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First edition, 1812

Rapunzel

Once upon a time there was a man and a woman who had long wished for a child but had
never received one.

Finally, however, the woman came to be with child.

Through the small rear window of these people's house they could see into a fairy's garden
that was filled with flowers and herbs of all kinds.

No one dared enter this garden.

One day the woman was standing at this window, and she saw the most beautiful rapunzel in
a bed.

She longed for some, but not knowing how to get any, she became miserably ill.

Her husband was frightened, and asked her why she was doing so poorly.

"Oh, if I do not get some rapunzel from the garden behind our house, I shall surely die," she
said.

The man, who loved her dearly, decided to get her some, whatever the cost.

One evening he climbed over the high wall, hastily dug up a handful of rapunzel, and took it
to his wife.

She immediately made a salad from it, which she devoured greedily.

It tasted so very good to her that by the next day her desire for more had grown threefold.

The man saw that there would be no peace, so once again he climbed into the garden.

To his horror, the fairy was standing there.

She scolded him fiercely for daring to enter and steal from her garden.

He excused himself as best he could with his wife's pregnancy, and how it would be
dangerous to deny her anything.

Finally the fairy spoke, "I will accept your excuse and even allow you to take as much
rapunzel as you want, if you will give me the child that your wife is now carrying."

In his fear the man agreed to everything.


When the woman gave birth, the fairy appeared, named the little girl Rapunzel, and took her
away.

This Rapunzel became the most beautiful child under the sun, but when she was twelve years
old, the fairy locked her in a high tower that had neither a door nor a stairway, but only a tiny
little window at the very top.

When the fairy wanted to enter, she stood below and called out:

Rapunzel, Rapunzel!
Let down your hair to me.

Rapunzel had splendid hair, as fine as spun gold.

When the fairy called out, she untied it, wound it around a window hook, let it fall twenty
yards to the ground, and the fairy climbed up it.

One day a young prince came through the forest where the tower stood.

He saw the beautiful Rapunzel standing at her window, heard her sing with her sweet voice,
and fell in love with her.

Because there was no door in the tower and no ladder was tall enough to reach her, he fell
into despair.

He came to the forest every day, until once he saw the fairy, who said:

Rapunzel, Rapunzel!
Let down your hair.

Then he knew which ladder would get him into the tower.

He remembered the words that he would have to speak, and the next day, as soon as it was
dark, he went to the tower and called upward:

Rapunzel, Rapunzel!
Let down your hair!

She let her hair fall. He tied himself to it and was pulled up.

At first Rapunzel was frightened, but soon she came to like the young king so well that she
arranged for him to come every day and be pulled up. Thus they lived in joy and pleasure for
a long time.

The fairy did not discover what was happening until one day Rapunzel said to her, "Frau
Gothel, tell me why it is that my clothes are all too tight. They no longer fit me."
"You godless child," said the fairy. "What am I hearing from you?" She immediately saw how
she had been deceived and was terribly angry.

She took Rapunzel's beautiful hair, wrapped it a few times around her left hand, grasped a
pair of scissors with her right hand, and snip snip, cut it off.

Then she sent Rapunzel into a wilderness where she suffered greatly and where, after a time,
she gave birth to twins, a boy and a girl.

On the evening of the same day that she sent Rapunzel away, the fairy tied the cut-off hair to
the hook at the top of the tower, and when the prince called out:

Rapunzel, Rapunzel!
Let down your hair!

she let down the hair.

The prince was startled to find the fairy instead of his beloved Rapunzel.

"Do you know what, evil one?" cried the angry fairy. "You have lost Rapunzel forever."

The prince, in his despair, threw himself from the tower.

He escaped with his life, but he lost his eyesight in the fall.

Sorrowfully he wandered about in the forest weeping and, eating nothing but grass and
roots.

Some years later he happened into the wilderness where Rapunzel lived miserably with her
children.

He thought that her voice was familiar.

She recognized him instantly as well and threw her arms around his neck.

Two of her tears fell into his eyes, and they became clear once again, and he could see as well
as before.

* Source: Jacob and Wilhelm Grimm, Kinder- und Hausmärchen (Children's and Household
Tales -- Grimms' Fairy Tales), 1st ed. (Berlin, 1812), v. 1, no. 12.

Rapunzel
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Rapunzel (Ruiponce o Rapónchigo) es un cuento de hadas de la colección de los Hermanos
Grimm.1

En la conjunto de espermas de cuentos de los Hermanos Grimm, Rapunzel es el n.º 12.2


Corresponde al tipo 310 de la clasificación de Aarne-Thompson: Rapunzel, la doncella de la
torre.3

Problema[editar · editar código]


Una pareja que quería un hijo, vivía al lado de un jardín rodeado de paredes que pertenece a una
malvada bruja. La esposa finalmente embarazada, ve unas campanillas plantadas en el jardín, y las
anhela hasta la muerte. Su marido decide ir a juntar algunos para ella y termina enfrentándose con
la bruja, la Bruja Gothel, quien lo acusa por robo. Él le ruega piedad, entonces la hechicera le da
algunos rapunceles para que se los lleve a su casa con la condición de que el hijo que está
esperando su esposa le sea entregado al momento de su nacimiento. Él acepta. El bebé nace, la
Bruja Gothel aparece, le designa el nombre de Rapunzel y se la lleva. Cuando cumple doce años y
se convierta en una mujercita, la Bruja Gothel la encierra en una torre en el medio del bosque. La
Bruja Gothel iba a visitarla todos los días y le pedía que deje su largo cabello dorado caer, para
luego trepar hasta la torre. («Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer, así puedo trepar la escalera
dorada»).

Un día, el hijo del Rey oye a Rapunzel cantando en la torre, busca una puerta, pero decide
quedarse, sin encontrar ninguna forma de entrar. Vuelve seguido a escucharla cantar, hasta que un
día pudo ver a la hechicera visitando a Rapunzel, y de esta manera aprendió cómo llegar hasta
Rapunzel. Le pidió que deje caer su cabello, subió hasta donde estaba ella. Desde aquel día
comenzó a frecuentarla, se enamoraron y él le propuso matrimonio. Ella aceptó.

Juntos planean una forma de sacarla de la torre: él irá todas las noches, evitando a la hechicera que
la visita de día, y llevará seda, con la que Rapunzel tejerá hasta formar una escalera. La Bruja
Gothel descubre que el hijo del Rey está visitando a Rapunzel, lo que la lleva a cortarle el pelo a
Rapunzel y abandonarla en medio de un campo desierto.

Cuando el hijo del Rey llegó la noche siguiente, la Bruja se ocupó de bajar las trenzas hasta donde
estaba él. Cuando el hijo del Rey se encontró con la hechicera en la torre, ella le dijo que jamás
volvería a ver a Rapunzel. Él, desesperado, cae de la torre sobre unas espinas que había abajo,
quedando ciego. Entonces el hijo del Rey se rinde porque ya no podría volver a ver jamás.
Rapunzel, que había quedado embarazada del Príncipe, da a luz dos gemelos sola en el desierto. Al
poco tiempo, merodeando el Príncipe ciego por el desierto, encuentra a Rapunzel y a sus hijos,
quien al encontrarlo en tal estado decide llevarlo hasta su casa. Rapunzel lo ve y llora de dolor , las
lágrimas de rapunzel caen en los ojos del apuesto principe y el recupera la vista. Después se van a
el reino con sus dos hijos y son felices para siempre.

Notas y referencias[editar · editar código]


1. Jump up ↑ En alemán, «Rapunzel» significa «rapónchigo». El rapónchigo (Campanula rapunculus)
es una planta silvestre cuya raíz, con forma de nabo, es comestible.
 Definición de «rapónchigo» en el sitio del DRAE.
2. Jump up ↑ Grimm, KHM 012.
 KHM es el acrónimo empleado en el catálogo de los cuentos de los Hermanos Grimm:
KHM es Kinder- und Hausmärchen (Cuentos de la infancia y del hogar).
3. Jump up ↑ AT 0310: Rapunzel, The Maiden in the Tower.

Rapunzel, Un Cuento Clásico Preferido

Un cuento de los hermanos Grimm Hermanos Grimm

Érase una vez un matrimonio triste y solitario que ansiaba poder tener hijos. Un buen día, la mujer
tuvo la sensación de que su deseo se haría realidad por la gracia del Señor. La casa en la que vivían
contaba en la parte de atrás con un ventanuco que miraba hacia un espléndido jardín, en el que
había flores preciosas y muchas más plantas; pero estaba cercado por un muro muy alto que
ninguno se atrevía a escalar, porque era propiedad de una famosa hechicera, con mucho poder y a
la que todo el mundo temía. Un buen día la mujer se inclinó hacia la ventana para poder mirar bien
el jardín, y descubrió un bonito grupo de rapunzuelas, tan frescas y de color tan vivo e intenso, que
crearon en ella el súbito impulso de saborearlas. El anhelo iba creciendo a medida que los días
pasaban, pero, al saber la mujer que era un deseo imposible de realizar, fue enfermándose poco a
poco, palideciendo cada vez más. Su marido, al verla en un estado tan lamentable, le preguntaba
que cuál era el motivo de su malestar, a lo que ella respondía:

- ¡Ay! Creo que voy a morir si no puedo probar una de las rapunzuelas del jardín que hay en la
parte trasera de nuestra casa.-

El hombre, que amaba inmensamente a su mujer, creyó que el mejor remedio para impedir que
siguiera enfermando era traer las rapunzuelas, sin pensar en las consecuencias.

Así, cuando llegó la noche, trepó el muro del jardín de la hechicera, atrapó como pudo un buen
montón de aquellas rapunzuelas y se las dio a su mujer. Ella, muy contenta, no perdió tiempo en
preparar una ensalada con las ansiadas plantas. Pero como eran deliciosas y le habían encantado,
su deseo se intensificó enormemente. Su esposo se vio obligado a volver a saltar de nuevo al otro
del jardín para satisfacerla. Y así procedió al caer la noche. Imaginase cuál fue su sorpresa en el
momento en el que puso un pie en el terreno, cuando vio surgir de entre las sombras a la bruja.

-¿Cómo osas venir aquí a hurtadillas para llevarte mis rapunzuelas? Esto no quedará así. Lo
tendrás que pagar caro.

- ¡No, por favor!- contestó el hombre – Tened piedad. Me he visto obligado a hacerlo por una gran
necesidad: desde que mi mujer se percató de la existencia de las rapunzuelas, una pesadumbre la
recorre si no puede probarlas, tanto que se cree morir de no comerlas.

La hechicera pareció ceder y le respondió:


- De ser como explicas, te dejaré coger cuantas rapunzuelas quieras, pero te impongo una
condición: si alguna vez concebís un hijo, debéis entregármelo. No le faltará de nada y será muy
bien cuidado, seré como una madre.

El hombre realmente angustiado no tuvo otra opción más que asentir a lo pactado y, para cuando el
bebé llegó al mundo, resultando ser una preciosa niña, apareció la hechicera que, tras decidir que
se llamaría Rapunzel, desapareció llevándose a la pequeña.

Rapunzel era la chiquilla más bella de las vistas en este mundo. Cuando llegó a la edad de doce
años, la bruja decidió encarcelarla en una gran torre, situada en medio de un inhóspito bosque y
que carecía de puertas y escaleras; únicamente, en la parte más alta se encontraba una pequeña
ventana. Cuando la hechicera se acercaba para verla, se situaba frente a la torre y llamaba
fuertemente:

-¡Rapunzel, Rapunzel, muestra aquí tu cabellera!

Rapunzel poseía un espectacular cabello largo y fino como hebras de oro. Al momento que
escuchaba la voz de la bruja, recogía sus trenzas, las entornaba a un gancho que había en el
ventanal y las soltaba hacia abajo: y como medían más de veinte metros de longitud, la malvada
bruja escalaba y trepaba por ellas.

Transcurrieron varios años, y apareció en aquel bosque el hijo del Rey, que al acercarse a la torre
consiguió escuchar una dulce melodía, un canto tan bonito que tuvo que pararse en el camino para
apreciar mejor. Se trataba de la joven Rpunzel, que intentaba sobrellevar su soledad con la
hermosura de su voz. El príncipe quería encontrar el origen de tan maravilloso sonido y buscaba
acceder a la torre, pero no veía ningún acceso, así que se marchó a su palacio. Sin embargo,
aquella melodía lo había marcado profundamente de tal forma que, todos los días, volvía al mismo
lugar del bosque para disfrutarla. Un día decidió recostarte sobre un árbol, de manera que quedó
medio oculto, cuando sintió que alguien se acercaba. Escondido vio como la hechicera se
aproximaba a la torre mientras gritaba a lo más alto:

- ¡Rapunzel, Rapunzel, muestra aquí tu cabellera!

Rapunzel volvió a dejar caer su melena, y la bruja subió por ella a la parte alta. “Si ésta es la única
forma de logar encaramarse hasta allí, eso será lo que intente la próxima vez.” Pensó el príncipe
para sus adentros. A la tarde siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer en el bosque, este se
dirigió al pie de la torre y gritó:

- ¡Rapunzel, Rapunzel, muestra aquí tu cabellera!


Inmediatamente la gran melena de la joven comenzó a aparecer y el príncipe se agarró firmemente
para subir a ella.
En el instante que Rapunzel vio a aquel desconocido, la entró pavor, puesto que era la primera vez
en su vida que veía a un hombre. Pero las buenas maneras del príncipe, que la hablaba con gran
ternura de cómo su canto le había encandilado verdaderamente, le llegaron al corazón. El joven le
confesaba que no había encontrado otro momento de paz tan grande como el que sintió la primera
vez que la escuchó cantar, y reconoció que desde entonces estaba obsesionado y tenía que saber la
procedencia de tan extraordinario talento, por eso intentó encontrar la forma de acceder a la torre
para conocerla. Ante tan extraordinaria confesión, la joven Rapunzel dejo de temer al príncipe.
Entonces éste la propuso que se convirtiera en su esposa, y ella supo al mismo tiempo que el
apuesto joven cuidaría de ella mucho mejor de lo que lo había hecho la vieja hechicera, así que le
respondió, cogiéndole dulcemente de la mano:

-Sería de mi agrado ciertamente poder marcharme contigo; pero creo que no va a ser tan sencillo.
Para sacarme de aquí sólo se me ocurre una idea. Trae contigo cada vez que me visites una madeja
de seda; intentaré tejer entonces una escalera y, cuando quede completamente acabada, descenderé
a través de ella. Entonces tú me esperaras en el bosque con tu caballo, y así podremos escaparnos.
Decidieron pues que el príncipe la visitaría durante las siguientes venideras, ya que la vieja solía
acudir a la torre sólo durante el día. La brujo no tenía la menor sospecha de los planes de huida de
Rapunzel, hasta que un día ésta la preguntó:

-Tía Gothel, hay algo que no entiendo ¿cómo es posible que te cueste tanto subir hasta arriba de la
torre cuando el príncipe lo consigue siempre en un abrir y cerrar de ojos?

¡Eso no puede ser cierto descarada!- exclamó la bruja – ¿será posible lo que oigo? Creía haberte
separado del mundo exterior, pero parece ser que me has estado engañando todo este tiempo.

Y llena de ira, la bruja tiró fuertemente de la increíble melena de Rapunzel, agarrándola


fuertemente y girándola y enrollándola sobre una mano, mientras que con la otra, cortaba las
trenzas con unas tijeras… zis, zas, en un santiamén acabó con tan larga cabellera y arrojó al suelo
el resto de la misma. Y enfurecida como estaba, su maldad fue a tal extremo que llevó a la buena
de Rapunzel a un remoto desierto, y allí la abandonó desterrándola a su suerte.

Ese exacto día en el que la perversa bruja abandonó a la joven, volvió a la torre para atar las
trenzas ya cortadas y sujetarlas al gancho de la ventana por donde solía arrojarlas la muchacha. Esa
misma tarde, cuando el príncipe apareció como de costumbre, y llamó:

- ¡Rapunzel, Rapunzel, muestra aquí tu cabellera!

Entonces la bruja las dejó caer, y el hijo del Rey comenzó a encaramarse hasta lo alto. Pero esta
vez no encontró a su amada Rapunzel, en su lugar se halló frente a la vieja hechicera, que lo estaba
observando con una mirada maliciosa y perversa: -¡Ajá!- se burló del joven – intentabas quedarte
con la hermosa muchacha; pero por desgracia el lindo pajarito ya no se encuentra en su nido, ni
podrá volver a entonar ningún cántico. El gato lo ha atrapado, y también te atrapará a ti entre sus
garras. Nunca más volverás a ver a Rapunzel; ella está en un lugar inalcanzable para ti.

El príncipe, inundado por el dolor y desesperado, decidió poner fin a su tormento y arrojarse por la
ventana de la torre. Consiguió salvarse, pero tuvo la mala fortuna de caer sobre unos espinos que le
dañaron gravemente la visión, cegándolo mientras intentaba huir. Deambulaba por el bosque, el
infeliz príncipe ahora completamente ciego, intentando sobrevivir a base de frutos del bosque,
mientras se lamentaba haber perdido a su amada. Y así vago sin rumbo durante algunos años,
desgraciado y triste, hasta que finalmente acabó en un desierto. Era el mismo en el que Rapunzel
había sido castigada a vivir. Y allí se encontraba ella, con un par de gemelitos a los que había
traído al mundo: un niño y una niña. En la distancia, el príncipe creyó reconocer una voz que ya
había escuchado antes, pero no podía creerlo del todo. Intentó aproximarse cada vez más hasta que
finalmente la reconoció; se trataba de Rapunzel, que al verlo, se fundió con él en un tierno y
estrecho abrazo. Las lágrimas de la joven se hundieron en los ojos del príncipe, y en ese mismo
instante, todo volvió a ser visible para el él como lo fue en el pasado. Juntos, regresaron a su reino,
donde se les recibió con una inmensa dicha, y allí vivieron contentos y felices por mucho tiempo.

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