Etnobotánica medicinal

de la Isla de Ometepe
(Nicaragua)

Josué Pérez Soto

José Antonio López Sáez
 Josué Pérez Soto
Licenciado en Biología
UNAN-Managua, Nicaragua

José Antonio López Sáez

Doctor en Biología
Grupo de Investigación Arqueobiología
Instituto de Historia
Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, España

©Josué Pérez Soto y José Antonio López Sáez, 2010

PREFACIO

El presente trabajo se desarrolló, inicialmente, dentro de los proyectos de investigación de

arqueólogos y biólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid y Barcelona
y la Universitat Autònoma de Barcelona, de España, en colaboración con el Departamento de
Historia de la UNAN-Managua, con el objetivo de reconstruir las bases paleoambientales y
paleoeconómicas de las comunidades prehistóricas de la costa atlántica nicaragüense.
Teniendo en cuenta la escasa envergadura de la investigación arqueológica en Nicaragua, la
resolución de las problemáticas e hipótesis propuestas, en dichos proyectos, sugirió la necesidad
de extender el área de trabajo a otras regiones nicaragüenses que permitieran resolver algunas
cuestiones planteadas de enorme interés en la comprensión de la evolución sociocultural de
Mesoamérica: en particular, el origen y difusión de la primera agricultura a través del itsmo
centroamericano.
Desde este posicionamiento, se iniciaron estudios arqueobotánicos y paleoambientales en la
zona pacífica nicaragüense, en la región de Estelí, el volcán Mombacho, en el área urbana de
Managua y la laguna de Tisma, y, finalmente, en la Isla de Ometepe. Esta última, cuyo patrimonio
arqueológico es increiblemente rico, incentivó el desarrollo de una investigación de índole
etnográfica, que contó con la colaboración indispensable e insustituible del Departamento de
Biología de la UNAN-Managua.
A través de éste, se iniciaron las gestiones para que uno de los autores de este libro, José
Antonio López Sáez, fuera el tutor y director del Trabajo de Monografía de Fin de Carrera del
otro autor, Josué Pérez Soto. Estrechados los lazos de colaboración entre ambos, auspiciados
además por una amistad inquebrantable, el trabajo de campo continuado desarrollado en
Ometepe, y el contacto permanente con los indígenas de la comunidad de Tilgüe, nos llevó a la
resolución final de que la investigación etnobotánica propuesta, inicialmente mucho más
ambiciosa, debía ceñirse a un elenco muy especial e interesante, desde un punto de vista
sociocultural y sanitario, de la flora isleña: las plantas medicinales.
A partir de ahí el camino se allanó sobremanera y las encuestas y los datos etnobotánicos
fluyeron sobre aguas tranquilas y gran empeño, muchas horas de trabajo y revisión bibliográfica.
Nos enfrentábamos al reto de una región prácticamente inexplorada en estas disciplinas
científicas a caballo entre la biología y la antropología, al desarrollo de un trabajo en cierta
manera novedoso en el seno de la bibliografía biológica nicaragüense.
Desde el principio entendimos que los objetivos no debían acotarse exclusivamente a
proporcionar un listado de plantas medicinales utilizadas por los indígenas de Ometepe, sino que
la investigación debía interacionar con el acervo cultural de éstos y proponer fundamentos
empíricos suficientes que permitieran la trasferencia del conocimiento. Por decirlo en otras
palabras: nuestra investigación, nuestro trabajo, no nos pertenece, o al menos únicamente en la
justa medida en que actuamos de interlocutores entre las personas encuestadas y el conocimiento
por ellas que nos fue trasmitido. Ellas son los verdaderos actores de este libro, los culpables de
nuestra ilusión y aquéllas a las que únicamente nos queda devolverles su propio legado a través de
estas páginas, para que, en un sentido metafórico, se miren en el espejo y reconozcan la enorme
diversidad biológica que acapara su isla, Ometepe: un corazón verde en un mar de cristal.

Los autores

i
ii
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 1

Principios medicinales de las plantas 6

Etnias colonizadoras de Nicaragua 12
Sinopsis de la civilización náhuatl 12
Cosmovisión y filosofía indígena de las plantas medicinales 14
Etnobotánica nicaragüense 16

METODOLOGÍA 19

Zona de estudio 19
Muestra de estudio 25
Métodos cualitativos de información 30
Métodos cuantitativos de tratamiento 35
Índice de etnobotanicidad 36
Índice de fitoetnoendemicidad 36
Índice de fitoetnoaloctoneidad 37
Índice de endemoutilización 38
Índice de conocimiento etnomedicinal 38
Índice de etnobotanicidad social medicinal 39
Índice de valor de uso 40
Nivel de uso significativo TRAMIL 40
Consideraciones del valor de los índices 42

CATÁLOGO ETNOFLORÍSTICO MEDICINAL 43

Allium sativum L. 45
Aloe vera L. Burm. f. 48
Anacardium occidentale L. 51
Annona muricata L. 54
Anthurium cubense Engl. 56
Asclepias curassavica L. 57
Bixa orellana L. 59
Bursera graveolens (Kunth) Triana & Planch. 61
Bursera simaruba (L. ) Sarg. 63
Calycophyllum candidissimum (Vahl) DC. 65
Cannabis sativa L. 66

iii
Cassia grandis L. f. 68
Cecropia peltata L. 70
Cedrela odorata L. 72
Ceiba pentandra (L.) Gaertn. 75
Chenopodium ambrosioides L. 77
Citrus x aurantium L. 79
Citrus x limon (L.) Osbeck 81
Cnidosculus urens (L.) Arthur 83
Cocos nucifera L. 85
Cordia curassavica (Jacq.) Roem. & Schult. 88
Cordia dentata Poiret 90
Costus pulverulentus C. Presl 92
Crescentia alata Kunth 93
Cymbopogon citratus (DC.) Stapf 95
Diospyros salicifolia Humb. & Bonpl. ex Willd. 97
Dorstenia contrajerva L. 99
Eryngium foetidum L. 101
Eucalyptus camaldulensis Dehnh. 103
Gliricidia sepium (Jacq.) Kunth ex Walp. 105
Gossypium hirsutum L. 107
Guazuma ulmifolia Lam. 110
Hamelia patens Jacq. 112
Heliotropium indicum L. 114
Hura crepitans L. 116
Hymenaea courbaril L. 118
Hyptis verticillata Jacq. 120
Jatropha curcas L. 122
Jatropha gossypiifolia L. 125
Lippia alba (Mill.) N.E. Br. 127
Mangifera indica L. 129
Manilkara zapota (L.) P. Royen 131
Matricaria chamomilla L. 133
Melia azedarach L. 135
Melicoccus bijugatus Jacq. 137
Mentha piperita L. 139
Mimosa pudica L. 141
Momordica charantia L. 143
Monstera adansonii Schott 145
Morinda citrifolia L. 146
Ocimum basilicum L. 148
Ocimum micranthum Willd. 150

iv
Ocotea veraguensis (Meissn.) Mez 153
Passiflora foetida L. 155
Pedilanthus tithymaloides (L.) Poit. subsp. tithymaloides 157
Persea americana P. Mill. 158
Petiveria alliacea L. 160
Piper auritum Kunth 162
Plectranthus amboinicus (Lour.) Spreng. 164
Pluchea carolinensis (Jacq.) G. Don 165
Psidium guajava L. 167
Quassia amara L. 170
Ruta graveolens L. 174
Sansevieria trifasciata Prain 176
Senna reticulata (Willd.) H.S. Irwin & Barneby 178
Solanum torvum Swartz 179
Stachytarpheta jamaicensis (L.) Vahl 180
Struthanthus orbicularis (Kunth) Blume 182
Tamarindus indica L. 183
Zea mays L. 185
Zingiber officinale Roscoe 187
Ziziphus guatemalensis Hemsl. 189

ANÁLISIS CUALITATIVOS 190

ANÁLISIS CUANTITATIVOS 199

Índice de etnobotanicidad medicinal 199

Índice de fitoetnoendemicidad medicinal 199
Índice de fitoetnoaloctoneidad medicinal 200
Índice de endemoutilización medicinal 201
Índice de conocimiento etnomedicinal 201
Índice de etnobotanicidad social medicinal 204
Índice de valor de uso 207
Nivel de uso significativo TRAMIL 209

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 211

BIBLIOGRAFÍA 216

v
 Bajo el cielo azul del Nicaragua
en el Mar dulce del Cocibolca
hay una isla con 2 volcanes
un paraiso verde de paz
donde el que llega siempre regresa
y en donde el Cacique Nicarao
de su belleza se enamoró
OMETEPE TIERRA PROMETIDA
OASIS DE PAZ...!
La playa blanca de Sto. Domingo
bajo la luna parece un mar
donde sus aguas tibias y buenas
entre el Maderas y el Concepción
endulzan las noches de febrero
donde el isleño ofrece su mano
al que respeta su tradición
OMETEPE, TIERRA PROMETIDA...
Lugar sagrado de barro y Jade
de los abuelos que la fundaron
como mandaba la profecía
donde tallaron en piedra dura
su historia llena de maravilla
rostro mestizo que aún perdura
y que amalgama su identidad
OMETEPE TIERRA PROMETIDA...
vi
Chico Largo en Charco verde es su leyenda
un misterio matizado con amor
y un milagro es el paisaje
de’la punta’e la paloma
acuarela solo pintado por Dios
Ometepe es sonaja y ocarina
amuleto de obsidiana en mi canción
OMETEPE...
Moyogalpa y Altagracia son los ojos
de esta india que se baña bajo el sol
y sus pechos que se miran de San Jorge
son los volcanes Madera y Concepción
Ometepe es sonaja y ocarina
amuleto de obsidiana en mi canción
OMETEPE, TIERRA PROMETIDA...
OMETEPE
Luis Enrique Mejía Godoy
1 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
INTRODUCCIÓN
La historia del hombre ha ido siempre
paralela a la historia de las plantas, aunque la
reciprocidad conservacionista no ha existido.
Los vegetales no sólo son los grandes
productores de oxígeno de este planeta, sino
que han sido y son la fuente de alimento de
muchos seres vivos entres los cuales se
encuentra el ser humano, pero también otros
animales. Son un elemento básico de la
cadena trófica, y podría afirmarse que sin la
existencia del Reino Vegetal, probablemente,
la vida en la Tierra sería muy diferente de la
que actualmente se conoce.
La ciencia que estudia los usos dados por los
seres humanos a las plantas es la
etnobotánica, que como disciplina científica
constituye uno de los capítulos más
interesantes de la antropología (Tylor, 1987;
Tournon, 1991), relacionándose con otros
campos de investigación como la arqueología,
medicina, toxicología, sociología, etc.
A pesar de millones de años transcurridos de
evolución de la especie humana, gran parte
de la humanidad que puebla este planeta
desconoce las plantas con las que convive, y
de hecho apenas unas cinco mil especies
vegetales han sido sometidas a estudios
farmacológicos para evaluar su potencial
medicinal (Bermúdez y Sánchez, 2000;
Fresquet Febrer, 2001; Aparicio Mena,
2005; Bermúdez et al., 2005).
Resultan curiosos, y paradigmáticos, tales
hechos, cuando el desarrollo de un ‘nuevo
medicamento’ se valora en millones de
dólares y diez años para su comercialización.
El 75-80% de la población mundial actual no
tiene acceso a la medicina moderna,
recurriendo a otros tratamientos médicos de
tipo mágico o empírico de la denominada
‘medicina tradicional’, en la experiencia de
personajes reseñables de la sociedad como
chamanes, curanderos, brujos, etc. (Aguilar
Rojas, 2005; Barnes et al., 2005).
La etnobotánica, disciplina holística entre la
botánica y la etnología, es, por tanto, la
ciencia que se encarga del estudio e
interpretación de la historia de las plantas
en las sociedades antiguas y actuales; es
decir, del uso dado a los vegetales por los
seres humanos desde la Prehistoria hasta la
actualidad. En su conceptualización no debe
olvidarse la interrelación seres humanos-
vegetales, ni tampoco la influencia del medio
ambiente externo.
Según distintos puntos de vista, se han
definido diversas acepciones sobre el objeto
y fundamento empírico de esta disciplina,
que pueden resumirse así:
• “El principal objeto de la etnobotánica es
el estudio de las sabidurías botánicas
tradicionales” (Cotton, 1996).
• “La etnobotánica anglosajona y europea,
dedicada a extraer información de los
grupos culturales con quienes realiza el
estudio, constituye una forma de
expoliación, a través de la cual los
científicos de la sociedad dominante
obtienen recursos potenciales de la
dominada; el camino correcto es el de
regresar, devolver o revertir a las etnias
aquel cúmulo de conocimientos que al
investigador fue revelándose a través de
su estudio” (Toledo, 1982).
• “La protección de los recursos
etnobotánicos debe ser considerada
entre los objetivos prioritarios en
materia de conservación. Fomentar esta
protección, formar más científicos
etnobotánicos capaces de salvaguardar
esta herencia, y proveer fondos para los
estudios de campo, deben ser metas
para los conservacionistas de las
próximas dos o tres décadas. Pronto
será demasiado tarde” (Schultes y Von
Reis, 1997).

El vocablo ‘etnobotánica’, desde un punto de
vista etimológico, proviene del prefijo etno
(estudio de las personas) y el sufijo botánica
(estudio de las plantas). Su objeto de
estudio son los vegetales y su papel en las
sociedades humanas: elaboración de
herramientas y utensilios, papel, ropa,
construcciones, alimentos y bebidas,
medicinas, ornamentales, aspectos de tipo
ritual o social (alucinógenas, afrodisíacas),
etc. (Morales, 1992; Pardo de Santayana y
Gómez Pellón, 2003; Gurib-Fakim, 2006).
La etnobotánica es la disciplina que estudia el ámbito de
las relaciones entre los seres humanos y las plantas,
incluyendo los usos y aplicaciones tradicionales. El
acervo cultural de los pueblos indígenas es un ‘tesoro’ de
enorme valor científico, social, cultural y antropológico
Aunque el término ‘etnobotánica’ se acuñó a
finales del siglo XIX por un botánico
estadounidense (Harshberger, 1896), es
cierto que, como disciplina científica, aún sin
nombre que la denominara, esta ciencia ya
había sido objeto de estudio por personajes
tan reseñables como Dioscórides, médico de
origen griego que publicó en el año 77 d.C. su
gran obra De Materia Medica, un catálogo
monumental de 600 plantas útiles del
Mediterráneo que aún hoy sigue vigente
(Font Quer, 1962).
Introducción 2
Harshberger (1896) definió ‘etnobotánica’
como “el estudio de las plantas usadas por
comunidades primitivas o aborígenes”. El
término fue posteriormente ampliado por
Freire-Marreco et al. (1916), quienes
sugirieron que la ciencia etnobotánica
debería incluir “la investigación y evaluación
del conocimiento en todas las fases de la
vida entre las sociedades primitivas, y los
efectos del medio vegetal en las
costumbres, creencias e historia de dichos
pueblos indígenas y tribales”. Años más
tarde, Jones (1941) avanzó una definición
aún más precisa: “El estudio de las
interrelaciones de los hombres primitivos y
las plantas”; que Schultes (1967) extendió
incluyendo “las relaciones entre el hombre y
su medio ambiente”.
Los primeros registros escritos, de índole
etnobotánica, provienen de tabletas
cuneiformes de Mesopotamia datadas hace
2600 años a.C. Entre las sustancias que se
mencionan figuran aceites de cedro (Cedrus
sp), ciprés (Cupressus sempervirens), regaliz
(Glycyrrhiza glabra), mirra (Commiphora sp)
y adormidera (Papaver somniferum); plantas
todas ellas que aún hoy se utilizan en el
tratamiento en enfermedades que van desde
la tos al resfriado, infecciones de parásitos
e inflamaciones (Gurib-Fakim, 2006). La
medicina egipcia, de igual manera, reportó el
uso etnomedicinal de la espuma de mar o apio
cimarrón (Ammi majus) para tratar el
vitíligo, una enfermedad degenerativa de la
piel caracterizada porque los melanocitos,
células encargadas de la pigmentación,
mueren y dejan de producir melanina. En la
actualidad, una droga producida a partir de
esta planta, el β-metoxipsoralen, se usa para
tratar la psoriasis y otras enfermedades
dérmicas, como el linfoma cutáneo T.
En resumidas cuentas, podría pues decirse
que hace ya cerca de cinco mil años la
fitoterapia, entendida como tal, pudo
empezar su desarrollo (Carballo et al.,
2005). De hecho, numerosas referencias
escritas, como el famoso papiro egipcio de
Ebers (ca. 1500 a.C.), mencionan muchas
3 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
preparaciones de origen vegetal
potencial medicinal (Pahlov, 1979).
En realidad, la etnobotánica es una
subdisciplina integrante de la propia
etnobiología, rama de la biología que, en un
sentido mucho más amplio, lleva a cabo el
estudio de las interrelaciones entre los
seres vivos y los elementos abióticos del
paisaje (Hurrell, 1987; Barnes et al., 2005).
Debido a su propia naturaleza, se trata de
una ciencia con un fuerte carácter
pluridisciplinar, tanto en su objeto de
estudio como en sus potenciales aplicaciones.
En referencia al primer punto, debe decirse
que la etnobotánica se nutre de ciencias
como la taxonomía, antropología, ecología o
etnología; y que el producto de sus estudios
es el registro sistemático del conocimiento
sobre los usos tradicionales de las plantas en
una determinada región, así como el manejo
de los recursos naturales en sus propios
hábitats por comunidades nativas o indígenas
(Berlin, 1992; Balick y Cox, 1996; Pardo de
Santayana y Gómez Pellón, 2003).
Dentro de la propia acepción de esta
disciplina científica, puede diferenciarse la
paleoetnobotánica, desligada de la anterior a
modo de subdisciplina y cuyo objeto de
investigación es el registro fósil. La
etnofarmacología o fitoterapia sería aquélla
que específicamente trata del uso y los
efectos de las plantas medicinales; la
botánica económica centrada en plantas de
uso industrial; o, para terminar, la
agricultura sostenible dedicada a una
explotación racional del medio ambiente.
Tanto etnobotánica como etnobiología serían
por tanto disciplinas de raíz etnológica
(Morales, 1992), con un gran componente
antropológico; pues no en vano aunque su
objeto de estudio sean las plantas, su fuente
de información es la tradición oral, el acervo
cultural. Acervo éste que no es nada
reciente, sino como la investigación
arqueológica nos enseña, algunas de las
drogas actuales más preciadas son herencia
con del pasado más lejano de la Prehistoria,
cuando su potencial medicinal y mágico era
fundamental (Carballo et al., 2005; Guerra
Doce y López Sáez, 2006).
Son muy diferentes los enfoques prácticos
de esta ciencia en relación con las diversas
maneras de entender la ecología, la
conservación, y la reversión del conocimiento
en el aprovechamiento de las plantas
(Alexiades, 1996). Sea cual sea la acepción
que pongamos en valor, lo que constituye un
hecho innegable es que la exploración
etnobotánica es un arte basado en varias
disciplinas científicas, en la inter y
multidisciplinariedad, que requiere, para su
éxito, la colaboración de instituciones y
profesionales interesados, entrenados, y
concienciados en concordancia con los
problemas inherentes de colección,
propagación, conservación, estimulación y
reversión del conocimiento.
Todas las comunidades o sociedades
humanas del planeta han tenido y tienen
conocimientos, más o menos detallados,
sobre los diversos usos, propiedades, y
aplicaciones de las plantas, en todos los
ámbitos de la vida y del quehacer diario. Los
estudios etnobotánicos constituyen así un
marco empírico perfecto para detallar el
complejo mundo de las relaciones
humanidad-planta, sea cual sea la dimensión
que estemos considerando: antropológica,
agronómica, ecológica, botánica, médica,
farmacológica, social, cultural, alimenticia,
arqueológica, etc. (Ford, 1978; Morales,
1992; Bermúdez et al., 2005).
Aunque los conocimientos tradicionales de
las plantas se han ido conservando de
generación en generación, permitiendo el
florecimiento y supervivencia de varias y
dispersas civilizaciones a lo largo de todo el
planeta y de toda la historia humana, es
cierto también que tales conocimientos son
cada vez menores en base a la capitalización
y mecanicismo de la sociedad, a la ausencia
de un remanente de tradición oral padre-
hijo, a la globalización, y, de igual manera, a

la pérdida de hábitats y ecosistemas únicos,
en los que no sólo desaparecen los bosques y
con ellos sus especies animales y vegetales,
sino también todo un elenco genético
irrecuperable, entre el cual podrían
encontrarse en buena lógica muchas especies
vegetales potencialmente útiles al ser
humano (Gurib-Fakim, 2006).
En segundo término, los estudios
etnobotánicos permiten ‘descubrir’ para la
ciencia vegetales potencialmente útiles
desde un punto de vista medicinal, reservas
hasta ahora desconocidas de productos
naturales de gran importancia para el
hombre; su descubrimiento, identificación, y
puesta en escena, puede ayudar a resolver
algunas de las deficiencias de ciertas
sociedades marginales (Bermúdez y Sánchez,
2000; Elvin-Lewis, 2001; Carballo et al.,
2005; Gurib-Fakim, 2006).
La historia de la farmacia ha sido, durante
siglos, idéntica a la de una de sus primeras
disciplinas, la farmacognosia. Durante
cientos de años, cualquier producto fruto de
la materia medica fue obtenido de recursos
naturales: animales, hongos, minerales, y,
sobre todo, plantas (Heinrich et al., 2004;
Barnes et al., 2005). Muchas de las
medicinas actuales siguen derivando aún de
tales recursos que la naturaleza ofrece, y al
menos hasta un 25% de los modernos
medicamentos tiene un origen botánico
(Barnes et al., 2005; Gurib-Fakim, 2006).
Los vegetales muestran su potencial
farmacéutico de dos maneras: en forma de
compuestos químicos puros, regulados como
medicamentos de origen natural que pueden
derivar en formas sintéticas; y mediante
medicinas naturales o fitofármacos.
Desde esta perspectiva, la naturaleza de las
drogas vegetales es estudiada por la
farmacognosia, rama de la farmacia que se
ocupa de aquellos recursos de origen natural
con potenciales aplicaciones médicas o
terapéuticas (Heinrich et al., 2004; Gurib-
Fakim, 2006). No debe confundirse esta
Introducción 4
disciplina con la antes citada fitoterapia,
pues esta última es una rama de la medicina
que no de la farmacia, ya que trata
exclusivamente del uso terapéutico dado a
los vegetales y no tanto del estudio y
desarrollo de medicamentos. Cuando la
fitoterapia se refiere a los conocimientos
tradicionales, de las plantas medicinales,
hablaremos de etnofarmacología o
etnofarmacia (Barnes et al., 2005), una
ciencia interdisciplinar donde la botánica
juega un papel fundamental a nivel de
identificación de las plantas utilizadas
medicinalmente por los pueblos indígenas
(Schultes, 1991; Hedberg, 1993).
La etnobotánica remonta sus orígenes a la
esencia misma del ser humano como creador
de cultura y sociedades, y, por añadidura, a
su facultad ‘innata’ para modificar los
elementos del medio ambiente, los
ecosistemas que constituyen su hábitat, y
especialmente en el seno de éstos ha
modificado el devenir de muchas plantas, de
las cuales depende en gran medida su
supervivencia en este planeta.
Desde la más remota Prehistoria, los seres
humanos han acudido a los vegetales para
obtener de ellos no sólo alimentos con los
que perpetuar su especie, sino, asimismo,
herramientas y útiles con los que facilitar su
vida (Font Quer, 1962). La utilización de las
plantas como recursos obedeció, en primera
instancia, con toda probabilidad, a la
necesidad imperiosa del hombre de obtener
de ellas alimentos, acción que paralelamente
favoreció el conocimiento de otras
propiedades o posibilidades de explotación
de estos seres vivos (Aguirre, 1997).
Toda vez satisfechas sus ‘necesidades
elementales’, la evolución sociocultural de
cada comunidad, así como su adaptación al
medio ecológico en el que habitaban, amplió
irremisiblemente el acervo cultural y los
usos dados a las plantas, seleccionado
aquéllas que resultaban más útiles y que
generalmente sometieron a cultivo, o
desechando, llegado el caso, aquéllas que,
5 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

por sus propiedades, podrían incluso resultar
nocivas o tóxicas para su salud.
La etnobotánica se ha convertido en una
ciencia insustituible ante la creciente
sensibilidad social de países desarrollados
sobre las pérdidas irreparables de
ecosistemas tropicales y, especialmente,
aquéllos que están poblados por culturas
indígenas y tradicionales reducidas.
Bien cierto es que hay muchos ecosistemas y
especies vegetales amenazadas o en peligro
de extinción en los trópicos, pero no es
menos cierto que, en la misma escala de
tiempo, las propias culturas humanas tal vez
corren mayor riesgo de aculturación y
desaparición. La etnobotánica puede, en
justa medida, paliar estos hechos en ambos
sentidos: hombres y plantas, plantas y
hombres (Hurrell, 1987; Gurib-Fakim, 2006).
Para cumplir dichos objetivos, en el trabajo
que aquí se presenta fue de vital importancia
poder documentar los conocimientos de los
pobladores de la comunidad indígena de
Tilgüe, localizada en la Isla de Ometepe
(Departamento de Rivas, Nicaragua), con el
fin de poder obtener información valiosa al
respecto de la utilización de la flora por
parte de ella, con la expectativa inherente
de tratarse de un pueblo de descendencia
náhuatl de los indígenas que poblaron en
época precolombina esa zona.
Tras la sospecha inicial, gracias al trabajo de
campo desarrollado en el área de estudio,
que los pobladores poseen conocimientos en
el uso de las plantas medicinales, este
estudio se dirigió fundamentalmente a la
documentación y estudio de su acervo
cultural, en cuanto al aprovechamiento del
recurso floral con fines medicinales.

Indígenas de la comunidad de Tilgüe (Departamento de Rivas, Nicaragua). El estudio etnobotánico en esta comunidad se
dirigió, básicamente, a documentar el acervo cultural remanente respecto al uso y aplicaciones de las plantas medicinales.
Esta comunidad, de ascendencia náhuatl, permanece relativamente aislada en la Isla de Ometepe, la única isla lacustre
conocida que cuenta con dos volcanes, la isla más grande del mundo dentro de un ‘mar dulce’: el lago Cocibolca o lago de
Nicaragua, el segundo más grande de América Latina después del lago Titicaca

La escasez de estudios etnobotánicos en
Nicaragua, y la importancia de éstos para el
bienestar social y económico del país, dotan
a este trabajo de una importancia añadida.
La zona incluida en este estudio, la Isla de
Ometepe, cuenta con una reconocida riqueza
ecológica y una alta diversidad biológica;
engloba muy variados espacios naturales, y
un patrimonio arqueológico y étnico capaz de
generar conocimiento etnobotánico.
La recuperación y utilización de las especies
locales implica que puedan destinarse a la
elaboración de productos con costo
económico viable, tanto en la prestación de
servicios sanitarios locales, en los dirigidos
hacia el turismo, como, incluso, abrir nuevas
expectativas derivadas hacia la medicina
natural en aspectos singulares.
El presente estudio tiene como objetivo
recuperar y documentar el acervo cultural
de conocimientos medicinales tradicionales
de las plantas por los pobladores de la
comunidad indígena de Tilgüe. Éstos han sido
progresivamente sustituidos por nuevas
tecnologías agrarias y forestales, por
informaciones aportadas por la comunicación
televisiva y radiofónica. Estos hechos han
generado una pérdida de la ‘identidad
indígena’ por otro tipo de culturas
convergentes en Nicaragua, a consecuencia
de su situación intermedia en el istmo
centroamericano y la globalización.
Actualmente, no sólo se sospecha de una
pérdida progresiva de identidad cultural,
sino que es un hecho confirmado en otras
culturas; de la misma manera que el acervo
cultural etnobotánico tiende a perderse
irremisiblemente (Carballo et al., 2005).
Esto conlleva que, en un futuro próximo, los
conocimientos de la comunidad indígena de
Tilgüe, respecto a plantas medicinales de su
entorno, se pierdan definitivamente y sean
sustituidos por el consumo de fármacos
industriales a los que la mayor parte de la
población no tiene acceso económico.
Introducción 6
Todo ello es producto de la subestimación de
los atributos medicinales de las plantas, y de
una minusvaloración sobre los conocimientos
antiquísimos de las culturas aborígenes. Por
todo ello, resulta de suma importancia la
recuperación del conocimiento cultural en los
usos tradicionales de las plantas autóctonas
y/o introducidas que generan beneficios
medicinales en la Isla de Ometepe.
Aproximadamente la mitad de las plantas con
flores del planeta, unas 125 mil, viven en
bosques tropicales como los de Ometepe.
Estos bosques constituyen un vasto
reservorio de drogas vegetales con potencial
medicinal, proveyendo de multitud de
metabolitos secundarios de origen natural de
incalculable valor, científico y empírico, para
el desarrollo de nuevos medicamentos. Tal
potencial es todavía más importante, si
consideramos que apenas un 1% de las
especies tropicales han sido estudiadas
desde un punto de vista farmacológico
(Gurib-Fakim, 2006).
Principios medicinales de las plantas
Se conoce como planta medicinal a aquella
especie vegetal que contiene, en toda o
alguna de sus partes constitutivas, principios
activos útiles para combatir enfermedades,
remedios naturales con potencial médico. En
estos casos se utiliza la denominación de
‘droga vegetal’ para hacer mención a la
parte implicada del vegetal en dichas
propiedades médicas y/o al metabolito
implicado; la cual puede suministrarse bajo
diferentes formas galénicas que incluyen
infusión, decocción, tintura, jarabe, pomada,
crema, ungüento, elixir, tabletas, cápsulas,
comprimidos, etc.
El uso de remedios de origen vegetal se
remonta a la época prehistórica, y es una de
las formas más extendidas de medicina
natural, presente en virtualmente todas las
culturas conocidas (Aguilar Rojas, 2005). De
hecho, la industria farmacéutica actual se ha
basado en los conocimientos tradicionales
para la síntesis y elaboración de muchos
7 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
fármacos, y el proceso de verificación
científica de estas tradiciones continúa hoy
en día, descubriéndose constantemente
nuevas aplicaciones. Muchos de los fármacos
empleados actualmente, como el opio, la
quinina, la aspirina, o la digitalina, replican
sintéticamente o aíslan los principios activos
de remedios vegetales tradicionales. Su
origen persiste en las etimologías, caso del
ácido salicílico -así llamado por extraerse de
la corteza del sauce (Salix sp)- o la digitalina
de especies del género Digitalis.
Ha sido la medicina moderna, a través de
análisis clínicos, la que ha conseguido
precisar la validez de aquellas plantas que la
medicina tradicional había utilizado a base
del método de ensayo y error. Muchas
resultaron ser válidas, otras inocuas, otras
potencialmente peligrosas, etc.
Han sido precisamente estos análisis
bioquímicos y clínicos los que han podido
determinar cuáles son los componentes
principales de las plantas medicinales. La
capacidad de la industria química de producir
estos principios activos, mediante síntesis en
laboratorio, sin la utilización directa de las
propias plantas, no supone negar la
importancia que éstas tienen y seguirán
teniendo en el futuro; ni tampoco debe
desdeñar que el conocimiento tradicional
indígena de las plantas medicinales es,
posiblemente, la alternativa más válida y
eficaz para prever, antes de un estudio
bioquímico detallado, qué vegetales pueden
ser potencialmente o no medicinales, cuáles
son sus posibilidades terapéuticas, y cuál es
el medio de aplicación más efectivo.
Los principios activos de las plantas
medicinales pueden aparecer en todas las
partes y órganos de éstas, aunque
generalmente son las raíces y la corteza las
que suelen presentan los niveles más altos.
Flores, semillas o frutos, son otros órganos
vegetales que también contienen muchos de
estos principios activos, los cuales pueden
variar en su naturaleza cualitativa y
cuantitativa en una misma especie
dependiendo de diversos factores tales
como la época del año, las características del
suelo, el órgano vegetal implicado, la
competitividad biológica con especies afines
o cercanas espacialmente, etc.
La mayor parte de los principios activos
vegetales son de origen químico y, por tanto,
se alude a ellos como principios fitoquímicos.
En su gran mayoría se trata de metabolitos
secundarios que no ejercen una función
directa en las actividades fundamentales del
vegetal, tales como el crecimiento o la
reproducción, pero que en cambio juegan un
papel importante en otros procesos como la
defensa del vegetal frente a patógenos
fúngicos o víricos, en determinar el color de
las flores y la atracción de potenciales
vectores polinizantes o dispersantes de
semillas (Gurib-Fakim, 2006).
Los principales metabolitos secundarios o
principios activos con potencial medicinal
pueden agruparse, según su naturaleza
química, en los siguientes tres grupos:
• Compuestos fenólicos: caracterizados
por presentar un grupo fenol en su
molécula. Se subdividen en fenoles
simples y complejos.
fenol

Los fenoles simples sólo cuentan con un
grupo fenol en su molécula y pueden ser de
diversos tipos: fenilpropanoides simples,
lactonas fenilpropanoides, ácidos y aldehídos
fenólicos derivados del benzoico.
Los fenilpropanoides simples tienen el
esqueleto básico de fenilpropanoide, es decir
un anillo aromático unido a una cadena de
tres carbonos. Algunos ejemplos son los
ácidos transcinámico, p-cumárico y cafeico.
ácido cafeico
Las lactonas fenilpropanoides, también
llamadas cumarinas, cuentan igualmente con
un esqueleto de fenilpropanoide, pero en él
la molécula de propano se cicla. Tienen
funciones en la defensa de las plantas, y
algunos ejemplos de estos compuestos son
psoralen, angelicina, escopoletina, warfarina,
y umbeliferona. El primero tiene aplicaciones
farmacológicas en dermatología.
Estructura básica de cumarina (2H-1-benzopiran-2-ona)
Los derivados del ácido benzoico también
derivan de fenilpropanoides mediante la
deleción de dos átomos de carbono en la
cadena propánica. Ejemplos típicos de éstos
son el ácido salicílico, que antes vimos, y la
vainillina. Muchos de ellos también
constituyen principios vegetales medicinales
con aplicaciones farmacéuticas.
Introducción 8
Los fenilpropanoides simples derivados del
ácido cumárico, así como los fenoles simples
derivados del ácido benzoico, suelen
agruparse bajo la denominación genérica de
ácidos fenólicos, siendo los que mayor
potencial medicinal tienen entre los fenoles
simples. Los derivados del ácido benzoico son
abundantes en las plantas, como ácidos o
aldehídos; y los segundos, igualmente
frecuentes, suelen aparecer esterificados
con azúcares, alcoholes alifáticos, etc.
ácido benzoico
Los fenoles complejos cuentan con varios
grupos fenol en su molécula. Están
representados por tres grandes grupos:
taninos, ligninas, y flavonoides.
Los taninos son polifenoles relativamente
complejos, de alto peso molecular, empleados
desde hace siglos para curtir la piel, por su
capacidad de acoplarse a macromoléculas
como carbohidratos o proteínas. Los hay de
dos tipos: hidrolizables y condensados.
Los taninos hidrolizables, también conocidos
como gálicos o pirogálicos, incluyen los
taninos gálicos (la mayoría son ésteres
poliméricos del ácido gálico con azúcares); y
los taninos elágicos o elagitaninos (ésteres
del ácido hexahidroxidifénico y derivados).
Los taninos condensados, no hidrolizables,
también se conocen como proantocianidinas,
siendo precursores de algunos flavonoides.
El interés farmacológico de los taninos,
además de su conocida funcionalidad contra
los herbívoros en las plantas, es su uso
medicinal ante la diarrea y como antídotos
frente al envenenamiento producido por
9 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
metales pesados. Estas aplicaciones cayeron
en desuso por sus efectos hepatotóxicos
tras absorberse los ácidos tánicos.
Actualmente han cobrado importancia
médica su actividad anticancerígena y anti-
VIH (Gurib-Fakim, 2006).
Los flavonoides constan de un núcleo de
quince carbonos con dos anillos fenólicos,
con una estructura común C6-C3-C6, en la que
dos anillos de benceno están unidos por un
elemento de tres carbonos, distinto según la
naturaleza del flavonoide. Sobre dicho
núcleo común pueden presentar distintos
sustituyentes incluyendo azúcares. Se
presentan en todas las partes de los
vegetales (hojas, raíces, polen, néctar,
flores, frutos, semillas y madera), aunque los
de hojas y flores han sido los más
estudiados. Comprenden diversos subtipos:
flavonas, flavanonas, isoflavonas, catequinas,
flavanonoles, flavonoles, antocianidinas,
pterocarpanos, rotenoides, flavonoides
prenilados, chalconas, dihidrochalconas,
auronas, y flavonoides poliméricos como
biflavonoides o triflavonoides.
Estructura general del esqueleto de flavona
Las ligninas o lignanos son compuestos
polifenólicos de elevado peso molecular,
procedentes de la unión de ácidos y
alcoholes fenilpropílicos; los cuales se
acoplan aleatoriamente constituyendo una
estructura tridimensional. El número de
unidades fenilpropánicas y su forma de unión
determinan los distintos tipos de lignanos:
lignanos sensu stricto, neolignanos, etc.
Algunos de estos metabolitos secundarios
tienen aplicaciones terapéuticas.
• Terpenoides: metabolitos constituídos
por la unión de unidades de isopreno de 5
átomos de carbono, acopladas de
distintas maneras pero siempre con esa
unidad estructural común; aunque las
uniones isoprenoides pueden seguir la
tónica cabeza-cola o también cabeza-
cabeza, cabeza-parte media.
Atendiendo al número de unidades de
isopreno que los forman, los terpenoides
pueden subdividirse en: hemiterpenoides
(5 carbonos, una sola unidad, incluye al
propio isopreno), monoterpenoides (10 C,
2 unidades), sesquiterpenoides (15 C, 3),
diterpenoides (20 C, 4), triterpenoides
(30 C, 6), tetraterpenoides (40 C, 8), y
politerpenoides (más de 8 isoprenos),
Los esteroides también derivan de la
unidad de isopreno.
isopreno (2-metil-1,3-butadieno)
Tanto monoterpenos como sesquiterpenos
son frecuentes en los aceites esenciales
provenientes de las hojas y flores de las
plantas, sobro todo los primeros, mientras
que los segundos suelen relacionarse con
mecanismos de defensa (antimicrobianos,
antiherbivorismo) de los vegetales.
Los monoterpenos constituyen la serie de
terpenos más simple (C10), e incluyen
iridoides y piretrinas; algunos ejemplos son:
α-pineno, β-pineno, linalool, mentol, etc. Los
iridoides son monoterpenos caracterizados
por un esqueleto ciclopenta [C] pirenoide,
conocido como esqueleto iridoide. Los
secoiridoides, que surgen por división a nivel

de la unión de los carbonos 7,8 del anillo de
ciclopentano, son una clase de iridoides.
α-pineno mentol
Algunos iridoides, como los harpagósidos de
Harpagophytum sp, tienen propiedades
antiinflamatorias y analgésicas, aunque en
general las aplicaciones farmacológicas de
los iridoides son limitadas.
iridoide secoiridoide
Los sesquiterpenos, como los anteriores, son
constituyentes principales de las esencias
vegetales, como el bisabolol, humuleno o
cariofileno. Algunos principios amargos, como
las lactonas sesquiterpénicas, se conocen en
la familia Asteraceae. Sus actividades
farmacológicas son variadas: bactericidas,
fungicidas, antihelmínticas, moluscicidas,
antimaláricqs, etc. (Gurib-Fakim, 2006).
Las hormonas giberelinas se relacionan con
los diterpenos, un vasto grupo de terpenos
C20, muchos de los cuales tienen interés
farmacológico: el taxol y sus derivados como
droga anticancerígena, el forskolin con
actividad antihipertensiva, el zoapatanol es
abortifaciente, etc.
Introducción 10
Los triterpenos (C30) suelen formarse por la
unión cabeza-cabeza de dos cadenas con 15
carbonos, e incluyen algunos esteroles y
fitoalexinas. La diferencia básica entre los
esteroides y los triterpenos tetracíclicos es
que, aunque tengan estructuras semejantes,
tienen rutas biosintéticas diferentes. Las
aplicaciones farmacéuticas de triterpenos y
esteroides son considerables, especialmente
los glicósidos cardiacos.
Un grupo importante de triterpenoides son
las saponinas, glucósidos esteroídicos cuya
molécula consta de un elemento liposoluble
(triterpenoide) y otro hidrosoluble (azúcar),
lo que hace que éstos tengan propiedades
semejantes al jabón y formen espuma al ser
agitados en agua. Muchas saponinas son
tóxicas, posiblemente porque interfieren en
la asimilación de los esteroles en el aparato
digestivo o a nivel de membrana celular.
De acuerdo a su estructura de aglicona, las
saponinas pueden clasificarse en saponinas
triterpénicas (en su mayoría derivadas de los
triterpenos oleanano, ursano y lupano) y
saponinas esteroídicas.
Los tetraterpenoides más importantes son
los carotenoides (C40), pigmentos
fotosintéticos responsables de los colores
amarillos y naranjas de algunas plantas y sus
frutos. Dentro de éstos, los hidrocarbonos
son generalmente conocidos como carotenos,
mientras que sus derivados hidroxilados son
las xantofilas. Los carotenoides pueden ser
acíclicos, como el licopeno, o tener uno o dos
anillos penta o hexacíclicos (β-β-caroteno).
• Alcaloides: compuestos nitrogenados
biosintetizados a partir de aminoácidos.
Estructuralmente son muy variados, y
aunque muchos tienen propiedades
alucinógenas o psicotrópicas, también se
aplican en medicina y algunos pueden
resultar tóxicos. Los más conocidos son
cocaína, codeína, cafeína, morfina,
atropina, colchicina, quinina, hyosciamina,
o estricnina. Los verdaderos alcaloides
constan de un nitrógeno heterocíclico
11 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
procedente del metabolismo de los
aminoácidos; mientras que los que
provienen de otras rutas se consideran
pseudoalcaloides, como la mescalina.
cafeína
Además de los metabolitos secundarios,
algunos metabolitos primarios de los
vegetales también cuentan con propiedades
medicinales:
Dentro de los carbohidratos, recientemente
se ha reconocido el uso farmacológico de
algunos polisacáridos como anticoagulantes y
antitumorales (la heparina es un ejemplo),
así como su actividad hipoglicémica y
antiviral. Los productos resultantes incluyen
fibras, celulosas y derivados, almidones y
derivados, dextrinas, fructanos (polímeros
de fructosa como la inulina), ácidos
algénicos, agar y gomas (Gurib-Fakim, 2006).
Entre los lípidos, los aceites vegetales son,
sin duda, una de las principales fuentes de β-
sitosterol, uno de los esteroides más
importantes precursores de drogas.
Reconocidísimas son las aplicaciones
farmacológicas y médicas de dichos aceites
de origen vegetal, con una industria muy
desarrollada respecto a ellos.
Las acetogeninas son compuestos alifáticos
de cadena larga, con al menos 35 átomos de
carbono que terminan en una γ-lactona, a
menudo insaturados y ciclados en uno o dos
anillos tetrahidrofuranos, adyacentes o no.
Éstas han sido aisladas exclusivamente de
diversos géneros de la familia Annonaceae
(Annona, Goniothalamus, Rollinia, Uvaria,
etc.). Tienen aplicaciones terapéuticas tales
como antitumorales (asimicina, bullatacina),
bactericidas (cherimolina), insecticidas
(asimicina, annonina), etc.
Muchos aminoácidos, y derivados, poseen
actividades farmacológicas, relacionadas con
el almacenamiento de nitrógeno y su
capacidad de inhibir la germinación. No
obstante, algunos de ellos resultan tóxicos,
como los glicósidos cianogénicos de las
familias Araceae, Euphorbiaceae, Fabaceae,
Passifloraceae, Poaceae o Rosaceae.
Quizá, entre los productos derivados de
éstos, con mayor interés medicinal, se
encuentran las lectinas, proteínas o
glicoproteínas frecuentes en las semillas,
especialmente de las leguminosas. Éstas
tienen la capacidad de actuar como
fitohemoaglutininas, gracias a su habilidad
para aglutinar glóbulos rojos de un
determinado grupo sanguíneo. Son muy
importantes en estudios inmunológicos,
aunque algunas resultan tóxicas.
Algunas enzimas vegetales que se usan como
drogas son la papaína de la papaya (Carica
papaya) o la bromelaina de Ananas comosus.
Ambas son enzimas proteolíticas con
actividad antiinflamatoria, lo mismo que la
ficina aislada de la higuera Ficus carica.
Las semillas del tempate (Jatropha curcas), especie de
la flora de Ometepe, son ricas en lectinas, las cuales,
inicialmente tóxicas, tienen enormes propiedades
medicinales y farmacológicas en estudios inmunológicos

Etnias colonizadoras de Nicaragua
Como todo el continente americano,
Nicaragua fue primeramente poblada por
tribus de amerindios (mongoloides). Algunos
vestigios, caso de las huellas de Acahualinca
en Managua, revelan la presencia humana
hace seis mil años, aunque la cronología
exacta sea confusa. El escaso conocimiento
arqueológico disponible para Nicaragua no
permite precisar una ocupación de sus
territorios más que a partir del primer
milenio a.C. (Kirchoff, 1943; Constela, 1994).
Huellas de Acahualinca
Diversos estudios detallados han revelado
que en el siglo X d.C. Nicaragua estaba
ampliamente poblada por tribus que no eran
sino ramificaciones de los chibchas, un
amplio y dividido pueblo sudamericano de
raza atlantotropical.
En el centro y Pacífico estuvieron los
matagalpas, que fueron desplazados por
invasores que vinieron del norte, aunque
conservaron sus territorios en las montañas
del norte y centro del país (las actuales
Segovias de Nicaragua). Estos invasores
fueron los chorotegas, de influencias mayas,
racialmente mesoamericanos, que provenían
del sur de México, y consiguieron alcanzar el
Pacifico nicaragüense alrededor del año 900
d.C. Su cultura era diferente y se
extendieron a lo largo de la franja del
Océano Pacífico, donde permanecieron
imperantes en pequeños pueblos durante
trescientos años (Jonson, 1948; Baudez,
1976; Carmack, 1993; Constela, 1994).
Introducción 12
Alrededor del año 1200 d.C. llegó otra
invasión. Eran también mesoamericanos, de
origen náhuatl, emparentados con los
aztecas. Su migración hacia el sur se debió a
la destrucción de su imperio, el de Tula, por
los norteños chichimecas. Llegaron a
Nicaragua y expulsaron a los chorotegas del
Istmo de Rivas, donde se instalaron y se
identificaron como los nicaraos. También
fundaron pueblos en los departamentos de
Carazo y Masaya.
Tiempo después llegaron los subtiabas o
maribios, de ascendencia náhuatl, que
ocuparon un pequeño territorio en el centro
de la región pacífica entre los territorios
chorotegas y nicaraos. En el Caribe ocuparon
impenetrables selvas los sumus o mayangnas,
los rama, y los misquitos, todos de origen
chibcha; tribus nómadas asentadas en los
bordes de ríos y el mar.
Sinopsis de la civilización náhuatl
El nombre de la lengua proviene del verbo
nuhuati, ‘hablar alto’. ‘Náhuatl’ significa
‘sonoro’, ‘audible’. También ha sido llamada
nahua, nahoa, nahualli, mexihca (‘mexicano’) y
macehualli (‘campesino’) (Baudez, 1976;
Constela, 1994).
Los hablantes de náhuatl llegaron al Valle de
México a mediados del primer milenio d.C.,
estando atestiguado el Grupo Azteca desde
al menos mediados del siglo XIII en
adelante. La cumbre del Imperio Azteca de
Tenochtitlán transcurrió desde el siglo XIV
hasta su destrucción por Hernán Cortés
entre los años 1519-1521 (Carmack, 1993).
Los civilización náhuatl se caracterizó por
frecuentes olas migratorias motivadas por
las guerras, llegándose a distribuir desde
México a la parte septentrional de Costa
Rica (Kirchoff, 1943).
Eran comunidades que se asentaban en las
cercanías de los lagos y ríos, dada la
potencialidad agrícola de éstos, así como en
marcadas zonas dotadas de cierta sacralidad
13 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
relacionada con los volcanes y deidades a las
que adoraban, sobre los cuales instauraban
templos para la adoración y sacrificios
(Jonson, 1948; Constela, 1994).
Fueron pueblos indígenas muy versados en el
estudio del firmamento, y de hecho la gran
mayoría de sus templos tienen relación muy
con las coordenadas astrales. Establecieron
métodos astronómicos de ciclos anuales
según el movimiento de los astros, que en el
caso de la Cultura Maya supuso establecer
un periodo anual de 260 días, marco
temporal que ha sido el más usado por estos
pueblos indígenas de descendencia náhuatl,
que les sirvió para regir los tiempos de su
quehacer agrícola, su ceremonial religioso y
sus costumbres familiares.
La economía de los indígenas náhuatl estaba
regida por el intercambio, y para ello
extraían del bosque los principales rubros de
producción y explotación que fueron la caza,
la pesca, la recolección de frutos silvestres,
la agricultura, y la domesticación de los
animales.
Practicaban métodos de comercialización a
través del trueque, en los mercados llamados
tianguis, ubicados bajo los árboles de ceiba.
Éstos eran regulados por encargados, un
consejo de ancianos llamados guegues, que no
eran sino mediadores especializados que
cuidaban que los intercambios fueran justos.
Las redes de intercambio comprendían
senderos terrestres, dibujados en códices
elaborados en piel de venado, que constituían
un sistema de orientación geográfica, vías
acuáticas a través de mares y ríos para las
cuales se servían de canoas.
Dentro de las bases paleoeconómicas de
dichas comunidades, la pesca constituyó,
posiblemente, uno de los rubros más
importantes, dada su ubicación geográfica en
cuencas hidrográficas señaladas, de las
cuales no sólo obtenían agua sino también
peces para su propia alimentación y
comercio. La caza de animales salvajes
también constituyó un pilar fundamental de
su alimentación, por lo que fue muy utilizada
por los aborígenes, quienes cazaban ciervos,
conejos, iguanas, etc.
Se trataba de comunidades agrícolas bien
desarrolladas, siendo sus cultivos básicos el
maíz y el frijol; aunque conocían el cultivo de
otras especies como el algodón, árboles
frutales, verduras, cacao, etc. (Kirchoff,
1943; Constela, 1994). Es importante señalar
que entre los conocimientos de estas
comunidades se contaba con la práctica de
métodos agrarios para evitar plagas en sus
cultivos así como para fertilizar suelos y
hacer éstos más productivos, para lo cual
mezclaban cultivos de cacao y madero negro.
De los vegetales no sólo se aprovechaban
para su alimentación, sino que también de
ellos fabricaban utensilios domésticos de
ciertos frutos como las jícaras. Igualmente
hacían tintes que extraían de árboles y
moluscos, que les servían para colorear sus
vestimentas; aunque algunos de estos
colorantes, como el carmín, lo extraían del
insecto conocido como grana cochinilla, rico
en ácido cármico.
Las comunidades náhuatl practicaban el
politeísmo y sus dioses se relacionaban con
los fenómenos naturales a los que rendían
culto a través de sacrificios con sangre.
Entre éstos, quizá los más importantes sean
(Florescano, 1997; Ibarra, 2005):
• Quetzalcóatl : Uno de los más
importantes de Mesoamérica, cuyo
nombre significa ‘gemelo precioso’,
aunque se le conoce como ‘serpiente
emplumada’. Su lugar en el universo era
el sol de poniente. Aparece como creador
y sostenedor, patrono de la cultura y de
las artes, dios que da vida. También era
dios de los caminantes, venerado como
Yacatecuhtli o ‘señor de los viajeros’.
• Quilaztli : Diosa madre de la mitología
náhuatl, en su función de protectora de
las plantas comestibles.

• Tetzahuitl : Uno de los nombres del dios
mexica Huitzilopochtli. Significa
‘espanto’, nombre que deriva de la
creencia de haber asesinado a sus
cuatrocientos hermanos.
• Tláloc : Dios náhuatl de la lluvia o de las
aguas del cielo, a quien se rendía culto en
el Templo Mayor de Tenochtitlan junto a
Huitzilopochtli. Su nombre deriva de
tlalli (tierra) y octli (licor). De acuerdo
con la mitología náhuatl, Tláloc tenía
cuatro ayudantes, los tlaloques, uno en
cada punto cardinal, que simbolizaban a
las nubes.
• Tonantzin : ‘Madre de los Dioses’ o
Teteoinan, a quien los méxicas rendían
culto en un templo erigido en su honor en
el Cerro del Tepeyac, donde actualmente
se levanta la basílica de Guadalupe.
Teteoinan también era llamada Toci,
‘nuestra abuela’. Esta diosa desempeñaba
múltiples funciones en el panteón azteca,
ya que era considerada la creadora de
los movimientos telúricos -por lo que se
le adoraba con el nombre de Tlaliyolo o
‘corazón de la tierra’-, y también
patrocinaba a los médicos indígenas de la
comunidad.
• Tonatiuh : Nombre del sol entre los
antiguos náhuatl, cuyo nombre significa
‘el que va dando luz’. En el panteón
méxica, Tonatiuh, o Teotl, era
considerado el creador de todas las
cosas y causa de ellas.
• Miáhuatl : Otro de los nombres de
Omecíhuatl, deidad náhuatl creadora de
la tierra y protectora de sus frutos.
Probablemente Miáhuatl sea la parte de
Omecíhuatl destinada a proteger a los
magueyes.
Cosmovisión y filosofía indígena de las
plantas medicinales
El significado etimológico del vocablo
‘filosofía’ proviene de dos palabras griegas:
philos que significa ‘amante’, y sophia que se
refiere al ‘saber’ o ‘sabiduría’. Filósofo es,
por tanto, aquél que es amante de la
sabiduría. El primero que usó esta palabra
Introducción 14
fue Pitágoras, quien con humildad, no
queriendo hacerse pasar por sabio,
manifestó que él era solamente un amante de
la sabiduría, ya que el verdadero saber le
corresponde sólo al ‘Ser Trascendente’. Con
dichos conceptos, la cultura náhuatl le
brinda favor al ser: “por que el hombre no se
hace sino que simplemente es una forma
compleja de ver la vida”.
La cosmovisión indígena es la forma
particular de ver los fenómenos que ocurren
en la naturaleza y su interpretación. Ello
implicó que las deidades indígenas fueran,
precisamente, los recursos naturales, a los
cuales rendían culto fruto de un gran
respecto.
Esta idea choca de frente con la visión de
las culturas occidentales que llegaron al
continente americano, las cuales
consideraban el bosque como un ente
generador de vida, un recurso económico, y
no como una deidad a la que venerar. Las
culturas indígenas también consideran el
‘recurso’ para aprovecharlo, pero sin
degradarlo pues se trata de un dios que da la
vida y la muerte.
Es necesario tener en cuenta estos
conceptos, pues la interpretación del
registro etnoflorístico necesita saber cuál
era la cosmovisión acerca de las plantas
medicinales de determinadas comunidades
indígenas en estudio, ya que tales datos
pueden ayudar sobremanera a interpretar el
uso concreto dado a ciertos vegetales o, en
cambio, el poder llegar a saber por qué
algunos con potencial medicinal no han sido
utilizados históricamente.
Dentro de los recursos naturales más
importantes, de los pueblos indígenas, se
encuentran los que hoy se denominan
‘enteógenos’, los cuales, de alguna manera, se
relacionan grosso modo con las plantas
alucinógenas u otros productos de origen
biológico capaces de producir alucinación.
Aquí se encuentran, por ejemplo, la coca,
ciertos licores, los alcaloides de muchas
15 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Solanáceas, hongos psicotrópicos, etc.
(Guerra Doce y López Sáez, 2006; Kvist y
Moraes, 2006).
Estos enteógenos les permitían comunicarse
con sus dioses, de ahí que generalmente se
utilizaran en momentos de especial reflexión
en los cuales se intentaba buscar el ‘náhuatl’,
es decir, el espíritu que se es, el cual
depende de la fecha de nacimiento y del
respectivo náhuatl que guía el ser.
En este sentido, ‘náhuatl’ significa energía
invisible, que aparentemente no se ve, pero
está en cada suceso y forma de vida; es lo
que está adentro y lo que recubre al ser, lo
que le protege, es su energía interna que se
exterioriza y la energía externa que llega al
interior.
Dentro de la cosmovisión indígena, muchas
de las deidades antes citadas están
relacionadas precisamente con el mundo
vegetal, ya que el recurso floral se
encuentra entre uno de los fundamentales en
la vida y el quehacer diario de los náhuatl, y
por ello, no debe resultar raro que en su
filosofía dicho recurso haya sido
considerado sagrado.
Algunas de las deidades náhuatl más
importantes, relacionadas con las plantas y
el recurso floral de los bosques, son las
siguientes:
• Chicomecóatl : Deidad náhuatl de la
agricultura. El nombre significa ‘siete
serpientes’, que era el día en que se le
rendía culto.
• Xochcua : Deidad náhuatl cuyo nombre
significa ‘come flores’. Era, con
Nanahuatl, responsable de la destrucción
de la flora.
• Xochipilli : Dios de la juventud, la poesía,
la fecundidad masculina y la jardinería,
cuyo nombre significa ‘brote florido’ o
‘hijo florido’.
• Xochiquetzal : Deidad de la alegría, las
flores y el amor.
Dentro de la cultura náhuatl, las plantas
medicinales tuvieron una importancia vital,
un nexo espiritual de conexión con sus
deidades y los recursos naturales ofrecidos
por el bosque. Aunque utilizaban sales
minerales y grasa animal en su medicina,
seguramente las plantas fueron el recurso
más buscado a tal fin.
La cultura indígena náhuatl tenía a su
disposición gran variedad de recursos
naturales procedentes del bosque, los cuales
explotaron de acuerdo a los niveles de
tecnología con que contaban, aunque supieron
desarrollarlos para transformarlos y
satisfacer sus necesidades. Utilizaban como
materia prima los vegetales, los animales, los
minerales, tanto en la elaboración de
vestimentas (algodón, palma, enequén, etc.),
cuerdas, utensilios domésticos (jícaras),
útiles para la limpieza personal tales como
pasta de dientes (hoja de caimito), o
escobas para barrer su vivienda.
Desde un punto de vida medicinal, el
principal modo de actuación para curar las
enfermedades fueron los ungüentos. El
conocimiento de curar lo ejercían tanto
hombres como mujeres con una previa
preparación específica para este oficio.
Entre algunas enfermedades que padecían
los indígenas, descritas por cronistas de la
época, las más frecuentes eran vómitos,
dolores de estómago, fiebres, zafaduras,
fracturas de huesos, ceguera, etc. Por ello,
no debe extrañar que la mayor parte de los
conocimientos etnobotánicos actuales hagan
mención precisamente a plantas versadas en
curar enfermedades relacionadas con
problemas médicos como los antes descritos,
que no otros de más actualidad como el
cáncer o el sida (Gurib-Fakim, 2006).
Para curar enfermedades, además de con
ungüentos, utilizaban también plantas,
recursos animales y minerales (carbón),
echando todas estas medicinas procedentes
de su decocción en un canuto que se colocaba
en la boca y se soplaba posteriormente. La

corteza del jocote y el mamey se utilizaban
para curar heridas superficiales; de la
semilla del mamey se extraía un aceite que
servía para curar llagas; mientras que el coco
lo utilizaban para purgarse de los parásitos
intestinales y el guayacán para curar el mal
de las búas.
En general, todas estas plantas medicinales
citadas, y otras más que constituyeron parte
del acervo cultural de los pueblos náhuatl,
jugaron un gran papel en el devenir cotidiano
de su vida; de ahí que su forma de ver y
considerar las plantas siempre estuviera
mediada por cierto carácter sagrado, de
pleitesía, de culto, de deidad.
No es ahora momento, ni objetivo de este
trabajo, relacionar todos los vegetales
utilizados por los náhuatl; pero sí es
necesario señalar, al menos, que las plantas,
el recurso natural, merecía para los náhuatl
el máximo respeto, su conservación, su
protección, su aprovechamiento sostenido
buscando la eternidad de la madre creadora.
Etnobotánica nicaragüense
La falta de accesibilidad a los medicamentos
básicos, ya citada, es una constante para
muchos países en vías de desarrollo
(Fresquet Febrer, 2001), habiendo generado
la necesidad de incorporar prácticas
tradicionales propias de civilizaciones
antiguas, las cuales, de alguna manera, han
dejado su ‘impronta’ en el acervo cultural.
En Nicaragua, las plantas todavía son
utilizadas por los pobladores de menores
recursos, o por personas descendientes de
indígenas que conservan sus raíces de
conocimientos botánicos en la utilización de
las plantas medicinales.
Existe un fenómeno de comercialización de
este recurso natural pero no industrializado,
ya que se vende exclusivamente como
materia prima en los mercados de las
cabeceras departamentales, caso de la
ciudad de Managua donde existen mercados
Introducción 16
de artesanías y medicina tradicional en el
Mercado Oriental, uno de los centros más
grandes donde este rubro apenas significa
nada en comparación con otras ventas de
servicios y materiales.
En algunos pueblos todavía existe la
tradición, entre los pobladores de algunas
comarcas y ciudades, de visitar a los brujos
o chamanes, que no son más que
fitoterapeutas sin título pero con mucha
pericia para erradicar o prevenir
enfermedades.
Contemporáneamente, se está instaurando
un fenómeno de moda versado en la
fitoterapia, al efecto del cual han surgido
varios consultorios en la ciudad de Managua,
donde se ofrecen servicios de cura de
enfermedades con terapias de hierbas,
cáscaras y raíces de árboles. Esta demanda
abre una ventana para el estudio de las
plantas más detalladas, para la generación de
nuevos datos inéditos que ayudarían como
bioprospección para la creación de
medicamentos de origen natural.
El empleo de las plantas medicinales en salud
humana cumple un papel preponderante en la
atención primaria de la salud, atendiendo a
casi a un 80% de la población que habita el
planeta según datos facilitados por la
Organización Mundial de la Salud (Alonso,
2004; Bermúdez et al., 2005).
Las escasas novedades terapéuticas
aparecidas en el mercado, a lo sumo
productos de síntesis, ha provocado una
mirada retrospectiva hacia metabolitos
secundarios y principios activos de origen
vegetal, no sólo los procedentes de las
plantas medicinales sino de cualquier otra
planta cuyos principios químicos sean
efectivos o útiles para los seres humanos de
alguna manera.
En los últimos años, ONGs, organismos de
investigación públicos o privados, empresas
farmacéuticas, políticos y gestores de todos
los países en desarrollo, se están percatando
17 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
de que el conocimiento tradicional, el acervo
cultural, es una fuente potencial de recursos
explotables, un laboratorio natural de ideas
y proyectos en mecanismos de desarrollo
sostenible compatibles con la conservación y
preservación del medio ambiente y los
ecosistemas (Laird, 2002).
De hecho, en casi todos los países del mundo,
pero muy especialmente en América Latina y
Asia Tropical, existen programas de
conservación y/o investigación, financiados
tanto por ONGs como por organismos
internacionales (UNESCO, ONU, CEE, etc.),
cuyos esfuerzos están dirigidos,
precisamente, a otorgar subvenciones a
becas o proyectos de investigación versados
en el conocimiento tradicional de las plantas
por parte de comunidades indígenas.
Se están financiando investigaciones de
índole etnobotánica, especialmente en
Centroamérica donde existen vacíos de
información relativamente importantes
(Gispert Cruells, 1997; Bermúdez y Sánchez,
2000; Aparicio Mena, 2005).
Hoy muchas plantas se enfrentan a la
extinción o pérdida genética severa, aunque
se carece de información detallada. Para la
mayoría de las especies vegetales
amenazadas no se ha tomado ninguna medida
de conservación (Schultes, 1991). Por demás,
el conocimiento sobre el uso de los recursos
genéticos vegetales por sociedades
tradicionales se encuentra ahora en peligro
de extinción.
El Plan Global de Acción, adoptado por 150
países, incluidos los de la Comunidad Europea
en la Conferencia Técnica Internacional
sobre los Recursos Genéticos Vegetales,
convocados por la FAO en Junio 1996,
promueve la conservación y uso de vegetales
silvestres para la producción alimenticia y
agrícola.
A pesar de tan halagüeñas perspectivas, los
estudios etnobotánicos en Nicaragua, en
general, son muy escasos, sobre todo si se
comparan con las investigaciones en este
sentido emprendidas en algunos países de
Sudamérica (Argentina, Brasil, Perú) o
Mesoamérica (Guatemala, México).
En la mayor parte de los casos, los estudios
etnobotánicos nicaragüenses se han
centrado en aspectos relacionados con la
salud y el bienestar social (MINSA, 1986,
1988a, 1988b), pero pocos de ellos aúnan
aspectos de la composición fitoquímica para
explicar las propiedades medicinales.
Los trabajos etnobotánicos más importantes
en Nicaragua, siguiendo un orden
cronológico, se deben inicialmente a León
(1964) y Salas (1981); a Saavedra y
Hoogerheide (1989) con su compendio de
plantas medicinales de la Región V; Grijalva
(1992), quien estudió las plantas útiles de la
Cordillera de los Maribios; Lagos-Witte y
Cambar (1994) que formularon una magnífica
obra sobre las plantas medicinales de varios
países caribeños, incluyendo Nicaragua;
Barrett (1993, 1994, 1995, 1996) que
describió las interacciones históricas y
contemporáneas de seis grupos étnicos del
este de Nicaragua (mestizos, criollos,
misquitos, sumus, garífunas y ramas) desde
un punto de vista etnomedicinal; Grijalva
(1996) con su gran obra sobre la flora útil
con potencial etnobotánico y sus usos
populares en Nicaragua; y Saavedra (2000)
cuyo compendio hace mención a 63 plantas
medicinales nicaragüenses con aspectos
histórico-culturales, composición química y
farmacología.
Finalmente, deberíamos destacar las
magníficas investigaciones etnobotánicas
llevadas a cabo por Félix G. Coe en la Costa
Atlántica de Nicaragua, desarrolladas en
comunidades garífunas, sumus, como
misquitas (Coe y Anderson, 1996a, 1996b,
1997, 1999, 2005); que deben ser un modelo
a seguir tanto de trabajo de campo, ensayos
en laboratorio, como tratamiento documental
del acervo cultural etnobotánico, en toda
investigación de esta índole que se precie. Es
una investigación singular incomparable.
 Introducción 18

La Reserva Natural de la Isla de Ometepe no investigaciones ecológicas y biológicas en

es una excepción respecto a lo antes esta isla, documentando su gran diversidad
comentado para todo el país, sino que, yendo biológica tanto en flora como en fauna. Este
aún más allá, podría decirse que en esta isla, trabajo se inserta, precisamente, en dicho
salvo investigaciones de índole arqueológica, programa de investigación y desarrollo.
apenas se han realizado estudios científicos
detallados en el ámbito de las Ciencias
Naturales. No obstante, hay que decir que,
actualmente, y desde el año 2006, alumnos
del Departamento de Biología de la UNAN-
Managua están desarrollando diversas

El acervo cultural corre el riesgo de

perderse, fruto de la globalización y
el aislamiento indígena

Mural nicaragüense que muestra la vida diaria de este pueblo (fuente Venivenicaragua)
19 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
METODOLOGÍA
El estudio que se desarrolla, en este trabajo,
descriptivo, cualitativo y cuantitativo a la
vez, tiene como objetivo mostrar los datos
recaudados por el método de encuestas
etnobotánicas y el análisis estadístico de los
rangos de conocimientos y usos de la flora
medicinal en la comunidad indígena de Tilgüe,
tras elaborar un catálogo etnoflorístico
detallado; y establecer la naturaleza de los
metabolitos, primarios y/o secundarios,
responsables de las propiedades medicinales.
Zona de estudio
La investigación etnobotánica se realizó en la
comunidad indígena de Tilgüe, perteneciente
al municipio de Altagracia, ubicado en la
Reserva Natural de la Isla de Ometepe
(Departamento de Rivas), en Nicaragua,
cuyas coordenadas están comprendidas
entre los 11º40'-11º20' de latitud norte y los
85º45'-85º15' de longitud este.
La comunidad cuenta con una vía de acceso
desde la carretera Altagracia-Moyogalpa
hacia la comunidad turística Balgüe en
dirección a Mérida. Este lugar tiene las
mejores playas de la zona con un gran
potencial para la explotación turística. La
comunidad de Tilgüe se encuentra dispersa
sobre la carretera que se extiende desde El
Quino hasta la parada de San Fernando.
El municipio de Altagracia, al que pertenece
Tilgüe, tiene una población actual de 19490
habitantes, con una densidad de 92,3
habitantes/km2, una tasa de alfabetización
en adultos del 80,2%, mientras que la tasa
media de educación preescolar, primaria y
secundaria es del orden del 56,6% (INIFOM
et al., 1998; P.N.U.D., 2002).
La comunidad de Tilgüe tiene una extensión
de 28 km2, y una población de 360
habitantes en el censo de 2002 (INIFOM et
al., 1998; Morales Alemán, 2003).
Sus tierras limitan al norte con el volcán
Concepción y la comarca de Las Delicias, al
sur con el lago de Nicaragua, al este con el
lago de Nicaragua por el estrecho de Istián,
y al oeste con el volcán Concepción, la
comunidad de Sintiope y La Peña Inculta-La
Cabuya (Peña Bruja).
Se trata de un pueblo que desciende de la
comunidad indígena-histórica de Las Pilas,
cuyo aumento demográfico originó las
comunidades de Urbaite, Sintiope y Tilgüe
(Morales Alemán, 2003). Su vocación
económica básica es agrícola, y el uso de la
tierra está dedicado al cultivo de plátanos,
frijoles, arroz, maíz y ajonjolí, y sorgo para
el ganado. También se siembran hortalizas y
frutales, siendo la pesca un recurso menor.
En estos últimos años, los rubros económicos
principales son el turismo de playa y
balneario, caso del Ojo de Agua y la
Hotelera en Santo Domingo, y el turismo de
aventura en Peña Bruja. En el conjunto de la
Isla de Ometepe, constituye un destino
turístico básico en su economía, destacado
por la diversidad y riqueza de playas, por sus
valores culturales, por la abundancia de
sitios arqueológicos (petroglifos), y por su
riqueza natural en forma de bosques
relativamente bien conservados y una flora y
fauna altamente diversa.
Cartel turístico de bienvenida a Ometepe
 Metodología 20

Situación de la Isla de Ometepe y

el lago de Nicaragua en el centro-
suroeste de Nicaragua (cortesía
NASA/JPL Caltech)

Ometepe: la ‘isla del fin del mundo’, la más grande de todo el planeta situada en el interior de un lago de agua
dulce: el lago de Nicaragua o Cocibolca. Con su forma de ‘8’, esta isla, cuyo nombre de origen náhuatl
(Ometepetl) significa ‘lugar de dos cerros o dos volcanes’, es una perla esmeralda en el pecho de Nicaragua
21 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Situación de la comunidad indígena de Tilgüe en la Isla de Ometepe, en las faldas del volcán Concepción
(curvas de nivel cada 100 m)

Vista aérea de la zona de estudio: Tilgüe en las faldas del volcán Concepción, playa de Santo Domingo, itsmo de Istián y
volcán Maderas al fondo
 Metodología 22

La Isla de Ometepe tiene una extensión de de cabello negro y lacio, estatura baja,
276 km2 y unos 35 mil habitantes. Las etnias pómulos resaltados y piel bronceada.
que habitaron en ella fueron varias:
tiwanacos, mangues, chorotegas y nicanahuac
o nicaraguas, descendientes de toltecas,
mayas, aztecas, náhuatl, olmecas y chibchas.
Éstas llegaron posiblemente a la isla a través
de balsas, entre abril y octubre por ser los
meses del año en los que el lago Nicaragua
está más calmado y los vientos tienen menor
fuerza. Todos estos pueblos indígenas
poblaron la isla, como lo hacen hoy sus
descendientes, hasta que, el 21 de enero de
1522, el explorador español Gil González
Dávila la descubrió y tomó posesión de ella. Construcción típica de la comunidad indígena de Tilgüe

En esta isla, rodeada de un mar dulce sin
parangón, Francisco Hernández de Córdoba,
conquistador español muerto en 1526,
capitán a la orden de Pedrarias Dávila y
fundador de las ciudades nicaragüenses de
Granada y León, trajo esclavos indios desde
el Pacífico, atravesando la espesa selva
ometepeña. La limitación de acceso y la
densidad de los bosques, junto a una
pronunciada orografía con sus dos volcanes,
permitieron que los indígenas sobrevivieran
sin sufrir los influjos esclavistas, pues estas
gentes se refugiaron en zonas elevadas de
difícil acceso como las cumbres de los
volcanes Concepción y Maderas.
Los petroglifos, los vestigios arqueológicos
posiblemente más importantes de Ometepe,
siguen en pie, respetando a los antepasados
de los antiguos pobladores indígenas de la
isla; quienes en su huída eligieron no sólo las
cumbres más inacesibles de los volcanes,
sino el hogar de sus enigmáticos dioses: el
Maderas, enclave sagrado de Coatlán, ‘lugar
donde vive el sol’; y el Concepción o ‘hermano
de la luna’, el Choncoteciguatepe. Los
petroglifos recogen el acervo cultural de
estos indígenas politeístas, calendarios
grabados en piedra, verdaderas reliquias en
honor a su rico panteón de dioses.

Gracias a ello la mayor parte de su cultura

tradicional se mantuvo intacta, aunque
posteriormente la influencia de la iglesia
católica ha redundado en un cambio
sustancial en sus hábitos, especialmente los
relacionados con el culto y los mitos. En este
sentido, una tradición indígena basada en el
culto y respeto a la naturaleza fue castigada
por el catolicismo en forma de exclavitud. A
Petroglifo de la Isla de Ometepe
parte de ello, la actual moneda nicaragüense,
el córdoba, recibe nombre del conquistador.
Dentro del territorio de la comunidad de
Tilgüe se encuentra el bosque ‘Parque
Afortunadamente, muchos de lo ritos y
Natural de La Peña Inculta-La Cabuya’, uno
tradicciones indígenas han permanecido
de los tesoros naturales de la isla, y diversos
hasta nuestros días, protegidos por una
humedales tipo swampoo en el Istmo del
tradición oral importante; favorecida por un
Istián con una cobertura vegetal de 1000
aislamiento genético similar, ya que el 70%
hectáreas.
de la población mantiene los rasgos indígenas
23 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

drenaje natural aún con precipitaciones

Swampoo del Istián
Los principales tipos de bosques de la Isla
de Ometepe se resumen en tres formaciones
básicas (Meyrat, 2000):
• Bosques deciduos de latifoliadas:
generalmente entre 100-400 msnm, en
suelos con buen drenaje, generalmente
accidentados, de carácter metamórfico
o sedimentario. Se situan en las zonas
más bajas de la isla, con precipitaciones
de 1800-2000 mm/año (80% de
humedad) y temperaturas anuales medias
de 24-25°C. Se trata de una formación
con una enorme extensión bajo
diferentes variantes según su flora.
entre 2500-3000 mm/año y humedad
relativa del 90%. La temperatura media
anual es de 22-25°C. Se trata de un
bosque de latifoliados que corresponde a
la descripción típica del bosque lluvioso,
en el cual abundan especialmente las
plantas epífitas. La dimensión de los
árboles (20-30 m) es menor que en los
dos tipos anteriores. El sotobosque es
abundante en plantas rosuladas como
helechos arbóreos y pequeñas palmas;
sobre el suelo se presentan muchas
hierbas y criptógamas higromorfas.
Adaptando dicha tipología a la vegetación de
la zona de estudio (Tilgüe), podríamos decir
que la parte baja del volcán Concepción,
donde se asienta la comunidad, muestra una
vegetación caducifolia característica de la
zona del Pacífico nicaragüense, producto de
su posición geográfica en el intermedio de
una cuenca amplia que sirve de transporte y
depósito de multitud de semillas.

• Bosques deciduos de latifoliadas: 700-

1200 msnm, submontano, en suelos tipo
mollisoles desarrollados a partir de
rocas volcánicas básicas (basaltos,
andesitas), de textura media grumosa
suave, color oscuro, ricos en materia
orgánica, superficiales y buen drenaje.
Pluviosidad de 1200-1800 mm/año y la
temperatura media anual 21 a 24°C.

• Bosques siempreverdes de latifoliadas:

800-1500 msnm, montano, en relieves
muy accidentados y suelos desarrollados
a partir de materiales volcánicos del
Terciario, sobre rocas ácidas, del tipo de
los inceptisoles, mollisoles, alfisoles y
ultisoles arcillosos amarillos y negros por Los bosques tropicales albergan una rica y aún
la riqueza en materia orgánica. El relieve desconocida flora, con gran potencial etnomedicinal
fruto del acervo cultural conservado entre las
escarpado promueve la escorrentía
comunidades indígenas nicaragüenses. En la imagen, las
superficial rápida y excesiva, y por isletas de Granada, al noroeste del lago de Nicaragua,
consiguiente los suelos tienen buen vistas desde el horizonte del volcán Mombacho
 Metodología 24

Perspectiva noroccidental de Ometepe con el volcán Concepción en el horizonte

Unidades de paisaje de la Isla de Ometepe

25 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Muestra de estudio
El diseño de un proyecto de investigación
etnobotánica, como el desarrollado en la Isla
de Ometepe, puede resultar una tarea
compleja, ya que son muchos los aspectos a
considerar para que la estructura final de
los resultados, y su posterior discusión, se
ajusten a unos valores de significatividad
estadística representativos.
Al iniciarse este trabajo, uno de los
problemas iniciales que se plantearon fue
definir qué individuos de la población se iban
a encuestar y cuál sería el número mínimo de
encuestas a realizar. En resumen, cuáles
serían los criterios de ‘inclusión’ o ‘exclusión’
(técnica de muestreo) y cuál sería el ‘tamaño
de la muestra’.
En buena lógica, estudiar la población al
completo de la comunidad de Tilgüe, con sus
360 habitantes, hubiera sido la forma más
exacta de englobar todas las posibles
incidencias de variabilidad poblacional sin
sesgo estadístico alguno, pero en la práctica
esto es imposible por razones de índole muy
diversa: falta de tiempo, escasez de
recursos humanos y económicos, dificultad
para acceder a todos los individuos, etc.
En base a lo anterior, lógicamente, se decició
estudiar en entrevistas etnobotánicas sólo a
una parte de la población de Tilgüe, para,
posteriormente, extrapolar o generalizar los
resultados obtenidos a todo el resto.
De esta manera, surgen tres conceptos que
deben diferenciarse: ‘población’ (360
habitantes), ‘muestra’ (número de personas
encuestadas), e ‘individuo’ (cada persona
como ente propio).
Para que una muestra de estudio, es decir el
subconjunto de la población entrevistada,
pueda ser inferida a la población al completo,
ésta ha de ser ‘representativa’ (Cantor,
1996). La representatividad es la forma de
demostrar que la muestra de estudio es
estadísticamente fiable y significativa.
Un procedimiento de estas características
obligatoriamente pasa por definir, sin
ambigüedad, los criterios de selección del
‘individuo’ de acuerdo a los objetivos del
estudio. En el caso que nos concierne éstos
quedaron muy claros desde el principio:
documentar el catálogo florístico medicinal
de la comunidad de Tilgüe, y estudiar la
naturaleza y grado de transmisión del acervo
cultural etnomedicinal.
En resumen, la investigación etnobotánica
debía cumplir inicialmente dos pasos
fundamentales: a) determinar el tamaño
mínimo de la muestra a estudiar, para que
éste fuera representativo, desde un punto
de vista estadístico, del resto de la
población; b) establecer un modelo de
muestreo adecuado a las características de
la población en estudio y los objetivos
perseguidos.
Hay varias maneras y fórmulas que permiten
calcular el tamaño de la muestra, aunque
todas ellas consideran dos puntos básicos: el
grado de confianza o nivel de fiabilidad y el
margen de error (Cohe, 1988; Ahnn y
Anderson, 1995). En general, en estudios de
este tipo se utiliza una confianza del 95%
(Fuentelsaz, 2004). Es obvio que se pueden
cometer errores, los cuales básicamente
pueden ser de dos tipos: ‘error aleatorio’ y
‘error sistemático o sesgo’.
El error aleatorio deriva de trabajar con
‘muestras’ y es cuantificable, pues está
relacionado con la precisión del estudio.
Según el tamaño de muestra es mayor, éste
disminuye, y si estudiamos toda la población
desaparece por completo, es cero.
El error sistemático se relaciona con la
representatividad, es decir, si la muestra
reúne las características suficientes que
identifican a la población. Si se elige un
muestra sustancialmente ‘diferente’ de la
población, por mucho que se aumente su
tamaño el error se mantendrá, pues está
relacionado con la validez (Armitage y Berry,
1992; Fuentelsaz, 2004).
 Metodología 26

Teniendo en cuenta lo expuesto, el tamaño consideramos, motivo de estudio, fueron:

de muestra (n) se calculó mediante la edad, género, profesión, grado de
siguiente fórmula: escolaridad y número de plantas conocidas.

Nos interesaba conocer tanto el grado de

(Zα ) × p (1 − p )
2
residencia del acervo etnomedicinal como la
n = naturaleza de éste en la población. Lo
m2
primero, lógicamente, necesita incorporar la
‘edad’ como parámetro, pero también el
‘género’, pues multitud de estudios
o Zα es el nivel de confianza elegido
etnobotánicos (los emprendidos por la red
para el valor de α. Para una confianza
TRAMIL, que luego se cita, son un buen
del 95% (α = 0,05), la habitual
ejemplo) han demostrado que son las madres
elegida, éste valor es de 1,96
y abuelas las que mantienen un acervo más
o p es la probabilidad estimada o
abundante y mayores posibilidades tienen de
estimacion puntual (5%)
transmitirlo.
o m es el margen de error admitido
del 5%, cuyo valor estándar es 0,05,
En paralelo, su naturaleza tenía que ser
es decir la anchura del intervalo o
recavada a partir del resto de parámetros,
precisión del estudio
definiendo, por ejemplo, la manera en que
una mayor formación académica o un trabajo
De acuerdo a la fórmula anterior, el valor de
más especializado repercuten en el número
n es de 72,9904, es decir el tamaño mínimo
de plantas reportadas por los encuestados.
de la muestra, o lo que es lo mismo, el
Más tarde se tratarán en detalle estos
número mínimo de encuestas etnobotánicas
temas, pero bien vale la pena explicar aquí
que deberíamos realizar en Tilgüe, para que
algunas de las condicionantes de la
éstas fueran representativas del total de la
investigación.
población, tendría que ser de 73 individuos.

Toda vez definidos los parámetros a

Teniendo en cuenta el valor de n y con
considerar, en este trabajo decidimos seguir
objeto de minimizar el error, se encuestaron
un diseño de encuesta basado en un
76 personas (21,1% de la población) in situ en
muestreo aleatorio estratificado. Éste
la comunidad indígena de Tilgüe (Isla de
tiene la ventaja de que permite dividir a la
Ometepe, Nicaragua).
población en subgrupos con características
comunes, las cuales conviene mantener en la
Determinado el tamaño de la muestra, el
muestra de estudio.
siguiente paso es decidir el método de
muestreo, es decir cómo se seleccionarán las
Por ejemplo, si la mayor parte de los
personas que se someterán a encuestas
pobladores son agricultores, lógicamente
(Fuentelsaz, 2004).
interesa mantener ese mismo porcentaje en
las encuestas para así llevar a cabo un
En nuestro caso elegimos un método
estudio detallado sobre la relación entre
probabilísitico, por el cual todos los
acervo medicinal y capacidad profesional. De
individuos de la población tienen la misma
igual manera, si las mujeres son mayoría,
probabilidad de entrar a formar parte del
interesa entrevistar a un porcentaje similar
estudio, es decir de ser encuestados de
de individuos del sexo femenino.
manera aleatoria.

Si no actuáramos de esta manera, las

Conocidas las características de la población
encuestas, por mucho que el tamaño mínimo
indígena de Tilgüe, los parámetros que
muestral fuera significativo, no serían
27 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

reflejo de la realidad social de la comunidad El objeto de considerar todos los espectros

indígena. Es decir, la muestra de estudio ha
de mantener la misma proporción que cada
variable tiene en la población.
En este tipo de muestreo la estratificación
se suele hacen en función de diferentes
variables o características de interés, que
en nuestro caso, como se comentó, fueron: la
edad, el género, la situación laboral o
profesional, y la formación académica.
de edad, profesión y formación académica
posibles, es intentar relacionar cada uno de
estos parámetros con el número de plantas
medicinales conocidas por cada una de las
personas entrevistadas, de tal manera que
puede establecerse una relación causa-
efecto entre los diversos parámetros y
factores intervinientes en las encuestas.
Edad de los encuestados en la comunidad de Tilgüe

En las encuestas se ha entrevistado a 40

personas de un amplio espectro de edades 35

entre los 17 y 78 años, equiparando ambos 30

sexos a nivel porcentual tal y como se 25

manifiesta el valor de esta variable en la

20

comunidad de Tilgüe.
15

10

Se ha intentado que los tres grupos de edad 0

considerados respondan a la realidad social

0-30 años 30-50 años Mayores 50 años

de nuestra comunidad, de aquí que al ser los Grupos de ‘edad’ de las personas entrevistadas

mayores de 40 años los más numerosos entre

los pobladores de Tilgüe, este hecho también
se ve reflejado en el número de personas Diferencia genérica de los encuestados en la comunidad de Tilgüe

entrevistadas pertenecientes a los grupos 50

30-50 y >50 años. 45

40

35

De igual manera, se ha entrevistado a 30

personas con distinta formación académica, 25

20
desde analfabetos, con formación Primaria, 15

Secundaria e incluso a universitarios. Los 10

mayoritarios en las encuestas responden a la

5

realidad social de Tilgüe, que demuestra Hombres Mujeres

como estudiantes de Primaria y Secundaria Grupos según ‘sexo’ de las personas entrevistadas
son los más abundantes.

Finalmente, también se ha hecho especial Situación laboral de los encuestados en la comunidad de Tilgüe
atención en entrevistar a personas con 45

distintas actividades laborales, desde 40

desempleados a amas de casa, agricultores, 35

ganaderos, comerciantes, pescadores, 30

profesores y maestros, y otros trabajos más

25

20

específicos (administrativos, farmacéuticos, 15

guías turísticos o ingenieros). Al igual que 10

antes, el grupo de amas de casa ha sido el 5

mayoritario, pues corresponde también a una

0
Amas de casa Agricultores Profesionales Jornaleros Otros

realidad diaria inherente a la propia Grupos según ‘actividad laboral’ de las personas
actividad y naturaleza de los pobladores de entrevistadas
Tilgüe, especialmente de las mujeres.
 Metodología 28

Nombre Edad Profesión Nº plantas Sexo Escolaridad

Angélica M. Monge Quintana 39 Ama de casa 5 F Primaria
Martín Mairena Baldelomar 34 Pescador 4 M Primaria
Julia Alemán Aguirre 77 Ama de casa 8 F Primaria
Maria Obregón Alvarado 78 Ama de casa 22 F Secundaria
Glenda Rosa Alemán Obregón 42 Ama de casa 7 F Secundaria
Juan Evelio Sotomayor Cesa 53 Albañil, pintor 8 M Secundaria
Julio Díaz Flores 75 Pescador 3 M Primaria
Petrona Álvarez 36 Ama de casa 7 F Primaria
Jorge Ramón Potoy 53 Profesor 5 M Secundaria
Ana Aurora Gutiérrez 28 Ama de casa 5 M Primaria
Sidar Ortiz 52 Gestor proyectos 14 M Primaria
Erisk Juárez Jarquín 48 Profesor 18 M Secundaria
Martha García 35 Ama de casa 19 F Secundaria
Ulda María Alemán Aguirre 72 Ama de casa 6 F Analfabeta
Francisco Javier Martínez 17 Estudiante 3 M Secundaria
Yolanda Cruz 60 Comerciante 4 F Secundaria
Dayrin Ortiz Barrios 19 Ama de casa 11 M Primaria
Amparo María Potoy 37 Ama de casa 3 F Primaria
Francisco Barrios Triguero 53 Agricultor 1 M Analfabeta
Francisco Hernández 61 Ganadero 3 M Primaria
Neftali Paisano 44 Guía turístico 6 M Secundaria
Maria Teresa Alemán 32 Ama de casa 7 F Secundaria
Carlos Álvarez 59 Agricultor 0 M Analfabeto
Pedro José Obregón 63 Jornalero 4 M Primaria
Maria del Socorro Gutiérrez 45 Maestra 6 F Secundaria
Socorro Barrios 52 Ama de casa 4 F Primaria
Arnulfo Hernández 55 Maestro 7 M Secundaria
Juana Alvarado 47 Ama de casa 4 F Primaria
Juana María Cabrera 70 Ama de casa 6 F Primaria
Socorro Triguero 41 Ama de casa 4 F Primaria
Yacondy Alemán Alemán 25 Estudiante 0 F Secundaria
Hortensia Garcia 65 Ama de casa 1 F Primaria
Ana Cabrera 43 Farmacéutica 7 F Universitaria
Angélica Carrillo 60 Ama de casa 3 F Analfabeta
María Rufina Mesa Rodríguez 50 Ama de casa 2 F Analfabeta
Jessica Rosario Porona Vallecillo 18 Ama de casa 2 F Primaria
Cecilia Mendoza 35 Ama de casa 2 F Primaria
Romelia Santana Hernández 72 Ama de casa 7 F Analfabeta
Trinidad Flores 77 Agricultor 5 M Primaria
Janeth Hernández 42 Ama de casa 11 F Primaria
Gilma Aguirre 34 Ama de casa 3 F Primaria
Pablo Arauz 42 Jornalero 15 M Primaria
Martina Aguirre 63 Ama de casa 9 F Primaria
Wilfredo Montoya 40 Contratista 2 M Primaria
Soledad Alemán 50 Ama de casa 4 F Primaria
Matías Álvarez Jiménez 50 Jornalero 19 M Primaria
Maritza Paisano 54 Ama de casa 17 F Secundaria
Gilberto Castillo Arguello 74 Jornalero 16 M Primaria
Jessica M. Castillo Hernández 24 Ama de casa 9 F Primaria
Maria Brígida 46 Ama de casa 17 F Primaria
Pablo José López 44 Jornalero 5 M Primaria
Leda Esther Alemán Mora 26 Ama de casa 11 F Primaria
29 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Carlos Díaz Álvarez 70 Agricultor 4 M Analfabeto

Mª Concepción Alemán Obregón 19 Estudiante 9 F Secundaria
Edgardo A. García 20 Conductor 11 M Secundaria
Juana Ponce Barrios 33 Ama de casa 4 F Primaria
Clariza Aguirre 54 Ama de casa 5 F Primaria
Nidia Aguirre 19 Administradora 3 F Secundaria
Coronado Hernández 48 Agricultor 8 M Secundaria
Diego Rocha 28 Desempleado 4 M Primaria
Martha Isabel Martínez 26 Ama de casa 3 M Primaria
Omar Eliécer Paisano 34 Ing. Agrónomo 6 M Universidad
Maritza Hernández 22 Ama de casa 3 F Primaria
Olga Obregón 57 Ama de casa 3 F Primaria
Georgina Monge Vanegas 20 Ama de casa 4 F Secundaria
María del Socorro Cruz 42 Ama de casa 7 F Secundaria
Wilfredo Ortiz 17 Agricultor 4 F Secundaria
Xiomara Menocal 32 Ama de casa 0 F Primaria
Nazario Martínez 48 Agricultor 0 M Analfabeto
Augusto Cruz Cruz 55 Ganadero 10 M Secundaria
Carmen Ortiz 43 Ama de casa 4 F Primaria
Julio Alemán 49 Pescador 14 M Primaria
Miriam Cruz 41 Ama de casa 6 F Primaria
María Teresa Alemán 35 Ama de casa 6 F Primaria
Araceli González Bonilla 26 Ama de casa 2 F Secundaria
Ledis Obregón Barrios 34 Ama de casa 2 F Primaria
Personas entrevistadas en Tilgüe, incluyendo el número de plantas reportadas por cada una de ellas

Entrevista etnobotánica en la comunidad de Tilgüe


Métodos cualitativos de información
Es un hecho innegable que la evaluación de la
medicina tradicional varía enormemente
dependiendo en qué parte del mundo se esté
desarrollando el estudio (Hedberg, 1993).
Ello obliga a que cualquier proyecto
etnobotánico, especialmente los versados en
las plantas medicinales, deba acometerse a
través de un detallado y planificado
programa de investigación; el cual debe
tener en cuenta no sólo el acervo cultural
transmitido por las comunidades indígenas
encuestadas, sino también la refutación
empírica, mediante la identificación de la
especie vegetal responsable, por parte del
propio investigador. En último término, un
proyecto de estas características, cuyo
objetivo último sea la transferencia del
conocimiento, no puede obviar las posibles
implicaciones posteriores de la investigación.
Atendiendo a lo antes comentado, el
presente trabajo ha seguido en su discurso,
básicamente, el programa planteado por
Samuelsson (1988) para el estudio de las
plantas utilizadas en la medicina tradicional.
Éste comprende los siguientes puntos clave:
1. Inventario e identificación botánica.
2. Revisión bibliográfica.
3. Pruebas farmacológicas de extractos
vegetales de diversas partes y
órganos de la planta.
4. Aislamiento e identificación
fitoquímica de los metabolitos
secundarios activos.
5. Estudios farmacológicos de
sustancias químicas aisladas.
6. Estudios toxicológicos.
7. Pruebas clínicas.
8. Elaboración de drogas, fitofármacos
y medicamentos.
En esta investigación, fundamentalmente
versada en el trabajo de campo, hemos
desarrollado los puntos 1 y 2 del programa
de investigación etnobotánica antes
mencionado. No obstante, con el objetivo de
Metodología 30
contribuir a un mejor conocimiento de las
propiedades medicinales de las plantas que
aquí se mencionarán, el punto 2 nos ha
llevado a sintetizar, en el catálogo
etnoflorísitico, los datos a día de hoy
conocidos, referidos al resto de puntos clave
3 a 7. Sólo en aquellos casos en que ha
parecido preciso haremos mención al punto
número 8.
Como se dijo antes, en este trabajo hemos
desarrollado básicamente los puntos
concernientes al inventario de la flora
etnomedicinal de la Isla de Ometepe, y su
identificación botánica a nivel específico. La
revisión bibliográfica posterior nos permitió
elaborar una ficha etnobotánica para cada
una de las especies documentadas, que se
presentará posteriormente en el catálogo
etnoflorísitico de la flora medicinal de
Tilgüe.
Las encuestas etnobotánicas consisten en la
recolección de los usos dados por los
pobladores –en nuestro caso de Tilgüe- a las
plantas medicinales (Martin, 1995).
El instrumento de trabajo es la encuesta
etnobotánica, entrevistas dirigidas a
integrantes de la comunidad indígena,
personales o grupales. El objetivo es conocer
las plantas y sus partes utilizadas, el modo
de preparación y dosis de tratamiento, y las
enfermedades para las que le sirven al ser
humano. Para su realización el investigador
elabora una ‘ficha de encuesta etnobotánica’,
en forma de encuesta estandarizada, en la
cual anota todos los datos que tiene que
preguntar a las personas entrevistadas
útiles para su investigación (Blanché et al.,
1996; Casana-Martínez et al., 1996).
Aunque los datos aportados en las encuestas
puedan ser importantes, resulta necesario
cotejar la información obtenida con la
naturaleza taxonómica de la especie
documentada, ya que a veces los nombres
vernáculos utilizados pueden ser variados e
incluso coincidentes entre diversas especies,
lo cual puede conducir a error (Hedberg,
31 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
1993). Para ello, lo adecuado es realizar una
visita al campo con la persona encuestada, de
manera que pueda observarse directamente
la planta referida, pudiéndose proceder a su
identificación y clasificación específica.
Para la determinación taxonómica de las
especies que se citan en el catálogo
etnoflorístico seguimos básicamente la Flora
de Nicaragua (Stevens et al., 2001).
La ficha de encuesta etnobotánica consta
de diversos puntos formulados como
preguntas a realizar al entrevistado. Cuanto
más precisos sean éstos más valiosa será
ésta y mejores resultados podrán extraerse.
En las entrevistas en Tilgüe los parámetros
de la ficha de encuesta etnobotánica han
seguido básicamente el modelo ofrecido por
el programa TRAMIL (Germonsén-Robineau,
1995):
a) Datos personales del entrevistado:
nombre, localidad de nacimiento, residencia,
edad, profesión, etc.
Es importante conocer el lugar de nacimiento
o residencia para ver la vinculación directa
entre la persona entrevistada y la zona de
estudio, pues puede ocurrir que el
entrevistado en realidad sea un foráneo y
que los conocimientos etnobotánicos que nos
está transmitiendo en realidad no son afines
a la zona de estudio sino a su propio
municipio de nacimiento o residencia, lo cual
puede lógicamente desvirtuar la entrevista
al no ser conocimientos de Tilgüe sino
importados.
Resulta particularmente interesante conocer
la edad del entrevistado, e incluso el
nombre, siempre que quiera facilitarlo, pues
gracias a la edad puede evaluarse la tasa de
transmisión oral de unas generaciones a
otras. En este sentido resulta lógico llevar a
cabo entrevistas preferentemente entre los
miembros de más edad de la comunidad, pero
también entre los más jóvenes. En cuanto a
la profesión es una cuestión igualmente
importante por poder tener una vinculación
directa con la explotación de los vegetales.
b) Fecha y lugar de la entrevista. La
fecha es necesaria tanto para vincular los
datos de campo a un momento temporal
concreto, y para determinar la transmisión
de conocimientos etnobotánicos por parte
del entrevistado en referencia a una época
concreta del año. El lugar es igualmente
reseñable pues se aconseja entrevistar a las
personas en la propia zona de estudio.
c) Plantas conocidas por el entrevistado
con un uso etnobotánico concreto. Este
punto es quizá el más interesante e
importante de la entrevista, pues en él se
van a basar tanto el catálogo etnoflorístico
como las conclusiones y discusiones de la
investigación etnobotánica.
La entrevista, en este sentido, puede
realizarse básicamente de dos maneras:
incentivando al entrevistado a relatar
plantas utilizadas bajo usos concretos (en
nuestro caso medicinal); bien mostrarle una
determinada planta conocida por el
entrevistador (pliego testigo o fotografía) y
que el entrevistado confirme o no si tiene
algún uso etnobotánico conocido.
En buena lógica, cada planta descrita por el
entrevistado debería suponer la realización
de una ficha individual.
Por cuestiones de logística, particularmente
las que hacen referencia al volumen de
trabajo, éste se ha centrado, como se dijo,
en la documentación de aquellas plantas
relacionadas con la salud; por ser éstas las
que reúnen mayor importancia para la
comunidad indígena en estudio: Tilgüe.
En este sentido, nuestra atención se centró
en las que genéricamente podríamos
denominar plantas medicinales, es decir que
sirven para curar enfermedades; pero
también en otras vinculadas igualmente a la
salud o a problemas sanitarios que pueden
afectar al ser humano: alexitéricas,

veterinarias, antiparasitarias, vermífugas,
insecticidas y repelentes, cosméticas e
higiene, alucinógenas y psicoactivas, mágicas
medicinales y rituales, venenosas, tóxicas,
urticantes, afrodisíacas, etc.
d) Nombre(s) vernáculo(s) o popular(es)
de las plantas conocidas por el entrevistado.
e) Qué parte de la planta se utiliza: toda
entera, hojas, flores, tallos, raíces, frutos,
semillas, etc. También es necesario
preguntar la fecha de recolección u otros
aspectos relacionados con ésta según los
consejos aportados por el entrevistado. En
el modelo de encuesta que luego se facilita
se detallan estos aspectos.
f) Modo de preparación. Debe incluir qué
cantidad de planta se procesa, dependiendo
de la parte implicada, si es en estado fresco
o seco, y de igual manera detalles concretos
de las formas de preparación y cantidades
según cada una de ellas. En el modelo
posterior también se indican dichas
posibilidades, descritas sucintamente por
Gurib-Fakim (2006) entre otros.
g) Dosificación, modo de administración
y temporalidad del tratamiento. Este último
puede implicar administraciones orales
(infusiones, decocciones, tinturas, siropes,
jugos y zumos, consumo directo de planta,
enjuagues), nasales (vaporización, gotas,
fumables), tópicas (lociones, aceites, cremas
En las generaciones futuras reside la permanencia o no del acervo etnobotánico
Metodología 32
con extractos de plantas medicinales, etc.),
rectales (preparaciones líquidas en forma de
enemas), baños y lavados, etc.
h) El uso etnobotánico documentado se
mantiene en la actualidad o se ha perdido. Si
existe aún transmisión oral generacional y en
qué sentido. Si existe transmisión oral entre
familias o comunidades alejadas en una
misma zona de estudio.
i) Otros datos de interés: anécdotas o
historias vinculadas a una planta; datos
ecológicos (silvestre, cultivada, naturalizada
o importada); área de distribución en el área
de estudio; si está amenazada o en peligro
de extinción; abundancia en la zona; dónde
se recolecta; frecuencia de uso;
precauciones, contraindicaciones, resultados
obtenidos en el tratamiento específico, etc.
En realidad, la elaboración de la ficha
etnobotánica puede resultar una labor más o
menos trabajosa, dependiendo tanto de las
particularidades de la zona de estudio como
de la rigurosidad del investigador. No
obstante, no es menos cierto que la
entrevista o encuesta etnobotánica debe ser
lo más intuitiva posible, dejando cierta
libertad de expresión tanto al entrevistado
como al entrevistador, pues a veces puede
perderse información por el simple hecho de
otorgar a la entrevista demasiado rigor.
33 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Modelo de ficha de encuesta etnobotánica (hoja 1)

 Metodología 34

Modelo de ficha de encuesta etnobotánica (hoja 2)

35 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Métodos cuantitativos de tratamiento
En los últimos años, dentro de la
investigación etnobotánica, se ha producido
una tendencia manifiesta hacia el uso de
métodos cuantitativos de análisis estadístico
de datos etnoflorísticos, empleando diversas
herramientas (Mesa-Jiménez, 1996). Este
nuevo enfoque se suma a las indagaciones de
tipo cualitativo, como las expuestas con
anterioridad, las más estudiadas en esta
disciplina, históricamente, por resultar
imprescindibles para comprender los
contextos socioculturales y simbólicos de
una comunidad y sus elementos poco o nada
cuantificables.
Siguiendo las reflexiones e indicaciones del
autor anterior, en este trabajo se realizaron
análisis numéricos para analizar los datos de
las encuestas etnobotánicas emprendidas en
la comunidad indígena de Tilgüe.
Esta aproximación estadística nos permitió
comparar, cualitativa y cuantitativamente
hablando, algunos parámetros tales como la
edad, el sexo o la ocupación laboral, y su
posible incidencia en un mayor o menor
conocimiento etnobotánico de la zona.
A tal fin, se utilizaron una serie de índices
muy sencillos, de carácter estadístico, que
permitieron establecer conclusiones variadas
desde distintas perspectivas. De igual
manera, se utilizaron otros índices referidos
ya directamente a las especies vegetales
empleadas etnomedicinalmente, en cuanto a
su origen, frecuencia de uso, etc.
No obstante, siguiendo los postulados de
Mesa-Jiménez (1996), con los que estamos
de acuerdo, no debemos olvidar que la
aplicación de aproximaciones numéricas no
deja de ser un hecho redundante, en tanto y
en cuanto tiende a simplificar la realidad del
hecho en sí postulándose en unos índices de
medida no siempre ciertos o, en su defecto,
adaptados a la problemática e interés del
investigador en su afán cuantificador de los
datos etnobotánicos.
Sin dudar en que tal aproximación tiene gran
validez empírica, tampoco puede obviarse
que la realidad del hecho no siempre es
cuantificable, pues el fenómeno en sí, el
conocimiento etnobotánico en este caso, es
un hecho múltiple, en última instancia no
cuantificable (Pigem, 1993).
Antes hemos citado algunos parámetros que
se tuvieron en cuenta en la elaboración de
estos índices, y no debe descartarse que la
interacción entre ellos es un hecho singular
pero muy difícil de pronosticar salvo que se
realicen estudios sociológicos en paralelo a la
investigación etnobotánica (Reyes-García et
al., 2006), lo cual no es factible o diseñable
como formulación empírica. En palabras de
Maldonado-Koerdell (1940), la “etnobotánica
ha de ser una disciplina de síntesis que no de
análisis, por mucho que se sirva de éste en
fases intermedias o interpretativas”.
Como señala Mesa-Jiménez (1996), la
utilización de análisis estadísticos en la
investigación etnobotánica puede conducir al
error, inherente a muchos científicos, de
intentar reconducir la situación hacia una
‘etnobotánica de récords’, a poder suponer
como conclusión final del trabajo que la zona
de estudio en cuestión es la que alberga la
mayor riqueza etnobotánica de un área
concreta, una región, un país, un continente,
o por qué no del planeta en su totalidad.
Este tipo de consideraciones, a parte de su
inutilidad y falsedad innatas, no es en
manera alguna virtud de la realidad, pues el
mayor o menor conocimiento etnobotánico de
una determinada comunidad puede venir
mediado no sólo por su complejidad o
estructuración social, sino también por su
capacidad adaptativa a un medio concreto,
es decir, por su espectro de necesidades.
Por poner un ejemplo, si una comunidad no es
afectada por la malaria, difícilmente sus
integrantes van a buscar remedios naturales
de origen vegetal que les permitan sanar
dicha enfermedad. Esto no debe ser
entendido como ‘pobreza’ etnobotánica’, sino

como capacidad de adaptación al recurso
disponible, o adaptación a necesidades
concretas que no a las innecesarias. En el
caso opuesto, si la misma comunidad sí es
afectada por la malaria, no debería resultar
extraño que en su espectro etnobotánico de
conocimientos existieran no una sino varias
especies vegetales que se usaran a tal fin;
esto tampoco ha de entenderse ahora como
‘riqueza’ etnobotánica’, sino, de nuevo, en
base a la posibilidad adaptativa de un
determinado grupo humano al recurso.
Profundizando en esta cuestión, pudiera
darse el caso que una comunidad utilizara
cinco o más especies para tratar una
enfermedad, mientras que otra únicamente
utilizara una: tampoco podría hablarse de
pobreza o riqueza en el conocimiento
etnobotánico, sino de eficacia del remedio
tanto en la especie vegetal utilizada como
posiblemente en el modo y dosis de uso.
En conclusión, índices y otros parámetros
estadísticos han de entenderse como
aproximaciones a una disciplina concreta, la
etnobotánica, cuyo altísimo componente
antropológico, cultural y social, no debe ser
obviado. Además, son índices cuantitativos
que se apoyan sobre otros cualitativos
(Johns et al., 1990), por lo que en último
término pueden ser complementarios.
Una vez expuestas estas consideraciones,
que de manera alguna desvirtuan el uso de
aproximaciones matemáticas cuantitativas,
resulta necesario señalar que éstas han de
ser tomadas con toda la precaución posible.
A continuación se presentan las distintas
formulaciones estadísticas utilizadas en este
trabajo, qué parámetros cualitativos suponen
y el significado de cada una de ellas.
Son índices etnobotánicos documentados en
la bibliografía, amén de algunos inéditos que
aquí se presentan y que básicamente buscan
reflejar cuantitativamente la realidad social
que caracteriza la comunidad indígena en
estudio: Tilgüe.
Metodología 36
Índice de etnobotanicidad
Creado por Porteres (1970), este índice (IE)
consiste en dividir el número de especies
utilizadas en un área de estudio (NTEU),
multiplicado por 100, entre la cantidad total
de plantas que crecen en la zona (NTEV),
para expresar así su riqueza etnobotánica.
En el caso que nos concierne, dado que
hemos restringido ese espectro de usos al
‘uso medicinal’, tal valor se referirá
realmente al índice de etnobotanicidad
medicinal (IEm) y al número de especies
utilizadas medicinalmente (NTEUm):
NTEUm × 100
IEm =
NTEV
Tiene una limitación importante, y es que,
suponiendo que han sido documentadas en las
encuestas todas las especies con potencial
medicinal, requiere un estudio florístico muy
detallado que permita cuantificar el número
total de especies vegetales existentes en un
determinado área de estudio.
Índice de fitoetnoendemicidad
Este índice (IFEE) se refiere al número de
plantas utilizadas en un determinado área de
estudio, que aunque existan en otras sólo se
utilizan en ésta (Mesa-Jiménez, 1996). Como
antes, sólo nos referiremos a los aspectos
‘medicinales’ de este índice.
La formulación matemática es sencilla, pues
bastaría relacionar el número de endemismos
(NEE) de una determinada zona (multiplicado
por 100) con el número total de especies
vegetales presentes en ella (NTEV):
NEE × 100
IFEE =
NTEV
En nuestro caso, dada la restricción
comentada a los usos medicinales, este
índice se podría expresar de varias maneras
que a continuación señalamos:
37 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
IFEEm-t : referido al número total de
especies endémicas con potencial medicinal
(NEEm) frente al número total de especies
vegetales del área (NTEV).
IFEEm-m : referido al número total de
especies endémicas con potencial medicinal
(NEEm) frente al número total de especies
vegetales medicinales del área (NTEUm).
IFEEm-e : referido al número total de
especies endémicas con potencial medicinal
(NEEm) frente al número total de especies
endémicas del área (NEE).
Este índice informa, detalladamente, sobre
la singularidad cultural en el uso de plantas;
sobre el nivel de aislamiento de la comunidad
o área en estudio, o de la capacidad de
intercambio cultural (hecho importante en el
caso de la Isla de Ometepe); y, finalmente,
del grado en que la población tiene
necesidades concretas, biológicas y/o
culturales, diferentes a otros grupos
humanos o comunidades indígenas.
Hay que señalar que el IFEE generalmente
viene referido al número de endemismos del
área de estudio, según sus usos, pues
sabiendo que una especie vegetal es
endémica no quedan dudas que su uso está
restringido al área del endemismo. No
obstante, podría darse el caso de especies,
que sin ser endémicas, podrían tener un uso
exclusivo en un área de estudio determinado.
Esta última posibilidad, seguramente cierta,
sin embargo es muy difícil de aproximar
experimentalmente pues ni se tienen datos
etnobotánicos de todas las comunidades o
grupos humanos que habitan en este planeta
ni es posible realizar una revisión
bibliográfica a tal extremo.
Índice de fitoetnoaloctoneidad
Éste, cuyo acrónimo es IFEA, se refiere a
las especies que tienen un uso etnobotánico
pero que no crecen espontáneamente, es
decir de manera natural, en el área de
estudio. Hace mención, por tanto, a las
alóctonas con uso etnobotánico (Mesa-
Jiménez, 1996). Aunque algunos autores
consideran fuera de este índice las especies
cultivadas, hemos considerado que siempre y
cuando éstas no sean originarias del área de
estudio han de ser introducidas, aunque sea
en cultivo, y entonces alóctonas. Especies
introducidas, aunque sea accidentalmente,
por mucho que hayan llegado a naturalizarse,
deben considerarse también alóctonas, pues
de alguna manera éstas no formaran parte
del acervo etnobotánico de los ancestros
prehistóricos del área estudiada.
Éste índice se calcula multiplicando el
número de especies alóctonas con uso
etnobotánico (NSAU) por 100 y dividiéndolas
entre el número de especies totales
utilizadas en el área (NTEU):
NSAU × 100
IFEA =
NTEU
No tendría sentido alguno utilizar el número
de especies totales (NTEV) de los índices
anteriores, pues el objetivo de este índice
es determinar la proporción de especies
utilizadas que no son autóctonas de un
determinado área.
Como en los casos anteriores, el índice que
se calculará aquí hará referencia al ‘índice
de fitoaloctoneidad medicinal’ (IFEAm),
relacionando las especies alóctonas con
propiedades medicinales (NSAUm) frente a
todas las que tienen uso medicinal (NTEUm).
El interés de este índice es que ofrece
información sobre el grado de dependencia
de una determinada comunidad frente a
recursos naturales exógenos o respecto de
otras áreas, el nivel en que el medio natural
no ofrece soluciones concretas o puntuales a
determinados requerimientos, y, finalmente,
permite relacionar las características de la
propia población en relación a sus patrones
de intercambio cultural o económico, pautas
y rutas de comunicación y comercio. Resulta
un índice con un componente social muy
reseñable, relacionando comunidades.

Índice de endemoutilización
Este índice (IEU) cuantifica los usos
concretos que se dan a un vegetal en la zona
de estudio. Es decir, aunque una planta tenga
diversos usos conocidos en distintas áreas
geográficas, el objetivo de este índice es
documentar aquéllos que son endémicos del
área considerada (Mesa-Jiménez, 1996).
Imaginemos una planta que se usa para
combatir la malaria en toda Centroamérica,
pero que en Ometepe tiene un uso exclusivo,
restringido a la isla y no conocido en ningún
otro sitio, contra la diabetes: esa planta
tendría por tanto un uso endémico en
nuestra zona de estudio.
Se calcula dividiendo el número de usos
particulares de la zona de estudio (NUP)
multiplicado por 100 entre el número de usos
totales (NTU):
NUP × 100
IEU =
NTU
Este índice informa sobre la singularidad de
usos etnobotánicos de una zona dada, y del
nivel de contacto (fundamentalmente oral)
respecto de otros grupos humanos; teniendo
una relación muy extrecha con necesidades
intrínsecas de una determinada comunidad
inexistentes o solucionadas de manera
distinta en otras. Complementa al antes
citado índice de fitoetnoendemicidad, y las
conclusiones han de ser conjuntas.
Dada la restricción a los usos medicinales, la
formulación del IEU debería ser precisada.
Hablaríamos entonces de un ‘índice de
endemoutilización medicinal’ (IEUm) sólo
referido a usos medicinales endémicos de
Tilgüe; de un ‘número de usos medicinales
endémicos’ (NUPm) frente al ‘número de usos
medicinales totales’ (NTUm).
Resulta lógico precisar que el IEUm se
refiere al total de usos medicinales
endémicos sin tener en cuenta las especies o
familias botánicas implicadas, por lo que este
Metodología 38
índice, en segundo término, podría incluso
utilizarse a nivel taxonómico de igual
manera, siempre y cuando un determinado
taxón lo precisara.
Hay que señalar que el cálculo de este índice
necesita un listado claro y pormenorizado de
usos considerados medicinales. Muchas
patologías suelen estar relacionadas, sobre
todo en el caso de la fiebre, por lo que a
veces puede resultar contraproducente
considerar el uso febrífugo de una especie
como un uso medicinal concreto si éste va
relacionado con otro paralelo.
Por lo tanto, en el análisis numérico de este
índice, o de los anteriormente citados, sólo
consideraremos como medicinales, en
sentido estricto, aquellos usos que traten de
atajar un hecho concreto como puede ser la
fiebre, siempre y cuando no esté relacionado
con otros usos.
Índice de conocimiento etnomedicinal
Hasta ahora, los índices que hemos ido
señalando hacían referencia tanto a las
especies vegetales (su número u origen)
como a los usos medicinales concretos. Sin
embargo, ninguno de dichos índices tiene en
cuenta el número de informantes que han
señalado cada especie o cada uso, ni tampoco
su sexo, edad o profesión. Quizá sean estos
últimos detalles los que permiten, de alguna
manera, incentivar un estudio más detallado
sobre el grado de conservación del acervo
etnobotánico en una determinada comunidad,
o el porcentaje de transmisión de tales
conocimientos intergeneracional.
Teniendo en cuenta lo dicho, hemos pensado
en la conveniencia de definir algún índice que
tomara en cuenta tales hechos y los
cuantificara (Reyes-García et al., 2006).
El índice de conocimiento etnomedicinal
(ICEm), que se propone, relacionaría el
número de personas encuestadas que han
ofrecido datos positivos sobre el
conocimiento de plantas medicinales (NPEm),
39 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
multiplicado por 100, respecto al número
total de personas encuestadas (NPET):
NPEm × 100
ICEm =
NPET
Este índice tiene una desventaja añadida,
que refleja el hecho de que la mayor parte
de las personas sometidas a encuestas, en
ánimo de su buena disposición, siempre
aportan información positiva de una manera
u otra, por lo que por regla general este
índice suele tener un valor muy alto cercano
a su máximo de 100. Es, sin embargo,
importante su cálculo para determinar el
grado de conocimiento etnobotánico de un
uso concreto, como el medicinal, en el seno
de una comunidad como la nuestra.
El índice anterior, no obstante, puede ser
expresado en términos particulares de
diversos parámetros como el género o sexo,
la formación académica, la edad y la
situación laboral, con el objetivo de obtener
detalles quizá más precisos.
Según ello, podríamos definir el ICEm
separando ambos géneros, es decir el ‘índice
de conomiento etnomedicinal genérico’
(ICEm-g), que en realidad podríamos
expresarlo de dos maneras según sexo
(hombres o mujeres): es decir, el número de
hombres encuestados con conocimientos
etnobotánicos medicinales multiplicado por
100 frente al número total de hombres
encuestados; y por igual en el caso de las
mujeres.
De igual manera, el ‘índice de conocimiento
etnomedicinal por edades’ (ICEm-e) sería
calculado teniendo en cuenta las personas
con conocimientos sobre plantas medicinales
en cada espectro de edad frente al total de
personas encuestadas del mismo.
Con la misma dinámica calcularíamos los
índices de conocimiento etnomedicinal según
la escolarización (ICEm-c) y la ocupación
laboral (ICEm-l) teniendo en cuenta los datos
expuestos en la tabla de encuestados.
Podrían también sugerirse toda otra serie de
índices que relacionaran transversalmente
algunos de estos parámetros: edad y
profesión, edad y formación académica,
profesión y formación académica, sexo y
profesión, sexo y formación académica, etc.
En cualquier caso, dado que el número de
encuestas etnobotánicas realizadas, en una
comunidad pequeña como la de Tilgüe, no ha
sido excesivamente alto, con los diferentes
índices generados, referidos al conocimiento
etnomedicinal, puede resultar suficiente
para estimar el peso de cada uno de dichos
parámetros, sin que ello desmerezca que
puedan evaluarse conjuntamente.
Índice de etnobotanicidad social medicinal
Este índice (IESm) se genera con el objetivo
de relacionar el primero y el último de los
índices hasta ahora referidos, es decir el
índice de etnobotanicidad medicinal (IEm) y
el índice de conocimiento etnomedicinal
(ICEm). Su función es la de tener en cuenta
no sólo la riqueza de especies vegetales con
propiedades medicinales utilizadas en Tilgüe,
sino relacionar el número de éstas con
diversos parámetros de tipo social como los
descritos en el apartado anterior, es decir
edad, profesión, escolarización y género.
Al igual que en el ICEm, este índice podría
tratarse desde un punto de vista
multiparamétrico. Sería un modo más de
cuantificar detalladamente tales parámetros
y comparar si el hecho de contabilizar el
número de plantas referidas a ellos incide o
no en el valor de su índice, y cómo pueden
interpretarse tales datos conjuntamente.
Teniendo en cuenta los distintos parámetros
sociales citados, la formulación de este
índice sería la siguiente:
NTEUSm ( g , e , c , l ) × 100
IESm ( g , e , c , l ) =
NTEUSm
En dicha fórmula, IESm(g,e,c,l) representaría el
valor del índice para cada parámetro
 Metodología 40

considerado: género (IESm-g), edad (IESm-e), Desarrollado inicialmente por Phillips y

formación académica (IESm-c) y actividad Gentry (1993), precisado luego por Phillips
laboral (IESm-l); mientras que NTEUSm(g, e, c, l) (1996), su objetivo es relacionar los datos
haría referencia al número de especies de los informantes, individualmente y en su
citadas en las encuestas, con potencial globalidad, respecto del número de usos
medicinal, en cada parámetro (NTEUSm-g, etnobotánicos de una especie dada, en
NTEUSm-e, NTEUSm-c, NTEUSm-l). NTEUSm nuestro caso medicinales.
sería el número total de plantas medicinales
citadas. El índice de valor de uso (IVUs), de alguna
manera, expresa la importancia o el valor
Es importante indicar que este último valor, cultural de una especie concreta s entre los
NTEUSm, no hace referencia al número de informantes entrevistados.
especies totales referidas en las encuestas,
sino al número total de citas, en cada Se calcula dividiendo el sumatorio del
parámetro social, independientemente de número de usos mencionados por cada
que en ellas se repitan o no las especies. informante i para la especie s (Uis), para cada
especie (ΣUis), entre el número de
Creemos que es más adecuado actuar así informantes total (NPET):
para evaluar cuantitativamente de manera
más real el conocimiento etnobotánico
IVUs =
∑Uis
referido a cada grupo social considerado,
NPET
pues en caso de haber utilizado el número de
especies vegetales de alguna manera se
Con los datos aportados por cada
habría obviado mucha información.
informante, y en conjunto por todos ellos,
este índice expresaría, en cierta manera, el
Por ejemplo, supongamos el caso de que el
número promedio de usos de una especie en
conjunto de mujeres encuestadas refieren
particular (Cotton, 1996, 1999); o, lo que es
un total de 400 citas sobre plantas
lo mismo, el índice de valor de uso general de
medicinales, que en realidad están haciendo
esa especie: la relación entre el número de
mención a sólo 20 especies vegetales;
usos mencionados en cada entrevista y el
mientras que los hombres podrían haber
número de entrevistas realizadas para esa
alcanzado sólo 200 citas referidas a 10
especie (Bermúdez y Velázquez, 2002).
especies. En principio, si calculáramos algún
tipo de índice con tales datos, los resultados
Nivel de uso significativo TRAMIL
referidos a mujeres y hombres podrían
parecerse (en cada caso hay una relación 20
El programa TRAMIL (Traditional Medicine
a 1 entre especies y número de citas),
for the Islands), de investigación aplicada
cuando la realidad del conocimiento social
de la medicina tradicional en las islas
etnomedicinal es diferente.
caribeñas, se creó en 1982 en la República
Dominicana, gracias al esfuerzo común
El IESm, a diferencia de otros índices,
emprendido por la ONG ENDA-Caribe, el
permite evaluar con mayor certitud el peso
Laboratorio de Sustancias Naturales de la
de cada uno de los grupos integrados en cada
Facultad de Medicina y Farmacia de Puerto
parámetro, en cuanto a los conocimientos
Príncipe, una federación de asociaciones
etnomedicinales de la comunidad en estudio.
campesinas dominicanas y el dispensario SOE
de Thomonde en Haití (Pijoan, 2004).
Índice de valor de uso
En 1994, gracias a los fondos aportados por
Este índice es, sin lugar a dudas, de los más
IDRC (International Development Research
utilizados en la bibliografía etnobotánica.
41 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Centre), se estableció una oficina regional Además, el programa, amén de otorgar

del programa en Centroamérica, desde
Belice hasta Panamá. Desde entonces, el
programa TRAMIL, cuyo propósito es
racionalizar las prácticas de salud basadas
en el uso de plantas medicinales, ha crecido
progresivamente. Hoy su radio de acción se
extiende a casi todas las islas y países que
tocan el Caribe: desde la costa caribeña del
Yucatán mexicano hasta la venezolanas y
colombianas, incluyendo la Guayana francesa,
todos los países del itsmo centroaméricano
salvo El Salvador, y la mayoría de islas y
países antillanos.
El interés de este programa, tanto desde un
punto de vista social como científico, es que
pone el énfasis en las personas que se sirven
de remedios medicinales tradicionales de la
naturaleza, más que en los curanderos,
chamanes o sanadores tradicionales cuya
práctica a menudo está excesivamente
embutida de conceptos mágicos.
mucho interés a los aspectos etnológicos,
sociales, culturales, y botánicos de la
investigación, también centra su especial
atención en las propiedades fitoquímicas y
en la actividad farmacológica y clínica de las
plantas documentadas etnobotánicamente.
El nivel de uso significativo TRAMIL (UST)
(Germonsén-Robineau, 1995), de cada
especie, expresa aquellos usos medicinales
que son citados con una frecuencia superior
o igual al 20%, por personas encuestadas que
usan las plantas como primer recurso para un
determinado problema de salud, y que por
tanto pueden considerarse significativos
desde el punto de vista de su aceptación
cultural y merecen entonces su evaluación y
aceptación científica.

En base a ello, los investigadores del

programa TRAMIL realizan sus encuestas
sobre aquella parte de la población que más
participa en el uso y residencia de la
medicina tradicional, es decir en las madres
y las abuelas por ser ellas la cabeza de la
unidad familiar.

Uno de los objetivos básicos de este

programa, quizá de los más importantes, es
poder ofrecer alternativas comprobadas
científicamente a los fármacos sintéticos
mediante la mejora y la racionalización de las
terapéuticas populares basadas en el uso de
las plantas medicinales (Pijoan, 2004).

Se incentiva, especialmente, discernir en el

acervo cultural de la medicina tradicional
todo aquello que es realmente útil y eficaz,
frente a lo que es mera creencia. De esta
manera, surgen estrategias de transferencia
del conocimiento etnomedicinal, que sólo
pueden resultar muy eficaces para las
comunidades indígenas, gracias, entre otras
cosas, al bajo coste del remedio natural y a
la refutación empírica de éste.
Aristolochia grandiflora, como otras especies del
género con flores increíblemente grandes, se usa en el
Caribe como antifebrífuga y analgésica; aunque en
algunos países sudamericanos también se utiliza en el
tratamiento de úlceras, asma, gangrenas, malaria e
incluso como insecticida, alexitérica y repelente de
ofidios gracias a su contenido en ciertos terpenoides
tales como alcanfor, geraniol, limoneno y linalool. En
algunos de estos países, gracias a sus múltiples virtudes
etnomedicinales, se están planteando seriamente su
cultivo para asegurar también su no extinción

El índice UST se calcula dividiendo el número
de citaciones de uso de cada especie s (NCs),
multiplicado por 100, entre el número de
informantes encuestados (NPET):
NCs × 100
UST =
NPET
El parámetro NCs hace sólo referencia al
número de veces que la especie es citada
entre los informantes, con independecia del
número de usos que cada uno de ellos pueda
darle (Uis), valor éste que sí fue considerado
en el índice de valor de uso antes expuesto.
Consideraciones del valor de los índices
Los valores numéricos de cada uno de los
índices considerados dependen del grado de
precisión que queramos establecer, de ahí el
peligro señalado de intentar convertir la
etnobotánica en una ‘olimpiada’. Se intentará
ser por tanto muy rigorosos a tal respecto.
Por ejemplo, parece más adecuado separar
como usos medicinales los que hagan
referencia a enfermedades diferentes, por
mucho que todas ellas tengan un origen
bacteriano, viral o fúngico llegado el caso.
De esta manera podremos apreciar mejor la
realidad de cada índice respecto un uso
medicinal concreto y bien determinado en la
comunidad indígena en estudio.
En última instancia, intentar valorar cada
uno de los índices en términos de su valor
‘alto’, ‘medio’ o ‘bajo’, respecto al valor
máximo de 100 en todos ellos, puede
resultar una práctica imprudente a la vez
que poco precisa, ya que tal valoración
merecería una comparativa sucinta con el
cálculo de los mismos índices en otro tipo de
grupos humanos, comunidades indígenas,
países o regiones geográficas; es decir a
nivel interzonal o interpoblacional.
Los índices son complementarios entre sí
respecto a la información que aportan, pero
no es recomendable su comparativa directa
de los valores numéricos obtenidos. Así, un
Metodología 42
valor de 95 en un índice puede suponerse
muy alto y otro de 45 muy bajo, y en cambio
ese valor de 45 puede resultar alto en otro
índice diferente.
Además, la aproximación estadística de la
investigación etnobotánica no puede ni
debería obviar su carácter antropológico y
social, las peculiaridades intrínsecas de cada
comunidad en estudio, y sus requerimientos
específicos, incluyendo los medios ecológicos
y por ende la riqueza florística, donde se
asientan.
Ésta puede resultar un ejercicio práctico
adecuado a la hora de comparar comunidades
vecinas, otras poblaciones cercanas a Tilgüe,
cuando tal comparativa sea precisa en cuanto
a significatividad estadística se refiere.
También puede resultar interesante su uso
al comparar comunidades indígenas de
distintos paises latinoamericanos, aunque en
este caso la raíz prehistórica de sus
pobladores, circunstancias antropológicas y
sociales, y toda una serie de parámetros que
se anclan en la historia de cada comunidad,
deben ser considerados.
En las faldas del volcán Concepción se asienta la
comunidad indígena de Tilgüe, en la cual hemos llevado a
cabo el estudio de etnobotánica medicinal que se
presenta en estas páginas. Éste ha comprendido un total
de 76 encuestas (21,1% de la población),
fundamentalmente en personas de cierta edad (hasta un
25% corresponde a mayores de 50 años); y sobre todo,
tal y como aconseja el programa TRAMIL, hemos
encuestado mayoritariamente a mujeres, madres y
abuelas, en su mayor parte amas de casa, pues en ellas
reside posiblemente el acervo etnomedicinal más
importante y duradero de la comunidad de Tilgüe. En
ellas recae la transmisión a generaciones venideras
43 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
CATÁLOGO ETNOFLORÍSTICO MEDICINAL
Tras la realización de las encuestas
etnobotánicas, en la comunidad de Tilgüe,
centrados en los aspectos medicinales o
relacionados con la salud en el uso de las
plantas por ésta, a continuación se exponen
los conocimientos medicinales aportados por
el acervo cultural, así como los datos
farmacológicos y fitoquímicos inferidos de la
profunda revisión bibliográfica, referidos a
las 72 especies documentadas en la Isla de
Ometepe.
El catálogo etnoflorístico resultante se ha
organizado con el siguiente esquema, para
cada una de las especies vegetales
medicinales documentadas:
• Nombre científico de la especie
considerada y sinonimias.
• Familia botánica a la que pertenece (y
subfamilia en su caso).
• Nombres vernáculos reconocidos en
Tilgüe. En este apartado no se referirán
denominaciones vernáculas exógenas a
nuestra zona de estudio, las cuales, de
ser importantes o, en su defecto,
ampliamente conocidas, se tratarán en el
texto indicando su procedencia o
universalidad. En cualquier caso, datos
auxiliares se centrarán básicamente en
el ámbito del Caribe o Centroamérica,
áreas que desde un punto de vista
comparativo permiten tal aproximación.
• Biotipo. Distribución y ecología. Sólo se
harán precisiones detalladas en los casos
que lo requieran por su importancia
particular.
• Etimología: breves pinceladas sobre la
etimología tanto de la denominación
científica como la vernácula, siempre que
esta información esté disponible.
• Descripción: de manera general sólo se
describirán las especies que lo requieran
para entender mejor los datos aportados
por las encuestas etnobotánicas. No se
realizará una descripción pormenorizada
de cada una de ellas por no ser éste el
objetivo del trabajo ni su fundamento
empírico.
• Usos medicinales de la especie en
cuestión en el área de estudio. De
manera general intentaremos obviar otra
información etnomedicinal que no
corresponda a Tilgüe, pues el interés de
este trabajo es, precisamente, el
potencial de dicha comunidad. No
obstante, siempre que sea necesario o
recomendable, se hará mención al uso
dado a una determinada especie por
parte de otras comunidades indígenas, o
no, sea cual fuere su ubicación
geográfica, siempre y cuando dicho uso
tenga algún tipo de coincidencia con lo
documentado en las escuestas de Tilgüe,
o resulte interesante mencionarlo por su
particularidad farmacológica, sanitaria o
médica. Centraremos nuestra atención,
comparativamente hablando, en el área
caribeña y centroamericana.
• En ocasiones se hará mención a otros
usos etnobotánicos, no medicinales,
siempre que el caso concreto así lo
recomiende. Lo mismo sobre su
toxicidad.
• Preparación y dosis del remedio
medicinal de origen vegetal, indicando las
partes utilizadas.
• Enumeración y descripción de los
principales metabolitos implicados en la
actividad biológica y propiedades
medicinales. El grado de detalle
dependerá de cada caso y de la
necesidad de profundizar en este tipo de
dato. Cando una determinada actividad
biológica se refiera a un grupo de
metabolitos concreto (flavonoides,
terpenoides, etc.), se hará mención a
éstos sin más detalle; pero cuando en
cambio tal actividad es exclusiva de
algunos de ellos se citarán y
concretizarán. En la medida de lo posible
se intentará describir, detalladamente,

aquellos metabolitos que caracterizan
una especie, siempre y cuando la
información esté disponible y su
referencia pueda aportar algún dato de
interés a la discusión sobre su actividad
biológica.
• Ubicación de dichos metabolitos en la
planta y modo de acción frente a una
enfermedad concreta, siempre y cuando
éste sea conocido.
• De igual manera, en el caso de usos
etnomedicinales no documentados en
Tilgüe, siempre y cuando una especie
tenga un potencial farmacológico
Catálogo etnoflorístico medicinal 44
interesante se hará referencia a él. Esto
podrá apreciarse en taxones con
potencial frente al cáncer, la malaria, o
como antivirales (especialmente frente
al virus del sida); o en el caso de
enfermedades concretas de importancia
social y económica, e incluso en
tratamientos plaguicidas.
• Finalmente, cada especie será
acompañada de material gráfico que
mostrará la morfología de los órganos
vegetales descritos referidos a su uso
etnobotánico.
45 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Allium sativum L.

Familia: Liliaceae (Allioideae).

Sinonimias: Allium sativa L., A. sativum var. arvense, A. sativum var. sativum L.
Nombres vernáculos: Ajo.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Su origen parece encontrarse en las estepas de Asia Central, desde donde se extendió hacia el este hasta
alcanzar China y al oeste en dirección a Europa. Actualmente se encuentra cultivada en muchas zonas de América, como
Nicaragua, donde su clima templado es adecuado para esta especie bulbosa con una gran demanda en el mercado interno.
En Nicaragua es especie cultivada y naturalizada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre latino del adelgazar, para lo cual se toma en ayunas un

género Allium procede del vocablo celta all
(ardiente o caliente), haciendo mención al
sabor picante de este bulbo al consumirse
fresco. Por su parte, el sufijo específico
sativum se refiere a su carácter cultivado.
El ajo es, sin lugar a dudas, uno de los
ingredientes gastronómicos más populares
del mundo, con actividad immunomodulatoria
y multitud de atributos medicinales, todo lo
cual coloca a esta planta en un puesto muy
importante en la dieta cotidiana (Koch y
Lawson, 1996).
diente de ajo diario durante uno o dos meses
hasta conseguir el peso deseado. De igual
manera, en Tilgüe el ajo se usa para calmar
dolores de oídos, aplicándose un diente de
ajo, previamente machacado y calentado,
envuelto en algodón o una tela suave
directamente sobre el oído afectado en
forma de apósito hasta sosegar el dolor.

Históricamente, el ajo ha sido empleado por

muchos científicos en relación a sus
propiedades medicinales. Posiblemente fue
Louis Pasteur, en 1858, quien documentó,
por primera vez, sus propiedades
antibacterianas; mientras que en 1932
Albert Schweitzer trató la disentería
amebiana en África con ajo; y de igual
manera este bulbo se ha usado en el
tratamiento de enfermedades diversas como
tifus, cólera, disentería, tuberculosis, etc.
(Lanzotti, 2006; Corzo et al., 2007).
En la comunidad de Tilgüe, de esta hierba se
usa principalmente el bulbo, para tratar las
lombrices intestinales y otros parásitos
internos, especialmente en niños, con la
especificación de machacar medio diente de
ajo, hervirlo durante cinco minutos en media
taza de leche o agua, y tomar una vez al día
durante tres días en ayunas o al acostarse.
También, aunque en menor medida, el ajo se
utiliza, en nuestra comunidad indígena, para
Pocas plantas tienen tantos usos etnomedicinales,
además de culinarios, como el ajo (Allium sativum), una
especie que ha contribuido notablemente al desarrollo
de la disciplina etnobotánica y que actualmente se
encuentra en el punto de partida de medicamentos
anticancerígenos y antivirales
Resumir aquí las propiedades y usos
etnomedicinales del ajo es una labor que
trasvasa nuestras fronteras, pero merece la
pena citar algunos casos concretos. En San
Francisco Libre, al norte de Managua, los
usos terapéuticos del ajo son exactamente
los mismos que en Ometepe (Villalobos,
2000); en Honduras se comparte el uso
contra los parásitos internos, y además se
utiliza para tratar problemas de presión
arterial, artritis, dolor de estómago, nervios,

espasmos, reumatismo, corazón, tos, asma y
aires (House et al., 1995). Usos equivalentes
se documentan en muchas otras zonas de
Centroamérica (Morton, 1981).
En Asia y el norte de África es popular para
tratar hipertensión, hipoglucemia, espasmos,
diabetes, picaduras de escorpiones, como
diurética, tratamiento de enfermedades
digestivas, respiratorias, infecciones o
problemas dentales y alopecia (Ziyyat et al.,
1997; Grover et al., 2002; Aburjai et al.,
2007; Tahraoui et al., 2007). En Italia, en la
región de los Abruzzos y otras zonas del
centro del país, el ajo tiene aplicaciones
semejantes a las de Ometepe en el
tratamiento de parasitosis internas como la
helmintiasis, así como en casos de
hipertensión, aunque también es un remedio
veterinario (Guarrera, 2005).
Desde el punto de vista fitoquímico, en el ajo
abundan compuestos con azufre del tipo
organosulfurados, caso de dialil sulfido, dialil
monosulfido, dimetil sulfito, dialil disulfido,
dialil trisulfido, allixina, alliina, allicina, dialil
tetrasulfido y dialil pentasulfido (Shaath et
al., 1995; Haciseferogullar et al., 2005;
Nishida et al., 2008).
Dialil disulfido, allicina (dialil thiosulfinato),
o allixina, parecen ser efectivos como
anticancerígenos, ya que han demostrado su
capacidad para disminuir el riesgo de
padecer cáncer de esófago y combatir otros
tumores (Arimoto et al., 1997; Kang et al.,
2001; Chung et al., 2004; Oommen et al.,
2004; Nishida et al., 2008). El incorporar
ajo a la dieta es un método efectivo para
combatir el cáncer oral, y estadísticamente
se ha demostrado que el mayor consumo de
ajo incide en una menor frecuencia de
carcinomas gástricos (Jané et al., 2003).
allicina
Catálogo etnoflorístico medicinal 46
Las anticancerígenas del ajo se relacionan
con los compuestos azufrados citados. Quizá
el más interesante sea la allicina (o alicina),
que da el olor y sabor tan característicos del
ajo. Es una sustancia inestable que se
transforma en distintos sulfuros, óxidos de
azufre y otros compuestos como la allixina (o
alixina), un derivado fenólico de la allicina
(Jané et al., 2003). Uno de los derivados de
la allicina, a partir de tres moléculas de ésta,
es el ajoeno, presente en el aceite esencial
del ajo, que ha demostrado fuerte capacidad
inhibitoria de la leucemia en humanos,
reduciendo la síntesis de células tumorosas
(Hassan, 2004). Capacidad antitumoral
tienen algunas lectinas del ajo, las cuales,
junto al ajoeno, engloban propiedades
antioxidantes evitando los radicales libres
causantes de algunos tumores (Balasenthil et
al., 1989; Karasaki et al., 2001; Ide et al.,
2002; Tapiero et al., 2004).
ajoeno
Acerca de las propiedades antibacterianas y
antifúngicas del ajo la bibliografía es
extensísima, demostrando que su aceite
esencial es efectivo frente a un amplio
espectro de bacterias y hongos patógenos,
siendo los metabolitos sulfurados antes
citados los principales responsables de tales
actividades (e.g. Curtis et al., 2004; Bakri y
Douglas, 2005). La allicina y la allitridina
(dialiil trisulfinato) han mostrado, por su
parte, ser potentes antivíricos contra
algunos citomegalovirus causantes de
hepatitis, albergando una alta capacidad
hepatoprotectora (Liu et al., 2004; Vimal y
Devaki, 2004).
De igual manera, el extracto acuoso del ajo
ha mostrado capacidad inmunitaria frente a
Leishmania chagasi, causante de la lepra de
montaña (León et al., 2006). De hecho, gran
parte de las propiedades curativas del ajo se
47 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

pierden si es cocido, pues se eliminan muchos A pesar de sus bondades medicinales, el

de los compuestos volátiles que componen su
esencia (Jastrzebski et al., 2007).
consumo de ajo puede resultar tóxico,
aunque es completamente inocuo como
mutagénico cromosómico (Shukla y Taneja,
2002). Su toxicidad parece residir en la
actividad de la enzima alliinaliasa, a la cual
algunos pacientes muestran hipersensibilidad
y respuesta alérgica (Kao et al., 2004).

Dialil disulfido, el principar alérgeno del ajo, pero a su

vez un metabolito con propiedades anticancerígenas
Dientes de ajo

La producción de ajo en Nicaragua se desarrolló a mayor escala a principios de la década de los 80, en el departamento de
Estelí. Con ésta se abastecía la demanda nacional y se exportaban los excedentes a países como Costa Rica y El Salvador.
La producción decayó progresivamente, hasta que al iniciarse los 90 se recuperó, en la misma zona y en Jinotega. Muchos
de los platos típicos de la cocina nicaragüense, como los nacatamales, el indio viejo, el guiso de ayote y el de pipián, o el
baho, cuentan con el ajo entre sus ingredientes. En ciudades tan turísticas como Granada, uno de los puertos del lago de
Nicaragua, pueden degustarse muchas de estas delicias nicas
 Catálogo etnoflorístico medicinal 48

Aloe vera L. Burm. f.

Familia: Asphodelaceae. Tradicionalmente esta familia ha sido incluida dentro de Liliaceae, aunque el género Aloe debe
ubicarse aquí por no acumular saponinas esteroídicas (Gurib-Fakim, 2006).
Sinonimias: Aloe barbadensis Mill., A. perfoliata var. vera L., A. vulgaris Lam.
Nombres vernáculos: Sábila.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Su origen es aún confuso, aunque parece ser originaria del norte y sur de África. Ha sido introducida, bajo
cultivo, en Asia, el Mediterráneo y gran parte de América incluyendo el Caribe. Actualmente cuenta con más de 300
variedades, siendo la var. barbadensis, introducida en Barbados, la más conocida por sus propiedades medicinales (López
Sáez, 2000). En Nicaragua es especie cultivada y naturalizada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, la denominación genérica
Aloe parece tener un origen árabe que
derivaría de alloeh (amargo y brillante);
mientras que el sufijo específico vera es de
origen latino (verdad). El nombre vernáculo
‘sábila’, frecuente en América Latina, parece
ser una deformación del vocablo ‘cabira’, que
en árabe significaría ‘planta espinosa’ por el
margen espinado, en forma de aguijones, de
sus hojas.
En la Isla de Ometepe esta planta goza de
gran reputación medicinal para tratar
úlceras y gripes. Para ello se recomienda
tomar una hoja y media, y después de
cortarla se sitúa en posición vertical para
que vaya soltando su látex, de olor no
agradable, y eliminado completamente éste
la hoja se pela, se maja con la gelatina que
contiene, se revuelve con agua y se consume
oralmente en forma de bebida durante dos
semanas seguidas en ayunas.
En el centro de Nicaragua, en San Francisco
Libre, los usos reportados son mucho más
numerosos, e incluyen el uso de la sábila para
tratar la caída de pelo, heridas, picazón de la
piel, quemaduras, aborto, barros, calor en los
pies, y dolores varios (Villalobos, 2000). En
Honduras, además de los usos anteriores,
también es purgante, combate las varices y
el paludismo (House et al., 1995).
El uso del áloe, denominación popular con la
que se conoce en gran parte del mundo, se
remonta incluso a la Prehistoria, pues ya la
civilización china lo utilizó hace más de seis
mil años; aunque son los papiros egipcios los
primeros que documentan su uso en el
Papyrus Ebers, refiriéndose a ella como la
‘planta de la inmortalidad’. La primera
referencia a sus virtudes medicinales, en las
fuentes escritas, data de hace casi cuatro
mil años (López Sáez, 2000).
Su uso histórico fue promovido por los
griegos, verdaderos padres de las ciencias
médicas, aunque ha quedado recogido en
documentación procedente de los romanos,
asirios, árabes, indios y otras civilizaciones
mediterráneas, como planta emblemática
para curar muchísimas enfermedades, sobre
todo relacionadas con la piel, la longevidad y
la belleza (Grindlay y Reinolds, 1986; López
Sáez, 2000). Tanto Plinio como Dioscórides
(el padre de la medicina moderna), alabaron
las virtudes medicinales del áloe y lo usaron
en sus legados terapéuticos.
Las propiedades medicinales de la sábila
residen en el gel parenquimático de sus
hojas, el mucílago traslúcido que es hoy
fruto de una gran explotación comercial por
la industria cosmética, especialmente para
curar quemaduras causadas por radiaciones
(Maenthaisong et al., 2007).
El género Aloe se caracteriza por la
presencia de polisacáridos que se acumulan
en sus hojas, al igual que antranoides y
antraglicósidos como la aloe-emodina (Gurib-
Fakim, 2006). No obstante, en el caso de la
sábila, sus virtudes medicinales parecen
residir en una mezcla de al menos 70
49 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
metabolitos y compuestos diferentes, entre
los cuales se incluyen vitaminas (A, C y E
sobre todo), minerales (Ca, K, Mn, Na, Mg,
Zn, Cr, Cu, Se), hormonas, enzimas,
antraquinonas, ligninas, saponinas, azúcares,
proteínas, ácidos grasos, aminoácidos y
flavonoides (López Sáez, 2000; Choi y
Chung, 2003; Ni et al., 2004; Sultana y
Anwar, 2008), en sus hojas e incluso algunos
en su savia y látex.
Sábila (Aloe vera): una planta cuya reputación medicinal
se conoce desde la Prehistoria. En la actualidad tiene
gran interés para la industria cosmética, pero se han
probado sus propiedades frente al cáncer, el sida, y
otras muchas patologías
La enzima bradiquinasa, aplicada en la piel
por vía tópica, resulta antiinflamatoria y
disminuye el dolor. Otras enzimas, como
lipasas y proteasas, tomadas con las comidas
ayudan a una perfecta digestión, lo que quizá
explicaría el uso de la sábila en Ometepe
para tratar úlceras.
Las hormonas auxinas y giberelinas actúan
contra las heridas, acelerando la velocidad
de cicatrización de las superficies dañadas
de la piel. Algunos minerales, como el selenio,
son antioxidantes. Dos hidroxicumarinas,
aisladas de la sábila, albergan gran potencial
antioxidante, y podrían actuar combatiendo
ciertos tipos de cánceres o tumores (Zhang
et al., 2006).
Los azúcares más abundantes son
mucopolisacáridos, largas cadenas de glucosa
y manosa que intensifican el sistema inmune
y permiten una profunda detoxificación; de
ahí que la sábila en Ometepe permita
combatir afecciones como la gripe (Reynolds
y Dweck, 1999; López Sáez, 2000; Chow et
al., 2005). Algunos de dichos polisacáridos
han sido probados como efectivos frente al
virus del sida.
Quercetina, uno de los flavonoides presentes en las
hojas de la sábila, como kaempferol y miricetina
Entre las, al menos, doce antraquinonas
aisladas en la sábila, las más importantes de
estos compuestos fenólicos son aloína, aloe-
emodina y emodina, y en menor medida los
ácidos aloético, crisofánico, éster de
cinamómico, resistanol, antracina, antranol,
isobarbaloína y barbaloína; todas ellas tienen
propiedades digestivas, facilitando la
absorción por el tracto gastrointestinal, y
antimicrobianas actuando como calmantes,
siempre en baja concentración (López Sáez,
2000; Choi y Chung, 2003; Ni et al., 2004).
Tanto la aleo-emodina como la emodina
tienen propiedades antioxidantes, de ahí que
hayan sido probadas como activos
anticancerígenos (Vargas y Díaz, 2003)
Las saponinas, que en conjunto suponen un
3% del gel del áloe, tienen propiedades
antimicrobianas frente a bacterias, virus y
hongos. Los esteroides del áleo, caso de
colesterol, campesterol, lupeol y β-

sitosterol, resultan antiinflamatorios. El
ácido salicílico, precursor de la aspirina, está
también presente en la sábila, como
antiinflamatorio y antibacterial.
ácido salicílico
Geles de Aloe vera: como éstos, muchos otros
productos cosméticos de la sábila se utilizan
industrialmente para tratar problemas dermatológicos
La sábila es una planta con un enorme
potencial terapéutico, reseñable por su
amplio espectro como antifúngico, antiviral y
antibacteriano (Saks y Barkai, 1995; Jasso
de Rodríguez et al., 2005; Habeeb et al.,
2007; Rosca et al., 2007).
emodina
Catálogo etnoflorístico medicinal 50
La aloína es una antraquinona glicosilada de sabor
amargo y color amarillento que se encuentra en el látex
amarillo que exuda la sábila debajo de la superficie del
envés de sus hojas, no en el gel que normalmente se
utiliza para tratamientos dermatológicos. Esta
antraquinona tiene propiedades estimulantes y laxantes,
e incluso se usa para tratar tos y constipados, como
ocurre en Ometepe. En realidad, la aloína se extrae en
forma de una mezcla de dos diastereoisómeros: la aloína
A o barbaloína y la aloína B o isobarbaloína.
aloe-emodina
La emodina, también conocida como aloe-emodina aunque
en realidad sean dos compuestos diferentes, son otras
dos de las antraquinonas aisladas de la sábila, las cuales
han demostrado tener propiedades antiinflamatorias y
anticancerígenas. Se utilizan en la preparación de
productos farmacéuticos para el tratamiento de
tumores neuroectodérmicos
Inflorescencia de la sábila
51 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Anacardium occidentale L.

Familia: Anacardiaceae.
Sinonimias: Acajuba occidentale (L.) Gaertn., Anacardium amilcarianum E. Machado, A. curatellaefolium A. St. Hil., A.
kuhlmannianum E. Machado, A. mediterraneum Vell., A. microcarpum Ducke, A. occidentale var. americanum DC., A.
occidentale var. gardneri Engl., A. occidentale var. indicum DC., A. occidentale var. longifolium Presl., A. othonianum
Rizzini, A. rondonianum E. Machado, A. subcordatum Presl., Cassuvium pomiferum Lam., C. reniforme Blanco
Nombres vernáculos: Marañón.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie originaria de la zona tropical de Brasil y posiblemente de la Amazonía colombiana, aunque se
extiende por todos los trópicos del Nuevo y del Viejo Mundo, principalmente en África Oriental y Occidental, Angola y
Madagascar, donde incluso es subespontáneo. En América desde el sur de México hasta Perú y Brasil, y de Cuba a
Trinidad y Tobago. Se cultiva en la India y Malasia (Cabrera, 1994). En Nicaragua es especie cultivada y naturalizada
(Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el genéro Anacardium Amazonía peruana, uso que hemos

proviene del griego kardia que significa documentado en la Isla de Ometepe.
‘corazón’, en alusión a la forma de su fruto.
La denominación específica occidentale, del
latín occidentalis-e, se refiere a que procede
de Occidente. El nombre vernáculo ‘marañon’
menciona la antigua denominación del río
Amazonas, de donde proviene la especie.

Los comunitarios de Tilgüe acostumbran usar

la fruta del marañón como alimento contra la
anemia por los nutrientes férricos que
contiene, sumado al exquisito sabor de su
nuez, la cual acostumbran consumir asada
para eliminar las toxinas del látex caústico
que se encuentra cubriendo el embrión. En lo
referente a lo medicina tradicional es común
usar la corteza de esta planta como un
potente antidiarreico: la especificación es
tomar una cuarta de la cáscara del árbol,
hervirla en un vaso con agua y se toma; se
considera que una dosis es suficiente.

Algunas comunidades indígenas de Brasil, Porte arbóreo del marañón

donde se conoce como ‘cajú’, tienen el
conocimiento de que este árbol sirve como
abortivo y contraceptivo, y por tanto es
contraindicado el uso para las mujeres que
están embarazadas. El procedimiento como
anticonceptivo y abortivo es tomar tres
dedos de la corteza en decocción, en los
primeros dos meses de gestación para mayor
efectividad (Rodrigues, 2007). Las hojas y la
corteza se usan en Nigeria y Trinidad y
Tobago contra la disentería, así como en la
De hecho, estudios sobre su capacidad
antibacteriana muestran sus propiedades
antidisentéricas (Kudi et al., 1999; Lans et
al., 2000; Mejía y Rengifo, 2000; Akinpelu,
2001), lo que justifica tal uso en Tilgüe.
Gonçalves et al. (2005) mencionan que en la
tradición brasileña usan esta planta contra
Rotavirus, un género de virus de la familia

Reoviridae que infecta a los humanos
provocando vómitos y diarreas, y que en
Brasil causa el mayor índice de muertes en
infantes; tal estudio demostró la capacidad
inhibitoria del marañón en más de un 82% de
la población infantil, por lo que se aconseja
su uso terapéutico en la elaboración de un
fitofármaco contra tales malestares.
Teniendo en cuenta que los rotavirus se
transmiten por ruta fecal oral, infectando
células del intestino delgado e incluso
provocando gastroenteritis, se entiende que
en comunidades como Tilgüe, donde la
prevención de enfermedades como la
disentería no es fácil, contar con tal remedio
natural puede ser de gran ayuda.
Fruto del marañón
Otros usos etnomedicinales del marañón son
como antidiabético en animales de
laboratorio en Camerún (Kamtchouing et al.,
1998) y antihipertensivo comprobado en
Panamá (Caballero et al., 2001).
El estudio fitoquímico de extractos de la
fruta, nuez y corteza del marañón
demuestra que poseen compuestos fenólicos
como ácido anacárdico y sus derivados
cardol y anacardol, en los cuales residen sus
propiedades antioxidantes (Kubo et al.,
2006; Kamath y Rajini, 2007), pues son
capaces de eliminar radicales libres y
Catálogo etnoflorístico medicinal 52
resultan preventivos al disminuir el riesgo
canceroso (Abas et al., 2006; Trevisan et al.,
2006a; Razali et al., 2008).
El ácido anacárdico o aceite de cardol,
abundante en la corteza de la nuez, es el
principal principio activo frente a bacterias
gram+ y nematelmintos, así como contra le
lepra (Cabrera, 1994). El fruto de marañón
también contiene ácido ascórbico o vitamina
C, amén de diversos terpenos y flavonoides
(Sankara et al., 1969; Macleod y González,
1982; Cabrera, 1994; Maia et al., 2000;
Assunção et al., 2003; De Brito et al., 2007).
ácido anacárdico
Otros beneficios de esta planta es su fuerte
actividad como antiulcerogénico gástrico en
roedores, siendo los flavonoides los
metabolitos responsables (Konan y Bacchi,
2007). También se ha demostrado que
protege los dientes de la caries al mostrar
actividad frente a Streptococcus mutans, el
principal causante de este malestar, siendo
el ácido anacárdico el compuesto bioactivo
(Green et al., 2008).
cardol
53 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Los taninos presentes en su corteza poseen Las hojas, en concentraciones altas,

capacidad antiinflamatoria (Mota et al.,
1985; Olajidea et al., 2004). Igualmente se
ha comprobado su propiedad inhibidora
frente a algunos hongos patógenos
(Schmourlo et al., 2005). Finalmente, señalar
que el ácido anacárdico, antes citado,
también parece tener cierta actividad
larvicida contra el mosquito Aedes aegypti,
uno de los principales transmisores de la
fiebre amarilla (De Mendonca et al., 2005;
Stasiuk et al., 2008).
presentan cierto rango de genotoxicidad
(Barcelos et al., 2007; Konan et al., 2007). El
aceite presente en la nuez, en cambio, no
presenta peligrosidad como mutagénico o
carcinogénico, aunque cuenta con la
desventaja de que en altas concentraciones
puede ser tóxico (George y Kuttan, 1997;
Monteiro et al., 2007), de ahí que cuando se
consume la semilla ésta se ase previamente,
como ocurre en Tilgüe, para extraer el ácido
anacárdico que puede resultar caústico y
venenoso.

Los bosques tropicales americanos, como éste de la Peña Inculta de Ometepe, albergan un potencial etnomedicinal muy
alto, aunque en gran medida desconocido, ya que su estructura de formaciones impenetrables y las escasas investigaciones
realizadas no han permitido aún desentrañar muchos de sus misterios y su inmensa riqueza
 Catálogo etnoflorístico medicinal 54

Annona muricata L.

Familia: Annonaceae.
Sinonimias: Annona bonplandiana Kunth, A. cearensis Barb. Rodr., A. macrocarpa Wercklé, A. muricata var. borinquensis
Morales, Guanabanus muricatus M. Gómez.
Nombres vernáculos: Guanábana.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Nativo de Mesoamérica, aunque no se conoce con certeza su lugar de origen, probablemente de la región
caribeña. En América se distribuye desde México hasta Brasil, en los Andes de Perú y Ecuador. Se extiende a lo largo de
las Antillas, excepto en las Bahamas, y aparece naturalizado en los trópicos de África. Se cultiva en el Sudeste asiático y
en Filipinas. Especie cultivada en Nicaragua (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el género Annona proviene antidiarreica, antidiabética y como abortiva

con toda probabilidad de su nombre popular
nativo ‘anón’, como se conoce a esta especie
en Sudamérica.
En la comunidad del Tilgüe, los encuestados
comentaron que se usa contra el histerismo
y para diarreas. Para el primero de los males,
y calmar los nervios, se recomienda tomar
una infusión de tres hojas picadas en un vaso
de agua hirviendo, que se deja reposar
durante seis minutos y luego se toma una
tacita, recomendándose no exceder tal dosis
pues causaría malestares como somnolencia
extrema. Para tratar la diarrea la parte útil
es la corteza, en una dosis de cuatro dedos
en medio litro de agua hervida, y se toma una
taza hasta detener la disentería.
(Coe y Anderson, 1996a). En Senegal, donde
es especie naturalizada, Annona muricata se
usa en la medicina tradicional como
antiséptico para dermatosis, frente a las
fiebres maláricas y en el tratamiento de la
úlcera crónica (Kerharo y Adam., 1974;
Correa y Bernal, 1990).
En Brasil se usa como sedativo, al igual que
en Ometepe, y la forma de aplicación es
semejante, es decir una infusión para calmar
el nerviosismo; a lo cual también se suman
sus bondades como árbol insecticida,
antiparasitario, antirreumático, astringente
y emético (Dos Santos y Sant’Ana, 2001).

El sabor agradable de sus frutos es muy

apetecido en la dieta de todos los pueblos
americanos, siendo uno de los frutos
tropicales más conocidos a pesar de los
grandes problemas de pestes parasitarias
que los atacan, lo cual limita su capacidad
productiva (Morton, 1981). Además de su uso
alimenticio, sus bondades etnomedicinales
convierten este árbol en una planta favorita
en los jardines (Braga et al., 1999).

En el acervo de comunidades indígenas de

Colombia usan la guanábana para tratar la
malaria, uno de los problemas más comunes
por la abundancia de mosquitos en esa zona
(Blair et al., 1991). En el folklore medicinal
de las comunidades garífunas del Caribe
Flor de la guanábana
nicaragüense, la guanábana se usa como
55 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

En toda la planta de la guanábana, incluyendo Otras acetogeninas como muricoreacina y

sus raíces, se encuentran diferentes murihexocina C, presentes en extractos
concentraciones de metabolitos secundarios foliares, tienen capacidad anticancerosa con
denominados acetogeninas, poliésteres o actividad citotóxica ante células tumorosas
moléculas orgánicas relacionadas con las del páncreas y la próstata ( Kim et al., 1998).
grasas (derivados de los ácidos grasos de
cadena larga), de carácter ceroso, muy
frecuentes en las hojas de esta especie.

Las acetogeninas más abundantes en la

guanábana son cohibina A y B, sabadelina,
cis-solamina y mono-tetrahidrofurano (Myint Annonacina, una de las acetogeninas más abundantes en
et al., 1991; Gleye et al., 1997, 1999; Konno las semillas de la guanábana, eficaz frente a la
et al., 2008). De las semillas de la guanábana leishmanoisis

se han aislado otras acetogeninas tales como

muricina, murihexol, donhexocina, annonacina
A y annonacina, todas ellas con muchísimas y
variadas actividades biológicas (Rieser et al.,
199l; Yu et al., 1998).
Algunas de estas acetogeninas, como la
epomuricenina A y B, aisladas de las semillas,
tienen propiedades citotóxicas frente a
ciertas lineas celulares cancerígenas in vitro
(Roblot et al., 1993).
Aunque las acetogeninas sean frecuentes en
las hojas y semillas de la guanábana, también
pueden encontrarse en sus frutos, corteza y
raíces. Todas ellas tienen probadas e
importantes propiedades farmacológicas,
que incluyen su alta capacidad de inhibir
ciertos protozoos: Leishmania sp. causante
de leishmaniosis, Trypanosoma y Plasmodium
falciparum de anormalidades sistémicas
internas y exógenas (Osorio et al., 2007).
Extractos de las hojas de la guanábana
también han mostrado tener potencial
inhibitorio del herpes simple, por lo que se
ha potenciado su uso en la farmacopea como
una droga antiherpética (Padma et al., 1998).
Otra bondad de este árbol es su fuerte
actividad molusquicida e insecticida frente a
Biomphalaria glabrata y Aedes aegypti, este
segundo el principal vector de la fiebre
amarilla, de ahí que igualmente se haya
postulado comercializarlo como un biocida
inocuo al medioambiente (Dos Santos y
Sant’Ana, 2001; Bobadilla et al., 2005).

De todas estas acetogeninas, las que

parecen ser más activas frente a la
leishmaniosis o lepra de montaña parecen ser
la annonacina, annonacina A y annomuricina A Fruto de la guanábana
aisladas del pericarpo, por lo que se han
tomado como remedios naturales en el
diseño de fitofármacos con los que tratar
dicha enfermedad degenerativa de la piel
(Jaramillo et al., 2000).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 56

Anthurium cubense Engl.

Familia: Araceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Mata de piedra, tabacón.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Se distribuye desde el este de Guatemala a Panamá, también en Colombia, Venezuela y Cuba (Stevens et al.,
2001). Al parecer la especie es rara en Centroamérica, aunque en la Isla de Ometepe es relativamente frecuente.

Etimológicamente, el nombre vernáculo ‘mata litro de agua y tres/cuartos de miel,

de piedra’ hace referencia a la capacidad de
esta planta para vivir como epífita, litófita e
incluso terreste en una gran variedad de
sustratos, incluyendo por supuesto rocas, de
ahí su denominación popular. En cuanto a la
de ‘tabacón’, ésta menciona su semejanza con
la hoja del tabaco (Nicotiana tabacum) y su
suculencia.
recomendándose el tratamiento de un vaso
de la decocción en cada una de las comidas
diarias durante al menos quince días.
No hemos encontrado bibliografía alguna que
mencione el uso etnomedicianl de la mata de
piedra, por lo que en principio su utilización
en Ometepe debe considerarse endémica de
la zona de estudio.

De hecho, tampoco existen datos publicados

sobre la fitoquímica o actividad biológica de
esta especie.

Mata de piedra o tabacón: una planta capaz de vivir en

muchos ambientes. Sus hojas se asemejan enormemente
a las del tabaco

En la comunidad de Tilgüe tiene un uso

detallado para tratar infecciones internas
Inflorescencia en espádice de la mata de piedra
como la próstata, afecciones uterinas o
estomacales. La dosificación empleada es
tomar una cuarta de la raíz hervida en un
57 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Asclepias curassavica L.
Familia: Asclepiadaceae.
Sinonimias: Asclepias syriaca Blanco
Nombres vernáculos: Viborana.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie oriunda de América del Sur, se distribuye en todo caso por toda América Tropical y Subtropical,
desde México hasta Argentina, habiéndose naturalizado en Asia. Es Nicaragua, donde ha sido introducida, abunda en
lugares perturbados y abiertos (Stevens et al., 2001).
La etimología del nombre genérico Asclepias
hace referencia a Asklepios, dios de la
Medicina en la mitología griega; mientras que
la denominación específica curassavica se
refiere al ámbito geográfico de la Isla de
Curaçao, en el Caribe, donde posiblemente se
describió por primera vez.
El nombre vernáculo de ‘viborana’ hace
mención al carácter tóxico y venenoso de
este vegetal (Flores et al., 2001), aunque al
parecer posee propiedades antiofídicas
contra víboras venenosas, lo cual incide
igualmente en su denominación vernácula.
En Tilgüe, la viborana se usa sobre todo por
sus propiedades abortivas, en base a la
toxicidad antes comentada. Este uso, no sólo
en el ámbito humano donde no ha sido
confirmado clínicamente ni en ensayos de
laboratorio, ha permitido documentar en
alguna encuestas realizadas que incluso
animales, como las vacas, cuando comen esta
hierba en estado de gestación, sea cual
fuere el desarrollo del feto, abortan a las
pocas horas. En cualquier caso, estudios
experimentales (Hubinger et al., 2001) han
demostrado que su consumo dosificado no
tiene toxicidad acumulativa, por lo que
bóvidos alimentados artificialmente llegan a
mostrar cierta tolerancia a dosis de viborana
a las que antes eran altamente sensibles.
No obstante, debe señalarse que la toxicidad
de la viborana puede durar hasta dos meses,
y que incluso plantas recolectadas y secas
muestran ciertos principios activos tóxicos
tras seis meses.
La respuesta más frecuente a la toxicidad
del consumo de viborana, en animales, es la
aparición de edemas, un abdomen voluminoso
e incluso anorexia (Hubinger et al., 2001). En
humanos, el consumo de hojas y frutos puede
producir diarrea e incoordinación, parálisis
muscular, dificultad respiratoria, algún tipo
de disturbio cardiaco y puede provocar la
muerte (Flores et al., 2001).
La toxicidad de la viborana se basa en la
producción de principios activos tóxicos para
defenderse de potenciales depredadores,
sobre todo mariposas (Bridens, 2003), ya
que esta especie suele ser el hospedero
principal de la mariposa monarca (Danaus
plexippus). Algunos estudios experimentales
(Ribeiro et al., 2006) han demostrado, de
hecho, la fuerte actividad biocida de esta
planta frente a un insecto muy molesto como
la mosca común (Musca domestica), por lo
que potencialmente puede ser utilizada como
un insecticida inocuo al medio ambiente.
Desde el punto de vista fitoquímico, la
viborana se caracteriza por contener varias
saponinas (asclepina y curassavina), diversos
glucósicos tipo asclepiadina, cardenólidos,
esteroides como β-sitosterol, flavonoides
(quercetina, kaempferol), ácidos fenólicos
(cafeico), otros terpenoides, etc.
La mayor parte de estos compuestos están
en las hojas, mientras que en la raíz abundan
agliconas cardenólidas y vincetoxina. En
general, toda la planta es rica en alcaloides,
principios activos que le dotan de su
toxicidad (Cáceres, 1999).

La viborana (Asclepias curassavica) es una especie
tóxica a la vez que medicinal, uno de los recursos
naturales potenciales contra el cáncer
Ragonese y Milano (1984) aislaron tres
glucósidos digitaloideos (asclepiadósidos),
responsables posiblemente también de la
toxicidad de la planta pero que, en bajas
dosis, pueden tener acción cardiodinámica.
El β-sitosterol citado forma parte de un
grupo de compuestos orgánicos de origen
vegetal que, solos o en combinación con otros
esteroles también vegetales, reducen los
niveles sanguíneos de colesterol.
β-sitosterol
Catálogo etnoflorístico medicinal 58
La asclepiadina, uno de los glucósidos
amargos de la viborana, puede llegar a
producir parálisis muscular y es altamente
irritante si se consume, por lo que resulta
uno de los principios activos más peligrosos
de la especie, sobre todo en etapas de
crecimiento de los animales (Marcano, 1979).
Junto a los alcaloides, son los glicósidos los
principios activos tóxicos de la viborana,
sobre todo heterósidos cianógenos, al
liberar ácido cianhídrico (una de las
sustancias más peligrosas de la naturaleza)
al ser hidrolizados.
La viborana, atendiendo a los principios
activos tóxicos, puede ser utilizada como
depurativa, vomitiva, purgativa, astringente,
sudorífica, y antifungicida, biocida o
vermífuga. Tiene aplicaciones cardiotónicas,
a bajas dosis, y puede producir parálisis
muscular al ser altamente irritante e incluso,
como se comentó, abortiva.
Roy et al. (2005) documentaron terpenoides
de naturaleza triterpénica, derivados de
calotropina, calactina, asclepina, uzarigenina
y afrogenina, con actividad citotóxica frente
a ciertas líneas celulares cancerígenas, por
lo que esta especie es uno de los remedios
naturales potenciales frente al cáncer.
Detalle de las flores de la viborana
59 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Bixa orellana L.

Familia: Bixaceae.
Sinonimias: Bixa acuminata Bojer, B. americana Poiret in Lam., B. katangensis Delpierre, B. odorata Ruiz & Pav. ex G. Don.,
B. platycarpa Ruiz & Pav. ex G. Don., B. tinctoria Salisb., B. urucuna Willd., Orellana americana Kuntze, O. orellana (L.)
Kuntze
Nombres vernáculos: Achiote.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Posiblemente originario de América Tropical, se distribuye desde México hasta Brasil y Argentina, aunque
también se encuentra con frecuencia en el Caribe. Actualmente se distribuye, fruto de su cultivo, en los países tropicales
del Nuevo y Viejo Mundo, donde es cultivado por sus bondades como condimento. Especie propia de climas semicálidos a
templados. En Nicaragua, donde es especie de su flora autóctona, es común en bosques secos a húmedos, bosques riparios
y pastizales, aunque también ha sido profusamente cultivada y a veces crece subespontánea (Stevens et al., 2001).

Su nombre vernáculo ‘achiote’ deriva del
náhuatl achiotl (almagre vegetal), en
referencia a su utilización primitiva como
colorante o pintura. Etimológicamente, su
nombre genérico Bixa proviene de la forma
latinizada de la palabra brasileña bija
(árbol); y la denominación específica orellana
se dedicó al explorador español Francisco de
Orellana (1490-1546) que exploró el río
Amazonas en 1541.
El achiote ha sido utilizado por los nativos
del sur de la India, América Central,
Sudamérica y Caribe, untado en el cuerpo
para repeler insectos, como protector de
quemaduras solares y otras enfermedades
dérmicas, y como un identificador social (no
en vano el té hecho con pequeños vástagos y
hojas se supone afrodisíaco), tradiciones
todas éstas que aún mantienen en su acervo
cultural muchos pueblos indígenas (Morton,
1981; Lans et al., 2000; Lans, 2007).
En la cocina criolla nicaragüense, las semillas
del achiote se usan como condimento por su
agradable olor y sabor, y el colorante
extraído de éstas se utiliza para colorear
carnes en sopas y guisos. Este último se usa
en alimentos industrializados (Glew et al.,
1997; Lyng et al., 2005; Rivera et al., 2006).
En Tilgüe, desde el punto de vista
etnomedicinal, el achiote se usa para la
limpieza y depuración de los riñones, para lo
cual se toman unas cuantas de sus semillas y
se introducen en una botella con agua, se
dinamiza el preparado hasta limpiar la
cubierta roja seminal, y, finalmente, se toma
una taza durante seis días hasta sentir
beneficios renales.
En Ghana su uso tradicional es en el
tratamiento de la higiene bucal, contra la
gonorrea por sus propiedades asépticas, y
como antiemético (impide el vómito -émesis-
o náusea), propiedades que parecen derivar
de la actividad antimicrobiana y antifúngica
de los alcaloides aislados de sus hojas
(Fleischer et al., 2003). Etnomedicinalmente
también se ha usado, en Brasil, contra el
constipado, fiebre, asma y contra la acidez
estomacal (Braga et al., 2007).
La cubierta roja de las semillas del achiote
(arilo) está compuesta en su mayoría por el
carotenoide bixina, insoluble en agua y con
gran potencial antioxidante, y por altas
concentraciones de hierro, y hasta un 20%
de proteínas y diversos lípidos. Las
propiedades antioxidantes, astringentes,
antisépticas, emolientes y cicatrizantes de
la bixina, motivan su empleo en cremas,
lociones y champús.
En humanos, la bixina tienen gran capacidad
de absorción por la sangre en pocas horas
posteriores al consumo, lo que implica que
este compuesto tiene la ventaja de ser
metabolizado fácil y rápidamente (Preston y
Rickard, 1980; Levy et al., 1997).

Diversos ensayos clínicos, en roedores
gestantes, han demostrado que la bixina no
resulta tóxica ni mutagénica y sí un potente
insecticida (Paumgartten et al., 2002; Alves
de Lima et al., 2003).
La bixina es un pigmento carotenoide liposoluble que
recubre el pericarpio más externo de las semillas del
achiote, con multitud de propiedades medicinales
Otros carotenoides del achiote, básicamente
los de cadena C-40 como bixina o norbixina,
tienen actividad antioxidante y antitumoral
frente al cáncer de colon (Najar et al., 1988;
Mercadante et al., 1996, 1997, 1999; Agner
et al., 2005; Antunes et al., 2005).
La norbixina es otro carotenoide del achiote, soluble en
agua a diferencia de la bixina, y como ésta tiene
importantes actividades antioxidantes y antitumorales
Floración y fructificación del achiote, un árbol de
pequeño tamaño originario de las regiones tropicales de
Centroamérica y Sudamérica, naturalizado en África,
cuyos frutos en cápsula, de color marrón o rojo intenso,
contienen numerosas semillas ricas en carotenoides
Catálogo etnoflorístico medicinal 60
Frutos y semillas del achiote
Extractos foliares del achiote han mostrado
actividad anticonvulsionante, lo que podría
ayudar a personas con epilepsia justificando
este uso en Bangladesh (Ghani, 2003; Shilpi
et al., 2006). Estos mismos también actúan
como inhibidores de los parásitos causantes
de la leishmaniosis, como Leishmania
amazonensis y L. chagasi (Braga et al.,
2007); e igualmente han demostrado
actividad antibacteriana frente a ciertas
bacterias: Escherichia coli, Staphylococcus
aureus, Shigella dysenteriae y Neisseria
gonorrhoeae (causante de la gonorrea)
(Cáceres et al., 1995; Shilpi et al., 2006). De
igual manera, los extractos foliares del
achiote albergan actividad antimalárica
frente al parasito causante de la malaria
(Baelmans et al., 2000).
Extractos, de las hojas y ramas del achiote,
han mostrado ser efectivos ante la picadura
de serpientes venenosas como Bothrops
atrox, ante las cuales demuestra un efecto
neutralizador de las hemorragias (Otero et
al., 2000a), por lo que Bixa orellana puede
considerarse especie alexitérica.
61 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Bursera graveolens (Kunth) Triana & Planch.

Familia: Burseraceae.
Sinonimias: Elaphrium graveolens Kunth
Nombres vernáculos: Caraña, copal caraño, palo santo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se distribuye desde el sur de México a Perú y Venezuela, incluyendo Centroamérica. En Nicaragua, donde es
autóctona, es más frecuente en bosques secos, tanto de la zona norcentral como de la pacífica (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre específico para el reumatismo (Leyva et al., 2007), así

graveolens se aplica a plantas con un olor como para tratar hernias, tronchaduras de
fuerte, caso del expelido por la caraña. los pies, y para sacar cuerpos extraños de la
Tanto en Sudamérica como Centroamérica se piel (García, 1992).
conoce vernáculamente como ‘palo santo’ por
tener propiedades curativas, a la vez que el
olor profundo de su resina se supone
consigue limpiar las casas de mala energía, y,
por tanto, es considerada una especie
portadora de buena suerte (Morton, 1981).
De igual manera, ‘palo santo’ hace mención a
su uso frecuente, en forma de incienso, en
las iglesias (Leyva et al., 2007). Su otro
nombre popular en Ometepe, ‘copal caraño’,
hace referencia a la presencia de gomas o
resinas (del náhuatl copalli) que albergan
virtudes medicinales para curar orzuelos
infecciosos (Saavedra y Hoogerheide, 1989).

En la medicina tradicional de Tilgüe, como en

muchas otras zonas de América Central o del
Sur, se usa la resina de la caraña para
elaborar parches con los que curar aires,
dolores causados a nivel epiteliomuscular a
causa de movimientos bruscos que resultan
en desgarres o lesiones, y golpes musculares.
En ambos casos, el procedimiento de uso
consiste en tomar la resina recién sacada, la
cual se unta en una tela fina impregnándola
completamente, y ésta se deposita en el
zona afectada durante dos o tres días hasta
que desaparezca el malestar.
En Ecuador, la madera seca del palo santo se
usa en sahumerio para espantar mosquitos, y
desde épocas remotas como sudorífica, para
aliviar dolores estomacales, y como linimento
para reumatismos (Manzano et al., 2008). En
Colombia, la resina se usa como analgésico y
Caraña
Desde el punto de vista fitoquímico, la mayor
parte de las virtudes medicinales de la
caraña residen en su aceite esencial,
responsable del aroma a menta de esta
planta, compuesto de al menos 80 elementos
volátiles, entre los cuales los más reseñables
son los monoterpenos α-terpineol, carvona,
mintlactona, isomintlactona, trans-carveol,
cis-carveol y limoneno; y los sesquiterpenos
β-bisaboleno y kusunol, además de algunos
otros exclusivos de esta planta derivados de
agarofurano y eudesmano, (-)-juneol y

dihidrojuneol (Yukawa et al., 2004a, 2004b,
2005, 2006; Leyva et al., 2007).
De la corteza de la caraña se han aislado
tres ácidos triterpénicos tetracíclicos,
derivados del esqueleto de tirucalano: α-
elemólico, β-elemónico y 3α-hidroxitirucala-
7,24-dien-21-oico (Robles et al., 2005).
ácido β-elemónico (R1=R2= O)
ácido α-elemólico (R1= H, R2= OH)
Manzano et al. (2008) citan igualmente la
presencia en la caraña de algunos lignanos
como burseranina y picropoligamaina, así
como los triterpenos lupeol y epilupeol, estos
dos últimos también presentes en Bursera
simaruba y de los cuales se hablará
posteriormente, pero sobre los que recaen
seguramente gran parte de las propiedades
antioxidantes y antiinflamatorias de la
caraña y otras especies del género.
Catálogo etnoflorístico medicinal 62
Ensayos farmacológicos han demostrado que
los extractos etanólicos de la corteza y
hojas tienen actividad antiinflamatoria, lo
que justificaría tal uso en Ometepe, y
antimicrobiana frente a Bacillus subtilis y
Staphylococcus aureus, seguramente por sus
triterpenos (Robles et al., 2005).
En resumen, el leño de caraña es un recurso
natural con gran potencial medicinal y
farmacológico, especialmente en el diseño de
fitofármacos para tratar enfermedades
degenerativas como el fibrosarcoma, la
arteriosclerosis, el cáncer en base a sus
propiedades antiinflamatorias, y la artritis;
unido a su potencial hepatoprotector y su
actividad antineoplásica (Leyva et al., 2007;
Manzano et al., 2008).
Los extractos foliares y de corteza de la caraña
albergan un gran potencial etnomedicinal, incluyendo
actividad anticancerígena
63 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Bursera simaruba (L. ) Sarg.

Familia: Burseraceae.
Sinonimias: Bursera bonairensis Boldingh, B. gummifera L., B. integerrima (Tul.) Triana & Planch, B. ovalifolia (Schltdl.)
Engl., B. subpubescens (Rose) Engl., Elaphrium simaruba (L.) Rose., E. subpubescens Rose, Pistacia simaruba L., Tapiria
macrophylla Lundell
Nombres vernáculos: Jiñocuabo, jiñote, indio desnudo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie originaria de América Tropical. El árbol es nativo de las áreas comprendidas desde la Florida
central hasta las Bahamas y las Antillas. Desde de México hasta Colombia, Venezuela y la Guayana. En Nicaragua es más
común en bosques secos y en zonas secas de bosques de galeria, siendo autóctona de su flora (Stevens et al., 2001).

En lengua náhuatl, el origen etimológico del
nombre común de esta especie proviene de
los vocablos shichinia (desataviarse) y
cahuitl (árbol), que conjuntamente significan
‘árbol desnudo’ (Saavedra, 2000), de donde
deriva el de ‘indio desnudo’, y que hace
referencia expresa al aspecto descubierto y
rosado de su tronco, como desnudo, debido a
la profunda exfoliación de su corteza que
parece no existir.
Los pobladores de Tilgüe usan este árbol
como antiinflamatorio, en la limpieza
sanguínea, y para curar el reumatismo,
siendo las partes útiles la corteza y las
semillas. La preparación consiste en tomar
un puñado de corteza de un árbol maduro
(que presente un color rojizo), se pone a
cocer en un litro y medio de agua, y se hace
un faumento útil para la limpieza de heridas
y como antiiinflamatorio. Una taza al día de
tal decocción se recomienda para reducir los
dolores provocados por los cólicos
menstruales. La corteza del indio desnudo
también se hierve para tomar como té, el
cual sirve para combatir la anemia, la fiebre,
y problemas en los riñones. Para la cura del
reumatismo se consume una semilla -provista
de su arilo rojizo-, tomada como una píldora,
cada viernes durante sietes semanas.
En Nicaragua, donde es especie frecuente,
los usos etnomedicinales documentados en el
sur del país y al norte de Managua son
abundantes (Saavedra y Hoogerheide, 1989;
Saavedra, 2000; Villalobos, 2000), y hacen
mención a su utilización para eliminar los
sangrados y dolores después del parto; para
lo cual se recomienda la decocción de un kilo
de corteza en un litro de agua, haciendo
varias tomas al día, pudiéndose endulzar con
miel. Como adelgazante, la corteza se deja
diluir en agua por varias horas, y se toma un
litro de la infusión durante tres días, se
descansan dos, y se inicia de nuevo la
medicación para alcanzar el peso deseado.
Para los diviesos, erisipela, y, en general,
para la limpieza de la piel, se practican baños
en el agua donde se hizo la infusión de la
corteza. La decocción de ésta se usa
también par eliminar flujos vaginales
causados por estafilococos mediante lavados
en la zona afectada. La savia se usa para
masajes, permitiendo aliviar torceduras
causadas por golpes o caídas.
El indio desnudo se utiliza, en muchas
comunidades indígenas americanas y
caribeñas, frente a las picaduras de insectos
y problemas dérmicos provocados por un
exceso de exposión al sol, en el tratamiento
de fiebres causadas por infecciones
internas, contra resfriados y gripes, ante
dolencias estomacales y hepáticas (Morton,
1981; Balick y Arvigo, 1998).
Ensayos clínicos han demostrado sus
propiedades antibacterianas frente a
Escherichia coli y Pseudomonas aeruginosa,
mostrando una actividad inhibitoria muy
aceptable (Cáceres et al., 1990; Bork et al.,
1996; Camporese et al., 2003).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 64

células cancerígenas e incluso es capaz de

seleccionarlas y eliminarlas. Ha sido probado,
en ensayos, como potente anticancerígeno en
tumores renales, hepáticos y pancreáticos,
siendo más efectivo que medicamentos
sintéticos (Saleem et al., 2005, 2008).

lupeol

Finalmente, señalar que los extractos

Bursera simaruba
Diversos estudios fitoquímicos demuestran
que la corteza y la resina del indio desnudo
son ricas en taninos y compuestos fenólicos,
lignanos y triterpenos (lupeol, epilupeol,
amirina, epiglutinol, picropoligamaina, etc.)
(Peraza y Pena, 1992; Cicció y Rosales, 1995;
Peraza et al., 1995; Sosa et al., 2002).
obtenidos de la corteza de Bursera simaruba
han sido igualmente probados positivamente
como antiofídicos frente al veneno de
Bothrops asper, una serpiente muy venenosa
de Costa Rica cuya mordedura produce
hemorragia, edema y necrosis (Castro et al.,
1999); por lo que el indio desnudo puede ser
considerado planta alexitérica.

Un triterperno, el lupeol, frecuente en

frutos como higos, uvas o mangos, y en
verduras frescas, ha sido probado como
potente antitumoral frente a células
agresivas causantes de melanomas y
carcinomas (Saleem et al., 2004, 2005,
2008). El lupeol tiene capacidad
antioxidante, por lo que es el responsable
del uso del indio desnudo en tratamientos
frente a las enfermedades de la piel citadas,
reumatismos y como antiinflamatorio. De
hecho, extractos metanólicos de su corteza
han mostrado su capacidad antiinflamatoria
tópica (Abad et al., 1996; Sosa et al., 2002).

El modo de acción antitumoral del lupeol es

Aspecto desnudo del tronco de Bursera simaruba
importante, pues inhibe el crecimiento de
65 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Calycophyllum candidissimum (Vahl) DC.

Familia: Rubiaceae.
Sinonimias: Macrocnemum candidissimum Vahl, Mussaendra candidissima (Vahl) Roem. & Schultz
Nombres vernáculos: Madroño.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Crece en la costa pacífica americana así como en la atlántica, en México, Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua, Costa Rica, Panamá, y desde Cuba al sur de América incluyendo Colombia, Ecuador y Venezuela. En Nicaragua
es frecuente en los bosques secos y estacionales, aunque ha sido extensamente cultivado como seto vivo. Se trata de una
especie autóctona en Nicaragua que además es el árbol nacional del país (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo de mercados por sus propiedades febrífugas en

‘madroño’ se refiere al parecido de sus hojas infusión (Godínez y Volpato, 2008).
con un arbusto de la zona mediterránea
conocido también como ‘madroño’ (Arbutus
unedo). De noviembre a febrero su floración
es densa y adopta la forma de una masa
blanco-cremosa. Especie ornamental en
Nicaragua, sus ramas se cortan para adornar
los altares de la Purísima. La sutil fragancia
de sus flores se utiliza, junto al incienso, en
la fiesta religiosa del 7 de diciembre. Fue
declarado ‘Árbol Nacional de Nicaragua’ el
23 de agosto de 1971 (Normas Jurídicas,
decreto 1891).
Floración del madroño
En Tilgüe el madroño se usa como un eficaz
antiofídico. A tal fin son la corteza y las
hojas las partes usadas: se recomienda
cuatro cuartas de corteza en un galón de
agua que se hierve, siendo la dosificación
indicada de una taza. Para combatir el
veneno de ofidios también se toma una onza
de cáscara de madroño con coralillo (Hamelia
patens) en un litro de agua, se deja todo
cocer y se toma dicho cocimiento hasta
reducir la sintomatología. En Tilgüe se utiliza
como antiofídico cuando no hayan pasado
más de quince minutos de la picadura, pues
tras este tiempo ésta puede resultar mortal.
El madroño es planta alexitérica.

En México su uso es semejante al de

Ometepe, para combatir picaduras de
animales ponzoñosos, siendo un remedio
común (Ramos et al., 2007). En Cuba también
es frecuente que las partes aéreas del
madroño, sobre todo sus hojas, se vendan en
Ejemplar de madroño en la comunidad de Tilgüe
 Catálogo etnoflorístico medicinal 66

Cannabis sativa L.

Familia: Cannabaceae.
Sinonimias: Cannabis chinensis Delile, C. gigantea Vilmorin, C. indica Lamarck, C. macrosperma Stokes, C. ruderalis
Janischevsky; y muchas otras sinonimias sobre este conocidísimo vegetal sobre el cual su taxonomía siempre está en
discusión. Actualmente se considera que Cannabis sativa es la única especie del género y dentro de ella comprende tres
subespecies (a menudo tratadas como variedades): subsp. sativa, subsp. indica y subsp. ruderalis, existiendo multitud de
variedades, híbridos, etc. (López Sáez, 2000).
Nombres vernáculos: Marihuana, cáñamo, hierba de monte.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: El cáñamo aparece en gran parte de Europa occidental en forma de diversas variedades o formas
asilvestradas o adventicias, a menudo subespontáneas. Solamente en algunas zonas templadas de Asia Central, entre el
Caspio y el Himalaya, parecen documentarse formas totalmente espontáneas y verdaderamente silvestres de Cannabis
sativa, por lo que muchos autores han acordado situar el área de domesticación de esta especie en Asia Central
(Simmonds, 1976; Barber, 1991; Zohary y Hopf 1994). Oriunda, en principio, del este de Asia, más en concreto de
Afganistán, se trata de una planta hoy ampliamente distribuida en Eurasia, sobre todo en regiones templadas y
subtropicales, y a veces llegando a naturalizarse. En América es frecuente en casi todos los países, tanto asilvestrada
como cultivada. En Nicaragua se trata de una especie procedente de cultivo, tanto por sus fibras como por sus
propiedades narcóticas (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, en América se conoce a para combatir dolores de cabeza y cefaleas

esta planta como ‘marihuana’, denominación
en principio de origen náhuatl de los vocablos
malli (hierba) y tlahuanqui (borracho), en
referencia a la embriaguez que produce el
consumo de este vegetal. En cualquier caso,
en náhuatl se conoce como macutzin. Algunos
autores consideran que su nombre vernáculo
surgió de María y Juana, lo que la jerga
popular en España dio lugar a su nombre
actual ‘marihuana’ o simplemente ‘maría’. El
nombre genérico Cannabis proviene del
vocablo cannăbum del latín tardío, a su vez
una deformación del latín cannăbis que
procede del griego kannabis. En latín, ‘caña’
se pronuncia canna y tiene un origen en el
vocablo griego kanna y el árabe qanāh. Por su
parte, el epíteto sativa en latín significa
‘cultivada’.
En la comunidad de Tilgüe la marihuana se
usa básicamente para ‘alucinar’, para
producir estado de embriaguez y euforia
fumando sus cogollos florales femeninos
secos. De todas maneras, se trata de una
planta cuyo consumo está prohibido por las
autoridades locales y del país, lo mismo que
su venta o cultivo. Algunos encuestados
mencionaron que el té de sus hojas tiene
propiedades etnomedicinales, como relajante
ya que produce sensación de tranquilidad. La
dosis recomendada fueron dos cucharadas
de hojas picadas o sumidades floridas en una
taza de agua hervida.
El cañamo o marihuana ha sido una planta de
enorme importancia económica en Europa y
América por las propiedades textiles de sus
fibras, y por las substancias narcóticas de
su aceite o resina conocida como hachís
(López Sáez, 2000). La referencia escrita
más antigua sobre el cannabis figura en el
Pen Tsao, un libro de la farmacopea china del
año 2737 a.C., donde se le atribuye un
carácter medicinal para el tratamiento de
diversas dolencias, como el reumatismo, el
beriberi, la malaria y ciertos trastornos
mentales. Algunos autores defienden que
Cannabis sativa pudo ser una de las primeras
plantas cultivadas por el hombre, sino la
primera (Abel, 1980; Pate, 1994).
Las referencias alucinógenas de esta planta
vienen referidas fundamentalmente a la
variedad indica (cáñamo indiano, marijuana,
marihuana, grifa, haschish, kif, etc.),
debiéndose sus propiedades a su composición
en cannabinoides (más de 60 diferentes),
especialmente al tetrahidrocannabinol o ∆9-
67 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
tetrahidrocannabinol, conocido como THC, el
componente psicoactivo principal (Velasco,
1988; Pate, 1994; López Sáez, 2000).
∆9-tetrahidrocannabinol
La producción de cannabinoides ocurre casi
exclusivamente en las plantas hembra,
especialmente en sus glándulas epidérmicas,
toda vez que la diferenciación sexual ha
ocurrido (Pate, 1994; López Sáez, 2000). Un
estudio muy detallado sobre la fitoquímica
de esta planta se encuentra en Pate (1994),
donde se refiere que a partir de los
cannabinoides en la marihuana también estan
presentes terpenoides, flavonoides,
compuestos nitrogenados, alcanos, etc.,
siendo los primeros los que otorgan el olor
tan característico de este vegetal.
El THC es un aceite viscoso hidrofóbico
(Garret y Hunt 1974), que resiste la
cristalización (Gaoni y Mechoulam 1971) y
posee escasa volatilidad (Adams et al. 1941).
Debido a que las resinas pegajosas
producidas y exudadas en la superficie de
las plantas hembra tienen combinaciones
diferentes de THC, otros cannabinoides y
una larga variedad de terpenos pueden
actuar como análogos de las capas céreas de
los cactus y otras suculentas, sirviendo de
barrera frente a la pérdida de agua en
ambientes secos. Estos hechos vienen a
determinar que la concentración en
cannabinoides del cáñamo depende, en gran
medida, del ambiente en el cual la planta
crece (Pate, 1994).
Los cannabinoides son exclusivos de la droga
de la marihuana, cuya naturaleza es la de
ácidos carboxílicos. El THC es producido por
la marihuana a partir de otro cannabinoide
análogo, cannabidiol (CBD), el cual deriva a
su vez de un precursos de éstos denominado
cannabigerol (CBG) (Pate, 1994).
Cannabis sativa
Una planta tan conocida y ampliamente
distribuida como ésta, no podía por menos
que albergar mucha polémica a su alrededor,
pues de la misma manera que está prohibido
su consumo y venta en la mayor parte de los
países, en otros ambos están permitidos y
reglados, y en el resto existen restricciones
en un sentido u otro.
A su vez, existen opiniones sobre el peligro
de su consumo como alucinógena y cómo éste
puede afectar seriamente a la salud,
mientras que por otro lado cada vez se
demuestran más, como ocurre en Ometepe,
sus virtudes medicinales y su uso cada vez
más recomendado por algunos médicos en el
tratamiento de ciertos pacientes,
especialmente de los terminales (López
Sáez, 2000). No entraremos por tanto a
discutir aquí esta polémica, pues sobre esta
planta podrían escribirse varios libros, sino
sólo dejar mención clara de su conocimiento
por los indígenas ometepeños.
 Catálogo etnoflorístico medicinal 68

Cassia grandis L. f.

Familia: Fabaceae (Caesalpinioideae).

Sinonimias: Bactyrilobium grande L., Cassia brasiliana Lamarck, C. brasiliensis Buchholz, C. mollis M. Vahl, C. pachycarpa
de Wit, Cathartocarpus brasilianus (Lamarck) N.J. Jacquin, C. erubescens W. Hamilton, C. grandis (L.) Persoon
Nombres vernáculos: Carao.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se extiende naturalmente desde el sur de México, a través de toda América Central hasta Brasil y las
Antillas. Es abundante en Nicaragua, donde prefiere zonas secas a orillas de ríos, y aunque es especie autóctona también
ha sido profusamente cultivada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, la denominación genérica Tillán Capo et al. (2004) recomiendan que el

Cassia procede del griego, haciendo
referencia a todo un grupo de leguminosas
cuyos frutos son utilizados en medicina;
mientras que el carácter específico grandis
se debe a la magnitud que posee el fruto,
particularmente en comparación con otros de
especies del mismo género.
hemolizado obtenido del fruto de esta
especie puede constituir un reconstituyente
muy valioso en el tratamiento del síndrome
de desnutrición, ya que posee un efecto
estimulante de la hematopoyesis en terneros
con síndrome de desnutrición, aunque no se
conozca muy bien el mecanismo de actuación.

En nuestra zona de estudio, Tilgüe, se

utilizan sus vainas como reconstituyente
sanguíneo, para lo cual se prepara una
bebida, con los frutos triturados, y la pasta
resultante se mezcla con un litro de leche,
se bate vigorosamente para dinamizar la
mezcla y luego se toma una taza por día
hasta notar mejoras. Su uso es frecuente,
sobre todo en personas con deficiencias en
hierro, anemias, u otras carencias nutritivas.
Cassia grandis

En otras partes de Nicaragua y en Honduras

Estos mismos autores han demostrado la
se utilizan las hojas y corteza majadas,
actividad antianémica del carao en un
cocidas, para combatir afecciones de la piel
experimento comparativo de implementación
tales como erupciones cutáneas, carates y
de hierro y pasta de su fruto, obteniendo
ronchas rebeldes, sarna, salpullidos, jiotes o
como resultado que los valores medios de
herpes (House et al., 1995; Saavedra, 2000),
hemoglobina, al cabo de quince días de
así como la anemia (Villalobos, 2000).
tratamiento, fueron diferentes en los tres
grupos experimentales, siendo mucho más
Sus propiedades nutritivas se centran en
altos en aquel grupo al que se le suplementó
metabolitos primarios (50-55%) presentes
frutos de carao que al que se le dio hierro
en su fruto, rico en ácido aspártico, glicina,
directamente.
hidroprolina, prolina y ácido glutámico; así
como en su alto porcentaje proteínico (9-
La administración de carao favorece el
12%) con los aminoácidos metionina, lisina y
incremento de hierro en el plasma sanguíneo
triftófano como los más abundantes; y en los
y con ello una mayor capacidad sintética de
minerales manganeso y zinc (Amubode et al.,
hemoglobina por los glóbulos rojos (Montejo
1983; Anderson et al., 1990; Joshi y Kapoor,
et al., 2005).
2001).
69 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Quizá el principio activo más peculiar del
fruto del carao sea el denominado
galactomanano (Joshi y Kapoor, 2003),
relativamente abundante. Se trata de un
polisacárido compuesto de galactopiranósido,
mannopiranósido y otros azúcares simples,
típico de la pared celular de ciertos hongos
del género Aspergillus donde actúa como
antígeno y su detección sirve para confirmar
la infección por dichos hongos.
La presencia de galactomanano en el carao
puede dar lugar a ciertas reacciones de tipo
alérgico, aunque estudios experimentales
Floración y fructificación del carao
han demostrado escasa actividad citotóxica,
posiblemente gracias a la capacidad
amortiguadora de los polisacáridos, taninos y
aminoácidos del fruto (Vizioso et al., 2005).
Curiosamente, Cáceres et al. (1993) han
demostrado cierta actividad antifungicida
del extracto alcohólico de hojas del carao
frente a los hongos Aspergillus flavus,
Epidermophyton floccosum, Microsporum
gypseum y Trichophyton rubrum. Estos
datos confirman el uso de esta especie
frente a problemas dérmicos, tal y como se
comentó.

Cecropia peltata L.
Familia: Cecropiaceae.
Sinonimias: Cecropia asperrima Pittier
Nombres vernáculos: Guarumo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Nativo de América Tropical, se distribuye desde México a las Antillas y Venezuela, y por toda América
Central. En Nicaragua, donde es especie autóctona, es más frecuente en los bosques secos de la zona pacífica, y mucho
menos en los de la atlántica y norcentral (Stevens et al., 2001).
Su denominación genérica Cecropia, desde un
punto de vista etimológico, está dedicada a
la figura mitológica griega Cecrops, el primer
rey ateniense; mientras que el sufijo
específico peltata procede del mismo
vocablo latino que significa ‘peltado’, en
alusión a sus hojas largamente pediceladas.
En lengua náhuatl el guarumo es conocido
como askakuauit o ‘árbol de hormiga’, en
referencia a la relación casi simbiótica o
mutualista que existe entre este árbol y
tales insectos.
El árbol de guarumo se encuentra sobre todo
en zonas antropizadas, donde tiene gran
capacidad proliferativa. Se trata de una
planta oportunista, pionera, que establece
relaciones ecológicas mirmecofílicas con
hormigas del genero Azteca, para lo cual
presenta estructuras especializadas para
alimentar (con un glucógeno muy semejante
al producido por los animales) y servir de
abrigo a los insectos (Rickson, 1971). Las
hormigas son a su vez especialistas, y le
brindan protección frente a herbívoros e
insectos desfoliadores (Del Val, 2003).
En Tilgüe el guarumo tiene usos medicinales,
pues se ha empleado para disminuir la
hinchazón de las articulaciones. En estos
casos, se procede a la decocción de tres
hojas en un litro de agua, y se aplica la
solución en la zona afectada mediante un
paño. Un procedimiento semejante se sigue
para curar heridas y como cicatrizante,
aunque en estos casos las hojas son
tostadas, luego pulverizadas lo más fino
posible, y el polvo obtenido se espolvorea
Catálogo etnoflorístico medicinal 70
directamente sobre la parte afectada. Hay
que señalar, no obstante, que este último uso
generalmente sólo se aplica al ganado vacuno
y al equino, para curar heridas superficiales
como cortaduras y raspones. Estudios
experimentales han demostrado esta misma
capacidad curativa en ratas heridas
artificialmente (Shivananda, 2003).
En San Francisco Libre, en Nicaragua, el
guarumo también se utiliza, como en Tilgüe,
contra el reumatismo (Villalobos, 2000). En
Cuba, el cocimiento de las hojas del guarumo
(donde vernáculamente se conoce como
‘yagruma’), tiene un uso pectoral para aliviar
la tos y el asma (Roig, 1988).
En zonas de la Mosquitia, e incluso en ciertas
selvas de Brasil, las ramas de guarumo se
utilizan para fabricar cerbatanas y flautas;
en estos mismos entornos, la dieta del oso
perezoso prácticamente se compone de un
95% de hojas de guarumo (Pérez, 2006).
En algunos países caribeños, como Trinidad y
Tobago, el guarumo tiene aplicaciones
etnomédicas (Lans, 2006, 2007): remedio de
problemas de presión sanguínea elevada,
para tratar la diabetes, como carminativo
(prevención de la formación de gases en el
tubo digestivo), etc.
Como en otras especies del mismo género, es
el contenido en ácidos fenólicos, sobre todo
en ácido clorogénico, el principio activo más
importante al que se debe el efecto
hipoglicémico del guarumo (Nicasio et al.,
2005) y seguramente también muchas otras
virtudes etnomedicinales.
71 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

A pesar de las bondades comentadas,

ácido clorogénico
De sus hojas secas, mediante destilación, se
obtiene un extracto acuoso rico en otros
compuestos fenólicos como el flavonoide
quercetina, usado en la fracción activa de la
elaboración de tabletas que se emplean como
broncodilatadoras (González et al., 2006).
algunos autores han incidido en que el
consumo del guarumo, sobre todo de sus
extractos acuosos, puede llegar a provocar
anormalidades en el genoma humano,
genotoxicidades del tipo de mutaciones
genéticas. No obstante, el trabajo de
Remigio et al. (2001), sobre roedores,
parece mostrar una escasa capacidad
genotóxica del guarumo, lo cual, inicialmente,
no la inhabilita como potencial planta
medicinal. Parece ser capaz de provocar
aberraciones cromosómicas, semejantes a la
que pueden causar patologías cancerígenas,
por lo que indirectamente esta especie
proporciona un modelo comparativo de base
para estimar el riesgo de cáncer en seres
humanos (González et al., 2006).

Fuera de Ometepe, en otras regiones de

Nicaragua, el guarumo también tiene
aplicaciones dietéticas, pues se utiliza para
bajar de peso, tomando para ello la infusión
obtenida de cocer su corteza en agua
(Villalobos, 2000). En estos casos tal
solución parece estimular los riñones,
favoreciendo la micción y reduciendo o
eliminando las impurezas en sangre, sobre
todo grasas.

El alto contenido del guarumo en los

flavonoides y ácidos fenólicos citados, así
como en taninos, saponinas, triterpemos,
esteroides y aminas, parece ser el
responsable de esa capacidad para eliminar
lípidos de la dieta (Pardo et al., 2000). Tiene
también un alto contenido proteico, por lo
que en Guatemala ha sido ensayada como
planta forrajera para ganado ovino
(Hernández y Benavides, 1995). Hojas del guarumo
 Catálogo etnoflorístico medicinal 72

Cedrela odorata L.

Familia: Meliaceae.
Sinonimias: Cedrela adenophylla Mart., C. brachystachya (DC.) DC., C. ciliolata S.F. Blake, C. cubensis Bisse, C. dugesii S.
Watson, C. glaziovii DC., C. guianensis A. Juss., C. hassleri (DC.) DC., C. longipes S.F. Blake, C. longipetiolulata Harms, C.
mexicana M. Roem., C. mexicana var. puberula DC., C. mourae DC., C. occidentalis DC. & Rose, C. odorata var. xerogeiton
Rizzini & Heringer, C. palustris Handro, C. paraguariensis Mart., C. paraguariensis var. brachystachya DC., C.
paraguariensis var. hassleri DC., C. paraguariensis var. multijuga DC., C. rotunda S.F. Blake, C. sintenisii DC., C. velloziana
M. Roem., C. whitfordii S.F. Blake, C. yucatana S.F. Blake, Surenus brownii (Loefling ex Kuntze) Kuntze, S. glaziovii (DC.)
Kuntze, S. guianensis (A. Juss.) Kuntze, S. mexicana (M. Roem.) Kuntze, S. velloziana (M. Roem.) Kuntze
Nombres vernáculos: Cedro real.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Originaria de América Tropical. Se extiende desde la costa pacífica de México (26º latitud N) hasta el
norte de Argentina (28º latitud S). Aparece también en las islas del Caribe (Cuba, Isla de Pinos, Martinica, Antigua, otras
Antillas) (Cintron, 1990). Introducida en el Viejo Mundo y cultivada en muchos países de África, Sudeste asiático y
Pacífico (Danida Forest Seed Center, 2000). En Nicaragua, como especie autóctona, es frecuente en todo tipo de
bosques; aunque ha sido explotada forestalmente, de manera amplia, por su valiosa madera (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, Cedrela proviene del La aromática madera, conocida como

diminutivo de Cedrus (verdadero cedro), por
el olor parecido de su madera. La
denominación específica odorata tiene su
origen en el latín odoratus-a-um, haciendo
referencia a que su madera es muy fragante.
En Nicaragua recibe el nombre de ‘cedro
real’ para diferenciarlo de otras maderas
semejantes como las del cedro macho y
pochote; aunque también se conoce como
‘cedro’ y ‘cedro amargo’. En México, donde es
especie frecuente, se la conoce bajo las
denominaciones vernáculas de ‘cedro
colorado’, ‘cedro oloroso’ o K’ul-ché en lengua
maya yucateca.
El género Cedrela ha sufrido diversas
revisiones sistemáticas en las últimas
décadas, siendo la más reciente la de Styles
(1981), quien redujo el número de especies a
siete. Entre éstas, Cedrela odorata abarca
hasta otras 28 categorías específicas y/o
variedades, de ahí que sus sinonimias sean
muy numerosas. Esto se debe a que el cedro
real es una especie con una altísima variación
interpoblacional, habiéndose definido tres
linajes genéticos procedentes de distintas
regiones biogeográficas centroamericanas: i)
México, Belice y Guatemala; ii) Honduras y
Nicaragua; iii) Costa Rica y Panamá (Navarro,
2002; Navarro et al., 2002, 2004; Cavers et
al., 2003a, 2003b, 2004).
spanish-cedar en las esferas comerciales en
inglés, posee una alta demanda en los
trópicos americanos debido a que es
naturalmente resistente a las termitas y a la
pudrición, siendo muy adecuada para
construcciones exteriores, barcos, y en la
elaboración de muebles finos, baúles,
estuches, cajas de puros, etc.
En la comunidad de Tilgue se acostumbra
tomar las hojas y refregarlas en las partes
afectadas con piojillos o rasquiña, ya que
quitan la picazón matando los ácaros.
También se utiliza la corteza para quitar los
dolores de muelas, preparando una infusión
de una cuarta de cáscara en un litro de agua
que se hierve dejándose reposar serenado (a
la intemperie en la noche) y luego se toma
una taza y se hacen enjuagues bucales hasta
desaparecer el dolor. Tanto las hojas como
la corteza, majadas en agua, se utilizan en
forma de jugo insecticida frente a zancudos
y moscas.
En muchas zonas de Sudamérica y
Centroamérica la infusión de hojas también
se utiliza frente al dolor de muelas y oídos y
contra la disentería, la de tallos resulta
antipirética y abortiva acelerando el parto,
el látex se usa para la bronquitis, y la
infusión de corteza es febrífuga y también
73 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
abortiva. La raíz molida se recomienda en
molestias dentales, colocando un trozo de
ésta en la parte afectada. Decocciones de
hojas, tallo y raíz son efectivas para tratar
la diarrea, dolores estomacales, problemas
menstruales, epilepsia, hemorragias y
parásitos intestinales. Las hojas machacadas
se emplean, durante varios días, para tratar
problemas dérmicos; mientras que las
semillas son vermífugas (Morton, 1981;
Niembro, 1986; Rodríguez, 2000).
Follaje del cedro real
Las propiedades insecticidas del cedro real
se deben a ciertos metabolitos secundarios
bioactivos, frecuentes tanto en la familia
Meliaceae como en el orden Rutales, los
terpenoides, que han demostrado actividad
insecticida frente a un amplio espectro de
insectos, impidiendo que la planta sea
devorada por ellos (Omar et al., 2007). Uno
de los terpenoides más potentes frente a los
insectos es la gedunina, aislada de su
corteza, con fuerte actividad frente a
Sitophilus oryzae (Omar et al., 2007), y
moderada contra Exopthalmus jekelianus y
Ostrinia nubilalis (Kubo y Klocke, 1986;
Arnason et al., 1987; Champagne et al., 1992;
Kipassa et al., 2008).
La gedunina pertenece a una subclase de
terpenoides, los denominados limonoides
(tetranortriterpenos). De la corteza del
cedro real se han aislado muchos limonoides:
gedunina y algunos derivados, mexicanólidos
(swietenólido, xyloccensina, cedrodorina,
carapina), nomilina y obanucol y los derivados
de ambos, febrifugina y azadiradiona (Bevan
et al., 1963; Burke et al., 1969; Chan et al.,
1972; Sanni et al., 1987; Campos et al., 1991;
De Paula et al., 1997; Veitch et al., 1999;
Omar et al., 2007; Kipassa et al., 2008). De
las semillas limonoides del tipo mexicanólidos
(6-deoxi-swietenólido, andirobina) (Okorie y
Taylor, 1968).
gedunina
Estudios sobre la relación entre la
estructura de dichos limonoides y su
actividad insecticida demuestran que los más
activos son aquéllos C-seco-limonoides
intactos tipo apo-eufol, con un grupo 14,15-
epóxido y un 3-oxo-1-eno en el anillo A (De
Paula et al., 1997).
Algunos limonoides del cedro real, como la
antes citada gedunina y sus derivados, han
demostrado actividad antiplasmódica, por lo
que actúan como potentes antimaláricos
(MacKinnon et al., 1997; Omar et al., 2003).
De hecho, en África, la decocción de su
corteza se utiliza frente a la malaria y la
fiebre (Madureira et al., 2002).
De la corteza del cedro real también se han
aislado algunos sesquiterpenos (calameneno),
otros triterpenos no limonoides (odoratina,
odoratona, odoratol), esteroles (sitosterol,
estigmasterol, campesterol), cicloartanos,
ácidos oleanónico, esteárico, oleíco y
linolénico, así como el flavonoide catequina
(Campos et al., 1991; De Paula et al., 1997).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 74

Porte majestuoso del cedro real

75 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Ceiba pentandra (L.) Gaertn.

Familia: Bombacaceae.
Sinonimias: Bombax guineense Schum. & Thonn., B. orientale Spreng., B. pentandrum L., Ceiba caribaea (DC.) A. Chev., C.
casearia Medik., C. guineensis (Schum. & Thonn.) A. Chev., C. pentandra var. indica, C. thonningii A. Chev., Eriodendron
anfractuosum DC., E. occidentale Don.
Nombres vernáculos: Ceiba
Biotipo: Árbol.
Distribución: Árbol originario de América Central, se extiende desde el sur de México hasta Venezuela, Brasil y Ecuador.
En los trópicos del Viejo Mundo (regiones tropicales de África Occidental y Asia) también está presente, habiéndose
incluso llegado a naturalizar tras su cultivo. Se ha introducido en Bermudas y Bahamas. En Nicaragua, donde es especie
autóctona, es más frecuente en bosques bajos y secos, pero abunda también en bosques húmedos y ripisilvas de la zona
pacífica, siendo menos abundante en las pluvioselvas de la zona atlántica (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el género Ceiba proviene ayunas durante una semana. Para los
de su mismo nombre vernáculo de origen encuestados, el tratamiento es muy válido y
sudamericano, el cual deriva de una antigua efectivo en la limpieza renal y la expulsión
palabra caribeña que significa ‘‘bote’, ya que de cálculos renales.
al tratarse de un árbol de gran tamaño sus
troncos han sido muy utilizados para hacer
barcazas y canoas. El sufijo específico
pentandra proviene del latín penta (cinco) y
andros (masculino), refiriéndose a su número
de estambres.

La ceiba o árbol de la ceiba es considerado

un sagrado entre las culturas prehispánicas
del área de Mesoamérica, tales como mayas,
pipiles, náhuatl, etc. En general, lo usual era
cultivarlo en las plazas de sus ciudades o Aspecto de las hojas de la ceiba

aldeas, donde acostumbraban poner los Algunas tribus de Samoa, en el Pacífico,

tianguis (mercados) y la ceiba proporcionaba
sombra. Entre los nátuatl era conocido como
kapok, pues de él se sacaba una fibra
semejante al algodón que procede de la
cubierta seminal del fruto.
Este árbol es uno de los más grandes y
voluminosos en tamaño de la flora de
Nicaragua, teniendo una gran importancia
para las comunidades indígenas originales.
En la comunidad de Tilgüe se usan las hojas
de la ceiba para curar desórdenes de los
riñones, especificándose una dosis de tomar
siete hojas (especialmente del cogollo), que
se maceran en un litro de agua, se deja
reposar toda una noche y a la intemperie, y
luego se toma un vaso por la mañana en
utilizan esta planta con el fin de curar
malestares tales como diarrea o fiebre;
también la usan como diurético al igual que
en Ometepe, y para tratar la diabetes,
piquetes de escorpiones, y como laxativa
(Chopra et al., 1956).
En Nigeria es costumbre usar esta planta
para tratar la diabetes, principalmente las
hojas, corteza y raíces (Dalziel, 1955;
Kafaru, 1994).
El extracto acuoso de la corteza se ha
probado en ensayos, sobre ratas de
laboratorio, mostrando importante actividad
hipoglucemiante y siendo completamente
inocuo, lo cual justifica su usos tradicionales
para la diabetes (Ladeji et al., 2003).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 76

En la medicina tradicional africana usan la los denominados pentandrina y pentandrina-

decocción de la corteza, raíz y hojas, con el
fin de tratar parásitos como Trypanosoma
sp. (Dalziel, 1955; Kafaru, 1994). Este uso
está avalado científicamente por un estudio
reciente que muestra que esta planta tiene
un alto potencial como inhibidor de parásitos
del genero Trypanosoma, habiendo sido
probado con éxito, en Mali, frente a
Trypanosoma brucei brucei tanto in vitro
como in vivo (Bizimana et al., 2006).
glucósido, los cuales son probablemente los
responsables de las propiedades medicinales
hasta ahora comentadas de esta especie;
aunque lógicamente se necesitan estudios
más profundos y detallados al respecto de
otros posibles metabolitos secundarios con
actividad biológica en la ceiba.

pentandrina

Detalle de la base del tronco de la ceiba

Estudios sobre ceibas del Congo han

mostrado su capacidad inhibitoria de una
enfermedad degenerativa de la sangre
llamada drepanocitosis, siendo sus extractos
etanólicos y acuosos de sus hojas los más
efectivos (Mpiana et al., 2007).

De momento los estudios fitoquímicos sobre

la ceiba no son muy abundantes, aunque
Ngounou et al. (2000) consiguieron aislar de
su corteza algunos compuestos polifenólicos
Árbol de la ceiba
del tipo de las isoflavonas, concretamente
77 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Chenopodium ambrosioides L.

Familia: Chenopodiaceae.
Sinonimias: Ambrina ambrosioides Spach., Blitum ambrosioides L., Botrys ambrosioides L., Chenopodium anthelminticum
A. Gray., Teloxys ambrosioides Weber
Nombres vernáculos: Apazote, paico.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie nativa de México y Centroamérica (Guatemala), de manera natural se distribuye por las Antillas y
en Sudamérica desde Brasil al sur de Argentina. Ha sido cultivada en Europa desde principios del siglo XVII para su uso
como té, llegando a asilvestrarse en la región mediterránea. Es probable que el Dr. Francisco Hernández, médico de
cámara del rey español Felipe II, fuera el primero en traer esta planta a Europa en 1577, pues a él corresponden las
primeras indicaciones medicinales, su primera descripción como epazótl y su designación como Atriplici odorata mexicana.
En Nicaragua, donde es especie introducida, abunda en áreas antropizadas y alteradas del Pacífico (Stevens et al., 2001).

Su denominación genérica Chenopodium, o disentería. El tratamiento recomendado es

desde un punto de vista etimológico,
proviene del griego chéen (ganso) y poús
(pie), describiendo las forma trilobulada de
sus hojas. El sufijo específico ambrosioides
tiene igualmente un origen griego (a prefijo
de negación y brótos mortal), y hace mención
a que mitológicamente es un alimento
reservado a los dioses del Olimpo (Gómez
Castellanos, 2008).
El nombre vernáculo ‘apazote’ parece ser
algún tipo de derivación de la denominación
vernácula más frecuente en otros países
centroamericanos como México, donde se
conoce como ‘epazote’. Epazote procede del
náhuatl epatl (hierba fétida) y tzotl (dulce),
viniendo a referir el olor fuerte, penetrante
y a veces desagradable de la especie. Otra
de sus denominaciones vernáculas, ‘hierba
del zorillo’, tiene también un origen náhuatl
parecido: epatli (zorrillo) y zotli (hierba).
usar 6-8 hojas frescas de la planta, que se
pican y se ponen en una taza de agua
hirviendo, se deja reposar unos minutos y se
toma la infusión hasta eliminar el malestar.
También se recomienda tomar una cucharada
de las hojas frescas picadas, apenas
refregadas en agua y sin cocimiento
posterior. En Pacora (Nicaragua) y Honduras
se usa contra parásitos y lombrices (House
et al., 1995; Villalobos, 2000).
Los principales usos etnomedicinales del
apazote se refieren tanto a las infusiones y
decocciones (caso de Ometepe) como a su
aceite esencial, los cuales tienen virtudes
antihelmínticas, vermífugas, emenagogas y
abortifacientes (Curtin, 1965; Duke, 1985;
Gómez Castellanos, 2008). Por todo ello es
frecuente encontrarlo en los hogares como
un eficaz condimento y remedio medicinal
(Taylor, 2005).

Es curioso que el nombre vernáculo ‘paico’
documentado en Ometepe, de origen quechua
(payqui), sólo parece utilizarse en Argentina,
Perú o Chile que no en otros países de
Mesoamérica (Gómez Castellanos, 2008). El
apazote se utiliza con frecuencia en la
gastronomía mexicana en elotes, esquites,
chileatoles, quesadillas, tamales, etc.
En la comunidad de Tilgüe el apazote se usa
básicamente para tratar problemas causados
por parásitos, tales como dolor de estómago
La manera más común de preparar el apazote
es en infusión de sus hojas secas, aunque en
Ometepe sólo hayamos documentado el uso
de frescas. En cualquier caso, la infusión
obtenida es de color amarillo vivo e intenso
en agua. Ésta tiene un sabor medio si la
esencia no está muy concentrada y se toma
al instante (MacDonald et al., 2004; Pardo
de Santayana et al., 2005).
Su aceite esencial es incoloro o ligeramente
amarillo, de olor muy penetrante y pungente,

semejante al alcanfor, con algo amargo, y se
extrae de semillas y frutos por destilación al
vapor (Gadano et al., 2006).
Resulta curioso que aunque la planta sea
medicinal, su esencia puede resultar tóxica e
irritante para el tracto intestinal e incluso la
sobredosis de ésta puede provocar la muerte
en el ser humano (De Pascual et al., 1980). En
el siglo XIX se desarrolló una potente
industria antihelmíntica de la esencia del
apazote, conocida como ‘aceite de Baltimore’
(MacDonald et al., 2004).
Apazote
Sobre su farmacología y fitoquímica se
cuenta con un trabajo de síntesis reciente
(Gómez Castellanos, 2008), que resume
todos estos conocimientos. De manera
general, las infusiones y decocciones de las
hojas, raíces e inflorescencias del apazote
se han utilizado desde hace siglos por parte
de las comunidades indígenas de América
Latina y el Caribe, tanto como condimento
como en la medicina tradicional (Nascimento
Catálogo etnoflorístico medicinal 78
et al., 2006). En efecto, en los primeros años
del siglo XX el aceite esencial de esta planta
fue uno de los antihelmínticos más usados en
humanos y animales domésticos, aunque su
uso decayó al descubrise productos menos
tóxicos (Gibson, 1965; Quinlan et al., 2002).
Ensayos de laboratorio mostraron la
capacidad antiprotozooaria de su esencia
frente a Tripanosoma cruzi, Plasmodium
falciparum y Leishmania amazonensis;
antihelmíntica ante Ancilostoma duodenale,
Trichuris trichuria y Ascaris lumbricoides; y
fungotóxica (Gómez Castellanos, 2008).
La planta entera contiene saponósidos, así
como un aceite esencial rico en el
monoterpeno ascaridol. En cualquier caso la
esencia es más rica en los frutos y semillas.
En las partes aéreas se han documentado
flavonoides y en las raíces heterósidos
triterpénicos. Los componentes mayoritarios
del aceite esencial son monoterpenos y
sesquiterpenos. El más abundante en la
esencia es el ascaridol (60-80%), y en menor
medida otros como isoascaridol, p-cimeno,
limoneno, aritsona, terpineno, β-pineno,
mirceno, felandreno, alcanfor, α-terpineol,
etc. (De Pascual et al., 1980; Sagrero-Nieves
y Bartley, 1995; Ahmed, 2000).
De ellos, el principio activo más importante
es el ascaridol (Okuyama et al., 1993; Kiuchi
et al., 2002; Gómez Castellanos, 2008).
Ascaridol: un monoterpeno bicíclico, el metabolito más
abundante en la esencia del apazate. Este compuesto es
un probado antihelmíntico, produciendo un efecto
narcótico y paralizante sobre los parásitos intestinales,
provocando su desprendimiento del tejido intestinal al
que están adheridos. En estado puro es altamente
tóxico, por lo que sólo el compendio de terpenoides de
la esencia permite el uso del apazote a tal fin
79 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Citrus x aurantium L.
Familia: Rutaceae.
Sinonimias: Citrus aurantium L., C. bigardia Risso
Nombres vernáculos: Naranjo agrio.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Posiblemente originario del Sureste asiático, en América se cultiva extensivamente desde México a
Venezuela, incluyendo toda Centroamérica. También se cultiva en la Europa mediterránea, China y la India. Su interés es
tanto por sus frutos como por su carácter ornamental, de ahí que cuente con multitud de variedades hortícolas. En
Nicaragua se cultiva por todo el país (Stevens et al., 2001).
Etimológicamente el nombre genérico Citrus
proviene del griego que significa ‘limón’ en
honor a su esencia. Por su parte, la
denominación específica aurantium proviene
del latín y significa ‘dorado’, indicando el
color de sus frutos cuando llegan a su
madurez. El nombre vernáculo de ‘naranjo
agrio’ se debe a la acidez y marcada
amargura de sus frutos, las denominadas
‘naranjas agrias’.
Moore (2001) indica que el naranjo agrio es
un híbrido de varias especies originales del
género Citrus, de cruces continuados en
busca precisamente de las características
actuales de este vegetal.
En Tilgüe es común usar esta planta frente a
las impresiones fuertes, poniendo a oler sus
hojas cuando existen estos casos. También
se usa mucho para calmar la ansiedad y los
nervios. La parte útil, en ambos casos, son
las hojas y la dosificación es cuatro o cinco
hojas en una taza de agua hervida que se
tapa y se deja reposar durante cinco minutos
y luego se toma. Se tiene el conocimiento de
que el jugo, como refresco, también ayuda a
mejorar las congestiones hepáticas.
La utilización del naranjo agrio como para
tratar la ansiedad y como tónico digestivo
probablemente fue introducida en América
por los españoles a la vez que su cultivo
(Arias y Laca, 2005). En otras regiones
nicaragüenses y en Honduras los usos
reportados se refieren al tratamiento de
problemas nerviosos e insomnio, así como
para aligerar los partos, chistata, presión,
vómito, fiebre, dolor de cabeza, tos, gripe,
empachos, artritis, disentería, sinusitis,
problemas biliares, estomacales o hepáticos,
y como sudorífico (House et al., 1995;
Villalobos, 2000).
La fruta de esta planta puede utilizarse para
tratar la diabetes ya que tiene alta
capacidad reductora de este descontrol
sistémico, sin mostrar toxicidad elevada,
según demuestran ensayos de laboratorio
(Campbell et al., 2006).
Investigaciones semejantes citan que el
extracto de la cubierta (piel) de la naranja
agria reduce la ansiedad, posiblemente por
su contenido en flavonoides derivados de la
auranetina y biletina (Sarin y Seshardri,
1960; Carvalho y Costa, 2002; De Moraes et
al., 2006), lo cual justificaría su uso
etnomedicinal en Ometepe, aunque en
nuestra zona de estudio sean las hojas que
no el fruto la parte utilizada.
Otros flavonoides han sido documentados en
esta planta, en las hojas, frutos y semillas,
son los siguientes: didimina, eriocitrina,
hesperidina, naringina, narirutina, nobiletina,
neoeriocitrina, neohesperidina, poncirina,
isonaringina, naringenina, tangeritina y sus
formas glicosiladas, neodiosmina, diosmetina,
etc., así como limonoides y sus derivados
glicólicos tales como limonina, obucunona,
nomilina, etc. (Bennett et al., 1991; He et al.,
1997; Peterson et al., 2006).
Estudios fitoquímicos igualmente detallados
muestran que esta planta cuenta con algunos

alcaloides como sinefrina, octopamina,
tiramina y derivados de éstos, que en la
industria farmacológica son usados como
vasoconstrictores y relajadores de los
músculos bronquiales (Pellati y Benvenuti,
2007; Putzbach et al., 2007).
naringenina
Naranjo agrio
Extractos de las semillas de la naranja agria
ha mostrado potencial preventivo del cáncer
de colon, fundamentalmente gracias a su
contenido en limonoides, los cuales causan
apoptosis (función que controla la muerte de
Catálogo etnoflorístico medicinal 80
una unidad biológica de forma programada)
en las células infectadas, a lo cual se une su
capacidad como antioxidantes naturales
(Jayaprakasha et al., 2008a, 2008b).
Diversos ensayos en ratas de laboratorio han
confirmado el potencial comercial de esta
planta para combatir la obesidad, ya que sus
extractos son capaces de provocar anorexia,
además de tener capacidad cardiotóxica al
generar arritmia y aumento de la presión
sanguínea (Calapai et al., 1999; Moro y
Basile, 2000; Bent et al., 2004).
Los metabolitos secundarios responsables de
tales actividades antiobesidad parecen ser
alcaloides (octopamina, sinefrina, tiramina,
hordenina, etc.) además de la fenetilamina,
ya que éstos provocan un efecto en los
animales semejante a los de las drogas
anfetamínicas, con euforia, aumento del
ritmo cardiaco, etc. (Firenzuoli et al., 2005;
Gray y Woolf, 2005).
Además de lo anterior, extractos de sus
hojas y frutos han mostrado capacidad
antibactericida, al haberse demostrado que
inhiben a los patógenos Escherichia coli y
Staphylococcus aureus en una prueba in
vitro (Meléndez y Caprilesa, 2006).
Frutos del naranjo agrio
81 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Citrus x limon (L.) Osbeck

Familia: Rutaceae.
Sinonimias: Citrus limonum Risso, C. medica var. limon L., C. limonia Osbeck
Nombres vernáculos: Limón.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se considera que esta planta es nativa del Sureste asiático, aunque se encuentra cultivada en muchas zonas
tropicales. En América aparece desde Estados Unidos, y a lo largo de Centroamérica llega hasta Argentina. También se
cultiva en climas templados y fríos en América, Europa y Asia. Cultivada en toda Nicaragua (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el género Citrus proviene
del griego y significa ‘limón’, como en el caso
anterior; mientras que el sufijo específico
limon parece tener un origen árabe (limun o
limu), como su denominación vernácula, pues
fueron éstos quienes introdujeron este
fruto en Europa. Moore (2001) cita que el
limón, como el naranjo agrio, es un híbrido de
varias especies del género.
En la comunidad de Tilgüe se conoce que el
jugo de este vegetal tiene la capacidad de
curar la gripe, disminuyendo la calentura y
otros descontroles sistémicos producidos
por esta infección. Para ello se recomienda
una dosis tomando el jugo de cinco limones
en una taza con agua, que se pone a calentar
y luego se endulza con azúcar. Para conseguir
mejores beneficios se recomienda mezclar
con miel y se toma la taza entera antes de
acostarse hasta que se quite el malestar.
Otro uso recomendado es tomarse medio
vaso del jugo de limón puro en ayunas para
limpiar el hígado, pues éste en paralelo
elimina el mal aliento causado por la
producción de gases digestivos. Las raíces
majadas de esta planta, junto con las de
otras especies como el coco, tienen usos
abortivos pero sin dosificación concreta
conocida.
Como muchos otros cítricos, el limón es rico
en flavonoides como naringina, eriocitrina,
hesperidina, neohesperidina, diosminina,
luteolita, sinensetina, rutina, quercetina,
kaempferol y diversos ácidos fenólicos
derivados del cafeico, clorogénico, ferúlico,
coumárico y sináptico.
Los flavonoides del limón son de los tipos
estructurales de las flavonas, flavanonas y
flavonoles; contando además con ácido
ascórbico, pectinas y carotenoides (Vinci et
al., 1995; Del Río et al., 2004; Caristi et al.,
2006; Peterson et al., 2006; Wang et al.,
2007). Todos ellos están relacionados con
sus propiedades antioxidantes y son
excepcionalmente abundantes en el
ectodermo (Wang et al., 2008). En las
semillas del limón abundan limonoides
(Hasegawa et al., 1984, 1986; Ronneberg et
al., 1995; Moufida y Marzouk, 2003).

En la región mediterránea el limón se ha Naringina: flavanona glicosilada abundante en la cáscara

utilizado tradicionalmente como antipirético, del fruto de cítricos del género Citrus, como el limón o
al igual que en Ometepe, además de tónico el naranjo agrio. Consta de dos unidades de azúcar, una
de manosa y otra de glucosa
digestivo, estimulante cardiaco, antiséptico,
antihelmíntico, etc., y como en el caso del
En el jugo del limón, como en otros muchos
naranjo agrio llegó a América gracias a los
cítricos, abunda no sólo la vitamina C y
españoles (Arias y Laca, 2005).

ciertos nutrientes y vitaminas, sino diversos
inositoles, probablemente los responsables
de sus propiedades contra la gripe al ayudar
a fortalecer el sistema inmunológico (Sanz
et al., 2004; Zulueta et al., 2007).
El limón es un antioxidante y preventorio de
enfermedades cardiovasculares, por la
cantidad de compuestos que ayudan a tener
esta reacción, caso de los polifenoles
(flavonoides y ácidos fenólicos) y el acido
ascórbico, todo lo cual redunda en que
también tenga propiedades bactericidas
(Gorinstein et al., 2001; Fernández et al.,
2005; Xu et al., 2008).
El aceite esencial del limón es rico en
monoterpenos, limonenos y sesquiterpenos,
los cuales además han demostrado una
Frutos del limón
Catálogo etnoflorístico medicinal 82
fuerte actividad antimicrobiana frente a los
hongos Penicillium digitatum, P. italicum, P.
chrysogenum, P. verrucosum, etc., actividad
que podría ser aprovechada en la industria
alimenticia y de cosméticos (Caccioni et al.,
1998; Mtambo et al., 1999; Lucini et al.,
2006; Viuda et al., 2008).
En último término citar que el aceite de la
corteza del fruto del limón ha mostrado
tener una fuerte capacidad larvicida frente
el mosquito Culex pipiens, lo cual inicialmente
situa al limón como una nueva fuente natural
de biocidas (Thomas y Callaghan, 1999).
83 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Cnidosculus urens (L.) Arthur

Familia: Euphorbiaceae.
Sinonimias: Cnidosculus adenophilus (Pax & K. Hoffm.) Pax & K. Hoffm., Jatropha adenophila Pax & K. Hoffm., J. urens L.,
Urtica urens L.
Nombres vernáculos: Chichicaste.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Se distribuye por el sur de los Estados Unidos, a lo largo de toda Centroamérica y llega hasta el sur de
Brasil. Prefiere zonas secas en la cercanía de fuentes de agua. En Nicaragua se trata de una maleza autóctona
relativamente frecuente en zonas alteradas de la región pacífica (Stevens et al., 2001).

El sufijo específico urens, etimológicamente teniendo, al menos el segundo, una probada

hablando, procede del griego y se refiere a actividad biológica frente a Escherichia coli
sus espinas urticantes, semejante a las de y Staphylococcus aureus.
las ortigas (Urtica sp.) y a su vez a una larva
de color verde y aspecto tierno, igualmente
pubescente en su dorso. El nombre vernáculo
‘chichicaste’, de origen náhuatl, procede de
tzitzicaztli (malo, maligno, sollozo), haciendo
mención a la dermatitis que causa tocar su
pubescencia irritante.

En Tilgüe se han dado casos de dermatitis

por chichicaste, erupciones cutáneas graves
producidas al tocar las hojas o tallos.
Algunos encuestados informaron que el látex
produce graves llagas.

En Brasil esta especie está catalogada como

‘urticante muy peligrosa’ y es la causa de
muchos procesos dermatíticos (Veiga et al.,
2005). En el Yucatán se cita que el contacto
con esta hierba produce comezón y ronchas
en la piel (Flores et al., 2001). Aunque en
Ometepe no se ha documentado ningún uso
etnomedicinal del chichicaste, es necesario
incluirla en el catálogo etnoflorístico por su
Chichicaste
relación con problemas sanitarios, como los
comentados, que pueden haber afectado a la
comunidad en estudio; y porque es una
especie en la cual han podido demostrarse
ciertas actividades biológicas que confirman
su potencial medicinal.

Domínguez et al. (1992) aislaron e

identificaron, de extractos metanólicos de
raíces de chichicaste, algunos metabolitos
secundarios terpénicos como acetato de
lupeol, isoxochitlolona y xochitloldiona; isoxochitlolona
 Catálogo etnoflorístico medicinal 84

por su parte actividad antiinflamatoria (Sosa

et al., 2002, 2007).

xochitloldiona

Gupta et al. (2005), además, han constatado

que el acetato de lupeol induce antifertilidad
en ratas albinas macho en ensayos de
laboratorio. acetato de lupeol

El triterpenoide β-amirina, aislado de esta

planta (Bhattacharyya y Barros, 1986), tiene

Bellas flores del chichicaste, una planta con diversas actividades biológicas, algunas de ellas consideradas medicinales,
pero que resulta enormemente dañina por su carácter urticante, estando catalogada como ‘especie peligrosa’ en algunos
países sudamericanos
85 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Cocos nucifera L.

Familia: Arecaceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Coco.
Biotipo: Hierba (de gran tamaño, con aspecto de árbol por desarrollo leñoso secundario).
Distribución: El origen de esta planta es desconocido; si bien para algunos botánicos es de origen asiático para otros
procede del Caribe. Lo más acertado es señalar que los cocoteros se han expandido a través de muchas de las zonas
tropicales del mundo gracias a las enormes propiedades de sus semillas para flotar y dispersarse por el agua de mar,
propagándose a grandes distancias por las corrientes marinas pues incluso han llegado a verse cocos en las playas de
Noruega en el noroeste de Europa. En Nicaragua podría llegar a ser nativa, o naturalizada, en la costa atlántica, pero en el
resto del país, incluyendo Ometepe, se trata de una especie posiblemente cultivada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre vernáculo y en ayunas, pues se cree que las raíces tienen
genérico Cocos al parecer proviene del propiedades antiabortivas.
portugués coco (máscara), seguramente en
referencia al mesodermo del fruto que
cubre la parte carnosa y que se podría
asemejar a esa descripción. Por su parte, el
sufijo específico nucifera, del latín nucifer-
a-um, alude a que emite ‘nueces’, pues su
semilla se asemeja mucho a una nuez gigante
de alguna especie del género Juglans.

En Tilgüe esta planta tiene un gran contenido

en el acervo medicinal tradicional. Entre los
usos más comunes se utiliza para curar el
asma, como antiparasitario, diurético y como
antiabortivo. La praxis, en el tratamiento del
asma, es tomar un coco sazón, el cual se abre
sin botar el agua, se rellena con dulce de
rapadura y se entierra (tapado el orificio)
durante siete días, tras los cuales se
desentierra y se toma el líquido contenido en
su interior como si de un jarabe se tratara,
en dosis de tres cucharadas al día.
Otro uso común en Tilgüe es tomar el coco
seco, como un fruto tropical más, o en su
defecto se ralla la parte blanca carnosa que
se deja reposar serenada a la intemperie
durante una noche, y a la mañana siguiente
se saca el jugo exprimido del producto
(leche de coco) y se da de tomar al paciente
para eliminar parásitos.
Frutos del coco: los cocos
En Cuba usan el fruto y las raíces, en
decocción, por sus propiedades bactericidas,
aunque también para tratar las hemorroides,
reducir las fluctuaciones flemáticas, en el
tratamiento de enfermedades venéreas, y al
igual que en Tilgüe por sus propiedades
antiasmáticas y antiabortivas (Cano y
Volpato, 2004).
En México, el extracto acuoso del exocarpo
es usado contra la diarrea y la disentería
producida por endoparásitos, gracias a sus
propiedades antibacterianas en desórdenes
estomacales y diarreas, al inhibir a los
endoparásitos que causan estos malestares
(Alanís et al., 2005).

El uso más frecuente, en cualquier caso, es En Trinidad y Tobago, la decocción de las

usar el agua interna de la nuez para raíces tiene aplicaciones etnomedicinales
problemas renales, tomando un vaso siempre para tratar problemas estomacales, así como
 Catálogo etnoflorístico medicinal 86

externamente en el tratamiento de cortes, Otros estudios fitofarmacológicos han

inflamaciones y otras lesiones (Lans, 2007).
En Honduras el coco tiene igualmente
funciones antiabortivas, antidisentéricas, es
preventivo de diarreas y deshidrataciones, y
efectivo ante parásitos intestinales como
lombrices o solitaria (House et al., 1995). En
San Francisco Libre, en Nicaragua, como en
Ometepe, es antiparasitario intestinal y útil
en para tratar el asma (Villalobos, 2000).
mostrado que el extracto crudo del coco
tiene capacidad inhibidora de Trichomonas
vaginalis, parásito asociado a enfermedades
tales como vaginitis, cervicitis, uretritis,
prostatitis, epididimitis, cáncer cervical,
infertilidad e inflaciones pélvicas, mostrando
un enorme potencial medicinal contra esto
padeceres (Calzada et al., 2007).

La composición química del agua de la nuez

del coco muestra un altísimo contenido en
carbohidratos (92%), siendo los principales
sucrosa, glucosa, fructosa, y ácido málico, de
ahí su valor nutritivo, que se complementa
con su riqueza paralela en el mineral potasio.
En dicho agua abundan galactomananos y
algunos polifenoles, presentes también en el
resto de la planta, probablemente los
responsables, etnomedicinalmente hablando,
de ayudar al sistema inmunológico en sus
funciones vitales, justificando así su uso
para tratar malestares respiratorios, ya que
éstos han demostrado, en ensayos clínicos y
de laboratorio, propiedades antibactericidas
y antivirales (Kooiman, 1971; Santoso et al.,
1995; Esquenazi et al., 2002).

El coco tiene multitud de virtudes etnomedicinales

De igual manera, el coco tiene propiedades

ácido málico
De hecho, los polifenoles, obtenidos de
extractos acuosos de la cáscara del fruto
del coco, muestran una fuerte actividad
bactericida frente a Prevotella intermedia,
Porphyromonas gingivalis, Fusobacterium
nucleatum, Streptococcus mutans y hierba (Mendonça et al., 2004).
Lactobacillus casei, bacterias causantes de
la caries; y además esos mismos polifenoles
tienen alta capacidad como antioxidantes
naturales (Esquenazi et al., 2002; Alviano et
al., 2008). Los mismos extractos, en un
trabajo previo en roedores, han demostrado
tener capacidad analgésica frente a los
estímulos de calor, sin toxicidad alguna
incluso a altas dosis (Alviano et al., 2004).
inhibidoras ante Leishmania amazonensis,
causante de la leishmaniosis (lepra de
montaña), enfermedad dérmica degenerativa
producida por este parásito protozoario; en
este caso tal propiedad se atribuye a la
riqueza de los extractos en compuestos
polifenólicos presentes en las fibras de esta
En referencia a estos compuestos fenólicos,
el extracto alcohólico del mesodermo de la
nuez mostró alta capacidad como un
poderoso antioxidante férrico sumado su
poder bactericida frente a Staphylococcus
aureus con una alta capacidad inhibidora; los
estudios cromatográficos realizados en
estos extractos demostraron la presencia de
87 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

fenoles como ácido clorogénico, derivados

del ácido cafeoilquínico, y al menos tres
isómeros del cafeoilsikímico (Chakraborty y
Mitra, 2008).

El origen biogeográfico del coco sigue sin estar claro. En cambio, esta herbácea tan peculiar, cuyos frutos viajan y se
dispersan por el mar cuan peces, ha conquistado los más remotos paraísos tropicales, colonizando playas de enorme
belleza y valor turístico. Afortunadamente, el coco guarda, sobre todo en sus frutos, muchos secretos etnomedicinales
solamente conocidos por las comunidades indígenas que miran al mar
 Catálogo etnoflorístico medicinal 88

Cordia curassavica (Jacq.) Roem. & Schult.

Familia: Boraginaceae.
Sinonimias: Cordia brevispicata M. Martens & Galeotti, C. chapensis Pittier, C. littoralis Pittier,
C. mollis Pittier, C. salicina DC., C. verbenacea DC., Varronia curassavica Jacq.
Nombres vernáculos: Laurelillo.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Nativa de América, se distribuye desde el norte de México al norte de Sudamérica
llegado a Argentina, y toda Centroamérica, incluyendo las Antillas (Barajas, 2005). En Nicaragua
abunda en hábitats muy diversos, aunque en general es una maleza tropical (Stevens et al., 2001).

Desde un punto de vista etimológico, la sesquiterpenos: α-tuyeno, β-cariofileno, δ-

denominación específica curassavica se cadineno, germacreno-D-4-ol, elemol, β-
refiere al ámbito geográfico de la Isla de eudesmol, espatulenol, etc. (De Nassiff et
Curaçao, en el Caribe, donde posiblemente se al., 2005; Hernández et al., 2007).
describió por primera vez la especie. El
nombre vernáculo ‘laurelillo’ se debe a su
semejanza con el laurel negro (Cordia
olliodora), aunque de menor tamaño.

En Ometepe, esta planta se usa en la

medicina tradicional para bajar el azúcar en
la sangre, con la recomendación de tomar
tres trozos de corteza, de una cuarta cada
una, rajadas en dos, que se ponen a hervir en
litro y medio de agua, y se deja la decocción
hasta que ésta se reduzca a un litro. Lo
recomendado en Tilgüe es tomar una tacita
de la decocción para bajar el malestar
causado por la hiperglucemia.

En México, donde se conoce como ‘barredor’,

se utiliza en problemas de diarrea, y el modo
de empleo consiste en hervir la corteza y las
flores durante diez minutos y se toma la
decocción oralmente (Hernández et al.,
2003; De Nassiff et al., 2005). Las hojas del
laurelillo se usan, en decocción, para los
resfríos, neumonía, o la tos, en Trinidad y Laurelillo
Tobago (Lans et al., 2000); en la costa
Caribe de Nicaragua lo usan también contra
el dolor de cabeza y las enfermedades
parasitarias (Morton, 1981; Barrett, 1996).

A nivel fitoquímico, el laurelillo tiene una

esencia donde abundan monoterpenos y α-elemol
89 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

actividad antifúngica, bactericida –reseñable

frente a Vibrio cholerae causante del
cólera-, y larvicida frente a Aedes aegypti,
uno de los mosquitos transmisores del virus
de la fiebre amarilla (Ioset et al., 2000;
Yajima et al., 2003; Hernández et al., 2007).

espatulenol

De las raíces de este arbusto se han

cordiaquinona A
extraído las denominadas cordiaquinonas,
meroterpenoides o metabolitos secundarios
que derivan sólo parcialmente de los
terpenoides, que demostraron presentar

Flores del laurelillo


Cordia dentata Poiret
Familia: Boraginaceae.
Sinonimias: Cordia alba (Jacq.) Roem. & Schult, C. calyptrata Bert. ex Spreng., C. calyptrata (Bert.) DC., C. leptopoda
Krause, C. ovata Brandegee, C. tenuifolia Bert.
Nombres vernáculos: Tigüilote, tihuilote.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se extiende desde los 25º latitud N a los 25º latitud S, desde México a Panamá -siendo especialmente
abundante en las zonas costeras bajas del Pacífico-, las Antillas, y América del Sur hasta el norte de Argentina y el oeste
de Brasil. Introducida en Jamaica. En Nicaragua es frecuente en los bosques caducifolios de todo el país, y aunque se
trata de una especie autóctona ha sido cultivada profusamente por la belleza de sus flores y sus frutos comestibles
(Stevens et al., 2001).
Etimológicamente, el género Cordia está
dedicado a Euricius Cordus (1486-1535) y su
hijo Valerio (1515-1544), botánicos y
farmacéuticos alemanes; mientras que la
denominación específica dentata se refiere
al margen aserrado de sus hojas en forma de
pequeños dentículos. El nombre vernáculo
‘tigüilote’, de origen náhuatl, significa ‘cosa
transparente’, en referencia posiblemente a
la apariencia de su fruto. Cabe señalar la
curiosidad de que algunas comunidades
indígenas mexicanas conocen a esta especie
bajo el nombre común de tlacoizquixóchitl,
de tlaco (taco) e izquixochitl (roseta de maíz
o palomita de maíz), seguramente en base a
que la flor del tigüilote se acostumbraba
comer como especia en el conocido taco
mexicano, mientras que su inflorescencia en
racimo (de color amarillo mantequilla) se
asemeja a las palomitas de maíz.
Las flores del tigüilote, en una densa y bella
inflorescencia blanco cremosa, se asemejan, en cierta
manera, a las palomitas de maíz, de ahí que algunas
comunidades indígenas mexicanas recojan estos hechos
en sus denominaciones vernáculas. Más aún, dichas
flores se consumen habitualmente en los famosísimos
tacos mejicanos
Catálogo etnoflorístico medicinal 90
En Tilgüe se tiene por costumbre tomar el
fruto pelado y exprimido de este árbol (dos
puñados), puesto a remojar en un litro de
agua, como un fresco para aliviar problemas
renales. Es común también comer su fruto en
fresco para tratar un parásito intestinal que
se conoce como ‘pajuelilla’, el cual suele
depositar sus huevos en la zona anal.
En este sentido, el consumo del fruto del
tigüilote actúa a nivel de evitar las molestias
de picazón en dicha zona y evitar la
recontaminación por el parásito, aunque se
desconoce si acaba con él.
La densidad de su follaje está permitiendo
que actualmente, en Nicaragua, se evalúe
como una planta forrajera potencial, sobre
todo en época de escasez de pastos (Zamora
et al., 2001); mientras que sus frutos sean
una fuente importante de alimentos para el
ganado en diversas zonas sudamericanas
(Valero et al., 2005). No lejos de Managua,
en San Francisco Libre, también se
consumen sus frutos maduros o decocciones
de sus flores frente a los parásitos
intestinales (Villalobos, 2000).
Bucay y Haiat (2005) documentan el uso
tradicional de esta especie, en México, en el
tratamiento de enfermedades respiratorias,
sobre todo de bronquitis y tos, para lo cual
su corteza se asa y mezcla con aceite
‘magistral’, o bien se cuecen retoños de
hojas pues son pectorales (Soto y Sousa,
1995).
91 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Flores et al. (2001), en un estudio detallado defecto una decocción de las flores en
sobre la toxicidad de diversos vegetales medio litro de agua y tres tomas diarias.
tropicales de la zona del Yucatán, en México,
sugieren que el consumo de los frutos de Desafortunadamente, los datos fitoquímicos
este árbol puede dar lugar a procesos y etnofarmacológicos disponibles sobre esta
diarreícos, aunque no se especifica si han de especie son muy escasos, por no decir nulos,
ser maduros o verdes. por lo que poco se puede aportar en
referencia a metabolitos secundarios
Los mismos autores, por otro lado, confirman potencialmente responsables de las antes
las propiedades etnomedicinales de este citadas propiedades.
árbol para limpiar los riñones, para lo cual en
la región yucateca dejan remojar un
ramillete en agua durante unas horas, y la
infusión resultante se toma durante tres
días. De igual manera, en esta región
mexicana el consumo de sus frutos maduros
se usa para combatir los parásitos, o en su

Infrutescencias y detalle del fruto del tigüilote

 Catálogo etnoflorístico medicinal 92

Costus pulverulentus C. Presl

Familia: Costaceae; aunque algunos autores, como ocurre en la flora de Nicaragua, incluyen este género en Zingiberaceae
(Stevens et al., 2001).
Sinonimias: Costus ruber C. Wright ex Griseb, C. sanguineus Donn. Sm., C. formosus C.V. Morton
Nombres vernáculos: Caña agria.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Nativa del sur de México, oeste de Sudamérica y Cuba. En Nicaragua es común en bosques siempreverdes,
en zonas de vegetación secundaria o plantaciones, siendo especie nativa de la flora nicaragüense (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo ‘caña En México, conocida como ‘caña de venado’,

agria’ alude, por un lado (‘caña’) a la la usan para problemas renales semejantes a
semejanza de su tallo con la corteza de la los documentados en Tilgüe (Martínez et al.,
caña de azúcar (Saccharum officinarum), de 2007). Al sur de Florida usan flores,
otro (‘agria’) al ligero sabor ácido que tiene brácteas y raíces, en problemas como gripe,
su corteza. enfermedades venéreas, disentería, etc.
(Adonizio et al., 2006).
Como se comentó, actualmente existe cierta
discusión sobre la ubicación taxonómica del
género Costus en las familias Zingiberaceae
o Costaceae (Rowlee, 1922). A tal respecto,
estudios taxonómicos y de genética
molecular han demostrado que la familia
Costaceae, en la que se incluiría Costus, debe
considerarse a parte de Zingiberaceae (Dos
Santos, 1987; Specht et al., 2001; Specht y
Stevenson 2006).

En Ometepe usan la caña agria como un Detalle de las flores de la caña agria

diurético muy útil, facilitando la expulsión de

orina en casos de cistitis crónica. Se
recomienda tomar una cuarta de esta planta
(caña) en un litro de agua, hirviéndola, y
posteriormente beber un vaso de la
decocción en ayunas y consumir a su vez
bastante agua para facilitar el proceso. El
tratamiento debe durar una semana.
En la zona colombiana de Tumaco utilizan
especies de caña agria para tratar el
paludismo y fiebres, sin especificar una
concreta (Blair y Madrigal, 2005). En el
Chocó colombiano, los kunas usan Costus
pulverulentus para el dolor de estómago y las
mordeduras de culebras (Forero Pinto,
1980).

Los estudios de actividad biológica son

escasos en esta especie. Algunos trabajos
demuestran que otras especies del género,
como Costus discolor, albergan actividad
fungicida, pero la caña agria es inactiva.
(Habsah et al., 2000; Mendoza et al., 2007).
Como curiosidad, señalar que la caña agria
alberga fenómenos de interacción ecológica
con colibríes y abejas neotropicales (Kay y
Biotipo de la caña agria Schemske, 2003; Kay, 2006).
93 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Crescentia alata Kunth

Familia: Bignoniaceae.
Sinonimias: Crescencia alata H.B.K., C. ternata Sessé & Moc., C. trifolia Blanco, Otophora paradoxa Blume, Parmentiera
alata (Kunth) Miers, Pteromischus alatus (Kunth) Pichón
Nombres vernáculos: Jícaro sabanero.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Originaria de México y otros países de Centroamérica, esta especie se distribuye desde México a Colombia,
Perú y Brasil. Se ha cultivado en el sur de Florida y en California en los Estados Unidos, e igualmente se ha introducido en
las Bermudas. En general puede decirse que se cultiva en todas las zonas tropicales, incluyendo los trópicos del Viejo
Mundo. En Nicaragua, como especie autóctona, es frecuente en la zona pacífica, mientras que en la atlántica abunda en las
zonas más secas y en ambientes de sabana y ocasionalmente a lo largo de las costas (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el género Crescentia está En Tilgüe el fruto de Crescentia alata se usa

dedicado a Pietro Crescenzi (1230-1321),
autor italiano de un magnífico tratado sobre
la naturaleza. El sufijo específico alata
prodece del latín alatus y hace referencia a
sus hojas en forma de alas o aletas en la
base de sus pecíolos. El nombre vernáculo
‘jícaro’ ya era conocido por los pueblos
náhuatl como tecomatl, que viene a significar
‘percusión, tecomate, calabazo o vaso de
barro o calabaza semiesférica para emitir
sonidos’, pues de hecho los frutos del jícaro
sabanero se utilizan como instrumentos
musicales o utensilios domésticos por sus
formas esféricas y grandes.
para tratar el asma y combatir la anemia,
para lo cual se toma el arilo de éste, el
mesocarpo que cubre las semillas, en estado
maduro, y dicha pulpa se mezcla con dulce de
raspadura y se cose hasta crear una especie
de almíbar que se sirve como expectorante
mediante consumo directo. Este tratamiento
vale en general para todo tipo de afecciones
respiratorias. Sus semillas se consumen en
bebidas muy nutritivas donde se mezclan con
leche, la popularmente conocida ‘semilla de
jícara’. Para ello las semillas son secadas al
sol y molidas, mezclándose con leche y
azúcar.

En Nicaragua se usa con frecuencia la En México y Guatemala se utilizan sus hojas

cáscara dura de su fruto para fabricar para tratar procesos patológicos como
elementos acústicos como maracas, úlceras, diviesos, lesiones en la piel, tos,
artesanías varias tras su pulimiento y reumatismo, o como febrífugas e incluso
tallado, cucharas, tazas, vasos, jícaras o para evitar la caída del cabello, para lo cual
higueros u otros elementos domésticos. se toman masticadas y hervidas o se aplican
masajes directamente sobre la cabeza
(Gupta, 1995b; Solares, 2004).

Con la pulpa de sus frutos se elaboran

jarabes medicinales en Colombia y México
(Arias, 1977; Pérez, 1978; Santander et al.,
1991; Solares, 2004). La flor, semiasada o
cruda, se exprime y el jugo se aplica en
dolores de oído en México, mientras que la
corteza del tallo, hervida o masticada, se
aplica externamente en erupciones cutáneas
y tos, también en México (Solares, 2004).
Artesanía tradicional de Ometepe con los frutos
labrados de un jícaro del género Crescentia.

En el estado mexicano de Morelos, a
semejanza de Ometepe, los frutos más
grandes son seleccionados, se barrenan y se
llenan de una bebida alcohólica, la cual se
deja reposar diez días y posteriormente se
toma con miel o jugo de naranja frente a
problemas respiratorios (Solares, 2004). He
aquí un caso sintomático de semejanza
etnomedicinal en el uso de una determinada
especie, como el jícaro sabanero, que
seguramente puede tener algún tipo de
relación antropológica en un mismo acervo
cultural de descendencia precolombina.
Frutos del jícaro sabanero
Es probable que la actividad antiinflamatoria
del jícaro sabanero esté determinada por la
presencia, en sus hojas y frutos, de
compuestos fenólicos como los flavonoides
kaempferol, quercetina y apigenina; mientras
que cierta actividad anticancerígena se debe
sus furanonaftoquinonas (Santander, 1994;
Autore et al., 2001; Solares, 2004).
apigenina
Catálogo etnoflorístico medicinal 94
Los pocos estudios fitoquímicos emprendidos
en esta especie, no obstante, demuestran
que los flavonoides mayoritarios en los
extractos alcohólicos de sus hojas derivan
de la rutina y el kaempferol, habiéndose
documentado que no son citotóxicos (Autore
et al., 2001). De la pulpa se han aislado
también iridoides (Valladares y Ríos, 2007).
kaempferol
Ensayos en laboratorio, sobre la capacidad
antimicrobiana del jícaro sabanero, han
demostrado que tiene una alta actividad
inhibitoria frente a Candida albicans,
Staphylococcus aureus, S. pneumoniae y S.
pyogenes (Rojas et al., 2001), por lo que
potencialmente puede utilizarse en el
tratamiento de la candidiasis y la neumonía.
Bella flor del jícaro sabanero
95 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Cymbopogon citratus (DC.) Stapf

Familia: Poaceae.
Sinonimias: Andropogon ceriferus Hack, A. citratus DC., A. citratus DC. ex Nees, A. citriodorum Hort x Desf., A. nardus
subsp. ceriferus (Hack) Hack, A. roxburghii Nees ex Steud., A. schoenanthus L., Cymbopogon nardus subvar. citratus
(DC.) Roberty
Nombres vernáculos: Zacate de limón.
Biotipo: Hierba.
Distribución: El centro de origen de esta especie es el Sureste asiático, y al igual que el resto de especies del género
Cymbopogon se distribuye por las regiones tropicales y subtropicales de la India y zonas de Asia Suroriental. En la
actualidad se cultiva en muchos países tropicales del Viejo y Nuevo Mundo, fundamentalmente en aquéllos con climas
cálido, semicálido o templado. En Nicaragua es especie cultivada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo Guatemala el llamado ‘té de limón’ (en

‘zacate’ proviene del náhuatl sakat, aplicado
genéricamente a muchas Poaceae y
Cyperaceae, e incluso a algunas Liliaceae de
hojas lineares. Por su parte, ‘limón’ hace
referencia expresa al olor que desprenden
sus hojas cuando se cortan o majan. Este
mismo hecho se aplica al sufijo específico
latino citratus.
En la comunidad de Tilgüe esta planta se
utiliza en problemas respiratorios tales como
tos y catarros, e incluso como antipirética en
el tratamiento de fiebres y calenturas. A tal
fin se acostumbra tomar la decocción de sus
hojas en un litro de agua, generalmente un
vaso bien caliente por la noche. También, con
el mismo uso etnomedicinal, se recomiendan
baños tibios aromatizados con hojas (una
libra) de zacate de limón, hasta sudar la
calentura. Finalmente, un uso etnomedicinal
poco conocido, pero aún así documentado en
Ometepe, también para problemas de las
vías altas, es la toma oral de la decocción de
hojas de zacate de limón en leche, tibia o
caliente, que no en agua, acompañada de
canela. Usos parecidos se han reportado en
San Francisco Libre (Nicaragua) y Honduras
(House et al., 1995; Villalobos, 2000).
Curiosamente, la mayor parte de los usos
etnomedicinales que se documentan de esta
planta, en el continente americano, hacen
mención a otro tipo de afecciones: en
México se usa su infusión para problemas
odontológicos (Waizel y Martínez, 2007); en
realidad es una decocción) es muy habitual
para tratar problemas de flatulencia (Girón
et al., 1991); y en Brasil, para finalizar, se
usa en el tratamiento de alteraciones
nerviosas y disturbios gastrointestinales, ya
que ensayos clínicos han demostrado efectos
antidepresivos, hipnóticos, neurolépticos,
anticonvulsivos y ansiolíticos (Carlini et al.,
1986).
La mayor parte de las propiedades
etnomedicinales del zacate de limón residen
en su rico aceite esencial, de tonalidades
amarillentas a ambarinas, el cual posee poder
analgésico, antidepresivo, antimicrobiano y
antiséptico (Guerra et al., 2004; Kanko et
al., 2004; Wannissorn et al., 2005).
En dicha esencia dominan los monoterpenos,
siendo los compuestos más abundantes
geraniol, oxibisaboleno, citral, mirceno,
nerol, linalool, etc., habiéndose documentado
también el triterpeno cymbopogonol (Hanson
et al., 1976; Lewinsohn et al., 1998;
Sacchetti et al., 2005).
Al aceite esencial se deben sus propiedades
bactericidas y antifúngicas, ante Escherichia
coli, Bacillus subtilis, Staphylococcus aureus,
Fusarium moniliforme, Aspergillus flavus y A.
fumigatus (Onawunmia et al., 1984; Cimanga
et al., 2002; Nguefacka et al., 2004).
De los terpenoides citados, el que mayor
actividad analgésica parece tener, en el caso

del zacate de limón, es el mirceno
(Lorenzetti et al., 1991). Por su parte, el
geraniol ha demostrado ser capaz de inhibir
la creación de células de hepatomas y
melanomas, combatiendo también, en
ensayos en laboratorio, el cáncer de colon
(Yu et al., 1995; Raúl, 2001).
mirceno
geraniol
En particular, el zacate de limón ha
resultado ser efectivo frente a procesos de
hepatocarcinogénesis, reduciendo mucho sus
efectos, por lo que es probable que esta
especie vegetal se postule en un futuro
próximo como un preventivo efectivo frente
a cáncer. Tal efecto anticancerígeno, como
antes, es probable que se deba a las
propiedades antioxidantes de su aceite
esencial así como a algunos compuestos
fenólicos presentes en sus extractos
acuosos (Wnitketkumnuen et al., 1994;
Catálogo etnoflorístico medicinal 96
Capito et al., 2001; Melo et al., 2001;
Puatanachokchai et al., 2002; Sacchetti et
al., 2005).
Todas estas bondades farmacológicas, del
zacate de limón, están facilitadas por las
demostradas actividades antiinflamatoria,
hipoglucémica, hipotensora, diurética e
hipotensiva, que alberga este vegetal, las
cuales vienen mediadas por su capacidad
para lograr el equilibrio osmótico que
estabiliza las membranas celulares,
particularmente de los glóbulos rojos
(Carbajal et al., 1989; Adeneye y Agbaje,
2007; Freitas et al., 2008).
Es interesante señalar, bajo su interés
farmacológico, que además los diversos
extractos fluidos del zacate de limón han
demostrado tener nula o muy baja toxicidad
general, no siendo apenas genotóxicos, salvo
a concentraciones altas (80%) (Souza et al.,
1986; Martínez et al., 2000); causando en
humanos cierto efecto hipnótico y ansiolítico
(Leite et al., 1986). Estos hechos abren aún
más las expectativas de usar esta planta
como un activo recurso anticancerígeno.
Zacate de limón
97 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Diospyros salicifolia Humb. & Bonpl. ex Willd.

Familia: Ebenaceae.
Sinonimias: Diospyros verae-crucis (Standl.) Standl., D. nicaraguensis (Standl.) Standl., Maba verae-crucis Standl. M.
nicaraguensis Standl.
Nombres vernáculos: Chocoyito.
Biotipo: Árbol pequeño o arbusto.
Distribución: Se distribuye naturalmente en América desde México y Belize, por toda Centroamérica hasta Panamá, y
posiblemente se encuentre en las zonas insulares caribeñas americanas. En Nicaragua es muy frecuente en bosques secos
o de galería, tanto de la zona norcentral como la pacífica, siendo especie autóctona de su flora (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre vernáculo
‘chocoyito’ se refiere a un ave que en lengua
náhuatl se denomina xocoyotl, que significa
‘tiempo de frutas’, pues ésta tiene por
costumbre alimentarse de los frutos de este
árbol en temporada de fructificación. Por su
parte, el nombre científico Diospyros
proviene del griego Dios (divino) y pyros
(fruto), aludiendo a los sabrosos frutos
tanto de esta especie como de otras del
género; mientras que el sufijo específico
salicifolia se refiere a que posee hojas
semejantes a las del saúce (Salix sp.).
Las especies del género Diospyros son ricas
en metabolitos secundarios, habiendo sido
identificados cerca de 300 en extractos de
hojas, cortezas y raíces. Entre los más
importantes caben señalarse: β-amirina,
betulina, ácido betunílico, lupeol, acetato de
lupeol, ácido maslínico, ácido oleanólico,
taraxerol, ácido ursólico, astragalina,
plumbagina, diospyrol, astragalina,
isoquercitrina, sitosterol, escopoletina,
carotenoides, taninos, azúcares y varios
carbohidratos, lípidos, cumarinas, etc. Los
grupos químicos más importantes son por
tanto compuestos flavónicos, esteroides,
naftoquinonas y terpenoides (Wimalaseela et
al., 1978; Bin Zakaria et al., 1984; Zhong et
al., 1984; Mallavadhani et al., 1990).

Especies del género, como el kaki (Diospyros

Frutos del chocoyito
En la comunidad de Tilgüe acostumbran a
usarlo como antiséptico para la limpieza
bucal, siendo la parte útil la corteza,
poniendo a cocer una cuarta de ésta en un
litro de agua hasta hervir, y se toma un
chupón de la decocción con agua tratada y se
limpian a mano las colonias de bacterias del
paladar. Este uso es frecuente en lactantes,
en el popularmente conocido malestar del
’gusanillo’, causado por el consumo de leche.
kaki), se usa tradicionalmente como planta
alexitérica, es decir frente a los piquetes de
serpientes, posiblemente por su elevado
contenido en taninos (Martz, 1992). Es
probable que el chocoyito tenga propiedades
semejantes pero aún debería ensayarse
empíricamente.
Algunos estudios de actividad biológica han
demostrado que ciertas especies del género
son activas ante células proliferativas del
carcinoma humano, en particular aquéllas que
contienen aminonaftoquinonas derivadas de
la diospyrina, pudiendo ser utilizadas como
antitumorales (Das Sarma et al., 2007,
2008). No se ha ensayado directamente con
el chocoyito, pero su contenido en diospyrina
la convierte en un potencial remedio natural
antitumoral.
 Catálogo etnoflorístico medicinal 98

diospyrina

Detalle del fruto y hojas del chocoyito

99 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Dorstenia contrajerva L.
Familia: Moraceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Contrahierba.
Biotipo: Hierba.
Distribución: América Tropical, desde la parte sur de Florida y el sur de México hasta Venezuela, Perú y Brasil,
incluyendo Centroamérica y las Antillas (Orellana, 1987; Gupta, 1995a, 1995b). En Nicaragua es rara y ocasional en
bosques perennifolios de todo el país, siendo especie autóctona (Stevens et al., 2001).
En lengua náhuatl esta hierba es conocida
como tuzpatli, que significada ‘hierba
medicinal’ (Saavedra, 2000). El nombre
vernáculo ‘contrahierba’ procede del
castellano y se refiere a su efectivo uso
contra el veneno (Houstoun, 1683-1775).
En la comunidad de Tilgüe la contrahierba se
usa para tratar empachos o malestares
estomacales y frente a disenterías. A tal
efecto, la dosificación que se especifica es
tomar tres raíces que se muelen hasta
quedar en forma de una masa compacta, la
cual se pone a remojar durante 5-6 horas en
medio litro de agua con un poquito de sal, y
posteriormente se toma en adultos un vaso,
mientras que en niños se recomienda darles
cucharadas cada dos horas hasta que pase la
molestia estomacal.
Contrahierba
Con usos semejantes, en el tratamiento de
problemas urinarios y para tratar una
excesiva necesidad de orinar, la
contrahierba se usa, en su totalidad, por
algunas comunidades indígenas venezolanas
donde se la conoce como ‘tusilla’ (Díaz y
Ortega, 2006). En Trinidad y Tobago, como
en Ometepe, tiene igualmente un uso
tradicional en problemas estomacales (Lans,
2006, 2007); lo mismo que en Pacora, San
Francisco Libre en Nicaragua y en Honduras
(House et al., 1995; Villalobos, 2000).
En general, toda la planta, incluyendo raíces
y rizomas, ha sido utilizada en la medicina
tradicional como febrífuga, emenagoga, y
como remedio frente a la diarrea (Cáceres
et al., 2001).
En la parte sur de Nicaragua esta especie ha
sido citada como antiofídica frente a la
mordedura de Bothrops asper (Saavedra y
Hoogerheide, 1989; Saavedra, 2000), y
efectiva frente a piquetes de alacrán en San
Francisco Libre (Villalobos, 2000), propiedad
ésta que ya fue señalada a finales del siglo
XIX por Morris (1887).
Los indios kuna de Panamá también la utilizan
como antídoto frente a las picaduras de
serpientes (Morton, 1981; Gupta, 1995a,
1995b), lo mismo que algunas comunidades
indígenas mexicanas del sureste del país
(Tovar-Miranda et al., 1998) u hondureñas
(House et al., 1995). En todos estos casos su
utilización básica es en forma de tónico
(Cáceres et al., 2001).
Las actividades biológicas de la contrahierba
son variadas, e incluyen potencial larvicida
frente a Aedes aegypti, el vector trasmisor
de la fiebre amarilla (Cepleanu, 1993);
antimicrobiana frente a Bacillus subtilis
(Rahalison et al., 1991); antiprotozoaria ante
 Catálogo etnoflorístico medicinal 100

Entamoeba histolytica y Giardia lamblia,

protozoos causantes de diversos problemas
estomacales, diarreas y disentería (Calzada
et al., 2006); e igualmente actúa como
inhibidora de uno de los parásitos causantes
de la leishmaniosis (Leishmania mexicana)
(Peraza-Sánchez et al., 2007).

Diversos estudios fitoquímicos realizados en

Dorstenia contrajerva demuestran que la
mayor parte de las actividades biológicas
comentadas se deben a su composición en
ciertos compuestos fenólicos, en concreto a
las cumarinas, dentro de las cuales en la
contrahierba se han identificado varias
furanocumarinas (bergapteno, bergaptol, o la
mayoritaría conocida como 5-EDOP (5-[3,4-
epoxi-2,7-dimetil-6,7-octenoil]-psoraleno) la
cual posee una cadena monoterpenoídica), y a
los flavonoides catequina y epicatequina
además de a las chalconas, flavonas y
flavanonas (Swain et al., 1991; Terreaux et
al., 1995; Tovar-Miranda et al., 1998;
Abegaz et al., 2000; Cáceres et al., 2001).
catequina
Las furanocumarinas son abundantes en las
especies del género Dorstenia, donde es
probable que tengan implicaciones ecológicas
y evolutivas (Swain y Downum, 1990).
Asociadas a metabolitos terpenoídicos
(amirina, sitosterol), se relacionan con la
acción analgésica y antiinflamatoria
inactivando el veneno de serpientes (Vilegas
et al., 1997; Castro et al., 1999).

Biotipo y detalle de la hoja de la contrahierba

5-EDOP

bergapteno (R= CH3)

bergaptol (R= H)

Un péptido aislado de las hojas de la

contrahierba, contrajervina, ha demostrado
actividad antivírica frente al virus del sida
Fructificación de la contrahierba (Bokesch et al., 2004).
101 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Eryngium foetidum L.

Familia: Apiaceae.
Sinonimias: Eryngium antihystericum Rottboell
Nombres vernáculos: Culantro.
Biotipo: Hierba.
Distribución: En principio esta especie parece ser originaria de América Tropical y el sur de la India (Adams, 1971;
Ramcharan, 1999); aunque Constante (1977) sugiere que precisamente este complejo taxonómico podría suponer el
‘puente’ entre las especies americanas y euroasiáticas de las especies del género de la sección Foetida. De hecho,
Martínez y Galotti (2001) tienen en consideración que esta especie tiene una taxonomía realmente complicada, pudiendo
representar en realidad diversas especies dentro de la sección antes citada. En América es especialmente abundante en
la cuenca amazónica central y occidental, predominando en climas cálidos y lluviosos, sobre suelos neutros o ligeramente
ácidos pero siempre con buen drejane. En Nicaragua parece ser una especie introducida, siendo frecuente su cultivo cerca
de las casas por ser usada a menudo como condimento (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, su denominación vernácula En San Francisco Libre de Nicaragua los

‘culantro’ procede de la derivación popular de
Coriandrum sativum, el coriandro o cilantro.
Eryngium foetidum se conoce también como
‘cilantro cimarrón’, ‘culantro cimarrón’,
‘cilantro’, ‘cilantro de la tierra’, ‘cilantro
sabanero’ e ‘hierba de sapo’ (Fuentes et al.,
1996). La denominación genérica Eryngium
deriva del griego y hace referencia expresa
a una especie de este género, Eryngium
vulgare, conocida como ‘acebo de mar’. Su
denominación específica foetidum, de origen
latino, se refiere a su fétido olor, semejante
a veces a una chinche aplastada.
El culantro tiene una merecida reputación en
el ámbito culinario porque se usa para
sazonar sopas y carnes por su sabor picante
moderado, e incluso a su olor que a veces
puede resultar agradable y aromatizar lo
cocinado con buen gusto (Ramcharan, 1999).
En Tilgüe se utiliza el culantro para tratar
las hemorragias: se cogen tres matas de
esta hierba, bien lavadas y machacando
previamente las raíces, y todo se pone a
cocer en medio litro de agua y se toma tres
veces la decocción resultante, por día, hasta
parar el sangrado. Hay que tener en cuenta
tanto la cantidad de planta empleada como
de agua pues puede resultar tóxica. Para
cólicos estomacales en los infantes, dolor de
estómago, diarrea u obesidad, también se
toma dicha decocción oralmente.
usos reportados se asemejan a los de
Ometepe: cólicos, dolor de estómago,
infección de vientre (Villalobos, 2000); y en
Honduras, además de los anteriores, también
se usa frente a diarreas, dolor de oídos, mal
de orín, obesidad, aires y dolor de cabeza
(House et al., 1995).
En la medicina tradicional de Jamaica se usa
en fiebres, diarrea y convulsiones en niños
(Honeychurch, 1980). En las Indias
Orientales y Trinidad y Tobago, las hojas
hervidas se utilizan para la neumonía, gripe,
diabetes y fiebres maláricas, además de, al
igual que en Ometepe, es un más que
reputado condimento estimulante del
apetito; mientras que la raíz machacada y en
decocción se usa contra los piquetes de
escorpiones (Mahabir, 1991).
Semejante uso alexitérico se documenta en
Turquía, donde la raíz se usa como un
antiveneno contra las picaduras de
serpientes y escorpiones; además de sus
hojas para tratar desórdenes inflamatorios,
infecciones urinarias, sinusitis, etc., aunque
igualmente se cita que éstas pueden llegar a
producir infertilidad e incluso se habla de
cierto potencial afrodisíaco (Sezik et al.,
1997; Yesilada y Sezik, 2003).
Generalizando, en países americanos se han
documentado propiedades antihipertensivas,

febrífugas, anticonvulsionantes, aperitivas,
afrodisíacas, antirreumáticas, emenagogas,
laxantes, antiescorbúticas, bactericidas,
antisépticas, antieméticas y antidiarreicas
(Roig, 1988; Liogier, 1990; Fuentes et al.,
1996; Germosén-Robineau, 1998).
Culantro
Las propiedades antiinflamatorias del
culantro, documentadas en varios estudios
etnobotánicos de muchos países de América
Latina (Morton, 1981), hacen referencia
sobre todo a sus hojas, las cuales poseen un
rico aceite esencial que a su vez es el
causante del olor tan característico de esta
planta, siendo sus principales metabolitos
olorosos: eugenol, (E)-2-dodecenal, (E)-2-
tetradecenal, 2,4,5-trimetilbenzaldehido y
n-dodecanal (Kulik et al., 2007). Dicha
esencia es rica en aldehidos, los cuales
comprenden entre un 45,8% a un 86,7%
dependiendo de la procedencia geográfica de
la planta y el medio abiótico (Wong et al.,
1994; Pino et al., 1997).
eugenol
Catálogo etnoflorístico medicinal 102
(E)-2-dodecenal
El olor del aceite es parecido en hojas que se
majan. Químicamente tiene afinidad con
Coriandrum sativum (Eyres et al., 2005).
Detalle de las hojas del culantro
estigmasterol
En extractos foliares del culantro abundan
ciertos fitoesteroles como colesterol,
brassicasterol, campesterol, clerosterol,
avenasterol, sitosterol, estigmastadienol, y
sobre todo estigmasterol (el principal
componente con casi el 95%) que parece
estar relacionado con las demostradas
propiedades antiinflamatorias de esta planta
(Sáenz et al., 1997; García et al., 1999).
Ensayos en laboratorio han demostrado que
extractos acuosos del culantro resultan
efectivos inhibiendo las contracciones y
muchos otros efectos producidos por el
veneno de escorpiones, lo que justifica su
uso alexitérico (Afifi et al., 1990).
103 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Eucalyptus camaldulensis Dehnh.

Familia: Myrtaceae.
Sinonimias: Eucalyptus rostrata Schltdl.
Nombres vernáculos: Eucalipto.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Oriundo de Australia y de ciertas islas oceánicas, dada su gran versatilidad forestal se ha cultivado
intensamente en América y Europa. En algunas zonas tropicales americanas se utiliza para desecar pantanos y otras
comarcas inundables dada la gran capacidad de absorción de agua de sus raíces, añadida a su rapidísimo crecimiento. En
Nicaragua se cultiva como ornamental (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el género Eucalyptus en aceites esenciales, siendo su esencia

proviene del griego eu (bien) y kalipto foliar rica en 1,8-cineol, α-pineno, β-pineno,
(cubrir), refiriéndose a sus flores que p-cimeno y otros elementos volátiles entre
aparecen protegidas hasta que abren por los los cuales grosso modo los más abundantes
sépalos y por los pétalos fusionados. El son los monoterpenos con una concentración
sufijo específico camaldulensis alude al superior al 95%; contando también con
jardín italiano de Camalduli (Nápoles), de saponinas glicosiladas, esteroides, taninos,
donde parece ser que fue descrita esta ácidos fenólicos y flavonoides, triterpenos
especie por primera vez. como la camaldulina, etc. (Begum et al.,
2000; Giamakisa et al., 2001; Farah et al.,
Los pobladores encuestados de Ometepe 2002; Babayi et al., 2004).
usan esta planta para curar la gripe,
catarros y otras afecciones respiratorias,
así como para una asepsia genital general. La
dosis sugerida es cortar tres puñados de
hojas, que se pican bien picadas, y se ponen a
hervir en una medida de tres vasos de agua,
tras lo cual se deja reposar la decocción
unos cinco minutos y se toma tal cual en
cuestiones relacionadas con las vías altas; o
en caso de limpieza genital se aplica tibia
externamente, siendo muy válida para
eliminar hedores vaginales. En Tilgüe
también se elabora una especie de ungüento
rústico, a modo de crema, para tratar
externamente afecciones respiratorias y
golpes: éste se prepara cortando un moño de
hojas que se pican en trozos muy pequeños y
se depositan en una gasa bien fina, se toma
un poco de vaselina simple y se pone a hervir,
luego se echa la gasa con las hojas al hervor
y todo ello se deja hervir no más de diez
minutos, tras lo cual el concentrado se
enfría y se deposita en un frasco cerrado
para no perder las propiedades volátiles.

Las virtudes medicinales del eucalipto

residen fundamentalmente en su composición Eucalipto
 Catálogo etnoflorístico medicinal 104

Los extractos de este eucalipto han Epedermophyton floccosum, Tricophyton

mostrado fuerte actividad antibacteriana y
antiulcerosa frente a microorganismos como
Bacillus subtilis, Staphylococcus aureus,
Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa y
Proteus mirabilis (Adeniyi et al., 2006).
rubrum, T. schoenleinii y T. mentagrophytes,
implicados en afecciones dermatológicas
(Falahati et al., 2005).

De igual manera, dichos extractos tienen una

actividad antifúngica frente a ciertos
hongos : Microsporum canis, M. gypseum,

Hojas y frutos de Eucalyptus camaldulensis

105 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Gliricidia sepium (Jacq.) Kunth ex Walp.

Familia: Fabaceae (Papilionoideae).

Sinonimias: Galedupa pungam Blanco, Gliricidia lambii Fernald, G. maculata (Kunth) Steud, G. maculata (Kunth) Walp, G.
maculata var. multijuga Micheli, G. sepium (Jacq.) Kunth ex Griseb, G. sepium (Jacq.) Steud, G. sepium f. maculata (Kunth)
Urb, Lonchocarpus maculatus (Kunth) DC, L. sepium (Jacq.) DC, Millettia luzonensis A. Gray, Robinia hispida L., R. maculata
Kunth, R. sepium Jacq., R. variegata Schltdl.
Nombres vernáculos: Madero, madero negro, madreado, madre cacao.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se extiende naturalmente desde el sur de México y por toda América Central hasta Colombia, Venezuela y
la Guayana, aunque se ha introducido y naturalizado con éxito en muchas zonas tropicales en el norte de América del Sur
hasta Brasil e incluso en Australia. En América Central suele aparecer formando rodales naturales en Nicaragua,
Honduras, El Salvador, Guatemala y Costa Rica. En Nicaragua, aunque ha sido cultivado en todo el país, este árbol parece
ser nativo de los bosques deciduos secos de la zona pacífica (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre de ‘madero Yzaguirre y Combellas (2002) han mostrado

negro’ hace referencia al color oscuro
(negro) del xilema, fácilmente visible cuando
es cortado para la obtención de combustible.
En otras partes de Centroamérica se conoce
esta especie bajo la denominación vernácula
de ‘mata ratones’, haciendo referencia a la
capacidad que tienen las hojas, semillas y
raíz de esta especie para intoxicar a los
roedores (Ríos et al., 2005).
El madero negro ha sido cultivado en
América Central desde época precolombina,
aunque en fechas recientes se ha seguido
produciendo su introducción en gran parte
de este territorio, fundamentalmente para
crear cortinas naturales rompevientos y
cercas vivas de protección contra insectos
(gracias al poder insecticida de sus raíces).
En este sentido, el madero negro es
ciertamente frecuente en las delimitaciones
externas de los cultivos de maíz y cacao, de
ahí su otra denominación vernácula de ‘madre
cacao’ aludiendo a su papel protector.
La principal propiedad medicinal de esta
especie, documentada como tal en Ometepe,
es su actividad insecticida, la cual ha sido
citada sobre la cucaracha Blatella germanica
(tanto en su estadio de ninfa como adulto), y
otros coleópteros: barrenador mayor de los
granos (Prosthefanos truncantus), gorgojo
pinto del frijol (Sabrotes subfaciatus) y la
conchuela del frijol (Epilachnas varivestis)
(Martín de la Guardia et al., 2003).
como las hojas, vástagos, frutos y semillas
de esta especie resultan excelentes a nivel
forrajero (burros, cabras, vacas) gracias a
su elevado contenido proteico (18-30%) y su
fácil digestibilidad (48-78% en el caso de las
hojas secas), aunque en algunos casos las
hojas pueden resultar venenosas para
ciertos animales domésticos (perros,
caballos) o salvajes (ratas), aunque otros,
como los antes citados, las consumen sin
daño aparente, de ahí su valor como forraje.
De esta manera, el madero negro se
convierte en un recurso alimenticio
alternativo con el que suplementar la
alimentación del ganado caprino, ovino y
vacuno, en aquellas zonas donde no se
dispone de recursos económicos suficientes
(Ríos et al., 2005).
A nivel medicinal, el madero negro se utiliza
en general para enfermedades de la piel
(hongos, irritabilidad), así como para curar la
conjuntivitis. Para este tipo de tratamientos
se suelen utilizar las hojas (a veces también
la corteza), generalmente tiernas o frescas,
ya sea mediante friegas o fricciones
directas sobre la zona afectada; bien
maceradas previamente en agua y lavando las
zonas afectadas con dicho agua en forma de
emplastos; bien, incluso, sometiendo las
hojas a decocción y utilizando el líquido
resultante de igual manera.

En Tilgüe se usa como remedio contra los
granos y el sarampión (ensópela), gracias al
carácter antiséptico de hojas y corteza, que
tienen propiedades antipiréticas y bajan la
temperatura (calenturas). Esta propiedades
se basan en su actividad fungicida: estudios
experimentales muestran su capacidad
frente a hongos como Corinespora cassiicola
(Martín de la Guardia et al., 2003).
Madero negro
Catálogo etnoflorístico medicinal 106
Atendido a su carácter antiséptico, la
infusión o decocción de las hojas del madero
negro (un puñado de hojas en un litro de
agua) también se utiliza en nuestra zona de
estudio para limpiar los ojos y combatir o
prevenir la conjuntivitis. En la misma línea
argumental, en el municipio nicaragüense de
San Francisco Libre (Pacora) se utiliza en
casos de picazón de la piel, parásitos y
contra el dengue (Villalobos, 2000).
Detalle de flores y frutos del madero negro
107 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Gossypium hirsutum L.

Familia: Malvaceae.
Sinonimias: Gossypium religiosum L., G. latifolium Murry, G. punctatum Schumach. & Thonn., G. taitense Parl, G. mexicanum
Tod., G. marie-galante Watt, G. nicaraguense Ram. Goyena, G. volubile Ram. Goyena
Nombres vernáculos: Algodón.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Este árbol es nativo de la zona tropical de Florida, México, Centroamérica, Suramérica y el Caribe, aunque
ha sido explotado por su fibra textil en algunas zonas de Asia como la India (Fryxell, 1979). Stevens et al. (2001)
consideran que esta especie tiene probablemente un origen mexicano, aunque actualmente se encuentra ampliamente
distribuida por toda América como consecuencia de su cultivo, tal y como ocurre en la zona pacífica nicaragüense, aunque
ha llegado a naturalizarse en el resto del país.

Etimológicamente los indígenas náhuatl calmar el dolor de oídos, usando la savia en

conocían esta especie con el nombre caliente que se extrae de los frutos y que se
vernáculo de kapok, y de ella extraían una aplica directamente por el canal interno
fibra de la cubierta seminal del fruto para la auditivo hasta eliminar el malestar punzante
elaboración de vestimentas; mientras que (Bermúdez y Velázquez, 2002).
‘algodón’ tiene etimología árabe. Su nombre
científico Gossypium procede del mismo
vocablo latino que significa ‘planta del
algodón’. Por su parte, el sufijo específico
hirsutum hace referencia a la gran cantidad
de pubescencia en sus hojas y en el fruto.

Esta planta fue domesticada para su

aprovechamiento en la industria de las telas
que sostuvo la economía de América durante
varias décadas del siglo XX, junto con otras
especies del mismo género como Gossypium Planta de algodón

barbadense, gracias a que resisten climas

cálidos y secos (Wendel y Cronn, 2003).
En Ometepe, en Tilgüe, este algodón se
utiliza en la medicina tradicional en el
tratamiento de problemas renales como
infecciones, molestias en la micción y
cistitis. La parte útil son las hojas, de las
que se recomienda usar siete frescas
depositadas en una taza con agua hirviendo,
que se deja reposar cinco minutos, y luego se
consume la decocción tres veces al día cada
seis horas.
En el resto de América Latina los usos
etnomedicinales de Gossypium hirsutum
están poco documentados o al menos no
existen referencias bibliográficas amplias.
En Venezuela, por ejemplo, se usa para
Estudios fitoquímicos, llevados a cabo en
semillas de diversas especies del género
Gossypium, demuestran que en éstas
abundan especialmente los sesquiterpenos
(copaeno, cariofileno, humuleno, bisaboleno,
cadineno, espatulenol, gossonorol, bisabolol,
etc.), diversos ácidos grasos (palmítico,
oleico, linoleico), aminoácidos esenciales
(ácido glutámico, ácido aspártico, lisina,
leucina, arginina, etc.) y ciertos polifenoles
como el gossipol (Carter et al., 1966; Hedin
et al., 1975; Davis y Essenberg, 1995;
Williams et al., 1995).
De los botones florales inmaduros se han
documentado el flavonol diglicosilado
sexangularetina 3-glucósido-7-rhamnósido y
otros flavonoides (Elliger, 1984).

Desde el punto de vista farmacológico, su
aceite esencial muestra fuerte actividad
antibactericida frente a Xanthomonas
campestris, Klebsiella pneumoniae, Bacillus
megatarium y Proteus mirabilis entre otras,
aunando grandes propiedades antibióticas
(Ajayi et al., 2008). Propiedades semejantes
se asocian a las antocianinas de la epidermis
foliar (Kangatharalingam et al., 2002).
El polifenol gossipol, aldehido triterpénico
semejante a los flavonoides que es también
un pigmento amarillo, así como algunos
derivados de éste caso del 6-metoxigossipol
y el 6,6’-dimetoxigossipol, o los dos
aldehidos sesquiterpénicos hemigossipol y
metoxihemigossipol, aislados de las raíces de
Gossypium hirsutum y G. barbadense
(Stipanovic et al., 1975), han demostrado
tener una alta actividad antimicrobiana,
especialmente reseñable en la capacidad de
estos algodones a resistir frente a agentes
patógenos fúngicos o insectos (Maxwell et
al., 1972; Bell, 1974).
Flor del algodón (Gossypium hirsutum)
El gossipol es tóxico para animales no
rumiantes, lo cual es importante dado que el
aceite de dichos algodones se utiliza en
muchas ocasiones en la preparación de
productos alimenticios comerciales.
Aunque los niveles de tolerancia al gossipol
dependan de la especie y de la
concentración, su efecto es muy rápido ya
que los animales monogástricos, entre los
cuales se encuentra el hombre, absorben
rápidamente el gossipol y no pueden
detoxificarlo antes de su absorción, por lo
Catálogo etnoflorístico medicinal 108
que los síntomas de intoxicación son
inmediatos: anorexia, debilidad, retrasos en
el crecimiento, disnea, hemorragias, fallos
reproductivos e incluso muerte súbita por
fallo cardiaco (Stahringer, 2003). El estudio
de Piccinelli et al. (2008) demuestra como
algunos derivados del gossipol del aceite de
las semillas, pueden resultar citotóxicos y
por lo tanto nocivos al consumo humano.
El gossipol, además, también ha mostrado un
efecto nocivo sobre la reproducción del
ganado bovino alimentado con semilla o torta
de algodón, especialmente en terneros
inmaduros ya que los adultos son capaces de
detoxificar una determinada cantidad de
gossipol (Morgan, 1989; Stahringer, 2003).
En el mismo sentido, algunas investigaciones
en seres humanos también han demostrado
la capacidad del gossipol como depresor de
la fertilidad en hombres, especialmente en
estudios llevados a cabo en China donde se
consume el aceite de algodón crudo. Diversos
investigadores empezaron a experimentar
con el gossipol como un anticonceptivo
masculino, pues en dosis adecuadas es capaz
de suprimir la espermatogénesis (Coutinho,
2002; Zhou et al., 2008).
A pesar de lo comentado, el gossipol, aislado
también en tallos y raíces de algodones,
actúa en las plantas como una defensa
natural que causa infertilidad en los insectos
que se comen sus semillas u hojas, evitando
así la proliferación de sus depredadores
naturales (Coutinho, 2002). De alguna
manera, el gossipol contribuye al equilibrio
biológico en la naturaleza.
gossipol
109 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Industrialmente, el gossipol, además, por su
naturaleza polifenólica, tiene importantes
aplicaciones como antioxidante, lo cual la
medicina moderna no puede ignorar (Shang
et al., 1998; Coutinho, 2002).
Sus características polifenólicas permiten al
gossipol actuar como germicida y viricida,
Bella flor del algodón (Gossypium hirsutum), una especie con enormes propiedades etnomedicinales
principalmente a nivel del tracto urinario.
Muy reseñable resulta la aplicación del
gossipol como un agente anticancerígeno muy
potente ante diversos tipos de cáncer y
tumores (Tuszynski y Cossu, 1984; Benz et
al., 1990; Shang et al., 1998; Leblanc et al.,
2002; Moon et al., 2008).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 110

Guazuma ulmifolia Lam.

Familia: Sterculiaceae.
Sinonimias: Guazuma guazuma Cockerell, G. invira (Willd.) G. Don, G. polybotrya Cav., G. tomentosa Kunth, G. ulmifolia var.
tomentella K. Schum., G. ulmifolia var. tomentosa (Kunth) K. Schum., G. utilis Poepp. & Endl., Theobroma guazuma L.
Nombres vernáculos: Guácimo, guásimo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Originario de América Tropical, se extiende desde México hasta América del Sur (noreste de Argentina,
Ecuador, Perú, Paraguay, Bolivia y Brasil). También ha sido citado en las Antillas (mayores y menores), habiendo sido
cultivada en Hawaii donde ha llegado a naturalizarse. En Nicaragua es frecuente en zona antropizadas de todo el país,
siendo especie autóctona (Stevens et al., 2001).

Desde un punto de vista etimológico, esta Algunos informantes recomiendan el uso de

especie arbórea es conocida en lengua
náhuatl como tzotzil (en referencia a una
tribu mexicana) y quauholotl (árbol del elotl,
en referencia al ‘elote’ o grano del maíz). En
Nicaragua, además de los dos nombres
vernáculos citados antes y que se han
documentado en Ometepe, también se le
conoce como ‘guacimillo’, ‘guásimo de ternero’
o ‘tapa culo’, denominaciones que hacen
mención a sus propiedades antidisentéricas
(Villalobos, 2000).
En nuestra zona de estudio, así como en
otras comunidades indígenas cercanas a
Tilgüe, el guácimo se suele utilizar
básicamente como planta forrajera; aunque
también alberga algunos usos medicinales
referidos al consumo de sus frutos maduros
contra la disentería, aunque un exceso de
éstos puede producir extreñimiento. De
hecho, la ingestión de grandes cantidades de
partes de esta planta puede provocar
náuseas, vómitos y diarrea, por su elevada
actividad citotóxica (Osuna et al., 2005).
únicamente 20 cm de corteza, pues un
exceso puede provocar efectos secundarios.
Puede seguirse el mismo procedimiento con
esos 20 cm de corteza hervidos en agua y
mezclados con miel de jicote para reducir el
ardor en la micción.
En algunas zonas, del norte de Nicaragua, el
mucílago, de la corteza del guácimo, se
utiliza para embellecer y fortalecer el
cabello; mientras que en San Francisco Libre
(Pacora) su infusión se usa en problemas
renales y gastritis así como contra la
chistata (cistitis) (Villalobos, 2000).
Gran parte de las capacidades forrajeras de
esta especie residen en sus frutos, una de
las fuentes más ricas de alimento para los
rumiantes debido a su escaso contenido en
metabolitos secundarios potencialmente
tóxicos. Los frutos del guácimo muestran
excelentes valores de degradabilidad y son
fácilmente asimilables (Macías y García,
2004; Pizzani et al., 2006).

En Tilgüe también se utiliza la solución de la Además, la composición en fibra cruda de las

corteza, procedente de las ramas más
jóvenes y pequeñas, contra la diarrea y la
disentería. En este caso el procedimiento de
preparación es ciertamente curioso, pues se
parte de una dosificación de unos 45 cm de
corteza, que son remojados en medio litro de
agua hasta la expulsión de sus mucílagos,
tras lo cual se recomienda la bebida de un
vaso cada tres horas hasta parar la diarrea o
la disentería.
hojas y frutos es relativamente elevada
(36,2%), siendo también rica en elementos
fundamentales para la dieta tales como
calcio, fósforo, sodio, potasio y magnesio;
propiedades que aseguran su viabilidad como
planta forrajera.
En la región de Boaco, en Nicaragua, los
frutos secos del guácimo son molidos en
época seca para alimentar al ganado, como
111 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

una estrategia para reducir los riesgos de Staphylococcus aureus. Éstas parecen
falta de alimento en periodos poco propicios, residir en los extractos metanólico y
en los cuales las hojas también son clorofórmico obtenidos tras la maceración
consumidas (Zamora et al., 2001). de sus partes verdes y frutos (Camporese et
al., 2003; Navarro et al., 2003; Fernández et
En Guatemala y México, como en Ometepe, al., 2005). Por su parte, el extracto crudo,
se usa en el tratamiento de desórdenes mezclado con acetato etílico, ha demostrado
gastrointestinales, fundamentalmente los efectos inhibitorios frente al virus de la
relacionados con la disentería causada por polio y el herpes bovino (Felipe et al., 2006).
parásitos bacterianos, indigestiones o
pérdida de apetito. En estos casos se suele Este cómputo de datos justifica su uso
utilizar la infusión de sus frutos a tal fin forrajero y antidisentérico, y su gran
mezclada generalmente con la de la corteza potencial medicinal y bioprospectivo en la
y otras especies vegetales (Cáceres et al., búsqueda de nuevos fármacos de origen
1990, Osuna et al., 2005). natural, especialmente en los indicados
contra la disentería o el herpes.
Estudios experimentales han demostrado
que el extracto acuoso de flores de guácimo
es efectivo frente a procesos ulcerosos,
disminuyendo a su vez el estrés de la mucosa
gástrica relacionado con los desórdenes
señalados y, por tanto, actuando como un
protector de la mucosa gastrointestinal
(Berenguer et al., 2007). La composición en
ciertos flavonoides (quercetina, kaempferol,
kaempferitina) de las flores es responsable
de las actividades antes señaladas. Detalle de las flores del guácimo. En ellas radican
principios químicos con aplicaciones medicinales para el
tratamiento de úlceras y desórdenes gastrointestinales,
En la corteza se han documentado algunas básicamente flavonoides
antocianinas y proantocianidinas, ésteres
insaturados como el β-sitosterol, glucósidos
cardiacos del tipo de los cardenólidos y
bufandienólidos, así como triterpenos y
taninos; en las hojas se han aislado
alcaloides como la cafeína o la cedrina,
taninos, esteroles, terpenos, flavonoides y
otros compuestos fenólicos, quinonas y
saponósidos. Esta composición fitoquímica es
responsable de las propiedades medicinales
citadas hasta el momento, que básicamente
se resumen en su actividad antiespasmódica,
antibacteriana, antitusiva y antisecretora
(Soto y Sousa, 1995; Bucay y Haiat, 2005;
Osuna et al., 2005).

Estudios fitoquímicos y de actividad

biológica, llevados a cabo con el guácimo, han Guácimo o guásimo, un árbol forrajero con gran utilidad
demostrado sus propiedades antibacterianas en Nicaragua, que a su vez es especie etnomedicinal
frente a Bacillus stearothermophylus, aunque alberga cierta citotoxicidad

Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa y


Hamelia patens Jacq.
Familia: Rubiaceae.
Sinonimias: Hamelia erecta Jacq., H. latifolia Reichb. ex DC., H. nodosa Martens & Galeotti, H. pedicellata Wernh.
Nombres vernáculos: Coralillo, pinta machete.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Originario de América, desde el sur de Estados Unidos (Florida), México hasta Argentina. También
frecuente en las Antillas. En Nicaragua es especie autóctona, común como vegetación secundaria (Stevens et al., 2001).
Etimológicamente, esta especie es conocida
en náhuatl como uitsitsikitempil (lwiciciki-i-
tempil), es decir ‘lengua de colibrí’, haciendo
mención, con toda seguridad, a la morfología
de su flor de un color rojo a anaranjado muy
atrayente. La denominación vernácula ‘pinta
machete’ hace referencia a que cuando este
arbusto es cortado, la herramienta utilizada
queda como tintada, manchada de un color
parecido al óxido. Por su parte, ‘coralillo’
está en consonancia con el anterior, y
refiere por igual el color rojo intenso de la
inflorescencia de este arbusto.
Las flores del coralillo, de color rojo intenso, son
enormemente llamativas y son la causa de muchos de los
nombre vernáculos de este preciado arbusto
En Tilgüe, el coralillo se usa para tratar las
calenturas de resfriados, sobre todo cuando
éstas se presentan con fiebres e hipotermia
en los pies. Para ello, el tratamiento consiste
en baños corporales en el agua de decocción
de tres cogollos foliares en un galón de agua,
hasta desaparecer los síntomas.
Díaz y Ortega (2006) citan el uso de sus
hojas, por indígenas venezolanos, para
combatir hongos de los pies, para lo cual se
maceran éstas y con el líquido obtenido se
Catálogo etnoflorístico medicinal 112
trata directamente sobre la zona afectada.
En Belize también se utiliza para tratar los
hongos, así como antipirético, analgésico y
para calmar las picaduras de insectos
(Arvigo y Balick, 1993; Balick et al., 2000).
En El Salvador, donde localmente la conocen
como ‘chichipince’, su extracto crudo se usa,
a modo de jabón, como agente limpiador
(Morton, 1981), gracias a sus notables
propiedades bactericidas (Misas et al.,
1979). Algunas comunidades indígenas
peruanas la usan para inflamaciones, como
antirreumático y para la fiebre (Valdizan y
Maldonado, 1922).
En México, en la región de Campeche, se
conocen sus propiedades antimicrobianas,
analgésicas y antiinflamatorias, sobre todo
para tratar problemas dérmicos, así como
para detener hemorragias menstruales
excesivas, como antidiarreica y lenitiva (De
la Rosa, 1980; Cano-Asseleith, 1997).
Los estudios fitoquímicos, en el coralillo, han
demostrado que posee concentraciones
relativamente elevadas de una flavanona
glicosilada derivada de la rutina, así como
narirutina y ácido rosmarínico (Aquino et al.,
1990; Ríos y Aguilar, 2006); este último
tiene una actividad antibacterial más que
demostrada (Li et al., 2000), por lo que
probablemente la mayor parte de sus
propiedades se deban a los compuestos
fenólicos. Además de los anteriores, también
se han aislado cicloartenoles, alcaloides
indólicos, esteroles y ciertos triterpenos,
fundamentalmente en sus hojas (Ríos y
Aguilar, 2006).
113 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

En paralelo, investigaciones semejantes han

puesto de manifiesto que los extractos
alcohólicos del coralillo tienen un marcado
efecto antidiarreico, tanto in vitro como in
vivo, en roedores de laboratorio (Pérez et
al., 1996).

Estos mismos, aplicados tópicamente, han

mostrado actividad antiinflamatoria (Sosa et
al., 2002).

ácido rosmarínico

Estudios de actividad biológica han

demostrado las propiedades bactericidas de
esta especie frente a ciertos patógenos
tales como Escherichia coli y Pseudomonas
aeruginosa (Camporese et al., 2003), dos de
los más frecuentes en Centroamérica;
aunque en cambio no parece tener actividad Arbusto del coralillo o pinta machete
antifúngica alguna, al menos frente a los
hongos patógenos que fueron ensayados
(Freixa et al., 1998).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 114

Heliotropium indicum L.

Familia: Boraginaceae.
Sinonimias: Heliophytum indicum A. DC., Heliotropium cordifolium Moench., H. parviflorum Blanco, Tiaridium indicum
Lehm.
Nombres vernáculos: Cola de alacrán.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Nativa de las zonas tropicales del Viejo Mundo, se ha adaptado perfectamente a los climas tropicales
americanos consiguiendo naturalizarse en muchos terrenos yermos. Aparece, de manera diseminada, por las Antillas
mayores, el estado de Florida en Estados Unidos, así como en muchos ambientes tropicales centro y sudamericanos. En
Nicaragua, donde es especie autóctona, abunda especialmente en terrenos alterados y antropizados de todo el país
(Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el sufijo específico Muchas especies del género Heliotropium

indicum hace referencia a su procedencia del tienen semejantes usos tradicionales en el
continente asiático, en concreto de la India. continente americano como antipiréticas,
Su denominación vernácula en Ometepe, ‘cola aunque de igual manera pueden resultar
de alacrán’, viene referida a la forma tóxicas en altas dosis (Argueta et al., 1994).
encorvada de su inflorescencia asemejando De hecho, Sánchez et al. (2001) han
la cola del arácnido. En otros paises demostrado que los extractos etanólicos de
americanos se la conoce con denominaciones diferentes órganos en diversas especies de
semejantes como ‘rabo de alacrán’. Heliotropium pueden tener alta interacción
con el ADN provocando un desplazamiento
En la comunidad de Tilgüe la cola de alacrán de su actividad, lo cual podrían indicar que
es conocida por sus bondades para curar estas pueden llegar a ser genotóxicas.
calenturas con síntomas de sudores fríos,
recomendándose agarrar un puñado de hojas,
que se cuecen con varias hojas de hierba del
dolor (Hyptis verticillata), se deja entibiar
la decocción y se baña uno todo el cuerpo una
sola vez. Se recomienda no bañarse los dos
días siguientes para no padecer un mal
conocido como ‘pasmado’, que afecta
especialmente a los niños recién nacidos, y
que derivaría de un uso excesivo de los baños
de esta planta. La cola de alacrán puede
consumirse oralmente, con semejantes
propiedades etnomedicinales, para lo cual 3-
4 inflorescencias se cuecen y la decocción se
toma en caliente.

En la zona de San Francisco Libre, en

Nicaragua, la cola de alacrán se utiliza para
combatir la tos, gripe, inflamación e incluso
las picadas de alacrán, y en sudores de Heliotropium indicum: especie con muchas aplicaciones
calenturas a semejanza de Ometepe etnomedicinales en la comunidad indígena de Tilgüe,
sobre todo para tratar sudores fríos y calenturas. A
(Villalobos, 2000). Heliotropium indicum es
pesar de sus bondades médicas puede llegar a ser
por tanto una planta que hace honor a su genotóxica alterando el ADN humano
nombre vernáculo.
115 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
Las especies del género Heliotropium son
ricas en una amplia gama de alcaloides como
putrescina, espermidina, homoespermidina,
indicina, pirrolidina, supinidina, necina,
retronecine, derivados de pirrolizidina,
helindicina, licopsamina, etc.; éstos dos
últimos tienen propiedades moderadas como
antioxidantes, estando presentes en hojas,
inflorescencias y raíces (Catalfamo et al.,
1982; Birecka et al., 1983, 1984; Frölich et
al., 2001; Souza et al., 2005).
Algunos alcaloides, taninos y saponinas, de la
cola de alacrán, han demostrado tener
capacidad antiulcerogénica, en ensayos sobre
ratas de laboratorio (Akinlolu et al., 2006).
Ensayos semejantes han demostrado, tal y
como etnomedicinalmente se documenta en
Ometepe, actividad antiinflamatoria, sobre
todo en procesos cutáneos, del suministro
oral de preparados de cola de alacrán
(Srivinas et al., 2000; Suresh et al., 2002).
licopsamina
La cola de alacrán tiene un rico aceite
esencial, compuesto mayoritariamente de
fitol, 1-dodecanol y β-linalool, compuestos
con fuerte actividad ante Mycobacterium
tuberculosis, microorganismo causante de la
tuberculosis. Heliotropium indicum es, por
tanto, especie etnomedicinal con potencial
farmacológico (Machan et al., 2006).
Estudios relativamente recientes han
mostrado que la cola de alacrán alberga
cierta actividad antiproliferativa de líneas
celulares de adenocarcinomas humanos,
teniendo por tanto una actividad media como
anticancerígeno gracias fundamentalmente a
su capacidad como antioxidante (Primchanien
et al., 2004).
En el mismo sentido, en roedores de
laboratorio, se ha evaluado positivamente
(37%) actividad antimalárica, cuyo extracto
acuoso es activo frente a cepas del parásito
Plasmodium berghei en dosis de 500
mg/kg/día administradas oralmente (Carrillo
y Díaz, 2006).
Inflorescencia de la cola de alacrán. Tanto en su forma
como en sus usos etnomedicinales, esta planta hacer
honor a su denominación vernácula
 Catálogo etnoflorístico medicinal 116

Hura crepitans L.

Familia: Euphorbiaceae.
Sinonimias: Hura brasiliensis Wild., H. senegalensis Baillon, Sterculia crepitans Mill.
Nombres vernáculos: Jabillo, molinillo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Su área de distribución se extiende desde la parte sur de Nicaragua hasta el sur de Brasil y el Amazonas
boliviano. Crece también en las Antillas, tanto en las mayores como las menores, habiendo sido cultivado en Hawaii,
Florida, California, Bahamas e Indias Occidentales holandesas. Se ha difundido por toda la zona tropical del planeta,
naturalizándose en África Occidental. En general se trata de una especie propia de climas relativamente cálidos. En
Nicaragua es frecuente, como especie autóctona, en bosques secos y ripisilvas de la zona pacífica (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, la denominación vernácula Arlington (1986) comenta el uso de las

‘molinillo’ deriva de la semejanza de su fruto
respecto a un utensilio frecuente en la
cocina nicaragüense para agitar refrescos.
El nombre genérico Hura procede de la
latinización de su denominación popular
antillana; mientras que el específico
crepitans, también latino, hace referencia a
‘crujir’ o ‘crepitar’, es decir a la forma
explosiva en que se dispersan sus semillas,
las cuales generan un estruendo notable en
base a que el fruto consta de una serie de
celdas separadas por septos, que actúan
como resortes sobre los que se sitúan las
semillas, las cuales al madurar y secarse
literalmente ‘explotan’ o ‘crepitan’, con un
estallido violento y sonoro que las dispersa a
grandes distancias (> 60 m) (Barrett, 1956).
No resulta extraño que en El Salvador se la
conozca como ‘árbol del diablo’ por la
toxicidad que a continuación se comenta.
semillas y savia del jabillo en Dominica como
purgativas, aunque no recomienda su
ingestión directa por provocar náuseas,
vómitos, diarreas e incluso la muerte.
En San Ignacio, México, este árbol también
se usa como purgante violento, para lo cual
se extrae el jugo del fruto y se mezcla con
zumo de naranja, y de igual manera se incide
en la peligrosidad de consumir el fruto tal
cual pues la cáscara de su semilla es capaz
de dar lugar a vómitos fuertes, cefalea,
sensación de quemadura en la garganta,
diarrea y profundo dolor abdominal (López,
2002). A pesar de todo, y de lo tóxicas que
parecen ser las semillas del jabillo, éstas, en
cambio, son muy apreciadas por aves de
corral, e incluso tostadas pueden llegar a ser
comestibles por mamíferos, incluyendo el
hombre (Hartshorn, 1983).

En la comunidad de Tilgüe el jabillo es

utilizado por sus pobladores para hacer
botes y canoas de pescadores de una sola
pieza (pangas). Etnomedicinalmente tiene un
uso básico como antiparasitario intestinal,
para lo cual se usa el fruto seco molido que
se cuece en un litro de agua y la decocción se
toma en ayunas.

Frutos y semillas ‘explosivas del jabillo’

Las personas encuestadas también hicieron
mención a la peligrosidad de su látex, capaz
El látex del jabillo puede ser caústico y muy
de producir ceguera si cae directamente
venenoso, irritando la piel y pudiendo
sobre los ojos, aunque éste, en parches, se
producir ceguera por contacto directo. Las
usa para dolores musculares.
117 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
mismas circunstancias pueden producirse de
consumir el fruto seco, e incluso el polvo de
la madera seca también puede resultar
irritante, lo mismo que las flores. De hecho,
se han confirmado muchos casos de
dermatitis por contacto con maderas de
jabillo exportadas a Europa (Hausen, 1981).
Debido a todo ello, es normal que su uso
etnomedicinal más extendido haya sido como
planta purgante. En el Amazonas peruano, la
corteza y el la resina del jabillo se hierven y
se utilizan en baños tipo sauna durante tres
días, y la resina fresca se aplica en forma de
gotas directamente sobre picaduras de
serpientes (Mejía y Rengifo, 2000).
Flores masculinas en espiga y flores femeninas solitarias y de color rojo del jabillo
La toxicidad del jabillo radica en dos
albúminas tóxicas (toxoalbúminas), hurina y
crepitina, que se distribuyen por toda la
planta: flores, semillas y látex (Jaffe, 1943;
Jaffe y Seidl, 1969). Es probable que
ciertos triterpenos cíclicos del látex,
derivados del artenol y artanol así como del
buritospermol (Ponsinet y Ourisson, 1965)
resulten tóxicos. Dichas albúminas tienen
propiedades mitogénicas (Falasca et al.,
1980), estimuladoras del ciclo celular, sobre
todo de los linfocitos T, demostrando cierta
actividad hemoaglutinante y protectora.
 Catálogo etnoflorístico medicinal 118

Hymenaea courbaril L.

Familia: Fabaceae (Caesalpinioideae).

Sinonimias: Hymenaea animifera Stokes, H. candolleana Kunth., H. multiflora Kleinhoonte, H. resinifera Salisb., H. retusa
Willd. ex Hayne, H. stilbocarpa Hayne, Inga megacarpa M.E. Jones
Nombres vernáculos: Guapinol.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Sudamérica y Centroamérica, de México al Amazonas (Perú, Bolivia, Brasil, Guayana Francesa) y el Caribe
(Cuba, Jamaica, Trinidad y Tobago, Antillas menores) (Joly y Crawford, 1982). En Nicaragua abunda en pastizales y
bosques galerías de todo el país, siendo especie autóctona (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo de pulpa es de un 3.2% de azúcar, 1.1% de grasa

‘guapinol’ procede de los vocablos náhuatl y 35.8% de fibra, de ahí sus propiedades
quauitl (árbol) y pinolli (serrín, polvo), que comentadas (Hueck, 1961) que incluso sirven
juntos forman la palabra quauitlpinolli (árbol para combatir la diarrea. En la medicina
del pinolli o árbol de la harina). El pinolli tradicional de Panamá el fruto del guapinol
corresponde al alimento que las poblaciones se usa para combatir úlceras bucales.
indígenas pretéritas elaboraban con una
mezcla de maíz, cacahuete, cacao y la pulpa
harinosa del fruto del guapinol; moliendo
todos estos ingredientes y mezclándolos con
agua para obtener una bebida altamente
nutritiva y curativa, a la cual se otorgaban
numerosas propiedades religiosas y mágicas.
En la actualidad esta bebida se conoce como
‘pinolillo’, un refresco natural con los mismos
ingredientes utilizados por los indígenas en
el pasado, que se produce y consume en la
Isla de Ometepe aunque no demasiado.

El fruto del guapinol es una legumbre

grande, de unos 15 cm de longitud, con
exocarpo leñoso de color pardo rojizo y
extremadamente duro en base a su gran
grosor en la madurez (5 mm). La pulpa del
fruto del guapinol es de color crema o
amarillenta y comestible, con un alto valor
nutritivo y reconstituyente del organismo,
aunque su gusto no es apreciado por todo el
mundo (Marrero, 1949). Toda vez seca y
molida, la pulpa se transforma en una harina
olorosa utilizada para producir pinolillo. Legumbre del guapinol y detalle de exocarpo leñoso

A nivel etnomedicinal tiene propiedades La principal aplicación etnomedicinal, en

estimulantes y tónicas, por lo que se Ometepe, es en el tratamiento de afecciones
consume contra dolores genéricos o de renales y estomacales, ya que se le suponen
cabeza, espasmos, artritis, reuma, catarros, propiedades beneficiosas contra las
diarrea, bronquitis, etc. El contenido de la dolencias de riñón (especialmente contra su
119 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

inflamación o nefritis, cistitis) y estómago antiinflamatoria, bactericida y antifúngica,

(dispepsia o dolor abdominal, estomatitis, así como de conllevar notables propiedades
úlceras), siendo muy recomendable como antitumorales demostradas en estudios
depurativo y purgante estomacal. A tal clínicos (Arrhenius et al., 1983; Nogueira et
efecto se utiliza básicamente su corteza (de al., 2002). Otro metabolito más, astilbina,
textura lisa y regular, color café a gris tiene propiedades antioxidantes y actividad
claro) en decocción, hervida en agua (una protectiva del hígado.
cuarta/litro), recomendándose la toma de
una taza diaria durante una semana. Esta
decocción suele tener actividad purgante
mientras que si se consume en infusión
combate el estreñimiento y los gases
intestinales.

Ciertos indígenas de la cuenca amazónica de

Guayana y Perú maceran la corteza para
combatir diarreas, cistitis, hepatitis,
prostatitis y la tos (Mejía y Rengifo, 2000).
Usos como los de Tilgüe, en afecciones ácido copálico
renales, se citan en San Francisco Libre en
Nicaragua (Villalobos, 2000). El guapinol también contiene otros terpenos
y compuestos fenólicos responsables de la
De las raíces y el tronco del guapinol se protección del árbol frente a agentes
extrae una resina amarilla o rojiza pálida, de fúngicos que potencialmente pueden atacarle
aspecto gomoso, conocida popularmente en el seno del bosque tropical. De hecho, se
como ‘copal’. Esta goma tiene diversas ha probado clínicamente que el guapinol tiene
aplicaciones industriales (barniz, incienso, actividad antifúngica contra la Candida,
etc.), pero se utiliza también en la medicina hongo causante de la candidiasis, así como
popular por sus propiedades antisépticas, contra ciertas bacterias como Escherichia
astringentes, desparasitante, expectorante, coli, Staphylococcus, Pseudomonas y Bacillus.
laxante, purgante, sedativas, estimulante y
tónicas. En todos estos casos la resina se
utiliza cocida, siendo especialmente válida
para combatir catarros, asma y enfisemas.
En linimento, la resina puede igualmente ser
aplicada sobre el área afectada para
combatir dolores musculares, reumatismo,
artritis, magulladuras y dolores de riñón; y
molida puede aplicarse externamente para
curar heridas, úlceras y rozaduras.

Las propiedades medicinales del guapinol se Astilbina: un flavonoide glicosilado del guapinol como
actividad antioxidantes y hepatoprotectoras
basan en la presencia de compuestos con
probada actividad biológica como diterpenos,
Esta especie también ha demostrado ser
sesquiterpenos, flavonoides y oligosacáridos,
efectiva contra Biomphalaria glabrata, un
tanto en su corteza como en la resina
caracol de agua dulce, de importancia médica
(Vargas-Rechia et al., 1998). De entre éstos,
por ser el hospedador intermediario del
algunos ácidos fenólicos como el copálico, o
tremátodo Schistosoma mansoni causante de
los terpenoides δ-cadineno, cariofileno y α-
la esquistosomiasis (Marston et al., 1996).
humuleno, son responsables de la actividad
 Catálogo etnoflorístico medicinal 120

Hyptis verticillata Jacq.

Familia: Lamiaceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Hierba del dolor.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Originaria de América Central, se distribuye desde el sur de México hasta Colombia, incluyendo toda
Centroamérica y las Antillas. En Nicaragua, donde es autóctona, en zonas alteradas de todo el país (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre vernáculo también se recomienda su uso en problemas

‘hierba del dolor’ hace referencia tanto a su odontológicos, para lo cual se utiliza la
biotipo como a su principal uso en la medicina decocción de sus hojas o el aceite esencial
tradicional en el tratamiento de dolores de planta mediante aplicación externa o en
estomacales; mientras que el sufijo infusión oral (Waizel y Martínez, 2007).
específico verticillata, de origen latino, se
atribuye a la disposición de sus hojas en
verticilos sobre un mismo nudo.

En la comunidad de Tilgüe se recomienda el

uso de esta especie para contrarrestar
dolores de estómago, siguiendo esta
preparación y dosis: se cuecen en medio litro
de agua doce hojas y se toma la decocción,
endulzada o no, durante tres tomas seguidas
cada tres horas hasta desaparecer o
disminuir el dolor. En otros casos también se
recomienda tomar una infusión, en forma de
té, a partir de tres cogollos jóvenes,
fundamentalmente en dolores de cabeza.
Para tratar resfriados se usa la decocción
de hojas de hierba del dolor, apazote y
manzanilla, la cual se aplica externamente
echándola tibia poco a poco en la cabeza,
hacia el atardecer. Para provocar sudores de
calenturas, se recomienda un baño corporal
tibio con el cocimiento de hojas de cola de
alacrán e hierba del dolor, tras el cual la
persona se envuelve en una manta hasta
eliminar los sudores, recomendándose su uso
por las noches y no tomar nada frío después
de la aplicación para mayor efectividad.
En otras muchas regiones americanas, como
en Oaxaca (México), los usos dados a la
hierba del dolor son semejantes a los de
Ometepe, pues se utiliza para tratar
desórdenes e infecciones gastrointestinales
(Morton, 1981; Heinrich, 2003). En México,
Hierba del dolor
En Jamaica usan esta planta con un amplio
espectro etnomedicinal que incluye el
tratamiento de resfriados, cólicos, artritis,
psoriasis, dolores estomacales y pie de
atleta (Mitchell y Ahmad, 2006b). En
Honduras, la usan algunos ganaderos para
tratar infecciones tras la castración del
ganado, así como, en el caso de seres
humanos, para el dolor y congestión de
estómago, tos, cólicos, calenturas y diarreas,
dolor de muela o espalda, vómitos y gripe
(House et al., 1995).
El estudio fitoquímico del aceite esencial de
la hierba del dolor muestra que éste es rico
en sesquiterpenos derivados del cadineno,
aromadendreno y esquamuloseno, el cual ha
mostrado ser tóxico frente a ciertos
insectos patógenos (Cylas formicarius,
Boophilus microplus) de plantas cultivadas
como la batata, actuando a nivel de evitar la
121 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
ovoposición en las hembras, por lo que esta
planta se perfila como un biocida natural de
gran valor en sistemas de cultivo (Facey et
al., 2005; Mitchell y Ahmad, 2006b).
En la hierba del dolor se han aislado lignanos,
flavonoides como la sideritoflavona, ácidos
fenólicos como el rosmarínico, así como
otros terpenoides como α-pineno, β-pineno y
timol, e incluso triterpenos pentacíclicos y
ácidos grasos (Novelo et al., 1993; Kuhnt et
al., 1994, 1995).
Diversos ensayos clínicos, con extractos
alcohólicos de esta planta, han demostrado
su actividad antimicrobiana frente a
Staphylococcus aureus, Bacillus subtilis,
Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa o
Candida albicans, justificando su uso
etnomedicinal en infecciones estomacales
(Rojas et al., 1992).
Inflorescencia de la hierba del dolor
Finalmente, investigaciones recientes están
poniendo de manifiesto la posibilidad de
utilizar la hierba del dolor, así como Hyptis
suaveolens, en forma de anticancerígenos, lo
que abriría expectativas farmacológicas
sobre estas especies (Villareal, 2008).
De los metabolitos secundarios del género
Hyptis, con probabilidad de ser responsables
de dicha actividad anticancerígena, se
encuentra el denominado podofilotoxina y
sus derivados, un compuesto del tipo lignano
actualmente comercializado por la industria
farmaceútica, en forma de crema, con
aplicaciones en el tratamiento de verrugas
genitales y como antiviral contrastado
(Ionkova, 2007).
podofilotoxina
Ensayos clínicos de la podofilotoxina y
algunos de sus derivados mostraron ser
efectivos frente a líneas celulares de cáncer
en seres humanos (Novelo et al., 1993).
 Catálogo etnoflorístico medicinal 122

Jatropha curcas L.

Familia: Euphorbiaceae.
Sinonimias: Castiglionia lobata Ruiz y Pav., Curcas adansonii Endl., C. curcas (L.) Britton y Millsp., C. drastica Mart., C.
indica A.Rich., C. lobata Splitg. ex Lanj., C. purgans Medik., Jatropha acerifolia Salisb., J. afrocurcas Pax, J. condor Wall.,
J. curcas var. rufa McVaugh, J. edulis Cerv., J. yucatanensis Briq., Manihot curcas (L.) Crantz, Ricinoides americana
Garsault, Ricinus americanus Mill., R. jarak Thunb.
Nombres vernáculos: Tempate.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie originaria de América Latina, probablemente de México, se cultiva en México, América Central y del
Sur, incluso en Brasil y ciertos países caribeños (Jamaica, Puerto, Rico, etc.). También es cultivada en otros puntos del
planeta como el Sureste asiático, la India y la zona tropical africana, donde en general fue llevada por comerciantes
portugueses. En Nicaragua es probable que sea una especie introducida, siendo frecuente en áreas alteradas del Pacífico
(Stevens et al., 2001).

En los últimos años, el tempate ha adquirido
notable importancia económica (Kumar et al.,
2007), pues de su semilla, molida y prensada,
se obtiene un aceite no comestible, que
transesterificado (reacción del aceite con
diversos alcoholes -alcolisis- como metanol o
etanol mediante la transesterificación) da
lugar a un aceite de diferente color, el
aceite de tempate, con características de
combustión semejantes al diesel obtenido de
combustibles fósiles (Tapanes et al., 2008).
Gracias a ello, el aceite de tempate tiene
gran importancia como un combustible
alternativo (biodiesel), y existen en América
Central, también en Nicaragua, proyectos de
investigación dedicados a su explotación
(Foidl et al., 1996; Moreno, 2001).
Las semillas, crudas o molidas, junto con una
cucharada de látex, tiene efectos purgativos
y sirve para combatir el estreñimiento
(Mejía y Rengifo, 2000).
Al igual que antes se comentó del madero
negro, el tempate también se está utilizando
en Nicaragua como seto vivo en jardines y
actividades agropecuarias, dado que no es
consumido por el ganado y sus semillas
tienen actividad insecticida y contra
caracoles nocivos para las plantaciones como,
los cuales, a su vez, actúan como vectores de
ciertos tremátodos causantes de la
esquistosomiasis como Schistosoma mansoni
y S. japonicum, (Hostettmann et al., 1982;
Rug et al., 1997, Giubitz et al., 1999).
Las propiedades medicinales del tempate, en
nuestra zona de estudio, se resumen en el
uso de su látex, el cual resulta muy efectivo
para combatir calambres y otras afecciones
musculares. En estos casos el procedimiento
consiste en disolver siete gotas del látex del
tempate en una taza de agua, y la solución se
bebe para reducir las contracciones, gracias
a su acción cicatrizante (León, 2002).

En la Amazonía peruana el tempate (conocido

‘piñón blanco’) tiene múltiples propiedades
para combatir el reumatismo (gracias a una
cataplasma de hojas calientes sobre la zona
afectada) o como antidiarreico (zumo de sus
cogollos), pero la mayor parte de ellas
derivan, como en Ometepe, del uso de su
látex (Mejía y Rengifo, 2000; Lans, 2007), el
cual es válido para combatir odontalgias
(empapando un algodón con el látex y
aplicándolo sobre las caries), úlceras
Frutos del tempate
estomacales (tomando dicha resina durante
123 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
quince días por las mañanas), conjuntivitis
(aplicando una gota de la resina de la corteza
en el ojo afectado), heridas (aplicación del
látex directamente sobre la herida), como
antiséptico y cicatrizante vaginal (frotando
la resina entre las manos hasta obtener una
sustancia espumosa que se unta en la zona
afectada), etc.
De entre estas propiedades, quizá la más
significativa es la anticancerígena, ya que el
consumo directo de látex, tres veces al día,
parece resultar efectivo en el tratamiento
de algunos periodos iniciales del cáncer.
Tales propiedades parecen deberse a ciertos
compuestos presentes en la corteza como el
citrasterol y algunos triterpenos. Las hojas
son especialmente ricas en heterósidos
cianogénicos y en flavonoides.
Esqueleto de jatrofano
Diversos estudios fitoquímicos, emprendidos
sobre la composición de las semillas de
tempate, han demostrando que éstas tienen
un alto contenido en proteínas (31–34.5%) y
lípidos (55–58%), incluyendo saponinas y
sobre todo lectinas (Martínez et al., 2006).
Las lectinas son un grupo de proteínas de
origen no inmune, presentes en la mayoría de
los seres vivos, cuya importancia radica en
sus propiedades biológicas, en la aglutinación
De hecho, en Nigeria utilizan el extracto de
las hojas y raíces de esta planta en la
etnomedicina local, como remedio para el
cáncer, abortivo, antiséptico, diurético,
purgativo y hemostático (Dalziel, 1955). En
el sur de África se documenta que este
árbol sirve para ‘controlar la reproducción’,
por sus capacidades abortivas (Watt y
Breyer, 1962).
Estudios experimentales han demostrado
actividad antifértil del látex de las semillas
del tempate en ratas (Goonasekera et al.,
1995); siendo un jatrofano (diterpeno) el
principio citotóxico implicado, al interrumpir
la división mitótica de los fetos (Farnsworth
et al., 1975).
de eritrocitos y otras células como
linfocitos, plaquetas, etc.; pero también en la
inducción de mitosis y efectos citotóxicos
sobre los linfocitos y la aglutinación de virus.
Por ello, la presencia de lectinas en las
semillas del tempate suela considerarse
tóxica para los humanos, aunque sea un
principio activo con enormes posibilidades
pues las lectinas tienen la propiedad de
enlazarse de forma específica y reversible a
carbohidratos, ya sean libres o formen parte

de estructuras más complejas; contienen al
menos dos sitios de unión, de ahí que puedan
enlazarse en primer lugar a un azúcar
específico y de forma secundaria a una
molécula glicosilada.
Las lectinas poseen propiedades que
convierten a esta clase de proteínas en
herramientas de indudable valor en los
laboratorios biológicos, por lo que se utilizan
en numerosas investigaciones que incluyen:
estudio de la estructura de las membranas,
detección de transformaciones malignas,
purificación de glicoconjugados, estudios
citogenéticos, así como también en ensayos
histoquímicos, enzimáticos y en el tipaje de
grupos sanguíneos (Hernández Díaz, 1999).
En humanos, el consumo en abundancia de
semillas puede producir diarreas, espasmos
musculares y dilatación de pupilas (Flores et
Flores del tempate
Catálogo etnoflorístico medicinal 124
al., 2001). En ratas, Mujumdar y Misar
(2004) han demostrado cierta capacidad
antiinflamatoria del látex del tempate;
propiedades que concuerdan con la actividad
anticoagulante demostrada por Osoniyi y
Onajobi (2003), y cicatrizante (Villegas et
al., 1997).
Finalmente, resulta interesante indicar
algunos estudios sobre esta especie (Muanza
et al., 1995; Matsuse et al., 1999), que
parecen señalar que los extractos acuoso y
alcohólico de sus hojas muestran actividad
frente al virus del sida (HIV-1), con
señaladas propiedades citoprotectivas. El
único problema es que dichos extractos
resultan a su vez tóxicos frente a líneas
celulares humanas. Diversos compuestos
fenólicos, del tipo de las cumarinas, parecen
estar implicados en tal tipo de actividad.
125 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Jatropha gossypiifolia L.

Familia: Euphorbiaceae.
Sinonimias: Adenoropium gossypifolium Pohl, Jatropha elegans (Pohl) Klotzsch in Seemann
Nombres vernáculos: Quelite.
Biotipo: Hierba, a veces leñosa y semiarbustiva.
Distribución: Nativa del Nuevo Mundo, probablemente de Sudamérica, aunque ampliamente distribuida en los trópicos.
Crece en terrenos yermos, cultivados y calcáreos, de poca o mediana elevación. Se observa en las Antillas mayores y
menores, así como en Bahamas. En América tropical continental se distribuye en los Estados Unidos, México, toda
Centroamérica y gran parte de Suramérica. Actualmente se encuentra naturalizada en muchas regiones tropicales del
planeta, caso del oeste de la India. En Nicaragua es común en zona ruderalizadas de todo el país, probablemente cultivada
y naturalizada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente la denominación vernácula

‘quelite’ proviene del vocablo náhuatl kilit,
que se refiere en general a todo tipo de
‘hierbas comestibles’ o ‘plantas digestivas’.
De hecho, una de las principales aplicaciones
etnomedicinales del quelite, en toda América
(Morton, 1981), es precisamente su uso
frente a empachos o indigestiones, de ahí
que su nombre vernáculo haga mención
precisamente a estos hechos.
Flor y frutos del quelite

En la comunidad de Tilgüe el quelite se

utiliza en casos de cólicos estomacales o
empachos digestivos, con esta dosificación:
se toman tres cogollos verdes, se hierven en
un cuarto de un vaso de agua y se toma la
decocción. En casos de diarrea se toma una
cuarta de agua de una botella de 500 ml, se
majan tres raíces medianas, y se suministra
al enfermo 2-3 dedos o cucharadas con cada
comida. En nuestra comunidad también se ha
documentado el uso del látex del quelite
para sanar y curar quemaduras.
Este mismo látex se usa en Venezuela en el
tratamiento de úlceras epiteliales, mientras
que la decocción de las hojas se utiliza como
purgativa (Escala y Xena, 1991).
La decocción de hojas del quelite también
puede utilizarse, externamente, en forma de
baños, tanto en Latinoamérica y el Caribe,
para tratar úlceras, esguinces y erupciones
cutáneas; en general ante cualquier afección
que implique procesos dolorosos (Morton,
1981).
Diversos estudios fitoquímicos, de las partes
aéreas del quelite (hojas y corteza),
muestran que en él se encuentran algunas
cumarinas de tipo lignoide, como la propacina
o la cleomiscosina A (Das y Venkataiah,
2001; Das et al., 2003) con gran valor
taxonómico; diterpenos como jatrofona y sus
análogos, y jatrofolonas A y B (Das y
Venkataiah, 1999; Das et al., 2003).
En el extracto alcohólico de las hojas son
abundantes ciertos flavonoides C-glicósidos
tales como vitexina, apinenina e isovitexina
(Sankara et al., 1971); mientras que en
extractos no polares son los lignanos como el
jatroideno, jatrofano, gadaína y venkatasina
(Chatterjee et al., 1981; Banerji et al., 1984;
Das et al., 2003).
Este compendio de metabolitos secundarios
del quelite, sobre todo los presentes en sus
hojas, parece ser el responsable de sus
propiedades anticoagulantes (Oduola et al.,
2005a), purgativas y febrífugas, así como su

amplio espectro de acción antibiótica frente
a ciertos microorganismos relacionados con
desórdenes estomacales como Micrococcus
luteus, Staphylococcus aureus, Escherichia
coli, Pseudomonas aeruginosa o Aspergillus
niger (Kumar et al., 2006).
De todos ellos, quizá uno de los más
interesantes sea un complejo diterpeno
macrocíclico conocido como jatrofenona, con
gran potencial bactericida, frente a
Staphylococcus aureus entre otros,
produciendo dermatitis.
Catálogo etnoflorístico medicinal 126
habiendo sido comparado incluso a la
penicilina (Ravindranath et al., 2003).
Del látex del quelite se han aislado
octapéptidos cíclicos novedosos, como la
cicloglossina B, así como otros heptapétidos
(ciclogossina A) (Auvin-Guette et al., 1997);
en los cuales podrían residir sus propiedades
anticoagulantes (Oduola et al., 2005b). En
cualquier caso el látex puede resultar
venenoso y de hecho es tóxico por contacto.
Flores y frutos del quelite
127 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Lippia alba (Mill.) N.E. Br.

Familia: Verbenaceae.
Sinonimias: Especie con un número increible de sinónimos, de los géneros Lantana, Lippia, Phyla, Verbena y Zaparia (ISB,
2007). La explicación puede encontrarse en la gran variabilidad de la especie y más específicamente en la complejidad
inherente a la familia Verbenaceae. Se han descrito hasta siete taxones infraespecíficos (formas y variedades) de Lippia
alba (IPNI, 2007; Hennebelle et al., 2008).
Nombres vernáculos: Guanislama, juanislama.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Originaria posiblemente de Sudamérica, se distribuye de manera natural entre México y Florida hasta el
norte de Argentina, creciendo espontáneamente en Centroamérica donde se ha asilvestrado en muchas zonas.

En Tilgüe la guanislama se usa para elaborar endémicos de Nicaragua u Honduras, ya que

baños aromáticos en personas con fiebre se han documentado en Ometepe, en la costa
(calenturas frías). Para ello se preparan atlántica del Caribe nicaragüense (Barrett,
nueve litros de agua fría en los que se 1994, 1996), en San Francisco Libre
depositan siete ramitas de la guanislama (Villalobos, 2000) y en comunidades
refregadas hasta extraer la parte verde de hondureñas (House et al., 1995).
la hoja. También se utiliza frente a la
disentería, para lo cual se desbarata con las
manos un manojo de tres ramitas, se cuela,
se deposita en medio litro de agua caliente y
se toma la infusión. Lo recomendado, en este
segundo caso, son tres tomas al día hasta
que se desaparecen los síntomas. Finalmente,
la guanislama también se utiliza frente a los
dolores de cabeza y como calmante nervioso,
hirviendo siete cogollos tiernos en un litro
de agua y tomando una taza de la decocción.

Lippia alba es un arbusto aromático Flores de la guanislama

ampliamente utilizado, a nivel etnomedicinal,
y con muchos propósitos diferentes, a lo
largo de toda América Central y del Sur. La
magnífica síntesis de Hennebelle et al.
(2008) resume perfectamente muchas de
dichas propiedades y usos medicinales así
como sus aspectos farmacológicos. Debido a
que es una especie aromática notable,
muchas de sus denominaciones vernáculas
americanas se asemejan a otras especies de
iguales características pertenecientes a las
familias Lamiaceae o Umbelliferae: ‘cidreira’,
‘menta americana’, ‘hinojo de anís’, ‘mirto’,
‘orégano de cerro’, ‘salvia morada’, ‘salvia
santa’, ‘verbena blanca’, etc.
Curiosamente los nombres vernáculos de
‘guanislama’ y ‘juanislama’ parecen ser
Los estudios etnofarmacológicos en Lippia
alba son muy numerosos, por lo que
resumiremos los más interesantes a los
datos aportados en este trabajo, siguiendo
la formidable síntesis de Hennebelle et al.
(2008) citada.
Las hojas de la guanislama se usan en Brasil,
en infusión, como en Tilgüe, en estados de
excitación, hipertensión, náuseas, problemas
digestivos y fiebre; en forma de sirope
contra la broquitis y la tos y localmente para
curar heridas; mientras que la infusión de
sus raíces se utiliza contra tos y resfriados
(Di Stasi et al., 2002). En México, sus hojas
son citadas por los curanderos como
efectivas en problemas gastrointestinales

(Heinrich et al., 1992), a semejanza también
de Ometepe. Otros usos etnomedicinales,
semejantes, han sido reportados en Colombia
y Guatemala (Hennebelle et al., 2008).
En cuanto a su composición química, su aceite
esencial es tremendamente variable, lo que
sugiere la existencia de un alto número de
quimiotipos con distintos constituyentes
principales (Hennebelle et al., 2006a, 2008):
quimiotipo I (citral, linalool, β-cariofileno),
II (tagetenona), III (limoneno, carvona), IV
(mirceno), V (γ-terpineno), VI (camfor-1,8-
cineol) y VII (estragol). Algunos de estos
quimiotipos tienen a su vez subtipos.
linalool
carvona
estragol
Catálogo etnoflorístico medicinal 128
Otros compuestos no volátiles, de las hojas
de la guanislama, son: iridoides (genipósido,
thevésido, shanzhizido metil éster),
fenilpropanoides, flavonoides glicosilados
(derivados de luteolina, apigenina y
clerodendrina) y dos biflavonoides (Barbosa
et al., 2005; Hennebelle et al., 2006b).
En cuanto a su actividad biológica, su aceite
esencial tiene actividad antibacteriana y
antifúngica ante microorganismos patógenos:
Bacillus subtilis, Lactobacillus casei,
Enterococcus faecalis, Staphylococcus
aureus, Streptococcus mutans, Enterobacter
aerogenes, Escherichia coli, Klebsiella
pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa,
Salmonella sp, Shigella flexneri, S. sonnei,
Mycobacterium smegmatis, M. tuberculosis,
Candida albicans, C. tropicalis, Cryptococcus
neoformans, etc. (Antoun et al., 2001;
Hennebelle et al., 2008).
Extractos metanólicos, de las partes aéreas,
tienen moderada capacidad antripozootaria
frente a Entamoeba histolytica y mucho más
alta ante Giardia lamblia (Calzada et al.,
2006); mientras que un extracto etanólico al
95% resultó muy activo suprimiendo al
parásito causante de la malaria Plasmodium
falciparum (Antoun et al., 2001).
La guanislama también parece poseer cierta
actividad antiviral, habiéndose demostrado
que sus extractos etanólicos son activos
frente al virus del herpes simple tipo 1, y en
cambio inactivos frente al poliovirus tipo 1 y
el virus de la estomatitis vesicular VSV
(Abad et al., 1997; Andrighetti-Fröhner et
al., 2005). Los extractos metanólicos, en
cambio, no demuestran actividad alguna
frente a diversas estirpes de virus del
herpes ni frente al virus del sida o la
influenza (Ruffa et al., 2004).
Su aceite esencial, y diversos extractos de
la guanislama, sobre todo gracias a su
contenido flavonoídico, tienen además
actividad analgésica y antiinflamatoria, así
como antioxidante (Hennebelle et al., 2008).
129 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Mangifera indica L.

Familia: Anacardiaceae.
Sinonimias: Mangifera anisodora Blanco, M. fragrans F.Vill., M. rostrata Blanco, M. sylvatica F.Vill.
Nombres vernáculos: Mango.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie nativa del noroeste de la India, de las laderas del Himalaya y de Sri Lanka, desde donde se ha
distribuido de manera extensa, desde épocas remotas, por todo el suroeste de Asia y el archipiélago malayo. Hoy en día
se cultiva ampliamente en todos los trópicos y subtrópicos del mundo. En América se distribuye desde la parte sur de
México hasta Perú y Bolivia en Sudamérica.

Etimológicamente, la denominación genérica etnomedicinales, además de sus posibilidades

Mangifera proviene del latín manga, vocablo para la tos, mal de orín, anemia, tuberculosis,
adoptado por los portugueses, cuando dolor de rabadilla, fiebre, como refrescante
llegaron a las Indias Occidentales, del y en lavados vaginales (House et al., 1995).
nombre originario proveniente del dialecto
tamil man-kay o man-gay, y el sufijo latino
fer (producir), para referirse en último
término a su gran producción de frutos. El
sufijo específico indica, del latín indicus-a-
um, refiere que este árbol procede de la
India, de donde es originario (López Sáez,
2000; Scartezzini y Speroni, 2000).

En Ometepe, en la comunidad de Tilgüe,

desde un punto de vista etnomedicinal, se
utiliza la corteza y las hojas del árbol del
mango para tratar problemas inflamatorios
en los tendones producidos por torceduras
musculares o golpes. Para este fin, se toman
dos cuartas de corteza o dos moños de
hojas, las cuales se ponen a hervir y la
decocción resultante se pone en la parte
afectada en forma de faumentos con paños
humedecidos con el cocimiento tibio. Este
tratamiento se mantiene hasta hacer
disminuir la inflamación. Las semillas, según
los encuestados, tienen propiedades
antidiarreicas, para lo cual se desmenuzan en Árbol del mango en Tilgüe
trozos pequeños, se secan, se muelen, y a
continuación el polvo final se toma en media Dada la gran distribución geográfica que
cucharada con un poco de agua. actualmente tiene el mango, fruto tanto de
poblaciones naturales como sobre todo de su
En otras zonas de Nicaragua, como San cultivo, los usos etnomedicinales que se le
Francisco Libre, tiene usos semejantes en el han dado son múltiples y diversos, por lo que
tratamiento de golpes y quebraduras, intentaremos resumir los principales o más
además de diarreas, inflamación de garganta sintomáticos. En Uganda, por ejemplo, donde
y problemas de corazón (Villalobos, 2000). vernáculamente se conoce como muyembe, se
En Honduras se comparten tales usos usa la decocción de sus hojas oralmente para

combatir la malaria (Tabuti, 2008). En el
Congo usan la decocción de corteza y hojas
para tratar la disentería causada por
amebiasis, pues el mango demuestra fuerte
actividad antiamébica (Tona et al., 1998).
En la India son reconocidas sus propiedaes
antioxidantes, para las cuales los indígenas
elaboran una pasta que comprende siete
plantas, entre ellas el mango (Scartezzini y
Speroni, 2000).
Detalle de las hojas del mango
El metabolito secundario más interesante
del mango es la mangiferina, un flavonoide
aislado de su corteza y hojas, comercializado
Catálogo etnoflorístico medicinal 130
en preparados farmaceúticos como el
Vimang®, que tiene notables propiedades
antiinflamatorias y antioxidantes sin llegar a
ser citotóxico, y que en los últimos años se
está postulando con gran efectividad en
quimioterapias preventivas frente a algunos
procesos carcinogénicos (Garrido et al.,
2004; Hernández et al., 2007; Pardo-Andreu
et al., 2008; Rajendran et al., 2008).
mangiferina
Frutos del mango
131 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Manilkara zapota (L.) P. Royen

Familia: Sapotaceae.
Sinonimias: Achras mammosa L., A. sapota L., A. zapota L.; Calospermum mammosum (L.) Pierre, Manilkara achras (Mill.)
Fosberg, M. meridionalis Gilly, M. striata Gilly, Sapota achras Mill.
Nombres vernáculos: Chicozapote, níspero de montaña, árbol de chicle.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Se cree que este árbol es originario de México, Nicaragua y Guatemala, se ha cultivado por toda América
Central y las Antillas, distribuyéndose hasta la zona norte de Sudamérica donde se cultiva principalmente en Venezuela y
Colombia. En Nicaragua se cultiva fundamentalmente en la zona oeste, habiéndose posiblemente naturalizado en Rivas en
bosques secundarios secos, aunque probablemente sea nativa de bosques muy húmedos como los de la zona atlántica
(Stevens et al., 2001). En Ometepe cabe la posibilidad de considerarla especie autóctona.

Etimológicamente, la denominación genérica
Manilkara proviene de su nombre popular
‘malabar’; mientras que el sufijo específico
zapota lo hace de su nombre vernáculo
‘zapote’ con el que se conoce en muchas
zonas de América. El chicozapote es
igualmente conocido como ‘árbol del chicle’,
de donde el apelativo ‘chicle’ proviene del
náhuatl chictli que significa ‘goma de
mascar’. El chicle, en sí, es un polímero
gomoso que se obtiene de la savia del árbol y
de él se elabora la conocidísima goma de
mascar o chicle. Por su parte, el nombre
vernáculo ‘níspero’ fue otorgado por los
españoles en base a su parecido con el
níspero europeo (Mespilus germanica).
Finalmente, la denominación vernácula más
conocida en Ometepe, la de ‘chicozapote’,
tiene también un origen náhuatl: xicotzápotl,
donde zapotl significa dulce, en alusión pues
al sabor de su fruto rico en azúcares.
En la comunidad de Tilgüe, este árbol es
considerado como un antibiótico bastante
potente, recomendándose tomar una cuarta
cuadrada de cáscara, la cual se hierve en un
litro de agua, y la decocción se usa para
limpiar heridas infectadas como antiséptico.
Morton (1981) cita que las hojas de esta
planta se han usado contra la gripe,
resfriados y la diarrea, en muchos países
latinoamericanos.
Por su parte, en las Antillas usan las semillas
para prevenir y tratar la myiasis (Lans et al.,
2000), una enfermedad parasitaria
producida por el estado larval de ciertas
moscas, que afecta sobre todo a animales
domésticos y silvestres, y ocasionalmente al
ser humano.
En la fruta del chicozapote se documentan
polifenoles con actividad antioxidante, caso
del metil-4-O-galloclorogenato, ácido 4-O-
galloilclorogénico, quercitrina, miricitrina,
catequina, epicatequina, metil clorogenato,
dihidromiricetina, gallocatequina y ácido
gálico; éstos, además de la capacidad
antioxidante señalada, resultan citotóxicos
frente a una línea de células que provocan
cáncer de colon en humanos, mostrando así
una fuerte propiedad preventiva de este
cáncer (Ma et al., 2003).

Los antiguos mayas, pueblos sabios como

pocos, utilizaron este árbol como maderable,
pero también para obtener de él goma de
mascar y alimentarse de su dulce fruto. No
dudaron en conservarlo y protegerlo, sin
eliminar los chicozapotes del bosque por su
preciados favores (Romahn, 1982).
quercitrina
 Catálogo etnoflorístico medicinal 132

El extracto acuoso, de las hojas de esta Ometepe para limpiar las heridas infectadas
planta, ha demostrado tener una fuerte (Nair y Chanda, 2008).
capacidad como microbicida, justificando así
científicamente el uso que se le otorga en

Chicozapote
133 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Matricaria chamomilla L.

Familia: Asteraceae.
Sinonimias: Chamomilla recutita (L.) Rauschert, C. officinalis C.Koch, Chrysanthemum chamomilla Bernh., Matricaria
courrantiana DC., M. recutita L., M. suaveolens L.
Nombres vernáculos: Manzanilla.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie nativa de los Balcanes, desde donde se difundió al resto de Europa. Fue llevada por los
conquistadores a México, y de aquí se extendió por toda América.

Etimológicamente, Matricaria procede del nerviosos, estomacales o cólicos. También,

latín matrix (matriz o útero), en referencia por la belleza de sus inflorescencias, se
expresa a sus usos ginecológicos. El sufijo cultiva en jardines como planta ornamental.
específico chamomilla procede del griego Los mercados de Centro y Sudamérica la
chamaimelon (manzana enana o manzanilla). venden usualmente para tratar problemas
estomacales (Stevens et al., 2001).
En Tilgüe, la manzanilla se usa para tratar
inflamaciones vaginales, en forma de baños
vaporosos con la decocción procedente de
hervir sus sumidades floridas, o aplicándose
en forma de paños tibios impregnados de
ésta. También se utiliza como desinfectante,
del útero tras el parto o la menstruación.
Menos común, pero igualmente frecuente, es
el consumo de su infusión o decocción con
fines depurativos y sedantes.

La inflorescencia de la manzanilla ha tenido

múltiples aplicaciones etnomedicinales en
todo el planeta y en muy diversos episodios
de la historia, generalmente con usos
calmantes, depurativos y profilácticos.
Egipcios, griegos y romanos ya la utilizaron,
incluso, para tratar enfermedades del
hígado y dolores intestinales. Las flores de
la manzanilla se utilizan ampliamente en la
medicina tradicional, pues se le atribuyen
propiedades antisépticas, antimicóticas,
sedantes, antiinflamatorias, y en algunas
regiones de América del Sur se utiliza en el
tratamiento del cáncer hepático. Resumir
aquí el amplio y variado espectro de usos
etnomedicinales dados a este vegetal resulta
imposible, pero baste decir que lo más común
ha sido y es el consumo en infusión o
decocción de flor y hojas por sus efectos
tranquilizantes, sedativos, antitusivos y
calmantes, especialmente de problemas
Venta popular de la manzanilla en Nicaragua
Desde el punto de vista fitoquímico y de
actividad biológica, las investigaciones en la
manzanilla son numerosísimas, por lo que
intentaremos resumir las principales y, sobre
todo, las que tengan alguna relación con lo
documentado en Tilgüe.
Dentro de los aspectos meramente
fitoquímicos, al aceite esencial de la
manzanilla se deben las propiedades
farmacológicas más importantes (calmantes)
así como su aroma (Font Quer, 1962). En la
esencia abundan mono y sesquiterpenos:
borneol, farnesol, tuyona, tuyol, geraniol y α-
bisabolol, entre otros. Uno de estos
monoterpenos, el (+)-borneol, tiene la virtud
de rebajar la ansiedad y relajar los

músculos, justificando el uso sedativo y
calmante nervioso (Granger et al., 2004).
α-(-)bisabolol o levomenol, alcohol sesquiterpénico
monocíclico abundante en la esencia de la manzanilla. Su
enantiómero α-(+)bisabolol es menos frecuente en la
naturaleza, pero una mezcla racémica de ambos se
sintetiza en laboratorio. Tiene gran importancia en el
aroma de la manzanilla, de ahí sus aplicaciones en
perfumería, habiendo demostrado sus virtudes
antimicrobinanas, antiinflamatorias y antiirritantes
borneol: monoterpeno bicíclico con propiedades
sedativas y calmantes
Entre los compuestos más interesantes con
los que cuenta la manzanilla se encuentran
algunos de dichos sesquiterpenos, como
azuleno, guaiazuleno y chamazuleno; al menos
este último ha demostrado propiedades
Catálogo etnoflorístico medicinal 134
antifúngicas (Kedzia, 1991). También cuenta
con lactonas sesquiterpénicas tales como
matricina y matricarina, la mayoría derivadas
de eudesmadólido, germacranólico y
guainólido (Zaiter et al., 2007); y con algunas
hidroxicumarinas como umbeliferona y
herniarina, con propiedades antimicrobianas
en problemas dermatológicos (Mares et al.,
1993; Pastirová et al., 2004).
chamazuleno
En las flores de la manzanilla también se
encuentran flavonoides -la mayoría
derivados de apigenina, luteolina, crisoeriol y
quercitrina, algunos glicosilados-, taninos,
fitosteroles, vitaminas, ácidos fenólicos
(cafeico, cáprico, salicílico, protocatéquico,
hidroxibenzoico, vaníllico, clorogénico, etc.),
ácidos grasos (palmítico, linoleico, oleico
(p.e. Redaelli et al., 1982; Kovacik et al.,
2008). La actividad biológica de todos estos
compuestos ya ha sido citada anteriormente
a lo largo de estas páginas, pero en general
ésta alude a efectos calmantes y sedativos,
antiinflamatoria, e incluso antioxidante en el
caso de los compuestos fenólicos.
135 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Melia azedarach L.

Familia: Meliaceae.
Sinonimias: Antelaea javanica Gaertn., Azedarach amena Raf., A. deleteria Medik., A. sempervirens Kuntze, A. speciosa
Raf., A. vulgaris M. Gómez, Melia angustifolia Schumach., M. arguta DC., M. australasica Juss., M. australis Sweet, M.
birmanica Kurz, M. bogoriensis Koord. & Valeton, M. candollei Juss., M. cochinchinensis M. Roem., M. commelinii Medik., M.
composita Willd., M. dubia Cav. ex M. Roem., M. floribunda Carrière, M. florida Salisb., M. guineensis G. Don, M. hasskarlii
K. Koch, M. japonica G. Don, M. javanica M. Roem., M. orientalis M. Roem., M. robusta Roxb. ex G. Don, M. sambucina
Blume, M. sempervirens Sw., M. superba Roxb., M. toosendan Siebold & Zucc.
Nombres vernáculos: Paraíso.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie nativa del Sudeste asiático, se introdujo en el siglo XIX en África del Sur y América, donde llegó a
naturalizarse con rapidez. En Nicaragua es un árbol ornamental frecuentemente cultivado por sus enormes posibilidades
forestales por su rápido crecimiento, habiéndose naturalizado en bosques deciduos de la zona pacífica y norcentral
(Stevens et al., 2001). En América abunda desde México a Argentina, principalmente en zonas tropicales y subtropicales.

Etimológicamente, el género Melia tiene un También ha demostrado tener cierta

origen griego y la denominación específica
azedarach es persa. Se trata de un árbol
ornamental muy frecuente en los jardines y
parques europeos y asiáticos, e incluso en los
americanos empieza a ser frecuente gracias
a su bella floración, aunque sus frutos
parecen ser venenosos (Flores et al., 2001).
En la comunidad indígena de Tilgüe su uso
etnomedicinal se restringe al control de la
diabetes, para lo cual se toman sus semillas
(unas 21) majadas y se dejan hervir en un
litro de agua, bebiéndose luego porciones
pequeñas de la decocción en dosis de media
taza diaria durante una semana, y a ser
posible preferiblemente por la mañana.
actividad antifúngica frente a fitopatógenos
forestales y/o agrícolas como Botrytis sp,
Helminthosporium sp, Phragmidium sp,
Phytophora infestans, Puccinia graminis,
etc., u otros patógenos de humanos y
animales como Aspergillus flavus, Fusarium
monoliforme, Miscroporium canis o Candida
albicans (Carpinella et al., 1999; Khan et al.,
2001); e incluso ante algunas bacterias
fitopatógenas como Erwinia carotova,
Glomerella gossypii, Pyricularia oryzae y
Rhizoctonia solani, que afectan a cultivos
vegetales, y amplio espectro de bacterias
gram+ y gram- algunas de las cuales afectan
al ser humano (Khan et al., 2001).

El paraíso es un árbol con variadas y

enormes propiedades plaguicidas, siendo la
bibliografía al respecto muy abundante
sobre su capacidad inhibitoria de diversos
insectos (chapulines, pulgones, chicharritas,
cucarachas, gorgojos, hormigas, langostas,
etc.), ácaros, nemátodos, garrapatas y
caracoles, de ahí que como especie forestal
sea frecuente su uso.
Flores del paraíso

Dicha actividad procede tanto de las hojas,

Tales propiedades antiinsecticidas y
tallos, frutos como semillas de dicho árbol;
antimicrobianas del paraíso, desde el punto
pero fundamentalmente de las hojas jóvenes.
de vista medicinal y farmacológico, han
Una síntesis al respecto puede encontrarse
motivado una ingente investigación al
en Carpinella et al. (2006).
respecto, fruto de la cual ha podido ser
 Catálogo etnoflorístico medicinal 136

documentada la actividad pediculicida y al., 2006), mostrando actividad larvicida,

ovicida del extracto y aceite obtenidos de
sus frutos, muy potente frente a los piojos y
sus huevos (Carpinella et al., 2007; Cropley y
Hasegawa, 2007).
Tales actividades parecen sustentarse en su
composición terpenoídica, particularmente
en los denominados limonoides, y más en
concreto en los C-seco limonoides, que ya
fueron citados al hablar de Cedrela odorata.
pupicida, adulticida y antiovipositicida entre
otras. Estas investigaciones demostraron
que los extractos de las semillas fueron los
más activos, mientras que los de las hojas
sólo lo eran a dosis altas. En resumen, el
paraíso es un pesticida natural de gran valor,
que en el caso concreto citado puede servir
para prevenir la malaria.

Entre los limonoides más activos, a tal

respecto, aislados e identificados en los
frutos y raíces del paraíso, se encuentran
azadirachtina, meliacarpina, meliartenina,
nimbolidina, salannina, meliacarpinina, y
derivados de éstos, así como otros
limonoides degradados (Huang et al., 1996;
Bohnenstengel et al., 1999; D’Ambrosio y
Guerriero, 2002; Carpinella et al., 2007).

A algunos de estos tetranortriterpenos o

limonoides se debe, de igual manera, la
toxicidad del fruto del paraíso, como las
meliatoxinas (Oerlichs et al., 1983).

Gracias a las mismas propiedades, extractos

metanólicos de las hojas y semillas de Melia
azedarach han sido probados con éxito
frente al mosquito Anopheles stephensi
Frutos del paraíso
trasmisor de la malaria (Senthil Nathan et
137 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Melicoccus bijugatus Jacq.

Familia: Sapindaceae.
Sinonimias: Melicocca bijuga (Jacq.) L.
Nombres vernáculos: Mamón.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie nativa del norte de América del Sur, entre Colombia, Venezuela y las Guayanas. Se ha cultivado
intensamente por los trópicos americanos hasta el punto de llegar a naturalizarse en muchas zonas. Se cultiva en las
Indias Occidentales, México, Centroamérica y en gran parte de la zona tropical suramericana (Francis, 1992). En
Nicaragua se ha cultivado con mayor frecuencia en las regiones norcentral y pacífica (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el genéro Melicoccus

procede del latín y hace mención directa a
las ‘esferitas de miel’ que asemejan sus
frutos, redondos y de un profundo sabor
agridulce muy apreciado en Nicaragua, donde
se usa con mucha asiduidad en la cocina
nicaragüense tradicional en la preparación de
jugos y jaleas. Su denominación vernácula
‘mamón’ se refiere a la fuerza succionadora
tan alta que hay que hacer (‘mamar’) para Frutos del mamón
extraer su fruto. En otras zonas de
Nicaragua se conoce como ‘escanjote’. Usos En la República Dominicana la infusión de
culinarios y alimenticios semejantes se citan hojas de mamón (conocido como ‘quenepa’) se
en gran parte de Centroamérica (Morton, usa como febrífuga (Liogier, 1978; Francis,
1981, 1987). 1992); mientras que en Cuba el zumo del
fruto se usa para tratar la hipertensión
En la comunidad de Tilgüe el fruto del (Beyra et al., 2004).
mamón se consume en fresco, pues se
conocen las virtudes medicinales de sus En la cuenca colombiana y venezolana del
semillas como antidiarreicas, con la Orinoco las semillas son comestibles, y los
especificación de que éstas (4 ó 5) deben indígenas taínos suelen tostarlas en épocas
ser molidas antes para así fabricar una de escasez de cacería (Pérez, 1978), así
horchata o jugo con ellas, de la cual ha de como por ser eficaces frente a la diarrea,
consumirse un vaso entero hasta eliminar los especialmente en los niños (Liogier, 1990;
malestares de la disentería. Vega, 1997).

Se considera por tanto una planta capaz de
combatir la amebiasis, es decir la disentería
de origen amebiano, enfermedad intestinal
producida por el microbio Entamoeba
histolytica que da lugar a diarreas, náuseas,
dolor abdominal o fiebre, y que normalmente
se contagia por consumir alimentos o agua
contaminados y más raramente por contacto
directo entre personas. Cerca de Managua,
en San Francisco Libre, también se usa
contra la diarrea (Villalobos, 2000).
Tales usos, del fruto del mamón, se deben a
que el mesocarpo o parte comestible de la
semilla es muy alimenticio en base a su alto
contenido en proteínas (1%), así como
grasas, carbohidratos y fibra, además de
ácido ascórbico (vitamina C), caroteno,
niacina, tiamina y muchas otras vitaminas y
minerales (Romero, 1961; Liogier, 1978;
Morton, 1987). El fruto también es rico en
azúcares (fructosa, glucosa, sucrosa) y
compuestos fenólicos (Bystrom et al., 2008);
 Catálogo etnoflorístico medicinal 138

así como en ácidos cítrico, málico, succínico y
otros ácidos acéticos (Sierra-Gómez, 2006).
Por el momento no se tienen muchos más
conocimientos acerca de la fitoquímica y
metabolitos secundarios de esta especie y su
relación con actividades biológicas. Otros
usos tradicionales del mamón refieren que su
pulpa es eficaz en el tratamiento del asma y
otras afecciones respiratorias y constipados
(Liogier, 1990).

Hojas del mamón

139 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Mentha piperita L.

Familia: Lamiaceae.
Sinonimias: Especie con un gran número de variedades hortícolas tras su primer cultivo en 1750. Algunos autores opinan
que se trata de un híbrido entre Mentha aquatica y M. viridis, mientras otros que lo es entre la primera de dichas
especies y M. spicata. Por ello, es frecuente encontrarla también como Mentha x piperita (Gherman et al., 2000).
Nombres vernáculos: Hierba buena, hierba buena de peppermint
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie posiblemente originaria de Asia o del algún punto de la cuenca mediterránea, se ha cultivado y
naturalizado en muchos países europeos tanto de Europa Central como Occidental, fundamentalmente en el área
mediterránea occidental, caso de España, Grecia, Italia, Portugal, etc. (Ansari et al., 2000). En América es una especie
igualmente común y cultivada, desde Canadá hasta Argentina, incluyendo las Antillas y Centroamérica.

Etimológicamente, su nombre vernáculo de cólicos y hemorragias (especialmente de

‘hierba buena’ se refiere a las bondades
medicinales que se le atribuyen así como a su
uso frecuente en aspectos culinarios. La
denominación genérica Mentha es de origen
griego (Minthe) y hace mención a una ninfa
griega amada por Plutón. La amante de
Plutón, Proserpina, celosa de éste, convirtió
a la ninfa en la planta que lleva su nombre. El
sufijo específico piperita es un diminutivo
del género Piper, la pimienta, reflejando la
coincidencia probable en su olor.
En Tilgüe la hierba buena su usa contra la
tos y para combatir parásitos intestinales.
Para tratar la expectoración se toman tres
cogollos floridos de esta planta, se hierven
en un litro de agua, la cocción se tapa y se
deja reposar, y luego se consume dos veces,
la primera en forma de té tibio y la segunda
justo antes de acostarse cuando ya está
frío. El tratamiento se persigue hasta hacer
desaparecer la congestión. Contra los
parásitos, lo más usual es tomar tres ramitas
de hierba buena, junto a tres cogollos de
guayaba (Psidium guajava), hervirlas en
medio litro de agua y dárselas a beber a los
niños afectados de lombrices intestinales.
En otras comarcas de Nicaragua, como San
Francisco Libre, también se utiliza contra las
lombrices intestinales, el dolor de muelas y
la diarrea, e inflamaciones varias (Villalobos,
2000); aunque en Honduras su uso se
extiende al tratamiento del dolor de
estómago, vómitos, tos, náuseas, bronquitis,
menstruaciones intensas), espasmos, dolor
de pecho, asma y dolor de oídos (House et
al., 1995).
La hierba buena es un remedio etnomedicinal
conocido en todo el mundo, desde Europa a
América, y en general sus usos no difieren
mucho de los de Ometepe: resfriados,
problemas estomacales e intestinales,
parásitos, flatulencias, diarreas, etc. En
base a ello, resumir sus bondades resulta
una tarea infructuosa.
Sea como fuere, no obstante, Rodríguez et
al. (2008) citan que esta planta puede estar
en ocasiones contraindicada, pues puede
provocar náuseas, vómitos, reacciones
alérgicas, hepatotoxicidad y alteración de
los niveles de testosterona, siempre y
cuando no se suministre en dosis adecuadas.
En cambio, Romero et al. (2005) señalan que
la hierba buena no muestra genotoxicidad
alguna si sus hojas se consumen en infusión o
decocción, tal y como es hábito en todo el
mundo, sino que al contrario sirve para
desintoxicar el cuerpo gracias a los fenoles
que contiene que luego se citan.
Las propiedades medicinales de la hierba
buena radican en su rico aceite esencial,
cuyos compuestos principales son β-
cariofileno, limoneno, pineno, felandreno,
cadineno, pulegona, sabineno, α-terpineno,
terpinoleno, ocimeno, citronellol, isomentona,

transcarveol, etc.; así como a cierto
contenido en flavonoides glicosilados (Nair,
2001; Inoue et al., 2002; Schuhmacher et
al., 2003).
Hierba buena
Al tal respecto, se han realizado muchos
estudios fitoquímicos sobre la composición
de dicho aceite esencial, demostrando que
éste puede variar según la variedad de que
se trate y la región geográfica de
procedencia, sobre todo en referencia al
substrato y al grado de insolación (Ruiz et
al., 2004). Por ejemplo, en ejemplares
portugueses su esencia es más rica en
acetato de linalilo, linalool y cariofileno
(Moldao et al., 2004); y en otras alemanas lo
es en mentol, mentona, isomentona, cineol,
limoneno y carvona entre otros terpenos
(Schuhmacher et al., 2003).
acetato de linalilo
Diversos ensayos en laboratorio han
demostrado su efectividad antimicrobiana
frente a Escherichia coli, Staphylococcus
aureus y Candida albicans, todo lo cual
Catálogo etnoflorístico medicinal 140
justifica su uso etnomedicinal en desórdenes
estomacales o intestinales (Moreira et al.,
2005; Yadegarinia et al., 2006).
Recientemente se ha documentado su posible
actividad anticancerígena en ratones de
ensayo, en los cuales actúa como un
activador de las células implicadas en la
protección de la proliferación de células
nocivas (Slama et al., 2006); y también ha
demostrado ser muy efectivo (>90%) contra
ciertas cepas del virus del herpes simple,
tanto del tipo 1 (HSV-1) como del 2 (HSV-2)
(Schuhmacher et al., 2003).
Además de las propiedades citadas, el aceite
esencial de la hierba buena tiene una alta
capacidad repelente de ciertos insectos
nocivos y peligrosos, como el mosquito
Anopheles (A. annualis, A. culicifacies)
trasmisor de la malaria, y también resulta
insecticida y larvicida frente a especies del
género Culex (Ansari et al., 2000; Erler et
al., 2006).
El extracto alcohólico de sus hojas,
posiblemente gracias a su composición en
flavonoides glicosilados, tiene propiedades
antioxidantes y antiinflamatorias (Capecka
et al., 2005; Samarth et al., 2008).
Al hilo de sus propiedades antimicrobianas,
el aceite esencial de la hierba buena tambien
resulta un efectivo conservante en cocina,
frente a ciertos patógenos usuales en ésta
tales como Salmonella enteritidis (causante
de la salmonelosis) y Staphylococcus aureus
(da lugar a diarreas o náuseas) (Tassou et
al., 2000). Es pues la hierba buena una planta
con muchísimas aplicaciones etnomedicinales,
incluyendo aspectos culinarios tanto en su
uso contra parásitos y patógenos, como
propiamente en cocina.
141 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Mimosa pudica L.

Familia: Fabaceae (Mimosoideae).

Sinonimias: Mimosa tetrandra Humb. & Bonpl. ex Willd., M. pudica L. var. tetrandra (Willd.) DC., M. pudica L. var. unijuga
(Duch. & Walp.) Griseb., M. unijuga Duch. & Walp.
Nombres vernáculos: Dormilona.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Oriunda de Sudamérica Tropical, introducida en Australia o la India, y en jardines botánicos de Europa. En
América se distribuye desde México, por toda Centroamérica hasta Colombia, y en Puerto Rico. En Nicaragua es una
maleza común e introducida en todo el país (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre del género efectos narcóticos provocando el sueño

Mimosa proviene del latín mimus que (Mora et al., 1985).
significa ‘imitador’, mientras que el sufijo
específico pudica, de origen también latino,
supone ‘recatada’, por la reacción sensitiva al
tacto que tiene esta planta, ya que al ser
tocada contrae inmediatamente sus foliolos
como estrategia contra depredadores
desfoliadores. El nombre vernáculo de
‘dormilona’ hace mención a tales hechos y
reacción, como si se adormeciera. En lengua
náhuatl se conoce como pinauits o ‘tiene
vergüenza’ (Mora et al., 1985).
Porte de la dormilona

La propiedad de reacción, de retracción de

las hojas al tacto, ha servido de inspiración
de conceptos e innovadoras ideas de
ingeniería biomimética, concretamente en la
creación de estructuras más eficaces y
sensitivas a los cambios ambientales.
En la comunidad de Tilgüe se utiliza para
controlar la disentería, para lo cual se toman
tres raíces suyas y tres cogollitos de
Chenopodium ambrosioides, que se cocinan
en medio litro de agua y se da una toma de
media taza al paciente hasta quitar el
malestar, siendo recomendable en un día
repetir ésta hasta tres veces.
En México, Guatemala y El Salvador, la
utilizan como sustituto de la marihuana,
siendo sus raíces las que se fuman, mientras
que las hojas se consumen en infusión. Las
propiedades alucinógenas se deben a
derivados triptamínicos no determinados,
que parecen ser los responsables de sus
Dado que hasta un 14% de la población
mundial padece depresión, caracterizada por
abatimiento mental y motor que provoca
cambios drásticos en la vida habitual del
sujeto, incluyendo riesgo de suicidio, muchos
vegetales se han ensayado para intentar
combatir estos hechos. En este sentido, la
dormilona ha sido probada como un eficaz
antidepresivo, manteniéndose incluso sus
efectos después de suspender el
tratamiento (García et al., 1996).
Entre sus propiedades medicinales se
cuentan actividades sedativas, eméticas y
propiedades tónicas, habiendo sido utilizada
en el tratamiento de alopecia, diarrea,
disentería, infecciones urogenitales o
tumores, insomnio, etc.; aunque sus usos
etnomedicinales incluyen el tratamiento de
la bronquitis, cólera, dispepsia, fiebre
amarilla, sífilis, tuberculosis, tos, ictericia y
viruela (Dr Duke’s Phytochemical and
Ethnobotanical Databases, 2007).

Estudios fitoquímicos en Mimosa pudica han
revelado que tiene alcaloides, aminoácidos no
proteínicos como la mimosina, flavonoides C-
glicósilados, taninos, esteroles, terpenoides,
y ácidos grasos (Kalsom et al., 2003; Kirk et
al., 2003; Bum et al., 2004; Dinda et al.,
2006; Yuan et al., 2007).
mimosina
Entre los flavonoides C-glicósidos, los más
abundantes e importantes derivan de
quercetina, kaempferol, luteolina y acacetina
(Kalsom et al., 2003; Kirk et al., 2003; Yuan
et al., 2007). También se han identificado
otros compuestos fenólicos como flavonoides
derivados de flavona y flavonol y ácido
cumárico (Kirk et al., 2003).
Detalle de la inflorescencia de la dormilona
Catálogo etnoflorístico medicinal 142
En cuanto a estudios de actividad biológica
en esta especie, se han documentado sus
propiedades anticompulsivas (Bum et al.,
2004), antifertilidad en roedores de
laboratorio (Norton, 1978; Gangulya et al.,
2007), antiveneno y antiofídicas (Mahanta y
Mukherjee, 2001; Girish et al., 2004), así
como efecto hiperglicémico (Amalraj e
Ignacimithu, 2002). Estudios muy recientes
han documentado sus notables propiedades
antioxidantes y antibactericidas frente a
Escherichia coli, Bacillus cereus, B. subtilis,
Staphylococcus aureus y Pseudomonas
aeruginosa (Genest et al., 2008).
Resulta destacable citar que el extracto
acuoso de la dormilona tiene una gran
capacidad antiofídica, pues experimentos
desarrollados en la India demostraron
grandes propiedades inhibitorias del veneno
de algunas serpientes mortales como Naja
naja, Vipera russelii y Echis carinatus (Girish
et al., 2004). Estudios más detallados
(Mahanta y Mukherjee, 2001), también en la
India, habían demostrado que los extractos
alcohólico y acuoso de la raíz de la dormilona
tuvieron una importante actividad contra las
picaduras de dichas serpientes inhibiendo la
letalidad de las enzimas tóxicas de su
veneno, lo cual resulta de gran interés para
la elaboración de antídotos.
143 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Momordica charantia L.

Familia: Cucurbitaceae.
Sinonimias: Cucumis africana Lindl., Momordica balsamica Desc., M. balsamina Blanco, M. balsamina L., M. cylindrica
Blanco, M. humilis Wall., M. muricata DC., M. operculata Vahl., M. senegalensis Lamk.
Nombres vernáculo: Pepino de monte, pepino montero, comida de culebra, melón montero.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Oriunda de la India y China, esta especie ha sido introducida y cultivada ampliamente en las zonas tropicales
de todo el mundo (Australia, oeste de África y Nigeria, Japón). En América, donde es igualmente especie alóctona, ha
llegado a naturalizarse en países como México, Cuba, Nicaragua, Costa Rica hasta Venezuela; siendo cultivada en Estados
Unidos.

Etimológicamente, su denominación genérica (Kubola y Siriamornpun, 2008). En Trinidad y

Momordica procede del latín mordeo
(pretérito momordi), en alusión al borde
‘mordisqueado’ de sus semillas; mientras que
el sufijo específico procede del sánscrito
(Scartezzini y Speroni, 2000). Por su parte,
la denominación vernácula de ‘pepino
montero’ tiene relación con el parecido de su
fruto al de una especie conocida y cultivada,
el pepino (Cucumis melo), que también
pertenece a la familia Cucurbitaceae. Su
hábito silvestre en Asia, y su facilidad de
naturalización, implican el añadido de
‘montero’ en su nombre popular.
En la comunidad de Tilgüe es tradición usar
esta planta para tratar los hongos, la
rasquiña, salpullidos, diabetes, parásitos y
manchas en la piel; en general en procesos de
dermatitis, donde su capacidad antioxidante
y eliminativa de radicales libres resulta
fundamental (Scartezzini y Speroni, 2000;
Grover y Yadav, 2004; Wu y Ng, 2008). Para
ello, normalmente se utiliza un rollito del
bejuquito de esta planta, se muele, y se unta
después del baño en el lugar afectado en el
caso de enfermedades de la piel. En el
tratamiento de la diabetes se cuece una
yarda (0,91 m) del bejuco en un litro y se
hacen tres tomas al día. Esta misma dosis se
usa contra los parásitos.
Su capacidad antioxidante radica en la rica
composición en compuestos fenólicos de sus
hojas y partes verdes, sobre todo en ácidos
gálico y cafeico, así como en catequina
Tobago la usan en problemas estomacales
(Lans, 2007).
La diabetes responde a un desorden en el
metabolismo de carbohidratos, grasas y
proteínas, que normalmente se atribuye a
una producción deficiente de insulina o a
cierto tipo de reacción de resistencia frente
a ella. El exceso de insulina, en cambio,
produce hipoglucemia por un consumo
excesivo de azúcares.
El uso de Momordica charantia frente a la
diabetes e hipoglucemia es frecuente en
muchos países tropicales, especialmente por
parte de la medicina ayurveda india,
confirmándose actividad antihiperglicémica
e hipoglicémica, tanto en humanos como en
animales, en ensayos de laboratorio (Akhtar
et al., 1981; Day et al., 1990; Raman y Lau,
1996; Virdi et al., 2003; Grover y Yadav,
2004; El Sattar El Batran et al., 2006;
Reyes et al., 2006; Limcaco et al., 2007).
Las propiedades hipoglicémicas y
antidiabéticas (diabetes mellitus), del fruto
de Momordica charantia, residen en su
contenido en saponinas (Lotlikar y Rajarama,
1966; Matsuda et al., 1998) y péptidos
(Zhang et al., 1980; Khanna et al., 1981; Nag
et al., 2000). Estudios recientes han
demostrado, en cualquier caso, que la
actividad hipoglicémica de las saponinas
parece ser baja, pues apenas reducen el nivel
de azúcar en sangre (Zhao, 2005); mientras

que la de los péptidos -semejantes a la
insulina- es más elevada (Yuan et al., 2008a,
2008b).
Aunque en Momordica charantia las
saponinas triterpenoídicas, derivadas del
cucurbitano y la cucurbitina, sean las
mayoritarias en su fruto (Begum et al., 1997;
Chang et al., 2006; Nakamura et al., 2006),
la actividad antidiabética y antiobesidad
parecen ser debidas a algunos de estos
cucurbitanos glicosilados y sus respectivas
agliconas, los denominados momordicósidos
Q, R, S y T, y el karavilósido XI (Tan et al.,
2008). Hay que señalar, en último término,
que el uso prolongado del pepino montero,
contra la diabetes, puede generar cierta
hepatotoxicidad (Tennekoon et al., 1994).
Fruto y semillas de Momordica charantia
Diversos experimentos muestran que el
mecanismo de acción del pepino montero,
frente a la diabetes, se atribuye a una
inhibición de la absorción de glucosa y un
incremento de su utilización en el hígado,
más que al efecto de la secreción de insulina
(Meir y Yaniz, 1985; Shibib et al., 1993;
Sarkar et al., 1996).
Mahomoodally et al. (2007), recientemente,
han mostrado que compuestos bioactivos del
pepino montero, como las saponinas del
fruto, inhiben el transporte activo de D-
glucosa, L-tirosina y otros fluidos, a través
del intestino de roedores de laboratorio,
inhibiendo la producción del ATP responsable
del transporte activo de dichas moléculas.
Catálogo etnoflorístico medicinal 144
Algunos cucurbitanos del pepino montero han
mostrado actividad anticancerosa (Zhu et
al., 1990; Harinantenaina et al., 2006);
mientras que otros, como las cucurbitacinas
del tipo de las kuguacinas C y E, o la proteina
MAP30 aislada de sus semillas, tienen
potencial antiviral frente al virus del sida
(Bourinbair y Lee-Huang, 1995; Lee-Huang
et al., 1990, 1995; Chen et al., 2008).
Extractos de sus partes aéreas albergan
moderada actividad antimalárica (Muñoz et
al., 2000), antiulcerosa y contra la lepra
(Raman y Lau, 1996; Gürbüz et al., 2000),
antiprotozoica y citóxica anteTrypanosoma
brucei brucei y T. cruzei (Mesia et al.,
2008); antihelmíntica, antiinsecticida y
antiviral frente a los virus del herpes simple
y el virus Sindbis (Prabakar y Jebenesan,
2004; Beloin et al., 2005). Las propiedades
antihelmínticas residen en los triterpenoides
tipo momordicinas, los cuales no tienen
actividad antiviral (Beloin et al., 2005). El
aceite esencial de sus semillas, cuyos
principales componentes son trans-nerolidol,
apiol, cis-dihidrocarveol y germacreno D, ha
demostrado actividad antibacteriana y
antifúngica (Braca et al., 2008).
Fruto del pepino montero
145 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Monstera adansonii Schott

Familia: Araceae.
Sinonimias: Monstera blanchetii Schott, M. brownii S. Moore, M. coriacea Engl., M. gaudichaudii Schott, M. klotzschiana
Schott, M. lanceifolia Schott, M. maximilianii Engl., M. modesta Schott, M. oblongifolia Schott, M. parkeriana Schott, M.
peckoltii K. Krause, M. pertusa var. klotzschiana (Schott) Engl., M. pertusa f. klotzschiana (Schott) Voss, M. pertusa var.
modesta (Schott) Engl., M. pertusa f. modesta (Schott) Voss, M. velloziana Schott. En Nicaragua, Stevens et al. (2001)
citan que esta especie está representada por la var. laniata (Schott) Madison
Nombres vernáculo: Ventanilla.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Habita por toda América Tropical, de México a Brasil y Antillas Menores (Madison, 1977).

Etimológicamente, Monstera parece derivar

del latín monstrum, en referencia al
excepcional tamaño y forma de las hojas de
la mayoría de sus especies. Por tu parte, la
denominación vernácula ‘ventanilla’ hace
referencia, probablemente, a lo divididas
que son sus hojas, a menudo provistas de
huecos a modo de ventanas.

En Tilgüe, el acervo popular de los

encuestados refiere que el látex de la
ventanilla resulta cáustico y tóxico cuando
toca los ojos, lo cual en nuestra comunidad
indígena es relativamente frecuente en las
labores de arado y preparación de la tierra
previas a los cultivos. En el ámbito
etnomedicinal la ventanilla se utiliza para
tratar problemas renales, para lo cual se
toma una taza de la decocción resultante de
tres hojas en un litro de agua aderezado con
un puñado de sal. Inflorescencia en espádice de la ventanilla. Ésta suele
tener un olor desagradable, como consecuencia de su
contenido en ferulilputrescina
En las Guayanas, la corteza y brotes jóvenes
de esta liana se usan contra piquetes de
Nada se sabe de su fitoquímica. Algunos
escorpiones y serpientes, para lo cual se
estudios citan, en la inflorescencia de
raspa la parte interna, se calienta al fuego, y
Monstera deliciosa y otras Araceae, amidas
el preparado se aplica sobre la picadura en
derivadas de ácido hidroxicinnamoil como
forma de vendaje; también se usa como tinte
ferulilputrescina (a la cual se debe el olor
y para quitar los abscesos (Defilipps et al.,
fétido de sus espádices) y feruliltiramina,
2004). Schnee (1984), por su parte, comenta
así como de amidas aromáticas caso de
que si sus frutos son comidos, inmaduros,
tiramina y dopamina (Ponchet et al., 1982).
pueden herir labios y lengua por la presencia
de microscópicas agujas de oxalato de
El uso dado en Ometepe, a la ventanilla,
calcio, solubles después de un tiempo en la
parece ser endémico del área de estudio, ya
saliva, todo lo cual implica ser muy cuidadoso
que no lo hemos documentado en ninguna
con la dosificación de los tratamientos.
otra parte.
 Catálogo etnoflorístico medicinal 146

Morindia citrifolia L.

Familia: Rubiaceae.
Sinonimias: Morinda angustifolia Roth., M. aspera Wight & Arn., M. bracteata Roxb., M. chachuca Buch.-Ham., M.
chrysorhiza (Thonn.) DC., M. coreia var. stenophylla (Spreng.) Chandrab., M. elliptica (Hook.f.) Ridl., M. ligulata Blanco, M.
littoralis Blanco, M. macrophylla Desf., M. mudia Buch.-Ham., M. multiflora Roxb., M. nodosa Buch.-Ham., M.
quadrangularis G.Don., M. stenophylla Spreng, M. teysmanniana Miq., M. tinctoria Noronha, M. tinctoria var. aspera (Wight
& Arn.) Hook.f., M. tinctoria var. multiflora (Roxb.) Hook.f., M. tomentosa B.Heyne ex Roth., M. zollingeriana Miq.,
Platanocephalus orientalis Crantz, Psychotria chrysorhiza Thonn., Samama citrifolia (L.) Kuntze, Sarcocephalus
leichhardtii F.Muel.
Nombres vernáculos: Noni.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Originaria del Sudeste asiático, introducida en Polinesia, la India y Australia. En América, cultivada o
naturalizada como adventicia, se la encuentra en casi toda Centroamérica y las Antillas siguiendo una distribución
pantropical en zonas costeras. En Nicaragua resulta ocasional en algunos bosques costeros, siendo menos común en
bosques secos; a veces cultivada en cafetales tanto de la zona atlántica como la pacífica (Stevens et al., 2001).

Desde un punto de vista etimológico, el
género Morinda procede de los vocablos
latinos morus (mora) e indo (relativo a la
India), señalando el parecido de su fruto con
el de las moras (Morus sp) y su procedencia.
De hecho, aunque no en Ometepe, también se
la conoce como ‘mora de la India’. Por su
parte, la denominación específica citrifolia,
del latín citrifolius-a-um, viene a significar
‘con hojas parecidas a las de un cítrico’. Su
nombre vernáculo en Ometepe, ‘noni’, tiene
precisamente un origen hindú.
En Tilgüe, el noni se usa como diurético y
para controlar el ácido úrico, para lo cual se
deja que los frutos maduren hasta incluso la
putrefacción, se lixivia el jugo avinagrado
producido, y se toman 2-3 cucharadas en
ayunas, acompañadas de agua o jugo de
naranja para mejorar su sabor. A veces el
fruto se somete a decocción, antes de su
consumo, pero siempre maduro, pues verdes
pueden causar malestares estomacales.
En la Polinesia el noni se usa para estimular
el sistema inmune, combatir bacterias, virus,
parásitos, e infecciones producidas por
todos ellos, e incluso se cree que es capaz de
prevenir la formación de tumores (Dixon et
al., 1999; Earle, 2001). En Australia, los
aborígenes utilizan la infusión de su corteza
y raíces para tratar úlceras y como
noni es una planta con multitud de virtudes
etnomedicinales, más de 120 documentadas
en América, Asia, y Oceanía, aunque como
señalan Morón y Morón (2004) se conocen
pocos trabajos que validen científicamente
esa gran disparidad de usos.
El fruto del noni es comestible aunque no
tiene un sabor muy agradable (Stevens et
al., 2001). El jugo de éste es muy nutritivo
gracias a su riqueza en polisacáridos (Bui et
al., 2006). El causante del olor y sabor
desagradables que tiene el fruto maduro del
noni es el ácido butírico, el cual ha
demostrado tener, amén de actividad
antibiótica, propiedades antioxidantes y
preventivas de la producción de cánceres y
tumores causados por radicales libres, al
modular las funciones sistémicas (Zin et al.,
2002, 2006; Chan et al., 2006, Chang et al.,
2007; Palu et al., 2008). Hay que señalar, no
obstante, que si el fruto se deja fermentar,
como de hecho ocurre en Ometepe, éste
pierde toda capacidad antioxidante, al
degenerarse los compuestos implicados en
tal propiedad, sobre todo los de naturaleza
fenólica (Yang et al., 2007).
Ácido butírico

antiséptica (Li et al., 2003). En resumen, el

147 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

minerales, etc, en sus frutos u hojas (Sang

et al., 2001a).

Es probable que la sinergia de todos estos

compuestos sea la razón de sus propiedades
antioxidantes y citorregeneradoras, aunque
en particular éstas parecen ser debidas,
sobre todo, a los compuestos fenólicos y los
irioides (Sang et al., 2001a, 2001b, 2003;
Palu et al., 2008).
Flor del noni
Finalmente, reseñar que se ha demostrado
En las raíces del noni se han documentado que el noni tiene la capacidad de fijar el
compuestos fenólicos del tipo de las potasio, por lo que su consumo, por ejemplo
antraquinonas, presentes también en la en forma de jugo, puede ser enormemente
corteza y hojas, las cuales han demostrado útil en personas con deficiencias renales
tener actividad antiviral y antibacteriana crónicas del tipo de la hiperkalemia (Mueller
fundamentada sobre todo en sus et al., 2000), un transtorno electrolítico
propiedades antioxidantes (Pongnaravane et producido por una elevación exagerada de los
al., 2006; Hemwimon et al., 2007). Una de niveles plasmáticos de potasio, causados bien
esta antraquinonas, la denominada por un aumento de su aporte, bien por su
damnacantal, tiene incluso propiedades redistribución, o, finalmente, por una
anticancerígenas (Anekpankul et al., 2007). disminución de la excreción renal. Sea como
fuere, el noni es un remedio natural muy
efectivo y siempre disponible para tratar
esta alteración tan frecuente en la medicina
de urgencia.

damnacantal

En síntesis, el noni es rico en principios

activos como los citados, además de
terpenos (incluyendo iridoides), esteroles,
ácidos ascórbico y linoléico, flavonoides, Fruto del noni
 Catálogo etnoflorístico medicinal 148

Ocimum basilicum L.

Familia: Lamiaceae.
Sinonimias: Basilicum polystachion (L.) Moench, Ocimum album L., O. americanum L., O. barrelieri Roth., O. caryophyllatum
Roxb., O. citriodorum Blanco, O. cochleatum Desf., O. dichotomum Benth., O. hispidum Lam., O. integerrimum Willd., O.
lanceolatum Schumach. & Thonn., O. medium Mill., O. minimum L., O. odorum Salisb., O. pilosum Willd., O. thyrsiflorum L.
Nombres vernáculos: Albahaca dulce.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie nativa de Asia, cultivada extensamente en toda la región mediterránea y en América, donde fue
llevada por los españoles. Especie en cultivo en Nicaragua (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente su nombre vernáculo La mayor parte de las bondades medicinales

‘albahaca’ procede del vocablo árabe al- de la albahaca dulce residen en su aceite
habaqa, que hace referencia a su virtud de esencial rico en monoterpenos y
aliviar el dolor de parto. Su denominación sesquiterpenos, así como en ciertos
genérica Ocimum no tiene un claro origen, compuestos fenólicos del tipo de los
pues hay quien supone deriva del vocablo flavonoides o los fenilpropanoides (Grayer et
griego oxis, que significa ‘rápido’, en al., 1996a, 1996b; Chalchat y Ozcan, 2008).
referencia a su profuso crecimiento; aunque
hay quien opina que derivaría de oza (olor),
haciendo mención a su aromática esencia.

En Tilgüe los pobladores utilizan esta planta

para reducir las úlceras bucales producidas
por colonias de bacterias, que además
aparecen con síntomas de purulencia, ardor y
frecuentes molestias. Lo recomendado es
mascar en la boca de dos a tres hojas, o bien
majar éstas y echar el jugo obtenido,
mediante aplicación tópica, directamente en Flores de la albahaca dulce

la parte afectada. También se usa para

quitar el olor desagradable de los genitales,
causado por la flora genital bacteriana,
aunque es una práctica poco frecuente.
En San Francisco Libre (Nicaragua) se ha
reportado su uso para bajar las calenturas
(Villalobos, 2000). Sus hojas se usan en
Guatemala para tratar la tos con flema: su
práctica es en decocción y la administración
es vía oral (Girón et al., 1991).
En la tradición mexicana usan esta planta
como relajante, por el olor que desprende al
rozarla accidentalmente o adrede; también
como calmante de músculos doloridos, por la
creencia de su capacidad antiinflamatoria, y
a su vez se usa como antidiarreica
(Velázquez et al., 2006; Waldstein, 2006).
La esencia de esta albahaca tiene
reconocidas propiedades bactericidas e
insecticidas, siendo uno de los mejores
repelentes naturales conocidos combatiendo
muy eficazmente a algunos mosquitos
transmisores de enfermedades peligrosas
(Umerie et al., 1998; Wannissorn et al.,
2005; Erler et al., 2006). Muchos de los
elementos volátiles del aceite son activos
frente a microorganismos patógenos
(Opalchenova y Obreshkova, 2003).
Uno de los metabolitos más activos, a tal fin,
de la albahaca dulce, es el ácido rosmarínico,
junto a la esencia, con una acción bactericida
muy marcada frente a patógenos tales como
Agrobacterium rhizogenes, Pseudomonas
aeruginosa, Aspergillus niger, Salmonella sp,
149 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Escherichia coli, Campylobacter jejunii y Politeo et al., 2007; Berić et al., 2008;
Clostridium perferingens (Bais et al., 2002; Hussain et al., 2008).
Nedorostova et al., 2009), justificando
científicamente el uso que le dan en la Isla
de Ometepe como bactericida y antiséptico.

Amén de lo comentado, la albahaca dulce

también tiene actividad antioxidante, por lo
que puede reducir los radicales libres y
combatir ciertos tipos de cánceres y
tumores, posiblemente gracias a sus
compuestos fenólicos y esencia que evitan
modificaciones mutagénicas del ADN, aunque
su composición generalmente depende del En las hojas de la albahaca dulce residen la mayoría de
sus propiedades etnomedicinales
quimiotipo concreto o de la estación de año
(Abas et al., 2006; Manosroi et al., 2006;
 Catálogo etnoflorístico medicinal 150

Ocimum micranthum Willd.

Familia: Lamiaceae.
Sinonimias: Ocimum campechianum Mill., O. guatemalense Gand.
Nombres vernáculos: Albahaca montera.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Originaria supuestamente de la India, esta especie se distribuye naturalizada en Florida (Estados Unidos),
las Antillas, México, de manera general por Centroamérica y Sudamérica, y las Islas Galápagos (Wiggins y Porter, 1971).

Aunque introducida teóricamente en La albahaca montera, como muchas otras

América en época muy remota, actualmente
se encuentra naturalizada en muchos
territorios, especialmente en caminos y
bordes de carretera, en terrenos alterados,
donde su alta capacidad prolífera -sobre
todo en época lluviosa- (Alburquerque y
Andrade, 1998a) y la antropización del
entorno facilitan su dispersión.
Es precisamente en esta época del año, la de
lluvias, cuando la albahaca montera es más
frecuente entre la flora de la Isla de
Ometepe y especialmente en zona de sabana
seca.
No obstante, las especies del género
Ocimum americanas aún no han sido
sometidas a un estudio profundo, esencial
para conocer sus relaciones filogenéticas
(Alburquerque y Andrade, 1998a, 1998b),
por lo que resulta todavía difícil establecer
los parentescos entre las especies del Nuevo
y del Viejo Mundo así como delimitar
posibles vías de difusión.
especies del mismo género, se utiliza
básicamente como planta insecticida
(Moraes et al., 2002). Para ello, las partes
de esta planta que se seleccionan son las
hojas o las inflorescencias, cuyo aroma es
capaz de ahuyentar moscas y mosquitos.
Dichas propiedades se sustentan en que
todas las especies del género Ocimum son
ricas en aceite esencial (Grayer et al.,
1996b). En el caso de la esencia de la
albahaca montera, ésta es de color amarillo
claro, viscosa y con fuerte olor picante,
constando de más de 31 compuestos
diferentes, en su mayoría monoterpenos,
obtenidos por hidrodestilación (Sacchetii et
al., 2004).

De momento, pueden confirmarse en el

registro fósil evidencias que muestran la
existencia en la India, en el 800 a.C., de
restos del género Ocimum en un yacimiento
arqueológico. Lo que sí parece estar claro es
que durante la conquista de América por los
españoles la albahaca dulce ya crecía en Albahaca montera
Mesoamérica, por lo que el periodo de
transferencia de las especies del género En experimentos llevados a cabo sobre
Ocimum del Viejo al Nuevo Mundo puede ejemplares silvestres de Ocimum
estimarse, al menos, en época precolombina micranthum de la comarca de Ibagué
(Sorenson y Raish, 1996). (Colombia), donde a esta especie se la
conoce vernáculamente como ‘albahaca
151 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
canela’, se ha demostrado que su esencia
tiene una elevada actividad antifúngica
contra el hongo Fusarium oxisporum, así
como repelente e insecticida frente a la
mosca casera (Musca domestica) (Murillo
Perea et al., 2002; Viña Patiño, 2002a,
2002b; Murillo Perea, 2003).
El aceite esencial o esencia de estos
ejemplares colombianos de albahaca canela,
obtenido por hidrodestilación de plantas
silvestres y analizado por cromatografía de
gases-espectrometría de masas, se compone
mayoritariamente de monoterpenos y metanólicos (alcohólicos) y diclorometánicos,
sesquiterpenos, siendo entre éstos los más
abundantes el cinamato de metilo (79,8%) y
el metilchavicol (12,3%) (Viña Patiño, 2002b,
2003; Murillo Perea et al., 2002). Tal
actividad antifúngica ha sido igualmente
demostrada por Freixa et al. (1998) y Lino
et al. (2000) sobre extractos alcohólicos.
Análisis químicos semejantes a los antes
descritos, sobre poblaciones brasileñas de
albahaca montera, muestran que el aceite
esencial destilado de sus hojas e
inflorescencias es abundante en eugenol,
pero sobre todo vienen a confirmar que la
humedad y el grado de insolación influyen
notablemente en la composición química de
su esencia. En el caso de las poblaciones
norbrasileñas comentadas, de la zona
amazónica húmeda y poco soleada, amén del
eugenol la esencia de Ocimum micranthum
cuenta con β-elemeno, β-cariofileno e
isoeugenol como principales constituyentes
(Mala et al., 1988; Vasconcelos Silva et al.,
1998; Sacchetti et al., 2004).
En otras poblaciones brasileñas de zonas
semiáridas, que crecen bajo condiciones de
escasa humedad y alta insolación, sin
embargo, el eugenol sigue estando presente
junto a β-cariofileno y eleniicina como
principales constituyentes (Suva et al.,
1998). El estudio fitoquímico de poblaciones
indias, no obstante, demuestra que en la
esencia dominan el cugenol, el 1,8-cineol, el
β-cariofileno y el γ-elemeno (Charles et al.,
1990). Todos estos datos vienen a concluir
que la composición química del aceite
esencial de la albahaca montera está
determinada por las características de su
hábitat, y en particular por el grado de
humedad e insolación. En este sentido sería
interesante llevar a cabo estudios
fitoquímicos semejantes sobre poblaciones
de la Isla de Ometepe.
A parte de las actividades insecticida y
antifúngica comentadas, también se ha
demostrado actividad anticonvulsiva y
antiespasmódica de sus extractos
así como actividad analgésica de su aceite
(Lino et al., 2000, 2005). Algunos de los
componentes activos de esta especie pueden
llegar a causar hipersensitividad.
Diversos estudios etnofarmacológicos,
asimismo, han documentado el uso de la
albahaca montera como emenagoga en Brasil
(Piaui y Maranhao), mientras que en Puerto
Rico igualmente se usa para incrementar la
lactancia.
El aceite esencial de Ocimum micranthum
también se ha revelado como un potente
antimicrobiano contra bacterias gram-
positivas (Enterococcus foecalis) y gram-
negativas (Escherichia coli, Pseudomonas
aeruginosa); así como ha demostrado tener
actividad contra ciertos protozoos tales
como Trypanosoma cruzi, aunque en este
caso se cree que son los compuestos
polifenólicos, flavonoides y lignanos, los
responsables de esta última actividad, lo
mismo que de su capacidad antioxidante
(Navarro et al., 2003; Sacchetti et al.,
2004; Trevisan et al., 2006b).
En particular, se ha demostrado que aquellos
compuestos presentes en la esencia de la
albahaca montera que disponen en su
estructura química de un anillo fenólico son
los que mayor capacidad antioxidante tienen,
caso del eugenol, por lo que su aceite
esencial puede jugar un importante papel en
el futuro en la prevención del cáncer
(Trevisan et al., 2006b).

Milliken (1997) y Revilla (2002) han
demostrado, por su parte, que el uso de las
hojas de la albahaca montera puede ser
válido para combatir la malaria.
En último término debe reseñarse que
extractos obtenidos de las hojas, ramas y
tallos de Ocimum micranthum han
demostrado poseer una moderada capacidad
de neutralización frente a los efectos
hemorrágicos causados por el veneno
inoculado con la picadura de la serpiente
Bothrops atrox (barba amarilla, mapanare)
(Otero et al., 2000a), seguramente la más
temida de toda América Tropical por ser
altamente agresiva y la que más muertes
ocasiona en seres humanos.
Detalle de hojas e inflorescencias de la albahaca montera
Catálogo etnoflorístico medicinal 152
En la zona de estudio de este trabajo la
principal aplicación de la albahaca montera,
a parte de insecticida, es en el tratamiento
de dolencias renales, fundamentalmente para
facilitar la expulsión de piedras del riñón.
Para ello, el procedimiento consiste en tomar
tres plantas de albahaca montera, incluyendo
su raíz, someterlas a decocción en un litro
de agua, tomando luego como dosis tres
vasos del cocimiento obtenido por día, cada
seis horas, durando el tratamiento unos tres
días, tras lo cual se aconseja un descanso en
la toma de ochos días para reiniciar ésta
hasta expulsar todos los cálculos renales.
Este tipo de uso etnobotánico, según lo
comentado anteriormente, facilita asimismo
combatir problemas de salud causados por
protozoos, muy comunes en América Central.
153 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Ocotea veraguensis (Meissn.) Mez

Familia: Lauraceae.
Sinonimias: Ocotea bakeri S.F. Blake, Sassafridium veraguense Meisn.
Nombres vernáculos: Quina.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Su área de distribución se extiende desde el sur de México al sur de Panamá, incluyendo la mayor parte de
Centroamérica aunque con una distribución bastante restringida (Van der Werff, 2002). En Nicaragua es especie rara,
generalmente en pluvioselvas (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre genérico relacionados con aspectos defensivos de la

Ocotea parece provenir de la denominación
vernácula latinizada, coincidente con éste,
con que se conoce a las especies de este
género en la Guayana francesa. El nombre
popular ‘quina’ se refiere al sabor amargo de
su corteza, muy semejante al de la
verdadera quina (Cinchona pubescens). Los
antiguos náhuatl denominaban a este árbol
kuamait, es decir ‘cabeza-brazo’, aunque se
desconocen las razones (Mora et al., 1985).
planta frente a insectos depredadores. En
muchas especies de Ocotea se han
documentado también, tanto en el fruto,
corteza, como en las hojas, una gran
diversidad de neolignanos (p.e. David et al.,
1994a), los cuales tienen enormes y variadas
propiedades medicinales (Ionkova, 2007) que
probablemente podamos poner en relación
con lo documentado en Ometepe.

En la comunidad indígena de Tilgüe usan este

árbol para bajar la fiebre, normalmente
mediante el consumo oral de la decocción de
su corteza, siguiento una dosificación de una
cuarta de ésta hervida en un libro de agua.
Se recomienda dos tomas al día, una en
ayunas y otra al acostarse.

Aunque en la bibliografía sí se citan algunos

usos etnobotánicos de esta especie, ninguno Flores de la quina

de éstos se refiere a aplicaciones

medicinales, por lo que en principio lo
documentado en Ometepe parece responder
a un uso etnomedicinal endémico de nuestra
área de estudio. En la medicina tradicional
de Paraguay, algunas especies del género
Ocotea, como O. lancifolia, se usan como
antiparasitarias y antiinflamatorias (Fournet
et al., 2007), pero no la especie aquí tratada.
Las especies de Ocotea también contienen
una cantidad relativamente importante de
alcaloides, algunos de naturaleza
sesquiterpénica, sobre todo en la corteza
(p.e. Cava y Mitchell, 1972; Botega et al.,
1993); monoterpenos y otros terpenoides,
fenilpropanoides (David et al., 1994b), así
como flavonoides (p.e. Andrei et al., 1988).

Los estudios fitoquímicos en esta especie no Entre los alcaloides de Ocotea, la

son muy abundantes, pero los referidos en la
bibliografía citan la presencia de neolignanos
(biciclooctanoides y benzofuranoides) tanto
en las semillas como en la corteza (Dodson
et al., 1987; Khan et al., 1987), posiblemente
isoquinolina, de la corteza de O. lancifolia, ha
demostrado actividad antiprotozoaria frente
a Trypanosoma cruzi y Leishmania sp, por lo
que sería un remedio natural efectivo frente
a la leishmanoisis, aunque también es cierto
que las especies de este género tienen
 Catálogo etnoflorístico medicinal 154

cierto rango de hepatotoxicidad,

seguramente por su composición en
alcaloides (Fournet et al., 2007).

El aceite esencial, de algunas Ocotea,

también resulta microbicida frente a ciertos
patógenos tales como Enterococcus foecalis,
Staphylococcus aureus, Escherichia coli,
Pseudomonas aeruginosa, Candida albicans,
Saccharomyces cerevisiae, Pythium ultimum
y Trichophyton mentagrophyte (Bruni et al., p-cimeno
2004; Coelho de Souza et al., 2004).

Un estudio detallado reciente sobre la

esencia de Ocotea veraguensis (Takaku et
al., 2007) muestra que su aceite es rico en
p-cimeno, y en menor medida en trans-2-
hexenal, mirceno, α-felandreno, β-
felandreno, β-caryofileno, α-humuleno,
guaiol, 1-epi-cubenol, linalool, valenceno,
nerolidol, α-cadinol, bulnesol y espatulenol,
dominando los sesquiterpenos frente a los
Fruto de la quina
monoterpenos. De hecho, los más abundantes
son los sesquiterpenos oxigenados, lo que de
alguna manera singulariza a esta especie
frente a las del resto del género, ya que su
esencia cuenta con hasta 55 compuestos y es
la más compleja de todas las de Ocotea sp.

bulnesol
155 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Passiflora foetida L.

Familia: Passifloraceae.
Sinonimias: Dysosmia ciliata M. Roem., D. fluminensis M. Roem., D. foetida (L.) M. Roem., D. gossypifolia (Desv. Ex Ham.)
M. Roem., D. hastata (Bertol.) M. Roem., D. hibiscifolia (Lam.) M. Roem., D. nigelliflora (Hook.) M. Roem., Granadilla foetida
(L.) Gaertner, Passiflora baraquiniana Lem., P. ciliata Dryand., P. foetida var. hispida (Candolle ex Triana & Planch.) Killip, P.
hispida Candolle ex Triana & Planch., Tripsilina foetida (L.) Rafinesque
Nombres vernáculos: Catapanza.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Originaria de los trópicos de América y las Indias occidentales (Antillas y Bahamas), su rango de
distribución se extiende desde el sur de Estados Unidos (Texas), por todo México y Centroamérica, y en Sudamérica
desde Venezuela hasta Argentina y Chile (Killip, 1938; García y Hoc, 1998). En Nicaragua es frecuente en ambientes
abiertos y antropizados de las zonas atlántica y pacífica, siendo especie autóctona y taxonómicamente compleja (Stevens
et al., 2001).

Desde un punto de vista etimológico, la siendo también usada en el tratamiento de

denominación genérica Passiflora proviene eczemas, en la limpieza de ulceras crónicas,
del latín passionis-flos (flor de la pasión), y, en frío, para la inflamación de los ojos
debido a que un explorador español comparó (Morton, 1981).
su flor con la Pasión de Cristo y desde
entonces la morfología de ésta se asemeja a
todo el proceso de la crucifixión. Por su
parte, la denominación específica foetida
viene del latín foetidus que significa fétido o
repugnante en alusión al olor desagradable
que despiden sus hojas cuando son
restregadas (Delascio, 2006). De hecho,
muchos de sus nombres vernáculos hacen
mención, precisamente, a ello, caso de ‘flor
de la pasión fétida’ o ‘burucuya hediondo’.

Flor de la catapanza
Los comunitarios de Tilgüe usan esta hierba
con el fin de quitar la disentería por
parásitos microbianos, con la especificación
de tomar una cuarta del bejuco con hojas
machacadas y refregadas en agua fría. La
dosificación es tomar una tacita cada tres
horas hasta que se quite el malestar, aunque
con la primera toma suele ser suficiente.

En Tailandia usan este vegetal con fines

medicinales, principalmente las hojas y las
raíces, para el tratamiento de la ansiedad, el
estrés o el insomnio, inflamación de la piel, vitexina
tos y fiebre (Pongpan et al., 2007).

En Centroamérica existe la costumbre de El principal responsable de las actividades

usar la decocción de hojas durante la biológicas de la catapanza es el flavonoide
prenactancia para detener la ganas de vitexina, especialmente las relacionadas con
vomitar y la irritación de vías urinarias,

sus propiedades antioxidantes, aunque en
esta especie también se han documentado
otros flavonoides (derivados de apigenina,
quercetina y kaempferol), ácido hidrociánico
y alcaloides tipo harmano (Echeverri et al.,
1991; Pongpan et al., 2007). Algunos de
dichos flavonoides, como la ermanina aislada
de su resina foliar, tienen propiedades
insecticidas (Echeverri et al., 1991).
Un grupo de compuestos muy especial,
identificado en Passiflora foetida pero
ausente en otras flores de la pasión, son las
denominadas passifloricinas (poliquétidos α-
pironas), habiéndose aislado en la resina de
passifloricina A
Catálogo etnoflorístico medicinal 156
esta especie las passifloricinas A, B y C
(Echeverri et al., 2001). Este tipo de
compuestos tienen notables propiedades
antibióticas, posiblemente relacionadas con
la demostrada actividad anticancerígena y
antitumoral de la catapanza (Murga et al.,
2003; Puricelli et al., 2003; Moongkarndi et
al., 2004), así como con sus propiedades
antibacterianas frente a Pseudomonas
putida, Vibrio cholerae, Shigella flexneri y
Streptococcus pyogenes (Mohanasundari et
al., 2007), e incluso antiparasitarias frente a
la leishmaniosis y la malaria (Cardona, 2006).
157 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Pedilanthus tithymaloides (L.) Poit. subsp. tithymaloides

Familia: Euphorbiaceae.
Sinonimias: Euphorbia tithymaloides L.
Nombres vernáculos: Bitamo.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Desde el sur de los Estados Unidos, por México y Centroamérica, llegando hasta el noroeste de Sudamérica
y las Antillas. En Nicaragua se cita la subsp. tithymaloides (Stevens et al., 2001). Gracias a sus vistosas flores, se trata
de un arbusto ornamental ampliamente distribuido y cultivado, incluso en Asia. En Nicaragua se suele utilizar, a tal fin, en
cercos que delimitan terrenos.

En la comunidad de Tilgüe, el bitamo se usa azafrina, acetato de epifriedelanol,

en la medicina tradicional para calmar los
aires (dolores musculares producidos por
movimientos bruscos), así como
antiinflamatoria ante golpes contundentes. A
tales fines, normalmente se aplican,
tópicamente, unas tres gotas de látex en un
parche de tela fina que se pone en la zona
afectada hasta disminuir el dolor. El bitamo
es usado también en la etnobotánica cubana
como antiinflamatoria, aunque en algunos
lugares es considerada planta tóxica por sus
propiedades eméticas (vomitivas) y abortivas
(Roig, 1988; Renne, 1996).
friedelina, epifriedelinol, 1-dotriacontenol y
β-sitosterol (Upadhyay y Hecker, 1974;
Vidotti et al., 2006). La azafrina es un ácido
carotenoico, un pigmento natural usualmente
utilizado como colorante. El triterpenoide
pentacíclico epifriedelinol o epidriedelanol
ha mostrado alta actividad antitumoral
(Kundu et al., 2000).

En la tintura, de las hojas del bitamo, se ha

identificado un amplio espectro de
metabolitos: ácidos aspártico, glutámico y
aminobutírico, hidroxiprolina, serina,
asparagina, glicina, glutamina, histidina,
citrulina, treonina, alanina, arginina, prolina, Bitamo

tirosina, valina, leucina, isoleucina,

nicotinamida y lisina; compuestos todos
éstos responsables de las propiedades
antimicrobianas, antiinflamatorias y
antioxidantes de esta planta, debidas sobre
todo a algunos de ellos como 5V-S-
metiladenosina y 1,4-dihidroquinona que se
han mostrado efectivos inhibiendo a
patógenos tales como Staphylococcus
aureus, Bacillus subtilis, Pseudomonas
aeruginosa y Escherichia coli (Abreu et al.,
2006; Vidotti et al., 2006).
Epifriedelanol: un triterpenoide pentacíclico abundante
De las raíces, cuya tintura ha demostrado en las raíces de muchas especies de la familia
Euphorbiaceae, como el bitamo, que cuenta con
una gran capacidad antioxidante y por lo
actividad antitumoral
tanto preventiva del cáncer (Abreu et al.,
2006), se han extraído metabolitos como
 Catálogo etnoflorístico medicinal 158

Persea americana P. Mill.

Familia: Lauraceae.
Sinonimias: Laurus persea L., Persea drymifolia Schltdl. & Cham., P. edulis Raf., P. floccosa Mez, P. gigantea L.O. Williams,
P. gratissima Gaertn., P. leiogyna Blake, P. nubigena L.O. Williams, P. paucitriplinervia Lundell, P. persea (L.) Cockerell, P.
steyermarkii C.K. Allen
Nombres vernáculos: Aguacate.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie originaria en princio del sur de México, quizá también de Guatemala y Honduras, aunque incluso
antes de la llegada de los españoles ya había sido distribuida y se plantaba a lo largo de toda América Central hasta Perú
(López Sáez, 2000). Especie en cultivo en Nicaragua (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo se ha documentado ese mismo uso, así como

‘aguacate’ procede del náhuatl para la diarrea y disentería, golpes internos
āhuacaquahuiltl, es decir ‘árbol de ahuca’ y dolores, tos, gripe, afecciones dérmicas,
(árbol del testículo), en base a la semejanza dolor de estómago, problemas renales, aires
de sus frutos con los órganos reproductores y como anticonceptivo (House et al., 1995).
masculinos. El nombre genérico Persea
proviene del nombre griego de otro árbol que
se adoptó para este género; mientras que
americana significa nativo de América.

En la comunidad de Tilgüe es común usar la

semilla del aguacate para aliviar golpes,
recomendándose tomar 3-4 de ellas majadas,
cociéndolas luego en un litro agua durante 10
a 15 minutos, y se aplican en forma de Frutos del aguacate
faumentos con paños húmedos y tibios sobre
la parte afectada. Para problemas de la piel, A nivel fitoquímico, en la pulpa del fruto del
como ronchas o espinillas, se debe aplicar la aguacate hay alcaloides, cumarinas,
pulpa del fruto por a sus propiedades triterpenos, ácidos fenólicos como el
alimenticias. También se recomienda en el catecol, y ácidos grasos (oleico, linolénico,
tratamiento de ciertas sintomatologías linoleico, esteárico, etc.) con abundantes
inmunológicas como la tos, para la cual es usos cosméticos (Pacetti et al., 2007). En la
aconsejable comer frutos. semilla polifenoles y carotenoides (ácido
abscísico-β-D-glucósido y derivados (Gómez
El aguacate fue un árbol con gran López, 2002; Ramos et al., 2004).
importancia para la cultura azteca, tanto a
nivel alimenticio como medicinal (López Sáez,
2000). En su medicina tradicional usaban las
semillas, en decocción, como un potente
antimicótico y para curar las infecciones de
los parásitos, e incluso también como
anestésico local siempre de manera tópica
(Argueta et al., 1994; Cabrera, 1996).

En San Francisco Libre, en Nicaragua, se ha

reportado su uso para el dolor de muelas
(Villalobos, 2000); mientras que en Honduras Pulpa del fruto del aguacate
159 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Extractos liposolubles de las hojas del como Colletotrichum gloeosporioides

aguacate han demostrado tener capacidad
antiinflamatoria y analgésica (Adeyemi et al.,
2002), seguramente debida a su contenido
en persina, un compuesto cuya química se
asemeja mucho a la de los ácidos grasos y
que además tiene propiedades antifúngicas
demostradas (Carman y Handley, 1999).
Por su parte, el extracto acuoso de dichas
hojas muestra capacidad relajante de los
vasos sanguíneos, en ensayos en laboratorio
sobre roedores, porque sus metabolitos
secundarios (taninos, saponinas y flavonoides
glicosilados) inhiben la absorción de calcio y
sales, actuando así como hipotensores
(Adeboye et al., 1999; Owolabi et al., 2005).
En paralelo, tales extractos son capaces de
inhibir la diabetes mellitus, siendo muy
recomendables en el tratamiento de dietas o
personas que sufran tal alteración
metabólica (Gallagher et al., 2003).
(Sivanathan y Adikaram, 1989). El más activo
de estos compuestos es la ya referida
persina (Carman y Handley, 1999),
caracterizada como (Z,Z)-1-acetoxi-2-
hidroxi-4-oxo-heneicosa-12,15-dieno (Prusky
et al., 1982). Otros compuestos semejantes
a la persina, también presentes en el aceite
de los idioblastos de sus frutos, y con
actividad antifúngica, son, entre otros:
(E,Z,Z)-1-acetoxi-2-hidroxi-4-oxo-heneicosa
-5,12,15-trieno y 1-acetoxi-2,4-dihidroxi-I-
N-heptaceda-16-yne (Adikaram et al., 1992;
Leikin y Drusky, 1998; Domergue et al.,
2000).

En el fruto del aguacate abunda

especialmente la xantofila luteína, un
carotenoide pigmentario amarillo que no
Hojas del aguacate
puede ser sintetizado por animales, deben
tomarlo, y que cuenta con marcadísimas
propiedades antioxidantes y un alto
potencial anticancerígeno, sobre todo
demostrado ante el cáncer de próstata (Lu
et al., 2005), amén de su más que reconocido
valor como filtro frente a las radiaciones
solares y protector ocular.
luteína

Finalmente, señalar que las actividades

antimicóticas antes referidas parecen
deberse a ciertos compuestos aislados de los
idioblastos de sus frutos inmaduros, células
especializadas de su epidermis que se
encuentran casi repletas de un aceite que
contiene alcaloides, hidroperóxicos
sesquiterpénicos y posiblemente otros
terpenos (Platt y Thomson, 1992). Algunos
persina
de dichos compuestos inhiben el crecimiento
vegetativo de hongos patógenos del aguacate
 Catálogo etnoflorístico medicinal 160

Petiveria alliacea L.

Familia: Phytolaccaceae.
Sinonimias: Petiveria corrientina Rojas, P. foetida Salisb., P. graveolens (Vell.) Stellfeld, P. hexandria Sesse et Moq., P.
paraguayensis Parodi.
Nombres vernáculos: Apazote, zorrillo.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Del sur de Estados Unidos a Argentina, incluyendo todas las áreas tropicales de México y Centroamérica, y
las Antillas (Stevens et al., 2001). Se ha llegado a naturalizar en algunos puntos de África. Duarte y Lopes (2005)
aseveran que esta hierba es nativa de la región amazónica.

Etimológicamente el nombre vernáculo ajo bastante fuerte. Precisamente, por su

‘apazote’, y otros documentados en América
Central (apacín, apacina, etc.), derivan del
vocablo náhuatl epasot que significa ‘mofeta’
o ‘zorillo’, denominación ésta que también
hace referencia a otras de sus
denominaciones vernáculas como zorrillo en
Ometepe, o rama de zorrillo, zorrillo
silvestre, anamú, mapurite, hierba de ajo,
cola de alacrán o epazote de zorrillo con que
se la conoce en otras zonas de América
Latina (Martínez, 1979; Rzedowski y
Rzedowski, 2000). En general, estos
nombres comunes hacen mención a su olor
profundo y desagradable tras frotar sus
hojas, semejante en cierta manera al del ajo
(Allium sp), de ahí su denominación
específica. El nombre genérico Petiveria
está dedicado al médico inglés James
Petiver (1665-1718).
olor, es una planta relativamente bien
conocida y usada para repeler serpientes
venenosas en la Isla de Ometepe, siguiendo
para ello un procedimiento semejante al
descrito para el Caribe nicaragüense (Coe y
Anderson, 2005): decocción de sus raíces y
hojas y administración oral o tópica.
En San Francisco Libre, en Nicaragua, y en
Honduras, el zorrillo también ha sido
reportado para tratar catarros y resfriados,
así como para combatir dolores de cabeza,
tos, sinusitis, cólicos, aires, asma, gripe y
diversos achaques (House et al., 1995;
Villalobos, 2000).

En Tilgüe esta hierba se usa para combatir

la artritis, para lo cual se toma una cuarta de
zorrillo que se echa en una botella con
alcohol y se deja macerar durante dos días,
tras los cuales su usa el macerado para
impregnar gasas o faumentos con los que
tratar local y superficialmente las zonas
Apazote o zorrillo
doloridas. También se usa contra el
resfriado, para lo cual se machaca su raíz, se
El uso antiofídico del zorrillo ha sido
cuece ésta y se deja reposar una noche al
documentado en otras zonas americanas,
aire, tras la cual, por la mañana temprano, el
caso de Colombia, donde su aplican baños
paciente utiliza el producto de la destilación
tibios de las decocciones de hojas sobre las
echado sobre su cabeza con una pana; luego
zonas afectadas por picaduras de serpientes
se pone un gorro que lo proteja y se deja
de los géneros Bothrops, Porthidium y
actuar al producto. Los pobladores de Tilgüe
Bothriechis (Otero et al., 2000a). Algunos
comunican que las reses que han consumido
ensayos en laboratorio, sobre la capacidad
esta hierba producen una leche con sabor a
161 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
neutralizante de esta planta frente a
picaduras de Bothrops asper, han
demostrado que extractos hidroalcohólicos
de hojas y tallos tienen una actividad
moderada con neutralización parcial de los
efectos hemorrágicos causados por la
picadura (Castro et al., 1999).
En Guatemala, es frecuente el uso de las
hojas y raíces del zorrillo para tratar
problemas causados por parásitos como
amebiasis y malaria (Berger et al., 1998;
Cáceres et al., 1998). Contra problemas
semejantes a los de Ometepe, en
comunidades de origen maya de México, la
usan para tratar afecciones respiratorias y
asma (Leonti et al., 2003), mientras que
entre los popoluca resulta ser una planta de
culto contra la magia negra (Leonti et al.,
2001). En Honduras, como se dijo, también
usan la decocción de sus tallos y hojas en
problemas respiratorios, constipados, etc.,
habiéndose demostrado su positiva actividad
frente a microorganismos tales como
Mycobacterium intracellulare, Cryptococcus
neoformans y Candida albicans (Lentz et al.,
1998). Finalmente, en Trinidad y Tobago,
como en Tilgüe, se usa en la artritis y el
reumatismo (Lans, 2007).
Diversos estudios fitoquímicos, realizados
sobre el zorrillo, han mostrado que sus
raíces contienen diversos derivados del
aminoácido cisteína, uno de los 20 que se
usan para la elaboración de proteínas y que
contiene azufre en su estructura; así como
otros compuestos sulfurados como
petivericina, tiosulfinato, petiveriina, etc.
(Kubec y Musah, 2001, 2005; Kubec et al.,
2002). Trazas de estos compuestos también
se han detectado en sus hojas (Kubec y
Musah, 2001).
En particular, el fuerte olor a ajo de este
vegetal parece deberse sobre todo a la
sulfina, mientras que su actividad
lacrimógena se centra en el thiobenzaldehido
S-óxido (Kubec et al., 2003).
Estudios en laboratorio, sobre la actividad
biológica del zorrillo, muestran gran
capacidad inhibitoria de sus extractos
alcohólicos, actuando como antifúngicos
frente a diversas especies de Cladosporium,
y antibacteriales frente a Bacillus cereus,
Mycobacterium smegmatis, Micrococcus
luteus, Streptococcus agalactiae,
Staphylococcus aureus, Escherichia coli o
Klebsiella pneumoniae (Coelho et al., 2001;
Kubec et al., 2003; Kim et al., 2006).
Diversos compuestos polisulfurados,
fundamentalmente los thiosulfinatos, los
trisúlfidos y el ácido benzilsulfínico, son los
más activos a tal respecto (Kim et al., 2006).
Finalmente, señalar que algunos de los
compuestos sulfurados señalados, como el
dibenzil trisúlfido, presente en los tejidos
del zorrillo, puede tener cierta actividad
citostática y acción neurotóxica (Rosner et
al., 2001). De hecho, a pesar de ser una
planta frecuentemente utilizada en la
medicina tradicional americana, algunos
autores inciden en que parte de sus
metabolitos, como el referido, pueden
resultar genotóxicos y producir alteración
mitótica o mutagénica si se administran a
altas dosis (Hoyos et al., 1992; Ruffa et al.,
2002; García et al., 2006).
Petiveria alliacea
 Catálogo etnoflorístico medicinal 162

Piper auritum Kunth

Familia: Piperaceae.
Sinonimias: Piper sanctum (Miq.) Schltdl.
Nombres vernáculos: Santa María, hierba santa.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: De distribución básicamente tropical en América, se localiza desde el suroeste de México al norte de Brasil,
incluyendo toda Centroamérica. En la zona de estudio es frecuente en las zonas más húmedas y ombrófilas, siendo especie
autóctona (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, esta especie es conocida cierta capacidad genotóxica frente al hongo

en lengua náhuatl como xalakuauit, es decir
‘árbol de arena’ o ‘planta de arena’, aunque
resulta difícil precisar la razón. En cambio,
una leyenda mexicana propone que la
denominación vernácula de ‘Santa María’
hace referencia a que la Virgen María secó
los pañales del niño Jesús en un arbusto de
esta planta. Precisamente en México, donde
es frecuente su uso culinario, también se
conoce como ‘pimienta sagrada’, siendo muy
utilizada en tamales de pescado o carne que
son envueltos en sus fragantes hojas.
Aspergillus nidulans; mientras que resulta
inofensiva en roedores, salvo en los primeros
instantes de tratamiento en que causa cierto
parálisis parcial de las extremidades
inferiores, aunque la recuperación posterior
es rápida y efectiva (Blanco et al., 2006).
Estudios parecidos han demostrado cierta
actividad antiespasmódica del aceite
esencial de la Santa María en conejos,
especialmente de tipo espasmolítica sobre el
músculo liso intestinal (Gracia et al., 2001).

El sabor de las hojas acorazonadas de la

hierba santa es semejante al del eucalipto,
el regaliz, el anís e incluso la nuez moscada,
aunque también se parece al de la menta, el
estragón y la misma pimienta negra. Sus
hojas, muy vistosas, se usan también como
condimento en la cocina mexicana, por sus
propiedades estomáticas, analgésicas y
estimulantes.
En Tilgüe, la Santa María es utilizada para
curar la disipela o erisipela, una inflamación
bastante dolorosa de la piel, de origen
bacteriano (probablemente estreptococos)
que afecta a la dermis e hipodermis, y se
acompaña de enrojecimiento en la parte
afectada. El tratamiento consiste en tomar
una hoja de esta especie, untada en aceite o
vaselina, y tratar con ella, como si fuera una
gasa, la zona dañada hasta liberar la
infección.
En cuanto a su actividad biológica, diversos
ensayos en laboratorio han demostrado que
el extracto fluido de Piper auritum tiene
Las bellas hojas acorazonadas de la Santa María tienen
muchos usos culinarios y etnomedicinales
La composición fitoquímica de esta planta
(hojas y espigas florales), en cuanto a su
aceite esencial se refiere, demuestra que el
componente mayoritario es el safrol (90%), y
en menor medida la meristicina, los cuales
han demostrado además tener actividad
antioxidante relacionada con el tratamiento
citado de la disipela (Cicció, 1996; García et
al., 2007). Otros estudios han demostrado la
capacidad antimicobacteriana de diversos
extractos obtenidos de sus hojas, ricos en
compuestos derivados de dodecano,
tetradecano, hexadecano, octadecano, así
163 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

como eugenol, metileugenol, piperólido, mortalidad de dicho gorgojo (Silva et al.,

demetoxiangonina, dihidrometisticina, 2003).
cefaranona, piperelactamo A, cepradaniona
B, y el componente mayoritario safrol;
algunos de los cuales han demostrado una
potente actividad biológica frente a
Mycobacterium tuberculosis causante de la
tuberculosis (Pelter y Hänsel, 1972; Mata et
al., 2004; Baquero et al., 2007).

safrol

Finalmente, reseñar que la hierba santa ha

demostrado tener capacidad insecticida
frente a Sitophilus zeamais, un coleóptero
frecuente en las plantaciones y zonas de
almacenaje del maíz, por lo que la utilización
de Piper auritum a tal fin alberga gran Inflorescencias de Piper auritum
potencial. De hecho se ha comprobado que su
uso biocida produce hasta un 65,8% de
 Catálogo etnoflorístico medicinal 164

Plectranthus amboinicus (Lour.) Spreng.

Familia: Lamiaceae.
Sinonimias: Coleus amboinicus Lour., C. aromaticus Benth., Plectranthus aromaticus Roxb.
Nombres vernáculos: Orégano orejón.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie originaria de la India, cultivada como ornamental en todo el mundo.

La etimología de esta hierba se refiere, en Posiblemente relacionados con estos últimos

primer lugar, al género Coleus al que antes
pertenecía, el cual deriva del vocablo griego
koleo (envoltura), en referencia a la fusión
de sus estambres en un solo tubo. La
denominación vernácula de ‘orégano’ procede
del griego oros (montaña) y ganos (adorno),
pues esta planta, ornamental como se dijo,
‘alegra el monte’ con sus vistosas hojas. El
apelativo local de ‘orejón’ menciona sus folios
suculentos con forma de oreja.
hechos, también se ha demostrado la
capacidad del orégano orejón de inhibir el
veneno de un escorpión venenoso y mortal,
Heterometrus laoticus (Uawonggul et al.,
2006). Finalmente, reseñar que los
extractos acuosos de esta planta muestran
actividad frente a la leptospirosis, uno de los
problemas más importantes en Nicaragua
(Nirmala et al., 2008).

En Tilgüe, el orégano orejón se usa para

descongestionar las vías respiratorias, para
quitar la flema producida por la tos y la
gripe. La parte útil son las hojas,
recomendándose tomar de dos a tres de
éstas majadas, depositándolas en una taza
con agua hirviendo que se tapa y se deja
reposar cinco minutos, y luego se toman dos
tazas al día, una al amanecer y otra antes de
acostarse. En Cuba esta hierba se utiliza Orégano orejón

contra problemas digestivos, dolores de

oídos e infecciones catarrales, sobre todo
afecciones broncodilatadoras (Menéndez y
Pavón, 1999; Lukhoba et al., 2006).

Desde un punto de vista fitoquímico, de sus

hojas se han aislado multitud de metabolitos
secundarios como ácido oxilacético, ácidos
triterpénicos, salvigenina, quercetina,
luteolina, apigenina, eriodictiol, taxifolina,
etc. (Brieskorn y Riedel, 1977; Baslas y
Pradeep, 1981). Algunos de los flavonoides
citados, como apigenina, luteolina o
quercetina, tienen actividad antioxidante y
antiepiléptica en base a su capacidad
neuroestimuladora, por lo en principio tienen
atributos antidepresivos (Buznego et al.,
1993; García et al., 1996). Detalle de las hojas de Plectranthus amboinicus
165 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Pluchea carolinensis (Jacq.) G. Don

Familia: Asteraceae.
Sinonimias: Conyza carolinensis Jacq., C. coresii Kunth, C. symphytofolia Gillis, Pluchea odorata L., P. odorata (L.) Cass., P.
cortesii (Kunth) DC.
Nombres vernáculos: Ciguapate, salvia.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Arbusto con un rango de distribución bastante amplio en América, desde el sur de Estados Unidos (Florida),
Bermudas, Bahamas, toda América central, llegando a algunos países sudamericanos como Colombia, Venezuela y Ecuador
en Suramérica y encontrándose también en el oeste de India (Stevens et al., 2001; Villaseñor y Villarreal, 2006).
Autóctona en Nicaragua (Stevens et al., 2001).

La denominación vernácula ‘salvia’ procede de al., 2006). En otros países caribeños esta
la especie mediterránea Salvia officinalis de planta se utiliza ante dolencias de garganta,
la familia Lamiaceae, homologa en sus usos y muelas, cabeza y estómago, además de en
aroma a la especie americana. Por su parte, problemas cutáneos, gracias a su capacidad
el nombre vernáculo ‘ciguapate’ deriva de los antiinflamatoria (Hodges y Bennett, 2006).
vocablos náhuatl cihualt o ciualt (hembra, Todos estos usos concuerdan básicamente
mujer) y patli (medicinal), para referirse al con lo documentado en Ometepe, sin que
uso que en algunos lugares de Nicaragua dan deba extrañar que su implicación directa con
a esta planta para calmar los dolores un uso espiritual dedicado a la limpieza
menstruales (Saavedra, 2000). asocia esta planta directamente con la
santería y la chamanería.
En la comunidad de Tilgüe es costumbre usar
la salvia para tratar inflamaciones, como
antipirética y en afecciones cutáneas como
granos y salpullidos. La parte de la planta
más utilizada son las hojas, que se preparan
hervidas -20 a 25 hojas recién cortadas- en
tres litros de agua, y la decocción se aplica
tibia externamente, preferiblemente por la
noche antes de dormirse.

Al norte de Managua, el único uso reportado

de la salvia es en el sol de niños (Villalobos, Hojas y flores del ciguapate o salvia

2000); mientras que en Honduras se usa

para acelerar el parto e incluso después de
éste, para aires, dolor de estómago, dolor de
cabeza y en general malestar de todo el
cuerpo, cólicos, espasmos, reumatismo,
sinutisis, diarrea, lombrices, calentura,
problemas renales, tumores del vientre, y
como regulador menstrual (House et al.,
1995). En Cuba la salvia se usa en el
tratamiento de neumopatías, ronqueras y
digestiones lentas, como febrífuga, para los
dolores de riñones y cabeza, reumatismo,
aires, y como analgésico (Rosales et al.,
1999; Fernández y Torres, 2004; Perera et
A pesar de su versatilidad etnomedicinal, los
estudios fitoquímicos en el ciguapate son
escasos, habiéndose documentado, entre
otros metabolitos secundarios: alcaloides,
lactonas, azúcares reductores, compuestos
fenólicos, taninos, lípidos esenciales,
triterpenos, saponinas y esteroides (Perera
et al., 2006).
Es probable, tal y como se ha ensayado en
experimentos de laboratorio, que la
actividad antiinflamatoria de la salvia sea
debida a su contenido en flavonoides
 Catálogo etnoflorístico medicinal 166

(Rosales et al., 1999). De hecho, algunos cáncer (Fernández y Torres, 2006). Se ha

tests, sobre su capacidad antioxidante, han
demostrado que los extractos alcohólicos de
las hojas de la salvia actúan positivamente
eliminando radicales libres, causantes
directos y/o indirectos de ciertos tipos de
demostrado, igualmente, que el extracto
alcohólico de las hojas de salvia tiene
actividad bactericida frente a los patógenos
Bacillus subtilis y Staphylococcus aureus
(Perera et al., 2006).

Detalle de las flores de Pluchea carolinensis

167 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Psidium guajava L.

Familia: Myrtaceae.
Sinonimias: Guaiava pyriformis Gaertn., G. pyrifera (L.) Kuntze, Myrtus guajava (L.) Kuntze, M. guajava var. pyrifera (L.)
Kuntze, Psidium guajava var. cujavillum (Burman) Krug & Urban ex Urban, P. guajava var. pyrifera (L.) Kuntze, P. guava
Griseb., P. guayava Raddi, P. igatemyensis Barb. Rodr., P. pomiferum L., P. pumilum L., P. pumilum var. guadalupense DC., P.
pyriferum L., P. sapidissimum Jacq.
Nombres vernáculos: Guayaba, guayabo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie de origen incierto aunque posiblemente nativa de México (Ríos et al., 1977), se distribuye
ampliamente por Centroamérica (Lozoya et al., 2002). Ha sido propagada por españoles y portugueses a las zonas
tropicales del mundo, siendo especialmente abundante en Brasil y Perú, Antillas y el sur de Florida. Extendida también por
Asia y África. Crece en áreas tropicales y subtropicales en diferentes condiciones climáticas, aunque prefiere los climas
secos (Stone, 1970).

La denominación genérica Psidium, desde un
punto de vista etimológico, procede del
griego psidio, nombre dado al granado con el
que se asemejan sus frutos. El sufijo
específico guajava deriva de su nombre
vernáculo ‘guayabo’. En lengua náhuatl se
conoce como xalácotl o chalxócotl, es decir
‘arena’ o ‘arenoso’ en referencia a la
sensación en la boca que se tiene cuando se
consume el fruto fresco.
intestinales, para lo cual se suele utilizar una
dosis de 7 hojas en un vaso de agua
mezclado con canela que luego se toma tal
cual. También se recomienda el cocimiento
de una cuarta de la corteza en un litro de
agua, y la decocción se aplica para limpiar
heridas, granos y otras afecciones cutáneas
como salpullidos.

Éste, el fruto (guayaba), es comestible y

muy apreciado en todos los países tropicales,
de ahí que haya sido una especie
ampliamente cultivada y difundida, llegando
incluso a China y la India con variedades
introducidas desde América en los últimos
300 años (López Sáez, 2000; Lozoya et al.,
2002). Ya era utilizado por comunidades
precolombinas de Perú tal y como demuestra
la arqueología (Pérez Gutiérrez et al., 2008). La guayaba, el fruto del guayabo

El fruto tiene bajo contenido en En cuanto a su composición química y valor

carbohidratos (13,2%), grasas (0,53%) y
proteínas (0,88%), y en cambio tiene hasta
un 84,9% de agua (Medina y Pagano, 2003).
El fruto inmaduro es muy indigesto, pudiendo
provocar vómitos y fiebres, ya que tiene un
elevado contenido en taninos y su capacidad
astringente suele derivar en constipación,
aunque a veces se utiliza también contra la
diarrea (Jain et al., 2003).
En Tilgüe el uso etnomedicinal del guayabo
se resume en el control de parásitos
farmacológico, un trabajo de síntesis muy
reciente de Pérez Gutiérrez et al. (2008)
resume perfectamente todos estos
parámetros: desde un punto vista tradicional
se ha utilizado para multitud de
enfermedades, como antiinflamatoria, en el
tratamiento de la diabetes, hipertensión,
caries, heridas, reducción del dolor y la
fiebre, etc. Dicho uso ancestral ha sido
documentado en grupos indígenas mexicanos,
mayas, náhuatls, zapotecas y popolucas,
quienes utilizan la decocción de sus hojas

para combatir la tos y problemas digestivos
asociados a diarreas severas (Heinrich et al.,
1998; Leonti et al., 2001).
Como en Ometepe, el uso principal dado al
guayabo, en la medicina tradicional de
Latinoamérica y el Caribe, es en el
tratamiento de la diarrea, disentería y de
los problemas estomacales debidos a
indigestiones (Mejía y Rengifo, 2000; Lozoya
et al., 2002; Michell y Ahmad, 2006a,
2006b). Este tratamiento implica la
decocción de hojas, raíces y corteza de la
planta, habiendo sido utilizado contra la
disentería en Panamá y como astringente en
Venezuela (Pérez Gutiérrez et al., 2008). En
Uruguay, la decocción de sus hojas se usa en
el limpiado vaginal y uterino, y en casos de
leucorrea (Conway, 2002); mientras que en
Costa Rica, la decocción de botones florales
es un eficaz antiinflamatorio (Pardo, 1999).
En Nicaragua, en San Francisco Libre
(Pacora), la decocción de cogollitos o de
frutos tiernos se usa contra los parásitos
infantiles, la diarrea y la disentería
(Villalobos, 2000).
Hojas y flores del guayabo
Las hojas del guayabo contienen un rico
aceite esencial, siendo sus principales
componentes α-pineno, β-pineno, limoneno,
mentol, terpenil-acetato, isopropil-alcohol,
longicicleno, cariofileno, β-bisaboleno, cineol,
óxido de cariofileno, β-copaneno, farneseno,
humuleno, selineno, cardineno y curcumeno
(Zakaria y Mohd, 1994; Li et al., 1999).
De las hojas también se han aislado
flavonoides y saponinas combinadas con
Catálogo etnoflorístico medicinal 168
ácido oleanólico (Arima y Danno, 2002).
Nerolidiol, β-sitosterol, y los ácidos ursólico,
cratególico y guayavólico han sido también
identificados en sus hojas (Iwu, 1993).
En cuanto a sus actividades biológicas se
cuentan (Pérez Gutiérrez et al., 2008):
antidiarreica, antimicrobiana, antimalárica,
antitusiva, hepatoprotectiva, antioxidante,
antigenotóxica, antimutagénica, antitumoral,
antialergénica, anticancerosa, hipotensiva,
efecto cardiovascular, antihiperglicémica,
antiinflamatoria, analgésica y antinoceptiva.
La actividad antidiarreica parece deberse al
flavonoide quercetina y a las lectinas:
ensayos en laboratorio han demostrado que
los extractos metanólicos de hojas de
guayaba son activas frente al rotavirus SA-
11 de simios (Gonçalves et al., 2005); y que
una lectina específica de galactosa previene
la adhesión a la pared intestinal de
Escherichia coli evitando la diarrea, pues
este organismo es uno de los principales
causantes de ésta (Coutiño et al., 2001).
La actividad antimicrobiana ha sido probada
con éxito frente a multitud de
microorganismos (Staphyloccocus aureus,
Streptococcus mutans, Pseudomonas
aeruginosa, Salmonella enteridis, Bacillus
cereus. B. subtilis, Proteus sp, Shigella sp,
Escherichia coli) (Abdelrahim et al., 2002;
Neira y Ramírez, 2005; Chah et al., 2006); y
ésta parece ser debida a ciertos compuestos
flavonoídicos presentes en los extractos
metanólicos de su raíz, derivados de la
quercetina, como la denominada guaijaverina
(Arima y Danno, 2002; Prabu et al., 2006).
La tintura de corteza ha demostrado tener
actividad fungicida frente a Candida albicans
(Dutta y Das, 2000).
Finalmente, resulta importante señalar que
el tratamiento con extractos acuosos,
obtenidos de la planta entera de guajaba,
han resultado efectivos protectores
antigenotóxicos contra diversas genotoxinas
(Bartolomé et al., 2006); mientras que los
procedentes sólo de sus hojas muestran
169 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
prometedoras propiedades antigenotóxicas y
antimutagénicas a la vez (Grover y Bala,
1993).
El estudio de Chen et al. (2007) demuestra
como esos extractos acuosos de las hojas
son capaces de inhibir algunas líneas
celulares cancerígenas (DU-145); mientras
que el aceite esencial de sus hojas también
resulta efectivo frente a ciertos carcinomas
epidérmicos (KB) y contra algunas líneas
celulares de la leucemia (P388), siendo sus
monoterpenos los responsables de tal
actividad anticancerígena y antitumoral (Citó
et al., 2003; Manosroi et al., 2006).
En cualquier caso, el ácido jacoumárico,
aislado de las semillas del guayabo, también
ha demostrado tener efectos antitumorales
notables (Numata et al., 1989). Todo este
cómputo de datos permite sugerir que
Psidium guajava tiene un enorme potencial en
el desarrollo de agentes quimioterapéuticos
para prevenir o inhibir el crecimiento de
tumores y cánceres (Pérez Gutiérrez et al.,
2008).
El guayabo es un fruto tropical cuyas virtudes
etnomedicinales se extienden al tratamiento de
cánceres y tumores
 Catálogo etnoflorístico medicinal 170

Quassia amara L.

Familia: Simaroubaceae.
Sinonimias: Quassia alatifolia Stokes, Q. officinalis Rich.
Nombres vernáculos: Cuasia, hombre grande, palo de hombre, tigrilla, tigrillo.
Biotipo: Árbol y Arbusto.
Distribución: Se distribuye por América Tropical, desde los 18º de latitud N en México hasta el norte de Sudamérica y el
Amazonas brasileño (Holdridge y Poveda, 1975; Pérez, 1990; Gentry, 1993; Brown, 1995), fundamentalmente en la
vertiente atlántica de América Central y en el Pacífico de Costa Rica y Panamá; aunque su origen biogeográfico no esté
todavía muy claro dado la antigüedad de su cultivo como planta medicinal (Thomas, 1990). Habita en zonas con
precipitaciones elevadas (1500-4500 mm anuales), en el piso basal del bosque húmedo y muy húmedo (Brown, 1995),
aunque en el bosque seco puede igualmente aparecer pero sólo en bosques de ribera donde la humedad edáfica es
permanente todo el año (Villalobos, 1996). Se trata de una especie heliófila (Brown, 1995), y la exposición al sol estimula
su floración y una mayor densidad poblacional (Ling, 1995). Su rango altitudinal se extiende entre el nivel del mar y los
500 msnm, aunque excepcionalmente en Nicaragua puede alcanzar los 800 msnm (Stevens et al., 2001). En cuanto a la
orografía, suele aparecer en zonas de alta pendiente (30-60%), y casi nunca en fondos de valle ya que no soporta terrenos
mal drenados (Ling, 1995; Villalobos, 1996).

Desde un punto de vista etimológico, la indígenas comercializan su corteza de

denominación genérica Quassia procede de madera contra la diabetes mellitus
un nativo de Surinam llamado Quassi que (Holdridge y Poveda, 1975; Pittier, 1978).
trataba la fiebre con esta planta; mientras
que la específica amara se refiere a su sabor Básicamente, estos usos son los
amargo (Ocampo y Maffioli, 1987; Brown, documentados en Ometepe: problemas de
1995). tipo estomacal o renal, tomando infusiones o
decocciones de su madera y corteza. Es muy
En América Central y el norte de interesante señalar que la administración
Sudamérica, la madera y la corteza de la oral de tales preparados (de madera y hojas)
cuasia (molida o en astillas) se macera en se utiliza en Tilgüe para combatir las fiebres
agua fría, infusión o licor y se toma como maláricas. En Nicaragua, en el municipio de
remedio de problemas estomacales y San Francisco Libre (Pacora), tiene
digestivos, en el tratamiento de cálculos igualmente un uso ante problemas
hepáticos o renales, contra la diarrea, el estomacales (Villalobos, 2000).
insomnio y febrífuga (Corrêa, 1984;
Polonsky, 1986; Pérez, 1990; Girón et al.,
1991; García, 1992; Ling, 1995; Coe y
Anderson, 1996a, 1999; Díaz Rojas et al.,
2004; Odonne et al., 2007). En decocción,
contra la anorexia, difteria y fiebre; y
resulta también vermífuga y contrarresta
las fiebres maláricas (Ocampo y Maffioli,
1987; Martínez, 1992; Ling, 1995; Coe y
Anderson, 1996a, 1996b, 1997, 1999).

Su madera se utiliza también para hacer

copas en las que el agua se deja macerar
hasta volverse amarga (Odonne et al., 2007).
En Costa Rica su uso se conoce desde el siglo
XIX, incluso por las poblaciones
afrocaribeñas de la costa, y actualmente los
Hojas del hombre grande
171 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
El principio activo más importante de la
cuasia es la quasina, quasinoide aislado de su
madera -uno de los principios más amargos
conocidos- que produce aumento de la
secreción de las glándulas salivares, hígado y
riñones, activando las mucosas intestinales y
la excitación de los músculos del aparato
digestivo, uropoyético y biliar (García, 1992;
Badilla et al., 1998).
quasina
Los quasinoides son principios amargos de
naturaleza triterpénica, con diversas
actividades biológicas, exclusivos de la
familia Simaroubaceae y por lo tanto
marcadores taxonómicos excepcionales
(Dreyer, 1983; Bhatnagar et al., 1987; Simão
et al., 1991; Fernando et al., 1995; Curcino
Vieira y Braz-Felho, 2006).
En Quassia amara se han aislado e
identificado un número importante de
quasinoides en su madera y corteza (Clark,
1937a, 1937b, 1938, 1942; Casinovi et al.,
1966; Robins y Rhodes, 1984; Robins et al.,
1984; Grandolini et al., 1987; Silva et al.,
1987; Simão et al., 1991; Barbetti et al.,
1993; Dou et al., 1996; Toma et al., 2003;
Díaz Rojas et al., 2004; López Sáez y Pérez
Soto, 2008), cuyos tipos estructurales
derivan de neoquasina, dihidronorneoquasina,
quasina, 14,15-dehidroquasina, 18-
hidroxiquasina, quasilactol, nigakilactona A,
paraína e isoparaína.
El quasinoide mayoritario (60%) de la
madera de Quassia amara es la quasina,
presente también en flores, hojas y frutos
(Holman, 1940; Valenta, 1971; Robins et al.,
1984), principio amargo que representa el
0.1% en peso seco (Barbetti et al., 1993). En
Quassia amara la concentración de quasina
en su corteza y madera es de las más altas
dentro de Simaroubaceae (Polonsky, 1973,
1986; Robins et al., 1984). De la savia y hojas
de Quassia amara se han aislado otros dos
quasinoides: simalikalactona D y quasimarina
(Kupchan y Steelman, 1976; Robins et al.,
1984; Díaz Rojas et al., 2004; Bertani et al.,
2006; López Sáez y Pérez Soto, 2008).
La concentración en quasinoides en la
corteza y la madera de Quassia amara
depende de la exposición de la planta al sol
así como de la edad. El contenido en quasina
es mayor en ejemplares de bosques lluviosos
o situados en condiciones de sombra, y más
elevada a mayor diámetro de las ramas
(Villalobos, 1996; Villalobos et al., 1999; Díaz
Rojas et al., 2004). En cambio, la proporción
de neoquasina parece ser más alta en
ejemplares expuestos al sol, aumentando
igualmente con la edad. En las hojas, la
acumulación de quasina es mayor en las
jóvenes que en las de mayor edad; y es más
alta también en el nervio central y en los
peciolos maduros que en las lamellas (Robins
et al., 1984).
neoquasina
La corteza de Quassia amara también
contiene otros principios amargos no
quasinoides, se trata de alcaloides indólicos
derivados de β-carbolina (Barbetti et al.,

1987) y cantina (Njar et al., 1993); y
esteroles (campesterol, estigmasterol, β-
sitosterol), aminoácidos y sales minerales
(Duke, 1985; Grieve, 1988; Germonsén-
Robineau, 1998; Toma et al., 2003).
Floración y hojas de Quassia amara
En nuestra zona de estudio también hemos
podido documentar el uso de la decocción de
cuasia como insecticida, tanto para tratar
insectos molestos como los piojos
(pediculosis). Su gran ventaja es que se
trata de un insecticida natural no nocivo
contra el medio ambiente que además no
afecta a insectos no molestos al ser humano
como las abejas o las mariquitas.
En Costa Rica, la decocción de su madera se
utiliza para eliminar los piojos del cuero
cabelludo (Díaz Rojas et al., 2004). El
vinagre o la tintura de cuasia resulta un
activo cosmético en la prevención y
tratamiento de la pediculosis, ya que actúa
como inhibidor de la formación de quitina
que adhiere las liendres de los piojos al
cabello (Jensen, 1978; Alcalde y Del Pozo,
2007). Es probable que esta actividad
biológica de la cuasia surja como un proceso
de autodefensa químico, ya que su madera no
es atacada por insectos (Ocampo y Maffioli,
1987). El poder insecticida de Quassia amara
parece residir en uno de sus quasinoides, la
quasina. Mancebo et al. (2000) señalan que la
mayor concentración de quasina en la
corteza podría explicar que fuera éste el
compuesto más activo en la defensa frente a
Catálogo etnoflorístico medicinal 172
los insectos y básicamente su única
funcionalidad.
Las propiedades antimaláricas de Quassia
amara, confirmadas en Tilgüe, parecen
residir en la simalikalactona D, quasinoide
aislado de sus hojas y savia (Kupchan y
Streelman, 1976; Bertani et al., 2006; López
Sáez y Pérez Soto, 2008), que ha mostrado
actividad biológica, tanto in vivo como in
vitro, frente a Plasmodium yoelii y P.
falciparum (Bertani et al., 2005, 2006,
2007). En cambio, la quasina es
prácticamente inactivo frente a Plasmodium
falciparum (Lang’at-Thoruwa et al., 2003). La
simalikalactona D, en ensayos en laboratorio,
ha demostrado también tener actividad
inhibitoria contra el VIH (Morré et al.,
1998; Paulik et al., 1999). El consumo de
decocciones de hojas de cuasia no resulta
tóxico, por lo que puede ser administrado sin
ningún problema durante varios días siendo
un remedio natural antimalárico muy
efectivo (García González et al., 1997;
Bertani et al., 2005). En este sentido, el
trabajo de Bertani et al. (2007) indica que la
actividad antimalárica del té de hojas de
Quassia amara es más elevada cuando se
elabora con hojas juveniles frescas, siendo
muy baja si se hace con hojas maduras
previamente desecadas. En Nicaragua, en el
departamento de Carazo, se comercializa un
preparado medicinal denominada ‘tigra’ (de
ahí sus denominaciones vernáculas de tigrilla
y tigrillo) como remedio frente a la fiebre
producida por la malaria, en combinación con
la quina (Ocotea sp).
simalikalactona D
173 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

En Quassia amara se ha documentado consumiéndose para controlar el vómito

quasimarina, con actividad antileucémica y (emesis) (López Sáez y Pérez Soto, 2008).
antitumoral demostrada (Kupchan y
Streelman, 1976; Díaz Rojas et al., 2004); y Las tribus indígenas del Caribe nicaragüense
simalikalactona D -a la que antes nos también administran, oralmente, la decocción
referimos-, activa contra el virus oncogénico del tallo de Quassia amara tanto como
del Sarcoma de Rous (Pierré et al., 1980). Es antídoto como contra las picaduras de
decir, que algunos quasioides presentes en la serpientes (Coe y Anderson, 1996a, 1996b,
cuasia tienen por tanto actividad 1997, 1999, 2005). En Colombia (Otero et
anticancerígena. El que tanto quasimarina al., 2000a, 2000c) y Panamá (Woodson et al.,
como simalikalactona D únicamente se 1973) tiene el mismo uso alexitérico (contra
encuentren en las partes verdes y savia de piquetes de culebras), al igual que en el
Quassia amara que no en su madera, puede municipio nicaragüense de San Francisco
explicarse por que pueden representar Libre (Villalobos, 2000).
precisamente unas formas de quasinoides
especialmente modificados para el En el caso de Quassia amara, las propiedades
transporte entre membranas. antiofídicas pueden deberse tanto a los
quasinoides como a su contenido en esteroles
estigmasterol y β-sitosterol (Coe y
Anderson, 2005).

quasimarina

En la zona de estudio hemos documentado el

uso tradicional de la decocción de la corteza
Frutos del hombre grande o cuasia
de la cuasia como un potente antiofídico,
 Catálogo etnoflorístico medicinal 174

Ruta graveolens L.

Familia: Rutaceae.
Sinonimias: Ruta hortensis Mill., R. officinalis Pall.
Nombres vernáculos: Ruda.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Originaria de la parte meridional de Europa y Asia, típica en terrenos incultos, pobres en materia orgánica y
de naturaleza calcárea. Requiere climas templados o relativamente fríos, de ahí que abunde en paisajes estépicos. En
América se cultiva en jardines por sus propiedades medicinales.

Etimológicamente, el nombre vernáculo ‘ruda’ reabsorción fetal provocando abortos, o, en

deriva de la denominación genérica Ruta, la
cual parece proceder del griego ruomai, que
significa refrenar, en alusión a la supuesta
acción afrodisíaca otorgada a este vegetal.
Otros autores, no obstante, mantienen que
Ruta deriva del griego reuo (que salva, que
protege), en base a su capacidad sanadora.
El sufijo específico graveolens hace mención
al fuerte olor de esta planta, ciertamente
desagradable.
su defecto, los niños nacidos tenían
tendencia a malformaciones esqueléticas
(Gonzales et al., 2006).
En Perú, tanto esta ruda como Ruta
chalepensis, se usan etnomedicinalmente
como antiespasmódicas, antihelmínticas,
antimicrobianas, emenagogas y abortivas
(Phillips y Gentry, 1993; Mejía y Rengifo,
2000).

En la comunidad de Tilgüe la ruda tiene fama
de curar dolores de oídos, para lo cual se
especifica la toma de una hoja, que se
calienta un poco, se envuelve en una tela
fina, y posteriormente se aplica de manera
tópica como apósito en el oído hasta que
disminuya el dolor. También es común usar la
ruda para tratar cefaleas, y en este caso se
recomienda la maceración de seis hojas
picadas en un cuarto de litro de alcohol,
aplicando también dicho preparado
externamente al paciente, directamente en
la cabeza antes de acostarse.
A nivel fitoquímico, esta ruda es rica en
flavonoides con demostradas propiedades
antioxidantes (Ivanova et al., 2005; Saieed
et al., 2006). Uno de los flavonoides más
abundantes, la rutina, también llamada
rutósido, quecetina-3-rutósido o soforina,
frecuente en muchos cítricos de la familia
Rutaceae, ha mostrado tener propiedades
anticancerígenas, reduciendo la proliferación
de tumores y combatiendo la leucemia
(Pathak et al., 2003).

Muchos pueblos indígenas americanos han

utilizado la ruda para regular la fertilidad
(Morton, 1981), uso etnobotánico éste que se
ha visto refrendado por ensayos clínicos que
demuestran que la administración oral del
extracto acuoso de esta planta tiene la
capacidad de reducir la preimplantación
embrionaria (Gutiérrez et al., 2003).

rutina
Un estudio reciente, sobre las capacidades
abortivas de la ruda, demostró que ésta
También cuenta con un número importante
tiene un marcado carácter embriotóxico,
de alcaloides, muchos de los cuales se
pues produce elevados niveles de
175 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

relacionan con la defensa de la planta frente reproductor resultando abortiva, tal y como
a predadores, siendo además los antes se comentó, por lo que en principio
responsables posiblemente de su fuerte olor esta planta podría ser considerada como un
(Bohlmann et al., 1996). Algunos de estos remedio o método preventivo de aborto
alcaloides, de hecho, son tóxicos, de ahí las terapéutico (Paulini et al., 1987).
propiedades abortivas de la ruda, caso de
quinolona y graveolina que tienen la
capacidad de inhibir la división celular, o del
epóxido de rutacridona que actúa como
mutagénico (Paulini y Schimmer, 1989; Hale
et al., 2004; Ivanova et al., 2005).

La quinolona citada, así como la quinolina,

tienen actividad antifúngica, lo mismo que
ciertas furanocumarinas, frente a patógenos
tales como Botrytis cinerea, Colletotrichum
acutatum, C. fragariae, C. gloeosporioides,
Fusarium oxysporum, Phomopsis viticola y P.
obscurans (Oliva et al., 2003).

Las propiedades antifertilidad de la ruda se

han probado también mediante ensayos
sobre roedores de laboratorio, mostrando
que actúan a nivel de la espermatogénesis en
machos, reduciendo su fertilidad al disminuir
la producción de testosterona, aumentando
en cambio su agresividad y disminuyendo su
actividad sexual (Sailani y Moeini, 2007). Ruda
Ensayos en hembras, de ratones y perros,
han mostrado que la ruda es efectiva
igualmente actuando a nivel de su aparato
 Catálogo etnoflorístico medicinal 176

Sansevieria trifasciata Prain

Familia: Agavaceae.
Sinonimias: Sansevieria guineensis Gerome & Labroy, S. jacquinii N.E.Br., S. zebrina L.
Nombres vernáculos: Lengua de suegra.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Nativa de las regiones subtropicales de África (Nigeria, Zaire); ampliamente distribuida por otras zonas
tropicales del planeta, como Nicaragua, gracias a su carácter ornamental, especialmente por sus exóticas hojas. Como
especie de interior está muy difundida. En cuanto a su ecología, se la considera una especie invasora de ecosistemas
óptimos, dada su gran capacidad de supervivencia en condiciones extremas, por lo que se recomienda su control en zonas
especialmente vulnerables a tales invasiones biológicas como las islas, caso de Ometepe, más si éstas tienen un número
reducido de especies autóctonas. En las Islas Galápagos ha podido comprobarse su competencia efeciva por el espacio y
los nutrientes frente a especies propias de su flora (Space et al., 2000).

Su denominación vernácula ‘lengua de En Brasil, donde vernáculamente se la conoce

suegra’ hace referencia a la dureza y
longitud de sus hojas, alargadas, con
diversas tonalidades de color entre el verde
y el amarillo, que asemejan a largas lenguas.
De la cotidianidad satírica deriva el añadido
‘de suegra’. Etimológicamente, su nombre
genérico Sansevieria deriva del latín, y está
dedicado al militar, inventor y erudito
napolitano Raimondo di Sangro (1710-1771),
séptimo príncipe de Sansevero; mientras que
el sufijo específico latino trifasciata hace
referencia a las tres franjas que
caracterizan sus hojas.
En la comunidad de Tilgüe usan esta planta
contra las mordeduras de serpientes
venenosas, especialmente frente a la
conocida terciopelo (Bothrops asper). El
procedimiento consiste en tomar 7 raíces
que se majan hasta reducirla a una masa, la
cual se hierve en un litro de agua y se toma
una taza de la decocción hasta que reducen
los efectos de intoxicación.
En Nigeria, de donde es originaria, y donde
posiblemente experimentaron los primeros
avances medicinales, la denominan con el
nombre inglés de snake plant o ‘planta
serpiente’, en razón de su uso semejante al
que hemos documentado en Ometepe como
antídoto para piquetes de víboras (Oguzie,
2007).
como ‘espada de San Jorge’, se le da un uso
mágico-religioso relacionado con su efecto
protector del espíritu, por lo que al parecer
resulta de buena suerte el tenerla en
jardines. Es probable que esta creencia
brasileña esté relacionada con su frecuente
cultivo o venta en mercados, formando parte
de un acervo cultural de tradición africana a
partir de los pobladores que llegaron a esta
parte de América como esclavos (Curitiba et
al., 2006; Santos y Silva, 2006). En este
mismo país, esta especie se utiliza para
combatir diversos dolores corporales,
aunque igualmente tiene fama de ser planta
venenosa, especialmente sus flores para los
niños (Sgarbi et al., 2006).
De Pöll (1998), en su obra magnífica sobre el
uso etnobotánico de diversos vegetales
guatemaltecos, tanto en la casa como en el
campo, comenta que esta especie, conocida
allí como ‘oreja de burro’, es cultivada en los
jardines e incluso se ha naturalizado, siendo
considerada muy venenosa por contener en
su savia saponinas hemolíticas. La mayor
cantidad de saponinas parece residir en la
variedad hortícola laurentii, precisamente
una de las más utilizadas a nivel ornamental
por sus bellas franjas verdes y amarillas,
habiéndose demostrado la más nociva en
ensayos clínicos pues resulta mortal su
consumo por roedores (Buff y van der Dunk,
1988).
177 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Estudios fitoquímicos detallados, de las De la hojas de esta planta, González et al.

saponinas nocivas de esta especie, han (1972) extrajeron algunos esteroides
demostrado que éstas pertenecen peligrosos como β-sitosterol, ruscogenina,
fundamentalmente al tipo de los pregnanos neoruscogenina y dos sapogeninas derivadas
glicosilados, saponinas esteroídicas y del espirostano (25.S-ruscogenina y
espirostano, que en dosis elevadas afectan sansavierigenina).
sobremanera al equilibrio sistémico corporal
(Mimaki et al., 1996, 1997).

Detalle de las hojas de la lengua de suegra

 Catálogo etnoflorístico medicinal 178

Senna reticulata (Willd.) H.S. Irwin & Barneby

Familia: Fabaceae (Caesalpinioideae).

Sinonimias: Cassia alata L., C. annunciata E.H.L. Krause, C. dumetorum Bertero ex DC., C. reticulata Willd., C. strobilacea
Kunth, C. tarantan Kunth, Chamaesenna reticulata (Willd.) Pittier, Senna alata (L.) Roxb.
Nombres vernáculos: Serocontil.
Biotipo: Árbol y/o arbusto.
Distribución: Oriunda de América Tropical, se distribuye en México, toda Centroamérica, las Antillas hasta noroeste
suramericano incluyendo el Amazonas. Se trata de un árbol con mucha capacidad prolífera y colonizadora, especialmente
en zonas inundables y suelos encharcados (Parolín, 2005), tal y como ocurre en la zona de inundación del itsmo de Istián
en la Isla de Ometepe. En Nicaragua es especie autóctona propia de zonas pantanosas y bosques muy humedos, tanto del
Atlántico como del Pacífico (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, Senna proviene del árabe puede ser la causa de que se utilice para
sanā, el cual no tiene una traducción literal al combatir el herpes.
castellano. Por su parte, el sufijo específico
reticulata proviene del latín reticulatus-a- Gupta (1995a) ha documentado aloe-
um, que señala que está provisto de una emodina, rheína y β-sitosterol, responsables
retícula, quizás refiriéndose a la corteza del de algunas de las actividades citadas, pues
fruto. sus ensayos demuestran que extractos
etanólicos de sus hojas y tallos son activos
En la comunidad de Tilgüe es muy valorada frente a microorganismos tales como
por la capacidad que tiene de curar diversas Klebsiella pneumoniae, Salmonella gallinarum,
enfermedades cutáneas que implican la Staphylococcus aureus o Mycobacterium
aparición de manchas o decoloraciones en la smegmatis.
piel, tales como carates, sarna y paños. La
parte utilizada son las hojas, de las cuales se
toma un puñado, se ponen a calentar cerca
del fuego (soasar), y cuando las hojas ya
están suaves se majan y con el producto se
refriega la parte afectada mediante
aplicación externa durante varios días hasta
que desaparezca el problema cutáneo.

No hemos encontrado información

etnomedicinal publicada de esta especie,
pues la mayor parte procede de datos
dispersos en internet. En la mayor parte de
los casos se reafirman sus propiedades en
afecciones cutáneas, en el tratamiento de
problemas reumáticos o musculares en
países latinoamericanos.

Blair et al. (1991) y Blair y Madrigal (2005)

exponen que se utiliza en la región costera
pacífica colombiana para tratar la anemia,
dolores de estómago, como analgésico, etc.,
e incluso como antimalárica; incidiendo en Senna reticulata: detalle de hojas y flores

que su composición en ácido crisofánico

179 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Solanum torvum Swartz

Familia: Solanaceae.
Sinonimias: Solanum ficifolium Ortega, S. daturifolium Dunal, S. torvum var. daturifolium (Dunal) Schulz, S. maccai L.C.
Rich. ex Spreng.
Nombres vernáculos: Lavaplato, huele de noche.
Biotipo: Arbusto.
Distribución: Nativa de las Antillas, se encuentra desde México a Perú y Venezuela incluyendo Centroamérica, siempre
naturalizada, al igual que en China y Filipinas (Little et al., 1974; Wagner et al., 1999). En Nicaragua es especie
naturalizada (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre vernáculo
‘lavaplato’ hace referencia a la costumbre
indígena de usar sus hojas para lavar
utensilios domésticos; mientras que el de
‘huele de noche’ menciona el olor agradable,
en las noches, para atraer a sus
polinizadores.
En Tilgüe el lavaplato se utiliza gracias a sus
propiedades como un efectivo cicatrizante,
para lo cual se tuestan sus hojas, luego se
pulverizan, y el polvo obtenido se utiliza
tópicamente sobre las zonas infectadas o
desgarradas de la piel.
En la medicina tradicional africana se usa
para tratar la fiebre y controlar la
hipertensión, y como protector estomacal de
úlceras (Nguelefack et al., 2008). Las
propiedades confirmadas en Tilgüe pueden
estar en relación con la fuerte actividad
bactericida de los extractos alcohólicos de
esta planta frente a multitud de
microorganismos patógenos (Ajaiyeoba,
1999; Chah et al., 2000; Israf et al., 2004;
Wiart et al., 2004; Gousset et al., 2005).
al., 1991; Yahara et al., 1996; Arthan et al.,
2006). Además de tales compuestos,
también se han aislado isoflavonoides
sulfatados, torvanol A y algunos glicósidos
esteroídicos de sus frutos, mostrando,
sobre todo el torvanol A, fuerte
citotoxicidad y capacidad antiviral frente al
virus del herpes (Arthan et al., 2002). Parte
de estos flavonoides y proteínas, de frutos y
semillas, muestran actividad antioxidante
preventiva de tumores y cánceres (Sivapriya
y Srinivas 2007).
Algunas de las saponinas esteroídicas, de
naturaleza lactónica, de las hojas apicales de
esta planta, caso de los denominados
solanolactósidos A y B, espirostanol
glicósido, y torvósido M, muestran actividad
anticancerígena (Lu et al., 2008). Por su
parte, algunos de los alcaloides glicosilados
esteroídicos pueden resultar tóxicos (Smith
et al., 2008).

A nivel fitoquímico, en sus hojas se han

aislado altas concentraciones de alcaloides,
taninos y esteroides (tacontanol,
estigmasterol, campesterol, etc.), saponinas,
sapogeninas esteroídicas, alcaloides
esteroídicos, clorogenona y neoclorogenona,
etc. (Mahmood et al., 1983, 1985; Carabot et Flores y frutos del huele de noche
 Catálogo etnoflorístico medicinal 180

Stachytarpheta jamaicensis (L.) Vahl

Familia: Verbenaceae.
Sinonimias: Abena jamaicensis (L.) A.S. Hitchc., Stachytarpheta bogoriensis Zoll. & Mor., S. indica var. jamaicensis (L.)
Razi, S. marqinata Vahl., S. mexicana Steud., S. pilosiuscula H.B.K., S. surinamensis Miq. ex Pulle., Valerianodes jamaicense
(L.) Kuntze, Verbena jamaicensis L., Vermicularia decurrens Moench., Zapania jamaicensis (L.) Lam.
Nombres vernáculos: Verbena.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Nativa del área tropical de América, se distribuye desde México y por toda Centroamérica y las Antillas
hasta Brasil. Es considerada especie invasiva, y se encuentra también en el sureste de Asia, este de África, Australia,
Hawaii, Micronesia y otras islas del Pacífico. En Nicaragua es común a lo largo de las cosas atlántica y pacífica, siendo
especie autóctona (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente el nombre vernáculo antiinflamatoria, diurética, analgésica y

‘verbena’ proviene del latín herba veneris, laxativa (Hirschmann y Rojas, 1990; Alice et
que significa ‘hierba de Venus’, por la al., 1991). La decocción de sus hojas tiene
creencia de sus propiedades afrodisíacas. En cierto uso veterinario en Trinidad y Tobago
realidad tal denominación corresponde a en enfermedades caninas (Lans et al., 2000).
Verbena officinalis a la cual se asemeja. Del
nombre génerico Stachytarpheta se
desconoce su etimología, mientras que el
sufijo específico jamaicensis hace
referencia a que esta especie fue descrita
por primera vez en Jamaica.

En Tilgüe esta planta es popular en su uso

como febrífuga y como antidiarreica. A tal
fin la dosificación corresponde a tomar de
10-15 hojas cocidas en medio litro de agua
hasta hervir, y se toma una tacita hasta
sudar la calentura lo cual es sinónimo de cura
de este padecer. Para la diarrea es la misma
dosificación y preparación, siendo
recomendada para las disenterías severas
producidas por infecciones parasitarias.
En Cuba esta especie goza de mucha
popularidad en el ámbito medicinal, al
asociársele beneficios medicinales como un
buen digestivo, diurético y para curar el
catarro; las hojas se usan específicamente
para tratar tumores, erupciones cutáneas y
uno de los conocimientos etnobotánicos más
citados es como somnífera y sedativa (Cano
y Volpato, 2004). En la medicina tradicional
de Brasil y en otros pueblos tropicales
caribeños americanos acostumbran usar esta
hierba, en infusiones o cocimientos de las
hojas, por sus propiedades como emenagoga,
Verbena
En México esta planta es considerada como
tóxica en su totalidad, especialmente para el
ganado ovino, aunque las reacciones no son
descritas específicamente, pero parece ser
que causa algún tipo de embriaguez o
somnolencia (Avendaño y Flores, 1999).
Diversos estudios químicos demuestran que
tales propiedades pueden deberse a su
contenido en estaquitarfina y ácido γ-amino-
butírico (GABA), principalmente este último,
sin descartar también un posible efecto
debido a la presencia de dopamina (Durand
et al., 1962; Germonsén-Robineau, 1995).
Estos últimos autores, así como Damtoft et
al., (1984), refieren la presencia en la
verbena de diversos flavonoides, glucósidos
iridoideos, etc. El GABA parece ser el
181 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
principio activo responsable de las
actividades sedativas e incluso hipnóticas de
la verbena, y diversos ensayos sobre ratones
de laboratorio han demostrado que
extractos de sus hojas y botones florales,
actúan como depresores del sistema
nervioso central (García et al., 2002). En
cualquier caso, la administración pulverizada
de las hojas a ratas no mostró una toxicidad
relevante de los sistemas vitales, luego por
ende no es tan grave la administración de
este vegetal como medicina sin obviar que la
dosificación es muy importante para que no
resulte tóxica (Idu et al., 2006).
ácido γ-amino-butírico (GABA)
Las propiedades antidiarreicas, sobre todo
de disentería infecciosa, documentadas en
Tilgüe, parecen estar en relación con el
potencial que muestran los extractos de sus
hojas frente a patógenos bacterianos
comunes tales como Escherichia coli,
Streptococcus epidermis y Pseudomonas
aeruginosa (Sasidharan et al., 2007).
Además de la actividad antimicrobiana de
esta planta, también ha demostrado poseer
una alta actividad para inhibir el desarrollo
de Aedes aegypti, el mosquito que transmite
la fiebre amarilla, siendo una alternativa
interesante como controlador natural de
esta plaga (Chariandy et al., 1999).
Finalmente, decir que extractos de esta
planta también han demostrado cierta
capacidad inmunológica en el tratamiento de
la fiebre por ataques de patógenos o
desórdenes sistémicos; habiéndose
constatado su capacidad antioxidante frente
el estrés producido tanto por el oxígeno
como por la producción de ácido úrico y su
vinculación con cánceres tumorosos. (Álvarez
et al., 2004).
Detalle las flores de la verbena
 Catálogo etnoflorístico medicinal 182

Struthanthus orbicularis (Kunth) Blume

Familia: Loranthaceae.
Sinonimias: Loranthus orbicularis Kunth, L. chordocladus Oliv., Struthanthus chordocladus (Oliv.) Eichler
Nombres vernáculos: Titinigüin de jocote.
Biotipo: Hierba (parásita).
Distribución: Especie de distribución relativamente restringida a algunas zonas de América Central, en Guatemala,
Nicaragua y Panamá, alcanzando la zona tropical de Ecuador. En Nicaragua es común en bosques caducifolios a
siempreverdes, en todo el país excepto en las zonas húmedas, siendo una especie parásita autóctona de la flora
nicaragüense (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente su denominación vernácula, departamentos de Chocó y Antioquía, donde

probablemente de origen náhuatl, hace los extractos de hojas y ramas de esta
referencia a que se trata de una planta hierba son utilizados para detener el efecto
parásita de los árboles de jocote (Spondias producido por los piquetes de víboras (Otero
sp), aunque se desconoce el significado de et al., 2000a, 2000b; Núñez et al., 2004).
‘titinigüin’. Dado que realiza la fotosíntesis,
es una hemiparásita, la cual provista de Esta planta ha demostrado tener capacidad
raíces chupadoras especializadas o antiofídica inhibiendo las fosfolipasas del
haustorios penetra en las ramas de sus veneno de la serpiente Bothrops atrox
árboles huéspedes parasitándolos (Calvin y causantes de las hemorragias, la formación
Wilson, 2006). de edemas y la génesis hemolítica (Otero et
al., 2000a).
En la comunidad de Tilgüe se usa para hacer
refresco de las hojas, con el convencimiento
de estar indicado para refrescar el hígado y
siendo igualmente efectivo para problemas
de vesícula. La dosificación es tomar una
ramita que se pone a hervir en un litro de
agua y se toma un vaso por día en ayunas
hasta desaparecer las molestias.

Barrett (1994), en su estudio etnobotánico

de las comunidades indígenas de la costa
Titinigüin de jocote
atlántica de Nicaragua, menciona su uso
como alexitérica para tratar los piquetes de
serpiente venenosas. Un uso semejante como
antídoto antiofídico ha sido confirmado en la
región noroeste de Colombia, en los
183 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Tamarindus indica L.

Familia: Fabaceae (Caesalpinioideae).

Sinonimias: Tamarindus occidentalis Gaertn., T. officinalis Hook, T. umbrosa Salisb.
Nombres vernáculos: Tamarindo.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie nativa de las sabanas secas de África Tropical, su distribución natural se extiende entre África
Oriental (Sudán, Etiopía, Kenya y Tanzania) y África Occidental (Senegal). En muchas zonas tropicales de otros
continentes, caso de América y Asia, esta especie ha sido frecuentemente cultivada llegándose a asilvestrar. Se la
encuentra con frecuencia, naturalizada, a lo largo de las Antillas, Florida, Bermudas, Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y
desde México a Brasil en el continente americano (Little y Wadsworth, 1964).

Etimológicamente, el nombre genérico de
esta especie, Tamarindus, deriva del árabe
tamar hindi (dátil de la India), en referencia
al sabor dulce de su fruto y su procedencia
geográfica. De hecho, fueron los árabes los
primeros en tener conocimiento de las
propiedades del fruto de esta especie
(Benthall, 1933). La denominación específica
indica deriva del latín indicus (-a, -um)
haciendo referencia a que procede de la
India (su cultivo). Con el paso de los siglos,
muchos de los secretos de Oriente fueron
llegando a Europa y el tamarindo fue una de
dichas revelaciones.
Probablemente fueron los árabes quienes lo
introdujeron en territorios europeos a
partir de la Edad Media, donde la pulpa
agridulce y sabrosa del tamarindo, amén de
ser refrescante y tener propiedades
laxantes, fue enormemente reconocida por
las sociedades medievales europeas. Su
carácter exótico ayudó a su propagación por
el viejo continente, aunque aún hoy lo sigue
manteniendo como fruto tropical.
del siglo XIX, importado por los esclavos
procedentes del oeste africano.
La pulpa del fruto del tamarindo constituye
casi el 40% de éste, siendo una notable
fuente de vitaminas C y B, aportando además
escaso rendimiento calórico (100 g del fruto
contienen apenas 115 calorías, 3 g de
proteína y 18 g de carbohidratos), de ahí que
resulte muy aconsejable en dietas
hipocalóricas.
La acidez del fruto, así como su efecto
laxante, obedece a la presencia en él de los
ácidos tartárico, acético y ascórbico
(National Academy of Sciences, 1979;
Chaturvedi, 1985). La riqueza de su pulpa y
la acidez de su sabor hacen que este fruto
sea muy apreciado para la elaboración de
bebidas refrescantes y jugos. Su pulpa es
rica en minerales, con mucho más calcio que
otros frutos tropicales. A veces las hojas,
las vainas inmaduras e incluso las flores se
consumen en su ensaladas, sin aderezo
alguno pues de por sí ya son ácidas.

Precisamente este carácter ‘tropical’ del

tamarindo ha imposibilitado su cultivo en
Europa, de ahí que éste se trasladara a
África, de donde parece de hecho ser
originaria la especie. A los territorios
americanos el tamarindo llegó gracias a la
conquista española, probablemente al
principio de la colonización, extendiéndose
rápidamente su cultivo por las zonas
tropicales. Otras fuentes afirman que esta Semillas del tamarindo
especie no llegó a América más que a partir
 Catálogo etnoflorístico medicinal 184

Dentro de la medicina tradicional y El tamarindo también tiene cualidades como

alternativa dicha pulpa del fruto del fungicida y antihelmíntico e incluso es eficaz
tamarindo se utiliza como laxante o remedio contra la resaca (Guerin y
purgante, en cocimiento contra las fiebres, y Reveillere, 1984) y como antiofídico
la corteza como astringente. (Ushanandini et al., 2007; Lans, 2007).

En nuestra zona de estudio apenas hemos

recogido el uso de esta especie medicinal
como laxante -a parte del consumo de su
fruto tostado o en jugos- para lo cual se
utilizan las hojas y brotes tiernos de este
árbol, que se hierven en un litro de agua
hasta que apenas quede medio litro, tras lo
cual se bebe la infusión. En San Francisco
Libre (Pacora) se usa frente a la diarrea,
parásitos, en problemas estomacales y para
limpiar el riñón (Villalobos, 2000), usos
grosso modo semejantes a los de Tilgüe.

Árbol del tamarindo

Algunos autores enfatizan que el fruto del

tamarindo es efectivo contra el dolor de
cabeza, las quemaduras de azotadores, los
resfriados, la tos, el vómito, la ictericia, Frutos y hojas del tamarindo
hemorroides, llagas, inflamación
generalizada, hemorragias e hipertensión, e
incluso en Nigeria la raíz se usa en el
tratamiento de la lepra (Dalziel, 1937).
185 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Zea mays L.

Familia: Poaceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Maíz.
Biotipo: Hierba.
Distribución: Especie ampliamente cultivada en todo el mundo. El origen de su domesticación es un tema de debate
frecuente. Estudios moleculares parecen afinar que el ancestro del maíz fue un teosinte, una subespecie silvestre
emparentada en el seno de Zea mays. Aún persiste la duda sobre si hubo uno o varios ancestros, lo que indirectamente
supondría dos eventos de domesticación diferentes. El centro (Tehuacán) y el sur de México (Oaxaca) parecen constituir,
a día de hoy, los dos centros geográficos ‘claves’ donde pudo ocurrir la primera domesticación del maíz hará 6500 y más
de 7000 años respectivamente; sin que sepamos a ciencia cierta si este hecho supuso la utilización selectiva de los granos
o, al contrario, el consumo de su mazorca verde y dulce, derivando incluso en la hipotética elaboración de bebidas
alcohólicas con profundo carácter social y ritual. Parece, incluso, que tal domesticación no es tan antigua sino mucho más
reciente (López Sáez, 2006).

El maíz ha jugado un papel muy importante
en la subsistencia de los pueblos
prehistóricos en muchas regiones del Nuevo
Mundo. Aztecas, incas o mayas centraron
gran parte de su economía en él; y, de hecho,
su denominación vernácula deriva del vocablo
taino mahis (‘el que sostiene la vida’).
El género Zea es un miembro de la familia de
las gramíneas (Poaceae) compuesto de cuatro
especies nativas de México y América
Central. Incluye al maíz cultivado (Zea mays
subsp. mays) y a otras especies silvestres
conocidas como ‘teosintes’ o ‘teocintles’,
vocablo de origen nahuátl que significa ‘grano
de los dioses’ (Doebley, 1990). De estos
últimos se reconocen hoy cinco especies: Zea
diploperennis, Z. perennis, Z. luxurians, Z.
nicaraguensis y Z. mays. La última de éstas
comprende cuatro subespecies: subsp. mays,
subsp. huehuetenangensis, subsp. mexicana y
subsp parviglumis; correspondiendo la
primera a la subespecie cultivada (maíz) y el
resto a formas silvestres o teosintes. Los
diferentes taxones de teosintes pueden
segregarse por caracteres morfológicos,
citogenéticos, moleculares, y por su origen
geográfico (López Sáez, 2006).
mazorcas (de tipo espiga), que alojan los
granos de maíz agrupados a lo largo de un
eje carnoso y cilíndrico (coronta, marlo,
olote, tursa). La mazorca aparece protegida
por brácteas envolventes de color verde y
textura papirácea (chalas), terminando en un
penacho amarillento a modo de cabellera que
corresponde a los estilos.
El grano o fruto del maíz, como en todas las
gramíneas, es una cariópside, en la cual las
paredes del ovario o pericarpio aparecen
fusionadas con la cubierta de la semilla o
testa, combinándose para formar la pared
del fruto. Un grano maduro de maíz consta
de tres capas: la pared, el embrión diploide y
el endosperma triploide (su parte más
externa es la aleurona, la cual entra en
contacto con la pared del fruto).
Precisamente esta capa de granos proteicos
de la aleurona es la que determina el color
del grano dependiendo de los procesos
genéticos de tipo epistasia que intervengan.

El maíz (Zea mays subsp. mays) es el único

taxón domesticado del género Zea. Sus
plantas se caracterizan por tener tallos con
apariencia de caña, macizos en su interior, Mazorcas de maíz
destacando sus inflorescencias femeninas o
 Catálogo etnoflorístico medicinal 186

En la comunidad de Tilgüe es común usar los particularmente antocianinas en las

estigmas y la punta del olote con el fin de variedades moradas, todos los cuales tienen
curar problemas renales, como es el caso de potentes actividades antioxidantes.
dolores y cistitis. Para ello se recomienda
tomar once puntas de la mazorca completas,
se ponen a remojar en un litro de agua
durante siete días, y luego se toma en ayunas
un vaso.

De esta planta se produce una bebida

embriagante conocida como ‘cuzuza’, que se
prepara con los granos del maíz secos y
desgranados a la razón de un libra de éstos
para un litro de alcohol. Lo normal es poner
los granos a remojar en agua previamente,
para estimular la germinación, y cuando salen
los primordios se les echa un atado de dulce
de rapadura y se tapa y deja reposar por lo
menos ochos días hasta que fermente bien y
resulte la cuzuca, una bebida muy fuerte.
Otro tipo de chicha de maíz, ‘payaste’, usado
en rituales y fiestas a deidades, se prepara
con los granos sazón secos, que se cuecen,
luego se muelen de forma gruesa, se ponen
en un recipiente con dulce hasta fermentar,
lo cual ocurre más rápido que en el caso
anterior.

Detalle de los granos de maíz

Los estudios fitoquímicos en el maíz son

abundantísimos, gracias a que se trata
posiblemente de una de las plantas más
cultivadas en el mundo, sino la que más, base
alimenticia de muchas comunidades indígenas
americanas y africanas. En el maíz abundan
grasas, saponinas, azúcares, sales de potasio
y sodio, azufre, fósforo, otros minerales, El maíz es una de las plantas más cultivadas en el
ácido salicílico, etc., que le confieren el gran mundo, con muchas variedades de mazorcas y una
valor nutritivo que tiene; pero sobre todo dependencia muy grande ciertas comunidades indígenas

son frecuentes los compuestos fenólicos del

tipo de los flavonoides, glicosilados o no,
187 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Zingiber officinale Roscoe

Familia: Zingiberaceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Jengibre.
Biotipo: Hierba.
Distribución: El jengibre crece en todas las regiones tropicales del mundo: se cultiva en Asia, de donde es originario,
África, Australia, Japón, China, Brasil, Jamaica, y América Central, especialmente en Nicaragua por sus características
tropicales (Stevens et al., 2001).

Etimológicamente, el nombre genérico sangre y sirve también para acelerar el

Zingiber procede del sánscrito sringavera parto (House et al., 1995).
(baño) o sinabera (con forma de cuerno), en
referencia expresa a la forma de sus
rizomas, la parte utilizada tradicionalmente
de esta planta tanto como especie como a
nivel medicinal. En persa se le llamó
dzungebir, en griego dziggibris, y finalmente
adoptó su denominación latina zingiber o
jengibre. El sufijo específico officinale se
aplica a especies que, como el jengibre,
tienen propiedades medicinales. Rizoma del jengibre

En la Isla de Ometepe, los entrevistados en Esta planta goza de mucha popularidad en el

Tilgüe refieren que usan el jengigre para
tratar la gripe y los dolores de garganta, así
como la tos, la carraspea, etc. Por regla
general usan su rizoma molido en infusión, la
cual se toma al acostarse.
En algunos lugares de Nicaragua, como
Masaya, se consume un refresco de jengibre
que podría tener las mismas propiedades
medicinales para tratar cuestiones
relacionadas con las vías altas; y por igual se
hacen confites de jengibre llamados ‘gofios’,
una amalgama de pinol, jengibre, dulce de
rapadura y azúcar, que se vende o regala en
las fiestas tradicionales de la gritería el 7
de diciembre en toda Nicaragua.
Al norte de Managua, el jengibre de usa para
la tos, resfriados, gripe y ronquera, lo mismo
que en Honduras (House et al., 1995;
Villalobos, 2000). En Honduras, además,
tiene usos etnomedicinales para tratar el
dolor de estómago y de cabeza, la fiebre, la
infección de vientre, la astenia, la diarrea,
las hemorragias vaginales, problemas de
ámbito de la medicina tradicional en todo el
mundo, sobre todo su rizoma, para tratar la
migraña (Mustafa y Srivastava, 1990). En la
India lo usan con fines diuréticos,
comprobando en estudios recientes que
tiene propiedades promisorias y de
protección renal para el buen funcionamiento
en la eliminación de sales y minerales
(Ballabh et al., 2008). Una síntesis
pormenorizada, sobre las propiedades
etnofarmacológicas de jengibre, se
encuentra en Mascolo et al. (1989).
A nivel fitoquímico, en los rizomas del
jengibre se han documentado monoterpenos
como gingerdiol y gingerol, heptanoides,
esteroides, compuestos sulfonados, etc.
(Kikuzaki et al., 1991, 1992; Kikuzaki y
Nakatan, 1996; Hori et al., 2003; Ma et al.,
2004 ; Zhao et al., 2007; Zhou et al., 2007).
El [6]-Gingerol es uno de los condimentos
más utilizados en Corea, así como en su
medicina tradicional para tratar malestares
como antiinflamatorio, antihepatotóxico y

nefroprotectivo, como tónico cardiaco, e
incluso se ha demostrado su alta capacidad
anticancerígena (Ajith et al., 2008; Ali et al.,
2008; Lee et al., 2008); posiblemente
gracias a sus propiedades antioxidantes (Kim
et al., 2005; Dias et al., 2006; Natarajan et
al., 2006; Stoilova et al., 2007).
La capacidad anticancerígena se ha
demostrado tanto en líneas de células
leucémicas como en cáncer de colon,
mostrándose citotóxico y causando apoptosis
a las células cancerígenas (Dias et al., 2006).
Se ha demostrado que el consumo de esta
planta previene la formación de tumores, por
lo que se recomienda en la dieta cotidiana
para evitar así la producción de tales
disfunciones orgánicas, sobre todo gracias al
ya comentado contenido en gingerol (Manju y
Nalini, 2005; Wei et al., 2005).
Catálogo etnoflorístico medicinal 188
Planta de jengibre
De igual manera, ensayos clínicos han
demostrado la efectividad citotóxica del
jengibre frente a Toxoplasma gondii, un
parásito causante de la toxoplasmosis,
justificando así el uso tradicional que le dan
en Asia contra este malestar y como
antimicrobiano, gracias a sus heptenonas y
gingeronas (Mascolo et al., 1989; Endo et
al., 1990; Choi et al., 2008).
Finalmente, señalar que se ha comprobado la
actividad insecticida del jengibre frente a
los mosquitos Anopheles stephensi, Aedes
aegypti y Culex quinquefasciatus, potenciales
vectores de enfermedades mortales como el
dengue hemorrágico (Prajapati et al., 2005).
189 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Ziziphus guatemalensis Hemsl.

Familia: Rhamnaceae.
Sinonimias: Ninguna.
Nombres vernáculos: Nancigüiste, nanciguiste.
Biotipo: Árbol.
Distribución: Especie originaria de Centroamérica con una distribución restringida: Guatemala, El Salvador, Honduras,
Belize, Nicaragua y llega hasta Costa Rica. En Nicaragua, donde es autóctona, en zonas secas del Pacífico y en los bosques
secos tropicales (Stevens et al., 2001; Castro Marín et al., 2005; González-Rivas et al., 2006). Se desarrolla en las
cercanías de zonas con inundaciones estacionales, siendo abundante en la laguna de Tisma y en el Estero del Padre Ramos
(Sabogal, 1992). En la Reserva Natural de la laguna de Apoyo es uno de los productos madederos extraídos ilegalmente
(McCrary et al., 2004).

Etimológicamente el nombre genérico No hemos encontrado información

Ziziphus proviene del vocablo árabe que
designó a la primera planta descrita de este
género; mientras que el sufijo específico
guatemalensis deriva probablemente de
haber sido descrita por primera vez en
Guatemala. El nombre vernáculo ‘nancigüiste’
hace mención a la semejanza de sus frutos
respecto a los del nancite (Byrsonimia
crassifolia). En lengua náhuatl su nombre
significa ‘madrecita’, ya que es uno de los
frutos más apetecidos por los nicaragüenses.
De hecho en Costa Rica se la conoce como
‘naranjillo’ por su semejanza a los cítricos
(Enquist y Sullivan, 2001).
etnomedicinal, farmacológica o fitoquímica
alguna en referencia a esta especie, por lo
que su uso como antidiarreica parece ser
endémico localmente de Ometepe. De todas
maneras, tal carencia de documentación ha
de incentivar emprender estudios detallados
de los compuestos químicos de este vegetal y
otras posible virtudes medicinales. En
Nicaragua se explota su madera como leña y
combustible energético (McCrary et al.,
2004; Castro Marín et al., 2005; González-
Rivas et al., 2006).

En la comunidad de Tilgüe, este árbol es

utilizado para detener la diarrea, según la
dosis de tomar dos cuartas de la corteza,
con siete hojas de guanábana (Annona
muricata), depositando todo ello en un litro
de agua que se pone a hervir y de la infusión
final se toma un vaso. Los encuestados
comentan que es efectiva con una sola toma.

Frutos del nancigüiste


ANÁLISIS CUALITATIVOS
La Tabla 1 refleja el listado de especies con
propiedades etnomedicinales documentadas
en las entrevistas realizadas en Tilgüe. Éstas
se han ordenado alfabéticamente y a cada
una se le otorga un código numérico con el
que se señalará en las tablas posteriores.
En la Tabla 2 aparecen las especies
medicinales citadas por cada informante
encuestado en la comunidad de Tilgüe,
siguiendo el código numérico de la Tabla 1.
En la Tabla 3 se relacionan las especies
medicinales documentadas en Tilgüe y su
frecuencia de mención, entendida ésta como
el número de personas encuestadas que
informaron sobre cada especie en concreto.
Flores del mango: una de las especies más citadas en las encuestas etnobotánicas realizadas en Tilgüe (Ometepe)
Análisis cualitativos 190
La Tabla 4 muestra el número de especies
etnomedicinales según la familia botánica a
la que pertenecen.
Finalmente, la Tabla 5 recoge un listado
tipológico de los usos etnomedicinales dados
a las plantas por parte de la comunidad de
Tilgüe, reportando para cada uno de ellos el
número de citas obtenidas en las entrevistas
o, lo que es lo mismo, el número de especies
citadas para cada uso referido.
A partir de las Tablas 1 a 5 se elaborarán
posteriormente los análisis cuantitativos
referidos a los índices etnobotánicos
tratados en este trabajo.
191 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Tabla 1: Especies etnomedicinales reportadas en la comunidad de Tilgüe

Especie Código Especie Código

Allium sativum 1 Hyptis verticillata 37
Aloe vera 2 Jatropha curcas 38
Anacardium occidentale 3 Jatropha gossypiifolia 39
Annona muricata 4 Lippia alba 40
Anthurium cubense 5 Mangifera indica 41
Asclepias curassavica 6 Manilkara zapota 42
Bixa orellana 7 Matricaria chamomilla 43
Bursera graveolens 8 Melia azedarach 44
Bursera simaruba 9 Melicoccus bijugatus 45
Calycophyllum candidissimum 10 Mentha piperita 46
Cannabis sativa 11 Mimosa pudica 47
Cassia grandis 12 Momordica charantia 48
Cecropia peltata 13 Monstera adansonii 49
Cedrela odorata 14 Morindia citrifolia 50
Ceiba pentandra 15 Ocimum basilicum 51
Chenopodium ambrosioides 16 Ocimum micranthum 52
Citrus x aurantium 17 Ocotea veraguensis 53
Citrus x limon 18 Passiflora foetida 54
Cnisdosculus urens 19 Pedilanthus tithymaloides 55
Cocos nucifera 20 Persea americana 56
Cordia curassavica 21 Petiveria alliacea 57
Cordia dentata 22 Piper auritum 58
Costus pulverulentus 23 Plectranthus amboinicus 59
Crescentia alata 24 Pluchea carolinensis 60
Cymbopogon citratus 25 Psidium guajava 61
Diospyros salicifolia 26 Quassia amara 62
Dorstenia contrajerva 27 Ruta graveolens 63
Eryngium foetidum 28 Sansevieria trifasciata 64
Eucalyptus camaldulensis 29 Senna reticulata 65
Gliricidia sepium 30 Solanum torvum 66
Gossypium hirsutum 31 Stachytarpheta jamaicensis 67
Guazuma ulmifolia 32 Struthanthus orbicularis 68
Hamelia patens 33 Tamarindus indica 69
Heliotropium indicum 34 Zea mays 70
Hura crepitans 35 Zingiber officinale 71
Hymenaea courbaril 36 Ziziphus guatemalensis 72
 Análisis cualitativos 192

Tabla 2: Especies etnomedicinales reportadas por cada persona encuestada

Informante Especies etnomedicinales citadas

Angélica M. Monge Quintana 9, 13, 27, 47, 52
Martín Mairena Baldelomar 9, 17, 29, 41
Julia Alemán Aguirre 9, 17, 27, 29, 40, 43, 46, 53
Maria Obregón Alvarado 3, 8, 9, 13, 18, 19, 20, 22, 25, 27, 31, 32, 34, 38, 40, 41, 47, 52, 53,
62, 65, 69
Glenda Rosa Alemán Obregón 17, 25, 29, 34, 39, 43, 54
Juan Evelio Sotomayor Cesa 10, 13, 18, 23, 25, 53, 62, 63
Julio Díaz Flores 12, 53, 59
Petrona Álvarez 18, 25, 27, 29, 41, 46, 61
Jorge Ramón Potoy 37, 50, 51, 60, 63
Ana Aurora Gutiérrez 25, 28, 39, 57, 60
Sidar Ortiz 4, 5, 9, 10, 18, 23, 25, 29, 30, 43, 53, 57, 61, 62
Erisk Juárez Jarquín 5, 8, 9, 14, 2, 21, 24, 32, 33, 41, 42, 43, 51, 59, 61, 62, 69, 71
Martha García 1, 4, 9, 13, 15, 17, 20, 25, 29, 33, 34, 35, 39, 41 43, 49, 57, 61
Ulda María Alemán Aguirre 17, 25, 29, 37, 48, 62
Francisco Javier Martínez 1, 17, 25
Yolanda Cruz 18, 50, 67, 71
Dayrin Ortiz Barrios 11, 16, 17, 25, 29, 30, 41, 47, 52, 57, 63
Amparo María Potoy 25, 29, 71
Francisco Barrios Triguero 9
Francisco Hernández 15, 38, 51
Neftali Paisano 9, 19, 52, 53, 63, 69
Maria Teresa Alemán 4, 17, 29, 44, 47, 53, 62
Carlos Álvarez ...............
Pedro José Obregón 14, 53, 60, 62
Maria del Socorro Gutiérrez 2, 8, 25, 29, 43, 63
Socorro Barrios 8, 37, 40, 60
Arnulfo Hernández 8, 37, 39, 40, 42, 51, 60
Juana Alvarado 12, 16, 28, 46
Juana María Cabrera 17, 37, 40, 51, 60, 63
Socorro Triguero 7, 8, 9, 10
Yacondy Alemán Alemán ...............
Hortensia Garcia 48
Ana Cabrera 16, 25, 29, 37, 41, 52, 60
Angélica Carrillo 40, 60, 61
María Rufina Mesa Rodríguez 8, 40
Jessica Rosario Porona 51, 56
Cecilia Mendoza 13, 50
Romelia Santana Hernández 9, 12, 16, 28, 38, 39, 46
Trinidad Flores 10, 12, 22, 32, 41
Janeth Hernández 10, 12, 16, 17, 37, 39, 40, 51, 57, 60, 63
Gilma Aguirre 16, 17, 52
Pablo Arauz 9, 12, 16, 18, 20, 22, 28, 32, 34, 38, 39, 46, 56, 57, 61
Martina Aguirre 16, 22, 25, 27, 34, 46, 48, 52, 57
Wilfredo Montoya 9, 51
Soledad Alemán 4, 17, 25, 61
193 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Matías Álvarez Jiménez 6, 7, 9, 12, 13, 14, 18, 20, 26, 31, 32, 35, 36, 38, 45, 53, 55, 64, 66
Maritza Paisano 3, 10, 17, 18, 20, 24, 28, 29, 30, 32, 40, 44, 46, 50, 52, 68, 69
Gilberto Castillo Arguello 4, 9, 14, 17, 20, 25, 35, 40, 41, 53, 60, 61, 62, 63, 67, 69
Jessica M. Castillo 9, 13, 22, 34, 39, 40, 47, 53, 72
Maria Brígida 8, 9, 14, 16, 24, 27, 32, 36, 40, 43, 48, 52, 53, 55, 61, 62, 71
Pablo José López 11, 13, 27, 47, 53
Leda Esther Alemán Mora 8, 12, 17, 25, 29, 39, 41, 48, 52, 57, 63
Carlos Díaz Álvarez 9, 18, 29, 53
Mª Concepción Alemán 4, 9, 16, 17, 25, 29, 46, 58, 63
Edgardo A. García 9, 13, 19, 20, 25, 30, 41, 46, 50, 57, 70
Juana Ponce Barrios 2, 9, 41, 43
Clariza Aguirre 17, 25, 29, 43, 46
Nidia Aguirre 25, 29, 43
Coronado Hernández 4, 20, 27, 34, 37, 41, 62, 65
Diego Rocha 9, 16, 25, 71
Martha Isabel Martínez 34, 40, 70
Omar Eliécer Paisano 22, 24, 32, 41, 48, 51
Maritza Hernández 9, 30, 43
Olga Obregón 17, 28, 61
Georgina Monge Vanegas 9, 22, 37, 40
María del Socorro Cruz 8, 17, 28, 29, 40, 52, 60
Wilfredo Ortiz 10, 24, 54, 61
Xiomara Menocal ...............
Nazario Martínez ...............
Augusto Cruz Cruz 9, 12, 16, 18, 20, 22, 28, 38, 39, 56
Carmen Ortiz 13, 18, 43, 63
Julio Alemán 9, 13, 15, 20, 30, 32, 34, 35, 36, 41, 53, 61, 62, 72
Miriam Cruz 2, 8, 25, 29, 43, 63
María Teresa Alemán 4, 17, 29, 47, 53, 62
Araceli González Bonilla 17, 43
Ledis Obregón Barrios 16, 40
 Análisis cualitativos 194

Tabla 3: Frecuencia de uso de las especies etnomedicinales de Tilgüe

Especie Frecuencia uso Especie Frecuencia uso

Allium sativum 2 Hyptis verticillata 9
Aloe vera 3 Jatropha curcas 6
Anacardium occidentale 2 Jatropha gossypiifolia 10
Annona muricata 8 Lippia alba 16
Anthurium cubense 2 Mangifera indica 15
Asclepias curassavica 1 Manilkara zapota 2
Bixa orellana 2 Matricaria chamomilla 13
Bursera graveolens 11 Melia azedarach 2
Bursera simaruba 26 Melicoccus bijugatus 1
Calycophyllum candidissimum 7 Mentha piperita 10
Cannabis sativa 2 Mimosa pudica 7
Cassia grandis 9 Momordica charantia 6
Cecropia peltata 11 Monstera adansonii 1
Cedrela odorata 5 Morindia citrifolia 5
Ceiba pentandra 3 Ocimum basilicum 9
Chenopodium ambrosioides 13 Ocimum micranthum 11
Citrus x aurantium 21 Ocotea veraguensis 17
Citrus x limon 11 Passiflora foetida 2
Cnisdosculus urens 3 Pedilanthus tithymaloides 2
Cocos nucifera 10 Persea americana 3
Cordia curassavica 9 Petiveria alliacea 9
Cordia dentata 1 Piper auritum 1
Costus pulverulentus 2 Plectranthus amboinicus 2
Crescentia alata 5 Pluchea carolinensis 12
Cymbopogon citratus 23 Psidium guajava 12
Diospyros salicifolia 1 Quassia amara 12
Dorstenia contrajerva 8 Ruta graveolens 12
Eryngium foetidum 8 Sansevieria trifasciata 1
Eucalyptus camaldulensis 21 Senna reticulata 2
Gliricidia sepium 6 Solanum torvum 1
Gossypium hirsutum 2 Stachytarpheta jamaicensis 2
Guazuma ulmifolia 9 Struthanthus orbicularis 1
Hamelia patens 2 Tamarindus indica 5
Heliotropium indicum 9 Zea mays 2
Hura crepitans 4 Zingiber officinale 5
Hymenaea courbaril 3 Ziziphus guatemalensis 2
195 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Tabla 4: Número de especies etnomedicinales por familias botánica en Tilgüe

FAMILIA Nº sp. Nº sp.

Agavaceae 1 Lamiaceae 5
Anacardiaceae 2 Lauraceae 2
Annonaceae 1 Liliaceae 1
Apiaceae 1 Loranthaceae 1
Araceae 2 Malvaceae 1
Arecaceae 1 Meliaceae 2
Asclepiadaceae 1 Moraceae 1
Asphodelaceae 1 Myrtaceae 2
Asteraceae 2 Passifloraceae 1
Bignoniaceae 1 Phytolaccaceae 1
Bixaceae 1 Piperaceae 1
Bombacaceae 1 Poaceae 2
Boraginaceae 3 Rhamnaceae 1
Burseraceae 2 Rubiaceae 3
Cannabaceae 1 Rutaceae 3
Cecropiaceae 1 Sapindaceae 1
Chenopodiaceae 1 Sapotaceae 1
Costaceae 1 Simaroubaceae 1
Cucurbitaceae 1 Solanaceae 1
Ebenaceae 1 Sterculiaceae 1
Euphorbiaceae 5 Verbenaceae 2
Fabaceae 6 Zingiberaceae 1

Tabla 5: Tipología de usos fitoetnomedicinales en Tilgüe y frecuencia de uso (número de citas de cada uso o número de
especies referidas a cada uno de ellos)

Usos etnomedicinales Frecuencia de uso

Infecciones y parasitosis internas 11
Infecciones y parasitosis externas 4
Nutrición y metabolismo (anemia, dieta, etc.) 8
Órganos de los sentidos (vista, oído) 3
Sistema nervioso (calmante, sedativo, insomnio, etc.) 4
Aparato respiratorio (tos, gripe, asma, catarro, etc.) 17
Aparato digestivo y hepático (problemas estomacales, diarrea, 21
insuficiencia hepática, etc.)
Aparato genito-urinario (sistema reproductor, problemas renales) 20
Abortivas 2
Problemas odontológicos 3
Problemas dérmicos, tejido subcutáneo y capilar 9
Sistema osteomuscular (reuma, problemas musculares, artritis, etc.) 8
Aparato circulatorio (diabetes, hemorragias, etc.) 4
Alexitéricas (antiofídicas y otros venenos) 4
Alucinógenas 1
Insecticidas 4

Un total de 72 especies vegetales han sido
reportadas, en la comunidad indígena de
Tilgüe (Isla de Ometepe), como medicinales,
en las encuestas etnobotánicas realizadas en
dicha zona de estudio (Tabla 1).
Las 76 personas encuestadas han reportado
un total de 493 citas de plantas
etnomedicinales (Tabla 2).
El número de citas por especie es
relativamente variable. Las especies más
citadas han sido Bursera simaruba (26
citas), Cymbopogon citratus (23), Eucalyptus
camaldulensis y Citrus x aurantium (21).
Otras 16 especies han sido citadas entre 10-
20 veces, y las 52 especies restantes han
sido citadas menos de 10 veces, y de éstas 9
con una sola cita (Tabla 3).
El número de citas, de una especie concreta,
puede venir determinado por: a) su
importancia medicinal y su amplio espectro
de usos; b) su uso específico en un problema
sanitario importante en Tilgüe; c) su relativa
abundancia en la vegetación de la zona; d) su
grado o consideración de efectividad.
En el caso de Bursera simaruba, por ejemplo,
se trata de una especie abundante en el área
de estudio, que además tiene usos
etnomedicinales muy variados relacionados
con el aparato circulatorio y el nervioso, el
sistema osteomuscular, el tratamiento de
problemas dérmicos, anemia, cólicos
menstruales, fiebre, etc. Tal diversidad de
usos, y una presencia importante en los
bosques locales, convierten a esta especie en
la más citada entre las 72 reportadas.
En el caso contrario podríamos situar a
Cymbopogon citratus, la segunda especie en
importancia en número de citas. El zacate de
limón es una especie cultivada en Tilgüe, y no
menos frecuente por ello que el jiñocuabo o
indio desnudo. Sin embargo, y de ahí
precisamente que sea proclive a cultivarse,
el zacate de limón tiene un uso etnomedicinal
casi restringido a problemas respiratorios o
Análisis cualitativos 196
de las vías altas, para los cuales es
considerada una de las plantas más
efectivas. Por ello, no debe extrañar que sea
una de las más citadas, y por ende de las más
utilizadas a tal fin sino la que más. Algo
semejante puede señalarse del eucalipto
(Eucalyptus camaldulensis), otra planta
básicamente relacionada con problemas
respiratorios e igualmente efectiva.
El número de familias con especies
etnomedicinales, en la comunidad deTilgüe,
es relativamente alto (44) para el número de
especie documentadas (72) (Tabla 4). En
general, no puede decirse que haya una o
varias familias mayoritarias respecto al
resto, pues las que cuentan con un mayor
número de especies medicinales tampoco
muestran un valor excesivamente alto.
La familia más importante, entre la flora
etnomedicinal de Tilgüe, es Fabaceae (6
especies), seguida de cerca por
Euphorbiaceae y Lamiaceae con 5 especies;
luego con 3 especies se encuentran
Boraginaceae, Rubiaceae y Rutaceae; y el
resto de familias apenas tienen 2 especies
(9 familias) y la mayoría sólo tienen 1 (29
familias). Esto quiere decir que el recurso
etnobotánico medicinal en Tilgüe está
ampliamente diversificado a nivel taxonómico
y que no hay ninguna familia preponderante
por encima del resto.
Las encuestas etnobotánicas en Tilgüe han
reportado un total de 16 tipologías de usos
etnomedicinales, referidos al órgano o
sistema del ser humano sobre el que actúan;
complentado 123 citas referidos a éstos, o lo
que es lo mismo número de especies
vegetales total implicadas en dichos usos
(Tabla 5).
Las causas de mayor mortalidad en el
municipio de Altagracia, son, por orden de
importancia: enfermedades respiratorias o
diarreicas agudas, parasitosis, infecciones
de las vías urinarias, artritis, dermatitis,
hipertensión arterial, otitis y gastritis,
según fuentes documentales del Ministerio
197 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
de Salud (MINSA). Si se comparan dichos
datos con la Tabla 5, queda efectivamente
demostrado que las citas etnomedicinales
referidas a tales causas de mortalidad son
las mayoritarias.
El mayor número de citas corresponde a
problemas relacionados con el aparato
digestivo y hepático (21 citas), tales como
diarreas, desórdenes estomacales,
insuficiencias hepáticas, úlceras, etc. De
hecho, gran parte de estas 21 citas hacen
referencia, precisamente, al tratamiento y
prevención de diarreas, una de las mayores
causas de mortalidad en la zona de estudio.
En segundo orden de importancia se sitúan
las citas referidas al aparato genito-urinario
(20 citas), que en el caso de Tilgüe hacen
mención sobre todo al tratamiento de
problemas y disfunciones renales, otro de
los grandes problemas de salud de
Altagracia.
En tercer lugar, refrendando ese primer
puesto entre las causas de mortalidad más
importantes de la zona, se encuentran las
citas etnomedicinales de problemas
respiratorios (17), fundamentalmente
tratamiento y lucha contra la tos,
resfriados, gripe, asma, etc.
Las parasitosis, tanto internas como
externas (sintomatizan con dermatitis), son
también frecuentes enfermedades mortales
en Tilgüe, de ahí que su número de citas
etnomedicinales sea también importante,
sobre todo en el caso de las primeras (11) y
menos en las segundas (4). Muchas de las
infecciones por parásitos internos se deben
a la escasez de medidas preventivas en el
tratamiento de alimentos y agua de consumo
humano, de ahí que las enfermedades
derivadas estén a la orden del día.
Si a las citas de parasitosis externas
sumamos las referidas a daños y lesiones de
la piel, tejido subcutáneo y capilar (9 citas),
tendríamos un total de 13 citas, que de
alguna manera vienen a refrendar que los
casos de dermatitis son abundantes en
Tilgüe y por ello el repertorio etnoflorístico
es rico para tratar estos problemas. Tales
afecciones dérmicas se relacionan con
escasas medidas preventivas de limpieza y
salubridad.
La otitis es otro problema de salud
igualmente frecuente en Altagracia, aunque
sólo 3 citas etnomedicinales hacen
referencia al tratamiento de sintomatologías
relacionadas con los órganos de los sentidos
(vista y oído), quizá porque pocas especies
vegetales son útiles a tal fin.
Lo mismo puede señalarse de la hipertensión
arterial, problema importante en Altagracia,
relacionada tanto con disfunciones nerviosas
como con una mala alimentación: sólo 4 citas
se refieren al tratamiento de problemas del
sistema nervioso, básicamente con funciones
sedativas o calmantes; y otras 8 se
relacionan con la nutrición y el metabolismo,
no tanto para tratar directamente la tensión
alta sino más bien en casos de anemia o en
dietas adelgazantes.
La artritis, finalmente, es el último gran
problema sanitario en el municipio de
Altagracia, relacionado en las encuestas
etnobotánicas tanto con citas referidas al
sistema osteomuscular (8) como al aparato
circulatorio (4).
Otros usos etnomedicinales menores, en
Tilgüe, son la utilización de las plantas como
insecticidas (4 citas), alucinógenas (1 cita),
alexitéricas (4 citas), abortivas (2 citas), o
en el tratamiento odontológico (3 citas).
Resulta curioso que el número de plantas
insecticidas sea tan escaso, cuando éste es
un problema común en Tilgüe por la
naturaleza insular de la zona de estudio, la
presencia de una abundante cabaña
ganadera, o, finalmente, de zonas pantanosas
como el swampoo del Istián. De igual manera,
apenas hay citas de plantas alexitéricas que
se usen para combatir picaduras de
serpientes.
 Análisis cualitativos 198

En cualquier caso, recapitulando sobre todos una: aunque estas dos especies tienen otros
los datos antes expuestos, el que usos etnomedicinales, su especificación
determinados usos etnomedicinales cuenten frente a los animales ponzoñosos es muy
con un número escaso de citas puede marcada. En resumen, que sólo 4 especies se
deberse básicamente a tres razones: 1) que hayan mencionado en Tilgüe como
no sea un problema importante en la alexitéricas, responde a que son altamente
comunidad y por tanto no es necesario acudir eficaces, particularmente la cuasia y el
a un recurso fitoetnomedicinal extenso; 2) madroño.
que la planta utilizada para algunos de estos
usos es considerada tan efectiva que, de Algo semejante a lo anterior puede
alguna manera, limita la necesidad de utilizar postularse respecto de las plantas
otras; y 3) que efectivamente la Isla de insecticidas, pues la más utilizada a tal fin es
Ometepe no cuente con más recursos la albahaca montera (Ocimum micranthum),
vegetales medicinales que los que se citan. con este uso casi exclusivo y 11 veces citada.
De nuevo eficacia del recurso frente a una
Para los problemas de salud más diversificación innecesaria de éste
importantes, relacionados con afecciones
respiratorias, estomacales, renales, o
parasitosis, las citas son numerosas pues
tratan de combatir las enfermedades que
más afectan a los pobladores de Tilgüe; y
para ello éstos utilizan un amplio espectro de
especies vegetales a tal fin. Estos hechos no
significan que las plantas sean poco
efectivas (ya vimos el caso del zacate de
limón anteriormente), sino probablemente
que tales enfermedades son consideradas
tan importantes, y que afectan tanto a la
población, que el recurso tiende a
diversificarse.

En el caso de plantas alexitéricas, ya hemos

referido que sólo cuentan con 4 citas en las
encuestas, o lo que es lo mismo sólo 4
especies se utilizan en Tilgüe para combatir
las picaduras de serpientes venenosas. Tan
escaso número no es síntoma de ‘pobreza
etnobotánica’, sino, al contrario, de una
selección muy eficaz del recurso.
La corteza del madroño (Calycophyllum candidissimum)
Dos especies, el madroño (Calycophyllum se utiliza etnomedicinalmente en Tilgüe como un
candidissimum) y la lengua de suegra potente antiofídico. Es por tanto una planta alexitérica
reconocida
(Sansevieria trifasciata) se usan en Tilgüe
exclusivamente como plantas alexitéricas,
contando con 7 y 1 cita respectivamente
(Tabla 3). El madroño es abundante en la
zona y su eficacia está más que comprobada.
Las otras dos plantas antiofídicas son la
cuasia (Quassia amara) y el apazote
(Petiveria alliacea), con 12 y 9 citas cada
199 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
ANÁLISIS CUANTITATIVOS
A continuación se presentan los valores
numéricos obtenidos con cada uno de los
índice estadísticos considerados en esta
investigación, relacionando los parámetros
concretos que actúan en cada cálculo y los
datos cualitativos antes expuestos.
Índice de etnobotanicidad medicinal (IEm)
□ Número de especies utilizadas
medicinalmente (NTEUm): 72
□ Número de especies totales
presentes en la zona de estudio (NTEV): 185
NTEUm × 100
IEm = = 38,91
NTEV
El valor de este índice parece relativamente
alto, lo cual reflejaría una amplia
diversificación del recurso fitoetnomedicinal
en Tilgüe, a partir de las especies vegetales
presentes en el área de estudio.
Índice de fitoetnoendemicidad medicinal
(IFEEm-t / IFEEm-m / IFEEm-e)
□ Número de especies endémicas del
área de estudio (NEE): 0
□ Número de especies endémicas
utilizadas medicinalmente (NEEm): 4
□ Número de especies totales
presentes en la zona de estudio (NTEV): 185
□ Número de especies medicinales
de la zona de estudio (NTEUm): 72
NEE × 100
IFEE =
NTEV
IFEEm-t: número total de especies endémicas
con potencial medicinal (NEEm) frente al
número total de especies vegetales del área
(NTEV) = 2,16
IFEEm-m: número total de especies
endémicas con potencial medicinal (NEEm)
frente al número total de especies vegetales
medicinales del área (NTEUm) = 5,55
IFEEm-e: número total de especies
endémicas con potencial medicinal (NEEm)
frente al número total de especies
endémicas del área (NEE) = ∞
Antes de pasar a comentar este índice,
deberíamos señalar que por NEEm
entendemos aquellas plantas endémicas o no
de la flora de Ometepe pero cuyo uso
etnomedicinal es exclusivo de ésta: es decir,
plantas que únicamente se ha constatado su
uso en la medicina tradicional, en todo el
mundo, en la comunidad de Tilgüe.
En el caso que nos concierne este NEEm está
representado por Anthurium cubense,
Diospyros salicifolia, Ocotea veraguensis y
Ziziphus guatemalensis, cuatro especies de
las cuales no hay bibliografía alguna que cite
su uso etnomedicinal en ningún otro sitio en
el mundo que no sea Ometepe.
En este sentido, dichas especies pueden ser
consideradas como ‘endémicas’ bajo la
perspectiva de este índice, aunque deben
diferenciarse de aquellas especies
verdaderamente endémicas de la flora de la
isla, o sea las correspondientes al NEE.
Desafortunadamente, ninguna planta
endémica de la flora de Ometepe ha sido
reportada etnomedicinalmente (NEE= 0), de
ahí que el valor de IFEEm-e tiende a infinito y
no pueda ser valorado.
Estos hechos no suponen, de manera alguna,
síntomas de ‘pobreza etnobotánica’ del
recurso medicinal por parte de los
pobladores indígenas de la comunidad de
Tilgüe. De hecho, no están sino reflejando
las propias particularidades biogeográficas

de la isla y los intercambios continuos de
flora entre ésta y los territorios
adyacentes, al menos desde el Cuaternario
sino antes. En último término, que así sea
debe ser considerado, incluso, como una
‘ventaja’, en el sentido de admitir que la no
utilización etnomedicinal, de la flora
endémica ometepeña, debe repercutir en su
conservación y en el mantenimiento de
patrimonio genético tan singular.
Otra cuestión diferente, no considerada en
este trabajo, es que dicha flora endémica se
esté utilizando con otros fines
etnobotánicos no medicinales, para los
cuales, seguramente, habría que establecer
pautas de explotación selectiva o de
protección consensuada, entre todas las
personas y organismos implicados.
Los otros dos índices, IFEEm-t y IFEEm-m
tienen valores bajos (2,16 y 5,55
respectivamente), como era esperado,
aunque el simple hecho de que sean positivos
ya demuestra la importancia del recurso
etnomedicinal ‘endémico’ entre los
pobladores de Tilgüe, dotando a esta
comunidad de una singularidad particular en
la explotación selectiva de un recurso no
conocido en ningún otro lugar del mundo.
Índice de fitoetnoaloctoneidad medicinal
(IFEAm)
□ Número de especies alóctonas
medicinales del área de estudio (NSAUm): 37
□ Número de especies medicinales
de la zona de estudio (NTEUm): 72
NSAU × 100
IFEA = = 51,39
NTEU
El valor de este índice es quizá demasiado
elevado, de hecho está muy cercano a 50, lo
que viene a significar que casi la mitad de las
plantas utilizadas etnomedicinalmente en
Tilgüe son de procedencia alóctona. De
hecho, si separáramos por un lado las plantas
cultivadas (alimenticias, ornamentales,
Análisis cuantitativos 200
condimentarias, etc.) de aquéllas que
actualmente viven en estado salvaje fruto de
su carácter subespontáneo o naturalizado,
veríamos que las primeras (27 especies)
englobarían la mayor parte del IFEAm
(37,50) y las segundas (10 especies) apenas
el 13,89 restante.
Los datos anteriores, considerando además
que muchas especies autóctonas del área de
estudio también suelen cultivarse, y entre
ellas algunas de las reportadas como
medicinales, concluiríamos que el recurso
natural etnomedicinal de los pobladores
indígenas de Tilgüe está realmente
mediatizado y es muy dependiente de
plantas cultivadas, alóctonas y/o autóctonas.
De alguna manera, estos hechos podrían
reflejar que apenas se explotan,
etnomedicinalmente hablando, los recursos
silvestres naturales de los bosques
ometepeños, o al menos no en la misma
medida en que lo hacen otros recursos
directamente manejados por el ser humano,
es decir las plantas cultivadas.
Este índice, por tanto, sí nos estaría dando,
en cierta forma, una medida de ‘pobreza
etnobotánica’ de la comunidad de Tilgüe
respecto a la explotación del recurso
etnomedicinal natural, pues, como se ha
visto, los pobladores dependen de manera
muy importante, en temas de salud, de los
cultivos que mantienen.
En cualquier caso, estos hechos tampoco
deben interpretarse obligatoriamente en un
sentido estrictamente negativo, sino que, de
alguna manera, los pobladores de Tilgüe se
han sabido adaptar al recurso disponible,
mayoritariamente alóctono, y lo han
explotado desde un punto de vista medicinal
de acuerdo a sus necesidades intrínsecas.
No obstante, queda la duda sobre si estas
condicionantes están mediadas por un
desconocimiento de las posibilidades de la
flora autóctona o si en cambio reflejan la
realidad de una práctica sanitaria versada en
plantas cultivadas.
201 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Índice de endemoutilización medicinal (51,39%), éstas, en principo, deben tener un

(IEUm) área de distribución mayor fruto de su
cultivo o naturalización, por lo que estarían
□ Número de usos medicinales en disposición de ser utilizadas
endémicos del área de estudio (NUPm): 10 medicinalmente por un mayor número de
población o de comunidades indígenas.
□ Número de usos medicinales
totales de la zona de estudio (NTUm): 123
Índice de conocimiento etnomedicinal
(ICEm)
NUP × 100
IEU = = 8,13
NTU
□ Número de personas encuestadas con
conocimientos etnomedicinales (NPEm): 72
En principio, aventurar si el valor de este
índice es bajo o alto resulta complicado, □ Número de personas encuestadas
toda vez que no conocemos investigaciones total (NPET): 76
semejantes en América Central, sobre este
índice, con las que establecer una NPEm × 100
ICEm = = 94,73
comparativa sucinta. NPET

Los 10 usos etnomedicinales endémicos Como se predijo en el apartado

reportados en Tilgüe son: Anthurium
cubense para el aparato digestivo y el
genito-urinario, Diospyros salicifolia como
antiséptica en la limpieza bucal, Gossypium
hirsutum en problemas renales, Momordica
charantia en dermatitis fruto de parasitosis
externas, Monstera adansonii también en
problemas renales, Ocotea veraguensis como
febrífuga, Solanum torvum cicatrizante,
Struthanthus orbicularis como protectora
del hígado y la vesícula, y Ziziphus
guatemalensis como antidiarreica.
Resulta interesante señalar, como ya se vio
al hablar del índice de fitoetnoendemicidad
medicinal, que al menos 4 de las especies
antes citadas (Anthurium cubense,
Diospyros salicifolia, Ocotea veraguensis,
Ziziphus guatemalensis), con usos
medicinales endémicos de Tilgüe, no han sido
reportadas como tales en ningún otro lugar
del mundo según nuestro conocimiento.
En cualquier caso, tampoco debe extrañar
que el valor de este índice pueda parecer
bajo, pues si tenemos en cuenta el
razonamiento expuesto al hablar del índice
de fitoetnoaloctoneidad medicinal, es lógico
pensar que si más de la mitad de las plantas
etnomedicinales de Tilgüe son alóctonas
metodológico, el valor de este índice es
relativamente alto, ya que sólo 4 personas,
de las 76 encuestadas, no ofrecieron
conocimiento etnomedicinal alguno.
Es sintomático el hecho de que 2 de estas 4
personas eran hombres agricultores
analfabetos cercanos a los 50 años, lo cual
podría suponer que su nulo grado de
escolarización y su actividad laboral
exclusiva en la agricultura habría limitado su
formación etnomédica, a pesar de su
avanzada edad (48 y 59 años
respectivamente) que nos haría pensar en
cierta trasmisión de este acervo.
Las otras dos personas sin conocimientos
etnomedicinales fueron una estudiante de
sólo 25 años con formación secundaria, y un
ama de casa de 32 años con primaria.
Resulta difícil extraer conclusiones de estos
hechos, salvo las comentadas, ya que otros
agricultores, incluso de mayor edad, o amas
de casa y estudiantes de circunstancias
parecidas, sí tienen conocimientos
etnomedicinales, por lo que probablemente
estemos hablando de una limitación en la
transmisión familiar del acervo.

Según la segregación genérica (ICEm-g), los
valores del índice serían los siguientes:
□ Número de hombres encuestados
con conocimientos etnomedicinales: 31
□ Número de hombres encuestados
total: 33
□ Número de mujeres encuestadas
con conocimientos etnomedicinales: 41
□ Número de mujeres encuestadas
total: 43
ICEm-g hombres = 93,93
ICEm-g mujeres = 95,34
En ambos casos el ICEm-g está cercano al
ICEm en torno al 94-95%, siendo más elevado
en las mujeres que en los hombres por el
simple hecho de que el número de éstas en
las encuestas fue más elevado. Ello
supondría, como principal resultado de este
trabajo, que el conocimiento etnomedicinal
en Tilgüe es relativamente uniforme entre
hombres y mujeres sin que puedan
observarse inicialmente diferencias
importantes.
Si ahora calculamos dicho índice en función
de la edad (ICEm-e) tendríamos:
□ Número de personas encuestadas
con conocimientos etnomedicinales de 0-30
años: 15
□ Número de personas encuestadas
con conocimientos etnomedicinales de 30-50
años: 32
□ Número de personas encuestadas
con conocimientos etnomedicinales > 50 años:
25
□ Número de personas encuestadas
total de 0-30 años: 16
□ Número de personas encuestadas
total de 30-50 años: 34
□ Número de personas encuestadas
total > 50 años: 26
ICEm-e 0-30 años = 93,75
ICEm-e 30-50 años = 94,11
Análisis cuantitativos 202
ICEm-e > 50 años = 96,15
Estos índices revelan que el conocimiento
etnomedicinal de las personas de mayor edad
(> 50 años) es superior en 2,4 puntos al de
jóvenes de 0-30 años y de 2,04 puntos
respecto al tramo 30-50 años.
La edad, como factor de conservación del
acervo etnomedicinal, parece manifestarse
claramente según estos índices, aunque si
comparamos los tramos de mayor y menor
edad vemos que prácticamente el número de
encuestas de uno y otro se duplican, lo cual
puede ser un artefacto estadístico que
incide en tales datos. En cambio, entre los
mayores de 50 años y el tramo 30-50 años el
número de personas encuestadas difiere en
8, mientras que la separación de sus
respectivos índices es importante.
De alguna manera estos hechos podrían
estar indicando una pérdida progresiva del
acervo etnomedicinal en la comunidad de
Tilgüe, que de momento no podemos valorar
en su justa medida dado el bajo número de
personas encuestadas menores de 30 años.
Calculado en función del grado de
escolarización tiene los siguientes valores:
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales analfabetas: 6
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales con formación primaria : 41
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales y formación secundaria: 23
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales y formación universitaria: 2
□ Número de personas encuestadas total
analfabetas: 8
□ Número de personas encuestadas total
con formación primaria: 43
□ Número de personas encuestadas total
con formación secundaria: 23
□ Número de personas encuestadas total
con formación universitaria: 2
203 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
ICEm-c analfabetas = 75
ICEm-c primaria = 95,34
ICEm-c secundaria = 100
ICEm-c universidad = 100
La obtención de conclusiones de estos cuatro
últimos índices no resulta fácil, pues el
número de personas encuestadas en cada
tramo de grado de escolarización es dispar.
Podría suponerse que las personas con mayor
grado de formación académica (secundaria o
universitaria) son las que reúnen mayor
conocimiento etnomedicinal, pues en ambos
casos su ICEm-c resultó ser el máximo, es
decir 100. No obstante, sólo dos personas
universitarias han sido encuestadas, aunque
las 23 con secundaria respondieron
positivamente, lo que de alguna forma
permitiría aceptar la suposición anterior.
Apoyando esta tesitura, el ICEm-c de las
personas con formación primaria es también
relativamente alto, de hasta 95,34, más
importante aún cuando este tramo es el que
alberga el mayor número de personas
encuestadas (43).
Finalmente, las personas analfabetas, según
tales datos, parecen ser las que tienen
menores conocimientos etnomedicinales,
pues su ICEm-c es de apenas 75, el más bajo
de todos los hasta ahora comentados.
Estimar las razones de esta pérdida de
acervo etnomedicinal en personas
analfabetas resulta difícil y posiblemente
contraproducente, pues deberían ser
factores de tipo sociológico los que
permitieran una explicación pausible. Es
cierto que apenas se encuestaron 8 personas
analfabetas, pero resulta cuanto menos
sintomático que sean éstas las que muestren
un índice más bajo.
Para intentar explicar el índice anterior,
quizá valga la pena relacionarlo con el índice
de conocimiento etnomedicinal por actividad
laboral (ICEm-l), pues en principio formación
académica y profesión son parámetros
relacionables. Sus valores son:
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales amas de casa: 39
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales agricultores : 5
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales profesionales: 9
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales jornaleros: 5
□ Número de personas con conocimientos
etnomedicinales de otras profesiones: 14
□ Número de personas encuestadas total
amas de casa: 41
□ Número de personas encuestadas total
agricultores: 7
□ Número de personas encuestadas total
profesionales: 9
□ Número de personas encuestadas total
jornaleros: 5
□ Número de personas encuestadas total
de otras profesiones: 14
ICEm-l amas de casa = 95,12
ICEm-l agricultores = 71,42
ICEm-l profesionales = 100
ICEm-l jornaleros = 100
ICEm-l otras profesiones = 100
Refrendando las hipótesis del índice
anterior, este índice ICEm-l también
demuestra que personas con una actividad
laboral especializada (profesionales en
sentido amplio) son las que mayor
conocimientos etnomedicinales tienen, lo cual
podría relacionarse, especialmente en el caso
de profesionales médicos o técnicos, con un
mayor grado de formación académica.
En el caso de los jornaleros, su contacto
permanente con personas de otras
comunidades indígenas o grupos humanos,
tanto en Ometepe como fuera de la isla,
podría ser la explicación de un índice tal
alto. El valor para las amas de casa es
también relativamente elevado, sobre todo si
se tiene en cuenta que este grupo ha sido el

que más encuestas ha sufrido de todos (41),
por lo que el valor de su índice (95,12)
refleja la permanencia del conocimiento
etnomedicinal en las amas de casa.
Explicar este hecho, como antes, nos llevaría
a una dialéctica de tipo sociológico, en la
cual, no obstante, sería fácil admitir que las
amas de casa, por su labor diaria de cuidado
y manutención de la familia, especialmente
de los menores, tendrían diríamos casi la
inevitable tendencia personal a conocer
remedios naturales con los que sanar las
enfermedades de sus respectivas familias.
Los agricultores tienen un índice de apenas
71,42, bajo en comparación con el resto de
grupos, pero hay que señalar que este valor
responde a que dos de los agricultores eran
analfabetos, lo cual apoyaría lo que se dijo
respecto a esa relación causal entre
formación académica, trabajo y conocimiento
etnomedicinal.
Índice de etnobotanicidad social medicinal
(IESm)
□ Número de citas medicinales total
(NTEUSm): 493
□ Número de citas medicinales en
mujeres encuestadas: 305
□ Número de citas medicinales en
hombres encuestados: 188
□ Número de citas medicinales 0-30
años: 84
□ Número de citas medicinales 30-
50 años: 209
□ Número de citas medicinales > 50
años: 200
□ Número de citas medicinales
analfabetos: 23
□ Número de citas medicinales
educación primaria: 270
□ Número de citas medicinales
educación secundaria: 187
□ Número de citas medicinales
educación universitaria: 13
Análisis cuantitativos 204
□ Número de citas medicinales amas
de casa: 265
□ Número de citas medicinales
agricultores: 22
□ Número de citas medicinales
profesionales: 70
□ Número de citas medicinales
jornaleros: 114
□ Número de citas medicinales otra
ocupación laboral: 22
NTEUSm ( g , e , c , l ) × 100
IESm ( g , e , c , l ) =
NTEUSm
IESm-g mujeres = 61,87
IESm-g hombres = 38,13
IESm-e 0-30 años = 17,03
IESm-e 30-50 años = 42,40
IESm-e > 50 años = 40,57
IESm-c analfabetos = 4,67
IESm-c primaria = 54,77
IESm-c secundaria = 37,93
IESm-c universidad = 2,63
IESm-l amas de casa = 53,75
IESm-l agricultores = 4,46
IESm-l profesionales = 14,21
IESm-l jornaleros = 23,13
IESm-l otras ocupaciones laborales = 4,46
Este índice IESm permite evaluar con más
claridad cuantitativa el peso de cada uno de
los grupos que constituyen los tres
parámetros considerados (género, edad,
grado de escolarización), pues pone en
relación el número de plantas citadas por
cada grupo, en cada parámetro, con el
número de personas encuestadas.
Es, por decirlo de otra manera, la visión ‘más
real’ que podemos tener del tipo de
personas, de qué edad, de qué sexo, de qué
profesión, o con qué grado de escolarización,
contribuyen con su acervo etnomedicinal en
la comunidad de Tilgüe.
En referencia al género, el mayor
conocimiento etnomedicinal corresponde a
las mujeres (61,87) frente a los hombres
(38,13), diferencia creemos mucho mayor
205 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
que la que podría esperarse teniendo en
cuenta que la relación de encuestas entre
ambos grupos es de apenas 43:33. Estos
datos coinciden con los del índice de
conocimiento etnomedicinal (ICEm) que
reflejaba la misma tendencia.
En cuanto a la edad, el mayor peso
corresponde a los situados entre 30 y 50
años (42,40), seguido de los mayores de 50
años (40,57), y finalmente los jóvenes de 0-
30 años (17,03). Este índice recoge, mucho
mejor que el índice de conocimiento
etnomedicinal referido a la edad (ICEm-e), la
pérdida progresiva de acervo etnomedicinal
en Tilgüe, pues demuestra sin ambigüedad
que son los más ancianos los que tienen más
conocimientos y que éstos se van perdiendo
según se es más joven.
Aunque inicialmente pueda pensarse en
cierto mantenimiento del acervo, toda vez
que no son los más ancianos sino el grupo 30-
50 años los que mayor IES tienen, si se
observan los datos en detalle se aprecia que
no es así en un sentido amplio. De hecho,
entre ese grupo mayoritario, el mayor peso
recae en los mayores de 40 años (141 citas,
IESm-e = 28,60) frente a los situados entre
30-40 años (apenas 68 citas, IESm-e =
13,80). El ICEm-e, por ejemplo, era muy
semejante en los jóvenes y en los de edad
intermedia (30-50 años), lo cual era difícil
de explicar salvo que se supusiera un mayor
formación académica. En cambio, el IESm-e
refleja esa pérdida progresiva de
conocimientos etnomedicinales entre los
indígenas de Tilgüe, demostrando que la
mayor parte del acervo conservado lo tienen
los pobladores mayores de 40 años.
Analizando los datos referidos a la
formación académica, vemos que el mayor
peso recae en los que tienen estudios
primarios (54,77), luego los de secundaria
(37,93), y finalmente analfabetos (4,67) y
con estudios universitarios (2,63). De alguna
manera este índice (IESm-c) está expresando
la realidad poblacional al respecto, pues el
númeo de personas encuestadas corresponde
al mismo orden. Es, por decirlo de otra
forma, un índice quizás más real que el índice
de conocimiento etnomedicinal referido al
grado de escolarización (ICEm-c), el cual,
como vimos antes, otorgaba su valor máximo
de 100 a universitarios y estudiantes de
secundaria, cercanos los de primaria, y más
alejados los analfabetos. El IESm-c refleja
claramente que el mayor peso de
conocimientos etnomedicinales recae en
estudiantes de primaria, los más abundantes
en Tilgüe y por ello los que en mayor medida
han sido encuestados.
No obstante, si utilizamos conjuntamente
ambos índices (IESm-c-ICEm-c), cabe la
posibilidad de postular ciertas presunciones
futuras sobre el mantenimiento y trasmisión
del acervo etnomedicinal en Tilgüe:
o cuanto más se incremente la
población con estudios secundarios y
universitarios en la comunidad más
probabilidad hay que, por su
formación académica, los
conocimientos etnobotánicos se
trasmitan sin pérdida alguna, ya que
ambos grupos tienen un ICEm-c de
100;
o si se mantiene el ritmo de
escolarización y todos los
estudiantes de primaria pasan a
secundaria y luego a la Universidad,
mayor probabilidad habrá también de
que el acervo etnomedicinal se
conserve, pue el IESm-c demuestra
que éste ha conseguido mantenerse
en la comunidad entre la población
más numerosa, los estudiantes de
primaria.
Debe quedar claro que si el objetivo es
mantener dicho acervo en generaciones
futuras, resulta indispensable escolarizar a
todos los niños y evitar los casos de
analfabetización, ya que son precisamente
éstos, los analfabetos, los que peor
conservan los conocimientos etnobotánicos
(ICEm-c de 75) y los que menos posibilidad
tienen de trasmitirlos (IESm-c de 4,67).

Finalmente, en referencia a la ocupación
laboral, de nuevo su índice IESm-l ofrece
datos mucho más reales que el del
conocimiento etnomedicinal referido a este
mismo parámetro (ICEm-l). El IESm-l más
elevado, como cabría esperar, corresponde a
las amas de casa (53,75), seguidas de los
jornaleros (23,13) y profesionales variados
(14,21), y ya a mucha distancia agricultores y
otros oficios (ambos 4,46). El ICEm-l, en
cambio, se mostraba bastante ambigüo y
dificil de explicar, pues sus valores máximos
de 100 correspondían a jornaleros,
profesionales y otros oficios, luego a amas
de casa y finalmente a agricultores.
Los datos que podemos extrapolar,
comparando ambos índices (ICEm-l - IESm-l),
son bastante significativos y vienen a
corroborar algunos puntos señalados con
anterioridad:
o En primer lugar, que los agricultores
tienen poco conocimientos
etnomedicinales, por mucho que por su
profesión se esperara lo contrario, y
que la explicación no resulta fácil más
que en términos de la especialización y
el excesivo tiempo dedicado a su labor.
o En segundo lugar, que las amas de casa
son las que más conocimientos
etnomedicinales tienen (ICEm-l de
95,12) y mayor probabilidad tienen de
trasmitirlos (IESm-l de 53,75).
o De hecho, estos datos apoyarían lo que
antes dijimos: que los estudiantes de
primaria, posiblemente incentivados
por sus madres y/o abuelas, mantienen
un conocimiento relativamente elevado.
Una de las amas de casa encuestadas
fue la que citó un mayor elenco de
plantas medicinales (22) entre todas
las personas entrevistadas, aunque
otras amas de casa también
reportaron un número relativamente
elevado de citas (19 y 17).
o En tercer lugar, que profesiones
especializadas, que requieren de cierta
formación académica (secundaria y/o
universidad), también conservan un
Análisis cuantitativos 206
acervo etnomedicinal alto (ICEm-l de
100) con gran probabilidad de
trasmisión (IESm-l de 14,21) a pesar de
su escaso bagaje poblacional en Tilgüe.
o Algunos de estos profesionales, como
los profesores y maestros (36 citas), o
técnicos relacionados con las plantas,
aunque sea indirectamente, caso de
farmaceúticos, guías turísticos o
ingenieros agrónomos (19 citas), tienen
enormes posibilidades de trasmitir los
conocimientos etnomedicinales que
poseen, tanto por ser especialistas en
la materia como por tratar con
escolares. De hecho, uno de los
profesores reportó, por su parte, un
número de citas realmente elevado
(18), que ejemplifica y justifica la
aseveración anterior.
o Finalmente, en cuarto lugar, que los
jornaleros, dedicados a profesiones
variopintas (pescadores, ganaderos,
albañiles, pintores, contratistas,
conductores, etc.), que les exigen
contacto con otros grupos humanos,
con otros pueblos y ciudades fuera de
Ometepe, tienen la posibilidad de
integrar en su conocimiento nuevas
plantas de uso medicinal no conocidas
en la isla y trasmitir dicho acervo al
resto de la población. El ICEm-l de los
jornaleros es el máximo (100) y su
IESm-l (23,13) sólo es superado por las
amas de casa. Algunos de estos
jornaleros, en efecto, citaron un
número relativamente elevado de
plantas medicinales (19, 16, 15 y 14),
reflejando precisamente las
posibilidades señaladas.
En conclusión, las principales conclusiones
que pueden obtenerse de los índices hasta
ahora expuestos han de ser considerados
tomando todos ellos en conjunto, pues cada
uno aporta datos que complementan las
hipótesis planteadas por los otros, en el
sentido de completarlas o aclararlas
respecto a ciertas cuestiones relacionadas
con los parámetros aquí considerados tales
como sexo, formación académica y laboral.
207 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Índice de valor de uso (IVU) En la Tabla 6 se presenta, para cada especie,

Su cálculo se realiza dividiendo la suma del
número de usos mencionados por cada
informante i para la especie s (Uis), para cada
especie (ΣUis), entre el número de
informantes total (NPET):
el valor del índice de valor de uso (IVU),
teniendo en cuenta el número de citas
etnomedicinales de cada especie (Tabla 3), y
el número de usos etnomedicinales que cada
informante otorga a esa misma especie
(Bermúdez y Velázquez, 2002).

IVUs =
∑Uis
NPET

Especie IVU Especie IVU

Allium sativum 0,47 Hyptis verticillata 0,55
Aloe vera 0.03 Jatropha curcas 0,47
Anacardium occidentale 0,02 Jatropha gossypiifolia 0,67
Annona muricata 0,13 Lippia alba 1,54
Anthurium cubense 0,23 Mangifera indica 0,88
Asclepias curassavica 0,01 Manilkara zapota 0,02
Bixa orellana 0,02 Matricaria chamomilla 0,76
Bursera graveolens 0,15 Melia azedarach 0,02
Bursera simaruba 1,78 Melicoccus bijugatus 0,01
Calycophyllum candidissimum 0,07 Mentha piperita 0,88
Cannabis sativa 0,02 Mimosa pudica 0,25
Cassia grandis 0,23 Momordica charantia 0,13
Cecropia peltata 0,35 Monstera adansonii 0.01
Cedrela odorata 0,06 Morindia citrifolia 0,06
Ceiba pentandra 0,03 Ocimum basilicum 0,35
Chenopodium ambrosioides 0,23 Ocimum micranthum 0,55
Citrus x aurantium 1,13 Ocotea veraguensis 0,35
Citrus x limon 0,98 Passiflora foetida 0,02
Cnisdosculus urens 0,17 Pedilanthus tithymaloides 0,02
Cocos nucifera 1,13 Persea americana 0,13
Cordia curassavica 0,23 Petiveria alliacea 0,23
Cordia dentata 0,01 Piper auritum 0,01
Costus pulverulentus 0,02 Plectranthus amboinicus 0,02
Crescentia alata 0,23 Pluchea carolinensis 0,88
Cymbopogon citratus 1,54 Psidium guajava 0,47
Diospyros salicifolia 0,01 Quassia amara 0,35
Dorstenia contrajerva 0,15 Ruta graveolens 0,76
Eryngium foetidum 0,15 Sansevieria trifasciata 0,01
Eucalyptus camaldulensis 1,27 Senna reticulata 0,02
Gliricidia sepium 0,15 Solanum torvum 0,01
Gossypium hirsutum 0,20 Stachytarpheta jamaicensis 0,13
Guazuma ulmifolia 0,23 Struthanthus orbicularis 0,01
Hamelia patens 0,02 Tamarindus indica 0,15
Heliotropium indicum 0,15 Zea mays 0,02
Hura crepitans 0,13 Zingiber officinale 0,23
Hymenaea courbaril 0,03 Ziziphus guatemalensis 0,02
Tabla 6
 Análisis cuantitativos 208

Las especies que tienen un mayor IVU (>1), la comunidad, o bien se usan para distintos
en Tilgüe, son aquéllas de las que se utilizan tratamientos. Aquellas plantas con usos muy
distintas partes de la planta y tienen varias específicos, tienen un IVU muy bajo < 0,1.
aplicaciones etnomedicinales, más si éstas
corresponden a los principales usos
etnomedicinales documentados (Tabla 5).

El caso más claro es Bursera simaruba, con

un IVU de 1,78, de la cual se utilizan las
semillas y la corteza en tratamientos
sanitarios relacionados con problemas del
aparato osteomuscular y el circulatorio, e
incluso de renal. Dado que el jiñocuabo es
útil para limpiar heridas superficiales y como
antiinflamatorio, es la más citada de todas y
la que mayor índice de valor de uso tiene.

En el caso del zacate de limón (Cymbopogon

citratus), su IVU (1,54) también es alto,
respondiendo a que esta planta se usa en una
de las tipologías médicas que más afectan a
la comunidad, los problemas respiratorios. Lo
mismo ocurre con Eucalyptus camaldulensis,
Cocos nucifera
con un IVU similar e igualmente útil en todo
tipo de afecciones respiratorias.
En cualquier caso, el índice de valor de uso
ha de ser tomado con precaución, pues tiene
En el caso del naranjo agrio (Citrus x
un sesgo importante que deriva de lo
aurantium), su IVU es de 1,13 seguramente
precisos que seamos a la hora de considerar
porque de esta planta se utilizan tanto sus
virtudes etnomedicinales. Una especie puede
hojas como su jugo en multitud de problemas
incrementar su IVU si para un mismo
relacionados con el sistema nervioso, los
problema genérico (por ejemplo de tipo
cuales, dada su gran variabilidad, inciden en
nervioso), consideramos como usos distintos
un índice de valor de uso elevado. Algo
aplicaciones como calmante, sedativo, para el
parecido pasa con el coco (Cocos nucifera),
insomnio, etc. De igual manera puede ocurrir
con un IVU igual al del naranjo agrio en base
si separamos como usos distintos
a que esta planta tienen gran importancia en
tratamientos frente a la tos, catarro, gripe,
el acervo etnomedicinal de Tilgüe como
etc. Lo más adecuado, en este caso, es
remedio de problemas médicos muy variados:
establecer categorías precisas de usos
asma, parasitosis, antiabortiva, diurética,
etnomedicinales (Tabla 5) y enfocar los
problemas renales, anemia, etc.
resultados de acuerdo a ellas. Es importante
considerar que algunos problemas médicos
Lo mismo ocurre con la guanislama (Lippia
pueden derivar de distintas afecciones, pero
alba), cuyo elevado IVU de 1,54 responde a
a la hora de realizar cálculos cada uso ha de
que con ella se tratan problemas muy
incluirse en una sola de las categorías.
variados (fiebre, disentería, dolores de
cabeza, alteraciones nerviosas, etc.).
El que una especie vegetal tenga un IVU bajo
no quiere decir que científicamente no tenga
Valores intermedios, 0,5-1 de IVU, tienen
interés, sino que su uso en la comunidad en
especies vegetales con un uso etnomedicinal
estudio no está muy contrastado.
muy definido pero ampliamente extendido en
209 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

Nivel de uso significativo TRAMIL (UST)
Atentiendo a la última consideración, el nivel
de uso significativo TRAMIL (UST) resulta
interesante, pues pone la atención en
aquellas especies que consideraríamos
significativas desde un punto de vista
cultural por tener un uso etnomedicinal
extendido (frecuencia ≥ 20%), y merecen su
estudio científico.
El índice UST se calcula midiendo la relación
entre el número de citaciones de uso de cada
especie s (NCs: número de veces que la
especie es citada entre los informantes, con
independecia del número de usos que cada
uno de ellos pueda darle) y el número de
informantes encuestados (NPET):
NCs × 100
UST =
NPET

Especie UST Especie UST

Allium sativum 2,6 Hyptis verticillata 11,8
Aloe vera 3,9 Jatropha curcas 7,8
Anacardium occidentale 2,6 Jatropha gossypiifolia 13,1
Annona muricata 10,5 Lippia alba 21,0
Anthurium cubense 2,6 Mangifera indica 19,7
Asclepias curassavica 1,3 Manilkara zapota 2,6
Bixa orellana 2,6 Matricaria chamomilla 17,1
Bursera graveolens 14,4 Melia azedarach 2,6
Bursera simaruba 34,2 Melicoccus bijugatus 1,3
Calycophyllum candidissimum 9,2 Mentha piperita 13,1
Cannabis sativa 2,6 Mimosa pudica 9,2
Cassia grandis 11,8 Momordica charantia 7,8
Cecropia peltata 14,4 Monstera adansonii 1,3
Cedrela odorata 6,5 Morindia citrifolia 6,5
Ceiba pentandra 3,9 Ocimum basilicum 11,8
Chenopodium ambrosioides 17,1 Ocimum micranthum 14,4
Citrus x aurantium 27,6 Ocotea veraguensis 22,3
Citrus x limon 14,4 Passiflora foetida 2,6
Cnisdosculus urens 3,9 Pedilanthus tithymaloides 2,6
Cocos nucifera 13,1 Persea americana 3,9
Cordia curassavica 11,8 Petiveria alliacea 11,8
Cordia dentata 1,3 Piper auritum 1,3
Costus pulverulentus 2,6 Plectranthus amboinicus 2,6
Crescentia alata 6,5 Pluchea carolinensis 15,7
Cymbopogon citratus 30,2 Psidium guajava 15,7
Diospyros salicifolia 1,3 Quassia amara 15,7
Dorstenia contrajerva 10,5 Ruta graveolens 15,7
Eryngium foetidum 10,5 Sansevieria trifasciata 1,3
Eucalyptus camaldulensis 27,6 Senna reticulata 2,6
Gliricidia sepium 7,8 Solanum torvum 1,3
Gossypium hirsutum 2,6 Stachytarpheta jamaicensis 2,6
Guazuma ulmifolia 11,8 Struthanthus orbicularis 1,3
Hamelia patens 2,6 Tamarindus indica 6,5
Heliotropium indicum 11,8 Zea mays 2,6
Hura crepitans 5,2 Zingiber officinale 6,5
Hymenaea courbaril 3,9 Ziziphus guatemalensis 2,6
Tabla 7

La Tabla 7 muestra el UST de las 72
especies etnomedicinales documentadas en
Tilgüe, de las cuales sólo 6 tienen un nivel de
uso significativo TRAMIL superior al 20%,
las que se señalan en color rosa.
Entre ellas se encuentran Bursera simaruba,
Citrus x aurantium, Cymbopogon citratus,
Eucalyptus camadulensis, Lippia alba y
Ocotea veraguensis. Estas seis especies han
sido las más citadas en las encuestas y por lo
tanto cabe pensar que la población indígena
de Tilgüe tiene un alto grado de fidelidad en
sus bondades etnomedicinales.
Al jiñocuabo o indio desnudo (Bursera
simaruba) ya nos hemos referido en varias
ocasiones, pues es la especie etnomedicinal
más citada en las encuestas (26 citas), la de
mayor índice de valor de uso (IVU: 1,78) y
encima es la que tiene un nivel de uso
significativo TRAMIL (UST) más elevado de
todas (34,2%). Las razones son varias, pero
hacen mención tanto a que es una especie
frecuente en el paisaje comunitario, con usos
etnomédicos variados (aparato circulatorio,
nervioso, óseo y muscular, piel, alimentación,
etc.); y con la ventaja añadida de que de esta
especie se usa tanto su corteza como sus
semillas en los remedios tradicionales.
Los estudios fitoquímicos en esta planta son
abundantes y se conocen relativamente bien
los metabolitos secundarios implicados en su
actividad biológica (fenoles, terpenos, etc.).
De hecho, el triterpeno lupeol, aislado del
indio desnudo, tiene una elevada capacidad
antioxidante y antitumoral, convirtiendo a
esta especie en una fuente innovadora de
productos anticancerígenos de origen
natural procedentes del bosque tropical.
Además resulta planta alexitérica.
El naranjo agrio (Citrus x aurantium)
también es citado de manera importante (21
citas), y tanto su IVU como su UST son
elevados, aunque menores que en el
jiñocuabo. Como antes se explicó, es una
especie con muchos usos etnomedicinales,
que además ha sido ampliamente cultivada,
Análisis cuantitativos 210
incluso como ornamental, en Ometepe. Su
fitoquímica es bien conocida e incluso
algunos de sus limonoides pueden actuar
como preventivos del cáncer de colon.
Al zacate de limón (Cymbopogon citratus) le
ocurre otro tanto: alto número de citas (23),
IVU y UST (el segundo más alto con 30,2%)
elevados. El eucalipto (Eucalyptus
camadulensis) se encuentra en la misma
situación (21 citas, UST 27,6%). En ambos
casos, como ya se explicó, su uso
etnomedicinal como remedios naturales
frente a problemas respiratorios, de los más
importantes en Tilgüe, justifican tales
valorers.
Tanto del zacate de limón como del eucalipto
la fitoquímica es bien conocida, y en ambos
casos parecen ser terpenoides los
metabolitos secundarios responsables de su
actividad biológica y propiedades
etnomedicinales. La esencia y los polifenoles
del zacate de limón resultan efectivos
frente a ciertas formas de cáncer de
hígado, sin causar toxicidad alguna, por lo
que esta especie se postula como un fuente
natural de productos anticancerígenos.
La guanislama o juanislama (Lippia alba),
como las anteriores, es otra planta muy
citada (16 veces), con un IVU > 1 y un UST
de 21,0%. Su uso etnomedicinal en América
Central y Sudamérica es muy alto, y en
Tilgüe es con seguridad la planta en la que
mayor confianza se tiene para tratar la
fiebre y el dolor de cabeza, afecciones
relativamente comunes. Su farmacología
muestra una esencia muy rica y altamente
compleja, por lo que quizá esta especie es
una de las más interesantes desde el punto
de vista TRAMIL, ya que sería muy
recomendable realizar estudios fitoquímicos
detallados sobre poblaciones ometepeñas.
La quina (Ocotea veraguensis) resulta una
especie singular, pues su uso antifebril
parece endémico del área de estudio. Como
en la anterior, se recomendaría profundizar
en la fitoquímica de poblaciones locales.
211 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La etnobotánica es una disciplina científica
con un carácter interdisciplinar muy
marcado, cuyo objeto de estudio es la
interrelación entre los seres humanos y las
plantas. Dicha relación depende de la
influencia de factores socioculturales y
ecológicos, los cuales no son estáticos sino
dinámicos, determinando el grado de
vinculación entre el hombre y los vegetales.
La mayor importancia de los estudios
etnobotánicos radica en su dedicación
particular a recuperar la ‘historia oral’ de la
utilización selectiva por parte del hombre de
las plantas; permitiendo, de esta manera, la
pervivencia en el tiempo de una serie de
conocimientos de sociedades indígenas,
tribales o etnias, que sin estudios de este
tipo peligran de ser olvidados en la memoria
de generaciones pasadas (Toledo, 1982).
Los enfoques científicos y empíricos dados a
la etnobotánica son muy diversos gracias al
aporte que hacia esta disciplina se ha
conseguido desde otras tales como la
biología, botánica, taxonomía, antropología,
arqueología, historiografía, geografía,
ecología, etnología, filosofía, medicina,
farmacia, filología, etc.
La etnobotánica se constituye en una
herramienta de estudio muy útil, no sólo para
recuperar o evitar la desaparición de
especies vegetales en peligro de extinción,
sino que igualmente permite ‘rescatar’
conocimientos únicos que sobre los vegetales
tienen algunas sociedades tribales
igualmente en vías de desaparecer (Balick y
Cox, 1996; Bermúdez y Sánchez, 2000;
Cunningham, 2000; Pijoan, 2004; Aguilar
Rojas, 2005).
Si se tiene en cuenta que en la actualidad
han tomado gran vigencia proyectos de
ecodesarrollo dedicados al mantenimiento y
crecimiento armónico entre las sociedades
humanas, integrando al hombre y a la
naturaleza en un mismo ‘ente’ aglutinador,
parece claro que la etnobotánica es una
ciencia totalmente integradora de estos
hechos así como de los conocimientos
derivados (Aguilar Rojas, 2005).
Esta disciplina fortalece la conservación de
la diversidad biológica de una manera muy
racional, en tanto y en cuanto el
conocimiento de los usos de los vegetales
ofrece razones más que suficientes para
conservar los ecosistemas y las especies en
peligro de extinción (Laird, 2002; Pijoan,
2004).
La documentación de los usos tradicionales,
en contextos culturales concretos, ha
revelado que las plantas utilizadas desde un
punto de vista etnomedicinal son las que
mayor probabilidad tienen de presentar
actividad farmacológica y aplicaciones
médicas, frente a otras seleccionadas al
azar o por criterios quimiotaxonómicos
(Farnsworth et al., 1975; Bermúdez y
Velázquez, 2002; Bermúdez et al., 2005).
El presente trabajo ha documentado un
ingente catálogo etnoflorístico medicinal (72
especies, 44 familias) en la Isla de Ometepe,
demostrando que el acervo cultural respecto
a los conocimientos sobre el uso medicinal de
las plantas está aún vigente, aunque puede
que no perdure mucho tiempo y se vaya
perdiendo progresivamente.
A parte de los usos etnobotánicos concretos
documentados en la Isla de Ometepe
respecto a plantas medicinales se refiere, o
de alguna manera relacionadas con la salud,
el presente trabajo lleva a cabo toda una
revisión bibliográfica sobre otros usos a
tales fines hasta ahora desconocidos o no
documentados en el acervo popular de la
zona estudiada. Este cómputo de datos abre
una puerta al conocimiento, por parte de los
 Conclusiones y recomendaciones 212

pobladores de la isla, respecto a las plantas

que les rodean y nuevos usos medicinales que
pueden brindarles, pudiendo resolver muchas
cuestiones médico-sanitarias hasta ahora ni
siquiera consideradas. En resumen, este
trabajo viene a potenciar y estimular el uso
etnobotánico de la flora de la Isla de
Ometepe en un espectro de usos más amplio.

Entre el registro de usos medicinales, más

interesantes y de mayor interés para la Manilkara zapota: una planta con potencial
anticancerígeno y antitumoral
salud humana, del catálogo etnoflorístico de
la Isla de Ometepe, caben resaltarse los
9 Plantas con actividad biocida
siguientes:
demostrada en enfermedades concretas o en
su prevención: Allium sativum frente a la
9 Plantas con actividad antitumoral o
hepatitis y la leishmaniosis; Anacardium
con potencial en la prevención del cáncer:
occidentale contra la disentería, lepra y
Allium sativum, Aloe vera, Anacardium
fiebre amarilla; Annona muricata ante la
occidentale, Annona muricata, Asclepias
leishmaniosis, herpes simple, fiebre amarilla
curassavica, Bixa orellana, Bursera
y malaria (paludismo); Bixa orellana frente a
graveolens, Bursera simaruba, Citrus x
la gonorrea, leishmaniosis y malaria;
aurantium, Crescentia alata, Cymbopogon
Cannabis sativa y Cedrela odorata para la
citratus, Gossypium hirsutum, Heliotropium
malaria; Chenopodium ambrosioides contra la
indicum, Hymenaea courbaril, Hyptis
leishmaniosis y otras parasitosis; Cocos
verticillata, Jatropha curcas, Mangifera
nucifera frente a la leishmaniosis; Cordia
indica, Manilkara zapota, Matricaria
curassavica ante la fiebre amarilla y el
chamomilla, Mentha piperita, Mimosa pudica,
cólera; Crescentia alata frente a la
Momordica charantia, Morinda citrifolia,
candidiasis y neumonía; Dorstenia
Ocimum basilium, Ocimum micranthum,
contrajerva ante la fiebre amarilla y la
Passiflora foetida, Pedilanthus
leishmaniosis; Heliotropium indicum contra la
tithymaloides, Persea americana, Petiveria
tuberculosis y la malaria; Hymenaea
alliacea, Pluchea carolinensis, Psidium
courbaril frente a la candidiasis y la
guajava, Quassia amara, Ruta graveolens,
esquistosomiasis; Jatropha curcas contra la
Solanum torvum y Zingiber officinale.
esquistosomiasis; Lippia alba ante la malaria
y disentaría; Mangifera indica para la
9 Plantas con potencial actividad
malaria; Melicoccus bijugatus ante la
biológica para combatir el sida: Aloe vera,
disentería; Mentha piperita contra la
Dorstenia contrajerva, Jatropha curcas,
candidiasis, el virus del herpes simple y
Momordica charantia y Quassia amara.
profiláctica ante la malaria; Mimosa pudica
frente a la disentería, cólera, viruela, fiebre
9 Plantas con actividad neutralizadora
amarilla y sífilis; Ocimum micranthum frente
de picaduras de serpiente (alexitéricas):
a la malaria; Passiflora foetida contra el
Allium sativum, Bixa orellana, Bursera
cólera, la malaria y la leishmaniosis; Petiveria
simaruba, Calycophyllum candidissimum,
alliacea ante diversas parasitosis y la
Costus pulverulentus, Dorstenia contrajerva,
malaria; Piper auritum en el tratamiento de
Mimosa pudica, Ocimum micranthum,
la tuberculosis y la erisipela; Psidium guajava
Petiveria alliacea, Quassia amara,
contra la disentería, candidiasis, malaria,
Sansevieria trifasciata, Struthanthus
etc.; Quassia amara frente a la leucemia,
orbicularis y Tamarindus indica.
malaria, turberculosis, etc.; Senna reticulata
213 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

contra el herpes y la malaria; estudio. En el mismo sentido debería

Stachytarpheta jamaicensis ante la continuarse la línea abierta de investigación
disentería y la fiebre amarilla; Tamarindus sobre las posibilidades de algunos de sus
indica ante la lepra, Zingiber officinale triterpenos para combatir el cáncer.
contra la toxoplasmosis, etc.
™ Jatropha curcas : resulta una
especie con un potencial biológico enorme,
especialmente por su contenido en lectinas.
Se debería profundizar en la naturaleza
química de éstas y en su vinculación a
tratamientos anticancerígenos. De igual
manera, la probada actividad del tempate,
frente al virus del sida, convierte a esta
especie en un referente de la medicina
moderna, aunque debe investigarse más
acerca de la toxicidad de los compuestos
activos frente al sida, las cumarinas, que
Pedilanthus tithymaloides, otra especie con también resultan tóxicos para otras células
interesantísimas propiedades antitumorales humanas no infectadas.

Sin lugar a dudas, que muchas de estas

plantas ometepeñas tengan potencial para
combatir la malaria, dota a la flora de esta
isla de un interés medicinal enorme para una
de las enfermedades que con mayor
raigambre azotan estas zona (Ridley, 2002).

Al hilo de lo anterior, la revisión

bibliográfica realizada, y los resultados de
las encuestas etnobotánicas emprendidas,
abren líneas o posibilidades de investigación
muy importantes para un futuro cercano,
especialmente en referencia a especies en
las que se debería profundizar en detalle en
la propia flora de esta isla nicaragüense. En
particular, debería fijarse la atención en las
siguientes especies:

™ Asclepias curassavica : tiene

enorme potencial biocida frente a insectos
molestos del devenir diario, como la mosca
común, pero parece necesario profundizar en
su posible actividad insecticida frente a
Lippia alba
otros insectos, particularmente frente a los
que puedan transmitir enfermedades; sobre
™ Lippia alba : especie enormemente
todo porque su uso no es nocivo para el
variable con un aceite esencial cuya
medio ambiente. A pesar de su toxicidad,
composición es también muy diversa. En el
algunos compuestos químicos de esta especie
caso que nos concierne sería necesario
parecen tener efectos cardiotónicos, por lo
realizar algún tipo de estudio fitoquímico
que igualmente debería profundizarse en su

sobre las poblaciones de esta especie en
Ometepe, para así poder relacionar
directamente su composición química con
actividad biológicas concretas. Estos
estudios deben perseguirse, además, no sólo
con su esencia o compuestos volátiles, sino
también en cuanto a su composición en otros
metabolitos no volátiles como los
flavonoides, ya que entre éstos se han
identificado biflavonoides enormemente
interesantes desde un punto de vista
etnofarmacológico. Su, al parecer, posible
actividad antimalárica (Antoun et al., 2001)
justificaría nuevos estudios al respecto.
™ Momordica charantia : las
posibilidades farmacológicas y la actividad
biológica de esta especie son infinitas en
multitud de enfermedades (Grover y Yadav,
2004): antidiabéticas, hipoglicémicas,
abortifacientes, gota, ictericia,
antihelmínticas, hipertensión, anemia,
contraceptivas, dismenorrea, eczemas,
emenagogas, galactagogas, dolor abdominal,
piedras en el riñón, laxativas, lepra,
leucorrea, neumonía, psoriasis, purgativas,
reumatismo, hepatitis o sarna. Aunque
existen muchísimos estudios sobre el pepino
montero, tanto a nivel biológico como
químico, algunas de las propiedades
tradicionales señaladas no han sido aún
demostradas (Germosén-Robineau, 1995),
todo lo cual indica que esta especie tiene un
potencial biológico interesantísimo. Su uso
más conocido, a día de hoy, está en relación
con el tratamiento y prevención de la
diabetes, pero su actividad se extiende como
antitumoral, antimalárica, antiviral frente al
herpes o el sida, en la lucha contra muchas
enfermedades parasitarias, etc. Quizá cabe
señalar que debe profundizarse mucho más
en estudios de composición fitoquímica y en
el modo de acción de sus principales
metabolitos secundarios.
™ Ocimum micranthum : aunque los
estudios referidos a la composición de su
aceite esencial son bastante numerosos
(ninguno en Nicaragua), no es menos cierto
que éstos demuestran la variación de su
Conclusiones y recomendaciones 214
esencia dependiendo tanto del periodo del
año en que la planta se recolecte como de las
condiciones climáticas (humedad, insolación)
de su hábitat. La demostrada actividad
biológica de la esencia de la albahaca
montera como insecticida y repelente,
emenanoga, analgésica, antifúngica,
antibacteriana, contra otros muy diversos
microorganismos como protozoos, e incluso
su efectividad frente a la malaria, y, sobre
todo, su capacidad antioxidante, convierten
a esta especie en uno de los referentes
futuros en la prevención del cáncer. Por todo
ello, resulta imprescindible acometer el
estudio analítico de la composición química
de su esencia sobre poblaciones de la Isla de
Ometepe, más aún teniendo en cuenta su
efectividad frente a las picaduras de la
serpiente venenosa barba amarilla.
™ Quassia amara : especie sumamente
interesante por su amplísimo espectro de
actividades biológicas, que van desde su
poder insecticida, su uso en la prevención y
tratamiento de la malaria, el cáncer y la
leucemia, resultando incluso eficaz frente al
virus del sida. La gran mayoría de dichas
actividades se debe a su composición en
quasinoides, unos triterpenos relativamente
complejos presentes en su madera, hojas y
savia, sobre los cuales no se conoce aún
ningún estudio fitoquímico detallado en
Nicaragua, por lo que sería recomendable
hacerlo. Se trata de un recurso natural muy
importante, enormemente comercializado en
América y Europa, cuyo cultivo puede ayudar
al desarrollo sostenible de la comunidad
indígena que se asienta en los bosques
tropicales de Tilgüe.
™ Ziziphus guatemalensis : los únicos
usos etnomedicinales conocidos en el mundo,
referidos a esta especie, son los
documentados en este trabajo, por lo que
posiblemente se trate de un acervo
endémico localmente de Ometepe ya que no
se encuentran referencias bibliográficas o
documentales al respecto. No se conocen
estudios farmacológicos o fitoquímicos, por
lo que debe incentivarse este tipo de
215 Etnobotánica medicinal de la Isla de Ometepe

investigación. Lo mismo debería señalarse de tener en cuenta que tienen muchos

las otras tres especies cuyo uso metabolitos secundarios, algunos de los
etnomedicinal únicamente se conoce en cuales tienen actividad medicinal, pero
Ometepe: Anthurium cubense, Diospyros otros, en cambio, pueden resultar nocivos
salicifolia y Ocotea veraguensis. (Elvin-Lewis, 2001) e incluso mutagénicos o
carcinogénicos.
En general, la actividad farmacológica de las
hierbas medicinales está asociada a su
propia toxicidad, y el efecto tóxico inducido
depende de la cantidad de dosis consumida
(Carballo et al., 2005). Esto es
especialmente importante en aquellas
especies potencialmente tóxicas o
venenosas, pero cuyos principios activos,
aplicados en pequeñas dosis, pueden tener
propiedades medicinales.

En Ometepe, éste es el caso de Asclepias Frutos de Guazuma ulmifolia, una planta medicinal a la
vez que tóxica
curassavica, entre otras, que puede resultar
tóxica a la vez que cardiotónica. En paralelo,
La etnobotánica, incluyendo tanto los
otras plantas documentadas en Ometepe,
vegetales utilizados como las técnicas
como medicinales, en dosis elevadas pueden
empleadas, debe integrarse dentro del
resultar citoxóticas o genotóxicas:
patrimonio natural, y a su vez cultural, de las
Anacardium occidentale, Cassia grandis,
comunidades humanas donde se sustentan
Cecropia peltata, Chenopodium ambrosioides
(Porteres, 1961; Cunningham, 2000).
(su aceite esencial fue muy utilizado como
antihelmítinco pero actualmente ha decaído
Nuestro trabajo ha permitido documentar el
debido a su toxicidad), Guazuma ulmifolia,
acervo etnomedicinal que aún permanece en
Heliotropium indicum, Jatropha curcas,
el seno de la comunidad indígena de Tilgüe.
Petiveria alliacea (algunos de sus compuestos
polisulfurados pueden ser tóxicos y
No obstante, indudablemente este trabajo
mutagénicos en dosis altas), Sansevieria
deberá proseguirse en el futuro mediante
trifasciata, Solanum torvum o
nuevas encuestas en dicha comunidad y a ser
Stachytarpheta jamaicensis.
posible en otras cercanas como las vecinas
de Sintiope y Urbaite, de tal manera que
En algunos casos, la toxicidad llega a afectar
pueda establecerse un estudio comparativo
al patrimonio genético (mutagénicas), por lo
intercomunal.
que no es recomendable usar una especie
potencialmente medicinal sin tener en cuenta
Más aún, la línea de trabajo a seguir debería
otros riesgos secundarios de su consumo,
plantearse en el conjunto de la Isla de
como los citados, y sin haber hecho antes un
Ometepe, para así evaluar la incidencia de la
estudio de genética toxicológica. Un ejemplo
‘insularidad’ en la remanencia o pérdida de
de esto es Cecropia peltata, cuyos extractos
los conocimientos etnomedicinales, y los
pueden resultar genotóxicos y dañinos al ser
diversos parámetros intervinientes.
humano; más si se consume de manera
crónica, con lo que puede dar lugar a
carcinogénesis o teratogénesis.

Resulta obligado señalar que el consumo

tradicional de plantas medicinales debe

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