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430 DERECHO DE SUCESIONES

pero otros piensan que mal podría ser así, toda vez que el mandato
se extingue con la muerte del mandante (ord. 32 del arto 1.704 CC)
y, en cambio, el albaceazgo precisamente comienza cuando tal cosa
ocurre. Un segundo grupo doctrinario mantiene que el albacea es
mandatario de los herederos, en razón de que ellos -a su vez- son
los continuadores del causante y las personas a cuyo cargo estaría
el cumplimiento de los legados y cargas de la herencia, de no
haberse designado un ejecutor; pero también ha resultado compli-
cado defender esa posición, puesto que el testamentario no actúa
en realidad por los herederos y en beneficio de ellos, sino más bien
en su contra (precisamente porque, en términos generales, se trata
de que el de cujus desconfía de sus sucesores universales). De ahí
que otros autores se pronuncien en el sentido de que los mandantes
del albacea son los legatarios; sin embargo, al respecto cabe
argumentar que los sucesores particulares no han nombrado al
albacea, de ahí que parezca muy cuesta arriba considerar que éste
los representa y, además, que el testador puede designar albacea
aunque no haya nombrado legatarios, por lo cual resulta absurdo
sostener que el ejecutor representa a alguien que no siempre existe.
Un último grupo afirma que el albacea simplemente representa la
herencia, es decir, al caudal relicto, abstracción hecha de sus
titulares; tal criterio, empero, se basa en la suposición de que el
patrimonio hereditario tiene de por sí personalidad jurídica -para
poder ser sujeto pasivo de representación- lo cual carece de toda
base y fundamento, en sistemas legales como el venezolano.
Un sector más moderno de la doctrina, por su parte, estima
que el albaceazgo nada tiene que ver con el mandato, sino que se
trata de un cargo o de una función de índole privada, que se
gobierna exclusivamente por las disposiciones del testador y por las
de la ley (8).
Cuando menos a primera vista, parecería que le albacea,
efectivamente, es una especie de mandatario póstumo del causante,
encargado por él de cumplir o de velar por el cumplimiento de los
legados y demás cargas establecidas en el testamento; pero, en todo

8 Dicha última corriente ha sido acogida por el CC italiano de 1942 (art. 700 y
sigs,).
En relación con las distintas tendencias doctrinarias sobre la naturaleza del
albaceazgo, que acabamos de resumir, cfr.: Pacifici-Mazzoni, op. cit., T. VIII, nº
171, pp. 449-456; Ricci, op. cit., T. VIII, nº 445, pp. 707-709; De Ruggiero, op.
cit., T. 11, Vol. 11, pp. 519-520; Polacco, op. cit., T. 1, pp. 500-505; Messineo,
op. cit., T. VII, nº 188, 5 bis, pp. 189-190; Planiol & Ripert, op. cit., T. V, nº 676,
pp. 727-728; De Page, op. cit., T. VIII-2, nos. 1330-1332, pp. 1427-1429; Castán
y Tobeñas, op. cit., T. VI, Vol. 11,pp. 365-370; T. Kipp, Derecho de Sucesiones,
trad. R.M. Roca S., Bosch, Barcelona, 1951, T. 11(T. V, Vol. 11 del Tratado de
Derecho Civil de 1. Ennecerus, T. Kipp Y M. Wolft), nº 116, pp. 213-215; etc.

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