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Discurso de agradecimiento pronunciado por Michel Enrique Gamboa Graus,

en el otorgamiento de los premios de la rectora. Universidad de Las Tunas, 20


de marzo de 2018
Hoy me siento como la primera vez que me paré a dar clases frente a un grupo de
estudiantes. Sé lo que tengo que hacer, pero… ¿cómo lo hago interesante? Es un
honor ser uno de los premiados hoy, y un privilegio esta ocasión de hablarles. Les
prometo que seré breve, pero aprovecharé esta oportunidad única para decirles lo
que pienso.
Me gustaría comenzar con las gracias a quienes compartieron conmigo la hermosa
experiencia de este año cargado de trabajo. Fueron muchos los que confiaron y
ayudaron, y sin ellos no hubiera sido posible. Mi sincero agradecimiento, entre
muchos otros, a colegas y amigos del Centro de Estudios Pedagógicos, del
Departamento de Matemática-Física, de Lenguas Extranjeras, de la Facultad de
Ciencias de la Educación, Cultura Física, de Investigaciones y Postgrado,
Relaciones Internacionales, Comunicación Institucional, Informatización, la Dirección
Provincial de Educación, además de las redes, programas académicos y proyectos
de investigación donde compartimos tantas ideas, sueños y realidades. Igualmente a
los directivos que pensaron que soy digno de este reconocimiento, cuando también
hay tantos otros con muchos méritos para ello. En especial, hago extensiva mi
gratitud a mi familia. El amor que recibo en mi hogar me llena de luz para continuar,
y es esencial para cumplir mis metas.
Prefiero no hablar de mí en este momento, y sí de algo más grande que cada uno de
nosotros por separado. Esta universidad nuestra es responsabilidad de todos, y solo
unidos haremos que sea mejor. He dedicado más de 20 años a trabajar sin
descanso por el prestigio de esta institución, y han sido muchas las formas en que
mi vida ha sido bendecida por ser parte de ella. Hay tanta obra realizada y tanta
gente valiosa que vale la pena el esfuerzo y los sacrificios por verla erguirse.
Hay un montón de pequeñas historias personales sobre cómo somos mejores
porque existe la Universidad de Las Tunas, y otras tantas sobre las cosas que
hemos sido capaces de lograr juntos. Recuerdo, por ejemplo, el proceso de
acreditación de nuestro programa de doctorado. Había un sinfín de dudas porque
dependía de muchas personas, y nos comprometimos, y a la postre demostramos
que tenemos un doctorado de excelencia, y todos ganamos.
Los convoco a también lograr una universidad de excelencia. La fuerza que hace
que esta cambie y se desarrolle está en nosotros, juntos. Cambiar no es fácil, pero si
no lo hacemos no crecemos. La principal potencialidad que tenemos está en
nosotros mismos. Apuntemos pues a mejorar en las debilidades que hoy tenemos
identificadas. Participemos en proyectos nacionales e internacionales como fuentes
de financiamiento e intercambio. Perfeccionemos el proceso de dirección en cada
nivel. Optimicemos los recursos tecnológicos que disponemos. Utilicemos mejor
internet. Lo único imposible es aquello que no intentamos.
Sé que se han cometido muchos errores, y eso ha generado múltiples disgustos,
recelos y desmotivaciones. Yo no he estado exento de equivocaciones y también he
padecido por los desaciertos de otros. Sin embargo, errar es parte de la vida. Al
equivocarnos aprendemos y al hacerlo avanzamos. Les propongo fortalecer
actitudes como autodisciplina, paciencia, perseverancia, entusiasmo, escuchar,
confiar y colaborar con los demás. Los exhorto a controlar las emociones y afrontar
las frustraciones con respeto y empatía, con la capacidad de situarnos en el lugar de
otro, y de motivarnos a nosotros mismos. En mi caso, cuando preguntan cómo
estoy, siempre escuchan “manera de estar bien”, “en la playa”, “la vida es bella”, “el
que pida más es un gandío”, o “si estuve mejor ni me acuerdo”.
Los invito a fortalecer nuestro compromiso y construir una universidad mejor, cada
uno desde sus funciones y responsabilidades. Con todos y para el bien de todos.
Los convoco a cultivar una rosa blanca, a empeñarnos en ideas más que en piedras,
en el saber más que en los puñetazos, en ser útiles. Orgullosos de ser miembros de
este claustro, enemigos de la mediocridad, potenciadores de la sabiduría, el talento,
la alegría, la felicidad, la vida. Tenemos abundancia de trabajo y desafíos. Vivámosla
con la frente en alto, el corazón repleto, la satisfacción de la tarea bien cumplida.
Que la patria nos contemple orgullosa.
Tengo la confianza, el optimismo y la convicción de que colaborando juntos
podremos ser más fuertes, y más sabios. Ofrezcamos con humildad y modestia lo
mejor de nosotros. Alistemos conciencia, emociones y creatividad en función de
ayudarnos a nosotros mismos. Compartir nos hará mejores.
Quiero terminar con la esperanza de que unidos podremos cumplir el sueño que nos
entregó Martí, hace más de 130 años: “Como quien se quita un manto y se pone
otro, es necesario poner de lado la Universidad antigua, y alzar la nueva”. Podremos
alcanzar grandes resultados si ponemos grandes esfuerzos en el empeño.
Mi agradecimiento una vez más a quienes me ayudaron a estar entre los premiados
de hoy. A todos les reitero mi gratitud por el impacto que tuvieron en mí, que hizo
posible que en este momento pudiera hablar con ustedes. Más aún, gracias por
ayudarme a ser mejor persona y profesional. Muchas gracias.

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