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El pensamiento de Spinoza

La realidad es para este autor lo mismo que la sustancia, a la que define


com“lo que existe por sí mismo”, por lo cual no necesita de ningún otro
concepto para ser comprendido.

Configura eso un monismo ontológico absoluto, lo que significa que el


universo está constituido por una sola sustancia que es también su causa.
Esa sustancia es Dios que se identifica con la Naturaleza,“Deus sive
Natura” -Dios o la Naturaleza- dirá Spinoza. La Naturaleza se manifestará
activamente -”naturans”- o pasivamente -”naturata”-.

Sus atributos son infinitos pero se concretan en lo que Spinoza llama


“modos”. Los objetos físicos son uno de esos “modos” y procede del
“atributo” extensión -de Dios o la Naturaleza-. De la misma manera todas las
ideas son “modos” que proceden de otro “atributo”, en este caso el
pensamiento.

El hombre, al estar dotado de cuerpo y alma, conoce y se compone de


ambos atributos, tanto la extensión como el pensamiento.

Cuerpo y alma los concibe el filósofo como una unidad formada por cuerpo
y mente, no son dos entes separados.

La auténtica comprensión de la realidad se encuentra, para Spinoza, en


poder captar la unidad de este "todo". Por un proceso en el que las
ordenación de las ideas -concreción del pensamiento- tiene que coincidir
con el orden de las cosas u objetos físicos -concreción de la extensión-.

Se trata de una visión holista. El holismo considera que todo debe ser
analizado en su conjunto y no en partes separadas, es más las partes y el
todo son inseparables.

La filosofía de Spinoza se encuentra sistemáticamente expuesta en


la “Ethica”, obra que será publicada postumamente.
Determinismo y libertad

En última instancia el sistema de pensamiento de Spinoza postula que hay


que alcanzar el saber partiendo de ideas. Que posiblemente en su primer
esbozo sean incluso inadecuadas consideradas individual o aisladamente.
Pero una vez enlazadas de manera racional proporcionarán la intuición
necesaria -que Spinoza llama “amor Dei Intellectualis” o “amor intelectual de
Dios”- para comprender la unidad total de las cosas
En esa unidad toda parcialidad será superada llegando así a conseguir la
libertad absoluta que es proporcionada por el conocimiento total del
proceso.

Es el conocimiento de la determinación de las cosas, paradójicamente, lo


que proporciona la libertad humana. Una vez el determinismo ha sido
entendido y aceptado por el hombre éste puede actuar libre y racionalmente
desde esas “reglas del juego”. No hay libre albedrio, todo está determinado.

El pensamiento ético y político

Para Spinoza la función del Estado es proteger a sus integrantes de la


injusticia a partir de los dictados de la razón, que indica que se debe
practicar la tolerancia, que es el elemento esencial que garantiza la libertad.

Spinoza se interesó mucho por la moral social, en el “Tratado teológico-


político” y en el “Tratado político”, publicados respectivamente en 1670 y
1677, siendo el segundo póstumo.

En ambas obras considera de manera muy realista a los hombres como


son, no como deberían ser. Así dice “todo lo que es, en cuanto es, intenta
perseverar en su existencia”, lo que significa que los humanos obran
siguiendo el instinto de conservación.

La ley, el derecho y la moralidad existen por el Estado. Pero éste se basa


en una convención social por la cual los particulares acuerdan limitarse
mutuamente en su actuar.

Esta convención es una “cesión de derechos” al Estado, cesión que no es


definitiva. Dado que lo que el hombre espera de la comunidad a la que
pertenece es su “conservación”, Spinoza dirá “Dios crea individuos, no
naciones”.
De manera que si la comunidad pone en peligro la conservación de sus
integrantes, la dificulta o la perjudica, a estos les asistirá la razón para
reclamar que se les devuelvan todos sus derechos ya que simplemente los
habían cedido para la realización de un bien individual y común que ha
dejado de producirse.

Francisco de Vitoria

Biografía

Ingresó en la orden de los dominicos en 1504, que ejerció gran influencia en


su época y en años posteriores. Recibió desde niño una buena formación
humanística. La dignidad y los problemas morales de la condición humana
fue el eje en torno al que se desarrolló su obra. Fue especialmente
influyente por sus aportaciones jurídicas, aunque también tuvieron gran
repercusión sus estudios sobre teología y sobre aspectos morales de la
economía. No escribió personalmente todas sus obras, sino que nos han
llegado recogidas por sus alumnos o por secretarios a partir de sus
lecciones y relecciones (repeticiones que resumían al final del curso las
lecciones del año). Sus enseñanzas y métodos pedagógicos dieron su fruto
en forma de numerosos teólogos, juristas y universitarios a los que bien
enseñó directamente o bien se vieron influidos por sus teorías (Melchor
Cano, Domingo Báñez, Domingo de Soto, Francisco Suárez, etc), formando
la llamada Escuela de Salamanca. Fue enviado a París, donde estudió artes
y teología. Regresó a España en 1523 como profesor de teología en el
colegio de San Gregorio de Valladolid, hasta que en 1526 obtuvo la cátedra
de teología de Salamanca. Introdujo la Summa Theologiae de Tomás de
Aquino como el libro de texto básico en teología. Puesto que en aquel
entonces Salamanca era una de las universidades más prestigiosas de
España y Europa, el tomismo fue pronto adoptado por otras.

Economía

Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e


incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y
pondrían menos en el granero de la comunidad. Francisco de Vitoria.
Fue el inspirador de la escuela de Salamanca, una variante muy influyente
de la escolástica que, entre otras cosas, teorizó abundantemente sobre la
economía desde un punto de vista moral. La doctrina católica de su tiempo
tenía el afán de lucro de los comerciantes por pecado, y los comerciantes se
dirigieron a él para solventar sus dudas pues, o dejaban el comercio, o se
condenaban, lo que le indujo a tratar temas económicos. Según Vitoria el
orden natural se basa en la libertad de circulación de personas, bienes e
ideas. De esta manera los hombres pueden conocerse entre sí e
incrementar sus sentimientos de hermandad. Esto implica que los
comerciantes no son moralmente reprobables, sino que llevan a cabo un
servicio importante para el bienestar general. La escuela de Salamanca
desarrolló varias teorías económicas muy influyentes posteriormente, como
una teoría del precio justo basada en la escasez del bien e influida por la
oferta y la demanda, separándose claramente de la teoría del precio según
el coste de producción. Esta escuela también desarrolló la teoría
cuantitativa del dinero, utilizada para explicar la alta inflación del siglo XVI.

Derecho

Analizó las fuentes y los límites de los poderes civil y eclesiástico. Rechazó
ideas medievales: las jerarquías feudales, la supremacía universal del
emperador o del papa. Así, el poder civil está sujeto a la autoridad espiritual
del papado, pero no a su poder temporal. Se preocupó por los derechos de
los indios. Su obra De indis recoge las relecciones en las que expresa su
postura ante el conocimiento de diversos excesos cometidos en las tierras
conquistadas en América. En ella afirma que los indios no son seres
inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier ser humano
y son dueños de sus tierras y bienes. Este es el inicio del Derecho de
Gentes. Muy respetado por su valía intelectual (fue consultado por Carlos I)
sus ideas y las de Las Casas fueron escuchadas en las Cortes y en 1542 se
promulgaron las Leyes Nuevas de Indias, que ponían a los indios bajo la
protección directa de la Corona. Después de su muerte, el propio las Casas
y varios de sus discípulos (Cano, Soto, Carranza) protagonizaron la Junta
de Valladolid (1550) donde se utilizaron contra Juan Ginés de Sepúlveda los
argumentos de Vitoria sobre cuáles eran justos títulos para la conquista de
América y cuales injustos, en la llamada polémica de los naturales. Es uno
de los principales teóricos del concepto de guerra justa. En De iure belli
analiza los límites del uso de la fuerza para dirimir las disputas entre
pueblos. Es lícito hacer la guerra, pero la única causa justa para comenzarla
es responder proporcionadamente a una injuria. Por tanto no es lícita la
guerra simplemente por diferencias de religión o para aumentar el territorio.
Estableció, en De potestate civili, las bases teóricas del derecho
internacional moderno, del cual es considerado el fundador junto con Hugo
Grocio. Fue uno de los primeros en proponer la idea de una comunidad de
todos los pueblos fundada en el derecho natural, y no basar las relaciones
internacionales simplemente en el uso de la fuerza. Mientras que Nicolás

Juan de Mariana en el pensamiento

Juan de Mariana (1536–1624) es apreciado por los economistas por su


intuición sobre el impuesto inflacionario, y por los liberales de toda condición
por su defensa de la libertad.
En 1602 la moneda de vellón pasó a ser sólo de cobre y al año siguiente se
mandó resellar toda la moneda al doble de su valor. Ante las protestas por
esta inflación, Felipe III se comprometió a no manipular la moneda durante
veinte años, a cambio de una suma de dinero que le entregarían las Cortes.
Incumplió su promesa. En un contexto de alteraciones monetarias, pues,
publica Mariana en latín en 1609 su Tratado y discurso sobre la moneda de
vellón.
El duque de Lerma mandó a los embajadores españoles que encontraran la
obra y la quemaran, por la imagen tiránica que allí se trazaba de Felipe III y
del propio Lerma. Gonzalo Fernández de la Mora estudió el proceso contra
Mariana, y dice que la persecución logró que la obra no fuera en su tiempo
muy conocida, y el autor, escarmentado, se ocupara desde entonces sólo
de glosas bíblicas. De monetae mutatione no fue editado en español hasta
1854.
El liberalismo de este ensayo fue lo que dio lugar al escándalo, y lo que
llevó a Mariana a ser procesado por la Inquisición, y recluido en el convento
de San Francisco de Madrid. Se trataba, dice Lucas Beltrán, de “una
defensa de la propiedad privada, de la democracia política, de los
presupuestos equilibrados y de la moneda sana de valor estable, que
resulta ventajosa para todas las clases sociales”. Dijo Mariana: “El príncipe
no tiene derecho sobre los bienes de los súbditos, de forma que pueda
tomarlos para sí o transferirlos a otros…El rey no puede adulterar la
moneda sin que medie el consentimiento del pueblo. Esta adulteración es
una especie de tributo con la que se detrae algo de los bienes de los
súbditos…es injusto, porque es como si se arrancasen los bienes
violentamente a los ciudadanos…a este abuso ha de seguir necesariamente
la carestía de los comestibles en proporción al valor que se quitara a la
moneda”.
Juan de Mariana dejó otras perlas liberales como: “Cuando un asno es de
muchos, los lobos se lo comen…El tirano, para impedir que los ciudadanos
se puedan sublevar, procura arruinarlos, imponiendo cada día nuevos
tributos, sembrando pleitos entre los ciudadanos y enlazando una guerra
con otra…la terrible ambición de mandar…Podrán los reyes proponer
nuevas leyes, mas nunca cambiarlas sin respetar las instituciones y las
costumbres…Hacen más fuerza en los hombres los ejemplos que las
leyes…Si el comercio se suprimiera, ¿qué habría más triste ni más infeliz
que la vida humana?…Los malos ciudadanos provocan trastornos,
deseosos de reparar su indigencia con la riqueza de otros…Se dirá que las
razones de Estado exigen que el príncipe engañe. Esta objeción, Dios mío,
¡cuántos males no comprende!”.

Pensamiento filosófico de Francisco Suárez

Francisco Suárez fue el representante más destacado de la


escolástica del s. XVI. Sus contribuciones teológicas y filosóficas
son muy amplias y afectan a casi todos los problemas tratados por
los escolásticos de la época, destacándose, entre otros, su
sistematización de la metafísica y su filosofía jurídica y política.
Surgió una escuela que se conoce con su nombre, Suarismo,
seguidora del pensamiento de Tomás de Aquino, en varios puntos
no concordante con el resto de los tomistas. Es de especial
relevancia su consideración del modo de existencia en la relación
criatura-Creador que, por ser esencial, fundamenta una razón última
y suficiente.
Filosofía política y jurídica
El pensamiento político de Suárez y su teoría legal se desarrolla
principalmente en dos obras: De legibus ac Deo legislatore (1612)
y Defensio Fidei Catholicae (1613), ambas fueron motivadas por el cargo de
Felipe III en respuesta a la controversia que tuvo lugar entre el papa Pablo
V y Jacobo I sobre la condición y legitimidad de un posible movimiento hacia
la autonomía del poder real en relación con el poder espiritual. Estas dos
obras son decisivas para comprender el establecimiento de algunos
conceptos fundamentales en la teoría clásica política del s. 17
(especialmente en las escuelas de ley natural, particularmente las teorías de
Grotio, Pufendorf y Burlamaqui)
Su noción de ley es un precepto común, justo y estable, suficientemente
promulgado. Suárez se ocupará de la sociedad en la que esa ley debe
cumplirse “…frente a la familia como sociedad embrionaria e imperfecta,
hay que estudiar la sociedad civil o política como sociedad perfecta. Una
sociedad que no tiene como fin formar hombre buenos, sino convertir a los
hombres en buenos ciudadanos en la vida temporal, persiguiendo de
consuno el bien común en justicia y en paz… para que esta sociedad se
pueda desarrollar y cumplir sus fines, se hace preciso contar con la
autoridad legítima con capacidad para legislar y de hacer cumplir la
ley…¿quién es el depositario de la autoridad?...esa autoridad ha sido dada
por Dios al pueblo o a la sociedad como su depositaria primigenia” [1]
Partiendo de Santo Tomás de Aquino, Suárez trata de cuestiones jurídicas
como teólogo: toda ley deriva de Dios, pero las leyes humanas no son las
mismas que las divinas, éstas están encaminadas a la prescripción de los
fines propios de la comunidad humana como sociedad de seres racionales
que pueden actuar de diversos modos: justa o injustamente. Sólo con
relación a las comunidades humanas puede hablarse de leyes,
promulgadas por el legislador que le hace plantearse quién es el legislador:
el legislador supremo es Dios y la legislación humana participa en la divina,
pero no es idéntica a ésta. Desarrolla los conceptos de ley natural, ius
gentium (ley de las naciones) y la ley civil, cada una de ellas da lugar a un
derecho propio. La ley natural, no divina, participa de su universalidad y su
eternidad. La ley de las naciones no es divina ni natural, es positiva y
humana y posee la universalidad que les dan las costumbres. La ley civil es
humana y positiva, posee una cierta universalidad pero está encaminada al
bien común de cada comunidad, idea similar a la del “contrato social”.
Desarrolla la cuestión del origen y legitimidad del poder civil. El monarca
detenta el poder no de modo absoluto y arbitrario, sino por delegación
basada en el consentimiento, justifica la revuelta cuando el monarca abusa
del poder que legalmente detenta y se convierte en un tirano usando su
poder para su propio fin y no para el bien común.

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