un ensayo sobre las condiciones y

¡pectivas de la transmisión del poder público

Enrique Garza Ramírez (coordinador)

HUEVO LEOfl I98S

un ensayo sobre las condiciones y

perspectivas de la transmisión del poder público

Enrique Garza Ramírez (coordinador)

Enrique Garza Ramírez
Roberto Benavides González
Luis González González
José Korzeniak Fuks
Ernesto Martínez Orozco

nuevo

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON

FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS
Y ADMINISTRACION PUBLICA
CENTRO DE INVESTIGACIONES (CIPAD)

DIRECTORIO
UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON:
Rector:
Dr. Alfredo Piñeyro López.
Secretario General:
ing. Orel Darío García Rodríguez.
/
Director de la Facultad de Ciencias Políticas y
Administración Pública:
Lic. Rogelio García Páez.
Esta Investigación fue realizada bajo Convenio
(84-01-0092/029) entre el Programa Nacional de Apoyo
a la Educación Superior S.E.P.-U.A.N.L.
J ¿ - / 2 . < H
• A / í
Mg
Universidad Autónoma de Nuevo León
Facultad de Ciencias Políticas y
Administración Pública
Centro de Investigaciones Político-
Administrativas
Unidad Mederos
Monterrey, N. L., México
Registro en Trámite
Prohibida la reproducción total o
parcial.
PRESENTACION:
Hace poco más de un año, el Coordinador del Centro
de Investigaciones (CIPAD) me presentó un proyecto de
investigación que por su género, alcances y temporalidad
recibió desde ese momento, todo el apoyo que dentro de
nuestras limitantes podía otorgársele.
El proyecto de referencia llevaba intrínsecos varios
propósitos.
Primero, se buscaba integrar un equipo de trabajo
con varios investigadores y maestros destacados de la
facultad, los cuales serían auxiliados por alumnos de gra-
dos superiores cuya sensibilidad e interés en este tipo de
tareas les permitiera adoptar una actitud analítica, condi-
ción esencial para un estudio de fondo como el que se
planteaba. El grupo, se constituiría así en un taller expe-
rimental de investigación, mismo que además de las apor-
taciones individuales sería enriquecida con las discusiones
que trasladadas a las aulas de clase se fueran generando
con los avances de la investigación. De esta manera se
lograría establecer un mecanismo retroalimentador; la in-
vestigación nutriría la docencia y ésta plantearía a su vez
interrogantes para ser resueltas mediante ^.-«investigación.
El esquema tradicional de enseñanza, seríaíasí Remplaza-
do por otro de mayor dimensión: enseñar -Vovésti^ando.
En segundo t é r m i n & / £ L ^ f ü d ¡ q . vendría cubrir aun-
oue en modesta medida, yAfíps ¡páeífaVe's^que
pesan sobre el campo de I3&,^¡eneras sociales ¿n ríitestro
medio: el análisis del f e h ó m e n ó ^ e la •tr&nsrptsipn-del oo-
der y de las actitudes políticas del efecto rádtf.' Existía la
experiencia de otros intentos de menor envergadura, como
lo fue el estudio de opinión pública realizado en 1982 por
el Centro de Investigaciones en ocasión de las elecciones
federales, publicado por un periódico local y en la misma
gaceta del CIPAD, el cual pretendía orientar a la comuni-
dad y ventilar algunas ideas en torno a la politización de
la ciudadanía.
Adicionalmente, parecía encuadrar en una preocupa-
ción que afortunadamente ha venido tomando un curso
mayor en distintos centros de estudios'del páí§",'- 't3omo el
caso del trabajo realizado en las ciudades fronterizas del
norte (1982) y otros de fecha más reciente.
 Con los dos propósitos anteriores se llegaría a su
vez a uno tercero, el de materializar una vieja propuesta del
mismo CIPAD: darle a la enseñanza un carácter más re-
gional, acorde con las condiciones particulares de! medio.
Por otra parte, el proyecto tenía el aval de los partici-
pantes; su formación plural, agudeza intelectual y sensibi-
lidad política, aseguraban que éste mantendría el rigor
metodológico de la investigación científica social.
Todo lo anterior nos hizo pensar que en la medida en
que CIPAD se ocupase de investigaciones como la presen-
te, las funciones que desde su nacimiento le habían sido
asignadas —ser pilar de la academia y centro de orien-
tación comunitaria—, alcanzarían su plenitud; la dimensión
del Centro crecería y con él, la de la Facultad.
Transcurridos doce meses y luego de múltiples visci-
citudes e innumerables sesiones de trabajo extenuantes,
el estudio fue concluido. Para su realización, al lado de
los modestos recursos que la facultad pudo destinar, hu-
bieron de sumarse los de la misma Universidad, así como
otros del Programa Nacional de Educación Superior
(PRONAES-SEP).
El balance final del estudio queda sujeto al juicio de
los versados en la materia, así como de la comunidad uni-
versitaria y de la comunidad en general.
Sin embargo cabe desde ahora una apreciación: la
preocupación tanto de alumnos como de maestros por este
tipo de trabajos ha sido despertada, de donde es de espe-
rarse que en el futuro éstos se multipliquen cuantitativa y
cualitativamente, lo que redundará en beneficio de la Uni-
versidad y de la colectividad.
La Universidad vive finalmente para la creación y di-
fusión del conocimiento, tareas en las que sólo pueden
participar quienes con responsabilidad y por encima de in-
tereses individuales o de grupo, estén dispuestos a dedi-
car muchas horas de su tiempo a este noble cometido.
Monterrey, N. L., Enero de 1985.
"ALERE FLAMMAM VERITATIS".
ROGELIO GARCIA PAEZ
Director de la Facultad de Ciencias Políticas y
Administración Pública, U. A. N. L.
INTRODUCCION-.
Relatan que hace algunos años, el Comité Ejecutivo
Nacional del Partido Revolucionario Institucional encomen-
dó a cierto político la responsabilidad de fungir como su
delegado en los procesos de renovación de ayuntamientos
del Estado de México.
El hábil político que había sido seleccionado con base
en experiencias similares, fue instruido — c o m o era natu-
ral— para asegurarse de que las nominaciones realizadas
por el partido recibieran en cada una de las comunidades,
el respaldo de la ciudadanía.
Relata el entonces joven delegado, que con ese mo-
tivo hubo de trasladarse a uno de los poblados para enca-
bezar la ceremonia del pronunciamiento, llevando en su
agenda el nombre del candidato seleccionado.
Llegado el momento y en medio de la expectativa po-
pular, el delegado se dispuso a revelar el nombre del can-
didato, para quien tuvo frases de reconocimiento a su mi-
litancia partidista, a su identificación con las causas popu-
lares, honestidad, etc. No había aún concluido su inter-
vención cuando uno de sus ayudantes se le aproximó, ha-
ciéndole llegar una discreta tarjetita como esas que suelen
circular en actos semejantes. Un tanto turbado por el emi-
nente cambio de instrucciones, el delegado reinició su
discurso para expresar " . . . pues bien conciudadanos, to-
das estas cualidades que hemos destacado sobre el Sr.
" X " , son nada comparadas con el cúmulo de virtudes que
posee el Sr. " Y " , quien es realmente el hombre en quien
nuestro partido deposita su confianza para enarbolar sus
banderas en las próximas elecciones . . " .
De anécdotas como la anterior se encuentra pletòrica
la historia reciente del Sistema Político Mexicano, anécdo-
tas que en alegres comentarios van y vienen en las múlti-
ples pláticas de café, pero que si nos diésemos a la tarea de
irlas codificando, pudiésemos ir encontrando en éstas, ele-
mentos de sumo valor para la configuración de un Tratado
sobre Prácticas Políticas. Ciertamente el trabajo encon-
traría fuertes reservas por cuanto a objetividad se refiere.
Máxime aún si el interés perseguido con un intento de esta
naturaleza fuese de corte analítico o científico, pues en el
mejor de los casos y aún sin tener en cuenta las distorsio-
nes propias de la comunicación interpersonal, lo más seguro
es que en su narrativa se pescindiría de elementos deter-
minantes como lo son los del contexto económico y socio
político en que los hechos tuvieron lugar, lo cuai constre-
ñiría el intento de estudio. Otro tanto quizás pudiese ha-
cerse con la pléyade de discursos que suelen pronunciarse
en los múltiples actos políticos, pero seguramente los re-
sultados también fuesen equivalentes.
No obstante, tal vez un investigador social desespe-
rado ante la frustrada búsqueda de elementos reales para
aproximarse a una construcción auténtica de la dinámica
del sistema político, de sus particularidades y caprichos,
los cuales no pudiesen según él ser estudiados sino con
métodos heurísticos, podría ocurrírsele tan descabellada
idea.
Entretanto y mientras aparece en el escenario el o los
osados investigadores que se den a tan laboriosa tarea,
quienes creemos que el desconocimiento sobre la forma
en que opera el sistema político es ante todo producto del
desinterés — o del interés parcial encubierto— por este
tipo de trabajos, más que el de la irracionalidad del mis-
mo, nos hemos propuesto acaso un ensayo sobre las con-
diciones y perspectivas de la transmisión del poder pú-
blico en un momento determinado: NUEVO LEON 1985.
Al proceder en esta forma, no se cae en la ingenuidad
de suponer que un solo trabajo podrá explicar un fenóme-
no tan complejo — q u e no ilógico o irracional—, o que
del mismo podrán desprenderse los términos puntuales o
desenlace final de! momento aludido. De haber sido así,
este documento hubiese aparecido previo a ¡as nomina-
ciones de candidatos por parte de los partidos conten-
dientes con mayor peso. Habría carecido de interés aca-
démico, pero hubiese recibido seguramente el benepláci-
to de los especuladores políticos. Presuntuosa, además
de parcial, hubiese aparecido la pretensión de incidir en
las referidas postulaciones.
Nó, el propósito fundamental que mueve este trabajo,
es el de continuar una tarea que con objetivos científicos
y en el orden político-electoral iniciásemos en el Centro
de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y
Administración Pública en el año de 1982, en ocasión de
las elecciones federales.
Del experimento inicial a la fecha, el cambio de cir-
cunstancias en el ámbito socio-político y económico na-
ciona!, ha mostrado la factibiüdad así como la urgente ne-
cesidad, de insistir en este tipo de propósitos. Segura-
mente esto explica que en el curso de ¡os últimos casi
tres años, estudios en la materia de trascendencia diver-
sa, hayan venido multiplicándose en el país.
El objetivo general de ¡a investigación que aquí se
presenta es el de identificar, analizar y establecer las re-
laciones que integran al conjunto de elementos y condi-
ciones que inciden en un momento político esoecífico:
NUEVO LEON 1985.
Los supuestos de la investigación son:
PRIMERO: El sistema Político Mexicano (S.P.M.) es un sis-
terna político de gobierno cuya estructura y funciona-
miento son los resultantes de un proceso histórico,
racional, dentro de la racionalidad impuesta por su
propia estructura, y por tanto, objeto identificable y
sujeto de estudio.
SEGUNDO: El campo electoral y las actitudes socio-polí-
ticas de la ciudadanía, han sido tradicionaimente sub-
estimadas por el científico social, motivado por la
misma consideración que sobre la estructura y fun-
cionamiento del sistema se ha tenido, en cuanto a su
irracionalidad. En este sentido el campo electora!
presentaría un interés científico nulo. No obstante,
ante el cambio de las condiciones nacionales, lo mis-
mo económicas (caída en el nivel de vida de las per-
sonas) que socio-políticas (mayores niveles educati-
vos de la población, agotamiento de los esquemas
tradicionales de control político, elevación del nivel
perceptivo social sobre las acciones públicas, etc.),
el elector en tanto elector, pero en especial en tanto
sujeto político, aparece como elemento objeto de es-
tudio.
TERCERO: En NUEVO LEON 1985, confluyen una serie de
condiciones que lo hacen un momento político deter-
minante, a saber:
a) El peso de la economía regional en el contexto na-
cional, cuyos destinos quisiesen ser conducidos por
fuerzas diversas y a partir de esquemas de gobierno
ortodoxos. Adicionalmente, vive la entidad circunstan-
cias particulares derivadas de los efectos de la crisis
nacional, dentro de cuyas fronteras, alcanzan una d¡-
 mensión superior por la conformación del aparato pro-
ductivo.
b) La intensa movilización de los distintos grupos y par-
tidos políticos en otras entidades (Baja California, Chi-
huahua, Durango, Puebla, San Luis Potosí y muy re-
cientemente Coahuila), en especia! del ala derecha,
utilizando estrategias de campaña más elaboradas y
vinculados a grupos sociales de peso político impor-
tante como la Iglesia o los Grupos Empresariales, es-
trategias que presumiblemente pudiesen repetirse en
la entidad;
c) La existencia de un electorado eminentemente joven
y urbano, con niveles de politización mínimos, y por
tanto expuestos a adoptar actitudes políticas irreflexi-
vas, alentadas por la coyuntura actual;
d) Las campañas implementadas por los medios de co-
municación que atendiendo a supuestos reclamos po-
pulares pero que en realidad corresponden con sus
propios intereses o los de otros grupos de presión,
se han ocupado fuertemente de resaltar los errores y
vicios en las acciones públicas, generando en la opi-
nión un clima de desconcierto;
e) Las actitudes tradicionales y manifiestas por parte de
ciertos grupos de presión, de incidir en las decisiones
políticas; etc.
Los supuestos anteriores fueron asumidos cuidando
de no caer en regionalismos exacerbados o en algunos
vicios propios de la investigación social al confundir la
realidad que se percibe con la que el investigador pre-
tende que sea, circunstancias ambas que hubiesen dis-
torsionado ei propósito y los resultados del trabajo, así
como la magnitud y sentido del objeto estudiado. En esto
fue determinante ia conformación del equipo investigador,
el cual aparte de su formación y experiencia diversa, sos-
tuvo a lo largo de la elaboración su carácter libre y plural.
Es obvio que en el texto aparecerán algunos ele-
mentos sobre los cuales alguno de los autores podrá
diferir en relativa medida, pero en lo fundamenta!, existe
el consenso de quienes en él hemos participado.
Conviene insistir en que al presentar este ensayo, le-
jos se está de suponer el agotamiento de! objeto estu-
diado, o de intentar influir en ei comportamiento electoral
hacia fines o intereses específicos, aunque debe recono-
cerse que no se ignora el viejo apotegma del científico
social según el cual difícilmente llega a mensurar en su
justa medida la realidad estudiada porque al hacerlo está
contribuyendo ya a su transformación. Sin embargo se
asume aquí que en la medida en que los diferentes inter-
locutores del proceso electoral dispongan de información
confiable y oportuna, adoptarán actitudes más congruen-
tes, lo que en última instancia redundará en una mayor y
más racional participación política.
Por cuanto a la organización del trabajo se refiere,
este consta de cinco capítulos. En el primero de ellos, se
analiza el fenómeno de la transmisión del poder en el Sis-
tema Político Mexicano. Para ello, se precisa en primer
término la correspondencia del sistema dentro de las doc-
trinas políticas contemporáneas, tratando de identificar al-
gunos sesgos del fenómeno con el modelo teórico locali-
zado. Las atipicidades del sistema con el modelo son ex-
plicadas enseguida a partir de una rápida revisión histó-
rica de la evolución del mismo, la cual permite a su vez
reconocer los elementos fundamentales del sistema. La
misma revisión histórica permite avanzar algunas hipótesis
sobre el fenómeno de la transmisión; otras más son in-
corporadas al analizar el marco normativo del fenómeno
(legislación electoral), aunque de este último se concluye
su carácter eminentemente legitimador. La parte nodal del
capítulo viene a ser la reconstrucción sociológica de las
fases reales del fenómeno, cuya explicación tanto de este
como de los roles y pesos específicos de los elementos
interactuantes, sólo es posible realizar a partir de los en-
foques doctrinario, histórico y jurídico que le preceden,
en su conjunto.
En el segundo capítulo se hace un reconocimiento de
las condiciones económicas y sociales de! espacio NUEVO
LEON. Para ello, se tiene cuenta de variables tales como
población, territorio, actividades productivas y condiciones
sociales del espacio político. En este capítulo, se ha he-
cho hincapié en la descripción detallada de la tendencia
seguida por el aparato productivo local desde los albores
de su desarrollo, pero en especial, durante las cuatro dé-
cadas y media que definen el Nuevo León Contemporá-
neo. Ello con el propósito de aquilatar en mejor medida
el papel que representa en el contexto nacional esta por-
ción territorial, así como también, para apreciar en forma
objetiva la trascendencia de grupos e individuos dentro
del proceso de decisiones políticas. La inclusión de va-
riables o condicionantes sociales en esta parte, muesira
e! grado de identidad y cohesión que existe entre ios in-
terlocutores sociales y su repercusión en el ámbito polí-
tico-electoral.
Durante el tercer capítulo, se hace un breve pero
substancia! análisis de las características del momento po-
lítico (1985). Este capítulo referido eminentemente a la
parte coyuntural tiene en consideración las graves condi-
ciones económicas actuales, pero particularmente, ios efec-
tos socio-políticos derivados de las mismas condiciones,
tanto, por lo que concierne a las apreciaciones tangibles
por parte de !a ciudadanía (niveles inferiores de bienestar)
como por io que se refiere a otras apreciaciones menos
tangibles, como los juicios valorativos sobre las acciones
publicas y la capacidad de cuestionamiento de la propia
ciudadanía. En este último caso, se apunta la responsa-
bilidad de diferentes grupos y medios en la conformación
de actitudes políticas ciudadanas específicas.
El cuarto capítulo, está destinado a analizar los ran-
gos de participación activa o de influencia de los dife-
rentes elementos que tienen que ver con ia transmisión
del poder. Se distinguen aquí ios elementos de naturaleza
jurídica, es decir aquellos que la legislación los reconoce
como elementos actuantes directamente en e! proceso
(partidos y agrupaciones políticas e instituciones públicas
responsables del proceso) de los elementos de naturaleza
extrajurídica tales como los grupos de presión y / o de in-
interés, que indirectamente intervienen (grupos empresa-
riales, medios de comunicación, etc.).
En esta parte, toma un papel importante el estudio
de la concepción que sobre la política y las prácticas po-
líticas sustentan estos elementos así como de sus capaci-
dades (formales y reales) y medios o estrategias de ac-
ción. En todos estos casos, el contexto dentro del cual
se analizan, es el del espacio y momento político a que
se refiere el trabajo.
El quinto capítulo se ocupa de realizar un análisis
predictivo sobre las elecciones estatales de 1985. El cen-
tro del análisis es el elector, lo mismo como elector en
concreto que como sujeto político. Se parte de la compo-
sición de la población electoral, su tendencia histórica de
participación'v el grado esperado para la próxima con-
tienda. Destaca la parte relativa al grado de educación
cívica de la población (formal y real), su grado de politi-
zación y su comportamiento electoral esperado. Desde el
punto de vista de construcciones teóricas sobre actitudes
políticas, son importantes las relaciones establecidas entre
edad, lugar de residencia y niveles de educación e ingre-
so, con el comportamiento asumido.
El capítulo se complementa con una parte relativa al
grado de influencia que diferentes interlocutores pueden
tener sobre el electorado, así como la revisión de proble-
mas comunitarios que en opinión de éste son los más im-
portantes y en torno a los cuales pudiesen desarrollar sus
estrategias de campaña los diferentes partidos políticos.
El capítulo concluye con un apartado destinado a la
propaganda política, al tipo de frases, términos y colores
que pudieran ser utilizados.
El trabajo culmina con algunas reflexiones tanto sobre
cursos futuros de investigación, como sobre acciones que
en el orden político urge sean emprendidas.
Un apéndice bibliográfico y estadístico de apoyo al
documento, aparece en la última parte.
El trabajo fue realizado a partir de rastreos documen-
tales, entrevistas personales y muéstreos de opinión públi-
ca. En el apéndice bibliográfico y estadístico se detallan
las fuentes utilizadas; en el caso de las entrevistas se
comprendió un extenso abanico que va desde dirigentes
obreros hasta ex-gobernadores, pasando por representan-
tes de grupos privados, de la iglesia y de algunas otras
organizaciones.
La muestra de opinión pública por su parte, cuyos
detalles también se especifican en apéndice, fue levan-
tada en 31 de los 51 municipios de la entidad, entre el
15 de Agosto y el 1o. cié Septiembre de 1984, mediante
método aleatorio, utilizando como unidad base para la
muestra, la sección electoral.
Antes de concluir estas líneas introductorias debemos
agradecer, en justicia, a las diferentes instituciones y per-
sonas que hicieron posible ia investigación. En primer tér-
mino, a la Rectoría de la Universidad, a ia Dirección de la
Facultad y a la Secretaría de Educación Pública a través
del Programa Nacional de Educación Superior, por el fi-
nanciamiento y apoyos diversos otorgados; al Centro de
Cómputo de la Facultad de Economía de la misma univer- Positivo en extremo sería repetir en forma magnifi-
sidad, quien tuvo a su cargo en forma diligente el proce- cada este tipo de trabajos. El conocimiento de nuestra
samiento de la información del estudio de opinión pública. realidad se profundizaría, la visión de los investigadores
se ampliaría, la comunidad se vería mejor orientada y la
En segundo término, a todas aquellas personas que formación de nuestros estudiantes enriquecida.
gentilmente" accedieron a dedicar parte de su tiempo para
responder pacientemente a nuestros largos interrogatorios, MONTERREY, N. L „ A 31 DE ENERO DE 1985.
en 'especial a quienes estuvieron dispuestos a relatar algu-
nas experiencias de su vida política y / o profesional, o a ENRIQUE GARZA RAMIREZ
externar sus puntos de vista sobre el tema de la investiga- Coordinador de la Investigación
ción. Es probable que el contenido del trabajo no corres-
ponda en plenitud con los referidos puntos de vista, sin
embargo, sus apreciaciones fueron valiosas para las con-
clusiones aquí extraídas.

En tercer lugar y con el máximo respeto, a mis com-

pañeros de investigación, con quienes mediante esta ex-
periencia he refrendado mi confianza en la auténtica fun-
ción universitaria y quienes prudentemente accedieron una
y mil veces a reunirse y discutir sus personales puntos de
vista, defendiendo fielmente sus posiciones pero aceptan-
do con la misma honestidad intelectual, la validez de ar-
gumentos diferentes a los propios. En especial al Lic. Luis
González González quien de muy cerca compartió con el
suscrito la enorme responsabilidad de la coordinación de
los trabajos.

En cuarto lugar, a los compañeros estudiantes quie-

nes algunos en calidad de prestadores de servicio social
y otros en tanto voluntarios, llevaron con dedicación y
esmero, la difícil tarea de localizar documentos diversos
y encuestar a la población.

Igualmente a la Lic. Luz Aurora Fierro quien nos asis-

tió en la tarea de corrección y al cuerpo de secretarias de
la Facultad, particularmente del Centro de investigaciones,
quienes pacientemente y muchas veces sacrificando horas
de su descanso, transcribieron en repetidas ocasiones los
manuscritos del trabajo.
Para todos, nuestra deuda de gratitud.
Una última advertencia antes de concluir: seguramente
el lector encontrará en el trabajo tantas interrogantes como
resDuestas concretas. De ser así, el trabajo habrá cum-
plido con su cometido, pues si de algo se ha abusado en
este tipo de trabajos, es de intentar en pocas líneas y a
veces con vagos fundamentos, responder literal y tajante-
mente a problemas o fenómenos cuya complejidad impide
este tipo de procedimientos.
 CONTENIDO

PRESENTACION VII

INTRODUCCION IX

1 . — E L SISTEMA POLITICO MEXICANO Y EL FENO-

MENO DE LA TRANSMISION DEL PODER 1

1.1.-El Sistema Político Mexicano y las Doctrinas

Políticas ; 3

1.2.-Evolución del Sistema Político Mexicano 10

1.2.1.-Antecedentes Históricos 10
1.2.1.1.-El Estado Liberal 11
1.2.2.-Relación Estado-Sociedad 13
1.2.3.-El Presidencialismo 14
1.2.4.-EI Partido 15

1.3.-El Enfoque Jurídico 19

1.3.1.-Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos 19
1.3.2.-Ley de Organizaciones Políticas y Pro-
cesos Electorales 20
1.3.3.-Constitución Política del Estado de
Nuevo León 21
1.3.4.-Ley Electoral del Estado de Nuevo
León 23

1.4.-El Enfoque Sociológico o Estructural 25

2.—ESPACIO POLITICO 31

2.1.-Los Orígenes del Desarrollo Comercial e In-

dustrial de Nuevo León 32

2.2.-El Nuevo León Contemporáneo 38

2.2.1.-La Población 38
2.2.2.-La Economía Regional en el Contexto
Nacional 42
2.2.2.1.-1940-1970: La Reafirmación
del Espacio Económico 42
2.2.2.2.-1971-1980: La Década de las
Perturbaciones 45

2.2.3.-Los Condicionantes Sociales 48

 2.2.3.1.-Los Condicionantes Vitales .... 48 5.1.-El Elector 128
2.2.3.2.-Los Condicionantes Asociati- 5.1.1.-Composición de la Población Electoral 129
vos 57 5.1.2.-Educación Cívica Formal y Real del
Electorado 133
3 . — MOMENTO POLITICO 61 5.1.3.-Grado de Politización del Elector 134
5.1.4.-lndice de Confianza en el Voto 139
3 1 .-Caracterización del Momento 62 5.1.5.-El Elector, Nuevo León y 1985 141
3.2.-Efectos Políticos del Momento
b 5.2.-Intenciones de Voto de la Ciudadanía 142
3.3.-Coyuntura Política °

4 _ GRUPOS PARTICIPANTES 73 5.2.1.-¿Participación o Abstencionismo? 142

5.2.2.-El Voto Esperado 144
1¿ 5.2.3.-La Ponderación de los Votos 153
4.1.-El Grupo Empresarial í
5.2.4.-EI Voto ¿Por los Partidos o por los Can-
4.1.1 .-Los Conflictos "
didatos? 154
4.1.2.-La Alianza Estado-Empresarial 8o 5.2.5.-Causas de Abstencionismo 156
4.1.3.-Situación Actual 88
88
4.1.3.-Situación Actual 5.3.-Actitudes Políticas -|56
91
4.2.-EI Sector Obrero 5.3.1.-La Influencia de los Diferentes Interlo-
cutores en la Decisión del Elector 156
4 2.1 .-La CTM, la CROC y la CNOP 93
4 2 2 -Los Sindicatos al Sen/icio del Estado .. 96 5.3.2.-El Peso de la Acción Gubernamental .. 158
4.2.3.-Los Sindicatos Independientes 97
5.4.-Los Candidatos -j60
98
4.3.-La Iglesia
5.4.1.-El Perfil de los Candidatos 160
4 3.1.-La Concepción de la Iglesia sobre Po-
98
lítica 5.5.-Las Campañas Políticas 153
4.3.2.-La Influencia Política de la Iglesia en
la Práctica 192 5.5.1.-Los Problemas Comunitarios 163
4 3 3.-El Caso de Nuevo León ¡03 5.5.2.-La Propaganda Política 168
4.3.3.1 .-La Influencia en el Electorado 104
4.3.3.2.-El Interés de la Iglesia por ^
5.5.2.1.-Las frases o " S l o g a n s " Políti-
Participar 106
cos 170
4.4.-Los Partidos Políticos 109 5.5.2.2.-Los Colores Propagandísticos 173
5.5.2.3.-Los Términos Políticos 176
4.4.1.-El Partido Revolucionario Institucional 110
4.4.2.-El Partido Acción Nacional 113
4.4.3.-El Partido Socialista Unificado de Mé- CONSIDERACIONES FINALES A MANERA DE CON-
CLUSION i83
xico
GLOSARIO DE ABREVIATURAS 188
4.4.4.-Otros Partidos Políticos 117 APENDICE ESTADISTICO 139
APENDICE METODOLOGICO 217
4.5.-Los Medios de Comunicación 121
RELACION DE GRAFICAS Y CUADROS 219
4.6.-Consideraciones Finales 124 BIBLIOGRAFIA 223
5.— HACIA LAS ELECCIONES DE 1985: UN ANALISIS
PREDICTIVO 127
 EL SISTEMA POLITICO MEXICANO Y EL
FENOMENO DE LA TRASMISION
DEL PODER

Vanos son los ensayos que se han ocupado de ana-

lizar al Sistema Político Mexicano (S.P.M.), lo mismo des-
de una perspectiva histórica que jurídica o estructural.
Evidentemente pueden obtenerse de cada uno de ellos, di-
versos elementos que permitan una mejor comprensión
del sistema, pero dadas las restricciones normales deri-
vadas de cualquiera de los enfoques, se impide mantener
una visión de conjunto.

Seguramente en eso estriba la razón por la cual no exis-

ta a la fecha una construcción globalizadora tendiente a
formular una teoría política general sobre el Estado me-
xicano, ademas de otras circunstancias que, como se apun-
tara mas tarde, derivan de la relativa juventud de sistemas
políticos como el nuestro.

El propósito de esta investigación es realizar un re-

cuento rápido de estos enfoques en la perspectiva del
6 mecanismo de la
dePpoder ^ ^ ' transmisión
 La revisión aunque de manera suscinta de los distin-
tos enfoques de estudio del S.P.M., deriva de la necesidad
de considerar el fundamento teórico e ideológico en el
que tiene su apoyo la transmisión del poder, debido a que
los elementos que actúan en este mecanismo, constituyen
de hecho un subsistema del sistema político.
Es preferible hablar de subsistema, en lugar de me-
canismos como se apuntaba hace un momento, en virtud
de que el fenómeno transmisión del poder no es algo
inerte, sino un conjunto de elementos interactuantes ten-
dientes a alcanzar un fin, y que dada su interacción se
condicionan entre si (concepción sistèmica).
Ahora bien, por lo que a la parte metodológica se
refiere, se procederá a partir del conocimiento y encua-
dramiento del S.P.M. primero, para más tarde descender
al conocimiento y análisis particular del subsistema trans-
misión del poder.
Por otra parte, vale la pena precisar desde ahora que
no obstante las consideraciones — a veces objetivas pero
otras francamente subjetivas— de que es bastante difícil
conocer el S.P.M. y menos aún explicarlo dado el conjun-
to de acciones —en principio ilógicas—, que en su inte-
rior tienen lugar, lo cual haría impredecible su evolucion,
se parte de la base que es éste un sistema político per-
fectamente identificable y que por más caprichosos que
aparezcan algunos de sus rasgos, son de hecho raciona-
les —dentro de la racionalidad impuesta por la realidad
nacional—, y por tanto sujeto de estudio.
Así, el análisis del S.P.M., será realizado de acuerdo
a cuatro enfoques: doctrinario, histórico, jurídico y socio-
lógico o estructural, cada uno de los cuales permitirá des-
prender algunas de las características que, en su conjun-
to, revelarán un perfil más nítido del mismo.
De igual forma, estos enfoques permitirán identificar
los elementos, medios y procedimientos que se encuen-
tran tras la transmisión del poder (partidos políticos, elec-
tores, grupos de presión, etc.). Ciertamente estos elementos
son de naturaleza distinta, así encontramos elementos jurí-
dicos, porque el orden jurídico los reconoce como tales
(electores, partidos, etc.), o elementos extrajurídicos de
naturaleza sociológica como podrían serlo los grupos de
presión. Esta distinción no es rigurosa pues habrá ele-
mentos que entren en ambas clasificaciones.
Una vez ordenados de acuerdo a su naturaleza, estos
elementos podrán evaluarse de manera que si tienen un
peso real dentro del proceso de transmisión de poder,
se aislen y de esa forma se conozca más a fondo la fun-
ción que desempeñan. Ahora, si su función no es im-
portante o trascendental, si sólo es escaparate o encubier-
ta de algo, es necesario identificar el fenómeno y tratarlo
en su justa dimensión. Lo anterior nos permitirá así pri-
mero, reconocer los elementos que sí tienen una partici-
pación real en la transmisión de poder, y segundo, dese-
char aquéllos que sólo tienen una participación formal.
I.— EL SISTEMA P O L I T I C O M E X I C A N O Y LAS
DOCTRINAS POLITICAS
Existen dentro del esquema político mundial contem-
poráneo cuatro grandes tendencias:
a).- El liberalismo político;
b).- El socialismo, comunismo o economía central-
mente planificada;
c).- La democracia cristiana o social cristianismo; y
d).- La democracia social o social democracia.
Naturalmente que al reducir a estas cuatro tendencias
la ubicación de los modelos de Estado del mundo moder-
no, se está prescindiendo de una serie de realidades que
podíamos decir "atípicas", claramente transitorias, las cua-
les están lejos de poder ser ubicadas dentro de alguna
de las tendencias políticas anteriores.
Ejemplo de ello son los casos de las dictaduras mi-
litares del cono sur de América, también está el caso de
algunos sistemas que mezclan las reglas jurídicas o polí-
ticas con las religiosas como es el caso más actual de
Irán, cuya ubicación ideológica en el panorama moderno
es objeto todavía de muchas controversias.
Cabe aclarar finalmente, que en la reseña de esta
síntesis de los modelos políticos globales, se prescinde
de los modelos fascistas (en sus dos variantes: el fascis-
mo italiano y el nacional socialismo alemán) por conside-
rarse que estas formas típicas se extinguieron al término
de la segunda guerra mundial, aunque subsistan algunas
manifestaciones residuales.

El modelo liberal se gesta en los siglos XVII y XVIII y
alcanza su consagración política estable a partir de las
revoluciones norteamericana y francesa; es a partir del si-
glo XIX en que se expande por todo el mundo. Incluso,
se puede ver su consagración puntual, prácticamente en
todas las constituciones latinoamericanas, desde la época
de su Independencia.
En México (además de las manifestaciones constitu-
cionales de 1814 y 1824), la Constitución de 1857 es un
acabado del liberalismo, en donde en ceñida síntesis se
advierten las siguientes características:
a).- El Estado es fruto de un contrato social;
b).- Por lo tanto, no puede hacer, sino aquello que
los ciudadanos han " p a c t a d o " que puede ha-
cer. Sus facultades se especifican detallada-
mente en la Constitución y sus órganos no pue-
den ir más allá de lo expresamente señalado
(en términos jurídicos, es este el "principio de
legalidad" o de "especialidad").
c) - La actividad del Estado debe ser reducida a pro-
teger la soberanía, a guardar el orden publico
(Estado Gendarme) y a resolver los conflictos
que los particulares someten a su fallo ("Estado
Juez") 'De ahí que la fórmula descriptiva del
Estado liberal del siglo XIX, se resuma con fre-
cuencia en la frase: "Estado Juez y gendarme '.
Todas las demás actividades (económicas, co-
merciales, industriales, educación, salud, vivien-
da, servicios, etc.) pertenecen " a la esfera de
los particulares".
d) - Vinculado con los tres puntos anteriores, resulta
oue el principio general en el que se sustenta
este modelo es la libertad de todos y la excep-
ción — q u e debe derivarse de textos expresos—,
es la limitación a esas libertades.
En el liberalismo típico, este principio tuvo una
vehemente aplicación en las "libertades econó-
micas" y un peculiar énfasis en el carácter "sa-
grado e invariable" de la propiedad privada.
e) - El supuesto teórico del liberalismo respecto de
los hombres, es su igualdad. Se declaran los
derechos individuales, partiendo de la hipótesis
de "igualdad de todos los hombres"; y
f).- La organización política del Estado Liberal, inclu-
ye como principios lógicos, mismos que consti-
tuyen la garantía política de las libertades:
— L a separación del gobierno en tres centros de
autoridad, con el ejercicio predominante de
tres funciones distintas "Principio de Sepa-
ración de Poderes";
—Elecciones periódicas para renovar las autori-
dades del gobierno, originariamente sin la in-
tervención de partidos políticos; después, ya
desde mediados del siglo XIX, se generaliza
en la ideología la aceptación del sistema de
partidos, para orientar la elección de autori-
dades.
Por otro lado es a partir de las obras de Karl Marx,
a mediados del siglo XIX, cuando comienza una polémica
ideológica entre las ideas socialistas de este autor con
las del liberalismo, particularmente en Europa.
Pero es a partir de la Revolución Rusa y después So-
viética de 1917 que esa polémica se materializa en la
existencia de los respectivos modelos políticos reales: El
soviético (marxista, socialista o comunista) y los demás es-
tados basados en el modelo liberal, pero que ya habían
comenzado a experimentar una paulatina transformación;
en gran parte quizás, como resultado de la lucha ideoló-
gica con el marxismo que venía dándose desde mediados
del siglo XIX y que precisamente, desemboco en el mo-
delo de democracia social.
Es así como desde finales del siglo XIX, los estados
habían comenzado a trascender los cometidos de "juez y
gendarme", postulado del liberalismo; muchos países eu-
ropeos, asumían — p o r parte de organismos públicos— la
prestación de algunos servicios (enseñanza, salud, trans-
porte, etc.) al principio, en concurrencia con los particu-
lares y más tarde en algunos casos con exclusividad, por
ejemplo, en materia de emisión monetaria.
En los primeros años del siglo XX, algunos estados
empiezan a su vez a asumir actividades francamente in-
dustriales y comerciales (banca comercial al lado de la
banca privada, producción y distribución de energéticos
en ciertos casos, venta de comestibles a través de "insti-
tutos testigos") 0).
Por otro lado, comienza a señalarse la necesidad de
intervención del Estado en la vida económica y social de
los ciudadanos, para corregir ciertas desigualdades so-
ciales o económicas, demasiado notables, del propio siste-
ma liberal. De esta manera aparecen las legislaciones
laborales, sistema de seguridad social, etc.
Así estaba ya creada, la "infraestructura real" que
motivaría la consagración en textos constitucionales y en
exposiciones teóricas, de la ideología de la "democracia
social".
Este modelo de democracia social se caracteriza prin-
cipalmente por los siguientes elementos:
a).- El Estado ya no es solamente, un "juez y gen-
darme"; sino que debe intervenir limando las
asperezas de las desigualdades más groseras de
la realidad; interviene en la prestación de distin-
tos servicios, en la regulación de las actividades
productivas e incluso en la producción de cier-
tos bienes considerados como estratégicos. Es
el "Welfare State", benefactor, providencial o in-
tervencionista.
b).- Además ya no se parte del supuesto de que "to-
dos los hombres son iguales", sino precisamente
de lo contrario: son desiguales (unos ricos y
otros pobres; unos sanos y otros enfermos; unos
jóvenes y otros viejos; unos trabajadores y otros
patrones, etc.). Por esta razón al lado de los
clásicos "derechos individuales" ("garantías in-
dividuales" en la terminología mexicana más di-
fundida) el modelo de democracia social postu-
la los derechos "económico sociales".
Por cierto que hay bastante desprolijidad "teórica"
cuando se define a estos derechos. Se señala por ejem-
plo que son "derechos de clase" (lo cual no es exacto;
por citar un ejemplo, la enseñanza como derecho social
no tiene como destinatario a los integrantes de una clase
social determinada).
(1) Empresas públicas que participan en el comercio como entida-
des reguladoras, p. ej. Conasupo, etc.
En rigor, la naturaleza de los llamados derechos so-
ciales se define sencillamente por el punto de partida o
el supuesto que los motiva, que es el hecho de que los
hombres son diferentes (a la inversa de los derechos in-
dividuales, que parten del supuesto de que son todos
iguales).
c).- En materia de organización del gobierno, la de-
mocracia social mantiene básicamente los prin-
cipios de liberalismo: separación de poderes,
elecciones periódicas, partidos políticos, etc.
d).- Por otra parte dentro del mundo occidental (con
toda la relatividad que tiene el uso de este tér-
mino), el proceso histórico muestra al modelo
de democracia social substituyendo al modelo
liberal. Sin embargo, el liberalismo clásico sub-
siste, con sus ingredientes teóricos más o me-
nos intactos. De ahí provienen las plataformas
de muchos partidos políticos, habitualmente los
partidos más "conservadores" como el de los
"Tories" en Gran Bretaña, "los republicanos" en
EUA, etc. Quizás en México el PAN (Partido Ac-
ción Nacional) sea con algunos matices una ex-
presión política del liberalismo clásico, a tra-
vés de su defensa de la libertad de empresa,
de la no intervención del Estado en materia eco-
nómica, de su interpretación ceñida del princi-
pio de legalidad, etc.
El modelo de democracia social como se ha visto, es
relativamente moderno. No ha tenido el asentamiento ideo-
lógico del liberalismo con casi tres siglos de existencia,
ni del marxismo, con teóricamente más de un siglo de
antigüedad.
Esto explica que no exista totalmente perfilada una
"Teoría del Estado", demócrata social.
Muchos autores han escrito desde esa perspectiva
sobre política, sobre el Estado, sobre el derecho, pero
parece ser que aún no se ha redondeado una teoría más
o menos uniforme que concrete ese esfuerzo.
Por otra parte en cuanto a la distinción "sociedad
civil" y Estado que manejan tanto el liberalismo como el
marxismo, parece ser que la democracia social tiende a
dirigirse hacia la eliminación o por lo menos la atenua-
ción de esta relación "Estado", y "Sociedad Civil".
 Mientras que para el liberalismo la sociedad civil es
considerada frente al Estado, y en lo cual este último debe
ser "contenido" o "frenado", el marxismo a su vez cuan-
do analiza el Estado capitalista, (no desde luego, cuando
analiza al Estado proletario posterior a la revolución), lo
ve también como un aparato de dominación, separado de
la sociedad civil (es claro que para el liberalismo el Es-
tado es un aparato neutro y para el marxismo un aparato
al servicio de la clase dominante).
Por su parte la teoría de la democracia social tiende
a concebir al Estado como una noción no "opuesta" a la
sociedad civil, sino como la sociedad civil misma, dotaaa
de una organización política.
La hipótesis que se maneja aquí es que el Sistema
Político Mexicano (S.P.M.) se inscribe o se encuadra en
términos generales, en el modelo de democracia social.
En México esta afirmación no es manejada en el
lenguaje oficial — p o r lo menos con frecuencia—, la de-
finición teórica más utilizada es la de "nacionalismo re-
volucionario".
Evidentemente ei hecho de que el modelo social-de-
mócrata "mexicano" provenga de un movimiento armado,
en tanto oue los modelos europeos de una evolución gra-
dual de los modelos liberales clásicos, le da algún carác-
ter específico, aunque sus rasgos fundamentales perma-
nezcan inalterados.
Un hecho curioso, paradójico, quizás, caracteriza a la
institucionalización de la democracia social. En Europa
por ejemplo, se enseña habitualmente que la primera cons-
titución que institucionaliza un sistema de democracia so-
cial lo fue la alemana de Weimar en 1919. Pero en las
escuelas latinoamericanas, y tal vez con mayor precisión
histórica y política, se señala en ese sentido a la Constitu-
ción de Querétaro de 1917.
Ciertamente que, cuando los países europeos plas-
man la social democracia en sus constituciones, parece-
ría que no hacían más que consagrar en derecho lo que
va ocurría en la práctica. Probablemente en México la
relación sea diferente, casi inversa: en 1917 se establece
constitucionalmente un sistema de democracia social,
cuando las condiciones reales, el funcionamiento socio-
político real del país, carecía de la estructura coherente
a tal modelo.
La constitución fue en aquella época más un pro-
grama que una consagración de lo existente, tal y como
y
ocurrio en Europa.
Eso no debe extrañarnos, en toda América Latina prác-
d S e f n n d J n e q Un e n qUue es t r coos n spaa í sr ea sn s e « " d e p e n d i ó se
2 H °!? f 9 un modelo político
ibera!, tomado de los modelos europeos, y sin embargo,
las condiciones bas.cas de las sociedades latinoamerica-
nas de la época, ni siquiera habían ingresado realmente al
sistema capitalista, permaneciendo aún con resabios feu-
dales, especialmente en el campo.
En cierta medida ese desfasamiento se repite al ins-
taurarse el nuevo modelo de democracia social en la Cons-
titución de 1917.
El desfasamiento dentro del S.P.M. se hace evidente
en el aspecto estrictamente político; la falta de un pluri-
partidismo auténtico o de un bipartidismo real con fun-
cionamiento efectivo, distorsiona palpablemente las bases
políticas del modelo; lo aleja de su consagración escrita.
Mas sin embargo a últimas fechas, dentro del orden
economico parece haber serios intentos por reafirmar la
tendencia social demócrata del país, al menos esto se
desprende de las exposiciones de motivos que el Presi-
dente envió al Congreso con motivo de las reformas cons-
titucionales, que entraron en vigencia en febrero de 1983
(rectoría económica del Estado, planificación económica,
normas sobre áreas estratégicas, derecho a la salud, etc.)!
En cuanto al presidencialismo, por lo menos desde el
punto de vista teórico, conviene hacer una precisión- la
democracia social es perfectamente compatible con el sis-
tema presidencial. Es cierto que, en la actualidad, la ma-
yoría de los países europeos son parlamentarios y no
presidenciales, pero eso es una tendencia histórica no
una necesidad teórica.
La democracia social también funcionó en Estados
Unidos con el "New Deal" de Roosevelt, y el sistema era
típicamente presidencial. Algo parecido ocurrió con el go-
bierno de Kennedy. Por lo que el sistema presidencial es
perfectamente compatible con el sistema de democracia
social.
Ciertamente el presidencialismo mexicano mantiene al-
gunas características propias las que serán analizadas más
tarde y entre las cuales deberá tenerse en cuenta que el
partido mayoritario o predominante no tiene líderes "his-
tóricos", sino que su lider real — y temporal— por seis
años, es el Presidente de la República.
II.— E V O L U C I O N DEL SISTEMA POLITICO
MEXICANO:
Para ubicar y acercar más el objeto de esta investi-
gación — l a transmisión del poder en el gobierno e s t a t a l -
es necesario, además de la rápida revisión del marco teó-
rico que se ha realizado, llevar a cabo un recuento breve
de carácter histórico que de alguna manera proporcione
mayor claridad interna al objeto. De ahí que este apartado
se ocuoe de los antecedentes históricos del S.P.M. y de
algunas de las características esenciales en su actual pers-
pectiva.
No se pretende realizar un análisis profundo de tan
interesante fenómeno, ni siquiera una síntesis de los diver-
sos enfoques que su estudio ha motivado, sencillamente
se quiere reconstruir la porción de la historia que incide
en lo que hoy se intenta explicar por medio de esta in-
vestigación.
A continuación se apuntará algo sobre los anteceden-
tes históricos del S.P.M., que es el resultado de la Revolu-
ción Mexicana y de la Constitución de 1917; también se
perfilarán algunas características del sistema que se consi-
deran esenciales en relación con el presente estudio: a).-
la relación Estado-Sociedad; b).- el presidencialismo y
c).- el partido dominante.
Otros factores que por supuesto componen el siste-
ma son: los grupos de presión, los partidos políticos, el
aparato jurídico, el aparato ideológico, los medios masivos
de comunicación, etc., los cuales habrán de ser abordados
en el momento de analizar la coyuntura que se investiga.
ANTECEDENTES HISTORICOS:
Al desplomarse el dominio español, éste dejó tras de
sí a un pais esencialmente feudal tanto en lo económico,
como en lo político y en lo ideológico; los tres siglos de
colonización, de gobernar mediante la concesión de pri-
vilegios, saqueando y oprimiendo, legaron una serie de
conflictos tanto regionales como entre las diversas castas
o grupos sociales que dificultaron el establecimiento de
un Estado-Nación, que si bien existía de nombre, sólo
era formal, ya que no tenía control ni sobre su territorio,
ni sobre su población.
Además de la carencia de un poder político central,
existían poderes regionales o locales, cacicazgos, mismos
que realmente gobernaban de acuerdo con sus propias
leyes, basadas en sus intereses y su fuerza. La Iglesia,
los terratenientes y los poseedores en general de riqueza,
constituían el núcleo vertebral de estas fuerzas.
Es de sobra conocido que después de consumarse
la independencia en 1821, no surge de entre "los triun-
fadores" ninguna fracción suficientemente fuerte para con-
vertirse en hegemónica, capaz de impulsar un proyecto
político definido. De ahi el período de anarquía —llama-
do asi por casi todos los historiadores— que se expre-
sara en múltiples conflictos internos entre liberales y con-
servadores, e incluso al interior de los mismos grupos.
Es el caso también de los conflictos externos, que
fueron los más funestos, pues por uno de ellos se perdió
la mitad del territorio a manos de los EE.UU. (la guerra de
Texas), y de la invasión francesa. Todos estos conflictos
expresaban de una u otra forma intereses, proyectos, mo-
delos de cómo y por dónde debería ser conducido el país,
cómo abrirle camino al progreso, al capitalismo.
Finalmente se da el primer triunfo histórico de las
fuerzas del progreso representadas por los liberales cuya
cabeza fue Benito Juárez; son las Leyes de Reforma y la
Constitución de 1857 las que expresan nítidamente la pri-
mera derrota de las fuerzas conservadoras, capitaneadas
por el alto clero y por los grandes terratenientes.
A partir de este momento, se da el viraje histórico,
se abandona la falta de definición política y surge con
base en la mencionada constitución un Estado definido,
secular, democrático, clásicamente liberal que subsistiría!
al menos formalmente, hasta la Constitución de 1917.
EL ESTADO LIBERAL:
Formalmente la Constitución del 57 que sin lugar a
dudas es un punto culminante de nuestra historia, consa-
gra una república democrática, representativa y federal;
tarde y entre las cuales deberá tenerse en cuenta que el
partido mayoritario o predominante no tiene líderes "his-
tóricos", sino que su lider real — y temporal— por seis
años, es el Presidente de la República.
II.— E V O L U C I O N DEL SISTEMA POLITICO
MEXICANO:
Para ubicar y acercar más el objeto de esta investi-
gación — l a transmisión del poder en el gobierno e s t a t a l -
es necesario, además de la rápida revisión del marco teó-
rico que se ha realizado, llevar a cabo un recuento breve
de carácter histórico que de alguna manera proporcione
mayor claridad interna al objeto. De ahí que este apartado
se ocuoe de los antecedentes históricos del S.P.M. y de
algunas de las características esenciales en su actual pers-
pectiva.
No se pretende realizar un análisis profundo de tan
interesante fenómeno, ni siquiera una síntesis de los diver-
sos enfoques que su estudio ha motivado, sencillamente
se quiere reconstruir la porción de la historia que incide
en lo que hoy se intenta explicar por medio de esta in-
vestigación.
A continuación se apuntará algo sobre los anteceden-
tes históricos del S.P.M., que es el resultado de la Revolu-
ción Mexicana y de la Constitución de 1917; también se
perfilarán algunas características del sistema que se consi-
deran esenciales en relación con el presente estudio: a).-
la relación Estado-Sociedad; b).- el presidencialismo y
c).- el partido dominante.
Otros factores que por supuesto componen el siste-
ma son: los grupos de presión, los partidos políticos, el
aparato jurídico, el aparato ideológico, los medios masivos
de comunicación, etc., los cuales habrán de ser abordados
en el momento de analizar la coyuntura que se investiga.
ANTECEDENTES HISTORICOS:
Al desplomarse el dominio español, éste dejó tras de
sí a un pais esencialmente feudal tanto en lo económico,
como en lo político y en lo ideológico; los tres siglos de
colonización, de gobernar mediante la concesión de pri-
vilegios, saqueando y oprimiendo, legaron una serie de
conflictos tanto regionales como entre las diversas castas
o grupos sociales que dificultaron el establecimiento de
un Estado-Nación, que si bien existía de nombre, sólo
era formal, ya que no tenía control ni sobre su territorio,
ni sobre su población.
Además de la carencia de un poder político central,
existían poderes regionales o locales, cacicazgos, mismos
que realmente gobernaban de acuerdo con sus propias
leyes, basadas en sus intereses y su fuerza. La Iglesia,
los terratenientes y los poseedores en general de riqueza,
constituían el núcleo vertebral de estas fuerzas.
Es de sobra conocido que después de consumarse
la independencia en 1821, no surge de entre "los triun-
fadores" ninguna fracción suficientemente fuerte para con-
vertirse en hegemónica, capaz de impulsar un proyecto
político definido. De ahi el período de anarquía —llama-
do asi por casi todos los historiadores— que se expre-
sara en múltiples conflictos internos entre liberales y con-
servadores, e incluso al interior de los mismos grupos.
Es el caso también de los conflictos externos, que
fueron los más funestos, pues por uno de ellos se perdió
la mitad del territorio a manos de los EE.UU. (la guerra de
Texas), y de la invasión francesa. Todos estos conflictos
expresaban de una u otra forma intereses, proyectos, mo-
delos de cómo y por dónde debería ser conducido el país,
cómo abrirle camino al progreso, al capitalismo.
Finalmente se da el primer triunfo histórico de las
fuerzas del progreso representadas por los liberales cuya
cabeza fue Benito Juárez; son las Leyes de Reforma y la
Constitución de 1857 las que expresan nítidamente la pri-
mera derrota de las fuerzas conservadoras, capitaneadas
por el alto clero y por los grandes terratenientes.
A partir de este momento, se da el viraje histórico,
se abandona la falta de definición política y surge con
base en la mencionada constitución un Estado definido,
secular, democrático, clásicamente liberal que subsistiría!
al menos formalmente, hasta la Constitución de 1917.
EL ESTADO LIBERAL:
Formalmente la Constitución del 57 que sin lugar a
dudas es un punto culminante de nuestra historia, consa-
gra una república democrática, representativa y federal;
separa a la Iglesia del Estado; establece la igualdad po-
lítica, la división de poderes, concibe al individuo como
la base de la sociedad, mientras el Estado debe limitarse
a garantizar y promover los intereses de los particulares;
en síntesis, una típica constitución liberal que refleja la
hegemonía de los liberales moderados y radicales Fue
este el primer intento real por constituir la nación: la Re-
pública.
Sin embargo, como sucede casi siempre, el modelo
teórico constituido idealmente por el hombre con muy bue-
nas intenciones, no encaja con los procesos reales; el
hombre, su conciencia y sus intereses toman otro curso,
de tal suerte que norma y realidad recorren caminos dife-
rentes y en ocasiones hasta opuestos.
Esto ocurrió aproximadamente con la parte esencial
de la Constitución de 1857, en relación a la forma y es-
tructura de gobierno adoptado en la legislación y la con-
sagrada en la práctica.
Fueron Juárez y Lerdo de Tejada sus primeros crí-
ticos pues estimaron que el Poder Ejecutivo era muy débil
conforme a dicha Constitución e incluso el mismo Juárez
gobernó casi siempre con poderes especiales.
Poco después viene el conflicto entre Sebastián Lerdo
de Tejada y José María Iglesias por la presidencia y su
legitimidad; por último la dictadura porfirista enterro el
"proyecto liberal" de gobierno y perfiló un poder íuerte,
negoció y reprimió a los poderes locales, le dio estabih-
dad a la sociedad mexicana, y creo las condiciones ne-
cesarias para el desarrollo del capitalismo.
La dictadura porfirista fue barrida por la primera gran
revolución de este siglo, producto de un amplio movi-
miento popular que proyecto a través de los> planes_ de
•'San Luis" y de "Ayala", de sus caudillos y de sus teó-
ricos una evidente alianza de clases y f u e r z a s que logra-
ron derrotar al dictador, y consolidar el movimiento en la
Constitución de 1917.
Si bien los antecedentes del actual S.P.M. se encuen-
tran en la' fase descrita sucintamente parrafos arriba es
en la Constitución del 17 donde tiene sus bases juríd.co-
políticas esenciales.
Al abrir este apartado se dijo que son tres las carac-
terísticas que destacan sobre el S.P.M. en relación con
el objeto de estudio actual: a).- la relación Estado-Socie-
dad; b).- el presidencialismo y c).- el partido dominante.
En los párrafos siguientes se abordarán cada una de
las características con las limitaciones que el espacio im-
pone, pero buscando, como se ha insistido, perfilar más
nítidamente el fenómeno de la transmisión del poder.
RELACION ESTADO-SOCIEDAD:
Filósofos, políticos, juristas, etc., han formulado múl-
tiples teorías que intentan explicar el fenómeno del Es-
tado, desde los que lo consideran como "un aconteci-
miento real, natural", hasta los que lo estiman como un
"Estado civil contrario al natural"; otros más suponen que
es un "instrumento a través del cual una clase — l a ex-
plotadora— somete y oprime a otra — l a explotada—".
Sería largo enumerar estas concepciones, que por su-
puesto debemos utilizarlas para el análisis del comporta-
miento de procesos específicos.
Por ejemplo, para Karl Marx no es posible separar
al Estado de la sociedad, afirmando que: "El Estado y la
estructura de la sociedad no son, desde el punto de vista
político, dos cosas diferentes. El Estado es la estructura
de la sociedad" (1).
En otra dimensión y referido al caso mexicano, A.
Córdova señala: "El Estado mexicano se constituyó sobre
la base de una integración dirigida políticamente, llegando
a abarcar la mayor parte de los sectores organizados de
la población y adoptando los intereses de estos sectores
como programa, modificable según las circunstancias y
según la correlación de las fuerzas existentes, y como mo-
tivo inmediato de su acción" (2). Según el Presidente Lá-
zaro Cárdenas "sólo el Estado tiene interés general y, por
eso, sólo él tiene una visión del conjunto" (3).
(1) KARL Marx, citado por lANNI Octavio, El Estado CaDitalista en la
Epoca de Cárdenas, ediciones Era, S. A. México 1977 pág. 9.
(2) CORDOVA Arnaldo. La Formación de! Poder Político. Ed. Serie
popular Era. México 1981. pág. 45.
(3) CARDENAS Lázaro, citado por IANNI Octavio, op. cit. pág. 13.
 Como se sabe, la base jurídico-política del Estado
Mexicano es la Constitución de 1917, de ahi se pro-
yecta un Estado que abandona el liberalismo económico,
principalmente en su artículo 27 que otorga amplias facul-
tades para intervenir y ser centro único decisorio en polí-
tica económica, atribuyendo a la Nación la propiedad de
la tierra, y otorgando al Estado la facultad de transmitir
dicha propiedad, como también de expropiarla.
Se abandona además el "civilismo" en las relaciones
obrero-patronales, convirtiéndose el artículo 123 constitu-
cional y después la Ley Federal del Trabajo en medios
para regular las relaciones obrero-patronales, otorgando
a la lucha de clases una dimensión jurídica que la ins-
titucionaliza, en donde el Estado juega el papel de àrbitro.
Lo anterior y una serie de facultades que la Constitu-
ción otorga al Presidente de la República, irán perfilando
un Estado fuerte que no estará al margen ni por encima
de la sociedad, sino todo lo contrario, su intervencionis-
mo en ella será cada vez más evidente, más premeditado,
será, como se verá más adelante, durante el Gobierno del
General Lázaro Cárdenas, cuando el proyecto constitucio-
nal del Estado sería llevado a su concepción más plena.
EL PRESIDENCIALISMO:
Curiosamente se ha dado en llamar "presidencialis-
mo" al régimen en donde impera el poder del presidente,
al hecho de tener un Poder Ejecutivo dominante, concep-
tualización incorrecta, ya que el presidencialismo indica
la existencia de un Presidente como figura característica
de un sistema, pero sin que refiera predominio alguno so-
bre los demás poderes constituidos.
Sin embargo, el hecho que preocupa destacar aquí,
es precisamente el fenómeno que hace de la figura presi-
dencial una figura de influjo sobre el sistema político.
El fenómeno de "presidencialitis" para denominarlo
como alguna vez lo llamó Cosío Villegas, obedece a una
evolución histórica muy propia del país, dentro de la cual
se encuentra el desarrollo también original del sistema de
partidos, hechos que de alguna u otra forma constituyen
una característica más de nuestro sistema político.
Así, la figura presidencial en México alcanza un rango
superior ya que además de las facultades inherentes al
sistema presidencial adquiere por adición especial de
nuestro sistema político, la jefatura de un partido que do-
mina la esfera político-electora!, el que por su importancia
será objeto de estudio en apartado ulterior.
La consolidación de este fenómeno, valga seguir lla-
mándolo presidencialismo, no fue aparejado con la conso-
lidación del Estado capitalista moderno, sino que fue du-
rante la Presidencia del General Lázaro Cárdenas (1934-
1940) cuando las facultades concedidas al Ejecutivo ad-
quirieron su máxima expresión. Según Octavio lanni:
"Es bajo el Gobierno de Cárdenas cuando el espíritu
y la letra de la Constitución Mexicana de 1917 adquieren
mayor vigencia" (1) en donde el Gobierno adopta un plan
global de objetivos e intenciones y es cuando a los asun-
tos agrícolas, industriales, financieros, educacionales y
otros, se les da un alcance de vanguardia organizacional
dentro del poder público.
La nacionalización de los ferrocarriles, de las empre-
sas petroleras, el gran reparto de tierras, el impulso a las
organizaciones obreras, campesinas y de los propios em-
presarios, la consolidación del partido de la revolución,
hacen del período cardenista el sexenio de la consolida-
ción, de la institucionalización de! S.P.M.; por tanto el
desarrollo posterior se da en la perspectiva planteada en
esta época.
El presidencialismo surge a la fecna como una ca-
racterística fundamenta] en donde se localiza un centro
importante de decisión, incluso electoral.
EL PARTIDO:
El último elemento característico del S.P.M. es el par-
tido. Fundado en el año de 1929 por Plutarco Elias Ca-
lles después del asesinato de Alvaro Obregón, el partido
nació con la pretensión de institucionalizar la política en
el país, según lo refleja el informe presidencia! del 1o. de
septiembre de 1928: "La desaparición del Presidente elec-
to ha sido una pérdida irreparable que deja al país en
una situación particularmente difícil, por la total carencia
no de hombres capaces, o bien preparados que afortuna-
damente los hay; pero sí de personalidades de indiscuti-
(1) IANNI. Octavio, El Estado Capitalista en la época de Cárdenas
op. cit. pág. 18.
ble relieve, con el suficiente arraigo en la opinión pública
y con la fuerza personal y política bastante para merecer
por su sólo nombre y su prestigio la confianza general...
La misma circunstancia de que quizá por primera vez en
su historia se enfrenta México con una situación en la que
la nota dominante es la falta de "caudillos", debe permi-
tirnos, va a permitirnos, orientar definitivamente la política
del país por rumbos de una verdadera vida institucional"(i).
Esta reflexión de Calles es la que más tarde orientará
el proceso de conformación del P.N.R. (Partido Nacional
Revolucionario), proyecto bajo el cual se pretendía la uni-
ficación de las fuerzas revolucionarias, ya que como argu-
mentaba la convocatoria a la convención constituyente del
partido: "desaparecidos de la escena pública aquellos
grandes jefes, la Revolución Mexicana confía sus destinos
a todos sus hijos leales . . . no podría, al culminar preci-
samente su victoria, entregarse al enemigo de aver, o disol-
verse por inadvertencia en facciones hostiles" (2). De esta
manera se convoca para el día primero de marzo en la Cd.
de Querétaro en el año de 1929, a la constitución de!
P.N.R.
Como lo establece Luis J. Garrido: "el gran movimien-
to que iban a oraanizar (los callistas^ debía ser presenta-
do como el único frente legítimo del movimiento armado
iniciado en 1910. pero de hecho no iba a ser creado más
que por la facción triunfante en éste" (3).
Por otro lado, es interesante conocer o al menos in-
vestigar, la influencia teórica-ideológica en Calles y en sus
asesores, para explicar mejor el proyecto de "Partido de
la Revolución Mexicana".
Esta idea sobre el particular no fue nueva, pues di-
versas personalidades y en particular el General Obregon
la habían vislumbrado en el pasado.
m México a través de los informes presidenciales Secretaria de la
{ )
S e n d a , Tomo I, Los Mensajes Políticos, México, 1976, pág.
227, 228.
m Convocatoria a la Convención constitutiva del Partido Nacional Re-
(2)
S o n a r í a En apéndices de Los Orígenes del Partido Umco en
México. Alejandra Lajous, UNAM, México, 1979.
(3) GARRIDO Luis Javier. El partido y la revolución institucionalizada.
Ed. Siglo XXI, México 1982. pég. 78.
9
t„rJvfií f ' a P u , g C a s a u r a n c Que hiciera un es-
tud o de la formación y proceso histórico recorrido por los
partidos organizados en Francia, Inglaterra y Estados Uni-
dos, estudiando en este último país, la historia de los par-
tidos Demócrata y Republicano. Calles recogió también
información del Partido Socialista del Sureste y del Partido
Socialista Fronterizo.
Por otra parte existieron otros elementos que influye-
ron en la conformación del partido de la revolución, como
o fue la familiaridad de buena parte de los "Callistas" con
las tesis del Radicalismo Francés y de la Social Demo-
cracia Alemana, así como también la influencia que en
este sentido tuvo sobre Calles el embajador norteameri-
cano Dwight W. Morrow.
El propio José Vasconcelos reconoció que al crear
Calles el nuevo partido, había seguido, esencialmente los
consejos del Sr. Morrow.
, P o r otra parte era conocida la admiración que Calles
tenia por el ideólogo socialista Jean Jaures. Sin embar-
go, a pesar de todas las influencias que estas personas
pudieron haber tenido en Calles y sus asesores, pareciere
que más bien fue la "experiencia política propia y su vi-
sión de las instituciones lo que determinó la formación del
nuevo partido" 0).
El primer rasgo sobresaliente del partido es el de aca-
bar con el caudillismo e institucionalizar la política es
decir Ja transmisión del poder, a pesar de que los prime-
ros anos fueron de ajustes, de luchas entre grupos y fac-
3
ciones.
Otro rasgo que caracteriza al partido es el verticalis-
ü!?mK0n e l q . ü e i u , e c r e a d 0 y e l c u a l P ü e d e verse desde el
nombramiento del comité organizador por Calles en donde
este aparecía como su presidente; este mismo verticalis-
mo se refleja en primer lugar en la forma como fue con-
ducida la propia convención constituyente en la cual no
hubo ninguna práctica democrática, y también en la de-
rrota de Aaron Sáenz como precandidato presidencial fren-
te a Pascual Ortiz Rubio, siendo este último un candidato
Calle ü S erZa P
°lítlCa rea
' P6r0 qUe contaba con el a
P ° y ° de
(1) IANNI, Octavio, op. cit., pág. 72.
 Así desde su nacimiento el P.N.R. surge con una es-
tructura vertical, en la cual las decisiones son tomadas
desde la cúspide.
Si bien el P.N.R. tuvo en sus primeros años una vida
un tanto azarosa, en donde las pugnas entre grupos o fac-
ciones eran permanentes, así como entre la dirección na-
cional y los grupos de caciques regionales o locales, avan-
zó como proyecto de partido de la revolución en vías de
institucionalizarse, consolidándose poco a poco.
El surgimiento del P.N.R. que después se transformó
en el P.R.M. (Partido de la Revolución Mexicana) y poste-
riormente en el P.R.I. (Partido Revolucionario Institucional),
al parecer no estuvo precedido de un proyecto teórico aca-
bado, pues si bien sus organizadores pretendían unificar
a todas las fuerzas revolucionarias, nunca imaginaron es-
tar constituyendo todo un aparato que ejercería la hege-
monía política en nuestro país, por tantos años.
Largo sería enumerar las luchas que por mantener el
control se dieron desde su nacimiento al interior de este
partido, pero paulatinamente estos enfrentamientos fueron
cesando, dando paso al modelo actual, en donde aparece
ya el Presidente de la República como el jefe nato del
partido, el que designa a sus dirigentes, y mantiene ade-
más una importancia determinante en la nominación de
los candidatos a los puestos de elección de más alto nivel,
como gobernadores, senadores y diputados federales, lo
que hace de la institución del ejecutivo federal, la piedra
angular del S.P.M.
Por supuesto que el P.R.I. actual no es el P.N.R. de la
época Callista, pero ciertamente sigue conservando mu-
chas de sus características originales; como señala Mau-
rice Duverger: "del mismo modo que los hombres conser-
van durante toda su vida la huella de su infancia, los par-
tidos políticos sufren profundamente la influencia de sus
orígenes"(i) y pudiere ser como lo diría Luis Cabrera: "El
PNR corrompido y todo, es sin embargo un grupo unifica-
do por sus intereses bajo la jefatura del general Calles;
rico con la riqueza del erario, fuerte con la fuerza del
ejército, y disciplinado con la disciplina obligatoria pero
efectiva de la amenaza del cese" (2).
(1) DUVERGER Maurice. Los Partidos Políticos, Ed. Fondo de Cultura
Económica pág. 15.
(2) CABRERA Luis. Citado por Lajous Alejandra en Los Orígenes del
Partido Unico en México. Ed. UNAM. México; 1979, pág. 79.
Partido y presidente forman en síntesis en nuestro
país, realidades sociológicas de las que no podemos pres-
cindir para estudiar el fenómeno de transmisión de poder,
conceptos incluso que se trasminan, de tal suerte que la
decisión del presidente sobre cuestiones que inciden en la
transmisión del poder se instrumentan a través del partido
mayoritario. A mayor explicación en este mismo capítulo
se procederá a su análisis detallado, pero antes es pre-
ciso revisar aunque rápidamente, la parte formal que en-
vuelve el S.P.M.
I I I . — EL E N F O Q U E J U R I D I C O :
Ciertamente el enfoque jurídico permite conocer sólo
de manera parcial tanto el S.P.M. como el subsistema de
la transmisión de poder, puesto que éste se limita a la
parte formal o normativa, es decir, a las condiciones y tér-
minos en que la organización y procesos políticos tienen
lugar; de donde, más tarde, será necesario realizar un aná-
lisis referido a la parte estructural. Entre tanto, es preciso
considerar este enfoque por cuanto constituye el marco
reglamentario bajo el cual operan sistema y subsistema,
además de que el marco es a su vez la resultante histó-
rica de las condiciones socio-políticas en que sistema y
subsistema se han estructurado y en donde la norma es su
expresión formal.
Así,se revisará primero la legislación relativa al ám-
bito federal (Constitución Política General y Ley de Orga-
nizaciones Políticas y Procesos Electorales) y segundo, la
referida al ámbito local (Constitución Política de Nuevo
León y Ley Electoral del Estado).
CONSTITUCION POLITICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS:
La Constitución define a nuestro sistema como repu-
blicano, es decir, los poderes se renuevan periódicamen-
te; democrático, porque la formación del poder expresa
identidad de fines entre gobernantes y gobernados; repre-
sentativo, porque reproduce en pocos gobernantes el sen-
tir popular; y federal, porque está constituido por entida-
des autónomas sujetas a un pacto de unión.
La misma Constitución establece el procedimiento de
elecciones directas para todos los cargos de elección po-
 Así desde su nacimiento el P.N.R. surge con una es-
tructura vertical, en la cual las decisiones son tomadas
desde la cúspide.
Si bien el P.N.R. tuvo en sus primeros años una vida
un tanto azarosa, en donde las pugnas entre grupos o fac-
ciones eran permanentes, así como entre la dirección na-
cional y los grupos de caciques regionales o locales, avan-
zó como proyecto de partido de la revolución en vías de
institucionalizarse, consolidándose poco a poco.
El surgimiento del P.N.R. que después se transformó
en el P.R.M. (Partido de la Revolución Mexicana) y poste-
riormente en el P.R.I. (Partido Revolucionario Institucional),
al parecer no estuvo precedido de un proyecto teórico aca-
bado, pues si bien sus organizadores pretendían unificar
a todas las fuerzas revolucionarias, nunca imaginaron es-
tar constituyendo todo un aparato que ejercería la hege-
monía política en nuestro país, por tantos años.
Largo sería enumerar las luchas que por mantener el
control se dieron desde su nacimiento al interior de este
partido, pero paulatinamente estos enfrentamientos fueron
cesando, dando paso al modelo actual, en donde aparece
ya el Presidente de la República como el jefe nato del
partido, el que designa a sus dirigentes, y mantiene ade-
más una importancia determinante en la nominación de
los candidatos a los puestos de elección de más alto nivel,
como gobernadores, senadores y diputados federales, lo
que hace de la institución del ejecutivo federal, la piedra
angular del S.P.M.
Por supuesto que el P.R.I. actual no es el P.N.R. de la
época Callista, pero ciertamente sigue conservando mu-
chas de sus características originales; como señala Mau-
rice Duverger: "del mismo modo que los hombres conser-
van durante toda su vida la huella de su infancia, los par-
tidos políticos sufren profundamente la influencia de sus
orígenes"(i) y pudiere ser como lo diría Luis Cabrera: "El
PNR corrompido y todo, es sin embargo un grupo unifica-
do por sus intereses bajo la jefatura del general Calles;
rico con la riqueza del erario, fuerte con la fuerza del
ejército, y disciplinado con la disciplina obligatoria pero
efectiva de la amenaza del cese" (2).
(1) DUVERGER Maurice. Los Partidos Políticos, Ed. Fondo de Cultura
Económica pág. 15.
(2) CABRERA Luis. Citado por Lajous Alejandra en Los Orígenes del
Partido Unico en México. Ed. UNAM. México; 1979, pág. 79.
Partido y presidente forman en síntesis en nuestro
país, realidades sociológicas de las que no podemos pres-
cindir para estudiar el fenómeno de transmisión de poder,
conceptos incluso que se trasminan, de tal suerte que la
decisión del presidente sobre cuestiones que inciden en la
transmisión del poder se instrumentan a través del partido
mayoritario. A mayor explicación en este mismo capítulo
se procederá a su análisis detallado, pero antes es pre-
ciso revisar aunque rápidamente, la parte formal que en-
vuelve el S.P.M.
I I I . — EL E N F O Q U E J U R I D I C O :
Ciertamente el enfoque jurídico permite conocer sólo
de manera parcial tanto el S.P.M. como el subsistema de
la transmisión de poder, puesto que éste se limita a la
parte formal o normativa, es decir, a las condiciones y tér-
minos en que la organización y procesos políticos tienen
lugar; de donde, más tarde, será necesario realizar un aná-
lisis referido a la parte estructural. Entre tanto, es preciso
considerar este enfoque por cuanto constituye el marco
reglamentario bajo el cual operan sistema y subsistema,
además de que el marco es a su vez la resultante histó-
rica de las condiciones socio-políticas en que sistema y
subsistema se han estructurado y en donde la norma es su
expresión formal.
Así,se revisará primero la legislación relativa al ám-
bito federal (Constitución Política General y Ley de Orga-
nizaciones Políticas y Procesos Electorales) y segundo, la
referida al ámbito local (Constitución Política de Nuevo
León y Ley Electoral del Estado).
CONSTITUCION POLITICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS:
La Constitución define a nuestro sistema como repu-
blicano, es decir, los poderes se renuevan periódicamen-
te; democrático, porque la formación del poder expresa
identidad de fines entre gobernantes y gobernados; repre-
sentativo, porque reproduce en pocos gobernantes el sen-
tir popular; y federal, porque está constituido por entida-
des autónomas sujetas a un pacto de unión.
La misma Constitución establece el procedimiento de
elecciones directas para todos los cargos de elección po-
pular, mencionando que para el caso de los poderes de
las entidades federativas y de los municipios, éstas se
realizarán con ajuste a las respectivas leyes electorales.
Señala a su vez la obligación y la prerrogativa de los
ciudadanos de votar en las elecciones, la obligación de
éstos de inscribirse en el padrón electoral y desempeñar
las funciones electorales para los que sean requeridos.
Contempla a los partidos políticos como organizaciones de
interés público y señala además los requisitos generales
del proceso electoral federal.
En su artículo 115 establece en relación a los estados
de la federación, que los gobernadores durarán en su en-
cargo seis años así como el principio de no reelección,
las bases para la integración del poder legislativo y los re-
quisitos para poder ser elegido como gobernador, a sa-
ber: residencia no menor de cinco años anteriores al día
de la elección en la entidad de referencia, o bien, ser na-
tivo de la misma. Estas normas constitucionales tienen
una aplicación real, tanto por lo general del ordenamiento
como por los efectos que pudiesen generarse al ser vio-
ladas o modificadas.
Las legislaciones estatales, por su parte, guardan fiel-
mente los preceptos constitucionales señalados, puesto
que resultaría difícil que por presiones políticas sea cual
sea su origen se modificasen tales normas constituciona-
les, ya que para ello se requiere de un procedimiento le-
gislativo especial que difícilmente se llevaría a cabo por
cuestiones particulares de alguna entidad.
Se puede concluir que el marco constitucional pre-
senta bases generales de las que podemos partir para ex-
plicar la parte normativa de la transmisión de poder, bases
que indudablemente muestran los derechos, obligaciones
y lineamientos específicos a los que el proceso real de la
transmisión debe circunscribirse.
LEY DE ORGANIZACIONES POLITICAS Y PROCESOS
ELECTORALES. (LOPPEI:
Este ordenamiento jurídico —incorporado en sus bases
a la Constitución—, pieza central de la Reforma Política
promovida por José López Portillo en Diciembre de 1977,
vino a sustituir la tradicional Ley Electoral Federal, apoyan-
do la participación de las minorías en un congreso rees-
tructurado.
A decir de su exposición de motivos, la nueva ley
pretende promover mejores condiciones para el desarro-
llo del pluripartidismo, a fin de hacer más racional la con-
tienda política".
De hecho, el ordenamiento reconoce la existencia de
una correlación desigual de fuerzas políticas partidistas
que como se ha señalado constituye un rezago de la so-
cial democracia mexicana, puesto que la misma ley sienta
las bases para ia edificación — a l menos formal— de un
pluripartidismo.
La ley regula las elecciones para Presidente de la Re-
pública y las del Poder Legislativo Federal; otorga a los
partidos políticos y a los ciudadanos la responsabilidad de
Organizar y vigilar el proceso electoral conjuntamente con
el Estado; destaca el principio de representación proporcio-
nal —limitado a una parte de la cámara de diputados—, es
decir la introducción en el sistema de la variante proporcio-
nal por medio de la cual los partidos minoritarios tienen
acceso al congreso.
Por extensión de la reforma constitucional este prin-
cipio se amplió a los congresos de los estados y a los
ayuntamientos de los municipios.
Por otra parte se amplió la participación de los par-
tidos en los organismos político-electorales y se promovió
la depuración del padrón electoral.
Es importante destacar dentro del análisis de esta lev
que su tendencia pluripartidista amplió el número de par-
tidos contendientes en la entidad; mientras que en la elec-
ción para la gubernatura próxima pasada compitieron sólo
dos partidos con candidato propio (PRI y PAN) para las
próximas elecciones potencialmente podrán hacerlo ocho
(P.A.R.M P.D M., P.P.S., P.R.T., P.S.T., P.S.U.M:, además
de los citados).
CONSTITUCIONAL POLITICA DEL ESTADO
DE NUEVO LEON
La Constitución establece que la renovación del go-
bernador, diputados y ayuntamientos será mediante elec-
ciones directas en los términos que establezca la Ley Elec-
toral del Estado, imponiendo a su vez para el caso de qo-
bernador los siguientes requisitos:

1).- Ser mexicano por nacimiento, nativo del Estado o
con vecindad en el mismo no menor de cinco
años inmediatos anteriores al día de la elección,
y ria electoral, regula la transmisión de los poderes en el
2).- Tener cuando menos treinta años cumplidos para
el día de la elección y no más de sesenta y cin-
co. Igualmente señala que no podrá ser electo
el Secretario General de Gobierno, los Secreta-
rios de Despacho del Ejecutivo, los Magistrados,
el Procurador General de Justicia, los empleados
federales y los militares que presten servicio en el
estado. En todo caso, para que puedan ser elec-
tos, deberán separarse de su puesto cuando me-
nos 180 días antes del día de la elección.
Establece también la no reelección, por ningún mo-
tivo, para los gobernadores constitucionales y la no reelec-
ción, para el período inmediato posterior, de gobernadores
interinos y provisionales.
La Constitución Política del Estado ofrece así un es-
quema normativo de orden general el cual ordinariamente
es respetado, aunque debe observarse que la amplitud y
flexibilidad de los términos señalados hacen factible su ob-
servancia. Ahora bien, la experiencia muestra que cuando
el orden jurídico no se corresponde con las necesidades
políticas coyunturales, ésta es modificada; cabe recordar
por ejemplo, el caso de Biebrich en Sonora 0).
Por lo que no debe soslayarse la posibilidad de cam-
bios incluso en este esquema normativo general.
A últimas fechas se pretendió reformar la constitución
para suprimir la edad máxima de 65 años; iniciativa que
no prosperó. Al respecto, Alfonso Martínez Domínguez, Go-
bernador del Estado, afirmó que "una reforma de esta na-
turaleza tendría el carácter de oportunista y se presenta-
ría justificadamente para que algunos sectores la interpre-
taran como una maniobra del poder político para favorecer
determinados candidatos" (2).
(1) El Lic. Carlos Armando Biebrich, Subsecretario de Gobernación en
el período presidencial del Lic. Luis Echeverría A., fue nominado
como candidato a la gubernatura del Estado de Sonora (1973) y
dado que no contaba con la edad mínima requerida por la legisla-
ción (35 años) fue necesario reformar la Constitución Política del
Estado.
(2) El Porvenir, Lunes 5 de Nov., 1984, p. 1 B.
LEY ELECTORAL DEL ESTADO DE NUEVO LEON
La ley reglamentaria de la constitución local en mate-
estado, la cual en general continúa la misma tendencia de
la ley federal.
Establece las normas y procedimientos para la cele-
bración de elecciones, para designar a los poderes ejecu-
tivo y legislativo.
La Comisión Estatal Electoral (CEE) se compone de
los participantes y responsables del proceso electoral: el
propio Estado, partidos políticos y ciudadanos, la cual rea-
liza sus actividades entre el 15 de enero del año de la
elección y el mismo día, un año más tarde.
Esta ley ha sido reformada en seis ocasiones a par-
tir de su expedición en 1976, lo que muestra la variabili-
dad legislativa en eeta materia.
La modificación en la ley electoral indica una adecua-
ción permanente al cambio sociológico, por lo que resulta
interesante estudiar tales cambios legislativos que en bue-
na medida reflejan el cambio estructural.
Así después de anotar que como sucede con la ley
federal, la naturaleza de la Comisión Estatal Electoral es
compartida por los elementos que reconoce la ley, parti-
dos, ciudadanos y estado, pero la realidad es que esta
comisión no tiene un carácter deliberador.
Como muestra de lo anterior puede verse un ejemplo:
el texto original de la iey en su artículo 46 integraba una
CEE de manera diferente, así, si antes el poder legislativo
participaban en su integración con dos miembros, ahora
mediante la reforma lo hace con tres; el Secretario del or-
ganismo que antes era designado por todos los miembros
de la comisión, ahora es designado por una terna que
presenta el presidente, además, se agrega el requisito de
ser Notario Público, y en estas nuevas condiciones se le
da voz y voto pues anteriormente sólo tenía voz; y se adi-
ciona un integrante más, el Secretario Técnico, que es di-
rectamente nombrado por el Presidente y que no tiene
voto.
En conclusión, si antes los votos presumiblemente a
favor de la posición gubernamental eran tan sólo cuatro,
©hora son seis, y si se agrega el del miembro del partido
dominante (PRI) suman siete, contra los seis de los parti-
dos con registro definitivo.
El hecho es evidente, antes en 1976 no se había pen-
sado en la multiplicación de los partidos de oposición; en
1979 se puso en duda el control "gubernamental" de las
decisiones de la CEE por lo que se procedió a reformar
la ley en el sentido antes mencionado.
Así, la mayoría de las reformas que ha sufrido la ley
electoral del estado tienen una marcada tendencia al con-
trol gubernamental. Otro caso es el del artículo 68 que se
modificó para quitarle la facultad a los partidos políticos
de proponer la designación de los escrutadores; se redu-
cen los términos para que los partidos políticos interpon-
gan sus reclamaciones en las divisiones territoriales de las
demarcaciones electorales; se imponen más requisitos para
que los partidos puedan registrar sus representantes (re-
forma al Artículo 101) y además se amplían, las sanciones
para quienes cometan delitos de orden electoral.
Recapitulando: la realidad política que vive el estado
somete al orden jurídico; el papel que juegan en todo
caso los textos jurídicos electorales es el de legitimar un
proceso en el que los factores reales de poder rebasan al
instrumento legal.
Hay ciertas normas jurídicas que indudablemente tie-
nen acato por la realidad, y son las contenidas en las
Constituciones General y Local. Pero la norma constitu-
cional resulta, dada su naturaleza, muy general, al grado
que parece incidir muy poco dentro del proceso de trans-
misión de poderes; las leyes reglamentarias en todo caso
parecen jugar un papel más relevante, aunque atendiendo
a la experiencia parecería, que sus normas legitiman un
proceso que está lejano de ser el democrático.
Por otra parte, es preciso aclarar que el sistema jurí-
dico electoral mexicano no establece en ninguna de sus
normas el proceso de selección de candidatos al interior
de los partidos; este hecho toma importancia relevante ya
que la tradicional permanencia de un partido dominante
(PRI) que elección tras elección lleva sus candidatos al
poder, hace pensar que el enfoque jurídico no aclara cómo
se efectúa la transmisión de poder.
El derecho no explica el fenómeno en su fondo.
3e had
í ® en buena parte la legislación electoral
como explicación al fenómeno de la transmisión, es pre-
ciso observar la realidad, y en todo caso la selección del
candidato al interior del partido dominante.
IV.— EL E N F O Q U E S O C I O L O G I C O O
ESTRUCTURAL:
Establecido que el fenómeno de la transmisión del
poder en el S.P.M., se encuentra regulado pero no circuns-
crito al orden jurídico, cumpliendo este último en todo caso
un papel legitimador, debe entonces buscarse en otros
campos la explicación del fenómeno. Este es el propósito
de lo que aquí se denomina como el enfoque sociológico
o estructural, es decir, la reconstrucción a partir de los
e ementos actuantes y de sus comportamientos observa-
bles, de la realidad que entorna el subsistema de la trans-
misión del poder en el S.P.M.
De acuerdo con fo anotado páginas anteriores, dos
son las figuras que aparecen como piezas centrales en el
b.H.M. y consecuentemente en el subsistema de la trans-
misión del poder: el presidente y el partido, figuras que
como ya se dijo, parecen transminarse y que ahora se
retoman para continuar el estudio.
Cabe anotar que por lo expuesto hasta el momento
este apartado se centra en el proceso de selección-nomi-
nación de candidatos del PRI.
Se ha afirmado que la legislación electoral no regula
el procedimiento para la selección de candidatos al inte-
rior de los partidos, sino que toca a cada uno de ellos
realizar tal selección de acuerdo con sus propios estatutos.
En el caso del Revolucionario Institucional, el proceso
interno para postular candidatos "deberá ser congruente
—se señala— con el grado de desarrollo económico, so-
cial, político y cultural alcanzado por el p a í s . . . (y consi-
derar) . . . los diversos estadios de d e s a r r o l l o . . . (por lo
q u e ) . . . estará dotado de la flexibilidad r e q u e r i d a . . . ar-
tículo 148) (siendo las convenciones) los órganos de deci-
sión . . . (para postular candidatos) (artculo 149) (y com-
P r c n d e r á ) . . . variados sistemas de elección . . . (artículo
(1) P.R.I. Documentos Básicos, Estatutos, Título l, Cap I p 216-218
México, D. F., septiembre 1984.
 El procedimiento aludido, considera en primera ins-
tancia, pero sin ser limitativo para otras formas, un meca-
nismo de tipo indirecto como las convenciones (órganos
de decisión), supeditando en todo caso su resolución a la
Comisión Coordinadora de Convenciones (artículo 169,
fracción VII) y al propio Comité Ejecutivo Nacional (artícu-
los 174 y 176). Además de su imprecisión —sobre los
tiempos y modos en que proceda determinado mecanis-
mo—, el partido reconoce tácitamente la existencia de
una correlación entre niveles de desarrollo económico — s i
es que se puede hablar en este y otros casos de niveles—
y niveles de desarrollo político y, por consecuencia, de
prácticas democráticas; en otras palabras, la expresión pu-
ra de la democracia estaría reservada bajo esta óptica a las
"sociedades avanzadas".
Independientemente de ello, es de dominio público
que apoyado o no en la vía estatutaria, el proceso referido
no es sino un procedimiento formal, puesto que el real se
efectúa previo a la celebración de las convenciones.
De ahí que la inventiva popular haya creado la figura
mística del "tapado", que dicho sea de paso y como se
verá más tarde, de existir éste, no lo es sino en términos
probabilísticos y no absolutos; en otras palabras, nin-
gún presunto candidato tiene asegurada su nominación,
previo al registro correspondiente ante los organismos elec-
torales e incluso hasta posterior a éste.
Conviene entonces sistematizar el esquema real de
nominación de candidatos. Aunque éste plantea algu-
nas variantes según el tipo de procesos electorales a
que se refiera (Presidente de la República, Gobernadores,
Ayuntamientos, etc.) y dependiendo también de las condi-
ciones en que tiene lugar, el intento parece válido por
cuanto oermite una mejor aproximación a la desmistifica-
ción del procedimiento.
El punto de arranque del proceso para elegir candi-
dato al cargo de gobernador, parece tener lugar 15 ó 16
meses anteriores a las elecciones (en el caso de Nuevo
León, sería el mes de marzo del año anterior al de los
comicios), culminando con el "destape" (cinco o seis) me-
ses también anteriores a los mismos, (el mes de diciem-
bre o enero, previos). En este intervalo, se suceden un
sinnúmero de eventos tal como se observa en la gráfica
S-1.
En el proceso Intervienen directamente cuatro elemen-
tos: el Gobernador en turno, el Comité Ejecutivo Nacional
del partido, (C.E.N.), la Secretaría de Gobernación y el
mismo Presidente de la República quien es en última ins-
tancia el que toma la decisión final.
El Gobernador del Estado, en tanto responsable de la
estabilidad política de la entidad, acíúa a lo largo de su
mandato como arbitro y conciliador de grupos y tenden-
cias, en principio siguiendo los lineamientos generales del
aparato central.
En consecuencia se supone que es el hombre mejor in-
formado y con mayor conocimiento de las condiciones tan-
to económicas como políticas y sociales de la entidad.
Toca a éste y de acuerdo con lo anterior, integrar una
lista —comúnmente llamada terna, aunque muchas veces
exceda este número— de posibles candidatos, la cual es
presentada al C.E.N. del P.R.I. por vía de su presidente.
El C.E.N. por su parte realiza lo que comúnmente se
conoce como auscultación, es decir, un sondeo sobre los
intereses y actitudes de los diferentes grupos y sectores
que conforman las fuerzas políticas locales con relación
al momento referido.
Esta tarea es encomendada al Delegado del C.E.N. en
el estado, quien además de tal responsabilidad, tendrá
más tarde a su cargo que la selección final del candidato
sea aceptada por estas fuerzas. El delegado se constituye
así en un interlocutor permanente, dentro de la transitorie-
dad de su encargo, entre el C.E.N. y las fuerzas locales.
La Secretaría de Gobernación por conducto de la Di-
rección General de Investigaciones Políticas y Sociales y
a través de los agentes de esta dirección adscritos en
la entidad o designados para el caso, se ocupa de ce-
lebrar una investigación detallada del ambiente político
general y de los posibles aspirantes.
En ella toman un papel importante los informes sobre
vínculos existentes entre los aspirantes y los grupos o sec-
tores lo mismo económicos que políticos o religiosos, así
como sobre aspectos del desempeño público de éstos e
incluso de su vida privada.
La lista propuesta por el gobernador está sujeta, por
tanto, a modificaciones de parte de las últimas dos ins-
tancias anotadas.
 Los tiempos y los modos de la actuación de las tres
instancias varía, claro está, según las condiciones particu-
lares del espacio y momento políticos, de tal suerte que
éstas pueden ser simultáneas, pero en todo caso, los in-
formes de estas instancias serán de una u otra forma, so-
metidos a la decisión presidencial.
Ahora bien, tanto ei Gobernador del Estado como el
Presidente del C.E.N. y el propio Secretario de Goberna-
ción, son representantes de una o más corrientes de las
fuerzas políticas nacionales, por lo que los intereses que
representan, inciden en el comportamiento de éstos.
La decisión presidencial sobre la selección del can-
didato será pues, producto de la evaluación y conciliación
de las fuerzas políticas nacionales y locales, de los pape-
les desempeñados por las tres instancias antes señaladas,
y por el estilo personal del gobernador.
Sabedoras así las fuerzas contendientes de este pro-
cedimiento sobreentendido, centran su atención en ejercer
presión en el lugar y momento apropiados (1), ya que en
este sentido vale más una presión oportuna que una cam-
paña electoral o miles de votos.
Por otra parte, una vez seleccionado el candidato, el
Presidente se lo informará al Secretario de Gobernación y
al Presidente del C.E.N. del PRI; al primero, dado que es
el responsable de la política interior, y en consecuencia
para que decida sobre el momento de la nominación; al
segundo, para que a su debido tiempo haga el pronuncia-
miento oficial del partido, vía alguno de los sectores que
lo componen.
El Presidente, por su parte, comunicará directamente
al seleccionado sobre su decisión, o en su defecto, por
conducto del Secretario de Gobernación o del Presidente
del C.E.N., quienes en todo caso, le manifestarán expresa-
mente que su nominación ha sido por decisión del Presi-
(1) En t ! mes de julio de 1984, por ejemplo en Nuevo León fue per-
ceptible como las fuerzas locales desarrollaron un gran número
de declaraciones periodísticas, enfocadas hacia las próximas elec-
ciones. presumiblemente con el fin de presionar sobre la selec-
ción del candidato del PRI.
dente (1). De esta manera el compromiso de haber sido
seleccionado asegura lealtad hacia el Presidente.
La comunicación anterior tendrá lugar tres o cuatro
meses previos al pronunciamiento oficial, con el propósito
de que el candidato se prepare discretamente.
El gobernador en turno y el Jefe de la Zona Militar
son informados también pero con menor antelación, presu-
miblemente un mes.
En resumen se puede concluir:
1).- La selección del candidato del PRI, dentro de la
sucesión gubernamental, cobra singular importan-
cai ya que es el partido que tradicionalmente lle-
va a todos sus candidatos al poder; el proceso
jurídico electoral, en todo caso, legitima sólo el
procedimiento.
2).- La selección del candidato reside esencialmente
en el Presidente de la República como jefe de
partido; el PRI es el brazo ejecutor, el goberna-
dor el responsable y el ejército el vigilante.
3).- La interacción entre las fuerzas políticas locales
y nacionales incide en la selección del candidato.
4).- Se escogerá "El hombre apropiado para el lugar
indicado".
5).- Vale más una presión en el lugar y momento pre-
cisos que una campaña electoral o miles de votos.
6).- Las tendencias electorales y la simpatía de la
oposición pueden ser un factor condicionante, pe-
ro no determinante.
(1) Carlos Loret de Mola, Exgobernador de Yucatán, afirma que el en-
tonces Secretario de Gobernación Lic. Luis Echeverría Alvarez le
c o m u n i c ó la decisión en los siguientes términos: " E l Presidente
de la República lo invita, señor Senador a aceptar la candidatura
de nuestro partido a la Gubernatura de su E s t a d o . . . " Loret de
Mola Carlos. Confesiones de un Gobernador, Ed. Grijalbo, México,
D. F. 1978, P. 19.
 ESPACIO POLITICO

Referido en el lenguaje ordinario, la noción de espa-

cio es asociada con la idea de un "algo inexistente", "algo
hueco o vacío", en el que es necesario introducir otro
"aJgo-objeto" para que se origine lo real, lo concreto. En
este caso y apegado al rigor conceptual del vocablo, es-
pacio significa un " a l g o " originariamente real, concreto; un
lugar físico que no necesita de otro elemento para que
exista.

Sujetos y objetos son y existen por el momento espa-

cial y temporal que los caracteriza, y no disociados de és-
tos. Por tanto la noción espacio en este ensayo está ins-
crita en una categoría dimensional equiparable a la del
tiempo.

En tal sentido, se define espacio político, como aquel

momento espacial, real y concreto, en el que tienen lugar
ciertas relaciones de orden social, estructuradas a lo largo
de un proceso histórico y derivadas de la vinculación del
hombre — e n forma individual o de grupo— con el mundo
material que lo rodea, las cuales determinan un cierto tipo
de actitudes vis-a-vis, un momento temporal específico, en
este caso, el momento político.
 ESPACIO POLITICO

Referido en el lenguaje ordinario, la noción de espa-

cio es asociada con la idea de un "algo inexistente", "algo
hueco o vacío", en el que es necesario introducir otro
"aJgo-objeto" para que se origine lo real, lo concreto. En
este caso y apegado al rigor conceptual del vocablo, es-
pacio significa un " a l g o " originariamente real, concreto; un
lugar físico que no necesita de otro elemento para que
exista.

Sujetos y objetos son y existen por el momento espa-

cial y temporal que los caracteriza, y no disociados de és-
tos. Por tanto la noción espacio en este ensayo está ins-
crita en una categoría dimensional equiparable a la del
tiempo.

En tal sentido, se define espacio político, como aquel

momento espacial, real y concreto, en el que tienen lugar
ciertas relaciones de orden social, estructuradas a lo largo
de un proceso histórico y derivadas de la vinculación del
hombre — e n forma individual o de grupo— con el mundo
material que lo rodea, las cuales determinan un cierto tipo
de actitudes vis-a-vis, un momento temporal específico, en
este caso, el momento político.

Como señala Duverger:
" el territorio es una cosa concreta: la porción de
tierra sobre la que están implantados los hombres que com-
ponen una colectividad, los cuales constituyen asi una po-
blación . . (pero esta colectividad) no se define (para el
sociólogo político) como un conjunto de hombres, sino
como un conjunto de interacciones. El territorio corres-
ponde entonces a la zona geográfica donde se_ desarro-
llan las interacciones en c u e s t i ó n . . . En buen numero de
casos, los límites de un sistema de interacciones coinci-
den en líneas generales con la implantación en el suelo
de los hombres que están implicados en aquellas, es decir
con la población. El comportamiento de los hombres, en
sus interacciones, sufre la influencia de las c o n d e n e s
qeoqráficas del territorio donde están establecidas y de la
estructura demográfica de la pobiaclon que constituye,
contribuyendo e s t o s elementos a dar su fisonomía al siste-
ma de interacciones".
" Además, el dato geográfico natural, no puede ser
separado de los instrumentos, útiles, máquinas, medios téc-
nicos de que disponen las colectividades humanas para
utilizarlo y transformarlo".
" ( f i n a l m e n t e ) . . . el medio geográfico actual es, gene-
ralmente, el resultado de una acción del hombre a través
de los siglos tanto como de las condiciones físicas pre-
existentes'^).
De donde, la precisión de nuestro espacio político,
nos llevará en primera instancia a hacer un reconocimien-
to rápido de su origen así como de sus características
económicas y sociales a fin de perfilar e momento político
aludido, tan nítidamente como sea posible.
LOS O R I G E N E S DEL D E S A R R O L L O C O M E R C I A L E
I N D U S T R I A L DE N U E V O L E O N :
Enclavado en la región noreste del país, Nuevo León
ha planteado desde la colonia, características que lo dife-
rencian del resto del territorio.
Contrariamente a lo sucedido en el centro, en donde
la escasez de tierra fue el factor determinante para la con-
(1) DUVERGER Maurice, SOCIOLOGIA DE LA POLITICA, Ed. Ariel, Bar-
celona, España 1976, pp. 71-72.
formación de un espacio densamente poblado, en el norte
fue la escasez del agua la que provocó la dispersión-con-
centración de la población hacia y en los pocos lugares
en donde ésta existía. De ahí que las haciendas de esta
parte del territorio, alcanzasen dimensiones muy superio-
res a las de la región central, pero al mismo tiempo se
encontrasen parcamente pobladas.
Otro rasgo distintivo de la región, fue la escasa po-
blación indígena, la que no sólo fue inferior en número
comparada con la población de Mesoamérica, sino que
también su grado de civilización fue menor, hecho que
determinó que los indígenas norteños no se integrasen al
aparato productivo de los españoles, quienes no contaron
con la amplia y dócil fuerza de trabajo a que se habían
acostumbrado en el México central.
La peculiar combinación de prácticas indígenas y es-
pañolas que conforman la herencia cultural del mexicano,
no corresponden en plenitud con el estereotipo del norte-
ño debido a que esta parte del territorio nunca se integró
totalmente al proceso de gestación de la cultura mestiza;
a decir verdad, el norte nunca estuvo tan siquiera, firme-
mente bajo el control del gobierno colonial central.
Al término de la Guerra de Independencia (1810-1821),
el gobierno de la joven nación, trató en diferentes momen-
tos de acelerar la colonización y mantener un dominio más
efectivo sobre el norte del territorio. Pero tales esfuerzos
no fueron efectivos dada la debildad y Doca estabilidad
del régimen central.
De ahí que esta región durante largo tiempo se sin-
tiese en la periferia de la geo-política nacional. Así fue
generándose una mística que no todas las zonas del ppfs
pudieron desarrollar. El trabajo arduo, el empeño y la' sa-
gacidad, sazonados con algo de "tacañería", son percibi-
dos aún hoy en día, en el resto del territorio, como carac-
terísticas del norteño, en especial del regiomontano.
Cualquiera que haya sido el origen de esta mística y
su estereotipo, los mismos regiomontanos no sólo aceptan
tal designación, sino que incluso están orgullosos de ella.
De vez en cuando se encuentra en los periódicos locales
o en los mismos nacionales y extranjeros, algún artículo
relativo al desarrollo industrial de Monterrey en donde se
sostiene que los primeros habitantes de esta zona se vol-
vieron tan "industriosos" precisamente por las condiciones
adversas que tuvieron que enfrentar, a diferencia de os
pobladores de las tierras más ricas del México central o
del sur tropical, a quienes tan sólo les bastaba estirar los
brazos para recoger los frutos de la naturaleza.
Hasta las segunda y tercera décadas del siglo XIX,
Monterrey no tenía una población importante, probable-
mente no excedió los diez mil habitantes; es improbable
que algún observador de la época hubiera predicho que
Monterrey se convertiría en la principal ciudad del noreste
de México, y la segunda en producción industrial. Segu-
ramente cualquier otra ciudad y no Monterrey hubiera sido
mejor candidata; Saltillo por ejemplo era más grande y pa-
recía tener una mejor situación geográfica. A pesar de
ésto Monterrey alcanzó la supremacía regional.
Ciertamente, la ciudad tenía pocas ventajas naturales;
no existían tierras agrícolas ricas densamente pobladas a
su alrededor, no había recursos minerales importantes cer-
canos; faltaba materia prima para manufacturas y parecía
muy difícil que Monterrey pudiera transformarse en un cen-
tro comercial importante, tomando en cuenta, la escasa po-
blación citada y sus pésimas comunicaciones con la ciu-
dad de México y con los Estados Unidos.
Sin embargo, una serie de hechos externos dio a los
reqiomontanos las oportunidades que requerían para trans-
formar a Monterrey en la primera ciudad que se desarroHo
en la reqión. El primero de estos hechos fue la perdida
de Texas y de otros territorios del norte, en la guerra oe
1846-1847 que desplazó la frontera México-norteamerica-
na hacia el sur, a unos 250 kilómetros de Monterrey. Des-
de lueqo, esto no constituyó una ventaja hasta que el co-
mercio fronterizo se incrementó y se dispuso de mejores
medios de transporte.
El siguiente hecho que tendría un efecto positivo so-
bre el desarrollo comercial de Monterrey, fue la Guerra Ci-
vil Americana pues el bloqueo de las costas de la conte-
deración fue tan efectivo, que la exportación del algodon
del sur tuvo serios obstáculos. Durante los anos de gue-
rra parte del algodón era enviado a través del puerto de
Matamoros; Monterrey manejaba el envío del algodón al
exterior y la importación de bienes de consumo destinados
para el sur norteamericano, lo que constituía un negocio
lucrativo.
Asi la Guerra Civil Norteamericana y, en menor grado
la Intervención Francesa en México fomentaron la forma-
ción de capital comercial en Monterrey. Sin embargo aún
en la década de 1870, el estado de Nuevo León, así como
los otros estados del noreste de México, tenían poco peso
en la economía mexicana.
La falta de buenas comunicaciones con el resto del
país continuaba siendo la mayor barrera para el desarrollo
interno. La construcción de la red ferroviaria durante las
dos ultimas décadas del siglo pasado, ayudó a vencer este
obstáculo. En 1880 se comenzó durante el gobierno de
Porfirio Díaz, la vía férrea de la ciudad de México a Lare-
do (pasando por Monterrey); desde entonces la mayor par-
te del comercio mexicano con los Estados Unidos ha to-
mado esta ruta, primero por ferrocarril y más tarde por la
carretera Nacional — l a primera carretera pavimentada que
penetró profundamente en México—, Los Estados Unidos
pronto se convirtieron en el principal importador de los
productos mexicanos así como su más importante pro-
veedor.
Otras líneas de ferrocarril, que conectaron Monterrey
con Torreón hacia el oeste y con Tampico hacia el este,
fueron terminadas durante las décadas de 1880 y 1890.
Con la terminación de estas vías, Monterrey se encontró
en una posición estratégica, en el noreste de México. Has-
ta entonces se hizo efectiva la superioridad de su situación.
Un segundo rasgo importante del régimen de Díaz fue
el incremento substancial en la inversión extranjera, fomen-
tada directamente por políticas públicas e indirectamente
por la estabilidad introducida por la dictadura.
La mayor parte de las inversiones se realizaron en el
sector manufacturero en tanto que las exportaciones fue-
ron básicamente productos mineros; la aplicación del aran-
cel Mckinley en los Estados Unidos favoreció la refinación
de minerales en México en 1890. Fue así como Monterrey
se convirtió en un centro importante para el envío de los
productos mineros a Norteamérica.
También es de destacarse la enérgica intervención de
Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y figura polí-
tica importante del régimen de Díaz, quien fomentó la in-
dustrialización de Monterrey, mediante la promulgación de
una ley estatal en 1888, otorgando exención de impuestos
a las industrias establecidas en la entidad. La primera fá-

brica de acero en México y de hecho en toda América La-
tina, fue fundada en Monterrey en 1900.
Los empresarios regiomontanos estuvieron siempre
prestos a capitalizar las oportunidades que se les presen-
taron. El capital norteamericano estuvo ausente pero, se
debe subrayar que el destino industrial de Monterrey estu-
vo desde el principio en forma dominante en manos lo-
cales.
Las fuentes de acumulación de capital fueron el co-
mercio, la explotación de la tierra, la especulación y la
producción textil. Pero lo que distingue a la historia eco-
nómica de Monterrey, de la de muchas otras ciudades de
la América Latina, es que los jefes de los negocios en vez
de conformarse con el dominio comercial del noreste de
México, extendieron paulatinamente sus operaciones a ba-
ses manufactureras, sobre todo en minería y metalurgia, y
la falta de un mercado local que absorbiera esta produc-
ción metalúrgica, hizo necesaria que la ciudad se convir-
tiera en un centro de exportaciones para otras partes de
México y del extranjero.
Los sectores que por su propia naturaleza eran los
más dinámicos en la ciudad: hierro y acero, fundición de
minerales, la industria cervecera y los productos de vidrio,
se integraron rápidamente a las nuevas tecnologías, com-
pitiendo en el mercado internacional; en cambio, las indus-
trias más tradicionales que producían para el mercado na-
cional se desarrollaron en unidades económicas de es-
calas menores y con una tecnología intensiva en mano de
obra.
Para esta época (1900), ya habían surgido los gran-
des grupos familiares que han dominado Monterrey: el gru-
po cervecero y el grupo del hierro y el acero, grupos que
sentarían las bases de la aún vigente forma de capitalismo
familiar. Esta modalidad tuvo su origen en la reinversión
de las ganancias derivadas de las operaciones de los mis-
mos grupos, lo que les permitió asegurar un crecimiento
sostenido y "autofinanciado".
Señalados brevemente, éstos fueron los orígenes del
desarrollo comercial e industrial de Monterrey.
La Revolución de 1910, no sólo terminó con la paz
porfiriana, sino que también alteró definitivamente el cur-
so de la historia mexicana. Aunque Monterrey no estuvo
en el centro de la acción militar o política, la ciudad fue
seriamente afectada por los años violentos que vinieron
después de 1910. La producción de acero cayó vertical-
mente y el ferrocarril, blanco primordial para las operacio-
nes militares, se encontró frecuentemente inmovilizado por
largos períodos, causando estragos en la entrega de ma-
terias primas y el envío de artículos terminados.
Se rompió el orden público y la ciudad fue ocupada
varias veces por las tropas revolucionarias. Sin embargo
a pesar de estas dislocaciones el aparato productivo que-
dó intacto y el proceso productivo que se había iniciado
en décadas anteriores, no fue revertido aunque si grave-
mente retardado.
Gracias a esa situación y a la "relativa estabilidad"
de la época, la ciudad fue receptora de varias olas migra-
torias provenientes de los estados vecinos. Por conse-
cuencia la población de Monterrey creció un once por
ciento entre 1910-1921, época en la cual la población del
país, por lo menos de acuerdo con el censo de 1921,
decreció en seis por ciento.
En el intervalo de 1921-1930, época en la que México
en conjunto aún estaba tratando de recobrarse de los efec-
tos de la década previa, y en la que el gobierno estaba
ocupado en reprimir varias insurrecciones de caudillos mi-
litares, Monterrey registró un incremento del 52 por ciento
de la población.
La economía de la ciudad estuvo en buena medida
vinculada a lo que sucedía en el extranjero a diferencia
de lo que ocurrió en el resto del país. Así, durante la dé-
cada de 1920-1930 las exportaciones se incrementaron ba-
jo el estímulo del " b o o m " de la economía norteamericana,
teniendo como resultado que a pesar de los problemas
políticos internos hubo una relativa prosperidad.
Esta prosperidad se vio interrumpida por la gran de-
presión en los Estados Unidos, suceso que afectó grave-
mente a Monterrey y demostró su enorme dependencia de
la economía norteamericana y en general de la economía
mundial.
En la segunda mitad de los treintas hubo cierta recu-
peración. Durante el período gubernamental de Lázaro
Cárdenas (1934-1940) existió una gran demanda estimu-
iada por e! gasto público, siendo Monterrey el principal pletamente; pues mientras en 1930 el 37.2 por ciento de la
proveedor nacional de acero. población total residía en los siete municipios del Area
Metropolitana de Monterrey (AMM) (1), en 1980 daba asien-
Se puede asegurar que los cambios políticos y eco- to al 79 por ciento (Véase Tabla P-1), llegando a conver-
tirse en la tercera mancha urbana en importancia en el
nómicos realizados en México durante las décadas de los
país.
veintes y treintas sentaron las bases del desarrollo conocido
por la entidad, por lo que para 1930 Nuevo León y con- TABLA p-1 POBLACION TOTAL D E L E S T A D O DE N U E V O L E O N
cretamente Monterrey, evidenciaban ya su posición en el 1930-1980
concierto nacional. 19 3 0 19 10 19 5 0 19 6 0 19 7 0 19 8 0

TG7ÍL % TOTAL X X X
TOTAL TOTAL TOTAL X TOTAL X

EL N U E V O L E O N CONTEMPORANEO: KUEV0 LEON 417,491 100.0 541,147 100.0 740,191 100.0 1*17584! 100.0 1 ' 6 5 4 , 6 8 9 100.0 2 ' 5 1 3 . 0 4 4 100.0

A.M.ti. 155.325 37.2 212.353 39.2 382.021 51.6 716,482 66.4 !'242,558 73.3 1'933,012 79.1!

A partir de la década de los cuarentas, se perfila el RESTO BEL EDO. 2 8 2 , 1 6 5 6 2 . 8 328.794 6 0 . 8 356.170 48.4 352,366 33.6 452,131 26.7 525.032 2 0 . «3
Nuevo León contemporáneo, cuyos rasgos reforzarán el
FUENTE: CENSOS DE P O B L A C I Ó N , E S T A D O DE NUEVO L E Ó N , DIRECCIÓN GENERAL
carácter diferencial ya evidente desde los albores de su
DE E S T A D Í S T I C A , S.I.C., S.P.P.
desarrollo. A continuación se repasan algunos de esos
rasgos diferenciales, a efectos de delimitar en mejor me- Por lo que al flujo migratorio se refiere, el dinamismo
dida, nuestro espacio político. de la época convirtió a Monterrey así como a los munici-
pios colindantes en un centro de fuerte atracción, de tal
suerte que mientras la población en el resto de la entidad
LA POBLACION: permanecía constante en el período 1950-1960 (decrecien-
do incluso en algunas zonas), en lo que hoy conocemos
En el último medio siglo, la entidad presentó un ace- como A.M.M., ésta crecía a una tasa media anual del 6.5
lerado crecimiento poblacional, superior al crecimiento me- por ciento (Véase Tabla P-2).
dio conocido por el país y bastante próximo al de las en-
TABLA P-2 T A S A S DE C R E C I M I E N T O INTERCENSAL KEXICO-NUEVO LEON
tidades de mayor índice (Distrito Federal y Estado de Mé-
1930-19(10, 1940-1950, 1950-1950, 1960-1970. Y 1970-1980
xico), llegando a oscilar la tasa de crecimiento en el pe-
ríodo 1940-1970, alrededor del seis por ciento. 1930-1940 1940-1950 1950-1960 1950-1970 1970-1980

FI E X I C 0 1.8 2.7 3.3 3.4 3.6

La explicación de este hecho radica por una parte,
en el elevado crecimiento natural de la población, y por -"2.6 3,84 4.62 4.' 02
NUEVO LEON 3.13
la otra en el fuerte flujo migratorio recibido; ambos moti-
vados seguramente por el auge económico de la época. A.FL.FI. 3.18 6,05 6.49 5.66 4.82

El aumento natural de la población se produjo debido RESTO DEL ESTADO 2.3 0.86 0.12 2.24 1.51
al mejoramiento paulatino en el nivel de vida de la pobla- 'CONSIDERANDO LAS CIFRAS PRELIMINARES D E L C E N S O DE 1 9 8 0
ción, que provocó una sensible baja en la tasa de mor-
FUENTE: CENSOS DE P O B L A C I Ó N - E S T A D O DE N U E V O L E Ó N , DIRECCIÓN GENE-
tandad, la cual pasó de 17.4 por mil habitantes en 1940 a RAL DE E S T A D Í S T I C A , S.I.C.-S.P.P.
7.4 en 1970. Adicionalmente, durante este período la tasa
de natalidad permaneció relativamente estable, alrededor Por otra parte la corriente migratoria de otras entida-
de 45 por mil habitantes, con lo cual, la tasa de creci- des fue a su vez importante pues mientras que en 1940.
miento natural de la población registró índices elevados, el 14.7 por ciento de la población residente en ésta era
pasando del 2.72 por ciento en 1940 a 3.68 por ciento nativo de otra entidad (básicamente San Luis Potosí, Coa-
huila, Tamaulipas y Zacatecas), en 1970 llegó a represen-
en 1970.
(1) Apodaca, Garza García, Guadalupe, Gral. Escobedo, Monterrey,
Como resultado de este proceso, la composición geo-
San Nicolás y Santa Catarina.
gráfica de la población en la entidad fue invertida com-
tar casi la cuarta parte de la población total (23.3 por
ciento). Esta tendencia parece haberse frenado en la últi-
ma década, pues mientras que entre 1950-1960, el 35 por
ciento del crecimiento de la población era explicado por
el flujo migratorio, en la década de los setentas, tan sólo
explica el cinco por ciento del crecimiento total de la
población (1).
Por otra parte, en cuanto a la composición de la po-
b l a c i ó n por grupos de edad se refiere, es de destacarse
e\ cambio conocido durante la última década en el peso
!de los grupos más jóvenes, tanto en la entidad como en
el país en su conjunto.
Aunque la población menor de 12 años ha continua-
do representando en la entidad la tercera parte de la po-
blación total durante las últimas tres décadas (33.23 por
ciento en 1950; 33.94 por ciento en 1980), ha sido evi-
dente la pérdida de importancia del grupo más joven (cero
a cuatro) en los últimos años. Así mientras que este gru-
po representaba en 1970 el 16.9 por ciento de la pobla-
ción, en 1980 representó sólo el 13.5 por ciento.
La explicación de este hecho debe encontrarse en
los programas de planificación familiar implantados a par-
tir de los años setentas y en general, en el cambio de ac-
titudes de la población frente a la procreación.
En cuanto a la población económicamente activa
(PEA), ésta presentó durante la última década (1970-1980)
una tasa de crecimiento media anual del 5.03 por ciento,
superior a la tasa de crecimiento de la población mayor
de 12 años (4.42 por ciento). Tal hecho parece reflejar
la incorporación creciente de este segmento de la pobla-
ción al aparato productivo de 1970 a 1980 dado el ritmo
de actividad económica de la entidad en el mismo lapso
(véase el siguiente apartado) (2). Como resultante, la par-
ticipación relativa de la PEA pasó del 28.52 por ciento en
1970 al 31.98 por ciento en 1980, con lo cual se "aumen-
(1) Según datos del X Censo General de Población y Vivienda (1980),
sólo el 16.9 por ciento de la población residente en Nuevo León,
era nativo de otra entidad.
(2) Véase también, RAMONES SALDAÑA Jesús, Composición y Es-
tructura de la Ocupación en el Area Metropolitana de Monterrey,
1975 y 1980, CIE, Boletín Bimestral, Feb. 1984, Núm. 128, Vol.
XXII, pp. 1-6.
ta la participación del trabajo y se reduce la carqa de de-
pendencia" (1).
Revisados en forma rápida los cambios demográficos
ocurridos en la entidad durante los últimos años, conviene
formular desde ahora algunas observaciones que más tar-
de serán de gran utilidad.
La primera observación tiene que ver con el fenóme-
no concentración-dispersión de la población a lo largo del
territorio estatal. Ya se anotó la particularidad de que
Nuevo León es la única entidad —excepción hecha del
Distrito Federal— con una población eminentemente urba-
na, con casi cuatro quintas partes concentradas en el
A.M.M., lo cual contrasta con la enorme dispersión de una
octava parte de la población (315 mil habitantes) asenta-
dos en cinco mil 672 localidades de menos de dos mil
500 habitantes cada una (2).
Este hecho retoma una importancia considerable, si
se toman en cuenta las variantes de las actitudes político-
electorales y en general socio-políticas de la población ur-
bana que como ha sido demostrado en varios estudios es
más sensible a percepciones de orden diverso como pue-
den ser los satisfactores recibidos por las acciones públi-
cas emprendidas, mientras la población rural es, por regla
general, menos influenciable en este sentido y su compor-
tamiento es más tradicional. De igual forma, la población
urbana es más susceptible a actuar bajo los influjos del
"efecto-imitación" y de lo que podría llamarse "efecto-
explosión" (3).
En segundo término, debe destacarse el incremento
substancial que en los últimos años ha conocido la pobla-
(1) Ibid, p. 2.
(2) Mientras que la densidad del A.M.M., era de 941 h a b s . / K m . 2 „ en
1980, en el interior del estado, éste era sólo 8 habs./km.2., adi-
cionalmente 4,955 localidades tenían menos de 100 habs.
(3) En este caso se llama efecto-imitación, a aquel comportamiento o
actitud individual o de grupo, derivado no de un componente
cognositivo, es decir en base a observaciones hechas en torno a
la realidad, sino derivados de una actitud c o p i a d a o retomada de
otro grupo o individuo. Se define c o m o " e f e c t o - e x p l o s i ó n " , aquel
comportamiento — i g u a l m e n t e individual o de g r u p o — , derivado
de una aprehensión real o ficticia sobre la realidad pero q u e in-
duce al agente político en cuestión a actuar en forma violenta y
generalmente en forma contraria al comportamiento considerado
como "normal".
ción electoral potencial, es decir, la población con 18 años
y más de edad; aumento derivado de las altas tasas de
crecimiento de la población registradas en la entidad du-
rante la década de los sesentas y que también ya se ano-
taba con anterioridad.
lapso de mayor expansión (1950-1960), la tasa media anual
de crecimiento de la producción en el estado superó en
más de un punto porcentual, a la de la economía nacional
en su conjunto (Véase Tablas P-3 y P-4)
PRODUCTO INTERNO BRUTO

Como resultante de este hecho durante el período MEXICO-NUEVO LEON (1940-1286;

( M I L L O N E S DE P E S O S 1 9 6 0 )
1980-1985, la población electoral potencial habrá de cre-
cer a una tasa media anual del 4.85 por ciento para al- I
ENTIDAD 19 4 0 19 5 0 1 9 0 19 7 0 19 8 0
canzar al final del período la cifra de un millón 584 mil PIB PIB PIB
h PIE : I PIB l
750 personas contra un millón 381 mil 070 para 1982 — a ñ o
N.L. 2.159,0 4.62 3.752.7 4.52 9,602,2 5.38 21,148,3 7,13 34,967,3 5.86|
de la última elección— (1).
PER CÀPITA

Y aunque en el corto plazo —1S85— no se observan MEXICO 100.0 83,304.0 100.0 13L5I1.0 • ]£C.O 295,5E.0 1II.0 5E6.33.4 103.0
modificaciones significativas en la composición de la po- PER CÁPITA 1 !
blación electoral potencia!, en el mediano plazo — a partir FUENTE: E L A B O R A D O POR C I P A D A P A R T I R DE U N I K E L L U I S . EL DESARROLLO —
de 1988—, habrán de manifestarse ciertas variaciones en URBANO DE M É X I C O , . E L C O L E G I O DE M É X I C O , 2- ED,, MÉXICO'1978,-
favor de los grupos más jóvenes (18-25 años), cuyas acti- CUADROS V I - A 5 , VI-A6, VI-A7. VI-A8 Y S P P S I S T E M A S DE C U E N Í A S

tudes político-electorales son más difíciles de predecir, y N A C I O N A L E S DE M É X I C O , PRODUCTO I N T E R N O ERUTO POR E N T I D A D FEDE
RATIVA 1 9 8 0 .
en su caso, están más sujetas a efectos tales como el de
"explosión". TASAS O I A S A N U A L E S DE C R E C I M I E N T O
TABLA P-4 D E L P I B - G L O B A L Y POR S E C T O R -

Ahora, no obstante que el peso relativo del grupo de PERIODO M E X I C O HUEVO LEON
S.0EAL S.I S.II S.III 0-OE/L S.I S.I! S.III
población potencial electoral más joven (18-25 años) con-
tinúa en el horizonte 1985 representando el 30 por ciento 1940-1950 5.96 5.88 6.26 5,88 5.71 8.6 6.45 3.91
del total no debe menospreciarse su peso absoluto, ya
que éste ascenderá a unas 470 mil personas y como se 1950-1960 6.09 4.18 7.04 6.31 9.82 0.52 8.87 12,97
observó su comportamiento es un tanto impredecible.
1960-1970 7.02 2.38 7.81 8.73 8.22 2.47 9.04 8,02

1970-1980 7.23 3.38 7.70 6.85 5.16 4.7 5.33 5.04

LA ECONOMIA REGIONAL EN EL CONTEXTO NACIONAL
FUENTE :c¡'tada TABLA P-3
Otro renglón importante en la definición del espacio Sin embargo, analizado el ritmo de crecimiento por
político es la dimensión económica del mismo. De ahí sectores, se encuentran fuertes disparidades. En la déca-
que este apartado se ocupe de analizar el peso específico da de los cuarentas — p o r ejemplo—, el sector primario
de la economía regional en el contexto nacional. presenta un mayor dinamismo, pues incrementa su produc-
ción a una tasa promedio anual de 8.6 por ciento, con lo
cual su participación en el producto interno estatal (P.I.E.)
1940-1970: LA REAFIRMACION DEL ESPACIO ECONOMICO alcanzó el 15.4 por ciento.

Durante e! período 1940-1970, la entidad presentó un
ritmo sostenido de actividad económica, que se reflejó en
su participación creciente en el Producto Interno Bruto,
alcanzando al final del período el 7.13 por ciento. En el
(1) Estimaciones de CIPAD, c o n base en les Censos Generales
Población y Vivienda 1960, 1970 y 1980.
La política agraria de la época cardenista fue deter-
minante en este hecho, pues tan sólo en los períodos
1930-1940 y 1940-1950, la superficie de labor se incre-
mentó en un 27.6 por ciento y 58.14 por ciento respecti-
vamente, al mismo tiempo que la superficie bajo el régi-
de men ejidal pasaba de un 3.63 por ciento en 1930 a un
28.26 por ciento en 1940.
ción electoral potencial, es decir, la población con 18 años
y más de edad; aumento derivado de las altas tasas de
crecimiento de la población registradas en la entidad du-
rante la década de los sesentas y que también ya se ano-
taba con anterioridad.
lapso de mayor expansión (1950-1960), la tasa media anual
de crecimiento de la producción en el estado superó en
más de un punto porcentual, a la de la economía nacional
en su conjunto (Véase Tablas P-3 y P-4)
PRODUCTO INTERNO BRUTO

Como resultante de este hecho durante el período MEXICO-NUEVO LEON (1910-1286;

(MILLONES DE P E S O S 1 9 6 0 )
1980-1985, la población electoral potencial habrá de cre-
cer a una tasa media anual del 4.85 por ciento para al- I
ENTIDAD 1 9 1 0 1 9 5 0 1 9 0 1 9 7 0 1 9 8 0
canzar al final del período la cifra de un millón 584 mil PIB i PIB PIB
h PIE : I PIB l
750 personas contra un millón 381 mil 070 para 1982 — a ñ o
N.L.
de la última elección— (1). 2.159,0 1.62 3.752.7 1.52 9,602.2 5.38 21,118,3 7,13 31,967,3 5.86|
PER C E P I T A

Y aunque en el corto plazo — 1 9 8 5 — no se observan MEXICO 100.0 83,301.0 100.0 13L5I1.0']£C.0 35,20.0 1II.0 556,33.1 1C0.0
modificaciones significativas en la composición de la po- PER C Á P I T A 1 !
blación electoral potencia!, en el mediano plazo — a partir FUENTE: ELABORADO POR C I P A D A PARTIR DE U H I K E L LUIS. EL DESARROLLO —
de 1988—, habrán de manifestarse ciertas variaciones en URBANO DE MÉXICO,. E L COLEGIO DE M É X I C O , 2- E D , , MÉXICO' 1978,-

favor de los grupos más jóvenes (18-25 años), cuyas acti- CUADROS VI-A5, VI-A6, VI-A7. VI-AS Y SPP SISTEMAS DE C U E N Í A S

tudes político-electorales son más difíciles de predecir, y NACIONALES DE K E ' X I C O , PRODUCTO INTERNO ERUTO POR E N T I D A D FEDE
RATIVA 1 9 8 0 .
en su caso, están más sujetas a efectos tales como el de
"explosión". TASAS HEDÍAS ANUALES DE C R E C I M I E N T O
TABLA P-4 DEL P I B -GLOBAL Y POR S E C T O R -

Ahora, no obstante que el peso relativo del qrupo de PERIODO M E X I C O HUEVO LEON
S.0EAL S.I S.II S.III 0-OE/L S.I S.II S.III
población potencial electoral más joven (18-25 años) con-
tinúa en el horizonte 1985 representando el 30 por ciento 1910-1950 5.96 5.88 6.26 5.88 5.71 8.6 5.15 3,91
del total no debe menospreciarse su peso absoluto, ya
que éste ascenderá a unas 470 mil personas y como se 1950-1960 6.09 1.18 7.01 5.31 9.82 0.52 8.87 12,97
observó su comportamiento es un tanto impredecible.
1960-1970 7.02 2.38 7.81 8.73 8.22 2.17 9.01 8,09

1970-1980 7.23 3.38 7.70 5.85 5.16 1.7 5.33 5.01

LA ECONOMIA REGIONAL EN EL CONTEXTO NACIONAL
F L E F F L E : c n a d a TABLA P-3

Otro renglón importante en la definición del espacio Sin embargo, analizado el ritmo de crecimiento por
político es la dimensión económica del mismo. De ahí sectores, se encuentran fuertes disparidades. En la déca-
que este apartado se ocupe de analizar el peso específico da de los cuarentas — p o r ejemplo—, el sector primario
de la economía regional en el contexto nacional. presenta un mayor dinamismo, pues incrementa su produc-
ción a una tasa promedio anual de 8.6 por ciento, con lo
cual su participación en el producto interno estatal (P.I.E.)
1940-1970: LA REAFIRMACION DEL ESPACIO ECONOMICO alcanzó el 15.4 por ciento.

Durante el período 1940-1970, la entidad presentó un
ritmo sostenido de actividad económica, que se reflejó en
su participación creciente en el Producto Interno Bruto,
alcanzando al final del período el 7.13 por ciento. En el
(1) Estimaciones de CIPAD, con base en los Censos Generales
Población y Vivienda 1960, 1970 y 1980.
La política agraria de la época cardenista fue deter-
minante en este hecho, pues tan sólo en los períodos
1930-1940 y 1940-1950, la superficie de labor se incre-
mentó en un 27.6 por ciento y 58.14 por ciento respecti-
vamente, al mismo tiempo que la superficie bajo el régi-
de men ejidal pasaba de un 3.63 por ciento en 1930 a un
28.26 por ciento en 1940.
 A partir de 1950, la producción agropecuaria de la
entidad entra en una fase de estancamiento; crece a una
tasa del 0.52 por ciento y del 2.47 por ciento en los in-
tervalos 1950-1960 y 1960-1970, respectivamente (Véase
Tabla P-4).
Ahora bien, aunque es difícil determinar con preci-
sión la evolución de la superficie de labor en el período
1960-1970 (en 1960, el 30.4 por ciento de ésta se encon-
traba bajo el régimen ejidal) debido a las limitaciones de
la información disponible (1), resulta evidente que las con-
diciones ecológicas de la entidad con un clima predomi-
nantemente semiseco, con pocos y pobres mantos acuí-
feros, han influido en su lenta evolución.
Adicionalmente, el crecimiento de las zonas urbanas
—especialmente en el A.M.M.— han sustraído algunas ex-
tensiones del destino agropecuario; al mismo tiempo y de
hecho en mayor medida, la política de precios agrícolas
vigente en la época, que produjo una descapitalización
generalizada del campo y provocó cierta inseguridad en-
tre los pequeños propietarios, ayudan a explicar este he-
cho. Como consecuencia de lo anterior, la producción
agropecuaria que casi en dos terceras partes proviene del
subsector pecuario, llegó en 1970 a representar apenas el
3.69 por ciento, del producto interno estatal.
El sector industrial por su parte, que desde los años
cuarentas presentaba ya un nivel sostenido de crecimiento
(6.45 por ciento), se convirtió a partir de 1950 en el eje
—directa e indirectamente— de la actividad económica de
la entidad. En el período 1940-1970, presentó tasas anua-
les de crecimiento superiores a la media nacional, gene-
rando en todo el período más del 40 por ciento del P.I.E.
(Véase Tabla P-4).
La política económica implementada dentro del mode-
lo sustitutivo de importaciones seguido por el país, las me-
didas proteccionistas, la política de bajos precios y tarifas
de bienes y servicios públicos, la inversión pública realiza-
da en la entidad y la propia demanda del sector público
propiciaron la expansión del sector industrial, fundamen-
talmente del sub-sector manufacturero. De ahí que se haya
venido insistiendo en el ambiente de sobreprotección y de
elevado costo bajo el cual se desarrolló el aparato indus-
trial regiomontano.
(1) La superficie total censada en 1970 fue de 4,637 millones
hectáreas contra 5,998 millones en 1960.
Sea cual fuere el caso, lo cierto es que entre 1945
y 1970, las empresas manufactureras pasaron de mil 513
a cuatro mil 525; el capital invertido pasó de 342.7 millo-
nes a 18 mil 471.78 millones de pesos; y el número de
empleos generados se incrementó de 35 mil 085 a 125
mil 771 (1).
En el caso del sector terciario, éste presentó, como
puede verse en la Tabla P-4, un comportamiento oscilante.
Primero, una contracción derivada de la pérdida de impor-
tancia de actividades tradicionales (1940-1950) (2). para
luego repuntear como consecuencia de la propia dinámi-
ca industrial que al generar niveles superiores de produc-
ción e ingreso, propició el incremento y diversificación de
la demanda y en consecuencia del orooio aoarato produc-
tivo, en favor del sector servicios (1960-1970).
1971-1980: LA DECADA DE LAS PERTURBACIONES
El ritmo sostenido de crecimiento aue había caracte-
rizado a Nuevo León en las últimas décadas, vino a ser
alterado por una serie de fenómenos, alalinos de ellos re-
flejo del momento crítico enfrentado por el sistema eco-
nómico del mundo occidental, ñero otros propios de su
misma dinámica y de las contradicciones engendradas
por ésta.
Desde comienzos de la década, la economía nacional
y por consecuencia la economía regional, se vieron afec-
tadas por la sacudida del sistema internacional luego de
la inercia económica de la postguerra. La eclosión del es-
quema monetario diseñado al término del conflicto arma-
do, el cuestionamiento de la división internacional del tra-
bajo y en general la caída de las tasas de ganancia y el
disparo inflacionario, fueron hechos todos que mostraran
el deterioro del patrón de acumulación de capital en
el mundo occidental, cuyos efectos en nuestras economías
fueron evidentes. Simultáneamente — o en consecuencia—
el agotamiento del modelo de desarrollo seauido por el
país y los manifiestos desequilibrios económicos y socia-
les que éste trajo aparejados, así como la propia política
económica implementada por los poderes federales de
"freno y arranque", mascaron y alteraron como se anotó
el ritmo de actividad económica de Nuevo León.
(1) FUENTE: Censos Industriales, S.P.F., Cifras de Nuevo León.
de (2) Actividades poco productivas c o m o lo son el comercio en peque-
ño, los servicios de restaurante y giro diversos, etc.
 Esto explica que las tasas de crecimiento anual de la
producción en Nuevo León hayan sido con excepción del
sector primario inferiores a la media nacional y que du-
rante estos años el ritmo de crecimiento haya sido infe-
rior a las tasas medias de las tres décadas anteriores
(Véase Tabla P-4).

Aún así, la contribución de la entidad al producto in-

terno bruto llegó a ser en 1980 del 5.86 por ciento, supe-
rada sólo por el Distrito Federal, el Estado de México,
Jalisco y Veracruz. La parte más importante tuvo lugar
como era de esperarse en el renglón manufacturero, la
cual representó casi una décima de la producción nacio-
nal (9.36 por ciento). Del valor total del producto interno
generado por la entidad, más de la tercera parte corres-
pondió al sector manufacturero, un poco más de la cuarta
parte al sector distribución y más de una quinta parte al
sector servicios; el sector agropecuario representó sólo el
3.52 por ciento del cual más del 60 por ciento fue apor-
tado por el sub-sector ganadero (Véase Tabla P-5).

PRODUCTO INTERNO BRUTO

GENERADO POR S E C T O R D E A C T I V I D A D EN' E L E S T A D O D E N U E V O L E O N B S O

S E C T O R VALOR
( M I L L O N E S DE P E S O S )
%
Por otro lado, en el ámbito político el clima de incer-
tidumbre y escepticismo generado con la separación del A G R O P E C U A R I O 8,831.1 3.52
cargo del Gobernador Eduardo A. Elizondo y la " p é r d i d a "
de las fuerzas locales del poder estatal en favor del cen-
N I N E R I A 9.689.8 3.87
tro, primero en manos de Luis M. Farías — e n calidad de
sustituto— y más tarde de Pedro G. Zorrilla; el asesinato
del industrial regiomontano Eugenio Garza Sada; los con- INDUSTRIA MANUFACTURERA 92,201.2 36.77
flictos Estado-Empresarios con motivo de la Ley General
de Asentamientos Humanos, Agua y Drenaje y los conflic-
C O N S T R U C C I O N 10,661.0 1.25
tos laborales, todos ellos sucedidos durante la primera mi-
tad de la década, contribuyeron a la alteración del ritmo
de actividad económica.
E L E C T R I C I D A D 1,678.1 0.67

No es hasta cuando la crisis del 76 fue superada en

el marco de la famosa "Alianza para la Producción" y D I S T R I B U C I O N 71,551.2 28.57

dentro de las expectativas del " b o o m " petrolero, que Nue-

vo León conoce una reactivación económica. Las fluctua- RESTO DE SERVICIOS 56,056.1 22,35
ciones de este período pueden apreciarse en la gráfica
P-1 sobre el comportamiento de la producción industrial
T O T A L 250,772.1 100'. 0 0
para el Area Metropolitana de Monterrey. En ésta se pue-
den observar las bruscas caídas de la producción para FUENTE: SISTEMA DE C U E N T A S N A C I O N A L E S DE M É X I C O , PRODUCTO INTERNO —
los años 1971, 1976 así como las notables recuperaciones ERUTO POR E N T I D A D F E D E R A T I V A , COORDINACIÓN G E N E R A L D E UQS - -
de 1972, 1973 y 1978. SERVICIOS NACIONALES DE E S T A D Í S T I C A , GEOGRAFÍA E INFORMÁTICA,
S.P.P. - P R O G R A M A DE L A S N A C I O N E S U N I D A S PARA EL D E S A R R O L L O , -
CUADRO 2 5 , P . 2 7 .
 LOS CONDICIONANTES SOCIALES:
Reconocidos la evolución histórica, la poblacion, el
territorio y el conjunto de actividades económicas que ca-
racterizan a espacio político, corresponde aquí analizar al
coniunto de conocimientos, creencias, valores, costumbres,
aptitudes y hábitos del residente en esta región que cons-
tituyen el patrimonio cultural, o en otras palabras el con-
junto de maneras de actuar, pensar y sentir del nuevoleo-
nés. Se procede así porque los elementos anteriores en
sus aspectos políticos, conciernen a- lo que se ha dado
en llamar "cultura política" (D.
Limitado el alcance del presente trabajo dado que la
pretensión de "cuantificar" la cultura política en el espa-
cio político llevaría a una investigación de orden mayúscu-
lo, por el momento y con el ánimo de volver más tarde a
este terreno, el estudio se centrará en un repaso de lo
que aquí se denomina condicionantes sociales, es decir el
conjunto de elementos que en el orden social condicio-
nan la acción, pensamientos y sentido del ciudadano.
Cabe distinguir dos tipos de condicionantes: los con-
dicionantes primarios o vitales, es decir aquéllos que tie-
nen que ver con el mínimo de bienestar (alimentación,
salud ' educación y vivienda); y los condicionantes asocia-
tivos o de integración, aquéllos que tienen que ver con ,a
integración o identificación del individuo con sus seme-
jantes (lengua, religión, cultura). Como se ha advertido,
no se pretende hacer un análisis exhaustivo de tales con-
dicionantes, sino simplemente tenerlos en cuenta.
LOS CONDICIONANTES VITALES:
La pujante actividad económica de la entidad ha per-
mitido en las últimas décadas, realizar avances significa-
tivos en el orden social, esencialmente en el renglón de
mínimos de bienestar.
Entre 1940 y 1980, la población analfabeta se redujo
de casi la tercera parte (29.8 por ciento) a sólo un 7.6
(1) Manheim (Jarol B.) basándose en los trabajos de Patlerson,(Sa-
muel C ) define cultura política como " u n a sene de actitudes y
creencias comunes sobre objetos comunes y donde la creencia pri-
maria es que estos objetos llevan una relación con e! sistema po-
lítico" La Política por Dentro, Manual de Actitudes y Comporta-
miento Político, edición en español, Ed. Gernika, México 1983
pp. 35-36.
por ciento; la tasa de mortandad cayó de 17.4 por mil ha-
bitantes a 6.11; la esperanza de vida que en 1930 era de
37.5 años, en 1980 fue de 65 años; mientras que en el
renglón habitacional, el número de ocupantes por vivienda
pasó de 5.8 a 5.4 entre 1970-1980.
De acuerdo con el estudio realizado por COPLAMAR
sobre las necesidades esenciales en México (1) a partir de
ios datos del IX Censo General de Población y Vivienda
(1970), la entidad presentaba un grado d e marginación
medio-bajo, superado tan sólo por el Estado de Baja Ca-
lifornia Norte y el Distrito Federal (2) de donde pudiera
establecerse una asociación entre el ritmo económico de
la entidad y el acceso de la población a ciertos satisfac-
tores sociales.
En el renglón educativo por ejemplo, no sólo se ha
logrado reducir la tasa de analfabetismo, sino que además
se han elevado los niveles educativos y culturales gene-
rales de la población. De acuerdo con el X Censo Gene-
ral de Población y Vivienda, sólo el 0.5 por ciento de la
población entre seis y catorce años no asistía a la escue-
la por encontrarse lejana a su residencia, por no haber
cupo o por ser inexistente.
Durante los últimos diez años (1974-1983) el número
de centros encargados de impartir la enseñanza en los
niveles básico (pre-escolar y primaria) y medio (secunda-
ria y capacitación para el trabajo), han presentado sensi-
bles incrementos. El nivel pre-escolar registró un incre-
mento aproximado al 280 por ciento, motivado segura-
mente por la "popularización" de este tipo de enseñanza
pero también por la reciente disposición oficial que le da
carácter de obligatoria. La distribución de los Jardines de
Niños en la entidad es de 75 por ciento aproximadamente,
dentro del A.M.M. y 25 por ciento en el resto del estado.
En los niveles de enseñanza primaria y secundaria la
variación ha sido menor (22.4 por ciento y 90.1 por ciento
(1) Coordinación General de! Plan Nacional de Zonas Deprimidas y
Grupos Marginados, Necesidades Esenciales en México, situación
actual y perspectivas al año 2,000, publicado por Ed. Siglo XXI,
5 Tomos, México 1982.
(2) El rango de los índices de marginación encontrados por el mé-
todo de componentes principales fue de 24.95 (Oaxaca) a -28.95
(Distrito Federal). El Indice encontrado para Nuevo León fue de
-19.68 y para Baja California de -19.81.
 respectivamente); en el primer caso se explica por la ten- La educación media superior es impartida por 108 es-
dencia ya anotada en el rubro de la población, referente cuelas: 87 preparatorias de dos y ires años; trece norma-
a! descenso de la tasa de natalidad. En el segundo caso, les básicas; cinco escuelas normales para educadoras y
el incremento del 6.6 por ciento en promedio anual de las tres escuelas normales de educación física. De acuerdo
instalaciones, indica el desplazamiento de la demanda ha- al tipo de sostenimiento se clasifican: 16 federales, 12 es-
cia niveles más elevados del sistema de enseñanza. tatales, 46 de control autónomo y 34 de control particular
libre.
En cuanto a la localización de los centros escolares
a nivel primaria y secundaria, el 43 por ciento se encuen- Un total de 82 mil 417 alumnos acuden a recibir en-
tran en el A.M.M. y el 57 por ciento en el resto del estado señanza superior en las 17 instituciones que imparten este
para los primeros y 70 por ciento y 30 por ciento respec- nivel educativo; de ellas tres son federales; tres pertene-
tivamente para los segundos 0), io cual refleja que la con- cen al Estado, una es autónoma y nueve son particulares.
tinuidad en los estudios de! alumnado es muy dispar entre
el área urbana y el área rural. Existen en Nuevo León nueve universidades, que en
los niveles de licenciatura y postgrado captan 80 mil 485
Las escuelas de nivel medio terminal o capacitación alumnos, absorbiendo así, la demanda educativa de la en-
para el trabajo presentaron un crecimiento del 11.29 por tidad, además del excedente que proviene de entidades
ciento. vecinas, principalmente Coahuila y Tamaulipas, lo que
convierte al estado en un centro importante de formación
Por lo que al tipo de sostenimiento se refiere, la fede- de profesionistas.
ración cubre en gran parte los niveles preescoiar y pri-
maria, en tanto que el estado cubre casi dos terceras par- Actualmente, en Nuevo León se educa un total apro-
tes del nivel secundaria y más de una tercera parte del ximado de 960 mil 558 personas, desde el nivel básico
nivel primaria. La participación más importante de los hasta el nivel superior, y la forma en que se distribuye el
particulares tiene lugar en el renglón de capacitación para
control del aparato educativo, se puede representar de la
el trabajo, la cual abarca el 94.9 por ciento (Véase Tabla
P-6). siguiente manera:

En el nivel medio superior, la formación técnica sub-

profesional es proporcionada por 87 instituciones; nueve
federales, seis particulares incorporadas a la federación, ALUMNOS INSCRITOS EN EL SISTEMA ESCOLAR PARA E L C I C L O
cuatro estatales, 63 particulares incorporadas al estado, y TABLAP-7 1983-1981, SEGUN CONTROL DE L O S C E N T R O S EDUCATIVOS
cinco de control autónomo. ALUMNOS 1
CONTROL
TAHUP-Í T I P O CE S O S T E N I M I E N T O DE U S ESCUELAS DE

EDUCACION B A S I C A HEDIA (I)

ESTATAL 102,631 11.91

CICLO ESCOLA? 1983-1980

TIPO DE SOSTENIMENTO
T O T A L :
EDUCATIVO
FEDERAL ESTATAL PARTICULAS
FEDERAL 336.223 35.01

I PREESÍCLAP. 23. 01 30,72 100

16.23

1 PARTICULAR 110,831 11.67

PR1WÍA 57.39 37.30 5.30 100 1

I
I AUTONOMO 80,867 8.11

1
SECIHHIIA 23.93 61.81 11.21 100
1 T O T A L 960,558 100
CÄVCITJCION
2,53 2,53 9M.92 100
PHAEL
! RASU> FUENTE: DEPARTAMENTO DE E S T A D Í S T I C A , SUB-DIRECCIÓN GENERAL DE P L A N E A -
FUENTE: DEPABTAIEKTC DE E S T A D Í S T I C A . SUB-DISECCIÔ» GEKEBAL DÌ PLAIIEA-

ciéh. DELEGACIÓN DE LA S.E.P. CIÓN. DELEGACIÓN DE L A S . P . P . NUEVO LEÓN.

<1) SEP, Estadística Básica del Sistema Educativo 1979-1980, en Nue-

vo León en Cifras 1981, op. cit. P. 380.

O
Biblioteca Central
 La mayor parte de las- instituciones educativas, en los
distintos niveles, se concentra en el A.M.M., situación que
resulta lógica, si se considera que el 79.11 por ciento de
la población total de la entidad radica en esta área, pero
que no justifica el aparente descuido que en el aspecto
educativo presenta el resto del estado. Existen por ejem-
plo municipios que apenas cuentan con el nivel de secun-
daria y de las 17 instituciones que imparten enseñanza
superior, sólo una se localiza fuera del A.M.M., aparte de
las extensiones de la Universidad Autónoma de Nuevo
León.
Por lo que al área de la salud se refiere, se señaló
ya la brusca caída de la tasa bruta de mortalidad al pa-
sar de 17.4 por mil habitantes en 1940, a 5.0 en 1980,
siendo las causas principales de muerte, las enfermeda-
des del aparato circulatorio, enfermedades del aparato res-
piratorio y tumores que explican el 54.2 por ciento de las
defunciones. La mortalidad infantil llegó a 28 por mil ha-
bitantes.
En cuanto a la cobertura de las instituciones de sa-
lud, de acuerdo al estudio ya citado de COPLAMAR sobre
necesidades esenciales de México, para 1978, existían en
la entidad un total de dos mil 332 médicos, tres mil 760
enfermeras, tres mil 697 camas, 59 gabinetes radiológicos,
41 laboratorios y 96 quirófanos. Al considerar la capacidad
máxima de cobertura de población por unidad 0), se ten-
dría:
COBERTURA POBLACIONAL DE L O S RECURSOS E X I S T E N T E S
TA3H m Eli E L S E C T O R S A L U D 1 0 7 8 '
CAPACIDAD < 1 )
I Í 0 . DE
UNIDADES'
ABSOLUTA
Según la tabla anterior, resulta una cobertura pobla-
cional media del 76.84 por ciento en el sector salud, o un
déficit del 23.16 por ciento. Sin embargo desagregado por
tipo de recursos, se descubre la disparidad entre la dis-
ponibilidad de médicos, pues presenta un superávit del
13.37 por ciento y la de laboratorios que presenta un dé-
ficit del 79.25 por ciento. Además, como se cita en el
mismo trabajo, el criterio de cobertura utilizado fue el de
disponibilidad global, sin considerar criterios como los de
accesibilidad geográfica y económica, aceptabilidad y su-
ficiencia.
De acuerdo con el mismo estudio, el Instituto Mexi-
cano del Seguro Social, tendría una cobertura nominal del
45.74 por ciento de la población; el Instituto de Seguridad
y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, del
9.16 por ciento; y las Instituciones Privadas del 22.97 por
ciento. De donde se pudiera concluir que la población no
atendida se elevaría al 19.36 por ciento cifra próxima a la
encontrada del déficit de cobertura poblacional media glo-
bal (por recursos disponibles), del 23.16 por ciento.
Según el V Informe de Gobierno (1984) el IMSS pres-
taba atención a dos millones 175 mil 213 habitantes (79.32
por ciento del total de la población) y el ISSSTE a 134 mil
445 (4.9 por ciento). Si ello fuere así, podría decirse que el
déficit de cobertura ha desaparecido, e incluso que el
IMSS, estaría prestando atención a más de la mitad de la
población que antes era atendida por instituciones priva-
t íF I C I T
RELATIVA
(1) das.

2.332 2.601.811 113.37

KED1C0S
En el renglón habitacional, mientras que en 1970 el
ENFERMERAS 3.760 2.101.810 91.18 8,52
número de personas por vivienda era de 5.8, en 1980 se
redujo a 5.4. En este lapso hubieron de ser construidas
CABAS CENSAELES 1.966.801 85.60 11,10
3.697
168 mil 952, lo cual nos da un promedio de casi 17 mil
GABINETES
59 1.813.750 80,21 19.76
viviendas construidas anualmente. Del total existente en
RADIOLOGICOS
1980, el 68.5 por ciento eran propias y el 31.5 restante ren-
LABORATORIOS 11 176.718 20.75 79.25 tadas o prestadas. Un 87.5 por ciento disponen de agua
entubada; 89.3 por ciento disponen de energía eléctrica;
30.36
QUIROFANOS 96 1.600.032 69.61
un 66.5 por ciento disponen de tubería de drenaje (1); un
•INCLUYE 1HSS. ISSSTE. S.S.A. E INSTITUCIONES PARTICULARES. 77.8 por ciento están construidas con tabique, tabicón o
FUERTE: A PARTÍS DE L A IWORMACIÓN CONTENIDA EN C C P L A H A R . NECESIDADES

ESENCIALES DE S Ë X I C O . OP'.CIT. SALUD TOHO IV. CUADRO 8.3.21. -

block (Véase Tabla P-9).
?. 295. CORREGIDO EN F U N C I Ó N DE L A SOBREESTIMACIÓN DE^LA PCÍLA

CIÓN. SE CONSIDERÓ PARA 1 9 7 8 UNA P O B L A C I Ó H DE 2 . 2 9 7 . 6 1 1 . e s n

BADA POR DIRECCIÓN GENERAL DE E S T A D Í S T I C A . S.I.C.

(1) De acuerdo a los indicadores construidos, un médico atendería (1) Conectada al drenaje público, a fosa séptica o que desaguan al
1 117 habitantes, una enfermera 559, una cama para 532 habi- suelo, esta última representando sólo el 0.43 por ciento del total
tantes, un gabinete radiológico para 31,250, un laboratorio clínico de viviendas.
para 11,628 y un quirófano para 16,667 habitantes, op. cit. Tomo
IV p. 266 y Cuadro 8.3.24, p. 295.
— 52 —
 En el sector salud, mientras que la tasa de mortandad
NUMERO DE VIVIENDAS Y SERVICIOS DE QUE DISPONEN infantil en el área urbana era de 29.9 por mil infantes, en
TABLA P-9 EN NUEVO LEON (1970-1930) I el área rural, ésta llegaba a 32.9 por mil infantes.
1 9 7 0 1 9 0
V I V I F N D A S
ABSOLUTO RELATIVO ABSOLUTO RELATIVO Aunque en el renglón educativo, los satisfactores vi-
100.0
tales parecen haber sido cubiertos, aún faltan algunos pun-
T O T A L 292,153 100.0 161,105
tos por atender. Es el caso de la población con 15 años
No. de Ocup./Vivienda
5.8 5.1 o más que mantiene el carácter de analfabeta (106 mil
Viviendas Propias 162,012 55.15 316,067 58.51 287), e incluso de la población de diez años y más que
Viviendas c/agua entubada 237,112 81,26 103,153 87.5 se encuentra al margen de la educación media 56.9 por
ciento (cifra que fuera del A.M.M. llega a elevarse al 72.6
Viviendas c/energSa eléctri- 229,218 78.17 111,592 89.26
por ciento). Aunque este último aspecto podría conside-
I V i v i e n d a s con T u b e r í a drena- 166,009 56,82 306,889 66.55 rarse como un requerimiento no vital, lo cierto es que el
j Ȓviendas construidas c/taoi
j ques, Tabicfin o block 176,578 60.11 358,725 77.8 aparato productivo, que en Nuevo León es eminentemente
FtlEKIE: IX y X C t n s o s G e n e r a l e s de P o b l a c i S n y V i v i e n d a . industrial y de servicios, exige un nivel educativo superior
!¡) Conectada a l drenje p l b l i c o . a fosa séptica o que desaguan a l suelo, esta ú l t i n a representando só a la enseñanza básica.
•1 0.131 del t o t a l de viviendas.

En el caso de la vivienda, se encontró con que el

A pesar del panorama social mostrado, existen un 51.14 por ciento de las viviendas en la entidad tenían dos
número elevado aún de requerimientos vitales por resolver. o menos cuartos, porcentaje que fuera del A.M.M., se ele-
Ante todo, las fuertes disparidades que subsisten entre el va al 70.34 por ciento.
medio rural y urbano, e incluso ¡ntra-urbano.
Finalmente en cuanto a la distribución del ingreso se
De acuerdo con el mismo estudio de COPLAMAR, refiere, aunque no existen estudios que corroboren tal afir-
mientras que los índices de marginación encontrados para mación, es posible que como aconteció en el país en su
San Nicolás, Garza García y Monterrey, eran negativos y conjunto durante el período de crecimiento sostenido
del orden de 23.924, 23.537 y 23.054 respectivamente, mu- (1940-1970), en Nuevo León se haya presentado la misma
nicipios como General Zaragoza, Mier y Noriega y Aram- tendencia hacia la concentración de la riqueza.
berri mostraban índices positivos de 3.878, 2.999 y 1.615
también respectivamente. Guadalupe y Santa Catarina, Diversos estudios han mostrado que el modelo de in-
comprendidos dentro del A.M.M., presentaban índices de dustrialización seguido por el país (1) reforzó la ! tendencia
marginación equiparables con los de Marín, Sabinas Hidal- hacia la injusta distribución del ingreso, tendencia marca-
go e Hidalgo (1). da por una polarización de las clases sociales. En un
extremo, las categorías más desfavorecidas (trabajadores
Por otra parte, de acuerdo con el Plan Estatal de agrícolas, sub-empleados y obreros no calificados), y en el
Desarrollo (1982-1988) (2), el 68 por ciento de la poblacion otro, los cuadros directivos y empresariales. Entre los dos
en el área rural y el 50 por ciento en el área urbana, pre- extremos se encuentran algunas categorías que en menor
sentan problemas de desnutrición resultantes del bajo con- medida, se vieron beneficiados con el proceso de indus-
sumo de nutrientes; el 69 por ciento de la entidad con- trialización; es el caso de los obreros especializados, téc-
sume leche, el 26 por ciento carne, el 9 por ciento nicos, burócratas, profesionistas libres y cuadros me-
dios (2).
pescado, el 62 por ciento pan, el 34 por ciento fruta, el
73 por ciento huevo, el 60 por ciento verdura, 90 por
(1) HERNANDEZ LAOS, Enriaue y CORDOVA CHAVEZ, Jorge, Estruc-
ciento pastas y el 95 por ciento frijol y tortillas. tura de la Distribución del Ingreso, Comercio Exterior, Vol. 29,
Núm. 5, México 1979; y también, LUSTIG, Nora, Distribución det
Ingreso y Crecimiento Económico, El Colegio de México.
(1) Op. Cit., Anexo 4, hoja 24.1, pp. 179-180.
(2) GARZA RAMIREZ, Enrique, La Substitución de Importaciones co-
(2) IEPES-CEPES, Nuevo León, Plan Estatal de Desarrollo, Cap. II! mo Estrategia de Industrialización: El Caso de México, Universidad
infra 4. Alimentación y Nutrición pp. 120-134. de París, Francia, Tesis 1981.
 En el caso concreto de Nuevo León, de acuerdo con
estudios del Centro de Investigaciones Económicas reali-
zados para el A.M.M., existe entre 1977-1979 una ligera
mejoría en la distribución del ingreso, el coeficiente de
GINI pasó de 0.42 a 0.39, derivado seguramente del ma-
yor y mejor número de opciones de la población, particu-
larmente de orden educativo y de capacitación. A pesar
de ello, la distribución desigual sigue siendo patente. El
20 por ciento de la población más desprotegida, recibía
el 5 50 por ciento del ingreso, en tanto que el 20 por cien-
to de mayores ingresos, recibía el 46.81 por ciento (Véase
Tabla P-10).
Por otra parte a partir de los datos del X Censo Ge-
neral de Población y Vivienda, se tiene que, 9.7 por ciento
de la P.E.A. de la entidad no recibía ingresos; 35.2 por
ciento, recibía ingresos de 4 mil 890.00 pesos mensuales
o menos. Es decir, casi 45 por ciento de la PEA recibía
ingresos iguales o inferiores al salario mínimo vigente en el
A M M que en 1980 era de 4 mil 562.50 pesos mensuales.
DISTRIBUCION DEL INGRESO EN EL AREA
METROPOLITANA DE MONTERREY 1979
PORCENTAJE DEL INGRESO NIVEL DE COBER-
PERCENT: . TURA DEL SALARIO
EE POELACLUF MINIMO
SAL. MIN.LOO
(20%) PARCIAL
COEFICIENTE
DEL GLNI
En síntesis, a pesar del ritmo sostenido de actividad
económica, y de los avances que en el orden social han
sido alcanzados, subsisten una serie de insatisfactores, los
cuales pesan sobre el conjunto de la población, condicio-
nan sus actitudes y como apuntaremos más tarde al abor-
dar el momento político, pudieran exacerbar la reacción
ciudadana al calor de la crisis actual y de las pasiones
electorales.
LOS CONDICIONANTES ASOCIATIVOS:
Por lo que a este tipo de condicionantes se refiere,
particularmente en lo que respecta a los rasgos elementa-
les de asociación (lengua y religión) se tiene una comuni-
dad altamente homogénea. De la población total mayor
de cinco años que habla alguna lengua indígena (29 mil
865), sólo tres mil 830 (12.8 por ciento) no hablan espa-
ñol, o sea un 0.15 por ciento de la población total.
En cuanto al culto religioso que profesan, el 92.45
por ciento es católica, 4.58 por ciento protestante o evan-
gélica, la parte restante se divide entre los que profesan
otra religión (uno por ciento) y los que no profesan nin-
guna (1.97 por ciento).
Ahora, si bien es patente este grado de identidad ele-
mental entre la población, no menos cierto es que la iden-
tidad a niveles que dan mayor cohesión, es decir en aqué-
llos en que existe comunión de valores, intereses y hábitos
es más difusa. La desigualdad en el ingreso, en los nive-
les no sólo educativos sino culturales; la influencia de pa-
trones de conducta e incluso de consumo externo, dada la
proximidad de la frontera norteamericana, entre otras cau-
sas, hacen que el grado de identidad elemental sea menor.
Asi, de la población total alfabeta en la entidad de
15 años o más (un millón 353 mil 941) sólo el 55.7 por
ciento leía habítualmente periódicos. Si a lo anterior se
agrega que de acuerdo a una muestra aleatoria realizada
por CIPAD entre el 22 de Marzo y el 21 de Abril de 1983
basada en el total del espacio destinado a notas informa-
tivas por los tres periódicos de mayor circulación en la en-
tidad, resulta que el 48.4 por ciento correspondió en pro-
medio a noticias internacionales; el 18.8 por ciento a no-
ticias nacionales, y 33.0 por ciento a noticias regionales
referidas la mayoría de las veces a aspectos relacionados
con el A.M.M. y entre las cuales destacan las notas poli-
cíacas; en consecuencia difícilmente se podría hablar de
la existencia o al menos de la tendencia a formar y man-
tener un rasgo de identidad regional que aliente los va-
lores, intereses y hábitos que son comunes.
Y ello a pesar de ios estereotipos evocados en el
apartado sobre los orígenes del desarrollo de Nuevo León,
pero que llegados a esta parte más parecen corresponder
con ciertos estratos sociales — l a s clases empresariales,
de profesionales, etc.— que con el grueso de ¡a población.
Se observa una situación similar en otros medios de
comunicación. No obstante que casi nueve de cada diez
viviendas tenían en 1980 un aparato radiofónico y seis de
cada diez un aparato televisivo, se señala que de! tiempo
total de transmisión de las 41 emisoras de radio y cinco
emisoras de televisión, el tiempo que éstas destinaban a
funciones educativas y culturales no excedía en ambos ca-
sos al 14.6 por ciento del total de tiempo de transmi-
sión (1).
I N D I C A D O R E S S E L E C C I O N A D O S SOBRE C O N D I C I O N A N T E S
T A E L A P-11 A S O C I A T I V O S EN NUEVO L E O N ( 1 9 8 0 )
1.- I D I 0 M A NÚMERO
POBLACIÓN GUE NO HABLA ESPAÑOL 3,830
En el caso de espectáculos públicos, de las 14 mil
481 películas exhibidas en la entidad en 1980, el 62.5
por ciento fue ciertamente nacional, aunque bastaría con
revisar rápidamente la cartelera, para percatarse que el
material exhibido no contribuye en forma alguna al tipo
de identidad referida. Las salas de cine recibieron ese
mismo año una afluencia de 14 millones 54 mil especta-
dores; los espectáculos deportivos, un millón 748 mil; con-
tra 417 mil de los teatros. El único museo que registra el
anuario estadístico (1) recibió en 1980, 73 mil 856 visitan-
tes, de los cuales el 57.5 por ciento fue nacional.
De todo lo anterior y nuevamente planteados en for-
ma transitoria en tanto no se realice un estudio referente
a la cultura política regional, el cual dicho sea de paso
aparece como urgente, puede concluirse que el conjunto
de condicionantes sociales, vitales y asociativos, más que
evidenciar un panorama de relativa homogeneidad de co-
nocimientos, creencias, valores, costumbres, expectativas,
hábitos y aptitudes de la ciudadanía, evidencian un espec-
tro altamente diversificado que quizás por lo mismo ha
EN L DEL TOTAL pulverizado su opinión y su fuerza política.
0.15

NÚMERO EN % D E L TOTAL
No es de extrañarse entonces, el cúmulo de indife-
2,- R E L I G I 0 N
rencias individuales, de vaga identidad regional y por ende
* CATÓLICA 2,323,438 92,52
vaga cohesión que nutren la indiferencia colectiva y que
* PROTESTANTE 115,205 4,59
* EVANGÉLICA
pudiesen explicar la hasta hoy relativa pasividad político-
* OTRA
electoral del nuevoleonés. Pero como señalan algunos po-
24,613 0.98
* NINGUNA 1.98
lltólogos, el tránsito de la despolitización a la politización
49,757
puede ser rápido y drástico (2).
3.- M E D I O S D E COMUNICACION NÚMERO TIRAJE/HRS. DE T R A N S M I S I Ó N

* PERIÓDICOS 14 170,000 (ESTIMADO)

* EMISORAS DE R A D I O 41 274,150
* EMISORAS DE T E L E -
VISIÓN 5

NÚMERO DE LOCALIDADES VENDIDAS ( E N M I L E S )

1.- ESPECTACULOS PUBLICOS PCHTUNC;

* CINEMATÓGRAFOS 79 14,054
* DEPORTES 3 1,748
* TEATROS 4 417
* TAURINOS 1 32

NÚMERO DE
5.- M U S E 0 S No. DE V I S I T A N T E S
TEN^POS

* MUSEOS 1 73,856

FUENT - 1 ) Y ( 2 ) , X CENSO G E N E R A L DE P O B L A C I Ó N Y V I V I E N D A ( 3 ) , ( 4 ) , (1) Anuario Estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, SPP, 1981.
5), ANUARIO ESTADÍSTICO DE L O S E S T A D O S U N I D O S M E X I C A N O S , CON
( 2 ) Véase Lucas Verdú, Pablo, Principios de Ciencias Políticas, Edic.
EXCEPCIÓN DEL T I R A J E DE P E R I Ó D I C O S ESTIMADO POR C I P A D ,
Tecnos, Madrid 1973.
(1) Las radiodifusoras transmitieron en 1980, 274 mil 150 horas.
— 58 —
 MOMENTO POLITICO

La inclusión del factor tiempo en un análisis de orden

político resulta una necesidad evidente; bien sea como
simple indicador del fenómeno a estudiar, o bien como
elemento mismo del propio análisis.

En el primer caso, el tiempo es considerado sólo

como marco referencial con el propósito de delimitar, ubi-
car y / o cuantificar el evento aludido. Su función, es me-
ramente instrumental e independiente del sujeto de estudio.

Pero el tiempo puede también ser considerado como

parte actuante del evento, es decir como un componente
más de la realidad estudiada y que por ser parte de ella
la condiciona y le impone ciertos rasgos que la dife-
rencian de otras realidades. La temporalidad del fenóme-
no o evento no es aquí algo casual sino parte causal del
mismo (1).

(1) Véase PAOLI BOLIO Francisco José, La Concepción del Tiempo de

Mead, Ensayos de Sociología y Política, U.A.M. Azcapotzalco, Mé-
xico 1982, p. 14.
 Para ios efectos de este trabajo, se asume la segunda
concepción y ello dado que, como ya se ha dejado ver,
el tiempo o para ser más exacto el momento temporal en
el que se ubica éste, no es casual sino por las modali-
dades que le impone la parte normativa del evento (legis-
lación), pero por lo demás, tiempo y circunstancias se
mezclan para hacer del momento, un momento político
específico. Con ello se quiere decir que no sólo porque
1985 sea el plazo establecido para la renovación de po-
deres en la entidad, hace del momento un sujeto particu-
lar, sino sobre todo, por el conjunto de circunstancias que
confluyen entre las cuales se encuentra el mismo tiempo.
CARACTERIZACION DEL M O M E N T O :
El momento político que nos ocupa (NUEVO LEON
1985) está caracterizado por dos grandes rasgos; el pri-
mero que tiene que ver con el momento económico que
vive el país en general y la entidad en particular, y el se-
gundo que tiene que ver con el conjunto de condiciones
sociopolíticas que confluyen no tan sólo en el tiempo, sino
con el tiempo.
La vinculación existente entre uno y otro rasgos, tor-
nan difícil su análisis por separado, sin embargo y con el
propósito de perfilar con mayor precisión tales rasgos, los
abordaremos en esta forma, para más tarde conjuntarlos y
extraer las conclusiones del caso.
1) Momento económico:
La conformación del aparato productivo local, alta-
mente especializado en actividades secundarias y tercia-
rias, con una fuerte concentración geográfica, cuyo dina-
mismo descansa ampliamente en el comportamiento de
unos cuantos grupos industriales, y con una gran depen-
dencia externa, lo hace altamente suceptible a las oscila-
ciones económicas y circunstancias como las actuales,
exacerban el ya de por sí crítico momento.
A diferencia de lo que acontece en entidades con ni-
veles similares de producción (Jalisco y Veracruz, p. ej.),
en donde los efectos de la crisis pueden ser paliados a
partir de otras actividades como las agropecuarias o ex-
tractivas, en Nuevo León, dada la escasa o no existencia
de éstas que se pueden llamar fuentes substitutivas de
producción, los embates del momento dejan sentirse con
una mayor intensidad.
Se ha visto en el capítulo anterior, cómo la parte que
representa la producción agropecuaria y minera en el PIB
estatal, es apenas del 7.4 por ciento (Véase Tabla P-6) y la
población económicamente activa que depende de estos
sectores es tan sólo de 11.4 por ciento, contra 42.2 por
ciento que depende de otras actividades industriales y 46.2
por ciento que depende del sector servicios, el cual en
última instancia está supeditado al comportamiento del
sector industrial.
Por otra parte la fuerte concentración geográfica de
la actividad industrial en el A.M.M. (1) hace que en ésta
parte de ¡a entidad los efectos alcancen una proporción
mayor.
Sabido es también que la actividad económica de
Nuevo León está en buena medida ligada a la de los gran-
des grupos por los efectos en cadena que éstos generan
hacia las pequeñas y medianas empresas y al sector ser-
vicios.
A manera de referencia, se cita el último reporte de
la revista Expansión relativo a las 500 empresas más im-
portantes de México entre las cuales, 44 se encontraban
localizadas o tenían su centro de operación en el estado;
de éstas últimas, los ocho grupos más importantes (Alfa,
Vitro, Visa, Cydsa, Cementos Mexicanos, Condumex, Ga-
mesa e Imsa y Salinas y Rocha), realizaron ventas en
1983 por 485,026.3 millones de pesos (equivalente al 2.8
por ciento del PIB nacional); disponían de un activo de
un billón 160 mil 001.4 millones de pesos (la quinta parte
del de PEMEX, la primera empresa del país); y daban ocu-
pación a 98 mil 572 personas en promedio (equiparable
con el 50 por ciento de la P.E.A. ocupada en el sector
manufacturero en la entidad) (2). De donde toda pertur-
bación en tales empresas, conlleva irremediablemente a
una alteración en la actividad económica de la entidad, y
de otras a las que se extiende su radio de acción.
(1) De acuerdo con el X Censo Industrial (1975), en el Area Metropo-
litana de Monterrey se localizaba el 79.6 por ciento de los esta-
blecimientos industriales, los cuales daban o c u p a c i ó n al 94.5 por
ciento de la población empleada en el sector y generaban el 97.5
por ciento de la producción industrial total del Estado.
(2) El último dato no incluye al grupo VISA; Véase Revista Expansión
No. 397, Las 500 empresas más importantes de México, México,
15 Agosto 1984.
 En este caso, la desactivación económica ha tocado
fuertemente a los grandes, a pesar de los sensibles incre-
mentos en sus volúmenes de ventas (1); considerando el
pasivo de 6 de los grandes (Alfa, Vitro, Cementos Mexica-
nos, Condumex, Gamesa e Imsa) al cierre del ejercicio
1983, se tiene que éste equivalía al 63.14 por ciento de
sus activos.
Aún más, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre
la Actividad Económica Empresarial 1983, el nivel de utili-
zación de planta y equipo para las grandes empresas de
Nuevo León, pasó de un índice de 6.72 en 1980 a otro de
4.02 para el primer semestre de 1983 (2).
Por otra parte, la dependencia externa del aparato pro-
ductivo local, es evidente: en 1980, las importaciones de
la entidad ascendieron a mil 121.1 millones de dólares,
en tanto que las exportaciones fueron apenas del orden
de 249.2 millones de dólares (3) es decir, la contribución
de la entidad al déficit en la balanza comercial del país
fue de 20.7 por ciento.
Las críticas condiciones apuntadas se han reflejado
en la brusca caída del índice de producción industrial del
A.M.M. que en 1983 alcanzó un nivel equiparable al de
1979 (7.92 por ciento menos que en 1982), y en el dispa-
ro de la tasa de desempleo abierto, la cual para el tercer
trimestre de 1983 llegó a ser del 12.5, cifra la más elevada
en los últimos diez años (4).
EFECTOS S O C I O - P O L I T I C O S DEL MOMENTO:
Llegados a este punto, lo que habrá que evaluar es
la percepción de la colectividad en torno a las condicio-
(1) Con e x c e p c i ó n de VISA cuya variación fue apenas del 10 por cien-
to, los otros grupos conocieron incrementos superiores al 40 por
ciento.
;2) S.P.P., Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática,
Encuesta Nacional sobre la Actividad Económica Empresarial 1983.
(3) S.P.P., S.P.D. Gobierno del Estado, Cifras de Nuevo León 1981,
Tabla III, 47 p. 296.
(4) Un ligero repunte se presenta para el cuarto trimestre, variación
ligada ciertamente a cuestiones estacionarias, la cual fue de 11.1.
Fuente, Centro de Investigaciones Económicas, Universidad Autó-
noma de Nuevo León.
nes adversas anotadas, para en función de ella, anticipar
su(s) posible(s) respuesta(s), concretamente en el campo
poltico-electoral.
La percepción que la colectividad pueda tener, no es
sino la resultante del conjunto de apreciaciones objetivas
y subjetivas realizadas por ésta, a partir de la escala de
valores e intereses configurada a lo largo de un proceso
histórico que equivale a decir que es el conjunto de ma-
neras de sentir, pensar y actuar —las cuales constituyen
ios roles sociales— lo que define el comportamiento es-
perado de una colectividad y que en si representan lo que
Duverger llama la cultura de esa colectividad (1).
Se dice que la percepción es la resultante de apre-
ciaciones objetivas y subjetivas, dado que además de las
condiciones materiales que procuran bienestar a la colec-
tividad (condicionantes primarios o vitales) influye en el
sentir, actuar y pensar de ésta, los juicios que ella realiza
sobre las desviaciones de la realidad que logra percibir y
la que supone debía existir, según sus patrones culturales
(condicionantes asociativos o de integración) a partir de
los cuales construye su escala de valores.
Se anota también que esta configuración se deriva de
un proceso histórico, puesto que los patrones culturales
de un pueblo son producto del fenómeno de transmisión
que de padres a hijos y de generación en generación vie-
nen realizándose, patrones no exentos claro está, de in-
fluencias extrañas y / o externas.
Ahora bien, ¿Cuál es la percepción concreta que en
las circunstancias actuales tiene la colectividad? En el or-
den material, saltan a primera vista la de un poder de
compra abatido que le impide disfrutar de satisfactores
otrora posibles y la de la amenaza de caer en situación
cesante o de desempleado. Pero también aparecen y qui-
zás con una mayor intensidad, la de diversos satisfactores
no alcanzados con anterioridad y que si en otras condi-
ciones aparecían como expectativas posibles, en el caso
actual resurgen en un plano difícilmente alcanzable.
Aquí se refiere a los satisfactores mínimos no obte-
nidos —señalados en el capítulo anterior— en materia de
alimentación, educación, salud y seguridad social y vi-
vienda. Dicho llanamente, la percepción colectiva es de
(1) op. cit., p. 108
que lo no alcanzable en épocas de bonanza, con menor
razón lo será en épocas críticas.
En el orden subjetivo, las apreciaciones que la co-
lectividad pueda realizar son más confusas y contradicto-
rias.
¿Es posible esperar que una población que ve gra-
vemente deteriorado su ya de por sí exiguo nivel de vida
y postergadas una vez más sus expectativas futuras, en-
tienda que los problemas actuales son consecuencia de
la confluencia de una serie de circunstancias lo mismo
internas que externas? ¿que entienda no sólo que los
errores derivados de las políticas económicas seguidas y
de los modelos de desarrollo implementados en el pasa-
do son los que originan la situación actual, sino también
del cambio de condiciones económicas y financieras in-
ternacionales como lo son la baja en el precio de las ma-
terias primas, el alza de los productos manufacturados y
el disparo de las tasas de interés; y además que en tales
circunstancias se precisa superar los efectos más nocivos
de la crisis —inflación— al mismo tiempo que se sientan
las bases para corregir los fuertes desequilibrios del apa-
rato p r o d u c t i v o ? . . . ¿que comprenda porqué el programa
de reordenación económica puesto en marcha, en el que
se busca volver la economía a términos realistas, sanear
las finanzas públicas, renegociar la deuda y moderar las
alzas salariales para no impactar la ya crítica situación
de las empresas?
Pensar que ello es así, es pecar no sólo de ingenuo
sino de desconocer la realidad socio-cultural. Que la in-
clusión de términos económicos en el vocabulario coti-
diano hasta hace poco reservados a las élites intelectua-
les — e l caso de la inflación— sea hoy clara, no demues-
tra sino la identificación por parte de la colectividad de
un fenómeno que no entiende pero cuyos efectos los sien-
Je diariamente.
La apreciación subjetiva que puede quedar en la co-
munidad es la de los excesos de la administración públi-
ca, la de su incapacidad para resolver los problemas, la
de' una corrupción generalizada, de una burocratización
exacerbada, de un monolitismo político, situaciones éstas
que sí puede entender e incluso percibir.
Y en este tipo de apreciaciones no son ajenos los
medios de comunicación, los grupos privados, los partidos
políticos e incluso la propia Iglesia.
Los medios de comunicación — e n especial la radio
y la prensa— que atendiendo sus intereses de mercado
u otros a veces ocultos entre líneas, se han ocupado más
de destacar los casos de fraudes, malversación de fondos
y abusos de poder (1), que del análisis de los problemas
actuales en términos accesibles y de sensibilizar a la co-
munidad sobre tales problemas.
Los grupos privados que a través de la prensa, se
han ocupado más de contestar todo intento de regulación
económica por parte del Estado, que de proponer solucio-
nes viables. Como señala Raúl Olmedo " . . . algunos eco-
nomistas e ideólogos del sector empresarial, siguiendo las
teorías de la nueva derecha norteamericana ( . . . ) logra-
ron formular explicaciones muy sencillas, claras y convin-
centes para el gran público, de cómo la inflación y la de-
valuación habían sido provocadas por el excesivo gasto
del Estado. Para terminar con la inflación y la devalua-
ción, concluían es necesario que el Estado disminuya su
gasto y por lo tanto, reduzca su intervención en la eco-
nomía" (2).
Pero también de las apreciaciones subjetivas son
responsables los partidos políticos, unos encasillados en
los viejos moldes de control y prepotencia, los otros ocu-
pados en aprovechar las condiciones adversas resultantes
de la crisis para realizar tareas de proselitismo, pero ni
uno ni otros planteando en realidad revisiones de fondo
a principios, plataformas e incluso procedimientos de pe-
netración en la base.
A manera de ejemplo ténganse en mente los resulta-
dos de la XII Convención Nacional del PRI, cuyas únicas
innovaciones fueron las de incorporar las tesis presiden-
ciales a sus documentos, o el caso de Acción Nacional
que fuera del ya superado esquema de liberalismo y su
tradicional "slogan" de cambio, nada concreto y de fondo
ha llegado a plantear.
La Iglesia por su parte, quien sutil a veces pero otras
francamente abierta, ha hecho desde los púlpitos o a tra-
vés de sus agrupaciones, causa común con la reacción
(1) Por no citar sino un caso, piénsese en el de Arturo Durazo, e x d i -
rector de policía y tránsito del Distrito Federal en contra de quien
se sigue un proceso por múltiples delitos.
(2) Excélsior 29-VII-83, Sección Cultural-Financiera pp. 1, 5.
para destacar los errores, reclamar un lugar y urgir cam-
bios, pero sin evaluar consecuencias, ni precisar el tipo de
cambios. En el caso de Chihuahua por ejemplo, tres sa-
cerdotes se referían a la situación electoral en la siguiente
forma:
"El pueblo debe estar pendiente de que sus funcio-
narios públicos actúen con verdad y honestidad para
diferenciar la justicia de la injusticia, la honradez de
la corrupción y el votar debe hacerlo después de
reflexionar sobre el bien común . . . " 0).
Y como resultante de ésto, una opinión pública con-
fundida, heterogénea, desarticulada, pero sobre todo sin
encontrar un sustento ideológico con el cual identificarse.
Aunque en el capítulo siguiente se abordará en detalle,
estos y otros elementos más que toman parte del mo-
mento, se vincularán desde ahora las condiciones y efec-
tos aludidos con el factor tiempo.
COYUNTURA POLITICA:
Desde párrafos anteriores se comenta que no es
NUEVO LEON 1985 un momento político particular, tan
sólo porque en él se dé el hecho de la renovación de
poderes en la entidad — l o mismo ocurrirá en 6 entidades
más: Campeche, Colima, Guanajuato, Querétaro, San Luis
Potosí y Sonora—, sino por el conjunto de elementos que
confluyen.
Es el caso de las condiciones particularmente adver-
sas ya anotadas, de proporción superior a la de otras en-
tidades; lo es también el del peso económico de ciertos
grupos que ante la situación enfrentada buscarán de una
u otra forma asegurar ciertas circunstancias que si acaso
no estimulen cuando menos no obstaculicen la recupera-
ción de sus firmas —sobre la forma de actuar de éstos se
volverá más tarde—; pero existen también algunos ele-
mentos adicionales.
El primero tiene que ver con los partidos a contender
en el proceso electoral, que aunque se verán después
más detenidamente, es preciso desde ahora realizar al-
gunas observaciones por lo que a la parte coyuntural se
refiere.
(1) Excélsior, 4 / V I I / , p. 12.
Por una parte, el Partido Revolucionario Institucional,
opera en el estado al igual que en las demás entidades
y como ha quedado demostrado en diversos estudios y en
declaraciones de los propios directivos del mismo 0), de
acuerdo con las directrices y estilos personales del eje-
cutivo estatal en turno.
Se ha repetido aquí el esquema tradicional del elec-
tor cautivo, ya no en base a los viejos moldes de coer-
ción pues éstos parecen haber sido superados, pero sí
en base al esquema de "premios y castigos" materiali-
zados mediante obra pública, tenencia de la tierra, con-
cesiones, etc.
El problema empero es que tal esquema no parece
ya operar sino en los estratos de más bajo ingreso, ade-
más de que en las condiciones actuales del país, los pre-
mios ya no pueden ser como antaño. Si bien es cierto
que las medidas económicas aplicadas han permitido aba-
tir los índices más críticos, no menos cierto es que antes
de 1988 no será posible para nuestra población recupe-
rar el nivel de vida que tenía en 1981 (2). Tales circuns-
tancias dan pie lógicamente a un nuevo margen para la
oposición.
En Nuevo León, hablar de oposición como se apun-
tará más tarde, es hablar de Acción Nacional, un partido
de viejas raíces en el medio, que si bien no ha podido
ir más allá de conseguir algunas alcaldías (Abasolo, Gar-
za García y San Nicolás), diputaciones federales y una
diputación local uninominal (obtenida recientemente), se
ha constituido por la fuerza de las cosas, es decir ante
(1) Véase ALMADA Carlos F., La Administración Estatal en México Ed.
INAP 3era. parte, Cap. 1 p.p. 101-104, y también las de-
claraciones del Senador Víctor Manzanilla Schaífer, en Frentes po-
líticos Excélsior 7 / V I I / 8 3 , en donde señala "El PRI caminó para-
lelamente a los gobiernos estatales, pero jamás debe ser absor-
bido por los gobernadores, quienes en ocasiones convierten a los
dirigentes priístas en sus empleados y los despojan de opiniones
críticas y actividades vigilantes".
(2) Considerando un crecimiento nulo del PIB para 1982, uno nega-
tivo de 4 5 para 1983, positivo de 1 por ciento para 1984 y de
3 por ciento para el resto del período, y crecimiento promedio de
la población de 2.3 por ciento para todo el período.
la debilidad y poca penetración de las otras corrientes,
en la única opción para el elector inconforme.
En 1985, alentado por los avances alcanzados en
otras entidades (Chihuahua, Durango, San Luis Potosí),
habrá de emprender una fuerte cruzada, misma en la que
encontrará terreno fértil entre el elector de estrato medio
y alto.
En lo anterior pudiese incidir la fuerza de una parte
del sector empresarial, la de algunas agrupaciones sindi-
cales independientes y en menor medida la Iglesia. Pero
también dada la influencia de patrones externos, a los
cuales las clases media y alta son más susceptibles, pu-
diese incidir la idea de edificar en México un esquema
bipartidista a semejanza del norteamericano.
Juan Mariano Acoltzin, Sub-Director de Estudios Eco-
nómicos del PRI señaló por ejemplo a propósito de los
casos Chihuahua y Durango " . . . lo que ocurrió es que
se votó por una forma distinta de vida, se votó a favor de
la forma estadounidense . . . es gente que votaría por cual-
quier partido que les asegurara una videocasetera . . . (La
derrota del PRI a g r e g ó ) . . . es resultado de una estructura
basada fundamentalmente en la penetración cultural de
los Estados Unidos" (1).
Las otras corrientes, en especial la izquierda, tendrán
pocas, por no decir nulas posibilidades, no sólo debido
a los factores que la han caracterizado, sino por los em-
bates sufridos por ésta durante los últimos años.
En otro orden de ideas, pero ligado con lo anterior,
en 1985 se habrá cumplido la primera parte de la jornada
republicana del Presidente De la Madrid y con ella, de
acuerdo con nuestro sistema político la figura presiden-
cial se estará aproximando al climax del poder. Habrá
entonces nominado, según se asienta en el caoítulo pri-
mero sobre el procedimiento para la selección de candi-
datos del Partido Revolucionario, "su congreso", diez go-
bernadores de entidades federativas, una parte del Se-
(1) Excélsior, 29-VII-83, p.p. 4,30.
nado de la República (1), más el Jefe del Departamento
del Distrito Federal y la totalidad de los Secretarios de
Estado, dado que de haber permanecido algún reducto
del mandato anterior a estas fechas presumiblemente será
removido, así como algunos gobernadores que por moti-
vos diversos hubiesen solicitado licencia a su cargo (Chia-
pas y Yucatán ahora).
Esto supone que quien reciba la nominación a la can-
didatura del Gobierno Estatal, por parte del partido ma-
yoritario, deberá corresponder con el perfil o "estilo perso-
nal" del gobierno central, el cual habrá de ser un hombre
adusto, austero, honesto moral y físicamente, serio, no
comprometido con grupos específicos, y esto no nece-
sariamente coincide con características tales como el ca-
risma y liderazgo, necesarias para movilizar a las masas.
Finalmente conviene aquí hacer otra observación an-
tes de concluir este apartado.
Al hablar de ¡os efectos socio-políticos del momento,
se señaló que la percepción que la colectividad puede te-
ner, no es sino la resultante del conjunto de apreciacio-
nes objetivas y subjetivas configuradas a lo largo de un
proceso histórico. Lo anterior parece de suma importan-
cia puesto que en lo que concierne a la parte histórica,
se conjugan dos elementos.
Por un lado, el hecho de que a lo largo de tal pro-
ceso, la población ha ido formando una apreciación nega-
tiva y acumulada en torno a la validez de los procesos
electorales.
En una muestra realizada por CIPAD en ocasión de
las elecciones federales de 1982 en el Estado, se encon-
tró que 67.2 por ciento de la población dudaba del respe-
to al voto (2). Pero simultáneamente, la población ha evi-
denciado su rechazo a las formas violentas, por lo que
debe asumirse que mediante cauces institucionales, la
inconformidad en principio y salvo algunas circunstan-
cias que se tratarán en la última parte de este trabajo,
podría manifestarse en un voto por la oposición, o si se
(1) Suponiendo que la otra fue nominada por el presidente anterior
o en su defecto en acuerdo con él.
(2) Las Elecciones Federales de 1982. CIPAD. Cuadernos de Ciencia
Política y Administración Pública, Vol. 2. Año 1, Oct. 1982, p. 3 9 .
quiere mayor precisión, contra lo que la colectividad in-
conforme considera el origen de sus problemas.

No debe soslayarse tampoco que por las peculia-

ridades de la entidad, Nuevo León ha sido terreno en
donde en forma anticipada se han manifestado muchos
fenómenos que de magnitud y sentido diverso, se pre-
sentan más tarde en otras partes del territorio nacional.

Por no citar sino algunos, en el orden social es aquí

en donde se inician los programas de seguridad social y
vivienda para los trabajadores (Sociedad Cuauhtémoc y
Famosa); en el orden económico, es aquí en donde se
desarrolla primero el esquema anglosajón de integración
horizontal-vertical interfirmas (Grupo Monterrey); en el or-
den político-administrativo, es uno de los estados en don-
de se inician los programas de reforma administrativa, de
fortalecimiento de las haciendas municipales y de incor-
poración del sistema de representación partidista en el
seno del Congreso Local y Ayuntamientos.

Pero fue también en Nuevo León en donde se inició

la campaña contra la política cardenista, contra el libro
de texto, contra la Ley de Asentamientos Humanos, con-
tra la nacionalización de la banca, las reuniones secretas
anti-gobierno (Encapuchados de Chipinque), y la primera
insurrección universitaria posterior al movimiento del 68.
Con todo lo dicho hasta ahora parece claro que el mo-
mento político referido, constituye un momento particular
en el cual el rol de los diferentes actores del proceso
electoral que se avecina, que en otras circunstancias pudo
ser minimizado —partidos, grupos y electores— alcanza
una importancia excepcional.
GRUPOS PARTICIPANTES
Analizados sistema, espacio y momento políticos, es
preciso considerar a los diferentes elementos participan-
tes que de una u otra manera inciden en el proceso de
transmisión del poder, elementos que en su conjunto cons-
tituyen las fuerzas e instituciones políticas locales.
Los elementos deben ser ubicados en dos categorías:
por una parte aquellos cuya función es reconocida explí-
citamente por la legislación —elementos formales— y que
por lo mismo su rango de acción político-electoral está
determinada por ésta y, por la otra, los elementos de na-
turaleza extra jurídica, es decir aquellos cuya actuación
en el proceso se deriva de los fines propios que como
grupo u organización persiguen —elementos informales—.

Dentro de la primera categoría se encuentran, los

partidos políticos, el elector y los organismos responsa-
bles del proceso electoral. En la segunda categoría apa-
recen los grupos empresarial y obrero, la Iglesia, los me-
dios de comunicación, así como organizaciones diversas
tales como las asociaciones profesionales, las logias ma-
sónicas y las mismas universidades.
quiere mayor precisión, contra lo que la colectividad in-
conforme considera el origen de sus problemas.

No debe soslayarse tampoco que por las peculia-

ridades de la entidad, Nuevo León ha sido terreno en
donde en forma anticipada se han manifestado muchos
fenómenos que de magnitud y sentido diverso, se pre-
sentan más tarde en otras partes del territorio nacional.

Por no citar sino algunos, en el orden social es aquí

en donde se inician los programas de seguridad social y
vivienda para los trabajadores (Sociedad Cuauhtémoc y
Famosa); en el orden económico, es aquí en donde se
desarrolla primero el esquema anglosajón de integración
horizontal-vertical interfirmas (Grupo Monterrey); en el or-
den político-administrativo, es uno de los estados en don-
de se inician los programas de reforma administrativa, de
fortalecimiento de las haciendas municipales y de incor-
poración del sistema de representación partidista en el
seno del Congreso Local y Ayuntamientos.

Pero fue también en Nuevo León en donde se inició

la campaña contra la política cardenista, contra el libro
de texto, contra la Ley de Asentamientos Humanos, con-
tra la nacionalización de la banca, las reuniones secretas
anti-gobierno (Encapuchados de Chipinque), y la primera
insurrección universitaria posterior al movimiento del 68.
Con todo lo dicho hasta ahora parece claro que el mo-
mento político referido, constituye un momento particular
en el cual el rol de los diferentes actores del proceso
electoral que se avecina, que en otras circunstancias pudo
ser minimizado —partidos, grupos y electores— alcanza
una importancia excepcional.
GRUPOS PARTICIPANTES
Analizados sistema, espacio y momento políticos, es
preciso considerar a los diferentes elementos participan-
tes que de una u otra manera inciden en el proceso de
transmisión del poder, elementos que en su conjunto cons-
tituyen las fuerzas e instituciones políticas locales.
Los elementos deben ser ubicados en dos categorías:
por una parte aquellos cuya función es reconocida explí-
citamente por la legislación —elementos formales— y que
por lo mismo su rango de acción político-electoral está
determinada por ésta y, por la otra, los elementos de na-
turaleza extra jurídica, es decir aquellos cuya actuación
en el proceso se deriva de los fines propios que como
grupo u organización persiguen —elementos informales—.

Dentro de la primera categoría se encuentran, los

partidos políticos, el elector y los organismos responsa-
bles del proceso electoral. En la segunda categoría apa-
recen los grupos empresarial y obrero, la Iglesia, los me-
dios de comunicación, así como organizaciones diversas
tales como las asociaciones profesionales, las logias ma-
sónicas y las mismas universidades.
 Para los efectos de este trabajo, es decir de acuerdo
con la realidad sociológica del espacio y momento que se
estudian, se analizan en este capítulo primero, el grupo
empresarial, enseguida el grupo obrero inmediatamente
después la Iglesia, para continuar con los partidos polí-
ticos y los medios de comunicación. Se prescinde aquí
de los organismos responsables del proceso, pues éstos
han sido ya abordados al tratar el enfoque jurídico en
el Sistema Político Mexicano. (Véase Capítulo I), al igual
de otros elementos cuyo peso es menor, o bien su estudio
rebasaría los límites del trabajo.
Finalmente el capítulo V se ocupará en forma deta-
llada del elector.
EL G R U P O EMPRESARIAL:
Como ya se ha descrito, el estado de Nuevo León
destaca por su actividad comercial e industrial, activida-
des que han hecho historia y han dado fama a Monterrey;
lógicamente y aparejado al desarrollo de éstas, se con-
formó un grupo empresarial lo suficientemente fuerte des-
de el punto de vista económico como para influir en otros
ámbitos.
Por su peso económico y su grado relativo de influen-
cia política, el grupo empresarial es un elemento que no
puede estar ausente en un análisis de esta naturaleza, en
especial si está referido a la transmisión del poder y má-
xime dadas las características ya apuntadas tanto del sis-
tema como del espacio y momento políticos. De ahí que
este apartado se ocupe de ello.
El llamado "Grupo empresarial" coincide con lo que
tradicionalmente suele denominarse Iniciativa Privada (IP).
Dentro de este grupo empresarial coexisten, en Nuevo
León, dos grupos marcadamente diferenciados: los llama-
dos grupos "Macro" o "Holdings" tales como Alfa, Visa,
Vitro, Protexa, Condumex, Cydsa, Cementos Mexicanos,
Imsa, Gamesa y Ramírez (1), cada uno incluyendo empre-
sas importantes dedicadas a ramas diversas (industriales,
comerciales y de servicios); y al lado de éstos, se en-
cuentran un sinnúmero de pequeños y medianos empre-
sarios tanto industriales como comerciales.
(1) Los tres primeros y Cydsa, constituyen lo que comúnmente se co-
noce c o m o Grupo Monterrey.
El grupo empresarial, está organizado en "Institucio-
nes Públicas" (1) ya que por ley se establece su afilia-
ción obligatoria a las diferentes Cámaras según el tipo
de actividad que desarrollen. En Nuevo León, la Cámara
Nacional de Comercio agrupa a 15 mil comerciantes y la
Cámara de la Industria de la Transformación a siete mil
500 industriales.
Dichas organizaciones se establecen con el fin de re-
presentar a sus afiliados ante las autoridades y defender
sus intereses además, y como característica importante,
fungen como "órganos de consulta" del Estado.
Las cámaras neoleonesas de comercio e industria
son, a su vez, filiales de la Confederación de Cámaras
Nacionales de Comercio (CONCANACO) y de la Confede-
ración Nacional de Cámaras Industriales (CONCAMIN),
respectivamente.
Independientemente de las organizaciones constitui-
das por ley, existen otras, no constituidas necesariamente
por precepto legal sino por simple concertación de volun-
tad de los propios empresarios a las que también se les
conoce como instituciones privadas, tal y como señala
Carlos Arrióla.
El Centro Patronal es un ejemplo de estas organiza-
ciones, pues agrupa tanto a comerciantes como a indus-
triales bajo el rubro de patrones, y está registrado en
calidad de sindicato patronal ante la Junta de Concilia-
ción y Arbitraje. A su vez forma parte de la Confedera-
ción Patronal de la República Mexicana (COPARMEX).
El Centro Patronal en Nuevo León se distingue por
su carácter agresivo con relación a las políticas públi-
cas (2), posición un tanto natural dada su libertad para
participar en política, libertad vedada a las "Instituciones
Públicas".
(1) Carlos Arrióla llama Instituciones Públicas a aquellas que se en-
cuentran organizadas bajo la ley y Privadas, las que no tienen tal
carácter. ARRIOLA Carlos, Los Empresarios y el Estado, Ed. F.C.E.,
Colección SEP-80, México 1981, p.p. 27-40.
(2) Se habla aquí de políticas públicas para reconocer la acción del
Estado en sus tres instancias de gobierno, distinguiéndose as! de
la política, en tanto manifestación de inquietudes sociales.
 Otro ejemplo de este tipo de organizaciones es el
Consejo Coordinador Empresarial (C.C.E.) que fue creado
en 1975 para hacer frente a los ataques que se vivían en
el período del Presidente Echeverría contra el sector em-
presarial.
Quizá este organismo es el de mayor peso dado que
agrupa a la CONCANACO, CONCAMIN, COPARMEX, a
la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS)
y al Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN),
en donde las cuatro primeras son confederaciones o fe-
deraciones que representan en sí una fuerza considera-
ble; dicho sea de paso, el C.C.E. se encuentra integrado
por un gran número de empresarios regiomontanos 0).
Estos organismos empresariales deben, sin duda, ser
clasificados como grupos de presión en el contexto polí-
tico de la entidad y, como se anotó, su fin es defender
los intereses de los empresarios, generalmente de corte
liberal, lo cual no es obstáculo para que intervengan en
política o traten de hacerlo cuando se sienten afectados.
Cabe destacar que la participación política "PER SE"
en primera instancia no interesa al empresario, a excep-
ción de aquéllos con vocación política. La participación
política del empresario obedece a tratar de encontrar por
esa vía, la defensa de sus intereses.
Si se analiza la trayectoria ideológica del sistema po-
lítico mexicano, tal y como se hizo al principio de este
trabajo, es posible percatarse de que el sistema no plan-
tea una ideología liberal tal como quisieran los empresa-
rios, sino que se trata de una conformación ideológica
un tanto híbrida: social-demócrata.
En principio ésa es la razón por la que el grupo em-
presarial no encuentra un total acoplamiento con el desa-
rrollo reciente del Estado Mexicano puesto que su corte
intervencionista constituye la peor amenaza para la libre
empresa.
De ahí que ante esta acción intervencionista los em-
presarios mantengan una posición lógica: oponerse casi
por sistema a la actitud del Estado. Esto explica porqué
(1) Concretamente tienen representación en el Consejo Coordinador
Empresarial ocho miembros del grupo Monterrey, y uno per cada
una de las siguientes empresas: Protexa, Chapa y Gamesa.
los empresarios y el Estado hayan tenido momentos de
claro enfrentamiento durante el transcurso de la historia
y particularmente en los últimos años.
Sin la pretensión de hacer un análisis exhaustivo que
refiera todas las vicisitudes de las relaciones entre los em-
presarios y el Estado como fueron los sucesos acaecidos
durante el gobierno del general Cárdenas, se tratará de
hacer un breve recuento de dichos enfrentamientos, para
de esa forma explicar el rol y peso de este sector.
LOS CONFLICTOS:
Ya desde las postrimerías de la década de los años
60's, el modelo de desarrollo seguido por el país mostra-
ba índices de franco agotamiento; en el orden económico,
un desequilibrio externo creciente, un elevado déficit fiscal
y una marcada tendencia hacia la oligopolización de la
economía; en el orden social, las fuertes disparidades en
la distribución de la riqueza; en lo político, el movimiento
del 68; todos, hechos que denotaban el abatimiento del
período prolongado de estabilidad de precios, dinamismo
económico y calma política.
En estas circunstancias Luis Echeverría Alvarez asu-
me la Presidencia de la República, advirtiendo desde su
campaña política la necesidad de replantear el modelo de
desarrollo y la política económica y social seguidos hasta
entonces.
Se establecieron dos objetivos esenciales al iniciar su
mandato: a) hacer frente a las presiones económicas he-
redadas y b) iniciar un proceso de apertura política que
asegurase la participación social, al mismo tiempo que se
recuperaba la legitimidad de los poderes públicos.
El nuevo esquema que se conocería más tarde como
"desarrollo compartido" vendría a sacudir la inercia de los
años precedentes y a encontrar, por tanto, la reticencia
de ciertos grupos tanto económicos como políticos, en
especial aquéllos más arraigados con el viejo molde.
Así, el período echeverrista fue marcado por claras
diferencias entre la clase empresarial y el Estado que fue-
ron radicalizándose en un enfrentamiento abierto confor-
me avanzaba el mandato.
 Lo mismo el proyecto de descentralización industrial
del Valle de México, que la ley de reforma agraria, los in-
tentos de reforma fiscal (impuesto de lujo del 10 por cien-
to, o el impuesto patrimonial), o la reglamentación de la
transferencia de tecnología y las inversiones extranjeras;
la proclama obrera de la semana de 40 horas, o la solida-
ridad con el gobierno socialista de Salvador Allende —por
no citar sino algunos— fueron móviles para evidenciar el
desacuerdo entre ambas partes. Pero seguramente la ini-
ciativa de Ley de Asentamientos Humanos es la que lleva
el enfrentamiento al punto más álgido.
No se insistirá sobre las causas del rompimiento; re-
sulta obvia la diferencia de concepciones y además exis-
ten diversos trabajos que se han ocupado de ello deteni-
damente (1).
Lo que conviene apuntar es que ya desde entonces
la desinversión, el rumor, la fuga de capitales y la misma
prensa, fueron utilizados como formas de presión para ha-
cer variar las políticas públicas, armas que lograron hacer
mella en el esquema propuesto; la crisis del 76, fue la
más clara muestra.
Por las características anotadas, el enfrentamiento se
dio en Nuevo León desde muy temprana hora; ya se citó
el caso de que la entidad es espacio para muchas antici-
paciones que más tarde se reflejarán en otras latitudes
del país.
La primera de las diferencias entre Estado y empre-
sarios tuvo como móvil la Ley Orgánica de la Universidad,
por la cual se pretendía la implantación de una Junta Po-
pular de Gobierno (2).
El conflicto que culminó con la separación del gober-
nador Elizondo de su cargo y la aprobación de una nueva
ley orgánica (1971), no fue sino reflejo de las diferencias
(2) De acuerdo con el proyecto, la Junta estaría. integrada por repre-
México 1970-1976, Ed. Siglo XXI, 3a. Ed. México 1979; GREEN
Rosario Estado y Banca Transnacional en México, Ed. Nueva Ima-
gen, México 1981, y el propio trabajo ya citado de Carlos Arrióla.
(1) De acuerdo con el proyecto, la Junta estaría integrada por repre-
sentantes de los sectores obrero (10) y campesino (4), de los me-
dios de comunicación (8), de la Iniciativa Privada (2) del Con-
creso Local (1) de organizaciones profesionales (4), de los pa-
trones universitarios (2) y 3 maestros y 3 estudiantes universitarios.
entre el Ejecutivo Federal y el Estatal, e indirectamente de
las diferencias del primero con el sector empresarial.
El movimiento universitario sólo fue el pretexto, la ver-
dad es que las relaciones Estado-Federación estaban com-
pletamente deterioradas.
Hay quien escribe: "El Lic. Eduardo A. Elizondo, que
gozaba de toda la simpatía del Estado, como gobernante
ecuánime, prácticamente fue obligado a renunciar por dis-
crepancias graves con la federación, concretamente con
el propio presidente Luis Echeverría" (1).
Cabe mencionar que Elizondo, hombre recio y muy
firme en sus principios, ha estado siempre ligado al sec-
tor empresarial en donde, incluso antes de iniciar su ca-
rrera política, se había desarrollado en forma prominen-
te (2).
El propio Elizondo reconoció en el texto de su renun-
cia " . . . promulgar y hacer publicar el decreto referido (la
nueva ley) significaría actuar en contra de mis conviccio-
nes; vetarlo, implicaría problemas sociales y políticos muy
graves y complejos".
Al retirarse del cargo, Elizondo fue sustituido por Luis
M. Farías, senador por la entidad, hombre identificado
plenamente con el poder central.
Aún cuando para los grupos locales la sustitución
pudo significar la pérdida del control político en favor del
centro, que había sido retomado en 1955 con Raúl Rangel
Frías, no sucedió así, puesto que desde el comienzo (ju-
nio 1971), Farías buscó la alianza con tales grupos, en
especial con el sector empresarial.
Hay que recordar por ejemplo la manifestación que
el propio Farías convocó para que todas las organizacio-
nes sociales de la entidad (Sindicatos Independientes in-
cluidos) le exigieran el restablecimiento del orden y la
tranquilidad en la Universidad.
(1) ROEL, Santiago, Nuevo León, Apuntes Históricos, Monterrey, 1980,
pág. 341.
(2) Fue director del Banco Regional del Norte, de donde pasó a la
Tesorería General del Estado, luego a la Rectoría de la Universi-
dad para naás tarde ser nominado a la Gubernatura.
 Aunque la renuncia de Elizondo generó cierta inquie-
tud en el grupo empresarial, no hubo la ruptura que se
esperaba. La gestión de Farías estuvo más bien orientada
a cerrar un capítulo inconcluso en plan conciliatorio y sin
mayor trascendencia.
Por el contrario, durante el gobierno de Pedro G. Zo-
rrilla (1973 - 1979) y en especial durante la parte corres-
pondiente con el mandato del Presidente Echeverría, la
pugna llegó a niveles tales como no se habían sido pre-
sentado desde tiempos de Arturo B. de la Garza (1943 -
1949).
Para ubicar los términos del conflicto no puede pa-
sarse por alto el hecho de que, de acuerdo con el sistema
político-administrativo, dentro del papel que asume un eje-
cutivo estatal, además de las responsabilidades propias
de su encargo, se encuentra la de representar los pode-
res federales en la entidad, lo que supone la salvaguarda
de la estabilidad política y la implementación y defensa
de la política presidencial en la misma 0).
Lo anterior ayuda a comprender porqué desde el ini-
cio de la administración zorrillista, se evidenciaron las fric-
ciones con el sector empresarial, sin menoscabo de la
concepción personal del gobernante en cuanto a la sepa-
ración de los ámbitos público y privado.
"Las tesis políticas y actitudes del poder público que
represento — d i j o Zorrilla en su cuarto informe de Go-
bierno— no son producto de circunstancias o reflejo ajeno
al ejercicio constitucional; sus decisiones y manifestacio-
nes jurídicas institucionales se apoyan en las convicciones
que animan al quehacer nacional y los propósitos nuevo-
leoneses" (2).
Para las fuerzas locales, la llegada de Zorrilla Martí-
nez constituyó, en buena medida, la pérdida del control
estatal en favor del poder central (federal) (3).
(1) Véase Almada Carlos, op. cit. p.p. 119-122.
(2) Zorrilla Martfnez Pedro G „ IV Informe de Gobierno I-III-1977.
(3) La presión sutil de los grupos — a través de la prensa— se hizo
palpable inmediatamente al no habérseles considerado para la no-
minación de funcionarios. Véase la prensa local 2, 3 y 4 de agos-
to de 1973.
Apenas iniciado el período, la entidad vivió los críticos
momentos del asesinato de Don Eugenio Garza Sada, em-
presario respetado y admirado por la iniciativa privada y
por la comunidad en general. Con ello, el enfrentamiento
tomó plasticidad no tan sólo por cuestiones tácticas sino
sobre todo por cuestiones de corte ideológico.
La oración fúnebre pronunciada por el Lic. Ricardo
Margáin Zozaya, vocero del sector, es clara muestra de le
anterior:
"Sólo se puede actuar impunemente cuando se ha
perdido el respeto a la autoridad; cuando el Estado
deja de mantener el orden público; cuando no tan sólo
se deja que tengan libre cauce las más negativas
ideologías, sino que además se les permiten que co-
sechen sus frutos negativos de odio, destrucción y
muerte".
"Cuando se ha propiciado desde el poder a base de
declaraciones y discursos el ataque reiterado al sec-
tor privado, del cual formaba parte destacada el occi-
so, sin otra finalidad aparente que fomentar la divi-
sión y el odio entre las clases sociales. Cuando no
se desaprovecha ocasión para favorecer y ayudar todo
cuanto tenga relación con las ¡deas marxistas a sa-
biendas de que el pueblo mexicano repudia este sis-
tema por opresor" (1).
A partir de entonces, las críticas y presiones contra
el ejecutivo no se hicieron esperar, así éstas ya no sólo
fueron motivadas contra la acción federal, sino contra la
propia acción estatal.
El mismo gobernador Zorrilla reconoció en una entre-
vista concedida a Excélsior que las presiones se dieron
" . . -. desde solicitudes aparentemente respetuosas . . . has-
ta presiones por agitación y movimiento de'grupos obre-
ros controlados manifestando enfrente del Palacio de Go-
bierno ( . . . ) además que hay influencia sobre algunos pe-
riodistas y columnistas políticos, así como el control de
órganos completos de radio, prensa y televisión de los
cuales son dueños" (2).
(1) El Porvenir 19-IX-1973.
(2) Excélsior, 11-1V-1981.
 Sobre las causas de la pugna local, algunas llevaban
ciertamente diferencias de fondo (el caso de Agua y Dre-
naje o el de los posesionarlos) pero otras eran francamen-
te conflictos artificiosos 00. La tensión fue en aumento,
aún cuando ante los embates del sector empresarial, Zo-
rrilla Martínez hubo de recurrir al apoyo del movimiento
obrero (la CTM en particular) el cual respondió con sus
consabidos recursos. La situación llegó al grado que pa-
recía que la válvula de presión estallaría, pero como lo
señala Carlos Arrióla:
" A u n q u e la puesta en escena anunciaba un enfren-
tamiento éste no tuvo lugar. Los sectores empresa-
riales o al menos una parte importante comprendió
que en caso de producirse un serio enfrentamiento
con el gobierno, que implicaría una cierta moviliza-
ción popular, no saldrían beneficiados" (2).
Con todo, el país cierra este capítulo (el período
echeverrista) inmerso en una grave crisis, crisis que mas
allá de sus manifestaciones económicas, revelo la vulne-
rabilidad del Estado Mexicano frente a las presiones ex-
ternas y su debilidad para imponer un proyecto de tipo
nacionalista, en donde la propiedad e iniciativa privadas
fuesen sujetos de las modalidades dictadas por el ínteres
público; menos aún si éste pretendía imponerse por la
vía del enfrentamiento. Como apunta Rosario Green:
"Se ha insistido en que la evocación echeverrista del
proyecto original tenía fines fundamentales de relegi-
timación interna. Sin embargo, la mera evocacion
bastó para provocar una enérgica reacción de los
diversos sectores de la burguesía y el fortalecimiento
de su ideología: inserciones pagadas en la prensa
nacional, campañas de rumores, discursos injuriosos,
declaraciones violentas, amenazas, desinversiones, pa-
ros patronales, fuga de divisas, etc. Todo fue utili-
zado por la burguesía en su lucha contra el Estado
(1) Es el caso de la adquisición de un jet ejecutivo por parte del Go-
bierno Estatal; de un lote de camiones para transporte escolar; de
una colección de armas para el Museo del Obispado, o incluso el
de las tarifas de gas que fue conducido por dos diputados fede-
rales mismos que habían sido removidos de sus cargos, uno como
Oficial Mayor de Gobierno y otro como dirigente de la Liga de
Organizaciones Populares.
(2) op. cit. p. 91.
interventor, proteccionista y nacionalista de los años
setenta. El Estado perdió su batalla con la burgue-
sía, no pudo llevar a la práctica casi ninguna de las
reformas económicas que se propuso, ni promover
una auténtica reconstitución política" (1).
LA ALIANZA ESTADO-EMPRESARIAL:
Como se ha visto, al finalizar el período echeverrista,
el Estado había visto mermada su autonomía relativa fren-
te a algunas facciones de la clase empresarial, quienes
por encima de éste habían adquirido una posición privi-
legiada para orientar el proceso de acumulación; el Es-
tado había sufrido también cierta pérdida de su legitimi-
dad al tiempo que se agudizaban las tensiones socia-
les (2).
La propuesta del nuevo régimen fue la de una tregua,
la de la Alianza para la Producción, que ante la gravedad
de la crisis y las condiciones externas impuestas (3) hubo
de concretarse en una alianza ESTADO-EMPRESARIOS.
La tregua significó un elevado sacrificio para las cla-
ses populares al imponerles fuertes restricciones a sus
demandas; en cambio para la clase empresarial, significó
un acercamiento al Estado y la aceptación por parte de
este último de muchas de sus exigencias (4).
En su afanosa búsqueda por instaurar la confianza,
el régimen lópezportillista celebró acuerdos con los diver-
sos grupos empresariales, entre los cuales estaban algu-
nos de los que más habían criticado al sexenio anterior:
el Grupo Monterrey.
(1) Op. Cit. p. 109.
(2) CORDERO, Salvador, Estado y Burguesía en México en la década
de 1970, en el Estado Mexicano, CiESAS, Ed. Nueva Imagen, Mé-
xico 1982, p.p. 100-101.
(3) La Carta de Intención firmada con el F.M.I., en Agosto de 1976 y
refrendada más tarde, condicionaba el otorgamiento de créditos
del mismo, a reducir el gasto público, congelar salarios y dismi-
nuir la inversión pública. Véase Revista Proceso No. 55, Nov. 1977.
(4) CORDERO, Salvador, Op. Cit.
 Sobre las causas de la pugna local, algunas llevaban
ciertamente diferencias de fondo (el caso de Agua y Dre-
naje o el de los posesionarlos) pero otras eran francamen-
te conflictos artificiosos 0). La tensión fue en aumento,
aún cuando ante los embates del sector empresarial, Zo-
rrilla Martínez hubo de recurrir al apoyo del movimiento
obrero (la CTM en particular) el cual respondió con sus
consabidos recursos. La situación llegó al grado que pa-
recía que la válvula de presión estallaría, pero como lo
señala Carlos Arrióla:
" A u n q u e la puesta en escena anunciaba un enfren-
tamiento éste no tuvo lugar. Los sectores empresa-
riales o al menos una parte importante comprendió
que en caso de producirse un serio enfrentamiento
con el gobierno, que implicaría una cierta moviliza-
ción popular, no saldrían beneficiados" (2).
Con todo, el país cierra este capítulo (el período
echeverrista) inmerso en una grave crisis, crisis que mas
allá de sus manifestaciones económicas, revelo la vulne-
rabilidad del Estado Mexicano frente a las presiones ex-
ternas y su debilidad para imponer un proyecto de tipo
nacionalista, en donde la propiedad e iniciativa privadas
fuesen sujetos de las modalidades dictadas por el ínteres
público; menos aún si éste pretendía imponerse por la
vía del enfrentamiento. Como apunta Rosario Green:
"Se ha insistido en que la evocación echeverrista del
proyecto original tenía fines fundamentales de relegi-
timación interna. Sin embargo, la mera evocacion
bastó para provocar una enérgica reacción de ¡os
diversos sectores de la burguesía y el fortalecimiento
de su ideología: inserciones pagadas en la prensa
nacional, campañas de rumores, discursos injuriosos,
declaraciones violentas, amenazas, desinversiones, pa-
ros patronales, fuga de divisas, etc. Todo fue utili-
zado por la burguesía en su lucha contra el Estado
(1) Es el caso de la adquisición de un jet ejecutivo por parte del Go-
bierno Estatal; de un lote de camiones para transporte escolar; de
una colección de armas para el Museo del Obispado, o incluso el
de las tarifas de gas que fue conducido por dos diputados fede-
rales mismos que habían sido removidos de sus cargos, uno como
Oficial Mayor de Gobierno y otro como dirigente de la Liga de
Organizaciones Populares.
(2) op. cit. p. 91.
interventor, proteccionista y nacionalista de los años
setenta. El Estado perdió su batalla con la burgue-
sía, no pudo llevar a la práctica casi ninguna de las
reformas económicas que se propuso, ni promover
una auténtica reconstitución política" (1).
LA ALIANZA ESTADO-EMPRESARIAL:
Como se ha visto, al finalizar el período echeverrista,
el Estado había visto mermada su autonomía relativa fren-
te a algunas facciones de la clase empresarial, quienes
por encima de éste habían adquirido una posición privi-
legiada para orientar el proceso de acumulación; el Es-
tado había sufrido también cierta pérdida de su legitimi-
dad al tiempo que se agudizaban las tensiones socia-
les (2).
La propuesta del nuevo régimen fue la de una tregua,
la de la Alianza para la Producción, que ante la gravedad
de la crisis y las condiciones externas impuestas (3) hubo
de concretarse en una alianza ESTADO-EMPRESARIOS.
La tregua significó un elevado sacrificio para las cla-
ses populares al imponerles fuertes restricciones a sus
demandas; en cambio para la clase empresarial, significó
un acercamiento al Estado y la aceptación por parte de
este último de muchas de sus exigencias (4).
En su afanosa búsqueda por instaurar la confianza,
el régimen lópezportillista celebró acuerdos con los diver-
sos grupos empresariales, entre los cuales estaban algu-
nos de los que más habían criticado al sexenio anterior:
el Grupo Monterrey.
(1) Op. Cit. p. 109.
(2) CORDERO, Salvador, Estado y Burguesía en México en la década
de 1970, en el Estado Mexicano, CIESAS, Ed. Nueva Imagen, Mé-
xico 1982, p.p. 100-101.
(3) La Carta de Intención firmada con el F.M.I., en Agosto de 1976 y
refrendada más tarde, condicionaba el otorgamiento de créditos
del mismo, a reducir el gasto público, congelar salarios y dismi-
nuir la inversión pública. Véase Revista Proceso No. 55, Nov. 1977.
(4) CORDERO, Salvador, Op. Cit.
 Es el caso del convenio de inversión conjunta por
«SS £
de! cornplejo siderúrgico Las Truchas, Y ^
= La rápida y sorprendente recuperación de la econo-
el cuantioso crédito concedido en octubre de 1981 cuan
do el " c r a c k " del grupo, a través de Banobras . De ahí
que os otrora críticos acérrimos del Estado se convir-
tiesen de pronto en sus principales defensores (D.
I a concordancia de intereses entre Estado y empre-
sarios^no ™ o d í a s e r más clara: en 1977 el Presidente de
la Asociación de Banqueros de México, Carlos Abedrop
D á ^ f a expresaba . "nunca ha habido una mas complete
identUicactón de objetivos que la que existe actualmente
entre ambos sectores" (2).
Este cambio de estrategia política y económica del
Estado Mexicano hubo de plantearse en la entidad había
aue adecuar la política estatal al nuevo marco de con-
d i c i o n e s p e r o sobre todo a la nueva política presidencial.
"Renovemos relaciones nacionales y nuevoleonesas
de entrelazada confianza de personas a c t o r e s sociales,
reqiones, factores productivos y servidores p ú b l i c o s . . . .
Hagamos un renovado ciclo de diálogo significativo en-
treintedocutores r e s p e t u o s o s . . . Es tiempo de que todos
con dignidad y recíproca consideración, con respeto para
la comunidad extendamos coincidencias y reduzcamos
diferencias . . , expresaba Pedro G. Zorrilla en su cuar-
to Informe de Gobierno (1o. de marzo de 1977).
No obstante, la definición p o l í t i c a del gobernante así
como la de la clase empresarial había sido tan contun-
dente y la ougna tan radicalizada que d ó c i l m e n t e pod a
espera r s e u n viraje como el que en el ámbito nacional se
estaba dando.
La alianza en Nuevo León tuvo que mantenerse en
consecuencia entre el Estado y la clase obrera organizada
?PTM CROC CGT), y no es sino hasta el cambio de go-
f i e r n o con Martínez Domínguez que la alianza Estado-
empresarios llega a tener lugar en la entidad.
(1) Ibid, p. 102.
(2) Ibid, p. 103.
Con el efímero cuanto magnánimo " b o o m " petrole-
ro, las condiciones nacionales hubieron de cambiar, ge-
nerando en todos los sectores sociales, expectativas nue-
vas.
mía produjo un exagerado optimismo que, como los mis-
mos empresarios reconocerían más tarde, hicieron perder
el paso. .José Luis Coindreau comenta a propósito de la
Alianza para la Producción.
" . . . estaba bien planteada, bien estructurada, estaba
bien elaborada, sacó al país de la crisis, sacó al país del
estancamiento, se empezó a desarrollar el país a un ritmo
aceptable. Nosotros sosteníamos que De Oteyza (el Se-
cretario de Patrimonio y Fomento Industrial) pretendía rit-
mos inalcanzables y peligrosos como lo era el 8 por cien-
to de crecimiento, porque esto iba a violentar la estructura
económica que e x i s t í a . . . Como nos lanzaron a un ritmo
muy alto perdimos el paso; no teníamos entrenamiento
para correr a esa velocidad" (1).
Sea cuales fueran las circunstancias, el hecho es que
Estado y empresarios fueron asimilados por la vorágine
del momento en la tentativa de crear ciertas condiciones
que asegurasen el ulterior proceso de acumulación, y de
que el crecimiento económico futuro del país mantuviera
un ritmo sostenido.
Con la nueva crisis, más seria y más profunda que
la anterior, las contradicciones de la "Alianza" hubieron
de manifestarse nuevamente.
En 1982 ya no se hablaba de crecimiento ni de ex-
pectativas; y lo que apenas unos meses antes fueron
coincidencias, se tornó en diferencias. Lo cierto es que
tal coincidencia nunca existió, lo que hubo fue una transi-
toria y comodaticia comunión de intereses.
Los proyectos nacionales eran distintos; la avenencia
nació de una crisis —forzada por las circunstancias—, se
reafirmó en la bonanza pues no eran ésos los momentos
para revelar las contradicciones; pero fue la nueva crisis
la que puso al descubierto lo que en el fondo era obvio:
ni el Estado Mexicano sustenta el liberalismo económico
como doctrina, ni la clase empresarial está dispuesta a
ver al Estado más allá de la subsidiaridad.
(1) El Diario de Monterrey, Martes 3 de Junio d e 1984, p. 2-A.
 La Nacionalización de la Banca, fundada ciertamente
en consideraciones de índole económica pero sobre todo
en un intento por recuperar la legitimidad perdida nueva-
mente por el régimen lópezportiliista, marco la ruptura for-
mal de la alianza.
Al día siguiente de la expedición de los decretos,
Jorqe Arrambide, Director de la Cámara de la Industria y
la Transformación de Monterrey declaró que la naciona-
lización no podía compararse con la petrolera porque en
esta ocasión se les expropiaba a mexicanos para tener
(el Estado) un mejor control y más poder (1).
Por su parte Amadeo Garza Treviño de la CANACO
añadió- " N o podemos estar de acuerdo con un regimen
que se manifiesta así, inconstitucionalmente, pisoteando
la libre empresa" (2).
Rogelio Sada Zambrano alto funcionario de Banpaís
expresó- "El gobierno rompió ayer unilateralmenie la alian-
za para la producción".
"Vamos a hacer hasta lo indecible por mantener el
empleo, sin embargo nos han hecho tan difícil esta tarea
que a veces no es posible llevarla a cabo . Se ha le-
gado a un punto en que nuestro gobierno no nos facilita
esta labor" (3).
Al mismo tiempo los principales organismos empre-
sariales convocaron a un paro generalizado de labores en
los comercios (4), argumentando que con la nacionaliza-
ción se daba un paso para acabar con las libertades de
los mexicanos.
Curiosamente, el paro programado para el miércoles
8 de septiembre no se llevó a cabo, mientras los empre-
sarios señalaban que se suspendía porque no querían que
(1) Excélsior, 2-Sept.-82, pp. 1 - A . 21-A.
(2) Ibid.
(3) Excélsior 3-Sept. pág. 38-A.
(4) Los organismos firmantes del desplegado fueron la CAINTRA, CPNL,
CANACO v el Consejo de Instituciones, retractándose posterior-
mente el CPNL. Desplegado publicado en el Porvenir, Lunes 6 de
Sept., 1982, pág. 12-A.
posteriormente tal medida fuera utilizada como pretexto
K
en contra de ellos.
Los presidentes de la CANACO y CANAINTRA des-
pues de sostener una entrevista con el Gobernador Alfon-
so Martínez Domínguez abundaron sobre las causas de
la suspensión, esto es "para no comprometer ni arriesgar
a Monterrey".
No obstante insistieron en su postura de inconformi-
dad por ¡a tendencia estatizante, no sin antes orecisar que
en el gobierno estatal no había tal tendencia: "en reali-
dad la tendencia estatizante y dictatorial es del qobierno
federal".
Señalaron, a su vez, que Martínez Domínguez no
había determinado ta! suspensión sino que simplemente
les había indicado que existían otros medios de protes-
ta (1).
La capacidad persuasiva del gobernador, pero sobre
todo la concordancia de intereses entre ambos sectores
fue aquí clara e hizo posible la paralización de cualquier
intento de protesta.
El C.C.E. y la Confederación de Cámaras Nacionales
de Comercio se abstuvieron por su parte de apoyar el
paro convocado por los organismos neoleoneses, postu-
ra que más tarde asumiría el propio Centro Patronal de
Nuevo León. Este organismo rectificó que su nombre no
debió haber aparecido en el desplegado convocando al
mismo.
Así, la nacionalización de la banca mostró algo más,
un elemento que para el presente análisis reviste de
particular importancia: entre la clase empresarial no exis-
te lo que podía denominarse UNIDAD DE ACCION.
El peso y la fuerza relativos de dicha unidad, se en-
cuentran constreñidas salvo los casos que se han men-
cionado particularmente en el período echeverrista, a los
feudos regionales y a las condiciones muy particulares lo
mismo económicas que políticas de cada uno de éstos.
(1) El Porvenir, Miércoles 8 de Sept. de 1982, pág. 4-A.
 SITUACION ACTUAL:
La adversidad de ias circunstancias ha dado un nue-
vo airo a los términos de la relación Estado y Empresa-
rios; colocándolos en una depedencia mutua, el Estado
requiere hoy como nunca de la acción decidida del sec-
tor empresarial, ya no para acrecentar sino al menos para
mantener - e n el corto p l a z o - la planta productiva en
operación y recuperar la parte ociosa de la misma.
Los empresarios, necesitan a su vez del apoyo esta-
tal para sostener un determinado nivel de demanda, su-
perar sus problemas de liquidez, reducir los riesgos de
los cambios paritarios de la moneda e incluso para rene-
gociar la deuda externa contraída.
El 21 de febrero de 1983 el Secretario de Comercio
v Fomento Industrial anunció financiamiento, estímulos y
subsidios a la planta industrial por casi 190 mil millones
de pesos; apoyos a la planta productiva mediante com-
pras superiores a los 700 mil millones de pesos y, lineas
de crédito externas por tres mil millones de dolares .para
el paqo a proveedores foráneos, esto con el fin de evitar
que "la actual crisis de liquidez se convirtiera en crisis de
desempleo" (1).
Aunque resultaría prematuro intentar un balance de
los términos de esas relaciones (Estado-Empresarios) J a s
medidas citadas anteriormente, así como Oras> tales como
la reconsideración del decreto expropiatano de la banca,
pudieran explicar por qué la reacción del sector a la in-
corporación al texto constitucional de la Rectoría Econó-
mica del Estado, no hubiese generado una nuev* ola de
enfrentamientos (2).
(1) Excélsior, 1-11-1983, p.p. 1, 10.
(2) El 27 de diciembre de 1982, en un d e s p l e g a d o aparecido en el
{ )
periódico Excélsior, las instituciones privadas, entre ellas la.Fede-
ración de Cámaras Nacionales de Comercio de Nuevo León las
Cámaras Nacionales de Comercio de Monterrey, Linares, Monte-
ó l o s y Cd. Anáhuac y la Cámara Nacional de C o m e t o en
Ppnueño de Monterrey, se pronunciaron sobre la Rectoría t c o
S e a del Estado, en el sentido de " m á s que ser i n t e r p r e t a d a
c o m o una conducción dentro de un esquema de adhesiones libres
y razonables, genera elementos de centralización de la vidai eco-
nómfea- lejos de garantizar libertades a los g o b e r n a d o s establece
S e q i o s para los gobernantes; desprecia a la realidad nacional
al Imponer sobre ella un supuesto "Proyecto Nacional" que sena
d stinto al menos, de lo que ya somos, y, en fin, se otorgan
facultades discrecionales de intervención al Estado en las áreas
que a su juicio, y sin definirlas, considera prioritarias .
Independientemente de esto, lo que parece quedar
bien claro últimamente es el cambio en cuanto a l a s l c t i
c,ase
mente cor ' £ ? empresarial, motivado cierta-
mente por los embates y vaivenes conocidos por ésta en
los últimos quince años, y el propio reconocimiento de
su vulnerabilidad frente a la acción del Estado.
Evidentemente, la clase empresarial en tanto qrupo
de presión siempre ha estado presente en el ámbito po-
lítico, Pero nunca como hoy, su participación había apa-
recido tan deliberada y abierta.
Sin embargo esta participación política no es actual-
mente del todo uniforme; el empresario no comparte una
ideología política, partidista; ésta se encuentra fraccio-
nada.
Hay empresarios que consideran que su participación
debe ser para sanear el sistema político establecido, el
cual debe encuadrar dentro de una ideología distinta a la
que predomina, optando así por participar en el Partido
Acción Nacional con el cual encuentran plena concor-
dancia en cuanto a los postulados oue éste sustenta 1
eminentemente de tipo liberal.
Por otro lado, existen empresarios que piensan que
la defensa de sus intereses debe realizarse desde el in-
terior del propio sistema, y que con su participación en
el PRI tienen asegurado un canal de presión para influir
en las decisiones públicas. La Liga de Empresarios Na-
cionalistas es la prueba de este tipo de participación em-
presarial o la del propio diputado Alberto Santos.
Los empresarios están conscientes, no obstante, de
esta bifurcación ideológica, sin que la misma constituya
para ellos una preocupación en sí. Los "empresarios
priístas" no buscan convencer a los panistas de que la
participación en su partido resulta más benéfica, ni vice-
versa. En todo caso, tal actitud podría aparecer como una
táctica de este grupo de presión, sin embargo no es así.
Más bien estos dos patrones dialécticos de actitudes
políticas, son considerados por ellos como una fiel mani-
festación de su espíritu liberal y democrático, más que
como un relativo divisionismo. Lo cual no obsta para asu-
mir que en tanto grupo de presión, lo anterior les resta
fuerza.
 Partiendo de esta bifurcación ideológico-política pue-
de concluirse que el sector empresarial como tal, no obs-
tante su poder económico y su potencial capacidad de
creación de empleos no constituye dentro del sistema po-
lítico regional un elemento de peso suficiente para deter-
minar la acción pública, aunque debe destacarse: LAS
FRACCIONES EMPRESARIALES A TITULO INDIVIDUAL O
COMO CORPORATIVOS PUEDEN Y DE HECHO LO HA-
CEN, EJERCER UNA INFLUENCIA CONSIDERABLE ya sea
desde el interior del aparato o desde el exterior.
Concretamente en el próximo proceso de transmisión
de poderes en la entidad, los empresarios no participa-
rán en forma unitaria. Quienes se encuentran vinculados
al PRI estarán luchando por influir en la nominación; mien-
tras que quienes participan en Acción Nacional, por el
respeto al sufragio.
Por cuanto a la influencia de éstos en la nominación
del candidato del PRI, la misma se canalizará por con-
ducto del Gobernador, de quien se ha dicho, en la pri-
mera parte, juega un papel importante en la selección,
aunque simultáneamente pudiera realizarse en forma di-
recta ante la Secretaría de Gobernación o el propio Pre-
sidente de la República.
Tal influencia difícilmente será en el sentido de pro-
poner a algún miembro del sector, pero sí en el sentido
de apoyar a alguien con quien sus intereses no se vean
afectados.
Por lo que a los empresarios vinculados con Acción
Nacional se refiere, la expresión más clara en la próxima
contienda tendrá lugar en el sentido de apoyos financie-
ros, aunque cabe destacar que dada la situación que atra-
viezan las firmas, tales apoyos pudiesen ser un tanto re-
ducidos, salvo que el abanderado del partido sea un em-
presario y su propio grupo financie la campaña.
A ello se refería seguramente el Gobernador Martínez
Domínguez cuando señaló:
"Independientemente de mi posición de priísta creo
como mexicano que es un grave error de los empre-
sarios exponer su inconformidad contra el sistema
político, postulándose en el Partido Acción Nacio-
nal" (1).
(1) El Porvenir, 5-VI1-1984.
EL SECTOR OBRERO:
La conformación de este sector en Nuevo León guar-
da estrecha similitud con la que presenta a nivel nacional.
La indubitable influencia del sector recae alqunas ve-
ces en lo formal (proceso jurídico-electoral) pero también
en lo real (transacciones en la selección del candidato
p rusta).
En la colectividad se presenta como un grupo inne-
gablemente organizado, pero también incuestionablemen-
te dividido, sin embargo ello no necesariamente se opone
a su vigor político-electoral.
Ya se había referido la importancia industrial del Es-
tado, y por lógica consecuencia resulta ahora, y parale-
lamente a ella, la consideración del grupo obrero.
Es innegable la importancia de esta clase en la con-
formación del moderno Estado mexicano; desde las huel-
gas de Cananea y Río Blanco contra el porfirismo, en su
participación en la lucha contra Victoriano Huerta, hasta
su activa intervención en la lucha faccional en la fase
post-revolucionaria al lado de uno u otro caudillo, tras
éste o aquel interés.
Lo cierto es que el movimiento obrero mexicano a
pesar de las debilidades propias de su atraso ideológico,
y de su dispersión, ha sido uno de los pilares del mo-
derno Estado mexicano.
Con la fundación del PNR (antecedente del PRI)
gran parte del movimiento obrero pasó a formar uno de
ios sectores que conforman a este partido, situación que
no varió con las transformaciones del partido a PRM y
posteriormente PRI.
Interesante resulta reconocer al sector obrero en Nue-
vo León el que presenta características muy "sui generis".
Los grupos obreros se organizan en torno a centrales
siendo las más relevantes: la Federación Nacional de Sin-
dicatos Independientes (FNSI), la Confederación de Tra-
bajadores Mexicanos (CTM), la Confederación Revolucio-
naria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación
Nacional de Organizaciones Popular (CNOP) esta última

de carácter mucho más amplio, no limitándose a agrupar
trabajadores.
Paradójicamente ante el gran número de centrales
sindicales, el grueso de los trabajadores no se, encuentra
adherido a alguna de ellas; de cada tres trabajadores en
el estado, dos no están sindicalizados.
Dentro del análisis electoral, este hecho es impor-
porque permite considerar que la gran mayoría de
t a n t e
os trabajadores pudiesen actuar de manera aislada a los
org antsmos si nd i cal es, los cuales p u d i e r a r . t e n e r alguna
tendencia partidista, y que en todo caso se suman a la ge
neralidad poblacional en su sentir y pensar político.
Por otra parte, los trabajadores organizados en cen-
t r a l e s s nd c a l e s r e s u l t a n ser también importantes, porque
aun y cuando sólo sean una tercera parte, p o s e e n ^ n a
estructura capaz de incidir directamente, en el fenomeno
político.
Las orqanizaciones sindicales no resultan homogé-
neas en cuanto a su participación político-electoral, y en
t o d o caso habrá que hacer algunas descripciones cuanti-
tativas y cualitativas.
En su aspecto cualitativo puede elaborarse una clasi-
ficación d e acuerdo a su naturaleza política, asi se loca-
S e n primer lugar, ios que guardan.alguna vmcutecion
con el PRI V que son la CTM, la CNOP y la CROU, se
gundo los formados por los trabajadores que¡laborari para
l l aparato estatal y que fundamentalmente es la Federa
r i ó n de Sindicatos de Traba adores al bervicio del Esta
do (FSTSE) Y en tercer término aquellos s ndicatos que
mantienen una completa separación del PRI o de la es-
» estatal, constituyéndose en sindicatos indepen-
dientes popularmente llamados blancos .
Las dos primeras clasificaciones que incluyen a los
que guardan la vinculación con el PRI y toe que la tienen
con el aparato estatal, mantienen gran similitud de acuer
do a su comportamiento político, ya que se ha anotado
que estas dos figuras parecen transm.narse en la rea-
lidad.
Fn cuanto a la descripción cuantitativa determinada
spaún la útüma investigación para conocer la membres.a
sfndtoal q u e l t e v ó a cabo el Centro de Investigaciones
Económicas (CIE) de la U.A.N.L., se encontró que los
Sindicatos Independientes agrupan a un 36.8 por ciento
de la población sindicalizada, en tanto los sindicatos gu-
bernamentales logran agrupar a un 25.1 por ciento y la
CTM a un 23.8 por ciento (1).
Los dos aspectos antes descritos tienen importancia
dentro del comportamiento político-electoral ya que en
una primera hipótesis puede establecerse que los' sindi-
catos al sen/icio del Estado y los adheridos al PRI, vota-
rán por éste y que generalmente los independientes bus-
carán otras alternativas partidistas, a! igual oue la gran
masa de trabajadores no sindicalizados."
Pero este análisis no podrá ser válido de una ma-
nera lineal, hasta ver en todo caso su estudio detallado.
LA CTM, C R O C , CNOP.
Estas organizaciones adheridas al PRI, surgen más
que como representantes del movimiento obrero, como
controladoras del mismo.
Mediante estos organismos se mantiene el vínculo
PRI-clase obrera; históricamente esta parte de la clase
obrera ha padecido de un liderazgo que se transformó
desde tiempos remotos en una burocracia, la cual basada
en sus intereses ha negociado la participación del poder
con la burocracia política a través de puestos públicos.
Por esto ha perdido su independencia — e n cuanto
a clase— no sólo política sino ideológicamente. Tal como
afirma Manuel Camacho: "En México las organizaciones
obreras no son el movimiento obrero, sino más bien ejer-
cen el control del movimiento obrero".
Estas se constituyen como centrales sindicales inter-
medias entre una base obrera organizada y controlada
desde arriba y un Estado con el cual negocian y respal-
dan, a cambio de posiciones políticas o recompensas
económicas.
La composición en Nuevo León de estas centrales sin-
dicales está arraigada en sectores no manufactureros; no
(1) SILOS MARTINEZ, Manuel y LOPEZ GARZA, Edgar, Sindicatos, Sa-
larios, Poder, Bienestar, CIE-UANL, p. 19.

de carácter mucho más amplio, no limitándose a agrupar
trabajadores.
Paradójicamente ante el gran número de centrales
sindicales, el grueso de los trabajadores no se, encuentra
adherido a alguna de ellas; de cada tres trabajadores en
el estado, dos no están sindicalizados.
Dentro del análisis electoral, este hecho es impor-
porque permite considerar que la gran mayoría de
t a n t e
os trabajadores pudiesen actuar de manera aislada a los
org antsmos si nd i cal es, los cuales pudierar.tener alguna
tendencia partidista, y que en todo c a s o s e s u m a n a la ge
neralidad poblacional en su sentir y pensar político.
Por otra parte, los trabajadores organizados en cen-
t r a l e s s nd calesresultan ser también importantes, porque
aun y cuando sólo sean una tercera parte, p o s e e n ^ n a
estructura capaz de incidir directamente, en el fenomeno
político.
Las orqanizaciones sindicales no resultan homogé-
neas en cuanto a su participación político-electoral, y en
todo caso habrá que hacer algunas descripciones cuanti-
tativas y cualitativas.
En su aspecto cualitativo puede elaborarse una clasi-
ficación de acuerdo a su naturaleza política, asi se loca-
l i z a d en primer lugar, los que guardan.alguna v m c u ^ c . o n
con el PRI v que son la CTM, la CNOP y la CROC, se
gundo los formados por los trabajadores que¡laborari para
l l aparato estatal y que fundamentalmente, es; la .Federa
r i n n de Sindicatos de Traba adores al bervicio del Esta
do (FSTSE) Y en tercer término aquellos s ndicatos que
mantienen una completa separación del PRI o de la es-
tructura estatal, constituyéndose en sindicatos indepen-
dientes popularmente llamados blancos .
Las dos primeras clasificaciones que incluyen a los
que guardan la vinculación con el PRI y los que la tienen
con el aparato estatal, mantienen gran similitud de acuer
do a su comportamiento político, ya que se ha anotado
que estas dos figuras parecen transm.narse en la rea-
lidad.
Fn cuanto a la descripción cuantitativa determinada
qpaún la úttima investigación para conocer la membresia
sfndlcal q u e T e v ó a cabo el Centro de Investigaciones
Económicas (CIE) de la U.A.N.L., se encontró que los
Sindicatos Independientes agrupan a un 36.8 por ciento
de la población sindicalizada, en tanto los sindicatos gu-
bernamentales logran agrupar a un 25.1 por ciento y la
CTM a un 23.8 por ciento (1).
Los dos aspectos antes descritos tienen importancia
dentro del comportamiento político-electoral ya que en
una primera hipótesis puede establecerse que los' sindi-
catos al sen/icio del Estado y los adheridos al PRI, vota-
rán por éste y que generalmente los independientes bus-
carán otras alternativas partidistas, a! igual oue la gran
masa de trabajadores no sindicalizados."
Pero este análisis no podrá ser válido de una ma-
nera lineal, hasta ver en todo caso su estudio detallado.
LA CTM, CROC, CNOP.
Estas organizaciones adheridas al PRI, surgen más
que como representantes del movimiento obrero, como
controladoras del mismo.
Mediante estos organismos se mantiene el vínculo
PRI-clase obrera; históricamente esta parte de la clase
obrera ha padecido de un liderazgo que se transformó
desde tiempos remotos en una burocracia, la cual basada
en sus intereses ha negociado la participación del poder
con la burocracia política a través de puestos públicos.
Por esto ha perdido su independencia —en cuanto
a clase— no sólo política sino ideológicamente. Tal como
afirma Manuel Camacho: "En México las organizaciones
obreras no son el movimiento obrero, sino más bien ejer-
cen el control del movimiento obrero".
Estas se constituyen como centrales sindicales inter-
medias entre una base obrera organizada y controlada
desde arriba y un Estado con el cual negocian y respal-
dan, a cambio de posiciones políticas o recompensas
económicas.
La composición en Nuevo León de estas centrales sin-
dicales está arraigada en sectores no manufactureros; no
(1) SILOS MARTINEZ, M a n u e l y LOPEZ GARZA, Edgar, Sindicatos, Sa-
larios, Poder, Bienestar, C I E - U A N L , p. 19.
son obreros fabriles sino que en su mayoría laboran en
el sector transportes (D, situación bastante comprensible
puesto que constituyen "concesiones" del gobierno que
en todo caso pueden englobarse dentro de los intereses
satisfechos de esta clase por parte del aparato guber-
namental.
De acuerdo con los resultados de la misma investi-
gación sobre sindicatos, elaborada por el CIE, se en-
contró que parte del crecimiento de la CTM (organiza-
ción la más representativa de las estudiadas en este apar-
tado) es debido a la incorporación de miembros que per-
tenecían a sindicatos independientes, a diferencia de lo
que sucede en las otras organizaciones sindicales.
En cuanto al ingreso percibido por estos trabajado-
res la investigación apunta: "estimado los ingresos medios
mensuales de los trabajadores pertenecientes a J a CTM,
independientes y gubernamentales (26 mil 082; 29 mil 185,
29 mil 264 respectivamente), encontramos que los dos
últimos poseen un ingreso significativamente mayor a los
de CTM"- además se describe, "que las familias cuyos
¡efes se encuentran afiliados a la CTM, presentan mayo-
res problemas de hacinamiento, es decir, tienen mayores
"necesidades efectivas" de vivienda que los no smdica-
lizados o sindicalizados no afiliados a la C I M w.
Las anteriores citas permiten conocer cómo la CTM
ha visto en los sindicatos independientes, su principal
fuente de afiliación, llevada a cabo mediante el arrebato
de los contratos colectivos, situación claramente eviden-
ciada en el período zorrillista, en donde eran comunes las
"huelgas locas" instrumentadas por la CTM.
Este instrumento fue utilizado como medida de pre-
sión contra los sindicatos independientes, radicados fun-
damentalmente en los grandes corporativos fabriles, que
como se ha descrito, se encontraban en franco entren-
tamiento con el gobierno estatal.
Actualmente tal situación todavía prevalece aunque
en menor medida; a últimas fechas declara a la prensa
un diputado local cetemista: "la Confederación de Traba-
jadores de México arrebata semanalmente un promedio de
(1) ibid. P. 25.
(2) Ibid. P . 62.
9inH I H 0 S c ° e c t l V 0 s a 'a Federación Nacional de
Sindicatos Independientes... El objetivo de nuestra cen-
tral, es desaparecer paulatinamente a los sindicatos inde-
pendientes (1).
Lo anterior muestra que esta parte del sector obrero
ha sido utilizado como instrumento para presionar sobre
otro tipo de grupos participantes, fundamentalmente em-
presarios y aun con otros grupos obreros.
En cuanto al aspecto político-electoral, este grupo
actúa también en apoyo de los intereses del partido al
que pertenece, enfrentando fundamentalmente a Acción
Nacional, en muchas ocasiones mediante acciones vio-
lentas; en este orden de ideas actúa como grupo de "cho-
que" del propio partido.
Para ilustrar lo anterior, baste mencionar los últimos
acontecimientos relatados por la prensa con relación al
proceso electoral que se avecina:
"Unos 30 cetemistas se p l a n t a r o n . . . para impedir
'por los medios que fuese necesario' que militantes del
PAN vuelvan a pintar su p r o p a g a n d a . . . " (2).
Asegura el líder de la central:
"Empresarios panistas, trabajadores de la Federación
de Sindicatos Independientes y "guaruras", están tenien-
do reuniones p e r i ó d i c a s . . . para crear un enfrentamiento
con el movimiento o b r e r o . . . " agregando, " n o nos vamos
a dejar" (3).
Por otra parte, se ha dejado apuntado que las nece-
sidades de vivienda son mayores para los trabajadores de
la CTM que para los de otros tipos de organizaciones
obreras, y que la percepción mensual es la más baja de
las organizaciones establecidas, lo que nos indica la con-
dición de necesidad de apoyo económico que tienen los
afiliados a ella, lo cual en buena medida resulta ser el
lazo de cohesión de la organización.
(1) El Norte, 15-VII-1984, P. 9 - B .
(2) El Diario, 10-VII-1984. P. 1-B.
(3) Ibid.
 Estas condiciones de ios agremiados a la CTM pue-
den hacerse extensivas a los de la CROC y en menor me-
dida a los miembros de la CNOP.
Puede anotarse igualmente que la Poetización de las
centrales antes descritas es mínima; la d e s ^ c u t e c . o n de
la base con el liderazgo es evidente; no existen p r o i r -
mas ideológico-políticos que sustenten la
cal y la unión en todo caso corresponde con el sentido
aquí descrito 0).
Por otra parte, se puede puntualizar que existen se-
rias confrontaciones entre las centrales afiliadas al PRI,
fundamentalmente entre CTM y CROC, las cuales. obede-
cen a un juego de contrapesos para equilibrar al pode,
que estas centrales puedan acumular.
Este contrapeso es evidente tanto a nivel nacional
como local; la ganancia de terreno político de la CTM es
contrarrestada por la CROC y viceversa.
L O S SINDICATOS AL SERVICIO DEL ESTADO
Esta fracción de trabajadores, constituye según el nú-
mero de miembros, la segunda fuerza en membreaia - tan en este sentido.
dical (25.1 por ciento) en el estado. Se nutre de los tra-
bajadores al servicio del Estado en todos sus niveles.
Seoún la investigación del C.I.E., antes referida: "los
sindicatos gubernamentales dominan el sector servicios
n ú e s concentran el 91.5 por ciento de sus agremiados en
S n
s r presumiblemente gozan de mejor am-
i e n t e s n d i ^ en comparación con los Independientes o
adheridos a la CTM, existiendo un patrón de migración
^neta) intersindical de independientes a CTM y de esta
última a sindicatos gubernamentales (3).
"Los sindicatos gubernamentales 'dominan' el sector
servicios y siendo sus miembros principalmente maestros
y empleados de cuello blanco, no es raro que en tal sec-
(1) Entrevistas a dirigentes obreros citadas en apéndice.
(2) Ibid. P. 72.
(3) Ibid. P. 73.
tor los sindicalizados resulten ser los más educados" 0),
quedando establecido de esta manera que los sindicatos
gubernamentales tienen mayor nivel de educación y en
general, de vida, dado el gran número de prestaciones
de que son objeto, pero no puede establecerse que elec-
toralmente sean sindicalizados cautivos para emitir su voto
por el PRI.
Aunque la gran mayoría de los miembros posee un
sentimiento de anexión hacia el aparato estatal y por con-
secuencia al PRI, esta situación se ve atenuada por las
cada día mayores relaciones impersonales, y sobre todo,
por los efectos de la crisis, que provocan, en el mejor
de los casos, la abstención electoral de esta clase de sin-
dicalizados o bien la pérdida del interés por las activida-
des políticas.
Ciertamente el PRI, en su décima segunda Asamblea
Nacional, publicó algunas reformas a sus estatutos en el
sentido de hacer más estrecha la vinculación entre parti-
do y burócratas; "partiendo de la tesis que gobierno y
partido parten de la misma raíz que es la revolución . . .
ios servidores públicos tienen la obligación política y el
compromiso moral de ser fieles a los principios revolucio-
narios y mantener una relación estrecha con el partido" (2).
Habrá que esperar qué acciones concretas se implemen-
No obstante, hoy por hoy, siguen dando un apoyo
al PRI cuantitativamente considerable.
LOS SINDICATOS INDEPENDIENTES
En el Nuevo León de 1933 proliferaban los sindicatos
independientes no agrupados en ninguna central, poste-
riormente se acuña tal idea y se crea la Federación de
Sindicatos Independientes de Nuevo León, (FSINL) otor-
gándosele el registro en 1936, y en 1964 la organización
hasta entonces neoleonesa alcanza nivel nacional (FNSI).
Este hecho es sumamente característico del estado,
ya que en ninguna otra entidad federativa se conformó
alguna central de sindicatos independientes de tal mag-
nitud.
(1) Ibid, P. 37.
(2) Excélsior, suplemento especial 29-VI11-1984.
 De manera que dicho acontecimiento incurre en el
fenómeno de transferencia de poder, figurando la FNSI
como una fracción más del grupo obrero que tiene rela-
ción tanto en el proceso real (selección de candidatos
priístas) como en el formal (proceso electoral).
La membresía de los Sindicatos Independientes es
del 36.8 por ciento de la población sindicalizada en el
estado, la mayor de todas las centrales obreras concen-
trándose la mayoría de los trabajadores en el sector fa-
bril (1).
Comúnmente se ha conceptualizado a la central FNSI
como apolítica y dentro de sus principios así se define.
Sin embargo, a pesar de no imponer alguna tendencia
partidista a sus agremiados, hay serias presunciones para
sostener que su tendencia es generalmente panista, bajo
las siguientes consideraciones.
Primero, su desvinculación con el aparato guberna-
mental, y con el PRI, crea una disposición a colocarse
en el sentido opuesto a estas dos figuras, y que en todo
caso se coloca en el partido que sin cambiar su ideolo-
gía les ofrece la oposición tradicional (PAN). Actitud mu-
chas veces reforzada con la postura de los patrones.
Segundo: la condición de crisis económica — y a mu-
chas veces referida— coloca al trabajador independiente
en una actitud de rechazo radical a cualquier postura gu-
bernamental, y en todo caso, en oposición al PRI.
La posición política de este sector obrero es un tanto
pasiva en relación con la conocida por la CTM o CROC,
y aún de los Sindicatos al Servicio del Estado; su presión
sólo actúa cuando ven amenazados sus intereses.
De acuerdo a la óptica electoral de 1985, los traba-
jadores del FNSI pueden representar un apoyo considera-
ble al partido Acción Nacional, no por mandato de la cen-
tral sino por convicciones a título personal, creadas por
las circunstancias antes descritas.
En la medida en que a esta fracción obrera le sean
mermados sus intereses, aumenta su posible participación
política desde la oposición; este hecho, por otra parte, es
(1) ibid, P. 19.
un elemento más a considerar en el proceso de ausculta-
ción para la nominación del candidato priísta.
L A IGLESIA:
La Iglesia de nuestros días, no es ciertamente ni con
mucho, la Iglesia de otros tiempos; aquella poderosa
institución terrateniente o prestamista del siglo pasado, o
la Iglesia de la rebelión cristera.
En la actualidad, a pesar de la profanación de las cos-
tumbres religiosas, ésta continúa siendo la guía espiritual de
casi la totalidad del pueblo mexicano y por ende, su in-
fluencia en la conformación de valores y actitudes de la
población sigue siendo válida. De ahí que se destine
este apartado para analizar el peso de la Iglesia en este
momento político.
La consideración anterior toma mayor importancia por
el hecho de que el histórico debate relativo a la interven-
ción del clero en aspectos políticos, ha recibido recien-
temente nuevos impulsos en virtud de su corroborada
intromisión — o la de algunos de sus miembros— en las
elecciones municipales de Chihuahua.
Cabe aclarar que la inclusión de la Iglesia no debe
ser considerada en el rango de los grupos empresarial u
obrero estudiados, pues a diferencia de éstos, su influen-
cia, de existir, tiene lugar preponderantemente en un solo
nivel: el proceso formal de la transmisión de poder, lo
cual no merma su trascendencia.
LA CONCEPCION DE LA IGLESIA SOBRE POLITICA:
La Iglesia —señala el documento resolutorio de la
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano—
debe discernir e ¡luminar, desde el Evangelio y su ense-
ñanza social, las situaciones, los sistemas, las ideologías
y la vida política del continente. Ello en virtud del dete-
rioro creciente advertido en los últimos años, en el cua-
dro político-social en nuestros países, en los cuales se
experimenta el peso de crisis institucionales y económi-
cas y claros síntomas de corrupción y violencia. Por eso,

la Iglesia proyecta la luz de su palabra sobre la política
y las ideologías, como un servicio más a sus pueblos (D.
La Iglesia siente como su deber y derecho estar pre-
sente en la actividad política, porque el cristianismo debe
evangelizar la totalidad de la existencia humana (2).
Sin embargo señala, deben distinguirse dos concep-
tos de política y de compromiso político: el que corres-
ponde a los laicos y el que compete a religiosos y a los
ministros (3).
A los primeros corresponde la "política de partido",
es decir aquella tarea en la que a través de grupos de
ciudadanos se propone conseguir y ejercer el poder polí-
tico para resolver las cuestiones económicas, políticas y
sociales, según sus propios criterios o ideologías (4).
A los segundos, compete la política en su sentido
más amplio que mira hacia el bien común, y a la cual
corresponde precisar los valores fundamentales de toda
comunidad, así como definir los medios y la ética de las
relaciones sociales (5).
El laico por su parte encontrará en la enseñanza
social de la Iglesia los criterios adecuados, a la luz de
la visión cristiana del hombre y, su jerarquía le brindará
su solidaridad y estímulo para que busque opciones cada
vez más conformes con el bien común y las necesidades
de los más débiles (6).
Los sacerdotes, religiosos y diáconos por el contra-
rio, dado que deben preocuparse de la unidad, se des-
pojarán de toda ideología político-Dartidista que pueda
condicionar sus criterios y actitudes (7).
(1) La Evangelización en el presente y el futuro d e América Latina,
Documento aprobado por la III Conferencia General del EDÍSCO-
pado Latinoamericano, Puebla, México, 1979, p. 131.
(2) Ibid.
P. 132.
(3) Ibid
(4) Ibid. P. 133.
(5) Ibid. P. 132.
(6) Ibid. P. 133.
(7) Ibid. P. 133.
O
Bibfeca Central
Magna SolkJaridad
La Iglesia reconoce sin embargo que ésta puede ser
utilizada como instrumento por distintas corrientes ideo-
lógicas y partidos, a través del propio Evangelio, el cual
al no señalar incidencias económicas, sociales, cultura-
les y políticas, la colude con el orden establecido, y al
identificarlo con alguna opción política, la somete. Por lo
que sostiene predicar lo político a partir del Evangelio y
no a la inversa (1), al mismo tiempo que niega a todo
partido político, por más inspirado que se encuentre en
la doctrina de la Iglesia, arrogarse la representación de
los fieles (2).
La concepción de la Iglesia sobre política, proviene
así de lo que ésta considera una de las dimensiones cons-
titutivas del hombre y que representa para ella un aspecto
relevante de la convivencia humana (3).
Sin pretender aquí llevar a fondo un análisis sobre
la dimensión de la concepción sustentada pues no es éste
el propósito, parece factible, a la vez que necesario, para
los fines del trabajo hacer al menos algunas observacio-
nes:
1) La Iglesia, no obstante evadir una posición de
compromiso, da pie a ella al evocar su deber de
"discernir e iluminar, desde el Evangelio . . . las
situaciones, los sistemas, las ideologías y la vida
política del continente", máxime si como señala
" p r o y e c t a la luz de su palabra sobre la política y
las ideologías".
2) Aún en el caso de predicar el Evangelio desde lo
político y no a la inversa, para evitar caer en
compromisos políticos — c o m o lo señala—, no la
exenta de ello, puesto que el simple hecho de
aceptar que le corresponde precisar los valores
de la comunidad y definir los medios y la ética
de las relaciones sociales, la lleva a una situación
de compromiso, que sin ser con algún partido o
ideología específicos, lo es para distinguir el bien
del mal, lo justo d e lo injusto, la igualdad de la
desigualdad, la libertad de la dependencia; o lo
que es lo mismo, a distinguir lo que es, de lo
que ésta supone debe ser.
(1) Ibid. P. 140.
(2) Ibid. P. 133.
(3) Ibid. P. 131.
 Encontrando al final un mensaje pastoral que sin te-
ner un origen ideológico o partidista, recae por la
lógica de las cosas en lo mismo que rechaza.
La Iglesia en consecuencia, basada en su doctrina,
adquiere en cuanto a la política, una posición sutil, con-
fusa, pero no por ello insubstancial.
LA INFLUENCIA POLITICA DE LA IGLESIA EN LA
Por la dimensión de su figura, la influencia de la
institución en el orden político puede adoptar las más di-
versas formas, que van desde una acción sutil y disfra-
zada hasta otra abierta y deliberada.
En el primer caso, cabe pensar lo mismo en las mi-
siones evangelizadoras que en los mensajes dirigidos a
través de las agrupaciones fraternales; en el segundo, a
partir lo mismo de los pulpitos y sermones dominicales,
que a través de vínculos con ciertos estratos sociales.
Este parece haber sido el caso de los comicios re-
cientes (julio de 1983) en el estado de Chihuahua, en
donde por conducto de una carta publicada en un diario
local de Ciudad Juárez, el Obispo Manuel Talamás Cala-
mandri invitaba abiertamente a los ciudadanos a votar por
el partido del cambio y criticaba a los candidatos priís-
tas (1), mensaje refrendado por los sacerdotes de la en-
tidad en el sermón dominical (2).
Ante la denuncia de tales hechos, el delegado apos-
tólico Girolamo Prigione comentó:
"Los obispos tienen como norma no meterse en po-
lítica partidista pero está permitido que se concientice a
la gente para que ejerza sus derechos y obligaciones,
para que la gente acuda a las urnas a votar y esto no
significa participación partidista que es la que divide a la
comunidad, nosotros predicamos la unidad" (3).
[1) Excélsior, 3-VII-1983, p.p. 1, 17, 30, 31 y 32.
[2) Excélsior, 4-VII-1983, pág. 12.
[3) Excélsior, 10-VII-1983, pág. 1, 19.
El Nuncio apostólico se refería seguramente a las
resoluciones de la Conferencia Episcopal, sobre las dos
concepciones de la Iglesia en torno a la política.
Sin embargo, como ya ha quedado anotado, parece
que existe cierta dificultad para disociar el concepto de
política en "abstracto" esgrimido por la Iglesia y el de
la política en "concreto", competencia de los partidos
políticos.
PRACTICA
Aún sin pretenderlo, la Iglesia en sus críticas y labor
evangelizados conlleva implícitamente una labor de pro-
selitismo sobre un modo de "ser y deber ser", sobre una
forma valorativa que, quiérase o no, redunda necesaria-
mente en una contestación o asentimiento con el orden
establecido, lo que en última instancia revierte sobre la
"política de partido".
EL CASO DE NUEVO LEON:
En este punto resulta interesante analizar el tipo de
participación que presumiblemente pudiese tener la Iglesia
en los próximos comicios estatales.
Para ello es preciso considerar dos elementos que a
nuestro juicio serán determinantes: el primero tiene que
ver con el grado de influencia que el electorado pudiese
recibir de la Iglesia y el segundo, con el interés que ésta
pudiese encontrar en participar.
Pero antes de ello, conviene analizar un poco el caso
de la Iglesia en la entidad.
La Iglesia en Nuevo León destaca porque la comu-
nidad de católicos es sumamente amplia, de tal modo
que políticamente puede inclinarse a determinado partido
y lograr una captación de militantes o simpatizantes al
grado de decidir el resultado de una contienda electora!.
Para verificar la magnitud de la población católica
puede consultarse la Tabla P-12 del capítulo correspon-
diente a espacio político, en donde se aprecia que un
92.52 por ciento de la población se considera como tal;
y el resto de la población se reparte en otras religiones,
y valga anotar que este resto mantiene, generalmente, una
actitud más radicalizada con respecto a la participación
política. Baste mencionar el ejemplo de los "Testigos de
Jehová", que normalmente se abstienen de votar.
 Encontrando al final un mensaje pastoral que sin te-
ner un origen ideológico o partidista, recae por la
lógica de las cosas en lo mismo que rechaza.
La Iglesia en consecuencia, basada en su doctrina,
adquiere en cuanto a la política, una posición sutil, con-
fusa, pero no por ello insubstancial.
LA INFLUENCIA POLITICA DE LA IGLESIA EN LA
Por la dimensión de su figura, la influencia de la
institución en el orden político puede adoptar las más di-
versas formas, que van desde una acción sutil y disfra-
zada hasta otra abierta y deliberada.
En el primer caso, cabe pensar lo mismo en las mi-
siones evangelizadoras que en los mensajes dirigidos a
través de las agrupaciones fraternales; en el segundo, a
partir lo mismo de los pulpitos y sermones dominicales,
que a través de vínculos con ciertos estratos sociales.
Este parece haber sido el caso de los comicios re-
cientes (julio de 1983) en el estado de Chihuahua, en
donde por conducto de una carta publicada en un diario
local de Ciudad Juárez, el Obispo Manuel Talamás Cala-
mandri invitaba abiertamente a los ciudadanos a votar por
el partido del cambio y criticaba a los candidatos priís-
tas (1), mensaje refrendado por los sacerdotes de la en-
tidad en el sermón dominical (2).
Ante la denuncia de tales hechos, el delegado apos-
tólico Girolamo Prigione comentó:
"Los obispos tienen como norma no meterse en po-
lítica partidista pero está permitido que se concientice a
la gente para que ejerza sus derechos y obligaciones,
para que la gente acuda a las urnas a votar y esto no
significa participación partidista que es la que divide a la
comunidad, nosotros predicamos la unidad" (3).
[1) Excélsior, 3-VII-1983, p.p. 1, 17, 30, 31 y 32.
[2) Excélsior, 4-VII-1983, pág. 12.
[3) Excélsior, 10-VII-1983, pág. 1, 19.
El Nuncio apostólico se refería seguramente a las
resoluciones de la Conferencia Episcopal, sobre las dos
concepciones de la Iglesia en torno a la política.
Sin embargo, como ya ha quedado anotado, parece
que existe cierta dificultad para disociar el concepto de
política en "abstracto" esgrimido por la Iglesia y el de
la política en "concreto", competencia de los partidos
políticos.
PRACTICA
Aún sin pretenderlo, la Iglesia en sus críticas y labor
evangelizados conlleva implícitamente una labor de pro-
selitismo sobre un modo de "ser y deber ser", sobre una
forma valorativa que, quiérase o no, redunda necesaria-
mente en una contestación o asentimiento con el orden
establecido, lo que en última instancia revierte sobre la
"política de partido".
EL CASO DE NUEVO LEON:
En este punto resulta interesante analizar el tipo de
participación que presumiblemente pudiese tener la Iglesia
en los próximos comicios estatales.
Para ello es preciso considerar dos elementos que a
nuestro juicio serán determinantes: el primero tiene que
ver con el grado de influencia que el electorado pudiese
recibir de la Iglesia y el segundo, con el interés que ésta
pudiese encontrar en participar.
Pero antes de ello, conviene analizar un poco el caso
de la Iglesia en la entidad.
La Iglesia en Nuevo León destaca porque la comu-
nidad de católicos es sumamente amplia, de tal modo
que políticamente puede inclinarse a determinado partido
y lograr una captación de militantes o simpatizantes al
grado de decidir el resultado de una contienda electora!.
Para verificar la magnitud de la población católica
puede consultarse la Tabla P-12 del capítulo correspon-
diente a espacio político, en donde se aprecia que un
92.52 por ciento de la población se considera como tal;
y el resto de la población se reparte en otras religiones,
y valga anotar que este resto mantiene, generalmente, una
actitud más radicalizada con respecto a la participación
política. Baste mencionar el ejemplo de los "Testigos de
Jehová", que normalmente se abstienen de votar.
 La estructura de la Iglesia en la entidad comprende
ia Arquidiócesis de Monterrey compuesta por 86 parro-
quias y la Diócesis de Linares compuesta por 13, es decir
que hay un total de 99 parroquias en el estado.
Por otra parte, el cuerpo de sacerdotes estaba com-
puesto por un total de 232 miembros hasta el año pa-
sado, de los cuales 177 estaban adscritos directamente
a la Arquidiócesis y a la Diócesis, y 55 pertenecían a di-
ferentes órdenes religiosas.
Además del cuerpo eclesiástico formal, existen en
Nuevo León distintas asociaciones que poseen determi-
nada postura religiosa, tal es el caso de Acción Católica,
Adoración Nocturna Mexicana, Superación Integral de la
Familia, Congregación Mariana, Legión de María, Cursillos
de Cristiandad, Movimiento Familiar Cristiano, Movimiento
por un Mundo Mejor, Orden Franciscana, Caballeros de
Colón, etcétera.
LA INFLUENCIA EN EL ELECTORADO
Quizá el clero, como uno de los factores que parti-
cipan en el proceso electoral, resulte documentalmente
difícil de investigar, salvo por los testimonios de los acon-
tecimientos recientes en Nuevo León y otras entidades.
Por tanto se ha querido analizar la situación política
prevaleciente a través de la opinión que los feligreses
mantienen en torno a la Iglesia y su posible intervención
en materia política, de tal suerte que mediante investiga-
ción directa se puedan inferir las conclusiones.
De acuerdo con el estudio de opinión pública que
complementa este trabajo (Véase Capítulo V donde se
detalla ampliamente) puede advertirse que un 86.6 por
ciento de la población entrevistada se dijo católica, casi
seis puntos porcentuales menos que lo revelado por la
estadística censal.
Los protestantes y evangélicos ocupan un 6.7 por
ciento y el resto corresponde, a creencias religiosas dis-
tintas (2.5 por ciento), mientras que un 4.1 por ciento
dijo no tener religión alguna.
Y aunque la cifra de la religión católica está por de-
bajo de la estadística censal (1), se comprueba que la
sociedad regiomontana es esencialmente católica.
A su vez resulta interesante conocer cuántas de las
personas que se dicen católicas asisten a los servicios
religiosos los días domingos, de acuerdo a lo cual resultó
un 54.9 por ciento, es decir que de cada cien católicos
55 asisten a los servicios dominicales.
De ahí que sea necesario distinguir entre los que
sólo tienen la Fé de Bautismo y no atienden a los cultos
(creyentes) y los que, por el contrario, mantienen una
actitud más estrecha o de obediencia con las obligacio-
nes pastorales (practicantes). Este último fenómeno es de
mayor atención analítica, ya que ésas son las personas
susceptibles de ser influenciadas directamente sobre tal
o cual actitud política.
Al tomar en consideración las proyecciones de la
población de 18 años o más para julio de 1985 se en-
contró que ésta asciende a un total de un millón 563 mil
857 personas (2), si como se dejó establecido un 86.6 por
ciento son católicos, resulta que existen en números re-
dondos un millón trescientos mil personas bajo esta ca-
tegoría. Ahora bien, si adicionalmente se considera a ia
población católica que asiste a los servicios religiosos con
regularidad (55 por ciento) se tiene un universo aproxi-
mado de ochocientas mil personas susceptibles de ser
influenciadas por la orientación política clerical.
Indudablemente la Iglesia es una institución que pue-
de influir en la opinión pública, particularmente en el
cuerpo electoral, puesto que de hecho más de la mitad
de personas en edad de votar constituyen su foro domin-
go a domingo, sin embargo, habrá que hacer algunas
consideraciones previas antes de aceptar literalmente tal
hipótesis.
Queriendo ahondar más sobre la participación cle-
rical, se anota que en términos generales un 74.7 por
ciento de la población rechaza la idea de que la Iglesia
participe en política.
(1) Véase Tabla P - 1 2 del capítulo Espacio Político.
(2) Véase Capítulo V. Tabla E-1.
 La sociedad neoleonesa en general rechaza tal par-
ticipación, 75 de cada cien asumen esta postura: de los
25 restantes, 15 piensan que la Iglesia sí debe hacerlo,
y el resto, (diez), se abstienen de opinar.
Pero al investigar no a la sociedad en general, sino
particularmente a los católicos que asisten con regulari-
dad a los oficios dominicales, se encontró que de éstos,
el 70.7 por ciento rechaza la intervención de la Iglesia en
política, en tanto que sólo el 16.16 por ciento de cató-
licos asiduos creen que la Iglesia sí debe intervenir.
Lo expuesto anteriormente reduce en forma conside-
rable —según se ve— el potencial político eclesiástico,
concluyendo así que aunque de los electores, más de la
mitad asisten a los oficios dominicales, éstos consideran
que las instituciones Iglesia-Estado, tienen diferentes cam-
pos de acción.
Por otra parte, desagregando los católicos asiduos
que creen en la participación política de la Iglesia, se en-
contró que sólo un 9 por ciento están dispuestos a votar
por el candidato que sugieren los sacerdotes, siendo mu-
jeres en su mayoría las que mantienen tal consideración
(44 casos de un total de 60).
Hechas las consideraciones anteriores, se induce que
el electorado católico es sumamente amplio, pero no es
necesariamente un electorado a merced de los intereses
eclesiásticos, pues tal parece que la noción de separa-
ción entre Iglesia y asuntos públicos está bien firme en
la mentalidad católica.
No está por demás apuntar que si bien lo anterior
parece claro, no debe menospreciarse la posible influen-
cia de la Iglesia a través de las agrupaciones de tipo re-
ligioso citadas al inicio del apartado. Ello pudiese ser
efectivo particularmente en los estratos socio-económicos
medio y alto.
EL INTERES DE LA IGLESIA POR PARTICIPAR
La Iglesia como institución no constituye en este país
un aparato monolítico, dadas las diversas concepciones
ideológicas sobre su pape! en la sociedad, por lo que no
mantiene los mismos intereses en todas las regiones del
país.
Adicionalmente, la Iglesia se encuentra cada vez más
descentralizada, y sus posiciones ideológicas correspon-
den cada vez en mejor medida con las condiciones particu-
lares de cada región. De ahí que no pueda asumirse lite-
ralmente el hecho de que la experiencia Chihuahua deba
repetirse en la entidad.
Hace algunos años, ya escribía González Casanova
que la geografía política religiosa corresponde al desa-
rrollo desigual de las distintas regiones, " L a actitud más
tradicionalista y fanática se localiza sobre todo en los es-
tados del centro con los consiguientes efectos políitcos;
en otras entidades como Nuevo León hay una religiosidad
política de tipo paternalista fomentada por los empresa-
rios y ligada a las fábricas; gran parte del norte, del golfo,
del sureste tienen una religiosidad mucho menos amplia
y menos vinculada a la acción política" (1).
Lo anterior pudiera crear el pensamiento que de in-
tervenir aquí la Iglesia como en Chihuahua, y a pesar de
las restricciones constitucionales (artículo 130) habría de
perfilarse en alguna combinación con la clase empresa-
rial y con el o los partidos cuyos postulados se acercan
en mayor medida a los de su doctrina (Acción Nacional y
Demócrata Mexicano).
Para nadie resulta extraño la vinculación de la Iglesia
con el sector empresarial, circunstancia que incluso el
propio sector se ocupa de destacar fomentando la religio-
sidad de sus trabajadores.
Tal situación pudiese ser aprovechada para, en una
concordancia de intereses, diseñar una estrategia Iglesia-
Empresarios-Acción Nacional-Trabajadores, en donde el
mensaje pastoral estuviese impregnado de orientaciones
partidistas.
Sin embargo, parece difícil sostener tal aseveración
por lo anotado en párrafos anteriores sobre el sentido del
rechazo comunitario a la intervención eclesiástica y por
los términos en que ha sido mantenida la relación Iglesia-
Ejecutivo Estatal, responsable en úlitma instancia del pro-
ceso formal.
Es un hecho que el Gobernador del Estado ha soste-
nido con los jerarcas eclesiásticos en Nuevo León (Mon-
(1) Pablo González Casanova. La Democracia en México, Ed. ERA,
México, 1974, pág. 59.
señores José de Jesús Tirado, primero y Adolfo Suárez, des-
pués) un vínculo permanente de cordial y respetuosa co-
municación.
Por cierto, esta relación fue cuestionada hace ape-
nas unos meses con motivo del conflicto de la Ciudad de
los Niños, señalándose el incidente como una estrategia
política del gobernante por contener con toda anticipa-
ción, cualquier intento de la oposición para aprovechar
la vía eclesiástica en la próxima contienda electoral.
Aunque no se dispone de los elementos objetivos
que permitan corroborar o refutar tal hipótesis, lo que
resulta claro es que si ello fue así, la propia Iglesia ca-
reció de elementos para defender su caso, o en su defec-
to convino por alguna razón tal procedimiento. Al menos
ello se desprende de las declaraciones emitidas.
Así, mientras que el Padre Carlos Alvarez (director de
la Institución aludida) acusaba de vender su cabeza al
Gobernador Martínez Domínguez por un millón de pesos (1),
el Arzobispo declaraba:
" . . . la renuncia de Alvarez está en su momento opor-
tuno, más vale renovarse o m o r i r . . . " (2).
El Gobernador por su parte señaló refiriéndose al
propio Arzobispo:
"Tengo la impresión de que es un hombre cristiano,
derecho y valiente. Lo demuestra el hecho de no
tolerar que en el ambiente de la Iglesia se cobijen
hechos inmorales . . . nadie, absolutamente nadie, pue-
de estar de acuerdo en que con el ropaje de la vir-
tud, se permitan o toleren actos de crueldad, maltra-
to o aberración sexual, formas tan increíbles y bes-
tiales a las que han sido sometidos muchos niños"(3).
Independientemente del fondo del suceso, el rechazo
de la población a la intervención de la Iglesia en política
y la Dropia actitud del Gobernador, permiten sostener
que en Nuevo León la Iglesia no será conducto o medio
(1) El Norte, 6 de julio de 1984.
(2) Ibid. 7 de julio de 1984.
(3) Ibid. 8 de julio de 1984.
de proselitismo en la próxima campaña electoral; no al
menos esta vez y en forma directa, lo cual no exceptúa
que se dé en otros tiempos o bajo otras formas, como
las agrupaciones religiosas anotadas.
LOS PARTIDOS POLITICOS
Aunque no existe una definición globalmente acepta-
da en torno a los partidos políticos, los tratadistas de ia
ciencia política parecen coincidir en dos elementos que
les son propios: la búsqueda del poder y la realización
de un proyecto social.
Por tanto los partidos políticos estarán, de una u otra
forma, ligados a los procesos electorales en el marco de
la concepción liberal de la democracia.
Sin embargo su función puede trascender el nivel de
participación formal en dichos procesos, según los obje-
tivos mismos perseguidos por cada partido.
Habrá partidos que ciertamente no se propongan ia
conquista del poder sino que busquen, mediante sus ac-
ciones, solamente influir en las decisiones públicas, o in-
cluso se conformen simplemente con determinadas con-
cesiones por parte del aparato estatal; otros en cambio,
serán auténticos grupos sociales en la búsqueda del po-
der.
De acuerdo también con la teoría política y en el
caso de sistemas con partido dominante dentro de los
cuales debe encuadrarse el caso mexicano, existen dife-
rentes tipos de partidos políticos.
Así se encuentra el sistema de partido "dominante
pre-dominante", es decir, aquél en donde los partidos
opositores ofrecen al partido en el poder una oposición
real, tanto ideológica como táctica (electoral).
También existe el caso de! sistema de partido "domi-
nante hegemónico", en donde la existencia de los parti-
dos opositores, "partidos panfleto", se da sólo para legi-
timar el proceso electora!, es decir para aparentar un
juego pluripartidista cuando la oposición no pretende al-
canzar e! poder.
Tal parece que en el caso mexicano las dos moda-
lidades antes descritas tienen lugar. Esta clasificación
será útil para analizar los partidos políticos, ya que una
vez comprendida su naturaleza existencial, podrá enten-
derse su actuación como participantes reales y formales
en el proceso electoral.
EL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL
Desde el inicio de este trabajo se estableció que el
PRI, como partido, es uno de los elementos que caracte-
rizan al Sistema Político Mexicano y se repasó entonces,
un poco rápidamente, la evolución histórica del mismo.
En este apartado corresponde analizar los partidos,
limitándose a estudiarlos en función del momento y es-
pacio políticos descritos, dado que un análisis a fondo
rebasaría en mucho el propósito de la investigación.
En todo caso conviene que el lector se remita a los
diversos estudios que han abordado este tema 0).
El análisis del Revolucionario Institucional, según se
ha visto, como elemento central del proceso, así como el
de los demás partidos y de todos los elementos intervi-
nientes en éste, no puede disociarse dei examen de las
condiciones particulares que definen el momento político.
No obstante, antes de considerar tales condiciones con-
viene insistir en una de las hipótesis del trabajo.
El monolitismo, la desvinculación de los cuadros di-
rectivos con la base — q u e ya se había señalado al abor-
dar el sector obrero—; el rezago de la doctrina frente al
ejercicio dei poder, como lo demuestra la reciente incor-
poración de las tesis presidenciales a sus documentos
básicos y, concomitantemente, su supeditación al aparato
estatal y su incapacidad de adecuación e incluso de anti-
cipación a las condiciones cambiantes de la época; son
factores que han reducido al partido — a l menos hasta el
momento— a un aparato de efectivo control y de legitima-
ción del poder vía los procesos electorales.
Estos elementos, producto del origen mismo del par-
tido que fuese fundado desde el poder y no para la toma
(1) Diversos autores se han ocupado del estudio de los partidos po-
líticos, entre los que podemos citar a Daniel Moreno, Octavio Ro-
dríguez A. y Pablo González Casanova.
de éste 0), son los que parecen explicar la crisis actual
del partido, a pesar de que los gobiernos emanados del
mismo insistan en sostener que son sus tesis las que
nutren sus acciones y que las masas populares son el
origen de su fuerza, cuando los hechos han probado lo
contrario.
Ahora bien, lo anterior da pie para afirmar, lo que se
ha venido insistiendo acerca de que, en realidad la situa-
ción económica no es en sí la causal directa de la crisis
del partido sino que la ha hecho patente.
Aunque la caída de los indicadores económicos pudo
revelarse anterior a la caída de los indicadores políticos
—pérdida de legitimidad del poder público— al agotarse el
modelo de desarrollo, lo cierto es que uno y otro debieron
darse simultáneamente por la conformación misma del
modelo que no era precisamente de corte económico
exclusivo.
El esquema "estabilizador" lo era de hecho no sólo
por cuanto a las variables económicas se refiere y a sus
consecuentes efectos sociales, sino también porque ase-
guraba la estabilidad y control políticos.
Pero volviendo a la transformación del partido, éste
se convirtió en un instrumento que vía la gestión de satis-
factores sociales ante el aparato estatal — q u e es quien
dispone de los elementos para da- cumplimiento a los
mismos— le aseguraba su hegemonía política.
Esto explica porqué hoy en día el apoyo de las gran-
des masas populares hacia el partido no se da por afini-
dad o convicción ideológica, sino en la medida del interés
por satisfacer algún objetivo material (tenencia de la tie-
rra, casa propia, agua potable, etc.) en los estratos más
modestos, y concesiones, empleo, u otros en las clases
media y alta.
Para demostrar lo anterior, baste con cuantificar el
reducido número de militantes, que. conocen los documen-
tos básicos del partido (Declaración de Principios, Esta-
tutos, Programas de Acción (2).
(1) Pereyra Carlos, Op. Cit. P. 154.
,2) Véase en el capítulo V el apartado relativo al grado de politización.
 Este fenómeno ha traído consigo la deformación de
la cohesión partidista; la militancia gira así, en torno de
los satisfactores buscados, pero la identidad o la convic-
ción han pasado a segundo plano o quizás han desa-
parecido.
El partido al eliminar en su interior la lucha ideo-
lóaica, truncó al mismo tiempo toda expectativa de enar-
bolar un proyecto social propio, originado en sus mismas
bases y no impuesto o retomado del poder establecido (1)
que le procurara fuerza y sustento naturales.
El mecanismo de cooptación referido no obstante
presenta en la actualidad, serias ¡imitantes, no porque haya
perdido efectividad por cuanto a que las reivindicaciones
populares que plantea pudiesen dejar de constituirse en
fuente para la captación de militantes, puesto que están
lejos de agotarse, sino por las restricciones que la misma
crisis impone a la estrategia.
La crisis económica que no es privativa de las clases
sociales, toca también al aparato estatal, sostén financiero
del partido, pero sobre todo, instrumento para la solución
de muchas de las demandas sociales. Así, la reducción
al gasto público impondrá en el futuro próximo, limitacio-
nes a este tipo de estrategia.
La reducción de gasto público seguramente implicará
que los programas de apoyo económico y de captación
partidista se vean seriamente afectados, con lo cual habrá
de producirse un menor número de demandas satisfechas
y por tanto, un mayor número de inconformidades mani-
fiestas.
Lo anterior seguramente sucede en todo el oaís, oero
como se ha venido insistiendo (2), adquiere una impor-
tancia especial en Nuevo León puesto que ante la insatis-
facción de las necesidades más apremiantes o incluso de
otras que no lo son tanto, la población habrá de cuestio-
nar severamente la conducción política de los gobiernos
emanados del partido, los excesos de poder, su capaci-
dad gestora y la misma imparcialidad electoral; máxime
si la oposición finca sus estrategias de campaña en resal-
tar los errores del pasado.
(1) Véase capitulo 2 referente al momento político.
(2) Ibid.
Este cuestionamiento es particularmente cierto entre
las clases media y media-alta que aparecen como más
susceptibles de realizar tales juicios.
Y aún cuando algunas secciones de la clase más
modesta pudiesen seguir el mismo camino, es poco pro-
bable que suceda así debido a que todavía recaen sobre
esta clase algunos de los controles tradicionales (sindi-
catos, por ejemplo), pero ante todo la orientación de los
programas comunitarios.
En cuanto a la clase alta, tiene poca trascendencia
en este sentido dado el mínimo número de personas que
se encuentra en ella.
EL PARTIDO ACCION NACIONAL
Acción Nacional, constituye el tradicional partido de
oposición. Su situación en Nuevo León no es nada des-
deñable, ya que representa la segunda fuerza electora!
en el estado, y en general en el país.
Este partido de corte liberal ha resultado el más fa-
vorecido, electoralmente hablando, ante la crisis econó-
mica y la inconformidad generada. El partido ha sido ca-
paz de capitalizar las actitudes antigubernamentales, aglu-
tinando en su seno, lo mismo al inconforme, que a la clase
media antiguamente abstencionista.
De los partidos de oposición en Nuevo León, el Par-
tido Acción Nacional, es el que ha alcanzado una mayor
consolidación, incluso se puede establecer que dentro del
contexto de la entidad, la oposición es fundamentalmente
panista.
Sin embargo, y esto es particularmente importante,
su cuerpo electoral no es de ninguna manera diferente al
que comparten los demás partidos, es un elector que
ciertamente no vota por el candidato o aún por el parti-
do, sino que lo hace para demostrar su inconformidad
con el sistema que económicamente le afecta.
En este orden de ideas no se elige a la ideología
panista en sí, sino que se expresa el rechazo a las polí-
ticas implementadas por los gobiernos emanados del PRI.
 Las circunstancias de que el PAN sea favorecido elec-
toralmente y no otro partido (PSUM), derivan de la misma
"cultura política" que se ha moldeado en la sociedad du-
rante los últimos años, en donde Acción Nacional es el
partido de oposición tradicional.
También proviene de que dicho partido no postule
ideas socialistas, rechazadas en buena medida dentro de
la "cultura política" mexicana debido, en parte, a la acti-
tud en contra asumida por la corriente clerical que en
una sociedad eminentemente católica es un apoyo con-
siderable.
Además, la imagen que proyecta el partido resulta
ser sumamente atractiva al identificarse con los problemas
inmediatos de la crisis. El partido sabe que formulando
una campaña que capte la inconformidad popular, tendrá
mayor número de votos.
Esto se hace evidente si se analiza la propaganda
del partido que a través de simples panfletos pregunta a
la opinión pública "si le parece justo que haya niños sin
escuela y maestros sin empleo" . . . "que el país esté en-
deudado y el gobierno ande prestando", etc., circunstan-
cias que resultan de fácil comprensión para la opinión pú-
blica, incapaz de reflexionar sobre el fondo de las cosas.
Así, Acción Nacional tiene en la crisis económica, su
principal apoyo para conquistar votos, pero ¿Significa este
apoyo una identificación del elector con sus postulados?
Ciertamente, no; la mayoría del electorado panista no está
convencido de las tesis liberales, y muchas veces no llega
siquiera a comprenderlas.
Lo anterior significa que el elector no necesariamente
piensa en la alternativa de "derecha" como solución a los
problemas políticos; sino que simplemente el partido ha
sabido captar el descontento popular.
Por ejemplo pueden constatarse las cifras electora-
les, donde anteriormente a 1970, las victorias de Acción
Nacional eran mínimas (1) y los resultados favorables a
ese partido comparados con los del PRI estaban muy por
debajo de la proporción guardada actualmente.
(1) Las victorias del Acción Nacional en comicios de ayuntamientos se
reducían hasta 1970 a los Municipios de Abasolo en 1969 y de
Garza García en 1963.
Tal parece que el fortalecimiento electoral del partido
ha evolucionado en forma aparejada a la de la explosión
de la crisis.
Por lo que a la relación de este partido con la clase
empresarial se refiere, ya se ha destacado este vínculo
con anterioridad, donde los principales directivos de este
instituto político resultan ser empresarios destacados o
bien empleados de los grandes corporativos (1), vinculación
que en 1978 agravó las fisuras al interior del mismo, con
la acusación a J. A. Conchello de ser un "infiltrado del
grupo Monterrey" para "cambiar el espíritu panista" (2).
Ciertamente el entendimiento con los empresarios no
fundamenta la aseveración de que sea éste un "partido
de la clase empresarial" pues el apoyo de los profesio-
nistas libres resulta ser también importante. Además, ima-
ginar un partido de corte empresarial y sin fuerza popular
resulta absurdo.
En las últimas elecciones para gobernador (julio de
1979), la fuerza electoral de Acción Nacional fue patente
en la entidad, cuando ganó por primera vez una dipu-
tación local (15 distrito de San Nicolás) y logró dos fede-
rales (primero y décimo distritos); posiciones estas últimas
que perdería posteriormente en las elecciones de 1982.
Al respecto cabe señalar que las elecciones de 1982
fueron las que sufrieron más impugnaciones por parte de
la oposición, además de que presentaron mayores reser-
vas por parte de la opinión pública respecto al respeto
al voto.
EL PARTIDO SOCIALISTA UNIFICADO DE MEXICO
El antiguo partido comunista hoy PSUM, es una co-
rriente política de izquierda legitimada dentro del proceso
electoral a raíz de la reforma política implementada en
1977.
El PSUM se ha colocado nacionalmente como la ter-
cera fuerza electoral después del PRI y PAN (en los co-
(1) Baste mencionar como ejemplo a Luis J. Prieto, Fernando Cana-
les, José Luis Coindreau, Pablo Emilio Madero.
(2) Proceso, No. 76, de Abril de 1978.
micios electorales federales de 1982 alcanzó el 4.38 por
ciento de la votación total nacional); pesan sobre él años
de ilegalidad, clandestinaje, represión, sectarismo y mar-
ginación de la vida política.
Todos estos factores que inciden sobre el partido y
en general sobre la izquierda se han revertido en su con-
tra, transformándose en una corriente que no ha logrado
penetrar en la población.
La "cultura política" nacional la rechaza, su proyecto
de acción no es todavía comprensible para los grandes
núcleos de población, su presencia en la sociedad resulta
hoy por hoy marginal y además su peso electoral se en-
cuentra reducido a sectores perfectamente localizados.
En Nuevo León, el comportamiento de la izquierda
no ha variado del esquema nacional, aunque su fuerza
electoral se haya reducido a cuarto lugar (1), posición sin
embargo que habrá que abordar con reserva.
En la estadística electoral puede advertirse que su
posición se encuentra muy distante del PRI y PAN; de tal
suerte que su papel en las elecciones de 1985 no guarda
ninguna sorpresa.
Distintas acciones refuerzan tal consideración, como
lo han sido las campañas de desprestigio ¡mplementadas
por los sectores ultraderechistas que de alguna u otra
forma han afectado al PSUM.
Sin embargo también existen causas internas que
han contribuido al detrioro político-electoral, entre ellas
están las líneas de acción, pues el partido sólo se ha
concentrado en la búsqueda por satisfacer los intereses
inmediatos de la población, olvidando con ello la lucha
ideológica.
Ciertamente el partido ha planteado una línea pro-
gramática de acuerdo a la ideología que sustenta, sin
embargo, este objetivo le resulta de compleja implemen-
tación. -Pero este fenómeno no es privativo del PSUM, el
esquema de acción de los partidos políticos en cuanto a
satisfacer las necesidades inmediatas parece repetirse con
los esquemas planteados por todos los partidos.
(1) El primero y segundo lugar correspondieron al PRI y PAN, con 70.5
y 24 por ciento respectivamente, el tercer lugar lo ocupó el PARM
con 0.71 por ciento y el cuarto el PSUM con 0.66 por ciento.
La izquierda en Nuevo León no es tan fuerte como
en otras entidades.
Para los comicios de 1985, la izquierda a nivel na-
cional ha contemplado el proyecto de celebrar una coa-
lición. En el estado se han advertido intentos en este
mismo sentido (1), que de llegar a cristalizarse podrían
conformar una opción con mayor peso electoral.
OTROS PARTIDOS POLITICOS
Cabe hacer notar que no sólo coexisten los partidos
anteriores en el esquema pluripartidista formal de México.
Con anterioridad a la reforma política (1977) parti-
cipaban en la contienda cuatro partidos PRI, PAN, PARM
y PPS; los dos primeros ya han sido tratados, el PARM
(Partido Auténtico de la Revolución Mexicana) y el PPS
(Partido Popular Socialista) desde su nacimiento han en-
contrado nexos con el PRI, pudiendo establecerse que
prácticamente no presentan un marcado contraste con la
acción revolucionaria priísta.
El PPS y PARM son partidos que no ofrecen una
oposición real, fueron y siguen siendo partidos que sin/en
para aparentar el esquema pluripartidista (partidos pan-
fleto, como se denominaron anteriormente).
El PPS juega, en todo caso, el papel de la "izquier-
d a " priísta destacando y criticando cualquier tipo de in-
tervención empresarial, clerical o imperialista en todo acto
de la vida política.
Tal es la identidad con el Revolucionario Institucio-
nal que para las próximas elecciones José Luis Martínez,
diputado local por el PPS ha señalado: "el Partido Po-
pular Socialista podría unirse al PRI en caso de que Ac-
ción Nacional utilizara toda la fuerza y los medios nece-
sarios para llegar al poder en Nuevo León" (2).
(1) EL PORVENIR, Septiembre 3 de 1984, p. 1-B.
(2) El Porvenir, 20-VI-1984.
micios electorales federales de 1982 alcanzó el 4.38 por
ciento de la votación total nacional); pesan sobre él años
de ilegalidad, clandestinaje, represión, sectarismo y mar-
ginación de la vida política.
Todos estos factores que inciden sobre el partido y
en general sobre la izquierda se han revertido en su con-
tra, transformándose en una corriente que no ha logrado
penetrar en la población.
La "cultura política" nacional la rechaza, su proyecto
de acción no es todavía comprensible para los grandes
núcleos de población, su presencia en la sociedad resulta
hoy por hoy marginal y además su peso electoral se en-
cuentra reducido a sectores perfectamente localizados.
En Nuevo León, el comportamiento de la izquierda
no ha variado del esquema nacional, aunque su fuerza
electoral se haya reducido a cuarto lugar (1), posición sin
embargo que habrá que abordar con reserva.
En la estadística electoral puede advertirse que su
posición se encuentra muy distante del PRI y PAN; de tal
suerte que su papel en las elecciones de 1985 no guarda
ninguna sorpresa.
Distintas acciones refuerzan tal consideración, como
lo han sido las campañas de desprestigio implementadas
por los sectores ultraderechistas que de alguna u otra
forma han afectado al PSUM.
Sin embargo también existen causas internas que
han contribuido al detrioro político-electoral, entre ellas
están las líneas de acción, pues el partido sólo se ha
concentrado en la búsqueda por satisfacer los intereses
inmediatos de la población, olvidando con ello la lucha
ideológica.
Ciertamente el partido ha planteado una línea pro-
gramática de acuerdo a la ideología que sustenta, sin
embargo, este objetivo le resulta de compleja implemen-
tación. -Pero este fenómeno no es privativo del PSUM, el
esquema de acción de los partidos políticos en cuanto a
satisfacer las necesidades inmediatas parece repetirse con
los esquemas planteados por todos los partidos.
(1) El primero y segundo lugar correspondieron al PRI y PAN, con 70.5
y 24 Dor ciento respectivamente, el tercer lugar lo ocupó el PARM
con 0.71 por ciento y el cuarto el PSUM con 0.66 por ciento.
La izquierda en Nuevo León no es tan fuerte como
en otras entidades.
Para los comicios de 1985, la izquierda a nivel na-
cional ha contemplado el proyecto de celebrar una coa-
lición. En el estado se han advertido intentos en este
mismo sentido (1), que de llegar a cristalizarse podrían
conformar una opción con mayor peso electoral.
OTROS PARTIDOS POLITICOS
Cabe hacer notar que no sólo coexisten los partidos
anteriores en el esquema pluripartidista formal de México.
Con anterioridad a la reforma política (1977) parti-
cipaban en la contienda cuatro partidos PRI, PAN, PARM
y PPS; los dos primeros ya han sido tratados, el PARM
(Partido Auténtico de la Revolución Mexicana) y el PPS
(Partido Popular Socialista) desde su nacimiento han en-
contrado nexos con el PRI, pudiendo establecerse que
prácticamente no presentan un marcado contraste con la
acción revolucionaria priísta.
El PPS y PARM son partidos que no ofrecen una
oposición real, fueron y siguen siendo partidos que sin/en
para aparentar el esquema pluripartidista (partidos pan-
fleto, como se denominaron anteriormente).
El PPS juega, en todo caso, el papel de la "izquier-
d a " priísta destacando y criticando cualquier tipo de in-
tervención empresarial, clerical o imperialista en todo acto
de la vida política.
Tal es la identidad con el Revolucionario Institucio-
nal que para las próximas elecciones José Luis Martínez,
diputado local por el PPS ha señalado: "el Partido Po-
pular Socialista podría unirse al PRI en caso de que Ac-
ción Nacional utilizara toda la fuerza y los medios nece-
sarios para llegar al poder en Nuevo León" (2).
(1) EL PORVENIR, Septiembre 3 de 1984, p. 1-B.
(2) El Porvenir, 20-VI-1984.
 El PARM, que durante algún tiempo constituyó la vie-
ja guardia "revolucionaria" parece que a últimas fechas
se convierte en el refugio de los militantes priístas disi-
dentes que, inconformes presionan a través de la "línea
revolucionaria" (1).
En las elecciones federales de julio de 1982 el PARM
perdió su registro por no obtener el 1.5 por ciento de la
votación total nacional, sin embargo lo recuperó el 19 de
junio de 1984, con apoyo de la CFE (Comisión Federal
Electoral), del PRI, PPS y representantes de las Cámaras
de Senadores y Diputados (2), acto que deja entrever su
entendimiento con el bloque priísta-gubernamental.
Situándose nuevamente en las postrimerías de la
apertura democrática, se inscribieron el PC hoy PSUM,
del que ya se habló y los partidos PDM y PST.
El Partido Demócrata Mexicano (PDM) tiene su oriqen
en la Unión Nacional Sinarouista (UNS) unión de clara
identificación con organizaciones católicas formadas a
raíz del movimiento cristero y que constituye de hecho
la defensa contra la ideología comunista.
Entre sus antecedentes está el Partido Fuerza Po-
pular, que obtuvo el registro en 1946 y lo perdió en 1949,
y posteriormente en los partidos Unidad Nacional y Na-
cionalista de México, sin que de ambos se conozca nin-
guna prosperidad política. Es durante la reforma política
y en su segundo intento, cuando obtiene el registro como
partido.
El Partido Demócrata Mexicano considerado dentro
del "ala derecha" juega a su vez el equilibrio con los
partidos de izquierda. En Nuevo León no ha logrado
puestos de elección por mayoría, sin embargo ha logrado
algunos plurinominales.
Ciertamente el electorado simpatizante con este par-
tido es bastante reducido para aspirar a alguna victoria
por la vía mayoritaria en algún municipio o distrito, me-
nos aún, para aspirar a la gubernatura.
(1) Véase declaraciones de Masso M. Jorge, candidato postulado por
el PARM, a la alcaldía de Saltillo, El Porvenir, 2-VII-1934.
(2) El Porvenir, 13 de julio de 1984.
Durante la celebración de las elecciones en 1982 el
Partido Demócrata en Nuevo León se mantuvo muy por
debajo del porcentaje obtenido en la votación nacional
efectiva 0), lo cual indica que su potencialidad electoral
reside en otras entidades federativas; pues mientras a ni-
vel nacional se constituyó como la cuarta fuerza electo-
ral, en Nuevo León fue la séptima.
Además su actividad propagandística es casi nula,
adolece de organización y no ha mostrado consistencia
en los procesos electorales.
La situación que ese partido guarda en el estado es
un tanto fisurada a su interior, y sólo la entienden sus
principales cuadros políticos, aunque recientemente anun-
ciaron que el divisionismo había terminado gracias a la
mediación de su Comité Ejecutivo Nacional (2)
El Partido Socialista de los Trabajadores junto con
el Partido Mexicano de los Trabajadores tienen un mismo
origen: el Comité Nacional de Auscultación y Coordina-
ción (CNAC).
El PST fue el primero en obtener su registro en las
elecciones federales en 1979; el PMT por su parte el cua-
tro de julio de 1984 viene a obtener su registro condi-
cionado al resultado de las elecciones de 1985, siendo
el PST el único partido que se mostró en contra de su
registro (3).
Según la estadística electoral, el Partido Socialista
de los Trabajadores se coloca como la quinta fuerza po-
lítica en el estado y la sexta a nivel nacional, no obstante
se encuentra muy por debajo de la media nacional (4), lo
que indica su debilidad regional.
(1) En 1982, la votación efectiva a nivel nacional del Partido Demó-
crata fue de 2.34 por ciento mientras que en Nuevo León fue de
0.37 por ciento. Cuadernos de Ciencia Política y Administración
Pública, Vol. 2, Oct. 1982, Pág. 62.
(2) El Porvenir, 1o. -IX-1984, pág. 5-B.
(3) Excélsior. 5-VII-1984, P-1, 14, 33-A.
j
(4) Véase Cuadernos de Ciencia Política y Admón. Pública VO 2, oct.
de 1982, Op. Cit. Pág. 62.
 Por otra parte, es evidente el gran número de decla-
raciones periodísticas de este partido, con una tendencia
cada vez más notoria de colocarse en forma oportuna al
•lado del PRI.
Esta tendencia oportunista quedó expresada en Nue-
vo León con la visita a Monterrey de su dirigente nacio-
nal, Rafael Aguilar Talamantes quien declaró: "El PST
apoyará en Nuevo León, al candidato a gobernador del
PRI, si se le designa democráticamente y no en función
de los intereses de la oligarquía local" (1), elogiando asi-
mismo la renovación anunciada en ese entonces por el
PRI.
De acuerdo a la situación de estos dos últimos
partidos para el momento Nuevo León 1985, se concluye
que el PST, no registrará ningún cambio substancial y
que, en todo caso, su papel será de contrapeso en el
avance de Acción Nacional, equilibrio diseñado presumi-
blemente con el PRI.
El Partido Mexicano de los Trabajadores por su par-
te, por no ser partido que tenga su registro definitivo,
deberá esperar a lograrlo, antes de competir en comicios
estatales y / o municipales.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
es otro de los partidos de reciente registro, participó con-
dicionado en las elecciones de 1982, y obtuvo su registro
definitivo al haber logrado más del 1.5 por ciento de la
votación nacional en la elección presidencial, postulando
•a la señora Rosario Ibarra de Piedra; sin embargo, en el
resto de las candidaturas no logró superar el porcentaje
requerido (1.5 por ciento).
El hecho de que haya sido postulada la señora Iba-
rra de Piedra para la presidencia, y que por esta candi-
datura el partido haya obtenido su registro, significa que
gran parte de la influencia que el PRT pudo adquirir resi-
dió en la personalidad de la señora Ibarra de Piedra (2).
(1) Porvenir 1-VI-1984.
(2) El caso de la seéora Ibarra de Piedra fue presentado c o m o una
excepción, ya q u e en estudios realizados en 1982 se logró detec-
tar que el grado de conocimiento que la población tenía sobre su
candidatura superaba al grado de conocimiento sobre el partido
político que la postulaba. Cuadernos de Administración Pública y
Ciencia Política, op. cit. p. 16.
En Nuevo León la influencia de este partido es casi
nula, la estadística electoral de las elecciones de 1982
muestra que el PRT no alcanzó ni tan siquiera el uno por
ciento dentro de las diferentes candidaturas con las que
participó. Para los comicios de 1985 podrá participar en
las elecciones estatales y municipales, pues goza ya de
registro definitivo, sin embargo se prevé que su influencia
será precaria estando muy propenso a perder su registro.
Existe otro partido que sin ninguna ciase de registro
desempeña labor de proselitismo en el estado, tal es el
caso del Partido Laboral Mexicano (PLM), que finca su
acción en contra del Partido Acción Nacional y con cla-
ros vínculos extranjeros; por su situación jurídica electoral
carece de toda posibilidad de participar activamente den-
tro del fenómeno de que ocupa este trabajo.
A juzgar por los resultados de las elecciones de
1982, el sistema de partidos de oposición se encuentra
en franco deterioro; ningún partido alcanza a superar o
mantener en el estado el porcentaje logrado a nivel na-
cional, excepción hecha del Partido Acción Nacional que
supera considerablemente a la media nacional, por lo que
en todo caso la contienda electoral se disputará funda-
mentalmente entre el PRI y el PAN.
LOS M E D I O S DE COMUNICACION
La actuación de los medios masivos de comunica-
ción como grupo es sumamente dinámica, quizás la más
de entre aquéllos que tienen alguna incidencia en la vida
política. Su presencia cotidiana en la sociedad les per-
mite tal posición, constituyéndose en grupo portador tan-
to de sus intereses como de otros que en primera instan-
cia les son ajenos.
Para darse una idea del foro diario que mantienen,
baste citar que en 1979, de los 348 mil hogares existen-
tes en la ciudad de Monterrey, 88.7 por ciento contaban
con un aparato de radio y 87.4 por ciento con televisor (1).
Los medios: prensa, radio y televisión mantienen en
el contexto político estatal una naturaleza diversa, pues
no existe entre ellos una tendencia preestablecida que les
sea común. De hecho, para poder identificar los intere-
ses que defienden, habría que distinguir entre los medios
(1) ARRIAGA Patricia, Publicidad, Economía y Comunicación Masiva.
(México-Estados Unidos), Ed. Nueva Imagen, México, 1980, p. 245.
independientes cuya organización es del tipo familiar, de
aquellos que se encuentran bajo una estructura corpora-
tiva y de los de carácter estatal. Entre los primeros de-
ben ubicarse los periódicos: El Norte - El Sol y El Porve-
nir, en el caso de la prensa, o el de la estación XEFB,
en la radio; en los segundos, el ejemplo más claro lo es
la Organización Estrellas de Oro, que controla 18 estacio-
nes de radio, tres de televisión (en una confusa asocia-
ción con Televisa), los periódicos Diario, Extra, Más No-
ticias y Extra de la Tarde, la revista Fama más algunos
espectáculos públicos; en este segundo caso aparece
también el grupo Radio Alegría, con ocho estaciones de
radio y próximamente un periódico. En lo que respecta
a los medios de carácter estatal, se tiene el canal televi-
sivo 28 y las estaciones Radio Pueblo y Gobierno de
Nuevo León, que dependen del gobierno estatal y el ca-
nal 8 que depende del gobierno federal.
La estructura de los medios reseñada, muestra por-
qué no existe entre ellos una tendencia común, incluso,
dadas las transformaciones sufridas por éstos (cambios
directivos, fusiones, etc), tampoco es posible hablar de
un patrón considerado individualmente para cada uno de
ellos. Los mismos medios con organización de tipo fa-
miliar, han conocido cambios substanciales al desplazar
las nuevas generaciones (herederos o ejecutivos contra-
tados) a sus fundadores.
Por lo que a la incidencia en el orden político se
refiere, es ciertamente la prensa la que alcanza una ma-
yor importancia, seguida por la radio y la televisión (1).
Esta circunstancia resulta un tanto paradójica, pues de
hecho el foro de la prensa es bastante selectivo, tanto
por el nivel mínimo de educación requerido para tener
acceso a él (alfabetización), como por las limitantes pre-
supuestarias. Sin embargo, es también este medio el me-
nos sujeto a controles oficiales —tanto así que a veces
cae en el libertinaje— y a intereses marcadamente oligo-
polísticos como sucede con la Televisión, excepción he-
cha de algunas casas editoras como la Organización Edi-
torial Mexicana.
(1) A este respecto Katz, Gurevitch y Hass anotan que el mayor uso
otorgado a la prensa gira alrededor del orden sociopolítico, y al
compararlo con otros medios demostraron la importancia del pe-
riódico en el conocimiento e integración de dicha área, seguido
en orden decreciente por la radio y la televisión, siendo los libros
y ei cine los de menor uso.
Katz E. M „ Gurevitch y H. Hass. " O n the Use of Mass Media for
Important T h i n g s " . American Sociological Review 1973, Vol. 38
(abril) p. 164-181.
Por cuanto a contenidos, la televisión carece de aná-
lisis críticos limitándose, en el mejor de los casos, a de-
nunciar las fallas o carencias de servicios u obras públi-
cas, salvo modestas excepciones.
La televisión se convierte en un medio enajenante
pues propicia el divorcio de la sociedad de su entorno
político al saturar su programación con esquemas y men-
sajes correspondientes las más de las veces, con patro-
nes culturales externos, lo cual conlleva a la despoliti-
zación (1).
La radio por su parte, es el medio con mayor audien-
cia, empero al igual que la televisión, lejos se encuentra
de sostener un contenido crítico, inclinándose fundamen-
talmente hacia programaciones musicales y de esparci-
miento. Los breves lapsos destinados a noticieros, no van
más allá de repetir las notas periodísticas o boletines ofi-
ciales, o a transmitir entrevistas que se realizan más ca-
suísticamente que otra cosa.
La prensa, por el contrario, mantiene un mayor se-
guimiento en los análisis políticos; bastos son los ejem-
plos de denuncias públicas que ésta ha hecho o recogi-
do. Sin embargo, tampoco puede dejarse de anotar que
muchos de los supuestos análisis en este orden, provie-
nen de columnas ligeras, bañadas de sarcasmos e ironías,
y tomadas de rumores y comentarios generados en los
pasillos de las instituciones públicas y privadas (los co-
rrillos políticos). Aún a pesar de su ligereza y su supuesta
"espontaneidad" —originalidad si se quiere— la prensa
va formando en la opinión una corriente heterogénea y
contrastada que de una u otra forma y a pesar de la se-
lectividad anotada, produce efectos políticos importantes,
lo que la convierte en un medio real de presión. Obvio
resulta inferir que la opinión que va formándose, lleva en
sí una mezcla de influencias, lo mismo de parte de los
intereses sostenidos por el periódico, como de aquellos
en los que cae al provocar algunas reacciones.
(1) Sobre este punto existe controversia entre los investigadores so-
ciales, si bien Me Quail apunta el término " d i s f u n c i ó n narcotizan-
t e " que Merton y Lazarsfeld atribuyen al medio de comunicación
masiva y que consiste en la tendencia a "crear una ilusión de
participación y contacto con la realidad política que se logra pro-
porcionando a los individuos un voluminoso caudal de informa-
ción. Al proveer un sustituto de la acción social, actúan c o m o
" n a r c ó t i c o s o c i a l " . Me Quail Dennis. Sociología de los Medios
Masivos de Comunicación, Buenos Aires, Argentina, Paidós, 1969.
p. 112.
 Ta! es el caso que muchos de los incidentes políti- Finalmente, se ha querido reservar un capítulo espe-
cos han surgido de enfrentamientos que sin tener motivos cial para analizar el caso del elector. La explicación a
reales de fondo, se produjeron vía las declaraciones "pro- ello reside en una de las hipótesis sostenidas a lo largo
vocadas" y las respuestas también "provocadas" por los de este trabajo: la importancia y peso específico de este
reporteros de los medios quienes, en su afán por con- grupo social, tanto por el rol que a éste le corresponde
quistar las notas a ocho columnas, envuelven a los inter- jugar en el proceso formal, como por ser el grupo en el
locutores sociales en tales conflictos. que habrán de reflejarse los efectos de las acciones em-
prendidas por los otros grupos participantes.
La manipulación de la opinión pública (receptores)
como de las fuentes informativas (emisoras), alcanza aquí Aún cuando la potencialidad del elector en este tipo
una expresión mayúscula. de procesos ha sido tradicionalmente subestimada, la idea
aquí reiterada es en el sentido de que las condiciones im-
De lo rápidamente expuesto, parece claro el grado puestas por el espacio y momento políticos, habrán de re-
de influencia que en materia política llegan a tener, tanto dimir su peso político específico.
por su capacidad para formar opinión acorde con deter-
minados intereses, como para desviarla y / o encubrir otros
intereses. Los medios asumen así el doble rol de voz y
portavoz, de tal suerte que en fenómenos como el de la
transmisión del poder, su neutralidad difícilmente puede
sostenerse. Es deseable en fecha posterior realizar algún
ensayo político tendiente a establecer con certeza la situa-
ción que éstos guardan en la entidad.

CONSIDERACIONES FINALES

Ha quedado de manifiesto que, dentro del proceso

de transmisión de poder, intervienen grupos sociales que
se han denominado como "participantes"; algunos de ellos
inciden en la auscultación que se lleva a cabo para per-
filar el candidato priísta o también en el procedimiento
formal, es decir dentro del esquema jurídico-político elec-
toral.

Se han destacado los grupos participantes más im-

portantes: el grupo empresarial y el obrero, en otro nivel:
la Iglesia católica, los medios masivos de comunicación
e incluso los propios partidos políticos; sin embargo su
estudio demostró la necesidad tácita de ampliar su trata-
miento, situación aquí limitativa por órdenes de espacio,
pero que se invita a realizar.

Por otra parte, los grupos estudiados no son de nin-

guna manera los únicos; participan algunos otros como
por ejemplo las logias masónicas, las asociaciones profe-
sionales, las universidades, asociaciones agroganaderas,
pero claro, su peso específico es substancialmente me-
nor, por lo que sólo quedan indicadas.
 H A C I A LAS ELECCIONES DE 1985:

UN ANALISIS PREDICTIVO
Este capítulo está dedicado a hacer un análisis pre-
f! dictivo sobre el comportamiento electoral en 1985. Pre-
tende a su vez, constituir una guía para el diseño de es-
trategias tanto de los partidos como de los candidatos,
en las correspondientes campañas electorales.

Se procede en esta forma sin ningún interés ideoló-

gico o partidista tal como se ha sostenido en las partes
precedentes pensando a su vez no en falsos ilusionismos
infantiles y de nulo interés académico, que pretendiesen
ver en los partidos políticos rivalidades tan vanales como
las de un juego de fútbol; por el contrario, se asume que
en la medida como los diferentes interlocutores dispon-
gan de información cierta y suficiente, habrán de impo-
nerle al proceso rasgos que lo eleven y genere en la po-
blación un mayor interés en las actividades políticas.

Simultáneamente, habrá de irse creando una mayor

concientización y reduciendo los espasmos de inmovilidad
e indiferencia. Este es en última instancia el mejor aporte
que un centro de estudios puede ofrecer a su comunidad.
 El estudio está basado en una muestra aleatoria de
opinión pública levantada entre el 13 de Agosto y el pri-
mero de Septiembre de 1984, en 32 municipios de 51
que conforman la entidad.
La muestra comprendió un universo de mil trescientas
veintiún personas, siendo la unidad base considerada la
sección electoral; de éstas, el 84.3 por ciento fueron en-
trevistadas en el A.M.M. y 15.7 por ciento, en los demás
municipios de la entidad; 51.9 por ciento de las personas
encuestadas fueron varones y 48.1 por ciento, mujeres (1).
Con las reservas que puedan derivarse del caso, dada
la antelación de la muestra respecto al momento político,
cabe aclarar que ésta sigue muy cerca la realidad demo-
gráfica de la entidad, por cuanto a lugar de residencia,
sexo y edad se refiere.
I . — EL ELECTOR:
Los trabajos modernos de ciencia política han desta-
cado la importancia del estudio del proceso electoral y en
especial el papel primordial que adquiere el elector como
elemento fundamental de tal procedimiento.
Es evidente oue los estudios centrados en el análisis
del elector, además de robustecer la disciplina electoral
contribuyen en lo general a estimular el desarrollo de la
ciencia política, ya que siendo el elector un instrumento
capaz de proveer al estudioso de elementos que le per-
miten elaborar hipótesis para posteriormente formular le-
yes, le dará un nuevo impulso al desarrollo de la polito-
logía.
Sin embargo, el estudio electoral y particularmente
el referido al elector, ha quedado en el país dentro de un
rezago considerable, quedando en el mejor de los térmi-
nos sólo señalada su importancia.
Podrá argumentarse que tal rezago, es debido fun-
damentalmente al poco interés que presenta la estructura
misma de la política mexicana, donde se conforma una
figura de "elector" incapaz de cambiar el orden estable-
cido dentro del contexto político. No obstante este tra-
bajo rechaza tal postura, ya que aún dentro de la estruc-
tura política, el elector puede ser objeto de estudio per-
fectamente identificable y aún de actitud predecible.
(1) Véase en apéndice, características de la distribución de la muestra.
COMPOSICION DE LA POBLACION ELECTORAL:
Dos son los rasgos fundamentales que caracterizan al
electorado en la entidad: 1) Su composición eminente-
mente urbana y concentrada en el Area Metropolitana de
Monterrey; 2) El peso relativo de los grupos más jóvenes.
De acuerdo con la proyección realizada por CIPAD
sobre la población electoral potencial del estado (D para
julio de 1985 (Véase Tabla E-1), ésta asciende a más de
1.5 millones de personas, de las cuales casi el 80% (un
millón doscientos cuarenta y cuatro mil setecientos sesen-
ta) se encuentran concentradas en el A.M.M., y el 20%
restante (trescientos diecinueve mil noventa y siete) dis-
tribuida en los 44 municipios no metropolitanos, lo que
significa que cuatro quintas partes del electorado corres-
ponden a la categoría urbana (2). En este sentido se pue-
de asumir que el electorado nuevoleonés es eminentemen-
te urbano, circunstancia que, con excepción de! Distrito
Federal es única en el país.
Este hecho reviste particular importancia, dado que
como ya se apuntó en el capítulo relativo a espacio polí-
tico, las actitudes políticas de la población urbana están
generalmente más expuestas a influencias diversas y por
tanto a conocer cambios bruscos.
El fenómeno de urbanización de las sociedades con-
temporáneas ha traído aparejado una serie de manifesta-
ciones en iodos ¡os órdenes. Por un lado ha favorecido
el acceso de las clases sociales a diversos satisfactores
difíciles de lograr en el medio rural, lo mismo culturales
que sanitarios, nutricionales o de esparcimiento, etc.; ha
extendido el campo de la comunicación y las relaciones
interpersonales; y en general, ha ampliado las expectati-
vas de estas clases, de escalar niveles superiores de in-
greso y formas de vida.
(1) Se define como Población Electoral Potencial, a la población que
de acuerdo con la legislación, se encuentra facultada para votar, es
decir la población con 18 años o más de edad; se distingue aquí
de la Población Electoral Rea!, que serla, la población inscrita en
el padrón electoral.
(2) En sentido estricto considerando municipios urbanos aquellos con
una población superior a 60 mil habitantes, la variación en la pro-
porción es mínima (76.9 por ciento).
 Pero, la urbanización concomitantemeníe con ello y en semejanza de los que ve en oíros sectores de su ciudad
forma un tanto dialéctica, ha polarizado la misma estratifica- o de los que recibe en los mensajes y programas de las
ción social; ha despersonalizado al individuo induciéndolo a series televisivas.
una materialización extrema, desvinculándolo de su medio
natural, y frustrado en un buen número de casos el desa- Lo mismo busca disponer de una lavadora que de
rrollo de sus potencialidades y su realización persona! (1). un televisor en color o una videocassetera, pero al pro-
ceder así lo hace no en una forma auténtica y reflexiva
En el orden político, el fenómeno se manifiesta de sino por imitación. Pero por el otro, al darse cuenta de
muy variadas formas que van desde una mayor comple- su incapacidad para acceder a tales bienes, reacciona
jidad de las demandas sociales, hasta una agudización contestando su nivel social.
de su percepción sobre los contrastes que lo envuelven.
Lo anterior, puede manifestarse en una apatía o indi-
Los barrios, las colonias y / o unidades habitaciona- ferencia, al sentirse aprisionado por las condiciones que
les de los grandes centros urbanos, han intensificado cier- le rodean y su incapacidad para alterar el orden de las
tamente a su interior las relaciones entre las personas en cosas; pero también puede manifestarse en formas abier-
un intento por reconstruir su medio originario (los pue- tas de rebelión que bien puede darse de manera institu-
blos, las comunas, etcétera) pero al mismo tiempo, los cionalizada (las urnas, las marchas de protesta, etc.), o
han aislado de la convivencia con otros sectores, mar- de manera violenta.
cando las diferencias y acentuando los sentimientos de
desigualdad. Las experiencias de nuestro país en los últimos
veinte años, pueden ubicarse en estos casos: el in-
Al agudizarse la percepción del individuo, lo ha vuelto cremento substancial del abstencionismo, el movimiento
más crítico y sujeto de sentimientos reprimidos. Por un del 68 o los movimientos médico y magisterial a principios
lado, busca una forma de vida y patrones de conducta, a de ésa década.

PR0Y2CCI0N DE LA POBLACION ELECTORAL PARA EL ESTADO En las condiciones apuntadas del momento político,
TABLA E-1 _ DE NUEVO LEON (JULIO 19ñS); POR GRUPOS DE EDAD. tales manifestaciones de inconformidad, pueden dar pie a
ASEA « E T . D i HONTEWEY RESTO DEL ESTADO NUEVO LEON- movilizaciones importantes en torno a proyectos alterna-
GRUPOS
tivos de gobierno, no tanto porque existe una reflexión a
DE EDAD ABSOLUTO ABSOLUTO • % ABSOLUTO %
%
fondo sobre la dimensión del proyecto propuesto, sino
16-25 375,221 30.15 94,535 29.75 470,156 30.00
como resultado del inconformismo existente por los efec-
26-33 281.491 22.62 54.714 17.16 336,205 21.SO tos nocivos que se padecen.
34-41 193.871 15.58 43,533 13.65 237,404 15.18

45-49 11.40 39,814 12.48 151,673 11.62

Como señala K. W. Deutsch, muchas personas que
141,859
habitualmente no dedican nada de su tiempo o atención
' • 98,328 7.90 29,082 9.12 127,410 8.15
• 50-57
a la política, podrían interesarse en hacerlo si se vieran
58-55 70,662 5.68 22,575 7.08 93,as- 5.96 envueltos por situaciones excepcionales; mientras éstas se
68-Í 82,486 6.63 34,102 10.70 i l e , 588 7.46 sientan razonablemente satisfechas, o su descontento sea
842 342 1,184 N.S
somero, su interés será mínimo, pero si son afectados se-
N. £. W.S H.S

¡OOX 100*
riamente, estas gentes pueden dedicar gran parte de su
TOTAL 1'244,760 319,097
20.4
I'563,857 100K tiempo a la acción política directa (1).
79.6

FüEUTE: Proyección C1PAC. con base en los resultados del X Censo General de Pcblacióo y Vivienda 1580.

H.E.- No especificado En el caso de una mancha urbana como la de Mon-

U.S.- 1c s i g n i f i c a t i v o
terrey, los efectos de imitación y explosión se presentan
con un grado de ocurrencia de mayor probabilidad.
(1) Henri Lefebvre ha estudiado bastante este fenómeno por lo que
el lector pudiera remitirse a varias de sus obras: Espacio y Política
(Ed. Península, Barcelona 1976), La Revolución Urbana (Ed. Alian-
(1) DEUTSCH, Karl W., Política y Gobierno, F.C.E., México 1976, p. 57.
za, Madrid).
 El segundo rasgo anotado del electorado en la enti-
dad, es el del peso relativo de los grupos más jóvenes.
De acuerdo con la misma tabla de proyecciones de la
población potencial electoral, se tiene que los grupos de
oersonas (18-25 años) y (26-33 años) representaban res-
pectivamente el 30.06% y 21.5% del total, lo que en con-
junto significa cue más de la mitad del electorado se en-
cuentra en estas categorías. En este sentido, vale consi-
derar el tipo de actitudes políticas prevaleciente entre la
población juvenil.
Tradicionalmente las actitudes de los jóvenes apare-
cen como las más difíciles de predecir y ello por varias
razones, todas vinculadas con la inmadurez física y emo-
cional; orimero, por no existir en estos grupos un nivel
elevado' de concientización; segundo, por no existir en
éstos una definición precisa de valores y creencias, de
donde deriva una actitud de rebeldía e inconformidad
con el orden establecido; tercero, oor no existir general-
mente, y sobre todo en los más jóvenes, elementos _d_e
comoromiso —económicos, sociales, políticos e ideológi-
c o s — q U e pueden influenciar o moderar su comporta-
miento.
De lo anterior se desprenden dos natrones áfctitudi-
nales: sea la indiferencia hacia las actividades políticas,
sea la movilización de tipo rebelde, y muchas veces irre-
flexiva.
En este orden de ideas, el hecho de que en el espacio
político aquí considerado uno de cada dos electores oo-
tenciales se ubiquen en la categoría juvenil torna la mag-
nitud y el sentido de su participación a un grado de mayor
incertidumbre.
Si se atiende a las experiencias casadas, la idea an-
terior habría de relativizarse, oues tradicionalmente el com-
portamiento de estos grupos en materia electoral ha sido
el menos efectivo.
Pero si a las consideraciones anteriores se agrega la
variable crisis, que traducida al lenguaje común se con-
vierte en desempleo para estas categorías, la respuesta
puede dejar de ser lo lineal que en primer instancia pudo
aparecer.
EDUCACION CIVICA FORMAL Y REAL DEL ELECTORADO:
La asociación entre el nivel de educación y el grado
de participación y / o manifestación de actitudes políticas
consistentes, es un hecho incuestionable. De ahí que la
generalidad de investigaciones relativas a análisis electo-
rales la consideren entre las variables dependientes (1).
En este caso, y debido a las deformaciones de les
patrones educativos y culturales, habrá de distinguirse en-
tre educación cívica formal y educación cívica real.
Se entiende por educación cívica formal aquella parte
del proceso del aprendizaje en la que ei escolar recibe
instrucción elemental sobre les derechos y deberes de
los ciudadanos y la organización política del Estado. Per
educación cívica real entendemos el grado de conoci-
miento efectivo que la población tiene sobre los mismos
aspectos.
En la primera de las consideraciones, se asume que
ei grado de educación cívica formal elemental, corres-
ponde para la población que ha culminado ia educación
básica (seis años).
En tanto que la educación cívica real, corresponde
con la adquirida en forma extraescolar, es decir que varía
directamente — y un tanto en sentido biunívoco— con el
interés y la participación política; conviene conocer am-
bas referencias.
De la población electoral potencial para 1985, se
tiene que sóio un 37.03% (2), habrá culminado la educa-
ción primaria, con lo cual se sostiene que el nivel de
educación cívica formal corresponde exclusivamente a un
poco más de la tercera parte dei tota!. Sin embargo antes
de extraer alguna conclusión precipitada, conviene com-
parar ia cifra anterior con aigun indicador que refleje el
grado de educación cívica real.
Para este efecto se considerarán dos estudios de opi-
nión pública efectuados por CIPAD; el primero a partir de
(1) CONVERSE Philip E., Some Priority Variables in Comparative Elec-
toral Research, en Comparative Politics: Notes and Readings, 5o.
ed., Mocndis and Brown, pp. 338-357.
(2) Calculado a partir de los datos del X Censo General de Población
y Vivienda 1980.
 La (Tabla E-2) que resume los resultados de los dos
una muestra levantada en mayo de 1982 para las eleccio-
estudios realizados por CIPAD (1), así como de otro rea-
nes federales de ese año (1) y el segundo, correspon-
lizado por el Centro de Estudios Fronterizos del Norte de
diente al estudio que complementa este trabajo. De acuer-
México, revela que con excepción del Revolucionario Ins-
do con éstos, se encuentra para 1982 que sólo un 15.6%
titucional y de Acción Nacional, el conocimiento de la po-
de la población sabía distinguir entre las funciones de un
blación sobre la existencia de los partidos políticos es
diputado y un senador; para el estudio de 1985, 69.4% mínimo.
sabía cada cuándo es electo un gobernador y sólo 33.7%
sabía cada cuándo es electo un diputado.
Así mientras que en 1984, estos partidos eran cono-
cidos por 95.3% y 88.4% de la población respectivamente,
Aunque los estudios no son equiparables para poder
partidos como el Social Demócrata y el Mexicano de los
extraer alguna conclusión relativa a la evolución de la
Trabajadores, eran apenas conocidos por el 2 % .
educación cívica real de la población, durante ese período,
si permiten asumir sin embargo, que el nivel de educación
cívica real es aún menor que el ya de por si bajo nivel
de educación cívica forma!.
E-2
El dato para los términos de elección de gobernador,
a pesar de ser muy superior, no altera lo señalado, por GRÁDO DE CONOCIMIENTO DE LA POBLACION
lo trivial que parece este tipo de conocimiento. En todo TABLA E - 2 SOBRE PARTIDOS POLITICOS (»)
caso, sería más representativo el dato sobre la población
A.M.M./N.L. ZONA FRONTERIZA NUEVO LEON
que conoce cada cuándo son electos gobernador y dipu- PARTIDO
NORTE DE MEXICO 1984 (3)
1982 (1)
tados, cuya proporción es del 30.6%. POLITICO 1982 (2)
GLOBAL KASC. rEM. GLOBAL

De las anteriores consideraciones se puede concluir P.A.N. 78.5 45.7 38.3 88.4

oue el grado de educación cívica formal y real de la po-

P.A'.R.M. 29.8 4.7 3.0 25.4
blación es mínimo y por tanto no guarda una correspon-
dencia con el grado de participación política, el cual en P.D.«. 13.2 2.9 1.0 13.3

las últimas elecciones ha sido muy superior.

P.M.T. N.I- N. I N.I 2.0

De donde, la participación se da sin un conocimiento P.P.S' 31.9 14.1 12.5 29.2

verdadero de causa. Conviene quizás insistir en esta úl-
P.R.I. 89.4
tima aseveración, antes de establecerlo en forma defini- 33.1 78.2 95.3

tiva, y la forma que parece más convincente para ello, es

P.R.T. 10.4 5.6 5.7 6.4
analizar el grado de politización de la ciudadanía.
P.S.D. 8.5 N.I N.I 2.0

P.S.T. 13.7 7.1 5.0 11.3

GRADO DE POLITIZACION DEL ELECTORADO:

P.S.U.M. 17.9 7.4 5.9 28.8

Una primera aproximación para determinar el grado
de politización de la ciudadanía (2), puede ser la cuantifi- FUENTE: (1) CIPAD / Hayo 1982

CENTRO DE ESTUDIOS FRONTERIZOS DEL NORTE

cación del índice de conocimiento de ésta en torno a los (2)
DE MEXICO (CÉFNOMEX) / ABRIL 1932
partidos políticos. (3) CIPAD / AGOSTO 1981

(1) GARZA RAMIREZ, Enrique, GONZALEZ GONZALEZ, Luis, HER-

NANDEZ DEL CASTILLO, Juan Ramón, Análisis del Grado de Po-
litización en el Area Metropolitana de Monterrey, a partir de las
actitudes políticas del electorado en 1982, CIPAD, mimeo. (1) Ibír»

(2) Ibid.
 Ciertamente estos casos extremos pudiesen explicarse
por el hecho de que el primero, no pudiese refrendar el
registro que en forma condicionada a los resultados de
las elecciones de 1982, le había sido otorgado, y el se-
gundo, por su reciente incorporación — e n forma también
condicionada— al escenario político formal 0). A pesar
de ello, la diferencia con respecto al PP.I, y al PAN es
exagerada.
Tal vez sea más representativa para ilustrar e! grado
de desconocimiento, observar los casos del Popular So-
cialista y Auténtico de la Revolución Mexicana, los cuales
no obstante su ya larga presencia en las contiendas (2),
son conocidos tan sólo por el 29.3 y 25.4% de la po-
blación, respectivamente.
Claro está que tales cifras superan en gran medida
a los de partidos de reciente incorporación (P.D.M., P.S.I.,
P.R.T.).
Cabe aquí observar las variaciones presentadas entre
ia información de los estudios aludidos. Por lo que toca
a los dos de CIPAD, la caída en los índices de conoci-
miento para ia mayoría de los partidos (excepción hecha
de PRI, PAN y PSUM), debe explicarse por los tiempos en
que ambas muestras fueron levantadas, es decir ia pri-
mera (1982), en el climax de las campañas electorales de
ese año, en tanto que la segunda, en un período de poca
actividad político-partidista.
Los otros tres casos, pudiesen ser debido al tamaño
de la muestra considerada en 1982. En el caso del estu-
dio de CEFNOMEX, las cifras comparativamente hablando,
indicarían en aquella zona, niveles inferiores de conoci-
miento.
La evaluación anterior sobre politización, a partir de!
conocimiento de alguno de los partidos políticos, pudiese
no obstante no ser tan revelativa, dado como ya se apun-
tó. la diferencia en tiempo en que éstos se han integrado
a los procesos electorales.
Por tpnio es conveniente adoptar un criterio más ri-
guroso. Ei que aquí se propone, es el de medir aquella
(1) Véase la parte referente a Partidos Políticos.
(2) Ibid.
población que dice conocer tres o más partidos políticos.
Este criterio no es tan caprichoso como pudiese pen-
sarse, pues el conocimiento elemental de tres de ellos su-
pone que al menos formalmente, la población reconoce o
tiene elementos para decidir en torno a tres opciones
políticas.
El número a su vez se ha seleccionado pensando
que el número inferior (dos) se limitaría al partido mayori-
tario y a la oposición tradicional; por el contrario un nú-
mero superior (cuatro o más) sería, dada la realidad socio-
política, un tanto exagerado. Los resultados obtenidos sen
interesantes: sólo 52.84% de la población conoce tres o
más partidos políticos, o lo que es lo mismo, un 4 7 % no
conoce a más de dos.
Analizando lo anterior por intervalos de escolaridad y
edad, se encuentra a su vez, dates importantes. Primero,
existe una asociación directa entre el nivel de escolaridad
y el conocimiento de los partidos: mientras que 22.04%
de las personas que tenían entre cero y tres años de esco-
laridad conocían tres partidos, el 87.9% de los que se
encontraban entre 16 y más, mantenían el mismo cono-
cimiento. De donde, a mayor escolaridad, mayor conoci-
miento de las opciones políticas.
En el caso de los intervalos de edad, el comporta-
miento es diferente. Este presenta un incremento al pasar
de! primero al segundo intervalo para luego descender
hasta llegar en el último grupo a un 29.5% (Véase Tabla
E-3). Esto se explica a partir del hecho de aue las nuevas
generaciones se han incorporado a la vida política en
forma simultánea a la presencia en el escenario de nue-
vas opciones, lo cual no sucedió con las generaciones
anteriores, que vivieron el modelo clásico de! partido ma-
yoritario-partido oposición.
Aunque las cifras anteriores inducen ya hacia el exi-
guo nivel de politización, es preciso descender un poco
más en el análisis intentando el conocimiento que sobre
las plataformas ideológicas de estos partidos se tiene,
pues en última instancia, sería éste el que indicaría de
manera más fiel la verdadera politización.
De acuerdo con el propio estudio de este año (1984),
se encontró que: apenas un 15.4% pudo establecer cuál
de los partidos políticos propone la no intervención del
gobierno en ía economía y ia defensa de! individuo y ios
valores morales (PAN); un 10.6% pudo identificar cua! de
los partidos propone la nacionalización de la televisión
(P.S.U.M.); y 17.9%, al partido que sustenta la rectoría
económica de! Estado (PRI) (1).
Finalmente se ratifica algo que ya se señaló en pá-
rrafos anteriores y en otros estudios (1), que el grado de
politización del electorado nuevoleonés es mínimo (2) y
que la participación política se da en términos irreflexivos,
es decir, sin conocimiento de causa.

Aún más, el 79.2% que dice votar por Acción Na- INDICE DE CONFIANZA EN EL VOTO:
cional desconoce su ideología; el 63.2% en el caso de!
P.S.U.M.; y el 82.5% en el caso del P.R.I. El dato refe- En otros apartados d e este mismo trabajo, se asentó
rente al P.S.U.M., que es inferior al de los demás partidos, que dada la realidad socio-política, el papel' que durante
se explica por el grado de adoctrinamiento existente entre mucho tiempo han venido desempeñando los procesos
sus militantes. electorales, ha sido ante todo, el de un mecanismo para
la legitimación del poder político. Incluso en la primera
parte, se advirtió que el marco legal no explica sino for-
TABLA E - 3
malmente el proceso de transmisión de poder, pero que
la explicación real del fenómeno debía encontrarse en
POBLACION QUE CONOCE TRES O MAS P A R T I D O S P O L I T I C O S
otras instancias.
POR INTERVALOS DE ESCOLARIDAD Y DE EDAD (7o)
El objetivo aquí, es evaluar hasta dónde la opinión
pública está consciente de lo anterior, o en otras pala-
bras, cuál es la apreciación que prevalece en la pobla-
ción en torno a la figura del sufragio efectivo como fór-
mula de expresión de la voluntad popular para ¡a elección
de sus gobernantes.

Ya en el estudio realizado en 1982 (3), se encontró

que en opinión de más de la mitad de la ciudadanía
(67.2%) el voto no era respetado. En ese entonces, fue
en los municipios de Sta. Catarina y Garza García donde
se encontró un grado menor de confianza (10.2% y 14.7%
respectivamente); en San Nicolás fue de un 25.4%, Mon-
terrey 36.9% presentando Guadalupe el índice superior
con un 58.6%.

La opinión actual parece no haber presentado modi-

ficaciones positivas, en todo caso, más bien parece ha-
berse deteriorado y ello a pesar del proceso de depura-
ción al padrón electoral y la intensa campaña de promo-
ción al voto realizada para las elecciones de 1982, y a
FUENTE: DIRECTA, pesar también de los resultados de las elecciones en
Chihuahua.

(1) GARZA RAMIREZ, Enrique, et. al. op. cit.

(2) Posiblemente estudios similares e n otras entidades del país re-

En las consideraciones anteriores, fueron t o m a d a s c o m o válidas
(D las respuestas que señalaron al P.CXM. en el prirr,er caso y a los
partidos de izquierda en general (P.S.T., P.R.T., P.P.S., y K M , I . J
e n el segundo. Esto para facilitar el interrogatorio.
flejarían niveles a ú n menores.
(3) Véase, Las Elecciones Federales de 1982, Cuadernos de Ciencia
Política y A d m i n i s t r a c i ó n Pública, CIPAD, Vol. 2 Año 1, Octubre
de 1982.
 De acuerdo con el estudio realizado este año, 58._9%
de la población piensa que su vote no es respetado; 25.5%,
cree que sí y 15.6% se abstiene de opinar. Aunque las
cifras anteriores pudiesen indicar una cierta mejoría, lo
cierto es que quien se absiiene de opinar, en realidad
está pensando en forma negativa, de ahí que si se en-
globaran las dos categorías se tendría un total de__74.5%
pensando que no es respetado, contra 67.2% en 1982.
Desagregando las cifras anteriores por intervalos de
edad y educación, se encontraron datos significativos. Pri-
mero, se observó (Tablas E-4 y E-5) que son los grupos
de electores más jóvenes en donde el índice de descon-
fianza es mayor: 16.9% para el grupo (18-25 años), de-
clinando conforme se avanza a grupos de mayor edad.
TABLA E - 4
INDICE DE C O N F I A N Z A EN EL VOTO.
(EN AÑOS C U M P L I D O S :
18-25 25-33 34-41 42-49
33.5
SI 16.9 23.6 28.1
A su vez, el índice de confianza es mayor oara las
categorías con menor grado de escolaridad. ' En síntesis,
el grado de confianza en el voto varía directamente con
la edad, e inversamente con la escolaridad.
Lo anterior tiene gran importancia porque revela que
conforme avanza la edad, se adquieren compromisos 'di-
versos, y " l a confianza en el voto" se incrementa; pero a
la vez, que conforme la población alcanza niveles' supe-
riores c'e educación, va perdiendo la confianza. Ambas
consideraciones, cuestionan seriamente la institución del
sufragio.
En los casos anteriores, y a fin de probar si existe
alguna asociación entre el nivel de desconfianza en el
voto y la información que brindan los medios de comuni-
cación, se cotejó la población que cree que el voto no es
respetado con la que lee regularmente los periódicos y
POR I N T E R V A L O S DE E D A D
escucha noticieros. Los resultados fueron en el sentido
%)
de que el 62.98% de la población que no cree en el
50-57 58-65 56-MÁS GLOBAL respeto a! voto, lee periódicos, y el 77.12% escucha no-
ticieros. De donde puede extraerse — e n principio— una
asociación positiva entre ambas circunstancias.
33,3 28.2 36,1 25,4

55.2 50.9 53.3 55,1 52.5 ^8.9

NO m.3 63. 4
EL ELECTOR, NUEVO LEON Y J 985:
NO
13.0 15.7 15.6 13.3 16.7 11,5 15.7
18,8
CONTEST Antes de cerrar este apartado y para dar pie a lo
que es la proyección del momento político, conviene a
MUESTRA: 1 3 2 1 . manera de recapitulación, hacer algunas consideraciones.

El electorado que potencialmente se encuentra en

TABLA E - 5
condiciones de acudir a las urnas el primer domingo de
INDICE DE C O N F I A N Z A EN EL VOTO
Julio próximo, no es una masa homogénea, identificada o
POR INTERVALOS DE E S C O L A R I D A D
comprometida con algún partido o sector específico, que
(AÑOS: )
comparta un común de valores y actitudes. Aparece más
" !

\ 0-3 4-5 7-9 10-12 13-15 1 6 - M Á S GLOBAL

bien, como una masa heterogénea, desarticulada, sujeto
de presiones diversas, pero ante todo con un elevado sen-
timiento de opresión por cuanto a los efectos que la si-
32,3 31.3 24.4 22.3 15.9 16.9 25,4
SI tuación crítica del país y de la entidad en particular, le
hacen padecer.
NO 57.1 55.9 77.1 76.5 58.8*
47.8 47.0
- Es un electorado inconforme, que duda incluso de
No corj
19.9 21.1 18.4 | 11.8 7.0 6,5 15.7 las instituciones, concretamente del respeto a una de las
TESTA
decisiones que en el orden político formal le es superior:
MUESTRA: 131/ su voto. Es un electorado cuya confianza difícilmente
* LA.DIFERENCIA CON RELACION A LA TABLA E " 3 . ES DEEIDA A LA —
puede ser recuperada, menos aún en cinco o seis meses
VARIACION E N EL TAMAÑO DE L A MLESTRft,
de campañas políticas.
 De acuerdo con el estudio realizado este año, 58._9%
de la población piensa que su voto no es respetado; 25.5%,
cree que sí y 15.6% se abstiene de opinar. Aunque las
cifras anteriores pudiesen indicar una cierta mejoría, lo
cierto es que quien se abstiene de opinar, en realidad
está pensando en forma negativa, de ahí que si se en-
globaran las dos categorías se tendría un tota! de__74.5%
pensando que no es respetado, contra 67.2% en 1982.
Desagregando las cifras anteriores por intervalos de
edad y educación, se encontraron datos significativos. Pri-
mero, se observó (Tablas E-4 y E-5) que son los grupos
de electores más jóvenes en donde el índice de descon-
fianza es mayor: 16.9% para el grupo (18-25 años), de-
clinando conforme se avanza a grupos de mayor edad.
TABLA E - 4
INDICE DE C O N F I A N Z A EN EL VOTO.
(EN AÑOS C U M P L I D O S :
18-25 25-33 34-41 42-49
33.5
SI 16.9 23.6 28.1
A su vez, el índice de confianza es mayor oara las
categorías con menor grado de escolaridad. ' En síntesis,
el grado de confianza en el voto varía directamente con
la edad, e inversamente con la escolaridad.
Lo anterior tiene gran importancia porque revela que
conforme avanza la edad, se adquieren compromisos 'di-
versos, y " l a confianza en el voto" se incrementa; pero a
la vez, que conforme la población alcanza niveles' supe-
riores c'e educación, va perdiendo la confianza. Ambas
consideraciones, cuestionan seriamente la institución del
sufragio.
En los casos anteriores, y a fin de probar si existe
alguna asociación entre el nivel de desconfianza en el
voto y la información que brindan ¡os medios de comuni-
cación, se cotejó la población que cree que el voto no es
respetado con la que lee regularmente los periódicos y
POR I N T E R V A L O S DE E D A D
escucha noticieros. Los resultados fueron en el sentido
%)
de que el 62.98% de la población que no cree en el
50-57 58-65 56-MÁS GLOBAL respeto a! voto, lee periódicos, y el 77.12% escucha no-
ticieros. De donde puede extraerse — e n principio— una
asociación positiva entre ambas circunstancias.
33,3 28.2 36,1 25,4

55.2 50.9 53.3 55,1 52.5 ^8.9

NO m.3 63. 4
EL ELECTOR, NUEVO LEON Y J 985:
NO
13.0 15.7 15,6 13.3 16.7 11,5 15.7
18,8
CONTEST Antes de cerrar este apartado y para dar pie a lo
que es la proyección del momento político, conviene a
MUESTRA: 1 3 2 1 . manera de recapitulación, hacer algunas consideraciones.

El electorado que potencialmente se encuentra en

TABLA E - 5
condiciones de acudir a las urnas el primer domingo de
INDICE DE C O N F I A N Z A EN EL VOTO
Julio próximo, no es una masa homogénea, identificada o
POR INTERVALOS DE E S C O L A R I D A D
comprometida con algún partido o sector específico, que
(AÑOS: )
comparta un común de valores y actitudes. Aparece más
" !

\ 0-3 4-5 7-9 10-12 13-15 1 6 - M Á S GLOBAL

bien, como una masa heterogénea, desarticulada, sujeto
de presiones diversas, pero ante todo con un elevado sen-
timiento de opresión por cuanto a los efectos que la si-
32,3 31.3 24.4 22.3 15.9 16.9 25,4
SI tuación crítica del país y de la entidad en particular, le
hacen padecer.
NO 57,1 55.9 77.1 76,5 58.8*
47.8 47.0
- Es un electorado inconforme, que duda incluso de
No corj
19.9 21.1 18.4 | 11.8 7.0 6,5 15.7 las instituciones, concretamente del respeto a una de las
TESTA
decisiones que en el orden político formal le es superior:
MUESTRA: 131/ su voto. Es un electorado cuya confianza difícilmente
* LA.DIFERENCIA CON RELACION A LA TABLA E " 3 . ES DEEIDA A LA —
puede ser recuperada, menos aún en cinco o seis meses
VARIACION E N E L T A M A Ñ O DE LA HvESTRA,
de campañas políticas.
 Es un elector eminentemente urbano, que percibe en
forma magnificada los embates de la crisis; que siente
cómo su nivel de vida se ha ido deteriorando y que ha
recibido en los últimos años dosis elevadas de mensajes
antigobiernistas a través de los medios de comunicación.
Es también un elector eminentemente joven, suscep-
tible a las más extrañas influencias, máxime cuando por
su escaso nivel de politización, es incapaz de distinguir
los contenidos reales de las fórmulas y plataformas elec-
torales.
El elector de nuestro espacio y momento políticos,
es en suma un elector diferente al de otros espacios y
momentos y por consecuencia, habrá de jugar un pape,
de trascendencia.
Se dijo en otros capítulos que de la inmovilidad a la
movilidad política, o de la falta de conciencia a la con-
cientización política, no había más que un corto trecho
por recorrer. NUEVO LEON 85, pudiese ser espacio y
tiempo para recorrerlo, no en forma violenta, pero si oe
manera institucional.
II.— I N T E N C I O N E S DE V O T O DE L A C I U D A D A N I A :
Ciertamente las opiniones aquí cualificadas, corres-
ponden a un momento lo suficientemente dis ante del día
de la elección (casi un año), para poder sufrir modifica-
ciones importantes. Lo anterior no obsta sin embargo para
perfilar una primera proyección respecto a posibles re-
sultados.
¿PARTICIPACION O ABSTENCIONISMO?
Como base para conocer el grado de abstencionismo
presentado en la entidad en el período 1961-1979, dada
la imprecisión de los documentos oficiales —periodico ofi-
cial— que consignan los resultados de las elecciones,
bien se pueden adoptar la tendencia seguida a nivel na-
cional, según la cual el abstencionismo conocio un pau-
latino v substancial incremento, pasando de 32.5% en
1961 a un 50.4% en 1979 (D, tendencia que habría de
(1) LOPEZ MORENO, Javier, ¿Qué es la Reforma Política?
México, 1980, p. 38.
abatirse en 1982 al descender éste a un 29.0% a nivel
nacional y a un 25.5% a nivel estatal (1).
Sin embargo, como se había advertido oportunamen-
QPP-W / ^ [ e , a í l V ? V ' L a s E l e c c i o n e s federales de
1982 (2) el abatimiento de este pudiese ser momentá-
neo, hecho que fue corroborado en los comicios munici-
pales de noviembre 14 del mismo año, cuando el absten-
cionismo vuelve a dispararse para alcanzar la c i f r a ' d e
50.1% en el A.M.M.
De acuerdo con el presente estudio, esta caída ha-
brá de rectificarse, pues el 79.9% de las personas entre-
vistadas manifestaron estar dispuestas a votar en las oró-
ximas elecciones para gobernador (siete de Julio)- 1 0 7 %
respondieron definitivamente que no y 9.6% dijeron no
estar seguros. Los datos anteriores efectivamente son muy
optimistas, y la explicación debe encontrarse en el tiempo
durante el cual fue levantada la muestra, oero en todo
caso, revela la factibilidad de una participación copiosa.
Es de destacarse, que la participación esperada au-
menta en los grupos de mayor edad, con exceoción del
grupo de edad avanzada (66-más), en e¡ cual desciende
a una participación equiparable con los grupos de (26-33-
34-41) (3).
El comportamiento anterior resulta bastante lógico: a
mayor edad, mayor interés y responsabilidad cívica, hasta
llegar a un punto en el que empieza a decrecer.
El grado esperado de participación, considerado geo-
gráficamente, resulta superior fuera del A.M.M. que en
ésta (82.6% contra 79.1%), lo que refleja con un pequeño
margen, mayor interés en el campo que en la ciudad.
En cuanto al sexo, la participación es ligeramente su-
perior entre los varones que enire las mujeres (80.1%
contra 79.1 %). Desagregado por intervalos de educación
e ingreso, la muestra no reveló ninguna tendencia espe-
cífica.
(1) Según cifras oficiales de la Comisión Federal Electoral; de acuer-
do con el estudio de CiPAD en 1982 el abstencionismo proyectado
fue de un 23.1 por ciento; de acuerdo con la muestra 1984 el
abstencionismo fue de un 29.8 por ciento.
(2) Op. Cit.
UNAM,
(3) Véase Tabla E-12.
 Por distritos electorales federales (D.E.F.) la partici-
pación esperada es mayor en el (cuarto) (86.5%), (quin-
to) (85.5%) y (noveno) distritos (80.0%); en tanto que
los distritos (segundo) y (octavo), presentan los niveles
más bajos (62.1% y 69.2% respectivamente); véase tabla
en apéndice.
Por lo que a constancia en ¡a participación se refiere,
un 72.6% de los electores que han votado en elecciones
anteriores, piensan volver a votar en las próximas.
En este sentido la muestra arrojó datos interesantes;
la constancia en la participación aumenta con la edad
(63.35% para e! primer grupo, 66.01 % para el segundo,
79.14% para el tercero), hasta llegar a un punto máximo
(81.75% para el grupo 42-49 años) v comenzar a des-
cender (71.6% para el quinto grupo y 69.4% para el sexto
y último grupo).
Por intervalos de educación, se encontró que confor-
me ésta avanza la constancia en la participación dismi-
nuve hasta llegar a un punto en el que comienza a au-
mentar (intervalo de 13-15 años de escolaridad).
Por el lado del ingreso, el grado de constancia co-
noce en las primeras fases un incremento para luego
decrecer. Esta última tendencia conviene considerarla con
ciertas reservas, por lo reducido de la muestra en los ni-
veles superiores de ingreso. Véase tablas en apéndice.
De aquí debe inferirse que conforme el ciudadano
madura, su resoonsabilidad y presumiblemente sus actitu-
des políticas son más sólidas, hasta que empieza a mos-
trar niveles de indiferencia; por el otro lado, conforme au-
menta el orado de educación, disminuye su interés presu-
miblemente también al darse cuenta de la invalidez de su
voto hasta llegar un punto en donde vuelve a confiar en
éste! Niveles superiores de educación, conllevan niveles
superiores de politización (1).
EL VCTO ESPERADO:
El voto esperado para los próximos comicios favo-
rece, — e n principio— plenamente al Partido Revoluciona-
(1) Véase apartado Refrente a Grado de Politización de! Elector.
rio Institucional, quien de acuerdo con la muestra recibi-
rá 53.2% de la votación giobal.
Acción Nacional por su parte, ratifica su posición
como segunda fuerza en la entidad al recibir 31.6% de los
sufragios.
En tanto, la influencia de los demás partidos apenas
es percibida, al grado de que si la tendencia en la enti-
dad se repitiese a lo largo del país, la permanencia de
éstos en el escenario político difícilmente pudiese soste-
nerse. Adicionalmente reflejan la inexistencia en la entidad
del pluripartidismo.
Antes de aceptar literalmente los primeros indicado-
res, es pertinente destacar el hecho de que 12.9% de la
población encuestada se abstuvo de revelar el partido por
el cual vetaría, lo que pudiera hacer pensar que esta frac-
ción de la muestra hubiese dudado de la procedencia del
estudio o bien sustente fielmente el principio del secreto
del voto. De ser así, tales votos pudieran ser canalizados
en su mayoría hacia Acción Nacional, con lo cual la afir-
mación de los primeros renglones pierde consistencia.
Se tendría entonces un resultado de 53.2% PRI, 44.5%
PAN, mismo que no obstante seguir favoreciendo al pri-
mero, angosta considerablemente el margen. Esta diferen-
cia de 8.7 por ciento, a cinco o seis meses de iniciarse las
campañas y once de que tengan lugar las elecciones,
aparece bastante reducida, en comparación con los resul-
tados obtenidos en otras elecciones.
Por otra parte el estudio reveló que mientras la fuerza
de Acción Nacional y el Socialista Unificado de México es
superior en el Area Metropolitana (33.7% y 1.7% de la
votación global respectivamente), la del Revolucionario
Institucional y el Demócrata Mexicano, lo es en el resto
del Estado (65.8% y 0.5% respectivamente). (Véase tabla
E-6).
En el Area Metropolitana de Monterrey, los municipios
en donde la fuerza del PRI es superior son: Escobedo, Apo-
daca y el propio Monterrey; en tanto que en Santa Cata-
rina y Guadalupe es más débil. Por su parte. Acción Na-
cional tiene mayor fuerza en Apodaca y Guadalupe, y
menos en Escobedo y San Nicolás. Estos resultados tie-
nen gran importancia, porque de confirmarse en las pró-
ximas elecciones cambiaría el escenario político.
 Santa Catarina y Guadalupe, son justamente los mu-
nicipios en donde reside un mayor número de trabajado-
res afiliados a las centrales obreras y teóricamente con
mayor afinidad priísta, y por lo mismo, han sido durante
mucho tiempo los municipios en los que este partido ha
enfrentado menores problemas.
La alcaldía de Sta. Catarina, es incluso manejada co-
mo posición "cetemista".
Por el contrario, San Nicolás y Garza García, han sido
considerados como los tradicionales foros de Acción Na-
cional, habiendo existido en ellos administraciones panis-
tas. En San Nicolás además, viven muchos de los traba-
jadores de los grandes corporativos, generalmente afilia-
dos a los Sindicatos Independientes y en alguna medida
vinculados con Acción Nacional.
En Garza García por su parte, reside en términos ge-
nerales la población con mayores ingresos, que como se
ha visto, tienden a votar por Acción Nacional. De ahí que
de confirmarse lo señalado anteriormente, se alteraría la
geografía política de la entidad. (Véase Tabla E-8).
Analizados los resultados por distritos electorales fe-
derales, se tiene que son los distritos no metropolitanos
(sexto y quinto, con cabeceras en Sabinas y Linares res-
pectivamente), junto con el tercero (Monterrey-Sureste) en
donde la fuerza del PRI es mayor; en tanto que en el cuar-
to y noveno (ambos en Guadalupe) es menor.
Sorprende el cuarto distrito, por lo apuntado en pá-
rrafos anteriores, ya que Acción Nacional supera al PRI
con tres puntos porcentuales; pero no sólo ello, sino que
además, en este distrito 18.9% de la población se abs-
'tuvo de opinar por cuál partido votaría, con lo que la su-
perioridad' del PAN pudiera elevarse fuertemente.
Otros distritos importantes para Acción Nacional son:
el noveno, con 3 8 % contra 44.4% del PRI, pero en donde
el número de indecisos asciende a 14.8%; el primero con
36.2% contra 48.9% del PRI, pero con 11.7% de indeci-
sos; y el décimo primer distrito, en donde a pesar de no
ser su posición muy ventajosa (29.1% contra 50.4% del
PRI) el peso de los indecisos es elevado 20.5%.
Por lo que a los partidos minoritarios se refiere, la
mejor posición del P.S.U.M., aparece en el segundo dis-
trito con 8.3% de las opiniones a su favor, el P.D.M., en
el quinto distrito con sólo 2.0%; y el P.S.T., también en
el quinto D.E.F., igualmenie con 2 % (Véase labia E - / ) .
Considerando las intenciones de voto por intervalos
de edad y escolaridad, la muestra arrojó otros datos de
interés. El voto panista se da fundamentalmente en los
grupos más jóvenes, en los primeros tres intervalos co-
noce incrementos para comenzar a decrecer a partir del
cuarto. El voto priísta mantiene una tendencia en ascenso
conforme avanza la edad, con excepción del intervalo
(58-65 años) en donde el voto es más diverso. El voto
pesumista, no mantiene una tendencia específica. (Véase
Tabla E-9).
Por intervalos de escolaridad, se advierte que confor-
me se incrementa el nivel de educación, el voto priísta
tiende a disminuir, mientras que el voto de otros partidos,
resulta a la inversa. El hallazgo plantea fuertes interro-
gantes, pues asumirlo tácitamente equivaldría a sostener
que es el bajo índice de educación de la población el
que explica que ésta continúe votando por el PRI.
Por intervalos de ingreso el comportamiento observa-
do resulta un tanto confuso, lo cual pudiera ser explicado
por desviaciones en la muestra. De donde es difícil extraer
alguna conclusión simple.
En cuanto al sexo, no se encontraron tendencias sig-
nificativas, salvo que el voto femenil es ligeramente mayor
que el varonil tanto para el PRI como para el PAN (54.5%
para el PRI y 32.2% para el PAN contra 52.1% y 31.1%
por parte de los hombres, para los mismos partidos).
Con todo lo anterior parece desmentirse aquella idea
simplista, pero al fin generalizada de que en una familia,
el padre vota PRI, la madre PAN y los hijos solteros PSUM.
 INTENCIONES- DE VOTO.POB MUNICIPIOS
METROPOLITANOS TABLA & 8

\HW1CIPIC, ÍARZA GENERAL SAN S'A.

PARTIDO
APOOACA GARCIA ESCOBECO GUADALUPE KONTERRE» «icous CATARINA A.*.*.

P.A.N. 40.0 37.0 21.1 3!.S 32.1 30.8 35.5 33.7

P.A.R.". .... .... .... 0.2 0.1

P.D.'. 0.5 0.2 .... 0.2

P.P.S. 0.5 .... 0.!

'P.R.I. 60.0 45.7 68.4 42.1 55.7 47.7 41,9 50.=
INTENCIONES DE VOTO GLOBALES (%)
P.S.T. 0.2 0.1
SESTO DEL NUEVO P.S.D. — - .... .... 0.4 C.2
A. M. V.
ESTADO LEON
P.S.U.Ü. .... 1.9 1.6 '3.8 1.7
P.A.N. 33.7 20.7 31.6 OTRO .... 9.7 22.6 13.1
17.4 10.5 16.2 16.9
P.A.R.H. 0.1 - 0.1 íoo .a/ ÍOO.O/^ 100.0,/ ÍOO.C^/ 100 . P / 12. 6 . 0 / ^ <00./^

0.2 0.5 0.2

TOTAL
S 1.0 / 4.4 / 1.3 /20.8 /53.6 /^100:0 /oo.o /oo.o
P.D.M.

P.P.S. 0.1 - 0.1 MUESTRA: 1040

65.8 53.2
FIJEME : DIRECTA.
P.R.I. 50.9

P.B.T. 0.1 - 0.1

INTENCIONES DE VOTO POR INTERVALOS
P.S.T. 0.2 0.5 0.2

P.S.U.M. 1.7 0.5 1.5 1NTERV.

OTRO 13.1 11.9 12.9 18 - 23 26 - 33 34 - 4! 42 - 49 50 - 57 58 - 65 65 - HAS GLOBAL

íco.o/" 100.0/"'^ P.A.N. 32.9 33.0 34.8 31.7 28.3 24.7 20.3
TOTAL
100.0 31.6
z ' 94.3 /Íí.7 P.A.R.H. 0.3 0."
P.D.H. 0.6 _ 0.6 0.2
Nuestra 1233 FUENTE DIRECTA
P.P.S. 0.3 0.1
E-7
P.R.I. 49.4 50.2 52.0 55.5 62.6 57.5 66.1 53.2
INTENCIONES DE VOTO / DISTRITO ELECTORAL FEDERAL (S) P.R.T. . 0.4 0.1
P.S.T. 0.6 _ _ l.o' 0.2
P.S.U.H. 1.4 3.7 0.5 2.0 ! .7 ! .5
OTRO 14.6 12.7 12.7 12.2 6.1 17.3 11.9 12.«
IOO.I/' 100.0/' ÍOO.O/ ÍOO.O/ ÍOO.O/ ÍOO.O/ 100.0/' 100.0/
TOTAL
/za.4 /21.7 /l7.S >^13.3 / ^ 3 . 0 /S.9 / ^ 4.8 /^CO. C
FUENTE': DIRECTA

INTENCIONES DE VOTO POR INTERVALOS

DE ESCOLARIDAD

TITULOS TABLA
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CO
 LA PONDERACION DE LOS VOTOS

o Ya se señaló en otro apartado de este trabajo que

—
ZD
— una de ias características del electorado es su composi-
O1 o>' <o < CVJ CO cr> CNJ LO
C5 lo lO C3O- O CNJ o CNJ
CNJ
.—«
LO ción eminentemente juvenil. Advertíase entonces que tal
CD «-4 T-4 O o c->
<£
CT> lO CO LO oi CO O
CNJ
circunstancia podía imponerle al momento político algún
o CO CNJ .—«
—
r«
ce sesgo importante. Es por ello que se ha reservado este
apartado para ponderar el peso de los votos de los dis-
o CO tintos grupos de electores.
co• CNJ —
.4 co O"» CO
• • • • • •
cvj CNJ CN1J 'O •—• CNJ
—• —' — — —•
Para ello, se consideró la población electoral poten-
cial, clasificada por intervalos de edad; a ésta se le aplicó
O el coeficiente encontrado de empadronamiento (75.4%) a
O lo O CO LO O fin de estimar la población electoral real. Este coeficiente
• GO m co —
.< 1 l r» CNJ
3: CD r» co «o»- •—« co
—
fue mantenido constante para todos los intervalos, con el
• co —* •—«
propósito de no distorsionar la muestra ya que en los
*"1
intervalos más jóvenes, el coeficiente pudiese ser menor,
cn
pero también podría variar hasta llegar a coincidir con la
Q_
LO o r--
CNJ
LO
media encontrada, a medida que se aproximen las elec-
^ t l ciones y las campañas de empadronamiento en esos gru-
—* co o CVJ
pos se intensifiquen.

tO
— Posteriormente, se ajustaron los resultados, según el
en CO CNJ
o o 1 1 CNJ 1 1 CO grado de participación esperada por inten/alos de edad,
co co-
CO
ZD
• r-4 CNJ para finalmente desagregarlo según la intención de voto
por partido.
C/5
C_ CO Los resultados, no alteraron substancialmente los en-
CO O CNJ
^ ' l 1 1 • i l •
o O contrados con anterioridad. Así se obtuvo, que de un mi-
llón 266 mil, 163 ciudadanos presumiblemente empadro-
nados, 936 mil 696 votarán el primer domingo de julio de
o la siguiente forma: Acción Nacional, 292 mil 163 votos;
>—

—i co 1 1 1 1 1 CO Revolucionario Institucional, 502 mil 477 votos; Socialista

o 1 en cr»
•
(/)
CD r— Unificado de México, 14 mil 260; los demás partidos, con
<£
variaciones no significativas. La categoría Otro Partido re-
cc gistra 120 mil, 615 opiniones (Véase Tabla E-12).
C\] Q-
rH co
1 A o En términos relativos se tiene 31.19%, PAN; 53.64%,
w 1 o 1 1 1 1 o PRI; 1.52%, PSUM; Otros, 12.88%; contra 31.6%, 53.2%,
Cfl <
1.5% y 12.9% respectivamente, que se había encontrado
XI
CO anteriormente al analizar la información en términos glo-
O p» o CNJ r-
r» CO
r-. CNl bales.
c or. en LTÍ
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•H en CNJ ai co <3- r—« LO ir> CNJ
o cc co__ o*> r-» co tr> co •j- O Por último el mismo estudio reveló la incongruencia
(0 i 1
1 LO
2 * i que existe entre el electorado. Del total de la población
c
-H i ! que considera que el voto no es respetado (58.9%), 77.9%
-P cv O I m co tr>
c j • • • « ¡ • •
LO
" piensa votar en las próximas elecciones. Analizando este
o CT) O • ! CNJ CO CO
o •J- 1 10 <S3
^
cO LO CO LO
comportamiento por intervalos de edad y escolaridad, las
I
variaciones no presentaron una tendencia normal, por lo
que se puede deducir que no existe una correlación entre
edad, educación y la actitud del elector; la incongruencia
en todo caso ratifica el bajo nivel de politización apuntado
con anterioridad.
EL VOTO ¿POR LOS PARTIDOS O POR LOS CANDIDATOS?
Mucho se ha debatido sobre si un voto razonado debe
ser por una plataforma política o por un candidato. Lo
cierto es que no existe una respuesta lineal en este sen-
tido; la misma dependerá del espacio y momentos políticos.
En principio puede esperarse que un elector que en-
frenta un abanico de opciones políticas, se decida por
aquella que mejor se corresponda con su escala de valo-
res e intereses y por tanto en la medida que esta escala
no varíe, su voto mantendrá un carácter constante.
Lo anterior sería cierto, en especial para el elector que
ha alcanzado una estabilidad económica, social, cultura! y
sobre todo emocional. Sin embargo tal idea no puede ser
aceotada en términos absolutos, pues esto dependerá del
tipo' de oociones presentados al elector (sistema político)
y de la ccncientización o mejor aún, politización de! mismo.
Por eiemplo al referirse a un espacio político como el
colombiano, en donde la diferencia entre las dos grandes
f u e r a s oolíticas del país es más de táctica que de fondo
será muy orobable encontrarse con que el voto se de p o r
los candidatos v no por los partidos y por ende, que es.e
varíe con frecuencia. El propio caso norteamericano pu-
diese ser ilustrativo.
Pero si se refiere a un caso como el mexicano, dada
la oiuralidad ideológica de las opciones,^ la respuesta del
elector debiese ser hacia los partidos; si, a condicion de
oue existiera un nivel dado de politización que en este es-
tudio se demostró inexistente. De donde pudiera estable-
cerse oue el voto es por los candidatos. Sin embargo lo
cierto es que tampoco sucede así. Paradójicamente la po-
blación vota por opciones que desconoce. La explicación
está seguramente en el bajo índice de politización.
(1) Es común entre la opinión pública colombiana aludir a la diferen-
1
cia entre liberales y conservadores, señalando que unos asisten
a los servicios religiosos a las 10:00 A. M „ en tanto que los otros
a las 11:00 A. M.
De acuerdo con la muestra 55.9% de la población
reconoció votar por los partidos independientemente de
quién fuese el candidato postulado por éstos. Esta cifra
ya de por sí elevada, pudiera aún incrementarse, puesto
que buena parte de los entrevistados que opinaron "voto
por el candidato", lo hicieron para no dejar entrever que
eran sujetos de manipulación por parte de los partidos.
Ya en 1982, se había demostrado que el grado de
conocimiento que se tenía de los partidos políticos era
muy superior al de los candidatos a la Presidencia de la
República, con excepción de la señora Ibarra de Piedra
postulada por el PRT, en lo cual influía ciertamente su
condición femenina (1). Resultados similares encontró
CEFNOMEX en el estudio realizado en los municipios fron-
terizos.
La tendencia hacia los partidos y no hacia los can-
didatos es superior entre la población que dijo votar por
el PSUM (57.8%), lo cual puede explicarse por el fuerte
nivel doctrinario existente entre sus militantes y que ya se
destacó con anterioridad. El dato quizás sorprendente es
el del PR!, en donde 56.25% de !as personas que dicen
votar por él, lo harán independientemente de quién sea el
candidato y ello a pesar de que 82.5% de sus votantes,
desconocen su ideología. En el caso de Acción Nacional,
la cifra aunque menor fue también importante (49.2%).
Una muestra de que el comportamiento electoral des-
crito es debido en alguna medida al bajo índice de politi-
zación, se encuentra al analizar las intenciones de voto por
intervalos de educación.
Conforme se avanza en el nivel de educación, la po-
blación que vota por un partido independientemente del can-
didato, tiende a disminuir.
Así, mientras que para el intervalo (cero a tres años),
de escolaridad 70.3% adoptan tal actitud, en el inten/alo
(16-más), éste se reduce al 40.2%.
Por intervalos de edad, el comportamiento es inverso;
a menor edad, menor la parte de la población que vota
independientemente del candidato.
(1) Véase Las Elecciones Federales de 1982, Op. Cit.. pp. 43-47.
variaciones no presentaron una tendencia normal, por lo
que se puede deducir que no existe una correlación entre
edad, educación y la actitud del elector; la incongruencia
en todo caso ratifica el bajo nivel de politización apuntado
con anterioridad.
EL VOTO ¿POR LOS PARTIDOS O POR LOS CANDIDATOS?
Mucho se ha debatido sobre si un voto razonado debe
ser por una plataforma política o por un candidato. Lo
cierto es que no existe una respuesta lineal en este sen-
tido; la misma dependerá del espacio y momentos políticos.
En principio puede esperarse que un elector que en-
frenta un abanico de opciones políticas, se decida por
aquella que mejor se corresponda con su escala de valo-
res e intereses y por tanto en la medida que esta escala
no varíe, su voto mantendrá un carácter constante.
Lo anterior sería cierto, en especial para el elector que
ha alcanzado una estabilidad económica, social, cultura! y
sobre todo emociona!. Sin embargo tal idea no puede ser
aceotada en términos absolutos, pues esto dependerá del
tloo de oociones presentados al elector (sistema político)
y de la ccncientización o mejor aún, politización de! mismo.
Por eiemplo al referirse a un espacio político como el
colombiano, en donde la diferencia entre las dos grandes
f u e r a s políticas del país es más de táctica que de fondo
será muy orobable encontrarse con que el voto se de p o r
ios candidatos v no por los partidos y por ende, que es.e
varíe con frecuencia. El propio caso norteamericano pu-
diese ser ilustrativo.
Pero si se refiere a un caso como el mexicano, dada
la oiuralidad ideológica de las opciones,^ la respuesta del
elector debiese ser hacia los partidos; si, a condicion de
oue existiera un nivel dado de politización que en este es-
tudio se demostró inexistente. De donde pudiera estable-
cerse oue el voto es por los candidatos. Sin embargo lo
cierto es que tampoco sucede así. Paradójicamente la po-
blación vota por opciones que desconoce. La explicación
está seguramente en el bajo índice de politización.
(1) Es común entre la opinión pública colombiana aludir a la diíeren-
1
cia entre liberales y conservadores, señalando que unos asisten
a los servicios religiosos a las 10:00 A. M „ en tanto que los otros
a las 11:00 A. M.
De acuerdo con la muestra 55.9% de la población
reconoció votar por los partidos independientemente de
quién fuese el candidato postulado por éstos. Esta cifra
ya de por sí elevada, pudiera aún incrementarse, puesto
que buena parte de los entrevistados que opinaron "voto
por el candidato", lo hicieron para no dejar entrever que
eran sujetos de manipulación por parte de los partidos.
Ya en 1982, se había demostrado que el grado de
conocimiento que se tenía de los partidos políticos era
muy superior al de los candidatos a la Presidencia de la
República, con excepción de la señora Ibarra de Piedra
postulada por el PRT, en lo cual influía ciertamente su
condición femenina (1). Resultados similares encontró
CEFNOMEX en el estudio realizado en los municipios fron-
terizos.
La tendencia hacia los partidos y no hacia los can-
didatos es superior entre la población que dijo votar por
el PSUM (57.8%), lo cual puede explicarse por el fuerte
nivel doctrinario existente entre sus militantes y que ya se
destacó con anterioridad. El dato quizás sorprendente es
el del PRI, en donde 56.25% de las personas que dicen
votar por él, lo harán independientemente de quién sea el
candidato y ello a pesar de que 82.5% de sus votantes,
desconocen su ideología. En el caso de Acción Nacional,
la cifra aunque menor fue también importante (49.2%).
Una muestra de que el comportamiento electoral des-
crito es debido en alguna medida al bajo índice de politi-
zación, se encuentra al analizar las intenciones de voto por
intervalos de educación.
Conforme se avanza en el nivel de educación, la po-
blación que vota por un partido independientemente del can-
didato, tiende a disminuir.
Así, mientras que para el intervalo (cero a tres años),
de escolaridad 70.3% adoptan tal actitud, en el inten/alo
(16-más), éste se reduce al 40.2%.
Por intervalos de edad, el comportamiento es inverso;
a menor edad, menor la parte de la población que vota
independientemente del candidato.
(1) Véase Las Elecciones Federales de 1982, Op. Cit.. pp. 43-47.
 Aquí se ratifica una idea sostenida anteriormente, que
son las nuevas generaciones las menos comprometidas
con el esquema tradicional de partidos, mientras que los
grupos de mayor edad, aparecen con mayor consistencia.
CAUSAS DE ABSTENCIONISMO
De la población que respondió que definitivamente no
votaría (10.7% de la muestra), 16.4%, señalaron como
motivo, el no contar con la credencial de elector; 5.5%,
no saber votar; 13.3% porque se pierde mucho tiempo;
0.8%, por desconocer la ubicación de la casilla; 14.0%
por razones diversas; y 50%, porque el voto no es respe-
tado. De donde, la principal causa que provoca el abs-
tencionismo es la desconfianza en el respeto al voto; una
de cada dos personas que dejan de votar, lo hacen por
este motivo.
Es de señalarse que el 92.3% de las personas con
16 ó más años de escolaridad que dijeron no votar, adu-
jeron esta razón; por intervalos de edad, es en los grupos
ubicados en el rango (25-57), donde es también la prin-
cipal razón, incluso en el grupo (42-49 años) superó en
19 puntos porcentuales la media encontrada.
ACTITUDES POLITICAS:
LA INFLUENCIA DE LOS DIFERENTES INTERLOCUTORES
EN LA DECISION DEL ELECTOR:
Una sociedad heterogénea, como la antes descrita,
compuesta fundamentalmente por individuos de bajos ni-
veles de politización y de educación cívica real y formal,
es por su naturaleza, vulnerable a las más diversas influen-
cias que sobre ella se generen. Ideológicamente se torna
débil, susceptible al mínimo estímulo.
En este orden de ideas, el cuerpo electoral se vuelve
dúctil, pudiendo responder positivamente a las diferentes
sugerencias procedentes de los diversos portavoces.
En este apartado se tratará de aislar a los sujetos
emisores de mensajes, para tratar de evaluar su influencia
sobre el elector; los emisores de influencia fueron previa-
mente seleccionados en función de los principales grupos
participantes (Empresarios, Obreros, Iglesia, etcétera), des-
tacando que el tipo de presión que ejercen en este sentido
descansa sobre la actitud del ciudadano en la urna.
La influencia que tenga el elector variará en forma
directamente proporcional al predominio que tenga el gru-
po emisor, de ahí que esta relación será la que permitirá
evaluar el peso que cada grupo tiene sobre el elector.
Entre los sujetos emisores o portavoces fueron estu-
diados por parte del Estado, el Presidente de la República
y el Gobernador del Estado; por la Iglesia, el Sacerdote;
por los Empresarios, los Patrones o Jefes; así como los
Maestros, Líderes Sindicales y de colonias, por los grupos
magisterial, obrero y populares respectivamente. (1)
En lo general se encontró que la mayoría de la po-
blación respondió "lo pensaría" (44.94% de los entrevis-
tados) ante las diferentes sugerencias de los portavoces,
sin embargo, tal señalamiento obedece no a una actitud
reflexiva predeterminada, sino a una "salida fácil" al cues-
tionamiento formulado. Por lo que esas respuestas se to-
maron con substancial reserva, no obstante se indica en
este mismo sentido, que tal consideración no altera los
resultados restantes dado su contenido neutral.
Otra gran parte de los entrevistados (38.80%) señaló
que no haría caso a las sugerencias planteadas por los
distintos portavoces; si se considera a la primera gran ca-
tegoría en sentido imparcial, debe entenderse que la idea
de no supeditar el voto a alguna sugerencia se encuentra
en gran parte del electorado; tal parece que la frase "voto
libre" se encuentra firmemente afianzada en el elector.
Recapitulando, en estas dos categorías se encontró
que 83.74% de la población no acepta sugerencias que
influyan en su voto, o en el mejor de los casos, lo reflexio-
na previamente.
El 8.9% de la población emitió sus preferencias por
alguna de las sugerencias de los portavoces, en el orden
que ahora se detalla.
Las sugerencias que con mayor frecuencia son acep-
tadas son las procedentes del Estado: las sugerencias del
(1) Ciertamente los portavoces, no tienen auditorio universal, no cu-
bren la totalidad del cuerpo electoral, así habrá casos en que el
elector no cuente con líder sindical, no obstante, se condicionó al
entrevistado para que respondiese en caso hipotético.
qobernador son aceptadas por un 1 4 . 1 % en primer T e r m i - dientes a la procuración d e bienestar social, influyen en
no, y en segundo, la del Presidente de la República con un las actitudes políticas del elector. El anuncio e implemen-
12 9 % , que aunadas forman un tota! de 2 7 % global. Es tación de programas especiales de obras y servicios ha
palpable como aún en la época que se vive llena ae tintes sido práctica reiterada durante los períodos pre-electora-
antigobiernistas, no dejan de tener impacto las invitaciones les, máximo cuando existen reservas sobre los resultados
hechas oor el gobernador o el mismo presidente a votar de una elección.
por determinado candidato. En todo caso el PRI, podría
Aún cuando el resultado de NUEVO LEON 85, de
usar ésta técnica de campaña.
acuerdo al estudio d e opinión pública, no corresponde
Posteriormente se puede advertir que las sugerencias exactamente a este caso, la estrategia parece que seguirá
vertidas por líderes sindicales son las que tienen mayor siendo utilizada.
incidencia sobre el elector, (9.6%), consecuencia directa
de la caracterización política q u e reviste el movimiento
obrero.
Aún cuando la Iglesia no tiene ingerencia directa sobre
la cuestión política, el número de personas que hacen caso
la sugerencia del sacerdote para votar o apoyar a de-
terminado candidato resulta ser considerable, 2.4 pun-
tos porcentuales menos que el grupo obrero. EFECTO DE LAS SUGERENCIAS PARA VCTAh O APOYA?. A DLTfcP.v.IN'ADO
T A B L A (E-13) CANDIDATO t"N F L ' S C X O N DE LOS DIFERENTES IXTCRLOCtROíiSS

RESPUESTAS:
Por lo que se infiere que la sugerencia clerical bien VOTAR POR EL LO NO LE VOTA EN CONTRA NO
4
SABE r
CKBIBKIO SVX PENSARIA HACE CASO ctNOiry.TT stüRirc
puede neutralizar a la sugerencia obrera, y superar a la S X H S E B I A CE!, I N O OPINA ;
M £0.76 17! % 620 35.2» 413 87.5» 32 18.8» 83
de los patrones, maestros y líderes populares. PRESIDENTE
SE 19.31 12.r. ló.O» 46.9» 14.8» 31.6". 12.5i 2.4» 11.3» 6.1» j

Ai: £0.Gi 156 21.2'- 623 S5.6» 417 83.9» :) 86.41 66

Resulta importante conocer con respecto a este punto, GOBERNADOR

la opinión de los católicos asiduos a los servicios domini- PE 19.41 14.1» 15.fi» 47.3» 14.4» 3!.61 11.1» 2.0» 13.6» 5.0»

JM 81.1» 93 84.3*. 566 £4.91 570 75» 12 85.9» 78

cales, por lo que se sugiere revisar lo y a anotado dentro del SACSKROTC

apartado referente al grupo Iglesia. RE 18.9» 7.2» I5.7". 42. S» 15.1» 43.1» 25i .9» 14.1» 5.9»

.VI 76.74 86 31.24 598 3 6 . V» 548 6S.8» 16 81.7» 82

PATRON 0 JEKE
PE 23.3» 6.5»
Las sugerencias vertidas por los patrones o jefes, !5.tl «.6» 13.5» 4 1 . 5 » 31.3» 1.2» !S.3» 6.21

AM 73.9» 69 81.0» 592 86.35 535 72.7» II 6 2 . S» 64 |

maestros y líderes de las colonias, resultan ser las de KAÉSTRO
PE 26.1» 5.2» 16.0» 44.S» 13.7» 44.3» 27.3» .3» 17.2» 4.8»
menor consideración en la atención del elector. (Vease
AS 79.5» 127 85.1» 572 85.5» 502 63.2» 19 84.2» 101
Tabla E-13). LÍDER SINDICAL
RE 20.5» 3.6» 14.5» 43.3» 14.5» je.Oi 3 6 . 8 1 1.4» 15.8» 7.6»

En una revisión general de este apartado se observa LIDER AM 83.3» 79 83.6» 592 35» 548 77.3» 22 88.8» 80
D T R.A
que el propio sistema gubernamental es el que puede ha- COLONIA RE 17.7» 6.0» 16.4» 44.8» 15» 4 1 . 5 » 22.71 1.7» 11.3» 6.1» í

cer recaer mayor influencia sobre el elector y en especial, TOTALES FCS 8.79» 44.94» 38.80» 1.50» 5.95» 1

la figura del gobernador. CSUMIte I » )

1

**«••»: («»ESltJS'.r,« r.SÍC'i «íl Í*/IC<"Í» c*J* '.CgH'0 - 1• e» <l •efeootiti-a » f ! <•«it» i t l
«•••..«5 (»11. i i « i ' í í » l . S í ' i e ' i«'«".'®, ¡'«¿tí n > . - i H 5J.-.«'«i « f i i í l V . Cl l - f . r i o r Uv •
Continúan en grado de influencia, los portavoces sin- «tfSTM mt »B«
i &<» í» svc««ta>.
dicales (9.6%), clericales (7.2%), patronales (6.5%), los
líderes de colonos (6.04%) y finalmente los maestros
(5.2%).

EL PESO DE LA ACCION GUBERNAMENTAL

Ya ha quedado claro por lo anotado en otros aparta-

dos, que las acciones públicas en especial aquellas ten-
 El día siete de Noviembre el Gobernador Martínez Do-
mínguez anunció un programa de obras por cinco mil mi-
llones de pesos en el A.M.M. (1); pocos días después en
un acto público celebrado en el municipio de García, N. L.,
el mismo gobernador reconoció: "Nada hay más legítimo
que ganar el voto con obras y con un buen gobierno" (2).
Con el propósito de evaluar el peso de la adminis-
tración del Gobernador Martínez Domínguez en el resulta-
do de las próximas elecciones, se cuestionó a la ciudada-
nía sobre su opinión al respecto. La respuesta fue 20.1 %
la considera como muy positiva; 51.8%, positiva; 14.7%,
como las anteriores; 3.3%, mala; y sólo 1.6% como muy
mala, 8.5% no supo opinar.
La opinión fue más favorable entre los hombres que
entre las mujeres, al igual que para los grupos de pobla-
ción más jóvenes.
Aún más, 38.8% votaría por él si pudiese ser reelec-
to; 18.4%, lo haría posiblemente; 8.4%, no está muy se-
gura; 26.5%, respondió definitivamente que no y un 8.0%
dijo no saben opinar. Incluso, 58.4% de la población
opinó que el gobernador debería ser promovido a un pues-
to importante al concluir su mandato; 21.3%, no y 20.3%
no quiso opinar.
Dado que la opinión del gobernador es la que re-
sultó con mayor grado de influencia sobre el elector pue-
de inferirse que una estrategia eventual de campaña sería
destacar la obra realizada durante su administración y aún,
la de una eventual promoción en reconocimiento a la
labor realizada durante su gestión.
LOS C A N D I D A T O S
EL PERFIL DE LOS CANDIDATOS
Un elemento muy común en los seguidores de las
actividades políticas, particularmente entre los periodistas
que se ocupan de las columnas "políticas" o de quienes
cubren las fuentes oficiales, es la construcción de los
llamados "retratos hablados".
(1) El Porvenir, Nov. 8, 1984.
(2) El Diario de Monterrey, Nov. 12, 1984.
La intención de este apartado más que de construir
uno, es el de analizar los rasgos que en opinión de la
población debiesen caracterizar a los candidatos a la gu-
bernatura.
En última instancia pudiera ser útil para los partidos
y aspirantes a fin de conocer los rasgos por destacar en
las campañas, pues se está lejos de suponer que los par-
tidos tomarán tales indicadores para postular a sus can-
didatos, dadas las especificidades ya bastante señaladas
del sistema político. No son las características las que
harán al hombre, sino éste el que podría buscar encua-
drar en tales características.
Tres son los rasgos fundamentales que en opinión
de la población debiesen caracterizar a los candidatos:
que sepa hablar en público; que haya realizado muchos
estudios y que tenga una familia respetable. Más del 50
por ciento de la población consideró tales rasgos como
muy importantes y una tercera parte adicional los consi-
deró importantes (Véase Tabla E-14).
Otros rasgos de relativa importancia resultaron ser:
que el candidato tenga carácter fuerte; que se haya desem-
peñado como funcionario estatal; que se haya desempe-
ñado también como funcionario federal y que no tenga
negocios personales.
Por el contrario, las características de deportista, que
use traje, joven, haber aparecido en la prensa y ser de
estatura alta, fueron menos importantes.
De donde las características esenciales serían: la co-
municación, la educación y la familia; carácter, experien-
cia y actividades personales, serían secundarias; y otras
de orden físico y apariencia, intranscendentes.
Conviene aquí desagregar estas características por
sexo, edad y distribución geográfica, de tal suerte que
pudiesen servir de indicadores a partidos y candidatos.
1o).— El que sepa hablar en público reviste mayor
importancia en el A.M.M., que fuera de ella
(56.6% contra 44.8%), y para los varones que
para las mujeres (57.5% contra 53.0%).
2o).— El que haya realizado muchos estudios tiene
la misma importancia en el A.M.M., que en el
resto del estado (52.6% y 52.7% respectiva-
 KL P E R F I L D E L C A N D I D A T O
ven es más importante en el A.M.M.; mientras
Et: BASE A OPINIONES V E R T I D A S que ser deportista, usar traje, haber aparecido
en los periódicos y ser alto, lo es fuera de ésta.
O P I S I O N U 8 L I C A <%>
¡ Rar. CARAC1HÍISTICAS
»
« Miy
I r r f o r tante Insertante
FCOD
Iircortante
No es
Importante Cpiha Quizás lo que resulte interesante destacar aparte de
Qje sepa hablar lo apuntado es paradójicamente el hecho de que ser joven
en Público 2.2 2.6 1.4
1 55.3 33.5
es más importante para los grupos de cierta edad (34 a
Cue haya reali-
2 zado ¡nucíx/S es-
52.6 33.2 4.8 e.i 1.4 57 años) que para los propios jóvenes.
tudies (escolares
Que t e n g a una
3 Fanilia Resceta
50.9 36.7 4.4 6.7 1.3
ble
tenga
Carácter Fuerte 34.4 40.3 9.6 12.6 2.7 LAS C A M P A Ñ A S POLITICAS
4
Oue se hava do-
5 seapeñ¿sdo ccro
Funcionario Est.
».8 42.7 S.3" 18.7 4.5 LOS P R O B L E M A S COMUNITARIOS
s-.; haya de£
6 aleñado c o r e 9.8 22.4 5.4
22.9 39.5
Furcionario Fed. Para determinar los problemas que en mayor medida
Que ro tenga —
7 Negocios Perso- 25.2 24.t 11.6 31.B 7.3 aquejan a la población, los cuales pudiesen constituir la
nales
Que haya o c u p a r - base en las próximas campañas para la conformación de
8 d o algín puesto
de Elec.IOpular
16.2 47.3 10.0 21.2 5.3
las plataformas electorales de los partidos políticos, se
9
Cu; sea Depor-
U-7 31.6 16.0 38.1 2.6 cuestionó sobre cuatro problemas específicos por atacar:
tista
1) el desempleo, 2) la corrupción, 3) la carestía de la vida,
Qje use Traje
10 , ' u . í 25.2 14.9 43.3 2.3
y 4) el transportes, la vivienda y los servicios municipales.
(?je sea Joven 19.9 se. 4 2.3
11 • 9.7 29.2

Que haya apare-

En cada caso, se formaron pares de alternativas (6
12 cido mucho en
los periódicos
7.9' 27.6 16.4 44.9 3.1 combinaciones) para que las personas se pronunciaran
10.6 72.4 2.0
por alguno de ellos, ambos o ninguno. Los resultados ob-
13 Cue sea Alto _ 4.7 10.4
tenidos fueron los siguientes medidos por el porcentaje
de la población que los consideró prioritarios:
MUESTRA: 1,321

F U M E : Directa

mente), pero es superior para los varones

(55.2%) que para las mujeres (49.8%).

3o).—Tener una familia respetable es más importante

ALTERNATIVA 1 % ALTERNATIVA 2 %
en el A.M.M. (51.4%) que fuera de ésta (47.8%);
su grado de importancia aumenta con la edad Desempleo 35.1 Carestía de la vida 29.8
y es ligeramente superior para las mujeres
(51.1%) que para los hombres (50.7%). Corrupción 21.5 Desempleo 26.3

Ambos 41.5 Ambos 42.4

4o) _ Que tenga carácter fuerte es considerado más
importante en el A.M.M. (34.7%) que en el res- Ninguno 1.4 Ninguno 1.0
to del estado (32.9%); lo es más importante
para los hombres (36.2%) que para las mu- No responde .... 0.5 No responde 0.6
jeres (32.5%); y los grupos de 26 a 57 anos,
son también los que lo consideran más impor-
tante.

5o).— El haber sido funcionario estatal y / o federal,

no haber tenido negocios personales y ser jo-
ALTERNATIVA 3 %_ ALTERNATIVA 4 % Sin embargo, si se atiende a los resultados anterio-
res, las actitudes políticas parecen estar más condicio-
nadas por aquellos problemas que afectan directamente
T r a n s p . Viv. Serv 36.9 Carestía de la vida 45.3
a la población, tales como la carestía de la vida, el desem-
pleo y el transporte la vivienda y los servicios.
Corrupción 33.1 Trans. Viv. Serv 18.6

Ambos 28.3 Ambos 34.4 No obstante cabe señalar que la afirmación anterior
debe ser tomada con algunas reservas, por los casos nu-
1 2
Ninguno 1.1 Ninguno - merosos en que a ambos problemas de cada alternativa,
se les dio la misma importancia. Es el caso de las alter-
No responde 0.7 No responde 0.5 nativas uno, dos y seis en donde el número de respuestas
" a m b a s " supera las otras opciones.

Por otra parte, con el propósito de evaluar el efecto

de las posibles estrategias a implementar por los partidos,
ALTERNATIVA 5 % ALTERNATIVA 6 %
se definieron los problemas que pudiesen ser el centro
de sus campañas.
Transp. Viv. Serv 13.0 Corrupción 27.8
Se consideraron a su vez exclusivamente a los par-
Desempleo 52.5 Carestía de la vida 32.3 tidos de mayor fuerza: PRI y PAN.

Ambos 32.7 Ambos 38.0

En el primer caso, el PRI podría centrar su campaña
Ninguno 1-4 en la lucha contra la carestía de la vida, así como en me-
Ninguno 1.3
jorar las condiciones de transporte, vivienda y servicios
No responde 0.5 No responde 0.5 municipales.

Acción Nacional podría, por su parte, centrar su cam-

De los datos anteriores se desprende que el problema
prioritario es la carestía de la vida, en tanto que la corrup-
ción resulta el de menor importancia. Colocados en una
misma línea de prioridad podría anotarse:
paña en la lucha contra el desempleo y la corrupción. La
matriz resultante en la que el primer dato corresponde a
los "problemas renglón" y el segundo a los "problemas
columna", medidos en porcentajes según las opiniones de
la población sería:

I —
PAN
CARESTIA DE LA VIDA > DESEMPLEO > TRANSPORTE,
Desempleo Corrupción

VIVIENDA Y SERVICIOS > CORRUPCION. P R I Carestía de la vida (28.8, 26.3) (32.2, 27.8)

Transp. Viv. y Servicios (13.0,52.5) (36.9,33.1)

Vale la pena instistir en lo anterior, pues se había

sostenido que los casos negativos de malversación de
fondos y abusos de poder por parte de algunas autorida-
des y que han sido destacados por ios medios de comu-
nicación, pudieran tener algunos efectos en las actitudes
políticas del elector.
Una segunda opción podría ser que el Revoluciona-
rio Institucional tomara como base de campaña la lucha
contra el desempleo y el transporte, la vivienda y los ser-
vicios, en tanto que Acción Nacional, la corrupción y la
carestía de la vida. La matriz resultante sería:
 PAN PAN

Corrupción Carestía de Desempleo Corrupción

la vida
p R I Carestía d e la vida 3.5 4.4
P R I Desempleo (35.1,21.5) (26.3,29.8)
Transp. Viv. y Servicios -39.5 3.8
Transp. Viv. y Servicios (36.9,33.1) (18.6,45.3)

Una tercera opción, sería que el PRI considera la

carestía de la vida y el desempleo, en tanto que Acción
Nacional, la corrupción y el transporte la vivienda y los
PAN
servicios. Así se tiene:
Corrupción Carestía de
la Vida

P R I Desempleo 13.6 -3.5

lii —
PAN Transp. Viv. y Servicios 3.8 -26.7

Corrupción Transp. Viv.

y Servicios

p R I Carestía de la vida (32.3, 27.8) (45.3, 18.6)

Desempleo (35.1,21.5) (52.5,13.0)

PAN
Corrupción Transp. Viv.
y Servicios
Otras posibles opciones fueron desechadas; suponien-
do lo que parece obvio, acerca de que la lucha contra la P R l Carestía de la vida 4.5 26.7
corrupción será parte central de la campaña de Acción
13.6 39.5
Nacional. Desempleo

En los casos anteriores las opiniones "ambas", "nin-

guna" y " n o responde" fueron descartadas por el hecho
de que no alteran la posición de ninguno de los partidos.

Las matrices anteriores que corresponden a un "juego
bipersonal de suma no-cero", pueden transformarse en
otras de suma-cero, si se consideran no los valores rela-
tivos para cada juego de estrategias, sino la diferencia
entre éstos.
Lo anterior es válido, puesto que interesa la diferencia
en los efectos de cada par de estrategias. Las matrices
resultantes serían:
Los valores positivos corresponden a los puntos ga-
nados por el PRI (perdidos por el PAN) y los valores ne-
gativos corresponden a la inversa, ganados por el PAN
(perdidos por el PRI).
Para la primera opción, la estrategia más conveniente
para el PRI sería atacar la carestía de la vida pues éste
lograría 3.5 y 4.4 puntos, dependiendo de la estrategia
del PAN.
 Por su parte al Partido Acción Nacional le conven-
dría atacar el desempleo pues si el PRI tomase la bandera
del transporte, la vivienda y los servicios, el primero ga-
naría 39.5 puntos y perdería sólo 3.5 si el PRI sostuviera
la lucha contra la carestía.
La estrategia pura que más convendría a ambos par-
tidos sería carestía de la vida para el PRI, desempleo
para el PAN, o sea el "punto silla".
En la segunda opción, el "punto silla", es decir aquel
que más conviene a ambos partidos sería: el PRI atacando
el desempleo y el PAN atacando la carestía de la vida;
así el PRI perdería sólo 3.5 puntos mismos que ganaría
Acción Nacional. En este caso Acción Nacional no de-
bería considerar la corrupción, pues sea cual fuere la es-
trategia del PRI, le resultaría adversa.
En la tercera-opción, el "punto silla" lo encontramos
en el cruce de desempleo para el PRI, corrupción para el
PAN. Acción Nacional no insistiría en transportes, vivien-
da y servicios, pues independientemente de la estrategia
PRI, los puntos perdidos serían mayores que usando la
estrategia corrupción. Si Acción Nacional usase la estra-
tegia corrupción, a su vez al PRI no le convendría insistir
en la carestía de la vida, sino en el desempleo.
De lo anterior parece claro que el partido que diseñe
una plataforma más convincente en cuanto a medidas para
atacar la carestía de la vida, le llevará a su oponente
una ventaja considerable. Adicionalmente, la mejor forma
de contrarrestar una campaña en este sentido, sería con-
siderando la lucha contra el desempleo.
LA PROPAGANDA POLITICA:
La propaganda política como fenómeno social, data
desde los orígenes mismos de la civilización (1), aunque
es en realidad durante la primera mitad de este siglo, cuan-
d o alcanza el sentido y significado actual. De ahí que
muchos analistas político-sociales, la consideren como un
fenómeno contemporáneo.
<1) FERRER RODRIGUEZ, Eulalio, Por el Ancho Mundo de la Propa-
ganda Política, Ed. Danae, S. A., Barcelona, España, 2a. Ed. 1976.
s/p.
Lo mismo fue utilizada por el Nacional Socialismo
Alemán o el Fascismo Italiano, que lo es ahora por De-
mócratas y Republicanos Norteamericanos o Laboristas y
Conservadores Británicos. Ciertamente, sus objetivos han
variado de unos a otros casos, puesto que mientras en
los primeros su función es de adoctrinamiento, en los
otros lo es de tipo persuasivo, aun cuando ambos puedan
ser considerados en su carácter de movilización de masas
hacia determinadas ideologías y objetivos.
Con la implantación o depuración de sistemas polí-
tico-electorales de representación y la evolución de los
medios de comunicación, así como el desarrollo de teo-
rías y técnicas de orden psicológico, la propaganda polí-
tica ha adquirido las más diversas formas que van desde
los mensajes llanos, hasta los de tipo subliminal o el mis-
mo desnudismo político (1), pasando por la caricatura
grotesca.
En este caso y por las particularidades ya tan reite-
radas del S.P.M., la propaganda política jugó durante mu-
cho tiempo un papel secundario en el orden electoral,
ocupándose las más de las veces de la difusión de men-
sajes oficiales.
De donde, desde un punto de vista analítico, fuese
más relevante el mensaje de protesta de movimientos so-
ciales diversos (1968 por ejemplo) o el cartón político,
que la propaganda electoral.
Quizás esto explique a su vez, a diferencia de lo
acontecido en otros sistemas, el desfase desde una pers-
pectiva psico-comunicadora, entre la publicidad mercantil
y la propaganda política.
En todo caso, la propaganda política jugó un papel
más bien de carácter informativo que persuasivo. Como
dice F. J. Paoli, "El político oficial no va a las masas para
pedirles realmente su apoyo (convencerlos), aunque lo ha-
ga como fórmula, sino para ofrecerles su apoyo o media-
ción para obtener algún respaldo para las demandas o
necesidades de éstas" (2).
(1) Ibid.
(2) Op. Cit. P. 68.
 Por su parte al Partido Acción Nacional le conven-
dría atacar el desempleo pues si el PRI tomase la bandera
del transporte, la vivienda y los servicios, el primero ga-
naría 39.5 puntos y perdería sólo 3.5 si el PRI sostuviera
la lucha contra la carestía.
La estrategia pura que más convendría a ambos par-
tidos sería carestía de la vida para el PRI, desempleo
para el PAN, o sea el "punto silla".
En la segunda opción, el "punto silla", es decir aquel
que más conviene a ambos partidos sería: el PRI atacando
el desempleo y el PAN atacando la carestía de la vida;
así el PRI perdería sólo 3.5 puntos mismos que ganaría
Acción Nacional. En este caso Acción Nacional no de-
bería considerar la corrupción, pues sea cual fuere la es-
trategia del PRI, le resultaría adversa.
En la tercera-opción, el "punto silla" lo encontramos
en el cruce de desempleo para el PRI, corrupción para el
PAN. Acción Nacional no insistiría en transportes, vivien-
da y servicios, pues independientemente de la estrategia
PRI, los puntos perdidos serían mayores que usando la
estrategia corrupción. Si Acción Nacional usase la estra-
tegia corrupción, a su vez al PRI no le convendría insistir
en la carestía de la vida, sino en el desempleo.
De lo anterior parece claro que el partido que diseñe
una plataforma más convincente en cuanto a medidas para
atacar la carestía de la vida, le llevará a su oponente
una ventaja considerable. Adicionalmente, la mejor forma
de contrarrestar una campaña en este sentido, sería con-
siderando la lucha contra el desempleo.
LA PROPAGANDA POLITICA:
La propaganda política como fenómeno social, data
desde los orígenes mismos de la civilización (1), aunque
es en realidad durante la primera mitad de este siglo, cuan-
d o alcanza el sentido y significado actual. De ahí que
muchos analistas político-sociales, la consideren como un
fenómeno contemporáneo.
<1) FERRER RODRIGUEZ, Eulalio, Por el Ancho Mundo de la Propa-
ganda Política, Ed. Danae, S. A., Barcelona, España, 2a. Ed. 1976.
s/p.
Lo mismo fue utilizada por el Nacional Socialismo
Alemán o el Fascismo Italiano, que lo es ahora por De-
mócratas y Republicanos Norteamericanos o Laboristas y
Conservadores Británicos. Ciertamente, sus objetivos han
variado de unos a otros casos, puesto que mientras en
los primeros su función es de adoctrinamiento, en los
otros lo es de tipo persuasivo, aun cuando ambos puedan
ser considerados en su carácter de movilización de masas
hacia determinadas ideologías y objetivos.
Con la implantación o depuración de sistemas polí-
lico-electorales de representación y la evolución de los
medios de comunicación, así como el desarrollo de teo-
rías y técnicas de orden psicológico, la propaganda polí-
tica ha adquirido las más diversas formas que van desde
los mensajes llanos, hasta los de tipo subliminal o el mis-
mo desnudismo político (1), pasando por la caricatura
grotesca.
En este caso y por las particularidades ya tan reite-
radas del S.P.M., la propaganda política jugó durante mu-
cho tiempo un papel secundario en el orden electoral,
ocupándose las más de las veces de la difusión de men-
sajes oficiales.
De donde, desde un punto de vista analítico, fuese
más relevante el mensaje de protesta de movimientos so-
ciales diversos (1968 por ejemplo) o el cartón político,
que la propaganda electoral.
Quizás esto explique a su vez, a diferencia de lo
acontecido en otros sistemas, el desfase desde una pers-
pectiva psico-comunicadora, entre la publicidad mercantil
y la propaganda política.
En todo caso, la propaganda política jugó un papel
más bien de carácter informativo que persuasivo. Como
dice F. J. Paoli, "El político oficial no va a las masas para
pedirles realmente su apoyo (convencerlos), aunque lo ha-
ga como fórmula, sino para ofrecerles su apoyo o media-
ción para obtener algún respaldo para las demandas o
necesidades de éstas" (2).
(1) Ibid.
(2) Op. Cit. P. 68.
 Con el cambio de circunstancias y la apertura en prin-
cipio hacia un pluripartidismo, la propaganda politica ha
comenzado a representar un papel más dinámico. De he-
cho, los partidos políticos a partir de 1977 (LOPPE-artículo
48) reciben apoyo financiero de parte del Estado para
sufragar los gastos de campaña.
Por las características también ya anotadas de los
partidos políticos (1), es posible señalar que, con excep-
ción de los partidos de mayor peso (PRI y PAN, eventual-
mente y en algunas entidades de la República PSUM), la
propaganda más que estar dirigida hacia la captación
electoral, se orienta a dar a conocer la existencia de los
partidos y en alguna medida a difundir algunos de sus
postulados.
En el presente apartado, considerando los rasgos
pecíficos del espacio y momento políticos, así como
los participantes en el proceso electoral, se tratará
analizar las modalidades que la propaganda pudiese
quirir.
LAS FRASES O "SLOGANS" POLITICOS
Con el propósito de evaluar el impacto de algunas
frases en la población, se formaron cuatro grupos de dos
frases cada uno, pidiéndole al entrevistado seleccionar
aquella frase que le inspirase mayor confianza.
Las frases fueron elaboradas o reconstruidas a partir
del lenguaje utilizado por ios diferentes partidos y que
presumiblemente pudiesen ser utilizadas en las próximas
campañas. (Véase gráfica E-15).
Por ejemplo, en el caso del PRI se insistió en con-
ceptos como los de "Revolución" y "Renovación Moral";
en el caso de Acción Nacional, en aspectos como "Co-
rruoción" y " C a m b i o " ; y en los partidos de izquierda, en
la ¡dea d e ' " G o b i e r n o de los Trabajadores".
En el primer grupo se le pidió a la población escoger
entre: "Nuevo León seguirá creciendo por los caminos de
la revolución", normalmente asociada con la ideología del
PRI, y, segundo, " L a crisis actual es consecuencia del
mal gobierno", frase comúnmente utilizada por la oposi-
(1) Véase apartado Partidos Políticos.
ción tradicional PAN, que consiguió una mayor pondera-
ción (48 por ciento) con respecto a la primera (32.6 por
ciento).
En un segundo grupo, se le presentaron dos frases
identificadas al igual que las primeras. En el caso del
PRI: " L a renovación moral la haremos llegar a todos los
puntos de Nuevo León" y en el caso de Acción Nacional
" L o que urge es combatir la corrupción".
Este grupo de frases fue el que, en términos globales,
se consideró más equilibrado; los porcentajes de acepta-
ción fueron casi 34 por ciento para la primera contra un
42.2 por ciento para la segunda y aunque el porcentaje
sigue siendo desfavorable para la primera frase, deberá
considerarse que de todas las frases aquí planteadas "la
es- renovación m o r a l " . . . continúa siendo la mejor opción
de para el PRI.
de
ad-
De lo anterior pudiera desprenderse con las reservas
derivadas del apartado sobre problemas comunitarios,
que lo importante para la población no son tanto los
medios o estrategias (mediante la renovación o contra la
corrupción) sino el fin a lograr: erradicar el fenómeno de
corrupción.
Cabe mencionar que las frases referidas hasta aquí e
identificadas en principio con Acción Nacional, no son en
forma alguna privativas de este partido, pudiendo ser uti-
lizadas por los demás partidos de oposición.
El tercer par de frases propuesto tuvo el mismo sen-
tido antes descrito, sólo que elaboradas con mayor acen-
tuación: Por parte del PAN se mencionó, la frase "Es la
hora del cambio, tú decides" y por el PRI "La revolución
sigue vigente".
La alternativa anterior, llevó implícitas dos formas de
gobierno, una evidenciando un cambio rotundo, la otra
reafirmando la fórmula hasta ahora seguida.
Aunque no puede extraerse literalmente la voluntad
popular de virar hacia fórmulas más liberales de gobierno
como las propuestas por Acción Nacional y ello por el bajo
índice de politización señalado páginas anteriores, lo cier-
to es que esta comparación resultó la de mayor contraste
 La frase "es la hora del c a m b i o . . . " fue elegida por
un 53.7 por ciento de la población, en tanto que la frase
"la revolución sigue vigente" sólo por un 22.4 por ciento.
— "tSJ Ui O» CO <0 <3Í
O O -O O O O O O O o Finalmente dentro del último par de frases que se
presentaron al entrevistado, se ubicó una dentro de las
posibles utilizadas por los partidos del ala "izquierda", que
rezaba "Queremos un gobierno de los trabajadores" y
otra que establecía las necesidades más apremiantes: "Lu-
charemos por mayor empleo y mejores condiciones de
NUEVO LEON SEGUIRA CRECIENDO
POR LOS CANINOS QE LA REVOLUCION
vida", pudiendo, en general, ser utilizada por los diferen-
tes partidos.

Estas dos frases presentaron mayor diferencia, la ¡dea

LA CRISIS ACTUAL ES CONSE-
CUENCIA DEL KAl GOBIERNO
de un "gobierno de los trabajadores" no generó gran con-
fianza pues fue seleccionada sólo por un 12.3 por ciento
de los entrevistados. Al contrario, la idea de buscar me-
jores condiciones de vida y proteger el empleo registró
un 67.5 por ciento de opiniones favorables, el porcentaje
10 QUE URGE ES COMBATIR
42.2 * más alto en términos globales.
LA CORRUPCION

De la información recabada se deduce que las frases

utilizadas en campaña que más motivan a los electores,
LA RENOVACION HORA^ LA HAREMOS son aquellas que reflejan solución para las necesidades
33.9 *
LLEGAR A,TODOS LOS PUNTOS OE N.L. más apremiantes provocadas por la crisis y como se ha
anotado, tal circunstancia ya ha sido aprovechada por los
fjl partidos políticos de oposición al tratar de traducir el des-
£R contento del momento político en votos a su favor.
ES LA HORA DEL CAM8IO
53.7 %
TU DECIDES..

LOS COLORES PROPAGANDISTICOS

LA REVOLUCION Por ley, los partidos tienen como obligación "osten-

22.4 %
SIGUE VIGENTE tarse con la denominación, emblema y color o colores re-
gistrados". (LOPPE artículo 42).

Aunque algunos partidos distinguen en sus estatutos

12.3 X QUEREMOS UN GOBIERNO entre emblema y símbolo electoral, la gran mayoría los
DE LOS TRABAJADORES. equipara entre sí, siendo distintivos de los partidos, los si-
guientes colores: PAN, azul vivo en fondo blanco; PRI, ver-
de, blanco y rojo en fondo blanco y gris; PPS: solferino
en fondo blanco; PARM, verde; PDM, rojo en fondo blan-
67. S * LUCHAREMOS POR MAYOR EMPLEO
V MEJORES CONDICIONES OE VIQA
co; PSUM, rojo vivo con amarillo oro; PST, rojo, negro y
blanco; PRT, blanco sobre fondo rojo.

Estos colores oficiales son utilizados fundamentalmen-

te en las campañas, sin embargo en ocasiones son combi-
nados en distintas modalidades.
 Dentro del estudio se cubrió una sección dedicada a En el primer par de combinaciones, rojo con amarillo
los colores para tratar de indagar cuál combinación ins- y negro con rojo, los porcentajes de opiniones favorables
pira, al igual que las frases, mayor confianza en la opinión fueron 60.3 por ciento para la primera y, 16.7 por ciento
pública. para la segunda; de donde la combinación sugerida sería
rojo con amarillo pues resulta superior con casi 44 puntos
Los colores se distribuyeron según las principales co- porcentuales.
rrientes partidistas, (ver Tabla E-16). Así, el primer par
de combinaciones (uno y dos) pertenecen a los partidos Dicha combinación sería entonces recomendable para
de ala "izquierda", las siguientes combinaciones (tres y los partidos de izquierda, en caso de verificarse alguna
cuatro) pertenecen a los utilizados por el PAN y las últimas coalición entre ellos. Así también cabe aclarar que fue
combinaciones (cinco y seis) pertenecen al PRI. en éste par de combinaciones donde mayor número de
personas se abstuvieron de pronunciarse por alguna de
ellas.

En el segundo par de combinaciones inspiradas en

GRADO DE CONFIANZA Acción Nacional y compuestas por los colores naranja con
S08RE LAS COMBINACIONES UTILIZADAS POR LOS
azul y azul con blanco, resultó superior la última con un
TABLA E-16 PARTIDOS POLITICOS
51 por ciento. La primera combinación, producto de una
PARTIOOS OUC COMUN-
% POR PAS DE de las modalidades de ese partido, sólo fue del agrado de
COMBINACIONES % GLOBAL
MENTE LAS UTILIZA COMBINACIONES un 30.8 por ciento de los entrevistados.

60.3 15.7
PSUM 1 ROJO AMARILLO
Finalmente, el último par de combinaciones mostra-
16.7 A.7
PST PRI 230J0 NEGRO das fueron las utilizadas por el Revolucionario Institucional.
¡IINGUNA/NO OPINA 23.0 Las combinaciones fueron verde preponderante con rojo
y, rojo preponderante con verde, en donde la primera re-
sultó más favorecida, (58.6 por ciento contra un 25.4 por
30.8 5.7
3NARANJA AZUL
ciento de la segunda).
PAN 22.A
4 AZUL BLANCO 51.0

NINGUNO/NO OPINA- 18.2 En este par de combinaciones hubo mayor número

de opiniones. La razón de que sean más aceptadas puede
radicar en su identificación con los colores patrios.
5VEROE PREPONDERAN-
58.6 29.4
PRI TE Y ROJO
Una vez que las combinaciones se seleccionaron por
6ROJO PREPONDERANTE
25.A 10.1 pares se pidió al entrevistado que mostrase su preferencia
Y VEROE
por una, entre el total de combinaciones (seis).
7NINGUN0 16.0 12.0

La quinta combinación, verde preponderante con rojo

Primero se pidió al entrevistado que seleccionara den-
tro de las combinaciones uno y dos con cuál sentía ma-
yor confianza, sin dejar ver el resto de éstas con el pro-
pósito de detectar cuál d e las combinaciones utilizadas
por los partidos de " i z q u i e r d a " le inspiraban mayor con-
fianza. Posteriormente el procedimiento se repitió para las
combinaciones utilizadas por el PAN y por el PRI.
fue la más favorecida por la opinión pública con un 29.4
por ciento global pues al parecer el color verde, a diferen-
cia del resto, inspira cierta tranquilidad política, pero esen-
cialmente su alta ponderación deriva de que se asocie
con los colores nacionales. En el área no urbana es en
donde se tiene una mayor preferencia por este color.
La combinación blanco con azul inspiró confianza a
los entrevistados en segundo término, con un 22.4 por
ciento. El blanco indica "limpieza y paz", según indica-
ron varios de los entrevistados, por lo que principalmente
se sugiere resaltar el color blanco como motivo propa-
gandístico.
El tercer término global fue ocupado por la combina-
ción rojo con amarillo con 15.7 por ciento. Esta modalidad
de colores del "ala izquierda" ha logrado colocarse en
un alto nivel de confianza, en oposición a la utilizada por
el resto de los partidos socialistas que usan la combina-
ción de mayor desconfianza: rojo y negro.
Curiosamente, en términos generales las combinacio-
nes de colores corresponden según el orden antes men-
cionado, a las fuerzas electorales nacionales, el verde con
rojo al PRI, azul con blanco al PAN, y rojo con amarillo
a! PSUM.
Incluso, se puede anotar que la combinación prepon-
derantemente verde con rojo es la que más confianza ins-
pira a aquellas personas que se muestran reacias a emitir
su voto en los próximos comicios, siendo estas un 22.b
por ciento. Este hecho pudiese ser importante en el dise-
ño de una estrategia contra el abstencionismo.
LOS TERMINOS POLITICOS
Dentro de la propagación de las ideas, los términos
utilizados juegan un papel importante, ya que el uso ae
una palabra no motivante puede negar todo e impac o
que se le quiera dar a determinado discurso o frase polí-
tica.
Se pusieron a consideración de la o p i n i ó n pública
diez términos comúnmente utilizados por los partidos po-
líticos con un doble objetivo: primero medir el grado de
etención de éstos oor la opinión pública; y segando ela-
b o r a r un fabulador que indique el grado de rechazo h a c a
los términos considerados demagógicos.
Los términos comprendidos en el estudio fueron: re-
volución. cambio, justicia social, renovación moral explo-
tación, igualdad, corrupción, libertad y clases sociales.
La serie de términos fue leída al entrevistado pidién-
dosele al final de la lectura que mencionara aquellos que
recordara con el fin de evaluar el grado de retención del
término.
Posteriormente, de acuerdo con el segundo objetivo,
se repitieron los mismos términos pidiéndole ahora men-
cionar, aquellos que en su opinión fuesen demagógicos.
El orden en que el entrevistado mencionó los términos
determinó el número de puntos logrados por cada uno.
Dentro del análisis para lograr el primer objetivo, se
puede observar que la palabra "Revolución" fue recordada
en primer término, con una frecuencia de 455 veces, " C o -
rrupción" en 133 ocasiones y " C a m b i o " con 84 frecuencias
sobre un total de mil una (véase Tabla E-17), pero_ para
que la muestra fuese más abierta y no reducida sólo al
primer término recordado, se Ies dieron valores hipotéticos.
Para poder obtener una muestra global se ponderó a
los primeros términos con tres puntos, a los segundos con
dos y a los terceros con uno, multiplicando la frecuencia
con que fue retenido el término por los valores hipotéticos
dados, se obtuvo que el término "Revolución" acumulo
mayor puntuación, con mil 610 puntos (véase Tabla E-18),
suDerando por más del doble al término que le sigue, el
cual es "Corrupción" que logró 750 puntos.
El tercer término, fue " C a m b i o " con una ponderación
cercana al segundo con 745 puntos, el grueso de los tér-
minos se mantuvo en una ponderación que varió entre 480
y 414 puntos. Los términos "Igualdad" y "Explotación'
fueron retenidos en menor grado.
Por otra parte, el término "Revolución" fue calificado
con mayor frecuencia como demagógico con 265 frecuen-
cias sobre 948 (véase Tabla E-19), le siguieron los térmi-
nos " C a m b i o " y "Corrupción" con frecuencias de 162 y
148 veces en un total de 948.
Volviendo a la ponderación global (véase Tabla E-20)
los términos considerados como más demagógicos fueron:
"Revolución", " C a m b i o " y "Corrupción" con ponderacio-
nes de 936 776 y 753 puntos respectivamente. En opo-
sición, el término que resultó menos demagógico fue "Fa-
m i l i a " ' c o n sólo 130 puntos.
En general en la ponderación de los términos se pue-
de advertir que los términos "Revolución", "Corrupción ' y
" C a m b i o " son los que mayor grado de retención ocupan
dentro de la opinión pública, pero son de igual manera los.
términos que se consideran mayormente demagógicos.
 GRADO DE CONSIDERACION DEMAGOGICA SOBRE
TERMINOS POLITICOS

T A B U E-19
S
\ FRECUENCIAS RE
\PETIDAS EN: ! Lugar 2 Lugar 3 Lugar

REVOLUCION 265 55 31

CAMBIO 162 142 42

JUSTICIA SOCIAL 112 135 81

FAMILIA 17 3Û 19

RENOVACION NORAL 78 80 66

EXPLOTACION 55 56 35

IGUALDAD 56 61 59

CORRUPCION 14 8 116 77

LIBERTAD 28 34 31

CLASES SOCIALES 27 42 41

No.FRECUENCIAS 948 751 482

 Esto es obvio por lo que a problemas comunitarios se
PONDERACIONES GLOBALES H I P O T E T I C A S CONSIDERANDO
refiere, pero quizás por lo que concierne a frases, térmi-
LOS TERMINOS DEMAGOGICOS
nos y colores no resultase en principio tan evidente. Sin
TABLA E-S? embargo como se ha visto, éstos tendrán asimismo un
^"--.Frecuencias peso importante, de tal suerte que los partidos políticos
^vSultiplica- SUHATORIA deberán realizar en este sentido un esfuerzo mayor al
por 2 1 TOTAL acostumbrado.
3
TERMINOS
Vale la pena anotar que en el diseño de estrategias
REVOLUCION 755 110 31 936 propagandísticas no deberán estar ausentes ni temas mu-
sicales, audiovisuales u otros elementos que en diversas
ocasiones (con excepción de Madero en 1976) han sido
486 234 42 ™ ¡
CAMBIO soslayadas.

270 81 687 Aún más, dada la heterogeneidad del cuerpo electo-

JUSTICIA SOCIAL 336
ral, los partidos políticos deberán implementar diversos
60 19 130 tipos de campaña, pues claro es que un tema musical,
FAMILIA 51
una frase o un color no guardan el mismo significado para
RENOVACION los diferentes estratos sociales.
160 66 460
HORAL 234

Así, mientras que Acción Nacional deberá, por ejem-

112 35 312
EXPLOTACION 165 plo, hacer un esfuerzo por incursionar en los estratos más
¡ bajos con propaganda adecuada, el Revolucionario Insti-
122 59 349 tucional otro tanto deberá hacer entre los estratos medio
IGUALDAD 163
y alto.

232 7.7 753

CORRUPCION 444

6B 31 1B3
LIBERTAD 84

84 41 205
| CLASES SOCIALES S 81

Tal parece que el grado de retención varia directa-

mente con el grado de rechazo que se tiene sobre los
términos por considerarlos demagógicos.

En cuanto a los términos más recomendables por su

alto nivel de retención y su bajo grado demagógico son:
"Familia", "Libertad" y "Clases Sociales".

De todo lo hasta aquí anotado respecto a campañas

políticas, conviene destacar que a diferencia de otros es-
pacios y momentos políticos, las campañas eleciorales
habrán de representar en Nuevo León 1985 un papel fun-
damental.
 C O N S I D E R A C I O N E S FINALES
A M A N E R A DE C O N C L U S I O N

Atendiendo al rigor metodológico, este trabajo al igual

que cualesquier otro que pretenda constituir un aporte al
conocimiento en alguna disciplina, debiese cerrar sus pá-
ginas con una sección destinada a colegir del análisis
realizado, determinadas ideas puntuales.

La organización del trabajo, cuya exposición requirió

de revisiones constantes así como de ir apuntando algu-
nas observaciones conforme se avanzaba en el mismo,
permite evitar nuevas recapitulaciones so peligro de caer
en reiteraciones tediosas y de obviar algunas considera-
ciones que por necesidad de síntesis tuviesen que reali-
zarse.

Conviene entonces, antes que intentar un marco con-

clusivo que supusiese el agotamiento.de la explicación del
fenómeno de la transmisión del poder o que cerrase algu-
na opción para futuras indagaciones, orientar estas líneas
hacia la enumeración de posibles cursos de investigación
y en todo caso, hacia algunas reflexiones de tipo pre-
dictivo.

En primer término, asumidas la racionalidad de la

dinámica del Sistema Político Mexicano y la preminencia
en éste de las figuras presidencial y del partido como re-
sultantes de un proceso histórico, aparece como tema de
estudio, dentro de la categoría del fenómeno de la trans-
misión del poder y quizás en un plano o nivel superior, el
de la temporalidad en el ejercicio del mismo. Evidente-
mente, desde la perspectiva formal, la temporalidad en el
ejercicio del poder encuentra en la norma su sustento
(marco jurídico), pero al igual que en el caso de su trans-
misión, desde una perspectiva real, lo trasciende (marco
estructural).

La interrogante aquí no es por tanto respecto a los

tiempos y modos en que se adquiere el poder formal, sino
respecto a los tiempos y modos en que éste se asume en
términos reales. Convendría probablemente intentar un es-
quema sobre los ciclos del ejercicio del poder. La no
existencia de líderes históricos como acontece en otras
latitudes, encontraría una explicación.

Muy próximo a lo anterior, surge otra gran interrogan-

te que tiene que ver con la regulación - reproducción del
sistema. Se ha asentado que los procesos electorales no
cumplen dentro del S.P.M., sino una función legitimadora,
no así una función propiamente selectora o electora. Pues
bien, lo que es preciso analizar, es cómo tiene lugar el
proceso de regulación - reproducción del sistema, el cual
lejos de caer en automaticismos estáticos, ha de corres-
ponder a la categoría de equilibrios de lo que Piaget lla-
maba establecimiento del orden a partir del desorden (1),
en este caso de las figuras o actores políticos. En otras
palabras, el equilibrio estaría dado a partir de un orden
no rígido, sino de flexibilidad acorde con las fuerzas y
contrafuerzas de los actores políticos, cuyo margen de ac-
ción estaría dado a su vez por los límites permisibles por
el sistema. Con el oropósito de ir perfilando una teoría
integral sobre el S.P.M., convendría incursionar en el aná-
lisis de la forma como es asegurada la supervivencia de
las estructuras (instituciones), al mismo tiempo en que tie-
ne lugar la renovación de los cuadros directivos. Aunque
en este sentido existen algunos intentos como el relativo
a "Los Laberintos del Poder" de Peter H. Smith u otros
que han buscado identificar a la "familia revolucionaria"
lo cierto es que muy poco se ha avanzado en el estudio
de lo que aquí se insiste como la regulación - reproduc-
ción del sistema, es decir, de la forma como se asegura
el funcionamiento del mismo: la cohesión de la pirámide.
En otro orden de ¡deas y apuntada ya la parcelación
de lo que pueden llamarse las organizaciones intermedias
(instituciones públicas y privadas en la terminología aquí
utilizada, grupos de oresión en la más difundida), es me-
nester emprender estudios más específicos sobre fines y
medios de éstas, bajo una óptica socio-política, en espe-
cial en el caso de las clases medias.
Ha ouedado aquí demostrado que la diferencia de in-
tereses, su carácter de tipo feudal (regional), la heteroge-
neidad cuantitativa y cualitativa de sus miembros, merman
en qran medida la ootencialidad política de estas organi-
zaciones, sin embargo, resta por estudiarlas no tan solo
con relación a su posición frente al Estado, sobre lo cual
se han realizado ciertos avances, sino en su interior, un
conocimiento mayor sobre la estructura interna real per-
mitiría seguramente dilucidar de manera mas clara el por-
qué y el cuándo de su actuación frente al Estado Aun
m á s / u n conocimiento mayor en este sentido permitiría a
1 PIAGET Jean, L'equilibration des structures cognitives, P.U.F., Pa-
rís, Francia, 1971. Varias páginas.
su vez reconocer la estructura de la sociedad civil, su di-
námica e importancia en las transformaciones futuras del
Estado Social Mexicano.
( En el caso de las organizaciones que integran a las
clases medias y dada su reducida existencia, o en su de-
fecto, de su limitado peso de tipo reivindicatorío —salvo
por aquellas integradas en una u otra forma al aparato
estatal—, los trabajos pudieran ser orientados hacia la
construcción de modelos de organización que fuera de los
esquemas tradicionales apuntados —clases populares—
les asegurasen una representación política real.
Por lo que al análisis político electoral propiamente
dicho se refiere, y aunque ya ha quedado establecido en
el texto, es necesario insistir en la urgencia de profundizar
en el estudio de la cultura política tanto nacional como
regional. Es notorio el fuerte desfasamiento teórico entre
el conocimiento de las instituciones políticas y el del con-
junto de creencias, valores e intereses que mueven a la
sociedad. Los aportes que afortunadamente empiezan a
darse en este sentido —incluido el trabajo que' aquí se
presenta— son aún un tanto parciales por cuanto requie-
ren de una mayor integración con otro tipo de variables,
a la vez que de una mayor persistencia y sistematización,
a fin de evaluar cambios y tendencias.
Ha sido corroborada la existencia de formas atípicas
de comportamiento electoral, cuya cabal explicación no
sólo puede lograrse a partir de indicadores más o menos
objetivos del estatus socio-económico del sujeto elector,
tales como edad, educación o ingreso, sino que se requie-
re integrar apreciaciones —ciertamente menos tanoi'bles
pero no por ello menos importantes— sobre el sentir y
pensar del mismo sujeto.
Y ello puesto que en última instancia el comoorta-
miento político del elector está dado por el conjunto de
conocimientos y creencias de éste sobre el sistema político;
por el conjunto de sentimientos que éste tiene respecto
al sistema; y / o por el conjunto de juicios y apreciaciones
que en función de la formación, sentimientos y creencias
que tiene, realiza sobre el mismo sistema.
Ahora bien, por cuanto a las condiciones y términos
de la transmisión del poder en el momento político NUEVO
LEON 1985 se refiere, es de suponerse, aun claro bajo
las reservas del cambio en las propias condiciones que
pudiesen alterar los supuestos planteados, que durante los
próximos comicios la ciudadanía participará en pro del
candidato postulado por el Partido Revolucionario Institu-
cional. Si bien su elección no lo será con el tradicional
margen de sufragios a su favor, si lo será por decisión
mayoritaria. Empero, diversas circunstancias como las ci-
tadas durante el texto, en particular para el elector de-
fensor de otras fórmulas, pudiesen ahondar sus dudas
acerca del respeto al voto.
Las prácticas reiteradas aquí y en otros espacios po-
líticos, de violaciones o alteraciones a padrones y sufra-
gios, han anidado un sentimiento de frustración ciudadana
en torno a una de sus máximas libertades teóricas en el
ejercicio político. Lo anterior ha traído aparejado la adop-
ción de actitudes específicas de la ciudadanía: en una
primera opción, la de! abstencionismo, como respuesta
abierta a su descontento; respuesta que intrínsecamente
conlleva a una pérdida en la legitimación de! poder que
se busca obtener. Pero en una segunda opción y genera-
das ciertas circunstancias, en una actitud de apoyo y voto
por parte del elector hacia fórmulas políticas cuyos con-
tenidos reales muchas veces desconoce y que de hecho
no siempre corresponden con el conjunto de creencias,
valores e intereses que sustenta. Esta segunda opción,
más nociva que la anterior y que parece coincidir con
momentos políticos recientes de otros espacios, plantean
otra urgente necesidad en el terreno práctico: el de la
politización. Peligroso sería encontrarse mañana con fór-
mulas de gobierno votadas por la ciudadanía libremente,
pero sin conocimiento de causa.
de tutelaje que unos y otros, quienes actúan en el pro-
ceso, antes que empeñarse por superar, se han empeñado
en reforzar.
Cabe aquí referirse al tan llevado y traído argumento
de los riesgos en el ejercicio pleno de la democracia,
sostenido por diversos estudiosos de la sociología-política.
Pero antes de aceptar linealmente el argumento, preciso
sería responder a otra interrogante no menos substancial.
¿Es la democracia un fin en sí mismo? La respuesta ha-
brá de ser sí, pero a condición de concebirla no en el
ámbito restringido de los procesos electorales, sino como
lo defina la Constitución, lo mismo en el orden político
que económico y social. La democracia, no puede aca-
barse en los pórticos de las instituciones, sean estas pú-
blicas, privadas o de interés social.
En síntesis, dos acciones en concreto urgen por em-
prender: la revalorización del sufragio efectivo, como ins-
titución política y el de la politización ciudadana. Y es
preciso acotar: actuar en uno solo de estos sentidos po-
dría engendrar fenómenos más graves que los que se pre-
tenden subsanar.
En NUEVO LEON 1985, no habrán de suscitarse cam-
bios en las prácticas tradicionales; sin embrago, el no
actuar en los sentidos que vienen de mencionarse, pudie-
ran engendrar el origen de cambios drásticos en momen-
tos futuros.

Hay quienes suponen que el problema de la demo-

cracia en el país se encuentra en el factor tiempo, en las
limitantes impuestas por la prisa por resolver otro tipo de
problemas. Más bien debiese pensarse que el desdobla-
miento entre el ejercicio libre del sufragio y el de las prác-
ticas electorales cotidianas, han obedecido a necesidades
derivadas de! desfasamiento entre las condiciones forma-
les para su ejercicio y las condiciones reales, al desfasa-
miento entre la política teóricamente libre del sufragio y la
despolitización ciudadana; al desfasamiento entre la nece-
sidad de asegurar la legitimidad del sistema y la necesidad
de asegurar su regulación - reproducción; al peligro de
dejar actuar las fuerzas libremente en campos en que la
libertad de acción de los elementos que componen esas
fuerzas no es asegurada, en última instancia a la necesidad
 A P E N D I C E S

GLOSARIO DE ABREVIATURAS UTILIZADAS

A.M.I.S. — Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros.

A.M.M. — Area Metropolitana de Monterrey.
CANACO — Cámara Nacional de Comercio.
CANAINTRA — Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.
C.C.E. — Consejo Coordinador Empresarial.
C.E.E. — C o m i s i ó n Estatal Electoral.
CEFNOMEX — Centro de Estudios Fronterizos del Norte de México.
C.E.N. — Comité Ejecutivo Nacional.
C.F.E. — C o m i s i ó n Federal Electoral.
C.G.T. — Confederación General de Trabajadores.
C.I.E. — Centro de Investigaciones Económicas.
CIPAD — Centro de Investigaciones Político-Administrativas.
C M H N — Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.
CNAC — Comité Nacional de Auscultación y Coordinación.
CNOP — Confederación Nacional de Organizaciones Populares.
CONCAMIN — Confederación Nacional de Cámaras Industriales.
CONCANACO — Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio.
COPARMEX — Confederación Patronal d e la República Mexicana.
COPLAMAR — Coordinación General del Plan Nacional de Zonas
Deprimidas y Grupos Marginados.
CROC — Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos.
CTM — Confederación de Trabajadores Mexicanos.
D.F.E. — Distritos Federales Electorales.
FNSI — Federación Nacional de Sindicatos Independientes.
FSI — Federación de Sindicatos Independientes.
FSTSE — Federación de Sindicatos d e Trabajadores al Servicio de!
Estado.
I.P. — Iniciativa Privada.
PAN — Partido Acción Nacional.
PARM — Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.
PC — Partido Comunista.
PDM — Partido Demócrata Mexicano.
P.E.A. — Población Económicamente Activa.
P.I.E. — Producto Interno Estatal.
PNR — Partido Nacional Revolucionario.
PPS — Partido Popular Socialista.
PRI — Partido Revolucionario Institucional.
PRM — Partido de la Revolución Mexicana.
PRT — Partido Revolucionario de los Trabajadores.
PST — Partido Socialista de los Trabajadores.
PSUM — Partido Socialista Unificado de México.
S.P.M. — Sistema Político Mexicano.
U.A.N.L, — Universidad Autónoma de Nuevo León.
UNS — Unión Nacional Sinarquista.
 TA81A A-l

SUPERFICIE TOTAL (KM.2)

Y DENSIDAD DE POBLACION (Hab./Km.2|

MÉXICO-NUEVO LEON 1980

SUPERFICIE POBLACION OEHSIDAD

1
« f I 1 C 0 ] 1.958.201.0 67.382,581 34

1 1
1 1
A. A. A. 1 2.111.9 | 1.998,012 941

1
RESTO 0€l ES1AOO 62.443.1 525,032 8.4

1
IUEI0 LEO! 64.555.0 2,513.044 38.9

1 1
FIIEHIE: OISECCIO« GEIÍRAL DE ESTADISTICA. Coordinación General de los S e r v i c i o s «acionales d i Esta-
d í s t i c a Geografía e I n f o r . S t i c a . S.P.P.- O i r . c c i ó n de E s t a d í s t i c a . Secretaría de Programa-
c i ó n i D e s a r r o l l o , Gobierno del Estado de Huevo León.

GRAFICA A-l
PIRAMIDE P0BI.ACI0IAI OEt ESTADO «UE«0 LEO»
(1060)
RELATIVO ABSOLUTO

99.96
0.05 1,196
99.91
3.67 -
96.24 92.590
1.58
1 60-64 39.762
94.66
3.20
92.46 55.280
2.81
70.632
89.65 3.38
86.2? 4.33
85.087
108,937-
81.94 5.18
130.203
76.76 6.09
153.025
70.57 7.35
184.787
63.32 9.87
248.150
11.62
53.45 291.955
I 13.37
41.83 336,069
J 14.94
28.46 375.662
13.52
13.52 339,889

100.00 X 2.51'.044

EUEHIE : Datos"creí! > general de DObIación j -

 GRAFICA A - 3
UBICACION DEL V DISTRITO ELECTORAL
GRAFICA A - 2 FEDERAL DE NUEVO LEON
U B I C A C I O N D E LOS D I S T R I T O S E L E C T O R A L E S F E D E R A L E S
EN E L AREA M E T R O P O L I T A N A DE M O N T E R R E Y

Vil
SARCIA

I-II-HI-VII-VIII Distritos Electorales

Federales Monterrey (parte).
IV-IX Distritos Electorales Federales
Guadalupe.
X Distrito Electoral Federal Sn. Nicolás de los G.
Vil Distrito Electoral Federal Monterrey (parte), García, Garza García.

V Distrito Electoral Federal

Cabecera: Linares.
1-- HUALAHU1SES
2.- ITUR8IDE
 GRAFICA A - 4
GRAFICA A - 5
UBICACION DEL VI DISTRITO ELECTORAL
FEDERAL DE NUEVO LEON UBICACION DEL XI DISTRITO ELECTORAL
FEDERAL DE NUEVO LEON

VI Distrito Electoral Federal

Cabecera: Sabinas Hidalgo.

t- ABASOLO
2, APOOACA
3.- BUSTAHANtE
t.- CIENEGA DE FLORES
5.- OR. GONZALEZ
6- EL CARMEN
7. GRAL ESCOBEDO XI Distrito Electoral Federal
8.- GRAL. TREVIÑO
9.-
10.-
GRAL. ZUAZUA
HIOALGO
Cabecera: Santa Catarina.
11.- JUAREZ
12.- LOS ALDAMAS
13.- MARIN
U - MELCHOR OCAMPO
15.- PESQUERIA
16.- SA8INAS HIOALGO
17.- VILLALOAMA
 TABLA A-5

ÍSIAOISUCA ELECTORAL, RESULIAOOS Oí LAS EtECCiOÜES PARA

IABLA A 7
OIPUIAOOS LOCALÍS PARA E l ESIAOO OE HUEVO LEO* (1961-1970)
ESIA01SIICA ELECIORAL. OE LAS ELECCIONES PARA

OIPUIAOOS LOCALES PARA EL ESIAOO OE HUEVO LEO« (1982)

1 9 si 19 6 4 1 9 6 7 1 9 0

P R I PAN P R I PAN PEI PAN P R I PAN

Dist. Cabecera

22,025 N.E. 16,134 1,132 20,086 8,445 25,406 8,062 Distrito Cabecera P R I PAN
1 Monterrey

2 Mjnterrey 17,755 N.E. 15,131 864 17,304 8,034 25,332 9,591

1er. Monterrey 27,044 15,129
3 Hxiterrey 16,531 N.E. 19,313 955 24,482 9,441 38,346 11,377 Monterrey 30,446 11,638
2°

4 toiterrey 31,161 N.E. 25,419 1,101 32,291 9,291 46,919 11,356

3° Monterrey 30,919 10,911

ffcnterrey 24,090 N.E. 15,560 825 27,652 6,118 32,783 7,502

5 4° Monterrey 33,023 15,451
6 Msnterrey 26,026 N.E. 23,979 881 41,871 9,088 54,712 12,974
5o Monterrey 28,292 11,261
Sab. Hidalgo 13,096 N.E. 7,042 38 10,377 2,574 12,974 669
7 11,452
6° Monterrey 28,302
China 13,337 N.E. 8,478 117 15,696 112 19,150 54
8
7o Sabinas Hidalgo 22,242 3,958
Cadereyta 17,316 N.E. 10,207 41 14,748 422 26,305 482
9 o
8 China 23,622 1,131
Linares 30,479 N.E. 13,099 47 18,831 2,394 35,725 1,998
10
9° Cadereyta 28,439 2,405
11 Galeana 30,290 N.E. 15,174 149 27,526 695 35,703 683
10° Linares 23,211 5,617
roaras: PERIODICO CFICIAL DEL ESIBEO.
11° Galeana 31,366 858

12° Santa Catarina 18,716 4,960

IABLA A.6
ES1A01S1ICA ELECTORAL, RESULIAOOS OE LAS EIECCIOHES PAPA OIPUIAOOS 13° GarEa García 17,579 14,234
LOCALES PASA EL ESIAOO DE HUEVO LEO» (1973 1976',
14° Monterrey 22,577 11,740

1 9 7 3 19 7 6 15° Monterrey 21,239 15,060

Distrito Cabecera P R I PAN P R I PAN 8,754
16° Guadalupe 18,069

17° Guadalupe 24,760 7,557

1 Monterrey 18,890 7,015 15,290 5,582

18° Guadalupe 30,179 5,626

2 Manterrey 16,921 12,658 15,945 11,923
19° Apodaca 28,801 4,537
3 Maiterrey 16,906 7,026 14,271 6,866
20° San Nicolás 31,209 12,889
4 Monterrey 22,343 6,138 16,096 4,653
21° San Nicolás 28,824 14,799

5 Monterrey 16,399 5,649 13,782 4,247

«OIA:
6 htorrterrey 21,874 6,548 26,182 6,995 • Los r e s u l t a d o s de las E l e c c i o n e s de 1979 no e s t á n d i s p o n i b l e s .
" La Oeaarcación t e r r i t o r i a l de l o s d i s t r i t o s l o c a l e s ha s u f r i d o cambios, t a l y c o i o aparenen en
7 Sab. Hidalgo 19,078 693 15,930 669 l a s g r á f i c a s t - S , A-6 y A - 7 .

FUEHIE: P e r i ó d i c o O f i c i a l d e l E s t a d o .
8 Qiins 13,761 164 14,967 N.E.

9 Cadereyta 26,865 1,049 27,867 514

10 Linares 17,406 154 18,974 N.E.

11 Galeana 40,316 448 36,318 N.E.

12 Monterrey 25,447 6,214 18,671 5,176

13 ftonterrey 17,269 3,766 13,909 3,501

14 Guañalupe 21,066 4,178 12,733 3,414

15 San Nicolás 18,316 5,999 13,750 8,399

FUENTE: PERIODICO OFICIAL DEL ESTADO.

 IABLA A-8 IA91A A - l !

ESTUDIO De OPINION PUBLICA ESIL'OIO DE OPINION PUHL I I A

DISTRIBUCION I * LA «UfSlRA POR SFXO. DISTRIBUCION DE LA HUI MRA 1 Il

ABSOIUIO RELA1IVO ABSOIUI'I

HONBRE S IALEGUAS
IABLA A-12
«UJERfS 2.- ALO'HA LD5
ESTUDIO OE OPINION PUBLIC» OE OPINION PUBLICA
3.- ALL E NOE
O1STRIBUCI01 OE LA NUESTRA POR INTERVALOS DE LA NUESTRA POR 1N1ERVA10S Di

5.- APOOACA

6. 8USIANANIE
7.- CADEREY1A
'ABLA A-9
CERSALVO
ESTUDIO DE OPINION PUBLICA

0ISTRI8UCI0N DE LA »UESIRA POR AREA GEOGRAFICA. CI'.NSGA Ut FLORES

IO. CHINA
ASSOLUTO RELATIVO
11.- DB. GOM'Al :?
12.- GAIEAKA

RESTO OCl ESTADO 13.- GAf.CU

14.- GARZA GARC1A

15.- GRAL. BRAVO

16.- 6ENEPAL ESCOBTOO

TASLA A-10 17. GENERAL TREVISO

ESTUDIO OE OPINION PUBI ICA 18.- GUADAIOp'

DISTRIBUCION DE. LA MUESTRA POR DISTRIIO E SI ODIO DE OPINION PUBLICA
1 9 . - HIDALGO
ELECIORAL FEOERAL. 01STR1BUCION DE LA HUESiSA POR INTERVALOS Ct
2 0 . - «JALAhUISES

2 1 . - LANPA70S OE KAH4NJ0
ASSOLUTO RELATIVO
ABSCL UT 0 «ELATIVO
2 2 . - LINARES
0-3 186 14.0
23.- NONIENC-RELOS
2 4 . - HONTERfiEY 4-6 355 26.8
7-9 2oo 20.1
25.- PES0UER14
10-12 299 17.3
2 6 . - RAXONÉS
13-15 157 11.8
2 7 . - SABINAS HIDALGO
2 8 . - SALINAS VICTORIA 16 5 NÀS 124 9.3

N.E. 4 0.3
• - SA» NICOLAS
TOTAL 1321 100.00 X
3 0 . - SAN1A CATARINA

N.E
TOTAL
TOTAL
 TABLA A 19
POBLACION QUE HA VOTADO Y PIENSA VOTAR EN
LAS PROXIMAS ELECCIONES DE JULIO DE i""»1)
(POR INTERVALOS Dt INGRESO)

1ABLA <-15 UBI» A - l l INGRESO DIARIO PORCENTAJE

PARIICIPACION ESPERADA PARA IAS ELECCIONES PARTICIPACION ESPERADA PARA LAS ELECCIONES OE
DE GOBERNAOOR JULIO-19B5 (POR SEIO) GOBERNADOR JULI0-198S(P0R AREA GEOGRAFICA)"
HENOS DE 900 71.50
FUERA OEL AREA
MASCULINO FEMENINO AREA METROPOLITANA ""»IWOIITANA

901-1800 73.12
SI 80.1 75.1 SI 79.1 82.6

NO 10.5 11 NO 11.2 8.2

1801-2700 74.28
NO SABE 9.3 9.9
NO SABE 9.7 9.2

FUENTE: INVESTIGACION DIRECTA. FUENTE: INVESIIGACION DIRECTA. 2701-3600 71.8

3601-4500 71.5

4501-5400 63.6

5401-6300 100

6301-7200 100
TABLA A-17 TABLA A-18

POBLACIO» OUE HA VOTADO V PIENSA VOTAR EN P08LACION OUE HA VOTADO < PIENSA VOIAR
LAS PROXIMAS ELECCIONES DE JULIO OE 1985 E» LAS PR0X1NAS ELECCIONES OE JULIO 1985 8101-MAS 100
(POR INTERVALOS OE EOAO) ¡POR INTERVALOS O! ESCOLARIDAD)

EOAO PORCENTAJE ESCOLARIDAD PORCENTAJE

FUENTE: INVESTIGACION DIRECTA.

18-25 63.35 0-3 75.38

26-33 66.01 4-6 75.19

79.14 IABIA A-20

34-41 7-9 69.69

42-49 81.75 10-12 66.43 POBLACION POR INTERVALOS OE ESCOLARIDAD OUE

ESPERA VOTAR EN JULIO OE 1985 INDEPENDIENTE-
50 V 77.9 13-15 69.4 MENTE OEL CAN010AI0.

58-65 71.6 (1NIERVAL0S DE ESCOLARIDAD)

16-NAS 78.4

66 RAS 69.4
FUENTE: INVESIIGACION OIRECIA.
INTERVALOS Di 0-3 4-6 7-9 10-12 13-15 16-+
ESCOLARIDAD
FUENTE: INVESIIGACION DIRECTA.

1NI£»I10«¡S PE VOTO
PARA JULIO Pí 1585 155 279 202 179 136 97
IFRECUÍÍICIÍS)

POBLACION OUE VOIA 109 186 105 92 57 39

INDEPENDIENTEMENTE OEl
CANDIDATO (FRECUENCIAS)

POBLACIO» OUE VOIA INDE- 70.3 66.66 51.98 51.39 41.91 40.2
PENDIENTEMENTE OEL CANDI
DAIO (PORCENTAJES)
1

FUENTE: INVESTIGACION DIRECTA.

 MUNICIPIO

TABLA A-21 01 APODACA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON

OPINION PUBLICA SOBRE EL GOBIERNO DE
02 GARZA GARCIA FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS
ALFONSO MARTINEZ DOMINGUEZ
Y ADMINISTRACION PUBLICA
^ULUOHl l 03 GENERAL ESCOBEDO
% POR SEXO Centro de Investigaciones
X TOTAL 04 GUADALUPE
H F GLOBAL ENCUESTA SOBRE ACTITUDES
COMO CONSIOERA LA GESTION 05 MONTERREY
POLITICAS
21.0 19.2 20.1
MU» POSITIVA 06 SAN NICOLAS

POSITIVA 54.5 48.9 51.8 07 SANTA CATARINA

14.3 14.7 08 ABASOLO

COMO LAS ANTERIORES ¡5.0
09 AGUALEGUAS 1.- Municipio en que vive
HALO 2.6 4.1 3.3
10 ALDAMA LOS
1.6 1.6. 2.- Sexo
MUY MALO 1.6 11 ALLENDE

NO SABRIA OPINAR 5.3 11.9 8.5 12 ANAHUAC 1. Masculino

100 100 13 ARAMBERRI

TOTAL i 00 2. Femenino
14 BUSTAMANTE
15 CADEREYTA 3.- Tiene credencial de Elector
FUENTE: INVESTIGACION OIREC1A.
16 CARMEN EL 1. Sí
17 CERRALVO 2. No

L8 CIENEC-A DE FLORES 3. No sabe

19 CHINA 4.- Religión

>0 DOCTOR ARROYO
TABLA A-22 1. Católica
21 DOCTOR COSS
22 DOCTOR GONZALEZ 2. Protestante o Evangélica
POBLACION QUE VOTARIA POR ALFONSO MARTINEZ DOMINGUEZ
EN CASO OE QUE PUDIERA SER REELECTO 23 GALEANA 3. Otra (Especifique )
(GLOBAL Y POR SEXO) 24 GARCIA 4. Ninguna
% POR SEXO X TOTAL 25 GENERAL BRAVO
VOTARIA M 5.- Asiste regularmente a los servicios
GLOBAL
26 GENERAL TERAN religiosos (Mín, 2 veces al mes)
DEFINITIVAMENTE SI 36.6 41.2 38.8
27 GENERAL TREVIÑO
1. Sí
POSIBLEHEN! E 20.1 16.4 18.3
28 GENERAL ZARAGOZA
2. No
8.2 8.6 8.4 29 GENERAL ZUAZUA
NO ESTOY SEGURO
30 HERRERA LOS 6.- Edad (años cumplidos)
DEFINITIVAMENTE NO 2J-.5 23.3 26.5
31 HIDALGO
•7.- Escolaridad (años de estudio)
NO SABRIA OPINAR 5.5 10.5 7.9
32 HIGUERAS
roí AL 100 100 100 33 HUALAHUISES
8.- Ingresos I 1
(en miles de pesos)
34 ITURBIDE
9.- Frecuencia de Pago
FUENTE: INVESTIGACION OIRECTA 35 JUAREZ
36 LAMPAZOS DE NARANJO 1. Diario
37 LINARES
TABLA A-23 2. Semanal
38 MARIN
3. Quincenal
EXPECTATIVAS DE VOTO PARA LA ELECCION DE GOBERNADOR EN 1985
39 MELCHOR OCAMPO
4. Mensual
(POR DISTRITOS ELECTORALES FEDERALES)
40 MIER Y NORIEGA
INTENCION DISTRITOS ELECTORALES X TOTAL 41 MINA
OE VOTO I II III IV V VI VII VIII IX X XI GLOBAL 42 MONTEMORELOS
81.3 62.1 83.6 86.5 85.5 75.8 78.7 69.2 84.0 76.1 84.3 79.5
SI 43 PARAS

NO 8.4 13.4 10.1 5.4 10.9 10.1 9.3 15.4 11.1 13.0 9.0 10.9 44 PESQUERIA
45 RAMONES
10.3 11.1 6.3 8.1 3.6 14.1 12.0 15.4 4.9 10.9 6.7 9.6
NO SABE
46 RAYONES. LOS
TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
47 SABINAS HIDALGO
FUENTE: INVESTIGACION DIRECTA 48 SALINAS VICTORIA
49 SANTIAGO
50 VALLECILLO
51 VILLALDAMA
II.- POLITIZACION E INTENCIONES DE VOTO DE LA CIUDADANIA:
19.- Ud. votaría por ese partido?
10.- Partidos Políticos que ud. recurde?
(1) Independientemente de quien sea el candidato
(0) PRI • (5) PPS •
(2) Dependiendo del candidato
(1) PAN • (6) PARM •
(3) Dependiendo de los candidatos de los demás partidos
(2) PSUM • (7) PSD • Marque con una X el Partido
(3) PDM 20.- En las últimas dos elecciones cree ud. que el voto haya sido
• (8) PRT •
respetado?
(4) PST I
• 1 (9)
(9) PMT •
(1) SI
11.- Votó ud. en las elecciones federales para Presidente de la -
República de 1982 (JULIO)? • (2) NO

(3) No contesta
(1) SI
(2) NO 21.- Cree ud. que el voto será respetado en las próximas e l e c c i o —
nes?
(3) No Contesta ó no se acuerda
(1) SI
12.- Sabe ud. que partido político propone la no intervención del
(2) NO
Gobierno en la economía y la defensa del individuo y de los
valores morales. • (3) No contesta

(1) Si sabe
22.- Sabe ud. cada cuando es electo un Gobernador?
(2) No sabe
(1) SI
(3) No opina
(2) NO
13.- Sabe ud. que partido político propone la nacionalización de -
la televisión.
(1) Si sabe
• (3) No Contesta

23.- Sabe ud. cada cuando es electo un Diputado?

(2) No sabe (1) SI

(3) No opina (2) NO

(3) No contesta
14.- Sabe ud. que partido político propone la rectoría económica —
del gobierno. • 24.- Lee ud. regularmente los periódicos?
(1) Si sabe
(1) SI
(2) No sabe
(2) NO
(3) No opina
(3) No contesta

15.- Votó ud. en las elecciones para Presidente Municipal (Nov.82)? • 25.- Escucha regularmente los noticieros?
(1) Si sabe
(1) SI
(2) No sabe
(2) NO
(3) No contesta ó no se acuerda
(3) No contesta
16.- Piensa ud. votar en las elecciones para Gobernador el próximo año? 1 I
26.- Ud. cree que la Iglesia debe participar en política?
(1) SI
(1) SI
(2) NO
(2) NO
(3) No sabe

17.- En caso negativo, porqué? • (3) No contesta

(1) No tiene credencial (4) Problema con la ubicación de -

,„, „ las casillas
(2) No sabe votar III.- PERFIL DE CANDIDATOS:
_ . . . . (5) No se respeta el voto A continuación se plantean distintas características de los candi-
(3) S e pierde mucho tiempo
(6) Otra datos, señale ud., cuales de ellas serían importantes para que ud.
votará por ellos.
18.- En caso afirmativo, si las elecciones fueran el próximo domingo, i—i
27.- Que sea Joven?
porque partido votaría ud.? | |
(1) Muy importante (4) No es importante
(0) PRI (1) PAN (2) PSUM (3) PDM (4) PST
(2) Importante (5) No opina
(5) PPS (6) PARM (7) PSD (8) PRT (9) PMT
(3) Poco importante
 38.- Que tenga carácter fuerte?
Que tenga muchos estudios?
(1) Muy importante (4) No es importante
U \ Muy importante (4) No es importante
(2) Importante (5) No opina
N
( .M Importante (5) ° °Pina
(3) Poco importante
III Poco importante
39.- Que no tenga negocios personales ?
- Que haya sido funcionario de alto nivel en el Gobierno Federal
(1) Muy importante (4) No es importante
(Secretario, Sub-Secretario, Lider del Congreso, etc.).
(2) Importante (5) No opina
(11 Muy importante <4) No es importante
(3) Poco importante
(.-) Importante (5) No opina

(3) Poco importante IV.- ACTITUDES POLITICAS:

.- Que haya sido funcionario d-, alto nivel en el Gobierno Estatal DISTINTAS PERSONAS PODRIAN INVITARLO A UD. A APOYAR Y A VOTAR POR UN
(Alcalde, Secretario de Gobierno, Tesorero)? CANDIDATO. COMO REACCIONARIA UD. ?

(1) Muy importante (4) No es importante 40.- Si el Presidente de la República lo invitara ?

(2) Importante (5) No opina (1) Votaría por el candidato (4) Votará en contra
sugerido
(3) Poco importante
(2) Lo pensaría (5) No sabe
Que haya aparecido mucho en los periódicos?
(3) No le haría caso
(1) Muy importante (4) No es importante
41.- Si el Gobernador lo invitara
(2) Importante (5) No opina
(1) Votaría por el candidato (4) Votaría en contra
(3) Poco importante
sugerido
!.- Que tenga una familia respetable (esposa, hijos) y sea muy ho- (2) Lo pensaría (5) No sabe
gareño?
(3) No le haría caso
(1) Muy importante (4) No es importante
42.- Si el Sacerdote o Pastor lo invitara ?
(2) Importante (5) No opina
(1) Votaría por el Candidato (4) Votaría en contra
(3) Poco importante
sugerido

3.- Que sea deportista ? (2) Lo pensaría (5) No sabe

(1) Muy importante (4) No es importante (3) No le haría caso

(2) Importante (5) No opina

43.- Si su patrón o jefe lo invitara ?
(3) Poco importante
(1) Votaría por el Candidato (4) Votaría en contra
sugerido
4.- Que use traje ?
(2) Lo pensaría (5) No sabe
(1) Muy importante (4) No es importante
(3) No le haría caso
(2) Importante (5) No opina

(3) Poco importante 44.- Si el Maestro de sus hijos lo invitara ?

(1) Votaría por el Candidato (4) Votaría en contra

35.- Que sepa hablar en público?
sugerido
(1) Muy importante (4) No es importante
(2) Lo pensaría (5) No sabe
(2) Importante (5) No opina
(3) No le haría caso
(3) Poco importante
45.- Si el Líder de su sindicato, cámara o asociación lo invitara ?
36.- Que sea alto ?
(1) Votaría por el Candidato (4) Votaría en contra
(1) Muy importante (4) No es importante sugerido

(2) Importante (5) No opina (2) Lo pensaría (5) No sabe

(3) Poco importante (3) No le haría caso

37.- Que haya tenido algún puesto de elección popular ? 46.- Si el líder de su colonia lo invitara ?

(1) Muy importante (4) No es importante (1) Votaría por el candidato (4) Votaría en contra
sugerido
(2) Importante (5) No opina
(2) Lo pensaría (5) No sabe
(3) Poco importante
(3) No le haría caso
V.- OPINION PUBLICA.
60.- (1) Queremos un Gobierno de los trabajadores
LOS CANDIDATOS HAN HABLADO SOBRE LOS PROBLEMAS QUE ELLOS ATACARIAN.
(2) Lucharemos por mayor empleo y mejores condiciones
DIGANOS CUAL DE ELLOS SERIA MAS IMPORTANTE EN CADA CASO.
de vida

•
(1) (2) O) (4)
(3) Ambas
47.- Desempleo Corrupción Ambos Ninguno

•
(4) Ninguna
48.- Carestía de la vida Desempleo
LOS CANDIDATOS HAN ESCOGIDO LOS COLORES DE SUS CAMPAÑAS, NOS PO-
49.- Transporte, Vivienda
servicios
Corrupción
• DRIA DECIR UD. CUAL COMBINACION LE INSPIRA MAS CONFIANZA ?

50.- Carestía de lá vida Transporte, Vivien

da. Servicios • 11) Rojo y Amarillo

•
(2) Rojo y Negro
51.- Transporte, vivienda Desempleo (3) Naranja y Azul
servicios
52.- Corrupción Carestía de la vida • (4) Azul y Blanco

53.- Cómo considera Ud. el Gobierno de Martínez Domínguez ? • (5) Verde y Rojo

(6) Rojo y Verde

(1) Muy positivo
(4) Malo
(2)
(5)
Positivo
Muy malo
(3) Como los anteriores
(6) No sabría opinar
• (7) Ninguno

FINALMENTE, VOY A LEERLE VARIOS TERMINOS. QUISIERA UD. REPETIRME

54.- Si el Gobernador Martínez Domínguez pudiese ser reelecto AQUELLOS QUE UD. RECUERDE.
Ud. votaría por él ?
(1) Revolución
(1) Definitivamente sí (2) Posiblemente (3) No estoy seguro
(4) Definitivamente no (5) No sabría opinar (2) Cambio

(3) Justicia Social

5 5 . - Considera Ud. que el Gobernador Martínez Domínguez debería ser pro I 1
movido a un puesto importante ? (4) Familia

(5) Renovación Moral

(1) SI
(2) NO (6) Explotación

(3) No opina (7) Igualdad

(8) Corrupción
5 6 . - Considera Ud. que durante la gestión del Rector Piñeyro, la Univer i 1
sidad '—' (9) Libertad

(1) Ha progresado considerablemente (10) Clases Sociales

(2) Ha tenido algunos avances

DE LOS MISMOS TERMINOS PODRIA UD. DECIRME CUAL (ES) LE PARECEN DEMAGO-
(3) Sigue siendo la misma GICOS.

(4) Ha retrocedido
(1) Revolución
(5) No sabría opinar
(2) Cambio
LOS CANDIDATOS HAN ESCOGIDO DIFERENTES FRASES PARA SUS CAMPAÑAS. (3) Justicia Social
PUDIERA DECIRNOS CON CUAL DE ELLAS SE IDENTIFICARIA UD. MEJOR ? (4) Familia

57.- (1) Nuevo León seguirá creciendo por los caminos de la revolución • (5) Renovación moral

(2) La crisis actual es consecuencia del mal gobierno (6) Explotación

(3) Ambas (7) Igualdad

(4) Ninguna (8) Corrupción

(9) Libertad
58.- (1) Lo que urge es combatir la corrupción I 1
(10) Clases Sociales
(2) La renovación moral la haremos lelgar a todos los puntos de
Nuevo León
(3) Ambas
(4) Ninguna

59.- (1) Es la hora del cambio, tú decides d ]

(2) La revolución sigue vigente

(3) Ambas

(4) Ninguna
 APENDICE METODOLOGICO
BASES PARA LA APLICACION DE LA TEORIA
DE JUEGOS

La Teoría del Juego, es una moderna disciplina ba-

sada en ciertas propiedades matemáticas que ha venido
desarrollándose para proporcionar un nuevo acceso a los
problemas económicos, sociales y políticos.

La teoría parte del supuesto de que el comportamien-

to de grupos o individuos puede ser equiparado con las
nociones matemáticas de juegos de estrategia adecuados;
en ella el término "juegos" se refiere a condiciones de
conflictos.

Los participantes en el juego, son competidores que

emplean las técnicas matemáticas y el pensamiento lógico
a fin de descubrir la mejor estrategia posible para vencer
a su(s) competidor(es).

Todo juego tiene una meta o estado final, por lo que,

cada uno de los competidores buscará aumentar al má-
ximo sus ganancias, o reducir al mínimo sus pérdidas.

Un juego de suma cero, es aquel en el que los inte-

reses de los dos competidores son opuestos y por tanto
la suma de las ganancias esperadas por uno de ellos, es
exactamente igual a la suma de las pérdidas expresadas
por el otro, por lo que su resultado neto, será igual a cero.

La meior estrategia para cada uno de los competido-

m res se denomina "estrategia pura"; y el punto en que
cada uno de los jugadores aplica su estrategia pura se
llama "punto de silla de montar".

Asi en la matriz que resulta de considerar las ganan-

cias del jugador " X " —las cuales son equivalentes a las
pérdidas del jugador " Y " — , el punto silla corresponde
con el valor más bajo del renglón que a su vez es el más
alto de la columna.

Para resolver las estrategias y valores del juego, debe

primero buscarse una estrategia pura en donde exista un
punto de silla. Si esto no es posible, puede resolverse
eliminando las estrategias, renglones o columnas que se
encuentren en situación desfavorable, es decir mantenien-
 RELACION DE GRAFICAS Y TABLAS INCLUIDAS
do exclusivamente las estrategias que se encuentren en
situación de dominio. CAPITULO 1 SISTEMA POLITICO
Un renglón se encuentra en situación de dominio
Gráfica S-1 — Esquema sobre el Procedimiento del
cuando su valor es mayor o igual al valor del renglón
PRI para la selección de candidatos a la Guber-
dominado. Una columna se encuentra en situación de
natura de los Estados 30
dominio, cuando su valor es menor o igual que el de la
columna dominada.
CAPITULO II ESPACIO POLITICO
En el caso de matrices de "suma no-cero", pueden
Tabla P-1 — Población total del Estado de Nuevo
existir varias soluciones o estrategias puras, por lo que de
León 1930-1980 39
ser posible conviene convertir ésta en una matriz de "su-
ma-cero". Tabla P-2 — Tasas de crecimiento intercensal Méxi-
co-Nuevo León 1930-1940, 1950-19S0, 1960-1970
(Véase DAVIS, Morton D., Teoría de Juegos, Ed. Alian- y 1970-1980 39
za Universidad, Madrid, España, 1979, 3a. Edición). Tabla P-3 — Producto Interno Bruto. México-Nuevo
León (1940-1980) (Millones de pesos 1960) 43
Tabla P-4 — Tasas medias anuales de crecimiento del
PIB-Giobal y por sector 43
Gráfica P-1 — Indices de Producción Industrial Area
Metropolitana de Monterrey. Año base 1960 46
Tabla P-5 — Producto Interno Bruto Generado oor sec-
tor de actividad en el Estado de Nuevo León 1980 47
Tabla P-6 — Tipo de sostenimiento de las escuelas
de educación básica media (%) ciclo escolar
1983-1984 50

Tabla P-7 — Alumnos inscritos en el sistema escolar

para el ciclo 1983-1984, según control de los
centros educativos 51
Tabla P-8 — Cobertura poblacional de los recursos
existentes en el sector salud 1978 52
Tabla P-9 — Número de viviendas y servicios de que
disponen en Nuevo León (1970-1980) 54
Tabla P-10 — Distribución del ingreso en el Area Me-
tropolitana de Monterrey 1979 56
Tabla P-11 — Indicadores seleccionados sobre condi-
cionantes asociativos en Nuevo León (1980) 58

CAPITULO V HACIA LAS ELECCIONES DE 1985:

UN ANALISIS PREDICTIVO.

Tabla E-1 — Proyección de la población electoral para

el Estado de Nuevo León (Julio 1985); por grupos
de edad 130
Tabla E-2 — Grado de conocimiento de la población Gráfica A-1 — Pirámide poblacional del Estado de
sobre partidos políticos (%) 130 Nuevo León (1980) 191
Tabla E-3 — Población que conoce tres o más parti- Gráfica A-2 — Ubicación de los Distritos Eiectorales
dos políticos por intervalos de escolaridad y de Federales en el Area Metropolitana de Monterrey 192
edad ( % ) y Gráfica A-3 — Ubicación del V Distrito Electoral Fe-
Tabla E-4 — Indice de confianza en el voto, por ínter- deral en Nuevo León 193
valo de edad (en años cumplidos; %) 140 Gráfica A-4 — Ubicación de! VI Distrito Electoral Fe-
Tabla E-5 — Indice de confianza en el voto por ínter- dera! de Nuevo León 194
val os de escolaridad (años) 140 Gráfica A-5 — Ubicación de! XI Distrito Electora! Fe-
Tabla E-6 — Intenciones de voto globales ( % ) 148 dera! de Nuevo León 195
Tabla E-7 — Intenciones de voto/Distrito Electoral Tabla A-2 — Estadística Electora!, resultados Eleccio-
nes Federales (1961-1982), Presidente, Senado-
Federal ( % ) ----- 1 4 y
res, Diputados para el Estado de Nuevo León
Tabla E-8 — Intenciones de voto por Municipios Me- (1981-1982) 196
tropolitanos
Tabla A-3 — Estadística Electora!, resultados por Dis-
Tabla E-9 — Intenciones de voto por intervalos de tritos Electorales Federales de Nuevo León (vota-
14b
edad ción para Diputados de mayoría 1982) 198
Tabla E-10 — Intenciones de voto por intervalos de
escolaridad 14y Tabla A-4 — Estadística Electora!, resultados de Elec-
ciones Municipales para el Area Metropolitana de
Tabla E-11 — Intenciones de voto por intervalos de
5U
Monterrev y los Municipios de Abasolo, Linares y
ingreso (diario; % ) Sabinas Hidalgo (1960-1982) 200
Tabla E-12 — Proyecciones de votación efectiva 151
Tabla A-5 — Estadística Electora!, resultados de las
Tabla E-13 — Efecto de las sugerencias para votar o Elecciones para Dioutados Locales para el Esta-
apoyar a determinado candidato en función de los do de Nuevo León (1961-1970) 202
159
diferentes interlocutores Tabla A-6 — Estadística Electora!, resultados de las
Tabla E-14 — El perfil del candidato en base a opinio- Elecciones para Dioutados Locales para el Esta-
162
nes vertidas," { % del total) do de Nuevo León (1973-1976) 202
Gráfica E-15 — Grado de aceptación por la opinión Tabia A-7 — Estadística Electoral, resultados de las
pública de las diferentes frases propagandísticas 172 Elecciones para Diputados Locales para el Estado
Tabla E-16 — Grado de confianza sobre las combina- de Nuevo León (1982) 203
ciones utilizadas por los partidos políticos 174 Tabla A-8 — Estudio de Opinión Pública, distribución
Tabla E-17 — Grado de retención sobre distintos tér- de la muestra por sexo 204
minos políticos 1^8 Tabla A-9 — Estudio de Opinión Pública, distribución
Tabla E-18 — Ponderaciones globales hipotéticas con- de la muestra por área geográfica 204
siderando los términos recordados 178 Tabla A-10 — Estudio de Opinión Pública, distribución
Tabla E-19 — Grado de consideración demagógica de la muestra por Distrito Electora! Federal 204
sobre términos políticos 179 Tabla A-11 — Estudio de Opinión Pública, distribución
Tabla E-20 — Ponderaciones globales hipotéticas con- de la muestra por Municipio 204
siderando los términos demagógicos 180 Tabla A-12 — Estudio de Opinión Pública, distribución
de la muestra por Intervalos de Edad 205
Tabla A-13 — Estudio de Opinión Pública, distribución
EN APENDICES:
de la muestra por Intervalos de Escolaridad 205
Tabla A-1 — Superficie total y densidad de población Tabla A-14 — Estudio de Opinión Pública, distribución
México-Nuevo León 191 de la muestra por Intervalos de Ingreso 205
Tabla A-15 — Participación esperada para las eleccio-
nes de Gobernador, Julio de 1S85 (por sexo) 206
Tabla A-16 — Participación esperada para las eleccio-
nes de Gobernador, Julio de 1985 (por área geo-
gráfica) 206
Tabla A-17 — Población que ha votado y piensa votar
en las próximas elecciones de Julio 1985 (por in-
tervalos de edad) 205
Tabla A-18 — Población que ha votado y piensa votar
en las próximas elecciones de Julio 1985 (por in-
tervalos de escolaridad) 206
Tabla A-19 — Población que ha votado y piensa votar
en las próximas elecciones de Julio 1985 (por in-
tervalos de ingreso) 207
Tabla A-20 — Población por intervalos de escolaridad
que espera votar en Julio de 1985, independien-
temente del candidato (intervalos de escolaridad) 207
Tabla A-21 — Opinión Pública sobre el Gobierno de
Alfonso Martínez Domínguez (Global y por sexo) .. 208
Tabla A-22 — Población que votaría por Alfonso Mar-
tínez Domínguez en caso de que pudiera ser ree-
lecto (Global y por sexo) 208
Tabla A-23 — Expectativas de voto para la elección de
Gobernador en 1985 (por Distritos Electorales
Federales) 208
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— Ing. Gerardo Garza Sada, Asesor de la Cámara Nacio-
nal de Comercio, (agosto 1984).
— Lic. Raúl Rangel Frías, Delegado de la SEP en Nuevo
León y Ex-Gobernador de Nuevo León, (agosto 1984).
— Sr. Horacio Rangel Medina, Secretario General del Sin-
dicato de Trabajadores Petroleros de la República Me-
xicana, Secc. 40, (agosto 1984).
— Sr. José P. Saldaña, Cronista de la Ciudad de Mon-
terrey, N. L., (julio 1984).
— Sr. Isaac Treviño, Ex-Dirigente de la Federación de
Sindicatos Independientes, (agosto 1984).
— Sr. Eduardo A. Zambrano Jr., Director de la Cámara
de Propietarios de Bienes Raíces, (agosto 1984).
— Dr. Pedro G. Zorrilla Martínez, Director de la Construc-
tora Nacional de Carros de Ferrocarril, y Ex-Goberna-
dor del Estado de Nuevo León, (septiembre de 1984).

P E R I O D I C O S :

— Excélsior: 11 de abril de 1981; 2 y 3 de septiembre de

1982; 27 de diciembre de 1982; 1o. de febrero de
1983; 3, 4, 10 y 12 de julio de 1983; 5 de julio de
1984; 29 de agosto de 1984.
— El Diario de Monterrey; 3 de junio de 1984; 10 de julio
de 1984; 12 de noviembre de 1984.
— El Norte: 6, 7, 8 y 15 de julio de 1984.
— El Porvenir: 19 de septiembre de 1973; 6 y 8 de sep-
tiembre de 1982; 1o. y 20 de junio de 1984; 5 y 13 NUEVO LEON 1985. Terminó de imprimirse el día
de julio de 1984; 1o. y 3 de septiembre de 1984; 5 y 8 de Marzo de 1985, en los talleres de Cía. Editora
8 de noviembre de 1984; 2 de diciembre de 1984. Nacional Monumel, S. A., Emilio Carranza 420 Nte.
Se tiraron 3,000 ejemplares más sobrantes para
reposición. Monterrey, N. L., México.
ENRIQUE GARZA RAMIREZ (Coordinador de la Investiga-
ción): Ingeniero Industrial Administrador, (U.A.N.L.); ha rea-
lizado estudios de post-grado en materia de Administra-
ción Pública en la misma universidad, de Planificación
Económica en el Instituto Internacional de Administración
Pública de París, Francia, Política Económica y Desarrollo
en la Universidad de París y sobre Federalismo y Autoges-
tión. en el Centro Internacional de Formación Europea.
Aosta, Italia; Coordinador del Centro de Investigaciones
de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pú-
blica (U.A.N.L.).

ROBERTO BENAVIDES GONZALEZ: Licenciado en Dere-

cho (U.A.N.L.) ha realizado estudios de postgrado en ma-
teria de Derecho Laboral y Metodología de la Ciencia en
la misma universidad; profesor en el área de Ciencia Po-
lítica en la Facultad de Ciencias Políticas y Administración
Pública y de la Escuela Preparatoria No. 9 (U.A.N.L.).

LUIS GONZALEZ GONZALEZ: Licenciado en Ciencias Po-

líticas y Administración Pública y Licenciado en Ciencias
Jurídicas (U.A.N.L.); Jefe de la Unidad de Estudies Elec-
torales y de Opinión Pública del Centro de Investigacio-
nes de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración
Pública (U.A.N.L.).

JOSE KORZENIAK FUKS: Abogado, Doctor en Derecho

Público por la Universidad de la República (Montevideo.
Uruguay), Ex-Profesor de la Facultad de Derecho y Cien-
cias Sociales de la misma universidad, Coordinador de la
Licenciatura y Maestría de la División de Ciencias Jurídi-
cas de la Universidad de Monterrey y profesor del área
de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Políticas y
Administración Pública (U.A.N.L.).

ERNESTO MARTINEZ OROZCO: Licenciado en Derecho

(U.A.N.L.); ha realizado estudios en materia de Relaciones
Internacionales en el Colegio de México; fue investigador^
en el Centro de Investigaciones Urbanísticas de la misma!
Universidad; Profesor en el área de Derecho y Sociología
en la Universidad de Monterrey y profesor en el área d a
Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Poiíticas I
Administración Pública (U.A.N.L.)

U N I V E R S I D A D A U T O N O M A DE N U E V O LEON
F A C U L T A D DE C I E N C I A S P O L I T I C A S Y A D M I N I S T R A C I O N P U B L I C A
CENTRO DE INVESTIGACIONES (CIPAD)