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Para nosotros el evangelio designa ya el escrito que narra la vida de Jesús, ya el pasaje
del mismo que se suele leer en la misa. En griego profano, evangelio significaba «buena
nueva», particularmente anuncio de victoria. La paz romana, los principales
acontecimientos de la vida del emperador, dios y salvador, se celebraban como otros tantos
evangelios. Sin embargo, la palabra «evangelizar» fue tomada sin duda por el lenguaje
cristiano, del AT, con el sentido particular que ya entonces poseía: anunciar la salvación.
I. ANTIGUO TESTAMENTO
El hebreo disponía de una palabra para significar el anuncio de las buenas nuevas, de la
vida privada o nacional: muerte de un enemigo 2Sa 18,19s.26, la victoria Sal 68,12, la salvación
de Judá Nah 2,1. Esta palabra adquiere valor propiamente religioso en Is 40-66. El «mensajero
de buena nueva» anuncia entonces con el fin del exilio la venida del reino de Dios Is 52,7: su
mensaje es consolación, perdón del pecado, vuelta de Dios a Sión 40,1s.9. Este «evangelio»
es una fuerza divina en acción 52,1s. Gritado sobre la montaña 40,9, interesa a todas
las naciones 52,10 Sal 96,2. Rebasa incluso el horizonte del siglo. Más allá del retorno del
exilio, anuncia la victoria y el reinado definitivos de Dios.
II. JESÚS
1. El mensajero de buena nueva.
2. La buena nueva.
«Cumplido es el tiempo y el reino de Dios está cercano» Mc 1,15, esto es lo esencial del
mensaje. Pero esta vez la persona misma del mensajero se convierte en el centro de la
buena nueva. El evangelio es Jesús Mc 1,1. Los ángeles anunciaron su nacimiento como un
evangelio Lc 2,10s. Con él está presente el reino de Dios Mt 12,28. El que abandone todo a
causa de Jesús y «a causa del evangelio» recibirá «desde ahora el céntuplo» Mc 10,30. Así
se ve a las muchedumbres correr presurosas en torno al mensajero de buena nueva y
esforzarse por retenerlo. Pero el evangelio debe propagarse: «también a las otras ciudades
debo anunciar la buena nueva del reino de Dios, pues para eso he sido enviado» Lc 4,43.
Jesús resucitado prescribe a sus apóstoles que «vayan por todo el mundo a proclamar
el evangelio a toda la creación» Mc 16,15, «a todas las naciones» Mc 13,10. El libro de los
Hechos describe las etapas de esta proclamación (o kerygma). Pese a los obstáculos, la
buena nueva se extiende «hasta los confines de la tierra» Act 1,8. Por la gracia del Espíritu,
la Iglesia la anuncia «con seguridad» 2,29 4,13.31 28,31. Esta función es tan importante que
basta para calificar a los que la desempeñan; así, al diácono Felipe se le llama
«evangelista» Act 21,8 Ef 4,11 2Tim 4,5.
2. El mensaje.
La buena nueva es siempre la del reino de Dios Act 8,12 14,21s 19,8 20,25 28,23; anuncia que
«se ha cumplido la promesa hecha a nuestros pares» 13,32. Es gracia de perdón, don del
Espíritu 2,38 3,26 10,43 13,38 17,30. Pero ahora es ya igualmente «la buena nueva de
Jesús» 8,35 17,18, «del nombre de Jesucristo» 8,12, «del SeñorJesús» 11,20, «de la paz por
Jesucristo» 10,36. La resurrección de Cristo pasa al centro del evangelio.
Pablo es el hombre del evangelio por excelencia. Dios lo «puso aparte para el
evangelio» Rom 1,1. Le reveló a su Hijo para que «lo anunciara entre los paganos» Gal 1,15s.
Le «confió el evangelio» 1Tes 2,4. «Ministro» del evangelio Col 1,23, siente el deber de
anunciarlo 1Cor 9,16, tributando así a Dios «un culto espiritual» Rom 1,9, ejerciendo una
«función sagrada» Rom 15,16.
2. El mensaje.
A este evangelio lo llama Pablo ya el evangelio, sin más, ya el evangelio «de Dios», «de
su Hijo Jesucristo, nuestro Señor» Rom 1,3ss.9, «de Cristo» Rom 15,19s 2Cor 2,12, «de la gloria
de Cristo» 2Cor 4,4, de su «insondable riqueza» Ef 3,8.
El evangelio sólo ejerce su virtud salvadora si el hombre le responde por la fe: «Es fuerza
de Dios para la salvación de todo creyente... En él se revela la justicia de Dios de la fe a la
fe» Rom 1,16s 1Cor 1,18.20. Es el punto de una opción. Desplegando en la debilidad su fuerza
salvadora y prolongando el misterio de la cruz 1Cor 1,17-2,5, para unos es escándalo,
«locura» 1Cor 1,18.21.23 Rom 9,32s Gal 5,11, «permanece velado»: éstos, cegados por «el dios
de este mundo», «no ven resplandecer el evangelio de la gloria de Cristo» 2Cor 4,4. No
le obedecen 2Tes 1,8. Los otros, en cambio, reciben el evangelio en «la obediencia de la
fe» Rom 1,5 2Cor 10,5. En la gracia del evangelio «se abren al evangelio de la gracia» Act 20,24.
V. SAN JUAN
VI. CONCLUSIÓN