Cuando hablamos de un decreto, hablamos de un acto administrativo, emanado por una
autoridad, acerca de un tema de su incumbencia que se manifiesta a través de un acto público –según el diccionario-, es decir, que un decreto es establecido por una persona de autoridad en el ambiente donde el decreto aplica; pero cuando habla de Decretos en la Iglesia, se arma una polémica y muchos dicen que quiénes somos nosotros para decretar algo, si esto lo tiene que establecer gente que tenga niveles de autoridad, porque los decretos sólo los puede dar Dios, y yo quien soy para dar órdenes. Un decreto, tiene que ver con las órdenes que Dios ya dio y que se van a ver públicas por nosotros, esto es porque en la Palabra está establecido según la Palabra, Apocalipsis 1:4-6; Jesucristo al lavarnos con su sangre, nos hace reyes y sacerdotes; entonces la pregunta sería: ¿Será que un rey tiene autoridad sobre un reino? ¿Será que un sacerdote tiene autoridad sobre el mundo espiritual? Ya el Señor nos dio autoridad tanto en lo natural como en lo espiritual, por esa razón hemos sido revestidos de la autoridad necesaria para poder impartir un decreto o para poder anular un decreto que esté en contra nuestra. Cuando Dios hizo la palabra, la hizo para decretar, porque nos da ejemplo en Génesis 1 y 2, Dios habló sus decretos y empezó una transformación en todo el mundo; así que los decretos son también una profecía, y viene de un vocablo griego que quiere decir: antes de hablar, es decir que ocurren sucesos respecto de los cuales ya se había hablado antes, se lanzó el decreto, ejemplo: “sea la luz” y fue la luz. Así que cuando decreto algo en el mundo espiritual estoy esperando que esto se haga una realidad en mi vida, y ¿quiénes pueden decretar? Todos aquellos que están revestidos de autoridad en el mundo espiritual. Debemos entonces aprender que:
1. UN DECRETO TE BENDICE O TE MALDICE (Colosenses 2:14). Satanás había levantado un
acta de decretos en nuestra contra, pero vino el Señor Jesucristo y la anuló, y así el enemigo dice que con tal Acta el enemigo tiene derecho a afectar nuestra vida, por la autoridad que le dimos cuando nosotros estábamos alejados de Dios; indudablemente esto le dio un poder para hacerlo, porque nosotros le otorgamos ese poder y él lo va a usar siempre en contra nuestra, así es como aparecen los decretos de maldición, y el enemigo saca esos decretos de la misma Palabra de Dios, porque obviamente no podrá hacer nada que no esté en la Palabra, y él siempre va a llevarnos a movernos en contra de la Palabra de Dios, para luego exhibir esa Acta de Decretos delante de Dios; y esto ocurre cuando nos descuidamos y cometemos algún pecado que le de al diablo esa autoridad en nuestra contra y de nuestra generación, no podemos descuidarnos. La misma Palabra dice en Deuteronomio 23:2, habla de aquellos que fueron concebidos por fuera del matrimonio, y el enemigo trata de evitarles que accedan a la salvación y uno ve tantas personas luchando por ello, pero no pueden porque hay un acta de decretos que dice: “tú aquí no puedes entrar”, un decreto por eso tiene mucho poder, y cada elemento de pecado, tiene una consecuencia que ya está escrita y todo está en la Biblia, por eso es importante que la conozcamos. Nosotros mismos levantamos actas de decreto de enfermedad, ejemplo: “Aquí voy con mi dolor”, y se apropian del dolor y así el diablo le saca el decreto: “Te has atado con los dichos de tu boca”; por tal razón el mismo diablo tratará de que ese decreto obre en nosotros por nuestra forma de hablar. Obviamente también hay decretos de bendición, Deuteronomio 28: 1-14, decretos por consecuencias de la obediencia, ejemplo Vr. 12; igualmente Isaías 53:5, así que, es importante revisar cuales son los decretos que están sobre nosotros; encontramos que podemos ser altamente prosperados y que somos igualmente totalmente sanados porque Cristo ya llevó nuestras enfermedades. Un decreto va a defender tu derecho o te va a poner bajo una ley; de ahí la importancia de conocer todos esos decretos, a los cuales tenemos derecho y hablar conforme a lo que está escrito y declararlo, creerlo y caminar conforme a esa Palabra. Cuando pensamos en los Decretos, nos referimos a los Diez Mandamientos, y uno puede pensar que sí ha fallado por lo menos a uno de ellos, por tal razón permitimos que se levante en nuestra contra Decretos de maldición, que son, los que no nos dejan avanzar.
2. PARA DECRETAR NECESITAS AUTORIDAD. Hemos recibido la salvación, pero no somos
reyes y sacerdotes por generación espontánea, sino que la Palabra nos dice en Apocalipsis 1:4-6, es decir, que tanto el rey como el sacerdote, deben ser formados; y es por la Palabra que como hijos somos formados. Cuando clamamos a Dios hay mucho quebrantamiento, pero cuando decretamos es diferente, porque allí ya hacemos valer nuestro derecho y nuestra oración se llena de poder, ejemplo cuando decretamos canceladas nuestras enfermedades, nuestras deudas, etc., y así me ejercito en el nivel de la autoridad. Debemos ser formados en la autoridad, a través del ayuno, la oración, el clamor, el servicio; porque el servicio forja humanidad, bien lo dijo Cristo, el que quiera ser el mayor que sea el que más sirve, porque el servicio lo va formando a uno, en el nivel de autoridad, y esto es lo que he visto en mi vida para crecer en niveles de autoridad; que como estoy siempre dispuesto a servir no encuentro insujeción en mi casa, o en mi equipo de trabajo o ministerial, porque la autoridad se va ganando y se va estableciendo en la medida en que tú estés dispuesto a servir; obviamente el servicio no es como a mí me parezca, sino a servir en lo que toque; si no hay cómo ser formado; ese es uno de los problemas que tenemos los varones, la formación sólo viene así, aprendiendo a meterse a servir y cuando tú asumes todos esos retos, entendiendo que Dios allí te está revistiendo de autoridad, de nuevo valor, de corona de rey y de manto de sacerdote, tú empiezas a disfrutar los procesos de formación; porque es ahí donde valoramos lo que es la formación divina, y a valorar lo que es ser autoridad en nuestra casa, como varones de Dios. Entonces nos queda claro que la autoridad es para servir. 3. APRENDER A DECRETAR CON SABIDURÍA. Esa autoridad nos da privilegios, pero también nos hace responsables y para ello necesitamos de la sabiduría, para poder entender que en nuestras manos está el establecer un decreto o derogarlo. Si Dios nos ha dado autoridad para reprender demonios, no es para que tratemos de sacarle ganancias a ello, sino para servir a otros, y este se debe ejercer con sabiduría; la historia cuenta respecto de un profeta llamado Balaam, al cual un rey lo quiso contratar para maldecir al pueblo de Dios, y este profeta no se negó en primera instancia siendo un profeta de Dios, sino que alcanzó a pensar cuánto podría ganar en ello, no obstante, fue a consultar con el Señor, y como era obvio, recibió una reprimenda de parte de Dios por su actuación, y se disculpó con el rey, porque Dios no le había dado permiso, en lugar de negarse desde un comienzo de forma rotunda; el Señor dejó entonces al profeta que hiciera su voluntad razón por la cual, luego hasta el burro en el cual se dirigía a llevar a cabo su cometido, le habló y en lugar de impactarse porque le habló, tuvo que pasar tremenda situación tan insólita para que por fin el profeta entendiera que Dios no estaba en ese asunto; al punto que terminó bendiciendo al pueblo de Israel. En ocasiones debe suceder así, por lo cual no es ninguna garantía creer que por ser un hijo(a) de Dios, ya estamos exentos de todo, y por ello nos descuidamos. El levantar o derogar decretos, necesita que estemos ejerciendo autoridad, de lo contrario no se debe hacer (Hechos 19:13-17), los hijos de Esceva, trataron de imitar los milagros que Dios por mano de Pablo hacia, y en su falta de sabiduría se determinaron a hacerlo, empezaron a reprender demonios y sucedió que los avergonzó, porque no tenían ningún nivel de autoridad. Es la razón por la cual primero se debe buscar aquellos que ya tienen un nivel de autoridad, para que le ayuden a aprender y recibir de ellos sus enseñanzas; por eso debemos ser formados a través de un Encuentro, Escuelas de Liderazgo, Congresos, etc., y aprender a servir, porque es la única forma como podemos adquirir esa autoridad para quebrantar los decretos que Satanás pretende esgrimir en nuestra contra. La sabiduría tiene que ver con estar sujetos a la voluntad de Dios, puedo decretar todo lo que la Palabra me permita hacer, pero el cumplimiento del decreto y el tiempo del cumplimiento sólo depende de Dios porque él es Soberano, y todo será como Él diga, ejemplo, cuando decretamos vida sobre una persona que está enferma, y este muere, porque es la soberana voluntad de Dios que dice si ha de vivir o ha de morir, pero no tenemos el derecho de cuestionar a Dios, porque Él es el Supremo Rey y estamos sujetos a su voluntad y la última palabra la da el Señor.
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