo gran reuerencia, y dixole:
uado Palomades, fue em pos dellos, e no sa- «Reuerendo padre, yo os pido por merced y
bemos que cánteselo del». E quando Tristan por Nuestro Señor que mandeys tornar aquel
oyó esto, dixo: «¡O couardes caualleros, e cauallero e le fagays curar, e yo boluere por
como soys desonrrados por vn solo caualle- aqui y lo leuare, e lo regradescere a vuestra
ro, que no meresoiades todos quantos caua- reuerencia». Y el prior dixo que faria todo
lleros soys en Cornualla biair tan solamente ló que Tristan le rogaua de buenamente;. e
vna hora, ca si en mi mano fuesse como en Tristan le dixo que si ante quel viniesse
la de mi señor el rey, yo vos mandada cor- guarecía, q\ie lq lleuassen ante el rey Ma-
tar las cabecas a todos porque dexastes lle- res. E los frayles dixeron que les plazia de
uar la reyna de la corte sin ninguna resis- grado. E Tristan se despidió dellos, e fue-
tencia que ninguno le fiziesse!» Luego Tris- ronse el e Gorualan., e hallaron dos caminos,
tan demando sus armas e cauallo, e Gorua- e dixo: «Amo, ycl vos por este camino del
lan le dixo: «Señor Tristan, a mi paresce- piélago, e yo yre por este otro de la floresta,
ria, si a vos pluguiesse, que esta noche que- e andemos tanto fasta que sepamos nueuas,
dassedes aqui, que es tarde, que a gran pena e qualquier que antes lo hallare, torne aqui».
podremos ver quien va o quien viene por el E G-orualan dixo que le plazia, e cada vno
camino». T el dixo: «Por Dios, amo, no queda- fue su camino. E Gorualan passo vn rio¡,
re ni dormiré aqui, ni passare ningún tienpo e paro mientes, e vio vna torre, e fue para
en esta corte hasta que sepa o aya cobrado al- ella e vio estar a la flniestra a la reyna, e
gunas: nueuas de mi señora Yseo». Y en esto quando la vio. saludóla cortesmente y ella le
llego el rey, e dixo a Tristan: «Señor sobrino, torno las saludes. E Gorualan le dixo: «Se-
jo querria que esta noche quedassedes aqui». ñor-a, ¿como estays aqui encerrada?» Y ella
E Tristan dixo: «Por Dios, señor, no me lo dixo: «¿íío veys ay delante de vos a Palo-
mandays, que no lo haré por cosa del mun- mades, que me tiene encerrada, y dize que
do, e marauillome de vuestra discreción en no puedo escapar que no haga oomigo su vo-
poneros a vos e toda la corte a recebir men- luntad?» E Gorualan miro e vio a Paloma-
gua de vn solo, cauallero con tales promessas de que dormía, e fuese para el, e comencole
e mercedes». E mando Tristan que diessen de llamar fuertemente, e no le podia des-
ceuada a su cauallo, e quando el ouo comi- pertar, porque el soñaua vn sueño que esta-
do, armóse bien e subió en su cauallo, e fue ua con su señora Yseo conpliendo su volun-
Gtorualan con el y fueronse a la floresta con tad e todo su amor carnal, e Gorualan no
gran trabajo a oausa de la mucha espessura dexo de lo llamar fasta que algo la eabeca, e
de la floresta y por la escuridad de la noche; dixo: «¿Quien eres tu, diablo, que me has
e andando buscando por todas las'partes de la quitado del mi dulce holgar en que yo esta-
floresta a la reyna o a Palomades, passo toda ña? Que yo soñaua que tenia en mis bracos
la noche,'e quando vino la mañana, que el a la reyna mi señora; por cierto, si tu fues-
sol fue salido, ellos vieron lexos a Sagramor ses cauallero armado, yo te castigaría por
que estaua ferido cay (lo en tierra, e dixo ello, mas ruegote que te vayas tu camino, e
Tristan a Gorualan: «Amo, descaualgad e dexame dormir y fazer mi dulce sueño». E
yereys aquel cauallero si esta muerto o biuo, Gorualan le dixo: «Por Dios, cauallero, el tu
que aquesto ha fecho Palomades». Y Gorua- dormir no valdrá nada, que si por ventura
lan-fue contra el, e Sagramor j en que lo vio Tristan, te alcanca, no te escaparas sin bata,-
DON TRISTAN DE L E O M S 379
Ha». «Por mi fé, dixo Palomades, .él no me tierra, y a Tristan fallecióle la cincha e ouo
tirara aquello que yo lealmente he ganado». de venir a tierra; y ellos se leuantaron lo
E tornóse a dormir, e eomenco a fazer aqxiel mejor que pudieron, y Palomades t e n í a l a
mesrno sueño que antes auia hecho. pierna debaxo del cauallo, e Tristan lo ouie-
E (jornalan se -torno contra la floresta, y ra muerto si quisiera, lo qual Palomades ge
fallo a Tristan, e contole todo aquello que la lo tuuo en gran cortesía. E quando el fue le-
reyna le auia dicho e ele como despertara a uantaclo fueronse a herir de mortales golpes
Palomades, e la respuesta que le diera y el de sus espadas, que sus escudos y armas
sueño que hazia. Quando Tristan supo esto, rompían, e tanto fueron combatidos, que ya
fue muy alegre por que los auian hallado, e estauan cansados, e tiráronse a fuera el vno
dixo: «Caualguemos y vamos contra ellos»; del otro por cobrar fuerca, e a poca de ora
e yendo assi fallaron el oibdadano muerto, leuantaronse a ferir de tal poder, que era
e luego pensaron que Palomades lo auia marauüla. Palomades conosoio bien quel era
fecho; y anduuieron tanto que llegaron a la venido al tiempo ele la muerte, quel auia lo
torre e vieron estar a la reyna a las finies- peor de la batalla e Tristan lo mejor; e Gror-
tras. E quando ella vio a Tristan, conocióle, ualan , en que los vio assi combatir tan mor-
y eomenco a dar grandes bozes, en manera talmente, fue para la reyna e dixole: «Se-
que Tristan la oyó, e dixo: «Ay mi señor, ñora, en esta batalla son los dos mejores ca-
¿y no veys como estoy encerrada por miedo ualleros del mundo, e seria gran daño si ellos
de Palomades?» E Tristan fue alegre de muríessen, porque os pido por merced que
aquello que dixo la reyna, e dixo a Grorua- por vuestra honrra que vayays alia y que
lan: «Yd al cauallero e dezilde que se apare- pongays paz entre ellos». E quando la reyna
je para la batalla». E Grorualan se fue para esto oyó, descendió de la torre e fuese a ellos,
Palomades que dormía, e abaxose tanto, que e dixoles: «Caualleros, yo os ruego que por
le echo mano por la visera del yelmo, que le amor de mi e por honrra de caualleria quede
hizo despertar a mal de su grado; e quando por esta noche, que agora ya es tarde e soys
el fue despierto, dixo: «¿Quien eres tu, dia- cansados. E quando los caualleros oyeron esto,
blo, que dos vezes me has despertado de mi dexaronse de combatir e tornáronse todos a
dulce sueño? Por la mi fe, tu lo pagaras». la torre. E quando fueron dentro, la reyna
«Cauallero, dixo Grorualan, leuantadvos que dixo a Palomades: «Cauallero, yo os ruego
ved aqui a Tr-istan que vos espera a la bata- que por amor de mi que me fagays vn men-
lla». E Palomades aleo la cabeea, y vio a saje al rey Artur». Y el dixo que lo haria de
Tristan que estaua aparejado a.la batalla, e buenamente. Y la reyna dixo: «Yo quiero
fue para su cauallo, e púsole el freno y ea- que me leueys vnas cartas al rey Artur e a
ualgo, e.tomo su escudo e su lanca, y fuese la reyna Ginebra, e saludádmelos de mi
para Tristan, e saludáronse. E Tristan le parte, e dezidles que dos caualleros, que son
dixo: «Palomades, ¿quel ventura vos traxo los mejores que ay en el mundo, en los
en aquesta tierra, o por que aueys hecho tan quales ay todas las bondades e cortesías e
gran villanía al rey mi señor?» E Palomades fuercas». Equando Palomades oyó esto, pensó
le contó todo el fecho assi como le era acon- que la reyna lo fazia por que no muriesen
tecido. entrañóos, que no por las cartas, e dixo Pa-
E Tristan le dixo: «Palomades, otras ve- lomades: «Señor Tristan, todo esto que yo
zes me aueys fecho desonrra, ruegovos que he fecho fue por tal que prouasse mi perso-
os vayays vuestro camino e dexeys a l a na con vos, e conozco que soys el mejor ca-
reyna mi señora». «Cierto, dixo Palomades, uallero con quien yo nunca me conbatiesse;
no la dexare sin batalla, que yo la he ganado y vos, señora Yseo, bien veo que este mensaje
lealmente». E Tristan vio que la batalla no que me mandays que faga que es por que
la podia escusar; dixo: «Vos ¿aueys yanta- nuestra batalla no aya fin; verdad es que con
do?» El dixo que no, antes auia ayunado justo titulo yo os tenia ganada,.pero porque
dos días. Y Tristan dixo a la reyna que le yo precio mucho no os desseruir, me quiero
fiziesse traer viandas, que querían comer, partir de la batalla e fazer vuestro manda-
que mucho lo auian menester. E desque do». E tomo las cartas, que dezian assi: «A
aquello fue fecho, assentaronse a comer en la corte del rey Artur. Yo la reyna Yseo,
el prado, e Grorualan servia a Tristan e vna muger del rey Mares, me presento a vosotros
doñzella de la torre servia a Palomades. E. e os fago saber que fice ventura que Paloma-r
quando ouieron comido, dixo Tristan a Pa- des el pagano me saco de la corte del rey
lomades que se aparejasse a la batalla, e Mares por vn don que le fue otorgado por mi
fueron ambos caualleros en sus cauallos a por seruicio que me auia fecho, y con consen-
ferirse de gran poder, e Palomades cayo en timiento, del rey e de. toda la corte, con tal
380 LIBROS DE CABALLERÍAS
condición que me no fíxiesse desonrra en «Señor, tomad vuestra muger, que yo la he
todo el reynOj e que si cauallero alguno me le socorrido a buen tiempo por fuerca de ar-
íirasse por fuerca de armas, quel don fuesse mas, e guardad vos que otra vez non fagays
ninguno. É cierto las bondades de Tristan tan desygual merced, que prometovos en
son valerosas, y el me tiro de manos de Pa- buena fe que mas fuerte cosa es el adquirir
lomades, el qual ayna fuera muerto, mas yo que no el dar». «Por Dios, dixo el rey, bien
le hixe perdonar todo el mal querer que Tris- es verdad, mas prometovos de aqui adelante
tan le auia. E agora Palomades se va a essa non faga ningún don que a la reyna no saque
corte por daros cuenta de lo passado, e dile dende». T estando en aquestas palabras,
estas cartas que leuasse». E Tristan e la llego Sagramor, aquel cauallero que Palo-
reyna se retruxeron a cenar, e la mañana mades auia derribado, y el rey e la reyna le
tomo su camino Palomades, e tanto anduuo, dieron gracias e le fizieron honrra por aque-
que llego a la corte del rey Artur, e dio las llo que fiziera, y el rey le dio vn buen cas-
cartas al rey, e a la reyna, y a todos los de tillo que estaua delante de la cibdad y era de
la corte plugo por que la reyna era libre a gran renta; e de alli adelante fue su caua-
su honra. E agora tornemos a Tristan. llero e de su corte, e la reyna lo lleno a vna
cámara, e fizólo desarmar, e cato las feri-
das, que auian sido mal curadas, e púsole
XXXI tales vnguentos, que a poco de tienpo fue
bien sano, e flzieronle todos gran honrra.
De como don Tristan e Qorualan e la reyna
Yseo partieron de la torre e fueron a la cor-
te del rey Mares. XXXII
Quedaron muy alegres en la torre Tris- De como don Tristan se combatió con Lama-
tan e la reyna e Gorualan, que ninguno no rad e con su primo, e como los vendo.
les fizo enojo, y quando el dia fue venido,
los dos amados se leuantaron, e Tristan La historia dize que vn dia de gran fiesta
quisso prouar a la reyna, e dixole: «Señora, el rey hizo licuar fuera de la cibdad seys
vos sabeys el gran amor que es entre vos tiendas, que quería yr a folgar con la reyna
e mi, que vos no podeys estar de yr a mi e con don Tristan e con toda la corte. E
y yo de yr a vos, por que he gran miedo mientra ellos estauan assi, vieron venir dos
que nuestro hecho sea descubierto, e por caualleros estraños: el vno era Lamarad de
esto querría yo, agora que auemos tiempo, Graones, y el otro era vn su primo; e fueron
que nos fuessemos al mi rey no de Leonis, e derechos para las tiendas, e descaualgaron e
yo leuantarme he por rey, e no aure miedo entraron dentro e saludaron al rey muy cor-
que ninguna persona me haga enojo». E la tesmente, y el rey a ellos, e quando ouieron
reyna respondió: «Señor Tristan, eso que estado vna gran pieca, demandaron por la
vos dezis se podría bien hazer, mas vos se- reyna, y el rey les dixo: «Vedla en aquella
riades llamado falso rey y yo falsa reyna, y tienda, do juega al axedrez con Tristan». E
seriamos rentados por todos los reynos e por los caualleros se fueron a aquella tienda e
todo el mundo; mas yo os diré mejor: nos hallaron la reyna, e saludáronla cortesmen-
estaremos en la corte e tememos encubierto te, y ella los rescibio bien; e dixo Lamarad:
nuestro fecho, y de aquesta tornada aureys «Esta es la mas fermosa dueña del mundo,
vos gran estima y honrra, e prouecho del verdad dixo el que me la loo, mas mas fer-
reyno e de la gente; y el rey e todos vos ter- mosa es la reyna de Orgadia». E respondió
nan por muy buen cauallero». E Tristan su primo e dixo: «Cierto es bien fermosa,
touo que aquello era lo mejor, e encomen- mas Palomades deue de saber si ella es fer-
daron a Dios aquellos de la torre, e metié- mosa e buena, y esto es gran verguenca de
ronse en el camino e fueronse para la corte todos los de Cornualla, que no saben defen-
del rey Mares; e aquellos de la torre truxe- der su señora». «Cierto, dixo Lamarad, estos
ron del campo a su señor muy honradamen- caualleros son malos e falsos, e no passaran
te. E quando la reyna e Tristan llegaron a la assi en la corte de Tragonía». E la reyna,
puerta de la cibdad, todas las gentes los res- quando oyó estas palabras, boluiose contra
orbieron con gran alegría, y dezian quel rey- Lamarad y su primo, e dixoles: «Caualleros,
no no valdría nada sin Tristan, e que por el vosotros, ¿soys hijos de reyes, o soya caua-
en todo lugar eran honrrados, e siguiéronlos lleros andantes, que dezis mal de las due-
fasta el palacio, e Tristan tomo la reyna por ñas?» «Cierto, dixo Lamarad, entre nosotros
la mano, e Ueuola delante del rey, e dixole: ay fijo de rey, e somos caualleros andantes»»
DON TRISTAN DE LEOKIS 881
Eespondio la reyna: «Quando delante de assi que aquella batalla era a marauilla, e
dueñas dezis, ¿que hareys detras?» Dixo La- tanto lo ñzieron de bien aquellos dos caua-
mar ad: «Señora, yo no digo mal de dueñas, lleros, que los diez caualleros comenearon a
e si algún mal he dicho de vos, ruegoos que fuir, e quedaron muertos en el canpo quatro,
me perdoneys, mas digo e diré que aquestos e los dos primeros tomaron de las laucas de
caualleros de Cornualla son malos e deslea- los muertos, e los otros fueron delante el
les, e que se lo prouare por fuerca de armas». rey, dellos feridos e dellos maltratados. Y
Y de aquestas palabras peso a Tristan, mas el rey, quando vio esto, fue triste, e dixeron
dio a entender que no paraua mientes en que aquellos no eran caualleros, mas diablos,
ello, antes comenco a fablar con vn caualle- «ca mucho nos han desonrrado a Cornualla
ro. E Lamarad encomendó a la reyna a Dios, por todos tienpos»; e armáronse treynta ca-
e dixo: «Señora, si yo clise cosa contra vos, ualleros, y el rey les dixo: «Yo os juro por
yo os ruego que me perdoneys». T ella dixo: la mi corona, que si vosotros soys vencidos,
«Yo os perdono todo mi enojo, con tal que que a todos vos cortare las cabecas». E los
no digays mal de dueñas». E luego se fue- caualleros comencaron a correr, que no al-
ron su camino, e quando fueron apartados cancauan el vno al otro. E Lamarad e su pri-
vn poco ellos, fallaron vn donzel que traya mo, en que vieron esto, dixeron: «Agora es
vn gauilan e venia de dixeronle: tiempo y es menester que muramos como
«Amigo, dezid al rey Mares que nos deman- buenos, que toda la caualleria viene sobre
damos j usta». Y el donzel fuesse para el rey, nos, e antes que todos lleguen, fagamos
y dixole como aquellos caualleros demanda- nuestro poder, e si muriésemos, moriremos
uan justa. Y el rey pregunto que por qual con honrra, e si los desbaratamos, podremos
razón la demandauan, e Tristan le contó dezir que auemos abaxado a toda Cornualla,
toda la razón. E luego el fizo armar dos ca- e seremos tenidos por valientes caualleros; y
ualleros, e enbiolos alia, e su primo de La- boluamos los cauallos a ellos». E fueronlos a
marad quiso auer la primera batalla, porque ferir tan mortalmente, que ante que fuessen
fuera cauallero primero que Lamarad, e La- ayuntados, assi como venian los desbarata-
marad se lo otorgo; e los caualleros se fueron ron, dellos muertos y dellos feridos, e los
a ferir ardidmente dos por dos. A los pri- vnos comencaron a fuyr, e los otros a de-
meros golpes los caualleros de Cornualla ca- mandar merced. Y ellos dixeron: «Merced
yeron en tierra, e luego fueron leuantados aureys en tal que vos vayays delante el rey
e pusieron mano a las espadas e fueronse e que le digays que queremos justa». Y ellos
para ellos; e los otros les dixeron: «Caual- fueronse delante el rey, e dixeronle: «Señor,
gad en vuestros cauallos e ydvos, e dezid al nos e vos somos todos muertos, que dizen
rey Mares que avn queremos justa con los aquellos caualleros que no partirán de alli
caualleros malos de su corte». Y ellos caual- mientra que caualleros vean en pie». El rey
garon lo mejor que pudieron, e fueronse fue muy sañudo, que antes quissiera ser
para el rey, e contáronle como les auia con- muerto, e fizo llamar a Tristan, e dixole:
tescido e como demandauan justa. E el rey «Mi buen sobrino, ruegovos que vayays alia
e todos los otros fueron ayrados e sañudos, e si a vos plaze, si no, todos tiempos sera des-
embiaron alia quatro caualleros, e todos los preciada mi corona». E Tristan dixo: «Mu-
que mirauan a los quatro caualleros dezian: cho me sera gran verguenca, que ellos lo
«Agora morirán los dos». E quando los dos han bien fecho; que, si los yo venciesse, no
caualleros los vieron yr, boluieronse los vnos les seria desonrra ninguna ni yo aure hon-
contra los otros, e dieronse tan graneles gol- rra, que ellos están ya cansados». E tanto le
pes, que derribaron a los quatro caualleros, .rogaron el rey e la reyna, que lo ouo de fa-
e demandaron merced, e Lamarad dixo: zer; y el se armo, e subió en su cauallo, e
«Yo aure merced de vosotros, si vosotros ca- fuesse para los dos caualleros. E quando La-
ualgays en vuestros cauallos e vays al rey marad y su primo lo vieron venir, luego lo
a dezirle que nos queremos justa». Y ellos conoscieron en el caualgar que. aquel era el
eaualgaron lo mejor que pudieron e fueron- buen cauallero don Tristan de Leonis, de
se delante el rey, e todos fueron tristes. E quien ellos se recelauan de ser muertos o
quando vieron que por dos caualleros eran venzidos, e dezian que si aquel cauallero po-
assi deshonrrados, armáronse diez caualle- diessen derribar, que auian vencido a toda
ros, e clixoles el rey: «Si no los traeys muer- Cornualla. E luego Lamarad demando a su
tos, la mi merced aureys perdida» . E dixe- primo la primera justa; e fuesse para Tris-
ron que asi lo farian, e fueronse a los dos tan, e fueronse a ferir reziamente. E Lama-
caualleros. Quando los vieron yr, fueronse rad firio a Tristan sobre el escudo e ron-
a meter en medio e comencaronlos a ferir, pioselo con la lanca; e Tristan le dio tan
3B2: LIBBOS B E CABALLERÍAS
gran golpe,'que le metió la lanca por la car- marfil, muy bien guarnido de oro e plata con
ne e derribólo del oanallo. E tiro la lanca vn cordón de seda, e yua con el cauallero vna
del, e fuesse para el otro, e diole tan gran donzella que lleuaua el cuerno; e Lamarad,
golpe por medio del arzón de la silla, que quando lo vio, pregunto.al cauallero donde
quebró la langa e firio el caballero, e diole yua, y el les dixo que a la corte del rey Ar-
tan gran golpe, que el petral e las cinchas tur, «e la hada Morgana embia este cuerno al
quebró, e dio con el cauallero en tierra. E rey Artur». E Lamarad les rogo que le clixes-
Tristan boluio su eauallo para se tornar a sen que. virtud auia aquel cuerno. «Yo os
las tiendas, e Larnarad lo llamo, e dixole: lo diré, dixo la donzella. Este cuerno, si al-
«Buen, cauallero, bien vemos que %oj& me- guno ha duda que su muger le haga maldad,
jor cauallero de la langa que nos, e yo que- hínchalo de vino e hágale beuer con el; y si
rría que nos prouassemqs de las espadas». E esta beuiere con el, es casta y buena, e si
Tristan dixo que quien ora; y el dixo: «Yo ha fecho algún mal, el vino se le derramara
soy Lamarad de Graones». Y Tristan cliso: por los pechos que no podra beuer con el» (-1).
«Vos aueys,- fecho, tanto de armas oy, que E quando Lamarad lo oyó, el se marauillo,
para todos tiempos aueys ganado prez e e dixo: «Por Dios, este cuerno no yra a la
honrra^ e si yo peleasse con vosotros de las corte del rey Artur, antes yra a la corte del
espadas, serme ya gran verguenca, que soys rey Mar es». «Cierto, dixo el cauallero, no yra
cansados en vuestra caualleria, que esto que a la corte del rey Mares, ca no auemos man-
yo he fecho, por fuerca e contra mi voluntad damiento para ello». Dixo Lamarad: «Pues
e por ruego del rey Mares mi tio lo he fe- aparejaos para la batalla». «Plazeme, dixo
cho; porque os ruego que, si a vos plaze, el cauallero, oa por esso me fue encomendada
que caualgueys; en vuestro eauallo e vengays esta donzella». E luego se arredraron vno
• en-la corte comigo, e yo fare mucha honrra de otro, e dieronsé tan mortales golpes, qiie
a vuestras personas, como a buenos caualle- el cauallero de la donzella cayo, e Lamarad
ros que soys». Y Lamarad dixo a Tristan: puso mano a la espada para le cortar la ca-
«ífo quiero yo vuestro servicio, mas ruegos bera, y el cauallero le dixo: «¡Merced!» «No
vos que juguemos de las espadas». E Tris- puedes aueiia si no me prometes de lleuar el
tan dixo que no faria en aquella sazón, e cuerno a la corte del rey Mares». «Señor,
Lamarad dixo: «Si vos, Tristan, non que- dixo el cauallero, yo os lo prometo, sobre or-
reys conbatir comigo, yo me querellare de den de cauallero, que háre todo aquello que
vos en todo lugar». É Tristan dixo que no vos mandardes». Dixo Lamarad: «Leuantad-
faria ninguna cosa por cortesía, porque esta- vos». Y el se letianto, e subió en su eauallo,
uan cansados, que no por miedo que dellos e Lamarad le dixo: «Vos le presentareys al
ouiesse. Partióse dellos e fuesse para el rey rey Mares, de parte de Lamarad de Graones».
Mares, que lo recibió honrradamente. E La- E luego se fue,por su camino, e anduuo tan-
marad e su primo caualgarOn en sus caua- to hasta que llego a la corte del rey Mares, e
llos, e dixo Lamarad en su coracon que bus- . hallaron al rey en la silla, e toda la gente
caría a Tristan el daño que pudiese. E fue de su corte estaua ende. E quando el rey e
Tristan bien seruido e honrrado de todos los la gente vieron el cuerno, marauillaronse
de la corte. E el rey le pregimto por que no se mucho, e dixo el cauallero: «Señor rey Ma-
aiúa combatido con el de las espadas, e Tris- res, Lamarad de Graones vos embia mucho a
tan le dixo como era Lamarad e su primo, e saludar, e os embia este cuerno encantado,
que le fuera verguenca porque estauan cansa- el qual ha esta virtud, que si algún cauallero
dos, e que por esto no se conbatiera con ellos quisiere prouar a su muger de adulterio, que
de las espadas, e que a ellos no vernia des- le de a beuer con este cuerno, e si ella es en
onrra ninguna, tanto auian fecho de armas. : culpa a su señor, no podra beuer con el». E
Y agora dexemos estar a Tristan en la contó como lo lleuaua a la corte del rey Ar-
corte, e tornemos a Lamarad. tur y como Lamarad lo auia conquerido por
fuerca de armas y quel lo quiso enbiar a su cor-
XXXIII
(•?') Esté episodio fae imitado por el Ariosto en el
De como Lamarad se eonbatio con vn caua- cauto XLIII del Orlanio Furioso; .
llero que monpáñaua a, vna doncella qué «Disse MeMssa: io ti daró un vasello
lleuaua vn 'cuerno encantado. Fatto da ber, di irírtñ raía e straoa;
Qual gik, per fare accorío il suo fratello .
Del fallo di Ginevra, fe' Morgana,
Mientra Lamarad de Q-aones e su primo se Chi la moglie ha púdica, bee con quello;
yuan por su camino a sus. auentüras, toparon Ma non vi puó gia ber chi l'ha puttaña;
Che'l vin, quinao lo credé In bocea pórré,
con vh cauallero que lleuaua vn cuerno de Túttósi spkrge, efuórieípetÍDScorré.»
DON T E Í S T A S DE L E O N I S 383
te. T el rey se marauillo, e diXo quel quería uallero, sabe que yo soy mucho enamorada
prouar aquel cuerno, e hizolo henchir de vino, de vos, e no ay cosa en el mundo que yo
e fizo dar a la reyna, que beuiese ella e las más ame ni tanto como a vos, por que os ruego
otras dueñas, e la reyna dixo que no beueria que seays señor de mi amor». Y Tristan,
con el cuerno, que era encantado, e que no quando oyó estas palabras, dixole: «Donzella,
quería ser auiítada por tal razón. «Por la mi ¿como dezis estas palabras? Yo prometo a or-
fe, dixo el rey, a vos conuieñe hazer, que- den de caualleria que si mas me tornays a
rays o no; e luego en pos de vos, todas las dezir ésto, yo os haré quemar». E la donze-
otras dueñas». E qúando la reyna vio que no lla j quando vio que Tristan la denostáua, tor-
se podia e'scüsar de beúer con el cuerno, qui- nóse con mala voluntad, e dixo que ella le
so beuer, mas antes que ella lleúásse el vino buscaría sti daño. E al cabo de dos dias la
a la boca, la maño le tenblo tan fuerte, que donzella se fue para Aldaret, el quál era pri-
todo se le derramo por los pechos, e desto mo de Tristan y sobrino del rey. E dixo: «Al-
Tristan y el rey fueron tristes, e mando el daret, yo vos amo mas que a cosa del mundo,
rey que todas beuiessén con el cuerno, pites porque os ruego que seays donzel de mi amor,
que la reyna auia beuido. E desto todos los e yo sére doñzélla del vuestro». Y Aldaret,
caualleros de la corte fueron descontentos, dixo: «Bien me plaze, yo vos otorgo el mi
porque las dueñas auian de beuer con el cuer- amor». Y assi estouieron ambos en grandes
no como la reyna, que podría por ventura amores. E ácontescio que Vn dia Tristan e la
caer en verguenca, e cierto que de trezien- reyna estauañ hablando en vno y estauan ju-
tas ochenta dueñas que eran a la sazón en la gando con gran amor, y la donzella estaua
corte, ño ouo sino véynte y vna qiie con el en lugar que lo vio, e pensó en todo nial, e
cuerno pudiessen bien beuer; y el rey fizo fuesse para Aldaret^ e dixo: «Sabed que Tris-
mandamiento que todas juntamente fuessen tan e la reyna se aman de amor». «Callad,
quemadas. T entonce se leuanto vn cauallero dixo Aldaret, que Tristañ ño faria tal cosa»,
en pie, e dixo: «Señor rey, si vos matar e Y ella dixo: «Yo os lo fare ver por vuestros
quemar quereys a la reyna por vn cuerno ojos; venid comigo». E Aldaret (x) fue con
encantado que es aquí embiado por mal que- ella, e vio a Tristan e a la reyüa en la cama
rencia^ vos lo podeys fazer, mas la mía ten- a su plazer, y Aldaret se fue ante el rey e
go por buena e vos ño le hareys mal» .Y esso dixole lo que ania visto, y el rey dixo: «Cosa
mesmo dixeron todos los otros de la corte; e es que non puedo creer, que Tristan haga
quando el rey oyó esto, dixo: «Por Dios, si tamaña maldad a mi». Dixo Aldaret: «Yo vos
vosotros las teneys por buenas e leales, assi lo fare ver; e seguidme». El rey dixo que no
fago yo la mia, e avn por mejor, e porque ella quería ¡ Dixo Aldaret: «Por la mi fe, yo haré
es de alto linaje». Y el rey perdono a la reyna cosa coñio sepays que se aman de gran amor».
e a las otras dueñas, e hizo quebrar el cuerno E quando vino la noche, el tomo dos hoces, e
delante de todos. Assi que del cuerno salió púsolas por tal arte en la cama de la reyna,
vn fumo que subió al rezio ayre, de la qual para que si alguno allí entrasse, se cortasse
cosa fueron todos espantados; e Tristañ fue las piernas; e quando vino la noche, Tristan
desta auentura muy triste, e dixo entre si entro por vña finiestra que auia en la cámara
mesmo: «Assi Dios me ayude, mucho es bien de la reyna, y estouieron fasta media noche,
empleado en mi: todo esto me ha venido por- e teñían assi tiempo aparejado, porque el rey
que yo dexe a Lamarad por mi cortesia, que estaua mal, e no dormía con su muger por
no me quise conbatir con el de la.espada, e que no le dañasse. E quando Tristan ouo fol-
por esta razón ha el desonrrado a mi señor gado con la reyna, vistióse vna ropa de seda
el rey Mares, e a mi señora la reyna, e a e quísose yr, e topo vn gran golpe en las
toda la corte, e por desonrra de mi lo ha hoces e salió del mucha sangre, e conoscio
embiado. Por ende yo prometo a orden de que hombre las auia alli puesto ascondida-
caualleria que si topo yo con el en algunas par- mente, e dixo a la reyna: «Señora, sabed que
tes j que yo le daré la muerte si fazerlo puedo, somos- descubiertos de nuestro fecho, y yo
e no valdrá su encantamiento ni su cuerno». soy ferido malamente, que quien puso estas
E passado esto, vino vn dia a la corte del hoces aquí no las puso sino por mi». E la
rey vna donzella por seruir y estar con la reyña leuantose muy triste e atole las llagas,
reyna en su corte. E estando assi vn gran e dixole que se fuesse escondidamente, que
tiempo, ella se enamoro de Tristan jwrque ella pornia en ello consejo. Y quando Tristan
era buen cauallero, e dixo que daría a el su
cuerpo para fazer toda su voluntad; e busco
vn dia como hablasse con el en lugar que (*) En el Sir Tristrem inglés, en vez de Alderefc,
ninguno los viesse, e llamólo, e dixole: «Ca- sé habla de ÜÜ caballero dé Oornualla, llamado Me-
riadoc.
384 LIBROS DE I
fue partido, ella se dio grandes golpes en las escapo el de los seys caualleros, que no le ftzie-
piernas con las hoces, assi que salió mucha ron mal. E no fallo cauallero que lo osasse
sangre, e dezia: «¡O Santa María, muerta esperar, y en saliendo del palacio encontró
so!» Y rey e quantos la 03'an leuantaronse, e con Grorualan que venia, e pidióle su cauallo,
fueronse a la cámara de la reyna e con gran- e caualgo en el e fuese su camino. E a cabo
des lumbres, e halláronla malamente ferida, de vna pieca el rey acordó, y leuantose, e
y el fue desto triste, e dixo a Tristan: «Yos dixo: «Aldaret, ¿do es Tristan? ¿que lo aue-'
soys culpante deste hecho y en aqueste mal, mos fecho?». E Aldaret dixo: «No lo podi-
que ninguno no entro en la cámara de la rey- mos prender, antes vos ha ferido quatro ca-
na sino vos». E dixo Tristan con gran saña, ualleros, y el nunca ouo mal, e fuesse». Y el
que todo hombre que lo dezia, saluando su rey fue muy ayrado, e dixo: «0 Aldaret,
corona, que mentía falsamente «y yo en- Dios te destruya, que por tu locura yo soy
trare en el campo con el». Y el rey dixo: «De- desonrrado y la reyna, y me has fecho yr
xemos esto, que ayna lo sabremos». E dixo de mi corte el mas valiente cauallero que
la reyna que todo hombre se tornasse a su nunca truxo armas». E agora dexemos esto,
cama, que por cierto aquello auia fecho el e tornemos a Tristan.
traydor de Aldaret, que le quería dar la
muerte, no se lo meresciendo, «e no ayays
duda que lo hizo otro sino el». E luego se ato XXXIV
las llagas ella y echóse en la cama. Y el rey
se quedo con ella, don Tristan e todos los De como don Tristan derribo los dos caualle-
otros se tornaron todos para sus cámaras. E ros e los embio al rey Mares; e le embio a
no passo mucho tiempo que Tristan e la rey- dexir que le embiasse sus armas, si no que
na fueron bien sanos, e tornáronse a hazer assi faria a todos quantos caualleros lia-
su hecho como solían. E aconteció vn dia que llasse de Cornuaüa.
Tristan e la reyna estauan en vna cámara, e
la mala donzella velaua por hazer mala obra Dize la historia que Tristan caualgo e fue
a Tristan, e paro mientes por vna fendedura para el passo de Tintoyl, y estando ay vio
que estaua so la puerta e por alli los vio es- venir vn cauallero armado, que el rey lo
tar; e luego se fue para Aldaret, e dixole: embiaua, e quando don Tristan le vio, dixo-
«Agora podreys ver a Tristan con la reyna le: «Cauallero, aparejaos, que en mal punto
en solaz». E quando Aldaret lo oyó y lo vio venistes acá». E el cauallero abaxo la lanca,
assi como la donzella le auia dicho, luego se e Tristan le fue a ferir, e diole tan gran gol-
fue el vellaco para el rey, dixole: «Señor, pe del espada, que cayo [e] quebrantóse las
agora podeys ver a Tristan con la reyna en costillas. E luego vino otro cauallero, e Tris-
la cama»; e dixo: «Esso quiero yo yr a ver si tan, en que lo vio venir, tomo la langa del
es verdad». E vieron, por la fendedura déla cauallero que auia derribado, y encontrólo
puerta, que era ya leuantado y estaua acos- por metad de los pechos que lo derribo en
tado a la cama e posado en el estrado, e tenia tierra, y quedóle el vn troco de la lanea en
cubierto su manto. E quando el rey los vio, el cuerpo. E Tristan quísole cortar la cabeca,
dixo: «Aldaret, assi ellos estando, no hazen e el cauallero, quando lo vio, pidióle mer-
semblante de ningún mal». E Aldaret e la ced. E Tristan le dixo: «Si tu quieres merced,
donzella juraron e affirmaron que otras vezes toma este cauallero e ponió en este cauallo,
e noches los auian visto estar en vno. Y el e tu mesmo, con esse pedaco de lanca que
rey dixo: «Agora vos aparejad, y sea presto». tienes en el cuerpo, ydvos para el rey, e de-
Y Aldaret fue luego, e llamo diez caualleros, zilde que si no me embia todas mis armas,
e dixoles: «Armaos, y faremos que prenda- que a todos quantos caualleros hallare de
mos a Tristan», y luego fueron todos arma- Gornualla fare esto mismo que he fecho a
dos delante la cámara, y el rey con ellos. vosotros». E prometioselo que lo faria. E
E comencaron a fazer gran ruydo, y dezian: luego ellos eaualgaron en sus cauallos e fue-
«¡Muera el traidor de Tristan!» E Tristan, ronse para el rey su señor, e mostráronle las
quando lo oyó, abrió la puerta de la cámara heridas. E ellos estandoselas mostrando, el
e puso mano a la espada con el manto en el cauallero que fue herido de la espada murió,
braco, y en saliendo dio al rey vn gran golpe y el rey e toda la gente se marauíllaron, y
de llano que lo derribo en tierra, e dixo: «Fal- el otro cauallero dixo: «Señor, Tristan vos
sos caualleros, ¿como me aueis salteado, que embia a dezir por mi que le embieys sus ar-
me quereys dar la muerte? Yo os castigare». mas, si no, que a quantos caualleros tomare
E fue herir en ellos mortalmente con la es- de vuestro reyno esso les fara que fizo a
pada, que quatro caualleros echo en tierra, y nosotros»; y el rey ouo muy gran dolor del
DON T R I S T A N DE L E O N I S 385
muerto, e ouo miedo de Tristan que le auia blar, e dixo: «Señor Tristan, a mi pesa mu-
de matar, e dixo ante todos: «Esto me ha ve- cho del mal querer que esta entre vos y el
nido por Aldaret, maldito sea el». E luego rey, e cierto es muy despagado de lo que ha
mando a vn donzel que lleuasse las armas a passado entre vos y el. Porque os ruego que
Tristan al passo de Tintoyl; y el donzel tomo vos me deys vn don». E Tristan se lo otor-
las armas, e púsolas en su cauallo, e fuese go, e Sagramor le contó como los dos caua-
para Tristan e diogelas. E Tristan ouo gran lleros eran para morir, «e yo he tratado e fe-
plazer, e luego se armo. E quando Sagramor, cho quel rey os perdone su mal talante. Por
el qual era muy intimo amigo de Tristan, ende yo os ruego, señor Tristan, que vos
supo esto, el fue muy triste, y leuantose en torneys para la corte, e si vos lo hazeys yo
pie como aquel que era descontento de su valdré mas por ello, que sabed que el rey me
mal, e dixo: «Señor rey, la guerra de Tris- embia a vos». E Tristan le dixo: «Señor Sa-
tan y de vos no es buena, e luego podeys gramor, a mi place mucho que vos valgays
ver que es lo que vos ha hecho e fara, e vos mas por mi; e por amor de vos a mi place
sabeys que en toda nuestra tierra no ay ea- de yr alia y de tornar en la corte, e digovos
uallero que tanto aya fecho por vos e por que, si no fuera por vos, yo me fiziera co-
vuestro seruicio como Tristan. Por que se- nocer a los caualleros de Cornualla». E Sa-
reys honrrado todos tienpos, e vos sabeys gramor le hizo muchas gracias, e esfcuuieron
bien que. si el vos quisiera tirar a la reyna, tres dias en aquel lugar con gran alegria, e
que bien lo pudiera auer fecho, quel la ouie- al tercero dia Sagramor embio vna donzella
ra leuado consigo a su tierra quando os la a la corte que dixesse al rey Mares e a toda
traxo de Yrlanda, e quando la batalla con la corte que la paz era fecha entre el rey e
Palomades; y perded todo vuestro mal ta- Tristan. E la donzella se fue al rey e dixole
lante, e fazed con el que torne en vuestra toda la razón que Sagramor le auia dicho. E
corte como solia». T desto fue el rey muy ele aquestas nueuas fueron, todos muy ale-
alegre, e dixo: «Sagramor, assi Dios me sal- gres, saino Aldaret, que era mucho triste. E
ue, yo me tengo por bien consejado de vos, dixo el rey a la donzella: «Tornadvos para
y ruegoos que vos seays mensajero entre mi Tristan e para Sagramor, y dezildes que
y Tristan, y que le digays que yo le perdono vengan seguros, y que yo les perdono todo
todo mi mal talante y se venga en mi corte mi mal talante». T la donzella se torno para
en buena ventura, que no le cale auer miedo Tristan e Sagramor, y contoles todo lo que
de ninguna cosa». E Sagramor dixo que le el rey le auia dicho y como les perdonaua, y
plazia de buena voluntad. E Sagramor se ellos fueron desto alegres y pagados, e ca-
partió de la corte con su embaxada, e fuesse ualgaron en sus cauallos, e fueron para la
para don Tristan. E quando lo vio, fueronse corte, e hincaron las rodillas delante el rey,
a abracar con muy gran amor e hizieron y entonces el rey dixo: «Yo vos perdono todo
muy gran alegria, e dixo Sagramor a Tris- mi mal talante, assi como aquel que yo amo
tan: «Bien parece que soys guardador desta e tengo por bueno y por leal, que quiero que
tierra». E Tristan le dixo que fuesse bien seays señor de mi corte assi como lo erades
venido, y quel podia bien passar y estar de ante, para fazer y dezir a toda via voluntad».
la manera que a el pluguiesse, e que era E todos los caualleros le hizieron gran hon-
muy alegre de su venida. E Sagramor le dio rra y fueron mucho alegres por la paz que
muchas gracias, e dixole: «Señor Tristan, era fecha. E assi estando Tristan vn gran
ruegoos que nos partamos de aqui, e nos va- tiempo en la corte, vn dia hablo con la reyna
mos para el castillo y claremos folgura a e dixo que quería verse con ella aquella no-
nuestras personas, y alia, señor, vos diré por che, ca ja tornaua a fazer su voluntad; e fue
qual razón soy venido». E Tristan clixo: ventura que la mala donzella estaua en lu-
«Señor, por amor de vos fare yo todo aque- gar que oya toda su poridad; e quando vino
llo que me mandeys, e digo vos verdad que la noche, Tristan se fue a dormir con la
si venieran diez caualleros los mejores de la reyna, e la donzella estaua en lugar donde
corte a mi, que no ouieran acauado esto co- los veya ambos en la cama, e quando vio que
migo». E Sagramor se lo touo en señalada ellos eran dormidos, fuesse para Aldaret e
merced, e dixo que faria toda su honrra. E dixole: «Leuantate e anda acá, y veras a
caualgaron, e anduuieron tanto que llegaron Tristan y a la reyna estar en la cama, que
al castillo que esta delante de la cibdad, e agora son ya dormidos». E luego Aldaret fue
descaualgaron e asentáronse a comer, e dor- a los ver, y entro por vna finiestra de la cá-
mieron alli aquella noche; e quando el dia mara e tomo el espada de Tristan quel no lo
fue venido, se leuantaron. e fueronse a sentar sentio, por tal que no se podiesse defender, e
en. vn estrado, e Sagramor comenco de fa- fuesse para el rey e dixole: «Señor, agora
MBROS DE CABALLERÍAS.—25
386 L I B R O S DE C A B A L L E R Í A S
podeys vos ver a Tristan, que duerme con la forcar, e vieron salir otros caualleros que
reyna mi señora». Y el rey se vistió y se fue lleuauan a la reyna a la casa de los malatos;
con Aldaret, porque le mostró el espada de e Tristan yua caiiallero en vna muía, y en
Tristan que la auia tomado, e violos que es- camisa y en pañetes, e quando los cinco ca-
tarían dormiendo, y el rey dixo: «Aldaret, ualleros vieron esto, acordaron que ayudas-
haz agora en manera que sea preso». .E sen ante a la reyna por tal que no fuesse
quando esto Alcleret oyó, fuesse para los pa- desonrrada, que Tristan tenia avn de an-
rientes de los quatro caualleros que Tristan dar mas camino, e dixeron: «Antes que ellos
auia herido la otra vez, e clixoles: «Yarones, lleguen alia seremos nos con ellos». E los
tomad vuestras armas e armad vos bien, que caualleros lleuaron a la reyna a casa de los
agora podreys tomar venganca de todo aque- malatos, e dexaron a ella en poder dellos; e
llo que Tristan vos ha hecho, porquel esta tornáronse en la corte. E los cinco caualle-
en la cama con la reyna, e catad aqui su es- ros fueron por otro camino, e hallaron a la
pacia» . Yista por ellos la espada, fueron luego reyna que se defendia reziamente con vna
armados treynta caualleros, e vanse para la cinta de plata, e los caualleros entraron den-
cámara a donde Tristan e la reyna dormian, tro las espadas sacadas, y ellos, con miedo,:
y entraron dentro e prendieron a don Tris- escondiéronse. E tomaron a la reyna los ca-;
tan sin ninguna defensa, e atáronlo fuerte- ualleros, e lleuaronla en vna gran verdura,
mente; e Aldaret se fue para el rey, e dixole: por tal que ninguno la conosciesse. E Gorua-
«Señor, Tristan es preso y recaudado, e ago- lan dixo a los caualleros: «Señores, acorra-
ra podreys vos ver lo que yo dezia si era mos a Tristan, que, mal pecado, a y n a h a ele
verdad». E el rey fue muy triste, e dixo: ser enforcado». E luego fueron alia. E quan-
«Tristan, Tristan, no penssaua yo que assi do Tristan vio la forca delante si, fue muy
eras contra mi; mas por la mi fe, yo me ven- triste, e dixo entre si: «Pues tu, Señor, sa-
gare de la reyna y de vos». E mando que bes quantas lides y batallas y afanes yo he
fuesse bien guardado hasta el dia, y ellos di- passado, e no has dado lugar que yo fuesse
xeron que lo farian de voluntad. E quando muerto en ninguna dellas, avnque mucho
Grorualan supo que Tristan era preso, cuy do indigno y te he mucho cleseruido, e agora,
ser-muerto ele pesar, e luego se fue para Sa- sy mis pecados han de permitir que yo sea
granior, e para Lambagues, e Aclricion, e enforcado e muerto tan vilmente, suplicóte-
Anicoran, que eran todos grandes amigos de non lo consientas». Y metió fuerca en los
Tristan, e contoles todo aquello que a Tris- bracos, y quebró las ataduras que lleuaua y
tan auia contecido; de la qual cosa ellos fue- empeoo de fuyr, e los que lo lleuauan em
ron muy tristes, e Grorualan les dixo: «Se- pos del, y huya contra la mar a vna yglesia.
ñores, agora es tienpo que ayudeys a vuestro E Tristan se fue para vn cauallero, e abracó-
amigo Tristan, que los caualleros lo tienen se con el e tomóle la espada, e fue herir en
preso hasta mañana que la sentencia sea los caualleros malamente, e los otros fueron
dada por el rey, e veremos que mandara». sobre el, y el metióse dentro de la puerta, e
Y estuuieron. asi aquella noche, e, quando alli comenco a defenderse, e hirió quatro ca-
el dia fue venido, el rey fizo ayuntar toda la ' ualleros mortalmente, y los otros fueron so-
corte, porque oyessen la sentencia contra bre el, assi que ouo de quebrantar el espada
don Tristan e contra la reyna, e luego se los por medio. E quando vio que se no jiodia de-
traxeron las manos atadas. El rey, quando fender, dixo entre si mesmo: «Mas quiero
los vio, dixo: «O falso traydor, tu no puedes echarme en la mar que ser enhorcado en la
esconder que esto no es verdad, porque yo tierra». Y fuesse a echar en la mar por vna
quiero que tu seas enhorcado, e quiero que finiestra ayuso. E quando los caualleros vie-
la reyna sea puesta en mano de los malatos, ron la finiestra tan alta, dixeron que Tristan
que hagan della toda su voluntad». E quan- era muerto. E salieron ele allie friéronse a l a
do Sagramor e sus compañeros oyeron la cibdad, con harto recelo de lo que el rey les
sentencia, fueron muy tristes e salieron fue- cliria. E quando esto vieron Gorualan y Sa-
ra de la cibdad; e Grorualan salió de la corte gramor e los caualleros, fueron para aquella
escondidamente, porque ninguno non sopies- parte donde se auia echado; y cataron baxo,
se nada, e ayuntaronsse todos los cinco ca- e no le vieron, e ouieron miedo que don
ualleros, e ouieron su acuerdo que fuessen Tristan fuesse ahogado, e Sagramor paro
al paso de Tintoyl e todos armados, e que mientes por la finiestra ayuso, e dixo: «por
tirassen a don Tristan e a la reyna de las la mi fe, yo no se que sera del, que me pa-
manos de los caualleros que por alli auian de resce que, si yo saltasse ayuso, que no cuy-
passar. Y ellos estando assi, vieron venir a daria morir». E Grorualan paro mientes, e
Tristan, que lo trayan los caualleros a en- vio a Tristan en vna peña con la media es-
DON TRISTE DE LEONIS 387
pacía en la mano, e Tristan les fizo señal con dixo. que se consejaría con la reyna e Gor-
la espada, e andando passo a ellos, y ellos ualan; e luego se apartaron a vna parte to-
fueron a el y preguntáronle como estaña, y dos tres, e Tristan contoles tocio lo que dixo
el les dixo: «No me clemandeys nada de mi, Sagramor, e la reyna dixo: «Yo veo que vos,
mas dezidme mieuas de mi señora la reyna Tristan, dezis lo peor, que en aquella parte
Yseo». T ellos le dixeron: «La reyna esta que vos quereys yr ay buenos caualleros e
muy buena, e librada de manos de los mala- dueñas, e seriades tenido por falso cauallero,
tos». E quando Tristan oyó esto, aleo las e seria mejor que ñziessemos otro camino: que
manos contra el cielo, e dio gracias a Nues- yo oy dezir que en el tiempo del rey Philip-
tro Señor; e (jornalan dio su cauallo a don po, vuestro abuelo, que fue vn cauallero que
Tristan, y el caualgo en las ancas, e fueron amo vna clonzella que de celos se moria, e
todos alli donde dexaron a la reyna; y ella, porque ninguno no le quitasse su amiga,
quando los vio venir, fuy muy alegre. E los hizo vna casa en la entrada del rey no, en el
caualleros partieron con don Tristan ele su mas fuerte desierto que hay fuesse, e hizo
ropa, e fueronse para la puente de Tintoyl. obrarla tan bien, que pudiessen estar en
gran holgura sus personas, e lleuola a ella
alia, y assi estuuieron en aquella casa vicio-
XXXY samente; e quando ouieron ele morir, hizie-
ronse soterrar en aquel lugar mucho hombra-
Como vn mensajero se presento ante el rey damente, e por esta razón es llamada aque-
de parte de Tristan. lla casa el Yergel de la Sabia Donzella, e nos
podemos alli estar, que ninguno sabrá de
Llegado a Tintoyl, hallaron alli vn escu- nos». T en esto se acordaron Tristan e Gor-
dero, e Tristan le dixo: «Quiero que tu me ualan, e tornaron a los caualleros, e clixe-
fagas vn mensaje» e dixo: «Agora te ve para ronles: «Señores, nos auemos acordado de yr
el rey Mares, e dile que Tristan que lieua en otro lugar, e por esto vosotros ydvos con
cinco caualleros, e que es sano y saluo, e le la buena ventura». E los caualleros dixeron
embia a dezir que le embie su cauallo e to- que farian seruicio a Tristan, e la reyna les
das sus armas, e si assi no lo haze, qire se hizo muchas gracias, e despidiéronse los vnos
apareje de bien guardar, que nosotros lo des- de los otros, e los caualleros tornáronse en la
sanamos a el e a quantos salieren con el de corte del rey Mares, e tornaron en gracia
su corte; e que a todos claremos la muerte». del rey. ,
T el escudero dixo que le plazia, e partióse
dellos e fuese al rey, e dixole todo aquello XXXY1
que le embiaua a dezir Tristan, E quando el
rey le oyó esto, fue triste porque no era muer- De como don Tristan, e la reyna Yseo, e
to, y ouo gran miedo de sulanca, e mandóle Gorualan, se fueron a casa de la sabia
dar las armas y el cauallo y las ropas de donzella.
Tristan a aquel escudero; y el tomólas y lle-
nólas a Tristan, y el recibiólas con plazer, y Dize la historia que Tristan, e la reyna, e
el e los otros tomaron su acuerdo que se Glorualan, se fueron a casa de la sabia don-
fuessen al castillo de Sagramor, e quando zella, e quando fueron alia ellos, la fallaron
ellos fueron en el, hizoles gran honrra, y bien aparejada sin ninguna persona, e dur-
estuuieron aquella noche con gran alegria. mieron aquella noche en vna buena cama sin
E quando el dia fue venido, ellos se leuan- ningún paño de lino, e quando vino la ma-
taron e subieron en sus cauallos, y anduuie- ñana, Tristan disperto y oyó cantar las aues
ron todo aquel dia por la floresta, porque en el vergel, y desto fue mucho pagado, e
dellos no supiessen nueuas en la corte, e dixo: «Por la mi fe, señora, si esta casa se
durmieron aquella noche en la floresta y con llama ele la sabia donzella, según clezis, ella
mucho trabajo, porque la reyna yua mala. fue bien sabia e súpolo bien ordenar, e pa-
Quando el dia fue venido, Sagramor clixo: rece bien que eran dos que se amauan de
«Señor Tristan, yo querida que nos fuesse- buen cora con». Y ellos estuuieron alli, y en
mos en la corte del rey Artur, y estaremos las mañanas, cuando ellos oyan las aues e
ende entre los buenos caualleros, e cierto, los ruyseñores cantar, ellos auian gran pla-
mejor seria gastar nuestro tiempo en tal zer, e clixo Tristan que mucho era bueno
corte y entre tal gente, donde tantas auen- aquel lugar y que bien le parescia. E dixo
turas vienen, como vos sabeys, que no estar otrosí a G-orualan: «Yo os ruego, por amor ele
aqui con la gente de Cornualía, que jamas mi, que vayays al castillo de Sagramor, e
dellos aureys honrra ni bien». E Tristan dezilde que me embie ropa en que duerma.
388 LIBROS DE CABALLERÍAS
e vianda para comer, e saludádmelo mucho». fuente, do auia vna gran espessura e yua vn
E Gforualan caualgo en su cauallo, e yendo camino, e mientra dormía, passo por ende
por su camino encontró con vna donzella la vn donzel, el qual auia nonbre el donzel
qual era Brángel, y luego se conoscieron el arquero, e por esto auia aprendido a tirar
vno al otro, e fueron alegres, e Grorualan se arco: porque pudiesse matar a Tristan, o por-
torno con ella fasta la casa donde estaua que pudíesse tomar el alguna venganoa del,
Tristan e la reyna. E quando la vieron, fue- que le auia muerto a su padre en vn torneo
ron muy alegres de su venida, e preguntá- de Escocia. E quando el donzel lo vio e lo
ronle por nueuas de la corte, j ella les contó conoscio en las señales de las armas, dixo:
todo aquello que sabia, e les dixo como se «Agora he hallado aquello que busco»; e puso
escondiera que ninguno no la viera, e como vna saeta en el arco para lo matar durmiendo;
cuydara ser muerta de ansia que auia de su e dixo entre si mesmo: «Si lo mato a tray-
vista. E luego Grorualan se partió, e fuese cion, todo hombre me terna por trayclor, mas
al castillo de Sagramor, el qual. desque lo llamarlo he, e quando se leuantare, tirarle
vio, fue muy alegre, e hizole mucha honrra he esta saeta emponcoñada». E comencolo a
e diole de comer, e desque ouo comido, di- llamar, y a dezir: «Leuantate, traydor, que
xole: «Señor, Tristan vos enbia mucho a venida es tu fin». E Tristan aleo la cabeca,
saludar, e me embia a vos, y ruegavos que y el donzel diole con la saeta. E Tristan, que
le embieys ropa para dormir, e viandas la vio venir, paro el braco delante, e firiolo
para comer, e mesas para en que coma». E muy malamente en el braco siniestro; e
luego fizo Sagramor cargar tres azemilas de quando Tristan sintió aquel golpe, tomóle
ropa, e viandas, e falcones y podencos con gran dolor, e con gran yra puso mano a la
que cacasse, e despidióse Grorualan de Sa- espada, e diole en las piernas vn tal golpe,
gramor, e tornóse a do auia dexado a Tris- que dio con el en tierra; e Tristan, quando
tan. E Sagramor embio dezir a Tristan que vio que no era cauallero armado, torno su es-
le embiara todo aquello que ouiesse menes- pada en la vayna, y tomóle por el braco, e
ter. E Grorualan entro por casa, e quando lo diole tal tirón, que el braco le saco del cuer-
vieron, fueronlo ayudar a descargar, e ha- po, y después dio tal golpe con el en vna
llaron ay todo lo qxxe auian menester, e fue- peña, que le fizo saltar los meollos por las
ron alegres, y aparejaron de cenar con gran orejas. E Tristan paro mientes a su braco, e
alegría, e folgaron aquella noche, e quando sentía gran dolor que lo sacaua de seso, y
el dia fue venido, Tristan e Grorualan se fue- entretanto llego Grorualan, y dixole: «Señor,
ron a caca e tomaron mucha. Y estuuieron ¿como estays assi». E Tristan dixo: «Sabed
en aquel vicio ocho dias; y vna noche Tris- que so malamente ferido de vna saeta que
tan e la reyna dormian, e Tristan soñaua este mal escudero que aqui esta muerto me
que corria vn ciervo y que le diera vn gran tiro, e yo creo que es emponcoñada, y este
golpe, assi quesentiera gran dolor; y de aquel dolor me trae a la muerte». Y Gorualan lo
dolor comenco a dar bozes entre sueños, e a conorto lo mejor quel pudo, y atole la he-
dezir: «¡Ay, ay!» E quando la reyna lo oyó, rida, y caualgaron, y todavía se sentía mas
despertó e dixo: «El mi señor ¿que aueys que del dolor de la poncoña, y tanto le clolia, que
assi days bozes?», e comencolo de abracar, y cayo del cauallo, e Grorualan lo comenco a
el contole el sueño que soñaua, y ella dixo que conortar, y dixo: «Por Dios, señor, conor-
no era sino todo vanidades; e tornaron a dor- taos hasta que seamos en nuestra possada,
mir, e Tristan comenco a fazer aquel mesmo que yo otras feridas os he visto y no fazia-
sueño, e comenco a dar mayores bozes que de des tantas ansias, y mi señora catarvos ha».
primero, e la reyna lo conforto, e dixo: «Ay, Y Grorualan le lleuo todas las armas, y fue-
amigo Tristan, no os desmayeys». E Tristan ronse poco a poco fasta la casa de la sabia
dixo como era tornado aquel mesmo sueño, donzella.
y estuuieron assi. E Tristan se leuanto, e
Grorualan, e fueron a capa por la floresta, e
era ya passado el medio dia, y no pudieron XXXYII
fallar caca ninguna. E Tristan echo el fal- De como la reyna Yseo fue tomada de la torre
con e fuese dellos muy lueñe, e Tristan e a donde estaua y fue puesta en prisión.
Grorualan buscauan el falcon e no lo podian
fallar, e alexose el vno del otro, e Tristan
se metió por vna selua, y llego a vn buen Dize la hystoria que el dia mesmo que esto
prado donde auia vna fuente, y descaualgo acontescio a Tristan, que el rey Mares salió
alli y echóse a dormir de yuso de vna som- de la cibelad con muchos caualleros armados
bra de vn árbol que estaua a cerca de la por miedo de Tristan, e vinieron aquella par-
te a la casa de la sabia donzella, E andando
DON T R I S T A N DE L E O N I S 389
assi, encontraron vn pastor, y el rey hizole tra hazienda y ella dezirlo ha a la reyna, y
venir delante, y dixole si auia visto por allí ella embiara vnguento con que saneys, e, si
passar vn escuelero y vn cauallero y dos due- quisierdes, con vuestras gentes bien podres
ñas; e el dixo: «No, señor, mas aqui cerca dar guerra al rey Mares. E esperad vos que
ay vna casa en que ay vn cauallero y due- venga alguna auentura, que vos podres co-
ñas» . T entendió el rey que era Tristan, e brar a la reyna Yseo, por que os ruego que os
fizo ayuntar toda su caualleria y fuese para conforteys e no desmayeys». E Tristan dixo:
alia, y quando fueron llegados, el rey mando «Amo señor, sienpre me consejastes e me
que todos entrassen dentro y matassen a Tris- aueys ciado buen consejo, eyo haré todo aque-
tan, y traxessen a la rey na y a la mala don- llo que vos quisierdes. Mas, cierto, yo sufro
zella presas. Y en esta casa auia vna torre tanta pena desta ferida, que jamas me pare-
fuerte y los caualleros subieron por la esca- ce que sofri». E luego entraron en la casa, e
lera diziendo palabras villanas a Tristan. Y Grorualan le aparejo la cama e guisóle de
quando la reyna entendió el ruydo de los comer; e Tristan no podia comer ni podia so-
caualleros, comenco a decir: «O falsos caua- frir el dolor y estuuieron aquella noche en
lleros traydores, ¿aun aqui soys venidos por gran pena. E quando la mañana fue venida,
dezir palabras villanas? Por la mi fe, que Grorualan se leuanto e aparejo los cauallos, e
vosotros lo pagareys». Y comenco a dar bo- fueronse por su camino, e Tristan yua des-
zes, y a dezir: «Salid, salid, Tristan, fuera, armado, que apenas se podia tener en la si-
y metedlos a todos por el filo de la espada». lla, e Grorualan le lleuaua todas sus armas.
Y esto clezia la reyna por meterles miedo; E -juando fueron a la puente de Tintoyl, des-
mas no le valió nada, que fue presa ante el caualgaron, y Tristan se echo en la yerua, y
rey. Y el rey, quando la vio, plugole mucho, estando ellos alli, fue ventura que passaua
e pregunto por Tristan, y ella dixo que no vna donzella que era de la corte y venia de
sabia del. Y luego el rey mando que pusies- vn castillo que auia nonbre Cornezino, y ella
sen a la reyna en vn palafrén y a Brangel queria entrar en la cibdad, e Tristan le salió
en otro, y anduuieron quanto pudieron por tal delante, e dixole: «Donzella, vos seays bien
que Tristan no les alcancasse. Y en tanto que venida»; y ella le torno las saludes; e Tristan
fue llegado a la cibdad, puso la reyna en pri- dixo: «Donzella, por amor de mi hazedme vn
sión en vna torre alta, e no quiso que nin- mensaje, que vos vayays a Brangel a la corte
guno tuuiesse la llaue sino el, y dauanle a co- esconclidamente, e dezilde que yo estoy aqui
mer por vna finiestra. E después ñzo prego- malamente herido, e que me traya alguna
nar que ningún hombre acogiesse a Tristan medicina de la reyna, si no, yo muerto soy
so pena de muerte. de dolor». E la donzella le ouo piedad e dixo:
Entre tanto Tristan e Grorualan llegaron a «Señor, yo lo haré de voluntad, e yo soy
la torre con gran dolor que auia, e vieron triste de vuestro daño; mas sabed que la rey-
toda la yerua hollada de los pies ele los ca- na es presa, e non osa hablar con ella ninguna
uallos, e no vieron a nadie a las flniestras. persona, y el rey mesmo tiene las llaues; em-
Dixo Tristan: «¡Como he yo miedo que alte- pero, por amor de vos, yo haré quanto pu-
mos recebido mayor daño que mi ferida, diere» . E luego la donzella se fue por su ca-
que creo que a mi señora la reyna nos han mino para la cibdad, e Tristan quedo triste
llenado!» E luego Grorualan entro en el pa- de aquello que oyó, y entonce le doblo el do-
lacio e busco quanto auia, y no hallo dueña lor. E la donzella, desque fue en la cibdad,
ni donzella, mas no hallo menos de las otras esconclidamente, porque no la viesse Aldaret,
cosas. E Grorualan se torno para Tristan, aquel que los auia metido en aquel mal, ella
y dixo: «Señor, sabed que mi señora la se fue en la sala clel rey, e tomo a Brangel
reyna nos han llenado». E Tristan comenco por la mano, e dixole: «Amiga, maldita sea
a hazer gran duelo, y cayo ele cauallo en tie- la hora que aquella mala donzella vino en la
rra amortesciclo, e Grorualan comenco a llo- corte, que ha desonrrado los mejores dos
rar, que pensó que era muerto, e Grorualan amantes que son en el mundo, e sabed que
comencolo a conortar, e dixole: «Señor, no so mensajera de Tristan, que esta a la puente
os conuiene de poner mal coracon, antes os de Tintoyl, e contome como estaua malamen-
conuiene de conortar, que si mi señora vos te herido en el braco de vna saeta emponco-
es lleuada y metida en prisión, pensar de- ñada, y embiaos a dezir que el es muerto si
ueys que Brangel os la seruira. E por esto no le embiays a dezir que haga, o si no le
nos vamos a la puente de Tintoyl, e por al- embiays alguna medicina por que el pueda
guna persona embiaremoslo dezir a Bran- guarecer». E Brangel dixo que ella faria
gel, si es en la corte, e hazerle hemos saber todo su poder. Ella aparejóse vna mañana, e
que estamos alli; e dezirle hemos toda nues- caualgo en vn palafrén escondidamente e
320 LIBROS DE l
fuesse p a r a l a puente de Tintoyl, e Tristan, lieron del puerto de Tintoyl. E quando don
quando la vio, fue el mas alegre hombre del Tristan se vio quinze millas de mar. co-
mundo, e Brangel comenco a llorar e a dezir: menco a pensar en el amor de Yseo, e lloro
«Señor, mucho so triste de vuestro mal»; e muy fuertemente, e si no le fuera verguenea,
Tristan dixo: «¿Traesme algún vnguento?» el ouiera fecho tornar la nao; mas la nao
Ella dixo: «Señor, no, que mi señora la rey- hizo su viaje, e diole Dios tan buen tiempo,
na es presa en vna torre, e no puede con ella que en ocho dias llegaron al puerto de la
hablar persona del mundo, saluo el rey, que pequeña Bretaña. E quando la nao fue al
tiene las Uaues, e yo, señor, no soy maestra puerto, Tristan llamo al patrón e diole vna
que vos pueda dar consejo». É Tristan comen- copa de oro, y el patrón la tuuo por mucho,
90 a. llorar, y del dolor cayo en el suelo amor- e púsolos en tierra e a todas sus cosas, e
tecido, jrdesto Brangel ouo piedad, e comen- fizieron ensillar sus cauallos y caualgaron
polo de conortar, e dixole: «Señor, vos no muy bien armados, y preguntaron que tanto
deueys tener tan mal coracon ni deueys des- auia fasta la cibdad, y el patrón dixo que
m a y a r , ante os deueys conortar, e si vos quinze millas, e dixo que la cibdad auia
nrurierdes, jamas estareys con la reyna, e nombre Corel, y el patrón fue con ellos hasta
si guareceys, avn por tienpo podreys estar que los puso en el camino, y encomendólos
con ella». «Cierto, dixo Tristan, yo confor- a Dios e tornóse para su nao. E Tristan y
tarme he de voluntad, mas no se donde falle Grorualan se fueron para la cibdad; Tristan
maestro que me guarezca». E Brangel le dixo: dixo a Grorualan: «Amo, agora es menester
«Vos os deuriades yr por el mundo, y en que tengays celado mi nonbre». E quando
alguna tierra fallareys quien vos de sano, fueron llegados, vieron toda la gente arma-
que yo he oydo muchas vezes que en la pe- da, assi como gente que esperaua batalla, e
queña Bretaña. ay vn rey, el qual ha vna vieron gentes por los muros, e a la puerta
fija que es la mejor maestra del mundo, e vieron gran caualleria, e de fuera grand
mejor que mi señora la reyna, e yo conseja- hueste, e Tristan fuesse para la caualleria e
ros ya que fuessedes para alia, e, si a Dios demando por el rey, y ellos demandaron que
plaze, ella os sanara». T en esto se acorda- cauallero era. Dixo el: «Yo soy cauallero
ron Tristan e Grorualan, y Brangel rogo a estraño y de luenga tierra». E luego le mos-
Tristan que enbiasse cartas a su señora la traron al rey, e Tristan se fue para el, e hu-
reyna, e Brangel se torno a la cibdad con millóse y besóle la mano, y el rey le torno
cartas e con señales de Tristan, y a la reyna las saludes e Tristan le dixo: «Señor, yo
plugole mucho con las cartas, E lleuo a Tris- so cauallero estraño y de luenga tierra, y
tan gran auer, y encomendólos a Dios lloran- soy herido en el braco siniestro, e soy ve-
do, y dezia: «¡Ay de mi, mezquina, que yo nido en vuestro reyno a Dios e a vos, que
fue culpante entre estos dos amantes, porque me hagays curar, que me dizen que vna
yo dexe las- llaues a Grorualan del breuaje vuestra hija es gran maestra». E el rey le
amoroso!». Y después desto dezia: «¡O rey dixo que caualgase en su cauallo, e rogóle
Mares, maldito seas, que por palabras de Al- que alcasse la visera del yelmo, e Tristan la
daret has metido en desonrra a las mejores leuanto. El rey, quando lo vio, plugole mu-
dos personas del mundo!». Y ella tornóse cho con su vista e dixole: «Cauallero, vos
para la corte muy pensosa e triste. seays muy bien venido, e si a Dios plaze,
ayna sereys sano». Y el rey hizo recoser su
gente porque era tarde, y todos se entraron
en la cibdad y desarmáronse y fueronse to-
XXXVIII
dos a cenar. E quando ouieron cenado, hizo
De como don Tristan e Gorualan se fueron el rey venir delante si a su hija e dixole:
al puerto de Tintoyl, y entraron en vna «Hija, ruegovos que este cauallero me de-
nao, y fueron a la pequeña Bretaña. xeys sano e guarido lo mas ayna que pudier-
des, porque en su parecer, persona de me-
recimiento parece». Y la donzella recibió a
Díze la hystoria que don Tristan e Gorua- ' Tristan e dixole que ella haria todo su po-
lan caualgaron en sus cauallos y fueron al der; y lleuo la donzella a Tristan e a Grorua-
puerto de Tintoyl, e hallaron ende muchas lan a vna cámara, e fizo a Tristan desarmar,
naos e vna dellas yua a la pequeña Bretaña. y católe la llaga e dixo: «Cauallero, avnque
E don Tristan hablo con el patrón, e pro- la llaga sea emponcoñada, sed seguro que
metióle que le daria por el, e por Grorualan, ayna sanareys». E púsole muy buenos vn-
e por dos cauallos, diez doblas de oro, y el guentos e hizole acostar en la cama, y ella
patrón se tuuo por muy bien contento, y re- tornóse a sus donzellas; e Tristan durmió
cogiólos en la nao, e la nao hizo vela, e sa-
DON T R I S T A N D E L E O N I S 391
aquella noche bien, e quando vino el clia, mano malamente ferido, e si el puede entrar
que el sol fue alto, la donzeila se fue para en la cibdad, todos somos puestos a cuchi-
Tristan e miróle la llaga, e alli conoscio que llo, y de vuestras carnes faran gran justi-
era emponcoñada e dixole; «Cauallero, con cia, por que yo querría ser antes muerto que
la voluntad de Dios ayna sereys sano»; e no biuo». T la donzella conienco de llorar
púsole tal medicina, que a los veynte dias por Quedin, que estaua herido. Y quando
fue sano, y estando assi, el rey se aparejo esto passaua, Tristan estaua ya sano, e fue
para yr contra vn su sobrino que era conde tal dicha que Grorualan estaría en lugar don. •
de Egypta, y ordeno que vn su fijo, que de oya estas palabras y el llanto que el rey
auia nombre Quedin, quel ouiesse la delan- fazia, y pensó cosa que jamas en su vida
tera, y el rey su padre fuese en la recaga, pensó, e fuese para el rey, e dixole: «Señor,
•e hizo sus huestes aparejar delante la cibdad no tonieys pesar, e tomad el mi cauallero,
y fuesse sobre su sobrino, que era en vna que os defenderá de aquesta auentura». El
cibdad que auia nonbre Egypta. y el puso rey se inarauillo, e dixo quien era el caualle-
sus tiendas e su hueste, y estando vn dia que ro, y el dixo: «Sabed quel que vuestra hija
auian. de conbatir, el conde hizo aparejar sano de la ferida del braco». Y el rey paro
sus gentes e luego paro mientes en la hueste mientes en aquellas palabras, y esforoose v a
del r e y , y el conde mando pregonar por poco del pensamiento que tenia, e luego el
la cibdad que todo hombre de cauallo y de pie rey caualgo e fue por la cibdad. E hizo ar-
tomasse armas para yr contra el rey, e luego mar toda su gente, porque el conde se apa-
fue hecho su mandado, e fueron todos sobre rejaua para conbatir la cibdad, e Grorualan
la hueste del rey. E qüanxlo el rey vio al se fue para Tristan, e dixole: «Señor, yo os
conde, fue triste e ouo miedo, e cornencose a ruego, por amor de mi, que vos querays
llamar mezquino e catiuo, «que en mal punto auer piedad del rey e de la donzella que os ha
crey a mis caualleros que me han fecho estar guarido, que mucho faze gran duelo por el
aqui, e agora viene el conde sobre mi con daño que han recebido, que no piensan que
mucha gente, e bien se que no me puedo par- han de escapar sus personas». E contole la
tir de aqui sin gran daño» . T en tanto se van fabla. «E por esto, señor, vos ruego que fa-
ferir las dos huestes, y Quedin el hijo del gays vuestra caualleria en este punto, que
rey fue herir al conde y el conde a el, e esta es la primera cosa que os he rogado,
dieronse tan gran golpes, que los fierros de que gran duelo he dello». Tristan dixo:
las lancas entraron por las carnes, y de aque- «Amo, mayor cosa que esta me deuriades
Ua vez cayo Quedin en tierra. E el rey vos rogar, que esto no lo he de hazer por
quando vio a su fijo en tierra, fue alia, e fizo ruego, que honrra es mia; por ende tenedme
tanto por fuerca de armas, que fizo a su hijo aparejadas las armas y el cauallo, que al
subir en su cauallo; después dixo: «Hijo, punto de la batalla yo pueda salir fuera». E
pensemos de recojer nuestra gente». Luego luego Tristan salió del palacio, e fuese a
Quedin y el rey e los caualleros comentaron andar por la cibdad, e oyó el llanto que fa-
de fuyr. zian las gentes por las calles y plagas; e su-
bióse al muro de la cibdad e vio fuera toda
XXXIX la gente del conde, aparejada para dar bata-
lla. E Tristan dixo entre si: «Mal parece
Como el conde venció al rey y a toda su gente. que yo sea cercado en este lugar» , E tornóse
para el palacio, e luego se armo e subió en
su cauallo. Grorualan fue con el fasta fuera
Quando el conde vio esto, mando que todo
de la cibdad, e fallo Tristan al rey con su
hombre lo siguiese, y que no escapasse nin-
caualleria, e dixole: «Señor, fazed armar a
guno, e comenco de y r em pos del, y fueron
grandes y pequeños, e fazed subir a las
en alcance del hasta en la cibdad, e quando
criaturas y los viejos altos en el muro, e a
fueron dentro, el rey mando cerrar las puer-
los otros cerca de vos, y dexacl caualleria a
tas de la cibdad, e cornencose de llamar mez-
la puerta, que oy faremos tanto, si a Dios
quino y catiuo, por el mucho daño que auia
plaze, que venceremos aquellas gentes». Y
rescebido; y el conde, quando vio que el rey
el rey se inarauillo, e dixole: «Señor caua-
era vencido, junto todas sus gentes y reco-
llero, ya fuera racon de os lo auer rogado
gieron el campo, e quando la batalla fue fe-
que en esto vos quisiessedes poner, pero re-
cha, el rey se torno en su palacio y entro en
celando como no os ouiesse en cosa honrrado
la cámara de su hija, por saber que seria la
después que estays en mi corte, por no auer
herida de su hijo Quedin, e dixo: «Ay mi
lugar, no lo rogue. Pero agora, pues en tan-
fija, como soy desbaratado, y he perdido
to bien e honrra como a mi clesto viene os
muy gran parte de mi gente, e vuestro her-
892 LIBROS DE ( AIJALLERIAS
poneys, tienpo verna que lo agradeceré, e la langa le metió por los pechos que cayo
yo fare todo lo que uos quisiessedes». Y el en tierra muerto, e tornáronse atrás, e Tris-
rey fizo assí como Tristan le auia dicho; e tan y los otros tornaron a la puerta, e alli
Tristan dixo: «Seguidme y dadme acorro, e fue la batalla marauillosa, que las gentes
no ayays miedo, que, con la voluntad de cayan en las cauas por entrar en la cibdad; e
Dios, serán oy vencidos y muertos». T en- Tristan saco la espada, e corto las cuerdas de
tonce ajunto toda la gente de pie y a los de la puente leuadiza, e dixo: «Adelante, ade
cauallo, e tomo su lauca, j miro por el con- lante, caualleros». E alli veriades langar lau-
de e toda su gente, e dixo el conde: «Aquel cas e quebrantar escudos, e caualleros caer; e
cauallero no es desta tierra, quel no saldría Tristan tomo la langa, e vase para la caua-
tanto adelante, que he miedo que sea por lleria de la cibdad, e dio en ellos, e abrió vn
nuestro daño». Luego el conde boluio su ca- portillo, e tantos quantos alcangaua, tantos
uallo contra Tristan, e Tristan, quando lo clerribaua muertos, e tanto fizieron aquella
vio venir, abaxo su langa e fuesse para el, e hora, que entraron en la cibdad por fuerea
diole tal golpe, que la langa le metió por los de armas, e quando la cibdad fue entrada,
pechos y dio con el en tierra muerto; e fue Tristan dixo al rey que mandasse pregonar
ferir en el tropel de los caualleros, que ante que no uiatassen mas de los que eran muer-
que quebrase la langa derribo veynte cana- tos, e luego fue fecho su mandamiento, e
neros, y el rey e sus caualleros fueron a . quando la gente oyó aquel pregón, agrades-
ayudarlo; e la gente del conde, quando vie- cieronlo mucho a Dios porque los auia esca-
ron su señor muerto, comencaron de fuyr pado, y el rey y Tristan entraron dentro de
para la cibdad, y el rey e Tristan fueron la cibdad, e fueronse al palacio, y estuuie-
para tras ellos e hizieron gran, mortandad, e ron alli con gran allegria ellos e su gente.
aquellos que fuyan yuan tan rezio, que no Dize la historia que quando la hija del
atendían vno a otro, y ellos los siguieron rey oyó las cauallerias que Tristan hazia,
fasta la cibdad de Egypta. E quando los de fue allegro ella e toda su gente, e dixeron:
la cibdad vieron su gente desbaratada, fue- «Bendita sea la ora que aquel cauallero vino
ron tristes, y Tristan dixo: «Señor, mandad a esta corte, que nos ha escapado de muer-
que toda la gente este queda>. E luego fue te». E fuese para Quedin, que estaua flaco,
fecho lo que mando Tristan. e fue alegre quando supo quel conde era
muerto y que auian tomado la cibdad; dixo:
«Bendito sea aquel cauallero, que todavía
XL me plazia de sus hechos, e dentro de mi co-
ragon lo quería gran bien».
De como don Tristan entro e tomo por fuerea E dexemoslo estar e tornemos al rey e a
de armas la cibdad de Egipta, que era del clon Tristan, que vn día dixo Tristan al rey:
eonde. «Señor, embia vuestros mensajeros por toda
esta tierra del conde, que os vengan a hazer
Ellos estando assi esperando y recogiendo omenaje saluos y seguros, e q u e vengan a fa-
toda la otra gente, aquellos de dentro leuan- zer lo que quisierdes, so pena de la vida e
taron por señor vn muy valiente cauallero, e hazienda». Luego el rey lo mando pregonar
aquel mando que presto se aparejassen todos por toda la tierra, elas gentes fueron alegres
muy bien, para salir fuera contraía gente del por estas nueuas, e fizieron su mandado, y el
rey. E luego fueron todos fuera de la cibdad rey ordeno adelantado en la tierra, e ordeno
armados, e todos estauan como vassallos sin lo mejor quel pudo por la tener pacifica, y
señor, que no fazian nada por el cauallero, e estuuo alli quinze días, e partieron de alli el
Tristan dixo al rey: «Señor, por aquel ca- rey e Tristan e toda la gente, e tornóse a su
uallero se perderá oy la gente de la cibdad». tierra, e quando el rey ouo descaualgado,
T el dixo: «Assi plugiesse a Dios». E T r i s - fuesse para su hijo Quedin y para Tseo, y el
tan dixo: «Pues seguidme, e vereys que yo rey los vio con gran plazer, e Quedin era ya
haré tanto de armas, que quebrare las ba- leuantado, y recibieron al rey e a Tristan
rreras de las puertas, e no las podran leuan- con gran honrra, e hizieron gran alegría
tar ni cerrar, y entre tanto vosotros entrad por toda la cibdad. E vn dia el rey e todos
en la cibdad e non ayays miedo, e seguid- los de la corte, estando en el palacio, dixo el
me, que fare tanto que no escapara ninguno rey a Tristan: «Buen cauallero, yo conozco
biuo». E Tristan tomo su escudo, e todas aqui ante todos que vos me aueys fecho rey
las otras gentes lo syguieron, e fueron a fe- e me aueys cobrado mi reyno que auia cerca
rir en la gente de la cibdad; e Tristan dio de perdido. E por esto yo quiero que vos
tal golpe a su señor que tomaron nueuo, que seays señor de mi reyno, e tomeys aquel
DON T R I S T A N DE L E O N I S 393
condado que vos ganastes, e yo confirmarvos- e caualgaron, e tornáronse en la corte e co-
lo he con toda su gente». Tristan le dixo: mieron con gran alegria. Quedin se fue para
«Señor, muchas gracias vos ago yo, que no el rey, e dixole: «Señor, yo fue a folgar con
quiero vuestro reyno ni vuestra tierra, ca yo Tristan», e contole todo como auia passado,
no vine aqui por desheredaros, que avnque «e por esto querria, si vos pluguiesse, que
me veys assi. en abito de vn cauallero an- mi hermana que ge la diessedes, que a mejor
dante, otras cosas auria si las quisiesse». cauallero ni mas alto no la podeys dar»; y
«Seilor cauallero, dixo el rey, yo quiero que desto fue el rey alegre, e dixo que le plazia;
vos seays señor cíe aquel condado que ganas- e dixo Quedin: «Yo ge la he otorgado, si
tes, que mucho bien lo mereceys». B Tris- vuestra merced es contento». El rey dixo:
tan dixo que lo recibia y que se lo tenia en «A mi píaze, e hago gracias a Dios de tama-
merced, e todos se touieron por pagados con ña merced como me ha hecho». Y el rey se
el. Y el rey y toda la gente le rogo que les fue para el palacio, e tomo a Tristan por la
dixesse su nonbre. «Sabed, señores, dixo el, mano e dixole: «Tristan, marauillome de vos,
que yo he nombre don Tristan de Leonis, so- que erades señor de mi corte, y erades ena-
brino del rey Mares de Cornualla». E quando morado de mi hija Yseo, e sofriades tan gran
el rey supo que era don Tristan de Leonis, pena por su amor, porque vos no me lo de-
fue mucho mas alegre, e hazianle mucha ziades»; e Tristan dixo: «Yo esperaua tien-
honrra e fiesta. Y el rey e Tristan y Quedin po oportuno para que vos lo pudiesse dezir»;
fueron a holgar vn dia ribera de la mar, e y el rey le dixo: «Yo vos la do por muger», e
Quedin y Tristan comencaron a fablar en diole el guante. Tristan lo recibió y ge lo
fecho de amor, e Tristan se acordó de Yseo tuuo en merced, e passada aquella noche,
la branda, e dixo Quedin: «Sabed que en la quando vino la mañana, se leuanto, y el rey,
corte era yo enamorado de vna dueña la mas e Quedin, e toda la corte. El rey fizo venir
fermosa del mundo, y es fija del rey, e por todos los caualleros, e dueñas, y donzellas,
su amor he hecho muchas cauallerias e hago al palacio, y el rey se leuanto en pie, y Que-
oy dia»; e contole muchas cosas de lo que din su hijo, e llamaron a Tristan, e Grorua-
auia passaclo por ella. Mientra andaua assi lan, al qual plazia mucho dello, que sabia el
sospiro Tristan, e dixo: «¡Ay señora Yseo, que la vida de Tristan en aquello se ganaua,
como muero por vos!» Assi como la nonbro, e fizieron venir a Yseo ante ellos, y el la
cayo en tierra amortecido; e Quedin, quando tomo por la mano, e dixo a Tristan: «Pues a
esto oyó, entendió que lo auia dicho por su Dios e a vos plaze de querer mi hija por mu-
hermana Yseo, qxiel pensaua que no auia ger, yo vos la do que vos seays señor della,
otra Yseo sino su hermana, e dixo entre si para fazer della lo que a vos pluguiere». E
mesmo; «Si Tristan quiere a mi hermana, yo toda la gente e Yseo fueron alegres, e fizie-
ge la daré de voluntad si la quiere por mu- ron grandes cortes por toda la tierra, y esta
ger o por amiga, que yo mas amaria que ella fiesta duro quinze dias, e quando vino la pri-
fuesse muerta cient vezes que no Tristan mera noche que Tristan auia de dormir con
ouiesse tan gran pena»; e descaualgo, e co- la infanta, entróse en la cámara, e fallo ay
nortolo tanto, que Tristan acordó y torno en dueñas e donzellas que se auian acostado en
su seso. Luego Quedin dixo: «Señor Tristan, la cama ele Yseo, e salieron todas de la cá-
desto me hago marauilla, de que vos e yo mara, e Tristan quedo con su muger, y echó-
somos tan amigos e tenemos tanta conuersa- se con ella, e comencola de abracar y besar,
cion en vno, e avn mas que soys señor de la y no le quiso fazer al; y el querria passar a
corte e sofris tan gran mal por mi hermana; ella, y el cor acón le fue luego a Yseo la
¿por que no me lo deziades? ca yo querria branda, e eomencose todo a estremecer, e la
que fuesse muerta cient vezes ante que vos voluntad ke le boluio, e dixo entresi: «Si yo
passeys ningún mal, e yo os la doy, que he que fazer con esta donzella, luego porne
seays señor della a vuestra voluntad». E en en oluido la reyna Yseo ía brunda, que ha
esto Tristan pensó, e dixo entre si mesmo: sofrido tantas penas por mi, e seré tenido
«Si tomo aquesta por muger, yo saldría de por falso enamorado de todos los caualleros
gran cuyta; si pongo por oluido aquella due- que tienen don de amor, e aquesta no cuy-
ña, no perderé nada, antes ganare honrra e dara que otro juego aya entre el honbre e l a
dueña; e si aquella es fermosa, esta es fer- muger sino de abracar y besar, y esta vida
mosa, e si aquella es fija de rey, esta es fija quiero yo fazer fasta que venga otra auentu-
de rey. E assi la puedo yo bien oluidar por ra» . E Tristan estuuo assi abracándola y be-
aquesta»; y en esto se acordó e dixo: «Ami- sándola, que otro juego no le fizo, e la don-
go Quedin, si vos me la days, yo la tomare zella se tuuo por bien contenta, porque ella
de voluntad». Luego Quedin ge la prometió, cuydaua qne no auia otra razón en el honbre
394 LIBROS DE CABALLERÍAS
e la muger ('); y estuuieron aquella noche mejores caualleros del mundo, que es don
en solaz, e quando vino la mañana, Tristan Tristan, sobrino del rey Mares. E sabed que
se leuanto, y el rey se leuanto muy alegre, e es sano e biuo, y es en la corte del rey Oel
dixo: «Cierto, Tristan, yo auia dos ñjos, e de la pequeña Bretaña, e ha a [Yseo de las]
gracias a Dios que agora he tres; el vno soys blancas manos tomado por muger». E quan-
vos, y el otro es Quedin, e la otra Yseo, e do el rey oyó aquellas nueuas, fue muy ale-
por esta me parece que os pertenece coro- gre porque supo que era biuo; e Langarote
na. E quiero que vos seays señor de mi corte delLago e otros muchos caualleros fueron ale-
y de toda mi tierra, assi como buen cauallero gres, e de otra parte tristes, porque auia to-
y de alto linaje que soys». Luego se leuanto mado muger, e fizieron cuenta que jamas tor-
Tristan, e dixo al rey: «Muchas gracias y naría a aquella tierra; y estaua ende vn ca-
mercedes, que tanto me aueys dado, que por uallero que auia nombre Lambagues, que
todos tiempos seré a vuestro seruicio, que era de Cornualla, marido de la dueña del La-
vos soys de hedad de ser rey, y después de go del Espina, que no quería bien a Tristan.
vos vuestro hijo Quedin, que es valiente ca- E dixo entre si mesmo: «Pues que Tristan
uallero»; y el rey dixo: «Tristan, yo quiero ha tomado muger, jamas tornara en Cornua-
que vos seays señor de mandar y de vedar lla, e por esto so yo alegre». B dixo: «Estas
en todo mi reyno, como buen cauallero que nueuas quiero yo lleuar el rey Mares, su tio».
soys». Luego Tristan dixo: «Señor, muchas E luego partió de la corte e llego a Cornua-
mercedes a vos». E todos los caualleros lla, e fuese ante el rey e dixole: «Señor, nue-
loaron las cortesías del rey e de Tristan, e uas vos trayo, las mejores que nunca oystes».
estuuieron assi en gran plazer, e a cabo de E el rey dixo: «¿Que nueuas?» «Señor, yo vos
vn gran tienpo vn cauallero del reyno de trayo nueuas de vuestro sobrino Tristan, que
Londres, el qual auia nonbre Lanbrojesin, es sano e alegre en la corte del rey Oel de la
llego en aquel reyno, y entro en la corte del pequeña Bretaña. Mas creo que nunca lo ve-
rey y estuuo ay holgando siete dias, e an- rey s, quel ha tomado por muger vna hija del
dando por la ciudad vn dia encontró con rey Oel, que ha nonbre Yseo de las blancas
Tristan, e mirólo mucho, e católe en la cara, manos». El rey fue triste en que supo que
e supo bien que aquel era Tristan, e llamo era biuo, e fue muy alegre en que supo que
vn donzel e dixole: «Dezidme, ¿aquel caua- auia tomado muger, por la qual razón enten-
llero es honbre desta tierra?» Y el dixo: dió que no tornaría mas en su corte; porque
«No, antes es cauallero estraño, e ha nombre la gente toda quería bien a Tristan, el rey
Tristan, y es el mejor cauallero del mundo, hizo semblante que quisiera que Tristan fue-
que por tuerca de armas mato al conde de se eu su corte, mas no de coracon. E vn ena-
Egypta, y es el conde de su tierra, e ha to- no que ay estaua, como entendió esto, se fue
mado por muger a Yseo de las blancas ma- al pie de la torre donde la reyna estaua, e co-
nos, hija del rey. E por aquel somos escapa- menco a llamar en altas bozes: «Señora, nue-
dos de muy cruel muerte»; y el cauallero fue uas os trayo que vos sereys oy fuera de pri-
mucho marauillado, e partióse luego de alli; sión; sabed que Tristan no tornara mas en
e fuesse para Camaíot a la corte del rey Ar- aquesta tierra, quel ha tomado por muger a la
tur, por le contar las buenas nueuas de don fij a del rey Oel de la pequeña Bretaña». E la
Tristan de Leonis. reyna dixo: «¿Quien te ha dicho estas nue-
uas» . El enano dixo: «Un cauallero que ha
nonbre Lambagues, que es venido de la cor-
XLI te del rey Artur» . E la reyna no lo quiso
De como pareció ante el rey Mares de Cor- creer, porque ella sabia que Lambagues no
nualla vn cauallero, e le dixo nueuas en co- quería bien a Tristan. E no tardo mucho quel
mo- Tristan era casado con Yseo de las rey no abrió la torre a la reyna, e tornóla a
la corte con sus dueñas e donzellas, como
blancas manos.
solia estar. E con la reyna ouieron todos
muy grande alegría y plazer, e desto fue muy
Dize la historia que quando el cauallero alegre Brangel, e de otra parte muy triste era
fue llegado a la corte del rey Artur, dixo al en su coracon, porque entendía que no tor-
rey: «Señor, nueuas vos traygo de vno délos
i1) La noyela en prosa francesa dice así: toute perdu la voullonté da surplus faire. Oeste
«Tristan se coucha avec Yseult. Le luminaire ar- Yseult est devant luy, et l'autre est en Cornouailles,
doit si cler, que Tristan pouvoit bien voir la beauté qui luí deffend si cher eomme il ayme son corps, que
d'Yseult. Elle avoit la bouche Manche et tendré, yeux á ceste Yseult ne face chose qui a villenie lui tourne.
verds. rians, les sourcils bruna et bien assis, la face Ainsi demeure Tristan avec Yseult sa femme; et elle,
clére et vermeille. Tristan la baise et accole; et quant qui d'autre sotilas que d'accoller et baiser ne savoit
il lui souvient de la reyne Yseult de Cornouailles, si a rien, s'endort entre les bras de Tristan».
DON T R I S T A N DE L E O N I S 395
naria mas Tristan eli Cornualla. E a cabo de j piensas tu que no podían en algún tiempo to-
pocos dias, la reyna tomo por la mano a Bran- mar de ti venganoa las mis ansiadas quere-
gel e dixo: «Ya veys que nueuas a y de Tris- llas? Mas torna tu, Tristan, e acorre a la tan
tan e que el ha tomado muger, por que el no atribulada reyna Yseo la brunda porque no
tornara mas en esta tierra. Sabed que jo no acabe de perecer, ca, por cierto, nías gran
puedo creer tales nueuas». E dixo: «¡Ay mez- dolor e mal he auido después de las nueuas e
quina.1 ¿Como yoy tan engañada que por vna salida de la cárcel quel rey me tenia, que en
pena que en la prisión sufria, aquestas nue- dos años que he estado dentro; e piensa en ti,
uas me han hecho sufrir muchas? ¡Ay mez- Tristan, que tan entrañable amor assi troca-
quina! ¿Por que me alegraua yo por ser Tris- do nunca de Dios se perdono. E tu en todos
tan noble e virtuoso e esforeado y de gesto los peligros seras temeroso, ca fara la culpa
luzido? Pues la su nobleza e caualleria a mi en ti silla de miedo (*); e si pudiesse dexar
auia tanto de dañar; e si verdad es, yo mes- passar la braueca del tienpo, yrme ya fazien-
illa me quiero dar la muerte, e ruegoos que do a la nueua tristura, e quieres que, con in-
ayays merced e piedad de mi». E Brangel di- fernal rauia, aya de hazer cosa que, en no
xo: «Señora, yo soy aparejada para vuestro cumpliendo mi clesseo, acarree mi desastrada
mandado». É dixo la reyna: «Pues, por amor muerte; e vista, ven e sacarasme de tanto
de mi, vos yreys a la pequeña Bretaña e le- dolor; e embiote a Brangel porque mas celado
uareys de mi parte vna carta a Tristan, e sa- fuesse mi padescer, e saludadme a Grorualan
bremos si esto que se dize es verdad». Y ella del que soy enartada».
le dixo: «Señora, de buena voluntad yre». E desque la carta fue fecha, dixole: «Mi
E luego la carta fue fecha, e la carta dezia amada donzellá, aparejaos de yr honrrada-
assi: mente. E luego hizo aparejar su palafrén bien
«Tristan, hijo del rey Meliadux: Yo, la sin atauiado, e aquello que auia menester, e hizo-
ventura Yseo la brunda, a ti salud, si el cabo le cobrir vn rico manto de seda, e diole vn
de las cosas la acarrear puede. Tristan, ale- honbre que fuesse con ella, que era sordo e
gróme e plazeme que todavía crescen los tus mudo de su nascimíento, e la reyna le hizo
loores en proeza, tus grandes e gloriosos he- castrar, según dize el historiador, por tal que
chos. Mas yo soy triste e muy cuytada por oyr no fiziesse cosa que en daño viniesse a la don-
nueuamente el ensuziamiento del tan limpio zellá ni le oyesse cosa que ella dixesse, ni la
amor, y el perdimiento del prez e honrra de dezir pudiesse; e luego se despidió la donze-
tu nonbre de amador, ca dizen que tu, ven- llá de la reyna, e fuese en su mensajería es-
cedor de todas las cosas, eres agora vencido condí clámente. E anduuo tanto por sus jorna-
de la tan sin tuercas Yseo de las blancas ma- das, que en quatro meses llego a la pequeña
nos, fija del rey Oel de la pequeña Bretaña. Bretaña. E Brangel fuese para la cibdad
E agora nueuamente eres casado con ella. ¿E donde Tristan estaua, e quando fue dentro,
como puede ser que Yseo la brunda pregunto secretamente donde estaua, e quan-
oluidada e contada entre todas las gentes por ao lo supo ella, se fue con mucha alegría
mi la barragana?; e si por fermosura comi- para el.
go as tenido amores, mas fue mi daño que
no mi prouecho, e la fermosura e tu bondad XLII
de caualleria enemigas fueron a mi muy crue-
les, que me pusieron en escuras cárceles que De como don Tristan, e Quedin su cuñado,
a mi no pudieran ser contadas por virtudes, se partieron con Brangel su viaje por la
pues menos he de bien por ellas, que veo que mar, a causa de vna carta que ella iruxo
todas las altas dueñas de los derechos de sus de la reyna Yseo la brunda.
aferes han tan singulares plazeres, siruiendo
o conosciendo a sus amigos. Mas yo, mezqui- Dize la hystoria que vna gran mañana,
na, conozco ansias e penas con las falsedades que Tristan y Quedin su hermano fueron
de la tierra. Escureceme la voluntad e endu- ribera de la mar. E quando ellos fueron en
réceme el coracon, e quítame el temor de toda la playa, vieron em pos clellos vna donze-
esperanca de bien. E tocias estas cosas no son llá ricamente aparejada, e Tristan dixo a
a mi nada en comparación ele lo que me di- Quedin. «¿Quereys ver vna de las donze-
zen que eres tu ya casado, mas ya desto no lías andantes ele las que van en nuestra tie-
podría mas ser sino dar querellas a mi Dios, rra? E agora la pocleys ver, esta que vie-
y sera testigo de los mis amargos dolores, e ne». E Quedin dixo: «Assy Dios me ayude,
mostrar el mi cruel pecho la gran rauia de mi si todas van assy aparejadas, bien van hon-
anima, e daré a conocer a las gentes el tu
gran desconocimiento sin mesura ninguna; ¿e
(') Elocuentísima expresión.
396 LLBROS DE Í.BALLERIAS
rradamente». Estando ellos en estas palabras,. cho era bien e ricamente atauiada, e recibió-
la donzella allego, y Tristan se fue para ella, la mucho bien e fizóle mucha honrra; e Bran-
e luego la doncella lo conoscio. E Tristan no gel allegóse a Yseo de las blancas manos, y
conosoio a ella, porque venia rebocada, e ella preguntóle donde venia, y ella dixo que
Tristan dixo: «Donzella, vos seays bien ve- de Leonis, y esso mismo pregunto el rey a
nida»; y ella le dixo: «Yos seays muy mal Quedin, si sabia donde venia, y el le contó
fallado, assi como el mas falso cauallero del como era de la tierra de Tristan, e dixole
mundo». E Tristan dixo: «¿Por que me de- todo el fecho según quedo entre ellos; y el
nostays?» Y ella dixo: «Porque vos aueys ol- rey embio por su hija, e dixole: «Tomad esta
uidado la mas hermosa dueña del mundo, e donzella y lleualda a vuestra cámara e fazel-
mas noble». Tristan dixo: «Donzella, ¿como de mucha honrra, que a vuestro marido es
lo sabeys vos?» Y ella dixo: «Yo lo se bien, venida». E quando ella la vio, comenco de
e os conozco». E Tristan le dixo: «Ruegovos, sospirar, e dixo entre si: «¡Mezquina! ¡E si
por cortesia, que vos descubrays la cara»; y nunca la donzella fuesse venida aqui, que
ella se descubrió e se comenzó a sonrreyr, e yo bien pienso que ella me llenara a Tristan
dio vn gran sospiro. E Tristan, que conoscio mi señor». Mas ella, como discreta e sabia,
que era Brangel, fuela abracar, y ella le beso tomóla por la mano e lleuola a su cámara, e
las manos, e le dio la carta. E quando Tris- hizole mucha honrra, e preguntóle por nueuas
tran ouo leydo lo que en ella dezia, cayo del e por que fuera venida alli; e la donzella dixo
cauallo amortescido en tierra, e quando Que- como era de Leonis, e contole todo como ellos
din Ib vio assi en tierra, marauillose. Y el y lo auian ordenado. E Yseo comenco a llorar,
Brangel comencaronlo a conortar, e quando e Brangel la conorto, e dixo: «Señora, no
Tristan fue tornado en su seso, Quedin le ayays miedo, que, si a Dios plaze, luego tor-
dixo: «Seflor, mucho me parece que es gran naremos, quando Tristan sea librado de la
desuarío que por vna carta que vos traya guerra». Y estuuieron aquella noche assi, e
vna donzella tengays tan gran tristura»; e quando vino otro dia, Tristan fue ante el rey,
preguntóle por que era venida aquella donze- e dixo; «Señor, cierto que jo he estado luen-
lla; e Tristan le dixo: «Sabed que esta carta go tienpo en esta tierra, tanto que el my rey-
es de la dueña que vos dixe que amana e so- no se va a perder por guerra, que no ay nin-
fría tanta pena, e aquesta es la donzella que guno que lo defienda, e por esto, señor, que-
os dezia por vuestra hermana Yseo, e vos rría yo yr alia, e luego sera mi tornada, si
dexistesme que me la clariades, e yo tómela a Dios plaze». Y el rey dixo: «Si el vuestro
porque me pudiesse oluidar esta dueña, e no reyno se va a perder, a mi plaze que luego
quise dezir cosa ninguna e tome a vuestra vayays alia por ponerlo en paz, con tal que
hermana por muger, mas mi pensamiento no non sea otra cosa. E tomad caualleria e com-
valió nada e yo no la puedo oluidar; empero, pañía para conquerir la guerra», E Tristan
assi como vos me distes a vuestra hermana, dixo: «Yo no quiero yr saluo solo, sin compa-
casta e donzella, porque de mi no fue tocada ñía ninguna»; y el rey dixo que hiziesse de
sino tan solamente de abracar y besar. Por- manera que a el visto fuesse. E Tristan se
que mi voluntad era y es de tornar en aque- aparejo lo mejor quel pudo, e a Grorualan peso
lla tierra por amor de aquella dueña, e rue- mucho de. la venida de la donzella Brangel;
govos que me tengays secreto, que yo tornare pero luego se aparejaron con todas sus ropas
ayna, si a Dios plaze». E Quedin dixo: «Por e cauallos e armas, e todo lo que menester
la mi fe, si vos me otorgays vn don, que yo auian; e luego el rey se fue para su hija, e
os terne poridad». E Tristan se lo prometió, dixole: «A vuestro marido es venida vna
e Quedin dixo: «Yo quiero yr con vos por mensajera con cartas para que vaya al su
ver essa dueña, que yo desseoso soy de ver reyno de Leonis lo mas presto que el pudie-
las auenturas de los caualleros andantes que re, y el no se quiere yr sin vuestra gracia,
hallan ende por essa tierra». E Tristan dixo: por que conuiene que ge la deys» . Y ella co-
«A mi plaze que vos e yo vayamos en con- menco de llorar, e dixo: «Bien sabia yo que
pañia; mas ¿que escusa pornemos por esta no. era venida la donzella sino por mi daño,
donzella, porque nos podamos partir della?» y yo se bien que quando Tristan sea ydo des-
E Quedin dixo: «Nos diremos que es de Leo- ta tierra e sea alia, que no querrá tornar a
nís, e que es venida por mensajera por el esta ni a mi, e yo no he tanto poder para que
vuestro reyno, que se pierde por guerra, por- le pueda estoruar de aquesta yda; por que
que es menester que vayamos alia por meter ruego a Dios humilmente que me lo guar-
paz». En esto se acordaron todos tres, e fue- de e me lo trayga sano, e ruegole qxxe se le
ronse para la ciudad. E quando el rey vio la mienbre de mi, que, si el no torna, luego yo
donzella, marauillose mucho, e dixo que mu- no biuire». E Tristan la fue abracar, e cli-
DON TRISTAN DE LEONIS 397
xole: «Señora, yo me tornare, si a Dios pía- dos. Y el dixo que en el reyno de Londres,
ze, que yo Heno en mi compañía a Quedin G-asta Floresta; e Tristan le pregunto si ha-
para me boluer con el, e mucho es vso de ca- llaría alli auenturas, y el dixo: «Señor, si;
ualleros yr en sus auenturas e tornar en sus mas que en otro lugar». E luego mando Tris-
tierras». E dixo Yseo a la donzella: «En nial tan que le sacassen las armas y el cauallo. Y
punto venistes a esta tierra, que me lleuays el clixo a Quedin, e a Grorualan, eBrangel,
a Tristan mi señor, e desta auentura yo deuo que ellos que se fuessen en la nao al reyno
morir». E Brangel la conortaua, e dixo: «Se- de Cornualla. «Por buena fe, dixo Quedin, no
ñora, ya no tomeys pesar, que la nuestra me partiré de vos, que sabeys bien que por
tornada sera muy presto, e la tierra en paz, al no vine en aqueste viaje sino por ver e
luego seremos aqui». E la donzella dixo: «Se- por hallar auenturas». Quando Tristan vio
ñora, a Dios os encomiendo». E Tristan echo que Quedin no se quería partir del, dixole
aquella noche con su dueña, y ella toda aque- Tristan: «Pues aparejaclvos, e vamos ambos».
lla noche le tuuo abracado, e lloraría fuerte- E mando a Grorualan e Brangel que fuessen
mente; e Tristan la conortaua muy dulce e en la nao para Tintoyl, e que dixessen que el
amorosamente, e auia gran piedad della, mas era quedado en la Gasta Floresta a sus auen-
tanto le destruyo el breuaje amoroso, que no turas. E dixo Brangel; «Señor, querría yo
podia estar de no yr alia. Y quanclo vino el que no nos partiessemos de aqui sin vos, que
dia, Tristan se leuanto, y el rey e toda la yo se que quando mi señora nos vea y r sin
corte, e ñzieron ensillar los cauallos para yr vos, aquella ora se le doblara la pena». E
hasta la mar; e Tristan abraco y beso a Yseo, Tristan dixo: «Pues vosotros esperareys aqui
e dixo: «Señora, yo os encomiendo a aquel veynte dias; e si passaren los veynte dias
que formo el cielo e la tierra». Y ella, sospi- que no tornaremos, e ouierdes buen tiempo,
ranxlo, dixo: «A esse mesmo vos encomiendo yd vuestro camino e no espereys». Grorualan
yo a vos, e ruegovos, buen cauallero, que os dixo que los encomendaua a Dios, porque
menbreys de mi». E caualgaron para yr a la entendió la voluntad de Tristan, e Tristan
mar, donde hallaron nauios que yuan su via- encomendó a Dios a ellos e al patrón, e ca-
je; e luego ella subió en vna torre, fasta que ualgaron en sus cauallos bien armados, e la
las naos perdió de vista, e del gran pesar que nao quedo en el puerto. E agora dize la his-
ella tenia, echóse a dormir, e sofiaua que vna toria que aquel dia anduuieron tanto Tristan
dueña que le tomaua su marido Tristan. e Quedin, fasta la noche, que no fallaron
Agora dexemos a ella dormir sobre la torre, ninguna auentura, ni hallaron ningún lugar
e tornemos a Tristan e a Queclin, e a todos donde pudiessen refrescar, e durmieron aque-
los otros, que encomendaron a Dios al rey e lla noche en el desierto; y otro dia ellos se
a toda la gente, e recogiéronse en la nao e fueron por el camino, e anduuieron fasta la
hizieron vela. hora de nona que no fallaron refrescamiento
Y el rey se torno en la corte e pregunto ninguno. E Quedin dixo: «Mi amado Tristan,
por su hija, e dixeronle como estaua en la vos deziades que auia muchas auenturas, mas
torre. El xey subió arriba, e hallo que es- a mi parece que avn de la agua no fallamos
taña todavia durmiendo, y despertó sospi- para beuer; ¿como fallaremos otras auentu-
rando, e dixole: «Hija, no deueys tomar mal ras, que'dos dias auemos andado que no ha-
cor acón, antes os deueys conortar porque llamos ninguna cosa?» E Tristan dixo: «¿Pues
vuestro hermano Quedin va con Tristan, e parescevos que esta floresta no es de gran-
no le dexara por cosa del mundo, e no de- de auentura? Por buena fe, a mi parece de
ueys tomar pesar, e si por ventura vos mo- gran auentura». E Quedin no clixo nada, y
rís, no tornara mas en esta tierra, e yo auria anduuieron tanto que hallaron vn lugar do
perdido tres hijos por vuestra locura luego». auia vna hermita, y estaua en ella vn hermi-
Y descendieron de la torre, y la dueña se taño. E conoscio luego que eran caualleros
metió en su cámara y el rey se fue con sus anclantes; e después de cenado, Tristan se
caualleros para su palacio. razonaua con el buen hombre, e dixole: «Se-
ñor, en aqueste desierto ¿vienen algunos ca-
Dexemos agora estar la torre; tornemos a
ualleros andantes?» Dixo el hermitaño: «Este
Tristan e a Quedin su cuñado. Dize la histo-
desierto es de grandes auenturas e muchas,
ria que Tristan y Quedin, yendo su viaje,
que avn no ha tres dias que passo por aquí
ouieron tres dias buen tiempo, e después
vn cauallero, e clixo que el rey Artur era
ouieron gran tormenta quinze dias e llega-
perdido por esta floresta, e todos los caualle-
ron a vil puerto.en el reyno de Londres, a
ros de la Tabla Redonda son en esta floresta
vn lugar que es llamado la Gasta Floresta, y
por buscar al rey Artur su señor. E por cier-
quando la nao fue amarrada, Tristan dixo al
to todos tienpos es esta floresta de muchas
maestre de la nao en que tierra eran llega-
398 LIBROS DE CABALLERÍAS
auenturas e muy estrañas, e andan en. ella Tristan dixo: «Yos no sabreys mi nombre
muy buenos caualleros a marauilla, e agora que me digays el vuestro». Y el dixo:
mas por razón de la perdida del rey Artur «Yo soy Lamarad de Craones». E Tristan
su señor, que no lo pueden fallar». E Tristan dixo: «Lamarad, tu eres venido a donde yo
fue muy alegre por estas nueuas que le clixo quería, que agora te costara caro el cuerno en-
el buen hombre hermitaño, que aiúa cinco cantado que enbiaste a la corte del rey Ma-
meses que era perdido, y ellos durmieron res por desonrra de mi, e por tal que mu-
alli aquella noche. E a la mañana ellos se riesse la reyna Yseo mi señora, porque no
leuantaron, e oyeron missa, e comieron, e me quisse combatir contigo de las espadas, e
luego caualgaron en sus cauallos e pregun- no lo dexe yo por otra cosa sino por mi cor-
taron al hermitaño qual camino era mejor. tesía, mas guárdate que a la muerte eres
El les dixo: «Quando fuerdes en aquella venido, que yo soy Tristan, tu mortal enemi-
montaña alta, fallareys vna senda que va a go» . Y el, quando entendió que aquel era Tris-
la mano siniestra, tomad aquella». Y enco- tan, dixo: «Señor, yo no me quiero mas eon-
mendaron el hermitaño a Dios, e fueronse batir con vos, assi como vos no vos quisistes
el camino que les dixo el hermitaño, e a hora combatir comigo». E Tristan, por todo esto,
de medio dia llegaron a vn prado en el qual no dexo de le dar v n t a n gran golpe, que de
estaua vna hermosa fuente, y estaua alli vn rodilla le fizo dar en tierra. E Lamarad dixo:
cauallero de vnas armas negras, e Tristan, «Señor Tristan, vos hazeys gran villanía en
quando lo vio, dixo a Quedin: «Hermano, me ferir, pues yo no me quiero mas conbatir
agora podeys ver los caualleros andantes con vos, e desto me puedo querellar a los
como andan». «Señor, dixo Quedin, el seme- caualleros andantes e tenéroslo han a gran-
ja buen cauallero anclante, mas todavía os de traycion; porque vos ruego, señor, por
ruego que yo quiero prouar si valdré alguna honrra de caualleria, que vos me querades
cosa contra el». Dixo Tristan: «Vos la aued, perdonar el vuestro mal talante». E Tristan
mas catad que seays buen cauallero». E luego dixo: «Lamarad, vos escapareys por tres co-
Quedin tomo su escudo delante, e abaxo su sas: La vna por los caualleros andantes. E
langa, e fizo semblante de combatir. E quan- la otra porque me prometeys que no erra-
do el cauallero vio esto, púsose el yelmo en rey s contra mi. E la otra porque vos soys
la cabeca y el escudo al cuello, e caualgo en buen cauallero». E Lamarad tomo su espada
su cauallo, e abaxo la lanca, e fueronse a por la punta, e hinco las rodillas ante Tris-
herir de tan gran poder, que Quedin cayo tan para que fiziesse lo que quisiese del, e
en tierra malamente ferido. E Tristan, quan- tanto se rogo el vno al otro que lleuasse la
do vio su cuñado en tierra, dixo: «A buena honrra de la batalla, que anbos a dos se
fe, Quedin, vos auiades talante de combatir abracaron e hizieron paz. E Tristan dixo a
con los caualleros andantes, mas la primera Lamarad: «Yos soys vsadode aquesta floresta;
batalla non vos fue bien, mas yo vos venga- querria saber de vos si sabeys algún lugar
re» . E luego puso su escudo al cuello y lla- donde pudiessemos sanar de nuestras llagas».
mo al cauallero a la batalla, y boluio el E Lamarad dixo: «Señor, aqui cerca ay vna
cauallero a el, e dieronse tan graneles en- abadía de monjes donde podemos guarecer».
cuentros, que cayo el cauallero de las ar- Luego se ataron las llagas lo mejor que ellos
mas negras en tierra, e dixo el cauallero: pudieron, e caualgaron, e fueronse para el
«Yo me otorgo por vencido de la lanca, por abadía. Y ellos alli fueron muy bien recebi-
falta del cauallo, e yo querria que jugassemos dos; e alli auia vn abad que se entendía de
de las espadas». E luego Tristan dixo que le curar llagas, e católes las llagas e dixoles:
plazia, e puso su escudo delante, e vanse el «Caualleros, no ayays miedo, que, con la vo-
vno al otro, e conbatieronse brauamente que luntad de Dios, ayna sereys sanos». E luego
era marauilla, tanto que a mal de su grado les ato las llagas e curo dellos, e Lamarad
se ouieron de tirar atrás; e luego tornaron a fue sano a los nueue dias, e Tristan al quin-
la batalla, e fueronse a dar tan mortales gol- to dia fue sano». E dixo Lamarad: «Yos
pes, que fuego fazian salir de las armas, e soys guarido, bendito sea Dios, porque yo
mientra se conbatian, dixo entre si el ca- querria que nos armassemos e caualgassemos
uallero: «En ninguna guisa no podría durar en nuestros cauallos e nos pusiessemos en
contra el cauallero que le estaua delante». auenturas por la floresta, e que seamos aqui
E luego dixo: «Señor cauallero, pareceme llegados de aqui a quinze dias, y Quedin en
que vos quereys dar fin a la batalla, porque tanto seria sano»; y en este se acordaron
yo querria que me dixessedes vuestro nom- Tristan e Lamarad, e ordenaron que tornas-
bre, e yo deziros he el mió, e si el vno o el sen alli dentro de quinze dias, y encomen-
otro muriese, que sepa quien lo mato». E daron a Dios a Quedin e a los abades, e ea-
D O N T R I S T A N DE L E O M S 399
ualgaron en sus cauallos e fueron por su ca- mos a Tristan e tornemos a contar de La-
mino. Dize la historia que ambos a dos marad.
anduuieron tanto, fasta medio dia, que alle- Dize la historia que Lamarad anduuo tan-
garon a vna hermosa fuente e alli descaual- to, fasta que fue noche escura, e allego a vna
garon, e comieron, y beuieron del agua fres- yglesia antigua, e tiro el freno a su cauallo
ca. Y ellos estando assi en la fuente, sintieron y echólo a pacer por el prado, e tiróse el
vn gran ruydo por el monte, que parescia yelmo de la cabeca y echóse a dormir cabe
que el cielo se queria caer abaxo. Dixo a La- el altar; y estando el assi dormiendo, llego
marad: «¿Qtie puede ser esto, que viene con ay el buen Melianes, ñjo del rey Piolonor, e
tan gran ruydo?» Y el dixo: «Sabed, señor, quando el vio la yglesia, el clescaualgo, e tiro
que esta es vna bestia que ha nonbre datu- el freno a su cauallo e dexol en el prado
ras, y es la mas diuersa cosa de ver que nin- pacer, y entro en la yglesia y echóse a dor-
guna otra bestia». E dixo Tristan: «¿En que mir cerca de Lamarad, y estando ellos assi,
manera es fecha?» Y el dixo: «Es fecha en quel vno no via al otro, quando Melianes
si cuerpo como sierpe, e ha la cabeca como ouo vn poco dormido, despertó e dixo:
buey, e la cara e los cauellos como muger, e
ancla con treynta e dos pies, y ella es tan «Los pensamientos de amor
grande en luengo como treynta pies, e los sofridos de tal figura,
al triste que es amador
pies son hechos como de buey, y va tras ella le saben dar el dolor
vn cauallero armado con todas sus armas, de la vida sin ventara;
e son bermejas, e no puede honbre saber y, por mas manzilla fuerte
de penar y de sofrir,
quien es el cauallero». Y estando ellos asi que se detenga la muerte
cerca de la fuente, el ruydo se les acerco, e de lastimado biuir»,
los caualleros se aparejaron, e caualgaron en
sus cauallos, e Lamarad dixo: «Señor Tris- E quando esto ouo dicho, callo vn poco, e
tan, ruegoos que yo aya la primera justa». torno a dezir: «[Ay Dios, que yo sea amador
E dixo Tristan: «Vuestra sea». Y en tanto de mi señora, e que della no puedo auer vn
allego la bestia e fuesse para la fuente, e semblante de amor ni vn dulce fablar, e por
Tristan, quando la vio, ouo gran miedo, y la esto he fecho e fago que ningún cauallero no
bestia no estuuo por ellos que a la fuente deue auer amor, e ruego a Dios que me dexe
non llego a beuer de su vagar, e, quando ouo auer della algún buen semblante, porque no
beuido, fuese por su camino. E luego Lama- perezca!» E quando el ouo dicho esto, dixo:
rad fuese para el cauallero, y el cauallero «¡Ay mezquino, como muero porque me ha
para el, e dieronse tan grandes golpes en los falecido, que me han fecho dexar amor de la
escudos, que otro mal no se flzieron. E La- mejor dueña e mas gentil que sea en el mun-
marad ouo de venir a tierra, y quando Tris- do, que soy el mas alto enamorado que en el
tan vio aquello, fuese contra el cauallero, e mundo ay!» E luego se torno a dormir, e
dieronse muy grandes golpes e passo el vno Lamarad entendió muy bien aquellas pa-
por el otro. E quando Tristan fue passado labras que auia dicho de su señora la reyna
ele la otra parte, luego torno contra el, mas Ginebra. E quando fue cerca el dia, Melianes
el cauallero fuyo, que lo no pudo ver; e se leuanto primero, y el otro no sintió nin-
Tristan fue muy ayrado, e dixo: «Lamarad guna cosa, e metió su freno al cauallo de
¿no sabeys vos quien es el cauallero?» Y el Lamarad pensando que era el suyo, e caual-
dixo: «Señor, no lo ayays a marauilla esto go en el, e fuesse por su camino a sus auen-
quel ha fecho». E Tristan dixo a Lamarad: turas.
«Si no aueys daño, caualgad en vuestro ca-
uallo, e sigámoslo tanto fasta que lo halle-
mos». Y el dixo: «No he mal, gracias a XLIII
Nuestro Señor». E caualgaron luego en sus
eauallos, e siguiéronlo tanto hasta la noche, De como Lamarad e Melianes se combatieron,
e hallaron dos caminos, y el vno yua llano e lo qtie en el conbaie les acónteselo.
y el otro por la sierra, e Tristan dixo a La-
marad: «Aqui ay. dos caminos, porque es
Leuantose Lamarad, y ensillo su cauallo,
menester que cada vno tome el suyo, e to-
e caualgo, e fuese en pos del cauallero, e
mad- luego qual vos quisierdes, e seamos tor-
quando salió el sol, Lamarad conoció que no
nados aqui de aqui a diez dias, e aquel que
era aquel su ca-uallo en que yua, e fue em
mas ayna viniere, espere al otro. E luego
pos de Melianes, e alcancole e dixole: «Caua-
Lamarad tomo el camino de la montaña, y
llero, Dios vos salue»; y el tornóle las salu-
el del llano tomo Tristan. E agora dexe-
des, e Lamarad dixo: «Señor cauallero, vos
400 LIBROS DE CABALLERÍAS
me aueys tomado mi cauallo, e vos lie oycio gran golpe de la lanca por medio del escudo,
dezir esta noche que erades enamorado de la que lo derriuo en tierra, e mientra el tiraua
rey na Ginebra». «Por cierto, dixo Melian.es, la lauca, que le querría dar otro golpe, Bran-
vos soys mal cauallero, que dezis que TOS lie delis se metió delante, e dixo: «Señor Lan-
tomado vuestro cauallo, vos trayendo el mió. carote, ruegovos que, por amor de mi, le
E dezis que me aueys oydo dezir assaz pa- perdoneys todo vuestro enojo»; e tanto le
labras de mi señora la reyna Ginebra, la mas rogo, que lo perdono Lancarote. E dixole:
alta dueña del mundo, falso canallero y des- «Cata, Lamarad, si puedo saber que tu dizes
leal». Dixo Lamarad: «Yo os prouare, por tales palabras, e yo te fallo, sepas que yo te
fuerza de armas, que mi señora la reyna de daré la muerte». E luego fueron amigos, e
Organia es muy mas fermosa»; e respondió Lancarote e Brandelis y Melianes fueron por
Melianes: «Yo vps prouare, por fuerca de ar- su camino, e Lamarad por el suyo. .
mas, que ella no es tan fermosa ni tan gentil E agora tornemos a Tristan.
como mi señora la reyna Ginebra, antes essa
podia ser su síerua», «E mal cauallero, dixo
Lamarad ¿como liablays tan villanamente,
que antes es mas fermosa que no ella?; mas XLTV
dexemos desto, e vamos aquel llano e comen-
cemos la batalla». E luego se fueron a dar De como don Tristan.se encontró con don Queas
tan grandes golpes, que cada vno cayo de su
cauallo a tierra, y leuantaronse muy ligera- Cuenta la hystoria que quando Tristan fue
mente e pusieron mano a las espadas, e van- partido en la fuente de Lamarad, el anduuo
se ferir de tan grandes golpes, que por fuer- toda la noche, e quando vino la mañana.
ca se ouieron de tirar a fuera por folgar vn encontró con vn cauallero, e este era don
poco, e luego se leuanto Melianes el prime- Queas, el mayordomo del vej Artur. E quan-
ro , e fuese para Lamarad, e dieronse tan do Tristan llego a el, saludólo, y el tornóle
grandes golpes, que fuego fazian salir de las las saludes. E don Queas le pregunto que de
armas, e Lamarad era marauilloso esgremi- donde e r a , e Tristan dixo: «Señor, yo soy
dor. Mas Melianes era mejor cauallero, y el cauallero estraño, del reyno de Cornualla». E
lo ouiera muerto a la tercera batalla, si no don Queas dixo: «Si vos soys del reyno de
fuera por vna auentura. Que ellos estándose Cornualla, mucho soys mal cauallero, flaco
assi conbatienclo, llegaron ay dos caualleros, e couarde, e avn quantos de alia soys, que no
los quales como vieron combatir a los dos ca- ay en el mundo tan couardes ni tan viles, de
ualleros, ouieron gran piedad dellos, e luego ninguna caualleria e ningún ardimiento no
Brandelis fuese para ellos, e dixoles: «Rue- fazen. Mas clezidme ¿que ventura os traxo
govos que, por honrra de Lancarote, que de- aqui?» «Señor, dixo Tristan, vo bus-
xeys esta batalla»; y ellos no la quisieron cando mis auenturas, como es costunbre de
dexar por ningún ruego que les flziessen, y caualleros andantes». «Cierto, dixo don
en esto llego Langarote, e dixoles: «Caualle- Queas, vuestra ventura aueys hallado, e apa-
ros, dexad esta batalla por amor de nos, si rejaos de conbatir, que tales auenturas van
no, por fuerca os conuerna de la dexar». E por esta floresta». «Por mi fe, dixo Tristan,
luego los caualleros se tiraron a fuera, e di- no he voluntad de me conbatir agora, que
xo Melianes: «¿Como me podeys dezir que yo mí cauallo no es bien sano». Dixo don Queas:
dexe esta batalla, que dize que mas hermosa «Creo que si vos cay essedes en tierra del ca-
es la reyna de Organia que la reyna Gine- uallo, que cuydaríades morir». Destas pala-
bra mi señora? Por esto me llamo traydor, bras Tristan se comenco a reyr, e dixo: «Ca-
porque yo no quiero dexar esta batalla por uallero. mejor lo podrí ades dezir que lo de-
ninguna cosa fasta quel lo aya llegado a la ^ zis». E don Queas dixo: «Agora catad aqui
muerte, o el a mi». E Lancarote les deman- dos caminos, e tomad qual que quisierdes,
do como auian nonbre; ellos dixeronselo. E que comigo vos no yreys por vn camino». E
Lancarote dixo: «Melianes, dexad esta bata- dixo Tristan: «Yo no tornaría atrás, antes
lla, que si el ha dicho estas palabras, yo le quiero yr adelante, pues no quereys que
haré que le cuesten caras». E fuese para vaya con vos». E yuase don Queas por su
Lamarad, e dixo: «Tu, Lamarad, otras ve- camino, e Tristan em pos del, e todavía yua
zes te he oydo dezir mal de dueñas, e dizes escarnesciendo del, e llegaron a vn rio, e
mal de mi señora la reyna Ginebra y de mi, don Queas dixo: «Cauallero, consejovos que
por que yo te prometo, para la orden de la passeys el agua a nado, que por la puente no
caualleria, que no escaparas de mis manos, podeys passar, cauallero, sin batalla, que
e guárdate de mi e no de otro»: e diole tan veo que vos nos quereys conbatir». «Señor,
DON TRISTAN DE LEONIS 401
dixo Tristan, passad vos primero, y después «¿Quereys reyr del cauallero anclante? Salgá-
passare yo cerca de vos». «Cierto, dixo don rnosle delante y vereys como lo echare a
Queas, no me quiero echar en el rio, que tierra»; e luego anduuieron los caualleros
bien passare por la puente si necessario fue- quanto pudieron, fasta que salieron bien
re» ; y en estas palabras llegaron a la puen- adelante de Tristan por otro camino, e don
te, e luego salió Tn cauallero, e dixo assi: Queas se aparejo a la batalla. E Tristan,
«Por aqui no puede passar ninguno sin ba- quando lo vio, luego lo conoció, e dixo entre
talla» ; e don Queas dixo a Tristan: «Caua- si: «Por Dios, yo he mucho sofrido a este
llero, yd adelante a la batalla». «Señor, dixo cauallero, y en sofrir a vil honbre es cosa
Tristan, yd TOS primero, que soj^s mas va- perdida»; e boluio su cauallo contra el de
liente cauallero, que yo agora no puedo jus- mala voluntad, e diole tan gran golpe por
tar». E don Queas dixo: «En mal ora ven- medio del escudo, que la lanca quebró e lo
gays en mi conpañia, que a mi parece que echo en tierra del cauallo, e al caer que
os aure de franquear el passaje». E don cayo le quebranto tres costillas, e luego tomo
Queas y el cauallero de la puente abaxaron la lanca de don Queas, e Bordón, quando lo
las lancas e fueronse ferir, e cayo el cauallero vio en tierra, plugole mucho, e dixo: «Por
de la puente, e don Queas dixo a Tristan: Dios, don Queas, vos hazeys escarnio de los
«Bien podeys passar de oy mas, que nos cale caualleros que van buscando sus auenturas,
auer miedo, que ya vos he franqueado el mas, si yo puedo, yo vos vengare», e fuese
passaje». E Tristan le hizo muchas gracias, para Tristan, y el, quando lo vio venir, bol-
e passaron los dos caualleros en vno la puen- uio contra el, e diole tan gran golpe en el
te, e Tristan e don Queas fueron por su ca- escudo, que lo echo a tierra malamente feri-
mino fasta que fueron por vna auentura a do. E Leonel, quando lo vio en tierra, dixo:
casa de vn florestero, y en aquel lugar esta- «Por Dios, nuestro escarnio nos costara oy
uan Bordón, y Leonel, e Gariet, e quando caro»; e fuesse para Tristan de tan gran po-
vieron los tres caualleros a don Queas con su der, que la lanca quebranto, e otro mal no le
conpañero fueron alegres, e flzieronles mu- fizo. Tristan le dio tal golpe, que piernas
cha honrra, e demandaron a don Queas arriba lo echo mal ferido. E quando Grariet
quien era aquel cauallero que era venido en vio los tres caualleros en tierra tan mal heri-
su conpañia, y el respondió e dixo: <No me dos, dixo: «Por mi fe, don Queas, caro nos
lo demandeys, que en sus faciones lo deuria- cuesta la vuestra locura, e si por ventura yo
des conoscer». E dixo Grariet: «En sus facio- pudiesse dexar esta batalla, yo lo dexaria
nes el deuria ser buen cauallero»; e dixo don de voluntad»; e boluio su cauallo contra Tris-
Queas: «Cierto es vil y flaco e couarde, que tan, e Tristan, en que lo vio venir, boluio su
átales son aquellos caualleros de Cornualla, lanca e firiolo con el cuento, assi que lo echo
quel otro dia lo encontré e no quiso conbatir- en tierra del cauallo, e al caer que cayo, que-
se comigo, e quando el e yo fuemos a la brosele vna costilla, e dixo: «Don Queas,
puente, yo le di la primera batalla, mas el mal ayays vos, que por vuestros pecados su-
fue tan sabio que no se quiso conbatir con el frimos todo esto; a mi pluguiera mucho que
cauallero, ni echarse en el agua, antes me viniera sobre vos». E Tristan boluio la lanca,
conbati con el, e lo venci, y le franquee el e dixo: «Por mi fe, don Queas, los caualle-
passaje, y es venido fasta aqui». ¿Que vos ros de Cornualla son sabios y buenos, e lue-
diré? Que tantas dixo de palabras villanas, go podeys contar dellos nueuas». E fues
que Grariet ouo piedad del e gran verguenca, por su camino. E los caualleros se leuanta-
y el florestero lo tuuo a desonrra, e fue sa- ron lo mejor que pudieron y caualgaron e
ñudo, e don Queas dexo las palabras, e es- tornáronse a la casa del florestero, e quando
tuuieron aquella noche en gran solaz, e fue- el florestero los vio, demando qual auentura
ron bien festejados, e quando vino la ma- los auia allí traydo, e dixo Grariet: «Don
ñana, los caualleros se leuantaron y enco- Queas el mayordomo, que va diziendo locu-
mendaron a Dios al florestero, e fueronse por ras a los caualleros andantes que van a su
su camino, e fallaron dos caminos, e don auentura, pero el y nostraemos penitencia por
Queas dixo: «Cauallero, no podeys con nos yr su pecado». Y el florestero lo tuuo a mara-
en vn camino, que no queremos cauallero uilla, como assi los auia vencido vn solo caua-
en nuestra conpañia que no se quiera con- llero. Dixo Gariet: «Sabed, florestero, quel
batir; por esso ved aqui dos caminos, tomad cauallero que durmió anoche con nosotros
vno». E dixo Tristan: «A mi plaze»; e fue- nos ha derribado en tierra a todos»; e dixo
ron sañudos Gfariet e los otros de la petición la fija del florestero: «Yo quisiera mas que
que auian fecho, e quando Tristan fue parti- don Queas lo ouiera todo conplido». Luego
do dellos, don Queas dixo a sus conpañeros: fueron desarmados, y el honbre bueno, ño-;
LIBROS DE CABALLERÍAS.—26
402 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
restero les cato las llagas, e vio que no eran XLY
peligrosas, e púsoles tales vnguentos, que a
pocos clias fueron, guaridos. Agora dexemos- De como Tristan derribo a Garacon, hermano
los estar sanando sus llagas en casa del flo- de Palomades, y de como hallo vna donze-
restero. lla llorando y de como libro de la muerte al
Dize la historia que don Tristan anduuo rey Artur.
tanto por su camino, que encontró con vn ca-
uallero que auia nonbre Briseus, el qual yua Dize la hystoria que se yua don Tristan
en busca de vn enano, e quando Tristan lo por vna floresta e topo con Graracon, hermano
vio, demandóle que auia, y el dixo: «Señor de Palomades; luego como ellos se vieron,
cauallero, yo yoy en busca de vn enano que vinoles voluntad de se combatir, e pusieron
me ha desonrrado mi castillo, e no lo puedo sus escudos delante e dieronse tales golpes,
fallar, que, si yo lo fallasse, yo le daria la que Graracon cayo en tierra mal herido, e
muerte», y este cauallero le saludo muy cor- Tristan cuydo que el cauallero era muerto, e
tesmente, e dixole: «Señor cauallero, ruego- non curo mas del y fuesse por su camino, y
vos que me digays de que tierra soys». «Por no houo andado mucho que topo con vna don-
la mi fe, dixo Tristan, pues vos me lo deman- zella que fazia el mayor duelo del mundo.
days assi tan cortesmente, yo vos lo diré; soy E Tristan quando la vio fuesse para ella, e
de Cornualla». «Señor, dixo el, vos seays dixole: «Donzella ¿que haueys o por que 11o-
bien Tenido, que a todos aquellos de Cor- rays? dezidmelo, que Dios os de buenauentu-
nualla soy yo tenudo de les fazer toda hon- ra». E dixo la donzella: «Dexadme yr e no
rra, por quanto el rey Mares me armo caua- me estorueys». Tristan le dixo: «Yos me lo
llero, por que os ruego que tomeys de mi ser- direys, o yo me y re em pos de vos hasta
uieio en este mi castillo». E Tristan ge lo tanto que me lo digays». E dixo ella: «De-
otorgo e fuese con el a su castillo, e allí des- xadme yr por esta floresta, que en ella se
caualgo Tristan y desarmóse y pensaron de su faze el mayor duelo que jamas fue ny sera
cauallo; e las tablas puestas, assentaronse a a todos los caualleros andantes, que si Dioa
comer, y estuuieron en gran solaz, y después non embia acorro al rey Artur, que es señor
fueron, a dormir. E quando el dia fue venido, de la caualleria, perderá oy la cabeca, por-
ellos, se leuantaron y comencaron a hablar en que vos ruego que me dexeys yr a buscar a
fecho de armas, y el cauallero rogo a Tristan Langarote del Lago, si le fallare, que lo ven-
que no se partiesse de allí tan ayna; y el dixo ga a librar».
que no podia, porque tenia de yr en otra par- Y. desto Tristan se marauillo, e dixo:
te. Y el cauallero le dixo: «Ruego vos que me «Donzella, tornaos comigQ y licuadme a esse
digays vuestro nonbre, porque sepa a quien lugar donde vos dezis que es el rey Artur,
he fecho honrra». E Tristan dixo: «Caualle- que, si Dios quisiere, yo lo librare de muer-
ro, si vos me prometeys que mi nonbre no te». E la donzella dixo: «Euegos, de parte
direys, saluo donde yo vos mandare, dezir- de Dios y de los caualleros de la Tabla Ee-
voslo he». El se lo prometió bien y leaímente, donda, que vos no me détengays, que yo no
e luego se armaron e salieron del castillo, e lleuare ningún cauallero. si no fuesse vno de
quando fueron en el camino, Tristan dixo: los cinco que yo diré». «¿Quales queriades
«Euegovos que por amor ele mi que vays en vos?» dixo Tristan. La donzella dixo que
tal lugar en casa del florestero, e saludaldo quería a don Lancarote del Lago, o a Tris-
de parte de Tristan de Leonis a el y a su tan de Leonis, o a Palomades el pagano, o al
n a
J 5 J que faga honrra a los caualleros que cauallero bermejo, o al cauallero sin pauor,
ay tiene feridos». Desto fue el cauallero ale- «porque os ruego que, si no soys de aquestos
gre, porque Tristan. era en aquella tierra, e cinco, que no me querades detener», «Don-
partióse el cauallero de Tristan e fuese a casa zella, dixo Tristan, yo no digo que soy de
del florestero, e dixole: «Mucho vos saluda essos cinco caualleros, mas tanto cuydo valer
Tristan de Leonis a vos e a vuestra fija, y de mi cuerpo como el vno dellos, e vos llé-
ruégaos que fagays buena cura a Don Queas name alia, que, con la esperanca de Nuestro
e a sus conpañeros, y sobre todos a Grariet». Señor, yo lo librare».
E como oyó el florestero que aquel era Tris-
tan, fue alegre, e aluergole lo mejor que Ella dixo: «Yeamos, cauallero, si valdrá
pudo, e dixolo a don Queas e a sus eonpañe- la vuestra caualleria; e la donzella del arte
ros. Ellos dixeron: «En buena fe, con fuerte ha tres hermanos buenos caualleros, e han
lanca nos queríamos tomar; cierto, el es buen cincuenta hombres armados en su. compaña,
cauallero», E dexemoslos estar y tornemos a porque os ruego que si vos entencleys que lo
Tristan. no podreys librar, que me dexeys yr, que
gran pecado hareys si por vuestra culpa se
VO~N TRISTAN DE LEONIS 403
perdiesse tal cauallero como es el rey Artur». la otra donzella, e dixo que la queria lleuar
B Tristan dixo: «Estas palabras son. por de- con aquellas nueuas a Camalot a la reyna
más; vamos donde anemos de yr». E guando Ginebra; e tanto anduuo, fasta que llego a la
la donzella oyó esto, dixo: «Tamos alia, mas reyna. e dixo: «Señora, buenas nueuas os
haze como buen cauallero». E Tristan se fue traygo». «¿Que nueuas?» dixo ella. «Que
con su donzella basta que llegaron a vn lugar el rey Artur es librado» . Dixeron todos:
en cabo del llano, e auia vn castillo, e la don- «¿Quien lo libro?». Dixo la donzella: «Vn
zella dixo: «Señor cauallero ¿veys aquel cas- cauallero que no ha querido dezir su nom-
tillo? allí es el rey mi señor, e luego lo ve- bre, mas catad aqui la cabeza de la don-
reys estar para justiciar». Y el estando assi zella del arte». E dixo la reyna: «Aquel ca-
esperando, salió vn honbre con vn cuerno uallero sera Lancarote». «Cierto, dixo la
tañendo; íuego salieron cinquenta honbres donzella, no es, ca bien lo ouiera yo conos-
armados, y sacaron al rey y a la donzella, cido» . E luego todos fizieron grande alegria,
que lo tenia por los cabellos, e sus hermanos quando supieron que el rey era librado.
a cauallo enderredor, y después todos los E dexemoslos estar, e tornemos a Tristan
otros. La donzella dixo: «Agora conuiene ser e al rey.
buen cauallero, porque ayays honrra entre
los caualleros del mundo». B quando fueron XLYI
todos ayuntados, la mala donzella dio vn
tirón al rey de los cabellos que dio con el en De como el rey Artur e don Tristan encona
tierra, e dixo: «Bey Artur, ¿quieresme por traron eon Galuaii e con otros caualleros, y
muger y escaparas?»; y el dixo que no, que como llegaron todos a casa de vn florestero.
ya auia muger. T estando en estas palabras,
Tristan llego en medio dellos, e dio al que le El rey Artur e Tristan se partieron de
queria cortar la cabeca vna lancaela que le aquel prado, e anduuieron tanto por su ca-
echo en tierra muerto, e fue em pos de los mino, que ellos encontraron con Graluan, so-
otros, e dio tal golpe al primero que hallo, brino del rey Artur, e eon otros muchos ca-
que dio con el en tierra muerto; e los otros, ualleros, e luego que ellos se vieron, pusie-
quando vieron aquellos honbres muertos, ron sus escudos delante e hizieron semblante
fueron todos sobre el, e ñrieronlo rezio, e de se conbatir, e fue a besar la mano don
los honbres de pie firieronlo con laucas, e Graluan al rey, e dixo: «Señor tío, gracias a
Tristan lo fizo tan bien, que de la primera Dios que os he fallado. ¿Qual fue aquel bien-
batalla derribo los diez peones en tierra, y auenturado cauallero que os ha librado de
los otros que lo vieron andar tan brauamente muerte?» Y el rey dixo: «Este cauallero es-
en la pelea, comenoaron de fuyr para el cas- traño»; e don Graluan hizo honrra al caualle-
tillo, y dexaron al rey en el prado bien atado ro, e caualgo en su cauallo, y fueronse todos
como estaua; e la donzella del arte, quando juntos por vna ribera del mar, y don Graluan
lo vio, pensó que era diablo e fuyo contra el dixo: «Señor rey, la noche se nos llega por
castillo». T el rey dixo: «Cauallero, tornad aqui, porque a mi meparesce que seria bien
a la donzella e matalda, que, si escapa, mas que fuessemos aíuergar algún poblado y re-
mal fara de lo que ha hecho», e Tristan bol- frescaremos nos y nuestros cauallos». Y en
uio su cauallo contra la donzella, e tomóla de esto acordaron el rey e Tristan, y fueronse a
los cauellos y lleuola delante el rey, y Tris- casa de vn honbre bueno, donde fueron muy
tan descaualgo e corto las cuerdas con que bien rescebidos con gran honrra; y estando
estaua atado el rey, e dixo: «Señor rey, catad ellos assi, fue ventura que (raines, y el buen
aqui la mala donzella, faced della lo que fuere Meliengas, y el cauallero sinpauor, vinieron
la vuestra merced». El rey tomo vn espada todos alegres, e tiráronse los yelmos y los
de los que eran muertos y cortóle la cabeca, escudos, y fueron besar la mano al rey. Y
e los diablos la lleuaron delante tocios. Luego (xaynes le pregunto: «Señor, ¿qual es el ca-
se encendió el castillo, y quemóse el y las uallero que vos ha librado desta auentura?» Y
gentes que eran en el, y desto el rey y Tris- el rey les contó toda la razón; e luego los ca-
tan fueron marauillados, y dezian que de ualleros fizieron honrra a Tristan, e finiéron-
Dios auia venido aquella auen tura, E Tristan lo assentar cerca del rey a cenar, y desque
dixo: «Señor rey, caualgad en my cauallo, e ouieron cenado, fueron a dormir, y estuuie-
yo caualgare en vno destos que están en este ron aquella noche en gran alegria. E quando
prado, e tomad de las armas dessos caualle- vino la mañana, el rey e los caualleros se le-
ros muertos y heridos las que vos fueren me- uantaron,e Tristan dixo: «Señor rey, vossoys
nester» . Y el rey hizolo assi con gran plazer, acompañado de gran caualleria e de muy no-
e la donzella del rey fue tomar la cabepa de bles hombres, porque os mego que me deys
404 LIBROS DE (
vn don; e el don es este: que vos plega de le: «¿Que nueuas?»; y el dixole: «El rey Ar-
darme licencia; porque me quiero yr, que por tur librado es, que poco ha que partió de
cierto, señor, yo he de tornar a vn dia en vn aqui, e librólo el bueno de don Tristan». E
lugar señalado, e eonuieneme de tornar aca- Langarote, quando supo estas nueuas, boluio
uar otra auentura, e vos ydvos con la gracia su cauallo e fuese en pos del rey, e tanta
de Nuestro Señor con la vuestra compaña». priessa dio a su cauallo, que lo alcanco, e be-
E el rey, quando vio que auia voluntad de se sóle la mano. E el dixo: «Yós seays bien ve-
yr, dixole: «Señor cauallero, sabed que yo nido» ; e recibiólo honrradamente, e ouo con
fuere alegre si supiera el vuestro nombre, e el gran plazer con su venida; y estuuieron
quisiera mucho que fueracles con nos a la aquella noche en gran alegría, e a la maña-
nuestra corte, e hizieramos tanta de honrra, na, ora de tercia, la mayor parte de los ca-
que el vuestro linaje fuera honrrado, mas, ualleros de la Tabla Eedonda vinieron alli a
pues me aueys conjurado, yo vos demando recebir al rey, y los recibió honrradamente.
que me digays vuestro nombre». E Tristan E luego el rey embio sus mensajeros en como
dixo: «Tos hallaredes de mañana por vuestro era alli e que se aparejassen para lo rescebir;
camino a tal florestero, que os dirá mi nom- y ellos no auian andado mucho, quando en-
bre; e preguntadle por el cauallero de las ar- contraron con la reyna Ginebra, que lo salió
mas blancas que durmió ende con los conpa- a recebir con dueñas e donzellas, e la reyna
ñeros de don Queas vuestro mayordomo». abraco al rey con grande amor, e fue mucha
E luego el rey e todos los otros caualleros lo el alegria que ouieron el vno con el otro, e
encomendaron a Dios, e pesóles mucho de su assi entraron todos en la ciudad de Camalot,
partida. E el fuesse por su camino. y el alegria e la fiesta que fizieron fue gran-
de, que duro veynte dias.
T dexemoslos estar en solaz e tornemos a
XLYII Tristan, que se torno para la fuente donde
se auia partido Lamarad de Graones, y andu-
De como el rey Artur fue su camino e llego uo tanto, fasta que llego a la fuente, y alli
en casa del florestero, e fallo ende los tres hallo a Lamarad, e fueron muy alegres am-
caualleros que don Tristan derribo, e a don bos a dos, e fablaron cada vno de las auen-
Queas su mayordomo. turas que les auian acaescido. E Tristan le
contó en como era el rey librado, e de aques-
Dize la hystoria que el rey e los caualleros ta auentura Lamarad fue alegre, y deman-
anduuieron aquel dia por el camino de Ca- dóle si lo auia librado Langarote, y el dixo:
malot, e quando vino la noche, ellos fueron «No, según lo hoy contar»; e luego se par-
llegados del florestero. E quando vino tieron de la fuente, y anduuieron tanto que
el florestero e vio al rey, fue alegre e saluolo, llegaron al monesterio donde auia dexado a
e recibióle a el e a toda su compaña. E quan- Quedin su cuñado. Y los abades los acogie-
do el ouo descaualgado, vido a los compañe- ron bien, e hallaron a Quedin que le yua
ros de don Queas malamente feridos; ouolo a bien, y estuuieron alli tres dias folgando con-
marauilla, e pregunto que ventura fuera aque- tando sus auenturas, e de las auenturas del
lla. Grariet le contó el escarnio que auia fe- rey Artur, e durmieron aquella tercera no-
cho don Queas a vn cauallero andante. El rey che. Quando vino la mañana, Lamarad dixo
se comenco a reyr, e demando al florestero a Tristan que si queria yr a Camalot al rey
que quien era aquel cauallero de las armas Artur, e Tristan dixo: «Sabed que no puedo
blancas, e el florestero dixo: «Aquel es el buen yr alia, que vna auentura tengo entre manos
Tristan de Leonis, que los derribo a todos». que la no puedo por agora dexar fasta que la
E quando el rey entendió que Tristan lo auia aya acabado y llegado a fin; si no, yo yria
librado, dio gracias a Nuestro Señor. Todos alia de voluntad, por ver los caualleros de la
fueron marauillados clesta auentura que a Tabla Eedonda»; Lamarad dixo que no podia
Tristan contesciera, y estuuieron aquella no- estar mas alli, que se queria en todo caso par-
che en gran alegria, e fueron muy bien ser- tir, y encomendó a Dios a Tristan, e a Que-
uidos, e a la mañana el rey e los caualleros din, e a los abades. Y después de comer, ca-
caualgaron para se yr a la ciudad de Cama- ualgo en su cauallo, y anduuo tanto hasta que
lot, e andiiuieron tanto, hasta que llegaron a llego a casa del florestero donde los quatro ca-
vna abadia de monjes a dos leguas de la ciu- uallero sestauan feridos, y demando que auen-
dad; e luego en aquel punto quel rey fue par- tura auian auido, y el florestero le contó el
tido de casa del florestero, Lancarote fue lle- auentura, assi como Tristan lo auia fecho, y
gado alli, y el florestero lo conoció, e dixole: Lamarad dixo: «Por Dios, don Queas, vos
«Yos, señor, ¿sabes algunas nueuas?» E dixo- menospreciays los caualleros andantes que
DON TBISTAN DE LEONIS 405
van por sus auenturas e no conosceys sus vo- tuuieron en folgura; ante que ninguno dellos
luntades ni sus bondades, mas agora las sa- supiesse nada, Sagramor vn dia caualgo en
beys, e avn las sabreys si no os guardays>; su cauallo, e fuese a la corte del rey, e dixo-
e Grariet dixo: «Bien podeys dar gracias a le: «Señor, nueuas os trayo que son proue-
Dios como somos escapados de tan buen mer- chosas para el rey no; pidovos por merced
cado» . E Lamarad dixo: «¿Qual fue el caua- que las pueda dezir que no aya mal ningu-
llero que libro al rey mi señor?» í el flores- no*. Y el rey dixo: «Sagramor, dezid aquello
tero le dixo: «Señor, don Tristan». Y desto que os plazera». «Sabed que Tristan vuestro
Lamarad fue marauillado como no ge lo auia sobrino es llegado a vuestra corte, y es en su
desencubierto Tristan; e durmió aquella no- conpañia Quedin, el hijo del rey de la pe-
che alli y contoles lo que le acontescio con queña Bretaña, e si os quisiera fazer daño,
Tristan; e otro dia caualgo en su cauallo y vos lo pudiera bien fazer después que el es en
entro en su camino. E quando Lamarad fue vuestra tierra; e por esto, señor, a mi parece
entrado en Camalot, presentóse antel rey e que sera bien, pues que el es venido a vues-
recontóle el auentura assi como le auia acon- tro reyno, que le perdoneys todo el vuestro
tescido con Tristan e con su cuñado Quedín, mal talante». E dixo el rey: «¿Como? ¿con-
fijo del rey Oel de la pequeña Bretaña; e sejarme yades vos que fiziesse cosa que me
quando el rey Artur oyó dezir quel hijo del tornasse en desonrra de mi señorío?» «No
rey Oel era en aquella tierra, quisieralo ver os seria desonrra, porque es vuestro sobrino
en su corte mas que a vn gran tesoro, por y el mejor cauallero que vos ayays, e aquel
le hazer mucha honrra. E agora dexemos que ha fecho mas honrra a vuestra corona, e
estar al rey Artur, tornemos a Tristan e a su yo vos mostrare razón por que lo deueys per-
cuñado Quedin. donar, que saureys por verdad que ha libra-
do al rey Artur y es la nombradla por toda
la tierra, e por honrra del rey Artur lo de-
XLTIII ueys hazer, e ganareys gran amistad con el
rey e con todos los caualleros de la Tabla
De como Tristan, y Quedin, e Oorualan, é Bedonda». E quando el supo que Tristan
Brangel, fizieron su viaje y llegaron al auia librado al rey Artur de muerte, fue muy
•puerto de Tintoyl. alegre, e dixo: «Por la mi fe, Sagramor, si
esto es verdad que el lo ha librado, yo, por
Cuenta la hystoria que Tristan estuuo tan- amor del, perdonarle he e tornarle he en mi
to en el abadía, hasta que Quedin fue sano, e corte, e fare con el gran alegría e fiesta». Y
después aparejáronse e encomendaron a Dios estando ellos en estas palabras, entro vna
a los abades, y caualgaron e fueron por su donzella por la corte, la qual venia de la
camino, fasta que llegaron al puerto donde Griosa Guarda, y entro por el palacio, e omi-
auian dexado la nao. E hallaron ay a Bran- llose al rey e a toda la corte, e dixole: «Se-
gel e a (Jornalan que los esperauan, e hallaron ñor, nueuas os trayo de vna auentura; sabed
todo aparejado para seguir su viaje. E quan- que Lancarote del Lago no ha mucho que
do los de la nao los vieron, fueron alegres, y llego a la Giosa Guarda e dixo que el rey
metieron dentro los caualleros, e alearon vela, Artur era librado, porque vos pido por mer-
e dioles Dios tan buen tiempo, que en pocos ced que yo pueda dezir el cauallero que lo
días llegaron al puerto. Tristan salió luego ha librado». E dixole el rey: «Dezíd, donze-
fuera, e hallo vn donzel que andaua cacando, lla. aquello que vos pluguiere». E ella dixo:
e dixole: «Yo vos ruego que me fagays vn «Sabed, señor, que vuestro sobrino Tristan
mensaje, que vayays al castillo de Sagramor lo ha librado por fuerca de armas, y este ha
eseondidamente, y dezíd a Sagramor qua gran prez e honrra entre los caualleros de la
Tristan el su amigo es llegado al puerto sano Tabla Redonda». E desto fue el rey alegre,
e bueno». Luego el donzel se fue por su ca- e fizo pregonar por toda la tierra quel perdo-
mino, e llego a Sagramor, e dixole: «Mensa- naua a Tristan, e desto fueron muy alegres,
jero soy de Tristan, e hazeos saber que es saluo Lambagues e Aldaret. Las nueuas
llegado al puerto sano e bueno. Sagramor, fueron a la rey na Yseo, e quando supo que
en que lo oyó, fue mucho alegre, y caualgo Tristan era llegado e perdonado, ella fue
en su cauallo e fuese para el puerto, e alli alegre que no podia ser mas. E Sagramor
fallo a Tristan, e luego se fueron abracar y dixo al rey: «Señor, en la mañana seremos
preguntáronse de sus faziendas, e después aqui el e yo», e luego Sagramor se partió de
que se ouieron visto, caualgaron escondida- la corte y fuese para el castillo muy alegre,
mente Quedin e Grorualan, e Brangel con y Tristan le salió a recebir, e demandóle por
ellos, e fueron al castillo d« Sagramor, e es- nueuas; el le contó toda la razón como el rey
406 LIBROS DE CABALLERÍAS
lo auia perdonado todo su mal talante, e assi bien conoscio Tristan aquella muestra que el
durmieron aquella noche con gran alegría, 6 rey fazia, e daua a entender que lo no sintia,
quando vino la mañana, ellos se leuantaron e no fablo mas por aquello que era paseado
e se aparejaron muy ricamente; Brangel oa- entre el rey e el. E luego el rey mando que
ualgo en su palafrén y fuese para la cibdad; fuessen hincadas las tiendas al passo de Tin-
Tristan, e Qnedin, e Grorualan caualgaron toyl, e mando aparejar todas aquellas co-
en sus cauallos. E Brangel se fue para el rey, sas que les hazian menester, e fue fecho
no por quel supiesse que ella Venia de la pe- su mandado, e pusieron las tiendas ribera
queña Bretaña, e oinillose, e dixo: «Señor, del mar> e fue el rey alia con Tristan e con
Tristan viene con su cuñado Quediñ». E Yseo la bründa e muchos otros caualleros. Y
luego el rey mando que todos caualgassen y el rey hizo poner en vn árbol vna canpana,
fuessen a recebir a Tristan. E quándo ellos por tal que si cauállero estraño passasse. que
fueron fuera de la ciudad, encontraron a repicasséñ la canpana, e Tristan se comba-
Tristan, y descaualgo e omillose al rey e tiesse con el, e hizo hazer vnos altos mirade-
fizóle grande reuereneia, e el rey le tomo ros para que el e la reyna e todos pudiessen
por la mano, e dixole: «Sobrino, vos seays ver las batallas. Estando ellos assi en esta
bien venido, y seays perdonado de Dios e dé manera, vieron venir vn cauállero, el qual
mi de todo aquello que me aueys fecho, e auia noñbre Argamos, e quando fue llegado
seays señor de mi corte con tal que mireys a la puente, la guarda repico la canpana.
por mi honrra bien e lealmente». E Tristan Luego Tristan se armo lo mas presto que pu-
ge lo prometió, e besóle las manos e diole do, e caualgq en su cauallo e fuese para el
muchas gracias, e tornáronse para la ciudad, cauállero, e dixole: «Cauállero, no passareys
e quando fueron en la corte, fizíeron gran ale- sin batalla, o yreys a la prisión del rey Ma-
gría, que duro quinze días. E luego que la res mi señor, que assi lo tiene agora de nue-
fiesta fue passada, el rey pensó de vedar el uo ordenado». E quando el cauállero oyó esto,
pásso de TintoyL y que se estaría alli Tris- cubrióse de su escudo, e dieronse tan grandes
tan, e.que defendería el passo vn año com- golpes, que Argamos cayo en tierra, e pidióle
plido, por tal que ningún cauállero no passas- merced a Tristan; e Tristan dixo; «Pues yd-
se por ay que se ño combatiesse con Tristan, vos delante el rey e la reyna». E el se leuan-
e por esto pensó el rey, e dixo entre si: «Si to e fuese delante el, e presentóse por preso,
esto yo hago, ño és possible qué no venga al- y el rey lo hizo meter en vna tienda, la qual
gún cauállero que de la muerte a Tristan por era señalada para los caualleros andantes que
fuerza de armas». assi fuessen derribados e sometidos a merced,
e fizólo bien guardar e curar del. Estando
ássi, acadscio que llego ay el cauállero ber-
mejo, e quando la guarda lo vio, repico la
XLIX canpana. E Tristan caualgo en su cauallo e
De como el rey hixo llamar a Tristan para le fuese para el, e dixole: «No podeys passar
mandar que guardasse el passo de Tintoyl, sin batalla, o yreys á la prisión del rey»; e el
porque don Tristan se combatiesse con los cauállero dixo: «Yo dé la batalla no fallesce-
caualleros andantes de la Tabla Redonda e re». E luego los caualleros fueronse ferír de
alguno lo matasse. gran "poder, e tan grandes fueron los encuen-
tros de los caualleros, que ambos cayeron en
tierra, e luego fueron íeuantados, e metieron
Dize, la hystoria que otro día el rey hizo mano a las espadas 6 comencaronse a comba-
ayuntar los caualleros en el palacio como por tir muy fuertemente, que las espadas metían
loor de Tristan, e, assentados, dixole ante to- por los escudos, e atante se combatieron déla
todos: «Sobrino, después que vos partistes de primera batalla, que ya eran cansados, e arre-
aquí, aueñtura no ha venido ninguna que a dráronse afuera por descansar. E quando
buen cauállero se pudiesse cometer ni dar oüieron vn poco folgado, Tristan se leuanto
loor, y en todas las otras tierras han venido prinléro, e fuese para el cauállero, y el ca-
muchas auenturas, e agora, por amOr de voá, uállero para el, e dieronse tan grandes golpes
yo quiero vedar el passo de Tintoyl, e quie- de la segunda batalla, que muchos pedacos
ro estar alia con la reyna Yseo e con toda la de las armas andaüañ por el suelo; e tanto se
corte algunos dias, que ninguno no passe por conbatieron, que por fuerca se ouieron de ti-
alli si no se combatiere con vos, é assi veré rar afuera por descansar. Y el cauállero ber-
yo de vuestras cauallerias, que todos han vis- mejo era buen caüalleío e buen esgremidor,
to saluo yo». Luego Tristan dixo: «Señor, mas todavía rogaua a Dios que lo ayudasse
prestó e aparejado soy para fazer vuestro contra aquel -cauállero qué tenia delante, que
mandado e toda vuestra honrra». Mas tan-
DON TRISTAN DE LEONIS 407
nunca hallara eauallero que tan duros golpes davía sentía mas la batalla. E rogo a Dios que
le diesse, e conosoio bien que a la fin no j)o- lo ayudasse contra aquel eauallero, que nun-
dria durar contra el: e Tristan se leuanto e ca hallo quien tan grandes golpes le diesse,
se fue para el. E quando el lo vio venir, le- porque el conosoio que a la fin no podría du-
uantose, e dixo entre si mesmo: «Yo veo que rar contra el; e tiráronse afuera por holgar, e
este eauallero quiere lleuar a fin esta bata- no ouieron estado mucho, que Tristan no se
lla»; e dixo: «Oauallero, esperad vn poco, yo leuanto en pie para tornar a la batalla. E
veo qúesta batalla quereys lleuar a fin, por quando el eauallero lo vio venir, dixo entre
que vos ruego que me digays vuestro non- si: «Este eauallero lleuar quiere esta batalla
bre, e jo deziros he el mió, por tal que sepa a fin»; e dixo: «Oauallero, esperad vn poco,
cada vno quien lo venció e mato». «Mi non- e dezirme heys vuestro nombre, por tal que
bre, dixo Tristan, vos no podeys saber fasta yo sepa a quien tengo delante». E Tristan le
que yo sepa el vuestro». «Señor, dixo el, yo dixo: «Yos no podeys saber mi nombre hasta
soy el eauallero bermejo, si lo oystes dezir». que yo sepa el vuestro»; e dixo: «Sabedque
Quando Tristan conoció quien era, ouo muy a mi dizen don Craluan, sí lo oystes dezir». E
gran plazer, e dixo: «Señor, entre vos e mí Tristan dixo: «Señor don Graluan, yo, en mi
no ha razón por que nos matemos, y es neces- fe, con vos no me conbatire mas, que entre
sario que vos vayays comigo a las tiendas e vos e mi non. deue auer sino todo bien, mas
al rey Mares mi señor». E dixo el eauallero: por amor de mi, que vos os presenteys de-
«¿Quien soys vos que me qnereys lleuar pre- lante el rey porpreso». Yel dixo: «¿Quien soys
so?» T el dixo: «Yo so don Tristan de Leo- vos que me quereys lleuar preso?» Y el dixo:
nis»; y el eauallero fue alegre, e fizóle gran «Yo soy Tristan, vuestro amigo».E don Gral-
reuerencia. Y fueronse abracar, e luego se uan fue muy alegre, e dixo: «Tristan, pues
fueron ambos a dos a pie, e presentólo al rey que a vos plaze, yo me quiero presentar ante
por preso j y el rey acogiólo muy honrradá- el rey por preso». E don Graluan fue con Tris-
mente, e hizolo meter en la tienda; e Tristan tan ante el rey, e presentólo por preso, e el
fuese a desarmar. E auino que otro día vino hízole meter con los otros en la tienda; e mu-
don Graluan, e luego, quando lo vidola guarda, cho se marauillo el rey de las bondades y ea-
repico la campaña, e Tristan luego canalgo uallerias ele don Tristan; y passaron algunos
e fuesse al eauallero, e dixole: «Gauallero, dias qtie no passaron ningunos eaualleros.
no podeys yr sin batalla, o yreys a la prisión
del rey Mares mi señor». E don Graluan dixo:
«Bien mo paresceys loco eauallero, que me
dezis que en prisión me vaya a meter, ante L '
quiero bien la batalla». E fueronse ferir tan De como don Tristan prendió a Bordón, e a
fuertemente, que ambos a dos cayeron en tie- Esior de, Mares, y a Leonel.
rra, e luego fueron leuantados, e metieron
manos a las espadas, e heríanse tan mortal-
mente, que todos aquellos que los veyan se Dende a poco tiempo llego Estor ele Ma-
fazian marauillados, y el rey dezia que Tris- res, y con el Bordón y Leonel. E quando lo
tar auia fallado su par, e heríanse assi sin vio la guarda, repico la campana, e Tristan
folgar de tan mortales golpes, que se fazian caualgo en su cauallo y fuese para ellos e
abaxar las cabecas el vno al otro, e quebra- dixoles: «Caualleros, no podeys passar sin
uanse los escudos e falsauan sus armas, e batalla, o yreys a la prisión del rey mi se-
quien vio aquella batalla no vio su par, que ñor». Y Estor de Mares dixo: «De batalla
no les quedo de los escudos mas de dos pal- no fallesceremos, avnque fuessen ende los
mos, e muertos fueran ya sino por las buenas dos mejores eaualleros del mundo: don Tris-
armas que trayan; y dezia Tristan entre si tan de Leonis e don Lanoarote del Lago».
que aquel era diablo, que mas mortales gol- E Tristan se coinenco a reyr, e boluieron
pes daua los postreros que los primos, e fizo los cauallos, e fueronse ferir de tan gran
su oración: «Señor Dios, ayúdame contra poder, que Estor de Mares cayo en tierra; e
aqueste eauallero que me esta delante»; e de- quando Bordón vio a Estor de Mares en tie-
zia consigo mesmo; «Este quiere lleuar la ba- rra, dixo entre si: «Por cierto, de gran
talla a fin, por que es menester que faga como fuerca es el eauallero»; e luego se puso el
valiente eauallero, por tal que todo el mundo escudo delante, e abaxo la lauca, y fuesse
no tenga que me reutar»; e no se dexauan de para Tristan, e Tristan para el; e dieronse
herir el vno al otro, en manera que las espa- tan grandes golpes, que Bordón cayo en tie-
das hechaban fuego muy alto. E cierto, Gral- rra piernas arriba. Y quando Leonel vio es-
uan era poderoso eauallero y ardid, mas to- to, dixo entre si: «Este no es eauallero, mas
es diablo, que se nos ha parado delante por
408 LIBROS DE CABALLERÍAS
impedir y maltraer a los caballeros de la fuesse para el. El cauallero le dixo: «Espe-
auentura»; y puso su escudo delante y aba- rad vn poco, señor, que a mi parece que vos
xo su langa, e fuese para Tristan, y Tristan quereys que ambos ayamos de morir, que
le dio tal golpe, que lo echo a tierra con los veo que esta batalla quereys lleuar a fin». E
otros; e quando todos los ouo derribado, di- Tristan dixo: «Yo la quiero lleuar en ma-
xoles: «Caualleros, venidvos a las tiendas, nera que salga con honrra el rey Mares mi
que TOS soys presos en poder del rey mi se- señor». T el cauallero le dixo: «Ruegovos
ñor y de la reyna». E los caualleros se le- que me digays vuestro nonbre, e yo deziros
uantaron, y fueronse con Tristan, e presen- he el mió». «Plazeme, dixo Tristan, si vos
táronse delante del rey, y el los fizo poner me dezis el vuestro»; y el cauallero dixo: «A
con los otros, e ñzoles fazer mucha honrra. mi llaman don Lancarote del Lago, si lo oys-
¿Que os diré de aquesta auentura?, que en tes dezir en. algún tienpo». E quando Tristan
poco tienpo tanto fizo Tristan por fuerca de entendió que aquel era don Lancarote, aquel
armas mientra estuuo en el passo, que que el tanto desseaua ver mas que a ningún
prendió treynta y seys caualleros los mejo- cauallero, luego echo su escudo; e tomo su
res de la Tabla Éedonda, e los mas del lina- espada por la punta, e finco las rodillas an-
je de Lancarote del Lago, y el fue ferido te el, e dixole: «Señor cauallero., ruegoos que
muchas Tezes, e llego a peligro de muerte. me perdoneys por yo ser osado a me conba-
Empero tenia el maestro de suyo, e le ma- tir con vos, pero yo he auido lo peor de la
taron muchos cauallos que aqui no cuenta la batalla, e por esso tomad vos mi espada, que
historia. Passando algunos dias que no vino vos soys el vencedor de la batalla». E Lan-
auentura ninguna, vn dia vino vn cauallero garote dixo: «¿Quien soys que tanta honrra
por el desierto de Tintoyl, e la guarda, me fazeys?» T el dixo: «To soy Tristan,
quando lo vio, repico la canpana. E Tristan vuestro caro amigo». Don Lancarote echo el
caualgo en su cauallo, e llamo el cauallero a escudo, e tomo assimismo la espada por la
la batalla, «Por Dios, dixo el cauallero, de punta, e hinco las rodillas, y dixole: «Señor
batalla no fallescere»; e luego abaxaron sus Tristan, vos meresceys la honrra de la bata-
laucas, e fueronse a herir de tan grandes en- lla» , e fueronse abracar. E quando el rey vio
cuentros, que ellos e los cauallos cayeron- en la paz hecha entre los caualleros, fue mara-
tierra, assi que pensauan todos que fuessen uillado, e Langarote pregunto a Tristan que
muertos; y estuuieron assi vna gran pieca por qual razón era defendido aquel passo que
fuera de su seso, e dezian que Tristan auia nunca se solia defender; Tristan contole la
fallado su par. E leuantaronse luego e pusie- razón punto por punto por lo que el rey lo
ron mano a las espadas, e fueronse herir de hazia estar alli. E Lancarote dixo: «Yo quie-
tales golpes, que marauilla era. «Por Dios, ro que me presenteys por preso al rey»; e
dixoTristan, de gran poder es el cauallero;» e Tristan dixo que lo no faria en ninguna ma-
dauanse tales golpes, que los pedacos de las nera. E Langarote rogo a Tristan que no
armas andauan por tierra, y ellos eran can- dixesse su nonbre, e Tristan ge lo prometió.
sados, e arredráronse el vno del otro por E luego Tristan e Lancarote se fueron al rey,
folgar vn poco; e a poca de pieca leuantose y el rey pregunto a Tristan que quien era el
Tristan, e fuesse para el cauallero, y el ca- cauallero e como auia hecho la paz, e Tris-
uallero a el, e dieronse tales golpes, que las tan dixo: «Señor, es vno de los mejores caua-
armas fazian pedacos e las espadas se metian lleros del mundo y es de lueñe tierra, e rue-
por las carnes, e todos dezian: «Ambos mo- gos que lo encomendeys a la reyna Yseo,
rirán»; e combatiéronse mortalmente vna que, por vuestra honrra, que lo guarezea de
gran pieca fasta que fueron cansados, e las llagas». Y el rey dixo que lo haria de
arredráronse como de cabo por descansar, e buena gana, e luego embio por la reyna, e
mientra estauan descansando, el cauallero de dixole: «Señora, yo ves encomiendo aqueste
la auentura paro mientes a su escudo, e vio cauallero, que es muy amigo de Tristan»;
que le auia quedado poco del, e dixo entre y ella tomo en cargo a Langarote, e metióle
si que, después que truxera armas, jamas dentro en la tienda, e católe las feridas a el
hallo honbre que tan mortales golpes le dies- e a Tristan, e dixoles: «Caualleros, esforcad,
se; e dezia: «Creo que este cauallero no es que, con la ayuda de Dios, ayna sereys sa-
cauallero, mas diablo que se me para delan- nos de las heridas, que no son peligrosas». Y
te, e ruego a Dios que me ayude contra el». ella les puso tales vnguentos e medicinas,
E Tristan dezia entre si las mismas pala- que Tristan fue guarido en quinze dias, e
bras, e dixo: «Agora es tienpo que yo sea Langarote en treynta e cinco. E assi estando
ardid contra este, que me esta delante con don Tristan e don Lancarote en las tiendas
gran saña», e tomo su espada en la mano, y en gran solaz, estuuieron vn mes, que no
DON TRISTAN DE LEONIS 409
passo por allí ningún cauallero; e Tristan «Cierto de fuego sera librada, ca ella fallo
tomo por la mano a Lancarote, e lleuole a caualleros que la defendiessen de tal como
las tiendas de los cananeros que estauan uos». E el dixo; «Salga fuera al campo, e
presos, e fueron de noche e mudados del veremos entre mi y el qual sera vencedor».
habito, porque no conosciessen a Langarote, Luego Lancarote abrió la puerta, e caualgo,
e quando los vido, conoscio entre ellos a e salió fuera al canpo, y Dinadan el roxo
muchos de sus parientes, e vio que Tristan dixo: «Aparejaos, que yo os desafio a la
era de gran bondad, e Tristan dixo que se muerte>; e quando esto Lancarote oyó, dixo:
los daria e soltaria todos por su honrra, e «Señor cauallero, a mi pesa porque entre
Lancarote dixo que los no queria por tal mi e vos sobre tal pleyto aya batalla, e por
que no fuesse conocido, e luego se tornaron honrra de caualleria os ruego que a la don-
a su tienda. Y estando ellos assí, llego vna cella dexeys en su castillo, que pues es suyo,
donzella, e fuese para el rey Mares, e hinco no es razón de se lo tomar, ni tanpoco, si su
las rodillas ante el, e pidióle merced que le amor nos quiere dar, por fuerca no lo deueys
ayudasse contra Dinadan el roxo, que le querer». Dinadan respondió: «No fare nada
queria tomar vn su castillo, dizienclo que si de lo que dezis hasta que por batalla lo libre-
a ocho dias no hallasse cauallero que la de- mos». Quando Lancarote lo oyó, boluio su
í'endiesse por fuerca de armas, que la man- cauallo, e abaxo su lanca, e fuele dar tan
daría quemar, porque le no queria dar su gran golpe, que le passo el escudo e le me-
cuerpo e por le tomar su castillo. E con- tió la langa por la carne e derribo a tierra; e
tada la razón al rey, Lancarote, que en- luego su sobrino se fue a el, e quando lo vio
tendió las palabras, fuese luego delante del venir, diole tal golpe, que le echo a tierra
rey, e dixole: cSefior, si fuere la vuestra muerto; e los otros fueronle ferir todos en
merced, yo tomare la batalla por la donze- vno, e dieronle tantos golpes, que a pocas no
lla». El rey se la dio, e Lancarote se fue a le echaron en tierra de la silla, y en tanto
aparejar de lo que auia menester e vino antel Dinadan caualgo en su cauallo, y echo a
rey por se despedir del, y el rey llamo a huyr, e los otros con el. E quando Lancarote
Tristan, e preguntóle quien era aquel caua- esto vio, tornóse al castillo, e la donzella lo
llero, e dixole: «Señor, cauallero es de quien rescibio honrradamente e diole muchas gra-
podeys fiar la batalla e dársela». E luego cias, e dixole: «Señor cauallero, tanto aueys
Lancarote tomo su escudo e su langa que hecho de vuestra caualleria, que me aueys
Tristan le dio, e fuese para la reyna e en- librado de muerte, porque vos ruego que
comendóla a Dios, y ella le torno las saludes; seays cauallero de mi amor, e yo quiero ser
e la reyna pregunto a Tristan quien era el donzella del vuestro, e quiero que sea vues-
cauallero, e Tristan dixo: «Señora, yo lo di- tro este castillo con todo su termino». E Lan-
re después que sea partido de aqui». E la carote le dixo: «Señora donzella, yo no da-
reyna no le dixo mas. ria el mi amor, que yo le he prometido a vna
dueña, y esto que he fecho yo lo he hecho
por amor de Tristan e de la reyna Yseo, e
yo os lo tengo en merced, e a mi conuiene de
LI partir de aqui e tornar en mi tierra». E dixo
De como Lancarote e vn escudero se fueron la donzella: «Pues yo queria yr a la reyna
con la donzella, e de como se eonbatío Yseo. e presentarme he de vuestra parte a
Langarote con Dinadan el roxo e con los ella, porque vos ruego que me digays vues-
otros cinco eauallerps. tro nonbre, porque yo sepa quien me ha li-
brado desta auentura». E Lancarote dixo:
«Donzella, a mi me plaze que vayays alia, e
Dize la historia que Lancarote caualgo en presentadvos a ellos de mi parte, e si vos
su cauallo, y con el vn escudero que le die- preguntaren por mi nombre el rey o otro al-
ron para conpañia, e fuese con la donzella, guno, dezid que lo pregunten a la reyna, ca
e anduuieron hasta que llegaron al castillo ella lo sabrá ya de Tristan». E desto fue la
de la donzella, e alli fue Lancarote muy bien donzella muy alegre, e don Lancarote la en-
seruido e honrradámente. E quando vino el comendó a Dios e fuese por su camino, e
dia señalado de la batalla, Dinadan el roxo tanto anduuo por sus jornadas, que llego a
yino allí con cinco caualleros, e quando fue- Camalot al rey Artur. Y el rey lo rescibio
ron al pie del castillo, llamaron a la donzella; honrradamente, e preguntóle de qual parte
. ella respondió por vna finiestra, e dixo: «Yo venia que no hauia estado en la corte, e el le
soy venido aqui, donzella, e no me quesistes contó que auia passado muchas auenturas
dar vuestro amor, e agora no aureys merced, por hallar caualleros de su linaje, e dixo que
sino sereys quemada». E Lancarote dixo:
410 LÍBEOS DE C A B A L L E É I S
vna auentura lo auia a dicha llenado a Cor- din, su cuñado, fue muy alegre, e dixo de-
nualla, e como se auia conbatido con Tristan, lante todos los caualleros: «Señores, ya po-
y contole como sns primos y sus parientes deys ver las cauallerias de Tristan, que por
estallan presos en vna tienda por mano de fuerca de armas ha preso a vno de los mejores
Tristan e otros muchos caualleros; e loaua caualleros del mundo, e ha prendido a don
mucho las bondades de Tristan. Y el rey Gradúan y al cauallero bernlejo, e tanto buen
fue alegre de aquellas nueuas, e dixo: «Por cauallero como esta en aquesta tienda, los
mi fe, grand auentura es esta que acontece quales son del linaje de Lancarote y de la
en Oornualla». Agora dexemos al rey Artur Tabla Eédonda, porqué a mi me parece que el
e a Lancarote, e tornemos a la donzella. rey se deuria tornar a la corte, e quitar a
Tristari desta conquista deste passo, e avn
agora veys que por su ocasión la reyna ha
LII ganado vn castillo, y el serüicio de vna don-
zella que es señora de cinquenta oaualleros
De como la doncella se fue presentar al rey y e mas». Los caualleros de Gornualla fueron
a la reyna Yseo de parte- de don Lancarote desto muy alegres por lo que Quedin dezia,
del Lago. e dixeron al rey: «Señor, tienpo es de tor-
nar en la ciudad, que Tristan ha ya tanto fe-
Dize la historia que quarido Lancarote fue cho de armas, que nadie podría fazer mas».
partido de la donzella, ella se aparejo con El rey dixo que era bien, é figo tirar las tien-
mucha gente, y fuese con ella su tia Celes- das, e tornóse a la ciudad; y estando en el
tina (1), y presentáronse delante el rey Ma- palacio, el rey mando que truxessén los ca-
res, e fincaron las rodillas, e dixole: «Señor^ ualleros ante el, e hizolos a todos soltar, e
my sobrina se presenta por vuestra donzella, dioles cauallos 6 armas, e dixoles: «Euegoos
de parte del cauallero que le distes que lali- que me perdoneys porque yo he seydo contra
brasse del hüego a que era juzgada para que- vos»; y ellos dixeron: «Señor, a vos muchas
mar, e ha vencido la batalla, e quando el la gracias, que no hauemos aüido sino honrra en
ouo librado, se presento a el porque el fizies- vuestra corte, porqué nos tenemos por bien
se della toda su voluntad, y el dixo que no contentos». E tomaron licencia del rey y de
la quería por suya; e rogóle que le dixesse la reyna y de Tristan, e fueronse muy ale-
su nonbre, y el le dixo que dixesse a vos de gres por el camino, e anduuieron tanto hasta
su parte que demandassedes su nonbre a la que llegaron a la corte del rey Artur, e con-
reyna, que ella lo sabría por boca de Tris- táronle todo lo que allí auia coñtecido, e
tan» , y desto fue el' rey muy alegre, y pre- como auian seydo presos por mano de Tris-
gunto a la reyna quien era, y ella dixo: tan, y con el se auian conbatido todos vno a
«Lancarote del Lago», y el rey fue desto vno.
alegre; e la donzelia se vinillo ante la reyna; E agora dexemoslos estar en la corte del
assi como se auia presentado al rey, assi se rey Artur, e tornemos a contar de lo que don
presento a la reyna, y ella la recibió muy Tristan fizo después que se tornaron a la
bien, e dixo a la donzella: «Yos seays bien eibdad.
venida, y sed franca de yr e de tornar a toda
vuestra voluntad donde quisierdes, e quiero, Lili
si vos quereys, que seays compañera de
Brángel, y áureys gran honrra en mi corte», De eomo don Tristan enbio a Quedin sit cu-
E dixo la donzella: «Yo no me quiero yr ni ñado e a Qorualan a su reyno de Leonis.
partir de vuestra corte, e quieros seruir
como a mi señora». Y la reyna fue muy ale- Dize la historia que el rey Mares estaua
gre con estas palabras, e recibióla con gran en su eibdad, e Tristan andaua folgando con
amor, porque se podría muy bien ayudar de la reyna, y liazian en vno aquello que so-
la tierra de la donzella de cinquenta caualle- lian quando querían, tanto que todos lo en-
ros y mas. Quando el rey oyó esto, rnaraui- tendían, e nablauan déllos en todas partes; e
lióse mucho de las bondades de Tristan, por- Tristan e la reyna entendieron bien la habla
que se auia conbatido con Lancarote, y Qüe- que andaua en la corte, e Tristan vn día se
fue fablar con Quedin su cuñado e con Gror-
(') ¿Pengai-lan en este paso los autores de la Co- ualan, e dixoles: «Ya veys quanto tienpo he
media dé Calisto y Melihua cuando la escribieron? gastado en esta corte, que ya soy enojado de
Entiendo quefesesta la vez primera que el nombre de estar aquí, e yo querría que vosotros fuesse-
una tia- Celestina sale á plaza en nuestra literatura. des a mi reyno de Leonis con cartas mías y
Nótese que uno de los criados de Calisto se llama
Tristan. en habito de peregrinos porque nos defien-
DON TRISTAN DE LEONIS 411
dan el passaje, e dareys a entender a todos dixo: «Señora, muchas vezes os ouiera dicho
los buenos caualleros e a toda la gente como que nos fuessemos, sino que pensaua que no
vos, Quedin, soys mi cuñado, y mandad por quisierades yr comigo». E dixo la reyna: «Sa-
mi el mi reyno tanto fasta que yo vaya a vos- bed que a mi es venido en voluntad que nos
otros, tía yo quiero yr a buscar auenturas, e 1 vanios». E Tristan dixo: «A mi me plaze, e
quierome yr a la corte del rey Artttr, e ju- aguardemos para esta noche, que ninguno no
rar la Tabla para entrar en la demanda del nos vea, que agora es bien hora de tercia, e
saneto Cirial que ayna se quiere ya comen- las gentes que nos viessen yr pensarían mal,
car, e prouare mi persona con los caualle- é no nos podryamos partir de aqui sin lo sa-
ros de la corte, e quiero yr alia sin conpa- ber algunos e sin pelea». Dixo la reyna que
ñia ninguna. era bien «e no quiero que caualgando vamos,
E Quedin dixo: «Señor Tristan, yo no mé ni que tomeys armas sino vuestra espada, e
partiré de vos por ninguna cosa». E Tristan yrnos liemos ambos a dos mano a mano ha-
dixo: «Hermano Quedin, de hazer os conuie- blando por el vergel, que ninguno pensara
ne assi como yo os digo, que comigo, por nada de nuestra yda, e assi saldremos del
agora, no podreys yr». E Grorualan dixo: «A vergel, e yrnos hemos para la floresta, e yo
mi parescé que seria mejor que fuessedes tengo el anillo del rey, que ha tal virtud,
con nosotros eii Leonis, y después os podes que mientra lo truxerdes no podeys ser ha-
yr donde quisíerdes». E Tristan le dixo: llado vos ni yo; e ha otra virtud, que no po-
«No se puede fazer, que os conuiene yr sin dreys ser vencido, avnque ante de agora os
mi». Y ellos, quando vieron la voluntad de le deuiera auer ciado». E quando Tristan vio
Tristan, no quisieron porfiar mas con el, e la voluntad de la reyna, no quiso dezir nada
vna mañana se aparejaron en su habito de contra lo que ella dezia, e dixo: «Señora, fá-
peregrinos, e fueron por su camino, e Tris- gase aquello que vos mandardes, que yo aque-
tan los encomendó a Dios, y ellos yendo por llo aure por bueno». E después que la fabla
su camino, dixo Quedin a Grorualan: «¿Que fue hecha, las tablas fueron puestas; el r e y e
os parece que assi nos ha dexado Tristan?» la gente se assentaron a cenar, e no plazia
Y Grorualan dixo: «Cierto, señor, no lo se, mucho á la reyna,. tanto auia en coracon de se
que nunca tal cosa vi fazef que el se parties- yr; e quando la gente ouo cenado, la reyna se
se de mi por ninguna auentura». Y fueronse aparejo, e tomo muchas joyas, e plata e dine-
su camino, e quando fueron en el reyno de ros, e Tristan tomo su manto e su espada, y
Leonis, Grorualan fizo saber a la madrastra entraron en el vergel la reyna y el, depar-
de Tristan y a toda la gente que Tristan tiendo e riendo ambos assi como solian, e sa-
embiaua alia a su cuñado Quedin y que era lieron del vergel e fueronse para la floresta
aquel* e fueron recebidos honrradamente, y que ninguno no los vio, e estuuieron alli es-
fueles hecha honrra. E la madrastra de Tris- condidos fasta que vino la noche. E anduuie-
tan, asi como falsa, pensóles fazer onrra, ron tocia aquella noche y el dia, e a la tarde
mas no de coracon. e mostróles buen senblan- llegaron cerca de vna puente, y de la otra
te e cara, mas no era tal su camino. Y dexe- parte de la puente auia vn castillo, y elpas-
moslos estar, e tornemos a contar de Tristan. so de la puente guardaua vn cauallero que
Quando Tristan ouo estado vn tienpo en la era señor de aquel castillo, y en la ¡mente
corte del rey Mares, hizo plantar vn árbol en auia vn pilar en que estaña vn cuerno de pla-
vn vergel delante la cámara de la reyna, por ta, y en el pilar estauan escriptas vnas Tletras
tal que pudiesse entrar en la cámara quando en que dezia: QUIEÍS TOCARE EL CTJEBA O, xo
qtiisiesse por aquel árbol, y por aquel entraua PASSAKA SIN BATALLA. Quando Tristan vio el
y salia cada quando que quería. Y desque asi cuerno y le'o las letras, dixo a la reyna, que
OüO estado vn tienpo desta manera, la reyna las esso mesmo estaua leyendo: «Señora•, a
dixo: «Señor Tristan, yo he entendido mu- mi me conuiene de tañer el cuerno, según
chas vezes que se habla por la corte nuestro que es el escrito». E la reyna dixo: «Señor,
hecho, y biuimos en manera que no podeys ¿no veys lo que dize el escrito, que quien lo
estar que no vengays vos a mi, o yo no vaya tañere no passara sin batalla?» «Por ésto, di-
a vos; y esso mesmo he entendido en vos, que xo Tristan, quiero yo tañerlo». «¿Gomo, se-
por esta razan os quefeys alongar de mi, e ya ñor, dixo la reyna, quereys morir assi, que no
sabeys, señor, que no puedo biuir sin vos vna teneys cauallo ni armas, saluo tan solamente
ora¡ porque es menester que yo vaya alia don- esta espada, é quereysvos meter a peligro de
de quiera que fuerdes».- Esto dezia la reyna muerte?» Tristan dixo: «Señora, no temays,.
porque auia miedo, que Tristan se tornarla que con la merced cié Dios bien me librare de
para su mugér Yséo de las blancas manos, y aquesta auentura a mi honrra, e vos ño rece^
por esso se quería ella yr con el. E Tristan bireys enojo ninguno, ca gran verguehca me
412 LIBROS DE CABALLERÍAS
sería si por recelo de la auentura dexasse de que en vos falle e por honrra de vuestra due-
tañer el cuerno». Y esto era a tiempo que se ña» . Tristan se boluio a la reyna, e dixole:
quería poner el sol; e la reyna le rogo mucho «Señora, ¿veys la cortesía que os faze este
que lo no ñiziesse; el dixo: «Yo os pido de cauallero?» Y el dixo: «Cauallero, ¿vos nos
merced qué me lo consintays tañer por mi prometeys bien e lealmente como cauallero
amor; e la reyna, como quiera que le mucho que ningún daño no rescibamos en vuestro
pesaua, mas en que vio que lo auia tanto a castillo?». Y el cauallero les dixo que ningún
voluntad, dixo que lo prouasse, y Dios fuesse mal les faria, saluo toda honrra e seruicio. E
su guardador e defendedor, e lo aumentasse Tristan e la reyna se fueron con el, e entra-
en honrra. Y Tristan tomo luego el cuerno, ron en el castillo, e descaualgaron, y el señor
y tañólo tan de rezio, que los del castillo que del castillo dio vna cámara muy rica a Tris-
lo oyeron, dixeron: «¡De gran fuerca es el ca- tan e a Yseo, e alli fueron bien seruidos de
ballero que atan fuerte tañe!» Y el cauallero grandes e pequeños, e dixeron que Tristan
que guardaua el passo, caualgo. e bien apare- auia consigo la mas hermosa dueña del mun-
jado, fuesse a la puente, e dixo a Tristan que do e que ellos jamas ouiessen visto; e las
diablo le auia hecho tocar el cuerno. «Creo que dueñas e donzellas fueron verla e ñzieronle
soys loco o muy atreuido, que assi aueys to- toda honrra. Luego las tablas fueron puestas
cado el cuerno». Dixo Tristan; «Ante me e assentaronse a cenar, e después fueronse a
quiero combatir con vos». Dixo el cauallero: dormir; e quando vino la mañana, todos se
«¿Con que os combatireys, pues que vos no leuantaron, e Tristan se armo, y encomendó
aueis armas para recebir los golpes? porque a Dios al cauallero, « agradesciole mucho la
vos consejo que dexeys la dueña y os vayays honrra que le auia fecho, e fueronse su ca-
a la buena ventura, e assi esoapareys vues- mino.
tra persona». Tristan dixo: «La dueña vos no
la podeys auer, mas antes me quiero conba- LIT
tir eon vos assi como esto yo». El cauallero,
quando lo oyó, abaxo la lanca y fuesse para De como Tristan e la reyna Yseo encontra-
Tristan, y Tristan, quando lo vio venir, re- ron con Dinadan, e anduuieron su cami-
boluio el manto al braco y echo mano a la es- no, e lo que les auino.
pada; el cauallero cuydo de le herir, mas Tris-
tan dio vn salto al traues y cortóle de vn re- Dize la historia que los dos amados andu-
ues las manos al cauallo y luego el cauallero uieron fasta que llegaron a casa de vn flo-
cayo a tierra, e Tristan fue sobre el e quíso- restero, e apeáronse y entraron dentro e co-
le matar, y el pidióle merced. Tristan le di- mieron; e desque ouieron comido, fueron su
xo: «Merced auras si me prometes que me camino hasta tanto que fue noche, que no
darás vn don el qual te demandare»; e dixo: fallaron ningún lugar para refrescar; e quan-
«Señor, yo haré todo lo que vos mandays, en do la noche fue venida, ellos se arredraron
tal que no sea mi muger». Y el dixo: «No del camino, e apartáronse al pie de vn árbol,
ayas recelo de tu muger, que no quiero, sai- y ataron sus cauallos, e dexaronlos pacer.
no que me traygas vn cauallo e vn palafrén E Tristan echo mano a su barjuleta, la
para la dueña, e todas,armas que pertenescen qual le auia dado el señor del castillo, e saco
a cauallero armado». «Señor, yo vos prometo fruta e letuario, e comieron ambos a dos, e
de os lo traer todo». E Tristan dexolo libre- desque ouieron comido, tendieron los man-
mente, y el cauallero fuesse para el castillo, tos en la yerua e durmieron alli aquella no-
e llamo a vn su honbre, e dixole: «Toma mi che; e quando fue el dia, el y ella desperta-
cauallo e ármalo, e toma todas armas que per- ron al canto de las aues, e caualgaron e fue-
tenescen a cauallero armado, e toma vn pala- ronse su camino, y encontraron vn cauallero
fren tal como pertenesce a dueña, e dalo a vn el qual auia nonbre Dinadan, e Tristan,
cauallero que esta a la puente, que tiene con- quando lo vio, púsose el yelmo, e dixole:
sigo vna dueña». E luego el escudero tomo «Cauallero, a la batalla soys». Dinadan,
todo esto e lleuolo a Tristan, el cual lo resci- quando lo vio venir, con miedo de la muer-
bio e se touo por pagado, e hizo subir a la te dixo: «Cauallero, no hagays tal cosa, que
reyna en el palafrén, y el se armo y caualgo no so diablo que me conbatire con vos, que
en su cauallo; y el cauallero llego a el, e di- yo no traygo dueña en mi compañía». E
xo: «Señor cauallero, a mi parece que es Tristan paro bien su cauallo, e conoció al'
ya noche, e no podreys fallar villa a do dor- cauallero, que muchas veces lo auia visto.
mir, e por cortesía esta noche querays ser mi Tristan se boluio a la reyna, e dixole: «Se-
huésped en el mi castillo, e yo hazeros he ñora, sabed que auemos hallado a Dinadan,
aquella honrra que pudiere por la cortesía aquel que yo os dezia muchas vezes que ha-
DON TRISTAN DE LEONIS 413
zia escarnio de dueñas, e vos soys "bien cer- callo porque no lo conosciesse, que Sagra-
ca, fablarle heys y vereys que dirá». Luego mor era mucho su amigo, y era de la corte
la reyna dixo a Dinadan: «Si Dios me salue, del rey Mares. Y el no conoscio a Tristan ni
vos no soys enamorado, porque no os quesis- a la reyna, porque venía desconoscida. E
tes conbatir con este cauallero. Y el dixo; Tristan dixo a Dínadan: «Cauallero, tomad
«Cierto, yo no soy enamorado, que, si !o essa dueña». «Señor, dixo Dinadan, Dios os
fuesse, seria perdido». Ella dixo: «Deueys de faga mal a vos e a ella, que no la quiero,
ser catino eauallero, pues amar no quieres». que mucho mal ha venido a mi por ella e
«Señora, dixo el, Dios os de mala ventura, aquel que la trae». E Tristan eomenco a reyr,
que ya no quiero el amor, que mucho mal ha e dixo a Sagramor: «Cauallero, caualgad en
venido a vn eauallero que llaman Tristan de vuestro cauallo e tomad vuestra dueña, e
Leonis, que creo que el perderá el cuerpo por ydvos con ella vuestro camino»; y el agra-
Yseo, muger del rey Mares su tio». E dixo desciogelo, e caualgo en su cauallo, e tomo,
ella: «¿Como? ¿no sabeys vos que todos los ca- su dueña e fuese por su camino, y Tristan
ualleros de la Tabla Redonda son enamora- e su conpafía anduuieron tanto, hasta que
dos?» Y el dixo: «No soy yo enamorado, mas fallaron dos caminos, e Dinadan dixo: «Se-
por esso no dexo de comer e beuer ni dormir, ñor, y dos con la buena ventura con vuestra
assi como haze el mejor eauallero del mundo dueña, que yo no quiero yr en vuestra con-
que es perdido por dueña». E dixo ella: pañia»; y encomendólos a Dios e fuese por
«¿Qual es el mejor eauallero?» El dixo: «Yo su camino, que nunca con el pudieron que
vos diré de dos caualleros, el vno es Tristan fuese con ellos. E Dinadan era cauallero sal-
y el otro es Lancarote, e cada vno destos es uaje, y era gran esgrimidor, e grande de
perdido por dueña». Y ella dixo: «Mal dezis, cuerpo, e gran truhán, assi como hombre que
y dezislo porque no aueys señora ni amiga, anda por cortes de reyes, e auia. sido buen
mas nos andaremos tanto en vno, si vos que- cauallero, y era rico de moneda que le dauan
que fallemos alguna auentura los reyes y los caualleros, e yua muchas ve-
para vos, e nos dárosla hemos». «Señora, zespor mensajero de vna corte a otra, y es-
dixo el, Dios os faga mal, que no la he me- carnecia e burlaua con todos, asi que todos
nester, ni quiero atal seruicio». ¿Que os folgauan del, e auian plazer con sus pa-
diré? qxiQ tanto anduuieron aquel dia, que labras.
por dicha ellos encontraron vn eauallero que Dexemos a Dinadan, e tornemos a don
traya vna dueña, e quando la reyna vio al Tristan.
eauallero, dixo a Dinadan: «Cauallero, apa-
rejaos e tomad a la dueña por fuerca de ar- LV
mas, e sereys los mejores enamorados que
honbre ser pueda». Dixo Dinadan: «Ya De como don Tristan e la reyna llegaron al
Dios os de mala ventura, que me quereys castillo donde estañan don Langarote del
meter en pelea y en cosas que aure que fa- Lago e la reyna Ginebra.
zer».Dixo la reyna: «A fazer vos conuiene,
e combatios por que vos ayays dueña, ca no Dize la hystoria que Tristan e la reyna
parece bien dos caualleros por el camino Yseo anduuieron tanto aquel dia, que a la
con vna dueña». E dixo Dinadan: «Pues que noche llegaron cerca de vna casa que era de
con el diablo vo hablando, por fuerca me yuso de vn castillo, e allí posaron, e mien-
haze de me conbatir, e yo lo haré, e Dios me tra que aparejauan de cenar, el señor del cas-
ayude». E puso su escudo delante e abaxo tillo embio dos escuderos, e dixeron a Tris-
su lanca, e el eauallero, quando lo vio venir, tan: «Señor cauallero, el señor del castillo
puso su escudo delante, y fueronse a dar tan vos embia mucho saludar, e ruégaos que su-
grandes golpes, que Dinadan cayo en tierra; bays a el e aureys todo lo que ouierdes de
e dixo Dinadan: «Gracias a Dios que he menester». E Tristan dixo: «¿Quien es el ca-
aprendido a bolar, mal aya la dueña y el que uallero del castillo?» Y el escudero le dixo:
la trae, que por fueroa me fazen justar». E «Su nombre no lo podeys saber, mas es un
quando Tristan oyó aquestas palabras, co- cauallero de la corte del rey Artur, e tiene
mento a reyr, e abaxo la lanca, e fuese para consigo vna dueña, y el castillo a nombre la
el eauallero, e dieronse tan grandes golpes, Griosa Guarda». E Tristan dixo: «Ydvos con
que Tristan derribo al eauallero en tierra, e la buena ventura, e dezilde que muchas gra-
puso la mano en la espada para lo herir, y cias a el. que no podría yr alia, que ya es no-
el eauallero pidió merced. E Tristan dixo: che e vengo mucho fatigado del camino». E
«Dezidme vuestro nonbre»; y el eauallero los escuderos se tornaron para su señor e con-
dixo: «Yo he nonbre Sagramor». Tristan táronle todo lo que auian passado con don
414 LIBROS DE CABALLERÍAS
Tristan, e como auia consigo vna muy her- e muy hermosos, e bien hechos e apuestos. E
mosa dueña. E quaudo esto oyó el eauallero, la reyna Ginebra dixo: «Por cierto vos digo,
dixo: «Tomad a el, e dezilde que yo le rue- que de fermoso no deue Tristan nada a nin-
go por cortesía que suba acá, e que tomara gún eauallero, saluo porque vna cosa ge lo
seruicio de mi, si no que me fara descendir impide ya quanto» - E Yseo dixo: «Dezid lo
alia». E rogarongelo tan cortesmente de par- que quisierdes, que en el mundo no ay cosa
te de su señor, que lo ouo de aceptar. E don que le desproporcione de su fermosura, e si
Tristan encomendó la dueña a la huéspeda, algo tiene, ruegoos que me lo digays,. porque
e caualgo en su cauallo e fuesse al castillo, vea yo si es assi lo que dezis». E la reyna
y el eauallero le salió a recebir, e fizóle mu- Ginebra dixo: «Señora, la cosa es que el es
cha honrra, e conoscieronse el vno al otro; menguado para ser bien complido en hermo-
mas pansaua cada vno en si que lo no conos- sura, es que tiene los pechos grandes y vn
cia el otro; e lleuolo a vna cámara, e rogóle poco altos», E la reyna Yseo, quando lo oyó,
que se desarmasse, e quando fue desarmado, dixo: «Señora, lo que dezis que le pone feal-
el señor del castillo se fue para su dueña, e dad, antes es al contrario, que por esso es
dixole: «Señora, sabed que este eauallero es mas apuesto para cauallero; que tan grande
don Tristan de Leonis, e creo que la dueña es su coragon que le faze pujar los pechos, y
que trae consigo es la reyna Yseo, que se tan grande es su ardimiento y esfuergo de
viene con el». T desto fue ella muy alegre; coragon, que soy marauillada como non quie-
e Langarote torno a don Tristan, e dixole: bra por medio». Y la reyna Ginebra otorgo
«Señor eauallero, ¿conosceysme?» T dixo con Yseo que assi era verdad, segúnd las
don Tristan: «Señor, a mi parece que vos he grandes marauillas que Langarote le auia
visto». E Langarote dixo: «Vos, señor, soys dicho de Tristan, y dixo; «Señora reyna.
don Tristan- de Leonis». Dixo el: «Terciad dexemos esta fabla de nuestras haziendas,
es, y creo que vos, señor, soys don Lancaro- e hablemos en otra cosa». Y mientra las
te, el mi intimo amigo». E fueronse abracar reynas hablauan en lo que les plazia, los dos
con muy gran amor, e don Langarote hizo amigos Tristan e Langarote se fueron a vna
poner la tabla, e tomaron agua a manos, e parte, e comengaronse de preguntar el vno
assentaronse a comer. E don Tristan se puso al otro de sus faziendas, y de sus caualle-
a la tabla por dar a entender que no traya rias y auenturas. Y mientra en aquestas pa-
dueña ninguna, e> comencaron a cenar, mas labras estauan los dos amigos e las dos rey-
dezia en su coragon que auia gran gana de nas, fue passada vna gran pieca de la noche,
ver a la reyna, e no lo podia sofrir, e dixo la y fueronse a dormir en camas muy ricas a
reyna Ginebra a Tristan: «Cauallero, quien marauilla cada cauallero con su dueña, y es-
dixesse que erades enamorado, no diria la ver- tuuieron aquella noche en solaz muy alegres;
dad» . Dixo Langarote: «Mucho dezis». Tris- e quando vino el dia, leuantaronse los caua-
tan dixo: «Señora, ¿por que lo dezis?» Telia lleros, y fueronse a caga, y truxeron mucha
dixo: «Porque no están bien dos caualleros a y buena, y estuuieron alli en grand solaz y
vna mesa con vna dueña, e yo no creo que en esta buena vida los quatro amados vn
el vuestro coragon sea aqui, ante es alia de tiempo, tomando gran plazer y hablando en
yuso donde aueys dexadola reyna Tseo; mas, aquellas cosas que a ellos mas plazia. Estan-
cierto, aqui no comeremos mas hasta que do assi, acaescio que vinieron mensajeros a
vos trayays a la reyna». E Langarote e Tris- Lancarote, de parte del rey Artur; y entra-
tan comengaron a reyr, e dixo Langarote a ron por el castillo, y ellos fueron muy bien
Tristan: «Á hazer os conuiene lo que mi seño- rescebidos, y después que ouieron comido,
ra quiere, que no se puede encobrir». Luego ellos dixeron: «Señor don Langarote, delan-
anbos a dos caualgaron, e fueron fuera del te el señor don Tristan os rogamos y dezimos
castillo do estaua la reyna, e pusiéronla en de parte del rey Artur, que vos nos querays
vn palafrén e licuáronla al castillo. E las dar a la reyna Ginebra para lleuar a la cor-
rey ñas, quando se vieron, comengaronse. a te, y el rey vos perdona todo su mal talante,
abragar e besar; e assentaronse a la tabla, e y ruegavos que torneys en su corte saluo y
no se demandaron por nueuas fasta que ouie- seguro». E tanto hizieron los mensajeros,
ron cenado; quando las candelas fueron en- que Lancarote se la dio; y la reyna encomen-
cendidas, ellos se leuantaron de la tabla, e dó a Dios a Tristan y a la reyna Yseo, y
las dueñas se leuantaron en vno, e fablauan fuesse con sus mensajeros, y allegaron con
de muchas auenturas que cada vna auia ella a la corte del rey Artur, que ninguno no
passado con su amigo, e de las cauallerias supo que la reyna era y da. E quando el rey
que auian hecho y passado con ellos de sus la ouo cobrado, hizo pregonar por toda su
amores, e de. como eran corteses e graciosos, corte que Langarote pudiesse entrar y salir
BOU TRISTA]N DE LEONIS 415
saluo y- seguro, e las nueuas fueron llegadas y vmillose a sus pies; e la reyna la leuanto, e
a Langarote a la Criosa Guarda; luego quel abracóla e besóla, e liizole gran honrra, e la
supo, encomendó a Dios a Tristan y a la reyna le pregunto mucho por estenso que se
reyna Yseo, y dioles aquel castillo por joya, dezia en la corte de su venida; y ella dixo
que fuesse suyo, y Lancarote se fue a Cama- quel rey fazia muy gran duelo, e que todos
lot, tanto le destruyo el amor de la reyna Gri^ creyan que fuessen ydos al reyno de Leonis,
nebra, y quando fue tornado en la corte, e por esto yo fue alia. E assi fablando, passa-
toda la gente fue alegre con su venida. ron gran parte del dia, e cenaron e folgaron
aquella noche, e a la mañana dixo Tristan a la
reyna: «Señora, vn torneo es comencado, e
LVI quería yr alia, si a vos plugiesse quedar
aqui con Brangel». E tanto le rogo, que ella
De como Qorudlan y Brangel llegaron al cas- ge lo ouo de otorgar, e dixo: «Mi amado se-
tillo do era Tristan e Yseo, con otro caua- ñor, avnque me es graue partirme de vues-
Ilero andante. tra conpañia, yd con la buena ventura». E
aparejóse de todo aquello que le era menes-
Estando Lancarote en la corte, fizo baste" ter, ceuada e tienda, como a cauallero perte-
cer vn torneo, y las nueuas fueron por toda nescia; e luego caualgaron, e encomendaron
la tierra, tanto que lo supo Tristan, y fue a Dios a la reyna Yseo y a Brangel,. e fueron -
triste porque no tenia escudero fiel a quien se a Camalot.
encomendasse a la reyna Yseo, y no sabia si
la dexasse o si la lleuasse; y el estando pen- LVII
sando, fue assi que en aquel lugar allegaron
dos escuderos con vna donzella, y el escude- De como don Tristan derribo al rey Artur en
ro que pensaua del cauallo de Tristan, vino a el torneo, y de como don Tristan e don Lan-
el, y dixo: «Señor, allí de yuso son llegados carote se conbieron.
dos escuderos con rna donzella». Tristan di-
xo: «Decendicl alia, e conbidadlos de mi Anduuieron Tristan y G-orualan tanto por
parte; sabed quien son y de qual parte, e si sus jornadas, que llegaron a Camalot, y alli
demandaren por mi, no digays quien soy, sal- pusieron su tienda arredrada donde auia de
uo que digays que soy cauallero andante del ser el torneo, e quando vino el dia seña-
reyno de Cornualla». E descendió y pregun-- lado quel torneo se auia de hazer, comeneóse
toles por su hazienda, e díxoles lo que Tris- grande e bueno, e Tristan se armo, e caualgo
tan les auia mandado. Ellos dixeron: «Ami- en su cauallo, e adonde vio la mayor priesa
go, decidnos quien es el cauallero y de qual de los caualleros, fue ferír en ellos, e fizo
tierra». «Señores, dixo, el es de Cornualla». tanto por fuerca de armas, que no hallo caua-
Y dixo Gorualan entre si: «Si es el de Cor- llero que le osasse esperar delante: e quando
nualla, este es Tristan»; e fue a Brangel e el vio que auia desbaratado el torneo, el se
contóle toda la razón e encomendóla a la hués- partió dencle a graneles saltos con el cauallo,
peda e dixo al otro cauallero que traya en con- e quando el fue salido, el rey Artur e Lanca-
pañia si quería subir a la fortaleza o seguir carote fueron marauillados del cauallero, e
su camino para el torneo aplazado por el rey dixeron que era cauallero de gran fuerca que
Artur, y el dixo que quería caminar, y en- tan esforoado andaua en el torneo, y el rey
comendáronse a Dios, y el se fue para el cas- estuuo con gran pensamiento, e todos los ca-
tillo, e dixo a Brangel quel tornaría por ella ualleros dezian que quien era o poclia ser el
si fuesse Tristan. E Tristan, como lo vio, di- cauallero. E Tristan se boluio para su tienda,
xole: «Gorualan, vos seays bien venido»; e e folgaron aquella noche con gran alegría, e
fizóle gran honra, e la reyna Yseo esso mes- G-orualan le fizo bien curar de su cauallo;
mo dixo qual auentura lo auia allí traydo en e otro dia el torneo se comenco muy fuerte, e
aquel lugar, e Gorualan les dixo en como Tristan, adonde vido la mayor priessa de los
Brangel estaña de yuso en la casa, y luego caualleros, alli fue herir, y si bien lo hizo el
les contó como hauia ydo Brangel a Leonis y primer dia, mejor lo fizo el segundo. E
«me dixo que vos erades ydo con la reyna de quando el rey e los caualleros vieron esto,
la corte ascondidamente; e quando yo supe fueron marauillados e muy ayrados, y el rey
esto, par time de Leonis a buscar a vos, y dixo a Lancarote que se armasse e fuesse al
Quedín quedo por señor en el reyno». E cauallero, e Lancarote dixo al rey; «Señor,
quando la reyna lo oyó, fue muy alegre, y si al cauallero yo fuesse, no me seria honrra,
Gorualan abaxo ayuso por Brangel, e quando. que tanto ha fecho oy de armas, que bien se
fue en el castillo, beso las manos a la reyna, puede tener por buen cauallero»; y el rey,
416 LIBROS DE CABALLERÍAS
quando vio que Langarote non quería yr alia, tanto me aueys rogadc, sabed que yo he
el hizo traer sus armas, e armóse, e caualgo, nonbre don Tristan de Leonis». Y el dixo:
e fuesse para el cauallero, e Tristan, quando «Yo Lancarote, vuestro amigo». E luego pu-
lo vio venir, puso su escudo delante, y el sieron las espadas en sus vaynas, e fueronse
rey le dio tan gran golpe sobre el escudo, que abracar de buen coracon, e fizieronse grand
quebró la lanca, e otro mal no le fizo, e Tris- honrra, e demandóse el vno al otro de su
tan le dio tal golpe con la espada por encima amiga, e las pazes fueron hechas, y el rey
del yelmo, que le hecho en tierra y abollóle el fue alegre e dixo: «Plazeme mucho porque
yelmo en la cabeca, e quando Tristan dio el los dos caualleros son auenidos, mas de grand
golpe, la mano le reuento sangre, e luego poder es el cauallero, que Lancarote lo per-
Tristan se fue para su tienda e Lancarote ( l ) dona de voluntad». Y Tristan encomendó a
se fue para la suya; y fue desto Lancarote Dios a Lancarote, que no quiso quedar por
muy triste, e lo tuuo a gran desonrra, e otro ruego que le hizo; Tristan caualgo en su ca-
dia el torneo se comenco mas grande que de uallo e fuesse para su tienda, e Lancarote se
primero. Y quando fue comencado, Tristan fue para el rey Artur muy alegre. Y el rey
se fue luego ende, e firio en la mayor priessa le dixo: «Lancarote, dezidme el nombre del
de los caualleros, e hizo tanto de armas, que cauallero que agora se partió de vos con gran
antes que todos fuessen llegados echo diez ca- honrra e amistad»; y el dixo: «Es muy noble
ualleros en tierra. Quando Lancarote vio cauallero; su nombre nos lo diré agora»; y el
esto, conoscio que aquel era el cauallero que rey le aquexo tanto que ge lo dixesse, que ge
derribara al rey Artur, e luego tomo sus ar- lo houo de dezir que era Tristan de Leonis, y
mas e caualgo en su cauallo, e fuesse para el el rey fue por ende muy alegre, e Lancarote
cauallero, y el rey fue desto alegre, e dixo: dixo: «Señor, yo os mostrare como podreys
«Agora seré yo vengado del cauallero». E verlo e fallaros con el; basteced vn torneo de
quando Lancarote llego al cauallero, abaxo su aquí a veynte dias en aqueste lugar mismo,
lanca, e Tristan se fue para el, e dieronse tan y el verna». Y luego el rey mando hazer pre-
grandes golpes, que ellos e loscauallos caye- gonar que todos los caualleros fuessen llega-
ron en tierra, e quando en su acuerdo fueron, dos dentro de veynte dias en aquel lugar, por
ellos se leuantaron, e pusieron mano a las fazer otro torneo. E Tristan supo de aquel
espadas, e combatiéronse tan mortalmente, pregón. E dexemoslos agora estar al rey Ar-
qua el rey miraua la batalla e se fazia mara- tur e a don Lancarote del Lago, e tornemos a
uillado; e quando fueron combatidos vna contar de Tristan e de la reyna Yseo.
gran pieca, ellos se tiraron afuera, e luego se
leuantaron, e fueron el vno para el otro, e
conbatieronse los caualleros de la segunda LVIII
batalla, que las piecas de las armas andauan
por tierra, assi que todos dexaron el torneo De como don Tristan e Gonialan llenaron a
por mirar la batalla de los dos caualleros, e la reyna Yseo al torneo a la ciudad de Ca-
marauillauanse como lo podían durar el vno malot.
contra el otro. Tanto se conbatieron, que an-
dauan muy cansados, e tiráronse atrás el vno
del otro por cobrar fuerca, y luego se leuan- para Caualgo Tristan en su cauallo e tornóse
taron e fueronse ferir de tan grand fuerca e reynasuYseo,castillo, e quando fue llegado a la
poder, en tal manera se dauan los golpes de guntóle por el ella ouo muy gran plazer, e pre-
las espadas, que huego salia de los yelmos, y contó todo comofecho del torneo, e Tristan le
auia
Lancarote se arredro afuera e dixo: «Caua- de tornar alia otra vegada, passado, y de como auia
llero, batalla de torneo no es tal como de flo- «Señor Tristan, si vos ydes ealia,
dixo la reyna:
resta; a mi paresce que la quereys lleuar a dare aqui, que bien sabeys vos que yo no que-
no vine
fin, porque querría saber vuestro nombre, que con vos sino por ver vuestras cauallerias».
mucho soys buen cauallero en este torneo, Tristan, quando vio que la reyna lo auia Ea
porque si vos soys aquel que yo pienso, mu- voluntad, dixole que la lleuaria alia, y estu-
cho seria yo alegre». E Tristan dixo: «Señor uieron en el castillo en gran alegría fasta
cauallero, ¿como podeys ser alegre del mi co- tres dias antes que fuesse el torneo, e apare-
noseimiento, que yo soy cauallero estraño de járonse
lueñe tierra?» Y el dixo: «Cauallero, yo os donzellaTristan e la reyna, y Gorualan, e la
ruego por cortesía que me digays vuestro dia, ellos fueron pory su
Brangel, quando fue el alúa del
nombre».Y el dixo: «Cauallero, pues que garon a aquel lugar donde camino hasta que lle-
auia de ser el tor-
neo, e alli pussieron su tienda al pie de vn
(') ¿Arta*? pino acerca de vn arroyo de muy buena agua,
DON TRISTA DE LEONIS 417
e guando• el dia del torneo fue venido, el rey perdonadme, que yo no os conoscia». Y el
Artur hizo aparejar todos los buenos caualle- rey comenco a reyr, e dixo a Tristan: «Yos
ros, y fizo bastecer el torneo grande y muy seays bien hallado, e yo os perdono»; e en-
rico, y comentando el torneo, Tristan fue a tráronse en la tienda. E quando el rey vio a
ferir en la mayor priessa de los caualleros, e la reyna, hizole gran honra, y el se assento
tanto fizo en poca de ora, que aquellos que cerca della, y reutola mucho la grand maldad
mirauan el torneo dezian que aquel no era ca- que fazia a su marido el rey Mares, y mucho
uallero sino diablo, que no fallaua quien se se le querello de la gran maldad que la reyna
leparasse delante. Luego el salió del torneo su muger le hazia con don Lancarote. E
escondidamente (*), e quando el fue en la Tristan e Langarote se assentaron de la otra
tienda, deseaualgo y hallo la mesa puesta, e parte, e loauan mucho sus auenturas el vno
assentaronse a comer, e después de comido, al otro, e dezian sus amores; e mientra que
Tristan se despojo y acostóse a dormir, y la estauan en esta fabla, Grorualan e Brangel
reyna Yseo con el. E quando el rey Artur vio dixeron: «Estemos prestos para que después
yr del torneo al cauallero, dixo a don Lan- de la fabla les demos fruta». E quando ouie-
garote: «¿Tos vistes por donde fue el caua- ron hablado, llegáronse todos en vno, e co-
llero?» Y Langarote dixo: «Señor, bien lo he mieron de la fruta e beuieron del vino. He-
visto; hazed que vayan todos a ayantar, e cha la colación, el rey e Lancarote se despi-
después yremos vos e yo aquella tienda a fa- dieron dellos, y mucho le rogo el rey a Tris-
blar con el». Luego el rey fizo poner tablas, tan que se fuesse con el a Camalot; Tristan
e comieron, e desque ouieron comido, el rey le rogo que le perdonasse, que otra vez yria.
tomo por la mano a don Langarote, e salie- Assi se partieron dellos, e tornáronse para
ron muy encubiertamente e fueronse a pie a la corte. E dexemoslos estar, y tornemos a
la tienda de don Tristan. Y ellos andauan al- don Tristan e a la reyna Yseo, e como Tris-
derredor de la tienda escuchando si estaua tan e la reyna dieron el yelmo a Dinadan
dentro alguno, e Brangel salió a la puerta de que lo lleuasse por el camino por su amor.
la tienda tanto que los sintió, e vio a los dos
caualleros, e díxoles; «De mala ventura soys,
caualleros, que assi andays escuchando en LIX
derredor de la tienda, que si vos supiessedes
quien es el cauallero que esta dentro, no po- De como Tristan e la reyna Yseo fueron al
drían escapar vuestras personas si lo el su- otro torneo bien acompañados de caua-
piesse, e no esta en cortesía». Lancarote le lleros.
dixo: «Donzella, dezid al cauallero, por cor-
tesía, que están aqui dos caualleros que quie- Mando Tristan alear su tienda, y tornóse
ren hablar con el». Brangel fuese a la cama con la reyna a la Gfiosa Gruarda, e estuuieron
de Tristan, e dixole: «Señor, leuantadvos, vn gran tiempo Tristan e la reyna en ale-
que dos caualleros están a la puerta de la gría, y el rey Artur pensó de bastecer vn
tienda a pie, que quieren hablar con vos». E torneo por amor de Tristan e de la reyna, el
Tristan dixo: «Sabed quien son». E Brangel mas grande y fermoso que ser pudiesse, e
se torno a los caualleros y les pregunto sus quiso que se fiziesse en el vergel de Yerce-
nombres, y ellos dixeron como el vno era el pon, e hizo pregonar por toda la tierra que to-
rey Artur, y el otro Lancarote del Lago; e dos los caualleros se aparejassen a tomar ar-
assi torno la donzella la respuesta a Tristan, mas al Yercepon, que el rey quería bastecer
Quando Tristan oyó esto, leuantose, y vis- vn torneo que durasse veynte dias. Toda la
tióse vna ropa de seda, y llamo a la reyna, e gente se aparejo a tomar lugares por ver el
dixole: «Señora, vestidos, que catad aqui al torneo, e quando Tristan oyó este pregón,
rey Artur, que quiere fablar con vos». La fue alegre e fizo aparejar a Brangel pan e
reyna se leuanto muy alegre, e vistióse muy vino e ceuada, y las otras cosas que menes-
ricamente. E Tristan salió ele la tienda, e ter ouiessen; y dixo a Grorualan y a ella; «Ycl,
quando vio a los dos caualleros, dio a enten- e tomad vn buen lugar»; y ellos fueron, e
der que no conoscia al rey, fue abracar a Tristan e la reyna quedaron en el castillo
don Langarote, e Lancarote dixo: «Hazed hasta el dia del torneo. Y entretanto llego
honrra al rey». E Tristan, quando lo oyó, hu- vn cauallero a la casa de yuso del castillo, e
millóse a los pies del rey, e dixole: «Señor, quando Tristan lo supo, embio luego vn men-
sajero al cauallero que subiesse a tomar ser-
uicio, y tanto fizo el mensajero, que lo lieuo
( l ) Walter Scott, en su Iwnhoe, imita con gran consigo, e quando Tristan lo vio, conosciolo
acierto estas circunstancias del torneo de Tristan, al que era Dinadan, e la reyna, como lo vio, se
describir el de Ashby.
LIBROS DE CABALLERÍAS.—27
418 LIBROS DE CABALLERÍAS
conienco a reyr e lo requirió de amor, y el prometió que no se partiria dellos, e caualgo
dixo: «Señora, ruegoos que no me raetays en en su cauallo, e fueronse todos por su cami-
pelea, que no quiero vuestro amor ni vuestra no, e todavia la reyna Yseo yua burlando
amistad ni de otra persona ninguna». Ella con Dinadan, rogándole que le tuuiesse se-
dixo: «Assi me ayude Dios, vos no soys cor- creto, e yendo por su camino encontraron con
tes cauallero, que dezis vilíania a dueña que Estor de Mares que yua al torneo, e visto el
vos requiere de amor» . Y estuuieron alli en yelmo, dixo: «Cauallero, el yelmo no soys
gran solaz fasta ora de cena, e quando fue- vos digno de lo traer». «Por la mi fe, dixo
ron a cenar, Tristan fizo gran honrra a Dina- Dinadan, si soy, que mi señora me lo dio,
dan, mas nunca se le fizo conoscer; e quando por lo que no 16 dexare por ninguna cosa»!
ouieron cenado, la reyna lo requirió otra vez Estor de Mares dixo: «Pues aparejaos a la
de amor, e dixole que en todo caso auia aque- batalla». E fueronse ferir el vno al otro, e
lla noche de dormir con ella; y el dixo que dieronse tan grandes golpes, que Dinadan
no queria a ella ni a su amor ni a otra cayo en tierra, e dixo: «Agora he bolado dos
dueña, porque el mejor cauallero del mundo vezes por el diablo que me dio el yelmo, que
era perdido por dueña, como ya otra vez auia por otra cosa no me lo dio sino por razón de
dicho; y ella dixo que qual era el cauallero; me hazer morir». Y Estor de Mares dixo:
y el dixo que avn antes eran dos: Tristan de «Cauallero, dadme el yelmo». Dixo Dinadan:
Leonis y Langarote del Lago, e otros muchos; «¿Por que os daré el yelmo, que yo me bur-
y estuuieron aquella noche en plazer, y es- laua con vos, que queria aprender a bolar?»
carneciendo e burlando; quando vino otro Y el dixo: «Cauallero ¿que os faz vuestro bo-
dia, la dueña se metió en hablas con Dina- lar? Dadme el yelmo, o luego sereys muerto».
dan porque no se partiesse dellos, e fizie- E Tristan dixo: «lío morirá, ni os dará el
ron tanto, que por sus buenas palabras lo de- yelmo». «¿Como? ¿quereyslo vos defender?»
tuuieron fasta el dia que ouieron de andar al Tristan dixo que si, e fueronse a herir el vno
torneo. E la reyna rogo a Dinadan que, por al otro. Estor de Mares quebró la lanca en
su amor della, le lleuasse vn yelmo que tenia Tristan, e Tristan lo hirió que lo echo en
vna deuisa encima, el qual deuria traer el tierra, e con gran yra puso mano a la espada
mas alto enamorado que en la corte ouiesse, e quisole dar con ella vn golpe, y Estor de
y el le prometió que lo lleuaria; e luego tomo Mares dixo: «Cauallero, ¿quereys lleuar esta
el yelmo, e caualgo en su cauallo, e fuesse su batalla a fin? Yos no soys jurado de la Ta-
Camino para el torneo, e Tristan e la reyna bla, si no, vos no os conbatiriades de batalla
caualgaron e fueronse por camino de Cama- mortal, que assi lo hazen aquellos de la Ta-
lot, e tanto anduuieron, que salieron delante bla Redonda». «¿Como lo fazen?» dixo Tris-
de Dinadan, que assi lo concertó Yseo con tan. «Yo os lo diré: que si se encontraren
Tristan para reyr con el. E quando lo vio en el camino e derribare el vno al otro e, de-
Tristan, dixo: «Cauallero, dexa el yelmo»; mandaren sus nombres, si son de la Tabla
y el dixo: «No lo dexare por cosa del mun- aconpañense si su compañia les plaze». «Por
do, que vna dueña me lo ha dado que lo lleue Dios, dixo Tristan, essa vsanea quiero yo
por su seruicio». Dixo Tristan: «O clexad el mantener de aqui adelante y ruegoos que
yelmo, o vos aparejad a la batalla». Dixo Di- me digays vuestro nonbre». Y el dixo: «Sa-
nadan: «No le dexare, que yo lo defenderé»; bed que me dizen Estor de Mares ¡>. Tristan
e dixo: «Dios de mala ventura aquella dueña fue alegre, e dixole: «Estor de Mares, ruego-
que me lo dio, que en tal priessa me ha vos que me perdoneys, que yo soy Tristan
puesto». E fueronse a ferir de tan grandes de Leonis el vuestro amigo, y este es Dina-
golpes, que Dinadan cayo en tierra, e quan- dan, que viene con nosotros». Y Estor de
do el fue caydo, dixo: «¡Gracias a Dios que Mares fue alegre, e dixo: «Gracias a Dios
agora he aprendido a bolar por la primera que yo soy combatido con vno de los mejores
vez que yo defendí el yelmo!». E Tristan caualleros del mundo»; e aconpañaroníe en
dixo: «Cauallero, no quiero que dexeys el vno, e fueron por su camino y encontraron
yelmo, ante quiero que lo lleueys en nuestra al buen Meliangas, e quando el vio al caua-
compañia». Y el dixo: «Que Diosos faga mal, llero con el yelmo, dixo: «Si aqueste es mas
que vos lo dezis por tal que si vos hallar des alto enamorado que no yo, por Dios yo lo
algún cauallero que os derribe, que yo os quiero prouar»; edixo: «Cauallero, dexad el
vengue del». E Tristan comenco de reyr; yelmo, que no soy digno de lo traer». Dixo
quando lo vio Dinadan reyr, conosciolo, e co- Dinadan: «Dios os de mala ventura, que no
noscio a Yseo, avnque andaua en habito des- lo aureys sin batalla, e fueronse a ferir, y al
conoscido, y el se queria yr de enojo, e tanto primer golpe Dinadan cayo en tierra, e dixo:
lo rogaron que no se fuesse, que Dinadan le «No es menester que perdamos el vso del bo-
DON TRISTAN DE LEONIS 419
lar. que ya lie bolado tres vezes por la mala me conbato». La reyna dixo: «Caualleros, no
puta que me lo hizo traer, y este non. es yel- cale que se faga mas esta batalla entre vos;
mo, sino mi muerte, y Dios la meta en toda cierto, es suyo de quien dezis», e diose a co-
contienda como a mi na metido». Luego Me- noscer a Gariet, y ellos por ruego de la reyna
liangas quiso tomar el yelmo, Tristan le dexaron la batalla, y aconpañaronse todos,
dixo: «Cauallero, no tomeys el yelmo, que e fueron para el torneo, y ellos yendo por
batalla vos conuiene hazer, que de lo lleuar su camino, toparon con Palomades, e quan-
no soys digno». Luego se fueron ferir de gran do vio el yelmo, dixo: «Cauallero ¿quales
poder sobre los escudos, e Meliangas cayo en diablos os flzieron traer el yelmo, que aqui
tierra, e Tristan vino sobre el con la espada esta la deuisa de la dueña que tuue por mia,
en la mano, y dixole: «Cauallero, dezidme e amóla mas que a todas las cosas y mucho
vuestro nombre». Y el dixo: «Señor, a mi mas que a mi mesmo? y, por la mi fe, no
llaman Meliangas»; y desto Tristan fue muy vos yreys sin batalla»; y llamólo y dixole:
alegre porque assi se auia hallado con buenos «Cauallero, dexad el yelmo, que no perte-
caualleros para yr en su conpañia. Tristan nesce a vos de lo traer, sino a mi». E Dina-
sefizoconoscer a si y a los otros, e fueronse dan dixo: «Esta mala ventura si aura fin, e
por su camino para el torneo, e toparon con mal haya aquella por quien lo tome; sea
el buen amigo de Tristan Gariet, que yua al vuestro, e lleualde con el diablo, que no
torneo, e quando vio el yelmo, hizose mara- quiero morir por esta razón, que si todos se
uillado e dixo: «Cauallero, dexad el yelmo, bastecen de combatir comigo, mi cuerpo
que a vos no portenesce, ni soys merecedor de seria como harnero»; e tiróse el yelmo e
lo traer, que otro es mas digno que no vos, e quisole dar al cauallero. Estor de Mares dixo:
quierome conbatir con vos». Dixo Dinadan: «Cauallero, no tomeys el yelmo, que no soys
«Dios os haga mal daño y a aquella que me digno cíe lo traer». «¿Como?, dixo Paloma-
lo dio, que tanto este yelmo a todos esta so- des, ¿quereyslo defender? Pues conbativos lo
bre el coracon. Ca ella no me lo dio sino por- mejor que pudierdes, que venido soys a la
que yo tomasse muerte por el, mas yo lo batalla e a la muerte, vos e todo hombre que
echare en tal lugar que jamas cauallero le lo contrario dixere». Luego se fueron a dar
vea, que quando cuydo ser fuera de vna ba- tan grandes golpes, que Estor de Mares cayo
talla, luego hallo otra presta». «Cauallero, en tierra, e Palomades cuydo caer, e detuuo-
dixo Gariet, dadme el yelmo, o os conuiene sele el cauallo. E Meliangas le salió delante,
conbatir». Dixo Dinadan: «No me quiero e Palomades boluio su cauallo, e dieronse
conbatir con vos, que yo veo que moriré, tan grandes golpes, que Meliangas cayo en
que cierto, ante que toques a mi, yo me de- tierra. Y Gariet boluio su cauallo, e diole
xare caer de miedo en tierra». E Grariet se tan gran golpe, que el escudo le passo y
fue para el, e antes que Uegasse se dexo entróle el fierro de la langa por la carne; e
caer, e dixo Dinadan: «Agora veo que deuo Palomades le dio tan gran golpe, que lo echo
perder el yelmo y el cuerpo por el, e no le en tierra. E Tristan, quando vio esto, dixo:
ieuare mas; antes lo echare donde jamas no «¡Por Dios, de gran fuerza es el cauallero
le vea honbre, que cinco vezes me ha hecho que assi ha derribado los caualleros!»; e bol-
bolar a mal de mi grado». B Grariet quiso to- uio su cauallo, e fueronse a ferir de tan
mar el yelmo, y Estor de Mares dixo: «Ca- grandes golpes, que ambos cayeron en tierra
uallero, aparejavos a la batalla e no tomeys piernas arriba. E luego fueron leuantados, e
el yelmo, que no soys digno de lo traer»; y metieron mano a las espadas, e comencaron-
el dixo: «Si soy, e quiero la batalla»; y fue- se a conbatir tan fuertemente, que marauilla
ronse a ferir, y dieronse tan grandes golpes, era. E Gariet vio que Palomades lleuaua lo
que ambos cayeron en tierra, y leuantaronse peor, e que le menguaua la fuerca; ouo
lo mejor que pudieron, e pusieron mano a las miedo que Tristan le matase, e metióse en
espadas, e comencaronse a combatir fuerte- medio de ambos, e dixole: «Cauallero, tirad-
mente, que era marauilla. E quando la rey- vos vn poco atrás, e escuchadme, e dezidme
na Tseo vio esto, fue para los caualleros, y por que os combatís por este yelmo». Dixo
metióse en medio y dixo: «Señores, vosotros Palomades: «Porque tiene deuisa de la dueña
¿por amor de quien vos os combatís?» Dixo Ga- que quiero e amo mas que a todas las cosas
riet: «Por aquel yelmo me conbato, por amor del mundo, e ninguno no es digno de lo
de vn cauallero que amo mas que a mi mes- traer, saluo don Tristan de Leonis o yo».
ino, que ha nonbre Tristan, y no es digno Entonces dixo Gariet: «Cauallero ¿vos soys
de lo traer saluo el, que estas son armas de jurado de la Tabla Redonda?» Palomades
su señora, y el es el mas alto enamorado del dixo que si. E Gariet dixo: «Por el sacra-
mundo». Dixo el otro: «Yo por esso mismo mento que aueys fecho a la Tabla Redonda
420 LÍBEOS DE I LBALLERIAS
no vos conbatays mas vos ni el, que este es dixo: «Aquellos caualleros que se conbaten
Tristan que vos esta delante, el qual es mas podrían estoruar nuestro solaz si ellos aca-
digno de lo traer que no vos, e ruegovos que bassen la batalla». «Señora, dixo Tristan,
me digays vuestro nombre». T el dixo: «Pla- dexaldos, veamos que harán, e quando vi-
zeme que lo llene, mas no ay cauallero en el nieren a la fin, nos somos seys, que podre-
mundo con que yo no me conbatiesse sobre mos mas que no aquel». E la reyna callo, e
el, e por amor de vos yo no me combatiré los caualleros, quando fueron bien conbati-
mas. E yo lie nonbre Palomades el pagano». dos de la primera batalla, ellos se tiraron
Quando Crariet oyó esto, rogo a Tristan que cada vno atrás por cobrar fuerca, e a poca
perdonasse a Palomades todo el su mal ta- de hora leuantaronse a conbatir, tan braua-
lante. Tristan perdonólo e abracóle, y fizie- mente, que era marauilla, e quando Tristan
ronse mucha honrra, e plugole a cada vno de los vio andar asi tan ayrados al vno e al
ser en vna conpaHia, e prometiéronse todos otro, metióse en medio, e dixoles: «Caualle-
de ayudar e ferir tocios en el torneo contra ros, por amor de mi os ruego que dexeys la
los otros con vna mesma voluntad; e caual- batalla, y escuchadme por cortesía»; y ellos
garon e anduuieron tanto, hasta que llega- se tiraron a fuera. Tristan dixo al cauallero:
ron a vn castillo, e allí refrescaron, e adoba- «¿Soys andante, o jurado de la Tabla, o soys
ron sus armas, y herraron sus cauallos, e cauallero estraño?» «Señor, dixo el, ¿por que
tomaron muchas lancas, e vistiéronse de so- lo demandays?» El dixo: «Digolo, porque si
breuistas verdes ellos e sus cauallos, por tal soys jurado de la Tabla, no nos combati-
que no fuessen conoscidos, e partieron de alli remos mas con vos, e si soys cauallero es-
bien, aconpañados; e andimieron tanto fasta traño, Ueuaremos esta batalla a ñn». El
que llegaron al vergel del Vercepon, E dixo: «Sabed que soy de la Tabla». Tristan
quando llegaron, hallaron a Grorualan e a dixo: «Yo soy alegre. Dezinos vuestro non-
Brangel que auian assentado las tiendas bre, e deziruos hemos los nuestros». El dixo:
cerca de vna fuente, e fueron alegres, e «No por miedo, mas por cortesía os lo diré.
Tristan dio aposentamiento a cada vno por A mi me llaman el cauallero sin pauor». E
si, e estauan esperando el dia del torneo. E quando Tristan supo su nombre, fue muy
G-orualan dixo a Tristan como vn cauallero alegre, e dixo: «De oy mas soy yo mas se-
auia estado alli muchas vezes, e demandaua guro de lleuár la honrra del torneo, porque
batalla, e preguntaua que cuyas eran las so acompañado de tan buenos caualleros». E
tiendas, e que el no le auia dicho nada. E Tristan se fue para Palomades, e dixole
Tristan le contó como auia encontrado con como era el cauallero sin pauor, e dixeron
Dinadan e con los otros caualleros, e todo lo al cauallero sus nombres de todos los otros,
que les auia contescido, e como auian jurado e fueron todos muy alegres, e dexaron la ba-
en vno de ser con el y de se ayudar bien e talla, e Tristan los tomo por las manos y lle-
lealmente. En tanto la cena fue presta e as- uolos a las tiendas. E la :reyna Tseo les fizo
sentaronse a cenar, y estauan alli esperando gran honrra, e todos estauan de buenamente
el dia del torneo. el vno con el otro, y estuuieron en gran so-
laz fasta el dia del torneo, e quando el dia
LX fue venido, ellos se aparejaron ricamente,
assí como aquellos que auian de entrar en
De como Palomades se conbatio con el caua- batalla. E vna mañana ellos se partieron de
llero sin pauor, e los despartió el btien las tiendas e fueron a donde se auia de fazer
Tristan de Leonis. el torneo, e lleuaron consigo a la reina Yseo,
e fallaron el torneo muy aparejado, y hechos
Dize la historia que, estando los caualleros andamios, e cadahalsos, e miraderos donde
mirauan las dueñas e donzellas, e la otra
assentados a la tabla, vieron vn cauallero ar- gente que no tomauan armas. Y estando ellos
mado que demandaua justa a vsanca de caua- assi, comencose el torneo muy fuerte, y ellos
lleros andantes. Oyda la demanda, Paloma- se fueron de dos en dos buscando el mejor
des se leuanto, e rogo afetuosamente a Tris- lugar para poner a la reyna,. Y quando las
tan e a todos los otros caualleros que le gentes los vieron, dezian los vnos a los otros:
diesen la primera batalla; ellos se la dieron. «Quien estos caualleros desbaratasse, bien
E luego fue armado, e caualgo en su cauallo, se podría tener por buen cauallero»; y en
e fuese para el cauallero, e arredráronse el tanto ellos dexaron a la reyna en buen lu-
vno del otro, e dieronse tan grandes golpes, gar donde
que ambos a dos cayeron en tierra, y luego alli rey ñas,pudiesse ver el torneo, y estauan
dueñas e donzellas muy hermo-
fueron leuantados, e pusieron mano a las es- sas, mas la reyna Yseo era juzgada por la
padas, e ferianse mortalmente, e la reyna
DON TRISTE N DE LEONIS 421
mas fermosa y mas poliposa ele tocias guan- ferir contra la mayor priessa, e dio vn golpe
tas en el torneo estauan. Tanto que todas de traues a Tristan no se guardando del, que
tenían que dezir de su beldad y ferniosura, le echo a tierra del cauallo. E quando Dina-
que tanto tenían que mirar en ella, que del dan vio a Tristan en tierra, dixo: «Por Dios,
torneo no se curauan. a mi dixeron que me tuuiesse bien, que nin-
Agora dexemos a la reyna Tseo e a las otras guno no me ayudaría, e assi fare yo a vos». Y
dueñas y doncellas que estauan mirando en desta palabra fue sañudo Palomades, e fuesse
sus andamios, e tornemos a los siete eonpa- para el rey, e cliole tan gran golpe del espada
ñeros que hazian por el torneo. en la oabeca, quel rey cayo en tierra amorte-
cido, y al caer que cayo en tierra, quebróse
vna costilla, e toda la gente oreyo que era
LXI muerto, e Tristan lo fizo tan bien a pie, que
no auia cauallero tan esforeado que a el se
De como los siete compañeros eaualleros des- osasse allegar; el tiraua yelmos de cabecas,
barataron el torneo, y de como el rey Ar- e hazia golpes estraños, y los conpañeros
tur derribo a Tristan de Leonis del comedio llegáronle el cauallo; y el caualgo, e quando
a tierra en el torneo. la reyna lo vio en el cauallo, fue alegre, e
tan rezio se conbatian los siete conpañeros,
Después que ellos ouieron dexado su due- que los eaualleros del torneo comenoaron a
ña, apartáronse a vna parte, e miraron bien fuyr, y ellos, quando vieron que ninguno
el torneo, e a la mayor priessa pussieron sus osaua esperar, fueron a tomar su dueña y
escudos delante e fueronse a herir. E prime- tornáronse a sus tiendas, e quando la noche
ramente el cauallero sin pauor dixo a Dina- fue venida, el rey fue leuantado del campo y
dan: «Cauallero, non es este tiempo a donde lleuaronlo al palacio, e pusiéronlo en su rica
aprenda hombre a bolar. Todo hombre se cama.
tenga bien, que sí alguno cayere, no le
ayudare a leuantar». E desto se comenoaron Lxn
a reyr, e Ario el buen cauallero sin pauor, e
fizo tanto en el torneo, que antes que que- De como estando el rey Artur en sti cama,
brasse su langa derribo mas de vna dozena acompañado de médicos y perlados, embio
de eaualleros; e luego firio Palomades de tal por Langarote.
poder, que embio doze eaualleros a tierra; e
los siete conpañeros lo hizieron tan bien, que Muy triste fue la corte, porque los médi-
Dinadan, que era el menor, derribo siete cos dezian que el rey estaua peligroso, a
eaualleros, e Tristan firio el 'mas postrero; cuya causa el torneo no se fizo. E quando
antes que quebrasse la langa derribo quinze supo el rey que no se fazia el torneo, fue
eaualleros, dellos heridos e dellos no; y el muy triste, e fizo llamar a Langarote, e di-
rey Artur, que miraua la batalla, e los que xole que por que no se hazia el torneo, y el
con el eran, se marauillauan de los siete con- respondió que por su ferida no se fazia, e
pañeros que tan bien lo fazian, y el rey lla- avn qiíe toda la caualleria estaua muy triste.
mo a sus eaualleros, e mandóles que firies- Luego el rey mando pregonar que se apare-
sen todos en los siete eaualleros, assi que la jassen todos los eaualleros para el torneo el
batalla firio contra ellos. Alli veriades golpes siguiente dia, e assi fue fecho, que otro dia se
de espadas y de macas, que muchas vezes se juntaron todos. E caualgaron luego los siete
fazian abaxar las cabecas fasta los cuellos compañeros, e fueronse al torneo, e pusie-
de los cauallos a mal de su grado, y eran ron su dueña con las otras dueñas. E después
tan grandes los golpes, e las bozes, y el ruy- fueronse en la mayor priessa de los eaualle-
do, que subia a las altas nuues; e alli viera- ros de la parte del rey Artur, y comencaron
des la color _ de la reyna Tseo por muchas a pelear muy fuertemente. Assi que en poca
vezes muerta quando via que Tristan auia lo de hora desbarataron todo el torneo. E tanto
peor de la batalla, e quando via que Tristan hizieron los siete compañeros, que no falla-
auia lo mejor de la batalla, era su color tal nan ninguno que los osasse esperar, e don
como la rosa; e tanto fizieron los siete conpa- Langarote fue mucho marauillado en que los
ñeros, que la gente del rey se yua retrayendo siete compañeros auian Ueuado el campo
e yua menguando. E quando el rey Artur vio aquellos dos dias; e los eaualleros lleuaron
esto, luego fue armado, e salió en su cauallo su dueña, e fueronse para sus tiendas, y el
con gran saña, e dixo: «Agora es tiempo, ea- canpo fue leuantado, e cada vno se torno en
ualleros, que veamos quales son mejores, vos su lugar. ¿Que vos diré?, que los siete con-
o los siete eaualleros». Y el rey luego fue a 'I pañeros les duro siete dias la compañía bien
422 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
y lealmente, que entre ellos no entro nin- y sospirar, e Brangel con ella, mas Gorua-
guna traycion ni descortesía, fasta que Palo- lan no pudo creer estas palabras, y entendió
mades la mouio por la rey na, que le sacaua aquello por que Palomades lo hazia, e dixo:
ele su seso e moría por ella, e dixo entre si «Señora, no desmayeys por estas palabras,
mesmo que de vna manera o de otra faria que esto no puede ser verdad en ninguna
mucho por auer la rey na, y que si en aquel manera que otro ouiesse quedado sino el, e
tienpo no la auia, que jamas en ningún por esto conortadvos fasta la mañana, que,
tienpo la podria auer, e acordó consigo quel si por ventura a ellos ha venido alguna des-
primer dia que el torneo fuesse mezclado, dicha, no puede ser que a la mañana no
que saldría en la mayor priessa fuera del venga aqui alguno». E con estas palabras se
torneo, e mudaría las armas, e veraia a sus confoito la reyna, e Palomades dixo que era
compañeros, e si pudiesse matar a Trístan, e tienpo de hazer lo que pensado auia, e co-
muerto, el haría en manera que la rey na menco a dezir. «Señora, vos sabeys bien la
Yseo quedasse en las tiendas, que no fuese pena que yo passo por vuestro amor tan
al torneo. E dixo: «Si puedo matar a Tris- gran tienpo ha, e pues agora tal dicha me a
tan, yo tomare la reyna, y lleuarla he comi- venido, de merced os pido que os vays co-
go, que no he miedo que ningún cauallero migo, y yo por vuestro amor tomare baptis-
me la ose quitar por fuerea de armas». E mo; todo tienpo os seruire». E la reyna
assi como lo ouo pensado, luego en aquel dixo: «¡O falso cauallero, desleal! e ¿como
instante lo puso por obra, que no lo quiso osaste parecer ante mi con tan falsas razo-
mas detardar, e quando vino el dia que se nes? ¿tu no piensas quel amor es tan poco
fazia el torneo, el dixo: «Señores caualleros, poderoso que quitar pueda mi tan gran fe
a mi paresce que hazemos locura en lleuar la como con Trístan tengo? tales nueuas y ma-
reyna cada dia con nosotros, e por esto po- neras mal pensadas las trayas, e ¿como
dríamos ser conoscidos, que deueys pensar puede ser tantos buenos caualleros e sobre
que asi ay buenos caualleros como nos, e por todos mi Tristan, assi fuessen vencidos e tu
auentura podríamos entrar en vna tan gran no? Apártate delante mi, e jamas oses pare-
priessa, que a nos no podríamos defender y cer do yo estuuiere, que antes yo mesma me
seriamos desonrrados todos tiempos, e per- daré la muerte que no fazer cosa de lo que
deríamos la dueña, que nos seria gran ver- osaste dezir, que quiero esperar a mi amigo
güenza. Porque a mi paresce que ella que- Tristan muerto o bino». Dixo entonces Pa-
dasse aqui con Grorualan e Brangel». Y en lomades: «¿Vos aueys otro amigo sino al rey
esto se acordaron los siete caualleros, e to- Mares de Cornualla?» La reyna dixo: «Al rey
uieron por bien que ella quedasse alli, e Mares yo tengo por mi señor, mas a Tristan
holgaron todos aquella noche con gran pla- tengo por señor e amigo; aqueste quiero es-
zer, e quando vino la mañana, ellos se le- perar fasta que sepa la verdad». Estando en
uantaron, e caualgaron en sus cauallos e estas palabras, vieron venir los seys conpa-
fueronse al torneo, e hallaron que era ya ñeros, e G-ariet, que auia visto la maldad de
comencado, y ellos, do vieron la mayor Palomades, e le auia visto de lexos estar a
priessa, comentaron a ferir valientemente. las tiendas, andtiuo quanto pudo, e llamólo,
E quando la batalla fue mezclada. Paloma- e dixole: «Cauallero falso, esperad, que
des salió fuera, e fuese para vn castillo que nunca mereciste tanto la muerte como agora».
estaua cerca de alli, e mudóse las armas, e E quando Palomades lo vio, no respondió
vistióse vnas armas negras, y esto no lo vie- nada, e boluio su cauallo e fuesse su camino,
ron sus conpañeros, saluo Grariet que lo vio, e quando Tristan e los otros fueron llegados,
e quando ouieron peleado vna gran pieza, la reyna Yseo fue alegre, e dixo: «¡O Tris-
luego el torno a la batalla, e fue a ferir con- tan el mi señor, e los otros! vos seays bien
tra los seys (*) compañeros, e fizo mucho por venidos, que oy en este dia he sofrido gran
les hazer daño. Y quando el vio que les no pena, que Palomades vino aquí, e dixo que
podía hazer daño, salióse de la mayor priessa, vos e los otros erades todos muertos en el
e fuesse a la reyna Yseo, e dixole: «Señora, torneo, e por esso se auia vestido de armas
todos los siete caualleros mis conpañeros son negras, e dixo que las no dexaria fasta que
muertos, saluo yo solo que escape, e por esso ouiesse venganea, e yo creymelo, e fuera
me he vestido de armas negras, y en ningún muerta sino por Gorualan que me conorto,
tiempo me vestiré sino de negro hasta que por que vos ruego que de oy mas no me de-
yo me haya vengado por mis manos». E xeis en las tiendas sola». Y ellos fueron muy
quando ella entendió esto, comenco a llorar tristes, e descaualgaron, e desarmáronse, e
estuuieron alli en plazer, E Tristan juro en-
tonces que la primera vez que topasse con
(') El texto: «siete».
DON TRISTE ST DE LEONIS 423
Paloinades, que le ciaría la muerte, y esso y que seria conocido, e luego salió del torneo,
mesmo dixeron todos los otros. Dixo Dina- e non torno alli aquel dia. Tristan fizo en
dan: «Si vos, señora, os cubriessedes la cara manera que Dinadan eaualgo en su cauallo,
quando Palomades os viesse, que no pare- e fizieron tanto los seys conpañeros, que,
ciessedes tan hermosa, fariadeslo cuerda- por fuerca de armas, antes que fuesse ora de
mente. E no es marauilla que el es salido de nona ouieron vencido el torneo, e no halla-
seso por vos, que a mi mismo fazeys lo ron cauallero que los osasse atender, e luego
mesmo, que seys vezes me aueis fecho bolar salieron del canpo, e tomaron su dueña, e
con vuestro yelmo». E desto comentaron a fneronse a sus tiendas con gran alegría. El
reyr. El cauallero sin panor non fue cosa rey e Lancarote se marauillauan mucho de
alegre, antes fue muy triste, e dixo que los seys eaualleros, e ellos estuuieron aquella
quería dexar el torneo e yr a buscar a Palo- noche en gran solaz, y reyan mucho de Palo-
mades para se conbatir con el hasta la muer- mades, el qual no estaua alegre, antes muy
te, e por las honrras que mucho le auian triste desmayado por aquello que auia fecho,
fecho le pesaua; e Grariet e Meliangas le ro- e estuuo atendiendo cinco dias algún caualle-
garon que quedasse allí fasta quel torneo ro con quien el se aconpañasse para yr contra
fuese aleado, e dixo que le plazia. Estuuie- los seys conpañeros, e quando el vio que no
ron aquella noche en gran plazer, e durmie- se hazia lo que queria, ouo de dexar el tor-
ron, que ellos estauan cansados de los golpes neo, e pensó de yr a la ciudad de Tintoyl al
que auian dado e rescebido. rey Mares de Cornualla, y quel haría tanto
Agora dexemoslos estar holgando en las con el, que le diesse caualleria, e quel yria
sus tiendas, e tornemos a Palomades. a buscar a Tristan do quier que lo fallasse,
e que le haria en guisa que mataría a la rey-
na e a Tristan. Mas de todo quel pensó no
LXIU fue ninguna cosa, porque no lo quiso hacer
el rey Mares, e porque no lo quiso creer,
De como Palomades hirió en el torneo contra mas antes le fizo echar de la corte muy de-
los seys eaualleros sti,s eonpañeros. sonrradamente, por el escarnio que primera-
mente le auia fecho quando le demando el
Palomades se fue por la floresta, e no le don por el seruicio que auia fecho a la reyna
consintió el coracon folgar, porque no auia quando la saco de la corte.
acabado aquello que queria, e llamauase E agora dexemosle yr sus auenturas bus-
mezquino e catiuo cauallero; e toda la noche cando, e tornemos a los seys compañeros.
anduuo por la floresta, e quando vino la
mañana, los eaualleros se aparejaron, e pu-
sieron ala reyna en su palafrén, y ellos to- LXIV
maron sus armas e lo que ouieron menester
eomo hombres de torneo, e caualgaron en De como Tristan e don Lancarote del Lago se
sus cauallos e fueronse para el torneo, e combatieron en el torneo.
pusieron la reyna en su miradero con las
dueñas, e luego fue comencado el torneo Estando los seys eaualleros conpañeros
grande e bueno; e los eaualleros, donde vie- para yr al torneo, a cabo de quinze dias quel
ron la mayor priessa, fueron a ferir tan fuer- torneo se comenco, el rey Artur se armo, e
temente, y ellos rescebian muy grandissi- rogo a Lancarote que se armasse. E Lancaro-
mos golpes, assi que muchas veces ouieron te, por honrra del rey, lo hizo, e aparejáronse
de desbaratar el torneo. T entretanto llego todos los eaualleros de todas partes, e el tor-
Palomades, que traya las armas amarillas neo fue comencado grande e brauo; luego
como hombre desesperado, e ñrio contra los los seys eonpañeros pusieron la dueña en los
seys eaualleros sus conpañeros, e dio un gol- andamios, e fueron herir en la mayor priesa,
pe a Dinadan que lo echo en tierra. E Tristan e fizieron tanto por fuer9a de armas, que a
fue sañudo, e dixo: «No vos cale hacer es- poca de ora no fallaron cauallero que los
carnio de mi, que dixistes que no me ayu- osasse atender. Lancarote fue en el canpo, e
dariades»; y esto lo dixo por lo que Dinadan fuesse para los seys eaualleros, y el primero
le auia dicho el primero dia, e acordosele que encontró fue Estor de Mares, e diole tan
entonces dello; «mas agora vos haze menes- grande golpe, que lo echo en tierra; e Tris-
ter ayuda». E fuesse contra el cauallero, e tan, quando ío vio, fuesse para Lancarote^e
diole tan grande golpe en la eabeea, que lo tan fuertes encuentros se dieron, que ambos
amorteció, y el cauallero dixo que si otro quebraron las laucas. E metieron mano a las
tal golpe le diesse, que bien caería en tierra espadas, e los cinco eaualleros fizieron tanto
424 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
por fuerza de armas a pesar de toda la caua- la honrra de la batalla, y echaron ambos los
11erla, que fizieron caualgar a Estor de Ma- escudos, y tornaron las espadas en sus vay-
res, e metiéronse en la priessa, y auian nas, y fueronse abragar con gran amor, y
tanto de hazer, que no se podían ayudar a desto fue alegre e gozosa la reyna Yseo, y el
don Tristan, que sé conbatia con don Lan- rey Artur e toda la gente se marauilio, y fue.
garote, y de sus armas salía fuego de los gol- ron muy alegres; e don Tristan rogo a don
pes que se dauan. T el rey e los otros caua- Langarote que no dixesse a nadie su nombre,
lleros que los vían se marauillauan de Tris- y luego caualgaron en sus cauallos, e Tristan
tan que todo tienpo conbatia, e assi traya se fue a los cinco caualleros sus compañeros,
muy malamente a Langarote. E la reyna que lo auian hecho tan bien que no los osa-
Tseo, quando vio a su Tristan en tan gran uan esperar ningunos, e dixoles: «Compañe-
priessa, e que sus eonpañeros no le podían ros, salgamos de aquí, que yo soy conocido,
ayudar, ella auia gran dolor en su coracon, y tomemos nuestra dueña, y vámosnos; e
e Tristan que la veya, conosoio que ella los compañeros le rogaron que les dixesse
auia grande pesar, e comengo a esforcarse el nombre del cauallero con quien se auia
e hazer bien su batalla, antes quel fuesse co- conbatido, e Tristan les dixo: «Sabed que es
nocido ni la reyna Tseo. E dixo entre si valiente cauallero, y es don Langarote del
Tristan: «Agora es venido el punto e la hora Lago». E tomaron su dueña, y fueronse a
de la muerte, ca tu estas con tan valiente sus tiendas, e folgaron y estouieron en gran-
cauallero, e tus compañeros non te pueden de solaz; e quando Langarote fue llegado al
ayudar, e si en este punto demuestras tus rey Artur, el le pregunto que quien era el
fuercas, por todos tiempos seras preciado e cauallero con quien se auia conbatido, que
tenido, que tu lidiaras con vno de los mejores assi se auian hallado amigos, e don Langa-
caualleros del mundo; mas, porque tienes a rote comengo a reyr, e dixo: «Señor, sabed
la reyna Yseo delante, es menester que tu que es vuestro amigo Tristan de Leonis». Y
te esfuerces, y eres venido en lugar que, si el rey fue muy alegre, e dixole: «¿Sabeys
eres vencido, terna todo el mundo que qual- vos donde esta con sus compañeros?» Y el
quier cauallero te podría quitar la dueña, y dixo que bien lo sabia. E Langarote se des-
la has perdido por couardia, y sera deson- armo, e tomo al rey por la mano, e sacó-
rrada ella e tu; por que conuiene, Tristan, lo a vna parte, e dixole: «Señor, vamos al
que hagas oy en este día». E luego comenco buen cauallero don Tristan de Leonis e a
a dar tan grandes golpes a Langarote, que lo sus conpañeros». E caualgaron y fueronse
fazia salir de seso^ y esso mesmo Langarote a para las tiendas, e fallaron a Tristan e a
el. E arredráronse vn poco por folgar, e dixo sus conpañeros jugando a las tablas, y esta-
Langarote entre si mesmo, que gran poder uan en gran plazer, y Langarote entro den-
auia aquel cauallero, y que, después que el tro e saludólos muy cortesmente, y ellos le
trasera armas, no hauia fallado cauallero que tornaron las saludes, y eldes dixo: «Señores,
tan grandes golpes le diesse, e llamólo, e el rey Artur es aquí venido, e quiere hablar
dixole: «Cauallero, querría saber que caua- con vosotros». Luego Tristan e los otros se
llero andante soys vos que quereys lleuar a leuantaron, y dexaron el lugar, e fueron
fin la batalla, y por esto querría saber vues- ante el rey, e omillaronsele. E el les dixo:
tro nonbre, si soys del mi parentesco, del li- «Señores caualleros, vosotros seays bien ha-
naje del buen rey de Boner, que, si vos soys llados, que cierto haueys mostrado vuestro
de aquellos, no me combatiré con vos». E ardimiento e gran bondad en este torneo,
Tristan dixo: «To no soy del vuestro linaje, porque vos ruego que vos vayays comigo
e mi nombre no podeys saber hasta que me para Camalot, e hazerme heys grand hon-
digays el vuestro». T el dixo: «A mi dizen rra» . Y ellos dixeron que les plazia, e luego
Langarote del Lago, si lo conoceys». E Tris- pusieron a la reyna Yseo en vn palafrén, e a
tan tomo la espada por la punta, e dixo: Brangel en otro muy ricamente atauiadas, y
«Señor Langarote, tomad mi espada y hazed ellos, caualgaron en sus cauallos, e fueronse
de mi aquello que vos quisierdes; y ruegovos para la tienda del rey al vergel del Verce-
que me perdoneys vuestro enojo, que aueys pon, e a esto se allegaron todos los caualleros
auído la honrra de la batalla; que yo so el de la corte, en que supieron que aquel que
vuestro especial amigo Tristan de Leonis». auia hecho tantas cauallerias e tantas bonda-
Quando Langarote oyó esto, tomo gran pla- des era Tristan e sus compañeros, e dixeron
zer, como aquel que temía la muerte, e tomo que Tristan auia mostrado bien todasufuerga
su espada por la punta, finco las rodillas e ardimento con Langarote, e allí fizieron
ante Tristan, e dixole las mesmas palabras vnos con otros gran fiesta; e quando el tor-
que Tristan le hauia dicho a el, y dauale neo fue del todo fenescido, el rey e toda la
DON TRISTE DE LEONIS 425
corte se partieron de alli para yr a la ciudad ron de lo fazer, e fecho, Dinadan se fue
de Camalot, e quando fueron vna legua de para el rey Artur, e dixole: «Señor ¿vos
la ciudad a vn monesterio, alli holgaron quereys ver el amor que es entre Tristan e
aquella noche, e a la mañana caualgaron, y Tseo?» T el dixo: «Si, de voluntad»; e leuolo
fueron para la ciudad, e quando entraron en encubiertamente a la cámara donde dormían
la ciudad, la reyna Tseo e la reyna. Ginebra Tristan e la reyna, e vieron como dormían
se apearon, y fueron a pie por la ciudad con arredrados el vno del otro, e allegáronse a
sus dueflas e donzellas, T el rey, e Tristan, ellos, e vieron la espada de Tristan do estaua
e Lancarote, con la caualleria, fueron todos en medio dellos desnuda, e saliéronse fuera.
a pie con las reynas con muy gran honrra, e Dinadan dixo al rey Artur: «Señor, agora
e todos dauan el loor de la hermosura a podeys ver que la reyna Tseo no ha que ver
Tseo, e dezian que no auia en el mundo con Tristan, que no se vino con el sino con
mas fermosos dos enamorados que clon Tris- desseo de ver sus cauallerias, e por ver sus
tan e la reyna Tseo; y estouieron en gran hechos, porque Tristan es buen cauallero e
alegría e folgura quinze dias. muy cortes, e ella le rogo que la lleuasse con-
E agora clexemoslos estar, e tornemos a sigo do quier quel fuese, y el no le oso dezir
contar del rey Mares de Oornualla. de no» .T el rey dixo que lo creya que era assi
como lo dezia, e Dinadan le rogo que traba-
jasse de conformar a Tristan y a la reyna
LXY Tseo con el rey Mares, y el ge lo prometió,
y el rey partióse de Dinadan y fuesse para
De como el rey Mares fue a Camalot por el rey Mares, y comencaron a contar de sus
auer venganza de Tristan, e como el rey auenturas. Empero don Tristan nunca se
Ariur los conformo a Tristan, e a el, e a partía de don Lancarote, que ellos dos mucho
la reyna, e los íraxo consigo a Cornualla. se amauan, ni la reyna Tseo de la reyna
Ginebra. El rey Artur y el rey Mares esto-
Dize la historia que quando Palomades uieron en sus hablas todo aquel dia, y entre
fue en la ciudad de Cornualla, embio a dezir los caualleros del rey Mares era vn buen
al rey Mares muchas palabras que el faria amigo de Tristan, que era Sagramor. E vino
contra Tristan, y el rey no le quiso creer, vn dia Sagramor, e hablo con el rey Artur,
antes le embio á dezir que no pareciesse ante e dixo: «Señor, agora podeys meter paz entre
el, como de suso es dicho, e Palomades fue el rey Mares e Tristan»; y el dixo que le
por su camino y el rey quedo pensando como plazia, quel haria su poder, que ya lo auia
tomaría venganca de Tristan, que assi por comencado. Dixo Sagramor: «¿En que mane-
reynos estraños lo desonrraua, y pensó de ra?» El rey dixo: «To fue llegado este dia
yr a Camalot, y que el rey le daria consejo donde dormía don Tristan e la reyna, e vi
e le ayudaría contra Tristan. E luego se apa- que su espada estaua desnuda entre anbos a
rejo con veynte caualleros de sus priuados dos, por que yo no puedo creer que hagan
encubiertamente, e fuesse con ellos fasta maldad». E Sagramor fue alegre destas pa-
que llego a Camalot, e fizólo saber al rey labras, y dixo*. «Señor, esso creo yo bien
Artur. E.el rey, quando supo estas nueuas, que es asi, por que vos ruego que essas pala-
saliólo a recebir, e fizóle gran honrra. E a la bras digays al rey Mares». Luego el rey
reyna e a Tristan peso mucho, que bien co-
nocieron que no venia sino por ellos, y pen- señal de respeto. Marcos, guiado por un cazador, entra
saron de auer consejo sobre ello, e Dinadan en la gruta y descubre á su sobrino y a Iseo, quedan-
hablo con Tristan en secreto que a el dexasse do convencido de su inocencia.
poner remedio, quel buscaría manera como En el Sir Tristrem, Tristan, habiendo matado un
se conformasse con su tio. Luego Dinadan, gamo y llevádolo á la gruta, se duerme junto á Iseo,
y sin designio premeditado, deja entre él y su amada
quando ouo hablado esto, ordeno con Gorua- el arma que le sirvió para descuartizar al animal. El
lan que essa noche se acostasse Tristan con rey Marcos, que andaba de cacería, entra en la gruta
la reyna en el lecho, y que pusiessen en y descubre á los amantes, induciendo, de la circunstan-
cia de la espada, que no existe ningún trato criminal
medio de ambos la espada ('), e assi acorda- entre su sobrino y la reina.
La colocación de un arma, en señal de respeto, entre
el hombre y la mujer que duermen juntos, es lugar
{') Este incidente se halla también en el Sir Tris- común de muchos cuentos y tradiciones medioevales.
trem inglés, y en el Tristrán de Godofredo de Estras- Se observa también en la literatura oriental, por ejem-
burgo, pero en ambos de distinta manera. En el Tris- plo, en el cuento de Las mil y una noches rotulado:
trán de Godofredo de Estrasburgo, Tristan é Iseo, Aladdino, ó la lámpara maravillosa, donde Alad-
que moran en la grata del bosque, temiendo que el dino coloca un sable desenvainado entre él y la prin-
rey Marcos les vea durante sus cacerías, se acuestan cesa Badrulbudur la primera noche que con ella
colocando la espada desenvainada entre ambos, en duerme.
426 LIBROS BE (CABALLERÍAS
Artur fuesse para el rey Mares, e hablaron digovos, rey Mares, e consejovos, que no
en ello, e Sagramor estuuo con ellos, y el creays de oy adelante todas las cosas que os
rey Artur dixo al rey Mares: «Bey, yo os dixeren, que, por Dios, Tristan es tan vir-
querría rogar, por vuestra cortesía, que me tuoso cauallero, que no siento ninguno que
cííessedes vn don, el qual es que hagays paz no holgasse de le tener en su corte». E el rey
con vuestro sobrino», T el rey dixo: «Señor, Mares fue muy alegre e estouieron assi
¿como me podeys rogar que le perdone ni aquella noche, e dixo que quería ver como
haga paz con el, que assi me ha desonrrado, ponían la espada entre ambos; e otro dia de
no solo aquí, pero en todos los reynos?» E eí mañana ordeno don Langarote que, quando
rey Artur diso: «Señor, sabed que de estas se acostasse Tristan con la reyna Yseo, que
cosas que vos recelays, que no ay nada, que pusiesse la espada entre ambos a dos otra
os puedo tanto dezir, que yo vue en voluntad vez, y que, quando los reyes entrassen en la
de prouar a Tristan e a la reyna Yseo si fazian cámara de Tristan e llegasen al lecho, fizies-
maldad, e vna noche, mientra ellos dormían sen el e la reyna que dormían y que no sen-
en el lecho, yo entre alia, e hállelos arredra- tían nada. E quando vino la noche, los dos
dos el vno del otro, y estaua en medio dellos reyes e Sagramor entraron eseondidamente
el espada de Tristan desnuda, por que os en la cámara de Tristan, e los dos amados
digo que no puedo creer que ellos hagan flngeron que dormían muy rezio, e que no
maldad en vno». T el dixo: «Pues ¿por que sentían ninguna cosa, y entonces el rey
saco a la reyna de la corte? E mucho me ma- Artur aleo la ropa dencima, e vieron la es-
rauillo, si es assi como vos dezis». Dixo el pada de Tristan desnuda en medio de anbos
rey Artur: «Cierto es assi, que yo lo vi». E a dos, e ellos fueron muy marauillados e tor-
dixo el rey Artur: «Yo vos diré por que lo náronse al palacio, e los dos amados queda-
ha hecho. Dizen que, quando Tristan saco a ron en vno.
la reyna de la corte del rey su padre para
lleuaxla a vos por muger, que le prometió LXYI
que si el fuesse algunas partes o algunos
torneos, que la lleuaria consigo, y el no le De como el rey Artur fizo juntar en su pala-
oso dezir de no». E dixo el rey Mares: «Esso cio a todos los eauall&ros.
puede bien ser, por que vos ruego que me
demandeys a don Tristan desto y del espada, El rey Artur otro dia fizo ayuntar los ca-
e yo lo quiero prouar bien e saber la verdad». ualleros todos en su palacio, e dixo al rey
Y el rey Artur dixo que le plazia. Luego Mares: «Señor,
Sagramor se fue para Tristan, e dixole toda por honrra de miyocorte, os ruego, por cortesía e
la habla que era hecha, e Tristan paro mien- vuestro enojo a Tristan que perdoneys todo
tes en aquestas palabras, y el rey Artur y el que, por cierto, su intención ladereyna
e a Yseo,
rey Mares se partieron de en vno, y el rey ha sido jamas en cosa de deseruiros nínon ambos
os
Artur demando por Tristan, e vino luego y dar mengua, e tal ha parescido». Y el rey
demandólo el fecho de la verdad, y por que
traya la reyna Yseo, y por que hazia aquella Mares
por
díxo: «Señor, por vuestra honrra, e
honrra de vuestra corte, yo le perdono
desonrra a su tio, que era muy mal hecho. todo mi enojo que le auia, e sea perdonado
E Tristan dixo: «Bien es verdad que no de Dios e de mi». Luego el rey Artur e los
hago yo aquesto sino por desonrra del rey caualleros de su corte le dieron muchas gra-
Mares, que me ha querido matar a gran cias, y embiaron por Tristan.
tuerto, y en verdad, señor, yo vos diré por go con Lancarote, y el rey Y el vino lue-
Artur tomo a
que razón trayo a la reyna comigo. Yo le Tristan por la mano, e dixo: «Eey Mares:
prometí, al tiempo y ora que la saque de la os presento a Tristan vuestro sobrino, e yo os
corte del rey su padre, que yo la lleuaria lo pongo en poder para que fagays del toda
donde ella quisiesse, e porque ge lo prometí, vuestra voluntad». Y el rey Mares le resci-
no le podre dezir de no, e no entendays que bio muy alegremente. E Tristan hinco las
lo he fecho por otra cosa, y esto, señor, rodillas a sus pies, y besóle la mano, e pi-
puede creer por muy cierto». Y el rey Artur dióle merced
lo creyó. E luego que la habla fue hecha, y el le dixo: que le perdonasse todo su enojo,
partióse el rey Artur de Tristan muy con- do, e perdonovos todo elvos
«Sobrino, seays bien veni-
desseruicio que me
tento e alegre de lo que le dio, e fuesse al aueys fecho, e aya malauentura Aldaret
rey Mares por le conformar con su sobrino aquellos que me han metido esta mal que-e
Tristan, e dixole: «Señor rey, sabed que yo
he hablado con Tristan mucho largo, e da rencia adelante
entre vos e mi y la reyna, e de aqui
non quiero que sea assi»... E luego
buena desculpa de la trayda de la reyna, e la reina Yseo e la reyna Ginebra fueron an-
DON TRISTA DE LEOITCS 427
te los reyes, y la reyna Ginebra dixo: «Rey gays si vos aueys de fazer daño a Tristan,
Mares, agora os podeys tener por alegre por e cosa que le torne en desonrra». Y el rey
tal dueña y por tan noble cauallero como Mares le prometió que le no faria sino hon-
Trístan e la reyna Yseo que teneys en vues- rra e bien, y Lancarote dixo al rey: «Yo vos
tra compañía y en vuestra conformidad, que digo delante todos, que si vos fazeys a Tris-
por ellos anbos es franco el reyno de Cor- tan algún enojo, que yo fare tanto con las
nualla, como sabeys». Y el rey Mares dio mis gentes, que yre sobre vos, e os destruy-
grandes gracias a la reyna Ginebra de la re la tierra e vuestras gentes, e vos matare
guarda y honrra que auia fecho a la reyna a vos si yo puedo». E prometióle el rey
Yseo, la qual se omillo delante, e dixo: «Se- Mares al rey Artur, e a Lancarote, e a los
ñor, de merced os pido que por Dios e por la caualleros de la Tabla, que le no faria mal
honrra de la corte, que aqui presente esta, ni enojo, mas que a su persona misma.
me perdoneys, que verdaderamente no ha Mas dentro de su coracon dezia que le daría
sido mi venida de vuestra corte por daros la muerte si pudiesse, que no folgaria fasta
mengua, ni Dios tal quiera, saluo por ver que ouiesse tomado venganea por sus manos
las cauaílerias de Tristan». Y el rey dixo: mismas, e tanto fizo e juro, que Tristan se
«Reyna, ya esta assi creydo, e yo os perdo- ouo de yr con el rey Mares, y encomendaron
no todo mi deseruíeio, e de oy mas no se a Dios al rey Artur e a la reyna Ginebra, e
faga assi como fasta aqui». E todas las due- a Lancarote, e a toda su corte, e caualgaron,
ñas y donzeilas de la corte fueron alegres e fueron su camino para tornar en Cornualla,
por su concordia, y estuuo el rey Mares en e anduuieron tanto por sus jornadas, fasta
Camalot quanto le plugo en gran solaz, e que llegaron a Tintoyl, e allí fueron fechas
Tristan lo seruia todavía lo mejor quel podía, grandes alegrías e gran fiesta por la tornada
e vn día dixo el rey Mares a Tristan: «So- del rey e de la reyna y del bueno de don
brino ¿quereys vos yr coraigo a Cornualla?» Tristan, e fallo allí Tristan a Quedin su cu-
Y Tristan dixo: «Señor, yo quiero quedar ñado, al qual peso mucho de su venida a
aqui entre los buenos caualleros de la Ta- Cornualla, porque el rey celaua su muerte,
bla» . Y por esto el rey Mares fue muy ayra- e duro aquella alegría quinze dias.
do, e dixo entre su coracon quel le fariatodo
daño quel pudiese*, e fuesse para el rey Ar-
tur, e dixole toda la razón que auia passado
entre el e Tristan su sobrino, como quería LXVII
quedar en Camalot e que no quería yr con De como Tristan salió de la corte escondida-
el en Cornualla. E el rey Artur dixo que si mente, e se fue a buscar sus auenturas y
yria, mas que se temía. Y el rey Mares le se topo con Palomades; e como se ouieran
prometió bien e lealmente sobre su corona muerto sino por vn cauallero que auia
que no le haría sino honrra e bien, «por que nombre Brandelis.
os ruego que le rogueys que se vaya comigo,
por tal que la gente no pueda fablar del
mal. e daré a entender que yo le di la rey- Estando Tristan en la corte del rey Mares
na porque la lleuasse consigo por ver las ca- su tío bien medio año o mas, vínole vn día
uaílerias del mundo». E luego el rey Artur en coracon de yr a buscar sus auenturas,
hizo llamar a Tristan, y el vino con Langa- porque se pudiesse partir del mal de la
rote, y el rey le dixo: «Yo os ruego, por el reyna. E llamo vn dia a Quedin su cuñado e
amor mío, que os vays en compañía del rey a Gorualan, e dixoles quel quería buscar a
Mares vuestro tío en su tierra, e fazeiie Palomades, porque pudiesse vengar vna des-
heys gran honrra en ello». «Señor, dixo onrra que le auia fecho, e mando a Quedin
Tristan, pues os plaze, fazerlo he por vues- su cuñado e a Gorualan que se fuessen para
tra honrra, mas que por mi voluntad yo no el reyno de Leonis e señoreassen la tierra.
yria alia». E tanto le rogo e le dixo el rey Luego Quedin e Grorualan flzieron su man-
Artur, que Tristan le prometió que yria dado, e Tristan tomo luego sus armas e su
con el; e quando supieron que Tristan auia cauallo, e salió escondidamente de la corte,
de yr con el rey Mares, los caualleros del rey e fuese su camino, e anduuo muchas jorna-
Artur fueron muy tristes, e mucho mas Di- das, e yua faziendo muchas auenturas, de
nadan, el qual dixo al rey Artur: «No de- las quales la historia no cuenta, e anduuo
xeys yr a Tristan a Cornualla, quel rey Ma- tanto, que llego a la Gasta floresta, y mien-
res le dará la muerte». Y en esto Lancarote tra el anduuo vn dia pensando en muchas
se fue al rey Mares, e dixole delante de la cosas, vio venir vn eauallero, el qual era Pa-
corte: «Rey Mares, yo vos ruego que me di- lomades el pagano. E Tristan lo conoscio, y
llamólo, e dixole: «Cauallero maloT agora
428 LIBKOS DE 0 1BALLEKIAS
eres venido donde yo quería». E Palomades yelmo, e puso en. tierra el escudo e la lanca.
dixo: «Cauallero, si soys Tristan, mas me e paraua mientes por todas partes por Palo-
plaze que a vos de ver a mi». E luego se des- mades que lo no escarneciesse.
afiaron, y arredráronse vno de otro. E die- E dexemos agora a Tristan al Padrón, y tor-
ronse tan grandes golpes, que ambos a dos nemos a contar por que razón no vino aquel
cayeron en tierra, e luego fueron en pie e dia Palomades a la batalla. La hystoria dize
pusieron mano a las espadas, e dauanse tan quel dia que la batalla se auia de fazer, vi-
grandes golpes, que los pedaeos de las armas niendo Palomades por el camino estando en
andauan por el suelo. Assi que por fuerca vn castillo, vinole vn muy gran dolor al cora-
se ouieron de arredrar por descansar, e a con que no se podia tener en los pies, antes
poca de hora leuantaronse, e fueronse a dar yazia en la cama, que el quisiesse o no, por
tan grandes golpes, que las cabeoas se ha- el gran dolor que auia; porque aquel dia no
zian abaxar contra la tierra el vno al otro. podia hazer su batalla con Tristan, y dezia
E en aquel punto fuera vno de los caualleros assi: «Señor Tristan, ¡como me pocleys vos
muerto, si non fuera por vna ventura; que tener oy por tan couarde cauallero! y yo
estando ellos assi faziendo su batalla, llego creo que pensareys que por eouardia dexo yo
ay Brandelis, fijo de Serlachan, e vio como esta batalla, porque yo soy muy triste que
ellos se conbatian tan mortalmente, e ouo no os lo puedo fazer saber. ¡Ay catino de mi,
dellos piedad, e metióse en medio, e rogóles e fuera agora esta enfermedad en otro tiem-
por cortesia e por honrra de caualleria que po, e no en tiempo que en tan gran falta
dexassen aquella batalla, y fizóles prometer fuese caydo!» Estas cosas y otras muchas
que en aquel dia no se conbatiessen mas. Y dezia Palomades; e mientra Tristan estaua
ellos ge lo prometieron. Palomades dixo: al Padrón de Merlin, el vio venir vn caualle-
«Tristan, muchas vezes me aueys desonrra- ro, y luego se aparejo, e subió en su cauallo,
do por vos e por otros, e si la muerte no, no e fuese para el, diziendo: «Defiéndete, mal
ay quien pueda poner paz entre vos e mi, e cauallero, que agora eres venido donde yo
yo se lugar donde nos conbatamos que no codiciaua». Y el otro, quando lo vio venir,
aura ninguno que nos desparta, y sea tal la cubrióse de su escudo, y fueronse ferir, e
batalla que sin muerte no nos partamos». Y dieronse tan grandes golpes, que ambos a dos
Tristan dixo: «Palomades, oy querría que cayeron en tierra amorteseidos, y estuuieron
fuesse esse dia, por que os ruego que me di- en tierra vna gran pieca ante que se leuan-
gays en qual tierra es este lugar». Y Palo- tassen, e quando fueron en pie e tornados en
mades dixo: «Al Padrón de Merlin, que en su acuerdo, pusieron mano a las espadas muy
vn año no passan por allí tres caualleros, e brauamente, y Tristan, que era de gran co-
alli no fallaremos quien nos desparta, e racon, fuese para el cauallero, y dieronse
vamos alia sin conpañia ninguna». Tristan tan grandes golpes encima de los yelmos,
dixo: «Asignemos el dia de la batalla, e si que las cabecas se fazian abaxar, y el caua-
quisierdes, sea de oy en veynte dias»; y llero dezia que nunca tamaños golpes reci-
quando assi entre ellos jurado, e partié- biera, mas no dio a entender que se espan-
ronse el vno del otro, e fueronse por sus ca- taua, y dio vn golpe a Tristan que el espada
minos buscando sus auenturas. E Tristan se le metió por el escudo fasta los bracales. Y
torno para vna abadía de monjes blancos, y Tristan dixo que jamas recibiera tan gran
fizieronle gran honrra y le sanaron sus golpe de Palomades, y tanto se auian conba-
llagas. E Palomades se fue a vn castillo tido, que andauan muy cansados, y arredrá-
donde el fue bien seruido. E Brandelis se ronse vno de otro por cobrar fuerca; y mien-
fue a sus auenturas. Tristan estuuo en el tra estauan posados, el cauallero que estaua
abadía fasta que fue guarido, e fizo que le delante de Tristan, dixo: «¡Señor poderoso,
mostrassen el Padrón de Merlin, e fue alia que tomaste carne humana de la virgen
muchas vezes, e yuan con el dos frayles sancta Maria y tomaste muerte en la cruz
fasta que lo ouo aprendido. E quando vino por nosotros pecadores saluar, ruegote que
el día señalado de la batalla, Tristan se le- me perdones mis pecados y me seas valedor
uanto de buena mañana, e confessose de sus contra este cauallero, que yo creo que es dia-
pecados, de aquellos que se sentía por cul- blo que me quiere dar la muerte!» Y Tristan
pado a Dios, e después oyó missa de Sancti clezia: «¡Ay gloriosa sancta Maria, la qual
Spiritus, e recibió el cuerpo de Nuestro traxiste en el tu santissimo seno al reclenp-
señor Jesu Christo, y encomendó los frayles tor del mundo, ayúdame contra este caualle-
a Dios, y caualgo en su cauallo e fuesse al ro e perdóname mis pecados, que yo conozco
Padrón de Merlin el solo, y descaualgo, e bien que soy venido a mi fin, que mucho
tenia el cauallo por la rienda, e tiróse el fallo a Palomades buen cauallero, que mas
DON TRISTAN DE LEONIS 429
duros fallo sus golpes postreros que los pri- llero respondió: «Por cierto, señor cauallero,
meros»; E dixo assi: «Señora reyna Yseo e no soy Palomades, antes so Lancarote del La-
rey Mares, yo no os puedo hazer saber assi go» . E quando Tristan supo que era Lancaro-
como yo muero, por que rogueys a Dios por te, fue alegre, y echo luego el escudo e la espa-
mi anima, quel cuerpo veo que se passa». E da, e fuelo abracar con gran amor, e dixo-
luego se leuanto con brauo coracon, e fuesse le: «Señor, perdonadme porque so conbatido
para el cauallero, y el otro lo salió a recebir, con vos, que sabed que soy Tristan el vuestro
e dieronse tan grandes golpes, que en su vida amigo». E dauanse el vno al otro la honrra
no los dieron tales ni los recibieron mayores, de la batalla, e Tristan dixo: «Señor Lanca-
quel ver e el oyr se les tiraua, y el yelmo rote, nos somos feridos mortalmente, e por
del cauallero era bien azerado, que otramen- esso atemos nuestras llagas, e vayamos a
te muerto fuera. E el cauallero dixo: «Yo algún castillo donde nos podamos refrescar
creo bien que soy venido a la muerte, si e guarescer». E ellos se ataron lo mejor que
muchos destos golpes recibo». E diole Tris- pudieron, e fueronse a vn castillo de vn
tan tal golpe del espada, quel escudo le que- hombre bueno, el qual curo bien dellos e fizó-
branto, e metióle el espada por la carne. E les mucha honrra, e alli no hallaron maestro
el cauallero paro mientes, e vio el espada de que los catasse, y encomendáronlo a Dios e
Tristan bermeja de la sangre, e dixo: «Como fueronse al monesterio donde Tristan partió
so venido a mi fin, e agora es menester que el dia antes, e fueron bien recebidos e les
yo faga como valiente cauallero, e tome ven- fizieron honrra; e luego mandaron que los
ganza del»; e luego se fueron a ferir de muy catasse el maestro e que curasse dellos, e
grandes golpes y espessos el vno al otro de vino luego el fraylé que se le entendia de
la segunda batalla, e quien aquella batalla curar llagas, e hizolos desarmar, e católes,
vio, bien puede dezir que no vio su par. Con- e dixoles que no vuiessen temor, que no
batieronse tanto, que no auian ya fuerca ni aula cosa de peligro, e dixo que mucho era
poder, e a mal de su grado se ouieron de mas mal ferido Lancarote que no Tristan; e
tirar afuera el vno del otro por cobrar fuer- Tristan fue sano en veynte dias, e Lancarote
ca, e cada vno eomenco a fazer su oración. E en mes y medio, e andando los caualleros
dixo el cauallero: «¡Señor Dios, que formas- holgando por el monesterio, Tristan contó la
tes el cielo e la tierra e nos fezistes nascer a auentura a Lancarote por que el era venido
la vuestra semejanca, aued merced de mi, e al Padrón de Merlin, e dixole todo lo que
quered perdonar mi anima, que el cuerpo auia contecido con Palomades desde el co-
veo que se va!» E Tristan dixo: «¡O gloriosa mienco fasta el fin, e como los auia desparti-
virgen Maria, señora, aued merced e piedad do Brandelis, e Lancarote eomenco a reyr, e
de mi, que esta es la mayor marauilla del dixo: «Por la mi fe, don Tristan, señor e
mundo, que oy en este dia me he combatido amigo, que a poco me costara caro vuestra
con este cauallero, e agora hallo sus golpes mal querencia con Palomades». Estuuieron
mas fuertes. E yo me he combatido con el e alli hasta que fueron bien sanos. E Lancaro-
jamas sus golpes he hallado tan mortales»; te dixo: «Señor Tristan, parescerne que seria
que bien pensaua que se conbatia con Paloma- bien que nos partiessemos de aqui, por que
des; «e aquesta batalla conozco que es de os ruego que os vays comigo para la corte del
muerte». Y el coracon no ge lo podia ya sofrir, rey Artur». E Tristan dixo que haria todo lo
e leuantose lleno de malenconia, e fuese para que quisiesse, que tanbien tenia en voluntad
el cauallero y el cauallero para el, e cliso: de yr alia, por jurar la Tabla. E Lancarote
«Este no es honbre, sino diablo que me fue alegre, e quando la mañana vino, ellos
quiere matar»; y encomendóse a Dios, e encomendaron a Dios a los frayles, e dieron-
dixo: «Señor, perdona la mi anima, que yo Íes muchas gracias, e caualgaron e fueronse
veo que este cauallero quiere lleuar esta bata- por su camino.
lla a fin, mas, por Dios, yo veré quien me
ha muerto». É dixo el cauallero: «Esperad
vn poco, que yo veo que vos quereys leuar LXVIII
esta batalla a fin, e por esto querría saber De como don Tristan desbarato los caualle-
vuestro nombre, e yo deziros he el mió, por- ros de la hada Morgayna.
si vos vencierdes, sabreys a quien aureys
muerto, e yo de vos otro tal». E Tristan,
quando esto le oyó, touolo a gran clesonrra, Ellos yendo por su camino, llegaron a vna
pensando que aquel era Palomades, e que lo puente cerca de vn castillo, la qual guarda-
dezia para abiltarlo, e diso: «¡Como! ¿no soys uan cincuenta caualleros que eran de la
Palomades el mi mortal enemigo?» Y el caua- hada Morgayna, y ellos quisieron por alli
passar, e los caualleros les dixeron: «No pas-
430 LIBROS DE CABALLERÍAS
sareys sin batalla, o dexad los cauallos e ar- mos para essa cibdad, saluo porque Tristan
mas» . E don Tristan dixo: «Señor Langarote, viene fatigado de la batalla que ouo con los
ruegovos que me dexeys a my solo esta bata- caualleros de la hada ya dicha al passo de la
lla» . Langarote ge la otorgo, e Tristan puso puente».
su escudo delante, e boluio su cauallo, y
fuesse para ios caualleros, e los caualleros LXIX
vinieron a el e hiriéronlo sobre el escudo, e
Tristan flrio en ellos de tal manera, que an- De como el buen rey Artur fue al monesterio
tes que quebrasse la langa, echo diez caua- donde estañan don Tristón' de Leonis y
lleros en tierra feridos, e quando ouo que- don Langarote,
brado la langa, salió de la priessa e fuesse
para Langarote, e rogóle que le prestasse su El^rey, quando aquellas nueuas oyó, fue
langa, y ei ge la presto, e Tristan se fue para muy alegre, e mando que todo hombre ea-
los caualleros, e hizo tanto, que ante que ualgasse, e luego el rey, con gran cauaile-
quebrasse la lanca el echo en tierra veynte e ria, caualgo bien acompañado de añafiles,
cmeo caualleros. E Langarote dixo: «Cierto, e fue al monesterio do estaua Tristan y Lan-
es verdad que Tristan es el mejor feridor de oarote, y como ellos supieron que el rey ve-
lanca que ay en el mundo». E luego Tristan nia al monesterio, caualgaron en sus cauallos
echo mano a la espada, y fuesse para los ca- e saliéronlos a recebir; e quando lo vieron,
ualleros, e hizo tanto de armas, que en poca apeáronse e fueron besar las manos al rey, y
de hora ios desbarato todos, y ellos comen- ei los rescibio onrradamente e ouo con ellos
earon a fuyr contra el castillo de la hada gran plazer, e dixoles: «Señores caualleros,
Atorgayna, y ella estaua alta en vna ñniestra, vosotros seays bien venidos, como aquellos
e quando vio yr assi a sus caballeros desbara- que yo amo»; y entraron en el monesterio, e
tados, fue marauillada, y ellos dixeron: «Se- las dueñas se aparejaron para hazer honrra
ñora, hazednos abrir e íazed venir ayuda, al rey y a los caualleros, y luego fue adereca-
que todos somos vencidos, que vn diablo nos do ei yantar muy ricamente, y el rey e ios
es venido a la puente, y creemos que sea caualleros se asentaron a la tabla, y seruia-
Lanoarote, si es honbre carnal». Y ella dixo: los vn donzel que estaua entonces en el mo-
«Yd, caualleros malos, que todos no va- nesterio, ei mas fermoso e cortes del mundo,
leys vn dinero, que aquel no es diablo ni y seruiaios apuestamente, e aqueste donzel
es Lanoarote, antes es cauallero andante que era criado del monesterio. E según dize la
va a jurar la Tabla Redonda». E dexemos hystoria que del cuenta, era fijo de Langaro-
estar la dueña e ios caualleros, e tornemos a te y de la infanta tija del rey Pescador, que
Tristan e a Lanoarote, que passaron la puen- fue preñada de Langarote, porque le fue fe-
te e íueronse su camino, e anduuieron tanto cho vn engaño, que le líizieron creer que
que llegaron a vn monesterio de dueñas a aquella infanta era la reyna Ginebra, y ei
üos leguas de Camalot, e alli fueron bien assi lo tenia por verdad; e quando fue pas-
reseebidos. E Lanoarote embio luego vn sada vna gran parte de la noche e vio que
mensajero al rey Artur, con vna carta que era engañado y que no era aquella la reyna
dezia assi: «Alto rey Artur, padre de auen- Ginebra, quiso matar la infanta sino por
turas y señor de cauaileria, a ti salud. Yo, duelo que ouo della, ca era muy fermosa a
Lanoarote del Lago, me encomiendo en la tu marauílla, e aquella noche ouo en ella aquel
real excelencia y te beso las manos, e hago donzel, el quai después se llamo don Gralaz,
saber que yo ge hallado muchas auenturas, y todos dezian que mucho parecia este don-
entre las quales he topado con el mas alto zel a don Langarote del Lago, mas ninguno
cauallero del mundo, que es Tristan de Leo- no sabia la verdad, saluo las dueñas del mo-
nis, e parecelo bien en su bondad, que yo nesterio. E quando ouieron comido, las due-
me encontré con el e auemos hecho batalla al ñas fueron delante del rey con aquel donzel,
Padrón de Merlin, e fue ventura que nos e dixeronle: «Señor, por Dios vos ruego que
conocimos e nos perdonamos todo nuestro í'agays a este donzel cauallero». E luego
enojo, y después andouimos buscando nues- oyeron vna boz que les dixo: «Dexad el don-
tras auenturas, tanto que llegamos al casti- zel, que tienpo venia que sera cauallero de la
llo de la hada Morgayna, e fallamos ay vna mano de su padre, y sera tal, que honrrara
puente e cincuenta caualleros que la guar- su linaje, y llenara afín muchas auenturas».
dauan, e Tristan fizo tanto de armas, que Y quando ellos oyeron aquello, fueron mara-
los desbarato, y agora sepa tu alteza que es- uiliados, y pensaron mucho en el donzel, e
tamos en este monesterio de dueñas, tijas de assi quedo esto por entonce, e no tardo mu-
reyes y de ricos hombres, e luego nos parti- cho tienpo que Langarote torno alli por
DON TRI8TÁ DE LEONIS 431
amonestamiento de vna donzella, e ñzolo el dadello mucha cuenta; quien lo quisiere
eauallero por Pascua de Pentecoste, assi ver por estenso alli lo hallara; porque no ha-
como adelante oyreys ('). El rey e los cana- zia a la ystoria, no se eseriuio aqui, saluo lo
neros, quando se quisieron yr, encomenda- que a nuestro proposito haze, y es assi: que
ron a Dios a las dueñas, e caualgaron, e frié- duro aquella costunbre hasta que Galaz
ronse a Camalot, e quando la reyna Ginebra vino, que cumplió la silla peligrosa, mas
supo que Tristan y Lancarote venian a la dende adelante falleció aquella costunbre.
corte, caualgo, e salió fuera de. la cibdad a E dixeron que em pos de aquel eauallero no
los recebir con muchas dueñas e donzellas podia venir otro mejor, ni tan bueno ni tan
de su corte; y ellos le flzieron grand reue- santo; e por razón auia estado aquel tiempo
rencia, y ella saludo a Tristan y a Lancaro- la silla de Morlot vazia diez años e dos
te y rogóles que entrassen por la cibdad las meses, como dicho es, ca mejor eauallero
caras descubiertas, e hizieronlo assi. quel fasta entonce no era ende venido.
Grande fue el alegría que el rey y toda la E aquel dia que los honbres buenos de la
gente hazia por la venida de Tristan y Lan- corte del rey Artur ouieron recebido en su
carote, y dezian: «Bien vengan los dos caua- conpañia a don Tristan y le ouieron otorga-
lleros que son flor y ensañamiento de caua- do la honrra de la Tabla Redonda, comenta-
lleria»; y touieron alegria en la corte dos ron de mirar por las sillas a vna parte e a
meses. E agora os diremos en qual manera otra, por ver si podrían hallar letras nueuas
fue fecho don Tristan eauallero de la Tabla en alguna de las sillas, e hallaron en la silla
Redonda. que auia sido de Morlot el nonbre de Tris-
tan, y ellos fueron muy alegres, e diseron
LXX al rey: «Señor, recebido es Tristan en vues-
tra corte por compañero de la Tabla Redon-
De como don Tristan juro la, Tabla, y fue da e la silla de Morlot de Yrlanda le es otor-
asentado en la silla que auia sido de Mor- gada para el, e hallamos ay su nombre es-
lot de Yrlanda. crito» ; e quando el rey oyó aquello fue muy
alegre, que el desseaua mucho que Tristan
Vino don Tristan, en la manera como fuesse compañero de la Tabla Redonda», e
oydo aueys, a la corte del rey Artur, e tocios Lancarote fue muy alegre, e toda la corte
los caualleros fueron alegres de su venida, e lleuaron a Tristan a lo assentar en la silla,
auia gran tienpo que vna silla de la Tabla assi como a los otros caualleros se acos-
Redonda, que fue de Morlot de Yrlanda, es- tumbraua, e juro, como los otros lo auian ju-
taua vacante desde aquel tiempo que Morlot rado, que al su poder acrescentasse la honra
murió, e tanbien estauan vacantes otras si- del rey Artur, y que en tiempo de su vida
llas; e muchos caualleros que se quisieron no fuesse contra ia Tabla Redonda, si non
en ellas assentar, en aquel punto lo recele- fuesse por desconocimiento, o por torneo o
uan, porque nunca fallauan en ellas el nom- justa; e assi fue don Tristan rescibido con
bre del eauallero para quien auia de ser es- mucha honra por todos los de la corte, e
crito, que assi era costumbre de la Tabla aquel dia fue la ñesta grande en ia corte del
Redonda, que quando algún eauallero era rey Artur, porque Tristan era compañero de
llamado a aquella honrra, por la voluntad de ia Tabla Redonda. E al tercero dia, quando
Dios venia alli vn ángel y escreuia el nom- el ouo holgado, el rey Artur mando venir
bre del eauallero, e quando los de la corte lo ante si aquellos que ponian en escrito las
auian alli traydo la silla que para el estaua cauallerias de los caualleros de la Tabla Re-
aparejada, si ellos no hailauan su nombre donda e las auenturas y hechos que ellos ha-
escrito por derecha auentura, el era rehusa- zian en el reyno de Londres. E el rey tomo
do, y dezian que no era digno para ella; juramento a Tristan que dixesse verdad de
desta manera auia estado la silla de Morlot todas las cauallerias que hasta entonces
e otras vazias desde el dia que fue muerto ouiesse hecho. E juro Tristan quel diria ver-
hasta entonces que don Tristan vino a la dad de todas sus cauallerias, y que otra cosa
corte del rey Artur, e por esta razón auia no diria sino aquello que auia contescido.
ella estado bien diez años e dos meses va- Luego Tristan comenco a contar las caualle-
cante, e tanto tienpo auia entonces que don rias punto por punto que auia hecho después
Tristan era eauallero y quel matara a Mor- que era eauallero hasta aquel dia, y esto
lot de Yrlanda, e la causa de donde aquesta contó antel rey e ante los caualleros de ia
auentura venia, en la coronica del rey Artur Tabla, e quando el lo ouo contado todo, callo,
e no dixo mas. E quando el rey ouo oydo
aquellas palabras e las cauallerias de Tristan,
(') Véase Ja Demanda del Sancto Qrial} cap, IV.
432 LIBROS DE CABALLERÍAS
el dixo a Langarote e a Galuan riéndose: LXXI
«¿Que os parece del buen cauallero Tristan?
¿Hizo jamas cauallero en su edad tan gran- De como el mensajero del cauallero anciano
des hechos e cauallerias de armas como el ha llego antel rey Artur con el mensaje de su
hecho? Assi me ayude Dios, no pudiera creer señor.
quel ouiesse tanto hecho, e bien lo puede
tener honbre por el mejor cauallero del El escudero se fue al rey Artur, como
mundo, ca el lo es sin falta». E Lanearote aquel que lo conoscia de antes, e fallóle re-
dixo: «Assi me ayude Dios, señor, vos dezis traydo en su cámara, e hinco las rodillas
gran verdad, que yo mucho lo conozco, e antel, e dixo: «Señor rey Artur, alli ayuso
ellas son todas verdad, e aun mas de lo que ante vuestro palacio es venido vn cauallero
ha dicho». T en esta manera fueron sabidas que es mi señor, e trae en su compañia vna
las cauallerias de Tristan en la corte del rey de las mas apuestas donzellas del mundo, y
Artur, e fueron escritas en el libro de las es aqui venido, porque sabe cierto que son
auenturas (*). aqui en vuestra corte todos los altos hom-
E agora dexa la historia de hablar desto, bres del vuestro reyno, y que el trae consigo
e torna a contar de vna hermosa auentura aquella donzella por razón quel se quiere
que acaeció en la corte del buen rey Artur prouar con ellos, y enibiales dezir que todo
mientra Tristan ende estuuo, en tanto que aquel que quisiere ganar aquella donzella,
passauan estas fiestas. Ya es dicho como el que vaya a justar con el, e aquel que lo de-
rey Artur estaña en Oamalot con gran com- rribare de su cauallo le auia ganado la don-
paña de reyes, e condes, e ricos honbres, zella, y el assi vos lo dize por mi». Y el
que en aquella ora estauan ende catorze mensajero callo, porque acabo su razón. E
reyes, e muchos hombres honrrados, e todos quando el rey Artur e todos los otros reyes
los mas de la Tabla Redonda, e aqui non- e ricos honbres que en el palacio estauan
brare algunos dellos. Eran allí el rey Caredes ouieron sabido las palabras del mensajero,
del pequeño braco, y el rey de ISTatubal, que ellos lo ouieron a gran marauílla, e luego se
auia nombre Ton, y el rey de rTorgales, y el leuanto y el rey Artur e los otros reyes que en
rey de Norbelade, y el rey de la Marca de el palacio estauan, e fueronse a poner a las
G-alone, y el rey Érayon, e tantos otros re- ventanas, e vieron aquel cauallero eala don-
yes, que eran bien catorze los dichos; e ca- zella que tan ricamente estaua atauiada, e
ualíeros de la Tabla Redonda: don Lanearote fizieronse marauillados, e dezian: «Sin dubda
del Lago, mas estaua flaco en cama, e don el cauallero e la donzella son de gran valor»;
Tristan de Leonis, e don Gtaluan, sobrino del y la reyna Ginebra, e las otras dueñas e don-
rey Artur, e Palomades el pagano, que aquel zellas que con ella estauan, se fazian mara-
clia era llegado, e Lamarad de Graones; e fue- uilladas de la donzella, que tan ricamente
ron ay otros muchos altos honbres, e fazian era atauiada, y estando assi todos mirando
gran fiesta assi como les conuenia hazer, por- al cauallero e la donzella, Palomades se le-
que aquel dia era de vna gran fiesta; e quando uanto, e dixo al rey: «Señor, yo amo mucho
ellos ouieron comido, las tablas fueron leuan- las dueñas e las donzellas, e por ende os
tadas y retruxeronse cada vno do mas le pido por merced que me dexeys yr a ganar
plugo, e vieron estar vn cauallero delante el aquella donzella, que cierto yre de buena
palacio, y estaua armado de todas armas, y gana por la ganar». Entonce dixo el rey:
era grande de cuerpo, que parecía vn gigan- «Palomades, a mi plaze que vos vays alia y
te, e traya en su conpañia vna donzella muy que ganeys a la donzella, e que derribeys al
fermosa ricamente atauiada, ca venia vestida cauallero si pudierdes, que entienda la gran
de vn paño de oro muy rico e caualgaua en osadia que nos embio a dezir». Luego se par-
vn palafrén fermoso; era cubierta de vna tió Palomades del rey Artur, e fuesse armar,
ropa de grana hasta los pies, que no parecia e armáronlo muchos de los altos honbres que
donzella mortal, mas spiritual, y el cauallero ende estauan; e quando el fue armado, de-
traya en su conpañia tres escuderos, el vno céndio del palacio, e caualgo en su cauallo,
traya la langa, el otro el escudo, el otro el e fuese para el cauallero, e quando fue lle-
yelmo, el qual era vn hombre tan anciano gado, el le pregunto como auia nonbre, y el
como el, e quando el cauallero fue antel pa- le dixo: «Señor cauallero, a mi llaman Palo-
lacio, según que es dicho, enbio el vno de sus mades el pagano». Dixo el cauallero: «¿"Vos
escuderos al rey Artur con vn mensaje. soys Palomades? Por Dios, de vos oy fablar
muchas vezes, e nombrado soys por vno de
los mejores caualleros que son por el mundo,
('.) Compárege la Demanda del Soneto Orial, ca- empero yo no vos conosco por tan buen ca-
pítulos X X I y XXII.
DON TRISTAN DE LEONIS 483
uallero que yo tome lanca contra, vos, mas del rey Artur, le dixo: «Señor clon Galuan,
tan solamente mi espada en la mano vos todo el mundo vos tiene por buen cauallero,
atendere, e vos digo que os arreclreys de mi mas yo vos digo que soy vn cauallero que
tanto como vos quisierdes, e que me vengays por vos no tomare lanca, antes vos atendere
a ferir de toda vuestra fuerca, e si me derri- en aquella mesma manera que atendi a Pa-
bar des de mi cauailo a tierra, aquesta don- lomades, e si me derribardes, vos ganareys
zella sera vuestra que aqui veys, e si no la donzella». Entonce dixo Galuan: «Señor
pxidierdes auer tanto poder que me derri- cauallero, yo no se de vuestro escudo ni de
beys, no me llamareys después a justa ni vuestra langa, mas yo fare todo mi poder por
batalla ninguna mas; y esto mesmo diré a vos derribar a tierra, si puedo». E quando
los otros caualleros que acá vernan por justar G-aluan ouo dicho esto al cauallero, el se
couiigo». E quando Palomades le oyó fablar arredro, e abaxo la lanca, e flrio al cauallo
en tal manera, el lo tomo a gran desonrra, e de las espuelas, e vino a encontrar con el ca-
dixole: «Señor cauallero, vos fablays larga- uallero de toda su fuerca, e quebró su lanca,
mente, mas vos sereys ayna a la prueba de y el caiiallero estuuo tan fuerte como si fue-
la justa, e yo cuydo bien sin falta que vos ra vn marmol, e Galuan, que quiso o no, vi-
sera menester que tengays vuestro escudo e no a tierra, e los reyes, en que lo vieron, fue-
anea», e no le dixo mas. ron marauillados, Y el tercero que fue a jus-
tar con el fue Lamarad de Gaones, que era
buen cauallero e ardid a gran marauilla, e
LXXII pocos caualleros eran en aquel tienpo mejo-
res que Lamarad, y el se fue para el caua-
De como Palomades se combatió con el caua- llero, e quebró su lanca en el, mas poco ni
llero anciano. mucho no lo pudo mouer de la silla. El
quarto que justo con el fue Gariet, hermano
Palomades se dexo correr contra el caua- de don Galuan, que era asi buen cauallero, e
llero tanto quanto el cauallo lo pudo lleuar, quebró su lanca. El quinto que justo con el
e fue heryr en el cauallero, que estaua apa- fue Boores de Gaones, primo de don Lancaro-
rejado de su escudo, e de su yelmo y espada, te, e tanbien quebró su lanca. El sesto fue
e Palomades firio al cauallero tan regiamen- Brian, fijo del rey Brian. El seteno fue Sa-
te, que la langa fizo bolar en piecas e fue a gramor. El octano fue Brioberis. El noueno
toj>ar en el cauallero con el cuerpo del caua- fue Separ, hermano de Palomades, el mejor
llo tan fuertemente, que Palomades cayo en feridor de lanca que se podia fallar en aquel
tierra, e tan grande fue la cayda, que no tienpo. El dezeno Estor de Mares, hermano
sabia si era noche ni dia, de tal guisa estaua de Lancarote, que era otrosi muy fuerte
atronado; y el cauallero anciano estouo que- justador. El onzeno fue Gariet de Mirabelle.
do en su cauallo, como si fuera vn marmol Todos estos onze fueron a ferir en el cauallero
qué estuuiesse fincado en tierra. E quando anciano a toda su guisa, e todos quebraron
el rey Artur e los otros reys e caualleros sus langas en el, mas no le pudieron mouer
vieron como Palomades justo con el caualle- poco ni mucho, antes cayeron de los onze
ro y el no quiso tomar lanca contra el, e bien los nueue, e algunos ouo que se quebra-
vieron como cayo en tierra, ellos fueron es- ron costillas, otros piernas e bracos, donde
pantados, e dezian que aquel era cauallero auia muy gran ruyclo por toda la corte e se
mas fuerte que ellos ouiessen visto en toda hazian dello todos marauillados, e dezian
su vida; e don Galuan, quando vio a Palo- que aquel no era cauallero, mas antes era
mades en tierra, e sabia bien lo que aquel fantasma, o encantamento, o diablo.
cauallero auia. enbiado a dezir al rey Artur, Después que Tristan vio a todos sus con-
el, muy sañudo por ello, ouo gran pesar, e pañeros derribados por solo vn cauallero, se-
fizo traer sus armas muy ayna, e ñzose ar- ñaladamente aquellos quel mas quería e mas
mar lo mas presto quel pudo, e los caualle- preciaua de caualleria, el ouo gran pesar e
ros que ende estauan lo armaron, e quando yra, e no se pudo mas detener, e dixo:
el fue armado, caualgo en su cauallo, e fues- «Acaezca lo que acaescer pudiere, mas yo
se para el cauallero, e quando llego a el no yre a justar con el cauallero, por vengar a
lo quiso saludar, mas el cauallero pregunto los caualleros mis compañeros, si yo pudie-
quien era, e Galuan le respondió asi como re». E dixo: «Porque yo pueda ser segura-
honbre sañudo, e dixo: «CauaEero, aquellos mente que este sea buen cauallero e mejor
que me conocen me llaman Galuan, y el rey que yo, nunca oyesse hablar en toda mi vida;
Lodornia fue mi padre», e quando el caua- mas yo quiero prouar lo que fare». Y entonce
llero oyó que aqueste era don Galuan, sobrino se fizo armar presto, e armáronlo algunos cíe
LIBROS DE CABALLERÍAS.—28
434: LIBROS DE CABALLERÍAS
los reyes que en el palacio estauan, y el rey quando el oyó las bozes y el ruydo tan gran-
Artur lo ayudo a armar; e quando Tristan de y el duelo que fazian, demando a vn don-
fue armado de todo aquello que auia menes- zel que ende estaua que por que fazian tan
ter, decendio del palacio, e subió en su caua- gran'ruydo e tal duelo, y el donzel dixo:
11o, e fuesse contra el cauallero. E Tristan, «Sabed, señor, por cierto, que vn cauallero
que mucho era mesurado cauallero, saludólo es venido a la corte del rey, e trae consigo
cortesmente, y el cauallero anciano le torno vna donzella ricamente atauiada, y embio a
las saludes mesuradamente, e preguntóle que dezir al rey e a los caualleros que si alguno
quien era. «Señor cauallero, dixo Tristan, queria cobrar aquella donzella, que era vna
aquellos que me conoscen me llaman don de las fermosas del mundo, que fuesse a jus-
Tristan de Leonis». Y el cauallero anciano tar con el, e si lo derribasse, que tomasse la
le dixo: «Señor don Tristan, como al mejor donzella sin otra batalla, e han oy ydo a jus-
cauallero del mundo que vos soys, e por el tar con el onze caualleros, los mejores de la
amor e conpañia quel rey Meliadux vuestro Tabla, e todos los espero a la justa, que no
padre e yo ouimos al tienpo queandouimos quiso tomar lanca contra ellos, e todos onze
prouando cauallerias, vos digo yo verdadera- quebraron en el sus lancas, e jamas lo pu-
mente que me lo podeys creer que yo dexas- dieron mouer de la silla, e destos, nueue ca-
se de muy buena voluntad la vuestra justa, yeron en tierra», y el donzel le contó los
por esto e por el gran bien que de vos lie nombres dellos quales eran, segund ya oydo
oydo dezir, pero aquella donzella que alli aueys. E Lancarote dixo: «Amigo, ¿que di-
esta es mi señora, con quien yo vengo; hame zes?, ¿esto es verdad?» Y el donzel le dixo:
defendido que yo no rehuse justa de ningún «Señor, verdaderamente assi es como vos
cauallero de la corte del rey Artur; mas por digo, e avn sabed por cierto que el bueno de
el vuestro amor haré yo tanto, por la bondad don Tristan vuestro amigo, quando vio los
que en vos ay, que tomare mi lanca, lo que caualleros assi derribados, que se armo e se
no fize contra loa otros caualleros que eomi- fue para el cauallero, y estuuíerpn en vno
go justaron». E luego llamo a vn escudero fablando, lo que no lo se, y el cauallero de
de aquellos tres que consigo traya, e tomo la donzella tomo vna lanca de vn escudero
vna lanca quel escudero tenia, que era cor- que el traya, e arredráronse el vno del otro
ta e gruessa; y entonces se arredraron el vno bien vn trecho, e fueronse a ferir de grand
del otro vn gran trecho, e quando el rey Ar- poder, e firieronse en tal manera, que Tris-
tur y los otros reyes e reynas, e caualleros, tan cayo en tierra, y esta tal como muerto,
e dueñas, e donzellas, vieron arredrados los e toda la gente., con el duelo, fazen este
dos caualleros el vno del'otro para venir a ruydo que oys». E Lancarote fue desto tris-
la justa, ellos comencaron a dar bozes, e a te mas que lo hauia seydo en ningún tiem-
dezir: «Agora puede hombre ver fermosa po, y el quisiera ser sano mas que no ser se-
justa, ca este es don Tristan de Leonis el ñor de vna gran tierra en aquel punto, solo
buen cauallero». E flrieron los cauallos de por yr a vengar el su buen amigo don Tris-
las espuelas, e dexaronse venir el vno con- tan, e assi estaua en su cama faziendo el
tra el otro quanto los cauallos los podian lle- mayor duelo del mundo; e dexemoslo estar,
uar, e flrieronse de las lancas sobre los escu- e tornemos a la rey na Ginebra, que, como
dos de toda su tuerca, e Tristan quebró su quier que a la reyna Ginebra pesase mucho
lanca en el cauallero, y el cauallero lo Ario por la dolencia de don Lancarote, que en este
tan fuertemente, que le passo el escudo e la punto que ella vio derribar al cauallero tan-
loriga, e metióle el hierro de la lanca por el tos buenos caualleros e a don Tristan, tomo
cuerpo por la parte siniestra, que le fizo muy muy grand plazer porque don Lancarote es-
gran llaga, y el cauallo de Tristan, lo vno taua doliente en aquella sazón, ca tenía que
del golpe, lo otro que estropeco de las manos, pues auia derribado a tantos buenos caualle-
Tristan cayo en tierra del cauallo, eñ mane- ros, y en especial al bueno de don Tristan,
ra que no meneaua pie ni mano, antes esta- de quien todo el mundo fablaua, e don Lan-
ua como muerto, E quando todos aquellos carote le auia dicho muchas vezes que nun-
que estauan a las finiestras vieron a don ca fallara cauallero que fuesse su ygual sal-
Tristan como estaua assi en tierra, coinen- uo a don Tristan, que cierto le plazia mucho
caron a dar muy grandes bozes con duelo porque don Lancarote no podia tomar armas,
de Tristan. E dize la historia que quando por recelo que auia que no fuesse derribado
vino este cauallero anciano a la corte del por ventura, como lo fue Tristan e los otros
rey Artur a fazer estas justas con los caua- buenos caualleros.
lleros de la Tabla, que don Lancarote estaua
muy flaco, tanto que no podia traer armas, e E quando el rey Artur vio quel cauallero
assi auia derribado a don Tristan, mando
DON TRISTAÜT DE LEONIS 435
traer sus armas e su cauallo mucho ayna. E mente, e dixole: «Señor, vos no teneys razón
quando la reyna Ginebra vio que su señor el contra mi por que me deuays hazer desonrra
rey demandara sus armas, para yr a justar ni pesar, assi como dezis, que sabed por ver-
con el cauallero anciano, fue luego para el dad que yo fue mucho suyo del rey vuestro
rey, e dixole puesta a sus pies: «¡Señor, padre Yter Padragon, e fize por el algunas
merced, por amor de Dios, e aued piedad de cosas que no fizo hombre de su corte, e por
vos mesmo! E ¿que es esto que vos quereys el amor de vuestro padre, después de lo que
fazer?, ¿quereysos yr a vuestra muerte? no vos mereceys, vos amo mucho, e lo otro por-
veys vos mesmo quantos buenos caualleros que vos soys rey sagrado e coronado, el mas
son derribados a tierra por aquel solo caua- alto del mundo, y el que mas maniflcamente
llero, e vos quereys yr a vuestra muerte, mantiene caualleria, e la mantiene en hon-
que yo vos digo en verdad que si vos alia rra y en valor; sed cierto que yo no me
vays, que yo mesma me daré la muerte con combatiré con vos, e de mi fazed lo que qui-
mis manos». E el rey la fizo quitar delante sierdes, lo que no faria a otro ningún caua-
de si, e dixo que por cosa del mundo no de- llero que rey no fuesse que contra mi no
xaria quel no fuesse a justar con el caua- fuesse». Y el rey le dixo: «Cauallero, apa-
llero. E quando los otros reyes e altos hom- rejaos a la batalla, que fazer vos conuiene
bres vieron como su señor el rey Artur se de justar comigo». El cauallero le dixo:
armaua para yr a justar con el cauallero, «Por la fe que deueys a Dios, vos pido que
ellos le dixeron en vno todos: «Señor, cier- me no querays fazer conbatir con vos». E
to, esto non es para vos lo que quereys fa- quando el rey Artur vio e oyó esto fablar al
zer, ca un tal hombre como vos soys, a cauallero, pensó que este era anciano caualle-
a quien tantas gentes obedecemos, non vos ro de los del tiempo del rey su padre, e dixo
conviene de meter en vna auentura de peli- luego el rey: «Señor cauallero, vos me
gro como esta, ca ya vedes que tantos bue- aueys fecho entender que fuestes mucho de
nos caualleros ha derribado este solo caualle- mi padre, e avn dezis que soys mi amigo,
ro, e puede acaescer assi a vos, e no es vues- mas malamente me lo aueys mostrado, ca
tra honrra». «Señores, dixo el rey, cierto, soys aqui venido por desonrrar mi corte,
sabed que no quedaría que alia no fuesse por mas ruegovos que me digays vuestro nombre
cosa del mundo». E comenco a jurar fuerte- e quien soys». Dixo el cauallero: «Sabed por
mente que justaría con el cauallero anciano, verdad que la mi venida no fizo daño ni
e armóse luego, e quando los reyes e los altos desonrra a vuestra corte, antes vos digo que,
hombres vieron armar a su señor el rey Ar- desque vos supierdes el fecho como es, vues-
tur, luego todos ellos descendieron del pala- tra corte sera mas honrrada. Mas el mi nom-
cio e subieron en sus cauallos, e fuesse luego bre, ni quien soy, non lo podeys saber agora;
el rey Artur para el cauallero, e no quiso mas yo vos juro que yo os lo faga saber ante
que ninguno fuesse con el, e fue el solo, y de gran tiempo pasado, mas yo ruegovos,
quando las gentes todas vieron al rey su se- como podría rogar a vn mi señor, que no os
ñor en tan gran peligro como aquel de justar pese porque no os digo mi nombre ni quien
con el buen cauallero, ellos auian por ello soy». Y ellos estando assi, salió del palacio
gran pesar, e rogauan a Dios e a su sancta el rey Caredes armado muy ricamente, por
madre que lo librasse de peligro y de manos estar presto si fuesse menester, por ventura
de aquel cauallero, e las dueñas e donzellas que el rey Artur su señor fuesse derribado,
que a las finiestras estauan fazian esso mis- e quando el rey Artur le vio venir, dixole;
mo su oración a Dios, que lo librasse. E la «Rey Caredes, tornaos e folgad, que no fa-
reyna Ginebra no pudo sofrir de estar a las remos mas vos ni yo contra el cauallero, que
finiestras, antes se metió en vna cámara y asaz ha fecho lo que deuia contra los caua-
echóse en su cama muy desconortadamente, lleros, e comigo ni con otro rey sagrado no
e faziendo gran duelo. E quando el rey lle- quiere hauer batalla por ninguna guisa»; e
go al cauallero, dixole sañudamente: «Tu no mando el rey Artur al rey Caredes e a todos
eres cauallero, antes eres fantasma encanta- los otros reyes que se desarmassen, e fueron
da, e no veniste aqui sino por fazer deshon- desarmados, e quando vio el cauallero que
rra a my corte». «E ¿como?; dixo el caualle- el rey Artur se auia desarmado e todos los
ro, ¿vos soys el señor de la corte?» «Si, ver- otros reyes por su mandado, el se tiro el es-
daderamente, clixo el rey, que yo soy el rey cudo, e diolo a vn escudero suyo, y el escu-
Artur, que te fare gran desonrra si puedo». do quel cauallero traya era mayor la meytad
E quando el cauallero supo que aquel era el que los de los otros caualleros, y era partido
rey Artur, aquel que era tenido por el mas por medio, e la vna meytad era blanca, e la
alto rey del mundo, respondióle mesurada- otra era negra; e luego el se fue de ally do el
436 L I B R O S DE (C A B A L L E R Í A S
rey Artur estaua con los otros reyes e con los todos los otros reyes e altos hombres, e caua-
otros caballeros que ay estau.au, e dixo el ca- lleros, e sobre todos al bueno de don Tristan
ballero: «Sabed por verdad que a quarenta de Leonis. E luego metióse al camino el e su
años pasados e mas que no traxe armas, ante donzella que con el venia, e con sus tres es-
lie estado siempre folgando en mi tierra, y lie cuderos, e fueronse su camino contra la- flo-
passados de setenta años, e, cierto, yo auia resta de Camalot.
gran desseo de ver vuestros caualleros ante Y dexemos a el con su conpañia yr a sus
que muriesse, por razón que ellos han gran auenturas, e también al rey Artur y a los
nombradiade caualleria por todo el mundo, e otros reyes, e ricos hombres, e caualleros, y
oyda su fama, vine por saber cuales son me- dueñas y donzellas, e contarvos hemos.de
jores caualleros, los ancianos o los noueles, e vna donzella que vino a la corte del rey Ar-
prouado lo he, loado sea Dios, y en verdad os tur mientra aquel cauallero anciano estaua
digo que yo conoci dos caualleros ancianos, en la corte.
los quales son passados deste mundo, que, si
ellos fuessen biuos, quanto a diez destos LXXIII
vuestros ellos los lleuatían delante; e dezir
vos he quales fueron estos dos caualleros: el De como el cauallero anciano, por ruego de
vno fué Héctor el Brun, y este fue sin falta vna donzella, fue en socorro de vn su cas-
de gran fuerca e ardit, el mas que fue en el tillo que le tenia cercado vn conde, y ge lo
mundo; y el otro fue Galeote el Brun, e fue fixo descercar.
hijo de Héctor el Brun; y este fue muy va-
liente cauallero, e de gran valor. E de los Dize la hystoria, que en Camalot, en la
otros que fueron antes no os digo cosa, que corte, estaua vna donzella que era venida al
fueron de los nobles y de los mas ancianos, rey que le diesse ayuda, y esta donzella era
assi como Ferrebus, que de alta caualleria hija de vna dueña que fue hermana de La-
passo a todos los del mundo, 8 assi otros mu- marad de Liconays, e su madre la auia em-
chos que dezir podría». T callo, que no dixo biado al rey Artur a le demandar ayuda, por-
mas. E dixo el rey Artur: «Señor cauallero, que vn conde su vezino era muy poderoso de
nos auémos visto sin duda que vos soys el auer y de tierra, y porque la dueña no hauia
mejor cauallero y el mas valiente que vies- marido ni hombre que la defendiesse; este
semos en nuestra vida,, mas nos vos roga- conde le hauia tomado muchas de sus tierras,
mos por cortesia, e por honrra de caualleria, e la tenia cercada en vn castillo con quatro-
que nos digays vuestro nombre, e quien cientos caualleros, y el conde auia jurado de
soys, que nos lo desseamos saber». «Señores, no leuantarse de ally fasta que lo ouiesse ga-
dixo el cauallero, yo vos pido por merced nado, e por que el rey Artur ouiesse piedad
que no os pese por os no dezir mi nombre ni della, embiole aquella donzella, que era su
quien soy, que lo no diría a ninguna persona hija. E por esta razón era venida al buen
en vuestra corte; mas, señor, yo os prometo rey Artur la donzella, y le auia por muchas
mi fe que os lo embie a dezir ante de muchos vezes demandado ayuda, y el rey Artur tenia
dias, y sed bien cierto que yo soy vuestro para que fazer en curar de las llagas de los bue-
os seruir verdaderamente, e soy hombre que nos caualleros, y con el pesar que tenia no
os quiero bien». E quando el rey e los altos le podia dar ayuda avnque le auia prometido
hombres que ay eran vieron la voluntad del de ge la dar, y estando en la corte, acóntes-
cauallero, que no se quería descubrir ni dezir elo esta auentura del buen cauallero anciano;
quien era, dixeronle: «Señor cauallero, pues esta aueys oydo, e la donzella auia visto la
vos assi lo quereys, sea en ora buena, mas gran caualleria de armas que auia hecho el
fazed tanto, por honrra del rey Artur y de cauallero, e vio en como el se yua y el rey
caualleria, que esteys aqui tres dias. e mos- le daua mal cobro de lo que ella clemandaua;
trarnos heys quales fueron los mejores caua- llamo a vn escudero suyo, e mandóle que
lleros ancianos». «Señores, dixo el caua- le truxiesse su palafrén apriessa, e luego
llero, sabed verdaderamente que no que- fue traydo, e caualgo, e fue em pos del
daría en ninguna guisa con vos desta vez, cauallero con dos escuderos que eran ve-
e desto os ruego que no ayays enojo, que nidos con ella por le hazer compañía. E
sin falta no puedo en ninguna manera de- no se despidió del rey, antes se fue en
tenerme aqui vn solo dia, mas yo os pro- pos del cauallero fasta que lo alcanco; quan-
meto bien e lealmente, como cauallero del do lo ouo alcanzado, ella descendió de su
linaje que vengo, que os fare saber antes palafrén, e hinco las rodillas antel, e pidióle
de muchos dias toda mi hazienda». Y el ca- por merced que la escuchasse. E quando el
uallero encomendó a Dios al rey Artur e a cauallero vio estar asi la donzella, ouo della
DON TRISTAN DE LEONIS 437
gran piedad, e dixole: «Señora, leuantadvos, dueña que dezis que le fazen tan gran sin
y dezid aquello que os plazera». Y leuantose razón, yo haré todo mi poder, e avn por La-
la donzella en pie, y dixole: «Señor eaualle- marad, que fue gran amigo mió. E por esto
ro, pidoos merced e por amor de Dios, que sed segura deste hecho, que yo lo quiero
ayays de mi piedad y de vna madre que lleuar sobre mi, e vos ayudare con todo mi
tengo vieja, e poned consejo en nuestro fe- poder». E dixo la donzella: «Dios, por su
cho, ca, señor, sabreys por verdad que nos clemencia, e santa María, vos den por ello
somos las mas sin ventura mugeres que ay buen galardón, como yo espero que hará».
en el mundo, e aquellas a quien mayor sin E luego subió en su palafrén, e friéronse por
razón e tuerto es hecho»". E quando el caua- su camino, e anduuieron aquel dia fasta la
llero anciano asi oyó hablar a la donzella, noche, e quando la noche fue venida, el ca-
el ouo gran piedad della, que las lagrimas le uallero fizo armar vn tendejón en medio de
vinieron a los ojos, e dixole: «Señora, dezid la floresta, e alli folgaron aquella noche. E
como es vuestro fecho». Luego comenco la otro dia de mañana leuantaronse, e caualga-
donzella a contar su caso al cauallero ancia- ron en sus cauallos, y anduuieron tanto por
no assi como era, e dixo: «Señor cauallero, sus jornadas, que llegaron a tierra de fora-
es cierto que he vna madre que es dueña de ña, e alli folgaron tres dias, e al quarto ca-
muy gran tienpo, e fue hermana de Lama- uaígaron en sus cauallos, e a los tres escude-
rad de Liconays, e aquel Lamarad ñno al ros embiolos con la donzella suya, que no la
tienpo del rey Yter Paclragon, e quando quiso lleuar consigo, y mando que le aten-
murió no dexo fijo ninguno, e toda su tierra cliessen en vn lugar que les dixo fasta que
quedo a mi padre, e agora vino en aquella el tornasse, y el cauallero e la donzella an-
tierra vn conde que es mancebo de pocos duuieron hasta que llegaron a tres leguas
dias, y es muy cruel, e comarca con nuestra del castillo de la dueña, y estuuuieron alli
tierra, y este conde, como cruel e honbre fasta que fue venida la tarde, y después que
que no ha : en si buen desseo ni buen seso fue noche, caualgaron en sus cauallos, e an-
como menester le sería, es muy poderoso de douieron hasta que llegaron al castillo, e la
tierra y de aver, y el vio que mi madre ni donzella, que sabia bien las entradas del cas-
yo no teníamos maridos ny hombres que nos tillo,, lleuo al cauallero que los de fuera no
defendiessen, vino a cercar a nuestra tierra. los vieron entrar, e luego que fueron dentro,
E el nos ha tomado muchas tierras e i casti- decendieron de sus cauallos, e quando la
llos, e vn solo castillo que nos ha quedado el dueña vio a su hija, ouo gran alegría con
es uenido a el, e tienelo cercado con todo su ella e con el cauallero esso mismo, e mando
poder, que son bien trezientos caualleros, e atauiar de cenar, y cenaron e folgaron, e
my madre esta en el castillo con solos cient mirauan al cauallero, e marauillauanse de
caualleros, e quando vio ella este mal tan como era viejo, y que auia grandes miem-
grande que le hazia este cauallero, ella me bros, e como era bien fecho a marauilla; e,
embio al rey Artur por que le embiasse ayu- como ouíeron cenado, tiraron las tablas, e la
da, y el me la auia prometido que el pornia dueña llamo aparte a su hija e a tres caua-
en este fecho buen cobro, y en tanto vos lle- lleros, los mas cuerdos que tenia; e quando
gastes a la corte, e aueyslos metido a todos en la dueña vio sus caualleros en su cámara,
rebuelta, qual vos sabeys, que todos quedan dixo a su fija: «¿Como? fija, ¿este es el caua-
feríelos e quebrantados, en tal manera, que llero y el ayuda que el rey Artur nos embia?
avn en si no pueden poner cobro, mal lo por- Por Dios, que el nos embia mal recaudo, que
nan en lo de mi madre, que a todos los dexo yo pensaua que traeriades con vos a don Lan-
que están catando sus llagas, que son muy garote, o a don Tristan, o a don Palomades,
mal feridos los mas, y pense en mi mesma o a don Graluan, o a otros muchos caualle-
que no podría auer mejor ayuda que la ros de la Tabla Eedoncla, e vos aueys traydo
vuestra, e por esso soy venida era pos de vos; con vos vn tan viejo cauallero, que parece
y bendito sea el mi señor Dios que os he ha- que ha hedael de mas de cient años; mal
llado, porque vos pido por merced, y por aueys recaudado en tal menester como este
amor de Dios y de sancta María, que os vays en que estamos, qual vos, amada hija, bien
comigo por ayudar a mi madre contra aquel sabeys». La donzella respondió e dixo: «Se-
cruel honbre; esta, señor, es toda mi enba- ñora, por amor de Dios, no os quexeys fasta
xada; por Dios, que a ella me proueays». que sepays la manera y el fecho de la ver-
«Donzella, dixo el cauallero, yo os fago sa- dad como es. Señora, yo os digo verdadera-
ber que ha mas ele quarenta años que no mente que yo os he traydo mejor cobro que
tome armas sino oy tan solamente, ni yo si vos ouiesse traydo el mejor cauallero del
auia voluntad de tomarlas. Enpero essa mundo y el mas valiente, e digolo por lo que
438 LIBROS BE O ABALLERIAS
yo misma le vi liazer, ca yo le vi hazer la honbres buenos que aqui son, este fecho si
mayor caualleria en armas que jamas caua- es como esta donzella me ha contado». Res-
llero hizo. Que le vi derribar en vn dia doze pondió la dueña e dixo: «Señor cauallero,
caualleros los mejores de la corte, saluo que asi me ayude Dios e nuestra señora su ma-
no derribo a don Lancarote del Lago, que dre, e uos dexe acabar este fecho a nuestra
era mal doliente, entre los quales derribo a honrra, como ello es assi como mi hija os ha
don Tristan de Leonis, a Palomades el paga- contado, y que no ha fallesciclo en cosa de lo
no, a don Graluan, sobrino del rey Artur, e a que ha dicho, que ante auemos recebido mas
don Estor de Mares, e a Lamarad (*) de Grao- agrauio e daño de lo que aueys, señor, oydo» .
nes, e a otros buenos caualleros, que fueron E dixo el cauallero: «Pues assi es, agora me
por todos doze. Y esto, señora, vi yo mesma conbatire mas sin miedo con ellos, pues yo
por mis ojos». E quando la dueña e los caua- se quel derecho es de vuestra parte; que
lleros oyeron estas buenas nueuas, fueron cierto, señora, quel que tiene derecho, Nues-
dello muy alegres, y luego todos fueron en tro Señor es en su ayuda, e todo aquel que
donde el cauallero estaua. E la dueña con su tiene tal señor en su conpañia, seguramente
fija, e los caualleros, se omillaron a el, e puede comencar todas las cosas que quisiere.
la dueña dixo al cauallero: «Señor, pues E por esto, señores caualleros, pues nos te-
Dios en mi socorro os ha traydo, a el do nemos el tal conpañero, y tenemos el dere-
muchas gracias; que, según lo que de vos cho de nuestra parte, sin miedo podemos yr
me dizen, y con el derecho que tenemos, es- contra nuestros enemigos, que sin duda sere-
pero que ayna auremos venganea de nues- mos vencedores, si plaze a Nuestro Señor, e
tros acluersarios». El cauallero dixo que, con en la mañana nos vamos al campo para ellos».
la ayuda de Nuestro Señor, assi lo esperasse. Los caualleros, quando assi oyeron hablar al
La dueña dixo que todo lo que ella hauia era cauallero viejo con tanta destreza, ellos di-
para seruicio suyo, e todos los caualleros del xeron entre si que sin falta era cuerdo caua-
castillo le fazian gran honrra y reuerencia. llero, y que mucho auía fablado bien e hon-
Luego la dueña hizo lleuar al cauallero a rradamente, e dixeron que ellos harían todo
vna cámara muy rica, en que estaua vn aquello que mandasse, y que no le fallecerían
honrrado lecho e vn noble estrado, e diole vn mientra que ouiessen las almas en los cuer-
escudero que lo siruiesse muy honrradamen- pos, e que en todo seguirían su mandado. E
te, e durmió aquella noche a todo su plazer. quando el cauallero anciano vio la voluntad
Otro dia de mañana, el cauallero se leuanto, de los caualleros de la dueña, el ouo gran
e fue a oyr missa ele Sancti Spiritus. E quan- plazer en su cor acón, y llamo a .vn escudero,
do la missa fue dicha, la dueña hizo poner e dixole: «Tu yras al conde, e dile de mi
las tablas para comer, y asentáronse a comer, parte que soy vn cauallero de gran hedad, y
e comieron, y ouieron plazer. Fueron allí que ha mas de quarenta años que no tome
tocios los caualleros del castillo, e la dueña armas, empero que, por la gran desmesura
vieja, e otras dueñas e donzellas, e ninguno e por el tuerto que yo he oydo dezir que el ha
no comía a la tabla del cauallero, por le mas hecho e avn haze a estas señoras, soy venido
festejar, sino el solo, y todos le fazian gran aqui. E dile que le embio a dezir que si el
honrra, e lo seruian, e los otros caualleros, y quisiere tornar su tierra a la dueña e a su
las otras dueñas, e la gente menuda, comian hija, e si se quisiere quitar de sobre este cas-
a otras tablas; y quando ellos ouieron comi- tillo, que a mi plazera, e si esto no quisiere
do, las tablas fueron leuantadas, y el caua- hazer, dile que yo yre mañana a conbatírme
llero se leuanto en pie, y hablo en esta ma- con el, por defender el derecho destas seño-
nera: «Señora dueña, e señores caualleros, ras» . É luego el escudero se partió del caua-
yo soy aqui venido porque vuestra fija me llero, e fuesse para el conde, y hallólo con
ha hecho entender que este conde que aqui gran conpaña de caualleros, e saludólo a el e
fuera del castillo esta vos ha tirado gran a los suyos bien cortesmente, y el conde le
parte de vuestra tierra e honrra, e avn que dixo que fuesse bien venido. «Señor conde,
esto no le ha bastado, saluo que os quiere dixo el escudero, vn cauallero, que es mi se-
tomar este castillo en que vos estays, e que ñor, vos embia a dezir por mi, quel es vn ca-
en todas estas cosas no tiene derecho nin- uallero estraño de luenga tierra, y que passa
guno, e quierolo saber por vos e por estos de hedad de cient años y que ha mas de qua-
renta años que el no truxo armas, saluo de
pocos dias acá, y que, el estando en su tierra,
(*) Aquí termina el fragmento de un Tfistám, caste- vna donzella, fija de mi señora, le ha ydo a
llano (ms. del siglo xiv) que hemos dado á conocer
en nuestros Anales de la Literatura Española, j que buscar para ayudarlas e fauorescerlas e fazer-
comienza con las palabras: «e maramllauanse de com- les dar lo suyo. Mas, porque el ha entendido
mo era viejo».
DON TEISTÁN DE LEONIS 439
el gran mal e la gran desonrra que vos. fazeys zón fizo detener su gente, porque el conde y
a estas señoras que son en este castillo, vos sus gentes se pudiessen armar a toda su gui-
embia dezir que, si vos les quereys tornar sa. El conde ni sus gentes no estauan arma-
toda su tierra que les aueys tomado, y que dos, porque auian tenido por hurla lo quel
vos leuanteys deste castillo, e si assi lo que- escudero le auia dicho, y quando el conde y
reys hazer, que a el plazera mucho, mas si vos su gente vieron venir las conpañas arma-
esto no quereys fazer, el os faze saber que el das del castillo assi ordenadamente, comen-
verna mañana al canpo, para se eonbatir con caron a dar grandes bozes. y dezir: «¡armas!
vos e con vuestra gente». Quando el conde ¡armas!», y fueron armados a gran priessa,
oyó esto que le dixo el escudero, el lo touo y hizieronse dos hazes, y en cada haz hizo
a gran locura, e dixo al escudero: «Ve, tór- poner vn buen caudillo, e auia en cada haz
nate para tu señor, e dile que, si el salió de dozientos caualleros, y luego se comencaron
seso, que su locura le podra hazer gran a yr contra la gente del castillo bien y cuer-
daño». Y el escudero, quando aquello le oyó damente la vna haz y la otra; y el cauallero
dezir, dexole: «Señor conde, mañana po- anciano, quando los vio venir, mando a sus
dreys bien ver si mi señor es loco o cuerdo caualleros que se fuessen reziamante contra
cauallero», sus enemigos, y los caualleros no se detouie-
Luego se torno el escudero para su señor, ron, antes se fueron contra ellos, e abaxa-
e no se quiso despedir del conde, ni el dixo ron sus langas, e fueronse ferir los vnos a los
mas, e contó todo aquello quel conde disera otros de gran fuerca, que era marauilla de
a su señor punto por punto. Luego el caua- ver, y alli podriades ver caualleros en tierra,
llero anciano dixo a los caualleros: «Señores, y cauallos sueltos sin señores, y yelmos sin
nos auemos hecho todo aquello que es de- cabecas, e cabecas sin cuerpos, y la pelea
recho de nuestra parte; por ende vos ruego que fazian y el ruydo era grande, y avn el
que cada vno se apareje en este dia y en esta conde no era entrado en la batalla, porque
noche de todo aquello que vos haze menester, quería que entrassen primero las dos hazes
en tal manera que de mañana nos vayamos suyas en la pelea, que cierto el conde y sus
a prouar con nuestros enemigos, e catad que caualleros trayan muy mal a los caualleros
cada vno de vos sea buen cauallero, e no os del castillo, porque ellos eran pocos. E quan-
deys nada por la muerte». E los caualleros do el cauallero anciano vio quel conde con
dixeron que ellos farian todo su poder. E su conpañia trayan mal a los suyos, dixo que
luego comencaron los caualleros del «astillo tienpo era de ayudar a sus caualleros.
de aparejar todo aquello que les hazia me-
nester para la mañana, e todos atendieron
el día con gran miedo que auían, que ellos LXXIV
sabían que aquellos que estauan de fuera
eran quatro para vno, e avn que eran mejo- De como el cauallero anciano salió a la ba-
res caualleros que ellos. talla e la venció, y mato mucha gente, y
Otro dia, los caualleros se armaron todos, tomo preso al conde.
e fueron a oyr missa de Sancti Spiritus, e
confessaronse todos, e subieron en sus caua- Abaxo la lanca luego el cauallero anciano,
llos e salieron fuera del castillo; y el caua- e con gran yra tirio al cauallo de las espue-
llero anciano hizo fazer de los cient caualle- las, e fue ferir en la mayor priessa que vio
ros del castillo vna haz, e llenaron su seña, de sus enemigos, y el firio al primero caua-
e diola que la lleuasse vn buen caudillo, e llero que hallo tan fuertemente, que le echo
luego comencaron a yrse contra sus enemi- del cauallo en tierra. E no se cletouo, e fue
gos, e las dueñas y donzellas, y los que no herir a otro cauallero tan rezíamente, que
eran para traer armas, subiéronse a los an- lo echo en tierra muerto. Después firio al
damios del castillo por ver la batalla. B to- tercero, e quarto, e al quinto, assi que derri-
dos rogauan a Dios que los quisiesse ayudar, bo aquella vez, antes que se le qnebrasse la
e quando el anciano cauallero y los otros, que langa, veynte caualleros; luego el anciano
eran cient caualleros, fueron cerca del conde viejo puso mano a la espada, e metióse entre
quanto vn trecho de ballesta de donde el sus enemigos assi brauamente como el lobo
conde estaña, mando que no passassen mas entre las ouejas, e comeBco a dar grandes
adelante, y la razón por que los flzo detener golpes a diestro e a siniestro, y el tiraua yel-
fue por su bondad, quel via bien quel con- mos de cabecas y escudos de cuellos, e derri-
de y sus gentes no eran prestos, y parecíale baua caualleros de cauallos a tierra; no al-
que faria vna gran maldad si assi peleassen cancaua cauallero que firiesse de toda su
con ellos estando desarmados, y por esta ra- fuerca que lo no echasse en tierra muerto
440 LIBROS DE CABALLERÍAS
o mal ferido, y el fazia tan gran marauilla todos». Y el cauallero no dixo mas; el conde
de armas, que todos aquellos que lo veyan respondió: «Señor y señoras: todo lo dicho
se marauillauan,assi amigos como enemigos. ha sido tan bien dicho, que no pornía fabla
Quando los caualleros del castillo vieron en ello, saluo que lo fare de buena gana».
aquellas marauillas que fazia el su anciano E ante quel cauallero anciano de allí par-
cauallero en los enemigos, ellos cobraron co- tiesse, los desposo, eles hizo sus bodas muy
racon e fuerca, y comencaron a ferir rezia- honrradas, y el conde fue plazentero dellos,
mente en los contrarios y ayudar al buen e ouieron sienpre buena paz e biuieron con-
viejo cauallero; y quando el vio que sus ca- formes. E agora dexemos de contar esto; tor-
ualleros cobrauan fuerca e fazian gran daño nemos a contar de como el buen cauallero
a sus enemigos, ouo gran plazer, y no se de- anciano embio a decir su nombre e quien era
tuuo poco ni mucho, ante comenco a ferir en a la corte del rey Artur. Quando el cauallero
la gente de sus enemigos, y a matar y de- anciano ouo acabado este hecho como aueys
rribar muchos dellos, e fizo tanto en armas, oydo, el se despidió del conde e de las seño-
que eía temido assy como león, e andaua ras del castillo, los quales se despidieron con
muy brauamente entre sus enemigos, que no mucha alegría y plazer, e desque ouo folga-
parecía honbre terrenal, antes parescia vn do algunos días en su casa,, vínole al coracon
relanpago, e no auia cauallero que lo osasse como auia prometido al rey Artur que le em-
esperar, que assi fuyan del como las ouejas biaria dezir su nombre y de que linaje era,
del lobo. E quando la gente del conde vieron y llamo vn su escuelero, e dixole: «Tu yras
que no podían sofrir al anciano cauallero, a la corte del rey Artur y contarle has toda
comencaron de fuyr lo mas que ellos podían, la auentura que con la donzella e con el
y el cauallero anciano y los del castillo, conde me ha venido, según y en la forma
quando vieron que sus enemigos eran ven- que lo has sabido. Otrosí tanbien le dirás
cidos e fuyan, fueron empos dellos bien dos como me llamo y de que linaje soy, según
leguas, e todavía yuan matando e derriban- que lo tu sabes, y este seruicio me harás
do a tier-ia, e faziendo gran daño en ellos. con diligencia y lealmente». El escudero le
Y el cauallero anciano e sus caualleros, que prometió que faria su mandado lo mejor quel
eran ya cansados, tornáronse por donde supiesse, y el se partió, e anduuo tanto fasta
auian ydo, e prendieron al conde e bien cient que llego a Camalot, e alli fallo al rey Artur
caualleros de los suyos con el, e lleuaronlos en layglesia oyendo missa. assentado en vna
al castillo; e luego se desarmaron todos, y silla, con gran conpaña de altos honbres y
folgaron, e comieron, que eran muy cansa- de caualleros, en que auia obispos e carde-
dos, e cataron sus feridas, e catadas, el an- nales, que auian venido a hazer vna fiesta
ciano cauallero fizo ayuntar a la dueña e a aquel dia.
los caualleros todos, e dixoles: «Señora y se-
ñores: a mi parece que seria bien que fizíesse-
des paz con este conde, e seays buenos amigos LXXY
y buenos vezinos». Dixo la dueña que todo lo
que el mandasse se faria. Y el cauallero an- De como el mensajero llego a Camalot con
ciano dixo: «Señora, el conde, según parece, el mensaje del anciano cauallero su señor.
no ha muger, y vos aueys esta hija, yo quiero
y os ruego que los caseys en vno, e assi aureys
buena paz». Díxeron todos que les plazia. El escudero se fue derechamente para el
Luego sacaron al conde de la prisión, y el rey, e humillosele muy cortesmente. E quan-
cuydaua que lo sacauan a matar, e ouo miedo. do el rey lo vicio, dixole que fuesse muy bien
B traydo al palacio ante todos, el cauallero venido. El escudero dixo: «Señor, el caua-
anciano le dixo: «Conde, bien veys quantos llero anciano, aquel que justo con vuestros
agrauios a estas señoras teneys fechos, e caualleros e no quiso justar con vos, embia
tanbien en el estado que estays agora, que a dezir por mi que lo no hizo por mal que os
se yo que en tal poder podriades estar, que quisiesse a vos ni a hombre de vuestra corte,
luego os mandaría dar la muerte, pero yo, mas" que lo fizo por saber que tales eran los
como os veo que vuestra hedad es tan bien caualleros deste tiempo y que poder auian, y
dispuesta para biuir, no quiero que passe por conoscer quales eran mejores caualleros,
por otra manera, saino que, pues no aueys los ancianos o los noueles, como lo entonces
muger, que os caseys con esta hija desta se- dixo, e porque le rogastes que os embiasse a
ñora, e que toda su tierra tengays como dezir su nombre e quien era, lo embia agora a
vuestra, e aureys siempre paz; y esto me dezir por mi; e la causa por que no lo ha em-
paresce lo mejor e mas prouechoso para bíado ante a dezir fue por vna donzella que
en vuestra corte estaña a la sazón quel aqui
DON TRISTAN DE LEONIS 441
fue, y pedia a vuestra real excelencia ayuda vna floresta, e sus escuderos con el, encon-
para vn agramo que le hazia vn conde, la traron quatro caualleros armados de todas
qual donzella, como vio quel cauallero mi armas, e leuauan. vn cauallero, las manos
señor era tan esforcado en armas, luego que atadas atrás e los pies atados so el vientre
de aqui partió, le siguió y le rogo que por del cauallo, e traya consigo vna muy apues-
Dios la acorriesse a vn agrauio que le fazia ta dueña, que yiia faziendo el mayor duelo
vn conde, que le tomaua su tierra, porque del mundo. E quando la dueña vio venir al
su madre ni ella no tenian maridos que las cauallero anciano, ella le pidió merced por
defencliessen; y mi señor, vista su demanda Dios e por honrrade caualleria que acorriesse
ser tan justa, como es de su vso e costunbre aquel cauallero, que era su marido, que
en tales cosas vsar de piedad, aceptóle que aquellos malos caualleros lo lleuauan a la
yria con ella, el qual ha tanto fecho, que muerte; y quando el cauallero anciano oyó
mato mucha gente del conde y firio, y a el hablar a la dueña, e vio como ella fazia gran
prendió; y de preso, porque vio que su paz duelo, tanbien como lleuauan al cauallero
no podía ser confirmada, alos casados en tan malamente preso, ouo gran piedad della
vno al conde e a la donzella, y assi los dexo e de su marido, e dixo a los caualleros: «Se-
en paz y sossiego. Señor, dicho he toda la ñores, ¿por que lleuays assi este cauallero?»
auentura que a mi señor ha venido en este Ellos respondieron: «¿Que aueys vos que ha-
caso, y helo dicho por las mas breues pala- zer si lo nos lleuamos bien o mal?» Dixo el:
bras que he podido, e quiero dar a vuestra «A mi parece que deueys dexar yr al caua-
excelencia cuenta como se llama y de qne llero e a la dueña». Y ellos le dixeron: «Se-
linaje es. El cauallero anciano ha nombre ñor, yd vos con buena ventura vuestro ca-
Brauor el brun, e fue nieto de don Segura- mino, que por vos ni por hombre del mundo
des el brun, que fue hermano de su jtadre.de no dexaremos el cauallero ni la dueña». Dixo
don Segurades, e fue primo de don Héctor el cauallero anciano: «Yo creo que por mi solo,
el brun, que fue en su tienpo vno de los si quisiere, le dexareys». Dixeron ellos:
buenos caualleros del mundo e mas valiente, «¿Como, cauallero, vos pensays auer mas
e no ouo ninguno de cuerpo tan grande como fuerca que nos quatro?» Dixo el cauallero:
el ni de tan grandes mienbros, e fue el caua- «¡Agora lo vereys!» Y tomo su escudo e la
llero del mundo que mas hedad biuio en lanca, e enlazo el yelmo, e dixo: «Señores
aquel tienpo y el que mejor mantuuo caua- caualleros, o dexad el preso, o os defended,
Ilería en la vejez, e fue de linaje de los Bru- que a la justa soys venidos». E los quatro
ñes, como lo podeys saber por libros qne fue- caualleros lotuuieron por loco, y el vno de-
ron fechos en aquel tienpo; e fueron de aquel llos dixo: «Señor cauallero, pues ys buscan-
linaje los mejores caualleros del mundo, que do justa, aueysla hallado aqui»; e luego se
sabed que Febus fue tal cauallero como el arredraron el vno del otro, e abasaron sus
mundo da fe, e de aquel linaje es mi señor». lancas, e dexaronse venir el vno contra el
Y quando el mensajero ouo dicho, e los caua- otro tanto como los cauallos los podían lle-
lleros e altos honbres- que ay estauan ouie- uar, y el cauallero dio vn gran golpe sobre
ron oydo todo aquello, fueron marauillados, el escudo con su langa en el honbre bueno,
que ellos cuydauan que fuesse passado deste y el buen viejo le firio en tal manera, que
mundo el cauallero, e gran tienpo auia qtie ni sabia si era noche si dia. E quando los
ellos no auian oydo hablar del, mas a Segu- tres caualleros compañeros vieron a su com-
rades su sobrino auian ellos visto, e dixeron: pañero en tierra, ellos dixeron: «Este caua-
«Verdaderamente, Brauor el brun es el me- llero es de gran fuerca, e si nos andamos
jor cauallero del mundo; e avn agora, assi an- vno a vno a justar con el, el nos derribara a
ciano como es». Mucho se marauillaron en todos, mas vamos todos a ferir en el, e me-
la corte desta auentura, y el rey dixo que támoslo a muerte. Y a esto se acordaron los
quería que fuesse puesto en escrito, e mando tres caualleros, e no se detuuíeron, mas an-
a vn clérigo de los de la Tabla que pusiesse tes abaxaron sus lancas e fueron a ferir en
el nombre del cauallero en el libro de la Ta- el cauallero. E quando el los vio venir, non
bla, e las auenturas que le contecieron desde les recelo, antes se fue para ellos, e todos
el día que llego a la corte hasta el día que tres fueron a ferir al anciano viejo tan re-
torno a su tierra, según que de suso el men- ziamente, que las lanzas fizieron bolar en
sajero le auia contado. Y al mesmo caualle- pedacos. Y el cauallero hirió al vno dellos,
ro anciano acaescio lo siguiente, e metiéron- que lo hizo caer de la silla. E los dos caua-
lo assimesmo en el libro de la Tabla. Acaes- lleros que eran quedados en sus cauallos, me-
cio que vn dia yua a vn castillo a ver vn tieron mano a las espadas e fueron a herir
su amigo que estaña doliente, e yendo por contra el reziamente; y quando el cauallero
442 LIBROS DE O
los vio venir, dio la su langa al escudero, e ña, y ellos le dixeron: «Señor cauallero, vos
puso mano a su espada e fuese para ellos soys el honbre del mundo que nos mas ver-
de buena gana. E al primero que alcango, daderamente auemos de amar y tener por
dio tan gran golpe por encima del yelmo, señor, que vos nos aueys dado la vida, e
que le metió el-espada por la cabega, y el se quanto en el mundo auemos es todo a vues-
sintió nial ferido, e descaualgo del caúallo, tro mandamiento». Y el cauallero les agra-
que no podía estar en el. E quando el ancia- descio mucho lo que ellos dezian. Y luego se
no cauallero ouó fecho aquel golpe, boluio su partió dellos y fuesse por su camino, y andu-
cauallo contra el otro, que os diré verdad uo tanto por sus jornadas, sin auentura hallar
quel cauallero anciano en poca de hora los que de contar sea, que llego al castillo donde
derribo a todos en tierra mal feridos, y fuesse estaua su pariente doliente, e hallo que era le-
luego para el cauallero preso, y el fizólo sol- uantado de la dolencia, e ouieron ally gran pla-
tar de las manos y de los pies, y el cauallero zer en vno. E folgo alli el cauallero anciano
e la dueña ouieron gran plazer qnando se dos meses. E despidióse de su pariente, y
vieron assi deliberados, eagradescieronlo mu- andimo tanto por sus jornadas que llego a su
cho a Dios y al buen cauallero anciano; y el casa. Y el dixo que era ya viejo para en
cauallero les dixo que si auian recelo de al- estas demandas, y que era ya tienpo de fol-
gún otro cauallero, y el preso dixo: «Señor, gar e de tirarse destas cosas, y queria rogar
nos auemos miedo, y por ende vos rogamos, a Dios que del ouiesse merced, y el assi lo
por amor de Dios, que nos lleueys en vues- fizo. Dada la cuenta desto todo para que en
tra guarda hasta que nosotros seamos llega- el libro de la Tabla se escriuiesse, callo el
dos a nuestro lugar, que es cerca de aquí». mensajero que no dixo mas, y assi se partió
«Esto fare yo de buena voluntad, dixo el ca- del rey Artur.
. uallero anciano. Pues agora caualgad, e me- Agora dexa de hablar desto, y torna a don
tamonos al camino, que no os fallescere de Tristan, de como se partió de la corte del
mi ayuda a todo mi poder». «Grandes merce- rey Artur para yr a buscar sus auenturas, e
des», diseron ellos. T ellos yendo assi, el dixo a don Langarote que se quedasse adiós
cauallero les pregunto que por qual razón y le diesse licencia.
auian sido presos, e donde los lleuauan. E di-
xeron: «Señor cauallero, esto os contaremos.
Sabed que los dos de aquellos quatro caualle-
ros son hermanos, e auian otro hermano, e LXXYI
todos tres hermanos tomaron a mi padre sin
razón e matáronlo; e al tienpo que lo ellos De como don Tristan salió de la corte del rey
mataron, yo era pequeño, y porque yo no po- Artur y fue a buscar auenturas, y como
dia meter mano en caualleria, seyendo mogo desbarato los cient caualleros que guarda-
de pocos dias, fueme a la corte del rey Ar- uan la hada Morgayna.
tur, y hizeme cauallero lo mas ayna que
pude. Y después que yo fue cauallero, mate
el vno dellos en venganca de mi padre, e Quenta la historia que don Tristan estaua
después acá he embiado a dezir a los dos her- muy enojado de estar tanto tienpo en la cor-
manos que quedauan que ouiessen paz e te del buen rey Artur, y dixo a don Langa-
buena amistad comigo, y ellos no lo quisie- rote: «Señor, yo me quiero yr luego a bus-
ron fazer, antes me desafiaron que me sa- car mis auenturas, por que os ruego que me
. carian el alma donde quiera que me pudies- deys licencia, que, cierto, yo estoy cansado
sen auer. Y yo,1'quando supe esto, guarda- de estar aqui tanto tienpo sin fazer cosas que
uame lo mejor que podia, e oy me acaescio de contar sean para la honrra de la Tabla».
que yo y esta dueña mi muger yuamos por E quando don Langarote le oyó dezir aque-
esta floresta a ver su madre a vn lugar cerca llo, fue muy triste, e dixo: «Señor don Tris-
de aqui, e aquellos caualleros que vos vistes tan, mucho me pesa por vuestra yda, ca qui-
saliéronnos al camino, y lleuauanme para siera que vos aqui queclarades, mas, pues a
cortar la cabeca delante su padre, que es vos viene en plazer, yd mucho en hora buena,
avnbiuo». ! E assi hablando, llegaron a su e ruegovos que vays a tomar licencia del rey
lugar del cauallero preso, y el cauallero y la e de la reyna, que se que les pesara de vues-
dueña hospedaron al anciano cauallero, e hi- tra partida». Y el se fue delante dellos e de-
zieronle mucha honrra, e otro clia de maña- mandóles licencia, y ellos ge la dieron, e ro-
na se leuanto el cauallero anciano, y tomo gáronle mucho que tornasse en Oamalot, e
sus armas, e caualgo en su cauallo, y enco- que les faria muy gran honrra e seruicio. E
mendó a Dios al cauallero preso y a la due- don Tristan fizo gran reuerencia al rey, e
dixole quel tornaría lo mas ayna que pu-
DON TEÍSTA DE LEONIS 443
cliesse. E luego tomo sus armas, e caualgo en ruegávos por cortesía e por el su amor, que
su cauallo, y Langarote lo salió acompañar vos vays a su castillo e tomareys della serui-
muy gran, pieca, e clon Tristan lo encomendó cio» . E Tristan les demando que quien era
a Dios. Don Langarote dixo que, si el qui- la dueña. Ellos le dixeron en como era la
siesse, que yria con el, e don Tristan le dixo: dueña de la hada Morgayna, e Tristan, vien-
«Señor don Langarote, yo os ruego que vos do que era noche, otorgogelo por cortesía e
os quedeys, que yo seria alegre con la vuestra por honrra della, que era hermana del rey
compañía, mas este camino yo le quiero fa- Artur, e caualgo e fueronse para el castillo.
zer sin otra conpañia, e yo vos prometo de E quando fueron dentro, la dueña lo saludo
tornar lo mas ayna que pudiere». B don cortesmente, e Tristan le torno las saludes,
Tristan se fue por su camino, e Lancarote y ella le ñzo tomar el cauallo, e mando que
se torno para la ciudad, e fue ventura que ge lo pensassen, e tomo a Tristan por la
don Tristan llego a la puente donde se auia mano, y Ueuolo a vna cámara, e dixole:
conbatído con los cincuenta caualleros de la «Tristan, vos me haueys fecho oy gran
hada Morgayna, y alio ay cient caualleros. daño», y el, quando se oyó nombrar, fue ma-
E quando el quiso passar, dixeronle: «Ca- rauillado, e dixo: «Señora, ¿que daño vos he
uallero, muerto soys»; e viniéronse para el fecho?» Y ella le dixo: «Vos me aueys des-
las laneas en las manos, e dieronle tan gran- baratado mis caualleros por dos vezes, e me
des golpes, que por poco no le echaron de los aueys espantado, que de oy mas no falla-
la silla, y ellos bien lo cuydaron derribar, re eauallero que a la puente ose estar». «Por
mas Tristan se tuuo bien, que dio tan gran- mi fe, señora, dixo Tristan, si yo os he he-
des golpes a los caualleros, que antes que cho algún daño, yo soy muy triste por ello,
quebrasse la langa echo en tierra veynte e mas yo no sabia que ellos fuessen vuestros,
dos caualleros. E quando los otros lo vieron, e fizelo por defender mi persona, que no me
cercáronlo en medio, dieronle muy grandes querían dexar passar la puente, mas ruego-
golpes, mas las armas eran buenas y muy vos que me perdoneys por vuestra cortesía».
fuertes, que no las podían falsar a el ni a su E ella le dixo: «Señor don Tristan, grande
cauallo. E Tristan metió mano a la espada, seria el daño que vos me ouiessedes hecho,
e fue ferir a vn eauallero por encima de la que yo no os perclonasse por la voluntad e
cabeca, que lo abrió fasta los dientes, y quan- ardimiento que en vos ay». E Tristan le
do los otros vieron aquel golpe, dieronle lar- dio muchas gracias. E dixo ella: «Señor don
gura, e comenzaron a fuyr para el castillo, Tristan, vos me aueys demandado vn don
e Tristan passo la puente, e fuesse por su ca- que os perclonasse, e por esto os demando yo
mino fasta que llego a vna fuente en vn buen a vos otro don que me deys». E Tristan dixo:
prado, e deseaualgo por refrescar el e su ca- «No ay cosa en el mundo que vos me deman-
uallo, y hechose a dormir, e los caualleros deys, que vos la no ele», Y ella dixo: «Yo os
se fueron para el castillo delante de la due- ruego e demando en don que durmays esta
ña, y ella les pregunto por nueuas. Y dixe- noche comigo, y que me deys el vuestro
ron: «Todos somos desbaratados e muertos amor e yo daros he el mió». E clon Tristan
por mano ele vn solo eauallero, y creemos dixo: «Señora, aqueste don no os lo daría,
que sea diablo antes que honbre», Y ella les que mucho seria tenido por mal eauallero».
dixo: «Antes es eauallero carnal, mas vos- E clixo ella: «¿Porque?» Dixo Tristan: «Por-
otros soys tan couardes, que avnque fuesse- que lo he ciado a otra dueña, e por tanto no
cles mil tales a todos vos echaría a mal». Y vos lo otorgo, mas haré por vos toda otra
ellos dixeron: «Pues vos sabeys quien es, nos cosa qxie me demandeys: e avn lo dexo por
os rogamos que nos lo digays». Y ella dixo: honrra del rey Artur vuestro hermano, e no
«Según muestra el arte, es el eauallero del quiero ser reptado de los caualleros ele la
otro día». Y ellos dixeron: «Señora, ¿es Lan- Tabla Eedonda». E quando la dueña vio que
carote?» Dixo ella: <¿Nb es, ante es caiiallero le no quería otorgar su amor, fue muy tris-
que viene de la corte del rey Artur e ha nue- te, e rogóle por cortesía que ge lo diesse; y
uamente jurado la Tabla»; e dixo: «Yd diez el dixo que no faria. E quando ella vio'que
caualleros a tal fuente, que alli lo hallareys, ge lo no quería otorgar, fue muy sañuda, e
e rogadle de mi parte que venga aquí a to- dixole: «Tristan, pues no me quereys dar el
mar seruicio por cortesía». Y ellos fizieron vuestro amor, salid fuera del castillo, que
su mandado, e hallaron a Tristan que que- aquí no podeys dormir, e de aquí adelante no
ría eaxialgar en su cauallo, y ellos de lexos parezcays delante de mi» ; e^Tristan dixo
saludáronle, y el les torno las saludes, y cli- que le diesse sus armas e su cauallo, y laego
xeronle: «Señor eauallero, la señora del cas- ge lo dieron todo y fuesse por su camino, e la
tillo por do aueys passado, nos embia a vos, dueña quedo muy corrida, e dixo que ella
444 LIBROS DE CABALLERÍAS
seria en su daño quanto biuíesse. E dexemos conosciole, que lo auia acogido muchas vezes
estar la dueña sañuda e triste, e tornemos a en su castillo, y el rico hombre le dixo:
Tristan que se yua su camino, e llego a vn «Señor Palomades, agora podeys tomar ven-
castillo ele vn rico hombre, el qual era su ganca del vuestro enemigo mortal don Tris-
enemigo, y el no lo sabia. tan de Leonis, que yo le tengo aqui y le
quiero cortar la cabeca». «Y ¿que venganca
aure yo, dixo Palomades, si el muriesse en
tal manera?» E dixo entre si que, si el pu-
LXXYII diesse, que le ayudarla que no muriesse tan
vilmente en poder de tal hombre ni por tal
De como don Tristan, andando buscando sus razón. E don Tristan, quando vio al caualle-
aumturas, acertó en vn castillo de vn su ro, dixole: «Cauallero andante de la Tabla
enemigo no lo sabiendo, y de lo que alli le Redonda, quien quier que seays, ruego vos
aconíescio. porcortesia que hagays saber en la corte del
rey Artur en como Tristan de Leonis es
Dize la historia que don Tristan no sabia muerto por mano deste rico hombre que me
que alli fuesse su enemigo, y entro en el prendió en su castillo a salua fe e con gran
castillo, e el rico hombre lo rescibio muy trayeion». E Palomedes paro mientes en
honrradamente e con gran honrra, y curaron aquellas palabras, y abaxo la cabeca contra
bien del e de su cauallo, y el rico hombre tierra e no dixo nada. E dixo entre sí mesmo
no lo conoscia, e era seruido de grandes e de que si clon Tristan muriesse de tal manera,
pequeños; y en aquel castillo auia vna don- que seria muerto vno de los mejores caualle-
zella, la qual seruia a vna dueña muger del ros del mundo, y que la su muerte seria gran
rico honbre, e conoscia, a don Tristan, mas daño a la Tabla Redonda, e dixo que no era
ella no dixo nada fasta que don Tristan menester que en aquel punto le falleciesse,
dormía, e la donzella dixo al rico hombre: ni catasse a la mal querencia que era entre
«Señor, muchas vezes os he oydo que que- ambos a dos, e dixo quel faria en aquel
riades tomar venganca de Tristan; sabed que punto quel tuerto quel tenia hecho a Tristan
vos le teneys en vuestro poder»; y el dixo que alli lo enmendaría, pero quiso saber si
que lo no creya quel fuesse. E quando la lo auian prendido assi como el dezia, y pre-
donzella le oyó dezir que lo no creya, dixole: gunto al rico honbre si era assi, y el dixo
«Verdaderamente que el es.» E quando el que si. E Palomades dixo al rico honbre:
vio que lo poríiaua, dixo: «Yd a la cama e «A mi paresce que seria gran trayeion si de
parad bien mientes si es el, e dezidme bien la tal forma le diessedes muerte». «Señor, dixo
verdad». La donzella fue a Tristan, y ella el rico hombre, el me lo ha merescido, que
lo eonoscio muy bien, e salióse de la cámara, me ha muerto mi hijo e mi hermano en vn
e hallo a su señor, e dixole en como aquel torneo, e cierto, non escapara sin muerte».
era don Tristan cierto; y el rico honbre se Y Palomades le dixo ássaz de buenas razo-
aparejo con diez caualleros armados, e fuesse nes, e le rogo que lo no matasse, qxie lo cle-
para la cámara donde Tristan dormía, e dixo: xasse yr por amor del, que gran verguenca
«¡Sea preso el traydor de don Tristan, que le seria si lo el viesse morir. E clixqle que, si
mato a mi fijo e a mi hermano en el torneo lo el quisiesse soltar, si no, que lo ayudaría
del Vercepon!» E como dormía, prendiéronle, a todo su poder. «Por cierto, dixo el rico
e ataron muy fuertemente las manos. T el honbre, que el no se escapara sin mtierte, e
pregunto que por qual razón lo prendian, y yo no oyre vuestros ruegos, empero, si vos
contáronle en como deuia morir por tal lo ayudardes, vos tomareys muerte assi como
razón; e fue muy bien guardado hasta la el». E Palomades fue desto sañudo, e dixo:
mañana. E quando vino el clia, el rico hom- «¿Como? j vil honbre! ¿fareys de mi como
bre se leuanto, y mando apregonar por todo del? ¡no fareys, a la mi fe!» E cliole tal golpe
el castillo que todo hombre tomasse armas por los pechos, que lo echo en tierra muerto.
e fuesse a ver la justicia que se auia de fazer E después corrió empos de los otros, e derri-
del traydor de don Tristan. E la gente, bo e lirio veynte e cinco caualleros antes que
quando oyeron esto, tomaron sus armas e quebrasse la lanca, e toda la gente vino sobre
fueronse a la puerta del castillo, e clon el, e dauanle grandes golpes, y el saco la es-
Tristan yua bien atado encima de vna muía, pada, e dio a vn cauallero que le estaua de-
e salieron fuera para le cortar la cabeca. T lante vn tal golpe, que le corto la cabeca; e
estando en aquella priessa, ellos vieron venir los otros, quando vieron este golpe, comen-
vn cauallero armado, y este era el buen Pa- taron a fuyr, y el torno a Tristan, por tal
lomades, y el rico hombre, quando le vio, que, mientra el peleaua, no le diessen algu-
DON TRISTAN DE LEONI8 445
na ferida de que muriesse, e allegóse a el, e
cortóle las cuerdas de los pies e de las manos Lxrvín
que tenia atadas. E Tristan, quando se vio Gomo se combatieron Tristan e Palomades
suelto, tomo vn escudo e vna lanca e vn con el santo Galaz.
yelmo, e caualgo en vn cauallo de aquellos
feridos, e flzieron tanto ambos a dos, que Dize la historia que vn día que fazia gran
ellos tomaron las armas y el espada de don calor, encontraron vn cauallero que era el
Tristan, que las traya vn cauallero por des- santo Galaz, aquel donzel que fue engendra-
pecho cíe don Tristan, e Palomades dixo a do en la fija del rey Pescador, que agora
Tristan: «Señor, salgamos de aqui e vamos era prioresa en el monesterio que oystes, el
nuestro camino, que harto se ha fecho de qual era fijo de don Lancarote del Lago; e
armas en nos escapar de tantas gentes». E agora torna a contar la presente historia
luego salieron de la priessa y entraron en como fue armado cauallero el santo Galaz (t).
la floresta, e Palomades dixo a Tristan: «Se- Quando Tristan se partió de la corte del rey
ñor, ¿conosceysme?» Dixo: «No, mas ruego- Artur, llego a la corte vna donzella, e vino
vos que me digays quien soys, que muoho bispera de Pascua de Pentecoste, e dixo a
vos he que agradescer, que de la muerte me don Lancarote que la siguiesse, que le era
aueys escapado». «Sabed, dixo, que yo soy mandado que viniesse por el e lo lleuasse
Palomades». consigo, e por cortesía que no dixesse de
E quando Tristan oyó su noubre, luego no. Lancarote, quando le oyó, por cortesía
se tiro el yelmo e lo fue abracar, e dixo: ge lo acepto. E fue con ella, e anduuieron
«Palomades, no merezco recebir de vos tan- tanto, hasta que llegaron a vna abadía de
ta honrra como me aueys fecho; empero yo dueñas, e alia hallaron al donzel. E con
me pongo en vuestro poder, e faze de mi Lancarote fueron dos caualleros sus primos,
aquello que quisierdes». Dixo Palomades a al vno llamauan Bores e al otro Leonel. E
Tristan: «Señor, no podia sofrir que tan rogaron las dueñas a Langarote que fiziesse
buen cauallero como vos muriesse en tal ma- cauallero aquel donzel, que por esto le lla-
nera en poder de tan vil gente, e por esto maron, y el hizolo de buena gana, mas no
hize aquello que vistes. Vos soys buen caua- sabia que fuesse su hijo, e luego que lo hizo
llero, ruegoos que seays mi amigo e me per- cauallero tornóse con sus primos para la
doneys, e yo a vos, si os plaze, e si no, sea corte del rey Artur, e aquel día, por amo-
como de primero como lo querreys». E Tris- nestamiento de la boz del ángel, e por man-
tan dixo: «Ruegoos que me percloneys, que dado de Dios, el donzel e cauallero nouelfue
yo quiero entera paz y que seays mi amigo a la corte del rey Artur armado e aparejado
verdadero, e yo vuestro, y fazer con mi per- de todas, sus armas, y el cumplió la auentura
sona todo vuestro querer por tan gran bene- de la silla peligrosa y el marmol donde esta-
ficio que me aueys fecho en me librar de la ña el espada; demostróse alli ante todos, y
muerte». Y ellos flzieron sus pazes muy fir- el sancto Grial que muchos hermitaños auian
mes, e abracáronse con gran amor; e Palo- prophetizado, los quales hallauan que deuia
mades dixo: «Señor Tristan, vamos en algún lleuar a fin (Jon Galaz. Y dize la hystoria
lugar en que podamos folgar nos e nuestros que todos los caualleros de la corte del rey
cauallos». Artur eran partidos en- la sazón por con-
E anduuieron tanto, fasta que llegaron a querir la conquista, e cada vno se fue por
casa de vn florestero, e alli ouieron todo lo su camino, e don Galaz se yua para vn mo-
que necessario tenían, e folgaron tres dias, nesterio donde se acabo la uentura del sanc-
y enbiaron al florestero a casa del rico hon- to escudo con la cruz bermeja, e la cruz fue
bre, e dixeronle que le demandasse el caua- de la sangre de Jesu Christo, y el libro del
llo de don. Tristan, si no, que se aparejasse sancto Grial faze mención dello por menudo,
de bien guardar, que ante de mucho tiem- e mientra Galaz se yua por la floresta, el
po le costaría caro, e que se lo dixesse de encontró a don Tristan e a Palomades, y
parte de Tristan y de Palomades. Luego el quando lo vio Palomades, dixo a don Tris-
florestero se fue al castillo, e dixole lo que le tan que le diesse la primera batalla del caua-
mandaron los caualleros, e ouo gran miedo, llero que venia, e Tristan ge la otorgo jior
e dio todo aquello que era de Tristan; y el cortesía, y Palomades puso su escudo delan-
florestero se torno a su casa, e dio lo que te e abaxo su lanca, y quando GaJaz lo vio,
traya a Tristan, y estouieron alli en gran el se cubrió de su escudo, e dixo: «Santa
solaz, y a cabo de tres dias ellos encomenda-
ron a Dios el.florestero, e caualgaron e fue- (*) Véase la Demanda del Sancto Grial, cap. I y
ron su camino por la floresta. siguientes.
446 LIBROS DE CABALLERÍAS
jVIaria, de quien yo soy cauallero, no me sea a todos por el filo de la espada; mas asi
contado por pecado por yo defender mi per- como vosotros os combatís comigo, yo no
sona»; y bolillo su eauallo, e abaxo su langa, lo podría durar contra vos. Mas, si soys ca-
e fueronse a ferir. E Palomades le dio vn ualleros de valor, dexadme combatir con el
golpe, que la lanca quebró e otro nial no le vno fasta que sea acabada la batalla, e des-
hizo, e Galaz le dio tal golpe por el escudo pués combatirme he con el otro, que no assi
que lo hecho en tierra del eauallo, e Galaz se como os combatís, traydora e falsamente».
passo adelante por yr a cunplir su auentura; E quando Tristan assi oyó fablar al caualle-
e quando Tristan vio a Palomades en tierra, ro, boluiose contra Palomades, e dixole: «Se-
fue marauillado, y dixo: «Por la mi fe, de ñor cauallero, yo os ruego por cortesia que
gran poder es el cauallero que assi ha derri- vos me dexeys lleuar esta batalla a fin, e si
bado a Palomades tan ligeramente, por que por ventura yo fuere aqui muerto, hazed
conuiene que lo yo vengue, si pudiere». Y vos como buen cauallero». Entonces Palo-
luego don Tristan se cubrió del escudo. E mades no dixo nada, e tiróse afuera, e dexo
Galaz, quando lo vio venir, boluio su eaua- la batalla a los dos caualleros, que se com-
llo, e fueronse a dar grandes golpes, e Tris- batían fuertemente; e Palomades miraua la
tan le flrio tan fuertemente, que lo fizo aba- batalla, e no podia sofrir la vista. E quando
xar contra las ancas del eauallo. E si el gol- fueron bien conbatidos, eran cansados, e ti-
pe fuera mas baxo, muerto fuera Gralaz. E ráronse afuera el vno del otro por cobrar
(Maz le dio tan gran golpe, que las cinchas fuerca. E quando ouieron holgado, Tristan
y el petral le quebró, e lo echo en tierra, E se leuanto primero, e puso mano a la espa-
don Gralaz se comenco de yr por cunplir su da, e quando el cauallero lo vio venir, le-
auentura, e Tristan le salió delante e lo es- uantose, e dixole: «Señor cauallero, esperad
pero a píe, e dixole'. «Buen cauallero, yo me vn poco, que os quiero dezir». Dixole Tris-
otorgo por vencido de la lanca por falta del tan: «Cauallero, dezidlo que quisierdes». El
eauallo, por que os ruego que os combatays dixo: «Yo os he visto hazer tales golpes, que
comigo de las espadas, por ver qual es me- pienso que soys mi padre, o del mi linaje, y
jor cauallero: vos o yo»; e don Gralaz dixo: querría saber quien soys, que a marauilla
«Señor cauallero, yo me quiero yr por cum- soys buen cauallero, e dezidme vuestro
plir mi viaje, e por esto no me quiero con- nonbre, e yo deziros he el mió, e si vos
batir con vos». «Cauallero, dixo Tristan, ¿no soys de aquellos que yo creo, no me comba-
hareys cortesia?; pues soys combatido co- tire mas con vos en ninguna manera». «Por
migo de la lanca, fazer vos conuiene». En- Dios, dixo Tristan, yo no se quien es vues-
tonces dixo Gralaz: «Cauallero, pareceme que tro padre ni vuestro linaje, mas mi nombre
quereys fazer fuerca». E Tristan dixo: «No vos no lo sabreys fasta que yo sepa el vues-
vos faran fuerca, mas es vsanca de caualle- tro». Entonce dixo don Galaz: «Señor caua-
ria que todo honbre que se ha conbatido llero, por honrra vuestra os lo diré. Sabed
de la langa que se combata de la espada»; e que soy hijo de don Lancarote». E quando
tanto le rogo, que Gralaz ouo de descaualgar, Tristan supo que este era don Galaz, el qual
e pusieron mano a las espadas, e fueronse a era profetizado que auia de ser el mejor ca-
ferir los caualleros el vno al otro, e dauanse uallero del mundo, el fue alegre por tal que
mortales golpes que era marauilla. y mien- se auia prouado con el mejor cauallero del
tra que ellos se combatían, Palomades, que mundo, e luego aleo la espada, e comencose
estaua mirando la batalla, dezia que aquella a combatir fuertemente; e Tristan dixo en-
era vna de las mayores batallas que jamas tre si: «Agora soy con el mejor cauallero
ouiesse visto. E quando fueron cansados, del mundo, e prouare mi fuerca e cauaUeria;
ellos se arredraron el vno del otro por des- agora que conuiene que valga en este lugar
cansar. E quando ouieron cobrado fuerca, y en aqueste punto». E crecióle la fuerca y el
leuantaronse con las espadas en las manos, poder con gran alegría, e dauale los golpes
e dieronse grandes golpes. E Palomades se graneles e ásperos, e conbatianse fuertemen-
leuanto de donde estaua sentado, e puso el te anbos. Palomades, que miraua la batalla,
escudo delante y el espada desnuda, e me- dezia que jamas viera su par de batalla de
tióse entre ambos a dos, e comengose a com- dos caualleros, e dixo que mucho mas esfor-
batir contra el cauallero. Entonce dixo Ga- zado era Tristan, que Galaz menguauale ya'
laz: «¡Ofalsos caualleros! e¿como os combatís la fuerca. E dixo Galaz en alta boz, que
comigo mala e falsamente?, que si vosotros Tristan e Palomades lo oyeron: «Saneta Ma-
vos conbatis comigo assi como hazen bue- ría, ayuda al tu cauallero en este punto»; e
nos caualleros de la Tabla, avnque fuesse- dixo: «Por Dios, aqueste es el diablo, que
des tales diez como vosotros, yo vos metería no me ha querido dezir su nombre; por
DON TRISTAN DE LEONIS 447
Dios, yo sabre.su nonbre, si no, yo fare tan- e auian auido ambos a dos su batalla. E don
to por fuerca de armas, que mate a el, o el Gralaz comeneo a reyr quando ge lo oyó con-
a mi»; e dixole: «Cauallero, dezidme vuestro tar, e dixo: «Por mi fe, señor don Tristan,
nonbre, que yo vos he dicho el mió por cor- que por poco le ouiera de costar caro a mi
tesía, si no, cunple que vos e yo muramos padre la mal querencia de vosotros». E asi
aqui». Dixo clon Tristan: «Por Dios, yo no estouieron en gran alegría, e quando vino la
me eonbatire mas con el cauallero de Sanc- noche, el prior les dixo que fuessen a cenar,
ta Maria»; y luego echo la espada, e pensó e tomaron agua a manos e assentaronse a
que en aquello fazia como leal cauallero por la tabla, y mientra cenauan, llego vn caua-
tres cosas: La primera, porque Gralaz era hijo llero armado con euyta, e auia nonbre Ba-
del mayor amigo que tenia. La segunda, nis, e quando fue en el monesterio e vio los
porque el dixo primero su nonbre. La ter- caualleros que cenauan-, saludólos cortes-
cera, por que era ordenado de la Tabla Re- mente.
donda, y era vsanca de cauallería que todo E ellos le tornaron las saludes, e dixe-
cauallero, después que se conosciessen, no se roule que se posasse a la tabla. Y el dixo:
auian de eonbatir el vno con el otro, e si «No comeré fasta que sepa si soys jurados de
desta batalla viniera otra cosa, seriale puesta la Tabla Redonda, de la corte del rey Ar-
traycion; y por estas razones don Tristan le tur, e si no lo soys, no folgare fasta que sea
dixo; «Santo cauallero, yo os visto hazer e en Camalot antel rey, para les contar malas
os he oydo dezir tales joalabras, que yo creo nueuas». E Tristan dixo: «¿Que malas nue-
bien que soys aquel que dizen los profetas». uas son estas?» Y el dixo: «No os las diré si
Y echo el escudo, e tomo la espada por la no soys de la Tabla Redonda». E Tristan
punta, e ñnco las rodillas delante el, e dixo- dixo: «Nos somos de la Tabla Redonda». E
le: «Cauallero de sancta Maria, yo os ruego Banis dixo: «Señores caualleros, sabed que
que me perdoneys, que yo he auido lo peor Dinadan el Roxo, sobrino de Taulca de Ro-
de la batalla, e vos soys el vencedor». Y ginto, ha prendido a Lamarad de Gfaones e
quando don Gralaz vio la honrra e la reueren- otros tres caualleros con el al passo de vn su
cia quel cauallero le fazia, dixo: «Señor ca- castillo, y en aquel castillo suyo ay trezien-
uallero, yo vos ruego que me digays quien tos honbres armados muy buenos. Y los ca-
soys, que tanta honrra me fazeys». El le dixo: ualleros que son presos con Lamarad son es-
«Sabed que yo soy Tristan de Leonis, sobri- tos: don Graluan, sobrino del buen rey Artur,
no del rey Mares de Cornnalla, e vuestro pa- y el otro Bordón, aquel buen cauallero, y el
dre es el mayor amigo que tengo». Gralaz otro es Leonel, e ha jurado Dinadan el Roxo
echo su escudo e su espada, e dixole: «Señor que a la mañana les hará a todos quatro cor-
don Tristan, vos meresceys la honrra de la tar las cabecas, por cleshonrra del buen rey
batalla, e yo no, e vos la aued». E fuelo a xlrtur».
abracar de gran amor, e flzieronse gran re- E quando ellos aquello oyeron, fueron
uerencia el vno al otro, y tomaron sus ar- mar anillados, e fizieron posar consigo al ca-
mas, e fueronse do estaua Palomades, e ha- uallero a cenar, e ñzieron dar ceuada a
zianse el vno al otro gran honrra e plazer, e sus cauaílos, e demandáronle como sabia el
contauan sus haziendas. Y estando assi, dixo aquellas nueuas, e dixoles: «Yo halle oy
Palomades: «Señores caualleros, a mi plaze por la mañana a sus escuderos que yuan fu-
porque la batalla es quedada, loado sea Dios, yendo desbaratados, e yuan contra la corte
e somos todos tres amigos, e somos conba- del rey Artur, e dixeronme las nueuas, e
tidos y golpeados, por que yo querría que rogáronme que por amor de Dios que bus-
fuessemos algún lugar do pudiessemos fol- casse a don Tristan de Leonis e a don Lan-
gar». Y en esto se acordaron los caualleros garote del Lago, o a otros de la Tabla, e yo
todos tres, e allegaron a vna abadía de fray- enbielos a la corte por vn camino, e yo ando
Íes, e fizieronles gran honrra, e curaron bien buscando algún buen cauallero que los li-
dellos e de sus cauallos, e yuan a vn frayle brasse»; y entonces dixo don Galaz: «Nos
que se entendía de curar llagas, e curo bien cenaremos, e daremos ceuada a nuestros ca-
dellos, e púsoles tales vnguentos que luego uallos, e caualgaremos, e andaremos toda la
fueron sanos, y estuuieron gran tienpo en el noche fasta que lleguemos al castillo, e con
abadía; y estando en aquella manera, Tris- la ayuda de Dios y de nuestra señora, nos
tan se comeneo a razonar con don Galaz, e acabaremos esta auentura».
contole como ouo la batalla con Palomades,
e como Brandelis los despartiera, e como Y luego que ouieron cenado, se armaron,
pusieron que fuesse la batalla al Padrón de e caualgaron en sus cauallos, y encomenda-
Merlin, e de como se encontró con su padre ron a Dios a los frayles, e fueronse por su ca-
mino.
448 LIBROS DE CABALLERÍAS
LXXIX Palomades, e ante que quebrasse la lanca
derribo onze caualleros en tierra. Y em pos
De como don Tristón, e don Galaz, e don dellos firio don Tristan, y derribo veynte e
Palomades, fueron al castillo de Dinadan cinco caualleros. E luego firio Vanis, e ante
el Rosco, e libraron de la muerte a los que quebrasse la langa, derribo en tierra
quatro caualleros de la Tabla. ocho caualleros. Echaron mano a las espa-
das, e hizieron tanto por fuerca de armas,
Ellos yendo por su camino, dixo don Galaz: que en poca de hora los ouieron vencidos, e
«Señor don Tristan, sed TOS caudillo». E don luego se allegaron a los caualleros, e tirá-
Tristan dixo que lo fuesse el, o Palomades, ronles las sogas, e dixeronles: «Caualleros,
que era hecho antes cauallero; e tanto fizie- tomad dessas armas que están en tierra, e
ron vnos con otros, que a don Tristan dieron tomad dessos cauallos que ay sueltos, e ca-
el señorio. E quando Banis vio que los tres ualgad en ellos». Y ellos fueron a donde
caualleros eran acordados para yr alia, fue estauan los caualleros muertos, e tomaron
muy alegre,, e rogóles que le dexassen yr las armas que menester les hizieron, e ar-
con ellos, e a ellos plugo de su conpañia, máronse vnos a otros. Y eran ya ocho caua-
e dixeronle sus nombres. Mucho fue alegre lleros. E hizieron tanto de armas, que eran
Banis por que auia hallado tales caualleros, los mas de Dinadan muertos, e los otros en-
e no quedaron de andar fasta que llegaron traron por el castillo fuyendo, e cerraron las
al castillo, e pusiéronse en celada en vn puertas. E los que estauan feridos en el
vergel, e descaualgaron, e tiraron los frenos prado, demandauan merced. E Tristan íes
a los cauallos, e dexaronlos pacer por el dixo: «Yosotros ¿quereys auer merced? de^
prado. E quando el alúa fue clara, ellos ca- mostradnos a Dinadan el Roxo si es muerto
ualgaron en sus cauallos que estauan ajDare- o biuo». El qual algo la cabeca, questaua en
jados. E Banis dixo: «Aparejadvos, caualle- tierra mal ferido, e dixo: «Señor cauallero,
ros, assi como aquellos que esperan batalla, ¿por que demandays por mi? que cerca soy
que agora saldrán fuera para justiciar los ca- de la muerte, e merced vos pido». E Tristan
ualleros». E dixo don Tristan: «La batalla dixo: «Si quereys auer merced, yo quiero
sera como Dios quisiere, mas nos aparejados que me prometays de jamas no fazer mal ni
somos». Y estando ellos assi, vieron salir del daño a ningún cauallero de la Tabla ni de la
castillo cincuenta caualleros, que lleuáuan corte del rey Artur, en toda vuestra vida».
a los quatro caualleros a justiciar atados (l) E Dinadan el Roxo ge lo prometió bien y
con sogas fuertemente. Después salió Dina- lealmente, e ge lo juro en vn libro en el qual
dan el Roxo con dozientos caualleros. E Tristan rezaua sus oras; e después le dixo
quando ellos fueron en el prado, vn caualle- don Tristan que fuesse al castillo, e que hi-
ro que auia nonbre Taulca fuese para los ziesse traer pan e vino, y ceuada, e lo que
quatro caualleros, e dixoles: «Caualleros, ouiessen menester para refrescar, E Dinadan,
mal seays venidos, que agora sereys muertos assi herido como estaua, eaualgo e fuesse al
assi como los otros que están aqui, que yo castillo a traer a los caualleros todo lo que
os conozco, que soys de la Tabla, e de la corte menester auian, e todo aquello que le mando
del rey Artur». «Cierto, dixo don Tristan, don Tristan. Estando assi Tristan e los caua-
vos dezis muy gran verdad, e sabed que lleros vnos con otros, ouieron plazer. E los
somos aqui venidos por librar aquellos quatro quatro caualleros dieron gracias a Dios e
caualleros que teneys presos falsamente». a los tres caualleros. E luego se assentaron
E Taulca le dixo: «Por Dios, cauallero, rue- a comer en aquel prado, e desque ouieron
govos que vengays a merced y descaual- comido, durmieron alli aquella noche, e
gueys, e metedvos en prisión». E Tristan quando vino el dia caualgaron, e fueronse
dixo: «Cauallero malo, no me espanteys para el abadia donde eran partidos, e los
por amenazas». Entonces dixo don Galaz: frayles les hizieron gran honrra, e curaron
«Mucho predicamos; yo quiero yr alia el bien dellos; e alli estuuieron bien quinze
primero, si a vos, señor don Tristan, plaze». dias a gran plazer vnos con otros. E vn dia
E fuesse para el cauallero, e diole tal golpe don Galaz dixo a don Tristan: «Señor Tris-
por medio del escudo, quel fierro de la lanca tan, ¿qual camino quereys fazer? porque yo
le metió por los pechos, y echólo en tierra me quiero yr a buscar mi auentura, e por
muerto. E luego se fue j>ara los otros, e conplir la sancta conquista del santo Grial
ante que quebrase la lanca, derribo veynte en que yo ando». Entonce dixo don Tristan:
caualleros en tierra. E luego firio el buen «Yo me quiero yr a la corte del rey Mares,
a estar alia por algunas cosas que he de
hazer, e luego entrare en la conquista con
{*) El original; «a Todos».
DON TRISTAN D E LEONIS 449
los otros caualleros: empero yo me quiero yr Tristan. E venidos, don Tristan los rescibio
con vos a qualquier auentura que nos acon- muy bien y con gran honrra, e ono con ellos
tezca». E don Gralaz le dixo: «Señor don gran plazer; e preguntáronle de sus muchas
Tristan, ruegoos que me perdoneys, que a la auenturas e ele sus haziendas. E Tristan les
sazón de agora yo quiero yr solo; e agradez- pregunto por su cuñado Quedin y por el
coos mucho vuestra conpañia». É don Galaz reyno de Leonis. E assi estouo don Tristan
encomendó a Dios a don Tristan e a los otros en la corte bien medio año en gran plazer, e
caualleros, e fuesse por su camino para yr a auia todas las cosas que el queria a toda su
la santa conquista del santo Grrial. voluntad. E todos le hazian gran honrra y
E don Tristan e don Palomades encomen- eran dello alegres mucho por su tornada, que
daron a Dios a los frayles e a los otros ca- por el eran temidos e honrados. Saluo Al-
ualleros, "" e fueronse por su camino- E los daret, que le pesaua mucho, que le desseaua
quatro caualleros acordaron de y r en vno cruel muerte, y le andaua boluienclo quanto
fasta el castillo de la Encantadora, e alli fol- mal le podia con el rey Mares, por que le
garon algunos dias con el rey de los cient diesse la muerte.
caualleros; e después se fueron para la corte
del rey Artur a Camalot, y empresentáronse
al rey Artur de parte de don Tristan, e de don L.X.-X.-A.
Galaz, y de Palomades, y ele Banis, e dixe-
ron: «Aquestos son los caualleros que nos De como Tristan esterna en la cama folgando
han librado de muerte y de poder de Dina- con la reyna Yseo, e le vino reuelacion que
dan el Boxo, que nos queria cortar las cabe- auia de ser muerto Tristan.
cas a todos» . E desta auentura fueron el rey
e todos los otros caualleros alegres, quanclo Dize la hystoria, que don Tristan estuuo
supieron que la paz era hecha entre el bueno en la corte del rey Mares muy luengo tiem-
de don Tristan de Leonis e de Palomades, po, e vn dia Tristan e la reyna estauan en
e plugoles mucho. vna cámara sobre vn rico lecho, e la reyna
E agora dexemoslos estar en la corte del cantaua, e Tristan tañia vna harpa, e esta-
rey Artur en gran solaz; e tornemos a don lla assi en gran plazer, e después que ouie-
Tristan e a Palomades. Después que don ron tañido e cantado, adormieronse. E Aláa-
Tristan e Palomades se partieron de los ca- ret, que queria mal a clon Tristan, andaua
ualleros y del monesterio, andtiuieron mucho por le fazer dar la cruda muerte, si el pu-
buscando sus auenturas a vnas partes e a diesse. Y el estaua en vn lugar donde los
otras, tanto que la ventura los lleuo al casti- podia bien ver, e veya todo lo que fazian. Y
llo de la Encantadora, E alli holgaron luengo estando durmiendo los dos amados, vino vna
tiempo con el rey de los cient caualleros, el boz del ángel encima la cama, e dixo: «¡Esta
qual les fizo mucha honrra, e contáronle noche morirá el buen cauallero!» E la reyna,
todas sus auenturas e tocio aquello que les que esto oyó, despertó espantada, e no sabia
auia acaescido. Y el rey de los cient caua- que cosa fuesse, e rogaua a Dios que no
lleros fue marauillado; e auiendo holgado fuesse su Tristan, y assi muy triste se torno
alli algunos dias, vn dia don Tristan dixo a dormir. Y luego Alclaret se fue para el rey
que se queria tornar a Cornualla. E Paloma- Mares, e clixole en como clon Tristan -dormía
des dixo que queria entrar en la demanda en la cama con la reyna. E quando el rey
del sancto Grrial con el rey de los cient ca- Mares entendió esto, ouo gran pesar, y tomo
ualleros. E don Tristan los encomendó a Dios, vna lanca emponzoñada, e dixo que con
y ellos a el; e caualgo Tristan, e anduuo aquella darla la muerte a Tristan; y leuan-
tanto por sus jornadas, e acabo muchas tose, e fuesse a la cámara donde estaua Tris-
auenturas a su honrra, las qtiales el libro no tan con la reyna, e hallo las puertas cerra-
cuenta, e anduuo tanto, hasta que llego a das, e non oso tocar en ellas por miedo ele
Tintoyl al rey Mares, e alli se presento de- clon Tristan, y encima de aquella cámara
lante el rey e de la reyna Tseo, e tocias las auia vn sobrado hecho como cámara, y en
gentes fueron muy alegres por la tornada ele derecho de la cama de la reyna auia vna
don Tristan, que ellos pensauan que fuesse como puerta ele tablas, e el rey subió enci-
muerto. E auian todos gran desseo de lo ver, ma y vio a clon Tristan que dormía. Y el rey
e fueron muy alegres por su tornada. E (jor- la-nco la lanca a Tristan, e diole vn gran gol-
nalan e Brangel, quando supiéronlas nueuas pe que le metió la lanca por las caderas, y el
en Leonis, encomendaron a Dios a Quedin, rey comenco de fuyr por que no lo conoscies-
e dexaronlo en Leonis, e viniéronse para sen, y entróse en vna cámara con Alclaret.
Cornualla por estar en compañia de don E quando Tristan se sintió feríelo, presumió
LIBROS DE CABALLERÍAS. — 2 9
450 LIBROS DE CABALLERÍAS
quel rey lo auia hecho, e dio vn sospiro con podia don Tristan escapar, el era muy ale-
muy gran dolor. E la rey na, como le vio gre. Y jamas fue el rey tan alegre como en
assi tan mal feríelo, luego se amortescio en aquella sazón, e esso mesmo el traydor de
la cama. E don Tristan la conorto, diziendo: Aldaret, mas tocios los caualleros y dueñas e
«JSTo creays vos, señora, que yo assi muera». donzellas, e toda la otra gente, eran muy
T luego el metió mano, y sacóse la langa del tristes, e mucho mas la reyna Yseo. Quando
cuerpo, e cato el hierro, e conoscio que era ella supo aquellas nueuas que no podia esca-
emponcoñado y que aquel golpe era mortal. par don Tjistan, ni ella no le podia acorrer
Y diso: «¡Mi seflora, no vos desinayeys, y yo a su llaga, rompióse todas las vestiduras, y
os encomiendo a Dios, que miedo he que hazia tan gran duelo, que era marauilla, y
ya nunca mas me vereys!» E comencola de non cessaua de llorar, y torcia sus manos
abracar e besar con gran dolor. E luego ella y dezia: «¡Ay el mi señor clon Tristan!
le metió vn pedaeo de sauana por la llaga ¡Ay enemiga crueza, no quieras que biua
adentro. E don Tristan salió ele la cama, e días muertos! ¡Ay el mi gozo!, ¿donde estas
vestiose vna ropa de seda e calcóse vnos oa- agora? ¡Ay el mi señor Dios!, ¿por que no
patos; e tomo su espada y cubrióse vn manto, me das la muerte?» Y dezia: «¡Ay mezquina
y torno otra vez a la reyna, y besóla con catiua!, ¿que vida sera la mia sin el mi clon
muy gran amor, y salió de la cámara lloran- Tristan? ¡Ay entendimiento ciego!, ¿como no
do de pesar de ver su muerte tan cercana, y entendiste la boz que en la cama oyste para
caualgo en su catiallo que Grorualan le tenia que el tu buen amante despertaras, y des-
aparejado, y díxole: «Amo señor, sabed que pierto no muriera? ¡Ay rey Mares, que assi
soy mal herido, y tengo terrible dolor de falsamente heriste a don Tristan! ¡Ay rey
muerte». E quando Gorualan lo vio assi de- Mares desleal, no fueras nascido!, ¿e por que
mudada la color, y vio la sangre que corria tan malamente mataste- al bueno ele don
por tierra, estuuo poco que no perdió el seso. Tristan, el mejor cauallero del mundo? ¡Ay
E. Tristan le torno a clezir: «Ay amo señor mi señor clon Tristan, yo bien se que nor^
¡como soy herido tan malamente con lanca biuiras, pues que ante mis ojos no te veo!»
emponcoñada, que non podre escapar!» E Y assy desta manera lloraua la reyna Yseo
Grorualan le conforto lo mas quel pudo. E lue- a su clon Tristan.
go se fueron ambos al castillo de Sagramor,
el qual los rescibio muy alegremente, e don
Tristan clixo: «Sagramor amigo, hazedme LXXXI
aparejar vna cama, que yo malamente soy
fexido de muerte». E Sagramor, quando esto De como vino vn mensajero al rey llares de
oyó, con muy gran pesar que ouo tomo a Tris- como don Tristan no podia escapar ni du-
tan en los bracos y apeólo muy passo; e acos- rar mas de tres días.
táronlo en vna cama, e catáronle la llaga e
vieron como era mortal; y todos vieron su No tardo mucho que vn mensajero vino al
muerte y fueron muy tristes; y oomenearon rey Mares, e dixo que don Tristan se que-
a fazer gran llanto, assi como aquellos que ría morir, e que no poclia escapar pues que
amauan a Txñstan de muy gran amor. E Tris- no auia ayuda de la reyna. Y el rey, quando
tan se dolia mucho, como aquel que era ve- lo supo, comenco a pensar, e clixo: «Ay Tris-
nido al punto de la muerte. Y flzieron venir tan cuytaclo ¿por que me fuestes tan desleal,
muchos maestros de todas partes, e ninguno que yo no veya en vos ninguna cosa de ta-
no sabia dar buen consejo, y embiaron es- char sino tan solamente que me fuestes des-
condidamente por la reyna, y ella no pudo leal? e bien veo que mi reyno y yo gran
venir, que el rey la tenia escondida en vna perdida perdemos en vuestra muerte, mas
torre, por tal que don Tristan muriesse y que vuestra cleslealtacl no ha dado lugar que es-
no pudiesse auer ayuda della. Tan grande capar poclays; e ele oy mas aure la reyna li-
fue el duelo que por el castillo se comenco a bre a mi mandar, pues que no pocleys esca-
nazer, que era marauilla, porque Tristan par». E tanbien auia el rey miedo que la
auia de morir de aquella herida, y no podia reyna se echasse de la torre ayuso de dolor
escapar según que todos creyan, mas el rey de Tristan, e clezia entre si mesmo: «¡O Al-
fue muy gradoso en su coracon, y Aldaret daret! maldita sea la hora que yo tome tu
esso mesmo, que el pensaua que en Cornua- consejo, que yo seré denostado por todo el
11a que no auria quien tanto valiesse como el mundo por la muerte de don Tristan». E
después de muerto don Tristan. Y el rej- quando el rey supo cierto que Tristan no
eada dia embiaua al castillo por saber ele don podia escapar según clezian, ni durar mas de
Tristan, e quando le trayan mieuas que no tres dias, ouo muy gran pesar. E quando
DON T E Í S T A S D E LEONIS 451
la rey na lo supo, c01a.e1190.vn muy grande y reyna Tseo venga a mi, no porque entendays
esquino llanto, e dezia: «¡Ay captiua de mi, que la quiero que cure de mi, que su cura
e que tan gran pena me da el desseo de ver- ya a mi no traería sanidad, mas por que la
te! y ¿que es de ti? o ¿donde estas alexaclo yo vea antes que muera». Dixo el rey Ma-
ele la mi esperanea para nunca jamas verte? res: «Sobrino, yo haré aquello que vos qui-
e ¿como lo soffrira aquella que sin ti vna sola siercles». E mando que la reyna viniesse
hora no puede biuir? ¡o engañosa fortuna! luego.
¿que otro mayor mal me pudieras hazer?»
Estas e otras muchas cosas clezia la reyna, LXXXII
que por no dar causa a prolixidad no se es-
criuen aqui; pero queden por escreuir, por- De como la reyna Yseo vino a ver
que esta bueno de presumir el estremo e a don Tristan.
grandeza de sus llantos e dolorosas palabras.
E rompióse vn paño de oro que tenia en la Los caualleros traxeron el mensaje a la
cabe9a, e todo hombre que la viesse auria reyna, y ella vino luego con ellos, y venían
grande piedad della, e pensaría que' en haziendo gran duelo a marauilla. E muchas
aquella hora moriría por amor de don Tris- gentes que con ella venían. Como ella fue
tan. E dezian las gentes que non podría ella delante de Tristan, e lo vio assi tan desfigu-
biuir sin el. rado, luego se amórteselo en las manos de
E quando clon Tristan vio que se le llega- los caualleros, y estuuo assi vna gran piega
ua la muerte, el hizo llamar a su amigo que non pudo hablar. Y ella rogaua a Dios
Sagramor, e rogóle que truxesse al rey Ma- que le diesse la muerte, por que pudiesse
res su tio, e dixole que el lo quería hablar morir con su señor don Tristan.
antes que muriesse, e clixo: «Yo no se si el E quando Tristan vicio a la reyna Yseo
es tan alegre de mi muerte como lo es Alda- que el tanto amana, el se quiso enclerecar en
ret». E Sagramor dixo que el faria su man- la cama, mas no pudo, avnque mucho lo por-
dado, e caualgo en su cauallo, e fuesse para fió, e dixole: «¡Ay señora! vos seays la muy
el rey, e dixole que Tristan le rogaua que lo bien venida, mas soys agora venida muy tar-
fuesse a ver. E comenco fuertemente a llorar, de, por lo qual, señora, a mi haze estar como
e dezia: «¡Ay mezquino catino, e como he estoy, e vuestra venida, señora, non me pue-
muerto el mas cortes y el mejor cauallero de ya valer cíesele oy. Mas sabed, señora, que
del mundo, e he hecho gran mal y perdida a la fin es venido don Tristan, vuestro leal
a mi mesmo e a toda Cornualla! e maldito e caro amigo, el que siempre vos amo e vos
sea Aldaret. que primeramente me consejo quiso fasta el punto en que esta». Y quando
esto que lo yo hiziesse». E luego el rey llares ella oyó aquellas palabras, a pocas que non
delibero consigo de lo yr a ver, y fue sin ar- murió. E c o m e t o ele llorar e sospirar muy
ma ninguna, por no jioner sospecha a nin- fuertemente, por el grande dolor que auia e
guno que el fuesse matador del, y lleuo tanta por la muerte de su señor don Tristan que
gente, quel pudiesse yr seguro al castillo de se le allegaua, e por la venida tan tardía,
Sagramor; e quando el rey llego al castillo, que le no podia ayudar para guarescerlo de
fuesse para la cámara donde estaua don Tris- aquella ferida, por lo qual tenia muy grande
tan, e quando el rey lo vio assi desfigurado, dolor e ansia en su eoraQon. E dixole, llo-
ouo gran piedad del. E como don Tristan rando de sus ojos: «¡Ay mi dulce amigo e
vio venir al rey su tio, el se quiso leuantar señor clon Tristan! ¿soys vos aquel que morir
e posar en la cama, mas non pudo, e dixo: vos conuiene?» «En mi fe, señora, clixo don
«Tio señor, vos seays bien venido a la mi Tristan, yo soy aquel que de morir me con-
muerte que vos tanto teneys desseada, e uiene; no puedo escapar en ninguna mane-
agora aues complido vuestros desseos. Mas ra» . E don Tristan comenqo a sospirar, paro
yo vos digo que tienpo os verna que vos que- mientes a si mesmo ante todos, y clixo: «¡Ay
riades auer partido la meytad de vuestro rey- la mi señora reyna Yseo! ¿Que me catays?
no y que yo fuesse biuo, mas de oy mas no Que yo soy don Tristan, el vuestro leal
se puede fazer sino morir». E quando don cauallero, y ¿son aquestos los cabellos que
Tristan ouo dicho esto, el rey Mares comen- vos soliades catar? ¿E son aquestos los ojos
co a llorar. Don Tristan dixo: «Non lloreys, que vos soliades mirar? ¿E son estos los bra-
señor tio, que ya veo que vuestro gozo viene 90S que por vuestro seruicio solían lidiar? E
ayna, y vuestro lloro es de gran alegría y agora la muerte lo ha todo tornado de su ca-
plazer. Mas yo vos ruego que me hagays vna lidad y condición». E la reyna, quando estas
cortesía si vos plaze, que esta sera la postri- palabras oyó, cayo en tierra amortescicla. Y
mera que a mi hareys; que querays que la luego la leuantaron los caualleros, e dixo:
452 LIBROS DE CABALLERÍAS
<Í\AJ señor don Tristan, el mi dtüce amigo, discreto mirar combatida (J) vos misma, e
que de oy mas no he fuerea ni sentido para pensan (2) que ninguno de los nascidos mere-
poder dezir los tan dolorosos y sentibles ma- ce auer victoria contra la cruda muerte. E
les e quexas!» Y comienca a dezir assi: «¡O vuestro magnánimo coracon tienda las velas
afortunada de ti, Yseo! ¿Qual esperanca te contra la batalla de amor con los remos de
sostiene, pues a ninguna cosa que vida te discreción, nauegando én los hondos golfos
pueda dar es tuya? ¿Con que biues y dispen- de sus mares, y aureys bonanca de males tan
sas bien en tal perdida como oy ti enes? ¿Quien crecidos. ¡O quanto es de loar quien contra
dirá que eres tu causa de lloros a tus amigos, las aduersidades muestra su cara alegre! E
compliclo plazer a tus enemigos? ,¡ O cruel pues, señora, soys venida en tanta necessi-
muerte, entero bien de los tristes, ven a mi dad de esfuerco, buscad como defenderos con
con tu venida, y cierra las llagas que por fe de fortaleza».
Tristan carpidas en mis entrañas se encien- Estas y otras muchas cosas dezia Tristan,
den! Pues tu, vida, ¿para que me quieres, por consolar a la reyna. Pero la flaqueza le
ni por que me amas contra toda razón? Ca, mucho aquexaua, e no podia fablar todo lo
cierto, soy enemiga, pues yo te di causa que que quisiera, e boluio la cara a la otra parte,
aquel que tanto para posseer te era, por la mi e dixo a los que estauan en derredor en alta
cruel muerte le traspassa. ¡O sin ventura de voz: «¡Ay, Dios., señor, valedme, que la mi
mi, quanto la mengua de las tales cosas me fin se allega!» E luego se comenco el duelo
son amargas de pensar! ¿Qual justa consola- tan grande, que jamas fue su par, e no auia
ción de ningunos bienes me pueden consolar? alli cauallero ni dueña que se pudiesse tener
¡ Ay la mas sin ventura de las nascidas! ¿Quien de llorar, y a cabo de vna gran pieca, don
me quito ser la que solia? Mas digo agora que Tristan llamo a Sagramor, e dixole: «El mi
mis pecados han permitido este mal que me buen amigo, ruego vos que me trayais el
esta agora presente, que Dios se venga de los mi escudo y la mi espada, que lo vea antes
injustos como yo; ca de mi sera dicho por el que muera» . E Sagramor ge lo truxo delante,
mundo con mucha razón (') que so oprobrio de y Tristan le rogo que sacasse la espada de la
las famosas dueñas y exemplo de toda mal- vayna, y el sacóla, e pusogela en la mano, e
dad, perdida de los espirituales bienes, en- Tristan la tomo, e la cato, e dezia suspiran-
tera esperanca de las eternales penas y la- do: «¡Ay la mi buena espada, y como me es
mentaciones» . graue de os dexar tan ayna! y tomóla Sa-
Estas palabras y otras mas sentibles clezia gramor, e tornóla a la vayna, e Tristan co-
Yseo, tan en altas bozes, como persona fuera menco de llorar, y todos aquellos que con el
de su sentido. De manera que tocios los que estauan no le pudieron hablar dende a vna
estauan presentes la oyan; y vínose a poner gran pieca; e a cabo de vna gran pieca, dixo
sobre la cama por proueer en la ferida de Tristan entre si mesmo: «Tristan, agora eres
Tristan, y el, como la vio, en altas bozes de- venido a la muerte, e has hallado cauallero
zia: «¡Ay señora, como se acerca mi muerte! que te derribe en tierra, la qual cosa tu no
¡Ay mezquino, y que doloroso golpe fue este pudieras creer que assi auia de venir, ni pen-
que me fue dado a gran traycion!» . E no sauas que tan buen cauallero ouiesse en el
quedaua todo el dia de llorar. E la reyna mundo como tu»; y en alta boz comenco a
púsole muchos emplastos y medicinas, enpe- dezir: «¡Ay, señora mia reyna Yseo, hermo-
ro todo no valia nada, que la poncoña le en- sa, dulce, agora vos quedareys, qiie yo mue-
traua dentro en el coracon y era ya medio ro!» Y la reyna Yseo estaua mucho triste, que
muerto, y todos hazian gran duelo porque a apenas podia fablar, eassi fazian todos los ca-
don Tristan se le apocaua el biuir. ualleros, e dueñas, e donzellas que alli esta-
E otro dia de mañana, don Tristan se es- uan; e clon Tristan comenco a fazer muy
forco a hablar fuertemente, por la muerte gran llanto, por las cauallerias que le con-
que se le allegaua, e conmenco a consolar a uenian de clexar, e dixo en altas bozes: «¡O
la reyna Yseo quel mucho amana, e dezia: don Palomades, agora quedaran nuestras ca-
«¡Ay mi dulce señora, e como soy venido a uallerias e nuestras armas y amenacas, que
los postrimeros dias de la mi vida, que yo en nunca vos dareys golpes sobre Tristan, ni
este dia me conuiene morir! E por esto, se- Tristan sobre vos, que ya la muerte lo parte!
ñora, de merced os pido, pues en esto no ay ¡Ay Dinadan, el mi amigo, fenecido es ya
remedio sino morir, que hagays cuenta que nuestro plazer y nuestra compañia, e nues-
yo nunca fue nacido, y agora conuiene que tra caualleria, que yo estoy agora peor que
mucho vos esforceys contra la fortuna e con
(*) ¿Por: «combatirlas?
(.') El texto: «razón». í3) ¿Ppr: «pensar»?
DON T R I S T A N D E L E O N I S 453
vos no pensays ni poclriades en ninguna ma- Tristan, ¿pues quereys vos morir comigo?»
nera creer!; yo se bien que vos querriades ser La reyna dixo sospirando: «¡Ay el mi dulce
aqui comigo por ver la mi muerte»; e dixo: señor, querría de voluntad, tanto que lo no
«¡Ay Dios, y como muero sin batalla de ca- puedo dezir, mas, cierto, yo soy tan peca-
uallero! ¡Ay caualleros anclantes, e como me dora a Dios, que le he rrmcho desseruido, e
aueys perdido, e como soy triste porque mue- no me querrá hazer tanta merced que con
ro en la cama sin batalla!». vos me lleue». Y assi la reyna callo, que de
Grande fue el llanto que don. Tristan lia- ronca e de pesar no pudo mas hablar, e eo-
zia por morir en aquella manera que murió, menco consigo mesma a pensar que ya por
e boluiose contra Sagramor, e clixole: «Ami- via de medicina Tristan no tenia remedio
go, yo vos ruego que lleueys este escudo y sino morir, y que queria aquella noche ve-
espada a la corte del rey Artur, e saludadme lar en la yglesia para pedir a Dios que houie-
a don Lancarote del Lago, el mi intimo ami- sse merced della, pues el era curugiano ver-
go, y avn os ruego como amigo que, pues dadero, y proueyesse de salud a su Tristan;
yo no puedo presentar mi cuerpo a la corte y esto acordó de diazer, y mando llamar a
del rey Artur. ni a los caualleros de la Tabla Gorualan y a su donzella Brangel, y venidos,
Eedonda, que vos, de la mi parte, me cles- dixoles: «Amados criados, bien veys en el
culpeys de todos, e os ruego que les presen- estado que Tristan esta, que físico ni curu-
teys la mi espada y el mi escudo en remem- giano no le puede poner remedio; he acor-
b r a b a de mi, por tal que se les de mi miem- dado que vamos a la yglesia ele Nuestra Se-
bre quando le vieren, assi como yo le lie ñora, para que humilmente le supliquemos
amado de coracon, que como yo le busque por la vida y salud de Tristan, como quiera
toda honrra de mi parte a la Tabla, que se les que yo, según los deseruicios le tengo hechos,
acuerde de mi». E quando Tristan ouo dicho rescelo oyda no seré, mas confiando su cle-
esto, eomenco de sospirar, e dixo: «Ay amigo mencia, quiero que aparejemos para que se-
Sagramor, allegadme la espada y el escudo, cretamente vamos». Grorualan y Brangel di-
assi que lo pueda besar»; e Sagramor ge la xeron que harían-su mandado.
dio, y el la beso y abraco, e dixo: «Mucho
me duelo de vos»; e besóla otra vez, e dixo:
«Sagramor, ruegos que las lleueys a la corte
del rey Artur, como dicho he, y las pongays LXXXIII
en tal lugar que todas las gentes las puedan
ver, por que aquellos que no me ouieronvisto De como la reyna Yseo, y Gorualan, y Bran-
ni conoscido, en qualquier tiempo que las gel, fueron a la yglesia a tener vigilia,por
vean se acuerden de m i , y encomiendos a la salud de don Tristan.
Dios, que vos guarde e libre de traycion
mejor que a mi»; e assi callo, que no se ra- Yenida la noche, la reyna y Gorualan e
zono mas con su buen amigo Sagramor. E Brangel se fueron a la yglesia, y entrados,
luego se boluio contra la reyna Yseo, e con- hincados los hinojos deuotamente, la reyna
tra el rey Mares su tyo, y dixo: «¿Que vos eomenco sospirando a dezir delante vn cru-
paresce de mi, tyo señor? ¿Por ventura si cifixo: «Ay, mi redemptor Jesu Christo, su-
so yo aquel Tristan que vos tanto soliades plicóte humilmente, no por quien yo soy,
querer? Cierto, soy aquel, y de oy mas po- mas por quien tu eres, ayas piedad de su
deys estar seguro que todas las batallas he mocedad de Tristan, que, cierto, si el por
vencido, mas vos aueys vencido a mi; empe- deseruirte tu permites que su muerte sea en
ro yo os perdono». Luego se boluio contra la tanto breue e de tal manera, la culpa desto
reyna Yseo, y dixole: «Señora, yo soy ve- no la merece el, mas yo, que he seydo la in-
nido al punto de morir, que, cierto, yo soy citadora de todos los deseruicios que hecho
combatido con la muerte tanto quanto he te ha; mas, ¿que digo yo agora? que tu bien
podido, e de oy mas me ha vencido con sus lo sabes sin lo yo dezir; y pues, Señor, vees
fuercas; y agora vos, señora, ¿que hareys? Si merezco yo ser punida por los yerros contra
pudiesse ser que vos fuessedes comigo, des- tu seruicio cometidos, ya permita tu real
to seria yo muy alegre». E la reyna Yseo clemencia trasmudar su muerte en mi per-
dixo: «Yo querría morir con vos, assi que sona, la mas sin merecer de las nacidas; y,
nuestras almas fuessen ambas a vn lugar, e Señor, quien menguada de consejo e afflita
si alguna persona deue morir por dolor e pe- se falla viene a remediarse a ti, y la culpa,
sar, yo deuria por cierto morir, por que rue- Señor, que mia conoces tan manifiesta, con
go a Dios que me de la muerte, que yo no justa razón ven y toma la venganca de mi;
deseo otra cosa», « ¡ Ay señora, dixo don y si la fin mia te satisfaze, ¡o quan dulce me
454 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
sera por tu mano rescebirla, en respecto de i• dezia asi: «¡Ay Dios! e ¿por que quisistes
aquella de mi Tristan!, mas que tu, Señor, que yo fuesse muerto en tal manera, y poi-
hagas mercedes por las offensas contra ti co- que no aueys querido que yo sea en la santa
metidas, cierto, es gran agramo a mi otorgar conquista del santo Cirial?; ¡ay Dios! e ¿como
tanto de bien; mas en esto, Señor, mire tu quisistes que yo muriesse sin batalla? ¡ay
clemencia que por la mayor parte los varones Dios! e ¿como muero tan jouen, que ya mi
con seso miran aquel renes que de tales afe- fin se allega? ¡ay Dios, mi señor, perdonad-
res (J) como Tristan comigo tuuo acaescer- me los mis pecados!» Y dixo en alta boz:
les puede, e rehusan lo que la voluntad les «¡Ay don Lancarote del Lago, el mi amigo,
pide; lo qtial tu, Señor, sabes que por quan- donde estays vos agora, que a vos conuiene
tas vias e maneras Tristan este deseruir te de doleros mucho de la mi muerte! ¡ay Ta-
rehuso, e la desuentura no dio lugar que de bla Redonda, como me aueys perdido! ¡ay
mi apartarse pudiesse, e agora que pensaua Dios, padre verdadero, auecl merced de la
a mis yerros remedio poner con ocultarlos lo mi anima! ¡Ay virgen Maria bienauenturada,
mas que podiesse, vino la cruda muerte y tu aued merced e piedad de mi, e aued por en-
preciosa justicia publicar por el mundo mis comendada la mi anima, como quiera que
tan crecidas culpas en dar la tan vergonzosa mucho indigna, pero a tu clemencia suplico
muerte al que no la merecía, según la tu que no mires a mis deseruicios que tengo
voluntad, muy celosa de tu seruicio, lo qual fechos, e que mi anima aya aquel reposo que
tu, Señor, sabes; e como quiera qué yo, Se- el cuerpo no pudo auer!». Y assi callo vn
ñor, conozco que te soy deudora, tu clemen- poco, y después se boluio Tristan a Grorualan
cia no queria que la desonesta vida mia quede su ayo e a Brangel, e clisóles: «¡Ay el mi
en el mundo por testimonio y exemplo a los padre y el mi consejero leal, e vos la mi
que prósperos su merecer les liara; pues, buena donzella Brangel, quanto de afán e
Señor, valga yo tanto contigo que sea causa trabajo aueys por mi pasado! ¿que fareys,
por donde su vicia muere recobre nueua sa- que yo me muero? ¡Ay Dios, e como aueys
lud, y porque confio que ante tu gloriosa padesciclo tanto mal y trabajo por mi serui-
clemencia mis palabras en vano yran, me cio, e quantos afanes aueys por mi passado,
muestro tan osada en mi dezir, y si larga y e pues en la vida mi desuentura no dio lugar
enojosa en la mi propuesta habla he seydo, que yo vos lo pudiesse galardonar, agora
ante tn real majestad sea oyda». Estas y otras quiero que vos, Grorualan, os caseys con la
muchas cosas dezia la rey na tan a bozes, que donzella Brangel, e posseed e tomad mi
Grorualan e Brangel lo oyan, y estauan como rey no. y sed señores del para que en mi
trasportados oyendo su tan polido dezir; e lugar esteys e le residays, y mando otrosí
Gorualan se vino para la reyna, y dixo: «Se- que, después de vosotros, quede el mi reyno
ñora, tomad buena esperanca y esforcacl la a la corona del rey Artur. E mando otrosí
virtud, que las aduersidades son pruexva de que Quedin mi cuñado que sea en par de
los ñacos e fuertes coracones, que, cierto, yo vos, Grorualan, si el no quisiere tornar a su
no pienso, ni Dios lo querrá, aquella muda- tierra». E Grorualan e Brangel, quando oye-
ble rueda traer os pueda en el numero de ron estas palabras, lloraron tanto, que tocios
las flacas y femeniles mugeres; e pues Dios los que los veyan hauian piedad dellos; e
sabe que la voluntad vuestra e de Tristan assi callo, que no clixo mas. Y entre si mes-
fue siempre fuyr del deseruir a Nuestro mo dezia: «Tristan, no ayas tanto duelo como
Señor, el esto juzgue según las intenciones demias auer, que tu morirás con aquella
que tocios sienpre en esto touirnos; porque dueña que has amado mas que a ti mismo».
veo y mucho de cierto se que mas es lo que E luego le dieron vn cirio encendido en la
sabeys en consolaros que lo que puedo dezi- mano, e dixo: «De oy mas ven tu, muerte,
ros, no os quiero dar pena con mi dezir»: y quando quisieres, que cierto sabia yo que,
assí callo, que no dixo mas. Brangel dixo lo pues era nacido, que auia de morir».
mesmo, y assi amanescio, e fueron luego do
La reyna no cíexaua de llorar, y assi fazia
Tristan estaña, que no fue por ninguno sa-
el rey Mares, y todos los caualleros, e dueñas,
bida la vigilia que la reyna auia fecho, e
e donzellas, y toda la otra gente que ende es-
amanecido, clon Tristan demando confession
tauan hizieron muy gran llanto por tocio el
de sus pecados con gran arrepentimiento y
castillo. E quando vio don Tristan el punto
contrición, e vn arcobispo lo absoluio. E
de la muerte, clixo al rey Mares, e.a todos los
luego rescibio el cuerpo de Dios muy deuo-
otros que ende estauan: «¡Ay, señores, per-
tamente, y acabado esto, el ñzo vn llanto, e
donadme, por Dios, y a el vos encomiendo, e
rogaclle por la mi anima que la llene al su
(4) El texto: «alférez». sancto reyno del parayso, pues el me compro
D O N T R I S T A N DE LEONTS 455
por su preciosa sangre sin merescerlo!» E tiempo venga, e agora nos conuerna de dar
paro myentes a la reyna Tseo, e clixole: «Se- el tributo como lo solíamos, queramos o no,
ñora, yo muero, e vos dezis que morireys ele lo qual nos esousaua el bueno ele don
comigo; agora, mi dulce señora, abracadme, Tristan por sus cauallerias, mas muy mal ge
porque yo muera en vuestros bracos». Bol- lo hemos galardonado; y el se combatió con
uiose la reyna a el, y llegosele tanto, que Morlot de Yrlanda por librar a Cornualla,
don Tristan la tomo, e abracóla entre sus que verdaderamente el merescia mejor la
bracos, y ella a el, e tunóla tan bien apre- corona que el rey Mares, que el la de-
tada, que duramente ge la pudieron sacar de fendido de muchos peligros, y eramos por el
los bracos, y don Tristan dixo en alta boz: temidos y honrrados; ¡ay mezquinos! que
«De oy mas venga la muerte quando quisie- gran perdida rescebimos nos y toda Cornua-
re, que yo tengo a mi señora en los bracos»; lla por la muerte ele clon Tristan, y agora
y aleo los ojos al cielo, e dixo: «¡O Dios y seremos todos muertos y desonrrados, y des-
señor mió, que heziste y criaste el mundo y pués que nuestros enemigos sepan que don
todas las cosas que son en el, y veniste por Tristan es muerto, luego vernan sobre nos, y
tomar muerte e passion por los pecadores nos clestruyran a todos»; y tanto como con los
saluar, en las tus muy benditas manos en- ojos lo llorauan, tanto con las bocas malde-
comiendo la mi anima, que la lieues al tu zian al rey Mares y Alelaret, de manera que
reyno, y ruego a la bienaixenturada virgen dos tan plañidos, ni dos tan denostados, no
santa María que ruegue al su lujo bendito se hallan en memoria de honbres, porque
por la mi anima que la salue; y a vosotros, solo las señoras y clamas se hallaron para
señores, os ruego que pues en la vida mucho sentir esta manzilla mas que las fijas de
me amastes, que agora en la muerte rogueys Priamo lloraron por Héctor, ni menos Ecuba
por mi a mi señor Jesu Christo, por que yo se mostró tan dolorida quando el cruel fuego
sea digno de ver su majestad real». de Grecia abrasaua sus palacios. Todos los
E desque ouo dicho estas palabras, luego de Cornualla eran muy tristes por la muerte
beso a la reyna; y estando abracados boca con de don Tristan, saluo Alderet, que se ale-
boca,le salió el anima del cuerpo, e la reyna, graua en su voluntad, por lo qual todos le
quando lo vio assi muerto en sus bracos, ele querían gran mal, y dezian: «Avn verna
gran dolor que ouo, le rebento el coracon en caeíallero que vengara la muerte de clon
el cuerpo, y murió alli en los bracos de Tris- Tristan, quel rey Artur y todos los caualle-
tan; y assi murieron los dos amados, e aq\ie- ros de la Tabla Redonda querían muy gran
llos que los veyan assi estar, ereyan que es- bien a don Tristan mas qize a otro cauallero
tauan amortescidos, y, como los cataron, ele la Tabla, por sus buenas cauallerias. Por
falláronlos muertos ambos a dos. que nos creemos que algunos de aquellos
vernan a vengar la su muerte»: y assi se fizo
después; y quando en tocia Cornualla se su-
E quando el rey Mares vio muertos a don po que don Tristan y la reyna Yseo eran
Tristan y a la reyna, en poco estuuo que no muertos, fueron muy tristes, e marauillauan-
murió, por el gran dolor que ouo de su muer- se mucho y dezian: «Todo el mundo fablara
te , y comenco a dezir: «¡Ay mezquino, y de su amor tan sublimado». Y quando todos
que gran perdida he yo auido, que he per- los caualleros fueron allegados, e muchos
dido aquellas cosas que mas en el mundo perlados, e clérigos, e fraj^les, alli donde es-
amaua, y nunca fue rey que tan gran perdi- taua clon Tristan e la reyna muertos, el rey
da ouiesse en vn dia como yo he auido. e fizo poner sus cuerpos, que estauan abraca-
mucho mas valdría que yo fuesse muerto dos, ambos en unas anclas muy ricamente,
que no ellos!» Luego se comenco a fazer con paños de oro, e fizólos lleuar muy hqn-
gran llanto a marauilla por todo el castillo, rradamente, rezando toda la clerezia con
y tan grande fue, que ninguno lo podría muchas cruzes y hachas encendidas, a Tin-
creer, y luego vinieron todos los grandes toyl. E quando entraron por la ciudad, los
hombres, y los caualleros de Cornualla y de llantos fueron muy grandes a marauilla de
todo el reyno, e todos comentaron a fazer graneles e ele pequeños, e pusiéronlos en vna
muy gran duelo a marauilla, e a dezir entre cama que las dueñas auian hecho, y fueron
si mesmos: «¡Ay rey Mares! fueras tu muer- sepultados en vna rica sepultara, en la qual
to ante que no don .Tristan, el mejor caua- escriuieron letras que dezian: «ESTE ES EL
Uero del mundo, que mantenía a toda Cor- PREMIO QUE EL A110B DA A SUS SERUIDORES».
nualla en paz y en sossiego, e nos saco de E fizo la sepultura cobrir de vnas muy ver-
subjecion y nos fizo libres, y agora seremos des ondas, en medio de las quales hizo poner
todos muertos y destruyelos ante que mucho vna pequeña barca sin remos, cuyo mastel
456 LÍBEOS DE CABALLERÍAS
quebrado tenia, y la vela acostada, e en ella de sus ojos a modo de dos resplandescientes
vn titulo que clezia: estrellas, los quales, tan amorosos eran en
mirar, qxie bastantes eran con solo su aca-
dEn esta barca de amor tar de prender a qualquier que su aí'firmada
y mar de vana esperanza, vista enderecassen, la qual era .muy suaue
ea el barquero vn dolor,
que en el aprieto mayor y amorosa.
al mas peligro se langa; Tenia otrosi gran hermosura en la su na-
y el árbol, que es la ventara, riz, ca non era grande ni pequeña, mas
con vela poco segura, tam bien compaseada, que parescia ser fecha
en este piélago tal,
acostado se procura por regla y compás; no tan luenga que de-
el cabo de mayor mal». clinasse a entornada, ni punto; e muy me-
nos tan pequeña, que el labro de encima so
T a de suso la hystoria ha recontado como su sombra diesse de si fea vista; cuyas ven-
por el noble e virtuoso cauallero don Tristan tanas eran bien compassadas, que bien de-
de Leonis murieron tres hijas de reyes. La mostrauan auer auido sotil ingenio en las
primera fue Belisenda, hija del rey Fere- obrar.
mondo. La segunda fue Tseo la Branda. La Tenia otrosi amoroso e resplandeciente
tercera fue Tseo de las blancas manos. E a gesto en la haz, que parescian en su blancu-
todas estas tres señoras sobraua en fermosu- ra ser leche; las mexillas parescian rosas de
ra Yseo la Brunda, e no fue inarauilla que fino color, la qual, por ninguna variación
Tristan hasta la fin de sus dias siguiesse sus ni mudanca de tiempo jamas de su rostro se
amores, porque qualquiera discreto que con partía vn poco de color y de nieue entre las
diligencia mirar quisiesse su tan crescida mexillas e los labrios.
hermosura, se le trocara la propriacondición. Otrosi tenia muy amorosa e graciosa y muy
Lo qual assi hizo Tristan, que, avnque era pequeña boca, cuyos labrios, delgados quanto
ele su propia condición toda lealtad e conos- cumplían, eran colorados, que parescian de
cimiento de virtudes, la tan sobrada fermo- color de la resplandesciente mañana quando
sura que Tseo tenia no dio lugar que pu- el sol encomienda a salir. Los quales labrios,
diesse apartarse della. Las quales hermosu- segund stt apostura, bien parescia no rehu-
ras el auctor aquí recuenta, como quiera que sar los dulces besos. Mas parescian en gra-
por escriptura no se podia dezir tanto como ciosidad tanto, que a tocios quantos los mira-
ello era. Pero diré todo lo que pudiere, co- uan combatían a besar; so guarda e cobertu-
mencado desde la cabeca como principal ra de los quales tenia los muy menudos dien-
miembro, e descurido por los otros miem- tes, que parescian ser de fino marfil, puestos
bros ('). en orden no mas vno que otro, puestos affir-
La qual Yseo tenia los cabellos que cierto mados en las muy coloradas enzias, que pa-
parescian madexas de oro fino, y eran par- rescian ser de color de rosa. Assi que en todo
tidos en dos ygualdades por medio de la su rostro y filosomia no auia defecto.
cabeca, en vna partidura blanca que de nie- Tenia otrosi cleleytoso cuello e affilada
ue semejaua parecer, e los cabellos se ten- garganta, que parescia ser vna pequeña co-
dian de cada parte en gran longura e copia; lumna de fino cristal, no encornado, mas
debaxo de los quales tenia la espaciosa fruen- derecho. El qual en su blancura no demos-
te, blanca e resplandesciente, a manera de traría diferencia de nieue. El qual demos-
vn fino cristal; la qual no era ni punto arru- traría por la espaciosa garganta las delga-
gada, mas lisa y de gracioso parecer. das venas, que bien se esmerauan en la blan-
Tenia otrosi tam bien puestas las cejas, a cura.
manera de dos leuantados arcos tendidos por Tenia otrosi las muy yguales y derechas
la espaciosa frúente, las quales no eran muy espaldas, e los muy fermosos y bien apues-
pobladas de cabellos, antes eran tan delicadas tos bracos, los quales parescian no denegar
en parescer, que representauan dos hilos los dulces abraces. E sus graciosas manos
puestos en arco; debaxo de las quales estaua no eran ni punto villanas, ni gruessas. cu-
el fermoso espacio que departía los ojos de yos dedos eran bien luengos y delgados, y
las sobrecejas, el qual parecía ser en su las vñas parescian ser de marfil. Los quales
blancura a modo de vna poca de leche que bracos, manos y dedos, parescian ser de
fuesse alli congelada. color de nieue.
Tenia otrosi el gracioso parescer y vista Tenia otrosi muy espacioso e blanco pecho,
en que eran dos tetillas a manera de dos
(') Esta descripción que sigue es de los trozos más mancanas; eran agudas, que parescian rom-
bellos que se han escrito en castellano. I per sus vestiduras, que natura auia alli
DON TRISTAN DE LEONIS 457
obrado en su pecho dos pequeñas pelotas. E dia pedir cosa alguna que en ella fallecido
assy considerando con mucha ymaginaoion y fuesse.
estudio todas las fayoioo.es e su derecha es- E assi recontadas por orden todas las her-
tatura de la reyna Tseo, puédese della bien mosuras desta señora, quiero dar fin a mi
dezir que a la natura humana no se po- dezir.

A DIOS GEACIAS

AQUÍ SE ACABA EL LIBRO DEL MUY FAMOSO Y ESFORZADO CAUALLERO DON TRISTAN DE LEONES,
COBREGIDO Y CON MUCHA DILIGENCIA ENMENDADO. OON VNA TABLA MAS QUE EN LOS
ÓTEOS AÑADIDA^ EN LA QUAL POR- NUMERO SE HAZE MENCIÓN DE TODAS SUS
NOTABLES HAZAÑAS. PARA QUE QUALQUIER LECTOR MUY MAS FÁCIL-
MENTE PUEDA HALLAR, POR EL CUENTO DE LAS HOJAS, TODO
LO QUE QUISIERE BUSCAR.&MPRESSO EN LA MUY NOBLE

E MUY LEAL CIBDAD DE S E Ü I L L A . P O R JUAN


C B O N B E R G E R , ALEMÁN, A QUATRO DÍAS
DEL MES DE NoUIENBRE, AÑO DE
MIL Y QUINIENTOS VEYNTE
Y OCHO.

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