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ARZOBISPADO

DE VALENCIA
VICARÍA DE EVANGELIZACIÓN
COMISIÓN DIOCESANA DE ESPIRITUALIDAD
C/ Avellanas, 12 · Telf: .96 315 82 09 · 46003 Valencia

La espiritualidad de las comunidades cristianas


en el contexto de las opciones políticas
P. Vasyl Boyko
“Revestíos del hombre nuevo...como elegidos de Dios,
santos y amados...
Revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección”
(cfr.Col.3,3-17).
“Revestíos más bien del Señor Jesucristo” (Rom.13,14)
Año de la misericordia
Despertar espiritual de nuestro tiempo
Año de misericordia tendría que llevarnos a la verdadera espiritualidad, y
verdadera espiritualidad siempre va acompañada por la misericordia.
Papa Francisco habla de la confesión, es el tiempo de renovar con fuerza este
sacramento, nadie hoy tiene vergüenza de descubrir públicamente sus pecados, solo
tiene vergüenza de reconocer les ante Señor en el confesionario. Experimentar la
misericordia de Dios.
Año de la misericordia coincide con una fuerte persecución de los cristianos en
todo el mundo (lo menciona David Cameron, Angela Merkel y papa Francisco) como
podemos nosotros aprender de esta fe que prefiere perder todo y no perder su
amistad con Cristo.
Una madre valiente que es Asia Bibi tantos sufrimientos por no hacer
apostasía, separada de sus hijos, de su casa solamente por su fe. Podemos pensar
aquí que poca influencia tiene ONU o impotencia para hacer este mundo mas libre.
O en Ucrania donde sacerdotes católicos de rito latino o bizantino tenían que
abandonar la península Crimea por no poder renovar los papeles y dejando las
comunidades abandonadas, porque se da preferencia a los ortodoxos de Moscú, o
en territorio pequeño del este de Ucrania gobernadas por los que traen así llamado la
“la paz rusa” donde se da preferencia a unos y los demás cristianos o tienen que huir
o esconderse.
Pensando en todos ellos podemos ver que las personas necesitan misericordia
de las instituciones internacionales, necesitan misericordia de sus compatriotas, del
mundo entero que se olvide un poco de sus problemas y mira los terribles
sufrimientos de nuestros vecinos. Pero parece que políticos no se interesan
demasiado promover la misericordia en todos niveles, siempre hay elegidos
homosexuales feministas y basta.
Pensar quanta misericordia necesitan hoy los niños pero lo que se les propone
el olvido total de Dios en colegios y en sus familias, y consecuencia son suicidio,
drogas, mala convivencia, botellones. Vivimos en un mundo poco misericordioso, y
Iglesia puede promover todavía la misericordia en muchos niveles, obligar casi que

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los políticos proponen también un año de misericordia con sus leyes y su modo de
actuar.
Y porque espiritualidad tiene muchas dificultades?.
Un termómetro para medir la temperatura espiritual de nuestro tiempo lo
encontramos en las resonancias psicológicas de las palabras espiritualidad y
santidad.
Mientras el término espiritualidad suscita la idea de un jardín inútil o de un
peligroso refinamiento aristocrático, "cuando se habla de santidad —observa P.
Evdokimov— se produce una especie de bloqueo psicológico. Se piensa en los
gigantes: en los eremitas o monjes, tan sepultados unos en sus cavernas y tan
instalados los otros en sus monasterios, que, cual 'iluminados' e `iguales a los
ángeles', no parecían ya seres de este mundo. La santidad se diría superada o
perteneciente a un mundo que se ha vuelto extraño, inadaptable a las formas
discontinuas y al ritmo entrecortado de la vida moderna. UN MONJE hoy ya ni
siquiera suscita curiosidad; más bien nos empuja a preguntarnos: ¿Pare qué sirve
eso? Al santo se le mira como una especie de yogui o, más brutalmente, como un
enfermo, un inadaptado y, en todo caso, como un ser inútil"'.
Como se vive hoy la espiritualidad.
El itinerario espiritual del laico –como el de todo cristiano- arranca desde el
Bautismo y supone esencialmente una “nueva creación”, un “revestimiento de
Jesucristo” Unos apuntes que tienden a provocar la respuesta de los laicos a partir de su
propia experiencia cristiana:
cómo viven ellos su itinerario bautismal, su responsabilidad eclesial, su compromiso
cristiano con el mundo. Qué significa para ellos tomar cada día su cruz y seguir al Señor,
amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, vivir en el mundo las
bienaventuranzas evangélicas.
Textos de San Pablo relativos al Espíritu:
“ releer todo el Cap. 8, en una constante referencia al CRISTIANO que vive
particularmente inmerso en “los sufrimientos del tiempo presente” y en medio de una
creación, redimida en esperanza pero todavía sujeta a esclavitud, que “desea vivamente
la revelación de los hijos de Dios” y que vive “en la esperanza de ser liberada de la
servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. l
Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Rom. 8,14)
¡Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gal.5,-25)
Mucho también depende de los cristianos, nuestras obras, pueden influir en los
leyes de los estados. Pablo dice: “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz” (Gal.5,22). La
paz –fruto de la verdad, de la justicia y del amor- es, antes que nada, don de Dios; hay
que obtenerlo con la oración y la conversión.

La teología de la cruz
“Yo sólo me glorificaré en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo
está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo” (Gal.6,14).

El cardenal estadounidense Timoti Dolan en una entrevista afirma “yo no, pero mi
sucesor acabara o en el cárcel o martirizado por la fe en Cristo”. Ya hay muchas
persecuciones pol llevar la cruz, quitar símbolos de las escuelas, por no casar parejas
homosexuales. Hay muchas leyes que nos obligan a elegir entre Cristo o sufrimiento
moral o físico. El mismo cardenal en el sínodo de la familia 2015 en octubre dice “hay que
proteger la nueva minoría en la Iglesia, aquellos que qieren ser fieles al Evangelio”.
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Y la nuestra respuesta es La esperanza Pascual: el cristiano puede que ser en el
mundo testigo del amor de Dios y profeta de esperanza.
No el hombre que ilusiona fácilmente a sus hermanos; sino el hombre que sabe
descubrir, desde la fe y la oración, las causas profundas del dolor y se compromete
generosamente a remediarlas. El hombre que grita que Cristo resucitó y vive. La
esperanza no sólo ilumina la cruz, sino que la convierte en semilla de resurrección y de
vida. Una teología de la cruz es necesariamente una teología de la esperanza. La difícil
situación actual –tan marcada por los signos negativos del hambre y la miseria, la
injusticia, la opresión y las torturas, la violencia, el terrorismo y la guerras- es un
dramático desafío a la esperanza cristiana. “Aquella esperanza que no falla, porque el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado” (Rom.5,5).
La esperanza nos ayuda a valorar el tiempo y las cosas temporales: ayuda a
descubrir la riqueza del “hoy” y del “aquí” del Reino. Pero, al mismo tiempo, nos ayuda a
superar este mundo que pasa. La esperanza está conectada con el Espíritu que habita en
nuestro corazón, con los “sufrimientos del tiempo presente” y “con la gloria que se ha de
manifestar en nosotros”(cfr. Rom.8,18).
La esperanza cristiana supone dos cosas tener una gran capacidad contemplativa
para releer evangélicamente los nuevos signos de los tiempos y seguir creyendo en la
actualidad del mensaje de Jesucristo crucificado “fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1
Cor. 1,24). Pero es el Espíritu Santo –que nos “guiará hasta la verdad completa” (Jn.
16,13)- quien nos abrirá plenamente la verdad sobre Cristo y sobre el hombre.

Espiritualidad de comunión. Ir juntos!

Ante todo, comunión con Dios por Jesucristo en el Espíritu. Lo cual supone una
profunda vida de oración. ¿Es posible el silencio y realizable el desierto? Sí, en la medida
en que el silencio no sea una evasión y el desierto un refugio. El silencio es el espacio
donde se acoge la Palabra; el desierto es el ámbito donde se experimenta la fuerza del
Espíritu (la lucha y la victoria, la tentación y la gracia). Lo importante es que el Espíritu
cree en nosotros capacidad contemplativa, instale el desierto en nuestro corazón.
Cuando hablamos de espiritualidad de comunión subrayamos, también, la generosa
disponibilidad para asumir en la Iglesia su corresponsabilidad participativa. A veces la
participación falta porque los clérigos no ofrecemos o alentamos espacios; a veces,
porque los laicos mismos prefieren la pasividad y dejarse simplemente conducir. Una
espiritualidad de comunión y de participación supone, en el laico, fortaleza y coraje para
asumir su responsabilidad eclesial.
Supone, también, capacidad para saber morir a proyectos personales o de grupo, a
fin de entrar plenamente en una pastoral de conjunto, diocesana o parroquial. La
comunión se hace luego más amplia y universal y abarca a toda la comunidad humana: la
Iglesia camina con los hombres, como signo e instrumento de salvación.

- como toda la Iglesia, el laico vive de la Palabra de Dios y de la Liturgia.

El tiempo de clandestinidad no solamente nos trajo sufrimiento y persecución sino


también ha descubierto el gran valor de los cristianos de proteger su fe, no tener miedo a
la tiranía de estado soviético. Iglesia ha salido mas fuerte, y de esto dan testimonio
vocaciones a la vida religiosa, sacerdocio.
También nos ha permitido hasta los años 90 no hacer cambios bruscos en la Iglesia,
construir una Iglesia como una sala de cine, tirar iconos, con tranquilidad aplicar ahora

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todo bueno que propone concilio Vaticano, como lengua en liturgia como ser abiertos al
ecumenismo sin huir de la virgen María.
Pero como nos advertido papa Juan Pablo, en 2001 en misa de Lviv, “habéis
vencido muy valiente el comunismo, pero viene algo mas peligroso, que es consumismo y
vencerlo será muy difícil”. Esto experimentamos ahora mismo recibimos poquísima ayuda
de Europa en el guerra con la Rusia, pero en el mismo tiempo Europa no se olvida de
presionar el parlamento y gobierno para que promueven muy rápido la leyes de genero,
de homosexuales, en el mismo tiempo cuando por la guerra no reciben ayuda los
enfermos con tuberculosis, niños en los orfanatos no tienen comida necesaria.
El cristiano trata de escuchar en silencio la Palabra de Dios, de acogerla en su
pobreza y de realizarla en gozosa disponibilidad. Es la bienaventuranza de María:
“Felices, más vale, los que escuchan la Palabra de Dios y la realizan”. Esto exige en el
laico mucho silencio y pobreza, exige, también, fidelidad a todo el Evangelio y una lectura
comunitaria de la Palabra de Dios. No basta que sea leída; tiene que ser acogida,
gustada contemplativamete y comunicada. Cada discípulo de la Palabra se convierte
enseguida en profeta (falta mucho profetas hoy) y en testigo (incluso mártires): la Palabra
de Dios es transmitida, por la fuerza del Espíritu, a través de la palabra, de los hechos y
la vida del discípulo-servidor y del testigo-profeta. “La Palabra de Cristo habite en
vosotros con toda su riqueza” (Col.3,16).
La Palabra lleva a la Liturgia. La prepara, la ilumina, la actualiza. El Pan de vida –
bajado del cielo para la vida del mundo y aceptado en la fe- se convierte para nosotros en
Pan de la Eucaristía. Una verdadera Eucaristía no sólo nos transforma en Cristo y nos
diviniza, sino que nos hace más hermanos y servidores. Año de la misericordia, no solo
recibir, pero también compartir.
Cada sacramento tiene una esencial dimensión de compromiso con la historia. La
espiritualidad del cristiano vive de la riqueza fecunda del Bautismo, de la Confirmación y
de la Eucaristía: cada día más hijos, más testigos, más hermanos; cada día más
presencia transparente y salvadora de Jesús. El Sacramento del matrimonio significa
para el laico una fuente especial de santidad y nos trae sus exigencias específicas. Un
modo concreto de vivir la caridad.
El cristiano no sólo vive de una Palabra recibida y de una Liturgia celebrada en la
comunidad. La misma comunidad cristiana es la mejor escuela de crecimiento espiritual:
sea una comunidad eclesial de base, sea una parroquia, sea la diócesis. Pienso que la
mejor escuela de formación es la Eucaristía dominical. Allí se acoge comunitariamente la
Palabra de Dios y se ilumina la realidad concreta de la semana; allí se vive
comunitariamente el Misterio Pascual de Jesús que hace fecunda nuestra cruz y
engendra nuestra esperanza. Pero hace falta que la celebración eucarística sea
verdadera: llena de la gloria de la Trinidad, del sufrimiento de los hombres y del
compromiso de los cristianos:

La pertenencia a una comunidad.


Ya hablamos de esto, pero ahora me interesa subrayar la idea de “la comunidad de
los discípulos”; porque es al interior de ella donde se manifiesta el Señor y se comunica el
Espíritu para el crecimiento en la santidad y la fecundidad de los frutos. “La gloria de mi
Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos”. (Jn. 15,8).
Jesús llama a los que él quiere y los agrupa en torno a su Persona. El es el Maestro y
Señor. Forma una comunidad de discípulos, entre los cuales luego instituirá a “los Doce”
(cfr. Mc. 3,13-19; Lc. 6,12-16). Jesús los instruye en los secretos del Reino y los prepara
para la misión; esa comunidad privilegiada es testigo de la oración de Jesús, de su
ministerio apostólico, de sus milagros; es, sobre todo, testigo de su pasión y muerte, de
su resurrección y ascensión a los cielos. En Pentecostés, el Espíritu Santo consumará la
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unidad interior y misionera de esa comunidad de discípulos, que permanecerán fieles “a
la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” .
¿Cuál es, para el laico, la comunidad de los discípulos donde vive cotidianamente su
experiencia del amor de Dios y del sufrimiento de los hombres? ¿Dónde percibe
inmediatamente el laico el dolor de sus hermanos y la presencia esperanzadora del Cristo
de la Pascua? En su familia (“iglesia doméstica”), en su comunidad eclesial de base, en
su parroquia. Pero hay, también, un lugar privilegiado donde el laico siente esta presencia
de Jesús y su invitación al crecimiento interior y a su misión evangelizadora: son las
diferentes asociaciones y movimientos.
El cardenal Ratchinger en una entrevista hablaba de renovación de la Iglesia a
través de pequeñas comunidades de los cristianos. Nadie tiene fuerza necesaria para
destrozar la Iglesia “ni el infierno” ni los hombres solo los cristianos que no viven su fe
viva en Cristo. Escándalos continuos que siempre salen del Vaticano, corrupción y afán
de poder la debilitan pero no la destruirán.
Lo que ha pasado en antiguo mundo soviético, lo mismo pasa hoy en china,
comunidades clandestinas, pero con una fe muy profunda. Ejemplo KGB han preso un
sacerdote y hacen una interrogación y le obligan que escribe sobre su actividad pastoral,
y cuando viene el jefe y le explica como tiene que escribir el sacerdote le pregunta si
tiene que también mencionar el bautizo de su hijo en la clastinidad (el lo ha reconocido).
Esto lo mismo pasa en China y en otros países, Cristo siempre encuentra una persona y
la fe puede crecer. Fundar una Iglesia que es fiel al estado como paso en Union Sovietica
o ahora pasa en China. Es otra opción prohibir y perseguir o encabezar el proceso de una
fe obediente.
Me preocupa muchísimo quien puede salir como nuevo presidente en Estados
Unidos. Señora Klinton ya ha hecho unas promesas muy peligrosas (basta recordar la ley
de Obama que obliga financiar los abortos) ella promete obligar cada religión aceptar
todo que acepta el estado o desaparecer como antiguos y que provocan los conflictos. En
un mitin ha comparado con los terroristas aquellos que defienden todavía la vida próvida.
O aquí en España PSOE I PODEMOS optan por fuerte laicismo, promover leyes
que obligaran callarse o te van a considerar como uno que perturba gravemente la paz de
la sociedad. La palabra clave será la paz, pero la paz falsa que es fuera de Dios.
Muchos niños ucranianos aquí en España sienten acoso no solamente de los otros
niños, pero también de los profesores cuando reconocen en clase su fe o prácticas
religiosas en sus casas. Lo mismo cuentan mayores en el trabajo. Una sociedad que
prefiere no oír ni ver nada que está relacionado con Dios.
El Espíritu Santo los ha multiplicado providencialmente en estos últimos años; pero
hay que cuidar que sean verdadera “comunidad de discípulos”, expresión de una Iglesia
comunión. En el interior de cada movimiento o asociación el Espíritu Santo guiará a una
sapiencial penetración en el Misterio de Cristo, a una más fuerte y dinámica comunión
eclesial, a una más comprometida y salvadora presencia en el mundo. Todo esto supone
un proceso de constante conversión renovada fidelidad a Jesucristo.
La apertura de la espiritualidad al arte y a las demás categorías o actividades
análogas del hombre es más necesaria que nunca para el futuro. Si ha de sobrevenir el
fin del mundo por causa, según Dostoievski, no de las guerras, sino de un aburrimiento
general e insoportable cuando aparezca el diablo de un bostezo de dimensiones
mundiales, podemos prever entonces con este autor que "la belleza salvará al mundo".
Como decía papa Benedicto la belleza de la CRUZ.

Quiero terminar con este augurio de San Pablo a todos los laicos de Tesalónica:
“Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el
alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es el que os llama y es él quien lo hará.” (1Tes. 5,23-24).
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