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Cuando inrentes hablar, ecuerda que no pues seni tee algunas palabra grasa ids linea, progres, E ‘do de derecho, democrat, derechos del hambre. Fe dis que develo inolenbe sin tener nada par sie de elf, Permanece et ese inexpieabléslenco. As ins potabllad sO te sert dal responder con meds n- ‘neat aei'Tan exigent es despise con i qe Gino Agamben se mide con nesta univers co. Mas laid a exe eno es también delta rigaras al empo-acooteciniento en ques insciben y 8 uegan neta vidos, a est region opin en que lo pi {© ¥o prsado el cueepo bolo yl everpa politico son yrlndscenibes Bs aqut donde tengo que encom 1 ‘Spacio, aqut, oe agin oo sito. Solo un pic ie parade esa concienci puede ineresatine Concent ‘que se hace cargo de protongado celipse de la politica, de {3 posicon sabato ene a reign, la economia 0 derecho, del olido de ss propio rango ontologico qe I ha leva a ser desbordada por uorsformaciones que han vaciado sus eategolasy ss concepts. Per en st ont se inseibecoberentement, en movie din ‘ensign a bsqued de paradigms expectant po Sos en experiencias y fendmenos que de ordinario se consderan eno a su Ambo, como sta efamplamn te geo, es exfera de motos pure, de medio qe, pe sraneacndo tess bean de 5 oie con i o- Iie, pes, como ser de pest aol te de os hones. iii ae Giorgio Agamben z E Zz 8 aL & MEDIOS SIN FIN Notas sobre la politica Giorgio Agamben PRE-TEXTOS PPoucia sonra Una de las lecciones menos equivocas de la Guerra del Gol foes el ingreso definitivo de la soberania en la figura de la po- lia, FI desenfado con que el ejercicio de un sus belt particu- laumente devastador se presenta aqui con el carictet, modesto ‘en apariencia, de una “operacion de policia", no debe ser to- mado (como han hecho algunos eriticos justamente indigna- dos) como una cinica Ficeiin, Quizi la caracteristica mas es _poclacularde esta guern es que las razones que se han esgrimido para justficarla no pueden ser descartadas como superestruc- ‘uns ideologicas destinadas a cubrir un designio oculto: por el ‘ontario, lt ideologga ha ido penetrindo de manert tan pro- finda en la realidad, que las rxzones declaradas (en patticular las referentes a I dea de un nuevo orden mundial) han de see tomadas rigurosamente al pie de la letra. Lo que no significa, ‘epero, como han tratado de hacer valer jurists improvisados Y’apologistas de mal fe, que la Guera del Golfo haya supuesso » oa inacé salute dens sobernis ees, ffecuar ana bor de spent de pola al seco de un o- nso soprano ir necho.s uc a poi, en conta de aon cn ua del er, e suet gre gues mars a ud con yore a promi, a nreambblad Can cnre matnlay derecho que ester a hg dt Soto: Sogn nag costume oman nde, ori fa rz, pa nterpenere ene econ! dt de i xeon ue se evs cao eee de sete de Een el qe, pocamando cleo de excopiony fencin ier dea, ctl pr de cin Zhe vole y deel ols ere sempre, pra sen pba Sogn sore que ons 0 pa Skt debe dct congrn na ona de merece 1s completamente fata alia que as finaliades del poder de pol cia sean sempre Wdéntieas o incse que estén simplemente vincladas ‘on las de eso del derecho. El derecho de “pli indica precsaen: tel punto en que el Eada, sea por impotent, sea por Jnnsnentes too aden jridco, yt no puede grantizr, por medio de ‘tear, los ebjeivas empircos que desea conseguir toda cost, De agi la exhibicién de las armas que en cualquier tiempo hha caracterizado a la policia, Lo decisivo en este punto no es tanto la amenaza a quien tansgrede el derecho (la exhibicion se produce de hecho en los Igares pblicos rvs pacificos %0 en particular, durante las ceremonias oficiales, como la expo- sicion de la violencia soberana de que daba testimonio aque- Ila proximidad fisica entre cénsul y ico. sta incémoda contigliclad ent soberania y func de po- Jicfa se expresa en el caricter de sacralidad intangible que, en. Jos ordenamientos juidicos antiguos, sia en un mismo plano las figuras del soberano y del verdugo, Es posible que tl cer- ania nunca se haya puesto de manifiesto con tanta evidencia ‘como en el suceso fortuito (referido por un cronista) que de julio de 1418 hace encontrarse en una calle de Paris al Du: que de Borgona, recién entrado como conquistador en la ei dad 2 la cabeza ele sus wopas, y el verdugo Coqueluche, que en es0s dias habia trabajado incansablemente para él: el ver \dugo cubierto de sangre se acerca al soberano y le coge lar ro grand “Querido hermano!” (slfon beaut frre!) El ingreso de la soberania en la figura de fa polica no tene, pues, nada cle tanquilzador. Prucba de ello es el hecho, que fo ha dado de sorprender los historiadores de! Tercet Reich, de que el exterminio de los judios fue concebide de principio fin exclusivamente como una operacion de policia. Es bien sabido que no se ha podido encontrar nunca un solo docu rmenio en el que quede constancia del genocidio como decision de un érgano soberano: el Unico dacumenta que poscemos & este respecto son las actas de la conferencia que el 2 de ene- +0 de 1942 reunié en el Grosser Wannsee a un grapo de pol as de rango medio y bajo, entre los gue solo nos es notorio cel nombre de Adolf Fichmann, jefe de la division B-4 de la cuar ta secci6n de la Gestapo. Y s6lo porque se concibié y se lew «cabo como una operacién de policia pudo tener el exter: nlo de los judios un carieter tan metGdico y monitero. Pero, por el contrario, es precisamente su condiciin de “operacién de policia” lo que hoy le hace aparecer ante la humanidad ci vilizada como mucho mis bisbato e ignominioso, on ‘Mas la investidara del soberano coma agente de poliia lene otro corolario: hace necesaria la cximinalizacion del adversano, Schmit ha senslado que en el derecito pabico europeo el prin cpio segiin el cual par in parem non habetjurisdictionem ex cluia que tos soberanos de un Estado enemigo padieran ser juz zzados como criminales, La declaracin del estado de guerra no Implicaba Ia suspension de este principio ni de los convenios ‘que garantizaban que la guerra con un enemigo al que se re conocia una dignidad igual se desarrollart dentro del respeto {de reglas precisas (una de las cuales era la neta distincion en tke poblacin y ecto). A nosotros nos ha sido dado, sin em Dargo, ver como el enemigo, siguiendo un proceso iniciado a Finales de la Primera Guerra Munclal, es, en un primer paso, ex cluido de Ia humanidad civilizads y considenido como crim nal. Y sucesivamente pasa a ser lcito aniquilarle con una “ope ricién de policia” que no esti obligada al espeto de ninguna reg juridica y puede confundir por tanto, en un retorno a las condiciones mis arcaicas de la beligerancia, ala poblacién ci vil y a los soldados, al pueblo y a su soberano-criminal. Este progresivo deslizamiento de la soberania hacia las zonas mis ‘oscuas del derecho de policia tiene, no obstante, un aspecto postivo por lo menos, que conviene sefalar aqui. De lo que rho se dan cuenta los jefes de Estado, que se han lanzado con tuna diligencia« la criminalizacion del enemigo, es de que es ta misma criminalizacion puede volverse ent cualquier momen: o contra ellos. Hoy no hay en soda la terra un jefe de Estado ‘que no sea en exe senico vir ruatmente ue criminal. Cualqule~ za de los que hoy visten la triste redingote de la soberania sabe {que alguna vez podei ser tratado como un criminal por sus 6o- legas. ¥ desde Iuego no seremos nosotros los que lo lamente~ mos. Porque el soberano, que ha consentido de buen grado en presentarse con el canicter de esbiero y de verclygo muestra por fin ahora su originaria proximidad con el criminal Noms sont La nounica 1. La cada del Panido comunista sovietico y el dominio sin reboz0 del Estado democritico-capialista a escal planetaria bban suprimido los dos principales osbtaculos ideologiens que impedian el restablecimiento de una fisosofia politica 2 la al- tur de nuestro tiempo: el estalinismo, por una paute, el pro: ‘esismo y el Estado de derecho, por ot, El pensamiento se tencventra hoy asf por primera vez frente & su trea sin ningu na isin y sin coartada posible. En todas partes se est cum- pliendo ante nuestros oo la "gran transfoemacion” que impul- ‘st uno tras to los reinos de la era (republicas v monarquias, tiranias y democracia, federaciones y Estados nacionales) ha cia el Estado espectacular integrado (Debord) y el “capitalpar Jamentarismo” (Badiou), que constituyen el estadio extrema de la forma Estado, ¥ asi como la grin transformacion de la pri ‘mera revolucién industrial habia destruido las estructuras 50- ales y politcas y las categorias del derecho publico del An- ‘len Régime, dela sent manera los tennines soberani, derecho, nacion, pueblo, democracia y voluntad general cubren ahora tuna realidad que nada tiene que ver con lo que estos concep- tos designaban antes; y, por eso, quienes continsian haciendo uso de ellos cle una manera aeriica no saben lveralmente de {qué estin hablando. La opinién pabliea y el consenso en ma da tienen que ver con la voluntad general, no mis en todo s0 de lo que la “policia internacional” que hoy disige as gue sras dene que ver con la soberania del jus publicum Europeu, 12 polities contemporinea es este experimento devastador, que

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