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ALUMNO……………………………………………………
Libro: Historia de América Latina. Vol. 10: América del sur 1870-1930.
Autor: Leslie Bethell. (compilador)
Capítulo 7: Chile desde la guerra del Pacífico hasta la depresión mundial, 1880, 1930.
Páginas: 178-188.
INSTRUCCIONES:
La figura clave en el crecimiento del movimiento laboral organizado fue Luis Emilio
Recabarren (1876-1924), nacido de una familia modesta en Valparaíso e impresor de
profesión. Fue un destacado miembro de primera hora del Partido Democrático, al que se
unió en 1894, y descubrió su vocación cuando fue invitado en 1903 a fundar y poner en
funcionamiento un periódico para la asociación benéfica mutua de los trabajadores
(mancomunal) del puerto norteño de nitratos de Tocopilla. El Trabajo fue sólo el primero de
entre los muchos órganos de los trabajadores que él iba a crear y editar. Fue elegido
diputado por Antofagasta en 1906, pero el Congreso le impidió tomar posesión de su
escaño. Después de un periodo de exilio en Argentina y Europa —donde, según
afirmaciones jamás demostradas, conoció a Lenin—, volvió a Chile en 1908, rompió con el
Partido Democrático en 1911, y fundó el Partido Obrero Socialista en 1912. El POS —que
para 1915 tenía varias ramas en las nitrerías del norte, Santiago y Punta Arenas— mantuvo
su unidad gracias a la personalidad y energía de Recabarren. Desde su base nitrera, en
Tarapacá, esta figura, ya de ámbito nacional, creó periódicos del partido, a menudo de
existencia efímera, pero de impacto permanente, y reclutó un pequeño pero decidido
número de seguidores, impulsando una fuerza imperceptiblemente creciente para el cambio
social radical en Chile. En 1915, el POS convocó su primer congreso nacional y empezó a
elaborar su estructura institucional y a radicalizar las organizaciones sindicales existentes.
Los primeros sindicatos propiamente dichos surgieron en la primera década del siglo
xx entre los artesanos y obreros de las grandes ciudades y bajo la influencia anarquista.
Entre ellos se encontraban las federaciones de carpinteros y zapateros y la más importante
de trabajadores ferroviarios, que fundaron su primera federación en 1908, tras un recorte
salarial por parte de la compañía estatal del ferrocarril. Aunque originariamente fuera de
carácter esencialmente mutualista, esta organización —denominada en 1911 Gran
Federación Obrera de Chile, y de 1917 en adelante, Federación Obrera de Chile (FOCH)—
abrió sus filas a todos los trabajadores. Consiguió un apoyo considerable, especialmente
en el norte y en el sur del país, y menos en Santiago y Valparaíso, donde la influencia
anarquista era todavía muy fuerte. Con el transcurso del tiempo y a la par que se
incrementaban las tensiones sociales y empeoraban las circunstancias económicas, en
especial en el periodo inmediatamente posterior a la primera guerra mundial, la FOCH se
fue haciendo más militante. Verdaderamente, la incidencia huelguística en Chile y el
número de trabajadores implicado aumenta- ron de forma dramática en esos años, pasando
de 16 huelgas que afectaban a 18.000 obreros, en 1916, a 105 huelgas con 50.000 obreros
implicados, en 1920. Recabarren, jugó un papel preponderante en esos acontecimientos,
aunque trató en todo momento de mantener su POS y la FOCH como entidades distintas,
aunque coordinadas. En 1919 hubo una reorganización de la FOCH; a raíz de ella, su
expresión básica pasó a ser el sindicato que afiliaba a todos los trabajadores de un
área determinada, independientemente de sus oficios, y su objetivo expreso —como el
del POS— pasó a ser la abolición del sistema capitalista. La radicalización progresiva de la
FOCH, el impacto de la Revolución rusa de 1917 y el crecimiento de un movimiento
internacional comunista agravaron la división entre los trabajadores chilenos; por una
parte, aquellos que, como el Partido Democrático, habiendo jugado un papel no
despreciable en la organización de la clase trabajadora, intentaban operar desde dentro del
sistema establecido y los que, como Recabarren, que empezó hacia los años veinte, lo
rechazaban. En 1921 se abrió la brecha: la FOCH pasó a afiliarse a la Internacional Sindical
Roja, liderada por Moscú, y, un año más tarde, el POS se convirtió en el Partido
Comunista de Chile, pero como consecuencia ambos perdieron afiliados. Se ha estimado
que la afiliación de la FOCH bajó en un 50 por 100, pasando de unos 60.000 miembros a
unos 30.000, entre 1921 y 1922. Para entonces, la república parlamentaria había
alcanzado un punto de crisis.