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MANUEL RIVERA SILVA

EL PROCEDIMIENTO
PENAL
EL PROCEDIMIENTO PENAL
MANUEL RIVERA SILVA
CATEDRÁTICO DE D E R E C H O DE PR O C ED IM IE N TO S PENALES

EL
PROCEDIMIENTO
PENAL

TRIGÉSIMA OCTAVA EDICIÓN ACTUALIZADA POR


RODOLFO BARREDA ALVARADO

EDITORIAL PORRÚA
AV. REPÚBLICA ARGENTINA. 15
MÉXICO, 2009
P r i m e r a e d i c i ó n , 1949

Derechos reservados

Copyrigth €> 2009 por M a n u e l R ivera S ilva


Miami, 35, Col. N ápoles, México, D. F.

Esta edición y sus características son propiedad de la


EDITORIAL PORRÚA, S. A. DE C. V.—6
Av. República Argentina, 15, 06020, México, D. F.

Queda h ech o el depósito que marca la ley

ISBN 970-07-7267-5

IMPRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MEXICO
NOTA A LA TRIGESIMO CUARTA EDICION

Es para mi persona un honor el realizar las actualizaciones


y comentarios a la obra del Maestro Manuel Rivera Silva por la
trascendencia de la misma al pensamiento de la doctrina proce­
sal penal, así como el reconocimiento del citado autor en el
ámbito doctrinal mexicano; por lo que sirva la presente como
agradecimiento al Licenciado Amílcar Peredo Rivera así como su
familia por la confianza depositada para la realización del pre­
sente trabajo.
Al día de hoy, son varias las reformas que se han suscitado
en la legislación penal mexicana con respecto a la última edi­
ción del libro “El Procedimiento Penal", las cuales se integran
en esta edición a efecto de continuar con la vigencia de la
misma. Cabe destacar que el pensamiento y teoría del autor
Manuel Rivera Silva permanece intacto y la labor del suscrito
consistió únicam ente en su actualización.

R o d o l f o B arreda A lvarado .

Noviembre de 2004.

NOTA A LA VIGESIMOCUARTA EDICIÓN


Las m últiples reform as de 1994 en m ateria p en al fu eron
incorporadas en la edición vigesim otercera p o r el m aes­
tro M anuel Rivera Silva con el auxilio del suscrito. Para la
vigesim ocuarta edición hubo escasas m odificaciones a las
leyes co rresp o n d ien tes, las cuáles se in teg ran en esta edi­
ción a efecto de q u e esté debid am en te actualizada.
Cabe señalar q u e el pensam iento y teo ría del m aestro
M anuel Rivera Silva p erm an ece intacto y mi labor consis­
tió únicam en te en su actualización.
A m Il c a r P e r e d o R iv e r a

Marzo de 1996.
vn
N OTA PARA LA DECIMOCUARTA EDICIÓN

Las numerosas reformas que a fines de 198S y principios


de 1984 se llevaron a cabo en los Códigos Procesales, Pe­
nal, Leyes Orgánicas, Reglamentos, etc., son recogidos en
forma general en la presente edición, pero es necesario
advertir que dichas reformas, no por importantes, quebran­
tan de alguna manera lo esencial de nuestro procedimiento
el cual continúa, en sus lincamientos generales, con las mis­
mas notas señaladas en ediciones anteriores y con la maciza
estructura con que aparece ya en las reformas de 1981.
En las reflexiones apuntadas en la presente obra se tra­
tan con más amplitud institutos que no habían sido exa­
minados detenidamente, como el arraigo, el arresto y otros
que el lector irá encontrando al analizar el libro. Con suma
frecuencia se aborda lo relacionado con el procedimiento
ordinario y el sumario por estimar, con fines didácticos, la
necesidad del deslinde preciso de los procedimientos, sin
preocuparle al autor la insistencia sobre el tema. En resu­
men, en esta edición se mantienen lo vertebral del pro­
cedimiento penal mexicano; se consideran las reformas lle­
vadas a cabo últimamente; se otorga mayor amplitud ex­
plicativa a determinados institutos y oon reiteración se abor­
dan las diferencias entre el procedimiento sumario y el
ordinario, tanto en lo que atañe al reglamentado en el Dis­
trito Federal, como a lo previsto en materia Federal.

M. R. S.

vn
NOTA PARA LA SEXTA EDICIÓN

En esta edición se sigue el orden temático de las anterio­


res, recogiéndose a su vez todos los pensamientos torales
expuestos en ellas. Las correcciones y adiciones hechas, fue­
ron las que era necesario llevar a cabo en virtud de las
últimas reformas legales y principalmente las correspon­
dientes al Código de Procedimientos Penales para el Distrito
y Territorios Federales, en las cuales, rompiéndose nuestra
tradicional estructura del proceso, se estatuyeron dos clases
de juicios: el ordinario y el sumario.
Los errores en que a nuestro parecer el legislador inci­
dió, son numerosos, comentándose éstos con amplitud en
el texto de la presente edición.
En lo tocante a los temas relacionados con las reformas
(periodos que se fijan al proceso, límites de los mismos,
etc.), cabe advertir que intencionadamente se incurre en
repeticiones, con la finalidad de hacer entrar en la mente
del alumno algo totalmente desconocido por nuestro dere­
cho adjetivo.
Nuestras críticas, por ser las primeras, fácilmente llevan
los errores de todo pensamiento nuevo, huérfano de la ayu­
da de comentarios anteriores y ojalá que las censuras —to­
das formuladas con buena fe—, sirvan para provocar la me­
ditación serena sobre las últimas Teformas, a efecto de que
las conclusiones establecidas por los censores sean aprove­
chadas por el legislador para purgar a nuestras leyes de sus
penurias.

M. R. S.
Mayo 1973.

IX
NOTA PARA LA QUINTA EDICIÓN

A parece la q u in ta edición de “El P ro ced im iento P en al”,


sin q u e se haya alterado alguna de las ideas directrices de
la obra, o sea, las que elu d en a la estru ctu ració n del p ro ­
ced im ien to penal m exicano. La p erseverancia sobre di­
chas ideas n o es hija de la terq u ed ad del autor, sino del
fírm e convencim iento de q u e las form as procesales están
regidas p o r u n a clara in ten ció n que no es posible desco­
nocer, so p en a de h e rir la esencia de n u estros institutos y
sem b rar la confusión p ara in terp retarlo s.
Con agrado se expresa q u e algunos conceptos de nues­
tro libro h an adq u irid o carta de n aturalización en tre va­
rios estudiosos del D erecho, los cuales, incluso, recogen
sin reserv a m uchas de las deno m in acio n es q u e el autor
puso en circulación. Hasta en leyes de recien te vigencia,
se trasluce la influencia de dichos conceptos, respecto de
los cuales el au to r no reclam a originalidad, mas si el es­
fuerzo de haberlos o rd en ad o en u n a época, ya lejana, en
q u e p o r estudiarse el p ro ced im ien to m exicano sin aten­
d e r a su fo rm ació n cabal, m uchas veces las in te rp re ta ­
ciones dadas d estru ían la arm ó n ica co m postura que las
p artes d e b en g u ard ar en relación con el todo. Seguimos
in sistien d o en que nuestro p ro ced im ien to p en al m antie­
ne u n a sabia u nidad, en virtud de q u e todas sus etapas
están o rd e n a d a m e n te graduadas, sirviendo la inm ediata
a n te rio r de base a la p o sterio r y regidas por u n a teleo­
logía q u e las explica y da vida.
Por último, procede indicar que la Q uinta Edición no re­
gistra más cambios que los necesarios para ponerla en con­
cordancia con las reform as legales recientes y, en algunos
párrafos con el propósito de que adquieran mayor claridad.
El autor reitera su deseo de que al través del estudio se le
otorguen a las instituciones procesales mexicanas, el alto nivel
que les corresponde en comparación con las de otros países.
M. R. S.
F ebrero 1970.

x
NOTA PARA LA CUARTA EDICIÓN

Las ideas fundamentales de El Procedimiento Penal, per­


manecen inalterables en sus diversas ediciones, por estimar
el autor que la forma como se estructura el procedimiento
penal mexicano, resula inobjetable al haberse tenido pre­
sente para dicha esructuración, en primer lugar el sentido
que como producto cultural reviste nuestro procedimiento y,
en segundo, el haber emprendido el análisis del mismo con
estricta sujeción a los principios de la razón y de los fines,
únicos que permiten comprender con diafanidad el desa­
rrollo y resultado de cualquiera obra humana. De esta
manera, para establecer nuestros pensamientos, procuramos
inicialmente entender el por qué y el para qué del proce­
dimiento penal y lograda su comprensión, fijar un panópti­
co del fenómeno en estudio. Posteriormente, acudimos al
análisis, intentando señalar la razón y teleología de cada
una de sus partes, en función de un todo armónico.
Desgraciadamente, hasta nuestros días algunos autores
continúan estudiando el procedimiento, sin la guía de una
idea de conjunto y de fijación de sentido de cada etapa
procesal, lo que da p>or resultado obras que, en el mejor
de los casos, pueden ser valiosas monografías de temas que,
p>or su autonomía, no pueden llevar al autor inteligencia
clara del todo y cada una de las partes del procedimiento
p>enal mexicano.
En esta cuarta edición, aparte de haber suprimido los
errores que se hallaron, fueron objeto de adición los pará­
grafos en los que se estimó que el pensamiento no estaba
expresado en forma meridiana, así como los capítulos ea
que las últimas reformas legales obligaron a una referen­
cia a las mismas.
M. R. S.
XI
PALABRAS PARA LA TERCERA EDICIÓN

Esta tercera edición no contiene modificaciones esenciales,


pero atentos a! propósito de que El Procedimiento Penal
sirva exclusivamente para suministrar al que se inicie en el
estudio de la disciplina, los conocimientos liminares de los
institutos y temas que reseña, se procuró aclarar aquello
que se estim a no asequible a la prim era lectura.
Así, en esta nueva edición, amén de las correcciones ne­
cesarias por modificaciones de la ley o erratas que compren­
día la anterior, se han hecho un poco más extensos ciertos
capítulos, como por ejemplo el que alude a la confesión ca­
lificada, a las presunciones, al recurso de apelación, etc.
Al través de los años, reiteram os la idea de que la es­
tru c tu ra de nuestro procedim iento penal es muy propia,
habiendo sido elaborada en form a asaz lógica por los le­
gisladores mexicanos. E ntendida la estructura procesal,
ad quieren resolución m eridiana muchos de los proble­
mas que se presentan, por lo que la com prensión de ella
resulta indispensable. En relación con el análisis que he­
mos hecho de la misma, no alteram os un solo pensam ien­
to y ojalá que los legisladores posteriores no enturbien la
claridad de las norm as adjetivas por el pedante afán de
intro d u cir doctrinas extrañas, las que si bien es necesario
conocer con finalidad ilustrativa para borrar, en su opor­
tunidad, errores, no procede hacer uso de las mismas en
form a extralógica, porque con ello lo único que se logra
es provocar confusión en lo que por su esencia goza de
superlativa nitidez e inteligencia.
Al exam en del derecho adjetivo no se le ha dedicado
en México la ai ¿nción que merece; nuevam ente expresa­
mos nuestro firm e deseo de que la lectura de El Procedi­
miento Penal despierte vigorosas inquietudes por conocer
la ram a del D erecho que se explica, pues la inquietud es
siem pre el principio de todo quehacer que proporciona
frutos óptimos.
M. R. S.
Febrero de 1963.

XII
PALABRAS PARA LA SEGUNDA EDICIÓN

Hace catorce años se publicó la primera edición de El


Procedimiento Penal, la cual comprendía casi la versión
taquigráfica de las exposiciones orales hechas en el curso
sobre la materia.
Desde entonces noté el desaliñado estilo en el que la
repetición era frecuente y el giro poco elegante, mas atento
a la idea de ser fiel a lo expuesto y deseando que el libro
tuviera algo del calor del verbo, las correcciones no me
inquietaron, dejando vivos los descuidos gramaticales.
El contenido ideológico revela el pensamiento de mis
años mozos, regidos por la precipitación y ayunos de la sa­
biduría que da la experiencia y del reposo que aconseja
Luciano para todas las obras de la vida.
Con el correr de los lustros, El Procedimiento Penal me
pareció una obra hija de la ligereza, que para salvar al
autor le exigía la elaboración de un tratado escrito con
cuidado y detenimiento. Ksta exigencia detuvo durante
muchos años el ánimo para una segunda edición, a pesar
del requerimiento constante que al respecto hacían los
alumnos de la cátedra. Así pues, estaba decidido a redactar
un tratado y no sacar la segunda edición de El Procedimien­
to Penal, mas recapacitando, concluí que al estudiante siem­
pre le es necesario el libro elemental y que mi obra, si
bien adolecía de múltiples defectos, indiscutiblemente tenía
una cualidad: ser, como ya he indicado en la advertencia
de la primera edición, “un modesto abecedario del proce­
dimiento penal". Convencido de que era menester el libro
para el principiante, emprendí la corrección de la obra,
procurando mantener el tono sencillo, enemigo de la cita
innecesaria y del crucigrama mental. El lector encontrará
X JII
XIV EL PROCEDIMIENTO PENAL

en la segunda edición un reflejo de la primera, pero corre­


gidos los errores y aclarándose algunas ideas que, ligera­
mente esbozadas, no eran comprendidas con facilidad. Por
ejemplo, se modificó el criterio de técnica; se fijaron las
diferencias entre acción penal y acción procesal penal; se
aclaró el concepto de cuerpo del delito, etc.
Para terminar esta breve introducción es pertinente rei­
terar, como lo venimos haciendo desde hace varios años,
que contándose en México con instituciones propias, resulta
conveniente crear la doctrina de nuestro procedimiento, en
donde el remedo servil del pensamiento extranjero no tenga
hospedaje. Lo ajeno a nuestra Patria debemos conocerlo
para ilustración, mas no para copia. Tenemos algo que nos
pertenece, algo completamente nuestro, que debe servir de
firme solera a las reflexiones que emprendamos, siendo
oportuno olvidar los moldes extranjeros, que torturando las
creaciones mexicanas, frecuentemente las han destruido o
intentado deshacer.
Por otra parte, habiéndose encauzado el Derecho Penal
por los caminos de "aberrantes bizantinismos”, como decía
un autor, es oportuno luchar sin desmayos para destruir las
manifestaciones barrocas, que olvidando que el Derecho es
un producto social y para la sociedad, lo han convertido en
juego de laboratorio, con éxito mayor mientras más compli­
cado y absurdo lo pueden presentar. El Derecho es vida y
piara la vida y no diversión de sujetos que coleccionan ci­
tas para su solaz y hacen complejo lo que en la existencia
ofrece diáfana sencillez.

M R . S.
Abril de 1958.
ADVERTENCIA
(Primera Edición)

Este libro intenta ser elemental e insinuante. Elemental,


en cuanto únicamente alude a los conceptos principales del
procedimiento penal, e insinuante, en cuanto quiere ser
indicación de problemas, sin agotarlos ni emitir sobre ellos
resoluciones definitivas.
He intentado hacer un libro elemental e insinuante, con
el objeto de que pueda servir a las personas que se inician
en el conocimiento del procedimiento penal y es inconcuso
que sólo una obra con las dos notas apuntadas puede as­
pirar al objeto señalado.
El error más grande cometido en el campo didáctico,
reside en sujetar, al que principia el estudio de una dis­
ciplina. a libros de texto que quieren tratar la materia en
forma exhaustiva, ofreciendo junto a los conceptos básicos
los problemas más complicados y engendrando con ello,
una cara confusión de la que posteriormente es casi impo­
sible salir. Yo he tratado de soslayar ese error y ofrecer en
primer lugar lo que la misma materia indica que va pri­
mero, sin involucrar, a renglón seguido, las más enjundio-
sas lucubraciones de la disciplina. Por este concepto, la pre­
sente obra no exhibe erudición de ninguna especie, ni se
enrola en complicadas discusiones en las cuales únicamente
el especialista puede hallar regocijo. Ofrece los conceptos
liminares salvándolos del ofuscamiento que la disputa pro­
voca. Mas no se crea que la posición que tomo invade los
campos del absolutismo y estimo que lo expuesto es defi­
nitivo e inmodificable. No. Ya indicaba que he intentado
hacer una obra de insinuaciones, o sea una obra que no
plantea situaciones dogmáticas, sino simplemente señala

XV
XVI EL PROCEDIM IENTO PENAL

rutas por seguir. Nada más lesivo al desarrollo de una dis­


ciplina que el enseñarla como fruto ya terminado. La his­
toria es un constante cambio de posiciones, al través de las
cuales los problemas adquieren diferentes perspectivas.
Todo en la vida "se está haciendo" y lo propio sucede con
los productos culturales; detenerlos en su inarcha equivale
a privarlos de la existencia, por estacionarlos en un punto
fijo del tiempo e impedirles la llegada de la savia del nue­
vo pensamiento.
Así pues, vaya mi obra con la advertencia de contener
un modesto abecedario del procedimiento penal y unas
cuantas señas, que aspiran a servir de indicaciones, para
todos aquellos que sientan inquietudes por la disciplina
nombrada.

M.R. S.
Febrero de 19-14.
C a p ít u l o P r im er o

DEFINICIÓN DEL PR O C ED IM IEN TO PENAL

Desenvolvimiento lógico del Derecho. El Procedimiento penal,


el Derecho de Procedimientos Penales y el Derecho Procesal
Penal. Concepto de norma. El Derecho penal material como
conjunto de normas. Concepto de técnica. El procedimiento
penal como actividad técnica.
Cualquier estudio sobre una ciencia o arte, debe iniciarse
con la investigación de cuál es la materia que abraza esa
ciencia o arte. Así pues, lo primero que debemos intentar
en el estudio del procedimiento penal, es la determinación
específica de la materia que contiene.
Desde luego, podemos establecer que el procedimiento
penal es una franja del mundo del Derecho Penal (latu-
sensu) . Ahora bien, fijado lo anterior, debe averiguarse qué
franja del Derecho penal es ocupada por el procedimiento
penal. Para hacer esta averiguación, optamos por el sistema
lógico. Con esto queremos indicar que en la determinación
de lo que es el procedimiento penal del Derecho penal, no
seguimos el desenvolvimiento histórico del propio Dere­
cho-penal; no nos guiamos por la huella que el Derecho
Penal ha ido dejando en el camino de los tiempos de la
cultura occidental, sino que, únicamente nos sirven de pau­
ta las formas que engendra la razón. En otras palabras,
atendemos a la formación exclusivamente lógica del Dere­
cho, por ser ella la única que nos puede ofrecer una diáfa­
na visión de lo que es el procedimiento penal.
Si cada hombre realizara todo lo que sus exigencias ínti­
mas solicitan, la vida social sería imposible, pues el hombre,
por esencia, como lo han demostrado las comentes psico­
lógicas contemporáneas, es un ser que aspira a tener todo,
sin respetar límites de alguna especie. La convivencia exige
limitaciones en el proceder de los individuos, pudiendo
aseverarse, como con acierto lo pensó la Escuela Contractua-
lista, que la sociedad implica cercenamiento al libre actuar
del hombre.
El Estado, en cuanto representante de la sociedad orga­
nizada, tiene que velar por la vida de la misma sociedad y,
fiel a esta obligación, establecer cuáles son las limitaciones
necesarias para la efectividad de la vida gregaria. Fija así,
s
4 EL PROCEDIMIENTO PENAL

frente a la libertad absoluta, que es el principio que anima


al hombre, la prohibición de ciertos actos, que es el prin­
cipio de la vida social.
El principio de la prohibición, refiriéndonos exclusiva­
mente a la rama penal,1 es el señalamiento de lo que el
hombre no debe hacer. En términos sencillos, la fijación
de los delitos, o de los procederes que ha menester evitar
[jara que la vida social sea una auténtica realidad. Mas con
las simples definiciones de los delitos, es obvio que no se
logra el objetivo buscado: la armonía social. Entonces el
Estado, para evitar las conductas anti-sociales definidas, re­
curre a ciertos métodos que no son sino la advertencia
de causar un dolor, una pena, a quien realice procederes
delictuosos, apareciendo así las sanciones, es decir, la ame­
naza de un castigo para quien incurra en una prohibición
prevista en la ley.11>i*
La fijación de las sanciones, que se hace análogamente
al señalamiento de los delitos, de una manera abstracta y
general, no logra por sí sola ninguna finalidad práctica,
pues para ello es necesario que la amenaza se traduzca en
realidad, en los casos en que en el mundo histórico aparece
la comisión delictuosa, pues sólo de esta manera (aplican­
do las sanciones) se logra que los que no han cometido
delitos por temor a la sanción no los realicen (preven­
ción general) y que los infractores, por haber sufrido la
sanción, temerosos de una nueva aplicación, no vuelvan a
cometer delitos (prevención especial!.
Así, pues, el Estado en su desvelo por lograr la buena
vida comunal, no agota su actividad en el quehacer de las
definiciones abstractas (delitos y sanciones), sino que in­
tenta que éstas tengan proyección histórica al hacerlas vivir
en los casos concretos, determinando si una conducta en-*i

1 La prohibición es esencial al Derecho penal, pues como dice Fe-


ncch: “El Derecho Penal tiende a impedir a los hombres que se hagan
el mal; el Derecho Civil a permitir que se hagan el bien.*'
i Ws Postura superada doctrinariamente, la cual ya no admite la pena
como dolor pero en el fondo la mantienen todos los Códigos de la
República, incluso los que se denominan de "defensa social".
D EF IN IC IO N DEL P R O C E D I M I E N T O P E N A L 5

gasta en alguna definición prohibitiva, para aplicar las me­


didas correspondientes.
Resumiendo lo anterior y ciñéndonos, por supuesto, al
Derecho penal, nos encontramos: el Estado, para mantener
la armonía social establece, en primer lugar, de manera
abstracta, definidora o enunciativa, qué actos son delitos y
cuáles son las sanciones correspondientes y, en segundo lu­
gar, hace vivir, en los casos concretos que presenta la vida,
las abstracciones citadas, es decir, a la existencia de un
delito le anexa la sanción correspondiente o, hablando con
estilo moderno, al “ser” de un delito liga el "debe ser"
de la sanción.
El primer trabajo del Estado, o sea, el enunciativo, cons­
tituye el Derecho penal material. El segundo, informa el
procedimiento penal.
Los renglones que anteceden nos dan una visión suma­
mente amplia de lo que es el procedimiento penal. Para
precisar esta visión, resta por indicar que la actividad que
constituye el procedimiento penal, no se lleva a cabo de
manera caprichosa y amorfa, porque ello representarla el
peligro de actuar con despotismo y, por tanto, destruir
lo que se trata de garantizar: la tantas veces citada armonía
de la sociedad. Para evitar el despotismo y la confusión, se
reglamenta la actividad del Estado con un conjunto de nor­
mas que integran el Derecho de procedimientos penales.
Reuniendo todos los datos a que hemos hecho referen­
cia. podemos definir el procedimiento penal como el con­
junto de actividades reglamentadas por preceptos previa­
mente establecidos, que tienen por objeto determinar qué
hechos pueden ser calificados como delito para, en su caso,
aplicar la sanción correspondiente.
La definición anterior nos entrega los siguientes ele­
mentos:
a) Un conjunto de actividades;
b) Un conjunto de preceptos, y
c) Una finalidad.
A) El conjunto de actividades se informa con todas las
acciones realizadas por las personas que en concreto ínter-
6 E L PROCEDIM IENTO PENAL

vienen para que se determine la aplicación de la ley penal


a un caso particular.
B) El conjunto de preceptos se integra con las reglas
que dicta el Estado para regular las actividades anteriores
y en su totalidad constituyen lo que puede llamarse el Dere­
cho de procedimientos penales, abarcando estos preceptos
la reglamentación no sólo de los actos que se realizan en el
llamado proceso, pues también comprende los que se lle­
van a cabo por o ante órgano jurisdiccional y que no están
dentro de lo que técnicamente pueden llamarse proceso e
igualmente los actos que no realizados por o ante autori­
dad judicial, son lo que bien podría llamarse actos {jara-
jurisdiccionales, por estar encaminados a que el juez pueda
posteriormente dictar el Derecho. En este orden de ideas
puede concluirse que el Derecho de procedimientos penales
regula todas las actividades: las parajurisdiccionales y las
jurisdiccionales y que el Derecho procesal penal o Dere­
cho del proceso penal, como lo denominaba Martínez la-
valle en su cátedra, tan sólo rige las actividades del llama­
do proceso.
C) Por último, la finalidad buscada se ubica en regla­
m entar las actividades a que nos hemos referido, a efecto
de lograr la aplicación de la ley al caso concreto, es decir,
declarar la vinculación entre el “ser” y el “deber ser” conte­
nido en la ley material, pudiendo esta declaración compren­
der los siguientes casos:

1? Se declara que al "ser" delito (tipicidad, imputabili-


dad y culpabilidad) se vincula el “deber ser” sanción; 12

2 En términos sencillos se declara que existe delito (“ser”) y que en


consecuencia, se aplica una sanción {(“debe ser”) . Un análisis detallado
de la operancia de la vinculación normativa, llevaría quizá a la afirma­
ción de que los enlaces entre el "ser” y el "deber ser” no sólo se hallan
en los aspectos generales que señalamos, sino que tal enlace aparece en
todas las calificaciones o declaraciones que hace el órgano jurisdiccional.
Así, podemos indicar que al “ser” acción tipificada, sigue la vinculación
normativa consistente en "debe ser” delito; al “ser” formado con la prueba
de que en el mundo fáctico, un sujeto goza de determinadas calidades
psíquicas y realizó un acto con inteligencia o descuido, sigue la determi­
nación de que "debe ser” responsable, y a la demostración de determi-
DEFINICIÓN DEL PROCEDIM IENTO PENAL 7

2? Se declara que al "ser” delito con excluyeme de res­


ponsabilidad 8 se vincula la consecuencia jurídica de la no
penalidad; y
3? Se declara que al “no ser" delito se vincula la no
penalidad.*4

Estas declaraciones llevan imbíbitas varias determinacio­


nes a las cuales se aludirá en capítulo posterior.
Si el momento postrero del procedimiento penal se en­
cuentra en la declaración a que nos venimos refiriendo, re­
sulta obvio que la ejecución de sanciones no pertenece
al procedimiento, a pesar de que nuestro Código Federal
adjetivo la incluye en él y de que en la doctrina, autores
tan respetables como Carnelutti y Florián sostienen postura
igual. ,
En la actualidad se lucha por un Código de Ejecución
de Sanciones, con lo que tácitamente se está atribuyendo
a la ejecución calidad diversa de la del procedimiento.4 Bi5
Para comprender con más claridad nuestra posición res­
pecto del alcance y contenido del procedimiento penal, ha­
remos alusión al pensamiento sostenido por Miguel Fenech
en su Derecho Procesal Penal, a efecto de que, precisadas
ciertas líneas generales de su pensamiento, posteriormente
lo comparemos con el nuestro y resalten en forma diáfana
las notas que nosotros atribuimos al procedimiento penal.
Fenech, partiendo del contenido intuitivo, gramatical y
lógico de las palabras, al término “ proceso intencional" le
da el significado de un acto (conducta humana) que tiene
desarrollo temporal y a la palabra "procedimiento" le otor­

nadas circunstancias (subjetivas y objetivas) en un responsable, “debe ser” una


sanción. Mas estas disquisiciones serían pertinentes en un texto de filosofía, por
lo cual soslayamos la hondura del análisis y únicamente recogemos las vinculacio­
nes generales que se desprenden del Derecho penal material, mismas a las que
aluden todos los tratadistas.
5 En las excLuyenies de responsabilidad incluimos en forma genérica, las
causas de iniinputabilidad, las causas de justificación y las excusas absolutorias.
4 Eu la segunda y tercera hipótesis se declara la absolución como conse­
cuencia jurídica, ante la determ inación de una excluyeme de responsabilidad
o la atipicidad de un hecho.
En este tenor podríam os m encionar como ejemplo a la Ley que Esta­
blece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados, a nivel
estatal podemos m encionar a Ley de Ejecución de Penas Privativas y Restricti­
vas de la Libertad del Estado de México.
■8 EL PROCEDIMIENTO PENAL

ga el alcance de “norma que regula un acto que se desarro­


lla en el tiempo”. De esta manera, tenemos el acto inten­
cional como proceso y el procedimiento como norma que
rige ese proceso.
Siguiendo las ideas apuntadas, para Fenech existe:

a) Proceso: hecho con desarrollo temporal;


b) Proceso intencional: hecho con desarrollo temporal
provocado por la voluntad del hombre (acto), y
c) Procedimiento: normas que regulan el desarrollo de
un proceso intencional, o sea, de un acto o actos.

Para nosotros, se presenta la siguiente situación:

A) Actividades: hechos humanos;


B) Procedimiento: actividades que están reguladas por
normas:
C) Derecho: conjunto de normas que rigen las activi­
dades;
D) Procedimientos penales: conjunto de actividades re­
guladas por normas y que tienden a la aplicación del Dere­
cho penal material;
E) Derecho de procedimientos penales: conjunto de nor­
mas que rigen los procedimientos penales, y
F) Derecho procesal penal o Derecho del proceso pe­
nal: conjunto de normas que rigen las actividades que se
desarrollan en una parte del procedimiento y que técnica­
mente se llaman proceso."

Abandonando los pensamientos anteriores, con la fina­


lidad de dar una visión distinta del procedimiento y cum­
plir con la exigencia didáctica de la claridad, manifesta­
mos: el eslabonamiento de los hechos puede realizarse de
manera natural y de manera intencionada. Se realiza de ma­
nera natural cuando sin la intervención del hombre los5*

5 La parte del procedimiento, como se verá más adelante, que va del


auto de formal prisión o sujeción a proceso a la sentencia y que impro*
píamente nuestras leyes denominan juicio, técnicamente se llama proceso-
D EFIN IC IÓ N D EL P R O C E D IM IE N T O P E N A L 9

hechos se encadenan fatal y necesariam ente0 y se efectúa


de manera intencional cuando los hechos se ligan por la
voluntad del hombre, es decir, el hombre los enlaza guiado
por una intención.
Las formas lógicas que traducen las concatenaciones a
que acabamos de hacer mención, constituyen las leyes na­
turales. Las leyes naturales fijan las forma de proceder de
la Naturaleza, manifestando que a una causa sigue forzo­
samente un efecto; las normas aluden a las secuencias crea­
das por la intención del hombre, es decir, lo que el hom­
bre quiere que ocurra a una situación dada, o sea, la con­
secuencia que debe seguir a un motivo, o hablando en
términos modernos, la norm a fija el enlace entre el "ser”
previsto y la consecuencia que "debe ser”, que debe ocu­
rrir,7 en suma, la relación que existe entre un motivo
condicionante y una consecuencia condicionada por el hom­
bre mismo.
Llevando los anteriores conceptos al campo del Derecho
penal, nos encontramos con lo siguiente:
El Derecho penal material se ofrece como un conjunto
de normas,8 como un conjunto de formas en las cuales a
una conducta determ inada se le prescribe cierta consecuen*
cia, o mejor dicho, algo que se debe hacer: al "ser” de una
conducta (delito) se le fija el "debe ser” de una consecuen­
cia (sanción) .•

fl El hombre puede provocar el encadenamiento natural, mas el enlace


se efectúa independientemente de la intervención del hombre. A las fuer­
zas de la Naturaleza (que constituyen la dinámica de la misma y, por
ende, la forma de eslabonar sus secuencias). puede controlarlas el hom­
bre, en cuanto las aprovecha para fines que el propio hombre persigue,
mas no cambiarlas. La historia es un constante utilizar (no cambio) la
dinámica de la Naturaleza para llegar a metas fijadas por el hombre.
^ La consecuencia fijada por el hombre puede ser cambiada. El efecto
determinado por la Naturaleza es siempre el mismo.
8 En general todo el Derecho es siempre conjunto de normas,
o Al hablar dd carácter normativo del Derecho, lo hacemos, como se
habrá observado, desde un punto de vista lógico, no axioiógico. Aludimos
a una forma y no a una teleología. Hablamos del "deber ser" refiriéndolo a
la forma de eslabonar un motivo con una consecuencia, sin compromiso
alguno con el "valor" justicia.
10 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Ahora bien, como ya indicamos, el eslabonamiento de


las normas, en tanto que no son producto de la Naturaleza,
no se realiza de manera fatal y necesaria, sino que el hom­
bre, en cuanto creador de las mismas normas, amén de se­
ñalar el eslabonamiento, si quiere darles vida positiva, tiene
que realizar esa unión, es decir, tiene que provocar las
consecuencias que ha fijado una vez que se presenta el
hecho al cual le dio calidad de motivo. Así pues, el enca­
denamiento del delito con la sanción, o como dice Carne-
lutti, del crimen con el castigo, debe ser realizado por el
mismo hombre mediante una actividad especial. Esta acti­
vidad que persigue el enlace de los extremos contenidos en
las normas del Derecho penal material, constituye el proce­
dimiento penal.
Definido el procedimiento penal en la forma que ante­
cede, urge explicar con más detenimiento cómo es esa acti­
vidad, cuyo objetivo reside en aplicar las normas del De­
recho penal material.
El quehacer que vincula los extremos de las normas del
Derecho penal material, constituye una actividad que posee
calidad técnica, por lo que para entenderla es menester dar
una idea, aunque sea ligera, de lo que entendemos por
técnica.
- La filosofía contemporánea y principalmente la Escuela
Sudoccidental Alemana, se ha preocupado grandemente por
distinguir el mundo de la ciencia del mundo de la historia.
Sin colocarnos en una posición ortodoxa respecto de la es­
cuela citada, bien podemos decir que la ciencia se ocupa
de las generalidades que presentan los hechos y los fenó­
menos, en tanto que la historia de las peculiaridades que
presentan las cosas o los hechos. De esta manera, la ciencia,
cuyo patrimonio se encuentra en las leyes, nunca puede ser
de lo particular en cuanto particular, sino de lo general, en
cuanto general y la historia soslaya toda analogía, parecido
o semejanza, para únicamente recoger lo concreto con sus
perfiles propios sui géneris o únicos. Entre la ciencia y la
historia existe un abismo, dado, como ya expresamos, que
la una se desenvuelve con las generalidades y la otra con las
particularidades.
DEFINICIÓN DEL PROCEDIMIENTO PENAL 11

Frente a los mundos apuntados, nos encontramos la téc­


nica que, como reiteradamente se ha dicho, es el puente
que une las generalidades de la ciencia10 con los productos
concretos de la historia. La técnica está constituida por un
conjunto de reglas que toma de la ciencia y se aprovechan
para producir algo concreto que goce de la calidad positiva.
Por esta razón se ha dicho que la técnica es el procedimien­
to para hacer bien una cosa. La técnica, así, en tanto que
se orienta a “hacer bien una cosa”, debe basarse en la
ciencia o en las normas, pues de otra manera no lograrla
la bondad en el producto. Bien podríamos distinguir el
técnico del práctico; el técnico actúa con sumisión a un
conjunto de reglas que conoce, en tanto que en el práctico
nunca hay esa sumisión a un método previo. Asi, por ejem­
plo, un sujeto actúa con técnica en la construcción de una
casa, cuando la edifica tomando en consideración las reglas
dictadas en general por la física (pesos, resistencias, posibles
vibraciones, etc.), y el práctico construye la casa con des-
nocimiento de las reglas que al técnico le impone el co­
nocimiento de ellas.
Con las ideas expuestas, ya podemos entender por qué
la actividad que une los extremos de la norma del Derecho
penal material, debe ser una actividad de carácter técnico:
una actividad sujeta al método que señala la ciencia cultu­
ral de los institutos procesal-penales y el Código de Proce­
dimientos Penales. En otras palabras, para la aplicación de
la ley (finalidad del procedimiento penal) nos encontra­
mos lo siguiente:

a) Una norma en la que se vincula el "ser” con el "de­


ber ser”;
b) Una actividad que se necesita realizar para que pre­
sentado el "ser” se actualice el “deber ser”;
c) Un método, o sea, un conjunto de preceptos que re­
gulen esa actividad, a efecto de obtener un buen enlace
entre el "ser” y el "deber ser”.

10 Natural o cultural.
12 EL PROCEDIMIENTO PENAL .

El conjunto de normas integra el Derecho penal mate­


rial; las actividades, el proceder que se realiza para aplicar
la ley y el método para lograr una correcta unión entre el
‘'ser” y el "deber ser”, constituye la técnica, la cual está
informada por el Derecho de procedimientos penales.
Ahora bien, hemos expresado que la actividad que vincu­
la los extremos de la norma del Derecho penal material, es
de carácter técnico, porque esta actividad debe estar sujeta
a un método (el que fija el Código de Procedimientos Pe­
nales y la ciencia cultural de los institutos condignos).
Es pertinente advertir que la explicación dada no se en­
cuentra en la primera edición del "Procedimiento Penal”,
pues por lamentable confusión, se hizo un examen de la
actividad técnica, confundiéndola con lo que propiamente
debe llamarse técnica y, de esta manera, en dicha edición,
al hablar en el párrafo respectivo de procedimiento, no lo
tomarnos como conjunto de reglas, sino le dimos la acep­
ción que inicialmente concedimos a la palabra procedimien­
to, desde el punto de vista jurídico penal, el de actividad
debidamente regulada.
Hecha la aclaración anterior y recogiendo todas las ideas
que hemos expuesto sobre técnica, podemos expresar que
con dichas ideas encuentra clara inteligencia la afirmación
de algunos tratadistas, cuando dicen que el Derecho de pro­
cedimientos penales es la técnica del Derecho penal y po­
demos definir así el procedimiento penal como la activi­
dad técnica que tiene por finalidad hacer efectivas las nor­
mas del Derecho penal material.
Las definiciones que hemos dado nos permiten comen­
tar las que han sostenido los autores mexicanos.
Para Julio Acero (Nuestro Procedimiento Penal, pág.
17) "nuestros Códigos de Procedimientos Penales son, por
tanto, como la ley procesal o adjetiva, un conjunto de re­
glas para la aplicación de la sustantiva, es decir, de los Có­
digos Penales”.
En el fondo, la idea transcrita coincide con lo que he­
mos manifestado, pues refiriéndose al contenido de los
DEFINICIÓN DEL PROCEDIMIENTO PENAL 13

Códigos de Procedimientos Penales (que nosotros incluimos


en el Derecho de procedimientos penales) alude a un con­
junto de reglas para la aplicación de la sustantiva, o sea,
para dar vida a la norma encerrada en el Derecho penal
material. En otras palabras, Julio Acero reconoce que el
Derecho de procedimientos penales está constituido por un
conjunto de reglas que rigen la actividad que es necesario
desarrollar para la aplicación de las normas señaladas en los
códigos penales.
Carlos Franco Sodi (El Procedimiento Penal Mexicano,
Cuarta Edición, pág. 11) , después de referirse a la legítima
defensa, expresa: “el otro medio de defensa social, el que
llevan a cabo los tribunales cuando en cada caso concreto
y previo el cumplimiento de formalidades determinadas, de­
claran la relación de Derecho Penal existente entre la so­
ciedad y el autor del delito, da lugar a nuestro problema,
pues no siendo, como en la legítima defensa una respuesta
inmediata y ejecutiva al delito, sino entrañando por el con­
trario todo un conjunto de actividades y formas que deben
satisfacer los tribunales antes de hacer la declaración refe­
rida, nos obliga a estudiar dichas actividades y formas que
constituyen nada menos que el proceso y a estudiar las nor­
mas que lo rigen y son objeto del Derecho Procesal Penal."
El autor mencionado manifiesta que el proceso está cons­
tituido por actividades y formas y que el Derecho procesal
penal, por las normas que rigen el proceso. A la tesis sos­
tenida caben las siguientes observaciones:

a) Quedan sin explicación las llamadas actividades pa­


rajurisdiccionales que se encuentran fuera del proceso y que
no constituyen ni actividades ni formas, para que los tribu­
nales hagan la declaración de relación de Derecho penal
existente entre la sociedad y el autor del delito. Estas acti­
vidades tienen como teleología el feliz desenvolvimiento de
la función jurisdiccional y quedan dentro de los procedi­
mientos penales pero no dentro del proceso.
Carlos Franco Sodi, en su libro, trata estas actividades
que integran propiamente la investigación o la averigua­
i

14 EL PROCEDIMIENTO PENAL

ción previa, y, sin embargo, no quedan comprendidas en su


definición;
b) Carlos Franco Sodi estima (según la lectura cuida­
dosa del Capítulo Séptimo del libro en cita) que el proceso
principia en el momento en que interviene el Juez para
determinar la relación existente entre el Estado y el delin­
cuente. Con este concepto, desconoce un periodo especial de
nuestro procedimiento píenal, que como se verá posterior­
mente, constituye el de preparación del proceso. Técnica­
mente hablando y a la luz de la hermenéutica de nuestros
textos legales, el proceso principia con el auto de formal
prisión o sujeción a proceso y antes del mismo hay una
etapa que el autor que se comenta involucra indebidamente
dentro del proceso.

Juan José González Bustamante en sus Principios de


Derecho Procesal Mexicano (segunda edición) manifiesta
que “el Procedimiento Penal es el conjunto de actividades
y formas regidas por el Derecho Procesal Penal, que se ini­
cian desde que la autoridad pública interviene al tener co­
nocimiento de que se ha cometido un delito y lo investiga,
y se prolonga hasta el pronunciamiento de la sentencia,
donde se obtiene la cabal definición de las relaciones de
Derecho Penal’ (página 25).
La definición transcrita comulga en esencia con la que
hemos sostenido, pues en primer lugar, señala que el pro­
cedimiento es conjunto de actividades; en segundo, que és­
tas se encuentran regidas por el Derecho procesal penal
(nosotros decimos Derecho de procedimientos penales); en
tercer lugar, que el procedimiento se inicia desde que la au­
toridad pública interviene al tener conocimiento de que se
ha cometido un delito y, por último, señala que concluye
con la determinación de las relaciones del Derecho penal.
Guillermo Colín Sánchez (Derecho Mexicano de Proce­
dimientos Penales, pág. 71) afirma;
"En consecuencia, concluiremos que el procedimiento
tiene dos acepciones fundamentales: una lógica y otra ju­
rídica.
\
DEFINICIÓN DEL PROCEDIMIENTO PENAL 15

"Desde el punto de vista lógico es una sucesión de fenó­


menos vinculados . entre sí a través de relaciones de cau­
salidad y finalidad; jurídicamente es una sucesión de actos
que se refieren a la investigación de los delitos y d e . sus
autores y a la instrucción del proceso. Todos estos actos
están debidamente encadenados conforme a un orden regu­
lado en su contenido y efectos por el Ordenamiento Jurí­
dico, van determinando el avance procedimental de acuer­
do con las formas y exigencias que el caso concreto amerite,
para de ahí dar nacimiento a otros actos más que faciliten
el logro de un fin determinado”.
"En estas condiciones, el procedimiento será la forma,
será el método empleado para que el proceso pueda llevar­
se a cabo; por lo tanto, el primero es un concepto general
que envuelve dentro de su seno el concepto proceso, y éste
a su vez, al juicio.”
El examen de los renglones transcritos nos hace pensar
que para el autor que se comenta no hay una idea clara
del procedimiento, en tanto que por una parte, lo estima
como “una sucesión de actos” y por otra, como una for­
ma; como un método. Sin embargo, hay que subrayar que
en las ideas de Colín Sánchez, se agitan los mismos elemen­
tos de nuestra definición, es decir, el conjunto de activida­
des, la sujeción de éstas a determinadas reglas y una fina­
lidad buscada.
En el “Curso de Derecho Procesal Penal", Sergio García
Ramírez propiamente lo que define es el Derecho procesal
penal (no el procedimiento) y en páginas anteriores da su
concepto de lo que es el proceso, razón por la cual no em­
prendemos crítica alguna, la que siempre la hemos hecho
partiendo de la idea formulada sobre el procedimiento pe­
nal. Por otra parte, manifestamos nuestra absoluta confor­
midad con la estimación hecha del Derecho procesal penal
como conjunto de normas y porción (en cuanto sólo se
refiere al proceso) del Derecho objetivo, tal como lo sos­
tiene el citado doctor García Ramírez en las páginas 29
y 30 de su obra.
Con las ideas que hemos dado del procedimiento penal.
16 E L PROCEDIMIENTO PENAL

ya será fácil establecer los límites que va a tener nuestro


estudio; se iniciará con las actividades realizadas para apli­
car a la postre la ley al caso concreto, o sea, cuando la
autoridad investigadora tiene conocimiento de un delito
y va a terminar cuando cesan esas actividades en virtud de
que se aplicó el Derecho al caso concreto.
C apítulo Secundo

EL PRO CED IM IEN TO EN GENERAL

Los periodos del procedimiento penal. Fines del procedimien­


to penal. Fines genéricos del Derecho: individualistas y tras-
individualistas. Fin específico del Derecho penal. Fines in­
mediatos del procedimiento penal. Fines específicos del
procedimiento penal. Límites, fines y contenido de cada uno
de los periodos del procedimiento penal.
Fijado el contenido del procedimiento penal, urge separar
los diversos periodos que lo informan. Ésta separación, a
la vez que señala perfectamente bien los aspectos que el
procedimiento va tomando en su desenvolvimiento, sirve,
de manera eficaz, para el estudio del propio procedimiento.
Los periodos en que se divide el procedimiento penal mexi­
cano son:1

a) Periodo de preparación de la acción procesal;


b) Periodo de preparación del proceso, y
c) Periodo del proceso.

La división que acabamos de hacer difiere en dos pun­


tos de la que hacen los tratadistas extranjeros y mexicanos
e incluso nuestra ley positiva. Estos dos puntos son los si­
guientes:
Primero: Los tratadistas y nuestra ley estiman que en el
procedimiento también debe ir involucrado el momento
de ejecución de la sentencia, o sea, el de hacer efectiva la
ley declarada aplicable al caso. Nosotros, siguiendo nues­
tra tradición, creemos que en el fenómeno jurídico se han
deslindado perfectamente bien tres momentos que entrañan
esencias diferentes y que son: el de hacer la ley, el de apli­
car la ley y el de ejecutarla. En México, estas actividades12
están entregadas a Poderes diferentes y no hay razón para
que el aplicar la ley y el ejecutarla, sean vistos como acti­
vidades esencialmente análogas.2 M* A nuestro parecer todo

1 Ver cuadro N» 1 al final del capítulo.


2 Salvo casos de excepción que como tales no derogan la regla.
2 bis incluso en el artículo 529 (del Código Federal de Procedimien­
to* Penales) antes y en la reforma de 27 de diciembre de 1985, clara­
mente se expresa que "Ja ejecución de las sentencias irrevocables en ma­
teria penal corresponde al Poder Ejecutivo..." Por su parte el Código del

19
20 El. PROCEDIMIENTO PENAL

lo relacionado con la aplicación de la ley se separa técnica­


mente (realizándolo otro Poder) de lo determinado en la
sentencia. Kelsen apoya este pensamiento, en cuanto que
deslinda perfectamente bien la ejecución de la norma indi­
vidual de la sentencia judicial, colocándolas en grados dife­
rentes de la pirámide jurídica.
Por otra parte, si como ya hemos expresado, el procedi­
miento penal tiene como finalidad la aplicación de la ley,
lógico es que aquél termine con la sentencia y no abarque
la ejecución de la misma, que se presenta después de la
creación de la norma individual. Así pues, el procedimiento
debe recoger todo lo encaminado a la aplicación de la ley
al. caso concreto, incluso los actos parajurisdiccionales (los
del periodo de preparación de la acción penal), que si
bien son realizados por órganos que no pertenecen al Poder
Judicial, la íntima conexión de ellos con el quehacer juris­
diccional, permite que queden, por su esencia teleológica,
dentro del procedimiento.
En resumen, no incluimos la ejecución de sentencia en
el procedimiento, porque, independientemente de los ór­
ganos que intervienen, si la finalidad que anima al proce­
dimiento penal, misma que le da su esencia, es la aplica­
ción de la ley material al caso concreto, lo que se separa de
dicha finalidad no puede quedar en el ámbito procesal.
Segundo: Los tratadistas mexicanos, e incluso nuestra
misma ley (art. 1? del Código Federal de Procedimientos
Penales), hacen una división de los periodos del procedi­
miento diversa a la que nosotros hemos dado. Esta división
la llevan a cabo tomando como pauta instituciones extran­
jeras que no tienen acomodo en nuestro medio y que, por
ende, es imposible aludan a periodos con esencia y finali­
dad propios, fijados por nuestros legisladores. Por ejemplo,
al periodo que va del auto de radicación al auto de formal
prisión o sujeción a proceso, no le dan autonomía, a pesar

Distrito Federal manifiesta en el artículo 575 que "La ejecución de las senten­
cias ejecutoriadas en materia penal corresponde a la Dirección General de
Prevención y Rcadaptación S ociar (que pertenece al Ejecutivo).
EL PROCEDIMIENTO EN GENERAL 21

de su contenido y finalidad específica que le separa propia­


mente del proceso. Esta objeción encontrará clara glosa
cuando estudiemos los periodos en particular y se verá que
los tratadistas extranjeros lo pasaron por alto por no conte­
ner sus leyes este periodo especial y que los autores mexica­
nos, por basarse en la doctrina extranjera, no le dan auto­
nomía, a pesar de las notas especiales que posee.3
Para entender con más claridad la división de los perio­
dos, hemos de pensar que nuestro procedimiento tiene una
estructuración lógica basada en lo siguiente: Una vez que
se tiene conocimiento de un hecho que puede ser delic­
tuoso, lo primero que procede es que la autoridad investi­
gadora averigüe y reúna los elementos que son necesarios
para poder acudir al órgano jurisdiccional en solicitud de
aplicación de la ley al asunto en concreto. El órgano juris­
diccional a quien le han sido consignados los hechos, busca
si en el caso de su atención, puede haber elementos que
justifiquen el proceso, es decir, si puede comprobarse la
existencia de un delito y si hay datos que hagan posible
la responsabilidad de un sujeto. Sin estos elementos, el
órgano jurisdiccional no tiene por qué continuar ocupándo­
se del asunto, ya que no hay base para que realice activi-
dádes y sin dicha base sería ocioso el desarrollo de sus
funciones. Si el órgano jurisdiccional encuentra que hay
base para el proceso, inicia éste y después de que' las partes
aportan los medios probatorios que estimen pertinentes para
la ilustración del órgano jurisdiccional, y fijan su parecer
tomando en consideración dichas pruebas, se aplica el de­
recho.
En el panóptico presentado, claramente se deslindan los
tres momentos en que hemos dividido el procedimiento: el
primero, en que la autoridad investigadora reúne los ele­
mentos necesarios para acudir al órgano jurisdiccional; el

3 £1 tema de la autonomía del periodo que denominamos “prepara­


ción del proceso'* ha sido objeto de acalorada polémica, de la que lo único
aprovechable es el haber hecho evidente que la doctrina extranjera nc
siempre tiene acomodo en instituciones que han adquirido sello nacional.
La doctrina sirve para dar inteligencia a los fenómenos, mas no para que
éstos prescindan de su esencia.
22 EL PROCEDIM IENTO PEN AL

segundo, en el que la autoridad judicial, antes de abrir


un proceso, busca la base del mismo, mediante la compro­
bación del cuerpo del delito y la posible responsabilidad, y
el tercero, en el que habiendo base para un proceso, se
abre éste y las partes aportan los medios probatorios fijan­
do sus posiciones tomando en consideración esos medios
probatorios y el juez resuelve.
La explicación hecha creemos que es bastante clara y
que a ella se debían someter nuestras normas procesales,
mas por desgracia, no sucede así, como lo demostramos con
un simple análisis del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal3 bis y del Código Federal de Pro­
cedimientos Penales.
I. Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal. En este cuerpo de normas no hay artículo que
haga una división de los periodos del procedimiento, pero
el examen global lleva a la conclusión de que en el mismo
se distinguen.
1? El periodo de diligencias de policía judicial que pro­
piamente term ina con la consignación.
2a El periodo de instrucción, que principia cuando el dete­
nido queda a disposición de la autoridad judicial y termina con
la resolución dictada en el plazo de setenta y dos horas. De
conformidad con el artículo 297 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal y en concordancia con el artícu­
lo 19 segundo párrafo de la Constitución, el plazo de setenta y dos
horas para que se dicte el auto de formal prisión podrá duplicar­
se a solicitud del inculpado o de su defensor, al rendir su decla­
ración preparatoria para que en dicha ampliación se aporten y
desahoguen pruebas a favor del inculpado. La representación
social no podrá solicitar dicha ampliación y sólo se encontrará
facultada para que en relación con las pruebas y alegatos pro­
puestos por el inculpado o su defensor, hacer las promociones
correspondientes al interés social.
3? El periodo de juicio, que va desde el auto de formal
prisión o sujeción a proceso, hasta que se dicte sentencia.4
8 Ws En virtud de la reforma del Art. 43 Constitucional que erigió
en Estados los Territorios de Baja California y Quintana Roo (desapare­
ciendo así loe “Territorios Federales") se reformaron todas las leyes en
lo que aludía a dichos territorios y los títulos. Por esta razón el Código
de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales pasó
a ser Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal { D ia rio
O fic ia l de 23 de diciembre de 1974) .
* Consultar T ítulo Segundo y T ítulo Tercero del Código en examen.
EL PROCEDIMIENTO EN GENERAL 23

11. El Código Federal de Procedimientos Penales, en su


artículo 1? manifiesta: '‘F.l presente código comprende los si­
guientes procedimientos: I. El de averiguación previa a la
consignación a los tribunales, que establece las diligencias
legalmente necesarias para que el Ministerio Público pue­
da resolver si ejercita o no la acción penal; II. El de pre­
instrucción, en que se realizan las actuaciones para determi­
nar los hechos materia del proceso, la clasificación de ésta
conforme al tipo penal aplicable y la probable responsabi­
lidad del inculpado o bien, en su caso, la libertad de éste
por falta de elementos para procesar; III. El de instrucción,
que abarca las diligencias practicadas ante y por los tribu­
nales con el fin de averiguar y probar la existencia del de­
lito, las circunstancias en que hubiese sido cometido y las
peculiares del inculpado, así como la responsabilidad o irres­
ponsabilidad de éste; IV. El de primera instancia, durante
el cual el Ministerio Público precisa su pretensión y el
procesado su defensa ante el tribunal, y éste valora las prue­
bas y pronuncia sentencia definitiva; V. El de segunda
instancia ante el tribunal de apelación, en que se efectúan
las diligencias y actos tendientes a resolver los recursos;
VI. El de ejecución, que comprende desde el momento en
que cause ejecutoria la sentencia de los tribunales hasta
la extinción de las sanciones aplicadas; VII. Los relativos a
inimputables, a menores y a quienes tienen el hábito o la
necesidad de consumir estupefacientes o pisicotrópicos”.
El primer período coincide en todas sus partes con el
que nosotros denominamos "preparación de la acción pro­
cesal pienal” y en él se afirma (Art. 1? inciso I) que el con­
tenido comprende un conjunto de actividades "piara que
el Ministerio Público pueda resolver si ejercita o no la ac­
ción pienal”.
La etapa comprendida en el inciso II es corolario del
primero y lógicamente pudiera quedar inmerso en el pri­
mer pieríodo.
El que llamamos pieríodo de "preparación de la acción
procesal”, propiamente está comprendido en el inciso III
denominándole impropiamente instrucción, como se aclara­
rá en renglones posteriores.
Por último, lo que titulamos (siguiendo la tradición)
“ 24 EL PROCEDIMIENTO PENAL

proceso, en él quedan comprendidos parte del inciso III y


en su totalidad el IV. Al estudiarse cada uno de los pe­
ríodos del procedimiento, tomarán mayor claridad las ideas
expuestas
Antes de entrar al estudio global de cada uno de los
periodos del procedimiento, corresponde analizar las finali­
dades generales que entraña el mismo procedimiento, pues,
ellas, en cuanto metas del todo, animan también a los pe­
riodos en que ese todo se divide.
Los fines del procedimiento, como los de cualquier acti­
vidad humana, son múltiples y se eslabonan de una manera
gradual y necesaria. Así, en el procedimiento penal, halla­
mos un fin último y remoto a cuyo servicio se encuentran
otros fines. El fin último del procedimiento penal tiene que
ser el mismo fin que se persigue con el Derecho Penal
material, en cuanto que aquél es un simple realizador de las
normas de éste. Así pues, para saber cuál es el fin último
del procedimiento penal, tenemos que investigar cuál es el
fin del Derecho penal.
El Derecho penal sustantivo, busca varios fines entre los
cuales importa distinguir el fin que persigue en cuanto
Derecho: el fin genérico, y el que persigue en cuanto Dere­
cho penal o sea el fin específico.
En cuanto al fin genérico, podemos decir, siguiendo a
Radbruch, que el Derecho puede orientarse, en última ins­
tancia, hacia una meta individualista o hacia una meta tras­
individualista. Se orienta hacia una meta individualista,
cuando la misión del Derecho reside en servir al individuo 6
por encima de todas las cosas; y persigue metas trasindivi­
dualistas cuando el Derecho sirve, en primer lugar, a algo
que se estima está por encima del hombre, como la religión,
el Estado o la cultura.
Por lo que toca al Derecho mexicano podemos afirmar,
sin temor a equivocación, que todo él está enderezado hacia
el logro de la plenaria verificación de la personalidad hu­
mana. Esta finalidad es la que anima, en última instancia,
nuestro Derecho y-la única que enciende su pathos. Ella
nos sirvió, como se recordará, de eficaz norte en la explica-
s Se entiende que al hombre en general y en sus relaciones con los
demás hombres. (Ver cuadro N* 2, al final del capítulo.)
EL PROCEDIMIENTO e n g e n e r a l 25

ción del nacimiento del Derecho, cuando todo lo hicimos


descansar sobre el propósito de lograr el plenario desen­
volvimiento del hombre en sociedad.
El fin especifico del Derecho penal se hospeda en la
fijación de lo que no se debe hacer (delitos) para lograr
la realización del fin genérico, o, como dice Florián al refe­
rirse al proceso (y que nosotros lo aplicamos al Derecho
penal en general) “el fin que tiende a la defensa social,
estudiando en sentido amplio, contra el delincuente".
Al referirnos al procedimiento penal, los fines que he­
mos señalado al Derecho penal se convierten en fines remo­
tos o mediatos. Más cerca del procedimiento se encuen­
tran dos fines íntimamente entrelazados que son especiales
de él y que, por tanto, los podemos denominar fines inme­
diatos. El primero consiste en la aplicación de la ley al
caso concreto, o como diría Kelsen, la creación “de la nor­
ma jurídica individual, la individualización o concreción
de la norma jurídica general o abstracta, la continuación
del proceso de producción jurídica desde lo general a lo
individual”. En el segundo fin descansa el sujetar la apli­
cación de la ley a determinadas reglas, invalidando así cual­
quier confusión que se pudiera presentar en la propia
aplicación. Los fines inmediatos del procedimiento penal se
pueden resumir en una sola frase: crear la norma jurídica
individual ciñéndose a reglas especiales.
Junto a los fines que acabamos de señalar, que se pue­
den calificar de inmediatos generales por el carácter que
revisten, nos encontramos con ciertos medios para alcanzar
esos fines y que no son otros que la investigación, reunión
o comprobación de los datos cuya existencia es indispensa­
ble acreditar para aplicar las consecuencias que la ley
presé. Estos medios, a su vez, informan fines buscados en
el procedimiento, fines a los cuales podemos denominar,
para distinguirlos de los anteriores, inmediatos específicos.
Los fines tratados se van eslabonando de manera gra­
dual del más particular al más general, lo cual permite
colocarlos en un orden en el que se acusan todos ellos y
que, en una sola frase, podrían sintetizarse así: el procedi­
miento penal intenta, con cierta reglamentación que quiere
26 EL PROCEDIMIENTO PENAL

impedir la anarquía en la actuación, comprobar la existen­


cia de los datos que la ley fija como condicionantes de la
sanción, para poder dar vida, en casos concretos, a las normas
contenidas en el Derecho penal material y así hacer efecti­
vas las formas de conducta que el propio Derecho penal
señala como idóneas para la buena vida gregaria al través
de las cuales se pugna por la feliz verificación de la per­
sonalidad humana.
Frente a los fines que hemos estudiado (mediatos e in­
mediatos) que se pueden calificar de generales por referirse
a todo el procedimiento, aparecen los fines que son pro­
pios de cada uno de los periodos en que hemos dividido
el mismo procedimiento y que, por tanto, se ofrecen como
fines particulares. El estudio de estos fines será tratado en
los renglones que siguen en los cuales se intenta hacer un
estudio global de cada uno de los periodos, atendiendo
al siguiente orden: límites del periodo, finalidad persegui­
da en ese periodo, contenido del propio periodo.
Primer periodo. De preparación de la acción procesal.
Este primer periodo se inicia con la averiguación previa y
termina con la consignación. En otros términos: principia
con el acto en el que la autoridad investigadora tiene co­
nocimiento de un hecho estimado como delictuoso y ter­
mina con el acto en que el Ministerio Público solicita la
intervención del órgano encargado de aplicar la ley. El fin
de este periodo reside en la reunión de los datos que son
necesarios para que el Ministerio Público pueda excitar al
órgano jurisdiccional a que cumpla con su función. El con­
tenido de la preparación de la acción procesal, es llenado
por un conjunto de actividades realizadas por y ante un
órgano especial que es el Ministerio Público y la Policía
Judicial y debidamente reglamentadas en capítulo propio.
Segundo Periodo. De preparación del proceso.* Este
periodo principia con el auto de radiación y termina con el
auto de formal prisión. Se inicia con la primera actividad
que ejecuta el órgano jurisdiccional una vez que tiene co­
nocimiento de la consignación y termina con la resolución
que sirve de base al proceso. La finalidad perseguida en
l>el>r recordarse lo «-sumido c» los C.ódij»os Procesales vigeiiics.
que en esencia no alteran nuestras clasificaciones.
EL PROCEDIMIENTO EN GENERAL 27

este periodo es reunir los datos que van a servir de base


al proceso, o sea, comprobar la comisión de un delito y la
posible responsabilidad de un delincuente. Sin la compro­
bación de la comisión de un delito serí? inútil seguir un
proceso y sin acreditar, cuando menos, datos de los que se
puede inferir la responsabilidad de un sujeto, sería también
ineficaz la iniciación del proceso. Para que se siga un pro­
ceso el legislador exige se tenga base para ello y la fina­
lidad del periodo que estudiamos, es precisamente construir
esa base. El contenido de este periodo está integrado por
un conjunto de actividades legalmente reguladas y dirigi­
das por el órgano jurisdiccional.
Tercer periodo. El proceso. Los autores lo dividen en
las siguientes partes, instrucción, discusión, fallo y cumpli­
miento de lo juzgado. Atentos a la posición que hemos
adoptado, respecto de los límites del procedimiento, desde
luego podemos manifestar que el cumplimiento de lo juz­
gado queda afuera, tanto del proceso, como del procedi­
miento, razón por la cual para nada lo tratamos.
Dando una visión general de las tres partes en que se
divide el proceso, tenemos: la instrucción es la aportación
de los elementos para poder decir el Derecho; la discusión
es la apreciación hecha por las partes, de esos elementos,
y el fallo la concreción de la norma abstracta hecha por el
ÓTgano jurisdiccional.
Aceptamos, en términos generales, la división hecha por
los tratadistas, pero para los efectos didácticos preferimos
hacer otra división en los términos siguientes: I. Instruc­
ción; II. Periodo preparatorio del juicio; III. Discusión o
audiencia; y IV. Fallo, juicio o sentencia. Glosando por se­
parado cada uno de los periodos que comprende el proceso
y siguiendo la pauta establecida para los otros, tenemos:
I. La instrucción principia con el auto de formal pri­
sión o sujeción a proceso y termina con el auto que declara
cerrada la instrucción (Art. 150 del Código Federal) 7 El
" Hay que recordar que nuestra división difiere de la legal y por este
motivo no hacemos principiar la instrucción con el auto tic radicación. El
28 K!. PROCEDIMIENTO l’ENAI.

fin que se persigue con la instrucción es “averiguar y pro­


bar la existencia del delito, las circunstancias en que hubiere
sido cometido y las peculiaridades del inculpado así como
la responsabilidad o irresponsabilidad penal de éste”...
(Frac. III, Art. 1° del Código Federal.-Reforma de 1985). En
otras palabras aportan al juez los medios para que pueda
cum plir su cometido, o mejor dicho, darle a conocer lo
necesario para que posteriorm ente le sea factible realizar
la obligación que tiene de dictar la sentencia. Con acierto
los tratadistas señalan la instrucción como periodo en que
se aportan los datos que el juez necesita conocer para lle­
var a cabo el acto de voluntad mediante el cual decide.
El contenido de este periodo es un conjunto de activi­
dades realizadas por o ante los tribunales; es la aportación
de las pruebas que van a servir para la decisión.
Al periodo instructorio lo divide el llamado auto que
declara “agotada la instrucción” y se dicta cuando el Juez,
estim ando que ya no hay diligencias por practicar, hace un
llamado a las partes para que promuevan las pruebas que
estimen se debe desahogar (Art. 150 del Código Federal
de Procedimientos Penales). Así pues, el auto que declara
agotada la averiguación no cierra la instrucción, pues to­
davía viene la última etapa en la que las partes ofrecen
pruebas que puedan desahogarse en el térm ino de quince
días. En m ateria del Orden Común, no registra el Código
de Procedimientos Penales el auto que declara agotada la
averiguación (Art. 315).
11. El periodo preparatorio aju icio , principia con el
auto que declara cerrada la instrucción y term ina con la ci­
tación para audiencia (Art. 1B inciso IV y 305 Cód. Fed.).
Este periodo tiene como finalidad el que las parles precisen
su posición, basándose en los datos reunidos durante la
instrucción, es decir, que el M inisterio Público precise
su acusación y el procesado su defensa. El contenido de
este periodo se encuentra en la formulación de las llama-

Código Federal lo expresa (muy a la ligera) en el inciso III del articulo I", no
comprendido en la instrucción, sin separar el periodo de “preparación del
proceso" al cual, como ya manifestamos, le otorgamos autonomía.
EL PROCEDIM IENTO EN GENERAL 29

das “conclusiones": los escritos en que cada una de las par­


tes determina su postura.
III. El periodo de audiencia abarca, como su nombre lo indi­
ca, la audiencia (Art. 306 del Código Federal de Procedimientos
Penales reformado por el Decreto publicado en el Diario Ofi­
cial de 10 de enero de 1994). Tiene por finalidad que las partes
rin d an las p ru eb as perm itidas por la ley y se hagan o ír del
órgano jurisd iccio n al, respecto de la situación q u e han
sostenido en el p erio d o p rep arato rio a juicio. El co n te­
nido de este p erio d o es un co n ju n to de actividades reali­
zadas por las partes ante y bajo la d irección del órgano
jurisd iccio n al, p u d ien d o éste in terv en ir en la form a que
se indicará al estu d iar el perio d o en particular.
IV. Por último, el fallo abarca desde el momento en
que se declara ‘‘visto’' el proceso, hasta que se pronuncia
sentencia. Su finalidad es la de que el órgano jurisdiccional
declare el Derecho en el caso concreto, valorando las prue­
bas que existen. Su contenido es la llamada sentencia, o
sea, según el lenguaje de Kelsen, la creación de la norma
individual.
La división de los periodos del proceso a que hemos
aludido en renglones anteriores, es propiamente para el pro­
cedimiento ordinario registrado tanto en el Código Federal
como en el del Distrito y recogido por los Códigos de Pro­
cedimientos Penales de algunas Entidades Federativas.
En la actualidad podemos afirmar que a la vera del pro­
cedimiento ordinario, se presenta el sumario. En el Código
de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, desde
la reforma publicada en el Diario Oficial de 19 de marzo
de 1971, surgió el procedimiento sumario 8 ('artículos del
s Considerando el legislador la urgente necesidad de una justicia
pronta, con la finalidad de lograr ésta. reformó el Código de Procedi­
mientos Penales para el Distrito Federal estableciendo un procedimiento
sumario y otro ordinario (y en materia federal también existe, por re­
forma de diciembre de 1983, un sui géneris procedimiento sum ario). La­
mentablemente se dejó de comprender que las tardanzas en la adminis­
tración de justicia no emanan propiamente de los términos indicados en
la ley, sino de manera principal de los titulares encargados de adminis­
trarla. Con el establecimiento de dos procedimientos, se rompe con una
30 ' •EL PROCEDIMIENTO PENAL

305 al 312); procedimiento en el cual propiamente halla­


mos en el proceso dos periodos: el primero abarcando desde
el auto de formal prisión hasta el que resuelve sobre la
admisión de las pruebas, citando a la vez para una audien­
cia (Arts. del 305 al 308). El contenido de este periodo lo
informa la actividad de las partes proponiendo pruebas y
la finalidad reside en el señalamiento de los medios de cono­
cimientos necesarios (pruebas), para que el órgano jurisdic­
cional pueda resolver. El segundo periodo del proceso en el
procedimiento sumario se inicia con la recepción de prue­
bas y termina con la sentencia (Arts. 308 y 312) y salvo los
propósitos inherentes al ofrecimiento de pruebas a que se
refiere el primer periodo, en este segundo se aglutinan
el contenido y finalidades de las restantes etapas del pro­
ceso perteneciente al proceso ordinario. Las reformas pu­
blicadas en el Diario Oficial de 10 de enero de 1994 no mo­
difican la esencia de lo consignado en los artículos 305 a
312 del Código de Procedimientos para el D. F. Se establece
que la audiencia que aglutina todo lo anterior se debe rea­
lizar en un solo día, salvo que sea necesario suspenderla para
permitir el desahogo de pruebas, continuándola al día si­
guiente y es de hacerse notar, como ya lo establecía la ley
que en esta audiencia amén de recibir las pruebas, las par­
tes vcrbalmente formulan conclusiones y el juez podrá dic­
tar sentencia o disponer de un término de tres días (ver
cuadro número I b is!.
El procedim iento sum ario, según el Código del Distri­
to Federal procedía cuando la pena máxima aplicable al
delito de que se tratare no excedía de cinco años; pero
por reform a dej artículo 305 publicada en el Diario Ofi­
cial de 4 de en ero de 1984, después reform ado por el
D ecreto publicado en el Diano Oficial de 10 de enero de
1994, se sigue procedim iento sum ario, “cuando se trate
de flagrante delito; exista confesión rendida ante el Mi­
nisterio Público o la autoridad judicial, o se trate de deli-
to no grave.
recia tradición ampliamente respetada por los penalistas. Hubiera sido
suficiente acortar los término* (no los constitucionales) y respecto de la
severa crítica de no establecerse lapsos para el ofrecimiento y recepción
de pruebas en el primer periodo instniotorio. era suficiente, como lo ñizo
el artículo 314 del Código del Distrito Federal el determinarlo» (para
lodos los demás periodos hay términos en las leyes).
E L PR O C ED IM IEN TO EN G EN ERA L 31

En el procedimiento ordinario el Código Penal del D.E sigue


los lincamientos que hemos denom inado clásicos y que serán
examinados con detenim iento en el capítulo respectivo.
En materia federal, por las reformas hechas al artícu­
lo 152. se dio vida tam bién al procedim iento sumario, esta­
tuyéndose en el dispositivo en cita, lo siguiente:
“Art. 152. £1 proceso se tram itará en form a sum aria en
los siguientes casos:
“a) En los casos de delitos cuya pena no exceda de dos
años de prisión, sea o no alternativa, o la aplicable no sea
privativa de libertad, al dictar el auto de formal prisión o de
sujeción a proceso, de oficio resolverá la apertura del procedi­
miento sumario, en el cual se procurará cerrar la instrucción
dentro de quince días. Una vez que el tribunal la declare cerra­
da, citará a la audiencia a que se refiere el artículo 307;
“b) Cuando la pena exceda de dos años de prisión, sea o no
alternativa, al dictar el auto de form al prisión o de sujeción a
proceso, el juez de oficio resolverá la ap ertu ra del p ro ced i­
m iento sumario en el cual se procurará cerrar la instrucción
dentro del plazo de treinta días, cuando se esté en cualquiera de
los siguien-tes casos:
“I. Que se trate de delito flagrante;
“II. Que exista confesión rendida precisam ente ante la
autoridad judicial o ratificación ante ésta de la rendida ante
el M inisterio Público; o
“III. Que no exceda de cinco años el térm ino medio aritm é­
tico de la pena de prisión aplicable, o que excediéndose sea
alternativa.
“Una vez que el juzgador acuerde cerrar la instrucción, ci­
tará para la audiencia a que se refiere el artículo 307, la que
deberá celebrarse d en tro de los diez días siguientes; y
,lc) En cualquier caso en que se haya dictado auto de formal
prisión o de sujeción a proceso y las partes manifiesten al no­
tificarse de ese auto o den tro de los tres días siguientes a la
notificación, que se conform an con éj y que no tienen más
pruebas que ofrecer salvo las conducentes sólo a la individualiza­
ción de la pena o m edida de seguridad y el ju ez no estime
necesario practicar otras diligencias, citará a la audiencia a que
se refiere el artículo 307. (Audiencia de conclusiones).
"El inculpado podrá optar por el procedim iento ordinario
den tro de los tres días siguientes al que se notifique la instau­
ración del juicio sum ario”.
En el fondo el artículo 152 no en cierra la obligación de
seguir el juicio sum ario, pues el m encionado dispositivo esta-
32 EL PROCEDIMIENTO PENAL

tuye que el inculpado podrá optar por el procedimiento ordi­


nario dentro de los tres días siguientes al que se notifique la
instauración del juicio sumario, por lo que no se establece
un mandato forzoso.
Dada la redacción del artículo 152, lo único que del periodo
instructorio desaparece, es la separación de las resoluciones con­
sistentes en declarar agotada la instrucción y cerrada; pues en el
artículo en examen, se determina que agotada la instrucción
dictará ( el juzgador) resolución citando a la audiencia a que se
refiere el artículo 307, la cual principia presentando el Ministe­
rio Público sus conclusiones y contestando la defensa.
El procedimiento sumario federal difiere del establecido
en el Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal en:
I. El proceso en su prim era etapa no está dividido en
dos periodos; y
II. En la etapa de audiencia no se reciben las pruebas,
sino se inicia con la formulación de conclusiones (artículo 307
reformado del Código Federal de Procedimientos Penales), la
cual hace pensar que las pruebas ya fueron recibidas.
En el ju icio sum ario a que aludía el artículo 152 bis el
juez, cumpliendo lo establecido en la ley si da por satis­
fecho el acervo probatorio, es forzoso que abra el procedi­
miento sumario sin ser aplicable el “procurar’’ agotar la
instrucción En lo que alude a las hipótesis contempladas
por el legislador en el articulo 152, con exégesis purista se
puede aseverar lo siguiente: en la primera reforma de
diciembre de 1984 si no se agota la averiguación dentro
de los 15 días (la ley dice "se procurará agotar la averigua­
ción dentro de 15 días”) técnicamente no tiene vida el
procedimiento sumario (en los términos consagrados en
el Código de Procedimientos Penales para el Distrito Fe­
deral) y hasta que el tribunal estime terminada la averi­
guación se cita a una audiencia que debe verificarse en los
términos del artículo 307 del Código Federal de Procedi­
mientos penales, la cual principia presentando el Ministe­
rio Público sus conclusiones, con lo que ya opera parte del
procedimiento sumario. En el caso de la segunda reforma
(que como ya se dijo es en esencia igual a la del segundo
párrafo del propio artículo .152 antes de la reforma) se “pro-
EL PROCEDIM IENTO EN CENERAL 33

cura" agotar la averiguación dentro del plazo de treinta


días, por lo que es de estimarse que si en ese término la
citada averiguación no se concluye, a pesar de que el juez
ordenó la apertura del juicio sumario, éste técnicamente
no procede, aunque una vez concluida la averiguación se
continúe con un procedimiento análogo al sumario.
Con lo anterior se ha brindado una vista de conjunto
del procedimiento penal. Las particularidades serán exami­
nadas al estudiar cada uno de los periodos separadamente.
C u a d r o n ú m e r o 1

PERIODOS DEL PROCEDIMIENTO


(Procedimiento federal y ordinario del D. F.)

Periodo de preparación
de la acción procesal J De la denuncia o querella,
penal. "i hasta la consignación.

Periodo de preparación f Del auto de radicación, al auto de forma! prisión, sujeción


< a proceso, o libertad por falta de ntóritos con las reservas
del proceso.
l ley.
,er-

I. Instrucción. ( Del auto de formal prisión o sujedón a proceso,


Procedimiento í al auto que declara cerrada la instrucción.
II. Periodo preparatorio del ( Del auto que dedara cenada la instrucción, al
juido. | auto que cita para audiencia.
Periodo del proceso.
{ Del auto que ata para audienda a la audiem
III. Discusión o audiencia.
| da de "vista”.
( Desde que se declara visto el proceso, hasta la
IV. Fallo, juicio o sentencia. | sentenda. '

I
C uadro núm ero 1 bis

PROCEDIMIENTO SUMARIO, D. F.

Periodo de preparación
de la acción procesal De la denuncia o querella
penal. hasta la consignación.

Periodo de p recación Del auto de radicación, al auto de formal


det proceso. prisión, sujeción a proceso o libertad por
falta de méritos con las reservas de ley.
Del auto de formal prisión (en
el que se abre un término Se proponen
para proponer pruebas). pruebas.
Procedi­ Primera etapa.
miento al auto que resuelve sobre la Se acuerda la Instrucción.
admisión de pruebas y cita recepción de
para la audiencia. pruebas.
Periodo del proceso. I* Recepción de pruebas
Segunda etapa. Discusión (Fijan
(Audiencia de re­ 2« Conclusiones las partes su
cepción de prue­ postura).
bas. conclusiones
y sentencia). Falk) (So re­
3* Sentencia suelve en de­
finitiva) .
C uadro número 2
FINES DEL PROCEDIMIENTO
In d ivid u a lista s
G enéricos Servir al individuo por encima de todo..
M ed ía lo s Los perseguidos por el". Dere­ T ra sin d ivid u a lista s
Los que pcn¡¡- cho en general.
gue el pro-, Servir, en primer lugar, algo que se estima
cedí miento, al está por encima del individuo: Religión,
través del De­ Específicos cultura. Estado.
G enerales recho penal. Los perseguidos por el Dere­ Fijar lo que no se debe hacer, con el pro­
Se refieren al cho en cuanto Derecho Pe­ pósito de realizar el fin genérico.
procedimiento nal.
en general. G enéricos
In m e d ia to s I. Aplicar la ley.
Los que en forma global se, II. Sujetar la aplicación de la ley a un
Los que persi­ persiguen con el procedi­
gue el proce­ procedimiento especial.
miento.
dimiento, con- Especiales
su carácter de Investigar, reunir y comprobar lo» dalos
procedimiento Los que se pcisigui-ii con lo-, que la ley fija como condicionantes, de
Fines del proce­ penal. dos y cada uno de los actos
dimiento pe- - la consecuencia jurídica.
. del procedimiento.
nal. I. l-ol del periodo de preparación de Reunir los «latos necesarios para el ejercí-
la acción. cío de la acción penal.
Comprobar krt datos que « w n de baje al
II. Iyus de) | xt¡«hI«» de preparación del proceso: cucqio del delio» y |Mi>¡ldc res-
proceso. • potabilidad.
<t) Ixk de lu ins­ Ilustrar para ijuc se
P a r tic u la r e s
trucción. punía dictar sen-
Se refieren a cada inicia.
uno de los periodos b ) I/ m del periodo Precisen la* panes
del procedimiento en preparatorio a sus «reptil ¡vas jki-
particular. III. lx» del periodo del proceso
(Procedimiento federal y ordina- ' audiencia. sil iones.
rio D. F.) H acfw oír las par­
c) l.os de la au­ les- )*>r d óq;ano
diencia. jurisdiccional.
«/) Líis de la sen­ Aplicar la ley al caso
tencia concreto.
C a pítu lo T ercero

FUNCIÓN PERSECUTORIA

La función persecutoria. Actividades que comprenden la fun-


ción persecutoria. La actividad investigadora, características
y principios que la rigen. La acción penal y la acción proce­
sal penal. Características de la acción procesal penal.. Pre­
supuestos de la acción procesal pena). Principios que rig e n
la acción procesal penal. El Ministerio Público. Sus antece­
dentes históricos. El Ministerio Püblico en la actualidad.
Organización del Ministerio Público.
Al dar una visión general del procedimiento, hablamos de
autoridad investigadora y de autoridad judicial. Para la
clara inteligencia de la glosa que haremos de los periodos
del procedimiento, es pertinente explicar lo que hacen la
autoridad investigadora y la judicial, o sea, dar las notas
salientes de la función persecutoria y de la función juris­
diccional.
El artículo 21 Constitucional establece que “La investigación
y la persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público y a la
Policía Judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando
inmediato de aquél”. Para comprender con toda diafanidad
la función persecutoria se necesita estudiar, primero, en qué
consiste la persecución de los delitos y segundo, qué carac­
teres reviste el órgano a quien está encomendada esa
función.
Primero. La función persecutoria, como su nombre lo
indica, consiste en perseguir los delitos o lo que es lo mis­
mo. en buscar y reunir los elementos necesarios y hacer las
gestiones pertinentes para procurar que a los autores de
ellos se les apliquen las consecuencias establecidas en la ley.
De esta manera, en la función persecutoria se vislumbra
un contenido y una finalidad intimamente entrelazados: el
contenido, realizar las actividades necesarias para que el au­
tor de un delito no evada la acción de la justicia: la fina­
lidad, que se aplique a los delincuentes las consecuencias
fijadas en la ley (sanciones) .*
La función persecutoria impone dos clases de activida­
des, a saber:
a) Actividad investigadora, y
b) Ejercicio de la acción penal.
Estudiando por separado cada una de estas actividades,
tenemos:
A) Actividad investigadora. La actividad investigadora
entraña una labor de auténtica averiguación; de búsqueda
l Dentro de la sanción queda, según nuestra ley positiva, la repara­
ción del daño, la cual tiene el carácter de pena pública cuando es exi-
gible al inculpado.
40 E L PROCEDIMIENTO p e n a l

constante de Jas pruebas que acreditan la existencia de los


delitos y la responsabilidad de quienes en ellos participan.
Durante esta actividad, el órgano que la realiza trata de
proveerse las pruebas necesarias para comprobar la existen­
cia de los delitos y poder estar en aptitud de comparecer
ante los tribunales y pedir la aplicación de la ley. La acti­
vidad investigadora es presupuesto forzoso y necesario del
ejercicio de la acción penal, es decir, del excitar a los tri­
bunales a la aplicación de la ley al caso concreto, pues es
obvio que para pedir la aplicación de la ley a una situación
histórica, es menester dar a conocer la propia situación y,
por ende, previamente estar enterado de la misma.
De la actividad investigadora se puede predicar (lo mis­
mo que de la función persecutoria en general) la calidad de
pública, en virtud de que toda ella se orienta a la satis­
facción de necesidades de carácter social.2
Los principios que rigen el desarrollo de la actividad
que estamos estudiando, son:
1. La iniciación de la investigación, está regida por lo
que bien podría llamarse "principio de requisitos de ini­
ciación”, en cuanto no se deja a la iniciativa del órgano
investigador el comienzo de la misma investigación,3 sino
que para dicho comienzo, se necesita la reunión de requi­
sitos fijados en la ley (oportunamente se estudiará con de­
talle este p u n to ).
2. La actividad investigadora está regida por el prim
cipio de la oficiosidad. Para la búsqueda de pruebas, he­
cha por el órgano encargado de la investigación, no se
necesita la solicitud de parte, inclusive en los delitos que
se persiguen por querella necesaria. Iniciada la investiga­
ción, el órgano investigador, oficiosamente, lleva a cabo
la búsqueda que hemos mencionado.
. 2 El delito presenta dos aspectos, uno que se relaciona con los inte­
reses particulares (intereses del sujeto pasivo y de la parte ofendida) y
otro que se relaciona con los intereses sociales (mantenimiento de un
OTdeD social estatuido para la buena convivencia). En la actividad inves­
tigadora y en general en toda la persecución de los delitos, se actúa
atendiendo los intereses sociales, o sea, teniendo en cuenta el orden so­
cial establecido.
3 Se encuentran prohibidas las pesquisas. Articulo 16 constitucional.
FUNCIÓN PERSECUTORIA 41

8. La investigación está sometida al principio de la le­


galidad. Si bien es cierto que el órgano investigador de
oficio practica su averiguación, también lo es que no queda
a su arbitrio la forma de llevar a cabo la misma investi-
gacióti.
En resumen, el espíritu del legislador se revela en el
sentido de que, llenados los requisitos para que se inicie
la investigación, ésta siempre debe llevarse a cabo aun en
los casos en que el órgano investigador estime inoportuno
hacerla, sujetándola a los preceptos fijados en la ley.
R) Ejercicio de la acción penal. La segunda actividad
que. abraza la función persecutoria, consiste en el llamado
ejercicio de la acción penal. Para entender el ejercicio
de la acción penal, previamente debe darse una noción de
lo que es acción penal y, para ello, nos separamos de los
complicados bizantinismos én que incurren los autores,
procurando estudiar el instituto de la manera más sencilla.
Si hemos expresado que el Estado, como representante
de la. sociedad organizada, vela por la armonía social, lógico
resulta conceder al Estado autoridad para reprim ir todo lo
que intente o conculque la buena vida gregaria. Al amparó
de esta autoridad, es indiscutible que en cuanto se comete
el .hecho delictuoso, surge el derecho-obligación4 del Es­
tado de perseguirlo; mas para que el propio Estado pueda
actuar, resulta obvio que debe tener conocimiento del he­
cho e investigado éste, llegar a la conclusión de que es
delictuoso, para dé ésta manera ejercitar su derecho ante
la autoridad iudicial, reclamando la aplicación de la ley.
En otras palabras, si la autoridad es la que reconoce para
efectos ejecutivos, los derechos y el Estado tiene facultad
para exigir se sancione al delincuente, debe reclamar el re­
conocimiento de su derecho, ejercitando la acción penal una
vez que han reunido los elementos que lo convencen de la
comisión de un delito.
Separando los momentos que comprende el resumen ex­
puesto tenemos:
4 Derecho en cnanto el Estado tiene la facultad, y obligación en
cuanto no queda a su arbitrio el ejercitarla, sino debe hacerlo fonosa-
mente.
42 EL PROCEDIMIENTO PENAL ------

a) La facultad en abstracto del Estado de perseguir los


delitos;
b) El derecho en concreto de persecución que surge
cuando se ha cometido un delito: acción penal;
c) La actividad realizada para verificar la existencia
del delito;
d) La conclusión de que los sucesos investigados cons­
tituyen un hecho delictivo y por haber pruebas de quién
o quiénes son los autores, debe reclamarse la aplicación de
la Ley;4 0‘s y
e) La reclamación hecha ame un órgano jurisdiccional
para que aplique la ley al caso concreto.
Glosando, con más amplitud, el contenido de cada uno
de los incisos anteriores, procede manifestar:
A) El Estado, por su calidad de Estado, tiene en abs­
tracto la función persecutoria, la cual es permanente e in­
declinable y, por ende, en ningún momento puede extin­
guirse. Los autores afirmantes de este pensamiento, yerran
(como se verá más adelante), cuando las carcaterísticas
apuntadas al derecho en abstracto del Estado, las quieren
proyectar a la acción penal en concreto y al ejercicio de
ésta;
B) Cuando en el mundo histórico aparece la comisión
de un delito, el derecho abstracto del Estado se concreta
surgiendo la obligación de actuar, o lo que es lo mismo
aparece la acción penal, constituida así, por el derecho
concreto de acudir al órgano jurisdiccional para que apli­
que la ley;
C) Para pedir la aplicación de la Ley, le es indispensa­
ble al órgano encargado de la exigencia del derecho perse­
cutorio, preparar idóneamente su petición y, por tanto,
como presupuesto necesario cerciorarse de la existencia del
delito y de los autores del mismo. Se inicia aquí la prepara­
ción del ejercicio de la acción penal (de lo que nosotros
llamamos acción procesal penal) al través de una investi­
gación, constitutiva de la llamada averiguación previa y a
la cual hemos aludido en párrafos anteriores.
D) Agotada la averiguación y cerciorado el órgano en­
cargado de ella (Ministerio Público) de la existencia de
4 bli Esta « ap a la precisa con claridad, el inciso II del Alt. |* del
Código Federal.
f u n c ió n p e r s e c u t o r ia 43

una conducta tipica y de la imputación que de la misma


se puede hacer, se presenta el momento culminante de la
preparación del ejercicio de la acción penal.
E) Con base en la certeza a que se alude en el inciso
anterior, nace el ejercicio de la acción penal (la consigna­
ción) , o, lo que es lo mismo, la necesidad de ir a excitar al
órgano jurisdiccional para que aplique la ley al caso con­
creto. En este momento termina la etapa de preparación del
ejercicio de la acción penal y surge el inicio del ejercicio
de ella. Utilizamos intencionalmente la frase inicio de la
acción procesal penal, porque como se verá posteriormente,
el ejercicio no sólo comprende la consignación pues tam­
bién abarca las actuaciones posteriores como son: aporta­
ción de pruebas, órdenes de comparecencia, aseguramientos
precautorios, formulación de conclusiones, de agravios y ale­
gatos, pudiéndose aseverar, a reserva de en capítulos si­
guientes explayamos, sobre estos temas, que el desarrollo
de la acción procesal penal iniciándose con la consignación
llega a su momento cenital en la formulación de con­
clusiones.
Atentos a las ideas expuestas (muy reiteradas en pági­
nas siguientes por finalidades didácticas) , y con el propósito
de hacer más claro al lector, el distingo de la acción penal
y su ejercicio, cabe entrar al estudio de los casos que la ley
registra como de extinción de la acción penal.
Los ordenam ientos sutantivo y adjetivo en materia pe­
nal en el Distrito Federal prescriben que la acción penal
se extingue: por m uerte del delincuente (artículo 08 del
Nuevo Código Penal para el Distrito Federal); por amnis­
tía (artículo 104 del Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal); cuando se otorga perdón® en delitos de
querella necesaria; y en los casos de prescripción (artícu­
los 105 a 120 del Código Penal para el Distrito Federal).
Un examen somero de las hipótesis señaladas, perm ite
concluir lo siguiente:5
5 Al consentimiento también aludía el Código Penal antes de su última
reforma.
44- EL PROCEDIMIENTO PENAL

En caso de muerte del delincuente, a pesar de lo ex­


presado en la ley (“extingue la acción penal"), lo que en
verdad desaparece es la aplicación de las sanciones, ex­
ceptuándose la reparación del daño y el decomiso de los
instrumentos y objetos del delito. Atentos a lo expuesto se
puede asegurar: no se extinguió la acción penal; ésta y su
ejercicio existieron, pues de otra manera sería imposible
explicar la subsistencia de la reparación del daño, contem­
plada en los artículos 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 51 del
Nuevo Código Penal para el Distrito Federal, y el decomi­
so, contenido y desarrollado en los artículos 53, 54 y 55 del
Nuevo Código Penal para el Distrito Federal, con su calidad
de penas públicas: sólo teniendo la acción y ejercitándola
se puede desembocar en un castigo. Por tanto, lo único
que desaparece con la muerte del delincuente ya condena­
do, es el derecho del Ejecutivo de hacer efectivas algunas
sanciones. Sólo fallece la acción penal y en consecuencia su
ejercicio (acción procesal penal) cuando la muerte sobre­
viene antes de que haya sentencia ejecutoriada, sin influir
esta situación en las acciones de carácter civil.
Para la amnistía son válidos en lo general los pensa­
mientos expuestos y en lo relativo al perdón del ofendido,
únicamente procede advertir que el acabamiento de la acción
penal y su ejercicio, exige que tal perdón se conceda antes
de dictarse sentencia de segunda instancia y el reo no se
oponga al otorgamiento.
Sintéticamente podemos expresar: en la prescripción
de la acción, efectivamente por el transcurso de los lapsos
fijados en la ley, se extingue la acción penal y por ello no
puede ejercitarse.
Es pertienente, en lo alusivo a la prescripción, distinguir
dos situaciones: cuando el sobreseimiento por prescripción
(Art. 138 del Código Federal de Procedimientos Penales)
es solicitada por el Ministerio Público y cuando oficiosa­
mente la decreta el Tribunal. En el primer caso se deben
llenar los requisitos contenidos en el artículo 140 reformado
del Código Federal de Procedimientos Penales, o sea, que
la promoción se formule expresamente y el desistimiento
sea confirmado o modificado dentro del término de diez
días (Arts. 294 y el 295) del Código Federal de Procedi­
mientos Penales. El artículo 294 fue reformado (1994) en
los términos siguientes:
f u n c ió n p e r s e c u t o r ia 45

Artículo 294.-Si las conslusiones fueren de no acusa­


ción, el juez o tribunal las anviará con el proceso al
Prucrador General de la República, para los efectos del
artículo 295.
Se tendrán por conclusiones no acusatorias, aquéllas
en las que no se concretice la pretensión punitiva, o bien,
ejercitándose ésta, se omite acusar:
a) Por algún delito expresado en el auto de formal pri­
sión; o
b) A persona respecto de quien se abrió el proceso.
En el segundo caso, cuando oficiosamente lo decreta el
Juez, al tener conocimiento de la prescripción debe reco­
nocerla haciendo la manifestación condigna equivalente
al reconocimiento de que por haberse extinguido el dere­
cho concreto de persecución, no hay lugar a sanción algu­
na. Esta interpretación emana de la exégcsis del artículo
101 del Código Penal Federal antes y después de su última
reforma, artículo en el que expresamente establece “la pres­
cripción producirá su efecto, aunque no lo alegue como
excepción el acusado. Los jueces la suplirán de oficio en
todo caso, tan leugo como tenga conocimiento de ella sea
cual fuere el estado del proceso".
El artículo 140 del Código Federal de Procedimientos
Penales que antes de ser reformado se refería al desistimien­
to, en la actualidad habla del sobreseimiento (ver artículos
138 y 140). De la aseveración hecha se puede decir que no
se refiere a la acción penal, sino a la procesal penal, con lo
cual se impide al órgano jurisdiccional, llenados los requi­
sitos de ley, proseguir ejercitando su función, debiendo de­
cretar de inmediato la libertad absoluta.
Tema diverso al que venimos tratando es el referente a
las causas por las cuales el Ministerio Público promoverá el
sobreseimiento durante el proceso y éstas son que “aparezca
que la conducta o los hechos no son constitutivos de delito,
conforme la descripción típica'contendía en la ley penal;
que el inculpado no tuvo participación en el delito que se
persigue; que la pretensión punitiva está legalmente ex­
46 EL PROCEDIMIENTO -PENAL

tinguida, o que existe en favor del inculpado una causa


excluyeme de responsabilidad” (Art. 138 del Código Federal
de Procedimientos Penales. Por reforma de 1994 se adiciona
el artículo:
Artículo 138.—....................................................... ..................
“Tam bién se sobreseerán los proced im ientos concer­
nientes a delitos culposos q u e sólo p roduzcan daño en
p ro p ie d a d ajen a y /o lesiones de los co m p rendidos en los
artículos 289 y 290 del Código Penal, si se cubre la rep a­
ración del d añ o causado a la víctima u o fendido y el in­
culp ad o no haya ab an d o n ad o a aquéllas ni haya actuado
h allándose en estado de eb ried ad o bajo el efecto de estu­
p efacientes o psicotrópicos. Lo a n terio r no se concederá
cu an d o se trate de culpa que se califique de grave confor­
me a la p arte conducente del aru'culo 60 del Código Penal.”
El artículo 136 del Código Federal de Procedimientos
Penales da al ejercicio de la acción penal, contenido análogo
al que hemos señalado. El artículo en cita dice: "En ejer­
cicio de la acción penal, corresponde al Ministerio Público:
"I. Promover la ¡ncoacción del proceso:
”11. Solicitar las órdenes de comparecencia para prepa­
ratoria y las de aprehensión que sean procedentes;
”111. Pedir el aseguramiento precautorio de bienes, para
los efectos de la reparación del daño;
”ÍV. Rendir las pruebas de la existencia de los delitos
y de la responsabilidad de los inculpados;
"V. Pedir la aplicación de las sanciones respectivas; y
"VI. En general, hacer todas las promociones que sean
conducentes a la tramitación regular de los procesos.”
El Código de Procedimentos Penales para el Distrito
Federal (Art. 2?), al aludir al ejercicio de la acción penal,
también registra las ideas que hemos expuesto.
El artículo 2? estatuye: "Art. 2? Al Ministerio Público
corresponde el ejercicio exclusivo de la acción penal, la
cual, tiene por objeto: I. Pedir la aplicación de las sanciones
establecidas en las leyes penales. II. Pedir la libertad de
FUNCIÓN PERSECUTORIA 47

los procesados, en la forma y términos que previene la ley.


III. Pedir la reparación del daño en los términos especifi­
cados en el Código Penal".
Habiéndose procurado separar la acción penal de la pro­
cesal (ejercicio de la acción penal) ya podemos definir a
la última, como un conjunto de actividades realizadas por el
Ministerio Público ante un órgano judicial, con la finalidad
de que éste, a la postre, pueda declarar el derecho en un
acto que el propio Ministerio Público estima delictuoso/'
La definición dada nos ofrece los siguientes elementos:
<a) Un conjunto de actividades;
b) Una finalidad, y
c) Un poder del que están investidas esas actividades.
A) Las actividades consisten en hacer determinadas ges­
tiones ante el órgano jurisdiccional. Ellas son realizadas
por el Ministerio Público y se orientan a la finalidad que
señalamos como segundo elemento. La actividad es el cuer­
po de la acción procesal penal (del ejercicio de la acción
penal), o mejor dicho, el elemento que por poder captarlo
con los sentidos, integra lo que bien podría llamarse el
elemento material, en el cual nos es posible encontrar el prin­
cipio y fin de la acción procesal penal. Esto nos permite
resolver en forma bastante sencilla el problema que se es­
cuda en la interrogante ya trillada de cuándo nace la acción
penal. La acción penal nace con el delito y la acción proce­
sal penal se inicia cuando principian las actividades ante el
órgano jurisdiccional con la finalidad de que declare el dere­
cho en el caso en concreto, extinguiéndose cuando cesan
esas actividades, es decir, refiriéndose a nuestro procedi­
miento legal y a un caso en que no se interrumpe la secuela
normal del procedimiento, la acción procesal penal princi­
pia con la consignación, y termina con el acto realizado por
el Ministerio Público, que precede a la sentencia firme.
Las conclusiones no acusatorias, en verdad son el cesamiento de la
acción procesal penal y prueba de ello es que la autoridad judicial so­
bresee él proceso.
48 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Así pues, si es exacto que la acción penal nace con el


delito, es inexacto que la acción procesal penal nazca con
él. La acción procesal penal lógicamente reclama como pre­
supuesto la existencia de un delito, mas de facto puede
suceder que por equivocada estimación del Ministerio Pú­
blico, aparezca la acción en cita sin que haya delito. Pién­
sese en los casos en que la autoridad judicial resuelve que
los hechos consignados no son constitutivos de delito y sin
embargo, el Ministerio Público realizó actividades ante el
órgano jurisdiccional, excitándolo para la aplicación de la
ley o, lo que es lo mismo, hizo operante la acción procesal
penal. Por las razones indicadas, debe independizarse la ac­
ción penal de la acción procesal penal, permitiéndonos lo
que antecede, reiterar que la primera nace con el delito
y la procesal penal no tiene como presupuesto forzoso la
presencia de un acontecer delictivo, como se expresará con
más amplitud y claridad en los renglones siguientes.
Las características que animan la acción procesal penal,
son las siguientes:12
1. La acción procesal penal es pública. Con lo anterior
queremos indicar, que tanto el fin como su objeto son pú­
blicos y que, por tanto, quedan excluidos de su ámbito lo
que únicamente alude a intereses privados. En la ley mexi­
cana se ha lesionado, en parte, la característica que hemos
apuntado, por haberse involucrado, en la órbita de la ac­
ción penal y, en consecuencia, de su ejercicio, lo relacio­
nado con la reparación del daño, que en esencia, perte­
nece plenariamente al" mundo de los intereses privados
(posteriormente volveremos a este punto para tratarlo con
más am plitud); y
2. La acción procesal penal es indivisible. Con lo ante­
rior se quiere indicar que tanto el derecho de castigar, como
el ejercicio de aquélla, alcanza a todos los que han come­
tido un delito, sin distingo de personas.
Concluido el estudio de la actividad que encierra la ac­
ción procesal penal, pasamos al análisis de la finalidad
que busca.
B) Con la acción procesal penal se persiguen varias fi­
nalidades, las cuales se van solicitando unas a otras de ma-
FUNCIÓN PERSECUTORIA 49

ñera forzosa y necesaria. Como primera finalidad tenemos


el lograr que el órgano jurisdiccional actúe, que la maqui­
naria judicial se ponga en movimiento. A su vez, esta fina­
lidad persigue el objeto último de que el juzgador decida
sobre determinada situación que se plantea, conviniendo,
en su caso, el “delito real” en "delito jurídico” y aplicando
las consecuencias correspondientes. Para obtener esta fina­
lidad, el Ministerio Público, al perfeccionar el ejercicio de
su acción procesal penal, fija al tribunal los extremos que
él estima se deben enlazar: por una pane el hecho con­
creto y por otra, los preceptos jurídicos aplicables. Lo dicho
nos lleva a poder aseverar que la segunda o última finalidad
buscada con la acción procesal penal, es hacer efectiva una
relación entre un hecho y unos preceptos jurídicos, o como
diría Florián obtener la decisión sobre una determinada
relación de Derecho penal.
C) Pasando al estudio del tercer elemento, nos encon­
tramos con que la acción procesal penal lleva en sí misma
el poder de obligar al órgano jurisdiccional a que decida
sobre una situación concreta que se le plantea. Por esto
podemos decir que quien tiene la acción procesal penal,
tiene poder para poner en movimiento la maquinaria judi­
cial, pero este poder no debe entenderse cómo potestad
arbitraria del órgano para hacerla valer, sino como facultad
que le impone la ley. En México, algunos autores han
hecho de la exclusividad del Ministerio Público para ejer­
citar la acción penal, un poder absoluto que no obedece
más pautas que las del capricho del mismo Ministerio Pú­
blico. Esta interpretación es del todo errónea, pues la acción
procesal penal está sujeta al principio de la legalidad.1 Ya que
por reforma constitucional en el año de 1994 al artículo 21 de la
carta magna, se consagró como garantía constitucional de la vícti­
ma de un delito la posibilidad de combatir la determinación de
no ejercicio de la acción penal por parte de la representación
social por la vía jurisdiccional; reforma constitucional que se
complementó con la reforma en el año 2000 a los artículos 10 y
114 de la Ley de Amparo, para establecer que por este medio de
control constitucional es el idóneo para im pugnar el no
ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio Público.
Habiéndose explicado la acción procesal penal, para su
cabal comprensión resta por señalar cómo y cuándo se actúa-
7 Más adelante se estudiará lo relacionado con el control de ella.
50 EL PROCEDIMIENTO PENAL

liza o lo que es lo mismo, indicar los motivos que la provocan.


Los motivos que engendran la acción procesal penal, son
lo mismo que los presupuestos lógicos, los cuales pueden ser
mediatos o inmediatos.
Los mediatos desde un punto de vista racional son:

I. La comisión de un hecho delictuoso, con lo que sur­


ge el derecho persecutorio en concreto: la acción penal;
II. Que un acto sea dado a conocer por denuncia o
querella a la autoridad investigadora, y
III. Que la autoridad investigadora averigüe las carac­
terísticas del acto y la imputación que del mismo se pueda
hacer a una persona, así como la culpabilidad de ésta.

Como presupuesto inmediato, o lo que es lo mismo, el


suceso que directamente motiva el ejercicio de la acción
penal (acción procesal penal), tenemos la creencia del pro­
pio Ministerio Público de poseer el derecho (acción penal)
para exigir la aplicación de una sanción, en virtud de que
basado en la averiguación, estima que existe un “delito
real” y que hay datos de los cuales se desprende la respon­
sabilidad de un sujeto o sujetos.
Para entender con claridad lo relacionado con la moti­
vación directa del ejercicio de la acción, es necesario acla­
rar previamente los siguientes puntos:
En primer lugar, se deben separar con toda pulcritud
tres conceptos que hasta nuestros días no han sido objeto de
estudio especial. Estos tres conceptos son: el delito legal, el
delito real y el delito jurídico. R El delito legal es una forma
de conducta prevista en la ley penal como motivo de ciertas
consecuencias también previstas en la ley. El "delito real”
es un acto en el que parte de él 0 encaja con exactitud en
una de las formas de conducta previstas en la ley (delito*
* Las denominaciones utilizadas comprendemos que riñen con la bue­
na técnica, pues es inaceptable un "delito legal", ya que si es legal, no
puede ser delictuoso y comentario análogo podría hacerse del "delito
jurídico". Mas recurrimos a dichas denominaciones para efectos didácti­
cos. ya que encierran una daza referencia al delito que aluden: el legal,
el comprendido en la ley; el jutídioo, el determinado por un juez.
” Todo acto o hecho histórico tiene infinidad de notas. Por esta
razón hablamos de parte de él.
FUNCIÓN PERSECUTORIA D

legal). El “delito jurídico” es el acto que el órgano juris­


diccional ha declarado delictuoso.10
Desde luego se debe advertir que el “delito real”, si
bien hace nacer la acción penal en concreto, no surte por
si solo ningún efecto jurídico, o lo que es lo mismo, no
engendra con su simple vida, la aplicación de las consecuen­
cias que la ley fija. El único que produce efectos jurídicos
es el “delito jurídico”. Los tres delitos mencionados es
fácil distinguirlos por el tiempo en que nacen: el legal
es anterior al acto que puede calificarse, el jurídico es pos­
terior a dicho acto y el real es concomitante con el acto,
por ser el acto mismo.
En segundo lugar se debe recordar que el Estado vela
por la armonía social, evitando la comisión de los delitos
o aplicando las consecuencias que la ley establece en los
Casos en que se cometen delitos y que el Ministerio Públi­
co (aludimos únicamente a la materia penal) representa
a la sociedad y vela por los intereses de ésta, buscando la
aplicación de las consecuencias previstas por la ley.
Con lo anterior ya podrá comprenderse que el Ministe­
rio Público actúa en cuanto tiene noticias de la comisión
de un acto reputado como delictuoso e inicia el ejercicio de
la acción penal cuando de la investigación que ha practi­
cado, infiere la existencia de un "delito real” y la posible
responsabilidad de alguien. Es ésta, la estimación sobre la
existencia de un delito real, la que, como ya lo expresamos,
motiva directamente la iniciación de la acción procesal pe­
nal. siendo infundada la tesis que intenta nulificar nuestro
pensamiento, con la aseveración de que la sentencia abso­
lutoria destruye la estimación del Ministerio Público y sin
embargo hubo acción procesal penal. La sentencia absolu­
toria demuestra que, por no haber delito, no existe derecho
en concreto de castigar; mas no acredita la fundamentación
y presencia de la acción procesal penal, la cual se basó
en la estimación de que un hecho era delictuoso y que, en
consecuencia, se tenía derecho a exigir la declaración judi-
i" Se podría hablar tic otra clase de delitos como el natural, el axioló-
gico. ^tc. No aludimos a ellos por no ser necesarios para la explicación
del tema <]UC estamos tratando: motivos que engendran el ejercicio de la
acción penal.
52 EL PROCEDIMIENTO PENAL

cial de la sanción. El derecho (acción penal), nace con el


delito, pero la acción procesal penal tiene su presupuesto
inmediato en la estimación (creencia basada en pruebas)
de que un hecho es delictuoso y un sujeto responsable.
La tesis sostenida no acepta la posición de algunos au­
tores franceses, que afirman que la sospecha sirve de base
a la acción procesal penal, pues nosotros insistimos en que
el Ministerio Público debe ejercitar la acción penal cuando
estime y no cuando sospeche la presencia de un "delito
real”.
Es menester, para concluir la glosa de la esencia de la
acción procesal penal, reiterar que no debe confundirse con
el derecho en abstracto que el Estado tiene para castigar
a los delincuentes, ni con el derecho en concreto que surge
con la comisión de un delito (acción penal)¡'1
Los derechos pertenecen al mundo normativo, la acción
procesal penal es fruto del mundo de la facticidad. Los pri­
meros integran cultura objetiva, en tanto que la acción pro­
cesal penal es historia, que aun con compromisos con la
primera, tiene independencia y perfiles propios.
Resumiendo todo lo dicho, respecto del motivo directo
de la acción procesal penal, podemos llegar a las siguientes
conclusiones:
a) La acción procesal penal no nace forzosamente con
el delito;
b) La acción procesal penal nace con la actividad que
el Ministerio Público realiza ante el órgano jurisdiccional
para que éste aplique la ley al caso concreto;
c) El "delito real”, estimado como tal por el Ministerio
Público, motiva de manera inmediata la acción procesal pe­
nal. Lo anterior implica dos factores: un acto y una estima­
ción hecha por el Ministerio Público en el sentido de que
el acto informa un “delito real”. Asf, pues, no todo "delito
real” por sí mismo, engendra la acción procesal penal;
d) El “delito jurídico” no puede motivar la acción pro­
cesal penal, por ser algo posterior a la misma acción. La
ausencia del “delito jurídico” no invalida la afirmación de1
11 Este derecho puede surgir, se conozca o no la existencia del delito,
de za misma manera que se puede tener derecho al tohro de una deuda
aunque esta se ignore.
FUNCIÓN PERSECUTORIA 53

que el acto estimado como “delito real” por el Ministeüo


Público, es el que motiva la acción procesal penal.12
e) La sospecha no engendra la acción procesal penal,
como afirman varios-Autores franceses. El Ministerio Públi­
co actúa por creencia absoluta de la existencia del “delito
real” y no por simples conjeturas, y
f) La acción procesal penal es diferente del derecho en
abstracto y en concreto de castigar.
Para agotar el tema, tan sólo resta señalar los princi­
pios que rigen el ejercicio de la acción penal (la acción
procesal penal) y que son:
1. La acción procesal penal se ejercita de oficio. El Mi­
nisterio Público, en cuanto representante de la sociedad,
no debe esperar para el ejercicio de la acción penal la ini­
ciativa privada, pues si así fuera, torpemente se pospondrían
los intereses sociales a los intereses particulares. En México
se respeta de manera absoluta este principio y la acción
procesal penal invariablemente se ejercita de oficio. La que­
rella no tiene que ver absolutamente nada con la acción
procesal penal, pues aquella institución se vincula con la
averiguación que es previa a la acción procesal penal.
Respecto del punto que estudiamos, la doctrina distin­
gue el principio oficial y el principio dispositivo. El pri­
mero sostiene que para el ejercicio de la acción penal, el
Estado debe actuar por propia determinación y el principio
dispositivo afirma que la acción procesal penal debe estar
sujeta a la iniciativa de un particular, que generalmente
es la parte ofendida.
2. La acción procesal penal está regida por el principio
de la legalidad. Teniendo el Estado en sus manos el ejerci­
cio de la acción penal, no se deja a su capricho el propio
ejercicio, sino que, por mandato legal, siempre debe lle­
varse a cabo.
Los tratadistas, en lo que atañe al punto que estudia­
mos, distinguen el principio de la legalidad del principio
de la oportunidad. La acción penal está animada por el
15 Consultar inciso II Art. del Código de Procedimientos Penales
Federal.
54 EL PROCEDIM IENTO PENAL

principio de la legalidad, cuando se ejercita siempre que se


den los presupuestos necesarios que la ley fija. En estos
casos, no se atiende para nada a la utilidad o perjuicio aue
pueda ocasionarse con el ejercicio de la acción penal.13 El
principio de la oportunidad se inspira en la idea de "que
para el ejercicio de la acción penal no basta que se den los
presupuestos necesarios, sino que es preciso que los órganos
competentes lo reputen conveniente, previa valoración del
momento, las circunstancias, etc.” El principio de la opor­
tunidad tiene holgado acomodo en los países en que las
ideas políticas ocupan puestos deferentes en el desenvolvi­
miento de la actividad estatal.
Nuestro procedimiento penal se inspira en forma abso­
luta en el principio de legalidad, como ya lo expresamos en
renglones anteriores, no quedando, por ende, el ejercicio de
la acción penal al capricho del Ministerio Público. Se ha
rechazado la afirmación expuesta, invocándose las normas
que reglamentan el no ejercicio de la acción penal, el desis­
tim iento o solicitud de sobreseimiento de la misma y la
solicitud de libertad por parte del Representante Social. A
esto cabe objetar que dichas normas, como se infiere de su
cuidadoso estudio no se animan en principios de oportu­
nidad, sino única y exclusivamente en la idea de que el
M inisterio Público es una institución de buena fe y que
como tal, tiene interés en que no se vaya a cometer la injus­
ticia de castigar a quien no merece la pena, ya sea porque
prescribió la acción penal; porque quedó comprobado que
el inculpado no tuvo participación en los hechos; porque el
proceder imputado no es típico, etc. En suma, porque
legalmente no es acreedor a consecuencia condenatoria fi­
jada en la ley.14
,s En las legislaciones en que se acepta el principio de la legalidad,
se estima que nunca se puede causar perjuicio con el ejercicio de la acción
penal, puesto que de ella depende la vigencia de la ley, y el reinado de
ésta siempre es beneficioso.
n Todos los casos de no ejercicio de la acción penal o petición de
desistimiento de la misma, están previstos en la ley, luego el principio
de legalidad es absoluto en nuestro Derecho. En fechas recientes por
varias razones se ha quebrantado el principio de la legalidad, desistién-
dose en muchas ocasiones el Ministerio Público de la aoción penal, sin
sujetarse a los términos de la ley. Ello entraña responsabilidades para d
FUNCIÓN PERSECUTORIA 55

La. sociedad está tan interesada en que se castigue al


responsable, como en que no se aplique sanción alguna a
quien no lo merece. El Ministerio Público, como represen­
tante de la sociedad, recoge el interés de ella y, por ende,
en los casos que procede, y exclusivamente en ellos, no
ejercita la acción penal, y pide el sobreseimiento o la li­
bertad.15
Segundo. El órgano que realiza la función persecutoria,
como lo establece el artículo 21 Constitucional, es el Minis­
terio Público. El Ministerio Público es un órgano del Es­
tado que, con raigambres en instituciones extranjeras, se
ofrece, en la actualidad, en nuestro país, con características
propias que ha ido tomando en el decurso de los tiempos.
Haciendo una breve referencia a la historia, tenemos: *10
En la historia general se fijan como antecedentes del
Ministerio Público los siguientes: en Grecia, un arconte
que intervenía en asuntos en que los particulares, por algu­
na razón, no realizaban la actividad persecutoria, siendo
de advertir que la actuación del arconte era meramente
supletoria, pues la acción procesal ¡señal estaba en manos
de los particulares.
En Roma, se citan como ahtecedentes del Ministerio
Público a unos magistrados denominados “curiosi, stationari
o irenarcas”, encargados de la persecución de los delitos en
los tribunales. Hay que hacer notar que estos funcionarios
únicamente desempeñaban actividades de policía judicial.
No hay que olvidar que el emperador y el senado designa­
ban, en casos graves, algún acusador.
F.n Italia existieron unos denunciantes oficiales llama­
dos ‘‘sindici o minístrales”, que se hallaban a las órdenes
de los jueces y que podían actuar sin la intervención de
órgano, pero si en virtud del pulso histórico prevaleciente, se estiman
necesarios para el bienestar social estos desistimientos, procede llevar a
cabo las reformas condignas, al través de las cuales, en forma precisa,
para evitar la arbitrariedad, se señalen las hipótesis en las cuales procede
hacer uso del principio de la oportunidad.
i* Ver conclusiones de no acusación y artículos 137 y 138 del Código
Federal de Procedimientos Penales.
10 Datos tomados, en su mayoría, de Carlos Franco Sodi y Telésforo
Ocampo. Para una m ejor información consultar el capítulo condigno de la
obra de Sergio García Ramírez: "Derecho Procesal penal”.

1
56 F.L PROCEDIMIENTO PENAL

éstos. En las postrimerías de la Edad Media los "sindici o


ministrales” se revistieron de caracteres que los acercaban
a la institución del Ministerio Público francés. En esta época
tomaron el nombre de Procuradores de la Corona.
Fue Francia la que, al través de los años, llevó hasta el
momento cenital la inquietud de poner en manos del Esta­
do lo que vulgarmente se llama función persecutoria. En
un principió, el monarca tenía a su disposición un Procura­
dor y un Abogado encargados de atender los asuntos per­
sonales de la Corona; el primero atendía los actos del pro­
cedimiento y el segundo el sostenimiento de los derechos
del rey, el alegato. Estos dos funcionarios podían ocuparse
de otros negocios, según indica Ortolán, lo que demuestra
la ausencia de representación social. Los funcionarios alu­
didos intervenían en los asuntos penales por multas o con­
fiscaciones que de éstos pudieran emanar y que enrique­
cían el tesoro de la Corona. Atentos a los derechos que
vigilaban, se preocupaban de la persecución de los delitos,
p>or lo cual, a pesar de que no podían presentarse como
acusadores, estaban facultados para solicitar el procedimien­
to de oficio. Poco a poco fueron interviniendo en todos los
asuntos penales, acabando p>or convertirse en representantes
del Estado, que tenían la misión de asegurar el castigo en
todos los actos delictivos. En e! Imperio Napoleónico, ya
el Ministerio Público se encuentra formado de manera ple-
naria.
En España, existieron los Procuradores Fiscales, a los
cuales se-refieren las leyes de Recopilación expedidas p>or
Felipe II en 1565, no debiendo-olvidarse que ya desde
antes existían estos funcionarios, con la característica de que
sus actividades no se hallaban reglamentadas.
El primer antecedente que en México encontramos del
Ministerio Público, es el de los Procuradores Fiscales. Éstos
tenían el trabajo de procurar el castigo, en los delitos no
perseguidos por Procurador Privado. España, en sus con­
quistas, envió a las tierras nuevas sus manifestaciones cul­
turales y, en el abrazo de la cultura de oro española con la
cultura neolítica autóctona, no se produjeron p>or el mo­
mento frutos de mestizaje, sino que el conquistador, amén
de su voluntad, impuso su lengua, su religión, su Derecho,
FUNCIÓN PERSECUTORIA 57

etc. Fue ésta la razón por la que durante toda la época


Colonial nuestro país, al igual que la Madre Patria, tuvo
Procuradores Fiscales que, como ya indicamos, son el primer
antecedente que tenemos del Ministerio Público. La vida
independiente en México no creó inmediatamente un nuevo
Derecho, y asi tenemos que tanto en la llamada Constitu­
ción de Apatzingán17 como en la Constitución de 1824, se
habla, en la primera, de dos fiscales, uno para el ramo civil
y otro para el ramo penal (arts. 184, 185 y 188) y en la
de 1824, de un fiscal, que debería formar parte de la Su­
prema Corte de Justicia. Estos funcionarios fueron, en
verdad, meras proyecciones de los Procuradores Fiscales.
En 1869 Juárez expidió la Ley de Jurados Criminales
para el D. F., en donde se previene que existirán tres Pro­
motores o Procuradores Fiscales o representantes del Minis­
terio Público. A pesar de la nueva nomenclatura: Ministerio
Público, se siguió la tendencia española, en cuanto que los
funcionarios citados no integraban un organismo, sino que
eran independientes entre si. Sin embargo, es menester
hacer hincapié en que en esos funcionarios ya se encuentra
una resonancia del Ministerio Público francés, debido a que
se erigen en parte acusadora, actuando independientemente
de la pane ofendida.
El Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal de 1880, marca un inmenso adelanto en lo que
atañe a la formación de la institución del Ministerio Pú­
blico. En su articulo 28 expresa que "el Ministerio Público
es una Magistratura instituida para pedir y auxiliar la pronta
administración de la justicia en nombre de la sociedad y para
defender ante los tribunales los intereses de ésta, en los
casos y por los medios que señalan las leyes”. En esta for­
ma, el Ministerio Público se constituye en magistratura
especial, aunque hay que admitir que sigue siendo un sim­
ple auxiliar de la justicia, en lo tocante a la persecución
de los delitos. La misma ley que estamos comentando, con­
vierte al Ministerio Público en un miembro de la Policía
Judicial, la que a partir del Código de 1880 se separa ra­
dicalmente de la Policía Preventiva, según se desprende
de la lectura del artículo 11 de la ley aludida.
17 Constitución que nunca fue promulgada. Año de 1814.
58 EL PROCEDIMIENTO PENAL

El Código de Procedimientos Penales de 1894, sigue, en


esencia, los lincamientos forjados en 1880 y es la Ley Orgá­
nica del Ministerio Público de 12 de septiembre de 1903, en
donde se logra el avance definitivo, en relación con el pun­
to que venimos estudiando. En efecto, la ley citada, funda
la organización del Ministerio Público (a quien preside un
Procurador de Justicia), dándole unidad y dirección; ade­
más, deja el Ministerio Público de ser un simple auxiliar
de la administración de justicia, para tomar el carácter de
magistratura independiente que representa a la sociedad.
El presidente Díaz, en el informe que rindió el 24 de
noviembre de 1903, perfiló claramente las nuevas caracte­
rísticas que en México tomaba el Ministerio Público, con
las siguientes palabras: "Uno de los principales objetos de
esta ley, es definir el carácter especial que compete a la
Institución del Ministerio Público, prescindiendo del con­
cepto que le ha reputado siempre como auxiliar de la ad­
ministración de justicia. El Ministerio Público es el repre­
sentante de la socifedad ante los tribunales, para reclamar
el cumplimiento de la ley y el restablecimiento del orden
social cuando ha sufrido quebranto. El medio que ejercita
por razón de su oficio, consiste en la acción pública; es por
consiguiente una parte y no un auxiliar para recoger todas
las huellas del delito y aun de practicar ante sí las diligen­
cias urgentes que tienden a fijar la existencia de éste o de
sus autores.” Para terminar el estudio de la Ley Orgánica
de 1903, sólo falta indicar que al Ministerio Público, como
institución con unidad y dirección, se le hace depender del
Poder Ejecutivo.
La Constitución de 1917 hizo del Ministerio Público una
institución federal. Venustiano Carranza, al presentar su
proyecto de nueva Constitución, acerca del artículo 21, que
es el que habla del Ministerio Público, dijo: .. . "propone
una innovación que de seguro revolucionará el sistema
procesal que durante tanto tiempo ha regido al país, no
obstante todas sus imperfecciones y deficiencias. Las leyes
vigentes, tanto en el orden federal como en el común, han
adoptado la institución del Ministerio Público, pero esa
adopción ha sido nominal porque la función asignada a los
representantes de aquél, tiene un carácter meramente de­
FUNCIÓN PERSECUTORIA 59

corativo para la recta y pronta administración de justicia.


Los jueces mexicanos han sido, durante el periodo corrido
desde la consumación de la Independencia hasta hoy, igua­
les a los jueces de la época Colonial, ellos son los encargados
de averiguar los delitos y buscar las pruebas, a cuyo efecto
siempre se han considerado autorizados a emprender verda­
deros asaltos contra los reos para obligarlos a confesar, lo
que sin duda desnaturaliza las funciones de la judicatura.
La sociedad entera recuerda horrorizada los atentados co­
metidos por jueces, que ansiosos de renombre, veían con
positiva fruición que llegase a sus manos un proceso que
les permitiera desplegar un sistema completo de opresión,
en muchos casos contra personas inocentes y en otros, contra
la tranquilidad y el honor de las familias, no respetando en
sus inquisiciones ni las barreras mismas que terminante­
mente establecía la ley. La nueva organización del Minis­
terio Público, a la vez que evitará ese sistema procesal tan
vicioso, restituyendo a los jueces toda la dignidad y toda
la respetabilidad de la magistratura, dará al Ministerio
Público toda la importancia que le corresponde, dejando
exclusivamente a su cargo la persecución de los delitos, la
búsqueda de los elementos de convicción que ya no se hará
por procedimientos atentatorios y la aprehensión de los
delincuentes. Con la institución del Ministerio Público, tal
como se propone, la libertad individual quedará asegurada.
Porque según el artículo 16, nadie podrá ser m olestado
en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones,
sino en virtud de m andam iento escrito de la autoridad
com petente, que funde y motive la causa legal del proce­
dim ien to ”.
l.as ideas apuntadas en el párrafo que hemos transcrito,
informaron también el artículo 21 Constitucional del que,
entre otras cosas, se desprende que el ejercicio de la acción
penal queda en manos, exclusivamente, del Ministerio Pú­
blico.18
La Ley Orgánica del Ministerio Público del Distrito y
Territorios Federales de 1919, fue elaborada siguiendo las
ideas de la Constitución de 1917. La Ley Orgánica del*lo
18 El articulo fue reformado (3 de febrero de 1983) pcT O sin alterarse
lo relacionado con el ejercicio de la acción penal.
60 EL procedimiento penal

Ministerio Público Federal de 1929 da mayor importancia


a la institución del Ministerio Público y únicamente rea­
liza las innovaciones que exige el Código Procesal del
mismo afio.
La institución del Ministerio Público polémicamente ha
ido adquiriendo las características que hoy la animan y
que en términos generales son las siguientes:
I. Constituye un cuerpo orgánico.. La institución del
Ministerio Público constituye una entidad colectiva, carác­
ter que principia a apuntarse en el Código de Procedi­
mientos Penales de 1880 y se señala con precisión en la
Ley Orgánica del Ministerio Público de 1903.
II. Actúa bajo una dirección. A partir de la Ley Orgá­
nica de 1903, el Ministerio Público actúa bajo la dirección
de un Procurador de Justicia.
III. Defiende del Ejecutivo. El Ministerio Público de­
pende del Poder Ejecutivo, siendo el Presidente de la Repú­
blica el encargado de hacer el nombramiento de Procurador
de Justicia10(Ley Orgánica del Ministerio Público de 1903).
IV. Representa a la sociedad. El Ministerio Público se
estima como representante de los intereses sociales y es el
encargado de defenderlos ante los tribunales. Así pues,
actúa independientemente de la parte ofendida (Ley Orgá­
nica del Ministerios Público de 1903).
V. El Ministerio Público, aunque tiene pluralidad de
miembros, posee indivisibilidad en sus funciones, en cuanto
que todas ellas emanan de una sola parte: la sociedad. Uno
de sus miembros puede substituirse en cualquier momento
por otro, sin que tal hecho exija cumplimiento de formali­
dades (Ley Orgánica del Ministerio Público de 1903).
VI. Es parte en los procesos. El Ministerio Público, en
cuanto representante de la sociedad, desde la Ley Orgánica
del Ministerio Público de 1903 dejó de ser un simple auxi­
liar de la administración de justicia, para convertirse en
parte.
VII. Tiene a sus órdenes a la Policía Judicial. A partir
de la Constitución de 1917, el Ministerio Público deja de
111 Actualmente el nombramiento del Procurador Jo hace el Ejecutivo,
pero con ratificación del Senado.
FUNCIÓN PERSECUTORIA 61

ser un miembro de la Policía Judicial y, desde ese momento,


es la institución a cuyas órdenes se encuentra la propia
Policía Judicial.
VIII. T iene el monopolio de la acción procesal penal.
Correspondiendo exclusivamente al Ministerio Público la
persecución de los delitos, es inconcuso que dicha institu­
ción tiene el monopolio de la acción procesal penal, carac­
terística que obliga a concluir que la intervención del Mi­
nisterio Público, como señala Julio Acero, es imprescindi­
ble para la existencia de los procesos, y
IX. Es una institución federal. Por estar prevista la ins­
titución del Ministerio Público en la Constitución (1917),
están obligados todos los Estados de la Federación a esta­
blecer dicha institución.
A ctualm ente el M inisterio Público del Distrito Federal
cuenta con el personal que registra el artículo 2 del Regla­
m ento de la Ley O rgánica de la Procuraduría G eneral de
Justicia del Distrito Federal.
El artículo 1 del Reglamento aludido manifiesta que la Pro­
curaduría General de Justicia del Distrito Federal tendrá como
titular al Procurador General de Justicia del Distrito Federal, en
concordancia con la Ley Orgánica de la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal, el artículo 2 del mismo Reglamen­
to establece que las unidades administrativas que integran a la
m encionada Procuraduría son:
Oficina del procurador.
Secretaría particular.
Fiscalía para servidores públicos.
Dirección general de política y estadística criminal.
Unidad de comunicación social.
Albergue temporal.
Subprocuraduría, fiscalías, agencias y unidades centrales de
investigación o averiguaciones previas.
Subprocuraduría, fiscalías, agencias y unidades desconcen­
tradas de investigación o averiguaciones previas.
Subprocuraduría, fiscalías, agencias y unidades de procesos
y mandamientos judiciales.
Subprocuraduría, direcciones generales, direcciones de área,
fiscalías, agencias y unidades de revisión, jurídico consultiva, de
derechos humanos y de coordinación en materia de procura­
ción de justicia y seguridad pública.
Dirección general jurídico consultiva.
62 EL PROCEDIM IENTO PENAL

Dirección general de coordinación en materia de procura­


ción de justicia y seguridad pública.
Dirección general de derechos humanos.
Subprocuraduría, direcciones generales y direcciones de
área de atención a víctimas y servicios a la comunidad.
Dirección general de servicios a la comunidad.
Dirección general de atención a víctimas del delito.
Oficialía mayor y direcciones de área.
Dirección general de programación, organización y pre­
supuesto.
Dirección general de recursos humanos.
Dirección general de recursos materiales y servicios generales.
Dirección General de tecnología y sistemas informáticos.
Visitaduría general y agencias para la supervisión técnico-
penal.
C ontraloría Interna.
Coordinación, fiscalías, agencias y unidades del ministerio
público de revisión para la resolución del no ejercicio de la
acción penal.
Jefatura general de policía judicial.
Coordinación general de servicios periciales.
Instituto de formación profesional.
El artículo 16 de la Ley Orgánica de la Procuraduría
G eneral de Justicia del Distrito Federal, publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 30 de abril de 1996 no
especifica con detenim iento la integración de esta D ependen­
cia del Ejecutivo, manifestando únicamente: “La Procuraduría
estará a cargo del Procurador, titu lar de la Institución del
M inisterio Público, quien ejercerá au to rid ad jerárq u ica
sobre todo el personal de la Institución.
La P ro cu rad u ría, de co nform idad con el presupuesto
q u e se le asigne, co n tará adem ás con su bprocuradores,
agentes del M inisterio Público, Oficial Mayor, C ontralor
In te rn o , co o rd in ad o res, directores generales, delegados,
supervisores, visitadores, subdelegados, d irectores de
área, su b d irecto res de área, jefes de u nidad d ep artam en ­
tal, ag entes de la Policía Jud icial, perito s y p ersonal de
apoyo adm inistrativo que sean necesarios para el ejerci­
cio de sus funciones, q u ien es te n d rá n las atribuciones
q u e fijen las norm as legales, reglam entarias y dem ás apli­
cab les.”
La nueva Ley Orgánica de la Procuraduría General de
FU N C IÓ N PERSECUTORIA 63

la República, publicada en el Diario Oficial de la Federa­


ción el día 12 de diciem bre de 2002, establece, en su artículo
I o que: “Esta ley tie n e p o r o b jeto o rg an izar la P ro c u ra d u ­
ría G en eral de la R ep ú b lica, u b icad a en el ám b ito d el Po­
d e r Ejecutivo F e d e ra l, p a ra el d e sp ach o de los asu n to s
q u e el M inisterio P ú b lico de la F ed eració n y a su titular,
el P ro c u ra d o r G e n e ra l de la R epública, les atrib u y en la
C o n stitu ció n P o lític a d e los Estados U nidos M exicanos,
este o rd e n a m ie n to y varias d isposiciones ap licab les.”
El artículo 4 de la Ley O rgánica de la P rocuraduría Ge­
neral de la República establece las facultades del Ministerio
Público de la Federación:
“Artículo 4. C orresponde al M inisterio Público de la Fe­
deración:
“I. Investigar y perseguir los delitos del o rd en federal. El
ejercicio de esta atribución com prende:
“A) En la averiguación previa:
ua) Recibir denuncias o querellas sobre acciones u om i­
siones que puedan constituir delito;
lib) Investigar los delitos del orden federal, así como los de­
litos del fuero com ún respecto de los cuales ejercite la facul­
tad de atracción, conform e a las normas aplicables con la ayuda
de los auxiliares a que se refiere el artículo 20 de esta Ley, y
otras autoridades, tanto federales com o del Distrito Federal
y de los estados integrantes de la Federación, en los términos de
las disposiciones aplicables y de los convenios de colaboración e
instrumentos que al efecto celebren;
“c) Practicar las diligencias necesarias para la acreditación
del cuerpo del delito y la probable responsabilidad del indiciado,
así como para la reparación de los daños y perjuicios causados;
ud) Ordenar la detención y, en su caso, retener a los probables
responsables de la comisión de delitos, en los térm inos pre­
vistos en el artículo 16 de la C onstitución Política de los Esta­
dos Unidos Mexicanos;
ue) Realizar el aseguram iento de bienes de conform idad
con las disposiciones aplicables;
uf) Restituir provisionalm ente al ofendido en el goce de
sus derechos, en los términos del Código Federal de Procedi­
mientos Penales y dem ás disposiciones aplicables;
ug) Conceder la libertad provisional a los indiciados en los
términos previstos por el artículo 20, apartado A, fracción l y últi­
mo párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos;
64 EL PROCEDIMIENTO PENAL

uh) Solicitar al órgano jurisdiccional las órdenes de cateo,


las medidas precautorias de arraigo, el aseguramiento o el embar­
go precautorio de bienes que resulten indispensables para los
fines de la averiguación previa, así como, en su caso y oportuni­
dad, para el debido cumplimiento de la sentencia que se dicte;
i(i) En aquellos casos en que la ley lo permita, el Ministerio Pú­
blico de la Federación propiciará conciliar los intereses en con­
flicto, proponiendo vías de solución que logren la avenencia;
uj) D eterm inar la incom petencia y rem itir el asunto a la
autoridad que deba conocer, así como la acumulación de las ave­
riguaciones previas cuando sea procedente;
uk) Determinar el no ejercicio de la acción penal, cuando:
ttl . Los hechos de que conozca no sean constitutivos de
delito;
“2. U na vez agotadas todas las diligencias y los m edios de
p ru eb a correspondientes, no se acredite el cuerpo del delito
o la probable responsabilidad del indiciado;
“3. La acción penal se hubiese extinguido en los térm i­
nos de las norm as aplicables;
“4. De las diligencias practicadas se desprenda plenam ente
la existencia de una causa de exclusión del delito, en los tér­
m inos que establecen las norm as aplicables;
“5. Resulte imposible la prueba de existencia de los hechos
constitutivos de delito por obstáculo m aterial insuperable; y
“6. En los demás casos que determinen las normas aplicables.
urn) Poner a disposición de la autoridad com petente a los
m enores de edad que hubieren incurrido en acciones correspon­
dientes en los térm inos establecidos en las norm as aplicables;
“nj Poner a los inimputables mayores de edad a disposición
del órgano jurisdiccional, cuando se deban aplicar medidas de
seguridad, ejerciendo las acciones correspondientes en los
térm inos establecidos en las norm as aplicables; y
uñ) Las dem ás que determ inen las norm as aplicables.
“Cuando el Ministerio Público de la federación tenga conoci­
miento p o r sí o por conducto de sus auxiliares de la probable
com isión de un delito cuya persecución dependa de querella o
de cualquier otro acto equivalente, que deba formular alguna
autoridad, lo com unicará por escrito y de inm ediato a la au­
toridad com petente, a fin de que resuelva con el debido conoci­
m iento de los hechos lo que a sus facultades o atribuciones
corresponda. Las autoridades harán saber por escrito al Minis­
terio Público de la Federación la determinación que adopten.
FUNCIÓN PERSECUTORIA 65

“En los casos de detenciones en delito flagrante, en los que


se inicie averiguación previa con detenido, el Agente del Minis­
terio Público de la Federación solicitará por escrito y de inme­
diato a la autoridad com petente que presente la querella o
cumpla el requisito equivalente, dentro del plazo de retención
que establece el artículo 16, párrafo séptimo, de la Constitu­
ción Política de los Estados Unidos Mexicanos.

“B) Ante los órganos jurisdiccionales:


“a) Ejercer la acción penal ante el órgano jurisdiccional com­
petente por los delitos del orden federal cuando exista denun­
cia o querella, esté acreditado el cuerpo del delito de que se
trate y la probable responsabilidad de quien o quienes en él
hubieren intervenido, solicitando las órdenes de aprehensión o
de comparecencia, en su caso;
"b) Solicitar al órgano jurisdiccional las ordenes de cateo, las
medidas precautorias de arraigo, de aseguramiento o embargo
precautorio de bienes, los exhortos o la constitución de garan­
tías para los efectos de la reparación de los daños y perjuicios,
salvo que el inculpado los hubiese garantizado previamente;
“c) Poner a disposición de la autoridad judicial a las perso­
nas detenidas y aprehendidas dentro de los plazos establecidos
por la ley;
"(i) Aportar las pruebas y promover las diligencias con
ducentes para la debida comprobación de la existencia del deli­
to, las circunstancias en que hubiese sido cometido y las pe­
culiaridades del inculpado, de la responsabilidad penal, de la
existencia de los daños y perjuicios asi como para la fijación
del monto de su reparación;
“e) Formular las conclusiones en los términos señalados
por la ley para solicitar la imposición de las penas y medidas de
seguridad que correspondan y el pago de la reparación de los
daños y perjuicios o, en su caso, plan tear las causas de exclusión
del delito o las que extinguen la acción penal;
“f) Impugnar, en los términos previstos por la ley, las re­
soluciones judiciales; y
“g) En general, promover lo conducente al desarrollo de
los procesos y realizar las demás atribuciones que le señalen las
normas aplicables.

“C) En materia de atención a la víctima o el ofendido por al­


gún delito:
6 6 ...............................EL PROCEDIMIENTO PENAL

“a) Proporcionar asesoría jurídica a la víctima u ofendido


e informarle de los derechos que a su favor establece la Consti­
tución Política de los Estados Unidos Mexicanos y, cuando lo
solicite, sobre el desarrollo del procedimiento penal;
“b) Recibir todos los elementos de prueba que la víctima
u ofendido le aporte en ejercicio de su derecho de coadyuvancia,
para la comprobación del cuerpo del delito y la probable res­
ponsabilidad del inculpado, así como para determ inar, en su
caso, la procedencia y monto de la reparación del daño. Cuan­
do el Ministerio Público de la federación considere que no
es necesario el desahogo de la diligencia, deberá fundar y moti­
var su negativa;
“c) O torgar las facilidades para identificar al probable
responsable y, en los casos de delitos contra la libertad y el nor­
mal desarrollo psicosexual, privación ilegal de la libertad, o
cuando así lo considere procedente, dictar todas las medidas
necesarias para evitar que se ponga en peligro la integridad
física y psicológica de la víctima u ofendido;
ud) Inform ar a la víctima u ofendido que desee otorgar el
perdón en los caos procedentes, el significado y trascenden­
cia jurídica de dicho acto;
“e) Dictar las medidas necesarias y que estén a su alcance
para que la víctima u ofendido reciba atención médica y psico­
lógica de urgencia; Cuando el Ministerio Público de la fede­
ración lo estime necesario, tomará las medidas conducentes
para que la atención médica y psicológica se haga extensiva a
otras personas;
“J) Solicitar a la autoridad judicial, en los casos en que
sea procedente, la reparación del daño; y
“g) Informar a la víctima o al ofendido menor de edad, que
no está obligado a carearse con el inculpado cuando se trate de
delitos de violación y secuestro. En estos casos, las declaraciones
respectivas se efectuarán conforme lo establezcan las disposi­
ciones aplicables.
“II. Vigilar la observancia de la constitucionalidad y lega­
lidad en el ámbito de su competencia, sin perjuicio de las
atribuciones que legalmente correspondan a otras autorida­
des jurisdiccionales o administrativas. En ejercicio de esta
atribución del Ministerio Público de la Federación deberá:
“a) Intervenir como parte en eljuicio de amparo, en los térmi­
nos previstos por el aruculo 107 constitucional y en los demás
casos en que la Ley de Amparo, Reglamentaria de los artículos
103 y 107 de la constitución Política de los Estados Unidos Mexi­
canos, disponga o autorice esta intervención;
FUNCIÓN PERSECUTORIA 67

“¿>j Intervenir como representante de la Federación en to­


dos los negocios en que ésta sea parte o tenga interés jurídico.
Esta atribución com prende las actuaciones necesarias para el
ejercicio de las facultades que confiere al Procurador General
de la República la fracción III del artículo 105 de la C onstitu­
ción Política de los estados U nidos Mexicanos.
“Tratándose de asuntos que revistan interés y trascendencia
para la Federación, el Procurador General de la República man­
ten d rá inform ando al Presidente de los casos relevantes, y
requerirá de su acuerdo por escrito para el desistim iento;
uc) Intervenir com o coadyuvante en los negocios en que
las entidades paraestatales de la Administrativa Pública Federal
sean parte o tengan interés jurídico, a solicitud del coordinador
de sector correspondiente. El Procurador General de la Repú­
blica acordará lo pertinente tom ando en cuenta la importancia
que el asunto revista para el interés público;
“Los coordinadores de sector y, por acuerdo de éstos las
entidades paraestatales, conforme a lo que establezca la ley res­
pectiva, por conducto de los órganos que determ ine su régimen
de gobierno, deberán hacer del conocimiento de la Institución
los casos en que dichas entidades figuren como partes o como
coadyuvantes, o de cualquier otra forma que com prometa sus
funciones o su patrimonio ante los órganos extranjeros dotados
de atribuciones jurisdiccionales. En estos casos la Institución se
m antendrá al tanto de los procedimientos respectivos y requeri­
rá la información correspondiente. Si ajuicio del procurador
general de la república el asunto reviste importancia para el in­
terés público, form ulará las observaciones o sugerencias que
estim e convenientes; y
"d) Intervenir en las controversias en que sean parte los
diplomáticos y los cónsules generales, precisamente en virtud
de esta calidad. Cuando se trate de un procedimiento penal y no
aparezcan inmunidades que respetar, el Ministerio Público de
la federación procederá en cum plim iento estricto de sus obli­
gaciones legales, observando las disposiciones contenidas en
los tratados internacionales en los que los estados Unidos
Mexicanos sea parte.
“III. Intervenir en la extradición o entrega de indiciados,
procesados, sentenciados, en los términos de las disposiciones
aplicables, así como en el cumplimiento de los tratados inter­
nacionales en que los estados U nidos Mexicanos sea parte;
“IV. Requerir informes, documentos, opiniones y elementos
de prueba en general a las dependencias y entidades de la admi­
68 EL p r o c e d i m i e n t o p e n a l

nistración Pública Federal, a las correspondientes del Distri­


to Federal y a los estados integrantes de la federación, y otras
autoridades y personas que puedan sum inistrar elem entos
para el debido ejercicio de dichas atribuciones.
“Es obligatorio proporcionar los informes que solicite el
Ministerio Público de la Federación en ejercicio de sus fun­
ciones. El incumplimiento a los requerimientos que formule
el ministerio Público de la federación será causa de respon­
sabilidad en términos de la legislación aplicables;
“V. Promover la pronta, expedita y debida procuración e
impartición de justicia; y
“VI. Las demás que las leyes determ inen.
En las labores encomendadas por la Constitución, así como
por los demás ordenamientos secundarios al Procurador Gene­
ral de la República, éste se auxiliará de Subprocuradores, Oficial
Mayor, Visitador General, Coordinadores, Titulares de Uni­
dades especializadas, Directores Generales, Delegados, Agre­
gados, Agentes del Ministerio Público de la Federación, Agentes
de la Agencia Federal de Investigación, Peritos y demás fun­
cionarios públicos.
De conformidad con el artículo 11 de la Ley Orgánica de
la Procuraduría General de la República el Ministerio Público
Federal contará con un sistema de especialización que podrá
actuar en todo el territorio nacional y en un sistema de descon­
centración territorial y funcional, a este respecto el precepto
legal invocado establece que:
“Artículo 11 Para el desarrollo de las funciones de la Pro­
curaduría General de la República y del Ministerio Público
de la Federación, se contará con un sistema de especializa­
ción y desconcentración territorial y funcional, sujeto a las
siguientes bases generales:
“I. Sistema de especialización:
"a) La Procuraduría General de la República contará con
unidades administrativas especializadas en la investigación y
persecución de géneros de delitos, atendiendo a las formas
de manifestación de la delincuencia organizada, así como la
naturaleza, complejidad e incidencia de delitos federales;
"b) Las unidades administrativas especializadas actuarán en
todo el territorio nacional en coordinación con los órganos y
unidades desconcenirados; y
"c) Las unidades administrativas especializadas, según su
nivel orgánico, funcional y presupuestal, podrán contar con
FUNCIÓN PERSECUTORIA 69

direcciones, subdircccioncs y demás unidades que establezcan


las disposiciones aplicables.
“II. Sistema de desconcentración:
“a) Las delegaciones serán órganos desconcentrados de la
procuraduría general de la República en las entidades fede­
rativas. Al frente de cada Delegación habrá un Delegado, quien
ejercerá el mando y autoridad jerárquica sobre los agentes del
Ministerio Público de la Federación, de la policía federal inves­
tigadora y peritos, así como demás personal que esté adscrito al
órgano desconcentrado;
“b) Las sedes de las delegaciones serán definidas aten­
diendo a la incidencia delictiva, densidad de población, las
características geográficas de las entidades federativas y la co­
rrecta distribución de las cargas de trabajo;
“c) La Procuraduría podrá contar con unidades adminis­
trativas, a cargo de la coordinación, supervisión y evaluación
de las delegaciones. En su caso, el procurador determinará me­
diante Acuerdo el núm ero de unidades administrativas que
establezcan las disposiciones aplicables;
“d) Las delegaciones de la Procuraduría contarán con subde­
legaciones y agencias del Ministerio Público de la Federación,
que ejercerán sus funciones en la circunscripción territorial que
determine el Procurador mediante Acuerdo, así como jefaturas
regionales y demás unidades administrativas que establezcan
las disposiciones aplicables;
“e) Las delegaciones atenderán los asuntos en materia de
averiguación previa, ejercicio de la acción penal, reserva, incom­
petencia, acumulación, no ejercicio de la acción penal, control
de procesos, amparo, prevención del delito, servicios a la comu­
nidad, servicios administrativos y otros, de conformidad con las
facultades que les otorgue el reglam ento de esta ley y el Pro­
curador m ediante Acuerdo;
“/) Las delegaciones preverán medidas para la atención de
los asuntos a cargo del Ministerio Público de la federación en
las localidades donde no exista agencia perm anente;
ug) El Procurador general de la República expedirá las
normas necesarias para la coordinación y articulación de las dele­
gaciones con los órganos centrales y unidades especializadas,
a efecto de garantizar la unidad de actuación y dependencia
jerárquica del Ministerio Público de la Federación; y
"h) Se dispondrá de un sistema de información que permi­
ta a la unidad responsable que determine el reglamento de esta
ley, el conocimiento oportuno de la legislación estatal o del
70 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Distrito Federa!, a efecto de que, en su caso, el procurador


general de la república esté en aptitud de ejercer la acción
prevista por la fracción II, inciso c) artículo 105 de la Constitu-
ción Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como la
participación que le corresponda en las controversias a que se
refiere la fracción I del mismo artículo.
El sistema a que se refiere el párrafo que antecede tam­
bién abarcará la inform ación para que dicha U nidad tenga
o portunam ente conocim iento de las tesis contradictorias que
emita el Poder Judicial de la Federación, a fin de que el Titular
de la In stitu ció n esté en condicio n es de e jercitar la facul­
tad de denuncia de tesis contradictorias a que alude la fracción
XIII del artículo 107 de la Constitución Política de los Estados
U nidos Mexicanos.
C a pítu lo C uarto

JURISDICCIÓN

Jurisdicción: su definición. La actividad jurisdiccional. Ele­


mentos de la actividad jurisdiccional La finalidad buscada
con la actividad jurisdiccional. Cómo se extrae una norma
individual de una general. Características del órgano que
realiza la función jurisdiccional. Su deber, su derecho y su
poder, órganos jurisdiccionales, ordinarios y extraordinarios,
órganos jurisdiccionales comunes y especiales. Independencia
del órgano jurisdiccional.
Habiéndose estudiado en el capítulo anterior la función
persecutoria, corresponde en éste entrar al examen de la
jurisdiccional.
La actividad jurisdiccional, en términos generales, con­
siste en declarar el Derecho en los casos concretos. La eti­
mología de la palabra jurisdicción, abona el concepto que
acabamos de emitir, pues jurisdicción, que proviene de las
palabras "jus” y “dicere", quiere decir declarar el Dere­
cho. Mas la simple declaración del Derecho, no informa
la actividad jurisdiccional; sólo se puede hablar de tal acti­
vidad cuando la declaración del Derecho, en los casos con­
cretos, tiene fuerza ejecutiva en virtud de haber sido hecha
por alguien a quien el Estado ha investido de poder para
ello.
Con los conceptos anteriores, ya se puede intentar una
definición cabal de jurisdicción, la cual debe comprender:
I. La esencia de la actividad misma;
II. La finalidad buscada con la actividad, y
III. El órgano que realiza la actividad.
Uniendo estos tres elementos, nos encontramos con que
jurisdicción es la actividad de declarar el Derecho en los
casos concretos, teniendo esta declaración efectos ejecutivos
por haberla hecho un órgano especial a quien el Estado
reviste del poder necesario para ello. Este concepto de ju­
risdicción es el que podríamos calificar de clásico y, al estu­
diar los elementos que abraza, poco a poco irá aclarándose
y modificándose.I.
I. Esencia de la actividad misma. La esencia de la acti­
vidad jurisdiccional reside en aplicar el Derecho en los casos
concretos. Ahora bien, ¿qué se quiere indicar con aplicar
el Derecho en el caso concreto? En primer lugar, debe re-
74 EL PROCEDIMIENTO. PENAL

cordarse que el Derecho sale de manos del legislador; como


un conjunto de fórmulas abstractas. Aplicar el Derecho en
el caso concreto, consiste en buscar si un caso histórico
encaja dentro de los límites señalados por las normas abs­
tractas. En otras palabras, determinar en un caso especial,
la norma del Derecho aplicable.
Antiguamente se creía que la aplicación de la ley repu­
diaba la formación o creación del Derecho e inclusive, para
determinar las diferencias existentes entre la actividad le­
gisladora y la jurisdiccional, se manifestaba que, en la pri­
mera, se creaba o formaba el Derecho y, en la segunda,
simplemente se aplicaba el Derecho. La Escuela Vienesa ha
aclarado diáfanamente este punto, concluyerido que la lla­
mada aplicabilidad del Derecho debe estimarse como una
forma de creación del mismo Derecho. Capograssi manifies­
ta: ‘‘aplicar la ley significa para el Juez, para el administra­
dor, para el jurista práctico, encontrar y formar la norma
particular adecuada al caso particular” y Kelsen dice: “la
función de la llamada jurisdicción es absolutamente consti­
tutiva, es producción jurídica en el sentido propio de la
expresión. Pues el que exista una situación de hecho con­
creta que ha de ser enlazada con una específica consecuen­
cia jurídica, es una relación creada solamente por la sen­
tencia judicial”.
Los conceptos anteriores permiten substituir la defini­
ción que hemos dado por una que rezaría: Jurisdicción es
la creación de una norma individual que posee efectos eje­
cutivos, enlazando un hecho concreto a una consecuencia
determinada en la ley, o es el hecho creador de "verificar
si se da in concreto una situación de hecho que la norma
general determina in abstracto” (Kelsen). Por medio, pues,
de la actividad jurisdiccional, el Juez legisla, para un caso
concreto, de la misma manera que el legislador, para hacer
las leyes, juzga casos abstractos o generales. Nosotros segui­
mos utilizando la definición clásica, pero subsumiendo en
el concepto de declaración la idea de creación del Derecho.
El análisis de la actividad jurisdiccional penal, entrega
los siguientes elementos:
jurisdicción 75

a) Un conocimiento;
b) Una declaración o clasificación, y
c) Una aplicación.
El conocimiento consiste en enterarse el órgano juris­
diccional, de la existencia de un hecho concreto. La decla­
ración o clasificación, en determinar en qué casillero de la
ley se hospeda el hecho concreto, o sea, determinar si el he­
cho es o no delito y si la causa del propio hecho reúne los
requisitos que solicita la responsabilidad. En otras palabras,
en subsumir el hecho dentro de los marcos del Derecho.
Por último, la aplicación consiste en señalar las consecuen­
cias que la ley establece para el acto cuya calidad jurídica
ya se ha determinado (vincular los extremos de la norma
general).
Los tres elementos señalados son esenciales de la activi­
dad jurisdiccional, pues la norma individual (la sentencia
en la cual culmina la actividad que estamos estudiando),
exige, por razones lógicas y jurídicas, conocer un hecho,
calificarlo jurídicamente y señalar las consecuencias que
establece la ley.
Los elementos indicados se escalonan en su orden y dan
base al posterior. Por esta razón, el conocimiento del hecho
sirve a toda la actividad jurisdiccional y pide para sí un
puesto de superlativa importancia en el proceso. La norma
individual sólo puede abrazar lo que el órgano jurisdiccio­
nal conoce y de allí el propósito de las partes de llevar al
Juez los datos que respectivamente les interesan. Las partes
aportan el conocimiento mediante las pruebas, como se verá
al estudiar éstas en capítulos posteriores.1
Para determ inar lo relacionado con la esencia de la
actividad jurisdiccional, tan sólo nos resta indicar que los
Códigos de Procedimientos (tanto Federal como el del
Distrito) aluden a ella en su artículo primero yq tie el del Dis­
trito lo hace de manera más precisa, aunque el Federal, para
los fines de una ley adjetiva, se produce con más tecnicismo.i

i En casos excepcionales el juez aporta pruebas como se verá poste­


riormente.
76 EL procedim iento penal

II. Finalidad, buscada con la actividad.1 bu La finalidad,


buscada con la actividad jurisdiccional es, en términos ge­
nerales, decidir jurídicamente sobre una situación de hecho;
extraer de una norma general una norma individual (la
sentencia judicial) aplicable a una situación de hecho con­
creta.12 O en términos más sencillos, enlazar a una situación
de hecho, la situación jurídica que la ley impone.
Respecto de cómo se debe extraer de la norma general
la norma particular, es decir, la sentencia judicial, nos
encontramos dos posturas, a saber:
a) La norma individual se encuentra determinada de
manera absoluta en la norma general; en la ley se encuen­
tra precisado con toda exactitud lo que debe ser contenido
de la sentencia, reduciéndose la actividad jurisdiccional a
trasladar a la propia sentencia lo que ya la ley tiene pre­
visto. Esta postura quiere convertir al juez en simple “boca
que pronuncia las palabras de la ley” (Montesquieu) y se
apoya en la llamada "jurisprudencia conceptual” que estima
que la finalidad de la actividad jurisdiccional consiste,
exclusivamente, en hallar la norma que debe ser el conte­
nido de la sentencia. De esta manera, la finalidad jurisdic­
cional ordena la búsqueda de la norma que debe animar
la sentencia, y a esta búsqueda constriñe toda su actividad.
El fundamento de la situación que estudiamos se encuen­
tra en el deseo de establecer una absoluta certeza jurídica
que impida arbitrariedades e injusticias.
Criticando la posición expuesta, se puede decir que la
certeza jurídica, en términos extremos es, como dice Kel-
sen, una pura ilusión, ya que la ley, con su carácter gene­
ral, está imposibilitada para hacer una determinación com­
pleta de todos los casos que la vida pueda ofrecer. La ley
tiene únicamente el carácter de marco dentro del cual for­
zosamente hay cierto campo, no determinado, en el que
puede actuar el juez con toda libertad.
1 bis Hablamos del fin inmediato de la actividad jurisdiccional; los
fines remotos se identifican en casi todo, con los del procedimiento
en general.
2 Como la finalidad rige las actividades, al hablar de aquélla fre-
cucntementc aludimos a la actividad.
JURISDICCIÓN 77

b) La norma individual se encuentra determinada de


manera relativa en la norma general, o en otras palabras,
la ley señala límites más o menos amplios, dentro de los
cuales se debe crear o extraer la norma individual o senten­
cia. Esta segunda posición encuentra su fundamento en la
idea de que es imposible prever, como ya se indicó, la mul­
tiplicidad de casos que la vida ofrece y que, no por ello, se
debe dejar de administrar justicia en los casos no previstos
exactamente en la ley, los que por su esencia constituyen
delitos (latu sensu) . La ley debe simplemente señalar con­
ceptos generales, dentro de los cuales el Juez, atento a la
finalidad de su posición, puede extraer las normas ajustables
a la variedad infinita de los hechos.
La determinación de la ley a que se refiere la postura
que estudiamos, puede revestir varios grados hasta llegar
a una indeterminación casi absoluta, como sucede en los
llamados Códigos del Porvenir Remoto,8 en los que no será
menester fijar catálogos de delitos y penas, pues unas de­
finiciones sumamente generales, servirán al Juez para nor­
mar su criterio.
La determinación absoluta y relativa de que hemos ha­
blado, se puede referir tanto al delito como a la sanción,
es decir, tanto a la situación de hecho condicionante, como
a la consecuencia condicionada.
Nuestra Constitución, animada por el pensamiento libe­
ral, que en parte fue reacción contra el poder excesivo del
Estado, quiso desterrar todo posible despotismo y estable­
cer una absoluta certeza jurídica en lo tocante a la materia
penal, que es donde se ponen en juego los más caros va­
lores humanos, como la libertad, la honorabilidad, etc. Por
esto su artículo 14 es fiel eco de la postura que aboga por la
certeza jurídica, estableciendo que “en los juicios del orden
criminal queda prohibido imponer, por simple analogía y
aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté de­
cretada por una ley exactamente aplicable al delito de que
se trata". Por las ideas que animaron a los Constituyen-

s Jiménez de Asüa, E l N u e v o D e r e c h o P e n a l. Manuel Rivera Silva,


I.a E s e n c ia del D erecho P e n a l y la s E s c u e ta s C o n te m p o r á n e a s .
78 EL PROCEDIMIENTO PENAL

tes, se puede afirmar que es indudable su deseo de estable­


cer una precisión absoluta en la declaración de los delitos,
y en la fijación de las penas hecha por el órgano jurisdic­
cional. Los legisladores penales sólo han respetado esa pre­
cisión absoluta en la declaración de los delitos y aprove­
chando la poco feliz redacción del articulo 14, que parece
establecer la precisión absoluta acerca del delito ("ley
exactamente aplicable al delito”) , en la determinación de
las penas han optado por el sistema de la precisión rela­
tiva, dejando en libertad al juez para que actúe dentro de
un mínimo y un máximo, y en ciertas ocasiones, para que
escoja entre diferentes penas (casos de pena alternativa).
Para justificar la precisión relativa en lo que alude a la
sanción, se invocan los siguientes razonamientos:
1? Que en tanto que el articulo 14 Constitucional alude
a pena decretada por una ley, es suficiente que la sanción
(no la aplicabilidad al caso concreto) esté prevista en algún
dispositivo legal; para que sin quebranto constitucional se
pueda aplicar;
2? Que lo exigido por la Constitución es que la pena
sea exactamente aplicable al caso (al evento histórico con
tipicidad) y que esta exigencia tan sólo se puede satisfacer
mediante el libre arbitrio judicial (el cual no consagra el
capricho en el órgano jurisdiccional) en tanto que para
ejercerlo, lo sujeta a estrictas limitaciones señaladas en la
propia ley, cuando fija reglas para la imposición de las san­
ciones. Asi, sólo con el libre arbitrio judicial reglamentado,
se puede afirmar que la pena está decretada en la ley pues se
impone la sanción establecida para el caso concreto. A este
respecto se invoca la jurisprudencia de la Suprema Corte
de Justicia en la que se sostiene (tesis 206) .* “Para una co­
rrecta individualización de la pena no basta hacer una
simple cita de los preceptos legales que regulan el arbitrio
judicial sobre el particular, ni es suficiente hablar de las

* £1 lema al que estamos aludiendo se vincula con los más enjun-


diosos del Derecho Penal. No lo traíamos en esta obra, perqué ello haría
sallar los límites que. nos hemos impuesto: fijar las ideas torales de la
actividad jurisdiccional.
JURISDICCIÓN 79

circunstancias que enumeran, con el mismo lenguaje gene­


ral o abstracto de la ley, es menester razonar su pormenori-
zación con las peculiaridades del reo y de los hechos delic­
tuosos, especificando la forma y manera como influyen en el
ánimo del juzgador para detenerlo en cierto punto entre
el mínimo y el máximo.”
Dadas las corrientes modernas sobre la finalidad de la
pena, es de aplaudirse la aceptación del libre arbitrio judi­
cial, justificándose éste al través de los razonamientos in­
dicados, a efecto de no divorciarlo de la exigencia Cons­
titucional.5
III. Órgano que realiza la actividad. El órgano que rea­
liza la actividad jurisdiccional, debe ser un órgano especial,
porque la declaración del jus dicere necesita estar animada
de fuerza ejecutiva y esto sólo es posible concediendo, ex­
clusivamente a . ciertos órganos, facultades para dictar el
Derecho. Si todos los hombres fueran revestidos de poder
para decir el Derecho, se caería en la caótica situación de
permitir que cada quien hiciera justicia por si mismo, lo
cual riñe abiertamente con el desiderátum del propio De­
recho.
El órgano que tiene facultad para realizar la actividad
jurisdiccional, posee;
a) Un deber;
b) Un derecho, y
c) Un poder.
A) El deber. Posee un deber en cuanto no queda a
discreción del órgano el declarar o no el Derecho en los
casos qué se le presentan; sino que, nombrado para aplicar
la ley, tiene forzosamente que decidir jurídicamente todos
los casos que queden bajo su competencia. Sería absurdo
pensar que, por una parte, el Estado nombra jueces para8

8 En la jurisprudencia transcrita se señala con precisión la exigencia


del órgano jurisdiccional de Mdetenersc en cierto punto entre el mínimo
y el máximo" con lo que propiamente se puede afirmar que la pena está
decretada en una ley; lo expresado en la ley es lo que detiene al juez
en cierto punto.
80 EL PROCEDIMIENTO PENAL

que, aplicando la ley, mantengan el orden social pregonado


por el Derecho y, por otra, quede al arbitrio de los mismos
el aplicar o no la ley.
Podría pensarse que el deber a que nos venimos refi­
riendo no es absoluto, en cuanto el órgano jurisdiccional
sólo tiene obligación de declarar el Derecho en los casos
previstos en la ley, mas no en aquellos en que, por cual­
quiera razón, guarda silencio. Este criterio es erróneo, pues
como lo han demostratado los tratadistas modernos, el Dere­
cho tiene una "plenitud hermética” que abarca6 absoluta­
mente (de manera general) todas las situaciones que la
vida pueda ofrecer. Si determinada situación no tiene seña­
lada en la ley consecuencias especiales, no por ello se debe
concluir que no está dentro del Derecho, sino únicamente
que ese hecho es permitido por el Derecho y, por ende, la
consecuencia jurídica es no aplicar alguna sanción. El juez,
en estos casos, cumple con su obligación de decir el Dere­
cho, señalando que no ha lugar a fijar consecuencia espe­
cial.7 Así pues, no se pueden invocar las llamadas lagunas
del Derecho para exonerar al órgano jurisdiccional de la
obligación de administrar justicia: “El Juez tiene siempre
que juzgar, porque ser Juez quiere decir administrar jus­
ticia, es decir, en última instancia, sentenciar, y resulta
contradictorio afirmar que administrar justicia consiste en
abstenerse de juzgar, que es no administrarla.” (Cossío.)
B) El derecho. El órgano jurisdiccional posee un dere­
cho en cuanto la ley le concede facultad o capacidad para
aplicar la ley al caso concreto. No se debe tomar derecho
como potestad, sino como facultad legal. Es éste el sentido
consagrado en el artículo 21 constitucional, cuando mani­
fiesta que: "La imposición de las penas es propia y exclu­
siva de la autoridad judicial.”- La facultad- jurisdiccionaK
no hay que confundirla con la capacidad' dél-’ órgano ju­
risdiccional, pues la primera es la aptitud en general para

• Abarca, no prevé.
7 Sobre este punto consultar mi libro N a tu r a le z a ,'C u lt u r a y D e r e c h o
P e n a l, donde se habla de. lá evolución que el Derechq punitivo va su­
friendo hasta llegar a la "plenitud hermética’* que hoy se sostiene.
JURISDICCIÓN 81

decir el Derecho y la segunda es el alcance de esa aptitud,


la determinación de la idoneidad legal que tiene el uso
de la aptitud. La primera se refiere al poseer (la facultad)
y la segunda, a la extensión que tiene el uso de lo que se
posee. Todas las autoridades judiciales poseen jurisdicción,
en cuanto tienen facultad para aplicar el Derecho, pero esta
jurisdicción está limitada en la medida de la capacidad
de cada órgano. La jurisdicción es poseer la facultad, y la
capacidad, la reglamentación de esa facultad.
Entrando al estudio de cómo se reglamenta la facultad,
o en otras palabras, al estudio de la capacidad del órgano
jurisdiccional, tenemos:
Para que el órgano jurisdiccional pueda actuar, necesi­
ta estar capacitado para ello. La capacidad puede conside­
rarse desde dos puntos de vista:
1. El subjetivo, y
2. El objetivo.
Primero. La capacidad subjetiva se refiere a los requi­
sitos que debe tener el juez para actuar como tal y puede
referirse a un aspecto abstracto o a un aspecto concreto.
Los mismos términos indican cuál es la connotación que se
le quiere dar a cada uno de estos dos aspectos de la capaci­
dad subjetiva, pues el término abstracto invita a pensar
en la capacidad del sujeto juez, independientemente de un
asunto concreto, o sea, de los requisitos que necesita para
ser juez en general, y el término concreto, lleva a pensar
en la capacidad del sujeto juez en relación con un asunto
determinado.
Los requisitos necesarios para la capacidad subjetiva
abstracta, varían segón la calidad del funcionario, pudiendo
señalarse los siguientes:
Primero. En materia federal..
1. Para ser Magistrado de Circuito (del Tribunal Unitario)"
se requiere: Ser mexicano por nacimiento, que no se adquiera
otra nacionalidad, estar en pleno ejercicio y goce de sus derechos
civiles y políticos, mayor de 35 años, gozar de buena reputación,
8 No aludimos a loa Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, por no tener este Tribunal jurisdicción penal. La Suprema Corte
82 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

no haber sido condenado por delito intencional con sanción


privativa de libertad mayor de un año, contar con título de licen­
ciado en d erecho expedido legalm enie y práctica profesional
de c u a n d o m enos cinco años, adem ás de los requisitos p re­
vistos en la Ley O rgánica del Poder Judicial de la Federación
respecto de la c a rre ra ju d icial. Los m agistrados d e circuito
d u ra rá n seis añ o s en el ejercicio de su en cargo, al térm in o de
los cuales, si fu e re n ratificados, sólo podrán ser privados de sus
cargos para las causas que señala esta ley, o p o r retiro forzoso al
cum plir setenta y cinco años de edad. (A rtículo 106 de la Ley
O rg án ica del P o d er Judicial de la F ederación.
“Artículo 108.- Para ser designado juez de distrito se requiere
ser m exicano p o r nacim iento, que no se adquiera otra naciona­
lidad, estar en pleno ejercicio de sus derechos, mayor de treinta
años, contar con título de licenciado en derecho expedido le­
galm ente, un m ínim o de cinco años de ejercicio profesional,
gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito
intencional con sanción privativa de libertad mayor de un año.
Los ju eces de distrito durarán seis años en el ejercicio de su
encargo, al térm ino de los cuales, si fueren ratificados o desig­
nados para ocupar el cargo de magistrados de circuito, sólo po­
drán ser privados de sus cargos por las causas que señala esta
ley, o p o r retiro forzoso al cum plir setenta y cinco años de edad.
(Ley O rgánica del Poder Judicial de la Federación).
Segundo. E n m ateria del O rden C om ún.
E n lo q u e alu d e a los T rib u n ales del D istrito Federal,
tenem os los siguientes requisitos de capacidad subjetiva
abstracta:
I. En lo tocante a los Magistrados del Tribunal Supe­
rior de Justicia del Distrito Federal, el artículo 16 de la
Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia del Dis­
trito Federal, señala los siguientes requisitos:
n o interviene en la aplicación de la Ley penal m aterial al .caso concreto.
Conoce de la violación d e garantías individuales, pues, .hasta cuando se
ocupa d e Ja exacta aplicación de la ley, lo hace refiriéndose a la posible
violación de garantías individuales (control d e leg alid ad ). T am poco a lu ­
dim os a los requisitos de los M agistrados de los T rib u n ales Colegiados
d e C ircuito, p o r no ten er com petencia penal, no ventilándose procesos
penales an te ellos. Los Magistrados, Secretarios y Actuarios de los T r i ­
bunales Colegiados de C ircuito deberán reunir los mismos requisitos
de los M agistrados de Circuito.
JURISDICCIÓN 83

I. Ser mexicano por nacimiento, no haber adquirido otra


nacionalidad y estar en pleno ejercicio de sus derechos políti­
cos y civiles;
II. T ener cu an d o m enos trein ta y cinco años de edad
cum plidos al día de la designación;
III. Poseer al día de la designación, con antigüedad mínima
de diez años, título profesional de Licenciado en derecho, ex­
pedido por la autoridad o institución leglaniente facultada
para ello;
IV. Gozar de b u en a reputación;
V. No haber sido co n d en ad o por delito intencional
que am erite p en a co rp o ral de más de un año de prisión,
pero si se tratare de robo, frau d e, falsificación, abuso de
confianza u o tro que lastim e seriam ente la buen a fam a en
el concepto público, lo inhabilitará p ara el cargo, cual­
q u iera que haya sido la pena;
VI. H aber residido en el país d u ran te los dos años an ­
teriores al día de la designación, y
VII. No haber ocupado el cargo de Jefe del Distrito Fede­
ral, Secretario General, Procurador General de Justicia o Di­
putado a la Asamblea del Distrito Federal, durante el año
previo al día de la designación.
Los nom bram ientos de ios M agistrados serán hechos
p referen tem en te, de e n tre aquellas personas que se ha­
yan desem p eñ ad o com o Jueces o que hayan prestado sus
servicios con eficiencia y p ro b id ad en la im partición o
pro cu ració n de ju sticia, o en su caso, que p o r su h o n o ra­
bilidad, com petencia y an teced en tes en otras ram as de la
profesión ju ríd ic a se co nsideren aptos p ara im partirla. En
igualdad de circunstancias, se p referirá a los o riginarios o
vecinos del D istrito Federal.
II. Para ser Ju ez en la m ateria Penal se requieren los
requisitos que se establecen en el artículo 17 de la Ley
O rgánica del Tribunal del Distrito Federa! y que son los
siguientes:
I. Ser m exicano por nacim iento, no haber adquirido
otra nacionalidad y estar en pleno ejercicio de sus d ere­
chos civiles y políticos;
II. T ener cuando m enos tre in ta años de edad cum pli­
dos al día de la designación;
III. T ener título de L icenciado en D erecho y C édula
Profesional expedida p o r la au to rid ad o institución legal-
m en tc facultada p ara ello;
84 EL PROCEDIM IENTO PEN AL

IV. Tener práctica profesional mínima de cinco años conta­


dos a partir de la obtención del título profesional en el campo
jurídico; relacionada con el cargo para el que se concursa;
V. H ab er residido en el D istrito Federal o en su área
M etropolitana d u ran te los dos años an terio res al día de la
designación;
VI. Gozar de buen a reputación;
VII. No h ab er sido conden ad o p o r delito que am erite
p e n a co rp o ral de más de un año de prisión; p ero si se
tra ta re de robo, fraude, falsificación, abuso de confianza
u o tro q u e lastime seriam ente la b u ena fam a en el con­
cep to público, lo inhabilitará p ara el cargo, cualquiera
q u e haya sido la pena, y
VIII. P articip ar y o b te n e r resu ltad o favorable en el
concurso de oposición en los térm inos q u e establece esta
Ley.
III. Los requisitos para ser Juez de Paz los consigna el
artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal, que requiere:
I. T en er cuando m enos veintiocho años de edad cum ­
plidos al d ía de la designación;
II. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, no haber ad­
quirido otra nacionalidad y estar en pleno ejercicio de sus dere­
chos civiles y políticos;
III. Ser Licenciado en D erecho y te n e r C édula Profe­
sional ex p ed id a p o r la au to rid ad o institución legalm ente
facultada p ara ello;
IV. Gozar de b u en a reputación;
V. No h ab er sido c o n d en ad o p o r delito que am erite
p e n a coporal de más de un año de prisión; p ero si se tra­
tare de robo, fraude, falsificación, abuso de confianza u
o tro q u e lastim e seriam ente la b u en a fam a en el concep­
to p úblico, lo inhabilitará p ara el cargo, cualquiera que
haya sido la pena;
VI. T en er práctica profesional m ínim a de cinco años
co ntados a p a rtir de la o b ten ció n del T ítu lo profesio­
nal, y
VII. P articipar y o b ten er resultado favorable en el con­
curso de oposición en los térm inos que establece esta Ley.
JURISDICCIÓN 85

Respecto de las actuaciones de quien carece de facul­


tad subjetiva abstracta, es decir, no cumple con algunos de
los requisitos anteriorm ente señalados par alguno de los
cargos públicos, se han sostenido dos tesis: la prim era, que
afirma su nulidad, porque la ausencia de capacidad im po­
sibilita jurídicam ente para la actuación; la segunda, que
concede a dichas actuaciones validez y que para evitarlas
se tiene la amenaza de una pena. Es decir, en esta segunda
tesis se manifiesta: para que el incapacitado no actúe, se le
amenaza con la pena consignada en la ley, pero si llega a
hacerlo, su actuación surte efectos, independientem ente
del juicio que contra el mismo se deba seguir.
De la capacidad subjetiva concreta, es suficiente mani­
festar que el Juez no debe tener, en relación con un asunto
en particular, ninguna causa de recusación o excusa,10 las
que, sin duda, lesionarían la puridad de su decisión.
Segundo. Por capacidad objetiva debe entenderse la ex­
tensión de la jurisdicción, es decir, el volumen de la facul­
tad de declarar el Derecho. En términos más sencillos, la
competencia. Asi pues, capacidad objetiva y competencia
son términos equivalentes, abarcadores de los mismos con­
ceptos. Es torpe confundir jurisdicción con competencia,
pues en tanto que es posible tener jurisdicción sin poseer
competencia, resulta obvio que no son términos sinónimos.
La competencia es simple y llanamente el límite de la ju­
risdicción.
En el Distrito Federal, la jurisdicción penal se limita, o
lo que es lo mismo, la com petencia se determ ina, por tres
conceptos: por la pena, por el lugar (Art. 446 del Código
de Procedim ientos Penales del D. F. Igual en la reform a
de 1994) y por la conexidad o acum ulación (Art. 484 del
mismo Código).
En materia federal, la capacidad objetiva, en términos
generales, está rectorada por un interés jurídico de carác­
ter federal que directa o indirectamente se conculca con
el reato y por el principio del lugar de ejecución del delito
debiéndose distinguir los cometidos dentro del Territorio,
los iniciados o consumados en el extranjero y los llevados
a cabo fuera de la República, en lugares que por ficción
legal se consideran territorio mexicano.
10 Los impedimentos serdn tratados con detenimiento en capítulo es­
pecial, al estudiar los incidentes.
86 E L P R O C E D IM IE N T O P.ENAL

Fuera de las reglas anteriores, no debe olvidarse lo que


bien podríamos llamar capacidad absoluta, consistente en
que cuando hay detenido, cualquiera autoridad jurisdic­
cional tiene capacidad para resolver sobre la situación ju­
rídica del propio inculpado. Este tema se estudia con más
detenimiento en capítulos posteriores.
‘C) El poder. El órgano jurisdiccional posee un poder
en cuanto que sus determinaciones tienen fuerza ejecutiva.
Es decir, somete a los individuos a que se refieren sus
determinaciones, a ciertas consecuencias jurídicas, indepen­
dientemente de ser o no aceptadas por ellos. El derecho
lleva en sí la nota de la coercitividad, porque de otra ma­
nera no sería Derecho, sino norma de moral o de costum­
bre. Hay que recordar que el Derecho nace fijando ciertas
formas de conducta, merced a las cuales es posible la vida
social y que éstas sujetan la actividad privada al beneficio
del conglomerado humano, razón por la cual se deben
imponer, aunque el individuo no lo quiera. Esto nos per­
mite aseverar, con Recaséns Siches, “Derecho sin coerciti­
vidad es un contradictio in adjecto".
Continuando con el examen del órgano jurisdiccional,
nos encontramos con que habiéndose explicado en qué for­
ma, con la actividad propia de su encargo, posee un deber,
un derecho y un poder, corresponde entrar al estudio de
cómo pueden ser los órganos jurisdiccionales.
I-os órganos jurisdiccionales pueden ser ordinarios y
extraordinarios, siendo los primeros los que “tienen el título
de su institución en la ley” (Florián) y los segundos “los
que se crean ocasionalmente por acontecimientos o circuns­
tancias excepcionales” (Florián).
En México no existen órganos jurisdiccionales extraor­
dinarios,11 pues el artículo 14 Constitucional establece que
“nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus
propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio
seguido ante los tribunales previamente establecidos...”
Al reconocer el artículo 14 de la Constitución Política úni­
camente a los tribunales previamente establecidos, alude a
los que antes de la comisión del hecho tienen instituto legal
11 Ver cuadro Ni 3 al final del capítulo.
JURISDICCIÓN 87

prohibiendo tácitamente la creación de tribunales ocasio­


nales o extraordinarios.
Los órganos jurisdiccionales ordinarios pueden ser “co­
munes o generales” y privativos, especiales o privilegiados.
Los comunes o generales conocen de todos los delitos, salvo
de aquellos que la ley señala deben ser atendidos por un
tribunal especial. Los órganos jurisdiccionales especiales,
privativos o privilegiados, conocen de asuntos especiales,
determinándose esta especialidad por la calidad del acusado,
la naturaleza del delito, las condiciones particulares del
lugar de ejecución, etc.
En lo tocante a los tribunales o rdinarios com unes del
D istrito Federal, la m áxim a au to rid ad es el T ribunal Su­
p erio r de Justicia del D istrito Federal. La in teg ració n de
este T rib u n al no ha perm an ecid o ajena al transcurso del
tiem po, el cual trac aparejados m últiples cam bios y así
observam os, c o n sid eran d o algunas leyes, q u e en 1932
eran 25 los m agistrados num erarios y cuatro los su p e rn u ­
m erarios; en 1939 era el mismo nú m ero de num erarios,
red u cién d o se el de su p ern u m erario s a 3; en 1974 se elevó
a 34 el n ú m ero de num erarios, ascendiendo o tra vez a 4
los su p ern u m erario s, p o r refo rm a de 21 de en ero de 1985
en el artícu lo 25 se establecía; “Art. 25. El T rib u nal Supe­
rio r de Ju stica del D istrito Federal estará in teg rado por
43 m agistrados num erario s y 6 su p e rn u m e ra rio s...” Por
refo rm a publicada el 7 de febrero de 1996, actualm ente
se in teg ra p o r 49 m agistrados. Las Salas Penales (únicas a
las q u e nos referirem o s, d ad a la ín d o le de la p resen te
obra) co n o cerán según el artículo 44 de la Ley O rgánica
que hem os venido citando, de:
I. - De los recursos de apelación y denegada apelación
que les correspondan y que se interpongan en contra de las
resoluciones dictadas por los jueces del orden penal del Distrito
Federal, incluyéndose las resoluciones relativas a incidentes civi­
les que surjan en los procesos;
II. - De las excusas y recusaciones de los jueces penales
del Tribunal Superior de Justicia,
III. - De las competencias que se susciten en materia pe­
nal entre las autoridades judiciales del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal;
IV. - De las contiendas de acumulación que se susciten en
88 F.L PROCEDIMIENTO PENAL

materia pernal, entre las autoridades que expresa la fracción


anterior, y
V.- De los dem ás asuntos que detem inen las leyes.
Cada sala estará integrada por tres magistrados y elegi­
rá anualm ente entre ellos un presidente que durará en su
cargo un año y no podrá ser reelecto para el periodo siguiente
{Art. 39 de la Ley Orgánica en cita).
D espués del T ribunal Superior com o órganos ord in a­
rios com unes nos en contram os losjuzgados Penales cuyo
n ú m ero lo d eterm in a el Consejo de la ju d ic a tu ra confor­
me lo establece el artículo 49 de la Ley O rgánica y la plan­
ta de ca d a ju z g ad o Penal será, de acuerdo con el artículo
56 de la Ley O rgánica:
L U n ju e z , q u e a te n d e rá proporcio n al y equitativa­
m en te las cargas de trabajo con el objeto de lograr la in­
m ediatez y expeditez necesarias en el conocim iento de los
asuntos a su cargo;
II. Los Secretarios de Acuerdos, Conciliadores, Proyectistas
y Actuarios que requiera el servicio, y
III. Los servidores públicos de la ad m inistración de
ju sticia que autorice el presupuesto.
Los Juzgados Penales están facultados para conocer:
a) En el p ro ced im ien to sum ario “cu anto se trate de
flagrante delito; exista confesión ren d id a ante el M iniste­
rio Público a la A utoridad judicial o se trate de delito no
grave. C u an d o fueren varios delitos, se estará a la penali­
d ad m áxim a del delito mayor observándose adem ás lo
previsto en el p en ú ltim o párrafo del artículo 10”. (Tanto
los artículos 305 com o el 10 del Código de P rocedim ien­
tos Penales p ara el D istrito Federal, fuero n m odificados
el 4 de e n e ro de 1984. P o steriorm ente, por reform as de
e n e ro de 1994, se reform ó una vez más el 305).
b) En procedimiento ordinario de los asuntos de su
competencia (Art. 313 del Código de Procedimientos Pe­
nales para el Distrito Federal), o sea, los que no requieren
juicio sumario y están fuera de aquellos de los que pueden
conocer los Juzgados de Paz.
Losjuzgados penales en el Distrito Federal conocerán de los
asuntos a partir de la recepción del turno de trámite que se
establecerá por orden numérico por la Dirección de Turno
de Consignaciones Penales del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal y de conformidad con las reglas expedidas
p o r el Consejo de la judicatura del Distrito Federal.
JURISDICCIÓN 89

Los jueces de Paz del D istrito Federal, en m ateria Pe­


nal según refo rm a del 7 de febrero de 1996 y conform e lo
estatuye el artículo 72 conocerán: “I. De los delitos que
tengan una o dos sanciones no privativas de la libertad,
cuando sean las únicas aplicables o sanciones privativas.de la
libertad hasta por cuatro años. Cuando fueren varios delitos
se estará a la penalidad máxima del delito mayor, sin prejui­
cio de que los propios Jueces impongan una pena superior,
cuando sea pertinente en virtud de las reglas contenidas en
el artículo 79 del Nuevo Código Pernal para el Distrito Federal.
II. De la diligenciación de los exhortos y despachos de los
demás asuntos que les encom ienden las leyes”.
Algunos autores manifiestan que en los asuntos de la
competencia de los Juzgados de Paz, se sigue el procedi­
miento sumario salvo en los casos en que el inculpado so­
licita el procedimiento ordinario conforme lo establece el
articulo 306 del Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal, segundo p á rra fo .14,15
Como órganos jurisdiccionales ordinarios, especiales, pri­
vativos o privilegiados, tenemos:
1. Los Jueces de Distrito. Com o órganos especiales, no
conocen de todos los delitos, sino únicam en te de los de­
nom inados vulgarm ente federales y que según el artícu lo
50 de la Ley O rgánica del P o d e r Judicial de la Federación
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 26 de
mayo de 1995, son:
a) í.os previstos en las leyes federales y en los T ra ­
tados;
”b) Los señalados en los artículos 2? y 5? del Código
Penal:
n Cuando estaba vigente el Art. 10 del Código de Procedim ientos
Penales para el Distrito Federal (derogado D ia r io O fic ia l del 2S de
diciembre de 1974) se consideró que los asuntos pénalo de la compe­
tencia de los jueces de P al Mixtos y Menores Mixtos, debían seguirse en
procedimiento sumario por asi indicarlo el precepto. Sin embargo, debe
tenerse presente la generalidad establecida en el párrafo segundo del
A rt 506 del propio Código.
i» Es pertinente señalar que en 1932 existían seis partidos judiciales;
en 1969 sólo se señalaban 4 y hasta 1965 se estableció un solo partido (lo
del número do magistrados que integran el Pleno y lo referente al núm e­
ro de partidos judiciales, está tomado de la investigación jurídico-histórica
que lleva a cabo el Lie. Enrique Sánchez Sandoval).
90 EL PROCEDIMIENTO PENAL

”c) Los cometidos en el extranjero por los agentes di­


plomáticos, personal oficial de las legaciones de la Repú­
blica y cónsules mexicanos;
”d) Los cometidos en las embajadas y legaciones ex­
tranjeras;
”e) Aquellos en que la Federación sea sujeto pasivo;
’’]) Los com etidos por un servidor público o em pleado
federal, en ejercicio de sus funciones o con motivo de
ellas;
"g) Los com etidos en contra de un servidor público o
em pleado federal, en ejercicio de sus funciones o con
motivo de ellas;
”h) Los perpetrados con motivo del funcionamiento de
un servicio público federal, aunque dicho servicio esté des­
centralizado o concesionado;
"*j Los perpetrados en contra del funcionamiento de un
servicio público federal o en menoscabó de los bienes afec­
tados a la satisfacción de dicho servicio, aunque éste se en­
cuentre descentralizado o concesionado;
"/). Todos aquellos que ataquen, dificulten o imposibi­
liten el ejercicio de alguna atribución o facultad reservada
a la Federación;
’’k) Los señalados en el artículo 389 del Código Penal,
cuando se prometa o se proporcione un trabajo en depen­
dencia, organismo descentralizado o empresa de participa­
ción estatal del G obierno F ed eral,''1’
”1) Los com etidos por o en contra de funcionarios elec­
torales federales o de funcionarios partidistas en los tér­
m inos de lá fracción II del artículo 401 del Código Penal.
II. De los procedim ientos de extradición, salvo lo que
disponga en los tratados internacionales;
III. De las autorizaciones para in terv en ir cualquier
^com unicación privada (Reform a de Noviembre, 1996)
La especialidad de estos tribunales fundamentalmente
emana de la idea de que los actos que constituyen delitos
federales, entrañan un ataque directo o indirecto a intereses
de la Federación y que, por tanto, ño pueden quedar su­
jetos al conocimiento de los tribunales comunes, en los
cuales se conoce de hechos que afectan propiamente intere-
ses locales.
14 También conocen los Jueces de Distrito los casosa'que se refieren las
fracciones II, III y IV del artículo citado.
JU R IS D IC C IÓ N 91

La justicia federa! responde a la forma estatal que nos


rige y abarca toda la República; es administrada por los Tri­
bunales Unitarios de Circuito y Juzgados de Distrito.15
Los Tribunales U nitarios de Circuito conocen (Art. 29
de la Ley O rgánica del Poder Judicial de la Federación,
publicada en el D ia ñ o O ficial de la Federación el 26 de mayo
de 1995) de los juicios de am paro.
I. De los juicios de am paro prom ovidos contra actos
de otros tribunales unitarios de circuito, que no constitu­
yan sentencias definitivas, en térm inos de lo previsto por
la Ley de A m paro respecto de los juicios de am paro in d i­
recto promovidos ante el juez de distrito. En estos casos,
el tribunal unitario com petente será el más próxim o a la
residencia de aquél que haya em itido el acto im pugnado;
II. De la apelación de los asuntos conocidos en prim e­
ra instancia por los juzgados de distrito;
III. Del recurso de denegada apelación;
IV. De la apelación de los im pedim entos, excusas y
recusaciones de los jueces de distrito, excepto en los ju i­
cios de am paro;
V. De las controversias que se susciten en tre los jueces
de distrito sujetos a su jurisdicción, excepto en los juicios
de am paro, y
VI. De los dem ás asuntos que les en co m ien d en las
leyes.
Además de la competencia establecida en el artículo 29 frac­
ción I de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación
los Tribunales Unitarios de Circuito podrán conocer deljuicio
de Amparo, de conformidad con los artículos 107 fracción
XII de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
y 37 de la Ley de Amparo (obsérvese que éste último limita
los supuestos de procedencia del amparo establecidos en la
fracción constitucional ya mencionada) que en la doctrina se
1.5 No aludimos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación ni a los

Tribunales colegiados, porque no conocen de delitos. Sin embargo, en recien­


tes fechas la Suprema corte de Justicia de la Nación ha ejercitado la facultad de
atracción para conocer de la apelación interpuesta por la representación so­
cial federal en contra de las negativas por parte de jueces de Distrito a girar
ordenes de aprehensión en contra de los presuntos autores de los delitos co­
metidos en la denominada “guerra sucia".
También es pertinente advertir, en lo tocante a la idea que hemo señalado
como rectora de los delitos federales, que no quedan dentro de la misma los come­
tidos fuera de la República, en los que. independientemente de que se ataque
o no un interés de la Federación, son estimados como federales, en virtud de que no
podría conocer de los mismos ningún tribunal estatal (Ley Orgánica de) Poder
judicial de la Federación, Art. 51. Frac. I, incisos b. c y d).
92 EL PROCEDIMIENTO PENAL

conoce como “jurisdicción concurrente” y que establece que el


superior del tribunal que cometa la violación de las garantías
consagradas en los artículos 16, 19 y 20 constitucionales po­
drá conocer del amparo, es decir, si un Juzgado de Distrito aten­
ta en contra de las garantías individuales aquí mencionadas
podrá reclamarse vía amparo dicha violación ante un Tribunal
Unitario de Circuito.
El T ribunal Unitario de Circuito se com pone de un
m agistrado y el núm ero de secretarios, actuarios y em­
pleados que determ ine el presupuesto (Art. 29 de la Ley
O rgánica del Poder Judicial de la Federación).
Los Juzgados de Distrito conocen de los delitos de or­
den federal previstos en el artículo 50 ya citados y se com­
p o nen de un “Juez y el núm ero de secretarios, actuarios y
em pleados que determ ina el presupuesto". (Art. 42).
II. Jurado Popular. A partir del año de 1929 en que
desapareció el Jurado Popular como tribunal que conocía
de los llamados delitos del orden común, propiamente quedó
tal institución entre los tribunales ordinarios especiales, por
conocer exclusivamente de algunos delitos señalados en la
ley, en los que se estima que, dada la calidad de los mis­
mos, debe ser el tribunal del pueblo el que los juzgue.
Estos delitos se apreciarán en lo que hieren el sentimiento
de justicia popular, independientemente de la severidad que
reviste la fría ley.
El jurado popular tiene un origen místico y así Gabriel
Tarde señala que doce eran los jurados, como doce eran
los apóstoles. Se creía que los jurados, aun ayunos de co­
nocimientos jurídicos a su corazón podía llegar la inspira­
ción divina de la justicia o injusticia del hecho que califi­
caban. Posteriormente, sin reconocerse la filiación mística,
se cree que determinados hechos deben estimarse por la
justicia o injusticia que abrazan, independientemente de
cualquiera otra consideración. Por esta razón, el jurado no
deberá dar la razón de su decisión, sino simplemente votar
con el "sí” o "no". (Art. 373 del Cód. de Proc. Penales
para el Distrito Federal y 339 del Código Federal de Pro­
cedimientos Penales.)
En el jurado se debe distinguir el que es de Materia
Federal y el que corresponde al Distrito Federal. El pri­
m ero conoce de los delitos com etidos por m edio de la
prensa, co n tra el orden público o la seguridad exterior o
JURISDICCIÓN 93
interior de la Nación (frac. VI del Art. 20 de la Constitu­
ción) y de las responsabilidades por delitos o faltas oficia­
les de los funcionarios y em pleados de la Federación. En
lo tocante al Distrito Federal, el artículo 64 de la Ley O r­
gánica del T ribunal Superior de Justicia del Distrito Fede­
ral, fija la com petencia para el ju rad o popular debiéndo­
se ten er cuidado de elim inar de esta com petencia genéri­
ca los casos com prendidos en la com petencia federal. El
ju ra d o popular se organiza en la form a prevista por la ley,
sin referirnos a ella con detenim iento, para no p erder el
hilo del tem a que estamos tratando.
III. Tribunales políticos. Teniendo el hecho político
calidades propias, lógico es que sea un tribunal especial el
que conozca de los llamados delitos políticos.17 En la doc­
trina existe un criterio objetivo y un criterio subjetivo para
la calificación de los delitos en lo tocante a su perfil polí­
tico. En el primero se ve exclusivamente el quebranto al
aspecto político y en el segundo, se toma en consideración el
sujeto y la intención.18
Ninguno de los dos criterios satisface de manera ple-
naria y quizá por esta razón se tomó una postura mixta
como se infiere del hecho de que el legislador de la actual
"Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Pú­
blicos” (31 de diciembre de 1982) en su artículo 7» simple­
mente enumera las conductas en que es procedente el juicio
político (Art. 6”) , presentando en ellas, al través del exa­
men detenido, directa o indirectamente los criteros ob­
jetivo y subjetivo a que nos hemos referido.
Es adecuado señalar que en el caso del juicio político
ejerce funciones jurisdiccionales el Poder Legislativo, sien­
do de considerarse que con la mediación de las Secciones y
determinaciones que se toman en la forma prevista en la
ley en cita (Arts. 13, 14, 19 y 22), la Cámara de Diputados
resulta acusadora y la de Senadores sentenciadora.
Para comprender con diafanidad lo aue atañe al iuicio
político, debe tenerse presente que en la doctrina se dis­
tinguen tres clases de prerrogativas legales, a saber:
J7 Aludimos a los delitos cometidos por los altos Funcionarios de la
Federación, previstos en el artículo 7 de la Ley de Responsabilidad de
Funcionarios y Empicados de la Federación v no a los comprendidos
en el Título Primero y Titulo Segundo del Libro Segundo Código Penal
que generalmente son conceptuados como delitos políticos.
H» Con fecha 15 de diciembre de 2001 sé publicó la Ley Federal de Responsa*
94 EL PROCEDIM IENTO PENAL

a) t i tuero inmunidad;
b) El fuero autorización, y
c) El fuero juicio político.
El fuero inmunidad alude a la imposibilidad persecu­
toria y acusatoria que la ley establece para ciertos sujetos
por determinados delitos 19 como por ejemplo, la inmunidad
que tiene el Presidente de la República para ser acusado,
con excepción de traición a la Patria y delitos graves del
orden común (Art. 108 de la Constitución). Tam bién se
podría citar la inmunidad de que gozan los diputados y
senadores, al tenor del articulo 61 de la Constitución, en el
que se expresa que "los diputados y senadores son invio­
lables por las opiniones que manifiesten en el desempeño
de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”.20
El fuero autorización se ubica en la necesidad de que
determinado cuerpo o sujeto de su autorización para
que ciertos funcionarios que señala la ley, puedan ser so­
metidos a las autoridades judiciales por delitos que han
cometido. Sin la "autorización”, los tribunales, legalmente,
no pueden actuar, como sucede con los senadores y dipu­
tados, que necesitan ser desaforados para quedar a disposi­
ción de la autoridad judicial.21
El ju icio político en la Ley de R esponsabilidad de los
Servidores Públicos es reg lam en tad o p o r los artículos del
9 o al 29 del T ítulo Segundo del C apítulo 11. Es necesario
aclarar que en el artículo 5° se indica quiénes p u ed en ser
sujetos del ju icio político al establecer:
"Art. 5? En los términos del primer párrafo del artícu­
lo 110 de la Constitución General de la República son
sujetos de juicio político los servidores públicos que en él se
bilidades Administrativas de los Servidores Públicos, sin embargo, de acuerdo
a lo dispuesto por el segundo artículo transitorio de la misma, no se derogó el
título segundo de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públi­
cos denom inado: Procedimientos ante el Congreso de la Unión en Materia de
Juicio Político y Declaración de Procedencia.
■t> En lo tocante a la inmunidad, hay autores que manifiestan que
para los sujeto: a quienes se concede, no hay delito, en tanto que la ley
no fija pena para esos hechos. Otros autores manifiestan que se trata
simplemente de una excusa absolutoria.
-ü Aunque incurrieran en calumnia, injuria o difamación, no podrían
ser enjuiciados.
'ti Al tratarse la “autorización", se examinará si se puede o no iniciar
el proccdimineto (la investigación).
JURISDICCIÓN 95

mencionan. Los Gobernadores de los Estados, los Dipu­


tados a las Legislaturas Locales y los Magistrados de los
Tribunales Superiores de Justicia Locales podrán ser suje­
tos de juicio político por violaciones graves a la Constitu­
ción General de la República, a las Leyes Federales que
de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos
y recursos federales."
El juicio político justifica su existencia por la idea ya
trillada de que los actos políticos cometidos por políticos,
deben ser juzgados por tribunales políticos y con criterio
político.
IV. Los Tribunales Militares. Como cuarto órgano ju­
risdiccional ordinario especial, tenemos el constituido por
los Tribunales Militares. Éstos conocen de "los delitos y las
faltas contra la disciplina militar” (Art. 13 de la Consti­
tución) . Así pues, para caer dentro del fuero militar, se
necesita, en primer lugar, tener calidad de militar y, en
segundo lugar, que el delito o falta sea contra la disciplina
militar. Los Tribunales Militares no forman un órgano
jurisdiccional extraordinario, como vulgarmente se piensa,
pues no son creados ocasionalmente; son previos a la comi­
sión de los delitos y lo único que tienen de particular es
que no conocen de todos los delitos, sino exclusivamente
de los que hemos mencionado. Su existencia responde a las
características sui géneris, que tiene la vida militar que no
puede ceñirse a las leyes que han sido dictadas para los casos
que no poseen esas características. Los Tribunales Militares
reconocen como órgano superior al Supremo Tribunal de
Justicia Militar, el cual, según el artículo 3 del Código
Mexicano de Justicia Militar, está integrado por un_ presi­
dente, con grado de general de brigada militar de guerra y
cuatro magistrados que tienen graduación de generales de
brigada. Acabalan la justicia militar los jueces de instruc­
ción militar y los Consejos de Guerra, que pueden ser or­
dinarios y extraordinarios. Los primeros se forman con
un presidente con grado de general y cuatro vocales con el
mismo gTado o el de coronel (Art. 10 del Código citado).
Los Consejos de Guerra ordinarios, son competentes para
conocei de los delitos que quedan fuera de la-jurisdicción
de los consejos de guerra extraordinarios. Los extraordina-
96 EL PROCEDIMIENTO PENAL

rios son competentes para conocer en campaña y dentro del


territorio ocupado, de los delitos que tengan señalada pena
de muerte (Arts. 73 y 74, Código citado). Estos Tribuna­
les están compuestos por cinco militares que deben ser
cuando menos oficiales y que en todos los casos tendrán
categoría igual o superior a la del acusado (Art. 16 del Códi­
go Militar). 2223*
V. Tribunales de Menores. Por último como órgano
jurisdiccional ordinario especial existía en el Distrito Fe­
deral (en algunos Estados subsiste) el llamado Tribunal
de Menores, que conocía de los delitos cometidos por in­
dividuos menores de dieciocho años.25 La existencia de estes
Tribunales especiales respondía a la idea clásica de que el
alma del hombre se va formando paulatinamente y de que
hasta los dieciocho años, como término medio, aún no se
encuentran fijados, de manera definitiva, los perfiles espi­
rituales que han de guiar los actos posteriores que por
tanto, con los delincuentes menores de edad desde el punto
de vista penal hay que elegir sistemas educativos que, mo­
dificándoles las rutas torcidas que han seguido, les permita
su reincorporación a la sociedad. Esta doctrina en la actua­
lidad se encuentra desvirtuada, pues la psicología contem-:
poránea demuestra que los perfiles del alma son adquiri­
dos, de una manera definitiva, en los cinco primeros años
de nuestra vida (Adler) y que lo que cambia en el de­
curso de los años es la forma de expresión, mas nunca el
estilo vital, o sea, la esencia. Si durante la vida puede cam­
biar la forma de expresión que es en la que se revela el
acto delictivo, es claro que la existencia de tribunales edu­
cadores no deben ser exclusiva de los menores, sino de
todos los delincuentes. Penalistas ilustres, como Dorado
Montero, ya pensaban en esta forma.
En verdad, el llamado Tribunal de Menores y los Con­
sejos Tutelares para Menores Infractores del Distrito Fede­
ral no han constituido un órgano jurisdiccional, pues en
las leyes condignas no se registran sanciones, sino medidas
22 Haciendo la aclaración que de conformidad con precedentes de la Su­
prema Corte de Justicia de la Nación, si en un delito que encaja en el código
militar, están implicados en el mismo civiles o paisanos, el conocimiento del
proceso relativo corresponde al juez de fuero civil, de acuerdo con disposición
del artículo 13 Constitucional.
23 La edad señalada para la minoría penal no es uniforme en los códigos
de la República.
JURISDICCIÓN- 97

educadoras, o correctivas que produzcan la readaptación del


sujeto. Así el artículo 119 del Código Penal expresaba:
"Los menores de dieciocho años que cometan infracciones
a las leyes penales, serán internados por el tiempo que
sea necesario para su corrección educativa”. Por su parte,
y con la misma idea de dejar a los menores, fuera del
proceso jurisdiccional y ajenos a la aplicación de sancio­
nes, el artículo I a de la Ley p ara el T ratam iento de M eno­
res Infractores p a ra el Distrito Federal en m ateria com ún
y para toda la R epública en m ateria federal expresa: No
siguiéndose un p ro ced im ien to penal c o n tra el-m en o r,
que concluya en la aplicación de una consecuencia ju ríd i­
ca fijada en la ley, com o expresam os en el C apítulo Pri­
m ero de este libro, p ara el m enor no rigen las garantías
procesales consignadas en n uestra C onstitución, y así, por
ejem plo, su d eten ció n p o r más de seten ta y dos horas, no
es necesario justificarla con un auto de form al prisión, ni
se necesita tornarle declaración-preparatoria, ni que nom ­
bre persona de su confianza que lo defienda. Existe tesis
de nuestro Máximo T ribunal, en la que se asienta que el
procedim iento seguido con tra un m enor, es m eram ente
educativo y que p o r ello, no debe sujetarse a las reglas
generales del p rocediem iento.
En reform a publicada el 24 de diciem bre de 1991, en
el artículo 4a se establece “Se crea el C onsejo de M enores
com o órgano adm inistrativo d esconcertado de la Secreta­
ría de G obernación, el cual contará con auto n o m ía técni­
ca y ten d rá a su cargo la aplicación de las disposiciones de
la presente Ley.” En lo q u e alude a los delitos de carácter
federal, tam bién existe T ribunal p ara M enores, el cual se
en co n trab a reglam entado en el C apítulo Séptim o de la
I.ey O rgánica del P oder Judicial de la F ederación.21
Para terminar el estudio relacionado con el órgano en­
cargado de resolver lo procedente en los casos de los me­
nores infractores, nos resta indicar que dicho órgano, para
decidir, debe gozar de absoluta independencia, pues no
debe regir su decisión, sino por el conocimiento del hecho
concreto y los imperativos de la ley. Cualquier dependen­
cia que el órgano tuviese, lesionaría la pureza de su decisión,
dañando así la esencia de la función que tiene encomendada.
21 Eii algunos Estados se fija menos de 18 años para la competencia
del Tribunal de Menores.
98 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Con fecha 12 de diciembre de 2005 salió publicado en


el Diario Oficial de la Federación el decreio que reforma el
cuarto párrafo del artículo 18 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, para quedar su redacción:
“La Federación, los Estados y el Distrito Federal establece­
rán, en el ámbito de sus respectivas competencia, un sistema
integral de justicia que será aplicable a quienes se atribuya
la realización de una conducta tipificada como delito por las
leyes penales y tengan entre doce años cumplidos y menos
de dieciocho años de edad, en el que se garanticen los de­
rechos fundamentales que reconoce esta Constitución para
todo individuo, así como aquellos derechos específicos que
por su condición de personas en desarrollo les han sido
reconocidos. Las personas menores de doce años que hayan
realizado una conducta prevista como delito en la ley, sólo
serán sujetos a rehabilitación y asistencia social”.
Además en esa misma fecha (12 de diciembre de 2005)
y mediante el mismo decreto se adicionó al mencionado
artículo 18 de la Constitución Federal, estas adiciones se
hicieron consistir en: “La operación del sistema de cada or­
den de gobierno estarán a cargo de instituciones, tribunales
y autoridades especializados en la procuración e impartición
de justicia para adolescentes. Se podrán aplicar las medi­
das de orientación, protección y tratamiento que ameriten
cada caso, atendiendo a la protección integral y el interés
superior del adolescente".
“Las formas alternativas de justicia deberán observarse en
la aplicación de este sistema, siempre que resulte proceden­
te en todos los procedimientos seguidos a los adolescentes
se observará la garantía del debido proceso legal, así como
la independencia entre las autoridades que efectúen la re­
misión y las que impongan las medidas, éstas deberán ser
proporcionales a la conducta realizada y tendrán como fin la
reintegración social y familiar del adolescente, así como el
pleno desarrollo de su persona y capacidades, el internamien-
to se utilizará sólo como medida extrema y por el tiempo más
breve que proceda, y podrá aplicarse únicamente a los ado­
lescentes mayores de catorce años de edad, por la comisión
de conductas antisociales calificadas como graves”.
C uadro número 3

ÓRGANOS JURISDICCIONALES

Extraordinarios — En México no existen


(articulo 14 constitucional)
Jueces con diversas denominaciones y com­
Estatales petencia según el Estado.
Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Comunes o genera­
les Juzgados de Paz del Distrito Federal
Del Distrito Federal jueces Penales
Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal

Tribunales Políticos Cámara de Diputados: acusadora


órganos Cámara de Senadores: sentenciadora
Jurisdiccionales Jurado Popular (para Federal
Ordinarios cienos delitos) Local

Tribunales Federales Juzgados de Distrito


Privativos o espe- Tribunales Unitarios de Circuito
cíales Jueces de Instrucción Militar

Tribunales Militares Consejos de Gue- í Ordinarios


rra | Extraordinarios
Supremo Tribunal de Justicia Militar

Tribunales de Menor» (En estricta técnica


tócnica no es órgano jurisdic­
cional)
C a p ít u l o Q u in t o

PERIO D O DE PREPARACIÓN
DE LA ACCIÓN PROCESAL

Periodo de preparación de la acción procesal. Su iniciación.


La denuncia: sus elementos. Ante quién debe hacerse la de­
nuncia. Qué personas pueden hacer la denuncia. Efectos de la
denuncia. Querella: sus elementos. Delitos que se persiguen
por querella necesaria. Condiciones de procedibilidad, con­
diciones prejudiciales y obstáculos procesales La policía
judicial. Su evolución histórica y su organización. La po­
licía judicial y la aciividad investigadora
El periodo de preparación de la acción procesal,1 como
ya lo hemos manifestado, principia en el momento en que
la autoridad investigadora tiene conocimiento de la comi­
sión de un hecho delictuoso, o que aparentemente reviste
tal característica y termina, con la consignación.
Al tratar las generalidades de la función persecutoria,
dijimos que la iniciación de ésta no quedaba al arbitrio
del órgano investigador, sino que era menester, para iniciar
la investigación, el cumplimiento de ciertos requisitos le­
gales o de iniciación. Estos requisitos son la presentación
de la "denuncia” o de la "querella”. El señalar como únicos
los requisitos que hemos apuntado, ofrece como reverso el
destierro total en nuestro Derecho, de instituciones jurídi­
cas como la pesquisa particular, la pesquisa general, la
delación anónima y la delación secreta. Es decir, el legisla­
dor prohibió la indagación sobre una población^,o provincia,
o sobre una persona determinada, hecha con el objeto de
averiguar quién o quiénes habían cometido delitos, indaga­
ciones que constituyen la pesquisa general y la pesquisa
particular, bondadosamente aceptadas en los siglos de he­
chicería y superstición; también prohibió la averiguación
nacida de un documento anónimo, en el que se denunciaba
un delito, o de un documento en el que se exigía reserva
absoluta sobre la persona que hacia la denuncia. Estos sis­
temas de averiguación fueron condenados por el legislador,
por constituir medios en los que se podían refugiar inicuas
venganzas y múltiples vejaciones, amén de que vulneraban
el derecho de defensa del inculpado al vedársele el conoci­
miento sobre la persona que lo acusaba. Así, pues, en la
actualidad, conforme lo señala el artículo 16 Constitucio­
nal, sólo son aceptadas como instituciones que permiten el
conocimiento del delito, la denuncia y la querella o acusa-
1 Recuérdese que lo que denominamos acción procesal penal y hemos
tratado de darle independencia por estimar que la tiene, es lo que gene­
ralmente se llama acción penal.
104 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

ción,2 siendo de advertir que el propio artículo no establece


tres instituciones diferentes, a saber: denuncia, querella y
acusación, sino exclusivamente dos: la denuncia y la que­
rella o acusación. Querella o acusación son términos que
el legislador usa en forma sinónima.
Estudiando con detenim iento y por separado la denun­
cia y la querella, tenemos:
La denuncia es la relación de actos, que se suponen de­
lictuosos, hecha ante la autoridad investigadora con el fin
de que ésta tenga conocimiento de ellos. La denuncia, defi­
nida en la forma que antecede, entrega los siguientes ele­
mentos:
a) Relación de actos que se estiman delictuosos:
b) Hecha ante el órgano investigador, y
c) Hecha por cualquiera persona.
A)La relación de actos, consiste en un simple exponer
lo que ha acaecido. Esta exposición no solicita la presencia
de la queja, o sea, del deseo de que se persiga al autor de
esos actos y puede hacerse en forma oral o escrita.
B ) La relación de actos debe ser hecha al órgano inves­
tigador.2 w# En efecto, teniendo por objeto la denuncia que
2 La excitativa y la automación no quebrantan mi pensamiento, como
se verá más adelante y la única excepción que algunos autores alan al
principio, de que la autoridad investigadora, sólo por denuncia o querella
puede tener conocimiento de un delito, es la comprendida en el Art. 193
del Código Federal de Procedimientos Penales.
Fernando Arilla Bas, en su libro. “El Procedimiento Penal en Méxi­
co", señala también para la iniciación del procedimiento, la simple quere­
lla, separándola de la querella necesaria. A nuestro parecer es un error,
en tanto que lo que denomina querella, sin la diferencia específica de
necesaria, queda inmersa en los ámbitos de una denuncia formulada por
el mismo ofendido. La ley habla de querella necesaria, únicamente para
señalar que en determinados delitos, a los que se refiere limitativamente,
ha menester para su persecución, que el ofendido haga del conocimiento
de la autoridad investigadora, la comisión de un evento punitivo, con el
deseo tácito o manifiesto de que éste sea perseguido. Así pues, la queja
del ofendido reviste el carácter de querella, exclusivamente en las situa­
ciones en que la ley solicita la instancia de parte para la persecución
de los delitos; en los demás casos (delitos que se persiguen de oficio) la
instancia del ofendido queda dentro de los límites de la denuncia.
2b¡* Como posibles casos de excepción de presentar directamente la de­
nuncia ante el Ministerio Público y con las limitaciones procedentes, señala­
das respectivamente en los dispositivos, consultar los artículos 262, 274 y 275
(D ia r io O fic ia l de 4 de enero de 1984) del Código de Procedimientos Penales
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAI 105

el Representante Social se entere del quebranto sufrido


por la sociedad, con la comisión del delito, es obvio que la
relación de actos debe ser llevada a cabo ante el propio
Representante Social.
La Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal registraba la posibilidad de que en
casos urgentes la Policía Judicial pueda recibir la denun­
cia, dando cuenta de inmediato al Ministerio Público. En el
fondo la innovación establecida en el artículo 21 de la ley
en cita, no quebranta el elemento que estamos estudiando,
o sea de que la denuncia sea hecha ante el órgano inves­
tigador, pues la Policía Judicial que depende del Ministe­
rio Público, únicamente es un receptor de la denuncia,
teniendo la obligación de dar cuenta de inmediato al Mi­
nisterio Público, único órgano que por tener la facultad
de investigar los delitos para preparar el ejercicio de la
acción penal, debe estar enterado de la denuncia. El Art.
116 del Código Federal de Procedimientos Penales tampoco
establece una excepción al principio en examen, pues si
estatuye que en casos de urgencia la denuncia puede pre­
sentarse ante cualquier funcionario o agente de la policía,
con buena técnica jurídica debe interpretarse que dicha
denuncia no es de carácter procesal, sino la que el funcio­
nario o agente de la policía, hace al dar conocimiento al
Ministerio Público de ella.
En resumen, la relación de actos delictuosos hecha ante
cualquier autoridad que no sea la investigadora, constituirá
una denuncia desde el punto de vista vulgar, más no la
denuncia jurídico-procesal, la cual, como expresamos, sien­
do un medio para hacer conocer al Ministerio Público la
comisión de un hecho, debe presentarse ante él.
C) Por lo que alude a que la denuncia sea formulada
por cualquier persona, Franco Sodi manifiesta que debe
hacerla un particular, eliminando así la posibilidad de que
las autoridades la presenten. La tesis expuesta se encuentra
divorciada de un principio de sana lógica, pues en nada
quebranta la esencia del instituto de la denuncia el que
para el Distrito Federal y 113 y 118 del Código Federal de Procedimientos Pena­
les (D ia rio O fic ia l de 27 de diciembre de 1983). Sin embargo, aun en estos
casos estimamos procedentes las reflexiones consignadas en la obra.
106 EL PROCEDIMIENTO PENAL

sea una autoridad quien la presente, ya que el articulo 117


del Código Federal de Procedimientos Penales lo registra
al estatuir: “Toda persona que en ejercicio de sus funcio­
nes públicas tengan conocimiento de la probable existencia
de un delito que debe perseguirse de oficio, está obligada
a participarlo inmediatamente al Ministerio Público”. Lo
anterior nos obliga a afirmar que la denuncia puede ser
hecha por cualquier persona, dándole a esta palabra el
sentido más extenso involucrando en él cualquier carácter
que la persona denunciante posea.
Si la denuncia puede ser formulada por cualquiera per­
sona y por cualquier delito que no requiera querella, carece
de técnica darle a la denuncia formulada por la comisión de
un delito político y contra alguno de los funcionarios seña­
lados en el artículo 110 de nuestra Carta Magna, la deno­
minación especial de acusación contenida en el articulo 16
Constitucional. Nosotros hemos expresado que la acusación
es sinónimo de querella y que el nombre de aquella (acu­
sación) no es invocada por alguna ley salvo algunas veces
en el juicio político.
La reflexión cuidadosa sobre el punto en estudio, nos Ilesa
a las siguientes conclusiones:
a) No hay razón jurídica para denominar acusación a
la denuncia a que aluden los artículos 109 Constitucional
(último párrafo) y 1¡1 y Tí de la Ley de Responsabilidades;
b) Esta denuncia, vinculada con el juicio político, tiene
ciertas peculiaridades que la retiran de lo que podríamos
llamar denuncia genérica, misma a la que nos hemos venido
refiriendo y la cual es también contemplada por la doctrina
y por la ley al referirse a ella;
c) Por las peculiaridades de la denuncia relacionada
con el juicio político, bien se podría denominar una denun­
cia específica separándola así de la genérica. Estas peculia­
ridades le dan perfiles propios, siendo los siguientes:
I. Ú nicam ente se puede vincular con los sujetos a que
alude el artículo 110 Constitucional y por hechos capaces
de motivar el juicio político (Art. 5 de la Ley Federal de Res­
ponsabilidades de los Servidores Públicos).
II. Las características y desarrollo del juicio no están pre­
vistos en los códigos procesales, sino en una Ley especial.
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAI 107

III. La denuncia específica puede ser presentada ante


la Cámara de Diputados (Art. 12 de la Ley de Responsabi­
lidades de los Servidores Públicos) y no como la denuncia
genérica que forzosamente debe presentarse ante el órga­
no investigador.
IV. El denunciante no agota su intervención en dar a
conocer un acto que quizá informa un delito político y a su
posible actor, sino que, como indica Sergio Carcía Ramírez
y lo registran los artículos 14 y 16 de la Ley Federal de
Responsabilidades de los Senadores Públicos, el propio denun­
ciante puede ofrecer pruebas, tomar notas del proceso y
formular alegatos, actividades que por ningún concepto
pueden realizarse en los delitos iniciados por denuncia
genérica o querella.
Aclarado lo de la denuncia específica y cuyo tema so­
lamente lo hemos abordado para no dejar incompleto el
capítulo respectivo, continuaremos el estudio de la denuncia
genérica cuyas características no modifican todo lo vincu­
lado con la denuncia que hemos venido tratando.
Con absoluto desconocimiento de la esencia de la de­
nuncia, el legislador federal, en el artículo 120 de la
ley adjetiva, sostiene que no se admitirá la intervención
de apoderado jurídico para la presentación de denuncias,
sin hacer hincapié que la denuncia por sí misma no puede
admitir apoderado, ya que el que incluso se ostentara como
apoderado, jurídicamente no se le podría estimar como tal,
sino como denunciante, en virtud de que, como ya indi­
camos, la denuncia puede ser presentada por cualquier
persona, independientemente de que sea sujeto pasivo del
delito o de que pueda tener interés o no, como particular,
en que se persiga el delito. En la reforma del 13 de enero
de 1965 se hace más evidente el error señalado, cuando en
el artículo 120 se establecía que sólo se admitirá apode­
rado para presentar denuncias “en el caso de personas
morales que podrán actuar por conducto de apoderado
general para pleitos y cobranzas”, pues aún en el caso de
las personas morales el que se presenta a hacer del conoci­
miento del órgano investigador la comisión de un delito que
se persigue de oficio, es denunciante y no ha menester, dada
la esencia de la denuncia, que tanto se ha reiterado, poder
alguno para su comparecencia. Lo anterior es válido para
la situación que actualmente guarda la ley.
108 EL PROCEDIMIENTO PENAL

En el tema que estamos estudiando: el de la persona


que hace la denuncia, se presenta el problema de averiguar
si el presentar la denuncia es un hecho potestativo o es
un hecho obligatorio. En México, los autores de la ma­
teria, viendo con ligereza el problema, han estimado que
se trata de un hecho obligatorio. Nosotros creemos que la
obligatoriedad de la presentación de la denuncia es parcial
y no absoluta, es decir: para algunos casos y no para todos.
Fundamos nuestra aseveración en los siguientes razona­
mientos.
I. El Derecho para hacer obligatorio un acto, utiliza
la sanción. En otras palabras, cuando el legislador quiere
que no se cometa un acto, fija una sanción a la comisión
del mismo acto. Por ejemplo, si quiere proteger la vida, no
establece en forma de principio moral el "no matarás”, sino
que recurre a su poder coactivo y estatuye que al que de
muerte se le aplicará determinada pena, provocando en esta
forma el temor de hacerse acreedor a la sanción y, por ende,
constriñendo jurídicamente a no privar de la vida a otro.
II. Asi pues, si el legislador quiere que se denuncien
los hechos delictivos de los cuales se tiene conocimiento,
debe fijar una sanción para cuando no se ejecuta este acto,
o sea, para cuando no se hace la denuncia.
III. En nuestro Derecho nos encontramos como princi­
pio general, el consignado en los artículos 116 y 117 del
Código Federal de Procedimientos Penales, en donde se esta­
blece la obligación de presentar la denuncia, sin que señale
sanción a falta de cumplimiento. Por tanto, la obligación en­
cerrada en los artículos citados, se aleja del campo jurídico,
por no fijarse pena a la contravención de la obligatoriedad
impuesta. El Código de Procedimientos Penales para el Dis­
trito Federal no tiene ningún precepto relacionado con la
presentación de la denuncia, pudiéndose concluir, en térmi­
nos generales, que no existe obligación legal de presentarla.
fv. En tanto que el artículo 400 del Código Penal Federal
fija sanción para el que “no procure, por los medios lícitos
que tenga a su alcance y sin riesgo para su persona impedir
la consumación de los delitos que se sabe van a cometerse,
o se estén cometiendo”, y para el que “requerido por las
autoridades, no dé auxilio para la investigación de los de­
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAl 109

litos o para la persecución de los delincuentes”, se debe


concluir que únicam ente en esos tres casos (de delitos que
se van a cometer, de delitos que se están cometiendo y cuan­
do se és requerido por las autoridades), existe obligación de
presentar la denuncia. En los tres casos citados, lógico es
concluir que una de las formas lícitas de im pedir la consu­
mación de que se va a cometer, es la denuncia; de los deli­
tos que se está cometiendo (si no hay la detención por la
flagrancia), también hay la obligación de presentar la d e­
nuncia y en el tercer caso, al aludirse al requerim iento de las
autoridades, deben establecerse dos hipótesis cuando no
hay denuncia, estas autoridades deben ser distintas del órga­
no investigador, en cuyo caso hay obligación de presentar la
denuncia, so pena de incurrir en el delito de encubrimiento
y si ya existe la denuncia, la hipótesis se desvincula del pro­
blema de la obligatoriedad de presentarla, desembocándose
en otra situación típicamente de encubrimiento, ajena al
tema que se está tratando (obligación de presentar la denun­
cia por amenaza de la pena) .2>>l‘ 1
Por lo expuesto, se llega a la afirmación ya expresada,
de que no en todos los casos existe obligación jurídica de
presentar la denuncia. La obligatoriedad absoluta la basan
los autores en la tesis de que si no se presenta, hay una
pena, porque se incurre en el delito autónomo de encubri­
miento, o se está en el encubrimiento grado de participa­
ción, en virtud de que según la antigua redacción del ar­
tículo 13 del Código Penal Federal, la responsabilidad se exten­
día a todos los que prestaban auxilio o cooperación anterior o
posterior a la consumación del delito y el no presentar la
denuncia entraña el auxilio. El razonamiento resulta asaz
falso, si se tienen presentes las reflexiones que a continua­
ción manifestamos:
Primera. Que el artículo 13 sólo hacía responsable de
los delitos en lo tocante al punto que estamos estudiando,
a los que presten auxilio o cooperación de cualquier especie
para su ejecución, con lo que elimina de la participación
los hechos posteriores a la ejecución, que tan sólo pueden
informar, en los casos previstos por el artículo 400 del Có­
digo Penal Federal, el delito de encubrim iento. En este *
s bis 1 Para aclaraciones procedentes, consultar la nueva redacción
del articulo 400 del Código Penal {reformas de ^diciembre de 10S5).
110 EL PROCEDIMIENTO PENAL

orden de ideas, si no se está en los casos del artículo 400,3 no


había obligatoriedad de presentar la denuncia puesto que,
no habiéndose auxiliado a la ejecución no se es partícipe
del delito. El silencio, por no estar sancionado, no crea
imposición jurídica.
Segunda. Las reformas de 13 de enero de 1984 no alte­
ran los razonamientos hechos, porque en la fracción Vil
del artículo 13 se establece: “Los que con posterioridad a
su ejecución auxilien al delincuente, en cumplimiento de
una promesa anterior al delito”. Lo expuesto equivale a
que si no hay esa promesa, el auxilio que algunos autores
quieren establecer en la no presentación de la denuncia,
no lleva a la obligatoriedad de presentarla, pues no hay
promesa en el que sólo se entera de la comisión del delito.
Terminado el estudio de los elementos de la denuncia,
se presenta como tema inmediato el saber qué efectos
produce.
Los efectos de la denuncia, en términos generales, son:
obligar al órgano investigador a que inicie su labor. Ya en
capítulos anteriores indicamos que la labor investigadora,
una vez iniciada, está regida por el principio de la lega­
lidad, el cual determina que no es el Ministerio Público
el que caprichosamente fija el desarrollo de la investiga­
ción, sino la ley. Respecto de lo que debe hacer el Minis­
terio Público para cumplir con su labor investigadora, nos
encontramos tTes situaciones:
a) Práctica de investigaciones fijadas en la ley para to­
dos los delitos en general;
b) Práctica de investigaciones^ que fija la ley, y
c) Práctica de investigaciones que la misma averigua­
ción exige y que no están precisadas en la ley.
A) Respecto de las investigaciones señaladas en la ley,
sin referirse a delito especial, el Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal, fija en síntesis, las si­
guientes:
1. Recoger los vestigios o pruebas de la perpretación
del delito (Art. 94).
2. Describir detalladam ente el estado y las circunstan-
- s A este artículo se le adiciona un nuevo párrafo en Mayo de 1996, fijando
en ciertos casos sanciones hasta de las dos terceras partes de las que corres­
pondería el autor del delito.
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 111
\
cias conexas de las personas o cosas que se encuentren
relacionadas con el delito (Art. 95);
3. Nom brar peritos en los casos que sea necesario1' para
la debida apreciación de las circunstancias, de la persona o
cosa relacionada con el delito (Art. 96);
4. Reconocer el lugar donde se cometió el delito y hacer
la descripción del mismo, cuando este dato fuere necesa­
rio para la comprobación de la ilicitud penal (Art. 97). La
reforma de 1994 no altera la esencia.
5. Recoger las armas, instrum entos u objetos que
pudieren tener relación con el delito y se hallaren en el
lugar en que se cometió, en sus inmediaciones, en poder
del inculpado o en otra parte conocida, expresándose
cuidadosamente el lugar, tiempo y ocasión en que se encon­
traron y haciendo una minuciosa descripción de su hallazgo
(artículo 98).
6. Cuando fuere necesario, nombrar peritos para apre­
ciar mejor la relación de los lugares, armas, instrumentos
u objetos, con el delito (Art. 99);
7. Cuando fuere conveniente para la averiguación, le­
vantar plano del lugar del delito y tomar fotografías del
mismo, así como de las personas que hubieren sido vícti­
mas del delito (Art. 101);
8. Cuando no queden huellas o vestigios del delito, de­
berá hacerse constar, oyendo el juicio de peritos, si la des­
aparición de las pruebas materiales ocurrió natural, casual
o intencionalmente (Art. 102) ; y
9. Si se tratare de delito que fuere de los que por su
propia naturaleza no deja huellas de su comisión, se debe­
rán tomar las declaraciones de testigos por medio de las
cuales se acredita la perpetración del evento delictivo, reci­
biéndose las demás pruebas que demuestren la ejecución
del delito y sus circunstancias (Art. 103).
El código Federal de Procedimientos Penales ordena que
inmediatamente que se tenga conocimiento de la probable
existencia de un delito, deberá:
1“ Dictarse todas las providencias para proporcionar
auxilio a las víctimas y para im pedir que se pierdan, des­
truyan o alteren las huellas o vestigios del hecho delictuoso 3
3 La necesidad de nombrar peritos surge del hecho de que para la
apreciación se necesitan conocimientos especiales, como se explicará pos­
teriormente.
E L PROCEDIMIENTO PENAL
112

y los insirum entos o cosas, objetos o efectos deljtnismo.


/ ... -

Igualm ente se dictarán las medidas pertinentes para saber


qué personas fueron testigos y, en general, todas aquellas que
sean necesarias, a efecto de im pedir que se dificulte la ave­
riguación (Art. 123).
2? Recibirse el testimonio de las personas cuyos dichos
sean importantes y del inculpado, si se encontrare presente,
debiendo hacerse la descripción de lo que haya sido obje­
to de inspección ocular, registrando los nombres y domici­
lios de los testigos que no se hayan podido examinar y el
resultado de la observación de las particularidades que se
hayan notado a raíz de ocurridos los hechos, en las personas
que en ellos intervengan (Art. 124).
B) En lo tocante a las investigaciones que la ley fija
para determinados delitos y recogiendo, en términos gene­
rales, la desorganizada preceptuación de nuestros Códigos
Procesales,4 tenemos:
1. Se fija práctica de diligencias especiales en el delito
de homicidio, pudiéndose distinguir dos situaciones: cuan­
do se encuentra el cadáver y cuando no se encuentra. En la
primera debe hacerse la descripción del cadáver, dándose
orden para la práctica de la autopsia, en cuyo dictamen los
peritos deberán especificar las causas que originaron la
muerte. Además, se procurará que los testigos (si los hay),
identifiquen el cadáver y si no fuere posible, se tomarán
fotografías, agregándose un ejemplar a la averiguación y
poniendo otras en lugares públicos con todos los datos que
puedan servir para su reconocimiento, exhortándose, a los
que lo conocieren, a presentarse a declarar. También se
hará la descripción de los vestidos, que deberán conservar­
se en depósito, para ser presentados a los testigos de iden­
tidad. Cuando el cadáver no fuere encontrado, se pueden
presentar dos hipótesis: que existan testigos que hayan vis­
to el cadáver y que no existan tales testigos. En la primera
hipótesis se tomará la declaración de los testigos, quienes
4 Propiamente la ley no indica, en todos los casos que vamos a tra­
tar, que se deban llevar a cabo las diligencias a que aludimos, pero la
práctica* de ellas se puede inferir, con sana lógica, recordando que el
Ministerio Público intenta reunir de inmediato las pruebas del delito
y de la responsabilidad. Algunas de las diligencias están en el capituló
qtie se refiere a actas de Policía Judicial y otras en el que alude a la
comprobación del cuerpo d d delito. El señalamiento que hacemos de
la práctica de esas diligencias, es con una finalidad didáctica.
'^PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 1 13

harán* la descripción del cadáver que vieron, expresando


el número de lesiones o huellas exteriores de violencia que
presentaba, lugares en que estaban situadas, sus dimensio­
nes y el arma con que crean fueron causadas. También se
interrogará a los testigos sobre si conocieron en vida al
sujeto, preguntándoles sobre los hábitos y costumbres que
tenía y las enfermedades que hubiera padecido. Con los
datos recogidos, se solicitará la intervención de los peritos
para que emitan dictamen sobre las causas de la muerte.
En la segunda hipótesis, cuando no se encuentren testigos
que hubieren visto el cadáver, se buscará el testimonio de
las personas que puedan comprobar la preexistencia del
sujeto, sus costumbres, su carácter, sus enfermedades, ma­
nifestando el último lugar y fecha en que lo vieron, la
posibilidad de que el cadáver hubiera podido ser ocultado
o destruido y los motivos que tengan para suponer la comi­
sión de un delito (Arts. 105 a 108 del Código de Procedi­
mientos Penales para el Distrito Federal y 171 y 172 del
Código Federal de Procedimientos Penales).r’
2. También se deben practicar diligencias especiales
en el delito de lesiones', en el que a pesar de la mala re­
dacción de los artículos de las leyes adjetivas, se pueden
concluir la obligatoriedad del órgano investigador, de dar
fe de las lesiones, si fueran externas, y de solicitar los peri­
tajes respectivos de los médicos legistas, así como los in-
fomies consignados en la ley, de los médicos que hubieran
otorgado responsiva.
En las lesiones causadas por envenenamiento, deberán
recogerse cuidadosamente todas las vasijas y demás objetos
que hubiere usado el paciente, los restos de alimentos, be­
bidas y medicinas que hubiere tomado, las deyecciones,
vómitos que hubiere tenido, que serán depositados con las
precauciones necesarias para evitar su alteración, descri­
biéndose todos los síntomas que presente el enfermo; serán
llamados peritos para que los reconozcan y hagan el aná­
lisis de las substancias recogidas, emitiendo su dictamen
(Art. 113 del Código de Procedimientos Penales para el
Distrito Federal, y 170 del Código Federal de Procedimien­
tos Penales).
F B Código Federar no precisa con minuciosidad las diligencias, pcn>
de los artículos citados se puede inferir la práctica de las mismas que
seflala el Código para el Distrito.
114 El. I'KOCKUIMIKNTO PENAL

3. En el aborto y en el infanticidio, se deben practicar


las mismas diligencias señaladas para el homicidio, pero
en el prim ero se ordenará que los peritos reconozcan a la
madre, describan las lesiones que presente, indicando si
éstas pudieron ser la causa del aborto así como la edad del
feto. En el infanticidio expresarán la edad de la víctima, si
nació viable y todo aquello que pueda servir para determinar
la naturaleza del delito (Arts. 112 del Código de Procedi­
mientos Penales para el Distrito Federal y 173 del Código
Federal de Procedimientos Penales).
4. En los casos de incendio e también se. fija la práctica
de diligencias especiales, como son las de ordenar que los
peritos determinen el modo, lugar y tiempo en que se efec­
tuó el incendio, la calidad de la materia que lo produjo;
las circunstancias por las cuales pueda conocerse la comi­
sión intencional, y la posibilidad que haya existido de un
peligro mayor o menor, para la vida de las personas o para
las cosas, así como los perjuicios y daños causados (Art.
118 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal).
5. En los casos de falsedad o de falsificación, se orde­
na como diligencia especial la minuciosa descripción del
instrum ento argüido de falso, haciendo que firmen sobre
él, si fuere posible las personas que deponga acerca de su
falsedad (Art. 119 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal. No alterado con la reforma de
1994).
Por reformas publicadas en el Diario Oficial de 29 de
diciem bre de 1981) Código de Procedim ientos Penales
para el Distrito Federal), se establecieron determ inadas ac­
tividades que el órgano investigador debía llevar a cabo
cuando se com etieran delitos imprudenciales con motivo
del tránsito de los vehículos y en el artículo 100 aún vi­
gente, se aborda de manera principal la obligación del
M inisterio Público de llevar a cabo la devolución de los
vehículos secuestrados, consignándose: “Tratándose de vehícu­
los, cuando sean necesarios para la práctica de peritaje, los
mismos serán entregados de inmediato a sus propietarios,
• El incendio no es delito en nuestra ley; es forma de comisión, por
lo <¡üe debe vincularse con la práctica de las diligencias del delito resultan-
té (homicidio, lesiones, daño en propiedad ajena, etc.),
^ PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 1 15

poseedores y representantes legales, en depósito previa ins­


pección ministerial, siempre que se cumplan los siguientes
requisitos: I. Mantenerlos en lugar ubicado en el Distrito
Federal, a disposición del Ministerio Público, conserván­
dolos como hubiesen quedado después de los hechos de
que se trate, con la obligación de presentarlos a la autori­
dad cuando se les requiera para la práctica del peritaje
correspondiente, que deberá verificarse dentro-de los tres
días siguientes; II. Que el indiciado no haya pretendido
sustraerse a la acción de la justicia, abandonando al lesio­
nado en su caso, o consum ado el hecho en estado de
ebriedadr,b¡,i o bajo el influjo de estupefacientes o sustancias
psicotrópicas, y III. Que la averiguación previa se tramite
como consecuencia de un hecho im prudencial cuya pena
no exceda de cinco años de prisión.”
Debe indicarse que conforme al artículo 60 reformado
en 1994, el Código Penal Federal establece:
Artículo 60.—En los casos de delitos culposos se impon­
drá hasta la cuarta parte de las penas y medidas de seguri­
dad asignadas por la ley al tipo básico del delito doloso, con
excepción de aquéllos que la ley señale una pena específica.
Además, se impondrá, en su caso, suspensión hasta de diez
años, o privación definitiva de derechos para ejercer profe­
sión, oficio, autorización, licencia o permiso.
Las sanciones por delito culposo sólo se im pondrán con
relación a los delitos previstos en los siguientes artículos:
150, 167 fracción VI, 169, 199 bis, 290,291,292, 293,302,
307, 323, 397 y 399 del Código Penal Federal.
Cuando a consecuencia de actos u omisiones culposos,
calificados como grases, que sean imputables al personal
que preste sus servicios en una empresa ferroviaria, aeronáu­
tica, naviera o de cualesquiera u otros transportes de servi­
cio público federal o local, se caneen homicidios de dos o
más personas, la pena será de cinco a veinte años de pri­
sión, destitución del empleo, cargo o comisión e inhabilita­
ción para obtener otros de la misma naturaleza. Igual pena
l l Es conveniente indicar que la ley señala “estado de ebriedad" lo cual
exige la presencia de una turbación fisiológica por el abundante consumo de
licor, no debiendo confundirse con el simple aliento alcohólico, que como
señala nuestro Máximo Tribunal "sólo constituye un indicio de que el acusado
pudo haber ingerido licor, pero no demuestra que se haya encontrado en es­
tado anorm al”.
116 EL PROCEDIMIENTO PENAL *

se impondrá cuando se trate de transporte de servicio es­


colar.
La calificación de la gravedad de la culpa queda al pru­
dente arbitrio del juez, quien deberá tomar en considera­
ción las circunstancias generales señaladas en el artículo 52,
y las especiales siguientes:
I. La mayor o m enor facilidad de prever y evitar el
daño que resultó;
II. El deber del cuidado del inculpado qjue le es exigi­
óle por las circunstancias y condiciones personales que el
oficio o actividad que desempeñe le impongan;
III. Si el inculpado ha delinquido an teriorm ente en
circunstancias semejantes;
IV. Si tuvo tiem po para obrar con la reflexión y cuida­
dos necesarios; y
V. El estado del equipo, vías y demás condiciones de
funcionam iento mecánico tratándose de infracciones co­
metidas en los servicios de empresas transportadoras, y
en general por conductores de vehículos.
Terminado el estudio de la denuncia, corresponde en­
trar al de la querella o acusación. La querella se puede
definir, como relación de hechos expuesta por el ofendido
ante el órgano Investigador, con el deseo manifiesto de
que se persiga al autor del delito. El análisis de la defini­
ción arroja los siguientes elementos:
1. Una relación de hechos;
2. Que esta relación sea hecha por la parte ofendida, y
3. Que se manifieste la queja: el deseo de que se per­
siga al autor del delito.I.
I. La querella contiene como primer elemento una re­
lación de los actos delictuosos hecha ante el Ministerio
Público en forma verbal o escrita. Así pues, la querella no
es únicamente el acusar a una persona determinada, o sea,
señalar el nombre de una persona que ha cometido un
delito y pedir que se castigue, sino que, en cuanto medio
para hacer del conocimiento de la autoridad la existencia
de un delito, exige una exposición de los hechos que vienen
a integrar el acto u omisión sancionado por la ley penal.
II. Requisito indispensable de la querella es que sea
hecha por la parte ofendida, pues en los delitos que se
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 1 17

persiguen por querella necesaria, se ha estimado que entra


en juego un interés particular, cuya intensidad es más vi­
gorosa que el daño sufrido por la sociedad con la comisión
de estos delitos. En otras palabras, se estima que en los
delitos de querella necesaria no sería eficaz actuar oficio­
samente, porque con tal proceder se podrían ocasionar a
un particular daños mayores que los que experimenta la
sociedad con el mismo delito. Así, por ejemplo, en c!
adulterio hay quien estima que la averiguación pública que
requiere el procedimiento, puede ocasionar en la víctima
de él más daños que el propio adulterio, por hacer del co­
nocimiento de todos el honor maculado.
Nosotros siempre hemos creído que no deben existir
delitos perseguibles por querella necesaria, debido a que
el Derecho penal tan sólo debe tomar en cuenta intereses
sociales y no abrazar situaciones que importan intereses de
carácter exclusivamente particular. Si el acto quebranta la
armonía social, debe perseguirse, independientemente de
que lo quiera o no la parte ofendida y si el acto, por cual­
quier razón, vulnera únicamente intereses particulares, este
acto debe desaparecer del catálogo de los delitos, para irse
a hospedar a otra rama del Derecho. No se puede decir
que es posible se presente una situación mixta en la que
se quebranten intereses particulares e intereses sociales, por­
que, firmes en nuestra idea, en tanto haya intereses sociales
de por medio, nunca se debe dejar a la potestad de la parte
ofendida la administración de la justicia. Si el interés social
es tan tenue que casi desaparece ante la presencia del in­
terés particular, entonces el acto debe desterrarse de la órbi­
ta del Derecho penal.
Continuando el estudio del segundo elemento de la
querella, nos encontramos con que el lesionado puede ser
representado en la formulación de la querella, ofreciéndose
estas dos situaciones: cuando el ofendido es menor de edad
y cuando no lo es.
En el Código de Procedimientos Penales del Distrito
Federal, el artículo 264 no establecía ninguna distinción
sobre las dos situaciones que hemos presentado, pues úni­
camente manifestaba: “Si a nombre de la persona ofendida
comparece alguna otra, bastará para tener por legalmente
formulada la querella, que no haya oposición de la persona
118 EL PROCEDIMIENTO PENAL

ofendida”. La ausencia de oposición fue estimada por al­


gunos juristas en forma positiva, equivalente a la existen­
cia de un acto en el procedimiento penal, con el cual se
demostrara que no había oposición a la querella formula­
da por tercero. Así, el simple silencio no era ausencia de
oposición, porque en él no se sabía si el sujeto rechazaba
o no la queja, e incluso si el ofendido por ignorancia de
la querella, no concurría a presentar la oposición respectiva.
Colín Sánchez, al comentar en su libro "Derecho Mexi­
cano de Procedimientos Penales”, el pensamiento apuntado
en renglones anteriores, en lo tocante a que para algunos
juristas la no oposición debía entrañar un acto positivo
al través del cual se hiciera evidente que conociéndose la
querella formulada por tercero no se refutaba la misma,
concluye aseverando que "la conformidad debe ser ex­
presa; nunca debe ser tácita, porque en esas condiciones,
cualquier persona podría presentarla y al no haber opo­
sición o ratificación, ésta podría considerarse como válida,
desvirtuándose con ello su naturaleza". El autor en cita
introduce en el asunto que estamos tratando, la conformi­
dad, la cual no era contemplada por la ley, pues ésta úni­
camente aludía a la oposición. Por otra {jarte, la Suprema
Corte de Justicia aceptó precisamente lo que rechaza el
autor que se analiza, o sea, que cualquier persona, tal como
lo indicaba la ley, podía presentar querella, surtiendo ésta
efectos, si se llenaba el requisito de saber que no habla
oposición de la persona ofendida (consultar el penúltimo
Apéndice al Seminario Judicial de la Federación, Págs.
494 y 495 de la Jurisprudencia de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación. Segunda Parte. Primera Sala).
Ahora bien, como tesis nuestra sosteníamos, cuando es­
taba vigente el precepto, que la no oposición entraña un
acto de voluntad manifiesto inmediatamente después que
se presenta la querella, ya que de otra manera, se incurri­
ría en la hipótesis de no saber si había o no oposición a
la querella; mas a lo aseverado, entonces expresábamos, era
menester no darle el alcance de ratificación expresa o táci­
ta, pues aun sin que él sujeto ofendido manifestara su con­
formidad con la querella, por el simple hecho, por ejem­
plo de haber ocurrido ante la autoridad suministrándole
datos en torno del delito perseguible a instancia de parte,
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 1 19

se estarla en el caso de "no oposición revelada con actos


positivos".
Tomando en consideración los preceptos vigentes en la
actualidad en el artículo 264 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal y separando la situación
de los menores, de la de los mayores y de la de las personas
morales, tenemos que para las querellas presentadas por las
personas físicas, será suficiente poder de apoderado para plei­
tos y cobranzas, en caso que la interposición de la querella
sea por representante legal en representación del ofendido.
En lo tocante a los menores, la ley dice (reforma de 8
de noviembre de 1965): "Cuando para la persecución de
los delitos se haga necesaria la querella de la parte ofen­
dida,. bastará que ésta, aunque' sea menor de edad, mani­
fieste verbalmente su queja, para que se proceda en el tér­
mino de los artículos 275 y 276. Se reputará parte ofendida
para tener por satisfecho el requisito de la querella nece­
saria, a toda persona que haya sufrido algún perjuicio con
motivo del delito y, tratándose de incapaces, a los ascen­
dientes y, la falla cié éstos, a los hermanos o a los que re­
presenten a aquéllos legalm ente”.
En lo que alude a las personas morales, la querella pue­
de ser presentada por apoderado que tenga poder general
para pleitos y cobranzas con cláusula especial (formular
querellas), sin que sea necesario acuerdo previo o ratifi­
cación del consejo de administración o de la asamblea de
socios o accionistas ni poder especial para el caso concre­
to (Art. 264).
En el Código Federal de Procedimientos Penales, pre--
cisa deslindar la situación que prevalecía antes de la re­
forma del artículo 120 (Diario Oficial de 13 de enero de
1965) y después de ella. Antes de la reforma, se estimaba
que el artículo 115 estaba destinado al caso de los menores
ya que en él se establece que "Cuando el ofendido sea
menor de edad, puede querellarse por sí mismo y si a su
nombre lo hace otra persona, surtirá sus efectos la quere­
lla si no hay oposición del ofendido”. Dados los términos
del dispositivo, respecto de los menores prevalecía la situa­
ción que consagraba el artículo 264 del Código de Proce­
dimientos Penales del Distrito Federal antes de la última
reforma, o sea, que para representación del menor en la
120 EL PROCEDIMIENTO PENAL

querella, no se necesitaba poder especial, sino exclusiva­


mente del requisito de la no oposición del ofendido. Para
los no menores (mayores y personas morales) se invoca­
ba el artículo 120, el cual sí registraba ciertos requisitos
para la representación. Dicho artículo estaba concebido en
los siguientes términos: "No se admitirá la intervención
de apoderado jurídico para la presentación de las denun­
cias. Para la de querellas sólo se admitirá cuando el apo­
derado tenga poder con cláusula especial o instrucciones
concretas de sus mandantes para el caso.”
Él artículo transcrito se interpretó en el sentido de que
era necesario un poder especial para el caso concreto, no
admitiéndose poderes generales, aunque en éstos se esta­
bleciera que se otorgaban facultades aún para los casos en
que se necesitaba la cláusula especial. En apoyo de la in­
terpretación anterior se argüía que si el poder era para el
caso concreto forzosa y necesariamente debía ser un poder
otorgado con posterioridad a la comisión del delito. La
exégesis anterior dejó de considerar que en el artículo 120
se utilizaba la “o” (. . .cláusula especial "o" instrucciones
concretas. . . ”) para separar dos casos, a saber: el del poder
con cláusula especial y el referente a las instrucciones con­
cretas para el caso. En virtud de lo expuesto la comprensión
dada a la norma en estudio nos parece equivocada.
La práctica demostró que en lo referente a las personas
morales, era sumamente difícil el otorgamiento del poder
por la asamblea de socios o accionistas, los cuales muchas
veces no residían en la República. Ello ocasionó que con
frecuencia delitos de carácter patrimonial perseguibles por
querella de parte, quedaran impunes. Tomándose en con­
sideración lo apuntado, el legislador reformó el articulo
120, pero respecto a dichas reformas, cabe señalar que si
resolvieron el problema relacionado con las personas mo­
rales, dejaron sin reglamentación lo relativo a las personas
físicas mayores de edad. En efecto, el artículo 120 refor­
mado, alude a las querellas formuladas en representación
de las personas morales, pero en ninguno de sus renglones
hace referencia a las personas físicas. De esta manera, en
la actualidad se ignora, en materia federal, cuáles son los
requisitos necesarios para que una persona pueda represen­
tar al ofendido y formular querella en su nombre (salvo
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 12]

los casos previstos referentes a las menores). Podría estimar­


se, por lo afirmado en la primera parte del dispositivo, que
en lo tocante a los mayores capacitados, no se admite apo­
derado; mas lo expuesto seria una mera suposición.
III. El tercer elemento de la querella, es hijo de la
lógica jurídica. En efecto, siendo la querella un medio de
hacer del conocimiento de la autoridad un delito, para que
por desearlo así el ofendido, se persiga a su autor, es natu­
ral que la querella exige la manifestación de la queja. Por
otra parte, si en los delitos de querellla necesaria cabe el
perdón del ofendido,7 es natural que para que se persiga
al inculpado se debe hacer patente que no hay perdón, o
en otras palabras, se acuse (en sentido vulgar), pues con la
acusación claramente se pone de relieve que no hay perdón
ni expreso ni tácito.
Es pertinente señalar que no hay que confundir el per­
dón o el consentimiento con el simple transcurso de no
presentar la querella durante cierto lapso. El perdón judi­
cial es la manifestación expresa de voluntad en virtud de
la cual se hace patente el propósito del ofendido de que no
se castigue al infractor. El análisis correcto del artículo 93
del Código Penal para el Distrito Federal lleva a la afir­
mativa de que el perdón sólo opera cuando se ha iniciado
un procedimiento penal. Respecto del consentimiento que
la ley enunciaba antes de la últim a reforma al Código Penal
ya no procede reflexión alguna, porque el citado artículo
93 ya no alude a él.
Nuestra ley sustantiva manifiesta que el perdón extin­
gue la acción penal, debiéndose entender por tal afirma-
^ La facultad que el legislador otorga a los menores ofendidos para
querellarse, se debe estimar como una medida protectora a efecto de que
no queden impunes los delitos; mas la facultad para querellarse no en­
traña, como muchos autores lo sostienen, la facultad de perdonar, pues
dado que el menor carece del discernimiento suficiente para saber la
trascendencia de los hechos, no debe dejarse en sus manos la posibilidad
de que nov se castigue al delincuente. £1 tema a que nos referimos,
emana de que el legislador establece que en los delitos perseguibles por
querella necesaria, se extingue la acción penal por perdón del ofendido
(A rt 93 del Código Penal) y que frecuentemente, en los delitos sexuales,
perseguibles a instancia de parte, el ofendido menor de edad, otorga el
perdón. Como ya indicamos, este perdón no puede surtir efectos, debiendo
interpretarse la primera parte del artículo 93 reformado (13 de enero
de 1984), como la necesidad de que tal perdón sea otorgado por la
persona legitimada y en el tercer párrafo del artículo, se hace más claro
lo sostenido.
122 EL PROCEDIMIENTO PENAL

ción, que cesa el derecho de persecución en el caso con­


creto, mas nunca la facultad en abstracto del Estado de
perseguir los delitos, la cual no puede desaparecer, por
constituir un elemento mismo del Estado contemporáneo.
Es oportuno señalar que con el perdón también se extin­
gue la acción procesal penal, porque el Ministerio Público
no puede continuar excitando al órgano jurisdiccional. Con
el consentimiento, cuando la ley lo registraba, no moría la
acción procesal penal, debido a que ésta ni siquiera habia
nacido, pues el consentimiento se debe entender como
previo al nacimiento de la intervención del Ministerio
Público: el órgano investigador inicia su actividad con la
querella y si ésta no existe, por el consentimiento no puede
aparecer la acción procesal penal ni la fase preparatoria
de la misma.
Por último por lo que toca al perdón, es necesario con­
signar el caso de cuando es otorgado durante la averigua­
ción previa. Algunos autores expresan que con dicho per­
dón, se termina la actividad preparatoria de la acción
procesal ¡renal, y en consecuencia, no puede hacerse la
consignación. Para otros autores, el Ministerio Público no
puede resolver sobre la extinción de la acción penal por
perdón, en virtud de que la resolución correspondiente es
propia y exclusiva del órgano jurisdiccional, único capaci­
tado ¡rara dictar el Derecho.
Sin entrar al análisis de si técnicamente procede o no
la consignación, creemos que por economía procesal y pOT
atención a la exigencia de la pronta administración de jus­
ticia, el Ministerio Público, en los casos de perdón de deli­
tos que se persiguen a instancia de ¡jarte, debe resolver lo
conducente.
Los delitos perscguibles por querella, son: violación de
correspondencia (Art. 173); peligro de contagio (de un
mal venéreo u otra enfermedad grave en período infectante)
tratándose de cónyuges, concubinarios o concubinas (Art.
199 bis); ejercicio indebido del propio drecho (Art. 226);
hostigamiento sexual en los términos del artículo 259 bis;
estupro (Arts. 262 y 263); adulterio (Art. 274) ; amena­
zas (Art. 282); lesiones que no pongan en peligro la vida
y que tarden en sanar menos o más de quince días (Art.
289); abandono de cónyuge (Art. 337); abandono de
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 123

persona atropellada por imprudencia o accidente (Art. 341) :


injuria, difamación o calumnia (Art. 3G0); privación de
la libertad con un propósito sexual (Art. 365 bis) ; robo
con carácter temporal y sin el propósito de apropiarse o
vender la cosa, abuso de confianza, fraude, despojo de
cosas inmuebles o de aguas —salvo los usos a que se refie­
ren los dos últimos párrafos del artículo 395— y daño en
propiedad ajena (Art. 399 bis) . Todos los artículos cita­
dos pertenecen al Código I’enal Federal. Mas procede indi-
.car que en varios de los delitos enunciados, reformas recien­
tes han suprimido el requisito de procedibilidad de la que­
rella cambiando con ello la situación legal respectiva.
Vinculados con la querella procede examinar las dos hi­
pótesis comprendidas en el artículo 360 del Código Penal
Federal. La primera alude a cuando la injuria, difamación
o calumnia son consumadas con posterioridad al falleci­
miento del ofendido. En este caso, la queja sólo la pueden
presentar el cónyuge, los ascendientes, los descendientes o
los hermanos. En la segunda hipótesis, se establece que
cuando los delitos a que nos hemos referido sean anteriores
al fallecimiento del ofendido, "no se atenderá la queja de
las personas mencionadas (hipótesis anterior), si aquél hu­
biere permitido la ofensa a sabiendas de que se le había
inferido, no hubiere presentado en vida su queja pudiendo
hacerlo, ni prevenido que lo hicieran sus herederos”. Inter­
pretando el precepto a contrario sensu si no tenía conoci­
miento que se le había inferido la ofensa y, por ende, no
podía haber consentido, o no hubiere prevenido que dicha
queja la formularen sus herederos, es de concluirse que sí
se puede presentar la querella.
La querella surte el efecto de obligar a la investigación
en la misma forma que la denuncia.
La denuncia (en los delitos perseguibles de oficio) y la
querella (en los casos citados), son requisitos indispensa­
bles para la iniciación del procedimiento,8 siendo menester
separarlos de otros institutos que hasta nuestros días, ni en
la doctrina ni en la práctica, se han deslindado con pulcri-
tud. Para la clara inteligencia señalamos:
8 Florión y varios autores mexicanos, únicamente tratan a la quere­
lla como requisito de procedibilidad y la enlajan directamente con el
ejercicio de la acción penal. Nosotros referimos ambas instituciones a
la iniciación del procedimiento y creemos que la denuncia y querella,
por sí solas no tienen que ver nada con el ejercicio de la acción penal.
124 EL PROCEDIMIENTO PENAL

á) Requisitos de procedibilidad;
b) Requisitos prejudiciales, y
c) Obstáculos procesales.®
Los requisitos de procedibilidad son los que ha menes­
ter llenar para que se inicie el procedimiento. Los requisi­
tos prejudiciales los que la ley señala como indispensables
para el nacimiento de la acción procesal penal (ejercicio
de la acción penal) y los obstáculos procesales, son situa­
ciones fijadas en la ley, que impiden la continuación de
la secuela procedimental.
Con la denuncia y querella se citan como requisitos de
procedibilidad la excitativa y la autorización. La excitativa
consiste en la solicitud que hace el representante de un
piáis extranjero para que se persiga al que ha proferido
ofensas en contra de la nación que representa, o en contra
de sus agentes diplomáticos (Art. 360, inciso II del Código
Penal). En esencia, la excitativa es una querella10 acerca
de la cual la ley fija quién representa a los ofendidos (al
país o a sus agentes diplomáticos), para los efectos de
su formulación.
La autorización es el permiso concedido por una auto­
ridad determinada en Ja ley, para que se pueda proceder
contra algún funcionario que la misma ley señala, por la
comisión de un delito de orden común.
De la autorización se ha discutido su clasificación afir­
mando algunos autores que constituye un requisito de pro­
cedibilidad, en tanto otros aseveran que es obstáculo proce­
sal. Nosotros creemos que las leyes cambian de postura
según las diversas autorizaciones que registran y que en
algunas, la preceptuación es clara en tanto que en otras*1

t> Los requisitos o condiciones prejudiciales son contundidos con los


obstáculos procesales, e incluso nosotros en la primera edición de este
libro no los separamos en forma debida.
10 La excitativa, por ser una querella, no quebranta la afirmación
hecha de que los únicos requisitos de procedibilidad son la denuncia y
la querella.
11 La ley prohíbe, sin autorización, privar de la libertad; pero no el
ejercicio de la acción penal ni la actuación del juez, el cual puede dictar
la orden de aprehensión, mas no mandarla ejecutar.
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 125

bastante discutible. Asi, por ejemplo, la autorización, res­


pecto del Ministerio Público Federal, claramente constituye
un obstáculo procesal, pues con correcta exégesis podemos
concluir que contra el Ministerio Público Federal se puede
iniciar el procedimiento y la acción procesal penal, detenién­
dose la secuela en este momento hasta que se otorgue la
autorización.11 En lo relativo al juicio político, las normas
no son, como ya dijimos, suficientemente claras, originando
que algunos autores lo estimen como obstáculo procesal;
otros, como requisito prejudicial que atora el procedimien­
to exigiendo para la continuidad que la Cámara de Dipu­
tados dictamine negativamente y, por último, algunos juris­
tas manifiestan, sin dar sólidas razones, que se trata de un
requisito de procedibilidad.
Nosotros, examinando cada una de las tésis, nos incli­
namos por estimar el juicio político como no requisito
de procedibilidad, pudiendo iniciarse la averiguación, como
claramente se infiere del artículo 100 Constitucional, que
estatuye que cualquier ciudadano podrá formular denun­
cias ante la Cámara de Diputados (la llamada acción po­
pular) con lo cual no se exige el necesariamente acudir en
primer lugar ante el Ministerio Público.
Como típicos casos de requisitos prejudiciales tenemos
los previstos en el artículo 359 del Código Penal, así como
el que registra el artículo 92 reformado (inciso II) del Có­
digo Fiscal. La lectura de los preceptos obliga a afirmar
que (según normas anteriores a la derogación de los artícu­
los respectivos) contra el raptor que se case se ejercitará ac­
ción penal hasta que se declare nulo el matrimonio, y
que la acción penal tampoco puede ejercitarse contra el
calumniador cuando esté pendiente el juicio relacionado
con el delito imputado calumniosamente. Por último, no se
presenta la acción procesal penal en los delitos previstos
en el Código Fiscal de la Federación sino hasta el momen­
to en que la Secretaría de Hacienda manifiesta que el Fisco
sufrió o pudo sufrir perjuicio. En los casos citados, los re­
quisitos prejudiciales**13 son: • la declaración de nulidad del
ia En los casos de requisitos prejudiciales, se presentan las condicio­
nes { n ía la acddn procesal penal, pero no puede ejercitarse por la
ausencia del requisito fijado en la I t j .
126 F.L PROCEDIM IENTO PENAL.

matrimonio; la terminación del juicio, y la manifestación


de la Secretaría de Hacienda que el Fisco sufrió o pudo
sufrir perjuicio.
Objeto de polémica por la mala redacción de los ar­
tículos, han sido los casos de quiebra y la de los delitos
consignados en la Ley General de Población.
A nteriorm ente, en la quiebra culposa y fraudulenta se es­
tablecía un curioso requisito prejudicial, consistente en que
el ejercicio de la acción penal (no la iniciación del pro­
cedim iento) estaba sujeto a la declaración de quiebra o
suspensión de pagos por parte del juez; actualm ente en la
l.ey de Concursos Mercantiles, publicada en el Diario Oficial
de la Federación con fecha 12 de mayo del año 2000, se supri­
me este requisito prejudical pues por disposición expresa
del artículo 277 se establece que los delitos relacionados con
concursos m ercantiles podrán perseguirse sin esp erar a
la conclusión del concurso mercantil. En lo tocante a los
delijos de la Ley de Población, a pesar de que se habla
en el precepto respectivo de querella (antiguamente la Ley
registraba el término denuncia) de la Secretarla de Go­
bernación, estimamos que ésta (como la manifestación de la
Secretaria de Hacienda en los delitos fiscales), constituye
un requisito prejudicial cuya ausencia impide el ejercicio
de la acción penal, pero no la iniciación de un procedi­
miento. Esta querella, que como tal obligarla al ejercicio
de la acción penal, salvo que existiera el perdón, más que
querella, debe estimarse como un simple requisito preju­
dicial ubicado en la manifestación de la Secretarla de Go­
bernación solicitando el ejercicio de la acción p en a l;,s asi
pues, es posible en buena técnica la iniciación del proce­
dimiento, pero no el ejercicio de la acción penal.
Quizá el legislador quiso establecer verdaderam ente de­
litos perseguibles p o r querella necesaria, mas tal situación
riñe con el texto del artículo 143 de la Ley General de la
Población, que alude al ejercicio de la acción penal, siendo
tam bién p ertin en te recordar que no es posible concebir que
un Ó rgano del Estado lenga en sus manos la querella cuan-
do ésta solam ente opera en delitos en que se afectan prin-
13 Inconstitucional el requinto que se estudia, lo mismo que en la
defraudación, porque la fundón presecutoria es propia y cxdusiva del
Ministerio Público y no debe quedar sujeta a ia actuación de otra au­
toridad.
PERIO D O DE PR EPA R A CIÓ N DE LA ACCIÓN PROCESAL 127

«pálm ente intereses particulares, y en los delitos de la Ley


de Población existe predom inantem ente un interés social.
Entre los obstáculos procesales (los cuales técnicamen­
te 14 no suspenden la iniciación del procedimiento ni de­
tienen el ejercido de la acción penal), cabe citar los que
la ley registra como causas suspensoras del procedimiento
(Arts. 477 del Código del Distrito y 468 del Código Fe­
deral reformados (4 de enero de 1984 y 27 de diciembre
de 1983) sin que estas reformas alteren el tema que se
trata, siendo pertinente hacer observar que la violación a
un requisito de procedibilidad, como es la falta de querella
(en los casos que es necesaria) crea, dada la situación de
hecho,10 un obstáculo procesal: como no es posible des­
truir lo hecho, se impide su continuación.16
Regresando a la acusación o querella, tenemos que lle­
van al órgano investigador al conocimiento de un acto repu­
tado como delito. Con este conocimiento, el Ministerio
Público debe practicar todas las averiguaciones necesarias
(las fijadas en la iey y las que la averiguación solicita)
para convencerse de la existencia de un "delito real” y la
responsabilidad de un sujeto, con lo que está preparado el
ejercicio de la acción penal: el Ministerio Público ya tiene
en sus manos todo lo que ha menester para poder excitar
al órgano jurisdiccional para que aplique la ley al caso
concreto. Con lo anterior se extingue el periodo de prepara­
ción de la acción procesal. El dato limite es la consig­
nación, con la cual termina el periodo de preparación de la
acción.
Durante todo el capítulo hemos hablado del órgano in­
vestigador y para terminar el estudio que estamos hacien­
do, debemos dedicar los renglones que siguen, a ese órgano.
La actividad investigadora, con la cual se llena el pe­
riodo de preparación de la acción procesal, forma parte,
como ya indicamos en capítulo anterior, de la función per­
secutoria y estando entregada al Ministerio Público, de
14 Desgraciadamente, la técnica de los institutos reseñados no ha sido
siempre comprendida ni respetada por el legislador.
15 De hecho se inició el procedimiento, lo que no puede desconocerse,
16
ic Ver cuadro número 4 al final del Capítulo.
128 E L PROCEDIMIENTO PENAL

acuerdo con lo establecido en el artículo 21 Constitucional,


puede concluirse que el órgano investigador es el Minis­
terio Público.
La actividad investigadora, idéntica a la función de Po­
licía Judicial11 no'siempre ha estado entregada, en su to­
talidad, al Ministerio Público, pues en los Códigos de 1880
a 1894 de Procedimientos Penales para el Distrito Federal,
la ya citada función de policía judicial era ejercitada por
los inspectores de cuartel, comisarios de policía, inspector
general de policía, Ministerio Público, jueces correcciona­
les, jueces de lo criminal, jueces auxiliares de campo, co­
mandantes o jefes superiores de las fuerzas de seguridad,
presidentes municipales, prefectos y subprefectos de poli­
cía, jueces de paz, jueces menores, etc. Así pues, en lo
relativo a quiénes ha sido encargada la facultad de policía,
o lo que es lo mismo, la actividad investigadora, se pueden
establecer dos periodos, a saber:
1? El periodo en el cual la actividad investigadora no
está exclusivamente en manos del Ministerio Público y que
termina con la Constitución de 1917; y
2? El periodo que va desde la Constitución de 1917 has­
ta nuestros días, y en el cual la función de policía judicial
está entregada exclusivamente al Ministerio Público.
Cada uno de los periodos señalados se encuentra asistido
de ciertas razones históricas. En el primero, se pensaba que
si las funciones de policía judicial tienden a recabar datos
para la comprobación de los delitos y la responsabilidad,
el Estado, en cuanto vigía de la armonía social, tiene que
valerse de cuantos medios haya para conocer los delitos y
poder reprimirlos. Por esta razón la función investigadora
se entregaba a varias instituciones. En la Constitución de
1917 se combate que los jueces sean también partes (cali­
dad que tomaban para poder ejercer la actividad de policía
17 El artículo 7 del Código de Procedimientos Penales del Distrito
Federal de 1894, reza: "La Policía Judicial tiene por objeto la investi­
gación de todos los delitos, la reunión de las pruebas y el descubrimiento
de los a u t o r e s . . L o s Códigos procesales vigentes hablan de diligen­
cias de policía judicial refiriéndose a la averiguación.
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 129

judicial) estimándose que la actividad citada corresponde


exclusivamente a quien ejercita la acción penal: el Minis­
terio Público.
La evolución histórica del órgano investigador en eF
Distrito Federal se puede resumir en los siguientes mo­
mentos:
1. Establecimiento de Deirtarcaciones de Policía en la
Constitución de 1857;
2. En la Constitución de 1917 continúan funcionando
las Demarcaciones;
3. En la Ley Orgánica del Ministerio Público de 1919
existen todavía las Demarcaciones, pero con un Agente del.
Ministerio Público adscrito a ellas; y
4. Por acuerdo de 28 de diciembre de 1930, se crea la
Oficina Central con los jueces calificadores y se establece
el Departamento de Investigaciones en la Procuraduría.
Cabe advertir que la Oficina Central de Infracciones
no tiene ninguna relación con la actividad investigadora,
pues en tanto que esta última nace y vive haciendo refe­
rencia a los delitos tipificados en la ley penal, la Oficina-
Central de Infracciones tiene un carácter meramente admi­
nistrativo, conociendo únicamente de faltas e infracciones
a bandos de policía y buen- gobierno.
En m ateria federal existen (com o se indicó en el Capí­
tulo de la función persecutoria) , auxiliares del M inisterio
Público Federal, al tenor de lo establecido en el Art. 1.9
de la nueva Ley O rgánica de la P rocuraduría G eneral de
la República, publicada en el Diario Oficial de la Federa­
ción el 10 de mayo de 199b.
La creación de auxiliares obedece a la im posibilidad
de que existan Agentes en todos los lugares en- que se
pueden com eter delitos de carácter federal; mas dichos
auxiliares actúan com o tales, o sea, como sujetos qtie ayu­
dan en tanto que es necesario proced er de inm ediato y
no hay Ministerio Público que lo haga. La exégesis cuida­
dosa del Art. 19 afirm a la idea señalada en tanto señala
en unos casos (el de los Cónsules y Vicecónsules mexica­
nos en el extranjero, y el de los -capitanes y patrones o
encargados de naves o aeronaves nacionales, etc.) como
auxiliares del M inisterio Público de la Federación. Tocan­
130 EL PROCEDIMIENTO PENAL

te a los funcionarios del M inisterio Público del Fuero


C om ún en el D istrito Federal, adscritos a las Delegacio­
nes del D istrito Federal, tam bién se estim an com o auxi­
liares del M inisterio Público Federal.
En lo referen te al Distrito Federal, la averiguación la
lleva a cabo el M inisterio Público, según se infiere de lo
estatuido en la Nueva Ley O rgánica de la P rocuraduría
G eneral de Justicia del Distrito Federal, en su artículo 3a
En lo referente al Distrito Federal, la averiguación la lleva a
cabo el Ministerio Público, según se infiere de lo estatuido en la
Nueva Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del
Distrito Federal, en su artículo 3“ y 23 el “investigar los delitos
del orden común con la ayuda de los auxiliares... Votras auto­
ridades competentes...”, En lo que atañe a la Dirección General
de Policía Judicial, los artículos 75 y 76 de citado Reglamento,
con acuciosidad señala las facultades investigadoras de dicha
Dirección.
El M inisterio Público del D istrito Federal cu enta con
auxiliares, conform e lo consagra el artículo 23 de la Ley
O rg án ica de la P ro cu rad u ría G eneral de ju stic ia del Dis­
trito Federal. En la Ley O rgánica de la P ro cu rad u ría Ge­
n eral de Justicia del D istrito y publicada en el Diario Ofi­
cial de 31 de diciem bre de 1971, el artícu lo 39 establecía
q u e “las Policías del D istrito y T erritorios Federales son
auxiliares de la Policía Judicial. La refo rm a de diciem bre
de 1974 registraba la p ropia referen cia a las Policías en
g en eral y a nuestro parecer, tan to la ley d erogada com o el
artícu lo 11 de lay a tam bién derogada Ley (12 de diciem ­
b re de 1983) co rrectam en te aludían tan sólo a la Policía
Preventiva, pues las dem ás policías (bancaria, de ferroca­
rriles, etc.), am én de carecer de base legal, en la práctica
ú n icam en te han originado un alarm ante caos, solapador
de num erosas arb itrariedades e injusticias. En otras pala­
bras: no es posible que un organism o creado p o r la Cons­
titución, com o es el M inisterio Público, tenga com o auxi­
liares g ru p o s policiacos q u e carecen de instituto legal. La
actual Ley publicada en abril de 1996 hace referencia a
“la Policía del D istrito Federal''.
Para concluir y a efecto de evitar las frecuentes equi­
vocaciones en que incurren varios funcionarios e intérpre­
tes de la ley, es pertinente indicar que la policía judicial
PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN PROCESAL 13 1

no presta auxilio en la función persecutoria, sino exclusi­


vamente en la fase investigadora, y no en la acción procesal
penal. La Suprema Corte de Justicia con acierto ha soste­
nido: “Policía Judicial”. “De los antecedentes que infor­
maron el artículo 21 Constitucional, se desprende que las
atribuciones de esa Policía son de mera investigación, y
que ai Ministerio Público, quedó encomendado el ejercicio
de la acción penal ante los tribunales, así, no es verdad
que dicha acción penal pueda ejercitarse indistintamente
por el Ministerio Público, o por los miembros de la Policía,
y llegado el caso, por los habitantes del lugar, entre los
que figuraría, de modo preferente, el querellante.” (Tomo
XXVII. Segura Martínez Vicente, Pág. 1560.)
C uadro número 4

Denuncia.
Requisitos de proccdibilidad (nccesa* Querella.
ríos para la írticiarión de procedi- Excitativa (querella de representantes extranjeros).
miento). Autorización desafuero (para algunos autores).

—Autorización (el desafuero para otros autores).


—Terminación del proceso en el que se consigna la calumnia
Requisitos prejudiciales. (Necesarios por la cual se formuló la querella.
Institutos relacionados —Nulidad del matrimonio en caso de rapto.
con la dinámica del para el ejercido de la acción pe­ —Manifestación de la Secretaría de Hacienda en los casos de
procedimiento. nal. sin impedir la ¡nlciarión del
procedimiento.) delitos fiscales.
—Manifestación de la Secretaria de Gobcmadón en los casos
previstos en la Ley General de Población.
—Calificación de la quiebra.

Autorización (para otros autores).


Obstáculos procesales (detienen el Suslmcdón de la justicia.
procedimiento ya inidado). Enloquedmlcmo del inculpado.
Ausencia de un requisito de proccdibilidad o prejudicial.
C a p ít u l o S e x t o

PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO

Situaciones a las que lleva la investigación. Prosecución de


la averiguación. Resoluciones de “reseña" y "archivo" Or­
den de aprehensión. La aprehensión y otras instituciones.
JLa flagrancia y la cuasi flagrancia. Ejercicio de la acción
penal. Auto cabeza de proceso. Declaración preparatoria
Auto de formal prisión. Cuerpo d d delito. Posible respon­
sabilidad. Auto de sujerión a proceso. Auto de libertad (alta
de méritos. La resolución pertinente en caso de excluycntes
de responsabilidad.
Las investigaciones practicadas por el Ministerio Público
lo llevan a cualquiera de las siguientes situaciones:
a) Que estime que con las diligencias practicadas toda­
vía no se ha comprobado la existencia de un delito, o la
responsabilidad de un sujeto;
b) Que de las averiguaciones practicadas estime com­
probadas la existencia de un delito sancionado con pena
corporal y la responsabilidad de un sujeto, que no se en­
cuentra detenido;
c) Que de las averiguaciones llevadas a cabo, estime
comprobadas la existencia de un delito que no merece pena
corporal y la responsabilidad de un sujeto;
d) Que de las averiguaciones efectuadas estime se ha­
llan comprobadas la existencia de un delito sancionado con
pena corporal y la responsabilidad de un sujeto que se
encuentra detenido.1
Estudiando lo que sucede en cada una de las situacio­
nes apuntadas, tenemos: 123*
A) En la primera procede distinguir dos aspectos:
1. Cuando con las diligencias practicadas no se com­
prueba la existencia de un delito o la responsabilidad de
un sujeto, pero quedan por practicarse algunas diligen­
cias; 8 y
2. Cuando habiéndose practicado todas las diligencias
que solicita la averiguación, no se comprueba la existen­
cia de un delito o la responsabilidad de un sujeto.

1 Ver cuadro número 5 al final del capítulo.


2 Ver cuadro número 6 al final del capítulo.
3 No se ha agotado la averiguación que requiere la actividad de po­
licía judicial.
136 El. pr o c e d im ie n t o penal

Primero. En este aspecto hemos indicado que no se han


practicado todas las diligencias. Para la clara inteligencia
del mismo, cabe fijar por qué no se han practicado, encon­
trándonos que puede ser por una situación de hecho o por
una dificultad material para practicarlas. Cuando se tro­
pieza con una situación de hecho, la sana lógica indica que se
desahoguen las diligencias pendientes, debiéndose seña­
lar que en materia federal, las investigaciones las practica el
Ministerio Público debido a que el artículo 134 del Código
Federal de Procedimientos Penales respectivo ordena que
la consignación se haga hasta que se reúnan los requisitos
del artículo 16 constitucional, sin señalar el caso especial
en que se consigna para perfeccionar la averiguación.4 En
el orden común, por los términos del artículo 4 del Códi­
go de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, las
diligencias las podía practicar el Ministerio Público o soli­
citar que las practicara la autoridad judicial. La interven­
ción de la autoridad judicial en la preparación de la acción
procesal (en la reunión de los elementos necesarios para
poder excitar al órgano jurisdiccional) ha sido, con justa
razón, acremente censurada, afirmándose que el órgano
que dicta el Derecho, no debe intervenir en una función que
propiamente no tiene tal esencia. Con acierto, Carlos Fran­
co Sodi, al comentar el artículo 45 en sus Comentarios al
Código de Procedimientos Penales, expresa: “Desgraciada­
mente en esta disposición se faculta al Ministerio Público
para solicitar de los jueces que practiquen diligencias
de averiguación en auxilio del órgano de la acción penal,
lo que menoscaba su respetabilidad conviniéndolos en
amanuenses de una autoridad administrativa, contraría la
naturaleza de la averiguación previa que es función exclu­

4 El único caso en que sin agotar la averiguación, el Ministerio Público


Federal puede acudir a la autoridad judicial, es para la práctica de cáteos.
Esta consignación se debe a la exigencia constitucional del artículo 16, en el
que se expresa que sólo la autoridad judicial podrá expedir orden de cateo.
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 137

siva del Ministerio Público, como lo destaca la jurispru­


dencia de la Corte que puede consultarse en el tomo I
del Semanario Judicial de la Federación y, por último, da
un carácter híbrido al proceso, contrariando el texto del
artículo 21 de la Constitución general de la República que
previene como función única del juez, la aplicación de la
ley y no la persecución del delito, que ha dejado privati­
vam ente en manos del M inisterio Público." Por reform a
de enero de 1994, atinadam ente se le suprim ió la facultad
de practicar diligencias a la autoridad judicial.
Cuando las diligencias no se han practicado por una di­
ficultad material que impide la práctica de las mismas, por
el momento se dicta resolución de "reserva” ordenándose
a la policía haga investigaciones tendientes, a esclarecer los
hechos (artículo 131 del Código Federal de Procedimien­
tos Penales). En materia federal, cuando la dificultad es
insalvable, revelándose ésta en la imposibilidad de la prue­
ba, el artículo 137 reformado, fracción III de la ley adje­
tiva correspondiente ordena el no ejercicio de la acción
penal.
Segundo. Cuando practicadas todas las diligencias, no
se comprueba el delito, se determina el no ejercicio de la
acción penal. Esta resolución, llamada vulgarmente “de no ejer­
cicio”,5 ha sido criticada manifestándose que el Ministerio
Público se abroga facultades jurisdiccionales al declarar
que un hecho no es delictuoso. La crítica, con purismo
jurídico, puede tener vigencia, pero cabe pensar que por
economía y práctica procesal es correcto que no se acuda
a loo tribunales para que hagan la declaratoria de la no
existencia del delito, cuando el Ministerio Público no tiene
elementos que lo comprueben y por ende no puede hacer
la consignación, atento a lo dispuesto en el articulo 16
constitucional. Si se consignaran todos los asuntos al órga­
no judicial para que hiciera la declaratoria, el trabajo se
multiplicaría en los tribunales, entorpeciéndose la rápida
administración de justicia. A lo expuesto se objeta que si

a Para los diversos casos expuestos, consultar el cuadro sinóptico nú-


mett) 6.
138 E L PROCEDIM IENTO PEN AL

por economía y comodidad justificable no se deben consig­


nar los asuntos en lo que no se acredita el delito, nunca
la resolución de archivo debía surtir efectos definitivos,
pues posteriormente se puede tener conocimiento de prue­
bas que lo demuestren. A esto cabe manifestar, en primer
lugar, que la resolucón de no ejercicio se dicta cuando se han
agotado todas las diligencias (o resulta imposible la prueba
en términos generales) y, en segundo lugar, que el dejar
abiertas las averiguaciones en forma indefinida, riñe con los
principios generales del derecho, que buscan siempre la
determinación de situaciones firmes y no indecisas, debién­
dose recordar que el instituto de la prescripción precisa­
m ente se alimenta en esta idea.
Por los renglones anteriores se podrá haber notado que la
resolución de no ejercicio surte efectos definitivos, por lo que
archivada una averiguación, no puede ser puesta actualmente,
tanto en materia federal como en materia local en el Distrito
Federal, el no ejercicio de la acción penal es una facultad de los
respectivos Procuradores delegable en sus subordinados (subpro­
curadores, Delegados, etc.) a quienes se les propone o consulta
“el no ejercicio de la acción penal" por parte de otros subor­
dinados (Ministerio Público titular de la Unidad de Investiga­
ción, Responsable de Agencia en el Distrito Federa) o Agente
del Ministerio Público de la Federación, etc.) en contra de estas
propuestas o consultas proceden recursos internos dentro de
las propias Procuradurías por parte del denunciante o querellan­
te, mismas que serán resueltas a final de cuentas por los propios
funcionarios que recibieron la facultad delegada del Procurador
de determinar el propio "no ejercicio de la acción penal".
Por reforma hecha al artículo 21 constitucional en el año de
1994, así como reforma hacha a los artículos 10 y 114 fracción III
de la Ley de Amparo, en contra de la determinación de no ejerci­
cio de la acción penal procede interponer el juicio de amparo por
parte de la víctima u ofendido por la comisión de un delito.
B) La segunda situación obliga al Ministerio Público a
solicitar de la autoridad judicial Ja orden de aprehensión.
Para comprender esta orden, debemos primero explicar qué
se entiende por aprehensión y, después separar esta insti­
tución de otras que ofrecen analogía con ella, como la de­
tención, la prisión preventiva, la prisión por cumplimiento
de sentencia y el arresto.
Aprehender viene del latín prehencia, que denota la
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 139

actividad de coger, de asir. En términos generales se debe


entender por aprehensión el acto material de apoderarse
de una persona privándola de su libertad.
La detención es, como dice Bustamante, "el estado de
privación de libertad que sufre una persona por mandato
de un juez”. La detención es el estado de privación de li­
bertad en que se encuentra una persona cuando ha sido
depositada en una cárcel, o prisión pública, u otra locali­
dad, que preste la seguridad necesaria para que no se
evada.
La prisión preventiva se refiere al estado de privación
de la libertad que guarda una persona contra la que se ha
ejercitado acción penal.
La prisión por ejecución de sentencia, consiste en la
privación de la libertad sufrida en cumplimineto de una
sanción corporal, después de haberse dictado sentencia que
ha causado estado.
Por último, el arresto es la privación de la libertad, como
consecuencia de un mandato de autoridad administrativa.
Él articulo 21 de la Constitución señala que el arresto no
puede ser mayor de 36 horas, con excepción de cuando por
no pagarse la multa, se permuta por arresto, que no puede
exceder de treinta y seis horas (reforma: 3 de febrero de
1983).
El Código Federal de Procedimientos Penales establecía
en los artículos 42 y 44 que el arresto podía ser hasta de
quince días y en la reforma de los artículos citados (27
de diciembre de 1983) se expresa que puede ser . "hasta de
treinta y seis horas” equiparando así este lapso con el seña­
lado en la Constitución para las infracciones.
Situación análoga se presentaba en el Distrito Federal
cuyo Código de Procedimientos en el artículo 31 registraba
como corrección disciplinaria "prisión hasta de quince días”
y en el 33, refiriéndose a los Jueces establecía un arresto de
ocho días. La reforma publicada el 4 de enero de 1984 como
corrección disciplinaria consigna “111. Arresto hasta de trein­
ta y seis horas”.
El arraigo, es pertinente tratarlo en este lugar por su
vinculación con las limitaciones a la libertad. En materia
penal es considerado como la obligación impuesta de estar
140 EL PROCEDIM IENTO PEN AL

en determinado lugar.® A este instituto aluden los códigos


procesales, debiéndose, para mayor claridad, separar lo con­
cerniente al Distrito Federal de lo relativo al Federal.
En el Distrito Federal nos encontramos con que procede
el arraigo:
]. Cuando se trate de delito no intencional o culposo y
siempre que no se abandone el ofendido, el Ministerio Pú­
blico podrá solicitar el arraigo, si el inculpado garantiza me­
diante caución suficiente fijada por el Ministerio Público, no
sustraerse de la acción de la justicia (Art. 271).
II. Tam bién el Ministerio Público p o d r í pedir el arrai­
go sin necesidad de caución, cuando el delito merezca pena
alternativa o no privativa de libertad (Art. 271 cita d o );
III. Cuando por la naturaleza del delito o la pena apli­
cable, no procede la prisión preventiva y hay elementos para
suponer que el sujeto podrá sustraerse de la acción de la
justicia, el Ministerio Público, si lo estima conveniente tiene
potestad para con fundam ento y motivo, pedir el arraigo
(Art. 301);
IV. Et Juez de Oficio, cuando se presenta la situación
a que se refiere el inciso anterior, con audiencia del impu­
tado, puede decretar el arraigo y por el tiempo que señale,
sin nunca excederse del térm ino en que deba resolver el pro­
ceso (Art. 301).
V. Cuando por la averiguación previa el Ministerio Pú­
blico estime procedente el arraigo del indiciado (tom ando
en cuenta las características del hecho y las circunstancias
personales), solicitará el arraigo al órgano jurisdiccional y
éste, oyendo al propio indiciado, resolverá sobre la proceden­
cia del arraigo con la vigilancia del Ministerio Público y sus
auxiliares. El arraigo en este caso, no excederá de treinta
días, prorrogables por otros treinta a solicitud del Ministerio
Público (Art. 270 bis).
En materia Federal procede el arraigo en casos análogos
a los señalados al aludir al Distrito Federal:
1. Cuando se trate de delito no intencional o culposo,
exclusivamente el Ministerio Público dispondrá la libertad
6 En general, el arraigo lo vinculan los autores con Ja tenencia de
bienes para los resultados de un juido o también con las fianzas. Dados
los términos de los artículos en los códigos procesales, estimamos que
c» materia penal no es valedera la concepción expresada.
PERIODO DF. PREPARACIÓN DEL PROCESO 141

del inculpado, sin perjuicio de solicitar su arraigo y debiendo


garantizar el inculpado no sustraerse de la acción de la justi­
cia, así como el pago de la reparación del daño, mediante
caución procedente (Art. 135).
II. Cuando el delito se comete con motivo del tránsito
de vehículos y no hubo abandono de personas, no hay nece­
sidad de otorgar caución y “sin perjuicio de pedir el arraigo
correspondiente, cuando el delito merezca pena alternativa
o no privativa de libertad” (Art. 135).
III. Cuando por la naturaleza del delito no procede la
prisión preventiva y existen elementos para suponer que el
inculpado puede sustraerse de la acción de Injusticia, el Mi­
nisterio Público podrá solicitar al Juez decrete el arraigo, y
éste con audiencia del inculpado podrá decreralo por el tiem­
po que estime pertinente sin nunca excederse de treinta días
prorrogables hasta sesenta “o bien tratándose de averiguación
previa o bien en el proceso pro el térm ino Constitucional
en que éste deba resolverse” (Art. 205);
IV. En la misma situación comprendida en el inciso
anterior c iguales limitaciones, el Juez de Oficio, con au­
diencia del inculpado, puede decretar el arraigo;
V. Casi con los mismos elementos a que nos hemos re­
ferido en el inciso V al tratar el arraigo en el Distrito Fede­
ral en materia Federal en el artículo 133 bis se consagra
igual situación.
tí. En la segunda situación el Ministerio Público soli­
cita al juez libre la orden de aprehensión.
Ahora bien, señalados el concepto de aprehensión y el
de las otras instituciones glosadas, claramente queda des­
lindada la primera de las segundas y, en esta forma, se
comprenderá que la orden de aprehensión consiste en el
mandato que se da para privar de la libertad a un individuo.
Frente a la actividad del Ministerio Público (solicitud
de orden de aprehensión) tenemos el proceder de la autori­
dad judicial negando o accediendo a la petición. La auto­
ridad judicial sólo debe dictar orden de aprehensión cuando
se reúnen los siguientes requisitos:
I. Que exista una denuncia o una querella;
II. Q ue la d en u n cia o querella se refieran a u n delito,
sancionado con p en a privativa de la libertad;
III. Que existan datos que acrediten el cuerpo del delito.
IV. Que la denuncia o querella esté apoyada por datos
142 EL PROCEDIMIENTO PEN AL

que hagan probable la responsabilidad del inculpado, y


V. Que lo pida el Ministerio Público.
Estudiando por separado cada uno de los elementos que
son los que señala el artículo 16 constitucional, tenemos:
I. Debe haber una relación, ante el órgano investigador,
de hechos que se suponen delictuosos. En doctrina se ma­
nifiesta que la relación debe ser hecha por el lesionado o
I por un tercero,1 no siendo denuncia la confesión del in­
fractor-ante el órgano investigador. En México no se ha
ahondado el problema, pero en la práctica la espontánea
relación del delincuente se ha estimado como denuncia.7 b¡‘
II. La d e n u n c ia o q uerella se debe referir a un delito
sancio n ad o con p en a privativa de la libertad. El requisito
tran scrito obliga al ó rgano jurisd iccio n al a u n a aprecia­
ción consistente en d eterm in ar si el hecho a q u e se refie­
re la d e n u n c ia o q u erella constituye o no d elito. Esta
ap reciación no e n tra ñ a el ju zg ar si está o no com probado
el c u erp o del delito, pero no libera de la estim ativa de
q u e el h e ch o es delictuoso. ¿Cómo se iba a librar una or­
d en de ap reh en sió n sin previam ente estim ar que el he­
cho d en u n c ia d o es delictuoso?
D eterm in ad a p o r el ju ez la calidad delictuosa del acto
(n o la co m probación de sus elem entos), se necesita, para
librar la o rd e n de ap reh en sió n , que el h echo esté sancio­
n ad o con p e n a privativa de la libertad, ya que en prim er
lugar, el artícu lo 16 de la C onstitución así lo d eterm in a y,
en seg u n d o , sólo pro ced e la prisión preventiva, de acuer­
d o co n el artícu lo 18 de la misma Ley, p o r d elito q u e m e­
rezca p e n a co rp o ral.8 Si el delito tiene señalada p en a no
c o rp o ra l o alternativa, no p ro ced e la o rd en de ap reh en ­
sión, en el p rim er caso, p o rq u e no hay p en a corporal y en
el segundo, p o rq u e siendo alternativa, sólo se p o d ría sa­
b er si el delito m erece p en a corporal hasta la sentencia.
Eñ lo referente a esta segunda situación, con el supuesto
de que, se tienen comprobadas la existencia de un delito
sancionado con pena corporal y la responsabilidad, sin que
i Eugenio Florián manifiesta que la denuncia es la "exposición <lc
la noticia de la comisión de un delito hecha por el lesionado o por un
tercero a los órganos competentes”.
7 M* En este caso la confesión sería una autodenuncia.
8 La frase Hpena corporal” la estimamos incorrecta, pues no alude a una
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 143

el sujeto se encuentre detenido es oportuno tener presente lo


establecido en el articulo 271 del Código del Distrito. El
dispositivo en cita sólo en uno de sus párrafos se reformó
manteniéndose el resto del precepto sin modificación algu­
na. La lectura cuidadosa del artículo citado, tomando en
consideración la reforma y lo no reformado, permite formu­
lar las siguientes censuras:
a) Da indebidamente facultades jurisdiccionales al Mi­
nisterio Público, al otorgarle la potestad de poner en liber­
tad a un sujeto que se estima cometió un delito sancionado
con ptena privativa de libertad, cuyo término medio arit­
mético no excede de cinco años, determinación que única­
mente corresponde al Juez mediante la concesión de la liber­
tad bajo fianza y en los términos del inciso 1 del artículo 20
constitucional;
b) Al establecer que el Juez a quien se consigne "orde­
nará su presentación” priva al mismo Juez de la facultad
de decidir, previo estudio del caso, si procede iniciar la
etapa de "preparación del proceso”, como sucede cuando
se solicita la orden de aprehensión que el Juez legalmente
puede negarla;
c) Dejando el criterio del Procurador la fijación del
monto de la caución, se usurpan funciones jurisdiccionales,
según puede colegirse en la correcta exégesis del artículo 20
letra A) fracción I de nuestra Constitución (el cual alude a
facultades del Juez), y
d) Permite indebidam ente al Juez ordenar la aprehen­
sión, censura que el lector encontrará más explicada en un
comentario hecho en páginas posteriores.
El Código Federal en la reforma del artículo 135 reco­
ge lo preceptuado en el Código del Distrito Federal y en la
reforma de 1994 en su prim er párrafo manifiesta:
Artículo 135. “Al recibir el Ministerio Público Federal
diligencias de averiguación previa, si hubiere detenidos y i

pena al cuerpo la cual quebrantarla el artículo 22 constitucional. Lo técnico


sería decir “pena privativa de libertad”, sin embargo como nuestra Carta Magna
y las Leyes en general utilizan tales términos, respetamos la denominación.
Cabe señalar que el artículo 16 constitucional ya cambió el termino penal
corporal por el de pena privativa de libertad.
144 EL PROCEDIMIENTO PEN AL

la detención fuere justificada, hará inmediatamente la con­


signación a los tribunales, si se cumplen los requisitos a que
se refiere el párrafo primero del artículo 184; si tales requi­
sitos no se satisfacen, podrá retenerlos ajustándose a lo pre­
visto en los artículos 193, 194 y 194 bis. Si la detención fue­
re injustificada, ordenará que los detenidos queden en li­
bertad.
111. Para que proceda la orden de aprehensión, además de
la denuncia o querella, se necesitan datos que acrediten los
elementos que integran el cuerpo del delito y la probable res­
ponsabilidad del indiciado. 1-a simple denuncia o querella,
sin apoyo en otra prueba es, como dice la doctrina italiana,
simple enunciación de un delito que por sí sola nada acre­
dita y que en el caso en estudio es insuficiente para la orden
de aprehensión.
En ausencia de otras pruebas, es suficiente, para llenar
los requisitos necesarios para la orden de aprehensión, que
haya, conforme lo expresa la ley, datos en los términos del
artículo 21 Constitucional. En esta forma bien se puede
hablar de un precepto alternativo, en el que se formulan
dos hipótesis: la de la declaración que apoye la denuncia
o querella o la de los datos a los que nos hemos referido.
IV. El cuarto elemento no necesita glosa de ninguna
especie, pues es suficiente decir que las órdenes de aprehen­
sión son solicitadas por el Ministerio Público y que el juez
no puede decretar orden de tal calidad sin dicha solicitud*
En el artículo 102 de nuestra Carta Magna con toda
precisión se establece que corresponde al Ministerio Público-
Federal, en los delitos de carácter federal, solicitar las ór­
denes de aprehensión contra los inculpados. Igualmente el
artículo 132 del Código del Distrito y el 195 del Código
Federal señalan que para que un juez pueda librar una
orden de aprehensión, se requiere lo solicite el Ministerio
Público.
Una excepción al elemento en estudio, la consagraba el
artículo 271 del Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal, el cual autorizaba al juez (en los casos a
* El Ministerio Público soliriu y ejecuta la orden de aprehensión;
pero la ejecución no puede ser llevada a cabo, sin que oreviamente la
decrete el juez.
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 145

que se refiere el dispositivo) a ordenar la aprehensión del


sujeto que no comparezca a la primera cita que el juez libre.
Dicha facultad conculcaba todo lo referente a que
corresponde al Ministerio Público solicitar la orden de
aprehensión, sin la cual el Juez no puede decretarla. La
penuria al respecto desapareció, pues el sexto párrafo del
ya citado artículo 271, el cual fue reformado en diciembre
de 1976, quedando vivo después de la última reforma (4 de
enero de 1984) establece que si el inculpado “no compare­
ce ordenará (el Juez) su aprehensión, previa solicitud del
Ministerio Público...”
Comentarios análogos se pueden hacer al artículo 135
del Código Federal con la advertencia de que habiendo
dejado la reforma (27 de diciembre de 1983) sin modifica­
ción el tercer párrafo, subsiste la gran anomalía de permitir
al Juez ordenar una prisión sin previa petición del Ministerio
Público, lo cual quebranta la buena técnica jurídica y funda­
mentalmente la esencia del artículo 102 Constitucional.
C) En esta situación, cuando las averiguaciones practi­
cadas acreditan la existencia de un delito que no merece
pena corporal y la responsabilidad de un sujeto, el Minis­
terio Público debe ejercitar la acción penal sin solicitar Or­
den de aprehensión, pues como ya dijimos, ésta sólo puede
librarse cuando el delito imputado está sancionado con
pena corporal.
D) En este último caso, lo primero que se debe estu­
diar, es la situación que sufre el sujeto a quien se presume
responsable, o sea, el hecho de que se encuentre detenido.
La ley ilustra sobre este punto cuando manifiesta que se
puede detener a una persona sin orden de aprehensión, en
los casos de flagrante delito y en los casos urgentes, cuando
no hay en el lugar ninguna autoridad judicial. Estudiando
con más detalle lós dos casos, tenemos que para aprehender
a un individuo, se necesita invariablemente orden de apre­
hensión con excepción de:
Primero. Cuando es sorprendido el infractor en el mo­
mento en que está cometiendo el delito, o hablando meta­
fóricamente y basándose en el significado de la palabra
146 F.L PROCEDIMIENTO PENAL."

flagrante, en el momento en que está resplandeciendo el


delito. Dentro de la flagrancia se debe involucrar, para los
efectos de que el sujeto pueda ser aprehendido por la Poli­
cía Judicial, o el Ministerio Público, sin orden judicial, la
cuasi flagrancia, que toma vida en el momento inmediato
posterior a la comisión del delito. Así pues, podemos dis­
tinguir tres situaciones acerca de la aprehensión sin orden
judicial y en referencia con la llamada flagrancia:
1. La que corresponde a cualquier sujeto; • “*
2. La que alude al Ministerio Público y a la Policía
Judicial del orden común; y
3. La que se refiere a la Policía Judicial y al Ministerio
Público de carácter Federal.
I. En lo que alude a cualquier sujeto, éste puede apre­
hender en el momento en que se está cometiendo el delito
(flagrancia típica);
II-, El Ministerio Público y Policía Judicial del Orden
Común, pueden aprehender: primero, en el momento en
que se está cometiendo el delito (flagrancia típica en que
como cualquier sujeto, pueden aprehender); y segundo, en
el momento posterior a la comisión del delito, en que el
delincuente es materialmente perseguido (cuasi flagrancia.
Art. 267 del Código de Procedimientos).
III. En lo que alude a la Policía Judicial y Ministerio
Público Féderal, pueden aprehender:
a) En el momento en que se está cometiendo el delito
(como cualquier particular);
b) En el momento posterior a la comisión del delito,
en que el delincuente es materialmente perseguido; y
c) En el momento en que cometido el delito se señala
a un sujeto como responsable y se encuentra en su poder
el objeto del mismo, el instrumento con que aparezca co­
metido o huellas o indicios que hagan presumir fundada­
m ente su culpabilidad (Art. 194 del código Federal). La
reforma de 1994 cambia el artículo y agrega un 194 bis. Ac-
tualm ente la redacción de estos dos artículos establece:
obú Articulo 16 Constitucional. El particular debe poner al delin-
cítente y a sus cómplices sin demora a disposición de la autoridad in­
mediata. **
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 147

“Artículo 194.- se califican como delitos graves, para todos


los efectos legales, por afectar de manera im portante valores
fundamentales de la sociedad, los previstos en los ordena­
mientos legales siguientes:
“I. Del Código Penal Federal, los delitos siguientes:
“1) Homicidio por culpa grave, previsto en el artículo 60,
párrafo tercero;
2) Traición a la patria, previsto en los artículos 123, 124,
125 y 126;
3) Espionaje, previsto en los artículos 127 y 128;
4) Terrorismo, previsto en el artículo 139, párrafo primero;
5) Sabotaje, previsto en el artículo 140, párrafo primero;
6) Los previstos en los artículos 142, párrafo segundo y 145;
7) Piratería, previsto en los artículos 146 y 147;
8) Genocidio, previsto en el artículo 149 bis;
9) Evasión de presos, previsto en los artículos 150 y 152;
10) Ataques a las vías de comunicación, previsto en los
artículos 168 y 170;
11) Uso ilícito de instalaciones destinadas al transito aé­
reo, previsto en el artículo 172 bis párrafo tercero;
12) Contra la salud, previsto en los artículos 194, 195, párrafo
primero, 195 bis, excepto cuando se trate de los casos previstos
en las dos primeras líneas horizontales de las tablas conteni­
das en el apéndice I, 196 bis, 196 ter, 197, párrafo primero y 198,
parte primera del párrafo tercero;
13) Corrupción de menores o incapaces, previsto en el articu­
lo 201; y pornografía infantil, previsto en el artículo 201 bis;
14) Los previstos en el artículo 205, segundo párrafo;
15) Explotación del cuerpo de un m enor de edad por
medio del comercio carnal, previsto en el artículo 208;
16) Falsificación y alteración de moneda, previsto en los
artículos 234, 236 y 237;
17) Falsificación y utilización indebida de documentos relati­
vos al crédito, previsto en el artículo 240 bis, salvo la fracción 111;
18) Contra el consumo y riqueza nacionales, previsto en
el artículo 254, fracción VII, párrafo segundo;
19) Violación, previsto en los artículos 265, 266 y 266 bis;
20) Asalto en carreteras o caminos, previsto en el artículo
286, segundo párrafo;
21) Lesiones, previsto en los artículos 291,292 y 293, cuan­
do se cometa en cualquiera de las circunstancias previstas en
los artículos 315 y 315 bis;
22) Homicidio, previsto en los artículos 302 con relación al
307, 313, 315, 315 bis, 320 y 323;
148 E L PROCEDIMIENTO PEN AL

23) Secuestro, previsto en el artículo 366, salvo los dos párrafos


últimos, y tráfico de menores, previsto en el artículo 366 ter;
24) Robo calificado, previsto en el artículo 367 cuando se rea­
lice en cualquiera de las circunstancias señaladas en los artículos
372 y 381, fracciones Vil, VIII, IX, X, XI, XIII, XV y XVI;
25) Robo calificado, previsto en el artículo 367, en relación
con el 370 párrafos segundo y tercero, cuando se realice en cual­
quiera de las circunstancias señaladas en el artículo 381 bis;
26) Comercialización habitual de objetos robados, pre­
visto en el artículo 368 ter;
27) Sustracción o aprovechamiento indebido de hidrocar­
buros o sus derivados, previsto en el artículo 368 quáter, pá­
rrafo segundo;
28) Robo, previsto en el artículo 371, párrafo ultimo;
29) Robo de vehículo, previsto en el artículo 376 bis;
30) Los previstos en el artículo 377;
31) Extorsión, previsto en el artículo 390;
32) Operaciones con recursos de procedencia ilícita, pre­
visto en el artículo 400 bis, y
32) BIS. conu-a el ambiente, en su comisión dolosa, previsto
en los artículos 414, párrafos primero y tercero, 415, párrafo
ultimo, 416, párrafo ultimo y 418, fracción ii, cuando el volu­
men del derribo, de la extracción o de la tala, exceda de dos
metros cúbicos de madera, o se trate de la conducta precisa en
el párrafo último del artículo 419 y 420, párrafo último.
33) En materia de derechos de autor, previsto en el articulo
424 bis.
34) Desaparición forzada de personas prevista en el artícu­
lo 215-a.
II. De la ley federal contra la delincuencia organizada, el
previsto en el artículo 2.
III. De la ley federal de armas de fuego y explosivos, los
delitos siguientes:
1) fonación de armas de uso exclusivo del ejército, armada
o fuerza aérea,-previsto en el artículo 83, fracciónJII;.
2) Los previstos en el artículo 83 bis, salvo en el caso del
inciso i) del artículo 11;
3) Posesión de armas de uso exclusivo del ejército, armada o
fuerza aérea, en el caso previsto en el aru'culo 83 ter, fracción III;
4) Los previstos en el artículo 84, y
5) Inuoducción clandestina de armas de fuego que no están
reservadas al uso exclusivo del ejército, armada o fuerza aérea,
previsto en el artículo 84 bis, párrafo primero.
IV. De la ley federal para prevenir y sancionar la tortura,
el delito de tortura, previsto en los artículos 3o. y 5o.
PERIODO DE PREPARACIÓN D EL PROCESO 149

V. De la ley general de población, el delito de tráfico de


indocumentados, previsto en el artículo 138.
VI. Del Código Fiscal de la Federación, los delitos siguientes:
1) Contrabando y su equiparable, previstos en los artículos
102 y 105 fracciones I a la IV, cuando les correspondan las san­
ciones previstas en las fracciones II o III, segundo párrafo del
artículo 104, y
2) Defraudación fiscal y su equiparable, previstos en los
artículos 108 y 109, cuando el monto de lo defraudado se
ubique en los rangos a que se refieren las fracciones II o III
del artículo 108, exclusivamente cuando sean calificados.»
VII. De la Ley de la Propiedad Industrial, los delitos pre­
vistos en el artículo 223, fracciones II y III.
VIII. De la Ley de Instituciones de Crédito, los previstos
en los artículos 111; 112, en el supuesto del cuarto párrafo, ex­
cepto la fracción V, y 113 bis, en el supuesto del cuarto párrafo
del articulo 112;
IX. De la ley general de organizaciones y actividades auxilia­
res del crédito, los previstos en los artículos 98, en el supuesto
del cuarto párrafo, excepto las fracciones IV y V, y 101;
X. De la Ley Federal de Instituciones de Fianzas, los previs­
tos en los artículos 112 bis; 112 bis 2, en el supuesto del cuarto
párrafo; 112 bis 3, fracciones I y IV, en el supuesto del cuarto pá­
rrafo; 112 bis 4, fracción I, en el supuesto del cuarto párrafo
del artículo 112 bis 3, y 112 bis b, fracciones II, IV y VII, en el
supuesto del cuarto párrafo;
XI. De la Ley General de Instituciones y Sociedades Mu­
ralistas de Seguros, los previstos en los artículos 141, frac­
ción I; 145, en el supuesto del cuarto párrafo, excepto las
fracciones II, IV y V; 146 fracciones II, IV y VII, en el supues­
to del cuarto párrafo, y 147, fracción II inciso b), en el su­
puesto del cuarto párrafo del artículo 146;
XII. De la ley del mercado de valores, los previstos en los
artículos 52, y 52 bis cuando el monto de la disposición de
los fondos o de los valores, títulos de crédito o docum entos a
que se refiere él artículo’ 3o. de dicha léy.'excecTá'de trescientos
cincuenta mil días de salario mínimo general vigente en el
distrito federal;
XIII. De la ley de los sistemas de ahorro para el retiro, los
previstos en los artículos 103, y 104 cuando el monto de la dispo­
sición de los fondos, valores o documentos que manejen de
los trabajadores con motivo de su objeto, exceda de trescientos
cincuenta mil días de salario mínimo general vigente en el dis­
trito federal, y
XIV. De la ley de quiebras y suspensión de pagos, los pre­
vistos en el artículo 96.
150 EL PROCEDIMIENTO PENAL

XV. De la Ley General de Salud, los previstos en las


fracciones I, II y III del artículo 464 Ter.
La tentativa punible de los ilícitos penales mencionados en
las fracciones anteriores, también se califica como delito grave.
Articulo 194 bis.- En los casos de delito flagrante y en
casos urgentes, ningún indiciado podrá ser retenido por
el Ministerio Público por más de cuarenta y ocho horas,
quien transcurrido dicho plazo, deberá ordenar su liber­
tad o ponerlo a disposición de la autoridad judicial. Este
plazo podrá duplicarse respecto de los delitos a que se
refiere la ley federal en materia de delincuencia organi­
zada.
De los casos que hemos señalado para la aprehensión
sin orden judicial, el primero no solicita explicación de nin­
guna especie; pero los restantes sí.
La cuasi flagrancia registrada por la Ley al expresar:
“después de ejecutado el hecho delictuoso, el inculpado es
preseguido materialmente”, CTea las siguientes interrogan­
tes: ¿Qué debe entenderse por "después”, y hasta qué tiem­
po alcanza la persecución en la flagrancia?
Si “después” indica posterioridad en tiempo, podría de­
cirse que en la cuasi flagrancia que se examina queda cual­
quiera etapa temporal posterior al delito, mas esta inter­
pretación no es correcta, ya que con ello llegaría a ser in­
operante la garantía consignada en el artículo 16 constitu­
cional. En otras palabras, si se pudiera aprehender sin or­
den judicial después del delito, no hubiera sido necesario
que el legislador constitucional señalara requisitos para
aprehender a un infractor. En este orden de ideas, cabe
determinar que el “después”, consignado en la ley, se inicia
en los momentos inmediatos posteriores a la consumación
del delito, en los que la actividad de persecución se vincula
directamente al delito que se acaba de cometer. Así, el “des­
pués” resulta operante para el delito que se acaba de cometer.
Explicado el alcance de “después", queda por averiguar
hasta qué punto es todavía operante la cuasi flagrancia en
lo tocante al tiempo de persecución, es decir, si se está en la
flagrancia cuando en lo “materialmente perseguido” trans­
curre una hora, cinco horas o un día. A este respecto es­
timamos que se está dentro de la cuasi flagrancia que se
estudia, en tanto que no cesa la persecución, independien-
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 15 1

temente del tiempo. Si por cualquier razón se suspende la


persecución, ya no se está en la hipótesis prevista en la Ley.
El tercer caso de cuasi flagrancia previsto en el Código
Federal de Procedim ientos Penales en su artículo 193
proviene de la idea de que están resplandeciendo las
pruebas de la responsabilidad acusadas en la reunión de
los siguientes elementos:
a) Que se acabe de com eter el delito;
b) Que.se señale a un sujeto como responsable, y
c) Que a este sujeto se le encuentre en su poder el obje­
to del delito, el instrum ento con que aparece cometido o
huellas o indicios que hagan presum ir fundadam ente su
responsabilidad (flagrancia de la prueba); siempre y cuando
se trate de un delito grave, así calificado por la ley, no haya
transcurrido un plazo de cuarenta y ocho horas desde el
momento de la comisión de los hechos delictivos, se haya
iniciado la averiguación previa respectiva y no se hubiera in­
terrum pido la persecución del delito.
Segundo. Se puede ap reh en d er sin o rden judicial
cuando tratándose de un delito grave y existiendo riesgo
fundado de que el indiciado se sustraiga a la acción de la
justicia (caso de urgencia), “que el Ministerio Público no
pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de la
hora, tugar u otras circunstancias” (artículo 268 del Códi­
go de Procedim ientos Penales para el Distrito Federal).
En los casos de urgencia, la autoridad administrativa
que aprehendió, debe, de acuerdo con el artículo 16 de la
Constitución, poner al detenido inmediatamente a disposi­
ción de la autoridad judicial.
Explicado el presupuesto de la situación que analizamos
(la detención del individuo), podemos manifestar que en
estos casos el Ministerio Público inicia el ejercicio de'íá ac­
ción penal. La acción procesal penal comprende tres perio­
dos. a saber: Iniciación, desarrollo y culminación. En el pri­
mero, el Ministerio Público excita al órgano jurisdiccional
a que, aplicando la ley a un caso concreto, resuelva sobre
si hay fundamento o no para seguir un proceso contra una
o unas personas determinadas.10
10 desarrollo y culminación de la acción penal serón estudiados
en el orden que corresponda.
152 E L PROCEDIMIENTO PENAL

La iniciación, como toda la acción procesal penal, en


México está entregada al Ministerio Público. No hay que
creer que con la querella se inicia la acción procesal penal,
pues con ella no se excita al órgano jurisdiccional para que
aplique la ley al caso concreto; a quien excita el ofendido,
es al Ministerio Público para que haga las averiguaciones
que ordena la ley y, en su caso, ejercite la acción penal.
Pasando al estudio de la actividad que debe desarrollar
el órgano jurisdiccional, en esta situación, nos encontrarnos
que lo primero que hace el juez, una vez que se ha ejercí-
tacto la acción penal, es dictar el auto caneza de proceso-"
o de radiación, o de inicio. Esta resolución surte los siguien­
tes efectos:
Primero. Fija la jurisdicción del juez. Con esto se quie­
re indicar que el juez tiene faculatd, obligación y poder de
decir el Derecho, en todas las cuestiones que se le plantean,
relacionadas con el asunto en el cual dictó el auto de ra­
dicación.11 bl’ Tiene facultad, en cuanto queda dentro del
ámbito de sus funciones resolver las cuestiones que se le
plantean. Tiene obligación, porque no queda a su capricho
resolver sobre dichas cuestiones, debiendo hacerlo en los
términos que la ley designa. Tiene poder, en virtud de que
las resoluciones que dicta en el asunto en que ha pronun­
ciado el auto de radicación, poseen la fuerza que les concede
la ley.
Segundo. Vincula a las partes a un órgano jurisdiccio­
nal. Con esto queremos indicar que a partir del auto de
radicación, el Ministerio Público tiene que actuar ante el
tribunal que ha radicado el asunto, no siéndole posible pro­
mover diligencias ante otro tribunal (respecto de ese mis­
mo asunto). Por otra parte, el inculpado y el defensor se
encuentran sujetos también a un juez determinado, ante el
cual deben realizar todas las gestiones que estimen per­
tinentes.*i
Tercero. Sujeta a los terceros a un órgano jurisdiccional
ii Nombre impropio por no ser este auto la cabeza del proceso.
La cabeza puede ser el auto de formal prisión o sujeción a proceso.
Ubis Cuando menos durante el término constitucional de 72 horas
durante Jas cuales hay competencia absoluta (Arts. 449 Cod. de Proce*
dimicntos Penales para el D. F. 432 del Federal).
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 153

Fincado un asunto en determinado tribunal, los terceros


también están obligados a concurrir a él; y
Cuarto. Abre el periodo de preparación del proceso. El
auto de radicación señala la iniciación de un periodo con
término máximo de setenta y dos horas, que tiene por ob­
jeto el fijar una base segura para la iniciación de un pro­
ceso, es decir, establecer la certeza de la existencia de un
delito y de la posible responsabilidad de un sujeto. Sin esta
base no se puede iniciar ningún proceso, por carecerse de
principios sólidos que justifiquen actuaciones posteriores.
El propio auto de radicación puede producir cienos eEec-
tos fuera del ámbito jurisdiccional, como es el caso seña­
lado por García Ramírez en lo tocante a los empleados del
Servicio Exterior Mexicano, para los cuales hay suspensión
de empleo sin goce de sueldo.
El auto de radiación no tiene señalado en la ley nin­
gún requisito formal y lo que forzosamente debe contener
es su misma esencia, ubicada en la manifestación de que
queda radicado algún asunto. En la práctica, estos autos
contienen los elementos que señala Franco Sodi y que son:
“Nombre del juez que lo pronuncia, el lugar, el ano, el mes,
el día y hora en que se dicta y mandatos relativos a lo
siguiente: I. Radicación det asunto. II. Intervención del
Ministerio Público. III. Orden para que se proceda a tomar
al detenido su preparatoria en audiencia pública. IV. Que
practiquen las diligencias necesarias para establecer si está
o no comprobado el cuerpo del delito y la presunta respon­
sabilidad, y V. Que en general, se facilite al detenido su
defensa, de acuerdo con las fracciones IV y V del artículo
20 constitucional, letra A).”
Hemos indicado que a partir del auto de radicación na­
cen determinados deberes para el órgano jurisdiccional. En­
tre éstos, salta como primero, el deber u obligación de tomar
la declaración preparatoria.
La declaración preparatoria es la rendida por el indicia­
do ante el juez de la causa, pero lo importante de ella está12
12 Dado lo expuesto en la reforma de diciembre de 1984, en el ar­
ticulo 154 del Código Federal de Procedimientos Penales (reforma que
propiamente es una adición) seria más técnica indicar que los deberes
para el órgano jurisdiccional nacen a partir de! momento en que el in­
culpado queda a su disposición.
154 EL PROCEDIMIENTO PENAL

en los requisitos que deben llenarse al tomarla. Estos re­


quisitos pueden clasificarse en constitucionales y legales, por
estar previstos unos, en nuestra Carta Magna y los otros
en los preceptos adjetivos. Ellos informan obligaciones para
el órgano jurisdiccional y son:
I. Los de la Constitución:
a) Obligación de tiempo. La obligación se refiere a que el
juez, dentro de las 48 horas siguientes a la consignación,
debe tom ar la declaración preparatoria, como lo ordena la
fracción III, letra A), del artículo 20 constitucional;
b) Obligación de forma. Consignada también en la frac­
ción III, letra A), del artículo 20 constitucional, obligando al
juez a tom ar la declaración preparatoria en audiencia públi­
ca o sea, en un lugar al que tenga libre acceso el público;
c) Obligación de dar a conocer el cargo. El juez, según
la fracción citada, tiene obligación de dar a conocer la “na­
turaleza, y causa de la acusación”, a fin de que el indiciado
conozca bien el hecho que se le imputa.
d) Obligación de dar a conocer el nombre del acusador.
Esta obligación se refiere a que el juez debe enterar al de­
tenido, del nombre de la persona que presentó ¡a denuncia
o la querella, en su caso. La obligación no entraña el he­
cho de dar a conocer el nombre de la persona física que
realiza las funciones de Ministerio Público, pues el legis­
lador lo que busca es proporcionarle al indiciado el mayor
número de datos relacionados con el delito, con el fin de
que pueda defenderse. La finalidad no se alcanza con el
hecho de dar a conocer el nombre del Ministerio Público:
mas el nombre de denunciante o acusador si le puede servir
para su defensa y es, como ya indicamos, a lo que se refiere
la obligación en estudio.'^ bls
e) Obligación de oír en defensa al detenido. Esta obli­
gación no exige ninguna glosa y se infiere de las palabras
ta ¡>l« Permitiendo el Código Aduanero lo que en buena tícnica se
denomina delación secreta, se quebranta en el delito de contrabando la
obligación que se viene explicando, por no darle a conocer al indiciado
el nombre del denunciante. En la práctica se le indica que es la Secre­
tarla de Hacienda la que denuncia, restándole conocimiento para la de­
fensa y quebrantándose, en verdad, el espíritu del articulo constitucional.
P E R I O D O D E P R E P A R A C IÓ N E l. P R O C E S O 155

“y pueda contestar el cargo”, contenida en la fracción III,


letra A), supra indicada; y
f) Obligación de tomarle en el mismo acto su declaración
preparatoria. Lo anterior se deduce de la frase “rindiendo
en este acto su declaración preparatoria”.
II. Las del Orden Común:
El artículo 290 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal, impone las siguientes obligaciones al
juez (nos referimos a las que no están comprendidas en la
Constitución). La reforma de 1994 propiamente compren­
de las mismas obligaciones aunque con otros términos:
a) Dar a conocer al indiciado el nombre de los testigos
que declaran en su contra. Esta obligación persigue la fi­
nalidad de ilustrar al indiciado en todo lo relacionado con
el delito y así permitirle su defensa.
b) Dar a conocer al indiciado la garantía de la libertad
cauciona! en los casos en que procede, y el procedimiento
de obtenerla (esta obligación es estudiada en los inciden­
tes de libertad).
c) Dar a conocer al indiciado el derecho que tiene para
defenderse por sí mismo, o para nombrar persona de su
confianza que lo defienda, advirtiéndole que si no lo hiciere,
el juez le nombrará un defensor de oficio.
El Código Federal en materia que se está tratando, re­
sultaba análogo al del Distrito Federal; pero en las reformas
hechas el 13 de diciembre de 1984, a los artículos 154, 155,
156 y 160 se reglamentó con más acuciosidad la declara­
ción preparatoria, aglutinándose en ellos las obligaciones
constitucionales y la de los dispositivos adjetivos (consultar el
Título Cuarto del Código Federal sin soslayar las reformas
de diciembre de 1984). En la reforma de 1994 se permite
el asesoramiento en la declaración preparatoria (Art. 155).
En lo que alude a que el inculpado podrá nombrar defen­
sor (artículo 20 constitucional, letra A, fracción IX) desde el
momento de ser aprehendido, caben las siguientes consi­
deraciones:
a) Que no hay obligación de ser asistido forzosamente
por un defensor, desde el momento de la detención, en
tanto que la ley establece: “podrá nombrar”; y
156 ■ EL PROCEDIMIENTO PENAL

b) Que desde la declaración preparatoria, amén de ha­


cerle saber el derecho q u e tiene para nom brar defensor, tie­
ne forzosamente que estar asistido p>or uno, px>r estable­
cerse, en las disposiciones condignas, que si no nombra
defensor, se le nombrará uno de oficio.
La declaración preparatoria debe comenzar con las gene­
rales del detenido, incluyendo sus apsodos, y en lo que toca
a la forma como debe desarrollarse, existe la más absoluta
libertad, la cual se otorga con el fin de p>oder esclarecer el
delito, la participación y las circunstancias a que se refieren
los códigos procesales penales (Arts. 290 del Código de Pro­
cedim ientos Penales, d el D. F., y 154 refo rm ad o del Có­
digo F ederal). En la d eclaración p re p a ra to ria (en la que
se siguen- en general los lincamientos del sistema acusato­
rio ) , el Agente del M inisterio Público y la defensa, tienen
derecho de interrogar al detenido, sin más limitación que
las de no form ular preguntas capciosas o inconducentes, las
cuales deberán ser rechazadas pxjr el juez (Art. 292 del Có­
digo de Procedimientos Penales del Distrito y 156 reformado
del Código Federal) 13
Para term inar lo relacionado con la declaración prepa­
ratoria, se debe hacer notar q u e el artículo 294 del Código
de Procedimientos Penales del Distrito Federal, es incon­
secuente con los lincamientos generales que se han dado al
capítulo respectivo, pues el nombramiento de defensor de
oficio debería ser siempre al principiar la declaración pre­
paratoria, es decir, antes de que el inculpado declare sobre
los hechos, con el objeto de que haya una piersona que opor­
tunamente interrogue sobre lo que pueda servir a la defensa.
El espíritu del legislador se asienta en la idea de que
el inculpado tenga siempre defensor, llegando incluso al
extremo de ptermitir que lo designe desde que es aprehen­
dido. El artículo constitucional (20, inciso I X ) , decía al
respecto: "Podrá nom brar defensor desde el momento en13
13 Las preguntas deben ser formuladas al term inar el indiciado su
declaración. Hay quienes manifiestan, que durante la declaración a que
nos hemos referido, debían intervenir las paites. Nuestra ley y la
práctica no Jo admiten, por la simple razón del propósito de conocer
la versión del indicado (sin pcijuicio de su derecho a no declarar)
alejado de asesora miemos y consejos, por posiblemente alterar la ver­
dad que él quizá vaya a exponer.
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 157

que sea aprehendido, y tendrá derecho a que éste se halle


presente en todos los actos del juicio; pero tendrá obliga­
ción de hacerlo comparecer cuantas veces se necesite." Res­
pecto del tema en..análisis, caben ciertas reflexiones: la Su­
prema Corte de Justicia ha resuelto "la circunstancia de que
en la averiguación previa el acusado no haya tenido defen­
sor, no significa su indefensión, dado el derecho de desig­
nar defensor atento a lo dispuesto en el último párrafo de
la fracción IX del Art. 20 Constitucional (ya transcrito) si
no fue ejercitado por su titular no puede imputársele a la
autoridad, esto es, al Ministerio Público, en el que debe
presumirse la buena fe" (pág. 237 del Apéndice de Juris­
prudencia 1917-1975). .Ahora bien, la interpretación ex­
puesta se retira totalmente de la adición del Art. 134 bis
del Código de Procedimientos Penales para el D. F. (Dia­
rio Oficial de 29 de diciembre de 1981, no reformado el
4 de enero de 1984), que en su último párrafo, quizá sin
quebranto constitucional (por los términos vagos de nues­
tra Carta Magna "podrá nombrar defensor") obliga al Mi­
nisterio Público a que si no nombra abogado o persona de
su confianza que lo defienda, le designará al de oficio. (Igual
en la reforma de 1994) . De esta manera, lo potestativo para
el detenido, adquiere obligatoriedad piara el M inisterio Pú­
blico, el cual, como ya se indicó, si el inculpado no hace uso
de su derecho, el Ministerio Público actúa en la forma ya
señalada. Desde un punto de vista crítico, estimamos que la
tesis de la Suprema Corle resulta ya obsoleta y se da cumpli­
miento a la desiderata de nunca dejar sin defensa a quien
se le imputa un delito. Con la adición hecha al Código de
Procedimientos Penales para el Distrito Federal, se hizo
auténtica Tealidad la idea de nunca dejar sin defensa a un
posible infractor, como seguramente lo pensó el legislador
Constitucional.
Después de la declaración preparatoria tenemos como
segundo deber fundamental del órgano jurisdiccional, el
resolver, dentro de las setenta y dos horas (el artículo llil
del Código Federal quebranta lo estatuido en la Constitu­
ción con la prórroga que registra) —e igualmente acaece en
la reforma de 1994— la situación jurídica que deba preva­
lecer o, en términos más sencillos, sobre si hay base o no
158 EL PROCEDIMIENTO PENAL

para iniciar el proceso. En el primer caso, se debe dictar


cualquiera de estas dos resoluciones: auto de formal prisión
o auto de sujeción a proceso y, en el segundo, una resolu­
ción que se denomina "libertad falta de méritos con las re­
servas de ley”. El estudio por separado de cada una de las
resoluciones nos entrega las siguientes notas:
Primero: Auto de formal prisión. El estudio del auto
de formal prisión lo vamos a hacer sujetándonos al siguiente
índice:
a) Requisitos medulares del auto de formal prisión;
b) Requisitos formales del auto de formal prisión; y
c) Efectos del auto de formal prisión.
A) Requisitos medulares. Del análisis de los artículos
que señalan los requisitos del auto de formal prisión (19
Constitucional, 297 del Código de Procedimientos Penales
del Distrito Federal y 161 del Código Federal de Procedi­
mientos Penales reformado el 13 de diciembre de 1984), se
concluye que la parte medular de la resolución citada sé en­
cuentra en la comprobación del cuerpo del delito y la pro­
bable responsabilidad. Veamos por separado cada uno de
estos elementos.
Comprobación del cuerpo del delito. En este elemento,
primero debe estudiarse qué es el cuerpo del delito, para
después entrar al análisis de cómo se comprueba.
Cuerpo del delito. Lo primero que se puede decir del
cuerpo del delito, es que es la parte de un todo, de la mis­
ma manera que el cuerpo del hombre es una parte de la
entidad hombre. En cuanto que el cuerpo del delito es par­
te de un todo, se necesita conocer primero el todo, para
después entender qué porción corresponde a aquél. F.l todo
a que se refiere el cuerpo del delito es el “delito real”: el
acto que presentándose con su complicadísima maraña de
elementos (intención, proceder, cambios en el mundo ex­
terno, etc.), una parte de ellos encaja perfectamente en la
definición de algún delito hecha por la ley.14 Para ilustrar
lo que se debe entender por ese todo llamado “delito real”1
11 Los errores que se han cometido sobre el concepto de cuerpo del
delito, se deben a que se le vincula con el "delito legal" y no con el
“delito real”. El "delito legal” puede ser índice para el “ cuerpo del delito”.
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 159

y del cual forma parte el cuerpo del delito, piénsese en


cualquier acto delictuoso, como por ejemplo, un homici­
dio, y se encontrará, por una parte, determinado suceder
que encaja perfectamente en la definición que la ley da
de homicidio (el hecho de que Juan, disparando un arma de
fuego prive de la vida a Pedro) y, por otra parte, algunos
acaeceres que rebasan la definición que la ley hace del
homicidio (el ruido producido al disparar el arma de fue­
go, la situación en que se halla el infractor al dispararla,
etc.). Así pues, el “delito real’’, el todo que venimos ex­
plicando, se informa con un contenido positivo en el cual
hay dos partes: una que puede hospedarse en el casillero
de algún “delito legal” (de alguna de las definiciones que
contiene la ley al referirse a los delitos en particular) y
otra, que queda fuera de ese casillero.1516
Explicado el “todo”, ya podemos indicar que el cuerp>o
del delito se integra únicamente con la piarte que empotra
con precisión en la definición legal de un delito. Así pues,
el cuerpo del delito es el contenido del “delito real” qup
cabe en los límites fijados por la definición de un "delito
legal”.
Para la plenaria comprensión del cuerpo del delito, pro­
cede repetir (con más minuciosidad) qué cosa es el “delito
legal”. Los delitos legales son las definiciones que la ley
da de los delitos en particular. Estas definiciones las crea
el legislador fijándose en los actos conculcadores de la vida
social. De estos actos hace a un lado lo que tienen de par­
ticular y, con su esencia, forja los tipos delictivos.10 Por
ejemplo, de varios actos en los que se priva de la vida, hace
caso omiso de las particularidades que intervienen en cada
uno de esos actos (las diferentes armas empleadas, las distin­
tas intenciones de los agresores, las variadas situaciones
económicas de los sujetos del delito, las posiciones que en
cada caso tengan agresor y agredido, etc.) y toma exclusi­
15 De esta parte que queda fuera del casillero legal, hay elementos
de carácter jurídico y mctajurídico.
16 En las ideas que estamos apuntando no seguimos a Mezger ni 3
Beling, ni a algún autor en especial.
160 EL.PROCEDIM1ENTO PENAL

vamente lo que constituye la esencia del proceder, estima­


do como vulnerador de la armonía social: el privar de la
vida.
Un tipo de delito, no abarca, pues, todas las particu­
laridades que en el mundo exterior provoca un acto real;
únicamente comprende aquello que conceptualiza o tipifi­
ca el proceder indeseable. El "delito legal” no alude a
ningún “delito real” en particular, sino a todos en general,
de la misma manera que un concepto no se refiere en es­
pecial a un concreto, sino a todos. Por ejemplo, el concepto
reloj, no se refiere en particular a mi reloj pulsera, o al re­
loj de la catedral, o a la clepsidra de la antigüedad, etc.,
sino a todos en general. El concepto reloj se informa con la
esencia de todos los relojes: aparato que sirve para medir
el tiempo y en sí constituye un simple molde donde todo
lo que pueda ser reloj tiene acomodo. En la misma forma,
el "delito legal” constituye un simple molde cuyas aristas
están formadas por las lineas de conducta de los actos que
el legislador ha estimado como delictuoso. El “delito le­
gal” se revela en la descripción que el legislador da de los
delitos.17
Para completa inteligencia, hay que tener cuidado, de
no confundir motivos, elementos morales, actos y conse­
cuencias. Los motivos son el conjunto de circunstancias ex­
ternas o intemas que provocan el acto; los elementos mo­
rales, la intención o la omisión espiritual que se tuvo al
actuar; el acto, el proceder, la forma como se acciona y,
la consecuencia, el cambio que en el mundo exterior pro­
dujo el acto. Por ejemplo, en un homicidio, el motivo pue­
den ser los celos o la aversión; el elemento moral, la inten­
ción de privar de la vida o el descuido con que se actuó;
el acto, la acción de privar de la vida y la consecuencia, el
haber dejado de existir alguien. El “delito legal” casi siem­
pre se configura con el acto y la consecuencia los cuales
objetiviza y desprende de los motivos y elementos morales.
IT Comprendemos que la denominación “delito legal’', como ya se
expresó, no es del todo correcto. Sin embargo, no Hemos prescindido en
alguna de nuestras ediciones de esta denominación, ya que inmediata*
mente lleva a pensar en el delito previsto en la ley.
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 16 1

Sin embargo, en varios casos el legislador coloca en su defi­


nición elementos de índole subjetiva, que como tales, juegan
un doble papel: elementos de la definición del delito (dolo
específico) y elementos morales necesarios para la sanción.
Para entender con más claridad la alusión que hacemos
a elementos morales necesarios para la sanción, debemos
separamos de las complicadas lucubraciones de las corrien­
tes modernas y regresar a la simplicidad con que nace y
debe caminar el Derecho penal.
En el fenómeno jurídico penal, existen los siguientes
capítulos: 17 w*
a) Bienes jurídicamente tutelados: aquello que la ley
protege en homenaje a los "valores” reconocidos para la vi­
gencia de la armonía social;
b) Delitos: conductas que la ley penal prevé como con-
culcadores de los bienes que intenta proteger;
c) Elementos de sanción: tipicidad, imputabilidad, cul­
pabilidad (elemento moral) y ausencia de circunstancias
que exoneraran de la pena o justifican el proceder.
Cuando en el caso concreto se conjugan el delito (tipi­
cidad) y los elementos de sanción, hay responsabilidad: se
debe responder ante la sociedad del acto delictuoso, impu­
table a nn sujeto el cual actuó con dolo o con culpa, sin
exonerarlo la ley de la pena ni justificar su proceder.
Todo lo expuesto nos permite concluir que el "delito
legal” se informa con los lincamientos que comprende la
descripción que de los delitos en particular hace el legis­
lador y que si en esta descripción van elementos morales,
éstos quedan dentro de las fronteras del "delito legal”.
Ahora bien, con lo anterior ya se entenderá con toda pre­
cisión que el cuerpo del delito es el contenido de un "de­
lito real”, que encaja perfectamente en la descripción de
algún delito, hecha por el legislador, en la que muchas
veces van elementos de carácter moral.
En la descripción también pueden ir elementos de ca-
IT *>U para una visión más completa del fenómeno jurídico-pcnal, con­
sultar el Capítulo “Docencia y Obra escrita’* en “ Perspectivas de una
Vida” de Manuel Rivera Silva.
162 EL PROCEDIMIENTO PEN A L-------

rácter "valorativo” que requieren su presencia en el cuerpo


del delito.
Las variedades que presentan los delitos, determinan
diversidad en el cuerpo de los mismos, lo cual ofrece al
teórico del procedimiento magnifica coyuntura para hacer
clasificaciones.
La primera clasificación que podemos hacer, es la de
delitos cuyo cuerpo comprende exclusivamente elementos
materiales. Es pertinente recordar que en la ontologia con­
temporánea se distinguen tres clases de objetos:18 mate­
riales, ideales y valentes. Los objetos materiales son aque­
llos de los cuales tenemos conciencia por los sentidos (la
mesa que toco, la música que escucho, la flor que miro-) :
los ideales, aquellos que llegan al sujeto por medio de la
idea (la operación matemática); y los valentes, los que
llegan por medio de la intuición, como son todos los valores
(la belleza, la justicia, etc.).
Hecha la explicación que antecede, ya se entenderá el
primer grupo de delitos que hemos señalado y que está
constituido por los que su definición sólo abarca elementos
que se pueden percibir por los sentidos. Este grupo de
delitos es procedente denominarlos delitos simples, pudién­
dose citar como ejemplos, el homicidio, las lesiones, el in­
fanticidio, el aborto, etcétera.
Frente al grupo de delitos simples están aquellos cuyo
cuerpo se encuentra calificado. Entre las principales notas
de calificación tenemos las de carácter subjetivo, las de
carácter valorativo, las de calidad del sujeto y las de rela­
ción de los sujetos. El cuerpo del delito es calificado por
notas de carácter subjetivo, cuando en la definición va un
elemento de tal índole, como por ejemplo, el fraude, el
que comprendiendo el engaño, tiene una nota de carácter
subjetivo, puesto que el engaño entraña el tener conoci­
miento de los perfiles que presenta la realidad y la inten­
ción de llevar al ánimo del sujeto pasivo la creencia de que
la realidad presenta caracteres distintos a los que registra.
También podría citarse como ejemplo típico, las injurias
que en su descripción lleva el ánimus injuriante.
16 Objeto es todo lo que puede ser contenido de la conciencia.
PER IO D O DE PR EPA R A CIÓ N D EL PROCESO 163

El cuerpo del delito es calificado por notas de carácter


valorativo, cuando la definición comprende éstas, como su­
cedía en el estupro, que requiere la castidad y honestidad,
conceptos que a nuestro parecer entrañan valoraciones.
El cuerpo del delito es calificado por notas de la cali­
dad del sujeto, cuando en la descripción de la conducta re­
gistrada por el legislador, se señalan características de tal
especie, como sucede en el peculado, que solicita que el
sujeto activo sea persona encargada de un servicio público,
del Estado, o descentralizado.
El cuerpo del delito es calificado por notas de relación,
cuando el "delito legal" registra características de vincu­
lación de los sujetos, como en el incesto.
Aparte de los cuerpos delictuosos señalados: simples y
calificados, hay otros que bien podrían llamarse bilatera­
les,19 en oposición a los unilaterales y que son los que en
el "delito legal” no sólo se alude al proceder del sujeto
activo y la consecuencia provocada por el mismo, sino tam­
bién comprenden alguna conducta que debe guardar el su­
jeto pasivo, como por ejemplo, en el robo, el no consenti­
miento de la víctima para el apoderamiento de parte del
sujeto activo.
Las clasificaciones dadas no intentan ser exhaustivas; tie­
nen como finalidad ilustrar sobre los diversos aspectos que
puede comprender el cuerpo del delito, siendo oportuno
decir que muchos delitos pueden ser abarcados por una
clasificación o tener un carácter mixto, como acontece con
el estupro, que siendo calificado por nota normativa, es
bilateral.
En nuestra primera edición no se hizo la clasificación
que antecede, y algunas de las ideas que aquí precisamos
se trataron en forma general. En ella hay una clasificación
atendiendo a la extensión, o sea, al dominio que abarca el
acto, fincándose ésta sobre la idea de que en las infraccio­
nes hay dos ámbitos perfectamente delimitados: el mundo
del sujeto activo del delito y el mundo del sujeto pasivo.
19 La clasificación hecha no responde a la de ningún autor, por ser
propia, e incluso difiere de la que contiene la primera edición de este
libro.
164
E L PROCEDIM IENTO PEN AL

Tom ando en cuenta la extensión, se dijo que el cuerpo del


delito podía ser simple o compuesto; que era simple cuando
el acto previsto por el legislador, el "delito legal”, se en­
dereza en su plenitud hacia el mundo del sujeto pasivo de
la infracción y, compuesto, cuando la descripción legal
entraña un acto que se dirige, tanto al mundo del ofendido,
como al m undo del transgresor. Esta idea fue sustituida
en la segunda edición por la de delitos unilaterales y deli­
tos bilaterales, quedando inmersos en el primer grupo aque­
llos en los que la definición no alude a un proceder del
sujeto pasivo; y bilaterales, como ya explicamos, cuando,
aparte de la conducta del sujeto activo, se comprende algún
proceder o situación del sujeto pasivo.20
Comprobación del cuerpo del delito. Fijados los con­
ceptos fundamentales del cuerpo del delito, importa deter-
mininar qué se debe entender por comprobación del mismo.
Comprobar el cuerpo del delito es demostrar la existencia
de los elementos de un proceder histórico que encajan en el
“delito legal”. En los cuerpos delictivos que hemos denomi­
nado simples, se necesita demostrar los elementos materia­
les del proceso externo y la consecuencia, con lo cual se
agota el delito en su definición; en los calificados, el pro­
ceder previsto por el legislador, incluyendo las notas sub­
jetivas, valorativas, de calidad del sujeto o de relación
previstas en el delito legal; y en los bilaterales, también las
referencias que se hacen al proceder o situación del sujeto
pasivo.
El Código Federal de Procedimientos Penales manifestaba
que por cuerpo del delito se entiende el conjunto de los elemen­
tos objetivos o externos que constituyen la materialidad del
hecho que la ley señale como delito, así como los normativos,
en el caso de que la descripción típica lo requiera. Lo expresa­
do por la ley permitió que algunos autores creyeran que para la
comprobación del cuerpo del delito no se necesita demostrar
la existencia de elementos subjetivos, valorativos, de relación,
etc., sino únicamente los que se perciban con los sentidos. Esta in­
terpretación es falsa pues por materiales (atiora objetivos o exter­
nos) debe entenderse todo lo que es materia de la definición del
delito. Por otra parte, debe pensarse que se está buscando base
para un proceso, la cual sólo se obtiene acreditándose que en el
20 Los ejemplos citados en la primera edición responden a la clasi­
ficación hecha en ella, clasificación que habiendo sido meditada, ya no
aceptamos y la sustituimos por la actual.
PERIOD O DE PREPA RA CIÓ N DEL PROCESO 165

mundo histórico se ha presentado un hecho de los que


define lá ley como delito. Si nada más se probaran los ele­
mentos que se perciben con los sentidos, en muchas ocasio­
nes no se podría justificar la existencia de un delito y, en
consecuencia, la iniciación de un proceso, ni la actividad
jurisdiccional. Si únicamente se comprobaran los elementos
materiales, desde el punto de vista que acabamos de indi­
car, se llegaría en algunas ocasiones a la absurda posición
de procesar a sujetos por actos completamente lícitos, ade­
más de que en otras, no se podría precisar el delito por el
cual se va a seguir el proceso, en virtud de que los ele­
mentos materiales de varios delitos son idénticos, como su­
cede en el homicidio y en el parricidio.
A fortunadam ente las reform as de los artículos 122 del
Código del Distrito Federal (4 de enero de 1984) y 168
del Código Federal (27 de diciem bre de 1983) resolvie­
ron el problem a al establecer que uel cuerpo del delito se
te n d rá por com probado cuando se acredíte la existencia
de los elem entos que integran la descripción de la con­
ducta o hechos delictuosos, según lo d eterm in a la ley pe­
n al”.. 21 Bis
La comprobación del cuerpo del delito lleva al capítulo
de la forma en que se debe hacer la comprobación, o lo21
21 »i' Actualmente el artículo 122 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal establece: “El Ministerio Público acreditará el cuerpo
del delito de que se trate y la probable responsabilidad del indiciado, como
base del ejercicio de la acción penal; y la autoridad judicial, a su vez. examinará
si ambos requisitos están acreditados en autos.
"El cuerpo del delito se tendrá por comprobado cuando se demuestre la
existencia de los elementos que integran la descripción de la conducta o hechos
delictuosos, según lo determine la ley penal.
"Para resolver sobre la probable responsabilidad del inculpado, la autoridad
deberá constar que no exista acreditada a favor de aquél alguna causa de licitud
y que obren datos suficientes para acreditar su probable culpabilidad".
"Por su parte el artículo 168 del Código Federal de Procedimientos Pena­
les establece: "El Ministerio Público acreditará el cuerpo del delito de que se
trate y la probable responsabilidad del indiciado, como base del ejercicio de la
acción penal; y la autoridad judicial, a su vez, examinará si ambos requisitos
están acreditados en autos.
"Por cuerpo del delito se entiende el conjunto de los elementos objetivos o
externos que constituyen la materialidad del hecho que la ley señale como delito,
asi como los normativos, en el caso de que la descripción típica lo requiera.
' La probable responsabilidad del indiciado se tendrá por acreditada cuan­
do. de los medios probatorios existentes, se deduzca su participación en el
delito, la comisión dolosa o culposa del mismo y no exista acreditada a favor del
indiciado alguna causa de licitud o alguna excluyeme de culpabilidad.
"El cuerpo del delito de que se trate y la probable responsabilidad se
acreditarán por cualquier medio probatorio que señale la ley".
166 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

que es lo mismo, cómo se debe acreditar la existencia de


los procederes previstos en la ley. La existencia de los actos
tipificados, puede acreditarse de manera directa o indirec­
ta. Directa, cuando lo que se prueba es el acto mismo, e
indirecta, cuando lo que se prueba es determinado elemen­
to (o elementos) del cual se puede inferir lógica y natu­
ralmente la existencia del acto. Así pues, los medios indi­
rectos nunca comprueban de manera inmediata la conducta
prevista en la ley, lo hacen de manera mediata o indirecta,
que bien podría llamarse presuncional, debido a que, como
ya indicam os, acreditan algo de lo cual se infiere el acto
previsto en el “delito legal”.
I.a existencia de los m edios indirectos se justifica por
el hech o de que m uchas infracciones penales presentan
serias dificultades en lo tocante al capítulo de la com pro­
bación de los elem entos que las inform an. En este orden
de ideas, el legislador, casi siem pre de m anera limitativa,
señala lo que hay que probar, au nque como ya se indicó,
lo que hay que probar no sean forzosamente los elem entos
integ ran tes del tipo.
Pasando al estudio de nuestras leyes positivas, nos en­
contram os con que los delitos, en lo relativo a la com pro­
bación de su cuerpo, se pueden clasificar en varios grupos:
I. Los delitos cuyo cuerpo se com prueba en form a di­
recta:
II. Los delitos cuyo cuerpo se com prueba en form a in­
directa, p robando ciertas situaciones; y
III. Los delitos cuyo cuerpo se com prueba por cual­
quiera de las dos formas enunciadas en los incisos ante­
riores: de m anera directa o indirecta.
1. Los delitos del prim er grupo se enrolaban en la regla
general establecida en los artículos 122 del Código del Dis­
trito y 168 del Código Federal (las reform as posteriores no
se alejan de la regla g eneral). En todos estos delitos, para
co m p ro b ar su cuerpo, se debe dem ostrar la existencia del
acto previsto en la ley.'-" Es o p o rtu n o advertir que se invo­
lucran indebidam ente en este prim er grupo, muchos delitos
de dolo específico, sin hacerse hincapié en que los elem en­
tos m orales nunca pueden comprobarse de m anera directa.
Este e rro r es hijo de la falsa creencia de que el cuerpo del
" l.o que encaja en la descripción legal. El proceder del hombre que
puede encajonarse en el “deliio legal".
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 167

delito siem pre se inform a con los elem entos m ateriales (los
que percibim os p o r los sentidos) de la infracción.
2. Al segundo g ru p o p erten ecen , en m ateria federal,
el hom icidio, las lesiones, el aborto, el infanticidio y el
robo de energ ía eléctrica. En la legislación del ord en co­
m ún, únicam ente el robo de energía eléctrica se coloca­
ba en este g ru p o (Arts. 169 a 176 del C ódigo F ederal y
117 del C ódigo de) D istrito, d ero g ad o en 1994). En los
delitos enun ciad o s, el legislador establece los elem entos
que se d e b en com probar.232425 Todos estos elem en to s son d a­
tos de los q u e se infiere legalm ente la existencia del acto
previsto en la ley.24 Varios au to res o p in an que, en m ateria
del o rd e n com ún, el hom icidio, las lesiones, el ab o rto y
el infanticidio, p e rte n e c en ál g ru p o de co m p ro b ación in­
directa. N osotros estim ábam os que, en tan to que el le­
gislador del o rd e n com ún no ha d e te rm in a d o en form a
expresa, q u e el c u erp o de los d elitos m encionados “se da
por c o m p ro b a d o ”, com o lo ha h ech o el legislador fed e­
ral, se debe estar a la regla del artícu lo 122.25
3. Al tercer grupo corresponden los siguientes delitos:
robo, peculado, abuso de confianza y fraude, a los cuales
debe agregarse, en lo tocante a la materia federal, la pose­
sión de enervantes. En todos estos deitos, su cuerpo se debe
comprobar, en primer lugar, con la regla general; pero
4 como el legislador estima que los actos informantes de di­
chas infracciones pueden presentar dificultades en su veri­
ficación, fija también comprobaciones especiales como las
23 No la prueba, como torpemente dice el Código del Distrito. No
es una prueba especial lo que comprenden los delitos de este grupo, sino
una comprobación especial (como dice el Código Federal), en cuanto que
lo que se comprueba no es el cuerpo, sino algo espedal que el legisla­
dor señala.
24 En la mayoría de los delitos citados, lo señalado para dar por
comprobado el cuerpo del delito, propiamente acredita el delito legal,
por lo que más bien se trata de prueba directa; pero, algunos autores los
enrolan en este grupo, por no utilizar el legislador la expresión "se dará
por comjnobado’’.
25 Compárese la redacción de los artículos del Código Federal con
los del Código del Distrito y se verá que en el primero claramente se
especifica, al hablar de cada uno de los delitos, que "el cuerpo d d delito
se dará por com probado...” en tanto que en el segundo no se manifiesta
algo al respecto. Por las reformas de 1994 ya no tiene vigencia la compa­
ración indicada, pues fue suprimida de los artículos respectivos la frase
*'sc da por comprobado”. Así la comprobación de los delitos señalados
quedan en el primer grupo.
168 EL PROCEDIMIENTO PENAL

del grupo segundo. Dentro de este mismo grupo se incluye


a la ligera el ataque a las vías de comunicaciones, respecto
del cual el artículo 179 del Código Federal de Procedimien­
tos Penales expresa: "Cuando, tratándose del delito de ata­
ques a las vías de comunicación, no fuere posible practicar
inspección ocular, porque para evitar perjuicios al servicio
público haya sido necesario repararlas inmediatamente, el
cuerpo del delito se podrá comprobar con las demás prue­
bas practicables" (misma idea en la reforma de 1994). En
el fondo, verdaderamente no se trata de un delito en el
que se acredita su cuerpo con elementos especiales, pues las
pruebas a que se refiere el legislador deben ser de ataque
a las vías de comunicación.
A pesar de la enunciación que hemos hecho de los tres
grupos para la comprobación del cuerpo de los delitos, mis­
ma que registran algunos autores, creemos que en verdad
existen dos grupos, puesto que el que alude a reglas espe­
ciales no elimina la posibilidad de que se compruebe el
cuerpo con los propios elementos del delito. Si en un caso
concreto es posible comprobar todos los elementos del de­
lito, aunque el legislador señale reglas especiales, se debe
dar por comprobado el cuerpo. En esta forma, las reglas
especiales siempre son supletorias, ante la dificultad de
prueba de todos los elementos. Cuando el legislador expre­
sa que “se dará por comprobado el cuerpo del delito
c o n d e b e entenderse que si no se pueden probar to­
dos los elementos, entonces desde el punto de vista legal,
se tiene por comprobado el cuerpo del delito con los que
fija la ley.
Probable responsabilidad. Agotado el tema del cuerpo
del delito, se debe pasar al examen del otro elemento me­
dular del auto de formal prisión: la probable responsabili­
dad. F.n este capítulo se debe estudiar qué cosa es la res­
ponsabilidad y qué la probabilidad. Cuello Colón manifiesta
que responsabilidad es "el deber jurídico en que se en­
cuentra el individuo imputable, de dar cuenta a la sociedad
del hecho imputado”. El Código Penal no define lo que
es la responsabilidad; simplemente señala qué personas son
responsables de los delitos. Para eludir la engorrosa teoría,
que en este punto es sumamente intrincada y la cual no
PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO 169

hace sino oscurecer nuestras ideas, podemos aceptar como


responsabilidad, la obligación que tiene un individuo a
quien le es imputable un hecho típico, de responder del
mismo, por haber actuado con culpabilidad (dolo u omi­
sión espiritual) y no existir causa legal que justifique su
proceder o lo libere de la sanción (como ya se ha reiterado) .
El artículo 13 del Código Penal expresa:
“Son autores o partícipes del delito: I. Los que acuerden
o preparen su realización; II. Los que los realicen por sí;
III. Los que lo realicen conjuntam ente; IV. Los que lo lle­
ven a cabo sirviéndose de otro; V. Los que d eterm inen
dolosam ente a otra a com eterlo; VI. Los que dolosam ente
presten ayuda o auxilien a o tro para su comisión; VII. Los
que con posterioridad a su ejecución auxilien al delin­
cuente en cum plim iento a una prom esa anterior al deli­
to; VIII. Los que sin acuerdo previo, intervengan con
otros en su comisión, cuando no se pueda precisar el re­
sultado que cada quien produjo.
Fijado el concepto de responsabilidad, pasamos a estu­
diar el segundo elemento medular del auto de formal pri­
sión; la probable responsabilidad.
En lo tocante a este tema, hay que manifestar que mu­
chos autores hablan de “presunta” responsabilidad, otros
de “posible" e incluso aluden también a la “sospecha”. Las
leyes tampoco utilizan denominación uniforme; pues así por
ejemplo, el artículo 297 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal aludía a probable responsa­
bilidad; el 302 del mismo O rdenam iento utiliza el térm ino
“probable responsabilidad”; y la Constitución en el artícu­
lo 19 usa el térm ino “probable”. Lo más común y corriente
es que se hable de “presunta”, refiriéndose tal expresión a
la prueba presuncional o circunstancial, lo cual entraña un
superlativo error, ya que la prueba presuncional conduce a
la plenitud probatoria y no es tal situación la que consti­
tuye el elem ento m edular que estamos exam inando. Lo
técnico es eslabonar el elem ento m edular en estudio con
la probabilidad o con la posibilidad, ya que tanto una como
otra palabra no indican comprobación absoluta, sino sim­
plem ente se refieren a lo que puede ser o existir, o a lo que
se puede fundar en alguna razón, sin que por ello se con-
170 E l. P R O C E D IM IE N T O P E N A L

cluya la p ru eb a plena del proceder. Esta tesis es más o


m enos la que ha sostenido la Suprem a C orte de Justicia
cu a n d o m anifiesta que p ara el auto de form al prisión
se necesitan elem entos que hagan su p o n er la responsa­
bilidad.
En la tesis consignada en la página 96 del últim o Apén­
dice al Sem anario Judicial de la Federación, se traslada el
co n ten id o casi litera) del artículo 19 C onstitucional, alu­
diéndose a probable responsabilidad del inculpado. Esta
tesis reza: “El artículo 19 constitucional, señala com o ele­
m entos de form a que deberán expresarse en los autos de
form al prisión: a) el delito que se im puta al acusado y sus
elem entos constitutivos; b) las circunstancias de ejecución
de tiem po y de lugar, y, c) los datos que arroje la averi­
guación previa; com o requisito de fondo que los datos
sean suficientes para com probar el cuerpo del delito y ha­
cer probable la responsabilidad del incu lp ad o.”
En resum en, la probable responsabilidad existe cuando
se p resen ten determ inadas pruebas, por las cuales se pueda
su p o n er la responsabilidad de un sujeto.
El térm ino presunta responsabilidad es el que usan nues­
tros tribunales y el que adquiere carta de naturalización
en la práctica. Sin em bargo, debe recordarse, com o ya lo
indicam os, que en este caso, la palabra “p re su n ta ” no se
identifica con la prueba circunstancial y que p o r tanto,
lo único que debe com probarse es la-probable responsabi­
lidad, com o dice nuestra C onstitución.
B) Requisitos formales del auto de form al prisión. Los
requisitos form ales del auto de form al prisión, se hallan
señalados en el artículo 297 del Código de P rocedim ientos
Penales del Distrito Federal y son los que la reform a de
1994 consigna en los siguientes térm inos:
A rtículo 2 9 7 .-Todo auto de form al prisión deb erá reu­
n ir los siguientes requisitos:
I. Se dictará d en tro del plazo de setenta y dos horas, a
p a rtir de q u e el indiciado sea puesto a disposición de la
au to rid a d judicial;
II. Q ue se le haya tom ado la declaración preparatoria
al incu lp ad o en los térm inos de ley, o bien, conste en el ex­
p ed ien te que se negó a em itirla:
III. Que de lo actuado aparezcan datos suficientes que acre­
diten el cuerpo del delito por el cual deba seguirse el proceso;
P E R I O D O D E P R E P A R A C IÓ N DEL. P R O C E S O 171
\
IV. Q ue el delito sea sancionado con pena privativa de
lib e rta d ^
V. Que no esté acreditada alguna causa de licitud;
VI. Qíie de lo actuado aparezcan datos suficientes que
hagan probable la responsabilidad del indiciado; y
VII. Los nom bres y firm as del ju ez que dicte la reso­
lución y del secretario que la autorice.
Los dem ás requisitos que contiene la ley, son los que se
han estudiado en el párrafo que antecede, como requisitos
medulares. El Código Federal de Procedimientos Penales; en
su artículo 161, señala únicam ente elem entos esenciales o
m edulares: I. Que se haya tomado declaración preparatoria
del inculpado, en la forma y con los requisitos que establece
el propio Código Federal de Procedim ientos Penales, o bien
que conste en el expediente que el inculpado se rehusó a
declarar, II. Que esté com probado el cuerpo del delito que
tenga señalado sanción privativa de libertad; III. Que en
relación al numeral anterior esté demostrada la probable res­
ponsabilidad del inculpado; y VI. Q ue no esté plenam ente
com probada a favor del inculpado, alguna circunstancia exi­
miendo de responsabilidad, o que extinga la acción penal.
C) Efectos del auto de form al prisión. Los efectos que
produce el auto de form al prisión son los siguientes;
I. Da base al proceso. El auto de form al prisión, al d e­
ja r com probados el cuerpo del delito y probable responsa­
bilidad, da base a la iniciación del proceso. Solicita así la
sistem ática intervención de un órgano ju risdiccional que
decida sobre un caso concreto. Sin esta base, sería ocioso
el proceso, pues se obligaría a actuar a un órgano ju risd ic­
cional, para decir el D erecho en un caso en que, por no
tenerse acreditados los elem entos presupuéstales, no se ne­
cesita la prosecución de la intervención del tribunal. En
otras palabras, el Juzgado debe continuar actuando cuando
crea se pueden p resentar los elem entos condicionantes de
las consecuencias fijadas en la ley y esa creencia se ju sti­
fica con el auto de form al prisión: sin ella es inútil cual­
quier proceder.
II. Fija tema al proceso. D ando base al proceso el auto
de form al prisión, com o consecuencia lógica, señala el d e­
lito por el que debe seguirse el proceso, p erm itien d o así
que todo el desenvolvimiento posterior (defensa, acusación
y decisión) se desarrolle de m anera ordenada.
172 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L
i - -

III. Justifica la prisión preventiva. En cuanto el auto


de formal prisión concluye afirmando la exigencia de un
proceso, lógicamente señala la necesidad de sujetar a una
persona al órgano jurisdiccional que tenga que determinar
lo que la ley ordena y, por ende, el que no se sustraiga de la
acción de la justicia. Sólo cuando hay base para un proceso
(relacionada con un delito sancionado con pena corporal)
debe prolongarse la detención del indiciado. Es este el es­
píritu del articulo constitucional que manifiesta que la de­
tención por más de setenta y dos horas debe justificarse
con auto de formal prisión (artículo 19).
IV. Por últim o, justifica el cum plim iento del órgano
jurisdiccional, de la obligación de resolver sobre la situa­
ción ju ríd ica del indiciado d en tro de las setenta y dos
horas.
Para los efectos de la práctica, manifestamos que los
autos de formal prisión dictados por los jueces penales,
constan generalmente, de cinco puntos resolutivos-,
I. La orden de que se decreta la formal prisión, espe­
cificándose contra quién y por qué delito;
2. Orden de que identifique
se por los medios legales
al procesado;
3. Orden de que se solicite informe de anteriores in­
gresos;
4. Orden de que se notifique en los términos fijados
en la ley;5
5. La orden de que se notifique personalmente la re­
solución al procesado cuando proceda el recurso de apela­
ción (Art. 104 del Código Federal) (sucede en todos los
casos, por lo que sería suficiente el punto anterior).
A partir de las reformas del Código del Distrito a que
nos hemos venido refiriendo, entre los puntos resolutivos
deberá intercalarse, según señalamos, la declaración de
quedar abierto el procedimiento sumario, poniéndose el
proceso a la vista de las partes, y en los casos en que se trata
del procedimiento ordinario, únicamente señalar lo ccmcer-
p e r io d o de p r e p a r a c ió n del pro ceso 173
niente a'la orden de poner el proceso a la vista de las par­
tes, indicándose el término para el ofrecimiento de pruebas.
Segundo. Auto de sujeción a proceso. El auto de suje­
ción a proceso es una resolución que se dicta cuando se
estima que hay base para iniciar un proceso, por estar com­
probados encuerpo del delito y la probable responsabili­
dad. La diferencia que tiene con el auto de formal prisión,
reside en que el auto de sujeción a proceso se dicta cuando
el delito imputado no tiene señalada únicamente pena cor­
poral. El fundamento legal de lo anterior, se encuentra esta­
blecido en el artículo 18 constitucional, que manifiesta:
“sólo por delito que merezca pena corporal habrá lugar a
prisión preventiva”. Este mismo pensamiento se reitera en
los artículos 301 del Código del Distrito y 162 del Código
Federal. Es pertinente aclarar que el artículo 301 del Códi­
go del Distrito Federal fue reformado el 4 de enero de 1984
y que retirándose de la antigua redacción, expresa: "Cuando
por la naturaleza del delito o de la pena aplicable, el impu­
tado no debe ser internado en prisión preventiva y existan
elementos para suponer que podrá sustraerse de la acción
de la justicia, el Ministerio Público podrá solicitar al juez
fundada y motivadamente o éste disponer de oficio, con
audiencia del imputado el arraigo de éste con las carac­
terísticas y por el tiempo que el juzgador señale . Como
es de observarse lo fundamental en la reforma es la posi­
bilidad de decretarse el arraigo, como sucede con el artícu­
lo 205 reformado del Código Federal. El auto de sujeción
a proceso tiene todos los requisitos medulares y formales del
auto de formal prisión y en él se ve claramente, que su
objeto está (como también del auto de formal prisión)
en dar base a un proceso. El auto de sujeción a proceso
surte todos los efectos del auto de formal prisión, con ex­
cepción del relativo a la prisión preventiva.
Conviene señalar que en relación con el auto de suje­
ción a proceso, pueden presentarse dos situaciones:
a) Cuando se ejercita la acción penal sin detenido (con­
forme se indica en el Cuadro 5), en cuyo caso no hay
problema referente a la prisión preventiva, pues el auto en
cita, como ya se indicó, no da base ni puede justificar di­
cha prisión; y
174 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

b) Cuando el Ministerio Público ejercita la acción penal


con persona detenida, por estimar que el delito merece
pena corporal, si en el térm ino de 72 horas se comprueba
que el delito no merece exclusivamente pena corporal, al
dictarse el auto de sujeción a proceso se debe ordenar de
inm ediato la libertad del inculpado.
Para la clara comprensión de esta segunda hipótesis,
piénsese, por ejemplo, en el caso de que al consignarse se
estimó, por certificado médico provisional, que las lesiones
inferidas eran de las que tardan en sanar más de 15 dfas y
que durante el periodo de preparación del proceso, se rinde
dictamen médico definitivo, estableciéndose que el sujeto
se encuentra sano y las lesiones tardaron en sanar menos
de 15 días. En este caso, al dictarse el auto de sujeción a
proceso, se debe poner en libertad al inculpado, en tanto
que las lesiones levísimas son sancionadas con pena alter­
nativa y éstas nunca pueden justificar la prisión preventiva
en los términos glosados en renglones anteriores.
Tercero. Auto de libertad falta de méritos con las reser­
vas de ley. Cuando no se pueden comprobar el cuerpo del
delito o la probable responsabilidad, no existen, como pul­
cramente dice el Código Federal, “elementos para proce­
sar" y, por umto, se debe decretar la libertad (La reforma
al 302 no cambia el sentido de lo expresado). La resolu­
ción en estudio lo único que determina es que hasta las
setenta y dos horas, no hay elementos para procesar; mas no
resuelve, en definitiva, sobre la inexistencia de algún deli­
to o la responsabilidad de un sujeto. Por tanto, la misma
resolución no impide que datos posteriores permitan pro­
ceder nuevamente en contra del inculpado. Es este el sen­
tido que guarda la frase ya consagrada: "con las reservas
de ley".
Se afirma que dentro de las 72 horas se puede decre­
tar la libertad absoluta2T si se encuentra probada alguna
excluyeme de responsabilidad. Como dentro del término
señalado, el órgano jurisdiccional debe resolver exclusiva-2
2? No queda abierto el procedimiento como en la libertad por falta
de méritos.
Vi
\\ PE RIO D O DE PREPA RA CIÓ N DEL PROCESO 175

m ente sobre la comprobación del cuerpo del delito y de la


posible 'responsabilidad, en caso de acreditarse la existen­
cia de una excluyeme, se ha sostenido la tesis de que debe
decretarse^la libertad por falta de méritos y no la liber­
tad absoluta que es contenido de la sentencia. Esta tesis,
de caráctervm eram ente técnico, basada en la estructura de
nuestro procedim iento penal, es menester estudiarla a la
luz de los diversos preceptos legales sustantivos y adjeti­
vos. De acuerdo con los artículos 6? y 8? del Código de
Procedimientos para el Distrito Federal y 138 (reformado)
del Federal, para que se declare la existencia de una ex­
cluyeme, en cualquier etapa del procedim iento judicial, se
necesita que lo pida el M inisterio Público, ya sea solicitan­
do la libertad del acusado en materia del orden común, o
desistiéndose (pidiendo la libertad) en m ateria federal.
Podría pensarse que dentro de las 72 horas, el juez* si el
M inisterio Público no actúa invocando la excluyeme,28 ten­
drá que resolver única y exclusivamente sobre la existencia
o no de los elementos que dan base al proceso y, en conse­
cuencia, como ya indicamos, decretar la libertad por falta
de méritos, en tanto que a un sujeto que actúa justificada­
mente, no se le pueden atrib u ir elementos o datos de posi­
ble responsabilidad. Mas la idea expuesta principia a debi­
litarse ante la afirmación absoluta del artículo 17 del Có­
digo Penal, en cuanto expresa q u e “las circunstancias ex-
cluyentes de responsabilidad se harán valer de oficio”, o lo
que es lo m ism o, que sin req u erim ien to de p arte, el ju e z
pu ed e d e c la ra r la existencia de aquéllas.
28 Si se invoca la excluyeme solicitando el Ministerio Público la li­
bertad o desistimiento de la acción, se rompe el desenvolvimiento normal
del procedimiento, pues por intervención del Ministerio Público se cam­
bia la excitación que se hizo al órgano jurisdiccional para que resuelva
sobre si hay base para el proceso (comprobación del cuerpo del delito y
probable responsabilidad). En este caso no se presenta problem a de n in ­
guna especie, pues el juez ya no tiene que resolver sobre la existencia
o no de los elementos que dan base al proceso, sino declarar la libertad,
ya que la solicitud de libertad o desistimiento de la acción le im pedi­
rían al órgano jurisdiccional la continuación del procedimiento, en tanto
que ain la excitativa del Ministerio Público que tiene, como ya hemos
indicado, el monopolio del ejercido de la acción penal, resulta imposible
el desenvolvimiento de la fundón jurisdiccional.
176 E L P R O C E D IM IE N T O pen a l

Si se respeta la estructura procesal penal, podría supo­


nerse que el artículo 17 está indicando que solamente en
el momento oportuno (sentencia) es cuando el juez, de ofi­
cio, puede hacer valer la excluyente, es decir, aunque no
lo solicite la defensa; mas ¿será éste el espíritu que anima
el dispositivo que se comenta? ¿no podría decirse que por
encima del respeto a una estructura procesal está el interés
de no causar molestias, al través de un proceso, a quien
por las pruebas está demostrado que actuó lícitamente y
que por tanto, debe ponérsele en inmediata libertad? Des­
de este punto de vista creemos que puede tener vigencia
la tesis opuesta a la sostenida en los renglones que ante­
ceden y que sí es posible, dentro de las 72 horas, decretar
la libertad absoluta, aunque es menester reiterar, que esta
resolución no es propia del periodo de preparación del pro­
ceso, sino de cualquier etapa del procedimiento en la que
interviene el órgano jurisdiccional, hasta antes de la sen­
tencia.
En resumen y desde el punto de vista estrictamente
técnico, cabe reiterar que probada una excluyente de res­
ponsabilidad, antes de agotarse el periodo de preparación
del proceso, lo que se debe dictar es la libertad por falta de
méritos, sobre todo en materia del orden comón, que no
cuenta con un dispositivo como el que registra el Art.
298 28 del Código Federal en su fracción VI, con base en el
cual podría decretarse, rompiéndose la secuela normal del
procedimiento, en lugar de la libertad por falta de méri­
tos, la determinación que sobresee.

2® El artículo 298 fue reformado; inas no altera el tema en estudio.


C uadro R ú m . 5

'N o hay elementos pa­


ra ejercitar la Ac* Práctica de nuevas diligen-
ción Penal J cías,
(Consultar cuadro nú­ j Reseña.
mero 6) Archivo.

Hay elementos que


v comprueban la co­
misión de delito que
merece pena corpo­ Se solicita orden de apre­
ral y la responsabi •' hensión.
lidad de un sujeto
" que no se encuentre
detenido.
Resultado de la In­
Hay elementos que
vestigación de la comprueban la co­ Se ejercita la acción penal
Policía Judicial. misión de delito que para los efectos de que si
no merece pena cor­ el juez estima comproba-
poral y la responsa-’ ■ dos los elementos que dan
bilidad de un suje­ base ai proceso, se sujete
to que no está de­ al inculpado a éste (sin
tenido. prisión preventiva).

Hay elementos que


comprueban la co­ Se ejercita la acción penal
misión de delito que para que si el juez com­
merece pena corpo­ prueba los elementos que
ral y la responsabi-' dan base al proceso, mi­
lidad de un sujeto d e éste. (Con prisión pre­
que se encuentre de- ventiva.)
. tenido.

C uadro N ú m . 6

"Las practica
el M. Pú­
blico.
En el D. F. < Las practica
Por situadón (Art. 4*) el juez a
de hecho solicitud
El Ministerio Pú­
blico con las di­ del M. Pú-
ligencias practica­ blico.
Faltan diligcndas
das, estima no es­ por practicar * En Materia Federal. Las
tar comprobada la -<
_ practica el M. Público.
existencia de un
Idelito o la respon­
sabilidad de un su­ 'Salvable, Resolución de re­
jeto. serva
Por dificultad]
material | Insalvable (en Materia Fe­
deral) no ejerdao de la
„ Acdón Penal (archivo)
Se agotó la prácti­
Resolución de archivo
ca de diligencia»
'

C apítulo Séptim o

EL PROCESO EN GENERAL

Definición del proceso. Sus elementos. Límites del proceso.


Principios que ordenan el proceso. Funciones esenciales del
proceso. Sistemas de enjuiciamiento. Características del sis­
tema acusatorio Características del sistema inquisitivo. Ca­
racterísticas del sistema mixto.
El primer tema que se presenta al iniciarse el estudio del
proceso, es el de su definición. El error más grande que
han cometido los procesalistas del Derecho penal consiste
en haber querido trasplantar doctrinas de corte civil, como
las de Bülow, Wach, Goldschmidt, etc., a los ámbitos del
Derecho procesal penal, provocando así una cara confusión.
Atendiendo a la advertencia anterior, pasamos a definir el
proceso, fuera de toda postura civilista, como el conjunto
de actividades, debidamente reglamentadas y en virtud de
las cuales los órganos jurisdiccionales, previamente excita­
dos para su actuación por el Ministerio Público, resuelven
sobre una relación jurídica que se les plantea.1 Los ele­
mentos esenciales de esta definición son:
a) Un conjunto de actividades;
b) Un conjunto de normas que regulan estas activida­
des, y
c) Un órgano especial que decide, en los casos concre­
tos, sobre las consecuencias que la ley prevé.
Definido el proceso, ya se puede pasar al estudio de
sus límites. Según todos los procesalistas mexicanos, el pro­
ceso se inicia con el auto de radicación. A primera vista
puede esitmarse correcto este límite de partida, puesto que
desde el auto de radicación interviene un órgano jurisdic­
cional que está declarando el Derecho; mas analizando con
detenimiento lo anterior, nos hallamos que, si bien es cier­
to que a partir del auto de radicación aparece la actividad
de un órgano jurisdiccional, también lo es que las primeras

1 Esta relación jurídica alude a la vinculación que se debe estable­


cer entre la existencia o no de un delito (tipicidad, imputabilidad. cul­
pabilidad y ausencia de causas de justificación o excusas absolutorias)
y las consecuencias previstas en la ley (sanción o no sanción) consultar
Capítulo Primero.
182 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

actividades (las de las setenta y dos horas) como ya lo


hemos expresado, no están encaminadas directamente a
proveer sobre las consecuencias que la ley fija, que “deben
ser’’ ¡rara la conservación de la convivencia humana (san­
ciones o no sanciones) .23 Esta idea es indudablemente la
que animó al legislador mexicano. Él quiso que el proceso
se iniciara cuando habla la certeza de la comisión de un
delito y datos de los que se pudiera suponer una respon­
sabilidad. No es otro el sentido de los artículos constitucio­
nales que se refieren a este punto, cuyo espíritu ha tenido
que ser forzado no por razones de carácter jurídico, sino
por razones de carácter práctico. En efecto, la ya clásica
interpretación de que el proceso se iniciaba con el auto de
formal prisión, quebrantóse con la promulgación del Có­
digo de 1929 que, en su articulo 2? transitorio, manifiesta:
“desde esta misma fecha (15 de diciembre de 1929), queda
derogado el Código Penal de 7 de diciembre de 1871, así
como todas las demás leyes que se opongan a las disposi­
ciones del presente; pero deberán continuar aplicándose a
los que se encuentren procesados antes de la vigencia del
nuevo Código, a menos que los acusados manifiesten su
voluntad para acogerse a lo preceptuado en este último”.
Decimos que se quebrantó la interpretación clásica porque,
como hasta entonces el procesado era el individuo contra
el que se habla dictado el auto de formal prisión, *e nece­
sitó ampliar el límite inicial del proceso para que las per­
sonas que se encontraban en las primeras setenta y dos ho­
ras (dentro del auto de radicación y el auto de formal
prisión) no quedaran automáticamente en libertad (por no
podérseles aplicar el Código de 1871 que sólo se aplicaba
a los procesados, ni el de 1929 por ser ley posterior a la
comisión del delito). La Suprema Corte de Justicia resol­
vió que el proceso se iniciaba con el auto de radicación, ya
que por procesado se debía entender todo individuo sujeto
a un procedimiento,8 No solamente llegó hasta allí el ensan-
2 Esta finalidad (aplicar las consecuencias fijadas en la ley) califica
las actividades del proceso.
3 La misma Suprema Corte indicó que el legislador Constituyente
no había sido pulcro en la utilización de los términos procesado, incul*
E L PRO CESO GENERAL 183

chamiento del proceso en lo tocante a su límite de partida,


pues como la anterior interpretación salvaba únicamente
los casos que se referían a individuos que se encontraban
sujetos a un tribunal, pero que aún no se les había dictado
auto de formal prisión, dejaba sin resolver todos los casos
que se referían a delitos cometidos durante la vigencia del
Código de 1871, y de los cuales no se habían enterado las
autoridades, sino hasta la vigencia del Código de 1929.
Habiéndose planteado a la Séptima Sala del Tribunal Su­
perior de Justicia para el Distrito y Territorios Federales
la situación anterior, resolvió que debía considerarse que el
proceso principiaba desde el momento en que cualquier
autoridad tuviera conocimiento de una infracción. El cri­
terio del T ribunal Superior fijó un nuevo límite al proceso,
con una interpretación que bien podía calificarse de anti­
jurídica y bárbara, ya que ningún conocedor del Derecho
puede aceptar que el proceso principie desde el momento
en que, por ejemplo, una autoridad administrativa tiene
conocimiento de un hecho delictuoso. Para terminar lo rela­
tivo a los límites del proceso, nos resta manifestar que nos­
otros, siguiendo un criterio completamente jurídico, y apo­
yados en la hermenéutica de nuestras leyes, fijamos como
iniciación del proceso el auto de formal prisión, y como lí­
mite extremo la sentencia ejecutoriada.

pado, ico, y que por tanto, no se debía partir de ellos para fijar los
limites del proceso. El descuido del legislador en lo tocante a los términos
que utiliza, adquiere su expresión superlativa en el artículo 313 refor­
mado del Código de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios
Federales en el cual, con absoluta ignorancia, se afirma que “los procesos
de la competencia de los jueces penales serán consignados a éstos por
riguroso turno". Desde un punto de vista estrictamente técnico no en-
cucntia explicación el dispositivo, pues los procesos (que principian con
el auto de formal prisión) no pueden ser objeto de consignación. La
consignación, como ya lo hemos indicado, alude al primer momento en que
el Ministerio Público ejercita la acción penal con el fin de que el juez re­
suelva sobre si hay base para abrir cí proceso. Quizá el término que
el legislador quiso utilizar fue el de “asuntos" en lugar de procesos.
En este orden de ideas, el articulo quedaría redactado de la siguiente
manda: "los asuntos de la competencia de los jueces penales serán consig­
nados a éstos por riguroso turno". Mismo artículo del Código vigente, o
sea del "Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federar*.
184 E L PR O CE D IM IEN TO pen a l

En apoyo del límite inicial señalado al proceso, deben


recordarse los lincamientos generales que hemos dado a
nuestro procedimiento, los cuales nos permiten afirmar que
el proceso principia con el auto de formal prisión o suje­
ción a proceso. Además, conviene tener presente lo estatui­
do en el artículo 19 constitucional, en su párrafo segundo,
que expresa: "todo proceso se seguirá forzosamente por el
delito o delitos señalados en el auto de formal prisión",
lo que con buena lógica lleva también a la conclusión de
que antes del auto de formal prisión no hay proceso, porque
éste se debe seguir por el delito o delitos consignados en
el auto.
El señalamiento del auto de radicación como iniciación
del proceso (independientemente de la interpretación a
que hemos aludido en renglones anteriores), se debe a que
algunos autores mexicanos, copian servilmente la doctrina
extranjera y como en otros países no existe el término de
las setenta y dos horas, con las características peculiares que
animan nuestro procedimiento, es lógico que en ellos el
proceso sí se inicie con el auto de radicación, mas no en
México, en que por las razones apuntadas, no puede prin­
cipiar con el auto mencionado.
Continuando con el estudio de los elementos señalados
en la definición del proceso, nos encontramos con que he­
mos expresado que el proceso comprende un conjunto de
actividades y creemos oportuno advertir que esas activida­
des no están carentes de orden, pues se encuentran conca­
tenadas atendiendo a principios de orden cronológico, te-
leológico y lógico. Es decir, los actos del proceso, además
de sucederse en el tiempo (orden cronológico), resultan
entrelazados de manera que cada acto tiene su presupuesto
en el anterior (orden lógico) y persiguiendo la finalidad
de que el juez pueda decidir sobre las consecuencias fijadas
en la ley (orden teleológico).
Todo proceso tiene como esqueleto tres funciones que
son: la acusación, la defensa y la decisión. Estas funciones,
a través de los diferentes sistemas procesales, adquieren
expresiones propias que, en términos generales, son las si­
guientes: oral o escrita, con publicidad popular, con publi-
E L PROCESO EN GENERAL 185

cidad mediata y con publicidad para las partes o secreta.


Se dice que el proceso es oral “cuando se desarrolla pre­
ponderadamente a través de la palabra hablada” (Florián),
presentándose la inmediatez revelada en el contacto direc­
to entre las partes, los terceros y el juez; es escrito, cuando
la escritura es el medio que utilizan las partes para inter­
venir en el proceso. El proceso es público popular, cuando
se desenvuelve ante la mirada de todos; es público media­
to, cuando pueden estar presentes en los actos que infor­
man el proceso, cierto grupo de personas, por ejemplo, ma­
gistrados, abogados notables, etc.; el proceso es público
para las partes,4 cuando únicamente éstas pueden estar pre­
sentes en la diligencia y, es secreto, cuando, además del
juez y el secretario, sólo está presente la persona que deba
desahogar la diligencia.
La acusación, defensa y decisión pueden revestir en el
proceso diferentes formas, constituyendo los sistemas de en­
juiciamiento que deben distinguirse de los órdenes proce­
sales; los últimos son productos históricos, es decir, linca­
mientos que aluden a la legislación de un pueblo en una
época determinada y los sistemas de enjuiciamiento no son

4 La calidad de parte se acusa en el 'interés directo que se tiene en


la sentencia. En la actualidad, el ofendido no es parte, por estimarse
que el delito ataca a la sociedad, mas como no se le puede desconocer
un interés para la reparación del daño, en relación con este capítulo se
le concede calidad de parte. El artículo 9 del Código de Procedimientos
Penales para el D. F„ habla de persona ofendida por un delito y si le
concede derecho de poner a disposición del Ministerio Público o del juez
instructor todos los datos que conduzcan a establecer la culpabilidad
del acusado, ello debe entenderse que es para los efectos de la repara­
ción del daño. El Código Federal, con mejor técnica, establece en el ar­
tículo 141 reformado (27 de diciembre de 1983) que “la persona ofen­
dida por el delito no es parte en el proceso penal, pero podrá coadyuvar
con el Ministerio Público proporcionando al juzgador por conducto de
éste o directamente, todos los elementos que conduzcan a comprobar la
procedencia y monto de la reparación de daño y perjuicio". Como es
de observarse, ya no se alude para nada a la culpabilidad como en el
Código del Distrito Federal. La reforma de 1994 alteró lo relacionado con
la rendición de pruebas, dando participación en lo referente a la com­
probación del tipo a quienes propiamente tienen calidad de partes y lo
propio para la probable o plena responsabilidad.
186 E L P R O C E D IM IEN TO P E N A L

patrimonio de una legislación determinada, son productos


de principios extraídos de manifestaciones históricas.
La tradición científica señala tres sistemas de enjuicia­
miento que son:
1. El sistema acusatorio;
2. El sistema inquisitivo, y
3. El sistema mixto.
Estudiando por separado cada uno de estos sistemas,
tenemos:
I. El sistema acusatorio tiene las siguientes caracterís­
ticas:
A) En relación con la acusación:
1. El acusador es distinto del juez y del defensor. Es
decir, quien realiza la función acusatoria es una entidad
diferente de las que realizan la función defensiva y deci­
soria;
2. El acusador no está representado por un órgano
especial;
3. La acusación no es oficiosa (allí donde no hay acu­
sador o demandante, no hay juez) ;
4. El acusador puede ser representado por cualquiera
persona, y
5. Existe libertad de prueba en la acusación.
B) En relación con la defensa:
1. La defensa no está entregada al juez;'lbls
2. El acusado puede ser patrocinado por cualquier per­
sona, y
3. Existe libertad de defensa.
C) En relación con la decisión:
1. El juez exclusivamente tiene funciones decisorias.
En este sistema procesal, las funciones se expresan de
la siguiente manera: la instrucción y el debate son públi­
cos y orales.
En el sistema acusatorio, prevalece el interés particular
sobre el interés social. Una legislación que siguiera al pie
■*bis En ediciones anteriores por errata registran que la defensa se
encuentra entregada al juer.
E L PROCESO EN GEN ERA L 187

de la letra el sistema mencionado, impelería al Derecho


penal hacia los ámbitos del Derecho privado.
II. El sistema inquisitivo posee las siguientes caracte­
rísticas:
A) En relación con la acusación:
1. El acusador se identifica con el juez;
2. La acusación es oficiosa.
B) En relación con la defensa:
1. La defensa se encuentra entregada al juez;
2. El acusado no puede ser patrocinado por un defen­
sor. y
3. La defensa es limitada.
C) En relación con la decisión:
1. La acusación, la defensa y la decisión se concentran
en el juez, y
2. El juez tiene una amplia discreción en lo tocante a
los medios probatorios aceptables.
En lo que atañe a las formas de expresión, prevalece lo
escrito sobre lo oral y la instrucción y el juicio son secretos.
En el sistema inquisitivo predomina el interés social
sobre el interés particular. No espera la iniciativa privada
para poner en marcha la maquinaria judicial. Oficiosamen­
te principia y continúa todas las indagaciones necesarias.
Es de señalarse, como dato importante, el fuerte vigor que
adquiere la teoría general de la prueba, la cual engendra
el tormento. En efecto, en tanto que el valor probatorio
está rigurosamente tasado, se busca sin desmayo una prue­
ba plena (por ejemplo, la confesión), utilizándose para ello
el tormento.
III. El sistema mixto no se forma, como muchos trata­
distas creen, con una simple mezcla de los dos anteriores,
predominando el inquisitivo en la instrucción y el acusa­
torio en la segunda fase del proceso. El licenciado Javier
Piña Palacios estima, atinadamente, que el sistema mixto
tiene una característica que le permite enfrentarse como
188 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

sistema autónomo, a los otros dos y que ésta reside en que


la acusación está reservada a un órgano del Estado.
Sintetizando las características del sistema mixto tene­
mos lo siguiente:
a) La acusación está reservada a un órgano del Estado;
b) La instrucción se acerca mucho a la del sistema in­
quisitivo, prevaleciendo, como formas de expresión, la es­
crita y secreta, y
c) El debate se inclina hacia el sistema acusatorio, y
es público y oral.
Los diferentes sistemas de enjuiciamiento responden, de
manera principal, a los diversos criterios que se han tenido
sobre la ofensa que entraña el delito. En términos genera­
les, se puede aseverar que la ofensa del delito se ha esti­
mado que va enderezada en contra de un particular, en
contra de la sociedad o, como parece insinuar el Derecho
contempxjráneo, en contra del mismo delincuente. A la con­
cepción de que el delito ataca únicamente intereses par­
ticulares, correspxmde un Derecho procesal acusatorio. Si
el particular era el único lesionado con el delito, para la
incoación del proceso se necesitaba la demanda, y las par­
tes eran las que apartaban las pruebas. Debido al carácter
casi privado que tomó el Derecho procesal penal con la
concepción que comentamos, la verdad formal se entronizó,
estimándose a la confesión como la prueba plena, que hacía
ociosos los inquirimientos posteriores respjecto de los he­
chos cuestionados. En sinopsis, puede afirmarse que en la
épioca en que se estimó que el delito atacaba exclusiva­
mente intereses particulares, la prueba se puso en manos
de los contendientes y la verdad histórica se sacrificó en
aras del formalismo jurídico.
Cuando se creyó que el delito ofendía al Estado, o me­
jor dicho, a la sociedad, se engendró un nuevo Derecho
procesal. El Estado, como ofendido, no ahorró esfuerzos en
la búsqueda de la verdad, interviniendo de oficio en la ave­
riguación de los delitos y ampliando la órbita de la acción
del juez, al permitirle invadir los terrenos de las "partes’’.
Se buscó con más ahinco la realidad de las cosas y, en
E L PROCESO EN GEN ERA L 189

oposición a los órdenes procesales animados por el sistema


acusatorio en que al inculpado correspondía la prueba de
su inocencia, al juez le tocó la prueba de la culpabilidad;
todo lo anterior en virtud de que el Estado, parte ofendi­
da, quería precisar con exactitud la índole del acto que le
había ofendido. Este afán de búsqueda, de inquisición,
obliga a luchar por la abolición del error,' estableciéndose
una teoría legal de la prueba.
Posteriormente se empezó a estimar que, si bien con el
delito se lesionaba a la sociedad, también el delincuente
era. en cierto sentido, víctima, pues su reato no obedecía
al simple arbitrio de él, sino también a fuerzas que el Es­
tado no luchó por contrarrestar (educación, ambiente, etc.),
a pesar de que tenía obligación de ello. Esto da por resul­
tado un Derecho procesal híbrido, en el cual se presentan
características de los sistemas acusatorio e inquisitivo. Al
Estado se deja la persecución y, a la vez, se exige la denun­
cia o la querella, naciendo de este ayuntamiento el Minis-
rio Público. Estimándose que en la averiguación de la ver­
dad están interesados tanto la sociedad como el delincuente,
se permite que todos los interesados aporten pruebas, esta­
bleciéndose también la libre apreciación.
En el porvenir, quizá, se creerá que el Estado tiene obli­
gación de velar por el imperio de los sentimientos sociales
de los ciudadanos y que, si no lo logra, se debe a negligen­
cias del propio Estado, que olvidó la aplicación oportuna
de los medios necesarios para evitar el delito. En este Dere­
cho del porvenir, el delincuente, a la vez que habrá vin­
dicado su situación de hombre, se convertirá en víctima de
la sociedad y, por ello, al Estado le corresponderá sufrir la
sanción, que consistirá en obligarle a proporcionar al in­
fractor, los medios educacionales que olvidó, suprimiendo
toda clase de penas. Un Derecho con las ideas anteriores,
se inclinará por un sistema de enjuiciamiento inquisitivo,
pero borrando las aristas inhumanas que presentaron los
órdenes procesales del pasado, animados en el sistema aca­
bado de citar.
El sistema que a nuestro parecer anima la legislación
mexicana, es el mixto, pues es al que más se acerca, máxi-
190 E L PR O C E D IM IE N T O P E N A L

me que posee la característica esencial de ese sistema: la


acusación reservada a un órgano especial. La tesis soste­
nida por algunos procesalistas en el sentido de que nuestro
Derecho se alimenta en el sistema acusatorio, se encuentra
totalmente desvirtuada por el hecho de que nuestra ley
permite al juez cierta inquisición en el proceso, lo cual
riñe, de manera absoluta, con el simple decidir que lo ca­
racteriza en el sistema acusatorio/’
El proceso, como ya lo indicamos en otro capítulo, se
divide en varias partes. La primera, la instrucción, tiene
por objeto ilustrar principalmente al juez sobre determina­
da situación.6 En otras palabras, el que cada una de las
partes lleve pruebas de la posición que sostiene. Así pues,
toda la instrucción se forma con la prueba, a la cual dedi­
caremos las meditaciones que siguen.

6 La crítica formulada por Guillermo Colín Sánchez en su “Derecho


Mexicano de Procedimientos Penales”, pág. 86, en el sentido de que nues­
tro orden procesal no se indina por el sistema mixto, porque la facultad
concedida al juez de aportar pruebas, es con objeto de conocer la ver­
dad en todas sus formas y poder decidir, adolece de falta de compren­
sión de los sistemas procesales, porque en el acusatorio, el juez exclusi­
vamente decide y si por cualquiera razón invade otras funciones (como
allegarse medios de prueba para poder decidir), es obvio que se retira
del sistema invocado, en el que sólo las partes aportan pruebas. No es
la finalidad por la que se aportan las pruebas, la que distingue los sis­
temas de enjuiciamiento, sino la fijación de quiénes pueden aportarlas
las que, en parte, los determinan.
6 También se ilustra a las partes para que fijen su posición en las
conclusiones.
C a p ít u l o O ctavo

GENERALIDADES DE LA PRUEBA

Elementos de la prueba. El medio de prueba. Evolución his­


tórica de los medios de piueba. Clasificación de los medios
de prueba. Valor de la prueba. Verdad histórica y ventad
formal. Sistemas seguidos respecto del valor de la prueba.
Referencia a nuestra legislación. Carga de la prueba, ó r­
gano de prueba. ¿Quiénes pueden ser órganos de prueba?
Objeto de prueba. Su evolución histórica. Posición que guar­
dan nuestras leyes respecto del objeto de prueba.
En la prueba pueden distinguirse tres elementos:
1. El medio de prueba;
2. El órgano de prueba, y
3. El objeto de prueba.
En términos generales, medio de prueba es el modo o
el acto con el cual se suministra conocimiento sobre algo
que se debe determinar en el proceso. Órgano de prueba
es la persona física portadora de un medio de prueba; en
otra» palabras, “es la persona física que suministra en el
proceso el conocimiento del objeto de prueba” (Florián).
Objeto de prueba “es lo que hay que determinar en el pro­
ceso” (Florián).
Estudiando con más detenimiento cada uno de los ele­
mentos decimos:
I. El medio de prueba. El medio de prueba es la prue­
ba misma; es el modo o acto por medio del cual se lleva
el conocimiento verdadero de un objeto. La definición que
antecede coloca al medio entre dos extremos, a saber: por
una parte, el objeto y por otra el conocimiento verdadero
del mismo. Para la clara inteligencia de lo que es el medio
probatorio, se necesita hacer luz en los dos extremos entre
los cuales se agita. En obsequio de esto manifestamos: por
objeto debe entenderse todo lo que puede ser motivo de
conocimiento; conocimiento, desde el punto de vista común
y corriente, comprende el darse cuenta de algo, es como
dice Messer, percibir algo, y la verdad (sin inmiscuimos
en disquisiciones metafísicas) abarca la exacta correlación
entre el objeto y las notas que recoge el conocimiento. Así
pues, el medio es el puente que une al objeto por conocer
con el sujeto cognocente. En el Derecho procesal penal, los
sujetos que tratan de conocer la verdad son: directamente
194 KL P R O C E D I M I E N T O P E N A L

e! juez a quien hay que ilustrar para que pueda cumplir


con su función decisoria e indirectamente las partes, en
cuanto se ilustran con las pruebas del proceso para soste­
ner la posición que les corresponde. El objeto por conocer
es el acto imputado con todas sus circunstancias y la res­
ponsabilidad que de ese acto tiene un sujeto.
Ese puente que une al objeto por conocer con el sujeto
congnocente, se presenta en el decurso de los tiempos, con
múltiples perfiles. En las épocas primitivas, cuando todo
está animado por la divinidad (animismo), la prueba tiene
fuertes compromisos místicos, por estimarse que los únicos
medios que pueden conducir a la verdad (la captación del
objeto) son aquellos en los que el Animador de todo, tiene
intervención. El ateo de tiempos posteriores dirá que en el
orto de las culturas la prueba se encuentra en manos de la
casualidad pero el primitivo, que es por esencia deísta, afir­
mará que nada sucede caprichosamente, y la divinidad,
cuando es invocada, ilumina hasta los más pequeños actos
dando a conocer la verdad. Así pues, los albores de la his­
toria registran una prueba eminentemente mágica. El ro-
manismo de las culturas, mata lo que de sagrado tienen,
convirtiendo al mundo en una cadena sin interrupción de
causas y efectos. La “razón’ se entroniza y entonces la prue­
ba solicita la ayuda de ella, estimándose como medios apro­
piados para conocer la verdad, todos aquellos en que la
“razón”, con su luz especial, vuelca inteligencia sobre las
cosas por averiguar. La razón socrática venció al sortilegio
báquico: la prueba razonada expulsa a la prueba mágica.
El fracaso de la “razón” señala el principio del “roman­
ticismo”, que vuelve al estadio místico, se afirma que el
hombre en su corazón posee ciertos principios con los que
puede aprehender la realidad, sin tener que recurrir a las
leyes del conocimiento. La bitácora de la historia registra
un constante vaivén de la “razón” a lo místico, predomi­
nando en cada época uno de esos factores y estimándose
idónea la prueba relacionada con el factor dominante. En
la actualidad, el psicoanálisis viene a causar una revolución
en la prueba (quizá se vuelve al terreno místico), pues en
tanto que el hombre es objeto de prueba y la corriente ci­
G EN ER A LID A D ES DE LA PR U E B A 195

tada sostiene que posee dos aspectos: el externo, que es


mentiroso, y el interno, en el que va empotrada la verda­
dera esencia del hombre, por fijarse ahí todas las fuerzas
que lo galvanizan, lleva a los medios probatorios hacia las
rutas abismales del alma (objeto de prueba), totalmente
ignoradas en el pretérito.
Pasando al problema de cuáles son los medios probato­
rios que positivamente deben aceptarse, la doctrina regis­
tra dos sistemas, a saber: el legal y el lógico. El sistema
legal establece como únicos medios probatorios los enume­
rados limitativamente en la ley. El sistema lógico acepta
como medios probatorios todos los que lógicamente pueden
serlo; todo medio que pueda aportar conocimiento.
Nuestras leyes han ido de un sistema a otro: el Código
de Procedimientos Penales del Distrito Federal de 1894 fi­
jaba en su artículo 206 un sistema absolutamente legal,
enumerando limitativamente los medios probatorios y, por
el contrario, el Código del Distrito de 1931 adopta un sis­
tema lógico, aceptando "como prueba todo aquello que se
presenta como tal, siempre que a juicio del funcionario
que practique la averiguación, pueda constituirla” (Art.
135).' I.a enumeración contenida en el propio artículo no
tiene sentido, pues la parte transcrita permite que no sólo
se reconozcan como medios de prueba los listados, sino
todos los que lógicamente puedan serlo. El Código Federal
de Procedimientos Penales de 1934 establece en su artículo
206 un sistema plenariamente logicista, recogiendo en el
fondo lo fijado en el Código del Distrito de 1931, pero
borrando la innecesaria lista de medios probatorios consig­
nada en este último Ordenamiento.
En teoría se hacen varias clasificaciones de los medios
probatorios, siendo las principales:
1? Medios probatorios nominados y medios probatorios
innominados. Los primeros son aquellos a los que la ley
concede nombre y los segundos, todos los que no tienen
denominación especial en la ley. De esta manera, resultan
en nuestras leyes positivas como médios nominados, la con­
fesión, los documentos públicos y privados, el dictamen de
i La reforma <lc enero tic 1994, no cambia la esencia tic lo expuesto.
196 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

peritos, la inspección judicial, la declaración de testigos,


las presunciones, la confrontación y los careos.
2? Medios probatorios autónomos y medios probatorios
auxiliares. Los autónomos son aquellos que no necesitan
de otros para su perfeccionamiento y los auxiliares los que
tienden a perfeccionar otro medio probatorio, como por
ejemplo, con la peritación, la confrontación y el careo. A
esta clasificación se puede objetar que todos los medios
probatorios son auxiliares, en .cuanto ayudando a los otros,
sirven para conformar el objeto de la prueba;
39 Medios probatorios mediatos y medios probatorios
inmediatos. Los mediatos son los que requieren un órgano,
o sea, una persona física portadora de la prueba: un ejem­
plo, el testimonio. Son inmediatos todos aquellos que no
solicitan la intervención de un órgano, por llevar directa­
mente al juez el objeto de prueba: por ejemplo, la inspec­
ción ocular, v
4" Pruebas naturales y pruebas artificiales. Son medios
probatorios naturales todos los que llevan el objeto sin
mediación de inferencias o procesos lógicos. Las pruebas
artificiales son las que entregan el objeto de manera indi­
recta por mediación de procesos lógicos.
Dentro del capítulo del medio de prueba cabe estudiar
el valor y la carga de la prueba.
Valor de la prueba. El valor de la prueba es la cantidad
de verdad que posee (o que se le concede) un medio pro­
batorio. En otras palabras, la idoneidad que tiene la prue­
ba para llevar al órgano jurisdiccional el objeto de prueba.
En tanto que el valor de la prueba se Tefiere directamente
a la verdad, es menester aclarar qué se entiende por ver­
dad. La verdad se ha definido como la comunión entre el
intelecto y la realidad, pero como la realidad es un tér­
mino equívoco, urge aclarar las dos principales formas que
puede connotar, y que a su vez originan dos clases de ver­
dades: la primera realidad podremos calificarla de históri­
ca y se refiere a la realidad real.' b” Esta realidad se carac­
i bb Utilizamos d pleonasmo por no encontrar otra forma que acuse
claramente la realidad a que nos referimos.
GENERA LID AD ES DE LA PRUEBA 197

teriza, como señala Rickert, por su continuidad y su hete­


rogeneidad. Debemos entender por continuidad el hecho
de que la realidad no tiene suspensión, ni en el tiempo ni
en el espacio, en el tiempo, en cuanto que la realidad se
desenvuelve en éste, a semejanza del río que eternamente
fluye de la metáfora de la filosofía griega; y en el espacio,
en cuanto la realidad no presenta escisiones, pues cualquier
objeto implica, además de sus notas propias, las vincula­
ciones relativas que aluden a todo el Universo. Así, por
ejemplo, la realidad histórica del libro que tengo enfren­
te de mi, solicita la referencia al tiempo, al espacio y a su
relación con todos los objetos que lo circundan. Por hete­
rogeneidad debe entenderse la calidad consistente en que
no hay dos objetos idénticos.
Una verdad que apresara todas las características que
hemos apuntado, constituiría una absoluta verdad históri­
ca; pero como es imposible, con facultades finitas como son
las del hombre, captar las infinitas características de la rea­
lidad histórica, se puede concluir que la verdad histórica
absoluta no existe. El hombre, sintiendo su impotencia
piara llevar al intelecto la plenitud histórica, se ha contenta­
do con captar franjas de ella constituyendo éstas, en sen­
tido vulgar, la verdad histórica. La verdad histórica, pues,
es la comunión que existe entre el intelecto y una franja
de realidad que se ofrece sin deformación de alguna es­
pecie.2
Otras veces, el hombre se fija en las analogías que pre­
sentan las cosas o los fenómenos y con ellos crea fórmu­
las (leyes científicas, sociológicas, etc.), con las que cree
determinar la realidad. Estas fórmulas no embargan la esen
cia de las cosas, que reside en su carácter peculiar; se fin­
can sobre ciertas formas (las analogías anotadas por el
hombre), constituyendo una realidad formada cuya capta­
ción motiva la verdad formal* Así, por ejemplo, el hombre*8

2 A esta verdad es a la que nos hemos referido al iniciar este capí­


tulo, cuando dijimos que verdad es la exacta correlación entre el objeto
y las notas que registra el conocimiento.
8 Con la verdad formal el hombre construye un maravilloso penta­
grama al través del cual ordena el Universo. Cuando el hombre estima
198 E L PROCEDIM IEN TO P E N A L

observa que en infinidad de casos la confesión es hija de


la responsabilidad del que confiesa; hace hincapié en estas
analogías y crea una realidad formal que encierra en una
fórmula (la verdad formal); el que confiesa es culpable.
Posteriormente, en un caso concreto de confesión, la verdad
formal es la que acusa la fórmula creada; la histórica, la
que se entrega en la captación de todas las peculiarida­
des que califican esa confesión.
Con lo anterior ya tenemos un concepto, aunque sea
general, de la verdad histórica y de la formal,*4 que nos per­
mite continuar el estudio del valor de la prueba.
Desde luego podemos decir que unas pruebas llevan al
órgano jurisdiccional el conocimiento cabal del dato a pro­
bar, en tanto que otras, sólo entregan un conocimiento re­
lativo, con calidad asertórica del dato a probar. Atento a
lo anterior, se pueden dividir las pruebas en pruebas ple­
nas y semipruebas (esta clasificación originariamente apa­
reció en el campo del Derecho civil y posteriormente fue
trasladada al Derecho penal).
La cantidad de verdad a que hemos aludido al definir
el valor de la prueba, puede referirse a la verdad formal
o a la verdad histórica. Cuando la ley fija, de manera de­
terminada, el valor de la prueba, nos hallamos con una
verdad formalista, que motiva el llamado sistema de la
prueba tasada. Este sistema quiere justificarse, en el deseo
de borrar las arbitrariedades nacidas de las simpatías o
antipatías del juez o de la torpe valoración hija de la inex­
periencia o ignorancia. Sin embargo, hay que advertir que
si el sistema tasado protege de las arbitrariedades o malas
valoraciones jurisdiccionales, obstruye la vigencia de las

la vida utilizando las fórmulas que ¿1 mismo crea, la estima formalmente


y no históricamente. Así, lo formal y lo histórico constituyen dos apre­
ciaciones diferentes.
4 El problema de la verdad histórica y de la verdad formal es uno
de los problemas fundamentales de la filosofía contemporánea. Tratarlo
con detenimiento implicaría rebasar los límites impuestos a este trabajo,
por ello nos contentamos con señalar lo que creemos es indispensable
para la comprensión del valor de la prueba. Es de recomendarse para
este tema el libro de Rickert; C ie n cia N a tu r a l y C ie n c ia C u ltu r a l.
GENERALIDADES DE LA PRUEBA 199

finalidades correccionales, las cuales no pueden presentarse


mas que con la abolición absoluta de toda fórmula: sólo
se pueden señalar caminos correctivos, cuando se conoce
plenariamente la biografía del sujeto por corregir, es decir,
su realidad histórica.
La búsqueda de la verdad histórica motiva el sistema
de la libre apreciación de la prueba, en el cual el juez no
obedece a un criterio legal preestablecido, sino a lo que
dicta su propia estimación. No es la ley quien fija el valor
a la prueba, es el juzgador. Es necesario advertir que en el
sistema de libre apreciación, no es el capricho del órgano
jurisdiccional el que actúa, es la libre estimación: el juez
debe señalar los fundamentos que tuvo para estimar en la
forma que lo hizo, debe indicar por qué determinadas
pruebas tienen valor plenario y por qué otras no lo poseen.
En medio de las dos posturas apuntadas (prueba tasada
y libre apreciación), se halla el sistema mixto, en el cual
se predetermina el valor de unas pruebas y en otras se
deja al órgano jurisdiccional libertad de valorar. Este sis­
tema mixto intenta la reconciliación de lo irreconciliable:
la verdad formal y la verdad histórica.
Fijados los tres sistemas, veamos a cuál de ellos se han
acogido algunas de nuestras leyes.
En el Código de 1894 encontramos tres situaciones, a
saber:
a) Jurado popular;
b) Delitos leves, y
c) Delitos graves.
En lo tocante a la situación que plantea el jurado po­
pular, existía una absoluta libertad de apreciación de la
prueba.
Esta libre apreciación de la prueba se une a otra carac­
terística especial: ausencia de fundamento.8 El jurado tie­
ne libertad para estimar la prueba sin obligación, como el5*

5 Onico caso en que la prueba no necesita ser fundada, por lo que


propiamente se está al margen del sistema de la libre apreciación y
mucho más del tasado.
200 E L PROCEDIM IENTO PEN A L

juez, de fundar su apreciación. Este sistema de libre apre­


ciación de la prueba sin fundar la estimativa, es hijo de la
idea mística que, en su origen, anima al tribunal de legos.
Se cree, como hemos indicado en páginas anteriores, que
la divinidad o la conciencia pueden, en cualquier momento,
iluminar a una persona y hacerle sentir, aunque no la
comprenda (y por tanto, no la pueda fundar), la justicia o
injusticia de un acto. Es por así decirlo, un intuir la verdad
y la justicia. A los jurados se Ies manifestaba que: "La ley
no toma cuenta a los jurados de los medios por los cuales
formen su convicción, no les fija ninguna regla de la cual
dependa la prueba plena y suficiente”. No se toma en cuen­
ta cómo formaron su convicción, porque los iluminados por
la divinidad no pueden explicar su proceder.® La libertad de
apreciación en la prueba, sin la obligatoriedad de fundar
la estimativa, perdura a través del tiempo y aparece en to­
dos los códigos que reconocen la institución del jurado
popular.
Por lo que atañe a los delitos leves, el Código de 1894
establecía una absoluta libertad de apreciación de la prue­
ba. En efecto, manifestaba que en los casos a que nos ve­
nim os refiriendo (delitos leves), las pruebas se apreciarían
según los dictados de la conciencia.
En lo tocante a los delitos no leves, o graves, el Código
de 94 se separaba del sistema adoptado para los delitos
leves, estableciendo que se "apreciarán las pruebas con su­
jeción a las reglas contenidas en el capítulo respectivo”. El
legislador de 1894 indudablemente cometió una incongruen­
cia imperdonable al fijar para los delitos leves la libre
apreciación de la prueba y determinar en los delitos graves
el valor de la prueba. Si el legislador estimó que alguno de
los dos sistemas era eficaz, no tuvo razón para acogerse, en
unos casos, a un sistema y en oíros, al diametralmente
opuesto. Si creyó que con la prueba tasada se evitaban ar­
bitrariedades, este sistema lo debía haber aceptado también
en los delitos leves. Si por el contrario, creyó que era me­
nester conocer la verdad histórica, la cual sólo se entregaba
en el sistema de libre apreciación, no tuvo razón para in-
« Filosofía Penal. Gabriel Tarde.
GENERALIDADES DE LA PRUEBA 201

diñarse por el sistema tasado únicamente en los delitos


graves.7
Hecha la crítica anterior, continuamos con el estudio de
las reglas especiales del capítulo del valor jurídico de la
prueba del Código de 1894, exclusivamente aplicable a los
delitos graves. En este capítulo encontramos que la confe­
sión, los instrumentos públicos, los documentos privados,
ia inspección judicial y el testimonio, tienen valor tasado
y quedan a la libre apreciación del juez, la prueba de pe­
ritos y las presunciones. Con lo dicho podemos concluir
que el Código de 1894, para los delitos graves adoptaba
un sistema mixto, con una fuerte inclinación al sistema de
la prueba tasada.
Terminado el estudio del Código de 94, analicemos la
posición del Código del D. F. de Procedimientos Penales
vigente.
En el Código actual solamente se puede hablar de dos
situaciones:
a) La del jurado popular, y
b) La creada por los delitos que no son juzgados por
jurado popular.
Acerca del jurado popular cabe repetir lo dicho ante­
riormente al hablar del Código de 1894. En lo relativo a la
segunda situación, se debe advertir que el legislador salvó
la incongruencia del Código de 1894 al no hacer distingos
entre delitos leves y delitos graves y sujetar a un solo ca­
pítulo el valor de las pruebas.
El Código que comentamos da normas al juzgador para
la apreciación de las pruebas, y de los seis medios proba­
torios que enumera, sólo en dos (igual que en el Código
de 94) deja libertad de apreciación. Los medios probato-

i El delito podrá ser leve desde el punto de vista de la pequeña


sanción, numéricamente hablando, que fija el legislador, mas hay que
considerar que para ciertas personas un delito leve reviste gigantesca
importancia, por lo que para él puede ser un delito grave en el que
deben entrar en juego todas las reglas que se han estimado como idó*
neas para la investigación de la verdad. Un delito no por leve admite
la inexactitud, pues en todos los casos en que hay sanción, la verdad
debe prevalecer.
202 E L PR O CED IM IEN TO P E N A L

rios de valor tasado, son: la confesión, los documentos


públicos y privados, la inspección judicial y la prueba testi­
monial. Los medios probatorios con libertad para la apre­
ciación de su valor, son: la prueba pericial y la presuncio-
nal. Los datos consignados nos permiten concluir que el
sistema adoptado en el Código vigente del Distrito Fede­
ral es el mixto, con inclinación al sistema tasado. Debemos
advertir que el análisis emprendido es sumamente general,
pues hay varios casos previstos en la ley, para los otros me­
dios probatorios, en los que se establece libertad de apre­
ciación. Estos casos serán estudiados en los capítulos de la
prueba en especial.
El Código Federal de Procedimientos Penales, repite
las dos situaciones a que nos hemos referido al hablar del
Código del Distrito Federal. En el jurado popular se reite­
ra el sistema que ya se ha comentado. En la segunda si­
tuación, también se adopta el sistema mixto, pero con in­
clinación al sistema de libre apreciación, pues únicamente
tasa el valor de la prueba en los siguientes casos: '
I. La confesión, para la com probación del cuerpo de
los delitos de fraude, peculado, abuso de confianza, ro b o y
delitos contra la salud (Art. 177 derogado en 1P94).
II. Los documentos públicos, y
III. La inspección y resultados de cáteos.
En todos los demás casos hay libertad de apreciación
como se desprende de la lectura de los artículos 285 (in­
cluso el reformado) y 286.
Carga de la prueba. La carga de la prueba, o sea, la
determinación de la persona obligada a aportar pruebas, |
no existe en materia penal, pues nadie, en particular, está I
obligado a aportar determinadas pruebas para acreditar
ciertos hechos y todos están obligados a ayudar al esclare­
cimiento de la verdad histórica. No es válido el principio:
“quien afirma está obligado a probar”, pues la búsqueda
de la verdad, en materia penal, es independiente de que
quien afirme pruebe o no su aseveración. El artículo 248
del Código del Distrito Federal es una supervivencia de
sistemas pretéritos sin ninguna vigencia en el presente.
Afortunadamente, como dice Franco Sodi, la presencia del
GENERALIDADES DE LA PRUEBA 203
I
articulo 314 del mismo Código, que consagra el princi­
pio de la libre iniciativa del juez en la búsqueda de la ver­
dad, salva a ésta (y hace nugatorio el artículo 248), ya que
si el juez estuviera maniatado para hacerse de pruebas, ten­
dría que conformarse, no con la verdad histórica, sino con
las afirmaciones demostradas por las "partes".
A pesar de las aseveraciones hechas, por lógica jurídica
se pueden establecer dos reglas en lo tocante a la carga de
la prueba, a saber.
1. Si por principio general, toda persona es inocente
hasta que se pruebe lo contrario, la carga de la prueba del
delito, imputabilidad, culpabilidad y demás circunstancias,
así como el monto del daño causado, descansa en el Mi­
nisterio Público;
2. Ante la existencia de una presunción legal, proba­
dos los elementos descritos en la ley, la carga de la prueba
descansa en el inculpado, para los efectos de destruir la
presunción.
Las pruebas deben ser ofrecidas por el Agente del
Ministerio Público, por el defensor, y por el inculpado, te­
niendo también el juez facultades para decretar la práctica
de diligencias que estimare necesarias para el esclarecimien­
to de los hechos (artículo 314 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal o la comprobación del cuerpo
del delito (artículo 180 del Código Federal de Procedimien­
tos Penales). Los legisladores tanto los del Distrito Federal
como los Federales, quisieron reiterar a la parte ofendida de
todo lo relacionado con la aportación de pruebas dirigido
hacia la responsabilidad (tipicidad, im putabilidad, cul­
pabilidad y ausencia de causas de justificación o excusas
absolutorias), estimando que en lo tocante a ese aspecto, la
única directamente interesada era la-sociedad. Por esta razón
se le vedó a la ofendida su intervención en el proceso, como
con todo acierto lo manifiesta el artículo 141 del Código
Federal.17 hi' El Código del Distrito tiene el mismo espíritu
del Código Federal, pero por la poco feliz redacción de su
• 7 bis 2 En la reforma del artículo 141 también se establece que la
parte ofendida no es parte en el proceso; mas ya puede directamente
llevar datos al proceso; y como ya indicamos, en una nota anterior, sim­
plemente es para la comprobación del monto del daño y perjuicio. Tam­
bién, como en el artículo derogado (141) y como ya lo hemos expresado
varias veces, puede coadyuvar con el Ministerio Público con las limita­
ciones' que la ley señaia.
I

204 E L P R O C E D IM IEN TO P E N A L

artículo 9, no logra lo deseado, dejando abierta la prueba


para que el ofendido ofrezca pruebas relacionadas con la cul­
pabilidad. En pureza jurídica, la ofendida únicamente puede
velar por lo que le interesa: la reparación del daño y perjui­
cio. Así pues, su intervención en el proceso es mala y sólo
debe, por mediación del Ministerio Público, aportar pruebas
que justifiquen la reparación que le importa. (En la reforma
de 1994 ya se precisa la intervención de la parte ofendida).
Las pruebas en lo tocante a la materia federal, deben
ser rendidas, en términos generales, en el periodo instruc-
torio (el que va del auto de formal prisión al auto que
declara cerrada la instrucción). Las excepciones, a la regla
anterior serán señaladas al estudiar las pruebas. Por lo que
atañe al Distrito Federal, en el procedimiento sumario se
proponen primero las pruebas dentro de un periodo que
va del auto de formal prisión al auto que resuelve sobre
la admisión de ellas y se desahogan en una audiencia que
bien podría denominarse de desahogo de pruebas, conclu­
siones y sentencia y en el procedimiento ordinario la refor­
ma de 1994 establece: En el auto de forma! prisión se orde­
nará jxmer el proceso a la vista de las partes para que pro­
pongan, dentro de siete días contados desde el siguiente a la
notificación de dicho auto, las pruebas que estimen perti­
nentes, las que se desahogarán en los quince días posteriores,
plazo dentro del cual se practicarán, igualmente, todas aque­
llas que el juez estime necesarias para el esclarecimiento
de la verdad y en su caso, para la imposición de la pena.
Si al desahogar las pruebas aparecen de las mismas nue­
vos elementos probatorios, el juez podrá señalar otro plazo
de tres días para apotar pruebas que se desahogarán den­
tro de los cinco días siguientes para el esclarecimiento de la
verdad.
En el procedimiento sumario federal, dado lo estableci­
do en el último párrafo del artículo 152 reformado, es de
concluirse que las pruebas se rinden antes de que se estime
agotada la instrucción y se cite para la audiencia a que alu­
de el artículo 307 reformado del Código Federal de Proce­
dimientos Penales. En efecto, la ley manifiesta: "Una vez
que el juzgador estime agotada la instrucción. . ." Luego,
ya se rindieron pruebas y el juez considera 'agotada la ins-
\

GENERALIDADES DE LA PRUEBA 205

trucción”. (En la reforma de 1994 se dice: el juzgador acuer­


da cerrar la instrucción).
\ II. El órgano de prueba. El órgano de prueba “es la
persona física que ministra en el proceso el conocimiento
del objeto de prueba" (Florián). La definición, en térmi­
nos generales es correcta, pero la exigencia didáctica obli­
ga a modificarla ligeramente. En efecto, para mayor clari­
dad, es mejor decir, que el órgano de prueba es la persona
física que suministra al órgano jurisdiccional, en su calidad
de tal, el conocimiento del objeto de la prueba.8 Con esta
definición soslayamos el problema consistente en averiguar
si el juez, cuando se proporciona directamente el conoci­
miento del objeto de la prueba, es órgano de prueba, pues
en tanto que en nuestra definición se alude a una persona
que suministre al órgano jurisdiccional el dato querido, es
imposible que el juez sea órgano de prueba, ya que para
ser tal, se debe ser individuo distinto al juez.
En ejemplos teóricos, el juez puede tener el doble ca­
rácter de órgano de prueba y órgano jurisdiccional; mas
estas situaciones se excluyen por esencia; el juez, conoce
el hecho mediatamente, el órgano de pruebas lo conoce in­
mediatamente (por supuesto del hecho del cual es órga­
no) y, en cuanto juez, no es órgano y en cuanto órgano
no es juez.
Si el juez no puede ser órgano de prueba, todos los de­
más sujetos procesales si lo pueden ser, con excepción del
Ministerio Público que, por la naturaleza de su función,
no puede tener ese carácter. El ejercicio de la acción penal
es consecuencia del conocimiento de un hecho que suce­
dió y en el órgano de prueba su actividad como tal es re­
sultado de la concomitancia con el hecho sobre el cual
aporta conocimiento.
En el órgano de prueba es posible distinguir dos mo­
mentos:
a) El de percepción, y
b) El de aportación.
El momento de percepción fija el instante en que el ór­
gano de prueba toma el dato que va a ser objeto de prue-
8 E! conocimiento puede ser aprovechado por las partes para fijar
su posición, respectivamente. Hablamos de órgano jurisdiccional porque
estamos vinculando la prueba a la instrucción.
/
206 E L PR O CE D IM IEN TO pen a l i
ba. El momento de aportación alude a cuando el órgano de
prueba aporta al juez el medio probatorio. Sin los momen­
tos a que hemos hecho mención, es imposible concebir el
órgano de prueba, razón por la cual se pueden calificar
de momentos esenciales del órgano de prueba.
Para terminar el parágrafo dedicado al órgano de prue­
ba, resta manifestar que hay medios probatorios que por
su misma calidad lo excluyen, llegando al juez el objeto,
sin mediación de ninguna persona y otros que no pueden
concebirse sin el órgano de prueba, como el testimonio.
Esta calidad, propia de los medios, motiva la clasificación
estudiada de medios mediatos y medios inmediatos.
III. Objeto de prueba. El objeto de prueba es, como
ya indicamos, lo que hay que averiguar en el proceso. El
objeto de prueba (hablando abstractamente) cambia con
la mutación del pulso histórico y asi, a una nueva apre­
ciación de los temas fundamentales del Derecho penal,
corresponde un nuevo objeto de prueba. Dos han sido, en
términos generales, las principales apreciaciones que marca
la historia del Derecho penal, y de las cuales penden cam­
bios en el objeto de prueba. Esas apreciaciones son las si­
guientes:12
1. El delincuente da toda su imagen vital en el aspecto
contingente de un solo hecho: el delito, y
2. El delincuente es un hombre común y corriente, con
infinidad de aspectos, entre los cuales se halla el delito.
La primera apreciación, fue la que recogieron todas las
Escuelas anteriores a la llamada Positiva y ciñó la investi­
gación exclusivamente al delito (como acto, proceder hu­
mano que causa daño), por estimar que conociendo éste,
obteníase la imagen íntegra del delincuente. Por esto, la
pena estuvo en relación directa y única con el delito y
la afirmación de que el delito era un acto por el que se
podía averiguar toda una psicología no pasa de ser una zafia
justificación de una estimativa que se antoja manca por su
parcialidad. Jamás las Escuelas anteriores a la Positiva pen­
saron que el delito era un hecho contingente en la vida
del hombre y que no había razón para juzgar la totalidad
por una de sus partes. Dentro de la concepción que esta­
mos estudiando, la materia de la prueba descansa, como es
GENERALIDADES DE LA PRU E BA 207

de suponerse, en el delito y, por ello, todo se encamina a


la comprobación de la existencia de éste, sin dedicarse nin­
guna atención al delincuente el que, como entidad históri­
ca, queda fuera de los objetos de prueba y sólo interesa
como responsable.
La Escuela Positiva, que quiso ser una protesta contra
la concepción de la llamada Escuela Clásica, hizo de los
delincuentes entidades delictivas y con énfasis afirmó que
atrás del delito estaba el delincuente, pugnando porque se
viera no a la infracción, sino al autor. La innovación vino
a dar mayores horizontes al objeto de prueba, pues éste
ya no sólo abrazaba el delito sino que dentro de sus domi­
nios quedaba también el tipo especial del delincuente. El
positivismo imbuido por razones históricas, de las ideas
clásicas, al hacer del delincuente un tipo especial determi­
naba al hombre por el delito; pero ya no sólo veía el de­
lito; experimentaba la necesidad de una concepción más
amplia. Por esta razón, la Escuela citada se puede estimar
como el primer peldaño de la segunda apreciación en la
cual se toma al delincuente como un hombre común y
corriente, dando así al objeto de la prueba giros no cono­
cidos con antelación: la manera de ser de un hombre. Ob­
jeto de la prueba es la personalidad humana.
Fijándonos en el estado que guarda nuestra legislación,
podemos establecer que la prueba tiene por objeto:
a) Acreditar la acción; 9
b) Acreditar la modificación que el mundo exterior ha
experimentado con la ejecución del acto ilícito (en este
capítulo queda todo lo relacionado con el sujeto pasivo del
delito e inclusive el daño);
c) Acreditar la idiosincrasia del sujeto autor del acto
ilícito y para ello se necesita: 1? Fijar lo propio del sujeto,
lo que posee y no proviene de los factores exógenos; y 2o
Fijar lo que el sujeto ha tomado de los factores circunstan­
ciales (factores físico-sociales) quedando en ellos inmerso
lo relacionado con la situación laboral, a que alude el
articulo 213 del Código Penal;10
9 En la acción incluimos las condiciones en que se encontraba el su­
jeto, los motivos que lo impulsaron a actuar (acción u omisión) y los
medios y formas que empicó en la realización del acto.
10 En ios incisos queda abarcado todo lo que comprendo el articulo
52 del Código Penal.
208 E L PR O CED IM IEN TO P E N A L

d) Acreditar la sanción que corresponde, siendo de ad^


vertirse que en este punto sólo es objeto de prueba la ley
extranjera, pues el conocimiento de las leyes mexicanas se
supone en el órgano jurisdiccional y su existencia no está
sujeta a prueba.
El objeto de prueba puede ser mediato e inmediato. El
objeto mediato es al que nos hemos venido refiriendo y de­
finido como lo que hay que probar en el proceso en gene­
ral El objeto inmediato (que indudablemente se encuen­
tra al servicio del objeto mediato), se puede definir, como
lo que hay que determinar con cada prueba que en con­
creto se lleva al proceso. Así por ejemplo, en un homici­
dio el objeto mediato será hacer del conocimiento la co­
misión del delito y la personalidad del infractor, y el objeto
inmediato será lo que se tiene que acreditar con cada me­
dio probatorio en particular (el occiso estaba en determi­
nada posición, el arma empleada presentaba ciertas carac­
terísticas, etc.) . El objeto inmediato de prueba es una parte
que sirve para integrar, con otras, el objeto mediato.
En lo tocante a la posición que guardan las leyes res­
pecto del objeto de prueba, nos encontramos con que pue­
den determinar que todo es objeto de prueba o señalar que
ciertas cosas están fuera de él. Las legislaciones que optan
por el segundo sistema, establecen presunciones juris et
de jure, las cuales abrazan determinados hechos que están
al margen de la prueba.11
Nuestra legislación no pone ninguna limitación al ob­
jeto de prueba y, por tanto, se puede afirmar que todas
las presunciones que establece son juris tantum, o sean pre­
sunciones que admiten prueba contraria (todo se puede
probar). Esta postura de nuestra ley obedece a la idea de
que el Derecho Penal debe ser realista y, por ende, bus­
cador de la verdad histórica, la cual nunca se puede presu-
m ir previamente en forma absoluta. La vida es un reser-
11 £ n las presunciones ju r is e t d e ju r e se deben probar los hechos
que señala el legislador para que opere la presunción, mas no lo que se
da por probado en dicha presunción. Así, por ejemplo, las legislaciones
que establecen (ju r e s e t d e j u r e ) que las mujeres menores de dieciséis
años que voluntariamente sigan a su raptor, se presume que han sido
seducidas, se tendrá que probar que la mujer es menor de dieciséis años
y que voluntariamente siguió a un varón, quedando fuera del objeto de
prueba la existencia o no de las maniobras seductoras.
G EN ER A LID A D ES D E LA P R U E B A 209

vorio infinito de posibilidades; presumir con reglas fijas es


desconocer la esencia misma de la vida. Por ello todo está
sujeto a prueba.
Por último, el objeto de prueba, para que se pueda esti­
mar como tal en el proceso,1'* debe contener algo que se rela­
cione con la verdad buscada en el proceso. Esto nos obliga
a manifestar que un requisito esencial del objeto de prueba
es la pertinencia. Por pertinencia queremos indicar la ca­
lidad consistente en que lo que se trata de probar, tenga
alguna relación con lo que en el proceso se quiere saber.
La falta de pertinencia hace desaparecer la calidad del ob­
jeto de prueba. Por ejemplo, la demostración del proceder
de una persona ajena a un proceso, no puede ser prueba
en éste.

1- Es pertinente consultar la última reforma tlcl artículo 206 del


Código Federal tic Procedimientos Penales.
C a p ít u l o N o v e n o

LA CONFESIÓN

Definición de la confesión. Sus elementos esenciales. Sus


elementos legales. El valor probatorio de la confesión. Re­
ferencia histórica. La retractación. La confesión ficta. La
confesión calificada. Tiempo en que se debe recibir la con­
fesión.
Para el estudio de cada prueba en particular, atenderemos
al orden que el legislador señala al enumerar los medios
probatorios. El medio probatorio que primero cita, es ia
confesión (como los enumeraban los Códigos anteriores!.
La confesión "es el reconocimiento que hace el reo de
su propia culpabilidad”. Es, en otras palabras, una declara­
ción en la que reconoce la culpabilidad en la comisión
de un delito.1 Así la confesión comprende dos elementos
esenciales, a saber:
a) Una declaración, y
b) Que el contenido de la declaración implique al re­
conocimiento de la culpabilidad. Lo anterior nos permite
afirmar que no todo lo manifestado por el inculpado es
confesión, sino únicamente aquello cuyo contenido se re­
suelve en contra de ól por implicar reconocimiento expreso
de la culpabilidad. El resto es declaración.12
Al lado de los elem entos esenciales de la confesión, se
presentan los elem entos legales, que son los que señala la
ley. El Código Federal de Procedimientos Penales, fija como
elem entos de la confesión, los siguientes (Art. 287):
a) Que sea hecha por persona mayor de dieciocho años.
Se estima que antes de la edad mencionada el individuo
no tiene plena conciencia de sus actos, y como la confe-

1 A la tradicional definición, que es la expresada, debe agregarse


que la confesión también puede referirse al reconocimiento de situacio­
nes agravadoras de la pena, como por ejemplo, que en un homicidio,
el inculpado reconozca haber actuado con premeditación. Esta tesis no
es aceptada por varios autores, razón por la cual, para evitar confusio­
nes, trabajamos con la calificada como tradicional.
2 Todo lo expresado por el inculpado es declaración de la cual una
parte (la que se refiere al reconocimiento de la culpabilidad) encaja en
los Ambitos de la confesión, quedando el resto como simple declaración.

213
'2 1 4 e l p r o c e d im ie n t o p e n a l

sión es una institución que lleva en sí el pensamiento tra­


dicional de que el reconocimiento de la culpabilidad es en
peí juicio del que confiesa es obvio que se exija el requi­
sito apuntado;
b) Que se tenga plena conciencia de lo que se confiesa.
En épocas anteriores, la confesión no registraba este requi­
sito y era idónea independientemente de que fuera hecha
con plena conciencia (en la Inquisición). En la actualidad,
el legislador ha querido que el individuo conozca total­
mente la trascendencia de su confesión, pues sólo así sirve
al Derecho penal. Por la razón apuntada, la confesión del
ebrio3 o del demente no surte los efectos de la confesión.
Hubo épocas en que se estimó que con el juramento el in­
dividuo invadía los terrenos de la gracia y que esa situa­
ción lo dejaba imposibilitado para mentir, tuviera o no co­
nocimiento de sus actos. Superada esta posición mística, el
juramento cayó en desuso y no suple en ningún sentido
el conocimiento que se exige para la confesión.
Siendo necesaria la plena conciencia de lo que se con­
fiesa, el reconocimiento de la culpabilidad logrado en el
narcoanálisis no puede estimarse como confesión, pues rela­
jada o aniquilada la censura del sujeto, pierde el conoci­
miento cabal de las consecuencias de su dicho, necesaria
para estimar que actuó con plena conciencia;
c) Que la confesión se haga sin coacción ni violencia.
La coacción o la violencia priva a la confesión de su esen­
cia: reconocimiento de la culpabilidad. Con la coacción o
la violencia no se reconoce, se acepta para no sufrir deter-

3 E n relación can la confesión, no deben confundirse los requisitos


qu e debe re u n ir y el valor d e la misma, con el problem a d e la ebriedad
como excluyem e d e responsabilidad. Es posible que a una confesión no
se Ic otorgue fuerza probatoria por haber sido em itida p o r u n ebrio
incapaz d e h ilvanar sus pensam ientos (propiam ente no hay confesión) y
sin em baído se le declare responsable, en tanto que la ebriedad bajo
cuyo in flu jo com etió el delito, no fue accidental e involuntaria. La Su­
prem a C orte d e Justicia, en su Tesis 126 (Apéndice al Sem anario Ju d i­
cial de la Federación Jurisprudencia de 1917 a 1965. P rim era Sala) ase­
vera: “la inconsciencia producida po r la ebriedad, no excluye la respon­
sabilidad del acusado si éste llegó a tal estado p o r la voluntaria inges­
tión de bebidas em briagantes.
LA C O N F E S IÓ N 215

minadas consecuencias. La violencia puede ser física o mo­


ral. La primera consiste en la fuerza material que se ejerce
sobre una persona y la moral en la fuerza que recae sobre
el ánimo de la misma. Nuestros tribunales con frecuencia
rechazan la invocación que de la violencia hacen los in­
culpados sosteniendo que no hay pruebas materiales que la
acrediten. Olvidan así la violencia moral, la cual, a pesar
de no dejar huellas materiales, constriñe al sujeto hacia un
proceder carente de libre motivación. Así pues, si la con­
fesión debe ser espontánea, tanto en los casos de violencia
física como moral, no hay confesión.
Cuando el inculpado otorga su consentimiento para ser
sometido al narcoanálisis, no se puede decir que haya co­
acción o violencia, ni que fue competido a declarar en su
contra. Sin embargo, el reconocimiento de la culpabilidad
en la hipótesis planteada, no puede estimarse como prueba
confesional' per ausencia del requisito, como ya lo indica­
mos, de la plena conciencia. Mas en contra de lo que varios
autores sostienen, creemos que si no es confesión, es un me­
dio probatorio innominado cine puede aceptarse por el sis­
tema lógico" consagrado en nuestras leyes adjetivas (la re­
forma de 1994 no altera el pensamiento) ;
ri) Que sea hecha ante el Ministerio Público o el tri­
bunal de la causa y en presencia de! defensor o persona
de su confianza. En la reforma de 1994 se agrega que "el in­
culpado esté debidamente informado del procedimiento y
proceso” (no ante la policía exclusivamente). Este requisito
es meramente formal y se justifica por la necesidad de po­
seer algún dato serio y fijo respecto de la confesión, lo cual
no se lograría si se aceptara la confesión ante cualquiera
persona.
El reconocimiento de la culpabilidad ante autoridad
distinta de la investigadora o judicial, podrá revestir la ca­
lidad de otra prueba, pero no es la confesión prevista y4
4 Habrá confesión desde el pumo de vista genérico, mas no prueba
confesional.
B Se admite como prueba todo lo que lógicamente pueda serlo, “todo
aquello que se ofrezca como tai'’ (Arta. 20(5 del Código Federal de Pro­
cedimientos Penales y último párrafo del 135 del Código de Procedi­
mientos Penales para el D. F .).
216 E L PROCED IM IEN TO P E N A L

reglamentada en la ley. Con acierto nuestro Máximo T ri­


bunal ha sostenido: "La declaración que un individuo rin­
de ante un empleado que no tenga la calidad de autoridad
judicial, ni agente de la policía judicial, no puede tomarse
como confesión legal, pero si esa declaración está firmada
por el inculpado, sí puede considerarse como un elemento
presuntivo que robustece las pruebas que legalmente se
rindan con posterioridad” (Tomo XXVII, página 2164);
e) Que sea de hecho propio. Es indudable que no pue­
de haber confesión sino de hecho propio y contra el que la
hace, resultando innecesario la fijación legal de este requi­
sito, y
/) Que haya datos que a juicio del tribunal hagan ve­
rosímil la confesión. La búsqueda de la verdad dicta el re­
quisito anterior, pero no es elemento de la confesión.
El Código del Distrito no señala requisitos legales para
la confesión. En su articuio 249 fija los elementos que debe
reunir la confesión para que haga prueba plena, y así in­
dica requisitos para valorarla y no para formarla. Estos1
elementos son los mismos que el Código Federal enumera
como requisitos legales, añadiendo dos; primero, que esté
plenamente comprobada la existencia del delito y, segundo,
que la confesión se haga en contra de quien la produce.
También el Código del Distrito señalaba como primer ele­
mento de la confesión con fuerza probatoria plena, el
que sea hecha por persona mayor de catorce años. Hay que
censurar vigorosamente la disposición, debido a que el le­
gislador del Distrito reglamentaba una situación que no es
de su incumbencia, pues las disposiciones del Código del
orden común únicamente pueden referirse a personas ma­
yores de dieciocho años: la confesión hecha por una perso­
na que tiene más de catorce años, pero es menor de dieci­
ocho, no era verdad que tuviese la fuerza que le concedía
el Código de Distrito; únicamente posee la que las leyes
de menores le pueden otorgar.
El estudio del valor probatorio de la confesión reviste
gran importancia. La psicología clásica redujo la vida aní­
LA CONFESIÓN 217

mica al estadio consciente y vio en la confesión una prueba


categórica de la motivación del acto delictuoso. Basándose
en sus principios, razonó de esta manera, el reconocimiento
de la culpabilidad, es un hecho que perjudica y, por razón
natural, nadie gratuitamente reconoce aquello que le va a
perjudicar. Asi, pues, la confesión siempre señala la culpa­
bilidad de un individuo; después de ella ya no queda algo
por averiguar respecto de la propia culpabilidad. La psi­
cología apuntada no concibió que un acto consciente pu­
diera ser mentiroso acerca de la realidad que trataba de
expresar, por existir debajo de la propia conciencia fuerzas
que, sin percatarse el hombre, guiaban todos sus actos.
Como con la confesión ya no quedaba nada por averi­
guar, se convirtió en "reina de las pruebas"; con este carác­
ter pasó a la teoría legal, formando una sólida tradición,
que aún se deja sentir en las legislaciones contemporáneas.
En los albores del psicoanálisis se otorgó a la confesión,
una vez más, valor preponderante al hacer de ella un me­
dio merced al cual el hombre se salvaba del peso que
lastimaba su conciencia. Fue esta la etapa catártica de la
teoría freudiana en la que se pregonaba, de manera sistemá­
tica, la gran labor terapéutica de la confesión, en virtud
de la cual se echaban fuera todos los complejos, se "des­
hollinaba la chimenea”.0 Pero la misma psicoanálisis, al
demostrar que la vida anímica no se agota en los procesos
conscientes, cuarteaba el trono de la confesión consciente
y reiteraba que ésta no siempre respondía a la verdad. Así
por ejemplo, los neuróticos, asolados por el sentimiento de
autocastigo, que psíquicamente creen haber realizado actos
indebidos, buscan sin desmayos medios para lesionarse, y
es fácil que viertan, sin darse cuenta, confesiones de crí­
menes inauditos, que no han cometido, persiguiendo la
finalidad subconsciente de sufrir un castigo. Por esto, hay
mucho que averiguar después de la confesión. Debe du­
darse de ella y bajarla del reino que antes señoreaba. Esta
posición se empieza a dejar sentir en las legislaciones de
cuño moderno y el requisito señalado en las leyes positi­
vas, que la confesión, de acuerdo con los datos del juicio,
0 La confesión religiosa psicológicamente tiene el sentido que hemos
apuntado: libra del pecado que pesa sobre la conciencia.
218 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

no sea inverosímil, quebranta el vigor que antiguamente


se concedía al medio probatorio que se comenta.
Las nuevas corrientes del psicoanálisis,7 sin menospre­
ciar la trascendental escuela fruediana, se liberan de la
ortodoxia, aportando nuevos datos para la estimación de
la prueba confesional, exigiendo no sólo el examen de los
conflictos sexuales y de los impulsos instintivos, sino tam­
bién el análisis de las condiciones de vida y desajuste de
las relaciones humanas, en cuanto éstas pueden generar-
tendencias neuróticas que impulsan a confesiones falsas.8
Pasando al estudio del valor de la confesión (que siem­
pre tiene que ser en presencia del defensor'), en nuestra
legislación vigente, tenemos que distinguir dos situaciones:
la del Código del Distrito Federal y la del Código Federal.
En la del D istrito Federal, el valor de la confesión está
tasado, h aciendo p ru e b a plena siem pre que re ú n a los re­
quisitos fijados en la ley.9 En el Código Federal, la confe­
sión sólo hacía p ru eb a plen a p ara la com probación del
c u erp o de los delitos de robo, fraude, abuso de confian­
za, p eculado y con tra la salud en los térm inos de los ar­
tículos 279, 174 y 177 (los dos últim os hoy derogados).
Por reform a de mayo de 1996 se adiciona un nuevo artícu­
lo 177, p ero n o se refiere a la confesión. En los dem ás
casos q u ed a el valor de la pru eb a a la libre apreciación
del juez. Lo an terio r p erm ite concluir: la confesión en
m ateria Federal hace p ru eb a plena com o m edio especial
de com probación del cuerpo de algunos delitos; pero en
lo to can te a la culpabilidad, siem pre queda al arbitrio del
juzgador.
En estrecha relación con el valor de la prueba confe­
sional se encuentran la retractación, la confesión ficta y la
confesión calificada.
La retractación "es la negación de la confesión antes
hecha’’ o, en otros términos, el desconocimiento expreso de
7 Ver lia re n H om ey: E l N u e v o P s ic o a n á lis is y "Psicoanálisis y Psico­
te ra p ia " R obert A. H arper.
■8 Para u n a ju sta apreciación de la prueba confesional, debían estu­
diarse en el inculpado los tres aspectos fundam entales d e la vida: el del
am or, el del trab ajo y el de la relación del "yo" con el " tú " (A dler).
9 La confesión extrajudicial a que se referia el Código del Distrito (Art.
13B), no tiene fuerza probatoria tasada y su valor es el de las pruebas
innom inadas (Art. 260, parte final). Estos artículos fueron derogados por la
reform a de 10 de enero de 1994.
LA CONFESIÓN 219

la culpabilidad reconocida. La retractación no tiene por


qué sujetarse al capítulo de la confesión, ya que es preci­
samente lo contrario. La confesión, cuando hace prueba
plena, no se invalida por la retractación, la cual necesita,
para nulificar la confesión, de otras pruebas que destruyan
la plenitud de la prueba confesional. La retractación,
pues, aun en este último caso, no informa una situación de
excepción a las reglas que rigen el valor probatorio de la
confesión, sino que, muy por el contrario, las confirma.
En los términos anteriores se ha expresado la Suprema Corte
de Justicia, que por una pane ha dicho que la retractación
sólo tiene fuerza cuando se hace inmediatamente después
de la confesión, y por otra ha aseverado: "Sólo es dable
considerar la retractación del acusado en atención a las
razones que la apoyan, toda vez que únicamente la vero­
similitud y gravedad de las mismas pueden darle impor­
tancia”; por ello la Suprema Corte ha decidido que si las
declaraciones primitivas de un acusado son claras y preci­
sas y posteriormente, al rendir su preparatoria trata de des­
virtuarlas y retractarse de lo manifestado en aquéllas, esta
retractación no debe admitirse, si no está fundada en he­
chos posteriores que hagan presumir la falsedad o inexac­
titud de las primeras, tanto menos si es evidente que lo
hace con el único propósito de defenderse (Tomo LXXII,
pág. 1293).
La retractación tiene, en términos generales, el valor de
simple declaración.
La confesión ficta se define como la confesión figurada.
También se puede definir como la confesión prevista en un
precepto legal, o sea, la confesión cuya contextura es me­
ramente formal. Por ejemplo, se ha observado que casi
siempre que no se contesta una demanda, en materia civil,
es porque se reconoce lo exigido en la demanda y se ha
establecido la verdad formal o figurada, de qué la no con­
testación de la demanda implica la confesión de la misma.
La confesión ficta tiene amplia aceptación en materia ci­
vil, pero es rechazada de manera absoluta por él Derecho
penal, debido a la corriente realista que anima las legisla­
ciones punitivas contemporáneas. En la República Mexica-
220 E l- PROCEDIM IEN TO PEN A L

na, con excepción del Estado de Jalisco,10 la confesión ficta


no se acepta en los ámbitos penales. La legislación tapatía
cometió, sin duda alguna, un caro error al dar entrada en
el Derecho penal a la confesión ficta. Julio Acero, exégeta
de esta legislación, lo censura acremente.
La confesión calificada es la "confesión con modalidades
que pueden referirse al mismo delito o a la responsabili­
dad" (Franco Sodi). Es decir, una confesión que se halla
calificada con determinadas circunstancias que favorecen
al inculpado, o como con más sencillez y poco tecnicismo
dice la Suprema Corte de Justicia, como la confesión en
la que "el acusado acepta uno de los elementos de cargo
y niega los otros’’. Así pues, la confesión calificada tiene
dos requisitos esenciales:

a) Una confesión, y
b) Una calificación que modifica las modalidades del
delito o de la responsabilidad.

Algunos autores sostienen que la confesión es indivisa:


que no se puede separar la calificación de la confesión,
y que como entidad única, debe sujetarse toda ella a las
reglas de la confesión en general. Otros autores manifiestan
que la confesión es simple y llanamente el reconocimiento
de la culpabilidad y que lo que no tenga tal calidad debe
quedar fuera de la confesión; que la calificación, en tan­
to que no es reconocimiento de la culpabilidad, no es
confesión y no tiene por qué quedar abrazada por las reglas
de ésta. La confesión, siguen manifestando, si reúne los
requisitos de la ley, hace prueba plena y la calificación
tendrá el valor de un indicio.
En la actualidad y en tesis que hace jurisprudencia, se ha
sostenido que "si la confesión calificada del reo no es con­
tradicha por prueba alguna o por presunciones que la ha­
gan inverosímil, debe ser aceptada en su integridad". Fren-
10 Examinar artículo 330 y ver reformas. Código de Procedimientos
Penales para et Estado de Jalisco. En la actualidad ya no registra tal
presunción.
LA CO NFESIÓ N 22)

te a esta tesis, que se inclina por la indivisilidad de la


confesión, nos encontramos que también la Suprema Corte
de Justicia ha sostenido que la confesión sf es divisible y
así, afirma que "la confesión calificada, no siendo otra cosa
que una declaración, debe el juez segregar de ella las ex­
plicaciones suministradas por el acusado, en lo que tienen
de naturaleza especial y apreciar todos sus detalles, según
la naturaleza que le es propia, sin preocuparse de la máxi­
ma, por cierto muy inexacta, de Derecho Civil, de que la
confesión es indivisible”.
Las tesis de la confesión calificada, a través de lo sos­
tenido por la doctrina y la Suprema Corte de Justicia,
podrían englobarse en los siguientes grupos:
1? La confesión es indivisible y, por tanto, corren la
misma suerte, para los efectos probatorios, la confesión y
la calificación;
2? Cuando la calificación no se encuentra contradicha
por ninguna otra prueba, tiene la misma fuerza probatoria
que la confesión (hay indivisibilidad), no así cuando la
calificación se encuentra contradicha por otra prueba (hay
divisibilidad). Esta tesis ecléctica sostiene para unos casos
la indivisibilidad y para otros la divisibilidad, y
3? La confesión calificada siempre es divisible, debien­
do quedar sujeta a las reglas de la confesión el reconoci­
miento de la culpabilidad y a las reglas generales de la
prueba, la calificación.
En resumen, existe una tesis sobre la indivisibilidad,
otra que admite la indivisibilidad y la divisibilidad y una
última que sostiene siempre la divisibilidad.
A nuestro parecer, la calificación no puede correr la
suerte de la confesión y, por tanto, el reconocimiento de
la culpabilidad debe separarse de las modalidades que modi­
fican los elementos de cargo. Es menester indicar que de­
bido a que con ausencia de técnica se mezcla el valor pro­
batorio con el problema de la divisibilidad o no de la confe­
sión calificada, torpemente se ha llegado a estimar que
cuando la calificación tiene plenitud probatoria, es porque
no se ha separado de la confesión y viceversa. Estimamos
222 E L PR O CE D IM IEN TO P E N A L

que aun en los casos en que la calificación tenga fuerza


probatoria, la propia calificación está separada del reco­
nocimiento de la culpabilidad, como lo demuestra el aná­
lisis de las diversas hipótesis que se pueden presentar en
un proceso cuando existe confesión calificada.
Las hipótesis son las siguientes:
a) Las modalidades establecidas en la declaración que
también comprende la confesión, no van acompañadas de
ningún otro medio probatorio (únicamente existe como
prueba la confesión calificada);
b) Las modalidades establecidas en la declaración que
también comprende la confesión, son apoyadas por todos
los medios probatorios rendidos en el procedimiento (ade­
más de la confesión calificada, existen otros medios de
prueba que apoyan la calificación);
c) Las modalidades establecidas en la declaración, en
la que se encuentra la confesión, son desvirtuadas por los
demás medios probatorios existentes (hay confesión cali­
ficada y los demás medios probatorios que existen, no apo­
yan la calificación): y
d) Las modalidades establecidas en la calificación son
apoyadas por unos medios probatorios y contradichas por
otros (confesión calificada, existiendo además unas prue­
bas que apoyan la calificación y otras que la rechazan) .
A) En la primera hipótesis, en la que hay singularidad
de medios probatorios: exclusivamente la declaración del
inculpado, que comprende una confesión y una calificación,
esta última (la calificación) adquiere fuerza probatoria
no en virtud de que sobre ella opieren las reglas de la con­
fesión y de que no se pueda separar de ésta, sino porque
siendo único medio probatorio (en consecuencia no des­
virtuado) , toma validez absoluta.11i

ii Es pertinente observar que la singularidad absoluta de pruebas


(consistente en la llamada confesión calificada) es casi imposible en la
práctica pues siempre habrá otros medios probatorios, directos o indirec­
tos, que afirmen o nieguen la calificación. Así, por ejemplo, en un pro­
ceso incoado por el delito de homicidio (que son en los que con más
frecuencia se presenta solamente la confesión calificada) habrá la prueba
LA C O N FESIÓ N 223

B) En la segunda hipótesis la calificación adquiere fuer­


za plenaria no por la indivisibilidad; la toma por el apoyo
de los otros medios probatorios. De esta manera, la califi­
cación no se empotra en la confesión ni actúan sobre aqué­
lla las reglas aplicables a esta última. Es simple y llana­
mente un medio probatorio, separado de la confesión, que
unido a otros medios probatorios, entrega la certidumbre
de Ja tesis que respecto de la mecánica de los hechos com­
prende la calificación.
C) En esta hipótesis, como en la que sigue, se ve con
más claridad la desvinculación del reconocimiento de la
culpabilidad, de los elementos de descargo, pues sistemá­
ticamente se ha sostenido que la confesión hace prueba
plena (cuando así lo reconoce la ley) y que la calificación,
por estar desvirtuada con otros elementos probatorios, re­
sulta no acreditada.
D) Por último, cuando hay medios probatorios que apo­
yan la calificación y otros que que la rechazan, el juez debe
Valorar cuáles medios revisten mayor validez, para concluir
si está o no probada la calificación. En esta hipótesis na­
die duda de la separación que debe existir entre ti reco­
nocimiento de la culpabilidad y la calificación, adquiriendo
ésta valor o no, según sea la fuerza que el órgano jurisdic­
cional o la ley conceda a los medios probatorios que la apo­
yan o rechazan.
El análisis hecho sobre las diversas hipótesis, nos per­
mite reiterar que a nuestro parecer, la confesión calificada
siempre es divisible y que la calificación debe ser juzgada,
en todos los casos, como medio probatorio que puede o no
tener fuerza, según sea desvirtuada o apoyada por otros
medios probatorios.

de la región donde el cadáver presenta la» lesiones, con que armas fue­
ron inferidas, trayectoria de las mismas, etc., datos éstos que permiten
aseverar que la confesión calificada no se encuentra aislada. Algunos
tratadistas expresan que para que la confesión calificada aislada tenga
fuerza probatoria, se necesita que sea verosímil. En el fondo, la exigencia
de este requisito está haciendo referencia a otros medios de prueba: to*
dos los elementos con los que se demuestra que la versión que com­
prende la calificación tiene apariencia de verdad.
224 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

Para terminar, únicamente nos falta señalar que según


los artículos 137 del Código del Distrito y 207 del Código
Federal, la confesión se admite en cualquier estado del
proceso, hasta antes de pronunciarse sentencia definitiva.12
Es este un caso de excepción a la regla general que señala
que las pruebas deben rendirse en el periodo instructorio
o audiencia en el procedimiento sumario. La razón de ser
de esta excepción se encuentra en el prejuicio de dar a la
confesión una fuerza superlativa estimándola como la "rei­
na de las pruebas".

12 El Código Federal dice irrevocable y el artículo 207 del Código Fe­


deral fue reformado en diciembre de 1984, sin alterarse el tema que tra­
tamos.
C a p ít u l o D é c im o

LA PRUEBA D OCUM ENTAL

El documento desde el punto de vista jurídico. El docu­


mento como medio de prueba, como constancia de otro me­
dio de prueba y como instrumento de prueba. La prueba
documental mediata e inmediata. Clasificación de los docu­
mentos en públicos y privados y concepto de ellos. El valor
probatorio de los documentos. Tiempo en que se debe pre­
sentar la prueba documental.
Documento, desde el punto de vista jurídico, es el objeto
material en el cual, por escritura o gráficamente, consta
o se significa un hecho. Así pues, no solamente será do­
cumento jurídico el objeto material en el que con la es­
critura se alude a un hecho, también lo será todo objeto
en el que con figuras, o cualquier otra forma de impresión,
se haga constar un hecho.
El documento desde luego invita a pensar en dos ele­
mentos: el objeto material y el significado. El objeto es el
instrumento material en el que consta la escritura o las
figuras y el significado es el sentido de esa escritura o figu­
ras, o mejor dicho, la idea que expresan.
En el documento deben distinguirse las diversas formas
con las cuales se puede presentar en el proceso:
a) Como medio de prueba;
b) Como constancia de otro medio probatorio, y
c) Como instrumento de prueba.
Vamos a estudiar por separado cada una de estas formas:
A) Como medio de prueba. El documento se ofrece
como medio de prueba cuando en el proceso obra para que
se atienda exclusivamente a su significado. El documento,
en cuanto medio de prueba, vale p>or el significado que
contiene y no p>or el objeto en que va impreso ese significa­
do. Lo anterior no obsta para que en ciertos casos se exijan
requisitos de exterioridad aunque nada más se atienda al
significado. Por ejemplo, en un documento público se exi­
gen requisitos de exterioridad aunque se atienda únicamen­
te a lo expresado en el mismo.
B) Como constancia de otro medio probatorio. En estos
casos, el documento nada más sirve para hacer constar el
contenido de otro medio probatorio, como p>or ejemplo,
el dictamen de peritos, en el que por medio de la escri­
228 E L P R O C E D IM IE N T O PENAL

tura se hacen constar las consideraciones y conclusiones a


q u e llegan los peritos.
Este documento, en el que se hace constar otro medio
probatorio, tan sólo tiene tal calidad en el procedimiento
en el que se rindió ese otro medio de piueba, pues la
copia del mismo, presentada en asunto diverso, ya adquiere
la calidad de prueba documental y se aleja de su calidad
de constatar otro medio probatorio.
C) Como instrum ento de prueba.' Cuando el documen­
to se presenta como instrum ento de prueba, actúa como
una cosa a la que deba referirse o recaer otro medio pro­
batorio. Verbi gratia, cuando se presenta un documento
que se dice falsificado, el documento es u n instrum ento
del que se debe acreditar su falsedad o autenticidad.
Las formas con que el documento se puede presentar,
pueden convivir en el proceso y, por tanto, un mismo do­
cum ento puede tener el carácter de m edio de prueba y
de instrum ento. Sin embargo, es necesario distinguir con
pulcritud las tres formas apuntadas, pues todo lo relaciona­
do con la prueba documental sólo es aplicable a la primera.
Siguiendo lo expresado por los tratadistas, podemos de­
cir que generalmente la prueba documental aparece me­
diatamente, o sea, como una prueba que solicita la presen­
cia de un órgano de prueba; 1 pero en nuestra legislación
hay casos en los que los documentos no son llevados al pro­
ceso por ninguna persona física, sino directam ente por el
juez, como acaece en las situaciones previstas en los artícu­
los 235, 236, 237 (la reforma de 1904 no altera-la esencia)
239 y 240 del Código del D istrito y 273, 274 y 275 del Có­
digo Federal, en los que el órgano jurisdiccional, a peti­
ción de las partes y en algunos casos de oficio puede llevar
el docum ento al proceso. En estos casos, es el juez el que
sin la intervención de ningún sujeto procesal, recibe los
documentos, sin que esto quiera indicar que haya ausencia
de una persona que m aterialm ente los envía.i
i Con acierto a nuestro parecer, se manifiesta que el que lleva el
documento no es órgano de prueba, ya que ¿1 por sí, no ministra el co­
nocimiento del objeto de prueba; quien lleva este conocimiento es el
documento. En esa forma, la prueba documental siempre sería medio
inmediato, puesto que no requiere la presencia de un órgano de prueba.
LA PRUEBA D O CU M EN TA L 229

Los documentos se clasifican en públicos y privados.


Los Códigos Procesales fijan la diferencia específica de los
documentos públicos remitiendo a las leyes procesales del
orden civil.
Hay tratadistas que todavía hacen un distingo entre do­
cumentos públicos e instrumentos, estimando que los pri­
meros son todos los documentos expedidos por autoridad
en ejercicio de sus funciones y con motivo de ellas y como
instrumentos los documentos expedidos por notarios, ha­
ciendo uso de su fe pública. A nuestro parecer, la división
anterior no tiene ninguna fuerza práctica, lo cual lo con­
firma el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito
Federal que en el capítulo de la prueba instrumental alude
tanto a los testimonios y escrituras públicas otorgadas con
arreglo a derecho (frac! I dél Art. 327), como a los “do­
cumentos auténticos expedidos por funcionarios que des­
empeñan cargo público en lo que se refiere al ejercicio
de sus funciones” (frac. II del Art, citadoV.
Para fijar las características de los documentos públi­
cos, debe tenerse presente lo expresado por el Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, el que en
el artículo 327, manifiesta: “Sori documentos públicos:
”1. Los testimonios de las escrituras públicas otorgadas
con arreglo a derecho y las escrituras originales mismas;
"II. Los documentos auténticos expedidos por funcio­
narios que desempeñen cargo público, en lo que sé refiera
al ejercicio de sus funciones; ^
”111. Los documentos auténticos, libros de actas, esta­
tutos, registros y catastros que se hallen en los archivos pú­
blicos, o los dependientes del gobierno federal, de los Es­
tados de los ayuntamientos o del Distrito Federal;
”IV. Las certificaciones de actas del estado civil expe­
didas por los jueces del Registro Civil, respecto a constan­
cias existentes en los libros correspondientes:
”V. Las certificaciones de constancias existentes en los
archivos públicos expedidas por funcionarios a quienes
competa;
"VI. Las certificaciones de constancias existentes en los
230 el procedimiento penal

archivos parroquiales y que se refieran a actos pasados, an­


tes del establecimiento del Registro Civil, siempre-que fue­
ren cotejadas por notario público o quien haga sus veces
con arreglo a derecho;
"VIL Las ordenanzas, estatutos, reglamentos y actas de
sociedades o asociaciones, universidades, siempre que estu­
vieren aprobados por el Gobierno Federal o de los Esta­
dos, y las copias certificadas que de ellos se expidieren;
"VIII. Las actuaciones judiciales de toda especie;
"IX. Las certificaciones que expedieren las bolsas mer­
cantiles o mineras autorizadas por la ley y las expedidas
por corredores titulados con arreglo al Código de Comercio;
”X. Los demás a los que se les reconozca ese carácter
por la ley.”
Sin hacer la subdivisión de documentos públicos estric­
to setisu e instrumentos, podemos decir que las caracterís­
ticas generales de ellos son:
a) Haber sido expedidos por personas con determinada
calidad (funcionarios, notarios, pánrocos, etc.) ; 2
b) Que el asunto a que se refiere el documento, se en­
cuentre relacionado con las funciones de quien lo expida;
c) Que sean expedidos por las personas a que se refiere
el inciso a) durante el tiempo en que las desempeñaban,
siendo de hacerse notar que el articulo 238 del Código de
Procedimientos para el Distrito Federal establece que “no
se tendrán por documentos auténticos las certificaciones
expedidas por personas que no desempeñen cargo público
en la fecha en que las expidan, aunque dichas certificacio­
nes se refieran a actos acaecidos cuando ejercían dicho car­
go público"; y
d) Que se hayan expedido cumpliendo las formalidades
fijadas en la ley o, como dice Acero, las formalidades ex­
trínsecas de sello, firmas, testigos, registros y libros autori­
zados que garanticen la proveniencia del documento pú­
blico estableciendo asi su autenticidad.
2 Quedan incluidos los estatutos, ordenanzas, reglamentos y actas a
que se refiere la frac. VII del artículo 527 citado, así como las actua­
ciones judiciales de la VIII.
LA PRU E BA D O CU M EN TA L 231

En materia federal (Art. 281) se establece una fórmula


que señala las notas esenciales del documento público. De
esta manera, el artículo 129 del Código Federal de Proce­
dimientos Civiles establece que “Son documentos públicos,
aquéllos cuya formación está encomendada por la ley, den­
tro de los límites de su competencia, a un funcionario
público revestido de la fe pública, y los expedidos por los
funcionarios públicos, en el ejercicio de sus funciones”.
"La calidad de públicos se demuesrta por la existencia
regular, sobre los documentos, de los sellos, firmas u otros
signos exteriores que, en su caso, prevengan las leyes.”
Hemos manifestado que el artículo que se comenta, pro­
piamente establece una fórmula y esto se encuentra cons­
tatado en la exposición de motivos del Código adjetivo
federal, en la que con toda claridad se expresa: “Siguiendo
los precedentes doctrinales y legislativos, el artículo 129
fija los requisitos exigidos para que un documento tenga
el carácter de público. Son ellos: a) Que proceda de un
funcionario revestido de la fe pública, y b) Que ese fun­
cionario haya procedido, al formarlo, dentro de los límites
de su competencia, en el desempeño del oficio que le atri­
buye la ley.”
Como es de observarse, el criterio del legislador federal
comulga con los requisitos que hemos señalado como esen­
ciales de los documentos públicos, sin perder de vista el de
la autenticidad, al cual alude el artículo 129 en cita, en el
segundo párrafo, y lo propio hace la exposición de motivos
al aseverar: “El párrafo segundo del mismo artículo exige
que los documentos estén formados con observancia de los
requisitos legales ordenados para la especial clase de nego­
cios a que se refieran con el objeto de poderlos reconocer
exteriormente como tales”
De los documentos públicos procedentes del extranjero,
se deben citar como requisitos de autenticidad, los señala­
dos en los artículos 282 y 283 del Código Federal de Pro­
cedimientos Penales en los cuales se establece la necesidad
de que sean legalizados por el representante autorizado
232 E L PRO CED IM IEN TO P EN A L

para atender los asuntos de la República en el lugar donde


sean expedidos y la legalización de las firmas de dicho re­
presentante por parte de la Secretaría de Relaciones Exte­
riores. Cuando no hay representante mexicano en el lugar
donde se expidan los documentos públicos y, por tanto,
sean legalizados por el representante de una Nación amiga,
la firma de éste deberá a su vez ser legalizada por el Mi­
nistro o Cónsul de esa Nación, que resida en la Capital de
la República y la de éste por el funcionario público auto­
rizado de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Los datos expuestos entregan una definición de docu­
mento público, a saber: es el objeto material en el cual,
las personas a que limitativamente se refiere la ley, en
ejercicio de sus funciones y en el tiempo que las desempe­
ñaron, hacen constar un hecho, reuniendo esta constancia
las formalidades extemas que la misma ley exige.
El documento privado, se puede definir por exclusión,
diciéndose que es todo documento que no es público. Los
documentos privados se dividen en documentos simples
y documentos privados estricto sensu. Estos últimos son
aquellos que no siendo públicos fueron expedidos por per­
sonas que tienen calidad de partes en un proceso. El docu­
mento simple es el documento, que, no siendo público, fue
expedido por persona que no tiene calidad de parte en el
proceso.
Fijado el concepto de la prueba documental, pasamos
al estudio del valor de esta prueba. Como idea general
cabe señalar que la prueba documental, en cuanto cosa
inerte (el documento), ofrece pocas posibilidades para una
valuación psicológica directa que entregue al juez medios
de convicción más allá de lo comprendido en el signifi­
cado. Sin embargo, el psicoanálisis ha demostrado que los
documentos pueden expresar más de lo que contienen, en
otras palabras, que el juez puede obtener en los documen­
tos riquísimos datos no acusados en el significado. Las en­
mendaduras, los borrones, las manchas, etc., para el ojo
diestro, acusan determinadas formas de ser, o mejor dicho,
vivencias de los que han confeccionado los documentos. La
Escuela Psicoanalítica ha demostrado, cómo el subconscien­
LA PRUEBA D O CU M EN TA L 233

te, que galvaniza toda la actuación del hombre, también se


revela en la escritura. El poner encima una palabra sobre
otra, puede enseñar al juez las dos fases del alma de un
individuo: lo que verdaderamente quiere y lo que desea
que los demás crean que quiere. Así pues, toda legisla­
ción que se jacte de moderna, debe dar cabida a la esti­
mación de los datos que hemos señalado, produciéndose una
revolución en la prueba documental al precisarse el signi­
ficado del documento, no en el sentido de lo escrito, sino
más bien en la intención que tuvo el autor del documento.
Sin embargo, hay que reconocer que como los estudios al
respecto (de la psicología de la caligrafía: grafología) se
encuentran en los albores de la etapa científica, a pesar
de los largos años que traen consigo, resulta bastante aven­
turado el darle entrada en los textos positivos.
Según nuestras leyes, los documentos públicos hacen
prueba plena (Art. 250 del Código del Distrito y 280 del
Código Federal) . La razón es diáfana, pues partiendo de
personas que poseen determinada investidura, que los hace
suponer honorables y competentes, y habiendo sido expe­
didos con todos los requisitos que dificultan su alteración,
es claro que se les deba conceder valor absoluto. Sin em­
bargo, la ley (en los mismos artículos) concede a las par­
tes el derecho para redargüirlos de falsedad y para pedir
su cotejo con los protocolos o con los originales existentes
en los archivos. En este derecho concedido a las partes,
se deben distinguir dos situaciones: que el documento sea
falso por contener inexactitudes respecto de los hechos que
consagra, y que el documento no sea auténtico por no prove­
nir de quien legítimamente puede otorgarlo. En el pri­
mer caso hay que demostrar que los hechos no sucedieron
en la forma que se consigna en el documento y en el se­
gundo hay que demostrar la falta de autenticidad, es decir,
que las firmas o cualquier otro requisito relativo a la au­
tenticidad, no parten de quien debían partir; en términos
sencillos, que la firma o cualquier otro requisito está fal­
sificado. La lectura cuidadosa de los propios artículos nos
entrega las conclusiortes establecidas, ya que en ellos se habla
del derecho de las partes para redargüir la falsedad de un
234 E L PR O CE D IM IEN TO P E N A L

documento como primera hipótesis y, como segunda, para


pedir su cotejo con los protocolos o con los originales que
existen en los archivos. La tesis que sostiene que tan sólo
se puede atacar la autenticidad, se basa en que el articulo
244 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal alude exclusivamente a la autenticidad, señalán­
dose las reglas para hacer el cotejo con los documentos
indubitables, sin hacerse hincapié que las reglas que se
señalan para el cotejo cuando se ataca la autenticidad, no
restan poder ni vida a los preceptos que indican que los
documentos públicos pueden ser redargüidos de falsos.
Establecido que el documento público es posible ata­
carlo de falsedad por su contenido y por su autenticidad,
es de hacerse observar que en la primera situación, la prue­
ba plena del documento público es lesionada con otras
pruebas, en tanto que en la segunda situación, lo que se
logra es demostrar que el documento no puede tener ple­
nitud probatoria por no ser documento público. En suma,
en el primer caso se ataca la plenitud del valor otorgado
por la ley a la prueba, y en el segundo, se trata de demos­
trar que el documento no tiene plenitud de probanza por
no ser público.
Los documentos privados (estricto sensu) hacen prueba
plena contra su autor, siempre y cuando fueren judicial­
mente reconocidos por él o no los hubiere objetado, a pesar
de saber que figuran en el proceso (Art. 251 del Código
del Distrito) . Lo anterior se refiere a la ley del orden co­
mún; en el Código Federal, los documentos privados tienen
fuerza de indicios.
En lo que alude a los documentos simples, tanto en el
Código del Distrito como en el Código Federal, son esti­
mados como indicios (Arts. 251 del Código del Distrito y
285 3 del Código Federal) .
La prueba documental, según el Código del Distrito,
puede ser presentada en cualquier estado del proceso hasta
antes que se declare “visto” y después sólo podrá ser admi-8

8 La reforma del artículo 285 (Diario O fic ia l del 27 de diciembre


de 1983) no altera el criterio del tema que venimos examinando.
\

\ la prueba docum ental 235

tida bajo la protesta formal, que haga el que la presenta,


de no haber tenido noticia de ella anteriormente (Art.
243). El Código Federal, con un criterio más jurfdico, esta­
blece como regla general, que la prueba documental será
recibida “hasta un día antes de la citación de la audiencia
de vista”
C a p í t u l o D e c im o p r im e r o

PRUEBA PERICIAL

Fundam entos del peritaje. Elementos del peritaje. Caracte­


rísticas del p eritaje procesal. El p eritaje procesal como m e­
d io probatorio y como algo su» g é n e r U . El p eritaje en nues­
tras leyes: el perito y peritaje. Form a como se rin d e el
peritaje. V alor probatorio del peritaje. La interpretación.
Si el conocimiento reside en la captación que del objeto 1
hace el intelecto, es claro que para que haya conocimien­
to se necesita que el objeto se ofrezca asequible a la cap­
tación. Muchas veces, el objeto no se presenta para el co­
nocimiento de manera franca y abierta, sino con velos que
lo cubren y ocultan los perfiles que posee. En estos casos,
el que quiera conocer, necesita utilizar ciertos medios que
develen a la realidad los cuales constituyen técnicas o artes
especiales, cuya posesión solicita laboriosos estudios. Resulta
por demás decir que el conocimiento de esos objetos ve­
lados, sólo lo obtienen quienes poseen las artes especiales
a que hemos hecho mención, y que si un profano quiere
conocerlos, ha menester de la ayuda del versado.
Ahora bien, de la necesidad que tienen muchas veces
los profanos, de conocer objetos cuyo conocimiento sólo se
logTa con el dominio de ciertas técnicas, y de la forzosa
intervención que en estos casos deben tener las personas
versadas en artes especiales, para poner al alcance de aqué­
llos el conocimiento que necesitan, aparece el fundamento
del peritaje. El peritaje consiste en hacer asequible al pro­
fano en determinada arte, el conocimiento de un objeto
cuya captación sólo es posible mediante técnica especial.
El análisis del peritaje descubre los siguientes elementos:
a) Un objeto que para el conocimiento del profano se
presenta de manera velada;
b) Un sujeto que necesita conocer ese objeto, pero su
ignorancia en determinada arte le hace imposible la satis­
facción de su necesidad; y*

J Utiliiando la palabra objeto en su más amplia acepción: como


todo aquello que esté frente a la conciencia, y. por tanto, es susceptible
de conocimiento, como ya lo hemos expresado.
240 E L PR O CE D IM IEN TO P E N A L

c) Un sujeto que por los conocimientos que posee (téc


nica) le es posible captar el objeto, y mediante el examen1
y análisis del mismo hacerle? asequible al profaqo_merced a
las explicaciones que formula al respecto. /
Fijado el concepto general del peritaje, pasamos al es­
tudio del peritaje procesal, del cual podemos hacer las
siguientes observaciones:
I. El peritaje procesal tiene el mismo fundamento que
el peritaje general. Nace para facilitar el conocimiento de
objetos que, para su entrega al intelecto, presentan difi­
cultades.
II. La necesidad del peritaje procesal aparece siempre
que para el examen de personas, hechos u objetos, se ne­
cesitan conocimientos especiales (artículos 162 del Códi­
go de Procedimientos Penales para el Distrito Federal y
200 del Código Federal de Procedimientos Penales). Así
pues, es necesaria la presencia del peritaje procesal, inde­
pendientemente que el órgano jurisdiccional posea o no los
conocimientos especiales que ha menester para el examen
m encionado. En este pumo, el peritaje procesal discrepa
del peritaje general, pues este último, por sus característi­
cas esenciales, sólo puede presentarse en la coexistencia
de un profano y un versado (elemento b y c), pues el peri­
taje es una ayuda proporcionada al profano para que pue­
da conocer un objeto que no le es asequible y es obvio que
si no existe la necesidad de esa ayuda, la presencia del pe­
ritaje es ociosa. Sin em bargo, se debe ad v ertir que la
obligatoriedad de recurrir al peritaje procesal no intenta
vulnerar la esencia del peritaje general, sino únicamente
garantizar el exacto conocimiento: no se permite la autoesti-
mación del juez respecto de sus conocimientos especiales,
porque ésta podría ser errónea (el juez se sentiría capacitado
sin serlo) e impediría un claro conocimiento del dato que
urge conocer; se le obliga así a recurrir al peritaje, asegu­
rándose la feliz captación del objeto.
III. El peritaje procesal no entrega al juez el conoci­
miento de determinadas “personas, hechos u objetos”, cuyo
examen requiere conocimientos especiales, pues si así fue­
ra, el perito se convertiría en juez (el juez es el que debe
PRUEBA P E R IC IA L 241
\
1 conocer para después poder decidir; estas facultades no las
\ puede delegar sin el peligro de perder la función jurisdic­
cional) . En el terreno procesal, en términos generales, el
perito no entrega al juez, como vulgarmente se cree, el co­
nocimiento del objeto; lo que verdaderamente da, son los
medios con los cuales es posible obtener e interpretar el
dato buscado. Diríase que el técnico (el perito), amén
de las explicaciones que suministra para hacer asequible
el conocimiento del objeto, obsequia al juez algo de su téc­
nica; le enseña parte de su saber especial para que el juz­
gador pueda obtener el conocimiento que busca. En pocas
palabras, el técnico es un asesor o ilustrador del juez, no
sólo de los hechos por interpretar, sino también de los
medios interpretativos, suministrándole, en la peritación, la
forma como él estima los datos al través de la técnica usa­
da. Lo expuesto nos lleva a poder afirmar que el peritaje
no es un medio probatorio, sino algo sui géneris: la ilus­
tración que ayuda al juez a tomar los datos del proceso.
Sabemos que el pensamiento difiere del de los comenta­
ristas del Derecho procesal, e inclusive del que anima el
Derecho positivo, en donde la ley manifiesta, sin ambajes
de ninguna especie, que el peritaje es un medio probato­
rio. Mas estas afirmaciones son gratuitas, porque las cosas
no son lo que el capricho humano quiere, son lo que su
esencia acusa y en tanto que el medio probatorio se carac­
teriza por llevar datos al juez, y el peritaje no lleva datos,
sino ilustra sobre una técnica especial, no es medio proba­
torio. El punto de vista que venimos sosteniendo encuentra
corroboración absoluta en la interpretación de los artícu­
los que hablan del valor probatorio del peritaje. En todos
los Códigos procesales de México se sostiene, con acierto,
que el valor del peritaje queda a la libre apreciación del
juez. Si el peritaje se estima como medio probatorio, se
desemboca en el absurdo de que el juez, al valorar las con­
clusiones del perito, se convierte en perito de peritos (lo
cual en muchos casos es imposible); mas si se sostiene,
como nosotros lo hacemos, que el peritaje es algo sui géne­
ris, cuya vida se halla en ilustrar al juez sobre una técnica,
la libertad de apreciación se justifica totalmente, pues el
242 E L PRO C E D IM IEN TO P E N A L

propio juez, que no puede delegar las facultades de conocer


y decidir, ilustrado por el perito está capacitado para apre­
ciar e interpretar directamente los hechos y hacer juicios
sobre dictámenes periciales. En suma, en la posición que
sostenemos, es perfectamente razonable que haya libertad
para apreciar el peritaje. Estimándolo como medio proba­
torio es imposible, hablando lógicamente, que exista liber­
tad para, en todos los casos, apreciar su valor probatorio.
El estudio del peritaje en nuestras leyes vigentes, en
donde aparece como medio probatorio, es necesario desen­
volverlo en dos capítulos: el del perito y el del peritaje o
dictamen.
El perito. El perito debe ser una persona con conoci­
mientos especiales de la materia, debiendo tener título ofi­
cial en la ciencia o en el arte a que se refiere el punto so­
bre el cual debe dictaminar, si la profesión o arte están
legalmente reglamentados; en caso contrario, el juez nom­
brará a personas prácticas y si el inculpado pertenece a un
grupo étnico indígena, podrán ser peritos prácticos perso­
nas que pertenezcan a dicho grupo étnico indígena. Tam­
bién podrán ser nombrados peritos prácticos cuando no
hubiere titulados en el lugar en que se sigue la instruc­
ción, mas en este caso se necesita de todas maneras la opi­
nión del perito, ya que será necesario librar exhorto o
requisitoria al juez del lugar en que los haya, para que
éstos, con vista del dictamen de los prácticos emitan su
opinión (Arts. 171 y 172 del Código del Distrito y 223
y 224 del Código Federal).
Tos peritos pueden ser nombrados por las partes o por
el juez. Las partes tienen derecho a nombrar hasta dos pe­
ritos (Arts. 164 del Código del Distrito y 222 1614 del Código
Federal) y el juez los que estimare convenientes. Este
último, lo mismo que el Ministerio Público, sólo puede
nombrar peritos oficiales y en caso de que "no hubiere pe­
ritos oficiales, se nombrarán de entre las personas que des­
empeñen el profesorado del ramo correspondiente en las
escuelas nacionales, o bien de entre los funcionarios o em­
pleados de carácter técnico en establecimientos o corpora-3
3 bl' El articulo 222 fue reformado el 15 de diciembre de 1985, pero
no cambió la idea en el punto que tratamos.
PRU EBA P E R IC IA !. 243

ciones dependientes del Gobierno” (Art. 180 del Código


del Distrito).
Si no hubiere peritos de los que se mencionan en el
párrafo anterior y el juez o el Ministerio Público lo estima­
ren conveniente, podrán nombrar otros y en este caso los
honorarios se cubrirán según lo que se pague por costum­
bre en los establecimientos particulares de que se trata, a
los empleados permanentes de los mismos, teniendo en
cuenta el tiempo que los peritos deberán ocupar en el des­
empeño de su comisión. Los peritos que gocen de sueldo
del erario y dictaminen sobre puntos decretados de oficio
o a petición del Ministerio Público, no podrán cobrar ho­
norarios (Arts. 181 del Código del Distrito). Por último,
debe señalarse que la ley fija, por regla general, que los
peritos deben ser dos o m ás2 (Arts. 163 del Código del
Distrito y 221 del Código Federal). Esta exigencia se jus­
tifica en el deseo de pugnar por la obtención de un exacto
conocimiento, y ya brinde el peritaje datos, o simplemente
sea un medio de ilustración, en ambos casos la presencia de
varios peritos garantiza, más que uno solo, la feliz obten­
ción del fin que se persigue.
En el estudio del perito se presenta el problema de dis­
tinguir el perito del testigo. La distinción es sumamente
fácil, pues primero, el perito nunca concurre con los datos
a los que se refiere su dictamen, en tanto que el testigo
siempre concurre con los datos a que se refiere su testimo­
nio; y segundo, el perito siempre aprecia los datos, el tes­
tigo jamás los aprecia, únicamente relata.
El peritaje. En el peritaje vamos a estudiar:
1? Sus características propias, y
2? La forma de rendirse.
1. El peritaje consta de tres partes: hechos, considera­
ciones y conclusiones (Arts. 175 del Código del Distrito y
234 del Federal). Los hechos son la enunciación de los
2 En el Código del Distrito Federal (Art. 163) se permite nombrar
un solo perito "cuando sólo éste pueda ser habido, cuando haya peligro
en el retardo o cuando el caso sea de poca importancia'*. En materia fe*
dcral el articulo 221 consigna situación análoga eliminando el caso de
poca importancia, calidad según nosotros, que resulta difícil determinar.
244 E L PROCED IM IEN TO P E N A L

datos que se presentan oscuros y sobre los cuales debe ver­


sar el dictamen. Las consideraciones, el estudio del objeto
del peritaje, con la técnica especial2 w* Las conclusiones,
los datos obtenidos con el estudio especial; los datos libra­
dos de aquello que los oscurece o, mejor dicho, traducidos
a un lenguaje asequible a cualquier persona. En otras pa­
labras, lo que estiman los peritos se oculta detrás de una
“realidad velada”.
El juez y las partes hará a los peritos todas las preguntas
que crea oportunas y cuando lo juzgue conveniente, asistirá
al reconocimiento que hagan de las personas o de los obje­
tos (Arts. 174 y 170 del Código del Distrito y 233 del Có­
digo Federal, reformado en diciembre de 1984). De las re­
formas de 1994 se pueden sacar las mismas conclusiones.
El peritaje puede recaer sobre personas, hechos u obje­
tos. El Código de Procedimientos Penales del Distrito Fe­
deral, en su artículo 162, reduce la materia del peritaje al
“examen de alguna persona o de algún objeto”, pero en la
práctica, el peritaje también se rinde sobre hechos. El Có­
digo Federal, en su articulo 220, ya expresamente se refiere
a hechos, manifestando: "Siempre que para el examen de
personas, hechos u objetos, se requieran conocimientos es­
peciales, se procederá con intervención de peritos.”
II. Antes de rendirse el peritaje, los peritos deben acep­
tar el cargo y protestar su fiel desempeño, con excepción
de cuando se trata de peritos oficiales. En los casos de
urgencia la protesta no se hace al aceptarse el cargo, sino
al producirse o ratificar el dictamen (Arts. 168 del Código
del Distrito y 227 del Código Federal). El peritaje debe
ser rendido por escrito, dentro del plazo fijado por el juez
y ratificado cuando se estime necesario. Los peritos que no
sean oficiales, siempre deben ratificar su dictamen (Arts.
168 y 177 del Código del Distrito y 228 y 235 del Código
Federal). En la actualidad por reform a de 1994 el artícu­
lo 177 establece: “Los peritos em itirán su dictam en por
escrito y lo ratificarán en diligencia especial en el caso de2
2 bis Esta parte del peritaje tiene suprema importancia para la tesis que
sostenemos del peritaje procesal, pues en ella van las ilustraciones que el
perito hace al juez.
PRU E B A P E R IC IA L 245

que sean objetados de falsedad o el M inisterio Público o


el juez lo estim en necesario.
Cuando el juicio pericial recaiga sobre objetos que se
consuman al ser analizados, el juez no permitirá que se ve­
rifique el primer análisis, sino sobre la mitad de las sus­
tancias a lo sumo, a no ser que sea tan escasa la cantidad,
que los peritos no puedan rendir su opinión sin consumir­
la toda.
Si los peritos nombrados discrepan entre sí, no se sigue
el procedimiento que establece el peritaje civil de nombrar
un tercero en discordia, sino que previamente se les cita a
una junta, y solamente en caso de que no se logre comu­
nión en las opiniones, se nombrará el tercero (Arts. 170 y
178 del Código del Distrito y 236 del Código Federal).
Pasando al valor probatorio del peritaje, caben las si­
guientes reflexiones:
1. El peritaje queda sujeto a la libre apreciación del
juez, en términos generales (Art. 254 del Código dei Dis­
trito y Art. 288 del Código Federal). En el artículo 254 re­
formado en 1994, en la calificación de la fuerza probatoria
participan el Ministerio Público, el juez o el tribunal.
2. En lo tocante al Distrito Federal, el juez, durante
la instrucción, normará sus procedimientos por la opinión
de los peritos nombrados por él, o lo que es lo mismo, no
debe atender a la peritación de los nombrados por las par­
tes (Art. 164). En materia Federal, la reforma al artículo
222 de diciembre de 1984, ya no precisa algo sobre este
punto.
3. Existe excepción al principio de la libre apreciación
del peritaje, en los casos en que la ley no admite propia­
mente refutación al dictamen, siendo éstos:
a) El de lesiones externas, en donde se debe tomar en
consideración la descripción que de ellas hagan los peritos
médicos (Art. 169 del Código Federal);
b) El de lesiones internas, envenenamiento u otra en­
fermedad proveniente de delito, en los que basta el dicta­
men pericial para dar por comprobado el cuerpo del delito
(Art. 170 del Código Federal);
246 E L PRO CED IM IEN TO P EN A L

c) El de homicidio, en el que para darse por compro­


bado el cuerpo del delito se necesita el dictamen de los
peritos médicos que hagan la autopsia (Art. 171 del Códi­
go Federal);
d) En los casos de homicidio, cuando no se encuentra
el cadáver, en el que es suficiente el dictamen de los pe­
ritos (Art. 172 del Código Federal); y
e) En los casos de aborto o de infanticidio, en que el
cuerpo del delito se da por comprobado en la misma forma
que el homicidio, y los peritos deberán describir las lesio­
nes, dictaminando sobre la causa del aborto, y en el infan­
ticidio sobre si la víctima nació viable (Art. 173 del Có­
digo Federal). En la reforma de 1094 se elimina el término:
"Se ciará por comprobado el cuerpo del delito."
En todas las situaciones que hemos citado, que corres­
ponden a normas del Código Federal, es de hacerse obser­
var, como ya se indicó, que el legislador expresa que se
dará por comprobado el cuerpo del delito, lo que con buena
técnica lleva a la conclusión que no queda sujeto el peri­
taje a la libre apreciación del órgano jurisdiccional. En el
Código del Distrito, tan sólo cabe la excepción a la libre
apreciación en el homicidio cuando el cadáver no se en­
cuentra, ya que la parte final del articulo 303 del Código
Penal expresa: "Cuando el cadáver no se encuentre, o por
otro motivo no se haga la autopsia, bastará que los peritos,
en vista de los datos que obren en la causa, declaren que
la muerte fue resultado de las lesiones inferidas.” De esta
manera, se puede aseverar que se niega al juez la libre
apreciación de la prueba pericial. De las lesiones, el aborto
y el infanticidio, no cabe en el Distrito Federal la excep­
ción que venimos tratando, por no establecerse en la ley
respectiva el mandato de darse por comprobado el cuerpo
del delito. En otras palabras, en los artículos 104 a 113 del
Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal, se
establecen diligencias que se deben practicar en los delitos
que comprenden los artículos en cita, mas no se les da a
los dictámenes fuerza plenaria, por no haber ninguna frase
de la cual pueda deducirse tal situación.
Para terminar con el peritaje, debe recordarse que casi
PRUEBA PERICIA L 247

siempre es un medio probatorio auxiliar, por servir al per­


feccionamiento de otros medros probatorios.
En el capítulo del peritaje se estudia la interpretación,
la cual consiste en traducir al idioma usual algo que no
reviste tal forma (idioma extranjero, lenguaje especial de
los sordomudos, etc.). Algunos tratadistas estiman que la
interpretación no cabe en el capítulo del peritaje por care­
cer de apreciaciones. A nuestro modo de ver, tal postura
es correcta, porque en verdad, la interpreatción no ofrece
medios ilustrativos al órgano jurisdiccional. Quizá esta fue
la razón que tuvo presente el legislador en materia Federal
para no colocar la interpretación en el capítulo del peri­
taje, como lo hace el Código del Distrito, sino dentro de las
"Reglas Generales para el Procedimiento Penal”. Los intér­
pretes son nombrados por el juez, y las partes únicamente
tienen derecho a recusarlos (Arts. 183, 185 y 187 del Código
del Distrito y 28 y 29 del Código Federal).
En la interpretaciód deben distinguirse dos situaciones:
la de la traducción oral y la de la traducción de documen­
tos en idioma extranjero. >
En la traducción oral, la interpretación debe hacerse
directamente por uno o dos intérpretes mayores de edad,
nombrados por el juez y que protestarán traducir fielmente
las preguntas y respuestas que deben trasmitir. Esta tra­
ducción puede tomar también la calidad de la interpreta­
ción de documentos si cualquirea de las partes solicita que
la declaración se tome en el idioma del declarante.
También hay que señalar que a los sordos y a los mu­
dos que sepan leer,y escribir.se les interrogará por escrito,
previniéndoseles que contesten en la misma forma; en ma­
teria Federal se les puede interrogar por escrito o por medio
de intérprete. La interpretación de documentos redactados
en idioma extranjero se hace también por medio de peri­
tos pero como el documento se presenta acompañado de su
traducción al castellano, solamente en caso de que. fuera
objetado, procede la traducción a que se ha hecho refe­
rencia.
Por último, cabe señalar que el testigo nunca podrá ser
intérprete (Arts. 186 del Código del Distrito y 30 del Có­
digo Federal).
248 E L P R O C E D IM IEN TO P E N A L

Tomando en consideración tesis sostenidas últimamente


por nuestro Tribunal Máximo, conviene agregar que el pe­
ritaje debe ser rendido cuando ya interviene el órgano juris­
diccional, pues en general los dispositivos del capítulo sobre
peritación aluden al juez o a las partes. Lo anterior resulta
importante con los peritajes rendidos en la averiguación
previa, los cuales, en estricto sentido técnico, podrían no
constituir una prueba pericial, sino inominada, en donde
no operan las reglas relacionadas con el derecho de cada
una de las partes de nombrar perito e incluso el de desig­
nar uno tercero en discordia, cuando los nombrados por las
partes continúan discordando, después de la junta a que
se refieren los Arts. 170 del Código del Distrito y 236 del
Código Federal. Sin embargo, la tesis expuesta debe ser
objeto de detenida meditación ya que las leyes en cita, en
varios artículos hablan de peritajes pracitcados en la ave­
riguación previa, o sea en el periodo de preparación de la
acción.
C a p ít u l o D e c im o s e g u n d o

PRUEBA TE ST IM O N IA L

El testigo. El testigo de un delito y el testigo en un proceso.


Características del testigo. Capacidades que debe tener el
testigo. El testimonio. Análisis de los requisitos que contie­
ne el testimonio. El valor del testimonio. El careo. Carac­
terísticas del careo procesal o real. Características del careo
supletorio. Características del careo constitucional. La con­
frontación y 3us dos aspectos. El reconocimiento.
Testigo es la persona física que puede suministrar datos
sobre algo que percibió y de lo cual guarda recuerdo. Los
elementos esenciales del testigo son: una percepción, una
apercepción y un recuerdo, o sea, recibir una impresión
por los sentidos, darse cuenta de esa impresión y guardar
memoria de ella. La falta de cualquiera de los elementos
señalados hace imposible la calidad de testigo.
El testigo de un delito, es la persona física que en cual­
quier forma tiene conocimiento de algo relacionado con el
delito. El testigo en el proceso, es el que comparece a éste
para hacer del conocimiento del órgano jurisdiccional da­
tos vinculados con lo que se investiga.
Huelga decir que el testimonio es lo manifestado por
el testigo, resultando así que el órgano de prueba es la per­
sona física: el testigo; y el medio probatorio, lo manifes­
tado: el testimonio.
El estudio ordenado del medio de prueba a que se re­
fiere este capítulo, exige analizar por separado el testigo
del testimonio.
El testigo. Para ser testigo se necesita tener capacidad
legal de carácter abstracto y de carácter concreto. La capa­
cidad abstracta consiste en la facultad de poder ser testigo
en cualquier procedimiento penal. La capacidad concreta, en
la facultad de poder ser testigo en un procedimiento penal
determinado. En nuestras leyes, todos son capaces abstrac­
tamente para ser testigos. En lo que alude a la capacidad
concreta, se puede establecer que no hay incapacitados, ya
que el artículo 191 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal manifiesta que: "Toda persona,
cualquiera que sea su edad, sexo, condición social o ante­
cedentes, deberá ser examinada como testigo, siempre que
pueda dar alguna luz para la averiguación del delito y el
juez estime necesario su examen”. (En la reforma de 1994
no cambia la esencia). A la misma conclusión de que no
252 E L P R O C E D IM IE N T O PE N A L

hay incapacitados, lleva el artículo 242 del Código Federal,


en cuanto afirma: “Toda persona que sea testigo está obli­
gada a declarar. “La única excepción que se puede fijar a la
regla que antecede, no es de carácter legal, sino lógico, pues
ls razonable que el juez y el Ministerio Público, por la esen­
cia de sus funciones, son incapaces para ser testigos en los
asuntos en los que intervienen como funcionarios. Franco
Sodi quiere ver en los artículos 192 del Código del Distrito
y 243 del Federal, casos de incapacidad concreta, mas es su­
ficiente leer los artículos con detenimiento, para concluir
que no se fijan casos de incapacidad concreta, ya que ellos
no establecen que "no se podrá ser testigo”, sino únicamen­
te que “no se obligará a declarar". En otras palabras, si el
legislador deseaba establecer una incapacidad concreta, hu­
biera utilizado las palabras “no podrá ser testigo” y como
usa Ja fórmula “no se obligará”, lo único que quiere es que
no se conmine a las personas que cita el artículo, a rendir
sus testimonios, siendo pertinente señalar que el artículo
243 ya citado, en la parte final manifiesta “pero si estas per­
sonas tuvieren voluntad de declarar, se hará constar esta
ciicuiislancia y se recibirá su declaración”. Parecido criterio
es el que animaba la excluyeme de responsabilidad conte­
nida en la fracción IX del artículo 15 del Código Penal,
antes de ser derogada.
En la legislación mexicana no es necesario, para poder
ser testigo, el citatorio consiguiente, procediendo la com­
parecencia espontánea, sin que ello invalide la calidad de
testigo. La declaración del sujeto pasivo del delito es un
testimonio, por tener todas las características de este medio
de prueba. No se puede objetar que esa declaración sea
parcial e impida el testimonio, pues en materia penal no
existen tachas (Art. 193 del Código del Distrito) debién­
dose recibir la declaración de todas las personas que pue­
dan esclarecer algo relacionado con el delito, sus circuns­
tancias o el delincuente (Arts. 189, 190 y 191 del Código
del Distrito y 240, 241 y 242 del Código Federal) .1
Los testigos pueden ser directos o indirectos: los testi­
gos directos son aquellos que por sí mismos conocen el datoi
i Ij s últimas reformas do 1994 no alteran los pensamientos expuestos.
PRUEBA TE ST IM O N IA L 253
que suministran y los indirectos o de referencia son los
que el dato que suministran les consta por inducción o por
referencia (testigos de oídas). En el testigo indirecto, lo
único que le consta directamente es la refej-encia, pero
no el dato contenido en ésta. Es decir, es testigo directo
de la referencia e indirecto del contenido de ésta.
El testimonio. El testimonio contiene relación de he­
chos y nunca puede referirse a apreciaciones, las cuales son
de la exclusiva competencia del juez o del perito confor­
me lo ha resuelto nuestro Máximo Tribunal al estimar que
“El testigo no está llamado a opinar en el proceso, pues ello
corresponde al perito, y la decisión de si el acusado es cul­
pable, corresponde declararlo a la autoridad judicial (Pág.
500;—Primera Sala de la última Compilación de Jurispru­
dencia) .
El estudio del testimonio, en nuestras leyes positivas,
impone tres capítulos:
I. Requisitos previos a la recepción del testimonio;
II. El testimonio propiamente dicho, y
III. Requisitos de comprobación del testimonio.
Primero. Los requisitos previos a la recepción del tes­
timonio, son ciertas medidas que el legislador prescribe
para asegurar, hasta donde sea posible, la eficacia de este
medio probatorio. Estos requisitos son los siguientes:
a) El testimonio debe recibirse de una manera singu­
lar,2 por lo que los testigos deben ser examinados por se­
parado. Este requisito tiene por objeto evitar que los otros
testigos se enteren de un testimonio, lo cual, en muchos
casos, perjudicaría su eficacia al ofrecer oportunidad para
borrar las discrepancias de las declaraciones y poder averi­
guar la verdad. Esta regla general sufre la excepción rela­
tiva a los casos en que se tTata de un testigo ciego, sordo,
mudo o ignorante del idioma castellano, pues la ley ordena
que en la primera situación (cuando el testigo es ciego),

2 J.jo señalamos como requisito previo porque antes de rendir el tes­


timonio ya se encuentra aislado el testigo. Podría tratarse este requisito
en el parágrafo del testigo
254 E L P R O C E D IM IEN TO P E N A L

sea acompañado por la persona que firmará las declaracio­


nes y, en los demás, por los que sirvan de intérpretes (Arts.
203 del Código del Distrito y 246 del Federal). La excep­
ción señalada no daña la intención que hemos apuntado
arriba, pues el testigo se hace acompañar exclusivamente
de las personas que son necesarias para salvar las defi­
ciencias que pudieran dañar el testimonio;
b) Antes de que el testigo comience a declarar, se le
instruye sobre las sanciones que la ley impone a quienes
se producen con falsedad, e inmediatamente después se le
toma la protesta de decir verdad (Arts. 205 del Código
del Distrito —la reforma no ahera el pensamiento—; y 247
y 248 del Código Federal). Lo anterior tiene por objeto
obligar jurídicamente al testigo a decir la verdad de los
hechos.
En lo que toca a la protesta, se debe advertir que el
Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal es­
tablece que ésta no se tomará a las personas menores de
catorce años (la reforma de 1904 establece dieciocho años)
(Ari. 21.3). Kl Código Federal de Procedimientos, manifies­
ta que a ios menores de dieciocho años no se les tomará pro­
testa (Art. 247). Lo anterior obedece a que se estima que
a los menores citados, por razón de su edad, no se les puede
constreñir jurídicamente a decir verdad, y por tanto sólo
se les debe exhortar. Además debe considerarse que por la
minoría de edad penal, no puede ser objeto de las sanciones
que el Derecho Penal señala para el delito de falsedad a los
mayores de dieciocho años.
Segundo. El testimonio es lo dicho por el testigo. Se
hace de viva voz y principia con la fijación de las genera­
les del que depone, así como de sus vínculos de parentes­
co, amistad o cualquier otro y los motivos de odio o rencor
que tuviere con los sujetos del delito. La fijación apun­
tada tiene un doble objeto: vincula al testigo con el testi­
monio y exhibe datos que sirven para la apreciación del
mismo testimonio. Después de asentadas las generales y los
otros datos mencionados, principia el testimonio en estricto
sentido, o sea, el relato de todo lo que se sabe vinculado
P R U E B A T E ST IM O N IA L 255

con el delito, sus circunstancias o las personas que en él


intervinieron. El testigo debe contestar las preguntas que
las partes formulen debiendo advertirse que el Código del
Distrito, sin razón de ninguna especie, exclusivamente conce­
día al Ministerio Público el derecho de preguntar al testi­
go, en tanto que el Código Federal, con todo acierto, ya
se refería al Representante Social y a la defensa (Arts. 207
del Código del Distrito y 249 del Código Federal). F.n la
reforma de 1994, el Código de Distrito otorga el derecho de
interrogar al M. P. y al defensor y el Federal al M. P., el
inculpado, el defensor y la víctima u ofendidos. F.l tes­
timonio se rinde en el juzgado, con excepción de cuando
el testigo está enfermo, imposibilitado físicamente, o es alto
funcionario de la Federación. En estos casos, la ley ordena
se “traslade el juez a la habitación u oficina de dichos in­
dividuos para que declaren” y tratándose de altos funcio­
narios de la Federación, el testimonio puede ser rendido
por oficio (Arts. 202 2 bl> del Código del Distrito y 245 del
Código Federal).
Tercero. Los requisitos de comprobación del testimo­
nio. son todos aquellos que tienen por objeto dejar sentado,
en la forma más fiel, lo dicho por el testigo. En obsequio
de lo anterior, en primer lugar tenemos el levantamiento de
un acta en la que se asientan las declaraciones de los tes­
tigos procurando redactarla "con claridad y usando, hasta
donde sea posible, las mismas palabras empleadas por el
testigo. Si éste quisiere dictar o escribir su declaración se
le permitirá hacerlo” (Arts. 208 del Código del Distrito y
250 del Federal). En segundo lugar, y también para ga­
rantizar la fidelidad entre lo dicho y lo escrito, al terminar
la diligencia "se leerá al testigo su declaración o la leerá
él mismo si quisiere, para que la ratifique o la enmiende,
En seguida el testigo firmará esa declaración o la hará por
él la persona que legalmente le acompañe” (Arts. 211 del
Código del Distrito y 254 del Federal).
En lo tocante al valor probatorio del testimonio, nues­
tras leyes vigentes, con mucho tino, han vinculado estre-2
2 bis Por reforma de 4 de enero de 1984, si el interesado lo requiere
y lo desea, puede comparecer a la declaración.
256 E L P R O C E D IM IE N T O PEN AL

chámente al órgano con el medio: al testigo con el testi­


monio. Decimos que las leyes vigentes han obrado con tino,
porque es indiscutible que el testimonio no puede valorarse
como entidad autónoma, sin compromisos con el que lo en­
gendró. La regla general que nuestros códigos consignan,
es la de valorar el testimonio tomando en cuenta todas las
circunstancias de las cuales se pueda inferir la veracidad
o m entira con que se produjo. Así en el artículo 289 del
Código Federal de Procedimientos Penales8 se establece
que “para apreciar la declaración de un testigo, el tribunal
tendrá en consideración:
”1. Que por su edad, capacidad e instrucción, tenga
el criterio necesario para juzgar del acto; *
”11. Que por su probidad, la independencia de su po­
sición y antecedentes personales, tenga completa impar­
cialidad;
”111. Que el hecho de que se trata sea susceptible de
conocerse por medio de los sentidos y que el testigo lo
conozca por sí mismo y no por inducciones ni referencia
de otro; 6
"IV. Que la declaración sea clara y precisa, sin dudas
ni reticencias, ya sobre la sustancia del hecho, ya sobre
sus circunstancias esenciales;
”V. Que el testigo no haya sido obligado por fuerza
o miedo, ni impulsado por engaño, error o soborno. El
apremio judicial no se reputará fuerza.”
Hay que señalar que el Código Federal de Procedimien­
tos Penales, fija los datos .que se deben tener presentes para*•

8 Idéntico en su contenido al 255 del Código d e Procedim ientos Pe­


nales p a ra el D istrito y T e rrito rio s Federales, con la Tínica excepción de
que cu el ordenamiento citado últimamente, se señala, incorrecta memo, que
también deberá tomarse en consideración que el testigo no sea inhá­
bil. Decimos incorrectamente, porque ya liemos indicado que en materia
penal no hay incapacidades para ser testigo. Esto fue lo que tomo en consi­
deración el legislador federal para suprimir el requisito señalado cu el
Código del Distrito.
•* im p ro p iam e n te se dice "ju zg ar c e i a c to ', cuando se debía haber
expresado “a p re ciar el acto ”, tom ando la p a la b ra ap red ació n como la
v in cu lad ó n de la perccprión y a p etre p d ó n .
5 Q u e no sea testigo indirecto o d e “oídas".
P R U E B A T E ST IM O N IA L 257

la apreciación de la prueba, obligando al tribunal a expo­


ner los razonamientos que haya tenido en cuenta para va­
lorarla (artículo 290).
El Código del Distrito en la fracción I del Art. 255,
olvidando la inexistencia de tachas, alude, sin sentido al­
guno, a "que el testigo no sea inhábil” (en artículo poste­
rior nuevamente incurre en el error de referirse a testigos
hábiles: todo testigo en cuanto testigo es hábil). A conti­
nuación establece consideraciones iguales a las del Código
Federal para la apreciación del testimonio y en los dispo­
sitivos siguientes fija plenitud probatoria para las declara­
ciones de dos testigos que convengan en la sustancia y en
los accidentes, o que sólo convengan en la sustancia, cuan­
do las diferencias sobre los accidentes no modifican la
esencia del hecho.
En el Código del Distrito había reglas respecto del va­
lor probatorio de la pluralidad de testigos, más estas reglas
fueron derogadas en 1994.
En lo que alude al Código Federal, no se establecen
reglas al respecto, ya que como se recordará, predomina en
dicho ordenamiento el sistema de la libre apreciación.
Para terminar el capítulo del valor probatorio del testi­
monio, procede analizar el caso de los menores y el de la
declaración de las personas no obligadas a declarar (Arts.
192 del Código del Distrito y '243 del Federal).
En lo referente a los menores, hay que recordar que
en materia penal todos tienen capacidad para ser testigos.
Por ello el testimonio del menor está al mismo nivel de
cualquier otra declaración, por supuesto considerándose,
para los efectos de la capacidad de percepción, apercepción
y narración, la edad del menor (ya se ha expresado que
uno de los elementos señalados para la apreciación del tes­
timonio es la edad). La Suprema Corte de Justicia, en la
tesis 283, que integra jurisprudencia, ha sostenido: “La mi­
noría de edad del declarante no invalida por sí misma
el valor probatorio que a su tesitmonio le corresponda, se­
gún las circunstancias del caso" (Último Apéndice al Se­
manario Judicial de la Federación. Segunda parte. Primera
Sala. Pág. 561).
258 E L PR O CE D IM IEN TO P E N A L

En lo que se refiere al testimonio de las personas no


obligadas a declarar, si ellas voluntariamente lo rinden,
no hay razón alguna para invalidar su testimonio. El hecho
de que no estén obligadas a declarar, no entraña la nuli­
dad del testimonio si se declara, pues no existe precepto
alguno que tal situación establezca.
En el mismo capítulo del testimonio se debe estudiar
el careo, en virtud de que, en términos generales, se pre­
senta como un medio perfeccionador del testimonio (prue­
ba auxiliar).
El careo puede revestir tres formas, a saber:
1. Como careo procesal o real;
2. Como careo supletorio, y
3. Como careo constitucional.
En las dos primeras formas, el careo tiende a perfec­
cionar el testimonio y en la última toma características es­
peciales que oportunamente explicaremos. Estudiando por
separado cada una de las formas apuntadas, tenemos:I.
I. El careo procesal o real es una diligencia que con­
siste en poner cara a cara a dos personas que discrepan en
sus declaraciones, para que las sostengan o modifiquen.
Este careo más que un medio probatorio autónomo, es un
medio probatorio al servicio del testimonio. Con el careo
se intenta lograr mayor precisión en la versión de los testi­
gos y, por esto, debe ser siempre decretado por el juez.
Explicando en otra forma, podemos decir que cuando en
las declaraciones no hay diferencias que provoquen confu­
siones, no es menester la verificación del careo real. La
idea que venimos sosteniendo encuentra apoyo en la ley y
en la jurisprudencia. En la ley, en el artículo 228 del Có­
digo del Distrito y en el 265 del Código Federal, de los
cuales se infiere, con absoluta diafanidad, que el careo se
practicará cuando exista contradicción en las declaraciones
de dos personas, y en la jurisprudencia, por haber sostenido
ésta que el careo procesal “persigue como fin aclarar los
puntos de contradicción que hay en las declaraciones res­
pectivas”. (Las reformas de 1904 no alteran ¡a idea expuesta).
rRUEBA testim o n ia l 259

De lo expuesto se puede afirmar que el careo procesal


exige los siguientes elementos:
a) Que existan dos declaraciones;
b) Que esas declaraciones contengan discrepancias en
relación una de la otra, y
c) Que los autores de las declaraciones sean puestos cara
a cara para que sostengan o modifiquen su dicho.
En el careo procesal es necesario distinguir dos mo­
mentos:
1. El que se refiere a lo que el careo tiene absoluta­
mente del testimonio, y
2. El que se refiere a lo que el careo tiene de prueba
directa para el juez, de espectáculo exhibidor de datos psi­
cológicos de los careados.
Refiriéndonos al primer momento, podemos afirmar que
el careo encierra, en el fondo, un testimonio que se va pu­
rificando en forma dialéctica. La dialéctica consiste en ir
buscando la verdad a través de un diálogo preñado de afir­
maciones y negaciones y, en el careo, los testimonios de los
careados van precisándose en esa forma.
Por lo que toca al segundo momento, el careo tiene una
importancia directa para el juez, que observando las eludas,
reticencias, etc., de los careados, puede determinar quién
dice la verdad. Sabido es que la situación psicológica de un
hombre no puede ser la misma en el monólogo que en diá­
logo contradictorio. En el monólogo, el hombre no tiene
que hacer gran acopio de fuerza ni vigorizar los cercados
de su censura para sostener determinada versión. No hay
algo que se oponga a lo que él dice y, por ende, no hay algo
que debilite o robustezca las motivaciones psicológicas de
su decir. En el debate dialogado hay algo que se opone
al proceder del individuo y éste, forzosamente experimenta
cambios psicológicos, que muchas veces tienen su eco ex­
terior, como por ejemplo, el cambio de voz, la disminución
del coraje para afirmar y hasta (en los eritrofobos), cam­
bios de color en el rostro. Todos estos datos encierran ri­
quísimas perspectivas para la búsqueda de la verdad.
260: E L PROCED IM IEN TO P EN A L

El valor probatorio del careo procesal, debe fincarse so­


bre el testimonio y sobre la apreciación directa que el juez
hace de los careados.
La práctica del careo procesal no reviste complicaciones
de ninguna especie. Los requisitos que debe llenar son los
siguientes:
o) Que se practique durante el periodo instructorio 4
(Art. 225 del Código de Procedimientos del D. F .). F.n la
reforma de 1994 simplemente expresa el derecho del pro­
cesado para ser careado cuando lo solicite. El Código Fe­
deral no señala con precisión que el careo debe practicarse
en el periodo instTuctorio, pero la redacción del artículo
265 puede llevar a esta conclusión, amén de que existiendo
el principio general de que las pruebas se reciben durante
la instrucción, si no hay precepto expreso en contrario,
debe estarse a la regla general.
b) Que cada careo se realice de manera singular, o lo
que es lo mismo, en cada diligencia sólo pueden ser carea­
dos un testigo con otro; un testigo con el procesado o un
testigo con el ofendido; o dos procesados (Art. 227 del
Código del Distrito y 266 del Código Federal). Este requi­
sito obedece a la finalidad psicológica buscada con el careo,
pues una diligencia de careo entre varias personas, hace
perder, en muchas ocasiones, los efectos psicológicos que se
quieren provocar, ya que no es lo mismo sostener una
versión de manera individual, que con el apoyo de otras
personas. La psicología contemporánea prueba que el hom­
bre, por esencia, trata de prorratear la responsabilidad de
los actos indebidos que pesan sobre él, y atento a esto, su
ofuscación es más grande cuando él sólo responde de un
acto, que cuando ese acto descansa sobre varios. Por otra
parte, el requisito que estamos estudiando, también tiene
por objeto el evitar confusiones: si se trata de precisar ver­
siones, esto es imposible cuando al encuentro de dos versio­
nes se agrega la de otras;
c) Que se dé lectura a las declaraciones de las personas

« El término 'istructorio debe tomarse en su connotación más lata:


desde el auto de radicación basta la formulación de conclusiones.
p r u e b a t e s t im o n ia l 2G1

que se carean (Arts. 228 del Código del Distrito y 267 del
Código Federal. 1 reforma de 1994 no altera lo expre­
sado) ;
d) Que se señalen los puntos en que discrepan las de­
claraciones; y
e) Que se deje a los careados discutir.
En tanto que el careo implica testimonios, antes de las
diligencias debe tomarse la protesta cuando procede, de
los que se van a carear, para los efectos ya estudiados en
renglones anteriores.
II. El careo supletorio se informa con los siguientes
datos;
á) Dos declaraciones que entre sí discrepan;
b) Ausencia 7 del lugar donde está radicado el proceso,
de una de las personas que produjo una de las declara­
ciones, y
c) Que el juez supliendo la persona ausente, se encare
a la persona que produjo la declaración que discrepa de
la del ausente (Art. 268 del Código Federal).
Asf, pues, el careo supletorio se realiza siempre que está
ausente uno de los careados y a nuestro parecer, no tiene
la misma importancia que el careo procesal, por no po­
seer la dialéctica a que nos hemos referido, ya que el juez
no puede purificar el testimonio del ausente y ante la falta
de oposición, es posible que el careado presente, tampoco
precise su dicho.
En los artículos últimamente citados, en el párrafo fi­
nal se establece que “si los que deben carearse estuvieran
fuera de la jurisdicción del Tribunal, se librará el exhorto
correspondiente". Esta obligación señalada al órgano juris­
diccional, no puede referirse al careo supletorio, o sea,
cuando alguno de los que se deben carear no puede com­
parecer al Tribunal, pues no tendría objeto el celebrar un
careo supleotrio en el Tribunal donde radica el asunto, y
7 En materia federal se dice "no pudiere obtener la comparecencia
de algunos de los que deban ser careados"
262 E L PROCEDIM IEN TO P E N A L

otro careo supletorio en el Tribunal exhortado. De esta


manera, la correcta interpretación de lo dispuesto en la ley,
lleva a la conclusión de que se alude a que las dos personas
que debe carearse se encuentren fuera de la jurisdicción
del Juez, pero en el mismo lugar del Tribunal a quien se
libra el exhorto, quien con la presencia de los dos careantes
llevará a cabo un careo real. Es de subrayarse que la ley
utiliza el plural, es decir "los que deban carearse’’.
III. El careo constitucional no posee ninguna de las
rafees del careo procesal. Es decir, no tiene compromisos
con el testimonio, ni con algún medio probatorio. Más que
un medio probatorio, es un derecho concedido al inculpado
para que, como dice la Suprema Corte, "el reo vea y conoz­
ca las personas que declaren en su contra para que no se
puedan formar artificialmente testimonios, en su perjuicio,
y para darle ocasión de hacerles las preguntas que estime
pertinentes a su defensa”. El careo constitucional tiene su
fundamento en la fracción IV del articulo 20 Constitucio­
nal. En este careo el único requisito que se solicita es el
testimonio condenatorio de alguna persona, como se infiere
del precepto en cita, que a la letra dice: “IV. Siempre que
lo solicite, será careado en presencia del juez con quienes
depongan en su contra.
Dado el texto constitucional, en el que se alude a tes­
tigos, se presenta el problema de saber si puede haber ca­
reo constitucional entre coacusados. A nuestro parecer, sí
puede existir este careo, en virtud de que la declaración
de uno de ellos, que va en contra del otro, es a todas luces
un testimonio.
En el careo constitucional también se presenta el proble­
ma de saber si se puede hacer supletoriamente. Estimamos
que no hay ningún fundamento para inclinarse por la afir­
mativa. En prim er lugar, por el artículo 268 del Código
Federal de Procedimientos Penales, que es el que da institu­
ción al careo supletorio, se refiere al careo procesal, ya que
alude a las declaraciones contradictorias (requisito esen­
cial del careo procesal y no del careo constitucional, cuyo
elem ento indispensable es la declaración condenatoria).
En segundo lugar, porque el careo constitucional tiene por
p r u e b a t e s t im o n ia l 263

objeto darle a conocer al inculpado las personas que de­


ponen en su contra y permtirle interrogarlas sobre lo que
estimare pertinente y estas finalidades no pueden llenarse
con el careo supletorio.8
La Suprema Corte de Justicia, considerando los careos
constitucionales fuera de los ámbitos del perfeccionamiento
del testimonio y por ende, del objeto de la prueba, ha resuel­
to que la ausencia de ellos, cuando la versión del inculpado
coincide con la de los testigos, si bien puede entrañar una
violación de las garantías, no motiva la concesión del ampa­
ro, pues la celebración de los careos no cambiaría la situación
jurídica existente, provocando tan sólo el retardo de la
administración de justicia.
Dentro del capítulo del testimonio deben estudiarse la
confrontación y el reconocimiento. La confrontación es el
reconocimiento o identificación que se hace de una persona.
La confrontación, como el careo, no es medio autónomo de
prueba, sino medio auxiliar de la prueba testimonial. En
efecto, la confrontación, en términos generales, se presenta
para perfeccionar un testimonio que adolece de la deficien­
cia de no precisar, refiriéndose a una persona, el "nombre,
apellido, habitación y demás circunstancias que puedan
darla a conocer” (artículos 217 y 218 del Código de Proce­
dimientos Penales para el Distrito Federal y 258 y 259 del
Código Federal de Procedimientos Penales). Con la confron­
tación se suple la deficiencia del testigo para la descripción y
se perfecciona el testimonio que resultaba, hasta cierto pun­
to,’ incompleto.
La confrontación, amén de su aspecto auxiliar de la prue­
ba testimonial, se presenta también como un medio directo
de prueba tendiente a ilustrar sobre la veracidad de una decla­
ración (artículos 218 del Código de Procedimientos Penales^
para el Distrito Federal y 259 del Código Federal de Pro­
cedimientos Penales). Esta confrontación aparece “cuando

HLa Frac. III del Art. 160 de la Ley de Amparo, dada su redacción apoya
la tesis sostenida.
264 E L .P R O C E D IM IE N T O P EN A L

el declarante asegure conocer a una persona y haya motivo


piara sospechar que no la conoce”. En este caso, el juez,
como en la inspección judicial, trata de contemplar direc­
tamente algo: la forma en que se produce el testigo para
de ella inferir la veracidad de su dicho.
Estas dos formas de confrontación, como testimonio y
como inspección, presentan aspectos totalmente diferentes.
En el primer caso, se trata de una prueba indirecta, en la
que el órgano de prueba es el confrontador o testigo. En
el segundo, de una prueba directa en la que el testigo con­
frontador es instrumento de prueba.
En la confrontación se deben tener en cuenta los últi­
mos adelantos de la ciencia psicológica, en los que se hace
evidente que muchos individuos, por determinadas anoma­
lías, creen haber contemplado lo que no han visto y por
el contrario otros borran inmediatamente de su cerebro la
fotografía que la percepción imprimió.
La práctica de la confrontación está cuidadosamente re­
glamentada en la ley. Para esta diligencia se presentan va­
rias personas acompañando al que se debe confrontar, de­
biéndose tener cuidado de que todas ellas ofrezcan el ma­
yor número de semejanzas posible. Esto tiene por objeto
que la confrontación dé resultados eficaces, gracias a que
se reconozca (en el sentido recto del vocablo) y no se seña­
le a una persona que no se conoce (por tanto no se puede
reconocer), pero de la cual se tienen ciertos datos (se han
comunicado éstos).
Para lograr éxito en ese reconocer, la ley exige que al
practicar la diligencia, se cuide de (Art. 219, Código del
Distrito, y 260, del Federal)
“I. Que la persona que sea objeto de ella no se disfra­
ce ni se desfigure, ni borre las huellas o señales que pue­
dan servir al que tiene que designarla;
"II. Que aquélla se presente acompañada de otros in­
dividuos vestidos con ropas semejantes y aun con las mis­
mas señas que las del confrontado, si fuera posible, y
"III. Que los individuos que acompañan a la persona
que va a confrontarse, sean de clase análoga, atendida su
educación, modales y circunstancias especiales."
PR U E B A T E S T IM O N IA L 265

La confrontación, en cuanto testimonio, principia con la


protesta respectiva. Después se interroga al confrontador
sobre si persiste en su declaración anterior, de las circuns­
tancias en que conoció a la persona a la que le atribuye el
hecho y si después de la ejecución la ha visto. Acto conti­
nuo se conduce al declarante frente a las personas esco­
gidas para la diligencia y se le previene que toque con la
mano a al que se refiere en su declaración, a la vez que
manifieste las diferencias y semejanzas que advierta entre
el estado actual que presenta esa persona y el que tenía
en la época a que se refiere su declaración. La confronta­
ción, como el careo, se hace de manera singular (Arts. 222
a 224 del Código del Distrito y 263 y 264 del Código Fe­
deral) .
Por último, el reconocimiento es la identificación que
se hace de un objeto. El reconocimiento, como el careo y
la confrontación, es para perfeccionar el testimonio al obli­
gar al testigo, que se ha referido a un objeto, que lo re­
conozca. La prueba que tratamos difiere de la confronta­
ción en que ésta siempre se refiere a identificación de
personas y el reconocimiento, a la identificación de cosas
(Arts. 209 del Código del Distrito y 251 del Código Fe­
deral) .
El reconocimiento, desde un punto de vista positivo,
requiere tres elementos:
a) Que el objeto a que se refiere un testimonio esté
en depósito;
b) Que se interrogue al testigo sobre las señales que
presenta el objeto; y
c) Que se le ponga a la vista para que lo reconozca y
en su caso firme sobre él.
C apítulo D ecim otercero

INSPECCIÓN

Inspección. Su definición. Inspección ocular e inspección


judicial. Elementos de la inspección: el examen y la des­
cripción. La reconstrucción de hechos. Valor probatorio de la
inspección.
La inspección "es el examen u observación junto con la
descripción de personas, cosas o lugares”. En la inspección
es menester distinguir la inspección ocular de la inspec­
ción judicial. La primera actúa a guisa de género de la se­
gunda y a ella corresponde la definición general que hemos
dado de inspección. La inspección judicial es una especie
de la inspección ocular y se califica con la nota especial de
que el examen u observación únicamente puede ser hecho
por el órgano jurisdiccional y no por otra persona u órgano
como sucede en la inspección ocular.
La inspección ocular está reglamentada por el Código
Federal de Procedimientos Penales, en el Capitulo III, T í­
tulo Sexto, refiriéndose, todo él, como es natural, al exa­
men u observación que no solamente es realizado por el
juez, sino también por la autoridad investigadora. Por
el contrario, el Código de Procedimientos Penales del Dis­
trito Federal, lo que reglamenta de manera principal, en el
Capitulo VI, del Título Segundo, es la inspección judidal
y solamente en el articulo 143 se refiere a la inspección
en general.
La inspección constituye un medio de prueba directo e
indirecto: directo, cuando el examen u observación es rea­
lizado por el propio juez (inspección judicial) e indirecto
cuando el que realiza el examen u observación es el Minis­
terio Público. La Suprema Corte de Justicia confunde in­
debidamente la inspección ocular (género) con la inspec­
ción judicial (especie) (Tomo XXXIV, pág. 477), sin ha­
cer hincapié en las diferencias que hemos encontrado y
que son de tomarse en cuenta para la clara interpretación
del medio probatorio que analizamos.
La inspección se descompone en dos partes:
1. La observación, y
2. La descripción.
I
270 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L
!
I. La inspección, en estricto sentido, se agota con la
observación, debiendo recaer sobre algo que se percibe con ¡
la vista. Puede tener un doble objeto: examinar el escena­
rio donde se efectuó un acto, para poder percatarse del
desarrollo del propio acto, u observar las consecuencias que
el acto dejó, como sucede en la inspección que se hace de
Las lesiones que dejan cicatriz.
II. La descripción no es elemento medular de la ins­
pección, sino consecuencia emanada de la necesidad de
constatar lo visto. La descripción no solamente consta de re­
lato de lo visto, sino también de los planos, fotografías,
moldeados, etc., que se levanten en la diligencia.
La reforma al artículo 208 del Código Federal de 13 de
diciembre de 1984 no modificó esencialmente lo que esta­
blecía la ley, pues si con antelación se especificaba lo que
era objeto de la inspección (lugar, instrumentos, efectos del
delito, cuerpo del ofendido y el inculpado, etc.), en la re­
forma, al establecerse “es materia de la inspección todo aque­
llo que puede ser directamente apreciado por la autoridad
que conozca del asunto”, propiamente se abarca lo enume­
rado por el artículo reformado. Cuidadosamente la misma
legislación, a efecto de dejar en el acta la prueba más fiel de
la inspección, indica que para la descripción (Art. 209)
se emplearán, según el caso, dibujos, planos topográficos,
fotografías, moldeados o cualquier otro medio idóneo para
la reproducción. Ordena también (Art. 212) la inspección
de las consecuencias que las lesiones hayan dejado una vez
que sane la víctima, dato que reviste singular interés en
muchos casos, a efecto de hacer operantes algunos dispo­
sitivos legales que aumentan la sanción. Así, por ejemplo,
la notabilidad de una cicatriz en la cara tiene que ser de­
terminada por la inspección judicial, siendo muy raros los
casos en que sin esa inspección pueda agravarse la penali­
dad en los términos indicados por el legislador.1 El Códigoi

i Nuestro Máximo Tribunal habla sostenido invariablemente la tesis


de que la permanencia de una cicatriz en la cara debe ser objeto de peri­
taje médico y de que la notabilidad de la misma únicamente con la
IN SPECCIÓ N 271

del Distrito propiamente registra las mismas reglas del Fe-


| deral, pero casi todas las comprende en el capítulo de “Cuer-
i po del delito, huellas y objeto del mismo”, en virtud de
I que entre los medios nominados que reconoce, alude a
la inspección judicial y no a la inspección en general. En
otras palabras, el Código del Distrito no introduce en el
capítulo destinado a la prueba de inspección, las reglas que
se comentaron al hablar del Código Federal, porque como
medio probatorio sólo reglamenta la inspección judicial de
la cual expresa que, en lo conducente, deberá estar sujeta
a las reglas que comprenden los dispositivos destinados al
quehacer inicial del Ministerio Público (Art. 143 en rela­
ción con los del Capítulo I, Sección I, T ítulo I I ) .
Resumiendo lo expuesto, podemos concluir que el Có­
digo Federal por citar como medio probatorio la "Inspec­
ción”, en la que queda comprendida la judicial y la llevada
a cabo por el Ministerio Público, registra reglas sobre la
propia inspección tanto en los preceptos que se refieren a
t í actividad de policía judicial como en las destinadas a la
prueba; el Código del Distrito por nominar únicamente
la inspección judicial, deja fuera del capítulo destinado a
ese medio probatorio, toda la inspección no judicial, ha­
ciendo tan sólo un envío a ella.
El concepto que hemos dado de inspección, responde a
una concepción estática. Es decir, a un examen de algo
que carecen de movimientos; pero la propia inspección pue­
de referirse a situaciones dinámicas, informando la recons­
trucción de hechos. Así pues, la reconstrucción de hechos
es el examen u observaciones de acaecerse, o sea, de suje­
tos que exhiben determinado proceder; en suma, el exa­
men de la reproducción artificial de hechos consignados en
el proceso. El criterio de que la reconstrucción de hechos
es una inspección, lo aceptan nuestras leyes, pues tanto el
Código Federal de Procedimientos Penales como el Código
de Procedimientos del Distrito Federal, claramente mani-
inspección judicial se podía acreditar. En tesis recientemente sustentadas
se ha fijado que por excepción la notabilidad también se puede deducir
de otros elementos como son: extensión de lesión, planos interesados,
lugar en que se infirió, etc.
272 EL p r o c e d im ie n t o pen a l

fiestan que la inspección podrá tener el carácter de recons­


trucción de hechos (articulo 144 del Código del Distrito y
214 del Federal).
La reconstrucción de hechos no es un medio autónomo
de prueba, estando al servicio de las pruebas testimonial
y pericial, como lo manifiestan nuestras leyes, cuando afir­
man que la "reconstrucción de hechos tendrá por objeto
apreciar las declaraciones que se hayan rendido y los dic­
támenes periciales que se hayan formulado" (Arts. 144 del
Código del Distrito y 214 del Código Federal. Las reformas
de 1994 no alteran el tema que estamos tratando).
En cuanto la reconstrucción es para apreciar testimo­
nios o peritajes, por razón lógica se debe practicar después
de que éstos se han rendido.
Nuestras leyes vigentes exigen que antes de la recons­
trucción de hechos, se practique la inspección ocular cuan­
do el sitio tiene influencia en el desarrollo de los hechos
que se reconstruyen (Arts. 145 y 446 del Código del Dis­
trito y 215 y 216 del Federal) y ponen especial interés
para que esta diligencia procure revivir, en lo posible, la
verdad histórica.
La reconstrucción de hechos comprende tres elementos:
a) La reproducción de los hechos;
b) La observación que de esa reproducción hace el
juez, y
c) El acta que se levanta de lo ocurrido en la diligencia.
Los dos primeros elementos son esenciales a la recons­
trucción y el último, como sucede en la inspección, en es­
tricto sentido, es elemento que únicamente sirve para hacer
constar la diligencia.
El Código de Procedimientos Penales para el Distrito
Federal (artículo 148) exige que a la reconstrucción de he­
chos concurran:
“I. El juez con su secretario o testigos de asistencia o
la policía judicial, en su caso;
"II. La persona que promoviera la diligencia;
111. El inculpado y su defensor.
”IV. El agente del Ministerio Público,
IN SPECCIÓ N 273

"V. Los testigos presenciales, si residieren en el lugar;


”VI. Los peritos nombrados, siempre que el juez o las
partes lo estimen necesario, y
"VU. Las demás personas que el juez o el Ministerio Público
crea conveniente y que exprese el mandamiento respectivo".
La diligencia que analizamos se lleva a cabo de la si­
guiente manera: se traslada el personal del juzgado al lu­
gar de los hechos (el traslado se hace cuando esta circuns­
tancia tiene influencia en la determinación de los hechos)
y en ese lugar se toma a los peritos y testigos la protesta.
Se determina qué personas sustituyen a los agentes del de­
lito que no estén presentes y después se lee la declaración
del inculpado y se hace que “éste explique prácticamente
las circunstancias del lugar, tiempo y forma en que se desa­
rrollaron los hechos”. Después se hace lo mismo con los
testigos y a continuación los peritos emiten su opinión
atendiendo a las declaraciones rendidas, a las huellas exis­
tentes y a las preguntas que les hagan el Ministerio Público
o el juez (Arts. 150 del Código del Distrito y 217 y 218 del
Código Fcderall.
La reconstrucción de hechos se puede practicar hasta en
la vista del proceso (Arts. 144 del Distrito y 214 del Federal)
siendo el único medio probatorio cuyo desahogo admite
repetición. Esta posibilidad de repetición fijada en la ley,
acusa la importancia que reviste la reconstrucción, ya que
merced a ella las versiones de los testigos y las apreciacio­
nes de los peritos adquieren dinámica vital, con la cual se
brinda un conocimiento más completo del desarrollo de los
hechos que se van a juzgar.
Precisa también señalar que el medio probatorio que se
estudia, es el único que, dentro de los nominados, su des­
ahogo queda sujeto a la determinación del juzgador, pues
tanto el Código del Distrito como el Federal (Arts. 144 y
214, respectivamente), consagran tal facultad, el primero
indicando que se practicará la reconstrucción de hechos
cuando “el juez o tribunal lo estimen necesario" y, el Fe­
deral, afirmando que se llevará a cabo "siempre que la na­
turaleza del delito y las pruebas rendidas así lo exijan, a
juicio del servidor público que conozca del asunto".
274 E L PR O CED IM IEN TO P E N A L

Pasando al estudio del valor probatorio de la inspec­


ción tenemos lo siguiente:
En primer lugar deben separarse la inspección ocular
de la inspección judicial. A la inspección ocular el Código
Federal de Procedimientos Penales le señala un valor ple­
no (Art. 284). En el Código de Procedimientos Penales del
Distrito Federal no sucede lo propio porque el articulo 253
a quien da valor pleno es a la inspección judicial. Esto úl­
timo lleva, al través de una hermenéutica pura, a las si­
guientes afirmaciones:
I. En el Distrito Federal la inspección judicial tiene
fuerza probatoria absoluta, y
II. En el Distrito Federal la inspección no practicada
por el juez, queda fuera de las reglas fijadas para la ins-
(/ccción judicial. En la relorma de 1994 se alude simple­
mente a la inspección por la que quedan comprendidos to­
dos los casos.
Enrolándonos en la crítica del valor probatorio que
nuestros Códigos fijan a la inspección, encontramos muy
lógico que a la inspección judicial se le de valor absoluto
por implicar ello el simple reconocimiento de aceptar lo que
el juez ve; fijar a la inspección judicial un valor determi­
nado, equivale a tasar con antelación lo percibido directa­
mente por el juez, lo cual puede llevar al absurdo de negar
fuerza a la misma percepción.
En lo tocante al valor que se concedía a la inspección
practicada por el órgano investigador, se registran dos pos­
turas: la que le otorga plenitud probatoria y la que le nie­
ga tal calidad. En la que se le otorga plenitud se asevera
que la inspección fue llevada a cabo por una autoridad,
actuando como tal: el Ministerio Público.2 En la que se
niega plenitud probatoria, se afirm a3 que al Ministerio
Público, en cuanto "parte”, no es posible convertirlo en
2 El Ministerio Público, en la fase investigadora, debe recordarse que
actúa como autoridad y se convierte en parte después del auto de ra­
dicación.
3 Esta tesis ha sido sostenida por la Suprema Corte de Justicia
(Tomo XXVII, pág. 1970).
IN SPECCIÓ N 275

ojos del juez. Mas esta tesis ya no prevalece con la reforma


de 191)4. La reforma evita problemas al eliminar la palabra
judicial.
Nosotros pensamos en la posibilidad de sostener que en
las legislaciones donde exclusivamente se reglamenta la ins­
pección judicial, la llevada a cabo por otras autoridades
viene a constituir en el proceso una prueba documental
en cuanto se estima únicamente el significado del docu­
mento (acta) en el que se consignan los datos observados
por la autoridad investigadora.
Recogiendo los pensamientos que anteceden, resultaría
que si a la inspección no judicial se le somete a las reglas
de la inspección, hace prueba plena y si se le excluye de
éstas, hace también prueba plena en cuanto que lo apor­
tado al proceso es un documento público por haber sido
expedido por autoridad (la investigadora que todavía no es
piarte) en ejercicio de sus funciones. En resumen, la ins­
pección no judicial siempre resulta con fuerza plenaria, ya
sea porque se la concedía la ley al reglamentar la inspec­
ción en general, o porque dicha fuerza emana de la calidad
de documento público que se le debe conceder al acta le­
vantada por el Ministerio Público. Sin embargo hay que te­
ner presente, como ya lo indicamos, que la reforma al ar­
tículo 253 del Código de Distrito elimina cualquiera con­
sideración por haber suprimido el término "judicial”.
C a p ít u l o D e c im o c u a r t o

PRUEBA PRESUNCION AL

Esencia de la presunción. La presunción como inducción re*


constructiva. Sus elementos. El enlace necesario entre el he­
cho conocido y el desconocido. Valor probatorio de la pre­
sunción. Presunciones legales y presunciones humanas.
El indicio es un hecho conocido del cual se infiere ne­
cesariamente la existencia de otro desconocido llamado pre­
sunción. La presunción no es una prueba especial como
vulgarmente se cree (y aun como tal la registra el Código
del Distrito, Arts. 135 y 245); es única y exclusivamente
una forma de apreciación de los hechos conocidos. Por esta
razón, las presunciones no se pueden llevar como pruebas
al proceso, sino se ofrecen en los datos que los otros me­
dios probatorios han aportado. En este sentido se ha mani­
festado con todo acierto la Suprema Corte de Justicia (To­
mo XXIV, pág. 2638) y el Código Federal principia a tomar
esta corriente, cuando expresa que todos los medios de prue­
ba. con las excepciones marcadas en la ley, constituyen me­
ros indicios ÍArt. 285).
Pasando al estudio de esa apreciación de los hechos co­
nocidos, que entrega el conocimiento de otros hechos des­
conocidos tenemos: la vida es una concatenación ininte­
rrumpida de hechos en donde todo sucede con "razón su­
ficiente" como lo demostró la filosofía que va del Renaci­
miento al Idealismo Alemán. "Todo lo real es un caso par­
ticular de lo posible y lo posible aquello que se somete a
las fórmulas de la razón.” 1 Por esto, si la razón expresa las
formas de vida, es indudable que interpretando los hechos
con las leyes de la razón, se pueda encontrar la sucesión
de ellos y captar la realidad plena. La presunción es la in­

1 L a filo s o fía d e H u s s e r l. Joaquín Xirau.


280 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

terpretación de los hechos con las leyes de la razón; es el


sacar de lo conocido lo que la razón indica que eso cono­
cido entraña.
En tanto que la llamada prueba presuncional es, como
ya indicamos, la interpretación de los hechos, de acuerdo
con las leyes de la razón (Art. 261 del Código del Distri­
to) , o sea, conforme al "enlace natural de ellos" (en la re­
forma de 1994 se conserva la expresión), tiene forzosamen­
te que ocupar un lugar privilegiado en el concierto de los
medios probatorios.- Ya no es la confesión la reina de
las pruebas, pues con ella muchas veces se abrazan fala­
cias. Ese puesto es ocupado por las presunciones en las cua­
les no se enaltece alguna apariencia ni alguna formalidad: se
pregona una interpretación racional de la vida, por ser la
única que puede entregar la verdad, en cuanto que toda
la Historia, como pensaba Hegel, es racional.
La presunción, como no es prueba, no tiene periodo ni
forma especial de recepción, es ofrecida y recibida en el
momento de la sentencia, es decir, cuando se hacen juicios
sobre los datos existentes.
La llamada prueba presuncional, que sería más correcto
denominar "inducción reconstructiva” (quitándole lo de
prueba, y suprimiéndole el nombre de presunción, el cual
se refiere únicamente a un elemento del proceso que com­
prende) , cuenta con tres elementos, a saber:
a) Un hecho conocido;
b) Un hecho desconocido, y
c) Un enlace necesario entre el hecho conocido y el des­
conocido.
El hecho conocido se llama indicio, y el desconocido,
presunción. El elemento c) es de superlativa importancia,
pues sin é! nunca podrá realizarse la inducción reconstruc­
tiva: el tener por existente un hecho desconocido infirién­
dolo de uno conocido. Por necesario ínota del en lace 1 se2

2 A pesar de que no es medio probatorio.


PRU EBA PRESUNCION A L 281

debe entender la calidad consistente en que forzosamen­


te debe suceder así. En otras palabras, que el enlace entre
el hecho conocido y el desconocido se haga atendiendo a
que no puede suceder de otra manera, por estar lo desco­
nocido empotrado en lo conocido de acuerdo con las nor­
mas de la razón.
Los tres elementos que hemos señalado son aceptados
por la Suprema Corte y la doctrina en general. Respecto
de la jurisprudencia nos encontramos la siguiente manifes­
tación: “Los tribunales, según la naturaleza de los hechos,
la prueba de ellos y el enlace más o menos necesario que
existe entre la verdad conocida y la que se busca, aprecia­
rán en conciencia el valor de las presunciones. . .” (Tomo
XXV, pág. 1514). Como se ve, la ejecutoria también alude
a una verdad conocida y a otra desconocida y al "enlace
más o menos necesario”. En el terreno de la lógica, La-
lande, al referirse al punto que tratamos, define la induc­
ción reconstructiva como aquello que va “de los indicios
percibidos, a una realidad desconocida revelada por ellos”.
En esta definición también encontramos una verdad co­
nocida, una verdad desconocida y un enlace necesario entre
ellas, que el filósofo citado encierra en las palabras “reve­
lada por ellos”.
Del hecho de que la presunción emana necesariamente
del indicio, se sacan tres corolarios:
a) Que la presunción es objetiva y no creada por el juez:
éste la descubre, no la forma. El pensamiento anterior ha
sido sostenido por la Suprema Corte de Justicia, cuando
manifiesta "que el enlace que ha de buscarse entre la ver­
dad conocida y el hecho que se. averigua ha de ser objetivo
y no puramente subjetivo" (Tomo XXXIV, pág. 1205).
En tanto que la presunción se encuentra fuera del juez, las
estimaciones presuntivas en este último pueden ser revisa­
das por el Tribunal Superior de Justicia, Tribunales Fede­
rales o por la Suprema Corte, sin que pueda alegarse que
la estimación es subjetiva y se encuentra, por tanto, libe­
rada de las apreciaciones de otras personas. El juez, con la
'prueba prcsuncional" no valora, según su estimativa pecu­
liar, descubre nexos, atendiendo a necesidades de carácter
282 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

objetivo. La revisión del superior se debe ceñir al estudio


del descubrimiento hecho por el juez, en oirás palabras, a
determ inar si el enlace establecido verdaderamente existe.
b) Que la presunción no es una suposición, pues el su­
poner invita a pensar en algo subjetivo y ya hemos visto
que la presunción es de carácter objetivo. Las suposiciones
sobre una misma cosa pueden ser múltiples, y la presun­
ción siempre es singular. No otra cosa expresa la Suprema
Corte cuando manifiesta: “La ley quiere que las presuncio­
nes sean tales que obedezcan forzosamente a una sola con­
clusión.” (Tom o XIX, pág. 1107.)
c) El descubrimiento de la presunción está sujeto a las
leyes lógicas, en cuanto es de estimarse que el desarrollo
de los hechos siempre se ajusta, como ya lo indicamos, a
una razón suficiente.
En resumen: la presunción debe gozar de las caracterís­
ticas de objetividad, singularidad y racionalidad.
Si los indicios son, como está dicho, los hechos conoci­
dos, que como ules descansan en cualquier medio proba­
torio, es de criticarse con vehemencia la torpe redacción del
artículo 200 del Código del Distrito (afortunadamente ya
derogado en 1994) que con incalculable ignorancia del
tema, señala cuáles medios probatorios producen solamente
presunción. Lo que el legislador quiso seguramente expre­
sar, es que los medios de prueba que enumera en el ar­
tículo en cita, no tienen fuerza probatoria para acreditar
el objeto inmediato a que se refiere cada uno de ellos en
cada caso concreto y que, por tanto, para que los hechos a
que aluden dichos medios tengan valor legal plenario, es
necesario que concurran otras pruebas apoyando el conte­
nido de la materia de dicho medio probatorio. Como es de
observarse, en este caso el legislador utilizaba la palabra
presunción en su sentido gramatical, o sea, como algo de
lo cual se puede suponer la verdad, alejándose totalmente
de lo que en esencia es una presunción. En este orden de
ideas .aseveramos (pie indebidamente se metía en el capí­
tulo de la fuerza probatoria, lo que en buena técnica no
debe tener hospedaje en el mismo.
PRU E B A PRESUN CIO NA L 283

El legislador federal, en el artículo 285 (y también en


el reformado) ya no utilizó la palabra presunción, sino con
un poco más de propiedad aludió a indicio, incurriendo
también en el error de tomar a éste en relación con la
fuerza probatoria, olvidando la esencia de lo que es el
indicio.
Pasando al capítulo del valor probatorio de las presun­
ciones,8 es necesario estudiar con detenimiento lo estableci­
do en nuestras leyes, a efecto de evitar las graves equivoca­
ciones en que incurren los exégetas, los cuales confunden
la libertad de buscar el enlace entre el indicio y la presun­
ción, con la libertad de apreciar la fuerza probatoria de la
presunción o presunciones. El Código del Distrito expresa
que se “apreciarán en conciencia el valor de las presuncio­
nes. . y el Federal afirma que se “apreciarán en concien­
cia el valor de los indicios . . ” (Art. 261 del Código del
Distrito y 286 del Federal). Examinando las redacciones
transcritas, se puede concluir de manera apodíctica, que
ninguna de ellas es afortunada, pues en primer lugar, no
puede existir “apreciación en conciencia” dado el sistema
que prevalece en nuestros institutos probatorios de estima­
ción fundada (no sentida, que es propiamente a lo que in­
vita a pensar el término apreciar en conciencia) y en se­
gundo lugar, ni el indicio (hecho conocido) ni la presun­
ción (hecho inferido) pueden singularmente estar sujetos a
la libre apreciación, como se comprenderá con la lectura
de los renglones posteriores y lo dicho en el párrafo en el
que explicamos lo que es el indicio y lo que es la presunción.
Fodemos afirmar que la frase “apreciarán en concien­
cia” no tiene otro significado y finalidad, que consagrar
para el órgano jurisdiccional la libertad de búsqueda de las
presunciones, es decir, que el juez o tribunal tienen liber­
tad 34*para buscar en los indicios las presunciones que aque­
llos comprendan.

3 No al de la esencia de la presunción que ya fue debidamente es­


tudiado en renglones anteriores. Una cosa es la presunción y otra cosa
es el valor de la presunción.
4 Respetando los principios de objetividad, singularidad y racionali­
dad que deben regir el descubrimiento de la presunción.
284 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

Aclarado el tema de la libertad que se otorga para la


búsqueda de las presunciones, ahora sí podemos entrar
al que se refiere a saber qué valor tienen éstas. Tradicio­
nalmente se ha estimado que el valor de la presunción *78
queda a la libre estimación del juez, afirmándose con li­
gereza,® que lo desconocido no puede valorarse, sin hacerse
hincapié en que la presunción como hecho inferido en
forma racional, objetiva y singular tiene fuerza plenaria.7
Ahora bien, si tanto el hecho conocido (indicio) como la
auténtica presunción 8 (hecho inferido), tienen valor abso­
luto cabe afirmar que lo único que se dejó a la libre apie-
ciación es el valor que en su conjunto puedan tener las
presunciones en lo tocante al objeto mediato de la prueba.8
Existen dos clases de presunciones: las presunciones le­
gales y las presunciones humanas. Las presunciones legales
son aquellas que la ley establece mediante la fijación de
una verdad formal, como ya lo hemos explicado en otra
parte. En estos casos, la presunción no es descubierta por
el juez, es establecida por la ley y para que sea operante
es menester acreditar exclusivamente los elementos en que
la ley basa la presunción. Así por ejemplo, cuando en el
artículo 269 del Código Penal se establecía “por el solo

o El Código Federal torpemente se refiere al valor de los indicios.


• N uestras ediciones anteriores parecen in c u rrir en este erro r, a u n ­
q u e ello se debe a la falta d e explicación am p lia sobre el tema, mas no
al sostenim iento de tesis diversa.
7 Se podría indicar que la presunción, incorrectamente extraída del
indicio, carece de fuerza probatoria y que a esto es a lo que se refiere
la ley al consagrar la libre apreciación, o sea, perm itir al órgano juris­
diccional no otorgarle fuerza. El razonamiento es incorrecto, pues la ca­
rencia de fuerza probatoria en el caso citado, proviene de que lo infe­
rido no es una presunción, sino simple y llanamente suposición o elabo­
ración caprichosa de la mente de quien juzga. No es la presunción la
que carece de fuerza, sino la inexistencia de ésta, a lo que como es natu­
ral, no se le concede valor demostrativo.
8 La extraída, como ya dijimos, en forma racional, objetiva y singular.
0 El conjunto de presunciones (hechos inferidos de indicios) podra
inform ar lo que vulgarmente se denomina pruebas circunstancial y a la
cual no se le da un sentido predso. El conjunto de presunciones integran
circunstancias que pueden apreciarse libremente en relación tan sólo con
el objeto mediato de la prueba. Consultar el Capítulo "Generalidades de
la Prueba”.
P R U E B A P R E S U N C IO N A L 285

hecho de no haber cumplido 16 años la mujer robada,0 bi5


que voluntariamente siga a su raptor, se presume que éste
empleó la seducción”, para que la presunción prevista tu­
viere vida, se necesitaba sólo acreditar la edad y el hecho de
que voluntariamente siguió a su raptor. En Derecho penal,
todas las presunciones legales son juris tantum y no juris et
de jure, con lo que queremos indicar que admiten prueba
en contrario,*10 surtiendo el efecto de invertir la carga de la
prueba como lo explicamos en el capítulo "Generalidades
de la Prueba”.
La presunción humana es la descubierta por el hombre
o lo que es lo mismo, no emanada directamente de la ley.
Es la presunción a que nos hemos referido en todo el capí­
tulo presente.

«bis En la reforma del artículo, ya con propiedad se dice ‘‘persona


raptada": pero cu la actualidad está derogado el dispositivo.
10 Recuérdese la corriente realista que anima al Derecho penal con*
temporáneo.
C a p ít u l o D e c im o q u in t o

SEGUNDO PERIO D O DE LA IN STRU CCIÓ N


Y PERIO DO DE PREPARACIÓN DEL JU IC IO

Segundo periodo de la instrucción. Sus límites. Auto que


dedara agotada la averiguación. Auto que dedara cerrada
la instrucción. La instrucción en el procedimiento sumario.
Análisis de las dos etapas en que se divide. La instrucción
en el procedimiento ordinario. Periodo de preparadón del
juicio. Límites de este periodo. La acción procesal penal en
su fase acusatoria. Las conclusiones del Ministerio Públioo:
acusatorias y no acusatorias. Las conclusiones de la defensa.
Extindón del periodo de preparadón del juido.
La instrucción1 en el procedimiento federal abarca dos
periodos, el primero, el que va del auto de formal prisión
o sujeción a proceso, al que declara agotada la averigua­
ción y el segundo, que principia con este último auto y
termina con el que declara cerrada la instrucción (Art. 150
del Código Federal). El primer periodo, se liquida en tér­
minos generales, con la recepción de las pruebas que las
partes y el juez han propuesto. En el segundo periodo te­
nemos, en primer lugar, el auto que declara agotada la ave­
riguación. Esta resolución es llamada vulgarmente “auto de
vista de partes” y se dicta cuando a juicio del juez instruc­
tor. l se encuentra agotada la averiguación, por haberse
practicado todas las diligencias solicitadas por las partes (res­
petándose los términos del Art. 147) y las decretadas por él.
Dicho auto viene a ser una especie de llamada a las partes,
avisándoles que, estando por cerrarse la instrucción, deben
revisar el expediente con el objeto de que se den cuenta de
las diligencias que faltan y, en su caso, solicitar el desaho­
go de ellas. El auto que declara agotada la averiguación
surte los siguientes efectos:
a) Da- fin a la'prim era parte de la instrucción;
b) Inicia la segunda parte de la instrucción;
c) Pone la causa a la vista de las partes, con el objeto
de que estudien el expediente y determinen si hace falta
la práctica de alguna diligencia, y
d) Abre un último término probatorio.
Respecto del término probatorio hay que distinguir
dos momentos: el que se refiere al ofrecimiento de pruebas
y el que alude al desahogo de ellas. El primer periodo en
el que se pone el proceso a la vista de las partes por diez
1 Debe recordarse que a la palabra le otorgamos su significado teórico-
clásico, mismo que no respeta el articulo primero del Código Federal de
Procedimientos Penales. Sin embargo, casi todos los Códigos adjetivos de la
República, respetan en el fondo las etapas del proceso registrados en el
Cuadro Núm. 1 de este libro.
290 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

dias, para que promuevan pruebas que se puedan practicar


dentro de los quince días siguientes, es forzoso y necesario que
lo abra el juez, es decir, que en todos los casos este periodo
debe ser abierto (forzoso), debido a que se necesita saber
si las partes van a ofrecer pruebas o no. El periodo de ofre­
cimiento de pruebas, una vez abierto, es renunciable por
las partes. El segundo periodo no es necesario ni forzoso
abrirlo (siendo también renunciable), pues si las partes no
ofrecen pruebas, el juez no tiene por qué iniciarlo. El pe­
riodo de recepción de pruebas, es de “quince días siguientes
al en que se notifique el auto que recaiga a la solicitud de
la prueba" (Art. 150 reformado. Código Federal). La limi­
tación del tiempo obedece a que no se quiere que, con el
pretexto de desahogar pruebas pendientes, la instrucción
se retarde más de lo necesario.
Después de desahogadas las pruebas, o de transcurrido
el periodo de ofrecimiento sin que las partes hayan ofreci­
do pruebas o expresamente hayan renunciado a ese perio­
do, se dicta el auto que declara cerrada la instrucción, el
cual es llamado vulgarmente "auto de conclusiones”. La
resolución citada surte el efecto de declarar cerrado el se­
gundo periodo de la instrucción y, en consecuencia, dar
por terminada la instrucción.
El Código de Procedimientos Penales para el Distrito
y Territorios Federales, antes de las reformas de 1971 re­
glamentaba la instrucción (y en general el proceso) de
manera semejante a la establecida en el Código Federal,
separando con exactitud los dos periodos instructorios anali­
zados en renglones anteriores. Las reformas establecieron
dos clases de procedimiento: el sumario y el ordinario, bo­
rrando en ambos el "auto de agotada la averiguación” (el
“auto de vista de partes”) . Para mejor inteligencia de la
situación prevaleciente en el tema (la instrucción), es per­
tinente estudiar por separado la situación que registra el
Código en cada uno de los juicios.
En el procedimiento sumario la instrucción (entendida
como la etapa de aportación de pruebas) gravita sobre los
dos periodos anunciados en el capítulo de “El Procedi­
SEG UN D O P E R IO D O DE LA IN ST R U C C IO N 291

miento en General” o sea, el ofrecimiento o proposición


de pruebas constituye el contenido del primer periodo y
el de desahogo una piarte del segundo.
La p rim era etap a (proposición de p ru eb as) principia,
com o ya indicam os, con el auto de form al prisión en el
q u e se d eclara ab ierto el p ro ced im ien to sum ario y term i­
na con el q u e resuelve sobre la adm isión de p ruebas. En
esta p arte de la in strucción podem os d istinguir dos m o­
m entos: el de proposición de p ru eb as d e n tro d e un tér­
m ino de tres días (Art. 307 refo rm ad o ) a co n tar del au to
de form al prisión y el segundo constituido p o r la d eter­
m inación q u e resuelve sobre las p ru eb as p o r recibir.
D entro del p rim er m om ento, en los tres prim eros días el
incu lp ad o o su defensor p u ed en solicitar se siga el p ro ce­
dim ien to o rd in ario . Respecto de este p u n to se p u ed en
hacer los siguientes com entarios: que la ley no resuelve el
problem a relacio n ad o con la m ultiplicidad de inculpados
en un mismo proceso, d e n tro del cual unos solicitan el
p ro ced im ien to o rd in a rio y otros expresan su an u en cia
con el sum ario siendo im posible seguir u n ju ic io o rd in a­
rio en relación con los solicitantes, y p ara los otros incul­
pados a te n d e r el p ro ced im ien to sum ario. (El p roblem a
perm an ece sin solución por no haberse o to rg ad o al ju e z
potestad p ara resolver sobre la clase de ju icio que debe
prevalecer). Tam bién es posible observar q u e estando su­
je to a la voluntad del inculpado o su d efen so r el elegir el
p ro ced im ien to sum ario u o rd in ario ,2 en todos los casos
escogerá el co n v en ien te a su defensa y te n d rá que
acatarse tal elección sin h ab er co n sid erad o el legislador
las gravísim as fallas, con q u e b ra n to de la ju sticia, en que
es posible incurrir. Un sim ple ejem plo h ará más obvia la
cen su ra expuesta: u n a persona consignada p o r lesiones
leves (n o p o n en en peligro la vida y tard an en sanar m e­
nos de 15 días) después de dictarse el auto de form al p ri­
sión no solicitará el ju icio o rd in ario y p o r e n d e se seguirá
el p ro ced im ien to sum ario, en el cual el d e sa rro llo del *

* Siendo el procedim iento de orden público, es un error dejar a la potes­


tad del particular, el determ inar el procedim iento a seguir.
292 F.L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

proceso alcanza como máximo veintitrés días (tres para


ofrecer pruebas, diez hasta la fecha en que se celebre la
audiencia principal y diez de posible am pliación para re­
cibir pruebas; se podrían aum entar algunos días: los que
transcurren en tre la expiración del térm ino del ofreci­
m iento de pruebas y la fecha en que se dicta el acuerdo
en que resuelve sobre el desahogo de ellas y cita para
audiencia). D urante este lapso, con frecuencia no es po­
sible expedir un certificado de sanidad o fijar las con­
secuencias de la lesión. En este caso el juez, contando
únicam ente con el certificado inicial, condenará por le­
siones leves y si el ofendido m uere después de haberse
dictado sentencia pero antes de haber transcurrido sesen­
ta días a p artir de la fecha en que fue lesionado, no podrá
enjuiciarse otra vez al responsable por hom icidio, atentos
aí principio de non bis in ídem.

En lo relativo al auto que resuelve sobre la admisión de


pruebas (término en el juicio sumario de la primera etapa
instructoria), dada la vaguedad con que está redactada la
norma caben, en lo tocante a los medios probatorios por
admitir, dos interpretaciones: la primera sosteniendo que el
juez está obligado a ordenar la recepción de todos los me­
dios probatorios ofrecidos oportunamente y la segunda,
apoyando la posibilidad del juez de admitir únicamente las
pruebas "pertinentes”. Una y otra interpretación compren­
den ventajas e inconvenientes; en la primera el provecho
se asila en el respeto que se guarda al principio de la
irrestricción de la defensa y la desventaja se ubica en el
recibir medios probatorios innecesarios; en la segunda inter­
pretación, se puede restringir el derecho de defensa al no
aceptarse el desahogo de alguna de las pruebas ofrecidas y
la ventaja está en permitir al órgano jurisdiccional recibir
únicamente los medios probatorios que tengan alguna rela­
ción con lo que se quiere saber (principio de pertinencia),
evitándose diligencias inútiles sólo tendientes a establecer
oscuridad.
La segunda fase de la instrucción en el procedimiento
sumario (desahogo de las pruebas) está introducida en la
SEGUNDO PERIO DO DE L A IN STRUCCIÓ N 293

primera etapa de la "audiencia de recepción de pruebas,


conclusiones y sentencia" (segundo periodo del proceso en
el procedimiento sumario) y en lo tocante al tema de qué
pruebas se deben desahogar, es posible distinguir tres casos:
a) Recepción de las pruebas ofrecidas por las partes y
de las cuales se acordó su desahogo;
b) Recepción de las pruebas que sea necesario admi­
tir, en virtud de la aparición de nuevos elementos al des­
ahogarse las pruebas anteriores, y
c) Recepción de las pruebas que el juez considere. ne­
cesarias para el esclarecimiento de la verdad (Arts.' 307).
En el segundo y tercer casos se podrá am pliar el térm i­
no general por tres días más para recibir las pruebas.
Para terminar es oportuno tener presente los casos en
que procede el juicio sumario según reforma del articulo
305 del Distrito Federal (4 de enero de 1984) en el que se
dice: “Art. 305. Se seguirá procedimiento sumario cuando
se trate de flagrante delito; exista confesión rendida preci­
samente ante la autoridad judicial; la pena aplicable no
exceda en su término medio aritmético, de cinco años de
prisión, o sea, alternativa o no privativa de libertad. Cuan­
do fueren varios delitos, se estará a la penalidad máxima del
delito mayor, observándose además lo previsto en el penúl­
timo párrafo del articulo 10" (reformado). En la reforma
de 1991 simplemente se manifiesta que "se seguirá proce­
dimiento sumario cuando se trate de delito flagrante, exista
confesión rendida ante el Ministerio Público o la autoridad
judicial o se trate de delito no grave”.
En materia federal ya también se acepta el procedimien­
to sumario (Art. 152 bis, 27 de diciembre de 1983); pero
tal procedimiento no se puede identificar con el estable­
cido en materia del Distrito Federal, ya que no hay au­
diencia de desahogo de pruebas, conclusiones y sentencia,
en virtud de que la recepción de las citadas pruebas, es
anterior a la audiencia como se infiere de la exégesis del
artículo 152, en el que se estatuye “que el juzgador, cuan­
do estime agotada la instrucción. . . " Esta estimación, como
294 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

ya lo hemos reiterado, hace pensar que las pruebas ya se


desahogaron.
La instrucción en el procedimiento ordinario (Código
del Distrito) también cuenta con dos momentos: el de pro­
posición de pruebas y el de desahogo de ellas. El primero
tiene una amplitud de 15 días contados a partir del si­
guiente al que se notifique el auto de formal prisión, su
contenido lo agota la indicación de pruebas hecha por las
partes y su finalidad está en señalar los medios de conoci­
miento eficaces para acreditar respectivamente la postura
que mantiene la defensa y la sostenida por el Ministerio
Público. El segundo momento principia con la conclusión
del plazo otorgado por la ley para ofrecer pruebas y ter­
mina con el auto que declara cerrada la instrucción y man­
da poner la causa a la vista de las partes (Arts. 314 y 315).
Para mayor claridad del procedimiento en el Código de
Distrito se transcribe el artículo 314 que a la letra dice:
Artículo 314. "En el auto de formal prisión se ordenará
poner el proceso a la vista de las partes para que propon­
gan, dentro de siete días contados desde el siguiente a la
notificación de dicho auto, las pruebas que estimen per-
tinentes, las que se desahogarán en los quince días poste­
riores, plazo dentro del cual se practicarán, igualmente, to­
das aquellas que el juez estime necesarias para el esclareci­
miento de la verdad y en su caso, para la imposición de la
pena.
Si al desahogar las pruebas aparecen de las mismas nue­
vos elementos probatorios, el juez podrá señalar otro plazo
de tres días para aportar pruebas que se desahogarán den­
tro de los cinco días siguientes para el esclarecimiento de
la verdad.
El segundo momento tiene una extensión de treinta días y
durante ellos se reciben las pruebas en los términos seña­
lados en la ley, siendo oportuno indicar que tanto el plazo
de ofrecimiento como el de recepción son renunciables (Art.
315), obligando tal renuncia a cerrar la instrucción. Atento
a lo expuesto y por razones lógicas se puede aseverar; si se
renuncia al plazo de ofrecimiento de pruebas, el de recepción
no se abre, cerrándose la instrucción: el plazo de ofrecí-
SECU ND O PERIO D O DE LA IN ST R U C C IÓ N 295

miento forzosam ente se abre y el de recepción únicam ente


cuan d o sea necesario.345
En m ateria federal, después de la fase instru ctora se
inicia el p erio d o de p rep aració n del ju icio ,4 principiando
éste con el auto que declara cerrada la instrucción, dando
fin con el que da p o r form uladas las conclusiones. Análoga
situación encon tram o s en el p ro ced im ien to ordinario es­
tatuido en el Código del Distrito (Art. 315). En el juicio
sum ario no hay auto q u e d eclare c e rra d a la instrucción,5
pues como lo preceptúa el Art. 308 ‘‘una vez terminada
la recepción de pruebas, las partes podrán formular ver­
balmente sus conclusiones”. De esta manera, la prepara­
ción del juicio o de la audiencia en el procedimiento su­
mario no existe, puesto que inmediatamente después de
formuladas conclusiones cuando son verbales se puede dic­
tar sentencia (Art. 309). Las reformas de 1994 no alteran
la esencia de lo expresado.
En la preparación de la audiencia (anterior a la audien­
cia en el Código Federal y en el juicio ordinario) las par­
tes, con base en los elementos probatorios existentes, fijan
la posición que les corresponde dentro del plazo que la ley
señala (Art. 315 del Código del Distrito y 291 del Fede­
ral) para discutirla en una audiencia, en la cual también
es posible recibir pruebas, como oportunamente se estu­
diará. Las conclusiones en el procedimiento sumario se
formulan después de desahogadas las pruebas.
Analizando por separado cómo fijan su posición el Mi­
nisterio Público y la defensa, proceden las siguientes re­
flexiones.
Por lo que toca al Ministerio Público su fijación provo­
ca la culminación del ejercicio de la acción penal, o sea, del
desenvolvimiento de la propia acción. ¿Qué diferencia hay

3 Cuando todas las pruebas fueron recibidas en ei periodo de preparación


del proceso, es obvia ia falta de pruebas por ofrecer y, por ende, recibir.
4 Este periodo también se podria llamar de preparación de la audiencia.
5 En una sola audiencia se reciben pruebas, se form ulan conclusiones y se
dicta sentencia.
296 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

e n tre la fase p e rse c u to ria (strictus sensu)* y la fase acusa­


to ria d e la acción p ro cesal penal? A n u estro parecer, las
fases señaladas son diferentes momentos del desarrollo de la
acción procesal penal. Si por acción procesal penal se en­
tiende el excitar al órgano jurisdiccional para que aplique
la ley al caso concreto, es indudable que esta excitación se
precisa, con toda exactitud, en el m om ento en que la ac­
ción procesal penal llega a su posición cenital: cuando el
M inisterio Público form ula conclusiones. En otras palabras,
el juez tiene forzosamente que decidir atendiendo a la ex­
citación que el M inisterio Público le hace; mas esta exci­
tación no es de carácter general, no es un simple provocar
el m ovimiento del órgano jurisdiccional, es un darle dina­
mismo, pero señalándole dirección,* un ponerlo en movi­
m iento para que decida, no solamente sobre una situación
concreta, sino tam bién sobre una determ inada consecuencia
jurídica; en suma, un excitar para que resuelva sobre la
relación de un hecho concreto con una situación jurídica
especial. Ahora bien, toda esa precisión, esa fijación y di­
rección, esa determ inación de relación a la que el juez debe
dar vida, sólo se puede lograr en el m omento más evolu­
cionado de la acción procesal penal: cuando se formulan
conclusiones. Antes, en la fase persecutoria, la acción pro­
cesal penal está en formación. Es decir, esá tomando sus
p e rfile s p ro p io s y en la fase acu sato ria h a llegado a la ma­
d u re z , o sea, al e sta b le c im ie n to definitivo de sus co n to r­
n o s.67 Así p u es, la acción procesa! p e n a l n ace con la con­
sig n ació n : e n la fase p e rse c u to ria se d e sa rro lla y, en la
a c u sa to ria halla su p le n a ria p recisió n , sien d o este el m o­
m e n to definitivo d e las tan tas veces m e n c io n a d a acción.8

6 Nos referim os a la fase persecutoria de la acción procesal penal y no a


la fun ció n persecutoria en genera). La persecución .y acusación de la acción
penal, son térm inos usados por algunos autores y por ello se hacen aclaracio­
nes a) respecto.
7 Los d iferentes aspectos q u e tom a la acción procesal penal en su
d esarro llo , originan respecto del punto de cuándo se ejercita la acción
pena), las más variadas opiniones. Hay quienes afirm an que la. acción
penal se ejercita hasta las conclusiones, por ser este el momento en que
verdaderam ente se pone en movimiento al órgano jurisdiccional para
que declare el Derecho en un caso concreto. Nosotros creemos que en
las conclusiones se precisa la excitación que implica la acdón procesal
SEGUNDO PERIODO DE LA INSTRUCCIÓN 297

Pasando al estudio en particular de las conclusiones del


Ministerio Público, tenemos que pueden ser:

1. Acusatorias, y
2. No acusatorias.

Estudiaremos por separado las conclusiones del procedi­


miento ordinario y del sumario y también en Capítulos dis­
tintos la postura de cada uno de los Códigos.
En el Distrito Federal, en lo referente al procedimiento
ordinario el artículo 317 lacónicamente establecía: “Las con­
clusiones se presentarán por escrito y podrán ser sostenidas
verbalmente en la audiencia principal.” El mismo ordena­
miento legal, en el artículo 316 establecía los requisitos
que debían satisfacer las conclusiones del Ministerio Públi­
co, aludiendo a la exposición de los hechos, proposiciones
de Derecho y cita de leyes, ejecutorias y doctrina. En .a
reforma del artículo 317 de 4 de enero de 1984, se detallan
con minuciosidad los elementos de las conclusiones y re­
coge en el fondo lo establecido en los artículos 316 y 317
(antes de su reforma) se estatuye, ya en la reforma, lo si­
guiente: "En las conclusiones que deberán presentarse por
escrito, se fijarán en proposiciones concretas los hechos
punibles que se atribuyan al acusado, solicitando la apli­
cación de las sanciones correspondientes, incluyendo la re-*

penal, basada en la estimativa de que existe una acción penal (el dere­
cho de perseguir para que se declare el derecho), pero que esta propia
excitación se presenta desde la consignación, aunque sea de una manera
informal y que, por tanto, desde ese momento se ejercita la acción penal,
como ya hemos manifestado.
* El artículo 319 del Código de Procedim ientos Penales del Distrito
Federal consagra la Inm odiflcalidad de las conclusiones, poniéndose así
en comunión con la idea que nanos apuntado de que, nista la formu­
lación de éstas, adquiere la acdón procesal penal caracteres definitivos.
El artículo citado parece indicar que si en las conclusiones la acción pro­
cesal penal se halla perfectamente formulada, no hay razón jurídica
para variar posteriormente la posición tomada. La excepción de poderlas
modificar por causas supervenientes no altera la fuerza general d d criterio
señalado, pues sólo se pueden cambiar las conclusiones en beneficio del
acusado, en virtud de que el Ministerio Público es una institución de
buena fe, sacrificándose así el principio de la inalterabilidad en aras
de la justicia. (Mismo pensamiento en la reforma de 1994).
298 El. PROCEDIMIENTO PENAI.

paración del daño y perjuicio, con cita de las leyes y de la


ju risprudencia aplicables al caso. Estas proposiciones
deberán contener los elementos de prueba relativos a la
comprobación del cuerpo del delito y los conducentes a
establecer la responsabilidad penal."
^ El examen de lo expuesto nos permite aseverar que las
conclusiones del Ministerio Público deben respetar las si­
guientes reglas:
a) Ser por escrito;
b) Señalar correctamente los hechos punibles que se
atribuyen al acusado, indicando las pruebas relativas a la
comprobación del cuerpo del deleito y su responsabilidad
penal;
c) Solicitar la aplicación de las sanciones incluyendo la
reparación del daño y perjuicio; y
d) Invocar las leyes y jurisprudencia aplicables.
En materia federal los artículos 291 y 292, así como el
293 reformado, recogen esencialmente los elementos con­
signados en el artículo 317 reformado que ya comentamos
y perteneciente al Código de Procedimientos Penales del
Distrito Federal. En lo federal no se hace con el detalle
con que lo lleva a cabo el del Distrito aunque ambas legis­
laciones abarcan en los mismos términos los elementos fun­
damentales de las conclusiones acusatorias.
Dentro de las conclusiones acusatorias se deben estu­
diar las llamadas conclusiones contrarias a las constancias
procesales. Estas son aquellas, como su nombre lo indica, que
no están acorden con los datos que la instrucción consig­
na. Cuando son formuladas, para evitar que mañosamente
el Ministerio Público obligue al órgano jurisdiccional a
dejar impune un delito (las conclusiones, como indicamos,
fijan una pauta al juez, de la cual no se puede salir; recuér­
dese que con la acción procesal penal se excita al órgano
jurisdiccional para que decida sobre una relación jurídica
especial y no sobre cualquier relación que el juez estime
\

SEGUNDO PERIODO DE LA INSTRUCCION 299

p e r tin e n te ) ,9 se h a estab lecid o u n sistem a d e c o n tro l in ­


te rn o , d e n tro d e la in s titu c ió n del M in isterio P ú b lico ,
co n sisten te en d a r vista al P ro c u ra d o r p a ra q u e las co n fir­
m e, m o d ifiq u e o revoque. La fijación d e los nuevos casos
se fu n d a e n las m ism as razo n es q u e h em o s ex p u e sto al
h a b la r d e las co n c lu sio n e s c o n tra ria s a las co n stan cias
pro cesales (A rts. 320 del C ó d ig o d el D istrito y 294 del
F ed eral).
Las conclusiones contrarias a las constancias procesales,
las que no com prenden delito que resulte probado en la
instrucción y las q u e no satisfacen los requisitso fijados en
el artículo 293, deben ser rerrtitidas por el órgano jurisdic­
cional al Procurador de Justicia, señalando la contradicción
o la omisión, en su caso. Si por descuido del órgano juris­
diccional no se hace la rem isión a que hemos aludido, el
sistema de control interno no opera, teniendo que resolverse
to m a n d o en c o n sid e ra c ió n las co n clu sio n es del M iniste­
rio P ú b lico .10
El Procurador, para revocar, confirm ar o modificar las
conclusiones, debe oír el parecer de sus agentes auxiliares,
resolviendo lo conducente dentro de un plazo fijado por la
ley (Art. 321 del Código del D istrito y 295 del Código Fe­
d era l). Antes de las últimas reformas (321 del Código del
Distrito y 295 del Federal, publicadas respectivamente el 4
de enero de 1984 y 27 de diciembre de 1983) se presentaba
en materia federal, según algunos autores, el problema de
resolver lo que procedía si de hecho no contestaba el Pro­
curador. El Juez no podía tener por formuladas las de acu­
sación por existir infinidad de posibilidades en lo tocante
a la presentación de conclusiones. Ante este problema se ma­
nifestaba que no había otro rem edio sino el de la espera.
En el Distrito Federal el artículo 322 resolvía el problema
9 Por ejem plo, si las conclusiones se form ulan p o r fraude en un proceso
en que las constancias acreditan la existencia de un hom icidio, el ju e z no
podría co n d en ar por fraude, por no haber pruebas de la comisión de este
delito y no podría co n d enar por hom icidio, por no haber sido excitado a que
resolviera sobre esta d eterm inada situación jurídica.
10 Forzosam ente tendrá que ser sentencia absolutoria, p o r las razones
que ya hem os indicado en renglones an teriores. C uando son contrarias,
resultaría imposible la condena co pena de violar garantías de defensa:
el inculpado no habría tenido oportunidad de rechazar y defenderse du­
rante el proceso de una acusación que surgió hasta las conclusiones.
300 EL PROCEDIMIENTO PENAL

al establecer que "si el Procurador no resuelve dentro del


plazo a que se refiere este precepto, se tendrán por confir­
madas las conclusiones”.
En la actualidad si el Ministerio Público no formula co-
clustoneí y el Procurador o sus auxiliares tampoco (den­
tro de los plazos legales), el juez tendrá por formuladas
conclusiones de no acusación (Arts. 315 del Código de Dis­
trito y 291 del Federal (parte final de ambos).
2. I as conclusiones no acusatorias deben ser también
por escrito y reunir los requisitos establecidos para las con­
clusiones acusatorias. Respecto de estas conclusiones existe
el mismo sistema de control interno de que hemos hablado
en renglones anteriores, es decir, la necesidad de ser envia­
das al Procurador para que las revoque, confirme o modi­
fique, mas en estos casos la remisión es forzosa, pues el juez
nunca podrá dictar sentencia ante unas conclusiones de no
acusación no ratificadas por el Procurador.
En lo que atañe al juicio sumario reglamentado en el
Código del Distrito, son procedentes las reflexiones que se
han formulado en renglones anteriores, salvo lo relativo
a que en el procedimiento sumario las conclusiones pueden
ser formuladas verbalmente o por escrito. El Art. 308 sos­
tiene que las conclusiones se pueden formular verbalmente
en la audiencia, haciéndose constar en el acta los pun­
tos esenciales. De supremo interés resulta la constancia
y cuidado que deben tener tanto el juez como el Minis­
terio Público para que se consignen los puntos esenciales,
pues no debe olvidarse que las conclusiones fijan pauta y
limite a la función jurisdiccional, no pudiendo la sentencia
ir por camino distinto del señalado en las conclusiones, ni
tampoco exceder de lo pedido en ellas.11 En lo concernien­
te a las conclusiones por escrito, esta manera de formularlas
queda sujeta a la potestad del Ministerio Público o la de­
fensa, en cuanto que la ley expresa que "cualquiera de las
partes podrá reservarse el derecho de formularlas por escri­
to”. En este caso aparece un periodo especial el cual prin-i

ii El juez debe resolver únicamenie sobre lo solicitado por el Mi­


nisterio Público y si la petición de éste no es precisa por no haberse
SECUNDO PERIODO DE LA INSTRUCCIÓN 301

cipiajcon la solicitud de formular conclusiones por escrito,


y termina con la presentación de ellas. El periodo alcanza
una extensión de tres días, debiendo considerarse que si el
Ministerio Público hace la reserva, al concluir el plazo se­
ñalado en la ley (tres días), se iniciará el concedido a la
defensa (Art. 308 reformado, párrafo tercero).
Regresando nuevamente a las conclusiones no acusato­
rias (refiriéndonos a todos los procedimientos) nos encon­
tramos que si son confirmadas por el Procurador, el juez
sobresee inmediatamente el proceso, produciendo esta reso­
lución los mismos efectos de la sentencia absolutoria (Arts.
324 reformado del Código del Distrito y 298 Frac. I del
Código Federal). El Art. 321 Código del Distrito estatuye
que si el Procurador no resuelve dentro del plazo fijado
en la ley, se tendrán por confirmadas las conclusiones no
acusatorias.
Respecto de las conclusiones del Ministerio Público, debe
abordarse el problema que se presenta cuando no las formu­
lan dentro del término señalado en la ley. No es posible
considerar que se tienen por formuladas las de acusación,
porque en tal parecer no se precisan los límites de ella
(de la acusación), q u e com o ya se ha indicado, son nece­
sarios para q u e el ju ez resuelva.12 Además, com o el Minis­
terio Público es u n a institución de b u en a fe, q ue p u ede
formular conclusiones de acusación o no acusación, no pro­
cede tener por presentadas las de acusación, por entrañar
tal postura un olvido de la posibilidad de conclusiones no
acusatorias.
Por otra parte, resulta improcedente tener por abando
nada la acción procesal penal, por no estar reconocido tal
instituto en México. En este orden de ideas, cuando las
conclusiones no se formulan dentro del término estableci­
do en la ley, en materia federal lo único que podía suceder
consignado en el acta con exactitud los puntos esenciales de las conclU'
«iones, pueden surgir dos problemas: incertidumbre del juez respecto del
contenido de 3U resolución definitiva o procedencia del amparo por haber
rebasado el órgano jurisdiccional los extremos de las conclusiones.
>* Si por ejemplo, en un homicidio se tuvieran por formuladas conclu­
siones acusatorias, no se sabría si tal acusación era por homicidio sinple, cali­
ficado, en riña, con exceso en la legítima defensa, etc.
302 F-L PROCEDIMIENTO PENAL

era que se requiriera al Ministerio Público, aceptándoselas


aun íuera de tiempo. La Suprema Corte de Justicia ha
sostenido lo siguiente: “no puede considerarse que la pre­
sentación extemporánea de las conclusiones acusatorias del
Ministerio Público pueda interpretarse como un desisti­
miento de la acción penal, por Lo que, a pesar de su pre­
sentación después del término legal, debe estarse a sus tér­
minos para el efecto de juzgar al procesado” (Tomo CIII,
Pág. 2785 y Tomo CV, Pág. 269).
Kn materia del orden común se establecía la innova­
ción (Art. 327 Código dei Distrito —ya derogado—) de que
"Si el Ministerio Público no formula conclusiones dentro
del plazo legal, se dará vista con la causa al Procurador,
para que éste, sin perjuicio de la responsabilidad en que
aquél hubiere incurrido, las formule en un plazo que no
excederá de 15 días, contados desde la fecha en que se
hubiese dado vista”.
La innovación se podría calificar de desafortunada, pu­
diéndosele hacer las siguientes censuras:I.
I. Dados los términos del dispositivo (Art. 327), si el
Ministerio Público no formulaba las conclusiones dentro del
plazo legal, cesaba su facultad de presentarlas, teniendo for­
zosamente el Procurador la obligación de formularlas. Aten­
to a lo anterior, si el Ministerio Público las presentaba un
día después del plazo (y ya se dio vista al Procurador), no
podían ser aceptadas por el órgano jurisdiccional, con grave
quebranto de la exigencia constitucional de la pronta admi­
nistración de justicia, e incluso del propósito de acelerar los
procesos, que seguramente animó al legislador al reformar
la ley.
II. No se tomó en consideración la realidad, la cual
señala que en un porcentaje muy elevado de asuntos el
Ministerio Público no presenta las conclusiones oportuna­
mente. Desconociéndose este dato del que se podría haber
inferido el voluminoso número de asuntos que se enviarían
al Procurador, se obligaba a éste a formular conclusiones
dentro del término de 15 días, siendo esto materialmente
impracticable.
SEGUNDO PERIODO DE LA INSTRUCCIÓN 303

III. I I conocimiento del Ministerio Público adscrito al


Juzgado sobre un asunto, es imposible lo adquiera el Pro­
curador, a no ser que destine todas las horas de trabajo
(con perjuicio de sus otras fundones) al estudio minudoso
de los ¡procesos enviados.
Agotado el estudio de las conclusiones del Ministerio
Público pasemos a las de la defensa. Las condusiones de
la defensa en el proceso federal y en el juicio ordinario
deben ser forzosamente por escrito no exigiéndose requisi­
tos de fondo; en el sumario como lo acabamos de estudiar
pueden también exponerse verbalmente. Si la defensa no
formula conclusiones en el intervalo legal, se le tienen por
formuladas las de inculpabilidad (Arts. 318 Código del
Distrito y 297 del Federal).
Recibidas las conclusiones de la defensa, o estimadas
como de inculpabilidad por no haber sido formuladas por
ésta, se cita para una audiencia que deberá efectuarse den­
tro de los cinco días siguientes (Arts. 325 del Código del
Distrito y 305 del Código Federal) y con esta resolución
termina el segundo periodo del proceso iniciándose el in­
mediato posterior.
C a p ít u l o D e c im o s e x t o

A U D IEN CIA Y SEN TEN CIA

El periodo de discusión o ^Audiencia"; sus límites y su


desarrollo. Referencias al procedimiento ordinario y al suma­
rio. La Sentencia. Elementos esenciales de la sentencia. Re­
quisitos formales de la sentencia. Sentencia condenatoria y
sentencia absolutoria. Sentencia definitiva y sentencia eje­
cutoriada.
En lo que alude al periodo de “Discusión” procede estudiar
por separado lo referente a la materia federal, de lo con­
signado en el Código del Distrito, en el cual es menester
distinguir lo concerniente por una parte, al procedimiento
ordinario y por la otra al sumario.
I. Código Federal de Procedimientos Penales. El perio­
do de "Discusión o Audiencia” principia con la determina­
ción que señala fecha para celebrar la Audiencia (Art.
305) y termina cuando se ha llevado a cabo ésta. La im­
portancia de la Audiencia en los tribunales de jueces de
Derecho (juzgadores que fallan conforme al Derecho y no
juzgadores legos que deciden según los dictados de su con­
ciencia) es mínima desde el punto de vista exclusivamente
práctico y su desarrollo es el siguiente: se repiten "las di­
ligencias de prueba que se hubieren practicado durante la
instrucción, siempre que fuere necesario y posible a juicio
del tribunal y si hubieren sido solicitadas por las partes a
más tardar el día siguiente al en que se notificó el auto
citando para la audiencia”; a continuación se da lectura a
las constancias que las partes señalen, y después de alegar
cada una de ellas lo que a su derecho conviene, se declara
visto el proceso. Durante el desarrollo de la audiencias el
juez, el Ministerio Público y la defensa pueden interrogar
al acusado (Art. 306).
Con la audiencia term ina, como indicamos, el tercer
periodo del proceso y adviene el últim o, el de fallo, juicio
o sentencia, la cual debe dictarse en un térm ino de 101
días (Art. 97 reform ado), siendo oportuno manifestar que
conform e al artículo 307 reform ado (27 de diciem bre de
1983 y posteriorm ente 10 de enero de 1994). Cuando se
esté en los casos a que se refieren los apartados a), b) y c)
del artículo 152, la audiencia principiará presentando el

1 Cumulo el expediente es voluminoso se debe estar a lo previsto en


el artículo >J7 del Código Federal.
308 EL PROCEDIMIENTO PENAL

M inisterio Público sus conclusiones y contestándolas a


continuación la d efen sa...”. El artículo 152 alude a la tra­
m itación, a la cual nos hem os referido en páginas an­
teriores y el 152 bis fue derogado en 1994.

II. Procedim iento O rdinario en el Código del Distrito.


A la celebración de la audiencia, la ley señala que las par­
tes estén presentes en ella (artículo 326) y que en caso de
que el M inisterio Público o el defensor no asistan, se citará
para una nueva dentro de ocho días (La reforma de 1994
establece 3 días). Esta segunda audiencia se puede celebrar
aunque no concurra el Ministerio Público (sin perjuicio de
la responsabilidad en que incurra).

El desarrollo de la audiencia se reglamenta en el ar­


tículo 328 y en él se estatuye que "Después de recibir las
pruebas que legalmente puedan presentarse, de la lectura
de las constancias que las partes señalen y de oír los ale­
gatos de las mismas, el juez declarará visto el proceso, con
lo que termina la diligencia”.
III. Procedimiento sumario en el Código del Distrito.
La preparación del juicio en el procedimiento sumario, como
ya indicamos, propiamente no existe, pues la ley no señala
una etapa especial para dicho periodo, en tanto que inme­
diatamente después de recibidas las pruebas, se formulan
conclusiones.1,>ls En este orden de ideas se podría hablar ex­
clusivamente de un periodo de discusión al cual le sigue el
de sentencia.
La sentencia es el momento culminante de la actividad
jurisdiccional. En ella, el órgano encargado de aplicar el
Derecho, resuelve sobre cuál es la consecuencia que el Es­
tado señala para el caso concreto sometido a su conocimien­
to. Analizando con más detenimiento la esencia de la resolu­
ción que estudiamos, podemos manifestar que en la sentencia
el juez determina el enlace de una condición jurídica, coni

i tris Como en la propia audiencia se reciben las pruebas y se formulan


conclusiones, ya no se necesita otra audiencia en la que se “reciban
pruebas que legalmente puedan presentarse’*, ni dar lectura a constancias,
ni tampoco oír a las partes afirmando sus conclusiones.
AUDIENCIA Y SENTENCIA 309

una consecuencia jurídica. En esta faena sobresalen tres


momentos: uno de conocimiento, otro de juicio o clasifica­
ción y otro de voluntad o decisión. El momento de conoci­
miento consiste en la labor que realiza el juez piara conocer
qué es lo que jurídicamente existe, es decir, qué hechos
quedan acreditados, al través de las reglas jurídicas (es muy
posible que un hecho exista realmente y jurídicamente no,
por carecer de pruebas a las que la ley les concede eficacia).
La interpretación, juicio, o clasificación, es una función ex­
clusivamente lógica, en la que el juzgador, p»r medio de
raciocinios determina el lugar que correspionde al hecho
jurídicamente comprobado. Por último, el momento de vo­
luntad se ubica en la actividad que realiza el juez al deter­
minar cuál es la consecuencia aue corresponde al hecho va
clasificado, dentro del marco que la ley establece. Hay quien
cree que en la sentencia no hay ningún acto de voluntad,
sino una exclusiva interpretación lógica de preceptos jurí­
dicos, merced a la cual se desemboca en una sola decisión.
A esto hay que objetar, con Kelsen, que "la interpretación
de la ley no tiene que conducir necesariamente a una deci­
sión única como la sola correcta, sino posiblemente a varias
decisiones, que son todas —en cuanto sólo se ajustan a la
norma a aplicarse— del mismo valor, bien que sólo una
de ellas llega a ser Derecho Positivo en el acto de la sen­
tencia judicial”. La elección de una entre tantas soluciones
posibles, encierra el acto de voluntad. Así pues, la sentencia
entraña, como dice Florián, “tanto el elemento lógico como
el autoritario.2
En las resoluciones del órgano jurisdiccional hay que
distinguir la sentencia de otras determinaciones. Para esto,
es suficiente acudir a lo que dice el artículo 71 del Código
de Procedimientos Penales del Distrito Federal: “Decretos,
si se refieren a simples determinaciones de trámite; senten­
cias, si terminan la instancia resolviendo el asunto principal
controvertido, y autos, en cualquier otro caso.”
Los requisitos formales de lá sentencia son los siguientes:
“I. El lugar en que se pronuncie;
”11. Lo$ nombres y apellidos del acusado, su sobrenom­

2 Para este tema consultar el capitulo de la "jurisdicción".


310 E L PROCEDIMIENTO PEN AL

bre, si lo tuviere, el lugar de su nacimiento, nacionalidad,


edad, su estado civil, en su caso, el grupo étnico indígena
al (jue pertenezca, idioma, residencia o domicilio, ocupa­
ción, oficio o profesión.
"III. Un extracto breve de los hechos, exclusivamente
conducentes a los puntos resolutivos de la sentencia;
”IV. Las consideraciones y los fundamentos legales de
la sentencia, y
”V. La condenación o absolución correspondiente y los
demás puntos resolutivos" (Arts. 95, Código Federal y 72
del Código del D. F . ) b"
Los requisitos de fondo emanan de los momentos que
animan a la función jurisdiccional y a los cuales ya nos he­
mos referido, y son los siguientes:
I. Determinación de la existencia o inexistencia de un
"delito jurídico”;
II. Determinación de la forma en que un sujeto debe
jurídicamente responder ante la sociedad, de la comisión
de un acto; y
III. Determinación de la relación jurídica que existe
entre un hecho y una consecuencia comprendida en el
Derecho.*3
Las sentencias pueden ser condenatorias o absolutorias.
Para dictar sentencia condenatoria se necesitan compro­
bar los siguientes elementos: la tipicidad del acto, la impu-
tabilidad del sujeto, la culpabilidad con que actuó (dolo o
imprudencia) la ausencia de causas de justificación y la au­
sencia de excusas absolutorias.
Reunidos los elementos anteriores queda justificada la
procedencia de la acción penal, o lo que es lo mismo, la exis­
tencia del derecho del Estado para que se castigue al de­
lincuente en un caso concreto.4
-tos Las reformas de I9M no cambian la esencia de lo establecido.
3 La consecuencia puede ser la sanción o la libertad. La sanción
siempre está prevista en la ley: la libertad en unos casos está prevista en
la ley, pero en otros es respuesta indirecta a la falta de previsión de una
consecuencia especial. Esta libertad, a pesar de no estar prevista en la
ley es “consecuencia comprendida en el Derecho” por la plenitud hermé­
tica que éste guarda y a la cual ya nos hemos referido en capítulos
anteriores.
* Consultar la teoría expuesta sobre acción penal y acción procesal
penal en el capítulo "Fundón persecutoria”.
AUDIENCIA Y SENTENCIA 311

Si las conclusiones del Ministerio Público señalan cami­


no y límite para la condena, huelga decir que la sentencia
condenatoria no puede ser por delito distinto al que se re­
fieren las conclusiones, ni puede excederse en la penalidad
de los límites invocados también en las propias conclusiones.
En la sentencia condenatoria se presenta el capítulo de
la reparación del daño, que tiene en nuestro Derecho el
carácter de pena pública, cuando es exigida al delincuente.
La reparación del daño comprende, según el artículo 30
del Código Penal:
"I. l a restitución de la cosa obtenida por el delito y,
si no fuere posible, el pago del precio de la misma;
”11. La indemnización del daño material y moral y de los
perjuicios causados”. La reforma de 1994 establece que se
debe incluir: “El pago de los tratamientos curativos que, como
consecuencia del delito sean necesarios para la recuperación
de la salud de la víctima”, y además modifica la fracción tercera
estableciendo simplemente el resarcimiento de los perjuicios
ocasionados.
“III. El resarcimiento de los perjuicios ocasionados.
La indemnización de carácter moral que comprende la
reparación del daño, a nuestro modesto parecer resulta im­
posible determinar, siendo torcido el procedimiento de al­
gunos tribunales, en los que se intenta cuantificar econó­
micamente la indemnización moral, pues la cuantificación
económica soslaya el daño moral para desembocar en el daño
material.
La ausencia de pruebas para el monto de la reparación
del daño, no conduce a la sentencia absolutoria en su tota­
lidad, sino exclusivamente en lo que alude a ese punto. La
absolución de la reparación del daño lleva a meditar sobre
si se puede exigir ante los tribunales civiles. Dos tesis se
sostienen al respecto: la primera, expresando que como la
reparación del daño es p>ena, no pueden resolver los tribu­
nales civiles sobre la misma. La segunda afirma que puede
reclamarse como responsabilidad proveniente de actos ilícü
tos que constituyen delito. Nos inclinamos por la primera,
no por el sentido de justicia que pueda tener, sino por la
tesis que presentan nuestros textos positivos: si la repara-
I

312 EL PROCEDIMIENTO PENAL

d ó n del daño es pena, corresponde exclusivamente a los


tribunales penales la aplicación de la misma, al tenor de lo
estatuido en el inciso III del artículo lv del Código de Pro­
cedimientos Penales para el Distrito Federal.
La sentencia absolutoria debe dictarse en los siguientes
casos: 8
I. Cuando hay plenitud probatoria de que el hecho no
constituye un ilícito penal;
II. Cuando hay plenitud probatoria de que al sujeto no
se le puede imputar el hecho;
III. Cuando hay plenitud probatoria de que el sujeto
no es culpable (ausencia de dolo o de omisión espiritual);
IV. Cuando está acreditada la existencia de un caso de
justificación o de una excusa absolutoria;
V. Cuando falta la comprobación de un elemento cons­
titutivo del cuerpo del delito o pruebas suficientes que acre­
diten la plena responsabilidad.
VI. En caso de duda.
En los cuatro primeros casos, no hay carencia de prue­
ba, sino pruebas suficientes de la atipicidad del acto, de la
inimputabilidad, de la falta de culpabilidad o de la presen­
cia de una causa de justificación o excusa absolutoria.5
En el quinto caso hay carencia de prueba: las aporta­
das no son suficientes para acreditar plenariamente el cuer­
po del delito o los elementos necesarios para la existencia
de la responsabilidad; y en el caso de duda, en contra de lo
que muchos sostienen e incluso ha afirmado nuestro Máxi­
mo Tribunal, no hay carencia de prueba, sino prueba su­
ficiente para la afirmación y para la negación: cuando se
tiene igual número de elementos para negar o afirmar, es
cuando se presenta la duda, en cuanto que no se puede incli­
nar el juzgador hada los elementos de negación o los de
afirm adón. 6
» Por las pruebas suficientes, se debe decretar la absolución (no
hay responsabilidad).
ti La Suprema sCorte de Justicia se ha inclinado por la insuficiencia
de prueba en los casos de duda, afirmando que la duda es para los tri­
bunales de instancia y no para el que únicamente examina la violación
AUDIENCIA Y SENTENCIA 313

La sentencia absolutoria esencialmente es la falta de re­


conocimiento de la existencia de la acción penal. En estos
casos, hubo acción procesal penal porque el Ministerio Pú­
blico estimó que existía acción penal (derecho de castigar
en concreto) y la sentencia absolutoria lo único que deter­
mina, es que tal derecho, o no existe, o no está debidamente
acreditado.
Los requisitos de fondo de la sentencia, permiten distin­
guirla de manera bastante clara del sobreseimiento, el cual
no comprende ninguno de los elementos a que acabamos
de hacer mención.
En M ateria Federal, según el art. 298 el sobreseim ien­
to procede en los siguientes casos: (que causando estado
adquiere valor la cosa juzgada.-A rt. 304).
“I. Cuando el Procurador General de la República con­
firma o formula conclusiones no acusatorias;
”11. Cuando el Ministerio Público lo solicite en el caso
a que se refiere el artículo 138 (reforma del II inciso del
artículo 298 del Código Federal de Procedimientos Penales,
27 de diciembre de 1983);
”111. Cuando aparezca que la responsabilidad penal está
extinguida;
”IV. Cuando no se hubiere dictado auto de formal pri­
sión o de sujeción a proceso y aparezca que el hecho que
motiva la averiguación no es delictuoso, o cuando estando
agotada ésta, se comprueba que no existió el hecho delic­
tuoso que la motivó;
”V. Cuando habiéndose decretado la libertad por desva­
necimiento de datos, esté agotada la averiguación y no exis­
tan elementos posteriores para dictar nueva orden de apre­
hensión, o se esté en el caso previsto en la parte final del
artículo 426"; y (este inciso fue también reformado el 27
de diciembre de 1983);

o no de las garantías individuales. Se ha reiterado que para los Ministros


no hay duda y que solamente resuelven sobre la taita de plenitud pro­
batoria necesaria para la condena. En este orden de ¡deas, expresan: Si
no hay plenitud probatoria, hay insuficiencia de pruebas, quebrantándose
con la condena la garantía tic la exacta aplicación. Lo anterior podía apli­
carse a los Magistrados Federales que en la actualidad son competentes
p;tra conocer del amparo.
314 EL PROCEDIMIENTO PENAL

"VI. Cuando esté plenamente comprobado que en favor


del inculpado existe alguna causa eximente de responsabi­
lidad";
”VII. Cuando existan pruebas que acrediten fehaciente­
mente la inocencia del acusado” (Art. 298);
"VIII. En cualquier otro caso que la ley señale. (Inci­
so agregado en la reforma de 1994).

Dentro de las sentencias absolutorias no tienen hospe­


daje en nuestro Derecho, la que absuelve de la instancia,
por estar prohibido, según lo consagra el articulo 23 de la
Constitución, que en su última parte textualmente mani­
fiesta: "Queda prohibida la práctica de absolver de la ins­
tancia." En la absolución de la instancia, ni se absolvía ni
se condenaba, quedando abierta la posibilidad de la inicia­
ción de un nuevo procedimiento.
Para terminar, debemos distinguir la sentencia definiti­
va de la ejecutoriada, que con frecuencia son objeto de
confusión. La Suprema Corte de Justicia se ha ocupado
de hacer esta distinción, cuando afirma: "Por sentencia de­
finitiva en materia penal, debe entenderse la que resuelve
el proceso, y la ejecutoriada es aquella que no admite re­
curso alguno” (Tomo XXXI V, página 285). El término
"definitivo” con que se califica a la primera de las sentencias
citadas, no tiene ninguna relación con el problema de la
verdad legal. La califiéación obedece a la fijación de una
diferencia específica como es la necesidad de poderla distin­
guir de la sentencia interlocutoria, la cual no pone fin a
un proceso, sino a un incidente.
La sentencia ejecutoriada es el último momento de la
actividad jurisdiccional y en ella se crea una norma indivi­
dual que al análisis ofrece las siguientes características:I.

I. Es creadora de Derecho, en cuanto forja un precep­


to u orden que posee la fuerza que anima a todo el De­
recho;
II. Es exclusiva o individual, en cuanto se refiere a una
situación concreta; y
III. Es irrevocable, en cuanto determina, de manera ab-
AUDIENCIA Y SENTENCIA 315

soluta, la situación legal de un caso concreto: establece una


verdad legal que no admite posteriores modificaciones. 7
La verdad legal por ningún concepto puede ser modifi­
cada, ni aun demostrándose posteriormente la ausencia del
delito o de la responsabilidad. Para estos casos se encuen­
tra instituido el indulto necesario, el cual, según el artícu­
lo 94 del Código Penal, "no puede concederse sino de san­
ción impuesta en sentencia irrevocable”. El artículo 96 del
mismo ordenamiento que se encuentra en el capítulo del in­
dulto, fue reformado el 13 de enero de 1984, consignándose
lo siguiente: (en relación con la procedencia del indulto)
“Cuando aparezca que el sentenciado es inocente, se proce­
derá al reconocimiento de su inocencia, en los términos pre­
vistos por el Código de Procedimientos Penales aplicable y
se estará a lo dispuesto en el artículo 49 de este Código”.
A pesar de que la doctrina sistemáticamente determina
la irrevocabilidad de la sentencia ejecutoriada,5 es pertinente
señalar que debido al juicio de amparo y al hecho de no
existir término para, en materia penal, acudir al juicio de
garantías, la verdad legal no se establece, sino después de la
resolución dictada en amparo directo por la Suprema Corte
de Justicia o T ribunal Colegiado, según el ámbito de sus
competencia.» Lo expuesto tiene apoyo en que la sentencia
definitiva de Segunda Instancia, cuando la de Primera Ins­
tancia admite apelación, o la de Primera Instancia cuando
no procede el recurso, pueden ser mpdificadas por otra sen­
tencia dictada por la autoridad Responsable (la autora de
la sentencia definitiva señalada como acto reclamado) en
cumplimiento de una ejecutoria en la que se concede el
amparo total o para efectos. Las lucubraciones formuladas
en contra de lo expresado, están ajenas a nuestra realidad, en
la cual se revela, que por el quebranto a la garantía de la
exacta aplicación de la Ley, la Suprema Corte o el T ribunal *

f Consultar la situación s u i g e n e r is que crea el Incidente para ob­


tener la condena condicional. Capítulo “Incidente en G enerar.
* Artículos 443 del Código de Procedimientos Penales para el Dis­
trito Federal y 360 del Código Federal de Procedimientos Penales.
s En la actualidad, de amparos directos conocen los Tribunales Co­
legiados en los términos que establece la ley.
316 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Colegiado pueden modificar o revocar la condena. A guisa


de ejemplo indicamos: un sentenciado después de diez
años de privación de su libertad, en cumplimiento de una
condena por mayor tiempo, puede, si recurre en ese momen­
to al juicio de garantías, obtener su inmediata libertad en
tanto que se le conceda el amparo. Lo apreciable es que
la sentencia condenatoria no adquirió calidad de verdad
histórica, supuesto que fue revocada y aunque técnicamen­
te se señale que el juicio de amparo únicamente versa so­
bre violación de garantías por parte de las autoridades, sin
proyectarse a algún otro aspecto jurídico, debe considerar­
se que la realidad predomina sobre la ficción.
C a p ít u l o D e c im o s é p t im o

LOS RECURSOS

Concepto de recurso. Restricciones del recurso. Intereses en el


recurso. Clasificación de los recursos: atendiendo a la situa­
ción de la resolución recurrida; atendiendo a la clase de
autoridades que intervienen en la revisión; atendiendo a los
efectos que produce.
El camino marcado por la ley, no siempre es respetado por
el órgano jurisdiccional. Bien puede suceder que el juez, en
cuanto ser falible, equivoque sus interpretaciones y no deci­
da lo que la ley ordena, o que, llevado por intenciones
dolosas, salte conscientemente las fronteras de la equidad
y tampoco decida lo que la propia ley ordena. Ahora bien,
sentada la posibilidad de una indebida aplicación de la ley,
¡jara evitar las malas consecuencias que esto puede ocasio­
nar, se han establecido los recursos consistentes en medios
legales que permiten que las resoluciones dictadas fuera
del “curso" señalado por el Derecho, vuelvan al camino que
el mismo Derecho ordena. A este respecto, Acero se expresa
con toda claridad manifestando: “Por lo mismo que el fin
de los recursos es remediar y enderezar las providencias tor­
cidas, se evidencia que su fundamento es la falibilidad y la
eventual injusticia humana que suponen y que no podían
dejarse en lo posible sin ningún correctivo.”
El recurso viene a ser, en términos sencillos, un segundo
estudio sobre un punto que se estima resuelto de manera
no apegada al Derecho. Este segundo estudio no se hace en
forma anárquica, pues está sujeto a los siguientes principios
o restricciones.
I. Restricción del número de los recursos.—En tanto que
a la sociedad le interesa la pronta administración de jus­
ticia, no es posible que contra una resolución se permitan
un sinnúmero de revisiones que, indudablemente retarda­
rían la aplicación de la ley. Atento a esto, los recursos se
encuentran limitados: sólo se permite un número determi­
nado de revisiones.
II. Restricción en lo tocante a la clase de la resolución
recurrida.—El legislador fija, de manera precisa, cuáles son
las resoluciones que pueden ser objeto de revisión. En este
punto, existen tres corrientes, que pasamos a estudiar por
separado:
320 EL PROCEDIMIENTO. PENAL

1? Hay muchos pensadores que afirman que únicamente


deben concederse recursos contra las sentencias definitivas,
arguyendo que así se evitan muchos retardos en los proce­
sos y se permite revisar, de una manera global el asunto,
con lo cual se puede enmendar todo aquello que perjudi­
que la resolución definitiva y pasar por alto las transgre­
siones que no afectan la buena aplicación de la ley en la
sentencia. En resumen, los que abogan por la corriente en
estudio, ven en ella tres bondades, a saber:
a) Evita retardos en los procesos;
b) Permite una revisión total del proceso, y
c) Repara lo que interesa a la sentencia definitiva, evi­
tando las ociosas correcciones que no influyen en la estruc­
turación de ésta.
2' Otros procesalistas abogan por que se concedan re­
cursos, no sólo contra las sentencias definitivas, sino contra
todas las resoluciones. Estos pensadores objetan a los que
se inclinan por la corriente estudiada en el inciso anterior,
que un proceso nunca puede llegar a feliz término cuando
hay algo que lo ha desviado de la pauta legal y, que por
ende, es torpe por ineficaz, proseguir un juicio que no va
por el curso debido.
3’ Enfrente de las dos tendencias antagónicas, se encuen­
tra la posición ecléctica. Esta posición cree que en las dos
tendencias hay algo de razón, pero que son inaceptables
en lo que tienen de absoluto y, tomando algo de ellas, ma­
nifiesta: no se deben conceder recursos contra todas las re­
soluciones, ni tampoco únicamente contra la sentencia. Se
deben conceder contra las determinaciones esenciales del
proceso que, por su carácter toral, sirven de base a los perio­
dos posteriores y cuya mala elaboración acarrea perjuicios
indudables a toda la secuela procesal.I.
III. Restricción del recurso concedido.—Siendo diversas
las revisiones establecidas en la ley, las cuales constituyen
los diversos recursos, no todas son concedidas contra una
misma resolución, pues ello entorpecería la administración
de justicia, como se comprenderá al estudiar los recursos en
LOS BECUHSOS 321

particular. La ley, atendiendo a la calidad de las resoluciones


recurribles, determina cuál es el medio de revisión que se
concede en cada caso: generalmente, para cada resolución
se da un recurso; sólo por excepción se conceden varios.
IV. Restricción de tiempo.—Los recursos deben ser in­
terpuestos dentro de un periodo establecido en la ley. La
no fijación de un lapso para la interposición de los recur­
sos, implicaría una situación inestable en lo determinado
por el órgano jurisdiccional, ya que nunca se podría esta­
blecer la verdad legal, por ignorarse si contra una resolu­
ción se interpondría en tiempo lejano algún recurso.
V. Restricción referente a la necesidad de interponer el
recurso —Basándose los recursos en la posibilidad del error
en la interpretación de la ley, el error, por su propia esen­
cia, no puede ser una regla, sino caso de excepción. To­
mando en cuenta este pensamiento, para que se presente la
revisión que implica un recurso, es menester que alguien lo
solicite; de otra manera, se consagraría el error como regla.1
VI. Restricción relativa a que únicamente las partes
pueden interponer recursos.—Siendo las partes las únicas in­
teresadas en la recta aplicación de la ley, resulta obvio que
sólo ellas puedan interponer recursos (Ministerio Público,
defensor e inculpado). Hay que recordar que en nuestra
legislación, el ofendido no es parte en el proceso y que, por
excepción, la ley le concede derecho para interponer ciertos
recursos en lo tocante a las resoluciones que afectan la re­
paración del daño. Esta excepción es hija del hecho de
haber inmiscuido la reparación del daño en los ámbitos
del Derecho Penal.i

i En lo tocante a esta restricción, hay que considerar que algunas


legislaciones, cuando se impone la pena de muerte, obligan a la aper­
tura del recurso de manera oficiosa, constituyendo ello propiamente una
excepción a lo que nosotros llamamos restricción a la necesidad de inter­
poner el recurso. Esta excepción obedece a la gravedad de la sanción
impuesta:, y a que cualquier error judicial no admitiría rectificación des­
pués de cumplimentarse la sentencia. Antes de privar de la vida a algún
sentenciado, hay que agotar todas las instancias para cerciorarse de la
procedencia de la sanción. Igual criterio siguen algunas legislaciones cuan­
do se impone la pena de treinta años de prisión, en sustitución de la
pena de muerte.
322 E L PROCEDIMIENTO PENAL

Para poder interponer un recurso, se necesita tener in­


terés, pues como dice Florián, “el interés en el recurso es
el presupuesto indispensable de la interposición del mis­
m o”. I-a razón es clara: las partes están interesadas en que
se administre justicia y si no se presenta ningún interés
especial para enmendar alguna resolución, es porque se ha
aplicado correctamente la ley.
Los tratadistas, en lo que toca al interés en el recurso,
distinguen el interés particular, el interés social o general
y el interés común. El interés particular, como su nombre
lo indica, es el que corresponde a un particular. Los únicos
intereses particulares que se pueden poner en juego en el
punto que estudiamos, son los del inculpado y los del ofen­
dido, en lo que atañe a la reparación del daño. Así pues,
únicamente ellos, por lo que toca al interés particular, pue­
den interponer recursos y no un tercero que, como es natu­
ral, no tiene ningún interés. El interés social o general es
el que tiene el Agente del Ministerio Público como repre­
sentante del conglomerado social. Respondiendo a este in­
terés social, el Ministerio Público puede, doctrinariamente
interponer recursos que favorezcan al inculpado, pues es
posible que una resolución favorable al propio inculpado
sea a su vez benéfica al interés social, como pot ejemplo,
en un caso de atenuación de pena, el interés social se ma­
nifiesta en el sentido de que indebidamente no se agrave
al inculpado. El interés común, se refiere al interés que
tienen varias personas que se encuentran en una misma si­
tuación respecto de una resolución que importa a todas ellas.
El recurso solicitado por una, basado en un interés común,
es indudable que afecta la situación de los demás. En la
doctrina se encuentran opiniones divorciadas, pues unos
afirman (como nuestra legislación) que la interposición de
un recurso hecho por una persona, no abarca la situación
de todos los individuos que se encuentran abrazados en las
mismas circunstancias y otros sostienen que, en esos casos,
tratándose de un interés común, la revisión que se logra
por el recurso interpuesto por una persona, debe abarcar a
todas las que se encuentran en la misma situación en el
proceso.
LOS RECURSOS 323

La clasificación de los recursos se hace atendiendo a tres


conceptos:
1. A la situación de la calidad de la resolución recu­
rrida;
2. A la clase de autoridades que intervienen en la re­
visión, y
3. A los efectos que produce el recurso.
I. Atendiendo al primer concepto, los recursos se clasi­
fican en ordinarios y extraordinarios. Los recursos ordina­
rios son aquellos, según afirma Florián, que "se interponen
contra la resolución que aún no es cosa juzgada’’, y los
extraordinarios son los que se conceden contra las resolu­
ciones que tienen calidad de cosa juzgada. Otros escritores,
como Chiovenda, estiman que los recursos ordinarios son
aquellos en los cuales se puede denunciar cualquier vicio
de una resolución y los recursos extraordinarios aquellos en
los que los vicios que se pueden denunciar se encuentran
determinados en la ley.2
II. Tomando en cuenta las autoridades que conocen de
los recursos, éstos se pueden clasificar en devolutivos y no
devolutivos. Devolutivos son los recursos en los que inter­
viene una autoridad diferente a la que dicta la resolución
recurrida. En esta clase de recursos hay un judex a quo, o
sea, el juez que conoció en primer lugar, y un judex ad
quem: la autoridad que revisa la resolución recurrida. El
nombre de estos recursos (devolutivos) obedece a razones
históricas: cuando el inferior, en el que el Rey había dele­
gado la facultad de hacer justicia, devolvió, al superior esa
facultad. Los recursos no devolutivos son aquellos en los
que una sola autoridad interviene, es decir, la que revisa,
es la misma que dictó la resolución revisada.
III. Por último, en lo que alude a los efectos de los re­
cursos, se clasifican en suspensivos, y devolutivos. Suspen­
sivos, cuando suspenden el curso del procedimiento, y de­
volutivos cuando no suspenden el curso de éste, pero en

2 En esta clasificación de Chiovenda no se atiende a la calidad de


la resolución sino a los vicios que &ta pueda tener.
324 EL PROCEDIMIENTO PEN AL

caso de que el recurso prospere, devuelven la secuela pro­


cesal hasta la resolución modificada. Un mismo recurso
puede ser investido, en diferentes momentos, de los dos efec­
tos señalados.
Proyectando las generalidades expuestas a nuestras leyes
positivas, tenemos:
I. Se restringe el número de recursos, reconociendo nues­
tras leyes exclusivamente cuatro, a saber: revocación, ape­
lación, denegada apelación y queja.
II. Se conceden recursos contra todas las resoluciones
otorgándose el mas importante (la apelación) a las que re­
visten superlativo interés, desde diversos puntos de vista,
como se explicará posteriormente.
III. T an sólo se concede un recurso: la resolución que
admite la apelación rechaza la revocación y viceversa.
IV. Para la interposición de los recursos, invariablemen­
te la ley señala un término, pasado el cual precluye el de­
recho que pueda existir.
V. Ningún recurso opera oficiosamente, siendo necesa­
rio que lo interpongan los sujetos señalados en la ley.
VI. Solamente las partes pueden interponer los recursos
y no reconociéndose al ofendido calidad de parte, no puede
interponer recursos más que en los casos de excepción que
señala la ley y a los cuales ya nos hemos referido en los
renglones que anteceden.
VII. En materia penal no existen recursos extraordina­
rios, entendiendo como tales los que se concedan contra re­
soluciones que tienen calidad de cosa juzgada.
VIII. Desde el punto de vista de las autoridades que
conocen, hay recursos devolutivos y no devolutivos. Es de­
cir, en unos la autoridad que revisa es la misma que dictó
la resolución (revocación) y en otros, interviene una auto­
ridad distinta (apelación y denegada apelación).
IX. Considerando los efectos, hay recursos que en cier­
tos casos suspenden la continuación procesal (efecto suspen­
sivo o ambos efectos) y en otros no (efecto devolutivo).
Fijadas las notas generales de los recursos, pasemos al
estudio de cada uno de ellos en particular.
C a p ít u l o D e c im o c t a v o

LA REVOCACIÓN

El recurso de revocación. Notas esenciales. Restricciones en el


recurso de revocación. Procedimiento que se debe seguir en
el recurso de revocación. Efectos del recurso de revocación.
La revocación es un recurso ordinario, no devolutivo, que
tiene por finalidad anular o dejar sin efecto una resolu­
ción. Al expresar que el recurso de revocación es ordinario,
se indica su procedencia contra resoluciones que no han
causado estado y al decir que es "no devolutivo”, se señala
que su conocimiento corresponde a la misma autoridad que
dictó la resolución contra la cual se interpuso el recurso.
Por regla general se conceden recursos no devolutivos con­
tra las resoluciones que no implican grave estudio y que,
por tanto, no es menester que otra persona conozca para
poderse encontrar, si existe, la desviación de la ley. El mis­
mo juzgador, dedicando nuevamente su atención, puede
resolverlo satisfactoriamente. En relación con este punto,
Acero manifiesta lo siguiente: "Sin embargo, en los casos
sencillos, de trámites sin trascendencia, por razones clara­
mente supervenientes, puédese más fácilmente confiar en la
ecuanimidad y presunta buena fe del juzgador y atenerse
a él sólo para las rectificaciones relativas, evitando las demo­
ras y molestias de otra instancia para todos los pasos del
procedimiento y hasta por reclamaciones de decretos fútiles."
Así, pues, las resoluciones que son objeto de revocación,
como ya indicamos, no revisten carácter complicado y ge­
neralmente se refieren a simples determinaciones de tra­
mite, en las que la legalidad o ilegalidad es fácil percibir­
las con una revisión. Esta regla (otorgar el recurso de revo­
cación contra resoluciones que no revisten carácter complica­
do) sufre una excepción en materia federal, en donde ex­
presamente se concede el recurso de revocación contra todas
las resoluciones que se dictan en segunda instancia antes
de la sentencia. Así, es indudable que muchas resoluciones de
carácter importante son objeto de revocación, mas como no
es posible conceder un recurso devolutivo, porque ello im­
plicaría una tercera instancia que retardaría la administra­
328 el p r o c e d im ie n t o pen a l

ción de jusicia, el legislador quebranta el principio ya apun­


tado, de otorgar la revocación exclusivamente contra reso­
luciones de poca importancia (Art. 361 del Código Federal).
Estudiando en la revocación las restricciones que hemos
señalado al hablar de los recursos en general, tenemos:
l5 Restricción en lo tocante a la dase de resolución re­
currida.—Como se ha indicado, el recurso de revocación se
concede contra resoluciones de mero trámite, en las que
es suficiente un nuevo estudio por la misma autoridad que
dictó la resolución para poder decidir si en ellas se aplicó o
no correctamente la ley. Los códigos no enumeran las resolu­
ciones contra las que se concede el recurso de revocación,
pero examinando las que admiten el recurso de apelación,
se conduye que las más importantes son las enlistadas por
la ley en el recurso últimamente citado.
2? Restricción del recurso concedido.—Hemos expresado
que la ley no concede dos recursos contra una misma reso­
lución. El recurso de revocación se concede únicamente con­
tra las resoluciones a las que el Código no fija la proceden­
cia del recurso de apelación. Así, el artículo 361 del Código
Federal manifiesta: "Solamente los autos contra los cuales
no se conceda por este Código el recurso de apelación, serán
revocables por el tribunal que los dictó.” En el Código del
Distrito, el artículo 412 registra propiamente la misma re­
gla, al expresar: "El recurso de revocación procede siempre
que no se conceda por este Código el de apelación."
3» Restricción de tiempo.—El Código del Distrito señala
que el recurso de revocación debe interponerse en el acto
de la notificación o al día siguiente hábil (Art. 413. La
reforma de 1994 no cambia el pensamiento). El Federal
establecía la misma regla, mas no hablaba del día siguiente
hábil, sino de las 24 horas siguientes. En la actualidad, por
reforma al artículo 362 en diciembre de 1984, se determina
'El plazo para interponer el recurso de revocación y ofre­
cer pruebas será de 5 días”.
49 Restricción con la necesidad de interponer el recur­
so.—El recurso de revocación jamás procede de oficio y siem­
pre debe ser interpuesto, como se infiere del contenido de
los artículos 413 del Código del Distrito y 362 del Código
LA REVOCACION' 329

Federal. (La reforma de 1994 no cambia el pensamiento).


Además, debe tenerse presente que el Código del Distrito,
en su artículo 410, manifiesta: "No procederá ningún re­
curso, cuando la parte agraviada se hubiera conformado
expresamente con una resolución o procedimiento, o cuan­
do no interponga el recurso, dentro de los términos que la
ley señale".
5* Restricción relativa a que únicamente las partes pue­
den interponer el recurso.—Si los terceros no pueden inter­
venir en la dinámica procesal y hay necesidad de que se
interponga el recurso de revocación, con sana lógica se pue­
de concluir' que exclusivamente las partes pueden interpo­
ner el recurso. Sin embargo, hay autores que manifiestan
que si la resolución afecta intereses de un tercero, éste pue­
de interponer el Tecurso; pero frente a esta tesis, cabe con­
siderar que el artículo 411 del Código del Distrito expresa
que: “Tampoco procederán los recursos interpuestos por per­
sonas que no estén expresamente facultadas por la ley para
interponerlos”.
Terminado el estudio de las restricciones, debe exami­
narse el procedimiento seguido en el recurso. En el Distrito
Federal (Art. 413), el juez ante quien se interpone el re­
curso lo admitirá o desechará de plano si estima innecesario
oír a las partes. En caso contrario, las citará a una audiencia
verbal que se verificará dentro de las cuarenta y ocho horas
siguientes (la reforma de 1994 fija que la audiencia se ve­
rificará dentro de los dos siguientes días) dictando en ella
su resolución. En materia federal, por la reforma ya citada
del artículo 362 "El tribunal resolverá el recurso oyendo
a las partes en una audiencia que se efectuará dentro de
las cuarenta y ocho horas siguientes a la notificación_que
se haga a la parte que no interpuso el recurso acerca de la
admisión de éste”. F.n la audiencia se desahogan las prue­
bas ofrecidas, se escucha a las partes y se resuelve señalán­
dose que no procede ya recurso alguno contra esta reso­
lución.
La ley no señala si la interposición del recurso suspende
el procedimiento; pero en la práctica tal silencio legal no
reviste ninguna importancia, porque resolviéndose con bas­
330 EL PROCEDIMIENTO PENAL

tante rapidez es innecesaria, dada nuestra realidad, la sus­


pensión. Sin embargo, jurídicamente creemos que en tanto
no se resuelva el recurso, resulta improcedente la práctica
de cualquier diligencia. La jurisprudencia de la Suprema
Corte de Justicia, al aludir a la revocación (en esencia igual
en materia civil que en penal), recoge las notas fundamen­
tales que hemos señalado en el recurso que analizamos: no
es permitido a las autoridades judiciales revocar sus propias
determinaciones que no admitan expresamente ese recurso,
ya que un principio de justicia y de orden social exige que
tengan firmeza los procedimientos que se siguen en un jui­
cio, y estabilidad los derechos que por ellos se conceden a
las partes.
Por medio del recurso que estudiamos, se revoca la re­
solución contra la que se interpuso o se anula, debiendo
señalarse como nota especial, que esta resolución inmediata­
mente causa estado, porque en nuestras leyes adjetivas, como
ya se indicó, expresamente se señala que contra la resolución
dictada no se da recurso alguno.
C a p ít u l o D ecim onoveno

APELACIÓN, DENEGADA APELACIÓN


Y Q U EJA

Definición del recurso. Análisis de los elementos. Restric*


dones en el recurso de apelación. Procedimiento en el re­
curso de apeladón. Materia del recuno de apeiadón. Repo­
sición del procedimiento. Efectos del recurso. La denegada
apeladón. Sus elementos y procedimientos. La queja.
La apelación es un recurso ordinario, devolutivo, en virtud
del cual un tribunal de segunda instancia confirma, revoca
o modifica una resolución impugnada. El análisis de la de­
finición nos lleva a distinguir los siguientes elementos:
1* Intervención de dos autoridades;
2* Revisión de la resolución recurrida, y
35 Una determinación en la que se confirma, revoca o
modifica la resolución recurrida.
Primero. Intervención de dos autoridades (Judex a quo
y judex ad quem) . Una de esas autoridades, dice la doctri­
na, tiene mayor jerarquía y, por tanto, obliga a la otra a
acatar sus resoluciones. A nuestro parecer, no se trata de
mayor o menor jerarquía en las autoridades, sino exclusi­
vamente de diferentes facultades legales concedidas a las insr
tandas. Tan autoridad es, en el campo que le señala la ley,
la que integra la primera insatancia, como la que constituye la
segunda. Si la autoridad de segunda instancia tuviera jerar­
quía superior, le sería posible modificar caprichosamente las
determinariones de la autoridad de primera instancia, situa­
ción que no se presenta. Así pues, debemos concluir que
no se trata, en la segunda instancia de una autoridad su­
perior, sino de una autoridad que tiene encomendada, en
ciertos casos, la función de revisar las resoluciones de prime­
ra instancia, para confirmarlas, revocarlas o modificarlas.
La presencia de dos autoridades obedece a la idea de
que la resolución contra la que se concede el recurso es
de importancia, necesitándose la intervención de una nueva
autoridad para que el estudio pueda hacerse correctamente.
En este recurso parece estarse indicando: es menester un
criterio nuevo, para que sin prejuicios revise la resolución
y pueda aplicarse adecuadamente la ley.
Segundo. El segundo elemento que encontramos en la
334 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

definición, consiste en el estudio que se hace de la resolu­


ción recurrida. A este respecto, existe una vigorosa discu­
sión entre los tratadistas, pues en tanto que unos manifies­
tan que en la segunda instancia debe haber una revisión
total de la resolución recurrida, otros opinan que la revisión
debe restringirse a los agravios señalados y, por tanto, no
debe exigirse una revisión oficiosa de toda la resolución.
Los sostenedores del segundo punto de vista, parten del prin­
cipio de que “el acierto y la legalidad de las resoluciones
judiciales deben suponerse como regla’’, concluyendo que si
no se expresan agravios, se debe entender que la resolución
ha sido dictada conforme a derecho. Los defensores del pri­
mer pensamiento informan la doctrina de la irrestricción, y
los del segundo, el sistema de encuadramiento estricto. En
medio de esas dos situaciones polares, se encuentra el sistema
mixto, consistente en adoptar el sistema de irrestricción en
todo lo que favorece al reo, y el encuadramiento estricto
en lo que atañe a la apelación interpuesta por el Agente
del Ministerio Público.

Tercero. El tercer elemento de la definición lo consti­


tuye la resolución dada por el judex ad quem, que puede
ser confirmación, revocación o modificación de la resolución
apelada.
En el estudio de las características generales del recurso
de apelación, cabe señalar que no constituye otro proceso.
Para comprobar la afirmación anterior, es suficiente repetir
lo que sobre este punto manifiesta el tantas veces citado
Acero: "Se establece entre las dos instancias una relación
de continuidad, que impide o descarta por inútil, toda re­
petición de las actuaciones bien practicadas. No hay ninguna
necesidad de una fase instructoria en la apelación. Todas
las determinaciones y todas las pruebas, aun del procedi­
miento de juicio, acumuladas por el anterior, pasan a ser,
ipso fado, sin necesidad de promoción o reproducción, prue­
bas de la segunda instancia para la resolución del recurso.”
Fijados los conceptos generales de la apelación, entre­
mos a estudiar sus restricciones en nuestras leyes positivas:
APELACIÓN ' y d e n e g a d a a p e l a c i ó n 335

I. Restricción en lo tocante a la clase de resolución re- .


currida. El recurso de apelación no se concede contra todas
las resoluciones, únicamente contra las que la ley en torma
limitativa establece (Arts. 418 del Código del Distrito y 366
y 367 del Código Federal), siendo éstas las siguientes:
“Art. 418. Son apelables:
“ I. Las sen ten cia s definitivas, in clu y en d o aq u ellas q u e
se p ro n u n c ie n en los procesos sum arios;
”11. Los autos que se pronuncien sobre cuestiones de
jurisdicción o competencia; los que mandan suspender o
continuar la instrucción; el de ratificación de la detención:
el de formal prisión o de sujeción a proceso o el que los
niegue; el que conceda o niegue la libertad.
”111. Los que resuelvan las excepciones fundadas en al­
guna de las causas que extinguen la acción penal; los que
declaran no haber delito que perseguir; los que concedan
o nieguen la acumulación o los que decreten la separación
de los procesos, y
”IV. Todos aquellos en que este Código conceda expre­
samente el recurso.”
En materia federal el artículo 367 ha tenido reformas y
en la actualidad establece:
Art. 367. Son apelables en el efecto devolutivo:
I. Las sentencias definitivas que absuelven al acusado,
excepto las que se pronuncien en relación con delitos puni­
bles con no más de seis meses de prisión o con pena no
privativa de libertad, en los términos del primer párrafo del
artículo 152;
II. Los autos en que se decrete el sobreseimiento en los
casos de las fracciones III a VII del artículo 298 y aquellos en
que se niegue el sobreseimiento;
III. Los autos en que se niegue o conceda la suspensión
del procedimiento judicial; los que concedan o nieguen la
acumulación de autos; los que decreten o nieguen la sepa­
ración de autos; los que concedan o nieguen la recusación;
111 bis. Los autos q u e ra tifiq u e n la c o n stitu c io n a lid a d d e
336 E L PR O CED IM IEN TO PEN A L

una detención a que se refiere el párrafo sexto del artículo 16


constitucional;
IV. Los autos de formal prisión; los de sujeción a pro­
ceso; los de falta de elementos para procesar; y aquellos que
resuelvan situaciones concernientes a la prueba;
V. 'Los autos en que se conceda o niegue la libertad
provisional bajo caución; los que concedan o nieguen la li­
bertad por desvanecimiento de datos, y los que resuelvan
algún inddenie no especificado;
VI. 'Los autos en que se niegue la orden de aprehensión
o se niegue la citación para preparatoria. Estos autos sólo
son apelables por el Ministerio Público;
VIL Los autos que nieguen el cateo, las medidas pre­
cautorias de carácter patrimonial o el arraigo del indiciado;
VIII. Los autos en que un tribunal se niegue a decla­
rar su incompetencia por declinatoria, o librar el oficio inhi­
bitorio a que se refiere el artículo 436, y
IX. Las demás resoluciones que señala la ley.
El artículo 366 de la ley en cita señala que son apela­
bles en ambos efectos solamente las sentencias definitivas
en que se impongan alguna sanción.
Como es de observarse, todas las resoluciones contra las
que se concede el recurso de apelación tienen importancia
superlativa para la secuela procesal o para la libertad del
sujeto.
II. Restricción del número de recursos concedidos. En
tanto que se ha establecido que las resoluciones no apela­
bles son revocables (Arts. 412 del Código del Distrito y
361 del Código Federal), se debe concluir que sólo proce­
de uno de los recursos en cada caso, respectivamente.
III. Restricción del tiempo. Según los artículos 416 del
C ódigo del D istrito y 368 del C ódigo Federal, la apelación
p o d rá in terponerse p o r escrito o v erbalm ente en el acto de
la notificación, o d e n tro de tres días si se tra ta de a u to y
cinco si se tra ta de sentencia.2
- El Código <lel Distrito señala «los días si se trata de otra re­
solución.
APELACIÓN Y DENECADA APELACION 337

IV. Restricción relativa a la necesidad de interponer


el recurso. La segunda instancia no se abre oficiosamente
pues para ello se necesita, como lo señala la ley, la petición
de parte legítima (Arts. 415 del Código del Distrito y 364
del Código Federal), y
V. Restricción relacionada con que únicamente las par­
tes pueden interponer el recurso de apelación. Hemos esta­
blecido como regla general, que los recursos pueden ser in­
terpuestos por las partes. En el Código de Procedimientos
Penales del Distrito, artículo 417, se manifiesta que tienen
derecho a apelar el Ministerio Público, el acusado y su de­
fensor y el ofendido o sus legítimos representantes, cuando
aquél o éstos coadyuven en la acción reparadora y sólo en
lo relativo a ésta. Es necesario advertir que se debe tener
cuidado en la excepción que se señala a la regla general
con el derecho que tiene el ofendido para apelar, pues este
derecho se debe ceñir exclusivamente a lo relacionado con
la reparación del daño. Así, pues, contra las resoluciones de
carácter meramente procesal o de fijación de responsabili­
dad, o de comprobación del cuerpo del delito, el ofendido
no tiene derecho a apelar. El Código Federal de Procedi­
mientos en el artículo 365 se recoge, pero con mejor técnica,
lo consagrado en el Código del Distrito Federal, o sea. de
los sujetos que pueden apelar.
Dentro del tema de las personas que tienen derecho a
apelar, se puede establecer que hay autos en los que las par­
tes en general pueden interponer el recurso de apelación,
y hay otros en los que exclusivamente una parte puede in­
terponer el recurso, como es el de los autos que niegan la
aprehensión, o de los que niegan la citación para la prepa­
ratoria, de los cuales sólo puede apelar el Ministerio Pú­
blico (Art. 367, Frac. VI del Código Federal).
Corresponde examinar el procedimiento del recurso y la
materia que comprende. En el procedimiento podemos dis­
tinguir los siguientes momentos:I.
I. Interposición del recurso. La interposición se hace,
como ya hemos indicado, en el acto de la notificación o den­
tro del término de tres días, si se trata de un auto y cinco.
338 F.L PROCEDIMIENTO PENAL

sí se refiere a sentencia, pudiéndose interponer por escrito


o verbalmente, no siendo necesario se invoque el nombre
del recurso, sino simplemente señalar la inconformidad con
la resolución.
II. Admisión del recurso. Interpuesto el recurso, el juez
que dictó la resolución impugnada debe resolver si lo ad­
mite o no (Arts. 421 del Código del Distrito —en reforma
de 1994 se agregó: si el apelante fuera el procesado al ad­
mitirse el recurso, se le prevendrá para que nombre defen­
sor que lo patrocine en la segunda instancia— y 37U del Fe­
deral) . Para la admisión según la correcta exégesis de los
artículos citados, el juez únicamente atenderá a la legitima­
ción del sujeto y al factor cronológico: si el recurso fue
interpuesto o no en tiempo por quien tiene capacidad legal
para ello.
Procede señalar que contra el auto en que se admite la
apelación, no procede recurso alguno (Art. 421 del Código
del Distrito y 370 del Federal), pero que se concede a las
partes un medio de impugnación ante el tribunal de se­
gunda instancia, conformé lo consagran los artículos 423 del
Código del Distrito y 374 del Código Federal.”
También es pertinente señalar que el judex ad quem
puede, después de la celebración de la vista, declarar la in­
correcta admisión del recurso con el efecto, en caso de que
se declare mal admitido, de devolver el expediente al juzgado
de su origen sin revisarse la resolución apelada.
En resumen, en lo que alude a la admisión del recurso
se pueden señalar tres momentos:
a) Admisión del recurso por el tribunal que dictó la re­
solución recurrida:
b) Impugnación por las partes, ante el tribunal de al­
zada, dentro del término señalado en la ley; y
c) Revisión oficiosa que hace el judex ad quem, des­
pués de la vista, de la que puede concluir la mala admisión
del recurso.3
3 Este medio de impugnación, en verdad tiene la esencia de un re­
curso, aunque el Código del Distrito lo denomine incidente (Art. 425) y
el Código Federal aluda a una impugnación (Arta. 574 y 575).
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 339

III. Señalamiento de agravios. Los agravios se pueden


expresar en el momento en que se interpone el recurso o
en la vista (Arts. 415 del Código del Distrito y 364 del
Código Federal).
En lo referente al señalamiento de agravios, se presenta
el problema de determinar si cuando éstos fueron expresa­
dos, en el momento de interponer el recurso, se pueden
modificar o enriquecer en la vista.
El Código del Distrito expresa, en el artículo 410, que
"no procederá ningún recurso, cuando la parte agraviada
se hubiere conformado expresamente con una resolución o
procedimiento o cuando no interponga el recurso dentro
de los términos que la ley señala”. Recogiendo el sentido
del artículo transcrito, se puede afirmar que la modifica­
ción de los agravios resulta imposible en lo tocante al ca­
pítulo en que expresamente se conformó la parte, pero que
si tal modificación no lesiona la señalada conformidad, es
posible hacerla. Por lo que alude al enriquecimiento de los
agravios, cabe el mismo pensamiento. Así pues, cuando al
interponerse la apelación, simplemente se expresa la incon­
formidad en forma general, es posible en la vista señalar
todos los agravios que se estimen pertinentes; pero si en
la interposición se manifestó conformidad con algo los agra­
vios que se señalan en la vista ya no pueden aludir al as­
pecto en que expresamente hubo conformidad.4
IV. Ofrecimiento y recepción de pruebas. Las partes,
según nuestras leyes positivas (Art. 428 del Código del Dis­
trito y 373 del Código Federal) podrán ofrecer pruebas
dentro del término de tres días y en el Código del Distrito
al ser citado para la vista? El ofrecimiento de pruebas se
hará expresando el objeto y la naturaleza de las mismas,
o sea, la finalidad que se busca con la prueba y la clase de
medio probatorio que se ofrece. En el Código del Distrito,
•i >i se expresaron agravios sobre el capitulo donde hubo conformidad,
con sana lógica se debe concluir que se deben estimar como no formu­
lados, siendo inoperante en este único aspecto, la suplencia de la queja
para el inculpado, como se verá en renglones posteriores.
ó En el Código Federal, la citación para la vista se hace después
de haber transcurrido los tres días sin que se hayan ofrecido pruebas
(art. 373).
340 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Ja Sala, al día siguiente de hecha la promoción, decide, sin


trámite alguno, si son de admitirse o no las pruebas. En el
primer caso, las desahogará dentro del término de cinco días.
F.n materia federal (Art. 376), el tribunal, dentro de los
tres días, resolverá si son de admitirse y en su caso, las prue­
bas se rendirán dentro del término de cinco días.
La recepción de las pruebas en segunda instancia dege­
nera el recurso de apelación en el que, dentro de un pu­
rismo técnico se debe conocer exclusivamente de lo que
examinó la primera instancia. En efecto, si el recurso, como
se ha indicado, es para corregir una resolución que no se
apega a la ley, resulta obvio que para determinar si es o no
fundado, deberían apreciarse los mismos elementos de la
primera instancia. La presencia de otros puede cambiar la si­
tuación jurídica, impidiendo se determine si lo resuelto era
correcto o no, con los elementos existentes en el momento
en que se dictó el auto o sentencia.
Lo expuesto nos lleva a la afirmación absoluta de que
en la segunda instancia no debían admitirse nuevos medios
probatorios; pero para evitar injustas determinaciones y pro­
secución innecesaria de procedimientos, se quebranta toda la
esencia de la apelación, siendo pertinente recordar la tesis
de la Suprema Corte de Justicia, en la que claramente se
olvidan los lincamientos del recurso en estudio, para aten­
der únicamente a la investigación histórica de los hechos,
merced a los cuales se justifica o no la resolución dada y
el procedimiento penal existente. 1.a Corte, en relación con la
admisión de pruebas en segunda instancia, ha expresado:
"es procedente conceder la protección federal del acusado
que se queja de que en la segunda instancia el magistrado
responsable, le niega la admisión de pruebas solicitada den­
tro del lérmino legal respectivo, porque el artículo 20 de
la Constitución, en su fracción V, establece como garantía,
en virtud de un proceso, la de que se recibirán los testigos
y demás pruebas que ofrezca, concediéndole el término que
la ley estime al efecto; de manera que la negativa de. su ad­
misión es violatoria de garantías en perjuicio del acusado"."
" La interpretación de la garantía es incorrecta, porque es de supo­
nerse que no alude al procedimiento en el recurso de apelación, sino al
de primera instancia, que es propiamente donde se rinden las pruebas.
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 341

En lo tocante al tema de cuáles son las pruebas admisi­


bles (las que se deben desahogar o recibir) en segunda
instancia, tanto el Código del Distrito como el Federal,
propiamente no comprenden una reglamentación pues ex­
clusivamente los artículos 429 y 3787 respectivamente dis­
ponen que la prueba testimonial no se aceptará sino de
hechos que no hayan sido materia de examen en la primera
instancia, y el articulo 380 del Código Federal permite la
admisión de los documentos públicos mientras no se de­
clare vista la causa.
Ante la falta de reglamentación completa, y tomando
en consideración el pensamiento que hemos expuesto, de
que en nuestras leyes positivas se quebranta la esencia del
recurso con el sano propósito de no castigar a un inocente
o aplicarle sanción más severa de la que merece, así como
con la idea sostenida por la Suprema Corte de Justicia, de
no limitar el derecho de defensa, podemos establecer cier­
tos principios generales que deben regir la admisión de las
pruebas por parte del tribunal de alzada. Estos principios
generales son los siguientes: 8
a) No se pueden admitir en segunda instancia pruebas
ofrecidas por el Ministerio Público, pues con el desahogo
de ellas no se lograrla la finalidad que hemos apuntado
para la admisión de las pruebas en segunda instancia (no
castigar a un inocente; evitar una sanción más severa de la
merecida y no coartar el derecho de defensa). Por otra
parte, si el Ministerio Público es un órgano técnico, es de
suponerse que durante la primera instancia debió ofrecer
todas las pruebas pertinentes a la acusación; además, no
hay que olvidar en lo tocante a la apelación contra senten­
cias definitivas, que las conclusiones señalan pauta y límite
al órgano jurisdiccional y que éstas forzosamente las tuvo
que formular el Ministerio Público de acuerdo con las
pruebas existentes y no con las no recibidas, cuyo sentido
y En la admisión de esta prueba se hace evidente la adulteración del
»t»;rso que se comenta: ¿Cómo se va a resolver de la correcta aplicación
d* la ley por parte del J u d e x a q u o , cuando en la segunda instancia se
aceptan pruebas de hechos no conocidos por aquél?
8 Algunas de las ideas que se exponen, están tomadas de la tesis pro*
ír«t'i»a! de Arturo Delgado.
342 e l p r o c e d im ie n t o p e n a l

forzosamente ignoraba. Por último, perfeccionada la activi­


dad persecutoria con las conclusiones, la deEensa se tiene
que hacer al tenor de aquéllas, por lo que si en segunda
instancia se recibieran pruebas del Ministerio Público, en
buena técnica procesal podría aseverarse que se privó al
inculpado de defensa, en lo que alude a los puntos que
abarcan las nuevas pruebas. En suma, las pruebas de se­
gunda instancia, desahogadas previa petición del Ministerio
Público, no tenderían a la finalidad apuntada: evitar la in­
justicia para el inculpado y no limitar la defensa y por
ende, no es posible acordar su recepción;
b) No deben admitirse pruebas desahogadas en prime­
ra instancia. Resulta innecesario que el tribunal de alzada
ordene el desahogo de pruebas ya recibidas, a no ser que
la recepción de las mismas por el juez natural, la estime
incompleta o con algún vicio, por lo cual el medio proba­
torio recibido en primera instancia no acusa con claridad
el objeto de la prueba. En este caso sí es posible recibir
nuevamente la prueba;
c) En términos generales, no deben admitirse pruebas
sino contra apelación de sentencia definitiva, pues en lo
que alude a la apelación contra autos,” no agotado el pro­
cedimiento de primera instancia, las pruebas se deben ren­
dir y recibir en ella;
d) La prueba testimonial, por precepto legal, no puede
ser admitida, como ya se indicó, sino respecto de hechos
que no hayan sido materia de examen; y
e) En materia federal, conforme a los artículos 207 y
380, se pueden recibir las pruebas confesional e instrumen­
tal, no así en lo que alude al Distrito Federal, cuyo ar­
tículo 137 referente a la confesión judicial usa la frase "sen­
tencia definitiva" (y no la de sentencia irrevocable como
lo hace el Federal), y en lo alusivo a los documentos pú­
blicos (instrumentos) el artículo 243 del Distrito parece
referirse al proceso; mas con una interpretación lata, podía
estimarse su posible recepción (en apelación contra senten­
cia definitiva) cuando bajo protesta formal se expresa el no
haber tenido noticia anteriormente de tales "instrumentos”.9
9 Con excepción del de la orden de aprehensión por no haberse
presentado, en muchos casos, oportunidad procesal para rendir pruebas.
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 343

Estimamos que las reglas que anteceden deben tener


vigencia incluso para las pruebas decretadas para mejor
proveer. En este capitulo debe tenerse presente, como con
claridad lo manifiesta el legislador del Distrito (Arts. 426
del Código del Distrito y 384 del Código Federal, en don­
de no se hace alusión al precepto constitucional) que la
recepción necesita estar guiada por la idea de respetar las
garantías del inculpado. Si una prueba decretada para me­
jor proveer resultara adversa a los intereses del inculpado,
el tribunal no la debe tomar en consideración para agravar
la situación jurídica establecida en primera instancia.
V. La vista. La audiencia de vista, que es la etapa que
sigue a las que hemos examinado en los incisos anteriores,
comienza con una relación del asunto10 hecha por el se- i
cretario, concediéndose inmediatamente la palabra al ape­
lante y a continuación a las otras partes. Esta audiencia se
puede llevar a cabo, según el Código del Distrito (Arts.
424 del Código del Distrito), sin la concurrencia de las par­
tes y en presencia de dos magistrados.
VI. Resolución. Después de la vista viene la resolución,
pero antes, como ya indicamos, el judex ad quem puede
declarar, cuando no se hubiere promovido el incidente en
que se impugna la admisión del recurso, que la apelación
fue mal admitida (Arts. 423 del Código del Distrito y 375
del Federal) devolviendo, sin revisar la resolución apela­
da, el expediente al juzgado de su origen. En caso de que
no se haga la declaratoria a que se refieren los renglones
anteriores, puede también la autoridad revisora, antes de
dictar resolución, decretar diligencias para mejor proveer
(Arts. 426 del Código del Distrito y 384 del Federal) des­
ahogándolas dentro de los diez días siguientes.
Huelga indicar que si no se ha declarado mal admitido
el recurso y no hay necesidad de pruebas para mejor pro­
veer, se dicta resolución dentro del término de diez días
según lo preceptúa el artículo 425 del Código del Distrito
o de ocho días si se trata de materia federal (Art. 383).

M> Incorrectamente el Código del Distrito registra la frase “relación


del -proceso".
344 EL PROCEDIMIENTO PENAL

Cuando hay pruebas fia ra mejor proveer, practicadas éstas,


según el Código Federal deberá fallarse dentro del término
de cinco días. (Art. 3841.
Fijadas a grandes rasgos las diversas etapas del proce­
dimiento en el recurso de apelación, debe estudiarse la ma­
teria del mismo: lo que deban revisar los magistrados.
Se ha expresado que nuestros Códigos siguen un siste­
ma mixto, por lo que en lo tocante a la apelación del Mi­
nisterio Público, se resuelve exclusivamente de los agravios
por él expresados, pero cuando el recurrente es el incul­
pado o defensor, se puede suplir la deficiencia de los agra­
vios cuando el propio recurrente sea el procesado, o se ad­
vierta que sólo por torpeza del defensor no se hicieron valer
debidamente las violaciones causadas en la resolución re­
currida (Arts. 415 del Código del Distrito y 364 del Códi­
go Federal).
Cuatro criterios se han sostenido respecto de lo que se
debe revisar en suplencia de queja:
En el primero se asevera que sólo opera la suplencia en
lo referente a los agravios mal expresados, mas no en rela­
ción con los que no fueron invocados. En esta forma se
suple la mala expresión, pero no la ausencia de esta expre­
sión, no pudiéndose entrar al estudio o revisión de agravios
no señalados.
En el segundo criterio se afirma que se deben considerar
aun los agravios no expresados, ya que la ley se refiere a los
que no se hicieron valer. En este orden, hay una revisión
total de la resolución recurrida para averiguar si hay agra­
vios distintos a los que se formularon, aunque no se hayan
hecho valer (pero sí hubo expresión de algunos agravios).
El tercer criterio sostiene que la mayor deficiencia se
halla en la ausencia absoluta de expresión de agravios, por
lo que interpuesto el recurso por el procesado o su defen­
sor, aunque no señalan. agravios, se debe entrar al estudio
de toda la resolución para determinar si fue dictada con­
forme a la ley. Esta tesis ha sido duramente atacada, ex­
presándose que la segunda instancia se abre para resolver
sobre los agravios que se invocan (con o sin acierto), por
lo que, independientemente de que se supla o no la defi­
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 345

ciencia, deben expresarse algunos agravios y, en caso con­


trario, declararse desierto el recurso.
El último criterio, que podríamos calificar de sincrético,
y emana de una interpretación detallada de la ley, sostiene
que cuando el recurrente es el inculpado, aunque no formu­
le agravios, la suplencia es absoluta, y por ende, procede
una revisión total de la resolución apelada, no sucediendo
lo propio cuando lo es el defensor, que para la operancia
de la suplencia, sí debe formular agravios (aunque no hu­
biere hecho valer debidamente las violaciones). Lo anterior
se sustenta en virtud de que en el fondo, la ley distingue
dos hipótesis “el Tribunal podrá suplir la deficiencia11 de
los agravios cuando el recurrente sea el procesado (primera
hipótesis en que la deficiencia puede llegar hasta no formu­
larlos) o siéndolo el defensor (segunda hipótesis), se ad­
vierte que por torpeza no los hizo valer debidamente (de­
ben formularse forzosamente agravios).
En resumen:
A) En la primera hipótesis se formulan agravios y la
revisión versa sobre los mismos, pudiéndose por la suplen­
cia de la queja, superar únicamente lo endeble de ellos
o su mala expresión (revisión parcial).
B) En la postura se exige la formulación de agravios,
pero la revisión, en virtud de la suplencia, puede llegar
hasta los agravios no expresados (revisión total).
C) En la tercera, sin necesidad de formularse agravios
(máxima deficiencia), se debe hacer una revisión general.
D) Y en la cuarta tesis (que hemos calificado de sincré­
tica) , si el recurso lo interpone el inculpado, aunque no
señale agravios, operará lo indicado en el inciso anterior, y
si es el defensor quien apela, debe formular agravios y la
revisión se hace en los términos expuestos en el criterio A ) .
A nuestro parecer, la tesis correcta debe ser la primera:
únicamente se debe conocer de los agravios expresados, su­
pliendo la deficiencia que se pueda tener en la manifesta­
ción de los mismos. Esta afirmación encuentra su base en la
n En este caso "deficiencia" se toma como sinónimo de falta o au­
sencia.
346 EL PROCEDIMIENTO PENAL

frase “no hizo valer debidamente”, lo que está indicando


que se hicieron valer, aunque no debidamente. Casi todos
nuestros Tribunales siguen el camino de la segunda tesis,
y algunos incluso, para suplir la deficiencia, recogen el ter­
cero de los criterios que hemos apuntado, como sucede con
nuestro Máximo Tribunal.
A pesar de lo expresado creemos que dándole al insti­
tuto de la suplencia de la queja la extensión que ya gene­
ralmente se le ha otorgado, lo correcto es adentrarse al
estudio de todo el asunto, aunque se rebasen los límites de
los agravios o se supla la falta de éstos.
Declarado visto el proceso, queda cerrado el debate y
el tribunal debe dictar su fallo dentro de los términos cro­
nológicos que hemos señalado en renglones que anteceden
y en dicho fallo se confirma, revoca o modifica la resolu­
ción recurrida. La reposición dcí procedimiento no se de­
cretará de oficio (Art. 430) sin embargo mediante la apela­
ción puede resolverse la reposición por alguna de las causas
siguientes:
Primera. En materia del orden común (Art. 431):
"I. Por no haber procedido el juez durante la instruc­
ción y después de ésta, hasta la sentencia, acompañado de
su secretario, salvo el caso del artículo 30;
"II. Por no haberse hecho saber al acusado, durante la
instrucción ni al celebrarse el juicio, el motivo del proce­
dimiento y el nombre de su acusador, si lo hubiere;
”in. Por no haberse permitido al acusado nombrar de­
fensor, en los términos que establece la ley, o por no ha­
berse cumplido con lo dispuesto en los artículos 294, 326,
338 y 339;
”111 bis. Por haber omitido la designación del traduc­
tor al inculpado que no hable o no entienda suficientemen­
te el castellano, en los términos que señala la ley (última
re iorina) ;
“IV. Por no haberse practicado las diligencias pedidas
por alguna de las partes;
”V. Por haberse celebrado el juicio sin asistencia del
juez'que debe fallar, del agente del Ministerio Público que
pronuncie la requisitoria o del secretario respectivo.
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 347

"VI. Por haberse citado a las partes para las diligen­


cias que este Código señala, en otra forma que la estable­
cida en él, a menos que la parte que se dice agraviada hu­
biere concurrido a la diligencia;
En la reform a d e 10(14 se agregó el inciso VI bis q u e a
la letra dice:
Por existir om isiones graves de la defensa en p erju icio
del sentenciado; se rep u tan com o om isiones graves de la
defensa:
a) N o h aber asesorado al inculpado sobre la naturaleza
y las consecuencias jurídicas de los hechos im putados en el
proceso;
b) No h aber asistido a las diligencias que se practica­
ron con intervención del in cu lp ad o d u ra n te la averiguación
previa y d u ran te el proceso;
c) N o haber ofrecido y apo rtad o las pruebas necesarias
para la defensa del inculpado;
d) N o h aber hecho valer las circunstancias probadas q u e
en el proceso favorecieran la defensa del inculpado;
e) N o haber in terp u esto los m edios de im pugnación
necesarios para la defensa del in culpado; y
I) N o haber prom ovido todos aquellos actos procesales
q u e fuesen necesarios para el desarrollo n orm al del proceso
y el pro n u n ciam ien to de la sentencia.
"VII. Por haberse hecho alguna de las insaculaciones
en otra forma que la prevenida en este Código, o por ha­
berse sorteado un número menor o mayor de jurados que
el que en él se determina;
"VIII. Por no haberse aceptado la recusación de los
jurados, hecha en la forma y términos legales;
"IX. Por haberse declarado contradictorias algunas de
las conclusiones en los casos del artículo 363, sin que tal
contradicción existiera;
”X. Por no haberse permitido al Ministerio Público, al
acusado o a su defensor, retirar o modificar sus conclusio­
nes o establecer nuevas, en los casos de los artículos 319,
355 y 358, si hubo motivo superveniente y suficiente fiara
ello;
”XI. Por haberse declarado, en el caso del artículo 325,
348 EL PROCEDIMIENTO PENAL

que el acusado o su defensor habían alegado sólo la incul­


pabilidad, si no había transcurrido el término señalado en
este artículo;
’XII. Por haberse omitido en el interrogatorio alguna
de las preguntas que conforme a este Código debieron ha­
cerse al jurado, o por haberse suprimido todo un interro­
gatorio, en el caso de la fracción IV del artículo 363;
"XIII. Por no haberse formado el jurado del número
de personas que este Código dispone, o porque a alguna de
ellas le faltare un requisito legal:
"XIV. Por haber contradicción notoria y sustancial en
las declaraciones del jurado, si por tal contradicción no
pueden tomarse en cuenta en la sentencia los hechos vo­
tados;
”XV. En todos los casos en que este Código declare
expresamente la nulidad de alguna diligencia.’’
Segunda. En materia Federal se citan como causas para
la reposición del procedimiento, las previstas en el artículo
388, que son:
“I. Por no haberse hecho saber al procesado durante
la instrucción ni al celebrarse el juicio, el motivo del pro­
cedimiento, o el nombre de las personas que le imputen la
comisión del delito;
"II. Por no habérsele permitido nombrar defensor o
no nombrársele el de oficio, en los términos que señala la
ley; por no habérsele facilitado la manera de hacer saber
al defensor su nombramiento y por habérsele impedido
comunicarse con él o que di dio defensor lo asistiere en al­
guna de las diligencias del proceso:
II bis. Por haberse omitido la designación del traductor
a! inculpado que no hable o entiende suficientemente el
idioma castellano, en los términos que señale la ley (úl­
tima reform al.
”111. Por no habérsele ministrado los datos que nece­
sitare para su defensa y que constaren en proceso.
"IV. Por no habérsele careado con algún testigo que
hubiere depuesto en su contra, si el testigo rindió su decla­
ración en el mismo lugar donde se sigue el proceso, estando
allí también el procesado;
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 349

”V. Por no haber sido citada alguna de las partes para


las diligencias que tuviere derecho a presenciar:
"VI. Por no haberse recibido a alguna de las partes, in­
justificadamente, las pruebas que hubiere ofrecido, con arre­
glo a la ley;
"VIL Por haberse celebrado el juicio sin asistencia del
funcionario que deba fallar, de su secretario o testigo de
asistencia y del Ministerio Público;
En la reforma de 1994 se agrega el inciso VII bis que a
la letra dice:
Por existir omisiones graves de la defensa en perjuicio
del sentenciado; se reputan como omisiones graves de la
defensa:
a) No haber asesorado al inculpado sobre la naturaleza
y las consecuencias jurídicas de los hechos imputados en el
proceso;
b) No haber asistido a las diligencias que se practicaren
con intervención del inculpado durante la averiguación pre­
via y durante el proceso;
c) No haber ofrecido y aportado las pruebas necesarias
para la defensa del inculpado;
"VIII. Por haberse hecho la insaculación de jurados en
forma distinta de la prevenida por este Código;
"IX. Por no haberse aceptado injustificadamente al
acusado o a su defensor, la recusación de alguno o algunos
de los jurados hecha en la forma y términos legales;
”X. Por no haberse integrado el jurado por el núme­
ro de personas que señala la ley o por carecer alguna de
ellas de algún requisito legal;
"XI. Por haberse sometido a la resolución del jurado
cuestiones de distinta índole de las que la ley señale;
"XII. Por haber sido juzgado el acusado por un tri­
bunal de derecho, debiendo haber sido por el jurado, o vi­
ceversa;
"XIII. Por habérsele condenado por hechos distintos de
los que fueron considerados en las conclusiones del Minis­
terio Público;
"XIV. Por haberse negado a alguna de las partes los
recursos procedentes, o por haberse resuelto la revocación,
en forma contraria a derecho, y
350 EL PROCEDIMIENTO PENAL

"XV. 'Por haberse tenido en cuenta una diligencia que


conforme a la ley fuese nula.”
En lo referente al recurso que estamos estudiando, se
pueden distinguir los efectos por la interposición del recur­
so y los que emanan de la resolución del mismo. Por la
interposición del recurso, los efectos se dividen en inme­
diatos y mediatos, consistiendo los primeros en la suspen­
sión o no suspensión del procedimiento y originando lo
que vulgarmente se llama efecto suspensivo o ambos efec­
tos y efecto devolutivo. En el efecto suspensivo, el proce­
dimiento queda suspendido y en el devolutivo la secuela
de primera instancia prosigue su curso.
La ley señala en qué casos la apelación surte uno ti
otro efecto (Arts. 419 del Código del Distrito y 366 y 367
del Código Federal).” bi!
Los efectos mediatos son constituidos por la apertura
de segunda instancia, la cual es de carácter provisional en
lo tocante a la admisión hecha por el tribunal que dictó la
resolución recurrida, pues como se recordará, hay otros dos
momentos relacionados con la admisión: la impugnación
que las partes pueden hacer por haberse admitido el re­
curso y la revisión que hace el judex ad quem después de
la vista.
Los efectos de la resolución del recurso recaen sobre
el procedimiento y sobre la propia resolución objeto del
recurso.
En lo que alude al procedimiento, la resolución de se­
gunda instancia, desde el ángulo meramente teórico, surte
los siguientes efectos:
a) Si la resolución confirma y el recurso fue admitide
en el electo suspensivo, se reanima el procedimiento a par­
tir de la suspensión decretada en primera instancia; si fue
admitido en el efecto devolutivo, permite la continuación
del procedimiento de primera instancia que en ningún
momento se había detenido, y
b) Si la resolución revoca o modifica, en lo que alude
al recurso admitido en el efecto suspensivo, permite que el1
11 bis El artículo 367 como ya se ha indicado, ha sufrido varias re­
formas.
APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN 35]

procedimiento adquiera otra vez movimiento, y si es en


el efecto devolutivo, anula todo el procedimiento realizado
con posterioridad a la resolución recurrida, es decir, devuel­
ve el procedimiento al estado en que se encontraba al dic­
tarse la resolución recurrida. La continuación, en ambos
casos, del procedimiento, es con base en los términos de­
cretados en la revocación o modificación.12
Pasando al efecto que produce la resolución recurrida,
se debe atender a los términos de lo decretado en segunda
instancia, o sea, a la revocación o modificación, no ha­
biendo problema si hay confirmación.
Si hay revocación, queda sin efecto la resolución recu­
rrida, es decir, ante la afirmación del juez natural, viene
la negación del judex ad quem y viceversa. Si se decreta la
modificación, hay partes de la resolución recurrida que
subsisten y otras que se anulan. La modificación, desde un
punto de vista meramente didáctico, se puede definir como
la confirmación en unos puntos y la revocación en otros,
amén del posible señalamiento de un nuevo aspecto. Por
último, la confirmación es la ratificación de lo resuelto en
primera instancia.
En el capitulo del recurso de apelación, nuestras leyes
positivas comprenden, como ya lo indicamos, lo relacionado
con la reposición del procedimiento. Respecto de este tema,
que registra notas peculiares, procede regresar a él, haciendo
las siguientes reflexiones.
La reposición del procedimiento, desde el punto de vis­
ta teórico, no encaja en el recurso que se estudia, pues para
decretarla, el judex ad quem no estudia una resolución (auto
o sentencia), piara confirmarla, modificarla o revocarla, sino,
en términos generales, examina el cumplimiento de algo
que la ley exige para la correcta secuela procesal. Por esta
razón, la reposición debía quedar comprendida en un in­
cidente, al través del cual se buscara la nulidad de todo

12 Lo indicado en los dos incisos es desde un punto de vista general


y teórico, mas el estudio completo del tema (posible en una monografía y
no en un libro de ideas elementales) obligaría al examen del recurso de
apelación en cada una de las resoluciones contra las que procede.
352 EL rKOCEDJMIENTO PENAI.

lo posterior al momento que, por estar viciado, provoca la


inestabilidad de lo actuado.
Teniendo la reposicón esencia diversa a la que anima al
recurso de apelación, no es posible proyectar a ella las re­
flexiones hechas en renglones anteriores, pudiéndose esta­
blecer para la misma, las siguientes reglas:
a) La reposición del procedimiento debe ser solicitada;
b) El agravio sufrido debe ser precisado;
c) La conformidad con el agravio causado purga del vi­
cio y, por ende, no puede ser alegado al solicitarse la re­
posición;
d) La conformidad puede ser expresa o tácita. Es táci­
ta, cuando no se intentó el recurso que la ley concede o,
en caso de que no haya recurso, no se protestó contra el
agravio en la instancia que se causó (Arts. 386 del Código
Federal y 430 del Código del Distrito) ;
é) La resolución de la reposición del procedimiento sur­
te el efecto de anular todo lo actuado a partir del momento
en que se causó el agravio.
En materia federal, el artículo 387 establece que cuan­
do se encuentre que hubo violación manifiesta del procedi­
miento que haya dejado sin defensa al procesado y que
sólo por torpeza o negligencia de su defensor no fue com ba­
tida debidam ente, podrá suplirse la deficiencia. A la norm a
citada (que se señala como excepción a la regla general)
se le han dado dos interpretaciones.

1* Que la suplencia es absoluta, abarcando tanto la au­


sencia de la solicitud de la reposición, como la falta de
protesta del agravio en la instancia correspondiente (pro­
testa interponiendo el recurso procedente, o simple protesta
si no hay recurso) ; que de esta manera, aunque no se haya
solicitado la reposición y, por ende, no señalado el agravio
inferido en primera instancia e incluso no se haya inten­
tado el recurso procedente o protestado en su caso, el judex
ad quem, supliendo la deficiencia, puede decretar la reposi­
ción del procedimiento.
2" Que la suplencia es limitada, en tanto que únicamen­
a p e l a c ió n y d e n e g a d a a p e l a c ió n 353

te abarca lo relacionado con la conformidad tácita; que en


este orden de ideas, se puede decretar la reposción, aunque
no se haya, en primera instancia, intentado el recurso o
protestado contra el agravio, pero que es necesario e indis­
pensable solicitar la reposición y precisar agravio.
De las dos posturas señaladas, la primera es la que tiene
mayor aceptación, alegándose que los formalismos legales
no deben ser obstáculo en materia penal, para el logro de
una resolución justa: la forma cede a la esencia; la justicia
impera sobre cualquier requisito de carácter meramente
externo.
Denegada apelación. El otro recurso que comprenden
nuestras leyes, es la denegada apelación, el cual tiene es­
trecha vinculación con el recurso de apelación. La dene­
gada apelación es un recurso devolutivo, ordinario, que se
concede cuando se niega la apelación. Este recurso se in­
terpone ante el mismo juzgado que dicta la resolución re­
currida y posteriormente el tribunal de alzada interviene
piara declarar si es de admitirse o no la apelación cuya en­
trada se negó. La denegada apelación se puede solicitar
verbalmente o por escrito, dentro del término de dos días,
en lo que atañe a la legislación del Distrito y de tres días
a la Federal (Arts. 436 del Código del Distrito y 393 del
Código Federal). El juzgado de primera instancia, una vez
interpuesto el recurso, debe expedir un certificado en el
que conste la naturaleza y estado del proceso, el punto so­
bre el que recayó el auto apelado; insertando éste a la letra
así como el que lo haya declarado inapelable (Art. 437
del Código del Distrito y 394 del Código Federal). Opor­
tunamente el tribunal de segunda instancia dicta resolución
en los términos que previene la ley.
En las ediciones anteriores, indebidam ente se o m ite el
estudio de la “q u e ja ” , p o r estim ar el auto r, equivocada­
m ente, q ue los casos q u e com prende podían subsum irse en
los recursos exam inados con a n terio rid ad ; m ás un nuevo
exam en de tal recurso lleva a la conclusión de q u e tiene
su propia autonom ía, siendo sus notas esenciales las si­
guientes:
l9 El recurso de q u eja es de carácter o rd in ario y d e ­
354 EL PROCEDIMIENTO PENAL

volutivo, y, como lo indican los artículos 442 bis y 398


bis de los Códigos Procesales del Distrito Federal y Fede­
ral respectivamente, procede '‘contra las conductas omisi­
vas de los jueces que no emitan las resoluciones o no or­
denen la práctica de diligencias dentro de los plazos y tér­
minos que señale la ley o bien, que no cumplan las forma­
lidades o no despachen los asuntos de acuerdo con lo esta­
blecido en este Código” (Art. 442 bis del D.F.; el 398 bis
de Distrito tiene redacción análoga).
29 En lo referente a la restricción de tiempo, la queja
se puede interponer en cualquier momento a partir del
hecho motivador del recurso.
39 Procede indicar que la interposición del recurso
debe ser por escrito y en lo referente al Distrito Federal
ante la Sala que corresponda del Tribunal Superior de
Justicia, y en materia federal ante el Tribunal Unitario
de Circuito que proceda.
La intervención de dos autoridades (la que motiva
la queja y la que resuelve) junto con los efectos que se­
ñala la ley, hace pensar que la queja es un recurso devo­
lutivo.
El procedimiento que consagran los Códigos es suma­
mente sencillo: En el Distrito Federal:
a) La Sala Penal competente, dentro del término de
cuarenta y ocho horas le dará entrada al recurso;
b) Requerirá al juez para que rinda un informe, den­
tro del plazo de tres días;
c) Transcurrido el plazo a que alude el inciso anterior,
se dictará dentro del término de cuarenta y ocho horas la
resolución que proceda. (Art. 442 bis).
En materia federal se atiende a los lincamientos esta­
blecidos para la "queja” en el Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal.
Conviene señalar que sólo el Ministerio Público pue­
de interponer la queja, en el caso que el juez no dicte en
un plazo de diez días el auto de radicación, una vez hecha
la consignación.
C a p ít u l o V ic é s im o

INCIDENTES EN GENERAL. IN CID EN TES


DE LIBERTA D

Concepto de incidente. Definición. Incidentes de libertad.


Incidente de libertad bajo caución. Requisitos para otorgar
la libertad caudonal. Revocación de la libertad caudonal.
Incidente de libertad provisional bajo protesta. Incidente
de libertad por desvanecimiento de datos. Incidente para
obtener la condena condicional.
La definición de incidente, es quizá uno de los temas más
difíciles del Derecho procesal penal. Existen muchísimas
definiciones, pero todas adolecen de fuertes defectos debido
a que no llegan a deslindar con precisión, el incidente de
otras actuaciones. Tomando en cuenta la dificultad que
presenta la definición de incidente, vamos tan sólo a dar
algunas ideas que informan su esencia y que quizá, todas
reunidas, permitan distinguir un incidente de otras dili­
gencias.
I. La cuestión planteada en el incidente tiene relación
con el negocio principal, pero esta relación es de carácter
accesorio.
II. La secuela del incidente no tiene acomodo necesa­
rio en alguna de las etapas del procedimiento. En otras pa­
labras, hemos fijado que el procedimiento se informa con
una serie de actos que se van solicitando unos a otros; el
incidente no es un eslabón de esta serie de actos que inte­
gran el trámite normal, es un pequeño procedimiento meti­
do en el procedimiento grande.
III. El incidente, en cuanto algo especial, tiene un pro­
cedimiento distinto al del juicio principal.
Con los datos anteriores se puede intentar una defini­
ción del incidente (no científica, meramente ilustrativa)
en los siguientes términos: Incidente penal es una cuestión
promovida en un procedimiento, que en relación con el
tema principal, reviste un carácter accesorio y que, encon­
trándose fuera de las etapas normales, exige una tramita­
ción especial.
Pasando al estudio en particular de los incidentes, prin­
cipiaremos con los abrazados por el rubro de “Incidentes
de libertad”.
La libertad es algo de lo más preciado para el hombre.
358 EL PROCEDIMIENTO PENAL

El liberalismo le dio tónica privilegiada y a partir de ese


inomento, todas las Constituciones, basadas en la corriente
liberal, luchan por protegerla. Es tan exagerada la inquie­
tud de proteger la libertad, que se extiende hasta los incul­
pados, encontrándose en todas las legislaciones modernas,
cierta inclinación por concederles, hasta donde sea posible,
el goce del "bien" que hemos citado. Nuestra Constitución
también es protectora de la libertad de los inculpados y
entre las instituciones que ha previsto para favorecer ésta,
se halla la libertad provisional bajo caución, cuya mira es
concederla en todos aquellos casos en que esa concesión no
dañe la buena administración de justicia. La prisión pre­
ventiva tiene por objeto evitar una posible evasión de la
justicia y en tanto que ello puede lograrse recurriendo a
otros medios que no perjudiquen la libertad, se les deben
dar cabida. Es éste el fundamento del incidente de libertad
bajo caución, el cual, en términos sumamente generales, se
puede definir como el procedimiento promovido por el in­
culpado, su defensor o su legítimo representante, en cual­
quier tiempo 1 (Arts. 557 del Código del Distrito y 400 del
Código Federal) y con el objeto de obtener su libertad
mediante caución económica que garantice la sujeción del
propio inculpado a un órgano jurisdiccional.
Para otorgarse la libertad, se necesita lo siguiente:
(Hasta la vigesim otercera edición se hacían profundas re­
flexiones relativas al térm ino m edio aritm ético y lo que
aludía a las m odalidades que debían considerarse para la
fijación de dicho térm ino. En virtud de q u e el artículo 20
constitucional fue reform ado según se indica en e\ Diario
Oficial de 3 de septiem bre de 1993, suprim iéndose lo re­
lativo a dicho térm ino y sus m odalidades para fijarlo, en
esta edición ya no aparecen tales reflexiones).

“A rtículo 556.- Todo inculpado ten d rá derecho d u ­


ran te la averiguación previa y en el proceso judicial, a ser
puesto en libertad provisional bajo caución, inmediata­
m ente que lo solicite, si se reúnen los siguientes requisitos:
> En cualquier tiempo (o inmediata tríenle, como expresa la Constitu­
ción en la fraodón I del articulo 20), debe entenderse a partir del mo-
mentó en que el órgano jurisdiccional interviene. El Ministerio Público no
puede conceder la libertad provisional bajo caución por carecer de facul­
tades jurisdiccionales.
INCIDENTES EN CEN ERA L. INCIDENTES DE LIBERTAD 359

i. Que grantice el m om o estimado de la reparación del


daño;
II. Q ue garantice el m onto estim ado de las sanciones pe­
cuniarias que en su caso puedan im ponérsele;
III. Que otorgue caución para el cum plim iento de las obli­
gaciones que en térm inos de la ley se deriven a su cargo en
razón del proceso; y
IV. Que no se trate de delitos que por su gravedad están
previstas en el párrafo último del Artículo 268 de este Códi­
go (Distrito).

En caso de delito no grave, el juez podrá negar, a solicitud


del Ministerio Público, la libertad provisional del inculpado,
cuando éste haya sido condenado con anterioridad por algún
delito calificado como grave por la ley o cuando el Ministerio
Público aporte elementos al juez para establecer que la libertad
del inculpado representa, por su conducta precedente o por las
circunstancias y características del delito cometido, un riesgo para
el ofendido o para la sociedad.
Para el efecto de establecer el riesgo para el ofendido o
para la sociedad, se entiende por conducta precedente y por
circunstancias características del delito com etido, un riesgo
para el ofendido o para la sociedad:
a) El in c u lp a d o haya sido c o n d e n a d o en se n te n c ia
ejecutoriada por un delito doloso y del mismo género, siempre
y cuando no haya transcurrido el térm ino de la prescripción
que señala la ley;
b) El inculpado esté sujeto a otro u otros procesos pena­
les anteriores por diversos hechos dolosos del mismo género
que am eriten pena privativa de la libertad;
c) Exista el riesgo fundado de que el inculpado com eta
un delito doloso contra la víctima u ofendido, alguno de los
testigos que depongan en su contra, servidores públicos que
intervengan en el procedim iento o algún tercero, si la liber­
tad provisional le es otorgada;
d) El inculpado haya com etido un delito doloso en esta­
do de alteración voluntaria de la conciencia a que se refiere la
fracción VII del artículo 138 del Nuevo código Penal para el
Distrito Federal; o
e) El inculpado se haya sustraído con anterioridad a la
acción de lajusticia impidiendo con ello la continuidad del proce­
so correspondiente.
En lo relativo a la caución, el artículo 20 constitucional
antiguam ente señalaba com o m áxim o de ella, la cantidad de
360 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

$ 100,000.00 posteriorm ente se aum entó a $ 250,000.00


y p o r refo rm a de 1985 se estableció com o m áxim o el equi­
valente a la percepción d u ran te dos años del salario mí­
nim o gen eral vigente en el lugar en q u e se com etió el
delito. A ctualm ente dicho artículo establece que el m on­
to y la fo rm a de la caución que se fije d eb erán ser ase­
quibles p ara el inculpado. En circunstancias que la ley
d eterm in e, la au to rid ad judicial p o d rá m odificar el m on­
to de la caución judicial.
La caución es la que viene a garantizar la sujeción a un
ó rg an o jurisdiccional. En térm inos sencillos, el dinero
q u ed a en lugar de la privación de la libertad.
Es de señalarse que la fijación del m onto de la caución
la hace el ju ez por m andato constitucional y que en abso­
luta ignorancia, el artículo 271 del Distrito delega dicha
funció n en el Procurador.
La naturaleza de la caución q u ed a a la elección del
incu lp ad o y puede consistir: 1. En depósito en efectivo,
h echo p o r el inculpado o p o r terceras personas, en la ins­
titu ció n de crédito auto rizad a p ara ello. El certificado
q u e en estos casos se expida, se d epositará en fa caja de
valores del M inisterio Público, del trib u n al o juzgado, to­
m ándose razón de ello en autos. C uando, por razón de la
h o ra o p o r ser día inhábil no pued a constituirse el depó­
sito d irectam en te en la institución m encionada el Minis­
terio Público o el ju ez recibirán la cantidad exhibida y la
m an d arán depositar en las mismas el prim er día hábil.
C uando el inculpado no tenga recursos económ icos
suficientes p ara efeciuar en u n a sola exhibición el depó­
sito en efectivo, el ju ez pod rá autorizarlo p ara que lo efec­
túe en parcialidades, de conform idad con las siguientes
reglas:

a) Q ue el inculpado tenga cuando m enos un año de


resid ir en form a efectiva 'en el D istrito Federal o en su
zona co n u rb ad a, y dem uestre estar d esem peñando em ­
pleo, profesión u ocupación lícitos q u e le provean m e­
dios de subsistencia;
b) Q ue el inculpado tenga fiador p ersonal que, ajuicio
del ju e z , sea solvente e id ó n eo y dicho fiador proteste ha­
cerse cargo de las exhibiciones no efectuadas por el in­
IN C ID E N T E S E N C EN ERA L. IN C ID E N T E S D E LIB E R T A D 361

culpado. El ju ez p o d rá exim ir de esta obligación para lo


cual d eb e rá m otivar su resolución;
c) El m onto de la p rim era exhibición no p o d rá ser in­
ferio r al q u in ce p o r ciento del m onto total de la caución
fijada, y d eb erá efectuarse antes de q u e se o b tenga la li­
b ertad provisional;
d) El incu lp ad o d eb erá obligarse a efectuar las exhibi­
ciones p o r los m ontos y en los plazos q u e le fije el juez.

II. En hipo teca oto rg ad a p o r el incu lp ad o o p o r terce­


ras personas, sobre inm uebles cuyo valor fiscal no sea
m en o r q u e el m onto de la caución, más la can tidad nece­
saria p ara cub rir los gastos destinados a hacer efectiva la
garan tía en los térm in o s del A rtículo 570 del presen te
Código.
III. En p ren d a, en cuyo caso el bien m ueble d eb erá
te n e r un valor de m ercado de cuando m enos dos veces el
m onto de la sum a fijada com o caución;
IV. En fianza personal bastante, q u e p o d rá constituir­
se en el e x p e d ie n te .”
V. En fideicom iso de g aran tía form alm en te otorgado
(artícu lo 562 del Código del D istrito).
“A rtículo 563.- C uando la fianza p ersonal exceda del
equivalente a cien veces el salario m ínim o gen eral vigen­
te p ara el Distrito Federal, el fiador d eb e rá com probar
que tien e bienes raíces, inscritos en el Registro Público
de la P ropiedad, cuyo valor no sea m en o r q u e el m onto
de la caución, más la cantidad necesaria p ara cu brir los
gastos destinados a hacer efectiva la g aran tía en los térm i­
nos del A rtículo 570. Lo dispuesto en este artículo no será
aplicable cuando se trate de afianzadoras legalm ente
constituidas y au torizadas.”
“A rtículo 5 6 4 .- C uando se ofrezcan com o garan tía,
fianza personal que exceda del equivalente a cien veces el
salario m ínim o gen eral vigente para el D istrito Federal o
hipoteca, se d eb erá p resen tar certificado de libertad de
gravám enes expedido p o r el en cargado del R egistro Pú­
blico de la P ropiedad, que com prenda un térm in o de diez
años, y constancia de estar al c o rrie n te en el pago de las
contrib u cio n es respectivas, p ara que el ju ez califique la
solvencia."
“A rtículo 565 - El fiador p ro p u esto salvo cu an d o se
362 E L PR O CED IM IEN TO P E N A L

trate de las m encionadas empresas afianzadoras, deberá


declarar ante el juez o tribunal correspondiente, bajo
protesta de decir verdad, acerca de las fianzas judiciales
que con anterioridad haya-otorgado, así como de la cuan­
tía y circunstancias de las mismas, para que esa declara­
ción se tom e en cuenta al calificar su solvencia.”
Una vez que el juez estime que la garantía otorgada
reúne los requisitos de ley, debe decretar inmediatamente
la libertad provisional bajo caución. Esta libertad surte los
siguientes efectos: en primer lugar, suspende la prisión pre­
ventiva, y en segundo, obliga al indiciado o procesado a
presentarse ante el juez cuantas veces sea requerido para
ello, a comunicar al juzgado los cambios de domicilio y a
presentarse al propio juzgado todas las semanas en el día
que le sea señalado.
La libertad provisional bajo caución se puede revocar
por las causas que señala la ley las cuales se encuentran
animadas por la idea de que, cuando desaparece la garan­
tía que sujeta al tribunal, se debe revocar la libertad.
Cuando el inculpado haya garantizado su libertad por
depósito o por hipoteca, se le revocará en los siguientes
casos:
“1. Cuando el acusado desobedeciere, sin causa justa y
comprobada, las órdenes legitimas del juez o tribunal que
conozca de su proceso;
"II. Cuando cometiere, antes de que la causa en que
se le concedió la libertad esté concluida por sentencia ejecu­
toria, un nuevo delito que merezca pena corporal.
"III. Cuando amenazare a la parte ofendida o a algún
testigo de los que hayan depuesto o tengan que deponer
en su causa, o tratare de cohechar o sobornar a alguno de
estos últimos, al juez, al Agente del Ministerio Público o
al secretario del juzgado o tribunal que conozca de su
causa;
”1V. Cuando lo solicite el mismo inculpado y se pre­
sente a su juez;
V. Si durante la instrucción apareciere que el delito o los
delitos materia del auto de formal prisión son de los conside­
rados como graves; y
incidentes en general , incidentes de libertad 363
Causas análogas registra el Código Federal en su ar­
tículo 412, con excepción de la última que no consignó el
legislador. Es pertinente advertir la mejor redacción del
Código Federal, principalmente en lo que atañe a la ter­
minología usada en la Frac. V, en la que el dispositivo del
orden común se refiere a delito o delitos ‘‘cuyo término
máximo sea superior a 5 años de prisión" sin considerarse
que aún no se ha dictado sentencia (ignorándose, por ende,
el máximo de la pena aplicable al caso concreto), ni lo
preceptuado en la Constitución en lo referente al término
medio aritmético. Lo correcto es lo estatuido en la Frac. V
del Federal, en virtud de que expresa: "cuando aparezca con
posterioridad que le corresponde al inculpado una pena
que no permita otorgar la libertad".
Cuando un tercero haya garantizado la libertad del in­
culpado por depósito o hipoteca, aquélla se podrá revocar
por cualquiera de las causas que se han señalado en ren­
glones anteriores, y también cuando el tercero lo pida y pre­
sente al inculpado, o se demuestre su insolvencia (Arts.
569 del Código del Distrito y 413 del Código Federal).
Es de señalarse que cuando el tercero ha constituido el
depósito, la fianza o la hipoteca, las órdenes de presenta­
ción al inculpado deben darse al fiador, el que si no puede
presentarlo desde luego, se le otorga un plazo hasta de
quince días, en materia del orden comtín, y 30 días en ma­
teria federal, transcurrido el cual se ordena la reaprehen­
sión y se manda hacer efectiva la garantía.
Este plazo, no impide que se mande reaprehender al
inculpado antes de que el plazo termine (Art. 573 del Có­
digo del Distrito y 416 del Código Federal).
La revocación de la libertad caucional surte el efecto
de suspender inmediatamente la libertad provisional, y en
obediencia a esto, se debe librar orden de reaprehensión.
También surte el efecto de hacer efectiva la fianza en los
casos que señala la ley.
El segundo incidente de libertad que consignan nuestras
leyes positivas es el llamado ‘‘Libertad provisional bajo pro­
testa”. Para explicar, en términos breves, este incidente se
puede decir: es una libertad provisional concedida con la ga­
rantía de la palabra de honor. En este incidente el honor
sustituye al dinero.
364 E L PROCED IM IEN TO P EN A L

La libertad provisional bajo protesta sólo procede en tra­


tándose de delitos cuya pena máxima no pasa de dos años
de prisión y para que se conceda se deben reunir los si­
guientes requisitos:
En el artículo 552 del Código de Procedimientos Pena­
les para el Distrito Federal se establece: “Libertad protes-
tatoria es lo que se concede al procesado siempre que se
llenen los requisitos siguientes: I. Que el acusado tenga do­
micilio fijo y conocido en el lugar en que se sigue el proce­
so; II. Que su residencia en ese lugar sea de un año cuando
menos; III. Que a juicio del juez no haya temor de que se
fugue: IV. Que proteste presentarse ante el tribunal o juez
que conozca de su causa siempre que se le ordene; V. Que
sea la primera vez que delinque el inculpado; y VI. Que se
trate de delitos cuya pena máxima no exceda de dos años
de prisión. (En la reforma de 11)94 se señalan tres años).
Sin llenarse los requisitos anteriores, también procede
la libertad bajo protesta, en los casos en que se haya cum­
plido con la pena impuesta en primera instancia y ,se en­
cuentre pendiente el recurso de apelación, o cuando no
habiéndose dictado sentencia en primera instancia, el incul­
pado ha estado privado de la libertad el tiempo máximo
que la ley fija para el delito que motivó el proceso (Arts.
555 del Código del Distrito y 419 del Código Federal (este
articulo 419 fue reformado el 27 de diciembre de 1983 adi­
cionándose con algo que no altera el sentido de lo expuesto).
En materia federal también sin llenarse los requisitos
que la ley señala procedía de la libertad bajo protesta y el Mi­
nisterio Público, previa autorización del Procurador, la po­
día solicitar en tratándose de los delitos de sedición, motín,
rebelión o conspiración para cometerlos. El precepto actual
ya no registra esta situación (Art. 419 del Código Federal).
El Código Federal manifiesta que la libertad bajo pro­
testa se sustanciará en la forma establecida para los inciden­
tes no especificados (penúltimo párrafo del Art. 418) y el
Código del Distrito, en la Frac. IV del Art. 552 señala
la necesidad de que el inculpado proteste presentarse ante
el Tribunal o juez que conozca de su causa siempre que
se le ordene.
El instituto en estudio viene a aliviar, en parte, la in­
IN CIDENTES EN G EN ER A L. IN C ID E N T ES DE LIBERTA D 365
justa situación que se plantea con la libertad provisional
bajo caución, de la cual sólo pueden hacer uso las personas
que gozan de poder económico y hacen verdad, con ello, el
dicho popular de que la justicia penal únicamente es para
los pobres.
En materia federal se señala como causas de revoca­
ción de la libertad bajo protesta: la desobediencia a la or­
den de presentarse al tribunal; la comisión de un nuevo
delito antes de que el proceso en que se concedió la liber­
tad esté concluido por sentencia ejecutoria; la amenaza al
ofendido o a algún testigo o el intento de cohecho o sobor­
no a alguno de ellos, un funcionario del tribunal o al Agen­
te de Ministerio Público; cuando del proceso apareciera
que el delito merece pena mayor que la que se fija como
máximo para el otorgamiento de la libertad bajo protesta y,
por último, en los casos en que el inculpado "dejare de
concurrir alguna de las condiciones expresadas en las frac­
ciones III, V y VI del artículo 418” (Art. 421 del Código
Federal). En el orden común se establecen como causas de
revocación, la falta de alguno de los requisitos que señala
la ley para el otorgamiento de la libertad y la sentencia con­
denatoria en primera o segunda instancia (Art. 554) . Es de
señalarse el injusto proceder del legislador del orden común,
que con una resolución que todavía no establece la verdad
legal, como es la de primera instancia, en la que está pen­
diente un recurso, ordena la revocación.
Dentro de los incidentes de libertad, nos encontramos el
denominado “Libertad por desvanecimiento de datos”. Este
incidente se promueve para obtener la libertad procesal,4
en cualquier estado de proceso y siempre y cuando se esti­
men desvanecidos los datos que dieron base al auto de for­
mal prisión: los que comprobaron el cuerpo del delito y
la posible responsabilidad del inculpado (Arts. 547 del Có­
digo del Distrito Federal y 422 del Código Federal. Las
modificaciones de 1904 no alteran la esencia). El incidente
también puede promoverse contra el auto de sujeción a pro­
ceso. El Código del Distrito no se refería en especial a él,
porque para este Cuerpo de Leyes, el auto de sujeción a
proceso era auto de formal prisión, según se desprendía *
* Quedar libre de un proceso.
366 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

de lo asentado en el articulo SOI.41*1* El Código Federal,


que claramente separa el auto de formal prisión del auto de
sujeción a proceso (Art. 165), establece, en el artículo 425,
que el incidente por desvanecimiento de datos puede promoverse
contra el auto de sujeción'a proceso.
La sustanciación del incidente, es sumamente sencilla:
hecha la petición por el interesado (el incidente únicamente
se abre a petición de parte) ante el juez instructor, éste cita
a una audiencia que deberá realizarse dentro del término
de cinco días. En la audiencia se oye a las partes y dentro de
las setenta y dos horas siguientes se dicta resolución.
Para que prospere el incidente, es menester que las
pruebas que destruyan los datos que dieron base al auto de
formal prisión o al de sujeción a proceso, constituyan prue­
ba plena e indubitable, según afirma el artículo 547 del
Código del Distrito. La prueba en cuanto plena e indubi­
table, provoca cierta confusión, pues la plenitud casi siem­
pre alude a un sistema tasado del valor probatorio y la in-
dubitabilidad tiene que ser, forzosamente, producto de la
libre apreciación. En esta forma, el artículo citado técnica­
mente contiene el error de unir dos sistemas opuestos, que
puede conducir a la barbaridad de dar cabida a situaciones
en que la verdad legal (prueba plena) pierde su fuerza por
no ser indubitable. En otras palabras, con el sistema esta­
blecido en el Código del Distrito, se puede desembocar a
situaciones en las que la afirmativa y la negativa van ayun­
tadas, por si tener valor una prueba, en cuanto plena y no
tenerla, en cuanto que no es indubitable. 1.a falta de téc­
nica a que nos hemos referido se justifica por la finalidad
perseguida: que el incidente prospere en los casos en que
no se abriga duda de alguna especie sobre el desvanecimien­
to de datos. El Código Federal, más técnico que el del Dis­
trito en todos sentidos, en su artículo 422 nada más habla
de la plenitud probatoria. Afortunadamente la reforma de
1994 suprimió el término "indubitable".
El efecto que surte el incidente por desvanecimiento de
datos, consiste en determinar la libertad procesal s del incul-
4bis Én la reforma de 4 de enero de 1984 ya el Código del Distrito
en su artículo 299, separa el auto de formal prisión de el de sujeción
a proceso.
a Entendemos por libertad procesal, el quedar libre de un proceso, o
sea, el hecho de quedar fuera, como procesado, de la jurisdicción de un
IN C ID E N T E S EN G E N E R A L . IN C ID E N T E S D E LIB E R TA D 367

¡jado y en tanto que el Código del Distrito manifestaba que


en el caso en que se desvanezcan los datos que sirvieron
para comprobar la posible responsabilidad, la libertad con­
cedida equivalía a una libertad por falta de méritos, era de
suponerse que cuando el incidente prosperaba, por haberse
desvanecido los datos que sirvieron para comprobar el cuer­
po del delito, se trata de una libertad absoluta. El Código
del Distrito guardaba silencio respecto de la primera hipó­
tesis y era la suposición que llenaba ese silencio. Las refor­
mas posteriores al artículo 551 del Código de Distrito, in­
cluyendo la de 1994 no alteran lo esencial a que este punto
se refiere, ya precisan los efectos en cada caso y así en la ac­
tualidad, el dispositivo citado señala que cuando prospere el
incidente por haberse desvanecido los datos fundatorios de
la posible responsabilidad la resolución "tendrá los mismos
efectos del auto de libertad falta de méritos” y cuando se
desvanezcan los que sirvieron para acreditar el cuerpo del
delito, la resolución "tendrá efectos definitivos y se sobresee­
rá el proceso. El Código Federal no permite interpretacio­
nes, pues en el artículo 426, de una manera general, esta­
blece que "la resolución que conceda la libertad tendrá los
mismos efectos que el auto de libertad por falta de elemen­
tos para procesar" y en la parte final afirma: "cuando la li­
bertad se resuelva con apoyo en la fracción I del artículo
422 (alude al cuerpo del d elito ), tendrá efectos definitivos
y se sobreseerá el proceso".
Cabe advertir que en materia del orden común, el Có­
digo de Procedimientos Penales fiara el D.F., indica en el
artículo 549 que la resolución que se dicte en el incidente
de libertad por desvanecimiento de datos, es apelable en
ambos efectos, o sea, en efecto suspensivo, situación contra­
ria a la que se contempla en el artículo 367 fracción V del
Código Federal de Procedimientos Penales, pues en éste, la
concesión o negativa de libertad por desvanecimiento de
tribunal. Ks indudable que con el incidente de "Libertad por desvaneci­
miento de datos", lo que se persigue, directamente, es la libertad procesal,
pues si fuera libertad real, el incidente citado no podría ser promovido,
por inútil, por los sujetos a proceso o por los procesados que gozan de
libertad caudonaL Así pues, lo que se busca y por tanto, es efecto del
inddente raendonado, es la libertad procesal, la que a su vez engendra
la libertad real.
368 E L P R O C E D IM IEN TO P E N A L

datos, es apelable en efecto devolutivo, lo que acarrea, en


materia del orden común, la grave injusticia en el caso de que
se dicte auto de libertad por encontrarse desvanecidos los
datos que originaron el auto de formal prisión, ya que si
el Ministerio Público apela, se suspende el procedimiento
y el procesado, no obtiene libertad carcelaria, hasta que la
segunda instancia confirme el auto apelado. La anomalía,
se debe corregir con la reforma legislativa.
Por relacionarse con la libertad de la persona (al sus­
penderse la ejecución de la pena), procede estudiar el in­
cidente previsto en la reforma hecha al artículo 90 del Có­
digo Penal para el Distrito Federal 9 inciso X y que en la
actualidad ha tomado relevante importancia por la reitera­
da referencia que del mismo hacen diversas ejecutorias de
la Suprema Corte de Justicia. Este incidente relacionado
con el otorgamiento de la condena condicional, requiere
para su clara inteligencia una breve alusión a las causas
que lo motivaron y a los diversos criterios sustentados antes
y después de la reforma, en lo que atañe al momento proce­
sal para resolver sobre la condena condicional, el tiempo,
oportunidad de rendir pruebas y la calidad de las mismas,
Los filósofos y legisladores modernos han estimado que
las penas privativas de libertad de plazos cortos y para de­
lincuentes primerizos, son del todo ineficaces piara lograr
la corrección de un sujeto, que pop haber cometido tan
sólo un evento delictivo, de p>oca importancia, no acusa pro­
clividad al crimen y, p»or ende, una vigorosa inadaptación
social. En este orden de ideas se arguye que dada la au­
téntica realidad de nuestras cárceles y reclusorios, verda­
deras escuelas del crimen, es más fácil lograr la corrección
del infractor dentro de su ambiente social, desempeñando
una profesión, arte, oficio u ocupación lícita y sujeto al cui­
dado y vigilancia de una autoridad. (Art. 90). Avalando
los pensamientos expuestos, Francisco González de la Vega,
en su "Código Penal Comentado”, sostiene: "Teniendo
oresentes los resultados conocidos de las p>enas privativas6

6 Aplicable en materia federal para delitos federales. D ia r io O fic ia l


del 19 de marzo de 1971.
IN CID E N T ES EN G EN ER A L. IN C ID E N T ES DE LIBERTA D 369

de libertad por corto tiempo, piara evitar degradar y corrom-


per a los «sujetos, es preferible su subrogación con la ame­
naza dé aplicarlas agravadas en caso de reiteración del deli­
to. Así pues, la condena condicional es un substitutivo
penal de las penas cortas de prisión y sus accesorias, para
delincuentes primarios que, a juicio del juez, no representan
mayor peligro de reincidencia.”
Atendiéndose- a las ideas expuestas, los legisladores re­
formaron el artículo 90 del Código Penal de 1931 creando
el llamado generalmente, incidente de la condena condi­
cional y con la finalidad de proporcionar el mayor número
de facilidades, a los que por derecho procede. concederles
el beneficio de la condena condicional y no lo obtuvieron
por "inadvertencia por su parte o de los tribunales”.
Los alcances del incidente en análisis, se revelan con
toda claridad comparando las tesis sustentadas con antela­
ción a la reforma y después de ella:
I. El Código de 1931 al establecer (Art. 90): que la
ejecución de las sanciones podrá suspenderse al pronun­
ciarse la sentencia definitiva,7 claramente estaba indicando
que después de la Primera Instancia, cuando no se había
afielado, o de la Segunda en caso de interposición del re­
curso, le era imposible a los' Tribunales de Instancia otor­
gar el beneficio de la condena condicional.
En virtud de la reforma, aun después de haberse dic­
tado las sentencias definitivas, ante el juez de la causa se
puede promover el incidente, solicitando se conceda el bene­
ficio en los términos establecidos en la fracción X del ar­
tículo citado. De esta manera, la condena condicional puede
otorgarse en la sentencia definitiva o en la interlocutoriá
pronunciada en el incidente.
II. Si sobre el otorgamiento de la condena condicional
se debía resolver en la sentencia definitiva, lógico resulta
que las pruebas, para acreditar los extremos exigidos por
la ley, deberían rendirse antes de la pronunciación de la
sentencia definitiva.
7 La sentencia definitiva es la que resuelve sobre los temas principa­
les (delito, responsabilidad y consecuencia jurídica), y tal resolución se
puede dictar en la Primera o Segunda instancias.
370 PROCEDIM IENTO PEN A L

En la actualidad dados los términos de la fracción X


reformada, las pruebas se pueden desahogar después de la
sentencia definitiva en el incidente condigno.
El desahogo de pruebas en el juicio de garantías es im­
posible, dado la naturalza del instituto del amparo en
donde a quien se enjuicia es a una autoridad. Sin embar­
go, procede examinar distintas hipótesis:
1. Si en el amparo directo como concepto de violación
se invoca la incorrecta aplicación del articulo 90 por ne­
garse en el acto reclamado el beneficio de la condena con­
dicional, a pesar de haberse acreditado todos los requisitos
exigidos por la ley; si se comprueba la violación,® se con­
cede el amparo para el efecto de que la responsable en
nueva sentencia y en cumplimiento de la ejecutoria, con­
ceda el beneficio. A este respecto es pertinente señalar, el
error de algunos precedentes de nuestro Máximo Tribunal
sosteniendo que amén de los requisitos señalados en la ley
para el otorgamiento de la condena condicional, es potes­
tativo en el juez el concedarla. Tal criterio ha desaparecido,
en primer término porque el verbo poder ("podrá suspen­
derse") utilizado en el artículo 90 antes de la reforma no
entrañaba la posibilidad de "hacer o no hacer” sino el se­
ñalamiento de una facultad jurisdiccional; y en segundo
lugar porque tal palabra (podrá) la omite la reforma.
2. Cuando el beneficio se negó en la sentencia defini­
tiva, por estimar el órgano jurisdiccional, la falta de prueba
de un requisito, sin haber examinado el cumplimiento de
los restantes; en caso de que el Máximo Tribunal considere
estar acreditado ese requisito, se concede el amparo para
el efecto de que la Autoridad Responsable, en nueva sen­
tencia que deberá dictar en cumplimiento de la ejecutoria,
tenga por satisfecho tal requisito y previo estudio sobre el
cumplimiento de las demás condiciones (no estudiadas) re­
suelva lo procedente.8

8 Están acreditados en las constancias de autos los requisitos exigi­


dos por la ley y la autoridad con su negativa quebrantó la garantía de la
exacta aplicación de la ley consagrada en nuestra Constitución (control
de legalidad).
IN CIDENTES EN G EN ERA L. IN C ID E N T ES DE L IB E R T A D 371

En lo alusivo a la falta de comprobación de un requi­


sito, con suma frecuencia se afirmaba el no haberse demos­
trado la “buena conducta”. Al respecto procede señalar los
diversos criterios sustentados, antes y después de la reforma.
a) La necesidad de rendir prueba directa para demos­
trar la buena conducta (generalmente se recurría a la prue­
ba testimonial);
/>) Posteriormente se sostuvo oue si no h a b í a D r u e b a
directa, la buena couuucia s e presumía, c u tanto n o e x is ­
tieran datos en el proceso de los cuales poder inferir el mal
comportamiento; y
c) A partir de la última reforma se necesita rendir
prueba por establecer el dispositivo (art. 90 fracción I, inci­
so b) el haber “evidenciado buena conducta positiva". F.l
término “positivo” se ha interpretado como exigencia de
aportar pruebas al respecto.
Teniendo presente lo anterior y relacionándolo con el
incidente en examen, podemos establecer que si no se rin­
dieron en las Instancias medios probatorios sobre la buena
conducta antes y después del hecho punible, en el inciden­
te se pueden aportar para acreditarla.
3. F.n caso de que contra una sentencia definitiva se
reclamen violaciones a las leyes del procedimiento (Art. 1C1
de la Ley de Amparo) invocándose como concepto de vio­
lación, el no haber desahogado la autoridad pruebas ofre­
cidas legalmente, piara demostrar el cumplimiento de las
condiciones registradas en el artículo 90 del Código Penal
y lograr la obtención de la condena condicional; acreditada
tal situación y con fundamento en el inciso VI del artículo
160 de la Ley de Amparo, se otorga la protección de la* Jus­
ticia Federal, para él efecto de que se reciban las pruebas y
se resuelva lo procedente.
4. Si de las constancias existentes resulta la ausencia
de alguno de los requisitos señalados para la concesión de
la condena condicional y el cual ya no puede ser objeto
de prueba (p>or ejemplo estar acreditado p>or sentencia eje­
cutoriada el no ser delincuente primerizo) se niega el ampa­
ro a este respecto, resultando impasible otorgar el beneficio
posteriormente; y
372 E L PROCED IM IEN TO P E N A L

5. Cuando se niega la condena condicional, por no ha­


berse demostrado todas las condiciones exigidas por la ley,
pero es posible acreditarlas, se niega el amparo, sin per­
juicio de promover el incidente de la fracción X tantas veces
citada. Esta hipótesis se refiere a la falta de prueba y no a
erróneas interpretaciones de la Responsable (situaciones
examinadas en los incisos 1 y 2, salvo lo referente a la falta
de prueba de la buena conducta).
En síntesis, el incidente para obtener la condena condi­
cional, se promueve ante el juez de la causa y es proceden­
te, después de haberse pronunciado sentencia definitiva,
cuando por inadvertencia del reo o de los tribunales, queda­
ron sin probarse las condiciones fijadas en la ley para el
otorgamiento de tal beneficio, existiendo posibilidad en
el inculpado, de demostrarlas rindiendo las pruebas nece­
sarias.
C apítulo V icesimoprimero

INCIDENTES DE COMPETENCIA, DE SUSPENSIÓN


Y NO ESPECIFICADOS

La capacidad subjetiva y los impedimentos, excusas y recu­


saciones. La capacidad objetiva y la acumulación, separación
de autos e incompetencia. Incidentes de competencia. Inhi­
bitorias y declinatorias. La esencia de los impedimentos. Las
excusas y las recusaciones. Sus causas. La recusación con y
sin expresión de causa. La acumulación de procesos. La
separación de procesos. La suspensión del procedimiento.
Incidente de reparación del daño exigible a tercero. Inci­
dentes no especificados.
En capítulo anterior, expresamos que el órgano jurisdiccio­
nal debe tener capacidad, siendo ésta de carácter subjetivo
y de carácter objetivo. La falta de capacidad subjetiva en
abstracto, ya también hemos dicho, no ocasiona incompe­
tencia, sino responsabilidad, siendo las demás incapacidades
las que propiamente engendran las incompetencias.
La ausencia de capacidad subjetiva concreta informa los
impedimentos, excusas y recusaciones, y la carencia de capa­
cidad objetiva provoca la acumulación de autos, la separa­
ción de los mismos y la incompetencia en general.
Por razón de orden pasamos en primer lugar a tratar
el incidente de competencia, el cual tiene por objeto que el
juez competente conozca de un asunto, y en consecuencia,
que el incompetente deje de conocer del mismo.
En los incidentes de competencia, se presentan dos as­
pectos, a saber:
a) El procedimiento que se realiza para que el juez
competente se haga del conocimiento de un asunto, sin que
ese procedimiento implique controversia entre órganos juris­
diccionales, y
b) El procedimiento que se realiza para que el juez
competente se haga del conocimiento de un asunto, me­
diando controversia entre los órganos jurisdiccionales.
A) Entrando al estudio del primer aspecto, tenemos que
las partes pueden promover el incidente, existiendo dos ca­
minos para ello: el de la inhibitoria y el de la declinatoria.
El incidente por inhibitoria se promueve ante el juez que
se estima competente, pidiéndole se dirija al juez que se
cree incompetente para que se inhiba del conocimiento del
asunto y le remita los autos. El juez ante quien se promue­
ve la inhibitoria, al enviar el oficio de solicitud de inhibi­
ción, debe insertar copia del escrito en que se promovió el
incidente; de lo expusto por el Ministerio Público y de
376 EL PROCEDIM IENTO PEN A L

lo que estime necesario para fundar su competencia. El juez


que recibe el oficio, después de oír a las partes, fijándoles
dos días a cada una para que evacúen el traslado, cita a
una audiencia verbal, dentro de las veinticuatro horas si­
guientes, en la que da cuenta del incidente, concurran o
no las partes y dicta resolución en un plazo de tres días.
Si sostiene su competencia, comunica su resolución al juez
que proceda, insertando lo que hubieren expuesto las partes,
con lo demás que crea necesario. Si no sostiene su compe­
tencia, mandará inmediatamente los autos al juez que se
la hubiere propuesto, emplazando a las partes para que
comparezcan ante ese juez (Arts. 451, 456, 457, 458, 459
y 461 del Código del Distrito; el Código Federal fija pro­
cedimientos análogos a los expuestos y se separa del Código
del Distrito únicamente en lo que toca a los términos
concedidos. Sección Segunda, Capitulo I, Título Decimo-
primero).
La declinatoria, en lo que atañe a delitos del orden co­
mún, no puede entablarse durante la instrucción. En el
Código Federal se fija que la declinatoria puede presentar­
se en cualquier momento, pero si se opusiere durante la
instrucción el tribunal que conozca del asunto podrá seguir
actuando válidamente hasta que las partes formulen conclu­
siones (Art. 429 del Código Federal.) La declinatoria se pro­
mueve ante el juez que la parte considere incompetente (Art.
428 del Código Federal), del conocimiento del negocio pi­
diéndole remita los autos al que repute competente. En el
Código del Distrito no existe artículo especial que hable
del procedimiento que se debe seguir en el incidente de
competencia por declinatoria y, el Federal, en el articulo
430, manifiesta que propuesta la declinatoria, “el tribunal
mandará dar vista de la solicitud a las otras partes por el
término de tres días comunes y resolverá lo que corresponda
dentro de los seis días siguientes”.
By Del segundo aspecto que se puede presentar en el
incidente de competencia, lo primero que podemos afirmar
es que lo que está a debate son las “atribuciones de los
propios jueces competidores, la legalidad de la actuación de
éstos y.el alcance de su jurisdicción” (Acero). Por esta ra­
IN C ID E N T E S E N C E N E R A L . IN C ID E N T E S D E L IB E R T A D 377

zón, cuando no hay un acuerdo entre ellos se hace necesaria


la intervención de un nuevo juzgador, que es el que tiene
que solucionar la controversia planteada por los jueces. Este
nuevo juzgador es el T ribunal Superior de Justicia, cuando
se trata de jueces del orden común; si la controversia es
entre jueces del orden común de diferentes Estados,1 el nue­
vo juzgador es la Suprema Corte de Justicia y, cuando se
trata de controversias entre jueces de Distrito del mismo
Circuito, es el T ribunal de Circuito el que resuelve la con­
troversia. El procedimiento que se sigue en lo que alude a
las controversias de competencia entre jueces del orden co­
mún, es el siguiente: recibidos los autos en el T ribunal Supe­
rior, se señala dia para la vista, que deberá verificarse dentro
de los ocho días siguientes al de la citación. A la vista debe
concurrir el Ministerio Público para que funde su pedimen­
to y las partes podrán no concurrir. El T ribunal deberá re­
solver dentro de cinco días (Arts. 465 al 469, Código del Dis­
trito) . En materia federal y aludiéndose a la inhibitoria se
establece en la piarte final del artículo 437 que “si la resolu­
ción fuere sosteniendo su competencia, remitirá el incidente
al tribunal de competencia, comunicando este trámite al
requeriente para que, a su vez, remita sus actuaciones al
tribunal que deba decidir la controversia". En el 439 ma­
nifiesta “el tribunal de competencia, en los casos de los ar­
tículos 433 y 437, dará vista al Ministerio Público por el
término de seis días y resolverá lo que corresponda dentro
de los quince días siguientes, remitiendo las actuaciones al.
tribunal que declare competente". (Consultar los artículos
icabados de citar piara darse cuenta del procedim iento).
Para concluir, nos resta manifestar que el aspecto con­
trovertido a que nos venimos refiriendo, es una segunda
etaDa del incidente de competencia. La primera etapa está
1 El caso de controversias suscitadas entre Jueces del . Orden Común
de diferentes i^taaos, no corresponae estudiarlo en este Capítulo, por sa­
lirse de los límites del incidente. Antes de las últimas reformas de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia dirim ía algunos casos compctenciales. En la actualidad, da­
dos los térm inos del Art. 21 de la citada Ley Orgánica (Fracs. VI y VII) son las
Salas las que resuelven las competencias suscitadas.
378 E l. P R O C E D IM IEN TO P E N A L

constituida por el proceder analizado en el punto a) y sólo


cuando éste concluye con una controversia adviene el citado
segundo aspecto que se puede presentar ya sea como con­
troversia por no conocer, como el de controversia por co­
nocer. En el primer caso los jueces competidores sostienen
que no tienen competencia y en el segundo, ambos aseve­
ran que son competentes.
Por último queda por hablar de lo que bien pudiera
llamarse incompetencia oficiosa y a la cual se refiere el ar­
ticulo 449 del Código de Procedimientos Penales del Dis­
trito. Esta incompetencia es decretada por el juez o tribunal
sin solicitud de parte y cuando se estime incompetente para
conocer de un asunto. A lo único que obliga la ley, en los
casos en que procede la incompetencia oficiosa, es a la prác­
tica de las diligencias más urgentes y a dictar, si procediere,
el auto de formal prisión. La obligación citada se inspira
en la necesidad dé dar facilidades piara que se respeten los
términos fijados en la Constitución. En otras palabras, no
se quiere que pior tramitar la incompetencia (por declararse
incompetente) se olviden los términos de cuarenta y ocho
y setenta y dos horas fijados piara la declaración prepiaratoria
y para resolver sobre la situación jurídica del inculpiado.
En la práctica judicial el artículo 449 es de frecuente apli­
cación pues reiteradamente se envían a los Jueces Penales,
asuntos que al resolver éstos, la situación jurídica del indi­
ciado resulta no ser de su competencia.2
El incidente de competencia se tramita pior cuerda sepia-
rada, no interrumpe el procedimiento, y la intervención del
Ministerio Público es siempre indispensable.
El incidente de "Impedimentos, excusas y recusaciones”,
tiene por objeto impedir que el órgano jurisdiccional, ca­
rente de capiacidad subjetiva concreta, conozca de un asunto.
Doctrinariamente se establece una diferencia entre las

2 Tomando en consideración lo expresado en el articulo 449 del Có­


digo del Distrito y 432 del Código Federal, bien se puede establecer una
competencia absoluta, en tanto que al juez, que posteriormente puede
ser incompetente, la ley le otorga competencia hasta el momento de re­
solver sobre la situación jurídica del inculpado.
IN CID E N T ES DE C O M P E T E N C IA Y OTROS 379

causas impeditivas y las de excusa, diciéndose que las pri­


meras provocan, en el órgano jurisdiccional, una abstención
obligatoria del conocimiento de un asunto en tanto que las
segundas engendran una abstención potestativa del propio
conocimiento. En nuestra ley, el Código del Distrito equi­
para los impedimentos (o causas impeditivas) y las causas
de excusa, cuando en el artículo 511 manifiesta: “Los ma­
gistrados, jueces y secretarios del ramo penal estarán im­
pedidos de conocer y en la obligación de excusarse, en los
casos expresados en el artículo 522 de este Código.” 3
Lo anterior equivale a decir que la excusa ya no es po­
testativa, sino impeditiva, o lo que es lo mismo, las causas
de excusa son iguales a los impedimentos. El Código Fe­
deral también mantiene la misma situación, pues no deja
la falta de conocimiento que provoca la excusa, a la potes­
tad del juez. En su artículo 444 afirma: "Los magistrados
y los jueces deben excusarse en los asuntos en que inter­
vengan, por cualquiera de las causas de impedimento que
señale la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.”
El artículo 445 del Ordenamiento citado manifiesta que las
causas de impedimento no pueden dispensarse por la vo­
luntad de las partes. Todo lo expuesto nos hace desembocar
en la siguiente afirmación: en nuestras leyes positivas, las
causas de excusa son los impedimentos y, en cuanto tales, no
pueden ser objeto de dispensa p>or las partes o p>or el juez.
La fijación de las causas de excusa o impedimentos, tie­
nen por objeto el evitar que un órgano jurisdiccional que
por cualquier razón puede ser parcial, conozca de un asun­
to. Esta idea es la que anima todos los incisos del artículo
522 del Código del Distrito
La excusa es alegada p>or el mismo funcionario, en tanto
que la recusación es solicitada pxzr las partes. Las causas de
la recusación son exactamente las mismas que las de la excu­
sa, como claramente lo especifican los artículos 511 y 522

a El artículo 522 señala las causas de recusación. Luego, los impedi­


mentos y causas de excusa o recusación, son los mismos.
380 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

del Código del Distrito y el 447 del Código Federal. Doc­


trinariam ente existen dos clases de recusaciones: recusación
con exprésión de causa y recusación sin expresión de causa.
En la primera, como su nombre lo indica, el que promueve
la recusación debe expresar y acreditar la causa que existe
. para que el órgano jurisdiccional no conozca, o sea, el impe­
dimento. En la recusación sin expresión de causa, no es
menester ni acreditar ni manifestar la causa. Esto no quiere
decir, como vulgarmente se cree, que en la recusación sin
expresión de causa no existe causa, pues lo único que esta­
blece la institución en análisis, es la ausencia de la expre­
sión, mas no la falta del impedimento. La razón de ser de la
recusación sin expresión de causa, se asienta en el deseo
de evitar que se exhiban los impedimentos de un órgano
jurisdiccional, para también así evitar el descrédito que ello
pudiere ocasionar. En materia penal no existen recusacio­
nes sin expresión de causa y, por tanto, en todos los casos
se debe expresar cuál es el motivo que se tiene para recusar
a un magistrado, juez o secretario.
En el Código del Distrito se señala que la recusación
sólo puede interponerse concluida la instrucción y hasta que
se cite para sentencia o para que la causa se vea en jurado
(Art. 521). En materia Federal, la recusación puede in­
terponerse en cualquier tiempo, pero no después de haberse
citado para sentencia de primera instancia o para la vista
en los tribunales superiores (Art. 448).
El procedimiento que se sigue en las recusaciones es el
siguiente: en. lo relativo a tribunales del orden común, re­
cibida la recusación por quien debe calificarla, o sea, por
el inmediato superior ("Las recusaciones de los jueces
de paz serán calificadas por los jueces penales; las de los de
éstos, por la sala penal del T ribunal Superior a quien
corresponda en turno, y la de los magistrados, por el mismo
tribunal, integrado en los términos legales para que el re­
cusado no intervenga en la calificación”. Art. 525), se abre
un térm ino probatorio de setenta y dos horas citándose a
las partes para una audiencia que deberá verificarse dentro
de las cuarenta y ocho horas posteriores, y en la cual se
IN CID EN TES DE C O M PET EN C IA Y OTROS 381

dictará el fallo (Arts. 525 y 528 del Código del Distrito).


Interpuesta la recusación en tiempo y forma, el juez recu­
sado debe suspender inmediatamente todo el procedimien­
to (Art. 524). En lo tocante a tribunales federales, una vez
interpuesta la recusación, el juez o magistrado, si la estima
legal, sin audiencia de las partes se declara incompetente y
manda pase el asunto a quien corresponda. Cuando los fun­
cionarios citados estiman que no es cierta o no es legal la
causa de recusación alegada, fijan un término de cuarenta
y ocho horas para que el recusante ocurra ante el superior,
a quien envían el escrito de recusación, acompañado del
proveído que recayó al mencionado escrito y de las constan­
cias que estimen pertinentes. El superior, una vez que re­
cibe el escrito de recusación, pide informe al funcionario
recusado, el cual deberá rendírselo dentro de un término
dé veinticuatro horas. El propio superior, en un lapso de
cinco días, resolverá si es legal o no la causa de recusación
(Arts. 451 al 455 del Código Federal).
Otro de los incidentes reglamentado en las leyes proce­
sales, es el de la acumulación de procesos.3 bto Este incidente,
vinculado con la capacidad objetiva por razón de conexidad
de delitos y delincuente, tiene por objeto acumular procesos
que se encuentran separados. Las razones que existen para
la acumulación de los procesos, fundamentales son tres:
I. Facilita la acumulación de la pena;
II. Facilita la secuela del proceso, evitando la repetición
de diligencias y las tardanzas que provoca el hecho de que
un mismo individuo atienda a varias autoridades, e igual­
mente las urdan zas que derivan de averiguaciones que se
hacen por separado a los diversos partícipes de un delito, y
III. F.viu “verdades jurídicas” diferentes.
La acumulación de procesos comprende tres casos gene­
rales, a saber:
a) Cuando existe un solo delincuente que ha cometido
varios delitos íacumulación re a ll:

8*>i* En materia federal se denomina “acumulación de autos”.


382 E L PR O C E D IM IEN TO P E N A L

b) Cuando se presentan varios delincuentes y aparece un


solo delito, y
c) Cuando se presentan varios delitos conexos y varios
responsables.
En el primer caso, la acumulación atiende a la urgente necesi­
dad de facilitar la aplicación de las penas (artículo 64 bis, 65 y 66
del Código Penal) y evitar las dificultades que surgen por estar
a disposición de distintas autoridades. La acumulación de proce­
sos, en el segundo caso, obedece a que es indebida una se­
paración "porque desde luego aparece natural que a la unidad
de la infracción corresponda la unidad de la tramitación;
que el propio juez que adquiere la convicción de un delito
y de la culpabilidad de uno de los delincuentes, sea el que
decida la suerte de todos los demás responsables del mismo
acto perseguido, porque todos ellos no aparecen sino como
partícipes o colaboradores de una obra de conjunto cuyo jui­
cio requiere igualmente datos y conocimientos de conjunto
y decisión global”. Con la acumulación de procesos que es­
tudiamos, se evita también la presencia de diversas "verdades
legales". En el tercer caso se unen las razones que hemos
dado al hablar de las situaciones anteriores.
La acumulación sólo puede decretarse cuando el proce­
so está en instrucción (Arts. 485 del Código del Distrito
y 476 del Federal). Admitirla después, no tendría ningún
objeto y retardaría grandemente la administración de jus­
ticia. En los casos en que la acumulación de procesos no
procede por haberse declarado cerrada la instrucción, la fina­
lidad de facilitar la acumulación de penas se logra estable­
ciéndose la obligación de que el juez, cuya sentencia cause
ejecutoria primero, envíe copia al juez o tribunal que co­
nozca del otro proceso. Con esto también se subsana, en
parte, el gran quebranto jurídico que implican los fallos
contradictorios,
La acumulación se promueve ante el juez que se estime
debe conocer de todos los procesos y en caso de que se sus­
citen controversias, debido a que cada tribunal sostenga su
competencia respectivamente, se procede en la forma señala­
IN C ID E N T E S DE C O M P E T E N C IA Y O TRO S 383

da en ios incidentes de competencia. El juez ante quien se


promueve la acumulación de procesos, debe escuchar a las
partes en una audiencia verbal dentro de cuarenta y ocho
horas y, sin más trámite, resolver dentro de los dos días si­
guientes, según lo manifiesta el artículo 491 del Código del
Distrito. El Código Federal de Procedimientos Penales, para
el incidente de acumulación de procesos fija el mismo pro­
cedimiento que establece para el de las competencias por
inhibitoria.
En los procesos que se siguen ante el mismo tribunal,
la acumulación podrá decretarse de oficio sin sustanciación
alguna (Arts. 488 del Código del Distrito y 478 del Código
Federal).
Las reglas de la competencia, en sinopsis, son las siguien­
tes: es competente para conocer de todos los procesos segui­
dos en diversos juzgados del mismo fuero 4 el juez de mayor
categoría (quien puede lo más puede lo m enos); si todos
son de la misma categoría, el que conociere de las diligencias
más antiguas; si éstas hubieran comenzado en la misma fe­
cha, el que conozca del'delito más grave y si los delitos son
iguales, el juez o tribunal que elija el Ministerio Público.
Lo anterior es en lo tocante al orden común. En materia
federal, no pudiendo existir jueces de diferente categoría,
y estimándose ociosas algunas de las prescripciones señala­
das en el Código del Distrito, las reglas para la acumula­
ción de procesos se reducen a dos; primera, la que esta­
blece que el tribunal que conozca de las diligencias más

4 La acumulación no es posible en procesos seguidos en juagados de


diverso fuero, porque ella vulneraria la necesidad de la existencia de tri­
bunales especiales. No debe olvidarse que en México no hay fueros atra­
yentes y que por tanto, un tribunal no puede conocer sino de los delitos
de su competencia. Solamente un tribunal puede conocer de delitos que no
soh de su fuero en los casos de acumulación ideal, o sea, cuando con un
solo hecho se violan varias disposiciones legales, pues en homenaje al
respecto de no dividir la continencia de la causa, un solo tribunal debe
conocer de todo. En lo referente al fuero federal y al fuero del orden
común, se discuto cuál es el tribunal que debe conocer del hecho con ei
cual se violaron dos disposiciones légale^ el federal, por estimarse desde el
punto de vista político de mayor jerarquía, o aquel a quien corresponda
conocer del delito mayor, es decir, el sancionado con más severidad. La
polémica al respecto es bastante vigorosa.
384 el procedimiento penal

antiguas es el competente para conocer de todos los demás


procesos, y segunda, la que se refiere a que si las diligen­
cias comenzaron en la misma fecha, es competente para
conocer de todos los procesos el tribunal que designe el
Ministerio Público (Arts. 489 y 504 del Código del Dis­
trito y 479 del Código Federal).
Frente al incidente de acumulación de procesos se en­
cuentra el de separación de procesos que procede cuando,
habiéndolo solicitado alguna de las partes, antes de conclui­
da la instrucción, el tribunal estime que la acumulación
decretada en juicios que se siguen en contra de una sola
persona por delitos diversos e inconexos, demoraría o difi­
cultaría la administración de justicia (Arts. 505 del Código
del Distrito y 483 del Código Federal). La reforma de 1994
no altera la tesis general.
Nuestras leyes no se refieren a la separación de proce­
sos seguidos contra varias personas por un mismo delito y
que en muchos casos es completamente necesaria. Por ejem­
plo, la situación que alude a un individuo que se encuen­
tra procesado con otros por un solo delito y que durante
la instrucción acredita una situación completamente diver­
sa de la que rodea a los demás procesados.
El incidente de separación de procesos, que en la prác­
tica judicial es letra muerta, se sustancia en la misma forma
que el de acumulación (Arts. 508 del Código del Distrito
y 487 del Federal).
El incidente de suspensión del procedimiento, que el
juez decreta de plano sin ninguna sustanciación, debe ser
promovido por el Ministerio Público y procede en los tres
casos siguientes: (Art. 477 del Código de Procedimiento;
Penales del D. F .l. -• -
I. Cuando el responsable se sustraiga a la acción de la
justicia;
II. Cuando después de incoado el procedimiento, se
descubre que no se ha cumplido con un requisito previo
fijado por la ley, y
IN C ID E N T ES DE C O M P E T E N C IA Y OTROS 385

III. Cuando el procesado enloquece.40"


El Código Federal, señala un caso más: "Cuando no
exista auto de formal prisión o de sujeción a proceso y se
llenan además los requisitos siguientes:
“a) Que aunque no esté agotada la averiguación haya
imposibilidad transitoria para practicar las diligencias que
resulten indicadas en ella;
”b) Que no haya base para decretar el sobreseimiento, y
”c) Que se desconozca quién es el responsable del de­
lito”. En ambos Códigos, por reformas de 4 de enero de
1984 (en el Distrito Federal) y 27 de diciembre de 1983
(el Federal) se establece que a solicitud del Ministerio
Público, el ofendido o sus representantes, el juzgador podrá
adoptar medidas precautorias patrimoniales en los términos
que establece la ley (Artículos reformados 477 del Código
del Distrito Federal y 468 del Federal).
En el caso primero, la suspensión se hace sin perjuicio
de que se practiquen todas las diligencias que tiendan a
comprobar la existencia del delito o la responsabilidad del
prófugo.
El incidente que estudiamos se justifica en la idea de
que en los casos apuntados, hay algo que entorpece el nor­
mal desarrollo del procedimiento y que, por tanto, no debe
éste continuar hasta que el óbice desaparezca. Es esta la
razón por la que la suspensión no es terminación del pro­
ceso; desaparecida la causa que motivó la suspensión, el
proceso continúa en la forma común y corriente.
El incidente de reparación de daño exigióle a persona
distinta del inculpado, consiste, como su nombre lo indica,
en pedir la reparación del daño, no al sujeto activo del
delito, sino a alguna de las personas que el artículo 32
del Código Penal señala.
En materia federal conforme a los artículos en la actua­
lidad vigentes, deben separarse tres situaciones:
a) Cuando se promueve ante el juzgado penal antes de
que haya recaído sentencia irrevocable;
4bij En la actualidad el articulo 68. alude a personas inimpuiables
y su ultimo p.'urato a que se relicrc la ley vigente no tiene relación con
el envfn.
386 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L '

b) Cuando haya recaído sentencia irrevocable en el pro­


ceso, sin haberse intentado la acción; y
c) Cuando “concluida la instrucción no hubiere lugar
al, juicio penal por falta de acusación del Ministerio Públi­
co y se promueva posteriormente la acción civil” (Art. 489
del Código Federal).
En el primer caso si en el incidente se llega al estado de
alegar antes de que concluya la instrucción, “se suspenderá
hasta que el proceso se encuentre en estado de sentencia, la
que se pronunciará resolviendo a la vez sobre la acción pe­
nal y sobre la reparación del daño exigible a personas dis­
tintas del inculpado, produciéndose los alegatos en la
audiencia del juicio penal” (Art. 491 del Código Federal).
En los otros dos casos se debe atender a lo que para los
juicios sumarios establece el Código Federal de Procedi­
mientos Civiles, siendo menester aclarar que la ley es os­
cura por aludirse en el párrafo final del artículo 489 a la
promoción de dos acciones con lo cual no se deslinda con
claridad cuándo el incidente se promueve el incidente penal
y cuando se recurre a la autoridad civil. En el Código del
Distrito, el incidente debe promoverse antes de que se de­
clare cerrada la instrucción y su trámite consiste en la pre­
sentación de un escrito en el que se expresan los hechos
originadores del daño, el monto de éste y los conceptos por
los que se procede. De este escrito y de los documentos
que lo acompañan, se da vista a la parte a quien se exige
la reparación por un plazo de tres días, transcurrido el
cual se abre el incidente a prueba, por el término de quin­
ce días, y si alguna parte lo pidiere. Después de lo anterior;
o en caso de que no comparezca la persona a quien se exige
la reparación del daño, (a petición de cualquiera de las par­
tes) , el juez, dentro de tres dias, cita a una audiencia verbal
en la que las partes exponen lo que estiman pertinente y en
la misma audiencia declarará cerrado el incidente que fa­
llará al mismo tiempo que el proceso o dentro de los ocho
días siguientes.
Es de hacerse notar el indebido acomodo de este inci­
dente en las provincias del Derecho penal. Éste tiene úni­
camente compromisos con los intereses sociales y no con
IN CIDENTES DE C O M PET EN C IA Y OTROS 387

los particulares o privados. Los legisladores se dieron cuen­


ta de lo anterior y por el propósito de introducir la repa­
ración del daño en los «ámbitos del Derecho penal, le otor­
garon calidad de pena, sin hacer hincapié en que las penas
trascendentales están prohibidas y que si la reparación del
daño es pena, en cuanto que es exigióle a terceros, resulta
trascendental, a pesar de lo que en contrario se diga en el
mismo Código Penal.
En el Código del Distrito Federal se establece que (Art.
539) : "Cuando la parte interesada en la responsabilidad
civil no promoviere el incidente a que se refiere el presente
capítulo, después de fallado el proceso respectivo, podrá exi­
girla por demanda puesta en la forma que determina el
Código de Procedimientos Civiles, según fuere la cuantía
del negocio y ante los tribunales del mismo orden." El pre­
cepto da coyuntura a las siguientes reflexiones:
I. Que solamente se puede acudir a los tribunales ci­
viles cuando no se ha promovido el incidente en el proce­
dimiento penal, y
II. Que solamente se puede acudir ante los tribunales
después de fallado el proceso.
Teniendo presente lo anterior, resulta que no se puede
exigir la reparación del daño ante autoridades civiles, cuan­
do el proceso no se ha terminado, teniendo forzosamente
que acudir a éste.
Además de los incidentes que hemos tratado, puede pro­
moverse cualquier otro no especificado en la ley. En el
Código del Distrito (Arts. 542 a 545), se establecen las re­
glas que a continuación se expresan para la tramitación
de ellos.

I. Cuando la cuestión planteada sea de obvia resolu­


ción y las partes no solicitaren prueba, el juez resolverá de
plano.
II. Cuando fuera necesario recibir pruebas, se sustan­
cia por cuerda separada y hecha la promoción, se dará vis­
ta con ella a las partes, para que contesten en el acto de
la notificación. Si las partes lo pidieren o el juez lo esti­
388 E L P R O C E D IM IE N T O P E N A L

mare conveniente, citará a una audiencia que se verificará


dentro de los tres días siguientes, plazo que servirá para
recibir pruebas, lo mismo que en la audiencia, y en ésta
concurran o no las partes, el juez fallará.
En materia federal se estatuye que cuando no pueda
resolverse de plano el incidente promovido y sea de aque­
llos que no suspenden el curso del procedimiento, se sus­
tanciará por separado, dándose vista a las partes para que
contesten en el acto de la notificación o a más tardar den­
tro de los tres días siguientes, y si el tribunal lo creyere
necesario o alguna de las partes lo pidiere, se abrirá un
término de prueba que no exceda de cinco días, después
de los cuales se citará a una audiencia que se verificará den­
tro de los tres días, en donde, concurran o no las partes, se
fallará el incidente (Art. 494) ).
Septiem bre de 1998.
ÍNDICE
p fa .

N ota a la vigrsimocuarta edición ............................... vn


N ota para la decim ocuarta edición ................................. v iii
N ota para la sexta edición ..................................................... IX
N ota para la q u in ta ed ició n ................................................. X
N ota para la cuarta edición ................................................. XI
P alabras para la tercera edición ........................................ xil
P alabras para la secunda edición ........................................ XIII
A dvertencia . (Primera edición) ................... ..................... XV

C a pít u l o P rim ero

DEFINICIÓN DEL PROCEDIMIENTO PENAL

Desenvolvimiento lógico del Derecho. El procedimiento


Penal, el Derecho de Procedimientos Penales y el De­
recho Procesal Penal. Concepto de norma. El Derecho
penal material como conjunto de normas. Concepto de
técnica. El procedimiento penal como actividad técnica.

C a pít u l o S ecundo

EL PROCEDIMIENTO EN GENERAL

Los periodos del procedimiento penal. Fines del procedi­


miento penal. Fines genéricos del Derecho; individua­
listas y trasindividualistas. Fin específico del Derecho
Penal. Fines inmediatos del procedimiento penal. Fi­
nes específicos del procedimiento penal. Límites, fines
y contenido de cada uno de los períodos del procedi­
miento penal 17
392 EL PROCEDIMIENTO PENAL

C a p ít u l o T e r c e r o

FUNCIÓN PERSECUTORIA
La función persecutoria. Actividades que comprende la
función persecutoria. La actividad investigadora, carac­
terísticas y principios que la rigen. La acción penal y
la acción procesal penal. Características de la acción
procesal penal. Presupuestos de la acción procesal pe­
nal. Principios que rigen la acción procesal penal ..
Elementos de la actividad jurisdiccional. La finalidad
El Ministerio Público en la actualidad. Organización
del Ministerio Público .................................................. 37

C a p ít u l o C u a r t o

JURISDICCIÓN
Jurisdicción: su definición. La actividad jurisdiccional.
Elementos de la actividad jurisdiccional. La finalidad
buscada con la actividad jurisdiccional. Cómo se extrae
una norma individual de una general. Características
del órgano que realiza la función jurisdiccional. Su
deber, su derecho y su poder. Órganos jurisdiccionales
ordinarios y extraordinarios. Órganos jurisdiccionales co­
munes y especiales. Independencia del órgano juris­
diccional ........................................................................ 71

C apítulo Q uinto

PERIODO DE PREPARACIÓN DE LA ACCIÓN


PROCESAL
Periodo de preparación de la acción procesal. Su inicia­
ción. La denuncia:, sus elementos. Ante quién debe
hacerse la denuncia. Qué personas pueden hacer la de­
nuncia. Efectos de la denuncia. Querella: sus elementos.
Delitos que se persiguen por querella necesaria. Con­
diciones de procedibilidad, condiciones prejudiciales y
ÍNDICE 393

obstáculos procesales. La Policía Judicial. Su evolución


histórica y su organización. La Policía Judicial y la
actividad investigadora ................................................... 99

C a p ít u l o Se x to

PERIODO DE PREPARACIÓN DEL PROCESO


Situaciones a las que lleva la investigación. Prosecución
de la averiguación. Resoluciones de "reserva" y de “archi­
vo". Orden de aprehensión. La aprehensión y otras ins­
tituciones. La flagrancia y la cuasi flagrancia. Ejercicio
de la acción penal. Auto cabeza de proceso. Declara­
ción preparatoria. Auto de formal prisión. Cuerpo del
delito. Posible responsabilidad. Auto de sujeción a pro­
ceso. Auto de libertad falta de méritos. La resolución
pertinente en caso de excluyentes de responsabilidad . i 33
133

C a p ít u ix i Sé p t i m o

EL PROCESO EN GENERAL
Definición del proceso. Sus elementos. Límites del proce­
so. Principios que ordenan el proceso. Funciones esen­
ciales del proceso. Sistemas de enjuiciamiento. Caracte­
rísticas del sistema acusatorio. Características del sistema
inquisitivo. Características del sistema mixto ............. 179

C a p ít u l o O ctavo

GENERALIDADES DE LA PRUEBA
Elementos de la prueba. El medio de prueba. Evolución
histórica de los medios de prueba. Clasificación de los
medios de prueba. Valor de la prueba. Verdad históri­
ca y verdad formal. Sistemas seguidos respecto del va­
lor de la prueba. Referencia a nuestra legislación. Car­
ga de la prueba. Órgano de prueba. ¿Quiénes pueden
394 HL P R O C E D I M I E N T O P E N A L

ser órganos de prueba? Objeto de prueba. Su evolu­


ción histórica. Posición que guardan nuestras leyes
respecto del objeto de prueba ................................... 191

C a p ít u l o N o v e n o

LA CONFESIÓN

Definición de la confesión. Sus elementos esenciales. Sus


elementos legales. El valor probatorio de la confesión.
Referencia histórica. La retractación. La confesión ficta.
La confesión calificada. Tiempo en que se debe recibir
la confesión ......... ........................................................... 211

C a p ít u l o D é c im o

LA PRUEBA DOCUMENTAL

El documento desde el punto de vista jurídico. El docu­


mento como medio de prueba, como constancia de otro
medio de prueba y como instrumento de prueba. La
prueba documental mediata e inmediata. Clasificación
de los documentos en públicos y privados y concepto de
ellos. El valor probatorio de los documentos. Tiempo
en que se debe presentar la prueba documental ....... 225

C a p ít u l o D e c im o p r im e r o

PRUEBA PERICIAL
Fundamentos del peritaje. Elementos del peritaje. Ca­
racterísticas del peritaje procesal. El peritaje procesal
como medio probatorio y como algo sui géneris. El
peritaje en nuestras leyes: el perito y peritaje. Forma
como se rinde el peritaje. Valor probatorio del peri­
taje. La interpretación ................................................. 237
ÍN D IC E 395

C a p í t u l o D e c im o s e c u n d o

PRUEBA TESTIMONIAL
El testigo. El testigo de un delito y el testigo en un pro­
ceso. Características del testigo. Capacidades que debe
tener el testigo. El testimonio. Análisis de los requisitos
que contiene el testimonio. El valor del testimonio. El
careo. Características del careo procesal o real. Carac­
terísticas del careo supletorio. Características del careo
constitucional. La confrontación y sus dos aspectos. El
reconocimiento ................................................................ 249

C a p í t u l o D o c im o t e r c e r o

INSPECCIÓN
Inspección. Su definición. Inspección ocular e inspección
judicial. Elementos de la inspección: el examen y la
descripción. La reconstrucción de hechos. Valor pro­
batorio de la inspección ............. .................................. 267

C a p í t u l o D e c im o c u a r t o

PRUEBA PRESUNCIONAL
Esencia de la presunción. La presunción como inducción
reconstructiva. Sus elementos. El enlace necesario en­
tre el hecho conocido y el desconocido. Valor proba­
torio de la presunción. Presunciones legales y presun­
ciones humanas ................................................................ 277

C a p ít u l o D e c im o q u in t o

SEGUNDO PERIODO DE LA INSTRUCCIÓN


Y PERIODO DE PREPARACIÓN DEL JUICIO
Segundo periodo de la instrucción. Sus límites. Auto que
declara agotada la averiguación. Auto que declara ce-
396 EL PROCEDIMIENTO PENAL

rrada la instrucción. La instrucción en el procedimiento


sumario. Análisis de las dos etapas en que se divide.
La instrucción en el procedimiento ordinario. Periodo
de preparación del juicio. Límites de este periodo. La
acción procesal penal en su fase acusatoria. Las con­
clusiones del Ministerio Público: acusatorias y no acu­
satorias. Las conclusiones de la defensa. Extinción del
periodo de preparación del ju ic io ................ ................. 287

C a p ít u l o D e c im o s e x t o

AUDIENCIA Y SENTENCIA
El periodo de “Discusión o Audiencia*'; sus límites y su
desarrollo. Referencias al procedimiento ordinario y al
sumario. La Sentencia. Elementos esenciales de la sen­
tencia. Requisitos formales de la sentencia. Sentencia
condenatoria y sentencia absolutoria. Sentencia defini­
tiva y sentencia ejecutoriada ........................................ 305

C a p ít u l o D e c im o s é p t im o

LOS RECURSOS
Concepto de recursos. Restricciones del recurso. Intereses
en el recurso. Clasificación de los recursos: atendiendo
a la situación de la resolución recurrida; atendiendo a
la dase de autoridades que intervienen en la revisión;
atendiendo a los efectos que produce ......................... 317

C a p ít u l o D e c im o c t a v o

LA REVOCACIÓN
El recurso de revocación. Notas esenciales. Restricciones
del recurso de revocación. Procedimiento que se debe
seguir en el recurso de revocación. Efectos del recurso
de revocación .................................. ................................. 325
ÍN D IC E 397

C a p í t u l o D e c im o n o v e n o

APELACIÓN Y DENEGADA APELACIÓN


Y QUEJA
Definición del recurso. Análisis de los' elementos. Restric­
ciones en el recurso de apelación. Procedimiento en el
recurso de apelación. Materia del recurso de apelación.
Reposición del procedimiento. Efectos del recurso. La
denegada a|«.laii<m. Sus elementos y procedimiento. La
q U e j a 331

C a p ít u l o V ic é s im o

INCIDENTE EN GENERAL. INCIDENTES


DE LIBERTAD
Concepto de incidente. Definición. Incidentes de libertad.
Incidente de libertad bajo caución. Requisitos para
otorgar la libertad caucional. Revocación de la libertad
cauciona!. Incidente de libertad provisional bajo pro­
testa. Incidente de libertad por desvanecimiento de
datos. Incidente para obtener la condena condicional. 355

C a p í t u l o V ig e s im o p r j m e r o

INCIDENTES DE COMPETENCIA, DE SUSPENSIÓN


Y NO ESPECIFICADOS
La capacidad subjetiva y los impedimentos, excusas y re­
cusaciones. La capacidad objetiva y la acumulación, se­
paración de autos e incompetencia. Incidentes de com­
petencia. Inhibitorias y declinatorias. La esencia de los
impedimentos. Las excusas y las recusaciones. Sus cau­
sas. La recusación con y sin expresión de causa. La
acumulación de procesos. La separación de procesos.
La suspensión del procedimiento. Incidente de repara­
ción del daño exigible a tercero. Incidentes no especi­
ficados ........................................................................... 373
ESTA OBRA SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL
3 DE SEPTIEMBRE DE 2009. EN LOSTALLERES DE

FUENTES IMPRESORES, S. A.
Centeno. 109.09810, Manco, D. F.

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