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El problema del lenguaje, María Mercedes Risco

La experiencia es siempre experiencia “de” algo. Igualmente las palabras tienen sentido cuando
se refieren a algo. Esta “intencionalidad” es la que nos permite entablar una relación entre
lenguaje y realidad.

De las innumerables definiciones de lenguaje que la lingüística y la filosofía proveen, en todas


se destaca un hecho común: el signo lingüístico o sonido articulado, remite a algo distinto de sí
ya sea, cosas, hechos, imágenes, pensamientos, conductas, procesos, etc.

En un sentido muy amplio, podemos caracterizar el pensamiento como la representación de la


realidad, y con ello advertir que todo pensamiento es siempre de algo, o hace referencia a algo,
y que, por tanto, comparte la estructura intencional, como anteriormente lo señalamos, del
lenguaje y la experiencia.

La filosofía hoy discute si es posible o no distinguir entre pensamiento y lenguaje. Pero cada
interpretación, al igual que las del signo lingüístico, está vinculada a los distintos modos de
interpretar qué se entiende por realidad; o sea, con el problema metafísico, Es redundante
afirmar que toda respuesta a esta pregunta determina una concepción de la realidad y, por
tanto, del hombre. Pero en lo que respecta al tema que aquí nos ocupa, mostraremos las
propuestas más abarcadoras que pueden darse de ella. Así, afirmar que el lenguaje expresa el
pensamiento implica ya haber elegido una.

A continuación estudiaremos tres propuestas de relación entre pensamiento y realidad:

La propuesta realista

Entre sus representantes se sitúan filósofos tan distantes como: Aristóteles y san Agustín,
Platón y Locke.

Las tesis principales que compartes los filósofos denominados “realistas” son las siguientes:

1. Las cosas existen fuera e independientemente de la conciencia del sujeto que las
conoce.
2. El pensamiento es una representación de la realidad o del modo como las “cosas”
afectan al sujeto.
3. El lenguaje es el instrumento o medio de representación simbólica del pensamiento,
principalmente con fines comunicativos.
4. La experiencia de la realidad es el objeto de nuestro pensamiento y lo determina.
5. El pensamiento es condición del lenguaje pero no lo determina unívocamente. Se
afirma un pensamiento universal (o general), el mismo para todo el género humano y
la existencia de numerosas lenguas particulares que expresan el pensamiento.
6. A través del lenguaje conocemos la estructura de nuestro pensamiento.
7. Dado que el objeto de pensamiento es la experiencia del mundo y que el lenguaje es la
representación del pensamiento, se considera que, en última instancia, el lenguaje es
la representación de la experiencia de la realidad.
8. Se sostiene una primacía del pensamiento sobre el lenguaje debido a que el
pensamiento mantiene una relación “inmediata”, o representativa (en el sentido antes
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mencionado de la representación) con la realidad, mientras que la relación del


lenguaje con la realidad es mediata.
9. Se considera que es posible hablar acerca de lo real gracias a que el hombre tiene la
capacidad de hacer signos que representen aquello que de la experiencia ha sido
captado por nuestro pensamiento.
10. Se equipara los pensamientos (imágenes, ideas, conceptos o juicios) con el sentido de
las palabras.

La propuesta idealista

Dentro de esta propuesta ubicaremos a todos aquellos pensadores que, de un modo u otro,
adhieren a lo que, desde Whorf, se llama la “teoría de la relatividad lingüística”. Esta teoría
tiene sus antecedentes más importantes en Humboldt y, posteriormente, en Sapir. Whorf,
discípulo de Sapir, elaboró con su maestro la famosa tesis conocida como la tesis Sapir-Whorf, y
que Max Black sintetizó en diez puntos fundamentales:

1. Las lenguas entrañan modos de hablar, sistemas lingüísticos distintos que se traducen
en diferentes modos de expresar el pensamiento y la experiencia.
2. El hablante tiene una peculiar concepción del mundo.
3. El hablante organiza la experiencia a partir de un determinado sistema conceptual.
4. El sistema lingüístico determina parcialmente el sistema categorial y
5. Parcialmente también la pertinente concepción del mundo.
6. La realidad consta de un “flujo caleidoscópico de las impresiones”.
7. Los hechos percibidos son función de la lengua particular en que se enuncia.
8. La gramática no refleja la realidad sino que varía con cada lengua
9. La lógica no refleja la realidad sino que varía con cada lengua.
10. La naturaleza del universo es función de la lengua particular en que se enuncia

La propuesta de la filosofía del “lenguaje ordinario”

Esta propuesta incluye a pensadores que, de un modo u otro, fueron influidos por la
concepción del lenguaje de Ludwig Wittgenstein, en su obra Investigaciones Filosóficas.
Especialmente abocados al estudio del lenguaje ordinario, su foco de atención fue tratar de
dilucidar qué hacemos con las palabras cuando hablamos. Entre sus representantes más
importantes podemos mencionar a Gilbert Ryle, Peter Strawson y John Austin.

En líneas generales, comparten las siguientes tesis:

1. Se abocan a un estudio del “lenguaje ordinario” que tiene como base la experiencia
sensible.
2. Realizan este “análisis” a partir del tema del significado.
3. Sostienen que el significado de las palabras consiste en el “uso” que se hace de ellas.
4. Rechazan todo lo mental o interior y todo aquello que no se puede verificar por medio
de la experiencia .
5. Suponen que el problema del significado plantea las relaciones entre lenguaje y
realidad.
6. Consideran que la naturaleza del lenguaje es convencional.

El giro lingüístico de la filosofía y la filosofía contemporánea del lenguaje


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En qué medida el lenguaje condiciona el pensamiento es una cuestión que empezó a advertirse
en la modernidad. Especialmente por aquellos que tuvieron una actitud de desconfianza
respecto al lenguaje y a su posibilidad de transmitir o comunicar fielmente nuestro
pensamiento. La crítica sobrevino de la mano de los filósofos empiristas, quienes fueron los
primeros en denunciar que el lenguaje levanta un velo entre el hombre y la realidad.

Más tarde, en el siglo XIX, los filósofos tomaron conciencia del entrelazamiento entre lenguaje
y pensamiento, y empezaron a considerar esto como una variable ineludible para hablar de la
experiencia o constitución del mundo. Desde ese momento, se produjo entonces una radical
transformación en la filosofía conocida en su literatura como “el giro lingüístico de la filosofía”.

Según Lucía Piossek Prebisch es Friedrich Nietzsche quien, en el marco de su crítica a la


metafísica occidental, a la que identifica con el Platonismo, plantea con extrema radicalidad el
problema del lenguaje cuando, en Sobre Verdad y Mentira en sentido extramoral, se pregunta:
¿qué es una palabra? Con su respuesta desencadenó el proceso de “desenmascaramiento” de
las pretensiones que dicha metafísica llevaba implícita. E incluso califica a su propia filosofía
como “platonismo invertido”.

Nietzsche denuncia la doble coacción que ejerce el lenguaje. Una coacción semántica, de la
palabra con la cosa, y una coacción estructural, del lenguaje sobre el pensamiento,
convirtiendo así al lenguaje en un genuino obstáculo de la libertad de pensar. Y es
precisamente ésta una de sus principales contribuciones a la filosofía: el haber hecho tomar
conciencia de la linguisticidad de nuestro pensamiento.

Haciendo frente a esta perspectiva, según la misma intérprete, Hans Georg Gadamer considera
que el condicionamiento del pensar por el lenguaje es la condición de posibilidad de nuestra
comprensión del mundo y no un obstáculo que interfiera en dicha comprensión. El lenguaje se
presenta como el depositario de nuestra historicidad, pues nos instala en el mundo para
comprenderlo. Y por ello es el fundamento de nuestro pensamiento.

Por tanto, en oposición a la actitud escéptica promovida por la tesis nietzscheana, si bien
Gadamer reconoce el influjo del lenguaje sobre el pensamiento- sostiene Lucía Piossek-, no
obstante, en una actitud más positiva que la de Nietzsche, el filósofo defiende la exigencia de
universalidad del comprender y del hablar y afirma, por tanto, que no hay límite alguno en el
diálogo interior del alma consigo misma.

Así, en el siglo XX finalmente se consolida la “filosofía del lenguaje” como disciplina filosófica.
El problema del lenguaje adquiere una gravitación tal entre los filósofos que para muchos es
considerado el problema “eje” de la filosofía contemporánea. Las cuestiones en torno a las
cuales gira la reflexión son tan variadas que se hace difícil su clasificación. Y ello principalmente
por las diferentes concepciones del lenguaje desde las cuales se las aborda.

José Ferrater Mora señala por lo menos cinco respectos a partir de los cuales se pueden
examinar las doctrinas contemporáneas sobre el lenguaje:

1. Las doctrinas pragmatistas ven al lenguaje fundamentalmente como un instrumento.


2. Las doctrinas “existenciales” consideran al lenguaje especialmente como “lenguaje
humano” y como “manifestación de la persona”.
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3. Las doctrina lógico positivistas y lógico-atomistas dan especial importancia a la


formalización de los lenguajes.
4. Las doctrinas que se interesaron por el análisis del “lenguaje corriente”, consideran al
lenguaje como una función del “uso” que se hace del mismo, y finalmente,
5. Las doctrinas que examinan al lenguaje desde el punto de vista de la teoría del
símbolo y del simbolismo.

También cabe señalar los importantes desarrollos en el siglo XX de la lingüística, la semiología,


y la psicología del lenguaje como, asimismo, los avances de la informática y la cibernética. Todo
ello ha contribuido al enriquecimiento de la disciplina, tanto por la incesante demanda de sus
cuestionamientos, como por los valiosos aportes de sus desarrollos.

Semántica filosófica

Por último, vamos a considerar la importancia de la semántica en el estudio filosófico del


lenguaje. Charles Morris divide la ciencia de la Semiótica en tres partes:

 La sintaxis: que estudia la relación de los signos entre sí;


 La semántica: que estudia la relación de los signos con las cosas;
 La pragmática: que estudia la relación del signo y el sujeto que lo usa.

La semántica alude entonces a la relación entre las palabras y las cosas. Su problema
fundamental es el del significado. Por un lado, supone la distinción entre el signo (oral o
escrito), lo que significa (el significado o sentido) y el objeto (al que hace referencia). Por otro
lado, supone además dos relaciones: la relación entre el signo y el significado y la relación
entre el significado y el objeto, o la relación de verdad. Según Niels Egmont Christensen, las
distintas respuestas a la pregunta: ¿qué es el significado? Implican distintos modos de
comprender estas distinciones y relaciones.

En Sobre la naturaleza del significado, el autor presenta cuatro respuestas a esta pregunta:

1. Aquella que identifica el significado de una expresión con el objeto o hecho de su


referencia. Representantes de esta teoría son R. Carnap y D. Rynin.
2. La que equipara el significado con la imagen (idea) o proceso interno, es decir, con
realidades mentales que acontecen en la mente del que habla cuando éste pronuncia
una palabra. Representantes de esta teoría son D. Hume, y B. Russell.
3. Aquella que considera que el significado de una expresión no es un objeto externo ni
una idea, sino un tipo de entidad abstracta. Representantes de esta teoría son G. Frege
y A. Church.
4. La que afirma que no existe ninguna entidad que pueda identificarse como el
significado de las palabras, sino que más bien este depende del uso o de la función de
las palabras en un contexto determinado. Representantes de esta teoría son
Wittgenstein y Ryle.

Christensen realiza una crítica a las cuatro concepciones del significado mostrando sus
limitaciones y ventajas.

La primera es la más limitada porque reduce el significado de las palabras a la existencia de los
objetos a los que ella se refieren, con lo cual quedarían fuera del universo significativo todas
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aquellas palabras que no hacen referencia a algún objeto susceptible de ser comprobado
empíricamente. Asimismo, confunde significado y verdad.

La segunda presenta la dificultad de que con ella el significado queda limitado a la


particularidad y subjetividad de las imágenes o procesos que se producen de modo distinto en
cada sujeto hablante.

La tercera tiene el serio problema de determinar la naturaleza del tipo de entidades que son
los significados, es decir, si existen en el sujeto, pero sin ser por ello particulares y subjetivos, o
bien, si existen independientes del sujeto en algo así como un tercer reino, solución que
adolece de las mismas dificultades en que incurre el platonismo.

La cuarta tiene la dificultad principal de que el significado se relativiza por estar siempre
limitado a un contexto determinado.

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